163
Robin Pilcher Robin Pilcher LOS DADOS LOS DADOS DEL DESTINO DEL DESTINO

Pilcher, Robin - Los Dados Del Destino

  • Upload
    maitane

  • View
    34

  • Download
    11

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Los Dados. Novela

Citation preview

  • Robin PilcherRobin Pilcher

    LOS DADOS LOS DADOS DEL DESTINODEL DESTINO

  • - 2 -

    Para Oliver, Alice, Hugo y Florence. Y para ta Buffy,

    que siempre ha sido mi primera lectora y la ms maravillosa.

  • - 3 -

    NDICE Agradecimientos ............................................................................. 4

    Captulo 1.................................................................................... 5 Captulo 2.................................................................................... 9 Captulo 3.................................................................................. 12 Captulo 4.................................................................................. 18 Captulo 5.................................................................................. 21 Captulo 6.................................................................................. 24 Captulo 7.................................................................................. 26 Captulo 8.................................................................................. 32 Captulo 9.................................................................................. 37 Captulo 10................................................................................ 51 Captulo 11................................................................................ 54 Captulo 12................................................................................ 70 Captulo 13................................................................................ 72 Captulo 14................................................................................ 81 Captulo 15................................................................................ 87 Captulo 16................................................................................ 93 Captulo 17................................................................................ 99 Captulo 18.............................................................................. 103 Captulo 19.............................................................................. 109 Captulo 20.............................................................................. 115 Captulo 21.............................................................................. 118 Captulo 22.............................................................................. 130 Captulo 23.............................................................................. 134 Captulo 24.............................................................................. 137 Captulo 25.............................................................................. 140 Captulo 26.............................................................................. 143 Captulo 27.............................................................................. 147 Captulo 28.............................................................................. 152 Captulo 29.............................................................................. 157 Captulo 30.............................................................................. 161

    RESEA BIBLIOGRFICA....................................................... 162

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 4 -

    AgradecimientosAgradecimientos

    Quisiera dar las gracias en primer lugar a Nick Tudor, cuyas historias inspiraron la creacin de este libro.

    Gracias tambin a Pippa y Kirsty, que dieron al mundo la comodidad de la ropa Tinkers, Pedlars y Pippers; a Graham y Sandra, que me animaron a lo largo de todo el camino hasta el final de la obra; a Flora y Rosannagh, que me cantaron uno de los mayores xitos de Mr. Boom; a todo el personal de Fastnet, en Fort William; y a Lisa Keany, Caroline Charles, Christo Sharpe, Jim Best, Charlie Cox y Chris Clyne, por tenerme a raya en todas las cuestiones tcnicas.

    * * ** * *

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 5 -

    Captulo 1

    La alarma son a las siete en punto, como vena sucediendo desde haca catorce meses; no a las seis, como cuando tena que levantarse para ir a trabajar. A pesar de todo, segua producindole un sobresalto. Dan Porter sac un brazo de entre las mantas y tante en busca del botn que detendra aquel timbre infernal. Pero la alarma sonaba con tal intensidad que el reloj se cay al suelo, donde sigui sonando amortiguado por la moqueta mientras la mano an palpaba a ciegas la mesilla.

    Dnde coo est? La explosin verbal fue acompaada de otra fsica. Dan apart las mantas de un golpe y se incorpor. No fue precisamente una buena idea, pens cerrando con fuerza los ojos para no ser del todo consciente del oxgeno bombeado al cerebro. Cuando se le pas el mareo y logr determinar de dnde vena el ruido, mir el reloj cado, que todava giraba por inercia cada vez ms despacio, como una mosca poco antes de morir.

    Con un gruido se inclin a recogerlo, aunque segua fuera de su alcance. Se puso de rodillas y estir el brazo, pero no lleg a tiempo. Se le adelant una mano esbelta y bien formada, que llevaba en el anular un anillo de oro con un diamante rodeado de rubes. Un dedo con la ua pintada de rojo acall por fin la alarma apretando el botn. Dan sigui con la vista una manga de rayas hasta llegar al adorno de oro que colgaba del cuello, entre unos pechos acentuados por el escote abierto de la blusa blanca de algodn. Dan gir la cabeza un poco ms y mir el rostro de su mujer. Muchas veces haba pensado que si tuviera que describir sus rasgos, se habra quedado paralizado ante la hoja en blanco, porque jams podra escribir todas esas chorradas de que tena los ojos demasiado separados, la nariz demasiado plana o las orejas demasiado grandes. Tal vez con una palabra bastara: PERFECTA, con maysculas. Jackie siempre haba sido una autntica belleza. Llevaban casi veinte aos casados y todava lo excitaba mirarla.

    En ese momento, sin embargo, era evidente que el sentimiento no era mutuo. Jackie esbozaba una sonrisa, pero con un gesto que ms bien deca: Dan, ests hecho un autntico desastre, no: Buenos das, cario, cmo te encuentras?.

    Dan se levant con esfuerzo y se dej caer de nuevo en la cama. Se qued tumbado con la cara apoyada en una mano mientras Jackie colocaba el reloj en la mesilla y meta el maquillaje en el bolso.

    Oye comenz l, sonriendo de un modo que quera ser sugerente y sexy. Qu? pregunt Jackie en tono cortante y sin mirarle, mientras sacaba una

    gabardina del armario. Dan decidi insistir. Hay alguna posibilidad de que te tumbes en la cama para que yo te

    manosee? Jackie, con la gabardina en el brazo, se volvi por fin hacia l y recorri con la

    vista sus pantalones cortos y su desvada camiseta azul, que tena un agujero justo sobre el pezn izquierdo.

    No creo que la idea me tiente mucho contest. Dan dej caer la cabeza, fingiendo sentirse rechazado. Bueno, yo por lo menos lo propongo de vez en cuando mascull con la cara

    contra las mantas. Qu dices?

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 6 -

    Dan se levant. Nada. Te he odo. Ya. Bueno, era una broma. Pues no le veo la gracia. Est bien dijo l con un suspiro. Lo siento. Se meti las manos en los

    bolsillos del pantaln. Quieres que te haga un caf? No. Tengo que estar en la oficina a las ocho. Tenemos una reunin a las

    nueve, pero primero quiero cantarle las cuarenta al escengrafo. Hace tres meses le dijimos que hiciera unos cambios en el escenario para el desfile de Pars y todava no ha hecho nada. Jackie ech un vistazo a la habitacin, por si se le olvidaba algo, y luego ech a andar hacia la puerta. Al pasar junto a Dan le dio un beso fugaz en la mejilla. Dan sali tras ella al estrecho rellano y baj la escalera.

    Qu vas a hacer hoy? pregunto Jackie sin volverse. No lo s. A lo mejor me pongo a limpiar la casa, para entretenerme. Al llegar abajo Jackie se volvi hacia l, y Dan se dio cuenta de que su cinismo

    no le haca mella. Has llamado a Ben Appleton? S. Y? De momento est despidiendo gente, no contratando. Jackie entorn los ojos, como si no le creyera. De verdad lo has llamado? Que s. A pesar de ser inocente, Dan se sonroj. Oye, en contra de lo que

    t piensas, yo sigo buscando trabajo. De verdad? Pues perdona, pero me cuesta creerlo, Dan. Desde luego no hay

    muchas pruebas de ello en tu despacho. Dan mir un instante hacia la escalera. Cundo has estado ah arriba? Esta maana. Por qu? Jackie suspir. No iba a tu despacho, Dan. Sub a la habitacin de Millie para buscar el

    secador. Pero el despacho estaba abierto y vi que el salvapantallas del ordenador no se haba activado.

    Y qu? Pues que en la pantalla haba un solitario sin terminar. Dan se ech a rer. Vaya por Dios. No tiene gracia, Dan replic ella cortante. No te puedes pasar la vida

    escondido sin hacer nada. No es que no haga nada! No traes dinero a casa, Dan. Y nos hace falta. Ya lo s. Pero de momento vamos bien. Tampoco es que estemos en las

    ltimas. Ah, no? Pues entonces estoy muy equivocada. Has perdido tu trabajo y casi

    todo tu dinero con el fracaso de las punto.com; gracias a eso hemos tenido que cambiar a las nias de colegio, no podemos irnos de vacaciones por primera vez desde que naci Josh y has tenido que cambiar tu Mercedes por un Saab de quince aos. As que perdona, Dan, pero no pienso como t. Para m s que estamos en las ltimas, como t dices. Tienes que encontrar trabajo, porque con mi sueldo no vamos a aguantar mucho. Por ms que sea directora ejecutiva de Rebecca Talworth Design

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 7 -

    Limited, tampoco es que gane una fortuna. Ya sabes que todava estamos invirtiendo casi todos los beneficios.

    S, ya lo s. Pero te he dicho muchas veces que no se encuentra trabajo de un da para otro.

    Pero es que no tenemos tiempo, Dan! Jackie ech un rpido vistazo al reloj. Y, adems, tampoco tengo tiempo para discutir ahora.

    Ech a andar por el pasillo, esquivando las mochilas de las nias, y abri la puerta. El clido sol de septiembre cay sobre el parquet de pino. Dan sali descalzo al pequeo jardn, con las manos todava en los bolsillos. Jackie abri la cerca que daba a la calle flanqueada de rboles.

    Dile a Nina que intentar ir a su concierto esta noche dijo. Dan asinti. A ver si esta vez vas de verdad. El rostro de Jackie no ocult su reaccin. No slo tengo un trabajo que es vital para toda la familia, sino que adems

    me ocupa todo el da. Dan alz una mano como para pedir perdn. Acababa de or la puerta de la

    casa de al lado y no quera seguir hablando. La seora Watt y l no se tenan mucho aprecio. La seora Watt era una vecina entrometida, como Dan le haba dicho a la cara ms de una vez; nada le gustara ms que enterarse de una de sus discusiones de pareja, a pesar de que en los ltimos meses haba escuchado multitud de ellas. Cuando se abri la cerca de su jardn, Jackie se volvi a saludarla con una sonrisa. La seora Watt apareci tras el crecido seto de tejo que rodeaba su propiedad y, al pasar junto a Jackie, aminor el paso para clavar en Dan una mirada de reproche. Dan hizo un gesto con las manos dentro de los bolsillos, dando la impresin de que estaba ms que contento de verla.

    Buenos das, seora Watt grit con tono displicente. La mujer apart la vista de inmediato, chasque la lengua y se alej. Jackie

    movi la cabeza. Por Dios, Dan, cundo te vas a tomar las cosas en serio? A continuacin

    dio media vuelta y desapareci tras el seto. Dan alz la vista hacia el cielo azul. Un Boeing 747 volaba bajo en su descenso

    hacia el aeropuerto de Heathrow y al cabo de un momento desapareci tras los edificios. Dan lleg a la cerca a tiempo de ver a Jackie cruzando la calle en direccin al metro de South Clapham. Pens en gritarle algo como que tengas un buen da, cario, pero saba que su mujer no estaba de humor esa maana, de manera que se limit a volver en silencio a la casa.

    En cuanto abri la puerta de la cocina supo que uno de los perros que haban rescatado de la perrera haba vuelto a hacer de las suyas. Ms an, no hacan falta muchas dotes de deduccin para saber quin era el culpable. Biggles, un cruce de perro de aguas y pastor escocs, yaca acobardado en su cesta, mientras que su compaero, Cruise, demostraba ostentosamente su inocencia danzando con energa en torno a los pies de Dan.

