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PROLOGO
De estas conferencias surgirá un libro, y este libro,cuyos materiales son const¡.tuidos por los artículos publicados en El Siglo por el Dr. Ramirez y el señorVareta, s~rá en todo tiempo un ttmbre de honor paranuestro centro hterario. - Memona de la ComisiónDirectiva del Club Universitano, presidida por PabloDe.María (El SIglo, 7 de febrero de 1877)
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Por primera vez se reúne en volumen la célebrepolémica sostenida entre Carlos María Ramírez y JoséPedro Valela, con motivo de la publicación por esteúltimo de su libro La Legislación Escolar. Iniciadaen la tribuna del Club Universitario y continuada enlas columnas del diario El Siglo - que recogió asi~
mismo las confuencias pronunciadas en aquella tribuna - se extendió de principios de setiembre a prin..cipios de noviembre de 1876. Sólo fragmentariamentefue reproducida después en distintas ocasiones y épo~
caso en estudios sobre la obra de Varela o sobre la evo~
lución intelectual y universitaria del país. Su publicación íntegra en volumen - incumplido propósito,en EU hora. de las autoridades del Club Universitario - constituía un anhelo de los estudiosos y unaverdadera necesidad de la historiografía nacional.
El interés de polémica tan extensa y de contenidotan variado y rico, es múltiple. Imposible, más querlifícil, precisarlo en todos sus alcances. Cabe, COD
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todo. referirlo a tres grandes aspectos: el estilo, los hechos, las ideas, de una época fundamental en el proceso de organización de la República.
En primer término, el episodio constituye, en la forma en que ha quedado documentado. una insuperablemuestra de un modo o estilo de actividad intelectualque fue típico de ;nuestro siglo XIX, en su segundamitad. Se dIO entonces aquí - como tambIén en laArgentina, y a veces de país a país - una sucesiónde memorables polémicas, sin parangón en este siglo.La etapa decisiva de' nuestras nacionalidades, que seatravesaba; la entrega sin tasa de las primeras ilustraciones a una acción pública cargada de urgenciasde toda índole; el sitio que la prensa periódica y laspublicaciones circunstanciales de combate sustrajeron \al libro orgánico o académico ~ la sensibilidad y eltemperamento, propicios al duelo oratorio o periodístico, de las generaciones románticas y post-románticas: he ~hí algunos factores que condicionan, en lo!actores y en los públicos, la prodigalidad de aquel espíritu polémico. El encuentro entre Ramírez y Varelaconstituye muestra insuperable del mismo, por la jerarquía de los protagonistas. por la significación de laaudiencia a que se dirigían en el centro y el diarioque sirvieron de teatro, por las circunstancias históricas, por los temas drhatidos. A cargo de las dos inteligencias militantes más representativas. a la vez quecontrapuestas en sus modalidades de lógica y de expresión, fue, sin duda. la mayor de las polémicas deentonces. Por su solo desarrollo formal, pues, es yauna preciosa introducción al alma de la época.
En segundo término., el interés de esta polémica deriva del importante acopio de informaciones y datosque proporciona sobre materias de hecho. Están los
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hechos constitutivos de la polémica misma, en cuantofue un capítulo saliente de la biografía de dos hombres públicos de primera fila. temendo por fondo losacontecImIentos históricos del año 76, la exaltaciónde Latorre al directo poder perSQnal y el comienzode la Reforma Escolar; y están los hechos, muchomás complejos y variados. a que profusamente se hace referencia a lo largo de la... piezas cruzadas entre
-los polemistas. Esos hechos van desde la vida políticay económica a la social y cultural del país, en los añosinmediatamente anteriores, sin perjuicio de remontarse a veces más atrás, hasta los propios orígenes de lanacionalidad. Media. claro está, la interpretación subjetiva de los contendientes, a través de Un debate pormomentos apasionado. No por eso dej a de ofrecerseuna abundante cantera para el historiador o el sociólogo, tanto más vahosa cuanto más próximos son loshechos al momento de la polémica. SometIdos a la dehida crítica, confrontados con materiales de otras procedencias, abren numerosas perspectivas para el es·tudIO y ]a comprensión de aquel período. Insustituibleresulta la polémica, por ej emplo, para el conocimien·to de lo que fue por dentro la llamada UniversidadViej a, en vísperas de la honda transformación que ibaa experImentar en los lustros siguientes, y de que fueplanteamIento hIstórico, preCIsamente, la polémica mis·ma. y acaso insustituible también para determinar, enel estricto terreno de los hechos, la conciencia quenuestras clases intelectuales tuvieron de la gran CrIsisnacional de la década del 70, el repertorio de sus problemas, su manera de plantearlos, el sentido de lassoluciones propuestas, o concebidas, o SImplemente es·bozadas. Por todo ello, la polémica que ahora se exhuma está llamada a pre6tar, en condicione! de consulta
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menos precarias que h!!ta ahora. muy importantP~
servicios como fuente de información sobre hechoscapitales de nuestro pasado.
En tercer término. el aspecto en que reside. sin nin.guna duda, el interélll mayor de la polémica. lo consti.tuyen las ideas y doctrinas enfrentadas. Su distinciónrespecto a los hechos en juego, y aun a la misma forma del encuentro, es obviamente convencional. Lasideologías se entrelazan con los hechos e influyen enlos estilos personales de los polemista,;;. Todo el episodio tiene un contexto indivisible, al cual en definitiva habrá que remitirse siempre, cualquiera sea elenfoque que de él se haga. Pero más allá del choquepasional, y después de todo accidental. de dos vigoro.sas personalidade"l, y de la vasta ma,;;a de hechos, grandt:'s y pequeño". llevados y traídos en la¡;l conferencias,artículo'3, apéndices, anexo"! y notas aclaratorias, loque ese epi~odio expresa~a era un esencIal conflictoteórico. en última instancia filosófico, por el que seestaha transfonnando radicalmentf" la cultura y la inteligencia nacionales: el conflicto entre el tradicionalespiritualismo romántico, de cuño histórico-político, yel insurgente positivismo evolucionista, de inspiracióncientífico-naturalIsta.
El hf"cho de que la polémica fuera motivada por ellibro de Varela La Legislac~ón Escolar. ha generadola difusa idea de que las divergencias fueron a propósito de la refonna educacional. Nada de eso: en esteterreno, como habia acontecido en tantos otros, _Varela v Ramírez se hallaban estrechamente solidarizado" desde que juntos fundaron en 1868 la Sociedadde Amigos de la Educación Popular. El hecho de queaquel libro se publicara en relación directa con el comienzo de la gestión oficial de VareIa bajo la dicta-
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dura de Latorre, ha predispuesto también a crf'er quela polémica fue sQbre el colaboracionismo del Refor~
mador. Nada de eso tampoco. En víspera<; de la muertede Varela, lo mismo que despué<;, 15m perj uicio de im~
portantes reservas políticas, sería Ramírez :su más en~
cumbrado panegirista. aun frente a los que lo negaban invocando aquel colaboracionismo. La nacionalidad €'ntera, sumida en profundas cnsis, y DO talo cualactitud personal, tal o cual reforma, fue. en verdad.la gran cuestión debatida.
