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1338 Rev Méd Chile 2006; 134: 1338-1344 ¿Qué es Medicina Interna? Dr. Humberto Reyes B. What is Internal Medicine? Internal Medicine can be defined as a medical specialty devoted to the comprehensive care of adult patients, focused in the diagnosis and non surgical treatment of diseases affecting internal organs and systems (excluding gyneco-obstetrical problems) and the prevention of those diseases. This position paper reviews the history of Internal Medicine, the birth of its subspecialties and the difficulties faced by young physicians when they decide whether to practice as internist or in a subspecialty. In Chile as in most occidental countries formal training in a subspecialty of internal medicine requires previous certification in internal medicine but the proportion of young physicians who remain in practice as general internists appears to be considerably lower than those who choose a subspecialty. The main reasons for this unbalance can be related to financial advantages (by the practice of specialized technologies) and the patients’ tendency to request direct assistance by a professional thought to be better qualified to take care of their specific problems. Training programs in internal medicine should consider a greater emphasis in comprehensive outpatient care instead of the traditional emphasis for training in hospital wards (Rev Méd Chile 2006; 134: 1338-44). (Key words: Education, medical, undergraduate; Internal Medicine; Internship and Resi- dency; Specialties, medical) Editor, Revista Médica de Chile. Profesor de Medicina, Universidad de Chile. UN PROBLEMA DE IDENTIDAD El nombre «Medicina Interna» dado a una de las especialidades de la profesión médica tiene signi- ficado confuso para el público general, incluyen- do a los pacientes. Lo mismo ocurre al calificar como «internistas» a los especialistas que la practi- can. En los médicos, ambos términos despiertan imágenes más precisas: es fácil distinguir el quehacer de los internistas con el de los pediatras, obstetras o cirujanos. Pero cuando se les pide una definición de «Medicina Interna» su respuesta es notablemente imprecisa, lo que resulta anecdótico cuando se propone a becados en el tercer año de formación en Medicina Interna, que la definan o al menos describan sus características distintivas. Para explicar algo que fluya del intelecto y se integre a la cultura es necesario contar con una definición. Según el Diccionario de la Lengua Española, una definición es una proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo material o inma- terial 1 . En este Diccionario no existe una defini- ción para «Medicina Interna», pero sí la hay para «Internista» (adjetivo): Dicho de un médico: Que se dedica especialmente al estudio y tratamiento de enfermedades que afectan a los órganos internos. Llama la atención que en textos dedicados a Medicina Interna, no figure su definición. Sin embar- go, la variedad de temas que abordan refleja lo propio de la preocupación e interés de los internistas. Para facilitar un análisis, propongo una defini- ción que se basa en datos recopilados por los Dres. William B. Bean, en 1982 2 , y Paul B. Beeson, en 1986 3 , más la reflexión del autor del presente artículo. DEFINICIÓN «Medicina Interna es una especialidad médica que se dedica a la atención integral del adulto enfer- ARTÍCULO ESPECIAL

¿Qué es Medicina Interna? - scielo.conicyt.cl · En este Diccionario no existe una defini-ción para «Medicina Interna», pero sí la hay para «Internista» (adjetivo): Dicho

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¿Qué es Medicina Interna?Dr. Humberto Reyes B.

What is Internal Medicine?Internal Medicine can be defined as a medical specialty devoted to

the comprehensive care of adult patients, focused in the diagnosis and non surgical treatment ofdiseases affecting internal organs and systems (excluding gyneco-obstetrical problems) and theprevention of those diseases. This position paper reviews the history of Internal Medicine, the birthof its subspecialties and the difficulties faced by young physicians when they decide whether topractice as internist or in a subspecialty. In Chile as in most occidental countries formal trainingin a subspecialty of internal medicine requires previous certification in internal medicine but theproportion of young physicians who remain in practice as general internists appears to beconsiderably lower than those who choose a subspecialty. The main reasons for this unbalancecan be related to financial advantages (by the practice of specialized technologies) and thepatients’ tendency to request direct assistance by a professional thought to be better qualified totake care of their specific problems. Training programs in internal medicine should consider agreater emphasis in comprehensive outpatient care instead of the traditional emphasis fortraining in hospital wards (Rev Méd Chile 2006; 134: 1338-44).(Key words: Education, medical, undergraduate; Internal Medicine; Internship and Resi-dency; Specialties, medical)

Editor, Revista Médica de Chile.Profesor de Medicina, Universidad de Chile.

