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Raymond Aron Sin Ilusion Sin Pesimismo FAES

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  • Coordinador:

    Jos Mara Lassalle

    Raymond Aron:

    Un liberal resistente

    Jean-Franois Revel Nicolas Baverez

    Jos Manuel Romay Alejandro Muoz-Alonso

    Alessandro Campi Eusebio Fdez. Garca

    Enrique Aguilar Pedro F. Gago Felipe Sahagn

    Julin Garca-Vargas Jernimo Molina

    Agapito Maestre

    Portadanaranja6 26/5/05 11:25 Pgina 1

  • Raymond Aron:

    un liberal resistente

    Enrique Aguilar

    Nicolas Baverez

    Alessandro Campi

    Eusebio Fernndez Garca

    Pedro F. Gago

    Julin Garca-Vargas

    Jos Mara Lassalle

    Agapito Maestre

    Jernimo Molina

    Alejandro Muoz-Alonso

    Jean-Franois Revel

    Jos Manuel Romay Beccara

    Felipe Sahagn

    Coordinador y presentacin

    Jos Mara Lassalle

  • SUMARIO

    Sumario

    Pginas

    PRESENTACIN: EN EL FILO DE LA LIBERTAD AMENAZADA . . . . . . 9

    Jos Mara Lassalle

    RAYMOND ARON, VEINTE AOS DESPUS . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

    Enrique Aguilar

    PENSAR LA LIBERTAD A LA LUZ DE LAS GUERRAS Y REVOLUCIONES

    DEL SIGLO XX: RAYMOND ARON . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

    Nicolas Baverez

    R AYMOND ARON Y LA TRADICIN DEL REALISMO POLTICO . . . . . . . 69

    Alessandro Campi

    LAS RELACIONES ENTRE LA TICA Y LA POLTICA. EL PUNTO DE VISTA

    DRAMTICO DESDE MAX WEBER Y RAYMOND ARON. . . . . . . . . . 95

    Eusebio Fernndez Garca

    RAYMOND ARON FRENTE A LA INTELLIGENTSIA . . . . . . . . . . . . . . . 127

    Pedro F. Gago

    UN ATLANTISTA CONTRA VIENTO Y MAREA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

    Julin Garca-Vargas

    GEOMETRAS DE UN SSIFO LIBERAL. EL CASO ARON . . . . . . . . . . 181

    Jos Mara Lassalle

    RAYMOND ARON, UN PENSADOR POLTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239

    Agapito Maestre

  • SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL DE

    RAYMOND ARON. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261

    Jernimo Molina

    MI DESCUBRIMIENTO PERSONAL DE RAYMOND ARON . . . . . . . . . . 305

    Alejandro Muoz-Alonso

    ARON Y LAS RELACIONES ENTRE EUROPA Y ESTADOS UNIDOS

    DURANTE LA GUERRA FRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319

    Jean-Franois Revel

    EL PENSAMIENTO POLTICO DE RAYMOND ARON . . . . . . . . . . . . . . 327

    Jos Manuel Romay Beccara

    ARON, UN CENTENARIO: ENTRE JOSEPH NYE Y HENRY KISSINGER. 351

    Felipe Sahagn

    BIBLIOGRAFA: ARON DE HOY . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361

    SUMARIO

  • SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO.

    EL REALISMO POLTICO LIBERAL

    DE RAYMOND A RO N

    Jernimo Molina

    Profesor Titular de Poltica Social de la Universidad de Murcia. Director

    de la revista Empresas Polticas

    Entre los grandes escritores polticos franceses de la se-

    gunda mitad del siglo XX ocupa Raymond Aron (1905-1983) un

    lugar preeminente. Anticomunista sin remordimientos y cr-

    tico de toda forma de totalitarismo, su trayectoria intelectual

    estuvo marcada por los grandes acontecimientos polticos

    que se desarrollaron, en ocasiones bajo la especie de una

    profunda discontinuidad poltica, desde el final de la Gran

    guerra y la ola de pacifismo-pnico que desencaden, hasta

    la irrupcin del arma nuclear en el sistema de relaciones in-

    terestatales y la estabilizacin de una estructura bipolar so-

    bre la que gravitaba, como elemento distensor, el miedo a una

    guerra de aniquilacin indita. Con razn pudo caracterizar la

    Guerra fra, segn reza su conocido lema, como una situa-

    cin de paz imposible, guerra improbable. La historia en

  • marcha o hacindose (lhistoire en se faisant) fue su ele-

    mento vital y a sus determinaciones y a la ocasin respondi

    con un pensamiento libre de prejuicios y desvinculado de con-

    fesiones ideolgicas vulgares. As, de su socialismo juvenil,

    equvocamente irenista y muy poco realista, como correspon-

    da a un asiduo de los crculos de Alain (1868-1951), Aron

    evolucion hacia el peculiar radicalismo liberal de lie Halvy

    (1870-1937). La poltica alemana de Weimar, sistema cuyo

    desmoronamiento conoci de cerca y, sobre todo, la expe-

    riencia blica de la Francia libre le hicieron abandonar defini-

    tivamente las doctrinas socialistas, incompatibles con su

    temperamento de escritor poltico realista y veraz. Fue preci-

    samente Halvy, el malogrado historiador del socialismo y de

    las ideas polticas inglesas, quien apunt antes que nadie la

    gran paradoja del socialismo de la I postguerra, pues sus par-

    tidarios, de la quinta remarqueana, eran jvenes, muchas ve-

    ces con una notable instruccin, que llegaban a l por el has-

    to y el odio a la guerra, pero se les propona un programa que

    consista en la prolongacin del rgimen de guerra en tiempos

    de paz.

    I. LIBERALISMO POLTICO Y LIBERALISMO ECONMICO

    La opinin de Halvy da razn, precisamente, del posterior

    giro antisocialista de una de las generaciones europeas que

    ms alto rayaron en la defensa del liberalismo y a la que per-

    teneci Aron. Este fenmeno espiritual dio lugar en naciones

    como Alemania al grupo ordoliberal y de la Economa social

    de mercado, aglutinador de economistas de la talla de Walter

    Eucken (1891-1950), Wilhelm Rpke (1899-1966) y Alfred

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    262

  • Mller-Armack (1901-1978). La labor poltica y econmica de

    todos ellos, antes y despus de la II Guerra mundial, tal vez

    slo sea comparable en Europa con la legendaria generacin

    de Franois Guizot (1787-1874), la del liberalismo doctrinario

    francs. Pero esta mutacin del espritu tuvo magnitud conti-

    nental a juzgar por lo que supusieron, en trminos ya prcti-

    cos, ya tericos, Luigi Einaudi (1874-1961) en Italia, Lionel C.

    Robbins (1898-1984) en Inglaterra o Luis Olariaga (1885-

    1976) o Lucas Beltrn (1911-1997) en Espaa. En este pun-

    to, la influencia del austriaco de nacin Friedrich A. von Hayek

    (1899-1992), afincado en Inglaterra y los Estados Unidos,

    trasciende los particularismos nacionales. Y lo mismo podra

    decirse de Ludwig von Mises (1881-1973). El caso francs no

    es en realidad muy diferente, pues basta para constatarlo

    Jacques Rueff (1896-1978), el ms notable de los economis-

    tas neoliberales franceses de la postguerra y crtico implaca-

    ble del inflacionismo, consecuencia del pecado monetario

    de occidente. Su exordio de 1931 ante un grupo de Poly-

    techniciens intervencionistas Pourquoi, malgr tout, je res-

    te libral tiene an hoy un elevado valor de ejemplo cvico,

    pues responda en ambiente hostil a un elocuente mensaje

    de la presidencia de la reunin La fin du libralisme.

    Por de pronto, esta gavilla de economistas, que sin duda po-

    dra ampliarse con los nombres de otros ingenios medianos,

    nos indica que nunca como en el siglo XX han tenido los eco-

    nomistas polticos la capacidad de influir decisivamente so-

    bre la direccin del Estado, pues muchos de ellos fueron lla-

    mados por sus gobiernos para participar en las tareas de

    reconstruccin nacional lucha contra la inflacin, el desem-

    pleo, etc.. Mas se trata en realidad de un episodio normal,

    pues el consejero o facultativo poltico de la poca estatal ha

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    263

  • sido, indistintamente, un jurista o un economista las estir-

    pes de Jean Bodin (1530-1596) y Anne Robert Jacques Turgot

    (1727-1781). Si hay algo extrao en la renovacin de las

    doctrinas liberales durante el siglo XX, no es la relacin con

    las polticas estatales de los economistas partidarios del li-

    brecambio, sino el relativo eclipse de los escritores polticos

    y juristas de Estado que se han encarado con los problemas

    de la organizacin y la convivencia polticas. La cuestin no es

    balad, pues trae prendida la disputa sobre la condicin pol-

    tica o econmica del liberalismo. La prevalencia de una u otra

    permite hablar de liberalismo poltico o, sin ms, de realismo

    poltico, o bien de liberalismo econmico o economicista, in-

    cluso de libertarismo (libertarianism). El problema, en reali-

    dad, viene de antiguo, pues a los seguidores de Frdric Bas-

    tiat (1801-1850) los economistas por excelencia les

    ofenda ser llamados liberales, trmino que hasta la Revo-

    lucin de 1848 poda aplicarse, por ejemplo, a un Benjamin

    Constant (1767-1830), pero no al crculo del influyente Jour-

    nal des conomistes.

    Actualmente, el trmino liberal parece monopolizado por

    los economistas, que acusan una cierta tendencia antipolti-

    ca, sobre todo en los desarrollos anarcocapitalistas de la Es-

    cuela austriaca, a la que suele plegarse, mediando cierto

    complejo intelectual, la mayora de los escritores polticos. Es-

    to, que en parte responde al indiscutible xito terico del an-

    lisis austriaco, tiene que ver tambin con el programa inicial

    de reconstruccin del liberalismo, expuesto en Pars en el Co-

    loquio Walter Lippmann. Como se sabe, la traduccin fran-

    cesa de un famoso libro del periodista norteamericano L i p p-

    mann (1889-1974) I n q u i ry into the principles of the good

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    264

  • society (1937) o La cit libre permiti al filsofo Louis Rou-

    gier (1889-1982), a finales de agosto de 1938, convocar a

    una selecta representacin del mundo empresarial, la alta

    funcin pblica y los nuevos economistas liberales (Hayek,

    Mises, Rueff y Robbins,entre otros). El objetivo, una vez cons-

    tatada la declinacin de la civilizacin liberal, era impulsar la

    renovacin del liberalismo econmico, condicin del renaci-

    miento del liberalismo poltico. Aquel coloquio, del que surgi

    la idea de un Centre international dtudes pour la rnovation

    du libralisme, truncado por la guerra, fue el antecedente di-

    recto de la Mont-Plerin Society (1947), organizacin de la in-

    teligencia liberal internacional cuyo sesgo economicista se ha

    acentuado con el tiempo, singularmente desde que las dispu-

    tas internas entre ordoliberales y austriacos llevaron al cisma

    en la Asamblea de Turn de 1961. Para estos ltimos, el mer-

    cado como natura naturans viene a ser la institucin natural

    subyacente a los diversos rdenes de la accin humana,

    mientras que para los ordoliberales, el mercado natura na-

    turata es una institucin artificial fundada por una decisin

    poltica y sostenida por el derecho.

