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Poeta ante la cruz 2011Máximo Cayón Diéguez
Grader ía d e l a g l or ia
Real Cofradía Penitencial
de Cristo Yacente de la
Misericordia y de la
Agonía Redentora
Interviene: Coro “Francisco Salinas”
Dirige: D. Victoriano García Pilo
Domingo 10 de abril (Domingo de Pasión)
A las 18:00 horas en la S.I.B. Catedral Nueva
Salamanca 2011
MáxiMo Cayón Diéguez
Máximo Cayón Diéguez es leonés de nacencia y voluntad, de vocación y decostumbre. Profusamente premiado, su obra ha merecido, entre otros, los siguien-tes premios: “Ciudad de Astorga” (León); “Martín Descalzo”, de poesía mística.Valdemoro (Madrid); Premio Internacional de Poesía “Francisco de Quevedo”,Villanueva de los Infantes (Ciudad Real); “Caja de Ahorros de Segovia”; “RafaelFernández Pombo”, La Puebla de Montalbán (Toledo); “Feria del Olivo”, Montoro(Córdoba); “XIII Quijote de Plata”, Casa Castilla-La Mancha. Madrid; Premio dePoesía “Searus”, Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca (Sevilla); Premiode Poesía “Conrado Blanco León”. La Bañeza (León); Premio de Poesía “JorgeGuillén”. Valladolid y Premio de Poesía “Rio Ungría”. Excma. Diputación Pro-vincial de Guadalajara.
Su obra poética comprende los títulos ‘Mi única heredad es la esperanza’,(Ediciones Camparredonda, 2005), y ‘Raíces del invierno’, (Colección Provincia,Excma. Diputación Provincial de León, 2007).
Responsable en León de la Obra Social de Caja España Duero (2005-2010) yGran Comendador de la Orden Literaria Francisco de Quevedo, ha sido miembrodel jurado en diversos premios, mantenedor o poeta invitado en distintos certá-menes culturales, comisario en varias muestras pictóricas, y poemas suyos hanvisto la luz en revistas poéticas de reconocido prestigio como ‘Calicanto’ de Ciu-dad Real, ‘El Cobaya’ de Ávila, ‘Piedra del Molino’ de Arcos de la Frontera(Cádiz) y “Turia” de Teruel. El año 2004 fue pregonero de la Navidad en León.
Por su vinculación con la Semana Santa de León, es Medalla de Plata de laJunta Mayor de Pro-Fomento de Procesiones. En 1997, fue el Pregonero del Cin-cuentenario de la citada Junta Mayor. En 2008, fue pregonero también de la Se-mana Santa de León, declarada oficialmente, en 2002, de “Interés TurísticoInternacional”. En la actualidad, es el coordinador de la revista ‘PASIÓN’ que laEditorial MIC, de León, publica anualmente.
prograMa
ENTRADA: CORO FRANCISCO SALINAS. “Camina Pueblo de Dios”
COLOCACIÓN: CORO FRANCISCO SALINAS “Desde lo hondo”Invocación inicial
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Espera en el Señor”Dulcísimo Jesús de la Esperanza
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Tú eres, Señor, el pan de vida”Parasemo del Nuevo Testamento
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “En la Cruz está la Vida”La Oración en el Huerto
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “In Monte Olivetti”Luna de Nisán
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Amicus meus”La seña convenida
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Pueblo mío”La flagelación
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “O vos omnes”La coronaciónEcce Homo
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “O Jesu Christe”A Jesús NazarenoBerenice
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Sube el Nazareno”El expolioOlvidado de DiosLa Quinta palabra
SILENCIO: CORO FRANCISCO DE SALINAS “Tenebrae”A Cristo en su Agonía Redentora
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Vere languores”Meditación
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Adoramus te, Christe”Stabat Mater Dolorosa
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Stabat Mater Dolorosa”Exaltación de la CruzConcentro la mirada en tu costadoA Cristo YacenteOración Final
SILENCIO: CORO FRANCISCO SALINAS “Sepulto Domino”
FINAL: CORO FRANCISCO SALINAS “Cristo, el único sol”
“Que es tu cruz gradería de la gloria
y es firme palanca con que el hombre,
si tiene fe, traslada el universo
de las montañas todas...”
Miguel de UNAMUNOEl Cristo de VelázquezEscala, Marcos, XI, 23Primera Parte, XXXV
prefaCio
“Gradería de la gloria” es el título de este poemario. Y está tomado a préstamode un verso de D. Miguel de Unamuno. Iluminada por veintiún poemas, dichagradería conforma un testimonio poético de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.Se trata, pues, de un retablo henchido de acentos líricos, compuesto desde la fe,que responde a diferentes estados de ánimo y, por ende, de contemplación y me-ditación.
