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Experiencias de un año de aprendizaje ininterrumpido Pensar en la oportunidad de viajar al extranjero y, aún más, a un país de Europa como Alemania, es algo que seguramente muchos consideramos cuando nos imaginamos unas vacaciones deseadas o pensamos en monumentos o destinos turísticos que nos gustaría visitar. Plantear dicha travesía con fines de estudio, ya sea en pregrado o en postgrado, es seguro el sueño de muchos estudiantes que desean mejorar su perspectiva profesional a futuro y adquirir conocimientos en nuevos campos del conocimiento y en nuevos procedimientos y tecnologías. En mi caso, más que un sueño, dicha experiencia se planteaba como una meta, la cual me fijé desde una etapa temprana de mi carrera en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, entidad que apoyó y permitió que junto con trabajo arduo y dedicación dicha meta fuera finalmente alcanzada. El proceso de consecución de la beca del DAAD, fue sin lugar a duda la primera gran fase de aprendizaje de esta experiencia, la cual iniciaría no el día de mi vuelo a Alemania, sino justamente un año antes, el día en que decidí fijar como prioridad en mi agenda el aprender un idioma, que seguro se mostraría complejo como es el caso de alemán, pero que representaría el primer paso en la búsqueda de dicho objetivo, el mismo que tenían los otros 50 compañeros que iniciarían ese proceso conmigo. Nueve meses después se verían los frutos de aquel trabajo constante que no solo me indicaban que la primera gran fase había culminado satisfactoriamente, sino que me servirían para aprender que la dedicación es sin duda la mejor herramienta para el alcance de una meta, para la materialización de un sueño. En este punto es donde vale la pena agradecer a todos aquellos que contribuyeron a ello, siendo de vital importancia Herr Celis, nuestro profesor de alemán en la Universidad Nacional, que con su método único no solo consiguió dotarnos con las claves para entender la lógica del alemán sino igualmente impregnarnos con un poco del cariño y del agrado que hoy en día tengo hacia ese bello idioma. El día del viaje a Alemania llegó y creo que nunca tuve tiempo para asimilarlo por completo, pues no me sentía como uno esperaría al saber que se iría de su casa sin ningún familiar hacia tierras desconocidas, donde viviría solo primera vez durante un año y donde compartiría con personas con las que apenas empezaba a congeniar. Donde sabía que me esperaba el duro reto del idioma y de la cultura alemana, de la cual estaba dispuesto a dejarme contagiar un poco. El vuelo lo encontré bastante llevadero a pesar de las casi doce horas que permanecimos en el avión, de repente me veía sobrevolando suelo alemán y la emoción crecía cada vez más. Mi primera parada fue en la ciudad de Mannheim, de la cual no conocía mayor cosa previo al viaje y de la que poco después supimos que no figuraba entre las ciudades más bonitas de Alemania, de acuerdo a la opinión de los nativos. Para los 15 becarios del DAAD que compartimos allí dos meses, esta ciudad se mostró como el lugar perfecto para adecuarnos a los grandes cambios culturales que un país como Alemania tiene en comparación con Colombia. Ver una ciudad limpia permanentemente, con un sistema de transporte eficiente y ante todo puntual, vivir la cultura ciudadana constantemente, me resultaba admirable.

Reporte de Andrés Felipe Velásquez Parra

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Reporte del estudiante colombiano Andrés Felipe Velásquez Parra sobre sus experiencias en Alemania

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Experiencias  de  un  año  de  aprendizaje  ininterrumpido  

