158
The East Asian Development Mode El mercado dirigido

Revista Ágora núm. 1

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Revista de los alumnos del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México

Citation preview

Page 1: Revista Ágora núm. 1

The East Asian Development Mode

El mercado dirigido

Page 2: Revista Ágora núm. 1
Page 3: Revista Ágora núm. 1

Foreign Affairs

op. cit

The

East Asian Miracle

Page 4: Revista Ágora núm. 1

El papel del gobierno en el desarrollo económico del Asia

Oriental

op. cit

op. cit

Page 5: Revista Ágora núm. 1

Bringing the State Back In

op. cit

Page 6: Revista Ágora núm. 1

Pathways from the periphery

Page 7: Revista Ágora núm. 1

Defending the national interest

Bringing the State

Back In

Page 8: Revista Ágora núm. 1

op. cit

Page 9: Revista Ágora núm. 1

op. cit

et al Bringing the State Back In

Page 10: Revista Ágora núm. 1
Page 11: Revista Ágora núm. 1

op. cit op. cit

Big Business, Strong State:

collusion and conflict in South Korean Development

Page 12: Revista Ágora núm. 1
Page 13: Revista Ágora núm. 1

zaibatsu

chaebol

chaebol

chaebol zaibatsu

op. cit

Page 14: Revista Ágora núm. 1

op. cit passim

op. cit

op. cit

Page 15: Revista Ágora núm. 1

chaebol

chaebol

Page 16: Revista Ágora núm. 1

chaebol

op. cit

Page 17: Revista Ágora núm. 1

chaebol

Page 18: Revista Ágora núm. 1

The State and Economic Transformation: the Taiwan case

Page 19: Revista Ágora núm. 1
Page 20: Revista Ágora núm. 1

chaeboles

El mercado dirigido

op. cit

Page 21: Revista Ágora núm. 1
Page 22: Revista Ágora núm. 1

op. cit

Page 23: Revista Ágora núm. 1

per se

Page 24: Revista Ágora núm. 1
Page 25: Revista Ágora núm. 1
Page 26: Revista Ágora núm. 1

ENDZWECK

¡Cómo hemos de atrevernos a censurar ni alabar al Universo! Ni es perfecto, ni hermoso, ni noble, ni

aspira a llegar a ser nada de eso; ¡no tiende en manera alguna a imitar al hombre! ¡No obedece a

ninguno de nuestros juicios estéticos y morales!

La Gaya Ciencia

endzweck

Page 27: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Filosofía de la Historia

FH

La Mirada de Dios. Estudio sobre la cultura del sufrimiento

Page 28: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Temor y temblor

Crítica del Juicio

Page 29: Revista Ágora núm. 1

endzweck

disposiciones naturales

lo que es

ilustrada

Mélanges

Page 30: Revista Ágora núm. 1

endzweck

ser humano más allá del bien y del mal

poder ser deber ser

la deificación de la especie

humana

Y dijo Dios: “He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, pues se hizo juez de lo

que es bueno y malo. No vaya ahora a alargar su mano y tome también del árbol de la vida. Pues al

comer de este árbol vivirá para siempre.”

Génesis

Crítica del Juicio

Page 31: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Comienzo presunto de la historia humana

Ibid.

FH

Juicios reflexivos

a posteriori

Juicio determinante

según la analogía

Crítica del Juicio

Page 32: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Génesis

Comienzo presunto FH

Idea de una

historia universal en sentido cosmopolita

Crítica del juicio

Comienzo presunto

Page 33: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Génesis

Génesis

como

Génesis

la mujer

Comienzo presunto

Page 34: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Génesis

Comienzo presunto

Comienzo presunto

Loc. cit.

Page 35: Revista Ágora núm. 1

endzweck

creador de sentido

ex nihil

El malestar en la cultura

Page 36: Revista Ágora núm. 1

endzweck

El hombre no sabe en qué lugar colocarse. Está visiblemente extraviado, y caído de su verdadero lugar,

sin poder hallarse de nuevo. Busca por todas partes con inquietud y sin éxito, entre tinieblas

impenetrables.

Pensamientos.

Comienzo presunto

Page 37: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Los Olímpicos y el Eterno Retorno: Una visión alternativa

Pensamientos

Comienzo presunto

Page 38: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Moira

dolor

El origen de la tragedia

La Odisea

Page 39: Revista Ágora núm. 1

endzweck

no negaron

superada

canto a la embriaguez

un una

Nietzsche. Verdad e Ilusión

Así habló Zaratustra

Nietzsche y la filosofía

Page 40: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Lo que

quieres, quiérelo de tal manera que quieras también el eterno retorno

Así habló Zaratustra

La ciencia jovial

op. cit.

Page 41: Revista Ágora núm. 1

endzweck

La Historia de la Humanidad y el imperativo práctico kantiano

op. cit.

El dolor del mundo y el consuelo de la religión

Page 42: Revista Ágora núm. 1

endzweck

postulados de la razón

práctica

confront within

intellectus archetypus

Kant and the Philosophy of History

a priori

Crítica del Juicio

La mirada de Dios

op. cit.

Page 43: Revista Ágora núm. 1

endzweck

imperativo práctico

imperativo formal

qué hacer

actuar de manera tal que promueva el mayor bien en el mundo

mayor bien

fin final de la creación Endzweck mayor

bien

caída

Page 44: Revista Ágora núm. 1

endzweck

our psychological dispositions, our social and political institutions, as well as

the surrounding physical and ecological systems – insofar as they relate to the sphere of

human needs and moral interests.

nuevo paraíso

Génesis

mal

obra del hombre Comienzo presunto

Comienzo presunto

op. cit.

Page 45: Revista Ágora núm. 1

endzweck

ENDZWECK

Del hombre [...] no se puede ya preguntar más por qué existe. Su existencia tiene en sí el más alto fin;

a este fin puede [...] someter la naturaleza entera. [...] Si algunas cosas del mundo [...] necesitan de

una causa suprema que obre según fines, el hombre es el fin final de la creación [...] Sólo en el hombre

[...] encuéntrase la legislación incondicionada en lo que se refiere a los fines, legislación que la hace a él

solo capaz de ser un fin final al cual la naturaleza entera está teleológicamente sometida.

Crítica del juicio.

Endzweck leztze Zweck

FH

Ibid.

Crítica del juicio

Page 46: Revista Ágora núm. 1

endzweck

la cultura

La Cultura y la “astucia de la naturaleza”: la humanización del mundo

disposición antagónica

insociable sociabilidad

entrar en sociedad

Ibid.

FH

Page 47: Revista Ágora núm. 1

endzweck

sociedad civil

Crítica del juicio

sociedad civil

cosmopolita

Foedus

Amphictyonum)

Ibid.

Ibid.

Crítica del juicio

Loc. cit.

FH

Page 48: Revista Ágora núm. 1

endzweck

Crítica del juicio

sociedad civil federación de naciones

disciplina51

La Paz Perpetua

status naturalis

Crítica del Juicio

habilidad

Ibid.

La Paz Perpetua

Page 49: Revista Ágora núm. 1

endzweck

La Ilustración y la moralización: La Humanidad unificada

segunda

emancipación

Ilustración

La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad

Así habló Zaratustra

FH

Page 50: Revista Ágora núm. 1

endzweck

moralizados

Comunidad ética,

Comienzo presunto

FH

, op. cit.,

Page 51: Revista Ágora núm. 1

endzweck

delirante

La esperanza habla desde el atolladero en el absurdo; sale al encuentro de la ambigüedad, de la

incertidumbre manifiesta y me dice: ‘¡Busca un sentido, intenta comprender!’

Historia y Verdad

Page 52: Revista Ágora núm. 1

UTOPÍA

Utopía

Utopía

Page 53: Revista Ágora núm. 1

Utopía

quattrocento

La educación del príncipe cristiano

quattrocento

The Foundations of Modern Political Thought

Page 54: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Acta de Sucesión

Acta

UTOPÍA

Utopía

Utopía

Utopía

Revista de Estudios

Políticos

Page 55: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Utopía

Page 56: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Responsio ad Lutherum Sixteenth Century

Journal

op. cit

Page 57: Revista Ágora núm. 1

Utopía

sic

deben

República

Philosophy and Rhetoric

Op. cit

Op. cit

Utopía

Page 58: Revista Ágora núm. 1

Utopía

camino oblicuo

Ibid

op. cit

Page 59: Revista Ágora núm. 1

Utopía

UTOPÍA

Page 60: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Mitra

no está

Diccionario Filosófico

op. cit.,

Page 61: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

zeitgeist

op. cit

Ibíd

Op. cit

Page 62: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Loc. cit.

