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1 POR UNA GEOGRAFIA DEL PODER Claude RAFFESTIN Traducción y notas Yanga Villagómez Velázquez EL COLEGIO DE MICHOACAN Noviembre 2011

RAFFESTIN, Por una geografía del poder

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    POR UNA GEOGRAFIA DEL

    PODER

    Claude RAFFESTIN

    Traduccin y notas Yanga Villagmez Velzquez

    EL COLEGIO DE MICHOACAN Noviembre 2011

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    INDICE

    PREFACIO Advertencias Preliminares

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    PRIMERA PARTE DE UNA PROBLEMTICA A OTRA

    CAPITULO I. CRITICA DE LA GEOGRAFIA POLITICA CLASICA

    I.SURGIMIENTO DE LA GEOGRAFIA POLITICA. II. GEOGRAFA POLTICA O GEOGRAFA DEL ESTADO?

    III.-EL LENGUAJE DE LA GEOGRAFIA DEL ESTADO.

    CAPITULO II. ELEMENTOS PARA UNA PROBLEMTICA RELACIONAL

    I.- QUE ES UNA PROBLEMTICA? II.- IDENTIFICACION DE LA RELACION.

    III.- LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA RELACION.

    CAPITULO III. EL PODER

    I.- QU ES EL PODER? II.- LOS RIESGOS DEL PODER.

    III.- EL CAMPO DEL PODER.

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    SEGUNDA PARTE LA POBLACION Y EL PODER

    CAPITULO I. ENUMERACION Y PODER

    I.- LA REPRESENTACIN DE LA POBLACIN: PRIMER DOMINIO DEL

    PODER II.- LOS ACTORES Y SUS FINES

    III.- CONTROL Y GESTION DE LOS FLUJOS NATURALES IV.- CONTROL Y GESTION DE LOS FLUJOS MIGRATORIOS

    CAPITULO II. LENGUA Y PODER

    I.- LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE II.- LA LENGUA COMO RECURSO.

    III.- LA LENGUA Y LAS RELACIONES DE PODER

    CAPITULO III. RELIGION Y PODER

    I.- LO SAGRADO Y LO PROFANO II.- LAS RELACIONES ESTADO-IGLESIA

    III.- EL DESPERTAR DEL ISLAM.

    CAPITULO IV. RAZAS ETNIAS Y PODER I.- EL PAPEL Y EL SIGNIFICADO DE LAS DIFERENCIAS.

    II.- FORMAS DE DISCRIMINACIN.

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    portatilResaltado

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    TERCERA PARTE EL TERRITORIO Y EL PODER

    CAPITULO I. QUE ES EL TERRITORIO?

    I.- DEL ESPACIO AL TERRITORIO.

    II.- EL SISTEMA TERRITORIAL.

    III.- LA TERRITORIALIDAD.

    CAPITULO II. LAS RETCULAS DEL PODER

    I.- LMITES Y FRONTERAS

    II.- CAMBIO DE PODER-CAMBIO DE DIVISIN

    III.- CAMBIO DE MODO DE PRODUCCIN-CAMBIO DE DIVISIN

    IV.- A LA BSQUEDA DE UNA NUEVA DIVISIN: LA REGIN

    CAPITULO III. NUDOSIDAD, CENTRALIDAD Y MARGINALIDAD

    I.- LOS LUGARES DEL PODER

    II.- LAS CAPITALES Y EL PODER

    III.- REGIONES, NACIONES, GRANDES ESPACIOS Y PODER

    CAPTULO IV. LAS REDES Y EL PODER

    I.- LA CIRCULACIN Y LA COMUNICACIN

    II.- LOS ACTORES Y LA CIRCULACIN

    III.- LOS ACTORES Y LA COMUNICACIN

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    CUARTA PARTE

    LOS RECURSOS Y EL PODER

    CAPTULO I. QU SON LOS RECURSOS?

    I.- MATERIA, RECURSO, TECNICIDAD II.- RECURSOS RENOVABLES Y RECURSOS NO RENOVABLES

    III.- LA MOVILIZACIN DE LOS RECURSOS

    CAPITULO II. LOS ACTORES Y SUS ESTRATEGIAS

    I.- LOS COMPONENTES DE LA ESTRATEGIA II.- JAPON Y LA TRANSFERENCIA DE TECNOLOGA

    III.- LAS MULTINACIONALES Y LA TRANSFERENCIA TECNOLGICA IV.- LAS ESTRATEGIAS DE LAS TECNOLOGIAS INTERMEDIARIAS

    CAPITULO III. LOS RECURSOS COMO ARMAS POLITICAS

    I.- QUE RECURSOS? II.- LOS CEREALES Y PARTICULARMENTE EL TRIGO

    III.- LOS RECURSOS ENERGTICOS IV.- EL COBRE Y EL ALUMINIO

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    OBSERVACIONES FINALES 189

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    PREFACIO

    Se nota al menor indicio: en la era de la economa mundial, de la revolucin islmica, de la OPEP, de la ofensiva econmica japonesa, de la invasin de Afganistn y del chantaje para el abastecimiento de cereales, la vieja y vergonzosa

    Geopoltik entra en escena. La palabra misma ya no es tab: aparece aqu y all. Otra

    vez revocada, disfrazada, adornada, la abuela con un diente mellado es echada hacia

    delante, cojeando cae en los brazos de una jovencita maltratada y usada antes de su

    madurez que dice llamarse Sociobiologa o algo parecido. Miasmas del obscurantismo,

    convergencias casi inocentes, esperadas y casi necesarias. Es as como este libro llega a tiempo quiz incluso de manera prematura: con la

    pretensin no de renovar una geografa poltica rutinaria, sino de refundarla y, lejos de

    hacer como que ignora la geopoltica, redescubrir sus lmites y los de sus atractivos,

    que seran los menos alterados: en resumen, sus contradicciones.

    Hubo una geopoltica, que en sus inicios no dej de tener sus mritos, pero que enseguida sirvi para justificar las ambiciones de conquista, en el nombre de un

    determinismo sin matiz, y sirvi as al nazismo. Y tambin hubo una geografa poltica que, a fuerza de considerarse neutra y para hacer olvidar los excesos de la vergenza de la familia, devino en una virtud sin virtudes, logrando esa proeza de ser

    una geografa poltica apoltica. Inclusive influenci toda la geografa a tal punto de quitarle sabor: quiero decir, inters y poder para explicar. La simple palabra poltica chocaba como una incongruencia: por eso durante dcadas se estudiaron las ciudades

    sin actores, el campo sin propietarios, la industria sin empresarios, las organizaciones

    sin inversionistas, los estados sin gobernantes. Es decir, una geografa sin poderes,

    puesto que la prima alemana haba concedido demasiado al Poder.

    Desde hace uno o dos lustros claro, 1968 ayud bastante y tambin el duro contacto de gegrafos aplicados con las realidades del ordenamiento territorial-, el panorama ha cambiado: la geografa habla cada vez ms de poderes, de dominio, de actores, de

    tomadores de decisiones e incluso de teoras de la decisin, de estrategias y hasta de

    guerra. El error sera la fundacin de un nuevo reduccionismo y la visualizacin de un

    misterioso Poder, deus inoex machina explicando todo y nada al mismo tiempo; de no

    verlo ms que a nivel del estado y como una nueva Eternidad, legitimada por su

    misma eternidad, por su esencia de Naturaleza, permitiendo entonces legitimar todas

    las dominaciones, las opresiones, las explotaciones.

    Porque conoce bien tanto la geografa poltica como la geopoltica, es que Claude

    Raffestin evita ese error y nos invita y prepara a no caer en l. Primero, solicitando que

    la geografa poltica no se limite ms al anlisis del comportamiento de los estados,

    aunque sabe delimitar lo poltico, o mejor, el poder, dondequiera que est -y est por

    todas partes-: a otras escalas (la regional, la local) y en el conjunto de las relaciones

    sociales. Si eso no significara el riesgo de estrellar el libro contra un referente histrico

    muy pesado, quisiera llamarlo Fundamentos para una Crtica de la Geografa poltica. Oportunos Grundrisse, ahora que se sobrevalora el Estado para hacer olvidar las relaciones de dominacin decisivas en ocasiones, por parte de las empresas y

    tambin por parte de las clases sociales. O para justificar el dominio natural de las grandes potencias sobre lo que no se atreven a nombrar los Unterstte (los llamados

    Untermenschen1), esos tipos de Estados advenedizos que ni siquiera saben utilizar una

    1 Untermensch subhombre o subhumano en alemn. Trmino empleado por la ideologa nazi para

    referirse a lo que esta ideologa consideraba personas inferiores, particularmente a las masas del Este

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    independencia apresuradamente concedida y que pretenden fijar el precio de sus

    favores perdn, de sus recursos- incluso si, aunque se podra ignorar, esto no ocurre siempre, ni de forma exclusiva, en contra de las compaas La observacin fundamental es que toda relacin es asimtrica: si Claude Raffestin no

    lo dice de manera tan cruda, no est lejos de pensarlo. Toda relacin implica un juego

    de poder. En ese sentido rebasa la nocin de poltica: en efecto, es bueno que el ttulo de

    este libro d prioridad a los poderes ms que a lo poltico. Esta Crtica, que es tambin

    constructiva, es concebida como una atenta prctica de las ciencias sociales: va en la

    misma lnea de los trabajos de Michel Foucault y se apoya constantemente en las teoras

    de la informacin en sus diversas facetas: energa y entropa, comunicacin y cdigos.

    La lingstica y la lgica, lo sabemos, son especialidades de Ginebra: seremos sensibles

    a la solidez con la que ellas sostienen la ambicin terica que presenta Claude Raffestin

    y sus esfuerzos de formalizacin. No siempre me convencen los diagramas de dos ejes

    en los que la dialctica resulta casi elemental, y ciertas analogas entre lengua, religin y

    capital pueden sorprendernos, pero en todo ello hay motivos para el ejercicio de la

    reflexin; se trata de temas que hay que re-examinar desde la raz.

    La re-evaluacin sigue las mismas categoras de la geografa poltica clsica: poblacin,

    territorio, recursos. Pero aqu se transforman completamente. La poblacin no es un

    conjunto de habitantes, ni tampoco de productores-consumidores, sino una sociedad con

    sus poderes, sus lenguas y sus creencias; el territorio se convierte en una red de

    relaciones; los recursos ya no son naturales sino producidos. Por doquier hay actores, estrategias, dominacin. No para justificarlas, sino para ponerlas al desnudo.

