28
1 Relatos ganadores 2017-2018

Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

1

Relatos ganadores 2017-2018

Page 2: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

2

Page 3: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

Concurso de narraciónGonzalo Torrente Ballester

Page 4: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

Concurso de narraciónGonzalo Torrente Ballester

Relatos ganadores2017-2018

Page 5: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

7

42 Quilates ................................ 3 PRIMER PREMIO Lucía Sánchez Hernández IES Torres Villarroel - Salamanca

En el corazón del valle ............ 11 SEGUNGO PREMIO Samuel Pascual Temiño Colegio Sagrada Familia “Hijas de Jesús” - Valladolid

Mi propia metamorfosis ......... 21 PREMIO ALUMNO DEL CENTRO Andrea Rodríguez Yuste IES Torres Villarroel - Salamanca

INDICE

Page 6: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

9

Lucía Sánchez HernándezIES Torres Villarroel - Salamanca

42 Quilates

PRIMER PREMIO

Page 7: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

11

Hola, pequeño dueño.

Antes de que sigas leyendo, te deseo mi más sincero pésame, aunque supongo que

ni siquiera sabrás lo que es eso.

Muy bien Mickey. Ahora mismo tienes cuatro años y lo que yo te diga ahora te

va a dar igual, de hecho, ni siquiera puedes llegar a imaginarte quién soy yo, pero

cuando despiertes, y el tiempo pase, quizá logres entender lo que ha pasado, y esto

te ayudará.

Empiezo diciendo que sé donde vives, es más, vivo contigo y casi nunca me prestas

un mínimo de atención. La única que lo hacía era tu madre, Bianca. Ella no lo sabía,

pero cuando me miraba sentía el mismo cariño que podías llegar a sentir tú por las

noches cuando ella te arropaba. Empecemos hablando de ella:

Una mujer alta, rubia y guapa de ojos verdes azulados, al igual que tú. Ella traba-

jaba en una clínica dental, hasta que conoció a tu padre, Dorian. El clásico hombre

alto, rubio y guapo de ojos azules verduzcos por el que toda mujer se desvive, inclu-

yendo a tu madre.

Ellos estaban muy enamorados, créeme, lo sé mejor que nadie. Se conocieron en

una fi esta que un amigo rico de tu padre celebraba en su yate privado. Tu madre y su

mejor amiga se colaron intentando pasar desapercibidas, pero la belleza de Bianca

no había cumplido este cometido, y había quedado grabada a fuego en las pupilas de

tu padre, que no dudó en acercarse a ella.

Page 8: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

12

Desde ahí ya te puedes imaginar.

Empezaron a quedar durante aquellas tardes infi nitas que apenas duraban segun-

dos para ellos, y dentro de todo lo esperado, tu padre se armó de valor y se arrodilló

ante ella con un anillo pegado a un pedrusco enorme (muy bonito, por cierto),que

dibujó un sí en los labios de tu madre.

Se casaron, y compraron vuestra casa con aquel gran jardín que a Bianca tanto le

gustaba, y que tanto cuidaba. Poco después, llegaste tú.

Recuerdo aquel año en el que naciste como si fuera ayer. Todo era felicidad en

cada esquina y en cada mota de polvo que tu madre se olvidaba de limpiar.

Todo iba perfecto, erais la viva defi nición de familia feliz. Tu madre pasaba las

horas muertas contigo, ya que había dejado su trabajo para cuidarte a ti y ocuparse

de la casa mientras tu padre trabajaba.

Él siempre llegaba agotado. No tenía un trabajo que requiriera mucho esfuerzo,

pero las relaciones le quemaban, y solía discutir con tu madre en cuanto entraba en

casa. A veces estas discusiones se subían de tono, pero luego todo volvía a la norma-

lidad, ya que solo eran eso, discusiones de pareja que después se disolvían en el aire

como el Nesquik en la leche.

Cuando cumpliste dos años... Las cosas empezaron a cambiar. A tu padre lo des-

pidieron, y aunque tenían dinero sufi ciente para aguantar todo el tiempo que hiciera

falta, algo pasó que hizo que los engranajes empezaran a girar en sentido contrario.

Llegó el momento en el que tu madre ya no salía de casa. Dorian decía que con la

ropa que solía ponerse parecía que paseaba desnuda, pero en realidad quería custo-

diar su pequeño tesoro desde cerca. Bianca pensaba que era algo normal, que quería

protegerla, y que puede que tuviera razón.

Ella pensaba que el hecho de que ahora tu padre estuviera en casa cambiaría las

cosas. Pensaba que estaría más tranquilo, que se ayudarían mutuamente y que con-

tinuarían siendo felices. Para su desgracia, todo fue a contracorriente. Dorian siem-

pre estaba nervioso, harto de estar en casa. Se sentaba en aquel sofá justo frente al

televisor en el que engordó tanto que hubiera sido necesario un gato para moverlo

si hubiera muerto, y la felicidad simplemente se desvaneció como si nunca hubiera

Page 9: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

13

existido. Había noches en las que no volvía hasta las tantas, borracho como una

cuba con cientos de secretos acumulados bajo el olor a alcohol impregnado en su

camisa. Bianca no hacía más que aguantar, pensando que era una etapa que se le

pasaría, y que dentro de aquella bola de sebo seguía estando el hombre del que se

enamoró.