“Si Jesús no fuese Cristo, las catedrales no dirían nada a mi sensibilidad, y alo sumo me parecerían un inmenso vacío”. Esta aserción de François Mauriac nosrecuerda, máxime en un tiempo como el nuestro, donde la dialéctica de la imagenoscurece con excesiva frecuencia la luminosidad deslumbrante que atesora la pa-labra, que el Hijo del Hombre murió en una cruz, desamparado y solo. Con elapoyo, por tanto, de estas premisas, se entrega a los tórculos, con humildad de es-piga que se inclina hacia la tierra, esta “Gradería de la gloria” que atesora una vi-sible carga de cálidos latidos emocionales.
En consecuencia, alumbrados por el ardor y el entusiasmo propios de un cre-yente, este conjunto de poemas tiene raíz y pilar, amparo y sustento en la claridady en la sencillez, que son cauces naturales de expresión, y, evidentemente, en lamisteriosa influencia que ejerce siempre en el corazón del hombre el universo delos sentimientos.
Máximo CAYÓN DIÉGUEZLeón y Salamanca,
Semana Santa,Abril, 2011
ENTRADA PROCESIONALCamina Pueblo de Dios (Del cancionero más antiguo)
COLOCACIÓNCORO: Desde lo hondo (M. Manzano)
ILAUDES
INVOCACIÓN INICIAL
“¡Señor, oye mi voz!”Ps, 130,2
I
Siento el alma conmovida,viéndote en la cruz clavado.A tus pies, Señor, postrado,la fe es anuncio de vida,resplandor de amanecida,llama, encuentro y fundamento.Y obediente al argumentoque dicta mi corazón, mi verso se hace oraciónhenchido de sentimiento.
II
Y en mis labios pecadoresla plegaria se abroquela,y la súplica desvelamis paisajes interiores.Las dudas y los temoresse baten en retirada.Y de forma sosegada,tu agonía redentorarememoro, aquí y ahora,con la voz arrodillada.
III
Heme, Señor, ante Ti,esta tarde, frente a frente.¿Quieres ser mi confidente?Tanto y tanto te ofendíque a mí mismo me perdívíctima de la asechanza.Cautivo de la añoranza,quiero que escuches mi ruego:dame paz, dame sosiego,eres, Señor, mi esperanza.
SILENCIO: Espera en el Señor (Yepes)
DULCÍSIMO JESÚS DE LA ESPERANZA
“Pues, si me faltas Tú, no tengo nada”JOSÉ LUIS MARTíN DESCALZO
Tú eres Pan de Vida y Sacramento.Pan de vida, porque nos diste enteroen el suplicio infame del maderoel trigo de tu cuerpo por sustento.
Sacramento, porque en aquel momento,¡Jesús mío¡ ¡Mansísimo Cordero¡nos entregaste el vino verdadero:tu sangre que es deleite y alimento.
Esa honda herida en el costado abierta,que mana amor, Señor, que es una puerta,es el pozo de Agua Viva que afianza
en mi pecho una corriente. Un torrenteque me conduce a Ti, calladamente,¡Dulcísimo Jesús de la Esperanza!
SILENCIO: Tú eres, Señor, el pan de la Vida (T. Aragües)
PARASEMO DEL NUEVO TESTAMENTO
En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.SANTA TERESA DE JESúS
I
Árbol sacro, mesana anunciadoradonde el Hijo del Hombre se inmolara.Signo de adoración, rúbrica y ara,cruz alzada y evangelizadora.
Voz del Salterio, trono que atesorapaz y concordia, cátedra que amparael dogma que en Amor desembocaray mutara el crepúsculo en Aurora.
Mástil de fe y augusto monumento,parasemo del Nuevo Testamento,huella de Cristo y faz de su Pasión,
en la cumbre rocosa del Calvariofueras altar y místico sagrario,escenario y señal de Redención.
II
Eres, oh, cruz, enseña misionera,alcázar de fervores, sol luciente.Ante el dolor, consuelo permanente,ante la angustia, cardinal esfera.
Eres, oh, cruz, eterna primavera,bendito tabernáculo inmanente.Ante el temor, morada providente,ante el desánimo, arca medianera.
El cuerpo del Señor, espiga ardiente,que por nosotros oblación se hiciera,hallara en ti antífona oferente.