    Maldita sea, Biggles! exclam Dan, tapndose la nariz. Otra vez? Encontr la prueba de la fechora del perro en mitad de la galera de la cocina y

    fue en busca de la pala para el carbn, que ahora dejaba siempre junto a la puerta de cristal que daba al jardincito trasero.

    No s cmo andars de geografa, chico, pero deberas saber que la perrera est aqu al lado dijo, mirando a Biggles muy serio para demostrarle lo enfadado que estaba. El perro cerr los ojos avergonzado, dejando al descubierto la mancha negra que le daba aspecto de llevar puestas unas gafas de aviador.

    Despus de limpiar el suelo y arrojar furtivamente el contenido de la pala en el

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 8 -

    jardn de la seora Watt (qu, en su opinin, se lo mereca), Dan volvi a la cocina y llen la tetera elctrica mientras por el mvil enviaba un mensaje a Nina y a Millie para informarles de que era hora de levantarse. Era una estratagema que funcionaba mucho mejor que darles un grito por la escalera. La idea era que, aunque sus hijas tenan la absoluta certeza de que a esas horas de la maana el mensaje slo poda ser de l, siempre caba la remota posibilidad de que se tratara de alguien cien mil veces ms interesante.

    Daba resultado siempre. Justo cuando el agua empezaba a hervir, oy un ruido en el piso de arriba. Nina se haba levantado. Dan se prepar un caf instantneo mientras esperaba la habitual reaccin de su hija. Cuando llegaron los gritos desde la escalera, Dan repiti en silencio las palabras en perfecta sincrona:

    Pap, te he dicho que no hagas eso! Es horrible! Hola, Ni salud l. Anda, ve a ver si Millie se ha levantado. Tenis

    veinticinco minutos para salir de casa. Yo no pienso despertarla. Millie es tonta dijo la nia, en voz cada vez ms

    alta para que su hermana lo oyera. Dan movi la cabeza y sali al pasillo. Nina, todava en pijama, estaba sentada

    en lo alto de la escalera, con los pies apoyados en un barrote de la barandilla. Millie no es tonta, Ni. Es tu queridsima hermana, aunque un poco

    cascarrabias, eso s. Y tiene diecisis aos, o sea, dos ms que t, as que ms te vale no hacerla rabiar mucho si no quieres que un da de estos te parta la cara. Dan bebi un sorbo de caf. Anda, dime, por qu es tonta?

    Porque me ha quitado el CD de Atomic Kitten replic la nia de mal humor.

    Ah. Pues no, no te lo ha quitado. S que me lo ha quitado, pap. Por qu siempre la defiendes? No la defiendo. Millie no te ha quitado el CD porque lo tengo yo. Est arriba,

    en mi despacho. Nina lo mir con reproche. Es pattico asegur. Y ech a andar dando zancadas hacia su habitacin. Despierta a Mili La puerta se cerr de golpe antes de que terminara de

    hablar. Dan volvi a la cocina con un suspiro. Le palpitaban las sienes, de manera que se sent a la mesa y se hizo un masaje con los dedos. Advirtiendo que poda ser el momento oportuno para una reconciliacin, Biggles sali de la cesta y apoy el morro en la rodilla de su amo. Dan sonri.

    Vaya, gracias, Biggles. Menos mal que hay un ser en el mundo que me da alguna muestra de cario.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 9 -

    Captulo 2

    En aquellos tiempos siempre pens que podra haber sido uno de esos elegantes anuncios de la columna de sociedad del Times; o haberlo hecho imprimir en una de esas invitaciones con letras en relieve como las que podan encontrarse pegadas al borde de un espejo dorado, sobre la chimenea del saln de alguna mansin.

    Dan Porter y Jackie Entwhistle se complacen en anunciar sus planes de vida, formulados mientras consuman dos hamburguesas con queso y patatas fritas en el restaurante Central Park, High Street, Kensington, el 3 de abril de 1984. Despus de su boda en el juzgado de Chelsea el 18 de abril (boda que pagarn los padres de Jackie, aunque aseguran que es lo ltimo que harn por su hija en cuanto a dinero se refiere), y del nacimiento de su primer hijo en torno al 8 de septiembre de ese mismo ao (que fue el motivo de la ruptura con los padres de Jackie), Dan y Jackie se trasladarn (cuando se lo puedan permitir) a una casa grande (en los alrededores de Londres, al sur del ro, donde sea), donde aadirn dos hijos ms a la familia y dos perros. Ms adelante (cuando Dan alcance la edad de la jubilacin, tras amasar una fortuna porque est destinado a ello), se trasladarn a una casita en el campo (en la costa del sur de Devon, preferiblemente), donde Dan se pasar el da sentado con una sonrisa de suficiencia en la cara, sabiendo que no solo ha contribuido a perpetuar la raza humana, sino que lo ha hecho con distincin.

    Siempre le haban parecido castillos en el aire, los sueos de dos jvenes de apenas veinte aos, animados por una buena cantidad de vino y emocionadsimos con la idea de amarse, honrarse y cuidarse el uno al otro hasta que la muerte los separase. Pero la historia de Dan podra haber sido muy diferente. Algo como:

    Dan Porter y Sharon Pettigrew o Janice Longshaw o Kathleen Malloney (Dan haba intentado desvestir a otras chicas durante el recreo en el oscuro armario del laboratorio de qumica del instituto de St. Joseph, Tottenham Hale, Londres, pero esas eran las que tenan ms probabilidades de haber acabado tan hartas como lo estaba Jackie) se complacen en anunciar sus planes de vida. Despus de su boda en la iglesia episcopal de St. Mary, Tottenham Hale (la iglesia local de la madre de Dan), Dan empezar a trabajar con su padre en Baldwin Metals, con horario partido, por una libra y media la hora, entre el polvo y el ruido de la fbrica. Tendrn un solo hijo (el mismo que los meti en este maldito lo) porque, hasta que consigan una vivienda de proteccin oficial, debern alojarse con los padres de Dan. Despus Sharon/Janice/Kathleen se pondr a trabajar porque, si no, no podran permitirse ir juntos al pub los sbados por la noche. Dan quisiera aprovechar esta ocasin para disculparse ante el Tottenham Hotspurs Football Club y ante los amigos con los que va a los partidos, porque uno de los sacrificios que deber hacer es renunciar a su abono. De ahora en adelante, solo podr ver los partidos que pasen por televisin. Bueno, eso si en la tienda le dejan comprarse un televisor a plazos. Y finalmente, cuando alcance la edad de la jubilacin, la feliz pareja planea vivir de la pensin durante un tiempo y luego morirse.

    Para ser sincero, aquel panorama estuvo en la mente de Dan mucho ms tiempo que el cuadro que Jackie y l haban trazado mientras daban cuenta de la botella de

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 10 -

    Chardonnay en el restaurante Central Park. Era, en todos los sentidos, su peor pesadilla, y desde que tena quince aos haba pendido sobre su cabeza como la espada de Damocles, presagiando su inevitable destino. Haba nacido en mal lugar y en mal momento, sin perspectivas ni privilegios.

    De modo que decidi hacer todo lo posible para evitar terminar as. Trabaj de firme en el colegio, tanto en cuestiones acadmicas como deportivas, y permaneci all mientras sus amigos se marchaban en cuanto podan, con calificaciones que los convertiran en mafiosos ms que en hombres de negocios. Cuando por fin cruz las puertas del St. Joseph por ltima vez, saba que el legado del colegio, que se haba ganado a pulso, le daba la posibilidad de convertirse en ambas cosas.

    La universidad quedaba fuera de cuestin, porque sus padres no podan mantenerlo otros tres aos, y l tampoco pensaba hipotecarse la vida pidiendo crditos. De manera que, ataviado con el traje de boda de su primo, que ni siquiera era de su talla, se dirigi a la City, el centro financiero londinense, con su certificado de estudios y sus buenas notas cuidadosamente dobladas en el bolsillo interior. No tena ni idea de lo que haca ni de adnde iba, pero estaba decidido. No pensaba tomar el metro de vuelta a Tottenham Hale sin haber conseguido algn trabajo.

    Sin duda se habra visto obligado a cambiar de opinin de no haber sido por la intervencin de un amable conserje que encontr en las escaleras de un gran edificio de Cheapside. El hombre haba visto a Dan recorrer la calle cuatro o cinco veces, detenindose ante varias puertas sin llegar a tener valor para entrar.

    Ests buscando trabajo, verdad? le pregunt, con una voz que habra sonado ms adecuada en un desfile militar. Dan asinti tmidamente. El portero le hizo un guio y con un gesto lo anim a entrar en el edificio. Veinte minutos ms tarde Dan sala con una lista fotocopiada de correduras de bolsa.

    Tard exactamente cuatro horas y media en encontrar trabajo, y antes tuvo que descartar ocho nombres de la lista, pero al final sali con aire triunfal del ascensor del bloque de oficinas de Leadenhall Street y atraves la recepcin haciendo una pelota con el papel que llevaba en la mano. Cuando abri las pesadas puertas de cristal arroj la bola en una papelera cromada y sali a la calle como si acabara de descubrir que la espada de Damocles era tan roma que no poda haber cortado ni un trozo de mantequilla. Dan Porter, oficinista en prcticas de Tottenham Hale, haba llegado a la City. De ahora en adelante no pensaba hacer otra cosa que ganar dinero.

    Y eso fue lo que hizo durante tres aos. Nada de novias formales, nada de alcohol. Sus dos mayores gastos eran su parte del alquiler del piso que comparta con otros dos colegas del trabajo, junto a Fulham Broadway, y alguna que otra salida a King's Road para comprar ropa. Hasta que una tarde de domingo conoci a Jackie Entwhistle.

    Al volver a su casa pas por delante de una tienda, situada en la parte menos elegante de King's Road. Lo que primero le llam la atencin fue el cartel sobre el pequeo escaparate. REBECCA TALWORTH. Dan haba ledo sobre ella en un peridico o una revista. Era una joven diseadora de ropa, acabada de salir de St. Martin, que, segn decan, estaba destinada a triunfar. Dan ech un vistazo a la tienda atestada de gente y casi de inmediato advirti a una chica rubia y vivaz que atenda a una clienta. Tal vez la intensidad de su mirada le provoc un hormigueo en la inmaculada piel del cuello, porque la chica se volvi de pronto y lo mir. Dan estaba seguro de que, si eso era posible, su sonrisa se haba acentuado an ms. Fue un puro impulso, pero Dan decidi no marcharse de all sin haberle pedido una cita. Entr en la tienda y sali de nuevo a la calle media hora despus con una sonrisa y un agujero en la cartera. El precio de la cita haba sido la compra de un vestido original de Rebecca Talworth que costaba doscientas libras. Jackie, por supuesto, no tena ni idea de que era para ella. Dan le haba dicho que era para una amiga; pero, en cuanto

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 11 -

    Jackie se lo puso por delante para mostrarle el efecto, l supo que sera un sacrilegio que cualquier otra mujer lo poseyera.

