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Andes 8 (2011): 59-96 Punkurí y el valle de Nepeña Lorenzo Samaniego Lorenzo Samaniego ■ Universidad Nacional del Santa, Chimbote, Ancash, Perú; correo-e: [email protected] La cuenca del río Nepeña, ubicada al noroeste de la región de Ancash, entre las ciudades de Chimbote al norte y Casma al sur, fue ocupada hace 7000 años y hacia los 2200 a.C. por el desarrollo socio-económico, cultural e ideológico de la antigua sociedad de Nepeña. Se construyó un templo en la parte media del valle como centro religioso de toda el área y esa fue su importancia que sustenta las características del edificio, levantado con adobes modelados, teniendo distintos ambientes pintados y decorados con pintura mural, relieves polícromos y escultura de bulto. La arquitectura y el arte de Punkurí representan un tipo de construcción con sus propias características y el arte un estilo diferente y anterior a Chavín, y corresponde a la cultura Sechín que tuvo su desarrollo en el espacio geográfico comprendido por los valles de Santa, Nepeña, Sechín y Casma durante los Periodos Arcaico y Formativo, entre los 2200 a 1800 a.C. e Nepeña River drainage, located northwest of the department of Ancash, between the cities of Chimbote and Casma, was occupied sometime between 5000 and 2200 BC by a socio-economically, culturally and ideologically developed society. ey built a temple in the middle of the valley as a religious center of the whole area. Its importance is revealed by characteristics of the building, made with adobe bricks, having different rooms decorated with mural paintings, reliefs and polychrome sculpture. us the architecture of Punkurí represents a new type of construction with its own characteristics and its unique art style, prior to Chavín. It corresponds to the Sechín culture, which had its expansion in the geographic area of Santa, Nepeña, Sechín and Casma valleys during the Archaic and Formative periods, between 2200 and 1800 BC. L a geomorfología de la región Ancash tiene fuertes contrastes debido a la presen- cia de los Andes que la convirtió en un territorio montañoso, porque la cadena occidental de la Cordillera de los Andes al ingresar a la región Ancash por el lado sur forma el Nudo de Tuco, y a partir de este punto se divide en dos cadenas de montañas las cuales son las cordilleras Negra y Blanca las mismas que avanzan separadas y se unen al norte de la región en el denominado Nudo de Mollepata. Este comportamiento de la cadena occidental de los Andes en Ancash formó claramente tres espacios longitudinales definidos, actualmente denominados Sub Región Pacífico en el flanco occidental, Sub Región Huailas en el centro, y Sub Región Conchucos en el flanco oriental. En la Sub Región Pacífico, la menos accidentada, discurren los ríos Santa, La- cramarca, Nepeña, Sechín, Casma, Culebras y Huarmey, que son parte de la cuenca hidrográfica del Pacífico; en la Sub Región Huailas está la parte alta del río Santa que

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Andes 8 (2011): 59-96

Punkurí y el valle de Nepeña

Lorenzo Samaniego

Lorenzo Samaniego ■ Universidad Nacional del Santa, Chimbote, Ancash, Perú; correo-e: [email protected]

La cuenca del río Nepeña, ubicada al noroeste de la región de Ancash, entre las ciudades de Chimbote al norte y Casma al sur, fue ocupada hace 7000 años y hacia los 2200 a.C. por el desarrollo socio-económico, cultural e ideológico de la antigua sociedad de Nepeña. Se construyó un templo en la parte media del valle como centro religioso de toda el área y esa fue su importancia que sustenta las características del edificio, levantado con adobes modelados, teniendo distintos ambientes pintados y decorados con pintura mural, relieves polícromos y escultura de bulto. La arquitectura y el arte de Punkurí representan un tipo de construcción con sus propias características y el arte un estilo diferente y anterior a Chavín, y corresponde a la cultura Sechín que tuvo su desarrollo en el espacio geográfico comprendido por los valles de Santa, Nepeña, Sechín y Casma durante los Periodos Arcaico y Formativo, entre los 2200 a 1800 a.C.

The Nepeña River drainage, located northwest of the department of Ancash, between the cities of Chimbote and Casma, was occupied sometime between 5000 and 2200 BC by a socio-economically, culturally and ideologically developed society. They built a temple in the middle of the valley as a religious center of the whole area. Its importance is revealed by characteristics of the building, made with adobe bricks, having different rooms decorated with mural paintings, reliefs and polychrome sculpture. Thus the architecture of Punkurí represents a new type of construction with its own characteristics and its unique art style, prior to Chavín. It corresponds to the Sechín culture, which had its expansion in the geographic area of Santa, Nepeña, Sechín and Casma valleys during the Archaic and Formative periods, between 2200 and 1800 BC.

La geomorfología de la región Ancash tiene fuertes contrastes debido a la presen-cia de los Andes que la convirtió en un territorio montañoso, porque la cadena

occidental de la Cordillera de los Andes al ingresar a la región Ancash por el lado sur forma el Nudo de Tuco, y a partir de este punto se divide en dos cadenas de montañas las cuales son las cordilleras Negra y Blanca las mismas que avanzan separadas y se unen al norte de la región en el denominado Nudo de Mollepata.

Este comportamiento de la cadena occidental de los Andes en Ancash formó claramente tres espacios longitudinales definidos, actualmente denominados Sub Región Pacífico en el flanco occidental, Sub Región Huailas en el centro, y Sub Región Conchucos en el flanco oriental.

En la Sub Región Pacífico, la menos accidentada, discurren los ríos Santa, La-cramarca, Nepeña, Sechín, Casma, Culebras y Huarmey, que son parte de la cuenca hidrográfica del Pacífico; en la Sub Región Huailas está la parte alta del río Santa que

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recibe muchos tributarios provenientes de las cordilleras Negra y Blanca; y en la Sub Región Conchucos se forma la cuenca del río Marañón con la participación de los ríos que bajan del flanco oriental de la Cordillera Blanca, como de otros ríos que aportan sus aguas al río Marañón, límite natural entre Ancash y Huánuco.

La configuración del relieve y de la hidrografía de Ancash permiten la existencia de una variedad de nichos ecológicos con diferentes climas y microclimas, una varia-da flora y fauna u otros recursos naturales, e importantes atractivos turísticos como los nevados de la Cordillera Blanca, los valles interandinos o las diferentes playas en su litoral. En suma, Ancash tiene potencialidades y recursos por conocer y aprovechar.

De las ocho regiones naturales propuestas por Javier Pulgar Vidal (1987), Ancash tiene seis en sus 35902,58 km2, donde actualmente viven 1’092,662 ha-bitantes y cuyos ancestros pusieron hace 10000 años las primeras bases de la civilización andina.

La Sub Región Pacífico comprende un área de 12275 km2, con una población aproximada de 390171 habitantes distribuidos en cuatro provincias: Pallasca, Santa, Casma y Huarmey, ocupando básicamente las regiones naturales Costa o Chala y Yunga, y tangencialmente las regiones Quechua y Suni. La Sub Región Pacífico tiene el 30 por ciento del área total de Ancash y el 50 por ciento de su población.

La provincia de Santa, al noroeste del departamento de Ancash, limita al norte con el departamento de La Libertad a través del río Santa y las provincias de Pallasca y Corongo, por el este con la provincia de Huailas, por el sur con las provincias de Casma y Yungay, y por el oeste con el Océano Pacífico. Su capital es la ciudad y puerto de Chimbote, ubicada a la altura del Kilómetro 385 de la carretera Panamericana Norte y a 4 msnm. La provincia tiene nueve distritos: Cáceres del Perú, Coishco, Chimbote, Macate, Moro, Nepeña, Nuevo Chimbote, Santa y Samanco. El distrito de Chimbote es el de mayor extensión y tiene 1461,44 km2, y por lo mismo es el segundo distrito más extenso de Ancash después del distrito de Huarmey (provincia de Huarmey), y en cambio es el más poblado con 390171 habitantes según el último censo poblacio-nal. Los distritos más pequeños son Santa y Coishco, el primero tiene 38,61 km2 y el segundo apenas 9,21 km2.

