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  • HISPANIA. Revista Espaola de Historia, 2010, vol. LXX, nm. 234, enero-abril, pgs. 137-162, ISSN: 0018-2141

    POETA RESCATADO, POETA DEL PUEBLO, POETA DE LA RECONCILIACIN: LA MEMORIA POLTICA DE ANTONIO MACHADO DURANTE EL FRANQUISMO Y LA TRANSICIN

    JAVIER MUOZ SORO Y HUGO GARCA FERNNDEZ Universidad Complutense de Madrid

    RESUMEN: Tras su muerte en 1939, Antonio Machado fue elevado a la categora de mito

    literario, moral y poltico, disputado por los dos grandes proyectos ideolgicos de la posguerra: el falangista y el comunista. La calidad de su obra y sus temas, dentro de la reflexin sobre Espaa de la generacin del 98, llevaron a los intelectuales falangistas a tratar de recuperarlo para su proyecto de integracin nacional en los aos 40 y 50, depurndolo de circunstancias histricas concretas. En el exilio, en cambio, se reivindic su magisterio tico, ms que esttico, el del poeta que haba sabido ponerse al lado del pueblo en las circunstancias trgicas de la guerra. Los homenajes de 1959 sirvieron de encuentro al exilio y la oposicin interior, un acon-tecimiento generacional impulsado por el Partido Comunista de Espaa (PCE) que fructific en ulteriores iniciativas poltico-culturales. En los aos 60 el mito, contes-tado en su dimensin estrictamente literaria, funcion en la cultura progresista como ejemplo del intelectual comprometido, pero se asoci cada vez ms a la idea de re-conciliacin entre las dos Espaas. Esta idea pas a la transicin a la democra-cia y su espritu de consenso, si bien el mito sigue enfrentando hoy a quienes rei-vindican su memoria prorrepublicana y quienes slo ven en l el smbolo de dos Espaas que ya no son.

    PALABRAS CLAVE: Antonio Machado. Memoria. Franquismo. Transi-cin. Poesa. Mito.

    THE POLITICAL MEMORY OF ANTONIO MACHADO IN SPAIN DURING FRANCOISM AND THE TRANSITION TO DEMOCRACY

    Javier Muoz Soro y Hugo Garca Fernndez pertenecen al Departamento de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Polticos y Sociales de la Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa en la Universidad Complutense de Madrid. Direccin para correspondencia: Campus de Somosaguas s/n, 28223 Somosaguas (Madrid). E-mail: [email protected] y [email protected]

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    ABSTRACT: After his death in 1939, the poet Antonio Machado became a literary, moral and political myth for the two ideological groups which dominated Spain after the Civil War: that of the Falange and that of the Communists. The quality of his work and his reflections on Spanish identity encouraged Falange intellectuals to recover him for their project of national integration in the 1940s and 1950s, ignoring the historical circumstances in which he had written and his commitment to the Republican cause. The Spanish exiles, on the other hand, praised the ethical example of the poet who had sided with the people in the tragic circumstances of 1936. The events organised by the Communist Party in 1959 as a tribute to him served as a meeting point between the exiles and the opposition to the Franco regime within Spain, and were followed by other similar initiatives. In 1960s progressive culture Machado continued to be regarded as an example of a committed intellectual, but was increasingly associated to the reconciliation between the two Spains. This idea has become dominant since the transition to democracy, although the myth continues to oppose those who emphasize his pro-Republican attitude and those who regard him as the symbol of two Spains which no longer exist.

    KEY WORDS: Antonio Machado. Memory. Francoism. Transition. Poetry. Myth.

    Cuando los hombres acuden a las armas, la retrica ha ter-minado su misin. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Sin embargo, no hay guerra sin ret-rica. Y lo caracte-rstico de la retrica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades.

    A. Machado, Juan de Mairena, 1936 Para muchos haba sido el mayor poeta espaol despus de los clsicos. Pe-

    ro sus restos no reposaban en un panten de hombre ilustres, sino en el pequeo cementerio de un pueblo francs, Collioure, donde haba muerto el 22 de febrero de 1939, a los pocos das de atravesar la frontera entre largas columnas de refu-giados y soldados vencidos. El gran poeta de Espaa, el que mejor haba retrata-do el espritu de la vieja Castilla, sus paisajes, el carcter de sus pueblos y gentes, muri en circunstancias trgicas, que engrandecieron an ms su figura y la ele-varon a la categora de mito. Su muerte se convirti en una metfora de la divi-sin de las dos Espaas que l haba cantado en versos ya famosos.

    El mito empez a construirse cuando las noticias del fallecimiento del poeta llegaron a la zona republicana, semanas antes de la derrota. La represin y el silencio no hicieron sino agrandarlo en el exilio, en la clandestinidad y en la lucha contra la dictadura. Pero ni siquiera los vencedores pudieron sustraerse a l: los intelectuales falangistas, que haban crecido con su poesa, trataron de utilizarlo para su ambicioso proyecto poltico. De ah que, en 1971, Jos ngel Valente denunciara la existencia de dos falsos apcrifos de Machado: el res-

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    catado, despojado de sus contenidos ticos y polticos por los falangistas; y el convertido en pancarta y propaganda por los comunistas1.

    La posteridad de ese Machado apcrifo, propagandeado y rescatado, convertido en bandera de la confrontacin poltica pero tambin de la reconci-liacin, comienza ahora a ser estudiada. En relacin con los fastos del ao ma-chadiano de 1989, el hispanista Edward Baker interpret la mitificacin ps-tuma del poeta sevillano desde la perspectiva de los santos laicos, segn la cual Machado constituira un caso tpico de el sujeto ideal o el retrato espiri-tual del que se opon[e] al poder oligrquico, venerado en el siglo XIX y prin-cipios del XX por el liberalismo progresista espaol2. Ms recientemente, Ni-gel Dennis se ha servido de las dos principales ediciones de las Obras completas de Machado en los aos 40 para subrayar la competencia que se estableci en la posguerra por la propiedad simblica del poeta3.

    Este artculo pretende sintetizar y reinterpretar ese proceso de uso poltico de la obra y la biografa de Machado durante la inmediata posguerra, la dicta-dura franquista y los primeros aos de la transicin a la democracia, aportando nuevas fuentes e interpretaciones a los estudios sobre el tema aparecidos en los ltimos aos4. En ltimo trmino, nos interesa dilucidar hasta qu punto la instrumentalizacin interesada de su figura influy en la construccin de un mito compartido, el de un verdadero poeta nacional. A diferencia de otros grandes escritores patrios, Machado ha sido reivindicado como propio por sec-tores polticos muy diversos, y esa misma competencia por la propiedad simb-lica del poeta ha contribuido a convertirle en un mito dotado de vida propia y que constituye, an hoy, un referente indiscutible del nacionalismo espaol. En las pginas que siguen reconstruiremos las etapas sucesivas de este proceso de mitificacin.

    DE POETA RESCATADO A POETA ESENCIAL (1940-1949)

    Yo no escribo este prlogo como poeta joven para el libro de un maestro muy amado. Yo escribo este prlogo como escritor falangista, con jerarqua de gobierno, para el libro de un poeta que sirvi frente a m en el campo contrario y que tuvo la desdicha de morir sin poderlo escribir por s mismo5.

    1 VALENTE, Jos ngel, Machado y sus apcrifos, en: VALENTE, Jos ngel, Las palabras de la tribu, Barcelona, Tusquets, 1994, pgs. 94-98.

    2 BAKER, Edward, Antonio Machado entre dos efemrides (1975-1989), en: AUBERT, Paul (ed.), Antonio Machado hoy (1939-1989), Madrid, Casa de Velzquez, 1994, pgs. 441-447.

    3 DENNIS, Nigel, Appropriations of Antonio Machado, Forum for Modern Language Studies, XXXVI, 3 (2000), pg. 310-321.

    4 En especial el de IRAVEDRA, Araceli, El poeta rescatado. Antonio Machado y la poesa del grupo Escorial, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001.

    5 RIDRUEJO, Dionisio, El poeta rescatado, Escorial, 1 (1940), pgs. 93-100.

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    Dionisio Ridruejo justificaba as, en las pginas del primer nmero de la re-vista Escorial, los motivos que le llevaban a prologar un libro, no uno cualquie-ra, sino las Obras completas de Antonio Machado. Y es que ese acto, a la altura de noviembre de 1940, exiga una justificacin pese a tratarse de el nico fragmento de cultura universal de que los enemigos haban dispuesto, como afirmaba Ridruejo unos prrafos despus. Ese fragmento de la cultura ene-miga no escap a la represin de la inmediata posguerra: la comisin encargada de depurar el sistema educativo, dirigida por Jos Mara Pemn, acord en mayo de 1941 la separacin definitiva del servicio de Machado aunque ste llevara muerto ms de dos aos6. Tambin en 1941 la reedicin de sus Obras completas, con el prlogo citado, provoc fuertes tensiones en el gobierno y el general Juan Vign lleg a exigir la prohibicin del libro en el consejo de mi-nistros7. La rehabilitacin pstuma del poeta por el grupo de intelectuales fa-langistas reunidos en torno a la revista Escorial, en suma, slo poda parecer una osada que requera una buena explicacin.

    Consciente del riesgo de la empresa, Ridruejo describi a Machado como un hombre ingenuo, sin verdaderas ideas polticas, un poeta provinciano que se haba dejado embaucar hasta el final por las mentiras de los comunistas, un caso ms de secuestro moral, el del propagandista propagandeado en palabras que hicieron fortuna. Slo la fatalidad hizo que el hilo quedase geo-grficamente al alcance de la mano del enemigo y, por si todo ello no bastara, sus versos polticos y de combate eran los peores, y legtimo pensar de un poe-ta que no debe ser definido por los peores versos, los ms ocasionales, extempo-rneos y vanos. Sin embargo, tales flaquezas y circunstancias del Machado persona, quien no debi de serlo, pero fue un enemigo, no deban hacer olvi-dar el profundo amor a Espaa del Machado poeta, amor del que haba dejado abundantes muestras en Campos de Castilla:

    En la misma guerra, mientras l escriba sus artculos o sus versos contra

    nuestra causa, nosotros, obstinadamente, le hemos querido, le hemos considerado con la medida de lo eterno nuestro y slo nuestro, porque nuestra de nuestra causa era Espaa y slo de Espaa poda ser el poeta que tan tierna-mente descubri por primera vez en verso castellano su geografa y su paisa-je real y que cant su angustia y su nusea, su alma elevada, trascendente, amo-rosa y desnuda y severa.

    Hasta el punto de que Ridruejo recordaba su alegra y la de otros falangis-

    tas, al descubrir una vez un artculo que era hasta en el vocabulario y en el

    6 El expediente de depuracin de Machado se reproduce en COY, Juan Jos, Antonio Machado. Fragmentos de biografa espiritual, Valladolid, Junta de Castilla y Len, 1997, pgs. 290-291.