Como parte privilegiada de la nacionalidad misma,la propia inteligencia dirigente lo fue también, a tra~
vés del examen crítico de la institución universitariay de su ideología dominante, en momentos en queuna universal revolución filosófica llegaba a nuestrasplayas. Desde el intenor de sí misma. la inteligr-nciauruguaya se reacomodaba a una realidad nacional dramáticamente desquiciada en sus cuadros sociales e ins~
titucionales. En la "anguardia. la mentalidad autodidacta de Varela decretaba la ruptura con un modotradicional de pensamiento que, en su hora, había si~
do también el suyo: a través de un doloroso desgarramiento, la mentalidad académica de Ramírez acusabael impacto en nombre de todo un sector universitariollamado, al fin, a a<;imilarlo. En ningún otro momen·to del país puede observarse en términos tan nítidosel reajuste dialéctico de pf>Dsamiento y realidad.
Ese carácter o significado de la polémica, en loque tuvo de más su~tancial. no se manifiesta en formaexpresa. Lo oculta o disimula a cada paso la enma·rañada discm31ón en torno a las realidades vernáculas.Nada más lejos de un debate académico sobre escue·las o doctrinas consideradas en sí mismas. Más queel enfrentamiento definido de tesis o teorías, aunque
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!!le halle implícito e inevitable en cada uno de los d-e!llacuerdos decisivos, lo que se produce es el choque entre los respectivos modos de pensamiento resultantesde filosofías opuestas, entre las respectivas aplicacio~
nes prácticas de éstas al esclarecimiento y soluciónde los problemas nacionales. Por otra parte, ningunode los antagonístas se propone abogar en términos depensamiento puro por una determinada tendencia. Varela, avanzado de la mentalidad positivista que principalmente por su intermedio hacía su entrada en elpaís, expresaba sobre la marcha el desenlace cada vezmás categórico de su propia crisis filosófica personal;Ramírez. portavoz en la ocasión de las tradiciones uni·versitarias espiritualistas, expresaba a su vez, en lasalternativas del debate. con conciencia o no de ello,una incipiente crisis, también personal, que iha a con~
ducirlo con el tiempo, prácticamente. al campo de suadversario. En lo que tenía de filosófico. la polémicaque los enfrentaba estaba instalada en la intimidadde cada uno de ellos, aunque fuera en el propio cursodel encuentro - tal vez - que se produjo para Varelasu fluperación definitiva, y para RamÍrez su definitivaformalización.
En 1885, después de haber ~eñalado la filiación evoluclOni~ta - en política como t"TI ciencia - de La Le.gislac~ón Escolar, el lIbro de Yarda que motlvó la po~
lémica, decía de esta misma Manuel Herrero y Espi.nosa: "Fue la lucha de dos épocas en la hora penum~
hrosa de la muerte de una y de la alhorada de olIa • •.fue la lucha de dos épocas, de dos sistemas, de dos ideales polítIcos en la República Oriental". 1
L Manuel Herrero y Espinosa, José Pedro Varela, Monte..video, 1885, págs. 73, 74. 80.
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En el orden político, y en el léxico de entonces, lalucha fue entre el principismo, solidario del espiritualismo romántico, representado por Ramírez, y el evo..fucioni&mo, producto político del evolucionismo filosófico, representado por Vare1a. Varela, sin embargo,procedía de las filas del principismo, cuyo candidatoy bandera electoral, nada menos, había sido en lostrágicos recientes comicios del 19 y ellO de enerode 1875, prólogo del Motin y su secuela. Cierto es queal puhlicar semanas antes de f"S08; comicios. en noviemhre de 1874, su primer lihro fundamental, La Educación del Pueblo. estaba ya tácitamente divorciadoen doctrina de sus viejos compañeros pnncipistas, delos que el más íntimo había sido precisamente CarlosMaría Ramírez; pero sería recién en 1876, con la publicación de La Legislación Escolar, después de las comunes peripecias cívicas del 75, que aquel divorciodoctrinario se iba a volver expreso. El principista Ramír~, por su parte, iha a orientarse en lo sucesivo,cada vez más, hacia el evoluciomsmo político, cuyaexaltación llegaria a hacer. Nada mejor que esta comprobación, a propósito de las concepciones políticas,para ilus!rar la relación guardada en el campo de lafilosofía general. por las respectivas posiciones de Ramirez y Varela. Es decir, lo que más allá de la pugnaostensible, había de dialé-ctica personal en el espíritud. cada uno de ellos.
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Considerada en su esencial médula ideológica, lapolémica Ramírez-Varela constituye, en el ocaso delClub Universitario, el más importante de los choques
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iniciale! en el país entre el espiritualismo y el positi.vismo.
En esos choques injcialee, que se extienden de 1874a 1877, Carlos María Ramírez fue invariablemente elpersonero de la hasta entonces filosofía oficial de laUniversidad. En 1874, desde Río de laneiro, refutóen la prensa de Montevideo manifestaciones positivistas de Angel Floro Cosla, hechas desde Buenos Aire..En 1876 enfrentó a Varela en el Club Universilario.En 1877 impugnó en el mismo Oub a los positivista.Francisco Suñer y Capdevila y Julio Jurkowski, profesores 'fundadores de la Facultad de Medicina, ÍIustalada el año anterior. Costa, Varela, espdevils y Jur·kowski, son los primeros propagandistas del positivismo; hasta 1877, Ramírez es el único espiritualista queles hace frente. De entonces en adelante, transformadoel Club Umversitario en el Ateneo del Uruguay, y formalizada en éste y en la Universidad una vasta contienda entre espiritualistas y positivistas, se sustrae,slgniHcativamente, a la misma. En el carácter de cabeza de la resistencia espiritualista lo reemplaza unhombre de la generación siguiente. Prudencio Vázquezy Vega, no sólo con una especialización filosófica,sino también con una rigidez doctrinaria que él nohabia tenido. Desde el principio, la actitud de Ramirez, si bien polémica, había sido de amplitud y comprensión. En los años que siguieron, no pudiendo escapar 8l hondo influjo de las nuevas corrientes, dejade oponérseles.
Su mayor despliegue polémico en ese breve períodoen que actuó como resistente del espiritualismo, lo llevó a cabo ante La Legislación Escolar de Varela. Nofueron sólo razones doctrinarias las que lo movieron.Una Pi!lsión profunda, por momentos enconada, vibra
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PROLqGO
en !US palabras. Aquella obra incluía una severa crítica a la Universidad y a la clase universitaria de losdoctores, que él, su encarnación más brillante. sintiócomo ofensa personal. La sintió así, tanto más cuantoque convertía de golpe en abierta ruptura, el progresivo distanciamiento filosófico y político de Varela respecto a círculos universitarios con los que había man·tenido numerosos y antiguos vínculos, de los cualesninguno más poderoso. ninguno más estrecho, que laamistad y el compañerismo fraternales con Carlos Ma·ría Ramírez.
