Revista Antipoda N° 17 (2013) - Número completo sobre antropología económica

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    JULIO - DICIEMBRE 2013

    REVISTA DEL DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

    UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

    BOGOT, COLOMBIA

    ANTROPOLOGA Y ECONOMA

    ANTIPODA17

  • 7/25/2019 Revista Antipoda N 17 (2013) - Nmero completo sobre antropologa econmica

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    P N S SRector

    H F VDecano Facultad de C ienc ias Soc iales

    A CDirector

    Departamento de Antropologa

    M L MEditora de la Facultad

    pub l i cac iones fac iso@uniandes .edu .co

    COMIT EDITORIAL

    C V R, DUnivers idad Nacional de Colombia

    mcder@una l .edu .co

    F F, P.D.Univers idad de los Andes , Colombiaf . f le i scher406@uniandes .edu .co

    J A R, P.D.Comi t C i ent f i co Unesco-ruta de l E sclavo

    ja im ea ro cha @g ma il .c om

    L. A C, P.D.National Museum of the American Ind ian

    cure ta@si .edu

    M C V D H, P.D.Un iv ers idad E xternado de Colomb i a

    mar iac la ravanderhammen@hotmai l . com

    M C C, P.D.Inst i tuto Colombiano de Antropologa e Historia

    mchaves@icanh .gov .co

    P J, P.D.Univers idad de los Andes , Colombia

    p . Ja rami l lo23@uniandes .edu .co

    S A, P.D.Univers idad de los Andes , Colombia

    sa rch i la@uniandes .edu .co

    COMIT C IENTF ICO

    C S, P.D. The Univers i ty of Auckland, Nueva Zelanda

    C H, P.D.Univers i ty of Cal i fornia , Berkeley ,

    E stados Un idos

    C H, P.D.Max P lanck In st i tu te , A leman i a

    C B, P.D.Univers idad Nacional de R o Negro, Argentina

    E G. N, P.D.Univers idade de So Paulo, Bras i l

    G O, P.D.S imon Fraser Un i v ers i ty , Canad

    J R, P.D.Georgetown Un i v ers i ty , E stados Un idos

    J L, P.D.Cnrs , Franc i a

    M L C, P.D.Un iv ers i ty of Ca l i forn i a , Dav i s , E stados Un idos

    P W, P.D.Un iv ers i ty of Manchester , Ingla terra

    EDITORA INV ITADA

    F F, P.D.f . f le i scher406@uniandes .edu .Co

    EQUIPO EDITORIAL ANTPODA

    Ed i toraM L. E A, P.D.

    ed i to raant ipoda@uniandes .edu .co

    Ed i tora As i s tenteN V M, M.

    nvargas@uniandes .edu .co

    TRADUCCIN AL INGLS

    J M Eju an .m an ue le sp in oz a@ gm ai l. co m

    F Efe l ipe .es t rada .p rada@gmai l . com

    TRADUCCIN AL PORTUGUSR Droan i tad@gmai l . com

    FOTOGRAFAL H, P.D.

    lhoney@qcc .cuny .edu

    CORRECCIN DE EST ILOG D

    DISEO ORIGINALD A C

    DISEO Y D IAGRAMACINL S

    le [email protected]

    IMPRES INP F I S. A.,

    qu ien so lo ac ta como impresor .

    VENTAS Y SUSCRIPCIONES

    L Ul ib re r ia@uniandes .edu .co

    L Uwww. la l ib re r iade lau .com

    S H Ewww.s ig lode lhombre .com

    CANJESP F C S

    pub l i cac iones fac iso@uniandes .edu .coS B U

    sbadqu is ic iones@uniandes .edu .co

    PRECIO POR EJEMPLA R:

    $24.000 / US$15.00T i ra j e : 500 e j empl ares 1 7 x 24 cm 296 pp .

    P E R I O D I C I D A D: S E M E S T R A L

    ANTIPODAREVISTA DE ANTROPOLOGA Y ARQUEOLOGA

    No . 17, JUL IO -D IC IEMBRE 2013ISSN (V . Imp r esa ) 1900 5407 , I SSN (V . D ig i t a l ) 2011-4273

    h t tp : / /an t ipoda .un iandes .edu . co

    An t po da-R ev is ta de An tr op olog a y A rqueol og a No .17Se termin de imprimir en el mes de noviembre de 2013.

    Las opiniones e ideas aqu consignadas son de responsabilidad exclusiva de los autores yno necesariamente reflejan la opinin del Departamento de Antropologa de la Universidad

    de los Andes. El material de esta revista puede ser reproducido sin autorizacin para usopersonal o en el aula de clase, siempre y cuando se mencionen como fuente el artculoy su autor y aAntpoda-Revista de Antropologa y Arqueologa del Departamento de

    Antropologa de las Universidad de los Andes. Para reproducciones con cualquier otro fin esnecesario solicitar primero la autorizacin de la Editora de la revista.

    DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIA LES

    UNIVERSIDAD DE LOS ANDESDireccin post al: Carrera 1 este No. 18 12 - Edificio Gb, Piso 6, oficinas 601 y 603 - Bogot D.C., Colom bia

    Telfono: 57.1.339.4949, Ext. 3483 o 4808 Telefax: 57.1.3324056Pgina web: http://antipoda.uniandes.edu.co

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    A - ,

    , , :

    SCOPUS (Database of Abstracts and Citation for Scholarly Journal Articles.) Elsevier, desde 2013 PUBLINDEX ndice Nacional de Publicaciones (Colciencias, Colombia) desde 2008. Actualmente en

    categora A2

    CAB Abstracts (www.cabi.org, Estados Unidos), desde 2011 SciElo - Scientific Electronic Library Online (Colombia), desde 2010 HLAS Handbook of Latin American Studies (Library of Congress, Estados Unidos), desde 2009

    LatAm Studies, Estudios Latinoamericanos (International Information Services, Estados Unidos), desde 2009 HAPI Hispanic American Periodicals Index (UCLA Latin American Institute, Estados Unidos), desde 2008 IBSS International Bibliography of the Social Sciences (Proquest, Estados Unidos), desde 2008 Sociological Abstract s and Language Behavior Abstracts (CSA Cambridge Scientific Abstracts, Proquest,

    Estados Unidos), desde 2008 CREDI Centro de Recursos Documentales e Informticos (OEI Organizacin de Estados Iberoamericanos),

    desde 2008 Latindex Sistema Regional de Informacin en Lnea para Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe,

    Espaa y Portugal, desde 2008 CLASE Citas Latinoamericanas de Ciencias Sociales y Humanidades (UNAM, Mxico), desde 2007

    DIALNET Difusin de Alertas en la Red (Universidad de La Rioja, Espaa), desde 2007 DOAJ Directory of Open Access Journals (Lund University Library, Suecia), desde 2007 Informe Acadmico, Academic OneFile (Gale Cengage Learning, Estados Unidos), desde 2007 RedALyC Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal (CLACSO, UAEM,

    Mxico), desde 2007 CIBERA Biblioteca Virtual Iberoamericana (German Institute of Global and Area Studies, Alemania), desde 2007 AIO Anthropological Index Online Royal Anthropological Institute (Reino Unido), desde 2005 EP Smartlink Fulltext, Fuente Acadmica, Current Abstract, TOC Premier, Acadmica Research Complete

    (EBSCO Information Services, Estados Unidos), desde 2005 PRISMA Publicaciones y Revistas Sociales y Humansticas (Proquest, Estados Unidos), desde 2005

    Ulrichs Periodicals Directory (Proquest, Estados Unidos), desde 2005 OCENET (Editorial Ocano Espaa), desde 2003

    P O R T A L E S W E Bhttp://www.lablaa.org/listado_revistas.htm (Biblioteca Luis ngel Arango, Colombia)http://www.portalquorum.org (Qurum de Revistas, Por tal Iberoamericano de publicaciones, Espaa)http://biblioteca.clacso.edu.ar/ (Red de Bibliotecas Vir tuales de CLACSO, Argentina)

  • 7/25/2019 Revista Antipoda N 17 (2013) - Nmero completo sobre antropologa econmica

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    Antpoda es la revista bianual indizada del Departamento de Antropologa de la Uni-versidad de los Andes (Colombia, Suramrica) dedicada al avance y diseminacin del

    conocimiento antropolgico, y al anlisis crtico de temas socioculturales, metodol-

    gicos y tericos relevantes para la comprensin de los problemas humanos.

    Antpoda conforma un foro abierto y plural en donde se publican artculos y tra-

    bajos que permitan adelantar discusiones en la frontera del conocimiento antropolgico

    y de otras disciplinas afines de las ciencias sociales y humanas. El criterio para la publi-

    cacin de trabajos es el de su calidad y pertinencia intelectual, as como su contribucin

    en la discusin y el debate en la comunidad acadmica nacional e internacional. Los res-

    ponsables editoriales deAntpodagarantizan una evaluacin seria y profesional de todoslos materiales sometidos a su consideracin por parte de pares de reconocida solvencia

    intelectual, acadmica y tica. Adems de tener un enfoque regional latinoamericano,

    Antpodatambin tiene un inters especial en difundir y compartir las experiencias del

    trabajo antropolgico tanto de Colombia como de las antropologas del mundo.

    A partir del nombre de Antpoda como una metfora de la alteridad, la revista pre-

    tende presentar las diversas visiones de los temas sobre los cuales trata la disciplina. Las

    secciones se organizan desde las siguientes alegoras espaciales:

    Meridianos: en esta seccin se seala la orientacin del nmero. Aqu se

    publican artculos originales, resultados de investigaciones que estn directamente

    relacionados con el tema central. Igualmente se presentan trabajos de investigado-

    res reconocidos en la disciplina los cuales hacen referencia al tema central y que

    en algunos casos se traducen para hacerlos accesibles al pblico hispanoparlante.

