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4/ARGUTORIO 1 er SEMESTRE 2002 Los hechos que dan origen a la mo- narquía astur-leonesa son oscuros y se desdibujan entre leyendas y mitos. Unos hechos en apariencia sencillos de expli- car y que probablemente no hubieran te- nido jamás influencia alguna en el deve- nir histórico fueron «a posteriori» magnificados con leyendas y exageracio- nes hasta sobrepasar los límites de su propio alcance. En todo caso, los oríge- nes de la monarquía astur-leonesa están íntimamente identificados con Pelayo y Covadonga, convertidos más tarde en símbolos de la resistencia cristiana fren- te a la invasión musulmana. Según los testimonios de las crónicas medievales, cristianas y musulmanas, y guiándonos, en lo fundamental, por la re- construcción de los hechos realizada por Claudio Sánchez-Albornoz, comenzamos nuestro relato en los días en que Egica era rey de los godos con capital en Toledo. En 687, Egica es ungido en Toledo como rey de los godos. La Crónica Mozárabe dice de él que «persiguió a los godos con amargas muertes». Entre los funcionarios de palacio encontramos a Fáfila, duque de Cantabria y padre de Pelayo, el cual cayó en desgracia y fue desterrado a Tuy - aunque se ignora el motivo-. En 700, asocia a su hijo Vitiza al trono y le nombra soberano, pasando éste a ocupar la gobernación de Galicia con sede en Tuy. Allí tuvo un gravísimo en- frentamiento con Fáfila, «a causa de la esposa» - cabe cualquier interpretación en estas palabras- a quien mata golpeán- dole en la cabeza 1 . En 702 muere Egica y Vitiza pasa a ocupar el trono de Toledo. La Crónica Mozárabe lo describe como un hombre benévolo que hizo llamar a aquellos que su padre habla desterrado, les devolvió sus propiedades y sus esclavos, quemó públicamente las declaraciones de deu- da al Tesoro, que Egica les habla obliga- do a firmar, y les devolvió sus cargos palatinos. Cabe suponer que la amnistía benefició también a los descendientes de los desterrados quienes por las ordenan- zas del XVI concilio de Toledo no podían ocupar cargos palatinos. Así, según nos cuenta la Crónica Rotense, vemos a Pelayo llegar a la corte toledana de Vitiza para ocupar el cargo de «espatario» 2 . Esto debió durar poco ya que, según la Albeldense, Pelayo fue expulsado de la corte por Vitiza y su rastro se pierde, caí- do en desgracia al igual que su padre. Vitiza deseaba a su vez que uno de sus hijos, Agila, le sucediera en el trono y como paso previo lo nombró «dux» de la provincia del Nordeste -Tarraconense-. En 710 muere Vitiza y Agila es nombrado heredero. Sin embargo, Ia oposición aris- tocrática y los funcionarios palatinos eli- gieron como rey a Rodrigo, duque de la Bética; esto desencadenó la guerra civil entre los dos bandos 3 . Jorge Rivas ORÍGENES DE LA MONARQUÍA ASTUR-LEONESA (1) PELAYO, EL REY INVEROSÍMIL «El reino asturiano presenta un conjunto de problemas relativos a datos fácticos e historiográficos exclusivamente suyos. Los autores cristianos latinos que escriben en el centro o el sur de la península a mediados del siglo VIII no hacen mención alguna a sus correligionarios del norte, y no es de extrañarse que el trato concedido al reino en las fuente árabes sea de alcance limitado y de carácter fuertemente partidista. Por todo ello, las breves crónicas escritas en Asturias a fines del siglo IX son la principal, y en muchos casos la única, fuente de información para la historia de este reino cristiano». Así describe ROGER COLLINS en su libro «La conquista árabe. 710-797» (Editorial Crítica, Barcelona, 1991) el panorama que se le presenta al estudioso que desea investigar los orígenes del reino asturiano. Por si esto fuera poco, la información contenida en las dos crónicas, la llamada «Crónica de Albelda» y la conocida como «Crónica de Alfonso III», es relativamente escasa, aunque la rebelión y la batalla victoriosa librada contra los árabes en Covadonga ocupen una cantidad desproporcionada del espacio asignado a los sucesos del siglo VIII; algo bastante lógico si tenemos en cuenta que el linaje dominante de los reyes de Asturias hacia remontar sus antepasados hasta Pelayo, por lo que la justificación ideológica de su dominación había que buscarla en este personaje. Además, la perspectiva de estas crónicas es de la de su propio tiempo, y nos dicen más sobre las percepciones del siglo IX que sobre las realidades del VIII. A pesar de este panorama tan desalentador, Jorge Rivas, habitual colaborador de esta revista, se anima en el artículo que sigue (que tendrá su continuación en el próximo número), a intentar una reconstrucción de los hechos acaecidos en los años previos a la batalla de Covadonga, basada principalmente en la que realiza Claudio Sánchez-Albornoz en su ya clásica obra «Los orígenes de la nación española: el reino de Asturias», 3 vols., Oviedo, 1972-1975. «La figura de Pelayo, así como la histo- ria de los orígenes de la Reconquista, aparecen envueltos en tinieblas tan espesas que es muy difícil, casi imposi- ble, sacar a la luz la parte de verdad que pueda haber en el fondo de las confusas fÆbulas y leyendas de los cro- nistas musulmanes y cristianos». CLAUDIO S`NCHEZ-ALBORNOZ 1 Sánchez -Albornoz nos cuenta que Fáfila era digna- tario de la corte del rey Egica. Fue víctima de la cóle- ra de Vitiza, hijo del rey, quien, en Tuy, a causa de la esposa -qadam occasione uxoris- le golpeó la cabe- za causándole la muerte. Por su parte, Ignacio Bertrand Bertrand nos informa que el rey godo Egica asoció a su hijo Vitiza al trono cuatro (?) años antes de morir y le dio la gobernación de Galicia, con resi- dencia en Tuy donde se enfrentó con el duque de Cantabria, Favila, a quien parece ser que ordena sa- car los ojos - pena que se aplicaba a la traición- o lo mandó matar de un golpe de clava a orillas del río Órbigo en León - quizás en su viaje de huida de Tuy a Cantabria, a fin de evitar la cólera del rey -. 2 GIL FERNÁNDEZ, Crónicas Asturianas. El cargo de espatario parece ser el de un componente del séqui- to militar del rey con atribuciones en los servicios de seguridad. Menéndez Pidal opina que el espatario era el jefe de la guardia real. 3 Tradicionalmente entre los godos la monarquía era electiva y no hereditaria. Los pares de la aristocracia elegían nuevo rey a la muerte del anterior. El motivo para la guerra civil pudo ser, entre otros, el quebran- tamiento del principio de elegibilidad: Agila no podía ser rey sólo por ser hijo de Vitiza; necesitaba ser ele- gido. La Crónica Mozárabe nos dice, sin embargo, que el trono fue ilegalmente usurpado por Rodrigo «a instancias del Senado».