Por otra parte, a través de la provincia discurren tres ríos, Santa, Lacramarca y Nepeña. El primero es el más importante y luego de recorrer la parte central del de-partamento, entre las cordilleras Negra y Blanca, se integra a la provincia en el punto donde recibe las aguas oscuras del río Chuquicara o Tablachaca y voltea al oeste rum-bo al Océano Pacífico.

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Los otros ríos, Lacramarca y Nepeña, son ambos de curso irregular, el primero mucho más. Nacen en el flanco occidental de la Cordillera Negra y desembocan en el Océano Pacifico. De esta manera la provincia tiene tres valles, Santa (margen iz-quierda), Lacramarca y Nepeña, los cuales fueron ocupados por los hombres andinos desde hace más de siete mil años, quienes mediante su trabajo y para satisfacer sus necesidades fueron ocupando y transformando estos valles.

Cuenca del río Nepeña

La cuenca del río Nepeña ubicada al sur de la provincia del Santa, cuyas coorde-nadas geográficas están comprendidas entre los paralelos 8º9’ y 9º19’ latitud sur y los meridianos 77º50’ y 78º41’ longitud oeste, discurre entre los distritos de Pamparomás de la provincia de Huailas, Cáceres del Perú, Moro, Nepeña y Samanco de la provincia del Santa. Limita al norte con la cuenca del río Lacramarca, al sur con la cuenca del río Casma, al este con la divisoria de las aguas de la Cordillera Negra y por el oeste con el Océano Pacífico.

El río Nepeña nace en las alturas de la laguna Chupicocha a 4600 msnm, alimen-tándose con las lluvias que caen en la parte alta del flanco occidental de la Cordillera Negra, pero a la postre es el resultado de la confluencia de las sub-cuencas Jimbe, Chumbe y Loco, que reúnen toda la red hidrográfica de la parte alta, riachuelos, lagu-nas, puquíos, aguas subterráneas y las aguas de las represas prehispánicas.

La cuenca del río Nepeña tiene un área de drenaje total hasta su desembocadura en el Océano Pacífico de 1 900 km2, y su longitud máxima de recorrido desde sus orí-genes es de 73,5 km, presentando una pendiente promedio del 6 por ciento, la que se hace más fuerte en el tramo de la parte alta comprendida entre la laguna Matarcocha y Colcap, donde la pendiente alcanza aproximadamente 22 por ciento. Asimismo, la superficie de la cuenca húmeda es de 900 km2, mejor dicho, el 47 por ciento del área aporta al escurrimiento superficial.

“El curso del río Nepeña, desde su nacientes hasta su desembocadura, es algo sinuoso, siguiendo en general una dirección predominante noreste a suroeste; a la altura de la localidad de Huambacho adopta una dirección este a oeste…” (Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales 1972:36). El río Nepeña desemboca en el mar al norte del pueblo de Samanco (Figura 1).

La cuenca del río Nepeña tiene las siguientes regiones naturales: Costa o Chala, Yunga, Quechua, Suni o Jalca y Puna. Desde el ángulo geológico la cuenca com-prende formaciones rocosas que van desde el Jurásico Superior al Cuaternario Re-

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ciente, como también integrada por las unidades denominadas “Pampas costane-ras”, “Estribaciones Andinas” (Proyecto Especial Chinecas 1994:54) y los macizos de la Cordillera Negra.

La presencia de represas prehispánicas en la puna y de basurales o aldeas anti-guas cerca al mar asegura que el antiguo poblador nepeñano conocía y aprovechaba inteligentemente la cuenca y sus múltiples recursos.

Antecedentes

Los primeros trabajos de excavación arqueológica ejecutados en el templo de Punkurí son del doctor Julio C. Tello en 1933. Santiago Antúnez de Mayolo es quien ofrece la siguiente información: “El nombre primitivo de esta Huaca, fue Punguchuco de Punku, puerta y chuco, sombrero. Así aparece en el plano de Lindemann del año 1862, que se halla en la Hacienda de San Jacinto” (Antúnez de Mayolo 1933:16). Agrega que cuando la Hacienda San Jacinto era administrada por Mr. John Harrison, en el mes de setiembre de: “…1928 al abrir los peones de la hacienda San Jacinto una acequia entre las dos Huacas de Cerro Blanco, pusieron al descubierto una hermosa

Figura 1. Cuenca del río Nepeña.

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plataforma. Un año después en la Huaca Punkurí, situada en medio de unos caña-verales, se hizo un corte que puso al descubierto el felino en busto sentado en una escalinata” (Antúnez de Mayolo 1933:16).

Entre 1928 y 1933 la casualidad y el interés en las antiguallas por el admi-nistrador de la hacienda San Jacinto hicieron factible el descubrimiento de dos edificios prehispánicos con relieves polícromos, los primeros de estas caracte-rísticas en el país por esa época. John Harrison comunicó de estos hallazgos al reconocido arqueólogo de aquella época, el doctor Julio C. Tello, quien en agos-to de 1933 llega a Nepeña y con el apoyo económico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y del propio Harrison realizó sus tareas arqueológicas en el periodo de tres meses en los templos de Cerro Blanco y Punkurí (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:184; Tello 1970:69, 110).

Luego de sus excavaciones, Tello al año siguiente encargó a su fiel colaborador Toribio Mejía Xesspe cubrir lo excavado, y por diversas razones no pudo retornar a los trabajos en Punkurí.

Las excavaciones de Tello en Punkurí se realizaron en los lados norte, este y sur del sitio, y estas se sintetizan con el hallazgo de pisos de ocupación, en donde el piso inferior tiene estructuras de piedras con muros ornamentados de filiación chavín; luego el piso medio se levanta sobre el anterior, reutilizando sus estructuras que fueron destruidas para servir de base a las nuevas construcciones: “y éste, a su vez sirvió para los del piso superior” (Tello 1970:74).

Los hallazgos en los dos primeros pisos fueron el macizo ídolo de barro repre-sentando un felino pintado y la tumba de la mujer sacrificada con sus ofrendas funerarias (Figura 2); en el segundo piso las estructuras de barro con relieves po-lícromos, como restos de cámara soterradas con pinturas murales, eran evidencias claras de su filiación chavín. Sobre este piso y el tercero se hallaron restos de casas, tumbas y basura de los últimos períodos Santa, Nepeña y Chimú.

Tello, entonces director del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, luego de los tres meses de excavación arqueológica aseguró que Cerro Blanco y Punkurí habían sido construidos muchos siglos antes de Cristo, mas no sospechó que podrían ser anteriores a Chavín, y en todo caso eran la expre-sión pujante de esa cultura en la costa - donde consideraba natural el uso del barro en las antiguas construcciones costeñas - y estableciendo el límite del desarrollo de Chavín en la costa de Ancash.

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Figura 2. Puma y Tumba 1 de Punkurí (Archivo Tello).

Figura 3. Reproducción de la escultura en bulto del felino de Punkurí ubicada en el patio principal del antiguo Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima.

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Luego de los trabajos de Tello, Punkurí fue presa de los huaqueros quienes cau-saron destrucción y daños a estructuras, pinturas murales, relieves polícromos y a la escultura en bulto del felino, del cual Tello encargó hacer un molde y reproducirlo en el patio principal del antiguo Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima (Figura 3). El 15 de octubre de 1933 el diario El Comercio de Lima publicó el informe que el ingeniero Santiago Antúnez de Mayolo había presentado a la Univer-sidad Nacional Mayor de San Marcos, pues había asistido a las excavaciones arqueológicas de Tello como delegado de la universidad. El informe contiene valiosas notas, fotos y dibujos de los trabajos y hallazgos en Punkurí (Antúnez de Mayolo 1933).

Por su parte, Rafael Larco Hoyle publicó un plano y cortes transversales del edificio de Punkurí con los hallazgos de Tello en 1933, documento importante porque después varios elementos arquitectónicos y de arte fueron destruidos por los huaqueros.

El Padre Augusto Soriano Infante al publicar un artículo en 1941, aseguró que por gentileza del administrador de la hacienda San Jacinto pudo tomar notas y foto-grafiar al felino de Punkurí que aún se hallaba íntegro (Soriano 1941).

