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    11 j ' 1 f .!i fiUl t Im? ~A traves de que mediaciones hemos convertido a losJo t llftlt'fHO,s en archivesy a los archivosen territorio de la veracidad?L l n " llrnenrede nuestra experiencia del presente; de c6mo reconocemos1 1 1 4 stras rakes y de c6mo delimitamos nuestros horizontes. Por eso,t amb i c n nuestras lecturas dependen de nuestra escritura, de cuanto16nfiamos y cuanro dudamos de elias, de si la us amos comoinstrumento "paleografico" en un extremo, 0 como aparato de dudas.Pur cso, ~ntre otras cosas, voya comenzar proponiendo en este trabajouna particular lectura de la historia de nuestro siglo XIX; la lecturade su invenci6n, a rraves de aquellos textos que se siguen asumiendo.~omo los que constituyeron al sujeto nacional modemo. Y voy arntentar rnostrar ellugar, cuando menos parad6jico por venir de dondeviene, que la ficcionalidad ocupa en el trabajo del fundador de lahistoriografia rnoderna boliviana: Gabriel Rene Moreno.2. No quisiera comenzar describiendo, como quien nada hace, laevidenre presencia de la naciori y de 10 nacional en Juan de fa Rosa

    (AGUIRRE, 1885)2 como condiciones de existencia de esa novela delsiglo XIX, sino explicar su proceso de coristruccio n textual.Previar:nente, sin emba~g.o, es precise sefialar muy brevernenre queesta pnmera novela boliviana narra, como su subtfrulo 1 0 sugiere, lasrnernorias del ultimo soldado de Laindependencia desde la perspectivadel guerrillero ya retirado que recuerda algunos acontecimientosvividos en su nifiez. Seria una acto de banalidad leer Juan de fa R os acomo un monumento discursivo 0 como un museo de la nacionliberal; esta obra sigue actuando en el presente y su lectura deberarespetar su especiticidad y diferencia historicas pero, almismo tiempo,~,Esta, la pri,~~ra novela~ b?,li; ;iana, est~ba"plani fi cada en cuatro partes:Cochabamba, Los portenos, Hayopaya y Los colombianos". En 1885, endos ~or~atos -folle tin y libro- se publica la primera parte: "Cochabamba",consrgnandose como autor a Juan de la Rosa y no a Nataniel Aguirre. E 1 nombredel autor y el tftulo de la novela recien sef i jaron en 1909, en la edicion postumade Pads de las obras lirerarias de Nataniel Aguirre.

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    abl l r 1- t :! l su sullda.ridad can los debates y procesos ineonclusos de lah1il l>cl II i l1ld conternporanea. Porque las obras eulturales son aetos!!'-Ibl I .ur 'onsecuencias sociales.L ft.l,l'l(W es, usualmente, una operacion ideologies que va siendo&un erulda con herramientas historicas. Las herramientas son lasi!~I;;Jon so iales doeumentables. Pero la operacion, el uso de esashI:-t-i l l n c S, es la proyeccion de los conflictos, de las contradicciones,tl~ l mposibilidades y los deseos de esa herramienta en su trabajopnr t (1ft iruir una totalidad nacio~al ~ipotetica. E.n otras palabras, la'Jchlngf l S cl trabajo de autoc?nSt1t.uCl?~ de l~s sUJ~tos, esa estru~turad r pI s .nraciones que permne al individuo m~agmar sus rel~Clo~esgn u lidcdes transpersonales como la so ciedad y la historia.NmoU'os, Ius sujetos, necesitamos un proyecto de sociedad con cuyal"t1tl U'U 'i6n nos identifiquemos y cuya identidad nos constituya.1 1 . [ nrador acercarse aJuan de la Rosa asumiendo el bagaje teoricoi' Inrodo logico de la teoda de la ideologia entendida como~ pre. IIIn ion -falsa 0 politizada- 0 como alegoria. Se podria, parar ia l I Pdav f a mas argumentos a B. Anderson, mostrar como un heroe~Ql r rio sirve de mediacion entre el mundo novelesco y e l, digamos,rnun In "rcal'". Podria f:icilmente demostrarse como Juan de la RosaIf'lJl senta y reproduce un particular proyecto de nacion con todas1 ; 1 1 l utll zas del caso.S in embargo, creo que es mas interesante demostrar que Juan de1 .1 R(JJd constituye un imaginario nacional y no es construido portilt", Obviarnente, no en el sentido de que la memoria social y personalIi i!l un t xto, una fabricacion: sino en ese otro sentido teo r ica ymet lologicamente mas complejo, de que nuestro acceso all!Ikl1fl .j rite 0 a la historia es inevitablernente indirecto, que ambosux i~ ten como una causa ausente cuya realidad pasa por su previab x ualizacion, por su conversion en 10 unico que nos comunica: eldi~ Uf1' lO . Lacan plantea que 1 0 real es aquello que resiste~ ~ tlrrl~llr~11,do la primera novela mexicana, El periquillo sarnienta, B. Andersondi1'tlll, "Afpd otra vez vemos a la imaginacion naciorial trabajando en elnil, jJllit:fllo d ," un heroe solitario a cravesde un paisaje sociologico con una fijaci6nJl!" ru~inf1i1 i ll mundo interior de la nove la con el mundo exte rno" (ANDERSON,iWI '\0),

    Otros seran los que gocen de los fcutos...is.,]lif.tfllem en ser simbolizado; si la memoria y la historia son!II lin. en tonces nuestra relacion con ellas es inevitablemente!I k'tit. mediada por el imaginario que cotidianamente

    J"sHllnrlOS.I r~ .Lluir aiin mas esra pregunta es necesario construir cuando

    i IIUIl tres posibilidades:~lllc a traves de una operaciori (conrtextual, Juan de fa Rosa

    (qH1 rrna la concepcion de la historia como documento en historiaI m ideologfa:II lC a traves de una operacion textual, transforma la historia

    btHllO ideologia en his tori a como narracion:- que a traves de una operacion pragrnatica ( JOFRE y BLANCO,

    1fJ90), transforma la narracion en ideologia.II:! primer cuestionamiento a la veracidad de la historia como

    1 0 umento publico se realiza demostrando que las afirmaciones delhi toriador espafiol Torrente Ballester son rebatidas por el cronistaochabambino Eufronio Vis c arra. Lo fundamental de esta primeraopcraciori, sin embargo, no radica en la sustitucion de una "rnentira"pOl' una "verdad": se trata, en un gesto autoral radicalrnenre novedosopara la epo ca, de afirmar el caracter ideologico de la historia, ladeterminacion que la perspectiva polfrica impone sobre el documento..omplementariamente, a traves del propio relato, tarnbien se cancelala posibilidad de trabajar la historia como documento privado, esdecir, como testimonio. La novela simplemente cambia la perspectivadel narrador pasando de Juan (casado en familia nuclear) a juanito(huerfano mestizo y bastardo de familia mayorazgal) usando ambasrelaciones de parentesco como metonimias de situaciones nacionales,es decir, demostrando las transformaciones de las relaciones dedependencia y de las relaciones sociales con el paso de la monarquiaala nacion republicana",

    5i cuestionar el esencialismo del do curnento constiruye unacondie ion necesaria para abrir la obra de la duda, la condicionsuficiente se realiza a traves de la carta inicial que presenta el trabajohistorico como trabajo ideologico por medio de la figura prologal4 Remito a Alba PAZ SOLDAN (1986).

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    4 I J i l l n t m l Mill UI 1 1 1 1 1 ' 1 ' 11.1 r I~tt ~l l'i : ~omienza la novela con el discurso didacti~o de Juan. till 1~1lIII sobre el incumplimiento del proyecto naciorial quel;~ d~, H.Wl nr e S(; habda iniciado en 1825 pero que a la fecha de sud ~ri\l 1 t H ! 4 ~ se encuen tra frustrado.I (~l ima re l acio n existente entre po l itica y f iccio n en la!'HIMI ru ~" l o a de las naciones larincamericanas se demuestra a traves

    rt r In l1 1 C l Iodrfa llamarse e~recurso ~ ~aalegoria ,en a~uell .a nar,rati :alilHfiu"m d . ana que trabaja la relacion entre historia e irnagmanol\]rur,ll. L o s 'jemplos chisieos -que se encuentran en la list a citada"-~hhId [0 ia s de amantes 0 familias que representan regiones 0 clases!n t:onDi to social, politico 0econ6mico, eonflicto que en el desarrollotllUT,lll vo se resuelve simbolicamente (LEVI-STRAUSS, 1968). E n esteII'b!lO, ~L1'0, sc esta trabajando a partir de una politica del erotisrno yln ~luna polftica del parentesco que han hecho posible, ~elacionar yf ! lDlv r l lanteamientos opuestos; la alegorfa ha perrnitido otorgartlil;i rerorica eonsistente a aquellos proyectos hegem6nieos quel::UI'i\,luisl'an al sujeto antagonico por raz6n y pasion antes que poruer i6n. La legitimidad de la naci6n emergente, por ello, estaba

    III n d l l onstruida tanto por una ficcion historica que alegorizaba losi t), LoS naeionales, como por una historia ficticia que alegorizaballl!i til! es de esos proyectos.t) sde que el imperio espafiol intento reprirnir la imaginaei6ncolunil l l prohibiendo la importacion y la publicaci6n de noveIas enA 1 'i 1~ d , Latina'' y, por consiguiente, hizo de los vados discursivoslnevimbles puntos de partida, "los espacios vados fueron parte de la11;lt\J131-z:l demogrifica y discursiva americana. E 1 continente paredai[wit~LI' inscripciones" (SOMMER, 1991:11). La alegorfa, por'Ji-l~ Joaquin Fernandez de Lizardi: El per iqu i l lo sarnienio (,Me~ico, 1830);fA t rm djs ' 6mez de Avellaneda: Sa b (Cuba, 1841); Bar tolome Mitre: Soledad(Atg ntina, 1847); Jose Marrnol: Amalia (Argentina, 1851); Jose de Alencar : 0lw,il'fwl (Brasil, 1857); Alberto Blest Gana: Martin Rivas (Chile, 1862); Jorgeh , l l . l I x : l i : Marin (Colombia, 1867); Manuel Jesus Galvan: Enriquil io , (Republica('Il.llnl nle~n!l, 1882); Cirilo Villaverde: Cec il i a Va ldi s (Cuba,1882); Juan de Leon. 1 'fil Clilltflnd,t (Ecuador, 1887), Ignacio Altamirano: E! Zarco (Mexico, 1888);I!Hlfl LLl1fll1a de San Martin: Tabare (Uruguay, 1888); Clorinda Matta deTurner:h _j nn Il ldo (Peru, 1889); Enrique Lopez Albujar : Matalacbe (Peru, 1928),It multl G;tllcgos: Dona Ba rb a ra (Venezuela, 1929).L 1"'LtH~8 apllfioles de 1532, 1543 Y1571.

    . .Otros seran los que gocen de los hums . ..

    '-Ul1ljlguiente, se constituy6 en la herramienta por exeelencia; esta ser II I te a un determinado modo de lectura que sebasa en la aceptacion1 1 llos niveles de codificacion que se plante an como un sistema de!d"t-l6n entre historia y ficcion. La narrativa del siglo XIX pudo, asi,uFr er modelos de nacion y narracion desde la ficcion de resultadosuL-i,lles.

