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* Reincidente no incluye sección de Sociales Año VII, Número 115, 1ra. quincena de febrero de 2015 EDMUNDO VALADÉS Mario Rechy Montiel LA MUERTE SOLITARIA DE GEORGE BELL (II) N. R. Kleinfield TRABAJO, CASTIGO Y VOCACIÓN DOCENTE César Alejandro Cruz Cuevas COMUNISTA EN LA REVOLUCIÓN José Luis Gómez de Lara DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista ENGAÑO Enrique Condés Lara DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada FRANTASÍAS José Fragoso Cervón REINCIGRAMA Fernando Contreras AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín ARITMOMANÍA Gabriela Breña PAÍSES QUE NO EXISTEN C omo persona, como hombre, era un ejemplo de sencillez, que nunca se permitió hablar o com- portarse desde un pináculo o torre de marfil, sino que adoptó la palabra y el pensamiento como vehículos para compartir, para departir, y para convivir tra- tando a todos como iguales. Valadés era un hombre ena- morado de la vida. Un bohemio con el gusto por la comida y el buen wiski. Un conquistador de mujeres guapas. Y un estricto y disciplinado soldado de sus responsabilidades. Se levantaba muy temprano. Trabajaba todo el día al- ternando la literatura, la reflexión política, el trabajo pe- riodístico, y la convivencia y la charla con sus amigos, que tenía muchos, y se dormía tarde. Como lector no académico ni encerrado en el forma- lismo, fue un atentísimo revisor de la historia y la vida nacionales, que compartía su vasta visión con quienes qui- sieran aprovechar la experiencia para guiar sus pasos. Como crítico literario era el más cordial de los conse- jeros. Leía cientos de textos y cuentos que le enviaban los suscriptores de su revista El Cuento, y contestaba las car- tas con la mayor de las cordialidades, sugiriendo la forma de pulir cada creación, y orientando a los nóveles apren- dices en el camino del relato y los recursos de la literatura. Como periodista era el cuidadoso observador que so- bre la escueta crónica de los hechos tejía un escenario de sentido común, sin condenas ni exabruptos. Y como crítico de los acontecimientos políticos del día era como el Atrida de la escena nacional, y como el Alu- xe o duende del quehacer de la administración pública y el gobierno. Explicaremos primero su papel de Atrida. En la comedia griega aparecen en escena unos sujetos que no forman parte de la trama, que no son personajes sino fantasmas o voces que hablan a los que van desarro- llando o representando la obra, y que les dicen o alertan sobre los peligros y riesgos. Tántalo, hijo de Zeus, al ser invitado a la mesa de los dioses y probar el néctar y la ambrosía –alimentos que conferían la inmortalidad a los dioses–, concibió la idea de robarlos para dárselos a los hombres, y unido a esto, invitó a los dioses a su mesa para probarlos y ver si eran omniscientes. Semejantemente, Valadés probó el néctar y la ambrosía de la historiografía nacional, para decirla a los oídos del poder, y ver si estos señores tenían capacidad para la comprensión. De esa misma manera, Valadés se introduce en el mundo del poder en México para tomar inspiración de los héroes mitológicos y circunstancias del pasado y, como ellos, para alertar de los peligros, provocar la piedad o el temor, poniendo de ejemplo los aconteceres pretéritos. Este ejercicio de Atrida lo realizó todas las mañanas, durante décadas. De su acuciosa lectura de la historia na- cional había aprendido miles de anécdotas sobre cómo había procedido el Ejecutivo o el responsable de un área o tarea, y cómo al repetirse las circunstancias el nuevo pro- tagonista debía superar las disyuntivas, sin dejarse con- fundir por sus pasiones, y sin desdeñar las implicaciones o trampas que le ponía el destino. Sentado desde el amanecer ante la pila de periódicos y revistas del día, recorría las páginas a gran velocidad, para dictar enseguida una reflexión sobre el acontecer nacio- nal en seis o siete cuartillas, destinadas al Presidente de la República, y años más tarde a un selecto grupo de sus- criptores de su tarea. Esa labor, que iba más allá de un comentario político o una conseja, le llevaba a dar seguimiento a la marcha de la administración pública. Creando así lo que probablemente fue el primer análisis de noticias dirigido al titular del Po- der Ejecutivo. Un trabajo que inició durante la administra- ción del presidente Ruiz Cortines y que mantuvo durante años, hasta sumar 92 tomos de una obra de reflexión polí- tica que pretendía ilustrar el buen proceder que debía tener el gobierno, considerando la experiencia histórica. Valadés ejercía esa función de Atrida consejero, sacan- do de su infinita memoria todas las lecciones de sentido común y de buen proceder que había recogido la expe- riencia nacional. Eran tiempos en que el gobernante to- davía sabía escuchar, y en que las consejas, bien dichas, podían prevenir la repetición de errores por precipitación o falta de reflexión, o cuando menos dejar testimonio de su reiterada recurrencia trágica. Pero Edmundo Valadés es también, ya dijimos, un Aluxe o duende de la cultura nacional. Con todas las vir- tudes y misterios que un duende tiene, porque tiene el don de mostrarnos maravillas que de otra manera podrían pasarnos desapercibidas. Esa es una virtud o don de aque- llos comunicados con el interior o profundidad de las co- sas. A la manera de un mago nos ponía enfrente algo que no habíamos visto. Un poco como el mago que hace apa- recer un conejo. (Dice la tradición mexicana que los aluxes son invisi- bles generalmente, pero pueden asumir forma física con el propósito de comunicarse o espantar a los humanos así como para congregarse entre ellos. Están asociados gene- ralmente con lugares de la naturaleza tales como los bos- ques, cuevas, piedras, y los campos, pero también pueden moverse hacia algún lugar por ofrendas. Su descripción y papel mitológico, como por ejemplo las artimañas que ellos juegan, son muy semejantes a las que tienen otras entidades míticas en varias otras tradiciones culturales, tal como el leprechaun celta o el chaneque de la cultura toto- naca. Se dice que habitan en los cenotes y grutas. Existen también relatos indicando que los aluxo’ob se detienen ocasionalmente en los caminos para pedir a los viajeros una ofrenda. Si ellos se la niegan, el alux a menudo causa- rá estragos y extenderá enfermedades. Sin embargo, si sus condiciones son aceptadas, el alux protegerá a la persona de los ladrones y aún le traerá buena suerte. Si son trata- dos con respeto, pueden ser muy útiles. Se dice en los rela- tos que no es bueno llamarlos en voz alta, ya que se podría sin querer convocar a un alux malhumorado). También es un duende, decimos, porque vivía en un mundo al que él alimentaba de ensueños románticos e historias imaginarias. Su proceder y su trabajo eran de un realismo y objetividad incuestionables. Pero su mente buscaba al mismo tiempo el lado feliz ante la situación desafortunada, o la imaginación que podría componer el desenlace en un final mejor. A veces sin decirlo y solo dándolo a entender. Como todo hombre ilustrado de sus días, y como toda conciencia cabal, veía la historia de México con dudas y cierta desconfianza. Trataba de encontrar en qué momen- to se había perdido el rumbo para algunos objetivos del Proyecto Nacional. Y con cierta frecuencia decía: “Hay que estudiar los años veinte, es la época en que se defi- nieron muchas cosas del futuro que vivimos hoy. En esos años está la clave para entender a México.” Valadés era un lector cuidadoso y múltiple. Es decir, que no leía solamente cuentos o literatura. Conocía prác- ticamente a todos los historiadores importantes de nuestra vida nacional. Había leído también mucha poesía, cuestio- nes básicas de Filosofía y autores clásicos. La verdad, no te- nía para él un carácter único o una filiación de partido, pues solo se la podía construir o reconstruir conociendo todos los puntos de vista sobre un fenómeno o problema. En la historia de los pueblos, una parte está cimentada en las instituciones políticas y en las estructuras sociales –ese conjunto que nos ofrecen o garantizan derechos o servicios conquistados. O que deberían ofrecernos o ga- rantizárnoslos, aunque hoy suene irreal en medio de este panorama de destrucción del Estado nacional. Pero hay otra parte de las instituciones, que es don- de se recogen los valores, los aires o sentimientos sobre la vida, sobre la familia, sobre el ser humano. Esas insti- tuciones las construyen los artistas con sus obras, con sus novelas, sus cuentos, su labor paciente de instrucción o enseñanza. Y Edmundo Valadés es parte fundamental de estas Instituciones de la identidad nacional. En él está el testimonio de lo que es el coraje social, la acumulación de agravios y las razones del estallido popu- lar por la justicia. Y aunque parezca paradójico, está tam- bién una infinita modestia, una sencillez que rinde ho- menaje ante lo humilde, lo simple, lo llano y auténtico que tiene el ser humano, el ser que es cualquier ciudadano, cualquier persona, que desde la asunción o aceptación de su cotidianidad, es sin embargo un fiel y absoluto guar- dián de su dignidad y su entereza. En su obra literaria, Edmundo no exalta ni a los hé- roes ni a los caudillos. Su personaje es el hombre, el ciuda- dano común. Algo que él trató de ser. Pero que al mismo tiempo es la condición para ser cualquier otra cosa. Pues él no concebía ni al estadista, ni al pensador o al político, como alguien que se elevara por encima de la masa, del pueblo o de los conciudadanos. Concebía, en este sentido, la democracia, como una democracia sin pretensiones, sin grandilocuencia, como algo estricto y simple, como una igualdad donde los seres humanos compartían sus limita- ciones, sus pasiones, sus sueños, sus desgracias, y al com- partirlas, aprendían a sentir con los demás, aprendían a verse reflejados en los otros, a pensar junto con ellos. El autor es actualmente asesor del Director General de Fi- nanciera Nacional Agropecuaria, Rural, Forestal y Pesquera. Decía Valadés que el articulista de oficio pone en las primeras líneas tanto el meollo de su tema como la conclusión de lo que va a desarrollar; que a diferencia del cuentista no va generando misterio, sino solo después da los detalles de su afirmación o tesis inicial. Mario Rechy Montiel* El hombre, el lector, el pensador, el consejero literario, el periodista, el crítico, el cuentista.