No fue así. Aquella felicidad acumulada en las motas de polvo y en las esquinas

se transformó en golpes e insultos por doquier que no puedo escribir porque solo

tienes cuatro años.

Así fue hasta que tuviste tres años y medio. Me encantaría decirte que las cosas

mejoraron, pero no tengo la capacidad de mentir, solo la de observar.

Era increíble la cantidad de dinero que tu madre se llegó a gastar en maquillaje

para tapar aquellos moratones que pintaban su cuerpo sin ningún tipo de patrón, y

todo para ofrecerte todos los días una sonrisa y que no vieras sus magulladuras.

En cambio, a tu padre le daba igual lo que tú vieras o dejaras de ver, y supongo

que te acordarás vagamente de alguna de estas situaciones en las que tu madre te en-

cerraba en aquel incómodo parque portátil que tanto odiabas mientras ellos gritaban

al otro lado de la puerta.

Ella empezó a agotarse de esta situación. Amenazaba con dejarle, lo que provo-

caba sus lágrimas de cocodrilo y aquellas palabras vacías de lo siento que ablanda-

ban a tu madre, pero que al día siguiente parecían no haber existido, y hacían que

la historia se repitiera una y otra vez, mientras tú crecías en medio de todo aquel

calvario.

Recuerdo aquella fatídica noche en la que tú no podías dormir, y corriste hacia la

cama de tu madre que dormía sola como la mayoría de las noches. No sé al cien por

cien porqué, pero algo se rompió en su cabeza al verte preguntar:

—¿Dónde está papá?.

Recuerdo como se levantó de la cama y se vistió, preparando en una bolsa lo

sufi cientemente grande todas sus cosas y las tuyas. Te abrigó con todo lo que tenías,

ya que la nieve azotaba la ciudad durante aquella estación, y antes de subir la crema-

llera de tu abrigo, me guardó dentro del bolsillo de tu camisa blanca, frente al pecho.

Page 10: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

14

Te aupó agarrando la bolsa con la mano que le quedó libre, y mientras baja-

bais la escalera, la puerta principal se abrió dejando ver la silueta de un Dorian

borracho que lanzó una mirada amenazante y fría. Bianca corrió como si la per-

siguiera el diablo hacia la cocina, mientras escuchaba el sonido de los pasos de su

marido acercarse cada vez más y más. Cerró la puerta intentando ganar tiempo

para abrir la puerta trasera y que los dos pudierais escapar, pero él ya estaba de-

masiado cerca, gritando el nombre de tu madre como un loco, insultándola entre

amenazas.

Antes de que tu madre pudiera salir de allí, él ya estaba a su espalda. Tú caíste al

suelo cuando él le agarró el brazo haciendo que tirara todo lo que llevaba encima.

Recuerdo como te tapabas la cara entre sollozos mientras ella te pedía que co-

rrieras, pero cualquier grito suyo fue en vano porque tú eras incapaz de reaccionar.

A partir de ahí, fui incapaz de ver nada. Tan solo escuché los golpes, las súplicas,

y los sollozos, hasta que un silencio penetrante inundó toda la casa.

Segundos después, el sonido de los pesados y planos pasos de tu padre rompió la

tensión que se había acumulado en la atmósfera. Tú estabas paralizado bajo la mesa

de la cocina, observando a tu madre, que parecía derramar un charco carmesí desde

su cabeza, manchando sus rubios cabellos.

Tu padre apareció de nuevo con aquella cosa que siempre te dijo que no podías

tocar porque era peligrosa. Parecía que iba a dártela. Estiraste la mano para cogerla,

pero en su lugar, un sonido potente que probablemente hizo que los tímpanos de los

vecinos temblaran salió de aquel objeto, por no hablar del golpe que ambos senti-

mos, ya que había disparado al lugar donde yo estaba guardado. Sé que no pudiste

mantenerte en pie, pero yo seguí escuchándolo todo, incluyendo un último disparo,

y los golpes en la puerta de la policía.

Lo siento mucho, Mickey. Ambos quedamos destrozados, y toda la culpa es mía;

sólo mía. Yo fui el símbolo de aquel amor descarriado, si es que se puede llamar

amor. Yo fui lo que hizo que tu madre se arrepintiera de dejar a aquel monstruo, ya

que cuando ella miraba su mano izquierda, ahí estaba yo para recordar los buenos

momentos.

Page 11: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

15

Quizá tu padre amara a tu madre en algún momento, y te aseguro que tu madre

lo hizo con toda su alma, y esa fue su perdición, ya que casi siempre, el cuento de la

Bella y la Bestia, no acaba con un beso de amor verdadero.

Hasta que despiertes, Mickey.

El anillo de tu madre.