    La desigual situacin de los liberalismos econmico y po-

    ltico hace necesario un reequilibrio para que se vuelva a re-

    conocer la dimensin poltica del liberalismo, aspecto tras-

    cendental de la doctrina dado el primado histrico de lo

    poltico. Por fortuna, no han faltado a lo largo del siglo XX los

    escritores polticos liberales, expresin que, en no pocos ca-

    sos, puede ser sustituida sin violencia por la de realistas po-

    lticos. As, a los mencionados economistas alemanes hay

    que sumar juristas como Hans Gromann-Doerth (1894-

    1944) y Franz Bhm (1895-1977) o escritores y ensayistas

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    265

  • polticos como Alexander Rstow (1885-1963). Al lado de al-

    gunos economistas espaoles del periodo franquista, muy in-

    fluidos por Eucken y, en general, el ordoliberalismo, hay que

    recordar la dimensin acadmica de Luis Dez del Corral

    (1911-1998), el gran solitario de la historiografa liberal his-

    pnica; tambin el liberalismo hispanizado no siempre bien

    entendido de Gonzalo Fernndez de la Mora (1924-2002).

    En Francia, una languideciente tradicin liberal que haba ol-

    vidado a Tocqueville (1805-1859) durante casi un siglo, se

    rearm despus de la II Guerra Mundial. As, dejando a un la-

    do filsofos y crticos de la cultura como Louis Rougier, muy

    activos ya en el periodo de entreguerras al lado de otros eu-

    ropeos egregios Guglielmo Ferrero (1871-1942), Johan Hui-

    zinga (1872-1945) y Jos Ortega y Gasset (1883-1955), el

    liberalismo poltico francs de la segunda mitad del siglo pa-

    sado ha contado con tres grandes figuras: Bertrand de Jou-

    venel (1903-1987), estudioso de la economa intervenida y

    muy relacionado con los ambientes de la Sociedad de Nacio-

    nes en su juventud, pero autor de libros profundamente pol-

    ticos, realistas y liberales en los que se denuncia el creci-

    miento sin medida del poder (El poder, 1945) o se ensaya una

    exposicin sistemtica de la poltica (La teora pura de la po-

    ltica, 1963); el lorens Julien Freund (1921-1993), antiguo

    resistente socialista y sin embargo discpulo de Carl Schmitt

    (1888-1985), autor de uno de los grandes tratados polticos

    contemporneos (La esencia de lo poltico, 1965); y el profe-

    sor y periodista parisien Raymond Aron,a quien estas pginas

    estn, sin beatera de escuela, dedicadas.

    De lo dicho debera quedar claramente fijada, sin discu-

    sin posible, la posicin de Aron entre los liberales europeos,

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    266

  • economicistas o polticos. Empero, su plena recepcin en la

    generacin liberal europea instruida en una nueva poltica de

    cultura a principios de los aos 90, no ha tenido todava lu-

    gar. Ello tiene que ver con el desencuentro, crnico desde el

    final de la II Guerra Mundial, entre los liberales polticos,

    coadyuvantes por lo dems del consenso socialdemcrata, y

    los economistas liberales, cuya crtica del Estado socialdem-

    crata constituye no ms que una acotacin a los presupues-

    tos a priori de la Escuela austriaca sobre la accin hum a n a .

    Para un liberal a u s t r i a c o todo escritor poltico y tambin cada

    gobernante resulta ser, en ltimo anlisis, un adicto al in-

    tervencionismo, pues sigue operante el famoso prejuicio que

    Franz Oppenheimer (1864-1943) vertiera en su libro Der Staat

    (1908) sobre los medios de la accin poltica: la poltica con-

    siste en la apropiacin sin contrapartida del trabajo de los de-

    ms, mientras que el medio de la economa es el intercam-

    bio voluntario. En cierto modo, un corolario de esta tesis es

    la creencia, muy poco poltica, en la indivisibilidad de la li-

    bertad, impugnada sin demasiada fortuna por Benedetto

    Croce (1866-1952). El ms grave error de los liberales, sola

    decir Aron, ha sido creer que el liberalismo poltico y el lib e-

    ralismo econmico marchaban de consuno (...). Tengo para m

    que para instaurar un sistema econmico liberal como el de-

    fendido por von Hayek o Jacques Rueff hara falta la dictadu-

    ra poltica. Se llega as a la equvoca relacin del autor con

    la economa poltica, a la que siempre se aproxim con men-

    talidad estatal ajena a todo doctrinarismo economicista. En

    esa clave debe leerse este prrafo de su curso sobre la de-

    mocracia y la revolucin profesado en la Escuela Nacional de

    Administracin Pblica en 1952 y publicado pstumamente

    como Introduccin a la filosofa poltica (1997): El liberalis-

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    267

  • mo poltico, definido por un sistema electoral, de modalidad

    parlamentaria, que regula la lucha por el ejercicio del poder,

    conduce de manera casi fatal a un sistema de economa en

    parte dirigida, en parte socialista. Del mismo tenor es la opi-

    nin recogida en sus conferencias de las Jefferson Lectures,

    Ensayo sobre las libertades (1965): la economa mixta, la

    democracia liberal y el Welfare State (...) me parecen actual-

    mente el mejor compromiso entre las diversas libertades que

    la sociedad moderna ambiciona dar a los hombres, por mu-

    cho que esa formulacin, conclua, se prestara a las crticas

    whig del liberalismo al modo de Hayek o a las del colectivis-

    mo que aspira a liberar a la humanidad del miedo a la ne-

    cesidad. Tambin en Memorias. Cincuenta aos de reflexin

    poltica (1983) reafirm su compromiso intelectual con el r-

    gimen menos malo demoliberalismo y economa mixta

    , en aparente contradiccin con la conciencia de que estos

    mismos regmenes pueden suscitar una especie de guerra ci-

    vil permanente, en la que los ciudadanos se conviertan en pu-

    ros consumidores, se multipliquen los grupos de presin y se

    paralice el Estado.

    No podemos detenernos aqu en el pensamiento econ-

    mico de Aron, cuyas grandes lneas apenas aparecen siste-

    matizadas en su obra, fuera de las tesis que, desde la pers-

    pectiva sociolgica, se recogen en 18 lecciones sobre la

    sociedad industrial (1962). Sin embargo, para no dar lugar a

    confusin sobre su actitud inequvocamente liberal, a pesar

    de su aceptacin de la economa mixta por razones de pru-

    dencia, conviene recordar bajo qu supuestos y con qu me-

    tas se aproxim el autor a los problemas de la economa po-

    ltica. No se pierda de vista, en cualquier caso, que la

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    268

  • aceptacin de un cierto grado de intervencionismo estatal, ca-

    racterstico de la socialdemocracia europea a fin de cuen-

    tas dentro de la rbita occidental, no significaba una clau-

    dicacin intelectual; de hecho, Aron se mostr intransigente

    con la falta de criterios del socialismo francs proclive al in-

    fausto programa comn de la izquierda. Cunto tardarn

    los socialistas en comprender la leccin del S.P.D., que go-

    bierna en la Repblica Federal enredado en el oportunismo?

    Cunto tardarn en llevar la economa al caos? Cunto

    tiempo le har falta a Francia para salir de esa situacin?.

    Entenda Aron que todo aquel que se enfrentase al anli-

    sis econmico tena que referir su pensamiento, en ltima

    instancia, a un esquema terico. As, aunque hasta el co-

    mienzo de la guerra su lectura econmica fundamental fue La

    teora general de la ocupacin, el inters y el dinero (1936),

    de J. M. Keynes (1883-1946), de la que lleg a redactar un

    estudio felizmente perdido, que en el mejor de los casos se-

    ra una coleccin de comentarios banales y exactos, Aron

    nunca se tuvo a s mismo por un keynesiano. Mucho menos

    por un marxiano, a pesar de que Karl Marx (1818-1883) fue

    su gran obsesin intelectual confirmada una vez ms por

    su obra pstuma Le marxisme de Marx (2002). En el cen-

    tro de sus preocupaciones econmicas se hallaba en realidad

    la nocin del crecimiento, acaso el problema central de la

    ciencia econmica moderna. Es caracterstico de cada po-

    ca que la ciencia econmica adopte como objeto principal de

    su investigacin un aspecto particular de la realidad. Si los

    mercantilistas se concentraron en las reservas de metales

    preciosos, los liberales en la bondad del librecambio y los

    economistas neoclsicos en el equilibrio automtico de los

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    269

  • mercados, la economa de su poca haba descubierto la re-

    levancia del crecimiento econmico. Segn Aron, aunque

    este dato era bien conocido por las sociedades europeas,ni-

    camente se convirti en elemento determinante del pensa-

    miento econmico al desarrollarse los mtodos cuantitativos

    que permitieron comparar la situacin de la Europa libre con

    la del Imperio sovitico o los pases subdesarrollados. Ese

    era, en su opinin, uno de los grandes mritos del estudio del

    economista catlico Colin Clark (1905-1989). Las condicio-

    nes del progreso econmico (1940, 1951). Este clsico de

    Clark tuvo sobre l gran influencia, aunque personalmente

    Aron prefiriera el empleo de trminos como desarrollo o

    crecimiento a progreso y, para decirlo todo, reprochara al

    economista ingls que al fijar su atencin sobre las estads-

    ticas, constat simplemente el crecimiento sin interrogarse

    sobre las condiciones necesarias que lo hacen posible. Lo

    mismo podra decirse de La gran esperanza del siglo XX

    (1949), de Jean Fourasti (1907-1990), el cual, segn escri-

    be Aron en 18 lecciones sobre la sociedad industrial, retom

    las ideas directrices de Colin Clark para, en muchos puntos,

    modificarlas, corregirlas y mejorarlas.

    El crecimiento econmico presupone toda una serie de

    tensiones y desequilibrios que dan el carcter de etapa de

    transicin a la sociedad contempornea. Cabe esperar, segn

    se expone en el captulo VIII de 18 lecciones sobre la sociedad

    industrial, una fase de equilibrio o al menos de estabilizacin.