El autor, como arqueólogo del Instituto Nacional de Cultura de la zona costa de Ancash entre 1971 a 1985, puso especial interés en la conservación de Punkurí y Cerro Blanco. En 1991 con motivo del Seminario Taller sobre “Ciencias de la Comunicación y Turismo”, realizado del 10 al 14 de febrero y promovido por la Universidad Nacional del Santa, luego de participar como ponente, conversé de forma circunstancial con el doctor Manuel Cisneros Navarrete, entonces Presiden-te de la Comisión Organizadora de la universidad, muy interesado en conocer el significado y los colores originales del logotipo de Universidad Nacional del Santa, uno de los motivos artísticos de Punkurí, tomó la decisión de que realizara un breve trabajo de investigación al respecto.

Mediante la recopilación bibliográfica y de otras informaciones, como del reco-nocimiento exhaustivo del sitio arqueológico, pude tener la certeza del lugar donde se encontraba el motivo (Samaniego 1992), pero era menester hacer excavaciones para corroborar las características y significado del dibujo de Antúnez de Mayolo (1933:16) y lo que publicó Kauffmann (1978:272). Propuse a la autoridad universi-taria excavar en el sitio con otro fin mayor, como era la investigación y la conserva-ción del monumento, quedando en suspenso esta posibilidad.

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En 1996 a pedido del Sub Prefecto de la Provincia del Santa, el señor Enrique Venegas Morales, preparé un proyecto turístico para la Sub Región Pacífico con la esperanza de obtener el apoyo para poner en valor diversos monumentos arqueoló-gicos de las provincias de Pallasca, Santa, Casma y Huarmey; pero debido a la situa-ción económica en ese momento y en otros casos por la insensibilidad respecto al patrimonio cultural, no hubo respuesta, sin embargo, la propuesta de este proyecto fue un gran paso (Samaniego 2006).

En el segundo semestre de 1997 el doctor Francisco Piscoya Hermoza asume la presidencia de la Comisión Especial Consejo Nacional para la Autorización de Funcionamiento de Universidades (CONAFU) para conseguir al más breve plazo la institucionalización de la Universidad Nacional del Santa. El había sido Vicerrector Académico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos cuando laboraba en la misma, por tanto, al saludarlo como colega sanmarquino, surgió la propuesta del Proyecto Arqueológico de Punkurí, que fue aceptado por la comi-sión que presidía.

Otras gestiones paralelas permitieron la aceptación del proyecto por el ingeniero Juan Emilio Paz Vergara Pérez, Director Ejecutivo del Proyecto Especial CHINECAS, del ingeniero Juan Calisaya Medina, Gerente General de Agroindustrias San Jacinto S.A.A., y del Instituto Nacional de Cultura a través de su Director Nacional Luis Arista Montoya, encargándole la coordinación a su asesor, el arqueólogo Miguel Pazos Rivera, colega y dilecto amigo.

Finalmente el 8 de julio de 1998 en el Museo de la Nación de Lima se llevó a cabo la suscripción del Convenio Interinstitucional de Cooperación Científico Cultural para la ejecución del proyecto “Investigación y Restauración del Templo de Punku-rí, Nepeña”, que suscribieron las instituciones mencionadas, con la emotiva partici-pación del ilustre maestro universitario Javier Pulgar Vidal, quien depositó toda su confianza en el proyecto.

El objetivo principal del proyecto fue organizar y ejecutar la puesta en valor de Punkurí en varias temporadas, desarrollando las siguientes tareas:

a) Limpieza y delimitación del monumento arqueológico.b) Excavaciones arqueológicas y conservación del monumento.c) Tratamiento adecuado del entorno paisajista de Punkurí y su apertura al público.d) La administración y mantenimiento de Punkurí a cargo de la Universidad

Nacional del Santa y Agroindustrias San Jacinto S.A.A., con la supervisión del Instituto Nacional de Cultura.

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e) Construir un local adecuado para guardar el material cultural de las excava-ciones en Punkurí, estudiarlo, conservarlo y exponerlo al público.

f) Promover la investigación arqueológica en la cuenca de Nepeña, coadyu-vando a la defensa y recuperación de los monumentos arqueológicos de Nepeña.

g) Recuperar la historia regional y contribuir a la afirmación de la identidad cultural.

h) Aportar a la educación, la cultura y el turismo regional, con proyección nacional.

Las tareas se cumplieron, a excepción del punto b, porque aún es necesario ex-cavar en el monumento y en especial recuperar muestras orgánicas no disturbadas para tener fechados absolutos sobre el sitio.

Punkurí

Se ubica a la altura del Kilómetro 19 de la carretera a San Jacinto y Moro, que antes se desvía de la Panamericana Norte en el Kilómetro 409, a la margen derecha del río Nepeña, valle medio, sobre los 216 msnm, en plena región natural costa y entre las coordenadas geográficas 78°18’60’’ longitud oeste y 9°9’43’’ latitud sur del meridiano de Greenwich. Políticamente se encuentra en la jurisdicción del distrito de Nepeña, provincia del Santa, departamento de Ancash.

Arquitectura

El edificio de Punkurí es una construcción de barro que tiene cerca de 3000 metros cuadrados, ahora 8 metros de altura y se halla levantado sobre una terraza aluvial del Cuaternario. El lugar fue elegido considerando los materiales existen-tes para la construcción, viento, la altura, el dominio visual y su relación con el cerro San Cristóbal ubicado al frente y a poca distancia.

El edificio arqueológico tiene cuatro tipos de elementos estructurales que con-forman su unidad arquitectónica, los cuales son el terraplén, el muro, la columna y la escalinata.

Terraplenes

La primera iniciativa de los constructores fue la de levantar un terraplén sobre el suelo natural con piedras, cascajo y tierra obtenidos del lugar, para elevar el edificio y darle connotación en relación a su principal función y entorno.

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El piso fue pintado de celeste agrisado claro, lo mismo en los siguientes terraple-nes, que se superpusieron cada 1,60 m de altura.

El terraplén más antiguo fue recortado progresivamente para que se extendiera el cultivo de la caña de azúcar desde el siglo XVII o quizás antes, y por eso hoy tiene aproximadamente 51 m de largo, 46,50 m de ancho y de 1,25 m a 1,60 m de altura.

El segundo terraplén se levantó rellenando y nivelando los ambientes del primer edificio, y del tercer terraplén, destruido casi totalmente con el templo, solo queda la escalinata donde reposa el ídolo del puma.

Muros

Los muros tienen corte trapezoidal, son anchos en la base y se angostan hacia arri-ba. Los mampuestos se pusieron en forma horizontal, los adobes cónicos y tronco-cónicos con la punta hacia adentro y la base hacia fuera, los plano-convexos y piramidal-truncos de “cabeza” o “soga”, procurando el buen aparejo y unidos con mortero de barro.

Los muros, de uno o doble paramento, fueron enlucidos, tienen de 5 a 10 cm de espesor, acabados, pintados y decorados con relieves polícromos. Los muros miden de 70 cm a 1,70 m de ancho y de 26 cm a 2,50 m de altura, variando según la función de cada uno de los ambientes construidos.

Los muros sirvieron para modular el espacio, formar diferentes ambientes con muros rectos, son escalonados, tienen esquinas curvas o en ángulo recto, interrum-piéndose para formar puertas o ventanas y servir de sostén a coberturas.

Columnas

Son pilares cilíndricos elaborados con adobes y mortero de barro, enlucidos, pintados, y algunos con relieves. Se descubrieron cuatro columnas, tres destruidas durante el abandono del monumento y sólo una se conserva:

a) Columna 1

Hallada por John Harrison en 1933 sobre el extremo sur de un muro bajo como resultado del cateo que mandó hacer en el lado este del monumento. Tello lo registró (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:79, 81, 83, 98, 99, 109 y 110), lo mis-

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mo que Santiago Antúnez de Mayolo (1933:Fig. Nº 15) y Rafael Larco Hoyle (2001:20-21, Figs. Nros 19, 20 y 2). La columna fue destruida.