Page 63: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Utopía

Utopía

Utopía

Ibíd

Page 64: Revista Ágora núm. 1

Utopía

UTOPÍA

La crítica al humanismo

Ibíd

Ibíd

op. cit

Page 65: Revista Ágora núm. 1

Utopía

La crítica a las instituciones inglesas

Ibíd

Ibíd

Page 66: Revista Ágora núm. 1

Utopía

El desarrollo de la filosofía política en el siglo XVI

A Shortened History of England

Page 67: Revista Ágora núm. 1

Utopía

op. cit.,

Ibid

Page 68: Revista Ágora núm. 1

Utopía

nobilis generosus

Utopía

Il Principe Utopia

Ibíd

Ibíd

Page 69: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Utopía

Page 70: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Utopía

Utopía

Ibíd.

Page 71: Revista Ágora núm. 1

Utopía

Ibíd.

Page 72: Revista Ágora núm. 1
Page 73: Revista Ágora núm. 1

PHILOSOPHES

ancien régime

common law

Historia de la teoría política

Reflexiones sobre la revolución de Francia

Reflexiones

op. cit.

Loc. cit.

Page 74: Revista Ágora núm. 1

toda

Filosofía de la Revolución francesa

op. cit.

Page 75: Revista Ágora núm. 1

De l’esprit op cit.

Ibid.

Page 76: Revista Ágora núm. 1

-¿la vida, cuando fue de veras nuestra?,

¿cuándo somos de veras lo que somos?

Bien mirado no somos, nunca somos

a solas sino vértigo y vacío

muecas en el espejo, horror y vómito

Piedra de sol

Ensayos completos

Page 77: Revista Ágora núm. 1

Textos políticos

Reflexiones...

Edmund Burke and the revolt against the eighteenth century

loc. cit.

Page 78: Revista Ágora núm. 1

Op. cit.

Op. cit.

Ibid..

Page 79: Revista Ágora núm. 1

esa es la prueba de que está bien cimentado

Tradition and Revolt

Page 80: Revista Ágora núm. 1

Desde el momento en que se reduce en algo los plenos derechos del hombre a gobernarse a sí

mismo y se acepta cualquier limitación artificial de esos derechos, la organización entera del

gobierno se convierte en un problema de conveniencia

iusnaturalista

Del Imperio romano

Op. cit.

op. cit.

Page 81: Revista Ágora núm. 1

deberían

libertas

Del Imperio romano,

Op. cit.

whig

Page 82: Revista Ágora núm. 1

philosophes

Op. cit.

Ibid.

Page 83: Revista Ágora núm. 1

fidelitas

op. cit.

op. cit.

Page 84: Revista Ágora núm. 1

disfrutar

El racionalismo en política y otros ensayos

Page 85: Revista Ágora núm. 1

una defensa al statu quo, no por la imposibilidad o el peligro de

cambiarlo sino por su perfección divina

Reflexiones

op. cit.

Page 86: Revista Ágora núm. 1

Pero también

innatos

op. cit.

Page 87: Revista Ágora núm. 1

op. cit.

Page 88: Revista Ágora núm. 1

fidelitas

fidelitas

Op cit.

op. cit.

op. cit.

Page 89: Revista Ágora núm. 1

fidelitas

conservarlas

Ibid.

Ibid.

Page 90: Revista Ágora núm. 1

Obra poética, 2

Page 91: Revista Ágora núm. 1
Page 92: Revista Ágora núm. 1

103�

LA ESTUPIDEZ BUROCRÁTICA, ENSAYO SOBRE LA PATOLOGÍA

BUROCRÁTICA

Fernando Nieto Morales*

Empiezo a pensar que hay gato encerrado.

Miguel de Cervantes

PERMÍTASEME, ANTES QUE nada, hacer una advertencia sobre el

contenido de este trabajo, su importancia y las consideraciones

pertinentes que deben tenerse en cuenta durante su lectura y análisis.

Consiéntaseme, pues, formular un conveniente

PREÁMBULO

Hemos titulado a estas líneas: “La estupidez burocrática”, título algo

peculiar, ¿no cree usted? Sin embargo, aclaremos desde el principio que

este estudio no intenta, de ninguna manera, tratar un tema de naturaleza

moral, filosófica o fenomenológica. Es nuestra intención, por el

contrario, estudiar otro tipo de manifestación humana: el sistema

burocrático y sus disfunciones. Entonces, ¿por qué llamar a éste un ensayo

sobre la estupidez? Debemos aclarar, en tal caso, el asunto de la

estolidez burocrática.

* Alumno de sexto semestre de la Licenciatura en Política y Administración

Pública de El Colegio de México.

Page 93: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 104

La estupidez es esa molesta —tanto por ser propia como ajena—

condición del ser humano que le hace propenso a hacer las cosas fuera,

más bien de forma ajena a cualquier lógica usual. Es la ocasional falta de

entendimiento que le permitiría dilucidar un comportamiento racional

adecuado, es, pues, “la torpeza notable en comprender las cosas”1.

Según el doctor Feldmann, un estúpido es aquel que “la naturaleza ha

suministrado órganos sanos, y cuyo instrumento racionante carece de

defectos, a pesar de lo cual no sabe usarlo correctamente. El defecto

reside, por lo tanto, no en el instrumento, sino en su usuario, el ser

humano, el ego humano que utiliza y dirige el instrumento”2. Este

trabajo trata, luego, de aquellos que hacen las cosas mal, más por pereza y a

menudo voluntaria negativa a utilizar el intelecto que por la incapacidad

natural de discernimiento.

Pero, desde luego, sería una odisea querer explicar el

comportamiento errático del ser humano en todos los aspectos de la

realidad. De modo que nosotros nos dedicaremos a estudiar la estupidez

dentro de límites precisos, dentro de la estructura burocrática.

Permítanme continuar nuestro razonamiento previo. La estupidez es

ante todo un fenómeno de proporciones incalculables, por lo que se

hace precisa una definición acotada. Para efectos de este trabajo

asumiremos que la estupidez burocrática es el mal que aqueja a aquellos que,

dentro del gobierno burocrático, carecen, por incompetencia propia (factor humano)

o por las circunstancias (factor organizacional-circunstancial), de la capacidad

de actuar racionalmente tal como lo exigirían los fines de la organización. La

estupidez burocrática es un mal porque es indeseable para los fines para

los que fue diseñada la burocracia. Se asemeja a una enfermedad que,

como lo haría en un organismo vivo, provoca la disfunción del

conjunto.

1 Rodríguez-Navas, Diccionario Completo de la Lengua Española, Madrid, ed.

Saturnino Calleja, 1906, s. v. Estupidez. 2 Cit. por Paul Tabori, Historia de la Estupidez Humana, trad. Aníbal Leal,

Buenos Aires, Siglo Veinte, s. a., p.14.

Page 94: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 105

Es necesario, entonces, establecer nuestra versión de estupidología.

Ciencia, por cierto, poco estimada entre los sabios, aunque de capital

importancia, creo, dado que “todos tragamos dosis masivas de idiotez

(nuestra y ajena) y son casi infinitos los testimonios y reflexiones sobre

el tema. No obstante, abundan menos de lo que se cree los estudios

sistemáticos sobre esta materia...”3. Ya que nuestro objeto lo hemos

relacionado con un mal que causa disfuncionalidad, llamémosle a su

estudio patología, la patología burocrática.

¿Por qué es importante la patología burocrática? Porque, en

nuestra opinión, la capacidad que nos brinda un estudio como este es el

de prevenir el comportamiento disfuncional y, si esto no fuese posible,

sí, al menos, comprenderlo. Como nos indica Oliviero Ponte di Pino:

Una verdadera estupidez se revela como tal sólo cuando, imprevisiblemente,

ha causado ya un daño irreparable. Si el imbécil hubiera sabido antes que se

trataba de una estupidez (y, por lo tanto, si hubiéramos sido capaces de

definirla), no la habría cometido. Si nosotros hubiéramos sabido antes que

aquello era un error del cretino, habríamos hallado el modo de evitarlo y de

neutralizar sus consecuencias (p.15).

De modo que la relevancia de nuestro tema radica en su

capacidad de ayudarnos a entender un poco más porque las

organizaciones que dependen del factor humano —que son, hasta ahora,

todas— fallan en la consecución del objetivo que su creación les ha

fijado. “La administración debe encarar, al mismo tiempo y en todos los

niveles la exigencia de una racionalidad utilitaria, indispensable para la

realización de sus fines colectivos, y la resistencia del material humano,

igualmente inevitable. Los problemas de la estructura... son la trama del

perpetuo arbitraje a que debe someterse”4.