PELAYO, EL REY INVEROSÍMIL · cuenta la Crónica Rotense, vemos a Pelayo llegar a la corte toledana de Vitiza para ocupar el cargo de «espatario»2. Esto debió durar poco ya que,

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4/ARGUTORIO 1er SEMESTRE 2002

Los hechos que dan origen a la mo-narquía astur-leonesa son oscuros y sedesdibujan entre leyendas y mitos. Unoshechos en apariencia sencillos de expli-car y que probablemente no hubieran te-nido jamás influencia alguna en el deve-nir histór ico fueron «a poster ior i»magnificados con leyendas y exageracio-nes hasta sobrepasar los límites de supropio alcance. En todo caso, los oríge-nes de la monarquía astur-leonesa estáníntimamente identificados con Pelayo yCovadonga, convertidos más tarde ensímbolos de la resistencia cristiana fren-te a la invasión musulmana.

Según los testimonios de las crónicasmedievales, cristianas y musulmanas, yguiándonos, en lo fundamental, por la re-construcción de los hechos realizada porClaudio Sánchez-Albornoz, comenzamosnuestro relato en los días en que Egicaera rey de los godos con capital enToledo.

En 687, Egica es ungido en Toledocomo rey de los godos. La CrónicaMozárabe dice de él que «persiguió a losgodos con amargas muertes». Entre losfuncionarios de palacio encontramos aFáfila, duque de Cantabria y padre dePelayo, el cual cayó en desgracia y fuedesterrado a Tuy - aunque se ignora elmotivo-. En 700, asocia a su hijo Vitiza altrono y le nombra soberano, pasando éstea ocupar la gobernación de Galicia consede en Tuy. Allí tuvo un gravísimo en-frentamiento con Fáfila, «a causa de laesposa» - cabe cualquier interpretaciónen estas palabras- a quien mata golpeán-dole en la cabeza1 .