    Con distanciamiento: Claude Raffestin no pretende proponer un Sistema del Mundo; se

    le podra acusar de eclecticismo, yo le encuentro ms bien, considerando el estado de la

    naturaleza de la cuestin, una prudencia de buena ley y de calidad cientfica. Aunque

    eso no impide de ninguna manera la firmeza de sus posiciones: hay que leer ms bien lo

    que dice sobre los censos o las nuevas visiones globales de las redes territoriales, sobre

    la centralizacin, o en otro registro, sobre la ley 101 de Quebec.2

    Me agrada que este libro pueda resaltar temas tan enormes como los recursos

    mundiales, las transferencias de tecnologa, el papel de las religiones y el de las

    libertades y los controles totalitarios. Cuatro cuestiones en particular deberan llamar la

    atencin en las discusiones de fondo: las nociones o tal vez habra que hablar ya de conceptos- de recurso, cultura, territorio y diferencia.

    Los recursos no preexisten en las sociedades, no son naturales; sus propiedades son inventadas por las sociedades y son variables en el tiempo, segn los valores de uso y de cambio que cada sociedad les atribuye; cosas ocultas o casi, desde que se fund la

    geografa, que parecen evidentes cuando se escribe claramente, pero que se olvidan en

    la prctica. Claude Raffestin presenta un intento de formalizacin entre los actores y sus

    estrategias, donde se ve que los poseedores de la tecnologa estn por lo comn mejor

    posicionados que quienes poseen la materia inerte. Me parece que eso se podra

    complementar con el juego entre aquellos que poseen los medios para transferir

    recursos; no se trata de una simple cuestin tcnica y me da la impresin de que tienen

    (judos, gitanos, eslavos, bolcheviques soviticos) o cualquier otra persona que no perteneciese a la

    raza aria (NdT). 2 La ley del idioma francs (conocida como la ley101) fue una ley propuesta por Camille Laurin y

    adoptada por la AsambleaNacional de Qubec el 26 de agosto de 1977durante el gobierno de Ren

    Lvesquele y en ella se definen los derechos lingsticos de los ciudadanos de Qubec. Con ella, el francs, el idioma de la mayora, se convirti en el idioma oficial del Estado de Quebec (NdT).

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    todava ms poder que todos los dems. Las grandes petroleras no fundaron su tremendo poder en el control de la circulacin, ms que en el de la produccin y esa

    misma operacin no se est repitiendo en materia de transferencia de informacin en la

    poca de la telemtica?

    Eso abre otra discusin: el conjunto informacin-tecnologa debe ser considerado o

    no como recurso? Claude Raffestin evoca con razn las transferencias de tecnologa y

    la querella de las tecnologas intermediarias, pobres recursos y recursos de pobres,

    sobre los cuales un Schumacher, pregona lo small, pero para otros, sugiere a los sub Estados que se conformen. Se trata, en este sentido, de los grandes riesgos de poder

    que la geografa no debe ignorar.

    Como tampoco debe descuidar, despus de este libro, el inmenso mundo de la lengua,

    de la religin o de la raza, que generalmente ha abordado desde el aspecto menos

    importante, es decir, mediante la simple descripcin de su distribucin espacial. Claude

    Raffestin hace una propuesta diferente en dos captulos que para m son los ms

    novedosos de la obra: analiza los efectos de poder que tienen la lengua, la religin y la

    etnicidad y de los cuales stos son el vehculo. La lengua es un instrumento de

    dominacin: de la ciudad sobre el campo (pero se trata de la ciudad o ms precisamente de la burguesa?), de una nacin sobre otras, de una etnia sobre otras, e incluso de especialistas se trate del cientfico o del comerciante haoussa- y, habra que

    agregar, de una clase sobre otras. Esta fecunda pista va ms all de la lengua, a pesar de

    que Claude Raffestin otorga a esa palabra un significado muy amplio, equivalente casi

    al de cultura: el fondo con la forma, el contenido con el continente. Se trata precisamente, del saber, de su elaboracin, de su apropiacin, de su acumulacin y de

    su transmisin y, al mismo tiempo, de otra forma de dominacin mediante la

    informacin, recurso y medio de produccin, instrumento de poder. La religin es un

    conjunto de valores y se aprovecha de la asimetra,3 al igual quela lengua; es tambin

    Iglesia y, en ese sentido, poder puro, inseparable del Estado en el ejercicio de la

    reproduccin social; una legitima al otro, aportando ese consenso que facilita

    extraordinariamente la reproduccin y la conduccin del poder. En realidad, lo que hay

    que subrayar es todo el conjunto de la cultura: los valores formados por la praxis y que la guan; las representaciones y los mitos. En este sentido, un captulo sobre la

    educacin y la formacin escolar como instrumentos de transmisin de la reserva social

    de informacin y como instrumento de reproduccin social y en consecuencia, como

    instrumento de poder y de asimetra, complementara de manera til los captulos sobre

    la lengua y la religin.

    Una de las dimensiones de la cultura est en las representaciones y el sentido del

    territorio. Tema esencial para la geografa, pero tan ambiguo como la palabra espacio.

    No estoy seguro de que el punto de vista de Claude Raffestin, cuando define el espacio

    como un dato y el territorio como ese dato socializado, sea el ms pertinente y

    rigurosamente sustentado. Pero tambin es cierto que hay que distinguir entre un

    concepto abstracto y geomtrico -que a veces se denomina ampliamente-, la nocin a

    veces un poco artificial de una naturaleza inmaculada, preexistente en la accin de la

    sociedad, sobre la cual sta proyectara sus estructuras acabadas, o que le servira de

    encuadre externo concepcin en la que veo muchos peligros y ningn inters y que Claude Raffestin evita utilizar-, algo que, por el contrario, juzga fundamental, y que es a

    la vez entorno y dimensin intrnseca de la sociedad, producto de su actividad y agente

    de su reproduccin, y que bien podra llamarse espacio, aunque Claude Raffestin

    3 dissymtrie en el original (NdT)

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    prefiere llamar territorio. Pero ste ltimo trmino se aplica mejor a una cuarta

    categora, que incluye la idea de apropiacin del espacio: un espacio mo y para

    miactividad, donde por supuesto admito a otras personas pero no a cualquiera. Y

    todava sera necesario inclusive distinguir entre lo que llamara una territorialidad

    general, que Claude Raffestin extiende a los valores, a las creencias y a las culturas4 y

    una territorialidad restringida, que se puede aplicar al espacio. Es esta nocin acabada

    del territorio la que da origen a las asimetras ms dramticas, a los poderes ms

    encarnizados y ms retrgrados. Lo cual implica diferenciacin: afirmacin,

    reconocimiento y negacin del Otro, de los otros. nica nocin, tal vez, gracias a la cual

    los humanos conservan algn parentesco animal. No subestimemos el territorio y

    desconfiemos de sus ideologas. Detrs de la etologa5 y la idea de races se perfilan

    nicamente regresiones! Y no es acaso significativo que se apele a lo histrico, a lo

    cambiante, a lo contingente cuando se trata del progreso, al mismo tiempo que se aferra

    uno a lo natural, a lo eterno en pocas de remordimientoo si se trata de conservar el

    dominio conquistado ya sea que se trate de las fronteras o las ideologas? La humanidad entera debera ser nuestro territorio.

    Finalmente, la cuestin esencial podra ser la de la diferencia. Y sta es una de las ms

    complejas que existen, ya que en ella se mezclan diferencia y discriminacin, respeto de

    la diferencia y justificacin de la desigualdad, izquierdismo sentimental y extrema

    derecha poco novedosa. Claude Raffestin tiene sobre este tema pginas impactantes: la

    geografa no est mal situada para hablar de la diferencia, pero he aqu al menos un

    tema a debate: parece que admite que todo poder niega la diferencia y busca la

    uniformidad, la homogeneizacin, la isotropa. Es lo que se dice con frecuencia y es lo

    que han sostenido a su manera Stphane Lupasco, Henri Lefebvre o Albert Jacquard. De

    manera parecida a la clebre historia del optimista y del pesimista soviticos, que cuenta

    Alexandre Zinoviev (-No puede ser peor- Claro que s!), me parece que este temor es optimista, ya que la tendencia a la uniformizacin lleva a la mxima entropa y prometer la entropa del Poder es prometer su muerte.

    Pero esta tendencia es ms bien propia de poderes brutos y brutales, poco lcidos, si no

    es que ciegos, de burcratas limitados, de jefecitos imbciles y de tecncratas

    necesitados, que se ejercen en ciertos momentos y por poco tiempo. Sin embargo, el

    mismo Dupont-Lajoie no sabe que l existe slo porque otros son diferentes y los puede

    despreciar y le son tiles como chivos expiatorios: no los soporta y, no obstante, no es

    nadie sin ellos. Pero el verdadero poder, consciente y duradero, que encuentra las vas

    de su propia reproduccin, es aqul que juega con las diferencias y que llega a crearlas,

    si es necesario, para explotarlas. Que se trate de una fbrica (la increble complejidad de

    los salarios), de clases, de lugares, de naciones, que sea organizando las migraciones o

    desplazando las inversiones, el Capital, que ha hecho de la divisin social del trabajo y

    de la divisin espacial del trabajo sus principios, sabe crear la diferencia y vive de ella incluso si su accin puede reducirlo localmente o si ciertas discriminaciones le

    incomodan (p.126), lo cual constituye la menor de sus contradicciones. De esta manera,

    crea la neguentropa6 como su fuente de la juventud, sin la cual hace ya tiempo que

    4 Incluso integrar a la mujer en el territorio del homo siciliens. Apoyemos aqu el homenaje que Claude

    Raffestin hace de paso a ReneRochefort, cuya tesis pionera sobre el Trabajo en Sicilia (hace ya veinte

    aos!) ha sido poco conocida. 5 Rama de la Psicologa que se dedica al estudio cientfico del carcter y de los modos de comportamiento

    del hombre (NdT). 6 Neguentropa define la energa como una serie de causas y efectos armnicamente acomodadas en las

    que la suma total de los efectos armnicos dan como resultado un acople de mayor magnitud que el

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    habran tenido razn los profetas que anuncian regularmente su desaparicin inevitable

    y prxima. Despus de todo, la aparente uniformidad de los mundos imaginados por

    Orwel o Zamiatine supone tambin diferencias sociales extremas y funcionaran en los

    niveles tecnolgicos y energticos que describen, si no existiera, en algn lugar lejano,

    un pueblo de esclavos an ms esclavizado? La diferencia tiene frente a s un gran

    camino por recorrer y tal vez no deberamos perder de vista que ella es a veces, y en

    cierto sentido, excesiva: temo que ciertas ideologas diferencialistas no tienen otra funcin que hacrnoslo olvidar, precisamente porque el Poder -el verdadero- necesita

    crear o intensificar las diferencias, al mismo tiempo que esconde la agudizacin de

    otras, ms esenciales.

    Lo cual por supuesto no impide de ninguna manera estar atento a toda la riqueza del

    patrimonio cultural y natural y a que no desaparezca una parcela; aunque aqu se trata de otra cosa, que es necesario ver en detalle. Claude Raffestin tiene razn junto con

    aquellos que ven aqu una utilidad futura, como la conservacin del potencial gentico.