3 Olivierio Ponte di Pino, El que no lea este libro es un estúpido: los misterios de la

estupidez a través de 565 citas, trad. Esther Benítez, Madrid, Taurus, 2000, p.14. 4 Michel Crozier, El fenómeno burocrático, trad. Eugenio Abril, Buenos Aires,

Amorrortu, 1969, p.31.

Page 95: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 106

Si somos capaces de definir la estupidez burocrática, las

disfuncionalidades de la burocracia, es un poco más probable que

podamos afrontarlas con entendimiento. Para ser más específicos en

nuestro estudio sólo nos referiremos a la burocracia pública, aunque no

negamos que exista un fenómeno parecido en las administraciones

privadas.

A lo largo de este trabajo me permití hacer diversas

caracterizaciones y amplio uso de ejemplos reales (¡!), la mayoría

extraídos del magnífico libro del profesor Tabori, algunos modelos

matemáticos basados en las aportaciones de los autores citados y

esquematizaciones que nos ayudarán a delinear el boceto general de la

patología burocrática. No obstante, debemos reconocer que este ensayo

representa una propuesta incompleta sobre un estudio que podría ser

tratado con verdadera profundidad. Empero, creo que es una interesante

—y hasta curiosa— forma de regresar al estudio de las organizaciones.

LA BUROCRACIA DESCOMPUESTA

La burocracia es uno de esos términos al que el desarrollo de las ciencias

sociales ha brindado un halo de ambigüedad. Ambigüedad para

descifrarlo como para operacionalizarlo (es decir, dimensionarlo). El

término aparece ya por primera vez en el siglo XVIII en los estudios de

economía fisiocrática5, pero no aparece como un fenómeno

sistematizado hasta los estudios del Ancien Régime de Alexis de

Tocqueville. El desarrollo de las exposiciones sobre burocracia seguirá

avanzando con Karl Marx y el materialismo histórico y con Robert

Michels y el estudio de las oligarquías. Sin embargo, es hasta la

concepción de tipos ideales de Max Weber que el término adquiere la

5 Norberto Bobbio et al., Diccionario de política, trad. Raúl Crisafio et al., México,

Siglo Veintiuno, 2000, s. v. Burocracia.

Page 96: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 107

connotación moderna y específica de las soluciones dadas al problema

general de la administración.

El problema de la ambigüedad del término, se funda en la doble

connotación que se le atribuye. Por un lado se le entiende como una

forma de organización social, y por el otro se le identifica con lo

peyorativo. Según Crozier (1969), existen al menos tres acepciones de

“burocracia”, la primera considerándola como el gobierno ejercido por

medio de oficinas, un aparato del Estado constituido por empleados

nombrados directamente, no elegidos, jerarquizados y dependientes de

la autoridad superior; la segunda como racionalización de las actividades

colectivas que se manifiesta en la concentración de las unidades de

producción, dentro de un sistema impersonal de reglas y normas

preestablecidas; la última de estas acepciones se refiere a la voz popular

de “la lentitud, la pesadez, la rutina, la complicación de procedimientos,

la inadaptación de los organismos ‘burocráticos’ a las exigencias a

satisfacer y a las frustraciones consiguientes en las personas que le

componen y de quienes padecen sus servicios”.

El modelo weberiano (incluido como uno de los tres tipos de

dominación legítima) tiene su base en una racionalidad práctica formal

extendida no sólo al ámbito público, sino también al privado. Para

Weber, la burocracia era el mayor logro organizativo de la sociedad

moderna (inspirada, por cierto, en la burocracia prusiana del siglo XVIII,

lo que significará un importante sesgo en la teoría de Weber), la

burocracia era el instrumento impersonal de precisión al servicio de

quien llegara a ser capaz de contratarlo. En el análisis, él “define las

características, las presuposiciones y causas de la burocracia, la posición

del funcionario y su configuración. Así como la evolución cuantitativa

de las tareas administrativas y sus cambios cualitativos a lo largo del

tiempo”6.

6 David A. Rincón, “Introducción”, en Max Weber, ¿Qué es la burocracia?, trad.

Rufino Arar, México, Coyoacán, 2001, p. 18.

Page 97: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 108

Weber7 define los rasgos esenciales de la burocracia que vienen a

convertirse en los componentes del modelo ideal. En primer lugar,

existe el principio de sectores jurisdiccionales estables y oficiales que se

organizan normativamente. En otras palabras, la burocracia requiere de

normas u ordenamientos que den el carácter de deberes oficiales a todas las

actividades de la organización y de sus miembros. Estas normas,

referentes a los medios coactivos, técnicos, sacerdotales, o de cualquier

otro tipo de la organización, son todo un cuerpo de leyes coherentes

compuesto de reglas abstractas, que se convierten en un código que

debe de ser aprendido y que se vuelve en un saber técnico particular que

posee el funcionario. De ahí que las órdenes se legitimen sólo cuando

son emitidas dentro del ordenamiento jurídico y de forma simétrica.

La segunda característica se refiere al principio de jerarquía. De

acuerdo con éste, toda actuación de un funcionario burocrático se

determina acorde con su estatus y está sujeta a las demandas

impersonales del sistema. A cada puesto le corresponde, pues, una esfera

definida con tareas específicas y obligatorias. Lo que quiere decir que la

persona que obedece a la autoridad burocrática lo hace en calidad de

miembro de la organización. Lo que él obedece son las normas, no al

funcionario que ejercita tales normas. El régimen de jerarquía

burocrática es en esencia un sistema de sobre y subordinación

férreamente organizado, donde los funcionarios superiores controlan y

supervisan a los funcionarios inferiores, no en su persona, sino en su

labor oficial. Existe, además, una clara diferenciación entre la esfera

personal del funcionario y su oficio, así como que los medios e

instrumentos de trabajo. Éstos no son propiedad del funcionario que los

utiliza.

La administración burocrática se funda en documentos escritos

que se conservan en forma original o como proyectos. Existe, así, todo

un sistema de comunicación impersonal propio de la burocracia que tiene su

fundamento en la conservación de las normas referidas a los

7 Op. cit., pp.21 y ss.

Page 98: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 109

procedimientos. Los “archivos” son la base de la memoria burocrática y

fundamento de la interrelación entre jerarquías y, por tanto, entre esferas

de competencia.

La cuarta, el principio de profesionalización, implica que, durante la

administración de un cargo, se requiere del funcionario una preparación

cabal y experta, lo que permita que éstos estén suficientemente

capacitados para cumplir las normas debidas de conducta técnica. Lo

que le garantiza al funcionario un estipendio fijo en dinero y una carrera

regular a lo largo de la jerarquía de la organización. Asimismo, el trabajo

del funcionario profesionalizado tiende a ser considerado como una

“ocupación de tiempo completo”8.

Estos cuatro elementos, a nuestro juicio, componen la base

teórica del modelo weberiano. Obsérvese que nosotros seguiremos el

sentido abstracto del estudio del fenómeno burocrático9, lo que nos

permita hacer la descomposición del tipo ideal de Weber sin eliminar la

posibilidad de confrontarse con la realidad. Es decir, no pretendemos

eliminar la cualidad de aplicación a los casos concretos, parte ulterior de

la patología burocrática que este trabajo propone.

Ahora, la estupidez burocrática tiene un peculiar desarrollo en

cada uno de estos aspectos. Como lo haría un fisiólogo, lo que haremos

será buscar las enfermedades de cada uno de los “órganos” de la

burocracia. Sin embargo, para ello requeriremos antes de una visión de

conjunto. Es evidente que una disfunción en las normas, por ejemplo,

tiende a tener repercusiones en la jerarquía, o que el brote de una

enfermedad del lenguaje es síntoma de un mal del tipo profesional. De

modo que la estupidez burocrática, tiende a atravesar horizontalmente y

a tener muchas manifestaciones en la estructura. En un sentido general,

pues, es el burocratismo lo que podríamos llamar la gran enfermedad

burocrática. Muestra global de las disfunciones particulares, que habrá

de ser tratada (y diagnosticada), empero, desde su origen. En otras

8 Bobbio, loc. cit. 9 Bengt Abrahamsson, Why organizations?, Londres, Sage, 1993.

Page 99: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 110

palabras, el burocratismo es la manifestación de un problema de

disfunción en uno o más de los aspectos esenciales de la burocracia.