    Se lo regal cuando Jackie cumpli veintin aos. En realidad, se lo dio cuatro das ms tarde, porque ella haba tenido que ir a una fiesta de etiqueta que sus padres celebraban en su honor en su club de golf, cerca de Chester. Pero Dan tambin haba organizado una pequea celebracin. Pensaba darle a Jackie el vestido en su casa, convencerla para que se lo pusiera y salir a cenar a Quaglino's. El problema fue que Jackie no se puso el vestido esa noche y que no llegaron a cenar. La verdad es que ninguno de ellos llevaba puesta mucha ropa esa noche.

    Y por eso acabaron haciendo planes sobre su futuro ante una botella de Chardonnay en el restaurante Central Park de Kensington High Street.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 12 -

    Captulo 3

    Stephen Turnbull atraves la recepcin con un fajo de expedientes bajo el brazo y le lanz un guio a la joven recepcionista al pasar junto a ella. No le quit la vista de encima mientras entraba en su despacho y sonri al ver a travs de la pared de cristal que la chica se sonrojaba. Le complaca pensar que a sus veintinueve aos, de camino para los treinta, todava era bastante atractivo para provocar aquella reaccin en una chica diez aos ms joven. Se sent a su mesa, puls el ratn del ordenador y, estirando sus largas piernas, se reclin en la silla mientras el salvapantallas desapareca para dejar paso a la hoja de clculo en la que estaba trabajando antes de la reunin.

    Stephen tena razones de sobra para estar contento esa maana. En la reunin con los patrocinadores de la empresa haba demostrado que en Rebecca Talworth Design Limited las cosas iban sobre ruedas. Transcurridos solo dieciocho meses desde sus comienzos, la empresa avanzaba muy por delante del programa previsto. En tres semanas se presentara la coleccin de primavera-verano en el Prt--Porter de Pars, y, si tena el mismo xito que la anterior, el margen de beneficios sobrepasara todas las previsiones.

    Stephen saba que el xito se lo deban exclusivamente a l. Dos aos atrs, cuando trabajaba en un pequeo bufete de contabilidad, le haban asignado varios clientes difciles cuya tcnica consista en presentar muy pocos libros de contabilidad, si es que presentaban alguno, y ofrecer a cambio un fajo de facturas desordenadas. Estaba hojeando estas facturas como un autmata cuando encontr el expediente de Rebecca Talworth y se qued perplejo. No entenda cmo una de las diseadoras ms famosas del pas utilizaba una compaa tan de segunda fila para llevar su contabilidad. Sin embargo, despus de pasarse una hora estudiando los papeles se dio cuenta de que sus grandes dotes creativas no iban acompaadas precisamente de un gran talento empresarial. Rebecca Talworth, a todos los efectos, estaba en bancarrota. Seguramente la misma Rebecca conoca este hecho y esperaba que, acudiendo a un despacho contable pequeo y desconocido, no fuera difcil convencerlos para que arrojaran una cortina de humo que ocultara su terrible situacin financiera.

    Stephen nunca haba pensado en convertirse en contable. Cuando sali del colegio estaba decidido a matricularse en la escuela de arte, puesto que tena grandes dotes creativas. Pero su padre, una persona muy dominante, lo haba obligado a cambiar de opinin, convencido de que su nico hijo tena que terminar hacindose cargo del negocio familiar, y que la mejor manera de lograrlo con xito sera estudiando contabilidad.

    Sin un pice de entusiasmo, Stephen aprob por los pelos los exmenes finales y solo logr encontrar trabajo en aquella pequea oficina de West Hampstead. Todas las maanas tena que hacer un esfuerzo por levantarse, sabiendo que el da le deparara poca cosa ms que un aburrimiento mortal. Pero aquel da, mientras estudiaba el expediente Talworth, comenz a ver una salida. Solo deba realizar las maniobras adecuadas.

    Esa jornada tuvo que olvidarse del expediente para solucionar los asuntos de un fontanero autnomo de Hackney, pero por la noche se llev los papeles a casa y comenz a esbozar una propuesta para la diseadora. Despus de pasarse una

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 13 -

    semana trabajando hasta el amanecer, tena trazado un plan de diversificacin de lneas de produccin de Rebecca hasta abarcar actividades suplementarias muy lucrativas y que a la vez garantizaba su total capacidad de decisin sobre diseos y productos. Pero el control de los gastos y los ingresos tena sin embargo que recaer por completo en el director financiero.

    Tuvo que llamar cinco veces para conseguir una cita con Rebecca, lo cual lo convenci todava ms de que la diseadora saba perfectamente que su mundo de glamour de alta sociedad estaba a punto de desplomarse. Pero Stephen no se desanimaba, porque cada vez que le colgaban el telfono creca su convencimiento de que Rebecca no tena ms opcin que aceptar su plan.

    Por fin se encontraron en el domicilio de la diseadora, una casita muy pintoresca junto a Exhibition Road, justo tres semanas despus de su primer intento de hablar con ella. Stephen condujo la conversacin con mucha cautela, siempre exponiendo los puntos ms difciles cuidndose de exaltar al mismo tiempo la enorme vanidad de su futura clienta. Al cabo de una hora haban cerrado el trato y Rebecca lo acompa a la puerta sonriendo, casi eufrica. Stephen acababa de ser nombrado director financiero de Rebecca Talworth Design Limited, un puesto que conllevaba un sustancioso aumento salarial y la consecucin de todos sus objetivos. Para cuando sali del callejn a Exhibition Road ya haba llamado a la oficina de West Hampstead para presentar su dimisin.

    Tal como imaginaba, elevar los beneficios hasta el objetivo marcado en su plan estratgico fue pan comido. De hecho, haba logrado incluso superarlo al limitar las ofertas que haba recibido de una multitud de instituciones financieras ansiosas por tomar parte en la operacin. Lo que ms los haba impresionado eran sus propuestas para explotar el enorme potencial del buen nombre de Rebecca Talworth.

    Dos semanas despus de terminar con el paquete financiero, haba negociado el alquiler por diez aos, con opcin a compra una vez finalizado ese perodo, de novecientos metros cuadrados de oficinas en un viejo molino reformado al norte del ro Tmesis, justo al oeste del puente de Wandsworth. Estaba en el ltimo piso y tena abundante luz natural gracias a los grandes ventanales que se abran a lo largo de todo el techo. Haba una sala muy amplia para despachos y un estudio ms grande, donde se cosa y se cortaban los patrones.

    Al cabo de tres meses Rebecca haba cerrado las dos tiendas de King's Road. Despidi a todos sus agentes de ventas, conservando solo a dos, y se traslad a las nuevas instalaciones. Las tiendas no formaban parte del plan estratgico. Para empezar, las ventas al por menor se realizaran en un local alquilado de uno de los grandes almacenes ms prestigiosos del centro, concretamente en el que ofreciera las mejores condiciones. Una vez que la produccin alcanzara su pleno desarrollo, se buscaran locales en almacenes similares de las grandes ciudades de todo el mundo.

    Y dio resultado. En el membrete de Rebecca Talworth Design Limited aparecan ahora las ciudades de Londres, Nueva York, Pars, Estocolmo, Frankfurt y Madrid, y si las negociaciones llegaban a buen puerto, el mes siguiente se aadira Tokio.

    Sin embargo, desde el momento en que la nueva empresa comenz a facturar, surgi un problema cada vez ms difcil de solventar: su relacin de trabajo con la misma Rebecca. La mujer era un portento como diseadora, pero segua siendo un desastre con el dinero y se mostraba en extremo extravagante con el manejo de los nuevos ingresos. Despus de haber sufrido en varias ocasiones muestras de su mal genio y su carcter irracional, Stephen saba que tena que tratar a Rebecca con muchsima mano izquierda si quera que sus relaciones mantuvieran un asomo de civismo.

    La solucin a este problema result ser Jackie Porter, una mujer que trabajaba con Rebecca desde el principio, a la que la diseadora haba convencido para que

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 14 -

    abandonara sus tareas de madre de familia y asumiera el puesto de relaciones pblicas de la empresa. Siendo como era guapa, inteligente, tenaz y gran amiga de Rebecca, Jackie tena las credenciales ideales para llevar la empresa y actuar como intermediaria entre Stephen y la diseadora. En una de las reuniones semanales, Stephen haba sugerido con mucha cautela que Rebecca necesitaba ms tiempo para ampliar el departamento de diseo. La solucin sera ampliar tambin la junta directiva nombrando a un director ejecutivo.

    Stephen no propuso a Jackie hasta el ltimo instante, en el momento ms oportuno. Rebecca accedi de inmediato, lo cual confirm la sospecha de Stephen: Rebecca ya haba estado pensando en la manera de poner freno a su influencia en la empresa.

    El caso es que entre Jackie y Stephen se cre una relacin inmejorable. Rebecca les concedi plena autorizacin para dirigir la empresa, y desde el da del nombramiento de Jackie no se molest en asistir a ninguna reunin. Stephen y Jackie viajaron juntos por Estados Unidos y por Europa abriendo nuevos locales comerciales y, puesto que pasaron juntos muchos das haciendo frente al tedio o bien a la desesperacin, se cre entre ellos una amistad basada en el apoyo mutuo y el respeto. Por lo menos esa era la visin que Stephen atribua a Jackie. Para l era diferente. Stephen se vea cada vez ms atrado por ella, aunque saba que era inalcanzable. No solo tena diez aos ms que l, sino que tambin era madre de tres hijos y esposa de un ejecutivo de gran xito. Sin embargo, la vida de Jackie haba sufrido muchos cambios en el ao anterior. Su marido haba perdido su trabajo y en la oficina se rumoreaba que la relacin entre ellos era cada vez ms tensa. Aunque eso no pareca afectar a su trabajo de la empresa, Stephen adverta ahora en el comportamiento de Jackie un leve aire de vulnerabilidad que antes no exista.

    De pronto interrumpi el hilo de sus pensamientos para echar un vistazo a la pantalla del ordenador. En el despacho que haba frente al suyo, Jackie, sentada a su mesa, se pasaba los dedos por el pelo mientras tomaba rpidas notas en un cuaderno. Cuando ella alz la vista un momento, sus miradas se cruzaron. Los dos sonrieron, pero en el gesto de Jackie no haba alegra ni coqueteo. Baj enseguida la cabeza y sigui escribiendo.

    Stephen tamborile un rpido ritmo con los dedos en la mesa y acto seguido sali al pasillo de cristal que separaba los dos despachos, llam a la puerta y entr.

    Puedo pasar? Jackie asinti con la cabeza sin dejar de escribir. Stephen se sent frente a ella y

    se cruz de brazos y piernas, pero no dijo nada. Pasa algo? pregunt ella por fin, ladeando la cabeza. Stephen se encogi de hombros. Te iba a preguntar eso mismo. Jackie solt el bolgrafo, que cay con estrpito en la oscura superficie de la

    mesa. Oye, siento no haber estado muy comunicativa en la reunin de esta maana. No tienes que disculparte. Ha salido de maravilla. Por lo visto estn

    encantados con todo. Mientras todo siga saliendo segn lo planeado. Qu quieres decir con eso? Pues que si Tom Headwick no termina las modificaciones del diseo de la

    pasarela, tenemos un problema gordo. Pero t has hablado con l esta misma maana. No lo tiene casi terminado? Jackie solt un gruido burln. Ya, bueno, eso es lo que l dice. Has hablado de esto con Rebecca?