Y versículo hallara en tu maderasu sangre redentora y penitente,por nuestras culpas hecha torrentera.
SILENCIO: En la Cruz está la Vida (J. Alfonso)
IIPRIMA
LA ORACIÓN DEL HUERTO
“Y se le apareció un ángel
del cielo que le confortaba”
Lc, 22, 43
Para paliar la impar melancolía que aderezaba la naturaleza,en la oración hallaras enterezay en la vigilia clámide y umbría.
Para escindir la angustia, mar bravía que acrecían el miedo y la tristeza,la obediencia trocose en fortalezarefrenando el martirio y su acedía.
Viniera luego un ángel desde el cielo,samaritanamente compasivo, a posarse en las ramas de un olivo
y calmara, Señor, tu desconsuelo.Y así que tu congoja confortaraen sangre tu sudor se transmutara.
SILENCIO: In Monte Olivetti (J.I. Prieto)
LUNA DE NISÁN“Ha llegado la hora”
Jn, 16, 32
La soledad viene ahora a tu encuentro,y el desamparo anuncia su llegada.En derredor despliega el abandonola torva polisemia de su espectro.
Por tus venas galopan los corcelesque aprontan el desmedro y el cansancio.Indefenso, Señor, inerme y solo, el temor en tu pecho se acomoda.
Es más débil el ímpetu que el sueño,y el verdor y ternura de la yerbade yacija les sirve a tus discípulos.
La voluntad del Padre se ha cumplido.Y el rostro de la muerte resplandecebajo la luna llena de Nisán.
SILENCIO: Amicus meus (T.L. de Victoria)
LA SEÑA CONVENIDA
“Aquél a quien yo besare, ése es”
Mc, 14,44
La aldaba sigilosa del presagiodeposita en los brazos del silencioun tácito pavor desordenado.Y a la menguante luz de las antorchas, engaños y traicionesse agazapan
detrás de cada gestoy delatan el odio encarnizadoque habita en el arcón de la memoria,la saña delirante que esclavizaconductas y conciencias.
Bajo la sombra agreste de un olivo,un beso es credencial,
salvoconducto,para el acto humillante de la entrega.Y ese beso, Señor, irritante y alevoso, infiel y desalmado,
escarcha negranacida en una boca que bebiera en tu copay comiera en tu plato,ese ósculo nacido en unos labiosabyectos, miserables, que te llaman Maestro todavía,es la seña convenida,
el comienzode todas las afrentas,
el iniciode todos los ultrajes,
el origende todos los agravios y ludibrios,
el principio de todos los tormentos
que tendrán vencimiento y desenlaceen el yermo montículo del Gólgota.
Con una soga atada a la garganta,con las manos sujetas a la espalda,el paso largo, el huelgo apresurado, la turba te conduce por las callesque las sombras arropan con su manto.
Nunca fue más tangible la orfandad.Nunca fue más real la alevosía.Nunca fue más patente la perfidia,nunca fue más visible la impudicia,el légamo y el cieno que sostienen sus mástiles funestos, ominosos.
SILENCIO: Pueblo mío (Cantalapiedra)
IIITERCIA
LA FLAGELACIÓN
“Entonces Pilato tomó a Jesús
y lo mandó azotar”
Jn, 19, 1
El golpe enfebrecido del flageloel lirio de tu cuerpo dilacera.Y en tu espalda porfía y perseveracon furor ciego y renovado anhelo.
No tienes otro amparo ni otro dueloque el fuste que te sirve de ribera.La soledad, Señor, es tu banderay tu exedra, Señor, el desconsuelo.
La imagen de tu rostro es un granado.Un granado sangriento y lacerado.Un venero de penas y dolores.
Dos veces cantó el gallo ya esta noche.Y de tu boca no salió un reproche.¡Dulce Jesús! ¡Amor de los Amores!
SILENCIO: O vos omnes (P Casals)
LA CORONACIÓN
“Y los soldados formaron una corona
de espinas entretejidas, y se la pusieron
sobre la cabeza”
Jn, 19, 2
Su entrega es sacrificio, ofrecimiento.Perdona a quien le injuria y le castiga.La pravedad sus párpados fustigay en silencio soporta el sufrimiento.
Su rostro es acerico y aposentode la burla, el escarnio y la fatiga.El desconsuelo su ánimo religay una caña es su cetro y su tormento.
En medio de un sinfín de imprecaciones,al unísono, esbirros y sayonesvejan a Cristo con febril rudeza.
