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12 UNIVERSIDAD DE MEXICO
PSICOLOGIA FERROVIARIA
-Saturday Rniew
"fue un. verdadero hogar rodante C1Ia~ldo apareció rI coche-coma"
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"pG1"ecían. 1IIolinillos de café en. día de call/pO"
vadero el trayecto. Además, se podía gozar del intercambio de manjares. Ahorael coche-comedor ha proscrito la sana costumbre de los almuerzos caseros. Quiendesea comer algo suyo debe esconderse,como si cometiera un vicio vergonzoso.i Con qué lástima descubrimos a los pobres glotones que se ocultan en un rincon,incapaces de esperar la tardía llamada delcoche-comedor!
El ferrocarril tiene una personalidadvigorosa que puede transformar el paisaje.
Uno se pregunta, cómo es posible queun montón de hierros trepidantes deje enla naturaleza hueHas casi humanas. Lashierbas vecinas a las vías quedan cubierta de un polvo roj izo de cansancio; losárboles enfermos de nostalgia en pocotiempo se tornan sombríos árboles deahorcado; los pueblos que se apegan altren se vuelven taciturnos de tanto verpasar rostros extraños. Son pueblos improvisados que se levantaron de prisatemiendo perder el tren. En sus jardinci1I0s crecen flores asfixiadas, y pollos flacos, con flaqueza suprema de plumero.Pueblos que están al borde del éxodo,siempre dispuestos a la emigración enmasa a la menor noticia de climas máspropicios.
La tripulación del tren contribuye ala amenidad del recorrido. Se contemplaa la tripulación con curiosidad divertida: parecen seminaristas fracasados. Sonhombres serios; pues la distancia marcacon huellas de fatiga a los rostros. Enve-
turaleza toda es dinámica. Cuando el hombre cree ir a la montaña es víctima de unailusión de íos sentidos, ya que, en realidad, la montaña viene a él." En otras palabras, el hombre camina siempre en unabanda sinfín.
El ferrocarril demostró que aquel pensador estaba en lo cierto, y Mahoma equivocado.
El tren no sólo por su forma tiene algode telescopio, sino porque muestra la realidad tal cual es: desde la ventanilla sorprendemos bandadas de árboles en plenovuelo.
El tren no fue un verdadero hogar rodante hasta que apareció el coche-cama,santuario de la comodidad de los viajeros.Se cumplió el sueño del perezoso imaginativo: viajar sin salir del lecho. Losamantes del trabajo también encontraronla manera de hacer algo provechoso mientras dormían: acercarse a toda velocidada sus ocupaciones. Y todos hallaron el fácil encanto de la cuna.
N o sería remoto poder explicar el buenéxito del coche-cama por medio de unaciencia en pañales que ofreciera la solución de los misterios que atañen a la conducta siempre primitiva del hombre aparentemente sano; pero que sólo hay querascar un poco sobre su corteza para descubrir luego una infancia latente fijadaen las primeras impresiones que recibiósiendo niño de muy tierna edad: las canciones interminables de cuna que la madrecantaba para dormir al hijito de su alma.
Ei coche-comedor vino a destruir unode los placeres más exquisitos del tren.Antes el viajero llevaba su almuerzo enuna canasta. Cuando el hambre lo molestaba no tenía más que meter la mano ysacar un emparedado. Era como merendar en el cine absorto en la película. Ysi uno olvidaba el salero, cosa frecuente,ya había pretexto para entablar con ei vecino una conversación que hacía más lle-
Por Carlos VALDESEL POETA se resiste hasta lo último areconocer la belleza viril de las criaturas mecánicas. Cuando mucho
arriesga tímidos elogios. Las admira conrecelo, como a los leones del zoológico,pues nunca hay la seguridad de que lajaula esté bien cerrada. A pesar de laaparente mansedumbre de las máquinasuna fuerza destructora parece dormir ensu interior. Todo mecanismo encubre unabomba de tiempo; sólo es cuestión de esperar que estalle.