En 702 muere Egica y Vitiza pasa aocupar el trono de Toledo. La CrónicaMozárabe lo describe como un hombrebenévolo que hizo llamar a aquellos quesu padre habla desterrado, les devolviósus propiedades y sus esclavos, quemópúblicamente las declaraciones de deu-da al Tesoro, que Egica les habla obliga-do a firmar, y les devolvió sus cargos

palatinos. Cabe suponer que la amnistíabenefició también a los descendientes delos desterrados quienes por las ordenan-zas del XVI concilio de Toledo no podíanocupar cargos palatinos. Así, según noscuenta la Crónica Rotense, vemos aPelayo llegar a la corte toledana de Vitizapara ocupar el cargo de «espatario»2 .Esto debió durar poco ya que, según laAlbeldense, Pelayo fue expulsado de lacorte por Vitiza y su rastro se pierde, caí-do en desgracia al igual que su padre.

Vitiza deseaba a su vez que uno de sushijos, Agila, le sucediera en el trono ycomo paso previo lo nombró «dux» de laprovincia del Nordeste -Tarraconense-.En 710 muere Vitiza y Agila es nombradoheredero. Sin embargo, Ia oposición aris-tocrática y los funcionarios palatinos eli-gieron como rey a Rodrigo, duque de laBética; esto desencadenó la guerra civilentre los dos bandos3 .

Jorge Rivas

ORÍGENES DE LA MONARQUÍA ASTUR-LEONESA (1)PELAYO, EL REY INVEROSÍMIL

«El reino asturiano presenta un conjunto de problemas relativos a datos fácticos e historiográficos exclusivamente suyos. Losautores cristianos latinos que escriben en el centro o el sur de la península a mediados del siglo VIII no hacen mención alguna a suscorreligionarios del norte, y no es de extrañarse que el trato concedido al reino en las fuente árabes sea de alcance limitado y decarácter fuertemente partidista. Por todo ello, las breves crónicas escritas en Asturias a fines del siglo IX son la principal, y en muchoscasos la única, fuente de información para la historia de este reino cristiano». Así describe ROGER COLLINS en su libro «La conquistaárabe. 710-797» (Editorial Crítica, Barcelona, 1991) el panorama que se le presenta al estudioso que desea investigar los orígenesdel reino asturiano. Por si esto fuera poco, la información contenida en las dos crónicas, la llamada «Crónica de Albelda» y la conocidacomo «Crónica de Alfonso III», es relativamente escasa, aunque la rebelión y la batalla victoriosa librada contra los árabes enCovadonga ocupen una cantidad desproporcionada del espacio asignado a los sucesos del siglo VIII; algo bastante lógico si tenemosen cuenta que el linaje dominante de los reyes de Asturias hacia remontar sus antepasados hasta Pelayo, por lo que la justificaciónideológica de su dominación había que buscarla en este personaje. Además, la perspectiva de estas crónicas es de la de su propiotiempo, y nos dicen más sobre las percepciones del siglo IX que sobre las realidades del VIII.

A pesar de este panorama tan desalentador, Jorge Rivas, habitual colaborador de esta revista, se anima en el artículo que sigue(que tendrá su continuación en el próximo número), a intentar una reconstrucción de los hechos acaecidos en los años previos a labatalla de Covadonga, basada principalmente en la que realiza Claudio Sánchez-Albornoz en su ya clásica obra «Los orígenes de lanación española: el reino de Asturias», 3 vols., Oviedo, 1972-1975.

«La figura de Pelayo, así como la histo-ria de los orígenes de la Reconquista,aparecen envueltos en tinieblas tanespesas que es muy difícil, casi imposi-ble, sacar a la luz la parte de verdadque pueda haber en el fondo de lasconfusas fábulas y leyendas de los cro-nistas musulmanes y cristianos».