    Juan de fa Rosa esta presentada como un diario. Ahora bien, lah.., rlna diario, par ser una particular version del testimonio, se apoyaen su propia "naturaleza" verosimil que constituye a la historiaJ 1sonal en historia epica de una naci6n -la memoria popular de unaglJ rra epica- y a la polltica personal en polftica epica de un pueblo -b memoria popular de un proyecto utopico-. Al restaurar, asf, lacalidad del testimonio personal como representaci6n de la memoriapopular, esta haciendo de ese diario la escritura de la historia delsujeto nacional-popular como agente de la independencia. Claro esta,no se trata de que el testimonio sea absolutamente cierto; sino, en unrcgisrro diferente, de que el testimonio, como cualquier otro productodel imaginario representacional, apunta mas a ser ejemplar que adescribir. "Su deseo es desmontar una historia hegemoniea, a la vezque desea eonstruir otra historia que llegue a ser hegem6nica"(ACHUGAR,1992: 50). De aqui, entonces, que pueda afirmarse queJuan de fa Rosa esta "escribiendo" historia desde la l iteratura.

    La historia como narraci6n es posible mediante la fusion de laforma diario con la memoria popular, ambas integran la hisroria epicay la politica ut6pica en una novela, La subjetivizaei6n de la historia yla ideologia no solo las convierte en verosimiles, sino que construyenun lector identificado con la "epopeya" de la independencia.Complementariamente, la narraci6n como ideologia se desarrollatransformando un diario privado en alegato publico a traves de supublicaci6n como novela; "de hecho, ningun discurso es 0 puede sercoincidente con 1 0 real; [... ] la narraci6n testimonial tambien sedesarrollaen un registro imaginario" ( BEVER LY , 1992: 15).

    Puede concluirse este bosquejo analltico afirmando que Juan defa Rosa constituye e l imaginario nacionall iberal porque:

    establece un horizonte de represen taci6n: la naci6nculturalmente criolla y socialmente mestiza que preserva la existencia

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    f -u ll l rm o M aria a Iru rr iJ " I dubl E stado de la Republica de Indios y la Republica criolla;

    onsrituye un sujeto nacional: el soldado de la independenciaIIltl un lndor de la nacion y como metonirnia social del lugarpnvl lcg iado del rnestizaje;- r S ie lve simbo licamen re las contradicciones historicas e

    ld " 0 1 0 8 1 as de la Iundacion nacional no integrando a los indios ym fit niendo la 16gica de las "dos republicas".L. nnrraciva boliviana del siglo XIX -justarnente representada por

    1 ;\ sol " d u d narrat iva de Juan de laRosa- ha establecido las condiciones~I v i. i[,lidad de nuestros discursos nacionales contemporaneos, Losh ll t'.lCpliado y ha extendido su poder al hacer legibles los instrumentos, su operaciones textuales que, de otra manera, sedan solo alegoria.!H1 narrativa ha heche de la tradiciori literaria un recurso vital paraI~ .upervivencia de nuestra alteridad discursiva conectando esa1i ,H t 'i I I In !' polft ica representacional con distintas ericas coiectivas yt i l ; ' sta manera el pasado ha devenido una provocacion antes queUh.t trampa. Porque aunque el limite de la alteridad de esta "otra"1 tr tIll' cuestiona la norma escrita de las constituciones estaLHklbl ido por su propio caracter de tentativa letrada dernocratica,no d ~[a de ser significat ivo que el esfuerzo de democratizar la escrituraplOV uga del terri to r io del imaginario y no de los espacios juridicosd 1 podcr, Al fin y al cabo, ~acaso la modernidad nacional no fue unttQba)o Inrelectual antes que una experiencia social?

    . En el otto extremo de Juan dela Rosapodrfarnos situar a GabrielR fl~ Moreno; no a un narrador de ficciones testimoniales sino a unh~Ltlritldol' acadernico. Mas aun, al fundador de la historiografia"'fll vlaua rnoderna que no Osperrnirio afirmar que la cultura del poders 1 ultura de la costumbre, horizonte de 1 0 posible y l f rni te deld sec, P 1"0 construir una costumbre no es tarea facil porque equivale

    a, conseru i r una cultura nacional. Y en Bolivia, si en algo hemosf r, c il ~ a{ !o - a l margen del j uicio de valor que ese fracaso nos rnerezca-PN! la construccion de esa cultura nacionaI, en la construccion deuna idcll lid",d hornogenea, de una referencia estable donde los senridosUlliJ:Hlt .n u territories y cuenten con un juez que dirirna las diferencias.

    " 1 . . . 1 1 t mprano como 1860, Gabriel Rene Moreno planteaba que:H

    Otros seran los que gocen de los frutos.. .. '"Defa cienciay elarte esen definitiva elimperio del mundo.Ellossolostienen por derechodivino elprivilegio de realizarobras y erigir monumentos de tal magnificencia y solidez[ . . J hasta la consumacion de lossiglos.De manera que diadejubilo para la humanidad es cuando en fa vida de unpueblo las letras, legitimamente engendradas por lascostumbres,pasiones y creenciassociales,leuantan bien altosu estandarte glorioso, y por entre la muchedumbredeslumbrada y atdnita, sepasean como conquistadoras"(MORENO, 1955-6:9)1.

    El horizonte de 10 posible, que es tambien el espacio de visibilidadque nos otorga la cultura, deterrnina cual es nuestro pan de cada dia.Colectiviza rurinas de so c ializacion, espacios de co existencia,expectativas de futuro, aceptacion de las desigualdades; el horizontede 1 0 posible es el territorio del sentido cormin. El modelo nacionalde la cultura solo admire la redistribucion de los productos. Pero ladesigualdad en la apropiacion de la cultura no puede subsanarselacon esa logica econornica de la distribucio n equirativa de susproductos ni con la l6gica polf t ica de la igualdad de opor.tuni~ad~sen el proceso de produccion de esos productos. Con acceso igualitarioa los instrumentos de lectura, podra redistribuirse la mirada sabrelas obras pero no la comprension de sus sentidos. Sin posibilidadequitativa de producci6n de sentidos, estos perrnaneceran comoidentidades ajenas en el rostro plural de la naci6n.

    Para Moreno, la naci6n solo podia ser resultado de la cultura, esdecir, resultado de la democracia de los sentidos; no de la democraciade los derechos propierarios ni de la dernocracia de los derechoselectorales; tampoco, obviamente, del extraiio desarrollismo queimpregna escondidamente nuestros gestoseconomicos y nuestros7 "Asunto muy importante es el averiguar si una naci6n cuenta en su sena con lose lemen tos necesario s para a lcanza r a lgun dfa a la glori a envidiable de las let ras[ . . . J Medio siglo ya de descarrfos; y, sin embargo, prescindiendo. de casaspar ticulates y examinando en conjumo elaspecto moral de las casas, es indudableque no s 6 1 0 andamos sino que subimos" (MORENO,1955-6:10).

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    - u l le rr nc M ,! ri aca I tu rr i

    ( f E t aduenimiento de esta era en que nuestra palabra por sumrvio y gentileza sea un suftagio poderoso en elgran debatede L a civilizacion, no es ni con mucho una fundadae.r jHJranza , sino una conu icc ion profunda en laspersonas queSf ! fijan menos en nuestras sediciones y batallas, pero siguencon atencion el afdn y movimiento intelectual de estospttr,blos" (MORENO, 1955-6:12).

    La ultura dernocratica radical no es solo, entonees, un escenariod IU(;lI'ra s i rnbd l ica donde los senridos disputan territories, sinotiimbien linscenario de mediacion y t raduccion donde los sentidosdla lQga l1 sus direrencias. La democratizaeion cultural es la practica'lilt: oncibe la cultura como crisis del sentido iinico, como pracricadel imperio de los sentidos. Se trata, entorices, de vivir la pluralidadde idenddades como crisis y desafio perrnanentes para preservar ladivel'sidad, no como distorsion, no como defeeto, no como carencia.D~ :l.qlit su riqueza, de aq U I su disponibilidad para la invencion dereulld des. Ai fin y al cabo, si no nos inventamos eada dia eorremosel d C i l s g o de acostumbrarnos a 10 que somos.

    ' (L a n a cu rn hispanoamericana ensaya actualmente susfu.erzas intelectuales, para cuando llegue la ocasion oportunaen que, apoderdndose con singular arrogancia de la hermosaltmg-ua... levante can ella la gran cupula del suntuoso edificiode Itt perfeccionamienio social" (MORENO, 1955-6:13).

    - laro, en Gabriel Rene Moreno hay todavia mucho de jergafom.intica del XIX y tarnbien demasiada ingenuidad ilustrada. Suraclsrno permea incluso sus gestos dernocraticos mas modernos.Dif!dlmente podrfa afirmarse 10 contrario, adernas si tenemos encueaea que la actividad intelectua] en nuestro pals, supuestamente"hil'! faci6n de 16gicasculturales y de marcas 0 trazos en los cuales seY~t~M;l elirnaginario social , apenas si esla cronica de una impotencia.l . ahr l c] Rene Moreno primero, y en nuestra inicial mitad de siglo

    Otros seran los que gocen de los frutos . ..J ! . J d e A rgned as . Carlos Montenegro y Carlos Medinaceli, losIJroltJg"(Js de la construccion, fueron el testimonio vivo de que lafill i"n omo comunidad imaginada estaba muy lejos de ser la nacionI=IJmflcomunidad cotidiana.

    , En el actual territorio boliviano se inicia la guerra deil1depel1dencia contra Espana en 1809 que se mantiene durante 16~fi.ns con gran predominio de la forma guerrillera que inclusive dioorigc n a la for maci o n de 10 que se co no cio como las seis"republiquetas'". Se sabe muy poco de esta tan particular forma de1ucha y, al margen de una autobiografia del coman dante Padilla de larepubliquera que ocupaba el territorio entre los rios Grande yPllcomayo, solo la guerrilla de Ayopaya tuvo su cronista a traves deldiario de un guerril lero casi i letrado: Diario hist6rico de todos los sucesosocurridos en lasprovincias de Sicasica y Ayopaya durante laguerra de lain.dependencia americana desde el aiio 1814 hasta el aiio 1825. Escritopm' un comandante delpartido deMohosa, ciudadano Jose Santos Vttrgas9

    El Tambor Mayor Vargas fue un mestizo, h uerfan o muytcrnpranamente de padre y madre, con pocos afios de educacionformal y que a los dieciocho afios inicio 8U vida de guerril lero.Terrninada la guerrilla, sin embargo, se dedica a las faenas agrfcolaspOl ' 1 0 que pasa a convertirse juridicamente en indio or ig inar io : "

    El cornandante Vargas se autocalifica de "fervoroso boliviano",cornpartiendo con la novela Juan de la Rosa y con la obra de GabrielRene Moreno la necesidad de la construcciori nacional: "Habian sidolas montoneras de estos valles los prirneros hombres de la nacionboliviana que buscamos nuestra libertad". La novel a concentra en elsoldado de la independencia a1 fundador de la nacio n como

    B Las "republiquetas" eran territorios con alto grado de autonomfa militar yecon6mica desde donde los "patriotas" dirigfan las operaciones guerrilleras.9 "El Diario esunico en eI sent ido de que no hay otro equivalente ni en Amer icaLat ina ni en Europa , nien ninguna guer ra de ~ndependenc ia ~e ning~n pal s",entrevista a Gunnar Mendoza, Director de fa Biblioteca y Archive Nacional deBolivia, en Rau l PAREDES (1990).10 Jose Santos Vargas queda empadronado como originario con tierras del Esradoen el registro del canton Mohosa en 1832, a sus 36 afios,