    Paralelos:tienen lugar en esta seccin artculos que estn relacionados con

    el tema central del nmero, no necesariamente de una manera directa pero s a

    travs de aportes tanto tericos como empricos.

    Panormicas: Una seccin amplia y abierta que recoge escritos con temas de

    actualidad y que no necesariamente se relacionan directamente con el tema centraldel nmero.

    Reseas: presenta reseas bibliogrficas de nuevas publicaciones u otros tra-

    bajos de inters para la revista y sus lectores.

    Documentos: seccin que ofrece a los lectores trabajos inditos que pueden

    ser escritos, fotografas u otros documentos de carcter histrico.

    * Palabras clave: Antropologa social y cultural, Arqueologa, Antropologa Biol-

    gica, Lingstica, Etno-historia y Cultura.

    * Libre acceso: odos los documentos publicados enAntpodason de libre acceso

    y se pueden descargar en formato PDF, HML y en versin E-book.

    ANTIPODA

  • 7/25/2019 Revista Antipoda N 17 (2013) - Nmero completo sobre antropologa econmica

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    Antpoda is the biannual, peer-reviewed journal of the Department ofAnthropology (Universidad de los Andes, Colombia, South America)

    dedicated to the advancement and dissemination of anthropological

    knowledge, and the critical analysis of sociocultural, methodological, and

    theoretical issues that are relevant to the understanding of human problems.

    Antpoda forms a plural and open forum that publishes articles and

    papers that allow further discussion on the border of anthropological

    knowledge and related social science and humanistic disciplines. he criterion

    for publication of papers is their intellectual quality and relevance and

    contribution to the discussion and debate within the national and internationalacademic community. he responsible editors ofAntpodaensure a serious and

    professional evaluation of all material submitted for consideration by recognized

    intellectual, academic, and ethical persons. In addition to having a regional

    focus in Latin America, Antpodahas a special interest in disseminating and

    sharing the experiences of anthropological work both from anthropology in

    Colombia and other parts of the world.

    Te nameAntpodasuggests otherness. In this sense, the Journal aims to

    present various views on issues the discipline is about. Te sections are organized

    according to the following spatial allegories:

    Meridians: Tis section indicates the numbers orientation. Here original

    articles with research results related to the topic are published. In addition, work

    by widely recognized researchers in the discipline are presented, that relate to the

    central theme.

    Parallels: Articles that are related to the topic that guides the number are

    published here.

    Panoramics: A broad and open section that collects writings about current is-

    sues and that are not necessarily directly related to the central theme of the number.Reviews: Presents bibliographic reviews of new publications or other works

    of interest to the Journal and its readers.

    Documents: Section that offers readers unpublished works including written

    texts, photographs, and documents of historical nature.

    * Key Words: Sociocultural Antropology, Archaeology, Bioantropology, Linguis-

    tics, Etnohistory and Culture.

    * Open Access: All articles in the Journal are available and can be downloaded in

    PDF, HML and E-book version.

    ANTIPODA

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    Antpoda a revista semestral, indexada do Departamento de Antropologia daUniversidade de los Andes (Colmbia, Amrica do Sul) dedicada ao avano e dis-

    seminao do conhecimento antropolgico e a anlise crtica de questes culturais

    e tericas metodolgicas relevantes para a compreenso dos problemas humanos.

    Antpoda rene um frum aberto e plural para a publicao de artigos

    e trabalhos voltados para desenvolver discusses dentro do mbito do con-

    hecimento antropolgico e de outras disciplinas afins das cincias sociais e

    humanos. O critrio para a publicao de trabalhos est baseado na qualidade

    e pertinncia intelectual, bem como na contribuio do trabalho para a dis-

    cusso e debate na comunidade acadmica nacional e internacional. Os re-sponsveis editoriais da Antpoda garantem uma avaliao sria e profissional

    de todos os materiais submetidos considerao por parte de pares de recon-

    hecida solvncia intelectual, acadmica e tica. Alm de ter uma abordagem re-

    gional latino-americana, Antpoda est interessada, especialmente, na difuso

    e troca de experincias do trabalho antropolgico tanto da Colmbia quanto

    acerca das antropologias do mundo.

    A partir do nome de Antpoda como uma metfora da alteridade, a revista

    pretende apresentar as diversas vises sobre os temas tratadas pela disciplina. As

    sees so organizadas desde as seguintes alegorias espaciais:

    Meridianos: esta seo introduz a orientao do nmero. Aqui se publicam

    artigos originais com resultados de pesquisas relacionadas com o tema central ou

    trabalhos de pesquisadores amplamente reconhecidos na rea que tambm tratam

    o tema central.

    Paralelos: esta seo abrange artigos relacionados com o tema principal

    do nmero.

    Panormicas: uma seo ampla e aberta que rene escritos com temas de

    atualidade mesmo no relacionados diretamente com o tema central do nmero.Resenhas: apresenta resenhas bibliogrficas de novas publicaes ou outros

    trabalhos de interesse para a revista e os seus leitores.

    Documentos: seo que oferece aos leitores trabalhos inditos que podem

    ser artigos, fotografias ou outros documentos de tipo histrico.

    * Palavras chave: Antropologia sociocultural, Arqueologa, Bioantropologa, Lin-

    gustica, Etno-histria e Cultura.

    * Acesso aberto: odos as artigos da revista esto disponveis gratuitamente e

    podem ser baixados em PDF, HML e verso E-book.

    ANTIPODA

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    A-

    C R D I T O S I M G E N E S A N T P O D A 1 7Larisa Honey

    PortadaLiberty ree 10.24.11

    Fotograf a pgina (pgina 22)Man at OWS 10.08.11

    Fotografa pgina (pgina 106)OWS Water Grey System 10.08.11

    Fotografa pgina (pgina 202)End the Fed Zuccotti 10.08.11

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    10/296

    ANTIPODANOA EDIORIAL

    Mnica L. Espinosa A. .................................................................................................................................13

    PRESENACINOccupy Economic Anthropology

    Friederike Fleischer......................................................................................................................................17

    MERIDIANOSEnerga vital. La corriente de relaciones

    Stephen Gudeman ......................................................................................................................................25El rgimen alimentario neoliberal y su crisis: Estado, agroempresasmultinacionales y biotecnologa

    Gerardo Otero .............................................................................................................................................49Te Uncertain Consequences of the Socialist Pursuit of Certainty:Te Case of Uyghur Villagers in Eastern Xinjiang, China

    Chris Hann ...................................................................................................................................................79

    PARALELOSEntre las crisis globales y los contextos locales. Elementos para una

    introduccin a la antropologa econmicaMauricio Montenegro Riveros ..............................................................................................................109

    Interacciones econmicas, interacciones simblicas. Una aproximacinetnogrfica al significado social del dlar blueen Argentina

    Mara Soledad Snchez .......................................................................................................................... 133Credencialismo y recomendacin: las bases de la reproduccin de la claseobrera siderrgica en la Argentina contempornea

    Laura Perelman y Patricia Vargas ..........................................................................................................153Interdependencia y economa de dones. La ayuda (quipalehuiya) comoforma econmica bsica entre los nahuas, Mxico

    Yuribia Velzquez Galindo .......................................................................................................................175PANORMICAS

    Complicaciones de lo ilegal y de lo informal: el Business,una propuesta conceptual

    Johanna Parra ............................................................................................................................................205rabajadores indgenas en el Chaco argentino: algunos sentidos estigmatizadores

    Valeria Iigo Carrera ................................................................................................................................229

    ndices: temtico, alfabtico de autores y cronolgico ..........................................................................252

    Normas para los autores ....................................................................................................... 261

    NDICE

    17

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    ANTIPODAEDIORIAL NOE

    Mnica L. Espinosa A. .................................................................................................................................13

    PRESENAIONOccupy Economic Anthropology

    Friederike Fleischer......................................................................................................................................17

    MERIDIANSVital Energy. Te Current of Relations

    Stephen Gudeman ......................................................................................................................................25Te Neoliberal Food Regime and Its Crisis: State, Agribusinessransnational Corporations, and Biotechnology

    Gerardo Otero .............................................................................................................................................49Te Uncertain Consequences of the Socialist Pursuit of Certainty:Te Case of Uyghur Villagers in Eastern Xinjiang, China

    Chris Hann ...................................................................................................................................................79

    PARALLELSBetween Global Crises and Local Contexts. Elements for an Introduction

    to Economic AnthropologyMauricio Montenegro Riveros ..............................................................................................................109

    Economic Interactions, Symbolic Interactions. An Ethnographic Approachto the Social Meaning of the Blue Dollar in Argentina

    Mara Soledad Snchez .......................................................................................................................... 133Credentialism and Recommendation: Te Bases for the Reproductionof the Iron and Steel Workers in Contemporary Argentina

    Laura Perelman y Patricia Vargas .........................................................................................................153Interdependence and the Gift Economy: Aid (quipalehuiya) as a BasicEconomic Form among the Nahuas, Mexico

    Yuribia Velzquez Galindo .......................................................................................................................175PANORAMICS

    Complications of the Ilegal and the Informal: Business, a Conceptual ProposalJohanna Parra ............................................................................................................................................205

    Indigenous Workers in El Chaco, Argentina: Some Stigmatizing ConceptsValeria Iigo Carrera ................................................................................................................................229

    Indexes: Tematic, alphabetical of authors and chronological..........................................................252

    Submission guidelines ............................................................................................................261

    CONTENTS

    17

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    ANTIPODANOA EDIORIAL

    Mnica L. Espinosa A. .................................................................................................................................13