Reincidente 115

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Page 1: Reincidente 115

* Reincidente no incluye sección de Sociales* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año VII, Número 115, 1ra. quincena de febrero de 2015

EDMUNDO VALADÉS Mario Rechy Montiel

LA MUERTE SOLITARIA DE GEORGE BELL (II)

N. R. KleinfieldTRABAJO, CASTIGO Y

VOCACIÓN DOCENTE César Alejandro Cruz Cuevas

COMUNISTA EN LA REVOLUCIÓN José Luis Gómez de Lara

DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista

ENGAÑO Enrique Condés Lara

DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada

FRANTASÍAS José Fragoso Cervón

REINCIGRAMA Fernando Contreras

AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín

ARITMOMANÍA Gabriela Breña

PAÍSES QUE NO EXISTEN

Como persona, como hombre, era un ejemplo de sencillez, que nunca se permitió hablar o com-portarse desde un pináculo o torre de marfil, sino que adoptó la palabra y el pensamiento como

vehículos para compartir, para departir, y para convivir tra-tando a todos como iguales. Valadés era un hombre ena-morado de la vida. Un bohemio con el gusto por la comida y el buen wiski. Un conquistador de mujeres guapas. Y un estricto y disciplinado soldado de sus responsabilidades.

Se levantaba muy temprano. Trabajaba todo el día al-ternando la literatura, la reflexión política, el trabajo pe-riodístico, y la convivencia y la charla con sus amigos, que tenía muchos, y se dormía tarde.

Como lector no académico ni encerrado en el forma-lismo, fue un atentísimo revisor de la historia y la vida nacionales, que compartía su vasta visión con quienes qui-sieran aprovechar la experiencia para guiar sus pasos.

Como crítico literario era el más cordial de los conse-jeros. Leía cientos de textos y cuentos que le enviaban los suscriptores de su revista El Cuento, y contestaba las car-tas con la mayor de las cordialidades, sugiriendo la forma de pulir cada creación, y orientando a los nóveles apren-dices en el camino del relato y los recursos de la literatura.

Como periodista era el cuidadoso observador que so-bre la escueta crónica de los hechos tejía un escenario de sentido común, sin condenas ni exabruptos.

Y como crítico de los acontecimientos políticos del día era como el Atrida de la escena nacional, y como el Alu-xe o duende del quehacer de la administración pública y el gobierno.

Explicaremos primero su papel de Atrida. En la comedia griega aparecen en escena unos sujetos

que no forman parte de la trama, que no son personajes sino fantasmas o voces que hablan a los que van desarro-llando o representando la obra, y que les dicen o alertan sobre los peligros y riesgos.

Tántalo, hijo de Zeus, al ser invitado a la mesa de los dioses y probar el néctar y la ambrosía –alimentos que conferían la inmortalidad a los dioses–, concibió la idea de robarlos para dárselos a los hombres, y unido a esto, invitó a los dioses a su mesa para probarlos y ver si eran omniscientes. Semejantemente, Valadés probó el néctar y la ambrosía de la historiografía nacional, para decirla a los oídos del poder, y ver si estos señores tenían capacidad para la comprensión.

De esa misma manera, Valadés se introduce en el mundo del poder en México para tomar inspiración de los héroes mitológicos y circunstancias del pasado y, como ellos, para alertar de los peligros, provocar la piedad o el temor, poniendo de ejemplo los aconteceres pretéritos.

Este ejercicio de Atrida lo realizó todas las mañanas, durante décadas. De su acuciosa lectura de la historia na-cional había aprendido miles de anécdotas sobre cómo había procedido el Ejecutivo o el responsable de un área o tarea, y cómo al repetirse las circunstancias el nuevo pro-tagonista debía superar las disyuntivas, sin dejarse con-fundir por sus pasiones, y sin desdeñar las implicaciones o trampas que le ponía el destino.

Sentado desde el amanecer ante la pila de periódicos y revistas del día, recorría las páginas a gran velocidad, para dictar enseguida una reflexión sobre el acontecer nacio-nal en seis o siete cuartillas, destinadas al Presidente de la República, y años más tarde a un selecto grupo de sus-criptores de su tarea.

Esa labor, que iba más allá de un comentario político o una conseja, le llevaba a dar seguimiento a la marcha de la administración pública. Creando así lo que probablemente fue el primer análisis de noticias dirigido al titular del Po-der Ejecutivo. Un trabajo que inició durante la administra-ción del presidente Ruiz Cortines y que mantuvo durante años, hasta sumar 92 tomos de una obra de reflexión polí-tica que pretendía ilustrar el buen proceder que debía tener el gobierno, considerando la experiencia histórica.

Valadés ejercía esa función de Atrida consejero, sacan-do de su infinita memoria todas las lecciones de sentido común y de buen proceder que había recogido la expe-riencia nacional. Eran tiempos en que el gobernante to-davía sabía escuchar, y en que las consejas, bien dichas, podían prevenir la repetición de errores por precipitación o falta de reflexión, o cuando menos dejar testimonio de su reiterada recurrencia trágica.

Pero Edmundo Valadés es también, ya dijimos, un Aluxe o duende de la cultura nacional. Con todas las vir-tudes y misterios que un duende tiene, porque tiene el don de mostrarnos maravillas que de otra manera podrían pasarnos desapercibidas. Esa es una virtud o don de aque-llos comunicados con el interior o profundidad de las co-sas. A la manera de un mago nos ponía enfrente algo que no habíamos visto. Un poco como el mago que hace apa-recer un conejo.

(Dice la tradición mexicana que los aluxes son invisi-bles generalmente, pero pueden asumir forma física con el propósito de comunicarse o espantar a los humanos así como para congregarse entre ellos. Están asociados gene-ralmente con lugares de la naturaleza tales como los bos-ques, cuevas, piedras, y los campos, pero también pueden moverse hacia algún lugar por ofrendas. Su descripción y papel mitológico, como por ejemplo las artimañas que ellos juegan, son muy semejantes a las que tienen otras entidades míticas en varias otras tradiciones culturales, tal como el leprechaun celta o el chaneque de la cultura toto-naca. Se dice que habitan en los cenotes y grutas. Existen también relatos indicando que los aluxo’ob se detienen ocasionalmente en los caminos para pedir a los viajeros una ofrenda. Si ellos se la niegan, el alux a menudo causa-rá estragos y extenderá enfermedades. Sin embargo, si sus condiciones son aceptadas, el alux protegerá a la persona de los ladrones y aún le traerá buena suerte. Si son trata-dos con respeto, pueden ser muy útiles. Se dice en los rela-tos que no es bueno llamarlos en voz alta, ya que se podría sin querer convocar a un alux malhumorado).

También es un duende, decimos, porque vivía en un mundo al que él alimentaba de ensueños románticos e historias imaginarias. Su proceder y su trabajo eran de un realismo y objetividad incuestionables. Pero su mente buscaba al mismo tiempo el lado feliz ante la situación

desafortunada, o la imaginación que podría componer el desenlace en un final mejor. A veces sin decirlo y solo dándolo a entender.

Como todo hombre ilustrado de sus días, y como toda conciencia cabal, veía la historia de México con dudas y cierta desconfianza. Trataba de encontrar en qué momen-to se había perdido el rumbo para algunos objetivos del Proyecto Nacional. Y con cierta frecuencia decía: “Hay que estudiar los años veinte, es la época en que se defi-nieron muchas cosas del futuro que vivimos hoy. En esos años está la clave para entender a México.”

Valadés era un lector cuidadoso y múltiple. Es decir, que no leía solamente cuentos o literatura. Conocía prác-ticamente a todos los historiadores importantes de nuestra vida nacional. Había leído también mucha poesía, cuestio-nes básicas de Filosofía y autores clásicos. La verdad, no te-nía para él un carácter único o una filiación de partido, pues solo se la podía construir o reconstruir conociendo todos los puntos de vista sobre un fenómeno o problema.

En la historia de los pueblos, una parte está cimentada en las instituciones políticas y en las estructuras sociales

–ese conjunto que nos ofrecen o garantizan derechos o servicios conquistados. O que deberían ofrecernos o ga-rantizárnoslos, aunque hoy suene irreal en medio de este panorama de destrucción del Estado nacional.

Pero hay otra parte de las instituciones, que es don-de se recogen los valores, los aires o sentimientos sobre la vida, sobre la familia, sobre el ser humano. Esas insti-tuciones las construyen los artistas con sus obras, con sus novelas, sus cuentos, su labor paciente de instrucción o enseñanza. Y Edmundo Valadés es parte fundamental de estas Instituciones de la identidad nacional.

En él está el testimonio de lo que es el coraje social, la acumulación de agravios y las razones del estallido popu-lar por la justicia. Y aunque parezca paradójico, está tam-bién una infinita modestia, una sencillez que rinde ho-menaje ante lo humilde, lo simple, lo llano y auténtico que tiene el ser humano, el ser que es cualquier ciudadano, cualquier persona, que desde la asunción o aceptación de su cotidianidad, es sin embargo un fiel y absoluto guar-dián de su dignidad y su entereza.

