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GOKUMON-Tō La isla de las puertas del infierno Seishi Yokomizo Traducción del japones: Ismael Funes Aguilera

Primer capítulo Gokumon-Tô. La Isla de las Puertas del Infierno

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Gokumon-Tô. La Isla de las Puertas del Infierno

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  • GOKUMON-TLa isla de las puertas del

    infierno

    Seishi Yokomizo

    Traduccin del japones:

    Ismael Funes Aguilera

  • Ttulo original: GOKUMONT by Seishi YOKOMIZOCopyright 1971 by Seishi YOKOMIZOThis edition originally published in Japan in 1971 by Kadokawa Shoten Publishing Co., Ltd.Spanish translation rights arranged with the heir of Seishi YOKOMIZO through Japan Foreign-Rights Centre/ Ute Krner Literary Agent, S.L.U.www.uklitag.com

    Copyright 2015 Quaterni de esta edicin en lengua espaola

    Quaterni es un sello y marca comercial registradosTraduccin del japons: Ismael Funes Aguilera

    GOKUMON-T: La isla de las puertas del infierno. Reservados todos los derechos.Ninguna parte de este libro incluida la cubierta puede ser reproducida, su contenido est protegido por la Ley vigente que establece penas de prisin y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin en cualquier tipo de soporte existente o de prxima invencin, sin autorizacin previa y por escrito de los titulares de los derechos del copyright. La infraccin de los derechos citados puede constituir delito contra la propiedad intelectual. (Art. 270 y siguientes del Cdigo Penal).Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra a travs de la web: www.conlicencia.com; o por telfono a: 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

    ISBN: 978-84-94285875EAN: 9788494285875IBIC: FH

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    Editor: Jos L. Ramrez C.Diseo de coleccin: QuaterniDiseo de cubierta: CuadratnMaquetacin: Grupo RCImpresin: Estugraf, S.L.Depsito Legal: M-19741-2015Impreso en Espaa

    20 19 18 17 16 15 (07)

    El papel utilizado en esta impresin es ecolgico y libre de cloro

  • 1Prlogo: Kindaichi Ksuke1 llega a la isla

    A unos 28 km adentrndose en el mar Interior, tambin llamado mar de Seto2, rodeada por las prefecturas de Okayama, Hiroshima y Kagawa, justo al sur de Bitch Kasaoka, se encuentra la pequea isla de Gokumon que cuenta con apenas unos 8 km de permetro.

    Desde la poca de los samuris se cuentan muchas historias de cmo esta isla tan pequea lleg a tomar un nombre tan impresionante, ya que Gokumon-t3 literalmente significa la Isla de las Puertas del Infierno. De entre todas las historias, la ms razonable relata que antao la isla se llamaba Hokumon-t4, la Isla de las Puertas del Norte.

    Desde los tiempos de Fujiwara Sumitomo, el famoso pirata que intent crear un reino pirata en las islas del mar de Seto, en el siglo X, los habitantes de las islas de la zona eran, casi

    1 En esta novela respetamos la costumbre japonesa de llamar a la gente por apellido ms nombre.2 Seto Naikai, literalmente mar Interior de Seto, separa las islas de Honsh, Shikoku y Kysh. Este mar conecta con el mar de Japn al oeste y con el mar de Filipinas (ocano Pacfico) al este.3 4

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    todos, renombrados piratas de considerable poder, puesto que se hicieron con el control de las rutas comerciales que, pasando por Shimonoseki, permitan que la cultura del continente llegara al corazn de Japn. Este comercio, naturalmente, se haca en barcos.

    A pesar de los vaivenes de la historia, los piratas del mar Interior mantuvieron su control del comercio martimo durante mucho tiempo, prcticamente hasta el siglo XVII.

    A principios del siglo XIV, empez un periodo de inesta-bilidad que durara sesenta aos, con dos emperadores, uno en Kyto y otro en Yoshino. Durante esa poca los piratas del mar de Seto desempearon un papel muy importante defendiendo la costa de Iyo de los ejrcitos del norte. Usaban la lnea de islotes que se extiende al este de Hiroshima como base de operaciones para defender el mar Interior, y la isla que se encontraba ms al norte recibi el nombre de Isla de las Puertas del Norte. Posteriormente el nombre se corrompi; de Hokumon pas a Gokumon y se convirti en la Isla de las Puertas del Infierno.

