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XV Congress UISPP Lisboa S02-01 Texto 5.000 1 PANEL ESQUEMÁTICO CON PUNTUACIÓN PALEOLÍTICA Y OTRAS CUESTIONES DE PALEOASTRONOMÍA Y FILOSOFÍA DE LA ANTIGÜEDAD. José Fernández Quintano RESUMEN 1. Conjunto de puntos y símbolo lunar en la cueva “El Castillo” (Cantabria, España), interpretados como la observación de un „eclipse lunar‟. 2. Conjunto de puntos en el panel esquemático del abrigo del Castillo de Villafamés (Castellón, España), interpretados como „puntuación paleolítica‟. 3. Las pinturas del techo polícromo de Altamira (Cantabria, España) interpretadas como una biblioteca con relatos generacionales que refieren la Historia del clan. PALABRAS CLAVE: PALEOASTRONOMÍA, PUNTUACIONES PALEOLÍTICAS, SIGNOS ABSTRACTOS, “CHURINGA”.

Panel esquemático con notaciones - José Fernández

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PANEL ESQUEMÁTICO CON PUNTUACIÓN PALEOLÍTICA Y

OTRAS CUESTIONES DE PALEOASTRONOMÍA Y FILOSOFÍA

DE LA ANTIGÜEDAD.

José Fernández Quintano

RESUMEN

1. Conjunto de puntos y símbolo lunar en la cueva “El Castillo” (Cantabria, España),

interpretados como la observación de un „eclipse lunar‟.

2. Conjunto de puntos en el panel esquemático del abrigo del Castillo de Villafamés

(Castellón, España), interpretados como „puntuación paleolítica‟.

3. Las pinturas del techo polícromo de Altamira (Cantabria, España) interpretadas como

una biblioteca con relatos generacionales que refieren la Historia del clan.

PALABRAS CLAVE: PALEOASTRONOMÍA, PUNTUACIONES

PALEOLÍTICAS, SIGNOS ABSTRACTOS, “CHURINGA”.

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I

1.1 REPRESENTACIÓN PALEOLÍTICA DE UN ECLIPSE LUNAR

Como filósofo, siempre que he visitado una cueva rupestre me han intrigado

enormemente los signos abstractos que aparecen pintados. Del variado muestrario de

este tipo de signos, las secuencias de signos puntiformes son objeto en esta

comunicación. Cuando los signos abstractos (puntos, incisiones, muescas, vírgulas) son

pintados de forma secuencial, tales representaciones formarían parte de un grupo mayor

cultural al que denominaríamos „notaciones‟. Entendidas éstas cuando secuencias

realizadas estilísticamente con gran semejanza, aparecen en cuevas entre sí distantes, en

periodos cronológicos diferenciados (aunque sea un siglo), sugiriendo con ello la

conclusión de que son sin duda símbolos que en su momento ofrecían información. Es

más, pasarían de ser „notaciones‟ a ser „escritura‟, de ser descifrados por nosotros.

Mi interés por los motivos abstractos se produce en abril de 2002, al visitar las

cuevas de El Pindal (Asturias) y El Castillo (Cantabria). En la cueva El Castillo, me

llamó la atención, hacia el final del recorrido, un alineamiento de puntos compuesto de

dos filas de puntos rojos. La fila superior, hacia su extremo derecho, encuentra por

encima una Luna pintada con los cuernos hacia abajo. La explicación de los expertos,

que recogen los propios guías de las cuevas, es que tales signos siguen representando un

enigma. Para Luz Antequera [2001, ]se trata de “un símbolo muy similar a la Luna”

considerando los puntos estrellas. Fue mi impresión que a pesar de ubicarse en lo

profundo de la cueva, esa fila de puntos era efectivamente una observación celeste,

siendo la representación por tanto de un grupo de estrellas junto a la Luna. La finalidad

de pintar tal representación celeste, nos reserva una sorpresa.

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Aparece pintada la parte mas septentrional lunar. Pero en una lunación, los

cuernos del cuarto lunar apuntan hacia izquierda o derecha según sea creciente o

menguante. Es decir, la Luna desaparece y reaparece de derecha a izquierda. Revisando

fotos de la Luna, encuentro una serie de ellas en las que la Luna efectivamente aparece

iluminada tal como fue pintada en El Castillo, y siempre ello se produce en momento de

eclipse lunar. La Luna de El Castillo, que sin duda tanto debió impresionar al artista

paleolítico, era una Luna en fase de eclipse lunar. Ello convertiría este composición de

puntos y Luna, en la observación de un eclipse lunar en fase paleolítica.

