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San Juan de los Lagos, Jal. Noviembre de 2007 Nº 304 REVISTA DIOCESANA MENSUAL P. Pedro Esqueda Ramírez P. Román Adame Rosales P. Julio Alvarez Mendoza José María Escoto Ruiz P. Sabás Reyes Salazar P. Tranquilino Ubiarco Robles Montaño Molist Anacleto González Flores P. Toribio Romo González P. Toribio Romo González P. Reginaldo Hernández Ramírez P. Reginaldo Hernández Ramírez

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San Juan de los Lagos, Jal. Noviembre de 2007 Nº 304

REVISTA DIOCESANA MENSUAL

P. Pedro EsquedaRamírez

P. RománAdameRosales

P. Julio Alvarez Mendoza

José MaríaEscoto Ruiz

P. Sabás ReyesSalazar

P. TranquilinoUbiarco Robles

Montaño

Molist

Anacleto González Flores

P. Toribio Romo GonzálezP. Toribio Romo González

P. ReginaldoHernández RamírezP. ReginaldoHernández Ramírez

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Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34.Apartado Postal 21Tel. (395) 785-0020Fax. (395) 785-0171

Correo-E: [email protected]: [email protected]

47000 San Juan de los Lagos, Jal.

Responsable:Vocalía de Causas de los Santos

Diócesis de San Juan de los Lagos.

SUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIOSUMARIO

Presentación ............................................................................................................................ 11. Beato Luis Magaña Servín, laico ....................................................................................... 2Fundamento de la fama de martirio del Beato Luis Magaña Servín. ............................... 252. Beato Miguel Gómez Loza, laico ................................................................................... 26Fundamento de la fama de martirio del Beato Miguel Gómez Loza. .............................. 44

Mártires de San Joaquín:

3. Beato Leonardo Pérez Larios, laico ................................................................................ 57Fundamento de la fama de martirio del Beato Leonardo Pérez Larios. .......................... 604. Beato José Trinidad Rangel, presbítero .......................................................................... 655. Beato Andrés Solá Molist, presbítero ............................................................................. 66Homilia en la Misa de Beatificación de Anacleto González Flores

y compañeros mártires («Mártires de San Joaquin») .................................................... 68

Martires en España:

La persecución religiosa en España .................................................................................... 716. Beato Reginaldo Hernández, op presbítero ................................................................... 737. Beato José María Escoto Ruiz, O.Carm. religioso ......................................................... 75Circular: Agradecimiento a Dios por la Beatificacion ...................................................... 77La Beatificación más grande de la historia ........................................................................ 79

VARIOS:

Bodas de oro del Cardenal Juan Sandoval ......................................................................... 80Mons. Francisco Robles Ortega ........................................................................................... 81

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MARTIRES DIOCESANOS

PresentaciónUna de las recomendaciones de S.S. Juan

Pablo II en vísperas del gran Jubileo del año 2000,fue la de conservar la “memoria de los mártires”,porque el testimonio martirial es la prueba máxi-ma de las convicciones de fe, de amor a Dios y ala Iglesia, que animaban a estos hermanos nues-tros.

Particularmente nuestra diócesis ha sido muyfavorecida por Dios con el testimonio de sacerdo-tes y cristianos laicos que ofrendaron sus vidas algrito de “¡Viva Cristo Rey y santa María deGuadalupe!” por el derecho a la libertad religio-sa: por Dios y por la Patria.

Al editar en este boletín la vida y martirio deestos cristianos, no es sólo para conocerlos yapreciarlos, sino para estimularnos en la generosatarea del “martirio” de cada día en la auténticavida cristiana; ellos son lo mejor de nuestra histo-ria, son un “monumento vivo” de la presenciafortificante de Dios; ellos, que vivieron de mane-ra heroica las virtudes cristianas y ahora nosimpulsan a la conversión de nuestro aletargadocristianismo y a la santidad exigida en estostiempos.

Así nos exhorta el Papa Juan Pablo I: “Lasantidad se ha manifestado más que nunca comola dimensión que expresa mejor el misterio de laIglesia… la santidad representa el vivo rostro deCristo: en el siglo que hemos dejado atrás, elSeñor ha concedido a su Iglesia una gran multitudde santos y de mártires” (Novo Millenio Ineunte7). “El camino pastoral es la santidad. Terminadoel Jubileo, empieza de nuevo el camino ordinario;hacer hincapié en la santidad, es más que nuncauna urgencia pastoral” (Novo Millenio Ineunte30). “Las familias cristianas deben ir en estadirección, de santidad adaptable al estado de vidade cada persona” (Novo Millenio Ineunte 31).

En el boletín de Pastoral de abril 2007 (número297) se ofreció el testimonio de la vida y martiriodel beato Anacleto González Flores, junto con sumarco histórico; ahora queremos presentar a sus

“compañeros mártires” Miguel Gómez Loza (na-cido en El Refugio) y Luis Magaña Servín(Arandas nacido en Arandas) del procesoarquidiocesano de Guadalajara; y de los “márti-res de San Joaquín” (proceso de la arquidiócesisde León): Leonardo Pérez (nacido en Lagos), P.Andrés Solá (nacido en España) y Trinidad Rangel(Dolores Hidalgo). Todos ellos fueron beatifica-dos en Guadalajara el 20 de noviembre de 2005,como bien sabemos.

En la diócesis de San Juan hemos venidoconsiderando como “nuestros” a los mártires oque han nacido en alguna de las parroquias quecomprende esta Iglesia particular alteña, o quehan muerto aquí, como san Julio Álvarez, sanRomán Adame, san Tranquilino Ubiarco o santoSabás Reyes. Por eso también hacemos nuestrosa los padres Solá y Rangel, que no nacieron enestas tierras, pero aquí vinieron a derramar susangre por Cristo en su glorioso nacimiento parala vida eterna.

El Papa Benedicto XVI nos exhorta: “Hay quedar gracias a Dios por tantos sacerdotes que hansufrido hasta el sacrificio de la propia vida porservir a Cristo. En ellos se ve de manera elocuentelo que significa ser sacerdote hasta el fondo. Setrata de testimonios conmovedores que puedeninspirar a tantos jóvenes a seguir a Cristo y a darsu vida por los demás, encontrando así la vidaverdadera” (Sacramentum Caritatis 26). Y cul-mina diciendo: “El testimonio hasta el don de símismo, hasta el martirio, ha sido consideradosiempre en la historia de la Iglesia como la cum-bre del nuevo culto espiritual” (SacramentumCaritatis 85).

Tampoco faltan hoy en la Iglesia mártires enlos que se manifieste de modo superior el amor deDios. Sin embargo, aun cuando no se requiera laprueba del martirio, sabemos que se manifiestaen el testimonio alegre y convencido ante elmundo de una vida cristiana coherente allí dondeel Señor nos llama a anunciarlo.

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Mártires Diocesanos

1. BEATO LUISMAGAÑA SERVÍN, Laico

1. CRONOLOGÍA y RASGOS BIOGRÁFICOS1. CRONOLOGÍA y RASGOS BIOGRÁFICOS1. CRONOLOGÍA y RASGOS BIOGRÁFICOS1. CRONOLOGÍA y RASGOS BIOGRÁFICOS1. CRONOLOGÍA y RASGOS BIOGRÁFICOSDEL BEATODEL BEATODEL BEATODEL BEATODEL BEATO

a) Breve cronología de los acontecimientos prin-cipales de su vida.

24.VIII.1902 Nació en Arandas,Jalisco.

26.VIII.1902 Fue bautizado porel Pbro. Víctor Díaz en laparroquia de Santa Maríade Guadalupe enArandas.

2.VII.1905 Fue confirmado porel Excmo. Sr. D. José deJesús Ortiz.

25.XII.1909 Recibió la primeracomunión de manos delPbro. David RuizVelasco.

7.XI.1922 Quedó inscrito comosocio activo y fundadorde la Archicofradía de la Adoración Noc-turna de Santísimo Sacramento en Arandas.

6.I.1926 Contrajo matrimonio con la señoritaElvira Camarena Méndez.

11.IV.1927 Nacimiento de su hijo Gilberto.II.1928 Entraron las tropas federales en Arandas

y se posesionaron de la iglesia parroquial ydel curato.

9.II.1928 Fue aprehendido Delfino Magaña. ElBeato se entregó a cambio de la libertad desu hermano y fue fusilado mientras se de-claraba cristiano y perdonaba a sus verdu-gos. Su último grito fue: ¡Viva Cristo Rey!La gente que acudió a venerar sus restosmortales pedía reliquias.Fue enterrado en el cementerio municipal.

VII.1928 Cinco meses después de su muertenació su segunda hija, María Luisa.

1980 Sus restos mortales fueron trasladados a lacapilla del seminario de los misionerosXaverianos en Arandas, Jalisco.

b) Rasgos biográficos del Beato Luis MagañaServín.

Nacimiento y ambiente fami-liar. El Beato fue el primogénitode los esposos Raimundo Maga-ña Zúñiga y María ConcepciónServín

Gómez, quienes contrajeronmatrimonio el día 14 de noviem-bre de 1901 en la iglesiaparroquial de Ntra. Señora deGuadalupe, ante el Pbro. D. J.Refugio Durán, en Arandas, Ja-lisco, (Cabecera del municipio del mismonombre. Centro agrícola, ganadero e indus-trial, su comercio es importante. Cuenta conuna buena carretera que entronca con la deGuadalajara-San Luis Potosí, no lejos deTepatitlán; con camino vecinal se une aAtotonilco y Ayotlán, sobre la carretera

Guadalajara-México, vía corta) municipio que siempre seha distinguido por su firme religiosidad y por lalaboriosidad de su gente. Los Magaña Servín seestablecieron en la calle Vallarta, en una casamuy grande del barrio de arriba y tenían fama deser católicos de abolengo. Engendraron tres hi-jos: Luis, Delfino y José Soledad.

Luis nació el 24 de agosto de 1902 a las 10 dela noche y recibió el sacramento del bautismo alos dos días de nacido de manos del Pbro. D.Víctor Díaz en la iglesia parroquial, (Summ., docu-mentos personales, 31 p. 503). sus padrinos fueron MarianoMagaña y Francisca López. Fueron sus abuelos:Camilo Magaña y Cenobia Zúñiga, J. GuadalupeServín y Secundina Gómez.

La familia Magaña era de clase media alta,diríamos que era gente acomodada. El padre tenía

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MARTIRES DIOCESANOS

fama de ser muy honrado, formal y trabajador,poseía una pequeña industria de curtiduría, eracurtidor de pieles, y ahí se elaboraban toda clasede trabajos: monturas, coyundas, huaraches, za-patos, tiras de cuero, etc., era un trabajo duro yque requería mucha paciencia. Él supo transmitirel oficio a su primogénito al mismo tiempo quelas virtudes de rectitud y responsabilidad.

Por otro lado, doña Concepción poseía todaslas cualidades de una buena esposa y madrecristiana, destacaba especialmente por su bondady su generosidad. Ella supo inculcar en el corazónde sus hijos sus mismas virtudes y en especial lapiedad, un gran amor a la Eucaristía y a la Sma.Virgen María.

Los Magaña Servín sobresalían en el pueblopor su unidad y armonía familiar, asistían a laEucaristía juntos, rezaban el rosario en familiacada tarde y todos solidariamente colaboraban enel trabajo de la curtiduría. Así lo recuerdan lostestigos:

«Nació el Beato aquí mismo en Arandas el 24 deagosto de 1902, sus padres fueron donRaimundo Magaña Zúñiga y doña ConcepciónServín. Eran todos ellos muy de la misa, iban ala misma misa que yo iba. Todos eran decomunión, de ésos que no fallan todos los días.Tenían su dinerito, vivían bien, al estilo de aquídel pueblo pero no les faltaba nada. Eran muytrabajadores, Luis tuvo dos hermanos más chi-cos que él, Delfino, José Soledad. Ellos sededicaban al curtido de las pieles, de ahí saca-ban piel para cinturones, para zapatos, parahuaraches. Entre ellos se llevaban muy bien,todos trabajaban en la curtiduría». (Summ., Proc. G,Test. IV, p. 307, § 812; ver también: Proc. G, Test. II, p. 296,§ 784; Proc. G, Test. XIII, p. 340, § 910; Proc. G, Test. XVI,pp. 354-355, § 952).

Infancia y adolescencia. El Beato recibió elsacramento de la confirmación el 2 de julio de1905 de manos del Excmo. Sr. D. José de. JesúsOrtiz, arzobispo de Guadalajara, en la iglesiaparroquial de su pueblo natal.

Al cumplir los seis años, como se acostumbra-ba en aquel tiempo, Luis comenzó a asistir a laescuela parroquial fundada por el Sr. Cura D.Juan N. de la Torre, quien estuvo al frente de laparroquia de 1895 a 1908, siendo profesor enaquellos años el insigne Maestro Francisco Mora

Bustos, a quien el municipio condecoró con me-dalla de oro y dedicó una calle por su laborpedagógica.

El Beato manifestó desde pequeño una notableinclinación a la piedad y a las cosas de la iglesia.Dos veces a la semana iba al catecismo y conentusiasmo se empeñaba por aprender todo lo quela catequista le explicaba. El 25 de diciembre de1909 recibió con gran fervor por primera vez aJesús Sacramentado, de manos del Pbro. D. Da-vid Ruiz Velasco, en la iglesia parroquial. Así lonarran los testigos:

«[...] Aquí en Arandas pasó su infancia, fuimoscompañeros como amigos, pero no de la escue-la porque yo era muy pobre, yo tenía quetrabajar. Todos los días nos estábamos viendo.Fue a la escuela de aquí del templo, era un buenmuchacho, muy seguidor de sus padres. Ahíjugábamos de todo lo que se podía, nuestrosjuegos siempre fueron muy sanos. [...] Todosíbamos a la doctrina ahí a la parroquia. No meacuerdo del día en que hizo la primera comu-nión, para qué digo que sí, pero sí la hizo porqueno le fallaba a la comunión, primero le faltaba lacomida que la comunión y el ir a la misa». (Summ.,Proc. G, Test. IV, p. 308, § 812).

«[...] Él frecuentó la primaria de aquí. Él siemprefue un muchacho muy responsable, tanto en laescuela como con sus papás, casi siempredesde muy chico se la pasaba en la tenería. [...]El Beato hizo su primera comunión aquí mismoen la parroquia y ahí mismo lo confirmaron. [...]Él era uno de los que más iban a la doctrina.Desde muy chico fue muy apegado a las cosasde Dios, yo no sé cómo no se fue al seminario».(Summ., Proc. G, Test. XV, pp. 349-350, § 936; ver también:Proc. G, Test. V, p. 313, § 826; Proc. G, Test. XII, p. 336, § 897;Proc. G, Test. XIV, p. 345, § 923).

La infancia y la adolescencia del Beato trans-currieron tranquilas entre su casa, la iglesia y laescuela. El horario familiar cotidiano era fijo ydisciplinado: él se levantaba muy temprano y alas cinco de la mañana iba a misa a la parroquiaacompañado de su papá, luego en casa se desayu-naba y se iba a la escuela.

«Sí iba a la iglesia, era muy tempranero, todoslos días lo veía uno llegar a la iglesia con supapá, era un muchacho piadoso». (Summ., Proc. G,Test. V, p. 314, § 829).

«[...] Él era muy devoto, iba a la misa todos losdías y era de la comunión diaria, en las fiestas

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de la iglesia participaba mucho, ahí lo queríanmucho». (Summ., Proc. G, Test. VII, p. 320, § 848).

Ya un poco más grandecito, el Beato empezóa ayudar por las tardes a su padre en la curtiduría,manifestando muy pronto cualidades de buenadministrador.

«[…] Él era un buen niño, muy obediente sobretodo con su padre, se hizo al estilo de él, fue subrazo derecho en todo. El mismo Luis llegó aestar al frente de la curtiduría, le gustabanmucho las cosas de la iglesia, era una familiamuy religiosa, muy unida. Él iba a la escuela delpueblo [...] a la de la parroquia, desde muychiquito iba a la iglesia a eso del catecismo y dela primera comunión y lo que se organiza paralos niños en la iglesia». (Summ., Proc. G, Test. VI, p.317, § 837).

«Ahí en Arandas el Beato trabajó desde muyjoven. Fue un excelente apoyo para sus padres,él estuvo al frente de la peletería y de la fábricade huaraches. Él era muy reservado, le ayuda-ba mucho al señor cura, les daba como catecis-mo a los demás muchachos. Él era muy derutina, su trabajo, su iglesia, de vez en cuandose iba al béisbol, así pues en un pueblo no haymucho que decir. (Summ., Proc. G, Test. I, p. 292, § 771).

«[...] Sí, el Beato era buen hijo, era muy fino,muy trabajador. Primero les ayudaba ahí en lacurtiduría y hasta que terminaba su faena salíaa jugar con la bola. […] Los sábados íbamos ala doctrina o nos juntaban en el salón de laparroquia y ahí nos daban el catecismo y noscontaban historias de los santos, de las cruza-das, de los primeros cristianos y de lo quesufrieron. […] Era muy de la iglesia. No le faltabaa su misa y a sus devociones hasta el final».(Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 360, § 964).

Luis era de temperamento tranquilo y noble,sensible y bondadoso, tenaz y muy constante enlo que emprendía, responsable y transparente ensu actuar, era sencillo, modesto y reservado, perocon facilidad entablaba amistad con los demás,los testigos afirman que poseía una gran simpatía.

«[...] Su modo de ser era muy tranquilo, demucha comunicación, aunque un poco reserva-do de primera vista. Muy activo en las organiza-ciones a las que él pertenecía. Era como muyentrón para todo, no se le rajaba a nada, no erade pleitos, eso sí él era muy trabajador». (Summ.,Proc. G, Test. VII, pp. 321-322, § 851; ver también: Proc. G,Test. X, p. 331, § 882; Proc. G, Test. I, p. 295, § 780).

«El Beato era una persona normal, alegre,

amable, muy accesible, de muy buen trato, depalabra, serio, muy formal». (Summ., Proc. G, Test.IX, p. 330, § 877; ver también: Proc. G, Test. XVI, p. 355, ad13).

«[...] Nunca le encontré una malicia. Él platicabade todo, tenía una plática muy amena y muyinteresante. Él venía a la plaza y ahíplaticábamos. Ese hombre se veía bueno, lim-pio, le gustaba platicar de los problemas quehabía con el Gobierno, de las cosas del pueblo,de los problemas que vivíamos, era muy trans-parente». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 308, § 813).

«[…] Era un muchacho de fortaleza, de carác-ter, muy vivaracho. Él se proponía algo y lohacía, viera que constante era para las cosas,no le temía nada a la vida. ¿De dónde se lasingeniaba para tener esa voluntad?, parte de supadre y parte de la confianza en Dios». (Summ.,Proc. G, Test. VIII, p. 326, § 865).

«[...] Sí, siempre fue una personas muy sencilla,con una capacidad de adaptarse a lo que vinie-ra, muy extraordinaria, de veras». (Summ., Proc. G,Test. XV, p. 353, § 948).

Juventud. El Beato desde muy joven destacóespecialmente por la firmeza de su fe y su cohe-rencia de vida cristiana. Los testigos aseguranque Luis se acercaba con frecuencia a los sacra-mentos y vivía lo que creía con gran sencillez ynaturalidad.

«[...] Ese muchacho valía oro sólo con su purafe». (Summ., Proc. G, Test. VI, p. 318, § 842).

«El Beato tuvo una fe muy grande y a prueba detodo y sobre todo». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 347,§ 930; ver también: Proc. G, Test. XVI, p. 357, § 958; Proc. G,Test. XII, p. 337, § 899).

«El Beato frecuentaba la misa y los sacramen-tos, era un hombre de mucha devoción, éldedicó su vida a Dios. [...] Siempre su fe fue laque motivó toda su vida y todo lo que él ibahaciendo». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 352, § 946; vertambién: Proc. G, Test. IX, p. 327, § 869).

«[...] Él tenía su fe bien puesta, iba a su misa ya otras cosas más. Usted lo podía ver confrecuencia en la calle acompañado por el señorcura o él lo acompañaba, lo cierto es que ahíandaban los dos. Yo creo que si no se hubieraquedado a trabajar con su familia, hubiera sidoun buen cura, de esa calidad de persona eraLuis». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 347, § 930; vertambién: Proc. G, Test. XVI, p. 350, § 939)

Además, los testigos declaran que el Beatovivió cada día con gusto lo que le tocó vivir.

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MARTIRES DIOCESANOS

«[...] El Beato fue un hombre muy sencillo,humilde, sin grandes pretensiones, simplemen-te vivió con gusto lo que a él le tocó vivir». (Summ.,Proc. G, Test. I, p. 295, § 781).

«Yo creo que el Beato vivió la vida que le tocóvivir y lo que tuvo lo supo compartir cuando élveía que podía ayudar a alguien. [...] Él fue muynormal y sencillo, con un gran respeto a lasautoridades tanto de familia como de la iglesia».(Summ., Proc. G, Test. III, p. 305, § 808).