Page 12: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

17

Samuel Pascual TemiñoColegio Sagrada Familia “Hijas de Jesús” - Valladolid

En el corazón del valle

SEGUNDO PREMIO

Page 13: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

18

El viento soplaba revolviendo los dorados e inmensos campos de trigo, el mar de

Castilla. Pequeñas piedras crujían bajo sus pasos acompasados por su viejo bastón,

que él mismo había tallado años atrás. Sabía que era su último paseo por las tierras del

valle y volvía a casa intentando postergar al máximo esa despedida inminente. Al pasar

junto al robusto manzano, que había plantado con su abuelo cuando era niño, se estre-

meció y se dio cuenta de lo rápido que había pasado su vida. En ese momento, entendió

aquel tópico , el Tempus Fuguit, del que tanto le habían hablado en la escuela. Paró

su marcha, cerró los ojos y se dejó mecer por el viento que agitaba las hojas del viejo

árbol. Abrió los ojos y observó su pueblo emergiendo entre la canícula, bañado por los

últimos rayos del sol, que le hacían lucir como en sus mejores tiempos. En aquel lugar,

había pasado los momentos más dulces y amargos de su vida, su pueblo le había visto

nacer, crecer y envejecer. Reanudó el paso y se internó en el pueblo. Observó la vieja

casa del pastor, a la que tantas veces había ido de pequeño, y en el presente, devorada

por la hiedra. Parecía seguir oyendo el balar de las ovejas y el sonido de sus esquilas.

Siguió avanzando hasta llegar a la pequeña plaza del pueblo en la que estaba todavía

el deteriorado ayuntamiento y donde tantas veces había jugado de niño. Subió calle

arriba pasando junto a la iglesia románica con su característico cimborrio que seguía

manteniéndose imperial a pesar del paso del tiempo.

El pueblo seguía en aquel sueño del que no había despertado desde hacía diez

años. Había quedado abandonado, su familia y amigos habían marchado a la ciu-

Page 14: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

19

dad en busca una mejor vida o habían fallecido poco a poco, hasta quedar solo él.

El único y último habitante de aquel pueblo que en el pasado fue hogar de muchos.

Agricultores y ganaderos de la comarca habían ido comprando las tierras de alre-

dedor del pueblo , pero nadie se había ido a vivir allí. Muchos, le habían invitado a

trasladarse a la residencia de ancianos, en localidades cercanas, para que no estuviera

solo, pero él siempre se había negado.

Aquel era su pueblo, su hogar, su vida, su familia, sus antepasados... El pasado

invierno había recibido una carta, en la que se le anunciaba la construcción de una

nueva autopista que pasaría por medio del pueblo. Todo por completo sería derrui-

do. El proyecto, estaba diseñado desde hacía mucho tiempo, pero nadie hasta el

momento se había atrevido a ponerlo en marcha. Sin embargo, al saber que ya solo

quedaba un único habitante, se había dado luz verde al inicio de aquella obra. Por

tanto, se le instaba a abandonar su hogar, acompañado de una pequeña indemniza-

ción, antes de la fecha indicada. Ese día era mañana, y por tanto aquel era el último

día en su pueblo, su hogar.

Finalmente, llegó a su casa, abrió despacio la desvencijada portezuela que daba

acceso a ella y entró. Cruzó el edifi cio hacia el corral, comprobó que las gallinas y

resto de animales estuvieran en buen estado. Después fue a la tenada, en la que en

aquel momento guardaba los manojos y cogió uno junto con unos trozos de encina.

Se dirigió a la cocina y echó la leña a la gloria, así, calentaría la casa para el resto de

la noche. Acto seguido, de la fresquera cogió un pequeño trozo de queso, arrimó el

puchero, al calor de la gloria para que se calentaran las sopas de ajo que había hecho

aquella mañana. Cuando olió el aroma que despedía su cena, tomó las suculentas so-

pas y el trozo de queso. Terminó, no podía dejar de pensar lo que se le venía encima...

Decidió subir al desván para volver a ver todos los recuerdos que habían atesorado

él y sus antepasados a lo largo de su vida.

Subió lentamente con miedo a que las deterioradas escaleras de madera carcomi-

da cedieran bajo sus pies. Al fi n, consiguió llegar, se dejó caer en el último peldaño

y descansó hasta recuperar las fuerzas. Finalmente, tomó su bastón, se levantó y co-

menzó a merodear entre aquellos recuerdos. Lo primero que vio, fue aquella enorme

Page 15: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

20

radio en la que había escuchado tantos acontecimientos que habían marcado su vida

y la Historia de España: el fi n de la Guerra Civil, la llegada de la democracia... A su

derecha, una gran caja con fotos, que cogió con esfuerzo y colocó a sus pies, bajo su

viejo sillón de mimbre. Empezó a ver fotos, en primer lugar, apareció una foto de su

boda, después una en la escuela y fi nalmente, las fotos de sus padres y sus abuelos.