Si cuando uno ve un bisonte reconoce tal tipo de animal (aparte lo que creamos

que además simboliza), parece obvio que una serie de puntos junto a un creciente lunar,

son eso mismo, o más, si también se trata de un eclipse lunar. Quedando pendiente,

como en los motivos naturalistas, la finalidad de su ejecución: el placer artístico de

reproducirlos en la cueva, una observación astronómica para que quedara constancia del

sensacional e inusual evento celeste. Incluso, pudiera dicha realización, haberse llevado

a cabo en un momento de éxtasis o conciencia alterada.

1.2 PANEL ESQUEMÁTICO CON PUNTUACIONES PALEOLÍTICAS EN EL

ESTE IBÉRICO

En septiembre de 2004, visito el abrigo del Castillo de Villafamés (Castellón),

cuyo panel fue fechado por Antonio Beltrán en una fase avanzada de la Edad del

Bronce.

El panel del abrigo presenta varios grupos de motivos. El que llama mi atención

se localiza en la parte izquierda, donde aparecen un gran número de signos puntiformes.

Beltrán habla de tres series de puntuaciones. A destacar que el signo espiral que

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continúa en otra figura con dos brazos, lo considera una representación solar, y alude

comparativamente a las espirales presentes en los petroglifos gallegos, irlandeses y

británicos. La diferenciación entre espirales y puntuaciones, le lleva a asimilar las

espirales a los ejemplos antes mencionados, y considerarlos incluso anteriores

cronológicamente, finales del tercer milenio, siendo de cronología mas reciente los

conjuntos de puntos y rayas.

Aunque son mayoritarias las cuevas con arte paleolítico en Cantabria y Asturias,

en el resto de la península ibérica han aparecido cuevas con excelentes muestras de arte

paleolítico.

Un vistazo a las fotografías de puntuaciones en cuevas paleolíticas refleja un

asombroso parecido en su presentación (ver las fotografías al final de esta

comunicación). Véanse las puntuaciones de El Castillo (Asturias), La Pasiega

(Cantabria), Chufin (Cantabria), El Pindal (Asturias), Llonín (Asturias), Fuente del

Trucho (Huesca), Maltravieso (Cáceres), La Pileta (Málaga), Cueva del Moro (Tarifa,

Cádiz). Puntuaciones que también hallamos en cuevas paleolíticas francesas, destacando

Pech-Merle y Chauvet. En Pech-Merle destacan dos caballos con puntuaciones, que

algún especialista considera dardos o heridas. No obstante en esta misma cueva otro

panel ofrece puntuaciones solas, sin estar pues asociadas a animales. En relación a

Chauvet hay que destacar que sus puntuaciones, las mas antiguas cronológicamente de

todas las series de puntuaciones parietales (datables hace 31.000 años), ofrecen la

asombrosa claridad de su realización: fueron efectuadas poniendo palmas de manos, sin

pintar los dedos.

Los signos puntiformes del abrigo de Villafamés, son del mismo estilo que el

resto de puntuaciones presentes en cuevas paleolíticas franco-hispanas. Pero, ¿puede un

panel mediterráneo tener pinturas paleolíticas y esquemáticas, como El Castillo?.

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Carmen Olaria observa una especial proximidad entre yacimientos levantinos y

paleolíticos, lo que ocurre en lugares distantes entre sí como Huesca, Tarragona,

Alicante, Albacete, o incluso Fratel, en Portugal. Coincidencia que permite considerar la

posibilidad de un nexo de unión o „memoria colectiva‟ de las sociedades cazadoras en

períodos de transición.

En este sentido hay que considerar muy indicativo y sugerente, que a menos de

un kilómetro del abrigo del Castillo de Villafamés se encuentra la cueva Matutano, en la

que se han hallado restos líticos y cerámicos, paleolíticos y epipaleolíticos

(excavaciones dirigidas por Carmen Olaria y Francisco Gusi).

Magín Berenguer hace la importante apreciación estilística de que las

puntuaciones y manchas virguladas son muy abundantes en todo el arte cantábrico y en

el arte de otras cuevas peninsulares tan distantes entre sí, como p.e. La Pileta (Málaga) y

Maltravieso (Cáceres). Incluso las puntuaciones de Llonín tienen un extradordinario

parecido con las puntuaciones de Chufín (Catabria).