En base a los dibujos y fotos describimos sus características y medidas. Debió tener 50 cm de diámetro y 73 cm de alto, y estaba incompleta. La columna tenía 25 cm de altura con decoración escarchada, hecha con piedrecillas y pintada de negro (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:111), luego el reborde de 8 cm de grosor y 55 cm de diámetro, y el fuste de 40 cm de altura con una figura incidida en forma de “V” que arrancaba en el reborde y pintado de varios colores (Figura 4).

b) Columna 2

Fue descubierta por Tello en 1933 en el extremo norte de otro muro bajo cercano al mencionado antes, y ambos formaron un pórtico. Esta columna, también des-truida, tuvo 50 cm de diámetro y 70 cm de altura, y estaba incompleta y pintada.

c) Columna 3

Hallada por John Harrison al catear en el vestíbulo detrás de la escalinata del puma, se ubica en el ángulo suroeste del vestíbulo. Tello lo registró sucinta-mente porque apenas vio la parte superior de ella.

La descubrimos totalmente, y está delante de la Columna 2 de la segunda fase constructiva. Mide 30 cm de diámetro y su altura actual es de 1,53 m porque está recortada en la parte superior y empotrada al piso de color celeste agri-sado (Figura 5).

Se encuentra decorada con rectángulos delgados y gruesos, contiguos y suce-sivos, en espiral, pintados de negro, rojo y amarillo, dirigiéndose hacia arriba y sobre fondo rojo. En tres rectángulos, están representados cangrejos carre-teros, aunque el del rectángulo superior se encuentra muy degradado; dos cangrejos se dirigen hacia abajo y el del centro hacia arriba, en el contexto polícromo de la columna (Figura 5).

d) Columna 4

Descubierta por Tello en 1933 sobre el extremo oeste de un muro de 4,80 m de longitud, 92 cm de ancho y 49 cm de altura, orientada de este a oeste y aso-ciada a la tercera fase constructiva. Esta columna, ya destruida, debió tener

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50 cm de diámetro y estuvo pintada de color plomizo (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:110).

Las columnas sirvieron para configurar pórticos abiertos y específicamente la Columna 3 nos plantea una función más trascendente, precisamente por los cangrejos carreteros, dirigiéndose hacia abajo y arriba, en espiral, que nos permite sostener que las columnas vinculaban el uku, kay y hanan pacha, el mundo de abajo, el mundo del hombre y el mundo de arriba, es decir, la pa-chamama, la sociedad y las divinidades, en tanto los cangrejos cumplieron la misión de mensajeros.

Así, la columna en la arquitectura andina cumplió una función mítico-reli-giosa antes que decorativa o solo para sostener coberturas. Esta función de-bieron tener las columnas descubiertas en Taukachi (Casma), Huaca de los Reyes (Trujillo) y Chavín (Huari).

Escalinata

El levantamiento de terraplenes o plataformas para diversas construcciones originaron desniveles que fueron solucionados con el uso de las escalinatas. No hay rampas o planos inclinados.

Las escalinatas se construyeron con los adobes modelados, enlucidos y pinta-dos de color rojo, celeste y azul oscuro; tienen uno, dos, tres, cuatro a siete escalo-nes de acuerdo a la altura del desnivel por solucionar.

Secuencia constructiva

El edificio tiene construcciones superpuestas desde abajo hacia arriba, en tres ni-veles, hechas con adobes cónicos, tronco-cónicos, los más antiguos, plano-convexos y piramidal truncos, modelados, y tienen un peso de 40 kilos promedio cada adobe, a excepción de los adobes usados en el relleno que difieren en tamaño o peso.

Primera fase

Se inició con un amplio terraplén orientado hacia los cuatro puntos cardina-les, primando el norte, que ahora tiene 51 m de este a oeste y 46,50 m de sur a norte, siendo su altura promedio de 1,25 m. El área total del terraplén fue mayor, pero durante la Colonia y gran parte de la República fue recortado por las máquinas de la ex hacienda y ex Cooperativa San Jacinto, incluso por el lado sur también

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Figura 4. Columna 1 (Archivo Tello).

Figura 5. Columna 3 in situ y su reconstrucción hipotética.

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Figura 6. Plano del sitio Punkurí.

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fue cortado para dar paso a un camino de tránsito de vehículos hacia el pueblo de San Jacinto.

Construido el terraplén se levantó el templo más antiguo, delimitado por dos muros laterales que tienen 1,70 m de ancho, no conocemos el total de sus longitu-des, y son las alfardas este y oeste. El acceso por el lado norte se realizó mediante una escalinata, ya destruida, que conducía a un amplio vestíbulo de 19,50 m de largo y aproximadamente 16 m de fondo o más en el pasado.

Al fondo, teniendo como referencia el eje central, se construyeron dos muros equidistantes, formando la entrada de 2,10 m de ancho del primer templo.

Ambos muros se construyeron sobre dos plataformas de 6,20 m de longitud, 34 cm de alto y todavía no sabemos cuánto tienen de fondo. Sobre ellas se levantaron los muros equidistantes de 4,04 m de largo, 1 m de ancho y ahora de 1,04 m de altura, dejando delante y a los lados de la entrada una pestaña de retiro de 11 cm de ancho, formando zócalos que tienen la altura de las plataformas.

Los paramentos exteriores de ambos muros tienen el diseño de un personaje estilizado en bajorrelieve y polícromo, cortados en la parte superior, pues ambos diseños fueron más grandes.

A los extremos de los muros mencionados continúan las plataformas hasta un muro orientado de sur a norte y quedando un espacio libre de 2,15 m.

Esto es lo que sabemos de las construcciones en la parte central del terraplén (Figura 6), sin embargo, a continuación de las dos alfardas mencionadas hay otros ambientes.

En el ángulo noroeste se encuentran tres muros, uno perpendicular a los otros dos. El primero orientado de sur a norte, apenas tiene 2,70 m de longitud hasta donde está descubierto. En el punto de arranque, lado norte, hay una pilastra que mide 1,25 m por la cara exterior u oeste, 1,45 m por la cara interior este, y 1 m por las caras norte y sur; está incompleto arriba y tiene 95 cm de altura. El lado este presenta una cabeza humana en bajorrelieve, polícroma y deteriorada. El muro prosigue hacia el sur y a 90 cm se encuentra una escultura en bulto casi totalmente destruida (Figura 6).

Los otros dos muros perpendiculares delante del descrito están orientados de este a oeste, adosados a la pilastra tienen 3 m de largo hasta donde están descu-

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biertos y 70 cm de ancho. Estos dos muros formando un ángulo recto delimitaron un ambiente que probablemente se extiende hasta la alfarda este, mediando entre ellos una distancia de 5,55 m.

A continuación del muro perpendicular a la pilastra está adosado un muro hacia el norte, tiene 90 cm de ancho y 4,50 m de largo, pero está incompleto por el lado oeste y por el lado este se encuentra unido a otro muro formando un ángulo recto hacia delante y tiene 2,70 m de longitud de este a oeste, uniéndose a la alfar-da occidental.

En esta fase se utilizaron adobes cónicos y tronco-cónicos colocados en hiladas y en posición horizontal, con la punta hacia adentro y la base hacia fuera, teniendo en cuenta el buen aparejo; en los rellenos se usaron adobes de diferentes tamañosy dispuestos indistintamente.

Por otra parte, después de la alfarda oriental se observa:

− Un muro adosado a la alfarda oriental que tiene 90 cm de ancho y 1,30 m de longitud, siendo más grande, perpendicular a éste otro incompleto, cuyo paramento interior podemos identificar por los dos adobes cónicos que lo forman (Figura 6), y está orientado de este a oeste.

− Un poco más al sur, a 1,95 m del muro incompleto, hay tres muros adosados orientados de este a oeste que tienen 50, 45 y 70 cm de ancho y 60 cm, 80 cm y 1,05 m de largo, respectivamente (Figura 6).

− Más al este y a 1,15 m de distancia de los muros antes descritos se halla otro muro orientado de sur a norte, con 90 cm de ancho y 4,70 m de longitud, pero es más largo. Entre éste y la alfarda oriental se tiene una distancia de 5,40 m, como sucede en el lado oeste del templo.

− A 1,95 m más al sur del muro recién descrito se encuentran dos muros for-mando un ángulo recto, el primero de norte a sur y el otro de este a oeste. Ambos tienen 85 cm de ancho, 3 m de largo el primero y el segundo 3,65 m, aunque se encuentra incompleto.

