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Tit erra Organo de su Venerable Orden Tercera y Cofradías. Dirección y Administración: PP. MERCEDARIOS Silva, 39. Madrid (12) 24 DE FEBRERO DE 1927 -c> <> NÚM. 2 S ITMAR.I0 LOS MILAGROS DE LOURDES EN EL TRIENIO 1919-1922, por Fr. Juan G. Castro. --LA PERFECCIÓN CRISTIANA, por Fr. Emilio SilVd. —PÁGINA MISIONAL.—EL ILMO. FR . HERNANDO DE CARVAJAL Y RIBERA, ARZOBISPO DE SANTO DOMINGO, por Fr. Guillermo Vázquez.—UN HEROE MERCEDARIO QUE PREFIRIÓ MORIR ANTES QUE RENDIRSE, por Fr. Tomás Domínguez.— ESPIGANDO EN LOS LIBROS SAGRADOS, por Fr. Ricardo Delgado.—Los FRAILES DE LA MERCED SON POCOS, MAS HÁCENLO BIEN, por Fr. Guillermo Vázquez.—LA ZAPATILLA ROJA, por Julia G. Herreros.—FAVORES DE LA BEATA MARIANA DE JESÚS. LA ARCHICOFRADÍA DE ESCLAVOS DE NUESTRA SESIORA DE LA MERCED DE BAD AJOZ: :—SUSCRIPCIÓN PARA EL ALTAR DE NUESTRA SANTÍSIMA MADRE. -- NOTICIAS. — NECROLOGÍA. -- INDULGENCIAS , LOS mila g ros de Lourdes en el Primer trienio des p ués de la g uerra europea, 1919-1922. Los milagros que en Lourdes obra la beneficentisima Madre de los hombres, María, si en cuanto a curaciones son beneficios particulares, lo son generales en cuanto hechos probadores o corroboradores del orden sobrenatural y ma- nifestadores de las entrañas maternales de la Inmaculada Virgen en la dispensación de favores temporales cuándo y cómo convienen, y siempre pronta e ilimitada en la dis- pensación de bienes necesarios para la salvación. Menguado espíritu cristiano sería en los franceses na- cionalizar el Lourdes de María, como si el favor hecho en Francia fuese exclusivamente para ellos; e igualmente men- guado es el de aquellos otros que, por estar Lourdes en terri- torio extranjero, juzgasen menoscabo de los santuarios patrios acudir individual o corporativamente a honrar a la DE MARZO.

Organo de su Venerable Tit erra - odemih.com VIRTUAL/Publicaziones... · cuentes, ni las emociones tan profundas y las oraciones tan fervorosas, como Lourdes. Y es natural que así

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Tit erraOrgano de su Venerable

Orden Tercera y Cofradías.

Dirección y Administración:PP. MERCEDARIOSSilva, 39.— Madrid (12)

24 DE FEBRERO DE 1927 -c> <> NÚM. 2

S ITMAR.I0LOS MILAGROS DE LOURDES EN EL TRIENIO 1919-1922, por Fr. Juan

G. Castro. --LA PERFECCIÓN CRISTIANA, por Fr. Emilio SilVd. —PÁGINAMISIONAL.—EL ILMO. FR . HERNANDO DE CARVAJAL Y RIBERA, ARZOBISPODE SANTO DOMINGO, por Fr. Guillermo Vázquez.—UN HEROE MERCEDARIOQUE PREFIRIÓ MORIR ANTES QUE RENDIRSE, por Fr. Tomás Domínguez.—ESPIGANDO EN LOS LIBROS SAGRADOS, por Fr. Ricardo Delgado.—LosFRAILES DE LA MERCED SON POCOS, MAS HÁCENLO BIEN, por Fr. GuillermoVázquez.—LA ZAPATILLA ROJA, por Julia G. Herreros.—FAVORES DE LABEATA MARIANA DE JESÚS. — LA ARCHICOFRADÍA DE ESCLAVOS DE NUESTRASESIORA DE LA MERCED DE BADAJOZ::—SUSCRIPCIÓN PARA EL ALTAR DENUESTRA SANTÍSIMA MADRE. -- NOTICIAS. — NECROLOGÍA. -- INDULGENCIAS,

LOS mila gros de Lourdes en el Primertrienio des pués de la guerra europea,

1919-1922.Los milagros que en Lourdes obra la beneficentisima

Madre de los hombres, María, si en cuanto a curaciones sonbeneficios particulares, lo son generales en cuanto hechosprobadores o corroboradores del orden sobrenatural y ma-nifestadores de las entrañas maternales de la InmaculadaVirgen en la dispensación de favores temporales cuándoy cómo convienen, y siempre pronta e ilimitada en la dis-pensación de bienes necesarios para la salvación.

Menguado espíritu cristiano sería en los franceses na-cionalizar el Lourdes de María, como si el favor hecho enFrancia fuese exclusivamente para ellos; e igualmente men-guado es el de aquellos otros que, por estar Lourdes en terri-torio extranjero, juzgasen menoscabo de los santuariospatrios acudir individual o corporativamente a honrar a la

DE MARZO.

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Inmaculada en la gruta- de Massabielle, trono de sus mise-ricordias.

Dos voluntades concurren a,hacer célebres los santua-rios: la de Dios, de la Virgen o de los santos—que en elobjeto son idénticas—de mostrarse más admirables en supatrocinio, en unos lugares que en otros, y la voluntad delos hombres que, animados de confianza por los favorespasados, con más fervor oran y mejor, por tanto, que enotras partes obtienen lo que piden. Donde quiera que laVirgen María se manifiesta, allí debe ser el punto de cita desus hijos que, por serio, no han de tener por extraño nin-gún suelo que sea de María, Reina y Señora de toda latierra; y, por lo que hace a Lourdes, la misma Santísima'Virgen manifestó a la afortunada Bernardita, beatificada yapor la Iglesia, la voluntad de que fuese punto de confluen-cia, para honrarla, de todo el mundo.

A Lourdes, pues, debemos ir todos, ya que no corpo-ralmente, que a pocos—¡afortunados ellost—es dado, conel espíritu, por el conocimiento y con el afecto.

No hay lugar en la tierra donde lo sobrenatural se cier-na tan intensamente, ni donde los milagros sean tan fre-cuentes, ni las emociones tan profundas y las oracionestan fervorosas, como Lourdes. Y es natural que así sea,'porque localizamos nuestros afectos con tanta verdad comoobjetivamos nuestros conocimientos, y en Lourdes acae-cieron y acaecen hechos maravillosos que conocidos direc-tamente, recordados o relatados, despiertan y avivan ennuestros corazones la bellísima gama de todas las afec-ciones filiales con María, disposición óptima para recibirsus favores.

Los milagros del trienio 1919-1922.A la inacción de los tiempos de la guerra—que algunos

agoreros y espíritus pesimistas juzgaron definitiva y dieronpor muerto el glorioso santuario—causada por la falta detransportes, por la carestía de la vida, por la concentraciónde toda la atención, celo y caridad en las líneas de fuego yhospitales de sangre, siguió, apenas firmada la paz, unaafluencia de peregrinos, superior a la del año 1914 y tal que-para encontrarle semejante hay que remontarse al año 1908,quincuagésimo affiversario de las Apariciones. En el mes deagosto de 1922 los peregrinos superaron la cifra de cientocincuenta mil y los enfermos en este mismo año pasaron desiete mil.

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Las peregrinaciones de este Amer trienio llevaban gra-badas en el semblante las huellas de los sufrimientos físi-cos y morales de la gran guerra; de los cuales muchos delos enfermos peregrinos eran víctimas.

Con ellos la Bienaventurada Virgen María se mostrópródiga en sus milagrosas curaciones, que en nada cedenen importancia a las anteriores.

De las verificadas en el primer trienio después de laguerra diré algo en este artículo, refiriéndome solamente alas curaciones de la terrible enfermedad de la tisis, queforman los dos tercios del total de las curaciones.

Doy la preferencia a los milagros de este trienio por serrelativamente recientes y tener a la vista un libro documen-tado y técnico escrito por el Doctor A. Marchand, Presi-dente de la Oficina de comprobaciones médicas de Lour-des; se titula Les faits de Lourdes—Trente guérisons en-registrées an Bureau Medical 1919-1922, y está editadoen 1924.

• La Oficina de Comprobaciones.

Ha sido una idea feliz poner al lado de la oficina de losMilagros de la Santísima Virgen, así es llamado Lourdes,una oficina de comprobaciones de los mismos, que losexamine, los califique y los consigne en forma auténtica;bien grande e inestimable, con que se hacen inexpugnablesrazonablemente los hechos milagrosos de Lourdes y secierra la puerta a la fantasía popular forjadora de leyendas,niebla - que oscurece y empaña los hechos sobrenaturalesmás gloriosos. A esta oficina cuadra maravillosamente elnombre de Notaría de los Milagros de Lourdes.

Los enfermos que son llevados en las peregrinacionesgenerales a Lourdes para implorar la curación de la VirgenInmaculada, van debidamente documentados, frecuente-mente con descripciones radiográficas de las regionesorgánicas interiores afectadas, en lo que atañe a la natura-leza y curso de la enfermedad. Algunos enfermos, docu-mentados o no, espontáneamente se presentan en las ofici-nas para ser examinados y se levante el debido atestado desu enfermedad antes de pretender de la Santísima Virgenla curación.

Al suceder el presunto hecho milagroso, acallando lanatural emoción y entusiasmo del enfermo y de los circuns-tantes—que a veces estalla imponente no habiendo fuerzashumanas que la contengan—, conducen al enfermo en ' la •

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forma en que se encontraba al acaecer la curación a la Ofi-cina de Comprobaciones, donde médicos ajenos a la mismaen número de cinco o seis, de distintas nacionalidades, aveces especialistas y decanos de la facultad, proceden a unexamen minucioso y detenido que dura una hora y más, ydel que dan una relación oral o escrita firmada por todos.

Con esta relación y los certificados de los doctores queasistieron al enfermo en su enfermedad como elementos dejuicio, en asamblea plenaria a la que asisten a veces un cen-tenar de médicos se plantean sucesivamente las tres cuestio-nes siguientes: ¿existió realmente la enfertriedad?, ¿fui com-pleta la curación?, y ¿puede atribuirse a un proceso na-tural?

Formado el oportuno expediente de cada curación mila-grosa, queda archivado en la oficina como monumentofehaciente y perenne de las sobrenaturales intervencionesde María en las dolencias humanas.

El libro que comento contiene treinta curaciones esco-gidas entre las principales, rigurosamente comprobadas ycalificadas como sobrenaturales.

Cada invierno en los centros más parisiense3, que valetanto como decir los más cultos del mundo, se exponenestos hechos, que son como fulguraciones del orden sobre-natural.

Etapas de las curaciones.