No pudo evitar que varias lágrimas cayeran por las hondas arrugas que surcaban

su cara. Cuando se las apartó con su pañuelo de tela, se levantó y vio la alacena de

caoba de su abuela, en la que cuando era niño guardaba la tableta de chocolate, de

la siempre intentaba coger una onza cuando no le veía. Una pequeña sonrisa se le

dibujó en su cara, y por un momento, se sintió aquel niño, y decidió abrir la alacena

como tantas veces había hecho. Sin embargo, la portezuela, después de tantos años

cerrada, estaba atrancada. Siguió intentándolo dando fuertes tirones. El movimiento

hizo que algo que estaba encima del viejo mueble, cayera creando un gran estruendo.

En el suelo, apareció un viejo libro. Estaba empolvado, tenía pastas oscuras, quizá de

piel de cabra, y las páginas amarillas del paso del tiempo. Lo cogió entre sus manos

y se sentó de nuevo. Nunca había visto aquel libro durante su larga vida. Quitó el

polvo que tenía encima con mucho cuidado y lo abrió expectante, con cierto temor.

Al instante, reconoció a quién pertenecía aquel misterioso libro. Aquella letra cuida-

da y redondeada, era la letra de su abuelo. A la tenue luz de la bombilla que estaba

en el centro de la sala, sacó sus gafas de pasta del bolso de la camisa y comenzó a

devorar sus páginas. Enseguida, se dio cuenta que era un diario de su abuelo pater-

no, en el que había escrito los instantes más preciados de su vida. Estuvo leyendo un

largo rato, hasta que, de pronto, al empezar a leer una página, dejó caer el libro y la

historia que se contaba en esta página vino a su cabeza. No se explicaba cómo había

podido olvidarla hasta ese momento.

Abril de 1944

Hacía ya cinco años del fi n de la cruel Guerra Civil. Tenía ya ocho años, y la pos-

guerra seguía haciéndose notar en el pueblo. El hambre asolaba cada día, y su vida

dependía de los benefi cios o no de la cosecha de cada año. Su padre y su abuelo tra-

Page 16: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

21

bajan a destajo día y noche en los campos de cereal para alimentar a su familia. Sin

embargo, la suerte no estaba con el pueblo. Era abril y los campos seguían yermos,

baldíos y nada de lo que habían sembrado había germinado. El campo estaba lleno

de asperones, y sin signos de que nada fuera a cambiar. Todos los agricultores de la

zona estaban seriamente preocupados. Aquella mañana, llovía a cántaros y él, mira-

ba caer la lluvia a través de los fi nos cristales mientras su padre labraba el campo. En

su casa, sólo se oían los gritos de su madre y abuela, discutiendo con su abuelo. Las

dos mujeres afi rmaban que la desgracia y penuria se habían cernido sobre el valle y

sería imposible evitar el hambre al año siguiente. Su abuelo las pedía que no dieran

todo por perdido, y tiempo para que todo aquello cambiara. Enfadado y cansado

de las malas predicciones, el anciano le llamó y a pesar de la lluvia, con ayuda de un

paraguas, juntos salieron a la calle. Paso a paso, abandonaron el pueblo internándose

en el campo. Caminaron durante un largo tiempo, cruzaron varios campos secos,

barbechos, viñedos y pinares, mientras él preguntaba de forma constante a su abuelo

hacia dónde iban. El hombre, se mantenía en silencio y seguía andando con paso

fi rme. Finalmente, llegaron a una abertura en la montaña, una pequeña gruta oculta

entre la vegetación. En ese momento, su abuelo comenzó a hablar y le dijo:

—A este mismo sitio me trajo mi padre, yo traje a tu padre y ahora te traigo a ti.

Venimos a hablar con el hombre más sabio de esta comarca, el Guardián de Castilla.

Siempre que tú o el pueblo os encontréis en graves problemas, él siempre estará aquí

para poder ayudaros, pero jamás debes revelar el secreto de su existencia.

Siguieron andando en la oscuridad de la caverna, hasta llegar a una galería ilu-

minada por una gran hoguera. De la oscuridad salió un hombre muy mayor, con

una gran barba blanca, y sobre su brazo, una enorme lechuza del color de la nieve.

¿Un druida? Su abuelo se acercó sin miedo al hombre y habló con él, éste le escuchó.

Después de pensar unos minutos, mientras se atusaba la barba, musitó unas ininteli-

gibles palabras, que el niño no alcanzó a escuchar. Tras despedirse amablemente del

anciano, salieron de la gruta y percibieron que había cesado de llover. El olor a tierra

mojada impregnaba el ambiente y su abuelo sonreía como nunca le había visto hacer.

Abuelo y nieto, regresaron hablando todo el camino, pero no volvieron a mencionar

Page 17: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

22

nada relativo a aquel misterioso anciano. Por supuesto, tampoco contaron nada en

su casa relativo a aquella tarde.

A la mañana siguiente, se despertó sobresaltado por los gritos de su abuela y su

madre. Se asomó a la ventana de su habitación y pudo contemplar cómo el campo

se había cubierto de un enorme manto verde. Trigo, cebada y avena, junto con tími-

dos girasoles cubrían la comarca. Cuando bajó a desayunar, su madre y su abuela

canturreaban, mientras que su abuelo, él y su padre, que se había dado cuenta de

lo ocurrido la tarde anterior, se miraban de forma cómplice. Sin embargo, una idea

vino a su cabeza, nunca supo cuales fueron aquellas palabras que le dijo el erudito a

su abuelo en la gruta.