No se dio seguramente en nuestro siglo XIX, unejemplo igual de amistad y solidaridad entre figuraspúblicas de primer plano, como el protagonizado porVarela y Ramírez. Poco mayor en edad el primero,habían sido camaradas desde niños. Juntos hicieronpoesia y literatura en la Revi~ta Literaria del 65, periodismo en El S~glo en los años siguientes, propaganda educacional desde el 68 en la Socieddd deAmigos que encabezaron j y también desde entoncespolítica activa, sancionada por la persecución y eldestierro apenas salidos de la adolescenCIa, hasta com·partir en el 72, después de la Paz de Abril, la aventura principista del Club Radical. Pudo decir Ramire.al iniciar la polémica: "Mi amistad con el Sr. Vareladata desde los primeros años de la infancia. La son~
risa de los primeros amores y la nostalgia ae los pri~
meros destierros, hirieron a un mismo tiempo nues·tras ahnas, confundiendo nuestras vidas en una estre·cha comunión de emociones generosas y pensamientosgraves". y puao Varela _al responderle, hablar de "laantigua y estrecha amistad que me ha ligado y me ligaaún, a pesar de todo, al Dr. don Carlos Maria Ramí·
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rez". No se puede escribir la biografía de ninguno deellos sin mezclar a cada paso el nombre del otro. 2
Aflojados desde hacía algún tiempo los latos politicos, doctrinarios y, sin duda, personales; acaso traí..das de golpe a la superficie soterradas rivalidad..juveniles, el choque de 1876 fue muy violento. Tenían entonces,. Varela 31 años, Ramírez 28. La durarequisitoria del primero contra la Universidad y losg¡:aduados, sólo abogados, provocó la respuesta másdura todavía del segundo. Como aquella requisitoria,más allá de la pasión a que no fue extraña, obedecíaa una profunda evolución de la ideología de Varela,evadido del racionalismo metafísico y el prineipismopolítico que había compartido antes con Ramírez, elchoque se elevó naturalmente a planos de doctrina. Yandando el tiempo, RamÍrez tomaría una y otra vezla palabra o la pluma para defender con nobleza, deinjustos ataques, el nombre y la obra de su viejoamigo.
La Legislación Escolar se coronaba con un proyectoarticulado de Ley de Educación Común (3" parte), alque precedía una amplia exposición de sus principios
.2. Cuando a los vejntftrés afias Varela publicó su libro deversos Ecos percUdllil. en lBGi. en Nueva York, dedicó la primera parte a su madre y la segunda a Carlos María Ramfrez.La dedIcatoria a bite decía: "Querido C¡¡rlos: Juntos hemoscammado los pruneros años de la vida y juntos, espero, cammaretnos en el porvenir. Nuestras ideas, nuestros sentunientos. hall. SIdo sIempre los nusmas Yo he aplaudido tus triunfos: he admirado tu genIo Tú, con criticas tan severas comojustas. has hecho desaparecer mfInitos errúres de mIs pobresversos. Es por eso que te dectico altas "Meditaciones". ICuántos de los errores que hay aun en ellas no desap¿¡receriansi, antes de saür a la ¡>:rensa, pudirran pasar por el crisolde tu crIhca I Pero el hempo y la dlStancla se oponen. Sinembargo, aun con sus abismOb y con l'IUS sombras. ellas seránun homenaJe de Rdroiraclón al poeta y una prueba de sinceroafecto al amigo. SIempre tuyo. --, José Pedro. - Nueva York.febrero lO., 1868",
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o fundamentos (2. parte). De aJú su título. Poro elautor creyó del caso iniciar la obra con un extenso eetudio sociológico que denominó"De nuestro estado ae·tual y sus causas" (la parte t, de relación sólo indirectacon aquel título general. En ese estudio iba a radicartodo el conflicto con Ramírez. Por la pugnacidad desus págmas - cuyo núcleo lo constituía la mencionadacrítica a la Umversidad y a los letrados - dIcha pri~
mera parte de la obra es al mismo tiempo la prImeraparte de la larga polémíca que iba a seguir. No le falotaba. pues, razón a Ramírez al decir que '"la primerapiedra" la había tirado Varela.
Al enviar su primera lonferenóa a El Siglo. sedeclaraba Ramírez "cruelmente ofendido en el libroLa Legislación Escolar, a la par de mis compañerosde proff'sión y de mis hermanos de ideas". Ya habíadicho en el curso de la misma conferencia: "Vengoa ocupar esta tribuna bajo las impreo;ion('s de la ofen~
808". y al final dej aba aclarado en qué lugar la ofensase anidaba: "¿Por qué agregar al proyecto de educación común, a sus comentarios, a su defensa, esa primera parte que no habla de la educación común, nidel proyecto, y por manera alguna era necesaria o peratinente a lo,; comentarios del proyecto? ¿Por qué incrustar ese trozo de polémica, y de polémica violenta,en una obra de paz y de concordia?.. Si hubieradejado en sus archivos secretos esa malhadada intro·ducción sobre nuestro estado actual r sus causas, todos habríamos recibido sU libro con extremada benevolencia, con verdadero júbilo, porque su nombre DOS
es simpático y su causa, la de la educación, es nuestra causa".
Esa reacción de Ramírez no pudo tomar de sorpresaa Varela. Dos años atrás, en el penúltimo capítulo de
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PROLOGO
La Edru:ación del Pueblo, dedicado a las "Universi.dades", había dicho: "Pero no nos proponemos cO M
mentar ahora la organización actual de nuestra UniMversidad, ni detenernos a observar los benefIcios o losmales que pueda haber producido. La materia daríatema para un interesante volumen. en el que sería neM
cesario recorrer el campo agItado de nuestra existen M
cía política, para encontrar en él las huellas de la OliMgarquía universitarIa, más vana que sabia y más diMvagadora que fecunda. Tal vez, si otros no lo emprenM
den antes, algún día emprenderemos nosotros ese tra~
baJo. que levantaría resistencias y herIría mal en M
tendidas susceptIbIlidades, y chocarÍa con hondas yarraigadas preocupaciones". No tardó en escribirlo élmismo, y era precisamente esa parte primera de La
Legislaciótt Escolar por la que, de acuerdo con supropia previsión. tan herido se sentía Ramírez comorepre"lentante sobresaliente de la clase universitaria.
Al comienzo de su segunda conferencia expuso Ramírez el programa que iba a desarrollar. La pnmerahabía ver.,ado bobre "Juicio crítico e idea general dellibro" y la segunda tenía por tema "Injusticias que elseñor Varela comete con su propio pais". Añadía: "Elde la tercera. será esa descomunal paliza que La LeMglSlación Escolar aplica a la Universidad y a todos losque hemos estudIado en ella. Me ocuparé en la cuartade esa falsa y funestísima teoría que formula ese li~
bro, acerca de la mfuencia subalterna de las instituciones y de los gobiernos en los destmos de las sociedades humanas. Examinaré en la quinta, las ideas económico·financieras del Sr. Varela, comparándolas conlas que en nuestra UniversIdad enseñaba no ha muchoel inolvidable Lavandeira, y enseña actualmente sudigno sucesor D. Carlos María de Pena. En la sexta
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PROLOGO
estudiaré el Proyecto de Educación Común, y en laúltima estableceré un paralelo entre ese Proyecto yel que presentó a las Cámaras constitucionales nues~
tro distinguido compatriota don Agustín de Vedia".En total, siete conferencias.
Ese programa quedó trunco y la polémica inconclu.sao Cuando fue suspendida al cabo de dos meses, paraser luego abandonada; 3 Ramírez había pronunciado só.lo cuatro conferencias: las dos primeras arrIba menocionadas, y otras dos sobre "La paliza a la Universi·dad y a los graduados". Como la cuarta no fue másque una contmuación de la tercera. dejó pendienteslas cuatro últimas previstas en el plan inicial; y toda·vía alguna más complementaria que anunció más ade·lante (en un apéndice a la segunda), sobre "La doctrina de la evolución y sus aplicac,iones a las CIenciasmorales y políticas". Varela, por su parte, conte5:.tólas conferencia':! de Ramírez. una vez desde la mIsmatnbuna del Club L'niver,:,itario y luego en artículos deprensa.