En su obra literaria, Edmundo no exalta ni a los hé-roes ni a los caudillos. Su personaje es el hombre, el ciuda-dano común. Algo que él trató de ser. Pero que al mismo tiempo es la condición para ser cualquier otra cosa. Pues él no concebía ni al estadista, ni al pensador o al político, como alguien que se elevara por encima de la masa, del pueblo o de los conciudadanos. Concebía, en este sentido, la democracia, como una democracia sin pretensiones, sin grandilocuencia, como algo estricto y simple, como una igualdad donde los seres humanos compartían sus limita-ciones, sus pasiones, sus sueños, sus desgracias, y al com-partirlas, aprendían a sentir con los demás, aprendían a verse reflejados en los otros, a pensar junto con ellos.

El autor es actualmente asesor del Director General de Fi-nanciera Nacional Agropecuaria, Rural, Forestal y Pesquera.

Decía Valadés que el articulista de oficio pone en las primeras líneas tanto el meollo de su tema como la conclusión de lo que va a desarrollar; que a diferencia

del cuentista no va generando misterio, sino solo después da los detalles de su afirmación o tesis inicial.

Mario Rechy Montiel*

El hombre, el lector, el pensador, el consejero literario, el periodista, el crítico, el cuentista.

Page 2: Reincidente 115

Hace algunos años, no recuerdo si fue en la radio o un programa televisivo, escuché la descripción etimológi-ca de la palabra “trabajo”. Y entre una breve narración histórica y bromas gastadas de los conductores del programa, no pasó inadvertida la posición coercitiva y hasta cierto grado traumatizante que siempre ha ejercido el trabajo en el hombre. La etimología latina cuenta que “trabajo” viene de la palabra “tripaliare”, y ésta, a su vez, de la palabra “tripalium”, (tres palos). El tripalium era un yugo compuesto por tres palos al que amarraban a los esclavos para castigarlos.

Y aunque es innegable que el trabajo dignifica al hombre, también es innegable que ejerce sobre noso-tros un efecto que nos hace percibirlo como un mal que estamos condenados a realizar desde muy tem-prana edad. Se presenta como un castigo vitalicio, pero muy necesario, pieza fundamental en la educación del individuo y el crecimiento de las sociedades.

Es cierto que el trabajo dignifica al hombre, pero también lo jode un poco. Y dicen que hasta pagan por hacerlo. Y jode más cuando las autoridades no vigilan las condiciones en las que los trabajadores y emplea-dores se relacionan. Y más aún, cuando el gobierno diseña políticas que solo benefician a una parte de esa relación, generalmente en favor del empleador, que es el que generalmente resulta considerablemente bene-ficiado. Inclusive en el gobierno, el trabajador buro-crático se desempeña desprotegido y hasta agraviado por la institución y los organismos que deberían velar por sus intereses. Y es ahí donde, independientemente del contexto y organismo en el que se labore, el traba-jo se convierte en un yugo que aprisiona; en el que el sistema, la economía, el patrón, la sociedad y las mis-mas expectativas personales del trabajador lo flagelan todos los días.

Enfocándonos en el contexto educativo, es cono-cido por muchos, que en 2015 y a poco menos de seis años de que la SEP cumpla cien años de haber sido creada, los problemas no han podido ser resueltos. Las cifras son escandalosas, 5.4 millones de personas vi-

ven un nefasto y absoluto analfabetismo. 16.4 millo-nes de personas no terminaron la formación secunda-ria y un alto porcentaje de alumnos no ingresará a una formación profesional. Sin mencionar, que de los que ingresen, solo un número reducido terminará los estu-dios superiores y ejercerá dicha profesión. El panora-ma no es alentador. Sin embargo, el gobierno con sus políticas públicas, se ha centrado en “solucionar” otros problemas “administrativos”, alejándose sin importar-le, del que debería de ser el foco de su atención. Hoy, a 3 años de haber promulgado la Reforma Educativa , o la “Dizque Reforma Educativa” como la llamó RIUS (Eduardo del Río), el descontento social y principal-mente del magisterio no ha pasado inadvertido, por más promocionales televisivos y propaganda guberna-mental que la alaben y enaltezcan. Y es que dicha re-forma pretende mejorar la educación y sus cifras, asig-nando más labor al docente, burocratizando su trabajo. Y si bien las evaluaciones docentes son necesarias, la forma y el fondo que implican han desembocado en innumerables conflictos con el magisterio.

Los profesores aseguran que en lugar de ser una reforma estructural y educativa, es una reforma neta-mente laboral y administrativa. El análisis somero y profundo de la reforma educativa hecho por estudio-sos, intelectuales, académicos y docentes, confirma di-cho argumento.

El maestro es la pieza fundamental del engranaje educativo, pero es un error decir que en él debe re-caer toda la responsabilidad de la educación. El Es-tado debe brindar condiciones para que el docente en cualquier nivel académico alcance su máximo desem-peño. También el maestro debe entender que como lí-deres de opinión frente a grupos de 25, 30, 100 o más alumnos y como responsable de un aula, debe estar preparado para coadyuvar a la formación de ciudada-nos que en algún momento aportarán al crecimiento de la nación.

En México, los artículos constitucionales 5º, 6º, 123º, y otros reglamentos dotan al ciudadano de fa-

cultades y derechos para desarrollar su labor con plena libertad. Sin embargo, en su aplicación la realidad de-muestra que la ley sufre una interpretación que trans-muta su contenido. Un ejemplo claro lo vive el do-cente quien, por citar un ejemplo, en escuelas privadas de educación superior y profesional no ve remunerado su trabajo de forma apropiada y acorde a sus conoci-mientos y su labor. Es bien sabido que en la ciudad de Puebla y otras del centro del país, pagan a un docente universitario la grosera cantidad de 45 pesos la hora clase; 65 pesos en otras y 85 pesos si el profesor posee maestría. 100 pesos si cuenta con doctorado. El abuso de empresarios y sociedades que crean universidades al por mayor es sorprendente, y el gobierno en todos sus niveles, lo tolera.

En las instituciones de educación básica, las condi-ciones no varían mucho. El pago sigue siendo mínimo y el trabajo exagerado. Sumémosle ahora los reque-rimientos que estipulan las leyes para que el maestro cumpla la idoneidad necesaria.

Para los que nos dedicamos a la docencia es sabido que el trabajo pesado se realiza muchas veces en casa. La preparación de materiales, clases y documentación que hoy se exige, involucra una tarea extra que abruma al docente y le quita en cierta medida libertad a su cá-tedra y a su vida personal.

Es importante enfatizar que es urgente un replan-teamiento legislativo en la materia para que en verdad haya apoyo al aparato educativo y al profesor, que es quien se enfrenta a la faena diaria en el aula. Y por muy pesada que le resulte su labor diaria, el docente tendrá la responsabilidad de autoconstruirse, automo-tivarse, explotando su vocación (que la adquirió en la misma aula, no pasando un examen) y el amor al arte de enseñar, del que no puede nunca prescindir; sin im-portar las condiciones o lo castigado que sea por su trabajo.

* El autor es Licenciado en Informática, profesor de la Preparatoria Alfonso Calderón Moreno de la BUAP.

Mariano E. Torres Bautista*

“Por sus valores y paz social”, como dijo la secre-taria de Turismo de Campeche, Vania Kelleher, cuando esa ciudad amurallada cumplió 15 años

de ingresar a tal distinguido status de la UNESCO. Nosotros agregaríamos también que por su belleza.

También hay que recordar que la permanencia en esa lista no es una bula papal per secula seculorum. Es necesario cuidar todos y cada uno de sus monumen-tos y sus condiciones de habitabilidad ya que se trata de que sean sino lugares vivos, incorporados a la vida moderna. Además, es necesario conservar la vida coti-diana, que es parte de su valor y recuperar y enriquecer los valores históricos de estas poblaciones. (Recorde-mos que el famosísimo Carnaval de Venecia fue pro-hibido por Napoleón Bonaparte y fue después de un siglo que volvió a reanudarse con todos los beneficios que implicó.)

El nombramiento de la UNESCO implica la res-ponsabilidad de conservar en toda su grandeza los in-muebles y su trazo, también sus valores culturales in-tangibles y algo de extrema importancia: rescatar su historia para compartirla con el mundo y transmitirla a las generaciones venideras. Es por eso, entre otras

razones, que es muy importante el trabajo de los cro-nistas e historiadores profesionales. Que en Puebla exista una Universidad como la BUAP donde se im-parte la Licenciatura en Historia y donde se ofrecen periódicamente diplomados en Historia del Arte, sig-nifica que el oficio del historiador no es tomado como una simple labor de afición sino como una verdadera profesión con responsabilidad social actual y a futuro.

Es cierto que para muchos visitantes las tradi-ciones, leyendas y mitos resultan igualmente atracti-vos. Una ciudad como Puebla está llena de todo esto. Recordemos lo que mucho tiempo se mantuvo como una “leyenda urbana”: la historia de los túneles subte-rráneos finalmente revelada y que, una vez disponible para ser visitada, será otro valiosísimo capital que me-rece inversión tanto financiera como intelectual. Tam-poco es deleznable la labor de la Antropología y Etno-historia en el rescate y conservación de fiestas, tradi-ciones, gastronomía, y un larguísimo etcétera.