    En qu consistira esta ltima resultaba difcil de pronosticar

    fuera de unas pocas conjeturas sobre la transformacin de

    los sectores productivos o la representacin ideal de la so-

    ciedad bajo la forma de una burocracia gigantesca. Por lo de-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    270

  • ms, no convena dejarse llevar ni por el optimismo de la tc-

    nica, ni por el pesimismo de marxistas y antimarxistas. Per-

    tenezco a la escuela probabilista; no creo en la necesidad del

    progreso econmico indefinido, ni en la necesidad de cats-

    trofes fecundas o catstrofes definitivamente catastrficas.

    Soy optimista, pero a beneficio de inventario. Aron, cuyo tem-

    peramento de socilogo sustitua al economista, pues en re-

    alidad careca de lo que Israel M. Kirzner (1930) llam, en un

    libro de igual ttulo, The economic point of view (1960), con-

    templ el fenmeno del crecimiento como uno de los s u-

    puestos histricos de su teora de la sociedad industrial

    clave, por lo dems, del acceso a su obra y causa

    asociada al desarrollo tcnico de la dialctica de la mo-

    dernidad, asunto al que dedic su libro Les dsillusions du

    progrs (1969), relato del fracaso de la ambicin prometica

    de las sociedades contemporneas. Justamente, el creci-

    miento como categora econmica central le permiti acuar

    el concepto de sociedad industrial, por el que debe enten-

    derse una suerte de orden de heterogeneidades caracteriza-

    do por la divisin del trabajo, la concurrencia de jerarquas, la

    pluralidad de intereses (o grupos) y, finalmente, la necesidad

    de tcnicos. Bajo esta ptica sociolgico-econmica no le pa-

    reca que hubiese verdaderas diferencias entre las dos espe-

    cies de sociedad industrial, la de tipo sovitico y las de tipo

    capitalista, pues todas las sociedades industriales son pro-

    gredientes, aspiran a calcular racionalmente y consideran que

    los deseos de los individuos son ilimitados. En realidad, lo

    que las separa y particulariza, segn se ver despus, es el

    elemento poltico.

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    271

  • Las 18 lecciones sobre la sociedad industrial, contenido

    de su curso de 1955-56 en la Sorbona y que forma una trilo-

    ga irregular junto a La lucha de clases (1964) y Democracia

    y totalitarismo (1965), as mismo cursos profesados en la

    Universidad de Pars entre 1956 y 1958, fueron redactadas

    en el ambiente optimista de los Treinta gloriosos, la revolu-

    cin invisible de 1945 a 1976 estudiada por Fourasti. Ya en

    los aos 70, bajo el impacto de la crisis del petrleo, Aron se

    encarara con el problema del crecimiento de un modo menos

    simplista,aunque contemplando seriamente la posibilidad del

    crecimiento a pesar de la recesin. En este sentido, el mile-

    narismo catastrfico revestido de cifras del primer Informe

    del Club de Roma, Los lmites del crecimiento econmico

    (1972), era algo que le disgustaba especialmente. Era, escri-

    ba en sus Memorias, como si a la Gran esperanza de los

    aos 60 se respondiera mediada la dcada siguiente con la

    Grande Peur del ao 2000, interfiriendo en el anlisis racio-

    nal con el recurso a conceptos colectivos como la especie

    humana. Estrecha relacin con esta temtica tiene, al me-

    nos en su concepcin editorial original, uno de los libros aro-

    nianos mejor conocidos en los ambientes liberales: En de-

    fensa de la libertad y de la Europa liberal , cuyo ttulo francs,

    Plaidoyer pour lEurope dcadente (1977), alude expresa-

    mente a la decadencia de la civilizacin liberal europea, preo-

    cupacin, por lo dems, muy tocquevilleana.

    Segn el proyecto original de aquel libro, era objetivo de

    su autor demostrar la superioridad de la economa libre de oc-

    cidente sobre la burocracia y el planismo econmico soviti-

    cos. Ese es, en efecto, el contenido esencial de la segunda

    parte: Europa inconsciente de su superioridad. Sin embar-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    272

  • go, el libro es mucho ms que una acotacin ensaystica a la

    situacin econmica de una Europa en la que parecan ha-

    berse agotado los milagros y esfumado la autoridad de las

    instituciones. Pues un libro que rechaza el tpico de la poca

    segn el cual Todo el mundo es ya marxista o, en la frmu-

    la de Maurice Duverger (1917), Todos somos socialistas

    afirmaciones consecuentes, por lo dems, con la impronta

    socialdemcrata de las constituciones de la postguerra

    era, ante todo, una reflexin sobre los verdaderos enemigos

    de Europa. Por esta razn, la crtica que recibi de los inte-

    lectuales de izquierdas, generalmente ayunos de ciencia eco-

    nmica, parece hoy ms vana y ftil que nunca. No puede de-

    cirse que haya comprendido su mensaje quien le reproche,

    precisamente a Aron, uno de los escritores liberales ms po-

    lticos de su generacin, el haber escrito su alegato europeo

    en homo oeconomicus. Cunta verdad encierran frmulas co-

    mo esta, que Aron, en sus Memorias, elev a una cuasi cate-

    gora de la sociologa del conocimiento del intelectual de iz-

    quierdas: el rechazo de lo econmico se generaliza a veces

    bajo la especie de un cretinismo literario.

    II. ARON, EL EUROPEO

    En un artculo editorial de la revista Informacin comercial

    espaola (n 382, 1965) se presentaba al autor, precisamen-

    te, como Aron, el europeo. Visto en perspectiva, puede de-

    cirse que fue el suyo, a todos los efectos, un pensamiento

    europeo ms que europesta, en la acepcin socializante,

    burocrtica y estatista que de este ltimo trmino se ha im-

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    273

  • puesto ltimamente a la Opinin. Por otro lado, aun escritos

    en clave francesa, sus libros sobre las guerras hiperblicas

    del siglo XX o la articulacin de un orden internacional se mue-

    ven siempre en un horizonte de preocupaciones europeo y li-

    beral. En defensa de la libertad y de la Europa liberal consti-

    tuye la sntesis de un programa cultural, en su ms elevado

    sentido poltico, para el liberalismo. Ms all de su escasa re-

    levancia contempornea como estudio econmico, esta

    obra debe comprenderse en el contexto de una constante del

    liberalismo francs desde 1870: la preocupacin por la de-

    cadencia de Francia y, en general, de Europa.

    La visin aroniana de Europa es la de quien se senta par-

    tcipe de las tradiciones espirituales que han regido el Viejo

    continente durante la poca contempornea, al menos hasta

    el final de la II Guerra Mundial. Tratndose de un francs for-

    mado en el ambiente cultural de la III Repblica, cuyo espri-

    tu inficion el bacilo del resentimiento contra Alemania lo

    que explica tanto el desastroso Diktat de Versalles como la

    irresponsable indolencia de la paz denunciada por de Jouve-

    nel en Aprs la dfaite (1941), resulta extraordinario su in-

    ters por el pensamiento alemn. Aron fue lector en la Uni-

    versidad de Colonia durante 18 meses (desde marzo de

    1930), pasando despus al Instituto Francs de Berln, ciu-

    dad en la que permaneci hasta el verano de 1933. Asisti

    pues al desmoronamiento de la Repblica de Weimar. Suges-

    tionado por la constatacin sobre el terreno de las palabras

    de Arnold Toynbee (1889-1975), History is again on the mo-

    ve, escribi numerosos artculos sobre la situacin alemana

    para las revistas Libres propos y Europe, ley por primera vez

    El capital, aunque careca de una cultura econmica sufi-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    274

  • ciente para comprenderlo y juzgarlo adecuadamente, y entr

    en contacto con la sociologa alemana, prefiriendo a Max We-

    ber (1864-1920) y postergando al patrn de la sociologa fran-

    cesa mile Durkheim (1858-1917). La sociologie allemande

    contemporaine (1935), fruto de sus trabajos juveniles en Ale-

    mania, es algo ms que un recorrido escolar por el pensa-

    miento de los grandes socilogos alemanes entre otros:

    Weber, Georg Simmel (1858-1918),Leopold von Wiese (1876-

    1969) o Karl Mannheim (1893-1947). De alguna manera,

    el primero de sus libros vino a ser la realizacin prctica de

    uno de sus mayores empeos intelectuales de aquellos aos:

    el entendimiento francoalemn. Ese estudio precursor, lgi-

    camente superado por trabajos ulteriores, dio a conocer a We-

    ber a la intelectualidad francesa. Continuacin de ese pro-

    yecto fue tambin, en parte, el ssai sur une thorie

    allemande de lhistoire. La philosophie critique de lhistoire

    (1938), proyectado inicialmente como tesis doctoral. La inti-

    midad intelectual de Aron con Alemania, apenas interrumpida

    por la guerra y reafirmada simblicamente en su magnfico

    Pensar la guerra, Clausewitz (1976), le hizo justo acreedor en

    1979, gracias a la discreta mediacin de Gnter Maschke

    (1943), al Premio Goethe, alto reconocimiento cultural que le

    fue concedido por la ciudad de Frankfurt (del Meno).

    La Alemania de los primeros aos 30 cambi profunda-

    mente a quien sus camaradas del Seminario de romanstica

    de Colonia apodaron admirativamente Die Denkmaschine; en

    efecto, all descubri la poltica y se apart del idealismo sin

    horizontes de la filosofa alainiana. Del mismo modo, su ex-

    periencia del mundo anglosajn no result menos determi-

    nante para su visin poltica. En primera instancia a travs de

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    275

  • la anglofilia de su admirado Halvy, como los verdaderos li-

    berales, pacfico, cualidad de la que, segn ste haba con-

    fesado a Aron, nicamente poda presumir un librecambista.

    Ms tarde fueron notables las influencias recibidas durante

    los ms de cuatro aos que pas en Londres, trabajando pa-

    ra el gaullismo y La France libre hasta que regres a Francia

    en septiembre de 1944. No obstante, sus relaciones con de

    Gaulle (1890-1970) nunca fueron buenas; a pesar de su mi-

    litancia poltica a favor del General despus de la Liberacin,

    en el Rassemblemnt du Peuple Franais, entre 1947 y 1952,

    el suyo no dej de ser, como deca su bigrafo Nicols Bav e r e z

    (1961), un drle de gaullisme. Aron dej voluntariamente

    envueltas en el misterio la ambigedad de sus relaciones con

    de Gaulle, mencionando en sus Memorias unos motivos os-

    curos y profundos. Ms directo, el hroe de Colombey reco-

    noca una cierta hostilidad personal hacia quien, como Aron,

    no se recataba en sus accesos antigaullistas, tal vez por el

    prurito de ir contracorriente. Al parecer, el redactor de La Fran-

    ce libre sola decir que de Gaulle era un Badinguet apodo

    que mortificaba a Napolon III, difundiendo adems en los

    Estados Unidos la idea de que aqul no era ms que un ge-

    neral de Pronunciamiento, al estilo latinoamericano.

