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Lengua Castellana y Literatura 2º Bachillerato Curso 2013-2014 José Alfonso Bolaños Luque TEMA 7 www.manojitos-de-mirra.webnode.es
Características del Tema: Aunque una gran parte del temario la dedicamos al estudio de la historia
de la literatura española del siglo XX, este tema se hace imprescindible para conocer los tipos de texto
más representativos. Hay manuales en los que no aparece, pero la PAU en Andalucía se caracteriza por
exigir con frecuencia el desarrollo de algún aspecto de este tema en la opción u opciones en las que
aparece un texto literario. Por otro lado, este tema se puede hacer muy extenso, especialmente si
añadimos el desarrollo de las figuras retóricas.
Nosotros componemos el tema del siguiente modo:
1.) Ofrecemos definición y características comunicativas, por seguir un esquema paralelo con los
otros temas.
2.) No desarrollamos las figuras retóricas, porque, en primer lugar, no se exigen en los comentarios
de texto y, en segundo lugar, no aparecen como punto de desarrollo independiente. Por otro
lado, cualquier manual o libro de texto de la ESO o del Bachillerato al que el alumno puede
acceder fácilmente ofrece una nómina extensa de recursos literarios, con definiciones y
ejemplos claros. Nosotros las explicaremos convenientemente en el aula a medida en que
necesitemos comprender figuras retóricas concretas que vayan apareciendo.
3.) Nos centraremos en la descripción de géneros y subgéneros literarios, y lo haremos de forma
práctica, ofreciendo características fundamentales para que el alumno pueda componer sus
textos propios de desarrollo en un espacio razonable similar al que dispondrá en la PAU.
4.) Esperamos tratar en el aula otros puntos importantes de este tema, tanto en los comentarios
de texto como en el desarrollo de los temas de historia literaria. Pero no nos parece oportuno
traerlos aquí, en cuanto que pretendemos ofrecer unos apuntes en lo posible lo más prácticos y
sencillos.
RECOMENDACIONES BIBLIOGRÁFICAS PARA EL ESTUDIO
· En lo que se refiere a la Literatura, el libro de texto más sensible a las
necesidades de los alumnos andaluces nos parece, sin duda, el de la
editorial Almadraba, Lengua Castellana y Literatura 2.
Es curioso observar cómo, en comparación con los demás temas relacionados con las variedades del
discurso, los textos literarios sean los menos trabajados. De hecho, algunos libros de texto ni siquiera
los desarrollan (incluido el de la editorial Oxford, por el que hemos manifestado preferencia hasta
este momento). Otros se ocupan mucho de las figuras retóricas, pero dedican poco espacio a los
géneros literarios (por los que la PAU pregunta con frecuencia), incurriendo en imprecisiones o
generalizando en exceso, especialmente en lo que hace al género lírico, lo que contrasta con lo
detallistas que hayan podido ser con otros tipos de texto. La editorial Almadraba, por el contrario,
distribuye este tema en varias unidades didácticas, dedicándole un espacio independiente a cada
género literario. Pero además, sus temas de historia literaria no se distribuyen por épocas y
corrientes literarias, sino por géneros en diferentes períodos del siglo XX, tal y como lo plantea la
PAU.
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DEFINICIÓN Y PRIMERAS CARACTERÍSTICAS
DESTACABLES.
Los textos literarios son textos sin finalidad práctica pero con valor
estético.
Esta definición nos traslada al carácter centrípeto del texto literario: no
se señala hacia ningún elemento externo (referente) sino hacia el propio
mensaje y la manera de expresarse. Un texto literario no se puede calificar de
verdadero o falso, porque construye su propia realidad, que puede parecerse
mucho o poco a la realidad externa a la obra. Lo que se exige de ella es que
sea verosímil, es decir, coherente consigo misma y creíble para el lector, que
acepta las convenciones que el género o el propio texto impone. De este modo,
en una novela realista no es verosímil que un personaje pueda volar, pero sí en
una novela de ciencia ficción, al igual que se acepta que un personaje se
exprese oralmente sin cometer imprecisiones y usando un vocabulario rico y
una sintaxis perfecta, aunque en la realidad no se encuentre tal tipo de
hablante. De hecho, la característica principal del realismo mágico es conseguir introducir al
lector en un mundo muy parecido al suyo (es decir, es en principio un relato realista), pero
introduciendo elementos fantasiosos sin que al lector le parezca inverosímil.
TIPOS
Además de la clasificación en géneros, que desarrollamos más adelante,
podemos diferenciar entre:
1. Textos literarios orales y escritos.
2. Textos literarios escritos en prosa, en verso, o en combinación de ambos
modos de escritura.
3. Textos literarios populares y cultos.
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LOS TEXTOS LITERARIOS Y EL PROCESO DE
COMUNICACIÓN.
Elementos de la comunicación.
EMISOR: A un nivel primario, es el autor de la obra, que puede ser conocido,
anónimo o colectivo (atribuido al “pueblo” en el caso de la literatura popular). A
un nivel secundario o interno, encontramos como emisor al narrador en las
obras narrativas y el yo lírico o voz poética en las obras líricas, al mismo autor
en los ensayos y ninguno en este nivel en los dramáticos. En un tercer nivel los
emisores son los personajes, a los que se les cede la palabra.
RECEPTOR: Son a nivel primario los lectores de la obra, a nivel secundario el
lector implícito en las obras narrativas y el tú poético en las líricas; a un tercer
nivel está el narratario en las obras narrativas, y los personajes que escuchan a
otros en las dramáticas.
CONTEXTO: La propia obra crea su contexto interno, que nos permite
entender las acciones y palabras de los personajes. A nivel externo, tanto el
contexto del autor como el de los distintos lectores a lo largo del tiempo
determinan su interpretación y valor estético.
CÓDIGO: La lengua general, en todo tipo de registros. El lenguaje se usa de
forma especial, adquiriendo valor estético y utilizando de manera original
figuras retóricas.
MENSAJE: El mensaje de los textos literarios pueden ir cambiando a lo largo
del tiempo; son ficticios, en el sentido de que ellos mismos establecen sus
criterios de verdad y falsedad (son centrípetos, hacen referencia al mundo que
el propio mensaje construye, y no centrífugos, es decir, sin referente real). En
ellos es posible encontrar diferentes tópicos literarios constantes a lo largo de
la historia de la literatura (amor, muerte, amistad, ...) pero al mismo tiempo
suelen tener cierto grado de ambigüedad que permite distintas interpretaciones
en los receptores.
CANAL: Papel (textos escritos, generalmente libros) o aire (orales); medios
audiovisuales y telemáticos.
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Funciones del lenguaje
La función básica de este tipo de textos es la POÉTICA: el texto apunta
hacia el mensaje en sí mismo, no hacia el referente externo (por ello, la función
REPRESENTATIVA o REFERENCIAL es secundaria en los textos literarios). El
predominio de la función poética otorga al texto su valor estético: la obra
literaria es una obra artística que usa como material el código lingüístico. Por
ello, en la lengua literaria es donde con más originalidad y acierto se manejan
las figuras retóricas, pues la literatura comprende obras creativas, es decir, que
crean mundos propios y re-crean el lenguaje, dotándolo de nuevas
significaciones, expresiones y conceptos.
Tras la función poética, la función EXPRESIVA o EMOTIVA del lenguaje
puede considerarse la segunda en importancia en la mayoría de las obras
literarias.
