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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición

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Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de la Dirección General De aDuanas

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Archivo General de la NaciónVol. XCVI

Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición

Ramón Antonio, Negro, Veras

Santo Domingo, D. N.2009

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Archivo General de la Nación, Volumen XCVITítulo: Los Panfleteros de Santiago: torturas y desapariciónAutor: Ramón Antonio, Negro, Veras,

Cuidado de edición: Fari RosarioDiagramación: Juan Fco. Domínguez Novas, Harold M. Frías MaggioloDiseño de Cubierta: Esteban Rimoli

De esta edición:© Archivo General de la Nación, 2009Departamento de Investigación y DivulgaciónÁrea de PublicacionesCalle Modesto Díaz No. 2, Zona Universitaria,Santo Domingo, Distrito NacionalTel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110www.agn.gov.do

ISBN: 978-9945-020-88-5

Impresión: Editora Búho, C. por A.

Impreso en República Dominicana / Printed in Dominican Republic

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Contenido

Prólogo .........................................................................................11

Introducción .................................................................................25

ILos Panfleteros. La 40. La firma de una carta. Las torturas. Desaparición y traslado de los cadáveres .......................................27

La matanza de Los Panfleteros................................................. 30Encuentro de panfleteros ......................................................... 33Luis Gómez Pérez ..................................................................... 35Manuel y Los Panfleteros ......................................................... 37Los Panfleteros y un vegano ..................................................... 39Hoy en Santiago ....................................................................... 40Sobre Los Panfleteros ............................................................... 43Conocer ese libro ...................................................................... 44Acerca de tres panfleteros ........................................................ 45Sugerencias sobre Los Panfleteros de Santiago ........................ 48Luis Prud’homme, un panfletero ............................................. 50Opina sobre Los Panfleteros .................................................... 53Marcos y Los Panfleteros de Santiago ...................................... 55Henrich Johannes Streese, panfletero ..................................... 58Los panfletistas de Santiago ..................................................... 60Opinión sobre libro de Los Panfleteros.................................... 62Los Panfleteros y la tortura ...................................................... 64

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Testificante sobre Los Panfleteros ............................................ 66¿Por qué se salvó Manuel? ........................................................ 67El 14 de Junio y Los Panfleteros .............................................. 68El martirio de Los Panfleteros .................................................. 7029 de enero, Día de Los Panfleteros ........................................ 72La carta de Los Panfleteros ...................................................... 75Los Panfleteros, células y discreción......................................... 77Monumento a Los Panfleteros ................................................. 79A ellos les debo mi vida ............................................................ 81Los Panfleteros y un complot ................................................... 82Delación de Los Panfleteros ..................................................... 85La barbarie contra Los Panfleteros .......................................... 88¿Cómo murieron Los Panfleteros? ........................................... 90Enrique Perelló, panfletero de valor ........................................ 93Los Panfleteros, una realidad ................................................... 95Panfleteros e ideología ............................................................. 97Datos sobre Los Panfleteros ..................................................... 99Siguieron Los Panfleteros ....................................................... 100Santiago en el recuerdo .......................................................... 102Santiago, historia y política .................................................... 104Panfleteros y MPD .................................................................. 106El MPD en Pueblo Nuevo ...................................................... 107Panfleteros en la ANES .......................................................... 109La ANES acciona en Santiago ................................................ 111

IITestimonios de un documental sobre Los Panfleteros de Santiago ...................................................................................113

Los Panfleteros de Santiago ................................................... 114

IIILa juventud en el accionar político ................................................. 133

La presencia de la juventud dominicana en la lucha contra Trujillo ......................................................................135

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La juventud dominicana enfrenta a Trujillo desde sus inicios ..................................................................135La juventud dominicana frente a la dictadura ....................... 138

IVLos seres humanos y su comportamiento ante los fenómenos sociales. Hechos históricos que ejercen influencia a nivel mundial o regional .......................................................................143

La década del 50 del siglo xx y las dictaduras en América Latina y el Caribe. La situación dominicana en la década del 50 ......................................................................................144Hechos políticos y sociales significativos en América Latina y el Caribe en la década del 50 ...................................148El triunfo de la Revolución cubana y su incidencia en nuestro país. La expedición del 14 de Junio de 1959............154

VReconocimiento a Los Panfleteros de Santiago .............................. 157

Conclusiones .......................................................................... 158

Índice onomástico ........................................................................... 159

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Prólogo

Desde hace muchos años, el doctor Ramón Antonio, Negro, Veras ha decidido narrar su vivencia del tiempo, especialmente de aquel período en que él inició su participación política en los terri-bles años finales de la dictadura trujillista. Más de un centenar de artículos ha venido produciendo y recolectando el Dr. Veras sobre el origen, desarrollo y desaparición del grupo de jóvenes santiagueros del que formó parte y que, particularmente en enero de 1960, tuvo una incidencia notable como movimiento clandestino antitrujillista.

Veintiún años después, a partir de 1981, estos trabajos han ve-nido siendo publicados en distintos medios, lográndose en 2007 la primera edición de los mismos bajo el título de Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, gracias al apoyo de la Comisión Per-manente de Efemérides Patrias. La salida de esa importante obra testimonial y documental provocó nuevas contribuciones de parte de testigos de los hechos narrados por el Dr. Veras. Otras personas que no vivieron de cerca estos acontecimientos también decidie-ron escribir sus opiniones sobre la importancia de esta labor de recolección de datos referente a un movimiento cívico que todavía era poco conocido hasta la aparición del libro antes mencionado.

Fueron tantos los testimonios y otras notas recibidas por el Dr. Veras en los últimos dos años que él decidió integrarlos, jun-to a sus nuevos artículos publicados en el periódico El Nacional (entre mayo y octubre de 2007), para aclarar y explicar detalles que no habían sido incluidos en la primera obra. Así surgió este

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libro, Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, el cual pre-senta todas las referencias recogidas hasta la fecha sobre la forma de cómo la gran mayoría de estos jóvenes fueron asesinados en la cárcel La 40, siendo sus cadáveres posteriormente desaparecidos para siempre.

Al leer estas páginas se entiende que el autor no busca solamen-te documentar hechos de una parte de la memoria histórica de los dominicanos que merece ser completada o consolidada. Su princi-pal finalidad es que este relato absolutamente verídico e impactante llegue a la juventud, para que «nuestros niños y niñas no crezcan con la idea de que aquí no ha pasado nada… sino que deben saber que cada generación es acreedora del legado de las anteriores y debe tomar, como ejemplo, el comportamiento de los que hicieron del accionar político un compromiso con su pueblo».1 Y añade: «Si nuestros jóvenes no asimilan el sacrificio de los que aquí han lucha-do sin buscar nada material, como Los Panfleteros, muchos van a seguir con la falsa idea de que se va a la política como negocio y no con sentido de esfuerzo de transformación social y política».2

Además del deseo de comunicar estos hechos e ideas al público joven, el Dr. Veras pretende también llamar la atención «a todos los dominicanos y dominicanas que tienen que saber que ningún sacrificio por una causa justa se hace en vano… y que etapas como la que esos mártires vivieron en La 40 nunca más se deben repetir en nuestro país».3

Resaltar un período del pasado para completarlo con revelacio-nes comprobadas de informaciones que eran desconocidas, silen-ciadas u olvidadas en el presente, forma parte de una estrategia de consolidación de la memoria histórica de un pueblo para obtener mayor cohesión social y cultural de una sociedad. Como dice An-dreas Huyssen: «Cualquier tipo de identidad depende de la memo-ria histórica. Una sociedad sin memoria es un anatema».4

1 Ramón Antonio Veras, Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, p. 79.2 Ibídem, p. 90.3 Ibídem, p. 93.4 Andreas Huyssen, «Resistencia a la memoria: los usos y abusos del olvido

público», Porto Alegre, 31 de agosto de 2004.

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Sin embargo, no todos los autores que manejan el tema de la me-moria histórica logran los objetivos mencionados anteriormente. Hay enfoques que solo enfatizan la nostalgia colectiva, mientras que otros se quedan en una reconstrucción de un pasado lineal. Por otro lado, se conocen textos en los que ha habido «abusos de la memoria» (tal como señala Paul Ricœur: «El foco intenso en la memoria del pasado puede bloquear nuestra imaginación del futuro y crear una nueva ceguera sobre el presente»). Otras perspectivas se basan en una «instrumenta-lización del olvido» que logra fomentar una voluntad por hacer revivir «todo» con lo cual solo se consigue alimentar «esperanzas fósiles» (o lo que se llama «la fosilización del recuerdo»).5

En nuestros países también es común encontrar escritos y decla-raciones que hacen acusaciones sobre la existencia de temas de «ol-vido público», con lo cual obtienen intereses personales o desvíos de la atención nacional hacia fines discriminatorios, xenófobos, o convenientes a una ideología en particular. En este sentido, Huy-seen advierte: «Hay que saber que existe la tentación de una falsa memoria de izquierda heroica que, de cualquier forma, parece más síntoma de un movimiento de desespero que una versión histórica-mente sustentable».6

A pesar de estas deformaciones, un síntoma de nuestra cultura presente y de nuestra cultura global es la obsesión por la memoria y sus diversas maneras de representarla: ensayos, artículos, monumen-tos, obras de arte, etc. Hay entonces que examinar cuidadosamente las implicaciones de aquellos proyectos que intentan el retorno a la memoria y lo que eso puede significar no solo política y éticamente sino también culturalmente.

El análisis de la obra del Dr. Veras nos revela claramente que sus consideraciones no poseen las limitaciones ni las orientaciones antes señaladas. La objetividad con la que enfoca el tema principal de este libro, la búsqueda e incorporación de comprobaciones de

5 Para más detalles sobre estos temas, se pueden consultar los documentos del curso de verano de 2008 ofrecido en El Escorial, bajo la dirección de Ana María Guasch: «(Post) memorias globales: museo, monumento y deste-rritorialización».

6 Andreas Huyssen, ob. cit.

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parte de una gran cantidad de informantes de distintas posiciones públicas y políticas, la exposición transparente de todas sus conclu-siones con el fin de establecer el debate público abierto y plural, son algunas de las virtudes metodológicas que el autor aplica en este trabajo de reconstrucción de un período histórico.

Para lograr su análisis, el Dr. Veras conceptualiza las memorias recolectadas como un conjunto de temporalidades y experiencias entrecruzadas, más que descripciones cronológicas del tiempo, coincidiendo así con lo que hoy se denomina como (post)memoria: El pasado se proyecta constantemente en el presente, esto es, se ofre-cen miradas al pasado como si este «perviviera» en la actualidad. De ahí que consideramos este libro como un proyecto participativo y sociocultural sobre un componente de la memoria histórica do-minicana (tomando como base el genocidio de Los Panfleteros de Santiago), convirtiéndose así en una herramienta para alcanzar lo que Andreas Huyssen denomina como «un futuro con memoria».7

Esta publicación coincide también con los propósitos de otras insti-tuciones dominicanas que tratan de hacer aportes para la instituciona-lización de la memoria histórica. Uno de estos casos, que por razones de trabajo conozco bastante, es el del Centro Cultural Eduardo León Jimenes. Con cierta periodicidad el Centro León organiza una sesión, a manera de tertulia o conversatorio, que se denomina: «Encuentro con la memoria». Si comparamos los objetivos de estos encuentros con los componentes estructurales del libro Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, constataremos que ambos proyectos socioculturales inten-tan consolidar la memoria histórica por medio de:

– Hacer una reconstrucción de la historia que no se reconoce.– Entrelazar los hilos de un relato infinito que jamás estuvo en los

libros de historia.– Reconstruir en base a recuperar testimonios dispersos.– Recuperar, aunque sea tarde, la voz pública tratando con cuida-

do una historia interminable.

7 Ibídem.

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– Detectar protagonistas olvidados y lograr que parientes y rela-cionados reciban ese legado tardío en medio de emociones y reencuentros.8

Los relatos, cuentos, anécdotas, leyendas y versiones popula-res que se van divulgando de generación en generación tienden a perderse o deformarse u olvidarse a medias. Todos estos elementos culturales forman parte de lo que se llama «Patrimonio Cultural Inmaterial o Intangible», el cual, por cierto, ha venido cobrando una gran importancia para descubrir y mantener muchos procesos de nuestra identidad y para servir como factor motivador de nuevos estudios históricos y de otra índole.

Así, cada «Encuentro con la memoria» puede considerarse como un aporte para definir signos de nuestra identidad nacional, ya que el mismo se basa en la re-construcción de una parte del va-lioso patrimonio cultural inmaterial o intangible de nuestra nación. En muchos casos, al igual que lo que se logra con la lectura del libro del Dr. Veras, se trata de rememorar el entramado de la reciente historia colectiva para avizorar en ella la posibilidad de apropiarnos de un destino nacional.

Según el escritor y periodista argentino Juan Gelman, la me-moria es una práctica social de la que todos participamos y que tiene el poder de reconstruir realidades sociales. No se trata úni-camente de proyectar el pasado y el presente hacia el futuro, sino de crear posibilidades a través de las cuales ese futuro podrá de-sarrollarse.9 La memoria es una acción del presente, orientada a legitimar el ahora, y a abrir o cerrar determinadas posibilidades para el futuro. De manera que podemos considerar la tarea de «imaginar y construir futuro» como inseparable del proceso de «hacer memoria». El no recordar, el perder la memoria, implica

8 «Orientaciones para sistematizar experiencias de consolidación de la memoria histórica», www.biencultural.org.ar/ ((bien cultural)) Aso-ciación para la defensa del patrimonio tangible e intangible. S/f.

9 Juan Gelman, «La memoria ayuda a cerrar las heridas del pasado», SER-VIMEDIA, El País, 23 de abril de 2008. Las siguientes ideas de este párrafo provienen de su discurso al recibir el Premio Cervantes 2007.

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perder buena parte de los recursos con que contamos para hacer frente a las realidades del presente ya que, en definitiva, perder nuestra memoria histórica es correr el riesgo de extraviar la posibi-lidad de soñar un futuro diferente. Guardar, mantener, conservar, transmitir y difundir la memoria, son actos necesarios para pensar el cambio y hacerlo posible.10

Gelman concluye con que la memoria es como una herramien-ta de creación literaria que contribuye a «que no vuelvan a ocurrir» los males del pasado, «porque cuando las heridas no se cierran, ellas gangrenan a la sociedad».11 Su apuesta por la memoria frente al olvido cobra sentido para que no se repitan experiencias como las torturas, los crímenes políticos, el exilio u otras formas obligadas de abandonar la patria.

A fines del siglo pasado, intenciones parecidas a las anteriores motivaron, en parte, la creación del programa de la UNESCO deno-minado «Memoria del Mundo (MoW)», el cual determina la locali-zación y conservación del patrimonio documental de importancia internacional, regional y nacional. El Comité Dominicano del Pro-grama MoW ha preparado una lista tentativa del patrimonio docu-mental nacional en la cual, entre otros documentos, se incluyen: el archivo de Rafael Leónidas Trujillo, la documentación audiovisual de la «Era de Trujillo» y la Película La silla de Franklin Domínguez. Recientemente, la UNESCO inscribió en el Registro Memoria del Mundo el documento: «Patrimonio Documental sobre la Resisten-cia y Lucha por los Derechos Humanos en la República Dominicana 1930-1961», bajo custodia del Museo Memorial de la Resistencia.

10 Ibídem.11 El 26 de agosto de 1976, dos hijos de Juan Gelman fueron secuestrados,

Nora Eva (19) y Marcelo Ariel (20), junto a su nuera María Claudia Iru-retagoyena (19), quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron junto a su nieta nacida en cautiverio. El 7 de enero de 1990, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río del gran Buenos Aires, dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. Se determinó también que había sido asesinado de un tiro en la nuca. (Nota de Wikipe-Dia).

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Aprovechamos la ocasión de la aparición de Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, para proponer su inclusión en la lista del Patrimonio Documental Nacional, junto al libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo y al corto fílmico titulado Los Panflete-ros de Santiago.12 Estas publicaciones y el material audiovisual se ajus-tan a los objetivos del documento recién inscrito en la UNESCO, en cuanto a que su característica principal «evidencia la resistencia frente al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo Molina y la lucha de los dominicanos a favor de la vigencia de las libertades democráticas y el respeto a los derechos».13

Estos tres materiales culturales que se desprenden del trabajo del Dr. Veras se complementan perfectamente entre sí. Las imáge-nes del corto fílmico cumplen con un extraordinario rol ya que su difusión logra el alcance de todos los públicos, lo cual aumenta la trascendencia de la misión didáctica que originalmente se había propuesto el autor con estos trabajos.

El uso de imágenes amplía también el impacto de estas infor-maciones y ayuda, a su interiorización por parte de la audiencia. No obstante, tanto el Dr. Veras como el Ing. Manuel Bueno Pérez (úni-co sobreviviente de la matanza de La 40) siempre estuvieron cons-cientes de «lo desagradable que puede resultar traer a colación el final trágico de Los Panfleteros de Santiago»14 y probablemente por esa razón no incorporaron fotografías en sus obras. Manuel Bueno, en su libro Cárcel y guerra expresa que «existieron pormenores que todavía me revuelven el estómago y me hacen asomar las lágrimas cada vez que los reedita mi memoria; son tan desagradables que mejor es no contarlos y poder olvidarlos, pero considero que, por

12 El corto fílmico fue realizado por los doctores María Teresa Feliciano y Nés-tor Montilla, con la colaboración del Instituto de Estudios Latinos (ILS) de New Jersey, la Conferencia de Asuntos Dominicanos (CODA) y el Proyecto Raíces Comunes. Según la página electrónica «toyjarto.com», este trabajo fue posible por los testimonios de los sobrevivientes del genocidio de los Panfleteros y de los sobrevivientes del Movimiento 14 de Junio que compar-tieron encarcelamiento y torturas en el recinto conocido en aquel entonces como La 40.

13 Nota de prensa del Museo de la Resistencia. Noviembre de 2009.14 Ramón Antonio Veras, ob. cit., p. 91.

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duro que haya sido, nuestras juventudes de hoy no deben ignorar las atrocidades cometidas por los secuaces de la Era de Trujillo».15

Autores como Susan Sontag también creen en la necesidad de que registros de la memoria sean acompañados de imágenes y otros objetos. Esta brillante escritora opina que uno de los momentos más importantes de su vida fue la primera vez que vio una fotografía de personas que habían sido torturadas: «Recuerdo el choque como si acabara de sacudirme hoy. Lo que veía mostraba lo que la gente es capaz de hacer a otra gente… hay que dejar que esas imágenes nos atormenten, aun cuando no sean más que imágenes, símbolos, parcelas importantes de una realidad que no podrían abarcar en su totalidad: cumplen, sin embargo, una función vital. Las imágenes dicen: “¡Ahí está lo que las personas son capaces de hacerse las unas a las otras!” “¡No olviden!”»16

A pesar de las limitaciones gráficas que tiene Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, los textos aquí recogidos tienen la suficiente fuerza para lograr una cabal comprensión de la barbarie perpetrada por los torturadores de La 40. A través de sus páginas, el lector se entera del uso de métodos como: la silla eléctrica; la muti-lación a sangre fría de distintas partes del cuerpo; el encerramien-to en solitarias; el estrangulamiento con torniquete (el «tortor»); punzonadas para provocar heridas graves o mortales; aplicación del bastón de electricidad («picanas»); latigazos con fustas (fustazos); golpes con tubos metálicos (tubazos); golpes con palos; pelas de ablandamiento; hacinamiento en celdas de 6 pies ocupadas por 6 personas; sometimiento a pruebas de hambre, desnudez y suciedad; golpes con chuchos de la verga disecada de los toros; sacar uñas, dientes y ojos a sangre fría; estampar la piel con hierro caliente; «ba-ñera romana» llena de agua con vinagre para aumentar la conduc-ción de la electricidad… entre otras tantas prácticas aberrantes que causaban «profanación, impiedad y todas las cosas feas que pueden salir de un cerebro humano malvado».17

15 Ibídem, p. 92.16 Susan Sontag, Ante el dolor de los demás, Barcelona, Alfaguara, 2003.17 Ramón Antonio Veras, ob. cit., p. 19.

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Capítulo tras capítulo, los testimonios que se recogen íntegra-mente son firmados por personas que pasaron por La 40, como: Luis Gómez Pérez, José Tallaj, Wenceslao Vega, José Antonio Cons-tanzo, Julio Escoto Santana, Rafael Cucuyo Báez, Rafael Valera Be-nítez, Francisco Adolfo Bello Franjul, José Israel Cuello, Ramón A. Blanco Fernández, Freddy Bonnelly, José Peralta Michel y Leandro Guzmán, entre otros.

Así, la obra va presentando un equipo completo del personal de La 40 que son mencionados por sus propios nombres: Johnny Abbes, Ernesto Scotto, Candito Torres, el Chabacano, Ciriaco de la Rosa, Clodoveo Ortiz, Cholo Villeta, César Báez, Luis León Estévez, Manolo González, Guillén El Cocinero, José Ángel Rodríguez Villeta, César Rodríguez Villeta, capitán Minervino y Manolo Domínguez, entre otros.

De la misma manera, y a modo de ratificar que la resistencia no se amilanaba ante este contexto de terror y ultraje, el autor poco a poco va develando los nombres de valientes conspiradores antitrujillistas clandestinos de ese período, los cuales posiblemen-te aún no figuran en la historia o hayan caído en el olvido total: el grupo de Teodosio Pichardo en Santiago, compuesto por el Dr. Ramón Cabral, Augusto Quique Cepeda, Eladio Rivas, Luis De-mesa, José Ramírez, Saúl Petitón y Balín Bonnelly; el vegano José Peralta Michel que hizo volantes y los regó en La Vega y San Fran-cisco de Macorís; Cayeyo Grisanti y los miembros del movimiento Catorce de Junio en Santiago; los jóvenes antitrujillistas del barrio de La Joya y Baracoa en Santiago; Francisco Adolfo Bello Franjul en Baní, entre otros conspiradores que, según la opinión del Dr. Julián Ramia recogida en el libro, «tenían mayor representatividad de la gente del pueblo y de las jóvenes generaciones».18

Con el permiso del autor, incluyo aquí mi testimonio sobre un personaje inolvidable de nuestro barrio Los Pepines de Santiago. Se trata de Domingo A. Russo Aguia, nativo de Puerto Plata e hijo de inmigrantes italianos y españoles. El señor Russo estaba empleado como visitador a médicos en todo el Cibao con asiento en Santiago.

18 Ramón Antonio Veras, ob. cit., p. 33.

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Junto con doña Bertha Plá tuvieron tres hijos: Pedro, Dominguito y Alberto. A mediados de 1959 se mudaron de las afueras de Santiago y vinieron a residir frente al parque Colón que era el lugar de socia-lización más importante para todos nosotros.

Domingo Russo era un hombre alto y robusto, características que se complementaban con una personalidad jovial y abierta. Su temperamento explosivo, propio de un carácter sanguíneo y prima-rio, lo llevó a meterse en problemas en distintas ocasiones. Tenía fama de ser una persona carismática, valiente y desafiante, alegre y bohemio. Un día de la época navideña del 1959, estábamos jugando pelota en el parque y, de repente, aparecieron unos carros oficiales de los cuales se desmontó el dictador Trujillo y entró a la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia que quedaba frente a la plaza.

La visita duró escasos minutos y, a la salida del cortejo, cuando los carros ya se alejaban, el grupo de muchachos del parque empe-zamos a vociferar vivas a Trujillo. Cuando Domingo Russo nos oyó desde su casa, salió inmediatamente y gritando (de manera que todo el mundo pudo oírle) le advirtió a Pedro, con palabrotas, que no volviera a vociferar esas palabras en honor al dictador. Re-cuerdo que esa fue la primera ocasión en que me pregunté si ese régimen era tan bueno como lo presentaban por todas partes.

Mucho tiempo después supe que Domingo Russo había per-tenecido a movimientos de resistencia a la tiranía desde antes de 1950. En el libro del Dr. José Tallaj que narra su experiencia en La 40,19 se comenta que, a fines de la década del cincuenta, el señor Russo era un enlace entre grupos conspirativos antitruji-llistas de Santiago y Puerto Plata. Este autor consigna que Russo podía llevar panfletos políticos en su maletín de visitador a médi-co, pues los mismos se confundían con promociones y literatura farmacéutica.

El 25 de enero de 1960, su hijo Pedro se levantó a medianoche encontrándose con su madre despierta en la sala de la casa. Cuando le vio la expresión desencajada y triste que tenía en su rostro, le pre-

19 Dr. José Tallaj, Un médico en La 40: Recuerdos de una Conspiración, Santo Do-mingo, Editora Búho, 2006.

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guntó qué le ocurría: «A tu papá se lo llevaron preso», es lo último que Pedro recuerda haber oído a partir de ese momento. Nunca más se supo de Domingo A. Russo.

La historia completa de ese acontecimiento que estremeció a todo el barrio fue que un carro Volkswagen del Servicio de Inteligencia Mi-litar (SIM) llegó a la casa entre las diez u once de la noche. Entraron bruscamente y obligaron al señor Russo a meterse en el vehículo de mala manera. Doña Bertha comenzó a gritar: «¡Se llevan a Domingo, se llevan a Domingo!…». Nadie salió a la galería de sus casas. El carro avanzó lentamente al punto que doña Bertha decidió seguir corriendo detrás de él. Seguía gritando y corriendo mientras el vehículo aumen-taba poco a poco la velocidad. Fue en ese momento en que doblaron por la calle Cuba hacia la calle El Sol y entonces pasaron frente a mi casa… Todo se oía en medio del silencio de la noche, pero nadie salió a ver lo que pasaba, hasta que doña Bertha decidió regresar a su casa entre llantos y suspiros. La vivencia de este hecho, que aún después de la muerte de Trujillo era sigilosamente contado por mis padres, me dejó marcado para toda la vida.

Personajes y acontecimientos como estos se repitieron frecuen-temente en todo el país. Siempre recuerdo un letrero a la entrada del pueblo de Cabral (Barahona) que todavía hoy conserva una advertencia para todo el que llega, recordándole los nombres de los mártires que murieron durante la dictadura. No obstante, es posible que estas personas tampoco figuren en nuestros archivos históricos.

Uno de los mayores aportes de este libro es precisamente que recoge evidencias verídicas de que los movimientos conspirati-vos nunca dejaron de existir en todo el Cibao. El propio caso del Dr. Veras ejemplifica bastante bien el constante surgimiento de personas dispuestas a luchar contra la tiranía, aun fuese como una causa individual y aislada, pero con profundo convencimiento de su compromiso por arribar a una salida de la situación de opresión extrema y terror diseminado que vivía el país.

El autor de este libro confiesa que en 1950 (a los 12 años) conoció por primera vez lo que significaba la barbarie trujillista. Estas ideas se cimentaron en la adolescencia y empezaron a cuajarse en activida-

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des cuando conoció a Wenceslao Guillén, quien, desde 1957, había organizado la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI) en distintos barrios de Santiago. A fines de 1959, Guillén, el Dr. Veras y Manuel Bueno llevan a cabo el plan de producir los vo-lantes que se distribuyeron en enero de 1960, causando este hecho el apresamiento de 27 de los treinta y dos muchachos que luego se con-virtieron en «Los Panfleteros de Santiago». En el libro se mencionan los nombres de solo 20 de ellos: Wenceslao Guillén, Ramón Anto-nio Veras, Manuel Bueno Pérez, Pedro Sánchez, Luis Prud'homme, El Haitianito, Pedro Jaime Tineo Tejada, Juan Enrique Batista Liria-no, Henrich Streese Cepeda, El Alemán, Jorge Marín, José Emilio Soriano Valverde, Pedrito Pérez, Miguel Ramírez, Ramón Gómez, José Lázaro Gil Castillo, Rafael Colón, Blas Basilio, el Chino Liviano, Manuel Medina y Enrique Perelló.

La no identificación del grupo restante se debe a que solamente Wenceslao Guillén sabía quiénes eran todos los integrantes «que funcionaban como células independientes en distintos barrios de Santiago»,20 pero nunca los denunció a pesar de haber sido el más torturado de todos los que fueron a parar a La 40. En realidad, «lo que más llamó la atención a los demás presos en La 40 fue, primero, la edad de los integrantes del grupo de Los Panfleteros, segundo, la valentía demostrada por ellos ante sus verdugos, y, tercero, la saña con que se lanzaron en su contra los matones al servicio del régi-men de Trujillo».21 Tal y como dice el Dr. Julián Ramia: «Hay que deducir cuánto valor, dignidad y principios tenían esos muchachos para arriesgarlo todo sin esperar otra recompensa que la satisfac-ción del deber cumplido».22

No obstante los peligros sufridos y la milagrosa forma como pudo conservar su vida, el Dr. Veras retoma la producción de panfletos con Manuel Bueno en el mes de mayo de 1960. Unos meses después, en agosto de ese año, se une a las actividades, mítines y manifestaciones organizadas por el Movimiento Popu-

20 Doctor José Tallaj en carta al licenciado Juan Daniel Balcácer, citada por el autor en la p. 28.

21 Ramón Antonio Veras, ob. cit., p. 16.22 Ibídem, p. 34.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 23

lar Dominicano y es apresado varias veces. De ahí en adelante su historia De la calle a los estrados por justicia y libertad (como reza el título de otro de sus libros) es ya bastante conocida y reconocida.

Siempre ha sido importante mantener el reconocimiento y adoptar una clara posición frente al significado de los testimonios de nuestros mayores y el papel que estos desempeñan en las co-munidades regionales y locales. Con la producción de este nuevo libro, el Dr. Ramón Antonio Veras se consagra nuevamente como una personalidad referencial de nuestra identidad, como parte del patrimonio histórico de lo cotidiano, capaz de contribuir a la cons-trucción de una ciudadanía democrática.

El carácter testimonial del Dr. Veras, como representante vivo de los procesos históricos, culturales y sociales, nos pone frente a su autenticidad y nos desafía con su coherente y perdurable iden-tificación con los más sanos principios, valores y prácticas cívicas que necesitamos para vislumbrar el desarrollo de nuestra nación. Por estas razones, se puede hacer un parangón entre la declaración de «don Segundo» que copio debajo,23 y la que podría hacer don Negro, como también me gusta llamarlo, con el «don» que lo con-sidera honorífico y respetuoso:

Para que el recuerdo de un hombre se prolongue y su memo-

ria se proyecte más allá de la existencia material es necesario

que las obras realizadas por él conserven encendida la llama

del recuerdo mostrando a las generaciones que los siguen el

ejemplo de haber servido a la comunidad. Nada queda de

quien vivió sin preocuparse por la vida de sus semejantes.

He tratado de reproducir mis vivencias para las generacio-

nes futuras sin menoscabar a nadie lo que yo he vivido y

compartido en mi pueblo con su gente. Nuestra misión no

es asociar errores a nuestros recuerdos queridos, sino revisar

23 Trabajo de gestión cultural: Marta Arabia, «Reconocimiento de la identidad a través de la memoria de nuestros mayores». Entrevista a un hombre de pueblo: «Don Segundo», Miramar, Buenos Aires. S/F.

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24 ramón antonio, Negro, Veras

nuestras frustraciones como comunidad mostrando que hay

tareas por realizar.

La elaboración de este libro de parte del Dr. Veras hace reali-dad el deseo de su compañero panfletero Manuel A. Bueno cuando solicitó: «Debemos continuar rescatando del anonimato a nuestros verdaderos héroes y mártires, dando a conocer su ideario, su tra-yectoria de lucha y afanes revolucionarios, reconociéndoles como nuestros únicos prohombres, acreedores de honrar con sus nom-bres nuestras escuelas, plazas y calles principales, desplazando mu-chos falsos ídolos de barro que ocupan esas posiciones señeras».24

Aunque todavía no se haya podido desplazar completamente a esos falsos ídolos de barro, sí se puede asegurar que con la publica-ción de Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición el Dr. Veras le ganó al tirano su última oportunidad de volver a vencer. Y es así, porque dicen que «el verdugo mata siempre dos veces, la segun-da por medio del olvido».25 No obstante, gracias a los trabajos del Dr. Veras, esta afirmación no se aplicará a los Panfleteros de San-tiago.

rafael emilio Yunén, Santiago de los Caballeros,15 de noviembre de 2009.

24 Manuel Bueno P., Cárcel y guerra, N/D, Santo Domingo, Editora Taller, 1991.

25 Elie Wiesel, Premio Nóbel de la Paz 1986. Citado por Gabrielle Lorne, pe-riodista de RFO-A.I.TV, en: «La memoria reencontrada de los dominica-nos». El Correo de la UNESCO, Núm. 9, 2009.

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– 25 –

Introducción

El ser humano no en todo momento se siente a gusto expre-sando por escrito su sentir con relación a un fenómeno o hecho de cualquier naturaleza. Digo esto porque, por ejemplo, Dedé Mirabal esperó cuarenta y nueve años para exponer en un libro, Vivas en su Jardín, sus vivencias con relación a su familia y en particular al hecho ocurrido el 25 de noviembre del año 1960, cuando fueron asesinadas sus hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal jun-to con su chofer, Rufino de la Cruz.

Solamente después de transcurridos veintiún años, Manuel Ar-mando Bueno Pérez y yo escribimos sobre Los Panfleteros de San-tiago; yo lo hice el 26 de enero del año 1981, y Manuel, el 20 de febrero del mismo año.

Luego, en marzo del año 2007, la Comisión Permanente de Efe-mérides Patrias, editó el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo.

Tomando como base documentos y testimonios aportados por mí y por catorcistas que fueron compañeros de Los Panfleteros en La 40, en fecha 8 de febrero del año 2009, fue estrenado en New Jersey el documental Los Panfleteros de Santiago. También ese mis-mo día fue puesta en circulación, en la misma ciudad, una segunda edición ampliada del libro, con el título Los Panfleteros de Santiago, editada por Néstor Montilla y María Teresa Feliciano.

Posteriormente, en fecha 25 del mes de junio del año 2009 y los días 23 y 26 de julio del mismo año, fue exhibida en el condado del

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26 ramón antonio, Negro, Veras

Bronx, en Santo Domingo y Santiago, respectivamente, la cinta Los Panfleteros de Santiago.

En razón de que el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo recoge, principalmente, el origen, formación, actividades y detención de los miembros de la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes de Santiago (UGRI); con el presente trabajo de-seo hacer un pequeño aporte, exponiendo los testimonios de cómo fueron asesinados Los Panfleteros y desaparecidos sus cadáveres, así como otros hechos relacionados con ese grupo de jovencitos que hizo firme resistencia a la tiranía de Trujillo.

Debo precisar que la razón por la cual se repiten en varias par-tes de este escrito los nombres de los actores, autores y sus obras, es porque solamente ellos fueron testigos de los hechos aquí narrados, tales como las torturas a que fueron sometidos Los Panfleteros; la carta que se les hizo firmar supuestamente para ponerlos en liber-tad, la posible fecha en la cual fueron asesinados, el traslado de los cadáveres en los vehículos en los cuales fueron introducidos y llevados a lugares hasta ahora desconocidos.

Muchos de los escritos que figuran en esta obra fueron publica-dos en el periódico La Información, con el título «Los Panfleteros de Santiago: Héroes y Mártires», de fechas 8, 11, 12, 13, 14, 15, 18 y 19 de julio de 2005.

Para ubicar al lector, debo decir que comenzaré este documen-to con citas de personas que han externado sus criterios con rela-ción a las circunstancias en que fueron torturados Los Panfleteros de Santiago.

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– 27 –

I

Los Panfleteros. La 40. La firma de una carta. Las torturas. Desaparición y traslado

de los cadáveres

El doctor Euclides Gutiérrez Félix, en un artículo publicado en el periódico Hoy, en fecha 15 del mes de junio del año 2001, escri-bió lo siguiente:

Los Panfleteros de Santiago era un grupo de adolescentes,

estudiantes de primaria y secundaria que ascendía a 35. Su

líder u organizador se llamaba

Wenceslao Guillén, pero el

redactor de los panfletos que

circularon en aquel enton-

ces, antes de la conspiración

«Catorcista», lo fue Manuel

Armando Bueno Pérez. De-

tectado y ubicado el grupo

juvenil, fueron detenidos y

confinados en La 40. De los 35

solo tres salvaron la vida: Ma-

nuel Armando Bueno Pérez,

porque era sobrino de Ernesto Wenceslao Guillén.

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28 ramón antonio, Negro, Veras

Pérez Guillén, coronel del Ejército y antiguo jefe del SIM, y

Ramón Antonio Veras, alias Negro, conocido abogado san-

tiaguero, porque no fue delatado por sus compañeros. El

otro sobreviviente según versiones, se llama Pedro Sánchez.

Pocos, muy pocos, recuerdan el sacrificio de estos jóvenes

santiagueros que representan uno de los episodios más dra-

máticos y aterradores de la dictadura trujillista. Su sacrificio,

espontáneo, heroico, ejemplar, no ha recibido el verdadero

reconocimiento a que es merecedor como otros lo han re-

cibido en honores y recompensas materiales y sus acciones

deben ser presentadas a la juventud como expresión de sa-

crificio cívico por el pueblo.