UN PROBLEMA DE IDENTIDAD

El nombre «Medicina Interna» dado a una de lasespecialidades de la profesión médica tiene signi-ficado confuso para el público general, incluyen-do a los pacientes. Lo mismo ocurre al calificarcomo «internistas» a los especialistas que la practi-can. En los médicos, ambos términos despiertanimágenes más precisas: es fácil distinguir elquehacer de los internistas con el de los pediatras,obstetras o cirujanos. Pero cuando se les pide unadefinición de «Medicina Interna» su respuesta esnotablemente imprecisa, lo que resulta anecdóticocuando se propone a becados en el tercer año deformación en Medicina Interna, que la definan oal menos describan sus características distintivas.

Para explicar algo que fluya del intelecto y seintegre a la cultura es necesario contar con unadefinición. Según el Diccionario de la LenguaEspañola, una definición es una proposición queexpone con claridad y exactitud los caracteres

genéricos y diferenciales de algo material o inma-terial1. En este Diccionario no existe una defini-ción para «Medicina Interna», pero sí la hay para«Internista» (adjetivo): Dicho de un médico: Que sededica especialmente al estudio y tratamiento deenfermedades que afectan a los órganos internos.

Llama la atención que en textos dedicados aMedicina Interna, no figure su definición. Sin embar-go, la variedad de temas que abordan refleja lo propiode la preocupación e interés de los internistas.

Para facilitar un análisis, propongo una defini-ción que se basa en datos recopilados por losDres. William B. Bean, en 19822, y Paul B.Beeson, en 19863, más la reflexión del autor delpresente artículo.

DEFINICIÓN

«Medicina Interna es una especialidad médica quese dedica a la atención integral del adulto enfer-

ARTÍCULO ESPECIAL

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mo, enfocada al diagnóstico y el tratamiento noquirúrgico de las enfermedades que afectan a susórganos y sistemas internos, y a su prevención».

Esta definición resalta dos características fun-damentales: 1° Separa el campo de acción delinternista de las otras especialidades clínicasbásicas originales: cirugía, obstetricia-ginecologíay pediatría; 2° Explicita que la atención delenfermo es integral (en inglés «comprehensive»),lo cual distingue la acción del internista dequienes ejercen las «subespecialidades» o «espe-cialidades derivadas» de la Medicina Interna. Elsubespecialista tiende a concentrarse en solucio-nar un problema atingente a su subespecialidady deriva el paciente a otros médicos para resol-ver problemas clínicos que considere ajenos a suárea de experiencia. En cambio, el internistaatiende integralmente al paciente y solicita laayuda de otros especialistas cuando algún pro-blema clínico alcanza una complejidad diagnósti-ca o terapéutica que hagan razonable contar consu mayor experiencia, o requiera una tecnologíade su dominio.

La Medicina Interna tiene otra característica histó-rica, no explícita en esta definición, y que la distinguede la Medicina General: intenta incorporar al conoci-miento clínico de las enfermedades y a su tratamientolos progresos de las ciencias. Para cumplir con elconcepto de «atención integral», a las ciencias biológi-cas se suman los avances en psicología y en cienciassociales que contribuyen al propósito integrador.

HISTORIA DE LA MEDICINA INTERNA

A fines del siglo 18 y en la primera mitad del siglo19 los centros de influencia de la medicina occiden-tal estaban en países europeos. Para la prácticaprofesional las opciones principales eran la clínicamédica y la cirugía, con fronteras bien identifica-das. La clínica médica distinguía entre patologíainterna y patología externa, cuyas fronteras eranmás difusas. La enseñanza y la práctica de la clínicamédica se aplicaba al diagnóstico de las enferme-dades por sus síntomas y signos físicos, más elconocimiento sobre su historia y evolución natural,y los aportes de la anatomía patológica, que habíaalcanzado la cúspide de su desarrollo. La terapéuti-ca médica era esencialmente empírica. Para apro-vechar en beneficio del enfermo este conjunto

formado por la semiología, la historia natural de lasenfermedades, su anatomía patológica y el trata-miento médico empírico, eran fundamentales laexperiencia del médico, su capacidad de observa-ción (el «ojo clínico» mencionado por A. Castiglionien su Historia de la Medicina)4 y su buen juicio.Ello se reflejaba en los textos y en las revistasmédicas, cuyos contenidos eran esencialmentedescriptivos. Sobre la naturaleza de las enfermeda-des, sus causas y fisiopatología, se sabía muy poco.Lo que se decía, hacía, escribía y enseñaba teníanmucha subjetividad y poca ciencia.