Conforme a su desarrollo efectivo, y a sus resortesintelectuales y emocionales más íntimos, la polémicadesembocó finalmente en el neurálgico tema de la Universidad, ~u enseñanza y su influencia. Pero, expresoo táciLo, el antagonismo fdosófico actuó desde losprimeros pasos del debate, resultando así, del princIpio al fin, su verdadero hl10 conductor.
3. La polémIca Iba a continuarse. como lo anuncIaron lospolemistas al suspenderla y lo reIteró la DIrectiva del ClubUnIverSItario en su memorIa fechada en enero de 1877 (ypublIcada en E~ Stglo el 7 de febrero, En su abandono defInItIVO debIó mflUIr. aparte de otras pOSIbles motivaciones.el grave aCCidente de caza sufrido por Varela en el mismomes de enero, que lo aleJÓ de sus actiVIdades hasta mediadosde afto.
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PROLoGo
III
A primera vista, el Juicio crítico e idea general dellibro, expuestos por Ramírez en su primera conferen..da. respondieron a un enfoque puramente literario:
"De algún tiempo a esta parte viene el señor Varelahaciendo propaganda enérgica contra las Ínflueneiasde la literatura francesa y pregonando la necesidad depasarnos con armas y hagages a la literatura inglesa,o mejor, a la literatura alemana". De ahi "el defectoprimordial" de su libro: no se hace leer fácilmente."Parece que el señor Varela, aferrado cada vez mása su nuevo sistema literario, hubiese querido aplicarlo rudamente en su obra La Legislación Escolar.Parece que hubiera abrazado temerariamente el partido de escribir Un libro a la inglesa, un libro a laalemana. Ha querido a todo trance ser profundo,profundo como los filósofos ingleses, profundo como los sabios alemanes". Grande equivocación, pien.sa Ramírez: "Mientras no podamos - y por miparte entiendo que no podremos en mucho tiempo -, mientras no podamos, digo, aspirar a la originalidad poderosa, a la facultad creadora de la lileratura inglesa y de la literatura alemana, creo muyconveniente y muy loable que, en la modesta medidade nuestras débiles fuerzas, tra.temos de asimilarno!la claridad y el encanto de la literatura francesa, paradivulgar y popularizar entre nuestras jóvenes socieda~
de!, las idea! que encontramos hechas, las conquistasque encontramos realizadas en el seno de la8 grandessociedades europeas".
Detrás de esa en apariencia inocente oposición deformas literarias, era en realidad toda la cuebtión doc..
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PROLOGO
trinarla de fondo la que quedaba plauteada en el ri·guroso punto de partida. Ya en La Educación delPueblo babía becho Varela la crítica del modelo culotural francés, vigente en el país COn la Universidadpor bastión, proponiendo en su reemplazo el inglés yel alemán, muy especialmente el primero, en su doblever1!lión europea y norteamericana. Pero era por lamédula doctrinaria de unas }' otras formas de cultu~
ra, en lo que tenían de predominante, que hacía seme~
jante prédíca. El modelo oficial francés de la época,Be remitía en última instancia a la metafísica román~
tiea del espiritualismo ecléctico de Víctor Cousio yBU escuela; el modelo sajón era el de la filosofía natu~
ralista del evolucionismo de Darwin y Spencer, queestaba renovando profundamente el saber positivo delas ciencias físicas y sociales.
Por eso, en el comienzo mismo de La Legi.!laciónEscolar, describiendo Hnuestro estado actual", utilizaVarela un pretexto cualquiera para intercalar un trozode Spencer, extenso de varias páginas, sobre una cUes~
tión aparentemente tan alejada como el estado de "laciencia en Inglaterra". Por más qUl!! sean páginas aje~
nas, traducidas y transcriptas. configuran uno de lo!pasajes clave para la interpretación de la ideología desu obra. Era la primera vez que el jefe del evolucionis~
IDO, muy pocos años después patrono de la Univer8i~
dad de Montevideo, aparecía Invocado por el nacientepositivismo uruguayo. Y lo era a través de páginas depolémica, ellas mismas, en una refutación de Spencera su compatriota Arnoid a propósito de los respectivo!val(lles de las culturas francesa e inglesa de la época.
En aquel trozo de Spencer se hacía recuento de lasconquistas inglesas, tanto en el campo de la filosofíageneral, la lógica, la ética, la psicología, como en el
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de las ciencias positivas, vistas esas conquistas desdeel ángulo naturalista del positivismo. El estado mayoringlés de éste, estaba representado, fuera del obviodel propio Spencer, por nombres como 10'3 de Darwin,MilI, Huxley, Bain. De Darwin emitía Spencer opinio~
nes cuya reproducción por Varela - en las condicio~
nes en que Jo hacía - venía a constituir en Montevi~
dea el primer desafía del revolucionario darwinismoal espirItualismo universitario. En 1885, impuesto yaabrumadoramente el evolucionismo en la Universidad,declaraba en un discurso el Rector Vásquez Acevedo:"En pocos países la teoría moderna de la evoluciónha hecho más rápido camino que en nuestra pequeñarepública. Mientras viej as naciones europeas todavíaponen trabas a las verdades que el eminente Darwinha enseñado, nosotros nos atrevemos a adelantarlas.llevando las aplicaclOnes y las consecuencias filo'3óficas más lejos que el lllismo sabIO inglés". ~ ¿Cómo,entonces, no conferir 'verdadero carácter histórico aaquel prImer desafío del danvinisrno realizado por intermedio de Varela apenas nueve años antes? El trozo de Spencer intercalado en La Legislación Escolar,decís en ese punto:
"Má5 recientemf"nte hemos tenido el gran progresoque Mr. DarwIll ha hecho hacer a la Biología. Elabuelo de Mr. Darwin se había adelantado a Lamarckformulando la concepción general del génesis de lasformas orgánicas, por la adaptación al medio. pero DO
había cavado esta idea como lo hizo Lamarck. Mr.Darwin. siguiendo las huellas de su abuelo, se apercihió de que éste se había equivocado~ lo mismo queLamarck, atribuyendo las modificaciones a causas en
4. El Siglo, 7 de octubre de lilaS.
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PROLOGO
parte verdaderas, pero, i!in embargo, insuficientes para explicar todo" lo'i efectos. Reconociendo la causamás profunda, que ha llamado la selección natural,Mr. Darwin ha conseguido traer la hipótesis, de unafórmula que no era más que parcialmente sostenible,a una fórmula enteramente s.osteniblf". E~a idea. queha desarrollado de una manera tan admirable, ha sidoadoptada por la gran mayoría de los naturalIstas: estáen tren de operar una r{'volución en las concepcionesbiológicas del Universo entero. haciendo más inteli·g;},le la marcha de la evolución orgánica. Tomandolas palabra5 del proff'sor Cohn: 'ninguna obra de nuf'S~
tra época ha ejercido sobre las concepC'ioDl"s de lacicnria moderna una influencia comparable a la dela primera edición de El origen de las especies, deCarlos Darwin." 5
No era. pue5, por meras preferencias formale!'! o estilística¡::" que al iniciar Ramírez la critica del libro deYarela, impugnaha ]a <;everidad de la litt>ratura inglesa en nombrf" de la claridad y encanto de la francesa.Ese primer a.taque, en apariencia literario. era ya unataque ideológico. Por e<;o, en la mi~ma primera con·ferencia, como antiC'ipo de lo que vendría más tarde)desliza intencwuadas alusiones al nuevo credo filosó.fíco de Varela. Para desacreditar intelectualmente aéste ante el clásico auditorio espiritualista del ClubUniversitano, querrá ponerlo en evidencia desde elprjncipio como un "positivista"; y aun como un"materialista", confonne a la consabida identificaciónpolémica ql.\e los espiritualistas hacían entre uno yotro ténnino.