    A pesar de que esta posicin previsora, un poco funcionalista, sea superflua: el simple

    respeto del otro debera ser suficiente, pero con la condicin de respetar tambin su

    voluntad eventual de ser menos diferente en lo referente al ingreso, al acceso a la

    informacin y a establecer relaciones ms simtricasDiferente pero de alguna manera igual. Es eso, segn entiendo, lo que inspira Claude Raffestin a lo largo de esta

    geografa de las asimetras, lo cual es, no tengamos miedo de las palabras, lo esencial

    del humanismo.

    Julio 1980

    Roger Brunet

    Director de investigacin del CNRS

    original, siendo una forma de resonancia que da como resultado paquetes de energa perfectamente

    utilizables por cualquier sistema perceptor de sus efectos. (NdT)

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    AdvertenciasPreliminares

    Este texto es un intento por cristalizar algunos fragmentos de una reflexin iniciada

    hace aos y an sin terminar. Jams terminar? No es seguro, en la medida en que las

    reflexiones se alimentan de un tema inagotable, el poder. Juguete de la perversidad

    clasificatoria, ha sido necesario ratificar, despus de muchas otras, las diversas

    categoras de la geografa con que durante un tiempo cremos ilustrar lo que se ha

    convenido en llamar, desde hace ms de un siglo, la geografa poltica. Ilusin perfecta,

    ya que la geografa, como ciencia del hombre, no se entrega por partes sino de un solo golpe, completa y totalmente. Es el laberinto en el que uno se pierde y se desespera a menos que una Ariana compasiva proponga un hilo frgil pero suficientemente real para darle sentido a la aventura.

    Es en el tema del poder donde cremos encontrar ese hilo gua. Sera pretencioso decir que gracias a l evitamos errar, pero sera ingrato no reconocer que el hilo nos permiti

    errar de manera coherente. Organizar la reflexin alrededor del poder no tiene nada de

    profundamente original desde que los politlogos sustituyeron ese concepto piloto por

    el del Estado, mismo que ha sido desde hace tiempo el tema privilegiado de toda reflexin poltica1 Carente de originalidad, la geografa posee al menos cierta novedad en el contexto de su disciplina, aunque con frecuencia se rebela contra la introduccin de nociones que no son objeto de una traduccin espacial inmediata. Me

    siento satisfecho de que uno de nosotros, y de los que tiene ms prestigio, como Paul

    Claval, haya tenido el nimo de consagrar una de sus ltimas obras al tema del poder.2

    Nosotros mismos en un breve ensayo, en el que el carcter transdisciplinario no fue

    concebido para ser ameno o despertar simpata, colaboramos planteando algunos puntos

    de discusin.3

    Pero tal vez ya todo est dicho al confesar de manera imprudente que el poder no es

    objeto de una traduccin espacial inmediata? Esta afirmacin tiene fundamento? Eso depende totalmente de la concepcin epistemolgica que se tenga de las ciencias del

    hombre y en consecuencia, de la geografa humana. Esta ltima no es la ciencia de los

    lugares o del espacio como quera Vidal de la Blanche. La geografa humana consiste en

    hacer explcito el conocimiento del conocimiento y de la prctica que los hombres

    tienen de esta realidad que se denomina espacio. En eso seguimos la concepcin de nuestro amigo Luis Prieto, profesor de lingstica en la Universidad de Ginebra.

    4Y

    entonces? Entonces el paisaje de nuestra reflexin se modifica medianamente. Conocer y practicar una realidad material supone y postula un sistema de relaciones al

    interior del cual circula el poder, ya que ste es consustancial a toda relacin. El

    conocimiento y la prctica puestos en marcha por el trabajo implican una forma de

    poder a la cual no es posible escapar.

    Explicitar el conocimiento y la prctica que los hombres tienen de las cosas es, sin

    saberlo y sin quererlo, desnudar el poder que esos mismos hombres se atribuyen, o

    tratan de atribuirse, sobre los seres y las cosas. El poder no es ni una categora espacial

    ni una categora temporal, sino que est presente en cualquier produccin que se apoya en el espacio y en el tiempo. El poder no se representa fcilmente; sin embargo,

    se le puede descifrar. Lo que nos falta es saber hacerlo, y en esa medida, podramos al

    menos leerlo.

    1 Georges BALANDIER. Anthropologie politique. P.U.F. Paris 1967, p.145.

    2 Paul CLAVAL. Espace et pouvoir. P.U.F. Paris 1978

    3 Claude RAFFESTIN, Mercedes BRESSO. Travail espace, pouvoir. LAge dHomme. Lausanne. 1979

    4 Luis PRIETO. Pertinence et pratique. Editions de Minuit. Paris 1975.

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    Al escribir esto, me viene a la memoria un cuadro de Goya, que ms all de lo que

    representa, expresa con terrible precisin el complejo entramado que las relaciones de

    poder tejen en los espectculos ms triviales. Pienso en el cuadro Don Manuel Osorio de Ziga en el que aparece un nio y sus juguetes vivientes. El espacio del cuadro est marcado por el nio vestido de rojo, sujeto por excelencia, y por los animales

    puestos a sus pies, a la derecha, a la izquierda y frente a l. Pero el espacio tambin est

    marcado por las relaciones que mantienen los elementos de esta composicin. La obra

    de Goya es fascinante como metfora pictrica de un sistema de poder. El nio

    ciertamente, domina con su presencia, resaltada por el rojo, pero lo hace sobre todo

    debido a que las relaciones pasadas, presentes y futuras le conciernen. Sostiene un

    cordn que traba al pjaro que est frente a l impidindole cualquier movimiento

    potencial, segn la libertad que el nio quiera concederle. A su derecha, tres gatos,

    cuyas cabezas se sitan en lo alto de un tringulo imaginario, fijan su mirada en el

    pjaro, en el que descubren un desafo ofrecido a su violencia, violencia escondida, lista

    para saltar pero que la presencia del nio impide. La prueba de ello es la ausencia de

    temor manifiesta en el pjaro, quien procura sujetar una carta con su pico. Del lado

    izquierdo del nio hay una jaula con pjaros ms pequeos, misma que expresa su

    carcter de prisin, en un plano secundario del espacio construido. Todos los animales

    son desafos para el nio que los controla y con los que mantiene relaciones de poder.

    Sin embargo, basta con que el convenio que mantiene a los gatos quietos cese para que

    la escena se anime y se vuelva un drama. El nio tambin es el desafo de esos

    animales, ya que es alternativamente restriccin y garanta y hace que pese sobre ellos

    la ambigedad de su voluntad. Es la medida de la incertidumbre y la parte que

    corresponde al azar para ellos y para l. Es por lo tanto la representacin de un equilibrio entre una infinidad de desequilibrios posibles que podemos imaginar pero no

    verificar. Las relaciones de poder se inscriben en una cinemtica compleja.

    Este libro se ha atado a esta cinemtica del poder y su estructura exige algunos

    comentarios para facilitar su comprensin. Apoyndonos en la geografa poltica clsica

    tal y como ha sido trabajada desde Ratzel, hemos podido criticarla: criticar no es

    destruir, sino descubrir una identidad. La geografa poltica clsica es de hecho una

    geografa del Estado que haba que rebasar proponiendo una problemtica relacional en

    la cual la clave es el poder. En cualquier relacin circula el poder, que no es posedo ni

    adquirido, sino pura y simplemente ejercido.

    Ejercido por quin? Por actores surgidos de esta poblacin analizada antes que el

    territorio. Prioridad que no se nos dejar de reprochar, pues rompe una tradicin bien

    establecida en la geografa poltica. Pero por qu la poblacin en primer lugar? Porque

    es la fuente del poder, el fundamento mismo del poder, por su capacidad de innovacin

    vinculada a su potencial de trabajo. Es por ella por la que pasan todas las relaciones.

    Como el nio de Goya, la poblacin est marcada por el signo de la ambigedad como

    actor y desafo al mismo tiempo. Es a travs de ella que todo lo dems toma sentido y

    adquiere mltiples significaciones y es por ella que las cosas son coherentes,

    contradictorias y paradjicas.

    El territorio, tema de la tercera parte, no podra ser ms que producto de los actores.

    Estos generan el territorio partiendo de esta primera realidad dada, que es el espacio.

    Hay, pues, un juicio del territorio en virtud del cual se manifiestan todo tipo de relaciones de poder que se traducen en tejidos, redes y centralizaciones cuya

    permanencia es variable, pero cuya esencia no cambia en cuanto a categoras

    imprescindibles. El territorio es tambin un producto consumido, o si se prefiere vivido por aquellos que, sin haber participado en su elaboracin, lo utilizan como un

    medio. Es aqu donde todo el problema de la territorialidad irrumpe, permitiendo

  • 11

    verificar el carcter simtrico o asimtrico de las relaciones de poder. La territorialidad

    refleja seguramente el poder que se aboca a consumir mediante sus productos. En la cuarta y ltima parte, analizamos los recursos, no como materias a adquirir o a

    poseer, ya que no lo son, sino como pretextos que originan prcticas y estrategias. Un

    recurso no es una cosa, es una relacin cuyo xito provoca la aparicin de las

    propiedades necesarias para la satisfaccin de necesidades. Pero tampoco es una

    relacin estable, ya que aparece y desaparece tambin. Todo recurso es un devenir, todo

    recurso es un desafo dinmico. Nuestro sesgo contrastar con algunas costumbres. No

    es sino la consecuencia de una conceptualizacin que busca ser coherente en la

    perspectiva de la problemtica relacional.

    No hemos querido compilar informaciones o hechos, sino proponer un camino para

    escapar, precisamente, de la confusin de datos y anotaciones dispersas sin encuadre en

    un sistema de fundamentos. En ese sentido, nuestro ensayo es totalmente terico.

    Algunas de nuestras hiptesis estn por verificarse e invitan a la discusin. Nuestra

    reflexin, ya lo hemos dicho, no est terminada. En ese sentido, no hemos hecho un

    manual; se tratara eventualmente de un anti-manual, ya que plantea muchas preguntas y

    propone ejes de reflexin. Es, ms all del tiempo, un viejo sueo de estudiante que he

    tratado de realizar. Hubiera querido ms libros que cuestionaran, en lugar de libros que

    respondieran, pues es mediante las preguntas, y no por las respuestas, que se mide el

    conocimiento.

    Escribir un libro es una operacin solitaria, pero eso supone, no obstante, una red de

    amistades mltiples. Por eso quiero agradecer muy sinceramente a DanielleJolimay

    quien se encarg con su talento y su amabilidad habituales de transcribir el texto.

