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La Relación entre la Empatía y el Estrés
Isabella Rivera Jourdain
Universidad Francisco Marroquín
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
Abstract
El presente ensayo consiste en una comparación entre dos distintos puntos de
vista; ambos respaldados por investigaciones y estudios científicos. Los seres
humanos frecuentemente presentan estrés, ansiedad y empatía. Estos son
procesos naturales y biológicos que van forjando el desarrollo y el desenvolvimiento
social y psicológico de las personas. A partir de la inherente importancia de los
términos mencionados anteriormente, investigadores han realizado experimentos
para comprobar si existe una relación entre el estrés y la empatía; es decir, que si el
estrés disminuye o aumenta la presencia de empatía, o si la relación es inexistente.
Para poder llevar a cabo un análisis y llegar a una conclusión, se abordará el estrés,
sus manifestaciones, la importancia de este y los procesos biológicos detrás, así
como la empatía, los enfoques que la estudian y las respuestas fisiológicas
relacionadas a la misma. A partir de esto y las investigaciones minuciosas de
experimentos realizados alrededor del mundo, se espera poder llegar a una
respuesta y a un punto de vista, basado en evidencia y referencias sobre el tema.
Palabras Claves: Estrés, empatía, ansiedad, investigación, cognición.
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
A partir de una serie de experimentos, investigaciones y obras de distintos
autores alrededor del mundo, algunos científicos han llegado a la siguiente
conclusión: mientras más aumenta el estrés, la ansiedad o la angustia, la empatía
disminuye. Tanto la empatía como el estrés, son relevantes, funcionales y
sumamente característicos del estudio de la conducta humana; incluso, el nivel tan
desarrollado de estos fragmentos de la cognición, han sido útiles para identificar
diferencias entre el ser humano y los demás organismos del reino animal. Como
muchos otros temas científicos, la relación entre la empatía y las múltiples
manifestaciones del estrés ha causado una gran controversia; ciertos eruditos en el
tema defienden la inminente relación entre el estrés y la empatía. Sin embargo,
otros están en desacuerdo con esta concepción y niegan la presencia de una
relación, o más bien, estudian una relación inversa a la mencionada anteriormente.
Antes de abordar la relación entre estos, es necesario tener presente las
implicaciones de la empatía y el estrés, así como sus medidas, teorías y
aplicaciones. Con esto, será posible establecer puntos de inclusión entre ellos
(Fernández-Pinto et al., 2008).
La empatía es una variable fundamental para la Psicología y las Ciencias
Cognitivas. A partir de numerosas investigaciones y confrontaciones teóricas, se ha
llegado a la conclusión que la empatía “es la capacidad de una persona para
ponerse en el lugar del otro y poder así comprender su punto de vista, sus
reacciones, sus sentimientos, etc.” (Prieto, 2011)1. A través de los años, esta ha sido
vista desde el enfoque afectivo y desde el enfoque cognitivo. Usándose por primera
vez en el siglo XVIII por filósofos y psicólogos, la empatía era descrita como una
imitación interna, un afecto compartido o un sentimiento vicario. Por otro lado, la
concepción cognitiva explica que la empatía “consiste fundamentalmente en la
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
adopción de la perspectiva cognitiva del otro” (Fernández-Pinto et al., 2008)2. Es
importante mencionar que esta explicación se relaciona íntimamente con la Teoría
de la Mente, o con la “comprensión de que el otro es portador de una mente,
diferente a la mía y que presenta creencias, intenciones, deseos y problemas
propios” (Olivera, 2010)3.
Para llegar a un entendimiento pleno de la empatía, se ha adoptado una
definición integradora y multidisciplinaria; se toma en cuenta el ámbito cognitivo, lo
afectivo, así como una perspectiva situacional y disposicional de individuo
(Fernández-Pinto et al., 2008).
A través de los años, los científicos de la disciplina de la Neurociencia,
comenzaron a investigar y a publicar estudios sobre la empatía. En el 2012, un
grupo de investigadores de varias naciones, determinó que el área específico que
controla la empatía es llamada corteza insular anterior (Mount Sinai Hospital, 2012).