    Pero hay otra leyenda, que no tiene mayor veracidad his-trica, que cuenta que a principios del siglo XVIII naci en la isla un tal Goemon, de estatura imponente, casi dos metros; algo increble para la poca. Este Goemon realiz toda una serie de gestas por todo el pas, por lo que su isla natal pas a llamarse Goemon-t5, Isla de Goemon, nombre que, tambin, con el paso del tiempo cambi al actual.

    Ya fuera Hokumon o Goemon el nombre original de la isla, el caso es que desde los tiempos del shogunato6, las peas de granito cubiertas de densos pinares se poblaron con los

    5 6 11921867.

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    descendientes de los seores feudales que huan o eran des-terrados a la isla y que se casaron con las hijas de los piratas y los pescadores de la regin. Algunos lograron el perdn y volvieron a sus seoros, dejando atrs amantes e hijos. Pero otros muchos se quedaron a vivir all para siempre.

    Cuando la pena de muerte se fue sustituyendo por el des-tierro, cada vez ms criminales fueron enviados a esta isla en medio de ninguna parte; quiz esa fuera la principal razn de su ominoso apelativo.

    A partir de las reformas del emperador Meiji7, se acabaron los destierros, pero por aquel entonces, ya se poda decir que entre los ms de mil habitantes de la isla, agrupados en unos trescientos clanes, prcticamente todos eran descendientes de piratas y criminales.

    Estas circunstancias, adems del aislamiento natural de la geografa, sembraron la semilla de un fuerte rechazo hacia todo lo que viniera de fuera. De manera que los isleos no se relacionaban con la gente de las islas cercanas y, cada vez que ocurra algn crimen, la investigacin se converta en una patata caliente en manos de la polica.

    Y qu se poda esperar? En ltima instancia la endogamia era altsima, y todos los isleos acababan siendo familiares de segundo o tercer grado. Pero incluso en los casos de parentesco lejano, de quinto o sexto grado, daba igual. Todos en la isla se comportaban como una gran familia. Cuando algn forastero llegaba all, todos los isleos cerraban filas y el forneo se encontraba indefenso ante un muro de silencio.

    Si haba desaparecido algo, o, por poner un ejemplo ms claro, si alguien haba robado dinero, el forastero empezaba a investigar y para cuando ya tena un sospechoso claro, la

    7 18681912.

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    vctima le vena con que en realidad no haba sido un robo, sino que el dinero se haba quedado en el fondo del armario y ya lo haba encontrado. Que lo senta mucho pero que ya estaba todo arreglado. Y al final, los trapos sucios se lavaban en casa, y todo se solucionaba entre paisanos.

    Si en las islas normalmente ya es habitual este compor-tamiento, cmo no iba a ser as en una donde todos son descendientes de piratas y maleantes? Los que han sufrido ostracismo durante siglos naturalmente se repliegan en su propia comunidad.

    De lo que se ha explicado anteriormente, los lectores podran deducir que Gokumon es una isla solitaria en un mar distante. Puede que antao as fuera. Pero los tiempos, afortunadamente, han cambiado. Cierto que tiene un acceso complicado, pero Gokumon no deja de ser una isla en un mar interior, con otras islas alrededor, a la que llega la electricidad y el correo. Una vez al da, incluso, hay un servicio de paquebote regular que la conecta con Kasaoka.

    Si algo realmente terrible pasara en una isla as, qu ocurrira? Pues bien, el relato que contina precisamente trata de eso; que no piensen los lectores que se trata de un robo, o una paliza. No; ms bien hablamos de un acontecimiento monstruoso, una serie de asesinatos demenciales planeados a sangre fra; ms all de toda cordura. Solo por eso la isla ya tendra justificado su espeluznante nombre.

    Ocurri un ao despus del final de la guerra, 1946, a finales de septiembre, para ser ms exactos.

    Del puerto de Kasaoka acababa de zarpar un carguero de 35 toneladas llamado Dragn Blanco. En su bodega albergaba a un nutrido grupo de viajeros. La mitad eran saludables campe-sinos de los alrededores, que iban a alguna de las islas a comer el afamado pescado de la zona. La otra mitad la componan pescadores y esposas de pescadores que volvan de la costa de

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    vender su pescado o de intercambiarlo por arroz que no creca en las islas del mar de Seto.