Modalidades textuales
La modalidad textual predominante en los textos literarios va a depender
en gran medida del género al que pertenezca. Así, en las obras dramáticas o
teatrales predomina el diálogo, mientras que en las obras narrativas lo
importante es la narración, con aparición muy frecuente de fragmentos
descriptivos y dialógicos. En los textos líricos pueden aparecer narraciones y
diálogos, pero lo habitual son las descripciones, las exposiciones y las
argumentaciones, con bastante carga emotiva y estética. Por último, el ensayo
es un texto preponderantemente expositivo-argumentativo.
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EL GÉNERO NARRATIVO
Las obras literarias narrativas son aquellas que desarrollan un
argumento a través de un narrador.
Características de la obra narrativa
1. Contiene una o varias historias que se desarrollan en un argumento.
- Esta historia debe considerarse ficticia, aun cuando se base en
hechos reales. De no ser así, se trataría de un texto narrativo, pero
no literario.
2. Uno o varios narradores son los encargados del acto de narrar, es decir,
de contar la historia en forma de argumento.
- El narrador es la voz que cuenta la historia, y es tan ficticia como los
personajes de la obra o su argumento: no debe confundirse con el
autor (por ejemplo, puedo escribir una historia narrada por un hombre, una mujer,
un niño, una casa, un detective o un viajero del siglo XIV; estos son algunos de los
posibles narradores, yo siempre sería el autor). Incluso cuando el autor dice
ser el narrador, deberíamos distinguir claramente al escritor (una
persona real) del narrador (una voz, un ente ficticio). Por ejemplo,
cuando Unamuno toma la palabra en Niebla o San Manuel Bueno, mártir, este
Unamuno es un personaje y narrador ficticio, no el Unamuno real.
- Tampoco hay que confundir autor real y narrador con el autor ficticio
o implícito, que es un personaje que se presenta como el autor del
texto.
- Existen distintos tipos de narrador: externo (si no interviene o
aparece en la historia) e interno (sí aparece). El narrador externo
realiza un discurso en 3ª persona, siendo objetivo si narra como si
observase los hechos, y omnisciente si lo conoce todo de la historia
y los personajes: pasado, futuro, los pensamientos e intenciones de
los personajes, … Si el narrador es interno, tomará la palabra en 1ª
persona, al estar él mismo implicado en la historia que narra. Si
simplemente observa y narra lo que vio, se denomina narrador-
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testigo; si toma parte activa en los acontecimientos se trata de un
narrador-protagonista.
- De todos modos, existe la posibilidad de narrar en 2ª persona.
3. Las formas verbales propias de las obras literarias del género narrativo,
como textos narrativos que son, son las del pasado de indicativo, sobre
todo el pretérito imperfecto y el pretérito perfecto simple.
- Realmente, la temporalidad de la narración es un punto clave y a la
vez requiere de un análisis complejo. El narrador establece un eje
temporal en el que el presente suele ser el momento en que narra; a
partir de ahí, es lógico que se refiera al pasado con respecto a ese
presente hasta llegar a él o a un punto anterior, de ahí el uso de
formas verbales de tiempo pasado.
- No obstante, tiene la capacidad para desordenar la temporalidad de
los acontecimientos, de modo que, entre otros casos, …:
a) Puede volver a un pasado anterior a lo que en ese momento
narra (flash-back), apareciendo de este modo los pretéritos
compuestos (nos referimos al pret. pluscuamperfecto y al pret.
anterior de indicativo).
b) Puede anticipar hechos que van a suceder (flash-forward;
empleando sobre todo el futuro y el condicional imperfectos de
indicativo), imaginar lo que podría haber sucedido o podría llegar
a suceder (aquí aparece con preferencia el subjuntivo y el futuro y
condicional compuesto de indicativo).
c) Puede introducir diálogos de los personajes en estilo directo (con
posibilidad de aparición de cualquier tiempo verbal, incluido el
presente y el modo imperativo).
d) Puede referirse a hábitos (presente y pret. imp. ind. habitual) o
contar sucesos del pasado en presente histórico.
e) Puede dirigirse al lector en presente o futuro.
f) Puede simultanear historias paralelas que se relacionan en el
argumento.
g) Puede hacer que un personaje, a su vez, cuente una historia
dentro de la que cuenta él (interpolaciones, o historias
intercaladas).
4. La estructura clásica de los textos narrativos es la de Presentación,
Nudo y Desenlace.
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- Las obras literarias del género narrativo suelen seguirla, pero a su
vez tienen más libertad para modificarla, de modo que:
a) Muchas obras literarias narrativas empiezan por algún momento
del nudo, creando de este modo intriga en el lector, al que no se
le han presentado ni los personajes ni los antecedentes. Esto se
hará a través de flash-backs a medida en que se avanza hacia el
desenlace. En este caso se dice que la obra comienza in media
res; si, por el contrario, el principio de la obra coincide con su
presentación, diremos que empieza de initio.
b) También es posible que la narración comience por el desenlace,
que necesita explicarse después mediante la presentación y el
nudo para acabar, de nuevo, en el desenlace.
c) Las posibilidades de ordenar linealmente presentación, nudo y
desenlace son muy variadas, pero además existen otras
estructuras no lineales. Las más conocidas son las narraciones
enmarcadas, las circulares y las de final abierto.
5. Al igual que no podemos confundir autor real, autor ficticio o implícito y
narrador, hay que distinguir asimismo entre lector real, lector ficticio o
implícito (al que se dirige el autor real o implícito, o el narrador, muchas
veces bajo la fórmula de Querido lector) y el narratario, que es un
personaje al que se dirige el narrador y le cuenta la historia.
6. Otro elemento importante en la narración, además de los personajes, el
narrador y el tiempo, es el espacio. Los acontecimientos narrados se
sitúan en uno o varios lugares, que en ocasiones se describen muy
detalladamente y pueden llegar a tener mucha relevancia. Este espacio
también puede estar vagamente caracterizado, o incluso tener un valor
simbólico.
7. De entre todos los personajes, el principal se llama protagonista (puede
haber varios) y los que se oponen a él se llaman antagonistas. El resto
de personajes son los secundarios.
Subgéneros
Muchos especialistas consideran que hablar de género narrativo es
hablar de género épico; es decir, la narrativa literaria y la épica se consideran
sinónimos. Por lo tanto, se refieren al género narrativo como género épico. Y se
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pueden considerar lo mismo si nos remontamos a la clasificación de géneros
literarios de la Antigüedad clásica, donde se oponían poemas líricos a poemas
épicos, entre otros. No obstante, desde un punto de vista actual, nos parece
impropia esta terminología, dada la evolución de la narrativa, especialmente a
partir del siglo XVI y, más concretamente, a partir del Quijote. De este modo,
consideraremos la épica como un subgénero de la narrativa, y no como su
sinónimo.
Podríamos estar páginas y páginas desarrollando el tema de los subgéneros
narrativos; ofrecemos aquí una clasificación muy sencilla y sistemática. El alumno
puede desarrollar su tema tal y como lo presentamos aquí, o bien ampliarlo; para
esto último le aconsejamos que tome apuntes en clase o que hable con su profesor.
Podemos distinguir cinco subgéneros fundamentales:
1. ÉPICA: Se narran las hazañas de un héroe nacional. Se llama epopeya
si es anterior a la Edad Media; si es de época medieval, hablamos de
cantares de gesta. Tanto en un caso como en otro, son textos en verso
(poemas largos). Actualmente no es habitual su composición.