LA GRAN ENFERMEDAD

La principal oposición al modelo ideal weberiano es el del fenómeno del

burocratismo. Es decir, la irracionalidad que se desarrolla a la par del ideal

racional que se demuestra sobre todo en la interacción entre las reglas

del juego burocrático y los actores del sistema (ya sean grupos o

individuos). Esta línea de argumentación, procedente de científicos de la

organización norteamericanos como Merton (1940), Selznick (1949) o

Gouldner (1954), brinda el segundo pilar de nuestro estudio. El mérito

de estos trabajos recae en la confrontación de la hipótesis weberiana de

la eficiencia técnica y racionalidad formal con la realidad de los

procedimientos y el conflicto que se produce cuando las estructuras,

creadas para satisfacer el criterio objetivo, se convierten en un obstáculo

para la propia burocracia. Además de esta corriente principal es

importante mencionar a Crozier, que brinda la teoría del “círculo

vicioso”, y a los autores del Proyecto Aston. En fin, por el momento

dejemos de lado las aportaciones específicas de cada autor y entremos en

materia.

Son bien conocidas algunas de las manifestaciones de los

problemas que trae consigo el modelo burocrático. La tendencia a

multiplicar el personal ad infinitum, el papeleo, la complejidad de los

procedimientos, las jerarquías autoritarias, la comunicación cada vez más

lenta, la pervivencia de puestos que han perdido todo sentido útil,

etcétera, son sólo algunos de los síntomas de un mal mayor que se

conoce como burocratismo. Estos rasgos, por lo general más percibidos

por el público aunque no siempre, son producto del sistema, más aún de

la socialización dentro del sistema. “Nadie nace con un programa conductual

preestablecido; éste se delinea en el curso de la vida a través de

Page 100: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 111

influencias sociales y culturales”10, en nuestro caso la irracionalidad surge

gracias a la influencia burocrática, tanto del sistema formal (reglas,

jerarquías, recompensas) como de los sistemas informales (grupos,

conflictos socio-cultural, compadrazgos, etcétera).

Un muy buen ejemplo de esta mentalidad forjada tras años de

entrenamiento burocrático es la historia de cierto individuo que

paseando por Berlín se acercó a buscar el auxilio de un schupo, policía

local:

“Necesitaba ir a una calle de los suburbios del oeste de la ciudad, y me dirigí al

policía de uniforme verde. Me escuchó atentamente y luego me suministró la

información necesaria con voz seca y rápida. Las instrucciones eran muy

complicadas, e implicaban dos cambios de ómnibus, varios desvíos a la

derecha y a la izquierda, el cruce de algunas plazas y unos detalles más. Me

fatigué del asunto a mitad de la explicación y decidí que, una vez en camino,

preguntaría nuevamente. De modo que agradecí cortésmente al schupo y

empecé a alejarme. Pero su mano enguantada me aferró del hombro y me

obligó a dar media vuelta.

— ¡No me agradezca! —ladró. ¡Repítalo!”11.

En el fondo, estos síntomas tienen que ver con la mentalidad

irracional del burócrata12 es decir, con la estupidez burocrática. La

búsqueda de seguridades, el férreo y necio seguimiento de las reglas, el

temor ante ámbitos de libertad y responsabilidades, las conductas de

interacción formalistas —sobre todo en los mil y un giros del idioma

burocrático—, y falta de interés por la eficiencia del trabajo, son

ejemplos de la mentalidad burocrática, de la lógica de que cada uno realiza

sólo una labor específica delimitada por el tiempo, el sueldo y las normas13.

10 Melvin Cantarell, Ética y deontología del servidor público, México, Hobbiton,

2001, p.45 11 Tabori, op. cit., p.116. 12 Charles Heckscher, The post-bureaucratic organization: new perspectives on

organizational change, Londres, Sage, 1994, pp. 14-60. 13 Ibid., p.60.

Page 101: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 112

Heckscher (1994) nos brinda una lista (que hemos sintetizado)

de desastrosos efectos de la estupidez burocrática. Una primera

consecuencia se refiere a la suposición de que los responsables del nivel

más alto pueden manejar toda la información y poseer todo el

conocimiento preciso para decidir sobre el conjunto, aunque deleguen

porciones de la “realización” a quienes se encuentran en un nivel

inferior jerárquico y, presuntamente, también inferior en conocimientos.

El orden burocrático frustra a las personas con capacidades en

posiciones inferiores. En otras palabras el sistema infectado de

burocratismo es antieconómico, pues no aprovecha los recursos

disponibles.

Otra consecuencia es la imposibilidad de controlar la

organización informal. La construcción de la realidad social burocrática

(socialización burocrática) supone un filtrado de elementos de la realidad

social que han quedado fuera del esquema lógico-burocrático. La

interpretación de esta situación por medio del “iceberg de la

organización”, con una pequeña parte visible: la organización formal, y

una enorme parte sumergida que representa los elementos informales: la

cultura suborganizativa, las relaciones humanas, el compadrazgo, la

identificación gremial, el conflicto entre grupos, etcétera, visualiza bien

esta situación. La conclusión de Heckscher es lúgubre. Si el iceberg flota

es gracias a la parte sumergida, mas no a la no regulada.

El tercer gran efecto se refiere a la incapacidad para gestionar el

cambio, “procesos inmersos en la dinámica de lo temporal y de la

evolución y cambio social”. La burocracia, con su concentración de

competencias de decisión en la cumbre, podría reaccionar rápidamente

ante posibles cambios del entorno. Sin embargo, el conjunto ordenado

burocráticamente no es capaz de una adaptación paulatina. La misma

jerarquización y normatividad de esferas de competencia lo impiden.

Los responsables de los segmentos inferiores no tienen la visión ni del

entorno dinámico ni del conjunto y, por tanto, no pueden desarrollar sus

propias estrategias. La aceptación de planes impuestos desde fuera o

Page 102: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 113

desde la cúspide es percibida más bien como una perturbación a su

propia ordenación interna.

El burocratismo es, pues, la manifestación general de una

contradicción entre la lógica formal y los objetivos del sistema y la

mentalidad y psicología del burócrata. Es evidente, empero, que la

“comunidad en general exagera las imperfecciones de la burocracia”14,

sobre todo por la oposición entre el entendimiento del ciudadano y el

del funcionario. Donde el primero tiende a ver a aquel como una especie

de zángano natural. En nuestra opinión, la estupidez burocrática tiene su

origen en las circunstancias y en la incapacidad. Tanto la falta de

incentivos como la superdotación de ellos, inciden directamente en la

personalidad del individuo que, como ya hemos apuntado, digiere un

proceso de socialización entre la normatividad y la informalidad.

Pasemos, pues, a analizar las pequeñas enfermedades que en su conjunto

conforman el mal burocrático.

LA ESQUIZOFRENIA DEL LENGUAJE

Permítanme referir un fragmento de cierta reglamentación británica, que

nos sirva para ilustrar una de las enfermedades más comunes entre los

burócratas: la esquizofrenia del lenguaje.

“El párrafo II del artículo 3 del reglamento reformado deberá ser sustituido

por el siguiente párrafo:

II. En cualquiera de los meses del mismo año la remuneración no excederá la

que resulte de sumar a la remuneración de los meses anteriores del año, la

cantidad que sea el producto de la suma estándar multiplicada por el número

de meses del año que haya expirado al fin del mes para el cual se está

realizando el cálculo, agregando a la mitad de cualquier exceso autorizado de

honorarios respecto de ese producto que, salvo los artículos de este

14 Robert K. Merton, Teoría y estructura sociales, trad. Florentino Torner,

México, Fondo de Cultura Económica, 1964, p.204.

Page 103: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 114

reglamento, hubiera derecho a cobrar en dichos meses, excluyendo, para

todos los fines de este párrafo, el mes de enero de 1949.”15

Excelente ejemplo de estupidez burocrática. Es natural que

después de leer esta reglamentación el pobre contribuyente termine

llorando en la ventanilla de la oficina gubernamental. Tras luchar con

esta kilométrica frase tal vez hayan venido a usted otros muchos

ejemplos de este mal, de este “tipo de fraseo que ha sido asociado con

las oficinas del gobierno”16. Los síntomas son la predisposición por la

expresión tautológica, por el uso excesivo de tecnicismos, una pasión

por las palabras largas —rara vez entendidas cabalmente por el usuario e

incomprensibles para el público—, además de una amplia falta de

sintaxis y, en el peor de los casos, de ortografía elemental (aunque, desde

luego, estos últimos dos síntomas son ajenos al sistema burocrático).