Luis siempre fue muy amigo de los párrocos yvicarios de Arandas y de manera especial Luiscolaboró con el párroco D. Amando J. de Alba,quien permaneció al frente de la parroquia duran-te 8 años, de 1918 a 1926, y fue un sacerdote y unpastor excepcional, fundó tres sindicatos: "Casaamiga de la obrera", "Liga católica arandense" y"Obreros católicos de Santa María de Guadalupe"que reunía a todos los artesanos, albañiles, zapa-teros, herreros y por supuesto curtidores. Cierta-mente Luis Magaña perteneció a esta últimaasociación. Los testigos declaran que en todas lasiniciativas parroquiales el Beato fue incondicio-nalmente el brazo derecho del párroco.

«Fue muy amigo del señor cura, casi siempreandaba con él, le ayudaba mucho en la iglesia,como que le gustaba oír mucho lo que se decíaen la iglesia y ahí andaba siempre en juntas ypláticas con otros muchachos». (Summ., Proc. G,Test. II, p. 296, § 785; ver también: Proc. G, Test. VII, p. 321,§ 849).

«El Beato pasó su juventud en Arandas, trabajódesde su juventud con su padre, le ayudó mu-cho en el taller de cueros. Asistía a la parroquiay ahí pasaba su tiempo ayudándole al señorcura Amando J. de Alba. Él tenía muchas in-quietudes sociales, él trabajaba y se relaciona-ba con las actividades de la parroquia». (Summ.,Proc. G, Test. III, p. 302, § 799).

«[…] Del señor cura era su brazo derecho,siempre andaba con él cuando había que haceralgo por la parroquia». (Summ., Proc. G, Test. I, p. 295,§ 781; ver también: Proc. G, Test. XII, p. 337, § 898; Proc. G,Test. XIII, p. 343, § 919).

A su vez, el párroco D. Amando J. de Albasupo influir de manera positiva en el Beato for-jándolo espiritualmente, avivando su piedad yorientando sus energías juveniles hacia el aposto-lado. En efecto, muy pronto Luis empezó congran entusiasmo a dar catecismo y ayudaba efi-cazmente en lo concerniente a la formación espi-

ritual de los jóvenes, fue miembro activo de laAdoración Nocturna, dirigente de la ACJM ylíder del movimiento obrero.

«Sí, el Beato fue uno de los primeros de laAdoración Nocturna y de la Acción Católica, élapoyaba mucho las cosas que organizaba elseñor cura». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 360, § 965;ver también: Proc. G, Test. XI, p. 333, § 886).

«[...] Su mundo de joven fue su trabajo, suspadres y el apoyo a la parroquia. Sé que elBeato perteneció a la ACJM y a la AdoraciónNocturna, era muy modesto, muy apreciado porlos muchachos. Era un líder». (Summ., Proc. G, Test.XV, p. 350, § 937; ver también: Proc. G, Test. II, p. 299, § 792;Proc. G, Test. XVII, p. 364, § 974).

«[...] El nos daba pláticas y mire usted, más dealguno después se fue al seminario gracias a suejemplo». (Summ., Proc. G, Test. III, p. 300, § 794; vertambién: Proc. G, Test. XVI, pp. 355-356, § 954).

«El Beato iba a la misa, a los rosarios, andabaen la Adoración Nocturna, frecuentaba pues lascosas de Dios. Le ayudaba mucho al señor curaJ. de Alba, siempre nos daba muy buenosconsejos para la vida, que nos servían de a deveras. A nosotros, ¿quien nos ayudaba así?,pues nadie, sólo Luis tenía interés porque andu-viéramos bien». (Summ., Proc. G, Test. V, p. 315, § 832;ver también: Proc. G, Test. XVII, p. 361, § 967; Proc. G, Test.I, p. 292, § 773).

«[...] El entusiasmo con que participó en losdiferentes movimientos a los que perteneció,creo, son la mejor prueba de lo que él siempreesperó». (Summ., Proc. G, Test. XIII, p. 343, § 917).

A Luis le apasionaban los temas de doctrinasocial cristiana e impulsado por la encíclica Rerumnovarum que el Papa León XIII publicó en 1891,ponía en práctica la justicia social en el tratohumano y amistoso con sus trabajadores. Enefecto, el Beato igual que su padre y su abuelo sededicó al curtido de pieles y una vez al frente dela curtiduría, trató generosamente a sus ayudan-tes y se preocupó por sus necesidades.

«[...] Era el brazo fuerte del negocio, casi todoslos que eran sus mejores amigos trabajaban ahíen la curtiduría. Tenían muy bonito ambiente yse llevaban muy bien». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p.361, § 966; ver también: Proc. G, Test. V, p. 314, § 829).

«[…] Casi todos los amigos de Luis trabajabanahí con él. Siempre los ayudaba, que yo le hayaconocido jamás tuvo un pleito o un problemacon los trabajadores. Él se metía en todo yayudaba y trabajaba como si fuera mío de

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ellos». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 309, § 815; vertambién: Proc. G, Test. II, p. 300, § 794).

«El Beato fue un hombre de una pieza, muyíntegro, en él no había cabida para las chuecuras,que yo me haya dado cuenta, nunca tuvo ningúnproblema en su negocio, ni con sus clientes, nicon los que le llevaban el material para curtir, nicon sus trabajadores, con nadie. Él fue todo unhombre, tenía una voluntad fuerte». (Summ., Proc.G, Test. IV, p. 311, § 821).

Los testigos afirman que Luis fue un granapoyo para sus padres y un hijo excelente. Desta-có por su caridad hacia los demás, era desprendi-do de las cosas materiales y se preocupaba por lospobres. Con facilidad y generosidad el Beatoprestaba ayuda a quien se la solicitaba, nuncahizo acepción de personas y sabía confiar en losdemás. Cuanta gente tocaba a la puerta de su casa,salía siempre con algún detalle y la ayuda concre-ta que necesitaba en ese momento.

«[...] El Beato siempre ayudó a todos, a susamigos que trabajaban con él en la tenería, a míme ayudó siempre que acudí a él, no sólo medaba dinero sino que me aconsejaba, a uno lehacía falta ya que era huérfano nadie se intere-saba de uno, pero Luis siempre me daba conse-jos, claro uno muy pobre pero para Luis nohabía distinción, no señor, Luis trataba a todoscomo si fueran él mismo». (Summ., Proc. G, Test. II,p. 299, § 792).

«[...] Mire usted, iba con Luis cuando necesita-ba centavos y a la verdad nunca me los negó.Me trataba bien y aprovechaba para decirmecosas que me servían para mí y para mi familiao el negocio de la carnicería. Era un hombrederecho, así ayudaba a todos, no era nadaapegado a las cosas». (Summ., Proc. G, Test. V, p.315, § 832).

«[...] El Beato hizo muchas cosas, apoyó elmovimiento, apoyó a la iglesia, convivió con sustrabajadores que eran sus amigos, ayudó mu-cho a sus papás. Fue un hijo extraordinario,cuanta gente tocaba las puertas de casa, jamássalía sin un detalle o ayuda, era una personamuy especial». (Summ., Proc. G, Test. I, p. 294, § 779; vertambién: Proc. G, Test. III, p. 305, § 806).

«[...] Él sabía confiar en la gente y hacía que unose sintiera responsable de la palabra, porqueantes así era, sólo la palabra». (Summ., Proc. G,Test. X, p. 330, § 880).

En cuanto se fundó en Arandas la AcciónCatólica de la Juventud Mexicana que tiene como

fin coordinar las fuerzas vivas de la juventud paracooperar en la restauración del orden social cris-tiano, Luis se afilió a ella como socio fundador,fue miembro muy activo de esa asociación y contoda seguridad a principios de 1923 conoció ytrató al Beato Miguel Gómez Loza, quien vivióuna corta temporada en Arandas.

«[...] Él fue precisamente de los que aquí funda-ron la ACJM». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 297, § 787; vertambién: Proc. G, Test. VI, pp. 317 318, § 839).

«[...] Luis perteneció a la ACJM de corazón, élhacia algunas reuniones en su casa y otras enlos salones de la parroquia. También estuvo enla Adoración Nocturna que se organizaba engrupos para pasar la noche ante el Santísimohaciéndole guardia». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p.345, § 924).

«[...] Él perteneció a la congregación, a la Ado-ración Nocturna y la ACJM, ahí en su casahacíamos las juntas y planeábamos todos losmovimientos. Sí hacia muchas cosas por lospobres, daba catecismo en la parroquia, leshablaba a los jóvenes para invitarlos a la ACJM,juntaba cosas para los pobres primero y des-pués para los cristeros». (Summ., Proc. G, Test. IV, p.308, § 813; ver también: Proc. G, Test. XVI, p. 355, § 953).

El 27 de noviembre de 1921 se celebró enArandas un acto de desagravio por el ataquedinamitero perpetrado en la Basílica de Ntra.Señora de Guadalupe en la ciudad de México; ydías después, el 7 de enero de 1922, en la fiestapatronal todos los arandenses juraron solemne-mente defender la sagrada Imagen Guadalupana.

El Beato amaba especialmente a la Sma. Vir-gen María y manifestó durante toda su vida ungran amor por la Eucaristía. El 7 de noviembre de1922 al fundarse en Arandas la archicofradía de laAdoración Nocturna del Santísimo Sacramentocon el objeto de hacer guardia y oración anteJesús Eucaristía durante la noche como acto dereparación y desagravio por los ultrajes hechos alamor de Dios, Luis Magaña fue uno de los sociosfundadores y miembro asiduo y piadoso, siemprefiel a su turno de la noche.

«[...] Era muy del culto de Dios. Le gustaba ir aparticipar en las cosas de la iglesia. [...] A mipadrino Luis le gustaba mucho la adoraciónnocturna y lo que yo supe es que le gustabahacer la guardia en las horas más altas de lanoche, como que ahí tenía más intimidad con

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Dios». (Summ., Proc. G, Test. VII, p. 321, § 851; vertambién: Proc. G, Test. III, p. 303, § 801).

«Él era un buen católico, yo creo que la adora-ción nocturna le abrió un espíritu de fe muygrande y de confianza para con Dios. El Beatoesperó y confió mucho en Dios, se entregabamucho a las obras del Señor. Él siempre tuvo laesperanza [en] que la defensa de la fe iba abeneficiar a mucha gente, él vivió con eseespíritu, lo supo compartir con todos sus familia-res, sus amigos, sus trabajadores y las perso-nas que se acercaron a él». (Summ., Proc. G, Test. III,p. 305, § 806).

«Luis no tenía ninguna clase de vicios, era unhombre muy entero y de una gran responsabi-lidad, su fuerte era la adoración nocturna, ahí sellenaba de Dios y su actividad era la ACJMdonde le metía todo el valor para la defensa dela iglesia. Era alegre, muy activo, buen organi-zador, de grande fe y esperanza en Dios nues-tro Señor. Un burro de trabajo. Bueno paratratar a las personas, gran amigo del párroco J.de Alba, ¡cómo le ayudó al señor cura!, era unlíder entre la muchachada. Yo sí creo que hayatenido espiritualidad muy grande para hacer loque hizo». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 350-351, § 940;ver también: Proc. G, Test. XII, p. 337, § 899; Proc. G, Test.I, p. 292, § 771).

Indudablemente que el Beato supo equilibrarmuy bien toda su actividad de apostolado y apoyoparroquial con los asuntos de su trabajo y de sufamilia. Se entregó de lleno a ayudar a sus padresy era muy entusiasta en el trabajo, siempre estabaalegre y en su trato comunicaba paz a los demás.

«[...] Él se entregó de lleno a ayudar a suspadres. Trabajó mucho en la tenería, ahí se lapasaba todo el santo día, los mismos trabajado-res eran sus amigos. Se juntaba mucho con losmuchachos de la parroquia y en las diferentesactividades que ahí hacían». (Summ., Proc. G, Test.XIV, p. 345, § 924).

«[...] Yo nunca lo llegué a ver tristón o desanima-do, no, siempre fue muy constante en suscosas. La opinión de la gente es que era unmuchacho alegre, entusiasta, buen creyente,buen marido y buen padre, caritativo». (Summ.,Proc. G, Test. XVII, p. 364, § 975).

«[...] Era muy serio y muy responsable, buencatólico, muy humano, no era nada de creído,alegre y de muy buen carácter, de esos mucha-chos contagiosos que caen bien. De un corajepara el trabajo que no le paraba. Como que élvivía para su trabajo y para las cosas que se

organizaban en la iglesia». (Summ., Proc. G, Test.XIV, p. 346, § 926).

Luis viajaba regularmente con su padre aAtotonilco para vender los cueros curtidos. Poraquellos años los pueblos de Los Altos estabancomunicados entre sí por caminos empedrados,en el mejor de los casos, o por terracerías ybrechas para comerciar los productosagroganaderos. La comunicación se hacía princi-palmente a través de diligencias de arrieros, in-cansables comerciantes y efectivos portadores denoticias. Uno de los testigos proporciona lossiguientes datos en su declaración:

«[...] Yo trabajé en el correo veinte años. Él ydon Raimundo se iban conmigo para vendercueros curtidos en Atotonilco. […] Don Raimundotenía tres hijos y Luis era uno de ellos, era el quemás lo acompañaba a vender los cueros, sellevaban muy bien entre ellos. […] Luis erabueno para vender desde muy chiquillo en que

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su padre se lo llevaba, muy entusiasta, ahí lo fuiyo viendo crecer hasta que se hizo ya todo unhombre. Ellos rezaban en el camino. [...] Dejovencito era muy ameno en sus pláticas, yo lobuscaba para llevármelo con sus cueros. Yadespués se iba él solo, nunca se regresaba conla mercancía». (Summ., Proc. G, Test. VIII, p. 324, ad 3y § 860).

Testimonio del buen talento de Luis en susactividades laborales y comerciales es una escri-tura de compra venta que todavía conserva su hijoGilberto fechada el 18 de mayo de 1925 con lacual Luis Magaña Servín compró a la Sra. AdelaidaHerrera viuda de Loza, una finca urbana en lacalle Aldama y la pagó al contado con cuarentapesos oro nacional, fruto de su trabajo y de susahorros.

«[...] Trabajaba mucho y él pronto hizo su dine-ro, ya desde joven tenía sus propias propieda-des, era muy ahorrador y como no tenía ningúnvicio pues todo se le quedaba». (Summ., Proc. G,Test. VII, p. 321, ad 13).

Los testigos por unanimidad mencionan que elBeato no tenía vicios, aseguran que era un mu-chacho sano, de gran entereza, muy íntegro en supersona y de vida ejemplar. A la hora de valorarconcretamente lo que significó entregar la vidapor la fe y para salvar a su hermano, considera-mos estos rasgos de su personalidad sumamenteimportantes.

«[...] No, ¿qué vicios iba a tener el Beato?, esehombre era íntegro, de palabra, muy recto, yocreo que tenía al mismito Dios adentro, ¿cómole iba a caber otra cosa?, ni por el pensamiento.[...] El Beato era silencioso, tranquilo, un buenmuchacho, él no decía palabras que ofendie-ran, no era bravucón, eso sí era valiente, puesno se le rajó ni a la misma muerte». (Summ., Proc.G, Test. II, p. 297, § 787; ver también: Proc. G, Test. III, p. 306,ad 41; Proc. G, Test. XII, p. 338, § 905; Proc. G, Test. XV, pp.352-353, § 947; Proc. G, Test. XVI, p. 358, § 959).

«Fue muy completo en toda su persona, muyrecto y honesto». (Summ., Proc. G, Test. IX, p. 329, §874).

«[…] Vicios no tenía, era limpio, derecho, a él nohabía nada que lo descontrolara, a Luis no leconocí nada. Yo no le encontré falla ninguna,fue un modelo para mí, nunca aceptó ir a lascantinas, menos con las mujeres o cosas por elestilo. Cuando le decíamos que íbamos a ir, élaprovechaba para dejarnos un pensamientobueno por ahí. Yo no le encontré falla alguna al

Beato, era muy responsable en sus cosas, muybuen amigo, no se imponía, sino que respetaba,sabía compartir con nosotros, no nos festejabamucho las groserías que decíamos. Sabíamosque delante de él teníamos que ser cuidadosos,fue impecable, de esos hombres que da gusto eltenerlos cerca y más como amigos». (Summ., Proc.G, Test. IV, p. 309, § 815).

«[...] Él era muy íntegro, muy formal, muy ente-ro. En Atotonilco yo lo vi ayudar a los pobres quepedían dinero, no era tacaño. El Beato era pocomás alto que yo, blanco, güero, ojos claritos,bien vestido, sencillo, tranquilo, de esos hom-bres que no son capaces de enojarse, pero sí devoluntad y nada dejados, listo, vivaracho, no sele iba nada, como que en todo estaba. [...] Eraun muchacho de simpatía natural». (Summ., Proc.G, Test. VIII, pp. 324-325, § 861).

«[...] Yo creo que Luis era de una entereza comopocos he visto en mi vida y, ¡vaya que yo hevivido! [...] Ir a cambiarse por su hermano asabiendas que lo iban a matar. Él mismo se fuederecho a la muerte, dígame usted ¿quién haceeso?, para eso se necesita o estar loco o de planoquerer mucho a Dios para que se lo lleve a unoallá con él». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 299, § 793).

«[...] Yo quisiera saber quién tiene la fuerza dehablar con su padre, ir a comer, bañarse, cam-biarse y tranquilamente ir por la calle a sabiendasque va al encuentro con la muerte y él mismoentregarse. [...] El Beato era todo un hombre deintegridad, de buen equilibrio para todas lascosas, hombre de honor». (Summ., Proc. G, Test. XI,p. 335, § 893).

Además los testigos aseguran que Luis sededicó a hacer el bien, desbordaba bondad contodos, era muy accesible, sencillo, servicial ycomunicaba paz. Son varios los que afirman quetenía algo especial.

«¿Qué [si] el Beato fue heroico?, ay señor,¿pero en qué mundo vive?, ¡claro que sí!, no ledigo pues lo que hizo, ya vio usted cómo era él,con decirle, mire, era como un ángel de ésosque se le escapan a Dios y aquí se la pasanhaciendo [el] bien a quienes se puede y aquienes no, pues también». (Summ., Proc. G, Test. II,p. 300, § 795).

«[...] Fue un hombre muy equilibrado, alegre,muy constante en sus creencias y mostró mu-cha voluntad y mucha fe por la cual él entregóhasta su propia vida. [...] Tenía fama de traba-jador y responsable, hombre de piedad con unapoyo incondicional a la iglesia y a sus sacerdo-tes, alegre y muy servicial. Trataba a todos por

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igual, uno se sentía importante cuando estabacon él». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 358, § 961).

«Yo considero que para como eran los hombresdel pueblo, él sí fue un poco diferente, pues nisus mismos hermanos eran como él. Él era todoun ejemplar que llamaba mucho la atención porsu forma de ser. [...] Era un hombre de muchovalor, de mucha fortaleza, un hombre de fe, uncristiano completo, ejemplar como esposo ycomo padre, tranquilo, no de pleito, un hombrebueno». (Summ., Proc. G, Test. XII, p. 339, § 907).

«Yo creo que las virtudes no pueden darse porseparado, generalmente unas jalan a las otras,así yo creo que Luis vino viviendo todas lasvirtudes juntas». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 353, §949).

Noviazgo y matrimonio. Cuando Luis pensóseriamente en formar una familia, formalizó susrelaciones de noviazgo con la Srita. ElviraCamarena Méndez, quien vivía con su tíoMargarito Gómez por haber quedado huérfana.Elvira fue su única novia, eran vecinos del mismobarrio y se conocían muy bien desde niños. Élsiempre la respetó y fue muy atento con ella.

«No, Luis no tuvo más novia que Elvira Camarenaque vivía con su tío, casi eran como de la familia,ella era huerfanita y se crió ahí con su tío. Seconocieron desde muy chicos, ya grandecitosse paseaban en la plaza en algunos fines desemana. Creo que ella tampoco tuvo más hom-bre que Luis. Ellos eran muy serios, muy respe-tuosos. ¡Qué pareja, válgame Dios!, todos losapreciábamos mucho, en aquel tiempo se eramuy respetuoso de la mujer y de los tratos queuno tenía con ellas». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 308,§ 814).

Algunos meses más tarde, en la parroquia deNtra. Señora de Guadalupe, durante la primera misael día 6 de enero de 1926, Luis y Elvira unieron susvidas con el sacramento del matrimonio, (Summ.,

documentos personales, 32 p. 503). ante el Pbro. D. J. RefugioDurán, fueron testigos de esta ceremonia Benito yEmiliano Alvizo. Elvira tenía 18 años y Luis 24.Formaron una pareja muy bien acoplada y se lesveía felices, todos los testigos aseguran que fue unmatrimonio realmente ejemplar.

