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Universidad de Chile Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Psicología Psicología Comunitaria Representación social de las animitas: un acercamiento desde la animita de Romualdito Integrantes: Ricardo Álvarez

Representación social de las animitas

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Page 1: Representación social de las animitas

Universidad de Chile Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de PsicologíaPsicología Comunitaria

Representación social de las animitas: un acercamiento

desde la animita de Romualdito

Integrantes: Ricardo Álvarez

Natalie Bembin Daniela Coto

Margaret Saavedra Catalina Pizarro Jorge Urrutia

Docente : Víctor Martínez Ravanal Cátedra : Psicología Comunitaria Fecha : 26 de Julio del 2013

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Problematización

Las hay en todo lugar: en el centro de la metrópolis, al otro lado de las fronteras del

radio urbano, están a un costado de las autopistas, a la vuelta de la esquina; son grandes,

otras pequeñas; algunas están olvidadas, mientras que a otras jamás le faltan las velas

encendidas, pueden encontrarse en distintos países, bajo distintos nombres. En nuestro país,

Chile, se les conoce como “animitas” y consisten en pequeñas capillas que, de acuerdo al

credo popular, cumplen la función de albergar el alma del difunto (Benavente, 2011). Pero,

¿por qué no conformarse con la sepultura en el camposanto? No tiene que ver con

caprichos, ni tampoco consiste en reemplazar el cementerio. Las animitas son construidas

en cuanto ha ocurrido una muerte trágica, tal como un atropello de improviso, un asesinato

cruel, entre tantas otras circunstancias fatídicas (Benavente, 2011; Plath, 1995 citado en

Ojeda, 2012; Salas, 1992). Cuando el difunto no se ha ido del mundo terrenal en paz queda

su alma errante por el lugar de los hechos y aparece entonces la animita como la guarida

para aquella.

Son familiares o amistades quienes generalmente erigen estas iglesias en miniatura,

bajo la necesidad de darle un descanso al ánima del pobre fallecido y asentar un lugar en

donde pedir por él y por todos; además de levantar una insignia con la cual recordar al ser

querido. Domínguez (2011) refiere que una animita puede definirse desde su estructura

como una morada para las ánimas, dejando en claro la diferencia que existe con las tumbas,

en donde éstas vendrían a ser animitas con restos humanos. Mientras que las animitas como

tal, que están fuera de los cementerios, son construcciones de similar naturaleza pero que

no contienen dichos restos, siendo también denominadas como cenotafios.

        No obstante, no es un requisito haber tenido un nexo con el difunto para acercarse a

una animita, encender velas y rendir oraciones; por el contrario, es usual que hacía las

animitas acudan personas que no saben sino más que la ubicación de ésta, ignorando a

quien “pertenece”, cómo y cuándo murió la persona, etc., pareciendo que solamente es

necesario tener el conocimiento de que es el lugar de reposo del ánima de aquél que murió

en condiciones nefastas (Benavente, 2011). La religiosidad popular, que según Mellado

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(1997) se distingue de religión al estar compuesta por ritos, símbolos y ceremonias que

nacen de la mezcla entre el folclor y la religión dogmática, resultando una religión

pragmática, ambigua y con rasgos nuevos, que puede llegar a mostrar roces con la religión

oficial. Es la responsable de estructurar el pensamiento del pueblo frente a elementos

constitutivos de su vida, tal como el trabajo, la familia, el sufrimiento, etc., de modo tal

que, gracias a ella, diferentes aspectos de la cultura cobran un sentido para las personas del

pueblo (Dussel, 1986); fenómeno que vemos suceder con las animitas. Desde esta

religiosidad popular se dice que una persona al no haber podido ser consciente de su trágica

y súbita muerte - en esto radica la distinción con los suicidas, quienes no son candidatos a

ser recordados por una animita, ya que son conscientes de su destino - su ánima queda

penando en algo parecido al purgatorio, a medio camino entre el mundo de los vivos y los

muertos; de ahí la capacidad atribuida a estas ánimas de ser una especie de conexión entre

lo terrenal y lo divino (Domínguez, 2011). Es por ello que la creencia dicta cuidar y atender

las animitas, recomendando para nada tener alguna enemistad con ellas, puesto que esto

trae consigo que las ánimas no estén descansando en tranquilidad y vuelvan a rondar a la

vida terrenal para “penar” a la comunidad (Parker, 1992, citado en Baeza, 2000).

Las animitas no constituyen un tema menor, puesto que frente a ellas se entreteje un

determinado respeto, una admiración, una infinidad de credos, de penas y de milagros, se

configura un cierto culto pagano. Cómo es que han inundado ciudades, carreteras, zonas

rurales, hasta incluso lugares recónditos, es una larga historia. Cómo es que siguen en la

cultura popular, es otra. Cómo es que existe un gran número de seguidores sin duda nos

llena de interrogantes.