El mismo doctor Euclides Gutiérrez Félix, en su obra Trujillo: mo-narca sin corona, en las páginas 462-464, primera edición de febrero del año 2008, refiriéndose a Los Panfleteros de Santiago, dice:

Días antes de haber sido develado el Movimiento Catorcista

fueron apresados en Santiago cerca de treinta jóvenes acu-

sados de laborar y poner en circulación, en el transcurso del

mes de diciembre de 1959, un panfleto o volante en contra

de Trujillo escrito a mano que tenía

la siguiente inscripción «VIVA LA

REVOLUCIÓN ABAJO EL TIRA-

NO LIBERTAD O MUERTE», en

la parte de abajo el volante decía:

«Unión Grupos Revolucionarios

Independientes U.G.R.I.» y en el

dorso la siguiente inscripción: «Con

Perdón de la Expresión Trujillo es

UN MIERDA». Los integrantes de

ese grupo eran adolescentes cuya

edad fluctuaba entre los quince y

veinte años y actuaban bajo el li-

derato de Wenceslao Guillén, alias

Wen, que había hecho una labor

Doña Thelma Gómez de Guillén, madre de Wenceslao Guillén. Actualmente reside

en Santiago.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 29

de proselitismo y había incorporado a treinta y dos jóvenes

de su localidad, de los cuales veintinueve fueron detenidos.

Según versiones, veintisiete fueron asesinados en La 40 las

noches del veintinueve y treinta de enero de 1960. El redac-

tor de los panfletos, apenas tenía quince años de edad y que

fue uno de los sobrevivientes, era Manuel Bueno Pérez, que

moriría muchos años después y que militó como revolucio-

nario, después del ajusticiamiento de Trujillo, en las filas del

14 de Junio y participó como combatiente en el Movimiento

Constitucionalista que se inició en abril de 1965 y que, a partir

del veintiocho de ese mes, se enfrentó a las tropas de inter-

vención de los Estados Unidos. Manuel Bueno Pérez relató al

autor de este ensayo biográfico-político detalles de la valiente

y arriesgada acción que ellos llevaron a cabo en la ciudad de

Santiago. Confesó que después de redactados los volantes que

se pusieron a circular, Wenceslao Guillén le ordenó que en el

respaldo del volante se inscribiera la frase «Con Perdón de la

expresión Trujillo es UN MIERDA». Fue al parecer esa alu-

sión y ofensa personal a Trujillo lo que determinó la muerte

de sus compañeros, que según el testimonio de importantes

jefes militares del régimen no fue informado al dictador, por-

que «esos muchachos no tenían importancia social», ya que

provenían de sectores populares de la ciudad de Santiago,

contrario a la mayoría de los dirigentes y miembros del Movi-

miento Revolucionario 14 de Junio.

El organizador y principal dirigente de Los Panfleteros de San-tiago, Wenceslao Guillén, demostró firmeza y valor ante sus tortu-radores. Manuel Armando Bueno escribió de Wenceslao Guillén lo siguiente:

Ya en La 40, Wen se destacó –frente a sus torturadores–, de

la mayoría de los jóvenes que iban cayendo prisioneros, por

su valentía y extraordinaria capacidad para resistir el dolor,

y su firmeza para enfrentar los interrogatorios mantenien-

do sus posturas. Sentado en la silla eléctrica, y viendo sus

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30 ramón antonio, Negro, Veras

captores que no había forma de arrancarle una confesión

que delatara a sus colaboradores –puesto que sostenía que

había trabajado solamente con los pocos que ya se encon-

traban detenidos–, uno de los esbirros pidió que le trajeran

el cuchillo de la cocina, y cuando procedía a clavarlo en su

escroto para arrancarle los testículos, un compañero que ob-

servaba frente a él esta malvada operación –y quien había re-

sistido previamente los corrientazos, ya que trabajaba como

liniero en la Compañía de Electricidad–, no pudo resistir

tan macabro espectáculo, y gritó: «Wen, ¿te vas a dejar ma-

tar? Déjenlo, que yo voy a hablar». Por este y muchos otros

gestos de valor, los matones a sueldo de La 40 le apodaron

«el célebre Wen», y así le hacían llamar de la solitaria para

cada interrogatorio.1

La Fundación Testimonio, al opinar con relación a Los Panfle-teros de Santiago, ha dicho:

Quedó grabada en la memoria histórica de los presos de La

40, la noche del 27 de enero de 1960, en la que fue anuncia-

da a los Panfleteros de Santiago su excarcelación y después

de firmar un documento oficial, fueron asesinados casi to-

dos sus componentes, a los que se le introducían estiletes de

hierro afilado en el corazón y otros estrangulados, luego sus

cadáveres entrados en sacos de henequén y depositados en

los baúles de los carros del SIM para ser transportados a una

tumba que nunca sería encontrada.2

La matanza de Los Panfleteros

En el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, consta el testimonio del doctor Rafael Valera Benítez, quien escribió lo siguiente:

1 El Sol, edición del 5 de febrero de 1981.2 Boletín de la Fundación Testimonio.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 31

La noche del 29 y el amanecer del 30 de enero de 1960, un

total de 27 muchachos con una edad promedio de 13 o 14

años, fueron asesinados en La 40. El grupo había sido de-

nominado «Los Panfleteros de Santiago», por haber impre-

so y distribuido un volante en la ciudad de Santiago de los

Caballeros, en el que se insultaba a Trujillo y se exhortaba

al pueblo a la insurrección. Algunas de las víctimas tenían

solo diez y once años. Eran niños en realidad. Pero el tirano

era en especial sensitivo con su persona y ese tipo de con-

ducta oposicionista estaba deparada, pues, para la máxima

sanción. Unos días antes, se le hizo firmar a cada uno una

carta en la que daban constancia de haber sido puestos en

libertad por orden de Trujillo y agradecían tal medida: era

una añagaza para obtener una falsa prueba de que el SIM los

había libertado y para no responder de sus desapariciones

luego de que fueran asesinados.

Durante dos noches estuvimos asistiendo a algo nuevo para

nosotros: unos repentinos y totales apagones y el cierre de la

doble puerta de hierro y madera de cada celda. Todo estaba

cerrado por completo y oscuro como boca de lobo: era el es-

cenario para la matanza. En esas noches, no cesaron de oírse

alaridos y jadeos aún en medio del ruido que hubo que produ-

cir con el motor de una inservible camioneta que utilizaban,

en ocasiones, para ahogar las manifestaciones excesivas de las

matanzas. Detrás de los muros que nos aprisionaban, en me-

dio de la oscuridad, se desarrollaba una orgía de sangre que

nosotros, sin embargo, percibíamos. Un equipo de matarifes,

encabezado por el estrangulador Manolo Domínguez, uno de

los más depravados asesinos de todo el régimen trujillista, eje-

cutó la matanza de los adolescentes de Santiago.

La brutalidad exhibida por la tiranía contra «Los Panfleteros

de Santiago», abrió los cauces a través de los cuales la indigna-

ción se propagó hasta los círculos más íntimos del dictador.3

3 Fundación Testimonio, Complot develado, 2da. edición, Editora Mediabyte, Santo Domingo, abril de 2005.

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32 ramón antonio, Negro, Veras

La experiencia vivida por el ingeniero Cucuyo Báez Pérez tam-bién figura en la obra Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. Él hace su relato así:

El 28 de enero fue la noche más trágica y espeluznante que

pasé en La 40. Un grupo de panfleteros de Santiago, casi to-

dos muchachos muy jóvenes de Marilópez, Nibaje y del ca-

llejón San José de Santiago, fueron traídos de la cárcel del

kilómetro 9 a firmar una carta dirigida a sus familiares donde

les decían que los iban a dejar en libertad esa misma noche.

Después de estampar sus firmas, fueron conducidos al pasillo

de nuestras celdas. Creyendo en la promesa se despidieron;

en cuanto llegaran a Marilópez le dirían a mi madre doña Lei-

la Maldonado, su maestra, que me habían visto bien. Todos

estaban felices por su posible libertad.

Transcurridas algunas horas comenzamos a escuchar al-

gunos quejidos y muchos ruidos, luego una tranquilidad

asustadiza. Me subí hasta la claraboya de la celda y vi cómo

sacaban unos sacos llenos y los metían en el baúl de unos

carros. El contenido de los sacos eran Los Panfleteros. Los

iban asesinando de una punzonada en el corazón.4

El licenciado Tony Raful, en su obra Movimiento 14 de Junio, refi-riéndose a «Los Panfleteros de Santiago», dice:

Matan 24 jóvenes de Santiago en La 40 inicia etapa legal de la

agrupación 14 de Junio. 24 jóvenes antitrujillistas de Santiago

fueron electrocutados en la cárcel La 40 en la famosa silla

eléctrica. Se conocieron con el nombre de «Los Panfletistas»

y conspiraron contra la dictadura de Trujillo distribuyendo

volantes anti-gobiernistas y pegando en los postes de luz

de la ciudad cibaeña un letrero que decía: «Trujillo es un

mierda».5

4 Rafael Cucuyo Báez Pérez, La fuerza de mis vivencias.5 Tony Raful, Movimiento 14 de Junio, historia y documentos.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 33

Encuentro de panfleteros

El día sábado dos de marzo del año 1957, a las ocho horas de la mañana, mientras me encontraba leyendo en el Ateneo Amantes de la Luz, se me acercó un joven de unos dieciséis años de edad, y me preguntó, ¿tú eres Negro Veras? Sí, le contesté. Me apresuré en preguntarle cuál era su nombre y quién le había dicho que me dicen Negro, y para qué quería saber si yo era Negro Veras.

El joven me dijo llamarse Wenceslao Guillén; que un estudiante compañero suyo de nombre Juan Enrique Batista Liriano le había hablado de mí, y que quería saber con certeza mi nombre para que discutiéramos algunos temas de literatura. Le dije al joven Guillén, que con mucho gusto, que en cualquier momento nos podíamos volver a encontrar para hablar de literatura y de cualquier otro tema. «Sí, de cualquier otro tema hablaremos». «¿Cuándo y dónde nos podemos reunir?», me preguntó Guillén. «El próximo lunes día 4, a las ocho de la noche, en la 30 de Marzo esquina El Sol nos vamos a encontrar y de ahí partiremos a pie caminando toda la calle El Sol hacia arriba. «Correcto, nos veremos el próximo lunes», me respondió Wen.

El lunes, a las 7:55 de la noche, me encontré con Wenceslao Guillén en la calle El Sol esquina «30 de Marzo», donde estaba la tienda La Riera, tal como habíamos acordado. De inmediato comenzamos a caminar por la calle El Sol hacia arriba, por la ace-ra izquierda. El joven Guillén fue franco y abierto conmigo. Me dijo:

Mira Negro Veras, no nos vamos a engañar, tú y yo estamos en

una misma posición política, lo único que falta es unirnos y

así como nosotros hay muchos jóvenes aquí en Santiago; lo

que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo para traba-

jar unidos y que las fuerzas no estén dispersas.

Ya Juan Enrique Batista Liriano me había dicho que Wenceslao Guillén y él estudiaban juntos en la Escuela Normal, y que era un joven de plena confianza para asuntos de lucha política.

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34 ramón antonio, Negro, Veras

Por la información que me había dado Juan Enrique, y la forma franca con que me abordó Guillén, estaba en condición de hablar sin reservas con quien llegaría a ser mi mejor amigo y compañero hasta el momento de ser detenido y luego asesinado.

A partir de ese lunes 4 de marzo de 1957, mantuve un contac-to diario con Wen. Ese primer lunes sostuvimos una conversación durante tres horas, subimos y bajamos la calle El Sol sin detenernos para no despertar sospecha. Por la manera en que Wenceslao Gui-llén hablaba comprendí que estaba bien informado de las activida-des antitrujillistas y que mantenía comunicación con otros jóvenes que también se oponían al régimen de Trujillo.

Me pregunté: ¿cómo puede este muchacho tan joven tener tantos datos de la lucha antitrujillista? Ciertamente, Wenceslao Guillén estaba bien informado de la lucha antitrujillista porque desde niño se mantenía al tanto de las conversaciones y reunio-nes que sostenían grupos antitrujillistas vecinos suyos. Cerca de su casa, en la calle General Valverde, varios hombres se reunían en Santiago todas las tardes e intercambiaban opiniones en torno a la situación política del país. Wenceslao Guillén, por cuestiones de edad, no participaba en las conversaciones, pero sí escucha-ba las críticas negativas que se formulaban contra Trujillo y sus seguidores. Los hombres que se reunían cerca de la casa de Wen-

ceslao constituían lo que se conocía entre ellos mismos como el «Grupo de Teodosio Pichardo». De este grupo se recuerda al doctor Ramón Cabral, Au-gusto (Quique) Cepeda, Eladio Rivas, Luis Demesa, José Ramírez, Saúl Peti-tón y Balín Bonnelly. Cada uno de estos hombres tenía su motivación para ser contrario al régimen de Trujillo. La ma-yoría había perdido amigos que habían sido eliminados, en una u otra forma, por la dictadura de Trujillo, como el caso del doctor Ramón Cabral que sentía la pérdida de su amigo Desiderio Arias.

Porfirio Gómez.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 35

Posteriormente, Wenceslao Guillén, Manuel Bueno y yo consti-tuimos la primera célula de lo que hoy se conoce con el nombre de «Los Panfleteros de Santiago».6

Luis Gómez Pérez

El día que en nuestro país sea derrotada la ignorancia, la confu-sión y la politiquería, el pueblo dominicano se dará cuenta de que las tímidas libertades que disfrutamos hoy no han sido una conce-sión, sino el resultado de grandes batallas, sacrificios y sufrimientos de los mejores hijos de esta tierra.

El libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, puesto en circulación el jueves 24 de mayo del año 2007 en el Ateneo Amantes de la Luz, fue presentado por el doctor Luis Gómez Pérez. Es posi-ble que muchos dominicanos y dominicanas de 47 años de edad o menos, ignoren quién es ese dominicano ejemplar, valiente, honra-do y sensible.

Para aquellos que tengan la oportunidad de leer el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, les recordamos que Luis Gómez Pérez fue de los fundadores del movimiento clandestino 14 de Junio y que, por ser miembro de esa organización en el año 1960, estuvo preso en el centro de torturas conocido como La 40. Para que se conozca cuál fue la posición mantenida por Luis Gó-mez ante sus torturadores, transcribo a continuación el testimonio del doctor José Tallaj, compañero de prisión de Gómez Pérez en La 40:

No recuerdo bien si fue la misma noche de mi prisión o fue

una de las noches siguientes cuando llegaron con el doctor

Luis Gómez Pérez preso y, al interrogarlo, como él negaba

todo conocimiento o participación en la trama, estando des-

nudo y esposado, el capitán Minervino y César Rodríguez

Villeta, tomaron cada uno un bastón de electricidad (pica-

na) y se los colocaron en ambos testículos, uno de cada lado,

haciendo presión. Como lo tenían contra la pared no podía

6 El Nacional, edición de 2 de marzo de 1981.

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36 ramón antonio, Negro, Veras

tener movimiento ninguno de desquite y pude ver el rictus

de dolor en su cara, a la vez que por efecto de la electricidad,

aplicada directamente en sus testículos, el pene fue entran-

do en erección cada vez más marcada y, además, evacuó el

intestino; no pude ver más de ahí pues volteé la cara a otro

lado por lo que no puedo testificar si a la vez eyaculó.

No obstante esto, lo único que decía el torturado con una

voz temblorosa debido a la contracción muscular era:

—Yyyo nnno sé sé nanadda.

Ante esta resistencia que no esperaban cesaron con su tortura

y tomó el capitán Minervino una fusta y le lanzó un fustazo a

la cara de Luis Gómez, este le evadió y el golpe lo recibió en la

región lateral izquierda del cuello y parte superior del tórax

y con una rapidez vertiginosa Minervino le lanzó cruzado 8 o

10 fustazos a un lado y otro de la cara y con la misma veloci-

dad trataba de evadirlos Luis, moviendo la cabeza a un lado u

otro de tal suerte que se le pegaban en los laterales del cuello

y lateral y supraesternal, quedando al final marcado como si

fuera un cuello de guayabera. Ni aún así, dijo nada.

Viendo esta valentía, Minervino que si bien era malo era

guapo (cualidades que raramente coinciden), con palabras

de admiración le dijo:

—Pero muchacho del carajo, es que te vas a dejar matar sin

hablar.

—Yo no sé nada.

—¿No ves que ya lo sabemos todo?

—Yo no sé nada.

—Si este hubiese sido el primer preso lo hubiéramos te-

nido que matar y no le hubiéramos sacado nada —dijo

Minervino.

—Llévenselo y tránquenlo para no tener que matarlo.7

Así de firme se comportó el doctor Luis Gómez Pérez ante sus torturadores, y al igual que todos los dominicanos dignos y honra-

7 El Nacional, edición de 12 de mayo de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 37

dos, nunca le ha pasado recibo al pueblo dominicano por su lucha social y política que todavía hoy mantiene en el escenario que con-sidera más conviene a nuestro pueblo.

Manuel y Los Panfleteros

Wenceslao Guillén reunía muchas condiciones de dirigente polí-tico; sabía en qué momento se debía y podía hacer cada cosa. El día 15 del mes de diciembre del año 1959, mientras él y yo nos encon-trábamos sentados en el Parque Duarte de la ciudad de Santiago, me dijo: «Mira, Negro, debemos hacer una labor política en el curso de este mes, ya que está finalizando el año y tenemos que dejar en la conciencia del pueblo un hecho político para que las fiestas navide-ñas no hagan olvidar el trabajo hecho durante el año». ¿Qué labor crees que podemos realizar? Le pregunté a Wen; «Debemos inundar de volantes la ciudad de Santiago», me respondió.

Le expliqué a Wen que la elaboración de volantes requería poner en acción a varias personas y que, además, podía poner en peligro a toda la organización. «¿Qué colaboración tú puedes aportar para los volantes?», me preguntó Wen. «Yo me encargo de buscar el papel, la tinta, la almohadilla y la madera donde se ha de elaborar la literatura que deben contener los volantes», le contesté.

«Yo pongo el lugar donde se han de hacer los volantes y buscaré a la persona que los hará», dijo Wen. ¿Dónde se van a elaborar los volantes y quién hará el trabajo?, le pregunté. «El lugar más apro-piado para eso es hacer un hoyo debajo del piso de mi casa, y la persona de mi confianza para todo el trabajo es Manuel Bueno», me respodió.

«Pero Manuel Bueno es muy muchacho», le objeté. «Sí, pero él es serio, prudente y además es el único del grupo que reúne con-diciones para la labor de artista que requiere hacer las letras y el molde en madera de los volantes. No te preocupes, Negro, que todo saldrá bien; búscate el papel, la tinta, la almohadilla y la madera que yo me encargo, junto a Manuel Bueno, de todo lo otro».

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38 ramón antonio, Negro, Veras

Los volantes fueron elaborados por Manuel Bueno, con una perfección tal que parecían haber sido impresos en una imprenta de nuevo tipo; contenían la siguiente leyenda en la parte frontal: ¡ViVa la reVolución!, ¡abajo el tirano!, ¡libertaD o muerte! uGri. En el reverso se leía: «Con el perdón de la expresión, Trujillo es un Mierda».

Una vez terminada la labor de impresión, Wen convocó a todos los miembros de la organización que estuvieran dispuestos a distri-buir los volantes. Treinta y dos aceptamos participar en la distribu-ción; de los treinta y dos, veintinueve fueron detenidos; de los 29 detenidos, dos quedaron con vida y 27 fueron asesinados en La 40. El grupo de Wen fue conocido en La 40 como «Los Panfleteros de Santiago».8

Wenceslao Guillén tenía toda la razón, conocía perfectamente lo talentoso que desde niño fue Manuel Armando Bueno. A raíz de la muerte de este, Rubén Echavarría, refiriéndose a Manuel, dijo:

Manuel era un hombre no solamente valiente sino también

talentoso. Dominaba siete idiomas. Hay hombres que mue-

ren una vez, Manuel Bueno murió un millón de veces y a pe-

sar de todo siguió adelante sin detenerse en su acompasado

trajinar por este mundo. No se detuvo al ser bárbaramente

torturado en «La 40». No se detuvo ante aquel golpe bestial

con un tubo que le propinaran posteriormente, destrozán-

dole el brazo y obligando a su extirpación inmediata. No se

detuvo a pensar ni en la venganza cuando al tener la vida de

aquel perverso en sus manos, lo perdonó. No se detuvo al ser

sometido durante más de dos años a torturantes diálisis ni a

ser intervenido después a un trasplante de riñón.9

Recuerdo ahora que días antes de morir Manuel, hablé con él en la ciudad capital y me dijo: «Negro, de la célula inicial de los

8 El Nacional, edición de 6 de marzo de 1981.9 Hoy, mayo de 2003.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 39

panfleteros ahora solamente vas a quedar tú; espero sigas la línea que nos trazamos en 1959, de no transarnos con los enemigos del pueblo dominicano».

Espero cumplir con los deseos de quien, conjuntamente con Wenceslao Guillén, formó junto a mí la célula principal del grupo que hoy se conoce como «Los Panfleteros de Santiago».

Los Panfleteros y un vegano

El panfleto que motivó la eliminación física de «Los Panfleteros de Santiago» fue elaborado por Manuel Bueno en forma tan perfec-ta que los servicios de inteligencia de Trujillo se formaron la idea de que había sido hecho en una imprenta.

El vegano José Peralta Michel, quien fue torturado en La 40, na-rra lo que le ocurrió a él con relación a Los Panfleteros de Santiago. Él expone su testimonio así:

En los últimos días del mes de enero de 1960, el Servicio de

Inteligencia Militar (SIM) había hecho prisioneros a varios

jóvenes de Santiago, casi todos menores de 20 años, quie-

nes se habían constituido en grupo de resistencia contra

la tiranía, los que habían confeccionado unos volantes de

denuncias contra el trujillato, que fueron distribuidos en

aquella ciudad. Pero mientras los verdugos ejercían toda

su saña contra los jóvenes revolucionarios santiaguenses,

no habían logrado detectar al responsable de la confección

de dichos volantes subversivos. He aquí donde los jefes del

SIM recuerdan que hay un vegano en La Victoria preso que

confeccionó dos clichés y redactó sus mensajes en contra de

Trujillo, que convertidos en volantes fueron distribuidos en

La Vega y San Francisco de Macorís y, desde luego, deciden

mandar a buscarme a la cárcel para establecer mi posible

vínculo en la composición de los volantes de los «Panflete-

ros o Panfletistas de Santiago», nombre con el que se reco-

noce al grupo de jóvenes mártires de Santiago.

Page 40: Ramón Antonio NEGRO Veras ----Los Panfleteros de Santiago.pdf

40 ramón antonio, Negro, Veras

Lo que sucedió fue que mientras yo estuve alrededor de

una hora sentado solo y esposado en una pequeña oficina,

los verdugos en el cuarto de torturas, basados en su incon-

tenible furia, consiguieron el nombre de su autor. Y es en

aquel momento que deciden devolverme a La Victoria. La-

mentablemente, sin excepción, todos los jóvenes históricos

de Santiago, luego de haber sido expuestos a una despiada-

da tortura, fueron vilmente ejecutados en «La 40».10

Lo vivido por Peralta Michel, al igual que por otros que pasa-ron por el centro de torturas La 40, demostró el sufrimiento de los jóvenes panfleteros de Santiago. Por los testimonios de los distintos hombres que coincidieron con ellos en La 40, se evidencian los te-rribles tormentos a que fueron sometidos, antes de ser asesinados Los Panfleteros de Santiago.

Lo que más llamó la atención a los demás presos en La 40, con relación a Los Panfleteros de Santiago, fue, primero, la edad de los integrantes del grupo, segundo, la valentía demostrada por ellos ante sus verdugos y, tercero, la saña como se lanzaron en su contra los matones al servicio del régimen de Trujillo.

La ejecución, la misma noche, de todos Los Panfleteros de San-tiago, es un capítulo inolvidable dentro del rosario de crímenes du-rante la Era de Trujillo, y se une al de los sargentos de la Aviación, al de las hermanas Mirabal y el grupo del 30 de Mayo.

Hoy en Santiago

Con motivo de la puesta en circulación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, escribí un artículo en el que dije:

Los santiagueros y santiagueras tienen esta noche una cita

con la solidaridad que es la más alta expresión del ser huma-

no. A las ocho de la noche se inicia en el Ateneo Amantes

10 El Nacional, edición de 19 de mayo de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 41

de la Luz la puesta en circulación del libro Los Panfleteros de

Santiago y su desafío a Trujillo, obra que recoge el testimonio

de varias personas que fueron amigos, compañeros de lucha

y de prisión del grupo conocido como Los Panfleteros de

Santiago, integrado por jóvenes que luego de ser tortura-

dos en el centro de torturas La 40, posteriormente fueron

asesinados.

La noche de hoy, los hombres y mujeres de Santiago, toman-

do como motivo de presentación el libro Los Panfleteros de

Santiago y su desafío a Trujillo, y como punto de encuentro el

Ateneo Amantes de la Luz; les darán un abrazo fraterno a las

madres, a los padres, hermanos y a algunos de los hijos de

los heroicos, valientes y entregados a la lucha por la libertad

de nuestro pueblo: Los Panfleteros de Santiago.

Muchos de los que asistan esta noche a la presentación de

la obra Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, tienen

una deuda de gratitud y reconocimiento con Los Panfle-

Esta es la casa No. 34 de la calle General Valverde, de la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde fueron elaborados los panfletos. Aquí residía Wenceslao Guillén. (Fuente: Archivo personal de Ramón A. Veras).

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42 ramón antonio, Negro, Veras

teros de Santiago, por el hecho de ellos guardar silencio,

por hacerle honor a la palabra dada, por no mencionar el

nombre de sus demás compañeros de lucha clandestina:

Los Panfleteros de Santiago fueron salvajemente torturados

y luego asesinados.

La lucha llevada a cabo por Los Panfleteros de Santiago,

debe servir de ejemplo para los dominicanos y dominicanas

que aspiran a vivir en una sociedad justa y de plena libertad

como la que ellos soñaron. Con su accionar político ellos

demostraron su preocupación por la liberación del pueblo

dominicano de las cadenas de la opresión.

La juventud dominicana debe conocer el contenido del li-

bro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, para que

se dé cuenta que las tímidas libertades que disfrutamos hoy

es el resultado del sacrificio, la inmolación y el desinterés,

entre otros, de un grupo de jovencitos que entregaron sus

vidas por la libertad del pueblo dominicano.

Los criminales al servicio de la dictadura de Rafael Leónidas

Trujillo Molina, les aplicaron a Los Panfleteros de Santiago

toda clase de tormentos hasta el momento de ser asesinados.

La profanación, la impiedad y todas las cosas feas que pue-

den salir de un cerebro humano malvado fueron lanzadas

contra Los Panfleteros de Santiago.

Poco a poco, los dominicanos y dominicanas van a ir cono-

ciendo su historia reciente y solamente así se darán cuenta

de que lo mejor de nuestro pueblo ha sido víctima de las ma-

quinaciones de aquellos que se han preocupado por mante-

ner en el olvido, el anonimato, a los que real y efectivamente

han luchado sin buscar beneficios materiales. Se comienza

a conocer la lucha de Los Panfleteros de Santiago con la

presentación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío

a Trujillo. Bien lo dijo Manuel Armando Bueno, uno de los

fundadores de lo que se conoce hoy como el grupo de Los

Panfleteros de Santiago, cuando escribió:

«Debemos continuar rescatando del anonimato a nuestros

verdaderos héroes y mártires, dando a conocer su ideario,

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 43

su trayectoria de lucha y afanes revo-

lucionarios, reconociéndoles como

nuestros únicos prohombres acree-

dores de honrar con sus nombres

nuestras escuelas, plazas y calles prin-

cipales, desplazando muchos falsos

ídolos de barro que hoy ocupan esas

posiciones señeras».11

Sobre Los Panfleteros

En el año 1950 conocí a la persona que me expuso las primeras ideas con relación a lo que era el régimen de Trujillo, los abusos que cometía y la naturaleza despótica de su gobierno. Pero el encuentro con Wenceslao Guillén, el día sábado 2 de marzo de 1957, me permitió comenzar a llevar a la práctica mis ideas y sentimientos contra la dic-tadura de Trujillo. La primera reunión de tipo político entre Wen y yo fue el día lunes 4 de marzo de 1957.

Las acciones de propaganda clandestinas en firme las llevamos a cabo, ya como Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI), el día 24 de octubre de 1959, y consistió en la repartición de grapas para bloquear el tránsito de vehículos y así quitarle brillo a la inauguración del campeonato de béisbol profesional.

La acción de las grapas motivó a los grupos organizados en la UGRI a elaborar unos panfletos, los cuales fueron confeccionados por Manuel Bueno, debajo del piso de la casa de Wenceslao Guillén, ubicada en la calle General Valverde No. 34 de Santiago de los Caballeros.

Luego los panfletos fueron entregados, por Wenceslao Guillén, a los encargados de la repartición, la tarde del día 5 de enero del año 1960, en la parte de atrás del Cementerio Municipal de Santia-go. La distribución se llevó a cabo ese mismo día en Santiago entre 8 y 9 de la noche. El panfleto decía en la parte frontal así: atención. ¡ViVa la reVolución! ¡abajo el tirano! ¡libertaD o muerte! (uGri).

11 El Nacional, edición de 24 de mayo de 2007.

Pedro Jaime Tineo Tejada

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44 ramón antonio, Negro, Veras

En el reverso el mismo panfleto decía así: «con perDón De la expresión trujillo es un mierDa». Luego de distribuirlo, el día 15 de enero de 1960, en horas de la noche, fue detenido en su re-sidencia Wenceslao Guillén. Esa misma noche fueron apresados Luis Prud’homme y Pedro Jaime Tineo Tejada. Una vez que supe que el grupo de la UGRI estaba descubierto, tomé medidas de se-guridad alojándome en casas de vecinos, iglesias y otros lugares.

Luego fui informado que Wenceslao Guillén y los demás compañeros habían sido duramente torturados en La 40. El día 21 de enero de 1960 a Los Panfleteros de Santiago se les trasladó desde La 40 al Palacio de la Policía Nacional en la ciudad capi-tal. Posteriormente se les reintegró a La 40 donde los asesinaron el día 29 de enero del año 1960. En total 27 fueron eliminados.

Después del asesinato de los 27 panfleteros, Trujillo, cons-ciente de lo indignado que estaba el pueblo de Santiago, fue a esta ciudad y declaró que quería servirle a Santiago como gober-nador. Los que quedábamos de Los Panfleteros distribuimos por las calles de Santiago un panfleto que decía así: «NOS VISITA TRUJILLO, UN LADRON QUE QUIERE SER GOBERNADOR DE UN PUEBLO QUE NO LO QUIERE NI COMO SERENO. VIVAN LOS PANFLETEROS DE SANTIAGO (UGRI)».

Contra ese panfleto reaccionó Trujillo con declaraciones publi-cadas en el periódico La Información, el día 17 de mayo del año 1960, acusando de comunistas a sus ejecutores.12

Conocer ese libro

La importancia del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, es que ha permitido en un solo cuerpo recoger distintos testimonios de ex presidiarios que vieron a los valientes jóvenes en La 40, durante las torturas y al momento de ser asesinados y desapa-recidos sus cadáveres.

12 El Nacional, edición de 31 de mayo de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 45

En el libro se pone de manifiesto la firmeza, el valor y coheren-cia de Los Panfleteros de Santiago. Ellos prefirieron morir antes que delatar a sus compañeros. Las acciones de Los Panfleteros de Santiago, reseñadas en la obra, revelan que no obstante su corta edad, ellos demostraron mucho talento, abnegación, disciplina y sentido de responsabilidad cívica y patriótica.

En la obra se destaca la unificación de los distintos barrios de Santiago alrededor de la UGRI, lo que refleja el gran descontento contra el régimen de Trujillo y la correcta dirección de ese grupo en la lucha contra Trujillo.

Con el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo se comienza a hacer justicia, aunque tardía, a un grupo de jóvenes que lo único que perseguía era edificar al pueblo dominicano para que se levantara contra Trujillo.

En lo adelante, el libro Los Panfleteros de Santiago… conviene que sea conocido, discutido y enriquecido con nuevos testimonios, con observaciones de testigos y también ser aprovechado por los jóvenes y algunos adultos que desconocen el sacrificio de Los Panfleteros de Santiago y su lucha contra la dictadura de Trujillo.

Es de esperar que en todo el país se formen grupos para anali-zar, desde el punto de vista político, el surgimiento de Los Panflete-ros de Santiago y su lucha contra la dictadura de Trujillo.13

Acerca de tres panfleteros

Desde Baní nos escribe el señor Francisco Adolfo Bello Franjul, quien fue compañero de algunos de Los Panfleteros de Santiago y de los miembros del 14 de Junio, mientras se encontraban en el centro de torturas La 40, en el año de 1960. He aquí el contenido de la misiva remitida por el señor Bello Franjul:

Para contactar a Susy Pola, conté con Pablo Mckinney y así

logré comunicarme con Negro Veras. Tenía interés en viajar

a Santiago desde Baní para asistir a la actividad que en esa

13 El Nacional, edición de 2 de junio de 2007.

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46 ramón antonio, Negro, Veras

localidad, se efectuaría en el Ateneo Amantes de la Luz, en

recordación de los Panfleteros de Santiago. No podía com-

prometer mi silencio, divulgar pasajes de esa tétrica noche,

obligándome a estar en Santiago. Desafortunadamente no

sucedió así.

Negro Veras me animó a que escribiera lo que le expresé por

teléfono. Alrededor de la primera hora del 21 de enero de

1960, final del bacanal siniestro del día 20, perplejo contem-

plé los lacerados y desnudos cuerpos del Ing. Rubén Díaz

Moreno, Manolito Baquero Ricart, Pipe Faxas y docenas más

en aquel patio en que descubría el inimaginable espanto

que no lograba situar en mi entendimiento de 23 años de

existencia y del que comencé, en ese momento, a ser uno

de los inquilinos que debería complacer la voracidad de los

asesinos de La 40. Muchos fuimos los que hicimos filas para

esperar entrenarnos en las caricias de los «Güevos de To-

ros», tocándome mi turno al amanecer del día de nuestra

Señora de la Altagracia, cuando mis heridas comenzaron a

expulsar la sangre de los azotes que la barbarie reclamaba

para alimentar la lisonja al tirano. La alborada de ese día me

recibe en una celda en que se encontraba Luis Gómez Pé-

rez, y que más tarde ocuparon también tres muchachos de

Santiago, Henrich Streese, Jorge Marín y Soriano Valverde,

los que permanecieron hasta la siguiente mañana cuando

fueron trasladados.

Pasados tres o cuatro días fui llevado a otra celda donde es-

tuve hasta mi traslado a La Victoria; en la misma recuerdo

a los ingenieros Martínez Bonnelly, Sully Bonnelly, además

de Castro Bisonó, Amaury Dargán, José Vargas Evangelista,

Alfredo Terrero y otros.

El día 29 del mismo mes de enero llevaron a nuestra cel-

da a los tres muchachos de Santiago y me alegré volverlos a

ver, reflejándose en sus caras la expresión de alegría cuando

nos comunicaban que habían firmado una carta de agrade-

cimiento a Trujillo por su libertad, susurrándome Amaury

Dargán: «No me gustaría rubricar una carta de esa natura-

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 47

leza puesto que no los encerrarían, debiendo estar camino

de sus casas».

Serían más o menos las 10:00 de la noche de ese 29 de enero

de 1960, cuando a los tres jóvenes de Santiago los sacaron

de nuestra celda; poco después fueron apagadas las luces

del recinto, y media hora más tarde escuchábamos el acele-

rar de un vehículo acompañado de un sonido gutural que

se fue repitiendo por largo tiempo. José Vargas Evangelista,

que se había subido en el inodoro para mirar a través de los

barrotes de la pequeña ventana, me llamó para que viera la

razón de aquel ruido: dos hombres, uno sostenía una caja de

cigarrillo, y el otro, un estilete de metal; al penetrar el preso

por una pequeña puerta, uno de ellos encendía un fósforo,

tal vez con el propósito de afinar la puntería, pero que simu-

laba encender un cigarrillo que ya lo estaba, lo que pasaba a

seguidas no pude contemplarlo más de dos veces. El estilete

que fue clavado y sacado casi instantáneamente de la nuca

inocente, selló para siempre en mi mente el enorme pesar

que me acompañará hasta la tumba. Terminada la orgía de

sangre se volvieron a encender las luces, luego nos sacaron

a todos para trasladarnos a las solitarias de la cárcel de La

Victoria, donde el hambre, la desnudez y el fétido olor que

despedíamos nos deshumanizaban. Desconozco si estos tres

jóvenes fueron parte de los Panfleteros; pero sí sé que com-

partieron con ellos la macabra treta del destino, impuesta

por la bestialidad del sanguinario monstruo de San Cristó-

bal y que hoy el sacrificio de estos muchachos mártires, nos

sigue entristeciendo.14

El señor Francisco Adolfo Bello Franjul se refiere a tres de Los Panfleteros de Santiago asesinados el 29 de enero de 1960 en La 40. Ellos fueron: Jorge Marín, Henrich Stresse Cepeda, El Alemán, y José Emilio Soriano, Chepe.