Elvira se incorporó sin dificultad al ritmo deltrabajo del taller y ayudaba en lo todo que podía,sin descuidar sus deberes del hogar. Luis con suesposa asistía todos los días a la primera misa de

la mañana y juntos colaboraban con gusto en lasiniciativas de la parroquia.

«[...] Luis y Elvira eran de los que juntos asistíana la misa de las cinco de la mañana. [...] Era deésos que llevaban a la práctica lo que creían».(Summ., Proc. G, Test. XI, p. 333, § 888).

«Se casó con Elvira Camarena que había sidohuérfana. [...] Ellos se llevaron muy bien, ibanlos dos muy seguido a la parroquia. El Beato fueun buen hijo y buen marido. Muy de dedicacióna lo que traía entre manos. Era hombre depalabra, de ésos de trato que decimos por acá,muy trabajador». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 350, §938).

«Sí, el Beato y Elvira su esposa venían muytempranito a la misa. Yo lo vi comulgar muchasveces. Sé que era de los meros iniciadores de laAdoración Nocturna y de los de la ACJM; erauña y carne con el señor cura de Alba, él dabaalgunas de las pláticas a los demás muchachosde la ACJM Era un muchacho sencillo, demucho valor y de mucho coraje, un católico muyactivo y de mucho compromiso, muy asiduo a laiglesia y a las organizaciones a las que élpertenecía. Yo toda la vida viví aquí, junto a laparroquia y aquí lo llegué a ver en muchasocasiones». (Summ., Proc. G, Test. XIII, p. 341, § 912).

«Yo conocí a la familia del Beato, desde donRaimundo. Ellos eran muy de la iglesia, yo losveía con frecuencia, a Luis y a su esposatambién. Los domingos no le fallaban, entresemana yo iba a la misa de ocho, pero ellos ibana la de las cinco de la mañana. Él ayudaba yapoyaba a los padres, tanto al P. Amando comoal P. Justino». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 355, § 954).

El 11 de abril de 1927 nació su hijo primogé-nito, Gilberto, y para el Beato fue un nuevoimpulso en redoblar sus esfuerzos, ya que debíaresponder a las difíciles circunstancias históricasque vivía el país como padre y como católico.

«[...] Ellos se casaron en el mes de enero el díade los santos reyes, el seis. Fue en el año 1926.Ellos estaban muy hechos el uno para el otro.Tuvieron a Gilberto y después de la muerte deLuis a María Luisa. El Beato fue un estupendomarido, como pocos realmente, él fue comple-tamente hombre para con sus deberes de espo-so y no se diga de padre cuando tenía a Gilberto.Todo el mundo lo queríamos mucho, era unbuen amigo, buen hijo, bueno para todo, deésos muy íntegros y muy completos». (Summ.,Proc. G, Test. IV, p. 309, § 814; ver también: Proc. G, Test.VII, p. 321, § 850; Proc. G, Test. XIV, p. 345, § 925).

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«[...] Se casaron aquí en Arandas durante elnovenario de enero. Ellos vivían en el mismobarrio que los papás de Luis, parece que enfren-te de ellos, porque Luis hizo un túnel de casa acasa, precisamente cuando la persecución reli-giosa. Ellos tuvieron un hijo, bien chiquito queestaba cuando mataron a Luis, y una niña quequedó en camino y que nació después de lamuerte de Luis. El Beato era buen esposo, degrandes sentimientos humanos. Siempre setuvo muy buen concepto de Luis, yo nunca supeuna cosa mala de este señor; ya ve aquí loschismes luego luego corren, pero de él nada sele supo. [...] Era un gran hijo y con Elvira un muybuen esposo. Ella lo añoró mucho, hasta queella murió». (Summ., Proc. G, Test. XIII, p. 341, § 911; vertambién: Proc. G, Test. XI, p. 333, § 887).

«El Beato se casó con una niña que era huérfa-na de nombre Elvira. [...] Ellos se casaron aquíen Arandas y tuvieron un matrimonio muy boni-to. Como que él la quería mucho y la respetaba.[...] Siempre estuvo al pendiente de su esposay de su hijo». (Summ., Proc. G, Test. XII, p. 337, ad 14).

Su compromiso en la resistencia. Entre tanto,la situación de la iglesia católica parecía empeo-rar de día en día. Ya el 31 de julio de 1926 el cultopúblico había sido suspendido por mandato de lacomisión episcopal. Los católicos, heridos en lomás vivo, organizaron una resistencia sin paran-gón, cuyo eco alcanzó muy intensas repercusio-nes en la región de Los Altos en general y enArandas en particular, ya que fue uno de lospuntos más candentes de la resistencia activa.(Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 356, ad 22; Proc. G, Test. VI, p. 318,ad 22; Proc. G, Test. IX, p. 328, ad 22).

Por su clara convicción pacifista, el Beato no sesumó a las filas armadas, como muchos de suscompañeros y amigos, sin embargo; con granempeño se propuso ayudar a los católicos alzadosque se encontraban necesitados de todo para podersobrevivir en el monte. Luis, asesorado por elpárroco, logró organizar muy bien la ayuda coor-dinando todo a través de un mensajero de muchaconfianza, a quien le decían "Pancho la Muerte" yque era panadero, según el recuerdo de todos.

«[...] Era como uña y carne del señor cura J. deAlba, siempre se entendió muy bien con él. Él síque apoyó el levantamiento y junto con el señor[cura] se dedicaron a ayudar a los levantados.Yo creo que él sirvió más así a la causa». (Summ.,Proc. G, Test. II, p. 300, § 794; ver también: Proc. G, Test. XI,

p. 333, § 889; Proc. G, Test. II, p. 298, § 788; Proc. G, Test.XVII, p. 361, § 968; Proc. G, Test. XV, p. 351, § 941).

Luis era consciente del riesgo y del peligro quetoda esa organización representaba, (Summ., Proc. G,Test. I, p. 293, § 774; Proc. G, Test. XI, p. 333, § 889; Proc. G, Test.II, p. 298, § 788). ya que el apoyo incondicional ofre-cido por los habitantes de la región de Los Altosa las fuerzas cristeras fue la que fortaleció en granmedida la causa y las represalias del Gobierno nose hicieron esperar. De los pueblos vecinos llega-ban noticias acerca de los primeros caídos. Enefecto, el 15 de agosto de 1926, solamente quincedías después de haber sido cerrados los templos,en el Puerto de Santa Teresa, camino a Zacatecas,fueron fusilados el Sr. Cura Luis Batis y tresjóvenes de la ACJM, Salvador Lara, David Roldány Manuel Morales. Además, en enero de 1927 fueahorcado el Pbro. Jenaro Sánchez en Tecolotlán,Jalisco, y en el cercano San Julián fusilaron yecharon a un basurero el Sr. Cura Julio Álvarez.(Todos los mencionados hasta aquí fueron canonizados por S.S. JuanPablo el 21 de mayo de 2000, en Roma). Pero, sin lugar aduda, la noticia que más impactó al Beato fue lamuerte del Maestro Anacleto González Floresasesinado el 1º de abril de 1927 con tres jóvenesde la ACJM, los hermanos Jorge y Ramón Vargasy Luis Padilla Gómez. Sin embargo, esos ejem-plos en lugar de desanimar a Luis lo encendieronpor dentro y de alguna manera lo prepararon paraafrontar, en su momento, esa misma suerte.

Desde una barranca de Guadalajara en dondese encontraba oculto, el Beato Excmo. Sr. D.Francisco Orozco y Jiménez envió a susdiocesanos una carta donde hace mención de losúltimos acontecimientos derivados del conflicto,aludiendo expresamente al martirio del Lic.Anacleto González y compañeros, a sólo cuatromeses de distancia:

«A Dios Nuestro Señor sean dadas las graciaspor el buen ejemplo que hemos recibido última-mente por el valor heroico con que han sufridoel martirio no ya uno o dos entre el clero y losfieles, sino una verdadera pléyade de ínclitosconfesores de Cristo. Ufana debe estar la igle-sia de México al contar ya en sus purísimasglorias a tantos confesores de Cristo. [...] Losnombres de Anacleto González Flores, LuisPadilla, Jorge y Ramón Vargas, hermanos, yEzequiel y Salvador Huerta, también herma-

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nos, son bien conocidos con todos los detallesde su heroico fin». (Orozco y Jiménez Francisco, XVIIcarta pastoral, 15 de agosto de 1927).

También el jefe moral de los cristeros ygobernador civil de Jalisco, Beato MiguelGómez Loza, andaba por ese tiempo cerca deArandas. Hacia mediados de 1927, después deque los federales incendiaron su centro de ope-raciones en Cerro Gordo, estableció su moradaen el rancho Presa de López, en el municipio deArandas, desde allí organizaba y supervisaba alos jefes cristeros.

Intentando cortar desdesus raíces la oposición cató-lica, el Gobierno civil y subrazo ejecutor, el ejército,implementaron acciones du-rísimas de represión y acosoa la población, entre otras laejecución de algún católicorepresentativo de una comu-nidad, para lo cual el Go-bierno del Estado de Jaliscoexigió a los presidentes mu-nicipales de Los Altos unalista de los jefes cristeros yde las personas que les pres-taban ayuda. Además, paraatemorizar a la gente, loscuerpos de los fusilados erancolgados en los eucaliptos alsur de la villa, a la orilla del río Colorado. Eraésta una vieja costumbre que la usaban comoescarmiento para todos los demás.

La autoridad militar ordenó en 1927 que encuanto terminara la cosecha del maíz, todas lasfamilias que vivían en los pueblos chicos y losranchos se concentraran en algún centro impor-tante señalado por la autoridad con el fin deimpedir la ayuda entusiasta del pueblo a loscristeros. De este modo cualquier persona quese encontrara fuera de dicho centro o aislada,era consideraba rebelde y podía ser fusilada sininvestigación. Esta reconcentración obligó atodos los campesinos a abandonar sus casas. Lamisma orden fue dirigida a los sacerdotes que seencontraban prestando su ministerio en los pue-

blos. El sacerdote que fuera encontrado en el am-biente rural sería considerado también rebelde ycomo tal se le ejecutaría.

Aprehensión y muerte. En febrero de 1928 ungrupo de soldados federales al mando del Gral.Miguel Zenón Martínez ocupó la plaza principal deArandas, tomando la iglesia parroquial y el curatocomo su centro de operaciones. (Summ., Proc. G, Test. IV,

p. 309, § 816). Se decía que el Gral. Martínez tomóinformes de los católicos arandenses solidarios con

la resistencia y que estabamuy molesto por el trabajoque realizaba el grupo de laACJM, por eso se propusoescarmentar en uno a todos.(Summ., Proc. G, Test. XV, p. 351, § 942;Proc. G, Test. XVI, p. 356, § 956). En-cabezaron su lista de elegi-dos: Luis Magaña Servín yJosé Refugio Aranda, "Pan-cho la Muerte".

Al mediodía del 9 de fe-brero de 1928 los soldadosfederales emisarios deMartínez llegaron al domici-lio del Beato pero no lo en-contraron porque se ocultó enun subterráneo que unía sudomicilio particular con el desus padres. Para no irse con

las manos vacías, hicieron prisionero al segundo delos Magaña Servín, Delfino, que era dos añosmenor que el Beato, haciendo saber que si Luis nose presentaba ese mismo día en la comisaría, suhermano sería fusilado.

Reunidos los padres y el hijo mayor deliberaronsobre el caso, el Beato con gran serenidad trató deanimarlos y tomó la decisión de presentarse antelos captores. Se acicaló con sus mejores prendas, sesentó a la mesa y comió tranquilamente. Era laúltima comida con los suyos. Al terminar, se levan-tó, se puso de rodillas delante de sus padres y lespidió la bendición. Animó a todos diciéndoles quepronto volvería y les dio un fuerte abrazo, estrechóa su pecho y besó al pequeño Gilberto, otro fuerteabrazo a su esposa Elvira que sollozaba y salió desu casa. Tomó la calle Juárez, la que cotidianamente

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recorría para bajar a la plaza o a la parroquia. Sepresentó en la notaría parroquial convertida encuartel general y preguntó por el Gral. Martínez.De inmediato un oficial lo condujo escoltado alHotel Centenario donde se hospedaba el general.(Summ., Proc. G, Test. XII, p. 337, § 901; Proc. G, Test. VII, p. 322,§ 853; Proc. G, Test. I, p. 293, § 775; Proc. G, Test. II, p. 298, § 789;Proc. G, Test. V, p. 314, § 831; Proc. G, Test. IX, p. 328, § 871; Proc.G, Test. XVII, p. 362, § 970; Proc. G, Test. IV, p. 310, § 817; Proc. G,Test. III, pp. 303-304, § 803).

Ya ante el Gral. Martínez, quien lo recibióasombrado, le pidió la libertad de su hermano acambio de la suya. El militar aceptó el trato y sinmayores trámites, como si se tratara de un peli-groso delincuente, ordenó se formara en el atriode la iglesia el cuadro para ejecutar a los dosprisioneros, José Refugio Aranda y Luis MagañaServín. (Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 357, § 957; Proc. G, Test.XI, p. 334, § 890; Proc. G, Test. XIII, p. 342, § 914; Proc. G, Test. X,p. 330, § 878; Proc. G, Test. VII, p. 322, § 854; Proc. G, Test. XV, pp.351-352, § 944; Proc. G, Test. XII, p. 338, § 903).

Eran las tres y media de la tarde del 9 de febrerode 1928. El Beato tenía atadas las manos, pero noquiso ser vendado. Hizo uso de la palabra en lossiguientes términos: "Yo no he sido nunca nicristero ni rebelde como ustedes me acusan, perosi de cristiano me acusan, sí lo soy y por eso estoyaquí para ser ejecutado. Soldados que me van afusilar, quiero decirles que desde este momentoquedan perdonados y les prometo que al llegarante la presencia de Dios serán los primeros porlos que yo pida. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva SantaMaría de Guadalupe!". (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 347,§ 929; Proc. G, Test. IV, pp. 310-311, § 819; Proc. G, Test. XI, p. 334,§ 891; Proc. G, Test. XVII, p. 363, § 971; Proc. G, Test I, pp. 293-294,§ 776; Proc. G, Test. XIII, p. 342, § 916).

Sus palabras fueron interrumpidas por la des-carga de los fusiles. La fuerte detonación estre-meció el silencio trágico de esa tarde y con ella sequiso dar una lección a toda la población católicade Arandas.

Poco después, el padre del Beato trasladó losrestos mortales de Luis a su hogar, (Summ., Proc. G,

Test. XVII, p. 363, § 971). donde los vecinos acudieroncon discreción durante toda la noche para velar ytocar con veneración y reverencia los despojosmortales de un hombre de bien, muerto injusta-mente. El certificado civil de defunción dicelacónicamente que "falleció de traumatismo de

arma de fuego". (Summ., documentos personales, 33 p. 503).

Al día siguiente se le sepultó en el cementeriomunicipal. (Summ., Proc. G, Test. III, p. 304, § 805).

En julio de 1928, cinco meses después de lamuerte del Beato, nació su hija, a quien llamaronMaría Luisa en memoria de su padre.

En 1980 los restos mortales de Luis MagañaServín fueron exhumados y depositados en lacapilla doméstica del seminario de los misione-ros Xaverianos de Arandas, al pie del altar, hastadonde actualmente acuden numerosas personaspara solicitar gracias y favores por su intercesión.(Summ., Proc. G, Test. XV, p. 352, § 945; Proc. G, Test. III, p. 306, §809; Proc. G, Test. IV, p. 312, § 824; Proc. G, Test. V, pp. 314-315, ad28).

2. MARTIRIO MATERIAL DEL BEATO LUIS2. MARTIRIO MATERIAL DEL BEATO LUIS2. MARTIRIO MATERIAL DEL BEATO LUIS2. MARTIRIO MATERIAL DEL BEATO LUIS2. MARTIRIO MATERIAL DEL BEATO LUISMAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.

Al ser cerrado el culto público por mandatoexpreso del episcopado mexicano, la poblacióncomenzó a levantarse como protesta por la acti-tud persecutoria del Gobierno contra la iglesiacatólica y, en este punto, la región de Los Altos deJalisco fue heroica por su resistencia y por suorganización al defender la fe.

A principios de 1928, cuando el ejército almando del Gral. Miguel Zenón Martínez entró enArandas y tomó la parroquia como cuartel gene-ral de sus operaciones, la tensión del pueblo sevolvió extrema, porque el ejército mataba a lagente por cualquier cosa.

Los testigos lo recuerdan en sus declaracionesde la siguiente manera:

«Que los del Gobierno querían tener el controlde todo, que no nos dejaban ir a la iglesia. Nodejaban que los padres dijeran su misa, nirosarios, ni nada de culto. [...] No pues, a defen-dernos, muchos se fueron para el cerro y aga-rraron las armas, otros nos quedamos aquí ydesde aquí los ayudábamos. Todos sabíamosque a cualquiera nos podían matar». (Summ.,Proc. G, Test. VI, p. 318, ad 22).

«Usted sabe que el Gobierno se quería quedarcon la iglesia y mandar en eso de la religión.Eso, pues nomás no, ¿usted cree que nosíbamos a dejar los católicos?, aunque yo teníadiez años bien me acuerdo que me daba unarabia. Cuando llegó el ejército y se instaló a unacuadra de la plaza traían a toda la gente asus-tada. Todo se hacía a ocultas, no, eso no era

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posible señor. Traer a la población toda acorra-lada, ¿qué vida era ésa?, por eso se levantó lagente y luchó contra el Gobierno y el ejército».(Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 362, § 969; ver también: Proc.G, Test. I, p. 292, ad 22; Proc. G, Test. II, p. 297, ad 22; Proc.G, Test. V, p. 314, § 830;).

En lo referente a la defensa de la iglesia, laACJM en Arandas despuntó por su apoyo, cola-boración y organización. Luis Magaña era cono-cido como uno de los principales dirigentes deeste movimiento. Veamos cómo lo recuerdan lostestigos en sus declaraciones:

«Luis era de la ACJM, ellos se organizaron paradefender a la religión y a las iglesias del puebloporque el señor cura se fue de Arandas cuando lapersecución religiosa. Unos se levantaron y otrosse quedaron para apoyar a los que se fueron. Luisandaba con los que se quedaron para apoyar, esmás, yo creo que él era el encargado de todo elapoyo que se organizaba aquí en Arandas».(Summ., Proc. G, Test. XI, p. 333, § 889).

«Luis fue uno de los que fundaron la ACJM peroél no se fue a las armas, yo creo que por supeletería, pero él bien que ayudó en todo lo quepudo, era muy activo, conseguía ropa, comida,dinero y de todo para mandarles a los levanta-dos. [...] Luis tenía bien organizada la ayudaaquí en el pueblo, se traía a la chamacada enfriega por todas partes juntando cosas para lacausa». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 298, § 788; vertambién: Proc. G, Test. XVII, p. 361, § 968).

«[…] Luis se quedó para organizar en Arandasel apoyo de todo lo que se necesitaba allá en loscampamentos de Cerro Gordo. Viera que bue-no era para convencer a la gente, él juntaba detodo. […] Todos los días nos llegaban cosas dealguna y otra forma. Luis sí sabía a lo que leestaba arriesgando y se la jugó». (Summ., Proc. G,Test. XV, p. 351, § 941).

El Beato era plenamente consciente del riesgoy del peligro que corría por defender incondicio-nalmente su fe y por su apoyo a la resistencia.Indudablemente que pudo haber huido, pero porsu actuar entusiasta y decidido se deduce que nolo pensó ni como posibilidad.

«[…] Luis sí era consciente del peligro quecorría y bien que lo sabía, pero no dejó deayudar con todo lo que pudo para sostener laresistencia allá en Los Altos de Jalisco». (Summ.,Proc. G, Test. I, p. 293, § 774).

«[…] Luis, claro que sabía a lo que se arriesga-ba, pero ésa era precisamente la fe que se tenía

y el precio de su defensa». (Summ., Proc. G, Test. XI,p. 333, § 889).

«[...] Yo creo que él sí sabía a lo que le estabatirando, ¡cómo no!». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 298,§ 788).

El objetivo principal del Gral. Miguel ZenónMartínez era cortar de raíz la ayuda que con tantaeficacia prestaba la población de Arandas a losmiembros de la resistencia activa, pensando queasí se debilitarían. Para lograr esto, consiguióinformación sobre los líderes que la organizabany sin duda en la lista apareció en primer lugar elnombre del Beato Luis Magaña Servín. Sin em-bargo, al no lograr su captura con facilidad, apre-hendieron a uno de sus hermanos como carnadapara que él se entregara. Veamos la manera comodescriben esos momentos los testigos:

«Agarraron a su hermano Delfìno, era máschico y le mandaron decir que si él no sepresentaba se lo echaban. Lo querían atraparpues ellos sabían que Luis era de los dirigentesde la ACJM y que apoyaba a los levantados y lesmandaba cosas, así es que si lo mataban yocreo que ellos pensaban que ya no iba a habernadie más que hiciera eso. A Luis le avisaron ysegún dicen que se bañó, comió, se cambió consus mejores ropas y él mismo se fue a enfrentaral general Z. Martínez. Él le pidió que dejaralibre a su hermano». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 298,§ 790).

