Realidad Nacional

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Realidad nacional de Ecuador, desde todos sus aspectos sociales, económicos y políticos.

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UNIVIERSIDAD TECNOLOGICA EQUINOCCIAL

PATRICIO DELGADO

MATERIA.- REALIDAD NACIONAL

Trabajo de analisis de la Encclica del Papa Francisco

Es la primera encclica firmada por el Papa Francisco. Dividida en cuatro captulos, una introduccin y una conclusin, la Carta - explica el Papa - se suma a las encclicas del Papa Benedicto XVI sobre la caridad y la esperanza y asume el "valioso trabajo" realizado por el Papa emrito, que ya haba "prcticamente completado" la encclica sobre la fe. A este "primera redaccin" el Santo Padre Francisco agrega ahora "algunas aportaciones".

La introduccin (No. 1-7) de la LF ilustra los motivos en que se basa el documento: En primer lugar, recuperar el carcter de luz propio de la fe, capaz de iluminar toda la existencia del hombre, de ayudarlo a distinguir el bien del mal, sobre todo en una poca como la moderna, en la que el creer se opone al buscar y la fe es vista como una ilusin, un salto al vaco que impide la libertad del hombre. En segundo lugar, la LF - justo en el Ao de la Fe, 50 aos despus del Concilio Vaticano II, un "Concilio sobre la Fe" - quiere reavivar la percepcin de la amplitud de los horizontes que la fe abre para confesarla en la unidad y la integridad. La fe, de hecho, no es un presupuesto que hay que dar por descontado, sino un don de Dios que debe ser alimentado y fortalecido. "Quien cree ve", escribe el Papa, porque la luz de la fe viene de Dios y es capaz de iluminar toda la existencia del hombre: procede del pasado, de la memoria de la vida de Jess, pero tambin viene del futuro porque nos abre vastos horizontes.

El primer captulo (8-22): Hemos credo en el amor (1 Jn 4, 16). En referencia a la figura bblica de Abraham, la fe en este captulo se explica como "escucha" de la Palabra de Dios, "llamada" a salir del aislamiento de su propio yo , para abrirse a una nueva vida y "promesa" del futuro, que hace posible la continuidad de nuestro camino en el tiempo, unindose as fuertemente a la esperanza. La fe tambin se caracteriza por la "paternidad", porque el Dios que nos llama no es un Dios extrao, sino que es Dios Padre, la fuente de bondad que es el origen de todo y sostiene todo. En la historia de Israel, lo contrario de la fe es la idolatra, que dispersa al hombre en la multiplicidad de sus deseos y lo "desintegra en los mltiples instantes de su historia", negndole la espera del tiempo de la promesa. Por el contrario, la fe es confiarse al amor misericordioso de Dios, que siempre acoge y perdona, que endereza "lo torcido de nuestra historia", es disponibilidad a dejarse transformar una y otra vez por la llamada de Dios "es un don gratuito de Dios que exige la humildad y el valor de fiarse y confiarse, para poder ver el camino luminoso del encuentro entre Dios y los hombres, la historia de la salvacin." (n. 14) Y aqu est la "paradoja" de la fe: el volverse constantemente al Seor hace que el hombre sea estable, y lo aleja de los dolos.

La LF se detiene, despus, en la figura de Jess, el mediador que nos abre a una verdad ms grande que nosotros, una manifestacin del amor de Dios que es el fundamento de la fe "precisamente en la contemplacin de la muerte de Jess la fe se refuerza", porque l revela su inquebrantable amor por el hombre. Tambin en cuanto resucitado Cristo es "testigo fiable", "digno de fe, a travs del cual Dios acta realmente en la historia y determina el destino final. Pero hay "otro aspecto decisivo" de la fe en Jess: "La participacin en su modo de ver". La fe, en efecto, no slo mira a Jess, sino que tambin ve desde el punto de vista de Jess, con sus ojos. Usando una analoga, el Papa explica que, como en la vida diaria, confiamos en "la gente que sabelas cosas mejor que nosotros" - el arquitecto, el farmacutico, el abogado - tambin en la fe necesitamos a alguien que sea fiable y experto en "las cosas de Dios" y Jess es "aquel que nos explica a Dios." Por esta razn, creemos a Jess cuando aceptamos su Palabra, y creemos en Jess cuando lo acogemos en nuestras vidas y nos confiamos a l. Su encarnacin, de hecho, hace que la fe no nos separe de la realidad, sino que nos permite captar su significado ms profundo. Gracias a la fe, el hombre se salva, porque se abre a un Amor que lo precede y lo transforma desde su interior. Y esta es la accin propia del Espritu Santo: "El cristiano puede tener los ojos de Jess, sus sentimientos, su condicin filial, porque se le hace partcipe de su Amor, que es el Espritu" (n. 21). Fuera de la presencia del Espritu, es imposible confesar al Seor. Por lo tanto, "la existencia creyente se convierte en existencia eclesial", porque la fe se confiesa dentro del cuerpo de la Iglesia, como "comunin real de los creyentes." Los cristianos son "uno" sin perder su individualidad y en el servicio a los dems cada uno gana su propio ser. Por eso, "la fe no es algo privado, una concepcin individualista, una opinin subjetiva", sino que nace de la escucha y est destinada a pronunciarse y a convertirse en anuncio.

El segundo captulo (23-36): Si no creis, no comprenderis (Is 07, 09). El Papa demuestra la estrecha relacin entre fe y verdad, la verdad fiable de Dios, su presencia fiel en la historia. "La fe, sin verdad, no salva - escribe el Papa Se queda en una bella fbula, la proyeccin de nuestros deseos de felicidad." Y hoy, debido a la "crisis de verdad en que nos encontramos", es ms necesario que nunca subrayar esta conexin, porque la cultura contempornea tiende a aceptar solo la verdad tecnolgica, lo que el hombre puede construir y medir con la ciencia y lo que es "verdad porque funciona", o las verdades del individuo, vlidas solo para uno mismo y no al servicio del bien comn. Hoy se mira con recelo la "verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto", porque se la asocia errneamente a las verdades exigidas por los regmenes totalitarios del siglo XX. Esto, sin embargo, implica el "gran olvido en nuestro mundo contemporneo", que - en beneficio del relativismo y temiendo el fanatismo - olvida la pregunta sobre la verdad, sobre el origen de todo, la pregunta sobre Dios. La LF subraya el vnculo entre fe y amor, entendido no como "un sentimiento que va y viene", sino como el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da nuevos ojos para ver la realidad. Si, pues, la fe est ligada a la verdad y al amor, entonces "amor y verdad no se pueden separar", porque slo el verdadero amor resiste la prueba del tiempo y se convierte en fuente de conocimiento. Y puesto que el conocimiento de la fe nace del amor fiel de Dios, "verdad y fidelidad van juntos". La verdad que nos abre la fe es una verdad centrada en el encuentro con el Cristo encarnado, que, viniendo entre nosotros, nos ha tocado y nos ha dado su gracia, transformando nuestros corazones.