CLAUDIO SÁNCHEZ-ALBORNOZ

1 Sánchez -Albornoz nos cuenta que Fáfila era digna-tario de la corte del rey Egica. Fue víctima de la cóle-ra de Vitiza, hijo del rey, quien, en Tuy, a causa de laesposa -qadam occasione uxoris- le golpeó la cabe-za causándole la muerte. Por su parte, IgnacioBertrand Bertrand nos informa que el rey godo Egicaasoció a su hijo Vitiza al trono cuatro (?) años antesde morir y le dio la gobernación de Galicia, con resi-dencia en Tuy donde se enfrentó con el duque deCantabria, Favila, a quien parece ser que ordena sa-car los ojos - pena que se aplicaba a la traición- o lomandó matar de un golpe de clava a orillas del ríoÓrbigo en León - quizás en su viaje de huida de Tuy aCantabria, a fin de evitar la cólera del rey -.

2 GIL FERNÁNDEZ, Crónicas Asturianas. El cargo deespatario parece ser el de un componente del séqui-to militar del rey con atribuciones en los servicios deseguridad. Menéndez Pidal opina que el espatario erael jefe de la guardia real.

3 Tradicionalmente entre los godos la monarquía eraelectiva y no hereditaria. Los pares de la aristocraciaelegían nuevo rey a la muerte del anterior. El motivopara la guerra civil pudo ser, entre otros, el quebran-tamiento del principio de elegibilidad: Agila no podíaser rey sólo por ser hijo de Vitiza; necesitaba ser ele-gido. La Crónica Mozárabe nos dice, sin embargo,que el trono fue ilegalmente usurpado por Rodrigo «ainstancias del Senado».

1er SEMESTRE 2002 ARGUTORIO/5

Llegada la primavera de 711, Rodrigose encuentra en el Norte ocupado en dis-putas con los vascones. Esto es aprove-chado por los herederos de Vitiza parallamar en su apoyo a los guerreros mu-sulmanes que en ese momento ya hablanconseguido llegar a la costa africana delEstrecho. El Gobernador musulmán delNorte de África, Musa ibn Nusair, envía asu general Tariq al otra lado del Estrechoal mando de un reducido ejército. Nadamás pisar la Península, Tariq acampa enlo que hoy es Algeciras y allí sele unen las fuerzas de los here-deros de Vitiza. Rápidamente ini-cia la marcha hacía el Norte.

Cuando le notificaron la inva-sión, Rodrigo se puso en marchacon su ejército, hacia el sur. Enel Wadi lakkah de los geógrafosárabes - Guadalete, el valle delrío Sarbate - tiene lugar en juliode ese mismo año el choque en-tre el cuerpo de desembarco ylas tropas del rey Rodrigo. Du-rante la batalla que duró sietedías, el ejército de Rodrigo su-frió enormes pérdidas. No sabe-mos que fue de Rodrigo tras laaplastante derrota: o bien seahogó, o bien huyó, desapare-ciendo.

En todo caso, Tariq no tardóen continuar su marcha hacia elnorte. Esta victoria derrumbó laorganización central del reinovisigodo que se vino abajo comoun castillo de naipes. Tariq com-prendió rápidamente queHispania se abría ante él y se di-rigió a la capital visigoda, Toledo.Desde Jaén llegó a Toledo sinmucha oposición y encontró laciudad desierta, obteniendo unenorme botín; allí se estableciópara pasar el invierno.

Un año después de Guadalete, en ju-lio de 712, es el propio Musa quien des-embarca en la Península dirigiéndose ala conquista de Sevilla y posteriormentehacia el norte siguiendo el curso del ríoGuadiana para dar batalla a un fuertereagrupamiento de godos. Éstos se vie-ron obligados a refugiarse en Mérida don-de hicieron frente a los musulmanes hastajunio de 713. Tras el invierno de 713, tresgrandes columnas militares con sedes enAstorga - al mando de Tariq-, Aragón -Fortún- y Zaragoza -Musa-, componen elgrueso del ejército y facilitan la plena in-tegración del territorio. Así, en 714 caenla Tarraconense y el valle del Ebro en po-

der de los musulmanes, que llegan másallá de los Pirineos. Ya en el Ródano en-cuentran una fuerte oposición y retroce-den hasta el extremo Noroeste de la Pe-nínsula, conquistando León y Galicia yobligando a sus últimos adversariosgodos a refugiarse en Asturias.

