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 PARECE QUE FUE EN 1713 cuando el Padre Diego de Tapia 1 le ordenó a Francisca Josefa de Castillo y Guevara que escribiera sobre los sucesos “reales” de su existencia, tarea que la religiosa habría comenzado desde  1. Sor María Antonia del Niño Dios señala al comienzo de su biografía de la Madre Castillo,“Este mismo Padre cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros, volvió a Tunja, hacia el año de 1713 de Rector del Colegio de la Compañía y entonces la mandó a escribir su Autobiografía, conocida hoy con el nombre de ‘Mi Vida’, pero en el año de 1671 volvió a  Santa Fe” (  Flor de San tidad: la Madre Castillo, Tunja, Contraloría General de Boyacá, Academia Boyacense de Historia, 1993, p. 33). No sabemos si se trata de una imprecisión o si, como es probable, hubo un sacerdote que antes del Padre Tapia instó a la Madre Castillo a escribir su vida. De lo que no hay dudas es que Francisca dirige su obra al Padre Tapia y lo reconoce como la persona que la obligó a contar su historia. La Madre María Antonia dice, “Por este tiempo la obediencia ordenó al Rdo. Padre Diego de Tapia Rector del Colegio de  la Compañía y confesor actual de la Rda. Madre, su traslado a otra ciudad, a cuya ausencia se sometió resignada; pero como él hubiera sido quien le ordenó allá por los años de 1713, escribir el libro de su autobiografía, quiso entregarle antes de su partida, cuanto allí había escrito y en su deseo de darle a conocer al guía de su alma muchos detalles de su vida, escribió el Capítulo cincuenta y cinco de su obra, el cual es una especie de epílogo” ( ibid ., p. 276). Algunas páginas más adelante la Madre María Antonia reitera lo anterior, “En los últimos  años de 1723, sor Francisca estaba escribiendo los últimos capítulos de su autobiografía y  por este tiempo el Rdo. Padre Diego de Tapia su confesor, fue trasladado a Santa Fe de Bogotá. Lo rápido de su viaje no le permitió ver terminada la relación de la Vida de su hija espiritual, sor Francisca Josefa de Castillo, pues en marzo de 1724, ella ya le había dirigido dos cartas dándole cuenta de sus padeceres interiores” ( ibid ., p. 280). En la página siguiente la Madre María Antonia vuelve sobre el mismo tema, “la autobiografía estaba terminada hacia  1724 y no le restaba, sino entregarla a aquel de sus directores espirituales que le había ordenado escribirla. Al Rdo. Padre Diego de Tapia hubo de dirigirla, con la siguiente nota fechada el doce de julio de mil setecientos veinticuatro, según anota el Rdo. Padre Diego de Tapia en su contestación” del 20 de octubre del mismo año, “Padre mío, hasta aquí he cumplido  mi obediencia, y por el amor de nuestro Señor, le pido, me avise, si es esto lo que Vuestra Paternidad me mandó, o he excedido en algo, y si será éste el camino de mi perdición, como me afligen algunas veces terribles temores” ( ibid ., p. 281). Darío Achury Valenzuela corro X SU VIDA tiempo atrás2. La religiosa clarisa inicia Su vida de la siguiente manera, “Empiezo en su nombre a hacer lo que Vuestra Paternidad me manda y a   pensar y considerar delante del Señ or todos los años de m i vida en amargura de mi alma, pues todos los hallo gastados mal, y así me aterro de hacer memoria de ellos3. El comienzo de la autobiografía espiritual, fechado el 8 de septiembre, día del nacimiento de la Virgen María 4, muestra tres elementos claves para leer la obra: obediencia y sumisión al confesor; el inten  bora este dato, “El Padre T apia es el últim o de sus confesores que ella alcanzó a citar en el libro de Su vida”, “Introducción”, Obras completas de la Madre Francisca Josefa de la Concepción de Castillo , según fiel transcripción de los manuscritos originales que se conservan en la Biblioteca Luis Ángel Arango, Darío Achury Valenzuela; introducción, notas e índices, Bogotá, Banco de la República, 1968, t. I, p. lxxxvi). Tanto Achury como Sor María Antonia del Niño Dios afirman que la au tobiografía quedó inconclusa; por esta razón la segunda parte de la obra de la Madre María Antonia es la continuación, hecha a su manera, de ese relato. Las dos cartas que el Padre Tapia escribió a Francisca, fechadas el 23 de marzo y el 20 de octubre de 1724, respectivamente, datadas en Bogotá, donde el sacerdote ejercía por entonces el cargo de Provincial del Nuevo Reino, se publican en esta edición. 2. D. Achury Valenzuela señala en su “Cronología” que el 8 de septiembre de 1716 “es posible” que la Madre Castillo iniciara la redacción de esta obra ( ibid ., p. ccix). Este autor también asegura que la obra debió iniciarse antes  pues, hacia 1702, la relig iosa “co ntinúa escr ibiendo sus  Afectos y sólo a veces las páginas de su autobiografía” ( ibid.,  p. lxxvi) y agrega que, “Siendo su confesor el P. Martínez Rubio desempeñó distintos cargos en el convento:  escucha, secretaria, gradera, enfermera y criada. En medio de abundantes efusiones de lá- grimas, continuó escribiendo la obra de sus  Afectos es pirituales, y posiblemente ya por entonces inició el libro de su vida, porque dice, refiriéndose a éste, que pensó le daría materia  para solo un cuadernillo, pero que son tantas las cosas que a la memoria le acud en, en sus