Aqu el Papa abre una amplia reflexin sobre el "dilogo entre fe y razn", sobre la verdad en el mundo de hoy, donde a menudo viene reducida a la "autenticidad subjetiva", porque la verdad comn da miedo, se identifica con la imposicin intransigente de los totalitarismo. En cambio, si la verdad es la del amor de Dios, entonces no se impone con la violencia, no aplasta al individuo. Por esta razn, la fe no es intransigente, el creyente no es arrogante. Por el contrario, la verdad vuelve humildes y conduce a la convivencia y el respeto del otro. De ello se desprende que la fe lleva al dilogo en todos los mbitos: en el campo de la ciencia, ya que despierta el sentido crtico y amplalos horizontes de la razn, invitndonos a mirar con asombro la Creacin; en el encuentro interreligioso, en el que el cristianismo ofrece su contribucin; en el dilogo con los no creyentes que no dejan de buscar, que "intentan vivir como si Dios existiese", porque "Dios es luminoso, y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazn". "Quin se pone en camino para practicar el bien - afirma el Papa - se acerca a Dios". Por ltimo, la LF habla de la teologa y afirma que es imposible sin la fe, porque Dios no es un mero "objeto", sino que es Sujeto que se hace conocer. La teologa es participacin del conocimiento que Dios tiene de s mismo; se desprende que debe ponerse al servicio de la fe de los cristianos y que el Magisterio de la Iglesia no es un lmite a la libertad teolgica, sino un elemento constitutivo porque garantiza el contacto con la fuente original, con la Palabra de Cristo.

El tercer captulo (37-49): Transmito lo que he recibido (1 Co 15, 03). Todo el captulo se centra en la importancia de la evangelizacin: quien se ha abierto al amor de Dios, no puede retener este regalo para s mismo, escribe el Papa: La luz de Jess resplandece sobre el rostro de los cristianos y as se difunde, se transmite bajo la forma del contacto, como una llama que se enciende de la otra, y pasa de generacin en generacin, a travs de la cadena ininterrumpida de testigos de la fe. Esto comporta el vnculo entre fe y memoria, porque el amor de Dios mantiene unidos todos los tiempos y nos hace contemporneos a Jess. Por otra parte, se hace "imposible creer cada uno por su cuenta", porque la fe no es "una opcin individual", sino que abre el yo al "nosotros" y se da siempre "dentro de la comunin de la Iglesia". Por esta razn, "quien cree nunca est solo": porque descubre que los espacios de su "yo" se amplan y generan nuevas relaciones que enriquecen la vida.

Hay, sin embargo, un "medio particular" por el que la fe se puede transmitir: son los Sacramentos, en los que se comunica "una memoria encarnada." El Papa cita en primer lugar el Bautismo tanto de nios como de adultos, en la forma del catecumenado - que nos recuerda que la fe no es obra del individuo aislado, un acto que se puede cumplir solos, sino que debe ser recibida, en comunin eclesial. "Nadie se bautiza a s mismo", dice la LF. Adems, como el nio que tiene que ser bautizado no puede profesar la fe l solo, sino que debe ser apoyado por los padres y por los padrinos, se sigue "la importancia de la sinergia entre la Iglesia y la familia en la transmisin de la fe." En segundo lugar, la Encclica cita la Eucarista, "precioso alimento para la fe", "acto dememoria, actualizacin del misterio" y que "conduce del mundo visible al invisible," ensendonos a ver la profundidad de lo real. El Papa recuerda despus la confesin de la fe, el Credo, en el que el creyente no slo confiesa la fe, sino que se ve implicado en la verdad que confiesa; la oracin, el Padre Nuestro, con el que el cristiano comienza a ver con los ojos de Cristo; el Declogo, entendido no como "un conjunto de preceptos negativos", sino como "un conjunto de indicaciones concretas" para entrar en dilogo con Dios, "dejndose abrazar por su misericordia", "camino de la gratitud" hacia la plenitud de la comunin con Dios . Por ltimo, el Papa subraya que la fe es una porque uno es "el Dios conocido y confesado", porque se dirige al nico Seor, que nos da la "unidad de visin" y "es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo Espritu". Dado, pues, que la fe es una sola, entonces tiene que ser confesada en toda su pureza e integridad, "la unidad de la fe es la unidad de la Iglesia"; quitar algo a la fe es quitar algo ala verdad de la comunin. Adems, ya que la unidad de la fe es la de un organismo vivo, puede asimilar en s todo lo que encuentra, demostrando ser universal, catlica, capaz de iluminar y llevar a su mejor expresin todo el cosmos y toda la historia. Esta unidad est garantizada por la sucesin apostlica.

El captulo cuarto (n. 50-60): Dios prepara una ciudad para ellos (Hb 11, 16) Este captulo explica la relacin entre la fe y el bien comn, lo que conduce a la formacin de un lugar donde el hombre puede vivir junto con los dems. La fe, que nace del amor de Dios, hace fuertes los lazos entre los hombres y se pone al servicio concreto de la justicia, el derecho y la paz. Es por esto que no nos aleja del mundo y no es ajena al compromiso concreto del hombre contemporneo. Por el contrario, sin el amor fiable de Dios, la unidad entre todos los hombres estara basada nicamente en la utilidad, el inters o el miedo. La fe, en cambio, capta el fundamento ltimo de las relaciones humanas, su destino definitivo en Dios, y las pone al servicio del bien comn. La fe "es un bien para todos, un bien comn", no sirve nicamente para construir el ms all, sino que ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.