Hablando en rigor no tienen estas curaciones etapas,porque son repentinas y sin convalecencia. Repentinamen-te desaparece la causa o causas de la dolencia, y repenti-namente se rehacen los tejidos pulmonares, vertebrales, yrepentinamente sienten los enfermos un gran bienestar y aveces impulsos incoercibles a hacer lo que por enferme-dad no podían; por ejemplo, a correr los hasta entoncescojos o rematadamente tísicos, a hablar y aun a cantar loshasta entonces afónicos por afecciones graves a la gargan-ta. Pero los otros que podemos llamar efectos secundariosde la enfermedad, como congestión e induración pulmonar,bronquedad en la respiración, no desaparecen—salvo rarasexcepciones—hasta algunas horas, treinta y seis o cuarentay ocho por término medio, después de la curación, dentrode cuyo tiempo la naturaleza repilla su curso normal, reapa-reciendo funciones orgánicas suspendidas a veces durantedilos.

Desaparición repentina de la causa de la enferme-

dad, reconstitución instantánea de los tejidos deteriora-dos y sensación simultánea de bienestar; desapariciónde afecciones graves producidas por la enfermedad y reinte-gración del organismo a su funcionamiento normal dentrode pocas horas; recobro del peso y fuerzas convenientesdentro de poco tiempo, tales son las etapas del milagroque, a lo que parece, consiste formalmente en lo que suce-de en el primer momento de la curación, porque lo que sesigue dentro de las pocas horas siguientes a la curaciónserán tal vez efectos naturales de lo primero.

Pasemos ya a las curaciones de la tuberculosis en suscuatro principales manifestaciones que constituyen otrostantos capítulos de la citada obra; tuberculosis pulmonar ylaríngea, peritoneal, articular y vertebral.

(Continuará).FR. JUAN G. CASTRO

La perfección cristiana.

Fecisti nos, Domine, ad Te et inquietum est cor nostrumdonec requiescat in Te. Nos hiciste, Señor, para Tí, e in-quieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti.

Tú ¡oh Trinidad santa! nos has creado y para Tí noshiciste, pues, que no existiendo nada fuera de Tí, para nin-guna otra cosa podías crearnos, que para Tí misma.

Rey de la creación, el hombre, con preferencia a todaella, había de ser ordenado a su Dios; a este fin fué dotadode una inteligencia y voluntad capaces de conocerle y amar-le y de una conciencia moral que pudiera dar razón de susactos. Dios no pudo hallar para el hombre fin más excelen-te que Sí mismo, porque siendo El el primer Ser y de con-siguiente infinito y poseedor de toda bondad, encierra en Sítodo motivo de finalidad posible.

Demás de esto ¿qué otra cosa hay fuera de Dios quepueda llenar el corazón humano? No, ciertamente, las ri-quezas y los honores o la gloria y nombradía, ni tampocoel poder o la belleza corporal ni los placeres de los senti-dos, pues todo esto es a la verdad bien grosero comparadocon los exquisitos goces del alma. Es preciso, pues, buscarun bien universal, una perfección infinita que contenga en

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sí cuanto el humano entendimiento puede entender y Cuantola voluntad puede amar y que, uniéndose más y Más aihombre, perfeccione su espíritu haciéndole partícipe, encierto modo, de sus excelsas perfecciones. Este bien uni-versal, esta perfección infinita ¡eres Tú, Dios nuestro, so-berano Señor de todo lo criado, Bien supremo y fuenteinagotable de donde emana toda perfección!

Si en el orden natural el hombre debe ordenarse todo aDios como a último fin, con más razón todavía ha de de-cirse esto en el orden de la gracia.

Redimidos por el Verbo encarnado, nosotros somosllamados a una nueva vida en la que revestidos de Cristo.(1) con El formamos un solo cuerpo (2) y obtenemos elpoder de llenar a ser hijos de Dios (3) y la inefable graciade hacernos después en la gioria por la visión beatífica se-mejantes a su mismo divino ser: semejantes a El seremos,dice San Juan, porque le veremos tal cual El es (4). Tales, pues, nuestra finalidad sobrenatural, unirnos y configu-rarnos con Cristo, eterno modelo de predestinados.

Se dice comúnmente en filosofía que entonces una cosaha de decirse perfecta cuando haya llegado a su término ofin último.

Ahora bien: nuestro fin último, aquel para el que fuimoscriados y elevados a una nueva vida sobrenatural es launión con Dios, la cual se verifica por la virtud de la cari-dad que del todo nos junta a Dios por amor, conforme lo,testifica S. Juan cuando dice: (5) Dios es caridad y quietrestá en caridad, está en Dios y Dios en él.

Dedúcese de aquí que, pues la caridad es entre las vir-tudes la que une nuestra alma a Dios y le hace conseguirsu último fin, en ella consiste la perfección cristiana, y tanto,uno será más perfecto cuanto más se aventaje en la pose-sión de esta virtud. Sobre todo, decía el Apóstol a los co-losenses, mantener la caridad, la cual es el vínculo de leperfección (6); y escribiendo a su discípulo Timoteo le dice,que el fin de la ley es la caridad, que nace de un corazónpuro, de una buena conciencia y de fe no fingida (7). Nótese

(1) Gal. III, 27.(2) Rom. XII, 5.(5) S. Juan I. 12.(4) I 5. Juan III, 2.(5) 1 S. Juan IV, 16.(6) Coloss. 111, 14.(7) 1 Tim. I, 5.

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qué no dice el Apóstol que el' amor a Dios es 'el "Vincuio dela perfección, sino simplemente la caridad, porque, comoadvierte Santo Tomás en el opúsculo sobre la perfecciónde la vida espiritual, apoyado en otros muchos textos delas Escrituras, la caridad comprende el amor a Dios por Símismo y el amor a nuestros semejantes por amor de Dios.Y así ,es como uniéndonos mutuamente con un solo vínculonos unimos todos por el mismo vínculo a Dios.

Aunque simplificado de este modo el camino de la san-tidad parezca facilísimo, es sin embargo' arduo y peno-so, presupone una lucha sin tregua con nosotros mismoshasta desterrar de nuestra alma todo afecto que no se dirijaa nuestro Dios. Mas no quiso el Señor dejarnos solos y aciegas en esta lid que habernos de sostener contra nosotros.El nos impuso el precepto de la caridad con sus conse-cuencias de negación propia y aceptación de la cruz, peroEl mismo quiso también dulcificarnos este precepto con suejemplo y con sus inefables atractivos, pues el ver a Jesúscrucificado por nuestro amor, es para los corazones gene-rosos un imán irresistible què no puede menos de arras-trarlos hacia su amor y consecuentemente de su cruz. Perola imitación del divino Maestro no es de nuestra parte unmero consejo; es un precepto formal: Ejemplo os he dado,nos dice, para que como yo he hecho, así hagais vos-otros (1) y en otro lugar del mismo San Juan se dice quepreguntando Santo Tomás al Señor cómo sabrían el cami-no para seguirle, Jesús le respondió: Yo soy el camino y laverdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por Mi (2). Es,pues, necesario seguir a Cristo, si queremos ir al Padre.Tenemos que obrar la verdad con caridad como aconsejael Apóstol (3) a fin de que en todó vayamos creciendo enCristo que es nuestra cabeza de la cual el cuerpo todo reci-be el aumento propio para su perfección mediante la ca-ridad. «Sea, pues, nuestro estudio, dice Kempis, imitar lavida de Jesús».

En las presentes líneas sobre la perfección cristiana,habremos de ocuparnos, conforme a lo expuesto, de lassiguientes materias: 1.°) Desarrollaremos algo más cumpli-damente el concepto de perfección cristiana y su carácterobligatorio para todos. 2.°) Del amor de Dios. 3.°) Del amor

(1) S. Juan XIII, 15.(2) S. Juan XIV, 6.(3) Efes. IV, 15-16.

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al prójimo. 4.°) De la imitación de Cristo Jesús. ,Y comoquien quiera ser miembro de Jesucristo, lleno de gracia y deverdad, dice el Beato Grignioa de Monfort, debe formarseen María, mediante la gracia de Jesucristo, que en ella ple-namente reside, para de lleno comunicarse a los verdade-ros miembros de Jesucristo y a los verdaderos santos»,5.°) de María habremos de tratar, como medio el más fácily breve para adquirir la perfección y vida interior. Además,como a pesar de la eterna vida, que en sí encierran los divi-nos modelos de Jesús y María, nosotros con todo gozamosy nos alentamos en la contemplación de otros que por sudeficiencia se asemejen más a nuestra pequeñez y no nossean tan inabordables, 6.°) pondremos, como cifra y rematede todo un modelo que, dentro del orden relativo en quenecesariamente nos movemos, sea, sin embargo, el que enla hagiografía cristiana más se haya acercado en la prácticaal ideal de perfección que luego habremos de exponer, asaber: la caridad como fin y la devoción a María comomedio. Y este es, a nuestro juicio, sin género de duda, nues-tro bendito Patriarca San Pedro Nolasco, el cual ha lleva-do la caridad a tal extremo, que el gran Bossuet pudo decirde él: «Jamais il n'y a en sur la terre un homme plus liberalque le grand samt Pierre Nolasque»; jamás hubo sobre latierra hombre más liberal que San Pedro Nolasco, y a estollegó sin duda por su devoción a la Madre de Dios quecon tan vivos toques supo imprimir en el corazón de sushijos los mercedarios.

Aun sirviéndonos de los místicos más autorizados ysacando el mayoi- partido de ellos procuraremos, sin em-bargo, con marcada preferencia, utilizar textualmenie lasmismas palabras de la Escritura y copiar lo más posible sumodo de hablar y el de la Santa Iglesia, puesto que, comoel mismo Cristo nos enseña, sus palabras son espíritu yvida (1). Y el Señor quejándose por Jeremías de los pseudo-profetas que vendían al pueblo sus sueños y mentiras porpalabras de Dios, pone una hermosa diferencia entre suspalabras y las de ellos: «¡Acaso mis palabras no soncomo fuego, dice el Señor, y como martillo que quebrantauna peña? (2). Esta es la diferencia entre las palabras delos hombres y las de Dios; que las primeras dejan el cora-zón helado y seco como estaba, mientras las segundas lo

(1) S. Juan VI, 64.(2) Jerem. XXIII, 29.

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inflaman, encendiendo en él el amor de Dios, y como mar-tillo que rompe las piedras así ablandan y desmenuzan elcorazón más duro y berroqueño.

Como el santo Job guardemos las palabras del Señoren nuestro seno (1) y asentémoslas en nuestros corazonesy en nuestras almas, como el mismo Señor nos ordena porMoisés (2), qne si así lo hacemos, también nosotros, a lamanera de los discípulos de Emmaús, al oir las palabras deCristo, sentiremos abrasarse nuestro corazón (3) con elfuego de sus divinas palabras.

Unión a la Divinidad.

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Perfecto es aquello que no carece de nada de lo que asu ser compete, es decir, que está completo, ha alcanzadoel fin. Y como según San Tomás todas las cosas aumentanen perfección a medida que se acercan a su principio; sí-guese evidentemente que una criatura racional será tantomás perfecta, cuanto más se acerque y se una a su princi-pio que no es otro que el mismo Dios.