Prologo de Su Vida

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prólogo crítico de la vida de sor francisca

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  • PARECE QUE FUE EN 1713 cuando el Padre Diego de Tapia1 le orden a

    Francisca Josefa de Castillo y Guevara que escribiera sobre los sucesos

    reales de su existencia, tarea que la religiosa habra comenzado desde 1. Sor Mara Antonia del Nio Dios seala al comienzo de su biografa de la Madre

    Castillo,Este mismo Padre cuyo nombre no ha llegado hasta nosotros, volvi a Tunja, hacia el ao de 1713 de

    Rector del Colegio de la Compaa y entonces la mand a escribir su

    Autobiografa, conocida hoy con el nombre de Mi Vida, pero en el ao de 1671 volvi a

    Santa Fe (Flor de Santidad: la Madre Castillo, Tunja, Contralora General de Boyac, Academia Boyacense de

    Historia, 1993, p. 33). No sabemos si se trata de una imprecisin o si,

    como es probable, hubo un sacerdote que antes del Padre Tapia inst a la Madre Castillo a

    escribir su vida. De lo que no hay dudas es que Francisca dirige su obra al Padre Tapia y lo

    reconoce como la persona que la oblig a contar su historia. La Madre Mara Antonia dice,

    Por este tiempo la obediencia orden al Rdo. Padre Diego de Tapia Rector del Colegio de

    la Compaa y confesor actual de la Rda. Madre, su traslado a otra ciudad, a cuya ausencia se

    someti resignada; pero como l hubiera sido quien le orden all por los aos de 1713, escribir el libro de su

    autobiografa, quiso entregarle antes de su partida, cuanto all haba escrito y en su deseo de darle a conocer al gua de

    su alma muchos detalles de su vida, escribi

    el Captulo cincuenta y cinco de su obra, el cual es una especie de eplogo (ibid., p. 276).

    Algunas pginas ms adelante la Madre Mara Antonia reitera lo anterior, En los ltimos

    aos de 1723, sor Francisca estaba escribiendo los ltimos captulos de su autobiografa y

    por este tiempo el Rdo. Padre Diego de Tapia su confesor, fue trasladado a Santa Fe de Bogot. Lo rpido de su viaje

    no le permiti ver terminada la relacin de la Vida de su hija espiritual, sor Francisca Josefa de Castillo, pues en

    marzo de 1724, ella ya le haba dirigido dos

    cartas dndole cuenta de sus padeceres interiores (ibid., p. 280). En la pgina siguiente la

    Madre Mara Antonia vuelve sobre el mismo tema, la autobiografa estaba terminada hacia

    1724 y no le restaba, sino entregarla a aquel de sus directores espirituales que le haba ordenado escribirla. Al Rdo.