14 El Nacional, edición 7 de junio de 2007.

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48 ramón antonio, Negro, Veras

Sugerencias sobre Los Panfleteros de Santiago

He aquí el contenido íntegro de la carta que en fecha 31 de mayo de 2007, le remitió el doctor José Tallaj al licenciado Juan Daniel Balcácer, en su condición de presidente de la Comisión Per-manente de Efemérides Patrias. La carta dice así:

Apreciado Juan Daniel: Mientras leía el libro Los Panfleteros

de Santiago y su desafío a Trujillo, editado por la Comisión que

usted dirige, iban aflorando a mi mente recuerdos almace-

nados en mi memoria relativos a la lucha emprendida con-

tra la tiranía trujillista por un núcleo de hombres, la gran

mayoría menores de 25 años, entre los cuales sobresalían

por su juventud el de los Panfleteros de Santiago, cuya edad

era menor de 21 años.

No los conocí personalmente durante la clandestinidad,

pero sí sabía de su existencia como grupo, pues en octubre

de 1959 me informó Cayeyo Grisanti que ese grupo regaba

grapas en las vías de acceso al Estadio Radhamés (hoy Es-

tadio Cibao) el día de la inauguración del campeonato de

béisbol profesional de ese año, siendo mi carro agraciado

con una de ellas cuando por la Av. J. Armando Bermúdez

regresaba a mi hogar a la salida del estadio.

Como hago constar en el libro Un médico en La 40, recuerdos

de una conspiración, de mi autoría, conocí a Manuel Bueno

con quien hice el viaje prisionero hacia La 40; vi a Henrich

Streese y a Pedrito Pérez cuando el 18 de enero, en la tarde,

nos llevaron a firmar unas supuestas declaraciones; compar-

tí por un día la celda número 2 de solitaria en La Victoria,

con Miguel Ramírez, joven de Nibaje, quien se mantuvo

cantando durante toda la mañana de ese día 22 de enero de

1960, y en la celda número 7 de esas solitarias, donde nos

hacinaron a 20 presos; compartí con Ramón Gómez, José

Lázaro Gil Castillo y Rafael Colón y a este último, por lo que

él nos contó, creo identificarlo como el analfabeto descrito

por Manuel Bueno en su obra Cárcel y guerra, extraído y re-

producido en la obra editada por esa Comisión.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 49

Considero muy positiva para el cono-cimiento de una etapa histórica en la lucha contra la tiranía trujillista, la edición de Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. Me voy a permitir hacer algunas sugerencias que de ser ponderadas y acogidas, creo que po-drían enriquecer aún más las futuras ediciones de la misma.En primer lugar, y conociendo que Los Panfleteros funcionaban en cé-lulas independientes en distintos barrios de Santiago, conocidos en su totalidad tan solo por Wenceslao Gui-llén, sería oportuno tratar de localizar al mayor número de los integrantes que hayan o no estado presos para que relaten sus vivencias, sus inquietudes y temores, y en el caso de que escaparan a las garras de la cárcel den a conocer sus angustias y zozobras de tener que correr la misma suerte de sus compa-ñeros encarcelados en caso de que algunos de ellos, en medio de las torturas a que eran sometidos, les mencionara.En segundo lugar, recoger esas mismas vivencias de parte de familiares y amigos, especialmente padres, hermanos, esposas e hijos de Los Panfleteros encarcelados y asesinados vilmente a finales de enero de 1960. En tercer lugar, me surge una idea descabellada, si se quiere, al estilo de don Rafael Herrera, de tratar de establecer con-tacto con algunos de los miembros del Servicio de Inteligen-cia Militar (SIM) aún vivos para, con la promesa de anoni-mato, expliquen de una vez por todas dónde fueron a parar los restos de los asesinados en la 40 y, de ser posible, ubicar el sitio, exhumar esos restos y depositarlos en un mausoleo donde sus familiares y amigos puedan ir a depositar una flor en su recuerdo. Con la esperanza de que estos comentarios sirvan para ampliar el tema tratado aprovecho la ocasión para saludarle con un fuerte abrazo.15

15 El Nacional, edición de 14 de junio de 2007.

José Emilio Soriano.

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50 ramón antonio, Negro, Veras

Comparto plenamente las inquietudes y sugerencias hechas por el doctor Tallaj. Sería muy importante que aquellos que realmente formaban parte de la UGRI se identifiquen y narren sus experiencias en la lucha clandestina. Se puede pecar de injusto por ignorancia al excluir a cualquier luchador de la resistencia antitrujillista por el simple hecho de desconocer su integración a una célula clandestina de la cual, en el caso específico de Los Panfleteros, solamente era conocida por Wenceslao Guillén.

Luis Prud’ homme, un panfletero

De mis compañeros de actividades clandestinas contra la dictadura de Trujillo, Luis Prud’homme, El Haitianito, fue uno de los primeros que conocí. Él era el enlace entre la célula central de la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI) y los jóvenes antitrujillistas del barrio de La Joya en Santiago. Al momento de ser apresado, Luis residía en la calle Talanquera (hoy Pedro M. Hungría), entre la José Trujillo Valdez y Julia Molina (hoy calle Restauración e Independencia); traba-jaba por cuenta propia como preparador de zapatos. Siempre le visitaba en su casa que era donde él laboraba, en una habitación contigua al patio de su vivienda.

El señor Freddy Bonnelly, quien fue compañero de prisión de algunos de Los Panfleteros de Santiago, y entre ellos de Luis Prud’homme, en La 40, nos narra lo siguiente:

Yo caí preso el 20 de enero de l960, a las 9:30 A.M. aproxi-

madamente. Después del tratamiento investigativo me pu-

sieron en la celda No. 2 del grupo que quedaba al fondo de

La 40, cerca de la antena y de la casita de tortura, bautizada

por René del Risco como la «Casita en Canadá». Cuando

cerraron la puerta de madera (cada celda tenía una primera

puerta de hierro y otra de madera), como estaba acostum-

brado a la luz solar y la celda no tenía más que una ventanilla

de más o menos 10 x 30 cm, para mí estaba prácticamente a

oscuras. Toqué a una persona y pregunté quién era. Ella me

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 51

contestó que era Moncho Imbert. No lo conocía, pero sabía

que mi esposa sí, por lo que me identifiqué como el esposo

de Dora. De ahí en adelante nos hermanamos tanto que me

cuidaba como si fuera mi papá. Además de Moncho, estaba

un señor con su hijo que nos convenció de que si rezábamos

3 credos, no nos pasaría nada. Así lo hicimos durante nues-

tra estadía en La 40.

El día en que sacaron a todos los panfleteros y les hicieron

firmar aquellas cartas dándole gracias a Trujillo por haberlos

soltado para luego enviarlas desde la Ciudad de México; al

padre e hijo (nuestros compañeros de celda) les hicieron

firmar esa carta y al regresar, venían muy contentos porque

creían que los soltarían. Tanto Moncho como yo les dimos

los teléfonos de nuestras casas con la ingenua creencia de

que los soltarían.

Al poco rato de yo llegar a la celda por primera vez, nos

abrió la puerta de madera un muchacho de algunos 15 o 16

años al que el cocinero Guillén, quien además era uno de los

principales torturadores, lo había escogido como ayudante

y quien repartía la comida, consistente en un plátano y una

rueda de salami. El muchacho se identificó como uno de

los panfleteros. Era de tez negra y si mal no recuerdo de

apellido Prud’homme. Creo que el

día 26 o 27 de enero de 1960, fue un

general, abrió casi todas las celdas y

con una pistola de salva nos descargó

a quemarropa algunas balas en cada

celda.

Más tarde vino otro general, direc-

tamente a nuestra celda, a ver a

Moncho; desde que abrió la puerta

comenzó a insultarlo diciéndole to-

dos los improperios que pudo y ter-

minando diciéndole que al Jefe no

lo tumbaba nadie porque el pueblo

lo quería y menos unos imbéciles

Teófilo Luis Santos Prud'homme.

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52 ramón antonio, Negro, Veras

como nosotros. En ese momento

Prud’homme abrió la puerta de ma-

dera para darnos la comida y le dice a

Moncho, «lo que no sabe ese general

es que cuando un pueblo quiere ser

libre, lo logra».

La noche que mataron a los panflete-

ros, en un momento dado apagaron

el recinto, señal para nosotros de que

había problemas. En ese momento en

la pequeña celda de 6 x 6 pies, está-

bamos Moncho, mi hermano Carlos

Sully, Félix María Germán, Cayeyo Gri-

santi, Panchitín Noriega y yo. Panchitín

quiso que yo lo sostuviera parado en mis hombros para él ver

por la ventanilla. Como no pude aguantar mucho rato con

él encima por ser muy pesado, fui yo el que me subí sobre

él y lo que vi todavía me sacude. Los caliés bajaron un carro

marca Nash que usaban, un poco más abajo de la marquesina,

le abrieron la tapa del baúl. Presumo que le habían quitado

el asiento trasero y comenzaron a meter unos cadáveres que

imagino eran los panfleteros. Parece que algunos de mis com-

pañeros de otras celdas vieron lo mismo que nosotros porque

luego me lo confirmaron.16

El señor Freddy Bonnelly también hace referencia a Henrich Streese Cepeda, otro de Los Panfleteros de Santiago, de quien dice que le decían El Alemán, por su ascendencia germana y quien esta-ba en la celda Núm. 1, y se la pasaba haciendo reír a todos los que le escuchaban. Ciertamente, el joven de apellido Prud’homme era Luis Prud’homme, El Haitianito, quien fue asesinado en La 40 al igual que la gran mayoría de Los Panfleteros de Santiago.

16 El Nacional, edición de 16 de junio de 2007.

José Camilo Disla Ramírez.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 53

Opina sobre Los Panfleteros

Motivado también por la lectura del libro Los Panfleteros de San-tiago y su desafío a Trujillo, el colega y amigo doctor Julián Ramia Yapur, escribe para exponer lo siguiente:

Aun cuando en pasadas décadas, durante la vigencia de la

tiranía trujillista, existieron confabulaciones y desembarcos

para ponerle término a esa tiranía, la mayoría estuvieron

huérfanas del sabor popular y representatividad de pueblo,

entendiendo por esto último la gran masa que compone la

baja clase media, los obreros y campesinos, por lo que es la

diversidad entre los que desembarcaron en el mes de junio,

por Constanza, Maimón y Estero Hondo, lo que decreta la

incursión, en el enfrentamiento a la tiranía, de las clases

ignoradas y que tuvieron un papel eminentemente pasivo

hasta esa fecha.

Después de ese acontecimiento, los días de la tiranía estaban

contados, porque los nuevos tiempos, representados por las

nuevas generaciones, comenzaron a sepultar a los que se ne-

gaban a la apertura del futuro, con la única agravante que

la tiranía, aferrándose a un poder que se le iba de las manos

se tornó mucho más sanguinaria, consciente de que el movi-

miento en su contra no estaba en manos de la vieja clase, sino

en las de una juventud que se sentía representada por la epo-

peya realizada por un grupo de jóvenes cubanos que fueron

capaces de iniciar un movimiento armado y después de años

de lucha derrocar una dictadura e implantar como forma de

gobierno la aplicación de la justicia social en beneficio de las

grandes mayorías, sin consentirles ningún protagonismo a

las élites conservadoras que representaban propios intereses

y foráneos, que era lo único que los ataba a la nacionalidad

cubana y su residencia en ese país.

Es en esa época, cuando la tiranía daba sus últimos coleta-

zos, cuando un grupo de jovenzuelos de Santiago deciden

formar un movimiento tendente a denunciar los oprobios

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54 ramón antonio, Negro, Veras

tiránicos y la determinación del verdadero pueblo, encabe-

zado por su juventud, de poner fin a la misma.

Esos jóvenes que hoy han sido rescatados de un olvido mo-

mentáneo, justo es consignarlo, estaban conscientes de que

el fracaso de su movimiento significaba, irrevocablemente,

prisión, tortura y muerte, y aún así, cumplieron con su co-

metido, convirtiéndose en una de las tantas piezas causantes

de la terminación de una terrible etapa en nuestra historia

republicana, donde los abusos, crímenes, robos, depravacio-

nes, humillaciones, cortesanísimos, claudicaciones y dege-

neraciones de la alta y mediana clase ante los embates de la

fuerza sanguinaria, hicieron acto de presencia, situación esta

tan profunda, que aún hoy quedan vestigios tangibles de esa

espantosa época, vestigios que solo desaparecerán cuando

advenga un gobierno que sea capaz de implantar la decencia

y la justicia en beneficio de la gran mayoría nacional, como

lo soñaron esos panfleteros.

Hay que deducir cuánto valor, dignidad y principios tenían esos

muchachos para arriesgarlo todo sin esperar otra recompensa

que la satisfacción del deber cumplido. Por eso, con el acto de

reconocimiento y recordación a Los Panfleteros de Santiago,

se ha colocado la piedra fundacional de un movimiento que

deberá publicitar todas y cada una de las actividades de esos

jóvenes, su procedencia de clase, el ambiente en el cual trans-

currió su existencia, todo, de una manera profunda, a fin de

que la verdadera historia sea narrada y que se conozca en toda

su dimensión su hazaña heroica, a fin de que las futuras gene-

raciones de nuestro país conserven en su memoria que la ju-

ventud por ser portadora de una mentalidad no contaminada,

siempre será la reserva para el futuro de una sociedad donde la

fraternidad, igualdad y libertad sean las que predominen.

«¿Qué indujo a estos jóvenes a exponer sus vidas y la de sus

familiares asumiendo esa actitud?» La respuesta hay que

buscarla en el pasado, porque ese acontecimiento es repeti-

tivo durante los últimos milenios de esta humanidad, donde

se registra que las grandes hazañas en el devenir histórico,

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 55

han tenido como protagonistas, en gran medida, a jóvenes,

situación esta que tiene su explicación en que en esa etapa

de la vida aún priman en el hombre la dignidad, moral y

vergüenza, y de manera principal, el idealismo que los in-

clina a luchar por un mundo más justo, humano, solidario

y equitativo.17

Marcos y Los Panfleteros de Santiago

El amigo Marcos Tejeda Céspedes nos narra sus impresiones sobre Los Panfleteros de Santiago, su lucha y el libro Los Pan-fleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. He aquí lo que expone Marcos:

Se empezó a hacer la esperada justicia. Han transcurrido

cuarenta y siete años. Tiempo en que el dolor, la indignación

y la impotencia crecieron en la población. Por fin, pudimos

expresar el abrazo solidario del pésame a madres y padres.

Hermanas y hermanos. Hijas e hijos. Novias. Amigas y ami-

gos de los Panfleteros de Santiago, asesinados en la cárcel

de tortura La 40, que Trujillo (en minúscula) y sus sicarios,

emprendieron en 1960.

En un acto masivo, emotivo y cargado de recuerdos, se pre-

sentó al país el texto Los Panfleteros de Santiago y su desafío a

Trujillo. El Ateneo Amantes de la Luz, centenario recinto de

cultura de la ciudad de Santiago, fue el punto de encuen-

tro escogido por el fundador y líder del grupo, Wenceslao

Guillén Gómez, para orientar a los complotados (Sic). Esta

vez, la misma biblioteca acogió, el pasado 24 de mayo, la

representación más sensible del ideal democrático decente

y solidario de Santiago.

El retrasado homenaje a Los Panfleteros, se hizo sentir has-

ta el llanto. Fue importante y trascendente la promesa de

17 El Nacional, edición de 21 de junio de 2007.

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56 ramón antonio, Negro, Veras

los presentes de continuar la lucha de los patriotas, con-

tra todo asomo de terrorismo y represión del Estado. «La

lluvia torrencial caía sobre Santiago desde media tarde y

aunque continuó durante toda la noche, no impidió que el

pueblo, representado en todos sus sectores, se uniera para

rendir homenaje póstumo en el recuerdo solemne a sus

hijos héroes, Los Panfleteros. Jóvenes revolucionarios, que

fueron hombres, cuando fue preciso ser hombre, como lo

digo en una canción a su reto, valentía y solidaridad. El

grueso del libro recoge trabajos de los panfleteros Ramón

Antonio Veras y Manuel Armando Bueno Pérez. Editado

por la Comisión Permanente de Efemérides Patrias.

Hace años que acopio datos, que tengo en fichas, sobre

este importante movimiento clandestino de resistencia a la

tiranía. Notas que identifico como: 1960. Los Panfleteros de

Santiago. El título Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Tru-

jillo (en minúscula) me cautivó. La CPEP logró capturar el

título, que durante años yo no pude.

La tiranía de 31 años impuso el terror con saña inenarable.

El monstruo de San Cristóbal anegó en sangre y sembró de

cadáveres el país. Conmovido, hago abstracción arbitraria

de cuatro crímenes que tipificaron la crueldad y salvajismo

del tirano. La matanza de haitianos en 1937. La elimina-

ción del movimiento de los sargentos, en la Aviación Mi-

litar Dominicana. El asesinato de Patria, Minerva y María

Teresa Mirabal Reyes y el exterminio de Los Panfleteros

de Santiago. Grupo de 34 combatientes, nucleados en el

UGRI –Unión de Grupos Revolucionarios Independien-

tes–, 29 fueron detenidos y 27 asesinados, la fatídica noche

del 29 de enero de 1960, tras sufrir espantosas torturas.

El crimen de Los Panfleteros fue espeluznante. Horrible. Pe-

noso. Vergonzoso. A Wen Guillén, le destrozaron el corazón de

un bayonetazo. Lo mismo ocurrió con otros, que los asesinos

creían dirigentes, la mayoría fueron ahorcados. El verdugo Ma-

nolo González, famoso por su crueldad, ejecutó la macabra ta-

rea. Empleaba dos argollas niqueladas, nylon y dos palos cortos

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 57

redondos, que servían de torniquete. Apretaba el cuello, hasta

dejar exánime a su víctima.

Espantoso fue el final dado a sus despojos mortales. Indig-

na. La impotencia oprime y ahoga. Fueron introducidos

en sacos y colocados en carros de la tiranía. Los matarifes

completaron la desaparición con una de dos o las dos for-

mas iguales de aberrantes, propias de asesinos probados:

fueron cremados en los hornos del matadero (CAMI) o los

lanzaron al mar Caribe. Justo, en el área en que la empresa

cárnica del régimen diariamente arrojaba los desperdicios

que alimentaban a los tiburones que merodeaban y salían a

la superficie marina.

Ninguno de los torturadores de la tiranía ha pagado por sus

desmanes. Los grandes crímenes de los 31 años permanecen

aún impunes. Solo Viterbo Álvarez, pechito (en minúscula),

confeso asesino de las hermanas Mirabal Reyes, fue ajusti-

ciado a balas en una calle de San Cristóbal, en tiempo atrás.

En la guerra de abril de 1965, cuando tomamos la Fortaleza

Ozama, no encontramos los asesinos de las Tres Mariposas

de Ojo de Agua, Salcedo. Antes de llegar nosotros, fueron

ayudados a escapar. Cruzaron el río. Llegaron a San Isidro. Y

lograron alcanzar el territorio continental de USA. Allá por

años, hacen vida normal. Los ya falle-

cidos han muerto en sus camas.

Lograr que el gobierno declare el

29 de enero, «día nacional de los

Panfletros de Santiago». Una plaza,

con un monumento y sus nombres

inmortalizados en calles y avenidas

es la meta. Sugiero que la plaza Va-

lerio, en honor al general Fernando

Valerio, prócer del 30 de Marzo, sea

denominada plaza Valerio de Los

Panfleteros. En este parque histórico,

se contactaban los patriotas. Valerio

y Los Panfleteros se unen en el ideal. Pedro Fco. Sánchez Buldier.

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58 ramón antonio, Negro, Veras

Lucharon contra la tiranía y la opresión. La evocación de su

memoria es válida.

«No tienen tumbas conocidas, sus matadores así lo determi-

naron. Ofrendémosles la flor siempre viva del recuerdo eter-

no. Levantemos su ejemplo de amor a la Patria. Luchando

por la libertad política y económica. Trujillo es un ejemplo

execrable que no debe repetirse en el solar de la Patria. Con

el valor y el ideal de Los Panfleteros, basta. El martirio no

debe volver. La opresión no pasará».18

Henrich Johannes Streese, panfletero

El amigo y colega doctor Wenceslao Vega nos remite una carta con relación a su experiencia en La 40 y la presencia de Henrich Johannes Streese. He aquí la misiva enviada:

En aquella memorable y tétrica segunda semana de enero

de 1960, fui conducido a la cárcel y centro de torturas de

la calle 40, junto con decenas de otros dominicanos, al ser

descubierto nuestro movimiento clandestino 14 de Junio.

Entre las torturas, interrogatorios y vejaciones sufridas por

todos, se produjo una solidaridad entre los detenidos, no

importase su edad o procedencia. Todos nos convertimos,

de repente, en compañeros, alentándonos, confortándo-

nos y animándonos en esos terribles momentos de sufri-

mientos.

En la celda en que me colocaron, me acompañaron, entre

otros, algunos ya conocidos, como Marcos Troncoso y José

Antonio (Papi) Viñas, pero también conocí allí a Leandro

Guzmán, Julio Escoto y Radhamés Rodríguez Gómez y otros.

No siempre éramos los mismos en la celda sino que con fre-

cuencia entraban unos y salían otros.

En una de esas ocasiones, entraron a la celda a un joven alto,

blanco, desgarbado y muy torturado, casi exánime. Cuando

18 El Nacional, edición de junio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 59

pudimos conversar con él, nos dijo llamarse Henrich Streese

y que era uno de los del grupo que habían sido detenidos

por repartir panfletos antitrujillistas en las calles de Santia-

go.

Resultó ser hijo de un inmigrante alemán, cosa que nos

llamó mucho la atención. En las escasas y calladas conver-

saciones que teníamos todos, nos contábamos nuestras

respectivas historias. El caso del joven Streese y sus demás

compañeros «panfleteros» era singular, pues se trataba de

jovencitos, casi todos ellos, cuyo delito era únicamente ti-

rar papeles con exhortaciones contra el gobierno, solo en

Santiago y sin mayores consecuencias. El caso nuestro era

mucho más grave, pues en realidad era un complot, a nivel

nacional, para derrocar la tiranía de Trujillo.

Por esas razones, nos pareció convincente, cuando en un

momento en que a Streese lo devolvían a nuestra celda, nos

contó con alegría, que le habían dicho los interrogadores

que iban a ser liberados próximamente. En efecto, al poco

rato (no recuerdo si horas o al día siguiente) empezaron a

llamar por sus nombres a un grupo de los encerrados en las

distintas celdas y uno de ellos fue Streese, a quien despedi-

mos con cariño, pues iba para su casa. Además de quedar

libre, de seguro, pensábamos, daría

informes de nosotros a familiares y

amigos. Se fue con la alegría reflejada

en su demacrado rostro.

No supimos más de ellos, y los hacía-

mos libres. Tiempo después, no re-

cuerdo si todavía en la cárcel o ya fue-

ra de ella, nos enteramos de que todos

los panfleteros detenidos habían sido

asesinados por los esbirros de la tira-

nía y sus cuerpos desaparecidos.

Muchachos jóvenes, ilusionados con

un futuro mejor de libertad para su

pueblo, por delitos menores, si puede Henrich J. Streese Cepeda.

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60 ramón antonio, Negro, Veras

llamarse así, salvajemente asesinados por una tiranía inmiseri-

corde y en los estertores de su última agonía.

Me ha extrañado siempre el porqué fueron asesinados esos

muchachos. Frente a un movimiento más grave y peligroso

para la dictadura, ellos todos fueron eliminados salvajemen-

te, y sin que sus familiares pudieran, siquiera, sepultar sus

restos.

Tardíamente, muy tardíamente, se les recuerda y rinde ho-

menaje a esos muchachos. No solo debe darse el nombre del

joven Wenceslao a una calle de Santiago, al que fuera líder de

ese grupo, sino que algún parque en esa ciudad debe llamarse

el «Parque de los Panfleteros», y colocarse en ella una tarja

con los nombres de todos esos mártires de nuestra libertad.19

Las cartas que hemos recibido después de la publicación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, como la que acabamos de transcribir, van a servir para que en una nueva edición se integren nuevos testimonios de personas que compartieron en La 40 con los panfleteros asesinados, así como las experiencias de aquellos que todavía viven y forman parte del grupo de Los Panfle-teros de Santiago.

Los panfletistas de Santiago

El ingeniero Leandro Guzmán formó parte de los presos del movimiento clandestino 14 de Junio, que en enero del año 1960, compartió con Los Panfleteros de Santiago, en el centro de torturas La 40. En su libro 1J4 de espigas y de fuegos, Guzmán narra sus expe-riencias en la prisión y la presencia de Los Panfleteros de Santiago, de los cuales dice:

Conocidos como «los panfletistas de Santiago» se halla-

ban en La 40 dieciséis jóvenes de la Ciudad Corazón que

19 El Nacional, edición de 28 de junio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 61

habían aprovechado la complicidad de un compañero

que trabajaba en la planta eléctrica, para colocar letre-

ros y distribuir panfletos en que se acusaba de ser «un

mierda» a Trujillo, palabra terrible para el dictador; algo

imperdonable.

Cuando ya circulaba la noticia de que nos trasladarían a La

Victoria, sacaron a «los panfletistas» de sus celdas, se los lle-

varon y al rato los retornaron, lo cual nos alegró. Venían

contentos –¡tan jóvenes e ingenuos eran!– y nos contaron

que habían firmado una carta en la que daban las gracias a

Trujillo por haberles concedido la libertad.

Minutos después comenzaron a llamarlos por sus nombres,

por entre las rejillas de unas celdas a las que mencionába-

mos como «las solitarias».

Empinándonos en una muy incómoda posición, vimos la

llegada de una camioneta cerrada con un letrero que decía

CAMI, siglas de la frase Consejo Administrativo Matadero

Industrial, entidad encargada de sacrificar reses para su co-

mercialización.

En esa ocasión, aquel vehículo sirvió de transportador de cadá-

veres, luego de que los panfletistas fueron pasados por la silla

eléctrica donde les aplicaron corriente hasta la muerte. Los

cuerpos de aquellos muchachos fueron trasladados a la inci-

neradora de basuras en las inmediaciones del actual puente

Juan Pablo Duarte, bajo control del Consejo Administrativo, la

versión trujillista de lo que es hoy el Ayuntamiento. Los panfle-

tistas de Santiago no pertenecían al movimiento 14 de Junio.

Se habían agrupado espontáneamente, hirvientes en el amor

patrio, decididos a «hacer algo» por derrocar a la tiranía. Les

correspondió legarnos su ejemplo. En el grupo de los panfletis-

tas de Santiago había dos menores de edad.

También precisa el ingeniero Leandro Guzmán en su libro:

La tiranía ejecutó un golpe de muerte contra el corazón in-

surrecto de la nación, al ordenar la ejecución de los presos

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62 ramón antonio, Negro, Veras

del 14 de Junio que habían pertenecido a las Fuerzas Arma-

das, de los llamados «panfletistas de Santiago» y de los rein-

cidentes en conspiraciones políticas contra Trujillo aunque

no pertenecieran a ninguno de esos segmentos rebeldes. El

terror ganaba terreno. La barbarie articulaba nuevos episo-

dios.20

Dentro de mis posibilidades seguiré buscando informaciones, recogiendo testimonios y datos relacionados con Los Panfleteros de Santiago, con la finalidad de que el pueblo dominicano conozca el sacrificio de los jóvenes de Santiago y su valentía en el centro de torturas de La 40.

Opinión sobre libro de Los Panfleteros

El licenciado Rafael Emilio Yunén, uno de los intelectuales más brillantes de nuestro país, expone sus criterios con relación al libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. He aquí lo que dice el licenciado Yunén, en torno a la citada obra:

Son muchas las lecciones que se desprenden de esta obra,

siendo la principal de ellas la constatación de la existencia

de una oposición ciudadana a Trujillo por medio de múl-

tiples formas de lucha que periódicamente ocurrieron a

todo lo largo de la dictadura implantada entre 1930-1961.

Mucho se ha escrito sobre los acontecimientos que carac-

terizaron esos 31 años de terror sufridos por los dominica-

nos, pero muy pocas publicaciones resaltan la resistencia

que se trató de oponer al régimen durante ese período.

Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo reúne esos

textos para rescatar del olvido todo aquel coraje, valentía

y decoro demostrados por cientos de héroes –conocidos y

anónimos– que se constituyeron en nudos de resistencia

20 Leandro Guzmán, 1J4 de espigas y de fuegos.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 63

dentro de las redes opresivas de la tiranía. Estos valerosos

jóvenes, que pertenecían mayormente a niveles sociales ba-

jos y prácticamente sin afiliación partidista, se caracterizaron

por su «heroicidad desafiante», su capacidad organizativa de

grupos distintos, la utilización de ardides, simulaciones y es-

trategias con inteligencia, valor y patriotismo..., elementos

todos que bien pueden pertenecer al patrimonio cultural

intangible de los dominicanos.

Ojalá que este libro llegue a muchos intelectuales y es-

critores de renombre que han tratado la Era de Trujillo

solo desde la perspectiva de las vejaciones que el poder

omnímodo ejerció sobre una población que, según dichos

intelectuales, reaccionó oponiendo poquísimos y contados

obstáculos frente a la sumisión, humillación e idolatría

obligadas.

Esta obra también debiera constituirse en motivo de lectura

y reflexión en todas las escuelas del país para contribuir a la

formación de una verdadera conciencia libertaria en nues-

tros estudiantes. Cualquiera de los textos de este libro, espe-

cialmente los escritos por el doctor Ramón Antonio Veras,

Negro, y todos los que sacan de la amnesia colectiva a los hé-

roes Wenceslao Guillén, Manuel Bueno y sus compañeros,

pueden fortalecer o hacer despertar nuevos valores y juicios

críticos en jóvenes y adultos acerca de las tristes realidades

de las dictaduras y de la conveniencia de la vida realmente

democrática.

Otro de los aportes que posee el libro Los Panfleteros de San-

tiago… consiste en la disponibilidad de documentos gráficos

y testimonios acerca de las torturas practicadas durante la

tiranía. La escuela dominicana, los medios de comunicación

y muchos adultos contemporáneos pretenden olvidar estas

horrendas prácticas represivas cuando juzgan a la ligera la

dictadura pasada. Esto contribuye, de manera bastante pe-

nosa y peligrosa, a que la mayoría de los adolescentes de hoy

no puedan hacerse una idea objetiva de los brutales niveles

de crueldad humana que fueron desarrollados durante los

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64 ramón antonio, Negro, Veras

años trujillistas, tanto por aquellos sepulcros blanqueados

que ordenaban o silenciaban las torturas, los crímenes o

desapariciones, como por aquellos energúmenos encarga-

dos de ejecutarlos.21

Los Panfleteros y la tortura

En un artículo del periódico El Nacional publicamos la primera parte de una comunicación que nos remitió el destacado intelec-tual licenciado Ramón Emilio Yunén, en la cual externa su opinión con relación al libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo. Posteriormente, en el mismo diario, publicamos la segunda y última parte que se refiere a la tortura durante el régimen de Trujillo y termina destacando la coincidencia entre la publicación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo y la conmemoración del pasado día 26 de junio como Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura.

El licenciado Yunén dice:

Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo es una obra que

nos recuerda las implicaciones del uso de la tortura como

mecanismo de coerción en una sociedad. En efecto, esta

obra implícitamente denuncia que en ese período histórico

se violó el artículo 5 de la Declaración Universal de Dere-

chos Humanos que proclama que «nadie será sometido a

torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradan-

tes». Más aún, este libro demuestra que, tanto en el caso de

los panfleteros como en muchos otros más, la dictadura de

Trujillo cometió un crimen de lesa humanidad, el cual ocu-

rre «cuando la tortura se comete como parte de un ataque

generalizado sistemático contra una población civil y con

conocimiento de dicho ataque», según lo define el Estatuto

de Roma de la Corte Penal Internacional.

21 El Nacional, edición de 5 de julio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 65

La condena de cualquier forma de tortura y los esfuerzos

para erradicarla han sido también asumidos por las Naciones

Unidas, organismo que, entre otros programas y acciones,

ha promulgado una Convención sobre el tema y también ha

instituido la fecha del 26 de junio como el «Día Internacio-

nal en Apoyo a las Víctimas de la Tortura».

Es realmente muy alentador comprobar la coincidencia de

criterios entre la publicación de Los Panfleteros de Santiago y

su desafío a Trujillo, y el mensaje que Koffi Annan escribió

para conmemorar el 26 de junio de 2005:

...este día ofrece la ocasión de hacer una pausa y recordar a las víctimas de la tortura que no han sobrevivido, escuchar las historias de las que sí lo han hecho y apoyar sus esfuerzos por lograr que se haga justicia a las víctimas de la tortura y sus fami-lias, incluso mediante la colaboración con el Fondo de las Naciones Unidas de Contribuciones Volun-tarias para las Víctimas de la Tortura, que sigue prestando asistencia a las víctimas y sus familias, suministrándoles apoyo psicológico, médico, social, económico, jurídico y humanitario.

Esperamos, pues, que este resurgir de Los Panfleteros de Santia-

go y su desafío a Trujillo, sirva también para comprometernos

activamente con la lucha contra la tortura. Según lo estipu-

lado por los instrumentos internacionales de derechos hu-

manos, la tortura no puede justificarse bajo ningún tipo de

circunstancia, ni siquiera en situaciones de emergencia, ni en

situaciones de guerra, ni en situaciones de paz.22

22 El Nacional, edición de 7 de julio de 2007.

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66 ramón antonio, Negro, Veras

Testificante sobre Los Panfleteros

El finado doctor José Antonio Constanzo, uno de los prisione-ros que, estando en la cárcel de La 40, pudo ver a Los Panfleteros de Santiago, en su libro Algo para mis nietos, vivencias de un militante del 14 de Junio y la guerrilla, dice lo siguiente:

Cuando llegamos a La Victoria, que nos bajaron en el patio,

los guardias nos recibieron con un semicírculo, hincados,

apuntándonos a todos. Empezaron a decirnos: «Caminen

dos por ese pasillo». Yo estaba pensando otra vez que nos

iban a asesinar y que ese pasillo era para matarnos. Le dije

a Abelardo que cuando pidieran a dos más nosotros íba-

mos a ir para «ya salir de eso»; así que cuando llamaron

a los próximos yo caminé y al llegar me di cuenta de que

Abelardo no me estaba siguiendo; ¡yo fui a la celda número

uno y Abelardo a la número veintinueve! Yo no supe de él

en mucho tiempo.

En esa celda número uno estaban el ingeniero Capell Bello

y su hermano, unos muchachos de Santiago que habían ti-

rado unos panfletos, Jaime Pérez, un muchacho de apellido

Carvajal y otros más. En la oscuridad de la noche primero

nos contamos para ver cuántos éramos (como ocho o nue-

ve). Para eso fuimos cada uno diciendo un número. Luego,

comenzamos a dar los nombres de cada uno de nosotros y a

decir de dónde veníamos.

La noche siguiente fueron a nuestra celda, la abrieron y

nos gritaron: «¡A la pared!». Con una linterna que fueron

poniendo en la cara de cada uno de nosotros, nos fueron

preguntando los nombres. Sacaron a los dos muchachos

de Santiago, uno de ellos se llamaba Blas Basilio. Nunca

más los volvimos a ver. Los sacaron para matarlos porque

formaban parte de un grupo de panfletistas que habían

hecho unos afiches en contra de Trujillo y también habían

ensuciado de excrementos una estatua de Trujillo en la

que abajo pusieron: «Come ahí, papá». Supe después que

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 67

de ese grupo de panfletistas se salvó uno solo porque por

casualidad llegó un agente de mayor rango que lo defen-

dió en el momento que lo iban a ahorcar, porque era muy

jovencito. Cuando estábamos en la solitaria número uno,

que ya quedábamos como cinco después de sacar a los mu-

chachos de Santiago y luego a otros más, decidieron cam-

biarnos a la solitaria número veintinueve. Ahí me reuní de

nuevo con Abelardo.23

El jovencito, al cual se refiere en su obra el doctor Constan-zo, respondía al nombre de Manuel Armando Bueno Pérez, quien ciertamente salvó la vida por una serie de factores que pasamos a explicar.

¿Por qué se salvó Manuel?

Manuel Armando Bueno Pérez salió con vida, en enero del año 1960, del centro de torturas La 40, no obstante haber sido él la per-sona que elaboró los panfletos que motivaron la detención, prisión, torturas y asesinato de sus demás compañeros conocidos como Los Panfleteros de Santiago.

Las informaciones que he recibido, y que me son confiables, son que distintas situaciones se dieron para que no fuera asesi-nado en La 40, en 1960, conjuntamente con los demás compañe-ros. He aquí los factores que contribuyeron para que no corriera la misma suerte de sus compañeros.

1. La edad. Manuel Armando Bueno Pérez, nació el 22 de junio del año 1944. En enero de 1960 tenía 15 años y 6 meses de edad.

2. Su vinculación familiar con militares activos en 1960. Manuel Armando Bueno Pérez era hijo de Marcial Bueno Torres y de la señora Dorotea Mercedes Pérez Guillén; esta era hermana de pa-dre y madre del mayor del Ejército Nacional, Juan Esteban Pérez

23 El Nacional, edición de 12 de julio de 2007.

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68 ramón antonio, Negro, Veras

Guillén. Además, Manuel tenía para enero del año 1960, unos treinta primos activos en las Fuerzas Armadas, hasta el punto de que un primo de la madre de Manuel fue quien lo hizo preso en la casa de sus padres.