Hay, como afirma Paul Tabori, un humor inconsciente en la

expresión del burócrata. Véase otro ejemplo de perfecta lógica

gramatical burocrática extraída del Código de Comercio del Reino

Unido.

“En la Categoría Nueces (descascaradas) (que no son maníes), la expresión

Nueces se refiere a dichas nueces, distintas de los maníes, las cuales, si no

fuera por esta disposición de enmienda, no merecerían la denominación de

Nueces (descascaradas) (distintas de los maníes), por tratarse de Nueces

(descascaradas)”.

La esquizofrenia del lenguaje es, muy probablemente, un

producto de la psicosis17 que se crea con la interacción entre burócratas

y el público y entre las jerarquías. En el primer caso, se muestra como

un medio de defensa de los procedimientos y códigos técnicos de los

que el burócrata es poseedor y que constituyen un símbolo de autoridad

15 Tabori, op. cit., p.118. 16 Eric Partridge, Usage and Abusage, Londres, s. e., 1939, p. 112. 17 Fijación psicológica, en el sentido asignado por Dewey [Merton, op. cit., pp.204-

205].

Page 104: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 115

en el trato con los ciudadanos. Así, la complejidad de las

comunicaciones y, sobre todo, el uso de tecnicismos, se muestran como

un medio para salvaguardar la imagen del sistema burocrático, como

instrumento de la autoridad calificada frente al público que solicita su

ayuda ya que, en la mentalidad del burócrata, es incapaz de resolver el

problema dado que no es un profesional como sí lo es el burócrata. La

esquizofrenia del lenguaje evidencia dos problemas: el de la “psicosis

profesional” y los problemas de comunicación.

El concepto de psicosis profesional de Dewey18 se refiere a la

propensión del funcionario burocrático a acentuar ciertas preferencias,

antipatías, discriminaciones y valoraciones a causa de la rutina diaria. Tal

psicosis se desarrolla en estrecha relación con el carácter profesional-

técnico que detenta el funcionario. Muchas veces no tanto porque en

realidad lo sea, sino porque ha asimilado una rutina administrativa a lo

largo de años: él sabe lo que se tiene que hacer en un supuesto. Sin

embargo, dejemos hasta aquí este razonamiento sobre la psicosis,

tengámosle como una de las causas de la esquizofrenia lingüística,

aunque no la única. En realidad es muy probable que esta enfermedad

dependa más de la educación particular de los individuos y de su

relación con la estructura jerárquica y los códigos burocráticos que con

el trato directo con el público.

Sea el caso que fuera, lo que sí es cierto es que la esquizofrenia

del lenguaje trae consigo el tema de los canales de comunicación dentro

de la burocracia. De acuerdo con Caplow19, “es posible considerar la

organización... como un mero sistema de comunicaciones y se puede

demostrar que la existencia perdurable de una organización depende de

su mantenimiento como sistema de comunicación”.

Según esta concepción el éxito de la burocracia depende

directamente de la salud de los canales de comunicación y, ante todo, del

18 Ibid., p.205. 19 Problemas funcionales de las grandes organizaciones, Bogotá, Universidad Nacional,

1963, p.12.

Page 105: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 116

desarrollo de un código técnico común, entre jerarquías como entre

miembros del mismo peldaño burocrático. En otras palabras, se tiende a

desarrollar una serie de convenciones del lenguaje que se entienden

como parte de la rutina diaria, sobre todo, en dependencias de alta

especialización, por ejemplo, las oficinas fiscales o los institutos de

desarrollo científico o de asistencia pública. Además, se afirma un

lenguaje impersonal que asegure la distancia entre individuos y el estatus

de cada escalón en la jerarquía. Veamos ahora el caso de una

comunicación entre burócratas. En Nueva Zelanda un funcionario del

gobierno inspeccionó cierta propiedad propuesta para asiento de un

campo de deportes. El informe a su superior, después del obligado

protocolo jerárquico, decía:

“De la diferencia de la elevación con respecto a la escasa profundidad de la

propiedad se deduce claramente que el contorno impide toda posibilidad de

desarrollo razonable con fines de recreación activa”20.

Imagino que de no contar con el código especializado al superior

le habría costado un rato entender lo que quería decir su subalterno: “el

lote tiene una pendiente pronunciada, no sirve para asiento de un campo

deportivo”.

Obsérvese este otro ejemplo de expresividad —un tanto

folklórica— en un oficio de cierto departamento del Gobierno

mexicano que ha llegado a nuestras manos:

“Por este conducto, sírvase girar sus apreciables órdenes a quien corresponda

para revisar los montos de asignación destinados en el programa que esa

oficina, a su digno cargo, ha concedido a los peqeños productores del ámbito

rural campesino estatal...” (sic).

Moore y Tumin (1949), en su estudio de las funciones sociales de

la ignorancia, afirman que el lenguaje y los canales de comunicación

empapados de ignorancia sirven para preservar las posiciones

20 Tabori, op. cit., p.119.

Page 106: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 117

privilegiadas, mantener el poder, reforzar los valores tradicionales

(códigos, en nuestro caso) y las decisiones de grupo21. Existen además

una serie de barreras de comunicación, en toda organización, que

impiden el flujo de los mensajes en ciertas direcciones, al igual que

facilitan el flujo de los mismos en otras direcciones. Una barrera de

comunicación sería, pues, una combinación de creencias, costumbres y

comportamientos que evita la recepción de mensajes en una u otra

dirección. Pero los problemas de comunicación dentro de la burocracia

no sólo se dan en un sentido de “barreras o restricciones”, también

existe el problema del “exceso de comunicación”22, aunque éste esté

más asociado con la comunicación oral que la escrita.

Es importante el estudio de los males del lenguaje porque éstos

demuestran problemáticas más profundas: interpretación errónea de

códigos, generación equívoca de los mismos, males en las normas,

incluso patologías personales del burócrata, por mencionar algunos

ejemplos. Lejos de entender a la esquizofrenia del lenguaje como una

especie de epifenómeno, ésta debe de considerarse como elemento

importante en el estudio de las disfunciones del sistema. Hasta aquí

dejaremos este apartado, concientes de que este es un tema no agotado

del todo y que nos resulta muy interesante, no obstante, es una veta muy

poco explotada.

LOS MALESTARES DE LA JERARQUÍA

Los problemas que se producen por el principio jerárquico son muchos

y, a diferencia de la esquizofrenia del lenguaje, han sido ampliamente

tratados, sobre todo por el Dr. Peter quien fundó la jerarquiología con su

famoso Principio de Peter y por Michel Crozier. Los malestares de la

jerarquía son varios; sin embargo, como lo veo, todos nacen de dos

aspectos generales: la estructura de poder y la competencia (idoneidad, aptitud)

21 Caplow, op. cit., p.17. 22 Ibid., p.19.

Page 107: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 118

administrativa. De modo que podemos dividir estos malestares en dos

tipos, los nacidos de una patología política y los que provienen de una

patología profesional. Tratemos los primeros.

“En toda contienda, dentro del sistema burocrático, cada

participante es un frustrado, los perdedores por haber sido derrotados,

el vencedor porque su triunfo no es seguro y lo expone a nuevos

encuentros en que puede ser vencido. Cuando los seres humanos son

orientados por situaciones de esta naturaleza, allí donde disponen de un

poder, por pequeño o modesto que sea, van a defenderlo hasta la

muerte, con tal de asegurar y resguardar su posición en la jerarquía”23. La

larga cita era necesaria. Una característica de la estructura jerarquizada es

la limitada porción de poder formal que guarda cada puesto. En

oposición, otro aspecto es la proporción de poder informal que acapara

el individuo o grupo dentro de la burocracia. El primer fenómeno se

identifica con las normas estatuidas, el segundo con el estatus o

prestigio.

“Un cierto grado de antagonismo entre posiciones de estatus

diferentes es un rasgo inevitable de la vida organizacional”24. La

enfermedad llamada hipertensión de grupos presenta los siguientes síntomas.

Más allá de una simple diferenciación entre grandes clases de miembros,

se muestra como un patrón de atributos y prácticas particulares entre

grupos claramente diferenciados no sólo en razón de sus posibilidades

formales sino, también, por la diferencia de prestigio que implica

afinidad entre los miembros (personal de confianza / personal de base,

oficiales / soldados, etcétera). Esta enfermedad siempre se presenta

cuando se establece una superioridad inequívoca de los miembros de un

grupo sobre otro, lo que sobrelleva un crónico desprecio entre grupos,

trabas en las comunicaciones, aparición de ritos de servilismo,

compadrazgo e incluso cacicazgo, además de reforzamiento de la

posesión de instrumentos y espacios de trabajo (escritorios, oficinas,

23 Cantarell, op. cit., p.41. 24 Caplow, op.cit., p.34.

Page 108: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 119

máquinas de escribir, etcétera). Existe otra variedad de hipertensión de

grupos que tiene su origen en la superposición del conflicto social sobre

la estructura burocrática, por ejemplo, cuando los oficiales del ejército

pertenecen a la aristocracia y los soldados a la plebe. No obstante, en las

sociedades modernas, esta enfermedad tiende a desaparecer y a ser

sustituida por un tipo más puro de hipertensión de grupos.