    Padre Diego de Tapia hubo de dirigirla, con la siguiente nota fechada el doce de julio de mil setecientos veinticuatro,

    segn anota el Rdo. Padre Diego de Tapia

    en su contestacin del 20 de octubre del mismo ao, Padre mo, hasta aqu he cumplido

    mi obediencia, y por el amor de nuestro Seor, le pido, me avise, si es esto lo que Vuestra

    Paternidad me mand, o he excedido en algo, y si ser ste el camino de mi perdicin, como

    me afligen algunas veces terribles temores (ibid., p. 281). Daro Achury Valenzuela corro

    X SU VIDA

    tiempo atrs2. La religiosa clarisa inicia Su vida de la siguiente manera,

    Empiezo en su nombre a hacer lo que Vuestra Paternidad me manda y a

    pensar y considerar delante del Seor todos los aos de mi vida en amargura de mi alma, pues

    todos los hallo gastados mal, y as me aterro de hacer

    memoria de ellos3. El comienzo de la autobiografa espiritual, fechado el 8

    de septiembre, da del nacimiento de la Virgen Mara4, muestra tres elementos claves para leer

    la obra: obediencia y sumisin al confesor; el intenbora este dato, El Padre Tapia es el ltimo de sus confesores que ella alcanz a citar en el

    libro de Su vida, Introduccin, Obras completas de la Madre Francisca Josefa de la Concepcin de Castillo,

    segn fiel transcripcin de los manuscritos originales que se conservan

    en la Biblioteca Luis ngel Arango, Daro Achury Valenzuela; introduccin, notas e ndices, Bogot, Banco de la

    Repblica, 1968, t. I, p. lxxxvi). Tanto Achury como Sor Mara Antonia del Nio Dios afirman que la autobiografa

    qued inconclusa; por esta razn la segunda parte de la obra de la Madre Mara Antonia es la continuacin, hecha a

    su manera, de ese

    relato. Las dos cartas que el Padre Tapia escribi a Francisca, fechadas el 23 de marzo y el 20

    de octubre de 1724, respectivamente, datadas en Bogot, donde el sacerdote ejerca por

    entonces el cargo de Provincial del Nuevo Reino, se publican en esta edicin.

    2. D. Achury Valenzuela seala en su Cronologa que el 8 de septiembre de 1716 es posible que la Madre

    Castillo iniciara la redaccin de esta obra (ibid., p. ccix). Este autor tambin asegura que la obra debi iniciarse antes

    pues, hacia 1702, la religiosa contina escribiendo sus Afectos y slo a veces las pginas de su autobiografa (ibid.,

    p. lxxvi) y agrega

    que, Siendo su confesor el P. Martnez Rubio desempe distintos cargos en el convento:

    escucha, secretaria, gradera, enfermera y criada. En medio de abundantes efusiones de l-

    grimas, continu escribiendo la obra de sus Afectos espirituales, y posiblemente ya por entonces inici el libro de su

    vida, porque dice, refirindose a ste, que pens le dara materia

    para solo un cuadernillo, pero que son tantas las cosas que a la memoria le acuden, en sus

  • momentos de lucidez, que el relato ya va para largo (ibid., p. lxxxii). En ese momento la

    escritora, segn este mismo autor, tendra unos 31 aos y estaba viviendo el perodo ms

    pattico de su contradictoria vida, entre 1696 y 1710 (ibid., p. lxxx). Achury tambin afirma que Ella no escribi su

    autobiografa siguiendo un orden, un mtodo, un sistema. Se

    limit a tomar apuntes para un relato posterior coherente (ibid., p. xciv), lo cual indicara

    que llevaba aos escribiendo de forma desordenada.

    3. Cito por la presente edicin.

    4. El 8 de septiembre se celebra el nacimiento de la Virgen Mara. Aunque el Nuevo Testamento no reporta datos

    directos sobre la vida de la Virgen, una tradicin oriental vener su

    nacimiento desde mediados del siglo V, de acuerdo al apcrifo Protoevangelio de Santiago

    (de los siglos II y III), ubicndolo en el sitio de la actual baslica de Santa Ana en Jerusaln.

    La fiesta pas a Roma en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebracin motiv que la fiesta

    de la Inmaculada Concepcin se celebre el 8 de diciembre (nueve meses antes del nacimiento). El Papa Po X

    suprimi esta fecha del grupo de las fiestas de

    precepto. Numerosas localidades celebran fiestas en este da por devocin mariana y porque coincide con el final del

    verano y de las tareas agrcolas. Entre stas se destacan las fies

    XI BIBLIOTECA AYACUCHO

    so sufrimiento de su autora, y la memoria, que es el punto de partida para

    desenredar la cadena de recuerdos, deshilvanados, que la constituyen.