    APRESENAOOccupy Economic Anthropology

    Friederike Fleischer......................................................................................................................................17

    MERIDIANOSEnergia vital. A corrente de relaes

    Stephen Gudeman ......................................................................................................................................25O regime alimentar neoliberal e sua crise: Estado, agroempresasmultinacionais e biotecnologia

    Gerardo Otero ..............................................................................................................................................49As consequncias incertas da busca socialista pela certeza: o caso dopovo Uyghur em Xinjiang Oriental China

    Chris Hann ....................................................................................................................................................79

    PARALELOSEntre as crises globais e os contextos locais. Elementos para uma introduo

    antropologia econmicaMauricio Montenegro Riveros ...............................................................................................................109

    Interaes econmicas, interaes simblicas. Uma aproximao etnogrficaao significado social do dlar bluena Argentina

    Mara Soledad Snchez ........................................................................................................................... 133Credencialismo e recomendao: as bases da reproduo da classe operriasiderrgica na Argentina contempornea

    Laura Perelman y Patricia Vargas ..........................................................................................................153Interdependncia e economia de dons. A ajuda (quipalehuiya) como formaeconmica bsica entre os nahuas, Mxico

    Yuribia Velzquez Galindo .......................................................................................................................175PANORMICAS

    Complicaes do ilegal e do informal: o Business, uma proposta conceitualJohanna Parra ............................................................................................................................................205

    rabalhadores indgenas no Chaco argentino: alguns sentidos estigmatizadoresValeria Iigo Carrera ................................................................................................................................229

    ndices: temtico, alfabtico de autores e cronolgico .............................................................252

    Normas para os autores ........................................................................................................ 261

    NDICE

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    1 3

    Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.No. 17, Bogot, juli o-dicie mbre 2013, 296 pp. ISSN 1900-5 407, pp. 13-16

    N E

    A N R O P O L O G A Y E C O N O M A

    MNICAL . ESPINOSA A RANGO*[email protected]@uniandes.edu.coUniversidad de los Andes, Bogot, Colombia

    DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda17.2013.01

    C , , Antpoda comienza un nuevo perodo en sudireccin editorial. Bajo el derrotero de mejorar sus estn-dares de calidad acadmica, pertinencia e internacionali-zacin,Antpodainicia esta etapa acompaada de nuevasautoridades y especialistas acadmicos en sus Comits

    Editorial y Cientfico; a todos ellos les damos una especial bienvenida. Estaetapa marca adems un renovado esfuerzo por mejorar los procesos edi-toriales, mantener la Revista abierta a los debates cientficos nacionales einternacionales, y propender a un crecimiento de su base nacional e inter-nacional de evaluadores. Esto no podra ser as sin la gestin de la doctoraClaudia Steiner como anterior editora, ya que sus esfuerzos coadyuvaron alcrecimiento actual.

    Antpoda 17 rene un conjunto de artculos que demuestran la vitalidady pertinencia de la antropologa econmica en el mundo contemporneo, ascomo la importancia de la reflexin sociocultural en la comprensin de losfenmenos econmicos. Basados en estudios de caso e investigaciones antro-polgicas en Argentina, Mxico, Panam, Colombia y China, los artculos quese presentan iluminan el fino engranaje simblico y material entre eventoseconmicos macro, tales como la globalizacin, la migracin poblacional, laconsolidacin del rgimen alimentario neoliberal, la reforma del socialismoen China, la privatizacin de las empresas y la accin misma del mercado, y

    * Ph.D., University of Massachusetts, Estados Unidos.

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    1 4

    A N T P O D A N 1 7 | J U L I O - D I C I E M B R E 2 0 1 3

    Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.No. 17, Bogot, julio -diciembre 2 013, 296 pp. ISSN 1900-54 07, pp. 13-16

    eventos regionales y locales, cuyos efectos experimentan de manera cotidianalas personas, las familias y las colectividades, tanto en sus trabajos, dilemas y

    sin salidas laborales como en sus sentimientos de vulnerabilidad, fragilidad,desencanto, inseguridad o solidez.En nuestra seccin Meridianos, Antpoda presenta tres artculos de

    reconocidas figuras internacionales de la antropologa econmica: StephenGudeman, Gerardo Otero y Chris Hann. El artculo de Stephen Gudemannos introduce a una sensible reconsideracin del rol simblico y econmicode la casa para las poblaciones rurales de Panam y Colombia. La casa es uneje articulador de una economa sutil y slida fundada en el compartir y enel flujo de energa vital entre personas, cosechas, comida, materiales, obje-

    tos y seres vivos. Dicha economa, en la que el cuidado es un valor intrn-seco, emerge en claro contraste con la economa de mercado. Por su parte,el artculo de Gerardo Otero nos permite comprender el rol del Estadoen la neorregulacin nacional e internacional del paradigma tecnolgicode la agricultura moderna, la centralidad otorgada a la biotecnologa y laaccin de las grandes agroempresas multinacionales, agentes econmicoscentrales del capitalismo global. El rgimen neoliberal alimentario emergea partir de la confluencia de estas agencias, pero tambin presenta fisurasvisibles: sobreproduccin y volatil idad en los precios, procesos que son par-ticularmente evidentes en Amrica Latina. En este sentido, el artculo deOtero nos permite comprender mejor lo que est en juego en la lucha delos movimientos sociales contra el poder de las agroempresas multinacio-nales. Finalmente, el artculo de Chris Hann nos acerca a la dif cil situacinde millones de migrantes internos y, en particular, a los graves dilemas dela minora Uyghur en la China de hoy. A partir de su concepto de socia-lismo enraizado (embedded socialism), Hann examina la manera comoun sistema que funciona y provee seguridad social para algunos sectores

    de poblacin se vuelve problemtico con relacin a grandes minoras. Y elefecto de dicho desequilibrio son el resentimiento y resistencia violenta porparte de los excluidos.

    En nuestra seccin Paralelos, Antpoda presenta un conjunto dedestacados artculos de investigadores latinoamericanos, que estnempujando creativamente las fronteras conceptuales y metodolgicas dela antropologa econmica. En su artculo, Mauricio Montenegro nosofrece una revisin crtica de la antropologa econmica y del rol con-ceptual que ha desempeado el anlisis de las crisis econmicas recien-tes, particularmente de la llamada crisis de 2008. Su artculo nos lleva atravs de los principales temas y problemas de la antropologa econmica ,

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    N O T A E D I T O R I A L | M N I C A L U C A E S P I N O S A A R A N G O

    sus debates metodolgicos y los posibles caminos de las nuevas tenden-cias. Presenta de manera especfica, al valor y lo moral como conceptos

    tiles en dicho resurgimiento, e intenta enlazar dichas ideas con temascontemporneos en Colombia. Por su parte, el artculo de Mara SoledadSnchez analiza el significado social del dolar blue,en contraste con eldlar blanco (oficial) y el dlar negro (divisas ilegales) en Argentina alcomienzo del siglo XXI, durante la crisis econmica. La autora centrasu reflexin en las redes heterogneas de interacciones econmicas ysimblicas en las que el dinero su origen, circulacin, legalidad e ile-galidad condensa una serie de valores morales y sociales. Desde otrongulo y tema, el artculo de Laura Perelman y Patricia Vargas estudia un

    frente importante de la economa argentina: los mecanismos de repro-duccin de la fuerza de trabajo en la industria siderrgica y el efecto delos procesos de privatizacin. La tensin emerge de la tendencia de lanueva empresa a dar prioridad a criterios de calidad, polivalencia y pro-ductividad, a los procesos de contratacin y permanencia laboral, y laaccin de los trabajadores, quienes utilizan redes sociales para acceder alos puestos de trabajo mejor pagados y estables. Finalmente, el artculode Yuribia Velzquez nos acerca a una dimensin muy etnogrfica dela vida econmica: las prcticas de intercambio de dones y las visionesdel mundo de los habitantes nahuas de la Sierra Norte de Puebla, enMxico. Lo que los nahuas llaman quipalehuiya es, como lo demuestra laautora, toda una economa de dones basada en nociones locales de ayudaque son continuamente reciprocadas, vinculando a la poblacin con suentorno social y ecolgico.

    En la seccin Panormicas,Antpodapresenta dos estudios de gran inte-rs sobre las prcticas econmicas y los sentidos culturales desplegados porlos actores locales en dos contextos interesantes: los mercados ambulantes en

    ciudad de Mxico y la situacin (re)productiva de los qom en el Chaco centro-oriental argentino. El artculo de Johanna Parra investiga el sistema social lla-mado el business en los mercados ambulantes de la ciudad de Mxico, queinvolucra prcticas ilegales y que los comerciantes locales usan para enfrentarlos efectos de la globalizacin capitalista. En este sentido, este artculo se detieneen sus comportamientos y en sus formas de raciocinio, marcados por una pro-funda informalidad social. Por su parte, el artculo de Valeria Iigo examina lasituacin de los qom del Chaco centro-oriental, quienes han sido desplazadosde la produccin agropecuaria, en particular, de la produccin algodonera. Suanlisis se centra en la manera en que estas personas viven y asumen una con-ciencia de su situacin mediante su distincin entre marisca y trabajo; de

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    igual forma, examina los discursos construidos en torno a la supuesta ausenciade una cultura productiva y la dependencia en que se encontraran sumi-

    dos, resaltando el problema derivado de la fuerte estigmatizacin por parte delEstado y de la poblacin criolla de las formas en que los trabajadores indgenaschaqueos (re)producen su vida.