    Agradezco a Jacques Cocquio, quien supo dar a los croquis un estilo grfico armnico

    al tipo de ensayo de esta obra. Agradezco a Antoine Baillo, Henri Bertrand y Jean-

    Bernard Racine, quienes leyeron el manuscrito y lo enriquecieron con sus sealamientos

    y sugerencias siempre pertinentes y documentadas. Finalmente, agradezco a Mercedes

    Bresso, quien no solamente ley de manera crtica el manuscrito sino que no dej de

    procurarnos su ayuda vigilante cuando enfrentbamos dificultades.

  • 12

    PRIMERA PARTE

    DE UNA PROBLEMTICA A OTRA

  • 13

    CAPITULO I

    CRITICA DE LA GEOGRAFIA POLITICA CLASICA

    I. SURGIMIENTO DE LA GEOGRAFIA POLITICA.

    Paradjicamente, las ciencias del hombre mientras ms jvenes son, ms tentadas estn a

    establecer su genealoga. Nadie espera una conferencia histrica al principio de una obra

    de fsica. Por el contrario, si es de sociologa, de ciencia poltica o de geografa, no nos

    sorprendern las referencias a una filiacin. Los historiadores de las ciencias del hombre

    invierten con frecuencia considerables esfuerzos para retroceder en el pasado hacia los

    orgenes de sus disciplinas. Todos esos discursos histricos tuvieron durante mucho tiempo

    el objetivo de mostrar, antes que nada, la existencia de una continuidad, para

    fundamentarla identificacin de momentos epistemolgicos. La geografa poltica no escap a esta tradicin y se pueden apreciar, desde Herodoto hasta Ratzel, una multitud de

    ancestros como Platn, Aristteles, Botero, Bodin, Vauban, Montesquieu, Turgot, etc., por

    mencionar slo a algunos de los que, por una u otra razn, fueron llamados a dar

    testimonio de la antigedad del proyecto poltico en la geografa.

    No se trata en absoluto de desacreditar este tipo de investigacin erudita, indispensable

    para la comprensin de una gnesis, pero nos parece ms significativo, cuando menos en lo

    que toca a nuestro propsito, aclarar los momentos fuertes de la epistemologa geogrfica. No abriremos un debate para saber si una epistemologa de la geografa es

    posible. Debate que, no obstante sera necesario, en la medida en que muchos

    epistemlogos, siguiendo a Piaget, no otorgan a la geografa un estatuto epistemolgico. Es

    particularmente revelador que Piaget no tome en cuenta la geografa humana entre las

    ciencias nomotticas.1 Es todava ms sorprendente que la geografa, al igual que la economa o la demografa, por ejemplo, -con menos xito tal vez-, busque establecer

    leyes. Como quiera que sea, postulamos que hay una posible epistemologa de la geografa, dada su bsqueda de leyes, sean o no cuantitativas. Nos encontramos motivados por esta va de la geografa poltica, fundada en toda su

    amplitud, por Ratzel en 1897.2 En todo el proyecto ratzeliano subyace una concepcin

    nomottica y es poco relevante, en el estado actual del anlisis, saber si tuvo xito o no. La

    obra de Ratzel es un momento epistemolgico, ya sea que se trate de su Anthropo geographie o de su Politische Geographie. Ratzel se encuentra en un punto de convergencia entre una corriente de pensamiento

    naturalista y una de pensamiento sociolgico, que el anlisis minucioso de sus fuentes

    permite revelar, aunque sea difcil, ya que Ratzel, excepto por algunas notas y

    sealamientos, no proporciona sino pocas o nulas referencias. Sin embargo, siguiendo su

    obra, es relativamente fcil descubrir lo que retoma de las ciencias naturales, de la

    etnografa, de la sociologa, pero sobre todo de la historia. Ratzel seguramente estuvo

    influenciado por historiadores como Curtius y Mommsen, por gegrafos como Ritter y

    Reclus, pero tambin por un hombre como Spencer, quien le hizo descubrir la ley del

    desarrollo, retomada ms tarde por Darwin. Estuvo influenciado tambin por el rigor casi

    matemtico de Clausewitz. El cuadro conceptual de Ratzel es vasto y tan naturalista como

    sociolgico, pero sera errneo reprocharle el haber naturalizado la geografa poltica, como se ha hecho en ocasiones. El mismo Ratzel tom sus distancias y reconoci que la

    comparacin del Estado con organismos altamente desarrollados no fructific (Der

    1 Cf. Jean PIAGET. Epistmologie des sciences de lhomme. Gallimard, Paris, p.17.

    2 Friederich RATZEL. Politische Geographie. Mnchen und Leipzig, 1897.

  • 14

    Vergleich des Staates mith ochentwickelten Organismen ist unfruchtbar).3 Al insistir sobre el Estado, la circulacin y la guerra, Ratzel revela sus preocupaciones y sobre todo

    manifiesta una perspectiva socio-poltica que no quedar satisfecha con un simple

    distanciamiento de los mtodos puramente biolgicos.

    La segunda edicin puede considerarse como la obra maestra que ha orientado e

    influenciado no solamente a la escuela alemana, sino que incluso, de manera diferenciada,

    ha tenido influencia en todas las dems escuelas de la geografa. No queremos decir que

    los autores que siguieron a Ratzel sean sus epgonos, sino que la obra ratzeliana, al poner

    las bases de la geografa poltica, traz un cuadro en el que se puede trabajar incluso

    oponindosele, tal y como sucedi con la escuela francesa. Ratzel plante una serie de

    conceptos, algunos de los cuales se difundieron mucho y otros no. Es indispensable dar un

    rpido vistazo al aporte ratzeliano para comprender cmo emergi la geografa poltica y

    de qu manera se desarroll posteriormente.

    Ratzel parta de la idea de que exista una relacin estrecha entre el suelo y el Estado. En el

    fondo, se trataba de una estrategia poltica de lo que se llam determinismo y que tuvo sus

    encarnizados defensores y detractores. No es este el lugar para retomar esta vieja discusin

    cuyo inters no es sino histrico. Sin embargo, es interesante mostrar que esta relacin

    entre suelo y Estado inauguraba una tendencia nomottica en la geografa, que el famoso

    probabilismo francs no supo reemplazar. No supo hacerlo en la medida en que los

    instrumentos que habra podido movilizar, en particular, la estadstica probabilstica, no

    fueron parte del arsenal metodolgico de la geografa durante cuando menos medio siglo.

    El elemento fundador, formador del Estado fue, para Ratzel, el enraizamiento en el suelo

    de las comunidades que explotan los potenciales territoriales. El anlisis ratzeliano se

    desarroll sincrnica y diacrnicamente, de ah la necesidad de valerse de los historiadores.

    En la evolucin del estado, Ratzel percibi muy bien el rol y la influencia que podran

    tener las representaciones geogrficas, as como las ideas religiosas y nacionales. Pero es

    seguro que fue en los conceptos espaciales donde Ratzel concentr sus esfuerzos y en

    particular sobre la posicin, que es uno de los conceptos ms importantes de la geografa

    poltica. Tambin las fronteras llamaron su atencin, en tanto rganos perifricos del

    Estado. Por eso busc distinguir la importancia de las zonas de contacto, tierra-mar por

    ejemplo, mares, montaas, planicies, sin olvidar la relevancia de los ros y lagos. Sin

    embargo, no descuid el estudio de la poblacin y la circulacin, entendidos como

    movimiento de los seres y de las cosas.

    Si consideramos de manera ms precisa algunos de los conceptos utilizados por Ratzel,

    sorprende su modernidad. Es suficiente mencionar, para convencerse de ello, el

    crecimiento diferencial, el centro y la periferia, el interior y el exterior, la proximidad,

    entre otros. Los estudios contemporneos sobre la alometra4 han dado al concepto de

    crecimiento diferencial una base matemtica, mientras que los economistas, aunque no

    slo ellos, han adoptado los conceptos de centro y periferia.5 Sin duda, esos conceptos

    fueron desviados de su sentido original que, para Ratzel, era espacial, pese a lo cual fueron

    tiles para expresar estrategias realizadas en el espacio.

    Muchas cosas, si no es que todas, estn en la obra de Ratzel, pero fueron olvidadas y redescubiertas, a veces sesenta aos despus. La perspectiva iniciada por Ratzel fue muy

    amplia y durante varias dcadas el programa de la geografa poltica no se modific en su

    esencia. Se puede afirmar inclusive que slo nos conformamos con explotar la mina

    3 F. RATZEL. Politische Gographie oder die Geographie der Staaten, des Verkehres und des Krieges.

    Mnchen und Berlin, 2e edition, 1903, p.13. 4 rea de conocimiento de la zoologa que estudia el cambio en las proporciones del cuerpo de un animal

    durante su crecimiento, segn el desarrollo de uno de sus miembros y que puede ser lento o rpido (NdT). 5 Cf. Sobre este tema, Samir AMIN. Laccumulation lchelle mondiale. Editions Anthropos, Paris, 1970.

  • 15

    ratzeliana. Lo que parece novedoso es aquello que Ratzel voluntaria o involuntariamente dej en la sombra. En efecto, si se consideran slo los marcos conceptuales, dejando de

    lado las transformaciones que sucedieron en el mundo desde el principio del siglo XX, as

    como los avances metodolgicos de la geografa poltica debidos al uso del lenguaje

    lgico-matemtico, se puede concluir que el pensamiento actual de la geografa poltica se

    produce, grosso modo, en los mismos moldes que los utilizados por Ratzel. Eso significa

    que se ha realizado, evidentemente, un enorme trabajo de reproduccin, de actualizacin en

    los contenidos, y apenas modestos trabajos de creacin, es decir, una mediocre

    actualizacin de las formas. Si Ratzel, vuelto a la vida, abriera los manuales de geografa

    poltica general, no se sentira extraado ms que por el uso de ciertas frmulas e ndices,

    ya que encontrara las categoras analticas utilizadas o forjadas por l mismo. Dichas

    categoras analticas procedan directa o indirectamente de un solo y nico concepto, el del

    Estado: nadie ha visto al Estado. Quin puede negar, no obstante, que sea una realidad?6 Ratzel nunca neg que fuera una realidad! Inclusive contribuy ampliamente a afirmarla

    en el terreno de la geografa. Es incluso la misma realidad, ya que es representativa de lo

    poltico, lo que busca Ratzel. Pero cul es este Estado que privilegia Ratzel? Es el Estado

    moderno o el Estado nacin. Dicho de otra manera, Ratzel convierte a la Geografa en una

    de sus conformaciones histricas posibles a travs de las cuales una colectividad afirma su unidad poltica y construye su destino.7 No tiene dudas sobre ello: quien dice poder o autoridad no est diciendo sino Estado.8 Para Ratzel todo acontece como si el Estado fuera el nico lugar de poder, como si todo el poder estuviera concentrado en l: Hay que disipar la frecuente confusin entre Estado y poder. El poder nace muy temprano, a partir

    de la historia que contribuye a hacer.9 De esta manera Ratzel involucr a todos sus herederos en la va de una geografa poltica que no considera ms que al Estado o a los grupos de Estados.