    Desde all podemos repensar este texto, ledo hasta hace poco como el relato de una mujer que

    causa extraeza y como una manifestacin de la literatura religiosa5, como una narracin en

    primera persona que enuncia tmidamente una subjetividad femenina, se ajusta a la literatura

    conventual, a la

    hagiografa, al discurso mstico y est atada a las polticas de la Contrarretas de Moros y Cristianos de Caudete (Albacete) en honor a Nuestra Seora de Gracia, siendo el 8 de septiembre el da de la Patrona. Cfr.

    . La Madre Castillo escoge o es obligada a comenzar su

    relato ese da por hacer un homenaje a la Virgen y/o para ganar favores.

    5. Desde su aparicin, la obra de la Madre Castillo ha causado extraeza y la autora es una

    avis rara, como la ha llamado Elisa Mjica en Sor Francisca Josefa de Castillo (Bogot, Procultura, 1991, p. 12).

    Esa rareza fue sealada en la mencionada acreditacin por quienes la

    expidieron y son sus primeros lectores juiciosos, Jos Antonio de Torres y Pea y Nicols

    Cuervo, As aconteci a esta virgen, que ignorando toda literatura humana, alcans la intelligencia de la Santa

    Escritura como qualquiera de los Padres mas iluminados (ver Concepto de los censores eclesisticos en esta

    edicin). Jos Mara Vergara y Vergara en su Historia de la literatura en Nueva Granada. Desde la conquista hasta

    la Independencia,

    1538-1829, Bogot, Edit. ABC, Biblioteca de la Presidencia de Colombia, 1958, v. 1, pp.

    201-203) reafirma que la obra es singular y dice, De dnde pudo aprender a manejar con

    tanta soltura el idioma; dnde adquiri ese pursimo estilo? Sin duda supli por el estudio

    su alta inteligencia y su ardiente aspiracin asctica. Tuvo, como todas las inteligencias superiores, el don de

    aprender mucho en poca lectura, absorbiendo rpida y poderosamente

    las bellezas que en los pocos libros que ley encontrara y concluye: la Madre Castillo es el

    escritor ms notable que poseemos. En 1890 Rafael Mara Carrasquilla, para recibirse

    como miembro de nmero de la Academia Colombia de la Lengua, pronunci un discurso

    sobre los escritos de la Madre Castillo cuya escritura los convierte en nicos, entre los que

    aparecieron durante la colonia, dignos de parangonarse sin desdoro con las obras del siglo

    de oro de las letras peninsulares. Carrasquilla tambin estaba fascinado por lo extrao del

    relato autobiogrfico y pregunta a quienes escuchaban su disertacin, De dnde sac

    ella, no dir aquel arte sino aquella carencia de arte? Quin fue su maestro en el buen decir? De dnde aquella

    inteligencia de los libros sagrados? (Discurso pronunciado al recibirse el autor como Miembro de Nmero de la

    Academia Colombiana, el 6 de agosto de

    1890, Sermones y discursos escogidos del doctor Rafael Mara Carrasquilla, 2a ed., Bogot,

    Biblioteca de Autores Colombianos, 1955, p. 361). Antonio Gmez Restrepo, en 1938, repite los argumentos de

    Vergara: el relato est escrito con un estilo que recuerda el de lo

    ureos prosistas del siglo XVI; tambin se asombra porque fue hecho en un convento situado en una poblacin

    pequea. Era difcil pensar, aade este autor, que una monja que

    vivi en Tunja, una retirada ciudad de provincia, en la cual el movimiento literario y cientfico deba ser casi nulo y

    que permaneci encerrada en los estrechos muros de un convento

    fuera la autora de ese relato. Para Gmez Restrepo, Castillo y Guevara tiene ttulos sufi

    XII SU VIDA

  • forma y el barroco que guiaron el proyecto de colonizacin de Amrica. En

    los ltimos aos ha sido estudiada como un documento clave para entender el proceso de

    construccin de la literatura nacional6.