2. MITO: Son narraciones que tienen como personajes a dioses y otros
seres relacionados con las creencias de un pueblo; la mayor parte de las
veces ofrecen explicaciones no científicas de fenómenos naturales
(como el mito de Eco y Narciso). Son textos muy antiguos, muy
vinculados a creencias religiosas, si bien hoy en día se crean textos
mitológicos imitando a los primeros, aunque por lo general son más bien
cuentos y novelas de fantasía.
3. LEYENDA: Son narraciones ficticias que parten de algún hecho real. Por
lo general, son exageraciones de la realidad. Su versión actual son las
llamadas leyendas urbanas.
---- Estos tres subgéneros tiene en común ser antiguos y ya no escribirse de
forma pura, tal y como realmente eran. A veces, aparecen mezclados, de modo
que en narraciones mitológicas aparecen también héroes, aparte de dioses,
que tuvieron existencia real; y muchas leyendas parten de la épica, que por lo
general narra de forma exagerada las hazañas de un héroe de existió de
verdad. Aparte de esto, es cierto que se pueden encontrar ejemplos actuales
de estos subgéneros en la literatura occidental (Tolkien es un ejemplo muy
claro), pero suelen usar técnicas narrativas modernas, de modo que pueden
considerarse novelas muchas de ellas ----------.
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4. CUENTO: Narraciones escritas en verso o en prosa, que en desarrolla
una historia en un espacio breve, con pocos personajes y una sola
acción principal y que no se detiene en detalles. Es de origen muy
antiguo, pero se cultiva en la actualidad con mucha asiduidad.
5. NOVELA: Narraciones en prosa que se desarrollan en un espacio
extenso, y suelen tener bastantes personajes, aportar muchos detalles,
incluso los que no afectan al desarrollo de la acción principal. Aparecen
en ella con frecuencia acciones secundarias, e incluso varias acciones
principales.
------ No es tan sencilla esta clasificación, pues debemos tener también en
cuenta la NOVELA CORTA, el RELATO BREVE y la “NOVELA” ANTIGUA,
prequijotesca, así como diferentes modalidades del cuento (como el
microcuento) y de la novela moderna. Se desarrollará en clase ------ .
La novela
Aunque el cuento, presente en la historia literaria prácticamente desde
sus inicios, se ha desarrollado espectacularmente en los siglos XVIII, XIX y XX,
sin duda es la novela el subgénero narrativo que más se identifica con la
modernidad y la sociedad occidental del siglo XX y lo que llevamos del XXI.
Ahora bien, el término novela se usa con anterioridad a lo que hoy
consideramos “novela”, la novela moderna que parte de El Quijote. Luego este
subgénero, tal y como lo entendemos, comienza en 1605, y cualquier obra
anterior, aun llamándose “novela”, no pertenece a este subgénero.
De este modo, cuando hablamos, por ejemplo, de la narrativa en prosa
de los siglos XV y XVI, consideramos La Diana como novela pastoril, el Amadís
de Gaula como novela de caballerías o Cárcel de amor como novela
sentimental, no se trata de auténticas novelas tal y la concebimos hoy, pues
aunque son obras narrativas, extensas e incluso se entrecruzan varios
argumentos y el narrador se entretiene en detalles y descripciones, falla, sobre
todo, en los personajes, que son tipos, sin auténtica individualidad (carecen de
personalidad, que en todo caso es plana; su psicología no evoluciona), entre
otros motivos. Esta característica aparece por primera vez en el Lazarillo de
Tormes, obra precursora de la novela moderna.
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Podríamos extendernos mucho en esta cuestión y otras, pero pasamos
directamente a enunciar sus características principales, dejándose el resto de
cuestiones abiertas al desarrollo en el aula.
Características de la novela
Cuando se nos solicite la enumeración redactada de las características
de la novela, tendremos que ir poniendo ejemplos del texto-base.
Diremos, en primer lugar, que
La novela es un subgénero narrativo (también llamado “épico” por algunos
especialistas), de extensión variada pero en general extensa
y resaltaremos a continuación características del género narrativo:
1. Un narrador desarrolla mediante su argumento una o varias historias
2. Ubicándolas espacial y temporalmente
3. Usando la 1ª, 2ª o 3ª persona, según el tipo de narrador (especifica en tu
ejemplo qué narrador cuenta la historia del texto y en qué persona)
4. En estilo directo, indirecto o indirecto libre, de modo que en
determinados momentos son los personajes los que toman la palabra
(diálogos, monólogos, aparición de diarios o cartas que se transcriben,
…)
5. Con libertad para la secuenciación de las diferentes partes de la
narración (presentación, nudo y desenlace), de modo que aquella puede
presentarse en orden lineal, in media res, con final abierto, estar
enmarcada o encadenada, o tener estructura circular
6. Y todas las demás características ya expuestas, según las
características del texto o del tiempo disponible: tipos de narrador,
perspectiva, forma de narrar varias historias, el tiempo y el espacio, los
personajes, …
Añade, en lo posible mezcladas con las anteriores, y no al final de estas, las
características propias de la novela:
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7. Siempre en prosa
8. Habitualmente con un gran número de personajes
9. Abundancia, por lo general, de descripciones, diálogos extensos y
aparición de acontecimientos que no afectan al argumento principal
10. Los personajes no son tipos con psicología plana, sino que tienen su
propia personalidad, con sus luces y sus sombras, que evoluciona a
medida que se desarrolla el argumento (porque le van afectando los
acontecimientos y las circunstancias)
11. Y tienen su historia personal, siendo frecuente la exposición de parte de
la biografía de los personajes (o la biografía completa)
12. El autor administra la información que va aportando el narrador como
mejor le conviene, de modo que crea o no intriga y sorpresa en el lector;
muchas novelas basan su éxito literario en este recurso, sobre todo la
novela policíaca o detectivesca
13. Dada su extensión, la novela suele estructurarse en capítulos, y si es
muy extensa estos pueden agruparse en partes, aunque hay novelas
que solo se dividen en secuencias o se presentan de forma continua
14. Que a su vez se subdivide en distintos tipos, según el tema: novela
policíaca, psicológica, negra, romántica, histórica, … (NO PONER ESTO SI
NO SE VE CLARO LA ADSCRIPCIÓN DEL FRAGMENTO A ALGÚN TIPO
CONOCIDO)
Creemos que con estas 13 o 14 características se soluciona con solvencia el
desarrollo de esta pregunta (“Las características de la novela”). A todo esto se
pueden añadir características de los textos literarios en general, tales como:
15. El predominio de la función poética
16. La finalidad básica de entretener
17. Creación de un mundo de ficción (en este caso, presentar una historia
ficticia)
18. Manejo especial del lenguaje verbal, especialmente mediante el uso
original de figuras retóricas (se pueden poner de relieve algunas que se
encuentren en el texto, pero no de forma exhaustiva, sólo si son
realmente llamativas ¡¡¡Cuidado con pasarnos de listos!!! Ya hablaremos
de esto en clase).
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EL GÉNERO LÍRICO
Las obras literarias líricas expresan la subjetividad del autor a
través de una voz poética.
Breve discusión sobre su definición
Se trata del género literario más difícil de definir; de hecho, la definición
anterior es demasiado vaga e imprecisa. En la Antigüedad resultaba más fácil
hacerlo, pues estaba vinculado a un tipo de verso (distinto del utilizado para la
épica) y al uso de determinados instrumentos musicales (sobre todo, la lira).