Es de destacar otra de las características importan-tes que la ciudad de Campeche ofrece y que fue subra-yada durante la conmemoración de su inclusión en la lista de ciudades Patrimonio Cultural de la Humani-

dad: la paz social. La mención no es para menos. Todo turista busca lugares seguros y placenteros. Y para los visitantes que llegan a México, la imagen del país en el mundo en este momento no es precisamente paradi-síaca. Por alguna extraña razón en los Estados Unidos existe un lobby que se encarga de prevenir a sus ciu-dadanos sobre lo peligroso, violento, insalubre y todo lo que genere miedo a su ciudadanía siempre manipu-lable. Es una realidad el que desde la tan demagógi-ca como ineficaz “guerra al narcotráfico” iniciada años atrás, la cotidianidad en muchas zonas del país se vol-vió peligrosa. Evidentemente, no es labor solo de la Secretaría de Turismo de México el revertir esa ima-gen. Es necesario retomar la marcha de la civilización y la humanización de la vida político social y superar la trayectoria de la necropolítica. Las ciencias sociales y las humanidades tienen por lo tanto mucho qué ha-cer y decir al respecto.

* El autor es Doctor en Historia por la Universidad de París I, Phantéon-Sorbonne; actualmente se des-empeña como profesor/investigador del programa de Maestría en Antropología Social de la BUAP.

Las urbes mexicanas consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad: Campeche, el Centro Histórico de la Ciudad de México, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Miguel de Allende, Tlacotlalpan y Xochimilco; junto con monumentos como el acueducto del Padre Tembleque que ingresó a la lista en julio del año pasado y sitios como la reserva de la biósfera Sian Ka An en la península de Yucatán, hacen del país el número uno en el continente en contar con el inventario más extenso. Esto sin contar con otras como Taxco y Zacatecas, y poblaciones como Cuetzalan, Real del Catorce o Real del Monte, las cuales podrían incorporarse, pero a falta de iniciativa en las entidades correspondientes, no lo han logrado aún. Sin embargo, ¿podrían, por sí mismas, considerarse una opción para recuperar la imagen del país en el mundo?

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Una gran conmoción produjeron los atentados terroristas ocurridos en París el pasado 13 de noviembre, en los que murieron 137 personas y otras 415 quedaron heridas. A partir de entonces, un clima de incertidumbre, de tensión y de miedo cubre Europa. Los tiempos futuros se anuncian difíciles y desolados.

César Alejandro Cruz Cuevas* La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor. Paulo Freire

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Enrique Condés Lara*

Prevalece la extendida creencia de que la demo-cracia es la solución o, cuando menos, el camino o la fórmula apropiada para revolver los graves problemas que aquejan a la humanidad. Hay un

amplísimo consenso en las elites económicas y políticas, entre los protagonistas del quehacer público, entre los comunicadores e intelectuales, y detrás de ellos, cientos de millones de personas comunes y corrientes, de que

“hay que ser demócratas” (o parecerlo), proclamarlo y “su-jetarse” a la democracia.

Es la panacea, la gran panacea. Si hay democracia se avanza, si no hay se retrocede. Se invalida y desahucia al que se le acusa de “enemigo de la democracia” o de anti-demócrata; acredita a quien se califique de “demó-crata” o se vista de tal (como si lo fuera). En su nombre se justifican expediciones militares, se invaden países, se bombardea y se mata; por supuesto, para liberar a los pueblos y llevar “la democracia” a ellos. En nombre de la democracia se cometen, se aplauden, se justifican o se ocultan masacres; en nombre de la democracia se repri-me y se coartan libertades; en nombre de la democracia se sostienen regímenes autoritarios; en nombre de la de-mocracia se ataca a la democracia. En algunas ocasiones funciona como un placebo, esto es, como un brebaje sin verdadera acción curativa pero que produce un efecto positivo cuando se cree que es un remedio eficaz.

En realidad es una gran zanahoria, en pos de la cual, como burros o conejos, muchas, muchísimas personas, van sin la mínima posibilidad de alcanzarla. Y ese es su secreto: hacerle creer a la gente que puede obtener algo inalcanzable.

Es un sistema que proclama hermosas fórmulas ge-nerales: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”; “Del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”; “Soberanía popular”;

“Libertad y derechos iguales para todos”; “Cada quién decide su destino, y el de todos se decide entre todos”. Pero, a partir de ahí, aparecen normatividades, regla-mentaciones y controles que anulan todo lo anterior. Y no podría ser de otra manera: la democracia, en todo caso, es un ideal, una utopía, que no encaja en este mundo, tal y como se encuentra estructurado.

Un requisito indispensable para la democracia es la igualdad. En tanto no exista igualdad, podrá darse o pre-sentarse cualquier cosa, mas no democracia. Igualdad es, valga la obviedad, igualdad; status económico-social y jurídico de todos los ciudadanos sino idéntico, sí muy parecido. Los casi 3 mil millones de seres humanos que subsisten en el umbral de la pobreza, ¿estarán atentos en por quién votar o intentando sobrevivir? Para ellos que, como diría en alguna ocasión el subcomandante Marcos del EZLN, ante la falta de futuro y perspectivas nacieron muertos, ¿la democracia les brindará la oportunidad de decidir otro destino?

Sin embargo, la inexistencia de igualdad no se limi-ta a la inmensa brecha económico-social que separa a unos cuantos acaudalados de la inmensa mayoría de la humanidad. (Según OXFAM, en enero de 2015, las 80 personas más ricas del mundo controlaban tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial). En los países con población mayoritaria que ha resuelto sus

problemas básicos de alimentación, vestido, salud, techo y transporte, predomina una gran desigualdad: la infor-mativa. Quienes poseen, gozan de su simpatía o están colocados en posiciones destacadas en los medios infor-mativos se encuentran en condiciones de mucha ven-taja respecto al conjunto de la población. Al informar,

“crean opinión”, modelan conciencias, comportamientos cívico-electorales, actitudes políticas; pueden construir o destruir personalidades, alterar comportamientos de bolsas de valores o flujos internacionales de capital, for-jar hábitos de consumo, modos culturales y valores. Con frecuencia alteran o imponen las agendas de gobierno en muchos países. Hacen gobernantes, destruyen gober-nantes, son gobernantes.

No es algo menor. En esta época, nadie puede go-bernar sin los medios informativos o con los medios in-formativos en contra. Son parte del poder, no un sim-ple contrapeso; y la ciudadanía es mera receptora de sus mensajes, sin posibilidad real de influir en ellos. No obs-tante, su rol principal es la de sostener y recrear los con-sensos sociales, ideológicos y políticos esenciales, es de-cir, los valores fundamentales, la concepción de vida y los modos de pensamiento dominantes. Son parte de la creación, reproducción y protección de las elites gober-nantes, es decir, de los exclusivos clubes que desde tiem-pos inmemoriales gobiernan y dominan las sociedades: aquellos que nacieron para gobernar, decidir y mandar a los demás, a los gobernados, los que obedecen y acatan; que se educaron para regir, administrar o representar y que proceden en un 90 % de familias o grupos que go-biernan o han gobernado. Así, las grandiosas promesas de la democracia se convierten en delegación y representa-ción. La soberanía se deposita o delega en representantes. Son éstos los elementos cardinales, orgánicos e íntimos de la desigualdad político-social de hoy en día.

El sistema democrático realmente existente es una estructura organizacional y de gobierno de la sociedad que para funcionar necesita ser policial. ¡Cierto!, para su buen funcionamiento, los gobiernos necesitan saber dónde andan sus ciudadanos, a qué se dedican, cuánto ganan, donde viven, qué edad tienen, cuál es su prepa-ración, cómo se transportan, con quienes se reúnen, etc. De lo contrario ¿cómo saber si pagan o no sus impues-tos, si son o no sujetos de crédito, si son aptos y están en edad de servir a la patria en una grave contingencia, si tienen derecho a votar y ser votados, si tienen malos hábitos, amistades y pensamientos, y si son propensos a delinquir o lo han hecho ya, y un largo etcétera.

Tal sistema, para mantenerse, requiere recortar los de-rechos y libertades de los ciudadanos y no solo controlar-los y manipularlos. La “Ley Patriótica” de 2001 de George Bush Jr. y las reformas constitucionales impulsadas por el presidente francés François Hollande tras los atentados del 13 noviembre último en París, son únicamente dos episodios, entre otros, de una poderosa tendencia –que se puede calificar como estructural–, que se abre paso y consolida desde décadas atrás. Paradójicamente, el siste-ma democrático necesita acabar con la democracia para sobrevivir. No puede procesar en democracia sus propias contradicciones y más grandes retos, no solo los exteriores

(guerras, invasiones), sino los propios, los internos; debe conculcar libertades y derechos para reproducirse.

Apenas arribó al poder, Adolfo Hitler suspendió las libertades personales consagradas en la Constitución de Weimar con el Decreto para la protección del pueblo y del Estado del 28 de febrero de 1933; instauró un largo es-tado de excepción (de emergencia, de sitio, de necesidad, de conmoción interior, de alarma) que “es el momen-to del Derecho en el que se suspende el Derecho para garantizar su continuidad e inclusive su existencia, esto es, la forma legal de lo que no puede tener forma legal porque es incluido en la legalidad a través de su exclu-sión” (Giorgio Agamben: Estado de Excepción. Adria-na Hidalgo editora, Argentina, 2007). Desde entonces, aunque se habían presentado ya no pocos casos simila-res a lo largo del siglo XIX y durante la Primera Guerra Mundial, el estado de excepción devino en un recurso al que frecuentemente han apelado los Estados contempo-ráneos para enfrentar emergencias o conflictos internos extremos. Pero una medida como esta, que se anuncia excepcional y provisional, pero que se convierte en una técnica de gobierno, termina por socavar los fundamen-tos constitucionales de la democracia. Y, en efecto, el es-tado de excepción se hizo regla. Se hizo norma que al Eje-cutivo se le otorgaran poderes excepcionales, enormes facultades, amplia discrecionalidad, disolviendo a la vez las potestades, funciones y responsabilidad de los pode-res legislativo y judicial, o bien trasladándolas al mismo Ejecutivo. En la actualidad, casi todas las constitucio-nes del mundo prevén el estado de excepción.