Es evidente pues, que las series de puntuaciones representan motivos asociados

al arte paleolítico, independientemente de que incluso en el mismo panel aparezcan

otros motivos asociados a estilos artísticos y cronológicos posteriores.

Las puntuaciones realizadas en El Castillo, La Pileta, y también en el abrigo del

Castillo de Villafamés, son pues expresiones de arte paleolítico. Quedando por resolver

en cuanto al abrigo de Villafamés, si fueron realizadas cronológicamente en época

paleolítica, o, son fruto de una continuidad cultural entre clanes de ambos periodos. Lo

segundo es una hipótesis propuesta por los propios arqueólogos.

Carmen Olaria cita y comparte la opinión de Antonio Beltrán [2002, 86-87],

quien observa que los recientes descubrimientos de numerosas plaquetas grabadas con

animales de estilo magdaleniense en estratos mesolíticos o azilienses en el sur de

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Francia, podrían prolongar en el tiempo la vigencia del „estilo‟ parietal magdaleniense

hasta etapas posteriores y cubrir los supuestos vacíos, con lo que la idea de la evolución

continua quedaría reforzada.

Es muy importante resaltar que es reciente el descubrimiento de arte paleolítico

parietal en la Comunidad Valenciana. En los años 80 se descubren los primeros

vestigios. En la vall d‟Ebo (Alicante) aparecen un équido y una cabra del Solutrense en

la Cueva de Reinós, y grabados parietales de final del Magdaleniense en la Cova Fosca.

También aparecen grabados y pinturas paleoliticas en la Cueva del Parpalló (Valencia,

de esta cueva son las 5612 plaquetas decoradas, la mayor colección de arte mueble

europeo). En 2000 se descubren los primeros grabados parietales, finales del

Magadaleniense, en la provincia de Castellón, en el Abric d‟En Meliá (próximo a los

abrigos levantinos de la Valltorta, y a menos de 50 km del abrigo del Castillo de

Villafamés). En 2003 se descubren grabados, pinturas y signos parietales del Solutrense

en la Cova Meravellas (Alicante). La metodología de comparar estas muestras con el

arte tradicional paleolítico, es la misma regla metodológica que yo utilizo para asociar

las puntuaciones de Villafamés con puntuaciones paleolíticas clásicas. Todos quedamos

pendientes (tanto en Castellón, como en Valencia, como en Cantabria o Asturias, o la

Dordoña francesa) de que los modernos y avanzados métodos de datación corroboren tal

antigüedad. El abrigo del Castillo de Villafamés se convertiría así en el sexto lugar de

arte parietal paleolítico de la Comunidad Valenciana.

Por último, en lo relativo a su significado, siempre, la presencia de puntuaciones

junto a símbolos solares o lunares, son expresión de observaciones celestes. Lo cual es

siempre así en el arte mesopotámico y en el arte egipcio antiguo, en los que sabemos

también el significado mitológico cuando se produce.

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Si las puntuaciones no están asociadas a un motivo astral o naturalista, y

aparecen en cuevas geográfica y cronológicamente distantes, tales puntuaciones

adquieren el carácter de „notaciones‟, representando un enigma para nosotros su

significado.

1.3 PUNTOS EN EL ARTE ESQUEMÁTICO

Existen puntos en el arte esquemático ibérico. Aparecen por ejemplo en Pala

Pinta (Portugal) y Cañaica del Calar (Murcia). Aparecen también en la cueva de la

Sarga (Alicante). En Pala Pinta se trata de puntos próximos a un Sol que incluso

semejan de forma puntuada otro Sol (o estrella tal vez). En Cañaica del Calar aparecen

próximos a la figura humana y también a un Sol, siendo pintados en un grupo con forma

esférica. En La Sarga aparecen un grupo de puntos bajo dos árboles que son

interpretados como la fruta caída de ellos. Los puntos del arte esquemático a diferencia

de las puntuaciones paleolícas, reflejan una consonancia con las figuras próximas tal

que lejos de constituir símbolos de significado indescifrable, forman parte del realismo

figurativo. En Portugal y Murcia, dicho realismo es asociable al Sol, y en Alicante a las

frutas del árbol. Se trata en los tres casos, de un reducido grupo de puntos que no

adquieren por tanto la característica de puntuaciones, tal como aparecen por centenares

incluso, en el arte paleolítico.