5, La LeQislaci6n Escolar, edICIón de la BIblioteca "Arti.gas", 1954, t. l. págs. 55-56 La totalidad del trozo de Spencerreproducido abarca 15 páginas.
XXIII
PROLOGO
Recogiendo el desafio doctrinario de Varela, lDUY
directamente denunció Ramírez la inspiración spen~
ceriana y darwmista de La Legislación Escolar:HEsa dIsposición de ánimo (desencantos personales
y políticos), ha hecho también a mi Juicio que el señor Varela acogiese con demasiado entusiasmo, conciega convicción. las prmcipales doctrinas de una obrareciente, que cita dos veces en su libro y hubiera podido cItarla en casi todos los capítulos de la primeraparte. :Me refIero a la Introdu.cción a la ciencia social,por Herbert Spencer. Este filósofo inglés. que es unode los que más llaman la atención europea. se ha foromado una especie de sIstema cosmogómco, combinando con innovaciones atrevidas la metafísica de AugustoCorote y la biologia de Darwin. El mnndo de la cien·cia ha recibido con admiración esa Introducción a lacienda social. que es, según entiendo. la última de lasobras de Spencer, pero sin aceptar, ni aun con bene.ficio de inventa.rio. la mayor parte de sus doctrinas so.ciaIca. . .. Spencer aplica cruelmpnte... iba a decirbrutalmente. los principios de la fIlosofía natural quese llama el darwinismo La lucha por la existencia,la concurrencia vital. es el espectáculo univer'3al de lacreaCIón. La selección es su ley....He ahí, señores,el libro. sabio y célebre. sí, muy sabio y muy célebre,en que ha ido a buscar inspiraciones el autor de LaLegislación Escolar. ¿Quién no descubre luego quelas ideas y las tendenci-ls dominantes en la primeraparte del libro La Legisladón Escolar, son reflejo di.lecto de la8 ideas y tendencias que campean en laobra del filósofo inglés? ¿Cuán fácil no sería marcar a cada paso la teoria spenceriana que está escritaen esa primera parte, después de haber desalojado unateoria opuesta, y cien veces predicada, del espíritu delseñor VareIa?"
PROLOGO
En annonía con eso dirá, por ejemplo: "Para queel auditorio pUf'da juzgar de la fidelidad de mis im~
presIOnes, que acaso el hoy pos~tivista autor del librocalifique d(lo románticas ..• "; "pero yo, que no headelantado 10 bastante para 'Ser materialista como Enrique Taine y el señor Varela ... "; "socwlógicos prefiere decir el autor empleando el lenguaje de su fIlosofía predilecta ... "; "su naufragio por las costas dela filosofía spencenana . .. ".
Ese esencial emplazamiento fIlosófico del debate hecho por Rarnírez desde su prirnt'ra conferencia, fuede buena gana aceptado por Varela. Era, sin duda, loque más íntimamente des.eaba, dado el carácter deprovocaCIón doctnnaria que había tenido su libro. Enla conferencia que fue su primera réphca. atendiendoante todo aspectos personales del conflIcto, lo resumió en cuanto a 10 demás en estos ténninos: "es gran·de nuestra divergencia de opiniones con respecto avarias de las principales cuestiones j~losóficas y sociales". En relación con tal divergencia, se limitó ahacer de pasada esta defensa del jefE' del evolucionismo: "Dichoso él que tiene autoridad bastante. paratratar con tanto desenfado y tan magistral desdén, aiúltimo de los metajísicos ingleses, como ha llamado laRevzsta de Ambos Mundos a H. Spencer". En cam~
hio, en su réplica a la segunda conferencia de Ramí.Tez, réplica que ya no fue oral sino periodística, entrará en maleria, y a fondo.
IV
La segunda conferencia de Ramírez tuvo por tema:lnjusticuu que el Sr. VareZa camete con su propiopaís. Desde el enfoque del crílico, no se traló alli de
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desacuerllos filosóficos, aunque al pasar señalara la!!lecturas po~itivistas y materialistas d~ aquél: "No tíeo.ne estudios universitarios; pero ha leido extraordinariamente. y en el campo de la filosofía modeorna.Stuart l\fill, f:penC'er, Darwin, Burhller, l\:Ioleschott yMaJame Rover. le son en cierto moJo familiare~". Enla rpplica. su adversario despla7ó, ... in pmhar,'!o. pI de.hate a planos teóricos. al punto de que será en estaparte donde el antagonismo filosófico de la polémicaalcance - of'¡;;de el enfolJue de Varela~ su formulación más radical y de mJyor entidad.
A la5 critica5 de Ramírez empezó por oponer elcapítulo de f.a LeKislación E:,colar que aparecía com~
prometido. traD5cribiéndoJo íntegro. Era el capítuloVI, donde hahía ilenunciado los peligroc; que para laexistencia mn'lma de nuestra nacjonalidad - romo delas demás hU'lpanoamericanas - derivaban de su estado de turbulencia y atraso. A contim18ción amplióy fundamentó su tesis. Pero en seguida llevó la dis-eusión a dos grandes cuestiones tróric85: el conceptode patria y el prohlema del origen y diversidad de lasrazas humanas. La primera If' dio pie para hacer lacrítica del dogmatismo político prindpÍ'ita: la segun~
da, la exposición y defenc;a de la doctrina de la evolu·ción. Sin más rodeos. i'e llegaba así a la médula de ]01polémica.