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    . .Otros seran los que gocen de los Irutos.,; u ll lt '! ! T I oM a r ia c a I t u rr i

    met nirnia social de11ugar privilegiado del mestizaje y resuelveIi[rnh6 l i amen te las con tradicciones historicas e ideologicas de lallnd tl 1 6 1 1nacional no integrando a los indios y manteniendo la logicad lIS "dos republicas", Gabriel Rene Moreno, al margen de su.e nc . ido racismo, sostiene la necesidad imperiosa de lamnrlcmizacion excluyendo de esra a todos los pobladores que noIUW o n parte de la i lustracion requerida. Y el Tambor Mayor VargasHu b \J1'l1e a los indios dentro de una misma unidad con todo el restodel j ircito guerrillero planteando la determinacion de la independenciarnll ita r y pollt ica por sobre la l6gica de las identidades culturales:

    I I J f ' ~ 1 1 l l nma rse muy provisionalmente "creencias populares", SinIHLhli g ,Y a pesar de que una lectura del Diario desde una perspective~ ,kl'fllTIente historiografica podria recuperar elementos para elaborarlI1it Iiiuoria del imaginario popular republicano, su enfasis como.Ii [e de carnpafia evidencia la obsesion con la imagen de una naciori[fwd I'I a que no alcanza a incluir al indio. Dicho desde otro angulo,Iii ~nuegia de adaptacion en resistencia de los indios habrfa logrado,f1 tH 1 0 menos en el siglo XIX y hasta 1952, su exclusion de las polfricas.1 - modernizaci6n. El Diario transparentemente muestra la1111l1logcneizacion de una poblacion que hasta muy entrado el siglo:.X ccnservaba rasgos de una identidad cultural ajena al rostro mestizoque d. discurso hegemonico ensalzaba:si fapasdbamos con el General Lanza loscompaiieros mds

    .peles y mds adictos al sistema de fa libertad de fa Patria(que eramos pocos) en una eritiea lastimosa, y mds cuandodesconfiaba el general en los demds compaiieros y mucbomds en la indiada" (VARGAS, 1982:349).

    ' :Algunos {indios} decian que por su reyy senor marian y nopor alzados ni por fa Patria, ni que es tal Patria, ni quefigura tiene laPatria, ni nadie eonoee ni sesabe si eshombreo mujer, lo que el reyes conocido, su gobierno bien entablado,sus feyes respetadas y observadas puntualmente" (VARGAS,1982:118).L a presencia india en el Diario se mantiene dentro de una logicaInili c a r estrategica: se trata de utilizar recursos humanos y logisticas

    d acuerdo a los intereses de la guerra, no de acuerdo a los interesesde la ideologfa. E1 autor del Diario esta plenarnente consciente dequ los indios no tienen compromiso definitive con ninguno de loshandos y que la relacion entre patriotas, realistas e indios depende de1 ~. rtas de los primeros y las necesidades de los segundos.

    Un ejernplo notable en el Diario de 1a incertidumbre nacionalr spccto a los indios puede encontrarse en la transcripci6n delplumeamiento que uno de elIos hace a sus dos cornpafieros:

    Juan de fa Rosa, adem asde su intertextualidad expresamente historica(las obras de los histori adores Torrente Ballester y Eufronio Viscarra),se estructura ficcionalmente con base en el Diario. Los narradores dela novela y el testimonio son excombatientes de la guerra de laindependencia, ambos sededican a las faenas agricolas despues de 1825,ambos pretenden que una insritucion publica imprima los textospresentados como diarios, ambos son huerfanos sometidos a una tuteladespotica que escapan de sus hogares en fechas sirnilares, ambos sontambores, ambos intercalan proclamas y bandos en el texto, un familiarreligioso induce a ambos narradores a plegarse a la lucha por laindeperidencia, ambos utilizan terrninos iguales y poco usuales en esaepoca -"pais" por ciudad 0 poblado-. Lo mas significativo, sin embargo,no se encuentra en las demasiadas similitudes entre dichos textos!", ni

    ''Aeaso no quedan patriotas que nos persigan hastaarruynarnos enteramente con nuestras vidas e intereses? Yetreysus medallas y demds tltulos que nos ofreeen ~nos hardnresucitar? [...] Yo me retiro en este acto" (VARGAS, 1982:262).

    EJ iaria ofrece, como el ejernplo de la cita 1 0 demuestra, unanorme riqueza para e 1 analisis del uso de Fuentes orales y de las que IIRaul, Paredes demuestra en su trabajo que Naraniel Aguirre conoci6 elDiario yque evidenrernenre se bas6 en el por las similitudes estructurales sefialadas.

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    r fullir'! II1U Mariaca Iturrisrqut rt n la intencion ideologica y didactica que Juan de la Rosa y ell .unl lOf Mayor Vargas plantean explfcitarnente en la presentacion desu ob 1':1Sl2, sino en el caracter narrativo que ambos privilegian paraJ 1 j w ~ S i l l t u ' la Nadon. Porque, si bien "e l pensamiento liberal solo puedeid ntificar las culturas nativas can la degeneracion y decadenciabulon ialcs" (PAZSOLDAN,1986: 118), la narracion de la historia nacionalr p\J,hli all confiesa tarnbien su impotencia para incluir al indio quese 1("eapa como agua entre los dedos.

    { u b"as nada expresa de manera tan evidente la alteridad indigena>till II '1 ergencia republicana como una obra anonirna de 183013.1 uror, que se denomina a sf mismo un aldeano que "vive en un~tiI canton aislado" y que acusa al "comercio libre extranjero" deh a b l' ortado los brazos productivos a la Republica en suextruordinario analisis de la situacion econornica boliviana despuesd II guerra de la independencia, no puede sino reconocer la necesidadde 1 .1 vigencia continua del sistema colonial de las dos republicasnunque 1 0 haga desde una perspectiva civilizatoria:

    "Nadie ignora que Bolivia acaba de salir de un estado debarbarie. Sus ideas, sus actitudes, sus maneras y estilos, todoes saLvaje [ ..l Es por esto que la Nacion en general debellamarse b arb ara y los sabios deben considerarla en lainlcmcia de su carrera polltica" (ANONlMO, 1994:80)."Es el indigena tan entusiasta en la conseruacion de suscostumbres, tradiciones, ri tos y ceremonias que es casiimposible allanarlo a obseruar esta prdctica [el cum-plirnienro de las leyes] y bacerle marchar por otra vereda.No digopor estoque esta casta debepermanecer eternamenteen su estado de barbaric [ ..J Lo que digo es que como laregeneracion y civilizacion de un pueblo no es obra

    P "I'uedo y a pedir a la juventud de mi querido pais que recoja alguna ensef ianzapruvechosa de la his~oria de mi pro pia vida" (AGUIRRE, XVIII); "Para serH; ! I1Hmmdo ala pos teridad, mucho mas para que sepa esta cuanta sangre, cuantost'sfu fWS, cuanto valor y heroi smo cuesta a la Pat ria su [ibe rtad, pa ra saberlall:fll,'l;hlI mejor, conservarla y respetarla" (VARGAS, 1982: 5).I ,[1, AN()NfMO (1994),

    . .Otros seran los que gocen de los frutos.. .

    de! momento, debe instruirsele y ciuilizdrsele con la lentitudque exigen las circunstancias [ ..J dcudl debe ser Laconductaque debe obseruarse con el indigena? Ello es cierto que estosciudadanos necesi tan en st de un codigo separado de leyes"(ANONlMO, 1994: 62 y 63).

    La narraci6n hist6rica del siglo XIX ha posibili tado que las poli ticast'Clloniales de exclusion del indio, manteniendo sus efectos sociales,; 11 luyan en el imaginario social a un sujeto ajeno a la Nacion. Porso, aunque la comunidad nacional imaginada razona sus exdusionespura poder seguir pensaridose como una unidad hornogenea, laomunidad nacional cotidiana no puede sino asumir su esquizofreniacomo raiz inevitable que ya anunciaba e l genocidio conternporaneo deque solo podremos ser modernos si dejamos de ser indios,

    En el siglo XIX, la polf tica estatal fue de marginamiento y exclusionde los indios porque decidio sacrificar el mercado interno para lasupervivencia del pais como proyecto de rnodernizacion (Cfr. PLATT,1982). Las exporraciones mineras, las importaciones generalizadas y,fundamentalmente, la privatizaci6n de la propiedad agraria y lacreaci6n de un mercado de tierras que fueron ocupadas por la manade obra familiar mestiza que habitaba en los pueblos y que se aduefi.6de los mecanismos de comercio e intercambio, gradualmente desrrozoe l pacto de reciprocidad entre indios colonizados y Estado colonial.Los derechos de las comunidades indigenas a la propiedad colectivade la tierra y al control vertical de un maximo de pisos ecol6gicos,vivieron durante el primer siglo de la Republica su impotencia militar,politica, juridica y social para constituirse como proyecto nacionalalternative. Porque el efecto perverso de su exclusion dentro de laconstruccion nacional durante el siglo XIX fue el marginamientopara decidir su propio destine en e l siglo XX, que no podia sino estaratrapado por las logicas de modernizaci6n que destrozaron los ultimosespacios de resistencia del imaginario cultural indfgena. Los indiospagaron su resistencia contra lanacion republicana del XIX con su propiaesterilizacion para reproducirse como cultura en el XX. Sin embargo,donde hubo fuego, brasas quedan.

    5. La construcci6n de la nacion es aquella tarea interminable de41

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    lildllC'l'lTIO Mariaca Iturrinu s tra modernidad que siempre nos ha puesto frente al reto de deBnlre 1l'!Iccgias imposibles. Comenzando con el complejo colonial que11 1 U' a la irnpotencia independentista, desde la polftica liberal de~!.riIII ion de importaciones de principios de siglo XX, pasando por.! capical isrno de Estado del nacionalismo del 52 y llegando al!1 oliberal ismo de la democracia restr ingida del 85, hemos respondido11mos fracasado, Desde los planteamientos de una educaci6n

    tit! .ional, pasando por la urbanizaci6n de las costurnbres y delI nguajc, y llegando a una cotidianeidad indignamente miserable peroMltlilfechamente globalizada, hemos intentado y hemos fracas ado.C!~U'o) no se ha tratado nunca de ignorar el desafio de lacontemporaneidad latinoamericana y occidental del siglo XX que[lOS demanda ser racionales y modernos; pera, quien sabe si feliz 0~lesgraciadamente, nosotros, los bolivianos sin naci6n, simplementeno hcmos podido ser nacionales y modernos, no hem os podido serhornogeneos, no hemos podido ser ciudadanos solamente. Hemosgu lido, hernos tratado, hasta nos hemos convencido de la necesidadyd' 1 0 1 importancia, pero no hemos podido.Si ,Iolvido es 1a unica muerte que mata de verdad, Ia memoria es1 .1 ondicion de la vida. Nosotros, los latinoamericanos no olvidarnos, 1 1 l J . istros muertos de ayer ni a los que hoy dia estan muriendo. No"olo a aquellos a los cuales algunas historias todavia persisten enulvidar , s ino tampoco a aquellos a los cuales muchas polfticas insistenen xcluir , La memoria, en aquel sentido casi testimonial de la historialilt pone su acento en el trabajo para recordar, en la celebracion deItt vida no 5610hacia el horizonte sino tarnbien hacia las raices, no seI r u l r a a recoger rastros viejos 0huellas borrosas. La memoria es aquelpl'ivilegiado insrrumento de lucha contra los nuevos dogmas comoQ~lt r Jl de que hoy tiene raz6n el que puede pagar mas. La historia,ntonces, es un arma que nace de nuestra memoria. Pero la memoriano basta como no basta el testimonio.