Hay poetas de alcoba, de voz asmática,que habitan en las penumbras sentimentales. En cambio otros cincelan sus mejoresestrofas al aire libre mientras respiran apleno pulmón la transparencia de la luz.Pero ambos desconocen los encantos inauditos de la locomotora, que se desgañitasin objeto en la lejanía. Ser poeta ya noes peiigroso, ya no significa jugarse lavida, como antaño, en cada palabra: elfuego se substituyó con matemáticas, lasensibilidad con fórmulas, la frescura dela gracia con ingenio bizantino, la pasióncon la inteligencia. El poeta ya no es elexplorador de continentes, el abanderadodel pueblo, el intérprete de los dioses. Hoylos poetas duermen en sus sillones académicos: a los jóvenes los mueve el escepticismo y no la rebeldía; a los viejos la comodidad y no el sacerdocio. Ambos condenan la lucha y recomiendan la prudencia: son los últimos en comprometersecon la justicia, y los primeros en adulara las instituciones establecidas. Si nace unsoi nuevo tratan de ocultarlo con la mano.
El advenimiento del ferrocarril abrióuna perspectiva ilimitada a los trotamundos de la imaginación.
Pa¡:a trasladarse de un lugar a otrocualquier medio es bueno, desde el" velo
.cí¡Jedo.hasta el aeroplano; mas si se tratade saborear el viaje, como un carameloenorme de varios colores, el ferrocarril esinsuperable.
. Desde que el hombre no practica el nomadismo ha sentido nostalgia de viajarcon la casa a cuestas. Sentimiento que semanifi~sta particularmente en los pueblosconservadores. El británico que no descuida el rito hogareño, los placeres delfive o'c1oek tea, ni en medio del desierto,tuvo que ser fatalmente el inventor de lalocomotora.
Los pueblos imprimen su carácter a susinventos. Fulton, pragmático y poco sensible, con su máquina de vapor les cortópara siempre a los buques sus airosasalas; Stephenson, inquieto y amante dela comodidad, con su creación impuso elprincipio del hogar que se desliza.
Stephenson para crear el tren encerrólas nubes dentro de una tetera -que loslatinos por su temperamento nervioso ¡niran como una cafetera-o El secreto de sumaravilloso artefacto es muy simple. Aunó los símbolos del Yiaje y del hogar: lasnubes y la tetera.
Desde luego que la peculiar naturalezadel paisaje inglés contribuyó al buen éx¡"to del invento. El tren no habría podidoser inventado en el desierto. El viaje esuna ilusión que requiere puntos de referencia inmutables.
Un antiguo filósofo afirmó: "el hom1:lre-es un ser e~tático, mientras que la lla-
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"taciturno de ver pasar rostros extraños"
-Photo magazin, München
"líneas que se fuga:n canto pez resbaladizo"
- Photo magazin, München
"siempre dispuestos a emigrar"
dos cosas es fácil de realizar. Los desocupados, por su parte, procuran hacer máscomplicado el tráfico de los viajeros. Elmedio común y corriente es obstruir elpaso con excesos sentimentales, más estorbosos aún que los cargadores de equipaje. Los ociosos, como buenos sabios,parecen ignorar que para los entretenidosperder el tren significa una tragedia. ¡Quétristeza da ver las luciérnagas de nuestrotren que desaparecen en la noche!
Viajar en el día, además de ser tedioso, demuestra ignorancia de los placeresrodantes ; en cambio, viajar de noche espropio de espíritus afectos al sibaritismo.El ferrocarril es la cuna perfecta de lanoche. Resulta anacrónico y molesto embarcarse en la mecedora del día; pero elviaje nocturno por tren extrae hasta laúltima gota de jugo a las horas del sueño.El viajero despierta molido y ojeroso,como después de una orgía; todo placeragota. Nadie puede describir sus viajesnocturnos, porque lo que cuenta verdaderamente en la vida es inenarrable. Ninguno es capaz de contar su noche de bodas.El viajero nocturno cuando mucho dice:suspiré, lloré, cambié muchas veces depostura, y al despertar todo había terminado. Así es la existencia: vale por lo quedeja inédito, por lo que vislumbra y adi-
necesarias. para la felicidad. Se borra todo, y se comienza una página en blanco.Viaje o vida sin túneles es insoportable.No hay nada tan vivificador coma unbaño de sombras. La monotonía del paisaje desaparece fulminada por un rayosombrío. Los viajeros se entregan a lainconsciencia de una noche en miniatura.Basta un minuto de silencio para expiaruna hora de charla.