«Yo vi todo lo que pasó a Luis y a [Pancho]. Yoandaba rondando por el cuartel para ver queoía, pues habían detenido al hermano de Luis,este Delfíno, ¡hombre!, un chiquillo, y el generalle mandó decir a don Raimundo que o seentregaba Luis su hijo o iba a matar esa mismatarde a Delfino. Luis no se la pensó dos veces yse arregló y se vino para el cuartel, él entró, yoestaba ahí junto al que estaba en la puerta.Adentro él se presentó al general y le dijo que élera Luis al que él buscaba que él se entregabapero que dejara libre a su hermano que nadatenía que ver en todo esto. De inmediato lomandó fusilar. Ya para entonces habían agarra-do a Pancho que era como el brazo derecho deLuis, ya que se encargaba de llevar las cosas alos cristeros, parece que un chismoso con tal dequedar bien con el general le fue con el chismede lo que ellos dos hacían junto con toda la bolade los que pertenecíamos a la ACJM, el generalquería cortar todo contacto con los cristerospara debilitarlos a como diera lugar». (Summ.,Proc. G, Test. IV, p. 310, § 817).

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«Bueno, el día nueve de febrero de 1928 leavisaron a mi abuelo que Delfino había sidohecho prisionero y que lo iban a matar si Luis nose presentaba antes y se entregaba, mi abuelohabló con Luis y mi papá aceptó irse a entregarpara salvar a su hermano. Se fue a la casa, ahíse bañó, se cambió de ropa, luego se fue acomer muy tranquilo, mi madre le sirvió, selevantó de la mesa, se despidió de todos y salióde la casa. No quiso que nadie lo acompañara,eran como eso de las tres de la tarde. Recorriólas calles y se presentó con los soldados queestaban de guardia, pidió que lo llevaran con elgeneral Z. Martínez y de inmediato lo llevaron.

Él se presentó y con sus propias palabras le dijoal general que él era Luis Magaña, a quienandaba buscando. Le pidió que soltara libre a suhermano Delfino y así sucedió. De inmediato ledijo que si era muy valiente para entregarse, éliba a ver qué tanto lo era ante la muerte y deinmediato lo mandó fusilar. Él todo el tiempoestuvo muy sereno, muy controlado, en ningúnmomento se agitó o se puso nervioso, no,tranquilo y muy seguro de sí mismo». (Summ.,Proc. G, Test. III, pp. 303-304, § 803)

El Beato pidió la libertad de su hermano y elGral. Z. Martínez dejó libre al detenido que teníacomo rehén y ordenó que fusilaran inmediata-mente a Luis en la parroquia. La mayoría de lostestigos que se presentan en el proceso son ocula-res del momento del martirio y por unanimidadconcuerdan con los hechos narrados. Aquí men-cionaremos algunas de esas declaraciones:

«De toda una pieza el Beato, un hombre deverdad, yo que estaba ahí tenía un miedo deque me reconociera o me dijera algo, él no, muytranquilo, calmado, con una seguridad que erade admirar, el mismo general se quedó mediodescontrolado cuando le llegó a boca de jarro yle dijo: "Yo soy el que usted busca". Imagíneseusted, ¿quién se entrega así?, hay que tenerpantalones de veras de hombre y una creenciaen Dios como pocas. A Pancho lo sacarontambién de adentro y se los llevaron a los doscon un pelotón de soldados y un sargento,atravesaron la plaza y ahí en las gradas Panchoquiso voltear o no sé que movimientos hizo queahí le dispararon y quedó en las gradas con elcuerpo hacia abajo. Después metieron a Luisjunto a la columna de la puerta a la izquierda, locolocaron junto a la pared, los soldados sepusieron acá junto a la puerta, el sargento loquiso vendar y Luis no se dejó, le dijo que siquería pedir su última voluntad, Luis sólo lanzó

el grito de: "¡Viva Cristo Rey y Santa María deGuadalupe! ", ahí le dispararon y su cuerpoquedó ahí tirado, nadie se animaba a acercarse,después se fueron los soldados. Yo lo vi tiradoy me escapé a toda prisa, me entró un miedo yun coraje, no sé qué me pasó pero salí voladodel pueblo, allá me refugié en mi rancho».(Summ., Proc. G, Test. IV, pp. 310-311, § 819).

«Mire usted, yo iba como a eso de las tres ymedia de la tarde a comprar unos dulces ahíenfrente a la parroquia y ya de regreso vi quevenía un pelotón de soldados con dos reos y mequedé ahí parado para verlos, venían del cuar-tel y pasaron por el parque chico y luego entra-ron al atrio de la parroquia. Ahí pusieron a Luisa la entrada de la iglesia del lado izquierdo,entrando de frente, el pelotón de soldados secolocó acá junto a la pared del atrio que da a lacalle. A Luis lo quisieron vendar pero no quiso.[...] Oí la detonación y vi como quedó el cuerpode Luis ahí tirado al pie de la fachada de laparroquia, también Pancho quedó ahí». (Summ.,Proc. G, Test. XI, p. 334, § 891).

«Mire usted, a eso de las tres de la tarde,salieron Luis y el panadero y acompañándolosiban unos doce soldados y un teniente. Enfilaronpor el parque y se detuvieron en las escalerasde la parroquia, nosotros estábamos detrás delos árboles de la plaza. Ahí una señora con dosniños le suplicaba al teniente que los dejara. Ellaera esposa del panadero, creo que el teniente ledio una patada a la señora y el panadero se lequiso ir y ahí lo mataron, quedó todo ensangren-tado en las gradas. Luis estaba un poco másadelante. Ahí se metieron al atrio del templo y yano vimos, sólo oímos que Luis decía a gritopelón: "¡Yo no soy nada de lo que ustedes meacusan, pero si por creer en Dios me matan, sípor eso sí". Les dijo a los soldados que losperdonaba y que iba a pedir a Dios allá en elcielo por ellos y alcanzó a gritar el "¡Viva CristoRe y Santa María de Guadalupe!". Mire usted,hasta la carne se me enchina, siento las pala-bras de Luis como si hubiera sido ayer. Ahí seoyó el "¡Disparen, apunten, listos y fuego!". Ahíquedó Luis en las meras puertas de la parroquiade Ntra. Señora de Guadalupe». (Summ., Proc. G,Test. XVII, p. 363, § 971).

«Vi al Beato el día que lo fusilaron, yo atendía unpuesto de mercería que se encontraba enfrentedel templo, junto a los portales. Yo estaba fueradel seminario porque lo habían cerrado y metuve que ir a Arandas para ayudar a los de micasa. Ese día yo había abierto mi negocio comode costumbre, cuando vi por el jardín que veníaun grupo de soldados hacia la parroquia, con

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ellos traían a un detenido adelante y otro másatrás. Vi también que entre los portales andabaun hermano de Luis, parece que fue al queliberaron de nombre Soledad. Detrás del pelo-tón venía una señora con dos niños, me parece,quien suplicaba al que traía al pelotón que losdejara libres, pero le dieron un fuerte golpe y ahíse quedó con los niños, yo supongo queadolorida. El jefe la ignoró totalmente. Ellos alentrar a las gradas de la iglesia dispararon a unoque quedó ahí tirado. A Luis se lo llevaron haciala entrada de la iglesia y ahí a la mano derechasobre la columna lo pusieron, de repente se oyóun fuerte grito de "¡Viva Cristo Rey!" y en segui-da la descarga». (Summ., Proc. G, Test. I, pp. 293-294,§ 776).

«Yo estaba aquí en la tienda justo al lado de laparroquia y salí a sentarme aquí afuera. Ahíestaba sentada cuando vi venir a la escolta deocho soldados uniformados, venía por la callede abajo del cuartel que quedaba allá a lavuelta. De inmediato reconocí a Luis Magaña ya Pancho, el panadero. Luis traía un pantalón unpoco obscuro. Vi que entraron al atrio de laparroquia, después oí unos disparos, luegosilencio, después de algunas palabras luegootros disparos pero adentro del atrio. Salió donGuadalupe Domínguez y nos dijo que habíanmatado a Luis Magaña y a Pancho, me diomucho miedo y me metí a la tienda, la cerré y mefui a la casa, aquí justo atrás de la tienda».(Summ., Proc. G, Test. XIII, p. 342, § 916).

En Arandas todos se conocían y eran amigosdel Beato, nadie se esperaba ese fatal desenlace,por lo que la muerte del Beato Luis MagañaServín sorprendió profundamente a toda la pobla-ción y por la hora en que ocurrió hubo muchostestigos oculares. Sin embargo, ante el cadáverbañado en sangre los invadió el temor y la impo-tencia y en un primer momento nadie se acercóhasta que su padre consiguió el permiso pararetirarlo y llevarlo a su casa. Al día siguiente fuesepultado en el panteón municipal donde perma-neció hasta 1980 cuando fue trasladado al semi-nario de los Misionero Xaverianos.

«Yo creo que era como el 9 de febrero de 1928.Cuando me asomé entre las rejas, lo vi ahídoblado y lleno de sangre. Ahí estuvo muchotiempo, nadie se atrevía a tocarlo, ni a acercarsepor miedo a que se lo tronaran. Ya muchodespués en una escalera y en una sábana y conpermiso del general Martínez se lo llevaron parasu casa». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 363, § 971).

«[...] Todos tuvimos miedo, por eso de momentonadie nos acercamos, porque era muy peligro-so, ya que también nos podían fusilar, ya des-pués se fueron acercando algunas personas yyo creo que sus familiares también y se lollevaron». (Summ., Proc. G, Test. I, p. 294, § 776).

«[...] Después yo me fui a la casa corriendoporque me dio miedo, fue algo que nadie seesperaba y más a la hora que era. Él sí que dijoel grito de los cristeros de: "¡Viva Cristo Rey!".[...] Cuando llegué a la casa mi madre dijo queera un nuevo mártir por la causa de Dios. Fuealgo muy impresionante, siempre recuerdo latranquilidad de Luis y esa entereza que se ve enmuy pocos hombres». (Summ., Proc. G, Test. XI, p.334, § 891).

«Se quedó por algunas horas ya que nadie seanimaba a recogerlos. Hasta que mi abuelo yotros de los amigos y familiares fueron por él yse lo llevaron a la casa. Ahí mi abuela y mi mamále cambiaron la camisa que estaba llena desangre y lo prepararon para meterlo en unacaja, después ya lo enterraron en el panteónque está allá a la salida del pueblo. En el pueblose comentó que había muerto un mártir más ycasi desde el principio lo consideraron así, elmismo señor cura de Alba lo anunció así y así sele consideró desde entonces». (Summ., Proc. G,Test. III, p. 304, § 805).

«Sí, le rezaron el rosario y lo pusieron en uncajón para muertos, ahí había en la casa variaspersonas, yo creo que no había muchas porquetenían miedo y después los podían acusar demitin en la casa, por eso se lo llevaron alcamposanto y allá lo enterraron, ahora está enel seminario». (Summ., Proc. G, Test. VII, p. 322, ad 28).

Por lo expuesto en este capítulo resalta conclaridad la verdad del hecho que se narra, ya quetodos los testigos declaran su propia experienciade ese momento con múltiples detalles que que-daron grabados en su memoria indeleblemente yque vistos en conjunto concuerdan y se comple-mentan a tal grado de no dejar dudas referentes alasesinato del Beato Luis Magaña Servín.

3. MARTIRIO FORMAL DEL BEATO LUIS3. MARTIRIO FORMAL DEL BEATO LUIS3. MARTIRIO FORMAL DEL BEATO LUIS3. MARTIRIO FORMAL DEL BEATO LUIS3. MARTIRIO FORMAL DEL BEATO LUISMAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.

a) Odio a la fe por parte del perseguidor.Los testigos describen el ambiente de persecu-

ción y afirman que el Gral. Miguel Zenón Martínezodiaba todo lo que oliera a religión.

«[...] Los del Gobierno a reprimir el culto y todo

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lo que olía a iglesia y los de la iglesia a defender-se y a obligar al Gobierno a que aprendiera arespetar la voluntad del pueblo y sus creen-cias». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 356, ad 22).

«[...] Nos cerraron los templos y no nos dejabantener nuestras creencias y para pronto que nosorganizamos a defendemos. Aquí llegó un ge-neral Z. Martínez, un hombre, viera usted, yocreo que traía el mismo diablo por dentro, arre-bataba contra todo lo que le olía a religión».(Summ., Proc. G, Test. IV, p. 309, § 816).

«[...] Los soldados se apoderaron de pueblo yahí estaban. Salían para perseguir a los cristerosy regresaban al cuartel con muchos heridos. Laparroquia era parte del cuartel, ahí se la pasa-ban los soldados, no había culto y por eso sepeleaba». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 346, ad 22).

«Todo estaba prohibido, era muy difícil vivir paralos que creíamos en Dios. Todo se hacía aescondidas, había mucho temor, no se podía nihablar porque lo acusaban a uno y lo mataban.[...] Esto hizo que los jóvenes se organizaran y sedefendieran». (Summ., Proc. G, Test. IX, p. 328, ad 22).

Luis era de los dirigentes de la ACJM y lostestigos afirman que su coherencia de vida cris-tiana y su ayuda entusiasta al movimiento cristerofue el motivo de su muerte.

«[...] A Luis lo agarraron porque era de losdirigentes de la Acción Católica y era un provee-dor del movimiento de los cristeros muy entu-siasta. Yo creo que el Gobierno agarró losnombres de ellos y apareció Luis y por eso lobuscaron de inmediato». (Summ., Proc. G, Test. I, p.294, § 777).

«[...] Él ayudaba a los cristeros y era el brazoderecho del señor cura. Yo creo que queríanacabar con él y así después podrían acabar másfácilmente con los que estaban en el cerro».(Summ., Proc. G, Test. IX, p. 328, § 872).

«[...] Era muy activo en eso de ayudar a otros.Uno de los motivos de su muerte fue eso dehaber ayudado a los cristeros con alimentos ycobijas y todo lo que se podía». (Summ., Proc. G,Test. XI, p. 335, § 892).

«[...] A Z. Martínez se le hizo muy importantetoda la actividad que Luis hacía y optó por matara Luis creyendo que con eso les cortaba unafuente de abastecimiento a los cristeros queestaban armados». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 351,§ 943).

«[...] A él lo andaba buscando para matarlo elgeneral Z. Martínez, porque sabía que era unode los principales jefes que auxiliaban a los que

se habían alzado». (Summ., Proc. G, Test. VI, p. 318, §840).

«Lo andaban buscando porque, para Z.Martínez, él sostenía a los cristeros que sehabían levantado en armas y que andaban porlos cerros. Si lo mataba se les acababa unafuente de abastecimiento». (Summ., Proc. G, Test.XII, p. 338, § 902)

«[...] Sí, era de los que tenían mucha devocióne iba a la misa todos los días y comulgaba. Nofaltaba a su adoración nocturna. Él fue siempreun gran amigo y apoyo para el P. J. de Alba y poreso mismo de apoyar y defender a la iglesia fueque lo mataron». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 346, §926).

Ante la imposibilidad de aprehender con rapi-dez a Luis Magaña, optaron por capturar comorehén a uno de sus hermanos, enviándole unultimátum: si no se entregaba ese mismo día,fusilarían a su hermano. El Beato al enterarse delo ocurrido no lo dudó ni un momento, paraliberar a su hermano se presentó ante el Gral.Martínez con toda sencillez y vestido de fiesta.

«[...] Z. Martínez cuando supo que Luis era unode los principales cabecillas del movimiento enArandas y que se dedicaba a mandarles todo lonecesario a los que estaban alzados, trató debuscar a Luis y al no dar con él agarró a suhermano. [... ] El general mandó dejar un recadoen la casa de Luis, que si no se presentaba esemismo día, mataría a su hermano. Mi tío mandóllamar a Luis y entre ellos platicaron, después elmismo Luis se fue a entregar. Antes se bañó, secambió, comió y se despidió con una tranquili-dad que lo deja a uno muy perplejo, sólo gentesde esa fe van tan tranquilos a la muerte. Él sepresentó ante Z. Martínez y le dijo que él era alque andaban buscando y que por eso se veníaa entregar, pero que dejara libre a su hermano».(Summ., Proc. G, Test. XV, p. 351, § 942).

«Pues, sucedió que el general Z. Martínez de-tuvo a Delfino su hermano y le mandó decir adon Raimundo que si no se entregaba Luis,mataría a su hermano. Luis habló con su padrey fíjese usted que entereza de hombre, no tuvomiedo. Se bañó, se vistió bien elegante, comió,se despidió de sus padres y esposa y solo se fuea entregar. Para eso se necesita valor. En elcuartel él se entregó a Z. Martínez que dejó librede inmediato a Delfino». (Summ., Proc. G, Test. XII, p.337, § 901).

«[...] El general lo andaba buscando y hastamandó por él a su casa, pero no lo encontraron

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y se llevaron a su hermano Delfino. Le dejarondicho que si no se presentaba él, iban a matar aDelfino, así fue como él se entregó». (Summ., Proc.G, Test. VII, p. 322, § 853).

«Que yo haya sabido el Beato no estuvo preso.Él mismo se fue a entregar para que dejaranlibre a su hermano que lo habían detenido paraforzar a Luis a que se entregara, él sabía que sise entregaba lo iban a matar, pero a pesar deello se animó y se entregó». (Summ., Proc. G, Test.I, p. 293, § 775; ver también: Test. II, p. 298, § 789; Test. V,p. 314, § 831).

«Mire, yo lo vi de lejos, cuando pasó para elcuartel, después me fui para el corral. Yo vivíapor la calle de Allende, ahí andaba por el corralcuando me dijeron que Luis había sido aprehen-dido y que habían soltado a Delfino su herma-no». (Summ., Proc. G, Test. IX, p. 328, § 871)

«Mire usted, sucedió que el hermano de Luisandaba por la plaza y lo agarraron losgendarmes, porque andaban buscando a Luis yno lo podían encontrar. Se lo llevaron al cuartely como era un chiquillo el capitán no lo quisomatar. Le mandó decir a Luis por medio de "eltrompo", otro de los chiquillos que vivían en lacalle, que si Luis no se presentaba iba a matara su hermano. Le dijo que lo buscara hasta quelo encontrara y si no, que le dijera a sus familia-res, y así fue. Luis cuando supo, estaba adentroen la peletería, dicen que se fue a la casa, lepidió de comer a su esposa y ahí habló con supapá. Cuando terminó de comer, se fue a bañar,que se puso un traje y se arregló. [...] Él se fuesolo al cuartel y se le presentó al capitán queacababa de comer». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p.362, § 970).

Uno de los testigos declara que un día antes dela entrega del Beato hubo una gran batalla delejército contra los cristeros en la cual fueronheridos muchos soldados. Este hecho causó alGral. Martínez mayor cólera y para darles unalección a los católicos, mandó aprehender inme-diatamente a los que eran considerados cabecillasde la ayuda a los cristeros.

«[...] Un día antes [de] que se entregara Luis,hubo una gran batalla y se encontraban muchosheridos de parte de los soldados, por todoslados. Z. Martínez estaba disgustado y cuandodetuvo a Chole, le mandó decir a Luis a su casaque si no se presentaba iba a mandar matar a suhermano, que si era un hombre de huevos quese presentara, de hecho dicen que cuando sepresentó él corrigió: "Vengo porque soy unhombre de fe y quiero que deje libre a mi

hermano que nada tiene que ver en este asun-to". Dicen que el mismo general quedó asom-brado de la tranquilidad y serenidad de Luis».(Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 356, § 956).

La serena fortaleza con que se entregó el Beatodesconcertó al Gral. Martínez, quien en un primermomento intentó interrogarlo queriendo obtenerinformación acerca de los cristeros, pero no obtu-vo ninguna respuesta.

«Sí, sí lo interrogaron para sacarle donde esta-ban los cristeros, pero Luis no les dijo nada. Élno duró casi nada encerrado, de inmediato lomandaron fusilar. Como él se dedicaba a juntarprovisiones para los cristeros y se las mandaba,Z. Martínez quiso acabar con este apoyo tanimportante». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 346, § 928).