    H mos aprendido de nuestra literatura y de nuestros mejoreshlstoriadores a confiar en nuestra historia , en su poder arqueol6gico;peru hemos aprendido tarnbien a dudar de ella, de su otro poder, delPQd~ it : su mascara. Hemos aprendido a usar nuestra historia comotnstrumento "paleografico" para exorcizar nuestra memoria, en un

    . .Otros seran los que gocen de los frutos.. .

    I , , , , , U leuma ::tparato de dudas, en el orro. Porque para cornbarirI. flo' 0 1 0 disputamos el territorio de 1 a memoria 0 aquel otrod l / - , \ t 1 i d . t d encarnizada. Para cornbatir la noche hemos escrito

    4" c f I~ tl ue la historia es el aprendizaje de la resistencia civil, paraU liuttlO dijera Galeano- no hay derrota que llegue ni muerte que"J ,b tarnos aprendiendo , can ella, a contarnos nuestra memoriaI ndlendonos las manos en la noche, agarrandonos las manos, paramlll,H juntos sabiendo y sintiendo que no estamos solos, que

    ;itiH1l0S acornpafiados en nuestra America que es una morada.unpartlda. Estamos aprendiendo que para combatir el olvido esl1ut,~aria la memoria y es necesaria 1a dignidad. Pero estarnos

    i'1 pft'ndiendo, sabre todo, que es necesaria la solidaridad. Y ojala nuncanlvid rnos que para caminar tenemos que agarrarnos las manos. En!I,d() caso, la utopia de la historia como construcci6n de la memoria" 0 in ! y como invencion del imperio de los sentidos sociales esraraIILI! para recordarnoslo.

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    ~llIIIrIIlIU Ma r i n it I t u r r i

    - \ 1 : II Lll;All, Hugo. 1992. "La historia y la voz del otto", en La uoz de t otro,1 1 m , Latinoamericana.AliUllUW, Nataniel. 1885. Juan de fa Rosa, Cochabamba, El Heraldo.AN IF\fU,ON, Benedict. 1991. Imagined communities, Londres, Verso.. _ N ! NIMLl. 1994 . Bosquejo del estado en que se halla La r iqueza nacional deRoht'lil NUl sus resultados, presentado al examen de fa Nacion por un Aideano/ltll! d e c ll . Atio de 1830, La Paz, Plural, Facultad de Humanidades.BrVIlRLY, John (ed.) . 1992. La voz de] otro, Lima, Latinoamericana.T\lfiIU1, Manue l y Monica BLANCO. 1990. Para leer al lectar, Santiago det , ; ,h I.Unive r s id a d Metropolitana.111VT~STRAUSS , Claude. 1968. Antropologfa estructurai, Buenos Aires, Eudeba,MUIUr.NO, Gabriel Rene. 1955-6. Estudios de literatura boliuiana, Potosi,R d iw da l P oro sf.PAIW!JI'S, Raul. 1990. "De la Memoria en Juan de la Rosa" (Tesis deLn.enc lntura} , La Paz, Bolivia.rM SmIJAN, Alba. 1986. "Una articulacion simb61ica de 10 nacional", (TesisUo ro ra l ) , University of Pittsburgh, Estados Unidos.PLATI,Tristan. 1982. Estado boliviano y aylfu andino, Lima, IEP.u~IMIU,Voris. 1991. Foundational fictions, Berkeley, University ofi l i l f e ni a Press.VAl ;A l i , J o s e Santos. 1982. Diario de un comandante de la independenciametieana, Mexico, Siglo XXI .HIJI. 1Iydcn. 1978. Tropics of discourse, Baltimore, The Johns Hopkins

    Uf11ver~icy Press.

    MEDIOS DE COMUNICACI6N YNACI6N:La ciudad de los sueiios de

    Juan J o s e Hernandez

    SILABARION 4, C6rdoba, ]un/200l, pags. 45 a 54..ill. .

    Maria Paulinelli

    a historia de la lectura puede definirse como la historia deunas practicas sociales: los procesos de apropiaci6n de los

    textos, la caracterizaci6n material de los mismos, las relaciones entreautorllector, la constituci6n de publ icos determinados .... Perorambien, esta historia de la lectura puede referenciarse a traves de lasrepresentaciones de estas practicas implfcitas en los textos, ya sea atraves de los ejes de sentido como tarnbien en las estrategias discursivasempleadas, es decir, tanto en los procesos de construcci6n designif icaciones en los imaginarios sirnbolicos de los enunciados, comoen las formas de intercambio, de producci6n, de recepci6nvirtualizados en los sujetos enunciadores y en las modalidades deenunciaci6n propuesta. Perrniten visualizar asf como los texrosreproducen las modalidades de apropiaci6n de los lectores.Modalidades que pueden resumirse en "escribir las practicas". Dealii que -al decir de Chartier- "la lectura sea una posibilidad deencontrar las fuentes que perrnitan construir esta modalidad particularde apropiaci6n de los artefactos culturales" (CHARTIER,2000: 1). Lalectura como escritura, pues, en cuanto diagramaci6n, disefi.o, marcaeste proceso social de producci6nlrecepci6n de significaciones en unasociedad.

    El texto L a c iudad de los suehos de Juan Jose Hernandez -publicadoen 1973- puede ser leido desde esta perspectiva. Anclado en lareferencialidad de un coritexro determinado -la decada del 40 en laArgentina- rernite a ese proceso de producci6n de significados en laconstrucci6n de una realidad social determinada. Perrnite visualizarun modo particular de interaccionar, una nueva forma de estructurarlas practicas sociales en e l reconocimiento de nuevos y emergentestextos: los de los medios de comunicaci6n. Posibilita "reponer la

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    rntr~il' l~I dId' 1 '1 " 1 1ao e os me lOS en e ana ISIS cu tura pero no ya en su~Ir,tel' de transportadores de algrin sentido afiadido -los mensajes-l'IIUOs ' d ' iori d d '" pacios e rnteraccion e pro uctores y receptores, srno enlllllto I\larca,modele, matriz, racionalidad productora y organizadoraI ,s e l l t id o " ( M A T A , 1999:6).Tist~s flex i b ' I'd d',l'e' exrories uscan recuperar esta raciona 1 a , perol J 1 q C 1 ' C : \ I I C [ 1 'I l m a I ' 1 d .. ,IE , 0 a en un proceso cu tura mas amp 10: e e consntucront! ~ b ~ t Q d o Nacion, De a l l f el recorrido planteado que subsume los

    ' 1 11 1 l o s d id 1 . 1 di - b"ro UCl os en os acto res SOCia es para isenar asicarnentel lUll l ley cd" d 1 " . I dI a rorrna e e structuraciori e as practIcas SOCIaes, marca al11Ir~tQ:~:i.~tenciarelevancia de los medios.

    l( l~conocimiento de los sujetos enunciadores y las significacionesl l i l l Cih 1 . 1 ia d '".a s en a emergenCla y re evan CIa e estas enunciaciones, as!~ 1 1 1 0 ~ 1 1 1 d i d " ,' bi- d ' ,osproce irruentos e aproplacIOn e Inter~am 10, supo~~nIl~p 1 1 1 t rnornento que se cornpleta con la valoracion y proyeccIOnd(esto s P ' d d i , ,, lOcesos e me IatlzaCIOn.

    Apl'()Ximaciones, I t , .I l()~ela plan tea la relacion Tradiciori/ Modernidad y sus1 1 1 1 [ lr.;h~lclas,on la dialectica ProvinciaslCapital.

    n IStona de Matilde, una joven provinciana que se traslada aBtlCll0S A 1 iud d d I - l oi . 1 1~11(/~1l'es-,a CIU a e os suen~s- es e plvote q~e artrcu ,a, as

    11 P l a s relaciones entre acto res sociales, transtcrmaciones polfticas\r l o n s c C l l 'd b' 1 1 El1 entes -0 por que no etonantes- cam lOS cu tura es.di~n~nls,lb.oe una sociedad se vehiculiza en el traspaso del ambito1~'~Vlnl'lI 'lOla Capital, no solamente en la evoluciori del personajew1~el~1pl 'otagonismo que asumen otros provincianos llegados del" IJ te rJ o ",t , El Peronismo como motor social y la emergencia yI J i V 1 : u , l a ~e l~ s c,a,mbios cultu~ales -produci.dos ~undamental~entet m i i c l 1)edJaUZaClOn de los dISCurSOS-se visualizan en los eJes deIi II!0 1'~sll1tantes de la trama narrat iva, pero fundamentalmente< I1lu e n tt'l,t", f, ,. , 1 fi . , d I '. ,. su re crenciacron en a con 19uraclOn e as estrateglasJl~ltlujv,," - 1 1 . , ," " c e a enuncracion.

    D g P rt s en el texto rerniten a lo s espacios geoculturales de Ia

    Medics de comunicaci6n y nacion ...provincia y la Capital, articulados por "el paso" de Matilde de uno aotro medio. Los personajes Dona Brigida -la abuela-, Aniceta -lacmp lead a- Alfredo Urq uijo -el est e ta- representan distintasposibilidades de vida en la provincia; asi como Lila Cisneros, laColorada Smith, Jorge Paez, adernas de ese conglomerado deinmigrantes del interior -en la diversidad de existencias- reproducenlas variadas formas de vida en la Capital. Ambos grupos relativizansu perrnanencia en la tradicion 0su traspasol deseo de una modernidadque se materializa tanto en las formas de rnediatizacion de la culturacomo en la conciencia de participacion en un nuevo proceso deconstitucion de la Nacion. Matilde centraliza en sf esa tension entrepermanencia! cambio, inmovilidadl movilidad, tradicion/ modernidad.

    Estos ejes de sentido se vehiculizan en los distintos enunciadosque sefialan, describen, referencian las estrategias usadas para laapropiacion/ rechazo, acepracion/ negacio n.

    Sin embargo, es la consideracion de los sujetos enunciadores, suestructuraci6n y su evolucion en el desarrollo del texto 10 que permitedisefiar esa racionalidad productora y organizadora de sentido de larnediarizacion de la cultura.