Volvió a la realidad, y se dio cuenta que había quedado inmerso mucho tiempo en

esa historia, recién rescatada de su memoria. Leyó el pasaje escrito en aquel olvidado

libro, pero su abuelo tampoco revelaba allí cuales eran las palabras que le reveló el

anciano. Tampoco daba detalles de cómo llegar a la gruta. Pensó por un momento

en la enseñanza de su abuelo antes de entrar en la caverna. Debía avisar al sabio si se

encontraba en serios problemas.

Decidió buscar aquella misma noche al sabio para contarle su problema. Había

pasado ya mucho tiempo, el paisaje había cambiado y tendría que hacer un gran

esfuerzo para recordar el camino y encontrarle. Cerró el libro y lo dejó cuidadosa-

mente de nuevo encima de la alacena, apagó la luz de la habitación y con la ayuda

de su bastón bajó las escaleras camino a la calle. Una gran luna lucía en el cenit, por

lo que no sería necesario llevar linterna. Con paso fi rme, abandonó el pueblo cami-

no a la gruta. Sus pasos y el golpe de su bastón hacían crepitar la áspera tierra que

pisaba, pero era incapaz de oír nada porque al ver un rayo de esperanza después de

hacía tantos meses, su corazón latía rápidamente. Cuando llegó a la altura del río, la

duda le asaltó. Aquel trozo de camino había cambiado mucho. Hacía cuarenta años,

el viejo puente romano por el que cruzó para ir a la gruta con su abuelo, se había

derrumbado y habían tenido que construir otro paso. Sin embargo, recordaba que a

la entrada del mismo, existía un inmenso chopo milenario, que aún seguía erguido.

Page 18: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

23

Esto le tranquilizó y continuó su camino, subiendo por una gran ladera. Cuando

ya había llegado a la cima, las fuerzas le empezaban a fl aquear y empezó a sentirse

perdido. No recordaba haber pasado por aquel lugar, debía de haberse despistado y

haber tomado un camino equivocado. De pronto, a la luz de la luna, emergió del cie-

lo una enorme lechuza blanca. Estaba seguro, era la rapaz del anciano sabio. El ave

comenzó a revolotear alrededor de él, y parecía querer indicarle el camino. La siguió,

y se dio cuenta que le conducía a la gruta. Finalmente, se posó en un árbol cercano,

y junto a él se podía atisbar la abertura en la roca a la bella caverna.

Se internó en la cavidad, y caminó hasta llegar a aquella galería en la que, de niño,

él y su abuelo hablaron con el erudito. Sin embargo, en ella no había rastro de nadie,

estaba totalmente vacía. Se vino abajo, había confi ado en resolver todos sus proble-

mas, pero se había equivocado. Todo había sido un idílico sueño que había acabado

convertido en pesadilla. Salió de la cueva y se dio cuenta que la lechuza también ha-

bía desaparecido. Comenzó a descender la ladera, cuando de pronto, a sus espaldas,

una voz quebrada por los años resonó diciendo:

—¿Me buscabas?.

Se dio la vuelta y vio al anciano, su cabello y barba blanca resplandecían a la luz

de la luna y su gran lechuza se posaba sobre su brazo. Se dirigió a él perplejo. Tras

palparlo y estar seguro de que no estaba ante un sueño, comenzó a relatarle su pro-

blema como había visto hacer a su abuelo hacía tantos años. El anciano le escuchó

atentamente, y tras tomar aire empezó a hablarle:

—Llevo esperándote mucho tiempo, he visto como tu pueblo ha quedado aban-

donado, pero sabía que siempre que tu siguieras allí, habría esperanza para recupe-

rarle. Sabía que podrías olvidarme, y por ello, pedí a tu abuelo que dejara por escrito

vuestra visita cuando eras niño, para que, en caso de olvidarme, algún día pudieras

volver a mí. Sé la forma de recuperar el pueblo, pero ya soy muy mayor para llevar

esta tarea a cabo.

Por un momento, se sobresaltó, y volvió a creer que todo su esfuerzo había sido

en vano. Sin embargo, el anciano que había notado ese temor en su mirada, antes de

que pudiera articular palabra, prosiguió su discurso:

Page 19: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

24

—Por ello, he decidido legarte toda mi sabiduría y la labor que llevo realizando

durante toda mi vida, ser el Guardián de Castilla. Sé que cumples todos los requisi-

tos para ser protector y guardián de estas míticas tierras. Toda tu sabiduría está en

tu gran corazón, que desde que naciste vive unido a la raíz de estos fértiles campos.

A continuación, el erudito le legó su larga vara de madera de roble, sobre el que

estaban tallados bonitos animales castellanos. A continuación, la gran lechuza voló

desde el hombro del anciano hacia su brazo y con una gran sonrisa a modo de despe-

dida, sin decir adiós, se marchó caminando ladera abajo, internándose entre los altos

campos de trigo hasta desaparecer.