Y emplazada la tropa en el pretorio,un soldado corona, inquisitorio,con buidas espinas su cabeza.
ECCE HOMO
“He aquí el hombre”
Jn, 19, 5
La sangre que desciende de tu frentea la manera de carmíneos arroyuelos, resbala por tu rostro amoratadotransformándose
en púrpura de escarnio.Y en tu carne tundida y tumefactadeja impreso su rastro vejatorio,que determina
y pone al descubierto las infidencias del linaje humano.
Cada herida, Señor, y cada llaga,es borbotón, ola de proa, emblemade los eternos bienes que atesorael hontanar de tu misericordia.Y ese enjambre de golpes que campea en tu cuerpo,resulta testimonio manifiestode tu humildad constante,de tu plena y copiosa mansedumbre,probanza y argumentode tu inefable y dulce caridad,de cómo te inclinastea tomar sobre Ti el fardo infectode todas nuestras faltas,el peso turbador y desmedido de todas nuestras culpas.
Bajo este cielo del tercer milenio,¡Ecce Homo!: ¡He aquí el hombre!es grito que redobla en los oídosy retumba en las bóvedas del alma,mientras la mano oculta del destinoaboceta con trazos indeleblesel perfil de la cruz en lontananza.
SILENCIO: O Jesu Christe (J.V. Berchem)
IVSEXTA
A JESÚS NAZARENO
“Llevando su cruz, salió al sitio
llamado Calvario”
Jn, 19, 17
¿Quién encharcó tus ojos de tristeza?¿Quién depuso en tu frente tanta herida?¿Quién dispuso, Dios mío, de tu vida?¿Quién pudo, temulento de vileza,
con celo horrendo y lóbrega presteza, cargar sobre tu espalda doloridael leño verde de esa cruz deicida,su peso infame que a rendirte empieza?
¿Por qué una soga al cuello te anudaron?¿Por qué a muerte, Señor, te condenaron?Oh, Jesús Nazareno ensangrentado.
Heme aquí, prosternado en tu presencia.¿Cómo puedo ganarme tu clemencia?¡Yo también como Pedro te he negado!
BERENICE
“Eran nuestros sufrimientos los que llevaba,
nuestros dolores los que le pesaban”
Isaías, 53, 4
No fue temeridad, no fue osadía.Fue un hecho valeroso y arriesgadopletórico de arrojo y valentía.
Fue una prueba de amor ilimitado,un gesto de piedad y de ternura,un acto sensitivo, apasionado.
Un lienzo blanco fue la vestiduradonde impresas quedaron las señalesde tanta crueldad y desventura.
Allí mismo, grabadas, inmortales,el rostro del Señor dejó en el linofúlgidas manchas, rasgos de corales,
las huellas del dolor y el desatino,los signos de una muerte presentida,las sombras tenebrosas del destino.
Una mujer resuelta y decidida,tomando su pañuelo por sudario, vino a limpiar aquella faz herida.
Aconteció camino del Calvario.Saliendo, pues, de entre la muchedumbre,Berenice, de modo voluntario,
suavizara congoja y pesadumbre,desaliento y temor, pena y quebranto,la furia y amargor de la acedumbre
y el vendaval del miedo y el espanto.En ese rostro, hinchado por el duelo,bañado por la sangre y por el llanto,
encuentran siempre cálido consueloel rico, el pobre, el triste, el oprimido y todo aquel que busca con anhelo
perdón y caridad, gracia y olvido.La Vía Dolorosa, a cielo abierto,fue escenario y entorno compartido
que puso expresamente al descubiertoel misterio y grandeza del momento.Estad seguros y tened por cierto
que en la fe Berenice halló sustento,fuerza precisa y brío suficiente,para aliviar con celo y ardimientola faz de Cristo pálida y sufriente.
SILENCIO: Sube el Nazareno (Madurga)
EL EXPOLIO
“Tomaron sus vestiduras haciendo cuatro partes,
una para cada soldado, y la túnica”.
Jn, 19, 23
Ambas manos rehenes de la nada,y la carne cautiva del quebranto.La mirada velada por el llanto.Los dados quietos y la suerte echada.
La túnica inconsútil y sagradaextendida en el suelo sacrosanto.Paralela al abrojo y al acanto,se ve una cruz dispuesta y destinada.
Cuatro partes son ya sus vestiduras.Se acaban de cumplir las Escriturasy Cristo Nuestro Bien, en solitario,
contempla el instrumento del suplicio.El Expolio deviene en sacrificiosobre el monte pelado del Calvario.