3. Gestiones de la madre de Manuel ante Cholo Villeta. La mamá del joven era vecina, en Santiago, de la señora Zaida Ginebra de Lovatón, quien tenía una hermana casada con Cholo Vi-lleta. La madre de Manuel Bueno logró una entrevista con Villeta, en la casa de la cuñada de este, para que intercediera por la suerte de su hijo. Cholo Villeta, fue conocido al final de la Era de Trujillo, como hombre de confianza del régimen trujillista y uno de los cuadros duros en La 40.

Es posible que uno o varios de estos factores contribuyeran para que Manuel Armando Bueno Pérez saliera con vida de la cárcel La 40.24

El 14 de Junio y Los Panfleteros

En el curso de un programa de televisión en el cual participé como entrevistado, el productor del mismo me formuló la pregun-ta de si existió diferencia entre Los Panfleteros de Santiago y el movimiento clandestino 14 de Junio. Le respondí al entrevistador que entre el 14 de Junio y el grupo de jóvenes conocidos como Los Panfleteros de Santiago, existía un objetivo común que era la lucha contra la dictadura de Trujillo, pero que tenían diferencias en su origen, en la ubicación geográfica de operaciones y en lo cuantitativo.

Conviene precisar el nombre de Los Panfleteros de Santiago. El grupo de jóvenes que en la ciudad de Santiago estaba bajo la dirección de Wenceslao Marcial Guillén Gómez, este lo organizó con el nombre de Unión de Grupos Revolucionarios Indepen-dientes (UGRI). Su conformación la inició en los primeros meses

24 El Nacional, edición de 14 de julio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 69

del año 1957. El nombre de Los Panfleteros de Santiago surgió en enero de 1960 en el centro de torturas La 40, luego de que miembros de la UGRI fueron detenidos, torturados y asesinados por elaborar y distribuir en Santiago unos panfletos con palabras hirientes contra Trujillo.

El movimiento clandestino 14 de Junio como organización fue constituido en los primeros días del mes de enero del año 1960, aunque desde antes de esa fecha realiza actividades contra el ré-gimen de Trujillo. Además, el 14 de Junio era una organización a nivel nacional, con cientos de miembros. La UGRI eran grupos pe-queños que operaban solamente en los barrios de Santiago de los Caballeros.

Estableciendo la diferencia entre el 14 de Junio y la UGRI, Manuel Bueno escribió refiriéndose a Wenceslao Guillén y La UGRI: «Por eso prefirió formar su propio grupo de noveles y confiables futuros combatientes, al cual bautizó con el nombre de Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI), aunque no por eso dejó de mantener contacto con el movimiento 14 de Junio, a través del padre Cruz Inoa y de Cayeyo Grisanti».

Precisando las diferencias de actividades entre el 14 de Junio y La UGRI, Manuel Bueno dice:

Ese mismo diciembre, conocedor de mis habilidades artís-

ticas y manuales, me tenía ocupado en el sótano de su casa

en la calle General Valverde, en la confección del clisé que

serviría para imprimir los volantes con que inundaríamos las

calles de Santiago a principios de 1960, cuya distribución,

ajena a los planes del 14 de Junio, significó, no tan solo la

captura de nuestro grupo, sino que desató la redada contra

los miembros de ese movimiento.

Una demostración de la total separación entre las actividades del movimiento clandestino 14 de Junio y la UGRI, es que una tarde de los últimos días del mes de diciembre del año 1959, podía ser el 27 o 28, Wen Guillén y yo nos encontrábamos sentados conversando en la biblioteca Ateneo Amantes de la Luz, y en un momento Wen

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70 ramón antonio, Negro, Veras

hace una pausa y me dice: «Negro, nos vamos a separar por un mo-mento porque me voy a sostener una conversación con una persona que enviaron para hablar un asunto conmigo». Él se retiró y pude ver que, ciertamente, se reunió con un joven en el Parque Duarte de Santiago, frente a donde para esa época quedaba el restaurante Antillas.

Luego de terminar la reunión Wen, regresó a la biblioteca don-de él me había dejado. No le pregunté lo tratado en el encuentro, aunque sí me dijo que la persona con la cual se había reunido res-pondía al nombre de Luis Gómez Pérez.

Cuarenta y ocho años después, compartí un encuentro en un programa de televisión con el doctor Luis Gómez Pérez, y este reveló, en el curso de la conversación, que en la fecha y lugar por mí ya indicados había sostenido, a instancia de Cayeyo Grisanti, un encuentro con Wenceslao Guillén; que la conversación con Wen había girado en torno a que la dirección del 14 de Junio había tenido conocimiento de la existencia de la UGRI y quería que este grupo se fusionara con el mismo. Luis Gómez dijo que ante el mensaje llevado por él a Wen, este le manifestó «que no, que prefería que la UGRI continuara como Unión de Grupos Revolucionarios Independientes».

Aunque los integrantes del 14 de Junio y de la UGRI, luchaban por los mismos objetivos, el lugar de operación, su número y forma de trabajo fueron diferentes.25

El martirio de Los Panfleteros

Cuantas veces en nuestro país se habla de torturas, martirios, tormentos, suplicios, pena, dolor y aflicción, de inmediato se piensa en Los Panfleteros de Santiago, porque contra ellos aplicaron los torturadores, los verdugos de La 40, los métodos más despiadados.

Los espantosos episodios vividos en La 40 por los jóvenes de Santiago están fijos en la conciencia de todos aquellos que fueron

25 El Nacional, edición de 19 de julio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 71

testigos directos del cuadro dantesco que significó cada instante del martirio de Los Panfleteros de Santiago en La 40.

Son numerosos los testimonios de personas que, presentes en el centro de torturas La 40, fueron testigos directos de las circunstancias que rodearon los interrogatorios y asesinatos de Los Panfleteros de Santiago. Todos aquellos que fueron com-pañeros de prisión de los jóvenes asesinados de Santiago y han tenido la posibilidad de escribir un libro o exponer sus vivencias por medio de la prensa escrita, han coincidido en los momentos espantosos que vivieron Los Panfleteros de Santiago antes de ser eliminados por los sicarios al servicio del régimen de Trujillo.

El doctor Julio Escoto Santana, sobreviviente de las cárceles y centros de torturas de la dictadura de Trujillo, es uno de esos domi-nicanos que estuvieron presente en La 40 cuando Los Panfleteros de Santiago se encontraban en esa cárcel, y también ha expresado su sentir sobre aquellos actos de horror, espanto, pavor, pánico, monstruosidad y crueldad.

Ha dicho el doctor Escoto:

Una noche, después de la consabida y diaria tandas de gol-

pizas nocturnas, algunos vieron que sacaban unos sacos que

luego se supo contenían los cuerpos ya ahorcados, electro-

cutados o acuchillados de jóvenes que no llegaban a los vein-

te años; más de dos docenas de esos adolescentes, llamados

«Los Panfleteros de Santiago», fueron ahorcados igualmen-

te con un aparato llamado el tortor y luego los tiraban en la

cama de una camioneta que mantenía su motor encendido,

o dentro de las llamadas perreras que utilizaba la policía en

sus redadas. En medio de ese lúgubre espectáculo, se oía la

risa y la burla de los que, momentos antes, habían asesinado

a esos jóvenes inocentes.

La definición que hoy se acepta de la tortura –infligir delibe-radamente un fuerte sufrimiento físico o mental a un ser humano por parte de todos los agentes del Estado, los policías, las fuerzas militares y paramilitares y los servicios de inteligencia– cuadra per-

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72 ramón antonio, Negro, Veras

fectamente con lo ocurrido con Los Panfleteros de Santiago y con otros que también fueron objeto de torturas en La 40.

La juventud dominicana de hoy tiene un compromiso con el pasado, el presente y el futuro de nuestro país. La justicia que no se hizo en el caso de Los Panfleteros de Santiago, tiene que ser hecha en algún momento de nuestra historia para que nunca más el pueblo dominicano sea víctima, como fueron Los Panfleteros de Santiago, de tormentos y torturas.26

29 de enero, Día de Los Panfleteros

Para conocimiento de las futuras generaciones de dominicanos y dominicanas, conviene precisar el día y el mes del año 1960 cuando Los Panfleteros de Santiago fueron asesinados en el centro de torturas La 40. Para tal fin he examinado las versiones de algunos que compar-tieron la prisión con los jóvenes víctimas de Santiago. Veamos.

Con relación a la fecha en la cual fueron asesinados Los Pan-fleteros de Santiago, Manuel Armando Bueno, en su obra: Cárcel y guerra, dice así:

No sé exactamente cuál noche le tocó a Wen, pero entre el

25 y el 29 de ese mes de enero, pude percatarme de cómo

nos fueron procurando en pequeños grupos los calieses del

SIM, para el regreso a La 40, y luego de indescriptibles tortu-

ras, inventar cada madrugada, asesorados por expertos –ex

agentes nazis–, la forma más cruel de completar la orden de

exterminio emanada del sátrapa.

El doctor Rafael Valera Benítez, en su libro Complot develado, precisó: «La noche del 29 y el amanecer del 30 de enero de 1960, un total de 27 muchachos con una edad promedio de 13 o 14 años fueron asesinados en La 40».

26 El Nacional, edición de 21 de julio de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 73

El ingeniero Cucuyo Báez, en su libro La fuerza de mis vivencias, relata:

El día 28 de enero fue la noche más trágica y espeluznante

que pasé en La 40. Un grupo de panfleteros de Santiago,

casi todos muchachos muy jóvenes de Marilópez, Nibaje y

del callejón San José de Santiago, fueron traídos de la cárcel

del kilómetro 9. Transcurridas algunas horas comenzamos a

escuchar algunos quejidos y muchos ruidos, luego una tran-

quilidad asustadiza. Me subí hasta la claraboya de la celda y

vi cómo sacaban unos sacos llenos y los metían en el baúl de

unos carros. El contenido de los sacos eran Los Panfleteros.

Luis Salvador Estrella, en su obra Del complot a la gloria, nos dice:

Los Panfleteros fueron llevados a La Cuarenta y asesinados

entre el 29 y 30 de enero de 1960. Para esta fecha, los miem-

bros más comprometidos, hombres y mujeres, habían sido

apresados y sometidos a las más bestiales torturas.

En una carta que me remite Francisco Adolfo Bello Franjul, ex-presa:

Pasados tres o cuatro días fui llevado a otra celda donde es-

tuve hasta mi traslado a La Victoria, en la misma recuerdo

a los ingenieros Martínez Bonnelly, Sully Bonnelly, además

Castro Bisonó, Amaury Dargán, José Vargas Evangelista, Al-

fredo Terrero y otros. El día 29 del mismo mes, llevaron a

nuestra celda a los tres muchachos de Santiago.

El ingeniero José Israel Cuello, en una conferencia pronuncia-da el martes 14 de junio del año 1983, en el Museo Nacional de Historia y Geografía, con motivo del 24 aniversario de la gesta del 14 de Junio, expuso lo siguiente:

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74 ramón antonio, Negro, Veras

A mí me tocó ir con Villamán en el traslado demoníaco de

La 40 a La Victoria, que se produjo tras la matanza de los

panfletistas de Santiago en la noche del 29 y 30 de enero.

El doctor Escoto, ex presidiario de La 40, ha hecho constar:

Encontrándome detenido y encerrado ilegalmente en La 40,

una noche, llegó un grupo de más de 20 adolescentes entre

ellos dos muy jóvenes, que según dijo Johnny Abbes habían

apresado en Santiago de los Caballeros por imprimir y dis-

tribuir unos panfletos o volantes en los que, según oímos

decir a Candito Torres, se insultaba al «jefe», la noche del

29 y en la madrugada del 30 de enero de 1960; de repente,

apagaron todas las luces de La 40 y empezaron a cerrar las

puertas de hierros y de madera que había en la entrada de

cada solitaria, dejando prácticamente en tinieblas dicho an-

tro de torturas, y luego comenzó a oírse el ruido de motores

de vehículos encendidos, y a seguidas, escuchamos unos des-

esperados gritos y chillidos; y al subirnos sobre el inodoro

de la celda, vimos por una estrecha ventana que había en la

misma, cómo Clodoveo Ortiz los apuñalaba con un cuchillo

que siempre portaba en su cintura, y al estrangulador Mano-

lo Domínguez, ahorcándolos con «el tortor», y a Chabacano

y a otros asesinos, matándolos a palos. Metiendo sus cuerpos

destrozados en sacos, y subiéndolos a un vehículo cerrado

que parecía una perrera de las que usaba la policía en esa

época y, después, la sombría caravana arrancó, ignorando

nosotros su destino. Esa misma madrugada, Johnny Abbes

y Candito Torres, electrocutaron en la silla eléctrica al resto

de los jóvenes Panfleteros de Santiago.

En la presentación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, el historiador Juan Daniel Balcácer expresó:

El 29 de enero de 1960 fueron asesinados vilmente los 27

jóvenes que integraban el llamado grupo de los panfleteros.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 75

La sociedad dominicana, en especial la sociedad de Santia-

go, debería declarar el 29 de enero de cada año como el

«Día de Los Panfleteros de Santiago».27

Se ha comenzado ya a hacer conciencia de que el 29 de enero del año 1960 fueron eliminados físicamente Los Panfleteros de Santiago.

La carta de Los Panfleteros

Leer los distintos libros que contienen testimonios de miem-bros del movimiento clandestino 14 de Junio, que compartieron con Los Panfleteros de Santiago en el centro de torturas La 40, me ha permitido formarme una idea acabada de las circunstancias que rodearon el final de su existencia física, luego de ser torturados de forma salvaje. Así, por ejemplo, no hay lugar a dudas de que a Los Panfleteros de Santiago se les hizo firmar una carta antes de ser asesinados. A través de todo el libro, hemos hecho mención de al-gunos. Veamos estos otros testimonios.

El doctor Rafael Valera Benítez, en su obra Complot develado, relata:

El grupo había sido denominado Los Panfleteros de Santia-

go por haber impreso y distribuido un volante en la ciudad

de Santiago de los Caballeros. Unos días antes, se les hizo

firmar a cada uno una carta en la que daban constancia de

haber sido puestos en libertad por orden de Trujillo y agra-

decían tal medida: era una añagaza para obtener una falsa

prueba de que el SIM los había libertado y para no respon-

der de sus desapariciones luego de que fueran asesinados.

El ingeniero Rafael Cucuyo Báez, en su libro La fuerza de mis vivencias, dice:

27 El Nacional, edición de 26 de julio de 2007.

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76 ramón antonio, Negro, Veras

El 28 de enero fue la noche más trágica y espeluznante que

pasé en La 40. Un grupo de panfleteros de Santiago fueron

traídos de la cárcel del kilómetro 9 a firmar una carta dirigi-

da a sus familiares donde les decían que los iban a dejar en

libertad esa misma noche. Después de estampar sus firmas,

fueron conducidos al pasillo de nuestras celdas. Creyendo

en la promesa se despidieron; en cuanto llegaran a Mariló-

pez le dirían a mi madre doña Leila Maldonado, su maestra,

que me habían visto bien. Todos estaban felices por su li-

bertad. Transcurridas algunas horas comenzamos a escuchar

algunos quejidos y muchos ruidos, luego una tranquilidad

asustadiza. Me subí hasta la claraboya de la celda y vi cómo

sacaban unos sacos llenos y los metían en el baúl de unos

carros. El contenido de los sacos eran los panfleteros.

La Fundación Testimonio ha relatado:

Quedó grabada en la memoria histórica de los presos de La

40, la noche del 27 de enero de 1960, en la que fue anuncia-

da a los Panfleteros de Santiago su excarcelación y después

de firmar un documento oficial fueron asesinados casi todos

sus componentes.

El ex presidiario doctor Julio Escoto, refiriéndose a Los Panfle-teros y a la carta que les hicieron firmar, dice:

Después de esa noche, dejé de verlos por unos días, y luego re-

aparecieron muy contentos a pesar de los golpes que habían

recibido, y hablaban de que les habían hecho firmar unas car-

tas dándole las gracias al «jefe», por haberlos «perdonado», y

que también les dijeron que los soltarían pronto.

El ingeniero José Israel Cuello, ha relatado:

En la celda nuestra había uno llamado el Chino Liviano;

como a las nueve y media de la mañana fue sacado de la

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 77

celda y llegó muy contento, llegó muy alegre, porque había

firmado una carta dándole las gracias al Jefe por haberlo

puesto en libertad. Dijo: «Me sueltan ahorita».

El doctor Ramón A. Blanco Fernández, en su obra 1J4. De la apariencia a la esencia, dice:

Llegaron a este centro carcelario varios agentes acompaña-

dos del capitán de la Policía Dante Minervino, a buscar a los

jóvenes que estuvieron conmigo, y que posteriormente fue-

ron conocidos con el sobrenombre de Los Panfleteros. La

finalidad para la cual decían aquellos agentes que los busca-

ban era, en principio, aclarar algunos asuntos relativos a los

interrogatorios. «Después de la infausta firma de las cartas a

sus familiares, fueron encerrados de nuevo en las solitarias

de La 40, hasta tanto llegara aquel supuesto momento en

que todos iban a partir para el extranjero».28

No hay duda entonces de que, antes de ser asesinados, a Los Panfleteros de Santiago, se les hizo firmar una carta en la cual re-conocían que habían sido puestos en libertad. En realidad, ese do-cumento lo elaboraron los asesinos para, supuestamente, liberarse en un futuro de la responsabilidad en el crimen colectivo contra los jóvenes conocidos hoy como los heroicos Panfleteros de Santiago.

Los Panfleteros, células y discreción

Desde que me inicié en el accionar político he tenido por nor-ma no aspirar a tener más información que la necesaria.

En los primeros años de la década del setenta del siglo pasado, durante la gestión gubernativa de los doce años de terrorismo de Estado del doctor Joaquín Balaguer, el dirigente comunista Narciso Isa Conde fue amenazado de muerte por grupos terroristas vincula-

28 El Nacional, edición de 28 de julio de 2007.

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78 ramón antonio, Negro, Veras

dos con el gobierno de turno. Narciso hizo la denuncia de la trama en su contra y declaró que había depositado en manos de una per-sonalidad del país un sobre cerrado que contenía los nombres de las personas que estaban maquinando asesinarle. Yo fui la persona que recibió el encargo de Narciso para que en caso de que se mate-rializara el atentado abriera el sobre e hiciera la denuncia pública de los posibles autores del crimen. La acción criminal contra Nar-ciso no se materializó; luego de haber pasado treinta y cinco años, le devolví a Narciso el sobre en las mismas condiciones que me lo había entregado.

He traído a colación el caso de Narciso Isa Conde, para referir-me a la discreción y mi vinculación con Wenceslao Guillén y Manuel Bueno, dentro de la dirección de la célula principal de la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI). Sin que hubiera acuerdo previo, Manuel y yo reconocíamos que Wen era el líder y principal dirigente de la UGRI, y que no tenía que informarnos de sus relaciones con las otras células que conformaban los demás grupos en los distintos barrios de Santiago.

La célula fue el organismo que Wen creó para organizar y di-rigir la UGRI. Tanto es así que Manuel Bueno, en su libro Cárcel y guerra, en la página número ciento veintiséis, narra lo que Wen le dijo mientras ambos estaban en prisión en enero de 1960:

A mí me van a matar, de eso estoy seguro. Y conmigo se irá la

mayoría. En cambio, en ti se conjugan todas las condiciones

para sobrevivir. Por tanto tienes que jurarme seguir la lucha.

Que organizarás nuevas células y las entrenarás y dirigirás

hasta el triunfo final.

La discreción fue la esencia del trabajo que hacíamos Wen, Ma-nuel y yo. Así, por ejemplo, Wen nunca nos informó a Manuel y a mí que él estaba vinculado con grupos que, para el mes de enero del año 1960, tenían un plan para eliminar a Trujillo y que la trama comprendía el corte de la electricidad en Santiago y Puerto Plata.

Fue Manuel Bueno, luego de haber sido puesto en libertad, quien me dijo que el 21 de enero del año 1960, mientras él y Wen

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 79

se encontraban presos en el cuartel de la Policía Nacional en la ciudad capital, Wen le narró que, precisamente, ese mes de enero había una trama para eliminar a Trujillo, y que la prisión de él, y la de Manuel Medina y Henrich Johannes Streese, había frustrado la acción contra el dictador. Es bueno destacar que Medina y Streese, al momento de ser detenidos, trabajaban en Santiago como linieros en la Corporación Dominicana de Electricidad, entidad que distri-buía la energía eléctrica en Santiago y todo el país.

Después de esta información que Manuel Bueno me aportó, comprendí que la eliminación física de Wen y los demás panfle-teros no fue solamente por la elaboración y distribución de los panfletos el día 5 de enero del año 1960. Parece ser que los servi-cios de seguridad del Estado dominicano tenían informaciones de otras acciones de las cuales Wen formaba parte y Manuel Bueno y yo no teníamos conocimiento, aunque conjuntamente con Wen formábamos parte de la célula central de la UGRI.

No obstante la corta edad que tenían los miembros de la UGRI, y principalmente Wenceslao Marcial Guillén Gómez, en todos esta-ba presente la prudencia y la sensatez, lo que se comprueba por la discreción en el trabajo clandestino.

El derecho que tenía Wenceslao Guillén de no tener que dar informaciones de sus vínculos con los miembros de otras células de la UGRI, permitió que muchos panfleteros no fueran detenidos, torturados y asesinados y, de igual manera, no se conozcan entre sí, muchos jóvenes que también formaron parte de la UGRI y que todavía hoy están con vida.29

Monumento a Los Panfleteros

Poco a poco el pueblo dominicano se va a dar cuenta de quié-nes son y han sido sus amigos y quiénes sus enemigos. La reali-dad de los hechos se impondrá históricamente y lo mejor del país comprenderá que los hechos son los hechos y no se derriten

29 EL Nacional, edición de 2 de agosto de 2007.

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80 ramón antonio, Negro, Veras

por más que se quieran desconocer o ignorar. Esto lo digo por lo siguiente: convencido de que los jóvenes de Santiago asesinados en enero del año 1960 en el centro de torturas La 40, habían dado sus vidas luchando por la libertad del pueblo dominicano, sabía que con el tiempo se les rendiría justo reconocimiento.

Así, por ejemplo, en fecha 27 de enero de 1983, un grupo de amigos y compañeros de Wenceslao Guillén, nos dirigimos a la Sala Capitular del Ayuntamiento de Santiago solicitándole que una calle de Santiago fuera designada con su nombre. La petición fue acogi-da en sesión de fecha 08 de marzo de 1983.

Posteriormente, en agosto del año 2003, amigos, vecinos y compañeros de lucha de Pedro Jaime Tineo, solicitamos al Ayunta-miento de Santiago que una calle de la parte baja de la ciudad de Santiago llevara el nombre de Pedro Jaime Tineo. La sugerencia fue aceptada.

El pasado mes de diciembre del año 2006, fui invitado a la ciu-dad capital por el diseñador Juan Gilberto Núñez, para mostrarme la estatua que, como símbolo a Los Panfleteros de Santiago, iba a ser colocada por la Comisión Permanente de Efemérides Patrias en una plaza en Santiago que se identificaría como la Plaza de los Panfleteros de Santiago.

El miércoles 25 de julio de 2007, el Ayuntamiento de Santia-go inauguró la segunda etapa de la remodelación de la avenida Hermanas Mirabal, y al mismo tiempo se llevó a efecto la apertu-ra del monumento en homenaje a Los Panfleteros de Santiago.

El síndico de Santiago, señor José Enrique Sued, al comprobar mi presencia en el acto, me invitó a la mesa principal y sugirió a los organizadores del encuentro que se me permitiera decir algunas palabras. En mi corta intervención aproveché la ocasión para re-cordar lo que en fecha 5 de febrero del año 1981, en el periódico El Sol, había escrito Manuel Bueno, en el sentido de que:

Debemos continuar rescatando del anonimato a nuestros

verdaderos héroes y mártires, dando a conocer su ideario,

su trayectoria de lucha y afanes revolucionarios, recono-

ciéndoles como nuestros únicos prohombres acreedores de

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 81

honrar con sus nombres nuestras escuelas, plazas y calles

principales, desplazando muchos falsos ídolos de barro que

hoy ocupan esas posiciones señeras.30

La inauguración del monumento a Los Panfleteros de Santiago se convirtió en un acto muy emotivo y sirvió para que hicieran acto de presencia algunos panfleteros y familiares de los que fueron ase-sinados en la cárcel La 40 en 1960.

A ellos les debo mi vida

Los dominicanos y dominicanas que vivimos durante el gobier-no de Rafael Leónidas Trujillo Molina, sabemos que estaba soste-nido por una estructura ideológica y material que se fundamen-taba, en parte, en el terror en sus distintas formas, sin distinguir entre la vigilancia, la persecución, la detención, la tortura y la eliminación física. Por tanto, hacer oposición a la dictadura re-sultaba algo sumamente difícil. Ante esta situación se compren-de la inteligencia, el talento de Wenceslao Guillén, quien fue el ideólogo de organizar por células a los jóvenes de los diferentes barrios de Santiago que manifestaban sus posiciones contra la maquinaria trujillista.

Cuando Wenceslao Guillén y yo nos conocimos, él recién co-menzaba sus actividades conspirativas principalmente en el Liceo Secundario Ulises Francisco Espaillat. Una vez conformamos la cé-lula central de la UGRI, Wen me designó como el enlace, en los barrios de Baracoa y La Joya, con el profesor Pedro Jaime Tineo Tejada y Luis Prud’homme, respectivamente.

Solamente Tineo y Prud’homme conocían a los que formaban parte de las células de sus barrios. Es posible que Wenceslao Gui-llén conociera a los integrantes de todas las células. De igual forma, Wen, Manuel Bueno, Pedro Jaime Tineo y Luis Prud’homme sabían de mi presencia en la célula central de la UGRI, y aunque decenas de cartorcistas y otros adversarios al régimen tenían conocimiento

30 El Nacional, edición de 4 de agosto de 2007.

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82 ramón antonio, Negro, Veras

de mis actividades clandestinas, no me conocían como miembro organizado y dirigente de la UGRI.

Manuel Bueno, una vez fue puesto en libertad, me dijo que estando él en La 40, cuando estaban torturando a Wen, uno que conocía de sus vínculos conmigo le dijo que mencionara el nombre del compañero suyo que en Santiago andaba en una bicicleta, y usaba pantalones mahoma. Esa persona era yo, pero Wen prefirió seguir recibiendo torturas antes que delatarme.

Manuel Bueno fue el único panfletero que habiendo estado preso en La 40, tuvo la posibilidad de escribir y narrar las últimas ideas expuestas por Wenceslao Guillén antes de ser asesinado.

El 14 de julio de 2007, escribí un artículo en el cual expliqué las distintas posibilidades por las cuales salió con vida Manuel Bueno del centro de torturas La 40. En lo que a mí respecta, no caí preso porque Pedro Jaime Tineo, Luis Prud’homme, Manuel Bueno y Wenceslao Guillén no mencionaron mi nombre. En la página 93 del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, Manuel Bueno, refiriéndose a Wenceslao Guillén dice: «… el Dr. Negro Veras, integrante de ese gru-po de jóvenes y valientes intelectuales que se agrupó alrededor de la figura aglutinante de Wen Guillén, y a cuyo valor sin límites, al igual que muchos otros, debe la vida…»31

Ciertamente, debo mi vida a Luis Prud’homme, Pedro Jaime Tineo, Manuel Bueno y a Wenceslao Guillén.

Los Panfleteros y un complot

En un artículo publicado por mí el jueves 2 de agosto de 2007, escribí lo siguiente:

Manuel Bueno, luego de haber sido puesto en libertad, me

dijo que el 21 de enero del año 1960, mientras él y Wen se

encontraban presos en el cuartel de la Policía Nacional en la

ciudad capital, Wen le narró que, precisamente, ese mes de

31 El Nacional, edición de 9 de agosto de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 83

enero había una trama para eliminar a Trujillo y que la pri-

sión suya, la de Manuel Medina y Henrich Johannes Streese,

había frustrado la acción contra el dictador.

Es bueno destacar que tanto Medina como Streese, al momento de ser detenidos, trabajaban en Santiago como linieros en la Corpo-ración Dominicana de Electricidad, entidad que distribuía la ener-gía eléctrica en Santiago y en todo el país.

En el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, en la página 97, Manuel Bueno, refiriéndose a Wenceslao Guillén y al día 21 de enero de 1960, narra lo siguiente: «O luego, en las solitarias del sótano del Palacio de la Policía a la que fuimos trasla-dados catorce de nosotros, la madrugada del 21 de enero de 1960 desnudos en una guagua celular…»

La indicación de la fecha del 21 de enero de 1960, hecha por Ma-nuel Bueno con respecto al encuentro con Wen Guillén, viene a confir-mar el día y el escenario en que se produjo la conversación en el curso de la cual Wen le habló a Manuel Bueno de que por la prisión suya, la de Manuel Medina y de Henrich Johannes Streese, se había frustrado un plan que había para eliminar físicamente a Trujillo.

Al recordar lo que Manuel Bueno me había dicho luego de ser puesto en libertad, y leer lo escrito por él en el aludido libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, me interesé por el tema del plan de eliminar a Trujillo en enero de 1960, y me puse a es-cudriñar en la obra de Bernardo Vega, Los Estados Unidos y Trujillo. Los días finales 1960-1961, alguna información de esa época –enero 1960– con relación a Trujillo y la oposición interna. Veamos lo que encontré en el citado libro.

En la página 27 se lee:

Ya para principios de 1960, varios complots para matar a

Trujillo estaban en gestación, sin que un grupo estuviese ne-

cesariamente enterado de lo que hacían otros. Uno de esos

complots implicaba matar a Trujillo en la Feria Ganadera, el

21 de enero de 1960.

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84 ramón antonio, Negro, Veras

En este mismo libro, Los Estados Unidos y Trujillo. Los días fi-nales 1960-1961, en las páginas 45 y 46, se lee el fragmento de una comunicación del 22 de enero de 1960, dirigida por John Bartield, agregado político de la Embajada Norteamericana en nuestro país, al señor Ernest B. Gutiérrez, encargado del escrito-rio dominicano en el Departamento de Estado, la carta en parte, dice así:

Querido Ernie: Anexo una lista de personas que se reportan

como encarceladas, como consecuencia de un complot que

fue deshecho a último minuto. De acuerdo con mi fuente,

la revolución estaba supuesta a comenzar con el corte de

electricidad en Puerto Plata y Santiago, en o cerca del 15 de

enero. Aparentemente, un miembro del grupo fue apresado

en Santiago con panfletos antitrujillistas en su posesión, lo

que provocó la redada.

No puedo afirmar ni negar el hecho de que Wen, Manuel Medina y Henrich Johannes Streese, estuvieran formando par-te del complot del 21 de enero de 1960. Pero la realidad es que coincide lo que me dijo Manuel Bueno que le había dicho Wen, con la referencia que hace en el libro Bernardo Vega, del complot, la fecha del 21 de enero de 1960, la detención de Ma-nuel Medina y Henrich Johannes Streese, que laboraban en la Corporación Dominicana de Electricidad y la mención de que un miembro del grupo fue apresado en Santiago con panfletos antitrujillistas. La detención de Wen Guillén, fue el día 15 de enero de 1960.

La discreción, el secreto, la sensatez, la prudencia, la reserva como manejaba Wen Guillén la Unión de Grupos Revoluciona-rios Independientes (UGRI), nos impedía a Manuel y a mí cono-cer enlaces de Wen con otras personas contrarias al régimen de Trujillo.

Lo ideal fuera que personas que estuvieron vinculadas con ese complot del 21 de enero de 1960, si todavía viven, explicaran de la relación con ese hecho de Wenceslao Guillén, Manuel Medina

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 85

y Johannes Streese, para así despejar cualquier duda en torno a su participación o no en el susodicho complot.32

Delación de Los Panfleteros

En el mes de diciembre del año 2008, visité a mi hermana Mer-cedes María Veras, quien reside en la ciudad de Nueva York. En un momento en que compartía con ella en su apartamento, estando presente una amiga común, Mercedes María hizo referencia a un amigo mío, conocido empresario de Santiago, y dijo que el dinero que este tenía no lo había adquirido en forma normal. Me indigné por lo dicho por mi hermana, le reproché hacerse eco de envidias, intrigas y chismes; le dije que ella no tenía prueba ni base para decir lo que había expuesto con relación a mi amigo, que yo le exigía que retirara lo dicho porque la otra amiga presente podía pensar que era verdad la infamia lanzada contra mi amigo, y que si no lo hacía, de inmediato yo abandonaba su apartamento; que no se debía re-tractar para complacerme, sino porque lo dicho por ella también había sido difundido en nuestro país por todos aquellos que no pueden competir en buena lid con mi amigo en el plano empresa-rial. Al final mi hermana me confesó que lo dicho por ella era fruto de un comentario que había escuchado y que me pedía excusas. Siempre he sido enemigo de los chismes, las intrigas, las zancadillas y otras desviaciones del comportamiento humano. La posición que sostengo con respecto a las falsedades las he llevado como norma de vida.

He hecho referencia al encuentro y conversación con mi her-mana, y a mi posición con relación a los vicios y debilidades huma-nas, para dar respuesta a una pregunta que siempre me han hecho personas que han dado seguimiento al caso de Los Panfleteros de Santiago. La interrogante es ¿quién delató a Los Panfleteros?

Con el único miembro del grupo de Los Panfleteros de Santia-go que estuvo preso en La 40 y quedó con vida con que he hablado

32 El Nacional, edición de 16 de agosto de 2007.

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86 ramón antonio, Negro, Veras

de la delación es Manuel Armando Bueno Pérez. Una vez este fue puesto en libertad le visité en su casa, hablamos de su prisión, de las torturas que había recibido y del asesinato de los compañeros; le pregunté de dónde creía él que había venido la delación del gru-po. Con toda franqueza me confesó que no tenía la menor idea de quién podía haber sido el delator, aunque sí me precisó que es posi-ble que ante las torturas algunos de los compañeros, ya en prisión, hicieron referencia a otro miembro de las células.

Manuel Bueno, cuya inteligencia, solidaridad, franqueza y valor personal nadie nunca puso en duda, tuvo la posibilidad de escribir parte de sus vivencias relacionadas con su participación en la UGRI, la elaboración de los panfletos distribuidos en enero de 1960, su detención, torturas y prisión. El testimonio de Manuel consta en un artículo suyo publicado en el periódico El Sol de fecha 5 de febrero de 1981 y en su libro Cárcel y guerra.

Del cumplimiento de Wen de no delatar a ningún compañero, Manuel Bueno, en la página 97 del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, cuenta: «Recuerdo su figura desafiante, aunque encorvada por los tantos golpes recibidos, desnudo y esposado al instruirme en la sala de torturas, de cara al escritorio del abogado: “Escribe tu declaración tal cual te estoy diciendo, cuidando de no involucrar a nadie más, léela bien antes de firmarla, no te vayas a manchar pidiéndole perdón al hijo de puta ese”».

Otra experiencia narrada por Manuel Bueno, en torno a Wen y su compromiso de no delatar a nadie, está en la página 20 de su libro Cárcel y guerra, cuando dice: «Wen había instruido a los suyos, frente al escritorio del doctor Faustino Pérez, que no quería más prisioneros».

La línea trazada por Guillén y sus demás compañeros fue la de no mencionar a nadie, a no ser los nombres de los que ya estaban en prisión. Hasta ahora nadie sabe seriamente cuál fue el hilo con-ductor que guió a los servicios de seguridad a ubicar las células de Los Panfleteros de Santiago. Sería caer en el campo de la especula-ción señalar a determinada persona como autor de la delación.33

33 El Nacional, edición de 18 de agosto de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 87

Si los que en nuestro país han estado al frente de los diferentes órganos de poder del Estado y han sustraído fondos públicos, hu-bieran conocido del sacrificio que ha hecho nuestro pueblo para vivir bajo el estado de tímidas libertades públicas en que nos encon-tramos hoy, a lo mejor no se hubieran comportado con el descaro, la desvergüenza, la desfachatez y con la falta de dignidad y de deco-ro que han actuado.

Solamente aquellos que saben valorar los sacrificios, la san-gre derramada, los muertos con estampa política, en fin, solo los hombres y mujeres de bien, los demócratas sinceros y sensibles hacen honor a los que dieron sus vidas para que lo mejor del pue-blo dominicano disfrutara de libertades y derechos garantizados. Aquellos que se han burlado de la memoria de nuestros héroes y mártires están descalificados para dirigir los destinos de nuestro país.

Para que nuestros niños y niñas no se formen con la idea de que en el país no ha pasado nada, y que el ambiente que se vive hoy es la obra de los tigres de la politiquería y que, por tanto, no hay que luchar por vivir en un ordenamiento social diferente al actual. La juventud dominicana debe saber que cada generación es acreedora del legado de las anteriores y debe tomar como ejemplo, el compor-tamiento de los que hicieron del accionar político un compromiso con su pueblo.

El libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo no fue edi-tado para satisfacer apetencias personales y grupales ni para decorar bibliotecas, sino para dar a conocer lo que fue la lucha de un grupo de jóvenes de Santiago que se sacrificó en defensa de la libertad del pueblo dominicano. Leer este libro contribuye a que el lector o la lectora conozcan lo que fue un episodio tétrico, triste, sombrío y te-nebroso de la Era de Trujillo y que semejante régimen no se debe reeditar. Con el libro no se busca estimular venganza, sino hacerle honor a un acto de justicia por la libertad de nuestro pueblo.