El Hijo de Dios hecho hombre, Jesús, ha regenerado lahumanidad y por su muerte nos ha merecido la gracia y lagloria y se ha constituido cabeza del cuerpo místico de laIglesia, Pontífice y mediador supremo entre la Dividad y lahumanidad pecadora y piedra angular de nuestro edificiosobrenatural, pues nadie puede poLer otro fundamentoque el que ya ha sido puesto el cual es Jesucristo. (4).

Dios Padre engendra eternalmente a su Hijo comunicán-dole su misma vida. El Verbo se encarna, y revestido denuestra naturaleza nos comunica a su vez la vida de Dios;y el Espíritu de amor que de ambos procede por una dona-ción recíproca y consubstancial, viene a habitar en nos-otros, siendo desde entonces convertidos nuestros cuerposen templos del Espíritu Santo, que vive en nosotros el cualrecibido de Dios nos posee y nosotros ya no nos pertene-cemos (5).

Así, pues, por la donación que el Padre nos hizo de su

(1) Job XXIII, 12.(2) Dent. XI. 18.(3) Lucas XXIV, 32.(4) I. Cor. III, 11.(5) I. Cor. VI, 19.

Poyo, fiesta de la Inmaculada 1926.FR. EMILIO SILVA

PAGINA MISIONALNoticias de la Misión.

Born Jesús do Gurgueia, 3 de diciembre de 1926.Ante todo, mi sincera y cordial felicitación a los religio-

sos, religiosas y favorecedores nuestros. Nuestras Navida-des carecerán de las alegres expansiones que tienen ennuestros recordados conventos; pero tendrán, en cambio,las satisfacciones de perder la salud y de faltarnos muchascosas por el amor de Dios y de las almas. Hasta nos faltapara la celebración el vino, que reservamos para las misasde los días de fiesta o extraordinarios.

El P. Mariano Ferrer está de nuevo enfermo con la re-petición de los antiguos ataques, cada vez más fuertes; perotendrá que estar al pie del cañón hasta que la llegada delnuevo Prelado le releve de servicio. Si es dulce dar la vidapor la Patria, más dulce es darla por las almas.

Los dos Padres que estamos aquí en Born Jesús no po--demos salir de casa por la lluvia y también por falta decabalgaduras.

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Verbo; por los méritos que Cristo inmolado por nuestrospeca.Jos (I) nos ha merecido; y por la común caridad quenos ha sido infundida por el Espíritu Santo que se nos hadado (2); hemos adquirido otra nueva vida. Esta es la vidaeterna que no consiste en otra cosa sino en el conocimientoy amor de Cristo y de su Padre guiados por la moción desu divino Espíritu. La vida eterna consiste en conocerte a

sólo Dios verdadero, decía Jesús en su oración sacer-dotal, y a Jesucristo a quien Tú enviaste (3).

De este modo transformados y movidos por el EspírituSanto habernos de vivir en Cristo Jesús y por medio deCristo en Dios; en otras palabras, habemos de verificar ennosotros el gran misterio de la unión mutua y de todos enDios por la que Jesús suspiraba, momentos antes de morir,en su soberana oración sacerdotal; que todos sean unamisma cosa y que como Tú ¡oh Padre! estás en nil y yoen Ti así sean ellos una misma cosa en nosotros (4).Converger al centro de atracción infinita que es la Divinidadpara ser allí sumergidos en el insondable piélago de Altísi-mo Ser. He aquí nuestro fin.

¡Tal es el estupendo misterio de nuestra finalidad sobre-natural! ¡Y qué sublime e inextricable se presenta a la con-templación de nuestra mente! ¡Tan sólo la suprema inteli-gencia y amor de un Dios pudo concebirlo y ser causade él!

¡Oh!, a vista de un tal destino que la misma Trinidadbeatísima nos ha preparado, digámosle con el corazóntransportado de gozo, Te alabamos, Te bendecimos, Teadoramos y Te glorificamos, oh Trinidad Santísima, gra-cias te damos por tu gloria infinita, oh Señor Rey de losCielos!

-Gracias a Ti, Dios Padre, Omnipotente y Señor de todolo criado, Dios de toda consolación, todo bondad, todoverdad y todo amor que nos diste a tu Cristo para que enEl y por El tuviésemos la vida eterna. ¡Oh Padre, aumentaen nosotros la unión a Tí por medio de tu Cristo!

Gracias a Tí, Dios Hijo, Verbo eterno, engendrado porel Padre y una misma substancia con El, verdaderó Dios-Hombre, gran Pontífice de la Ley de gracia que por nos-otros y por nuestra salvación, descendiste del Cielo para

(1) 'sal. LIII, 5.(2) Rom. V, 5.(3) San Juan XVII, 3.(4) San Juan XVII, 21.

encarnarte por obra del Espíritu Santo en María nuestraMadre. Concédenos que al modo que Tú estás en el Padrey el Padre en Tí, así nosotros tus hijitos seamos una cosaen Tí por caridad.

Gracias a Ti, Dios Espíritu Santo, divino consoladorde las almas, Don del Dios Altísimo, fuente viva y fuegoardiente de caridad. Y, pues Tú eres el acto subsistente deamor que el Padre y el Hijo se donan en su abrazo eterno yconsubstancial, haznos participantes de ese mismo amor ycomunícanos tus preciosos dones con los que, conociendoy amando a Jesús, el Padre nos ame y vengamos a unirnoscon las tres divinas Personas.

Sintamos, sí, hondamente el don precioso y realísimo,de nuestra vida en Dios que la adorable Trinidad por me-dio de su Verbo encarnado se ha dignado concedernos,regenerando, elevando y atrayendo a su triple unidad la,humana naturaleza desquiciada por el pecado.

(Continuará.)

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Los de Barra Verde, que hace ya año y medio que novieron sacerdote, están deseando vaya alguno por allápara bautizar a varias personas y preparar y hacer una pri-mera comunión solemne. Les dijimos nos mandasen cabal-gadura y que iríamos para la fiesta de Todos los Santos,pero parece no se encuentre ninguna en el pueblo despuésde la irrupción de los famosos cangaceiros, de los que leshablé, que también nos llevaron un caballo y una mula.

Aquí nos ocupamos en atender al pueblo, hacer algunasnovenas y trabajar en las escuelas y principalmente connuestros pequeños seminaristas.

Nuestro P. Taborda, el Vicario de Santa Filomena, pasógrandes sustos y peligros en el río Parnahyba, donde másde una vez se creyó muerto. Celebró en Santa Filomena ymandó celebrar en Urussuy funerales por el eterno descansodel Prelado, y recogió en Terezina las bulas de 19 preconi-zación del difunto Prelado y algunos otros documentosinteresantes para esta Prelacía.

A la vuelta de Terezina halló los libros, los ornamentosy la ropa destrozados por los cupins. Tuvo que hacer impor-tantes reparaciones en la casa e iglesia y se vió precisadoa recurrir a la caridad de los fieles para poder comer y ves-tirse.

«Ya le dije — escribe al P. Mariano Ferrer, Vicario Gene-ral de la Prelacía—que ando con mis hábitos hechos unalástima y llenos de remiendos. Aquí hay mucha pobreza, ypor eso pido algún auxilio a V. Rma.

»Con el mayor agrado encontré aquí y recibí despuésmuchas revistas del Colegio de Alarcón, como también LxMERCED y «San Ramón y su Santuario».

»I-12. comprado en la capital una Vía-Sacra, y pido auto-rización para bendecirla y ponerla en la iglesia. Son unoscuadros hermosos que gustarán a los fieles...

»Pienso desobligar ahora (salir a predicar y adminis-trar Sacramentos a lugares distantes del centro parroquial)en Gilbues, permaneciendo allí tres meses, pues recuerdoque el Prelado fallecido me aconsejaba morase en Gilbuesde vez en cuando; y conviene para contrarrestar la propa-ganda protestante y arreglar lo que se pueda en GilbuesMeios, hoy abandonados. Desde Gilbues daré un salto aBuen Jesús y cambiaremos impresiones.

»El Dr. Campos, Juez de distrito, es un buen católico yme presta todo apoyo; con todo, los cupins hicieron de lassuyas en mi ausencia, estropeando los libros de asenta-

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mientos, los de sermones y pláticas, y sobre todo, los debautismo, que estaba concluido, del cual, sin embargo, seentiende casi todo.

»La festividad de Santa Filomena, Ntra. Sma. Madre ySan Ramón, fueron espténdidas, y mañana comenzaremosun triduo a San Pedro Pascual, de quien, a falta de imagen,bendeciré una estampa.

»Cuénteme muchas cosas de los nuestros, pues nada sé.De nuestras Mercedarias de Barcelona recibí una carta

fechada el 27 de septiembre, de la cual como agradecimien-to y prueba de lo que hacen en nuestro favor, le transcribolo siguiente: «Con pena vemos que V. R. se lamenta dela falta de recursos. Acá trabajamos cuanto podemos poresa Misión, y, gracias a Dios, con fruto no escaso, puesen los tres años que cuenta de existencia nuestra «ObraMisional Mercedaria», hemos entregado para la Misión delPiauhy 5.500 pesetas. Además se complace ahora en remi-tir para una beca las 160 pesetas solicitadas. Que el futuroSacerdote ruegue por todos los que forman parte de laObra y especialmente por los niños y niñas de este Colegio.En cuanto le fa te algo que pudiésemos procurarle, escribaV. R. directamente a la «Obra Misional Mercedaria», quehará gustosa cuanto pueda.

BERIVZ

Colegio de Vera-Cruz.—Juventud Misionera Merce-daria.—Recuerdos del Co/egio. — Murmullo de agua yaroma de rosas son todas y cada una de las páginas deeste precioso folleto, muy bien escrito y muy bien editado.Refleja admirablemente la vida de colegiala interna tal comoes, con sus travesuras, conflictos, grandes tempestades—las que pueden caber en un vaso de agua —, sus diáfanospropósitos, sus prontos y pasajeros fervores, sus ingenuasfragancias de las pequeñas virtudes, flores prometedorasde los sazonados y abundantes frutos de mañana.

Pero tiene una nota simpática más que los otros años elamado Anuario que se muere.., pero para resucitar multi-plicado en revista mensual con el simpático nombre de An-geles de las Misiones.

Díganos la recién nacida, y ya flamante revista, ellamisma su misión.

«/Angeles de las Misiones! Titulo simpático y simbóli-co a la vez, que representa al vivo la misión que la mujerdebe llenar en el campo de las Misiones. El ángel, superior

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a las miserias de la naturaleza humana, vive y se alimentade la voluntad de Dios, enajenado en El, mientras derramaen el corazón de los mortales la paz, el consuelo, la forta-leza y el espíritu cristiano.

»El ángel con sus inspiraciones, traza nuevos derrote-ros a los hombres, los preserva de mil peligros, y cuando,cansados en la lucha, dejan caer rendidos los brazos, él lesinfunde el valor que les falta, y como a Jesús, en el Huerto,ayuda a beber el amargo cáliz de variadas amarguras_ Heahí trazado nuestro programa.»