    ReferenciacionesLos ejes de senti do se articulan en torno a la tension Tradicion/

    Modernidad. Dos procesos fundamentales motorizan esta tension:a) la emergencia y afirmacion de la presencia de los medios: diaries,

    revistas, peliculas, programas radiales ... con la consiguienteconforrnacion de un determinado imaginario;

    b) las trans formaciones poli ticas producidas pal' el Peronismo.Ambos procesos dinamizan la sociedad, con instancias diferentes:a) El texto insiste en mostrar esta presencia nueva y transforrnadora

    de los medics. Asf indica como provocan cam bios en la vida cotidiana(HERNANDEZ, 1983:19), en las modas (24), en ellenguaje (68), enlas creencias (23), en las ideologfas (26). Confonnan un imaginariodiferente a 10 establecido. Probabilizan distintas formas de sentir,creer, esperar, sonar. Generan expecrativas que se logran en la

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    nU1 li t z de la existencia concreta. De alli la expresion de Matilde:"1 ; ; j _ d -ccncia y las recompensas celestiales son fibulas. Yoquiero loslollt'fl, ! la abundancia y e l amor, aquf y ahora" (l06).ncr n , asf, adhesiones en los sujetos dispuestos al cambio:Mlttjld I Lila Cisneros, LaColorada Smith. Provocan reehazos yI leg lanes de Dona Brfgida, Alfredo Urquijo y Jorge Paez, Estarlu ..ri l ldnd en la aceptaciori y consumo, como en su negaci6n yreh za, implica el reconocimiento de los medios comollitU1J(ut dores de sentido, aunque estes interesan tambien como.or hr ~ l JOS de propuestas distintas en la sociedad, Se proponen como"Iumlrrnos" en las posibilidades de apropiaci6n que sustentan en los!iilJetClS receptores. De alli que su aceptaci6n este Iigada a los sujetosdlnumi OS que trasvasan espacios, pero a su vez, que suponen unaIvelu io n actancial en el relato. Implican la inclusion dentro de lal\lod rnidad como propuesta y ruptura con la continuidad de unrd !l r r ad ic iona l .b} L s trans formaciones poltticas resultan -por un lado- de lai :ldh ion al Peronismo como propuestaemergente. Pero tarnbienrernlren a los sujetos sociales promotores de cambio: los grupos delinterior y Matilde. Politica y rnediatizacion de la cultura se advierte; 11 Msrild ., en la adaptacion a los cambios y en el reconoeimiento deuna j"nrm.a de identidad. Y en aquellos -"esa indiada del interior que1 1& Jc:j. do Iaplantacion de cafia 0maiz para venir a ensefiar sus harapost ref! CB [use los pies en la Plaza de Mayo" (103)-, sujetos paradoj ieos,11 I U.iIHO d inam icos por su apropiaci6n de nuevos espaciosg r ' t : ! ulrumles -pero autenticos-, se advierte en el mantenimiento de", !lit I t \ l : t , de 1 0 popular, genio de 1 0 autoctono" (103). De alIi laIlfip(1~ancia para Matilde de identificarse con ellos ya que le perrnite"brrn,nsc en su busqueda: "Yoquiero los bienes de la abundancia y, I jHtHH, aqui y ahora. Y Iuchare para lograrlos con todo el odio deIIIJ~ capaz rni coraz6n" (104).L

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    li l ores sirnboliza y define un irnaginario.I' Inhi in un narrador ornnisciente presenta a Alfredo Urquijo. Esli l ffvi s i6 t : t de su conciencia 1 0 que permite su caracterizaci6n. Esh"ullldo, cs mostrado. Esta pasividad coridice con su rechazo eimptlrmeabilidad a todo cambio.tn 1 1 1 scgunda parte, este narrador muestra variances en su

    b : 't 'l n I l /l ,U n t . i o n . Referido al espacio "Buenos Aires", alrerna su presenciaDn I tl'~l scripci6n de un texto de la revista "Elite", que refleja elitjp LlU J la epoca. Pero, a su vez, este narrador describe las accionesJ 1 ~ 1 cuaje (la Colorada Smith), y entre parentesis se expresan sus~,cl1l>ilnli ntos en forma de soliloquio. De tal manera, Matilde y sut n _ o n ntre Tradici6n/Modernidad aparece enmarcada dentro delit lruucion particular de la epoca (el texto de sociales de "Elite")p rn It su vez desde la optica de este personaje, imbuido de estosL ' l l l l _ b i o s . Es decir, la "autoridad" del narrador omnisciente aparecera"rerortuda" en esa superposici6n con orro discurso que -a suVCl" r 11 1 ite a la emergencia y validez de un ri po particular deInun il a ion: e l de los medics de comunicaci6n.EnTil urnan, este narrador "cornparre" la enunciaci6n en

    Ol.hf'ffj f1 ia con el discurso de Eva Per6n. Las transformaciones sociales v sualizan asi con ese "tornar la voz" de Dotia Brigida, la abuela, _rc;if'!rn iando de esa manera la carencia de protagonismo- yYUJftRponeda con el discurso politico emergente. A su vez,estenarraelnr omnisciente en e l cierre del texto muestra fisuras por ell 1 i t ' ~ l t o l go de Aniceta que rnetaforiza de esta manera -con suLimn it t 16n- su protagonismo en la sociedad 1. Es decir, que en latenllitll1 'Iradicion/Modernidad, la perdida de la omnipresencia del!liilll" I I' S enmarca en e 1 avance de la cultura rnediatica -centradoI J l . f , nd~n s,Peciai merece ?t~~caso. Un n~rrado~,en segunda persona presenta aIm;f 1 " . 1 I.. J cap~tulo se rrucia con el ep lgrafe Sean ete rnos los laureles/ quesuptrnns en s e guu que define alpersonaje, Impermeable a coda transformaci6n,ll:idiIli!rlg en lin pasado que fue y ya no es. "Una certidumbre de que Buenos!\jr ~'.r.~ dl:'c1~el pais, Ie per~enece" (84). Es esa pertenencia y, por otro lado , Ia1

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    liarios y revistas acompafiados de dialogos. Lat 1 1 1 0 tlp~ It! l l dc sros textos enmarcan, enriqueciendo, la vision de'H I IIIIIH f~11In s a que se hace referencia (37 y53). Esta visiont l l , . . hH \pica re rn ire al dinamismo de una sociedad ennOlII'lttell'l1Hl In, De alll, el entrecruzamiento de los discursos de lostFl d U on 1 1 l , ~ voces de los protagonistas (53) 0 de voces desconocidas

    L w to las participes de una misma realidad. A partir de ello, laitnpt:llL nclud construir esa realidad desde los distintos discursos:I '!i _[ to' a ito res sociales pero rarnbien los de los medios deIHljlUtti ,I i In..

    stu "marcas" en el texto permiten reconocer una"racionalidad"r r l l Q i - ' , '[Ufl1 y organizadora de sentido en esta tension entre Tradici6nl1 \ lnd r u l dad , pew tambien en cuanto estructuradores de un procesocnltural m as amplio: la constitucion del Estado Naci6n.

    Flfi d un recorridoI,l ciudad de lossuehos puede ser considerada, entonces, como ese

    L!lPJ 0 don de la lectura como pracrica social se revierte en la escri tura,,n " doble proceso de producci6n/recepci6n de significaciones enUl1il u le dnd .

    L~ ~u!1.sideraci6n de un contexto particular (la decada del 40 enArgenclna) posibilita disefiar la presencia de los medios del h1ltlli acion "mas que dellado de su organizacion institucional y_flfit" uldos ideologicos en el modo de apropiacion y reconocimientoqu de ellos y de S I mismos a traves de ellos hicieron las masas~il*pllLHS" (BARBERO, 1987:178) . Por ello, mas que vehiculizadores.{ determinados contenidos, mas que contenedores de espacios parah i Jftter;!. cion entre emisores y receptores, interesen como racionalidadflfL!du rora y organizadora de sentido. Una racionalidad que tienef in ~ u g nt a las mediaciones y los sujetos, esto es, la articulaci6n entrelu~Eti,~,lSde comunicaci6n y movimientos sociales._ T j;I Mod rnidad derivada de estas practicas de comunicaci6n se"I Hl,1 oil la emergencia de nuevos acto res legitimados por el[..r'll1lSmO mo proyecto politico. Los medias aparecen como

    Medios de comunicaci6n y nacion ..."voceros de la interpelacion que desde el populismo convertia a lasmasas en pueblo y al pueblo en Nacion" (BARBERO, 1987:179). PoreSO la importancia que tienen; pera, por otro lado, la indisolubilidadde su relaci6n can los movimientos sociales.

    El texto en cuesrion -La ciudad de los sueiios- perrnite leer todocsto, a partir del eje vertebrador Tradici6n/Modernidad. Pero avanzamas aun en la elaboraci6n de estrategias discursivas que planteandesde la materia significante esa racionalidad que -bifronternente-moderniza y nacionaliza.

    Movimientos dialecticos: Modernizaci6n/Nacionalizaci6n; perorarnbien lectural escritura, Practicas sociales representadas en un textoe implicadas en un proceso de construcciori de significaciones.

    Mediatizacion, en fin.

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    11 h1 i o g r aHa

    Hrllm~NBenedict. 1997. Comun id a de s i rn a g in a d as , F.C.E. Mexico.HA l fiR - , Jesus Martin. 1987. D e lo s m edic s a las m edia cion es , Gustavol , i l l I M 'xlco.N IH t t . . . -l l R YLUCKMAN. 1994. La co n st ru c ci 6 n d e La r ea l id a d. Amorrotu Editores.I~Urll(l,Aires.f ,HM 'f[[lR, Roger. 2000. "Entrevista" Suplernenro de Cultura, La Voz delInt flu!', Cordoba, 11 de mayo 2000.H [ I ! iNANDEZ, Juan Jose. 1983 . L a c iuda d d e lo s sueiios, CEAL, Buenos Aires.MA rA ,Maria Cristina. 1999. De LaCultura Ma si va a L a C u lt ur a M e di dti ca ,1 \ . 1 - Hlrtn en Comunicaci6n y Cultura, Cordoba.

    SILABARIO N 4, Cordoba, Jun/200 1, pags , 55 a 70E L OTRO EN LA FORMACI6N DE AMER ICA :

    construcciones identitariasde la naci6n moderna

    Pablo Heredia

    Sarmiento y la Nadonxis ten dos problemas basicos que podemos deslindar en los

    objetivos politicos de la conforrnacion de la Naci6n en el siglo XIX:el problema de las identidades politicas y sociales que estaban enj uego en la el abo raci o n del programa de Civi l iz acio n y laconfiguraciori regional que subyada a este como directriz fund antede la Otredad cultural. Emblematicamente, tomaremos a Sarmientocomo el artffice de las bases ideologicas del proyecto de Nacionmoderna del siglo XIX.

    Desde el Facundo (1845) hasta Conflicto y armonlas de l as r az as enAmerica (1883) los planteos basicos de Sarmiento acerca de laconfiguraci6n politico-social de Ameria no se modificaron, aunquelos puntos de referencia -modelizaeiones historicas- hayan variadorelativamente: por ejernplo, desde el modelo de Naci6n europea alestadouni dense.

    Sarmiento enrendio e l problema americano des de una perspectivaregional: la inmensidad del espacio territorial americanoimposibilitaba e l dorninio y el control de un Estado que fundara laculrura del progreso y de la civilizacion. Esta afirmaci6n posee unaclara aunque extensa expli cacio n, con una logica por parte deSarmiento casi implacable. Adelandndose a los positivistaslatinoamericanos de las decadas del 70 y del 80, en el Facundo,Sarmiento partio del presupuesto de que una Naci6n moderna enLatinoarnerica, siguiendo el proceso de conforrnacion del modeloeuropeo y con el fin de incorporar la regi6n "argentina" a su sistemade expansion capitalista, precisaba de un sistema hornogeneo en 1 0

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    SrLABARIO N" 4, Cordoba , Jun/200}, pags. 73 a 90 ~FRONTERAS CULTURALES EN LA ACADEMIA?Sujeciones y tensiones en debateAlejandra Cebrelli

    1.Abordajes1 proposito de las paginas que siguen es proponer una lee-tura sociocrfrica e historicista de las practicas academicas

    que se en una universidad nacional del noroeste argentino, en elmomento en que el proyecto global impone nuevas polfticasdiscursivas, cuestionando las representaciones mediante las cuales elsujeto cultural se construye a S 1 mismo. Ello obliga a considerar lascomplejas interacciones que se establecen entre pd.cticas y discursosfiniseculares que circulan, se actualizan y textualizan en el aula uni-versitaria frente a discursos y practicas sociales engendrados en unamemoria cultural en la cual operan, en simultaneidad, temporalidadesdiversas'.