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 15 -

    No he podido dar con ella. Se ha pasado toda la maana con un proveedor de telas y tena el mvil desconectado.

    Stephen alz las cejas. Pues vaya novedad. Y echa un vistazo a esto. Jackie le tendi un papel. Es el programa. S, acabo de sacarlo de internet. Stephen lo mir un momento. Cul es el problema? Varios, en realidad. Tenemos un espacio a la una el mircoles en el museo

    Bourdelle. Stephen se alz de hombros. Parece buena hora. As no tendremos que levantarnos con las gallinas. S, pero mira quin aparece en el Louvre a la misma hora. Stephen mir de nuevo el papel. Vaya. Gaultier. Exacto. As que dnde crees que estar la prensa? Maldita sea! exclam Stephen, poniendo de nuevo la hoja en la mesa. Y

    no podemos hacer nada? Nada de nada. La Chambre Syndicale se niega a hacer un solo cambio.

    Quieres saber ms? Stephen cerr los ojos con un gruido, como disponindose a recibir un golpe

    en la cara. Si insistes Tres de las cuatro modelos principales nos han dejado en la estacada. Me

    atrevera a asegurar que se irn con l. Y pueden hacer eso? Me temo que s. Jackie sonri. Pero tampoco pasa nada. Yo ya me

    esperaba una cosa as, de modo que haba reservado provisionalmente a otras seis modelos de la agencia.

    Stephen suspir aliviado. Gracias a Dios! Bien pensado! Acerc un poco ms la silla y apoy los

    codos en la mesa. En ese momento uno de sus gemelos de oro reflej un instante el sol que entraba por la ventana y proyect un punto luminoso en el escote de Jackie. Escucha prosigui, moviendo imperceptiblemente la mano para que el punto de luz danzara en la profunda hendidura entre sus pechos, t vas a ir a Pars antes del desfile?

    Eso tena pensado. No est de ms ir a dar coba a los organizadores y agradecerles por centsima vez que nos hayan concedido un espacio.

    Muy bien, pues me voy contigo. Jackie movi la cabeza. No tienes por qu venir. Pues yo creo que debera. Dos cabezas piensan mejor que una, sobre todo si

    surge algn problema. De todas formas, tengo la agenda bastante libre hasta el viaje a Tokio.

    Jackie consider su oferta un momento y tendi el brazo hacia su agenda. Stephen apart las manos rpidamente, por si ella se daba cuenta de la posicin del reflejo de sus gemelos.

    Muy bien. Qu te parece el sbado? Cmo? Este sbado? pregunt l. La semana que viene no puedo. Tengo reuniones todos los das. Pues no creo que nos sirva de gran cosa.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 16 -

    Por qu lo dices? Bueno, si surge algn problema, no creo que podamos solucionarlo el

    domingo. Qu reuniones tienes el lunes? Jackie mir de nuevo la agenda. Una por la maana y otra por la tarde. Son importantes o puedes dejarlas para otro da? Jackie comenz a dar vueltas al bolgrafo entre los dedos. De verdad crees que es necesario? S, para ir sobre seguro. Muy bien. Le dir a Laurie que me cambie las reuniones. Stephen se levant. Estupendo. Yo voy ahora mismo a reservar los billetes. Jackie gir la silla hacia la vista panormica del Tmesis y el perfil de los

    edificios de Wandsworth, ms all del ro. Notando su distraccin, Stephen se detuvo a medio camino de la puerta y se acerc a la ventana a tiempo de ver una canoa de ocho remos que navegaba hacia Putney.

    No ests muy animada esta maana, eh? No, la verdad contest ella con voz queda. Stephen se sent en el repecho de la ventana. Quieres hablar de ello? Jackie se ech a rer. En realidad no. De todas formas aadi, volvindose hacia l, adems de

    que no ests casado y no tienes hijos, me parece que ni tienes edad ni eres del sexo apropiado para entender mi problema.

    Stephen se ri tambin. No s, siempre he pensado que estoy muy en contacto con mi parte femenina.

    Su comentario no provoc ni una sonrisa en el rostro de Jackie. Tienes problemas en casa, no?

    Ms bien. Jackie apoy el codo en el reposabrazos de la silla y, con los ojos cerrados, se frot el puente de la nariz con los dedos. No s por qu, pero al principio, cuando Dan se qued sin trabajo, era todo ms fcil. Estaba muy muy vulnerable, muy perdido. Pero ahora parece muy satisfecho con todo, hasta contento, y a m me pone negra. No creo que est haciendo ningn esfuerzo por encontrar empleo.

    Y a qu se dedica? A nada en realidad. Hace un poco la casa, saca a pasear a los perros y casi

    siempre sale a comer al bar con algn amigo. Tambin le ha dado por la cocina, lo cual significa ver muchos programas de Jamie Oliver en la televisin y preparar mejunjes extraos para que comamos los nios y yo.

    Bueno, por lo menos ya es algo. Si trabajarais los dos tendras que pagar a alguien que se hiciera cargo de la casa.

    S, pero eso no se puede considerar un trabajo. Dan ganaba cerca de doscientas mil libras al ao. Me est resultando una asistenta un poco cara, no te parece?

    Stephen extendi las manos. As que ahora eres la nica que lleva dinero a casa. Exacto. En ese caso, yo dira que es muy normal que te sientas as. Dan ha sido

    siempre el sostn de la familia, el elemento de seguridad, y ahora el papel te ha tocado a ti. Tal vez Stephen vacil un momento tal vez le has perdido un poco el respeto.

    La dura mirada de Jackie le indic que se haba pasado de la raya.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 17 -

    Claro que eso siempre tiene arreglo. Vete a la mierda. Perdona. No debera haber dicho eso. No, si lo que me molesta es que seas tan intuitivo. Estaba equivocada. Puede

    que ni la edad ni el sexo tengan nada que ver con ello. Pero lo que no comprendes es que, en el matrimonio, perder el respeto a la pareja es tan malo como ser infiel. Es imposible recuperar la confianza absoluta que haba entre los dos y que era tan natural como como la creacin de la vida. Jackie mir de nuevo por la ventana. Madre ma, desde luego has metido el dedo en la llaga, una llaga que yo no quera ni reconocer.

    Lo siento. No lo sientas. Por lo menos ya no puedo seguir engandome. Stephen se encamin a la puerta. Vamos. Te vienes conmigo. Jackie se gir en la silla con expresin perpleja. Adnde? A comer. Imposible. Tengo un montn de trabajo. Jackie mir el reloj y se ech a

    rer. Adems, solo son las once y media. Me da exactamente igual. Como director financiero de Rebecca Talworth

    Design Limited, considero que es un gasto necesario llevar a comer a la directora para hablar del xito de la reunin de esta maana y animarla un poco para que pueda proseguir con el excelente trabajo que ha realizado hasta ahora. Y entonces le hizo un guio como el que media hora antes haba impresionado tanto a la joven recepcionista. Vamos, que solo estaremos fuera una hora. Adems, t no eres la nica que tiene trabajo.

    Jackie sonri. Muy bien, comamos juntos. Pero esprate al medioda. As tendrs tiempo

    para sacar los billetes de tren.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 18 -

    Captulo 4

    Lo cierto es que la joven pareja Porter tuvo ciertas dificultades econmicas durante un tiempo. Pero con la llegada de Josh, un nio precioso y sano que amenaz con causar daos permanentes en la esbelta figura de Jackie, se conformaron con vivir felices, aunque con muy pocos medios, en el diminuto piso que haban alquilado cerca de Baron's Court Road.

    Ms adelante, en 1986, cuando Josh era ya un diablillo de dieciocho meses, todo cambi y Dan tuvo que modificar su opinin de que haba nacido en mal lugar y en mal momento. Fue el ao de la gran explosin, de la liberalizacin del mercado de valores, cuando la imagen seria y formal de la City cobr un nuevo y grato dinamismo. La empresa de Dan experiment un salto inmediato, y fue una de las primeras en ser absorbidas por una multinacional estadounidense. Al cabo de tres meses, el nuevo vicepresidente lo haba rescatado de un relativo anonimato para convertirlo en creador de mercado. Y desde el primer momento Dan destac en el puesto. Las dificultades del colegio lo haban entrenado bien para el trabajo. Le encantaban las decisiones rpidas, las descargas de adrenalina cuando cerraba un trato, la sutileza para deshacerse de algn trabajador poco productivo. Pero, sobre todo, le encantaba ganar dinero.

    Fue probablemente la descarga de energa que Dan tanto necesitaba lo que dio lugar al nacimiento de Millie y Nina en un espacio de dos aos. El piso de Baron's Court se les haba quedado muy pequeo, de modo que Dan decidi realizar la mayor inversin de su vida y compr mediante una hipoteca una casa de tres pisos y cuatro dormitorios en Clapham. Al cabo de unos meses de vivir felizmente en su nueva y espaciosa casa, Jackie le record su conversacin en el restaurante Central Park. Tres nios y una casa al sur del ro. Lo haban conseguido todo, con excepcin de los perros, y Jackie asegur que los perros podan esperar.

    Dan nunca prest mucha atencin a las cartas de los cazadores de talentos que reciba constantemente. Estaba satisfecho con trabajar en un entorno familiar, con colegas a los que conoca y en los que confiaba. Pero cuando Nina cumpli cinco aos ingres con Millie en el colegio Alleyn's, mientras que Josh ya asista al Dulwich College, y de pronto Dan se encontr con que tena que pagar tres matrculas escolares que no eran precisamente baratas. Puesto que tena gran parte de los ahorros bloqueados en inversiones a largo plazo, la economa familiar sufri los efectos de inmediato, a pesar de que Jackie haba vuelto a trabajar tres das a la semana con Rebecca Talworth. Dan tena que encontrar un empleo mejor pagado si no quera renunciar a lujos tales como sus dos viajes de vacaciones al ao.

    Un mes despus Dan acept la oferta de un banco con sede en Hong Kong; a partir entonces se dedic a tantear el terreno y jams se qued ms de dos aos en ninguna empresa. Pero, sin importar para quin trabajara, a Dan le encantaba lo que haca, y no terminaba de dar crdito a su buena suerte. Haba encontrado una profesin que le daba dinero y a la vez lo haca sonrer. Siempre haba sido como un juego, como hacer travesuras.

    Hasta que le lleg el golpe. Decidi invertir una sustanciosa cantidad de dinero en la tecnologa de punto.com y acept un empleo con tan buen sueldo que pensaba amortizar en un ao las penalizaciones producidas por el cambio. Cinco meses ms tarde, estall la burbuja de las punto.com. Dan lo haba visto venir y quiso

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 19 -

    deshacerse de sus acciones a toda prisa, pero los operadores no se fiaban ya mucho de sus mtodos e intentaban evitarlos como la peste. Dan no pudo hacer otra cosa que contemplar cmo caa el valor de sus acciones. Hasta que un da recibi un correo electrnico interno en su ordenador. Al principio pens que le haba llegado por error, pero no obstante lo ley de principio a fin dos pginas de jerga empresarial que explicaban que la compaa se vea obligada a eliminar puestos de trabajo debido al colapso del mercado de punto.com. Hasta llegar al ltimo prrafo no comprendi el autntico significado del mensaje.

    Esta empresa ha adoptado siempre una poltica de proteccin a los empleados ms antiguos, y por esta razn no tenemos otra alternativa que rescindir su contrato de trabajo.