Además del artículo de presentación, tiene el primer nú-mero de esta revista los siguientes artículos: El Kimervuelo de Bérriz a Wuhú, Diario de las Madres Mercedariasexpedicionarias a la China, un primer viernes en alta mary sección humorística.

Suscribiéndose a esta revista favorecerán los fieles losintereses misionales y tendrán mensualmente un rato deinstructiva y amena lectura que tonificará notablemente elespíritu e infundirá en los corazones alientos misionales.

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Sea bien venida y tenga vida próspera esta nueva revistamisional y mercedaria.

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abundante y no será difícil hacer completa luz sobre él. Suconducta en la Orden es superior a toda discusión, y aun-que en su celo pastoral hubiera alguna amargura, no le haríadesmerecer mucho, pues de otros santos prelados se dicelo mismo (aun de algunos canonizados). La defensa de la

Santoral Mercedario.

El Ilmo. Fr. Hernando de Carvajal yRibera, Arzobispo de Santo Dó-

mingo.6 3 3 - 1 7 O 1 )

El nombre de este venerable prelado ha despertadogrande interés en los últimos años, y los que estudian lahistoria de la Iglesia en América le reputan por figura ex-traordinaria, aunque no todos le aprecian de igual manera..Unos le tienen por hombre verdaderamente apostólico, per-seguido por la justicia e incapaz de pactar con la iniquidad,mientras para otros es sólo un prelado de elevadas miras,poco mesurado en los ataques, aunque lleno de buenas in-tenciones. La documentación de su pontificado es muy

El Ilmo. Fr. Hernando de Carvajal y Ribera, Arzobispode Santo Domingo.

verdad exigía algunas veces actitudes que ahora parecenextremosas.

Nuestro convento de Conjo, extramuros de Composte-la, tuvo la dicha de gozarle por comendador y de albergar-le en los últimos seis meses de su vida, dando después ho-norífica sepultura a sus restos mortales. De aquel conventoheredó el de Poyo su retrato (contemporáneo y casi segu-ramente auténtico), con el que honramos hoy nuestra revis-ta, a petición de algunos investigadores de allende los

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mares. Esto exige que tracemos brevemente su sem-blanza.

Nació Fr. Hernando en Salamanca, de padres nobles eilustres, llamados D. Jerónimo de Carvajal y D.' Mayor deRivera. Tomó el hábito de la Merced en el Colegio de laVera Cruz, a los catorce años y medio de su edad, habiendocursado ya parte de la carrera de cánones y profesó endicho Colegio el 25 de octubre de 1648. En la Universidad deSalamanca aparece estudiando los cuatro años reglamen-tarios de Teología, desde 1650 a 1654, volviendo a figurarcomo lector o profesor en el Colegio de la Merced en 1659y siguientes, titulándose maestro en Teología desde 1662.

Fué por estos años comendador de Toledo, definidorde provincia, y de 1666 a 69 rector de la Vera Cruz, y co-mendador de Conjo. A 25 de enero de 1673 se dió licenciapara pasar a Lima al maestro Fr. Fernando de Carvajal,que va por Vicario General de los Mercedarios del Perú. Esnatural de Salamanca, de cuarenta años, blanco de rostro,pelo negro, pequeño, delgado de cuerpo, según reza su pa-saporte. Llevó en su compañía d los Padres Fray José Bel-trán y Fr. Andrés Fortes. (Pérez: Mercedarios que pasa-ron a América... pág. 447).

Desempeñó su cargo con extraordinario lucimiento ygran caridad haciendo muchas limosnas a los conventos desu jurisdicción. Tuvo por sucesor al Padre Manuel de Tor-quemada, que pasó allá en 1678, y vuelto a España elmaestro Carvajal, fué nombrado Procurador de la Orden enla Curia romana y Vicario General de las Provincias deItalia, en que desarrolló una actividad prodigiosa. Alcanzóel rezo propio de la Merced y el Evangelio, Hoc est prae-ceplum meum, para San Pedro Nolasco. Logró la canoni-zación de San Pedro Armengol y adelantó los procesos delos venerables Gonzalo Díaz y Pedro Urraca.

Fué tanto lo que llamó la atención en Roma, que en 22de marzo de 1685 el .Secretario de Estado Cardenal Cibo,escribía al Nuncio en Madrid para que lo recomendara enla Corte para un obispado, del que era dignísimo. Hízoloasí monseñor Mellini, y en 1687 era preconizado Fr. Her-nando Arzobispo de Santo Domingo, pasando allá en 1690.(Vaticano: Nunciatura di Spagna, vol. 163, fol. 231).

Fué uno de los cinco religiosos más distinguidos de laOrden comisionados por el Capítulo general de 1686 parala compilación de las nuevas Constituciones, aunque nollegó a tomar parte en las sesiones de !a comisión, reunida

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al año siguiente por haber sido ya promovido al epis-copado.

El pontificado de Fr. Hernando está aún por historiar afondo, pero todo hace creer que correspondió a lo demásde su vida. Su antiguo compañero el Padre Andrés Fortes,que recogió en Conjo su último aliento, descubre en su ne-crología una punta del velo que ocultaba las tribulacionesdel Prelado, diciendo que «vino desde su Arzobispado a ha-blar a Su Santidad y al Rey nuestro señor Carlos II en de-fensa de sus ovejas y clero».

Una de sus mayores glorias es haber muerto pobrísimo,apesar de haber manejado grandes riquezas. «De su Ar-zobispado—continúa el Padre Fortes—salió con un realde plata sin saber que lo traía, hasta que un soldado pobrele pidió limosna en Curazao, y echando mano a la faltri-quera halló el real de plata, con que le socorrió, y desdedicha ciudad de Santo Domingo hasta Madrid, vino a laprovidencia de Dios, de quien era muy amante, y así lecondujo con gran decencia hasta la Corte».

Murió santamente en Conjo el 24 de abril de 1701, alas once de la noche y a los sesenta y siete cumplidos de suedad, siendo sepultado en la capilla primera de la iglesia,a mano izquierda, entrando; y en 1. 0 de diciembre de 1744fui trasladado con gran veneración al nicho que hay allado de la Epístola, en la nueva capilla del Santo Cristo.

«Fué varón de gran virtud—dice el Padre Fortes—ydesde su entrada en la religión muy observante de susleyes, humilde, obediente, caritativo y liberal, muy amigode los pobres. Fui castísimo, de gran fe y esperanza enDios, muy mortificado, paciente y sufrido, gran perdona-dor de injurias y oprobios, retornando por ellos beneficios,tanto que en las Indias se decía que era conveniencia ha-cerle mal, pues premiaba al que se lo hacía. Fué gran pa-dre de espíritu y de don especial para conocer y gobernarespíritus, penetrándoles a muchos sus interiores, manifes-tándoles su dolencia y males espirituales que tenían y qui-tándoles los escrúpulos que padecían; de mucha y grandeoración, ejercitando mucho la continua p resencia de Dios».

«Rezaba siempre el oficio mayor y menor de nuestra Se-ñora, de rodillas, y muchas devociones... y si no eran lashoras de comer y dormir (que era poco), siempre estabarezando el rosario de Nuestra Señora; una y dos horasantes de amanecer estaba ya en oración, y decía misa todoslos días muy de mañana, si no es que :estuviese malo, y

-58 —lo mismo hacía caminando, si no había inconveniente. Lafe y esperanza en Dios en sus necesidades fui tan grandeque, viéndose destituido de medios para sustentar su Co-legio de la Vera Cruz de Salamanca, siendo Rector y Co-mendador, diciéndole yo (que era su compañero) dóndehabíamos de buscar de comer para los religiosos, puestodo estaba andado, me reprendió de poca fe, y alentán-dome en ella y que esperase en Dios, que nos había de so-correr; por dos o tres veces vi el socorro; que llegó atiempo muy necesario y necesitado, por persona de fuerade la ciudad» (I).

FR. GUILLERMO VAZQUEZ

(1) En nuestro Colegio de Lérida, y en un tomo de sermones va-rios, se encuentra el <, Panegírico fúnebre en las honras que la máscélebre Atenas del mundo, la Universidad de Salamanca, celebró porla muerte de su ilustrísimo hijo el Sr. D. Fr. Fernando de Carvajal yRibera. Dixola el R. P. Maestro Fr. Ignacio Ponce Vaca, de la Ordende Nuestra Señora del Carmen de observancia « . En Salamanca, poyGregorio Ortiz Gallardo. Año de 1701. (16 fols. en 8.°).

Un héroe mercedario que prefiriómorir antes que rendirse.

De nuestra gesta.

Hoy, que propios y extraños sacan de las bibliotecas yde los archivos los nombres de ilustres mercedarios quebrillaron en el mundo de las ciencias y las letras, junto conotros que por sus virtudes y con sus heroísmos en pro delas almas fueron buen olor de Cristo, pongo, en estas cuar-tillas, a la admiración de los lectores de LA MERCED, elnombre de un mercedario a quien con sobrados títulos po-dernos calificar, sin duda alguna, de mártir de la religión,y, en particular, de héroe insigne de nuestra Patria.

Nuestras campañas de Marruecos me decidieron (portener con ellas alguna relación) a exhumar de los antiguosmanuscritos la memoria de sus famosos hechos.

De humilde y oscura familia valenciana nació Fr. Mel-chor Rubert en lä villa del Puig, según constaba por la par-tida de bautismo que se conservaba en el archivo parroquialde la dicha villa. A los veintidós años Ilamóle Dios para elÇlaustro, tomando nuestro santo hábito en el celebérrimo

monasterio de su pueblo natal. A pesar de sus años, lossuperiores le dedicaron a los estudios en los cuales mostródotes nada comunes, distinguiéndose sobre todo por suscualidades oratorias. Las catedrales de Tortosa y Tarrago-na fueron testigos de su elocuencia.

Varón observante de sus reglas, mereció la confianzade sus superiores y también la de varios Obispos que vie-ron en el P. Melchor un santo y un apóstol. En Orán, víc-tima de su celo, alcanza la palma de mártir y la aureolagloriosa de los héroes de la Patria.

Para terminar esta ligera semblanza, quiero copiar unaslíneas con que termina la narración de su vida el manuscritoque sigo: «Perdió la Religión un varón exemplar, i ganóuna estrella de grande magnitud, que hace más hermoso sucielo, i su firmamento más vistoso i agradable. Puede glo-riarse el Convento del Puche a yer tenido un hijo tan glo-rioso.»