Así, en los inicios, y en general en las expresiones populares de todos los
tiempos, encontramos las obras líricas vinculadas a la música. No obstante,
las vanguardias vinieron a recuperar un tipo de composición apenas tenida en
cuenta por los estudiosos de la lírica: los poemas visuales, que se vinculan con
la imagen, no con los sonidos. Y, aunque con posterioridad es posible crear
partituras para ellas, las poesías de los autores cultos se crearon en su
mayoría para ser leídas, no cantadas.
Por otro lado, muchas composiciones líricas, incluso las que han
alcanzado renombre en la historia literaria, son o han empezado siendo meros
juegos: juego con figuras retóricas, con fonemas, con conceptos, … En
definitiva, juegos de ingenio o, incluso, pasatiempos, incluidos acrósticos,
centones, ... Esto, aun silenciado por la crítica, ha sucedido a lo largo de la historia en todos
los pueblos, como bien ha estudiado Rafael de Cózar en Poesía e Imagen, y otras obras. Por
esto, y aunque pueda resultar cierto en determinadas composiciones líricas,
debemos rechazar las definiciones de este género que giren alrededor de la
expresión de sentimientos del autor, que son las que más abundan en los
libros de texto, aunque la función EXPRESIVA o EMOTIVA del lenguaje esté casi
siempre muy presente en estas obras. Pero también se pueden expresar
sentimientos a través de obras narrativas y dramáticas.
Nos parece, asimismo, un error de perspectiva en pleno siglo XXI
vincular casi con exclusividad la lírica al verso, por mucho que sea su principal
cauce de expresión. Y esto por dos motivos principales:
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1. Existen obras líricas en prosa. Su ejemplo más representativo en
España es Platero y yo, y en el mundo hispano Azul… de Rubén
Darío, y desde luego no son casos aislados.
2. El género narrativo y el dramático también usan el verso. En la
narrativa, las primeras grandes obras literarias fueron compuestas en
verso (cantares de gesta, mester de clerecía, romances). El género
teatral lo usa con mucha frecuencia incluso en el siglo XX (muchas
obras dramáticas de Lorca, por ejemplo).
Es verdad que los libros de texto hacen esta misma advertencia, pero es
igualmente cierto que usan el tema del género lírico como excusa para hablar
de poemas estróficos.
Pero, ahora que sabemos lo que no es el género lírico, ¿podemos decir
lo que es? Por contraste con los otros dos géneros principales, el narrativo y el
dramático, podemos definir el género lírico como aquél que no desarrolla un
argumento. Tanto en las obras narrativas como en las teatrales encontramos
una historia; en las obras líricas, si se da, es más una excusa o un soporte para
otro fin superior (al igual que sucede con las descripciones y los diálogos). De
hecho, se pueden encontrar obras en la frontera genérica: novelas y cuentos
excesivamente líricos o poemas cercanos a la narración. Pero, aunque haya
una historia, no hay un argumento consistente en las obras líricas.
La subjetividad del autor es parte importante del género lírico. Por
“subjetividad” podemos entender desde una forma personal de jugar con las
palabras, los conceptos y los sonidos de la lengua hasta una visión particular
de la realidad, una interpretación personal del mundo o el intento de crear uno
nuevo, la expresión de sus sentimientos y, muy especialmente, la re-creación
del lenguaje, encontrando expresiones nuevas que nos hacen ver realidades
“nuevas” (es decir, que no éramos capaces de vislumbrar porque no existía su
expresión lingüística), especialmente mediante un uso original de metáforas y
otros tropos. Esta labor “creadora”, no obstante, es propia de todo “poeta”, es
decir, del escritor creativo con independencia del género que cultiva, e incluso
de otros artistas. Pero es en el género lírico donde el potencial del lenguaje
verbal llega a sus máximos.
Por ello, podríamos decir que el género lírico es el que mejor maneja la
función POÉTICA del lenguaje; es decir, lo importante es el mensaje en sí, y no
el referente de la realidad al que pudiera estar aludiendo (de ahí que la función
REFERENCIAL o REPRESENTATIVA del lenguaje pase a un segundo plano). Y no
solo el mensaje en sí, sino asimismo el CÓDIGO, es decir, la forma diferente en
la que se manifiesta el mensaje, de ahí que tanto las figuras de pensamiento
como las formales sean tan importantes en este género. En todo caso, el poeta
pretende crear una obra de arte usando como material la palabra, al igual que
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un pintor hace arte mediante la forma y el color, o un músico mediante notas y
acordes. Es decir, las obras líricas tienen un valor en sí, un valor artístico,
estético, que nos llevaría al concepto de belleza. Pero, aunque se asocie al
género lírico, lo cierto es que esto mismo se puede decir de cualquier obra
literaria, con independencia de su género.
En todo caso, lo que sí encontramos con exclusividad en la lírica es la
voz poética, que no tenemos por qué confundir con la voz del autor. Al igual
que el género narrativo sustenta su argumento en una “voz” que nos cuenta la
historia (el narrador), la obra lírica posee una “voz”; la voz poética, sólo que
esta voz no cuenta una historia, sino que se expresa, emocional y
estéticamente. Es la presencia de esa voz la que nos lleva al género lírico,
incluido los poemas visuales, ya que, de no existir, el supuesto poema visual es
una obra que pasa a pertenecer a las artes plásticas, no a la literatura.
Otras de las características de la lírica que nos puede ayudar a definirla
es su intensidad, es decir, su capacidad de expresar mucho con pocas
palabras, aunque esta característica la comparte con el cuento, especialmente
con el cuento moderno y el microcuento.
Por otro lado, si tenemos en cuenta al receptor, más que al emisor o al
mensaje, encontramos que las obras líricas son las que mejor y con más
frecuencia manejan la ambigüedad, de tal modo que, en lugar de ser las que
expresan sentimientos del autor, tal vez podríamos definirlas como las que
provocan emociones en el receptor. Si bien originalmente pueden estar
expresando sentimientos, sensaciones o visiones particulares del autor, lo que
hace particularmente potente a las obras líricas es su capacidad para generar
sentimientos, sensaciones y visiones particulares a los receptores, sean o no
las originales. En el sentido en que el lector u oyente pueda hacer suyo el texto,
se identifique con él, algunos estudiosos hablan de género lírico.
Así, ofrecemos una segunda definición ampliada del género lírico:
Las obras literarias líricas son aquellas en las que una voz, la voz poética,
expresa la subjetividad del autor, de modo que encauza sus sentimientos
o provoca emociones en el receptor; se dota con frecuencia de
musicalidad, generalmente mediante el uso del verso, aunque a veces se
vincula con lo visual; la función poética del lenguaje se potencia más que
en ningún otro género, promoviendo la ambigüedad a través de la
sugerencia, la intensidad (expresar mucho con pocas palabras), la re-
creación del mundo, la belleza mediante el lenguaje y el uso de figuras
retóricas con originalidad y mayor libertad que en el resto de géneros
literarios.
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Características de la obra lírica y clasificación
Las características fundamentales de la obra lírica ya han sido
comentadas al referirnos al problema de su definición: carencia de argumento
(no cuentan historias), aparición de la voz poética, subjetividad, frecuente
vinculación a la expresión de sentimientos, al verso, a las figuras retóricas
originales, a la musicalidad y a la ambigüedad a través de la sugerencia.