Con la puesta en marcha de la presente investigación se pretende aportar al

conocimiento sobre la visión que existe frente a las animitas, buscando resolver algunas

preguntas, como por ejemplo: ¿cómo se genera una religiosidad en torno a ellas?. Desde un

punto de vista objetivo, se cuestiona cómo es que una construcción con adornos religiosos

puede dar pie al culto popular; o bien, ¿cuáles son los efectos en la religiosidad de aquellas

personas que ya la tienen adoptada?, bajo la idea de que puede haber una variante según las

distintas religiones, género, edad, estatus económico, entre otros factores. Incursionar el

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impacto que tienen las animitas sobre los ciudadanos de Estación Central que día a día

caminan junto ellas es averiguar sobre el simbolismo que significan. ¿Serán acaso

consideradas simples casitas con cruces?; o más bien ¿se ganan la consideración del

transeúnte?; ¿son miradas en menos, son tolerables, constituyen algo más que una simple

morada en conmemoración de una muerte? ¿Qué dicta el sentido común?

Para dar solución a dichas interrogantes, el grupo de estudio se focalizará en la

animita de Romualdito, la cual se ubica en la intersección de San Borja con la calle

Libertador Bernardo O’Higgins, comuna de Estación Central, ciudad de Santiago.

Romualdito, la animita - pared que atrae a devotos desde todas las regiones de Chile

Ubicación: La animita de Romualdito se encuentra ubicada en la calle San Borja

con la calle Libertador Bernardo O’Higgins, comuna de Estación Central. Según los datos

entregados por la municipalidad de Estación Central (2005) en su plan de desarrollo, esta

comuna cuenta con una población de 130.394 habitantes y se considera una comuna no

pobre en base a la encuesta CASEN (Encuesta de Caracterización Socioeconómica

Nacional).

Origen: Esta animita ha tenido una amplia mitificación en torno a su origen, es

decir, la cultura popular se ha encargado de generar varias hipótesis en torno al origen de la

animita de Romualdito. Por ello, Plath (1995, citado en Ojeda, 2012) tras una completa

investigación, expuso todas las teorías en torno a Romualdito. Éstas, en su mayoría

convergen en que fue un hombre asesinado a sangre fría en la calle. Los relatos

convergentes varían en torno a si era o no un oriundo del sur, pero en su mayoría estas

teorías exponen que el personaje iba saliendo del hospital tras una larga enfermedad cuando

fue asesinado. Las teorías más divergentes muestran al protagonista como un maleante que

fue baleado por la policía o un joven con un retraso mental (posiblemente Síndrome de

Down), querido en el barrio por su actitud servicial hacia el resto. También, una de las

teorías explica que Romualdito fue un niño asesinado y violado por vagabundos, por esto la

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razón de la existencia de juguetes en la animita como muestra de ofrenda por el favor

concedido.  

En la actualidad existe claridad sobre el origen de esta popular animita: Romualdo

Ivanni Zambelli, un mecánico de 41 años, soltero, fue asesinado el 8 de Agosto de 1933 de

una puñalada al corazón, la cual le provocó una muerte instantánea en la esquina de la calle

San Borja con Alameda. Este descubrimiento se debe a la investigación de unos jóvenes

aspirantes a la escuela de investigaciones policiales (La Nación, 2012).

Impacto Social: Según Ojeda (2012) la popularidad de una animita es proporcional

a su tamaño, lo que en el caso de Romualdito se comprueba; ésta animita es bastante amplia

en comparación a otras, ocupando aproximadamente cuatro panderetas públicas. El espacio

se compone principalmente por las múltiples placas de agradecimientos que presentan los

creyentes por el favor concedido, cantidad que atestigua el poder milagroso de la animita.

Por otro lado, Ojeda (2012) comenta que la animita es una expresión informal del

pueblo para ejercer su derecho a la ciudad. El ejercer este derecho ha generado varios

conflictos. El espacio ocupado por Romualdito tiene un historial amplio de conflictos de

intereses; se ha intentado varias veces demoler la animita, pues ésta interfiere con

ampliaciones del mall aledaño (Mall de Estación Central) e incluso han existido promesas

políticas que interceden por la mantención de la animita.

Objetivo General

Conocer la representación social de las animitas que poseen tanto los adultos que

visitan directamente la animita de Romualdito, como la de aquellos que trabajan en las

cercanías de ésta, en la comuna de Estación Central.