Dicha obra, por tanto, contiene un material muy diverso que com-prende testimonios, narraciones de hechos vividos por los mismos que en La 40 sufrieron torturas y vieron a Los Panfleteros de Santiago ser torturados y asesinados. En la obra hay exposiciones directas de hechos

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88 ramón antonio, Negro, Veras

que prueban hasta dónde es capaz de llegar la maldad, el sadismo y la voluntad criminal. La recopilación y selección de los diferentes capítu-los contribuyen a informar al lector de algo que no se imagina que ha ocurrido en nuestro país, pero que ciertamente fue sufrido en carne propia por los jóvenes panfleteros de Santiago.

Leer el libro Los Panfleteros de Santiago… es conocer cómo llega-ron a tejer los jóvenes panfleteros, en plena clandestinidad, en me-dio de toda una variedad de circunstancias adversas, crear la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI) una organiza-ción sólida, cerrada, disciplinada, con capacidad de acción de día y de noche, demostrando sus miembros que estaban dispuestos a enfrentar la dictadura poniendo por delante el heroísmo contra la cobardía, la dignidad y el decoro contra la ruindad, hasta llegar a poner de frente el coraje ante la tortura.

Así como el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, ha sido conocido ya por algunos sectores dentro de nuestro país, también los dominicanos y dominicanas residentes en el exterior, particularmente en la ciudad de Nueva York, deben tener la posi-bilidad de conocer la obra que contiene narraciones y testimonios de muchos de los que fueron testigos del martirio de Los Panfle-teros de Santiago, en el centro de torturas La 40 en enero del año 1960.34

La barbarie contra Los Panfleteros

El doctor Julio Miguel Escoto Santana, miembro fundador del movimiento clandestino 14 de Junio, y ex presidiario del centro de torturas La 40, presentó formal querella contra un grupo de tortu-radores al servicio de la dictadura de Trujillo. En su querella, el doc-tor Escoto Santana, le dice al procurador general de la República, refiriéndose a Los Panfleteros de Santiago, lo siguiente:

Días después de haber sido secuestrado por César Rodríguez

Villeta, encontrándome detenido y encerrado ilegalmente

34 El Nacional, edición de 23 de agosto de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 89

en La 40, una noche, llegó un grupo de más de 20 adolescen-

tes entre ellos dos muy jóvenes, que según dijo Johnny Abbes

habían sido apresados en Santiago de los Caballeros por im-

primir y distribuir unos panfletos o volantes en los que según

oímos decir a Candito Torres, «se insultaba al jefe», lo que

no le podían perdonar; entonces este empezó a obligarlos a

que repitieran el contexto de las sátiras, y no se cansaba de

expresar: digan ahora que ¡viva la revolución!; digan abajo

el tirano; y atrévanse a repetir que Trujillo es una mierda, por-

que las verdaderas mierdas son ustedes, coño; y de inmediato,

él, Luis León Estévez junto a Minervino, Clodoveo Ortiz, de

un tal Chabacano, Ciriaco de la Rosa y otros calieses más, le

fueron encima a esos indefensos muchachos y procedieron a

golpearlos salvajemente con los chuchos disecados hechos de

la verga de los toros; y a torturarlos con gran saña, hasta dejar-

los inconscientes.

Después de esa noche, dejé de verlos por unos días, y luego

reaparecieron muy contentos a pesar de los golpes que habían

recibido, y hablaban que les habían hecho firmar unas car-

tas dándoles las gracias al jefe por haberlos perdonado, y que

también le dijeron que los soltarían pronto. Pero... la noche

del 29 y en la madrugada del 30 de enero de 1960 de repente,

apagaron todas las luces de La 40, y empezaron a cerrar las

puertas de hierros y de madera que había en la entrada de

cada solitaria, dejando prácticamente en tinieblas dicho antro

de torturas, y luego comenzó a oírse el ruido de motores de ve-

hículos encendidos, y a seguidas, escuchamos unos desespera-

dos gritos y chillidos; y al subirnos sobre el inodoro de la celda,

vimos por una estrecha ventana qué había en la misma, cómo

Clodoveo Ortiz los apuñalaba con un cuchillo que siempre

portaba en su cintura, y al estrangulador Manolo Domínguez

ahorcándolos con el tortor, y a Chabacano y a otros asesinos,

matándolos a palos, metiendo sus cuerpos destrozados en

sacos, y subiéndolos a un vehículo cerrado que parecía una

perrera de las que usaba la policía en esa época y después, la

sombría caravana arrancó, ignorando nosotros su destino. Esa

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90 ramón antonio, Negro, Veras

misma madrugada, Johnny Abbes y Candito Torres, electrocu-

taron en la silla eléctrica al resto de los jóvenes Panfleteros de

Santiago. Hasta la fecha, se ignora dónde reposan los restos

de esos adolescentes, vilmente asesinados, y por eso, en las

investigaciones que se llevan a cabo, es pertinente que León

Estévez, Candito Torres, César y José Ángel Rodríguez Villeta,

den respuesta a esa gran interrogante.

De lo antes relatado resulta que:

1. El día de la matanza de Los Panfleteros las luces de La 40 fue-ron apagadas;

2. Se cerraron las puertas de hierro y de madera de las solitarias;3. Se comenzó a oír el ruido de motores de vehículos encendidos;4. A seguidas se comenzaron a escuchar desesperados gritos y chi-

llidos;5. Clodoveo Ortiz los apuñalaba con un cuchillo que siempre por-

taba en su cintura;6. El Chabacano y otros asesinos, los mataban a palos;7. Johnny Abbes y Candito Torres electrocutaron al resto de los

jóvenes Panfleteros de Santiago;8. Sus cuerpos fueron destrozados e introducidos en sacos, y luego

trasladados en un vehículo cerrado que parecía una perrera.

Lo expuesto por el doctor Escoto Santana, con relación a los métodos aplicados por los asesinos para eliminar a Los Panflete-ros de Santiago, coincide con el testimonio de otros que fueron testigos del crimen, tal como lo vamos a exponer en un próximo artículo.35

¿Cómo murieron Los Panfleteros?

El caso de Los Panfleteros de Santiago no hace mucho tiempo era totalmente desconocido por la generalidad de los dominicanos

35 EL Nacional, edición de 30 de agosto de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 91

y dominicanas, aunque ese hecho constituye un episodio dramático de la resistencia del pueblo dominicano contra el régimen de Trujillo. Buscando datos e informaciones en libros y periódicos, y recogiendo los testimonios de muchos prisioneros que compartieron prisión y tor-tura con los jóvenes asesinados, hemos podido llevar a la conciencia nacional algunas de las circunstancias que rodearon el asesinato de los heroicos y valientes jóvenes de Santiago.

Los Panfleteros de Santiago fueron apresados en esa ciudad en la redada hecha del 15 al 21 de enero de 1960, y trasladados a la capital, donde fueron movidos entre los centros de torturas La 40 y El 9, y las cárceles de la Policía Nacional y La Victoria; la ejecución colectiva se llevó a cabo en horas de la noche del 29 de enero de 1960.

De lo que han escrito algunos ex presidiarios testigos de la ma-tanza de Los Panfleteros de Santiago, se conoce que unos fueron ahorcados, otros electrocutados en la silla eléctrica y algunos elimi-nados con estiletes y cuchillos.

He aquí algunos testimonios de la ejecución de Los Panfleteros de Santiago.

1. el Doctor rafael Valera benítez Dice: «El grupo había sido denominado Los Panfleteros de Santiago por haber impreso y distribuido un volante en la ciudad de Santiago de los Caba-lleros. Durante dos noches estuvimos asistiendo a algo nuevo para nosotros: unos repentinos y totales apagones y el cierre de la doble puerta de hierro y madera de cada celda. Todo estaba cerrado por completo y oscuro como boca de lobo: era el escenario para la matanza. En esas noches, no cesaron de oírse alaridos y jadeos aun en medio del ruido que hubo que producir con el motor de una inservible camioneta que utili-zaban, en ocasiones, para ahogar las manifestaciones excesivas de la matanza».

2. el inGeniero josé israel cuello recuerDa: «A ellos los sacaron de nuevo de las celdas cerca de las 8 de la noche (ahí era difícil apreciar la hora de la noche) y los fueron matando uno a uno con el método de la soga y los dos palitos, ahorcados…»

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92 ramón antonio, Negro, Veras

3. el inGeniero rafael cucuYo báez narra: «Transcurridas algunas horas comenzamos a escuchar algunos quejidos y muchos ruidos; luego, una tranquilidad asustadiza. Me subí hasta la claraboya de la celda y vi cómo sacaban unos sacos llenos y los metían en el baúl de unos carros. El contenido de los bultos eran Los Panfle-teros. Los iban asesinando de una punzonada en el corazón».

4. en el libro funDación testimonio, se lee: «…se les introducían estiletes de hierro afilado en el corazón y otros [fueron] es-trangulados, luego sus cadáveres entrados en sacos de hene-quén y depositados en los baúles de los carros del SIM para ser transportados a una tumba que nunca sería encontrada…»

5. josé peralta michel Dice: «Luego de haber sido expuestos a una despiadada tortura, fueron vilmente ejecutados en La 40».

6. el licenciaDo tonY raful, en su obra Movimiento 14 de Junio. Historia y documentos, destaca: «…fueron electrocutados en la cárcel de La 40 en la famosa silla eléctrica, se conocieron con el nombre de los panfletistas…»

7. el ex presiDiario francisco aDolfo bello franjul escribe: «Se-rían más o menos las 10:00 de la noche cuando los sacaron de nuestra celda, poco después apagaban las luces del recinto y media hora más tarde escuchábamos el acelerar de un vehícu-lo acompañado de un sonido gutural que se fue repitiendo por largo tiempo. José Vargas Evangelista, que se había subido en el inodoro y [miraba] al través de los barrotes de la pequeña ventana, me llamó para que viera la razón de aquel ruido, dos hombres, uno sostenía una caja de cigarrillo y el otro un estile-te de metal y al penetrar el preso por una pequeña puerta, uno de ellos encendía un fósforo, tal vez con el propósito de afinar la puntería, pero que simulaba encender un cigarrillo que ya lo estaba, lo que pasaba a seguidas no pude contemplarlo más de dos veces. El estilete fue clavado y sacado casi instantánea-mente de la nuca inocente, selló para siempre en mi mente el enorme pesar que me acompañará hasta la tumba. Terminada la orgía de sangre se volvieron a encender las luces.36

36 El Nacional, edición de 1º de septiembre de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 93

Así murieron Los Panfleteros de Santiago.

Enrique Perelló, panfletero de valor

La forma como Wen Guillén estructuró la UGRI no nos ha fa-cilitado una cabal información de los jóvenes que en los diferentes barrios de Santiago, para el año 1960, estaban organizados en la clandestinidad para combatir la dictadura de Trujillo. La indepen-dencia de cada célula barrial para llevar a cabo acciones diurnas y nocturnas impedía identificar a sus integrantes.

La discreción de cómo Wen manejaba sus relaciones con los con-tactos de las células barriales hacía imposible que Manuel Bueno y yo, aunque trabajábamos con él en la célula central, conociéramos asuntos que solamente él dominaba. Así, por ejemplo, yo sabía que Wen tenía un contacto en el barrio El Ejido, pero nunca le pregunté quién era. Solamente después de la detención de los compañeros, nos informamos quién era el compañero de Wen de El Ejido.

Las informaciones que en la cárcel le dio Wen a Manuel reve-lan que Enrique Perelló era un compañero de total confianza en el seno de la UGRI y el enlace en la célula de El Ejido.

En el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, en la página 95, Manuel Bueno hace mención de Enrique Perelló, y dice:

A finales de ese año, ya nos transmitía las enseñanzas que

sobre la fabricación de bombas predicaban por la radio los

exiliados dominicanos desde Cuba y Venezuela, y empeza-

mos a acumular pólvora en la casa de Enrique Perelló en el

barrio El Ejido.

Wenceslao Guillén, no obstante su corta edad, tenía muchas condiciones de dirigente, sabía con quienes se trataba y depositaba su confianza. El compañero Enrique Perelló dio una gran demos-tración de firmeza y valor en el centro de torturas de La 40, como lo narra Manuel Bueno en las páginas 132 y 133 de su libro Cárcel y guerra, cuando reseña:

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94 ramón antonio, Negro, Veras

Enrique se fue reduciendo hasta convertirse en una miseria

humana. Sus gritos estridentes los profería, tanto a través de

la ventanilla, como dando pasitos cortos y nerviosos a lo ancho

y largo de la pequeña celda. De ninguna manera hubiera

podido sentarse un solo instante, puesto que, además de lo

excesivamente inflamado que tenía el testículo herniado,

la totalidad de su esquelético cuerpo se hallaba cubierto de

llagas. Heridas abiertas en surcos cruzados por los latigazos

que supuraban pus y gusanos, y estaban llenas de mierda.

En La 40 había sido uno de los más castigados. Se negó a

hablar por no confesar su participación en actividad cons-

pirativa alguna ni mucho menos para denunciar a ningu-

no de sus compañeros. Lo sentaron en la silla eléctrica; le

dieron corrientazos con las picanas; lo azotaron inmiseri-

cordemente con los güebos de toro hasta caer inconsciente

al suelo; lo entraron en el Coliseo (la base acordonada de

la torre para la antena de comunicaciones, convertida por

Minervino en ring de boxeo); lo sumergieron en la bañera

romana llena de agua con vinagre para mejor conducción

de la corriente eléctrica (uno de los tantos juguetes sádicos

ideados por Ernesto Scotto; y por último, como no hablaba

ni que lo voltearan al revés, mandaron a buscar a Guillén,

el cocinero, para que con su cuchillo boto de mondar, le

arrancara los cojones. No dijo ni pío, y tuvieron que dejarlo

medio muerto porque no pudieron con él. No se pudo esta-

blecer con precisión si Manolo Tavárez, Wen Guillén o Luis

Gómez se portaron más corajudos que él.37

El lector se debe hacer una idea del sufrimiento de Enrique Pe-relló, este panfletero, contra quien los torturadores de La 40 lanza-ron todo su sadismo y voluntad criminal. Si Manuel Bueno compara las torturas contra Enrique con las sufridas por los doctores Manolo Tavárez y Luis Gómez Pérez, es de suponer las salvajes torturas su-fridas por Perelló.

37 El Nacional, edición de 6 de septiembre de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 95

Los Panfleteros, una realidad

Para mí no es nada agradable ni un mero ejercicio mental abor-dar los temas relacionados con Los Panfleteros de Santiago, pero hago un esfuerzo, dentro de lo posible, para que lo mejor de nuestro pueblo conozca una parte de lo que fue ese grupo de jóvenes que dieron sus vidas para que en el país imperara un ambiente de plenas libertades, algo que todavía no se ha alcanzado.

Si no se le da a conocer a la juventud dominicana el sacrificio que se ha hecho para que hoy podamos movernos en un ambiente de tímidas libertades, de seguro que muy poco o nada se va a lograr de motivación en las presentes y futuras generaciones. José Martí decía: «El pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es».

Si nuestros jovencitos y jovencitas no asimilan el sacrificio de los que aquí han luchado, como Los Panfleteros, sin buscar nada mate-rial, muchos van a seguir con la falsa idea de que se va a la política como negocio y no con sentido de esfuerzo de transformación social y política. Martí, también dijo: «Se afirma el pueblo que honra a sus héroes». De ahí que nuestra juventud se eleva si trilla el camino, el ejemplo, de la lucha política limpia y desinteresada llevada a cabo por Los Panfleteros de Santiago y, de igual manera, afianza la ligazón con su patria.

Si para mí no resulta agradable traer a colación el final trágico de Los Panfleteros de Santiago, lo mismo le ocurría a Manuel Bue-no, a quien siempre se le hizo difícil narrar lo vivido en los centros de torturas en los cuales compartió con sus compañeros asesina-dos.

Así, por ejemplo, la primera vez que Manuel decidió escribir con relación a Los Panfleteros de Santiago, lo hizo en el mes de febrero del año 1981, o sea, veintiún años después de haber estado en La 40. Su escrito lo inició así:

Postergué durante veintiún años referirme al tema querien-

do evitar mayores tribulaciones a una madre como Telma

Gómez, para quien su amadísimo hijo Wen siguió siempre

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96 ramón antonio, Negro, Veras

viviendo en su corazón, lacerado por profundas y sangrantes

heridas con su abrupta desaparición.

En el mismo trabajo, Manuel Bueno, narró, refiriéndose a las torturas aplicadas contra Wen Guillén:

Existieron pormenores que todavía me revuelven el estóma-

go, y me hacen asomar las lágrimas cada vez que los reedita

mi memoria, tan desagradables, que mejor es no contarlos

y poder olvidarlos, y si ahora he traído algunos a colación

para honrar la memoria de ese gran luchador y héroe nues-

tro que se llama Wen Guillén ha sido porque considero que

–por duro que haya sido–, nuestras juventudes de hoy no

deben ignorar las atrocidades cometidas por los secuaces de

la funesta Era de Trujillo…38

Ciertamente, no es nada fácil referirse a los sufrimientos que padecieron nuestros compañeros en los distintos centros de tortu-ras de la dictadura. Pero no podemos ignorar que, una de dos, o guardamos silencio del martirio de Los Panfleteros de Santiago, o con todo pesar hacemos del conocimiento público su sacrificio.

Los dominicanos y dominicanas que aspiran a un país que honre a sus mártires tienen que saber que ningún sacrificio por una causa justa se hace en vano, y precisamente la actitud, el comportamiento de los jóvenes conocidos como Los Panfleteros de Santiago debe ser conocido para que etapas como las que esos mártires vivieron en La 40 nunca más se repitan en nuestro país.

El día que se conozcan las interioridades de muchas acciones de los que formamos parte de la UGRI, nuestro pueblo se dará cuenta de que la lucha clandestina nos obligó a realizar actos con los cuales personalmente no estábamos de acuerdo pero que para cubrir la realidad con la apariencia y preservar la organización, tuvimos que hacerlos. Los hechos históricos no son invenciones de los historia-

38 Las citadas reflexiones de Manuel Bueno están contenidas en el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, pp. 93 y 97.

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dores. Lo ocurrido está ahí y no va a desaparecer por el hecho de que no se les explique a los que tuvieron la suerte de no vivir una coyuntura desagradable de la vida dominicana.

Las narraciones, los testimonios, las experiencias que se extraen del martirio de Los Panfleteros de Santiago, forman parte de la his-toria fea del país. Pero esa es una realidad.39

Panfleteros e ideología

Las publicaciones hechas con relación a los momentos vividos por Los Panfleteros de Santiago, durante su permanencia en el cen-tro de torturas de La 40, han motivado a varias personas a formular preguntas en torno a estos héroes y mártires de Santiago. Reciente-mente en el curso de una charla, uno de los presentes me preguntó qué ideología tenían los jóvenes agrupados en la UGRI.

Antes de darle respuesta a la persona, comencé por decirle que particularmente yo conocía muy pocos de los miembros de la UGRI, porque la misma estaba organizada por células barriales, razón por la cual se me hacía imposible saber la concepción ideológica de cada integrante de la organización.

Lo que sí estoy seguro es que cada uno de los que estaban en la UGRI, y los que luego fueron identificados como Los Panfleteros de Santiago, luchaban contra la dictadura de Trujillo en busca de la libertad del pueblo dominicano. La aspiración a vivir en liber-tad junto a su pueblo unificó a los jóvenes miembros de la UGRI y, dentro de ellos, a los que en La 40 fueron asesinados y por cuyo accionar surgió el nombre de Los Panfleteros de Santiago.

Si partimos de la concepción ideológica abrazada por el funda-dor, dirigente y líder de la UGRI, Wenceslao Marcial Guillén Gómez, hay que convenir que él creó su organización con un criterio revo-lucionario y así la identificó: Unión de Grupos Revolucionarios In-dependientes, que eran los miembros de la UGRI en los diferentes barrios de Santiago. Wen Guillén, tenía una concepción ideológica

39 El Nacional, edición de 8 de septiembre de 2007.

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98 ramón antonio, Negro, Veras

muy bien organizada que respondía en esencia a la lectura de las obras que llegó a tener a su alcance y las cuales, al parecer, fueron moldeando su pensamiento político e ideológico.

Manuel Armando Bueno, miembro de la célula madre de la UGRI, íntimo amigo de Wen Guillén, elaborador de los panfletos y ex presidiario de La 40, tenía más autoridad que nadie para explicar la concepción ideológica de Wen. En el libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, en la página 93, dice:

Wen se distinguió desde temprana edad en los círculos estu-

diantiles del Liceo Secundario de Santiago, por un inusitado

y tesonero afán de superación intelectual que escapaba a la

situación imperante a mediados de la década del cincuenta.

En su mirada penetrante reflejaba una inteligencia y ma-

durez poco comunes en un púber. De extracción humilde,

debió conformarse con los libros que encontró a su alcance

en la biblioteca de la Sociedad Amantes de la Luz, donde se

convirtió en asiduo lector de libros políticos de Vargas Vila,

y hasta una vieja edición que había de El capital, de Marx, el

cual dejó marcado (Sic) al caer prisionero.

Corroborando lo expuesto por Manuel, recuerdo que muchas veces que me encontraba con Wen en el Ateneo Amantes de la Luz, él por lo regular tenía en sus manos El capital, en el capítulo de la acumulación capitalista, y también leía y releía la obra El hombre mediocre, de José Ingenieros.

Comparto el criterio de Manuel Bueno, en torno a la lucidez política de Wen Guillén. Manuel escribió refiriéndose a esto:

Su pensamiento político era de una claridad y conciencia in-

creíbles para el momento incierto que le tocó vivir, llegando

al convencimiento que solo desde dentro se podía hacer la

revolución, contrario a la vana ilusión de otros que soñaban

con las armas que «iban a ser arrojadas a los patios desde el

aire». Las armas están aquí, las tienen ellos mismos, y sola-

mente tenemos que prepararnos para aprender a quitárse-

las, solía expresar a sus íntimos. Por eso prefirió formar su

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 99

propio grupo de noveles y confiables futuros combatientes,

al cual bautizó con el nombre de «Unión de Grupos Revolu-

cionarios Independientes (UGRI)» aunque no por eso dejó

de mantener contacto con el Movimiento «14 de Junio», a

través del padre Cruz Inoa y de Cayeyo Grisanti.40

Datos sobre Los Panfleteros

Siempre hemos dicho que en nuestro país los buenos son más, aunque los malos hacen más bulla para que las verdades y razones de la mayoría no se escuchen. Por más jóvenes que anden por esas calles de Dios haciendo diabluras e indiferentes a los problemas que afectan a las grandes mayorías, la realidad es que aquí hay toda una juventud dispuesta a dar la batalla por las mejores causas y en ella, no en otra, es que debemos confiar.

No podemos pedirle al jovencito y a la jovencita que aspiran a ser burócratas, a ser líderes fabricados en gabinetes, hechos alrededor de los politiqueros tradicionales, que abracen, que hagan suya la forma de hacer política en beneficio del pueblo ni que se identifiquen con el comportamiento, la abnegación y el amor por la libertad como lo demostraron Los Panfleteros de Santiago.

Se trabaja haciendo política seria para que sea asimilada por la generalidad de los dominicanos y dominicanas honestos, honrados y decentes, no para aquellos que constituyen una excepción, que son los deshonestos, corruptos e indecentes y que nunca se van a identificar con las cosas sanas, sino con las nocivas.

En una ocasión fuimos invitados a dictar una conferencia en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra con el tema de la lucha de la juventud dominicana en la Era de Trujillo. En el curso de nuestra intervención, un joven estudiante nos dijo que ya estaba llegando al final de sus estudios universitarios y que le gustaría elaborar su tesis de grado con el tema de la lucha de Los

40 El Nacional, edición de 13 de septiembre de 2007.

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100 ramón antonio, Negro, Veras

Panfleteros de Santiago, y quería que le diéramos referencia de dónde él podía buscar algunos datos. Le prometimos escribir un artículo para que él, y cualquier otra persona interesada, tomaran in-formaciones en torno al tema de su interés. He aquí las referencias:

• Manuel Bueno, en el año 1991, con el título Cárcel y guerra. De una cárcel de Trujillo a un comando de abril, publicó un libro que recoge sus vivencias y sus relaciones con Los Panfleteros de San-tiago en La 40 antes de ser asesinados.

• El libroLos Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, puesto en circulación en fecha 24 de mayo de 2007, contiene toda una serie de artículos, testimonios y narraciones de personas que fueron compañeros de prisión de Los Panfleteros de Santiago. Esta obra recoge toda una colección de trabajos nuestros que publicamos en los diarios.

• El librodeManuelBueno, tieneungranvalorporqueél fuemiembro de la célula central de la Unión de Grupos Revolu-cionarios Independientes (UGRI), elaboró los panfletos que se repartieron en Santiago el 5 de enero de 1960 y, además, fue el único panfletero que, habiendo quedado con vida, escribió sus experiencias en La 40 y narra el martirio de muchos panfleteros antes de morir.41

Siguieron Los Panfleteros

El año 1960 había comenzado para mí bajo un estado anímico sumamente difícil porque mis compañeros de lucha política, en su gran mayoría, habían sido detenidos, torturados, asesinados y sus cadáveres desaparecidos. Manuel Bueno ya había sido puesto en libertad. Él y yo nos informamos de que Trujillo iba a estar en San-tiago el día 16 de mayo de 1960; antes de su llegada distribuimos un panfleto que decía: «Nos visita Trujillo, un ladrón a quien no queremos ni como sereno. Vivan Los Panfleteros de Santiago».

41 El Nacional, edición de 15 de septiembre de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 101

Los servicios de seguridad no pudieron detener a ninguno de los que participamos en el operativo, aunque personas desvincula-das de nuestra organización, pero contrarias a Trujillo, como el doc-tor Humberto Castellanos, fueron detenidas como consecuencia de la distribución del volante.

Para esa época, un joven colaborador del Servicio de Inteli-gencia Militar (SIM), me informó que en ese organismo se ha-bía hecho referencia a mi persona con relación a los panfletos repartidos antes de la llegada de Trujillo, pero que él había salido en mi defensa diciendo que yo no estaba en eso, que podía dar constancia de mi inocencia. Luego de muerto Trujillo, ese mismo confidente fue apresado y juzgado por un tribunal de Santiago. En el curso del proceso en su contra en el cual hice acto de presencia como testigo, él dijo, en su defensa, que había sido «calié» pero que también había intercedido en favor de adversarios a Trujillo, a los cuales había protegido e hizo referencia a mi persona. Su nombre es Félix Rodríguez, alias Félix Mueca; siempre residió en la parte baja de la ciudad y era de los muchachos que compartía-mos en la plaza Valerio. Luego de cumplir la sanción de un año por pertenecer al SIM, Félix desapareció de la ciudad de Santiago y no sé cuál ha sido su destino, aunque mi amigo el licenciado Pedro Fernández, ex magistrado juez presidente de la Corte de Apelación de Santiago, quien también conoce a Félix Mueca, me dijo recientemente que en la actualidad este reside en la ciudad de Nueva York.

Al parecer, el dictador Trujillo fue informado de la distribu-ción de los volantes en su contra y fue lo que, en forma molesta, le motivó a declararle al periodista J. Rafael Koury, del periódico La Información, el día 17 de mayo de 1960, al día siguiente de una manifestación que se había hecho en apoyo suyo, lo siguiente: «La manifestación fue muy magnífica. Me ha complacido especialmen-te la asistencia de la juventud, porque esa juventud estará siempre dispuesta a castigar a los traidores internos y externos, en cualquier momento». Y siguió diciendo Trujillo: «Desde hace mucho tiempo los testigos de Jehová y los comunistas donde han echado raíces más honda ha sido en la sección de Conuco y en la ciudad de Tenares

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102 ramón antonio, Negro, Veras

y Salcedo, hasta llegar a San Francisco de Macorís». Luego de una pausa, Trujillo, dijo:

Años atrás en Conuco se destacaron los Mirabal y sus fami-

liares, y algunos miembros de la familia González. Los comu-

nistas también hicieron intensa campaña en La Vega y en las

secciones de Cutupú y Río Verde. En Santiago, miembros de

una familia Pérez, se unió al reconocido comunista Bonilla

Atiles, y ahora residen en New York.

De la lectura de las declaraciones de Trujillo hay que destacar lo siguiente:

a. Hizo referencia a la juventud, queriendo destacar que los jóve-nes que repartieron los volantes antes de su visita eran comu-nistas, y que los de valía eran los que habían desfilado en su honor;

b. Mencionó a la familia Mirabal y González, consciente de que ya él maquinaba el asesinato de las hermanas Mirabal, las cua-les fueron asesinadas seis meses después de él haber hecho referencia de ellas en su declaración del día 17 de mayo de 1960.

Ni Manuel ni yo éramos comunistas ni testigos de Jehová. Simplemente quisimos demostrarle a Trujillo la indignación del pueblo de Santiago por el asesinato colectivo de nuestros compa-ñeros y que, además, todavía existía el grupo de Los Panfleteros de Santiago.42

Santiago en el recuerdo

Muchas santiagueras y santiagueros conservamos gratos recuer-dos de aquellos días en que la unidad de acción política y cívica nos hacía participar en actividades en busca de la libertad plena. Son

42 El Nacional, edición de 22 de septiembre de 2007.

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muchos los momentos que recuerdo de mi época de juventud, mi incidencia en la política y mi vinculación con mi querido Santiago. Hoy, con casi sesenta y nueve años de edad, y de tanto recordar a mis inolvidables compañeros, Los Panfleteros de Santiago, me vienen a la mente hechos en los cuales participé; ya han transcurrido más de cuarenta y cinco años. He aquí un acto político recordado por mí.

El 30 de mayo del año 1961 Trujillo fue físicamente elimina-do, pero su régimen quedó intacto con sus órganos represivos y sus familiares y Balaguer dirigiendo el Estado. Además de La Voz Dominicana, el gobierno de Trujillo tenía como medio de difusión radial la emisora Radio Caribe.

El día viernes 7 de julio de 1961, en el curso de una amplia movilización popular llevada a cabo en la ciudad capital, la emisora Radio Caribe fue incendiada.

Al día siguiente, sábado 8 de julio de 1961, en horas de la ma-ñana, fui convocado para que asistiera, a las 5:00 de la tarde, a estar presente frente a la glorieta del parque Duarte de Santiago. Siendo exactamente las 5:00 horas de la tarde, estando dentro de la glorieta, el doctor Gustavo Vincent, hizo uso de la palabra llamando a los pre-sentes a cantar hincados el Himno Nacional; así lo hicimos.

Para esa época el centro policial principal de Santiago se en-contraba frente a frente a la plaza donde se estaba efectuando el encuentro.

Luego, el doctor Vincent dijo un discurso que comenzó con las siguientes palabras: «No hemos venido a incendiar como ocurrió ayer en la capital con Radio Caribe; venimos a incendiar las ideas de la libertad…»

Una vez el doctor Vincent terminó su exposición, dijo que el próximo paso sería salir en forma ordenada por la calle 30 de Marzo hasta llegar al Cementerio Municipal. Iniciamos el desfi-le desde el frente del restaurante Antillas, transitando hacia el norte. Ambas aceras de la calle 30 de Marzo estaban repletas de guardias y policías vestidos de civil. Una vez llegamos a la avenida Central, hoy 27 de Febrero, frente a donde está ahora el Cuartel del Cuerpo de Bomberos, decenas de policías nos impidieron llegar al cementerio. Se formó una amplia movilización, varios

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fuimos detenidos y conducidos al Cuartel General de la Policía de Santiago de los Caballeros, comandada en ese momento por el coronel José Rafael Duvergé Mateo, quien nos dio un trato respetuoso. Al día siguiente fuimos puestos en libertad.

En la medida que se dan a conocer hechos en los cuales domi-nicanas y dominicanos demostraron en su oportunidad su apego a la libertad, la presente generación puede valorar el esfuerzo que se ha hecho para hoy movernos en un ambiente de tímidas libertades públicas.

La ciudad de Santiago de los Caballeros, en cada momento his-tórico, ha hecho sus aportes a la lucha por la libertad real y verdade-ra. Son muchos los hechos ocurridos en Santiago durante y después de la dictadura de Trujillo, que revelan la presencia de santiagueras y santiagueros activando en la política con sentido de apego a las libertades públicas.43

Santiago, historia y política

Aunque el Consejo de Estado fue un gobierno de transición creado para que, supuestamente, en forma imparcial organizara el proceso electoral que se celebraría el 20 de diciembre de 1962, en realidad estaba parcializado con la Unión Cívica Nacional y te-nía una línea definida contra las organizaciones progresistas de la época. Por tanto, éramos adversarios de ese régimen y como tal participábamos en las actividades políticas que se efectuaban en su contra. Para esa época yo formaba parte de la dirección, en San-tiago, del Partido Socialista Popular (PSP), al cual había ingresado en el mes de febrero del año 1962, luego de un encuentro que había sostenido con los hermanos Juan y Félix Servio Ducoudray, a quienes conocí por medio del hoy finado periodista Miguel Ángel Velázquez Mainardi.

Con el objetivo de desempolvar la fecha de cuando las fuerzas de ocupación norteamericanas abandonaron nuestro país en el año

43 El Nacional, edición de 27 de septiembre de 2007.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 105

1924, después de la intervención en el año 1916, el Comité Provin-cial de Santiago del Partido Socialista Popular organizó un mitin el día 12 de julio del año 1962, bajo la consigna de «12 de Julio Yanqui No». En el acto, efectuado en el parque Duarte de Santiago, hicimos uso de la palabra Luis Gómez, Amiro Cordero, Félix Servio y yo, destacando en nuestros discursos que el pueblo dominicano debía recordar el 12 de julio de cada año con sentido patriótico. Esa fue la primera vez que en el país se recordó el día 12 de julio como la fecha de desocupación, luego de la intervención norteamericana.

La actividad del 12 de julio concluyó pacíficamente. Dos días después, el sábado 14 del mes de julio de 1962, varias

organizaciones políticas y estudiantiles realizaron una manifesta-ción en el mismo parque Duarte, y al finalizar la misma hicimos movilizaciones por varias calles de la ciudad de Santiago, principal-mente por la calle El Sol. De los participantes en las acciones, varios fuimos detenidos y encarcelados en el cuartel de la Policía Nacional en Santiago. El doctor Rafael Valera Benítez, para esa época fiscal de Jurisdicción Nacional, quien estaba en Santiago en gestiones de investigación del asesinato de las hermanas Mirabal, dispuso mi li-bertad y la de los demás compañeros apresados.

Recuerdo ahora que en los primeros años de actividades del movimiento clandestino 14 de Junio, con el consentimiento de la dirección del PSP, a petición del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, conjuntamente con Piki Lora y el ingeniero Adolfo Franco Brito, trabajé en el Departamento de Prensa en el programa radial del 14 de Junio en Santiago, el cual se difundía desde el lunes hasta el viernes, en horas de doce y media a una y treinta, y de cinco a seis de la tarde.

En la ciudad de Santiago se dieron grandes batallas después de la desaparición física de Trujillo, en las cuales intervinieron hom-bres y mujeres que todavía hoy mantienen posiciones democráticas y que nada los ha hecho cambiar en su comportamiento político.44

44 El Nacional, edición de 29 de septiembre de 2007.

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Panfleteros y MPD

En el curso de un encuentro sostenido con un grupo de estu-diantes de Historia de la Universidad Católica Madre y Maestra, les dije que la condición de estudiante al igual que la de joven es circunstancial. Los jóvenes y los estudiantes tienen condiciones transitorias en el ordenamiento social. La condición no estable del joven, y también del estudiante, hace que la generalidad cam-bie una vez que se convierten en adultos u obtienen un título uni-versitario, y hasta reniegan de los principios que habían abrazado y defendido en su juventud y época de estudiante.

Pero para muchos de los que formamos parte del grupo de Los Panfleteros de Santiago, la llegada de la adultez y la obtención de un título universitario no nos hizo ni nos ha hecho cambiar de posición ni renegar de nuestras convicciones juveniles ni de las ideas que abrazamos al paso por las aulas universitarias, como se comprueba por lo que voy a narrar ahora.

El año 1960 avanzaba y la indignación contra la dictadura se acentuaba. Manteníamos contactos con diferentes grupos oposito-res a Trujillo en Santiago dispuestos a actuar para que desaparecie-ra el régimen trujillista.

Yo tenía informaciones de que en la ciudad capital exiliados do-minicanos habían regresado al país a enfrentar a Trujillo. Su partido respondía al nombre de Movimiento Popular Dominicano (MPD).

En los primeros días del mes de agosto del año 1960, un amigo me comunicó que los directivos del MPD vendrían próximamente a Santiago para hacer un mitin. Le dije que me mantuviera al tanto para yo estar presente en la actividad.

El día martes 2 de agosto del año 1960, a las cuatro horas de la tarde, previa convocatoria de boca a boca, un grupo de jóvenes, principalmente estudiantes, nos reunimos en el mismo centro del parque Colón de la ciudad de Santiago de los Caballeros. El encuen-tro se hizo a instancia de los dirigentes del Movimiento Popular Do-minicano, Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero y Florissell Erickson. Durante el acto hicimos uso de la palabra algunos de los presentes que expresamos nuestro repudio al régimen de Trujillo.