Ha sido han tan sólido y exitoso el fenómeno que los ciudadanos mismos apoyan la abrogación de ines-timables libertades y derechos a cambio de “seguridad”. ¡Valiente democracia!

*El autor es Doctor en Sociología Política por la Uni-versidad de Granada, España y director del Museo de la Memoria Histórica Universitaria de la BUAP.

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A partir de la desintegración de la URSS y los llamados países socialistas, el concepto revolución desapareció del lenguaje de políticos y activistas, de los programas de partidos y movimientos políticos, y del ideario de amplias y variadas porciones

de la población mundial. Su lugar lo tomó la palabra democracia. Una gran construcción ideológico-política la ha convertido en las últimas décadas en una palabra mágica.

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Si hay con qué, se cumplen los deseos expre-sados en el testamento o por los familiares. Cuando nadie habla por el muerto, el AP opta por alguno de los dos cementerios baratos de

New Jersey. Menos de 5 mil dólares, aunque no es fá-cil en una ciudad donde los gastos funerarios pueden costar mucho más.

Funerales Simonson es la elección para hacerse car-go de GB, luego que sea establecida la identidad. Es una de las 16 funerarias que alternadamente dan ser-vicio al AP. Este cadáver no es el primero atrapado en este limbo. Hace unos años, uno se quedó por semanas, mientras los hermanos peleaban. La hermana quería cantantes y una banda de metales para el funeral; el hermano, algo solemne. La Corte intervino y ella ganó. Hubo un melodioso entierro.

El Examinador médico (EM) no ha tenido suer-te. Ningún médico u hospital reconoce a GB. Así las cosas, el 28 de julio, es llenado un certificado de de-función. La causa: hipertensión y arterioesclerosis con obesidad como factor determinante, supuesta en base a la posición en que fue hallado el cadáver, la edad, el tamaño del hombre y las probabilidades estadísticas. La ocupación es dejada en blanco.

Las leyes de NY señalan que los cadáveres deben ser enterrados o cremados. El EM puede autorizar un entierro incluso si no hay identificación plena, pero así no se procede a la cremación. No sea que en el futuro haya que confirmar la identidad. Los días pasan y otros cadáveres llegan a la morgue en su paso hacia la tumba. Mientras, el cadáver que se presume de GB llega a su segundo mes en el refrigerador. Luego al tercero.

Mientras, el EM sigue a la caza de viejos rayos x de GB. Acabando septiembre, un radiólogo dice tener unas radiografías del torso, fechadas en 2004. Están al-macenadas y llevará un tiempo encontrarlas. A fines de octubre, el radiólogo se disculpa porque las radiogra-fías han sido destruidas. Una confirmación por escrito es solicitada. La respuesta llega en noviembre diciendo que ha habido una confusión: las radiografías van ane-xas. Estas son comparadas y, cuatro meses después del deceso, la identidad del muerto es confirmada. Es GB.

finalmEntE, a su EtErno dEscan-so el 15 de noviembre. Mediante un ascensor hi-dráulico, el cadáver es puesto en su ataúd por el dueño de Funerales Simonson, un hombre de 73 años, quien coloca una bandera norteamericana sobre el féretro. Aunque las fuerzas armadas no se hicieron cargo del entierro, para este hombre había razones suficientes para actuar así.

La siguiente parada: el crematorio. El radio apa-gado. “No creo que todos deban tener un elaborado funeral... pero todo debe ser hecho con respeto, o ¿de qué se trata la sociedad? Pienso en este hombre... creo que todos estamos conectados... somos producto del mismo Dios. ¿Importa el respeto? Sí, sí importa… a mí me importa este hombre”. Llega al crematorio y hay cola. Otro antes. Finalmente, la carroza entra. Los trabajadores cargan el féretro. La bandera es retirada. Para los familiares, pero no los hay. Será usada otra vez. La cremación tarda 3 horas. Por otros 180 dólares puede obtenerse un servicio exprés, pero no es necesa-rio. Días después, la caja con las cenizas es colocada en el área de depósito con una placa de metal: “George M. Bell Jr. 1942-2014”.

cada 15 días, En martEs, David R. Maltz & Company saca a remate entre 100 y 150 au-

tos; otros días remata propiedades, joyería y casi todo lo demás. Cosas que llegan de quiebras y legados. El frío 30 de diciembre sale el auto de GB con solo 30 mil millas. Al minuto, es comprado por un revendedor por 9,500 dólares. Tras restar la comisión, 8,631.50 dólares más al legado, el auto acaba en manos de la hermana del comprador, feliz por haber conseguido un auto igual al suyo, mismo año, mismo color, pero con 70 mil millas menos. Dos semanas después, la única otra posesión valiosa de GB es rematada. El re-loj de plata sale por 3 dólares. Un desempleado, atraí-do por el reducido precio, es el ganador. Menos la co-misión, 2.31 dólares más al legado.

Una semana después, seis musculosos hombres, de un negocio de recogida de basura, entran al aparta-mento. Desapasionadamente, ponen en la basura las trazas que quedan de la vida de GB. Despedazan los muebles al son de la música que sale de un pequeño radio portátil. Tras siete horas, llenan varios camio-nes destinados al basurero del Bronx, que cobra me-nos. Conservan unos platos con Marilyn Monroe, un paquete de calcetines, unos autos para armar, unas es-ponjas nuevas, el televisor, un detector de monóxido de carbono y unas botas demasiado grandes, pero no importa, útiles en la faena. La colecta de una vida. Co-sas más deseadas que el reloj de plata.

30 años han pasado desde que GB eligió a sus herederos. Además hay un beneficiario de dos cuentas de banco. Aún así, la oficina del AP debe bus-car a cualquier pariente que pueda reclamar. Todos de-ben ser notificados. Ya han pasado los 7 meses que la ley establece para que cualquier adeudo sea reclamado.

Por internet se sabe que dos de los herederos han fallecido. Los otros se han sorprendido al saber del legado. Uno de ellos no había hablado con GB du-rante años.

Usando los servicios de una empresa de genealo-gías, se sabe que familiares de GB llegaron de Esco-cia. Aparecen registros del barco que los transportó. También cinco parientes vivos; dos en EU y tres en Inglaterra. Estos últimos no aparecen y un aviso es publicado durante 4 semanas, como dice la ley, en un periódico de muy restringida circulación, por solo 247 dólares. Las posibilidades de que los parientes respon-dan son cercanas a 0. Luego de miles de anuncios pu-blicados año tras año por el encargado, nunca nadie le ha respondido.

Después resulta que uno de los herederos vivos, en realidad no lo está. Murió en febrero de 2015. Dado que falleció después que GB, su parte de la heren-cia debe ser repartida entre sus herederos: un herma-no, tres sobrinos que no conocieron a GB. Ninguno recuerda su nombre o sabía de su existencia. Así, la muerte es un negocio. No necesitas conocer al difunto para obtener su dinero.

El 20 de febrero, sale a la venta el apartamento en 219 mil dólares. Lo último por liquidar. Tres compra-dores pujan: 225 mil. Pero los administradores del edi-ficio donde está deciden no autorizar la transacción, ya que una pareja vecina de GB quiere comprar y llevan mano. Por 215 mil han conseguido un apartamento para su hijo. Lo arreglarán y borrarán las huellas de GB.

Mientras tanto, el AP ha solicitado a un juez que autentifique el testamento y señala que existen parien-tes que no han sido encontrados. El juez nombra a un guardián provisional para que vele por los intereses de los que podrían ser unos fantasmas. En septiem-

bre, el AP pone a consideración del juez las cuentas finales de la herencia de GB para su aprobación: 540 mil dólares. Los 215 mil del banco tienen beneficia-rio. Lo restante habrá que repartirlo luego de pagar las cuentas pendientes: gastos de mantenimiento del apartamento, el funeral, la limpieza, la multa, la ambu-lancia que transportó el cadáver en primera instancia, el guardián provisional, el valuador, el genealogista, lo comisión del AP. Quedan 264 mil dólares. Luego de 14 meses, todo ha quedado claro y la herencia puede ser repartida. Los herederos no tienen idea de porqué GB los eligió ni es necesario. Lo único indispensa-ble es conocer a GB en la quietud de su muerte, aun-que haya tenido historia como cualquier otra persona; aunque haya sido un ser humano que construyó una vida sobre esta tierra.