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Objetivos Específicos

1.- Analizar las distintas representaciones sociales que tiene la población adulta

visitante de la animita de Romualdito y las de aquellos que trabajan en las cercanías de ésta,

en la comuna de Estación Central.

2.- Caracterizar la relación entre las animitas y la religiosidad popular en los

habitantes adultos de la comuna de Estación Central.

Marco Teórico

Religiosidad Popular

Una gran cantidad de autores han tratado de identificar y definir el concepto de

religiosidad popular, constituyendo una tarea compleja puesto que al tiempo de precisarlo

también entran en discusión otros términos relacionales, tales como religión, religiosidad

como concepto independiente y manifestación religiosa, entre otros (Mellado, 1997). Dado

el objeto de estudio en esta indagación, el fenómeno de la animita, el concepto que se

aplicará en esta investigación es el de religiosidad popular, pues como se explicita más

adelante y en concordancia con Mellado (1997), la religiosidad popular carece de

contenidos estrictamente dogmáticos, dando a las prácticas de culto a las animitas un

carácter pragmático que no es igualmente aplicable a las prácticas religiosas de la Iglesia

Católica, como ejemplo de religión dogmática.

De este modo, se da cuenta de dos tipos de perspectiva para explicar el fenómeno de

religiosidad popular. En un primer punto de vista se enfatizan las prácticas ritualistas de

ésta como distinguibles de las prácticas oficiales de la religión, caracterizando y haciendo

surgir el término de religiosidad popular. Así lo expresa Guerrero (1993) que entiende este

fenómeno como el conjunto de aquellas prácticas religiosas no-oficiales, que han logrado

su desarrollo en una relación conflictiva con las religiones institucionalizadas como la

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Iglesia Católica Oficial. Mellado (1997) aclara que “es más bien un tipo de religiosidad

pragmática, ligada a situaciones o acontecimientos personales concretos, propia de sectores

económicos, culturales y sociales determinados” y con ello hace patente la constante

disputa que se establece con la religión oficial, la cual sí sostiene dogmas bien

estructurados. Parker (1996, citado en Ojeda, 2011) también comparte dicha característica

de la religiosidad popular, enunciando que consiste en un “conjunto de creencias, rituales y

prácticas religiosas que serían ‘desviadas’ de los patrones establecidos por la ortodoxia

oficial”.

Desde otro punto de vista, el concepto de religiosidad popular se construye a partir

del significado que acompaña a las prácticas concretas que aparecen con éste fenómeno, las

cuales serían una manifestación y representación que surge a partir de las creencias de las

personas. Dussel (1986) aborda el concepto de religiosidad popular desde la importancia

que tiene para el pueblo, refiriendo que ésta es la encargada de darle sentido a muchos

aspectos de la vida de un pueblo; desde ella, las personas entienden el trabajo, la vida, el

dolor, la familia incluso la muerte. Para Gómez (1995) significa la religión manifestada por

el pueblo, así indica que “la religiosidad popular es el modo como cada pueblo se expresa

religiosamente, según su idiosincrasia cultural”.

Existen incluso algunos autores que no consideran válido el concepto de religiosidad

popular. Córdoba (2003) no vacila al expresar que “no existe, ni ha existido jamás, ni puede

lógicamente existir lo que se viene llamando <<religiosidad popular>>... las razones por las

cuales ha surgido el concepto de religiosidad popular son causa y consecuencia de la

indefinición del concepto de ritual”; es decir que, a causa de la compleja validación de un

concepto antecedente, es que viene a surgir este vocablo, siendo difícil asegurar su

verdadero valor. Evidentemente, de acuerdo a los intereses de esta investigación, no se

sigue la línea de esta postura, ya que se señala que la religiosidad popular es efectivamente

una configuración ritualista especial del culto a las animitas que permite diferenciarla de

otras prácticas, con la aparición de características propias que constituyen un sistema más o

menos estable de conductas y creencias.

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Para fines del presente trabajo serán tomadas en cuenta las concepciones que

formulan Guerrero (1993), Mellado (1997) y Parker (1996), entendiéndose de esta manera

como religiosidad popular a aquellas prácticas sostenidas por personas creyentes, que no

están decretadas estrictamente ni avaladas por la Iglesia Católica, pero posibilitan

manifestar el acto de fe. Se distingue de la religión como tal puesto que, por un lado, ésta

mantiene dogmas establecidos y específicos, de manera que al denominar ciertas acciones

como parte de una religiosidad, se le está restando credibilidad y relevancia. Por otro lado,

religiosidad también puede ser diferenciada de religión, desde el punto de vista que

entiende aquella como la expresión de la última. La animita aparece como una praxis de