Rindióse la ciudad de Orán en los primeros años delsiglo XVIII, después de porfiado y durísimo asedio. Un his-toriador dice «que parecía incontrastable por sus suficientesmurallas, y por sus baluartes y castillos». Siete eran losque la defendían, y en todos ellos se luchó con bravura,«cuanto convenía a unos soldados católicos y españoles».El P. Melchor, vicario entonces de nuestro convento deOrán, fué nombrado capellán del castillo de San Gregoriopor el mismo gobernador de la plaza, el Marqués de Va Ide-cañas, que ya conocía de antemano al mercedario por sutemple de ánimo y esforzado valor. «Después de pedir alPrelado su bendicion para OBEDECER i asi proceder conmas acierto i seguridad, partió al castillo lleno de gozo cond'ecisiete soldados enviados de refuerzo. Entraron con feli-cidad, i empezaron a servir en sus ministerios, los soldadospeleando, el P. Melchor diciendo misa, confesando i curan-do enfermos i heridos con notable amor i caridad, con quese ganó el entendimiento i voluntad de los españoles.» Fu-riosas eran las acometidas de los turcos al castillo, y entodas ellas el «P. Melchor peleaba como el soldado másesforzado». Como era su deseo, «confesólos a todos, i losfortaleció con el sacramento de la Eucaristía, que es espada,lanza i escudo. Executado este acto con devocion i ternura,se abrazaron unos a otros i todos al P. Melchor, que lespió su bendicion con una cruz de mediano tamaño, que

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trahia en las manos i mas en el corazon. Ofrecioles ser sucompañero en los peligros, i el primero en los asaltos».Treinta días resistieron los rabiosos ataques de sus enemi-gos, «hasta que estando ya el castillo indefenso i abiertabrecha, abanzaron con fuerza i número de turcos escogidos.El P. Melchor puesto en la brecha hacia sangriento estragoen los turcos, pues con la espada i la cruz combatia a unenemigo con dobladas armas». Repelieron al fin tan san-griento ataque, y aun resistieron diez días más entre luchasy penalidades sin cuento. «No pudo ser más el esforzadotesón, i la porfia, pues pusieron los pies en el castillo, i conlas cimitarras degollaron a cuantos se ponian delante. Nose daba golpe sin herida, ni herida sin muerte.» El capitándel castillo, tres soldados más y el P. Melchor, únicos de-fensores, se fueron retirando con lentitud, matando turcospor la tierra que dejaban o perdían, hasta la boca del Algi-be, donde fué la última retirada y la última sangre. Abalan-záronse sobre aquellos valientes creyéndoles ya vencidos,«pero causándoles lástima matar al Padre, le gritaban: Pa-paz, ríndete; amaina. Fui la espada la que dió la respuesta,pues el P. Melchor derribó a sus pies al capitán quz man-daba la fuerza. Arrimóse otro soldado para vengar estamuerte i caió de otro golpe». Temiendo, y con fundamento,que hiciese el valeroso mercedario más funesta y sangrien-ta la victoria, se arrojaron en número considerable contraél para acabar con su vida: y es entonces, cuando en luchatiránica, pierde su brazo derecho al furioso golpe de unaespada. Pero, cosa admirable: herido mortalmente, tieneaún «valor y esfuerzo» para la lucha. Toma con su manoizquierda un chuzo que a su lado había, y sin dejar la cruzde la mano, «sustentó con los pocos que avian quedado,largo tiempo la refriega: pero inclinando la cabeza, paraasolver a un soldado, que a su lado cayó mortalmente he-rido, se la cortaron con un descomunal alfange». A los res-tantes sollados que a su lado sucumbieron les cortarontambién las cabezas y arrojaron los cuerpos al foso delcastillo. El del P. Melchor lo colgaron del arco de las cam-panas de la Iglesia del castillo. Así lo tuvieron «por irrisiony desprecio» bastante tiempo, hasta que lo descuartizaron,y así lo tiraron al foso. «Pusieron la cabeza en una pica, ila llevaron por sus cuarteles, para que dejasen de temer almayor enemigo de su Profeta i de su Alcorán. Mirábanlacon asombro, por lo que habían oído muchos, i experimen-tado otros de su valor i de su esfuerzo.» Así lo aseguró con

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las demás circunstancias un español que pudo huir de lasavenidas de sangres y muertes que causaron los turcos enel último avance. Así lo refirió también un soldado turcoque desertó de sus banderas por temor a la muerte a la quesus jefes le habían sentenciado. Para captarse la benevolen-cia de los españoles, trajo consigo el Breviario del P. Mel-chor todo ensangrentado. Nuestros religiosos lo enviaronal Puig para que lo guardaran como preciada reliquia. Enel grandioso relicario se conservó por algún tiempo tan ricajoya. Hoy se desconoce en absoluto la existencia de tan va-lioso tesoro.

III

Lo hasta aquí referido no necesita de comentario alguno.Claro está: estos hechos que entonces eran muy comunes,no se les acostumbraba a dar importancia alguna, a no serque intervinieran circunstancias especiales por las cualesesos mismos hechos eran considerados como heroicos ydignos de eterna loa. Si en nuestros tiempos hubieran su-cedido, dadas las circunstancias que les acompañaron, yen particular, por el concepto que hoy tenemos formado delheroísmo (debido sin duda a las transformaciones que hasufrido el arte de la guerra), sin duda alguna, el heroicomercedario hubiera sido el hombre del día, su nombre lehubiéramos visto y oído por todas partes, y sobre todo,habríamos visto brillar sobre su blanco hábito las insigniasde las más altas recompensas militares con. que hoy acos-tumbramos a premiar la abnegación y el heroísmo, Perohan pasado los siglos y con ellos la memoria del héroe, detal manera, que ni en el lugar de su cuna ha dejado huellasni su nombre, ni sus heroicas proezas. Sin embargo, hoy,a la luz de los antiguos manuscritos, parece agrandarsesobremanera su abnegación y sus heroísmos; y a nosotrosnos sirven de rico eslabón para no interrumpir la serie glo-riosa de los hijos de Nolasco, que llevados de su amor alprójimo, dieron generosos las vidas por sus cautivos, su-frieron trabajos mil por la conversión de las almas, y ade-más, como buenos hijos de nuestra España, supieron darlagloria imperecedera y eterno nombre; porque cuando lagloria de Dios, el servicio del Rey y de la Patria así lo exi-gían, preferían morir antes que rendirse.

FR. TOMAS DOMINGUEZ

Puig 16 de octubre 1926.

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Espigando en los Sagrados Libros.La viuda de Naim.

Era el atardecer de un hermoso día. El sol, ocultándosetras las altas cumbres del histórico monte Carmelo, dorabacon sus últimos reflejos las verdeantes colinas de Galilea;los aldeanos, cargando sobre sus hombros la pesada he-rramienta, regresaban del campo después de un día de fati-gas, en busca de descanso. Jesús, en compañía de sus muyamados discípulos y seguido de una inmensa masa delpueblo, ávida de escuchar de los labios dulcísimos del divi-no Rabí la nueva doctrina, subía penosamente por el flancodel Hermón y se dirigía a Naím la «bella», la «abundanteen pastos», la «ciudad agradable». Allá, en lontananza, seerguía Endor, y aún parecía oírse la gangosa voz de lapitonisa evocando, en presencia de Saúl, la fatídica sombrade Samuel; hacia el oriente la dilatada llanura de Esdrelónse extendía, pletórica de recuerdos, evocadores de un glo-rioso pasado.

El divino Nazareno, en amena e instructiva conversa-ción con sus amigos, llega a las puertas de Naím..Ante susojos se presenta una escena tierna, conmovedora, trágica;gritos de dolor, voces de angustia, ayes de muerte, lamen-taciones tristes, melancólicas, llenan los aires: era un fúnebrecortejo. «Abren la marcha hombres silenciosos, con la cabezacubierta en parte con su manto, descalzos unos y desgarra-das sus vestiduras otros; sigue luego, llevado en su féretro,el cadáver amortajado, y, finalmente, las mujeres, las llo-ronas, que cantan con acentos desgarradores su duelo enhonor del muerto y acompañan a los tañedores de flautas».Presidía el duelo una desconsolada mujer, era la madre deaquel joven que llevaban a enterrar, hijo único en el quehabía cifrado toda su esperanza, todo su amor; además de

• madre era ya viuda, lo que venía a constituirla como la esta-tua del dolor.

. 1 ¡Pobre madre! Pálida, triste, convertidos sus ojos endos fuentes de lágrimas, absorta, reconcentrada en su supre-mo dolor, sin oir la dulce voz del amigo que consuela, sinobservar la honda tristeza que se dibuja en el semblante delos que la acompañaban en aquella - hora trágica, desga-rrante, seguía, con paso lento, vacilante, los queridos des-pojos del hijo amado. Ni siquiera se daba cuenta de queallí, muy cerca de ella, estaba el que «es la resurrección yla vida», Aquel que podía convertir la hora suprema de su

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supremo dolor en otra hora de supremo gozo, arrancandoa la muerte el trofeo de su victoria, porque de sus labios nobrotaba un ruego, una súplica, una plegaria a Jesús deNazareth.

El corazón compasivo del portentoso Rabí se hallabaprofundamente conmovido, al ver al hijo único muerto, a lapobre madre triste, llorosa, cubierta con los crespones deldolor, sola, viuda. Por su mente pasaría, sin duda, otraescena desgarradora, recordaría que su Madre era ya viuday de que pronto, muy pronto, se quedaría sola, sin su hijoamado, que era su vida, todo su amor.

Jesús, entonces, lleno de majestad y de grandeza, nim-bado de la soberanía del poder que se le había «dado en elcielo y en la tierra», se adelanta y movido a compasión, sedirige a la desconsolada madre, y, con voz dulce, atrayen-te, le dijo: No llores. Manda detenerse a los que llevabanel cadáver, tocó el féretro, y, con voz potente, imperiosa,dijo: «Joven, yo te mando: levántate. Y luego se incorpo-ró el difunto, y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó asu madre» (1).

Al presenciar tan maravilloso portento, tan estupendomilagro, en un arranque sublime , los discípulos, los naimi-tas y el numeroso pueblo que seguía al cadáver, domina-dos por un irresistible entusiasmo, acallando ya los ayes dedolor, prorrumpen en jubilosos vítores, en vibrantes acla-maciones, al divino Maestro, y exclaman: Un gran profetase ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a supueblo (2).

En medio de las sociedades modernas se oye aquellagran voz del maravilloso Nazareno de invitación y de man-dato, de autoridad y de amor, de compasión y de miseri-cordia, dirigida a nuestras juventudes: «joven, yo le digoque te levantes»; que te levantes del tristísimo estado dedegradación a que te ha reducido el egoísmo, el interés, laambición, la vana gloria: el más triste aún, el se,nsualismo,que, prematuramente, te lleva camino del cementerio. joven,levántate, no te obstines en permanecer en el ataúd de laculpa.

FR. R. DELGADO CAPEÄNS, O. de M.

(1) San Lucas, VII, 11.(2) ' ldem.

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Los frailes de la Merced son pocos,mas häcenlo bien.

(Refrán antiguo).

¡Que los refranes son la quintaesencia de la sabiduría?¡Quizá sí!

¡Que son un saco de malicias? ¡Puede ser!¡Que son todos infalibles? No lo creo.Ello es, sin embargo, que representan el juicio de una

gran masa del pueblo y, cuando el pueblo es cristiano einteligente, su juicio tiene siempre grande importancia,sobre todo porque suele ser eco de las personas más com-petentes. ¡No se ha de confundir lo popular con lo plebeyo!grita el maestro Menéndez Pelayo, y lo que él dice de lapoesía tiene aplicación en otras muchas cosas.