Podemos pues proponer la hipótesis, muy a expensas del análisis de un mayor

número de casos, de que los puntos en el arte esquemático no guardan identidad

simbólica aparte del conjunto naturalista con el que aparecen pintados, adquiriendo en

el arte esquemático una dimensión naturalista que los hace fácilmente interpretables en

relación a los motivos naturalistas conjuntos a ellos.

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1.4 PUNTOS, DIGITACIONES

Visitando el Museo de la Valltorta, a pocos kilómetros de este abrigo, pude ver

además de una representación del abrigo de Villafamés, la representación de una cueva

aun no abierta al público, la cueva de la Serradeta, ubicada también en Castellón. En

dicha representación aparecen también los signos puntiformes, junto a digitaciones.

Estas me llamaron enormemente la atención.

También aparecen puntos y digitaciones en el abrigo de Lapa dos Coelhos

(Portugal, dibujo 15). Este abrigo presenta dos niveles de ocupación en el

magdaleniense.

Buscando información, parece que las digitaciones son frecuentes en abrigos

mediterráneos. Un catálogo de pinturas y motivos de abrigos en la zona costera

catalana, describe digitaciones junto a signos puntiformes en varios abrigos, entre ellos:

Mas d‟en Carles (entre otros, hay oculados junto a digitaciones), la Oreneta (puntos y

digitaciones), y Can Castellví (puntos).

¿De los puntos a las digitaciones?. Podría considerarse que las digitaciones

serían una evolución estilística propia ya del arte levantino y esquemático.

1.5 LA INTERPRETACIÓN DE LOS SIGNOS ABSTRACTOS

El primer gran estudio sobre motivos abstractos lo lleva a cabo Marthe Chollot-

Varagnac en 1965, sobre arte mobiliar paleolítico. Esta investigadora inicialmente se

había interesado por Mesopotamia, derivando luego su interés al paleolítico, en su

objetivo de llegar a las fuentes. Tuvo la fortuna, bajo la dirección de Breuil, de trabajar

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con la importante colección mobiliar de Piette. En su tesis doctoral un total de 456

objetos mobiliares (31 del Auriñaciense, 100 del Solutrense y 325 del Magdaleniense)

son clasificados en 25 grupos de motivos geométricos distintos. Entre las conclusiones

de su tesis destacar: que sigue siendo imposible explicar las motivaciones y significados

de los motivos geométricos del arte mobiliar; que el arte mobiliar geométrico posee una

funcionalidad diferente al arte parietal o a las plaquetas naturalistas; y que estos

grabados geométricos, sobre todo cuando se hallan juntos varios motivos geométricos

distintos, suponen un tipo de escritura pues están transmitiendo información.

Coetáneo a Chollot-Varagnac, Leroi-Gourhan hace una interpretación de los

puntos y demás signos acorde a la interpretación que hace del arte naturalista, y no de

forma particularizada, dentro pues del enfoque estructuralista: caballos y puntos son

símbolos masculinos, y bisontes y rectángulos son símbolos femeninos. Esta dualidad

no es compartida por Laming-Emperaire para quien los caballos son masculinos y los

bisontes femeninos.

En España el primer gran estudio directo sobre los signos lo llevó a cabo Pilar

Casado (1977) sobre 55 cuevas paleolíticas de España y Portugal. En sus concluciones

prevalece la dificultad de explicar su significado, no siendo partidaria de atribuirlos en

concreto a algún grupo interpretativo general, como pueda ser la magia cazadora, la

dualidad sexual o la organización social. Su localización en las cuevas es muy irregular,

no hallándose de forma decisiva en parte concreta alguna, y su mayor presencia junto a

caballos y bisontes, siendo éstos mayoritarios en el arte parietal, tampoco es

concluyente.