    7 Vase SERRANO SUER, Ramn, Entre el silencio y la propaganda, la historia como fue. Memorias, Barcelona, Planeta, 1977, pgs. 409-411; RIDRUEJO, Dionisio, El poeta rescatado, prlogo a: MACHADO, Antonio, Poesas completas (5 edicin), Madrid, Espasa Calpe, 1941.

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    estilo del todo atribuible a nuestra fuente ms pura. Ya lo haba dicho Juan de Mairena: lo caracterstico de la retrica guerrera consiste en ser ella la mis-ma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades8. Por eso los falangistas no podan resignarse a tenerlo como un poeta prohibido y enemigo, por eso deban esforzarse por encontrar nuestro y no rojo su mun-do conceptual, por rescatar lo que ms enteramente por menos temporal y tocado de circunstancias era honra y patrimonio de Espaa. Ah radicaba la base del proyecto cultural y poltico por el que esos intelectuales haban com-batido: por conciliar en unidad toda la dispersin espaola y por poner todo lo espaol ste, con todo su rigor, es el lmite al servicio de un solo designio universal, de una sola poesa y de una sola historia.

    En el apogeo de su poder poltico, con un Ridruejo con jerarqua de go-bierno en su calidad de director general de Propaganda a las rdenes de Se-rrano Ser, ministro de Gobernacin, los intelectuales de Escorial apostaban por rehacer la comunidad espaola, realizar la unidad de la patria y poner a esa unidad al servicio de un destino universal y propio. Como ha escrito San-tos Juli, esa voluntad de integracin de intelectuales de distinta procedencia en un proyecto de reunificacin nacional, incluso de quienes, habiendo sufri-do la derrota, quisieran incorporarse a su proyecto, se expresaba en trminos fascistas y segua un modelo, la poltica cultural del ventennio italiano9. Pero ese ambicioso proyecto totalitario de integracin cultural se encontr con la tenaz resistencia de importantes sectores del rgimen, un amplio frente que iba de la Iglesia al Ejrcito pasando por una Falange unificada y burocratizada. Un na-cionalismo nacionalcatlico, reaccionario y contrarrevolucionario, que parta de la consustancialidad de lo espaol y lo catlico y exclua a buena parte del pensamiento liberal anterior a la guerra (Unamuno, Ortega, Machado) se opu-so, siguiendo las categoras utilizadas por Ismael Saz, a un nacionalismo fascis-ta, antiliberal y revolucionario, que tena en el nacionalismo regeneracionista de la llamada generacin del 98 su sustrato cultural10.

    8 Esta idea ha sido aplicada por varios autores al caso de la Guerra Civil; vanse UCELAY DA CAL, Enric, Prefigurazione e storia: la guerre civile espagnole del 1936-1939 come riassunto del passato, en: RANZATO, Gabriele (dir.), Guerre fratricide. Le guerre civile in et contempornea, Turn, Bollati Boringhieri, 1994, pgs. 193-220; JULI, Santos, Discursos de la Guerra Civil espaola, en: REQUENA, Manuel (coord.), La Guerra Civil espaola y las Brigadas Internacionales, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1998, pgs. 29-46; LVAREZ JUNCO, Jos, Mitos de la nacin en guerra, en: JOVER ZAMORA, Jos Mara (dir.), Historia de Espaa Menndez Pidal. Vol. XL: Repblica y Guerra Civil, Madrid, Espasa Calpe, 2004, pgs. 637-682; o NEZ SEIXAS, Xos M., Fuera el invasor! Nacionalismos y movilizacin blica durante la guerra civil espaola (1936-1939), Madrid, Marcial Pons, 2006.

    9 JULI, Santos, Falange liberal o intelectuales fascistas?, Claves de razn prctica, 121 (2002), pgs. 4-23. Del mismo autor ver tambin Historias de las dos Espaas, Madrid, Taurus, 2004, pg. 343.

    10 SAZ, Ismael, Espaa contra Espaa. Los nacionalismos franquistas, Madrid, Marcial Pons, 2003, pgs. 53-54 y 72-73.

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    Al 98 les una el esencialismo ontolgico, la trascendentalizacin del paisaje castellano, su interrogarse sobre el ser y el problema de Espaa, al que reac-cionarios y clericales opondrn la Espaa sin problema. Desde una lectura falangista, ese regeneracionismo crtico y su pasin por Espaa alejaba a los noventayochistas del intelectualismo y racionalismo de la Institucin Libre de Enseanza, as como de las veleidades europestas y extranjerizantes de las generaciones posteriores, la de Ortega y la del 1411. Les una, en palabras de Marie-Aline Barrachina, lamour de lEspagne, rvl travers la critique im-placable du prsent et la recherche patiente de lessence nationale dans le pas-s, le tout fond sur un irrationalisme philosophique hautement revendiqu12. Por eso les defendieron desde las pginas de Escorial y la prensa del Movimien-to de las acusaciones de antipatriotismo, por ejemplo del padre Flix Garca, a quien respondi Lan recordando cmo el amor por Espaa de los noventa-yochistas haba inspirado al mismo Jos Antonio (aunque todava en 1958 Franco afirmaba que a la generacin llamada del ao 98 pensadores y dile-tantes se ha opuesto la generacin de los hombres de accin surgidos desde 1935)13.

    El proyecto falangista de alta cultura, en todo caso, sucumbi en la lucha poltica que tuvo lugar en los meses siguientes, con el cese de Serrano Ser en Gobernacin, y los de Ridruejo y Antonio Tovar en Propaganda y Prensa, res-pectivamente, en mayo de 1941. Y la derrota pareci definitiva cuando Franco destituy a Serrano Ser como presidente de la Junta Poltica y como minis-tro de Asuntos Exteriores en septiembre de 1942, y Ridruejo present su dimi-sin de los cargos que an ocupaba en la Junta Poltica y el Consejo Nacional. Como haba escrito slo un mes antes a Franco, no quera parecer solidario en la frustracin del propsito inicial que haba inspirado todo aquello, de la mi-sin histrica de una dictadura creadora y revolucionaria14.

    Por supuesto, el proyecto falangista era parcial e interesado y as, en su pr-logo de 1941, Ridruejo omiti cualquier referencia a los dos libros de versos escritos por Machado entre noviembre de 1936 y junio de 1938, adems de censurar largos pasajes de los ensayos de la serie Juan de Mairena, en concreto todos los textos sobre cuestiones religiosas y sociales escritos por el poeta a par-

    11 MAINER, Jos Carlos, Falange y literatura, Barcelona, Labor, 1971, pg. 19. Tambin JULI, Santos, Historias, pg. 360.

    12 BARRACHINA, Marie-Aline, Propagande et culture dans lEspagne franquiste, 1936-1945, Grenoble, Ellug, 1998, pg. 121.

    13 LAN ENTRALGO, Pedro, El 98 y otras cosas, carta abierta a un polemista, Arriba, 23/12/1941. En otras ocasiones recordaron el gusto del Ausente por la poesa de Antonio Machado, como del mismo LAN ENTRALGO, Jos Antonio, hoy, ABC, 20/11/1947, pg. 3. Declaraciones de Franco a Le Figaro, 13/06/1958, en , consultado el 17/03/2010.

    14 MORENTE, Francisco, Dionisio Ridruejo. Del fascismo al antifranquismo, Madrid, Sntesis, 2006, anexo, pgs. 528-531.

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    tir de 192815. Ridruejo prohibira ms adelante la reimpresin de este texto y casi veinte aos despus, en 1959, reconoci que Machado no hubiera sido un poeta grande el mayor, a nuestro juicio, de los prximos si no hubiera sido tam-bin un pensador16. En Casi unas memorias (1976) volvi al episodio sin hacerse ninguna concesin, en lo que seguramente constituye el juicio ms duro y certe-ro que se ha emitido sobre el proyecto falangista de integracin nacional: Y es que, visto desde fuera y desde lejos, todo aquello tena que parecer una farsa, un falso testimonio, un ardid de gentes aprovechadas que queran sumar y, con la suma, legitimar la causa a la que servan y cuyo reverso era el terror17.

    Del mismo modo, la nica biografa autorizada de los hermanos Machado que exista en los aos 40, la publicada por Miguel Prez Ferrero en 1947, elu-da por completo el periodo republicano mediante una larga elipsis, que con-clua slo con el relato de la enfermedad y muerte de Antonio, y la visita de Manuel a Coilloure. En su edicin de 1952 el libro incluy un prlogo escrito por Gregorio Maran en abril de 1939 que saltaba tambin por encima de la guerra para recordar con nostalgia el apogeo de los aos liberales18. Los inte-lectuales falangistas se haban formado en la cultura liberal de la preguerra; la poesa era para ellos una verdadera religin que se retroalimentaba con el fa-langismo, y la de Antonio Machado en particular haba tenido sobre ellos una enorme influencia19. Ridruejo, que en su citado Prlogo se refera a l como el poeta ms grande de Espaa desde el vencimiento del siglo XVII hasta la fe-cha20, lo haba utilizado en alguna de sus alocuciones radiofnicas, llamndole el gran poeta traicionado y traidor, y hasta le haba dedicado un soneto de su libro Poesa en armas, que luego desaparecera en las sucesivas reediciones del libro21. Su estilo, sus temas y su vocabulario le acercaban inevitablemente a la

    15 SANTONJA, Gonzalo, Al otro lado del mar. Bergamn y la Editorial Sneca (Mxico, 1939-1949), Madrid, Crculo de Lectores, 2000, pgs. 108-112.

    16 RIDRUEJO, Dionisio, Antonio Machado (veinte aos despus de su muerte), recogido en su libro miscelneo Entre literatura y poltica, Madrid, Seminarios y Ediciones, 1973, pgs. 81-86.

    17 RIDRUEJO, Dionisio, Casi unas memorias, Barcelona, Pennsula, 2007, pg. 24. En su libro Sombras y bultos (1977) lo reconoca tambin sin indulgencias: Cuando yo escrib el prlogo para las poesas de Antonio con lo que evitaba su ocultamiento para Dios sabe cuntos aos puse en l ms de una tontera: visiones maniqueas del enemigo, subestimaciones frvolas del Machado pensador y crtico, deformaciones de la impulsin causal que lo puso donde haba estado. RIDRUEJO, Dionisio, Materiales para una biografa, Madrid, Fundacin Banco Santander, 2005, pg. 445 (accesible en , consultado el 17/03/2010).

    18 MARAN, Gregorio, Prlogo, en: PREZ FERRERO, Miguel, Vida de Antonio Machado y Manuel, Madrid, Espasa Calpe, 1952, pgs. 11-18.

