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PeESfA LIBRE PARA S Los pasos del cazador .,/ de JOSE AGUSTIN GOYTISOLO N o es frecu~nte que un poeta se explique. Los libros de versos hablan por sí solos o no hablan. Las glosas siempre tuvieron mala prensa entre los genios de la liri- ca. Por eso he de confesar que el crítico se asustó ante el largo prólogo introductorio de "Los pasos del caza- dor", de José Agustín Goytisolo. Sólo al principio, por- que en seguida se aprecia que más que la explicación de las claves de un libro de poesía es la desvelación pa- ra el profano de un entorno que ha hecho posible el li- bro: el mundo del cazador. Goytisolo nos cuenta sus años de estudiante, su afición a la caza y al mundo ex- traño que lo rodea: a nivel linguístico, la experimenta- ción del verbo; y sobre todo a nivel humano: la relación con la gente, con la mujer, con el paisaje. Goytisolo afirma que hay una especie de aureola mística en torno al cazador y se pre- gunta por la causa de ese trato distinto que le dispensan las gentes de las aldeas y espe- cialmente la mujer, regalándo- le sus favores. "Estoy conven- cido, por haberlovivido y sen- tido muchas veces -respon- de- de que lo que el ciudada- no busca y siente cuando se echa al campo con su perro, la escopeta; la canana, la percha y la bota de vino, es una real y verdadera sensación de liber- tad, de ser libre, aunque sólo sea por unos días y por unas horas. Y esta sensación de li- bertad que le provoca el po- nerse en situación parecida a la del cazador paleolítico, es previa a aquella forma de feli- cidad de la que habla Ortega. O sea, que el cazador es feliz porque se siente libre, y no li- bre por sentirse feliz." Basta con este párrafo del poeta para comprender el ca"l- do de cultivo de unos poemas que son cancioncillas popula- res, pero que guardan detrás la nostalgia y el trasmundo de otra especie de hombre ro- mero, el caminante, símbolo siempre del devenir humano sobre la tierra. 128/2 Por aquellos montes yo te invito a ir: , tú irás por la caza y yo iré por ti. y palomas mil. Son las palomas de la liber- tad, del andariego que se sien- te en el puro quehacer de an- dar: "Que me gusta a mí ir an- dando I con la perra por los campos". La paloma, la perra, el pájaro son los primeros sím- bolos de la libertad del poeta cazador, Se trata de una poesfa ríe aparente sencillez, casi des- criptiva, en la que la anécdota de la caza sugiere presencias minúsculas y sorprendentes, entreverando las quisicosas del pueblo ("El pelele de mi niño I se ha peleado I por una rebanada I de pan pringado") con los percances del oficio y los logros del amor, amores que recuerdan los del andarie- go Arcipreste de Hita: "Dicho- sa les el agua I que tocan I tus manos I y el río. I mirando", "De prisa I mi amor/ que son ya I las once I y él vuelve / a las dos". Un canto continuado al amor infiel y de pasada, en- tregado al cazador casi como un mítico dios de la libertad. Esa libertad también es campo, paisaje: "Pardas o gri- I Estas circunstancias tienen ses las hojas I se esconden co- la ternura y sugestión de lo mo los pájaros: fíjate en los menudo. Por eso, el libro pue-! jardines I y sembrados" ... I de parecer hasta trivial a quien ¿Que cómo se compagina to- I no sepa saborear la trascen- . do está con la especie de dencia de lo intrascendente.' crueldad de matar animales, Como, por ejemplo, la nana que son precisamente el canto que Goytisolo entona para su natural a la libertad y a la vi- I perra que duerme [unto al res- . da? Creo poder responder caldo: "Ea ea ea que tú no -como primera aproxima- I eres fea". ción- que porque esa libertad No hay más que decir del", .se entiende como una lucha I contenido de este poemario, i de ambos, hombre y animales, auténtica poesía popular, nada' por alcanzar el dominio de la fácil por cierto, y con el enean- " tierra; pero guardando una es- to de lo cotidiano mitificado pecie de código del honor. Tal por ese hombre singular que, es el caso, por ejemplo, de la ¡ es el cazador. Sólo nos quedan paloma que,no puede volar. El una salvedad y un sabor que' poeta le pide al cazador que quedan flotando como incóg- no la persiga: "no podría per- nita detrás de este libro: Se donarte I si veo que la rema- trata de una poesía fría y dis- tas". tante, a veces un tanto cruel, Pero es que además -insis- como el propio cazador. No sé to- "Los pasos del cazador", qué me dirán los cultivadores' como enuncia el propio título, de la cineqética. entre los que se centra más en las circuns- 1 hay grandes escritores. Pero tancias que rodean la caza, los aceptando su ruptura con el pueblos que recorre, costum- mundo en favor de la libertad, bres que descubre, mujeres ¿no es el cazador en cierto que ama, que a la cinegética modo un símbolo' del cami- misma. ¿O acaso no hay más nante egoísta? El romero pasa, arte' de cazador en esta seduc- se enamora, sueña, pero va en ción del poema XXI que en busca de su destino, de una otros momentos de caza lite- tierra prometida, nunca hace ral?: "En seguida te escondes I daño, nunca aprisiona, engan- compañera sin nombre.! Su- chado siempre al ideal de su biendo te me escapas I dueña horizonte, que es su verdadera, de cumbres altas.! Cuando ba- libertad. El cazador pasa tarn- jas te pierdo I burladora del bién, vagabundea el mundo .y viento.! Y en el río te entregas es desde luego libre a su rno- I como si no quisieras". do, pero busca presa, domina, dispara, él es el protagonista de todo, más que la naturale- za, el pueblo o las mujeres que ama. Este quizá -aventuro- sea el secreto por el cual "Los pesos del cazador" me resulte "un tanto duro, desprovisto a veces, en su inspiración origi- nal, del desprendimiento y aire limpio que conlleva toda auténtica poesía. También por esta razón sus poemas más' válidos -má's abiertos y suge- rentes- son aquellos en que el cazador se hace un contem- plativo, no aprisiona, no persi- gue, sino que se .contenta con admirarse. Copio uno, el últi- mo del libro: Sólo la amapola en el trigo nuevo: contempla su luz. Este blanco y lila floreció el ciruelo: contempla su luz. las hojas del chopo son de un verde fresco: contempla su luz. También tú cambiaste después del invierno: contempla su luz. Esta sencillez desnuda es la mejor cualidad de la entrega' poética de Goytisolo, que ha merecido el premio Ciudad de Barcelona. Sus metros cortos, su aire de tonadilla, su arraigo popular ofrecen muy bien la imagen del cazador, entre res- petado y temido siempre, pró- ximo y lejano de su mundo, en donde aparece como un pe- queño reyezuelo. Por eso Los pasos del cazador son un testi- monio más de la más arraiga- da vivencia del hombre de nuestro tiempo: la nostalgia de libertad. Lástima que el prototipo de cazador parezca ir conquistando sus pedazos de aire libre a fogonazos, y pisan- do o cortando la carrera y el sueño de otros. ¿ Pero no es también una imagen muy váli- da de la pretendida libertad que, a costa de los demás y la propia naturaleza, cree tener el hombre de la cosmópolis en el siglo XX? Pedro Miguel LAM ET J