Pensar  en  la  oportunidad  de  viajar  al  extranjero  y,  aún  más,  a  un  país  de  Europa  como  Alemania,  es   algo   que   seguramente   muchos   consideramos   cuando   nos   imaginamos   unas   vacaciones  deseadas  o  pensamos  en  monumentos  o  destinos  turísticos  que  nos  gustaría  visitar.  Plantear  dicha  travesía  con  fines  de  estudio,  ya  sea  en  pregrado  o  en  postgrado,  es  seguro  el  sueño  de  muchos  estudiantes  que  desean  mejorar  su  perspectiva  profesional  a   futuro  y  adquirir  conocimientos  en  nuevos  campos  del  conocimiento  y  en  nuevos  procedimientos  y  tecnologías.  En  mi  caso,  más  que  un   sueño,   dicha   experiencia   se   planteaba   como   una   meta,   la   cual   me   fijé   desde   una   etapa  temprana  de  mi  carrera  en  la  Universidad  Nacional  de  Colombia  en  Bogotá,  entidad  que  apoyó  y  permitió  que  junto  con  trabajo  arduo  y  dedicación  dicha  meta  fuera  finalmente  alcanzada.  

El   proceso   de   consecución   de   la   beca   del   DAAD,   fue   sin   lugar   a   duda   la   primera   gran   fase   de  aprendizaje  de  esta  experiencia,  la  cual  iniciaría  no  el  día  de  mi  vuelo  a  Alemania,  sino  justamente  un  año  antes,  el  día  en  que  decidí  fijar  como  prioridad  en  mi  agenda  el  aprender  un  idioma,  que  seguro  se  mostraría  complejo  como  es  el  caso  de  alemán,  pero  que  representaría  el  primer  paso  en  la  búsqueda  de  dicho  objetivo,  el  mismo  que  tenían  los  otros  50  compañeros  que  iniciarían  ese  proceso  conmigo.    

Nueve  meses  después  se  verían   los   frutos  de  aquel   trabajo  constante  que  no  solo  me   indicaban  que  la  primera  gran  fase  había  culminado  satisfactoriamente,  sino  que  me  servirían  para  aprender  que   la   dedicación   es   sin   duda   la   mejor   herramienta   para   el   alcance   de   una   meta,   para   la  materialización  de  un  sueño.  En  este  punto  es  donde  vale  la  pena  agradecer  a  todos  aquellos  que  contribuyeron   a   ello,   siendo   de   vital   importancia   Herr   Celis,   nuestro   profesor   de   alemán   en   la  Universidad  Nacional,   que   con   su  método   único   no   solo   consiguió   dotarnos   con   las   claves   para  entender  la  lógica  del  alemán  sino  igualmente  impregnarnos  con  un  poco  del  cariño  y  del  agrado  que  hoy  en  día  tengo  hacia  ese  bello  idioma.  

El  día  del  viaje  a  Alemania  llegó  y  creo  que  nunca  tuve  tiempo  para  asimilarlo  por  completo,  pues  no  me  sentía  como  uno  esperaría  al  saber  que  se   iría  de  su  casa  sin  ningún  familiar  hacia  tierras  desconocidas,   donde  viviría   solo  primera   vez  durante  un  año  y  donde   compartiría   con  personas  con  las  que  apenas  empezaba  a  congeniar.  Donde  sabía  que  me  esperaba  el  duro  reto  del  idioma  y  de   la   cultura   alemana,   de   la   cual   estaba   dispuesto   a   dejarme   contagiar   un   poco.   El   vuelo   lo  encontré   bastante   llevadero   a   pesar   de   las   casi   doce   horas   que   permanecimos   en   el   avión,   de  repente  me  veía  sobrevolando  suelo  alemán  y  la  emoción  crecía  cada  vez  más.  

Mi  primera  parada  fue  en  la  ciudad  de  Mannheim,  de  la  cual  no  conocía  mayor  cosa  previo  al  viaje  y  de  la  que  poco  después  supimos  que  no  figuraba  entre  las  ciudades  más  bonitas  de  Alemania,  de  acuerdo   a   la   opinión   de   los   nativos.   Para   los   15   becarios   del   DAAD   que   compartimos   allí   dos  meses,   esta   ciudad   se   mostró   como   el   lugar   perfecto   para   adecuarnos   a   los   grandes   cambios  culturales  que  un  país  como  Alemania  tiene  en  comparación  con  Colombia.  Ver  una  ciudad  limpia  permanentemente,   con   un   sistema   de   transporte   eficiente   y   ante   todo   puntual,   vivir   la   cultura  ciudadana  constantemente,  me  resultaba  admirable.    