    19 GRACIA, Jordi, La vida rescatada de Dionisio Ridruejo, Barcelona, Anagrama, 2008, pg. 32. 20 RIDRUEJO, Dionisio, El poeta rescatado, pg. 94. 21 RODRGUEZ PURTOLAS, Julio, Literatura fascista espaola, vol. I, Madrid, Akal, 1986, pg.

    211-212. Al abrir la Semana de Jos Antonio en RNE, el 15 de noviembre de 1938, Ridruejo afirm que no deseaba que Jos Antonio se convirtiese en un mito inoperante y lejano, citando a Machado: Deca Antonio Machado, el gran poeta traicionado y traidor: Quiero un duelo de

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    potica de Falange, incluso en aquellos pasajes en los que el poeta arremete contra una Espaa que ama, pero que no le gusta, motivo joseantoniano por excelencia, como ha escrito Francisco Morente22.

    El proyecto falangista de refundar la nacin conforme a un mito palingen-sico de muerte y resurreccin23 no deba partir de cero, a diferencia de la revo-lucin marxista, sino retomar lo mejor de la tradicin patria, de la historia na-cional y del ser catlico de Espaa. Como ha escrito Jordi Gracia, la continuidad que busc Escorial es simultnea a su voluntad de romper con el pasado y engendrar una mirada nueva, poltica, con estilo y vigor nuevo, de manera que la cultura fascista fuera una sntesis de la regeneracin iniciada por el 98 con su esttica, estilo y patriotismo, aunque les separe su actitud religio-sa24. En 1945 Pedro Lan Entralgo public su estudio sobre La generacin del 98, donde Antonio Machado era presentado como precursor de la misin inte-gradora de Falange y, nada menos, de una posible misin de Espaa en la tarea de espaolizar, de recrear a la espaola las creaciones del hombre moder-no25. En una carta de ese ao a Ridruejo que habra de servir de prlogo al libro, aunque fue suprimida de las ediciones posteriores, Lan reconoca la deu-da de los falangistas con los mayores de fin de siglo, una deuda estilstica, est-tica y patritica, porque desde su crtica de la retrica folklorista y castiza el 98 haba iniciado esa tan esperada sntesis de Espaa que culminaba en la Fa-lange (como si entre medias no hubiera habido nada)26.

    Cada vez ms, sin embargo, se hizo evidente la pobreza intelectual de los resultados y el puro fracaso de una nueva cultura ms imaginada que real. Ahora, a los pocos aos de su muerte, la figura de Machado se agigantaba an ms a la vista de los mediocres logros literarios y culturales de la Espaa victorio-sa. Y el fracaso de su proyecto totalitario dentro del rgimen llev a los intelec-tuales falangistas a refugiarse en sus referencias culturales27. El grupo se volvi entonces hacia ese realismo intimista transcendente que propona Luis Felipe Vivanco en el primer nmero de Escorial, procediendo a una humanizacin del arte frente a la deshumanizacin de las vanguardias. La universalidad de la poesa dependa ahora precisamente de su soledad y desapego de las circunstancias personales, sociales e histricas28; de ah la reivindicacin del autor de Soledades.

    trabajo y esperanza./Yunques: sonad. Pues bien, camaradas de Espaa: No hagamos un duelo estril y flojo (), en CARBAJOSA, Pablo y CARBAJOSA, Mnica, La corte literaria de Jos Antonio, Barcelona, Crtica, 2006, pg. 178.

    22 MORENTE, Francisco, Dionisio Ridruejo, pg. 270. Cursiva en el original. 23 SAZ, Ismael, Espaa contra Espaa, pg. 53. 24 GRACIA, Jordi, La resistencia silenciosa, Barcelona, Anagrama, 2004, pgs. 219 y 228. 25 LAN ENTRALGO, Pedro, La generacin del 98, Madrid, Espasa, 1970, pg. 273. 26 GRACIA, Jordi, La resistencia, pgs. 226-227. 27 Vase BARRACHINA, Marie-Aline, Propagande et culture, pgs. 109 y siguientes. 28 RIDRUEJO, Dionisio, Antonio Machado, veinte aos despus, en: RIDRUEJO, Entre

    literatura y poltica, pg. 82.

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    Sultana Wahnon ha comparado la derrota de las potencias del Eje en 1945 con el desastre de 1898, que habra llevado al grupo de Escorial a buscar en la generacin del 98 un modelo de comportamiento cuyo componente funda-mental iba a ser el apoliticismo29. Araceli Iravedra coincide en que un cre-ciente desencanto del sector falangista de la llamada generacin del 36 ante la poltica franquista les llev a abandonar su discurso militante, y de activo, apasionado y entusiasta se torn melanclico, soador e intimista30. As, el Machado esencial e intimista fue una de las vas que utilizaron para aislarse de un entorno social problemtico en el que cualquier protesta pareca conde-nada al fracaso31

    Pero una lectura estrictamente literaria puede resultar engaosa, porque es-ta visin de Machado no era en realidad ideolgicamente inofensiva32, ni esta fase de retraimiento responda a un impulso apoltico, sino todo lo contrario, a un revs poltico que oblig a los falangistas a una retirada estratgica a la espera de otra oportunidad para llevar adelante su ambicioso proyecto poltico-cultural. Esa era la idea central de las conocidas cartas que Serrano Ser y Ridruejo enviaron por entonces al propio Franco, como del llamamiento que hizo Lan en La generacin del 98 a los jvenes protagonistas de la contienda para retirarse a la estancia ms secreta del propio ensueo y esperar (...) a que otra leva de espaoles sienta en el alma el espolazo de una nueva ilusin, de una aventura nueva y ms alta33. Esta oportunidad llegara, como veremos, una dcada despus.

    Mientras tanto slo caba ir preparando el terreno, y esto nicamente poda hacerse desde la cultura, en una especie de institucionalismo al revs. En esa empresa, como gustaba decir a los falangistas, tuvo especial protagonismo Lan Entralgo desde la direccin de Cuadernos Hispanoamericanos, rgano del recin creado Instituto de Cultura Hispnica, y con su libro Espaa como proble-ma publicado en 1949 en un dilogo implcito pero cada vez ms directo con el exilio intelectual34. En septiembre de ese ao Cuadernos dedic un nmero es-pecial a Antonio Machado en el dcimo aniversario de su muerte, en lo que constitua de hecho el primer homenaje pblico al poeta en Espaa tras el final de la guerra. Al contrario del mito machadiano construido durante esos mis-mos aos en el exilio republicano, aqu la participacin de Machado en la gue-

    29 WAHNON, Sultana, La esttica literaria de la posguerra. Del fascismo a la vanguardia, Amsterdam, Rodopi, 1998, pg. 262.

    30 IRAVEDRA, Araceli, El poeta rescatado..., pg. 55. 31 IRAVEDRA, Araceli, Cuando de aquello tambin haca veinte aos, nsula, Nmero

    monogrfico Colliure, 1959, 745-746 (2009), disponible en , consultado el 1/11/2009.

    32 IRAVEDRA, Araceli, El poeta rescatado, pg. 58. 33 LAN ENTRALGO, Pedro, La generacin del 98, Madrid, Diana Artes Grficas, 1947, pg. 317. 34 MORN, Gregorio, El maestro en el erial. Ortega y Gasset y la cultura del franquismo, Madrid,

    Alianza, 1998, pgs. 409 y siguientes.

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    rra no slo se censuraba, sino que era presentada como un accidente histrico, despojado del cual apareca el Machado esencial, el poeta lrico de Soledades y el paisajista de Campos de Castilla:

    No nos conformamos sino con el yo esencial de Antonio Machado. Ha pa-

    sado el tiempo en que las almas miopes podan enredarse en esta o la otra peripe-cia de un yo accidental del poeta y perder, con ello, el acceso a la fuente secreta y viva de su poesa. La historia, cruel y clemente a un tiempo con los que le entre-gan su nombre [...] nos ofrece ya a todos el Antonio Machado puro, esencial, en-teramente despierto a su verdadero ser35.

    La vigencia de este Machado esencial, la versin ms depurada del ma-

    chadismo falangista, fue corta. En el mismo nmero doble de la revista el poeta Eugenio de Nora expresaba su desacuerdo con esa interpretacin dominante del poeta lrico e intimista, proponindolo como precursor de una poesa ple-namente popular. Y Jos Mara Valverde llamaba la atencin sobre la calidad del pensamiento del Juan de Mairena, aunque se detena prudentemente ante la tentacin de profundizar en una obra que puede parecer dinamitera a quien viva satisfecho a la sombra de tinglados intelectuales, ideolgicos y patriote-ros36. La ocasin de reivindicar esa obra, con toda su carga poltica de oposi-cin al rgimen, llegara diez aos despus, con motivo del vigsimo aniversa-rio de la muerte de Machado.

    EL POETA DEL PUEBLO (1939-1959) En la cultura del exilio republicano, por el contrario, la imagen del menor

    de los Machado qued unida de una vez para siempre al recuerdo obsesivo de la Guerra Civil. Citar al poeta o dedicarle unos versos signific en todo mo-mento evocar al director de la Casa de la Cultura de Valencia y al colaborador de Hora de Espaa, al autor del soneto a Lster y de la elega a Garca Lorca. Desde Mxico, Francia o Argentina, antiguos compaeros de lucha de Macha-do, como Len Felipe, Jos Bergamn y Rafael Alberti, siguieron viendo en l al burgus que, a diferencia de su hermano Manuel, haba sabido estar del lado del pueblo en la disyuntiva abierta en 193637. La Repblica haba hecho de Machado el primero de sus intelectuales y su muerte en Coilloure, el 22 de

    35 LAN ENTRALGO, Pedro, Desde el t esencial, Cuadernos Hispanoamericanos, 11-12 (1949), pgs. 237-238.

    36 DE NORA, Eugenio, Machado ante el futuro de la poesa lrica, Cuadernos Hispanoamericanos, 11-12 (1949), pgs. 583-592, y VALVERDE, Jos Mara, Evolucin del sentido espiritual de la obra de Antonio Machado, Cuadernos Hispanoamericanos, 11-12 (1949), pgs. 399-414.

    37 La versin ms conocida de este mito es quiz la de ALBERTI, Rafael, Imagen primera y sucesiva de Antonio Machado, Madrid, Turner, 1975, pgs. 41-59. El texto est escrito entre 1940 y 1944.

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    febrero de 1939, le convirti en un mito de la Espaa peregrina. Los contornos de la leyenda cambiaron levemente de un autor a otro, de una poca a otra, pero se mantuvieron siempre en el marco pico y trgico de la guerra.