Este edificio arqueológico fue íntegramente pintado, los pisos y muros de color celeste agrisado claro a negro azulino, con excepción de relieves que tienen otros colores como negro, blanco, rojo, verde, azul, anaranjado y sus matices. Ningún espacio quedó sin color.

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A 14 m antes de la entrada del Edificio 1 pusieron una wanka en el terraplén, pro-bablemente cerca de la escalinata de acceso que ya no existe. La wanka tiene forma prismática de 34 por 50 cm y la altura hasta donde es visible ahora es de 1,72 m.

Resumiendo, esta fase constructiva tiene un atrio de 19,50 de ancho por 14,60 m de fondo, delimitado por muros laterales o alfardas y al centro por dos muros equidis-tantes, separados por una entrada de 2,10 m que permite pasar al Edificio 1 o primer templo, y es más, lateral a los muros mencionados existen dos corredores hacia el mismo.

Laterales al templo más antiguo están la Habitación 1 en el lado occidental con relieve y escultura de bulto en el muro oeste, y las habitaciones 2 y 3 en el lado este con sus respectivas entradas (Figura 6).

La wanka tiene una ubicación especial y seguro fue considerada como una waka, sagrada.

Segunda fase

El templo o Edificio 1 fue cortado y rellenado para formar un segundo terra-plén, y se construyó el segundo templo reduciendo el atrio a 8,50 m de fondo y adosando al terraplén una escalinata de cuatro escalones en la parte central; sobre las antiguas alfardas se superponen otras y continúan delimitando el atrio por el este y oeste.

Se construye el núcleo (C1) del templo de esta fase con 16,10 m de frente, cuyas esquinas NE y NO son curvas y con 7,20 m de fondo, la entrada al centro tiene 1,60 m de luz y es probable que tenga otra en el muro sur para acceder a un corredor de 1 m de ancho que circunda a este compartimiento por los lados oeste, sur y este, donde hay una puerta de 65 cm para pasar a un ambiente de 2,60 m de ancho y más de 12 m de largo. A este ambiente también se accede por el lado este donde están dos muros escalonados de 4,25 m de largo cada uno, orientados de sur a norte, formando una entrada de 1,40 m de luz que se convirtió en un pórtico con dos columnas cilíndricas polícromas asentadas en los extremos de estos mu-ros (Figura 6) que tienen 47 cm de alto y a los 2,60 m de recorrido se elevan los mismos quizás a 90 cm puesto que se encuentran deteriorados.

El corredor este frente a la puerta que nos lleva al pórtico de las columnas está franqueado por un muro de 1,20 m de largo, 80 cm de ancho y 60 cm de altura aproximadamente, debido a que está deteriorado.

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Después del Compartimiento 1 está el Compartimiento 2, separados por el co-rredor de 1 m de ancho. Éste tiene 16 m de frente y 4,10 m de fondo, es de planta rectangular como el anterior y tiene las cuatro esquinas curvas. Tiene decoración incisa en el paramento norte, lado izquierdo, y se halla enterrado en gran parte; son visibles sus paramentos este y norte pero durante los trabajos del proyecto pudimos descubrir que el muro norte tiene un escalón de 26 cm de altura, 49 cm de fondo y 1,20 m de ancho, adosado a un muro bajo (Figura 7), ambos pintados de color celeste agrisado claro, y hacia el lado derecho a una distancia de 2 m aproximadamente tiene delante una columna cilíndrica polícroma de 30 cm de diámetro y 1,53 m de altura porque fue cortada en la parte superior. Detrás de la columna el muro norte tiene 90 cm de alto, con una pestaña de retiro de 15 cm a los 63 cm de altura. La parte baja se encuentra pintada de rojo y la parte superior de color morado.

Deducimos que al otro extremo y equidistante debe haber otra columna cilíndri-ca, pero sólo hallamos un profundo agujero de 1,74 m de altura y 8 cm de diámetro, que en realidad es la evidencia de un poste de madera retirado en el pasado.

Más atrás se encuentra el Compartimiento 3 (C3), del que conocemos sólo 4 m de largo del muro norte pues lo demás está enterrado. Está separado del C2 por un pasaje de 1,50 m de ancho que discurre de este a oeste y se engarza con otros pasajes o corredores orientados de sur a norte.

Esta segunda fase tiene una sub fase a la que corresponde el vestíbulo detrás de la escalinata del puma de la tercera fase.

El vestíbulo construido a 1,60 m de altura desde el C1 tiene 3,85 m de estea oeste y 4,30 m de sur a norte hasta donde es visible; a este se accede por un corredor de 2 m de ancho que está al lado este del C2, luego se ascendía por una escalinata de cuatro escalones y se podía avanzar por el pasaje de 1 m de ancho hasta al vestíbulo que tiene dos escalinatas, una de tres escalones y metida en el muro este, y otra de dos escalones en el ángulo suroeste, y precisamente al pie del primer escalón y al nivel del piso se halla la Columna 3.

El muro sur que forma el vestíbulo tuvo un bajorrelieve polícromo descubierto por Tello en 1933, de 1,22 m de alto por 5,15 m de largo, ahora casi destruido y del que nos ocuparemos más adelante.

En esta sub fase continuó funcionando el pórtico de las columnas y los ambientes conexos, y asimismo, la wanka ubicada en la parte anterior de todo el conjunto.

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Figura 7. Muro bajo norte con escalón.

Figura 8. Vista de Punkurí.

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Tercera fase

Cubrió parcialmente las estructuras de la fase anterior, en especial los com-partimientos 1 y 2, y lo demás continuó funcionando con pequeñas modifica-ciones o agregados.

Se adosó un muro con adobes piramidales-truncos de 1,55 m de ancho y 2,45 m de altura al frontis del templo anterior, dividido por una entrada de 1,85 m de luz que dio paso a dos descansos de planta trapezoidal y luego a una escalinata donde reposa la escultura en bulto del puma, de siete escalones y planta trapezoidal, que conducía a un amplio vestíbulo aunque Tello vio y registró otros muros de esta fase. Destaca un muro “de 49 cm de alto y 92 cm de ancho. Presenta una columna hacia el extremo oeste pintada de color plomizo” (Museo de Arqueología y Antropolo-gía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:110). El muro tenía 4,80 m de largo (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos:109-110). Más atrás, descubrió otros cuatro muros (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:110-111), que al parecer ya no existen.

A la escalinata construida al lado del C2 se le agregó tres escalones para acceder al nivel del tercer templo, ahora destruido. La wanka mencionada varias veces si-guió en función.

El monumento adquirió en este momento la mayor altura, probablemente 10 u 11 m y recién se utilizó la piedra en poco porcentaje para la construcción de muros.

Concluimos en que la construcción de Punkurí fue planificada en sus diversos momentos y orientada hacia el norte, con una desviación de 20° hacia el oeste.

Tiene tres fases constructivas superpuestas, y cada fase está sobre un terraplén donde se levantaron los tres templos divididos por compartimientos contiguos de norte a sur, con vestíbulos, pasajes o corredores que conducían a las habitaciones ubicadas después de las alfardas este y oeste. Entre las tres fases, la segunda muestra más evidencias (Figura 6).

Las estructuras expresan una tradición constructiva utilizando elementos como el terraplén, adobes modelados, muros bajos y altos, rectos y curvos, cornisas, zó-calos, escalinatas, pasajes, pinturas murales, relieves, escultura en bulto, wanka y la forma piramidal escalonada del edificio arqueológico.

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Las tres fases constructivas guardan unidad estilística y no tienen cerámica aso-ciada, lo cual nos permite deducir y afirmar que la construcción debió iniciarse hacia los 2200 años a.C. o más.

La arquitectura de Punkurí tuvo función religiosa, convirtiéndose en el san-tuario más importante del área, con tres templos superpuestos, un lugar de cultoy un oráculo para las comunidades de aquella época, pues las divinidades estuvie-ron representadas en ella, incluyendo la wanka.

A propósito de la wanka el diplomático norteamericano E. G. Squier dejó la si-guiente información cuando exploraba la zona arqueológica de Huacatambo, valle de Nepeña, pues le llamó la atención “... una enorme roca solitaria, erguida en la cumbre misma de una elevada y desnuda colina…” (Squier 1974:105 [1877]). Ave-riguando sobre qué pensaban los pobladores del lugar respecto a la roca, escribió: “La gente del tambo nos informó que todavía era considerada huaca y que tenía una cavidad en su cúspide donde se depositaban aún ofrendas a Huari, el dios de la fuer-za” (Squier 1974 [1877]). El espacio sagrado se extendía un poco más en el entorno del santuario (Figura 8).