Por eso me sorprendió y me hizo gracia el hallar en elVocabulario de Refranes del maestro Gonzalo Correas,compuesto en 1624, la opinión que el pueblo formaba de losmercedarios: Son pocos, mas &ícenlo bien.

Busqué ese refrán en la Filosofía Vulgar del sevillanoJuan de Mal Lara (1568) y no lo hallé, porque la colecciónno pasa de las primeras letras del abecedario. Corrí a losPefranes o Proverbios del Comendador Griego HernánNúñez (1549) y allí está el nuestro sin glosa. Hojeé nueva-mente los Refranes que suelen decir las viejas tras elhuego, atribuidos al Marqués de Santillana (1450), pero allíno figura el que nos ocupa.

Esto me hace pensar que el proverbio es salmantino yque en Salamanca lo recogieron el Comendador Griego yGonzalo Correas, sucesor de aquél en la cátedra de la Uni-versidad y heredero de sus aficiones.

Este detalle no deja de tener su importancia para preci-sar el sentido del refrán, pues sabido es que los derechoscambian con los tiempos y también los refranes. ¿Quiénasegura que los frailes que eran pocos y lo hacían bien enun tiempo, no fueran muchos y lo hicieran mal años des-pués?

La observación de que los mercedarios eran pocos lahacían continuamente los salmantinos de principios delsiglo XVI y la confirman los libros de la Universidad y lospleitos sobre votaciones de cátedras. Mientras los frailes dela Merced no solían pasar de la docena, los agustinos se

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acercaban a cincuenta y los franciscanos y dominicos pasa-ban de ciento.

Y, sin embargo, los mercedarios hacianlo bien, y nosólo sostenían sus actos mayores y menores con lucimien-to, sino que obtenían cátedras y las desempeñaban congran prestigio, ocupando los primeros puestos en el claustro y presidiéndolo muchas veces. Los nombres de losmaestros Fray Francisco Merino, Fray Domingo de SanJuan, Fray Pedro de Salazar y Fray Gaspar de Torreseran populares en Salamanca y justificaban el refrán. Pre-cisamente aquel año de 1549 Hernán Núñez, decano y pa-drino de la Facultad de Artes impuso la borla de maestro aFray Gaspar con todo el aparato del ceremonial universi-tario.

La generalidad de las Ordenes religiosas con muchómás personal que los mercedarios ningún papel desempe-ñaban en la Universidad.

El Sr. Rodríguez Marín apunta tímidamente la idea deque el refrán consabido podría referirse a la buena mesa delos rnercedarios. Tal vez en años posteriores pudo decirsealguna vez en sentido burlesco, pero en tiempos del Co-mendador Griego sería un verdadero sarcasmo. Los con-ventos de mercedarios eran entonces pobrísimos y susrefectorios la imagen de la desolación. Los frailes que no.podían procUrarse algún suplemento pasaban hambre lite-ralmente.

Por lo que hace a los colegios de Salamanca y Alcalá,en cuyos refectorios entró sin duda Hernán Núñez, el Rec-tor no estaba obligado a mantener a los estudiantes, Puesno contaba con medios para ello, según consta de los capí-tulos y del informe del Maestrc Fr. Pedro Carrillo que pro-testa airadamente contra esa negra excepción en 1568.

Pero, aunque no comían, los mercedarios lo hacían bien,tanto en Salamanca como en Alcalá, donde fué tambiénprofesor Hernán Núñez y trató indudablemente al PadreJuan de Riaño, fundador de nuestro colegio y mentor duran-te muchos años de la Universidad, que le daba siempre elJugar inmediato al Rector. Los mercedarios no llegaban allía media docena hasta muy entrado el siglo XVI.

El refrán no puede ser muy antiguo, pües el nombre- vulgar de los Mercedarios de Castilla fué el de frailes deSanta Ola/la, y así los llamaba aún el Arcipreste de Fitaen 1340:Los de la Trenidad con los frailes del Carmen,

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E los de Santa Olalla, porque no se ensannen.Enrique II dice también en un privilegio de 1372 que la

Orden de Santa María de la Merced era llamada en Casti-lla y Portugal Orden de Santa Olalla de Barcelona, peroen 1438 las andariegas devotas del Arcipreste de Tälavera(tan buen arcipreste en prosa como el otro en verso), van yaa misa y a buscar novedades a Santa Maria de la Merced.

El mote de mercenarios aparece también por entoncesen algún documento extraño a la Orden, que rechazó du-rante mucho tiempo ese nombre, como los Frailes Predica-dores se resistieron a ser dominicos, y los Padres de laCompañía de Jesús rechazaron el apodo de Jesuitas. Loscapuchinos tienen una bula de León X, donde se amenazacon excomunión al que se lo llame, pues ellos querían serMenores Reformados.

Si el refrán no puede remontarse a los tiempos primiti-vos de la Orden, la fama de activos en los mercedarios esmuy anterior a él. Los Papas del siglo XIII les llaman nue-vos Macabeos y es verdaderamente prodigiosa su labor,siendo tan pocos, pues las actas del capítulo general de1317 demuestran que no pasaban de 300. Unos mismosfrailes aparecen actuando casi al mismo tiempo en Aragón,Castilla y Francia, y en todas partes bastante bien, a juz-gar por la envidia con que los honraban algunos individuosde otras Ordenes.

«Nosotros (escribía el Maestro Gaver en 1445), hace-mos lo que hacen los demás, y sobre eso reunimos limos-nas con que redimir a los pobres cautivos. Si otros religio-sos predican, también nosotros predicamos. Si ellos cele-bran los divinos oficios, también nosotros los celebramos.Si otros son hombres de letras, también entre nosotros haymuchos tales; y si otros tienen manos y lengua, pies y ca-beza, todo eso tenemos también nosotros... y además de lodicho, ejercitamos aquella excelentísima caridad que nuestroSeñor y Redentor jesucristo ejercitó con nosotros».

Y ¿cuántos eran los frailes que tanto se movían? En lasactas capitulares del Maestro Gaver hay datos que permiten

-afirmar que los mercedarios no pasaban entonces muchode 500. Concretándonos a los años en que coleccionabasus refranes el Comendador Griego, tenemos una informa-ción preciosa en las actas del capítulo general de 1547,celebrado en Gerona por el Maestro Fray Miguel Puig.

Dícese allí que algunos comendadores se negaban asostener el número de frailes que correspondía a las posi-

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bilidades de su convento, por lo cual señalan a cada uno losconventuales que debía tener, con sus nombres y apellidos,para las cuatro provincias sujetas inmediatamente al General.En Cataluña había 15 conventos con 77 frailesEn Aragón y Navarra 15 » con 124 »En Valencia. 7 » con 70 »En Francia 13 » con 140 »En total 50 » con 411 »

Faltan los conventos de Cagliari, Nápoles y Palermo yel colegio de Paris, que no reunían entre todos más de 25frailes (1).

La provincia de Castilla contaba por entonces unostreinta conventos, algunos muy pequeños, de modo queechándoles un promedio de diez frailes estaremos por enci-ma de la realidad, y tendremos, por consiguiente, trescien-tos individuos. En América documentos oficiales de aque-llos años dicen que había un centenar de mercedarios, pordonde se puede calcular el personal de la Orden, alrededorde ochocientos religiosos.

Eran pocos, ciertamente, y la actividad que desplega-ban en las Universidades, en las misiones, redención decautivos y ministerios sacerdotales era muy superior al ren-dimiento de otras corporaciones mucho más numerosas. Elrefrán estaba por consiguiente bien justificado.

¿Conservaron siempre los mercedarios su característicade ser pocos, pero activos? Desgraciadamente no. Desdeprincipios del siglo XVII los conventos crecieron desmesu-radamente y en 1646 el P. Salmerón podía gloriarse de queteníamos comunidades de ciento y más frailes, como otrasOrdenes. En 1764 había sólo en España 2.112 mercedarioscalzados y con los descalzos se aproximaban a 3.000. Lasnueve provincias de América y las de Francia e Italia teníanmás de otros tantos, pero el coeficiente de trabajo habíadescendido en proporción inversa y puede afirmarse quelos siete mil frailes del siglo XVIII hacían menos que losochocientos del siglo XVI.

¡Haga el Señor que nos parezcamos siempre a los ac-tivos!

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

(1) Entre los conventos de Francia se cuentan los de Mallorca yPerpifiän, políticamente españoles. Al de Montpeller se I e asignan seisconventuales. Apunto esto porque algunos le atribuyen setenta pocosaños después. ¡Ni aun quitando el cero!

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LA ZAPATILLA ROJA¡Pobre Pirulín! ¡Con qué profunda amargura se detenía

en aquellos días, víspera de Reyes, ante la gran cabeza demoro, que con su bocaza muy abierta invitaba a los niñosa arrojar por ella sus cartas de petición para Sus Majesta-des Melchor, Gaspar y Baltasar! Pirulín se remontaba muylejos, a tiempos pasados, todo lo remoto que sus cincoaños y medio permitían a su imaginación recordarle uncuadro hermoso. Pirulín se veía depositando su carta-peti-ción en la bocaza del moro, elevado por los amorosos bra-zos de su madre. ¡Pobre Pirulín! Hacía dos años que losSantos Reyes no recibían carta suya. ¿Es que había perdi-do la fe en su generosidad? No; de ninguna manera; perohacía dos años que Pirulín había perdido a su madre; notenía ni un mal zapato que poner en la ventana de la bohar-dilla del ciego, a quien servía de lazarillo, y ante quien losReyes pasarían con la mayor indiferencia.

He dicho que Pirulín tenía cinco años y medio, cuandodos años antes quedó llorando en el umbral de su casa,viendo alejarse el desvencijado coche fúnebre que se lleva-ba a aquella madre tan buena, a la que un trabajo excesivoarrebatara de la tierra en lo mejor de su vida, el tío Pedrotea pesar de su profesión de ciego, vió que aquel angelito delos cabellos de oro y tez de rosa, sería muy útil para explo-tar la caridad pública, y como el pobre niño quedaba soloy desamparado, le tomó bajo su protección, dándole elhonroso empleo de lazarillo.

Las amarguras, hambres y malos tratos que padeció elpobre niño no son para descritas; pero ninguna pena igua-laba a la que experimentaba en aquellos días cercanos al deReyes. ¡Ah, si su madre no hubiera muerto, él tendría za-patos!

Júzguese qué pasaría por el pobre pequeño cuando undía, la víspera de Reyes precisamente, la cocinera de unahermosa casa frontera a la miserable vivienda del tío Pe-

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drote, al salir a la compra se encontró con Pirulín que ibaen busca del desayuno de su amo y le dijo, tomando en surobusta mano la carita macilenta del niño y señalando suspiececillos desnudos:

—¿No tienes ni unas alpargatas siquiera? ¡Te helaráscon este frío!

Pirulín quiso sonreir, pero una lágrima rodó por su me-jilla; era la primera caricia que recibía desde que murió sumadre.