Sin embargo, otras investigaciones siguen sugiriendo que otras partes del cerebro
también están involucradas en el proceso. Max Planck (2013), explica que aunque
el egocentrismo es innato y es parte de la naturaleza del ser humano, al tener un
pensamiento o intención egoísta o desconsiderada hacia los demás, el cerebro
reconoce esta falta y abandona el pensamiento.
Aunque los resultados de las investigaciones mencionadas anteriormente han
contribuido información valiosa, el aporte más grande en relación a la empatía fue
realizado por el neurofísico italiano, Giacomo Rizzolatti. Al estudiar la actividad
eléctrica de las neuronas en la corteza motora de los monos macacos a través de
manipulación de objetos, Rizzolatti descubrió que ciertas neuronas se activaban
cuando el mismo mono manipulaba un objeto o cuando este veía a otro manipularlo.
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
A través de experimentos con pájaros, ratas y finalmente con humanos, se logró
determinar que las neuronas espejo eran la base de la empatía (Winerman, 2005).
Como se puede observar, la empatía es un concepto abstracto, complejo y
multidimensional. En resumen, la empatía consiste en ponerse en contacto con el
estado interno de un individuo y “tomar la postura o adoptar la respuesta neuronal
similar a la de otra persona que se observa” (Olivera, 2010)4. Es mucho más que
solamente sentir lo que otros sienten. Es sumamente importante para la naturaleza
humana, ya que permite la compasión, el altruismo, el comportamiento pro social y
en general, concede la oportunidad de desarrollar una Teoría de la Mente efectiva
(Olivera, 2010).
Por otra parte, el estrés es una respuesta fisiológica del organismo a cualquier
demanda o estímulo externo; especialmente a aquellos acontecimientos peligrosos
o desafiantes. Este suele ser descrito como una demanda al cuerpo a adaptarse o a
hacer los cambios pertinentes para ajustarse a las alteraciones en el ambiente
interno o externo (Greene et al., 2011). El estrés puede ser clasificado e identificado
según su manifestación en el tiempo y su nivel de racionalidad; si el miedo se dirige
a un evento en el futuro y otras personas pueden reconocerlo y compartirlo, es
conocido como ansiedad. Si el miedo hace referencia a un evento en el pasado
(normalmente un trauma) y nadie lo comparte, es conocido como angustia
(Understanding the stress response, 2011).
El estrés, suele ser descrito como una respuesta psicológica o mental a un
estresor. Aunque normalmente este es visto desde un punto de vista negativo, el
estrés es básico y necesario para la sobrevivencia. A partir del evento, objeto o
persona que genera estrés, se calibran los reflejos y reacciones que ayudan a
garantizar la sobrevivencia del organismo. Es decir, que si una persona se
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encuentra en una situación que le podría generar gran daño o incluso la muerte, lo
que hace que la persona se aleje y se proteja del estímulo, es el estrés. Además de
esto, este es el responsable de calibrar todas las emociones de las personas. Si no
fuera por esta función, las personas no trabajarían, no estudiarían y probablemente
ni se levantarían de la cama (Greene et al., 2011).
Sin embargo, no todo el estrés es beneficioso. Cuando el nivel de estrés
supera los niveles normales y presenta una manifestación recurrente y crónica,
puede tener repercusiones significativas en la persona y en su vida a largo plazo.
Por ejemplo, entre las consecuencias físicas se puede resaltar complicaciones en el
sistema respiratorio, cardiovascular, endocrino, gastrointestinal, etc. En el ámbito
cognitivo y emocional, se pueden recuperar las siguientes consecuencias: falta de
concentración, deficiencias en la memoria, confusión, irritación, actitud negativa, etc.
(Bressert, s.f.)
