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noejara18
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Dos días después de una conversación con alguien, nos acordamos mas de lo que esa persona dijo acerca de nosotros. Por lo tanto, los recuerdos se forman alrededor de nuestro interés principal: nosotros mismos (Kahan y Johnson,1992).
Cuando juzgamos el desempeño o el comportamiento de alguien mas a menudo lo comparamos de forma espontanea, con el de nosotros mismos (Dunning y Hayes, 1996).
Hazel Markus y sus colegas señalan que nuestros posibles yos incluye la imagen de lo que queremos ser.
El mundo gira en torno al yo de cada quien
por que tendemos a darle una importancia
excesiva a este.
El yo significa todo.
En Canadá, la mayoría de la gente se identifica como “canadiense”, excepto en Quebec, donde la minoría de origen francés se considera mas “provinciana” (Kalin y Berry, 1995).
En Gran Bretaña, donde el numero de ingleses excede al de escoceses es una proporción de 10 a 1, la identidad escocesa se define, en parte, por medio de las diferencias con los ingleses. “Ser escoces implica, hasta cierto grado, sentir desagrado o resentimiento hacia los ingleses” (Meech y Kilborn, 1992).
Una vez que las mujeres dominan las habilidades físicas necesarias para rechazar un ataque sexual, se sienten menos vulnerables, ansiosas y con mayor control (Ozer y Bandura,1990).
Después de experimentar éxito académico, los estudiantes desarrollan una apreciación mas favorable sobre su capacidad académica, lo cual a menudo los estimula para trabajar con mayor empeño y obtener mas logros (Felson, 1984; Marshy Young,1997).
En comparación con aquellos que tienen baja autoestima, la gente con un sentido de valía propia es mas feliz, menos neurótica; se ve menos afectada por ulceras e insomnio; es menos propensa a ser adicta a las drogas y al alcohol, y es mas perseverante después de un fracaso (Brockner y Hulton, 1987; Brown, 1991; Tafarodiy Vu, 1997).
Shinobu Kitayama reporta que los japoneses que visitan Norteamérica se sorprenden continuamente por la gran cantidad de elogios que se dicen entre amigos. En Japón tienden a hacerlo cada 4 días, mientras que en promedio en Norteamérica a diario se dice un elogio
En el caso de los japoneses la perseverancia aumenta por el fracaso (Heine y cols., 2001).
Nuestro yo tiende a desarrollarse a partir de
las relaciones con la sociedad dependiendo
del ambiente de este, es decir, tendemos a
hacer distinción de los demás, a sentirnos
superiores después del éxito, a sentirnos
inferiores después del fracaso, o
dependiendo de cada cultura y su forma de
pensar.
La identidad se define mas en relación con los demás. Los malasios, indios, japoneses y kenianos tradicionales como los Maasai, por ejemplo, son mas propensos a completar la frase “yo soy___” con su identidad grupal que los australianos, estadounidenses y británicos(Kanagawa y cols., 2001; Ma y Shoeneman, 1997).
Al hablar, los individuos que utilizan los idiomas de los países colectivistas dicen menos la palabra “yo”(Kashima y Kashima, 1998, 2003).
Se les mostro una escena submarina, los japoneses recordaron 60% mas características del fondo marino que los estadounidenses y establecieron mas relaciones. En cambio estos últimos ponen mayor atención al objeto focal y al entorno(Nisbett, 2003)
Shinobu Kitayama y sus colegas descubrieron que los japoneses responden mas al contexto perceptual.
Cuando Heejung Kim y Hazel Marcus invitaron a un grupo de estadounidenses a elegir un bolígrafo(cada uno tenia diferente color), 77% escogió el color poco común. Al darles la misma opción, 31% de asiáticos eligió uno de diferente color. Este resultado ilustra las distintas preferencias culturales por la singularidad y la conformidad.
Relacionamos nuestra identidad con la
cultura en la que nacemos, para esto tiene
mucho que ver si esta cultura es colectiva o
individual.
Nuestra identidad hace que nuestros gustos,
ideales, actividades, etc. Sean diferentes a
otras personas debido a la cultura.