    Sobre las radas, hmedas y sucias esteras de la bodega del barco se apelotonaba la gente y sus respectivos equipajes, de manera que casi no haba sitio para moverse. El olor a pes-cado, sudor, pintura y gasolina se entremezclaba en un hedor insoportable, causando entre los dbiles de estmago, una irre-sistible sensacin de nusea. No era el caso de los campesinos ni los pescadores, gente naturalmente robusta, aunque alguno que otro no pudiera evitar recitar sutras budistas.

    Adems del olor, la atestada bodega resonaba con una alga-raba atronadora. La gente de la regin pareca preferir hablar con la voz deliberadamente alta hasta el punto que resultaba imposible mantener una conversacin normal entre tanto alboroto.

    Entre los pasajeros apretados en la bodega del Dragn Blanco haba uno que destacaba del resto.

    Resultaba extrao porque por aquel entonces incluso los campesinos ya vestan todos ropa occidental. Puede que en casa recurrieran a la comodidad del kimono, pero desde luego, si salan, ya fuera acompaados del gato o de la escalera de bamb, lo hacan vestidos al estilo occidental. De hecho, entre todos los pasajeros del carguero, solo haba dos con ropa japonesa. Uno mayor que deba de ser, sin duda, un sacerdote budista y otro, que rondara los 35 aos. Este ltimo iba vestido con una hakama de sarga8. Acompaaba el amplio pantaln de pliegues japons con un sombrero occidental arrugado de ala estrecha.

    Que todava se empeara en llevar ropa japonesa en aquella poca ya le daba un aire de testarudez que se desvaneca casi

    8 Tejido en zigzag tambin llamado tweed.

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    inmediatamente al ver su rostro, bastante mediocre. Si no fuese por su hakama y su kosode9, no resaltara en nada. Su piel resultaba un poco fuera de lo comn, ya que estaba bronceada, como si viniera del sur. El cabello que sobresala por debajo del sombrero tampoco tena un aspecto muy normal.

    El extrao viajero se haba acercado a un ojo de buey a disfrutar del aire que entraba de fuera y huir del tumulto de la bodega mientras miraba distradamente al exterior. Las olas del mar de Seto se extendan ante sus ojos como un lienzo de profundo azul en el que algn pintor descuidado haba dejado caer gotas oscuras que eran las islas. Aunque semejante pai-saje no conmova en absoluto al extranjero, que simplemente dejaba vagar la mirada mientras el barco pasaba de Kamijima a Shiraishi, para luego ir a Kitagi y pasar por Manabe. A medida que iba haciendo escalas se bajaban cada vez ms viajeros mientras que no suba nadie, de manera que a las tres horas de haber zarpado de Kasaoka, la algaraba se haba extinguido y apenas quedaban en la bodega tres viajeros.

    De repente, el tono exagerado de una voz de hombre des-pert al extrao viajero de su ensoacin:

    Pero si es el abad del Senkji10! No me haba dado cuenta de que estaba ust aqu. De dnde viene si puede saberse?

    El que deca esto era un hombre de unos 45 aos, por las pintas, claramente se trataba de un pescador al que habran licenciado haca poco porque llevaba ropa de color kaki. Pero no era l el que llamaba la atencin del viajero de la hakama sino su interlocutor, el religioso. Este estara ms cerca de los setenta que de los sesenta, pero alto y enjuto, pareca encontrarse en la flor de la vida. De nariz y boca grandes, sus

    9 Kimono que hace de parte superior de la hakama.10 literalmente Templo de las Mil Luces.

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    facciones indicaban gran fortaleza de espritu. Sus ojos, tam-bin grandes, eran clidos, pero de mirada penetrante. Encima de su kimono blanco luca las vestiduras tpicas de su oficio: un abrigo tipo michiyuki largo y una capucha de brocado sin ribete sobre su cabeza rapada.

    El monje dej escapar una suave carcajada:Takez, yo tampoco te haba visto entre tanta gente. De ande vuelve, reverendo? Takez repiti la pre-

    gunta.Pues he ido a Kure a recoger la campana.La campana? Ah la que se llevaron en la guerra

    pero todava no la haban fundido?No, yo tambin pensaba que ya la habran convertido en

    balas.Y ha ido ust a por ella? Y dnde la lleva metida?Ja, ja, ja te crees que yo solo podra levantarla? Por

    quin me tomas? He ido a rellenar todo el papeleo de la devo-lucin. Luego se encargarn de traerla los mozos de la isla.