VNONA
OLVIDADO DE DIOS
“¡Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen!”
Lc, 23, 34
Te asedia la cellisca del oprobio,la alborga del ultraje, el voceríoahíto de rabiosos improperios.
Te acosan el desprecio y la vesaniahecha herida y asomo de flagelo,el dictamen abyecto del escarnio.
Te hieren amarguras y denuestos,la quejumbre, el dolor y la sevicia, la humillación y su eco huracanado,la amaritud, la mofa y el dicterio y su redondo puño amenazante.
Te circunda un crepúsculo ocráceo,hostilidad fecunda en soledades,te rodea la injuria y sus cenizas,menoscaban la fuerza de tus pulsosagravio, iniquidad y abatimiento.
Agresiva, una sed abrasadoradeposita en el surco de tus labiosla simienza que grana en abandono,el lóbrego amargor del desamparo,la forma de anunciarse de la muerte.
Congojas y flaquezas desembarcanen las costas dolientes de tu carney en los puertos abisales de tu alma,y cuando al cielo elevas la mirada
en busca de un adarme de consuelo,y levantas la voz, y con dulzuraruegas por nosotros: ¡Padre, perdónalosporque no saben lo que hacen! aúnhay quien afirma, ahora y todavía,que el delirio fecunda tus palabras.
Mientras el sol se eclipsa y oscurece,un ahoguío sórdido y severocoloniza paciente, inexorable,el velamen rasgado de tu pecho.
Olvidado de Dios, vilipendiadopor los hombres, en una tosca cruz agonizas, Señor, abandonado.
LA QUINTA PALABRA
“Tengo sed”
Jn, 19, 29
En medio del dolor y la agonía,indómita, constante y absorbente,la virulencia de una sed candentetu cuerpo amordazaba y sometía.
Y su ingente aguijón, su tiranía,hemisferio celado y dirimente,tus labios cuarteaba intensamentey su ardor tu garganta enrojecía.
La fuerza de esta sed, imagen purade la más ruda y pérfida torturay heredad de estertores y orfandades,
el hedor del vinagre acrecentaracuando el velo del templo comenzaraa partirse, Señor, en dos mitades.
SILENCIO: Tenebrae Factae (T. L. de Victoria)
A CRISTO EN SU AGONÍA REDENTORA
“Se entregó a sí mismo para redención de todos”
1 Tm 2,6
Latente, jadeante y persuasiva,silbo inaudible y hálito en acecho,la disnea invade ahora tu pechoy el corazón intrépida cautiva.
Es tu aliento navío a la deriva,ascua de ocaso y címbalo maltrecho.Cada latido es oscilante lecho,resonancia anhelante y aflictiva.
Ahora, en torno a Ti, todo es misterio,martirio, crueldad y cautiverio.Todo es, Señor, desventura en esta hora.
Y entre tanta tortura y desamparo,es tu agonía luminoso faroy tajamar de tu obra redentora.
SILENCIO: Vere languores (T.L. de Victoria)
VIVÍSPERAS
MEDITACIÓN
“Haciéndose obediente hasta la muerte...”
Pb, Flp, 2,8
Éste que veis aquí, crucificado,los miembros dislocados,la cabeza, caída de flaqueza,derribada en su hombro,
cubierto por innúmeras heridasy llagas lacerantes,es el Hijo del Hombre.
Así que se vistierade nuestro mismo barro,fuera acusado por testigos falsos,contado entre ladrones,
humillado por todos sus verdugos, arroyado de sangrepor la insania
más vil y despreciable.
Éste que veis aquí, casi desnudo, dueño del alba y dueño del ocaso, creador de la tierra y sus cimientos,que divide las aguas y acomoda los tiempos,
despojadode toda condición y todo rango, trocara por mercedes las ofensas,y tomando naturaleza humana, haciéndose obediente hasta la muerte,por nuestra causa,
y para darnos vida,a una muerte de cruz, magnánimo y clemente,
se entregara.
SILENCIO: Adoramus te, Christe (L. Celaya)
STABAT MATER DOLOROSA
“Y a ti misma una espada te traspasará el alma”
Lc, 2, 36
La tristeza en tu rostro es atavío.Estás junto a la cruz, desconsolada.Y una espada tajante y afiladatu alma traspasa con su acero frío.
Un algente y agudo escalofríoen tu seno establece su morada,y en el llanto que empaña tu miradarevela la aflicción su poderío.