«[...] Sí que estuvo en interrogatorio, el capitánsabía que él era quien organizaba los recursospara los alzados, le preguntó cuanta cosa ustedse puede imaginar. Él lo primero que pidió quesoltaran a su hermano Chole y así lo hicieron.Yo me topé con Chole en la calle que ibacorriendo a su casa y me dijo que Luis estaba enla prisión. Yo creo que le propusieron toda clasede tratados, pero nomás no le pudieron sacarnada». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 362, § 970)

«El Beato se presentó al general Martínez,porque agarraron a su hermano Delfino y elgeneral le mandó decir que si Luis no se presen-taba ese mismo día, iba a mandar matar aDelfino. Ahí lo interrogaron y que le pegaron conla correa con que le pegan a los caballos. Elgeneral estaba muy enojado y le dijo que lo ibaa mandar matar de inmediato, a ver si de verasera tan hombrecito como parecía. Luis todo eltiempo estuvo muy tranquilo y muy calmado,eso sucedió el día 9 de febrero de 1928». (Summ.,Proc. G, Test. XIV, p. 346, § 927).

Esa actitud entera y firme en la fe del Beatoturbó más al Gral. Martínez, quien de inmediatolo mandó fusilar junto con "Pancho la muerte",que era panadero y servía de mensajero entre losalzados y los que permanecían en la población.

«Como había tantos heridos el general Z.Martínez se encontraba en el cuartel allá a lavuelta de la plaza y no en las oficinas queestaban en la misma parroquia. Allá fue Luis ycreo que ni duró mucho la plática, ya que elgeneral le dijo: "Voy a ver que tan hombrecitoeres", se dirigió a su ayudante y le dijo que sejuntara un grupo de soldados y que se lo fusila-ran junto con Pancho». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p.357, § 957).

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«Él mismo fue el que se entregó. Habían aga-rrado a su hermano Delfino para presionarlo aque se entregara, ya que lo buscaban a él.Liberó a su hermano y enseguida lo mataron. Sureacción fue la de todo un hombre, de ésos defe». (Summ., Proc. G, Test. XI, p. 334, § 890).

«[...] El general se asombró cuando llegó a él yle dijo que su hermano no tenía nada que ver enel asunto de los cristeros que por eso él mismose entregaba. Así fue como sucedieron lascosas, el general de inmediato lo mandó fusilarjunto con "Pancho la muerte"». (Summ., Proc. G,Test. XIII, p. 342, § 914).

«[...] Enseguida lo condenó a la muerte, pues elBeato era de la ACJM y andaba en la ayuda delos cristeros, según dicen que él encabezaba ungrupo de jóvenes que juntaban por todo Arandasy los alrededores todo lo que sirviera para lacausa». (Summ., Proc. G, Test. X, p. 330, § 878).

Sin juicio Luis fue sentenciado a muerte pororden del Gral. Zenón Martínez, formándose deinmediato el pelotón de fusilamiento. El Beatojuntó con "Pancho la muerte" fue conducido a laparroquia de Ntra. Señora de Guadalupe dondefue acribillado después de haber profesado públi-camente su fe.

«Al Beato no le hicieron juicio, ni nada, fue laorden del general, lo sacaron de la cárcel y se lollevaron a la plaza, después a la Parroquia deNtra. Señora de Guadalupe y ahí afuera lofusilaron. En su última voluntad él pudo echar elgrito de los cristeros de "¡Viva Cristo Rey ySanta María de Guadalupe!", yo estaba ahíparado de este lado de la puerta de la entradade abajo y vi que lo fusilaron y cayó ahí lleno desangre». (Summ., Proc. G, Test. VII, p. 322, § 854).

«Fue a las cuatro de la tarde el día 9 de febrerode 1928. Lo sacaron del cuartel y se lo llevaronhacia la parroquia. [...] Ahí en el atrio, a un ladode la puerta lo fusilaron. Luis siempre estuvomuy tranquilo, calmado. Los que lo vieron dicenque no parecía ir a donde lo llevaban, a Luis nole hicieron juicio, sólo lo interrogaron, lo amena-zaron y hasta lo golpearon con el fuete de uncaballo». (Summ., Proc. G, Test. XV, pp. 351-352, § 944).

«Se los llevaron a la parroquia y ahí a la entradaa mano izquierda los fusilaron. Fue como a esode las tres o cuatro de la tarde. Sus mismosfamiliares fueron los que los recogieron y losenterraron en el panteón de Arandas». (Summ.,Proc. G, Test. XII, p. 338, § 903).

En Arandas todos se conocían y las noticias se

sabían con rapidez y, aunque nadie se esperaba esetrágico desenlace, la hora y el lugar fueron propi-cios para que en el momento del martirio hubieramuchos testigos oculares, sin atreverse ninguno aacercarse por miedo a que también lo mataran.

«[...] Quedaron tirados en medio de la sangre,nadie los recogía por miedo, al poco rato la gentese fue arrimando, yo también me arrimé, puesera chamaco y la curiosidad... estaban muyensangrentados, sabe a que horas los levanta-rían, yo me fui, como que me dio coraje y miedoa la vez. Al pobre Luis se lo habían quebrado, nose merecía pues esa muerte, pero fue por lareligión y por Dios, había que defenderlo y Luis lohizo». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 298, § 791).

«Yo estaba en el mercado, en la carnicería, ahíen la pura esquina. No me gusta platicar muchode esto, me siento muy triste. Ahí me fueron adecir que habían matado a Luis en la puerta dela iglesia. ¡Hombre!, pues era un buen mucha-cho. Al rato que fui a verlo ahí estaba tirado juntoa la columna del lado derecho, ¡hombre!, pobre,no se merecía eso, pero lo hizo pues por Dios. Nole echo mentiras: él era muy separado de la razaque éramos algo especial, raza pues corriente,Luis era muy fino, educado, de una sola pieza,nos hablaba y nos aconsejaba bien. Todos lolamentamos mucho, la gente lo quería mucho,¡qué barbaridad!, él era de la gente de Dios y Diosse lo llevó». (Summ., Proc. G, Test. V, p. 314, § 831).

En el lugar donde yacía el cuerpo sin vida delBeato, uno de los soldados del pelotón que ejecu-tó la sentencia colocó un letrero que decía: "Asímueren los cristeros".

«[...] Después alguno de los soldados puso unletrero sobre el muro de la iglesia que decía:"Así mueren los cristeros", mi abuelo cuandollegó agarró el letrero y lo rompió y lo aventó alsuelo, después fue a pedir permiso para llevár-selo. Se lo llevaron a su casa y ahí lo tuvieron.Después lo fuimos a enterrar al panteón». (Summ.,Proc. G, Test. XIV, p. 347, § 929).

b) Disposición de ánimo de la víctima.Luis era perfectamente consciente de lo que

significaba la defensa de la fe. Él nunca tomó lasarmas, su temperamento era tranquilo y pacífico,pero su decisión de apoyar y sostener a los que seencontraban en la resistencia activa fue firme,eficaz y al mismo tiempo prudente, porque sabíaque era un gran riesgo. Así lo recuerdan lostestigos:

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«Él les ayudaba a los cristeros y de ahí vino lamuerte de él. Él era de los organizadores de laACJM en Arandas, él no era de pleito, yo creoque por eso no se fue al cerro para seguir lalucha, pero aquí en Arandas, él y otros jóvenestenían mucho entusiasmo para apoyar con todolo que conseguían para el movimiento. Muchasde las cosas las guardaba en un sótano que élconstruyó en su casa, era muy ingenioso».(Summ., Proc. G, Test. VII, p. 322, § 852).

«[...] Aquí en Arandas unos nos fuimos a laalzada, yo por ahí me la pasaba llevando ytrayendo cosas, Luis y yo sí que teníamos deque se nos acusara, también otros de los ami-gos, nos dedicábamos a juntar comida, ropa,zapatos, cobijas, dinero y todo lo que podíamos,alguna arma y parque que salía por ahí pero queera muy difícil que nos lo dieran porque todosquerían tener algo para defenderse por si senecesitaba. Luis era muy activo en todo esto,hicimos un túnel de su casa a la de su papá, ahíguardábamos las cosas y servía por si nosllegaran a agarrar había por donde salir en casode necesidad, como hacíamos las juntas en sucasa y a escondidas, teníamos que estar prepa-rados». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 309, § 816).

«Aquí en Arandas muchos se fueron al cerropara defender la libertad de la religión y elejército los perseguía por todos lados. [...] Luisse dedicaba a juntar cosas para sostener a losque andaban peleando. Casi todo el pueblo leayudaba y él juntaba todo y lo mandaba pormedio de Pancho, el panadero que también ledecían "la muerte". Ellos sí sabían el riesgo quese corría al andar en esto». (Summ., Proc. G, Test.XII, p. 337, § 900).

«Hubo mucho silencio en su muerte. No sepodía hacer nada más, pero lo que sí hubofueron muchos comentarios. Era un muchachoque Dios se lo llevó porque ayudaba a la causa,no crea usted que él era de armas tomar, no,¡qué esperanzas!, era tranquilo, él no tomó lasarmas, pero él sí apoyó a la causa con todo elentusiasmo que pudo». (Summ., Proc. G, Test. VI, p.318, § 841).

«[...] Luis, el Beato, no participó con las armas,tenía algo relacionado con los cristeros que sehabían alzado. Él estaba de acuerdo con ellos ycomo les digo que de alguna forma les ayudaba,creo que si no era el principal, si uno de ellos. Asíes que yo considero que bien sabía Luis a lo quese estaba arriesgando». (Summ., Proc. G, Test. XVI,p. 356, § 955).

«[...] Yo me di cuenta de todo, supe lo de Luis ypensé se lo van a rajar. Él se arriesgó mucho y

mira lo que son las cosas, ni un tiro disparóporque él no participó en la armada y lo mata-ron». (Summ., Proc. G, Test. VIII, p. 325, ad 22).

«[...] Todos sabíamos que él juntaba las cosasjunto con otros jóvenes y Pancho que le decían"la muerte" era el encargado de llevárselas, yaque él tenía unos burros y llevaba pan a losalrededores, así aprovechaban los burros paraabastecer a los que se habían levantado. Yocreo que Luis sí sabía a lo que le estaba tirandoy los demás también». (Summ., Proc. G, Test. XIII, p.342, § 913).

En el momento de conocer la aprehensión desu hermano, el Beato tuvo tiempo de huir si así lohubiera querido y válidamente lo hubiera podidohacer. Sin embargo, Luis dialogó serenamentecon su padre, se bañó y se puso su mejor traje,comió y se despidió de su familia. No permitióque nadie lo acompañara y con paso firme seencaminó al cuartel para entregarse en rescate desu hermano.

«Yo creo que Luis, si hubiera querido, sí sehubiera podido escapar, tuvo todo el tiempo quequiso, pero él prefirió salvar a su hermano ydefender lo que tanto él quería. Luis se compor-tó como todo un hombre, como un creyente decarta cabal, él llegó hasta el final gracias a la feque tenía». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 346, § 927).

«El Beato pudo haber hecho todo lo que hubieraquerido, pero no, él fue el que se entregó y a lahora más o menos que se entregó lo mandaronmatar». (Summ., Proc. G, Test. I, p. 293, § 775).

«El Beato tuvo toda la chance de pelarse, pero¿cómo lo iba a hacer si se trataba de la vida desu hermano?, no tuvo tiempo para nada. Elmismo general le dijo que iba a ver que tanhombrecito era cuando lo fusilaran. No tuvotiempo de nada, ¡qué interrogatorio ni qué nada!,ya nos la tenían sentenciada y la hora se llegó».(Summ., Proc. G, Test. IV, p. 310, § 818).

«Que se pudo escapar, claro que sí, pues tuvotodo el tiempo del mundo, pero no lo hizo y sefue derecho a la muerte, a defender eso que élcreía era lo correcto. Yo no le sabría decir quéfue lo que el general Z. Martínez le habrá dicho,pero no lo pudo convencer para que actuara encontra de lo que él creía». (Summ., Proc. G, Test. XIII,p. 342, § 915).

«Ni siquiera se puede decir que estuvo preso,sólo los momentos que pasó en el cuartel. Élpudo haber huido, cuando salió de la casa ibasolo, pero no, él se fue a donde tenía que ir, se

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entregó y salvó a su hermano. No le importó loque le sucediera, él sabía lo que iba a hacer y loque iba a suceder, dicen que antes de que seentregara pasó por la parroquia, entró, rezóalgunas oraciones, salió y se entregó». (Summ.,Proc. G, Test. III, p. 304, § 804).

«[...] A él lo mataron al poco rato de que lotuvieron en la prisión, sí que tuvo todo el tiempopara haber huido. […] Fue la [actitud] de unhombre de honor, de creencias fuertes». (Summ.,Proc. G, Test. XI, p. 334, § 890).

«Si Luis hubiera querido se hubiera pelado. [...]Luis, el Beato, casi no estuvo preso, pues des-pués de un pequeño interrogatorio, Z. Martínezlo mandó fusilar junto con Pancho el panaderoque a él lo agarraron por una mujer que sededicaba a vender información». (Summ., Proc. G,Test. XII, p. 338, § 902).

Es admirable la manera como Luis conservó lacalma y la serenidad, se le vio seguro y firme ensus convicciones religiosas, entregó su vida porsu hermano y en ningún momento titubeó ni searrepintió de lo estaba haciendo.

«[…] Agarraron a su hermano y él se fue aentregar por él y lo fusilaron por andar ayudán-doles a los cristeros a conseguir cosas para quepudieran continuar en la lucha. En ningún mo-mento él se arrepintió de nada, hasta el últimoconservó la calma». (Summ., Proc. G, Test. VIII, p. 325,§ 863).

«[...] Luis nunca perdió su calma y siempre semostró tranquilo, esto como que sacaba dequicio al general. En ningún momento titubeó ose arrepintió de lo que estaba haciendo, antestodo lo contrario, como que agarraba más fuer-za, en ningún momento trató de huir aunquebien lo podía haber hecho». (Summ., Proc. G, Test.XV, p. 351, § 943).

La mayoría de los testigos que declararon en elproceso diocesano son oculares y afirman que lovieron caminar hacia la parroquia acompañado de"Pancho la muerte" y un pelotón de soldados. Unavez llegados al lugar indicado como patíbulo in-tentaron vendarlo, pero el Beato lo rehusó y to-mando la palabra declaró su inocencia, perdonó asus verdugos y manifestó su fe con un último grito.

«Mire usted, el día 9 de febrero como a eso delas tres de la tarde, salió Luis del cuartel, juntocon Pancho y unos soldados, se los llevaronhacia la Parroquia de Ntra. Señora deGuadalupe, atravesaron el parque y se metie-ron al atrio. Ahí junto a la puerta pusieron a Luis,

le quisieron vendar los ojos, pero Luis no quiso.Él se dirigió a los soldados con una voz muytranquila y les dijo: "No culpo a ninguno deustedes, yo les prometo que cuando llegue a lapresencia de Dios, seré yo quien pida por uste-des. iViva Cristo Rey y Santa María deGuadalupe!". Ahí fue cuando le tiraron y sucuerpo cayó lleno de sangre». (Summ., Proc. G, Test.XIV, p. 347, § 929).

«[...] Mire, yo estaba aquí en la esquina delparque [...] y vi venir a dos hombres adelante yun grupo de soldados atrás. Pasaron junto anosotros y yo me puse a seguirlos. Me di cuentaque era Luis, que me vio y me saludó. Él iba muytranquilo, quien sabe qué se decía con Pancho,el panadero. Cuando llegamos casi a la entradade la iglesia, llegó la esposa de Pancho y se lepegó al pie del sargento y le gritaba que no losmatara, el sargento le dio una patada y comoque Pancho quiso intervenir y de inmediato unode los soldados le disparó y cayó ahí en lasgradas. Empujaron a Luis hasta la pared de laiglesia, casi entrando a la izquierda, ahí loquerían vendar, pero Luis no quiso. No sé quefue lo que les dijo, pero desde afuera yo oí la vozdel sargento y los disparos de los soldados. [...]Después hubo mucho silencio

Los dos cuerpos se quedaron ahí tirados en uncharco de sangre. No sé qué me dio, pero mequedé ahí parado, vi gente pero ninguna seacercaba a ellos, ya al rato vi a Chole y aalgunos de los de la familia Magaña y se lollevaron. Yo me fui a la casa. Si no me equivocoera como en el mes de febrero de 1928. No dejóde haber comentarios de la gente, porque Luisera un muchacho bueno, pero ahí quedó, comoquedaron muchos jóvenes que creían realmen-te en Dios y en la iglesia.». (Summ., Proc. G, Test.XVI, p. 357, § 957).

«Como a eso de las tres y treinta de la tarde saliódel cuartel rumbo a la parroquia, iba él y "Pan-cho la muerte". A Pancho lo mataron en lasgradas antes de entrar al Templo de Ntra.Señora de Guadalupe. A mi papá lo pusieronjunto a la puerta principal del lado derecho, elpelotón se puso enfrente, el teniente trató devendarle los ojos, pero mi papá le dijo que eramejor así sin vendarlo, con las manos atrás sedirigió a los soldados y lanzó el grito de triunfo delos cristeros de "i Viva Cristo Rey!", ahí cayó elcuerpo». (Summ., Proc. G, Test. III, p. 304, § 805).

«[...] Bueno, estaba también preso el panaderoque mataron en las escaleras de la iglesia. Yodespués supe que el capitán le dijo que iba a verqué tan hombrecito era, que lo iba a mandar

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fusilar, y él le dijo que hiciera lo que él tenía quehacer, que él, Luis, cumplía con lo que él teníaque hacer». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 362, § 970).

«[...] El general le dijo que estaba muy jovenpara matarlo, pero que lo iba a matar. Luis sóloescuchaba al general, creo que le dio las gra-cias por haber soltado a su hermano. Despuésdio la orden de que se lo llevaran a fusilar, se lotrajeron por el jardín junto con el panadero, a éllo mataron en las gradas y a Luis lo metieron ahíjunto a la puerta en una de las columnas, antesde que se lo echaran él gritó: "¡Viva Cristo Rey!",ahí cayó y ahí quedó». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 298,§ 791; ver también: Proc. G, Test. VI, p. 318, § 841; Proc. G,Test. X, p. 330, § 879).

Sólo nos resta aclarar que es muy comprensi-ble la discordancia de los testigos en lo que serefiere al nombre del hermano de Luis que elGral. Martínez tomó como rehén, nueve testigosmencionan a Delfíno, tres testigos a José Sole-dad, cuatro testigos no dan ningún nombre y untestigo menciona los dos nombres en distintaspartes de su declaración. Es de suponerse que unavez liberado Delfíno, los dos estuvieron por ahícerca preocupados y viendo lo que pudiera suce-der con su hermano Luis. En todo caso debemosrecordar que los testigos están declarando suce-sos ocurridos hace sesenta y seis años y es deadmirar la frescura con que retienen en su memo-ria la personalidad de Luis y su actitud de entregapor su hermano.

Por lo demás, todos los testimonios convergeny se complementan muy bien en lo esencial y deellos emerge una realidad concreta y clara: la vidade Luis Magaña Servín fue sacrificada por odio ala fe.

4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO LUIS4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO LUIS4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO LUIS4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO LUIS4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO LUISMAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.MAGAÑA SERVÍN.

En vida el Beato fue sumamente estimado yapreciado por todas las personas que de algunaforma entraron en contacto con él. Los testigosdeclaran por unanimidad que siempre se tuvo deLuis Magaña una opinión muy favorable por sucoherencia de vida cristiana.

«[...] Beato era muy respetado, muy de la igle-sia, apoyaba mucho a los movimientos esos dela ACJM, a la Adoración Nocturna. Se le queríamucho en el pueblo». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 300,ad 42 ).

«[...] La opinión que tenían de Beato es que eraun buen muchacho, educado, activo en lascosas de la iglesia, trabajador, responsable».(Summ., Proc. G, Test. VI, p. 319, § 845; ver también: Proc.G, Test. X, p. 331, § 883).

«[...] La opinión de la gente es que era unmuchacho alegre, entusiasta, buen creyente,buen marido y buen padre, caritativo. Teníamuchos buenos amigos, muy trabajador de losde a de veras, buen creyente en todo lo de laiglesia». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 364, § 975).

«El Beato era un muchacho muy bueno contodas las personas, con su mujer ni se diga, consus padres, también con sus hermanos, en finaquí nunca se habló mal de él». (Summ., Proc. G,Test. XIII, p. 344, § 920).

Además, es importante hacer notar que todaesta fama del Beato tenía como fundamento lapráctica de las virtudes vividas día a día. Así loaseguran los testigos en sus declaraciones:

«Lo heroico lo juntó hasta su muerte. Yo creoque nadie puede cosechar lo que nunca sem-bró, su cosecha fue abundante porque así mis-mo fue lo de su vida». (Summ., Proc. G, Test. XI, p. 335,ad 41).

«Sí, él vivió y practicó todas las virtudes, yo creoque por su bondad y su forma de tratar a losdemás es por lo que nos acordamos de él».(Summ., Proc. G, Test. IV, p. 312, § 823).

«Yo creo que sí, él ha de haber practicado todaslas virtudes juntas. Era gente decente, buena,sin maldad en su corazón, trabajadora y hones-ta». (Summ., Proc. G, Test. VIII, p. 326, ad 41).