 

Primeros  días  en  Mannheim  con  dos  grandes  amigos,  Nicolás  y  Andrés  

Gracias   al   Goethe   Institut   de   Mannheim,   donde   tomé   junto   con   mis   compañeros   en   esos   dos  meses  un  curso  de  alemán   intensivo,  el   cual  organizaba  cada  día  distintas  actividades   culturales  para   sus   estudiantes,   y   gracias   al   hecho   de   haber   llegado   en   verano,  Mannheim   se   transformó  poco   a   poco   en   un   lugar   para   no   olvidar   por   la   inmensa   cantidad   de   recuerdos   y   experiencias  compartidas,  además  de  que  me  obligó  a  adentrarme  en  el  mundo  de   la  cocina,   lugar  en  el  cual  con  el  tiempo  gané  algunas  habilidades  suficientes  para  el  año  que  aún  tenía  por  delante.  Además,  el  hecho  de  no  tener  una  rutina  fija,  más  allá  del  curso  en  las  mañanas,  hizo  parecer  que  estos  dos  meses  fueran  eternos  y  que  se  aprovecharan  al  máximo.  

Pero  si  por  algo  se  caracteriza  esta  experiencia  es  por  el  cambio,  y  por  ello  mismo  no  tardamos  en  vernos   empacando  maletas   para   lo   que   sería   nuestra   primera  mudanza   en   tierras   teutonas.   El  momento  de  decir  adiós  a  la  mayoría  del  grupo  llegaba,  pues  mi  experiencia  continuaría  solo  con  5  becarios  más  en  la  ahora  amada  ciudad  de  Múnich,  lo  que  lógicamente  tocó  algunas  fibras  debido  a  la  buena  relación  que  ya  había  entablado  con  algunos  de  mis  amigos  de  Mannheim.    

Pero  el  hecho  de  que  tengan  que  haber  cambios,  no  implica  que  estos  tengan  que  ser  drásticos,  y  por  eso  solo  faltó  una  semana  para  vernos  y  reunirnos  nuevamente,  esta  vez  incluso  con  los  otros  becarios  de  Göttingen,  con  quienes  en  los  meses  previos  solo  nos  habíamos  podido  reunir  una  vez.  El  motivo  de  tal  esperado  encuentro  no  era  otro  que  el  gran  evento  que  yo  con  ansias  esperaba  y  con   el   que   la   bellísima   capital   del   estado   federado   de   Bayern   nos   daba   la   bienvenida:   ¡el  Oktoberfest!   Era   hora   de   empezar   a   empaparme   de   la   cultura   bávara,   la   más   arraigada   en  Alemania,  y  qué  mejor  forma  de  hacerlo  que  asistiendo  a  su  evento  insignia,  el  cual  nos  acercó  por  completo   al   hábito   de   consumir   buena   cerveza   y   aprender   naturalmente   de   su   proceso   de  producción  y  de  toda  la  cultura  que  gira  en  torno  a  ella.    

Aquí  les  ofrezco  dos  consejos  para  ir  al  Oktoberfest:  Llegar  bastante  temprano,  tipo  8  o  9  am  para  asegurar  puesto  en  alguna  carpa,  la  cual  además  se  debe  elegir  adecuadamente,  de  forma  que  se  acceda    a   la  mejor   cerveza.  Además,   recomiendo   llevar   solo   la   cantidad  de  dinero  que   se  desea  gastar  en  el  día.  Después  de  un  par  de  litros  de  cerveza  uno  ya  no  lo  piensa  tanto  a  la  hora  de  dar  10   euros   más   por   otro,   en   caso   de   disponer   del   dinero.   Para   ello   existen   opciones   algo   más  rentables  como  lo  son  los  múltiples  Biergärten  que  pueden  encontrarse  en  la  capital  de  la  cerveza  por  esos  días  del  año  y  en  los  que  sentarse  a  disfrutar  también  de  la  comida  típica  bávara  resulta  ser  un  muy  buen  plan.  