A la mañana siguiente, despertó en el viejo sillón del desván, excitado porque

alguien estaba llamando repetidamente al timbre de su casa. Por un momento, pensó

que todo lo vivido la noche anterior había sido un bonito sueño. Al instante, se dio

cuenta de que estaba equivocado, a su lado dormitaba una gran lechuza blanca y

en la pared estaba apoyado la larga vara que le había legado su predecesor la noche

anterior. Bajó de nuevo las escaleras hasta llegar a la puerta de la calle, donde le

esperaban varios operarios y pesadas máquinas con el objetivo de empezar la obra

y demoler el pueblo. El anciano, les abrió la puerta, con cara muy seria, les anunció

que no estaba dispuesto a abandonar su hogar ni su tierra. Los operarios se nega-

ron a escucharle. De un todoterreno verde y blanco cercano al lugar donde estaban

hablando, bajó un cabo de la Guardia Civil, que conocía al anciano desde hacía

muchos años y no podía ocultar su tristeza e indignación por tener que bregar con

aquella situación. Apenado, le mostró la orden judicial que le obligaba a abandonar

su casa. El anciano con una gran serenidad, que hasta a él mismo le sorprendía, se

negó de nuevo a hacerlo. En realidad, a pesar de ser el Guardián de Castilla, no adi-

vinaba cuál era la solución a su problema, pero una gran tranquilidad le envolvía.

El viejo sabio le había dicho que toda su sabiduría residía en su corazón, por lo que

intentó buscar allí, en lo más profundo de su ser, para lograr encontrar la solución

a su gran problema. Por un momento, se sumergió en sus memorias y multitud de

imágenes se empezaron a agolpar sin límite en su cabeza. De pronto, solo una única

imagen quedó en su cabeza, el día en el que conoció a su difunta mujer. Todavía la

Page 20: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

25

recordaba, envuelta en aquel vestido blanco y su gran melena morena al aire en aquel

día de vendimia. Estaba seguro, el lugar señalado era el antiguo majuelo de su abue-

lo, por el que siempre había sentido un gran cariño y había cuidado sus centenarias

cepas con grandes esfuerzos durante estos últimos años.

El fuerte aleteo de las alas de su lechuza, surgiendo a través de la tronera del

desván, le sacó de su ensimismamiento. Enseguida se dio cuenta que la inteligente

rapaz, había decidido volar a plena luz del día. Sabiendo sus intenciones, se ocuparía

de guiarles en su camino. Hizo llamar al jefe de aquellos operarios y al cabo, anun-

ciándoles que cometerían un gravísimo error destruyendo todas aquellas milenarias

tierras, ya que tenían un gran valor. La risa entre los allí presentes fue estrepitosa. El

agente de la Benemérita sabía que era un hombre sensato y acallando todas las bur-

las, le pidió que le explicara cuál era aquel valor. El anciano le pidió que le siguiera.

Todos los presentes fueron tras él, acompañados por la lechuza, que marcaba su paso

volando en las alturas. Tras un largo camino, llegaron a su destino, el centenario vi-

ñedo de su abuelo. El anciano se paró y enunció alto:

—Cada racimo de estas vides vale el cuádruple de su peso en oro.

Otra gran carcajada sonó entre la multitud, y el cabo, creyó que el anciano había

perdido su juicio debido a la tristeza que le generaba abandonar su hogar. El agente

ya estaba invitando al anciano a subir a su coche cuando el jefe de obra lo detuvo.

Y comenzó a relatar.

—Mi suegro es dueño de unas importantes bodegas en varias denominaciones de

origen y juraría no haber visto nunca uvas tan bellas, grandes y doradas como éstas.

Debería llamar a un experto para comprobar si las palabras del anciano son ciertas.

El cabo escuchó al jefe de obras y pidió que se hiciera llamar a un enólogo. Así,-

después de unas horas de espera apareció en aquel lugar el esperado experto. Cuan-

do vio aquellas uvas, no daba crédito a lo que veía. Aquel la era una especie única,

desaparecida hacía un siglo, y que había sido declarada especie extinguida. Inmedia-

tamente, el enólogo pidió que se hiciera una reclamación para parar de inmediato las

obras, ya que aquella especie era única y no podían perderla. El anciano sonrió, en

pleno corazón del valle, en aquel majuelo en el que tantas horas había pasado junto

Page 21: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

a su abuelo, se encontraba la joya que había cambiado su destino El viejo Guardián

de Castilla tenía razón, él mismo había conseguido salvar a su pueblo de una muerte

segura. De nuevo, una gran sonrisa se dibujó en su cara y dejó caer varias lágrimas

de emoción.

En pocos meses, tras el anuncio de la cancelación de construcción de aquella au-

topista, multitud de gente se trasladó a vivir al pueblo debido a las nuevas bodegas

que se habían creado en la zona. Multitud de famosos bodegueros, que sabían del

buen vino que podrían extraer de aquellas preciadas uvas, en muy poco tiempo se

trasladaron al pueblo, que despertaba de aquel sueño en el que había estado sumido

durante tanto tiempo. Él pasaría el resto de su vida allí, en su hogar, del que ahora

era su protector, el Guardián de Castilla.