religiosidad popular porque se construye desde la comunidad misma, recogiendo ciertos

aspectos de la religión católica, tal como ejemplifica Winkler (1999) cuando refiere que “el

culto a las animitas se caracteriza por la creencia mágico-religiosa respecto a que la forma

de muerte hace que el alma de la persona fallecida esté cerca de Dios...”. En este pasaje se

destaca la frase “creencia mágico-religiosa”, pues da cuenta de la mixtura que caracteriza a

la religiosidad popular, una práctica inserta en nuestra sociedad que sin embargo no es

aceptada por las autoridades eclesiásticas y civiles, una práctica que ha sido minusvalorada

como práctica religiosa y que se ha marginado como práctica supersticiosa (Salas, 1992).

Sobre la base de estas concepciones se construirá la presente investigación.

Animitas

En Chile las “animitas” son un fenómeno que está arraigado en la vida de un gran

número de personas. Aunque no lo parezca, este concepto y práctica es parte de una cultura

que perdura y se reproduce generacionalmente a pesar de las décadas y modernidad tanto

de la ciudad y sociedad. Para la mayoría de los chilenos las animitas no significan un

concepto y/o construcción ajena; y cómo no, si son parte de nuestra vida presentándose

cotidianamente cuando vamos rumbo al trabajo, escuelas, durante paseos y viajes fuera de

la ciudad. Según Ojeda (2011) las animitas son una parte constitutiva esencial de los

imaginarios urbanos que poseen los chilenos.

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Ojeda (2011) describe a las animitas como pequeñas construcciones populares de

carácter incremental y de geometría variable, asociadas a un sistema de apropiaciones

informales, por lo que se entiende que las animitas pueden tener diferentes tamaños o

formas y por lo general aparecen tomando los espacios públicos de manera improvisada y

rara vez en un privado. Su principal característica es estar edificadas para conmemorar la

muerte trágica de una persona y ser “una forma genérica de denominar el alma de quienes

tuvieron una trágica defunción” (Ojeda, 2012). El autor mencionado anteriormente se

refiere a ellas como "hologramas urbanos de la muerte imprevista", ya que una muerte

trágica es temporalmente impredecible y espacialmente indeterminable. Además las define

formalmente desde su expresión arquitectónica como cenotafios, ya que en sí, la animita es

un monumento funerario que celebra el alma del difunto en ausencia de su cuerpo (Ojeda,

2012).

     

Benavente (2011) define a la animita como “una obra dedicada al difunto, cuya

función se relaciona con la memoria, con el recuerdo de un ser querido, que tiene un

comienzo –el momento de su construcción– pero que no tiene término histórico preciso, ya

que permanece, está ahí en el lugar del suceso transformándose en memoria de manera

recurrente”. Esta autora entiende este fenómeno desde la memoria del pueblo; para ella las

animitas “cumplen la función de recordar la memoria de alguna persona que ha encontrado

la muerte en trágicas y desgraciadas circunstancias” (Benavente, 2011). La pequeña

edificación es un monumento físico que guarda “registros asociados”, características

propias de la cultura local que configuran la casita, transformándola en un pequeño

santuario.  Aunque en algunas animitas se puede identificar a la persona que conmemoran,

por lo general el monumento tiende al anonimato, ya que comúnmente el hecho que dio

origen a la animita es rápidamente olvidado o transformado, dejando su persistencia en la

memoria de lugareños y familiares, devotos de un espacio que ha sido creado para ser

sagrado y permanecer como tal, en la medida que sean los otros los que le den significación

al lugar (Benavente, 2011).

        Otra perspectiva es la que ofrece Salas (1992), quien mira el fenómeno desde el

simbolismo que tiene para el mundo popular y cómo estos símbolos se reinterpretan y se

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configuran creando una perspectiva nueva, diferente a la de la religiosidad ortodoxa. Para

Salas (1992) las animitas “tratan de un fenómeno religioso influido por otro tipo de

tradiciones religiosas y culturales que han influido en su fisonomía actual (...) este

fenómeno es producto de una reinterpretación simbólica elaborada por el pueblo creyente al

margen de las prácticas estimuladas por las autoridades eclesiásticas y civiles”. Desde esta

perspectiva la animita responde a una necesidad de sobrellevar y compensar simbólica y

ritualmente la violencia que marca la vida de sectores populares. Las animitas son un

elemento del mundo popular, de las zonas campesinas y los barrios pobres de las grandes

ciudades, explica el autor, “Los pobladores chilenos pobres viven en un ambiente social no

solo cargado de tensiones, de pequeñas violencias y de temores, sino que lo social está

marcado frecuentemente por la violencia social y cultural generalizada” (Salas, 1992).