Richard Nisbett y Stanley Schachter (1966) demostraron que las personas interpretan de manera errónea su propia mente cuando pidieron a estudiantes de la universidad de Columbia que recibieran una serie de choques eléctricos de intensidad creciente.
Se ha realizado otras pruebas interesantes en las cuales las personas registraron su estado de animo diariamente, durante dos o tres meses (Stone y otros, 1985; Weiss y Brown, 1976; Wilson y otros, 1982).
También llevaron una relación de factores que podrían afectar su estado de animo: el día de la semana, el clima, las horas de sueño, etc.
• Las personas tienden a cambiar de estado de
animo de acorde a lo que les pasa día con día.
• El autoconocimiento te lleva a entender quien
realmente eres.
Mas de 100 estudios demuestran que la autoeficacia predice la productividad de los trabajadores (Stajkovicy Luthans, 1998).
Becca Levy expuso subliminalmente a 90 ancianos a palabras que activaban un estereotipo negativo o positivo de la vejez. A algunos se les presentaron, en .066 segundos, palabras como “decaimiento”, “olvido” y “senil”, o palabras como “sabio, “instruido” y “culto”. La observación de los términos positivos produjo una mayor “autoeficacia” de la memoria. La de los negativos tuvo el efecto opuesto.
Es la sensación de que uno es competente y
efectivo, muchas veces esta autoeficacia se
puede manipular.
La autoeficacia afecta en nuestra conducta.
Rotter y Pharest elaboraron 29 pares de
afirmaciones para medir el locus de control
de un individuo.
Aquellos que consideran que tienen un
control interno tienen mayores posibilidades
de que les vaya bien en la escuela, dejar de
fumar, etc. Cuanto control sintamos depende
de la forma en que expliquemos las
derrotas(Findley y Cooper, 1983; Lefcourt,
1982; Miller y otros, 1986).
Cada persona tiene un control diferente en
cuanto a su yo. Dependiendo de este control
es como vamos a tener la medida para actuar
en ciertas circunstancias
Ellen Langer y Judith Rodin (1976) probaron la importancia del control personal al tratar con ancianos enfermos en un asilo de buena reputación en Connecticut de dos formas. En un grupo, los cuidadores benévolos enfatizaron: “nuestra responsabilidad es lograr que éste sea un hogar del que se sientan orgullosos y donde estén felices”, y dieron a os pacientes pasivos cuidados normales, bien intencionados y compasivos. Tres semanas después, la mayoría de los pacientes fueron calificados por entrevistadores, enfermeros y ellos mismos como más débiles. El otro tratamiento de Langer y Rodin promovió el control personal; dio énfasis a las oportunidades de elección, las posibilidades de influir en las políticas del asilo y la responsabilidad de cada persona de “hacer su vida lo que desee”. A estos pacientes se les dio la oportunidad de tomar pequeñas decisiones y responsabilidades que cumplir. Durante las siguientes tres semanas, 93% de este grupo mostró mayores niveles de alerta, actividad y felicidad.
Al dejar de tomar decisiones por nosotros
mismos nos volvemos de mente débil, ya que
la gente resuelve nos problemas por
nosotros.
Nos resignamos y empezamos a vivir sin tener
la capacidad de tomar decisiones, nos
volvemos dependientes y esto hace que
tengamos mente sumisa.
Abraham Tesser reporta que una motivación para “mantener la autoestima” predice una variedad de hallazgos interesantes, incluso las fricciones entre hermanos. Si tienes un hermano de tu mismo género y casi de tu edad es probable que se tendiera a compararlos mientras crecían. Tesser supone que la percepción de la gente de que alguno de los dos es más capaz que el otro motivará al que tiene menos capacidades a actuar de manera que pueda mantener su autoestima. Los hombres que tienen un hermano con habilidades notablemente diferentes generalmente recuerdan no llevarse bien con él, los que tienen un hermano con habilidades similares propenden a recordar menores fricciones.
Muchas veces por la presión que se genera al
“tratar de competir” con otras personas hace
que nuestra autoestima baje si nos sentimos
menores a ellos o crezca por ser de
habilidades superiores.
O podemos tener fricciones por la necesidad
de compararnos.