    En Londres entr en contacto directo con los economistas

    liberales del Reform Club, entre otros Friedrich A. Hayek

    (1899-1992), con quienes sola reunirse semanalmente. All

    tambin descubri su vocacin atlantista en contra de la

    tradicin epirocrtica francesa, cultivada ms tarde en sus

    escritos sobre las relaciones internacionales en la Guerra fra

    y proyectada sobre la ribera noroccidental del ocano, pues

    no en vano dedic un libro bastante personal a los Estados

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    276

  • Unidos de Amrica: La Repblica imperial (1972). Su inters

    por los Estados Unidos, no como objeto de pasiones favora-

    bles u hostiles, sino ms bien de estudio, segn recordaba

    en la introduccin de Ensayo sobre las libertades, le empa-

    rentaba con doble vnculo con el olvidado Tocqueville, uno de

    los raros liberales franceses de vocacin anglfila junto al ba-

    rn de Montesquieu (1689-1755) y Halvy, el eslabn fran-

    cs entre el liberalismo decimonnico y el neoliberalismo del

    siglo XX. Su anglofilia, compatible empero con su nacionalis-

    mo y la admiracin por el espritu germnico, hacen de l un

    escritor poltico verdaderamente singular y cosmopolita.

    Sin dudarlo, su lugar intelectual es el de la tradicin libe-

    ral que Dalmacio Negro (1931) ha propuesto denominar po-

    ltica para oponerla a la regalista, tpicamente francesa,en

    la que eventualmente, cabe aadir, se combinan el estatismo

    con el utopismo. En poltica ha dejado dicho Aron en In-

    troduccin a la filosofa poltica, los franceses no son ni fi-

    lsofos ni empricos. Carecen del gusto de pensar sistemti-

    camente su poltica y mirar las cosas como son. En realidad,

    los franceses son idelogos. Es una patologa del espritu

    poltico el gusto por las ideas abstractas; discutir sobre ellas

    sin detenerse en consideraciones vulgares que afectan al

    mundo real es la pasin del intelectual francs. De ello re-

    sulta, curiosamente, un batiburrillo de discusiones abstru-

    sas, fanticas y vanas, as como una propensin bastante c -

    nica hacia el compromiso, lo que arruina el imperativo de una

    democracia armoniosa, el equilibrio entre las ideas y los inte-

    reses. Frente al carcter contemporneo de la realidad del

    pensamiento ingls, cuya expresin extrema sera la antiide-

    ologa americana (lamricanisme), ajena a la formulacin de

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    277

  • un sistema de conceptos o de proposiciones, el francs acu-

    sa un estilo bien retrospectivo, a lo Charles Maurras (1868-

    1952), bien utpico, al modo de Alain.

    A decir verdad, no pareca que fuera de Alemania, Inglate-

    rra o su propio pas tuviese Aron gran inters por el resto de

    las naciones europeas. Lo mismo que otros escritores fran-

    ceses, el autor de El opio de los intelectuales (1955) tambin

    padeci el complejo intelectual parisino de Saint-Germain-

    des-Prs, segn el cual, lo que no importaba a las gentes del

    VI

    me

    arrondissement no exista. Aun as, en su obra pueden

    recogerse muy certeros juicios, en algn caso desmitificado-

    res, sobre la situacin poltica de pases como Espaa o Por-

    tugal, generalmente maltratados por los intelectuales europe-

    stas. Ni siquiera cuando opinaba sobre la Guerra de E s p a a ,

    el rgimen franquista o el complejo poltico espaol una

    sugestiva interpretacin aroniana, apenas enunciada, de la de-

    cadencia espaola se acomod en los tpicos.

    El libro europeo por excelencia de Raymond Aron es, como

    puede suponerse, En defensa de la libertad y de la Europa li-

    beral, que recoge partes de un curso profesado en 1975 en

    el Collge de France sobre la decadencia de occidente. Al mis-

    mo espritu haba respondido ya en 1967 Le mal franais, de

    Alain Peyrefitte (1925-1999), tambin El fin del Renacimiento

    (1981) de Freund y, recientemente, La France qui tombe

    (2002), filpica de Baverez. El denominador comn de todas

    estas obras es la crtica liberal de los males europeos por ex-

    celencia, el estatismo, el colectivismo y la ideologizacin o

    ideologismo, patologas respectivas del gobierno, la sociedad

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    278

  • y el pensamiento poltico. Mas el contundente alegato aro-

    niano a favor de los principios y valores de la prosperidad oc-

    cidental, merece una lectura poltica suplementaria, pues en

    sus pginas qued recogido tambin su pensamiento sobre

    los enemigos de Europa: el enemigo interior, es decir, los Par-

    tidos comunistas occidentales hostiles a la propiedad pri-

    vada, a las libertades formales, etc., etc., cuya lealtad a los

    regmenes liberales de occidente, segn Aron, estaba todava

    por demostrar, y el enemigo exterior, la Unin Sovitica.

    Mediada la dcada de los aos 70, la perspectiva de un

    gobierno comunista en Italia o Francia no era, ni mucho me-

    nos, remota. Curiosamente, mientras los partidos vinculados

    con el totalitarismo pardo o negro eran puestos en cuarente-

    na, pues as se decidi en la Declaracin sobre la Europa li-

    berada de 11 de febrero de 1945 decisin que, segn la

    terminologa de Carl Schmitt (1888-1985), podra considerar-

    se la parte sustantiva de la constitucin de Europa, tomada

    sta en su sentido positivo, los partidos occidentales

    dependientes del totalitarismo rojo fueron, inexplicablemente,

    integrados en el sistema constitucional. Un ejemplo ms de

    las contradicciones de las democracias liberales, vctimas de

    muy similares complejos, lo mismo en la Alemania de los

    aos 30 que en la Italia de los 70, los aos de plomo.

    El ms efectivo medio de accin interna del comunismo

    fue la vulgata marxista, un repertorio de prejuicios e ideas

    preconcebidas que se segua desarrollando y enseando en

    occidente como una especie de doctrina escolstica y por el

    que seguan disputando, eventualmente, las distintas sectas

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    279

  • filosficas y los marxismos imaginarios (saintes familles). En

    rigor, una vez derogada la ortodoxia del materialismo dialcti-

    co, el marxismo qued reducido a una vaga condena de la

    economa liberal, acompaada de la aspiracin a la propiedad

    colectiva de los medios de produccin. En este sentido, el

    eurocomunismo fue el ltimo intento serio de los comunis-

    tas occidentales, antes de ser seducidos por la partidocracia,

    para revitalizar la doctrina de la ltima tirana europea. Ahora

    bien, la fortaleza poltica del marxismo vulgar resida precisa-

    mente en su ascendiente sobre muchos espritus liberales en

    las pocas crticas. Ni siquiera la confrontacin con la reali-

    dad bastaba para remover de raz una ilusin cuasi religiosa,

    pues esta apareca blindada por lo que Aron denomin si-

    nistrismo. As, el fracaso del comunismo, en vez de promo-

    ver masivos abandonos en el campo totalitario, indujo a mu-

    chos intelectuales a refugiarse en una suerte de socialismo

    inencontrable (socialisme introuvable), gemelo de la esca-

    pista New Left, curioso fenmeno irradiado desde los Estados

    Unidos y juzgado en trminos muy parecidos, aunque ms be-

    nvolos, por el socilogo Daniel Bell (1919).

    El sinistrismo consiste bsicamente en un espritu indul-

    gente hacia los hombres y las ideas de la izquierda o, como

    puntualiza el mismo Aron en otro lugar, comprensivo con los

    crmenes comunistas perpetrados en nombre de las bellas

    ideas. Se trata, por tanto, de la aplicacin de dos sistemas

    de medidas: juzgar al comunismo por sus inmaculados fines

    doctrinales y al liberalismo por sus prosaicas realizaciones

    histricas. La consecuencia ms grave de la tctica comunis-

    ta no fue tanto, con ser import a n t e , su acceso a ciertos cr-

    culos de poder en los regmenes demoliberales, sino la lami-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    280

  • nacin del principio de autoridad, la ms grave manifestacin

    de la decadencia interna de Europa. El Concilio Vaticano II,

    las rebeliones estudiantiles y los sindicatos de soldados for-

    man, por as decirlo, sistema, y simbolizan, si no el hundi-

    miento al menos el rechazo de la autoridad (o de su forma ac-

    tual) en el seno de tres instituciones cuyas races se

    remontan al Ancien Rgime: la Iglesia, el Ejrcito y la Univer-

    sidad. La cuestin es, concluye Aron, que nadie obedece a

    quien no cree en su derecho a mandar. Vilfredo Pareto

    (1848-1923) nos ense que ese es, en ltimo anlisis, el

    epitafio de todas las clases rectoras que en la historia han sido.

    El enemigo exterior de Europa fue durante mucho tiempo

    el Imperialismo sovitico, cuyo astro poltico se elev, segn

    Aron, gracias al auxilio que le prestaron las propias democra-

    cias occidentales, pues como recordaba en Les guerres en

    chaine (1951), a Rusia le fue entregado lo que sta no poda

    exigir y lo que aqullas no concedieron a Hitler. En realidad,

    los tremendos sufrimientos que unas naciones y otras se in-

    fligieron mutuamente en las postrimeras de la II Guerra Mun-

    dial impidieron una solucin poltica de la contienda, segn el

    jus gentium europaeum, ordenamiento incompatible, por lo

    dems, con la mana norteamericana del unconditional su-

    rrender. Por qu se aniquil a Alemania en beneficio del ene-

    migo de maana y se consinti la sovietizacin de media Eu-

    ropa? Por qu se dilapid la victoria aliada de este modo?

