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Título de la ponencia Democracia y Posmodernidad: ¿Crisis de la democracia?
Área de trabajo Teoría política
Autor:
María Isabel Puerta R. Correo electrónico: [email protected]
Trabajo preparado para su presentación en el VI Congreso Latinoamericano de Ciencia Política, organizado por la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP).
Quito, 12 al 14 de junio de 2012.
Junio 2012
Postmodernidad
Democracia
Orden en Caos
DEMOCRACIA en Atenas: 5 A. C.
La Ilustración: S. XVII
Independencia de EUA 1776
Revolución Francesa 1789
La Democracia en América 1835
Democratización en el Tercer Mundo
Caída del Muro de Berlín 1989
Democracia Antigua
Democracia Representativa
Democracia Participativa
Democracia Global
¿Postdemocracia?
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… cuando la democracia llega a regiones del mundo anteriormente gobernadas por regímenes
autoritarios, el término se utiliza para englobar toda la gama de los valores modernos: libertad,
ciertamente; igualdad, que Tocqueville fue el primero en llamar democracia, y, más recientemente,
fraternidad. El término <<democracia>> se convierte así en sinónimo de buena sociedad, y también
esto es un desagradable error.
… La democracia es la voz del pueblo que crea instituciones, las cuales controlan el gobierno y hacen
posible cambiarlo sin violencia. En este sentido el <<demos>>, el pueblo, es el soberano que da
legitimidad a las instituciones de la democracia. (Dahrendorf, 2002:10).
En Derrida la concepción de democracia es vista como una promesa, que busca reducir la distancia que
hay entre lo que es y a lo que aspira (Corcuff: 146)
El concepto de postdemocracia nos ayuda a describir aquellas situaciones en las que el aburrimiento, la
frustración y la desilusión han logrado arraigar tras un momento democrático, y los poderosos intereses
de una minoría cuentan mucho más que los del conjunto de las personas corrientes a la hora de hacer
que el sistema político las tenga en cuenta; o aquellas otras situaciones en las que las élites políticas han
aprendido a sortear y manipular las demandas populares y las personas deben ser persuadidas para
votar mediante campañas publicitarias. (Crouch, 2004:35)
La democracia [en referencia a la de los Estados Unidos] es efímera, en lugar de representar un sistema
estable; prefiere denominarla democracia fugitiva para acentuar su naturaleza esporádica,
relacionándola directamente con la noción aristotélica. Por ello resulta mucho más conveniente hablar de
formas de democracia en lugar de una sola, es esa multiplicidad la que deviene en política anti-totalitaria
(Wolin, 2004: 603).
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Lipovetsky (2008), advierte que la noción de democracia está acompañada de decepción, de un
desencanto, de un escepticismo que tiene que ver con la incapacidad de la clase política de cumplir con
sus promesas, porque le han dado prioridad a sus intereses particulares, lejos de aquellos que les
llevaron al poder, pero además, la democracia al vencer la amenaza comunista y los nacionalismos, se
quedó sin mayores desafíos.
“Las revoluciones políticas modernas, ya sean democráticas o comunistas, parecieran perder su dinámica
una vez que tienen éxito” (Wolin, 2004:400)
El problema es que la democracia representativa ya no nos satisface, y por ello reclamamos “Más
democracia”, lo que quiere decir, en concreto, dosis crecientes de directismo, de democracia directa. Y
así, dos profetillas del momento, los Toffler, teorizan en su “tercera ola” sobre una democracia
semidirecta. De modo que los referendos están aumentando y se convocan cada vez más a menudo, e
incluso el gobierno de los sondeos acaba siendo, de hecho, una acción directa, un directismo, una presión
desde abajo que interfiere profundamente en el problemsolving, en la solución de los problemas. Ésta
representará una mayor democracia. Pero para serlo realmente, a cada incremento de demo-poder
debería corresponderle un incremento de demo-saber. De otro modo la democracia se convierte en un
sistema de gobierno en el que son los más incompetentes los que deciden. Es decir, un sistema de
gobierno suicida. (Sartori, 2008: 128)
El problema de la democracia es que cae en las redes corporativas, en sectores organizados que
representan los intereses de grupos que son protegidos por encima del pueblo. De una relación desigual,
no puede menos que producirse la desafiliación que no es sólo un rasgo del Estado postdemocrático sino
post-representativo (Wolin, 2004: 601).
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“Paradoja de la época: cuanto más crece la decepción, más se consolida la adhesión masiva a los
valores democráticos. La queremos, pero sin pasión. Y la queremos sobre todo cuando tenemos la
sensación de que está en peligro” (Lipovetsky, 2008: 80), porque no deja de ser la mejor opción que
tenemos.
El análisis cumplido por Tocqueville hace cien años se ha cumplido plenamente. Bajo el monopolio
privado de la cultura acontece realmente que "la tiranía deja libre el cuerpo y embiste directamente
contra el alma. El amo no dice más: debes pensar como yo o morir. Dice: eres libre de no pensar como
yo, tu vida, tus bienes, todo te será dejado, pero a partir de este momento eres un intruso entre
nosotros". Quien no se adapta resulta víctima de una impotencia espiritual del aislado. Excluido de la
industria, es fácil convencerlo de su insuficiencia. (Adorno, 1985: 192).
El sistema llega a convertirse en una Videocracia, en opinión de Sartori (2008), cuando a través de los
mecanismos del cibermundo es que se desenvuelven los individuos que tienen el control de las
decisiones, desarrollándose una alta dependencia de los sondeos de opinión, que orientan las
respuestas del sistema a las demandas.
La democracia en este contexto luce disminuida, debilitada por ser la promesa, la oferta que no llega a
concretarse, sobre la cual se constituye un entramado institucional, que no termina de convencer a
todos de manera similar, porque llega a ser incapaz de complacer a todos los sectores con los mismos
niveles de eficiencia.
POSTDEMOCRACIA
El concepto de postdemocracia nos ayuda a describir aquellas situaciones en las que el
aburrimiento, la frustración y la desilusión han logrado arraigar tras un momento democrático,
y los poderosos intereses de una minoría cuentan mucho más que los
del conjunto de las personas corrientes a la hora de hacer que el
sistema político las tenga en cuenta;
o aquellas otras situaciones en las que las élites políticas han aprendido a sortear y manipular las demandas populares y las personas deben ser persuadidas para votar mediante campañas publicitarias (Crouch,
2004:35).