—¡Pobre niño—dijo la buena cocinera—; mira, sube a,mi casa dentro de dos horas, al primer piso, por la escale-ra interior, ¿oyes? Te daré unas hermosas zapatillas del,niño de mi señora, que murió hace un mes.

—¿El que se llevaron en una caja de plata con muchasflores y coronas?—dijo Pirulín.

—Sí, ¿le viste tú? ¡Pobre Carlitos!—¿Por qué pobre?—dijo Pirulín suspirando con envi-

dia—; ¡estará en el cielo con mi mamá!...

II

Dos horas después bajaba Pirulíri la escalera de la her-mosa casa, apretando contra su pecho su precioso tesoro.Eran unas zapatillas de paño rojo con forro del más her-moso azul, que se volvían coquetonamente formando dosespeciesde solapa.

El lío Pedrote no estaba en casa; pasaba las horas enla taberna, mientras el pobre Pirulin mendigaba, atrayendola con pasión con la linda figurilla de angelito, sucio y des-arrapado. El niño escondió las zapatillas entre los haraposque le servían de cama y esperó con impaciencia que llega-ra la noche.

Y llegó la noche sin que el tío Pedrote volviera; Pirulínno había comido nada, pero no sentía hambre ni se sentíacapaz de separarse de su tesoro.

Era una helada noche, en que la luna y las estrellas bri-llaban con vivísimo resplandor; Pirulín sacó de su escondi-te una de las zapatillas, puso una silla desvencijada que ha-

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bía bajo la ventana de monterilla, que daba luz a la bohar-dilla, y, encaramándose, salió al tejado, colocando cuida-dosamente la zapatilla entre dos tejas, en el sitio que másde lleno daba la luna.

Después dirigió una mirada de suprema esperanza aaquel cielo tan hermoso, desde el que su mamá le mirabay lanzando un suspiro, juntó sus sucios deditos y envió unbeso a lo alto, volviéndose a entrar en la habitación.

Pero entonces quedó como petrificado por el terror; eltío Pedrote estaba detrás de él; su rostro purpúreo, suspiernas temblonas denotaban su estado de embriaguez.

—¿Qué haces aquí como un gato?—borbotó, haciendodescender al niño, pendiente de una oreja, que retorció en-tre sus callosos dedos A ver, ¿cuánto has recogido?

Piruliin temblaba como un azogado.—¡Gandul!... ¿no contestas? Hala... a buscar pronto, y

hasta que no saques un duro no parezcas por aquí, porquete abro en canal.

Y dándole un violento puntapié le arrojó escalera abajo,lanzando una terrible blasfemia.

III

¡Pobre Gallitos! Desde que subió al cielo su desgracia-da'madre estaba dominado del más profundo abatimiento;la pérdida de aquel hijo, muerto unos meses después dehaber bajado al sepulcro el autor de sus días, dejó el másdesconsolado vacío en el hogar de la hermosa Carolina;aquel hogar que había sido un dulce nido de paz con-yugal.

Y aquella noche, víspera de Reyes, Carolina se encon-traba más sola y triste que nunca. ¡Ah! Un año antes,¡cuántas ilusiones!, ¡cuánta alegría rodeaba la cuna de Car-filos! Desafiando la inclemencia de la noche, la desgracia-da madre oprimía su abrasada frente contra los cristales desu cuarto. ¡En aquel mirador era donde él ponía su za-patito !

De pronto, el cuerpo de la pobre madre tembló y sus

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manos crispadas se incrustaron la una en la otra. ¿Erasueño o realidad? Una visión tal vez de su fantasía. En-vuelta entre los fulgores argentados de la luna, acababa desurgir frente a ella una grácil figurilla... Pálida como suCarlitos, de cabellos rubios y enmarañados como él teníaen su enfermedad; aquella figurilla tenía en la mano unazapatilla roja... ¡Ah, era la zapatilla del hijo de su alma; ellala conocía bien: roja por fuera y azul por dentro!... ¡el niñola colocó fuera de la ventana que servía de marco a sucuerpo, miró al cielo y, juntando sus deditos, envió un besoal espacio, beso que llegó al corazón de la pobre madre.Después... nada, la visión desapareció, quedando solo elzapatito rojo y bi illantemente iluminado por los rayos de laluna...

Al día siguiente, muy temprano, se.dirigía Carolina a laiglesia cercana a buscar en ella el único consuelo que elcielo da a los dolores de la tierra, cuando la detuvo un gru-po que se agolpaba frente a la casa.

—¡Pobre Pirulint— decían las vecinas con tono lastime-ro--, ¡está muerto!

Carolina se acercó y no pudo contener un grito al reco-nocer aquella carita de cera, aquellos cabellos rubios y en-marañados.

Era su visión de la noche anterior; el poseedor de lazapatilla de Carlitos.

—¡No está muerto!—dijo un caballero que reconocía elflaco cuerpecillo que yacía en el umbral de la puerta—; estádesmayado por el frío... Debe haber pasado ahí la noche;hay que llevarlo a la casa de socorro.

—¿Por qué no a la mía, que está más cerca?—dijo Ca-rolina con voz trémula.

El médico, pues tal era, miró a la señora y al ver suporte elegante, llevó la mano al sombrero.

—Si usted la ofrece—dijo— llevémosle, urge hacerlereaccionar.

Y minutos después Pirulín descansaba en la cuna de

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Carlitos, y su rubia y desgreñada cabecita estaba caídasobre el pecho de Carolina, que con ayuda del médico in-troducía entre sus labios pequeñas cucharadas de caldo deJerez.

Cuando el niño abrió los ojos miró asombrado a aque-lla hermosa señora, y las primeras palabras que se escapa-ron de sus labios fueron éstas:

—¿Hay algo en mi zapatilla? ¿Me han dejado algo losReyes?

Y Carolina, enterada ya por las vecinas de la triste his-toria de Pirulin, respondió, depositando un tierno beso ensu frente, el primero que recibía desde la muerte de sumadre:

—Sí, pobre niño, los Reyes te han traído un hogar; des-de hoy vivirás a mi lado, los Reyes te han traído... unamadre.

JULIA GARCIA HERREROS

Favores de la Beata Maman de Jesús34. --Doña Eulalia Espinosa, residente en Madrid, nos co-

munica que viéndose atacada con mucha frecuencia por cóli-cos nefríticos pensó en operarse, pero antes pidió le trajesenalguna reliquia de la Beata Mariana de Jesús, y con granconfianza en la intercesión de esta santa con el Señor, se laaplicó. Inmediatamente experimentó gran alivio y, a poco,tan perfectísima mente sana y restablecida que, sin necesidadde remedio alguno, no ha vuelto a sentir ni indicios de tanterribles y dolorosos cólicos después de un ario de tan prodi-giosa curación.

Hermosa imagen de Nra. Sra. de la Merced, de BadajozEn esta rica población extremeña se da a la Virgen de la

Merced desde antiguo una veneración entusiasta y cordialque culmina en la novena y festividad-24 de septiembre—predicadas hace ya arios continuamente por Padres de laOrden, que vuelven haciéndose lenguas del amor y entwias-mo con que estas fiestas se celebran en esta ciudad.

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Una de las personas, alma y vida de esta Archicofradíade Esclavos de Ntra. Sma. Madre, es la señora doña Fausti-na González Salado, viuda de Aguilar, devota entusiasta dela Virgen y de su Orden y camarera mayor de la imagen.Nada deja por hacer de cuanto pueda ceder en honra deNuestra Sma. Madre y de su Orden.

Sea esta una prueba desinteresada de nuestra gratitud yuna sincera recomendación a las oraciones de los amantesde Ntra. Sma. Madre.

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SLISCRIPCION

para el altar de Ntra. Sma. Madre de la Merced,en la Buena Dicha.

Pesetas.

Cantidad recaudada . . ...D. Juan Serra y señora, Terciarios de la Merced

y devotísimos de Nuestra Madre . . . . .Srta. Antonia Garijo y sus queridos padres, en

gratitud a la Santísima Virgen .

TOTAL 1 032,60

NOTICIASMAPR1D

Buena Dicha.—Los días 29, 30 y 31 se celebró solerrinísi-mo triduo a Ntro. Santo Padre, predicando el primero yúltimo día el P. Director de LA MERCED.

En el Triduo a San Blas, tradicional en esta iglesia, pre-dicaron los PP. Lorenzo Santamaría, Eligio Alvarez y Ri-cardo Delgado.

Nuevo Provincial de Valencia.—Fué nombrado el muyReverendo P. Ricardo Delgado, que salió para su destino enla última quincena de los corrientes. Desde su vuelta deAmérica, donde desempeñó el cargo de Vicario General du-rante varios años, ejerció en esta casa el de Vicario con ge-neral aceptación de,los de dentro y fuera de casa. Sintiendode corazón su ausencia de esta su Provincia le deseamosacierto en su cargo.,

Sanatorio Lago. -Aprovechando la ocasión de informar alos lectores de LA MERCED de las fiestas que hemos celebradoen este Sanatorio en honor de Ntro. Santo Padre, creo deinterés darles a conocer algunos datos acerca de este *esta-blecimiento, ya que en él hay una Comunidad de HermanasMercedarias de la Caridad desde su fundación.

Hállase situado este Sanatoi io en uno de los parajes máspintorescos del Guadarrama. Fundado por una noble y vir-tuosa dama, doña Clementina Lanchares, viuda de Lago;fué reformado y terminado por el Estado e inaugurado el ede diciembre de 1924, con asistencia de los Reyes y el Go-bierno.

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Como establecimiento sostenido por el Estado, puedeningresar en él todos los esparidles mayores de quince añosque lo necesiten y no dispongan de recursos necesarios paracurarse en otros establecimientos afines particulares.

Está dotado de todos los servicios modernos y aparatosnecesarios para el fin a que se destina: Rayos X, laborato-rio, quirófano, estufas de desinfección, lavaderos mecánicos,etcétera, etc.

Desde su fundación están al frente de todos los servicioslas Hermanas Mercedarias de la Caridad, quienes, al mismotiempo que cuidan de la salud del cuerpo del enfermo, pro-curan inculcar en su espíritu la resignación necesaria—tannecesaria a los jóvenes que ven tronchadas en flor todas susilusiones—para sobrellevar con paciencia la en fermedad.

Gracias a Dios, hoy la tuberculosis ha dejado de seraquella enfermedad tan temida de hasta hace algunos arios.Díganlo las curaciones, verdaderamente asombrosas, ob-tenidas desde que existen sanatorios en España. Muchosjóvenes, que de no existir estos establecimientos hubieransucumbido víctimas de la más traidora enfermedad, hanpodido ser reintegrados a sus familias y gozan de buenasalud.

En este Sanatorio hay actualmente más de cien enfermos;y con la inauguración de un nuevo pabellón, que tendrálugar en el próximo mes de marzo, Deo volente, podrá ele-varse su número a ciento sesenta.