    Veremos enseguida el significado propiamente geogrfico de esta decisin, pero antes, es

    necesario preguntarse por qu Ratzel tom esta decisin. El mismo Ratzel no aporta una

    explicacin, pero podemos interrogar al contexto en que se desarroll. La Alemania del

    siglo XIX estaba inmersa en el pensamiento hegeliano. No sabemos si Ratzel simpatizaba

    con la concepcin hegeliana, pero lo que es seguro es que toda su geografa poltica

    muestra que El Estado es la realidad en acto de la Idea moral objetiva en la costumbre, tiene su existencia inmediata; en la consciencia de s, el saber y la actividad del individuo,

    su existencia mediata; mientras que ste tiene, por el contrario, la libertad sustancial de

    atarse al Estado como a su esencia, como objetivo y como producto de su actividad.10 No debe subestimarse el peso del Zeitgeist y Ratzel, cuando menos en su geografa poltica, hace eco del pensamiento del siglo XIX que racionaliza al Estado. Concede al estado su

    significado espacial y lo teoriza geogrficamente. En este aspecto, no deja de ser influenciado por una larga tradicin filosfica que encontr en Hegel a su representante

    ms brillante: en los primeros tericos polticos de Europa Hobbes, Spinoza, Rousseau- el Estado-Nacin no se distingue bien de la Ciudad-Estado, porque el pueblo, la nacin, el

    Estado se confunden. Mientras que Hegel establece entre dichos trminos un vnculo

    racional.11

    6 Georges BURDEAU, LEtat. Seuil, Paris 1970, p.13. Traduccin nuestra (NdT).

    7 Definicin de J. Freund, citada por George BALANDIER en su Anthropologie politique, P.U.F. Paris

    1967, p.145. 8 Henri LEFEBVRE. De lEtat, 1, lEtat dans le monde moderne. Union Generale dEditions, Paris, 1976,

    p.4. 9 Ibid. p.4.

    10 HEGEL, Principes de la philosophie du droit. Gallimard. Paris, 1963, p.270.

    11 LEFEBVRE, op.cit.p.7.

  • 16

    Desde el momento en que el Estado=lo poltico, siendo la categora del poder estatal

    superior a todas las dems, el estado puede ser la nica categora de anlisis. Hemos

    demostrado que decir que el Estado es la nica fuente del poder es una confusin, pero es

    tambin un discurso metonmico. O bien el Estado detenta el poder y es nico que puede

    detentarlo, o bien es el poder superior y hay que suponer poderes inferiores que pueden

    interferir con aqul.

    (La geografa poltica de Ratzel es una geografa del Estado y conlleva implcitamente una

    concepcin totalitaria, la del Estado todopoderoso). Sin saberlo ni quererlo, Ratzel cre la

    geografa del Estado totalitario, donde el adjetivo significa aquello que abarca una totalidad, a diferencia del sentido poltico actual del trmino. Pero no hay que equivocarse,

    si Ratzel an no conoca el Estado totalitario en el sentido contemporneo, ya lo haba

    imaginado y de hecho, en su geografa, lo hizo visible en su decoracin espacial. Es verdad

    que el Estado no se ve, pero tambin es cierto que el Estado se muestra en una variedad

    importante de manifestaciones espaciales, de la capital a la frontera, pasando por las redes

    interiores jerarquizadas y las redes de circulacin. El Estado puede leerse geogrficamente

    y Ratzel aport las categoras para descifrarlo: centro versus periferia, interior versus

    exterior, superior versus inferior, etc. La geopoltica, que es realmente una geografa del

    Estado totalitario (Italia, Alemania, URSS) no hizo sino abrevar del corpus de conceptos

    ratzelianos para encontrar los instrumentos de su elaboracin.

    Slo existe el poder del Estado. Es tan evidente que Ratzel no alude, en materia de

    conflicto, al choque entre dos o ms poderes, ms que a la guerra entre Estados. Las otras

    formas de conflicto, como las revoluciones, por ejemplo, que cuestionan al Estado en su

    interioridad, no tienen lugar en su sistema. La ideologa subyacente es la del Estado

    triunfador, la del poder estatal.

    Todas las escuelas de geografa que hicieron geografa poltica despus de la escuela

    alemana, como la francesa, la inglesa, la italiana y la americana, ratificaron estos principios

    filosficos e ideolgicos y, en ese sentido, nunca cuestionaron la ecuacin Estado=poder.

    Cul es el significado geogrfico del punto de vista del conocimiento cientfico de esta situacin? En primer lugar, al no considerar ms que al Estado, como es el caso de la

    geografa poltica general, no se dispone ms que de un nivel analtico espacial, limitado

    por las fronteras. Ciertamente, existe tambin una jerarqua de niveles creados por el

    Estado para organizar, controlar y gestionar su territorio y la poblacin, pero con el

    carcter cada vez ms integrador y circundante del Estado dichos niveles aparecen ms

    como relevos espaciales para difundir el poder estatal que como niveles articuladores del

    ejercicio de poderes inferiores. Dicho de otra manera, la escala es establecida por el

    Estado. Se trata de una geografa unidimensional que no es aceptable en la medida en que

    existen poderes mltiples que se manifiestan en las estrategias regionales o locales. En

    segundo lugar, el poder estatal es considerado un hecho evidente que no tiene necesidad de

    ser explicitado, ya que se expresa en las cristalizaciones espaciales que ponen de

    manifiesto su accin. Evidentemente se trata de inferir algo no identificado a partir de los

    signos que esta clase de geografa deja por aqu y por all. Finalmente, hay una ruptura

    entre la dinmica que se puede constatar en ese poder estatal y las formas que se pueden

    observar en el terreno operativo de un territorio. Queremos decir que los diversos sistemas

    de flujo que contribuyen, en la gnesis del poder estatal, a la elaboracin de dichas formas,

    no estn verdaderamente descritos o explicados. Las cosas han cambiado desde Ratzel?

    Estamos frente a una geografa poltica o estamos todava frente a una geografa del

    Estado? Eso trataremos de ver.

  • 17

    II. GEOGRAFA POLTICA O GEOGRAFA DEL ESTADO?

    Una verdadera geografa no puede ser sino una geografa del o de los poderes. Segn

    nosotros, la expresin de geografa del poder es mejor y a partir de ahora, no utilizaremos

    ms que esa. Si se dice, siguiendo a Lefebvre, que no hay ms poder que el poltico, eso

    significa, considerando lo anterior, que la poltica no se refugia completamente en el

    Estado. En efecto, si lo poltico logra su forma ms completa en el Estado, eso no implica

    que no pueda caracterizar tambin a otras comunidades: Estudiando de manera comparativa el poder en todas las colectividades, se pueden descubrir las diferencias entre

    el poder dentro del Estado y el poder en otras comunidades.1 Para una discusin acerca de lo poltico, remitimos a Balandier.

    2 Aceptamos que hay poder

    poltico desde el momento en que una organizacin lucha contra la entropa que la

    amenaza con el desorden. Esta definicin, inspirada en Balandier, nos permite descubrir

    que el poder poltico es congruente con toda forma de organizacin. Ahora bien, la

    geografa poltica, en el sentido estricto del trmino, debera tener en cuenta a las

    organizaciones que se desarrollan en un contexto espacio -temporal que stas contribuyen a

    organizar o a desorganizar. De forma general, la escuela alemana puso el acento en las tendencias expresadas por

    Ratzel y revel ciertas dimensiones latentes en el autor. Independientemente de que se

    tome a Maull o Supan, no hay duda de que nos encontramos frente a una geografa del

    Estado y no frente a una geografa poltica que dara lugar a formas de poder poltico

    diferentes de las que se derivan directamente del Estado. Maull, muy sistemtico, fue capaz

    de elaborar inclusive una morfologa de los Estados, con lo cual puso en evidencia el

    proceso vital de creacin estatal. Eso constituye una cadena lgica de inspiracin biolgica que recuerda, en ciertos aspectos, lo que Jones trat de hacer algunas dcadas

    despus con su Unified Field Theory.3 Fiel al determinismo, Maull busc la manera de

    formular leyes: la de la dependencia causal entre hombre y naturaleza; la ley de la

    variabilidad de las relaciones entre la naturaleza y el ser humano; la ley del desarrollo, y la

    ley de la unidad de los efectos geogrficos. Se notar, de paso, que el determinismo de

    Maull no es absoluto, sino que lo relativiza mediante la ley de variabilidad de las

    relaciones entre el hombre y la naturaleza. Maull clausur una poca en la geografa

    alemana marcada sin duda por esfuerzos tericos serios. Supan y Dix se encuentran en esta

    misma lnea. El primero es cercano inclusive a la cuantificacin, cuyos resultados

    merecern la irona de Ancel,4 mientras que el segundo se sita en una perspectiva

    geopoltica.5 Con la geopoltica, trmino atribuido a Rudolf Kjellen, se prepara la

    mundializacin del Estado. La primera guerra mundial no es ajena a este control total por

    parte del Estado. Un hombre como JulienBenda, haba presentido y analizado

    perfectamente lo que se tramaba: La guerra poltica, al implicar la guerra de las culturas, es propiamente una invencin de nuestro tiempo y le asegura un lugar insigne en la historia

    moral de la humanidad.6 Este sealamiento, escrito en 1927, prueba sobradamente que el Estado est tratando de ocupar todo lugar disponible.

    1 Maurice DUVERGER. Introduction la politique. Gallimard, Paris. 1964, p.16.

    2 Georges BALANDIER. Anthropologie politique. P.U.F. Coll. S.U.P. Paris, 1967, p.28-59

    3 Cf. Otto MAUL Politische Geographie, Berlin 1925 y S.B. JONES An Unified field theory of political

    geography: Annals of the Association of American geographers, vol.44, 1954. 4 Cf. Alexander SUPAN, Letlinien der allgemeinen politischen Geographie, Berlin und Leipzig 1922 et

    Jacques ANCEL, Gopolitique, Paris 1936, p.88. 5 Arthur DIX, Politische Geographie, Weltpolitisches Handbuch, Mnchen und Berlin 1922.

    6 Julien BENDA, La trahison des clercs, J.J. Pauvert, Paris 1965, p.24.

  • 18

    Es evidente que con el advenimiento de la geopoltica se est frente a una ciencia del

    Estado concebido como un organismo geogrfico en constante movimiento. Es el inicio del

    juego de suma cero de los Estados del siglo XX. En los aos treinta, un grupo de autores,

    bajo la direccin de Kart Haushofer, elabor el pensamiento geogrfico del Estado nazi,

    til para todo Estado totalitario. Desde entonces la geopoltica aparece como una especie

    de geografa aplicada al Estado. Cmo sorprenderse entonces del desinters de ciertas

    escuelas por la geografa poltica, si sabemos que inici con tan mala fama mala fama?