En Francia, Denis Vialou llevó a cabo un exhaustivo estudio empírico sobre

signos en once cuevas paleolíticas de la región francesa del Ariège. Este estudio marca

sin duda una línea de investigación, y en todo momento, es consciente Vialou de que

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sus conclusiones están geográficamente limitadas. Su macro-estudio, en líneas generales

no resuelve la interpretación de los signos abstractos. En su análisis de las once cuevas

magdalenientes (algunas de renombre como Trois-Frères o Niaux) contabiliza un total

de 539 signos. De éstos, un total de 395 están pintados en rojo, y 116 en negros; son

mayoría los signos en relación a las pinturas naturalistas; y son pintados más que

grabados (lo que coincide con Casado). Su estudio se particulariza, sobre cada grupo de

signos, sobre la relación de signos con animales, de animales entre sí, y de signos entres

sí. Particularidades que reflejan la gran dificultad de la interpretación del arte rupestre:

mientras el rojo es mayoritario en los signos puntuados, el negro es mayoritario en los

signos lineales; mientras el bisonte es el animal mayoritario (en la cueva de Bédeilhac

hay cuatro veces más bisontes que caballos), en la cueva de Portel hay mas caballos que

bisontes; mientras los signos lineales aparecen con mas frecuencia junto a figuras

naturalistas, los signos puntuados tienen tendencia a estar alejados de los paneles

figurativos. También es muy relevante, la identificación que establece entre unos

claviformes rojos y negros en la cueva El Pindal (España), idénticos a los de Fontanet y

Niaux (Magdaleniense IV los tres), lo que le lleva a considerar este hecho, aunque

aislado, como un contacto certero entre pobladores de las tres cuevas (posteriormente

alude a unos signos ramificados negros en El Castillo también semejantes a signos

ramificados rojos en Niaux, que ya llamaron la atención de Breuil y luego, de Leroi-

Gourhan).

F. Bernaldo de Quirós y A. Mingo Alvarez hacen un balance sobre las teorías

que históricamente han tratado de interpretar los signos. Para ambos autores los signos

rupestres han recibido un “análisis incompleto y superficial” aun siendo “los temas más

numerosos y variados”. Revisan los trabajos previos dando especial relevancia a los

trabajos de Leroi, Casado y Vialou. Leroi contribuyó a hacer evidente las diferentes

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zonas de la cueva, algunas con una especial significación simbólica. Casado constató

que los signos se hallan mas presentes en pinturas que en grabados, y se usó mas el rojo

que el negro en su realización. Vialou llega a una importante conclusión, mientras las

pinturas son mas semejantes entre cuevas paleolíticas, los signos se hallan mas

diferenciados entre cuevas, constituyendo por tanto un elemento de especial

individuación del clan de la cueva. También aluden a las recientes teorías chamánicas

de Clottes y Lewis-Williams. Estos, al hacer depender la realización de los motivos

rupestres, tanto naturalistas como abstractos, de estados alterados, no ven diferencias

esenciales entre ambos grupos. Como conclusión a este repaso, resaltan que todos estos

estudios han aportado elementos nuevos, pero todo parece indicar que lejos de existir

una única teoría que los explique, habría que asumir que puedan ser interpretables bajo

varios enfoques, tal como en su momento expuso Reinach.

En una obra genérica Eduardo Ripoll dedica varias reflexiones a los signos.

Coincide con Leroi-Gourhan en considerarlos símbolos abstractos relacionados con los

animales figurativos, teniendo muchos de ellos el valor de género, pero opone al rigor

de Leroi la existencia de cuevas en las que sólo hay signos (Santián en Cantabria,

Herrerías en Asturias) y se pregunta cómo habría que interpretarlos. Recuerda la

reflexión de Vialou quien observó que un zarpazo de un oso había sugerido la

realización de un signo. Entiende Ripoll que cronolólgicamente los signos son

complementarios o más antiguos que las figuras naturalistas. Que los signos tienen una

estructura simétrica sobre un eje vertical. Y afirma que lo que sí sabemos es que se

transmitían de generación a generación, y que tras ellos existe un mun mundo de ideas y

un fondo simbólico muy difundido en el espacio y con una larga perduración temporal.

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Actualmente, gracias al enfoque de las teorías chamánicas, los motivos

abstractos pasan a ser parte importante de la teoría general interpretativa. Siendo tales

motivos, en muchas ocasiones, producto de visiones fosfénicas o de estados alterados.

Podemos concluir que al igual que ahora pensamos que las pinturas naturalistas

son algo más que obras de arte, parece que estos motivos geométricos podrían ser algo

más que motivos decorativos.

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II

2.1 LA ESCRITURA DE LAS PRIMERAS CIVILIZACIONES

El estudio de los restos fósiles de nuestros antepasados paleolíticos demuestra

que ya están en ellos nuestras capacidades intelectivas y lingüísticas. Dado que

paralelamente también conocemos mejor los eslabones culturales que van desde del

paleolítico al neolítico, es también una tarea fundamental complementaria buscar

semejanzas culturales entre el paleolítico y las primeras civilizaciones, como por

ejemplo Mesopotamia.