Arte Mural

En Punkurí arte mural y arquitectura se integran armoniosamente. El arte mu-ral se expresa con la pintura y la escultura.

Pintura

Las superficies de los edificios, la escultura, las columnas y una laja fueron pin-tadas en base a tres colores primarios, amarillo, magenta y cian, como a la com-binación de los mismos para obtener colores secundarios, y al uso de los neutros, blanco y negro.

Las pinturas son de origen mineral, a excepción del negro que es de naturaleza orgánica, conforme a los análisis químicos de varias muestras (ver Apéndice).

La técnica de pintar fue al temple, aplicando color a los pisos, muros, escultu-ras y columnas, y quizás utilizaron el mucílago de algunas cactáceas para fijar la capa pictórica.

Los pisos fueron pintados de celeste agrisado claro a oscuro, los muros en su mayor parte de color celeste agrisado claro al negro azulino, y algunos muros de

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rojo, rosado, morado y blanco gris. Los altos y bajorrelieves, la escultura en bulto y las columnas fueron pintados de rojo, rosado, anaranjado, morado, celeste, blanco gris, verde y negro. La única piedra pintada de rojo es una laja ubicada al fondo de la abertura debajo del mentón del puma.

Los motivos hallados por Harrinson, Tello (Museo de Arqueología y Antro-pología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:79-80) y nuestro proyecto (1998-1999) corresponden a formas geométricas logradas con líneas delgadas, anchas y bandas, en trazos rectos, curvos, quebrados y entrecruzados para delimitar las partes constituyentes de un motivo o para dividir superficies en recuadros o paneles y/o representar otros motivos

Escultura

Es plasmada en bajo y altorrelieve, bidimensional, y en bulto, tridimensional. Se ejecutó en los muros, pilastras, columnas y piedras. Los relieves descubiertos son seis pero hay fragmentos con relieves polícromos como producto de la des-trucción de muros.

Personaje 1 (R 1)

Descubierto por Tello en 1933, fue ejecutado en el muro norte, lado este, del primer templo de Punkurí. Él hizo una descripción, tomó fotos y realizó dibujos (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:102, 103 y 104). También Antúnez de Mayolo publicó un dibujo y una breve descripción (1933:17, Fig. 12), y luego lo hicieron otros estudiosos.

El motivo tiene 4 m de longitud, 1,04 m de altura promedio (Figura 9, arriba), fue cortado por los constructores del segundo templo, logrado con incisiones pro-fundas y anchas, asimismo retirando zonalmente el enlucido alrededor de una figura o figuras y después se aplicó el color.

Este personaje incompleto fue reconstruido gráficamente por los dibujantes de Tello, agregando a los costados dos brazos que no tiene y se trataría de un proba-ble búho. En cambio, Antúnez de Mayolo creyó que era un felino estilizado.

La representación reconstruida por el autor desde el relieve original, agregan-do el lado derecho al motivo,considerando que el arte de Punkurí es simétrico, nos indicaría que se trataría de un personaje en posición horizontal, apoyado en el lado izquierdo del cuerpo y orientado de este a oeste (Figura 9, abajo).

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El personaje lleva una máscara con los ojos alados, la boca mostrando los dien-tes del maxilar superior, debajo tres bandas curvas y a los extremos de la boca dos pequeños rectángulos en diagonal.

Debajo de la máscara el ribete del manto que cubre al personaje está repre-sentado por dos bandas diagonales y quebradas. El manto deja al descubierto la camiseta o unku del personaje que está cruzado por una faja ancha con diseño escalonado al centro.

Figura 9. Personaje 1 (R1). Dibujo del relieve tal como se encuentra (arriba) y su reconstrucción hipotética (abajo).

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Tres figuras decoran al manto, el lobo marino con un círculo entre el pe-cho y vientre, luego tres bandas curvas y un tigrillo, felino de cola larga, con dos apéndices en el lomo, uno cerca al cuello y el otro sobre el anca. Finalmente en un recuadro escalonado, adherido al manto, se observa una zarigüeya o comadreja (Didulphus marsupialis), que los campesinos vulgarmente llaman “muca”, entre dos bandas diagonales.

El relieve del personaje se halla sobre fondo morado y el zócalo, debajo, es del mismo color.

En cuanto a la policromía del personaje, este tiene la máscara de color celeste agrisado claro, el ojo alado de anaranjado y la pupila de blanco gris y negro alre-dedor, en tanto, los labios rojos y los dientes de blanco gris, las bandas debajo de la boca y el ribete de color rojo. El manto rojo tiene ribetes laterales de color agri-sado claro, la faja anaranjada en la mitad superior y verde en la mitad inferior, y el diseño central de la misma de blanco gris; el taparrabo es de color rojo con ribete celeste agrisado claro y los flecos anaranjados, el pie estilizado de colores celeste agrisado claro, rojo y rosado y el unku o camiseta de color morado.

El lobo marino es de color verde agrisado, el ojo tiene la pupila negra, en el pe-cho tiene el círculo pintado de morado al centro y de color celeste agrisado claro el anillo circular. El tigrillo, muy bien deteriorado, es de color anaranjado en el cuerpo y las patas, como los apéndices sobre el anca y la espalda. Las manchas en el cuerpo ya no existen, de igual modo la cara del felino, que fuera reconstruido idealmente en 1933.

La zarigüeya es de color verde sobre fondo anaranjado y flanqueada por ban-das diagonales de color rojo y celeste agrisado claro. El recuadro escalonado es de color blanco gris (Figura 10).

La máscara representa la cara estilizada del tiburón, la pupila del ojo resaltada y los dientes triangulares, características de este pez, el ribete del manto al rayo, y una figura similar está en una escultura lítica de Sechín Alto (Figura 11). El lobo marino y las bandas curvas evocan al mar, el tigrillo a la floresta tropical del norte, la zarigüeya, animal de hábito nocturno y trepador, probablemente a la noche, y el motivo cen-tral de la faja de forma escalonada y simétrica está aún por ser desentrañado y siempre estará presente en el arte andino.

La reconstrucción permite plantear que la representación corresponde a un sacerdote andino, cuya posición sino fue vertical por razones constructivas pues

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Figura 10. Reconstrucción hipotética del sacerdote de Punkurí.

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Figura 11. Escultura de Sechín Alto.

Figura 12. Cabeza humana (R3).

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el muro hubiera tenido 4 m de altura y se hubiera contrapuesto al modelo de templo de la época, es razonable y permisiva en función de la cosmovisión del hombre andino de aquella época, pues un hecho parecido sucede en el templo de barro de Sechín, visto que allí en la cara exterior de una pilastra está representado un personaje de cabeza (Samaniego 1973:Fig. 2) dirigiéndose a la pachamama, lo cual desde la visión occidental es difícil de entender o explicar.

Es más, en los edificios de Punkurí, como en el templo de barro Sechín, los muros y pisos generalmente están pintados de color celeste agrisado claro u oscuro que es el color del cielo o del hanan pacha, donde se encontraban las divinidades andinas. Por eso, representado el cielo en las paredes de estos templos, se procedía a la representa-ción de las divinidades, a todo lo que estaba vinculado a ellas y a lo sacro.

El sacerdote en la antigüedad era el intermediario o interlocutor entre la divini-dad y el hombre, y usualmente su indumentaria representaba o aludía a la divinidad o divinidades y a los mitos ligados a ellos, de acuerdo a su cosmovisión. El sacerdo-te representado en Punkurí fue quien debió orientar, organizar y lograr la pros-peridad de sus contemporáneos, por eso, cuando se construyó el primer templo fue perennizado en los muros de la fachada principal, y continuó vinculando a las divinidades con la comunidad.

Personaje 2 (R2)

Las fotos tomadas por Tello en 1933 (Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:90, 96) presentan evidencia que en el muro norte, lado oeste, también del primer templo, se replica el Personaje 1, porque en las fotos se nota la parte superior de la máscara con el ojo alado. No hay comentario de Tello ni de sus colaboradores, pero allí está aún enterrado.