    Golpeada por esta indignidad, la geografa poltica permaneci estancada durante mucho

    tiempo. A pesar de ello, la que estaba en tela de juicio no era, desde nuestro punto de vista,

    una verdadera geografa poltica, sino una geografa del Estado. Despus de haberse roto,

    la tradicin alemana se reanud y una de las ltimas obras de Schwind tiene el mrito de

    presentarse como una geografa del Estado.7 La escuela francesa se fund, en gran medida, como reaccin a la alemana. Adems, es ms discreta en sus manifestaciones. Sin

    duda tambin fue debido a que Vidal de la Blanche no elabor sino artculos y notas

    dispersas en esta materia. Al relativizar la relacin hombre-suelo, la corriente vidaliana

    gener una crisis en el pensamiento geogrfico. La primera vctima de esta crisis fue tal

    vez Camille Vallaux, a quien se percibe molesto despus de haber rechazado el

    determinismo: Para que (la geografa poltica) sea legtima, basta con encontrar las huellas de los agentes naturales, siempre o al menos de vez en cuando, y de manera profunda, o al

    menos discernible, en el transcurso del desarrollo histrico y de la evolucin de los

    Estados.8 Es posible estar ms incmodo cientficamente hablando? Vallaux, de quien se han olvidado demasiado pronto sus aportes originales, concluir su obra con la

    constatacin de que es difcil descubrir relaciones de causalidad y de interpenetracin entre

    el suelo y el Estado provistos de ese carcter de necesidad que no puede pasar

    desapercibido para ninguna ciencia.9 Si la crisis iniciada por Vidal, que desemboc en lo

    que se ha llamado despus el posibilismo, hubiera podido apoyarse en el concepto de

    probabilidad que postulaba implcitamente, la geografa habra conocido otro destino No fue as. De hecho la escuela francesa, aun habiendo rechazado debidamente el

    determinismo, ha conservado de ste la idea de necesidad, que no es probabilstica.10

    Hicieron falta los instrumentos de reconstruccin para actuar despus de la crisis. Habra

    que hacer un libro sobre el determinismo residual de la escuela francesa, que se puede

    apreciar an en la actualidad.

    Jean Brunhes, en su geografa de la historia, escap en parte al restringido cuadro del

    Estado. Lo mismo Albert Demangeon y Emile Flix Gautier, entre otros, en sus obras

    sobre el fenmeno colonial. Andr Siegfried, en un contexto diferente y como

    consecuencia de una tradicin inaugurada por Alexis de Tocqueville, ilustrar sobre todo el

    poder poltico, tal y como lo definimos, antes que el poder del Estado.

    Uno de los raros autores que intentaron teorizar la geografa poltica fue Jacques Ancel, a

    quien Gottman condena severa e injustamente: no se puede calificar de doctrina un intento desafortunado por encontrar un trmino medio entre los mtodos francs y alemn.11 Juicio an ms injusto, puesto que Ancel mismo estigmatiz los errores de la geografa

    alemana. Ancel elabor un trabajo nada despreciable en materia de fronteras, que se

    inscribe totalmente en la tradicin posibilista.12

    No cabe duda de que dichos trabajos han

    7 Martin SCHWIND. Allgemeine Staatengeographie, Berlin, New York 1972.

    8 Camille VALLAUX, Le sol et lEtat. Paris, 1911 p.20.

    9 Ibid., p.395.

    10 Relativo al uso de la teora de probabilidades, clculo matemtico, estadstica (NdT).

    11 Jean GOTTMANN, La politique des Etats et leur gographie. Paris 1952, p.56.

    12 Jacques ANCEL, Gopolitique, Paris 1936 y Gographie des frontires, Paris 1938.

  • 19

    envejecido, pero eso no impidi que marcaran un momento en la geografa poltica

    francesa.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial, slo Gottman realiz trabajos de geografa

    poltica que posiblemente marcaron ms a los historiadores y a los politlogos que a los

    propios gegrafos. Gottman estuvo en la interseccin de las influencias francesa y

    anglosajona, lo que permite encontrar en sus trabajos esta combinacin de historia, ciencia

    poltica y geografa. Se hizo famoso por haber llamado la atencin respecto a la iconografa

    y la circulacin en la geografa poltica. De hecho, eso proviene en lnea directa de Ratzel,

    a quien tuvo el mrito de redescubrir. Gottman se acerc a la geografa poltica: No existe la poltica ms que donde se ejerce la accin de los hombres que viven en sociedad13, pero la idea del poder no se explicita sino a travs del Estado.

    Los ingleses y los americanos manifestaron un especial inters por la geografa poltica.

    Los estadounidenses siguieron hacindolo de manera activa. Hay que sealar el efecto de

    la influencia y de la dominacin que Inglaterra tuvo en el mundo alrededor del siglo XX y

    que los Estados Unidos ejercieron despus? M.J. Mackinder trat desde 1904, de

    sistematizar en mapas a pequea escala una visin neo histrica del poder o, ms

    precisamente, de la potencia en el mundo. Hubo y hay todava una innegable tentacin

    planetaria en la explicacin en geografa poltica. Se conoce la frmula sinttica de

    Mackinder: quien posee el World Island (Europa, Asia, frica), dirige el mundo. Estas visiones que prefiguran la geopoltica, a pesar de su carcter pre-cientfico, -es decir,

    basadas en conceptos explcitos-, no fueron menos seductoras. En relacin a eso, hay que

    mencionar tambin la predileccin por el uso de explicaciones monistas como las de

    Huntington, quien busc describir los movimientos polticos a partir de grandes

    pulsaciones climticas. Indiscutiblemente, acentu la importancia de la herencia Por el contrario, hombres como Bowman tendrn una concepcin ms flexible, y hasta ms justa.

    Bowman se gui por la siguiente opinin: las cualidades y las reacciones mentales del hombre cambian poco.14 Comprende bien que, en esas condiciones, la filosofa de la historia subyacente implica la

    repeticin de ciertos fenmenos importantes. Adems, Bowman abri la veta inagotable de

    los world political pattern Whittlesey no dudar en comprometerse en esta va, sacrificando incluso a la geopoltica y proclamando, por ejemplo, que es natural para el estado italiano aspirar a la hegemona mediterrnea.15 Los Estados Unidos tuvieron algunos representantes en materia de geopoltica, como Spykman y Strausz-Hup, quienes

    contribuyeron a desarrollar ciertos esquemas de poltica exterior para su pas. Bogs y

    Hartshorne mostraron tendencias ms humanistas, pero de todos modos inclinadas hacia el

    Estado. Ambos enriquecieron la geografa de las fronteras a travs del ensayo e

    instrumentacin de tipologas. Hartshorne es el autor de una teora funcional en la que

    identifica, en relacin al Estado, la razn de ser de ste y las fuerzas centrfugas y centrpetas que pueden respectivamente cuestionar su existencia o reforzar su cohesin.

    La geografa italiana, para cerrar este repaso general, no dej de ilustrar al Estado como

    nica fuente de poder poltico. Toschi se sacrific en ello despus de muchos otros.16

    Salvo raras excepciones, la geografa poltica del siglo XX fue en general una geografa del

    Estado; una geografa unidimensional que no quiso ver en lo poltico ms que una

    expresin del Estado. En realidad, la poltica penetr en toda la sociedad y si el

    Estadoresult triunfante, ello no significa que no sea el lugar de conflictos y de

    13

    Cf. pginas dedicadas a la geografa poltica por Gottman en la Enciclopedia de la Plyade, Gographie

    gnrale, Paris 1966, p.1749-1765. 14

    Isaiah BOWMAN. Le monde nouveau. Paris 1928, p.1. 15

    Cf. Derwen WHITTLESEY. The Hearth and the State, New York 1939. 16

    Humberto TOSCHI, Appunti di geografia politica, Roma 1958.

  • 20

    oposiciones, en una palabra, de relaciones de poder que, no por ser asimtricas, dejan de

    tener presencia y de ser reales. La geografa del Estado borr sus conflictos, mientras que

    stos subsisten en todo nivel relacional donde se postula una geografa poltica

    multidimensional. Esta geografa del Estado fue un factor de orden, al privilegiar lo

    concebido por encima de lo vivido. Slo el anlisis relacional est en condiciones de

    rebasar esta dicotoma concebido-vivido.17

    La geografa del Estado fue construida a partir del lenguaje, de un sistema de signos, de un

    cdigo que procede del Estado. Cules son esos signos? Cul fue el lenguaje utilizado

    para describir geogrficamente el hecho estatal?

    17

    Cf. LEFEBVRE, op.cit.

  • 21

    III. EL LENGUAJE DE LA GEOGRAFIA DEL ESTADO.

    El estado del que tratamos es el Estado-nacin, el mismo que la ruptura poltica de la

    Revolucin Francesa hizo emerger.1 Se trata pues, de un fenmeno reciente que no tiene

    ms de dos siglos. Pero no todos los Estados son Estados nacin, e inclusive si el Estado se

    considera la expresin poltica de la nacin, el Estado se define en primer lugar como ser

    poltico.2 Si hay un hecho sobre el cual los gegrafos tienen consenso, es sobre la

    definicin del Estado: El Estado existe cuando una poblacin instalada en un territorio ejerce su propia soberana.3 Se consideran tres aspectos para caracterizar al Estado: la poblacin, el territorio y la autoridad. Toda la geografa del Estado deriva de esta triada.

    Consideremos primero el territorio. En relacin a ste, existen dos tipos de cdigos: los

    cdigos sintcticos y los cdigos semnticos.4 El cdigo sintctico est formado por una

    serie de articulaciones como la dimensin, la forma y la posicin, para considerar, por el

    momento, slo algunas. Estas obedecen a la lgica estructural de una combinacin que

    permite denotar la morfologa general del territorio. Pero la observacin emprica, que

    prevaleci mucho tiempo en la construccin terica en geografa, muestra que el alcance

    de los cdigos sintcticos nunca fue percibido ni mucho menos explotado en la geografa

    poltica clsica. Y sin embargo, si queremos determinar la accin poltica de los diferentes

    Estados en el transcurso de la historia, se tiene que admitir que las estrategias son

    sealadas por uno u otro de esos elementos sintcticos. Se trata de puntualizar una poltica

    que puede hacernos creer en la continuacin de un sistema coherente. No fue sino hasta la

    Segunda Guerra Mundial, que Inglaterra puso en el centro de su estrategia general esta

    posicin. Rusia, a partir de Pedro el Grande tuvo tambin esta preocupacin. Mientras que

    otros Estados, como Brasil en el siglo XIX, siglo de disputas fronterizas, estuvieron

    fuertemente marcados por la preocupacin de la dimensin.