Los libros de texto aprovechan aquí para desarrollar cuestiones de métrica y
versificación: ritmo, rima y medida, encabalgamientos, sinalefa, … así como los
tipos de estrofa. Todo ello ha debido ser trabajado ampliamente en la ESO y el
primer curso de Bachillerato, por lo que el alumno interesado puede recurrir a
cualquier manual de Lengua Castellana y Literatura para ponerse al día. Por ello, nos
parece innecesario traer estos contenidos a nuestros apuntes. Nosotros ofrecemos
al alumno como material para trabajar la versificación española nuestra
Introducción a la edición de la obra poética de Garcilaso de la Vega que manejamos
en 1º de Bachillerato el curso 2010/2011. Además, se trabajará todo ello de forma
práctica en el aula al manejar textos poéticos.
Recalcamos de nuevo que, además de innecesaria su inclusión en nuestros
apuntes, la aparición de cuestiones sobre versificación y tipos estróficos aquí nos
parece inapropiado, dado que tanto el verso como la prosa son cauces de expresión
de los tres géneros literarios fundamentales (dramático, narrativo y lírico). No
obstante, y dado que los libros de texto lo hacen, el alumno puede incluirlos si lo
cree necesario en los desarrollos de temas relacionados con la lírica, tanto en
exámenes como en la PAU. Se recomienda si se está familiarizado con estos temas o
si no se recuerdan bien otras cuestiones. De hecho, la PAU, más que solicitar
información sobre el género lírico, va a especificar más y preguntará por la Poesía
lírica, y aquí las cuestiones de métrica y versificación son importantes, pues además
se pueden poner fácilmente ejemplos extraídos del texto.
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Tampoco la clasificación de tipos de textos líricos es un punto fácil de
desarrollar. Reconocemos que tampoco nos convencen los libros de texto, pero a la vez
creemos necesario que los especialistas en la materia sistematicen esta cuestión tal y como se
hace con el género narrativo y el género dramático.
Para salir del paso, los libros de texto hacen alusión a la clasificación de
los poemas que se basan en las creaciones líricas de la Antigüedad clásica y
que se recuperan en el Renacimiento. Estas formas tienen en cuenta la
intención y el tono del poema, que en ocasiones se vinculan características
formales (tipo de estrofa o verso), y son, entre otros, la oda, la epístola, la
égloga, el epitalamio, la sátira, el epigrama, … Esta clasificación es insuficiente
e impropia, aunque, al igual que sucedía con las características, el alumno
puede echar mano de ellas sin miedo a que su texto salga perjudicado, y puede
aludir a las que encontrará en casi cualquier libro de texto o nuestra
Introducción a Garcilaso (más que en la Introducción, en los comentarios
previos a cada obra).
Pero, insistimos, es insuficiente, porque deja fuera un gran número de
obras anteriores y posteriores al siglo XVI (la mayoría de los romances líricos y
cantares populares, o de los poemas del siglo XX, sin ir más lejos). En la lírica
moderna, desde luego, esta clasificación no permitiría la inclusión de la
mayoría de las composiciones líricas. Tampoco resultaría suficiente una
clasificación basada en el tema, si bien es cierto que gran parte de las obras
líricas giran en torno a un tema fundamental de la literatura, un tópico (muerte,
amor, belleza, la propia poesía y el arte, …), muchos los mezclan (amor y
muerte en un mismo poema) y otros muchos se salen de estos temas
(abordando temas cotidianos, sociales, personales, …).
La clasificación más sistemática que podemos ofrecer se basa en sus
características formales, de modo que el género lírico se manifiesta en los
siguientes tipos:
I. OBRAS LÍRICAS EN PROSA
1. Novela lírica
2. Poemas en prosa
3. Otros tipos
II. OBRAS LÍRICAS EN VERSO
1. Poemas no estróficos.
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1.1. Sin restricciones en número de versos, número de sílabas por
verso, rima, …: Desde poemas en verso libre (sin rima, sin
coincidencia intencionada en el número de sílabas, …), muy
cercanos a la prosa poética, hasta poemas que manejan la rima,
el ritmo o la métrica al antojo del poeta.
1.2. Con restricciones: En las que destaca el romance, que exige un
número par de versos octosílabos con rima asonante en los
pares.
2. Poemas estróficos.
2.1. Con un solo tipo de estrofa: El poema se compone de un número
determinado o indeterminado de estrofas, siempre del mismo
tipo (cuaderna vía, cuartetos, redondillas, …).
2.2. Con combinación de distintos tipos de estrofa: Donde destaca el
soneto.
III. OBRAS LÍRICAS VISUALES Y EXPERIMENTALES: Destacan las
aportaciones de las vanguardias, especialmente el caligrama.
Además, en las obras líricas en verso podemos diferenciar, sobre todo
en los poemas estróficos, entre los tradicionales (que usan, sobre todo, el verso
octosílabo), los clásicos heredados del Renacimiento (con predominio del verso
endecasílabo y complementado con el heptasílabo) y otros tipos (desde el arte
mayor de Juan de Mena en Laberinto de Fortuna hasta las reformulaciones de
las estrofas clásicas realizadas especialmente en el siglo XX, como sonetos en
versos alejandrinos o romances en versos heptasílabos o decasílabos).
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EL GÉNERO DRAMÁTICO
Las obras literarias dramáticas son aquellas que desarrollan
un argumento sin narrador, solo a través de las palabras, gestos y
actos de los personajes, y de lo que ocurre a su alrededor.
Las obras dramáticas o teatrales como tales suponen que un público
espectador escucha estas palabras y observa estos gestos, actos y
circunstancias en la representación teatral, donde unos actores encarnan a los
personajes y se ponen en marcha el aparato de escenografía y determinados
efectos visuales y sonoros. Sin embargo, este espectáculo teatral tiene como
base un texto redactado previamente, y que puede ser leído. En él jamás
aparecerá un narrador que cuenta los acontecimientos, sino que la mayor parte
del texto son diálogos entre los personajes y monólogos de uno o varios. Para
conocer sus actos, gestos y las circunstancias concurrentes, el autor se vale de
las acotaciones, que son indicaciones al respecto, y van entre paréntesis y en
cursiva. En la representación teatral las acotaciones no se verbalizan, sino que
han de realizarse. Por lo tanto, la obra escrita presenta dos niveles textuales: el
del autor dirigiéndose a los actores (texto dramático secundario), y el texto
que luego estos dirán ante un público (textos dramático primario). Este último
es el texto fundamental y por ello podemos considerar el texto dramático como
el representante literario más importante de la modalidad textual DIALÓGICA.
Por todo lo anterior, las obras literarias dramáticas se pueden definir
como las que “nacen para ser representadas”.
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Elementos y organización del texto dramático
Los textos dramáticos se organizan en partes que, de mayor a menor
extensión, son:
1. ACTOS: Son las partes principales en que se divide la obra, que suelen
conllevar cambios significativos en el tiempo y la acción. Lo habitual es
que la presentación del argumento se encuentre al principio del primer
acto (o sea todo el primer acto) y que el desenlace esté al final del último
(o sea el último acto al completo). En el escenario se marcan con bajada
de telón y una pausa más o menos larga.
2. CUADROS: Suponen cambios de espacio, época o ambiente. Se suelen
observar en el escenario con cambios en el escenario, el vestuario, la
iluminación, …
3. ESCENAS: Dividen cuadros y actos. Se da un cambio de escena
siempre que haya un cambio de escenario y, sobre todo, siempre que
sale o entra un personaje en el escenario.