El dogmati"lmo político principista, fundado en elculto de "principio5" absolutos de derecho natura],era un defimdo produclo de las tradiciones del constitucionali"lIllO liberal francés. Sobre esas tradir-ionesse habla modelado el principismo uruguayo. En lapropia Francia positivista de la Tercera República, hahía entrado en clÍais. Para enjuiciarlo, Varela se apoya en un escritor también francés:
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"El dogmatismo político, dice un distinguido e"critor (G. Valbert, Del dogmatismo en política). es hoyun fenómeno extraño, un verdadero anacronismo, queasombra a la Europa y le disgusta. Deóde huC"e algunosaños la política se ha hecho más que nUDca una cienciaexperimental, que desconfía de las doctrina". que exa~
mina en cada caso particular lo que es útil o lo quees pO:!lible, y se ocupa sobre todo de los hechos y de lalógIca de los hechos. Como lo ha hecho notar el mgenioso autor de un libro sohrc la CODslitución int!leSR, vivimos en una época de realismo. y los hábitosde nuestro espíritu "e han rnodIfIcnuo por d conf:iderabIe desarrollo que han tenido las ciencias de oL~cr·
vación; por el desarrollo más con...iderable aún quese ha dado al comercIO Antes la filosofía razonabamucho SIn creerse obligJ.da a ob"en ar los hechos;hoy, para descuhrir los secretos de la creación, Darwin cuenta con la'S experiencias minucio'Sas y repetidas que pueden hacerse -con las palomas ... En In·glaterra, como en ltalla. como en Prusia. los hombre.. de Estado no se ocupan ya de ]a metafísica, seC'onsideran esencialmente cOmo hombres de negocios,y para tener éxito en sus empre3as, e3tán prontos aentrar en conversación con todo el mundo. aun conlos hombres cuyas opiniones, cuyo carácter y cuyafigura les gusta poco. Este modo de entf'nder el artede gobernar. es útil en todas parte~, y lo seI'Ía par·,ticularmente en un país como la Francia. donde laontología política ha caído en el má<; profundo descrédito, donde ahora se de:!lconfía mucho de los prin~
cipws, sobre todo de los pnncipios que son intratabIes .....
EM crítica del dogmatismo político principista, ennombre de un realismo relativista, hecha suya por
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Varela, era un capítulo accesorío de la crítica mbgenérica que el positivismo de la época, cada vez mMimbuIdo de evolucionismo, venía haciendo del dogma~
tismo metafísico espiritualista. La impugnación porRamírez de las ideas que sobre riesgos de los pueblosde raza latina había expuesto Varf"Ia en su libro. em~
pujan a éste a ese plano general de la filosofía. Conel título "De la inteligencia y el instinto", expone lar~
gamente ]a tesis naturalista de qUf" entre e] hombrey los animales existen "similitudes notables no sólo enla parte física, sino también en la parte inteleC'tual".Siguen a ello estas palabras. que subrayamos porqueapuntan lo que fue el corazón mismo de aquel encuentro singular: ltCon estas observaciorr:es no opino,indico; trato de llamar la atención sobre ciertas cueswtione.... como paso previo para ocuparme de desenvol,..ver la doctrina de la evolución; y las doctrinM queconceptúo máJ aceptables con Te~pecto al origen delhombre".
La trascendencia histórica de ese planteamiento semide por la circunstancia de que por primera vez taoles revolucionarias doctrinas - que se venían conow
ciendo a través de publicaciones europeas - 5e ibana exponer y defender en el país. El antes mencionadopasa1e sobre Darwin. del trozo de Spencer intercaladoen La Legislación Escolar, fue lo que hemos llamadoel primer desafío del darwinismo a nuestro espiritualismo universitario. Corresponde entenderlo así. habida cuenta de la intención polémica que animaba yaa Varela al hacer aquella transcripción. Pero ahora,sólo unos meses despups de la aparición del fibro, setrataba de otra cosa. Recogido el desafío por Ramíreza través de diversos flechazos al darwinismo de Va·
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rela, pasaba éste a presentar in extenso las doctrinasdel sabio inglés.
ConsciE'nte del efecto que producirían. explicaba deeste modo aquel desarrollo previo sobre la inteligen~
cia y el instinto: "me sirve de introducción. con el ob~
jeto oe que no sorprendan demaswdo las doctnnasque voy a exponer en el parágrafo siguiente, al quepongo. como portada, estos largos, pero magníficospárrafos de Carlos Martins". Y esos a su juicio magníficos párrafos tomados de la obra Pruebas de lateoría de la evolución, del francés Martins, por los quevenía a enfatizar su propia definición personal, ler~
minaban así:"La teoría de la evolución emItida por Lamarck en
1809. filosóficamente comprendida por Goethe, defini.tivamente fonnulada por Carlos Darwin y desarrolladapor sus discípulos. lIga entre sí todas las partes de lahistoria natural, como las leyE's de Newton han ligadoentre sí los movImientos de los cuerpos celestes... Elprincipio de la evolución no se limita a los seres orga·nizados, es un principio general que se aplica a todolo que tiene un comienzo, una duración progresiva,una decadencia inevitable y un fin previsto. La apli~
cación de ese principio está destinada a apresurar elprogreso de todas las ciencias posibVS5. y a iluminarcon nueva luz la historia de la humanidad: sistema so~
lar, globo terrestre. seres organizados, género humano,civilización, pueblos, idioma, religión, orden social ypolítico, todo sigue las leyes de la evolución: nadase crea, todo se transforma... La inmovilidad, unretroceso definitivo, son imposibilidades demostradaspor la historia, y confirmadas por la experiencia detodos los días. Los cambios bruscos. las restauracionesviolentas, o los sacudimientos completos, sin raíces en
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en el pasado. no tienen probabilidades de éxito en elporvenir. El tiempo es el auxIliar indispensable de lOada modificación durable. y la evolucIón de la naturaleza viviente es el modelo y la regla de todo lo queprogresa. en el orden fünco. como en el orden intelec~
tual y moral."El exlenso parágrafo siguiente, tItulado "La doctri·
na de la evolución y el origen del hornhI e", constituyólo que hace unos años llamamos mamfiesto micial deldarwwismo en el Uruguay. Explicando la fuente y elmélodo utilizados. decía Varela:
~'Al emprender la publicación de la primera ediciónfrancesa de La descendencia del hombre dE" CarlosDarwin, el edltor Mr. Reinwald. pidió a Carlos Vogt,el dbtlnguido naturalista ginebrino. que le enviaraun prefacio para esa nueva obra que estaba destinadaa llamar la atención del mundo científico. en el quehabídn producido una revolución de inmensa trascen..deJJC18 los trabajos de Darwin y de sus discípulos dis~
tingUlcios. Y Carlos Vogt contestó con estas palabrast
que traduzco textuales a veces. a veces extractándolas,para exponer la doctrina darwinista en su enunciawción. Lo sigo con tanto más gusto cuanto que a la vezQU0 expone la doctrina, hace resaltar el espíritu ge·lIeral que en ella domina y las lDmensas consecuencias que e~lá llamada a producir."
En parte a través de Vogt. en parte a través de desarrullos personales. expuso Varela ampliamente aDarawin. Despuér; de llamar a éste "f'.J más profundo Saalno y el más robusto pensador de nue3tros tiempos",la expo.!;ición se cerraba con las palabras también teraminales de La descendencia del hombre:
"Se puede excusar al hombre porque experimentecierta fierezd por haberse elevado, aunque no sea por
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sus propios esfuerzos, a la verdadera cima de la escalaorgánica ~ y el hecho de haberse elevado asi. en lugarde haber SIdo colocado en ella primitivamente, puedehacerle esperar un destino aún más elevado, en unporvenir remoto. Pero no tenemos para qué ocupar~
nos aquí ni de psperanzas ni de temores. y. sí. solamente de la verdad en los limites en que nuestra razónnos permite descubrirla. He acumulado las pruehastan bien como he podido. Ahora bIen. me parece qued("hemos reconocer que el hombre, a pesar de todas~U5 nobles cualidades, de las sImpatías que experimenla por los más groseros de sus semejantes. dE' la henevolencIa que extIende no sólo a sus semej antes, sinoaun a lo seres; viVIentes más humildes; a pesar dela inteligencia divina que le ha penmtido penetrarlos movimientos v la constltución del si"!tema solar- a pe5ar de todas sus cualidades de un orden taneminente - debemos xeconocer, digo. que el homhreconserva aún en la organización corporal el sello indeleble de su origen mferior."