    En efecto, esta obra que es el complemento de los Afectos espirituales,

    tambin escrita por la Madre Castillo, nace de una red de discursos y gneros literarios al uso a

    comienzos del siglo XVIII y de las relaciones histricamente determinadas entre la autora y

    otros sujetos, y entre ella y la sociedad

    neogranadina de su poca. El texto es, entonces, la manifestacin de una

    cultura catlica, de procedencia oral, filtrada por el sueo y la visin y, en

    especial, por las palabras de confesores y predicadores; estas palabras vertidas a la escritura con

    recursos, metforas y puestas en escena del teatro

    barroco tienen el propsito de develar, enmascarar y autorrepresentar los

    infortunios y los encuentros con Dios de una monja en el encierro, en funcin de la moral

    prctica y el comportamiento, de la verdad y de la simulacin7. La narracin, reveladora de una

    cultura aristocrtica, ornamental,

    dogmtica e imperialista que desafa a la Madre Castillo a buscar a travs de

    la retrica del poder la voz para configurar su otredad8 o, mejor, su doble

    alteridad de mujer colonial, es el producto de esa prctica social legitimada cientes para figurar con honor entre los grandes cultivadores del gnero mstico y es uno

    de los cuatro grandes escritores coloniales latinoamericanos con Juan Ruiz de Alarcn, Sor

    Juana Ins de la Cruz y el inca Garcilaso de la Vega (Madre Francisca Josefa del Castillo y

    Guevara, Historia de la literatura colombiana, Bogot, Biblioteca de Autores Colombianos, 1956, v. 2, pp. 53, 108,

    109). Vergara y Vergara y Gmez Restrepo, historiadores de la

    literatura nacional, no mencionan la otra causa de su admiracin: Francisca Josefa es una

    mujer. Ambos, no obstante, desconocen su condicin sexual: la consideran un escritor.

    6. Este tema ha sido trabajado ampliamente por Alexander Stefanell, autor del artculo La

    Madre Castillo: una avis rara fundacional de la literatura colombiana. Stefanell demuestra que el texto colonial de

    la Madre Castillo pas a ser parte de la historia para que el Estado

    nacional tuviera una literatura emergente y fundacional marcando las bases geopolticas y

    religiosas para ello. Cfr. .

    7. Giulia Calvi, edit., La mujer barroca, Jos Luis Gil Arista; trad. Madrid, Alianza Editorial, 1992, pp. 12-27. Carlos

    Davis sostiene que esa suma de comportamientos fingidos,

    obligados, imaginados de manera dramtica que es la obra de la Madre Castillo hacen de

    ella uno de los antecedentes ms notables de la novela psicolgica, La dialctica de la confesin: la Vida de la

    Madre Francisca Josefa de la Concepcin de Castillo, Lettres (New

    York) v. 1 No 1 (1990-1991), p. 25.

    8. Mabel Moraa, Introduccin, Relecturas del barroco de Indias, M. Moraa; edit. Hannover, New Hampshire,

    Ediciones del Norte, 1994, p. iii.

    XIII BIBLIOTECA AYACUCHO

    que esconde una potica de lo no-dicho. La autora reescribe otras historias

    al imitar uno o varios modelos (ejemplarizantes, de control, de bsqueda

    de un yo) en un molde pautado; de esa manera, como sostiene Beatriz Ferrs, su escritura

    termina por no decir nada nuevo o casi nada: slo enuncia

    aquello que puede y debe ser ledo. Es preciso fracturar ese silencio impuesto, mirar en sus

    bordes, en el subtexto de la obra y en sus intersticios

    para descifrarla9.

    La indagacin en el silencio permite el acercamiento a un entorno de

    resistencia paralelo al de la ortodoxia y a formular preguntas como las siguientes: esta obra es

    un medio para que su autora canalice sus fantasas

    histricas?; intenta esta narracin plantear alternativas nuevas a la oracin catlica o a la

    escritura religiosa?; la Madre Castillo deja constancia

    de las experiencias de un sujeto amoroso no racional, lleno de permanencias y ausencias,

    sumido en una dialctica de prdidas y plenitudes?; cuestiona este relato los lmites entre la

    verdad y la ficcin, la autoridad y el poder, la sumisin y la subordinacin?10. Varias de esas

  • preguntas tal vez

    tengan contestaciones ambiguas o difciles de formular pero son tiles para

    explicar las complejas experiencias teatralizadas desde el cuerpo de la autora que dan origen a la

    autobiografa.