Sea el caso que fuese, lo que sí es evidente es que esta

diferenciación de estatus tiende a crear un conflicto entre subordinados

y superiores. Que se demuestra en un rechazo a las normas y el desdén

del grupo inferior para participar en la consecución de los fines de la

burocracia.

Otro tipo de problema producto de una patología política es el

choque que se origina entre público y los burócratas “de ventanilla”.

Estos últimos poseen un poder circunstancial superior al del ciudadano.

En casi toda tramitación administrativa, el contraste que ofrecen el

burócrata y el particular interesado, es notable. El primero, que trabaja a

sueldo fijo, “detenta siempre cierta autoridad en cuyo ejercicio se

complacen, no tienen prisa en el tiempo del público o ven ese detalle

con absoluto desdén”25. Tal vez el mejor ejemplo de esta contradicción

entre el funcionario y el público usuario sean los mecanismos de defensa

que crea la propia burocracia y que, a veces, se consolidan en reglas que

se aplican “por faltas a los funcionarios” o “desacatos”26. Por ejemplo,

en Londres “se multó a un hombre, de acuerdo con una ley de 1745, por

‘arrojar dinero al recaudador de impuestos al mismo tiempo que

formulaba comentarios insultantes’”27. La pena puede parecer bastante

leve, pero ilustra muy bien el tipo de instrumentos que aseguran el

estatus del burócrata frente al usuario.

* * *

25 Lucio Mendieta, Sociología de la burocracia, México, Universidad Nacional,

1961, p.47. 26 Weber, op. cit., p.29. 27 Tabori, op. cit., p.125.

Page 109: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 120

Otra enfermedad de la jerarquía burocrática es la Enfermedad de Parkinson.

Permítaseme exponerlo en forma esquemática (véase la figura 1).

Imaginemos a un funcionario del gobierno, llamado A, que se

encuentra abrumado de trabajo. Da igual que tal exceso de trabajo sea

real o imaginario, lo que importa es que siente la necesidad de librarse de

la carga laboral. Bien, tiene, como lo vemos, tres opciones. La primera es

la compartir el trabajo con el colega llamado B; una segunda solución

consistiría en pedir que le sean asignados dos subordinados (los

licenciados C y D); o bien puede renunciar. La elección más probable —

y más sensata, creo— es la segunda. Si renunciara perdería su fondo de

retiro y su capacidad de ascender en la estructura jerárquica. Si solicitara

la ayuda de B, que tiene la misma categoría jerárquica, no haría más que

introducir a un rival para el ascenso, para ocupar la vacante que deje el

director general W cuando éste se jubile.

Figura 1

W

B A

C D

G HE F

W

B A

C D

G HE F

Así nuestro funcionario A preferirá que la organización contrate

o le asigne a C y a D, más jóvenes y con menos experiencia, lo que le

asegure el estatus jerárquico. El trabajo será dividido entre C y D, y A

tendrá el mérito de ser el único que entiende y controla a ambos. Es

primordial entender, antes de seguir, que los nombramientos de C y de

D son simétricos, inseparables, por decirlo de alguna manera. De haber

Page 110: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 121

nombrado sólo a C, éste se dividiría el trabajo con A, lo que significaría

que éste y aquél estarían en el mismo nivel, lo que vendría a significar lo

mismo que la opción de compartir con B; estatus más reforzado si C se

convierte en el único sucesor de A. En consecuencia, los subordinados

deben ser dos o más para poder controlarlos mediante la competencia

entre ellos. De la misma forma que con A, a C le serán asignados dos

asistentes E y F. Simultáneamente, se tendrá que hacer lo mismo con D

para evitar conflictos en el departamento. Así, con el reclutamiento de

E, F, G y H, el ascenso de A está garantizado.

El Principio de Parkinson (fundamento explicativo de la

Enfermedad de Parkinson28) enuncia que el trabajo tiende a crecer hasta que

el tiempo de que se dispone para su realización sea llenado. Admitiendo que esto

fuese cierto, es decir, que el trabajo burocrático tuviera tal elasticidad,

una conclusión lógica es que la organización burocrática no tendría que

disponer de nuevos reclutas. En realidad, la cantidad de trabajo y el

número de funcionarios no tienen ninguna causalidad entre sí. Empero,

el Principio de Parkinson tiene dos implicaciones: la primera que el

número de funcionarios en una jerarquía burocrática se rige por una ley

de crecimiento constante sin importar si el trabajo crece, se mantiene o

decrece, lo que se sintetiza en el corolario: “Todo funcionario necesita

multiplicar el número de subordinados, no el de rivales”, tal como

observamos en nuestro primer ejemplo.

Para entender la segunda implicación de Parkinson, permítanme

continuar nuestro esquema hipotético. Los siete funcionarios del

departamento X se crean tanto trabajo y tareas entre sí, que están todos

absolutamente ocupados, y en realidad A tiene más trabajo que nunca.

Un oficio que llegue a la oficina tendrá que pasar por varios escalones, si

no es que por todos los funcionarios. E decide que el documento es

competencia de F, que redacta una respuesta provisional que hace llegar

a C. Éste introduce numerosas modificaciones y correcciones antes de

consultar a D que pide que G resuelva el asunto. Pero en este punto, G

28 Northcole Parkinson, La Ley de Parkinson, Barcelona, Ariel, 1967.

Page 111: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 122

se va de vacaciones y le pasa el expediente a H, quien redacta un

informe que firma D y devuelve a C, que revisa el borrador y, por falta

de tiempo o por un descuido de su secretaria, termina enviando el folio

inicial que redactó F al director A. ¿Qué hará A? Seguramente firmar el

documento sin haberlo leído, pues tiene otras muchas cosas en su

escritorio que han seguido un trayecto más o menos similar al dichoso

documento, además de las preocupaciones por suceder a W, la licencia

de G, la solicitud de E de ser trasladado a la oficina de asuntos

indígenas, el aumento de sueldo que pide C, etcétera, etcétera... De

modo que A se convierte en el último en salir por la noche, ya que no

es, después de todo, un tipo irresponsable con su trabajo así que se pone

a revisar los oficios y a corregirlos. A ha caído en la infecciosa

Enfermedad de Parkinson. La segunda implicación es, pues, que “los

funcionarios se crean unos a otros trabajo innecesario”.

* * *

Lawrence Peter29 hace un estudio sobre la incompetencia administrativa en

los niveles de la jerarquía. En este interesante trabajo, Peter concluye

una sugestiva máxima de la jerarquiología: el Principio de Peter. Según

éste, “en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel

de incompetencia”. En otras palabras, un funcionario ascenderá a través

de los peldaños de la burocracia demostrando aptitud en los diversos

cargos que ocupe hasta que en cierto momento alcance su “nivel de

incompetencia” en un cargo, donde permanecerá el resto de su carrera,

porque, como lo afirmó Weber, el funcionario burocrático tiende a

obtener “una posición vitalicia dentro de la organización”30.

29 El principio de Peter, trad. Adolfo Martín, Barcelona, Plaza-Janes, 1973. 30 Op. cit, pp. 32-33.

Page 112: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 123

Figura 2

a b c d e

f(x)

xa b c d e

f(x)

x

Extendiendo el argumento de Peter podemos afirmar que en una

jerarquía la mayoría de los empleados tenderán a localizarse en un nivel

medio de competencia que les asegure un cargo y ascenso estable dado

que se elimina la competencia por los ascensos. En este mismo sentido,

son sólo los competentes, los medio-competentes y los incompetentes

los que representan la verdadera movilidad dentro de la jerarquía

burocrática. Empero, existen otros dos tipos de funcionarios, los

súpercompetentes y los súperincompetentes quienes tienden a ser

eliminados de la jerarquía por ser peligros latentes contra el grueso de

los funcionarios. Sinteticemos nuestras observaciones en la figura 2.

Donde a representa el intervalo de súperincompetencia, b el de

incompetencia, c el de competencia media, d la competencia y e la

supercompetencia. El área que ocupan los intervalos debajo de la curva

simboliza el nivel de movilidad dentro de la estructura jerárquica.