    Todo obedece a un grave error poltico y diplomtico que ape-

    nas si ha podido ser conjurado 60 aos despus con la ab-

    sorcin del antiguo glacis defensivo sovitico por la Unin Eu-

    ropea. Cuando no estamos seguros de nuestro aliado, la

    leccin eterna de una honorable sabidura maquiaveliana

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    281

  • aconseja proteger a nuestro enemigo. Una vez aceptado el he-

    cho de la neutralizacin poltica de la M i t t e l e u r o p a, el atlantismo

    de Aron se nos presenta como actitud solidaria con un plantea-

    miento realista de la relacin de fuerzas. Al menos hasta que

    tuviera lugar la declinacin del i m p e r i u m s ovitico sobre las de-

    mocracias populares, ocasin de su integracin en la Europa

    a u t n t i c a , las naciones del extremo occidental de Eurasia no

    tenan ms eleccin que aceptar la proteccin de la superp o-

    tencia martima. Todo lo dems le parecan invectivas de los

    n u evos G r a e c u l i contra sus benefactores nort e a m e r i c a n o s .

    La amenaza militar sovitica sobre la f i n l a n d i z a d a E u r o p a

    occidental o, lo que resulta equivalente en trminos de poten-

    cial militar, la proteccin de los Estados Unidos, planteaba tam-

    bin el spero problema de la decadencia y sus manifestacio-

    nes desde la perspectiva de las relaciones internacionales. A

    juicio de Aron, la situacin de Europa en los aos 70 no sera

    tanto la de una civilizacin decadente, pues consideraba que

    esta categora histrica se presta con demasiada facilidad a va-

    loraciones subjetivas, sino la de una constelacin poltica

    d e c l i n a n t e, f e n m e n o , el de la declinacin o debilitamiento

    (a b a i s s e m e n t) , mensurable en magnitudes objetivas como la

    desaceleracin de los ndices de crecimiento econmico, la pr-

    dida de potencia militar o el desplome de la natalidad.

    Raymond Aron, socilogo y ensayista, anticomunista de

    vocacin atlantista, se defina a s mismo como un lector li-

    beral de Maquiavelo. Ello nos ofrece un perfil irrepetible en

    el ya de por s bizarro y minoritario liberalismo francs de tra-

    dicin anglfila. Un perfil capaz de concitar en su contra, du-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    282

  • rante dcadas, a todo el izquierdismo del Hexgono. La ran-

    cia eleccin del error antes que reconocer que Aron tena ra-

    zn es, por extrao que nos pueda parecer hoy, el smbolo

    permanente de la manera en que el moralista trata de pros-

    cribir al escritor poltico realista.

    III. LA MENTALIZACIN DEL MUNDO HISTRICO POLTICO

    Aunque Aron se lament en alguna ocasin el haber dila-

    pidado su tiempo creando opinin en la prensa de masas, es

    justo reconocer que una buena parte de su obra trasciende el

    momento histrico particular. A pesar de su vinculacin de

    treinta aos a Le Figaro, para el que escribi infinidad de ar-

    tculos hasta 1977, no estamos, sin ms, ante un periodista

    tocado de idelogo, tampoco ante un doctrinario o un divul-

    gador poltico. Siempre dispuesto para el debate, acaso no

    lleg a escribir la obra profesoral de la que poder sentirse n-

    timamente orgulloso. Incluso en su ambiciosa Paz y guerra

    entre las naciones (1962) el analista poltico se impone so-

    bre el terico de las relaciones internacionales. Lo cual tras-

    ciende sobre su estilo literario, quizs demasiado periodsti-

    co, expansivo y, en definitiva, poco acribioso. Esto, a pesar de

    una prosa sin voluntad de estilo tentacin para la que re-

    conoca carecer de la calidad literaria de un Andr Malraux

    (1901-1976) o un Franois Mauriac (1905-1970), adems de

    que juzgaba muy inadecuados para el anlisis los recursos re-

    tricos, ha podido perjudicar a la comprensin y la necesa-

    ria relectura de algunos de sus libros. Por todo ello resulta lla-

    mativo, pero al mismo tiempo lgico, que un hombre de sus

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    283

  • inclinaciones, recibido como catedrtico de sociologa en la

    Sorbona en 1955, se embarcara en un estudio tan erudito co-

    mo el que dedic, en dos tomos, al General Karl von Clause-

    witz (1780-1831). Pero tambin es este un libro profunda-

    mente aroniano, cuyo examen crtico difcilmente se adapta a

    los cnones de la crtica historiogrfica universitaria; en reali-

    dad no deja de ser una obra poltica cuyo leit Motiv es si Clau-

    sewitz sigue siendo para nosotros, en la era nuclear, porta-

    dor de una leccin, buena o mala. Su encuesta se justifica

    pues por los odios que suscita (y) la connotacin peyorativa

    dada a la expresin neo-clausewitziano. Al mismo espritu

    responda, por ejemplo, el Clausewitz como pensador polti-

    co, o el honor de Prusia (1968), de Carl Schmitt, o salvando

    las distancias y dejando a un lado los escritos de los milita-

    res de carrera, las acotaciones, siempre sobre problemas

    concretos, de revolucionarios profesionales y partisanos co-

    mo Lenin (1870-1924) o Mao Tse-Tung (1893-1976).

    El temperamento de Aron no es, c i e rt a m e n t e , el del estu-

    dioso universitario. Nunca se acerc a los grandes escritores

    de la tradicin poltica Maquiavelo (1469-1527), M o n t e s-

    q u i e u , To c q u eville con el afn cientfico de los politiclo-

    gos. Los clsicos nunca fueron para l mera q u a e s t i o m e t o-

    d o l g i c a , ni siquiera terica; tampoco un tema; en todo caso,

    un problema que no puede quedar desrealizado con una lec-

    tura de manual, puramente historiogrfica. As, el solitario de

    San Casciano, M a q u i av e l o , nunca le pareci un cientfico de la

    p o l t i c a , lo que sera decir muy poco de un escritor poltico cu-

    ya preocupacin por el Principe nuov o se remita a la libert a d

    de su patria sojuzgada. El dilogo entre los grandes escritores

    raramente encaja en los esquemas universitarios. Para el ex-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    284

  • p e rto en la filosofa poltica de Maquiav e l o , el prlogo de Aron

    a El Prncipe, redactado en 1962, carece probablemente de in-

    ters exegtico; sin embargo, para un realista poltico, sus co-

    mentarios al captulo VII de esa obra, en el que se refieren las

    hazaas de Csar Borgia (1475-1507), valen por un glosario

    cientfico completo: Todo el misterio y la claridad de Maquia-

    velo estn en esas pginas. Nada es ms simple, ms lgico

    o ms prctico que la enseanza de ese relato. Y dar de ella

    una formulacin abstracta conlleva el riesgo de la pedantera.

    La mentalizacin aroniana del mundo poltico no es asun-

    to de epistemologa acadmica, sino un enderezarse a la ver-

    dad efectiva de las cosas polticas (andare drieto alla verit

    effettuale della cosa), segn reza la archiconocida sentencia

    maquiaveliana. En un sentido formal, la mentalizacin de lo

    poltico consiste en el dominio intelectual de las circunstan-

    cias polticas empeo generacional e ineludible, dentro

    de un horizonte de posibilidades histricas dado y segn los

    conceptos polticos vigentes, cuya trama, precisamente, cons-

    tituye lo que Dalmacio Negro ha llamado un modo del pen-

    samiento poltico. En un sentido material, toda mentalizacin

    de la realidad poltica trae su causa de un acontecimiento po-

    ltico histricamente trascendente e irreversible, o sea, de la

    fundacin poltica; sta consiste en una decisin suprema

    asociada a una grave mutacin del ord e n , la cual se libra, g e-

    n e r a l m e n t e , como una guerra civil clsica, como la espa-

    ola de 1936, o insidiosa, llamada puration en Francia o Ent-

    nazifizierung en Alemania a partir de 1945. La proyeccin

    de todo ello sobre la nacin est mediatizada por la cultura

    poltica, en la que se transparenta el reflejo que tienen en la

    opinin comn los elementos polticos sustantivos institu-

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    285

  • cin del mando, designacin del enemigo, delimitacin de lo

    pblico, ordenacin jurdica y seoro del espacio. Ahora

    bien, donde la cultura poltica aparece copada por un pensa-

    miento antipoltico caso del sinistrismo en la Europa de la

    postguerra, la inteligencia poltica se corrompe y le da la es-

    palda al sentido comn. Entonces, parafraseando a lvaro

    dOrs (1915-2004), el saber poltico deviene vulgar y demen-

    cial. Aron se enfrent con denuedo a esas circunstancias es-

    pirituales, afanndose en calar su secreto; mas no de un mo-

    do libresco, como facultativo de una disciplina, s i n o

    empeando su propia vocacin en la decantacin de las ex-

    periencias polticas vividas. Tal es el argumento superior de

    su biografa intelectual, al que toda su obra ha de quedar su-

    peditada en una visin englobante. Con razn se le ha podi-

    do comparar con Tucdides (460 a. C.-400 a. C.). En esta

    perspectiva se nos impone una sutil articulacin de los mo-

    mentos caractersticos de su mentalizacin (forma mentis) de

    lo poltico: (a) la historicidad de la poltica; (b) la incoacin de

    una sociologa poltica neomaquiavelista de las formas de

    gobierno; (c) el maquiavelismo moderado y (d) el reconoci-

    miento realista del primado de lo poltico.

    IV. LA POLTICA EN LA HISTORIA

    En su aparente sencillez, las lecciones sobre Democracia

    y totalitarismo, constituyen tal vez el ms sistemtico de los

    ensayos de Aron sobre los problemas de la conceptualizacin

    de la poltica como campo pragmtico singularizado. Mucho

    ms preciso era el ttulo de la edicin original para los estu-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    286

  • diantes de la Sorbona: Esquisse dune thorie des rgimes

    politiques. En un dilogo mayormente implcito con la tradi-

    cin poltica, el autor rehuy una exposicin convencional del

    tema, pues no era su intencin presentar el estado de la

    cuestin, sino ms bien inquirir por su cuenta en las conse-

    cuencias polticas de su clasificacin dicotmica de los tipos

    de sociedad industrial. Para ello tuvo que esforzarse en fijar

    su posicin intelectual sobre la interrogante decisiva: qu es

    la poltica? Ese es el contenido de la primera parte del curso

    (Conceptos y variables), cuyo valor no estriba en la formu-

    lacin sistemtica de una definicin, pues sus disquisiciones

    sobre la poltica-dominio y la poltica-conocimiento, si bien no

    carecen de inters, no dejan de ser adquisiciones comunes

    de la ciencia poltica. A fin de cuentas, Aron careca de la fa-

    cilidad de concepto, a la que,por otro lado,suele ser ms pro-

    clive la mentalidad del jurista poltico que la del politiclogo.

    Pero si conviene insistir en la relevancia de este pequeo tra-

    tado es porque en sus pginas se condens el espritu del re-

    alismo poltico, que no es de hoy sino de todas las pocas:

    el primado de lo poltico (primat du politique). Esta es la fr-

    mula, aparentemente banal, abarcadora de una tradicin que,

    de otro modo, slo muy imperfectamente podra delimitarse.