    Pero paradjicamente, la geografa poltica clsica estuvo ms inclinada a decir que el

    Estado, hablando territorialmente, era pequeo, compacto y martimo o grande, extenso y

    peninsular, mientras que hubiera sido ms significativo mostrar o intentar mostrar qu

    articulacin se utilizaba en la estrategia territorial durante cierto periodo. El uso de cdigos

    semnticos de tipo: territorio grande, martimo y fragmentado es frecuente. Esos cdigos

    semnticos tienen un carcter esttico que no carece, ciertamente, de inters, pero que

    disimula la o las estrategias que provocaron ese resultado. La combinacin de una

    estrategia no se da de golpe, sino que obedece a una secuencia. Finalmente, esos cdigos

    semnticos son tipos de mensajes que no establecen posibilidades generadoras, sino esquemas ya hechos; no formas abiertas que suscitan la palabra, sino formas

    esclerotizadas5. De esta manera, se puede describir, a partir del cdigo sintctico, un nmero importante de territorios, incluso los que no son observables. Cul es el inters?

    Ciertamente ninguno a nivel de la descripcin, ya que sera difcil describir lo que no

    existe. El problema es otro. Las posibilidades generadoras del cdigo sintctico son

    perfectamente adecuadas para explicar la gnesis de una estrategia territorial, sin necesidad

    de integrar simultneamente varios objetivos. Una estrategia puede, por ejemplo, realizar

    1 Ver, sobre ese problema, H.LEFEBVRE, De lEtat, 3 Le monde de production tatique, Union Gnrale

    dEditions, Paris 1977, p.50. 2 V. Norman J.G. POUNDS. Political Geography, MacGraw-Hill Book Company, New York 1972, p.12

    3 Richard MUIR, Modern Political Geography MacMillan Press Ltd., London 1975, p.79

    4 Sobre este problema de cdigos, ver Humberto ECO La structure absente, Mercure de France, Paris

    1972, p.292 y nuestro artculo, Peut-on parler de codes dans les sciences humaines et particulirement en

    gographie?, LEspace gographique, N 3 1973, p.183-188. Los cdigos sintcticos constituyen las condiciones estructurales de la denotacin mientras que los cdigos semnticos combinan stos para

    denotar las funciones. 5 ECO, op.cit.p.293.

  • 22

    primero una secuencia cuyo objetivo sea alcanzar una posicin determinada y enseguida,

    en la segunda o la tercera secuencia, buscar la dimensin. En resumen, se hizo un mal uso

    de los cdigos sintcticos, mientras que eran perfectamente explcitos y utilizables. En

    lugar de un uso y de una explotacin, que los habra llevado a sus lmites extremos a travs

    del concepto de estrategia, se procedi a una transposicin matemtico-esttica. Se

    esforzaron en cuantificar las formas, las dimensiones e igualmente las posiciones relativas.

    Se lleg a ello sin mucho esfuerzo aunque el problema de esta cuantificacin se tom, en la

    mayora de los casos, bajo una perspectiva geomtrica simple y no como un punto de vista

    sinttico que integrase los desafos habituales del poder, es decir, no solamente el territorio

    sino la poblacin y sus recursos.6 El solo hecho de que la cuantificacin fuera posible

    debi centrar la atencin en esos cdigos sintcticos, ya que era la prueba de que se estaban

    abordando los elementos de la primera articulacin. En realidad la cuantificacin introdujo,

    en ese caso, precisiones intiles y superfluas desde el punto de vista de la problemtica morfolgica que imper durante mucho tiempo. Es una ilusin pensar que el paso de lo

    cualitativo a lo cuantitativo provoca un salto positivo hacia el entendimiento, cuando la

    problemtica es idntica. El nico beneficio es el de la coherencia. No es despreciable, al

    contrario, pero es insuficiente.

    Esos cdigos sintcticos como co-extensiones de un saber-ver geomtrico, poco significativos en s mismos -aunque ah reside su inters inicial, que pas desapercibido-,

    habran permitido sealar la teora y la prctica de diferentes polticas territoriales, si

    hubieran sido utilizados de manera juiciosa en relacin con la concepcin estratgica

    propia de cada Estado. La percepcin territorial del prncipe no es geogrfica en el sentido

    concreto de terreno, sino que es geomtrico, cmo podra ser de otra manera? Ya que de lo que se trata es de poseer una imagen o un modelo a partir de la cual o del cual se elabora

    una accin: Armado de su teora, parecera que el estratega no tendra ms que volverse al terreno, a los datos concretos de su clculo producto de la observacin pura. De ninguna manera; la forma terica determina igualmente -a priori- las marcas esenciales que

    permiten organizar los movimientos en el terreno.7 El estratega no ve el terreno, inclusive no debe verlo de otra manera que conceptualizado; de lo contrario, no podra

    actuar. Es la distancia que toma lo que hace posible su accin y, a partir de ah, esta

    distancia solo crea el espacio: El espacio estratgico no es una realidad emprica.8 Este es, de hecho, creado por el concepto de accin, que puede ser la guerra pero que

    tambin puede ser cualquier forma de organizacin, de distribucin, de red o de

    fragmentacin. El estratega no ve el terreno sino su representacin. Por ello, los elementos

    del cdigo sintctico como la dimensin, la forma y la posicin siguen siendo esenciales en

    el lenguaje del territorio, pero deben retomarse como elementos de expresin de una

    semiologa connotativa.

    Tambin pertenecen al lenguaje de la geografa poltica las core reas9 reveladoras de la problemtica morfo-funcional. Una core area es la clula a partir de la cual el Estado se habra desarrollado, aunque no siempre existe. Muchos Estados no se construyeron a partir

    de esta clula primitiva. Como quiera, el concepto es til y ha sido desarrollado en las

    tipologas que emergen de cdigos semnticos que ponen el acento ya sea en el espacio,

    6 Sobre este problema de la forma, ver Claude RAFFESTIN et Claude TRICOT, Rflexions sur les

    formes: Cahiers de gographie de Besanon, N12, 1975, p.33-45. 7 Andr GLUCKSMANN, Le discours de la guerre, Union Gnrale dEditions, Paris, 1974, p.73.

    8 GLUCKSMANN, op.cit. p.76.

    9 Se trata de las zonas centrales y por ello ms importantes de un territorio; el corazn de la nacin, que

    resume en un espacio geogrfico el patrimonio intangible como un lugar de ubicacin desde el cual

    generar la identidad regional o nacional.

  • 23

    (core area central, perifrica o excntrica, externa) o en el tiempo, o en la dimensin de ambos.

    10

    Las capitales y las fronteras que son tambin producto de cdigos semnticos, tal y como

    fueron concebidas, constituyen los articuladores del lenguaje de la geografa del Estado.

    Podra decirse que las capitales son puntos-claves, al igual que las core areas son regiones-clave. Pero al igual que las fronteras que dieron lugar a mltiples clasificaciones,

    ellas expresan conformaciones, productos de relaciones que no aparecen en la problemtica

    morfo-funcional, sino como resultados que ocultan con frecuencia las relaciones de fuerza,

    es decir, las relaciones de poder, que las crearon. Por otro lado, ellas slo le interesan al

    Estado cuando son susceptibles de un uso ms amplio, es decir, cada vez que hay una

    relacin de poder. Lo admitan o no, los negros norteamericanos poseen core areas en el Estado americano, son el corazn de muchas ciudades en las que surgen las acciones

    polticas, reivindicaciones, revueltas, etc.. Dicho de otra manera, todos esos signos, que

    han servido para expresar las formas y las funciones del Estado, podran ser retomados por

    una problemtica relacional y extendidos a todas las relaciones de poder poltico en las que

    el Estado no est ausente, -nunca lo est, pero puede tener nicamente el rol de un

    referente.

    Los cdigos revisados hasta ahora se inscriben en la perspectiva de sealar el podero

    potencial del estado. Como hemos visto, los signos geomtricos revelan las preocupaciones

    estratgicas cuyo objetivo es potencial. Sin embargo, esos signos, que constituyen un

    discurso, no son sino la imagen de dicho poder potencial. Imagen que se construye a partir de elementos cuya combinacin forma grupos de indicios que estarn o no en

    correlacin con las acciones efectivamente realizadas. En el fondo, la geografa no

    produce, en ese caso, ms que ndices, que tienen una probabilidad ms o menos fuerte de

    corresponder a estrategias reales.

    En el anlisis de la poblacin, el lenguaje utilizado est compuesto tambin por signos

    especficos: cantidad, distribucin, estructura, composicin, por citar los ms

    representativos. Se notar que son categoras coherentes en relacin a las del territorio, en

    el sentido de que la poblacin es concebida como un recurso. Esos signos sirven para

    identificar y para caracterizar a la poblacin como factor potencial del poder. En la

    geografa del Estado, la poblacin pierde significado propio: es concebida y no vivida. No

    tiene significado ms que a travs del proceso del Estado. Su significado se deriva de la

    finalidad del Estado. De hecho, se notar que los signos utilizados permiten sobre todo

    definir y expresar un potencial, ms que una identificacin diferenciada.

    La cantidad expresa una idea cercana a la dimensin y por ello, correlacionada con el

    poder potencial. Adems, de su combinacin resulta una cantidad pura integrable en toda estrategia: la densidad. Podra creerse que la densidad expresa la distribucin, pero no es

    ese el caso, incluso si cierta geografa nos ha acostumbrado a eso. Es cierto que la densidad

    expresa una distribucinpero siempre es la misma! Eso no tiene nada de original y esta constatacin fue hecha por muchos autores: Pero de nuevo, hay lo que podemos llamar el peligro de la media.11 Ms extraa es la manera que propone Blij para salir de esta dificultad: Podemos sugerir un modelo, el Estado que tiene solamente un corazn goza de mayor grado de unidad que el Estado que posee varios, pese a que el resto de sus

    caractersticas sean similares.12 Sera ms simple agregar un ndice de concentracin a

    10

    Sobre este tema, ver MUIR, op.cit., p.36-39. 11

    Harm J. de BLIJ, Systematic Political Geography, sd Edition, John Wiley & Sons Inc. New-York 1973,

    p.43 But again, there is what we might call the danger of the average en el original (NdT). 12

    Harm J. de BLIJ, op.cit. We might suggest a model; the state that has only one heart, other things being equal, enjoys a greater degree of internal unity than a state that possesses several such foci, en el original (NdT).

  • 24

    cada densidad, lo que dara una imagen ms fiel de su distribucin.13

    En ese caso, la

    cuantificacin aumenta no solamente la coherencia sino que es til y significativa.