* * *

Dejemos hasta aquí nuestra persecución de la estupidez burocrática

inmersa en la jerarquía. Pasemos ahora a las enfermedades burocráticas

más usuales, aquellas que tienen que ver con las normas.

Page 113: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 124

PATOLOGÍA DE LAS NORMAS

Existe cierta enfermedad burocrática que hemos bautizado como psicosis

normativa, la pasión obsesiva que desarrollan los funcionarios por el

perfecto cumplimiento de las normas estatuidas. Citemos algunos

ejemplos de esta patología.

Durante la segunda Guerra Mundial, el uso de petróleo estaba

reglamentado por centenares de párrafos. Los empresarios de pompas

fúnebres de Francia hallaron que los carruajes donde transportaban el

ataúd estaban clasificados como “vehículos comerciales”, empleaban

nafta especialmente teñida de rojo, y en cambio los vehículos que

transportaban a los deudos y amigos eran “coches de alquiler”, que

usaban nafta blanca. Y sólo a último momento se evitó que éstos fueran

clasificados como “¡vehículos de placer!”31.

Este es en realidad un caso benigno de psicosis normativa. Pero

obsérvese el caso de unos oficiales de aduana yugoeslavos, que

“adoptaron una actitud muy suspicaz ante varias cajas de película virgen

que una compañía alemana quiso importar para el rodaje de un film.

Insistieron en abrir todas las cajas. La película, expuesta a la luz, se

arruinó completamente. Pero los reglamentos se habían cumplido al pie

de la letra”32.

Otro caso de la terrible enfermedad, es el de cierto navegante

aficionado cuyo velero (con motor fuera de borda) rompió amarras en

su fondeadero de la costa este de Inglaterra. Nada supo el pobre hombre

de la nave durante dos semanas, entonces afortunadamente llegó una

carta muy cortés, fechada en un pequeño puerto belga. La embarcación

había sido hallada por un pesquero y llevada a puerto. Todo estaba a

salvo, incluidos aparejos de pesca y una botella de oporto. ¿Tendría el

propietario la bondad de retirar la embarcación? Muy complacido,

nuestro amigo se preparó para recuperar su velero. Pero la cosa no era

31 Tabori, op. cit., p.123. 32 Ibid., p.128.

Page 114: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 125

tan sencilla. Necesitaba una licencia de importación de la Junta de

Comercio antes de reintegrar la nave a puerto inglés. Y tres veces le

negaron el permiso que solicitaba... ¡porque era necesario proteger a la industria

naviera británica!33

Claros ejemplos de una disfunción del raciocinio. Sin embargo,

muestras de cierta lógica burocrática que viene aparejada con la creación

y asimilación de normas, esencia del sistema y, por tanto, fundamento de

la existencia del burócrata. Robert K. Merton ha explicado este mal con

el fenómeno conocido como el desplazamiento de metas. Según Merton, la

estructura burocrática ejerce una presión constante sobre el funcionario

para que sea “metódico, prudente, disciplinado”34. El sistema obliga

(disciplina) a los empleados a actuar de conformidad con las normas de

acción prescritas. La burocracia requiere, para su buen funcionamiento,

de asegurar de sus funcionarios una confiabilidad en la reacción.

Esto, sin embargo, lleva “a la transferencia de los sentimientos

de los objetivos de la organización a los detalles particulares de conducta

exigidos por las reglas. La adhesión a las reglas, concebidas

originariamente como un medio, se transforma en un fin en sí misma”35.

En una palabra, la psicosis normativa nace cuando un valor instrumental

se convierte en un valor final. El valor prescriptivo de las normas tiende

a ser absorbido por los burócratas que se encuentran en contacto directo

con éste durante la jornada diaria, de modo que se convierte en un valor

inmediato de la vida del burócrata.

Una derivación de la psicosis normativa es la demencia ritualista.

Ésta se refiere a la propensión a complicar los procedimientos con el fin

de crear controles que aseguren la adhesión quisquillosa a los

procedimientos formalizados. En otras palabras, el principal síntoma de

la demencia ritualista es el papeleo (red tape). El mejor ejemplo que

hemos encontrado sobre papeleo estúpido es el de un formulario que

33 Idem. 34 Op. cit., p.205. 35 Ibid., p.206.

Page 115: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 126

tiene que llenar un empleado civil de la instalación militar

norteamericana de Fort Monmounth que desee recuperar un níquel (50¢)

de una máquina automática de refrescos:

“El formulario de tres páginas incluye dieciséis preguntas que deben ser

contestadas bajo juramento, ante notario público: fecha, nombre, puesto y

sueldo, dirección local y número de teléfono, dirección particular y número de

teléfono, suma perdida y tipo de máquina en la que se perdió el dinero,

ubicación de la máquina, explicación detallada de la pérdida (‘adhiéranse y

numérense hojas adicionales’), nombre y dirección de empleadores anteriores,

descripción del níquel (‘fecha u otros elementos de identificación,

mutilaciones, etcétera’), nombre y dirección de cualquier testigo de la pérdida,

nombre y dirección de tres referencias, clasificación militar, nombre del padre

y nombre de soltera de la madre, declaración de ciudadanía del solicitante y de

ambos padres, y una declaración, con fechas y lugares, de todas la penas

judiciales, incluidas las condenas por violaciones de leyes de tránsito. El

formulario concluye con la siguiente frase: ‘POR LO TANTO,

respetuosamente solicito el reintegro de la cantidad de... centavos’”36.

La pasión por los formularios inútiles es impresionante. “Esto

puede ser exagerado hasta el punto en que el interés primario por la

conformidad con las reglas interfiere en la consecución de los objetivos

de la organización”37. El caso paradigmático del demente ritualista es el

burócrata que no olvida ninguna regla y, en consecuencia, es incapaz de

atender las particularidades de los ciudadanos. Véase este otro ejemplo

de ritualismo. Los formularios fiscales, creo, son buenos modelos de

toda una compleja liturgia burocrática. Tal ha sido la complicación que

han alcanzado algunos que si tomamos un año cualquiera (1943),

repararemos en que al menos dos personas en todo el territorio de los

Estados Unidos se vieron empujadas al suicidio por la necesidad de

rellenar los complejos formularios fiscales. Una de ellas llegó a realizar la

tarea y tras garrapatear una nota: “Creo que estoy enloqueciendo...”, se

pegó un tiro en la cabeza. El otro caso fue el de un hombre que mató a

36 Tabori, op. cit., p.122. 37 Merton, op. cit., p.206.

Page 116: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 127

su esposa y luego se suicidó con un rifle, “dejando el formulario en

blanco sobre el escritorio como último mensaje al mundo”38. Si bien

estos ejemplos son un tanto fatalistas, casi increíbles, son parámetros

extremos de una realidad a la que se enfrenta todo ciudadano que se

para frente a una ventanilla de gobierno.

Las enfermedades de este tipo nacen de diversas prácticas que el

sistema desarrolla con el fin original de salvaguardar la normatividad.

Entre estas prácticas se encuentran las medidas excesivas para la

protección de la organización contra sus propios miembros (controles

financieros, evaluaciones de eficacia), la imposición de requisitos

excesivos relacionados con actividades de la rutina, la imposición de

trabajos inútiles o la mecanización de los mismos, así como la confusa

diferenciación de funciones entre dependencias o funcionarios39. Otras

causas son la continuidad de prácticas obsoletas o los canales de

comunicación excesivamente largos.

Las patologías propias de las normas, en efecto, traspasan la

formalidad cuando son interiorizadas por los actores burocráticos. De

modo que este tipo de enfermedades es difícilmente curable. La reforma

administrativa que no atienda este punto sólo contribuirá a incrementar

la gravedad del problema.

LA INEPTITUD CRÓNICA

Los males de la profesionalización son, también, de especial cuidado. Un

primer padecimiento de este tipo es lo que Veblen llama la incapacidad

adiestrada40. Según este autor, ésta “se refiere al estado de cosas en que

los talentos de uno funcionan como insuficiencias o puntos ciegos”. En

otras palabras, las aptitudes del profesional burocrático que han sido

aprendidas y aplicadas exitosamente a viejos problemas pueden resultar

38 Tabori, op. cit., p.125. 39 Caplow, op. cit., p.30. 40 Merton, op. cit., p.204.

Page 117: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 128

infructuosas en un contexto nuevo. Utilicemos el ejemplo de Kenneth

Burke para ilustrar este punto. Las gallinas pueden ser condicionadas

rápidamente para interpretar el sonido de una campana como señal de

comida. La misma campana puede usarse, después, para reunirlas con

objeto de decapitarlas41.