    El abordaje descripto se propone aqui como un camino posiblepara devolver a las practicas cotidianas un sentido en estrecha vincu-lacion con las identidades locales; como un modo de superar la ilu-sion de habitar un espacio sin sujeciones historicas ni ideol6gicas,ilusion construida por practicas de filiacion "post" -postrnodernas,postcoloniales. Asimismo, se pretende "poner en debate" ciertos ins-trumentos analfticos -sobre todo, relativos al sujeto, al espesor tem-poral de sus practicas y a los espacios "fronterizos" a S 1 construidos-que se vienen elaborando des de hace tiernpo en los estudios culrura-

    1 AI examinar practicas y discursos de filiaci6n socio-cultural disimil, se puedecomprobar que en eIlos actuan diferentes tiernpos. Cornejo Polar habia advertidoa prop6si to de los problemas rela tives a l estudio de la heterogeneidad cultura lque este t ipo de discursos son his roricarnente densos por ser por tadores de tiern-pos y rit rnos sociales dis imiles, en los que resuenan voces separadas entre sf porsiglos de distancia (CORNEJO POLAR, 1995). Un desa rrol lo de esta cuesti6n, enrelaci6n con los procesos de constituci6n de los patrimonies nacionales y localespuede encontrarse en CEBRELLI, 1999; 2000.73

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    All'lndr Cebrel l iI !l I tlnnarnericanistas. Can todo ella, se intenta repensar el rol deII HI in~ 1~ ruales de una universidad no central frente a los desafiosI ' l l P U elll0S por este nuevo estado de sociedad que suele poner enI fllll pl" isarnente, las identidades sociales e individuales,

    .1, El dato socio-historicoA rualn en te se vive una ins t an cia en la que las pertenencias

    r.ultu Ies de caracter local y nacional parecen ser relevadas POtuknlidd s orientadas hacia valores trasnacionales como consecuenciad I IIUP:1cto de la globalizaci6n. La industria de la informacion ha~iltL o d o a Latinoarnerica de bienes culturales cuyo consumo creatnt itorios supranacionales, en los cuales la oposici6n entre 10propioIf 1 0 ,*110 se desdibuja en la medida en que esos bienes son arrebatadosJ~ II contextos originarios e integrados a nuevas localidades globales- ~ '['Ho-GOMEZ, MENDIETA, 1998), El ambito acadernico no es ajeno

    !!. !IFf' pJ'oceso pues los discursos teoricos que en el circulan formanIHIl'lr' de:cste "capital simbolico" de consumo casi "obligatorio" parasu.s fH.:tOl'CS sociales, como se vera mas adelante.

    Cabe aclarar que los procesos relatives a la globalizaci6n set fit- uentran slempre localizados, es decir, conforrnan subjetividadesy p rna .ncias culturales espedficas que se reubican en cartograflas!lCldu~e on6micas, con la l6gica asimetrica que deviene de las nuevash~B~ll1on!as. Sin duda, el proyecto global implica una nuevarep rri ion de privilegios yexclusiones, de libertades y esclavitudesi lJViI nnsccuencia directa es la transformaci6n radical de los vinculosIf,uii icnalcs entre rices y pobres (CASTRO-GOMEZ, MENDIETA,1~9~).

    1'.1impacto de este modelo se deja senrir no solo en las grandesmetropo l i s latinoamericanas sino tambien en espacios socio-culturalesffu l1~mal s que, como el saltefio, se han caracterizado por manrenerii1.!i pr.t ct icas cuyo "origen" cultural se hunde en el tiempo (CEBRELLI,00[1 J. De d la colonia, la actual provincia de Salta coristituye,1 l J . mJ~. un tcrritorio de frontera, es decir, un espacio de inrensos

    t l J lt l! .. :fo/ j ~ intercambios socioculturales cuya permeabilidad ha

    ~Fronteras culturales en la Academia?producido un sujeto local extremadamente heterogeneo". La Fronterase entiende aquf como un espacio interrnedio -concepto que refieretanto allocus espacial como a su dimension simbolica- en el cuallasinteracciones pueden apreciarse en sus contradicciones,enfrentamientos 0 negociaciones, resultado de la heterogeneidadcultural ya aludida. En esta frontera, la globalizaci6n agudiza lasdiferencias sociales, econornicas 0 etnicas e intensifica un proceso demigraci6n interna de sujetos que vienen desde otros pafses andinos 0desde el interior a la capital buscando medias de supervivencia. Estosmigrantes cambian la fisonomfa de 1 a capital, imponen modos deintercambio discursive 0econ6mico muchas veces premodernos, conlos cual redefinen no solo el espacio , sino tam bien la misma culturametropolitana dentro de la cual la universidad constituye unemergente entre otros.

    Desde su fundaci6n, en 1974, la Universidad Nacional deSalta ha sido un polo de religaci6n cultural que icor poro asujetos de diferente extracci6n social, posib iitan do les unprobable ascenso social, forrnacio n acadernica mediante. Lascarreras humanisticas aseguraban un prestigio social acorde tantocon su objeto de estudio -la potencialidad del texro literario,filos6fico a hist6rico de reproducir los modelos culturales delproyecto modernizador- como con la funci6n social del docenteque aseguraba la distribuci6n de ese modelo en el circuitoeducativo '.

    La situacion vario ostensiblernente a las puertas del rnilenio: unauniversidad empobrecida recibe el ingreso masivo de estudiantes-con escolaridad a veces incornpleta- que aspiran a una improbableinsercion laboral. Las carreras hurnanfsticas, desprestigiadas frente alas tecnicas 0 econornicas, atraen a estudiantes de grupos socialesmarginales que las consideran como la unica opcion realists paraaspirar a un trabajo -poco remunerado pero mas 0 menos estable- 02 El constructo "frontera cultura l" se viene e1aborando para esta regi6n desde1992 a la fecha, en el marco de los proyectos de investigaci6n Zulma Pale rmo.Algunos resultados parciales pueden leerse en PALERMO, Zulma (coord. ), 1998.,~En general, esta ha sido la funci6n historica de la universidad argentina enparticular y latinoamericana en general (Cfr, SARLO, 1998 YVIDAL, 1996).

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    1 preyc to global, participan en los procesos identitarios d1 1'1 ~UI rU8 e l l ' : l ( , ; interactuan, es decir, de los estudiantes y de InJ Jic 1 1 1 - , ; c) 1 s practicas puestas en juego tienen una "memoria" cuyufl I J i i l tI so 'ulta las motivaciones no consciences de las interaccion -,, ~l rrllite c(. )n:1.prender su dimension social y cultural en relacion al'1iull Pli1GSQS identitarios.

    1 II r I'oh lematica presenta muchas aristas y su an a li sih",u,livQ supera 1a extension de estas notas que coristituyen unr ;l l1 1 .i ~rto, entre muchos posibles. A efectos de esta r e f le xio n ,

    t Illunn:, , se puede distinguir entre las practicas de cnsefianza -III ~odol()gfas diversas, en estrecha relaciori con e 1 tipo de roldr l m e Y con los co d io s no ver b a l es- y los discursosdhdplinares, como determinantes dentro del conjunto de lasf,rt l d ~ disGlHsivas. Cabe aclarar que todas elias comportan una[ tn n: io n ideologica que excede los estrechos l f rn ites de laaldI'Jemi,a.as pracricas de fa ensefianza se sostienen en una figuraci6n, ladr j "prof .s o r universitario" cuyo prestigio proviene de su~gbrdmpresi6n a otro leona cultural, el del "hombre libresco 0L thIda". Este [co no es uno de los productos del discurso civilizatorioi , : J k l t t und61a Nacion Argentina y marco a fuego lamemoria colectiva,f H Ii! ultima centuria, estuvo representado por el politico criollo, elp.Ur'! 'i huifundista, el capitalista financiero y el intelectual a su!wtvlciu. La cepresentaci6n del "profesor universitario" significa und p i '1, .micnto sernantico respecto del Icono men cion ado, en tantoJI ' I 'tl'1li , LJ n valor agregado ala cualidad de "letrado'". En otra palabras,f I wI docen te se insti tuye alrededor de esta figuraci6n ya sea paraJUf11luli l , ambiguarla 0 t ransgredir la pues, en 10 no consciente, operaIuurc una abstracci6n identi tar ia de lo s actores sociales. Por 1 0 tanto, lad imens i on hist61' ica del rollo define como Ilugar de saber/, entendido~

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    fjld~1 l l h t de las intencionalidades conscicntes del profesor- se ahondanl(l~ desencuentros comunicativos y se obstaculizan los procesos de

    ~.1' .' * l 1u"l1QlZa)e.- .j Il piensa, adernas, en las exigencias de capacitacion perrnanentet"ladolltdas con el consumo desenfrenado de esta especie de "capital! l Imbol i 0 global", en la urgencia can que los docentes universitarios

    . ln dejado su marca discursiva en las producciones crfricas de loslnv~~dgadores locales y han pasado, como lectura obligato ria, al aulauniversi taria, inclusive, al primer afio.

    E .I fe116meno forma parte del horizonte de 1 0 deseable en laftuna len de grado y post-grado del docente ya que esta en estrechaconexion con las peticiones de esta instancia socio-historica. No serrata, pOl' 1 0 tanto, de negar la importancia de la actualizacion de losecnrenidos curriculares y menos aun de las lecturas de los docentes-invlistigadores de esta universidad", sino de reflexionar sobre lan~e idad de una mediacion adecuada que no solo tome en cuentallll ' !, aspectos didacticos, sino tarnbien los aspectos culturales, es decir,l o ! ! efectos que esta avidez puede producir en los procesos identitar ios,l ' 1 4 1 : de la produccion del sentido local.E li en este punto donde se hace necesario destacar otro de los.ur lpec tos de la problematica planteada y es que el fen6meno de lag EIi,tll a [a rac icn se hace indispensable ya que no se esra proponiendo un traba joitluHtiw fund.ado en una especie de latinoamericanismo 0 nacionalismo de tipofund l l l ' lHmmlis ra s ino un esfuerzo tendiente a la elaboracion de aparatos teorico-tliHHtldol6gicos aptos para explicar la especificidad del continente -ral comoprtendt'l1 lo s estudios larinoamericanistas que enmarcan la presente propuesta.DiduJ lff ),bnjono pasa por ignorar las teorfas en circulacion s ino par proponer~IL",m\'!tlV;\8 a partir de operatorias sobre corpus cultural mente situ ados. Lad8lwlllflll,ll ion cultural que este tipo de ref1exi6n irnplica requiere, por 10tanto,.j., Wn" , ~~! J rr " que opere a traves de fronteras culturales, como severa mas adelante.

    u

    (Fronteras culturales en la Academia?globalizacion se refiere a procesos muy complejos de orden planetarioque no solo generan transformaciones en las instituciones estatales yen las economias nacionales 0 regionales sino tarnbien en las ideas yen los patrones socioculturales de cornportamiento. Sus lenguajes,denominados "postradicionales", estan atravesados por violentasinclusiones y exclusiones de todo tipo. Los intereses que difunden yproducen estos discursos son de caracter particular, pese a supretension universalista (CASTRO-G6MEZ, MENDIETA, 1998).Asimismo, cabe aclarar que la mayoria se elabora en los centroshegemonicos de produccion intelectual del hemisferio norte y, condemasiada frecuencia, suelen tomar a America Latina como objetode estudio. Se trata, entonces, de discursos que -cargados con modelosculturales y valores al servicio del modelo planetario- seman tizan elreferente, esto es, 1 0 sorneten a procesos de reinvericion desde eseparticular proyecto ideologico. En este caso, los discursos discipliriares-sobrevalorados por el docente precisamente por su caracrerhegemonico- se naturalizan sin muchos conflictos, ocultando lascontradicciones que generan en los procesos idenritarios propios yajenos. De este modo, funcionan como faetores de aculturacio n,desplazando el lugar de enunciacion de las practicas de ensefianzaque se ponen al servicio del proyecto global.