En la segunda mitad del siglo 19 progresaronnotablemente la bacteriología, la química y la física.Sus descubrimientos empezaron a relacionarse conla clínica médica y nació la medicina experimental,que adoptó el método de las ciencias biológicas.Este proceso cultural causó efectos en Alemania,donde provocó una acción favorable pretendiendoincorporar a la clínica médica las novedades queofrecían las ciencias para investigar la naturalezaíntima de las enfermedades, adoptar nuevos recur-sos tecnológicos que facilitaran o precisaran eldiagnóstico semiológico, ensayar nuevos tratamien-tos y juzgar objetivamente los méritos e inconve-nientes de los tratamientos antiguos y los nuevos.Entre los cambios que se produjeron, la fisiología yotras ciencias biológicas dieron origen a la fisiopa-tología. En el ambiente médico germánico nacie-ron, alrededor de 1880, los términos «MedicinaInterna» e «internista». Una reunión realizada enWiesbaden, en 1882, se denominó por primera vez«Congreso de Medicina Interna» (Tabla 1). Dos añosdespués la revista médica alemana «Boletín deMedicina Clínica» cambió su nombre a «Boletín deMedicina Interna», indicándose como propósitodifundir lo que la literatura mundial ofreciera en elcampo de la Medicina Interna2.

Apenas una década después, J. von Merin,autor del primer texto que empleó el título de«Medicina Interna», profetizó el inminente naci-miento de las subespecialidades:

«El territorio de la medicina interna, gracias ala suma de las más variadas disciplinas experi-mentales, ha alcanzado tal extensión que unasola persona ya no puede abarcar con autoridadtodas sus ramas. Sólo el investigador tiene compe-tencia para evaluar críticamente la acumulaciónsin fin de detalles, de modo de poder ofrecer lomejor a los estudiantes y a los clínicos».

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A comienzos del siglo 20 el concepto de laMedicina Interna se extendió en Europa y de allí alresto del mundo. Aunque el término «Medicina Interna»no se universalizó, fue adoptado en los EE.UU de NA3.

Hasta la Primera Guerra Mundial, las ciencias y lamedicina en Norteamérica se nutrieron con conoci-mientos y tecnología importados de Alemania yAustria y, en menor proporción, de Inglaterra yFrancia. El conflicto bélico hizo sentir a los norteame-ricanos la importancia de hacerse autosuficientes y eldesmantelamiento tecnológico de los imperios deEuropa Central causaron que el liderazgo científico ymédico se trasladara a la ribera occidental delAtlántico Norte, donde alcanzó su cúspide a comien-zos de la Segunda Guerra Mundial3.

En Norteamérica el nombre «Medicina Interna»figuró por primera vez en 1906, en el título de untexto con temas de esta especialidad (Tabla 1). En1908 empezó a publicarse la primera revistadedicada explícitamente a Medicina Interna yveinte años después se fundó la segunda. En 1936se creó el «Board» o examen nacional paracertificar a sus especialistas. Hace poco más deuna década, el American College of Physiciansadjuntó la aclaratoria de ser la «Sociedad America-na de Medicina Interna» y lo mismo hizo en Chilela Sociedad Médica de Santiago, nombre históricode la Sociedad Chilena de Medicina Interna.

EL «FENÓMENO OSLER»

La concepción de la Medicina Interna como unámbito para relacionar los progresos científicos con

la clínica médica tradicional fue captada por médi-cos notables a fines del Siglo 19 y comienzos delsiglo 20. Su paradigma fue el Dr. William Osler,nacido en Canadá, prestigiado como clínico ydocente en la Universidad McGill de Montreal. Setrasladó a los Estados Unidos donde alcanzó granprestigio y terminó su carrera profesional en laUniversidad de Oxford, Inglaterra, distinguido porla corona británica con el título nobiliario de «Sir».