rEsumEn dE su vida. GB dormía en la sala porque sus padres usaban la recámara. Nunca se mudó. Ellos llegaron de Escocia, ambos obreros. Al acabar la preparatoria, fue aprendiz de su padre. En 1961, entró al negocio de las mudanzas: un jefe y tres socios, sus herederos. Todos bebedores, buenos ami-gos. Se amaban. Le decían el Gran George por su ta-maño: 100 kg, luego 160. Bromista empedernido. Su padre murió joven. Cuidó a su madre artrítica hasta su muerte: la bañaba, la vestía, la alimentaba. Se enamoró una vez y se sintió especial. Preparó la boda, pero su suegra echó todo a perder al pedir un acuerdo prenup-cial. Finalizó la relación y nunca más lo intentó, pero puso a esa mujer en el testamento. Nunca dejaron de escribirse. Terminó como él: sola, obesa, cremada. Una diferencia: muchas deudas. El dinero de George no llegó a tiempo y acabaría en las manos de los parientes de su única amada. En 1996, sufrió un accidente de trabajo y jamás volvió a laborar. La pensión y el pago de la seguridad social le alcanzaban. Recibía a sus cua-tes, veían TV y cocinaba para ellos. Luego todo paró. Nadie supo porqué. Quienes heredaron y lo conocían, ya no tienen certezas. Creían saber quién era George. Uno de ellos tiene sentimientos culposos por recibir dinero de esa forma. No lo vio en años. El dinero ser-virá para la educación de los nietos. Otro quiere mu-darse a un clima cálido y compartir su parte con la viu-da de uno de los herederos muertos. También pagará al dentista, unos audífonos: “la edad dorada no es tan barata”. “Me pasará lo mismo... soy también un soli-tario”. Desde 1980, George encontraba a sus escasos conocidos, dos, en un bar que cerró en 2005. Luego fue uno solo en el Bantry Bay, quien lo veía agotado, como si la tristeza lo estuviera matando. La última vez: una semana antes de su muerte. A veces iban a pes-car, otras se sentaban por horas en el Toyota a platicar. Pero no lo conoció realmente. Aunque lo invitaba a casa, nunca fue correspondido. Una vez se preocupó y lo buscó en su apartamento; por una delgada ren-dija fue despachado. En ocasiones, George se topaba con su vecina, la que se hizo policía, a la que contaba historias, la que olió a muerte. Una inacabable hilera de repartidores de comida a domicilio, uno tras otro, acudían a sus llamados. Iba tan seguido al bar con la sudadera azul que lo apodaron “Sudadera Bell”. Dejó de beber por salud. Siguió yendo a beber agua. Su vida se vaciaba. Un día dejó de ir. “Lo extraño... me gustaría verlo solo una vez más”.

*El autor ha escrito para el New York Times por cerca de treinta años.

N. R. KleinfieldNew York Times, 18/10/2015Traducción libre y resumida: Gabriela Breña

Toda vida merece terminar en un lugar de descanso, pero no todos son lindos. La mayoría de las sucesiones testamentarias llegan al Administrador Público (AP) una vez que parientes o amigos o planes prepagados se han hecho cargo del funeral. Cuando alguien muere desposeído y abandonado, y ninguna de las organizaciones abocadas a estos fines responde, el cadáver termina reuniéndose con otros en la fosa común del cementerio para pobres de la Isla Hart, en el Bronx, NY, el último recurso.

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HORIZONTALES1. Estado en el que nació el escri-

tor Edmundo Valadés.5. (Por los caminos de…), notable

obra de Edmundo Valadés.10. Dios entre los mahometanos.12. Reza, hace oración.13. Voz de arrullo.15. (La muerte tiene…), obra de Va-

ladés publicada en 1956.18. Símbolos del amperio y elec-

trón.19. (El), diario de circulación na-

cional en el que Valadés hizo crítica literaria.

21. (Lope de), uno de los primeros actores profesionales, se le con-sidera precursor del teatro del Siglo de oro.

22. Río de Suiza.23. Motivo decorativo que se pone

en el borde de algo.25. Una revista en la que colaboró

Edmundo Valadés.26. Remover la tierra con el arado.27. Prefijo que significa tres.29. Un punto cardinal.30. (García Ponce), escritor mexicano,

autor de El camino de los grillos.31. Dios griego de la guerra.33. Río de Europa.34. Preso, culpable.36. Sumo sacerdote judío, intervino

con Caifás en el juicio de Jesús (Biblia).

38. Una de las revistas en las que colaboró Edmundo Valadés.

41. Herramienta de mano utilizada para excavar o mover materiales (inv.).

43. Adverbio que se emplea para dar a entender que una cosa debe repetirse o está repetida.

44. Autor de El llano en llamas.46. (Frau), escritora mística alemana.47. Prefijo negativo.48. (Castellanos), premio recibi-

do por Valadés, otorgado por el Club de Periodistas de México.

50. Preposición que indica posición o lugar.

51. Alabe.52. Embarcación.54. (Enrigue), escritor mexicano,

galardonado con el Premio He-rralde 2013.

55. (El), revista fundada en 1964 por Edmundo Valadés.

VERTICALES1. Que carecen de la audición.2. Símbolo del sodio.3. Organización para la Libera-

ción de Palestina.4. Raspar una cosa dura con un

instrumento cortante.6. Flor del rosal.7. Metal precioso.8. Unión americana.9. (Dormir en), obra literaria de

José Revueltas.11. Quieras, adores.14. Organización de Izquierda Re-

volucionaria.16. Calle de pueblo.17. (Amín Dada), ex dictador de

Uganda.18. Alianza Anticomunista Argen-

tina.20. Distancia de una dimensión

geométrica, usualmente vertical o en la dirección de la gravedad (pl.).

22. ( Juan José), autor de Confabu-lario personal.

24. Del verbo arar.26. Del color del oro.28. Río de Austria, pasa por Ale-

mania y Suiza.29. Seguro del Ahorro para el Reti-

ro.32. ( Juan de la), escritor mexicano,

autor de El lavatorio de la Virgen.35. (El), obra de José Revueltas lle-

vada al cine.37. (Anaïs), escritora de origen cu-

bano, autora de Un espía en la casa del amor.

38. ( Jan), reformador religioso, nacido en lo que hoy es la Re-pública Checa, murió en la ho-guera.

39. Ondulaciones.40. Símbolos del itrio y francio42. Pájaro.44. Carcomer.45. Aunó, confederó (inv.).48. (Augusto), escritor paraguayo,

autor de Yo el supremo.49. Abreviaturas de oeste, angstrom

y este.51. Cincuenta y cinco en números

romanos.53. Terminación de aumentativo.

SENSIBILIDADEra tan sensible a la luz, que tenía que utilizar

lentes oscuros cuando había luna llena.

RESTRICCIONES DE MUSEOEn el prestigiado museo exhibían objetos pertene-

cientes a un reconocido músico del siglo XIX.Todos los objetos eran acompañados de la prohi-

bitiva leyenda “no tocar”. Incluyendo el piano.

ENVIDIOSOAquel hombre era tan envidioso que nunca acep-

tó aquella negociación, donde su participación sería de prestanombres.

Cecilia Vázquez Ahumada*

Retratado como estúpido o tozudo, el asno (Equus asinus), es uno de los más fieles compañeros de la humanidad. Su utilidad está en ser comestible (leche,

carne) y ser resistente para cargar objetos y perso-nas, con paso firme y constante.

El burro es un animal de trabajo que ha servido a los humanos desde hace miles de años. El primer antepasado del burro y el caballo se remonta a 54 millones de años. Era un pequeño herbívoro del ta-maño de un perro grande, bien adaptado para co-rrer. En el Mioceno (de 23 millones a 5.3 millones de años), los équidos se diversificaron y tomaron el aspecto actual. Los supervivientes actuales, caballos, burros, cebras y onagros (asno salvaje), evoluciona-ron durante el Pleistoceno (2.5 a 12 millones de años) junto con nuestros antepasados humanos.

El antepasado inmediato de los asnos actua-les es el asno salvaje africano, del cual hay toda-vía ejemplares en Somalia, Eritrea y Etiopía. Se sabe que también había en Sudán, Libia y Egipto, este último lugar es donde los arqueólogos sitúan su domesticación. Por ello los asnos están adapta-dos a zonas áridas o semiáridas. Son más resisten-tes que los caballos y pueden sobrevivir con dietas muy escasas.

Luego de su domesticación, los burros se extendieron por Oriente Medio, Europa y Asia. Al continente Americano llegaron cruzando por el territorio que hoy llamamos Asia, pero se extin-guieron hace 12-8 mil años. Colón (1451-1506) los reintrodujo en América, momento desde el que no dejaron de arribar y reproducirse.

En términos morfológicos el asno es muy pa-recido al caballo, solo que es más pequeño y sus orejas son más grandes, que le sirven para regular la temperatura. Pasta como las vacas, pero no es un rumiante; come hierba, brotes y corteza. A dife-rencia de los caballos salvajes, que forman mana-das, los burros salvajes y domésticos son más bien solitarios, aunque mantienen contacto con sus se-mejantes con potentes rebuznos.

Los asnos se pueden cruzar con los caballos, al resultado de estas mezclas se le conoce como mu-las, (asno y yegua) y burdéganos (caballo y asna). Estas cruzas son estériles, pero resistentes. Tam-bién se han unido cebras y asnos, los cuales se lla-man cebrasnos.

Los arqueólogos sostienen que el burro fue domesticado en Egipto, hace 6000 años. Los es-queletos de asno más antiguos fueron encontra-dos cerca de EL Cairo y datan de hace 4600 a 4000 años. Son diez esqueletos contenidos en una cámara de ladrillo, expresamente construida para ellos, muy cerca del complejo funerario de un fa-raón no identificado aún. La comparación entre

estos esqueletos, asnos salvajes y asnos modernos, muestra que tenían características intermedias, pero revelan desgaste de carga sobre sus espaldas. En pinturas egipcias se observa la caza de burros salvajes y de otros transportando mercancías.

En Ur, ciudad al sur del actual Irak, por allá del 2600 al 2400, (sumerios, época Arcaica, Dinástica III), fue fabricado lo que ahora se conoce como el “estandarte de Ur”, que es una caja de madera con incrustaciones de concha, piedra caliza y lapislá-zuli, que representa a un dignatario frente a un carro de cuatro ruedas jalado por burros salvajes. Otra cara de la caja muestra una batalla con estos carros, igualmente tirados por burros. Esta es una de las pocas representaciones de burros como ani-males para la guerra.