Entonces la "animita" deja de ser sólo un "santo popular", y se entiende principalmente

como una "víctima misteriosa" que despierta en el creyente diferentes sentimientos.

Para el presente trabajo se considera la perspectiva que ofrece Benavente como las

más acorde a la investigación. La importancia que adquiere este fenómeno es gracias a la

significación que le dan las personas a las animitas. Éstas son espacios que se reconfiguran

constantemente dependiendo de quien las mire y mientras evolucionan guardan registro de

la cultura que las rodea. Por lo que su presencia y sus características son “muchas veces

inexplicables si no se presta atención a la tradición oral que necesariamente la acompaña”

(Benavente, 2011)

Representación Social

Dentro de la sociedad chilena y otros países de Latinoamérica es posible observar el

fenómeno de las animitas. El análisis de dicha expresión cultural se abordará a partir de la

teoría de las Representaciones Sociales de Moscovici.

Para Moscovici (1979) la representación social “es una modalidad particular del

conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación

entre los individuos”, es decir, las creencias instaladas en los grupos sociales influyen en

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los individuos, generando en ellos diversas posturas sobre un fenómeno. En el caso de las

animitas son varias las instancias que podrían contribuir a la generación de la

representación social sobre las animitas: los grupos sociales adeptos a éstas, la interacción

que se genera en torno a la animita, los medios de comunicación que divulgan el fenómeno

y la sola presencia de la animita en el espacio público  puede generar influencias en la

comunidad, invitándola a generar una valoración del fenómeno. Esto puede contribuir

posteriormente al modo habitual de pensar de los individuos.

Las representaciones sociales se van definiendo y redefiniendo continuamente por

medio de la interacción que se genera (Álvaro 1995). En el caso de las animitas dicha

interacción se va generando entre los individuos que las frecuentan o han tenido algún

acercamiento a ella con aquellos que no han tenido contacto. También los acontecimientos

que rodean la muerte del difunto y sus posteriores milagros son difundidos en los

alrededores por los creyentes. Cabe destacar el carácter público, abierto y tangible del

fenómeno, pues las animitas se encuentran en las calles y son construidas no solamente por

las personas cercanas al difunto, sino que también por todo aquel que cree en el carácter

milagroso de ésta. Tal como plantea Winkler (1999), las representaciones sociales son

“concebidas como conjunto de información social e históricamente transmitidas,

reelaboradas a través de la interacción entre individuos y grupos y reconstruidas por los

actores sociales sobre la base de la experiencia”. Todo esto se enmarca dentro del contexto

histórico y cultural que rodea a la comunidad, como dice Moscovici (1979), “los

fenómenos y procesos psicosociales solamente pueden ser entendidos propiamente si se ven

insertados en condiciones históricas, culturales y macro-sociales”, es decir, es necesario

conocer la historia de la animita, su surgimiento, desarrollo dentro de la comunidad y la

valoración que ésta le otorga para conocer las representaciones sociales del fenómeno.  

Algo que tiene particular relevancia dentro de las representaciones sociales es la

función simbólica que éstas cumplen, como plantean Valencia y Elejabarrieta (2007), “el

enfoque de las representaciones sociales hace hincapié en la función simbólica que cumple

su rol en la construcción de la realidad social”. En este caso, el simbolismo se encuentra

expresado en la transición de un individuo muerto trágicamente a una construcción

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generada por la comunidad, en la cual se le atribuye a esta persona una calidad de mediador

entre los seres humanos y lo divino, capaz de generar milagros e interceder por ellos.

Con el fin de poder comprender mejor el fenómeno de las representaciones sociales

de las animitas se tomarán las 3 dimensiones en las cuales se descomponen las

representaciones sociales según Mora (2002). Éstas se pueden descomponer en 3

dimensiones que integran los componentes esenciales de ellas. Una primera dimensión es la

información, la cual “es la organización o suma de conocimientos con que cuenta un grupo

acerca de un acontecimiento, hecho o fenómeno de naturaleza social” (Mora, 2002). En este

caso, la información respecto a las circunstancias de la muerte de Romualdito ha ido

cambiando a través del tiempo, existiendo actualmente diversas versiones. Asimismo, el

estatus de los milagros que se le atribuyen ha ido creciendo, razón por la cual esta animita

es cada vez más conocida. También existe el campo de representación, el cual según Mora

(2002) es “la organización del contenido de la representación en forma jerarquizada,

variando de grupo a grupo e inclusive al interior del mismo grupo”. Esto se ve reflejado en

los diferentes niveles de involucramiento y devoción de las personas hacia la animita y

también en los tipos de milagros que se le agradecen. Finalmente existe una tercera

dimensión, la actitud, la cual en palabras de Mora (2002) “es la dimensión que significa la

orientación favorable o desfavorable en relación con el objeto de la representación social”.