    El trabajo editorial desplegado para dar una respuesta adecuada a la granafluencia de textos acadmicos que llegaron a la convocatoria dedicada a laantropologa y la economa ha sido la base de un proceso de crecimiento yaprendizaje para el Equipo Editorial de Antpoda. Durante este proceso, loslineamientos de la editora invitada, la doctora Friederike Fleischer, tuvieronun rol fundamental. Y qu mejor para abrirle camino a la interesante metfora

    resaltada por Fleischer en su prlogo editorial, Occupy Economic Anthropo-logy, que ilustrarAntpodacon las fotografas que les tom Larisa Honey a losinconformes del simblico 99%, durante las ocupaciones de 2011 del parqueZuccotti y de zonas aledaas en la parte baja de Manhattan (Nueva York), cora-zn del centro financiero, as como las ocupaciones de otros centros financierosdel mundo. Dicha movilizacin herman reivindicaciones expresadas por elinmenso nmero de manifestantes de Espaa y lo que se conoce como el Movi-miento 15-M o Indignados. Las fotos de Honey ilustran las palabras y el des-pliegue ritual de todos aquellos que, haciendo eco de los reclamos de millonesde personas excluidas de los beneficios del capitalismo financiero imperante,se instalaron en el centro mismo del mundo. Desde all, mediante centroscomunitarios de comunicacin, bibliotecas mviles, ollas y camas comunales,le dieron vida a una accin colectiva de gran impacto y que parece estar inme-recidamente olvidada en nuestro medio acadmico. Larisa Honey es doctoraen Antropologa y profesora en el Queensborough Community College (CityUniversity of New York). Est dedicada a investigar temas de gnero, salud ymovimientos transnacionales a travs de redes que van desde Mosc hasta la

    ciudad de Nueva York.

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    P

    OCCUPY ECONOMIC A NTHROPOLOGY1, 2

    F R I E D E R I K E F L E I S C H E R *

    [email protected] de los Andes, Bogot, Colombia

    DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda17.2013.02

    a significantquestioning of economic policies around the world. Anglo-phone free-market defenders have embraced Keynesianinterventions to guide and control markets and economicpractices. Whereas the fall of the Berlin Wall appeared tohave given (near) global reign to neoliberal politico-eco-

    nomic thinking, governments have now been attributed a new role, via bail-outs and supervising legislature for financial institutions. Not satisfied withthe one-sided, i.e., business-saving, government measures, in 2011 the Occupyprotests erupted, first in the U.S. and later in other parts of the globe.3Whilethe movement is heterogeneous, a connecting principal concern is the beliefthat large corporations and the global financial systems control the world in away that disproportionately benefits a minority, undermines democracy, and is

    generally unstable. Te movement gained much popularity through its empha-sis on the large and increasing wealth gap in the U.S. Te slogan We are the99% also took aim at the fact that the majority of people affected by the crisis

    1 The title of this text is taken from Maurer (2012).2 I would like to thank Claudia Steiner, general editor of ANTIPODA until May 2013, and Monica Espinosa, the new

    general editor of the journal, for their enthusiasm and continuous support throughout this project . We could not havefinished the issue without the invaluable work of our editorial assistant Nidia Vargas Medina. I would further like tothank Fabricio Cabrera for his advice and suggestions as regards the topic and possible contributors. Finally, I owe spe-

    cial thanks to Mauricio Montenegro for his commitment to the realization of this issue on anthropology and economy.3 Although the Occupy Movement is most active in the United States, by October 2012 there had been Occupy

    protests and occupations in dozens of other countries across every continent except Antarctica.

    * Ph.D., City University of New York, Estados Unidos.

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    did not benefit from the governments crisis management, but instead wereactually those who had to pay for the mistakes of a tiny minority. Meanwhile,

    those identified as the culprits of the cascading global debacle, such as inves-tors, financial speculators, banks, etc., not only went scot free, in many casesthey also continued to receive enormous bonuses. Te Occupy Movement hasquieted down since it was evicted from its camp at Zuccotti Park in Manhat-tan at the end of 2011. Nonetheless, it has remained active as evidenced by thenews on web pages, such as http://occupywallst.org/.

    Te Occupy Movement has also made explicit the role of the economy inour daily lives, an economy that we often perceive as an abstract system beyondour influence, i.e., financial politics, trade agreements, the GDP, or the

    stock exchange. On television, in the newspapers, and in public and academicdebates the economy is discussed in terms of investments, taxes, unem-ployment rates, national debt, and inflation rates. Te economy appearsto be something powerful and abstract; a massive system represented andunderstood through charts, models, and numbers; global flows and processesdetached from humans. Te only people appearing in this picture are politi-cians, economists, and financial analysts, experts in the science of economy,which is portrayed as being a benevolent machine of growth (Hart, Laville,and Cattani 2010:3). We know that the economy affects us in our daily lives.It affects our job perspectives and salaries; the cost of food and education; ourrent and mortgage rates; and the retirement age and safety of our pensionsallof which are connected to the apparently distant and abstract economy. Yet,for most of us, exactly how these spheres converge and what the human factorin these processes is remains obscure (Anderson 2011).

    Te economic crisis has produced a number of books calling for a HumanEconomy (e.g., Hart, Laville, and Cattani 2010), an economy that satisfies allhuman needs, not only those met through market transactions (Hann and Hart

    2011:8). Tis project opposes neoliberal politics and, more generally, the idea ofhuman nature propagated by economists, i.e., that we all strive for our own per-sonal benefit; that all our actions are rational and motivated by maximizing ouradvantages vis--vis others in a fight over limited goods. Moreover, the humaneconomy also takes aim at dominant economic thinking, which suggests thatan insurmountable dichotomy exists between self-interest and mutuality, ratio-nal economic behavior and social consideration.

    For a long time now, anthropologists (and, more generally, social sci-entists) have questioned the rational-choice-based understanding of eco-nomic processes upheld by economists. Exploring how actors perceptions,social relations, and obligations affect economic decisions, anthropologists

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    have highlighted the importance of culture, power, and local social condi-tions. Inspired by the work of Karl Polanyi and the substantivists, they have

    shown that homo economicus is absent from many societies and does noteven reflect what is best about ourselves (Hart, Laville, and Cattani 2010:2).Moreover, the supposed inherent contradiction between self-interest andmutuality is not globally applicable; in many societies, self and other are actu-ally often inseparable in practice (Hart, Laville, and Cattani 2010:4-5). Teeconomy is not an isolated domain; in fact, it is part of a wider series ofaffective and causal relations. As such, it is a human creation and the resultof human meanings, values, desires, choices, politics, and decisions. Tus,Hann and Hart (2010:9) state:

    Whereas rational choice theorists emphasize the individual, in the tradi-

    tion of Robinson Crusoe, and believe that even decisions to cooperate with

    others are ultimately to be explained as the outcomes of individual calcu-

    lation, the emphasis in speaking of the human economy is on persons,

    whose preferences and choices are sometimes shaped by calculation, but

    usually also by the familia l, social and political contexts in which humans

    are enmeshed or embedded.

    Te 2008 financial crisis and the Occupy Movement have sparked arenewed interest in the subdiscipline of economic anthropology. Over the lastseveral years, the resurgence in the use of Marxs name in panel titles at inter-national anthropological conferences has been remarkable; anthropologistDavid Graeber, who helped organize the original Occupy Wall Street move-ment, has become a public figure beyond academia; and a flurry of new booksin the field of economic anthropology4have taken issue with the reification ofthe economy and suggest an embedded analysis of economic processes. Assuch, to anthropology, the Occupy Movement is a welcome reminder of the

    fields activist project/side; studying up also means to study the powerful andthe wealthy, and to contribute to contemporary questions and problems.

    As I write these lines, Colombias peasants (and parts of the country stransportation sector) are on strike. Blocking vital roads and supply linesin different regions of the country, the strikers protest against unfulfilledgovernment promises and demand different agricultural politics. Mean-while, Colombias government is pushing the extractive and re-primariza-

    4 For example, David GraebersDebt, the First 5,000 Years(2012), Chris Hann and Keith HartsEconomic Anthropology

    (2011), Stephen GudemansEconomys Tensions: The Dialectics of Community and Market(2012), Hart, Laville, andCattonisHuman Economy (2010),Karen HosLiquidated: An Ethnography of Wall Street(2009), and Michael ChibniksAnthropology, Econimics, and Choice(2011).

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    tion economy (as in mining and oil-drilling) (Herreros and Durn 2011).Concomitantly, the educational sector is increasingly experiencing cuts in

    funding. Observing a global tendency to especially underfund the humani-ties and foster subjects to economic growth, Martha Nussbaum complainsin her book (or manifesto, as she calls it)Not for Profit(2010) that studentsare being trained to become useful profit makers with obtuse imagina-tions (XX:141-142), but without critical thinking. She rightly laments that,in education today, there appears to be little effort to nurture our valuesof democracy, empathy, tolerance, and free speech. All of these processesare questions where the on-the-ground, person-centered, and contextualapproach of anthropology canand I would like to emphasize, should

    make its contribution.Hart, Laville, and Cattani (2010:5) call for rescuing the project of eco-

    nomics from the economists. Te idea behind this volume, then, is an invita-tion to examine the economy in anthropological and sociological researchand writing. As such, this volume is consciously notan exploration of the sub-field of economic anthropology; rather, it is an invitation to widen our scopeof analysis and overcome narrow definitions of academic disciplines and sub-disciplines; indeed, it is an invitation to Occupy Economic Anthropology!

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    R E F E R E N C E S

    1. Anderson, Ryan. 2011. Introduction: Taking an Anthropological Perspective to Economics,

    Anthropologies: A Collaborat ive Online Project, accessed August 26, 2013 in http://www.anthropologiesproject.org/2011/07/introduction-taking-anthropological.html.