    Un libro que en una poca de vasto idealismo poltico, ade-

    ms osa contemplar el horizonte de la corrupcin de todo r-

    gimen poltico, debera ya estar catalogado entre los clsicos

    polticos menores de la segunda mitad del siglo XX, al lado,

    verbigracia, de El hombre, animal poltico (1957), del espaol

    Javier Conde (1908-1975), o La nocin del Estado (1967), del

    italiano Alessandro Passerin dEntrves (1902-1985). Por cier-

    t o , que da qu pensar el olvido en que han cado estas obras.

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    287

  • Uno de los elementos caractersticos de la tradicin lite-

    raria del realismo poltico es la irrupcin del tiempo sobre las

    formas en que se organiza la coexistencia humana, asunto

    del que se ocupa la Cliopoltica. Bien en el sentido primario

    del tiempo como materia corruptora de todas las fundaciones

    polticas, bien como manifestacin de la historicidad de la

    condicin humana. As pues, puede afirmarse, con el autor,

    que la corrupcin de las formas de gobierno es una de las

    proposiciones menos dudosas de la ciencia poltica, siendo

    que la historia, para el hombre, es la esencia de su ser. Es-

    tas son las dos constantes de la cliopoltica aroniana. El Par-

    tenn, una vez erigido escriba en su tesis doctoral, nada

    puede esperar ya de la dure sino la destruccin. Pues grvi-

    do de la materia, el espritu est sometido a la fragilidad de

    las cosas humanas.

    Su problemtica frmula historicista sobre la esencia del

    hombre ( lhomme est une histoire), que se remonta a su In-

    troduccin a la filosofa de la historia (1938), nunca fue recti-

    ficada, sino ocasionalmente reafirmada con el transcurso del

    tiempo. As, por ejemplo, en Les dsillusions du progrs, a

    propsito de los condicionantes de la accin tcnica, escribe:

    Existe una naturaleza social o humana a la que los planifi-

    cadores deban obedecer? La cuestin responde concluyen-

    te no puede tener respuesta en cuanto que los hombres y

    las sociedades humanas tienen una historia, no una natura-

    leza fijada para siempre. Mas,aun no siendo inmutable, la na-

    turaleza humana y social presenta ciertos rasgos permanen-

    tes. Dejando a un lado el alcance ontolgico de este

    enunciado, la historicidad como dimensin de la temporali-

    dad, en cuanto que afecta al hombre que est en la historia

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    288

  • y que, a la vez es historia, presupone la libertad: la historia

    es libre porque no est escrita de antemano, ni determinada

    como una naturaleza o una fatalidad imprevisible. La polti-

    ca, por tal motivo, es eleccin y decisin, un arte de elec-

    ciones irreversibles y designios a largo plazo.

    En realidad, lo ms caracterstico de la filosofa de la his-

    toria de Aron, cuyos supuestos la circunscriben a la revisin

    crtica de las filosofas dogmticas de la historia, as como la

    de los trascendentales de la ciencia histrica, es el reconoci-

    miento de dos antinomias fundamentales, la de la razn his-

    trica y la del juicio histrico. Desde el momento en que

    detrs de toda filosofa poltica opera una filosofa de la his-

    toria, se impone un examen somero de las mentadas antino-

    mias. En la primera de ellas se manifiesta la contraposicin

    entre la historia como unidad total (Georg W. F. Hegel (1770-

    1831), Marx) y la historia fragmentada y relativa (Oswald

    Spengler (1880-1936)); superarla implica la integracin de lo

    concreto y lo universal. La antinomia del juicio histrico, en

    cambio, enfrenta la tesis positivista de la fidelidad pasiva a

    los hechos con las tesis diltheyanas, segn las cuales, en la

    historia no se encuentra ms que lo que la perspectiva del ob-

    servador ha introducido previamente. As las cosas, tiene ra-

    zn Stephen Launay (1964) al precisar en La pense politique

    de Raymond Aron (1995) que la distincin operante en el sa-

    bio francs entre el pensamiento comprometido (pense en-

    gage) y la reflexin (rflexion) le permite superar el relativis-

    mo historicista. Pues aunque el hombre, por su condicin

    histrica, est siempre comprometido con su tiempo, la refle-

    xin le eleva al momento de universalidad de la historia, libe-

    rndole as de sus ataduras.

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    289

  • El pensamiento poltico ensea a los hombres que antes

    son ciudadanos que particulares; que en la situacin de ex-

    cepcin la colectividad la clase, la patria exige legtima-

    mente de cada uno que se sacrifique por una causa. Revolu-

    cin o Defensa nacional, el individuo que pertenece a la

    historia tiene la obligacin de asumir el riesgo supremo; en

    definitiva, que nicamente en las infrecuentes pocas de

    tranquilidad, en las que la vida de desenvuelve al margen de

    los negocios pblicos (...) la poltica se nos aparece como

    una especialidad de profesionales, una ocupacin entre

    otras, ms interesante que seria. De alguna manera,los mo-

    mentos decisivos son aquellos en los que las decisiones re-

    velan su naturaleza de elecciones polticas. Generalmente,

    el racionalismo poltico, en sus diversas variantes moralistas,

    pseudorreligiosas o economicistas, fracasa en esta disyunti-

    va, pues no se trata de elegir entre sistemas ideales, entre lo

    ptimo y lo psimo, sino tal vez entre lo malo y lo peor. La

    ilusin del racionalista no es tanto desconocer la realidad co-

    mo albergar la esperanza de que, a pesar de todo, se puede

    elegir segn la razn. Particularmente en las divisorias his-

    tricas se impone un cierto accidentalismo de la decisin

    (ocasionalismo), pues se elige en un momento dado y como

    para ir tirando (on choisit et pour un moment). El carcter

    evenementielle que la historia adopta en los esquemas aro-

    nianos viene a confirmar que la historia por excelencia es, pa-

    ra l, la historia poltica.

    La poltica no es slo la realidad poltica, sino tambin la

    conciencia que el hombre tiene de ella: el hombre comn,

    pues en l opera una representacin elemental del rgimen

    bajo el cual vive, pero tambin el facultativo de la poltica, en

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    290

  • su doble acepcin de mero cultivador de alguna de las disci-

    plinas politolgicas o de consejero de prncipes. En cuanto a

    las representaciones del ciudadano, stas constituyen la fr-

    mula elemental de la cultura poltica o, si se prefiere, la ideo-

    loga en una acepcin n e u t r a l, no por desusada invlida; sta

    consiste, segn la describe Aron en Democracia y totalita-

    rismo, en una conciencia espontnea de la poltica. Mas in-

    teresa ahora la actitud del intelectual de la poltica, cuya men-

    talizacin de la misma puede no slo modelar la opinin

    pblica (pedagoga poltica), sino determinar la decisin del

    gobernante, pesando sobre su nimo (consejo poltico). Aron

    no careci de la vocacin pedaggico-poltica, ejecutada en

    miles de anlisis periodsticos. Como pedagogo poltico, vo-

    cacin desarrollada en el anlisis periodstico, choc contra

    el muro de silencio del sinistrismo. Moderadamente optimis-

    ta sobre el futuro, crea que su obligacin de intelectual era

    combatir con buenas ideas las falsas doctrinas. Por tal razn,

    su figura de espectador comprometido representaba para

    los pseudorrevolucionarios de 1968 el polo negativo. Su po-

    sicin en las ms importantes tribunas periodsticas del pen-

    samiento liberal y conservador francs fue empero envidiable,

    lo que relativiza las consecuencias de la inexistencia de una

    escuela aroniana en sentido universitario. Al mismo tiempo

    que supo llegar a amplios sectores de la ciudadana, patroci-

    n y lanz dos importantes revistas de pensamiento poltico:

    Contrepoint, una referencia muy importante de los aos 70, y

    Commentaire, cofundada con Jean-Claude Casanova en 1978

    y en la que con el transcurso del tiempo se ha ido acentuan-

    do la vocacin liberal y atlntica del proyecto original.

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    291

  • Aron, que vivi de cerca la poltica en una etapa histrica-

    mente decisiva, no quiso or la llamada del poder. Tal vez ejer-

    ci con discrecin el consejo poltico, pero nunca lament no

    haber sido el Kissinger de un Prncipe. En una conferencia de

    1969, pronunciada en el Instituto Italiano de Pars para con-

    memorar el V centenario del nacimiento de Maquiavelo, con-

    clua con estas palabras reveladoras de un estado de espri-

    tu: Nunca franque el umbral de la accin poltica,

    permaneciendo (...), como todos aquellos que especulan so-

    bre la accin y no actan, frustrado y secretamente satisfe-

    cho. Prudente en mis escritos, dice al epilogar sus Memo-

    rias, domino malamente mis opiniones. Con facilidad, por

    motivos circunstanciales o de humor, me libro a frmulas ex-

    tremadas que no expresan realmente mi pensamiento pro-

    fundo y que pueden llegar a desacreditarlo. Ni el autor en-

    cajaba en la caracteriologa del poltico, ni se engaaba al

    respecto. Con la experiencia de los aos, una anecdtica con-

    versacin con Joseph Paganon (1880-1937), Ministro de

    Obras pblicas en 1932, devino proverbial. Al estilo norma-

    lien, Aron explic al ministro la situacin de Alemania, a lo

    que ste respondi, no sin irona: Bien, pero usted qu ha-

    ra si se encontrara en el lugar del Ministro de Asuntos Exte-

    riores? Aquella interrogacin se convirti en el lema capital

    de su praxiologa poltica, dejando entrever su repudio del ac-

    tivismo vano y gratuito de cierta especie intelectual, eterna-

    mente discordante. Pues una cosa es, en efecto, la facultad

    de denunciar y otra, muy distinta, el tener que decidir con to-

    das sus consecuencias. Recomendar o desaconsejar el aban-

    dono de Argelia era una cosa, pero firmar los Acuerdos de

    Evian era algo cualitativamente muy distinto. Cuando menos

    requera de una fortaleza de nimo que no es imprescindible

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    292

  • para redactar exhortos. La virtud del poltico resuelto no ad-

    mite las clusulas de conciencia de los hombres puros, tam-

    poco los remilgos del intelectual. As reza en la cuarta em-

    presa de Idea de un prncipe poltico cristiano (1640) de

    Diego Saavedra Fajardo (1584-1648): Los ingenios muy en-

    tregados a la especulacin de las ciencias son tardos en obrar

    y tmidos en resolver (...) Ms desembarazado obra un juicio na-

    t u r a l , libre de las disputas y sutilezas de las escuelas.