A través de los años, los científicos han realizado descubrimientos sobre la
anatomía del estrés. Como se mencionó anteriormente, a partir del estresor, el
cuerpo toma la decisión de qué tan peligroso es el acontecimiento. Este proceso
conlleva un análisis de información sensorial, procesamiento y uso del sistema de la
memoria. La amígdala interpreta imágenes y sonidos simultáneamente; al percibir el
estresor, inmediatamente envía una señal de socorro al hipotálamo. El hipotálamo y
su conexión al Sistema Nervioso Autónomo, envía señales para estimular ciertas
funciones corporales involuntarias (como la respiración, presión sanguínea y ritmo
cardíaco). Por consiguiente, se activa el Sistema Nervioso Simpático con el principio
de “Fight or Flight”, los glándulas suprarrenales para estimular la liberación de la
hormona epinefrina y por último, se activa el Sistema Nervioso Parasimpático con el
propósito de relajar el cuerpo físicamente después que haya pasado el estresor. Es
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
importante mencionar, que este es un proceso rápido y el individuo no está
consciente de su ocurrencia (Bressert, s.f.).
Como se pudo observar anteriormente, tanto la empatía como el estrés son
procesos complejos, pero de suma importancia para la naturaleza humana. Se han
realizado varios estudios para encontrar las relaciones entre ambas respuestas, sin
embargo, las investigaciones han arrojado resultados contradictorios. Un estudio en
médicos y enfermeras dedicadas al área de la oncología, demostró que al aumentar
el estrés y ansiedad, la probabilidad de un comportamiento empático y de asistencia
a sus pacientes, disminuye. La persona se localiza en una situación de
egocentrismo, en la que le da prioridad sus necesidades o aquellas exigencias del
ambiente que le repercuten directa o indirectamente (Larson, 2004). Sin embargo,
hay una ciencia detrás de esto; el estrés es la respuesta del cuerpo, que ayuda a
movilizar al individuo y a reaccionar ante el estímulo amenazante. Ciertos
científicos, concluyeron que esta respuesta es causada por hormonas, instintos,
distorsiones en el aprendizaje, memoria y juicio crítico, y otras reacciones biológicas
del ser; la atención se desvía de los demás, como mecanismo de sobrevivencia
(Smith, 2015).
El Dr. Mogil de la Universidad de McGill en Canadá, realizó un experimento
que apoya la hipótesis mencionada anteriormente. La investigación fue realizada
primero en ratones, y luego en humanos. Este consistió en dos fases; primero, se
les enseñó a los sujetos del experimento una persona (o un ratón) sintiendo dolor, y
se midió el nivel de empatía. Sin embargo, en la segunda fase con las mismas
condiciones experimentales, se les administró a los sujetos una droga (metyrapone)
que bloquea completamente los glucocorticoides. Estos son químicos que pueden
disminuir o aumentar la presencia del estrés (Sapolsky et al., 2011). A partir de esto,
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fue posible llegar a la siguiente conclusión: a mayor manifestación de estrés en un
individuo, el nivel de empatía y compasión por otros disminuye (Sapolsky, 2015).
Por el contrario, otros experimentos realizados alrededor del mundo sugieren
lo contrario. Una investigación realizada en la Universidad de Haifa en Israel,
demostró que personas que sufren de altos niveles de ansiedad y estrés (e incluso
fobia social), tienen habilidades afectivas elevadas para sentir empatía por los
demás y un nivel más alto de exactitud en el momento de comprender estados
mentales ajenos, como emociones, sentimientos, pensamientos, etc. Otras
indagaciones, han demostrado que la relación entre el estrés y la empatía es
inexistente (Tibi-Elhanany & Shamay-Tsoory, 2011).
Tanto por experiencias personales como por los experimentos mencionados
anteriormente, parece evidente que el estrés y la empatía tienen una relación
inversa; a un aumento de estrés, el cuerpo responderá disminuyendo la empatía por
los demás (Todd, et al., 2015). Es claro que ayudar a alguien, dedicarle tiempo y
cuidado (especialmente en una situación amenazante), reduce las probabilidades de
sobrevivencia y genera un gran costo para la vida del individuo que proporciona la
ayuda. Es por esto, que la función egoísta del estrés, es proteger el cuerpo en el
que se manifiesta (Kirby, 2007). En mi opinión, las emociones relacionadas a la
incertidumbre, al peligro y a un estado de riesgo, aumentan la perspectiva
egocéntrica del ser humano, restando importancia y por ende, empatía por las
demás personas y sus estados mentales.
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LA RELACIÓN ENTRE LA EMPATÍA Y EL ESTRÉS
Referencias
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