A continuación, Musa penetra en lasAsturias transmontanas, probablementepor la antigua calzada romana que uníaLeón con Gijón - la «Jejone» a «Gegione

maritima» romana -. Según Ibn al-Athir,Musa llegó a Lukk4 , la cual destruyó, alas riberas del Océano y a la Peña dePelayo - Belay, el rumí -. AI-Maqqari nosinforma que Musa se apoderó de Gijón yla convirtió en cabeza del nuevo territo-rio. Allí, un enviado del Califa le obligó avolver a Damasco por lo que Musa nom-bró «valí» -gobernador- al bereber Otmanben Neza, el Munuza de las crónicas cris-tianas, «compañero de «Tariq», del cualdice la Albeldense, coincidiendo con la

Rotense, que «cumplía en la ciudad deGijón las órdenes de los sarracenos so-bre los astures».

¿Qué fue de Pelayo durante el trans-curso de estos hechos? Las noticias sonconfusas y hasta cierto punto contradic-torias. Por un lado, la Albeldense nos diceque Pelayo fue expulsado de la corte porVitiza y se encontraba en Asturias antesde la invasión musulmana. Por su parte,la Rotense nos cuenta que cuandoRodrigo se ciñó la corona, Pelayo reco-bró su puesto de espatario en el palacio.

Posteriormente huyó a Ios mon-tes tras la conquista musulma-na. Aún más, la Sebastián aludeexpresamente a la huida haciaFrancia y Asturias de los super-vivientes de Guadalete.

«Arruinado el reino godo - nosdice Sánchez-Albornoz-, comoquiera que fuese, Pelayo marchócon su familia al norte». Uno másentre los restos del naufragiovisigodo: civiles desplazados,restos del ejército, funcionariosen la corte o el gobierno, nobles,magnates y terratenientes...«Firmada la paz -continúa- alcabo entre los refugiados godosy la gentes del país, de una par-te, y los musulmanes de la otra,Pelayo penetró con su hermanaen Asturias y allí se establecióquizás al amparo del pacto queconcedía a los habitantes de laregión el disfrute de sus tierrasmediante el pago de la capitacióny el del impuesto territorial».

Quizás Pelayo ya vivió en elvalle de Cangas de Onís desdesu llegada, sometido a la autori-dad del valí Munuza y gozandode una cierta tranquilidad obte-nida al precio de la sumisión,

acaso asumiendo unas ciertas responsa-bilidades sobre su propia región y su pue-blo, tanto si era un representante de lanobleza local asturiana como un godo confuerte arraigo familiar entre los astures.

Todo parecía ir aceptablemente bien y,sin embargo, Pelayo se sublevó contrael poder musulmán. ¿Cuál fue la causade esta rebelión? La Rotense nos cuentaque el valí Munuza se enamoró de la her-mana de Pelayo pero éste se oponía almatrimonio de su hermana con Munuza.Aprovechando una orden del emir al-Hurrpara que le sean enviados rehenes a Cór-doba, Munuza envía a Pelayo a la capitalmusulmana «con el pretexto de una co-misión», acaso relacionada con las con

4 Para Gabal y Barrau-Dihigo, Lukk sería LucusAugusti - la actual Lugo, en Galicia - , pero paraSaavedra se trata de Lucus Asturum, hoy Lugo deLLanera, muy próxima a Oviedo.

Don Pelayo (718-737). BibliotecaNacional de Bellas Artes. Madrid

6/ARGUTORIO 1er SEMESTRE 2002

diciones de sometimiento de losastures5 .

Pelayo permaneció retenido en la cor-te de al-Hurr hasta que entre marzo yagosto de 717 consigue escapar de Cór-doba y retornar a Asturias tras un largo yarriesgado viaje. Mientras tanto, Munuzahabía aprovechado su ausencia para ca-sarse con su hermana - o bien incorpo-rarla al harén -. Enterado Pelayo de estematrimonio comenzó a conspirar contraMunuza. Por su parte, el emir de Córdo-ba habla enviado agentes tras el rastrodel fugitivo con órdenes para Munuza deque lo arrestara y lo devolviera preso aCórdoba.

Ya en el camino de la rebelión abiertacontra la autoridad del gobernador mu-sulmán, Pelayo se ve forzado a escaparde las tropas encargadas por éste de sucaptura. Consigue llegar a Brece, donde,acosado, está a punto de ser prendidomediante engaños. «Pero Pelayo - nosdice Sánchez-Albornoz- supo por confi-dencia de un amigo el peligro que le ame-naza, y como el número de los persegui-dores hacia imposible toda resistencia,procuró escapar disimuladamente de loshombres del valí. Seguido por ellos llegóal (río) Piloña, lo cruzó como pudo, ymientras los esbirros se detenían ante elcurso del río, el futuro caudillo de losastures se acogió a los montes (picos deEuropa)».