En 1890, Osler tenía 41 años y era el clínicomás destacado en Norteamérica, Profesor deMedicina y Médico Jefe en el Hospital de laUniversidad de Johns Hopkins, en Baltimore. Leincomodaba la escasez de textos que mostraran laexperiencia de los clínicos norteamericanos ycriticaba la forma en que estaban organizados lospocos disponibles, porque se basaban en criteriosanatomopatológicos para agrupar enfermedadescon naturaleza disímil. Además, repetían conoci-mientos clínicos clásicos sin considerar las nove-dades que aportaban las revistas científicas. A unode esos textos le criticó, por ejemplo, el quenegaba que la fiebre tifoidea fuera causada poruna bacteria lo que, según el autor, era fruto de laimaginación humana. Eberth, en Alemania, habíacomunicado recientemente el aislamiento de unabacteria distinta al bacilo coli y que cumplía lospostulados de Koch para atribuirle causalidad enla fiebre tifoidea. Pero los médicos norteamerica-nos –salvo Osler y otros pocos– no leían revistasen idioma alemán ni procuraban sus traducciones.

Osler criticaba también la polifarmacia empíri-ca y basaba sus propios tratamientos en lasmedidas de higiene y confort del paciente y en su

Tabla 1. Hitos en la historia de la Medicina Interna

1882 Congreso Médico en Wiesbaden, Alemania:«Verhandlungen des Kongresses für Innere Medizin».

1894 La revista «Zentralblatt für Klinische Medizin» cambió su nombre a«Zentralblatt für Innere Medizin».

1901 Texto de medicina de J. von Merin, editado en Jena:«Lehrbuch der Inneren Medizin».

1906 En EE.UU de NA se publicó un texto de medicina (Forschheimer) en cuyo título seincluyó el término «Medicina Interna».

1907 Se fundó la revista «Archives of Internal Medicine», editada por la American MedicalAssociation.

1927 Se fundó la revista «Annals of Internal Medicine», editada por el American College ofPhysicians (Sociedad Americana de Medicina Interna).

1936 En EE UU de NA se creó el «Board» de Medicina Interna.

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alimentación e hidratación adecuadas, tratando deque la naturaleza y la energía vital del pacientefueran la fuente de su mejoría. Por ejemplo, ensus lecciones sobre fiebre tifoidea, el capítulodedicado al tratamiento empieza así:

«La profesión médica ha demorado demasiadoen aprender que la fiebre tifoidea no es unaenfermedad que deba tratarse principalmente condrogas. Una enfermería cuidadosa y una dietacontrolada son esenciales en la mayoría de loscasos»5.

Esto lo escribió décadas antes de que sedescubrieran los sulfamidados y luego la cloromi-cetina. Sin embargo, sería difícil desechar esasenseñanzas, aunque en el curso del siglo 20 sedesarrollaron herramientas formidables que hanpermitido ser más eficientes en la curación y laprevención de las enfermedades.

Estimulado por sus colaboradores y por una granempresa editorial, Osler escribió su tratado sobre«Los Principios y la Práctica de la Medicina», dondevolcó su experiencia y una recopilación del conoci-miento clínico, fisiológico y fisiopatológico de suépoca (Figura 1). En pocos meses fue el texto máspopular en Norteamérica y se extendió al mundo.Osler lo actualizó en 7 ediciones, hasta 19096.Después de su muerte, sus discípulos publicaronhasta la edición Nº16, en 1947, traducida al francés,alemán, español y chino. El libro de Osler reflejó laquintaesencia de la Medicina Interna: el conocimien-to médico abarca no sólo las características clínicasde las enfermedades sino también su epidemiologíay relaciones con la salud pública, incorporándole losdescubrimientos atingentes de la medicina experi-mental, la microbiología, la bioquímica etc.

LAS SUBESPECIALIDADES DE LA MEDICINA INTERNA

En las primeras décadas del siglo 20 nacieron una auna las subespecialidades de la medicina interna,ante la necesidad de circunscribir la dedicación delos internistas en ámbitos en que pueden profundi-zar su experiencia. Esta necesidad se hizo másobvia cuando apareció una tecnología de altacomplejidad, que sólo puede dominarse dedicán-dole mucho tiempo. Nadie concebiría en el siglo 21a un médico capaz de manejar la endoscopiadigestiva, la cardiología intervencional, la ecocar-diografía, controlar procedimientos de diálisis ex-

tracorpórea y los laboratorios de inmunología y dehormonas. Una gran proporción de internistas seincorporó a este fraccionamiento progresivo delquehacer profesional. Esta proporción ha variadosegún la época histórica, en países y regionesdentro de un país, influida por las necesidades dela población, la disponibilidad local de tecnologíacompleja y otros factores económicos y sociales.