Page 22: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

27

Andrea Rodríguez YusteIES Torres Villarroel

Mi propia metamorfosis

PREMIO ALUMNO DEL CENTRO

Page 23: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

29

Me desperté por el sonido de la alarma de mi despertador. Aún me dolía la cabeza.

Notaba un gran zumbido en la parte posterior de mi cabeza. «Debería levantarme

e ir a clase». Por mucho que repitiera ese pensamiento no me levantaba. «¿Aún te-

nía los ojos cerrados?» Repetí una vez más la orden, pero de nuevo, no pasó nada.

Por un momento pensé que todavía estaba dormida pero la repetición de la alarma

pronto me confi rmó que estaba despierta. Completamente despierta. Decidí empezar

por mover los dedos de las manos. Empezaba a asustarme de verdad. Mis dedos res-

pondieron con una cierta lentitud. «Debo de estar muy cansada». Después me decidí

por los dedos de los pies. El resultado fue idéntico al de las manos. «Por lo menos

los muevo». Era el único pensamiento positivo que se me venía a la cabeza. «Defi ni-

tivamente tengo que abrir los ojos». En cuanto lo pensé mis ojos se abrieron. La luz

procedente de la ventana era intensa. «Qué raro, no suelo olvidar bajar la persiana».

Ese pensamiento pronto quedo sustituido por la imagen tan horrible que vi en el

cristal de la puerta de mi armario.

Ante mí estaba la imagen de un gigantesco insecto. Por un momento, solo por una

fracción de segundo, pensé que se trataba de una sombra en el espejo. Pero eso no

tenía sentido. Aunque lo del inmenso insecto tampoco era mucho más creíble.

Volví a mover los dedos de la mano, que en esta ocasión pude ver que eran pinzas,

en lugar de dedos. Mi brazo derecho tenía pequeños pelitos negros, que rodeaban

un brazo largo y duro. El brazo izquierdo era exactamente igual. Eran brazos de

Page 24: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

30

animal. Las piernas eran el doble de largas, con los mismos pelos que se distribuían

por ambas piernas. Rápidamente mi vista se centró en las dos antenas que salían de

mi cabeza. Una cabeza alargada y negra. No quedaba ningún rastro de mi pelo rubio

y mi tez blanca. Lo único que quedaba en mi rostro que me confi rmara que aún era

yo, eran unos ojos azules, diminutos. Pero aún eran mis ojos.

Después de observar mi rostro, me quedé impresionada por mi cuerpo «¿Cómo

no he podido verlo antes?» Era enorme, monstruosamente enorme. Tenía el cuerpo

más alargado a medida que llegaba a las piernas. Esos horribles pelos inundaban mi

cuerpo por todas partes. «¿Qué soy?¿Quién soy?» Fueron las primeras preguntas

que asolaron mi mente al observar mi nuevo cuerpo. La siguiente pregunta no tardó

mucho más en llegar «¿Qué voy hacer?¿Cómo iba a bajar a desayunar con mi fami-

lia?¿Cómo iba a ir a clase?¿Qué iba a pasar?». Miles y miles de preguntas se pisaban

las unas a las otras en mi cabeza. Me obligué a respirar profundamente y a cerrar los

ojos. «Seguro que era un sueño. Tenía que serlo». Pero no lo era. Era de día, era mi

habitación de toda la vida. Era un horrible insecto.

Lo siguiente que pensé fue en mi madre. No sabía qué iba a pensar de mí, seguro

que saldría corriendo y gritando. Llamaría a la policía y me examinarían como si

fuera un experimento. Investigarían conmigo. Me convertiría en un objeto de circo.

La gente haría chistes sobre mí o peor aún, la gente inventaría cuentos de miedo para

sus hijos sobre mí. Iba a ser el nuevo coco, pasaría a ser el hombre del saco.

Necesité respirar profundamente de nuevo. No era capaz de moverme. Lo que

me impedía el movimiento no era mi nuevo horripilante cuerpo, era una angustia

interior. Era miedo a lo que se avecinaba.

Llamaron a la puerta de mi habitación. Era mi madre, seguro. No sabía qué hacer.

Estaba completamente paralizada. Volvió a insistir con otros dos toques más en la

puerta. La siguiente vez entraría, seguro. No sé cómo pero conseguí ponerme en pie

y esconderme detrás de la cama.

Nada más esconderme entró ella, desde mi posición podía verla casi del todo.

Tuve mucho cuidado de no moverme y descolocar mis antenas para que no se vie-

ran.

Page 25: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

31

La mirada de mi madre voló por la habitación. Se paró en un punto a un par de

metros de mi cabeza y pude ver como su expresión cambiaba. Pasó por varias fases,

desde la sorpresa hasta la repulsión pasando por el asco. Sin decir una palabra salió

por la puerta y la cerró a su paso. Estuve cinco minutos esperando a que entrara mi

hermano en la habitación azuzado por los, seguramente, comentarios histéricos de

mi madre. Sabía perfectamente lo que había visto. Mi refl ejo en el espejo. Bueno el

refl ejo de un ser monstruoso, porque eso no era yo.