«[…] Fue un hombre muy equilibrado, alegre,muy constante en sus creencias y mostró mu-cha voluntad y mucha fe por la cual él entregóhasta su propia vida». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p.358, § 961).

«[...] Era un hombre de mucho valor, de muchafortaleza, un hombre de fe, un cristiano comple-to, ejemplar como esposo y como padre, tran-quilo, no de pleito, un hombre bueno». (Summ.,Proc. G, Test. XII, p. 339, § 907; ver también: Proc. G, Test.VII, p. 323, § 858; Proc. G, Test. IX, p. 329, § 874; Proc. G,Test. III, p. 306, ad 42; Proc. G, Test. V, p. 316, ad 41; Proc.G, Test. XIV, p. 348, § 933).

«Yo creo que las virtudes no pueden darse porseparado, generalmente unas jalan a las otras,así yo creo que Luis vino viviendo todas lasvirtudes juntas». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 353, §949).

Toda esa fama del Beato tuvo su plena confir-mación en el momento de su trágica muerte. No

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fue posible celebrar exequias por la gran repre-sión que había en esos días y el temor general delpueblo, pero durante la noche con discreción lagente se fue acercando en grupos pequeños a lacasa de la familia Magaña Servín, convertida encapilla ardiente, para tributar reconocimiento yveneración a Luis.

«[…] Algunas personas se iban turnando parahacerle algunos rezos. No se podía juntar mu-cha gente porque de inmediato aparecían lossoldados. Mi tía Conchita desde su muerte nosdijo que había muerto un verdadero santo. Élsupo dar su vida por su hermano y por la causade Dios». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 347, ad 28; vertambién: Proc. G, Test. XVI, p. 358, ad 43).

«No pues, en aquellos tiempos la gente teníamucho miedo, se lo llevaron para su casa ydespués al panteón, pero no fue mucha gente,ni siquiera el señor cura, no, pues lo matabanluego luego». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 300, ad 43; vertambién: Proc. G, Test. V, p. 314, ad 28; Proc. G, Test. XI, p.334, ad 28).

-«No hubo una gran ceremonia, se le veló ahí ensu casa, sí fue gente pero no mucha, no porqueno quisiera la gente, sino porque no dejaban».(Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 363, ad 28).

A partir del momento de su muerte, el Beatofue de inmediato reconocido por todo el pueblocomo un nuevo mártir de la fe, así lo recuerdan lostestigos:

«Desde el momento de su muerte todos supi-mos que había un nuevo mártir nacido en nues-tras tierras, el mismo señor cura se encargó deproclamarlo así en las funciones clandestinasque había, de inmediato todo el pueblo se diocuenta del fusilamiento». (Summ., Proc. G, Test. I, p.294, § 778).

«[...] Todos de inmediato reconocimos al Beatocomo un mártir más de la causa de Dios. Vierausted como nos dolió su muerte». (Summ., Proc. G,Test. IV, p. 334, § 819; ver también: Proc. G, Test. XIV, p. 348,§ 934; Proc. G, Test. VII, p. 323, § 859).

«Sentimos mucho su muerte, pero desde elprimer día en que lo fusilaron yo lo consideré unmártir de Cristo». (Summ., Proc. G, Test. XII, p. 339, §908).

«Desde el merito momento que se lo echaronpara todos fue un santo, muchos en Arandas letienen devoción. Por ahí anduvieron algunas desus cosas, pero ya las recogieron para eso deque lo quieren, pues, reconocer como lo quefue». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 364, § 976).

Una manifestación clara de la fama de martirioes que inmediatamente muchas personas pidie-ron reliquias. La madre del Beato guardó sucamisa ensangrentada y fue cortando pequeñospedacitos de las mangas para repartirlos entre lossolicitantes. Esta camisa sin mangas se puedeapreciar en el seminario de los MisionerosXaverianos, donde descansan en la actualidad losrestos del Beato

«Todos lo sintieron mucho. No podía haberninguna reacción por la fuerte represión quehabía del ejército. Muchas de las gentes quefueron a la casa para rezarle pedían algúnrecuerdo de Luis, de hecho la camisa con que lomataron quedó sin mangas porque cortabanpedacitos y se los llevaban». (Summ., Proc. G, Test.XIV, p. 348, § 934).

«[...] Sus familiares guardaron su camisa consangre que después muchas de las gentespedían un pedacito como reliquia». (Summ., Proc.G, Test. I, p. 294, § 778).

«Sí, la misma camisa que había quedado llenade sangre, se quedó con mi abuela, de ellafueron desprendiendo pedacitos de las mangassobre todo y se fueron repartieron entre lasgentes que le tenían devoción. Ahí se puede veren el seminario de los Padres Xaverianos, ahíestá en una urna con un vidrio trasparente, estála blusa y otras cosas más que son las reliquiasque le quedan». (Summ., Proc. G, Test. III, p. 306, § 810).

«[...] Mucha gente ha pedido alguna reliquia deél». (Summ., Proc. G, Test. XII, p. 339, § 908).

La muerte del Beato siempre ha sido apreciadacomo martirio y con el paso del tiempo su fama seha ido consolidando cada vez más.

La gente acudía al panteón a visitar su tumbay en el lugar donde fue fusilado se colocó unapequeña cruz y mucha gente tiene la devoción detocarla y persignarse en memoria del Beato.

«Sí, todos lo consideramos un mártir y por serde aquí, pues más lo sentimos.. Él murió pornuestra fe para que un día tuviéramos y gozára-mos de esa libertad religiosa. Aquí en variasocasiones los señores curas lo recordaban ensus homilías, junto a todos los que participarony murieron por Cristo en esta zona de LosAltos». (Summ., Proc. G, Test. XIII, p. 344, § 921).

«Sí, eso es muy natural, las gentes reaccionanluego luego ante estos acontecimientos, todosconsideramos al Beato un mártir de una gene-

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rosidad estupenda ya que dio su vida por suhermano y por su religión, hubo gentes que lovisitaban en el panteón». (Summ., Proc. G, Test. I, p.295, § 782).

«Sí que lo queremos como un defensor de lareligión y de la libertad de culto, como un mártiry como un santo, aunque todavía no lo hagan, lagente lo quiere mucho, va a rezarle con muchafrecuencia». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 312, § 824).

«La gente visitaba al Beato en el panteón».(Summ., Proc. G, Test. V, p. 316, § 835).

«Sí, mire usted, ahí abajo en la columna hay unpequeño crucifijo metido en la pared, ahí lo pusosu padre y el señor cura y nomás le digo quecuando reformaron la fachada no lo quitaron porrespeto a la gente, hay quienes lo tocan y sepersignan. Hay mucha gente que lo busca y letiene fe». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 301, § 796).

En el año de 1980 los restos mortales del Beatofueron trasladados de manera triunfal del panteóna la capilla del seminario de los MisionerosXaverianos en medio del júbilo de todo el pueblo.Veamos algunos testimonios:

«Yo fui con el P. Bruno de los Padres Xaverianosal panteón y sacamos sus restos, junto confamiliares, amigos y gente que nos acompañó.De ahí nos fuimos todos y lo llevamos a la capillade los Padres Misioneros Xaverianos, aquí mis-mo en Arandas, y ahí están sirviendo de modeloa tantos muchachos que quieren seguir sushuellas». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 352, § 945).

«Bueno, al principio no porque no se podía, peroel veinte de noviembre de 1980 sí que fue algoapoteósico. El P. Bruno de los Xaverianos fue elque lo sacó. Con cal y con un líquido especialtrataron sus huesos y los pusieron en una urna,después los pasaron al seminario junto con loshermanos Huerta. Fue algo de veras muy gran-de y lleno de veneración, la gente se veía con unrespeto y una devoción que hacía enchinar lapiel y más saber que él había sido mi padre».(Summ., Proc. G, Test. III, p. 306, § 809).

«El día que lo sacaron fue mucha gente, hubomisa de muchos padres y la iglesia se llenó,desde entonces no ha dejado de ir gente alseminario para hacerle sus visitas». (Summ., Proc.G, Test. IV, p. 312, § 824).

«[...] En el 80 (1980) lo sacamos y lo dejamos enel seminario, viera usted qué gentío fue y ahíestá pues para que lo reconozcan y vayan apedirle los favores que necesitan las gentes».(Summ., Proc. G, Test. V, pp. 314-315, ad 28).

Esta fama del Beato ha aumentado notable-mente y se ha propagado por muchos lugares,incluso del extranjero. Actualmente es mucha lagente que acude a visitar su tumba para solicitarsu intercesión en los momentos de especial nece-sidad o prueba y tienen una fe y una confianzaabsoluta afirmando que si en vida los ayudabatanto, ahora que está con Dios con mayor razónatenderá sus peticiones.

«[…] Le rezan, le tienen fe de que él los va aayudar, imagínese si nos ayudaba cuando esta-ba vivo, que no lo vaya a hacer ahora que estámuerto y allá con Dios. Sí le tenemos muchadevoción». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 301, § 796).

«Van a la iglesia y le rezan, ¿quién más que élpara ayudar a los que más necesitan? Si lo hizoestando en vida, ahora imagínese estando allácon Dios en los cielos». (Summ., Proc. G, Test. XI, p.335, § 896).

«Sí, sí van a visitarlo y le tienen fe, pues es deaquí, él conoció bien el lugar, él nos puedeayudar». (Summ., Proc. G, Test. VI, p. 319, § 846).

«Sí, desde que lo trajeron aquí al seminario delos Padres Xaverianos acude más y más gentea visitarlo. Las gentes se dan cada día máscuenta de lo que fue Luis». (Summ., Proc. G, Test.XIII, p. 344, § 921).

«[…] La gente va al seminario que es dondeestá y ahí van a hacer sus peregrinaciones y apedir por sus necesidades». (Summ., Proc. G, Test.VIII, p. 326, § 867).

«Sí, mucha gente va al seminario para rezarle ypedirle algún favor. Los domingos es cuandomás acude la gente a la capilla de los PadresXaverianos». (Summ., Proc. G, Test. XIV, p. 348, § 934).

«Aquí lo tenemos al Beato y aquí lo visitamos enel seminario. Ahí todos nos encomendamos aél. Lo visita bastante gente, hay también otrosque los mataron en Guadalajara y aquí se lostrajeron, también a ellos vienen desdeGuadalajara y hasta de los Estados Unidos parapedir, pues, algún favor». (Summ., Proc. G, Test.XVII, p. 364, § 976).

«Sí ha habido muchas manifestaciones, desdela sacada del panteón han venido desde elobispo, hasta muchos sacerdotes, seminaristasy gente no se diga, de todas las partes de dondeusted no se imagina. Sí, entre más se da aconocer su figura, más la gente se acerca a él.Los domingos va mucha gente a la misa allá alseminario. Una vez al año viene mucha gentede Guadalajara y de otras partes, es una verda-

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dera romería». (Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 359, §962).

Todo este movimiento de fe se ha visto refor-zado por el testimonio de las personas que hansido favorecidas en sus peticiones por la eficazintercesión del Beato y como constancia y grati-tud dejan sus exvotos junto a su tumba.

«[…] A veces cuando hace algún milagro lecuelgan una figurita, según fue el milagro y Luisya tiene varios colgados por ahí. Vaya a verlopara que por sus propios ojos lo vea ustedmismo». (Summ., Proc. G, Test. II, p. 301, § 796).

«[...] yo sí creo que toda la gente que va avisitarlo al seminario a más de alguna le ha deayudar, porque de otra forma nadie iba a pedirlegracias. Aquí se acostumbra el colgarle algúnmilagrito con figuritas y ahí hay ya varios».(Summ., Proc. G, Test. XVI, p. 359, § 962).

«[...] Las gentes van más y más a la capilla delos padres del seminario Xaveriano. Ahí haymilagros que aparecen ya colgados». (Summ.,Proc. G, Test. III, p. 306, § 810).

«Mucha gente asiste cada vez más y más alseminario Xaveriano donde están sus restosjunto con otros dos mártires de Guadalajara.Aquí en el asilo de ancianos seguido nos hacepequeños favores». (Summ., Proc. G, Test. XII, p. 339,§ 908).

«Se ha oído mucho que Luis era bueno para losmilagros». (Summ., Proc. G, Test. IX, p. 329, ad 45).

«Sí hay gente que se encomienda mucho a él.Desde el principio la gente se ha encomendadoa él. Cuando nos reunimos en la capilla de losPadres Xaverianos asiste mucha gente que letiene devoción, también asisten varios sacerdo-tes y han venido hasta los obispos. Sí, mucha dela gente que viene, viene desde muy lejos,algunos de ellos se dejan venir de los EstadosUnidos sólo para dar gracias y de muchas otraspartes de la República. Ahí dejan sus milagritos».(Summ., Proc. G, Test. XV, p. 353, § 950).

«Una sobrina mía estaba desahuciada y ya lahabían dejado de atender, había todas las posi-bilidades de que ella y su bebé murieran en elparto, hay médicos que atestiguan el hecho.Ella se encomendó a su tío Luis». (Summ., Proc. G,Test. III, p. 306, § 810).

Por su vida recta y honesta, su fe a toda pruebay su caridad sin límites, Luis Magaña Servín viviósiempre buscando la mejor manera de agradar aDios, por eso es considerado por el pueblo como

modelo y ejemplo para todos los jóvenes.«Desde el principio fue un verdadero mártir,Luis es y será un ejemplo para tantos padres defamilia, es un orgullo para toda la población deArandas, para tantas gentes que lo querían yahora lo recuerdan y se encomiendan a él».(Summ., Proc. G, Test. VI, p. 3 I 9, § 846).

«[…] Desde su muerte lo hemos considerado unverdadero mártir, un modelo para todos losmuchachos [...] y un premio de Dios para los queanduvimos en el movimiento cristero». (Summ.,Proc. G, Test. XV, p. 352, § 944).

«Sí, los Padres Xaverianos le tenían mucha feal Beato y lo escogieron entre todos los mártirespara que él sea modelo a seguir para todos losseminaristas que se van a las misiones». (Summ.,Proc. G, Test. XII, p. 339, § 908).

No cabe duda de que el testimonio más elo-cuente fue el que dio el mismo Gral. MiguelZenón Martínez pocos días después de haberordenado la muerte del Beato Luis Magaña Servín:

«[...] El mismo general Martínez comentó des-pués en la peluquería de don Eduardo que:"Con esa clase de muchachos yo cambiaría atodo México"». (Summ., Proc. G, Test. XVII, p. 363, §971).

* * * * * * *

FUNDAMENTO DE LA FAMADE MARTIRIO DEL BEATO

LUIS MAGAÑA SERVÍN.No hay duda de que la única clave de compren-

sión de la gloriosa passio de Luis, reside en laentrega de la propia vida por amor a Jesucristo ya su evangelio. "Nadie tiene mayor amor que elque da su vida por sus amigos" Jn. 15, 13.

No es el caso aquí repetir la historia, sólodestacaremos algunos puntos que autentifican yconfirman la gracia de su martirio.1. Muerte violenta.

Al no lograr la captura de Luis, el Gobiernohabía tomado prisionero a uno de sus hermanos.(Summ., Proc. G, Test. II, p. 295, § 790; Proc. G, Test. IV, p. 310, § 817;Proc G, Test. III, pp. 303-304, § 803). Eran las tres de la tardedel 9 de febrero de 1928 cuando Luis se entregóa cambio de su hermano e inmediatamente lacondena capital le fue dictada por el Gral. MiguelZenón Martínez.

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«[...] Él se presentó y con sus propias palabrasle dijo al general que él era Luis Magaña, a quienandaba buscando. Le pidió que soltara libre a suhermano Delfíno y así sucedió. De inmediato ledijo que si era muy valiente para entregarse éliba a ver qué tanto lo era ante la muerte y deinmediato lo mandó fusilan». (Summ., Proc. G, Test.III, pp. 303-304, § 803; ver también: Proc. G, Test. IV, 310, §819).

«[...] Entraron al atrio de la parroquia. Ahí pusie-ron a Luis a la entrada de la iglesia del ladoizquierdo, entrando de frente, el pelotón desoldados se colocó acá junto a la pared del atrioque da a la calle. A Luis loquisieron vendar pero noquiso. [...] Oí la detonacióny vi como quedó el cuerpode Luis ahí tirado al pie dela fachada de la parroquia».(Summ., Proc. G, Test. XI, p. 334, §891; ver también: Proc. G, Test.XVII, 363, § 971; Proc. G, Test. I,pp. 293-294, § 776; Proc. G, Test.XIII, p. 342, § 916).

En el acta de defunciónal indicar la causa de sumuerte se asienta lacónica-mente que:

«falleció de traumatismo dearma de fuego». (Cf. Summ.,documentos personales, 33 p. 503).

2. Testimonio de fe por parte del mártir.Son muchos los testigos oculares de este ase-

sinato y todos son unánimes al declarar que Luismurió gritando: ¡Viva Cristo Rey y Santa Maríade Guadalupe! Como un acto de fe y entrega enlas manos de Dios Padre.

«[...] Sólo oímos que Luis decía a grito pelón:"¡Yo no soy nada de lo que ustedes me acusan,pero si por creer en Dios me matan, sí por esosí". Les dijo a los soldados que los perdonaba yque iba a pedir a Dios allá en el cielo por ellos yalcanzó a gritar el "¡Viva Cristo Rey y SantaMaría de Guadalupe!"». (Summ., Proc. G, Test.XVII, p. 363, § 971).

3. Odio a la fe por parte del perseguidor.Todo indica que ejecutaron al Beato exclusi-

vamente para dar una lección al pueblo deArandas y así dejara de prestar su eficaz ayudaa los cristeros. El Gral. Miguel Zenón Martínezeligió al que consideró líder máximo de ese

ministerio y quiso así cortar de raíz con esacoordinación.

«[...] Aquí llegó un general Z. Martínez, un hom-bre, viera usted, yo creo que traía el mismo diablopor dentro, arrebataba contra todo lo que le olíaa religión». (Summ., Proc. G, Test. IV, p. 309, § 816).

«[...] A Z. Martínez se le hizo muy importantetoda la actividad que Luis hacía y optó por matara Luis creyendo que con eso les cortaba unafuente de abastecimiento a los cristeros queestaban armados». (Summ., Proc. G, Test. XV, p. 351,§ 943; ver también: Proc. G, Test. I, p. 294, § 777; Proc. G,

Test. IX, p. 328, § 872; Proc. G, Test. XI, p.335, § 892; Proc. G, Test. VI, p. 318, § 840;Proc. G, Test. XII, p. 338, § 902).

4. Manifestación pública de fe yamor a Dios, aceptación del mar-tirio.

Luis sabía el riesgo que corríapor ser coherente con su fe, él erael brazo derecho del párroco,miembro activo de la ACJM y dela Adoración Nocturna. Líder ju-venil, siempre dinámico cuandose trataba de ayudar a alguien. (Cf.Summ., Proc. G, Test. VII, p. 322, § 852; Proc. G,Test. IV, p. 309, § 816; Proc. G, Test. XII, p. 337,§ 900; Proc. G, Test. VI, p. 318, § 841; Proc. G,Test. XVI, p. 356, § 955; Proc. G, Test. VIII, p.325, ad 22; Proc. G, Test. XIII, p. 342, § 913).

Seguro y firme en sus convicciones religiosas,entregó su vida a cambio de la de su hermano y enningún momento titubeó ni se arrepintió de loestaba haciendo. (Summ., Proc. G, Test. VIII, p. 325, § 863; vertambién: Proc. G, Test. XV, p. 351, § 943).

Caminó con paso tranquilo hacía el patíbulo ymurió sin oponer resistencia, perdonando a susverdugos.

«[...] Ahí junto a la puerta pusieron a Luis, lequisieron vendar los ojos, pero Luis no quiso. Élse dirigió a los soldados con una voz muytranquila y les dijo: "No culpo a ninguno deustedes, yo les prometo que cuando llegue a lapresencia de Dios, seré yo quien pida por uste-des. ¡Viva Cristo Rey y Santa María deGuadalupe!". Ahí fue cuando le tiraron y sucuerpo cayó lleno de sangre». (Summ., Proc. G, Test.XIV, p. 347, § 929).

El Beato siempre estuvo dispuesto a pasar loque fuera por defender su fe y esa disposición lasostuvo hasta el último momento.

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2. BEATO MIGUELGÓMEZ LOZA, Laico

1. CRONOLOGÍA Y RASGOS BIOGRÁFICOS DEL1. CRONOLOGÍA Y RASGOS BIOGRÁFICOS DEL1. CRONOLOGÍA Y RASGOS BIOGRÁFICOS DEL1. CRONOLOGÍA Y RASGOS BIOGRÁFICOS DEL1. CRONOLOGÍA Y RASGOS BIOGRÁFICOS DELBEATOBEATOBEATOBEATOBEATO

a) Breve cronología de los acontecimientos prin-cipales de su vida.