DESARROLLO DE LA MEDICINA INTERNA EN CHILE

Los grandes clínicos chilenos de la primera mitad delsiglo 20 captaron la concepción de la MedicinaInterna en sus visitas a países europeos. Transforma-ron sus servicios hospitalarios en escuelas parainternistas y, al corto tiempo, estimularon a discípu-los destacados para que adquirieran, en Norteaméri-ca o en Europa, conocimientos adecuados paraorganizar en Chile las nacientes subespecialidades.Sin embargo, ejercieron su autoridad para que lossubespecialistas continuaran desempeñando algunasfunciones como internistas generales, al menos enlas cátedras universitarias. Esto aminoró el efecto dela subespecialización prematura y excluyente.

FIGURA 1. Portada del texto de medicina, de WilliamOsler, en su edición de 1909

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En los Servicios de Medicina de los hospitalesdocentes (entendiendo por tales a los hospitalesuniversitarios y a los del sistema público en queexisten departamentos universitarios y docencia depre y postítulo) se instalaron laboratorios de hemato-logía y coagulación, de bioquímica hepática y renal,microbiología y parasitología, inmunología, etc., enque participaban los subespecialistas respectivos yotros profesionales. Esos laboratorios formaban partedel Servicio y ampliaban su labor clínica contribuyen-do al diagnóstico de los pacientes y a la investigaciónclínica. Esta nueva organización emulaba a los cam-bios ocurridos en Norteamérica y Europa, reflejandola naturaleza de la Medicina Interna.

Una nómina de los «padres de la MedicinaInterna en Chile» debería incluir al menos (en ordenalfabético) a los Dres. José Manuel Balmaceda,Ricardo Donoso, Exequiel González Cortés, Arman-do Larraguibel, Ernesto Prado Tagle, Joel Rodríguez,Ramón Valdivieso Delaunoy, Ramón Vicuña Herbo-so, en Santiago; Eduardo Muñoz Montt, en Valparaí-so; y Guillermo Grant Benavente, en Concepción.En ese conjunto resaltarían las personalidades médi-cas más notables en la primera mitad del siglo 20:Rodolfo Armas Cruz, Alejandro Garretón Silva yHernán Alessandri Rodríguez (Figura 2).

Esos médicos formaron la Medicina Interna enChile, modelaron la educación médica y marcaronhitos para el progreso del ejercicio profesional.Fueron, además, fundadores de las sociedades desubespecialistas de su época: Cardiología, Gas-troenterología, Hematología, Reumatología, Nefro-logía, Infectología, Endocrinología, Diabetología.Sus discípulos las perfeccionaron y las generacio-nes actuales impulsaron las más nuevas, como laMedicina Intensiva y la Geriatría.

MEDICINA INTERNA:LA RUTA NATURAL HACIA SUS SUBESPECIALIDADES

En países desarrollados la formación de subespe-cialistas de la Medicina Interna comienza despuésde su certificación como internistas. Ello se basaen la necesidad de brindar al paciente el máximobeneficio tecnológico y científico disponible, peroprotegiéndolo del riesgo que le haría correr latecnología aplicada por personas que desconoz-can la complejidad de los problemas clínicos, quesobrepasa lo científico y tecnológico.

Un desafío que no ha encontrado solución es elequilibrio entre la proporción de internistas ysubespecialistas. Las razones para preferir las sub-especialidades son varias. Primero, un factor perso-nal: es más cómodo manejarse con problemasclínicos repetitivos, donde las novedades y latecnología se pueden aprender con rapidez. Segun-do, un factor económico: el dominio de unatecnología especializada, para diagnóstico o tera-péutica, permite al subespecialista obtener ingresosen menor tiempo. Tercero, un factor económicoinstitucional: el ambiente administrativo privilegiaal subespecialista que maneja tecnología y generaingresos a la institución, sobre el clínico puro,aunque muchas veces sea éste quien decide cuálespacientes la necesitan. Cuarto, el campo laboralreal: las instituciones de salud previsional, queatienden a una proporción importante de la pobla-ción, contratan muchos subespecialistas y pocosinternistas generales; así, en Chile el campo laboralde los internistas generales queda confinado aalgunas instituciones públicas (ej: hospitales nivelB), consultas ambulatorias en FFAA y municipalida-des, y las consultas privadas. Quinto, un factorsocial: la cultura pública favorece la concepción deque para cada problema clínico el médico másapropiado es el subespecialista que suponen másrelacionado con el problema y recurren a él enprimera instancia. Sexto, los programas de forma-ción de internistas privilegian la imagen de lossubespecialistas: en las calificaciones finales losbecarios deben dar exámenes prácticos con sucesi-