    Los efectos de sentido en los procesos de aprendizaje no sondiffciles de deducir , Los discursos producen un doble extrafiarnientoen un receptor poco entrenado: pOl' una parte, el lenguaje es pocousual y por la otra, la imagen de la propia cultura aparece deformadapar el modelo planetario. A este doble exrrafiamiento, se suma laefectividad del Iugar de enunciaci6n del docente que plantea lossaberes -y su dimension ideologica y cultural- como un "deber ser"del rol a adquirir. Como consecuencia, se agudizan los problemascomunicativos ya aludidos. Pero, acaso, estas "dificultades decornprension" sedeban, en parte , a una actitud de rechazo del estudianteen defensa de la propia identidad, fruto del choque entre los modelos demundo internalizados y los extrafios cuya violencia es directamenteproporcional ala alteridad del grupo sociocultural de pertenencia.

    Desde este punto de vista, la creciente adquisicion y el consumoacdtieo de discursos teorico s "irnporrados" sobre la realidad

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    I l noumericana pueden enteriderse como una participaci6n activad II~o nre universitario en los procesos de neocolonizaciori cultural

    L (I ia. Los efectos sociales de este tipo de polftica discursivasun rlevastadores en los prirneros afios de la formaci6n de grade: laJ -111 '1111 universid ad expulsa a los estudiantes marginales, favoreciendo1 1 1 du fI io n de las elites y convalidando la verticalidad del proyecton III heral, en flagrante contradiccion con la funci6n social que dice.umpllr. S1 esto se acepta como una situacion habitual, se puedej i L l Im , 1 1 ' In.persisrencia de la funcion convalidadora de la hegemonfaqu tlIVO 1:1cducaci6n argentina desde el siglo XIX, en desrnedro deI fun 1 6 1 1 crf tica que una universidad "publica, gratuita yJ mocrdrlca" deberia tener. Si antes esruvo al servicio del proyectolib - . I y moderno del estado-naciori, ahora parece haberse puesto al!If'fvi io de un rnodelo trasnacional 0 posnacional cuyos efectos) ulhl .os, econornicos, sociales e ideol6gicos aun esran por verse.

    4. Ellugar de la diferenciaa uerdo al apartado anterior, se puede afirmar que las practicas

    dr< -nse anza co nstituyen residuos ideol6gicos de determinadas"HI.}..I iories so c i oculturales y generan ciertas representacionesld ntlrnrias. M as aun, las mismas practicas pueden considerarse comoI prescnraciones, es decir, como sistemas de art iculaci6n que canalizanius proccsos de producci6n del senti do (eROS, 1992). Desde estepunto de vista, entonces, resulta evidente que si las practicas de,1 1 I anza se construyen alrededor del Icono "profesor ilustrado", laspd ti ' as de aprendizaje se organizan alrededor de otra representacion,lo!.dt'l ilalumno" cuyo sentido etimo16gico /sin luz/devela el lugar socialh,WSri amente asignado.EIwI de estudiante, entonces, seconstruye alrededor de una figuraci6norlginQ.da en una carencia sernantica, resultado de la sobrevalorizaci6nd I rol doccnte que, como ya se ha visto, depende de su accio n\J Lll'li'ldori' sobre las masas. De este modo, el "profesor letrado" es la!.I. Ni~~ld semantica del "alumno" cuya carencia inicial lo coloca en elI'~;l! de Ii'!eontradiccion, esdecir, en de la "barbaric". No por casualidad,

    ~Fronteras culturales en laAcademia?nronces, la relaci6n sernantica entre representaciones, segiin la cual una II I ncgaci6n y la ausencia de la otra, coincide con el modo en que

    1 ulilillgO Faustino Sarmiento le da vertimiento allexema "barbaric": /In fluito/, lin-cierto/, Ides-pobladol, lin-culto/, por aproximaci6n allIildn lJ , en estrecha relaci6n con el disefio del "desierto"!'. EI Icono['",lwHno" sesobreimprime as! a la representacion de 1 0 barbaro, presentehH'IfO en el patrimonio nacional como en el patrimonio local y, por ende,n lamemoria colectiva'r. M as aun, sise recuerda que Sarmiento y Alberdier lxrnl izaron para la cultura argentina la idea de que en America, 1 0 queno cs europeo, es barbaro , indigena 0 salvaje (RO IG, 1991), secomprendera que tanto latendencia de laeducaci6n a incorporar modelosmlturales ex6genos como Laconsecuente ajenidad que los estudiantessienten frente a las practicas de ensefianza resultantes posee una largatradicion 13.

    A esta alteridad historica, se suma la cornposicion social delsrudiantado de Humanidades que tiende, como ya se dijo, a una u m en to del mirnero de ingresantes pertenecientes a grupossubalternos. Estudiantes de los barrios margin ales de la capital yproven ientes del interior de la provincia 0 de paises l imltrofes,adultos que se reinsertan en el sistema educative despues de muchosafios conforman una tendencia creciente en e 1 tipo de poblaci6nestudiantil. Sus modos de interaccion comunicativa y sus saberesse apoyan, sobre todo, en los que se adquieren en la rutina diaria de

    .~~(o'

    10 Cfr. SARMIENTO,947. Un analisis sernantico mas detallado puede encontrarseen LOlO, 1996.II Dentro del campo semantico del "desierto" se inc luyen los semas Ifronteral /espacio vado!. Con ella, el Facundo inaugura una noci6n de Frontera para laculrura argentina (Cfr. REBORATTI,1992 y HENNESSY,1997).12 Sobre las categor las de civil izaci6n y barbarie para la cultura argentina puederevisar ROIG, 1991. En 10relativo ala relaci6n de esras categorias con los procesos deformaci6n del parrirnonio nacional y local puede consulrarse CEBRELLI,999.13 La idea de que la civil izacion debe expulsar la barbarie americana par medio delaeducaci6n esde muy larga data y responde ala huella de la acci6n de los t iernposlargos de la historia en la memoria colectiva, Juan Gines de Sepulveda habiare flexionado sobre las "vemajas y beneficios" que acaecerfa a estos "barba ros -indIgenas- la sumisi6n a quienes con su prudencia, virtud y re ligion los han deconvertir de barbaros y apenas hombres, en humanos y civil izados" (ci tado porFERNANDEZETAMAR,995).

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    t i l j. pl!JJu~'i6n social, mas cerca de 1 a expenenCIa que de la1 Jil ( _ , d ~ l i6n eiendfiea.g~r.l,~ornperencias disfrniles e inadecuadas a las expectativasa I~lI11 is se ponen de manifiesto en las practicas de lectura-escritura,

    bol d las practicas de aprendizaje propuestas por las catedras!", Elfcnl l ta t io , legible en e l fracaso reiterado, ubica a este tipo de~nHH[lIHCS en una siruacio n de alteridad extrema. Como las11ri -n .ias comunicativas en las cuales asentaron sus subjetividadeshii~1 :\ . memento resultan devaluadas y deslegitimadas en el ann nstc con las posiciones comunicativas del docente y de lostel'll udlaurcs "privilegiados" por un origen social y cultural diferente,ldll resulta irnposible construir saberes en un lenguaje euya ajenidadl(lll lmpide tomar la propia palabra y asumen, en consecuencia, el rolhi-16r i '0del alumno.M ~ ts n H a de la desercion provocada, entre otros factores, por elIruruso co mun icativo descripto, interesan los casos en que losptqblclll:lS sefialados actuan como incentivo para continuar losl itwlinl ' y graduarse. Estos egresados no s610 han cumplido con unpro cso le aprendizaje de contenidos curricula res sino que han sidomun lpulados ideologicamente por el sistema para deslegitirnar ciertosra, as identirarios de los grupos de pertenencia; sin embargo, estasl::a!lU'.leioncs no impiden intercambios y negociaciones mediante lascual s S reconstruye un sujeto activo cuyo examen deja al descubiertot strateglas de resistencia y modalidades de supervivencia pro pias deest mlrura, efecto de la tension entre las identidades locales y laspctlcienes globales. En otras palabras, este tipo de sujeto cuestional ! . i s liegernonlas, develando los proeesos de diferenciaci6n cultural cuya1 1 m prension requiere algunas ref1exiones previas.

    !lOifl cult rides para inte rrelacionar la s infor rnac iones proporc ionadas por e l t ex to ,P1l1'~ Il.prt!hen~er el ~i~curso cienufico, para identificar Ia intencionalidad crftica y111dIltHl!'1~ o n ,deolog~ca 0 para mtegra r l a m~croes truc tura sernant ica, son a lgunosJ~ I t! ~ p rn h le m a s h a bi tu a le s que tesu ltan del Imp acto aludido, 51bien , la s tensiones' 1 U ~ ilq\II 1~~l:resan no cons.tituye el unico . fact~r. ~abe acl~rar que la determinacion" -H~ d l f l cu l t ades provlenen de los d i ag n os ti co s r ea li za d o s por l a C at ed ra de

    Inri ' r lue io n 11 la literatura en 1999 ( Facultad de Human1dades de la U .N .S a) y,.! ;I OU l Ii gu il :m e , e n l a Sede Regiona l Tar taga l de esa Universidad.

    ~Fronteras culturales en la Academia?

    Suhre sujetos y practicas "fronterizas"1 !::sdt:la colonia, los procesos de difereneiaci6n cultural en el actual

    f I

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    rn I1U, vu l o r ad o s por la hegemonia.I olt1parar estes procesos con los que se producen en eltiJi1bi IU IIcadernico, se pueden ace r ear algunas respuestas a losIntcrro an ntes planteados acerca de las rensiories de los sujetos yJ il pr:l .ticas locales frente a las peticiones de la globalizaci6n.1,'J s tud iantes provenicntes de barrios margin ales de la capital,de P [ucfios pueblos del interior 0 de paises limitrofes que logranmil t'l!~ n .rse en el sistema consti tuyen uno de los emergen tes masvid nr s d e los procesos de diferenciaci6n social que contradicen1 tUlbajo d e homogeneizaci6n que se viene dando en la academia.,'IIJ 1 r n ticas culturales dan cuen ta de la emergencia de un su j eto"orrn" cuyos rasgos identitarios son disimiles, multiples eItt tnbl ' S 16 , El caracter extremadamente lahil de este sujeto -cuyad /I rlpcicn aiin es de caracter tentative- se debe al dinamismodt; sus practicas comunicativas que pueden "trasladarse" de lao r n l i d a d :: t la escritura, del campo ala ciudad, del mundo andino.tl 0 ~ iental, en definitiva, de un universo socio-cultural. Estast I I I 'jones implican tarnbien desplazarnienros entre diferentesItr rno s y riernpos de la memoria que no son, necesariamente,ljlncronicos aunque operen en sirnultaneidad.