La encclica se centra, despus, en los mbitos iluminados por la fe: en primer lugar, la familia fundada en el matrimonio, entendido como unin estable de un hombre y una mujer. Nace del reconocimiento y de la aceptacin de la bondad de la diferenciacin sexual y, fundada sobre el amor en Cristo, promete "un amor para siempre" y reconoce el amor creador que lleva a generar hijos. Despus los jvenes: aqu el Papa cita las Jornadas Mundiales de la Juventud, en las que los jvenes muestran "la alegra de la fe" y el compromiso de vivirla de un modo firme y generoso. "Los jvenes aspiran a una vida grande - escribe el Papa -. El encuentro con Cristo da una esperanza slida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas pusilnimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: hacindonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensin de la dignidad nica de la persona singular. Otra rea es la de la naturaleza: la fe nos ayuda a respetarla, a "buscar modelos de desarrollo que no se basen nicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creacin como un don"; nos ensea a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y est al servicio del bien comn; nos ofrece la posibilidad del perdn que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitara la confianza entre nosotros y quedaramos unidos slo por el miedo. Por esta razn no debemos avergonzarnos de confesar pblicamente a Dios, porque la fe ilumina la vida social. Otro mbito iluminado por la fe es el del sufrimiento y la muerte: el cristiano sabe que el sufrimiento no puede ser eliminado, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona, y ser as "etapa de crecimiento en la fe y el amor". Al hombre que sufre, Dios no le da un racionamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que acompaa, que abre un un resquicio de luz en la oscuridad. En este sentido, la fe est unida a la esperanza. Y aqu el Papa hace un llamamiento: "No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino."Conclusin (N 58-60): Bienaventurada la que ha credo (Lc 1, 45) Al final de la LF, el Papa nos invita a mirar a Mara, "icono perfecto" de la fe, porque, como Madre de Jess, ha concebido "fe y alegra." A Ella se alza la oracin del Papa para que ayude la fe del hombre, nos recuerde que aquellos que creen nunca estn solos, y que nos ensee a mirar con los ojos de Jess.El 24 de noviembre de 2013, al clausurar el Ao de la Fe, el PapaFranciscopresent la exhortacin apostlicaEvangelii Gaudium(La alegra del Evangelio), dirigida a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegra, e indicar caminos para la marcha de laIglesiaen los prximos aos (EG 1).Se trata de un muy rico texto y desde Tiempo de Evangelizar queremos proponer un resumen de sus contenidos con la intencin de estimular la posterior lectura del documento mismo.Introduccin:La exhortacin comienza con una introduccin dividida en tres apartados:I. Alegra que se renueva y se comunica (2-8):aqu el Papa brinda un rico resumen de la centralidad que la alegra tiene en el Evangelio y en la Biblia y que surge del encuentro con Jess y la presenta como respuesta ante el gran riesgo del mundo actual, con su mltiple y abrumadora oferta de consumo, que es una tristeza individualista que brota del corazn cmodo y avaro, de la bsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada (EG 2). Slo gracias a ese encuentro o reencuentro con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad (EG 8).II. La dulce y confortadora alegra de evangelizar (9-13): aqu el Papa seala la alegra que trae al creyente laevangelizaciny cmo el Evangelio es una eterna novedad, invitando a confiar en la primaca de la gracia de Dios y no en las propias fuerzas y a ser evangelizadores memoriosos (EG 13).III. La nueva evangelizacin para la transmisin de la fe (14-18):En este apartado, explica el Papa que la exhortacin surge como pedido del Snodo para losObispossobre la Nueva Evangelizacin para la Transmisin de la Fe que se hizo en octubre de 2012. Tambin presenta los lmites de la Exhortacin y sus principales contenidos.Captulo primero: La transformacin misionera de la IglesiaEste captulo se divide en cinco apartados que quieren plantear los criterios que el Papa propone para que la Iglesia se coloque toda ella en clave misionera en respuesta al mandato de Jess (Mt 28, 19-20).I. Una Iglesia en salida (20-24): con el modelo de Jess y los Apstoles, el Papa exhorta a cada cristiano y cada comunidad a salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (EG 20). El encuentro ntimo con Jess lleva a una intimidad itinerante y es una comunin misionera y propone el Papa un esquema en pasos para esa salida de s: Primerear, involucrarse, acompaar, fructificar y festejar (EG 24).II. Pastoral en conversin (25-33):el Papa reconoce que no se puede dejar las cosas como estn y pide a todas las comunidades una conversin pastoral y misionera (EG 25). As, para tal conversin recuerda a Pablo VI y al Concilio Vaticano II que ensean que la renovacin de la Iglesia se realiza enfidelidada la propia vocacin (EG 26) y quiere que esa renovacin alcance todo: costumbres, estilos, horarios, lenguaje y toda estructura (EG 27). As, pasa revista a algunos aspectos de esa renovacin para la parroquia, los movimientos e instituciones eclesiales, las dicesis, el Obispo y el Papado.III. Desde el corazn del Evangelio (34-39):luego de sealar que la Iglesia tiene que convertirse, el Papa se detiene a explicar cmo la evangelizacin debe presentar el ncleo esencial del Evangelio que otorga sentido, hermosura y atractivo a todos los contenidos de la fe (EG 34). El Papa escribe teniendo presente que hoy ante la velocidad de las comunicaciones y la seleccin interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos corre ms que nunca el riesgo de aparecer mutilado (EG 34). Se refiere a la jerarqua de verdades en la doctrina catlica (EG 36) y tambin a la jerarqua de las virtudes, sealando la principalidad de la ley nueva que est en la gracia del Espritu Santo, que se manifiesta en la fe que obra por el amor (EG 37, con cita de Santo Toms de Aquino). Pide entonces que no mutilemos la integralidad del mensaje del Evangelio.IV. La misin que se encarna en los lmites humanos (40-45):en la misin, el Papa seala por un lado la existencia de distintas lneas de pensamiento filosfico, teolgico y pastoral que enriquecen a la Iglesia y desarrollan mejor la inagotable riqueza del Evangelio (EG 40) y se detiene en la importancia del lenguaje para que el anuncio del Evangelio y su belleza sea mejor percibida por todos. Refiere a algunas costumbres propias de la Iglesia que no estn directamente ligadas al ncleo del Evangelio y que pueden ser revisadas y tambin a algunos preceptos eclesiales (EG 43). Pone especial nfasis en la importancia de acompaar con misericordia y paciencia las etapas de crecimiento de las personas, porque la tarea evangelizadora se mueve entre los lmites del lenguaje y de las circunstancias (EG 45).V. Una madre de corazn abierto (46-49): remitiendo al pasaje del hijo prdigo y el padre misericordioso, el Papa seala que quiere una Iglesia de puertas abiertas, que no sea una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas (EG 47).Captulo segundo: En la crisis del compromiso comunitarioLuego de haber presentado los criterios que deben guiar a la Iglesia en su renovacin para cumplir con el mandato misionero de Jess, en dos apartados en el captulo II el Papa realiza un agudo diagnstico tanto de laculturaque condiciona la actividad evangelizadora, como de las tentaciones propias de los agentes evangelizadores.I. Algunos