La escritura aparece en el nivel IV de la antigua ciudad sumeria de Uruk. Entre

el 3.500 y el 3.200 a.C. aparecen los primeros pictogramas, aunque habrá que esperar

algunos siglos para ver la escritura mas evolucionada, ya como escritura cuneiforme.

Anteriores a Uruk son los “token”, fichas con formas geométricas, que mas tarde

irán dentro de unas esferas de arcilla huecas (“bullae”) que llevan grabadas

exteriormente el tipo y número de fichas que hay dentro, certificando pues el contenido

interior. Los “token” mas antiguos tienen una datación de hace 10.500 años.

La primera escritura, llamada cuneiforme por su forma de hacer las incisiones,

fue creada por los sumerios para expresar su lengua, y usada también por grupos con

lenguas diferentes, que por tanto, a los mismos símbolos cuneiformes, dan diferentes

significado. Un mismo símbolo, pasará a tener significados distintos, según los usen,

sumerios, acadios, elamitas, hurritas, hititas, ugaríticos, cananeos.

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Si ya, en una zona del creciente fértil, existían tantas lenguas, es evidente que en

la Europa paleolítica debieron coexistir cientos de idiomas. Esto podría explicar porqué

irrumpen y desaparecen manifestaciones artísticas en cuevas desperdigadas, que de

haber sido sólo artísticas, hubieran sido asimiladas por grupos culturales siguientes,

pero que al tener otros significados, que ahora mismo escapan a nuestra comprensión,

fueron por ello también incomprendidas para los recién llegados.

Las pinturas rupestres representaron la escritura del paleolítico, pero al igual que

la escritura cuneiforme, sirvieron para la expresión de multitud de ideas distintas. Cada

grupo, al pintar un animal, ponía en él ideas particulares. Estas, pudieron,

afortunadamente en pequeños casos, ser transmitidas culturalmente durante siglos, pero

otras vieron interrumpida su transmisión, y los grupos que ocupan la cueva

posteriormente, no las pudieron comprender. No pudieron comprenderlo grupos

coetáneos posteriores, ni ahora nosotros mismos.

2.2 LA BIBLIOTECA EN MESOPOTAMIA

Uno de los rasgos mas llamativos de la recuperada civilización mesopotámica,

es la existencia de bibliotecas. En ellas se guardaban miles de tabletas de arcilla. Se han

recuperado más de 200.000 tablillas, un 10% del total que llegó a escribirse. Existieron

la biblioteca personal del rey, la de palacio, la del templo, y también la de particulares.

En su conjunto tratan sobre gran cantidad de temas: contabilidad de palacio, correo real,

transacciones, presagios, encantamientos, plegarias, textos populares. Aunque reducidas

en número destacan las concernientes a los textos fundamentales de la época (Poema de

la Creación, Poema de Gilgamesh, etc.), cuestiones matemáticas, astronómicas, códigos

legales, etc. Muy numerosas son las tablillas que hacían los escolares en su aprendizaje

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en las escuelas, y las correspondientes a silabarios: listas de palabras en sumerio y

acadio destinadas a formar las siguientes generaciones de escribas.

2.3 LA BIBLIOTECA PALEOLÍTICA

Considerar un panel rupestre como una biblioteca.

Al igual que hemos hallado tablillas mesopotámicas hechas por escolares,

encontramos constatadas y confirmadas manos negativas infantiles en algunos paneles,

que entre otras explicaciones, podrían suponer la iniciación de los más jóvenes en su

formación de artistas, pasando posteriormente a una fase de simbolismo artístico (ese

sobre el que tanto nos gusta especular desde hace siglo y medio).

Al igual que la datación de pinturas individuales empieza a separar

temporalmente lo que aparece ante nosotros como un conjunto (véase las sensibles

diferencias en las dataciones de bisontes de Altamira), lo cual es más evidente cuando

coinciden muestras paleolíticas y esquemáticas en una misma cueva como El Castillo;

en una biblioteca mesopotámica también hallamos tablillas de diferentes épocas

cronológicas, un gran número, copias de originales un milenio anteriores.