    Ah s? Yo tambin puedo ir a ayudar. Qu suerte que la campana pueda volver entera.

    S, casi se podra decir que la han licenciado.Takez dio un paso adelante para acercarse al religioso:Ahora que lo pienso, sabe algo del seorito Hitoshi?El sacerdote de repente alz la vista para mirar fijamente a

    su interlocutor:Yo s.Quin te lo ha dicho? El coronel, el capitn?No, no, anteayer o el da de antes o a uno que estaba en

    el mismo regimiento que l. Dijo que le haba pedido que nos dijera que segua vivo, que estaba bien de salud y que no nos preocupramos. En cuanto le sea posible, en el siguiente barco, o en el de despus el tipo vendr a presentarse a la familia para dar la noticia oficialmente. La seorita Sanae se pondr muy

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    contenta, no? Habr que prepararle un banquete y arreglar que alguien vaya a por l

    Y no te dijo cundo iba a volver Hitoshi?No. Pero vamos, lo importante es que si Hitoshi est

    vivo, el seorito Chimata tambin lo estar.No s yo si eso tiene mucha lgicaEl sacerdote cerr los ojos, y apret fuertemente la boca, en

    la que apareci una mueca. En aquel instante el viajero de la hakama se aproxim suavemente a l:

    Disculpe, no he podido evitar or que usted es el abad del Templo de las Mil Luces en la isla de Gokumon.

    El monje abri los ojos y escudri el rostro del que as le preguntaba:

    Efectivamente, soy Rynen, a cargo del Senkji. Y usted?

    El hombre ms joven abri una maleta de cartn que lle-vaba consigo y extrajo de dentro un sobre sellado. Rompi el sello, abri la solapa y sac una carta doblada en tres que entreg al sacerdote. Este la tom con expresin visiblemente asombrada:

    Otorgo esta misiva a Kindaichi Ksuke para que la entregue alz brevemente la mirada para ver al hombre del sombrero, tras haber ledo esto. Es la letra de Chimata!

    El hombre ms joven asinti en silencio.Usted es Kindaichi Ksuke?Ksuke volvi a asentir sin decir palabra.Aqu pone que los destinatarios son el alcalde, el mdico

    y yo mismo. No s si deberaPor favor, brala.El sacerdote despleg la misiva y empez a leer las letras,

    escritas en un gris desvado, de lpiz gastado. Una vez termi-nada la lectura volvi a plegar el papel.

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    Me quedar con la carta si no le importa. Yo me encargar de pasarla a los otros dos destinatarios.

    El religioso sac de la pechera una bolsa plana de tela e introdujo dentro la misiva, despus se adelant poco a poco hacia el hombre de la hakama:

    Supongo que necesitar un lugar tranquilo en el que des-cansar. Gokumon es el lugar perfecto. Adems, Chimata ya se ha encargado de presentarnos. Siendo as no creo que a nadie en la casa de Kit le parezca mal. Puede quedarse el tiempo que quiera, pero seor Kindaichi

    S?Qu le ocurri exactamente al seorito Kit11 Chimata?Kit Kindaichi titube un poco como si buscara las

    palabras adecuadas. Kit muri durante la guerra.Takez que se haba sentado al lado de ellos en las esteras

    abri la boca como una cueva.Bueno, de hecho, no fue exactamente durante la guerra

    porque la guerra ya haba terminado. Fue en agosto. Entonces nos repatriaron en barco

    All fue donde falleci?Kindaichi asinti.Tarde o temprano les llegar la notificacin oficial, pero

    mientras tanto, tengo que atender la peticin que me hizo Kit.Madre ma la que nos ha cado encima Takez alz

    la voz sin querer y se llev las manos a la cabeza en un gesto de tremenda afliccin. Seguidamente los tres se sumieron en un incmodo mutismo intentando evitar las miradas mutuas.

    Finalmente el sacerdote espet:

    11 inusual apellido que literalmente significa cabeza del demonio.

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    SEISHI YOKOMIZO QUATERNI

    Si el heredero de la rama principal muere, la rama secun-daria est de suerte.

    El Dragn Blanco iba abrindose paso entre las olas con un ligero vaivn que emita un sonido montono. El agua conti-nuaba de un azul calmado apenas roto por la estela que dejaba el carguero tras de s.

    A lo lejos empezaron a orse unas extraas explosiones.