El burro es un animal eminentemente de car-ga y los griegos y romanos los emplearon mucho. En nuestro país, son una fuente de riqueza para el trabajo agrícola y como animales de carga son muy valorados. Sin embargo, la UNAM junto con la sociedad Donkey Sanctuary de Inglaterra han es-tudiado a los burros en México y han encontra-do que van en franco declive. En 2010 solamen-te fueron registrados 500,000 del 1,500,000 que existían a principios de los años noventa del siglo pasado. Por ello se están haciendo esfuerzos por recuperar a estos valiosos animales.

La familia Flores Sauza y la Donkey Sanc-tuary, auxiliadas por la UNAM, han creado un santuario para burros en Otumba, estado de Mé-xico. En ese lugar, son cuidados aquellos ejempla-res que han sido rescatados en malas condiciones. Por esta razón, Otumba es considerada la cuna del burro en México y, desde 1965, celebra una feria dedicada a estos animales.

En la ciudad de Puebla, la médico veterinario Vivianne Pérez Safadi de la UPAEP, realiza con sus estudiantes un interesante programa de cui-dado de equinos de trabajo que por supuesto in-cluye a los burros. Específicamente, trabaja con las asociaciones Dejando Huella y The Brooke (pro-yecto de cuidado de los caballos recolectores de basura en San Martín Texmelucan y en la ciu-dad de Tecali). Con sus estudiantes voluntarios de la UPAEP, cuida de la población de burros que transportan agua de un manantial a viviendas de la ciudad. La sensibilidad y experiencia de Pérez Safadi habla de la estrecha relación de estos ani-males y sus propietarios. Para nosotros, estos tra-bajos hablan de la nobleza que puede existir entre humanos y animales. Sigamos el ejemplo.

* La autora es Licenciada en Antropología Social por la BUAP; actualmente se encuentra asignada en el INAH-Puebla.

Transportar la carga sin descansar, no molestarse por el calor o el frío y estar siempre contento: estas tres cosas podemos aprenderlas del burro.

Proverbio indio

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En el año de 1915, Eulalio Gutiérrez Ortiz, presidente de México (6/nov/1914- 16/ene/1915), lo nombró profesor del pri-mer curso de Historia Patria en la Escuela

Nacional Preparatoria. En el año de 1917, obtiene por oposición la cátedra de Historia de México en la Escuela Superior de Comercio y Administración. Cuatro años después, es electo diputado por la XXIX legislatura federal, ante la que defiende en 1921, la creación de la Secretaria de Educación Pública. Al año siguiente, es enviado por la Secretaría de Edu-cación Pública a Europa para realizar estudios cul-turales, de ahí se traslada a Rusia donde permanece seis meses. En este lugar, da una serie de conferencias a favor del régimen de Álvaro Obregón y publica su libro: Rusia Soviet y México Revolucionario1. Regresa a México para continuar con sus actividades y escribir sus experiencias en este país. En el año de 1923, la Universidad Nacional de México solicita sus servicios en la Escuela de verano para la cátedra de Lectura e Interpretación de Textos. En ese mismo año publicó Estudios Históricos Sociales y Literarios, la más extensa de todas las obras que escribiera. Dicho trabajo está divido en cuatro apartados según los temas que trata: Historia, Asuntos Sociales, en la Tribuna y Literatu-ra. En el transcurso de ese mismo año, la Secretaría de Agricultura y Fomento lo nombra representante honorario para estudiar asuntos sociales relacionados con el agrarismo en Europa2.

Durante el año de 1924, es nombrado Cónsul de Carrera comisionado en Ecuador, ejerciendo sus fun-ciones de enero a diciembre de 1925. Durante este lapso de tiempo, Pedrueza organizó un pequeño gru-po de tendencia marxista a través de una serie de plá-ticas donde se daban cita distintas personalidades del ambiente político e intelectual ecuatoriano, interesa-dos en el proceso revolucionario mexicano y en cono-cer las experiencias que vivió durante su estancia en la Unión Soviética. El 22 de septiembre de 1925 se creó la Sección Comunista de Propaganda y Acción “Lenin”, concebida como “Sección Comunista de la República del Ecuador”. El propósito de forjar esta sección fue el de constituir en Ecuador la Sección del Partido Comunista.3 Así, quedó establecida la prime-ra sección comunista en la historia de ese país, con la intención de ser reconocida por Moscú como una entidad adscrita al comunismo y con el diplomático mexicano (Ramos Pedrueza) convertido en su princi-pal ideólogo. Para el mes de octubre de 1925, Ramos Pedrueza abandona Ecuador y, a su regreso a Méxi-co, continua su actividad dentro del Partido Comu-nista como dirigente de la Liga Antiimperialista y de la Liga Nacional Campesina.

Para 1926 es nombrado profesor en la escuela de Filosofía y Letras para graduados y profesor de las cá-tedras de Historia y Geografía en la Escuela Nacio-nal Preparatoria. En 1927, el rector de la UNAM, el Dr. Alfonso Pruneda, lo nombra maestro de Historia Patria en la Escuela Nacional Preparatoria nocturna, en sustitución del profesor Joaquín Ramírez Cabañas.

En el año de 1929, publicó La Estrella Roja, obra en la que Pedrueza expresa sus impresiones de su estan-cia en la Unión Soviética, cuya vida observó con sumo interés. “En esta obra se halla el contenido del pensa-miento de Pedrueza durante su visita a Rusia y donde vierte toda la pasión y el sentimiento de un hombre que, en su primer visita a la patria de Lenin, intenta valorar la labor realizada por los poderes revolucionarios sovié-ticos. A través de la lectura, el lector ve claramente el interés central del autor: el demostrar que el leninismo ha influido en la juventud comunista, que marcha, culta y disciplinada, hacia la nueva sociedad”.4

Para finales de los años veinte, continuó con sus actividades políticas, ahora como dirigente del Soco-

rro Rojo Internacional (Organización de ayuda y apo-yo a los prisioneros comunistas. Su filial en México era la Liga Pro Luchadores Perseguidos), mientras que al mismo tiempo se desempeñaba como funcionario en la Secretaría de Educación y como docente en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1930 publicó su obra: Morelos, Precursor del Socialismo en México, donde expone el contenido social de la obra de Morelos, considerándola como antecedente direc-to de las luchas sociales en pro de una mejor forma de vida para los obreros y campesinos mexicanos. En este texto, Ramos Pedrueza, en actitud crítica recal-ca que Agustín de Iturbide, al asumir el cargo como emperador de la nueva nación independiente, cambia-ría la bandera de Morelos: “independencia y tierras” por la de “independencia y privilegios”, poniendo fin al proyecto revolucionario que había iniciado en 1810. En este mismo año, Pedrueza presentó un trabajo en la materia de Técnica de la Enseñanza de la Historia para obtener su título en la Normal Superior. El tra-bajo que presentó se titula: ¿Qué principio debe presidir a la formación de un buen texto de Historia de la escuela Secundaria. Y dos años después, en 1932, presentó su tesis: Sugerencias revolucionarias para la enseñanza de la Historia de México con el fin de obtener el título de Bachiller. Su jurado estuvo integrado por el licenciado Vicente Lombardo Toledano, el Dr. Enrique O. Ara-gón y el Lic. Antonio Díaz Soto y Gama quienes lo aprobaron unánimemente.

Durante 1934, publicó la primera edición de La Lucha de Clases a Través de la Historia de México, la más importante de cuantas escribiera. En ella, Pedrueza ela-bora un estudio analítico de la historia de México a tra-vés del método del materialismo histórico, abarcando desde la época prehispánica hasta el gobierno de Díaz en su primera parte y desde Madero a Calles en la se-gunda. “Pensado desde un ini-cio como libro de texto, tuvo un éxito aceptable, y en un lap-so corto requirió una segunda edición (1936) nada desdeña-ble de 25 mil ejemplares”.5

En el año de 1937, Pe-drueza imparte conferencias en el Seminario de Ciencias Sociales para obreros en las que incluye pláticas sobre su viaje a Rusia y su experiencia como docente. En este mismo año, publicó el libro: Francisco Javier Mina, Combatiente Cla-sista de Europa y América, y la Universidad Nacional de Mé-xico lo suspende de sus cursos por sus convicciones políticas. Pidió se le dejara continuar sin goce de sueldo, pero su pe-tición fue rechazada.

En 1941, Pedrueza publi-có la segunda parte de La Lu-cha de Clases A través de la His-toria agregándole como sub-título Revolución Democrático burguesa. En este texto, Pe-drueza declara que su propó-sito no es escribir una historia de México, sino “proporcionar al proletariado armas ideo-lógicas para sus luchas”. Dos años después, el 15 de ene-ro de 1943, Ramos Pedrueza muere en la ciudad de México, dejando un vacío en la histo-riografía mexicana.

Además de dar conferencias en diversas organi-zaciones obreras, Pedrueza realizó colaboraciones en diarios y revistas nacionales y extranjeros como “El Mexicano”, el “Demócrata”, “Nueva Era” e “Intransi-gente” en los cuales escribió artículos a favor de Ma-dero y contra Huerta. Las revistas “Mundo Ilustra-do”, Revista Moderna de México”, revista “El Maes-tro”, así como la revista de Ciencias Jurídicas y So-ciales de Buenos Aires, contaron con su participación intelectual. Fue un miembro activo en el movimiento obregonista y fue vicepresidente del Colegio Electoral y Presidente de la Comisión de la SEP, misma insti-tución que lo comisionó para escribir una monogra-fía sobre el Museo Nacional de Artillería para la obra México en la Vida, en la Ciencia y en el Arte.

Ramos Pedrueza fue apreciado por sus contempo-ráneos por su honestidad intelectual y su sinceridad íntima. En él hallamos a un socialista autentico en sus convicciones, a un revolucionario apasionado de la causa socialista, aunque marginado por algunos de sus contemporáneos y, poco después, ignorado y olvidado por muchos historiadores.