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Luego de concluidos los discursos, Máximo López Molina dijo que el próximo paso sería salir del parque Colón y desfilar por el centro de la calle El Sol para desafiar a Trujillo y que el pueblo viera que se podía luchar contra la dictadura. Doce de los presentes acep-tamos marchar por la calle El Sol portando la bandera roja y negra del MPD. Una vez llegamos a la esquina formada por las calles Pre-sidente Trujillo, hoy El Sol, con 17 de Julio, ahora San Luis, frente al edificio de correos, fuimos interceptados por miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), quienes nos llevaron detenidos a la Fortaleza San Luis, donde nos esperaban el general Oliva García, Alicinio Peña Rivera y Ursino Guzmán Liriano. A cada uno de los detenidos nos preguntaron los nombres, apellidos y dirección y nos despacharon. En la noche de ese mismo día, mi casa y la de Nelson Beato, ambas ubicadas en la calle General Valverde de Santiago, fueron rociadas con gasolina aunque no incendiadas.

De igual manera, la casa de la familia Erickson, ubicada en las proximidades del parque Imbert de Santiago, fue asaltada y destrui-dos parte de los ajuares. Esta acción fue llevada a cabo por civiles pa-leros y militares vestidos de civil. Pero estos actos de los pandilleros no nos amilanaron porque al día siguiente respondimos con más firmeza a los bandoleros del régimen como verán más adelante.45

El MPD en Pueblo Nuevo

En el comportamiento de los jóvenes se destaca su gran dina-mismo dentro de la coyuntura social y política en la cual desarro-llan sus actividades. En los momentos en los cuales se llevan a cabo grandes batallas entre lo nuevo y lo viejo, los jóvenes se manifies-tan con actitudes comunes, posiciones idénticas ante fenómenos de igual origen que les ubican ante el progreso social y libertario. La juventud recoge fácilmente el influjo de ideas y concepciones nuevas, renovadoras, adversas al orden social y político dominante. La juventud, por lo general, rompe con las normas que las minorías

45 El Nacional, edición de 4 de octubre de 2007.

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imponen a la gran mayoría del pueblo y se convierte en intérprete de este; por su esencia misma se manifiesta casi en forma unitaria, en sentido condenatorio contra las injusticias, contra el despotis-mo, a la vez que expresa con franqueza su apego a la lucha por la libertad demostrando entusiasmo y disposición al sacrificio.

Sin proponérselo la generalidad de los jóvenes que formamos parte del UGRI, luego conocidos como Los Panfleteros de Santia-go, en una u otra forma hemos incidido en la vida política del país.

En un artículo publicado en El Nacional con el título «Panflete-ros y MPD», relatamos que:

El viernes 5 de agosto del mismo año 1960, el mismo grupo,

ya más amplio, celebró otro mitin en el Ensanche Presidente

Trujillo, hoy Pueblo Nuevo. Allí fuimos atacados por milita-

res, policías y civiles paleros dirigidos por Miguel Aracena,

Guarino de La Cruz y José de León, alias Joselito Boca Mocha.

Algunos fuimos detenidos y trasladados al cuartel de la po-

licía.

A cuatro de los apresados, luego nos pusieron en libertad por-que los servicios de seguridad comprobaron que teníamos que tra-bajar en el Censo Nacional, que se iniciaba el domingo 7 de agosto de ese año. De los otros detenidos por el mitin de Pueblo Nuevo, varios fueron sometidos a la justicia y condenados a una multa de RD$5.00, como Máximo López Molina y Gabriel Belliard; también otros miembros del MPD fueron agredidos con palos, tubos de hie-rro y piedras y recibieron heridas en distintas partes del cuerpo.

Andrés Ramos Peguero fue condenado a cuatro meses de pri-sión porque, supuestamente, ofendió con palabras al Poder Judi-cial al expresar en la sala de audiencias sus opiniones de lo que era la justicia bajo el régimen de Trujillo. Evidentemente fue un revanchismo político lo que se hizo contra Ramos Peguero, quien luego, en el régimen de los doce años del Dr. Balaguer, fue desapa-recido en el Cuartel General de la Policía Nacional. Todavía hoy no se sabe dónde descansa el cadáver de Andrés Ramos Peguero. Hay que destacar que las manifestaciones públicas que se hicieron

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en agosto del año 1960 en Santiago, fueron las primeras que se ha-cían en esta ciudad desde el año 1946, cuando la juventud demo-crática se manifestó públicamente contra el régimen de Trujillo.

Luego del mitin que fue impedido en Pueblo Nuevo a tiros y palos por los fascinerosos trujillistas, coordinamos efectuar otro en el parque Colón de Santiago. Esta manifestación fue suspendida porque militares y paleros habían ocupado el indicado parque, así como otras plazas públicas de la ciudad.

Desde el parque Colón nos dirigimos, unos quince o veinte ma-nifestantes, hasta la calle Salvador Cucurullo donde se encontraban hospedados los principales dirigentes del MPD. Camiones repletos de militares, policías y civiles paleros recorrían la ciudad de Santiago transitando por el frente de nuestras casas y lanzando palabras en apoyo a Trujillo y epítetos hirientes contra nuestros padres.46

Panfleteros en la ANES

Es posible que muchas de las jovencitas y jovencitos que hoy tie-nen militancia activa en el movimiento estudiantil del país ignoren los orígenes de las organizaciones de las cuales forman parte, como es el caso de la Asociación Nacional de Estudiantes Secundarios de Santiago (ANES), la primera asociación a nivel secundario que se organizó en el país. He aquí cómo surgió.

El día 7 de septiembre de 1961, llegó a Santiago el estudiante uni-versitario Antonio Isa Conde; sostuvo un conversatorio con profesio-nales, y estudiantes universitarios y secundarios de Santiago. Asistí a la reunión, la cual se efectuó en la segunda planta del edificio Fernández, situado en la esquina formada por las calles 30 de Marzo y El Sol. El objetivo del encuentro fue orientar a los asistentes para que formaran sus respectivas asociaciones. Quedó como coordinadora Piki Lora.

Posteriormente, el día 9 de septiembre de 1961, por medio del periódico La Información, hice una nota que convocaba a los estudian-tes de las escuelas secundarias de Santiago para que asistieran el día

46 El Nacional, edición de 6 de octubre de 2007.

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lunes 11 de septiembre, a las 3:00 de la tarde, al último piso del Hotel Mercedes, de Santiago, con la finalidad de constituirnos en asamblea y elegir la directiva de la Asociación Nacional de Estudiantes Secunda-rios de Santiago (ANES).

El entusiasmo fue notorio. Muchos de los que estábamos ac-tivando y motivando a los estudiantes a nivel de secundaria de Santiago, habíamos sido integrantes del grupo de Los Panfleteros. Además de la convocatoria por la prensa, nos dispusimos a invitar de boca a boca y por teléfono.

A la hora indicada en la convocatoria, con la presencia de Piki Lora, se inició la asamblea a la cual asistieron unos 600 estudian-tes de ambos sexos. Se procedió a las elecciones y resultaron como directivos los estudiantes Danilo Franco, Manuel Armando Bue-no, Luis José Elli, Natalia Ferreiras, Rhina Minicuchi, Nelson Ro-dríguez, Manuel Medina, Verónica Franco, Pedro Pablo Cordero, Hilda Contreras, Virgilio Perdomo, Wilfredo Cruz, José Schifino, Orlando Contreras y yo.

Una vez constituida y juramentada la directiva, al salir de la asam-blea comenzamos a lanzar consignas y hacer movilizaciones. Muchos fuimos detenidos por la Policía Nacional bajo el alegato de que An-tonio Isa Conde había venido a Santiago a orientarnos y motivarnos para que lanzáramos consignas revolucionarias en favor de Fidel Cas-tro y Nikita Khruhchev, e hiciéramos movilizaciones callejeras, lo que no era cierto. Una comisión de profesionales y estudiantes intervino ante la Policía Nacional y logramos ser puestos en libertad.

Conviene destacar que en la primera directiva de la ANES fi-guraron, entre otros, Manuel Armando Bueno, quien conmigo y Wenceslao Guillén, había sido integrante de la célula central de Los Panfleteros de Santiago y de los torturados en La 40, y Virgi-lio Perdomo Pérez, valiente combatiente, quien luego murió en la avenida Las Américas, luchando el histórico 12 de enero del año 1972, conjuntamente con Amauris Germán Aristi y demás heroicos luchadores revolucionarios.47

47 El Nacional, edición de 11 de octubre de 2007

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La ANES acciona en Santiago

Los estudiantes secundarios de Santiago que habíamos hecho el compromiso de dirigir la ANES, estábamos conscientes de la difícil coyuntura que estaba viviendo el país en ese momento. No estaba Trujillo vivo pero su equipo represivo e ideológico se mantenía in-tacto, razón por la cual los que habíamos asumido la responsabili-dad de orientar el movimiento estudiantil en Santiago, debíamos hacerle frente a la situación imperante e ir guiando al pueblo con la idea de que había que accionar para desmontar todo el aparato trujillista. En esos días, en la Universidad de Santo Domingo, la Fe-deración de Estudiantes Dominicanos había manifestado su protes-ta por la designación del doctor Juan Manuel Machado como rector de la Universidad.

En Santiago, la directiva de la ANES expresó su solidaridad con los estudiantes universitarios de la capital, y declaró que había lle-gado el momento de quitar del medio todo aquello que simbolizara el régimen de Trujillo. Procedimos a destruir todos los retratos de Trujillo que estaban en el Liceo Secundario Ulises Francisco Espai-llat; nos desplazamos por la calle El Sol y al llegar a la 30 de Marzo fuimos reprimidos por militares, policías y los bomberos con cho-rros de agua.

Al día siguiente, jueves 19 de octubre de 1961, nuevamente nos volvimos a reunir en el Liceo y acordamos eliminar todos los rótulos de las calles, avenidas y parques que llevaran el nombre de Trujillo y sus familiares.

Para tal fin desfilamos por la calle El Sol y al llegar al parque Duarte la policía nos recibió con tiros y bombas; corrimos hacia la Catedral y de allí fuimos obligados a salir; tomamos entonces la calle 30 de Marzo y cuando llegamos a la Máximo Gómez, frente al Hotel Mercedes, la policía hizo varios disparos a los que nos movili-zábamos; en un momento rodé por el suelo y al no poder empren-der la huida, fui detenido por la policía conjuntamente con otros compañeros. Una vez en el cuartel policial intervino el gobernador de la provincia, para esa época el licenciado Rafael Vidal Torres, y todos fuimos puestos en libertad.

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El día 19 de octubre de 1961 la movilización de los estudiantes de Santiago fue tan fuerte que un avión de la Fuerza Aérea hizo, por el centro de la ciudad, varios vuelos rasantes para intimidar a los manifestantes, pero no logró su objetivo porque las acciones callejeras continuaron como demostración de que los estudiantes secundarios de Santiago, dirigidos por la ANES, estaban dispuestos a enfrentar los remanentes del régimen de Trujillo sin importar las consecuencias.48

48 El Nacional, edición de 3 de octubre de 2007.

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– 113 –

II

Testimonios de un documental sobre Los Panfleteros de Santiago

En el mes de febrero del año 2007, mientras me encontraba participando en un encuentro patrocinado por el Instituto para Estudios Latinos en la ciudad de New Jersey, les expuse a la doc-tora María Teresa Feliciano, fundadora y presidente del Institute for Latino Studies, y al doctor Néstor Montilla, la historia de Los Panfleteros de Santiago. Ellos me manifestaron su interés en ha-cer un documental con relación a lo ocurrido a esos jóvenes. Les dije que no tenía inconveniente en poner en sus manos las piezas que pudieran ser de utilidad para su trabajo, pero que lo condi-cionaba a que hicieran entrevistas a otras personas que yo podía indicarles, para que aportaran sus testimonios en torno a los rela-tos que yo recogía en la documentación por ellos requerida.

Finalmente, el documental se hizo y, como expuse al principio de este libro, fue exhibido por primera vez en New Jersey el día 8 de febrero del año 2009.

He aquí el contenido de las entrevistas hechas en el país por los productores del documental, los doctores María Teresa Feliciano y Néstor Montilla, y que figuran en la cinta.

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Los Panfleteros de Santiago49

A continuación presentamos datos generales y una transcrip-ción completa del documental Los Panfleteros de Santiago que es pro-ducido y dirigido junto a María Teresa Feliciano.

El documental tomó un año en realizarse y es de 57 minutos de duración. Ha sido producido en dos versiones: una enteramente en español y la otra con subtítulos en inglés. Está basado en entrevistas exclusivas con el doctor Ramón Antonio Veras (Negro) y sus escritos periodísticos sobre la historia del genocidio de los 27 panfleteros, ocurrido en la República Dominicana en enero de 1960 en el cen-tro de torturas conocido como La 40.

El documental incluye entrevistas con ex presos políticos y ciuda-danos ordinarios que sobrevivieron a su apresamiento y tortura en el referido lugar; y presenta testimonios de familiares y vecinos de los jó-venes asesinados, cuyos restos aún se encuentran desaparecidos.

Armonizado con música original, especialmente producida para el proyecto, se inicia con una vista panorámica actual del Mo-numento a Los Héroes de la Restauración de la República Domi-nicana de 1863, cuya construcción fue ordenada por el dictador Rafael Leónidas Trujillo a partir del 30 de abril de 1946 en el lugar más alto de Santiago de los Caballeros. Esa vista se disuelve en pie-taje original de la ciudad y denota que inicialmente era conocido como El Monumento a la Paz de Trujillo.

Esa imagen se disuelve entonces en una impresionante estatua que el dictador Trujillo ordenó construirse para inmortalizar su hu-manidad; la hizo construir alta por encima de la gran ciudad de San-tiago. A partir de ahí, desde la espalda de esa imponente escultura, el documental la trasciende y enfoca su lente más allá, en la distancia, y logra ilustrar una vista panorámica del pueblo santiaguero.

Luego se escucha una madre llorando inconsolablemente, afligida de dolor por la muerte de su hijo; aparecen ahorcados

49 Documental transcrito y dirigido por Néstor Montilla.

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unos cuerpos inertes colgando de unos árboles robustos. Se hilva-na pietaje de una vista aérea del Palacio Nacional de entonces con imágenes de militares armados marchando en el malecón, vehícu-los de la época en movimiento, aviones de guerra haciendo piruetas en el aire y la figura de Trujillo rodeada de su séquito de secuaces de turno durante una visita a los Estados Unidos de América.

«Pongo mi corazón al servicio de los ideales de paz, de unión, y de cordialidad en el continente americano», se escucha decir a Trujillo.

Mientras el documental muestra a Trujillo promoviendo su au-to-propaganda de ‘ideales de paz en las Américas’, el doctor Veras ex-plica la verdadera situación política que impactaba a Latinoamérica y el Caribe y principalmente a la República Dominicana durante la década de 1950. Menciona todas las dictaduras que reinaban en la región durante ese tiempo y describe con certeza el ambiente de represión e impunidad que se vivía por todos los países latinoameri-canos, y en particular en la República Dominicana. De esa manera, el documental abre una ventana a la historia dominicana del siglo xx, enfocándose específicamente en la segunda mitad de la década de 1950 y continuando en el primer mes de 1960, cuando ocurre el genocidio de los 27 jóvenes panfleteros.

Para resumir, es importante puntualizar que el documental re-crea parte de la época cruenta del régimen de Trujillo, combinando cuidadosamente escenificación y testimonios obtenidos, con pietaje original extraído de archivos históricos tanto de la República Domi-nicana como de los Estados Unidos. Esta recreación fue posible gra-cias a una serie de imágenes, fotos y sonidos originales derivados de los escritos contenidos en esta publicación, y de las entrevistas y declaraciones del doctor Veras. De esa manera se ilustra la his-toria de los panfleteros y se explica el porqué de su persecución, apresamiento, tortura, asesinato, desmembramiento y subsiguien-te desaparición.

El documental captura la realidad cruda en que vivieron los jó-venes héroes y mártires de Santiago y el pueblo dominicano duran-te la postrimería del régimen trujillista.

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116 ramón antonio, Negro, Veras

He aquí la transcripción del documental fílmico:

Ramón Antonio Veras (RAV)(Sobreviviente del genocidio de Los Panfleteros) En toda la década del 50, del siglo pasado, del siglo xx, en

América Latina y el Caribe dominaban dictaduras fero-ces: Juan Perón en La Argentina, Fulgencio Batista en Cuba, Pérez-Jiménez en Venezuela, Gustavo Rojas Pinillas en Colom-bia, Anastacio Somoza en Nicaragua, Alfredo Stroessner en Paraguay, José Antonio Remón en Panamá, François Papa Doc Duvalier en Haití y Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana. El ambiente que se vivía por todos estos países, y en particular en la República Dominicana, era un estado de fuerza, de despotismo.

Rafael Leónidas Trujillo (RLT)(Durante una visita a los Estados Unidos) Yo me siento feliz al pisar hoy por primera vez la noble tierra

americana, y traigo un saludo muy cordial del pueblo y gobier-no dominicanos, al pueblo y gobierno americanos.

Marcelo Bermúdez (MB)(Sobreviviente de la cárcel La 40) En la época de Trujillo había un miedo, yo no digo que justifica-

do. Pero óigase, no se podía ni respirar ni hablar ni siquiera en su propia casa. Era un miedo extremo.

Migdalia Francisco (MF)(Vecina de Santiago) Teníamos miedo, pero también, a la vez, cuando uno sentía los

carritos (de la policía secreta), uno se trancaba en su casa.RAV. Fíjate en esto; en el año 1950, cuando yo tenía 12 años co-

mencé a trabajar como aprendiz de mecánica en Santiago, en el taller de obras públicas. El maestro de mecánica me dio las primeras informaciones con relación a lo que era el régimen de Trujillo. Yo recuerdo de la Era de Trujillo dos hechos de sangre.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 117

El primero fue, le ocurrió a un señor de apellido Espinal. Era contador de la J. Armando Bermúdez y Compañía.

Él vivía aquí, en la calle Máximo Gómez esquina General López en la acera norte. Él viajaba mucho al extranjero. Cometió el error de traer recortes de una revista que había hecho publi-caciones contra Trujillo. Yo recuerdo que vi mucha gente que subía a la segunda planta donde vivía y yo seguí a los que esta-ban subiendo. Y presencié a aquel señor acostado en una cama, degollado. Solamente tenía la cabeza en un hilito.

Y el otro hecho horrendo en mi vida de juventud, de la Era de Trujillo, fue cuando un grupo aquí asaltó el Banco Royal. Se conocieron como grupo de los Maldonados. Fueron apresados, fueron juzgados, condenados a 30 años. La audiencia donde fueron condenados terminó en la Primera Cámara Penal de Santiago. Yo estaba allí escuchando. Y la audiencia terminó como a las 5 de la madrugada. A las 9 de la mañana de ese mismo día, una emisora de Santiago decía: «Se invita a todos los estudiantes y al pueblo en general a que visiten el lugar de Los Platanitos, porque allí están los cadáveres de los asaltantes del Banco Royal que se rebelaron contra su custodia». Los estudian-tes fuimos allí. Aquello era un cuadro dantesco. Brazos, piernas, ojos, orejas, cabezas, dientes, repartidos por todas partes. Aque-llo fue un cuadro dramático. Fueron asesinados todos. Yo tenía 12 años. A partir de esa fecha yo hice conciencia de que había que enfrentar ese régimen.

José Israel Cuello Hernández (Sobreviviente de la cárcel La 40) El movimiento más trascendente en la historia política domi-

nicana fue el movimiento del 47. Ahí comienza la resistencia dominicana a organizarse. Ellos se fajaron en el 47 y se tiraron al medio de la calle en el 47, (Sic) algunos proclamándose co-munistas; otros, Juventud Democrática, pero muy vinculados los dos. Pero los que sobrevivieron eso, aquí en el país, se pasaron quince años aguantándole cajeta a Trujillo. Entre ellos estaban las Mirabal, Cayeyo y los Grisantis, en general, que eran apellidos emblemáticos de la resistencia.

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118 ramón antonio, Negro, Veras

RAV. Los jóvenes de Santiago nos organizamos en la UGRI, Unión de Grupos Independientes. La célula central la integrábamos Wenceslao Guillén, Manuel Armando Bueno y yo. Ahora bien, Wenceslao Guillén, de todos nosotros, Wenceslao Guillen era el que conocía a todos los grupos. Yo tenía contacto con Luis Prud’homme y el profesor Pedro Jaime Tineo Tejada. Luis Prud’homme era de descendencia haitiana. Le decían El Hai-tianito. El día 2 de marzo del año 1957 yo me encontraba en el Ateneo Amantes de la Luz (centro cultural de Santiago). Dos de marzo del 57, era un día sábado. Wen se me acercó y me dijo: «¿Tú eres el Negro Veras?» Y yo dije «Sí. Yo soy Negro Veras. ¿Quién te dijo que yo era el Negro Veras?» Me dice: «Juan Enrique Batis-ta», compañero mío en la escuela. Juan Enrique Batista sabía que yo hacía actividades clandestinas contra Trujillo y parece ser que Juan Enrique Batista tenía contacto con Wenceslao Guillén. Yo no sabía si lo tenía. Yo sé que Juan Enrique Batista y yo teníamos comunicación y hablábamos del régimen. Ahora bien, nosotros comenzamos a hacer trabajo coordinado cuando yo conocí a Wenceslao Guillén.

Wen tenía 17 años. Acordamos ese sábado 2 de marzo del 57 reunirnos en la calle 30 de Marzo esquina El Sol. Nos en-contramos en la acera norte y comenzamos a caminar hacia arriba hablando de distintos temas. De ahí en adelante nos citábamos siempre.

Aridia Guillén (AG) (Hermana de Wenceslao Guillén) Él era un muchacho muy espiritual… honesto. Nunca hablaba

alto. Él era muy pacífico. Era un maravilloso hermano. Siempre me consentía mucho. Era maravilloso.

RAV. ¿En qué consistián nuestras tareas políticas? Bueno, nosotros colocábamos letreros en los baños de los cines, de las escuelas, en las calles. Los letreros decían CT, nada más; CT, «contra Tru-jillo», eso era todo; CT, colocados en el baño, que quería decir: Contra Trujillo. Nosotros colocábamos eso con lápiz labial de mujeres. Muchas veces se los sustraíamos a nuestras hermanas,

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a nuestras novias, para hacer eso simplemente. Nosotros buscába-mos despertar la conciencia del pueblo; de que el pueblo supiera que Trujillo podía ser desafiado, que podía ser enfrentado. Porque hasta ese momento la gente acep-taba todo y nadie, nadie protestaba y la única voz, la única propaganda que se escuchaba era la de Truji-llo.

RLT. Pongo mi corazón al servicio de los ideales de paz, de unión, y de cordialidad en el continente americano.

RAV. Entonces nosotros quisimos contrarrestar esto diciendo: «No, nosotros también tenemos nuestra verdad». Y recuerdo que el 24 de octubre de 1958, estaban jugando en Santiago Las Águilas y El Escogido. Nosotros acordamos sabotear ese juego. Distribuimos grapas por las calles El Sol, la 30 de Marzo y la avenida Imbert, hasta llegar al Estadio Cibao. Los resultados fueron sumamente positivos, porque fueron muchos los vehículos que amanecieron con las gomas pinchadas. Eso nosotros lo celebramos. Para noso-tros, el grupo de la UGRI, fue el triunfo más disfrutado. Porque habíamos visto. Y además, los servicios de inteligencia del gobier-no se lanzaron a la calle para ver de dónde venían. Y nosotros celebramos eso como un triunfo.

Wenceslao Vega Boyrie(Sobreviviente de la cárcel La 40) Eran todos muchachos muy jóvenes que no eran en sí parte del

14 de Junio, en sí. Pero que sí tenían las mismas ambiciones, los mismos sueños de eliminar una tiranía que ya llevaba treinta años. La juventud entendía que esta tiranía era inaguantable e insostenible.

RAV. En esa época la juventud no leía más que los libros de la escuela. Pero el grupo de nosotros, llámese Wen, Manuel y yo, íbamos más allá de la lectura de los textos. Recuerdo que para esa época

Marcelo Bermúdez.

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nosotros habíamos leído libros de José Ingenieros y de Vargas Vila. Hasta el punto de que en el Ateneo Amantes de la Luz, los hombres que se encargaban de buscar los libros, ya sabían los libros que nos iban a suministrar a nosotros. Eso era en silencio. Pero hay un punto que hay que destacar: los exiliados dominica-nos desde Venezuela, tenían programas contra Trujillo.

Transmisión de radio. Pueblo Dominicano, la hora de la liberación ha llegado...

RAV. Nosotros, de noche, en nuestras casas, escuchábamos esos pro-gramas.

Transmisión de radio. Las ondas de radio alcanzan nuestra patria. Des-pués de haber barrido con las tiranías de Rojas Pinillas, de Perón, de Pérez-Jiménez, de Fulgencio Batista y otras que se tambalean en el um-bral de la derrota…

RAV. Y muchas de las orientaciones de esos programas nos sirvieron para hacer actividades en el país.

Transmisión de radio. La lucha se extenderá como un reguero de pólvora por todos los rincones del país. De cada hogar, convertido en centro de rebeldía, saldrán los hombres y las mujeres a coadyuvar con nosotros, ya sea incorporándose a nuestro ejército o realizando las imprescindi-bles labores de sabotaje.

RAV. Nosotros oíamos a Radio Rebelde. Todavía Fidel estaba en La Sierra, en la década de los 50, y nosotros escuchábamos a Radio Rebelde desde la Sierra Maestra. Escuchábamos Radio Cumaná desde Venezuela. Yo recuerdo que yo estando muchacho, mi mamá compró un pequeño radio por 15 pesos, y en ese radio, mi mamá, en horas de la noche, ponía Radio Rebelde. Ese radio le costó a mi mamá $15 pesos. Ahí fue la primera vez que yo escuché a Fidel Castro hablando.

Transmisión de radio. Aquí Radio Rebelde, órgano del movimiento revo-lucionario 26 de Julio.

Fidel Castro: «Salvar la revolución en Cuba. Salvar el socialismo en Cuba…»

RAV. Wen y yo nos encontramos sentados leyendo, en Amantes de la Luz. En un momento él me dice: «Negro, te voy a dejar por un momento porque me voy a reunir con una persona que

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enviaron a hablar conmigo». Esa persona con la que Wen se reunió aquí, en este lugar, es el doctor Luis Gómez Pérez, que era organizador a nivel nacional del 14 de Junio. Cayó luego preso, estuvo en La 40, fue torturado. El doctor Gómez Pérez todavía vive.

Luis Rafael Gómez Pérez(Sobreviviente de la cárcel La 40) Eso lo estableció Cayeyo Grisanti, que es santiaguero. Yo fui desde

la capital, porque el encuentro no debía hacerse con alguien co-nocido, porque podían estar vigilados ambos. Nos encontramos como dos viejos amigos: «¿Y dónde es que tú te metes?» «Pero ya tú no buscas a los viejos amigos, ¿qué es lo que pasa?» «No, que estoy por aquí, estoy por allá». Y todo esto hablándolo bastante alto para que cualquiera que estuviera por ahí se despistara. En-tonces caímos en «mira, hemos tenido algunos avances, la orga-nización... Queremos saber si ustedes se incorporan a nosotros. Fue una entrevista breve, como les habrá dicho el doctor Veras. No fue una entrevista extensa. El propósito era proponerle un acercamiento. Vino la negativa. Vino el replanteo. Vino nueva-mente la negativa. Entonces todo quedó ahí.

MB. Nos pusimos a buscar el contacto con los panfleteros por or-den de Cayeyo Grisanti y Luis Gómez, por el temor de que ese movimiento de Wenceslao Guillén degenerara en que nos des-cubrieran a nosotros.

RAV. Yo quise saber cómo Guillén había llegado a tener esas convic-ciones que él tenía con esa mucha firmeza. Él me confesó que al lado de su casa había un grupo de viejos que se reunían a hablar contra Trujillo y él no participaba del grupo pero escuchaba la conversación. Me dijo que ese grupo de viejos era adversario de Trujillo, porque Trujillo cuando llegó al poder asesinó a mu-chos de los líderes de esos viejos. Entre ellos había uno que era seguidor de Desiderio Arias, a quien Trujillo asesinó. Las ideas de Wenceslao Guillén venían fortalecidas de esa época.

Seguimos haciendo actividades en las escuelas; eso fue en el 1958. El día 15 de diciembre de 1959... 15 de diciembre de

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1959, estábamos sentados Wenceslao Guillén y yo en el parque Duarte, frente a la Catedral. Wen me dice: «Negro, para que no se olvide en la conciencia del pueblo la labor que nosotros hemos realizado durante este año que ya va a finalizar, tene-mos que hacer una actividad que fastidie al régimen y estre-mezca el país».

Y yo digo: «¿Y qué labor tú crees, Wenceslao?» «Vamos a lanzar un volante hiriente contra Trujillo». Digo yo: «Eso es delicado». Él dijo: «Pero nosotros podemos». Y yo digo: «¿Y quién lo haría?». Él dijo: «Manuel Bueno». Yo le dije: «Manuel es muy muchacho» Él dijo: «Manuel Bueno». Yo le dije: «Manuel es muy muchacho para eso». Manuel tenía 14 o 15 años. «Pero de nosotros, él es un artista. Él es quien tiene más condi-

ciones para eso. «¿De qué tú te encargas?», me dijo. Yo dije: «Yo me encargo de buscar el papel y las almohadillas». «Yo me encargo de lo otro» (manifestó). Manuel Bueno fue quien se encargó de hacer los volantes. Los

volantes fueron elaborados en la calle General Valverde, núme-ro 34. Era la casa familiar donde vivía Wenceslao Guillén. Esa casa estaba sostenida por unos pilotillos. Entre la tierra y los pilotillos quedaba una altura. Wen y Manuel Bueno, con una cosa (Sic), hicieron un hoyo más profundo y debajo de ese piso fue donde elaboraron los volantes.

RAV. Estamos en la casa de Wenceslao Marcial Guillén Gómez, alias Wen. Aquí era donde Wen vivía. En esta casa, por este hoyo, era que nosotros penetrábamos. En ese hoyo, debajo de la casa, fue que Manuel Bueno permaneció desde el 15 de diciembre de 1959 hasta el 30 de ese mes elaborando los panfletos. Por aquí era que nosotros entrábamos. Por este mismo espacio. En ese sótano, ahí permanecíamos, casi desnudos por el calor que hacía.

Era una especie de maquinita. Una máquina manual, rústica. Fueron hechos uno a uno. Uno a uno, con tinta. Con tinta de

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esa que se toman las huellas digitales. Una almohadita. Manuel dibujó las letras. Hizo dos tablas. En el medio hizo unas almo-hadillas. Y pegaba las almohadillas. Y de ahí se hacían los vo-lantes. La mitad de una hoja de estas. Una hoja de estas hacía dos volantes. Eran como 60. Los volantes fueron elaborados por Manuel del 15 al 30 de diciembre. Nos lo repartimos en el ce-menterio de Santiago.

RAV. Este es el Cementerio Municipal de Santiago; también co-nocido como el Cementerio de la 30 de Marzo. Aquí, en el cementerio fue que Manuel Bueno, Wenceslao Guillén y yo, el día 5 de enero de 1960, en horas de la tarde, recibimos los panfletos para ser distribuidos ese mismo día 5 de enero. Este siempre ha sido conocido como el Cementerio de la 30 de Marzo. Lo que buscábamos era resguardarnos de la vigilancia de los servicios de seguridad del Estado dominica-no, servicio de inteligencia, principalmente. Los panfletos decían: «¡Atención! ¡Viva la revolución! ¡Abajo la dictadu-ra! UGRI, Unión de Grupos Independientes». Y atrás decía: «Con perdón de la expresión, Trujillo es un mierda».

MB. Los panfletos decían que Trujillo era una mierda, un asquero-so, una mierda. No me acuerdo. Muy insultante. Se sabía que Trujillo no iba a aceptar esos insultos.

RAV. Eso parece ser lo que fastidió al dictador. Los volantes los distribuimos el 5 de enero de 1960. En cada

barrio había un grupo. En la Joya, Baracoa, Los Pepines, El Ejido, Bella Vista, Pueblo Nuevo. Y con esos grupos tenía con-tacto Wenceslao Guillén. A mí me correspondió entregarles los de Luis Prud’homme y los del profesor Pedro Jaime Tineo. Yo me quedé con la parte que me correspondía a mí, que eran como 8 o 10. A mí me correspondió la avenida Valerio y la Benito Monción. Yo los entraba por debajo de la puerta de las casas. Eran las horas de la noche.

La distribución de los panfletos fue todo un éxito. La ciudad de Santiago se estremeció, porque Santiago era una ciudad peque-ña en esa época. Que se acostaba temprano, ya a las 8:00 p.m. la gente estaba recluida en su hogar. Cuando muchos encontra-

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ron esos volantes, eso fue una verdadera explosión en Santiago. Y nosotros nos sentimos bien porque habíamos logrado el obje-tivo.

LRGP. Los Panfleteros habían continuado su trabajo y eso volvía loco a Trujillo. Le pedía cuentas a Johnny Abbes: que de dónde venía esto. Cómo podía ser que hubiera una organización de ese tipo.

Por eso cuando los atraparon, los trataron como nadie.RAV. La mayoría fue apresada del 15 al 20 de enero.

Bernardino Guillén (Hermano de Wenceslao Guillén) Papá y yo estábamos jugando tablero. Eran como las 11 de la

noche. Entonces yo veo ese policía que pasa varias veces. Yo lo conocía. Era un policía de servicio secreto. No recuerdo bien si le decían El Flaco. Y pasa y pasa. Papá me dice a mí: «¿Quién es ese que pasa por ahí?». Yo digo: «Es un policía secreto. Ha pasado varias veces. Déjame ver qué es lo que quiere». Vuelve y pasa y se para, y me dice: «Buenas noches, joven».

Yo me levanto y voy donde él. «¿Aquí vive un joven de apellido Wen?» Yo digo: «No. Aquí es Guillén. Ahora yo tengo un hermano que

le dicen Wen». «Ese mismo, ese mismo es», me dice. Voy donde el hermano mío, que ya se había ido a acostar y le

digo, «Wen te busca un policía secreto. Dice que tu compraste un reloj robado». Él me dice: «No. Ya yo sé pa’lo que es». Me da un abrazo y me dice: «Qui-zás este sea el último abrazo que te dé a ti». Me dijo: «No le digas nada a mamá».

En ese momento me dice papá: «¿Qué está pasando?» Cuando el hermano mío va donde el policía, le dije:

Luis R. Gómez Pérez.

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«acompáñeme a la esquina». Papá y yo lo seguimos. Cuando llegamos a la esquina se le ve la cabeza a un Volkswagen, los famosos cepillitos, y ahí fue que yo, más o menos me di cuenta de algo. Papá va hasta la puerta del carro y había tres en el cepillo. Cuando metieron a mi hermano atrás, papá trató de meterse y le dijo: «No. Con usted no. Solamente con su hijo». Y de ahí…

AG. Dejaron dos hombres en el patio. Ese fue el primer allanamien-to que hicieron... buscando. Ya tú sabes cómo estábamos no-sotros... buscando por todos los sitios el aparatito que él había hecho... él hizo una imprenta, un aparato para imprimir los pa-peles y eso era lo que estaban buscando y nosotros no sabíamos nada. Y ellos buscaron toda la casa, y pusieron proyectores (lin-ternas) así para buscar porque era en el sótano y busca y busca y no encontraban nada y nosotros esa noche no dormimos nada.

RAV. Yo recuerdo que el sábado 16 de enero yo fui a la casa de Wenceslao Guillén y estaba en la galería su hermana. Su única hermana Aridia.

AG. Yo estaba en la galería y vi a Negro Veras en una bicicleta.NV. Yo fui montado en una bicicleta. Le digo: «Aridia, ¿Wen está?» AG. Negro Veras es bendito para ese día; fue bendito, porque cuan-

do yo lo vi le dije: «Vete. Se llevaron anoche a mi hermano; vete que se lo llevaron. Vete que están ahí y te van a llevar».

NV. Ella me dice: «Negro desaparécete, que se llevaron anoche a Wen». Para mí fue un golpe. Lo siento como ahora mismo.

AG. Se fue. Y los hombres estaban ahí. Yo recuerdo que se entraron como cinco o seis hombres en el sótano y el piso de casa era de madera y yo me acosté a oír lo que decían y escuché muy bien que decían: «Oye, esta familia hay que desaparecerla. Es enemi-ga del gobierno». Y yo le dije a mamá: «Oye lo que dijeron». Y mamá empezó a decirles de todo. Y le digo: «Nos van a llevar a nosotros».

NV. Después se llevan al Haitianito, a Luis Prud’homme. Me infor-mo que se llevan a Tineo. Ya yo sabía que el próximo era yo. Le expuse la situación a mi madre. Ella me escondió por dos días en el techo de la casa. Entonces una vecina que vivía en una casa

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al lado nuestro le permitió a mi madre que yo permaneciera en su casa por tres días. Yo no podía andar en la calle, porque al andar en la calle, todo el mundo sabía que mis compañeros estaban presos. Y Santiago en esos días parecía un cementerio porque se habían llevado jóvenes de todos los barrios.