    L.l!1 interacciones de este sujeto descentrado quiebran la aparentehomogeneidad de la insritucion academica y proponen espacios!lltCI'Hlltivos, en tanto indeterminados des de el punto de vistadiscursive y cultural. Construidos en y por estas pracricasl nnunicarivas, dichos espacios son tarnbien inestahles ya qued - t : p l m d e n de los complejos y cambiantes intercambios que se danentre los acto res institucionales; sin embargo, se constituyen enrill l' R ntes de la parte menos visible del imaginario social, aquellaI~ 8tns filSgoS1 0 acercan a la noci6n de "sujeto migrame" propues ta por CornejoPolar Porn el teonco peruano, la categorfa refiere una dispersa variedad de espacios~uduL;ulturales y tiempos asincronicos que se dispersan 0 sear ticulan a craves de1;'1prupla migraci6n. De este modo, se construye alrededor de ejes varios yll~lI1LtriCOS., a veces incompatibles y contrad ictories de un modo no d ialecri co(l If ,flllNnjO POLAR, 1996); sin embargo, Ia noc ion de sujeto que deviene de lai Iti~_t'irlfl socio-cultural aquf considerada requiere de una indagaci6n que recien",1')\1' ilil!, pur 10 tanto , puede resultar apresurado "aplicar" un instrumentolflfl1i"iI[ivr;J de LIn problema af{n pero no idenrico.

    ~Fronteras culturales en la Academia?'lti muntierie vivos modelos de mundo desvalorizados por los.llseursos y por las practicas hegem6nicas. De este modo, transformanI mbito universitario en un microespacio que, mas alia de su funci6n

    Jl-l bl, reproduce y relocaliza algunos rasgos propios del caracter derroll tera dist intivo de 1 a cultura local, con 10eual constituyen uno delu,~mecanismos diferenciadores de los procesos de globalizaci6n.1 recisamente, su caracter asisrernatico y labil ejerce una resistencia aI, liegemonfa en tanto "impide" la imposicion de regulaciones queIt) cstabilicen.

    6 . DesafiosBasta aqui se han examinado algunas de las interacciones que se

    csrablecen en el aula universitaria en tanto emergentes de un sujetocultural cuya heterogeneidad constitutiva se agudiza frente a unahegemonia de tipo planetario. Las representaciones aludidasconsti tuyen tan s610 algunas de las imagenes identi tarias que perrnitencomprender tanto los procesos de homogeneizaci6n como dediferenciaci6n cultural en el ambito academico, En este sentido, lageneraci6n de la diferencia resulta particularrnente interesante ya queperrnite entrever algunos de los efectos producidos por la globalizaci6nen la construcci6n de las identidades locales.

    Cabria preguntarse, entonees, cual es el compromiso etico de losintelectuales frente a estas transformaciones que inciden directamentesobre su practica docente, sobre todo, si pretenden mantener la actitudcrftica que, desde muy temprano, ha caracterizado al pensamienrolatinoamericanista. En ese sentido, se hace necesario destacar quetanto la sobrevaloraci6n de los discursos cientificos y tecnicos en bogacomo el funcionamiento de la representacion historica del "profesoruniversitario" tienden a ocultar el caracter fronterizo que las pracricasacadernicas locales adquieren frente al modelo global. De allf queuno de los caminos posibles para enfrentar los desatfos del presentepase por asumir el compromiso epistemol6gico de un pensamientoculturalmente situado, es decir, de una reflexi6n que parta de losdatos de la circunstancia local con el fin de coristruir modelos

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    If j l i l , l !dvos, estableciendo un dialogo permanente entre las teorfasjt -~ i( ln l es y las provcnientes de las academias del norte. Tal esfuerzoiii! ''Ill" ta ivo orientarfa la producci6n de conocimiento hacia lad srolenlaacion, tarea que implica teorizar a traves de fronterasI,ulturnles (MIGNOLO, 1991). EI movimiento contrastive descriptof 'erLlJc I adernas, proponer aparatos teorico-rnerodoiogicos coherentes~t:1 fl S\I objeto de estudio ya que se elaboran a partir de rasgosJ srin tivos de la cultura local.'lb aclarar que este tipo de producci6n de conocimientolnv 1 11ra al conjunto de las pract icas que se desarrollan tanto en elimblto de la investigaci6n como en el de la docencia universitaria'".hs n e sr ultimo campo donde el compromiso exigiri a, adernas, una< 1 perrurn hacia los multiples modos de interacci6n dia16gica, con elf n II que cada sujeto social pueda tomar la palabra y negociar unh.lij tt1 n el mercado discursivo. De este modo , se desmonta rfanrpl ficas discursivas que silencian a enormes sectores de la sociedadIt!' 1 J 'nero y fuera de las aulas, con 1 0 cual la universidad podria! ,,j i7;;1 I' la oferta de una educaci6n regionalizada, generada en un~p,l.lo rcalrnente democratico, abierto ala pluralidad y a la diferencia.Sil l duda, tal apuesra esta condenada al fraeaso de antemano si set i l evnlua desde las l6gicas del mercado discursivo global; sin embargo,urn ir un pensarnienro "descentrado" y "fronterizo" significa postular

    lit lmperiosa necesidad de mantener en pie el ejercicio de una refIexi6ni iI , radora, con la esperanza de que las cartografias geopoliticas -quel H 1 f n ~n,entre otras cuestiones, una distribuci6n del conocimiento-uedan disefiarse en y desde cada regi6n de America Latina.

    1 J:i[,W rtlMexionesacerca del rol del inrelecrual en nuestras regiones tienen deudasu irt~nr Oil indagaciones que se vienen haciendo en estas lat itudes desde hace~rp ilflo : KAllMAN, 1993 Y 1999; PALERMO, 1999.

    ~Fronteras culturales en la Academia?Referencias bibliograficas

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    SILABARIO N 4, Cordoba, lun/200], p ag s. 9] a 102Los SUJETOS: ENTRE

    APARICIONES Y DESAPARICIONES .Una mirada sobre los medios en

    la construcci6n de nuestra identidadVictor Hugo Arancibia

    La cultura se juzga por sus operaciones, no por laposesion de susproductos. Igualmente, para la=t:cacion, habria que volver de losproductos a laspraett-

    cas de las cuales provienen 0 que las hicieron posible.Michel de Certeau, Lo ordinario de Lacomunicacion

    Bienvenidos a apareeer en este mundoArgentina Ladesaparecida.

    Fito Paez "La casa desaparecida"eyendo peri6dicos "viejos", uno se encuentra con fragmen-

    tos de historias que nos rerniten -en una ida y vuelra instantanea- aun pasado que nos acecha y nos coritiene y a ~n presente q~e n~sindaga y nos condena. Es que realizando una mirada por los arch 1-vos"! de nuestra historia uno se paraliza ante algunas pocas lineas,ante mfnimas referencias que hoy nos resultan a la vez "oscuras,infortunadas y significativas" (FOUCAULT, 1990). Los periodicos co~-tienen algunos de esos relates que, en los intersticios. de las publi-caciones, nos enfrentan con practicas cotidianas, con relaciones de podercasi insospechadas para nosotros y con ope:ac,i~nes que se .fue~~nresignif icando a 1 0 largo de todo el proc~so historico d~ constitucronde las identidades en el marco, a veces, difuso de 1 0 nacional.

    Este juego de viajes en el tiempo ocurre sobre todo si la mirada seICfr, FOUCAULT, 1990. Esta nocicn rerni te no 5610a los mod os y a los medios enque se produce la conservaci6n de los ~iscursos sino ~ue tam bien el a~chivo regu-la la producc i6n discursiva de 10 decible, !o sugeribl.e y 10 no deCl?le en unaformaci6n discursiva dererrninada. Este archive esta fntimamente relaclO17a?oconla producci6n discurs iva general por cuanto seal imenta de ella y la coridiciona almismo riernpo.

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    l io fno , ' y po r 10 tanto, una protundizacion del rn is rno , y quienes, en,tltl~ to, S oponen a el. Estos ultimos 1 0 juzgan como un voluntarismoI I - J sllsta, que prerendio cambiar la realidad de las sociedades arneri-

    l.;(liil-~ p,I'om~dga,ndo const~tuciones e inst ituyendo principios mas 0fI1 110 19uahtanos, en un intento vano de torcer la evolucion natu-r i l l " t' ! los grupos humanos.

    E I paso de la ho~ogeneid~d social, duramente conseguida a 10l i l l ' f lO de mas de media centuria, a una heterogeneidad diferenciadadC-IIHI, ada grupo curnple su rol, aparece quizas como una corise-. . no, ~eseada ~e la aplicacion de principios positivistas, quev a n u perrnmr postenormente, en las primeras decadas del siglo 20,h I em, I'gencla de un .nuev~ ~ujeto dispuesto a la lucha por el ensan-rharnlento del espaClO polftico,

    Blbl iograf iaA~Tm(lADIS, C. 1997. El auance de la insignificancia, Eudeba, Buenos Ai-

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    II II

    SILABARIO N 4, Cordoba, Jun/200l, pags . III a 126HAcIENDa MEMORIA:LA NACI6N

    contada enlos manuales dehistoria argentina (1880-1910)

    Laura SanchezJose Maristany

    n el proceso de formaci on y consolidacion del estado-nacion,la construccion de una imagen de LaArgentina, cormin a

    sujetos sociales heterogeneos debt a apelar ala historia como portadorade un saber sobre los origenes, los paradigmas fundantes y la march ainexorable hacia un presente considerado como la logica continuacionde las epopeyas pasadas.

    Hacia 1880 se produce la consolidacion definitiva del Estado, en1 0 politico yen 1 0 terri torial , ala vez que Argentina ingresa al mercadomundial como exportadora de materias primas. Durante las tresdecadas siguientes se va a desarrollar 1 0 que podrfamos denominaruna protonarrativa de la historia nacional, en la que se vanprefigurando los elementos caracrerfsticos de la manualfstica historicaposterior. Los manuales de este periodo deben ser leidos a la luz delas transformaciones que se dan tanto en el campo de la historiografiaargentina como en el ambito de las disciplinas pedag6gicas y de laspoliticas educacionales disefiadas desde el Estado, a 1 0 que habriaque agregar una dimension que rindiera cuenta de la expansion de laindustria editorial destin ada a la produccion de libros escolaresdurante las ultimas decadas del siglo XIXI. Los manuales de historiaargentina seran el resultado del entrecruzamiento de facto res que seinscriben en estos tres planes.En 1 0 que respecta ala historiografia, el panorama de este periodoes altamente heterogeneo, pues "falta aun el elernento unificador queISabre la configuraci6n de los campos de lectura durante este periodo, comoresultado de las campafias de instruccion publica y la expansion editorial , ver elvalioso trabajo de Adolfo Prieto (1998), especialmente la primera par te de estaobra.

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    T.HHIl ' f iche~dJuse Maristanybr l1 le l una escuela historica entendida como centro de aprendizajeImprf'ntlido en comun, que sed. el aporte de la Nueva Escuela (en~. nl idl l [it cra l,la primera escuela de historia que tuvo laIS ; ntina),,(HALPERfNDONGHI, 1996a:45). El per fo do apareceJtIlnit1 [do , segun este autor, por los clasicos de la historiografia

    I'H'gerain

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    l prlm -ra y la segunda parte de las Lecc iones se abren con laif4111lC'rlP i6n de las noricias bibliograficas que Bartolome Mitre,I t , rnrnotor y jefe de los estudios hist6ricos en el Rio de la Plata" (5)4fHl!J lk ru sobre la obra, en el diaro L a N ac i6 n en 18865. Mitre elogiah l hra per cuanto "lleva el sello de 1a investigaci6n concienzuda dejiJ v 1 ' 1 - 1 , c l buscada en los documentos aurenticos, con buena crftica,metodo apropiado y claridad de exposicion y de estilo" (7). El texto!l 1 pitil1l

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    ~UIJ (do dispositive que se usaba para lograr el aprendizaje,II UIrlan il