    En la inmediata posguerra, hasta 1945 aproximadamente, las referencias al poeta muerto estuvieron teidas de un profundo sentimiento de prdida. Du-rante estos aos, Machado simboliz sobre todo la patria perdida y las referen-cias usurpadas por el vencedor. El libro Espaol del xodo y el llanto, de Len Felipe, es quiz el que mejor refleja el sentimiento trgico que los primeros exiliados proyectaron sobre Machado. El poema Dnde est Dios?, escrito en el verano del 39, est dedicado a la memoria del poeta, y es difcil no ver un eco machadiano en los versos que evocan el tema de las dos Espaas: En este re-parto injusto, desigual y forzoso, del lado de las harcas cayeron los arzobispos y del lado del xodo, los poetas38.

    Esta imagen de las dos Espaas iba a convertirse en una de las seas de identidad de los exiliados, para quienes era casi imposible no asociar la metfo-ra con la realidad de una nacin dividida en dos bloques antagnicos, el de una Espaa vencedora y otra derrotada39. Tras la victoria franquista, la Repblica haba perdido los atributos esenciales de la soberana: su cultura era una de las pocas seas de identidad que poda reivindicar. Rendir homenaje a Machado invocando la imagen de las dos Espaas constitua, por tanto, una forma sim-blica de prolongar la resistencia en el exilio, y esta voluntad de resistencia cultural inspir dos instituciones fundadas a lo largo de 1939: la Junta de Cul-tura Espaola y la editorial Sneca.

    Sneca haba sido un encargo personal de Negrn al poeta Jos Bergamn, destacado propagandista de la Repblica durante la guerra y miembro funda-dor de la Junta de Cultura Espaola en marzo de 193940. Una vez instalado en Mxico, Bergamn tom por su cuenta la iniciativa de inaugurar la editorial con unas obras completas de Antonio Machado y firm, en febrero de 1940, un contrato en exclusiva con Jos y Joaqun Machado, los hermanos del poeta refugiados en Santiago de Chile. El libro, la primera edicin realmente exhaus-tiva de los escritos machadianos, apareci en noviembre, pero el proyecto se vino abajo a las pocas semanas al plantearse un conflicto legal entre Sneca y Espasa-Calpe, editora de las Obras completas del poeta en Espaa. Esta ltima haba comprado los derechos a Manuel y Francisco Machado, los hermanos que se haban quedado en el pas, y fue finalmente la que prevaleci41.

    38 FELIPE, Len, Espaol del xodo y del llanto, en: Obras completas, Buenos Aires, Losada, 1963, pg. 169. En este caso, harca es una referencia despectiva a los militares sublevados en 1936.

    39 Vase CANO, Jos Luis (ed.), El tema de Espaa en la poesa espaola contempornea, Madrid, Taurus, 1979, pgs. 24-26, y DE ALBORNOZ, Aurora, Poesa de la Espaa peregrina, en: ABELLN, Jos Luis (dir.), El exilio espaol de 1939, vol. 4, Madrid, Taurus, 1977.

    40 Vase SANTONJA, Gonzalo, Al otro lado del mar, pg. 20-40. 41 SANTONJA, Gonzalo, Al otro lado del mar, pg. 118. Vase tambin el artculo de DENNIS,

    Nigel, Cultura y exilio: Bergamn y la primera edicin de las Obras completas de Antonio Machado (Mxico, 1940), Revista de Occidente, 166 (1995), pgs. 100-112.

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    La iniciativa de Sneca, en suma, no tuvo trascendencia en lo que respecta a la difusin de la obra machadiana. De hecho, su mayor inters radica en el pr-logo de la edicin, escrito por el propio Bergamn en tono elegaco. La literatu-ra propiamente dicha no ocupa en ste ms que unas pocas lneas: la mayor parte del texto esta dedicada a glosar la actuacin de Machado durante la Gue-rra Civil, lo que el editor llama su sacrificio por la causa del pueblo. Evocan-do un mitin del poeta en la plaza mayor de Valencia a principios de 1937, Bergamn presenta su vida como una larga preparacin para el martirio:

    La vida del poeta fue un ejemplo de este doble sentir y pensar tan espaol, tan

    popular espaol, que es lo estoico cristiano. Entre Unamuno y Antonio Machado haba una cruz trazada como un smbolo (...). Cristianos y estoicos uno y otro, dialo-garon dramticamente toda su vida, entre s y consigo mismos, expresndose, por la palabra espaola, como espejo de este pueblo espaol que inmortalizaron por su pala-bra verdadera cuando l con su sangre los ha inmortalizado a ellos42.

    Estas expresiones llamaron la atencin del poeta espaol ms influyente de

    la preguerra, Juan Ramn Jimnez, instalado en Florida desde 1936, uno de los pocos exiliados que se negaron a ceder a Sneca los derechos de su obra. En su respuesta a la oferta de Bergamn, advirti que prologar una obra escrita casi en su totalidad antes de cualquier circunstancia social, por grave que sta sea, y destacar casi esclusivamente (sic) esta circunstancia, es relegar casi total-mente tambin esta obra a un segundo plano, del mismo modo que ocurrira con una vida43. Juan Ramn hara pblica su discrepancia en un artculo de julio de 1944: se trataba de un prlogo lamentable y postizo, que no haca justicia al carcter plural de la obra machadiana y caa en los mismos tpicos que los intrpretes franquistas del poeta, al destacar:

    (...) el ms vulgar, en los dos sentidos, Antonio Machado; el ms exaltado

    hoy, tras la guerra en Espaa, por un grupo de escritores espaoles y extranjeros de los dos bandos, y ayer por todos los tradicionalistas; el Antonio Machado de Castilla, con todos los tpicos literarios y poticos..., del romanticismo injerto en la jeneracin (sic) del 98; casi casto a lo Gabriel y Galn; el Acadmico de la Re-al Academia de la Lengua; el demagogo que confunde verso y prosa para sus de-nuestos; el Poeta Nacional (...)44.

    Por mucho que pesara a Juan Ramn, fue la versin ms popular, heroica y

    martirial de Machado la que acab imponindose en el exilio desde 1945,

    42 BERGAMN, Jos, Antonio Machado, en: BERGAMN, Jos, Prlogos epilogales, Valencia, Pre-Textos, 1985, pgs. 83-90.

    43 Citado en SANTONJA, Al otro lado del mar, pg. 178. 44 JIMNEZ, Juan Ramn, Historias de Espaa y Mjico. Un enredador enredado, citado en

    GULLN, Ricardo, Relaciones entre Antonio Machado y Juan Ramn Jimnez, Florencia, Universidad de Pisa, 1964, pg. 87.

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    cuando apareci la primera antologa de versos realizada por los republicanos en Amrica45. En 1942 el ex-diputado republicano Manuel Blasco Garzn se refera a l como un poeta excelso que supo ponerse en pie junto a su pueblo. Y el pueblo le sigui, admirado y conmovido, y lo seguir siempre; mientras que el escritor Arturo Serrano Plaja, colaborador de Hora de Espaa, escriba en 1944 sobre la unidad de poesa y pueblo en Machado, figura clave para definir el acontecimiento de Espaa, es decir, la Guerra Civil46. El conocido crtico literario y fillogo Guillermo de la Torre, en su Trptico del sacrificio de 1948, escriba sobre la poesa y ejemplo de Antonio Machado:

    El autor del soneto a Lster no ha hecho, ni siquiera en esa poesa, obra de

    propaganda; no ha hecho prdica social en verso ni cosa parecida. Haca poesa a la altura de las circunstancias, nada ms y nada menos que eso. Poesa de un hombre acongojado, a quien, lo mismo que a Unamuno, le dola Espaa en el co-razn, al verla desgarrada e invadida47.

    Era la poesa y era tambin el ejemplo, el de un hombre que haba muerto

    unificando hasta el final pattico, con una ejemplaridad excepcional, obra y conducta. De la vida y obra de Antonio Machado se extraan, por tanto, con-clusiones literarias, ticas y polticas. Entre ellas, que se equivocaron de modo radical quienes han supuesto que la ltima fase de su obra admirable, que sus escritos durante la guerra son episdicos o secundarios y han de dejarse al mar-gen en la valoracin del conjunto, y que no yerran los que han identificado en los ltimos aos los conceptos de poesa y revolucin, porque la supuesta gratuidad atribuida a la lrica cae por su base cuando sta es autntica, cuando est hecha de sustancia vital48. Una conclusin que estaba en la base de lo que pronto se conocera como poesa social.

    Guillermo de la Torre fue el continuador del proyecto de Bergamn en Sneca. En 1964, l y Aurora de Albornoz publicaron en la editorial argentina Losada la primera coleccin ntegra de las Obras de Machado que apareca des-de la malograda de 194049. Muchos espaoles del interior tuvieron entonces,

    45 Se trata de Las cien mejores poesas espaolas del destierro, editada por Francisco Giner de los Ros y dedicada a Antonio Machado; citada por DE ALBORNOZ, Aurora, Poesa de la Espaa peregrina, pg. 32.

    46 BLASCO GARZN, Manuel, Gloria y pasin de Antonio Machado, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1942; SERRANO PLAJA, Arturo, Antonio Machado, Buenos Aires, Schapire, 1944, pg. 31.

    47 DE LA TORRE, Guillermo, Trptico del sacrificio. Unamuno. Garca Lorca. Machado, Buenos Aires, Losada, 1948, pg. 92. El soneto A Lster, como el resto de sus escritos de los aos 1936-1939, se puede consultar en la edicin de sus obras completas realizada por MACR, Oreste, Antonio Machado, Poesa y prosa, vol. IV, Madrid, Espasa-Calpe, 1990, pg. 826.

    48 MACR, Antonio Machado, pg. 91. 49 MACHADO, Antonio, Obras. Poesa y prosa, Buenos Aires, Losada, 1964. Vase el breve

    Ensayo preliminar escrito por Guillermo DE TORRE, pgs. 7-11.

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    por primera vez, la oportunidad de leer la mayora de los textos del poeta sevi-llano escritos en los aos 20 y 30; un patrimonio importante de la cultura del exilio pasaba, de esta forma, a la oposicin interna al rgimen de Franco.