11.VIII.1888 Nació en Paredones, hoy El Refu-gio, en la región de Los Altos de Jalisco.

29.IX.1888 Fue bautizado en Acatic, Jalisco.III.1890 Muerte de su padre en Tepatitlán, Jalis-

co.1896 Ingresó su hermano

Elías al seminario enGuadalajara.

1913 Se trasladó aGuadalajara para ini-ciar sus estudios deabogado.Ya en Guadalajara, seintegró al grupo estu-diantil la gironda.Fue admitido comomiembro de la Con-gregación Mariana delSantuario de San José.Representó a la dele-gación de El Refugioen la convención re-gional del Partido Ca-tólico celebrada enGuadalajara.

1914 Se inscribió en la Universidad Morelos.Fundó la sociedad de Propaganda de laBuena Prensa. Asesorado por el P. JoséToral Moreno fundó el círculo de estudiospara obreros "León XIII" y la sociedad"Editora el obrero".

1916 Al terminar la preparatoria se inscribió en laEscuela Católica de Derecho, posterior-mente Escuela Libre de Leyes.

14.VII.1916 Fue socio fundador de la AsociaciónCatólica de la Juventud Mexicana, en cuyoseno fundó y presidió, poco después, elcírculo obrero "Gabriel García Moreno",

del que surgió la publicación mensual "ElCruzado".

1917 Fundó los círculos obreros "José de JesúsOrtiz" para jóvenes; "Niños Héroes" paraaprendices de artesanos y "Don Bosco"para tipógrafos. Promovió la Sociedad Mu-tualista Obrera.Al disolverse la gironda, se estableció consu madre en el barrio del Santuario.

1918 Año marcado por las labores de defensa delPrelado de Guadalajara y por las activida-

des del boicot puesto enmarcha en el mes de julio.1919 Fue elegido presiden-te de la sociedad cooperati-va de consumo "La Popu-lar".IV.1919 Participó activa-mente en la organización delCongreso Regional Católi-co Obrero realizado enGuadalajara. Al término delcual se le confió una diputa-ción.1920 Fundó el círculo "Tri-nidad Sánchez Santos" den-tro de la ACJM y coordinóla reimpresión de "La cues-tión religiosa en México",aumentada con el apéndice"La cuestión religiosa en Ja-lisco" de Anacleto González

Flores.l.V.1921 Retiró la bandera rojinegra colocada en

el asta de la catedral tapatía y la hizopedazos en presencia de sus adversarios.

VII.1921 Contendió como candidato indepen-diente a uno de los puestos de elecciónpopular, pero su contrincante JoséGuadalupe Zuno recurrió a la fuerza paraarrebatarle los votos.

26.III.1922 Encuentro entre católicos y socialis-tas en el atrio del templo de San Franciscode Asís.

23.IV.1922 Primer Congreso Nacional Católico

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Obrero en Guadalajara, bajo la direccióndel Beato, participando 800 delegados detodo el país. De este congreso resultó laConfederación Nacional Católica del Tra-bajo de la que el Beato fue nombradodiputado.

24.VI.1922 Presentó su examen final en la Escue-la de Jurisprudencia del Estado, obtenien-do la aprobación de los jueces sinodales.

2.XII.1922 Contrajo nupcias con la señorita Ma-ría Guadalupe Sánchez Barragán en el ora-torio de la ACJM; los nuevos esposos setrasladaron a Arandas, Jalisco.

11.I.1923 Asistió a la bendición de la primerapiedra del monumento a Cristo Rey en elCerro del Cubilete, Guanajuato.

1.III.1923 José Guadalupe Zuno fue nombradogobernador del Estado de Jalisco, por loque fue imposible la obtención del títuloprofesional solicitado por el Beato, ade-más el alcalde de Arandas, Manuel B.Ascencio, enemigo acérrimo de la laborsocial promovida por el Beato, lo expulsóbajo amenaza de muerte de ese municipiosin mediar ninguna orden judicial.Se refugió por espacio de tres meses enJalpa de Cánovas, Guanajuato, retornandoluego a Guadalajara.Ingresó como miembro activo de la Adora-ción Nocturna del Santísimo Sacramento.

16.IX.1923 Nacimiento de su hija María de Jesús1925 Miembro directivo de la Unión Popular.V.1925 La Santa Sede le otorgó la cruz Pro

Ecclesia et Pontífice.25.VII.1925 Nacimiento de su hija María

Guadalupe.23.II.1926 El Gobierno clausuró el centro de la

ACJM de Guadalajara, encarcelando, en-tre otros, al Beato

l.IV.1926 Fue puesto en libertad y en la mismapuerta de la prisión fue capturado de nue-vo.

VII.1926 Como tesorero de la Unión, en su cali-dad de autoridad moral entre los católicos,

cumplió con rigurosa exactitud las medi-das adoptadas por el boicot económico.

1.XI.1926 Nacimiento de su hija María del Rosa-rio.

20.XII.1926 Muerte de su hermano sacerdote,Elías, en El Refugio, Jalisco.Anacleto González Flores accedió, comomal menor, a retirar la prohibición de to-mar las armas que pesaba sobre los sociosde la Unión Popular y Gómez Loza fuenombrado jefe civil de la zona de LosAltos.

5.I.1927 Salió de Guadalajara rumbo a El Refu-gio.Recibió la pequeña imprenta de "Gladium",cuya edición y entrega corrió desde enton-ces por su cuenta.Se estableció en dos campamentos, uno enCerro Gordo y otro en Picachos, pertene-ciente al municipio de Tepatitlán.

l.IV.1927 A la muerte del Beato AnacletoGonzález Flores se le confirió el cargo degobernador provisional de Jalisco para losmunicipios adeptos a dicha resistencia.

VI.1927 Se estableció en Presa de López, muni-cipio de Arandas.

VIII 1927 Recibió la visita de su familia en LosSalados, Guanajuato.

3.IX.1927 Se le confirió la administración con-junta de la parte occidental del Estado deGuanajuato.

X.1927 Organizó entre los cristeros la celebra-ción solemne de la fiesta de Cristo Rey.Trasladó su lugar de residencia a Palmitos,perteneciente a San Julián, Jalisco.

21.III.l928 Emprendió un viaje rumbo aGuadalajara.Fue sitiada la finca donde se detuvo adescansar. Fue capturado, golpeado, arras-trado por un caballo y rematado a tiros porla espalda.Su cadáver fue conducido primeramente aAtotonilco donde fue embalsamado y aldía siguiente a Guadalajara.

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23.III.1928 El pueblo católico lo interpretó comotriunfo y asistió en masa a honrarlo, tocan-do con veneración sus restos.

24.III.1928 A su sepelio, verificado en el panteónde Mezquitán, acudió una muchedumbreingente.

l.IV.1947 Sus restos fueron trasladados al San-tuario de Ntra. Señora de Guadalupe enGuadalajara.

b) Rasgos biográficos del Beato Miguel GómezLoza.

Nacimiento y ambiente familiar (1888). Nacióen Paredones, hoy El Refugio, pequeña pobla-ción perteneciente a la región de Los Altos deJalisco, en la parte occidental de la RepúblicaMexicana, el 11 de agosto de 1888 y fue bautiza-do el 29 de septiembre del mismo año en laparroquia de San Juan Bautista, en Acatic, (972Cabecera del municipio del mismo nombre, situado al Este de lacapital de Jalisco, colinda con Ixtlahuacán, Cuquío, Tepatitlán yZapotlanejo. Es zona agrícola, avícola y ganadera. Su clima estemplado). por el Pbro. Antonio Navarro, recibiendoel nombre de Miguel, (Cf. Summ., documentos personales,

35 p. 504). fueron sus padrinos: Loreto Padilla yRefugio Cervantes.

Los padres del Beato fueron Petronilo LozaCortés y Victoriana Gómez Gutiérrez, quienescontrajeron matrimonio el 25 de octubre de 1880en la iglesia parroquial de San Miguel el Alto. (974San Miguel el Alto, pequeña población de canteras rosadas situada alnoreste de la ciudad capital de Jalisco en la región de Los Altos). Susabuelos fueron: Emiliano Loza y Juana Cortés,Nabor Gómez y Albina Gutiérrez.

La familia Loza, como la mayor parte de lasfamilias de Paredones, se dedicaba a la agricultu-ra y había logrado reunir un modesto pero sólidopatrimonio a base de su trabajo honrado y perse-verante. Petronilo era un hombre austero, bonda-doso y servicial, prudente y muy apreciado portodo el pueblo. Poseía un rancho denominado "Elpalo solo", cerca de Acatic. (Cf. Summ., Proc. H, Test. I,

p. 365, § 978; Proc. H, Test. II, p. 376, § 1006). Victoriana eraoriunda de San Miguel el Alto, tenía un carácterfuerte y seguro en el obrar, era generosa y servi-cial, observadora y abnegada, poseía un innatoespíritu de piedad.

Los esposos Loza Gómez fueron el brazoderecho del sacerdote en todas las actividadessociales y religiosas de la vicaría. Su ambientefamiliar era de profundas convicciones cristia-nas. (Cf. Summ., Proc. H, Test. III, p. 384, § 1027; Proc. H, Test. Y,

p. 394, ad 11). Engendraron cinco hijos: Natividad yConcepción, ambas fallecidas en tierna edad,Elías (abril de 1884) quien llegó a ser sacerdote,Trinidad (octubre de 1885) fallecido aproxima-damente a los dos años de edad y Miguel.

A principios de 1890 la salud de su padre se viogravemente afectada por las constantes dificulta-des habidas desde épocas remotas con el influ-yente terrateniente dueño del rancho que circun-daba casi en su totalidad a "El palo solo", quizácon la intención de orillarlo a una obligada venta.La cirrosis hepática no se hizo esperar y al veragotados los recursos de la farmacopea casera,doña Victoriana decidió trasladarse con su espo-so a Tepatitlán en busca de un médico, peroestando ahí a los pocos días Petronilo falleciócristianamente. Miguel tenía diecinueve mesesde edad. (Cf. Summ., Proc. H, Test. I, p. 366, § 979).

A partir de ese momento con mano firme yhábil, la madre se hizo cargo del hogar. A ellaprofesaron Miguel y su hermano verdadero cari-ño filial, a tal grado que tras el ingreso de Elías alSeminario Conciliar de Guadalajara, decidieronlos hermanos invertir sus apellidos de Loza Gómezen Gómez Loza, como homenaje y reconoci-miento a la autora de sus días.

Infancia y adolescencia. La infancia del Beatotranscurrió en Paredones. Doña Victoriana seesmeró en dar una buena educación a sus doshijos. Miguel asistió a la escuela parroquial y alcatecismo, donde recibió las primeras nocionesde historia sagrada, manifestando una precozinclinación a la piedad. No tardó en ser conocidoentre sus vecinos por su diligencia y solicitud, porsu amor a la Eucarística, su devoción mariana y suapego a la religión. Fue acólito, sacristán y, encuanto pudo, catequista. Así lo afirman los testi-gos en su declaración:

«Miguel era obediente con su mamá y queríaayudar a todos. Asistió al catecismo y llegó a sercatequista. Durante su niñez comulgaba con

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frecuencia y llevaba a sus amigos a la iglesia».(Summ., Proc. H, Test. IV, p. 391, § 1044).

«[...] Frecuentó la escuela parroquial, era de uncomportamiento dócil a su mamá y a los educa-dores. Una de las cosas más especiales fue quedesde pequeño ya enseñaba a otros niños elcatecismo, no sólo asistía a las sesiones decatecismo, sino que le gustaba enseñar lo apren-dido y ya era catequista». (Summ., Proc. H, Test. I, p.366, § 978).

Entraba en el plan de formación el aprovecha-miento del tiempo, aunque adaptado a las distin-tas edades de los dos niños. Muy temprano en lamañana los dos acompañaban al mayordomo alrancho y regresaban con el mozo que traía laleche de la ordeña, visitaban el templo, luegodesayunaban en su casa y se iban a la escuela.Poco a poco Elías pudo desempeñar algunasórdenes que recibía de su madre, mientras Miguelle servía de compañía. La influencia de la madrefue decisiva, ya que ella suplió con energía asom-brosa la falta del padre.

Miguel se distinguió por su temperamentoapasionado y decidido, afable y bondadoso, opti-mista y alegre, era de gran sencillez, templanza yrectitud, íntegro en todas sus acciones y amantede la verdad, con un gran don de liderazgo ysiempre dispuesto a la acción inmediata. Desdemuy joven manifestó un deseo muy grande desuperación.

Una vez que Elías terminó su instrucción ele-mental superior en la escuela parroquial, comuni-có a su madre su deseo de ingresar al seminario,quien le dio un año para madurar su intención.Cumplido el plazo, Elías partió al seminario yMiguel ingresó al primer curso de elementalsuperior. A él correspondió aligerar en lo posiblela pesada carga de su madre, sobre todo procuran-do ahorrarle cualquier contacto directo con elmolesto vecino.

Por ese tiempo, Miguel logró adquirir con susahorros, un estereoscopio modesto con un buensurtido de pasajes bíblicos y hacía recorridos porla comarca entreteniendo y catequizando a susoyentes. (Summ., Proc. H, Test. II, p. 376, § 1007).

Juventud en Paredones. En uno de esos cam-bios políticos motivados por la inestabilidad rei-

nante y en consonancia con la racha de jacobinismoque asolaba al país, llegó un nuevo funcionariomunicipal a Paredones, cuya primera iniciativafue establecer la escuela laica. En vano tratóMiguel de gestionar la suspensión del atropello,ya que eran órdenes del Gobierno del Estado ydebían cumplirse. Lo original del caso fue que,para establecer la escuela, un vecino cedió elmejor cuarto de su casa que daba a la calle, peroal desocuparlo sintió remordimiento de descolgarla imagen de Ntra. Señora de Guadalupe quesiempre había estado en ese lugar. Al llegar losmaestros colgaron, unos centímetros arriba de laimagen de la Virgen, un cromo a colores con elbusto del Lic. Benito Juárez, padre del liberalis-mo, queriendo darle así carácter de salón declases. Después de haber hecho intensa propa-ganda entre sus vecinos para que evitaran lainscripción de sus niños, quiso Miguel dar unrápido vistazo para hacer el recuento de los asis-tentes, estaba en ello, cuando tropezaron sus ojoscon los dos cuadros. Indignado, esperó la horaoportuna y arrancó de la pared el cuadro deJuárez, lo amarró a la cola de su caballo y lo hizocorrer. De más está decir que recibió la reprimen-da del comisario, pero también la felicitación desu madre y del vicario del pueblo.

Además, con la anuencia de su madre, Miguelabrió una escuela particular enfrente a su casa yfue tal su éxito que se vio obligado a pedir ayudaa las mismas profesoras que habían sostenido laescuela parroquial. Con esta iniciativa, muy prontoquedó desierta la escuela laica y una vez logradoel triunfo pudo nuevamente abrir sus puertas laescuela parroquial.

Miguel se encargó también de redactar unmemorial y recoger el mayor número de firmaspara pedir la estancia permanente del sacerdoteen la vicaría y tuvo la brillante idea de gestionarante las autoridades civiles el cambio de nombrede su pueblo natal por el de su celestial patronaNtra. Señora del Refugio. Más de dos años degestiones concluyeron satisfactoriamente: Pare-dones adoptó legalmente el nombre de El Refu-gio que lleva hasta ahora. Así lo confirman lostestigos:

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«[...] Siempre que tenía oportunidad se acerca-ba a los sacramentos de la penitencia y de laEucaristía. Era muy devoto de la Virgen en suadvocación de Ntra. Señora del Refugio. Comomuestra de esta devoción inició y logró cambiaroficialmente el nombre del poblado de Paredo-nes por el de El Refugio». (Summ., Proc. H, Test. I, p.366, § 978).

Su gran amor a Dios lo empujaba naturalmenteal servicio de los demás con una fuerza extraordi-naria. Era amigo de todos y siempre se preocupócon singular abnegación por el bien común. Notoleraba chistes maliciosos ni palabras de doblesentido. (Cf. Summ., Proc. H, Test. I, p. 368, § 982).

Pronto se relacionó con la efervescente prima-vera del catolicismo social y entró en contactocon el licenciado Miguel Palomar y Vizcarra, (983Palomar y Vizcarra, Miguel (1880-1968). Nació en Guadalajara,Jalisco, y murió en la ciudad de México. Abogado, catedrático, oradory escritor. Católico impregnado de las ideas sociales de León XIII,propugnó por difundirlas. Trabajó en múltiples actividades en favorde la completa libertad de la iglesia católica en México. Fue uno de losfundadores del Partido Católico Nacional (1911) y de la Liga nacionaldefensora de la libertad religiosa (1926). de cuyo trato surgióla caja rural Raiffeisen (984 Raiffeisen Friedrich Wilhelm(1818-1888), economista alemán. Fundó unas asociaciones coopera-tivas llamadas Cajas Raiffeisen para ayudar a los campesinos). "LaRefugiana" para la promoción de casas habita-ción de los trabajadores. Además fundó una so-ciedad cooperativa de consumo, una botica coo-perativa y algunos círculos de estudio.

Sostuvo correspondencia epistolar con su her-mano seminarista, haciéndole confidencias y na-rrándole el desenvolvimiento de su apostolado yobras sociales cada vez más definidas y próspe-ras. Elías lo estimulaba y le sugería iniciativasobtenidas en sus clases de sociología, además derecomendarle la amistad con el Beato AnacletoGonzález Flores.

Acosado por la actitud negativa del colindantedel rancho que no dejaba de ocasionarle proble-mas, en varias ocasiones Miguel comunicó a suhermano su vivo deseo de estudiar leyes paradefender mejor sus derechos.

Por ese tiempo, Miguel era miembro de ladirectiva de la delegación del Partido CatólicoNacional en El Refugio, del cual era fervientepropagandista. En una ocasión, logró bajo auspi-cios de legalidad la instalación de la casilla en la

que él era el representante de su partido. Cuandoestaba próximo a concluir el tiempo hábil de lavotación, el presidente de la casilla se negó ahacer el recuento de cédulas aludiendo que éstasquedarían bajo su custodia para más tarde hacerla verificación. Como eso era dejarle el campoabierto al fraude, Miguel dio a sus compañeros laseñal convenida para que apoderándose de lasurnas procuraran ponerlas a salvo, con el objetode abrirlas en presencia de algún notario, a dondeirían en demanda de garantías.

Al empezar el forcejeo, el ataque se dirigióprincipalmente a Miguel, porque reconocían suindudable jefatura. Por su parte, formaba partedel ardid el mayor entretenimiento posible paraproteger la retirada. Una vez calculado que era eltiempo suficiente, Miguel se cruzó de brazos contal pasividad que desconcertó a sus contrincantes,quienes al darse cuenta de que las ánforas ya noestaban, redoblaron su acción vengadora y Mi-guel siguió impávido toda esa acción. Al díasiguiente, habiendo regresado sus amigos deAcatic, le informaron del feliz término de susgestiones y Miguel renqueando y maltrecho fes-tejaba la ocurrencia con su habitual alegría y seavivó en él su deseo de estudiar leyes para defen-der mejor los intereses de Dios y de la sociedad.

Mientras tanto, llegó la ordenación de Elías yfue adscrito a su pueblo natal como vicario. Él sequedaría con su madre para auxiliarla, dando asíoportunidad a Miguel de realizar un deseo larga-mente acariciado y hasta ahora sacrificado enbien del hermano mayor: hacerse abogado. Sabíamuy bien lo que significaba ese paso: su edad, sufalta de preparación, su situación económica, sumismo carácter vehemente y ansioso, pero en-contró en su madre y en su hermano el más amplioapoyo y aprobación. Ellos lo conocían y lo habíanvisto crecer día a día en las virtudes, en la piedady en el deseo de servir al prójimo, sabían que nadapodría hacerlo desistir de lo que por otro ladohabía sabido merecer con creces y como Miguelno conoció jamás el titubeo ni la irresolución, alos veinticinco años de edad con su bagaje deilusiones y la bendición de su madre partió paraGuadalajara.

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Estudiante en Guadalajara (1913). Miguel seinscribió en la preparatoria del seminario, pero notardó en descubrir que su vocación no era elsacerdocio, ya que de manera inequívoca se incli-naba por la actividad socio-política, razón por lacual se matriculó en el Instituto del SagradoCorazón de Jesús, anexo al seminario, regenteadopor el Pbro. D. Refugio Huerta. Escribía confrecuencia a su madre y a su hermano informán-doles de sus adelantos y pidiendo datos sobre lasobras sociales que había dejado al cuidado del P.Elías al dejar su pueblo natal.

A finales de 1913, Anacleto González Flores yMiguel Gómez Loza asistieron como represen-tantes de las delegaciones de Tepatitlán y de ElRefugio a la convención regional del PartidoCatólico celebrada en Guadalajara.