    La Espaa imperial, como sabemos, fue el primer estado moderno que

    respondi a las necesidades de expansin del capital. Esa nacin se fundament en una cultura

    homognea que oblig al uso del castellano y a la

    prctica de la religin catlica y excluy a los grupos minoritarios (judos,

    rabes, gitanos, mujeres). La Inquisicin espaola, creada por los Reyes

    Catlicos en 1478, fue decisiva para el afianzamiento de ese proyecto imperial y represivo que

    tuvo su centro en las ciudades, produjo cambios en la

    estructura psquica de los habitantes de la pennsula y de los territorios de

    ultramar y, en consecuencia, transform las relaciones entre los sexos y las

    nociones de feminidad y masculinidad. La intencin del Imperio de dominar y ejercer un control

    absoluto devalu cualidades como la receptividad 9. Beatriz Ferrs Antn, Discursos cautivos: convento, vida, escritura, Valencia, Universitat

    de Valencia, 2004, pp. 41-42.

    10. Julia Kristeva, Historias de amor, Aracelli Ramos Martn; trad., 2a ed. Mxico, Siglo XXI

    Editores, 1988, pp. 235-245.

    XIV SU VIDA

    y lo ertico que se consideraban propias de las mujeres, en tanto que promovi el modelo del

    guerrero, heredero del Cid Campeador, que dio origen a la imagen paradigmtica de la poca, el

    Conquistador.

    Adems de ser blica, esa sociedad en la Reconquista fue extremadamente jerrquica. A

    diferencia del mundo medieval espaol, pluricultural,

    en el cual las personas podan identificarse con modelos colectivos y establecer relaciones

    horizontales con otros miembros de su entorno, lo cual

    permiti en muchos casos el borramiento de los lmites entre los gneros,

    las clases, las ocupaciones, las filiaciones religiosas, las regiones de origen o

    los niveles de educacin, la Espaa imperial se bas en los rangos y la verticalidad11. Esta

    estructura social pas a Amrica.

    El nuevo orden poltico, cultural y econmico empuj a muchos hombres a salir de sus lugares

    de nacimiento, casi siempre rurales y que se identifican con lo femenino de la cultura, para irse

    a las ciudades y asistir a escuelas, entrar a la milicia, servir a los nobles en la corte y en la

    Iglesia,

    lugares donde se promovan valores que supriman la sexualidad. No es

    casual que los cdigos de honor y del celibato de los cuales est llena la literatura del Siglo de

    Oro y del barroco hispanoamericano subrayen el peligro de relacionarse erticamente con las

    mujeres. La vida en los centros

    urbanos y en las tierras americanas se modific al ser invadidos por gentes

    que fingan ser nobles, vestan como ellos y trataban de aprender nuevos

    roles para subsistir. La literatura picaresca, con los cambios de nombres y

    oficios de los personajes que buscan medrar, y la crnica ambas escritas en

    primera persona fueron ejemplos de esas luchas de movilidad social.

    Como explica Ruth El Saffar el alejamiento de lo materno convirti a

    las mujeres en sombras que, en el sentido junguiano de la palabra, son el

    reflejo de las reglas, prohibiciones y normativas en las cuales se depositan

    deseos y ansias reprimidas que las hacen temidas y despreciadas por los

    hombres. As, las mujeres slo fueron miradas de manera positiva en tanto

    asumieran roles de sumisin, silencio, anonimato y dependencia que tienen su ms idealizada

    representacin social en la Virgen Mara. La imagen

  • 11. Ruth El Saffar, Raptured Encaged. The Supression of the Feminine in Western Culture,

    London, Routledge, 1994, pp. 58-59.

    XV BIBLIOTECA AYACUCHO

    de la Virgen puede entenderse como el trmino opuesto a lo pecaminoso y

    que redime a la mujer, como la Madre benfica que equilibra los negativos

    del arquetipo de la Madre Terrible representada por Eva; pero esa figura

    sublime tambin es una imagen de subordinacin social y econmica: la

    maternidad virginal alude a un orden social que, a la vez que anula el cuerpo femenino,

    prescribe la pureza como modelo tico de feminidad. Esa

    construccin patriarcal de la virgo intacta evoca la imagen del himen de la

    cual surge una nocin de feminidad ligada al hermetismo; sta genera otras

    modalidades de la hermeticidad que regulan no slo lo moral, sino actividades ntimas ligadas al

    cuerpo y a la identidad femenina como el comer, el

    vestir y la expresin en el lenguaje12. La escritura de la Madre Castillo da

    cuenta de ese hermetismo o secreto ligado a lo corporal y, sobre todo, a la

    sexualidad que Michel Foucault asocia con la causa omnipotente y el miedo sin respiro donde

    radica la verdad de la autora y la verdad del relato13,

    como veremos.