    El de Antonio Machado fue un mito compartido por todos los partidos y las culturas polticas representadas en el exilio, pero en su elaboracin pronto destacaron los comunistas. El escritor sovitico Ilya Ehrenburg, instalado en Pars en febrero de 1939, le dedic una poesa apenas supo de su muerte. Ra-fael Alberti la anunci en el Madrid republicano y en el decimosexto aniversa-rio, en febrero de 1955, public un Homenaje a Antonio Machado en el se-manario Les Lettres Francaises. Radio Espaa Independiente, la famosa Pirenaica, emiti a menudo sus poemas. Juan Rejano escribi en Mxico un largo poema, La respuesta (1956), en memoria de Antonio Machado, porque yo s que desde el lecho fronterizo que tus huesos arropa, ests oyendo mi palabra: tu pueblo vibra en ella. Y el general comunista Antonio Cordn, estrecho cola-borador de Negrn y amigo de Alberti y Mara Teresa Len, imparti en 1950-1951 un curso sobre l en la universidad de Praga, donde el mito machadiano aparece en sus trminos ms dogmticos:

    La hora histrica de Machado suena en 1936: es la hora del pueblo () La

    voz de Machado suena en esa hora con acentos de pasin, con dramatismo in-igualado, serena y viril en la condena de los mercaderes y asesinos de Espaa, briosa, entusiasta y magnfica al cantar el herosmo de los milicianos y del Ejrci-to Popular, el sacrificio y el valor del pueblo y de su juventud, la ayuda fraternal de las Brigadas Internacionales, la gratitud y el amor de los espaoles a la Unin Sovitica () Antonio Machado morir sin ser comunista, sin haber aceptado y asimilado plenamente la ideologa marxista, la grandiosa y revolucionaria concep-cin marxista leninista de la historia. () Pero Machado, y en ello estriba fun-damentalmente su mrito y el valor de su obra, en mi concepto, se aproxima ms y ms a los lmites del campo marxista, cada vez ms unido a su pueblo, cada vez ms atento a la realidad social en impetuoso desarrollo revolucionario, cada vez ms prximo al Partido Comunista de Espaa que l aprende a apreciar profun-damente durante el periodo de la guerra nacional liberadora del pueblo espaol. () Machado, espritu noble y sano, abierto como tal a la verdad, vio en el Parti-do Comunista de Espaa el genuino dirigente y representante del pueblo del pueblo tan amado por el poeta en su lucha por la democracia, la independencia de Espaa y la cultura espaola50.

    EL POETA DE LA RECONCILIACIN (1959-1975) Si Machado fue inicialmente un patrimonio disputado entre republicanos y

    falangistas, a partir de los aos 50 represent cada vez ms un espacio de en-cuentro entre el exilio y el interior y un smbolo de resistencia contra la dicta-

    50 Archivo del Partido Comunista de Espaa, Madrid, caja 2.

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    dura franquista. El fenmeno es paradigmtico, ms all de la envergadura literaria del poeta, del papel jugado por la cultura durante esos aos y de su enorme potencial poltico. Machado, como Unamuno u Ortega, estuvo en el centro de la lucha desarrollada dentro del rgimen durante la dcada, en la evolucin ideolgica de muchos jvenes desde su falangismo inicial hacia la oposicin interior, y en la convergencia entre sta y el exilio republicano en pos de un objetivo comn: la reconciliacin y el final de la dictadura. Y nadie como l acab elevado a smbolo de resistencia, bien en trminos heroicos que a du-ras penas encajaban en su figura, bien en los del hombre en el buen sentido de la palabra, bueno, objeto de una veneracin acrtica en la que no se pondera-ban su valores poticos sino, sobre todo, ticos y humanos, canonizado como un santo laico: el mito de un San Antonio de Colliure (sic), que ayuda a en-contrar, paralelo al de Padua, la inspiracin perdida, en palabras del poeta Jorge Guilln51.

    Los contactos entre los intelectuales falangistas y los del exilio empezaron a dejar de ser espordicos y aislados a finales de los aos 4052. El nmero mono-grfico de Cuadernos Hispanoamericanos sobre Machado, o el Espaa como problema de Lan, respuesta desde el interior a Espaa en su historia (1948), de Amrico Castro, son buena prueba de ello. Al mismo tiempo, Machado y la cultura libe-ral anterior a la guerra llegaron por primera vez a los peridicos, a veces en polmica con el exilio, casi siempre en el contexto de controversias entre los distintos sectores del rgimen. El poeta fue, una vez ms, instrumentalizado en medio de combates por la memoria y por el poder, en un momento de eferves-cencia cultural impulsado por el auge de las revistas del Sindicato Espaol Universitario (SEU) y la llegada de Ruiz-Gimnez al Ministerio de Educacin Nacional en 1956 con un equipo donde los falangistas de Escorial estaban am-pliamente representados y con el proyecto de integracin cultural como bande-ra.

    El proceso que tuvo lugar entre 1951 y 1959 es bien conocido gracias a va-rios trabajos recientes53. El hecho fundamental y novedoso fue que la polmica tuvo visibilidad pese a la censura y el desarrollo embrionario de una verdadera opinin pblica. As, en 1952 Concha Espina public en la tercera del ABC un Alegato sentimental solicitando un homenaje a la pura y triste gloria de Antonio Machado, gran poeta nmero uno de todo un siglo, quien, segn la escritora catlica, haba dado testimonios de fe religiosa, de sobria moderacin poltica y de humilde espritu franciscano54. En ese texto se sugera la posibili-

    51 GUILLN, Jorge (1973), citado en OLIVIO JIMNEZ, Jos, La influencia de Antonio Machado en la poesa espaola de posguerra, Lincoln, Society of Spanish-American Studies, 1979, pg. 27.

    52 Ver GRACIA, Jordi, A la intemperie. Exilio y cultura en Espaa, Barcelona, Anagrama, 2009. 53 Como los aqu citados de Santos Juli, Ismael Saz y Jordi Gracia. Ver tambin MUOZ

    SORO, Javier, Ruiz-Gimnez o el catlico total (apuntes para una biografa poltica e intelectual hasta 1963), Pasado y Memoria. Revista de Historia Contempornea, 5 (2007), pgs. 259-288.

    54 ESPINA, Concha, Alegato sentimental, ABC, 16/07/1952, pg. 3.

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    dad de repatriar los restos del poeta, una idea que llev en 1957 a la Real Aca-demia de la Lengua a crear una comisin para iniciar las gestiones y cumplir con ese deber de espaoles55.

    La propaganda franquista siempre haba insinuado que el poeta haba falle-cido solo y abandonado por los suyos, que ahora tanto reivindicaban su figura. Ridruejo, en su mencionado Prlogo, afirmaba que muri all ignorado, en so-ledad y desatendido, en aquella Francia a quien Dios perdone, ya que los hombres le han dado su castigo (el texto haba sido escrito poco despus de la entrada de las tropas nazis en Pars). En 1953 una escena de la pelcula Dos caminos, dirigida por Arturo Ruiz Castillo con guin de Jos Antonio Pamplo-na, recreaba la muerte de nuestro poeta Antonio Machado, reconocido y pro-clamado amigo de Francia y, empero, desvalido y prisionero en la hora de su agona, suscitando la irresistible indignacin del falangista Maximiano Gar-ca Venero, autor de la crtica aparecida en ABC56. Unas afirmaciones semejan-tes de Melchor Fernndez Almagro fueron contestadas desde el exilio por Cor-pus Barga, testigo directo de lo ocurrido57.

    Mayor importancia tuvo la reivindicacin de Machado en las revistas de las juventudes falangistas surgidas entre finales de la dcada de los 40 y principios de los 50, sobre todo por su funcin de puente en la transicin desde el poeta esencial hasta el poeta social, a travs de unos jvenes llamados Isaac Mon-tero, Jess Lpez Pacheco, Armando Lpez Salinas, Gabriel Celaya, Juan Gar-ca Hortelano o Antonio Ferres. La Hora, revista de la Jefatura del SEU, repro-dujo en marzo de 1949 una significativa pgina sobre juventud y poltica del Juan de Mairena, y un voluminoso nmero extraordinario de abril de 1950 dio amplio espacio al exilio intelectual, con diversos Retratos de Antonio Ma-chado. Desde estas revistas se apoy el proyecto de integracin cultural que Ruiz-Gimnez, intentaba llevar adelante como ministro de Educacin Nacional desde 1951 y que continuaba el trazado diez aos antes desde las pginas de Escorial, un ltimo intento por conquistar posiciones de poder en la poltica cultural del rgimen para, desde all, renovar y ampliar sus bases de legitima-cin. Un proyecto de integracin, de todo lo que sea valioso, intelectual o afectivamente, en la vida nacional 58, porque

    Una Espaa ideal para nosotros, es aquella en que, amparada por la verdad

    de Cristo, pudiera convivir el espritu de Santo Toms con el de Ortega y Gasset, por citar el que ahora festejamos; el del Padre Arintero, con el de Antonio Ma-chado; el de San Ignacio, con el de Unamuno, y el de Menndez Pelayo con el de

    55 Los restos del poeta Antonio Machado, ABC, 10/11/1957, pg. 65. 56 GARCA VENERO, Maximiano, Un tema nacional, ABC, 31/01/1954, pg. 24. 57 SANTONJA, Gonzalo, Antonio Machado y su recuperacin durante los primeros tiempos

    del exilio, en: AUBERT, Paul, Antonio Machado hoy, pgs. 438-439. 58 Discurso de Ruiz-Gimnez en la toma de posesin del cargo en 1951, citado en GARCA

    ESCUDERO, Jos Mara, Los espaoles de la conciliacin, Madrid, Espasa Calpe, 1987, pg. 250.

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    Ramn y Cajal, con aquella magnanimidad mental que Menndez Pelayo apren-di de Leibniz, y en la que tan poco le siguen los que se dicen sus seguidores59.

    La polmica que enfrent a los que Ridruejo, en un artculo ya famoso,

    llam comprensivos y excluyentes, termin bruscamente con los sucesos de 1956, aunque ya antes se haba frenado la movilizacin cultural del falan-gismo universitario. Aun as, en 1959 la revista Acento Cultural pudo celebrar el vigsimo aniversario de la muerte de Machado con la finalidad de que la poesa de Antonio Machado, inspiradora de toda la juventud espaola desde nuestro Jos Antonio a cada uno de los miembros de la juventud ms joven, perma-nezca en todos los corazones de los espaoles60. En un nmero monogrfico marc una clara ruptura respecto al poeta rescatado por el falangismo en la dcada anterior. La retrica del camisa vieja Adolfo Muoz Alonso, quien re-chazaba su dimensin poltica nada tiene que hacer la prosa en un homenaje a Antonio Machado para proclamar que una palabra catlica, una palabra cristiana, una palabra espaola, rabiosa y autnticamente espaola, es una pala-bra de recuerdo a la Soria del corazn del poeta, resultaba ya una voz aislada en medio de los poemas de Jos Agustn Goytisolo, Caballero Bonald o Lpez Pa-checo, y las reflexiones de Jos Mara Moreno Galvn sobre un arte para el pueblo61. Y eso incluso tras la intervencin de la censura62.