    2. Chibnik, Michael. 2011.Anthropology, Economics, and Choice, Austin, Texas. University of Texas Press.

    3. Graeber, David. 2011.Debt: The First 5,000 Years. New York. Melville House.

    4. Gudeman, Stephen. 2008.Economys Tensions: The Dia lec tics of Community and Market.

    Oxford. Berghahn.

    5. Hann, Chris, and Keith Hart. 2011.Economic Anthropology. History, Ethnography, Crit ique .

    Cambridge. Polity.

    6. Hart, Keith, Jean-Louis Laville and Antonio David Cattoni (eds.). 2010. The Human Economy: A

    Citizens Guide. Cambridge, Polity.7. Herreros, Sebastin, y Jos Durn Lima. 2011. Reprimarizacin y desindustrializacin en Amrica

    Latina. Dos caras de la misma moneda,Mesa Redonda sobre Comercio y Desarrollo Sostenible.

    Montevideo. CEPAL.

    8. Ho, Karen. 2009.Liquidated: An Ethnography of Wall Street. Durham, Duke University Press.

    9. Maurer, Bill. 2012. What Im reading. Occupy Economic Anthropology,Journal of the Royal

    Anthropological Institute18, pp. 454460.

    10. Nussbaum, Martha. 2012.Not for Prof it. Why Democracy Needs the Humanities. Princeton, New

    Jersey, Princeton Universi ty Press .

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    MENERGA VITAL. LA CORRIENTEDE RELACIONES

    STEPHEN GUDEMAN 25

    EL RGIMEN ALIMENTARIO NEOLIBERALY SU CRISIS: ESTADO, AGROEMPRESASMULTINACIONALES Y BIOTECNOLOGA

    GERARDO OTERO 49

    THE UNCERTAIN CONSEQUENCES OF THESOCIALIST PURSUIT OF CERTAINTY: THECASE OF UYGHUR VILLAGERS IN EASTERNXINJIANG, CHINA

    CHRIS HANN 79

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    Artc ulo recibido: 12 de noviembre de 2012 | aceptado: 16 de mayo de 2013 | modificado: 2 de julio de 2013

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    * Texto publicado originalmente en ingls por Berghahn Books. Gudeman, Stephen. 2012. Vital Energy: The Currentof Relations, Social Analysis, 56 (1), pp. 57-73. Traduccin de Juan Manuel Espinosa.

    ** Ph.D., Cambridge University.*** Nota del traductor: utilizo Fortuna en mayscula para denotar el uso original espaol de la palabra que se

    refiere a destino, fatalidad y para diferenciarlo de la fortuna contempornea, que tiende a restringirse a unsentido econmico.

    ENERGA VITAL. L A CORRIEN TEDE RELACIONES*

    STEPHENG UDEMAN**[email protected] of Minnesota, Minneapolis, Minnesota

    R E S U M E N La energa vital es una idea central en las economas

    panamea y colombiana. Conocida como fuerza, y acumulada

    a partir del ambiente, esta corriente conecta todas las actividades

    en las economas locales y establece relaciones, desde el nivel

    de parientes hasta el de extraos. Los humanos componen estaenerga vital, pero sus fuentes son limitadas y se agota con el uso.

    Su disponibilidad es un regalo de Dios y es parte de la fortuna

    impredecible con la que todos se enfrentan. Esta economa pone

    de manifiesto un contraste entre la corriente social y la moneda del

    mercado. Ofrece una perspectiva materialista, provee una crtica a

    la economa estndar, sugiere que el compartir, y no la reciprocidad

    ni la escogencia racional, es la prctica econmica fundamental

    y muestra cmo la economa puede ser una especie de ritual

    legitimado por la creencia en un poder divino que es desplegado a

    travs de la Fortuna***personal.

    P A L A B R A S C L A V E :

    Corriente, fuerza, economa del hogar, mercados, compartir, ahorro,

    energa vital.

    DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda17.2013.03

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    ENERGIA VITAL. A CORRENTE DE RELAES

    RESUMO A energia vital uma ideia central nas economias panamenha e colombiana. Conhecida como

    fora, e acumulada a partir do ambiente, essa corrente conecta todas as atividades nas economias locais e

    estabelece relaes, desde o nvel de parentes at o de estranhos. Os humanos compem essa energia vital,

    mas suas fontes so limitadas e se esgotam com o uso. Sua disponibilidade um dom de Deus e faz parte da

    fortuna imprevisvel com a qual todos se enfrentam. Essa economia manifesta um contraste entre a corrente

    social e a moeda do mercado. Oferece uma perspectiva materialista, d uma crtica economia padro, sugere

    que o compartilhar, e no a reciprocidade nem a escolha racional, a prtica econmica fundamental emostra como a economia pode ser uma espcie de ritual legitimado pela crena em um poder divino que

    implementado por meio da Fortuna pessoal.

    PALAVRAS-CHAVE:

    Corrente, fora, economia do lar, mercados, compartilhar, poupana, energia vital.

    VITAL ENERGY. THE CURRENT OF RELATIONS

    ABSTRACT Vital energy is a central idea in the economies of Panama and Colombia. Known as strength

    or force, and assembled from the environment, this current connects all activities in the local economies and

    establishes relationships, from kin to strangers. Humans compose vital energy, but its sources are limited, and

    it is expended in use. Its availability is a gift from God and part of the unpredictable fortune that everyone

    faces. This economy exhibits a contrast between a social current and a market currency. It offers a materialist

    perspective, provides a critique of standard economics, suggests that sharing rather than reciprocity or rational

    choice is the fundamental economic practice, and shows how an economy may be a kind of ritual legitimatedby a belief in divine power that is displayed through personal fortune.

    KEY WORDS:

    Current, force, house economy, markets, sharing, strength, thrift, vital energy.

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    ENERGA VITAL. L A CORRI ENTEDE RELACIONES

    S T E P H E N G U D E M A N

    L en las economas rurales de las tierras bajas de Panam y en lazona montaosa de Colombia. Llamada localmente fuerza,

    es la corriente de la vida, y conjeturo que se puede encon-trar tambin en otras reas de Amrica Latina1. Recogido delambiente, este flujo biosocial les otorga vitalidad y Fortuna a

    los humanos, animales, y a otros seres vivos. Conecta a todas las actividadesmateriales en las economas locales y construye y media las relaciones socia-les entre parientes y extraos distantes2.

    Por cuanto es el lazo de la vida, la energa vital tiene mltiples implicacio-nes. Inicialmente prometida por Dios y ganada a travs del esfuerzo del trabajo,su flujo vara y se puede perder. Obtener fuerza del medioambiente es un actode Fortuna, tal y como el destino de la vida no es controlable ni revelado a loshumanos. Esta economa santificada, sin embargo, tiene una base materialistaque desafa la divisin entre lo material, lo social y lo divino.

    La corriente de energa no es la totalidad de las economas locales, pueslas personas desde hace mucho tiempo han estado envueltas en transaccionesmercantiles y de dinero, pero su concepto de fuerza provee una estructura parala vida material y es una crtica implcita a las economas de mercado que pre-sumen de un crecimiento ilimitado, riesgos calculados y una negacin de las

    leyes de la termodinmica. La energa vital est limitada no slo por la Fortunaindividual sino por su propia naturaleza, puesto que, a diferencia de la moneda,sus fuentes no son renovables en el mundo material, y se disipa con el uso.

    1 Un lector amistoso objet mi palabra conjeturar como si no inspirara confianza, pero la utilizo conscientementepara significar una hiptesis. Conozco bien las etnografas de los agriculturalistas de Amrica Latina y ocasional-mente encuentro en ellas pistas sobre el concepto de fuerza, y tambin unos cuantos etngrafos con quieneshe hablado parecen estar de acuerdo con esto en su material. El lector se dar cuenta de que el concepto resuenacon ideas europeas antiguas, por ejemplo, vis vitae(fuerza vital). Creo que este complejo es un descubrimientoetnogrfico y, por lo tanto, sugiero su posible existencia en otros lugares.

    2 Gsli Plsson (2009) ofrece un recuento no dualista de la vida con su concepto de relaciones biosociales.Estoy en deuda con l por su disposicin a compartir su interesante trabajo conmigo mientras escribaeste artculo.

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    P CMis primeros estudios de campo y los subsiguientes en Panam y Colombia

    fueron sucesos fortuitos y afortunados porque me llevaron al estudio de laseconomas del hogar. Cuando comenc mi trabajo de campo no tena expec-tativas. No saba lo que era una economa de la casa, y a duras penas tena unaimagen de las economas modernas nacionales tal y como eran presentadasen escritos populares o en textos formales. Slo fue con una conciencia y sor-presa lentamente incipientes que me empec a dar cuenta de las economassistemticas en los mrgenes de los mercados donde estaba localizado. Estaseconomas no se parecen a nada de lo que se experimenta en las economasindustriales, y los libros en los que busqu ayuda ofrecan poca ayuda.

    Viv en un pueblo de Panam con mi esposa durante dieciocho meses, afinales de la dcada de los sesenta. Localizada en el interior del pas, la comuni-dad estaba conformada por noventa y un hogares. Una dcada despus explorcon mi colega Alberto Rivera las economas de los hogares en las zonas monta-osas de Colombia3. Panam fue parte de Colombia desde su independencia deEspaa a principios del siglo XIX hasta que se convirti en una nacin indepen-diente en 1903, inmediatamente antes de la construccin del Canal de Panam.Esta separacin de una nacin nica se debi ms a intereses polticos y eco-nmicos que a diferencias culturales y sociales o a la voz de la poblacin rural.Durante mi primera investigacin en Panam saba que trabajaba en medio deuna zona social, cultural y econmica cuyas ramas se extendan ms all delistmo hacia Centroamrica en el norte, y ms all de la selva del Darin al surhacia Colombia, y fue sta la razn principal por la que fui despus all. Entrelas dos reas de trabajo de campo, sin embargo, haba diferencias.