Por otro lado, a lo largo de todo la obra encontramos diferentes “tipos” de
texto, propios del drama, generalmente llamados elementos del texto teatral.
1. Elementos primarios. Es el texto que los actores o las voces en off
verbalizan en la representación teatral, y que el espectador escucha.
Estos elementos son:
A. El diálogo entre los personajes. Es el elemento principal de toda la
obra dramática. Pueden variar en extensión, dándose desde diálogos
muy cortos hasta muy extensos, y asimismo cada intervención puede
ser una breve réplica o un largo parlamento.
- En las obras teatrales en verso un personaje puede terminar el verso
que ha empezado otro, incluso encadenarse en un verso más de dos
intervenciones dialógicas. La verticalidad y la raya marcan las intervenciones,
mientras que la horizontalidad de la línea marca la longitud del verso, por eso el
texto de final de verso que pronuncia un personaje que completa un verso
empezado por otro aparece muy lejano de la referencia al nombre del personaje.
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- El diálogo no es solo importante porque el espectador escucha lo que
se dicen unos personajes a otros, sino porque además a través de
sus palabras llega a conocer parte del argumento, como lo que ha
sucedido con anterioridad, la situación en la que se encuentran, lo
que pasa fuera del recinto donde se encuentran, … Mucha
información relevante sobre la acción se transmite a través del
diálogo, donde a veces aparecen auténticos fragmentos narrativos (el
personaje que habla sería, en ese caso, el narrador).
- Los elementos paralingüísticos de las intervenciones dialógicas son
también una gran fuente de información para el espectador: el tono
de voz, el volumen, las pausas, la velocidad de dicción, los suspiros,
jadeos, risas, … hablan del estado de ánimo del personaje, su
situación con respecto a otros, sus auténticas intenciones y otros
aspectos comunicativos relevantes. También la cinésica,
especialmente los gestos y las posturas, y la proxémica (estar cerca
o lejos unos de otros) son muy importantes y acompañan a los
diálogos. Estos elementos comunicativos no verbales a veces vienen
especificados por el autor en las acotaciones, pero en otras
ocasiones son responsabilidad del director de la representación o del
propio actor, en función de sus conocimientos de la obra completa y
de sus interpretaciones.
- El diálogo en sí como modalidad textual predominante, y los
elementos lingüísticos no verbales (paralingüística, cinésica,
proxémica) son los que hacen del drama el género literario más
próximo a la oralidad espontánea.
B. Monólogos. En el texto teatral es habitual la intervención de un solo
personaje. Estos monólogos sirven, especialmente, para expresar
pensamientos o sentimientos del personaje, que de otro modo el
público no sabría, aunque es posible que un personaje se dirija al
público y le ponga al corriente de parte de la acción, a modo de
narrador.
C. Apartes. El personaje se dirige a otro, o al público, o responde para
sí, en presencia de otros personajes que no oyen lo que dice. El
actor debe decirlo en voz alta, para que el público llegue a
escucharlo, pero hemos de entender que lo dice en voz baja,
susurrante. Los gestos y la proxémica, especialmente poner la mano
cerca de la boca y apartarse un poco de los personajes que no
deben escucharlos para volver rápidamente a ellos, son indicaciones
al público de que lo que escuchan son apartes.
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2. Elementos secundarios. Es el texto de la obra escrita que no se
enuncia ante el público de la representación teatral. Estos elementos
son:
D. La dramatis personae. Es habitual que al principio del texto escrito
aparezca una relación de los personajes de la obra, a veces dando
cierta información sobre ellos, como el parentesco con el
protagonista. Esta información previa permite conocer de antemano el número
de actores necesarios para representar la obra, entre otras cuestiones. También
aquí es posible que el autor aproveche para dar algún tipo de
indicación sobre la obra en general.
E. Acotaciones. Son indicaciones del autor y las hay de varios tipos.
Hacen referencia, sobre todo, a lo que deben hacer los actores
(cómo se mueven, qué gestos deben poner, …) y a cómo enunciar
sus intervenciones (voz alta, baja, temblorosa, …). Son muy
habituales las que marcan cambio de escena, siendo obligatorias las
de entrada y salida de personajes, con un sencillo Entra o Sale.
Mediante las acotaciones el autor señala qué fragmentos son
apartes. Además existen acotaciones referidas a elementos de la
escenografía: vestuario, escenarios, decorados, luces, efectos
sonoros, …
o Las acotaciones aparecen entre paréntesis y en cursiva.
o Las acotaciones son una especie de guía que el autor de la
obra da al director de la representación y los actores. Por ello,
suelen ser breves, claras y concisas, es decir, prácticas, de
carácter funcional.
o No obstante, determinados autores otorgan valor estético a
algunas de sus acotaciones, y crean auténticos textos líricos
breves con ellas, como es el caso de Valle-Inclán o Federico
García Lorca. En ellas, describen, por ejemplo, el estado de
ánimo del personaje de un modo que solo sugiere lo que debe
hacer el actor, o realmente no hay indicación alguna , o se dan
indicaciones mediante un lenguaje excesivamente cuidado y
lírico.
F. Personaje que interviene. Para conocer qué personaje interviene
en cada momento, el texto ofrece, en versalita, el nombre de cada
uno cada vez que lo hace, o bien el nombre acortado o las iniciales.
Se coloca delante de la intervención.
Personajes de la obra. Personas en la representación.
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Igual que en los textos narrativos, los textos dramáticos desarrollan un
argumento y, por tanto, también suelen tener personajes principales
(protagonistas y antagonistas) y secundarios.
En la representación teatral los personajes son encarnados por actores.
Pero, además de los personajes principales y secundarios, aparecen
figurantes, que no intervienen en los diálogos y monólogos, simplemente
están ahí prácticamente sin hacer nada (o al menos nada de demasiada
importancia). Por ejemplo, gente que pasea por una calle o soldados que
hacen guardia.
Por otro lado, el coro es un conjunto de personajes que actúan y hablan
como uno solo. Tienen un alto valor simbólico y proceden del teatro griego,
donde realmente eran un coro detrás de los actores. En las obras modernas
son varios personajes que en un momento concreto actúan como una unidad,
incluso lo que hasta entonces parecían figurantes. Suelen representar la voz
del pueblo, la conciencia, el destino, la sociedad, los recuerdos, …
Por supuesto, en la representación teatral están implicadas más
personas que las que aparecen en el escenario. Entre ellas, destaca el director.
En función del presupuesto y la importancia de la representación, así como del
espacio disponible, se cuenta con directores de escena o artísticos, técnicos,
apuntadores, …
Subgéneros dramáticos
Aunque lo habitual es aludir a los géneros mayores (tragedia, comedia,
tragicomedia y drama), lo cierto es que existen muchos subgéneros teatrales.
1. GÉNEROS MAYORES: Son los más importantes. De gran extensión y
divididos, por lo general, en actos. Se diferencian según el tono, el tipo
de personajes y el desarrollo de la acción.
A. Procedentes de la tradición grecolatina.
1.) Tragedia. Los personajes son nobles o de alta condición que
usan un lenguaje culto. En todo momento el destino va en contra
de los protagonistas (acción funesta), hasta llegar a un desenlace
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fatal, por lo general la muerte de los personajes protagonistas e
incluso de secundarios.