Cabeza humana (R3)

Fue descubierta en 1998. Es una cabeza humana con la cara hacia arriba, san-grando debajo de la barbilla y engarzado a la sangre se observa un motivo fito-morfo. Debajo de la cabeza posee un diseño simbólico que se parece a las hachas que portan los guerreros de Sechín (Figura 12).

Motivo incompleto 1 (R4)

Descubierto por Tello en 1933, se encuentra incompleto, faltando excavar al lado del paramento norte del C2 para identificar la representación en su totalidad (Figura 13).

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Figura 13. Motivo incompleto 1 (R4).

Figura 14. Muro con paneles y vista de Motivo lineal (R6) (Archivo Tello).

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Motivo incompleto 2 (R5)

Fue descubierto por Tello en 1933. Es una representación estilizada, geométrica y abstracta, pero no es un fresco ni un cóndor como lo señaló Antúnez de Mayolo (1933:16, Fig. 11). Ha sido destruida en un 80 por ciento de su proporción.

Motivo lineal (R6)

Descubierto por Tello en 1933, se constituye de incisiones rectilíneas anchas y profundas en la cara exterior del muro adosado a la fachada del segundo templo de Punkurí, dividido al centro para el acceso del tercer templo. Las incisiones sirvie-ron para lograr dividir el paramento en paneles (Figura 14).

Puma (E1)

Escultura de bulto descubierta por John Harrison en 1933 y documentada por Julio C. Tello durante sus trabajos en el mismo año (Museo de Arqueología y Antro-pología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 2005:79-80).

Se ubica en los tres primeros escalones de la escalinata del tercer templo de Punkurí, y se trata de un puma cuya cara fue destruida por huaqueros, y así lo re-descubrimos en 1998. Pero felizmente hay dibujos y fotos de él, lo que permite una descripción completa, incluidos los colores.

El puma fue elaborado con tres volúmenes de barro, dos en la base dejando una abertura al centro y el tercero arriba. En los dos primeros están representadas en alto relieve las patas delanteras con la palma extendida y las garras del puma. El volumen de arriba presenta la cabeza del puma, la cara con los ojos oblicuos, la nariz respingada, la boca abierta enseñando los dientes y los colmillos entrecru-zados, y detrás las orejas erguidas.

El puma debajo del mentón tiene una abertura vertical, cuyas paredes interiores son de color negro azulino y al fondo tiene una laja pintada de rojo.

El cuerpo está pintado de negro azulino, como las dos orejas, las pupilas de los ojos, las encías de la boca y parcialmente las garras. De rojo está pintada la esclerótica del ojo, las fosas nasales, los labios y la palma de las patas. El color blanco gris solo se usó para el iris del ojo, los dientes y parcialmente las garras. Asimismo, la cara, el pecho y las patas delanteras fueron pintados de verde nilo (Figura 2).

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Figura 15. Personaje 3 (E2).

Figura 16. Mortero de piedra.

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Personaje 3 (E2)

Hallado por nuestro proyecto y ubicado a continuación, hacia el sur, de la pi-lastra con la cabeza humana, en realidad separados por un vano de 1,3 m de luz. Pertenece a la primera fase constructiva.

La escultura apenas tiene 24 cm de altura, y fue cortada con otras estructuras durante los años de abandono. Lo que queda de ella es poco, pero debió tener alre-dedor de un metro de altura o más, y probablemente fue un personaje con la cara hacia el este. Solo han quedado los dos pliegues finales del manto que llevaba el personaje y fue pintado de celeste agrisado claro (Figura 15).

Mortero y pilón

Son parte de las ofrendas a una mujer sacrificada según Tello la cual halló sobre el piso de la entrada al templo más antiguo. Nos referimos a un mortero y su pilón, ambos de piedra y con decoración en bajorrelieve. Ambos están extraviados.

El mortero es de forma circular, de base plana, con reborde, de 30 cm de altura y 35 cm de diámetro aproximadamente, y bien pulido. La decoración en el lado que se conoce por la foto de Tello corresponde a un taparrabo dividido al centro, tres fle-cos triangulares y tres bandas ondulantes al lado derecho del taparrabo (Figura 16).

El pilón tenía probablemente 60 cm de largo, estaba pulido y decorado con un par de dibujos en lazos según Antúnez de Mayolo (1933:16).

Podemos concluir en que el arte de Punkurí es monumental. El estilo artístico transita desde el realismo naturalista a lo figurativo y abstracto, mostrando expe-riencia, madurez, riqueza formal y expresiva, lenguaje plástico que se impone en el área como producto de una sociedad equilibrada en sus necesidades materiales, que impulsa lo espiritual en base a su propia cosmovisión.

El lenguaje plástico se materializa con líneas incisas finas y gruesas, superficiales y profundas, rectas, quebradas y curvas. También se tiene el uso del relieve cintado o retirando parte del enlucido en determinados motivos, y así mismo exagerando, modificando o quebrando la proporción de varios detalles llegan al expresionismo.

La policromía que amalgama colores fríos y cálidos está en relación a una visión positiva de la vida, de la fuerza espiritual de sus deidades y de la pujanza vital de sus artistas, como de la colectividad.

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Los motivos representados son el hombre, los animales del entorno o los que conoce, y diseños que adquirieron otra significación y dimensión en los templos y se transformaron en íconos religiosos o sagrados.

El arte con sus formas, volúmenes y policromía ligada armoniosamente a la arqui-tectura, estuvo al servicio del mensaje religioso, de los espíritus o deidades de la época.

Así, la iconografía de la pintura mural, de los relieves y de la escultura en bulto se encuentra en estrecha relación con la concepción de la vida, de la muerte y el cosmos, en vinculación estrecha al uku pacha, kai pacha y hanan pacha. El puma alcanza el mayor estatus religioso.

La concepción animista del hombre está presente en la manifestación artística, y podemos afirmar que Punkurí fue un santuario a la vida.

Comentario final

Punkurí en base a los trabajos de Tello siempre fue punto de discusión sobre su filiación chavín o no. Desde 1933 las opiniones se ubicaron en dos propuestas, Tello liderando el origen selvático de Chavín, y Rafael Larco Hoyle (2001) señalando que Punkurí era anterior y de origen costeño, escribiendo: “… el templo de Chavín no fue construido en los primeros periodos a los cuales corresponden el templo de Punkurí, sino en la época en que Nepeña alcanzó su más grande desarrollo. Esto es concluyente. El centro del arte clasificado hasta hoy como Chavín es Nepeña, y el templo de Chavín, la obra mayor de esta cultura” (Larco 2001:15).

Punkurí mostraba su arquitectura en base a la utilización de adobes modela-dos, formando muros bajos y altos, de corte trapezoidal, enlucidos y decorados con pintura mural, relieves polícromos y escultura en bulto, por lo mismo, arqui-tectura y arte se fusionaban. Exhibía novedades que no eran posibles de encasillar en la cultura Chavín.

Asimismo, no hay presencia de cerámica en Punkurí, sino un extraordinario arte monumental, como el ídolo del puma que no tiene similar en otro monumento del área andina, y las controversias se centraron en las características y función de este arte, como lo hizo Larco Hoyle, luego Lumbreras (1969), Gordon R. Willey (1970:166-167, 180), Peter Roe (1974:37), y otros más.

En 1937 Tello realizaría excavaciones en Sechín, monumento ubicado en el valle del mismo nombre, en la jurisdicción del distrito de Casma, descubriendo un edifi-

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cio con 98 piedras grabadas y muros hechos con adobes cónicos, como dos felinos pintados en el frontis de un edificio de barro, concluyendo que era la presencia de Chavín en la costa, y el sólido desarrollo de la misma.

Nuestras excavaciones en Sechín entre 1971 y 1972 confirmaron la existencia de un gran edificio de barro con pintura mural y relieves polícromos, es más, identi-ficaron que la pintura mural de los felinos correspondía a dos pumas (Figura 17). Sustentamos que este edificio era anterior al edificio de las estelas grabadas, y que el complejo arquitectónico orientado hacia el norte fue el centro de una sociedad anterior a Chavín, asignándole el propio nombre del sitio, Sechín (Samaniego 1973, 1996, 1997).