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PeESfALIBREPARA S

Los pasos del cazador.,/

de JOSE AGUSTIN GOYTISOLO

N o es frecu~nte que un poeta se explique. Los librosde versos hablan por sí solos o no hablan. Las glosassiempre tuvieron mala prensa entre los genios de la liri-ca. Por eso he de confesar que el crítico se asustó anteel largo prólogo introductorio de "Los pasos del caza-dor", de José Agustín Goytisolo. Sólo al principio, por-que en seguida se aprecia que más que la explicaciónde las claves de un libro de poesía es la desvelación pa-ra el profano de un entorno que ha hecho posible el li-bro: el mundo del cazador. Goytisolo nos cuenta susaños de estudiante, su afición a la caza y al mundo ex-traño que lo rodea: a nivel linguístico, la experimenta-ción del verbo; y sobre todo a nivel humano: la relacióncon la gente, con la mujer, con el paisaje.

Goytisolo afirma que hayuna especie de aureola místicaen torno al cazador y se pre-gunta por la causa de ese tratodistinto que le dispensan lasgentes de las aldeas y espe-cialmente la mujer, regalándo-le sus favores. "Estoy conven-cido, por haberlovivido y sen-tido muchas veces -respon-de- de que lo que el ciudada-no busca y siente cuando seecha al campo con su perro, laescopeta; la canana, la perchay la bota de vino, es una real yverdadera sensación de liber-tad, de ser libre, aunque sólosea por unos días y por unashoras. Y esta sensación de li-bertad que le provoca el po-nerse en situación parecida ala del cazador paleolítico, esprevia a aquella forma de feli-cidad de la que habla Ortega.O sea, que el cazador es felizporque se siente libre, y no li-bre por sentirse feliz."

Basta con este párrafo delpoeta para comprender el ca"l-do de cultivo de unos poemasque son cancioncillas popula-res, pero que guardan detrásla nostalgia y el trasmundo deotra especie de hombre ro-mero, el caminante, símbolosiempre del devenir humanosobre la tierra.

128/2

Por aquellos montesyo te invito a ir: ,tú irás por la cazay yo iré por ti.

y palomas mil.