    Acento Cultural no fue la nica revista que celebr el aniversario dentro de Espaa. Unos meses despus lo hizo Cuadernos de Arte y Pensamiento, canto de cisne del falangismo universitario, as como la revista cordobesa Praxis con textos del Juan de Mairena y la malaguea Caracola, con poemas de Leopoldo de Luis, Jaime Gil de Biedma, Jess Lpez Pacheco e incluso del poeta comu-nista exiliado Jos Herrera Petere, junto con otros de Jos Antonio Muoz Ro-jas o Jos Mara Pemn. En nsula, una revista que desde sus orgenes haba logrado preservar en lo posible la continuidad con el pasado y el dilogo con el exilio, Jos Ramn Marra certific la importancia del acontecimiento: No creo que se haya dado nunca en Espaa fenmeno ms radical como este de la ad-hesin y el reconocimiento de los jvenes para con la generacin del 98 en ge-neral y con Machado en particular63. Gloria Fuertes lo puso en verso poco despus: Y hasta tus enemigos/hoy recitan Machado!64.

    59 Discurso de Lan Entralgo en el homenaje de la Universidad de Madrid al fallecido Ortega y Gasset, en Ya, 19/11/1955, pg. 4.

    60 Homenaje a Antonio Machado, Acento Cultural, 3 (1959), pg. 4. 61 MORENO GALVAN, Jos M., Algunas respuestas de Antonio Machado al problema de un

    arte para el pueblo, Acento Cultural, 5 (1959), pg. 5. 62 Segn Gabriel Celaya, la Direccin General de Prensa censur algunas composiciones, entre

    otras las de Otero y l mismo, mientras ordenaba la inclusin de los poemas ledos en el homenaje oficial de Soria, en CELAYA, Gabriel, Poesa y verdad, Barcelona, Planeta, 1979, pg. 123.

    63 MARRA, Jos Ramn, La juventud ante Machado, nsula, 158 (1960), pg. 6. 64 FUERTES, Gloria, Tarjeta postal para Antonio Machado, en: VV.AA., Versos para Antonio

    Machado, Pars, Ruedo Ibrico, 1962, pgs. 57-58.

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    La mayora de esos jvenes, nacidos en la dcada larga que precedi a la Guerra Civil Armando Lpez Salinas, Jess Lpez Pacheco, Jaime Gil de Biedma, Jos Agustn y Juan Goytisolo, Jos Manuel Caballero Bonald, ngel Gonzlez, Antonio Ferres, Juan Garca Hortelano o Isaac Montero, entre otros estaban entonces abandonando las filas y las pginas del SEU para dar salida a su rebelda generacional en el antifranquismo como militantes o com-paeros de viaje del PCE, junto a los mayores Gabriel Celaya, Leopoldo de Luis o Blas de Otero. No era ajena a esa evolucin la nueva poltica del PCE de reconciliacin nacional y acercamiento a las fuerzas de la cultura del inter-ior, destinada a atraer a los jvenes universitarios e intelectuales disidentes, aunque disociados de la cultura republicana de los aos 30 por su origen social y por una educacin sectaria y represiva65. En su Mensaje a los intelectuales patriotas, de abril de 1954, el PCE se identificaba como el partido de Miguel Hernndez, el de los ltimos aos de vida y trabajo de Antonio Machado, el partido de Pablo Picasso, lo que, en el caso de Machado, constitua un desca-rado intento de apropiacin66.

    Hoy sabemos que fue el Partido Comunista el que organiz el homenaje celebrado en Collioure el 22 de febrero de 1959, para el cual encarg un dibujo a Picasso, aunque bajo la cobertura de un comit de intelectuales y artistas franceses integrado por Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Marguerite Duras, Simone de Beauvoir y Raymond Queneau. El acto era un pretexto para el reen-cuentro entre el exilio y la oposicin interior, como sugera el texto de la con-vocatoria: Es ocasin de hacer coincidir en torno al nombre de nuestro gran poeta a los intelectuales espaoles separados geogrficamente por aconteci-mientos ya lejanos y cuyas consecuencias es de inters fundamental para Espa-a eliminar definitivamente67. Se convirti, de hecho, en un acto de oposicin poltica al rgimen, con Antonio Machado como smbolo cvico y de reconcilia-cin nacional. En su discurso, el ex embajador republicano en Londres, Pablo de Azcrate, declar abolida la frontera entre las dos Espaas. Asistieron los comunistas, representados por Jorge Semprn y Francesc Vicens y los republi-canos, Julio Just adems de Azcrate, junto a Manuel Tun de Lara y Ger-mn Bleiberg, mientras que desde Espaa acudieron los escritores madrileos Blas de Otero, Caballero Bonald y Jos ngel Valente, y los catalanes Jos Agustn y Juan Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y Josep Mara Castellet68. Todos posaron en una clebre fotografa que sirvi para presentar a los poetas de la resistencia en revistas y peridicos extranjeros, una verdadera fotografa generacional.

    65 Ver MUOZ SORO, Javier, La disidencia de los universitarios e intelectuales, en: MATEOS, A. (coord.), La Espaa de los aos cincuenta, Madrid, Eneida, 2008, pgs. 201-221.

    66 Ver AUBERT, Paul, Antonio Machado entre lutopie et lpope: une vision idaliste de la rvolution, de la Russie et du marxisme, Mlanges de la Casa de Velzquez, XXVI, 3 (1990), pgs. 5-51.

    67 CELAYA, Gabriel, Poesa y verdad, pg. 125. 68 RIERA, Carme, La escuela de Barcelona, Barcelona, Anagrama, 1988, pgs. 167-172.

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    Que se trat de un acto generacional anto todo lo confirma Barral, pero fue mucho ms, pues all se fragu, como ha recordado Caballero Bonald, una es-pecie de pacto poltico-moral-literario69. Fue el punto de partida de una medi-tada operacin propagandstica que tuvo lugar a travs de dos movimientos paralelos calculadamente vinculados al homenaje de Collioure: una maniobra de taller la antologa Veinte aos de poesa espaola y una gestin edito-rial la coleccin potica Colliure (as, con la grafa simplificada), ambas encomendadas a Jos Mara Castellet70. La antologa estaba dedicada A la memoria de Antonio Machado, en el veinte aniversario de su muerte, pues, segn anunciaba el prologuista, la nueva generacin se senta unida y en mo-vimiento precisamente (...) conmemorando el veinte aniversario de la muerte de Antonio Machado. La operacin consista en lanzar a una nueva generacin de poetas realistas, unidos por su deuda con Machado, no tanto el poeta como el autor de ensayos, por ejemplo las Reflexiones sobre la lrica, donde se lea que la lrica moderna, desde el declive romntico hasta nuestros das (los del sim-bolismo), es acaso un lujo, un tanto abusivo, del hombre manchesteriano, del individualismo burgus, basado en la propiedad privada71. En realidad, como ha reconocido despus el propio Castellet, la poesa de Machado no influa tan-to como su figura72.

    Tanto la potencia del mito como la capacidad organizativa del PCE queda-ron de manifiesto tambin en el homenaje llevado a cabo en Segovia, ante la casa donde haba vivido Machado, concebido como una alternativa para quie-nes no podan ir a Collioure. La convocatoria del acto tena evidentes semejan-zas con la del celebrado en Francia, incluido el dibujo de Picasso, y se refera con emocin a la iniciativa de un amplio grupo de intelectuales franceses que, anticipndose a nuestro deseo y nuestro deber, se propone rendir homenaje a Machado y por l al silencioso pueblo espaol un homenaje de exaltacin y solidaridad, reunindose en torno a la tumba de Collioure, donde las cenizas del poeta esperan el da en que puedan volver a fundirse con su tierra madre y recibir en ella el homenaje que los espaoles debemos a nuestro poeta. La am-plia y variada nmina de firmas confirma el xito de una convocatoria que re-uni a ms de un millar de personas bajo un clima de semiclandestinidad, con fuerte vigilancia policial e intentos de provocacin de una centuria falangista73.

    69 BARRAL, Carlos, Los aos sin excusa. Memorias II, Madrid, Alianza, 1982, pg. 177; PAYERAS GRAU, Mara, La coleccin Colliure y los poetas del medio siglo, Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 1990, pg. 39.

    70 IRAVEDRA, Araceli, Cuando de aquello. 71 CASTELLET, Jos Mara, Presentacin, Veinte aos de poesa espaola. Antologa, 1939-1959,

    Barcelona, Seix Barral, 1959, pgs. 55-56. 72 RIERA, Carme, Conversacin con Josep Mara Castellet, nsula, 745-746 (2009), pg. 8. 73 Entre otros, firmaron Ramn Menndez Pidal, Gregorio Maran, Ramn Prez de Ayala,

    Carlos Riba, Dmaso Alonso, Vicente Aleixandre, Lan Entralgo, Daniel Vzquez Daz, Joaqun Garrigues, Camilo Jos Cela, Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Antonio Buero Vallejo, Luis

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    Ridruejo tom la palabra para recordar cmo nuestro poeta supo hacer suyos todos los dolores y las esperanzas del pueblo espaol74. La censura se encarg de silenciar el acto y, para contrarrestarlo, se organiz otro en Soria, el mismo da y a la misma hora, encabezado por el falangista Muoz Alonso.

    El Partido Comunista promovera an en 1964 varios homenajes a Macha-do con motivo del 25 aniversario de su muerte, en Mosc, Pars y Roma. En esta ltima ciudad Rafael Alberti habl de reconciliacin, porque contra el disparate gubernamental, franquista de dividir, ha prevalecido en nosotros la sensatez democrtica de juntar75. Un acto celebrado en Baeza en 1966, donde estaba previsto inaugurar un busto del poeta realizado por el escultor Pablo Serrano, fue prohibido por el gobierno y acab con una carga policial, varias detenciones y multas que sumaron casi tres millones de pesetas (pagadas gra-cias a una subasta en Pars de cuadros donados por artistas como Picasso, Mir, Calder o Max Ernst, y manuscritos de Sartre o Simone de Beauvoir)76. En 1967 el historiador exiliado Manuel Tun de Lara public Antonio Machado, poeta del pueblo, la interpretacin marxista ms elaborada e influyente de quien pas de ser el intelectual republicano pequeoburgus a ser el poeta y el escritor, ideo-lgicamente hablando, de los que ganan su pan con el trabajo diario, un ejemplo de la palabra en el tiempo, cuya poesa y gran parte de su obra son, pues, dialcticas77.

    Pero Machado no era patrimonio exclusivo de republicanos y comunistas: el anarquista Jos Martnez asoci tambin a su prestigioso nombre la aventura editorial de Ruedo Ibrico, instituyendo un Premio Antonio Machado de novela y poesa un ao despus de su fundacin, en 1962. El acto de presenta-cin, celebrado en el cementerio de Collioure el 22 de febrero, aniversario de la muerte del poeta, cont con un nutrida asistencia de exiliados, escritores, crti-

    Rosales, Dionisio Ridruejo, Jos Luis Aranguren, Julin Maras, Enrique Tierno Galvn, Mara Manent, Salvador Espriu, Fernando Chueca, Rafael Lapesa, Faustino Cordn, Juan Manuel Daz Caneja, Benjamn Palencia, Rafael Zabaleta, Jorge Oteiza, Jos Romero Escassi, Jos Hierro, Eugenio de Nora, Blas de Otero, Jos Caballero Bonald, Fernando Baeza, Alfonso Sastre, Jess y Francisco Fernndez Santos, Rafael Snchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Jos Mara Moreno Galvn, Francisco Garca Pavn, Alfredo Maas, Julio Caro Baroja, Juan Antonio Bardem, Luis Garca Berlanga, Juan Goytisolo y Santiago Montero Daz. Archivo del Partido Comunista de Espaa, Madrid, caja 127.