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    Captulo 1: Las tres gorgonas

    Aunque su apariencia no diera pista alguna, lo cierto es que Kindaichi Ksuke tena un pasado ciertamente interesante. En 1937, cuando contaba con 25 aos de edad, particip en la resolucin de un caso de doble asesinato ocurrido en la casa de unos antiguos samuris, en la prefectura de Okayama. Justo despus de aquello no haba podido hacer gran cosa; al igual que el resto de jvenes japoneses, la vorgine de la guerra lo arrastr a una espiral de violencia y horror que borr de un plumazo los aos ms importantes de su vida.

    Los primeros dos aos de la guerra estuvo en el conti-nente, Corea, Manchuria o China, despus lo enviaron a Insulindia y el fin de la guerra lo sorprendi en Wewak, una de las ciudades ms grandes de Nueva Guinea. Tras nume-rosas escaramuzas con los soldados aliados, su pelotn fue aniquilado, al igual que otros muchos. Los supervivientes se reagruparon en un nuevo batalln y fue entonces cuando Kindaichi conoci a Kit Chimata. Este ltimo era cuatro aos ms joven aunque, al igual que l, haba sido alistado nada ms graduarse de la escuela y enviado inmediatamente al continente. Sus caminos haban sido bastante paralelos ya que a Kit tambin lo destinaron a Nueva Guinea. El

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    SEISHI YOKOMIZO QUATERNI

    caprichoso destino haba unido los caminos de Kindaichi, nacido en el extremo norte, en Thoku, y Kit nacido en el mar meridional de Seto.

    A partir de entonces a los dos los destinaron siempre juntos. Durante una de las misiones Kit contrajo la mala-ria y no consigui curarse del todo ya que ms tarde recay varias veces. En esas ocasiones, Kindaichi era el que estaba siempre a su lado asistindolo.

    Llegados a 1943 ya no haba ms batallas y el ejrcito estadounidense ignoraba a las unidades enemigas dispersas que quedaban en Nueva Guinea, de manera que se organiz un repliegue y una evacuacin a gran escala. Kindaichi y algunos de sus camaradas se quedaron en la retaguardia, sin posibilidad de comunicarse con los suyos, sin casi vveres, con los uniformes rados, sucios y hechos harapos, sin espe-ranzas y sin un porvenir a la vista. Solo una larga sucesin de das tediosos en los que uno a uno, los camaradas iban cayendo vctimas de las enfermedades o del hambre. Sin posibilidad de recibir vveres del frente, cada uno que se mora era una parte menos de comida a repartir. Y as fue como los sorprendi el final de la contienda.

    Kindaichi todava recordaba el extrao jbilo que embarg a Chimata:

    Podr volver vivo! gritaba una y otra vez como si le hubieran quitado un terrible peso de la espalda. Nadie ms se alegraba del final de la guerra; dadas las circunstancias a casi todos les daba igual morir como gusanos antes que tener que afrontar la vergenza. Pero a Chimata la idea de morir lo aterrorizaba. Por eso, cuando recay con la malaria se aferr a la vida con tenacidad. Como un nio al que aterra la oscuridad y al que alguien intenta arrastrar a un oscuro stano. Era algo casi antinatural y totalmente aciago, pero sobre todo intil, porque al final Chimata muri en la bodega

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    QUATERNI Gokumon-t

    de un barco de regreso a la patria, cuatro o cinco das antes de poder pisar suelo japons.

    Y ahora, Kindaichi se diriga a transmitir la muerte de su camarada a familiares y amigos. A Gokumon, de nuevo en barco.

    Kindaichi record cmo antes de tomar el barco alguien le haba preguntado por qu se diriga a la isla de Gokumon. Si no era solo para dar la noticia de la muerte de su camarada, qu otro objetivo poda tener? Qu ocultaba su corazn?

    Haban intentado hacerlo desistir en vano. La isla de Gokumon no era un destino bonito, era la puerta del infierno. Qu se le haba perdido all?

    Ah, hierba de verano, vestigio del sueo de los guerreros12.

    De qu est hablando, abad? la voz de Rynen haba roto el silencio sacando a Kindaichi Ksuke de su ensoacin.

    El religioso se haba acercado a la ventana donde obser-vaba el horizonte. A lo lejos volvi a orse una especie de explosin.

    Qu ha sido ese sonido? Estn detonando las minas marinas?