Después de media hora, por fi n me atreví a salir de mi escondite. Si mi hermano

no había entrado, ya no lo haría. Probablemente habían huido lejos de mí. No podía

ser de otra manera. Estaba sola, en un cuerpo que no era el mío.

Pasada otra hora aún no tenía respuestas para mis preguntas. Lo que si tenía claro

era que mi vida ya no era la misma. Nunca más volvería a poder salir a la calle, ni

con mi familia y amigos. No podría trabajar, ni tener mi propia casa. Ya no tendría

una vida humana normal. Tendría la vida de un monstruo. Siempre tendría que es-

conderme de las personas. Huir de mi casa y vivir en lo más profundo de un bosque,

como hacen los animales. No sabía qué iba a comer, ni cómo iba a sobrevivir, pero

ya no me importaba.

Llegué a la conclusión de que lo primero era huir de mi casa antes de que la poli-

cía, o lo que hubiera llamado mi madre, llegará a casa. «¿Por qué no habían llegado

ya?» Esa pregunta me pareció importante, pero pronto me distraje de nuevo con el

refl ejo de mi cuerpo en el cristal.

Era la segunda vez que me veía. De repente caí en la cuenta de que reconocía esas

facciones de mi cuerpo. Era muy parecida a los insectos que inundaban las calles cuan-

do llega el principio del buen tiempo. Reconocí una ligera tonalidad verde en la parte

de atrás de mi caparazón. Seguramente fuera absurdo pero el color me pareció bonito.

De repente, cientos de recuerdos llegaron a mi cabeza. Miles de imágenes de cuan-

do era más pequeña se reproducían detrás de mis ojos. En todas esas imágenes estaba

en el patio de mi casa, rodeada por la luz amarillenta del sol. A mí alrededor volaban

muchísimos insectos como lo que soy ahora. Obligué a mi cabeza a parar, sabía lo

que venía ahora. Era la parte en la que los aplastaba con mis manos.

Page 26: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

32

Todo cobró sentido entonces, yo mataba esos insectos de pequeña y ahora era uno

de ellos, solo que en versión gigante. El destino, el karma, la vida, Dios o lo que fuera

se estaba riendo de mí. Ahora entendía todo. Ahora me tocaba a mí perder mi vida,

como yo hice que perdieran la suya.

«¡He aprendido la lección, lo siento!» Grité una y mil veces durante la siguiente

hora y media. Cuando por fi n comprendí que nada iba a cambiar, decidí intentar

hacer la cama. Dejaría mi cuarto recogido antes de marcharme para siempre de mi

hogar.

Mis brazos no ayudaban mucho en la tarea de estirar las sábanas y con la parte

posterior de mi caparazón casi tiro la lámpara de la mesilla. Al fi nal conseguí recoger

el dormitorio y meter en una pequeña mochila, que me tocaría llevar de la mano,

bueno de la pinza, mi libro favorito, un peluche de cuando era bebé al que le tenía

mucho cariño y sobre todo una foto de mi familia. Esas serían mis pertenencias a

partir de ahora.

Después de echar un último vistazo a la habitación que había sido mía durante

tanto tiempo, decidí abrir la puerta y marcharme.

En el marco de la puerta, al lado del pomo, había una hoja de papel pegada. Desde

mi posición distinguí la letra de mi madre. La cogí rápidamente y me puse a leerla:

«No me importa que seas un insecto gigante o una niña rubia alta, siempre serás

mi hija. No te voy a negar que prefi ero la chica, pero seas lo que seas siempre estaré

contigo. Estoy en el salón, cuando estés preparada baja. Te quiero. Mamá».

Una vez más me demostró que estaba conmigo. Todas las preguntas, los miedos

incluso el hecho de ser un monstruo gigante dejaron de tener sentido en cuanto leí

la carta. Me di cuenta de que me había preocupado mucho más de lo necesario. Era

un monstruo gigante que no iba a pasar desapercibido, pero ya no estaba sola. Eso

era lo más importante.

En cuanto fui consciente de esa revelación empecé a notar los cambios en mi cuer-

po. El pelo de mi cuerpo empezó a desaparecer. Salí corriendo hacia el espejo y pude

ver como poco a poco mi cuerpo volvía a ser el mío. Mi pelo rubio, mi piel clara, mis

lunares. Todo mi cuerpo volvió a ser el de siempre.

Page 27: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que

33

Bajé corriendo las escaleras y encontré a mi madre sentada en el sofá mirando

por la ventana, en cuanto me escuchó se puso en pie y se giró hacia mí. Por su cara

rodaron dos lágrimas al ver que volvía a ser yo. Nos dimos un fuerte abrazo y con

eso me di cuenta de dos cosas muy importantes:

La primera es que jamás estaría sola. Siempre tendría a alguien conmigo. La se-

gunda era que nunca nadie sabría lo sucedido esa mañana en mi casa.

Page 28: Relatos ganadores 2017-2018iestorresvillarroel.centros.educa.jcyl.es/sitio/upload/XVIII... · dibujó un sí en los labios de tu madre. ... y corriste hacia la cama de tu madre que