En un experimento, Todd Heatherton y Kathlee Vohs(2000), amagaron con una experiencia de fracaso en una prueba de aptitudes a un grupo de varones estudiantes de licenciatura, con excepción de los participantes de una condición control. En respuesta a esta situación, únicamente los hombres de alta autoestima se comportaron de forma considerablemente más antagonista.
Jennifer Crocker y sus colegas (2002, 2003, 2004) realizaron estudios con estudiantes de la Universidad de Michigan. Las personas cuya valía personal era más frágil experimentaron más estrés, enojo, problemas en sus relaciones, consumo de drogas y alcohol, y trastornos en la alimentación, que los individuos cuya valía se basaba más en fuentes internas, como las virtudes personales.
La autoestima sea alta o baja si no se sabe
controlar nos puede llevar a comportarnos de
forma inadecuada, lo correcto es tener una
autoestima alta basada en las virtudes
personales y no en cuestiones de dinero, etc.
En una encuesta, 137 solicitantes de matrimonio estimaron con precisión que la mitad de las parejas termina en divorcio, aunque la mayoría consideró que sus probabilidades de separarse eran nulas (Baker y Emery, 1993).
Mujeres estudiantes de la licenciatura, sexualmente activas, que no utilizan anticonceptivos de forma regular, se percibieron a sí mismas, en comparación con otras compañeras de su universidad, mucho menos vulnerables a un embarazo no deseado (Burger y Burns, 1988).
Nuestro optimismo ilusorio incrementa la
vulnerabilidad.
Al creernos inmunes a la desgracia no
tomamos mediadas sensatas.
El optimismo le gana al pesimismo cuando se
trata de la promoción de la autoeficacia, la
salud y el bienestar.
Al ser optimistas ,la mayoría de las personas
creen que serán más felices con su vida del
futuro.
Mejoramos nuestra autoimagen al considerar
que nuestros talentos y comportamiento
moral son relativamente poco comunes. Así,
quienes beben en exceso, pero utilizan el
cinturón de seguridad, sobrestiman (falso
consenso) el número de bebedores y
subestiman (falsa singularidad) lo común del
uso del cinturón de seguridad (Suls y cols.,
1998).
Esta es una tendencia que tenemos a
adjudicarnos un mayor número de
características positivas que negativas.
No vemos las cosas como son, las vemos
como somos.
En un estudio donde las personas casadas se
adjudicaban el realizar más trabajo que su
pareja en casa, podría deberse, según
Michael Ross y Fiore Sicoly (1979), a nuestra
mayor facilidad para recordar lo que hemos
hecho activamente y a la menor facilidad
para recordar lo que no hicimos , o lo que
sólo observamos que otros hacían.
Es producto de la manera en que nosotros
procesamos y recordamos la información
sobre nosotros mismos.
En un experimento, los individuos cuya
autoestima está temporalmente lastimada
son más propensos a menospreciar a los
demás (Beauregard y Dunning, 1998).
Las personas cuyo ego ha sido herido
recientemente también tienden más a buscar
explicaciones al servicio del yo para sus
éxitos o fracasos que aquellos cuyo ego
acaba de recibir estímulo (McCarrey y otros,
1982).
En su “Teoría del manejo del terror”, Jeff
Greenberg, Sheldon Solomon y Tom
Pyszczynski (1977) proponen otra razón de
por qué la autoestima positiva es adaptativa,
es decir, reduce la ansiedad, incluida la
relacionada con nuestra certeza de la
muerte. En la infancia aprendemos que
cuando cumplimos con los estándares que
nos enseñan nuestros padres, recibimos amor
y protección; cuando no lo hacemos es
probable que nos retiren el amor y la
protección.
Investigaciones realizadas por Barry
Schlenker (1976) también han demostrado la
forma en que las percepciones al servicio del
yo pueden contaminar a un grupo. Cuando
era guitarrista de un grupo de rock durante
sus años universitarios, Schlenker señaló que
“los miembros de un grupo de rock
generalmente sobrestiman su contribución al
éxito del conjunto, y subestiman a su
contribución al fracaso.
Las amenazas a la autoestima pueden
provocar una defensividad autoprotectora.
Asociamos el percibirnos como buenos con
los sentimientos de seguridad.
El orgullo al servicio del yo nos ayuda a
protegernos de la depresión.