FIGURA 2. Los Drs. Rodolfo Armas Cruz, HernánAlessandri Rodríguez y Alejandro Garretón Silva, en elCentenario de la Sociedad Médica de Santiago, 1969.

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vos subespecialistas, muchos de los cuales lesexigen conocimientos similares a quienes terminanuna beca en esa subespecialidad. Séptimo, loscursos y congresos organizados por sociedadesmédicas científicas tienden a enfocarse en lostemas novedosos de cada subespecialidad y pocasveces se adaptan a un auditorio de internistas.

El equilibrio internistas/subespecialistas estáparcialmente controlado en los países cuyos siste-mas de salud exigen que para acceder a laatención por subespecialistas debe haber unasolicitud de referencia extendida por un internistao médico general. Si quisiéramos aplicar unalegislación similar en nuestro país, deberíamoscontar primero con información precisa sobre laproporción de consultantes cuyos problemas pue-den ser resueltos por internistas7. (En el númerode Annals of Internal Medicine indicado en lareferencia 7 se publicó un suplemento sobre «Elfuturo del generalismo en Medicina»).

EVOLUCIÓN DEL EJERCICIO DE LA MEDICINA INTERNA

La naturaleza de la Medicina Interna y su rol en elprogreso de la ciencia y el arte médicos son losmismos desde que se conformó esta especialidad.Pero en las últimas décadas hemos vivido cambios enel ejercicio de la Medicina Interna y sus subespeciali-dades, en los recursos tecnológicos y la forma en quelos médicos adaptamos nuestro quehacer profesional.

En la década 1960-1970, era frecuente que losServicios de Medicina Interna atendieran jóvenes de18 años con enfermedad reumática activa y carditisgrave, varones de 40 años con úlcera duodenalperforada o sangrante, mujeres con insuficiencia renalaguda por septicotoxemia por Clostridium perfrin-gens, secundaria a aborto provocado. Y, en el verano,pacientes de ambos sexos con fiebre tifoidea.

Cuarenta años después la situación es diferen-te, entre otras razones porque la expectativa devida de la población ha aumentado. La medianade edad de los pacientes hospitalizados ha creci-do progresivamente: en 1986 bordeaba los 50años; en 1993 estaba en los 60 y en 2006 se acercaa los 70. En los hospitales públicos las camassuelen estar ocupadas por ancianos con patologíamúltiple y el deterioro general propio de lasenectud. Este panorama enfría el entusiasmo deestudiantes y médicos jóvenes por aprender una

especialidad en el ambiente hospitalario, peropodría encontrarse un equilibrio razonable perfec-cionando la atención secundaria ambulatoria,adaptándole la docencia de pre y postítulo.

Otro cambio importante se vivió en la distribuciónhoraria del trabajo. Hace 40 años era habitual que losmédicos (no solamente los internistas, sino en todaslas especialidades) emplearan sus mañanas, de lunesa sábado, en un hospital público o docente enSantiago y Concepción, y en los hospitales locales enotras ciudades. En las tardes se contrataban, conhorarios limitados, en otras instituciones: FFAA, elextinto «Sermena» (Servicio Nacional de Empleados),municipalidades, mutuales etc. La práctica privada delos internistas tenía horario variado y muchos dedica-ban las tardes enteras al ejercicio profesional indepen-diente. En materia de clínicas y hospitales privados, sudisponibilidad de camas de hospitalización y espaciospara consultas ambulatorias eran restringidos, de talmodo que con frecuencia se atendía en un hospitalpúblico a beneficiarios de otras instituciones y apacientes privados. Mucha tecnología emergente fueadquirida primero por los hospitales docentes, dondelos especialistas aprendieron a manejarla. Por variosaños la diálisis extracorpórea estuvo disponible sóloen hospitales docentes, como lo fueron los trasplantesde riñón, la cirugía cardíaca y la circulación extracor-pórea. El prestigio de los hospitales docentes y suatractivo para los médicos jóvenes no tenían paran-gón en otras instituciones.