 

 

Disfrutando  de  un  buen  Maß  de  cerveza  en  el  Oktoberfest,  aquí  con  dos  tradicionales  meseras  del  evento  

Dejando  cortamente  de  lado  las  actividades  culturales,  era  hora  de  empezar  las  clases  luego  de  un  par  de  semanas  necesarias  para  acostumbrarse  a  una  ciudad  grande,  al  menos  en  escala  alemana,  como   lo   era   Múnich.   La   Universidad   Técnica   de   Múnich   sería   mi   segundo   hogar   durante   los  próximos  cinco  meses,  en  los  cuales  podría  experimentar  el  sistema  educativo  alemán  e  intentar  acostumbrarme   al   gran   cambio.   El   proceso   no   fue   sencillo,   la   principal   barrera   fue   desde   un  comienzo  el   idioma,  el  cual  si  bien  se  había  entrenado  en  Mannheim,  se  mostraba  ahora  repleto  no   solo   de   verbos   y   palabras   técnicas   sino   también   de   algunas  mezclas   producto   del   arraigado  dialecto  de  aquella  región  alemana.  

Aquí   es   importante   tener   en  mente   asistir   a   bastantes   asignaturas   las   primeras   semanas,   pues  para  la  elección  final  de  las  que  se  cursarán,  no  solo  los  temas  serán  determinantes.  El  docente  es  también  otro  factor  a  tener  en  cuenta.  En  mi  caso,  en  una  materia  encontré  un  profesor  suizo,  los  cuales  son   famosos  entre   los  germano  parlantes  por  su  complicado  acento  y   las  variaciones  que  

hacen  del   llamado  Hochdeutsch.  Por  eso,  en  sus  clases  me  resultaba  bastante  complicado  poder  tomar  apuntes  y  seguir   las  explicaciones,  considerando  además  que  su  material  de  apoyo  no  era  suficiente.   En   otra   asignatura   encontré   a   un   profesor   que   solo   estaba   decidido   a   hablar   en  Bayerisch,  el  dialecto  de  aquella  región  y  que,  créanme,  difiere  enormemente  del  idioma  estándar.  Pero  estas  experiencias  me  facilitaron  elegir   los  cursos  a  los  cuales  terminaría  asistiendo  durante  el  semestre  y  además  me  permitieron  identificar  a  cuáles  clases  podría  sacar  mayor  provecho.  

Igualmente   es   recomendable   leer   previamente   textos   y   lecturas   relacionadas   con   el   campo   de  estudio  de  cada  uno.  Eso  facilita  el  acceso  al  vocabulario  técnico,  el  cual  fue  en  mi  caso  una  de  las  razones   por   las   que  me   resultó   tan   complejo   poder   entender   durante   las   primeras   semanas   de  clase.   En  mi   caso,   todos   los   cursos   eran   dictados   en   alemán   (así   era   en   general   para   Ingeniería  Civil),   a   pesar  de  que   la   TUM   también   cuenta   con  un  amplio  programa  de  materias  dictadas   en  inglés.   Si   bien   luego   de   un   tiempo   esos   términos   en   alemán   resultaron   familiares   y   se   lograron  interiorizar,  hubiera  preferido  no  invertir  tanto  tiempo  al  comienzo  del  semestre  en  entender  las  palabras  sino  en  comprender  los  temas  tratados.  

 

Conociendo  por  primera  vez  la  universidad  con  Esteban,  Rafa  y  Nico  

Un   consejo   interesante   es   no   solo   limitarse   a  materias   impartidas   por   docentes   en   un   salón   de  clase,  sino  igualmente  aprovechar  la  estadía  en  una  universidad  alemana  para  tener  contacto  con  los  laboratorios  con  los  que  cuenta  y  hacer  algo  más  práctico  y  no  tan  teórico.  En  mi  caso,  decidí  

cursar  un   laboratorio  de  Mecánica  de  Rocas,   la  cual   fue  sin  duda  una  muy  buena  elección,  dado  que  pude  trabajar  con  equipos  bastante  avanzados  y  realizar  ensayos  de  gran  complejidad.    