    74 CELAYA, Gabriel, Poesa y verdad, pg. 128. 75 Realidad, 3 (septiembre-octubre 1964); la revista comunista editada en Italia recoga las

    palabras pronunciadas por Alberti en el transcurso de un homenaje de los intelectuales italianos a Machado. En Pars participaron los ms famosos hispanistas franceses, con intervencin de Tun de Lara que puede escucharse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (disponible en , consultado el 17/03/2010).

    76 Convocado para el 20 de febrero de 1966, por una comisin organizadora compuesta por Aurora de Albornoz, Valeriano Bozal, Jos A. Hernndez Jimnez, Jess Lpez Pacheco, Jess Vicente Chamorro y Caballero Bonald, entre otros.

    77 TUN DE LARA, Manuel, Antonio Machado, poeta del pueblo (1 edicin en Barcelona, Nova Terra, 1967), Madrid, Taurus, 1997, pgs. 115-116, 119-120 y 290.

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    cos y editores del interior, e incluy una ofrenda floral en la tumba del poeta, un discurso del representante francs de la asociacin de Amigos de Antonio Machado y la lectura de algunos poemas de la antologa Versos para Antonio Machado, coordinada por Antonio Prez. Los premios, fallados el da 24, reca-yeron en la novela Ao tras ao, de Armando Lpez Salinas, y en el poemario Grado elemental, de ngel Gonzlez (los dos, por cierto, comunistas)78.

    Para entonces, sin embargo, la estela literaria de Machado haba empezado a languidecer, paralelamente al agotamiento de la literatura social como estti-ca y arma de combate contra el franquismo. Araceli Iravedra habla de men-guado vigor de los eventos conmemorativos y de paulatina desaparicin de menciones poticas y guios intertextuales, tan frecuentes hasta esos aos, y lo achaca al desencanto de la oposicin al rgimen79. En nuestra opinin, el fenmeno forma parte de un proceso generalizado de radicalizacin y diversifi-cacin de la cultura antifranquista durante la segunda mitad de los aos sesen-ta y primeros setenta. Si el magisterio esttico haba dado paso muy pronto a la didctica ejemplarizante del mito, y la poesa a la prosa, al final el realismo social y la intransigencia del rgimen terminaron por convertir a Machado en una figura netamente poltica. Lo cual provoc a su vez, como reaccin, algu-nas reivindicaciones estrictamente literarias de su obra, las de poetas como Jos ngel Valente, Pere Gimferrer o Joaqun Marco.

    Eran aos de rebelda contra de las imgenes heredadas, por ejemplo de los novsimos de la nueva antologa de Castellet de 1970, o de cuestionamiento ms o menos explcito del mito. Desde las pginas de Triunfo Eduardo Garca Rico seal la contradiccin de Machado, cuya visin dramtica y esperanzadora se disuelve en una fe vaga y mstica, y la insuficiencia de su pensamiento al no llegar a abrazar plenamente el marxismo80. Pero, en general, el valor poltico de su obra y biografa, ntimamente ligadas, sigui siendo funcional para la cultura progresista como encarnacin de lo que entonces se llam el intelec-tual comprometido. En el lenguaje caracterstico de la poca, el crtico litera-rio Carlos Blanco Aguinaga escriba:

    En suma, la evolucin de Machado desde un pensamiento potico centrado

    en la subjetividad hacia la concepcin de una posible lrica comunista, su anlisis de la relacin entre arte solipsista y burguesa protofascista a la defensiva, su avance desde una idea de la cultura vagamente folklorista hasta la nacin casi gramsciana de cultura nacional-popular, su reconocimiento de la relacin entre cultura y lucha de clases, son todos aspectos de la progresiva radicalizacin de su pensamiento desde un simple republicanismo progresista hasta la izquierda del Frente Popular antifascista. En este sentido me parece innegable que la vida y la

    78 FORMENT, Albert, Jos Martnez: la epopeya de Ruedo Ibrico, Barcelona, Anagrama, 2000. 79 IRAVEDRA, Araceli, Cuando de aquello. 80 GARCA RICO, Eduardo, Triunfo, 292 (6/01/1968), pg. 5, citado en PLATA, Gabriel, La

    razn romntica, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, pg. 89.

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    obra de Machado avanzaron al ritmo justo de la vida espaola y europea del siglo XX81.

    En trminos ms acadmicos y desde una perspectiva ms cercana al

    humanismo cristiano, el poeta y filsofo Jos Mara Valverde, exiliado por mo-tivos polticos en 1965, subrayaba pocos meses antes de la muerte de Franco la coherencia de la evolucin de la obra machadiana desde las Soledades hasta la Guerra Civil, y el valor tico que posea su renuncia al intimismo modernista en pos de un sentido de la comunidad humana, del mundo objetivo, y, en general, de la otredad82.

    Durante esos aos la literatura de Antonio Machado lleg a ms personas de lo que nunca antes haba alcanzado gracias a ediciones populares de sus li-bros, en especial la antologa preparada por Aurora de Albornoz para Edicusa desde 1970. Y es significativo que la fragmentacin y radicalizacin del anti-franquismo no impidieron que, conforme se acercaba el final de la dictadura, su lectura poltica lo elevara a smbolo ya no del enfrentamiento poltico, sino de la reconciliacin. Tun de Lara ya haba visto en Machado un adelantado a la rigurosa urgencia de nuestro tiempo, la del dilogo83, una idea recogida lue-go por Elas Daz, ngel Gonzlez, Aurora de Albornoz, el sacerdote Jos M. Gonzlez Ruiz o Alfonso C. Comn, entre otros, desde las pginas de Cuadernos para el Dilogo84. El mito del poeta de la reconciliacin tuvo como consecuen-cia inevitable la reactualizacin de otro mito glosado por Machado, el de las dos Espaas, una visin maniquea encarnada en la biografa de los hermanos Machado, cuyos excesos fueron denunciados por Ridruejo85.

    Quedaban ya muy lejos los intentos de apropiacin del poeta por parte de los intelectuales del rgimen, que pareca haber perdido definitivamente la iniciativa. Desde los aos cincuenta el Ministerio de Informacin y Turismo haba permitido la publicacin de algunas de sus obras ms polticas, en parti-cular el Juan de Mairena, prohibido en 1939 y cuya circulacin y venta fueron autorizadas en 1951, aunque limitando la exhibicin y publicidad de la mis-ma, la cual no podr ser destacada en los escaparates ni anunciada fuera de

    81 BLANCO AGUINAGA, Carlos, El realismo progresista de Antonio Machado, Triunfo, 708 (21/08/1976), pg. 43.

    82 VALVERDE, Jos Mara, Antonio Machado, Madrid, Siglo XXI, 1975, pg. 42. 83 TUN DE LARA, Manuel, Antonio Machado, pg. 320. 84 COMN, A. C., Dos inspiradores del dilogo: Mounier y Machado, Cuadernos para el

    dilogo, 38 (1966), pgs. 29-32; IZQUIERDO, L., La coherencia personal en la obra de Antonio Machado, Cuadernos para el dilogo, 29 (1966), pgs. 26-28; DE ALBORNOZ, A., S a Antonio Machado, poeta del pueblo, Cuadernos para el dilogo, 57-58 (1968), pgs. 44-45; DAZ, E., Unamuno y Machado, Cuadernos para el dilogo, 57-58 (1968), pgs. 44-45; GONZLEZ, A., Cementerio de Colliure, Cuadernos para el dilogo, 71-71 (1969), pg. 25; GONZLEZ RUZ, J. M., Antonio Machado y el nacionalcatolicismo, Cuadernos para el dilogo, 91 (1971), pgs. 23-26.

    85 RIDRUEJO, Dionisio, Sobre los Machado, en Materiales para una biografa, pgs. 437-446, en respuesta a un texto de Francisco Umbral.

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    catlogo86. Todava en 1970 la censura, en sus informes sobre las Obras comple-tas editadas por Aurora de Albornoz, sealaba que en el espritu noble, bon-dadoso y siempre explcitamente cristiano de A. Machado no es fcil encontrar otros delitos que su desorientacin poltica y su tendencia un tanto anticlerical heredada de la Institucin Libre de Enseanza (donde quince aos antes la censura vea una obra carente de espritu religioso y creyente)87. Se manda-ron suprimir entonces algunas veladas o breves alusiones a enaltecer el repu-blicanismo y sobre nuestra guerra civil: trminos como rebelin militar, el asesinato de Garca Lorca en Granada o el de Leopoldo Alas, fusilado por la Espaa del odio, del fanatismo y del rencor, el recuerdo de Pablo Iglesias o el texto Los milicianos de 1936, ya prohibido en 195888. Aun con estas mo-dificaciones el Ministerio se neg a autorizar la publicacin en 1972, optando por el silencio administrativo para evitar el efecto contraproducente de una denegacin explcita89. Todava en 1975 y 1976 se prohibieron actos de home-naje al poeta del pueblo, ejemplo de intelectual comprometido y smbolo de la Espaa peregrina, como segua definindolo Aurora de Albornoz90. Pero, sobre todo, poeta de la reconciliacin, un mito especialmente funcional para los tiempos que se abran tras la muerte de Franco.

    CONCLUSIN: EL POETA DEL CONSENSO Entre la celebracin del centenario de su nacimiento (1975) y los actos del

    cincuentenario de su muerte (1989), la imagen de Antonio Machado se movi

    86 Informe de la Direccin General de Propaganda a Espasa-Calpe, 9/10/1951, Archivo General de la Administracin (AGA), Alcal de Henares, Fondo Cultura, expediente 21/06392.

    87 Exp. 3340 y resolucin (silencio administrativo) del 14/08/1970; expediente 3991 y autorizacin del 2/10/1956 sobre las Obras completas de Antonio y Manuel Machado. AGA, Alcal de Henares, Fondo Cultura.

    88 Porque no puede consentirse que se diga de los milicianos con autntica cara de facinerosos que tenan aspecto de capitanes, por el noble seoro de sus rostros (pag. 108), ni que se afirme que la educacin jesutica es profundamente anticristiana y perfectamente antiespaola (pg. 109), expediente 3240 del 3/07/1958. AGA, Alcal de Henares, Fondo Cultura.