Actualmente la dedicación de los médicos en loshospitales públicos ha declinado, trasladándose a loshospitales de otras instituciones y a clínicas privadasque se multiplican, crecen en tamaño y recursostecnológicos, son ahora las primeras en importartecnología que renuevan continuamente, brindancondiciones ideales para que los subespecialistaspractiquen sus procedimientos e, incluso, les permi-ten organizar actividades de difusión y perfecciona-miento profesional. Estos cambios han modificado elinterés de muchos médicos en desmedro de loshospitales públicos. En los hospitales docentestambién ha disminuido la dedicación horaria deespecialistas y subespecialistas que encuentran me-jores recursos tecnológicos en otras partes, con unaremuneración más satisfactoria. Así ha crecido elnúmero de especialistas que trasladaron su ejercicioprofesional por completo a clínicas privadas; otraproporción de médicos interrumpieron la regulari-dad de la jornada en los hospitales docentes y

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comprometieron al menos un día de la semana paraotras instituciones. Esta situación se da en todas lasespecialidades de la medicina. En el caso de laMedicina Interna, ha modificado el ambiente acadé-mico en los centros hospitalarios que sostienen losprogramas de formación de especialistas.

Otro cambio notorio en las últimas décadas estáen que el ejercicio privado de la profesión hadeclinado. Hace 40 años el internista atendía suconsulta como profesional independiente, a vecesinstalándola en su domicilio; si la compartía conotros médicos, lo hacía con especialistas ajenos a laMedicina Interna. Este estilo, denominado por losnorteamericanos «solo practice», está en declinación,particularmente en las grandes ciudades y podríadesaparecer. En la actualidad los médicos tienden aformar grupos con otros de la misma especialidad ocon subespecialidades afines. En Alemania, Nortea-mérica y otros países, estos grupos de médicosotorgan un sistema de cobertura en que los profesio-nales se reemplazan mutuamente durante las vaca-ciones, asistencia a congresos, fines de semana yausencias por otros motivos. Otra proporción demédicos renunció al ejercicio privado de su profe-sión para contratarse como empleados de entidadesprestadoras de atención en salud.

Hace 40 años, en Chile teníamos tres Escuelasde Medicina. Hoy tenemos veinte, en su mayoríaen formación y sus campos de docencia clínica sehan extendido a hospitales públicos de la periferiade las grandes ciudades, los hospitales de las FFAA,consultorios municipales y clínicas privadas. Anali-zar este nuevo panorama de la educación médicaen Chile escapa al propósito de este artículo.

La Medicina Interna ha estado obviamente insertaen los cambios de la medicina y la educación médica

en nuestro país. Probablemente se ve más afectadaque otras especialidades, sobre todo en lo que atañe ala educación médica de pretítulo porque mundial-mente se le reconoce un rol protagónico en laformación clínica de los estudiantes de medicina.

MENSAJE FINAL

La evolución de la Medicina Interna y el rol delinternista en nuestra sociedad, tiene causas comple-jas; algunas vienen de fuera de la profesión médica,muchas fueron inevitables y probablemente todasson universales. En lugar de rechazar una realidadporque la sentimos ajena a nuestra historia y anuestras preferencias, debemos estimular la calidadde la formación del internista y su vocación duranteeste período crucial. Necesitamos dar ejemplos quemotiven a los jóvenes para elegir entre una carreraprofesional como internista o una subespecialidad.Si se hacen subespecialistas, que su formaciónprevia haya sido sólida y les permita conservar lacapacidad y el interés por atender a sus pacientescon el criterio amplio y el propósito integrador queson característicos de la Medicina Interna.

Potenciales conflictos de intereses: El autor esfuncionario de la Sociedad Médica de Santiago,cuyo Directorio le encomendó encontrar y funda-mentar una definición de «Medicina Interna»; estainstitución no tuvo ingerencia en la redacción nirevisión del manuscrito, cuyo contenido es deresponsabilidad del autor.

REFERENCIAS

1. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la LenguaEspañola, Vigésima Segunda Edición, 2001. Edi-torial Espasa-Calpe S.A., Madrid.

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