Muchas veces el andén es la única solución de un aprieto. Poner tierra engrandes cantidades entre nosotros y nuestros enemigos ha sido una política sabia.N unca agradeceremos lo suficiente al inventor de las estaciones, quien tal vez nisoñó que servirían de escotillón ideal paraperderse de vista en un momento dado.
Al andén sólo concurren los ociosos ylos entretenidos. Ninguno hace nada práctico; pero los ocupados se distinguen porsu nerviosidad: tratan inútilmente de subir o de bajarse del tren, y ninguna de las
pulcro nido salen sólo para morir. Su razano se ha extinguido gracias al genio dela especie que los incuba por millares.Sólo en manos infantiles perduran comotrofeo de guerra.
A lo largo de las vías, lo mismo queen los carros, aparecen de trecho en trecho cifras esotéricas. Los muy enteradosen los misterios del tren conocen tal vezsu sentido; pero los viajeros nunca hanencontrado la solución del enigma. Abrigan la sospecha de que son mensajes cifrados con los que se comunican losmiembros de una secta de feroces anarquistas; pero en el fondo queda la incertidumbre. Muy poca gente pisa terrenoseguro en matemáticas; todos desconfíande las estadísticas; al que se enfrenta conproblemas infinitesimales lo ataca el vértigo. Estos números misteriosos son másindescifrables que los itinerarios que rigenla caprichosa marcha del tren.
El túnel: eclipse a cien kilómetros porhora. Los túneles son la mala memoria delos ferrocarriles, las lagunas mentales
de gallina a los cristales. No hay llantomás triste que el del tren que se acercaa las curvas, ni alegría más impetuosaque la de una locomotora que llega al bebedero.
En cada vagón hay un grifo, sin el cualel viaje resultaría monótono hasta la locura, fuente que recuerda el milagro bíblicodel agua que mana de la roca. (Todavíase comprende que las piedras den agua;pero nunca se explicará que el metalofrezca refrigerio.) La empresa ha pensado en todo: provee a los viajeras devasos tan pequeños que sólo calman la' séadurante cinco minutos justos. Si no" há~bría el peligro de que no resistiéramos latentación de jalar el timbre de alarma.(Todo con tal de romper la monotonía).A las pocas horas de marcha los alrededores del surtidor de agua son un cementerio de pequeñas aves marinas todavíahúmedas y ya consumidas. i Pobres vasosde papel, es tan corta su carrera! Del
jecen prematuramente. Pero no se sabecon exactitud si son jóvenes avejentados,o viejos rejuvenecidos. Poseen un aireambiguo, nunca se adivinan sus intenciones. Ignoramos si el que revisa los billetes se divierte a nuestras costillas, o nospresta un servicio valiosísimo perforandoinfatigablemente las billetes. Cuando aparece ei mozo llamando a comer, no sabemos si nos hace un favor, o nos conducecomo rebaño al matadero. El vendedor derevistas parece investido con la dignidadde un distribuidor de panfletos corrosivos,y la sonrisa beatífica, agridulce, de unlibrero de la Buena Prensa. El más impenetrable de ellos es el que alimenta lacaldera. N os gustaría conocer las facciones del fogonero ocultas bajo el hollín, asísabríamos a que atenernos.
El silbato del tren es la invitación alviaje que ningún ánimo aventurero desoye, lamento de Marco Polo que lucha poreludir el lazo de la molicie oriental. Elsilbato del tren: animal herido que bajaincendi:mc1o el monte, y le pone carne
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vin~; no por lo que consuma Y, aca~a. LasmUJeres, el tren Y la fotografla, solo revelan su contenido en la oscuridad.