2.) Comedia. Los personajes son populares y usan un lenguaje
coloquial. El desenlace es feliz: el problema se soluciona, siendo
frecuentes las bodas de los protagonistas o el apaleamiento en
tono humorístico de los antagonistas. Las comedias plantean una
acción que busca la sonrisa o la risa de los espectadores.
B. Posteriores a la tradición grecolatina.
3.) Tragicomedia. Mezcla elementos de la tragedia y la comedia,
generalmente haciendo aparecer dos o más argumentos, uno
principal (protagonizado por personajes de alta condición o
ennoblecidos por sus acciones y lenguaje) y otro u otros
secundarios (protagonizado por personajes de menor condición
que acompañan a los protagonistas de la principal, como criados,
subalternos o compañeros). Las tragicomedias no respetan las
reglas de las tres unidades, y su invención la debemos a Lope de
Vega en el siglo XVII. El final de la acción principal no suele ser
funesto, pero el tono de esta acción y algunos acontecimientos
del planteamiento y del nudo son muy cercanos a los elementos
trágicos.
4.) Drama. El más moderno de los subgéneros mayores, suele
definirse como mezcla de tragedia y de comedia, lo cual no es
cierto (esa definición se corresponde, más bien, con la
tragicomedia). Se trata de una obra teatral que pretende hacer
reflexionar al espectador, y en la que no se distinguen elementos
trágicos de cómicos. Como en la vida real, pueden aparecer
personajes de toda condición comportándose ambos de forma
noble o vil, seria o ridícula.
2. GÉNEROS MENORES. Son obras dramáticas breves, que no se dividen
en actos. Las hay de muchos tipos, destacando el entremés y el
sainete, la pantomima y los pasacalles.
3. GÉNEROS HÍBRIDOS Y OTROS TIPOS. Las obras de teatro sin
lenguaje verbal, solo cinésico y proxémico, se manifiesta sobre todo en
las representaciones de mimos. Existe una modalidad de teatro en la
que los personajes son representados por marionetas. El teatro musical
se manifiesta en la ópera como género mayor; otros tipos son la opereta,
la zarzuela y, de más reciente creación, los musicales. No puede
negarse la influencia del teatro en otras artes, como el cine, y en
determinadas actuaciones, como las circenses.
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EL GÉNERO DIDÁCTICO
El género didáctico comprende las obras literarias cuya
finalidad última es enseñar.
Controversia de su inclusión como género literario
No todos los especialistas en teoría literaria están de acuerdo en incluir
el género didáctico como género literario. Vistas las diferencias entre los
géneros narrativo, lírico y dramático, el didáctico se sale de los criterios que
diferenciaban los distintos géneros, tales como la presencia o no de argumento
o de narrador.
De hecho, considerar la intención de la obra como criterio de
clasificación nos daría, sin duda, otros géneros más: si el género didáctico es el
que pretende enseñar, entonces debería existir el género lúdico, que pretende
simplemente entretener, y el género estético o artístico, que pretende crear
belleza, una obra de arte.
La transversalidad de este género es otra de sus características que nos
inclina a excluirlo como tal, pues las obras didácticas literarias se amoldan a los
otros tres géneros: poemas, cuentos, obras dramáticas, …
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Por otro lado, textos periodísticos, humanísticos y de divulgación
científica son también didácticos, aunque no literarios. Y, en ocasiones, parece
que la única diferencia entre ellos es el estilo del autor, pues usar un lenguaje
muy cuidado, profuso en figuras retóricas y con la personalidad del autor
desatacada en la forma de escribir parecen ser los requisitos para presentar un
texto didáctico como literario.
Toda obra literaria de valor enseña algo. Pero, además de esta
enseñanza implícita, encontramos que, al preguntarnos ¿para qué sirve la
literatura?, la respuesta clásica es enseñar y entretener (prodesse ut
delectare). Realmente, con la literatura se pretende entretener al lector, y en
muchos casos le transmitirle conocimientos, información o trata de convencerle
de una ideología o algún aspecto ético y moral; también se constituye en obra
de arte, y los valores estéticos se ponen en primera fila. En fin, la literatura usa
el lenguaje de manera especial, en el sentido de que su movimiento es
centrípeto, no centrífugo (es decir, no apunta hacia fuera, hacia la realidad, sino
hacia dentro, hacia la realidad que ella misma crea, es decir: la función
POÉTICA, mediante la cual la comunicación se centra sobre el mensaje en sí, se
impone sobre la función REPRESENTATIVA, que señala hacia un referente fuera
del signo lingüístico). Y siendo esto así, el género didáctico plantea muchas
dudas, pues su función primordial es la APELATIVA, al intentar convencer al
receptor, más que la poética.
No obstante, y dado que otros estudiosos del tema sí lo consideran un
género literario, además de poder ser exigido como tema a desarrollar en 2º de
Bachillerato, lo expondremos como tal, incluyendo las consideraciones
anteriores como parte de su carácter.
Nos centraremos en el ensayo, teniendo en cuenta de que el ensayo es
un tipo de texto que puede manifestarse como obra literaria, humanística,
científica o periodística, según los casos.
Subgéneros didácticos
Las obras literarias pertenecientes al género didáctico pueden
manifestarse en distintos subgéneros, entre los que destacan:
a) La fábula: Texto narrativo que, a modo de cuento o relato breve,
cumple una finalidad didáctica. El argumento transmite una
enseñanza, que con frecuencia se explicita tras la narración (la
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moraleja). Puede estar escrita en prosa o en verso, y lo habitual es
que los personajes sean animales con capacidades humanas, como
el habla.
b) La epístola: En este caso, el texto tiene forma de carta, pudiendo ser
escrita en prosa o en verso.
c) El diálogo: El texto adopta forma dialógica entre dos o más
personajes, que desarrollan sus opiniones sobre un tema.
d) El ensayo: Texto en prosa en el que un autor argumenta a favor de
una o varias tesis, realizando una exposición basada en su visión
personal del asunto, generalmente basándose en la observación y la
propia experiencia. En este caso, además, debe usar un lenguaje
cuidado, original y fluido, con un estilo personal, para ser considerado
un ensayo literario.
El ensayo
Un ensayo es un texto didáctico donde el autor ofrece su
opinión personal sobre un tema, que desarrolla mediante la
exposición de sus ideas y su reflexión acerca de él, tratando de
argumentar en un discurso en prosa, cuidando el estilo.
Algunos lo consideran un “género híbrido”, a medio camino entre los
textos humanísticos y científicos (que aportan el tema a tratar) y los
periodísticos y literarios (en la forma de usar el lenguaje y componer el texto,
así como el medio de difusión).
Un ensayo, incluso cuando trata de temas científicos, está impregnado
de la subjetividad del autor, quien ofrece su punto de vista sobre el asunto o
asuntos tratados, y se dirige a un público general, no especializado. Se suele
presentar como texto breve, aunque su extensión varía desde la de un artículo
periodístico hasta la de un libro medianamente extenso. En general, se pueden
leer de una vez y suelen editarse varios en un solo tomo, pertenecientes a un
mismo autor.