Esta dimensión por un lado se explica en los creyentes y cómo ellos le dan un sentido de

valor a sus creencias dependiendo de los favores concedidos y por otro lado, de aquellos

que son sólo transeúntes o espectadores del fenómeno y que incluso pueden tener una

representación poco favorable del fenómeno.

Metodología

Para llevar a cabo la presente investigación se hará uso de la indagación cualitativa,

dando lugar a un pertinente análisis de la bibliografía existente a nivel nacional como

también a nivel internacional y al desarrollo de entrevistas semi-estructuradas. Dichas

entrevistas estarán dirigidas a personas que visitan y trabajan alrededor de la animita de

Page 13: Representación social de las animitas

Romualdito. Será un total de 6 entrevistas, de las cuales cuatro serán realizadas a visitantes

de la animita y dos a personas que trabajan en la cercanía de ella. Los sujetos serán

escogidos al azar, para lo cual el grupo investigativo observará las inmediaciones de la

animita de Romualdito, específicamente en la calle San Borja, comuna de Estación Central,

con el propósito de escoger individuos con quienes entablar un diálogo y aplicar las

preguntas desarrolladas.

Relato breve de salida a terreno

La salida a terreno tuvo lugar el día 14 de Mayo del presente año, siendo el punto de

reunión la animita de Romualdito, en Estación Central, calles San Borja con la Libertador

Bernardo O’Higgins, a las once horas de la mañana. En dicho lugar se llevó a cabo

entrevistas semi-estructuradas y observaciones, durante alrededor de dos horas continuas.

De las seis entrevistas realizadas, cuatro fueron dirigidas a personas que visitaron

directamente la animita, mientras que otras dos fueron a personas que trabajaban en los

alrededores de ésta. Como grupo de investigación se desconocía el impacto que la animita

de Romualdito causaba en la comunidad, llegando inclusive a creer que iba a ser difícil

encontrar individuos encendiendo velas o rezando. Sin embargo, se constató algo

completamente distinto. Sorprendió la cantidad de gente que llegó al lugar durante el

transcurso de tiempo que estuvimos presente, con la finalidad de encomendarse, agradecer,

pagar las mandas prometidas, rezar, encender velas, retirar desechos aledaños o

simplemente para tener algunos minutos de paz interior. Luego de la información recogida,

se dio cuenta de que este flujo de gente era asunto de todos los días, por lo que se puede

concluir que la animita de Romualdito destaca como una de las concurridas dentro del

universo de animitas.

De los testimonios recogidos por medio de las entrevistas hubo aspectos que

llamaron la atención, como el hecho de que los visitantes no solo fueran del sector, sino que

venían de todos los lugares de Santiago, de regiones e incluso del extranjero. Asimismo es

rescatable la transversalidad en cuanto a las variables de género, edad y estrato social; tanto

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hombres como mujeres de todas las edades y clases sociales concurren al lugar. Otro

aspecto llamó la atención fue lo señalado por las personas que trabajan en el sector,

refiriendo que no es ajena la visita de grupos exploratorios, compuesto principalmente por

estudiantes de educación superior, realizando trabajos sobre la animita de Romualdito;

inclusive uno de los trabajadores de las cercanías tenía un folleto informativo de la

verdadera historia de Romualdito. Dado lo anterior, podemos determinar que las personas

que trabajan en el sector están acostumbrados a recibir inquietudes de todas clase de

individuos sobre la animita en cuestión.

          En cuanto a la aplicación de las entrevistas y la recepción de éstas, se puede decir que

en general hubo un buen recibimiento; ninguno de los sujetos elegidos mostró algún tipo de

resistencia para acceder a la entrevista ni tampoco incomodidad con alguna pregunta en

particular, respondiendo la totalidad de ellas Hubo buena participación y entusiasmo e

incluso dos de los entrevistados se emocionaron; uno de ellos expresó que se sentía

realmente protegido por Romualdito, a quien le pedía por el bienestar de sus seres queridos

y la humanidad en general, y le agradecía todos los días por tener a su familia con buena

salud, por permitirle un trabajo, entre otras cosas.   

El grupo de trabajo se retiró del lugar una vez conseguido el objetivo, terminando la

actividad mediante un acto simbólico que consistió en encender velas a Romualdito.

Representación social de animita

Como se mencionó anteriormente, para entender e indagar una representación social

existen tres dimensiones en los que se puede descomponer.   