desafos del mundo actual (52-75):este primer apartado es un actualizado diagnstico cultural de cara a la tarea evangelizadora de la Iglesia. Comienza con una fuerte interpelacin: No a una economa de la exclusin (53-54), No a la nueva idolatra del dinero (55-56), No a un dinero que gobierna en lugar de servir (57-58), No a la inequidad que genera violencia (59-60).Estos pasajes son una fuerte denuncia de una crisis antropolgica: la negacin de la primaca del ser humano! (EG 55) y hay un rechazo de la tica y de Dios (EG 57).En este apartado tambin se refiere a algunos desafos culturales (61-67), entre los que se encuentran elrelativismo, la persecucin religiosa, una cultura predominante donde lo real cede el lugar a la apariencia, una globalizacin que se impone sin respetar la fisonoma cultural de los pueblos, unos nuevos movimientos religiosos que, por un lado tienden al fundamentalismo y por el otro a una espiritualidad individualista sin Dios (EG 63). Refiere a las consecuencias del proceso de secularizacin que lleva a una creciente deformacin tica, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento delrelativismo, que ocasionan una desorientacin generalizada (EG 64), a la crisis cultural profunda que atraviesa la familia y al estilo de vida individualista que debilita los vnculos.En ese contexto, seala los desafos de la inculturacin de la fe (68-70) y la importancia de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio. Tambin analiza los desafos de las culturas urbanas (71-75), en un novedoso enfoque que seala cmo en la ciudad lo religioso est mediado por diferentes estilos de vida y la necesidad de imaginar espacios de oracin y de comunin con caractersticas novedosas, ms atractivas y significativas para los habitantes urbanos (EG 73). Pide a la Iglesia llegar all donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas, alcanzar con la Palabra de Jess los ncleos ms profundos del alma de las ciudades (EG 74). Finalmente presenta los males urbanos y la importancia de la Iglesia de vivir a fondo lo humano e introducirse en el corazn de los desafos.II. Tentaciones de los agentes pastorales (76-109):con la sabidura de un padre espiritual, el Papa realiza una profunda interpelacin a los agentes evangelizadores sobre sus actitudes ms profundas y su fidelidad al Evangelio. As, el Papa pide una espiritualidad misionera llena de entusiasmo, como respuesta a la cada del fervor, al individualismo de los agentes pastorales y a una crisis de identidad que surge por el relativismo que mina las propias convicciones (78-80). Tambin pide la alegra evangelizadora como respuesta a la acedia egosta que paraliza (81-83). Otra tentacin que denuncia el Papa es el pesimismo estril al que contrapone la esperanza cristiana (84-86). Ante la tentacin del aislamiento, de la sospecha, la desconfianza y el temor a ser invadidos, el Papa pide a la Iglesia que no nos dejemos robar la comunidad y las relaciones nuevas que genera Jesucristo (87-92). Otra firme denuncia del Papa se refiere a la mundanidad espiritual, que es un mal que afecta al cristiano de modo que no busca la gloria de Dios sino la gloria propia y los propios intereses y pide que no nos dejemos robar el Evangelio (93-97). Finalmente, denuncia la tentacin de la guerra entre nosotros, que lleva a las divisiones, calumnias, difamaciones, enfrentamientos al interior de la Iglesia y nos pide vivir el ideal del amor fraterno (98-101).El captulo termina con otros desafos eclesiales (102-109), en los que se refiere a los laicos, a la mujer en la Iglesia, a la pastoral juvenil, a las vocaciones a la vida consagrada y el sacerdocio y termina pidiendo a las comunidades que completen el diagnstico y que se renueven en la fuerza misionera.Captulo tercero: El anuncio del EvangelioLuego del agudo diagnstico sobre los condicionamientos culturales y las tentaciones que amenazan a los agentes evangelizadores, el Papa dedica el tercer captulo a la proclamacin explcita de que Jess es el Seor, que debe primar en toda actividad evangelizadora (EG 110). Este anuncio lo realizada todo el Pueblo de Dios (I), otorgando un lugar especial a la homila (II), a la preparacin de la predicacin (III) y a la evangelizacin para profundizar el kerygma por la catequesis, laeducacin, el acompaamiento personal, dando centralidad a la Palabra de Dios (IV):I. Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio (111-134): en este apartado el Papa recuerda que la salvacin de Dios es para todos y que todos estn llamados a formar parte del Pueblo de Dios (112-114). Para el Papa, Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia (EG 113). Ese pueblo asume muchos rostros, de modo que las enseanzas del Papa se refieren a la relacin entre el Evangelio y las culturas (115-118). Para responder a quienes piensan que la evangelizacin es tarea de algunos, el Papa insiste en que todos estamos llamados a ser discpulos misioneros (119-121). Con estas precisiones, el Papa reflexiona sobre la fuerza evangelizadora de la piedad popular (122-126), sealando que en la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarn en una cultura y se sigue transmitiendo (EG 123). Tambin realiza una propuesta muy clara y accesible para una predicacin informal accesible a todos y en todos los lugares, a travs de la evangelizacin persona a persona (127-129), y sobre el lugar de los carismas al servicio de la comunin evangelizadora (130-131). Finalmente, presenta algunas reflexiones sobre la evangelizacin en el campo de la cultura, el pensamiento y la educacin (132-134).II. La homila (135-144): el Papa otorga un lugar central de su exhortacin a la renovacin eclesial en torno a la homila en la conviccin que la homila puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovacin y de crecimiento (EG 135). El Papa la ubica en su contexto litrgico (137-138) y recuerda que la homila no puede ser un espectculo entretenido, no responde a la lgica de los recursos mediticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebracin. Seala como modelo la conversacin de la madre (139-141) y exhorta a dar palabras que hacen arder los corazones (142-144).III. La preparacin de la predicacin (145-159):para el Papa, preparar la predicacin es una tarea tan importante que conviene dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oracin, reflexin y creatividad pastoral (EG 145). El Papa pide que ante el texto bblico, con la ayuda del Espritu Santo, se evite todo intento de manipulacin, se haga un acto de amor y se busque el mensaje central, en lo que llama un culto a la verdad (146-148). Para el Papa es fundamental que el predicador viva la personalizacin de la Palabra (149-151), pues Jess se irritaba frente a esos pretendidos maestros, muy exigentes con los dems, que enseaban la Palabra de Dios, pero no se dejaban iluminar por ella (EG 150). En particular, propone la lectura espiritual o lectio divina, como forma concreta de escuchar lo que el Seor nos quiere decir en su Palabra y de dejarnos transformar por el Espritu (152-153). Tambin insiste el Papa que el predicador tenga un odo en el pueblo (154-155) y se detiene en la importancia de los recursos pedaggicos (156-159).IV. Una evangelizacin para la profundizacin del kerygma (160-175):retomando la parte final del mandato misionero de Jess, que pide que se les ensee a observar todo lo que os he mandado (Mt 28,20), el Papa dedica el ltimo apartado de este captulo a la formacin para profundizar el kerygma. Aqu enfatiza la centralidad del kerygma, que es trinitario. Es el fuego del Espritu que se dona en forma de lenguas y nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurreccin nos revela y nos comunica la misericordia infinita del Padre (EG 164). As, explica algunos criterios para la renovacin de la catequesis de modo que sea kerygmtica y mistaggica (163-168). Luego propone la importancia del acompaamiento personal de los procesos de crecimiento (169-173) y seala la centralidad de la Palabra de Dios (174-175).Captulo cuarto: La dimensin social de la evangelizacinLuego de haber reflexionado sobre el anuncio explcito del Evangelio, en el captulo cuarto el Papa quiere compartir sus inquietudes acerca de la dimensin social de la evangelizacin precisamente porque, si esta dimensin no est debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido autntico e integral que tiene la misin evangelizadora (EG 176). Para ello, desarrollar las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma (I), la inclusin social de los pobres (II), el bien comn y la paz social (III) y el dilogo social como contribucin a la paz (IV).I. Las repercusiones comunitarias y sociales del kerygma (177-185):el Papa enfatiza que el kerygma tiene un contenido ineludiblemente social (EG 177) y de all que presente la relacin entre laconfesinde la fe y el compromiso social (178-179). Es clave en este sentido laconfesintrinitaria con la dignidad de la persona humana (EG 178). En este sentido, conecta esta dimensin social con el Reino de Dios que nos reclama (180-181) y se detiene a decir una palabra, ante las tendencias laicistas, sobre el lugar que tiene la enseanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales (182-185), afirmando enfticamente: nadie puede exigirnos que releguemos la religin a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos (EG 183).II. La inclusin social de los pobres (186-216):en uno de los apartados ms largos de todo el documento, el Papa se detiene mucho en la importancia de escuchar el clamor de los pobres. En primer lugar, seala que si nos unimos a Dios, escuchamos el clamor de Dios (187-192), y retomando las palabras de Jess en la multiplicacin de los panes (Dnles de comer ustedes mismos), dir que ello implica tanto la cooperacin para resolver las causas estructurales de lapobrezay para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos ms simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos (EG 188). Recuerda que esta opcin por los pobres supone una fidelidad al Evangelio para no correr en vano, como afirma San Pablo en Glatas 2,2 (193-196). El Papa se refiere al lugar privilegiado de los pobres en el pueblo de Dios (197-201), y es firme al afirmar que nadie debera decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar ms atencin a otros asuntos (EG 201). Se detiene luego en algunos desafos de la economa y distribucin del ingreso (202-208) y en la tarea eclesial de cuidar la fragilidad (209-216): los ms pequeos, los lentos, dbiles o menos dotados (EG 209), las nuevas formas depobrezay fragilidad (los sin techo, los toxicodependientes, los refugiados, los pueblos indgenas, los ancianos cada vez ms solos y abandonados, y los migrantes (EG 210), las personas que son vctimas de la trata (211), las mujeres que sufren exclusin, maltrato y violencia (212), los nios por nacer a quienes se les quiere negar la vida, aclarando que no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestin (214), pero tambin sealando que hemos hecho poco para acompaar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rpida solucin a sus profundas angustias (214). Finalmente tambin habla de la fragilidad del conjunto de la creacin (215).III. El bien comn y la paz social (217-237):recordando que la dignidad de la persona humana y el bien comn son los dos ejes centrales de la vida social, el Papa se detiene a proponer cuatro principios necesarios para avanzar en la construccin de un pueblo en paz, justicia y fraternidad. Estos cuatro principios son:El tiempo es superior al espacio aqu enfatiza la importancia de los procesos para construir un pueblo, sabiendo que ello nos permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos.La unidad prevalece sobre el conflicto: para el Papa, en la sociedad el conflicto no puede ser ignorado o disimulado, sino que tiene que ser asumido, sin detenerse en la coyuntura conflictiva sino percibiendo el sentido de la unidad profunda de la realidad (EG 226). Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabn de un nuevo proceso: Felices los que trabajan por la paz!). Formula aqu por primera vez la propuesta de un pacto cultural que luego retomar en el apartado dedicado al dilogo.La realidad es ms importante que la idea para el Papa, existe una tensin bipolar entre la idea y la realidad y seala que es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma y por ello concluye que la realidad es superior a la idea. Este criterio hace a la Encarnacin de la Palabra y su puesta en prctica.El todo es superior a la parte (234-237): finalmente, recogiendo la tensin entre globalizacin y localizacin, el Papa seala que se trabaja en lo pequeo, en lo cercano, pero con una perspectiva ms amplia (235), siguiendo el modelo del poliedro que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en l conservan su originalidad (236).IV. El dilogo social como contribucin a la paz (238-258):luego de haber desarrollado la importancia de la dignidad humana (II) y del bien comn (III), el captulo se cierra con unas orientaciones sobre la evangelizacin y el camino del dilogo. As, seala tres campos de dilogo para la Iglesia: con los Estados, con la sociedad que incluye el dilogo con las culturas y con las ciencias- y con los otros creyentes que no forman parte de la Iglesia Catlica (238). Aqu el Papa ofrece la colaboracin de la Iglesia para con las autoridades nacionales e internacionales y vuelve sobre la idea de un pacto social y cultural, exhortando a una cultura que privilegie el dilogo como forma de encuentro, la bsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupacin por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones (EG 239). El documento se detiene luego en el dilogo entre la fe, la razn y las ciencias (242-243), el dilogo ecumnico (244-246), las relaciones con el Judasmo (247-249), el dilogo interreligioso (250-254) y finaliza con el dilogo social en un contexto de libertad religiosa (255-258).Captulo quinto: Evangelizadores con EsprituEn el captulo final, el Papa se propone ofrecer algunas reflexiones acerca del espritu de la nueva evangelizacin (260), invocando al Espritu Santo que es el alma de la Iglesia evangelizadora, para que venga a renovar, a sacudir, a impulsar a la Iglesia en una audaz salida fuera de s para evangelizar a todos los pueblos (261). Este captulo tiene dos apartados: por un lado, las motivaciones para un renovado impulso misionero (I) y por el otro, la presentacin de Mara, Madre de la Evangelizacin (II).I. Motivaciones para un renovado impulso misionero (262-283):para el Papa, los evangelizadores tienen que evitar propuestas parciales y desintegradoras y deben conjugar oracin y trabajo: no sirven ni las propuestas msticas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazn (262). As, propone cuatro motivaciones que nos pueden ayudar a imitar el ejemplo de los primeros cristianos: La primera motivacin es el encuentro personal con el amor de Jess que nos salva (264-267), invitando a que todos hagamos experiencia del amor de Dios, pues una persona que no est convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie (266). La segunda motivacin es el gusto espiritual de ser pueblo (268-274), que significa estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior (268), tener la pasin por su pueblo que tuvo Jess, como modelo. Aqu tiene palabras muy interpelantes para los laicos, al decir que hay que reconocerse a s mismo como marcado a fuego por la misin de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar de modo que cada uno pueda decir yo soy una misin en esta tierra (273). La accin misteriosa del Resucitado y de su Espritu (275-280): ante la tentacin del pesimismo, el fatalismo y la desconfianza y la idea de que nada se puede cambiar, hay que descubrir que Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza (275) y que la fe es creer que es verdad que Jess nos ama, que vive y que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad (278), descubriendo el sentido de misterio y la certeza de una fecundidad a veces invisible, inaferrable y que no puede ser contabilizada (279). Tambin es confianza en el Espritu Santo que viene en ayuda de nuestra debilidad (Rm 8, 26). La fuerza misionera de la intercesin (281-283): finalmente, propone una forma de oracin que nos estimula particularmente a la entrega evangelizadora y nos motiva a buscar el bien de los dems: es la intercesin (281). La intercesin es como levadura en el seno de la Trinidad (283), siguiendo el ejemplo del gran evangelizador que es San Pablo.II. Mara, la Madre de la evangelizacin (284-288):la exhortacin culmina con una mirada de hijos a Mara, que est en medio del pueblo cuando se invoca al Espritu Santo en Pentecosts. El Papa presenta a Mara como el regalo de Jess a su pueblo (285-286) y la presenta como Estrella de la nueva evangelizacin (287-288), en tanto ella intercede por la nueva etapa evangelizadora, y es modelo de evangelizacin a travs de un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia (288), en una dinmica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los dems.La exhortacin concluye con una hermosa oracin a Mara, invocada comoVirgeny Madre, como Estrella de la Evangelizacin.Damos gracias a Dios por este documento programtico del Papa Francisco, rezamos por su persona y por sus intenciones, y sobre todo por toda la Iglesia para que asuma este llamado a salir de s para una nueva evangelizacin.Aqu el Papa abre una amplia reflexin sobre el "dilogo entre fe y razn", sobre la verdad en el mundo de hoy, donde a menudo viene reducida a la "autenticidad subjetiva", porque la verdad comn da miedo, se identifica con la imposicin intransigente de los totalitarismo. En cambio, si la verdad es la del amor de Dios, entonces no se impone con la violencia, no aplasta al individuo. Por esta razn, la fe no es intransigente, el creyente no es arrogante. Por el contrario, la verdad vuelve humildes y conduce a la convivencia y el respeto del otro. De ello se desprende que la fe lleva al dilogo en todos los mbitos: en el campo de la ciencia, ya que despierta el sentido crtico y ampla los horizontes de la razn, invitndonos a mirar con asombro la Creacin; en el encuentro interreligioso, en el que el cristianismo ofrece su contribucin; en el dilogo con los no creyentes que no dejan de buscar, que "intentan vivir como si Dios existiese", porque "Dios es luminoso, y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazn". "Quin se pone en camino para practicar el bien - afirma el Papa - se acerca a Dios". Por ltimo, la LF habla de la teologa y afirma que es imposible sin la fe, porque Dios no es un mero "objeto", sino que es Sujeto que se hace conocer. La teologa es participacin del conocimiento que Dios tiene de s mismo; se desprende que debe ponerse al servicio de la fe de los cristianos y que el Magisterio de la Iglesia no es un lmite a la libertad teolgica, sino un elemento constitutivo porque garantiza el contacto con la fuente original, con la Palabra de Cristo.El tercer captulo (37-49): Transmito lo que he recibido (1 Co 15, 03). Todo el captulo se centra en la importancia de la evangelizacin: quien se ha abierto al amor de Dios, no puede retener este regalo para s mismo, escribe el Papa: La luz de Jess resplandece sobre el rostro de los cristianos y as se difunde, se transmite bajo la forma del contacto, como una llama que se enciende de la otra, y pasa de generacin en generacin, a travs de la cadena ininterrumpida de testigos de la fe. Esto comporta el vnculo entre fe y memoria, porque el amor de Dios mantiene unidos todos los tiempos y nos hace contemporneos a Jess. Por otra parte, se hace "imposible creer cada uno por su cuenta", porque la fe no es "una opcin individual", sino que abre el yo al "nosotros" y se da siempre "dentro de la comunin de la Iglesia". Por esta razn, "quien cree nunca est solo": porque descubre que los espacios de su "yo" se amplan y generan nuevas relaciones que enriquecen la vida.Hay, sin embargo, un "medio particular" por el que la fe se puede transmitir: son los Sacramentos, en los que se comunica "una memoria encarnada." El Papa cita en primer lugar el Bautismo tanto de nios como de adultos, en la forma del catecumenado - que nos recuerda que la fe no es obra del individuo aislado, un acto que se puede cumplir solos, sino que debe ser recibida, en comunin eclesial. "Nadie se bautiza a s mismo", dice la LF. Adems, como el nio que tiene que ser bautizado no puede profesar la fe l solo, sino que debe ser apoyado por los padres y por los padrinos, se sigue "la importancia de la sinergia entre la Iglesia y la familia en la transmisin de la fe." En segundo lugar, la Encclica cita la Eucarista, "precioso alimento para la fe", "acto de memoria, actualizacin del misterio" y que "conduce del mundo visible al invisible," ensendonos a ver la profundidad de lo real. El Papa recuerda despus la confesin de la fe, el Credo, en el que el creyente no slo confiesa la fe, sino que se ve implicado en la verdad que confiesa; la oracin, el Padre Nuestro, con el que el cristiano comienza a ver con los ojos de Cristo; el Declogo, entendido no como "un conjunto de preceptos negativos", sino como "un conjunto de indicaciones concretas" para entrar en dilogo con Dios, "dejndose abrazar por su misericordia", "camino de la gratitud" hacia la plenitud de la comunin con Dios . Por ltimo, el Papa subraya que la fe es una porque uno es "el Dios conocido y confesado", porque se dirige al nico Seor, que nos da la "unidad de visin" y "es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo Espritu". Dado, pues, que la fe es una sola, entonces tiene que ser confesada en toda su pureza e integridad, "la unidad de la fe es la unidad de la Iglesia"; quitar algo a la fe es quitar algo a la verdad de la comunin. Adems, ya que la unidad de la fe es la de un organismo vivo, puede asimilar en s todo lo que encuentra, demostrando ser universal, catlica, capaz de iluminar y llevar a su mejor expresin todo el cosmos y toda la historia. Esta unidad est garantizada por la sucesin apostlica.El captulo cuarto (n. 50-60): Dios prepara una ciudad para ellos (Hb 11, 16) Este captulo explica la relacin entre la fe y el bien comn, lo que conduce a la formacin de un lugar donde el hombre puede vivir junto con los dems. La fe, que nace del amor de Dios, hace fuertes los lazos entre los hombres y se pone al servicio concreto de la justicia, el derecho y la paz. Es por esto que no nos aleja del mundo y no es ajena al compromiso concreto del hombre contemporneo. Por el contrario, sin el amor fiable de Dios, la unidad entre todos los hombres estara basada nicamente en la utilidad, el inters o el miedo. La fe, en cambio, capta el fundamento ltimo de las relaciones humanas, su destino definitivo en Dios, y las pone al