    V. DESPOETIZAR LOS REGMENES

    Si el poltico no necesita de mucha ciencia para gobernar,

    no es menos cierto que tampoco la inmediatez de la poltica

    garantiza una ms clara conciencia de la realidad o mayor fi-

    delidad a los hechos. Yo he visto la poltica en accin ms

    de cerca que la mayora de politlogos de lo cual me ale-

    gro, pero el anlisis poltico in vivo, concluye Aron, lejos de

    favorecer la reflexin filosfica, la paraliza. Se trata de una

    manifestacin adicional de las insondables antinomias de la

    accin y el pensamiento polticos. Para conjurar, en la medida

    de lo posible, el bloqueo de la inteligencia poltica, pero tam-

    bin para garantizar que ste se atenga en todo momento a

    la realidad, conviene que el estudioso renuncie a ciertos pre-

    juicios de escuela o ideologa y enfoque adecuadamente el

    campo de la accin poltica. En este punto se aclara la ape-

    lacin de Aron a un mtodo intelectivo que encuadr en la

    sociologa poltica. Por sociologa poltica no debe enten-

    derse aqu la deriva hacia la estadstica de la Ciencia poltica

    americanizada, hoy predominante en Europa, sino un medio

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    293

  • particular de acceso a lo poltico que se diferencia tanto de la

    filosofa poltica como de la ciencia jurdico-poltica. En efec-

    to, mientras que la filosofa poltica se ocupa de la reflexin

    sobre el rgimen mejor y el jurista poltico hoy diramos

    constitucionalista hace lo propio con la constitucin, la so-

    ciologa poltica aroniana consiste en el estudio de los reg-

    menes polticos, presumiendo que no existe una forma de go-

    bierno ptima o, en todo caso, que no nos es dado conocerla.

    As, el socilogo francs rechaz la visin finalista de la na-

    turaleza humana, pues en ella viene prendida justamente la

    idea de un rgimen que cumplira, mejor que ningn otro, la

    vocacin eterna del hombre. Tampoco acept la doctrina neo-

    maquiavelista, ltima etapa de la disolucin de la filosofa

    clsica o de la concepcin moral de la poltica, por constituir

    una filosofa parcial que hace de la lucha por el poder la

    esencia de la poltica.

    Explicar un rgimen es despoetizarlo, dar de l, conse-

    cuentemente, una explicacin no ideolgica. Pero comprender

    un rgimen no excluye la posibilidad de juzgarlo, pues el hom-

    bre no es un ser desencarnado. El problema, escribe evocan-

    do la neutralidad axiolgica (Wertfreiheit) de Weber, es la par-

    cialidad no reconocida. De ah que su sociologa poltica

    contemple como elemento esencial el esfuerzo de sublima-

    cin de las pasiones. Tal vez su contribucin ms notable al

    mtodo que Freund llam demostrativo est cifrada en es-

    te pasaje de Democracia y totalitarismo: la teora sociolgi-

    ca de los regmenes polticos de nuestro tiempo pone el n-

    fasis en las instituciones, no en las justificaciones o en los

    ideales proclamados. La teora sociolgica est referida a la

    realidad, no la idea. Qu debemos entender por realidad?

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    294

  • Ante todo y simplemente las realidades polticas conocidas

    de todos nosotros, aquellas que podemos observar cotidia-

    namente. Es propio de idelogos juzgar un rgimen poltico

    segn los patrones de una justicia abstracta, se llame esta Li-

    bertad o Igualdad, Revolucin o Desalienacin. El juicio ver-

    daderamente poltico se atiene a un canon mucho ms mo-

    desto, el de la constatacin de que un gobierno ha alcanzado

    los dos objetivos que son su razn de ser: el mantenimiento

    de la paz y el orden interiores y la defensa de la nacin fren-

    te a los enemigos.

    Segn el modelo de Montesquieu, Aron vincul al rgimen

    poltico con el rgimen social. As, es bien sabido que Demo-

    cracia y totalitarismo constituye una investigacin politolgica

    suplementaria a las 18 lecciones sobre la sociedad indus-

    trial. Su objetivo primordial era lograr una teora de los reg-

    menes polticos de nuestro tiempo, entendiendo por teora

    no slo la descripcin de los regmenes tal y como funcionan

    (sino tambin) la determinacin de las caractersticas mayo-

    res que permiten comprender la lgica interna de cada rgi-

    men, esto es, su principio, el elemento constitucional vital

    que anima e informa cada especie de rgimen poltico. Su ti-

    pologa de los regmenes polticos distingue entre regmenes

    constitucional-pluralistas y de partido nico, terminologa in-

    coadora de una renovacin de la teora tradicional de las for-

    mas de gobierno, pues deja a un lado el nmero de los que

    mandan, criterio fundamental de los estudios clsicos. Mien-

    tras que el principio de aqullos es el respeto de la legali-

    dad y el sentido del compromiso, el de stos es la fe y

    el miedo. La cuestin es ahora si, ms all de estas diver-

    gencias, es posible reducir a un denominador comn la plu-

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    295

  • ralidad de regmenes e instituciones. Aron plantea de este

    modo una interrogante ms bien filosfica, pues en rigor se

    trata de dilucidar si existe una esencia de la poltica. El pro-

    blema poltico por excelencia es el de la justificacin simult-

    nea de la autoridad y la obediencia, denominador comn de

    la pluralidad de regmenes. Todo rgimen poltico es, en lti-

    mo anlisis, una solucin o articulacin concreta del proble-

    ma del mando y la obediencia para utilizar ahora termino-

    loga ms precisa de Freund

    Por de pronto, la incursin de Aron en la teora de las for-

    mas de gobierno nos ofrece una pieza clsica de la literatura

    realista. Despoetizar los gobiernos o, como escribe tambin

    en sus Memorias, sustituir la poesa ideolgica por la prosa

    de la realidad, es recordarnos que no existe el rgimen ide-

    al y que todas las formas de gobierno se corrompen. No obs-

    tante, aunque todo rgimen es imperfecto y prosaico, no por

    ello debemos engaarnos sobre las ostensibles diferencias

    existentes entre el prosasmo de pesadilla de los regmenes

    tirnicos y la vulgaridad de lo cotidiano caracterstica de los

    regmenes demoliberales. Mientras que las imperfecciones

    de stos son de grado, las de aqullos son de naturaleza.

    Uno de los corolarios del agnosticismo aroniano con res-

    pecto a la forma de gobierno es la afirmacin de que todo r-

    gimen es en realidad oligrquico. As aparece en su Introduc-

    cin a la filosofa poltica, libro que recoge una sugestiva y

    personal revisin de la tpica del neomaquiavelismo italiano

    o asimilado de los Pareto, Gaetano Mosca (1858-1941) y Ro-

    bert Michels (1876-1936): desde el examen de las tenden-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    296

  • cias oligrquicas a la tematizacin de los aspectos funda-

    mentales de una teora de la corrupcin poltica, que a su jui-

    cio requiere, como colofn necesario, de una teora del Le-

    gislador o Reformador de la ciudad. Transcurra el ao 1952

    y Aron, miembro entonces del Rassemblement du Peuple

    Franais, se refera a de Gaulle y al agotamiento de la IV Re-

    pblica. Esas pginas se cuentan, sin duda, entre las ms

    maquiavelistas de su obra. Pero, acaso fue Aron un maquia-

    velista?

    VI. EL MAQUIAVELISMO MODERADO

    El maquiavelismo, doctrina sensible a lo que divide a los

    hombres, suele presentarse generalmente como un sinnimo

    del realismo poltico. De uno y otro se dice que participan de

    una antropologa pesimista y de una radical desconfianza en

    el hombre, llmese maldad, peligrosidad o, sin ms, estupi-

    dez humana. Pero todo esto resulta demasiado vago para te-

    ner que aceptarlo automticamente. Si adems de la indefi-

    nicin y variabilidad terminolgica maquiav e l i s m o ,

    maquiavelista, maquiaveliano tomamos en considera-

    cion las enumeraciones de autores en las que se combinan

    no slo realistas polticos con maquiavelistas, sino tambin

    estos ltimos con sus adversarios, los antimaquiavelistas, re-

    solveremos que o bien se realiza una ardua labor de siste-

    matizacin y delimitacin historiogrfica-poltica de estas doc-

    trinas, o bien ni siquiera merecer la pena detenerse en ellas.

    Naturalmente, aqu nos basta con dilucidar la actitud de Aron

    ante el maquiavelismo, cuya preocupacin por este asunto se

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    297

  • remonta a una disertacin de 1939 ante la Sociedad France-

    sa de Filosofa titulada tats dmocratiques et tat totalitai-

    res. La cuestin, central para la temtica del maquiav e l i s m o ,

    era si un rgimen poltico poda serv i rse de ciertos medios, p e-

    ro no de otros. Desde el punto de vista de la eficacia, e n t e n-

    da Aron que los regmenes democrticos deban defenders e

    de los totalitarios siendo capaces de las mismas virt u d e s .

    En este sentido, el hecho de que una democracia recurriera a

    c i e rtas polticas desarrolladas por las dictaduras totalitarias

    poltica natalista, poltica social no haca de aqulla un r-

    gimen fascista. Al mismo tiempo, el entonces joven filsofo de

    vuelta del socialismo, trabajaba en una coleccin de ensay o s

    sobre el maquiavelismo contemporneo. Publicada en 1995

    en el volumen M a c h i avel et les tyrannies modern e s, era un in-

    tento de presentar sistemticamente el maquiavelismo de Ma-

    q u i av e l o , acompaado de diversas consideraciones sobre la

    explotacin totalitaria del mismo en la poca contempornea.

    Este nuevo maquiavelismo consista en la adaptacin de la

    tcnica autoritaria y del mtodo realista-racionalista a las con-

    diciones actuales de la poltica. Uno de los referentes inte-

    lectuales de esta operacin haba sido Pa r e t o , el ms clebre

    de los socilogos pesimistas. Despus de haber trazado el

    paralelismo entre los dos italianos naturaleza humana, t e o-

    ra de los medios y los fines polticos, aclarando que el ma-

    q u i avelismo es, ante todo, una manera de pensar y no una

    d o c t r i n a , se ocup de mostrar sus procedimientos.