    En cuanto a la estructura demogrfica, sta expresa una idea cercana a la de la posicin. Es

    la medida exacta en la que la distribucin por edad y sexo expresan una posicin demogrfica que denota la situacin de este recurso que es la poblacin. Al igual que el territorio, la estrategia del Estado connota la estructura demogrfica a partir de sus

    finalidades. De manera caricaturesca, puede decirse que las pirmides con una base amplia

    estrangulada connotan estrategias con futuro cerrado. La generalizacin es menos excesiva de lo que podra pensarse. Francia por ejemplo, estos ltimos aos se inquieta, al

    menos en el caso de algunos medios gubernamentales, por la cada en la tasa de natalidad,

    que pone en tela de juicio la tasa de reproduccin.14

    Esos temores se incrementan cuando

    se constata la disminucin relativa de la proporcin del grupo blanco en comparacin con

    el grupo amarillo o negro. Viejo temor, vieja historia, cierto, pero que parece tener

    siempre actualidad!

    La composicin de la poblacin, vista desde el punto de vista tnico, lingstico o

    religioso, es abordada con frecuencia con categoras de homogeneidad versus

    heterogeneidad. La primera es percibida como una condicin favorable para la

    supervivencia del Estado, mientras que la segunda es una condicin ms desfavorable para

    este propsito. Dicho de otra manera, la estrategia del Estado pretende la homogeneidad y

    por eso los ndices de diferenciacin son tan agudos.15

    Se trata de una lectura estatal en la que el Estado busca unificar, volver idnticos a todos por todos los medios. El Estado

    teme a las diferencias y, en consecuencia, no quiere ver ms que un lado de las cosas.

    El lenguaje de la autoridad, de la soberana no es menos revelador. Est primero el origen

    de esta autoridad: procede de un consenso democrtico o no? Dicha autoridad est

    centralizada o no? Es el origen de un Estado unitario o federal? Incluso si ciertas

    condiciones geogrficas postulan una u otra cosa, es casi siempre en la evolucin histrica

    donde se buscan las explicaciones. Y la razn de ello es simple: el carcter unitario de

    Francia y el carcter federal de Suiza se adquirieron y formaron en el transcurso de una

    evolucin que dur siglos. Adems, en este punto preciso, el sesgo histrico y el sesgo

    funcional de un Hartshorne convergen en el sentido de que el segundo necesita del primero

    para apreciar el grado de cohesin de cualquier Estado.

    Al terminar este rpido anlisis del lenguaje usado, es conveniente precisar que no tenemos

    de ninguna manera la intencin de aclarar todos los cdigos de uso, sino solamente ciertos

    mecanismos de codificacin de la geo estructura considerada desde la perspectiva poltica

    y, de manera ms precisa, desde la perspectiva poltica del Estado. Nos pareci que el

    procedimiento descriptivo de la geografa poltica se ha orientado sobre todo hacia el

    Estado. Despus de Ratzel, prcticamente todo el lenguaje fue forjado y organizado en

    funcin del Estado. Dicho de otra manera, hubo una inversin en la gestin. El Estado,

    incluso si es la ms acabada y molesta de la formas polticas, no es la nica. Si el lenguaje

    hubiera sido concebido para dar cuenta del poder poltico y de las relaciones que ste

    construye en el espacio y en el tiempo, el Estado habra tenido ciertamente un lugar

    privilegiado, pero no ocupara todo el lugar. Esa es una de las razones por las cuales la

    geografa poltica, convertida en geografa del Estado, permaneci marginal y poco integrada en el corpus geogrfico. En lugar de interesarse por cualquier organizacin

    dotada de poder poltico susceptible de inscribirse en el espacio, la geografa poltica no

    vio -y en consecuencia no hizo el anlisis- ms que una forma de organizacin, la del

    13

    Por ejemplo, supongamos tres pases con la misma densidad D que podran tener los ndices 0,3 0,5

    0,8 respectivamente. 14

    Cf. Sobre este tema, ver las declaraciones de Alfred SAUVY y Michel DEBRE. 15

    Ver MUIR, op.cit. p.95.

  • 25

    Estado. Sin embargo, los signos usados pueden recuperarse para realizar un anlisis

    multidimensional del poder. Trataremos de demostrarlo. Vimos que esta concepcin

    unidimensional paradjica en el plano geogrfico no lo era en el plano filosfico. En

    efecto, desde Hegel el Estado llen el horizonte de la existencia poltica. Para escapar de

    esa paradoja, se necesita una problemtica que trate de volver inteligibles no slo las

    formas investidas de poder, sino las relaciones que determinan estas formas. A la

    problemtica morfo-funcional es preciso, si no sustituir, cuando menos agregar una

    problemtica relacional cuyos resultados, si los hay, sern connotativos de aquellos que

    emanan de la primera. Cuando decimos agregar podra creerse que se trata de una evolucin lineal. No es as, ya que la problemtica relacional habra precedido a la

    problemtica morfo-funcional, lo que la situara ms arriba de sta ltima.

    La geografa humana se constituy, entre otros, sobre el principio de diferenciacin

    espacial a partir del cual algunos tratan hoy de construir axiomas. La geografa poltica,

    concebida como la geografa de las relaciones de poder, podra fundarse en los principios

    de simetra y de asimetra en las relaciones entre organizaciones. Es hasta despus que

    podra construirse una morfologa poltica. La dificultad de dicha tarea reside en el hecho

    de que una problemtica relacional es difcil de elaborar, por un lado y, por el otro, porque

    el poder es aun ms difcil de identificar, suponiendo que pudiramos hacerlo. La tarea

    est destinada al fracaso antes de comenzarla! S, si no se tiene el nimo de proponer, ms

    que un modelo analtico, un esquema y no si se acepta correr el riego de hacerlo. Es ese

    riesgo el que vamos a tomar, por varias razones: primero, por el simple gusto de la

    aventura intelectual, es decir, por rehusar la reproduccin, la repeticin incansable;

    despus, para tratar de demostrar que la relacin, con frecuencia evocada en geografa, no

    ha sido explotada verdaderamente como concepto; finalmente, por aclarar ese rol del poder

    que se manifiesta en todas las acciones humanas.

  • 26

    CAPITULO II

    ELEMENTOS PARA UNA PROBLEMTICA RELACIONAL

    I.- QUE ES UNA PROBLEMTICA?

    La palabra problemtica es polismica y no estn de ms algunas explicaciones para precisar el sentido en el que la utilizaremos. Dicho trmino puede, en todo caso, tener tres

    significados:

    a) Conjunto de problemas propios de un tema, por ejemplo la problemtica urbana concierne a los problemas especficos de la ciudad.

    b) Manera de plantear un conjunto de problemas relativos a una pregunta particular. c) Modo que consiste en determinar, previamente a cualquier anlisis, el estatus de inteligibilidad capaz de explicar un sistema.

    Es evidente que la interseccin entre estos tres conjuntos no est vaca. Hay un punto en

    comn constituido por el conjunto de preguntas que se formulan siempre que se quiere

    obtener un conocimiento cientfico, a partir de conceptos explcitos, acerca de cualquier tema. Sin embargo, la nuestra es la tercera definicin, ya que sta implica un mtodo, es

    decir, un proceso: el de la explicacin de un cuerpo de conceptos lo ms unvocos posible,

    sin los cuales no es posible lograr un saber libre de las ambigedades del conocimiento que

    se puede tener de los hechos a primera vista. Eso no significa de ninguna manera que el

    investigador no est marcado por una ideologa, la suya, que lo penetra por todas partes y

    de la que no puede deshacerse, aunque lo intente repetidamente. Nuestra ideologa ser lo

    suficientemente identificable como para que no sea necesario explicitarla ahora.

    Si optamos por una problemtica relacional, es porque pensamos que las relaciones son

    capaces de hacer inteligibles el poder poltico y sus manifestaciones espaciales.

    La existencia est tejida por relaciones, es un vasto complejo relacional con una

    problemtica muy diferente de la llamada morfo-funcional. sta se reclama como

    geografa de un tringulo: querer-ver, saber-ver, poder-ver, mientras que aqulla se funda

    en el tringulo querer-existir, saber-existir, poder-existir. Eso corresponde a otras

    interrogantes y a otras inquietudes sociales, inscritas en un contexto ajeno al testimonio y

    ms cercanas a la participacin crtica. Se trata pues, de un proyecto diferente del instituido a finales del siglo XIX por la geografa poltica clsica. Proyecto diferente? La geografa poltica clsica se desarroll como un proyecto? Podemos dudarlo, por la

    simple razn de que nunca se enunci la idea de proyecto, al contrario de la idea de objeto.

    Cualquier geografa poltica empez con la definicin de un objeto y se instituy como

    innegable totalitarismo del objeto: la geografa poltica es esto y no aquello! Ese tipo de afirmacin se opone a una investigacin definida como proyecto. Nuestra investigacin

    se inscribe en esta concepcin de proyecto y no en la del objeto. Eso significa que

    postulamos una nueva descripcin, cuya ambicin es echar abajo las bases de una nueva explicacin. El uso del artculo indefinido cobra total sentido al implicar que se trata

    de una descripcin posible entre otras; es decir, de una manera de desplegar las cosas de

    forma eventualmente creadora de otra explicacin. En cualquier caso, descripcin y

    explicacin dependen estrechamente del cuadro conceptual, determinado en su totalidad

    por el proyecto o proceso de inteligibilidad.

  • 27

    II.- IDENTIFICACION DE LA RELACION

    Es Marx quien, una vez ms, a travs del anlisis de la mercanca, mostr que en ella hay un acto que implica una relacin.1 Es sorprendente que la nocin de cambio, que llam la atencin de todas las ciencias del hombre, no se haya atendido para la construccin de una

    teora de la relacin. A pesar de ello, el esbozo de una teora semejante es posible: Los cambistas aportaron una realidad orgnica, sus cuerpos, sus manos, adems de sus herramientas y sus productos. Se relacionaron entre s. Ese contacto, que aporta

    informacin a cada una de las partes, las modifica. Se funden en l una energa orgnica y

    una energa informativa2. Este acto inicial siempre es actual, ya que se repite indefinidamente y se reproduce en todas las manifestaciones de la vida cotidiana. Pero la

    relacin no est presente solamente en el intercambio material; es tambin co-extensiva y

    co-fundadora de cualquier relacin social. Aunque es verdad que el acto de intercambio

    material se distingue del no-intercambio -del don y del robo, por ejemplo- y del

    intercambio estrictamente mental, no por ello deja de entrar, al igual que el no-intercambio

    y el intercambio meramente mental, en esta categora ms general que es la relacin. El

    intercambio material no es sino un caso particular, ciertamente importante pero no nico,

    de la relacin. Si la relacin no ha sido teorizada verdaderamente es porque aparece como

    un concepto demasiado global, demasiado general. De hecho, no es tal si se

    quiereidentificar con precisin.

    La complejidad de las relaciones es lo que hace difcil el sesgo relacional, ya que, si por

    comodidad se describen primero las relaciones bilaterales, no hay que olvidar que se trata

    de una abstraccin, en el sentido de que las relaciones son multilateralesla mayora de las

    veces.

    Para simplificar tomemos, para empezar, una re