servicio del bien comn. La fe "es un bien para todos, un bien comn", no sirve nicamente para construir el ms all, sino que ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.La encclica se centra, despus, en los mbitos iluminados por la fe: en primer lugar, la familia fundada en el matrimonio, entendido como unin estable de un hombre y una mujer. Nace del reconocimiento y de la aceptacin de la bondad de la diferenciacin sexual y, fundada sobre el amor en Cristo, promete "un amor para siempre" y reconoce el amor creador que lleva a generar hijos. Despus los jvenes: aqu el Papa cita las Jornadas Mundiales de la Juventud, en las que los jvenes muestran "la alegra de la fe" y el compromiso de vivirla de un modo firme y generoso. "Los jvenes aspiran a una vida grande - escribe el Papa -. El encuentro con Cristo da una esperanza slida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas pusilnimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: hacindonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensin de la dignidad nica de la persona singular. Otra rea es la de la naturaleza: la fe nos ayuda a respetarla, a "buscar modelos de desarrollo que no se basen nicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creacin como un don"; nos ensea a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y est al servicio del bien comn; nos ofrece la posibilidad del perdn que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitara la confianza entre nosotros y quedaramos unidos slo por el miedo. Por esta razn no debemos avergonzarnos de confesar pblicamente a Dios, porque la fe ilumina la vida social. Otro mbito iluminado por la fe es el del sufrimiento y la muerte: el cristiano sabe que el sufrimiento no puede ser eliminado, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona, y ser as "etapa de crecimiento en la fe y el amor". Al hombre que sufre, Dios no le da un racionamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que acompaa, que abre un un resquicio de luz en la oscuridad. En este sentido, la fe est unida a la esperanza. Y aqu el Papa hace un llamamiento: "No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino."Conclusin (N 58-60): Bienaventurada la que ha credo (Lc 1, 45) Al final de la LF, el Papa nos invita a mirar a Mara, "icono perfecto" de la fe, porque, como Madre de Jess, ha concebido "fe y alegra." A Ella se alza la oracin del Papa para que ayude la fe del hombre, nos recuerde que aquellos que creen nunca estn solos, y que nos ensee a mirar con los ojos de JessUna bomba de consecuencias imprevisibles est a punto de estallar en el Vaticano. La publicacin oficial de la encclica sobre ecologa del papa Francisco supone una autntica declaracin de guerra a las grandes compaas y a los gobernantes de los pases ms poderosos que, segn escribe, han contribuido al cambio climtico y a la pobreza por el uso desproporcionado de los recursos naturales. Jorge Mario Bergoglio propone un cambio radical de estilo de vida para evitar que la Tierra se siga convirtiendo cada vez ms en un inmenso depsito de porquera.La encclica, de 191 pginas y titulada Alabado seas, tiene un primer captulo demoledor titulado Lo que est pasando en nuestra casa. El anlisis descarnado del papa Francisco aborda la interconexin entre la contaminacin y el cambio climtico, la mala gestin del agua, la prdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y pobres o la debilidad de las reacciones polticas ante la catstrofe ecolgica. Como ya se venan barruntando sus poderosos detractores desde Jeb Bush a la extrema derecha italiana y vaticana-, no solo diagnostica los problemas, sino que seala a los culpablesSegn el Papa, el calentamiento originado por el enorme consumo de algunos pases ricos tiene repercusiones en los lugares ms pobres de la Tierra, especialmente en frica, donde el aumento de la temperatura unido a la sequa hace estragos en el rendimiento de los cultivos. De ah que Francisco seale muy claramente la responsabilidad del actual sistema econmico mundial: La deuda externa de los pases pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecolgica. De diversas maneras, los pueblos en vas de desarrollo, donde se encuentran las ms importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los pases ms ricos a costa de su presente y de su futuro.El Papa atribuye gran parte del problema a la voracidad de las grandes compaas, pero tambin a la falta de una respuesta valiente por parte de los gobernantes: Llama la atencin la debilidad de la reaccin poltica internacional. Bergoglio se muestra aqu especialmente duro con los polticos que enmascaran los problemas ambientales o subestiman las advertencias de los ecologistas. Las predicciones catastrficas, advierte, ya no pueden ser miradas con desprecio e irona. A las prximas generaciones podramos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El Papa cree que detrs de esa displicencia de la poltica hay algo ms grave: El sometimiento de la poltica ante la tecnologa y las finanzas se muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares. Y muy fcilmente el inters econmico llega a prevalecer sobre el bien comn y a manipular la informacin para no ver afectados sus proyectos.La encclica, que se refiere a la Tierra como una hermana con la que se comparte la existencia o como una madre que acoge entre sus brazos, llega a tocar aspectos muy sensibles para algunos sectores de su parroquia. Bergoglio advierte incluso de que la propiedad privada no puede estar por encima del bien comn. Dice que una regla de oro del comportamiento social y el primer principio de todo el ordenamiento tico-sociales el principio de subordinacin de la propiedad privada al destino universal de los bienes. Y aade una de las frases que sin duda provocarn un respingo a quienes, desde los sectores ms conservadores de dentro y fuera de la Iglesia, ya le venan acusando de comunista. Dice el Papa: La tradicin cristiana nunca reconoci como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada y subray la funcin social de cualquier forma de propiedad privada. Eso s, el papa revolucionario se cura en salud apoyndose a continuacin en Juan Pablo II: Dios ha dado la Tierra a todo el gnero humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. La ltima frase, eso s, Francisco la resalta con la intencionalidad de las cursivas.Jorge Mario Bergoglio cita a sus predecesores para dejar constancia de que tambin ellos se mostraron preocupacin por la destruccin del planeta. Hay que eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economa mundial, dijo Benedicto XVI, y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente. Pero no hay duda de que Francisco va ms all. En el fondo y tambin en la forma. Porque el Papa sale de los recintos del Vaticano e incluso de la fe cristiana para reconocer, alentar y dar las gracias a todos aquellos que trabajan para garantizar la proteccin de la casa que compartimos.Una vez ledo el texto, la polmica de por qu se filtr y quin lo hizo es insignificante. Como tambin el debate rancio y solo para iniciados de si la primera encclica escrita en solitario por Francisco se adeca a los cnones tradiciones. No hace falta ms que seguir a Jorge Mario Bergoglio desde hace ms de dos aos para saber que su objetivo no es obtener un galardn en literatura o en diplomacia. Su encclica la primera escrita ntegramente por l es un grito para salvar el planeta, al que l llama la casa comn: Necesitamos una solidaridad universal nueva.La encclica del Papa forma parte de los gestos que preceden a la cumbre de Pars de diciembre, donde se debe