    El pueblo panameo se ubicaba en las tierras bajas, excepcionalmentehmedas y calurosas en el centro del pas, a una distancia alrededor de 150millas (241 kilmetros) de la ciudad de Panam y del Canal. Estas difciles

    condiciones, que comparte la mayora del pas, afectaron profundamentea los trabajadores originales del Canal, aunque la mayora de las enferme-dades graves que alguna vez caracterizaron el rea estaban ya bajo controlcuando llegu a Panam. Aun as, el interior panameo como se le conoceno era un lugar popular para los habitantes de la ciudad o para los intereseseconmicos. El rea era pobre en recursos y estaba alejada de mercadosaccesibles. Encontr a muy pocos de los habitantes originales de la zona,incluso en las reas ms inaccesibles, pues su nmero haba disminuido

    3 La mayora de la informacin acerca de Panam fue publicada en Gudeman (1976 y 1978), pero la estoy comple-mentado aqu. El material acerca de Colombia fue en gran parte publicado en Gudeman y Rivera (1990).

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    haca mucho tiempo. Aquellos que haban permanecido hablaban espaol yvivan en mayor medida como la poblacin rural que estudi. La poblacin

    rural haba estado tan aislada durante los ltimos siglos que an conservabaciertas frases espaolas de los siglos XVI y XVII que no se escuchaban enningn otro sitio. Haba muy poca historia escrita acerca de ellos, aunqueme di cuenta de que eran herederos de tradiciones hispanas que caracte-rizan a otras partes de Amrica del Sur y Central. Estos agricultores, quevivan en casas de techo de paja con paredes de barro y caabrava, se vestande manera simple, iban descalzos o con alpargatas hechas en casa y usaban(o tiraban) el machete y unas cuantas otras herramientas aceradas parasatisfacer sus necesidades. Las personas dependan de una agricultura de

    roza, tumba y quema, mientras que la tierra de la cual extraan su sustentoera dura y crujiente en el verano y muy cenagosa en la estacin lluviosa. Estagente trabajadora cultivaba el arroz y un poco de frjol, maz y hortalizasde jardn, y para ese entonces tan slo empezaban a plantar caa de azcarcomo cultivo con miras a la venta. Continuamente me vea sorprendido porsu buen estado de nimo y su capacidad de trabajo en medio del calor, lahumedad y las lluvias estacionales, teniendo en cuenta su posicin marginalo de bajo estatus y olvidada en la sociedad.

    Las condiciones fsicas en Colombia eran las opuestas. All mi colega yyo trabajamos a lo largo de los niveles ms altos de los Andes, que se extiendendesde el norte del pas, casi en el Caribe, hasta el sur, donde el pas limita conEcuador. A esa altura, el tiempo era a menudo glido, con lluvia, escarcha yvientos helados. Casi en todas partes se cultivaba papa, y esto se suplemen-taba con tubrculos y hortalizas de jardn, y las personas comerciaban paracompletar sus alimentos y satisfacer otras necesidades. Como en Panam, lasherramientas eran aceradas pero la agricultura se basaba ms en el azadn queen el fuego, y nos encontramos con algunos arados con bueyes. El estado de las

    viviendas era simple y las personas trabajaban duro.Dada la gran distancia entre estas reas, as como las diversas ecologas

    y los diferentes tipos de cultivos, esperaba que las economas locales fuerandiferentes. Para mi sorpresa, bien fuera en los mrgenes de las tierras bajasde Panam o en las alturas de los Andes de Colombia, la economa o msexactamente, la economa de la casa, con su corriente de energa vital y su baseritual era casi idntica a lo largo de esta gran rea. Las prcticas, las palabrasy los valores eran tan similares que uno poda utilizar los hallazgos de un pasen otro. Fue tan impactante este descubrimiento que mi colega y yo decidimosusar nuestro tiempo en Colombia para explorar este tipo de economa desde elnorte hasta el sur de la cordillera de los Andes.

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    MLos economistas con razn se enorgullecen de la belleza, simplicidad y

    robustez de sus modelos. La elegancia y la coherencia son consignas sino claves de su poder de persuasin. En este sentido, deberan fascinarsey sentirse impresionados por los modelos locales en Colombia y Panamporque son coherentes, imaginativos y factibles en los mrgenes de losmercados. Estos modelos le fueron explicados al antroplogo inquisitivocon lucidez; se usaron ejemplos, y la robustez de los modelos (la cual loseconomistas valoran tanto) fue demostrada al incluir nueva informacin.Estos modelos tambin permiten una reflexin algunas veces desalentadoraacerca de nuestra economa. Cuando nos enfocamos en estos modelos loca-

    les de economa, se refinan las diferencias entre mercados y las formacionesmutuas. enemos diagramas, ecuaciones y modelos estadsticos que nosmuestran qu ocurre en la economa, pero hay otras maneras de comunicaresto, maneras que proveen diferentes imgenes e implicaciones. En Panamy Colombia la poblacin rural tiene un modelo de la economa que usa laimagen de la casa como su modelo. Como el diagrama de un libro de texto,la figura de la casa f sica presenta una imagen de la economa. Veo esta ima-gen como un modelo o como una metfora en la cual se recurre a la expe-riencia local y a lo que se encuentra a la mano para pensar y hablar acerca dela vida material. Deberamos sorprendernos? Justo antes del modelo revo-lucionario de Adam Smith sobre las economas de mercado en su centro,James Steuart us la imagen de la casa para hablar acerca del ordenamientode la economa poltica nacional. Antes de esto, los mercantilistas en lossiglos XVII y XVIII y los bullionistas en el siglo XV sostenan que la riquezay el balance del comercio se podan reproducir, en parte, como el modelode una casa pero al nivel de la nacin. Karl Marx, siguiendo a Adam Smith,construy un modelo de la economa basado en una infraestructura y en

    una superestructura. Hoy en da concebimos los modelos econmicos comoun conjunto de funciones, ecuaciones, fuerzas y sistemas. Estas imgenespueden ser tiles para nuestra poca, pero acaso son menos metafricasque aquellas que encontramos en el rea del trabajo de campo?

    L En Panam y Colombia todos los actos materiales de la economa cantar, cui-dar animales, cosechar, cocinar, consumir y cuidar son significativos, no slodebido a sus efectos materiales manifiestos, sino tambin porque sealan algoms. Ellos encarnan la fuerza. Los cultivos, dice la gente, proveen de fuerza alos humanos (y a los animales), y los humanos necesitan de esta fuerza para

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    vivir y trabajar. Cuando la fuerza se acaba, se acaba tambin la vida. Esta fuerzaes la manifestacin del poder de Dios.

    Ms all de ser un poder fsico, la fuerzaes la energa que las personasnecesitan y usan en todos los actos diarios. La fuerza de los cultivos y de la casaes parecida a la vis vitae fuerza o energa de la vida que los humanos debentener para vivir. Cuando esta energa vital se termina, la vida se extingue.

    La fuerza es la corriente de la economa de las personas, y me atrevoa pensar que tambin es un tipo de moneda. Un economista puede segura-mente mofarse diciendo que esto no es dinero, puesto que no se puede vero manipular, como si nuestro dinero fuera siempre tangible. Para l, estamoneda parece vaga o abstracta, como si nuestra moneda representara algo

    con lo que todos estamos de acuerdo. Hay una diferencia clara: la energavital es una corriente material o se representa con objetos materiales que laencarnan, mientras que nuestra moneda puede ser material, tal y como enlos casos de las mercancas o las monedas o billetes, pero usualmente stano seala la esfera material de la economa. La moneda del mercado yaceen el exterior del cuerpo y puede ser obtenida o intercambiada con otros,mientras que la corriente de la fuerza se encuentra dentro del cuerpo y delas cosas vivas. Esta fuerza se gana, se gasta, se reemplaza, se trueca y secomparte con otros. al y como una persona lo explic: Al trabajar uno usala fuerza de la comida. Uno gasta salud y energa. Cuando uno come, unoreemplaza esta fuerza. Uno come y uno gasta. Esto ocurre siempre con elcuerpo. La gente sufre cuando no tiene suficiente fuerza para trabajar. Gas-tan su salud. Uno tiene que mantenerse a s mismo.

    La corriente de la fuerza viene de la tierra y de otros elementos comoel viento, la lluvia y el sol. Los constituyentes de esta corriente vital seencuentran tambin en ciertos materiales inertes, como el carbn, el cuales una reserva de fortaleza acumulada en el pasado. Los humanos no crean

    estas fuentes de fuerza, ni crean la fuerza misma. En cambio, la obtienen,transforman y rehacen. Ellos son transportadores pero no creadores defuerza. Como dice la gente, su trabajo ayuda a componer la fuerza, esdecir, ellos la articulan de maneras que pueden ser usadas por ellos mis-mos y por otros. Su trabajo es como el del artesano o el manufacturero.En Panam, por ejemplo, el agricultor de roza, tumba y quema que cultivaarroz es visto mediante la imagen del barbero que arregla el pelo. Luego deser quemado el bosque y plantada la tierra, el artesano agricultor desmalezao limpia, lo cual puede hacerse de tres maneras: o bien se puede usar elmachete con torpeza en la maleza, se puede podar la maleza un poco, obien puede romperle la cabeza a la tierra. Luego se corta la cosecha que

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    ha crecido, despus de lo cual se limpia la barba del campo para que asste pueda ser plantado al ao siguiente. En esta economa no hay grandes

    empresarios que busquen dominar la naturaleza a travs de innovaciones ycrear un crecimiento econmico. Estos economistas locales ven la riquezacomo un ciclo limitado en su naturaleza y que debe ser cuidadosamenteadministrado. Ellos ocupan una humilde posicin en su modelo econmico,que asume que hay lmites en la acumulacin.