    En su conocida polmica de los aos 40 con el filsofo

    Jacques Maritain (1882-1973) Aron puso de manifiesto que,

    desde el punto de vista de la accin, el maquiavelismo repre-

    senta la antinomia entre la eficacia de los medios y las con-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    298

  • diciones morales de la poltica; circunstancias que no slo se

    imponen a la inteligencia poltica en las circunstancias ex-

    cepcionales, sino que, dadas las imperfecciones de la natu-

    raleza humana, es algo que pertenece a todas las situacio-

    nes. En trminos mucho ms pragmticos, la disyuntiva de

    cada decisin poltica no se resuelve con preferir el bien co-

    mn a la potencia, pues en realidad, esta ltima resulta ser

    la condicin de aqul. Hay, adems, ejemplos sin cuento que

    demuestran que cuando el Estado es dbil, la lucha por el po-

    der es ms cnica. As, ni los gobernantes ni los Estados

    pueden ignorar la adquisicin y el mantenimiento de la po-

    tencia, escribe en La querelle du machiavlisme (1943).

    Se dira que la eleccin ltima no depende de ellos, sino que

    el orden poltico termina por imponer la supremaca de la re-

    gla de la eficacia. Pero el maquiavelismo, no slo es una

    suerte de teora de los medios polticos, a la que las tiranas

    contemporneas han aadido la innovacin de la propaganda,

    la organizacin del entusiasmo colectivo. En otra perspectiva,

    no praxiolgica sino gnoseolgica, el maquiavelismo, en cuan-

    to visin desencantada de la realidad, es la constatacin del

    primado de la observacin o de la historia, cuya leccin no

    es muy alentadora: fatalidad de la cor rupcin y de los ciclos

    polticos, eternidad de las pasiones, poder de la fortuna para

    combinar los acontecimientos y determinar las situaciones,

    eficacia de la voluntad humana.

    Aron, que hasta el comienzo de la guerra se mostr bas-

    tante crtico con el maquiavelismo, pues le pareca una teora

    de la barbarie, acept el trmino maritainiano de maquiave-

    lismo moderado, aunque nunca se consider expresamente

    como tal. Contra el utopismo de Maritain, que proclamaba

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    299

  • que nunca est permitido hacer el mal por cualquier bien

    que sea y que el maquiavelismo no triunfa porque des-

    truir no es triunfar,Aron entenda que de nada sirve hacer va-

    ler la dure humana contra el maquiavelismo absoluto si la

    derrota de nuestra nacin ya se ha consumado. En el fondo,

    la poltica no es asunto de intelectuales, sino de los hombres

    de Estado que se deben a la comunidad, de cuyo destino se

    hacen responsables. Por lo dems, tal vez quien ha refun-

    dado un Estado destruido por la guerra civil, empleando in-

    cluso medios despiadados,se salvar a los ojos de Dios. Po-

    da haberlo escrito Maquiavelo, pero son palabras de Aron en

    el homenaje que la UNESCO tribut a Maritain en 1982. El

    maquiavelista moderado debe reconocer los imperativos de la

    razn de Estado, pues aunque se nieguen, mientras siga

    existiendo el Estado, existirn para los gobernantes razones

    de Estado. A pesar de estas evidencias, algunos estudiosos

    han sostenido que el maquiavelismo moderado no es ms

    que un incidente en la trayectoria intelectual de Aron, explica-

    ble por la situacin de excepcional de la guerra. Todo indica

    que esta opinin no tiene otra explicacin que la mala fama

    de la doctrina del Florentino.

    La formulacin ms precisa de la regla de prudencia ca-

    racterstica del maquiavelismo moderado se debe a Aron,

    quien reconoci que las restricciones impuestas por las cir-

    cunstancias hacen vano pensar que siempre se tiene la libre

    eleccin de medios. Las terribles experiencias de la guerra y

    el terrorismo no han dejado lugar a dudas: ningn rgimen po-

    ltico puede, incondicionada y permanentemente, elegir sus

    medios. Estos dependen, en efecto, del entorno social y de

    las condiciones de rivalidad entre los individuos y los Esta-

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    300

  • dos, y no tanto de las intenciones de la elite gobernante. En

    realidad, es la hostilidad declarada del enemigo la que intro-

    duce los elementos que condicionan el juicio poltico. Este

    principio ya lo haba formulado el autor en 1939: Quien as-

    pire a subsistir en el orden histrico tiene que transigir con

    los medios eficaces, pues slo las armas pueden resistir a

    las armas. El pueblo que quiera vivir necesita de un mnimo

    de potencia y de consentimiento a la violencia. De ah que

    tampoco pueda desconocer el poltico prudente el clculo rea-

    lista de la relacin de fuerzas.

    VII. EL PRIMADO DE LO POLTICO EN EL LIBERALISMO

    Si, en cierto modo, el maquiavelismo moderado se predi-

    ca del hombre de accin, la nocin de realismo poltico debe-

    ra reservarse para escritor o jurista poltico que adhiere la

    tradicin del primado de lo poltico. Cuando se dice de estos

    escritores que nicamente contemplan la poltica bajo la es-

    pecie del poder, se confunde interesadamente el cinismo po-

    ltico con el realismo. Eso explica los equvocos semnticos

    de la Power Politics, tal vez una ideologa de las relaciones in-

    ternacionales.

    La tesis fundamental de Aron es el primado de lo poltico,

    conviccin que en l se decanta a partir de su conversin al

    realismo poltico y empieza a tomar cuerpo en su breve nota

    berlinesa de 1932 titulada Rflexions de politique realiste.

    Es sta, como ha sealado Rmy Freymond, una profesin de

    fe poltica. Particularmente llamativa resulta la invocacin fi-

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    301

  • nal de la actitud tpicamente liberal frente a la poltica y el po-

    der: acptese su necesidad, pero sin ilusin, sin pesimis-

    mo. Ahora bien, en qu consiste el primado de lo poltico?,

    hasta qu punto puede determinar este presupuesto la re-

    politizacin del liberalismo?

    En 1944, en su ensayo sobre Lavenir des religions s-

    culires, Aron se refera crticamente al primado de lo polti-

    c o , pues entonces apareca monopolizado por unas ideologas

    que amenazaban con asfixiar el sentido de los valores uni-

    versales. Aunque a partir de ese momento siempre escribi

    como realista poltico, nicamente en sus cursos de la Sor-

    bona sobre la sociedad industrial se ocup expresamente de

    este asunto. Muy sintticamente, el primado que Aron atribu-

    y a lo poltico se explica, en trminos de la vida humana co-

    lectiva, por su mayor trascendencia, pues lo poltico toca di-

    rectamente el sentido mismo de la existencia, en mayor

    medida que la actividad econmica. La cuestin sera, en todo

    caso, por qu un enunciado como ste se presenta, al menos

    aparentemente, como una consecuencia de sendos estudios

    econmicos y sociolgicos sobre la sociedad industrial. En

    r ealidad, que las lecciones Democracia y totalitarismo ocupen

    el ltimo lugar de la triloga no tiene mayor trascendencia,

    pues a juicio de Aron demuestran que tanto los sistemas eco-

    nmicos contemporneos como las diversas distribuciones

    de clases dependen fundamentalmente de una decisin pol-

    tica. As, es el primado de lo poltico el que explica que el g-

    nero de la sociedad industrial comprenda especies tan diver-

    gentes como los gobiernos constitucional-pluralistas y los de

    partido nico. El autor contempl la poltica no como una ins-

    tancia parcial (o subsistema de la sociologa parsonsiana),

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

    302

  • sino como la actividad englobante referida al todo social. La

    poltica es la caracterstica mayor de la colectividad en su

    conjunto, pues es la condicin de la cooperacin entre los

    hombres. Curiosamente, Aron reconoca haberse inspirado en

    Tocqueville, que una vez ms acert en sus previsiones sobre

    las sociedades igualitarias del futuro, que se diferenciaran

    por sus gobiernos tirnicos o liberales. Marx, en cambio, pro-

    fetiz la desaparicin del Estado y la de lo poltico.

    Al enunciar el primado de lo poltico no se pretende susti-

    tuir un determinismo unilateral por ejemplo, el economicis-

    mo, marxista o neoliberal por otro. De hecho, Aron no lo

    concibi en el sentido de un primado causal, sino que reco-

    noca que el resto de actividades tambin pueden obrar sobre

    lo poltico. En ltima instancia, la tesis aroniana es ms bien

    una categora de la interpretacin de la historia poltica. Se

    distingue pues del primado de lo poltico como presupuesto

    de una teora de la mediacin entre los distintos rdenes hu-

    manos economa, religin, etc., acepcin desarrollada

    por Freund en La esencia de lo poltico, siguiendo en todo ca-

    so el magisterio de su maestro Aron. De una forma u otra, las

    enseanzas que esta teora puede ofrecer al liberalismo no

    son nada despreciables. Baste un ejemplo: dada la trascen-

    dencia histrica de lo poltico, no hay motivos para pensar

    que una poltica de transferencias internacionales de renta

    bastar para apaciguar la hostilidad contra occidente, real o

    potencial, de ciertas naciones perceptoras de las mismas.

    Que el anlisis econmico liberal, segn los casos, desacon-

    seje o encarezca la llamada ayuda exterior, no deja de ser

    un detalle polticamente irrelevante.

    SIN ILUSIN, SIN PESIMISMO. EL REALISMO POLTICO LIBERAL...

    303

  • La poltica, deca Aron, tiene una grandeza sombra, lo

    que no quiere decir que todos aquellos que la toman por lo

    que realmente es devengan escritores sombros. Tampoco el

    realismo poltico es una especie de ciencia funesta. El li-

    beralismo, lejos de resultar incompatible con esta familia de

    espritu, ha de encontrarse con ella. Slo as podr liberarse

    del neutralismo que, segn Carl Schmitt, determin su fra-

    caso en la primera mitad del siglo XX.

    Raymond Aron, realista poltico, fue tambin un incorregi-

    ble liberal, miembro notable del liberalismo esencial de la

    tradicin europea, heredado del siglo XIX. En ello reside su

    originalidad, tambin no pocos de los equvocos que han per-

    judicado a la divulgacin de su legado intelectual. Contribuir

    al esclarecimiento de las relaciones entre el liberalismo pol-

    tico, el liberalismo econmico y el realismo tal vez ayude a

    comprender mejor la obra de uno de los grandes escritores

    polticos europeos. Entretanto se produce la reconciliacin

    entre el liberalismo y lo poltico,seguirn siendo motivo de re-

    flexin estas palabras de Schmitt: Lo que me entristece,

    pensando en Aron, es mi propia experiencia... que el libera-

    lismo es la cosa mejor para el carcter y el habitus de una

    persona y que eso degenera inevitablemente ante la necesi-

    dad de un partido poltico. La poltica corrompe el carcter, so-

    bre todo el carcter liberal esta es la tragedia.

    RAYMOND ARON: UN LIBERAL RESISTENTE

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