Héctor Bueno (HB) (Hermano de Manuel Bueno) Yo tendría 14 años en esa fecha. Manuel tenía 15. A él lo fue a

buscar a mi casa un pariente de mi mamá. Usted sabe que la familia de mi mamá procedía de Gurabo, de aquí de Santiago y había muchos militares. Inclusive mi mamá tenía un hermano que era en ese tiempo mayor del ejército.

María Bueno (Hermana de Manuel Bueno) Fue una noche que tocaron a la puerta. Era ya pasado de las 9 o

las 9:30 de la noche. Ya mi papá estaba acostado.HB. Quien lo fue a buscar a mi casa fue un militar que era del ejérci-

to también. Fue vestido de civil. Él fue solo ese señor. Mi mamá lo conocía bien y le dijo: «¿Qué tú haces aquí?» «Vine a buscar a tu hijo.» Yo oí que mi mamá le habló fuerte al hombre, porque ya ella sabía lo que estaba pasando. «Yo vine a buscar a Manuel, el hijo suyo. Pero no se preocupe». Él trató de decirle que no se preocupara. Mi papá ya estaba acostado. Mi papá dijo: «Yo quiero ir con usted. ¿Yo puedo ir?» «Sí. Sí. ¿Cómo no? Venga». Mi papá fue hasta la puerta de la fortaleza. Cuando llegaron a la fortaleza, el militar le dijo: «Ya; hasta aquí. Ya no puede seguir».

RAV. Los panfleteros fueron todos detenidos en Santiago y trasla-dados directamente a la capital. Todos iban en cepillos del Ser-vicio de Inteligencia. En esos vehículos fueron trasladados a la capital y de ahí a La 40. La 40 era un centro de tortura.

A los panfleteros comienzan a recogerlos el 15, pero ya el día 11, a los del 14 de Junio los estaban recogiendo por decenas. Porque coincidió que Manolo Tavárez Justo y sus compañeros

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habían formado el movimiento clandestino 14 de Junio el día 10 de enero en Valverde, Mao. De ahí salió una información que fue detectada por los servicios de inteligencia y comenza-ron una redada contra los catorcistas.

Ramón Andrés Blanco Fernández (RABF) (Sobreviviente de la cárcel La 40) Cuando llegué me entraron con un látigo. Un coronel de ape-

llido Torres, Candito Torres, pidiéndome que hablara, pero dándome golpes. Entonces me sentaron en la silla eléctrica.

Torturador. ¿Quiénes están? ¿Quiénes están, hijo de puta? Dime. Dale duro, dale más. Dale...

LRGP. La silla eléctrica, se la habrán descrito supongo; era una pol-trona, una poltronota, grandota, con dos pasamanos cubiertos de cobre; con dos planchas de cobre. Te amarraban las manos, luego te amarraban las piernas. Y tú recibías la corriente direc-tamente.

RABF. Y comenzaron a darme corriente. Cuantas veces yo veía que levantaban la palanca para darme corriente, yo subía los pies y uno me daba en las piernas para que bajara los pies. El piso estaba mojado, la arena donde estaba puesta. Y en ese sube y baja de ellos tratar de darme corriente, llevaron un preso que se llamaba Pedro González, que tenía una pistola. Dijeron, «mira, este tiene un arsenal de armas». Era el esposo de una de las Mirabal. Me pararon a mí de la silla eléctrica y lo sentaron a él.

Leandro Guzmán (LG) (Sobreviviente de la cárcel La 40) Nos sentaban en la silla eléctrica y comenzaban a hacer pregun-

tas. Cuando ellos consideraban que estaban satisfechos, después de mucha corriente… Lo primero que hacían era darle una pela a uno, bien grande, que le llamaban «de ablandamiento».

LRGP. Iban a buscarte a tu celda y te recibían con dos galletones so-bre los oídos. Mientras transitabas de la celda a la sala de tortu-ras, la hacienda Jaqueline, como la llamábamos, ahí venían tres o cuatro y te asestaban golpes con chuchos y demás; empujones,

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trompadas y demás. Entonces cuando tú llegabas al escritorio donde estaba Johnny Abbes o Candito Torres (torturadores), ya tú estabas muy a la defensiva.

LG. Yo recuerdo que cuando llegué el 17 de enero de 1960, junto con un abogado llamado Julio Escoto Santana, nos sacaron y di-jeron: «¡Un ablandamiento a estos dos!» Nos dieron tantos gol-pes que perdimos el conocimiento y defecamos. Luego cuando despertamos nos sacaron a una pluma, una llave de agua, nos mojaron la cabeza, despertamos y nos llevaron a recoger los ex-crementos. Eso no era interrogatorio, eso era «ablandamiento», para que en la noche el servicio de inteligencia y también cuan-do llegaban los oficiales de aviación, entonces nos interrogaran. Después de esos ablandamientos, cuando ellos tenían sus du-das, decían «siéntamelo en la silla eléctrica». Desde el escritorio le daban a un botón, y así, déjame decir, se fue descubriendo el movimiento de resistencia interna.

RAV. Entonces coincide que los catorcistas llegan a La 40 conjunta-mente con los panfleteros.

RABF. Fueron unos 26 a 28 jóvenes. Algunos de ellos no pasaban de los 15 o 16 años. Yo conocí a un grupo que estuvo encerrado en una celda conmigo que eran aproximadamente…(Sic) Había uno solo que tenía más de 20 años, apellido Liz. Los demás eran niños de 18 a 15 años, más o menos.

LG. Las celdas eran solitarias, para tres o cuatro personas. Entrába-mos, metían 17 o 18 personas, donde estábamos todos juntos, desnudos, sudando y prácticamente casi asfixiándonos.

RABF. Durante el tiempo que estuvimos en la celda de La 40, el día de la (Virgen de) La Altagracia, hubo mucha tortura. Fue «un día de juicio», como decían. A partir de ahí, comenzaron a sacar jóvenes de esos, de noche. Les hacían firmar un do-cumento diciendo que los iban a soltar. Después que ponían la firma en un papel, un torturador le daba un tubazo en la cabeza.

AG. Y llegó una carta diciendo que le habían dado la libertad, pero mi hermano nunca llegó.

MB. Ellos usaban un tipo de estrangulamiento con unas argollas que le ponían aquí (en el cuello).

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LG. Eran cosas terribles. Ahí nos tenían en la 40, porque ahí lo que estaban haciendo era interrogándonos. Los interrogatorios eran a base de represión, porque uno trataba de no hablar; de no denunciar los amigos que estaban conjuntamente con uno. Entonces de ahí nos sacaban, nos daban palizas, pelas terribles. Yo estoy marcado todavía aquí (señalando la pierna derecha); aquí yo estoy marcado.

En la noche nos apagaban los cigarrillos en la espalda. Aquellos que tenían… dos o tres que tenían muchos vellos en el cuerpo, un mayor de la Fuerza Aérea, que ya murió, César Báez, cogía un periódico, lo envolvía bien, le pegaba con un encendedor y le pegaba fuego a los cuerpos de los presos.

MB. La forma en que Wenceslao Guillén y sus compañeros panflete-ros resistieron este tipo de torturas, es una cosa que es digno de repetirlo siempre. Fue un ejemplo de un santiaguero de mucha valentía, de mucha fortaleza, para no dejarse doblegar por este tipo de interrogatorio y de tortura.

AG. Primeramente le sacaban las uñas y después con un aparato de esos que le llaman estampa con el que le ponen los nom-bres a las vacas, le hicieron en la espalda la palabra «Saona». Por eso se supone que los llevaron a la isla Saona. Le cor-taron un brazo también. Cuando se llevaron a las Mirabal, él todavía estaba vivo y las Mirabal dijeron que le faltaba un brazo y tenía todas las torturas. Ya no tenía las uñas. Le habían quemado las tetillas; los testículos; fue horrible eso. Yo no he querido hablar de esto porque eso me remonta a ese tiempo... es fuerte.

LRGP. Wen pujaba.MB. Wenceslao Guillén recibió

horas y horas y días enteros, recibiendo este tipo de tortu-ras. Resistió hasta lo indecible. Inclusive los calieses, los tor-turadores, iban a la solitaria de nosotros a solicitar que alguien intercediera con este

Ramón A. Blanco Fernández.

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muchacho, porque le iban a sacar la lengua, le iban a arrancar las partes, lo iban a picotear si no decía lo que le estaban pre-guntando.

Huchi Lora (Periodista y autor) Wenceslao Guillén se dejó matar a tortura en la cárcel de La 40

y nunca habló.RAV. Allí fueron sacrificados, fueron torturados, asesinados. A los pan-

fleteros los picaron... los picaron... y los introdujeron en sacos. La fecha específica de ese holocausto fue el 29 de enero de 1960.

Les sacaban los dientes, los ojos. Se les desprendían los brazos. Hoy no se sabe dónde están los cadáveres de los panfleteros de Santiago. Unos dicen que fueron incinerados; otros que fueron lanzados al mar, a los tiburones. No se sabe qué hicieron los torturadores, los asesinos, con los panfleteros de Santiago.

MB. Lo que hicieron fue que los metieron en unos sacos, en unas árganas. Los sacos, árganas, los metían en unos carros.

RABF. Uno oía que prendían los vehículos, pero no sabía exactamente qué era lo que estaba pasando. Hasta un momento en que nos en-caramábamos por una apertura que había en la celda, y uno veía que echaban gente en el baúl de los carros y se los llevaban.

José Israel Cuello Hernández (Sobreviviente de la cárcel La 40) Los tiraban en el baúl delantero de los carros, y volvían al ratito

a buscar otro. Algunos de nosotros podíamos verlos, desde algu-nas celdas se podía ver hacia el patio la operación. De la nues-tra se veía, y había uno narrando, desde arriba. Se subía en un murito y narraba; uno de nuestros compañeros presos narraba: «Ahora a fulano…» si lo conocía, «A un muchacho bajito, tal, lo pasaron, ya lo mataron…» Entonces lo metían en el baúl del carro y se lo llevaban. Esos cuerpos deben estar en lo que se lla-ma el Cementerio Obrero. Nunca se han procurado sus restos. Deben estar en una celda colectiva porque eran bastantes.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 131

LRGP. La idea general es que to-dos fueron metidos en sacos y sacados en cepillos, echados al mar. Otros dicen que los ente-rraron en un cementerio que había en la parte norte. Esto no se ha averiguado todavía.

Telma Guillén Gómez (TGG) (Madre de Wenceslao Guillén) Yo no volví a verlo jamás, nunca en la vida.AG. Mamá se desesperó mucho. Yo creo que envejeció en menos de

un año. Envejeció así tan rápido... yo no sé. Pues mamá después de eso empezó a dar viajes, viajes a todos los sitios, a La 40, a la Isla Saona y nunca había nada... no sé...

TGG. Yo di 70 viajes a [la cárcel de] La Victoria, fui a la Isla Saona. Yo iba a dondequiera que me dijeran que había… Yo anduve todo, Puerto Plata... Yo no me quedaba. Yo no me acobardé. Yo digo que si todas las madres se hubieran reunido… Trujillo le tenía mucho miedo a los líos, a que la gente viera. Todo el mundo parece que cogió miedo.

Yo andaba buscando a mi hijo. Yo no andaba buscando otra cosa. ¿Sabes cómo es? No era fácil.

¿Sabe lo que yo digo? Si yo fuera presidente, cogiera todos esos sinvergüenzas y los obligara, a golpes, a decir dónde está la tumba, dónde están ellos enterrados. ¡Nadie sabe dónde están ellos!50

La anterior transcripción es una copia fiel tomada del docu-mental, ya citado, Los Panfleteros de Santiago. No hice ninguna modi-ficación a las declaraciones que constan en la cita.

Con las entrevistas efectuadas por María Teresa Feliciano y Nés-tor Montilla, a los fines del documental Los Panfleteros de Santiago, y recogidas en el libro del mismo nombre, termino el objetivo a que se contrae el presente trabajo, pero he considerado conveniente,

50 Los Panfleteros de Santiago, 1ra. ed., EE.UU, Graphic Image, pp. 116-136.

Leandro Guzmán.

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132 ramón antonio, Negro, Veras

para la edificación de la presente y futuras generaciones de domi-nicanas y dominicanos, incluir el contenido de una exposición que hice en la Universidad Católica Madre y Maestra, el día 21 del mes de junio del año 2007 con motivo del Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura, a instancia del Departamento de Ciencias Jurídicas y la Asociación de Egresados de la Universidad Católica Madre y Maestra.

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– 133 –

III

La juventud en el accionar político

La juventud, como segmento de la sociedad humana, posee ca-racterísticas muy propias que las distinguen de los demás grupos sociales presentes en todo ordenamiento social. Aunque no hay un criterio unánime con relación al período juvenil, partiendo del de-sarrollo actual del ser humano, se admite que está comprendido entre los 14 y los 25 años, lapso que va desde la madurez biológica a la plena madurez social.

En el comportamiento del joven se destaca su gran dinamismo dentro de la coyuntura social y política en la cual desarrolla sus ac-tividades. En los momentos en los cuales se llevan a cabo grandes

batallas entre lo nuevo y lo viejo, la juventud se manifiesta con actitudes comunes, posiciones idénticas ante fenómenos de igual origen que la proyectan ante los desafíos el pro-greso social y libertario.

Se ha admitido que en razón de su incompleta ocupación en el seno de una estructura social, la juven-tud recoge fácilmente el influjo de ideas y concepciones nuevas, reno-

José I. Cuello Hernández.

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134 ramón antonio, Negro, Veras

vadoras, adversas al orden social y político dominante. La juventud, por lo general rompe con las normas que las minorías imponen a la gran mayoría del pueblo y se convierte en intérprete de este.

Tiene importancia la incidencia de la juventud en la lucha po-lítica y social, porque los rasgos que la caracterizan, como son su dinamismo, su percepción de lo nuevo y la importancia que asume en el desarrollo social, mueven hacia ella la atención de los grupos sociales fundamentales. La juventud, por su esencia misma, se ma-nifiesta casi en forma unitaria, en sentido condenatorio contra las injusticias, contra el despotismo, a la vez que expresa con franqueza su apego a la lucha por la libertad demostrando entusiasmo y dispo-sición al sacrificio.

La juventud comprende con facilidad el rol que está llamada a jugar en cada sociedad. Ella es la expresión del futuro, porque el futuro es su mundo, y de la lucha que libre en el presente va a de-pender cómo han de vivir las futuras generaciones, con un mañana de paz, alegría, felicidad y progreso social o, por el contrario, de guerra, tristeza, angustia y atraso.

Corresponde a la juventud impulsar cambios para democratizar la vida institucional, para poner la cultura, la ciencia, las artes, la educación, la salud al alcance de los que en cada país son los más; en fin, la juventud tiene que estar a la vanguardia para situar al ser humano como objetivo del desarrollo de la sociedad a la vez que como supremo valor social.

La lucha heroica de la juventud dominicana se ha puesto de ma-nifiesto cuantas veces lo ha requerido el interés nacional poniendo sus ideas y sus esfuerzos creadores para la edificación de un país nuevo, de una República Dominicana nueva.

En la medida que el régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina se hacía más añejo, el espíritu combativo de la juventud dominica-na aumentaba, se incrementaban los métodos de lucha. Las nuevas generaciones consideraban que era su deber seguir trillando el ca-mino que habían transitado sus predecesores.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 135

La presencia de la juventud dominicana en la lucha contra Trujillo

La juventud dominicana, consciente de su papel en la lucha por la libertad, sabía que la unidad y acción mutua resultaba necesaria para enfrentar con posibilidades de éxito a la dictadura de Trujillo. La unificación de los distintos grupos de jóvenes adversos al régi-men de Trujillo fue asimilada en las distintas etapas de su siniestro gobierno; la juventud hizo suya la idea de que el accionar contra Trujillo sería exitoso en la medida que fuera más directa la fusión de la lucha con los demás movimientos opuestos a la dictadura tru-jillista.

La juventud dominicana enfrenta a Trujillo desde sus inicios

Para comprender hoy las acciones de la lucha de la juventud dominicana contra la dictadura de Trujillo hay que lanzar una mi-rada retrospectiva y colocarse en el momento en que surgió ese ré-gimen. El doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, quien fue un firme adversario de Trujillo, y padeció cárcel y exilio por su oposición al trujillismo, en su obra Una gestapo en América, hace un esbozo del comportamiento de la juventud dominicana al momento de Truji-llo llegar al poder.

Los jóvenes que empezamos a interesarnos en la vida pú-

blica nacional alrededor del año 1930 pertenecimos a una

generación frustrada. La ocupación militar norteamericana

había dejado su ominosa huella sobre nuestros días infan-

tiles; persistía en nuestros espíritus el bochorno de la do-

minación extraña, compensado, en parte, por el edificante

recuerdo de la campaña nacionalista que provocó la libera-

ción nacional. Luego, ya con sentido de lo político aunque

bisoños en la materia, asistimos al espectáculo horaciano.

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136 ramón antonio, Negro, Veras

Vimos al anciano caudillo «rabudo» ganar las elecciones de

1924, como consecuencia natural de no haberse modificado

sustancialmente durante la ocupación militar la estructura

económico-social dominicana.

La economía continuó siendo «eminentemente agrícola»,

solo basada en la suerte de los frutos de exportación. El

régimen de gobierno hubo, pues, de corresponder a esa

realidad. Horacio Vásquez gobernó —justo es decirlo— en

un ambiente de plenas libertades públicas. Los jóvenes

de la época comenzamos a formarnos intelectualmente

en ese ambiente, propicio a la convivencia civilizada, y

nos habituamos prontamente al libre juego de las ideas

que caracterizan a la democracia. Una notable inquietud

cultural germinaba entre los jóvenes en todas partes de

la República. Un porvenir brillante parecía abrirse ante

nuestra generación, integrada por hombres que, pese a sus

cortos años, daban muestras de poseer condiciones para

descollar en todos los órdenes de la vida nacional. La crisis

económica mundial del año 1929 abatió, improvisamente,

los puntales económicos que sustentaban el gobierno de

Vásquez al echar por el suelo los precios de los frutos ex-

portables. Incapacitado para interpretar de modo positivo

su problema; imposibilitado, por su mentalidad estrecha-

mente agraria, para impartirle una nueva orientación a

la economía nacional, aquel régimen se aferró, como un

pobre náufrago, a la esperanza de que los frutos volverían

a subir de precio en los mercados mundiales. Entre tanto,

el malestar político, como de costumbre, siguió al malestar

económico. Una ráfaga de inconformidad azotó al país.

Con tropical exaltación se consideraba en muchos círculos

que cualquier solución era preferible a la continuación de

aquel régimen decadente. La juventud no fue indiferente

a los imperativos de la hora. El 23 de febrero de 1930 fue

derribado el gobierno de Horacio Vásquez. El entusiasmo

que acompaña a todas las revueltas triunfantes no permitió

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 137

al pueblo ver claramente a la fiera que acechaba desde los

cuarteles. Trujillo saltó a la palestra y pronto se hizo dueño

de la situación. Y el pueblo, sorprendido en su ingenuo

entusiasmo, se sumió en la noche cerrada de la tiranía.

En los primeros momentos la juventud pudo continuar

su quehacer cultural, su formación ideológica. Pero no

bien hubo el dictador afianzado su dominio mediante la

eliminación o el sojuzgamiento de los antiguos señores

de la guerra que lo enfrentaron en Gurabo de Mao, El

Mogote, Los Amaceyes, etc., se volvió contra las manifes-

taciones del pensamiento. La vida intelectual fue media-

tizada. La libertad de expresión, suprimida bajo pena de

asesinato.

«La juventud se encontró, inopinadamente, ante un fenóme-

no para ella nuevo y abrumador; el predominio absoluto de

la fuerza bruta; sus inquietudes, sus aspiraciones, le fueron

vedadas; tuvo, por tanto, que tomar los tristes caminos de la

inhibición o de la simulación, y, en numerosas ocasiones, el

de la rebeldía.

Los ocho años de paz impuesta y los seis de liberalismo

horaciano modelaron el carácter y las ideas de los hombres

de la generación del 30, dándoles reciedumbre patriótica

y certera visión histórica. La presencia oportuna de tales

hombres en la vida pública dominicana, en circunstancias

normales, hubiera significado un hito trascendental en la

evolución político-social del país. Los pocos de aquellos

jóvenes que pudieron tomar a tiempo la ruta del exilio y

salvar, políticamente hablando, el concepto de su gene-

ración, se distinguieron en el destierro por su avanzada

orientación democrática. Varios de ellos, en la madurez,

están dando hoy mismo, en la vida política de la nación,

muestras del alto calibre ideológico de los jóvenes de su

tiempo».51

51 Juan Isidro Jimenes Grullón, Una gestapo en América, 1981, pp. 311-312.

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138 Publicaciones del Archivo General de la Nación

La juventud dominicana frente a la dictadura

En la misma obra, el doctor Juan Isidro Jimenes Grullón, ex-pone en forma pormenorizada distintas acciones llevadas a cabo específicamente por la juventud de Santiago contra la naciente dic-tadura de Trujillo. Él destaca los siguientes hechos:

La juventud dominicana de 1930 no se plegó mansamente a

la dictadura. Se replegó luchando, cumpliendo, hasta donde

pudo, su deber histórico. En Santo Domingo, en Santiago,

en Puerto Plata, en La Vega y otros lugares se puso de mani-

fiesto la rebeldía juvenil por medio de actos contra el régi-

men que permanecen ignorados u olvidados. Por ejemplo,

y a más de incontables casos individuales, en 1932 la Asocia-

ción Nacional de Estudiantes Universitarios (ANEU) intentó

ponerle una bomba a Trujillo, en la Capital, para lo cual se

trajeron los materiales desde Puerto Rico; en diciembre de

1933 hizo explosión en el Cementerio Municipal de Santo

Domingo una bomba colocada por una organización de jó-

venes revolucionarios, que fue parcialmente descubierta por

el Gobierno. A principios de 1934 hubo nuevas explosiones

en la misma ciudad, por lo que fueron deportados varios

jóvenes sospechosos para la dictadura. En Santiago, donde

ya en 1929 un grupo de jóvenes del que yo formaba parte

fundó el Centro de Estudios Sociológicos –primera señal de

nuestro interés en los problemas nacionales–, se instaló en

1931, públicamente, la Asociación de Instrucción y Socorro

para Obreros y Campesinos (AISOC), que llegó a contar

con más de seiscientos miembros, y cuyos postulados fueron

dados a conocer al pueblo en vibrante manifiesto pleno de

ideas nuevas y afirmaciones democráticas. En la AISOC em-

pezó a fundirse, con la inquietud ideológica, el espíritu de

resistencia contra la incipiente tiranía. Fue clausurada por

orden del Gobierno, no sin antes haber realizado una nota-

ble labor en los dos sentidos indicados.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 139

Al recibir yo, que presidía la Asociación, la orden de clausura,

y no obstante la advertencia hecha de no efectuar nuevas re-

uniones, convoqué de inmediato a una asamblea general para

informar a los compañeros acerca del particular. La nume-

rosa concurrencia que llenó la sala de actos, al enterarse de

la arbitraria orden, manifestó su protesta en forma enérgica

y ruidosa, convirtiéndose la reunión en un verdadero mitin

antigobiernista. Fui llamado por el comandante militar de la

plaza y advertido, categóricamente, de que si celebraba otra

reunión esta sería terminada a tiros.

Clausurada la AISOC, nos desplazamos hacia la clandesti-

nidad. En ese terreno otras dos sociedades fueron forma-

das. Algunos de los integrantes de la AISOC se enfriaron

un poco en las actividades; la mayoría nos entregamos a la

lucha clandestina.

Los cinco años anteriores a los sucesos de 1934 constituye-

ron como una escuela práctica de lucha cívica secreta en la

que se formaron aguerridos núcleos de jóvenes y hombres

maduros pertenecientes a diversos sectores sociales de San-

tiago, unidos en el ideal de implantar en nuestra patria una

democracia auténtica, plena de responsabilidad social y con

definida tendencia económica.

En un esfuerzo de auto capacitación teórica, los jóvenes

revolucionarios de Santiago estudiábamos con avidez todas

las teorías sociales y políticas, tanto las más conservado-

ras como las más avanzadas; por momentos creíamos que

este o aquel sistema era adecuado para ser implantado in

extenso en nuestro medio, luego nos dábamos cuenta de

que era inaplicable. Así, fuimos comprendiendo que cada

pueblo debe estructurarse su propio sistema institucional

de acuerdo a sus características y a su fase histórica, aun-

que inspirándose en los principios fundamentales de las

grandes doctrinas. Partiendo del concepto básico de que la

tiranía de Trujillo, lo mismo que la dictadura de Heureaux

en el siglo pasado, correspondían a la etapa sociológica

de la monarquía absoluta, que se había dejado de cumplir

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140 ramón antonio, Negro, Veras

cuando, en 1844, los fundadores de la nacionalidad dieron

acogida a las brillantes ideas políticas en boga y establecie-

ron un régimen democrático, meramente formal, enclava-

do sobre una realidad socio-económica de tipo semifeudal

cuya expresión política tenía que ser autoritaria, llegamos

a la conclusión de que era indispensable acelerar la evo-

lución general del país para sacarlo, en corto plazo, del

semifeudalismo –o subdesarrollo– en que aún vegetaba.

Únicamente de ese modo –pensábamos– podrá vencerse

nuestra contradicción política original y dotarse a las ins-

tituciones democráticas de basamentos materiales y espiri-

tuales sólidos, poniendo con ello término al ciclo histórico

de las dictaduras.

Conscientes de que el derrocamiento del régimen imperante

sin tener preparado un fuerte núcleo de jóvenes de arraiga-

das convicciones revolucionarias, devendría extemporáneo

e inútil, toda vez que los políticos conservadores, siguiendo

su inveterada costumbre, se adueñarían de la situación y ob-

jetarían toda gestión rectificadora del pasado, concedimos

prioridad a la tarea de organizar un movimiento clandesti-

no de alcance nacional y de amplia base popular capaz de

ejercer influencia renovadora en los destinos del país a la

caída de la tiranía, a la que nos proponíamos atacar en el

momento adecuado.

La labor de dar forma al movimiento renovador se llevó a cabo

con los altibajos naturales de tales empresas pero, en general,

de manera progresiva. Procedentes del rico venero del pueblo

se nos unían a menudo jóvenes de sorprendentes condiciones

para la lucha. La acción cultural tenía preeminencia. Se esta-

blecieron contactos con jóvenes de otras ciudades del país. La

causa caminaba. Sin duda alguna, la juventud revolucionaria

de Santiago estaba forjando, por los años de 1931 al 1934, uno

de los movimientos clandestinos mejor orientados entre los

que opuso el frente interno a la tiranía de Trujillo.52

52 Ibídem, pp. 313-315.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 141

Pero la resistencia de la juventud dominicana contra la dictadu-ra trujillista no se limitó a la primera década de ese feroz gobierno, los jovencitos y jovencitas continuaron expresando su sentir contra la dictadura y utilizaron todos los medios para que el dictador su-piera que la juventud, interpretando el sentir del todo el pueblo dominicano, no se quedaría de brazos cruzados ante la represión trujillista.

A final del año 1941 surgió en el país un movimiento clandesti-no identificado como Juventud Revolucionaria, entre cuyos miem-bros se destacó el doctor Pericles Franco Ornes. Posteriormente, en el año 1942 se formó un organismo clandestino en el cual es-taban presentes muchos jóvenes estudiantes que fueron los que dieron base de sustentación a la organización que luego recibió el nombre de Partido Democrático Revolucionario Dominicano. Este organismo, en octubre de 1944 lanzó un manifiesto llamando al pueblo dominicano a la formación de la Unión de Liberación Nacional. De aquí surgió la organización Juventud Revolucionaria Dominicana.

La organización que más se destacó en la década del cuarenta como expresión política de la juventud dominicana, fue la Juventud Democrática: considerado como el brazo juvenil del Partido Socia-lista Popular. De esta época se recuerdan los nombres de Cocuyo Mieses, Frank y Ramón Grullón, Dato Pagán Perdomo, Aquiles Ramírez, Héctor Antonio Ramírez, José Pizano, Poncio Pou Saleta, Quírico Valdez, Amiro Cordero Saleta, Cuco Peña, Julio Raúl Du-rán, Marcelo Bermúdez, Quilito Ramírez, Perucho Tineo Tejada, los Hermanos Patiño, los hermanos Perozo, los hermanos Vallejo y otros destacados jóvenes antitrujillistas.

De las grandes batallas en las cuales participó la Juventud De-mocrática en la década del cuarenta se recuerda una manifestación efectuada el 26 de octubre de 1946 en la ciudad capital en la plaza Colón donde se dieron cita miles y miles de jóvenes, hombres y mujeres del pueblo que expresaron su desprecio por el régimen de Trujillo.

La oposición a Trujillo se sintió fuerte y desafiante después de la manifestación llevada a cabo en octubre del año 1946 hasta el punto

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142 ramón antonio, Negro, Veras

de que aunque la manifestación fue atacada por la Policía Nacional de la época, bajo la jefatura del general Ludovino Fernández, el pueblo se hizo sentir recorriendo varias calles de la ciudad capital y hasta hizo acto de presencia en las distintas embajadas acreditadas para esa época en el país.

Al finalizar la década del cuarenta, la juventud dominicana estaba altamente motivada en su accionar contra la dictadura de Trujillo, porque esa década llegaba a su final, ya en el año 1949, con la llegada de los jóvenes expedicionarios que desembarcaron por Luperón.

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– 143 –

IV

Los seres humanos y su comportamiento ante los fenómenos sociales. Hechos históricos

que ejercen influencia a nivel mundial o regional

La especie humana no llega a la vida con un sentido de lo bue-no y de lo malo, de lo positivo y negativo, de lo que conviene a los de abajo y a los de arriba, de lo que es un fenómeno social y uno de la naturaleza, en fin, los entes sociales no vienen a formar parte de la sociedad humana con una línea predeterminada de las ideas políticas, económicas y filosóficas que han de anidar en su cerebro y abrazar como guías de sus actos en todo el curso de su existencia en el planeta Tierra.

Distintos factores inciden en lo que será el código, la constitu-ción normativa de un ciudadano o ciudadana en su trato con los demás, en el medio social donde por accidente ha nacido. En un mismo país, por ejemplo, no reaccionan por igual ante los mismos fenómenos sociales, los que nacen y se desarrollan en el norte y en el sur de la República Dominicana, como también hay algunos productos agrícolas que su cultivo, producción y comercialización llegan a tener influencia en la forma de proceder de los que in-tervienen en sus diferentes etapas para producirlos y hasta llegar a venderlos. Aquel que tiene hábitos adquiridos en la producción

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144 ramón antonio, Negro, Veras

del tabaco, no se comporta de igual forma que quien ha hecho su trabajo habitual en el corte y tiro de la caña. No tiene la misma for-mación, criterio de unidad y solidaridad el ser humano que se desa-rrolla laborando aisladamente en una finca como obrero agrícola, que el obrero que presta sus servicios, vende su fuerza de trabajo en una fábrica moderna, que concentra en un mismo espacio físico a miles y miles de obreros, sometidos al mismo trabajo, a igual salario e idéntico horario.

En el comportamiento de los seres humanos tiene mucho que ver, en lo que a la actitud ante los fenómenos políticos y sociales se refiere, su origen de clase social, el círculo familiar, la educación doméstica y escolar, el contenido de la época en el curso de la cual le ha tocado vivir, la correlación de fuerzas a nivel mundial y hechos que, por su trascendencia histórica, internacional o regional, sirven de ejemplo para los hombres y mujeres que, por su edad en esa co-yuntura, están en la etapa de su formación o afianzamiento político e ideológico.

La década del 50 del siglo xx y las dictaduras en América Latina y el Caribe.

La situación dominicana en la década del 50

Quienes nacimos en la República Dominicana entre el inicio y el final de la Segunda Guerra Mundial, durante el régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina, en la década del 50 del pasado siglo veinte, contábamos entre 15 y 18 años de edad. Para esa épo-ca (años 50), los países de América Latina y el Caribe estaban do-minados por dictaduras feroces, las cuales contaban con el apoyo de los Estados Unidos, que ejercía influencia determinante en la política interna de nuestros países, y había salido con un poder extraordinario luego de la conflagración mundial. Los EE.UU. controlaban a Europa mediante la doctrina Truman, y a los países latinoamericanos y caribeños por medio del Tratado Interamerica-no de Asistencia Recíproca.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 145

Las dictaduras de Alfredo Stroessner en Paraguay, Gustavo Ro-jas Pinilla en Colombia, Anastasio Somoza en Nicaragua, Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, François Duvalier en Haití y Rafael Leónidas Trujillo Molina en la República Dominicana, ocupaban una posición de preeminencia en la política de sus respectivos paí-ses y ejercían influencia a nivel regional.

La existencia de los citados gobiernos odiosos y despóticos im-pulsaba y motivaba a las masas populares latinoamericanas y cari-beñas a movilizarse en reclamo de sus derechos y libertades, y en busca de conquistas de contenido social. Las huelgas obreras, los paros estudiantiles, las manifestaciones callejeras, la lucha de los campesinos por la tierra, los paros cívicos, en fin, durante la década de los 50 se presentaron en América Latina y el Caribe, entre pasos de avances y retrocesos, triunfos y derrotas para las fuerzas demo-cráticas y progresistas.

Para la República Dominicana, esta década significó la conso-lidación del fascismo y el reforzamiento de un proceso moderniza-dor que renovó las instituciones de la dependencia asentadas por la ocupación norteamericana. Este momento se caracterizó por los siguientes rasgos:

a) Crecimiento económico acelerado: el promedio de las expor-taciones pasó de 14.8 millones de dólares a 47.5 en los años cuarenta y a 118.8 millones en la década de los cincuenta. Este aumento se dio a la par de un proceso de acumulación de ca-pital e industrialización, según lo que se podría llamar modelo trujillista de desarrollo, que conducía a una transformación en la configuración productiva del país, acercándolo a una estruc-tura agrario-industrial, con hipertrofia del sector burocrático y cierta autonomía del Estado en la determinación política y desarrollista.

b) Aumento extraordinario de la capacidad fiscal del Estado. Si en 1944 los ingresos presupuestarios alcanzaban 21.7 millones de dólares, cinco años después, en 1949, sumaban 81.8, y en 1954, 110.4 millones. Sin embargo, esta alza de uno a cinco, en un

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146 ramón antonio, Negro, Veras

lapso de 10 años, difícilmente logró traducir el aumento real de la fuerza económica del poder público, lo que se desprende de las mismas características sustantivas del régimen.

c) Creciente monopolización de la actividad productiva del país por parte del dictador, cuyo imperio incluía una parte considerable de la industria azucarera, las principales ramas manufactureras y los establecimientos bancarios y comerciales. A finales de la dé-cada de los cincuenta, el capital instalado en la producción per-teneciente a Trujillo y su familia alcanzaba más de 100 millones de dólares y ocupaba el 45% de la fuerza laboral de la población empleada en actividades burocráticas estatales.

d) Consolidación del aparato político mediante la pulverización de la oposición, la incorporación de los sectores sociales más dinámicos al proyecto trujillista y la constitución de una enor-me maquinaria de poder. El Estado corporativo integrador, de tipo fascista, aparece como un bloque compacto, en el que la fracción hegemónica de clase, es decir, la burocracia institucio-nalizada en el Partido Dominicano, crea un encuadramiento político-militar permanente y poderoso como instrumento de control. Este ordenamiento se proyectó en la composición social del país, en las instituciones administrativas, culturales y religio-sas. El trujillismo sometía a sus designios a las demás fracciones dominantes (comercial, industrial, terrateniente) así como a la pequeña burguesía y a las clases trabajadoras y populares.

e) El aparato represivo alcanzó también un nivel que invalidaba todo proyecto emancipador de las clases oprimidas, y toda ten-tativa por parte de otros sectores dominantes de sacudirse de esa hegemonía. El ejército y la policía, alcanzaron un desarrollo técnico militar de los más altos en América Latina, pasando a desempeñar el papel de promotores de la colaboración de cla-ses y agentes monopólicos del terror y la opresión.

f) El régimen de poder personal y de corte familiar alcanzó su cúspide con el nombramiento formal de Héctor B. Trujillo, hermano del tirano, como presidente de la República el 16 de agosto de 1952.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 147

g) El dominio imperialista sobre la economía registró cambios im-portantes con la penetración monopólica estadounidense que se adaptaron al empuje modernizador del trujillismo como pro-motor del desarrollo capitalista dependiente. Dicho dominio se implementó, a través del trujillismo, de manera totalizadora en los campos económico, político y militar, «en detrimento del desarrollo natural de la burguesía como clase económicamente dependiente. La preponderancia del capital monopolista en todos los sectores de la economía ha atrofiado su crecimiento». El trujillismo en las postrimerías de la década de los 50 se man-tenía como un bloque monolítico y totalitario. No obstante, al mismo tiempo, las contradicciones socio-políticas se incremen-taron alcanzando, como en una caldera, la potencia de vapores comprimidos hasta la máxima carga, tensión que explotaría en la década del sesenta, a la hora de la Revolución cubana.53

53 Ignacio Ramonet, Cien horas con Fidel, 1ra. ed. cubana, abril de 2006, pp. 15-16.

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148 ramón antonio, Negro, Veras

Hechos políticos y sociales significativos en América Latina y el Caribe en la década del 50

Conviene saber cuál era la situación de América Latina y el Ca-ribe en la década de los cincuenta en lo que se refiere a acciones de masas, golpes de Estado, represión y la presencia de los Estados Unidos en lo que se atañe a la política interna de nuestros países.