Dimensión información

En la mente social de las personas existe una mitificación sobre el origen de

Romualdito, esto no es algo de extrañar pues en todas las animitas de Chile ha existido.

Esta mitificación otorga rasgos angelicales a sus protagonistas y al mismo tiempo se añaden

elementos lúgubres/trágicos a las circunstancias que envolvieron la muerte de éstos; cabe

Page 15: Representación social de las animitas

destacar que esto no es un fenómeno exclusivo de la cultura local (Criss, 2012). Podemos

ver esta mitificación en Carmencita, una animita localizada en las cercanías del cementerio

general. En torno a su origen se han generado múltiples representaciones: las dos

principales son que fue una niña de 4 años violada y asesinada por un misterioso criminal

tal conmoción causó el acontecimiento que culto brotó espontáneamente (Salazar, 2009); y

la otra relata que fue una joven de 15 años enamorada de un joven del campo con el cual se

casó en secreto, la familia de ella forzó la separación de ambos desembocando en el

suicidio de Carmencita la cual se colgó en un sauce junto el cual es ahora su tumba

(Salazar, 2009). Sin embargo el origen de Carmencita contradice bastante las creencias

populares. Su verdadero nombre es Margarita del Carmen Cañas, practicaba el comercio

sexual y tenía 37 años al momento de morir por una reacción a la anestesia en la posta

central (Salazar, 2009). Estas historias mencionadas se pueden abordar como

representaciones, especialmente los elementos trágicos y angelicales de las historias nos

dan parte de la dimensión de información de esta representación social.  

Del análisis de las entrevistas podemos recalcar los puntos en común en el discurso

de las diferentes entrevistas, y así identificar cuáles son los elementos constitutivos del

conocimiento de la animita, que tienen  las personas que trabajan en las cercanías de esta.

En las siguientes citas se puede distinguir cómo cierta temática se repite en las

diferentes entrevistas.      

“Dicen que fue una persona a quien asaltaron acá y murió desangrado, y acá mismo

se ha mantenido por años” (Entrevistado 1, 2013).

“Dicen que él fue atropellado, que lo atropellaron y falleció. Abuelitas bien mayores

me contaban de que no fue así, de que a él lo asaltaron en este lugar, porque era un joven

que era muy dedicado a su familia, a su casa y de vuelta del trabajo lo asaltaron acá. Eso,

esas dos versiones conocía” (Entrevistado 2, 2013).

“Era mecánico, por acá iba pasando y lo vinieron a asaltar y lo mataron”

(Entrevistado 5, 2013)

Page 16: Representación social de las animitas

Aunque existen muchas versiones al momento de indagar lo que entendían las

personas respecto a esta animita, se descubrió que todas las personas entrevistadas aluden a

una muerte trágica de este personaje. Como se puede apreciar, en el imaginario colectivo

del origen de una animita, se encuentra  una muerte trágica e inesperada.  

Además de ser una forma de validación de la misma creencia en la animita, los

favores concedidos también forman parte de la representación social. El conocimiento

popular dice que ésta animita ha interferido a favor de sus devotos ayudándolos de

diferentes maneras: “Ha cumplido varios favores a la gente que ha venido” (Entrevistado 4,

2013).

“A mi hermana mi papá le regaló una pieza de oro, resulta que nos teníamos que ir

para la casa y mi hermana se baja de la micro, de la liebre, y ah se le cayó la pulsera, y nos

devolvimos pa’ acá. Pasamos por aquí y ella le pidió a Romualdito. Nos fuimos de vuelta y

no apareció, bajamos de la liebre y mi hermana camina dos pasos y estaba votada ahí la

pulsera” (Entrevistado 6, 2013).

De esta manera se puede ver como en el imaginario colectivo la animita tiene un rol

de apoyo, favor y protección de quienes solicitan su ayuda: “Yo tengo un problema de

salud, tengo un problema a la cervical, tengo artrosis en la cervical y estoy con la doctora

muy lejos, de providencia para arriba y cada vez que paso de aquí para allá pidiéndole que

me ayude y me vaya bien y de vuelta igual, me tiene que sanar Romualdito de esto, porque

uno tiene fe” (Entrevistado 2, 2013).

Dimensión actitud

Respecto a la dimensión de actitud de esta representación social, se encontró que

algunos entrevistados sienten que la animita de Romualdito es un elemento positivo en sus

vidas: “yo creo que interfiere de una manera positiva porque mucha gente viene para acá”

(Entrevistado 1, 2013).  

“Lo encuentro bonito, maravilloso, mucha gente viene a dar gracias por todo lo que

le ha concedido, yo también espero que él me conceda lo que le pido” (Entrevistado 2,

2013).