El tediü en el ferrocarril empuja a lascOQ.fidencias. Además se habla con la confianza de quien está seguro de no volvera hallarse con su con fidente. Estas relaciones agradan a la mayoría por ser breves Y superficiales: duran de una estacióna otra. En un momento nos enteramos deuna biografía, Y la olvidamos cuando elnarrador desaparece de la vista. Los rostros se borran de la memoria con la misma facilidad que una película mediocre:apenas termina se olvida. A veces hastadeducimos que los viajeros son fantasmaspor irrecuperables.
El tren cada día se vuelve más ordinario e inhumano: sus lineas se fugan comopez resbaladizo. En cambio, antiguamentelos diseñadores procuraban para el ferrocarril líneas suaves Y maternales que recOl'daran al hogar. Hoy las rectas tediosas han substituído a las volutas eficacescontra el aburrimiento: han desl~udado alas paredes sin piedad de sus arabescos Ysedas. Cada día los ingenieros ofrecenproductos más fríos e insulsos. Los estetas modernos se postran ante el watercloset inmaculado: máximo exponente dela belleza funcional.
¿En qué corral inmundo se estarán pudriendo aquellas viéjas locomotivas queparecían molinillos de café en día de campo, aquellos heroicos trenes que los viajeros debían aliviar apeándose en las cuestas?
Cuando un tren queda fuera de servicio lo mandan a los suburbios de una ciudad. Las orgullosas locomotoras que devoraron distancias, que amenazaron alinfinito con morderle la cola, se ven expuestas a las inclemencias del dima, Y almaltrato de la chiquiHería que profanasus despojos. Por esto las locomotorasse embisten unas a otras con furia suicidacuando presienten su fin próximo. Prefieren cualquier cosa a terminar sus díasen esos patios que recuerdan una gransala de hospital al aire libre, donde lascarcome la lepra humillante Y dolorosade! moho.
A las locomotol'as viejas las sometena trabajos denigrantes: mover carros deuna bodega a otra. Bajo el jadeo que lesproducen estos esfuerzos, cortos pero fatigosos, se adivina la protesta de un cabailó de raza que lo dedican a sacar aguaen la noria.
Los ferroviarios jubilados que sientennostalgia del oficio se van a vivir a unvagón fuera de uso. Esto es como meterse de antemano al féretro que los llevaráal último viaje. Pero estas moradas rejuvenecen: el inquilino se hace la ilusiónde que aún está en servicio activo. Lostrenes que pasan frente a la puerta reaniman el flujo sanguíneo: hasta parece queuno es quien parte, Y el tren el que sequeda.
Estas habitaciones de los jubilados noson más que cajas de madera adornadascon hierbajos marchitos que asoman porlas ventanillas; pero tranquilizan, ya nohay el miedo continuo de perder el tren.A veces los jubilados también asoman:parecen la fotografía amarillenta de símismos vista muchos años después de sumuerte.
TRES•
meXIcanos1 1 l. Octavio Paz
Por Fernando CHARRY LARA
Octavio Paz, "el sHeFío y la palabra"
.eU.AL ~s la condic~ón escllcial de laJ poe:la de OctavlO Paz (1914). clU sueno o la palabra, que el lector desus versos más fácilmente reconoce? ¿ Esel hallazgo de un lirismo verdadero es laaproximación al insobornable misteriopoético, o,. s?lamente, son la gracia y esbeltez del Idioma lo que llama a la admiración por la obra de este poeta?
La lectura de los poemas de OctavioPaz nos permite deducir, si nuestra atención se dirige p.rÍJ:1el'amente a este objeto,una conseCUenCIa Importante. Merece destacarse en estos versos la especial noblezade su lenguaje poético. Pocas obras existen que puedan s~rvirnos, como la suya,para mostrar un ejemplo actual de bellezay da,ridad del idioma. Las palabras de estapoesla son hermosas; llegaría a afirmarseque su solo resplandor es duradero. Masal revés de lo que Ocurre 'en muchos casos'el equilibrio. que las sujeta y su naturalcorrespondencia con la necesidad de expresión a que obedecen, no permiten la entrega al exclusivo brillo formal del verso.. Entonces, volviendo a la pregunta ini
CIal, podemos decir que en la obra de Octavio Paz el lector fácilmente reconoce elsueño y la palabra, y que es tanto el halIazg.o de un auténtico lirismo como la presencI.a d~ ~1ll ma.gní fico idioma poético, loque Justifica el interés por su poesía.