    Haba ms comentarios y disculpas, pero Dan no se molest en leerlos. Telefone de inmediato a la empresa de contratacin que le haba ofrecido su ltimo puesto y durante una hora intent una y otra vez contactar con alguien que pudiera informarle, pero no consigui pasar ms all de la amable recepcionista. Por fin colg el auricular y entonces se dio cuenta de que por primera vez en su vida se iba a quedar sin trabajo y sin seguridad econmica.

    Al principio se enfureci consigo mismo por haber invertido de forma tan temeraria. Adems, le amargaba haber perdido el trabajo. Pero, a medida que pasaban las semanas sin recibir oferta alguna de las agencias que en el pasado se haban desvivido por contar con l, lo que lleg a sentir fue autntico terror. No poda dormir por las noches y sola terminar en la cocina al amanecer bebiendo un t detrs de otro y viendo pelculas malas en la televisin para no pensar.

    Pero sus pensamientos eran demasiado insistentes, y durante las solitarias noches en vela no dejaba de dar vueltas a lo que iba a pasar. Tendra que renunciar al cmodo estilo de vida que la familia haba disfrutado hasta entonces. Debido a su catastrfica inversin en el mercado de las punto.com, ya no contaba con los recursos necesarios para proteger a su familia de las consecuencias de su desempleo. Solo haba estado dos meses con su ltima empresa, de manera que no tena derecho a un buen finiquito.

    Tendra que congelar las contribuciones a su pensin; las nias estaban a punto de empezar el curso en Alleyn's, y Dan saba que si no consegua pronto un trabajo no podra siquiera pagarles la matrcula. Millie iba a empezar sexto, de manera que para ella sera tal vez menos traumtico cambiar de colegio. Quiz fuera mejor trasladar a las dos al instituto de Clapham de inmediato, en lugar de esperar a que Millie estuviera a mitad de curso.

    Pero tampoco poda dejar que perdieran la casa. Era el pilar de seguridad para su familia. Por lo menos haba considerado una prioridad pagar la hipoteca, pero no poda permitir que el banco la incluyera como parte de su patrimonio si caa en bancarrota. Lo mejor sera ponerla de inmediato a nombre de Jackie.

    Y qu pasara con Jackie? De momento lo apoyaba mucho, pero tena otras cosas en que pensar, sobre todo con el puesto de altos vuelos que ahora ostentaba con Rebecca Talworth. Saba que, cada vez que se levantaba de la cama por la noche, la despertaba. Jackie chasqueaba la lengua con fastidio y se giraba para darle la espalda. Adems, antes nunca discutan, y ahora se peleaban casi todos los das. Pero la verdad es que tampoco se lo poda reprochar. Al fin y al cabo haba sido l quien se haba jugado la seguridad de la familia con una mala inversin, y era l quien se comportaba como un alma en pena desde que haba perdido el trabajo, y eso afectaba a todo el mundo.

    Bueno, a todos menos a Josh. Josh no quera saber nada de nadie. Haba vuelto

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 20 -

    a casa, despus de dejar la Universidad de Manchester durante el primer ao, y se haba convertido en un extrao para la familia. Encontr un trabajo ordenando estanteras en el supermercado Tesco's y se gastaba hasta el ltimo penique en las ensordecedoras profundidades del Horace's Inferno, uno de los bares ms famosos de Brixton. A Dan le enfureca que su hijo hubiera dejado pasar una oportunidad en la vida con la que l nunca pudo contar, pero no se haba enfrentado a l por no arriesgarse a que su hijo se marchara de casa y se metiera a vivir en cualquier agujero, porque entonces s que estara fuera de su control.

    Por la maana, cuando el ruido que haca Jackie en la habitacin lo despertaba de sus ligeras cabezadas en el sof de la cocina, no recordaba ni una sola escena de la pelcula que hubiera estado viendo por la televisin. Siempre tena demasiadas cosas revolotendole por la cabeza.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 21 -

    Captulo 5

    Dan volvi a empujar la puerta de la habitacin de Josh, pero deba de haber algo al otro lado que impeda que se abriera ms que unos centmetros. De rodillas en el suelo estir el brazo por la rendija y consigui sacar una zapatilla de deporte Nike que se haba atascado haciendo de cua por debajo de la puerta. Abri entonces del todo, y el fuerte hedor de la habitacin sin ventilar casi lo ech para atrs. Respir hondo y se adentr en la oscura guarida de su hijo con la misma cautela que si estuviera recorriendo un campo de minas, esquivando las pilas de ropa sucia tirada por todas partes. Consigui llegar al otro lado sin pisar a ninguno de los amigos de Josh, que solan quedarse a dormir con l con demasiada frecuencia. Retir las cortinas y abri la ventana de par en par antes de volverse para inspeccionar el habitculo de su primognito. Era casi macabro, como una escena de pelcula despus de una incursin de la polica secreta. Todos los cajones estaban abiertos y vacos; las puertas de los armarios, de par en par; las estanteras, vacas, excepto por un calcetn que colgaba de una de ellas, como realizando un valiente esfuerzo por unirse a sus compaeros en el suelo. Las paredes estaban cubiertas de psteres, unos encima de otros, muchos torcidos. La mayora mostraban el perturbador rostro del rapero favorito de Josh, Eminem. Y all, en la cama, completando la escena de violento caos, se hallaba el propio Josh, tumbado boca abajo sobre las sbanas arrugadas, con la cabeza bajo una almohada flcida que era lo nico que cubra su cuerpo desnudo.

    Dan se qued mirndolo: los brazos fuertes, los anchos hombros, la espalda esbelta, las nalgas tersas, el vello oscuro de sus piernas Y se ech a rer. Cmo era posible que Josh, un beb tan rubio y tan mono, se hubiera transformado en aquel aptico monstruo?

    Dan suspir con nostalgia, dndose cuenta de que aquella no era la actitud adecuada. Tir sobre una silla la zapatilla Nike, que era la clave del problema, cogi a Josh por un pie y le dio una buena sacudida.

    Josh llam, aunque su voz son apagada en los confines acolchados de ropa de la habitacin. Su hijo ni siquiera se movi. Vamos, Josh, que es hora de levantarse. Tir de l por los tobillos, alejndolo de la almohada. Josh se haba quedado doblado en el borde de la cama, y Dan no pudo resistir la tentacin de terminar de despertarlo con un fuerte azote en las nalgas desnudas.

    Josh gir la cabeza despacio y entorn los ojos. Vete por ah, pap. Me has hecho dao. Dan cogi la sbana que haba a los pies de la cama y la arroj sobre su hijo. Me temo que a veces hay que hacer algo drstico. Josh dej caer la cabeza de nuevo sobre la cama. Ya te haba odo. Pues entonces deberas haberte levantado, no crees? Qu hora es? Las doce y diez. Josh lanz un gruido. Pero yo no empiezo a trabajar hasta las siete de la tarde. No tengo que

    levantarme. S que tienes que levantarte, s. En la vida hay otras cosas, aparte de colocar

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 22 -

    latas en el supermercado y hacer que te estalle la cabeza toda la noche en un maldito bar.

    S? Como qu? Como ordenar tu cuarto, para empezar. Josh se incorpor en la cama y se tap el regazo con la sbana. Ech un vistazo a

    la habitacin a travs de una cortina de pelo y arrug la nariz con gesto perplejo. Joder, si lo orden hace dos das. No s por qu, pero no te creo. Es verdad. Pues se ve que en dos das te has puesto toda la ropa que tienes. Josh sonri de mala gana. S, tienes razn. Eso ha debido de ser. Dan recogi del suelo un par de pantalones. Eran demasiado grandes para el

    delgado talle de su hijo, pero as era como le gustaban. Los llevaba tan bajos en las caderas que siempre quedaba al descubierto gran parte de la ropa interior. Dentro de los pantalones haba un par de calzoncillos rojos con cupidos. Dan tir las dos cosas en la silla donde haba dejado la zapatilla Nike y se sent en la cama.

    Qu tal anoche? Josh se apart el pelo de la cara y Dan lo observ. Se pareca mucho a l: las

    cejas pobladas, los ojos oscuros, el puente alto de la nariz. Pero el aro de oro que le adornaba la oreja izquierda era solo de Josh.

    Bien. El discjockey era bueno. Dan no tena muchas ganas de conocer ms detalles de las escapadas nocturnas

    de su hijo, de manera que se puso a hojear el libro que haba en la mesilla, Las uvas de la ira, de Steinbeck.

    Lo ests leyendo? pregunt sorprendido. S. Es un escritor genial. Tiene una gran economa de lenguaje. Dan dej el libro con un suspiro. Ay, Josh, hijo mo, qu vas a hacer con tu vida? Eres demasiado inteligente

    para perder el tiempo de esta manera. Josh lo mir con gesto desafiante. Pues no lo s. Qu vas a hacer t con la tuya? Dan lanz una carcajada y le revolvi el pelo. Bien contestado! dijo, levantndose. La verdad es que en este momento

    no lo s muy bien, pero seguro que ya surgir algo. Josh asinti. S, justamente lo que yo pienso. Dan se fue abriendo camino hacia la puerta dando patadas a la ropa. Anda, llvate esto abajo y pon la lavadora. Cuando vuelva lo tendemos a

    secar. Adnde vas? Voy a comer con Nick Jessop en el King's Head. Dan se volvi al llegar a la

    puerta. Por cierto, mientras estoy fuera podras sacar a pasear a los perros. Y llvate una bolsa de plstico, por si a Biggles le da por hacer de las suyas otra vez.

    Josh puso cara de autntico asco. De puta madre! murmur entre dientes. Oye, pap Dan ya haba salido, pero volvi a asomarse a la puerta. Dime. Josh cerr la boca, como si no quisiera hablar. Qu pasa? insisti Dan. Es que bueno El chico se inclin y comenz a toquetearse las uas.

    Las cosas no van muy bien entre mam y t, no?

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 23 -

    Dan reflexion un momento. Por qu lo dices? Porque os he odo esta maana. Cundo? Esta maana. Antes de que ella se fuera a trabajar. Estabais hablando en la

    escalera. Dan alz las cejas. Vaya, no saba que hablbamos tan alto como para despertarte. Estaba en el bao, bebiendo agua. Ya. Bueno, no lo saba. O sea que no van bien, no? El qu? Las cosas entre mam y t. Os pasis la vida discutiendo. Tampoco es para tanto. Josh movi la cabeza con ademn desdeoso, pero no alz la vista. A quin intentas engaar? A m mismo, evidentemente, pens Dan. No pasa nada, Josh. Es solo que estamos atravesando una situacin un

    poco difcil, ahora que tu madre se pasa el da trabajando y yo estoy en el paro. Cualquier relacin se resentira un poco.

    Josh asinti, pero era obvio que no estaba muy convencido. Y adems las nias se estn pasando mucho coment. ltimamente te

    traen de cabeza, verdad? Dan sonri ante la sbita preocupacin de su hijo. Hombre, tampoco es eso. Y por otro lado es comprensible. Las dos tienen una

    edad en la que la vida puede ser bueno, bastante traumtica y yo no se lo he puesto ms fcil precisamente al cambiarlas de colegio. El nuevo no les gusta mucho y, por supuesto, me echan la culpa a m.