Son las palomas de la liber-tad, del andariego que se sien-te en el puro quehacer de an-dar: "Que me gusta a mí ir an-dando I con la perra por loscampos". La paloma, la perra,el pájaro son los primeros sím-bolos de la libertad del poetacazador,

Se trata de una poesfa ríeaparente sencillez, casi des-criptiva, en la que la anécdotade la caza sugiere presenciasminúsculas y sorprendentes,entreverando las quisicosasdel pueblo ("El pelele de miniño I se ha peleado I por unarebanada I de pan pringado")con los percances del oficio ylos logros del amor, amoresque recuerdan los del andarie-go Arcipreste de Hita: "Dicho-sa les el agua I que tocan I tusmanos I y el río. I mirando","De prisa I mi amor/ que sonya I las once I y él vuelve / alas dos". Un canto continuadoal amor infiel y de pasada, en-tregado al cazador casi comoun mítico dios de la libertad.

Esa libertad también es

campo, paisaje: "Pardas o gri- I Estas circunstancias tienenses las hojas I se esconden co- la ternura y sugestión de lomo los pájaros: fíjate en los menudo. Por eso, el libro pue-!jardines I y sembrados" ... Ide parecer hasta trivial a quien¿Que cómo se compagina to- I no sepa saborear la trascen- .do está con la especie de dencia de lo intrascendente.'crueldad de matar animales, Como, por ejemplo, la nanaque son precisamente el canto que Goytisolo entona para sunatural a la libertad y a la vi- I perra que duerme [unto al res- .da? Creo poder responder caldo: "Ea ea ea -¡ que tú no-como primera aproxima- I eres fea".ción- que porque esa libertad No hay más que decir del",.se entiende como una lucha I contenido de este poemario, ide ambos, hombre y animales, auténtica poesía popular, nada'por alcanzar el dominio de la fácil por cierto, y con el enean- "tierra; pero guardando una es- to de lo cotidiano mitificadopecie de código del honor. Tal por ese hombre singular que,es el caso, por ejemplo, de la ¡ es el cazador. Sólo nos quedanpaloma que,no puede volar. El una salvedad y un sabor que'poeta le pide al cazador que quedan flotando como incóg-no la persiga: "no podría per- nita detrás de este libro: Sedonarte I si veo que la rema- trata de una poesía fría y dis-tas". tante, a veces un tanto cruel,

Pero es que además -insis- como el propio cazador. No séto- "Los pasos del cazador", qué me dirán los cultivadores'como enuncia el propio título, de la cineqética. entre los quese centra más en las circuns- 1 hay grandes escritores. Perotancias que rodean la caza, los aceptando su ruptura con elpueblos que recorre, costum- mundo en favor de la libertad,bres que descubre, mujeres ¿no es el cazador en ciertoque ama, que a la cinegética modo un símbolo' del cami-misma. ¿O acaso no hay más nante egoísta? El romero pasa,arte' de cazador en esta seduc- se enamora, sueña, pero va ención del poema XXI que en busca de su destino, de unaotros momentos de caza lite- tierra prometida, nunca haceral?: "En seguida te escondes I daño, nunca aprisiona, engan-compañera sin nombre.! Su- chado siempre al ideal de subiendo te me escapas I dueña horizonte, que es su verdadera,de cumbres altas.! Cuando ba- libertad. El cazador pasa tarn-jas te pierdo I burladora del bién, vagabundea el mundo .yviento.! Y en el río te entregas es desde luego libre a su rno-I como si no quisieras". do, pero busca presa, domina,

dispara, él es el protagonistade todo, más que la naturale-za, el pueblo o las mujeres queama. Este quizá -aventuro-sea el secreto por el cual "Lospesos del cazador" me resulte"un tanto duro, desprovisto aveces, en su inspiración origi-nal, del desprendimiento y airelimpio que conlleva todaauténtica poesía. También poresta razón sus poemas más'válidos -má's abiertos y suge-rentes- son aquellos en que elcazador se hace un contem-plativo, no aprisiona, no persi-gue, sino que se .contenta conadmirarse. Copio uno, el últi-mo del libro:

Sólo la amapolaen el trigo nuevo:contempla su luz.

Este blanco y lilafloreció el ciruelo:contempla su luz.

las hojas del choposon de un verde fresco:contempla su luz.

También tú cambiastedespués del invierno:contempla su luz.

Esta sencillez desnuda es lamejor cualidad de la entrega'poética de Goytisolo, que hamerecido el premio Ciudad deBarcelona. Sus metros cortos,su aire de tonadilla, su arraigopopular ofrecen muy bien laimagen del cazador, entre res-petado y temido siempre, pró-ximo y lejano de su mundo, endonde aparece como un pe-queño reyezuelo. Por eso Lospasos del cazador son un testi-monio más de la más arraiga-da vivencia del hombre denuestro tiempo: la nostalgiade libertad. Lástima que elprototipo de cazador parezca irconquistando sus pedazos deaire libre a fogonazos, y pisan-do o cortando la carrera y elsueño de otros. ¿Pero no estambién una imagen muy váli-da de la pretendida libertadque, a costa de los demás y lapropia naturaleza, cree tener elhombre de la cosmópolis enel siglo XX?

Pedro Miguel LAM ET

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