aprobar el protocolo que sustituir a Kioto para la reduccin de las emisiones y cuyo objetivo final es limitar el aumento de la temperatura global a dos grados Celsius a final de siglo. Que el Papa ponga el foco en este asunto no ha sentado bien a todo el mundo. No me dejar dictar la poltica econmica por mis obispos, mis cardenales o mi Papa, ha dicho Jeb Bush, aspirante a presidente de EE UU. El candidato republicano (y catlico) puso voz a un sector de la economa que no est dispuesto a prescindir de las energas fsiles, como propone el Papa. A principios de mes, seis grandes grupos petroleros europeos reconocan en una carta abierta que el cambio climtico es un desafo crtico para el planeta. Los gigantes estadounidenses del sector declinaron ratificar aquel escrito.La implicacin del sector privado en la lucha contra el cambio climtico parece bsica. Pero, tambin, la coherencia de las principales economas. El G-7, en su reciente declaracin de Elmau, apostaba por la eliminacin de subsidios a los combustibles fsiles ineficientes. Pero, paralelamente, Oxfam alertaba de que cinco de los siete miembros del G-7 han incrementado el uso del carbn desde 2009.El futuro protocolo de Pars se basar en gran medida en los compromisos voluntarios de reduccin de gases de efecto invernadero que los casi 200 pases deben presentar. De momento, 39 Gobiernos ya lo han hecho, entre ellos la Unin Europea y EE UU. Pero, segn han alertado ya varios expertos y organismos como la ONU o la Agencia Internacional de la Energa, las reducciones de las emisiones que se estn poniendo sobre la mesa no son suficientes para limitar el aumento de la temperatura a dos grados.Qu tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los nios que estn creciendo? (n. 160). Esta pregunta est en el centro de Laudato si, la esperada Encclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa comn. Y contina: Esta pregunta no afecta slo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestin de modo fragmentario, y nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: Para qu pasamos por este mundo? para qu vinimos a esta vida? para qu trabajamos y luchamos? para qu nos necesita esta tierra?: si no nos planteamos estas preguntas de fondo -dice el Pontfice no creo que nuestras preocupaciones ecolgicas puedan obtener resultados importantes.La Encclica toma su nombre de la invocacin de san Francisco, Laudato si, mi Signore, que en el Cntico de las creaturas recuerda que la tierra, nuestra casa comn, es tambin como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos (1). Nosotros mismos somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo est formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura (2).Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama (2) y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo. El Papa Francisco nos invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional a una conversin ecolgica, segn expresin de San Juan Pablo II, es decir, a cambiar de ruta, asumiendo la urgencia y la hermosura del desafo que se nos presenta ante el cuidado de la casa comn. Al mismo tiempo, el papa Francisco reconoce que se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupacin por lo que est ocurriendo con nuestro planeta (19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la Encclica y enva a todos un mensaje claro y esperanzado: La humanidad tiene an la capacidad de colaborar para construir nuestra casa comn (13); el ser humano es todava capaz de intervenir positivamente (58); no todo est perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden tambin superarse, volver a elegir el bien y regenerarse (205).El Papa Francisco se dirige, claro est, a los fieles catlicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creacin, as como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe (64), pero se propone especialmente entrar en dilogo con todos sobre nuestra casa comn (3): el dilogo aparece en todo el texto, y en el captulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el papa Francisco recuerda que tambin otras Iglesias y Comunidades cristianas como tambin otras religiones han desarrollado una profunda preocupacin y una valiosa reflexin sobre el tema de la ecologa (7). Ms an, asume explcitamente su contribucin a partir de la del querido Patriarca Ecumnico Bartolom (7), ampliamente citado en los nn. 8-9. En varios momentos, adems, el Pontfice agradece a los protagonistas de este esfuerzo tanto individuos como asociaciones o instituciones, reconociendo que la reflexin de innumerables cientficos, filsofos, telogos y organizaciones sociales [ha] enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones (7) e invita a todos a reconocer la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecologa integral y para el desarrollo pleno del gnero humano (62).El recorrido de la Encclica est trazado en el n. 15 y se desarrolla en seis captulos. A partir de la escucha de la situacin a partir de los mejores conocimientos cientficos disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradicin judeo-cristiana (cap. 2), detectando las races del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la Encclica (cap. 4) es la de una ecologa integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales (137), inseparablemente vinculadas con la situacin ambiental. En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un dilogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisin transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningn proyecto puede ser eficaz si no est animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta direccin a nivel educativo, espiritual, eclesial, poltico y teolgico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en un Dios creador omnipotente (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo Laudato si, que abre y cierra la Encclica.El texto est atravesado por algunos ejes temticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: la ntima relacin entre los pobres y la fragilidad del planeta, la conviccin de que en el mundo todo est conectado, la crtica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnologa, la invitacin a buscar otros modos de entender la economa y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecologa, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la poltica internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. (16).Captulo 1 Lo que le est pasando a nuestra casaEl captulo asume los descubrimientos cientficos ms recientes en materia ambiental como manera de escuchar el clamor de la creacin, para convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y as reconocer cul es la contribucin que cada uno puede aportar (19). Se acometen as varios aspectos de la actual crisis ecolgica (15).EI cambio climtico: El cambio climtico es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, econmicas, distributivas y polticas, y plantea uno de los principales desafos actuales para la humanidad (25). Si el clima es un bien comn, de todos y para todos (23), el impacto ms grave de su alteracin recae en los ms pobres, pero muchos de los que tienen ms recursos y poder econmico o poltico parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los sntomas (26): La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la prdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil (25).La cuestin del agua: El Papa afirma sin ambages que el acceso al agua potable y segura es un derecho humano bsico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condicin para el ejercicio de los dems derechos humanos.