Otra enfermedad del “tipo profesional” es el reclutamiento ineficaz.

El primer requisito del grupo organizado y la más frecuente de sus

funciones rutinarias es la de encontrar personal adecuado para ocupar

los puestos vacantes. Empero, esto no siempre se realiza éxito y el

resultado termina siendo desastroso para la misma organización. Según

Caplow42 esta enfermedad tiene siete posibles fuentes: cuando hay

demasiados candidatos elegibles para los puestos disponibles, cuando

hay muy pocos candidatos elegibles para ocupar las vacantes, por simple

incompetencia, cambios ideológicos no anticipados, disputas por

resolver, disputas por la sucesión o por el desperdicio de talento. El

problema del reclutamiento ineficaz tiene mucho que ver con el estatus

que implica el cambio de funciones y con los talentos adecuados a las

circunstancias de la organización que pueda aportar el candidato.

Aunque, muchas veces, este problema nazca de otros problemas

colaterales como el compadrazgo o la identificación de grupos, la

respuesta del sistema es variada. Pero el resultado final siempre es el

mismo: la pérdida de talento. En la búsqueda de personas con

características de conformidad, la burocracia posiblemente excluye o

rechaza a muchas otras de mayor utilidad. Un buen ejemplo de cómo las

presiones externas influyen en el reclutamiento de personal sería la

coerción que ejercen los sindicatos sobre la contratación.

Hasta aquí nuestro recuento de patologías burocráticas. Hemos

abarcado ya los cuatro elementos indispensables que, según Max Weber,

constituyen los pilares de todo sistema burocrático.

41 Idem. 42 Op. cit., p.40.

Page 118: Revista Ágora núm. 1

La estupidez burocrática 129

PALABRAS FINALES

La estupidez burocrática, como lo hemos observado, posee efectos

devastadores en la lógica de consecución de fines de las organizaciones.

Queda claro que la importancia de conocer las disfunciones del sistema

es elemento clave en la transformación de éste en un gobierno más

eficiente y equitativo. En nuestra opinión, lejos del criterio de muchos,

el tema de las organizaciones y sus disfunciones está lejos de ser

agotado.

Tras haber hecho un largo —y tétrico, creo— recorrido por las

patologías propias de los burócratas lo que nos queda por decir son

algunas palabras de alivio. Si no se llegan a conocer cabalmente estos

problemas —y los que nos faltaron— será muy difícil asegurar

soluciones vigorosas a los problemas que aquejan a los usuarios que día

con día nos enfrentamos a la estupidez burocrática. Fenómeno que, me

temo, es perenne y siempre encontrará nuevas e inventivas

manifestaciones. En la medida en que se conozcan estas enfermedades y

se diseñen estrategias realistas será que se atemperen los efectos

perniciosos de la patología burocrática hacia adentro y hacia fuera de la

estructura. El desarrollo de las ciencias administrativas, en mi opinión,

tendrá que estar al tanto de los elementos psicológicos y organizativos

que permitan apalear las enfermedades burocráticas. Sin embargo, como

ya lo decía Arthur Bloch43, “sólo una burocracia puede combatir una

burocracia”. El problema, como puede ver usted, es de magnitudes

épicas.

43 Ley de Murphy, México, Diana, 1988, p.22.

Page 119: Revista Ágora núm. 1

Soy la ira, la justa ira del pueblo y por ello

me escucha y cree en mí.

Pensar la Revolución Francesa

Pensar

Page 120: Revista Ágora núm. 1

Ami du

Peuple

ad hoc

Pensar

et al. Diccionario de Política

de facto

Page 121: Revista Ágora núm. 1

amigo del pueblo

Pensar

El Contrato Social

op. cit.

Page 122: Revista Ágora núm. 1

sans-culottes,

sans-

culotte

op. cit.

The French Revolution: 1770 – 1814

The French Revolution

Diccionario de la Revolución Francesa

Diccionario

Loc. cit..

The Parisian Sans Culotte and the French Revolution

The Parisian

Page 123: Revista Ágora núm. 1

sans-culottes

L´Ami du Peuple

amigo del pueblo

sans-culotte

sans-culottes

Declaración de los Derechos del Hombre y del

Ciudadano

art. cit.

Jean Paul Marat: a study on radicalism

The metamorphoses of Marat

Compendio de la Historia de la Revolución Francesa

Compendio

Page 124: Revista Ágora núm. 1

Ami du Peuple

publicans

The French Revolution

Diccionario.

L´Ami du Peuple

op. cit.

Page 125: Revista Ágora núm. 1

L´Ami du Peuple

L´Ami du Peuple

Le Publiciste Parisien

L´Ami du Peuple

L´Ami du

Peuple

de L´Ami du Peuple

op. cit.

Diccionario

Loc. cit.

Marat (biografía)

art. cit.

Page 126: Revista Ágora núm. 1

No

más que ne…que

No más que

no es más que volta-face

L´Ami du Peuple

Compendio

art. cit.

op. cit.

Marat: the people´s friend

Supra

Page 127: Revista Ágora núm. 1

société de la Section Guillaume-Tell

op. cit

The Parisian

Journal of modern History

art. cit.

The Terror

L´Ami du peuple

art. cit.

Page 128: Revista Ágora núm. 1

art. cit.

art. cit.

art. cit.

art. cit.

Page 129: Revista Ágora núm. 1

op. cit.

Ami du Peuple

op. cit.

Page 130: Revista Ágora núm. 1

sans-culotte

art. cit

art. cit.

op. cit.

Supra.

op. cit.

Page 131: Revista Ágora núm. 1

L´Ami du Peuple

The

Terror

op. cit.

Diccionario de Ciencia Política

s.v.

op. cit.

art. cit. Compendio

Page 132: Revista Ágora núm. 1

Appel aux federes

Cordeliers

L´Ami du Peuple Comité de

Survelliance

op. cit.

art. cit.

The French Revolution

op. cit. cf. op. cit.

Page 133: Revista Ágora núm. 1

sans-culotte

sans culottes sans-

culotte

The French Revolution

op. cit.

art. cit.

The French Revolution

Page 134: Revista Ágora núm. 1

sans-culotte

L´Ami du Peuple

op. cit.

Pensar

Page 135: Revista Ágora núm. 1
Page 136: Revista Ágora núm. 1
Page 137: Revista Ágora núm. 1
Page 138: Revista Ágora núm. 1

desafío colectivo

Power in movement: social movements, collective action and politics

Loc. cit.

Loc. cit.

Ibid

Ibid

Page 139: Revista Ágora núm. 1

objetivos comunes

Loc. cit.

Loc. cit.

Ibid

Page 140: Revista Ágora núm. 1

el sentido general

Page 141: Revista Ágora núm. 1

la solidaridad

Ibid

Planting Trouble,

p. cit.

Page 142: Revista Ágora núm. 1

mantenimiento

op. cit.

op. cit.

Ibid.

Page 143: Revista Ágora núm. 1

exteriores

no

Ibid

Ibid

Page 144: Revista Ágora núm. 1

La Jornada

Op. cit.

Page 145: Revista Ágora núm. 1

op. cit

Ibid.

Ibid.,

Page 146: Revista Ágora núm. 1

Ibid

Op. cit.

op. cit

Ibid.,

Page 147: Revista Ágora núm. 1

ciclo de protesta

Op. cit

Op. cit.

Page 148: Revista Ágora núm. 1

subcomandante Marcos

intocabilidad La Jornada

Who governs?

La organización de los grupos de interés en Europa Occidental

Page 149: Revista Ágora núm. 1

lobbying

rational choice

Interest Groups

Ibid.

Page 150: Revista Ágora núm. 1
Page 151: Revista Ágora núm. 1

El Cotidiano

op. cit.

Page 152: Revista Ágora núm. 1
Page 153: Revista Ágora núm. 1

Programa Especial de Saneamiento

Financiero del Sector Agropecuario

Fircaven

Pronasol

no tuvo, pero

pudo haber tenido

op. cit.

Page 154: Revista Ágora núm. 1

separate and “selective” incentive

selectively

The Logic of Collective Action

Page 155: Revista Ágora núm. 1

naturaleza

Page 156: Revista Ágora núm. 1

riesgo

op. cit

Loc. cit.

Page 157: Revista Ágora núm. 1

condiciones políticas y económicas específicas

forma

contenido

Page 158: Revista Ágora núm. 1

La Jornada