    Los humanos consumen la fuerza que han recogido durante un ao delciclo agricultor para devolvrsela a la tierra al ao siguiente, cuando la gastanen el trabajo que le ayuda a la tierra a proveer ms. Al comer de la tierra, losanimales tambin viven a partir de la fuerza. El trabajo efectuado, bien sea en

    los campos, en la casa u otro lugar, representa el uso de la fuerza. Los objetosmanufacturados, bien sean las herramientas, los muebles, la ropa o las casas,surgen slo a travs del uso de la fuerza, cuyo gasto stos encarnan. La casaalmacena esta fuerza en forma de comida para sostener sus habitantes.

    Esta corriente de vida econmica es biolgica y ecolgica. al y como lacorriente de la economa, la fuerza es ms parecida al concepto de fuerza y deenerga, en el sentido de las ciencias naturales. La nocin de fuerza puede sercomparada con la conservacin y con la entropa de la energa o con las leyesprimera y segunda de la termodinmica. De acuerdo con la primera ley, la ener-ga no se crea ni se destruye en un proceso; en cambio, se conserva. De acuerdocon la segunda ley, la ley de la entropa, la forma de la energa o el potencialpara su uso cambia. En ciertos aspectos, esto es lo que la gente de estas regio-nes quiere decir cuando habla de componer y luego de gastar la fuerza. Ellostienen una nocin entrpica, de conservacin y organizacin de la fuerza o dela energa vital. Por ejemplo, de acuerdo con su modelo, la fuerza en el suelo, elagua y el viento se preserva mientras pasa a los cultivos y luego a los humanos,quienes la recogen y la gastan al vivir, y, al plantar nuevos cultivos, ayudan a

    componer ms fuerza.Luego de un da de trabajo en los campos, un hombre puede decir que

    est acabado, exhausto o agotado, en el sentido del flujo de la energa, peropodr trabajar de nuevo al da siguiente. No dice que est dbil, algo que sea-lara un deterioro de su cuerpo. La gente tambin habla del suelo agotado oempobrecido, con lo cual quiere decir que ste ya no tiene ms fuerza o mselementos que dar a los cultivos. Como lo explican, la energa se ha ido a otrolugar y ya no se encuentra en la parcela de la tierra. Cuando pregunt acercade utilizar fertilizante para ayudarle a la tierra a producir de nuevo, la gente merespondi dicindome que aplicar fertilizante slo mueve la fuerza de un lugara otro, lo cual no es una creacin sino un uso de fuerza. Incluso, permitir que

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    un bosque crezca y luego quemarlo para hacer que los nutrientes acumuladosen los rboles caigan a la tierra no crea fuerza; en cambio, consolida la fuerza

    disipada que se encuentra en la lluvia, el sol, el viento y la tierra.La corriente de la fuerza sube, baja y fluye entre los humanos y elmedioambiente, haciendo que las personas sean parte del mundo natural. Noslo las conecta con el medioambiente, sino tambin con una fuerza espiritual,puesto que la fuerza se encuentra en el mundo slo por elpodero la voluntadde Dios. La economa no est anclada a una creencia en la creatividad humana,como en el caso del emprendedor de Schumpeter; o en la existencia de recursosilimitados, tal y como algunos piensan; o en la esperanza de que el futuro seadistinto. En cambio, la economa est anclada en un Dios que no slo provee

    esperanza y legitimidad a las acciones sino que tambin provee una base con-ceptual para la economa, la cual est fundada en la obtencin y el sustento deuna corriente de fuerza otorgada por l. Cuando se habla acerca de obtenerfuerza de la tierra, las personas usan la palabra dar, como en la tierra la da,y cuando cosechan dicen que toman el cultivo maduro. Un ciclo agrcola exi-toso se alcanza cuando se llega al momento en que la tierra y Dios pueden dary los humanos pueden tomar, y ellos luego deben devolver lo que tomaronpara luego recibir ms. Algunas veces comparan este proceso con un trueque,pero nunca es medida por medida. Ellos ponen trabajo y riqueza en la tierrapero sta devuelve algo diferente y mucho ms: a cambio de semillas y trabajo,la tierra devuelve comida.

    La fuerza, dice la gente, provee alimento corporal durante la semana, y elpoder de Dios provee alimento espiritual el domingo. A menudo se puede escu-char a los hombres, al plantar semillas, decir un pequeo ruego: Que crezcabien. Actuar con fe en el futuro material a medida que se labra, se planta, secosecha y se cocina es un acto de fe en el poder de Dios para proveer fuerza. Lapuesta en efecto de esta economa expresa una creencia en Dios, en la misma

    medida que una creencia en Dios se pone en efecto en las prcticas econmi-cas. Permtaseme agudizar una conexin con las economas de mercados avan-zados. Es en efecto el deseo de reservar una corriente de fuerza apoyada porDios acaso algo distinto a nuestro deseo de reservar una corriente de dineroapoyada por una nacin?

    El ciclo agrcola no es predecible. Algunas veces el suelo provee abun-dantemente, y otras, con escasez, pero nunca se sabe de antemano. Algunastierras producen ms fuerza y otras menos. Cuando las cosechas son pequeas,la gente del campo dice: La tierra no est dando este ao. El uso de la palabradar seala que el componente ms importante de su economa la fuerza seencuentra ms all de su control: es un regalo contingente de lo Divino. En los

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    Andes del sur de Colombia, una vez un agricultor muy trabajador proclam:Ah, cultivar papa es una suerte, es una fortuna. Otros hablan de la agricul-

    tura como una apuesta o una lotera o parte de su propio destino. Ques la suerte?, preguntbamos en Colombia. Es lo que uno no controla, era larespuesta. Otro agricultor explic: Nosotros, los agricultores, somos aventure-ros. La misma nocin de suerte se ve reflejada a la hora de elaborar manufactu-ras, artesanas, y desarrollar otros proyectos. La suerte, dicen algunos, es paraalgunas personas, pero no para todas. Los resultados son inciertos porque, enltima instancia, dependen de un poder impredecible.

    Pienso que en las economas de mercados avanzados muchas personasno respetaran estas prcticas y aseveraciones. Nuestros tcnicos de mercados

    intentan persistentemente ocultar la incertidumbre como riesgo con el prop-sito de crear aseguramiento o arbitraje. El economista que nos siga podra decirque esta agencia exterior e impredecible es una variable exgena, la cual no estenida en cuenta por el modelo (de mercado). Es sin embargo parte del modelode la gente, porque dar en su economa comienza, no con el individuo o conlas relaciones sociales, sino con la Divinidad. El regalo divino de la energa vitalo fuerza, ofrecida sin recompensa alguna, apuntala la economa, pero es unafortuna impredecible.

    En Colombia, mi colega y yo preguntbamos si Dios, quien es omnipo-tente, podra entonces crear ms fuerza para el mundo y reabastecer la queha sido usada. La gente nos responda diciendo que no haban visto que esoocurriera, y no crean que pudiera pasar. Sintindonos alentados por sus res-puestas, luego preguntbamos: si todo el mundo necesita fuerza para trabajar,y puesto que con el trabajo se reabastece la fuerza que se gasta, de dnde sesaca la primera fuerza para trabajar? Las personas entonces respondan quesu fuerza para trabajar vena de su casa y de su base, recurriendo entoncesal modelo de la casa. Con esta imagen en mente, precisamos la pregunta y le

    preguntamos a un grupo: si se necesita una base de ahorro para construir unabase, de dnde vino la primera base? Por algunos momentos slo hubo silen-cio. Luego, con un juego de palabras tpico, un hombre nos dijo: Sus preguntasnos hacen sentir como si no tuviramos base. La gente estaba perpleja, y hubosilencio hasta que otra persona respondi: Dios nos dio la primera base: el Jar-dn del Edn. Su respuesta, elegante y sucinta, sell el modelo de su economacomo un sistema circulatorio de riqueza. Dios provea la primera base, garanti-zando el funcionamiento del sistema al otorgar un mundo de elementos de loscuales se poda componer ms fuerza por medio del trabajo.

    La gente habla a veces de sostener la casa, pero no est argumentandoque la economa sea sostenible. Al contrario, una y otra vez escuch describir

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    la vida como una lucha. Me desconcertaron por mucho tiempo el uso y el sen-tido de esta palabra. Acaso se referan a la lucha fsica con el medioambiente?

    O a que la economa ms general les presentaba una lucha? Se referan acasoa una lucha competitiva con otros? O bien se referan a una lucha existencialpara comprender el mundo? Ahora creo que el trmino tiene un sentido, enprimera medida, material. Cuidar la casa y cuidarse uno mismo es una luchaconstante. Incluso si los elementos de la energa vital estn dados, obtenerlosy componerlos para su uso es un esfuerzo sin fin. Por eso, cuando un hom-bre dice que sembrar papa es una fortuna, quiere decir algo ms que la simplesuerte: sembrar papa es su Fortuna para obtener fuerza.