Muerto el Señor, sus miembros redentoresen tu regazo encuentran acogida.Y, en soledad, con ojos avizores,
quebrado el corazón, sobrecogida,¡Madre de Dios! ¡Virgen de los Dolores!atónita, turbada y confundida,
contemplas abatidaque la sangre, que es célico sendero,tiene alfaguara, cumbre y manaderoen la acerba oquedad de cada herida.
SILENCIO: Stabat Mater (Z. Kodaly)
EXALTACIÓN DE LA CRUZ
“Y Yo, cuando sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia Mí. Decía esto indicando
de qué muerte iba a morir”
Jn, 12, 31-32
Tu cruz, Señor, es símbolo, es membranza,gracia infinita y misteriosa antena.
Ecuménica estampa nazarena,tu cruz deviene en bienaventuranza.
Hastial de caridad y perdonanza,apodíptica escala y alba plena,ante tu cruz, el alma se serenay el corazón rebosa de esperanza.
Reo, Dios mío, y víctima ofrecida,tu muerte diera al mundo nueva vida.Resucitaras luego al tercer día,
y, acordanza del cielo prometido,tu cruz fuera aleluya presentido,gloriosa y refulgente ontofanía.
VIICOMPLETAS
CONCENTRO LA MIRADA EN TU COSTADO
“Señor mío y Dios mío”
Jn, 20,28
Concentro la mirada en tu costado,y en la sangre que mana de tu frente. Y vuelvo a preguntarme, nuevamente,cuántas veces mi puerta te he cerrado.
Tú insistías, seguro y confiado,con voz asaz, dulcísima y doliente.Y el silencio más alto, más creciente,respondía febril al otro lado.
Nunca quise saber por qué llamabas.Entonces ignoraba que me amabas.Perdóname, Dios mío, el desatino.
Estoy sumido en un dolor profundo.Tú eres Cristo, eres la Luz del Mundo,y la Verdad, la Vida y el Camino.
A CRISTO YACENTE
“Desprendido y yacente el cuerpo santo”
Luis Rosales
Señor, te cubre ahora la sombra funérea del silencio,el tétrico fulgor de la mortaja,la hondura del quejidoque tejen los lamentos,el plañido de un viento discorde y destemplado, la borrasca imprevistaque abonan las tinieblas.
Inmóvil como estás,tendido, yerto, inerte, horizontal,
paralelo a la tierra,deposito la mirada en tu cuerpo
sin viday el recuerdo se muta en mi concienciaíndice acusador, indeclinable dardo, clamor acerbo,
salmodia de vivencias, y entonces entreveo conmovidocómo esas cinco llagas, cómo esas cinco heridas,estigmas dolorososque en tu cuerpo florecen,proclaman elocuentes,con su lenguaje rudo y su alfabeto expreso,que tu muerte, Señor, es la simiente
constante y perdurableque nos procura,
sin descanso alguno,fruto seguro y claridad rotunda,ese grano
colmado y verdeante que siempre fructifica y pregona,
a manera de promesa,la gracia prometida de la misericordia.
Y como aquel que alegre, entusiasmado,
advierte que la fe es una experienciavivida y misteriosa,
después de contemplarte,mis pasos toman una ruta explícita,un trayecto
distinto y asumidoque es elección privada y subjetiva, que es decisión y compromiso propio, y mi existencia se viste y revistede colores radiantes,
frescos, primaverales,que reconfortan alma y corazóny ahuyentan temor y soledad.
Tus heridas, Señor, son las señalesque orientan mi andadura, columnas del perdón y la esperanza,dovelas de tu amor
generoso y solícito.
Cristo yacente, Cristo mío:tu cuerpo santo
es anticipo y signo de la Pascua, alba, crisuelo y luz reveladora,imagen manifiesta, interpelante,de un orden nuevo y una vida nueva.
ORACIÓN FINAL
“Y hallaron removida la piedra del sepulcro”
Lc, 24,2
El sepulcro vacío es una claveque borra y pone en fuga toda duda.Porque esa cavidad remueve y mudala roca fúnebre en ameno enclave.
Y esa oquedad, que es misteriosa nave,descubre al mundo la verdad desnuda.Y esa verdad que en la verdad se escudaencuentra allí aurora, indicio y llave.
La vaciedad es prueba suficiente,testimonio gozoso y convincentey anticipo, noticia y acordanza.
No preciso, Señor, de muestra alguna.Son ahora mis bienes de fortunala fe, la caridad y la esperanza.
SILENCIO: Sepulto Domino (T.L. de Victoria)
FINALCORO: Cristo, el único sol (C. Recalcati)