La cuestión del origen del hombre interesaba aVarela por las consecuencias que quería extraer - yque en efecto a continuación extraj o - en el problema de las raza,; humanas, que a propóf:lifo del porvenirde nuestras nacionalidades discutía con Ramírez. Como se lo reprochara é"3te, era remonlarse demasiadolejos para Justificar la tesis de que nuestra poblacióncorria pelIgro de extinguirse: "Se traduce tres columnas sobre el lllstlnto y la inteligencia; diserta por cuenta ajena sobre los cabtores, la.s hormigas y los escarabajos~ reproduce largos párrafos de Darwm sobre elorigen de la especie humana, y 'Se o5tenta l'arhdariode la teoría que nos hace primos hermanos de los monos'. Llevado por el irreprimIble impulso de la gran
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revolución filosófica de la época, a la que el Uruguaytodavía permanecía aj eno - radicalizado acaso enel curso de la polémica misma -, mús que el concreto punto discutido en ese momento importaba aValela la presentación de las nuevas doctrinas. Y e!!lesto lo que va dando al encuentro su sentido más pro~
fundo.Cuando Varela concluyó de publicar su réplica pe~
riodística a la segunda conferencia de Ramirez (6 deoctubre), en que figuró la referida exposición generalde la teoría de la evolución, su crítico había pronun~
ciado ya, aunque no publicado todavía, sus conferen~
cias tercera y cuarta (26 de setiembre y 3 de octubre).No pudo é8te~ por lo tanto, tomar en cuenta en las mismas aquellos planteamientos filosóficos. Pero, recogiendo también este nuevo desafío, se propuso alterarsu plan para responder con una inmediata conferen~
cía sobre el tema: "La teoría de la evolución y susaplicaciones a las ciencias morales y políticas". Asílo anunció en uno de los apéndices (5 de octubre),a la segunda. Hemos dicho ya, que, como otras anunciadas deede el comienzo, quedó en proyecto, al ha~
cerse abandono de la polémica por ambos conten~
dientes.No obstante, como va a verse, tendría todavía opor
tunidad de hacer la defensa del espiritualismo, alocuparse de la enseñanza de la filosofía en la Univer..sidad.
vLas conferencias tercera y cuarta de Ramírez ver
saron sobre un mismo tema: La pahza a la Universidad r a los graduados. Del punto de vi.ta de su des-
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arrollo ccmcreto, la polémica entró entonces en unanueva fase, que iba a ser la culminante.
El enjuiciamiento de la Universidad, en sus rela·ciones con la realidad ambiente, que Varela hizo enLa Legislación Escolar, constituía pieza clave en suexplicación sociológica de la gran crisis nacional. De..ficiente en su estructura orgánIca, la instItución - asu juicio - no lo era menos en su espíritu, resultadode concepcione!l y doctrinas caducas. El fruto de esaplanta era la oligarquía o casta universitaria de losdoctores, tan dogmática y presuntuosa como ignorantey vacua. La raíz de esa misma planta era lejana: es·taba en FranCIa, 'lIs nación que nos ha servIdo detIpO para la organización de nuestra Universidad, yen la que ésta ha bebido sus ideas filosóficas y políticas". ~ En apoyo de !lU crítica, transcribe Varela extensamente la que de la Universidad francesa acababade hacer el economista CourceUe Seneml, centrada enla tesis de que era un conservatono de las ideas y delespíritu de la antigüedad clásica. En tácita alianza con108 caudillos para perpetuar los privilegios de unos yotros, a través de todo un sistema social y político,los doctores tenían gran responsabilidad en el dramaque vivía el país.
En sus dos últimas conferencias hizo Ramírez unaadmlIable defensa de la Universidad, remontando lapolémica a sus momentos más brillantes. Con esplén·dido señorío intelectual de fondo y de forma, sorprendente a su edad dct veintiocho años, evidenció en sualegato que no enseñándose entre nosotros el griego,ni el derecho romano. y dándose del latín sólo un bar·niz, no existía "la enseñanza clásica que los econo·mistas franceses dan por primordial fundamento de sus
l. Ibidem.~ p. 114.
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juicios sobre la instrucción secundaria y profesionalde su país". Y que, en cambio, se enseñaba desdehacía quince años como disciplina fundamental yorientadora la economía política - resistida todavíasu admisión en la Universidad francesa al hacerseaquellas críticas - ciencia esencialmente moderna, queimpone "principios diametralmente opuestos a los dela enseñanza clásica", Aceptaba que la Universidadtuviera numerosas deficiencias e insuficiencias, perorechazaba que la animara un espíritu de casta.
Sin duda - lo hemos dicho ya otras veces - en BU
radicalismo polémico, no hacía justicia Varela, hastadonde la merecía, al liberalismo filosófico y políticode la Universidad, en ]0 que tenía de democrático yde progresista. 7 Pero más allá de las exageracionese incomprensiones en que uno y otro, aquí como a lolargo de todo el encuentro, incurren, estaba el realfondo de la cuestión: el conflicto entre dos grandesformas intelectuales, de las cuales una, a través de laUmversidad, había sido hasta entonces la dominante,y otra irrumpía con el designio de imponerse en sulugar. Al discutirse la institución universitaria, eseconflicto de fondo volvió necesariamente a la super~
ficie en sus términos filosóficos.En el capítnlo de La LegUJlación Escolar dedicado
a la Universidad, figuraba una severa crítica de la en..
7. En el mismo sentido puede verse dos Importante. y diferentes enfoques de la di8cusi6n de Ramfrez y Varela l!Iobrela Universidad, en M. Blanca Parb de Oddone, La Unwerridad de Montevtdeo en la formac~6n de nue.!ltra concienciclhberat, MonteVIdeo, 1958, págs 303 a 324, y en Juan AntonioOddone y M Blanca Paris de Oddone, Htstona de la Universidad de Montev~deo La Univers~dad Vie1a. 1849-1885, MonteVIdeo, 196:3, págs. 291 a 294 La totalIdad de ambas documentadas y capItales obras es de consulta obllgada para formarjuicio sobre lo que fue nuestra UniverSIdad Vieja, y por lotanto sobre la polémica misma de Ibimfrez y Var~a en tornaa ella.
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señanza que se hacía de la filosofía, de la que dan ideaestos párrafos: '-No nos proponemos apreciar las doctrinas filosóficas que se enseñan en la Universidad,doctrinas que, en cuanto nosotros sabemos. están mandadas retirar del mundo de la ciencia, por erróneasunas y por insuficientes otras. hace ya largo tiempo:no es tampoco nuestro objeto ocuparnos del métodoque se aplica a esa enseñanza... El espíritu de Bectafilosófica iY de qué secta!, se eleva para los jóvenesestudiantes a la categoría -de ciencia profunda, y pocoa poco van pervirtiéndose así los procederes mentaleshasta el punto de que llega el caso de que sean incapaces de libertarse de la tiranía de la secta a que pertenecen". 8 La secta a que se aludía, corno lo corroboran todavía otros pasajes, era, claro está, aunque nose la nombrara, la francesa del espiritualismo ecléctico, que imperaba en la cátedra oficial de la Universidad. En conjunto, esa crítica de Varela marcaba enla evolución de la enseñanza filoijófica en el Uruguay,el fin de una época y el comienzo de otra. Las páginasde La LegIslación Escolar que la contenían. deben serconsideradas en la materia, el punto de arranque dela reforma que cuajó en el histórico programa de filosofía de 1881, redactado por los "varelianos" EduardoAcevedo y Martín C. Martínez.