    L En Colombia y Panam la casa fsica provee un modelo de procesos econ-micos. Por ejemplo, se dice que los cultivos sostienen o mantienen la casa,la soportan. La casa no es construida fsicamente con cultivos (aunque lostechos pueden ser de hoja de caa). Los cultivos sostienen a la gente, y travs deellos mantienen la casa fsica y la economa de la casa. Cuando una casa inter-cambia bienes o trabajo con otra casa o en el mercado, se dice que su trabajoo sus bienes se van por la puerta para afuera. Cuando una casa es autosufi-ciente o se autoprovee, acta entonces de puertas para adentro. Al mantenerlas puertas cerradas, una casa conserva para s misma sus capacidades de tra-bajo y sus productos. Por ejemplo, sembrar cultivos para comer en la casa seconsidera como un trabajo de puertas para adentro, aunque fsicamente tengalugar afuera de la casa. Y cuando los trabajadores paran para comer algo en lacasa durante los primeros momentos del da, refuerzan con comida el trabajopara la casa. El modelo de la casa presenta una imagen de la economa comouna unidad, idealmente, cerrada. iene bordes que deben ser mantenidos parapoder contener su fuerza.

    En Colombia en especial, la gente habla acerca de la base o fundacinde la casa, lo cual significa ms que los cimientos fsicos. La base son la riquezay la fuerza de la casa que estn dentro de sus puertas, incluso si parte de lariqueza y la fuerza se encuentra fuera de estas puertas. La base se refiere a todala comida almacenada en la casa, a las herramientas y a todo el otro equipa-miento que la casa tenga, a todo el trabajo anterior que la casa ha puesto en loscampos, a todos los animales que sostiene, a la estructura fsica misma, y a latierra que est siendo trabajada. Por ello, cuando comienza una nueva tempo-rada agrcola, la gente habla de retornar a la agricultura, en el sentido no slode comenzar de nuevo sino tambin de usar lo que ya tienen en la base pararetornarlo a la agricultura y luego retornarlo con una nueva base. La casa vive

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    en un ciclo continuo de fuerza que fluye desde la base al medioambiente, y deah a la base, a travs de las personas. Cuando se reemplaza la base por medio

    del trabajo, la casa se soporta y se sostiene por s misma; cuando la base es msque reemplazada con el trabajo, la casa avanza. Pero cuando la base no se reem-plaza con trabajo, se desgasta, y si esto contina, la casa cae en ruinas. Llamodesbaratar (debasement) a este proceso de contraccin, el cual puede ocurriren la agricultura o en el comercio mercantil. El desbaratar extingue la econo-ma de la casa y seala un colapso ms total que el que sugiere nuestra palabrabancarrota, puesto que una casa en ruinas no tiene apoyo social externo nibienestar comunal. Este desbarajuste representa mucho ms que una prdidade dinero, puesto que los cultivos obtenidos en el campo y almacenados en la

    casa, y consumidos a medida que sea necesario, y considerados como partecentral de la base, representan mucho ms que el alimento que se come. Sudesaparicin es la prdida de la vitalidad de la vida.

    La gente sostiene la casa al cuidar y al tener cuidado con la base, quequiere decir preservar y ahorrar la energa vital. Ellos no argumentan que seauna economa sostenible, y ellos no quieren decir que tengan un sistema sos-tenible cuando hablan acerca de sostener la casa. Pero s tienen un modeloclaro de vida en un mundo material y no monetario. Ellos no pueden comprarni hacer intercambio ms all de sus propios lmites. Su corriente no se puedeexpandir con un sistema bancario de reservas fraccionales: slo puede ser uti-lizado con mayor o menor cuidado para poder preservarlo. En las economasavanzadas, hablamos de que la economa entera se expande o se puede conver-tir en algo sostenible. Pero esto no tiene sentido. El modelo econmico de lacasa en Amrica Latina es una concepcin ms realista de una economa quedebe ser cuidada porque tiene lmites materiales. Acaso los agricultores tienenun sentido ms preciso de los lmites materiales porque viven en una econo-ma de riqueza material, en contraste con una economa de riqueza comercial

    o financiera? El entendimiento de que lograr la sostenibilidad de una casa esdifcil y de que uno debe ser ahorrativo apunta a una mirada cautelar. Estaspersonas se veran acaso alguna vez envueltas en trfico de carbn, como si almover los elementos de la fuerza de un lugar a otro se pudieran resolver losproblemas de contaminacin y de recursos?

    C El trmino usual para parejas que cohabitan esjuntado, que tiene una acepcinde unin, articulacin, y por extensin, conexin. Esta conexin es la relacinsobre la cual estn fundadas las economas de las casas y la economa de unacomunidad ms grande. Cuando un hombre y una mujer trabajan juntos en la

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    casa estn haciendo mucho ms que complementarse a s mismos en sus dis-tintos trabajos: ellos estn uniendo las fuerzas de cada uno. El sostenimiento

    material en la casa es el producto de esfuerzos conjuntos o una recoleccin yunin de contribuciones de fuerza separadas. Al vivir de este producto con-junto hecho en el pasado, y luego en conjunto componer ms fuerza a travsde su uso comn, ellos doblan, redoblan y doblan de nuevo su fuerza conjunta,o en una frase comn, ambos los dos. Su trabajo conjunto, unido al de otroshabitantes, hace de la casa un sitio compartido: cada miembro es incremental-mente un producto y un contribuidor de la energa vital de todos y para todos.Se tornan personas conectadas o conjuntas a travs de la ofrenda y recepcinde la energa y de la fuerza vital de las otras personas, para luego devolverlas

    con ms trabajo. La casa es el locus classicusdel compartir, lo que hace que lasconexiones de la casa en esta economa material sean muy distintas a los con-tratos mercantiles y provenientes de la reciprocidad, tal y como lo comprendenalgunos antroplogos. No es simplemente compartir el alimento del hogar loque conecta a la gente; en cambio, cada persona llega a la casa a compartir yencarnar la fuerza y la vida de los otros, y a encarnar su propia fuerza a travsde las contribuciones de otros que incorporaron su vitalidad.

    Poco despus de salir mi esposa y yo de Panam, naci nuestra primerahija. Cuando regres tras unos aos con fotos de ella, la gente aseguraba quenuestra hija tena cara de panamea. Cuando les pregunt por qu puestoque ellos aseguraban que haba una conexin de parentesco basada en la seme-janza familiar, me explicaron que nosotros debimos haber estado comiendoalimentos de la tierra panamea cuando mi hija fue concebida. Nosotros com-partimos con ellos la fuerza de la tierra.

    Siempre me ha sorprendido la habilidad de las personas del campo paraemprender diversas tareas; esto no es hacer mil cosas al mismo tiempo (multi-tasking) sino hacer muchsimo (manytasking). No todo el mundo emprende la

    misma labor. En Panam la gente dice que los hombres son para el campo, lasmujeres para la casa, y los nios ayudan o asisten en ambos lugares. En Colom-bia la gente dice que el trabajo del hombre es ms pesado y el de la mujer msliviano. Sin embargo, aaden que ninguno es ms valioso que el otro: ambostrabajan juntos como un par de bueyes. En Panam una vez hice una lista detrabajos masculinos y femeninos. Pero al hacerla estaba asimilando su trabajoal modelo de mercado de la especializacin o de la divisin del trabajo, que noes capaz de captar sus prcticas. La casa no est constituida por una duplica-cin de las tareas, en las cuales cada uno hace lo mismo que el otro, ni tampocoes una lnea de produccin. El trabajo es hecho conjuntamente por hombresy mujeres que se sostienen juntos y entre s. En el trabajo conjunto, cada per-

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    sona se relaciona con el otro y asiste o ayuda en el proyecto comn, el cual lesasegura la fuerza para sostener la casa. Hay disparidades en los esfuerzos y en

    quin obtiene ganancias, pero las personas no conservan cuentas formales dequin hace qu, aunque las diferencias en esfuerzos tcticos o de corto plazoson tenidas en cuenta. Una casa no tiene un calibrador subyacente por mediodel cual se pueda hacer comparable y contable la distribucin de las recompen-sas. La transaccin principal de la casa es el compartir, no el ojo por ojo, el true-que, el intercambio, la reciprocidad o el toma y daca. No sugiero que la gente enla casa sea ciegamente altruista o que no piensen o acten de acuerdo con algntipo de mtrica, pero el compartir es distinto. Crea una unin de fuerza en eltrabajo cuyos resultados sern devueltos a cada persona. El compartir algunas

    veces se asemeja a una razn de mercado, cuando se vuelve un clculo de usoseficientes y de distribucin de recursos, especialmente en teoras acerca de lautilidad o eficiencia de las tierras comunales. Pero unas tierras comunales regu-ladas no son lo mismo que juntarse o combinar la fuerza, lo que crea la casa, laeconoma y las relaciones.

    C En Panam los hombres acostumbraban hablar acerca de disfrutar una comidacon arroz; luego cerraban un puo, golpeaban el bceps de la mano empuadacon su otra palma y lanzaban con satisfaccin la expresin ah!. El arroz,decan, daba fuerzas para trabajar. Encontr el mismo gesto en Colombia, peroaqu el alimento era distinto: la papa y algunas veces el frjol. El cultivo principal(el arroz, la papa, el maz, el frjol) era considerado como capaz de contener unafuerza especial y como necesario para poder trabajar. Por ejemplo, en Colom-bia una persona dijo: El maz es bsico, da toda la fuerza a los humanos, lasgallinas, los marranos. El maz es todo. Lo bsico es el sustento de uno y de sufamilia, desde el desayuno hasta la comida y la ropa. odo es producto de la tie-

    rra. En las dos reas, y en otras, la gente habla acerca de las necesidades o delo que necesitan en la casa para sobrevivir. Esperaba encontrar una lista comn,pero vara de regin a regin, incluso de persona a persona, y algunas vecesincluye productos del mercado. Ahora me doy cuenta de que las necesidadesdel hogar tienen como piedra angular la idea de la energa vital. Estos bienesnecesarios proveen de la fuerza necesaria para vivir.

    Nunca escuch a la gente hablar de cantidades de fuerza, compa