Page 17: Representación social de las animitas

Por otra parte los entrevistados que no se adherían al culto de la animita, si bien no

la consideraban un objeto de devoción, mantenían una actitud de respeto hacia ésta “las

respeto pero no creo mucho... no sé. La verdad es que ahí estoy medio confundida porque

yo realmente creo en dios no más. O sea, respeto a la gente que va, que le pide, cada uno

con su fe.” (Entrevistado 3, 2013).     

Dimensión representación

Finalmente, en la dimensión de representación, se puede apreciar diferentes grados

de involucramiento con la animita. Para algunas personas la animita es parte fundamental

en sus vidas, los ayuda en tiempos de angustia y apoya a sus familias: “significa algo muy

importante porque siempre ha estado con nosotros en tiempos difíciles y siempre nos ha

acompañado tanto a mí como a mi esposa, en el trabajo, en el hogar, a mis hijos.. nos ha

acompañado siempre” (entrevistado 1, 2013); por lo que participan activamente en sus

ritos. En algunos casos, éstas personas se acercan todos los días a ofrecer una oración o

prender alguna vela. “Aquí al amigo todos los días le rezo, antes de irme y en la noche”

(Entrevistado 5, 2013).  Para estas personas la animita es parte de su territorio, su historia y

su identidad “yo aquí de chico la conocía, yo veía como mi papá pasaba por acá y se

persignaba, y todos Romualdito, Romualdito, Romualdito” (Entrevistado 6, 2013).

Para otros entrevistados este grado de involucramiento es menor, pero todos

coinciden en que la animita es un lugar que deben respetar, especialmente por lo que

significa para algunas personas: “la gente si es católica o cree, bien, porque hay que

respetar todo. Hay gente que de repente no cree, como querían sacarlo de acá y muchos

vecinos de aquí de la estación se opusieron y no lo pudieron sacar, porque el alcalde

también aportó harto” (Entrevistado 2, 2013). “No sé, es más por respeto, no sé, dios sabrá

no más, porque ninguno somos dueños de la verdad... porque leemos la biblia y dice cosas

pero solamente dios sabe” (Entrevistado 3, 2013).

Page 18: Representación social de las animitas

Conclusión

Del análisis basado en las dimensiones de la representación social, que involucra a

las animitas, tomando como base de investigación la animita de Romualdito, se puede

concluir que esta representación tiene profundidad en los 3 niveles abordados y varía según

las características personales de los individuos. En la primera dimensión se observó varias

historias distintas en torno al origen de Romualdito pero éstas tenían rasgos comunes, tales

como los elementos mencionados anteriormente que no solo están presente en la animita en

la que se basó esta investigación, sino también en otras animitas chilenas. De todos modos,

hay una característica en común: algunos entrevistados elaboraban una historia más

profunda que otros pero en todos los discursos está presente lo trágico de la muerte de

Romualdito. Se evidenció variedad en lo que dijeron las personas en cuanto a la dimensión

de actitud, pues algunos se muestran positivos en torno a la animita muestras que otros la

rechazan por estar en contra de sus creencias, e incluso hay algunos que eran más neutros.

Una explicación tentativa de esta variabilidad son las características personales de la gente.

Al igual que en la dimensión anterior hay diversidad entre la gente a lo que respecta en la

dimensión de representación: algunas personas, en un acto simbólico-religioso visitan la

animita para prenderle velas por el favor concedido y también para proteger a Romualdito,

al cual han llegado denominar “santo”. Una entrevistada comentó que no sólo cuida de la

animita de Romualdito sino también de otras animitas mostrando una gran involucración

con el culto. Existe un consenso en que las animitas deben ser respetadas pues representa

un espacio de pertenencia para un grupo de personas las cuales generan vínculos afectivos

hacia éstas.

Proyecciones

Acerca de la diversidad de personas que asistían a la animita de Romualdito se

puede ver que no existe un carácter exclusivo a lo que respecta al acceso de la animita. El

grupo de investigadores desconoce si dentro el culto a la animita existan algunas para

delimitar un territorio o si son exclusivas de algún grupo y/o etnia específica restringiendo

su acceso.

Page 19: Representación social de las animitas

De los relatos de un entrevistado el grupo se enteró de una parte del historial de

conflictos que ha tenido que sobrellevar la animita por el uso de su espacio. Se pueden

proyectar futuras investigaciones e intervenciones para esta problemática teniendo en

cuenta la carga afectiva que llevan las animitas y el cómo éstas, según Ojeda representan un

informal uso del derecho a la ciudad por parte de los ciudadanos.

Page 20: Representación social de las animitas

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