    Josh lanz una carcajada desdeosa. Menuda chorrada! Lo que pasa es que eres muy blando con ellas porque son

    nias. A m tampoco me gustaba mi colegio y t siempre me decas que tena que aguantarme. Josh se puso a recoger la ropa. O a lo mejor es que ahora tienes tiempo para darte cuenta de que Millie y Nina no estn a gusto.

    Dan se rasc la cara con un dedo, pensando en el argumento apropiado para rebatir a Josh, pero no se le ocurri ninguno.

    Puede que tengas razn acept por fin, apoyndose contra el marco de la puerta. As que me ests diciendo que yo tengo la culpa de que dejaras la facultad.

    Josh se ech a rer. No, hombre, no. La verdad, si me hubieras mandado a otra, habra pasado lo

    mismo. Siempre he tenido aversin a cualquier forma de educacin. Dan sonri y se agach para recoger una pila de ropa. Me llevo esto a la lavadora. T baja lo dems.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 24 -

    Captulo 6

    Sucedi exactamente un mes y dos das despus de perder el trabajo. En el momento en que dieron la noticia por la radio l estaba en la cocina hacindose un caf instantneo y un bocadillo para almorzar. Se haba quedado paralizado con la cucharilla sobre la taza. Cuando el locutor finaliz, prometiendo mantener informados a los oyentes a medida que llegaran nuevas noticias, y comenz de nuevo la absurda musiquilla, solo haban cado dos granos de caf en la taza. En la pltora de artculos que llenaron los peridicos las siguientes dos semanas, se hizo evidente que muchsima gente iba a recordar exactamente y con todo lujo de detalles lo que estaba haciendo en aquel momento.

    Dan encendi de inmediato la televisin para contemplar paralizado las escenas que retransmitan en directo desde Nueva York. Conoca muy bien el edificio. Lo haba visto muchas veces, aunque le resultaba imposible juzgar a partir de las fotografas movidas cul de las torres haba sufrido el impacto. Cuando al fin se dio cuenta de que la que albergaba la sede de la empresa para la que haba trabajado quince aos pareca indemne, pens que sus colegas estaran bien y podran escapar. Pero la sensacin de alivio dur solo un instante, porque enseguida vio horrorizado y pegado a la pantalla que otro avin se estrellaba contra la segunda torre. En cuanto logr despegarse de las imgenes de la catstrofe intent llamar a su antigua oficina en la City, pero las lneas estaban bloqueadas. Luego prob con Nick Jessop, un antiguo colega que haba perdido su trabajo a la vez que l. La criada le inform que el seor Jessop haba sacado a pasear a su hijo pequeo. Al principio a Dan le cost creer que Nick fuera capaz de seguir adelante con su rutina diaria cuando veinte minutos antes haba sucedido algo que iba a cambiar el mundo para siempre. Pero, claro, lo ms probable era que Nick ni siquiera se hubiera enterado.

    Dgale que ponga la televisin en cuanto llegue se despidi de la mujer. Estaba desesperado por hablar con alguien conocido, con algn amigo, de

    manera que llam a Jackie. La recepcionista le dijo que su mujer se encontraba en una reunin y haba dejado rdenes de que no la molestaran. Dan grit tales palabrotas que al cabo de diez segundos estaba hablando con Jackie.

    Espero que sea algo urgente de verdad comenz ella, porque estoy en una reunin muy importante. Y, adems, que no se te ocurra volver a hablarle as a mi recepcionista.

    Dan se limit a decirle que en cuanto terminara la reunin pusiera la radio o la televisin.

    Y entonces se acord de la presencia de Josh, arriba en la cama. Subi a toda prisa e irrumpi en la habitacin con tal vehemencia que Josh se despabil de inmediato. A pesar de su sopor el chico se dio cuenta de que algo iba mal.

    Qu pasa, pap?pregunt preocupado. Por qu lloras? Dan no se haba dado cuenta hasta entonces de que estaba llorando. Puedes bajar a ver la tele un momento? Por qu? pregunt Josh, ponindose apresuradamente unos calzoncillos

    . Qu ha pasado? No estoy muy seguro, pero creo que acabo de ver morir a un montn de

    amigos mos.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 25 -

    Se pasaron el resto de la maana delante del televisor, sin decir nada aparte de

    alguna que otra exclamacin ante la magnitud de la catstrofe. Dan intent varias veces contactar con su antigua oficina en la City, pero las lneas seguan ocupadas. Nunca en su vida se haba sentido tan aislado.

    Cuando por fin apareci en los peridicos una lista de desaparecidos, a los que se daba por muertos, Dan encontr a ocho amigos suyos y a otros tres colegas a los que haba visto un par de veces. John Fricker haba sido uno de sus mejores amigos, y en cuanto ley su nombre record cada momento del fin de semana de otoo que haba pasado en el norte de Nueva York con John y Debbie Leishman, otra colega del trabajo. Despus de aquel fin de semana John y Debbie comenzaron a tomarse verdaderamente en serio su relacin. Dan tena su nmero de telfono en la agenda, pero tard una semana entera en reunir valor para llamar a Debbie. Cuando por fin habl con ella, no consigui encontrar palabras para expresar sus sentimientos, de manera que se pas un cuarto de hora escuchando las manifestaciones de absoluta incomprensin y desolacin al otro lado de la lnea.

    Cuando colg el auricular, all solo en su estudio, Dan comenz a reevaluar su vida entera. Sus problemas parecan ahora insignificantes. Pens en lo afortunado que era al tener una familia, en lo orgulloso que estaba de su hijo de diecisiete aos, que haba tenido el coraje y la sensibilidad de sentarse con l y ponerle el brazo por los hombros con gesto protector mientras vean las desoladoras escenas de Nueva York. Pens en las nias, descontentas en su nuevo colegio, y se prometi que siempre estara all para ayudarlas. Al fin y al cabo aquello no era ms que un momento difcil en sus vidas. Y pens en lo trivial que era haber perdido su gran trabajo en la City. Haba tantas otras cosas por las que alegrarse A partir de entonces pensaba ser feliz, estaba dispuesto a disfrutar y a ser un apoyo para su familia, que lo necesitaba.

    Sin embargo, hubo un aspecto de aquel da que Dan no pudo comprender y que dej en su interior un vaco all donde antes haba sentido el calor del amor y la amistad. Durante aquellas interminables y terribles horas del 11 de septiembre, cuando familias de todo el mundo, que no tenan ninguna relacin con las vctimas del atentado, se llamaban unas a otras solo para estar en contacto, para sentirse unidas, Jackie no se haba molestado en llamarlo.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 26 -

    Captulo 7

    Cuando Dan entr en el King's Head, solo quedaba sitio de pie. Muchos se vean obligados a mantener los platos en equilibrio encima de los vasos para liberar una mano y poder comer, de manera que tard un buen rato en abrirse paso hasta la barra. Intent llamar la atencin de Martin, el dueo, pero el hombre estaba muy ocupado sirviendo a varios clientes en el otro extremo del bar, de manera que Dan se volvi hacia Minty, una chica de Nueva Zelanda que apenas llevaba trabajando unos meses. En aquel momento atenda a un vociferante y joven ejecutivo que se haba quitado la chaqueta y llevaba unos llamativos tirantes rojos y una camisa azul oscuro de cuello blanco y almidonado. Dan se consider afortunado por no tener que volver a llevar el uniforme de la City. Se senta mucho ms a gusto con sus vaqueros, su chaqueta de cuero y sus zapatillas de deporte. Le gustaba que nadie pudiera ya encasillarlo en un trabajo determinado.

    El hombre se inclin sobre la barra para hablar con Minty en un tono de arrogancia y seguridad que obviamente implicaba que la chica no tena ms remedio que encontrarlo tremendamente atractivo. Minty le dio el cambio con una sonrisa deslumbradora y por fin vio a Dan.

    Hola, Dan salud enjuagndose rpidamente las manos bajo el mostrador y sacudindolas luego para secrselas. Qu te pongo?

    Una pinta de Young's, por favor. Ahora mismo. Dan ech un vistazo a la muchedumbre. No habrs visto a Nick por aqu, verdad? Pero, antes de que Minty tuviera tiempo de contestar, se oy un ruido que

    resultaba muy extrao en un atestado pub de Londres. Por encima del ensordecedor bullicio de voces son un alegre gritito que solo poda provenir de un cliente de muy corta edad y que provoc un instante de silencio mientras todas las cabezas se volvan hacia el origen del ruido, aunque el inters del gento no dur mucho y las voces no tardaron en subir de nuevo de volumen. Dan, sin embargo, no tuvo que deducir la causa de la conmocin. Solo a una persona se le poda haber ocurrido la peregrina idea de llevar a un beb de cinco meses a un pub lleno de humo, y al parecer la persona en cuestin estaba por all, cerca de la mquina expendedora de tabaco.

    Dan y Minty se sonrieron. Vale dijo Dan, me parece que ya s dnde est. Vio a Nick Jessop de pie detrs de una mesa, con la pinta de un canguro

    angustiado por haber perdido a su cra. Llevaba colgada una mochila porta bebs vaca y contemplaba con una sonrisa inquieta al pequeo Tarquin, ataviado con su resplandeciente y diminuto uniforme del Chelsea Football Club. Una anciana con la boca pintarrajeada y rosetones de colorete en las mejillas hundidas arrojaba al voluminoso beb al aire una y otra vez. De cuando en cuando cejaba en sus esfuerzos para fortalecerse con un trago de gin-tonic y una honda calada a su cigarrillo. Luego, animada por los grititos del nio, que peda ms, volva a lanzarlo por los aires a pesar de que se le doblaban las rodillas. Cada vez que atrapaba a Tarquin, la anciana resollaba. Dan pens que era como si una araa intentara atrapar una bala de can.

    Su llegada a la mesa fue suficiente para interrumpir aquel nmero de circo y

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 27 -

    Nick, con evidente alivio, logr recuperar a su nico hijo de las garras de la mujer. Gracias a Dios que has venido resopl mientras colocaba a Tarquin en la

    esquina del banco y acallaba sus protestas con un chupete. Me daba que en una de esas la ta iba a calcular mal y se pondra a beber y a fumar mientras Tarquin estaba todava en el aire.

    Pues me parece que te lo has buscado t slito replic Dan, poniendo la cerveza en la mesa y aduendose de la silla que Nick le haba reservado. A quin se le ocurre traerlo al pub.

    No tengo ms remedio. Laura trabaja ahora todo el da y de momento no tenemos canguro. Adems, a Tarquin le gusta estar con gente. Nick se inclin sobre su hijo y le hizo una pedorreta en la barriga. A que s, pequeajo?

    Qu tal va todo? pregunt Dan en un intento de entablar una conversacin adulta.

    Nick coloc mejor a Tarquin y se volvi hacia Dan. Pues bastante bien, la verdad. De hecho tengo una cosa que podra

    interesarte. Nick sac de debajo de la mesa una maltrecha cartera de piel y, con un guio, blandi un folio. Ests listo?

    Me muero de ganas contest Dan, aunque ni muchsimo menos tan entusiasmado como su amigo.