    No, eso ha sido lo que se ha odo a lo lejos, pero tambin se han odo explosiones ms cerca. Mire hacia all delante, en esa isla estn desmantelando las instalaciones militares. Eso es todo lo que queda vestigios del sueo de los guerreros.

    Ksuke se qued mirando al abad con cara de circunstan-cias, preguntndose si realmente aquel era el momento de citar un poema del siglo XVII. Rynen gir la cabeza hacia la isla donde se haban producido las detonaciones.

    12 Poema haiku de Matsuo Bash (, 16441694).

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    SEISHI YOKOMIZO QUATERNI

    Mire all, hacia el oeste, hacia Kure, ve? La isla tiene un montn de cuevas, parece un panal de abejas. Pues bien, se cuenta que all estuvieron fabricando gas venenoso en secreto. Y ahora tienen que deshacerse de l. Cmo? Hacin-dolo explotar. En nuestra isla tambin, se presentaron un buen da y plantaron bateras antiareas. Estuvieron cavando y aprovechando las cuevas para instalar los caones. Tuvi-mos a unos cincuenta soldados manejando todo el tinglado. El monte Suribachi lo dejaron como un queso holands. Que me parece muy bien, pero acabada la guerra se largaron y ah se qued todo. No es justo destruir la naturaleza de esa forma. La guerra no debera dejar cicatrices en el paisaje. Mire, all est Gokumon.

    Kindaichi nunca olvidara en su vida la primera visin que tuvo de la isla desde el ojo de buey del Dragn Blanco. El mar Interior se hallaba mitad despejado, mitad nublado, hacia el oeste se extenda un clarsimo cielo otoal mientras que el cielo justo por encima de Gokumon hacia el este pareca cubierto por limaduras de plomo, completamente a la sombra de nubarrones. Silueteada contra semejante cielo, la isla emerga del mar como un amasijo de rocas puntiagudas, alumbradas, extraamente por el sol del oeste. Lo cual no es extrao en esta regin, donde la mayora de islas parecen ser poco ms que rocas y acantilados. As y todo, incluso en eso Gokumon era especial, ya que sin tener ninguna montaa alta, la isla prcticamente careca de superficies planas. Pare-ca como si hubiera emergido del mar de un salto.

    Los acantilados que rodeaban la isla por todos lados esta-ban coronados por pinos japoneses que iban encaramndose a las colinas, y dejando entrever casas de muros blancos que salpicaban las laderas por aqu y por all. Incluso bajo el sombro cielo, los muros de las casas reflejaban la luz del sol, por lo que destacaban del conjunto. A Kindaichi se le ocurri

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    que aquel paisaje entre la luz y la sombra defina muy bien el destino de la isla, y un escalofro le recorri la espalda.

    Fjese en aquella colina, la ms alta. Ese es mi templo. Y justo debajo, aquella casa grande de paredes blancas es adonde debe dirigirse usted. La mansin principal de los Kit.

    El sacerdote fue sealando desde el ojo de buey, pero el barco estaba rodeando los acantilados, por lo que tanto la casa como el templo pronto desaparecieron del campo de visin. Siguiendo el contorno de la isla se abri entre las rocas una baha que preceda a una llanura donde se vean casas y chozas de pescadores. Desde la baha se iba acer-cando una barca. Se trataba del agente martimo a cargo de la manipulacin de mercancas en el puerto y de la carga y descarga del barco.

    El Dragn Blanco era un buque de gran calado y la baha era demasiado poco profunda, de forma que el embarque y el desembarque de pasajeros tenan que hacerse forzosamente de esa manera.

    La barcaza se aproxim al buque a buena velocidad y, enseguida, los pasajeros estuvieron a bordo.

    Bienvenido de nuevo, abad. Takez, t tambin ests de vuelta. La seora Yoshimoto me ha encargado que lleve estos paquetes hasta Shimura, en Shiraishi por cierto, denle recuerdos de mi parte a la pequea Miyo.

    La barcaza rpidamente dio media vuelta con sus tres pasajeros a bordo y, dejando ir en bocanadas el vapor por su chimenea, se alej surcando las tranquilas aguas, seccio-nando la estela que haba dejado el Dragn Blanco.

    Abad, ese seor es su invitado?Este joven? Se va a quedar en la mansin principal de

    los Kit. Va a estar un tiempo en la isla y todos intentaremos que se sienta como en casa.