Adicionalmente,   en   una  materia   desarrollé   un   proyecto   durante   todo   el   semestre,   dándome   la  oportunidad   de   aplicar   los   conceptos   teóricos   aprendidos   y   de   trabajar   en   conjunto   con   otros  alumnos.   Igualmente,   tuve   el   chance   de   asistir   a   una   excursión   como   parte   de   otra   asignatura,  siendo   ésta   también   una  muy   buena   oportunidad   para   conocer   gente   en   un   ambiente   distinto.  Estas   excursiones   suelen   durar   más   de   un   día,   normalmente   un   fin   de   semana   completo,   y   es  notoria   la   buena   preparación   y   el   apoyo   que   se   recibe   por   parte   de   la   Universidad   para   las  actividades  académicas  que  estas  abarcan.  

Otro   aspecto   que   consideré   importante   fue  preparar   las   clases   de  mano  del  material   del   curso,  que  normalmente  se  encuentra  disponible  desde  mucho  antes.  Esto  ayuda  a  poder  atender  a  los  aportes  y  explicaciones  que  da  el  profesor,  y  así  no  leer  y  revisar  el  material  que  se  emplea  en  la  clase  recién  en  el  salón.  Es  complejo  en  un  idioma  extranjero  poder  concentrarse  en  una  lectura  o  diapositiva  y  adicionalmente  escuchar  atentamente  lo  que  el  docente  dice.  Esto  me  ayudo  a  poder  tomar  buenos  apuntes,  los  cuales  fueron  bastante  útiles  al  momento  de  preparar  los  exámenes.    

Entre  días  de  estudio  y  viajes  eventuales  los  fines  de  semana,  los  primeros  meses  fueron  pasando  en   la   universidad.  De   repente,   tuve   conocimiento  de  que  mucho  más   temprano  de   lo   esperado  tendría   que   presentar   mi   primer   examen   (Klausur),   justo   dos   días   antes   de   Navidad   y   aún  quedando  más  de  un  mes  de  clases  en  el  resto  de  materias.  Este  sería  entonces  otro  gran  desafío  de  esta  estadía  en  Alemania,   y  que  además   se   cruzaba  con   la  preparación  de  mis  postulaciones  para  un  puesto  como  practicante,  lo  cual  generó  aun  más  estrés.    

Para  los  exámenes  es  importante  saber  que  el  tiempo  asignado  para  su  realización  suele  ser  corto,  demasiado   corto   en   algunos   casos,   y   que   por   ende   la   preparación   que   requieren   es   alta.   Es  importante  desde  mi  punto  de  vista  saber  cómo  contestar  correctamente  y  de  forma  concisa,  con  el   fin   de   no   perder   mucho   tiempo.   Los   temas   deben   por   ende   estar   claros   y   aquí   es   donde  recomiendo   asistir   regularmente   a   tutorías   dictadas   normalmente   por   los   monitores   de   las  materias  para  solucionar  dudas.  

Sin  embargo,  ¡no  hay  por  qué  temer!  Si  bien  los  nervios  pueden  ser  altos,  comprobé  que  pueden  más  las  ganas  de  obtener  un  buen  resultado  y  la  preparación  realizada.  Lo  importante  es  salir  con  la  satisfacción  de  haber  dado  lo  mejor  durante  la  prueba.  

Poco  tiempo  después  me  encontraba  preparándome  para  lo  que  sería  la  última  de  las  tres  etapas  de  esta   gran  experiencia   y  que  en  mi   caso   resultaba   ser   la  más  desafiante,   pues  mi   experiencia  laboral   previa   en   mi   campo   de   estudio   era   nula:   la   práctica   empresarial.   El   proceso   para  conseguirla   fue  bastante   complejo   y  estuvo  quizá   lleno  de  más  obstáculos  de   los  que  esperaba.  Fueron   bastantes   las   postulaciones   que   envié   y   no   muchas   las   invitaciones   recibidas   para   una  entrevista,  pero  lo  importante  es  prepararse  para  ellas  y  no  dejarlas  pasar.  Fue  así  como  me  vi  una  semana   antes   de   la   fecha   de   inicio   con   dos   opciones  muy   interesantes,   necesitando   de  mucha  meditación  y  bastantes  consejos  de  amigos  de  mi  carrera  para  poder  tomar  una  decisión.    