*La obstinación en el sentimiento de la
soleda? humana emparenta a la poesía deOctavlO Paz con una tendencia reconocible en la lírica moderna y, al mismo tiempo, da a ella un acento personal. Esteacento expresa la angustia de ser consciente e! alma, por completo, de la soledadque la rodea.
,4. la orilla del '/l/lindo (1942), librodel poeta, lleva un epígrafe de Francisco
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de Quevedo: "Nada me désengaña - elmundo me ha hechizado". Posteriormente,en un trabajo suyo en prosa tituladoPoesía de soledad y poesía de comu,nión * (1943), se encuentra la explicaciónde por qué estas palabras aparecen colocadas en la iniciación de aquel volumen.Quevedo, poeta esencialmente lúcido acerca del signi ficado de su poesía, expresaallí, nos dice, una situación verdaderamente satánica. N o basta con afirmar,para poder entenderla, que la concienciade sí, llevada hasta el último extremo, esla esencia de la poesía de Quevedo. Estosdos versos nos mani fíestan, según 10muestra Paz, el estado del pecador que seda cuenta de la inexistencia del mundoque lo encanta Y al cual al mismo tiempose siente enlazado por el amor. La notade este poema, en la que halla Paz un anticipo de Baudelaire, reside en la plenaconciencia del mal. Quevedo pretende sustentar la conciencia del hombre en sí misma, para que ella sola se sacie. Por elloescribe Octavio Paz: "La solución deQuevedo es una solución intelectual ymoderna; se abraza a la muerte, no pararecobrar la vida, para salvarse en la vidaeterna, sino como una resignación estoica.Quevedo encuentra en la resignaci6n estoica una forma severa de la soled:lCl implacable del hombre, a solas con su con-. ."CIenCia .
Bay mucho de resignación ·~stoica enla, poesías de A la orilla del 11lUlldv
,obrc todo en aquellas que nos revelan,reiterando el drama espiritual antes descrito, la \'oz más profunda del poeta. Domina en estos versos una obsesión de lasoledad. Más que un sentimiento de criatura solitaria, es la obsesión de la conciencia ante sí misma. En esta po:sía sepide al hombre ahincadamente enfrentarseconsigo mismo: "Vuelve los ojos hacia tudiario nacimiento." Todo clama por el C'Jnacimiento de sí. El ejercicio mismo dela poesía no se entiende como un halago,ni siquiera como una compensación quela vida ofrece al poeta a cambio de su sacrificio, sino como una manera, acaso lat:nica posible, de penetrar en la propiaconciencia. Este es el sentido del ruegoCJue el poeta formula a la poesía:
"L1évamc oolitaria,Ilévame entre los sucños,lIévamc, madre mia.despiértame del todo,unta mis ojos con tu accite,para que al conocerte, me conozca."
*Fue en el primer manifiesto de André
Dreton donde se abogó por el total abandono del poeta al sueño, a los tesoros delsueño. El hombre aún no se ha dado cuenta, ni entonces ni hoy (¿ podrá lograrlo;dgún día?) de que sus limitaciones en eldominio de la razón acaso podría supli rlasaprovechando la oculta riqueza de sus noc11es. "Yo creo -dijo Breton- en la!'nión futura de estos dos estados, en apariencia tan contradictorios, que son el suero y la realidad, en una especie de realidad absoluta, de superrealidad, si se pudiera decir así. Es a esta conquista a laque yo voy. seguro de no poder alcanza r-
* Publicado por ¡¡cuerdo de la re\'is(a "Mito", Bogotá.