Según la Rotense, Pelayo, tras cruzarel río Piloña y huir de sus perseguidores,consigue llegar al valle de Cangas deOnís donde los habitantes de la comarcase disponían a celebrar una asamblea po-pular - «concilium»-. Allí Pelayo «hizo

correr sus órdenes por entre todos losastures» y fue elegido por ellos como suprlncipe6 , y aún el Poema de FernánGonzález no duda en reclamar la inter-vención divina en su coronación:

«Dixo les por el angel que Pelayo buscassen,quel alçasen por rrey e que a el catassen,en manparar la tierra todos le ayudasen,ca el les daría ayuda porque la anparasen».

Probablemente Pelayo fue coronado a

6 En la historia de Pelayo casi todo parece estar con-fuso y abierto a varias posibilidades, incluso el lugaren donde fue proclamado rey. El suceso del«Repelau», es decir la coronación del príncipe-caudi-llo como rey de los astures es reclamado por varioslugares en los Picos de Europa. Una antigua tradi-ción asturiana la sitúa en una campa a un kilómetro ymedio de la Basílica de Cavadonga - campa delRepelau- donde un sencillo obelisco erigido a media-dos del siglo XIX lleva esta inscripción: «EN ESTACAMPO DEL RE-PELAU/DESPUÉS DE LA VICTO-RIA DE COVADONGA /ANUNCIADA POR LA APA-RICION DE LA SANTA CRUZ /FUE PROCLAMADOREY DON PELAYO//...». Queda en Soto de Cangasotro posible enclave de la coronación, en el llamado«campo de la jura». Mantienen los leoneses su ver-sión en la ermita de Corona junto al Cares - tradiciónrecogida por el historiador Justiniano Rodríguez- yen la Liébana el «Llan de Re» cerca de Redó y losLlanos.

finales de 718, año en que las crónicascristianas datan unánimemente el co-mienzo de su reinado. Pelayo, al cruzarel Piloña y escapar de sus enemigos, eraya un rebelde declarado que sólo teníados opciones, o bien huir y esconderse oalzar en armas a los astures y resistir.Pelayo no parece haber sido en absolutopusilánime y sí rápido de reflejos y capazde reaccionar frente a la adversidad. Re-nunció a huir y seguramente hizo sus pri-meros seguidores entre los astures queacudían al concilium. Alentó la subleva-ción, a no pagar los impuestos, y les mo-vió a la venganza y a la lucha. «Entreaquellos bravos montañeses - nos diceSánchez Albornoz- mal romanizados ypeor sometidos a los godos tuvo eco elllamamiento del rebelde; se alzaron enarmas y se unieron a Pelayo. Los convo-có éste a una asamblea general; en ellalo reconocieron como caudillo y el anti-guo espatario de Rodrigo, por azares dela fortuna, quedó así convertido en jefede un levantamiento popular».

BIBLIOGRAFÍASÁNCHEZ-ALBORNOZ, C. (1986): Orígenes

de la nación española, Sarpe, Madrid.

* Jorge Rivas es profesar de EnseñanzaPrimaria

5 Con esto, Munuza mataba dos pájaros de un tiro:por un lado enviaba a un rehén y por otro alejaba aPelayo de Asturias para poder casarse con su her-mana. El hecho de que Pelayo pudiera servir comorehén, es decir como aval del sometimiento y del pagode las tributos por parte de los cristianos de Asturias,parece indicar que ya era un personaje con suficienteimportancia. Ballesteros opina que ya por entoncesera una especie de Jefe local de los astures o quizásuno de los elementos representativos de los partida-rios de Rodrigo.

Por otra parte, cabe indicar que el pretendido ma-trimonio de Munuza con la hermana de Pelayo no eraun proyecto en absoluto descabellado y se ajusta alas pautas de comportamiento seguidas por los mu-sulmanes en la Península. Según Sánchez-Albornoz:«El primer valí de España Abd al-Aziz, hijo de Musa,se había casado con Egilona, viuda del último reygodo (Rodrigo). Otros caudillos musulmanas se ca-saron con otras mujeres españolas...» «...y no puedesorprender que Munuza desease casarse con la her-mana de Pelayo».

Una antigua tradición asturiana situa la coronación en la campa del«Repelau». El obelisco conmemorativo es de mediados del siglo XIX.