 

 

Con  Santiago,  disfrutando  la  Navidad  en  Venecia  

Para   todo   lo   relacionado   con   la   práctica   recomiendo   hacer   uso   de   los   distintos   talleres   de  preparación   y   revisión   de   documentos   que   suele   ofrecer   la   universidad.   Se   ofrecen   inclusive  sesiones  de  fotos  para  obtener  la  Bewerbungsfoto  perfecta,  cuya  importancia  en  la  hoja  de  vida  en  Alemania   es   indiscutible.   Sin   embargo,   si   dichas   sesiones   llegan   muy   tarde   para   las   fechas   de  postulación,   siempre   es   posible   recurrir   a   algún   amigo   con   una   buena   cámara   fotográfica   y   un  espíritu  de  fotógrafo  que  realice  una  sesión  improvisada.  Para  la  revisión  de  documentos  e  incluso,  para  ensayar  la  eventual  entrevista,  siempre  son  buenos  aliados  los  conocidos  y  amigos  alemanes  con   los   que   uno   llega   a   entablar   amistad   en   la   universidad.   A   diferencia   de   la   mayoría   de   los  estudiantes   colombianos,   los   alemanes   suelen   tener   experiencia   laboral   antes   de   graduarse   e  incluso  antes  de  entrar  a  la  misma  universidad,  y  por  ende  alguna  vez  han  pasado  por  procesos  de  selección  similares.  

Finalmente  decidí  aceptar  una  práctica  en  la  ciudad  de  Weinheim,  muy  cerca  a  Mannheim,  el  lugar  en  el  que  todo  inició,  pero  decidí  vivir  en  Heidelberg,  otra  ciudad  cercana.  En  parte,  quise  vivir  ahí  porque  Heidelberg,  al  ser  una  ciudad  universitaria,  ofrecía  mayores  facilidades  para  la  consecución  de   una   vivienda   y   además   porque   sencillamente   es   una   de   las   ciudades   más   hermosas   de  Alemania.    

Pero  la  búsqueda  de  una  habitación  la  inicié  bastante  tarde  y  fue  así  como  me  mudé  sin  aún  tener  vivienda.   Esa  misma   tarde   del   28   de   Febrero,   el   día   de  mi   llegada   a  Heidelberg,  me   aventuré   a  visitar   un   par   de   opciones   contando   con   la   fortuna   de   ser   aceptado   en   una   de   las   WG’s  (Wohngemeinshaft) que   visité   y   en   la   que   pude   mudarme   al   día   siguiente.   Personalmente  

recomendaría  vivir  en  una  WG,  pues  permite  crear  un  gran  vínculo  con  las  personas  con  quien  se  convive,  ese  es   incluso  uno  de  los  objetivos  de  las   llamadas  kein  Zweck-­‐WG,   las  cuales  requieren  una  entrevista  para  ser  aceptado.  Por  ende,  no   llegar  previamente  a   la  ciudad  de  destino  puede  tornarse  en  un  problema  para  lograr  acordar  todas  las  citas  necesarias.  