    Nick puso el papel sobre la mesa y se arrellan en el banco con una sonrisa de oreja a oreja. Se trataba de un dibujo de lo que pareca un pltano gigante con un insecto muerto en el extremo superior. Dan mir a Nick, carraspe y sigui mirando el dibujo. Tal vez fuera un elfo anorxico sentado en una luna.

    Por fin movi la cabeza. No, lo siento, pero no s lo que es. Nick frunci el entrecejo. Cmo que no sabes lo que es? Pero si es evidente. Dan se dio cuenta de pronto de que la importancia del dibujo no radicaba tanto

    en su contenido como en la habilidad artstica que implicaba. Es muy bueno. Tiene un futuro brillante. Quin? Tarquin. Nick le arrebat el papel. Ya, muy gracioso. Oye, puede que yo no sea Van Gogh, pero la idea es genial. Pues ms vale que me la expliques, porque a m no me parece tan evidente

    como t dices. Nick volvi a ponerle el folio delante y le dio un golpe con el dedo. He diseado una silla de nios para el coche. Dan mir de nuevo el pltano y suspir. Por qu ser que cuando la gente

    tiene a su primer hijo a una edad avanzada se cree que nadie en el mundo ha tenido antes hijos, o que todos los conocimientos sobre los cuidados rudimentarios de los nios han sido compilados por un cretino?

    Y qu les pasa a las que venden en las tiendas? pregunt. Que se han quedado antiguas. Esto es tecnologa punta. Dan se ech a rer. Nick, t eres banquero. Qu demonios sabrs sobre diseo y tecnologa? Nick lo mir indignado. Pues, para que lo sepas, cuando iba al colegio era muy bueno haciendo

    maquetas. Vaya, pues no s yo si con ese currculum vas a impresionar mucho a los

    compradores. A ver, cmo piensas fijar la silla al coche? No ser con pegamento, no?

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 28 -

    Nick se inclin sobre la mesa y lo mir fijamente. Pues, ahora que lo dices, no es mala idea. A Dan se le borr la sonrisa de la cara. No hablars en serio. Nick sonri. No, pero es una idea revolucionaria. Muy bien dijo Dan, reclinndose en el asiento y cruzndose de brazos.

    Anda, cuntamelo. Vale! Se me ha ocurrido la idea de hacer una silla sin correas de ningn tipo. Ah, s? Espera, espera. Nick movi las manos como si acariciara una bola

    invisible. Una vez que pones al nio en la silla, la vuelcas hacia arriba de manera que el culo est en el punto ms bajo de la estructura, y los pies y la cabeza hacia arriba, es decir, que el nico movimiento que podra hacer sera hacia arriba, y, como ya sabes, eso es imposible en un coche.

    A menos que te salgas de la carretera y des diez vueltas de campana. Nick mir a Dan como reprochndole su actitud negativa. No se puede conducir con tanta imprudencia llevando un nio en el coche. Dan se ech a rer. Era imposible razonar con Nick. De acuerdo, como quieras. Pero qu tienen de malo las correas? Que son incomodsimas para los nios pequeos. Ya. Pues entonces lo mejor sera meterles el culo en un cubo y encajarlos

    detrs del asiento. Nick movi la cabeza. Vamos, Dan, haz un esfuerzo por entenderlo pidi, apuntndole al pecho

    con un dedo. Quiero que seas t el que dirija el marketing del producto. Pero qu dices! exclam Dan horrorizado. Mejor nos ira vendiendo

    rifles Kalashnikov en las jugueteras! Te pagara, por supuesto. Ah, s? Bueno, iras a comisin. Y no me digas que no te vendra bien ganar unas

    perras. Dan sonri con afecto. Quiz no debera mostrarse tan escptico. Al fin y al cabo

    Nick solo quera ayudar. Te agradezco mucho que hayas pensado en m, Nick. Mira, sabes qu?, ya

    hablaremos ms despacio cuando hayas encontrado un fabricante. Nick blandi el puo con entusiasmo. Buena idea. Meti de nuevo el papel en su cartera y ech un vistazo a

    Tarqun, que se haba quedado dormido. Oye, tengo un plan para maana. Qu plan? Podramos ir a cortarnos el pelo y afeitarnos a Trumpers, como en los viejos

    tiempos. Dan lanz una carcajada. No es mala idea, pero en primer lugar no necesito pelarme, en segundo lugar

    tampoco podra pagarlo y en tercer lugar, por si se te ha olvidado, maana tenemos que ir a sellar al paro.

    Ah. Es que quera decirte tambin otra cosa. Lo de ir a Trumpers era adems para celebrar algo.

    Y qu quieres celebrar? Pues que ayer me borr del paro. Tengo trabajo. Dnde? En la City. Con Broughton's.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 29 -

    Dan enarc las cejas. Hombre, felicidades! Cundo empiezas? Dentro de dos semanas, el lunes. Lo nico es que tengo que encontrar

    canguro para Tarquin. No creo que les haga mucha gracia que me lo lleve a la oficina. Oye, t no querras?

    De eso ni hablar. Claro, claro. Bueno, era solo una idea. As que no dependes de la silla de nios para hacerte rico. No, era solo para ganar un dinerillo extra. Dan lanz una carcajada. Pues menos mal. Nick por fin le vio la gracia a las bromas de Dan. S, puede que tengas razn. Apur su cerveza y se puso a dar vueltas al

    vaso sobre la mesa. Oye, cuando lleve una temporadita trabajando en Broughton's, intentar recomendarte.

    Dan movi la cabeza. No te molestes. No pienso volver a la City. Vamos, hombre! Cmo no vas a volver, con lo bueno que eres? No entiendo

    que no hayas recibido ninguna oferta desde el once de septiembre. Dan le gui el ojo. No, si ofertas he recibido, lo que pasa es que no he dicho nada. De hecho me

    han llamado seis o siete veces, pero he dicho que no. Pero por qu? Tienes que trabajar, Dan insisti Nick, casi en tono de

    desesperacin. Y pienso trabajar, pero no en la City. Me parece que me he ablandado

    demasiado para volver a la jungla de las altas finanzas. Adems, yo ya he sacado bastante tajada a lo largo de los aos. Me parece que ha llegado el momento de dar un poco tambin.

    Nick lo mir con la boca abierta. Eso suena fatal. No estars pensando en meterte a cura o algo as, no? Pero qu dices! T me ves a m con sotana? Nick se estremeci. No, no, claro. Qu tontera. Qu tienes pensado, entonces? Pues no lo s, pero ya se me ocurrir algo. Aquella frase le sonaba. Dan

    sonri acordndose del comentario de Josh, haca un par de horas. Tarquin gorje en el banco y movi los prpados amenazando con despertarse,

    pero al momento gir la cabeza y volvi a quedarse quieto. Nick lo tap con su chaqueta.

    Has tenido alguna noticia de Debbie Leishman? pregunt. Recib un e-mail suyo hace dos das. Qu tal est? Ms o menos. Sabas que ha tenido un nio? Qu va. Cundo? En junio. Increble! Nick frunci el entrecejo. T crees que ser de John? Pues claro que es de John. Debbie ni siquiera saba que estaba embarazada

    cuando John muri en las torres. Nick chasque la lengua. Menuda putada. Claro que por otro lado es maravilloso que le haya quedado

    algo de l para toda la vida, no s si me entiendes. Mejor hubiera sido estar casada con l. As por lo menos recibira alguna

    compensacin.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 30 -

    Todava le mandas dinero? Lo que puedo, s. Aunque no creo que a Jackie le hiciera mucha gracia

    enterarse de que estoy manteniendo a otra mujer. Nick se apart de la cara un mechn de pelo rubio. Cmo van las cosas con Jackie? Sigue igual de distante? Dan solt una carcajada. No, ahora las que estn distantes son las nias. Jackie se ha convertido en un

    tmpano aadi con un suspiro. Pero yo sigo sonriendo como si nada, preparndoles comidas semideliciosas y soltando alegres comentarios, que no hacen gracia a nadie, con la esperanza de que mi alegra contagiosa nos mejore la vida a todos.

    Y has hecho algn progreso a ese respecto? No, la verdad reconoci Dan. Lo nico que consigo es ponerlos negros a

    todos. Nick se puso a tamborilear pensativo con los dedos en la mesa. Escucha, por qu no te vas de Londres unos das? Podras llevarte a toda la

    familia de vacaciones una semana. Dan movi la cabeza. El colegio acaba de empezar, Nick. No se puede uno llevar a los cros por ah

    cuando le da la gana. Claro que t todava no tienes que pensar en esas cosas aadi mirando a Tarqun. Adems, Jackie tiene la semana de la moda en Pars, as que no querra venir.

    Pues vete a Pars con ella. Que se quede la abuela de Battersea con los nios. Dan sonri. Cuando su padre haba muerto, dos aos atrs, l haba sacado a su

    madre de su casa de proteccin oficial para llevrsela a un pisito en Battersea, con vistas al Tmesis. Desde entonces todo el mundo la llamaba la abuela de Battersea.

    S, tal vez se lo comente esta noche a Jackie, cuando vuelva a casa. Nick asinti con la cabeza. Bien. Luego se inclin sobre su hijo y sac un peridico del bolsillo de la

    chaqueta. Y ahora vamos a hablar de cosas ms importantes. Te vienes a Stamford Bridge el sbado?

    Quin juega? El Chelsea contra el Spurs. El primer encuentro de la temporada. Nick

    dobl el peridico por la ltima pgina y se lo tendi a Dan. A lo mejor te apetece venir a animar a tu viejo equipo.

    Dan ech un rpido vistazo al artculo. No s. No puedo hacer planes hasta que sepa qu va a hacer Jackie. Vamos, hombre! lo anim Nick. Ser como en los viejos tiempos. Los viejos tiempos! exclam Dan echndose a rer. Nick, cada vez que

    hemos ido juntos a ver un partido hemos terminado cada uno en un extremo del campo gritndonos insultos.

    Bueno, pues trete una bufanda del Tottenham. A m no me importa ser hincha del Spurs por un da.

    Dan enarc las cejas sorprendido. Oye, no me digas que hablas en serio. Claro que s. Yo hago lo que sea por un viejo amigo. Pues eso desde luego sera un sacrificio increble. Cuntas entradas puedes

    conseguir? Cuntas quieres? Una para Josh. Nick hizo un gesto con el pulgar hacia arriba. Lo intentar. Cogi el vaso vaco y se puso en pie. Oye, chale un vistazo

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 31 -

    a Tarquin, que voy por un par de cervezas. Quieres algo de comer? Si quieres nos partimos un bocadillo. Vale, ahora vengo. Al pasar junto a Dan le dio una palmada en el

    hombro. Y mientras tanto piensa cmo podemos mejorar el diseo de la silla.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 32 -

    Captulo 8

    Esa tarde, cuando estaba en su despacho buscando desesperadamente un e-mail que haba desaparecido de la pantalla, un fuerte olor le indic que la comida de gourmet que con tanto esmero haba preparado se estaba convirtiendo rpidamente en carbn. Se levant de un brinco y baj los escalones de dos en dos. En cuanto abri el horno una nube de humo le dio en la cara. Agarr un guante y, despus de sacudirlo para aclarar el aire, sac del horno el asado achicharrado y sali corriendo con l al jardn. Notando que el calor de la fuente empezaba a traspasar el guante, mir desesperado alrededor buscando una superficie sobre la que ponerla. Al final decidi dejarla en la bandeja de comida para pjaros.