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Son textos expositivo-argumentativos. El autor defiende una o varias
tesis mediante argumentos que no se desprenden de la subjetividad, pues por
lo general son razonamientos lógicos, observaciones personales o se basan en
la experiencia del que escribe o en su caudal de conocimientos. Pero además,
son textos literarios, en el sentido en el que se pone en valor la función poética
del lenguaje: el tema (que puede ser de cualquier tipo: científico, político,
social, literario, histórico, filosófico, …) se expone en un estilo personal,
abierto a adoptar el tono que prefiera su autor (reflexivo, confesional, irónico,
satírico, …). Generalmente se cuida el lenguaje, que suele ser correcto y
sencillo, y se ponen en marcha abundantes figuras retóricas, muchas de ellas
originales, procurando ser ameno, de modo que el lector pueda seguir la
lectura sin mucha dificultad, pues a la postre un ensayo es un texto persuasivo
que necesita llevar al lector por sus cauces argumentativos para lograr
convencerlo, por lo que se procura ser sugerente y crear un texto en lo posible
interesante para los receptores.
Características del ensayo
1. Está escrito en prosa. De hecho, se puede decir que el ensayo es
“prosa de ideas”.
2. Aparecen ideas personales del autor. También otros lo han llamado
“literatura de ideas”, las ideas del autor. La subjetividad es fundamental
en estos textos.
3. Son textos expositivo-argumentativos. Se defiende una tesis y se
explica un tema. También pueden ser considerados persuasivos, y a su
vez literarios, dado el amplio uso de figuras retóricas y de la descripción
y la narración. De hecho, algunos ensayos incluyen elementos ficticios
(Unamuno, Otero, Huxley, Saramago, …), de modo que pueden adoptar
incluso apariencia de novela. El ensayo está vinculado a los otros tres
géneros literarios, pero en especial a la narrativa.
4. Libertad para su redacción. El autor no tiene por qué someterse a
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normas institucionales ni suprapersonales (J. Marichal), como el registro a
usar (que puede ir de lo coloquial a lo culto), la organización de ideas en
el texto o incluso las propias normas lingüísticas.
5. Tanto emisor como recpetor son importantes. El emisor, en cuanto
expone sus propias ideas con libertad de estilo, pero también el
receptor, porque es a este al que el emisor desea convencer. Por ello, y
a pesar de tener libertad de redacción, el ensayista suele usar un
lenguaje claro y sencillo a la vez que ameno y ocurrente. [J.L. Gómez
Martínez es a quien seguimos para poner de relieve la importancia de la comunicación
en el ensayo]
6. El tema es actual. El tema se ubica espacial y temporalmente en la
actualidad del emisor y sus primeros receptores.
7. Es breve. Aunque algunos autores incluyen tal cantidad de detalles que
hacen de sus ensayos auténticos estudios o panorámicas sobre el tema
(Huxley, T.S. Eliot, Montaigne). Pero en general son breves, sin
intención de ser exhaustivos (eso le corresponde a los trabajos
científicos y humanísticos de investigación, no al ensayo).
8. Carácter interpretativo. El ensayista por lo general interpreta (evalúa o
reevalúa) los datos de los investigadores. El ensayista es un analista de
la situación: no incluye tecnicismos, dado que se dirige a un público no
especialista, pero tampoco es vulgar, ni siquiera popular, sino que es
sutil, realizando conexiones entre ideas diversas procedentes de fuentes
de investigación.
9. Carácter confesional. El ensayista pone de manifiesto sus inquietudes
o convicciones personales, estableciendo cierto vínculo de confianza
con el receptor, sobre todo en los ensayos periodísticos.
10. Carácter dialogal. El autor compone un diálogo con el lector, pues
aunque tal diálogo no existe, usa un tono de conversación, de modo que
es frecuente que el ensayista pregunte al receptor por su opinión (como
si estuviera presente), fingiendo en ocasiones la respuesta. Dado que se
procura que el lector reflexione, podemos considerarle como un
participante de la supuesta conversación.
11. Inexistencia de estructura rígida. El elemento estético como
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esencial. Dado que se trata de un texto expositivo-argumentativo, necesita
de cierto orden en la exposición de ideas, pero no existen normas rígidas
que impongan al escritor la forma de hacerlo. Además, como el elemento
estético es importante, el autor impone su estilo y preferencias de
estructuración. Lo habitual es que el tema se convierta en un problema a
solucionar, ofreciendo al principio diversas alternativas y guiando al lector,
mediante su discurso, hacia una de ellas (la que el ensayista cree la
correcta), siempre intentando convencerle, haciendo que sus propios
pensamientos se dirijan a ella y no imponiéndola. Tiene que haber, de
todos modos, una estructura de Inicio-Desarrollo-Fin, dado su carácter de
exposición y argumentación.
12. Carácter digresivo. Su estructura interna es la digresión, propia de la
expresión de la experiencia personal ante una realidad externa. El autor
puede apartarse del tema principal cuantas veces quiera, o incluso
cambiar de tema principal o no centrarse del todo en ninguno (sin llegar
a la mera divagación). El tema sugiere diversas reflexiones al autor, que
este va exponiendo.
13. Carácter sugeridor. Más que enseñar conocimientos estables (como
haría un texto académico o científico), el ensayo pretende más bien
sugerir ideas. Es el lector quien debe realizar el esfuerzo para responder
a esas sugerencias. El ensayo supone la participación del lector, que
debe pensar, reflexionar e involucrarse intelectualmente en las
sugerencias y reflexiones del ensayista. Como diría Miguel de Unamuno,
"Mi empeño ha sido, es y será que los que me lean, piensen y mediten
las cosas fundamentales, y no ha sido nunca el darles pensamientos
hechos", y como diría de Unamuno Mario Valdés “Unamuno es un
escritor del pensamiento y el lector que no esté dispuesto a pensar
estaría mejor que se ocupase de las telenovelas” [en su edición de San
Manuel Bueno, mártir, en Cátedra; Madrid, 1995, p. 30].
14. Nace de cualquier pretexto. Y por tanto puede abordar cualquier tema,
generalmente a los que pueden ser interpretados libremente.
15. Voluntad de estilo. Pues el ensayo es un híbrido entre ciencia y
literatura. Según Eduardo Nicol, "el compromiso con la verdad que tiene
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el ensayista no le obliga a desconfiar de esa fluencia de la imaginación,
pero sí a canalizarla. Puede decir algo de lo cual no está muy seguro,
pero no debe inventar algo de lo cual no pueda estar seguro nunca".
Como hemos dicho ya varias veces, el ensayo debe presentarse como
un texto claro, sencillo y ordenado, dado que expone, argumenta y trata
de persuadir, pero a la vez debe ser flexible, sutil y original, y posee un
alto valor estético.
NOTA IMPORTANTE: Para desarrollar el tema del ensayo, el alumno puede
comenzar o terminar aludiendo brevemente a su historia, sobre todo mencionando
a Montaigne, la oratoria clásica y el siglo XVIII. El profesor puede proporcionarle
material sobre ello, bien breve resumen, bien por extenso.
Asimismo, se observa el amplio número de características expuesto. El
alumno puede desarrollar el tema con ellos, o bien realizar una selección
(eliminando los que menos entienda). También es posible darle un enfoque
lingüístico a este tema, de modo que seleccione pocas de las características
expuestas (subjetividad, carácter expositivo-argumentativo y poco más) y pase a
describir las características del ensayo en los planos morfosintáctico, léxico-
semántico y pragmático-discursivo, tal y como hemos hecho con otros tipos de
texto. Para ello, puede consultar el cuadro que aparece en la página 209 del libro de
texto de la editorial Almadraba.
Por supuesto, también puede combinar ambas fuentes, seleccionando las
características de una y otra clasificación a su antojo.