El panel como una biblioteca permite añadir hipótesis de interpretación de las

pinturas superpuestas: como modificación del relato primigenio por propia evolución

cultural del clan cuando se borra un animal y es pintado otro diferente (la versión final

del Poema de Gilgamesh en doce capítulos se realiza hacia el 1.200 a.C., dejando fuera

tres capítulos según copias de la obra más antiguas); como copia actualizada que

revitalizaría el simbolismo anterior, por tanto vigente; como producto de un cambio de

clan en la cueva, y por tanto nuevo simbolismo artístico.

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2.4 EL TECHO POLÍCROMO DE ALTAMIRA

Es indudable que el hombre del paleolítico debió fijar su atención en el cielo

diurno del Sol y a veces la Luna, y en el cielo nocturno de estrellas y a veces la Luna.

Por ello, al igual que como filósofo me han llamado la atención los signos abstractos,

como investigador de las antiguas astronomías me llaman igualmente la atención los

motivos naturalistas y abstractos pintados en los techos de las cuevas. Y cómo no, entre

estos destaca con luz propia, la Sala de los polícromos de Altamira.

En estos momentos el chamanismo representa uno de los esfuerzos culturales

mas consistentes para interpretar el arte paleolítico. Los continuos avances en el estudio

de sociedades primitivas siguen ofreciendo mas elementos de comprensión. Aunque

más que conocer mejor las actuales tribus primitivas, podemos afirmar que en relación a

finales del XIX, ahora, a comienzos del XXI, tenemos menos prejuicios a la hora de

evaluar objetivamente sus formas culturales. Aunque a veces despiadadamente salvajes,

son poseedores de un rico acervo cultural. El propio Lewis-Williams en su obra “La

mente en la caverna” concede un espacio relevante a la tribu de los San, del sur de

África.

De todos los aborígenes actuales, los australianos posiblemente ofrecen la mejor

conexión con sus antecesores. Ubicados en el norte y centro desértico australiano,

desconocen la agricultura, viven por tanto de la recolección, la caza y la pesca, y no

construyen casas ni chozas, habiendo habitado antiguamente en cuevas. Entre sus

objetos sagrados destacan las churingas, piedras planas, obloides, con multitud de

motivos geométricos grabados. Estas piezas contienen en sus muescas, en sus líneas y

dibujos geométricos, las antiguas crónicas del pasado. Es más, en sus pinturas en las

paredes de las cuevas, se pueden leer a través de las imágenes, sus orígenes como grupo,

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sus hazañas, el relato cosmogónico de su particular visión de la creación. Al principio

sólo eran los héroes, que al caminar por la Tierra, crearon los ríos y los mares, que se

poblaron de animales, y mas tarde llegaron los hombres.

A través de esta descripción de la cultura de los aborígenes australianos,

podríamos formular una explicación del porqué en las cuevas paleolíticas hay tan pocas

imágenes del hombre. Aunque en este punto conviene recordar la crítica de Leroi-

Gourhan quien llamó a este tipo de análisis comparativos “hacer el australiano”).

Hemos visto que en las paredes de las cuevas aborígenes australianas se describe

la creación en la que primero fueron los animales y luego los hombres. Aquí yo podría

especular que el techo de la Sala de los Polícromos de Altamira, y tantos otros paneles

con animales exclusivamente, son las primeras obras cosmogónicas de la humanidad, en

donde se narra el origen del mundo, basado éste en que en el principio de los tiempos

existían los animales y todavía no los hombres. Qué tremenda y precisa descripción,

pues en ese momento tan remoto de la historia, el discurso cosmológico de los clanes

paleolíticos no contempla la presencia de dioses y de mares primordiales. Podría incluso

justificar las diferencias cronológicas entre animales de un mismo panel, diciendo que

clan tras clan, realizaron su adhesión a la memoria del clan, reafirmándolo al incorporar

una pintura similar a las ya presentes. Podría especular que esos antropomorfos que se

pintan en las cuevas paleolíticas, son la evolución del hombre desde su origen, un

estado intermedio entre los animales y los hombres, es decir, como en los aborígenes

australianos, los primeros héroes, o, los primeros chamanes, posteriores a los animales

en las cuevas paleolíticas, pero igualmente los primeros humanos en cruzar el umbral de

los dos mundos.

El panel rupestre contiene pues información que relaciona al grupo con sus

propios orígenes como clan, y contiene incluso una narración del propio origen de la

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humanidad. El conjunto de animales se convierte pues en el propio relato histórico del

grupo. Al recuperar el arte del paleolítico, hemos también recuperado, aunque sin

comprenderla, su cultura, su Historia.

* * * * * * * * * * * *

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