    Se quit el guante, se sopl los dedos y contempl desanimado el bulto ennegrecido a que haba quedado reducido su lomo de cerdo con laurel.

    Maldita sea! exclam entre dientes mientras volva a la cocina. El humo haba subido hasta el techo y penda sobre su cabeza como una bruma

    marina. Entonces se dio cuenta de que no se encontraba solo. Millie estaba sentada a la mesa, con la barbilla apoyada en las manos y los deberes extendidos sobre la larga superficie de pino. Aunque no pareca que la nia estuviera aprendiendo gran cosa, a menos que hubiera encontrado la manera de adoctrinar su cerebro con unos enormes auriculares Sony en las orejas mientras vea un vdeo del culebrn del da.

    Dan cerr la puerta con el pie y dej el guante sobre el mostrador. Millie, hija, cmo no me has llamado? Se podra haber incendiado la casa. Millie se sac una tira de chicle de la boca y volvi a metrsela con la lengua sin

    decir nada. Dan se puso tras ella y le quit los auriculares. Millie! Su hija peg un brinco en la silla. Qu? Que se ha quemado la cena. Se ha achicharrado del todo. Y a m qu? Yo qu culpa tengo? No te estoy echando la culpa de nada. Pero no te has dado cuenta del humo

    que haba, que no se poda ver ni la tele? Millie volvi a apoyar la barbilla en las manos y mir el televisor. Cmo queras que supiera que no era cosa del programa? Hombre, pues por el olor a quemado, por ejemplo. No me haba dado cuenta. Ya, seguro. Y yo que te creo. Millie se gir en la silla y tendi las manos con aire inocente. Es verdad! Cmo iba a darme cuenta? Estaba oyendo msica. Dan se qued sin palabras. Mir pasmado los auriculares conectados al CD

    porttil que segua sonando ensordecedor, preguntndose si su hija no tendra algn espantoso defecto de odo. Por fin acept el argumento como lo que era, una incongruencia de su hija para que no la molestara durante su vigilia nocturna con el culebrn.

    Vale suspir por fin. Dnde est Nina? Arriba, tocando la flauta contest Millie sin apartar la vista del televisor,

    donde Barbara Windson dejaba sobre el mostrador del pub Queen Vic otra cerveza enorme.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 33 -

    Pero si acaba de tener un concierto! Es que no ha tocado bastante por hoy? Dice que ha tocado fatal. Vaya, pues a m me pareci un concierto estupendo. Quin le ha metido esa

    idea en la cabeza? Millie lo mir de reojo. Seguramente todos los de la orquesta o todos los del colegio. Dan movi la cabeza. Vamos, Millie, las cosas no pueden ir tan mal, no? Seguro que no! mascull ella. Dan dej los auriculares en la mesa. Bueno, a ver si nos animamos un poco. Voy a encargar la cena. Qu te

    apetece, comida india o china? Millie se despabil de pronto. Podemos pedir sushi? No, no podemos. Porqu no? Dan se puso una mano en la cadera y apoy la otra en la mesa mientras pensaba

    en su respuesta. En principio por dos razones. La primera, porque el restaurante de sushi ms

    cercano est en Victoria, y la segunda porque el coche se ha puesto temperamental y no quiere arrancar, as que no hay forma de ir a buscarlo.

    Millie volvi a apoyar la cabeza entre las manos. Y por qu no llamas a mam para que nos lo traiga cuando venga? India o china, Millie? Millie volvi a concentrarse en la televisin. Me da igual. Dan tir a la basura las tres tapas de cartn. A ver, en el men de esta noche tenemos pollo al curry, pollo al limn y arroz

    pilaf. Sac del cajn una paleta de servir y se qued con ella en la mano. Qu os apetece? Ni, t primero.

    Millie y Nina seguan pegadas al televisor, tal como Dan se las haba encontrado cuando entr en la cocina con las dos bolsas de plstico azul.

    No podemos apagar un rato la tele? pregunt. Era como hablarle a una pared. Dan se acerc a la mesa, tendi el brazo sobre el

    hombro de Millie y le quit el mando. La pantalla qued en blanco, pero no se oy ninguna queja. Las nias parecieron aceptarlo con absoluta indiferencia.

    Tengo que ir al servicio anunci Millie levantndose. Pero bueno! Podras haber ido cuando yo estaba fuera. Entonces no tena ganas. Dan suspir resignado. Est bien. Ni, t qu quieres? Nina ech un vistazo a la comida con gesto de total repugnancia. Eso qu es? Acabo de decirlo: pollo al curry, pollo al limn y arroz pilaf. No has trado tortas fritas? S. Las he metido en el horno para que no se enfren. Qu es lo que pica menos? Creo que el pollo al curry. No puedo comer solo unas tortas fritas con arroz? No, tienes que comer algo ms.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 34 -

    Porqu? Pues porque lo he trado para vosotras, por eso. Podras dejar mi parte en la nevera, para Josh. A l no le importa comer

    cualquier cosa. Dan decidi que ya haba razonado bastante. Sirvi en un plato un poco de

    arroz y pollo al curry y se lo tendi a Nina. Si sacas las tortas fritas del horno, te puedes comer las mas. Mientras Nina llevaba su plato a la mesa, Millie entr en la cocina y Dan le

    tendi un plato ya lleno. No pensaba tener la misma historia con ella. Podemos poner otra vez la tele? pregunt Millie. No, no podemos. Dan meti los restos de comida en el horno antes de

    llevar su plato a la mesa. Millie lanz un gruido. Por qu no? quiso saber Nina. Dan les tendi un tenedor a cada una. Porque en lugar de ver la tele, podramos hablar. Hablar de qu? protest Nina de mala gana, jugueteando con el arroz del

    plato. No s. De qu os gustara hablar? Las dos se quedaron en silencio. Dan comi un bocado, esperando que alguna

    dijera algo, pero no dio resultado. Muy bien. Ni, a m me ha parecido que el concierto ha salido de maravilla. Pap, t eres tonto! exclam Millie apretando los dientes. Ya te he

    hablado de eso! Dan no le hizo caso. Yo creo que has tocado muy bien. Qu va murmur Nina. Pues es lo que yo pienso. Y s que la seorita Partridge piensa lo mismo. Millie y Nina se volvieron a la vez hacia l, ceudas. Quin es la seorita Partridge? quiso saber Millie. Vamos, Millie. Sabes perfectamente que es la profesora de msica de Nina. Las dos se quedaron mirndolo con la boca abierta y de pronto se echaron a rer

    con tal brusquedad que Nina escupi la comida sobre la mesa. Nina! grit Dan, tendiendo la mano para limpiar las salpicaduras de arroz

    de la pantalla del televisor. Qu es lo que tiene tanta gracia? Millie se volvi en su silla con los ojos chispeantes. Dan no haba visto a su hija

    tan animada en toda la tarde. Y qu le dijiste a la seorita Partridge, pap? pregunt No sera algo

    como: Vaya, seorita Partridge, s que ha tocado bien la orquesta hoy. Cree usted que Nina sacar un sobresaliente en msica, seorita Partridge?.

    Dan no entenda nada, pero por lo menos haba logrado hacer rer a sus hijas, cosa que no suceda muy a menudo.

    Bueno, no con esas palabras, pero algo muy parecido, s. Nina tena tal ataque de risa que se desplom sobre la mesa y se dio un golpe

    en la frente. Era evidente que le haba dolido, porque se incorpor de inmediato esbozando con los labios un silencioso ay!.

    Millie respir hondo para dominarse. Pap, la seorita se llama Peacock, no Partridge1. Dan se llev la mano a la boca. No! Millie asinti con la cabeza y se ech a rer otra vez. 1 Peacock es pavo real; partridge, perdiz. (N. de la T.)

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 35 -

    Vaya por Dios murmur l. Siempre la has llamado Partridge, pap? logr preguntar Nina. Pues me parece que s contest Dan, con cara de haberse comido un limn

    amargo. Las nias estallaron de nuevo en carcajadas en el momento en que su madre

    entraba en la cocina. Jackie contempl la cordial escena mientras se quitaba la gabardina.

    Vaya dijo en tono cansado. S que estis contentos. No te imaginas por qu, mam dijo Nina, aprovechando el momento de

    distraccin para tirar los restos de su pollo al curry a la basura. No, probablemente no contest Jackie distrada mientras se acercaba al

    telfono para ver si tena mensajes. Pap ha llamado Partridge a mi profesora de msica, la seorita Peacock. Jackie esboz una media sonrisa mientras acariciaba el largo pelo oscuro de su

    hija. Siento no haber podido ir al concierto. Tena mucho trabajo. El brillo se apag en los ojos de Nina. No pasa nada contest con voz queda. Millie se levant de la mesa. Podemos ir arriba a ver la tele, mam? S. Gracias. Vamos, Ni. Cuando las nias se marcharon, Jackie se dej caer en la silla de Millie. Dan

    llev los platos sucios al fregadero. Qu tal el da? pregunt mientras los aclaraba. Agotador. Dan sac la comida del horno. Me temo que hoy tenemos comida de encargo. Ha habido un pequeo

    desastre con el lomo de cerdo. Jackie alz a mano. Gracias, pero no tengo nada de hambre. He comido mucho. Bueno. Dan ech un vistazo a los recipientes. No voy a correr el riesgo de

    drselo a los perros, porque sera tentar a la providencia. Lo tir todo a la basura y se limpi las manos con un trapo. Te apetece un vino?

    No, no te molestes. Creo que me voy a dar un bao y luego a la cama. Dan se sent junto a ella. Qu tal te ha ido con el escengrafo? Vaya, te has acordado. Pues claro que s. Por qu no me iba a acordar? No s Oye, no vayamos a discutir ahora, que estoy muy cansada. No estamos discutiendo! Era solo una pregunta! Est bien, lo siento. Jackie enterr la cara entre las manos. Estoy agotada. Dan le dio una palmadita. No me extraa. Trabajas demasiado. Seguro que no quieres un vino?

    pregunt acercndose a la nevera. Yo me voy a servir uno. Bueno, pero solo media copita. Dan le tendi el vaso y volvi a sentarse. Oye, cundo es el desfile? Dentro de tres semanas. Y tienes que ir antes? Jackie lo mir un momento antes de contestar. La verdad es que s.

  • ROBIN PILCHER LOS DADOS DEL DESTINO

    - 36 -

    Bien, porque haba pensado en ir contigo. Cmo? exclam ella sorprendida. No s, creo que necesitamos pasar un tiempo juntos, y sera la ocasin

    perfecta. Jackie se mordi el labio. Dan, tengo que ir este fin de semana, te lo iba a decir ahora. Ah. Bueno. Podra llamar a la abuela de Battersea para que viniera, aunque es

    un poco repentino. Dan, voy a ir con Stephen. Dan se qued callado, como intentando recordar quin era Stephen. Stephen? pregunt por fin. Nuestro director financiero. Ah. Se trata de trabajo, Dan. Tengo que entrar en negociaciones serias con los

    organizadores, y Stephen se ha ofrecido a echarme una mano. Dan la mir sombro. Espero que eso que has dicho sea una metfora. No seas idiota. Sabes perfectamente a qu me refiero. Ya. Y cundo vuelves? El lunes por la tarde. Stephen piensa que es mej