Ramírez se hizo cargo de la crítica en el correr dela cuarta conferencia: "Y ya que he nombrado a Darwin, me parece oportuno preguntanne a mi mismo, sino siendo criterio inequívoco de atraso o de adelantotalo cual sistema general de legislación, entre los queimperan en las naciones cubas, podrá serlo entoncesla resistencia o el asentimiento al darwinismo. Sugié-
"8. La LeQtBlactán E.sCOÜ1T, ed. citada. t, 1, P'ss. 128~130.
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reme e!ta duda el desprecio con que el autor de LfJLe~,laci6n E,coúzr habla del sistema filosófico que Be
enseña en la Universidad, y más aún lo mucho que lelamenta de ver a estudiantes de 16 años, afirmandocon ciega convicción, entre otras cosas tan arduaa,la existt.Tzda de un mundo ulteriar y de una dillinwadsoberana. Me confirma también en esas dudas el entusiMmo tnunfal con que el señor Varela ha apeladoa IR! teorías de Darwin para poner a cubierto de lacrítica las aberraciones de La Legislación Esctllaf'.
Aprovecha la ocasión para emitir sobre el darwinisIDo un juicio que ilumina magníficamente el dramatismo filosófico de la polémica:
"Debo ante todo declarar que no me causan pavorlos señores materialistas ~ y que muy pocas ilusionesperdería por el solo hecho de adoptar tal o cual teoría sobre el origen de las especies viviente!. Me inclinoa creer que no descendemos de Adán y Eva; y no veoque por convencerme de nuestras ramificaciones !&nealógicas con el mono en remotísimo pasado - puedacambiar sensiblemente lo que pienso sobre la fisonomía actual y los destino! futuros de la raza humana.Con esta disp05ición de ánimo, no seré yo quien excomulgue el materialismo o me escandalice de lo~ darwini"itas, como si estuvieran en pecado mortal; perono por eso me siento inclinado a justificar que se califique de atraso la fidelidad a las doctrina. espiritualistas, y la resistencia a tomar como dogmas de fetoda! lal! teorías de Darwin. Me parecería un pocotemerario colocar en el r8n~o de loa atrasados al ilu&tre Agaasiz, ídolo científico de los Estados Unidos,que fue sorprendido por la muerle en la comenzadatarea de refutar el darwinismo j al gran sabio alemánBurmeister, que califica de fantaaía ese sistema; e.
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Quatrefage. y Blanchard que lo rechazan, V a tantossabios renombrado!'! que no lo aceptan sino como brillante hipótesi!. dependi'~nte todavía de las revelacione! del porvenir. Vemos. en otra esfera. que el jefedel partido liberal inglés, el eminente Gladstone, hafulminado por diversas veces la teoría de la evolución.y es fama, señores. que Thiers, una de las grandes inteligencias de este ~:iglo, emplea las última! horas desu vida en preparar, como su testamento filosófico, larefutación de los principios sociales y políticos que,con atrevida impaciencia. han señalado los discípulosde Darwin como corolario!ll lógicos de los principiosnaturales del maestro. Ni en Inglaterra, ni en Alemania, ni en Francia, ni en los Estados Unidos, es medida de progreso o de retardo la popularidad del darwinismo; mal podría serlo aquí para demarcar el atra~
so comparativo de los graduados, cuando tan escasosadeptos cuenta ese sistema entre las demás personasde la sociedad oriental.n
En aparlado sohre el estudio de la filosofía, en elprimer apéndice a la tercera y cuarta conferencias,completó RamÍrez su posición. "Estoy por mi partepersuadido - dijo - de que esas doctrinas (las espi~
ritualistas), necesitaD rectIficaciones y ampliacionesconsiderables; corno reconozco que deben introducirsemodificaciones importantes en la enseñanza de la fi·losofía." Se explayó al respecto, para concluir: "Talesson las concesiones que de buena gana hago al autorde La Legislación Escolar; pero al hacerlas no dejaréde tener una palabra de aliento para las doctrinas filosóficas que se enseñan en la Universidad. En su fonodo, no están, no, mandadas retirar del mundo de laciencia; y con oportunas reformas en su método de
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en~eñanza, alcanzarían brevemente todo el desarrollor:ompatible con el estado de la verdadera ciencia. Enmedio de las corrientes poderosas que empujan a lanegación de todas las creencias. aun de las más racionales. aun de las más santas, sería una gran conquistamoral de nuestro país, que su Universidad 8alvase eldogma progresivo del espiritualismo en el alma de lasgeneraciones presentes y futuras". Con una larga transcripción de Paul Janet, a quien llama "primer espixitualista contemporáneo", cerraba su alegato.
Al final de esta reconstrucción del espinazo doctrinario de la polémica, es obligado recordar que en anexo a sus últimas conferencias incorporó Ramírez declaraciones que había formulado dos años atrás. encarta abierta desde Río Janeiro a Angel Floro Cosla,residente entonces en Buenos Aires. Muy importantes son esas declaraciones para documentar, junto atantos giros y salvedades en el duelo con Varela, loque había de incipiente crisis de su conciencia filosófica. Esas notables páginas salidas de su pluma juvenil, encerraban una autocrítica del dogmatismo principigta, tan severa, en verdad, como la crítica quedesde su campo iban a desplegar los positivIstas. Yanunciaban aquel su gradual pasaje al evolucionismoexteriorizado en su última época de La Razón. Ala hora de su muerte, en 1898, pudo escribir AlbertoNin Frías: "Y ya que abordamos la palabra evolución, recordemos la doctrina del que fue nuestro maes·tro en el apostolado político de la prensa: su serenoy fino pensar se inclinaba por la aplicación de la teoría darwinisla al desarrollo del progreso humano" ... •
9. La Razón, 21 de setiembre de lB98 (ed de la tarde).
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_A través del cruce de definiciones filosóficas entreRamírez y Varela, se tendían en 1876 las líneas parala gran batalla que en los años inmediatos, espiritualistas y positivistas iban a librar en el país. Todo lodemás traído y llevado en el debate, por importanteque sea talo cual aspecto particular del mismo. resultaaccesorio o subordinado a aquella cuestión fundamental.
Sólo cuatro años más tarde. en 1880, los positivistas llegaban a la dirección de la Universidad, encabezados por el Rector Alfredo Vásquez Acevedo, familiary colaborador de Varela. A la Reforma de la Escuela,llevada a cabo por el prop;o Varela del 76 al 79, sucedió entonces, como siguiente etapa de un mismogran movimiento educacional, la Reforma de la Uni·versidad, impue'3ta conforme a las directivas filosófi.cas y pedagógicas del evolucionismo de Darwin ySpencer, por quienes se sintieron allí los "varelianos".
Fue ése el verdadero desenlace histórico de la impar polémica de 1876, dramático prólogo de lo queaquellas reformas iban realmente a consagrar: una revolución mental en el Uruguay.
ARTURO ARDAO
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