1 Carmen Castañeda Argüelles: Rafael Ramos Pedrueza, un hombre y un método en la Historia de México. México, Tesis, Universidad Iberoamericana, 1974, p. 17.

2 Ídem. p. 20.3 “Ramos Pedrueza y los orígenes del comunismo ecuatori-

ano”, información disponible en: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/cultura/7/ramos-pedrueza-y-los-ori-genes-del-comunismo-ecuatoriano, 21 agosto de 2013

4 Ídem., p. 59.5 Alberto del Castillo Troncoso, “Alfonso Teja Zabre y Rafael

Ramos Pedrueza: dos interpretaciones marxistas en la dé-cada de los treinta” en Iztapalapa, número 51, Universidad Autónoma Metropolitana, julio-diciembre de 2001, p. 231.

* El autor cursa el programa de Doctorado en Historia del Colegio de Michoacán.

José Luis Gómez de Lara*Rafael Ramos Pedrueza, hombre muy respetado entre los socialistas mexicanos de principios del siglo XX, nació en el año de 1879 en la ciudad de México. Hijo de Micaela Pedrueza y de Antonio Ramos, quien trabajó en el ramo de Hacienda durante el gobierno de Benito Juárez. Sus estudios de primaria y secundaria los cursó en escuelas particulares. Para el año de 1914, Pedrueza, a los 35 años de edad, es nombrado profesor del curso de Historia Patria en la Universidad de México en sustitución del profesor Rafael Martínez. Impartió el curso de 1914 a 1917 y de 1926 a 1933.

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RE~INCIDENTE. Año VII. No. 115. Primera quincena de febrero de 2016. Es una publicación quincenal editada por el C. Enrique Condés Lara, domicilio Costado del Atrio de San Francisco 22 bis. Cuadrante de san Francisco, Delegación Coyoacán, CP. 04320, tel. (55) 55-17-76-63. Correo electrónico: [email protected]. Editor responsable: Enrique Condés Lara. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2011-032210460200-101. ISSN: 2007-476X. Otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido No. 15198 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas de la Secretaría de Gobernación. Impresa en los talleres de El Errante, Editor. Privada Emiliano Zapata No. 5947, San Baltasar Campeche, Puebla Pue. C.P. 72550. Este número se terminó de imprimir en noviembre de 2015 con un tiraje de 5000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Que-da estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de RE-INCIDENTE.

Solución alReincigRama de eSte númeRo

“Te envidio, por el libro autografiado de Lourdes Uranga y te maldigo, dijo el Rucobich. ¿Por qué no avisaste de su presentación? Pero, ¿dijiste dos mu-

jerzotas? Me tienes intrigado, ¿cuál fue la segunda que se presentó?”

—A ver, préstame el otro libro—, me indicó mo-lesto el Rucobich.

Yo, con cierta actitud de perdona vidas (“para que te sigas encabronando”), le extendí un ejemplar de OVARIMONIO, que me dejó su autora, Gladys Guadalupe López Hernández.

— ¡No friegues!, ¿a poco también se presentó la compañera Gladys? La verdad es que no tienes ma-dre, ¿por qué no me pasaste el dato?

—No soy tu niñera. Si a alguien le tienes que recla-mar tu ignorancia del evento es al Hongo. A mí, él me convocó. Además, déjame decirte, por si no lo sabes —le dije molesto—, de esta enorme mujer supe cuando tenía bajo sus hombros (jovencita) la administración de la Prepa Popular, en la ciudad de México, finales de los años 60s y principios de los 70s del siglo pasado; de extracción familiar clasemediera tradicional (“la mujer solo tiene que prepararse para servir a la familia en el hogar”, proclamaban entonces), pero con una concien-cia social forjada en el conocimiento e identificación con las luchas de los ferrocarrileros, maestros, campe-sinos y, principalmente, una participación activa en el

movimiento estudiantil de esos años, y convencida de la importancia de la lucha de las mujeres por romper ataduras sociales, pero no con la idea del feminismo ramplón, sino convencida de que la mujer convive jun-to al hombre, igualitariamente, sin distingos.

— ¿Todo eso viene en este libro?, preguntó el Ru-cobich.

—Pero también de mayúsculo interés, lo inte-rrumpí, es su participación en los movimientos so-ciales de esos tiempos y no solo en el estudiantil, como integrante y representante de la Prepa Popular y como interlocutora de algunas de las más radica-les agrupaciones subversivas del país y del extranje-ro, como los Panteras Negras de Estados Unidos. Ello ocasionó que fuera detenida y torturada (psicológica, moral y físicamente), en el tristemente célebre pocito de La Villa, por el régimen de Echeverría y su sátrapa verdugo Miguel Nazar Haro, y que fuera encarcelada por varios años.

—Y para que te acabes de encabronar, pinche Ru-cobich —le dije en tono provocador—, este libro tam-bién viene dedicado; “Con todo cariño para el José, esperando que este relato le traiga recuerdos. Saludos. Gladys”.

— ¿Sabes qué, Pepe? ¡Vete a la chingada!

* El autor es doctor en Sociología Jurídica por la BUAP, y cuatachín.

José Fragoso Cervón*

Una investigación de la Escuela de Estudios Forestales y Am-bientales de la Universidad de Yale, EU, reveló que existen en el planeta 3 billones, es decir 312 o lo que es lo mismo 3,000,000,000,000 de árboles esparcidos desigualmente en el planeta.

Para que te des una idea aproximada, existen alrededor de 410 árboles por cada persona viva, lo que no es mucho dado que destruimos y contaminamos demasiado.

Desde la invención del hacha, la población de árboles ha dis-minuido a la mitad y si las cosas siguen como van, la Amazo-nia perderá 1/4 de su tamaño actual para el año 2030.

Las razones de esta disminución son numerosas, pero el ser humano ha jugado un papel central como principal depreda-dor del planeta Tierra.

Las personas somos responsables por la pérdida anual de 15 mil millones (15,000,000,000) de árboles.

Con cerca de 5 mil millones de árboles naciendo cada año, re-sulta evidente que hay un déficit de 10 mil millones.

A esta velocidad, la Tierra se quedará sin árboles en 300 años. Los países que más rápidamente están perdiendo sus bosques

son: Camboya, Sierra Leona, Madagascar, Uruguay, Paraguay, Liberia, Guinea, Guinea-Bissau, Vietnam y Malasia.

Fuentes:http://www.nature.com/nature/journal/v525/n7568/full/nature14967.htmlhttp://www.takepart.com/article/2015/04/28/deforestation-palm-oil-pulp-

paper-soybeans-consumers-climate-change

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El geógrafo de la Universidad de Oxford, Nick Middleton, acaba de publicar un “Atlas de Países Que No Existen” (McMillan, 2015), dedicado precisamente a todos estos lugares que, aunque suenen a cuento y sean dignos de los pasajes más estrambóticos de un libro

de aventuras, existen en la realidad. Como cualquier país y de acuerdo a la Convención de Montevideo (1933), poseen territorio, población permanen-te, un gobierno y “la capacidad para relacionarse con otros estados”.

Algunos poseen unos nombres peculiares que suenan a fantasía: Atlan-tium, Elgalandia-Vargalandia y el Principado de Sealand.

Algunos de ellos son miembros de Naciones Unidas No Representadas (UNN por sus siglas en inglés), las Naciones Unidas no representadas, un organismo alternativo para luchar por sus derechos. Algunos otros tienen nombres conocidos y que frecuentemente aparecen en los periódicos del mundo como: Tibet, Taiwan, Groenlandia, Chipre (del norte).

También los hay antiquísimos y olvidados como Lakota, una república con 100 mil habitantes en el centro mismo de EU, al este de las montañas Rocosas, cuya población sioux lucha hasta el día de hoy por reconocimiento e independencia. Fue en el año 1998 que un juez del Tribunal Supremo de EU concluyó que “nunca hubo en nuestra historia ningún caso más grave de tratos deshonestos”.

En otras partes del globo terráqueo suceden ahora mismo batallas si-milares:

• Barotselandia, un reino africano con una población de 3 millones y me-dio de habitantes, que pretende separarse de Zambia.

• Ogonilandia, que intenta sesionarse de Nigeria.• República de Murrawarri, territorio de Australia cuyos ocupantes indí-

genas solicitaron a la Reina Isabel II de Inglaterra su independencia. No han recibido respuesta.

Los hay sin tanto linaje y abolengo, pretendidos estados de reciente creación por las más variadas e inverosímiles razones como el no pago de impuestos, el libre uso de ciertas drogas, no querer una nacionalidad, reu-nir todos los territorios que nadie ocupa, etc. Ejemplos: Christiania, en el centro de Copenhague, creada hace ya 30 años por un grupo de okupas. En este caso en particular, el gobierno danés se ha hecho de la vista gorda. Ese mismo gobierno quizá peque de falta de atención, porque tienen otro caso en sus manos que es el de Groenlandia, basto territorio cuya situación legal permanece en el limbo.

Y aunque suene fantasioso, aunque todo esto pueda parecer nimio para al-gunos, es un asunto de vida o muerte, de ser o no ser, pero también: de soñar despierto.http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151107_vert_fu_paises_que_no_existen_yvhttp://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150427_vert_fut_gobierno_micro_nacion_sealand_

yv.shtmlhttp://www.unrepresentedunitednations.org

Aunque resulte difícil de creer, existen en el planeta Tierra, hoy, hoy, hoy, varios países que no aparecen en los libros, los mapamundis, la ONU, las listas de los más o menos ricos o

pobres o felices o lo que sea.