La Novena de Ntro. Santo Padre resultó solemnísima.Ofició todos ios días y dirigió todos los cultos el capellán delSanatorio don Balbino Pérez. El día de la fiesta dije la Misade Comunión e impuse el santo escapulario de la Merced alas enfermas y enfermos que han ingresado últimamente.La Misa solemne la cantó el señor capellán.

La parte musical estuvo a cargo de las Hermanas, queinterpretaron durante el novenario escogidos motetes, y elúltimo día la Misa de Pío X.

A la Rvda. M. Superiora y a las Hermanas, lo mismo quéal señor Capellán y autoridades del Sanatorio, nuestra en-horabuena por la cooperación de todos en los cultos que secelebran en este oratorio.

FR. J. C.

, CORUÑA

Lousame.—Una fiesta de gratísimo recuerdo se celebró eIdía 2 de febrero en las escuelas nacionales de Lousame, quedirigen los maestros don Valentín Mato y la serio' ita MarinaCobas, con motivo de la entronización de las jrnágenes'delSagrado Corazón de Jesús y de la Santísima Virgen de laMerced.

. 932,60

'50,00

50,00

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Al acto, que fué una verdadera manifestación de fe, asis-tieron los niños de ambas escuelas, las celadoras de la VisitaDomiciliaria y Cofradía de la Merced, devociones estableci-das en la parroquia, y varias familias del lugar.

Hizo la ceremonia de la entronización el celoso Capellándon Antonio Blanco, quien después de una fervorosa pláticaen la cual explicó a los presentes la importancia de procla-mar reyes de los hogares 'al Divino Corazón y a la Redento-ra de cautivos, procedió a la bendición con la mayor sole m.nidad, leyéndose las consagraciones y cantando, con muchí.simo entusiasmo, todos los concurrentes el Himno de • laMerced y Corazón santo, Tú reinarás.

A la terminación de tan inolvidable fiesta fueron obse-quiados los niños por sus profesores con una merienda.

Que el Sacratísimo Corazón de Jesús y la Stma. Madrede la Merced, proclamada Patrona de Lousame por el gran-de amor que todos los feligreses le profesan, bendigan estasinfantiles ajtnas que reciben la enseñanza bajo el amparo detan divinos protectores y en sus oraciones diarias les pedi-rán que en todas las escuelas y hogares reine su SagradoCorazón juntamente con el de la Santísima Virgen de laMerced.

Estos días se está repitiendo la ceremonia en el lugar ypuedo asegurar que no quedará hogar en Lousame donde elSagrado Corazón y la Virgen de la Merced no sean entroni-zados.

M. C.

HERENCIA

Los congregantes de «Juventud Mercedaria» tuvieron el23 de enero su comunión mensual; y como fué cuarto domin-go por la tarde el P. Comendador recordó a los terciariosalgunas de sus principales obligaciones, y los animó a cumplirlas.

La novena de Ntro. Padre fué muy concurrida; lascantoras le dieron especial esplendor. Hubo sermón los dosúltimos días: la víspera de la fiesta por el P. Comendador yel panegírico por el P. Luis Arias.

El-día 7 de febrero tuvimos visita de nuestro muy reve-rendo 13 Provincial Manuel Cereijo, acompañado del secre-tario, M. R. P. Lorenzo Santamaría. Quedó muy satisfechodel estado de la observancia.

La Archicofradía de los Jueves Eucarísticos celebró el 2de febrero una función con Misa de Comunión y Hora Santa,como hicieron todos los Centros, para alcanzar del Señor lapronta canonización del Beato Juan de Ribera, coincidiendocon una peregrinación a su sepulcro.

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Se están celebrando en nuestra iglesia con gran solemni-dad los Domingos de San José, con sermón.

Nuestro distinguido amigo don Pedro Palmero, devotoferviente de Santa Teresa de Jesús, costeó una solemnísimafunción a la Santa en agradecimiento por favores recibidos.Se celebró en la iglesia del convento el día 13 y predicó muyelocuentemente el P. Comendador.

ESCORIAZA

La novena y festividad de Ntro. Santo Padre las celebra-mos con toda la solemnidad posible. La comunidad cantó,,alternando con el colegio de niñas. Don Eusebio Berenciar-tu, párroco de Mera, pronunció el panegírico describiendoel carácter atrayente y bondadoso del Santo Padre.

MONDRAGON

Nombrada cronista de LA MERCED doy principio a milabor con la novena del Santo Padre San Pedro Nolasco, cele-brada con toda solemnidad en la hermosa iglesia de S. Fran-cisco, recién restaurada. Se rezó al día dos veces la novena,a las siete de la mañana y la solemne a la tarde, estandoambas concurridísimas. La misa de comunión del día 31 re-sultó hermosa sobre toda ponderación; los bancos eran insu-ficientes para las niñas de las dos escuelas que con tantoacierto dirigen las HH. Mercedarias. Varios sacerdotes dis-tribuyeron en dos misas rezadas la comunión, que parecíainterminable. A las diez de la mañana misa solemne, canta-da como todos los cultos por el coro de la parroquia, comono recordamos otra en San Francisco. A las siete de la tardedon Francisco Imar habló, como él sabe hacerlo, sobre laeducación de la juventud y sobre la labor benemérita de lasMercedarias en la población. En fin, fue una fiesta que deja-rá en los asistentes recuerdo imperecedero.

CARRION DE LOS CONDES

Nueva fundación de las Hermanas Mercedarias de la Cari-dad. —E1 16 de los corrientes han llevado a cabo una nuevafundación las religiosas Mercedarias de la Caridad en Ca-rrión de los Condes (Palencia). Con gran aplauso de la so-ciedad se han encargado del Asilo. Las religiosas que sehan hecho cargo del mismo son: la M. Sor Florencia, Supe-riora; Sor Estrella, Sor Loreto, Sor Josefa y Sor Regina. Aestas beneméritas Mercedarias las acompaña temporalmen-te la R. M. Sor. Juliana Viguiriti, Vicaria general del Insti-tuto.

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El maravilloso movimiento que se observa en la Congre-gación, las numerosas fundaciones que en breve tiempo hanllevado a cabo de diversas naciones, es una prueba evidentede la fecundidad que anima y alienta a tan benemérito Insti-tuto y del espíritu que informa a sus miembros.

Reciba la R. M. Superiora general nuestra más sincerafelicitación por la nueva fundación que bajo tan buenos aus-picios ha realizado en la ciudad palestina.

DOS TORRES (Córdoba).

El día 31 empezamos la novena de Ntro. Santo Padre;este día hubo comunión general de las niñas del colegio ennúmero de ciento veinte. A las diez la misa solemne; canta-ron la cuarta de Haller varias alumnas del colegio, tan bien,que elevaban el corazón al cielo. Predicó el panegírico elpárroco don Antonio Rey Castillo, que hizo un hermosoelogio del Santo Padre y de su Orden, llegando a enternecera los numerosos concurrentes que este día y los demás de lanovena llenaban la capilla.

Concluida la misa, el párroco bendijo dos imágenes deNuestra Madre para ser entronizadas en el Colegio; peroantes, en vistosísima procesión, fué llevada Ntra. SantísimaMadre por las calles principales del pueblo. La entrada en elColegio fué emocionante y de esas cosas que no se olvidan.Entronizada la Santísima Virgen cantaron las niñas precio-sos motetes, prometieron ser verdaderas Hijas de María y sedeclamaron hermosos diálogos qne hicieron derramar lágri-mas a los concurrentes. Como recuerdo de tan hermosa fiestase repartieron bonitas estampas impresas a propósito paraeste acto. Que Ntra. Madre continúe favoreciendo con susbendiciones a esta su Congregación y a este piadoso pueblo.

LORCA

Convento de MM. Mercedarias.—E1 6 de enero cantó sumisa nueva en esta iglesia el R. P. Lorenzo Moreno, hijo deeste pueblo y conventual de Godella en la Merced de Valen-cia. La misa y el Tedeum durante el besamanos los cantaronla Comunidad. El nuevo sacerdote fué muy felicitado por susconciudadanos que se glorian de tener en él un nuevo minis-tro del Señor.

Se celebró con mucha solemnidad la fiesta de NuestroPadre, a la que precedió una novena. Igualmente se celebróla fiesta tradicional de San Blas, Obispo, a la que siguió sunovena.

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NECROLOGIAEl día 20 de enero falleció'.en esta villa de Herencia nues-

tro distinguido amigo y Hermano Mayor de la V. O. T. donRamón Almoguera, después de haber recibido los SantosSacramentos ya la -a,bsolución especial de los Terciarios, conindulgencia plenaria.

En el ha perdida:la villa de Herencia uno de sus más cris-tianos y cumplidos caballeros.

—La piadosísirna Terciaria doña Vidala Romero muriócristianamente el 1.° de febrero, después de haber padecidodurante seis arios una parálisis con admirable paciencia. Fue.amortajada con el hábito de la Merced.

—El día 6 entregó su alma al Señor, confortado con losSantos Sacramentos, nuestro distinguido y buen amigo donAgustín Ubeda.

A sus respectivas familias reiteramos nuestro sentidopésame.

En Bilbao, el joven don Mariano Martínez Fernández,confortado con los Santos Sacramentos y la Bendición Apos-tólica. A su tío, nuestro hermano el R. P. Vicente Fernán-dezy a toda su familia nuestro sentido pésame.

En Conjo (Santiago), víctima de rápida enfermedad,falleció santamente en el Señor, en la madrugada del 19 deenero,. dpfía Francisca Seoene y Tarrio, tía del P. Directorde la revista.,

'A su familia damos el más sentido pésame.En el convento de Alarcón, el 18 de febrero, a las siete

y media de la mañana, murió con la muerte de los justos laR. M. Carmen Besoitahormaechea Ayanzabarrena. Teníasesenta y cinco arios de edad y cuarenta y tres de :vida rel-

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giosa, en la que sobresalió por una puntualidad constante alos actos de comunidad y por un amor grandísimo a suOrden, por cuyo bienestar veló en los cargos de tornera,sacristana, maestra de jóvenes y consultora, y se sacrificócontinuamente. Era de las Madres más conspicuas de estemonasterio por su recto criterio, entereza de carácter ybondad de corazón.

En la Casa Hospital de Villacarrillo de las religiosasMercedarias de la Caridad ha fallecido, confortada con losauxilios espirituales y la bendición apostólica, Sor Magda-lena Azcárate Aramburu, a los treinta y cinco arios' de edady diez de religiosa. Ha sido de un espíritu abnegado y deuna caridad sin límites para con los Pobres enfermos.

111111•1111111111111n11111111•11111

Indulgencias de la Merced en el mesde Marzo

2. Miércoles de Ceniza.—Absolución general.19. San José.—Indulgencia plenaria a todos los fieles que

visiten nuestra iglesia y absolución general.25. La Anunciación de Nuestra Señora.—Indulgencia ple-

naria a los terciarios y cofrades de la Merced visitando igle-sias de su cofradía, o en su defecto, la parroquia, y absolu-ción general.

26. IV sábado.—Indulgencia plenaria a los que asistan ala misa de nuestra Madre, o en su defecto a la misa de comu-nión general de la Cofradía.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.