    89 Si bien los indicados textos estn bastante expurgados, no por eso dejan de existir alusiones a nuestra guerra civil, as como la forma de pensar del autor (). Entiendo en definitiva que la obra no debe autorizarse, sino por silencio administrativo, expediente 4142 del 8/04/1972 y 4660 del 14/04/1972 sobre la Antologa de su prosa (Edicusa, 1972, cuatro volmenes sobre Cultura y sociedad, Literatura y Arte, Decires y pensares, y A la altura de las circunstancias). AGA, Alcal de Henares, Fondo Cultura.

    90 DE ALBORNOZ, Aurora, Antonio Machado: homenaje, 1875-1975, Triunfo, 652 (29/03/1975), pg. 26; DE LOS ROS, Alonso Carlos, Antonio Machado, an prohibido, Triunfo, 666 (5/07/1975), pg. 20; BURGOS, Antonio, Antonio Machado, prohibido en su tierra, Triunfo, 685 (13/03/1976), pg. 51; TUN DE LARA, Manuel, Antonio Machado y sus Espaas, Cuadernos para el Dilogo, 140 (1975), pgs. 50-51 o Cuadernos para el Dilogo, XLIX (1975), nmero extraordinario Antonio Machado, 1875-1939.

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    entre dos corrientes. El discurso de las dos Espaas dej de ser dominante, y el discurso de la guerra fratricida, de la culpa compartida, ocup su lugar en el espacio pblico91. Al mismo tiempo, los avances de la historiografa y la filo-loga machadianas no impidieron la pervivencia de elementos afectivos en gran parte del discurso acadmico y poltico sobre el poeta. Reflexionando sobre la efemride de 1975 desde la perspectiva de 1989, Edward Baker observaba que el lenguaje sacralizador utilizado por la mayora de los investigadores parti-cipantes en ambas ocasiones haba sido prcticamente idntico92.

    La imagen de Machado tena forzosamente que verse afectada por el espri-tu de consenso de la Transicin, cuya expresin ms caracterstica fue la con-signa centrista de superar las dos Espaas. As, Adolfo Surez afirm en 1978: la Constitucin expresa la conviccin de que no hay dos Espaas [...] irreconciliables y en permanente confrontacin...93. Como sealan del guila y Montoro, el paradigma de las dos Espaas qued para referencias condena-torias o vinculadas a la deslegitimacin del adversario poltico94.

    Las grandes figuras de la historia espaola de preguerra, desde Manuel Azaa hasta el mismo Machado, estuvieron muy presentes en la vida poltica y cultural del periodo95. Se puede hablar de un Machado de la Transicin, por ejemplo, en relacin con el Homenaje a Manuel y Antonio Machado que public en octubre de 1975 la revista Cuadernos Hispanoamericanos, dirigida por Jos Antonio Maravall. Paradjicamente, las colaboraciones que mejor reflejan el espritu de la poca son las de dos viejos falangistas, Pedro Lan Entralgo y Luis Felipe Vivanco. El artculo de Lan se propona reconciliar la etapa in-timista de Antonio Machado con su etapa social, jugando al mismo tiem-po con las similitudes entre la trayectoria de los dos hermanos durante la guerra96. En el mismo nmero, Tun de Lara se refiri precisamente a este Machado de la Transicin, criticando a los analistas que trataban de con-vertir al poeta en un elitista crtico de ambas Espaas por el procedimiento de citar fuera de contexto los dos ltimos versos del poema de Campos de Casti-lla (Espaolito que vienes al mundo, te guarde Dios/Una de las dos Espaas

    91 Vase JULI, Discursos de la Guerra Civil, pgs. 43-46. 92 BAKER, Edward, Antonio Machado entre dos efemrides (1975-1989), en: AUBERT, Paul

    (ed.), Antonio Machado hoy, pgs. 441-447. 93 Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 5/10/1978, pg. 3387, citado en DEL GUILA,

    Rafael y MONTORO, Ricardo, El discurso poltico de la Transicin espaola, Madrid, CIS, 1984, pg. 60. 94 DEL GUILA, Rafael y MONTORO, Ricardo, El discurso poltico, pg. 189-192. 95 Machado y Azaa estn entre las personalidades ms citadas en los discursos parlamentarios

    entre 1977 y 1978, junto con Unamuno, Besteiro, Alcal-Zamora, Camb, Companys y otros. Vase AGUILAR FERNNDEZ, Paloma, Polticas de la memoria y memorias de la poltica, Madrid, Alianza, 2008, pgs. 378-379.

    96 LAN ENTRALGO, Pedro, Dptico machadiano, Cuadernos Hispanoamericanos, 304 (octubre de 1975), pgs. 7-29 y VIVANCO, Luis Felipe, El poeta de Adeljos (notas para una potica de Antonio Machado, Cuadernos Hispanoamericanos, 307 (enero de 1976), pgs. 70-92.

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    ha de helarte el corazn), divulgado gracias a cantautores como Joan Manuel Serrat y Paco Ibez97.

    No faltaron las polmicas en el mbito de la exgesis machadiana, como la que mantuvieron a lo largo de estos aos partidarios y detractores de la repa-triacin de los restos del poeta. La cuestin se reabri hacia 1979, cuando las propuestas de traer a Machado a Espaa llevaron a Jos Bergamn a condenar a los fariseos que queran continuar el trfico indecoroso de cadveres ilustres que inici el franquismo para enmascarar malas conciencias98. Diez aos ms tarde, en un discurso pronunciado en la madrilea Casa de Velzquez con mo-tivo del cincuentenario de la muerte del poeta, el propio ministro de Cultura, Jorge Semprn, entraba en la polmica de la repatriacin afirmando que es totalmente justo histricamente que Machado permanezca en Coilloure, y descalificando la tergiversacin de la equidistancia porque son precisamente las razones que l defendi (...) las razones de la razn democrtica y que le permiten a Machado hoy ser universal99.

    El enorme volumen de literatura generado por las celebraciones de 1989 exigi-ra, por s solo, un estudio detallado, pero no deja de ser significativo que, en vspe-ras del centenario de 1898, el nombre de Machado continuara evocando imgenes de conflicto entre las dos Espaas y de su definitiva superacin en la nueva Es-paa democrtica. Valgan como prueba las siguientes declaraciones del entonces presidente Jos Mara Aznar a un conocido semanario norteamericano:

    [PREGUNTA]: Le gusta la poesa. Podra recitar dos o tres lneas que para

    usted capturen la esencia de este pas? [RESPUESTA]: Eso ser reduccionista, pero tal vez la poesa ms clsica se re-

    fiere a una Espaa que ya no existe. En 1998 se cumplir el centenario de la pr-dida por parte de Espaa de sus tres ltimas posesiones: Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, despus de lo cual Espaa entr en un periodo de dictaduras y guerras civiles. La Espaa de hoy es otra, totalmente opuesta. As que la cita potica que elegira es de uno de los poetas ms importantes de este siglo, Antonio Machado, y hace referencia a esta Espaa pasada. Dice as: Espaolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Espaas ha de helarte el corazn (...)100.

    97 Para Tun, que dedicara varios artculos monogrficos al tema entre 1975 y 1983, esta mixtificacin invalidaba la metfora como comentario de una profunda escisin de la sociedad espaola. Vase TUN DE LARA, Manuel, Dos Espaas?, Cambio 16, 617 (1983), pg. 79.

    98 Carta al director de El Pas citada en COY, Antonio Machado, pg. 283. 99 Alocucin de Jorge Semprn (Casa de Velzquez, Madrid, 1/5/1989), en: AUBERT, Paul (ed.),

    Antonio Machado hoy, pg. 20. Sobre la vigencia de la imagen de Machado como poeta del pueblo durante la etapa socialista, vase tambin Discurso de D. Alfonso Guerra en la clausura del Congreso Internacional conmemorativo del cincuentenario de la muerte de Antonio Machado, en: VV. AA., Antonio Machado Hoy. Actas del Congreso Internacional, Sevilla, Ediciones Alfar, 1990, vol. I, pgs. 139-148.

    100 Entrevista al presidente del gobierno, Jos Mara Aznar, en el semanario Time (17/11/1997), en Oficina de Informacin Diplomtica, Revista de Actividades, Textos y Documentos de la Poltica Exterior Espaola, Madrid, MAE, 1997.

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    Hispania, 2010, vol. LXX, n. 234, enero-abril, 137-162, ISSN: 0018-2141

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    Seala Barths que, por su naturaleza frecuentemente imprecisa y equvo-ca, la palabra escrita presenta una gran predisposicin al mito101. Entre los es-critores espaoles contemporneos, Antonio Machado es sin duda quien ha sido objeto de ms intentos de mitificacin pstuma por parte de personas y grupos con aspiraciones polticas. A lo largo de los ltimos setenta aos su fi-gura y su obra se han representado de distintas maneras, aunque una ha perdu-rado sobre las dems: la que le asocia con la metfora de las dos Espaas recogida en sus versos, que ha pasado a la conciencia colectiva como un smbo-lo de la fractura interna de la sociedad espaola que condujo a la Guerra Civil. Con la Transicin democrtica pareca llegado el momento de que Machado, smbolo de esas dos Espaas pero tambin de su expiacin, fuera erigido fi-nalmente en poeta nacional. Que no haya sido as puede obedecer, simplemen-te, a que la Espaa posfranquista no necesitaba ya mitos fundacionales sobre los que construir el gran relato de su nacimiento. Las reivindicaciones del autor de Campos de Castilla, sin embargo, nunca han cesado. Recientemente el poeta Luis Garca Montero ha renovado el llamamiento a la repatriacin de sus restos, afir-mando que Machado es lo ms parecido que tenemos a eso que suele llamarse un poeta nacional; se le cita, se aprenden sus poemas en el colegio, lo cantan numerosos cantautores y hasta los polticos lo citan en sus discursos ms solem-nes102. Frente a esa u otras iniciativas en el mismo sentido, las autoridades espa-olas han considerado que la tumba de Collioure es el mejor smbolo de la tra-yectoria vital del poeta y de la historia reciente de Espaa, y que su traslado no sera sino un falseamiento de ambas. Quiz por ello, en los ltimos aos el mito machadiano parece eclipsado por la polmica surgida en torno a lo que se ha denominado recuperacin de la memoria histrica, protagonizada por otro poeta, Federico Garca Lorca, y por su muerte violenta en 1936.

    Recibido: 17-11-2009 Aceptado: 25-03-2010

    101 BARTHS, Roland, Le Mythe, aujourdhui, en: BARTHES, Roland, Oeuvres compltes, tomo I (1942-1965), Pars, ditions du Seuil, 1993, pgs. 683-719.

    102 Agencia EFE, 29/10/2009.