Asimismo, pudimos establecer que los adobes cónicos y tronco cónicos no eran elementos diagnósticos para reconocer una filiación chavín o chavinoide tan nor-mal hasta esa época. Todo lo contrario, eran anteriores a todo lo relacionado con Chavín. De igual forma, el edificio con sus litoesculturas aseguraban una etapa an-terior y un estilo artístico diferente (Samaniego 1973, 1996).

El estilo de Sechín tenía rasgos diferentes al estilo Chavín, y a nuestro parecer y coincidiendo con Larco Hoyle llegó a ser el sustento artístico de aquel.

Figura 17. Templo de barro con pintura mural.

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Estas evidencias, el análisis de los hallazgos de Tello y los trabajos llevados a cabo en Punkurí por nuestro proyecto, nos permiten asegurar que la filiación cultural de Punkurí está en relación directa con Sechín (Samaniego 1996, 1997).

La arquitectura y el arte de Punkurí tienen más semejanzas que diferencias con Sechín, e incluso destaca la representación del puma en ambos monumentos y se pue-de sostener que este felino es una deidad anterior al jaguar tan vinculado a Chavín.

También podemos mencionar que el primer templo de Punkurí es un poco an-terior al templo de barro de Sechín, y éste contemporáneo al segundo templo de Punkurí, pues estos tienen el frontis pintado de rosado y las esquinas curvas, pero ambos edificios pertenecen a la misma tradición constructiva y sociedad: Sechín.

Aún no hay fechas de radiocarbono para Punkurí, pero es razonable ubicarlo al final del Arcaico e inicios del Formativo Temprano, y su antigüedad debe estar entre 2200 a 1800 años a.C.

Finalmente, es posible que otros edificios de las mismas o parecidas caracterís-ticas existan cerca a Punkurí. En el valle de Sechín el edificio de barro de Sechín, la estructura de adobes cónicos y tronco-cónicos de Sechín Alto que originalmente debió ser un edificio y fue desfigurado, y en el valle de Casma solo Huaca Santa Cristina que se ubica cerca al mar.

En el valle de Nepeña hay dos sitios aún no excavados, Cerro Blanco 1 y Cerro Blanco 2, el primero destruido en gran parte y el segundo afectado por los huaque-ros, por máquinas y el Fenómeno de El Niño. En la margen derecha del valle del Santa se encuentra el sitio San Juanito donde los arqueólogos Claude Chapdelaine y Víctor Pimentel (2008) han excavado un edificio de barro que constructivamente y por los relieves polícromos hallados guarda estrecha relación con Punkurí, y ade-más el mortero decorado en bajorrelieve y su pilón recuerdan a los artefactos pare-cidos hallados como ofrendas en la Tumba 1 de una mujer sacrificada en Punkurí. También tenemos el sitio de Cerro Ureña el cual con Mercedes Cárdenas vimos en 1974 y que después ella excavara (Cárdenas 1998), encontrándose ahora en proceso de destrucción y hallándose en este un asentamiento humano. Cerro Ureña es otro edificio construido con adobes modelados y relieves polícromos.

Es seguro que existen otras estructuras similares en los valles mencionados, al-gunas o muchas destruidas durante la Colonia y parte de la República. Hace falta mayor investigación, pero por ahora podemos concluir que el área de desarrollo de este tipo de arquitectura comprendió los valles de Santa, Nepeña, Sechín y Casma

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durante los periodos Arcaico Tardío y Formativo Temprano (2200 a 1800 a.C.), en el marco del desarrollo de la sociedad Sechín.

Agradecimientos

A la Universidad Nacional del Santa, Agroindustrias San Jacinto S.A., al doctor Francisco Piscoya Hermoza, al Mg. Esteban Horna Bances, al señor Pedro Cuenca Vargas, a mis compañeros de trabajo en Punkurí y a mi hijo Luis Samaniego López por su apoyo en digitar el texto del artículo.

Referencias citadas

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Punkurí y el valle de Nepeña 95

ANEXO 1

Análisis químico de pigmentos, Punkurí

Enma E. Minaya Cabello, Ingeniero Químico, C.I.P. 14086

MUESTRA Nº 1 - PIGMENTO BLANCO Ubicación: Caja 47. El pigmento Blanco aplicado sobre el adobe, fue examinado por Microscopía Óptica de Luz

Polarizada y por análisis Microquímico, hallándose Carbonato de Calcio (CaCO3) en la forma Mineralógica de CALCITA, con pequeñas impurezas de arcillas y ocres.

MUESTRA Nº 2 - PIGMENTO NEGRO Ubicación: Caja 57. El pigmento Negro aplicado directamente sobre el sustrato de adobe, corresponde en mayor

proporción a partículas de color negro de CARBÓN VEGETAL, mezclado en menor cantidad con el mineral Calcita.

MUESTRA Nº 3 - PIGMENTO AMARILLO Ubicación: Grupo -1-Personaje de costado. Los análisis arrojaron la presencia del pigmento OCRE AMARILLO. Limonita, Óxidos de

Hierro hidratados (FeO n H2O), con menor proporción de Calcita (Ca CO3).

MUESTRA Nº 4 - PIGMENTO ROJO Ubicación: Personaje de costado. La capa pictórica de color Rojo, está aplicada sobre otra capa pictórica de color amarillo la cual

a su vez viene aplicada directamente sobre el sustrato de adobe. La capa pictórica de color ROJO corresponde a OCRE ROJO, Hematita (Óxidos de Hierro

como Fe2O3) como Tierra Roja.

MUESTRA Nº 5 - PIGMENTO ROJO CLARO Ubicación: Personaje de costado. Como en el caso anterior la capa pictórica color Rojo Claro se encuentra aplicada sobre otra

capa pictórica color amarillo y está sobre el adobe. La capa pictórica de color ROJO CLARO, está compuesta en mayor proporción por el pig-

mento OCRE ROJO-Hematita y en menor proporción de CALCITA.

MUESTRA Nº 6 - PIGMENTO AZUL OSCURO Ubicación: Personaje de costado. La muestra enviada presenta una estratigrafía, de restos de una capa pictórica COLOR AZUL

OSCURO, aplicada sobre otra capa pictórica color Rojo Violáceo, la cual está aplicada directa-mente sobre el adobe.

Analizando la capa pictórica COLOR AZUL OSCURO, se encontró una mezcla de los pig-mentos Negro de Carbón Vegetal, molido finamente con el mineral Calcita y un colorante de color Azul semejante al Índigo, el cual hay que verificar por otros métodos de análisis como CLAR (Cromatografía Líquida de Alta Resolución).

MUESTRA Nº 6 - PIGMENTO AZUL OSCURO Ubicación: Personaje de costado. La muestra enviada presenta una estratigrafía, de restos de una capa pictórica COLOR AZUL

OSCURO, aplicada sobre otra capa pictórica color Rojo Violáceo, la cual está aplicada directa-mente sobre el adobe.

Analizando la capa pictórica COLOR AZUL OSCURO, se encontró una mezcla de los pig-

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mentos Negro de Carbón Vegetal, molido finamente con el mineral Calcita y un colorante de color Azul semejante al Índigo, el cual hay verificar por otros métodos de análisis como CLAR (Cromatografía Líquida de Alta Resolución).

MUESTRA Nº 7 - PIGMENTO VERDE -NEGRO El pigmento Verde Claro aplicado sobre el adobe fue examinado por Microscopía Óptica de

Luz Polarizada y por análisis Microquímico, determinándose el pigmento Mineral Crisocola que es un Silicato de Cobre Hidratado mezclado con Silicatos y presencia de Cuarzo.

El pigmento Negro está constituido por Cenizas de Huesos con poco Carbón Vegetal y Silica-tos con Cuarzo libre en menor proporción.

OBSERVACIONES: De las 10 muestras enviadas se escogieron las más representativas y con mejores condiciones

para ser analizadas. Las técnicas de análisis empleadas en los análisis de los pigmentos fueron: - Microscopía Óptica de Luz Polarizada. - Microanálisis. CONCLUSIÓN: Los pigmentos encontrados son naturales y no se han encontrado pigmentos de naturaleza

artificial, en las muestras remitidas.