Para comprender los datos que voy a indicar más adelante, re-sulta de singular importancia que el lector se ubique en la época en que ocurrieron los hechos a narrar. Veamos.

Comenzando por el año 1951, tenemos que en América Latina y el Caribe se fueron a la huelga 2.5 millones de trabajadores.

1952

el 10 De marzo. Golpe de Estado reaccionario en Cuba; implanta-ción de la dictadura de Fulgencio Batista.

Del 9-11 De abril. Insurrección Popular en Bolivia. Derrocamiento de la dictadura proimperialista de los terratenientes y de los grandes propietarios de minas. Comienza la revolución boliviana.

junio. En Guatemala se aprueba la Ley de Reforma Agraria dirigida contra los latifundistas criollos y la United Fruit Company.

septiembre. Represión contra el movimiento obrero y los sectores democráticos en El Salvador.

30 De noViembre. En las elecciones presidenciales de Venezuela triun-fa el candidato de la oposición democrática, Jovito Villalva.

2 De Diciembre. En Venezuela, golpe de Estado de Pérez Jiménez, en burla manifiesta de las elecciones del 30 de noviembre de 1952.

En el año 1952, las masas populares de América Latina y el Caribe se mantuvieron en lucha contra sus opresores; hicieron huelgas 4.5 millones de trabajadores.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 149

1953febrero. Se crea la Central Única de Trabajadores de Chile.maYo. En las elecciones de la Guayana Británica, triunfa el Partido

Progresista Popular, y su líder Cheddi Jagan es nombrado pri-mer ministro.

13 De junio. Golpe de Estado en Colombia. Se instaura la dictadura de Rojas Pinilla.

26 De julio. Un grupo de jóvenes patriotas, encabezados por Fidel Castro, asalta el cuartel Moncada de Santiago de Cuba.

octubre. El Gobierno inglés suspende la vigencia de la Constitu-ción en la Guayana Británica y envía tropas inglesas.

octubre. Se crea la Petrobras en Brasil.noViembre. El gobierno golpista de Fulgencio Batista prohíbe las

actividades comunistas en Cuba.

Sigue en ascenso la lucha de masas. En el año 1953 hicieron huelgas en América Latina y el Caribe 5.6 millones de trabajadores.

1954

marzo. La X Conferencia Panamericana de Caracas aprueba una resolución que concede a EE.UU. el derecho a tomar toda clase de medidas, incluida la intervención armada, contra el peligro del «comunismo». Se desata una violenta represión en Vene-zuela.

maYo. Golpe militar en Paraguay. Se instaura la dictadura militar de Stroessner.

17 De maYo. En Chile el pueblo se moviliza con una huelga general exigiendo la abolición de la ley reaccionaria de Defensa de la Democracia.

17-27 De junio. Se produce la intervención armada de EE.UU. en Guatemala, derrocando el gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz. Aplastamiento de la revolución popular anti-imperia-lista (1944-1954).

24-26 De aGosto. Se ejecuta el derrocamiento del gobierno de Getu-lio Vargas por la camarilla militar reaccionaria de Brasil, con el apoyo de EE.UU. Suicidio de Vargas.

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150 ramón antonio, Negro, Veras

octubre. Como resultado de las huelgas de masas, en Honduras se introduce la legislación obrera y se autoriza la actividad de los sindicatos.

El avance, el nivel de conciencia sigue adelante en el seno de las ma-sas populares. En el año 1954 se fueron a la huelga 7.4 millones de trabajadores latinoamericanos y caribeños.

1955

16 De junio. Alzamiento militar reaccionario contra el gobierno de Perón en la Argentina.

7 De julio. Se hace sentir la clase obrera. Huelga general de 1.2 mi-llones de trabajadores de Chile para reivindicar la anulación de las leyes antiobreras.

15 De septiembre. La camarilla militar argentina derriba al Gobierno de Perón.

octubre. Un logro de los revolucionarios. En las elecciones presi-denciales de Brasil triunfa el candidato de los partidos Social Democrático y Trabalhista, Juscelino Kubitschek, apoyado por el Partido Comunista.

noViembre. Los sectores de la derecha son incorregibles. Fracasa una intentona de golpe de Estado reaccionario en Brasil.

1955-1957 Nuevo auge del movimiento guerrillero en Colombia. Se nota el avance de las fuerzas democráticas y progresistas. En

el año 1955 motorizaron huelgas en América Latina y El Caribe 9.1 millones de trabajadores.

1956

febrero. Se inicia el año con buen pie con la creación del Frente de Acción Popular en Chile.

marzo 12. Desaparece en la ciudad de New York Jesús de Galíndez. Se atribuye su secuestro a Rafael Leónidas Trujillo Molina, como respuesta al libro La Era de Trujillo, escrito por el secuestrado.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 151

abril. x Congreso clandestino del Partido Comunista de Chile.abril. La reacción no se detiene y el gobierno de Pedro Aramburu

lanza la represión anticomunista en Argentina. La movilización popular obtiene la libertad de los dirigentes comunistas encar-celados.

junio. Caída de la dictadura militar de Manuel Odria en Perú, ins-taurada en 1948.

octubre. Huelga estudiantil y levantamiento contra el gobierno pronorteamericano del presidente Lozano Díaz en Honduras.

2 De Diciembre. Desembarco de la expedición del Granma, encabe-zada por Fidel Castro, en la provincia de Oriente (Cuba). Co-mienza la lucha armada del pueblo cubano contra la dictadura de Fulgencio Batista.

fin De año. En Brasil se constituye el Frente Parlamentario Naciona-lista.

Se comprueba el avance de la lucha popular. En 1956 fueron a la huelga 9.7 millones de trabajadores latinoamericanos y cari-beños.

1957

13 De marzo. En Cuba sigue fuerte la lucha contra el dictador Fulgencio Batista. Ataque armado contra el palacio presi-dencial en La Habana por un grupo del Directorio Revolu-cionario.

8-10 De maYo. Huelga general en Colombia. Derrocamiento de la dictadura reaccionaria de Gustavo Rojas Pinilla.

26 De julio. Murió como vivió, asesinado, el dictador de Guatemala Carlos Castillo Armas.

aGosto. Huelga general política en Cuba como protesta contra el asesinato del destacado dirigente del Movimiento 26 de Julio, Frank País.

aGosto. Se efectúan elecciones generales en la Guayana Británica. Triunfo del Partido Popular Progresista.

octubre. Se realizan grandes manifestaciones antigubernamentales de masas trabajadoras y estudiantiles en Guatemala.

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152 ramón antonio, Negro, Veras

noViembre. Se produce la unificación de los grupos socialistas de izquierda de Chile en el Partido Socialista Unido.

Las acciones de los trabajadores siguen. En 1957 hicieron huelga en América Latina de 8 a 9 millones de trabajadores.

1958

21-23 De enero. Huelga general y levantamiento armado en Vene-zuela. Derrocamiento de la dictadura reaccionaria de Marcos Pérez Jiménez.

febrero. Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical Intransigente, candidato del bloque de fuerzas progresistas al que apoyan los co-munistas, triunfa en las elecciones presidenciales de la Argentina.

febrero. Amplio movimiento huelguístico en México reivindicando aumentos salariales.

marzo. Primera Conferencia Nacional de los sindicatos de Brasil.9 De abril. Acciones armadas del Movimiento 26 de Julio en la Haba-

na e intentos de organizar una huelga general.abril-maYo. Acciones antinorteamericanas de los pueblos de Améri-

ca Latina en señal de protesta contra el viaje del vicepresidente de EE.UU. Richard Nixon por los países del continente.

maYo-junio. Fracaso de la «ofensiva general» del dictador Fulgencio Batista contra el Ejército Rebelde en Sierra Maestra (Cuba).

aGosto. Huelga general y combates callejeros en Asunción (Paraguay).aGosto. Abolición de la ley reaccionaria de Defensa de la Democra-

cia en Chile y legalización del Partido Comunista.15-17 De aGosto. Celebración del XVII Congreso del Partido Comu-

nista de Uruguay.aGosto. Destacamentos del Ejército Rebelde de Cuba avanzan ha-

cia Occidente y entran en las provincias de Camagüey y Las Villas.

septiembre. Elecciones presidenciales en Chile. Triunfa el candidato gubernamental Arturo Alessandri por un escaso margen de 30 000 votos, sobre el candidato del FRAP, Salvador Allende.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 153

septiembre. Huelga general de un millón de trabajadores de Vene-zuela contra las tentativas de golpe de Estado reaccionario y en apoyo del gobierno de Wolfang Larrazábal.

octubre. Huelga general de los trabajadores del Uruguay.7 De Diciembre. Rómulo Betancourt, líder de Acción Democrática,

triunfa en las elecciones presidenciales de Venezuela.Diciembre. Viii Congreso del Partido Comunista de Colombia.finales. Ofensiva general del Ejército Rebelde de diciembre de

Cuba. Toma de la ciudad de Santa Clara.En 1958 hicieron huelga en América Latina 11.8 millones de traba-

jadores. 1959

En el año 1959 se condensan todas las luchas que en el siglo xx habían protagonizado los pueblos de América Latina y el Ca-ribe.

1-2 De enero. Huye de Cuba el dictador Fulgencio Batista. Comienza la huelga general.

2 De enero. Entrada del Ejército Rebelde en Santiago de Cuba y en la Habana. Victoria de la Revolución cubana.

enero. Huelga general de dos millones de trabajadores argentinos contra las tentativas de desnacionalizar las empresas frigorífi-cas.

16 De febrero. Fidel Castro asume el cargo de primer ministro de Cuba.

25 De marzo. En México es aplastada una huelga de 18,000 ferrovia-rios.

marzo. Acciones antinorteamericanas de los trabajadores de Bolivia y huelga general de mineros.

abril. Primer Congreso Nacional del Partido Comunista de Boli-via.

abril. Prohibición del Partido Comunista de la Argentina.17 De maYo. Ley de Reforma Agraria en Cuba.

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154 ramón antonio, Negro, Veras

maYo. El cónsul dominicano en Miami, Augusto María Ferrando, fue arrestado por los servicios de seguridad norteamericanos por contrabando de armas.

14 De junio. Desembarca en la República Dominicana un grupo de patriotas. Lucha armada contra la dictadura de Trujillo.

julio. Osvaldo Dorticós Torrado asume la presidencia de la Repúbli-ca de Cuba. La gran burguesía queda definitivamente apartada del poder en la isla caribeña.

aGosto. Se constituye en Argentina el Movimiento Obrero Unifi-cado integrado por la 0rganización de 62 sindicatos, el Movi-miento por la Unidad y la Coordinación Sindical y los sindicatos independientes.

20-21 De octubre. Fidel Castro y sus compañeros de lucha aplastan el complot contrarrevolucionario de Hubert Matos en Cuba. Derrota del ala anticomunista del Movimiento 26 julio.

octubre. Comienzan las incursiones aéreas sobre Cuba desde los EE.UU.

13-20 noViembre. iii Congreso de unificación de los sindicatos de Venezuela. Se constituye la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

18-24 De noViembre. x Congreso de la Confederación Trabajadores de Cuba, que rechaza la política de la dirección derechista de los sindicatos.54

El triunfo de la Revolución cubana y su incidencia en nuestro país. La expedición del 14 de junio de 1959

La situación política comenzó a cambiar en toda América Lati-na y el Caribe al final de la misma década de los cincuenta. Desde el mismo momento del golpe de Estado llevado a cabo en Cuba en fecha 10 de marzo de 1952 por Fulgencio Batista, Fidel Castro dio inicio a un movimiento revolucionario que culminó, en su primera etapa, con el asalto en Santiago de Cuba al Cuartel Moncada. Pos-teriormente se continuó con el levantamiento en la Sierra Maestra,

54 Granma, edición de 13 de agosto de 2006, p. 5.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 155

hasta concluir con el triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959. Todo este proceso dominó la conciencia de la juventud caribeña y latinoamericana, y en particular la dominicana.

Después del 1ero de enero de 1959, los jóvenes de todo el mun-do se identificaban con la Revolución cubana, y los dominicanos y dominicanas con mayor razón, ya que con la toma del poder por el pueblo en Cuba, de inmediato se organizó la expedición del 14 de junio del 1959, en la que intervinieron los combatientes de la Raza Inmortal, que llegaron al país por Constanza, Maimón y Estero Hondo, a enfrentar la dictadura de Trujillo. A partir del 14 de junio de 1959, la República Dominicana fue otra a nivel de la lucha polí-tica contra la dictadura de Trujillo.

Para esa época, 1959, ya en Santiago se comenzó a sentir el grupo que luego fue conocido con el nombre de Los Panfleteros de Santia-go. Pero además, la acción de la Raza Inmortal, como se conocen los expedicionarios de junio del año 1959, prendió en la conciencia de los hombres y mujeres sensibles del país hasta el punto de que: «A los seis meses de la sofocada invasión ya se había organizado una vasta red clandestina en todo el territorio, con algunos miles de partici-pantes, colaboradores y enlaces exteriores. La amplitud de la cons-piración llegó a conformar un movimiento revolucionario que, en lo esencial, contenía el programa democrático de los invasores de junio, que a los pocos días de constituido (Movimiento Revolucionario 14 de Junio) fue descubierto por la Policía Secreta, y sus más destacados participantes encarcelados. A pesar de este revés, el movimiento clan-destino contra Trujillo resultó incontenible y la tiranía tuvo que re-currir a procedimientos represivos acordes, como la tortura, porque era materialmente imposible producir un baño de sangre que restara apoyo al régimen».55

Sin lugar a duda, el año 1959 trajo nuevas ideas, fortaleció las convicciones de hombres y mujeres que en América Latina y el Ca-ribe aspiraban a una vida mejor en el orden material y espiritual. Más de veinte millones de trabajadores se fueron a la huelga en los

55 Ignacio Ramonet, Fidel Castro: Biografía a dos voces, primera edición española, abril de 2006, pp. 571-604.

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156 ramón antonio, Negro, Veras

países del área. La Revolución cubana vino a ser como un faro de luz que fijó el sentido de los cambios en la conciencia popular.

Como se puede advertir, la década de los cincuenta fue rica en experiencias, en grandes batallas democráticas, desaparecieron las dictaduras feroces y un nuevo amanecer está en el despertar de los países de América Latina y el Caribe. La juventud dominicana es-taba dispuesta a continuar trillando el camino transitado por los expedicionarios de la raza inmortal de junio del año 1959.

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– 157 –

V

Reconocimiento a Los Panfleteros de Santiago

Desde el momento mismo que supe de la desaparición física de mis compañeros, Los Panfleteros de Santiago, he vivido con el convencimiento de que el pueblo dominicano, y en particular el de Santiago, tiene una deuda histórica con aquellos que en el centro de torturas La 40 pagaron por el silencio con sus vidas. Con su comportamiento hicieron posible la permanencia con vida de aquellos que, como yo, le debemos nuestra existencia.

Los Panfleteros de Santiago, hicieron honor a la palabra dada, al compromiso que habíamos hecho de no delatar ni identificar a ningún miembro del grupo a no ser aquellos que ya estaban detenidos.

Con la publicación del libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, se comenzó a pagar parte de la deuda histórica que se tiene con Los Panfleteros y se inicia así la idea expuesta por Manuel Armando Bueno Pérez, cuando escribió:

Debemos continuar rescatando del anonimato a nuestros

verdaderos héroes y mártires, dando a conocer su ideario,

su trayectoria de lucha y afanes revolucionarios, recono-

ciéndoles como nuestros únicos prohombres y acreedores

de honrar con sus nombres nuestras escuelas, plazas y calles

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158 ramón antonio, Negro, Veras

principales, desplazando muchos falsos ídolos de barro que

hoy ocupan esas posiciones señeras.56

Conclusiones

1. La juventud dominicana supo enfrentar con valentía y dignidad la dictadura de Trujillo, como se comprueba por las acciones llevadas a cabo desde los inicios del régimen trujillista.

2. Los jóvenes que opusieron a Trujillo desde su llegada al poder, por allá por el año 1930-1934, hasta los que se organizaron en la Juventud Democrática en 1946, expresaron en esas etapas el sentir democrático del pueblo dominicano.

3. Los expedicionarios del año 1959 que llegaron por Constan-za, Maimón y Estero Hondo, los integrantes del movimiento clandestino 14 de Junio y Los Panfleteros de Santiago, fueron los herederos y continuadores de las mejores tradiciones de combatividad y heroísmo de sus predecesores, y al enfrentarse a Trujillo demostraron la firmeza de la juventud dominicana contra su dictadura.

4. Corresponde a la juventud dominicana de hoy interpretar el sentir y las aspiraciones de todos los que enfrentaron la dicta-dura de Trujillo, y para hacerlo así deben convertirse en los mejores defensores de la soberanía nacional, de las libertades públicas, de los derechos humanos, del fortalecimiento de las instituciones y luchar por la creación de un ordenamiento social nuevo, renovado, justo, que ponga al alcance y disposi-ción de las grandes mayorías nacionales el empleo, la salud, la educación y, en sentido general, hacer posible una vida digna, en el orden material y espiritual, para todos los dominicanos y dominicanas.

56 Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, Santo Domingo, Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2007, p. 9.

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– 159 –

A

Abbes, Johnny 19, 74, 89, 90, 124, 128

Abelardo 67Álvarez,Viterbo, Pechito 57Annan, Koffi 65Arabia, Marta 23Aracena, Miguel 108Arias, Desiderio 34, 121

B

Báez, César 19Báez, César 'mayor Fuerza Aerea'

129Báez Pérez, Rafael Cucuyo 19, 32,

73, 75, 92Balaguer Ricardo, Joaquín 77, 103,

108Balcácer, Juan Daniel 22, 48, 74Baquero Ricart, Manolito 46Bartield, John 84Basilio, Blas 22, 66Batista, Fulgencio 116, 120, 148,

149, 151, 152, 153, 154Batista Liriano, Juan Enrique 33,

34, 118

Índice onomástico

Beato, Nelson 107Belliard, Gabriel 108Bello Franjul, Francisco Adolfo 19,

45, 47, 73, 92Benítez, Rafael Valera 105Bermúdez, Marcelo 116, 11Blanco Fernández, Ramón Andrés

19, 77, 127, 129Bonnelly, Balín 19, 34Bonnelly, Freddy 19, 50, 52Bonnelly, Sully 46, 73Brito, Adolfo Franco 105Bueno, Héctor 126Bueno, Manuel Armando 17, 22,

24, 25, 27, 29, 34, 37, 38, 42, 48, 56, 67, 69, 72, 78, 82, 86, 93, 94, 95, 98, 100, 102, 110, 118, 119, 122, 126

Bueno, María 126Bueno Torres, Marcial 67

C

Cabral, Ramón 19, 34Capell Bello (ingeniero) 66Capell Bello (hermano) 66

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160 ramón antonio, Negro, Veras

Castellanos, Humberto 101Castro Bisonó 46, 73Castro Ruz, Fidel 110, 120Cepeda, Augusto Quique 19, 34César y José Ángel Rodríguez

Villeta 90Chino Liviano, El 22, 76Colón, Rafael 22, 48Constanzo, José Antonio 19, 66, 67Contreras, Hilda 110Contreras, Orlando 110Cordero Saleta, Amiro 105, 141Cordero, Pedro Pablo 110Cruz, Guarino de la 108Cruz Inoa (cura) 69, 99Cruz, Rufino de la 25Cruz, Wilfredo 110Cuello Hernández, José Israel 19,

73, 76, 91 117, 130, 133

D

Dargán, Amaury 46, 73Demesa, Luis 19, 34Díaz Moreno, Rubén 46Disla Ramírez, José Camilo 52Domínguez, Franklin 16Domínguez, Manolo 19, 31, 74, 89Dora, esposa de René del Risco 51Ducoudray, Félix Servio 104Ducoudray, Juan 104Durán, Julio Raúl 141Duvalier, François Papa Doc 116Duvergé Mateo, José Rafael 104

E

Echavarría, Rubén 38Elli, Luis José 110Erickson, Florissell 106

Escoto Santana, Julio Miguel 19, 88, 58, 71, 74, 76, 90, 128

Estévez, León 90Estrella, Luis Salvador 73

F

Faxas, Pipe 46Feliciano, María Teresa 25, 113,

114, 131Fernández, Ludovino 142Fernández, Pedro 101Ferrando, Augusto María 154Ferreiras, Natalia 110Francisco, Migdalia 116Franco, Danilo 110Franco, Verónica 110

G

García, Oliva 107Gelman, Juan 15Germán Aristi, Amauris 110Germán, Félix María 52Gil Castillo, José Lázaro 22, 48Ginebra de Lovatón, Zaida 68Gómez de Guillén, doña Thelma 28,

95, 131Gómez Pérez, Luis 19, 35, 36, 46,

70, 94, 105 121Gómez, Porfirio 34Gómez, Radhamés Rodríguez 58Gómez, Ramón 22, 48González, Manolo 19, 56González, Pedro 127Grisanti, Cayeyo 19, 48, 52, 69, 70,

99, 121Grullón, Frank 141Grullón, Ramón 141Guasch, Ana María 13

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 161

Guillén, Aridia 118, 125Guillén, Bernardino 124Guillén, El Cocinero 19, 51, 94Guillén Gómez, Wenceslao 22, 27,

28, 29, 33, 35, 37, 38, 39, 41, 43, 44, 49, 50, 55, 56, 60, 68, 69, 72, 78, 79, 81, 82, 84, 86, 93, 94, 95, 97, 98, 110, 118, 119, 120, 121, 123, 124, 129

Gutiérrez, Ernest B. 84Gutiérrez Félix, Euclides 27, 28Guzmán, Leandro 19, 58, 60, 61,

127, 131Guzmán Liriano, Ursino 107

H

Herrera, Rafael 49Heureaux, Ulises 139Huyssen, Andreas 12, 14

I

Imbert, Moncho 51Ingenieros, José 98, 120Isa Conde, Antonio 109, 110Isa Conde, Narciso 77

J

Jagan, Cheddi 149Jimenes Grullón, Juan Isidro 135,

137, 138

K

Khruschev, Nikita 110Koury, J. Rafael 101Kubitschek, Juscelino 150

L

León, José de, Joselito Boca Mocha 108

León Estévez, Luis 19, 89López Molina, Máximo 106, 107,

108Lora, Huchi 130Lora, Piki 105, 109, 110Lorne, Gabrielle 24

M

Machado, Juan Manuel 111Maldonado, Leila 32, 76Marín, Jorge 46, 47Martínez Bonnelly 46, 73Marx, Carlos 98Mckinney, Pablo 45Medina, Manuel 22, 79, 83, 84, 110Mieses, Cocuyo 141Minervino, Dante, El Capitán 19,

35, 36, 77, 89, 94Minicuchi, Rhina 110Mirabal (hermanas) 129Mirabal Reyes, María Teresa 25, 56Mirabal Reyes, Minerva 25, 56Mirabal Reyes, Patria 25, 56Montilla, Néstor 25, 113, 131

N

Nixon, Richard 152Noriega, Panchitín 52Núñez, Juan Gilberto 80

O

Odria, Manuel 151Ornes, Pericles Franco 141Ortiz, Clodoveo 19, 74, 89

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162 ramón antonio, Negro, Veras

P

País, Frank 151Pagán Perdomo, Dato 141Patiño (hermanos) 141Peña, Cuco 141Peña Rivera, Alicinio 107Peralta Michel, José, El vegano 19,

39, 40, 92Perdomo Pérez, Virgilio 110Perelló, Enrique 22, 93Pérez, Faustino 86Pérez Guillén, Dorotea Mercedes 67Pérez Guillén, Ernesto 27Pérez Guillén, Juan Esteban 67Pérez, Jaime 66Pérez Jiménez, Marcos 116, 120,

145,152Pérez, Pedrito 22, 48Perón, Juan 116, 120Perozo (hermanos) 141Petitón, Saúl 19, 34Pichardo, Teodosio 19, 34Pizano, José Plá, Bertha 20, 21Pola, Susy 45Pou Saleta, Poncio 141Prud’homme, Luis, El Haitianito 22

44, 50, 52, 81, 82, 118, 123, 125

R

Raful, Tony 32, 92Ramia Yapur, Julián 19, 22, 53Ramírez, Aquiles 141Ramírez, Héctor Antonio 141Ramírez, José 19, 34Ramírez, Miguel 22, 48Ramírez, Quilito 141Ramonet, Ignacio 155

Ramos Peguero, Andrés 106, 108Remón, José Antonio 116Ricoeur, Paul 13Risco, René del 50Rivas, Eladio 19, 34Rodríguez, Félix, Mueca 101Rodríguez, Nelson 110Rodríguez Villeta, César 19, 35, 88Rodríguez Villeta, José Ángel 19, 90Rojas Pinillas, Gustavo 116, 120Rosa, Ciriaco de la 19, 89Russo Aguia, Domingo A. 19, 20,

21Russo Plá, Alberto 20Russo Plá, Pedro 20

S

Sánchez Buldier, Pedro Fco. 57Sánchez, Pedro 28Santos Prud’homme, Teófilo Luis 51Schifino, José 110Scotto, Ernesto 19, 94Somoza, Anastacio 116Sontag, Susan 18Soriano, José Emilio, Chepe 22 ,

47, 49Streese, Henrich Johannes,

El Alemán 22, 46, 48, 52, 58, 59, 79, 83, 84, 85

Stroessner, Alfredo 116Sued, José Enrique 80Sully, Carlos 52

T

Tallaj, José 19, 20, 35, 48, 50Tavárez Justo, Manuel Aurelio 94,

105, 126Tejeda Céspedes, Marcos 55Terrero, Alfredo 46, 73

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición 163

Tineo, Pedro Jaime 22, 43, 44, 80, 81, 82, 118, 123, 125, 141

Torres, Candito, El Chabacano 19, 74, 89, 90, 127, 128

Troncoso, Marcos 58Trujillo Molina, Rafael Leónidas 11,

16, 17, 26, 29, 30, 31, 34, 42, 43, 44, 45, 46, 58, 62, 71, 75, 79, 81, 83, 88, 89, 91, 93, 97, 100, 101, 103, 104, 105, 106, 107, 109, 111, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 121, 123, 135, 137, 138, 139, 140, 141, 142, 144, 145, 146, 150, 154, 155, 157, 158

V

Valdez, Quírico 141Valera Benítez, Rafael 19, 30, 72,

75, 91Valerio, Fernando 57Valverde, Soriano 46

Vargas Evangelista, José 46, 73Vargas Vila, José María 98, 120Vásquez, Horacio 136Vega, Bernardo 83, 84Vega Boyrie, Wenceslao 19, 58, 119Velázquez Mainardi, Miguel Ángel

104Veras, Ramón Antonio, Negro 11,

12, 13, 15, 17, 21, 22, 24, 28, 33, 37, 38, 45, 56, 63, 82, 114, 115, 116, 121, 125

Veras, Mercedes María 85Vidal Torres, Rafael 111Villalva, Jovito 148Villamán 74Villeta Cholo 19, 68Vincent, Gustavo 103Viñas, José Antonio, Papi 58

Y

Yunén, Rafael Emilio 24, 62, 64

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– 165 –

Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. I Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi. C. T., 1944.

Vol. II Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. I. C. T., 1944.

Vol. III Samaná, pasado y porvenir. E. Rodríguez Demorizi, C. T., 1945.Vol. IV Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.

Rodríguez Demorizi, Vol. II. C. T., 1945.Vol. V Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección

de E. Rodríguez Demorizi, Vol. II. Santiago, 1947.Vol. VI San Cristóbal de antaño. E. Rodríguez Demorizi, Vol. II. Santiago,

1946.Vol. VII Manuel Rodríguez Objío (poeta, restaurador, historiador, mártir). R.

Lugo Lovatón. C. T., 1951.Vol. VIII Relaciones. Manuel Rodríguez Objío. Introducción, títulos y

notas por R. Lugo Lovatón. C. T., 1951.Vol. IX Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1846-1850,

Vol. II. Edición y notas de E. Rodríguez Demorizi. C. T., 1947.Vol. X Índice general del “Boletín” del 1938 al 1944, C. T., 1949.Vol. XI Historia de los aventureros, filibusteros y bucaneros de América. Escrita

en holandés por Alexander O. Exquemelin. Traducida de una famosa edición francesa de La Sirene-París, 1920, por C. A. Rodríguez. Introducción y bosquejo biográfico del traductor R. Lugo Lovatón, C. T., 1953.

Vol. XII Obras de Trujillo. Introducción de R. Lugo Lovatón, C. T., 1956.Vol. XIII Relaciones históricas de Santo Domingo. Colección y notas de E.

Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1957.Vol. XIV Cesión de Santo Domingo a Francia. Correspondencia de Godoy, García

Roume, Hedouville, Louverture Rigaud y otros. 1795-1802. Edición de E. Rodríguez Demorizi. Vol. III, C. T., 1959.

Vol. XV Documentos para la historia de la República Dominicana. Colección de E. Rodríguez Demorizi, Vol. III, C. T., 1959.

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166 ramón antonio, Negro, Veras

Vol. XVI Escritos dispersos (Tomo I: 1896-1908). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XVII Escritos dispersos (Tomo II: 1909-1916). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XVIII Escritos dispersos (Tomo III: 1917-1922). José Ramón López. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XIX Máximo Gómez a cien años de su fallecimiento, 1905-2005. Edición de E. Cordero Michel. Santo Domingo, D. N., 2005.

Vol. XX Lilí, el sanguinario machetero dominicano. Juan Vicente Flores. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXI Escritos selectos. Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXII Obras escogidas 1. Artículos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXIII Obras escogidas 2. Ensayos. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXIV Obras escogidas 3. Epistolario. Alejandro Angulo Guridi. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXV La colonización de la frontera dominicana 1680-1796. Manuel Vicente Hernández González. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXVI Fabio Fiallo en La Bandera Libre. Compilación de Rafael Darío Herrera. Santo Domingo, D. N., 2006.

Vol. XXVII Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795). El Cibao y la bahía de Samaná. Manuel Hernández González. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXVIII Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño. Compilación de José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXIX Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXX Iglesia, espacio y poder: Santo Domingo (1498-1521), experiencia fundacional del Nuevo Mundo. Miguel D. Mena. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXI Cedulario de la isla de Santo Domingo, Vol. I: 1492-1501. fray Vicente Rubio, O. P. Edición conjunta del Archivo General de la Nación y el Centro de Altos Estudios Humanísticos y del Idioma Español. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo I: Hechos sobresalientes en la provincia). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXIII La Vega, 25 años de historia 1861-1886. (Tomo II: Reorganización de la provincia post Restauración). Compilación de Alfredo Rafael Hernández Figueroa. Santo Domingo, D. N., 2007.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 167

Vol. XXXIV Cartas del Cabildo de Santo Domingo en el siglo XVII. Compilación de Genaro Rodríguez Morel. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXV Memorias del Primer Encuentro Nacional de Archivos. Edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVI Actas de los primeros congresos obreros dominicanos, 1920 y 1922. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), (tomo I). Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXVIII Documentos para la historia de la educación moderna en la República Dominicana (1879-1894), (tomo II). Raymundo González. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XXXIX Una carta a Maritain. Andrés Avelino. (Traducción al castellano e introducción del P. Jesús Hernández). Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XL Manual de indización para archivos, en coedición con el Archivo Nacional de la República de Cuba. Marisol Mesa, Elvira Corbelle Sanjurjo, Alba Gilda Dreke de Alfonso, Miriam Ruiz Meriño, Jorge Macle Cruz. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLI Apuntes históricos sobre Santo Domingo. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLII Ensayos y apuntes diversos. Dr. Alejandro Llenas. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLIII La educación científica de la mujer. Eugenio María de Hostos. Santo Domingo, D. N., 2007.

Vol. XLIV Cartas de la Real Audiencia de Santo Domingo (1530-1546). Compilación de Genaro Rodríguez Morel. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLV Américo Lugo en Patria. Selección. Compilación de Rafael Darío Herrera. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVI Años imborrables. Rafael Alburquerque Zayas-Bazán. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVII Censos municipales del siglo xix y otras estadísticas de población. Alejandro Paulino Ramos. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLVIII Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel (tomo I). Compilación de José Luis Saez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. XLIX Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel (tomo II). Compilación de José Luis Saez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. L Documentos inéditos del arzobispo Adolfo Alejandro Nouel (tomo III). Compilación de José Luis Saez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LI Prosas polémicas 1. Primeros escritos, textos marginales, Yanquilinarias. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

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168 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. LII Prosas polémicas 2. Textos educativos y Discursos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIII Prosas polémicas 3. Ensayos. Félix Evaristo Mejía. Edición de A. Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIV Autoridad para educar. La historia de la escuela católica dominicana. José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LV Relatos de Rodrigo de Bastidas. Antonio Sánchez Hernández. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVI Textos reunidos 1. Escritos políticos iniciales. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVII Textos reunidos 2. Ensayos. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LVIII Textos reunidos 3. Artículos y Controversia histórica. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LIX Textos reunidos 4. Cartas, Ministerios y misiones diplomáticas. Manuel de J. Galván. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2008.

Vol. LX La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961), tomo I. José Luis Sáez, S.J. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXI La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961), tomo II. José Luis Sáez, S. J. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXII Legislación archivística dominicana, 1847-2007. Archivo General de la Nación. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIII Libro de bautismos de esclavos (1636-1670). Transcripción de José Luis Sáez, S.J. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIV Los gavilleros (1904-1916). María Filomena González Canalda. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXV El sur dominicano (1680-1795). Cambios sociales y transformaciones económicas. Manuel Vicente Hernández González. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXVI Cuadros históricos dominicanos. César A. Herrera. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXVII Escritos 1. Cosas, cartas y... otras cosas. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXVIII Escritos 2. Ensayos. Hipólito Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXIX Memorias, informes y noticias dominicanas. H. Thomasset. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXX Manual de procedimientos para el tratamiento documental. Olga Pedierro, et. al. Santo Domingo, D.N., 2008.

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Publicaciones del Archivo General de la Nación 169

Vol. LXXI Escritos desde aquí y desde allá. Juan Vicente Flores. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXXII De la calle a los estrados por justicia y libertad. Ramón Antonio Veras –Negro–. Santo Domingo, D.N., 2008.

Vol. LXXIII Escritos y apuntes históricos. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo, D.N., 2009.

Vol. LXXIV Almoina, un exiliado gallego contra la dictadura trujillista. Salvador E. Morales Pérez. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXV Escritos. 1. Cartas insurgentes y otras misivas. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVI Escritos. 2. Artículos y ensayos. Mariano A. Cestero. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVII Más que un eco de la opinión. 1. Ensayos, y memorias ministeriales. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXVIII Más que un eco de la opinión. 2. Escritos, 1879-1885. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXIX Más que un eco de la opinión. 3. Escritos, 1886-1889. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXX Más que un eco de la opinión. 4. Escritos, 1890-1897. Francisco Gregorio Billini. Edición de Andrés Blanco Díaz. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXI Capitalismo y descampesinización en el Suroeste dominicano. Angel Moreta. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXIII Perlas de la pluma de los Garrido. Emigdio Osvaldo Garrido, Víctor Garrido y Edna Garrido de Boggs. Edición de Edgar Valenzuela. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXIV Gestión de riesgos para la prevención y mitigación de desastres en el patrimonio documental. Sofía Borrego, Maritza Dorta, Ana Pérez, Maritza Mirabal. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXV Obras 1. Guido Despradel Batista. Compilación de Alfredo Rafael Hernández. Santo Domingo, D. N., 2009.

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Vol. LXXXVII Historia de la Concepción de La Vega. Guido Despradel Batista. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. LXXXVIII La masonería en Santo Domingo. Haim H. López Penha, Soberano Gran Comendador (1932-1955). Compilación de Francisco Chapman. Santo Domingo, D. N., 2009.

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170 Publicaciones del Archivo General de la Nación

Vol. LXXXIX Una pluma en el exilio. Los artículos publicados por Constancio Bernaldo de Quirós en República Dominicana. Compilación de Constancio Cassá Bernaldo de Quirós. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. XC Ideas y doctrinas políticas contemporáneas. Juan Isidro Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009.

colección juVenil

Vol. I Pedro Francisco Bonó. Textos selectos. Santo Domingo, D. N., 2007Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. III Vida y obra de Ercilia Pepín. Alejandro Paulino Ramos. Segunda

edición de Dantes Ortiz. Santo Domingo, D. N., 2007. Vol. IV Dictadores dominicanos del siglo xix. Roberto Cassá. Santo Domingo,

D. N., 2008.Vol. V Padres de la Patria. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.Vol. VI Pensadores criollos. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2008.Vol. VII Héroes restauradores. Roberto Cassá. Santo Domingo, D. N., 2009.Vol. II Heroínas nacionales. Roberto Cassá. Segunda edición Santo

Domingo, D. N., 2009.

colección cuaDernos populares

Vol. 1 La Ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Juan Isidro Jimenes Grullón. Santo Domingo, D. N., 2009.

Vol. 2 Mujeres de la Independencia. Vetilio Alfau Durán. Santo Domingo, D. N., 2009.

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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, de Ramón Antonio, Negro, Veras,

se terminó de imprimir en mes de diciembre de 2009en los talleres gráficos de Editora Búho, C. por A.,

con una tirada de mil ejemplares.