 

Uno  de  los  muchos  días  perfectos  que  la  ciudad  de  Heidelberg  ofrece,  con  Andrés  y  Tatiana  

El  periodo  en  el  cual  realicé  mi  práctica  fue  sin  duda  uno  de   los  más  enriquecedores  por   la  gran  cantidad  de  cosas  nuevas  que  aprendí  en  el  campo  de  estudio  de  mi  preferencia  y  porque  pude  dar   a   conocer   de   una   forma  más   cercana  mi   forma   de   trabajar.   Esto  me   permitió   generar   una  buena   impresión   en   la   compañía   e   incursionar   en   nuevas   y   cada   vez  más   desafiantes   labores   a  medida  que  mi  práctica  avanzaba.  Aquí  es  donde  uno  ve  reflejada  la  labor  realizada  en  el  semestre  en  la  Universidad  alemana,  pues  el  gremio  de  la  Ingeniería  Civil  quizá  en  comparación  con  otros  se  desarrolla  en  gran  medida  en  alemán  y  fue  muy  gratificante  el  poder  mantener  conversaciones  de  muy  buena  manera  con  los  ingenieros  y  personas  con  las  que  trabajé,  tanto  sobre  temas  técnicos  relacionados  con  los  proyectos  en  los  que  me  desempeñaba,  como  en  situaciones  cotidianas  con  los  colegas  de  la  compañía.  

Adicionalmente,   el   periodo   de   la   práctica   fue   también   el   adecuado   para   poder   conocer   más   a  fondo  Europa.  En  mi  caso,  los  fines  de  semana  no  estaban  diseñados  precisamente  para  descansar  sino  para  conocer  nuevos  lugares  o  visitar  amigos,  en  una  clase  de  turismo  con  aires  de  mochilero,  el   cual,   créanme,   no   da   mucho   lugar   al   descanso,   sino   por   el   contrario   a   aprovechar   cada  momento  para  conocer  y  experimentar  algo  nuevo.  En  este  punto    uno  se  da  cuenta  que  volverse  experto   en   el   tema   de   preparar   viajes   y   de   encontrar   las  mejores   promociones   en   los   tiquetes  aéreos   y   tiquetes   de   tren   hace   parte   de   esta   experiencia   de   vivir   y   estudiar   en   Alemania.  

Recomiendo   igualmente  obtener   al   principio  de   la   estadía   en  Alemania   la   llamada  Bahncard,   ya  sea   la  25  o   la  50,  con   las  cuales  se  consiguen  descuentos  en   los  precios  de  todos   los  tiquetes  de  tren,  y  la  cual  se  adquiere  por  ser  estudiantes  a  un  precio  bastante  asequible.  Además,  al  final  del  año   permite   canjear   todos   los   puntos   acumulados   por   un   bonito   souvenir   de   los   viajes   en   tren  realizados  casi  que  semanalmente  en  tierras  teutonas.  

 

Vacacionando  en  Creta  con  Tatiana  y  Nicolás  

Luego  de  doce  meses  en  Alemania,   llegó   la  hora  de  regresar  a  Colombia.  Empacar  parecía  ahora  más  complejo  que  nunca,  no  solo  porque  debía  hacer  caber  en  una  única  maleta  mis  pertenencias  y  bastantes  regalos  que  traía  conmigo,  sino  porque  la  nostalgia  de  dejar  el  país  que  había  sido  el  escenario  del  mejor  año  de  mi  vida  era  inevitable.  Iba  a  ser  imposible  volver  a    Colombia  siendo  la  misma  persona  que  un  año  atrás  había  salido  del  país  por  primera  vez  en  su  vida.  Esa  persona  que  tomaba  un  avión  para  ir  a  Alemania  y  realizar  un  sueño  que  se  había  convertido  transformado  en  una  meta.    

En  Alemania  construí  un  grupo  de  amigos  muy  seguramente  para  toda   la  vida,  con  una  cantidad  infinita  de  experiencias  compartidas,  que  no  solo  cambiaron  mi  perspectiva  del  mundo,  sino  ante  todo,   la  perspectiva  de  mi  mismo  y  que  dejaron  en  mí  muchos  nuevos  propósitos  y  metas,  para  cuyo  alcance  la  voluntad  y  la  perseverancia  no  conocen  límites.  ¡Le  doy  infinitas  gracias  a  Dios,  a  mis  padres,  al  DAAD,  a  Colciencias,  a  la  UNAL,  y  por  supuesto  a  Deutschland,  por  hacer  de  este  el  mejor  año  de  mi  vida!  

Por:  Andrés  Felipe  Velásquez  Parra