Ese mismo año Miguel se integró al grupoestudiantil de la gironda, asumiendo, por elec-ción y gusto, la condición de asistente de GonzálezFlores. Ambos se complementaron mutuamente.Años más tarde, Anacleto y Miguel unidos por unideal superior serían providencialmente los doslíderes laicos en quieres confió el Beato Excmo.Sr. Francisco Orozco y Jiménez importantes mi-nisterios en tiempos cruciales para la arquidiócesisde Guadalajara.

El carácter sanguíneo de Gómez Loza se ma-nifestó en tempranas muestras de ardor y celo,iniciando por este tiempo los arrestos que puliríanal hombre íntegro: acusado de cometer delitos deorden común, retirar libelos contra la religión delugares públicos, fue enviado a la penitenciaríacon calificación de diez días de arresto o multa decincuenta pesos. Miguel prefirió purgar su con-dena, aun cuando personas que lo estimaban seofrecían a pagar la sanción. Una vez satisfecha lacondena, Miguel recobró su libertad y redobló suesfuerzo en la lucha por la liberación de la iglesiay el bien del pueblo. Esa actitud pronto influyópara que Miguel sufriera persecución continua.En más de una ocasión logró salvar del encarce-lamiento a sus compañeros asumiendo totalmen-te la responsabilidad. Así lo afirman los testigos:

«Muchas veces fue hecho prisionero. Él no sedejaba intimidar, por más que estuvo preso

nunca abandonó su causa. Las primeras vecespor arrancar propaganda comunista muchasveces injuriosa y calumniosa hacia la iglesiacatólica. A él lo apresaron por repartir propa-ganda religiosa, por su acción apostólica, pororganizar a los obreros, por oponerse al ataquede los derechos humanos. Estuvo preso endistintas delegaciones y en el penal de Escobedocon estadías de 15 días las más prolongadas,siendo liberado por los amparos tramitados porsus compañeros. El trato que recibió fue elmismo que recibían los delincuentes». (Summ.,Proc. H, Test. II, p. 379, § 1013; ver también: Proc. H, Test. I,p. 370, § 989).

Debido a que el Gobierno negaba el reconoci-miento de títulos académicos obtenidos en institu-tos católicos, en 1914 el Beato se inscribió en laUniversidad Morelos, cursando el segundo año depreparatoria, después de presentar exámenes atítulo de suficiencia respecto del año anterior.Como todos sus contemporáneos, Miguel sufrió lainestabilidad del pueblo católico ocasionada por lapolítica convulsionada de esos años, yendo a laescuela cuando se podía, pero estudiando siemprey sin descanso. En ese tiempo recibió el apodo de"Chinaco" (986 Le acomodaron ese apodo a Gómez Loza comocontrasentido, pues chinaco es el título dado a los guerrilleros queapoyaron la causa del liberalismo encabezado por Juárez). por inte-rrumpir en las aulas una disertación que ponderabala trayectoria política del Lic. Benito Juárez.

Aunque Anacleto iba en clases superiores, losdos tenían en común, además de su convivenciaen la gironda y su afinidad en lo referente a lasactividades sociales, su puntual asistencia a laCongregación Mariana, donde eran elementos designificación. Incluso cuando los templos esta-ban sin sacerdotes, ellos acudían con algunosotros congregantes a la hora de la misa dominicaly rezaban en común el rosario. La piedadeucarística y la devoción mariana del Beato erannotables. Miguel toda su vida trajo prendido a suropa un botoncito con la imagen de la Virgen delRefugio y estando en Guadalajara diariamentevisitaba a la Guadalupana, cuyo santuario distabade su colegio sólo tres o cuatro calles. Así loaseguran los testigos:

«Me consta que iba a misa diariamente y comul-gaba». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 385, § 1029; vertambién: Proc. H, Test. I, p. 367, § 981).

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«Tuvo una gran devoción a la Virgen del Refu-gio durante toda su vida. En su cuerpo, cuandomurió, se le encontró que portaba un botoncitode la Virgen del Refugio que lo acompañó todasu vida, así como en la cabecera de su camatenía una imagen. Su devoción era muyacendrada por sus constantes acercamientos ala sagrada Eucaristía y a la comunión. […] Leíamucho sobre las cuestiones sociales y libros dereligión. No era exagerado al exterior, no erarezandero, pero su confianza en Dios era ilimi-tada y realista». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 368, § 983;ver también: Proc. H, Test. III,p. 388, § 1035; Proc. H, Test.IV, p. 392, § 1046; Proc. H,Test. II, pp. 377-378, § 1010.s)

«[…] Era de los que ha-cían mucha propagan-da por la comunión dia-ria y por los viernes pri-meros, eso me consta.[…] Era tan respetuosoque por defender a lossacerdotes lo metieronal bote (cárcel) muchí-simas veces». (Summ.,Proc. H, Test. XVII, p. 41 , §1113).

«[...] Asistía a misa.Siempre trató de defen-der a la iglesia católica,era respetuoso con lossacerdotes, tenía mu-chos amigos sacerdo-tes». (Summ., Proc. H, Test.II, p. 377, § 1009).

Acerca de la piedaddel Beato, años más tar-de su esposa Guadalupehizo la siguiente confi-dencia:

«Era más piadoso que yo, comulgaba diaria-mente desde antes de casarnos. Nunca seacostaba sin rezar el rosario conmigo, por tardeque fuera. Nunca tuvo la menor dificultad con suhermano Elías, el sacerdote, y en lo referente asu madre, doña Victoriana, ya sabemos hastaqué grado llevó su amor filial». (Cf. CamberosVizcaíno Vicente, "Más allá del estoicismo ", Editorial Jus,México, 1953, capítulo XVII, "La última lección ").

A mediados de 1914, el aletazo bélico entrecarrancistas y villistas lo devolvió a Paredones,donde permaneció hasta 1915, año en el que pudoretornar a Guadalajara.

Su apostolado. Como actividad adicional,Miguel fue un gran impulsor de la prensa católica,de la que fue adalid. Fundó y presidió la sociedadde Propagación de la Buena Prensa y desde esepuesto vio acrecentar rápidamente su ya grandepopularidad. Por otra parte, definió el que sería sucampo de acción: el sindicalismo cristiano. (Cf.

Summ., Proc. H, Test. I, p. 366, § 979). Del todo injusto seríanegar a Gómez Loza el bien conquistado título deprotector de los trabajadores que le corresponde.

Todos le veían comoguía y le querían como aun hermano. Así lo re-cuerdan los testigos:

«[...] Tuvo mucha cari-dad con los demás. Suscompañeros lo queríanmucho. Era compren-sivo con las gentes conquienes trabajaba. Erabueno y por eso lo que-rían». (Summ., Proc. H, Test.V, p. 397, § 1061).

«[...] Muchas veces nocobraba por ejercer suprofesión. Trabajabapor mejorar las condi-ciones sociales y eco-nómicas de los obre-ros. Formó su sindica-to sobre todo para de-fender los derechos decada gremio: barrende-ros, carpinteros, herre-ros, músicos, etc. Di-fundió la encíclicaRerum Novarum apli-cada a las necesida-des. Tenía la encíclica

al dedillo». (Summ., Proc. H, Test. XVII, p. 420, § 1119).

«[...] Con los obreros era un líder natural, convi-vía con ellos en sus reuniones familiares y fuecompadre de algunos. Una inclinación era elapostolado y eso fue lo que le llenó la vida».(Summ., Proc. H, Test. III, p. 385, § 1029).

«Manifestó su amor al prójimo ayudándoles adefender sus derechos en los círculos de obre-ros. Los obreros y la gente pobre eran suspreferidos. Les ayudó en la formación de coope-rativas, sociedades mutualistas, cajas de aho-rro, todo para la ayuda de la gente necesitada».(Summ., Proc. H, Test. II, p. 381, § 1019).

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«[...] En lo que corresponde a las organizacio-nes en las que militó, no exponía a sus compa-ñeros a riesgos y prefería correrlos él mismo».(Summ., Proc. H, Test. I, p. 373, § 998; ver también: Proc. H,Test. XIV, p. 427, § 1138).

Como formador de líderes católicos, GómezLoza desplegó aptitudes excepcionales. Asesora-do por el Pbro. Dr. D. José Toral Moreno y mástarde por el R.P. Arnulfo Castro, S.I., formósindicatos católicos y círculos de estudio entre losque descuella el "León XIII" con sus cajas deahorro y sus cooperativas de consumo. Depen-dencias de grandes resultados prácticos fuerontambién la "Bolsa de trabajo", la sociedad "Edi-tora el obrero", una botica cooperativa, y añosmás tarde la Unión de Sindicatos de ObrerosCatólicos que llegó a contar con una banda musi-cal completa de magnífico instrumental, salón derecreo con sus mesas de billar y una regularbiblioteca.

En 1916 Miguel terminó sus clases de prepara-toria en el Liceo Occidental, bajo la dirección deD. José Tomás Figueroa (998 Figueroa José Tomás (1857-1925), nació y murió en Guadalajara, Jalisco. Profesor y director dediversas escuelas de enseñanza primaria y preparatoria. Trabajó en elperiodismo, tanto científico como político, figurando entre los ele-mentos católicos de mayor importancia). y se inscribió en laEscuela Católica de Derecho, posteriormenteEscuela Libre de Leyes, donde los cursos erangratuitos. El 14 de julio se integró como sociofundador de la Asociación Católica de la Juven-tud Mexicana, (Cf. Summ., Proc. H, Test. XIX, p. 426, ad 21;

Proc. H, Test. I, p. 368, § 984). en cuyo seno fundó ypresidió, poco después, el círculo obrero "GabrielGarcía Moreno" del que surgió la publicaciónmensual "El Cruzado".

«[...] El Beato fue dirigente desde el inicio juntocon Anacleto González Flores y activo sociodesde la fundación de ACJM desde 1914 yhasta su muerte en 1928. Fue una relación deentrega total a esa causa». (Summ., Proc. H, Test.II, p. 378, § 1011).

En el año de 1917 fundó los círculos obreros"José de Jesús Ortiz" para jóvenes operarios,"Niños Héroes" para aprendices de artesanos y"Don Bosco" para tipógrafos. Promovió tambiénla "Sociedad Mutualista Obrera". Además, laprensa católica auspiciada por el Beato empren-

dió la publicación de la obra "La cuestión religio-sa en México", de Regis Planchet.

A fines de 1917, al disolverse la gironda,Miguel se estableció en el mismo barrio delSantuario en compañía de su madre, doñaVictoriana, quien tuvo que dejar a su hijo sacer-dote por habérsele asignado otro destino.

El año 1918 estuvo marcado por las labores dedefensa del Prelado de Guadalajara, Beato Fran-cisco Orozco y Jiménez, y por el activísimoboicot puesto en marcha en el mes de julio con elcual se consiguió meses más tarde la derogaciónde dos decretos anticlericales sancionados por elGobierno del Estado bajo los números 1913 y1927, para ese entonces Gómez Loza ya era unode los principales líderes de la resistencia.

Cuando en ese tiempo fue necesario un mensa-jero confidencial que reuniera las cualidades ne-cesarias para poner en contacto al prófugo Pastorcon el gobierno de la Mitra, fue Miguel el elegido:fiel hasta la muerte, discreto, abnegado y valien-te. Emprendía con ánimo firme jornadas penosasy arriesgadas llevando las misivas, iba y veníacuantas veces se requería sin pedir retribucionesni cobrar honorarios. Otra cualidad ponderableen Beato fue la docilidad a sus superiores, nuncaescatimó cumplir una orden venida de arribaaunque fuera contraria a su modo de pensar. Asílo declaran los testigos:

«[...] Su ideal era defender a la iglesia hasta darla vida». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 367, § 981).

«[...] Toda la vida fue el mismo, siempre viviócon ánimo alegre y constante. En grado sobre-saliente siempre estuvo atento a la causa de laiglesia y a los derechos humanos y a su promo-ción con los pobres, destacándose en fortalezay obediencia». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 390, § 1041).

«[...] Respetaba muchísimo a las personas,sobre todo al Sr. Garibi, después primer carde-nal mexicano. Siempre se mostró obediente alas autoridades eclesiásticas, aun cuando laforma en que se desarrollaban las cosas no leagradaron. Obedecía en silencio, había quesacarle las palabras con tirabuzón». (Summ., Proc.H, Test. XVII, p. 420, § 1121).

Decir que Anacleto fue el alma del movimien-to de la resistencia pasiva, huelga por sabido, pero

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una vez tomadas las resoluciones generales, eraMiguel el eficaz auxiliar y fiel ejecutor, el concre-to, apasionado y decidido, a él correspondía citar,organizar y dirigir. Miguel fue la fuerza y elimpulso que se encargaba de vigilar el exactocumplimento de los acuerdos comunes. A él seacudía en demanda de instrucciones y él sabíaestar en todas partes motivando la cooperacióncon su ejemplo. Además, quienes conocieron decerca a Miguel afirman que siempre conservócasta su mirada y supo gobernar con voluntadfirme los sentidos de su cuerpo, señalando coninsistencia la limpieza de su corazón exento detoda malicia o doblez.

En el mes de enero de 1919 se reorganizó lasociedad cooperativa de consumo "La Popular" yMiguel fue reelecto como presidente. De ahínació el proyecto para un Congreso RegionalCatólico Obrero, el cual se realizó con muchoéxito en Guadalajara del 16 al 20 de abril delmismo año, iniciando sus trabajos con la lecturadel telegrama de adhesión del Preladoarquidiocesano. Al término de la asamblea, entreotras responsabilidades, se le confió a Miguel unadiputación.

En mayo de 1920, con la bendición del asisten-te eclesiástico del Comité Diocesano de la ACJM,el Beato fundó un nuevo círculo, el "TrinidadSánchez Santos", y coordinó la reimpresión de"La cuestión religiosa en México", aumentadapor el apéndice "La cuestión religiosa en Jalis-co", de Anacleto González Flores.

En noviembre de ese año llegaron a Guadalajaraalgunos líderes bolcheviques portadores de unmensaje ateo y agresivo. Fueron éstos quienes, el1º de mayo del año siguiente, 1921, lograroncolocar en el remate central de la fachada de lacatedral tapatía, en medio de las torres, la banderarojinegra para oprobio de la ciudad. En cuanto lanoticia se supo entre los acejotaemeros, GómezLoza conjuró a cuatro o cinco compañeros aseguirle pero, ante el peligro, apenas iniciada lacarrera lo dejaron solo. Fue Miguel el primero enllegar al lugar y sin medir los riesgos se lanzóentre la turba, abriéndose paso ascendió rápida-mente la prolongada escalinata que conduce a las

bóvedas de la catedral y arrancó la bandera delasta haciéndola pedazos, todo eso en la presenciade decenas de adversarios, quienes fueron inca-paces de resistir el empuje y brío del Beato,molido a golpes después de su hazaña. Las seriascontusiones recibidas fueron para Miguel comocondecoraciones de gran estima. (Cf. Summ., Proc. H,Test. I, p. 368, § 982; Proc. H, Test. IJ, p. 378, § 1011; Proc. H, Test.XIX, p. 425, § 1133).

En las votaciones para elegir autoridades loca-les del Estado, en julio de 1921, el Beato conten-dió como candidato independiente a uno de lospuestos de elección popular. Su contrincante fueun caricaturista anticlerical, José Guadalupe Zuno,quien hubo de recurrir a la fuerza para arrebatarlos votos que el pueblo emitía en favor de GómezLoza.

En las primeras semanas de 1922, el Beato sedispuso a ser examinado para obtener el título deabogado. Después de vencer mil obstáculos pudo,meses después, el 24 de junio presentar el exa-men final en la Escuela de Jurisprudencia delEstado, recibiendo la aprobación de los juecessinodales.

Poco antes, en la cuaresma de ese año, severificó un penoso incidente. La mañana del 26de marzo en el céntrico templo de San Franciscode Asís un nutrido grupo de obreros católicosconcluía una tanda de ejercicios espirituales conuna misa de acción de gracias. Al salir de lacelebración se encontraron con una manifesta-ción pública que hizo alto en el Jardín Corona,también llamado de san Francisco, frente al tem-plo. Se trataba de una agrupación de choque queostentaba el título de Sindicato revolucionario deinquilinos, fundado a fines de 1921, capitaneadospor dos bolcheviques famosos por su calidad deagitadores, Justo González y el argentino GenaroLaurito, quienes a juzgar por su retadora arrogan-cia contaban con el apoyo o cuando menos lacomplacencia oficial. El asistente eclesiásticoPbro. D. José Garibi Rivera (1005 Garibi Rivera JoséMariano (1889-1972), nació y murió en Guadalajara, Jalisco. Electoobispo tit. de Rosso y auxiliar del Arzobispo Orozco y Jiménez en1929, consagrado en 1930. Promovido a Arz. tit. de Bizya y coadjutorde Guadalajara, con derecho a sucesión en 1934. Ocupó la sede en1936. En el Consistorio del 15 de diciembre de 1959 fue creado primercardenal mexicano, del título de San Onofre en el Janículo. Concurrió

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al Concilio Vaticano II). y Anacleto González Floresfueron del parecer que los ejercitantes permane-cieran en la iglesia en tanto se disolvía el mitin delos socialistas, no así Gómez Loza quien, seguidopor otros que lo secundaban, optó por manifestarsu postura públicamente, pensando en un bienmayor, ya que los manifestantes eran cristianosque empezaron jugando al socialismo y ahoraeran víctimas inconscientes de agitadores profe-sionales. En el jardín de San Francisco, trepadoen una banca, arengó a los presentes a legitimar sucausa. Por desgracia, los ánimos caldeados nopermitieron el diálogo entre las partes y unanutrida rechifla se lanzó sobre Miguel.

Hasta aquí las cosas no hubieran pasado de seruna aventura de sobra explicable cuando contien-den en lo social dos fuerzas antagónicas, peroinesperadamente se escucharon detonaciones dearmas de fuego y en medio del desconciertocayeron heridos varios católicos, muriendo en elacto seis de ellos. (1006 En el proceso seguido a GenaroLaurito, J. Concepción Cortés, Justo González e Ignacio López, semenciona que resultaron seis muertos y once heridos; ninguno de ellosde los "soviets", "Restauración", 11 de julio de 1922). Inmediata-mente los lesionados fueron transportados a lacasa de la ACJM, situada en la esquina opuestadel templo, donde fueron atendidos con diligen-cia por el Pbro. Garibi Rivera y un grupo deenfermeros improvisados. Fue de llamar la aten-ción que esto sucedió a cuatro o cinco calles de laplaza principal y ni las autoridades municipales,ni las federales acudieron a dar garantías a losvictimados.

En ese suceso fue doble la pena que embargóa Miguel: el perjuicio sufrido en sus queridosobreros que le llegaba al alma y el sentirse res-ponsable de lo ocurrido. Aceptó con humildad laacre reprimenda del Pbro. Garibi. Sin embargo,aunque su actitud fue temeraria y arrojada, no eraen un principio insensata ni objetable, porque nila mayoría numérica de los socialistas radicalesni su preparación, ni el mismo apoyo oficialfueron la causa determinante de su preponderan-cia sobre los católicos, sino exclusivamente eluso de las armas que Miguel no pudo haberprevisto, ya que eso no era concebible ni propiode un acto puramente cívico.

La ciudad entera quedó consternada y comoprotesta el comercio cerró sus puertas, mu-chas casas enlutaron sus fachadas y el serviciode tranvías fue interrumpido. La ACJM lanzóun manifiesto exhortando a los católicos aunirse en la defensa de su fe y de sus vidas,acordando además que grupos de cinco a seisjóvenes se rotaran la guardia para custodiar lapersona y la casa del Arzobispo Orozco yJiménez mientras las circunstancias así lo exi-gieran.

Un mes más tarde, del 23 al 29 de abril de1922, bajo la dirección del Beato, se verificó enGuadalajara el primer Congreso Nacional Cató-lico Obrero en el que participaron 800 delega-dos llegados de todo el país, quienes desdeñandolas amenazas y peligros acudieron en represen-tación de los casi doscientos mil trabajadoresagremiados. Además del Prelado arquidiocesano,asistieron los Excmos. Sres. Francisco Uranga(1007 Uranga y Sáenz Francisco (1863-1930), nació en Sta. Cruz deRosales, Chihuahua, y murió en Tlalpan, D.F. Ordenado sacerdoteen 1886 fue notable por su labor apostólica, obras materiales en lasparroquias que tuvo a su cargo y obras sociales. Consagrado obispode Sinaloa en 1903. Por la revolución se refugió en Guadalajara yluego en E.U.A. Regresó en 1919 y fue nombrado auxiliar delarzobispo de Guadalajara. Nombrado obispo de Cuernavaca en1922, estuvo desterrado en E.U.A. de 1926 a 1929), obispoauxiliar de Guadalajara y Miguel de la Mora (1008Mora y Mora Miguel de la (1874-1930), nació en lxtlahuacán,Jalisco y murió en la ciudad de San Luis Potosí. Estudió en elSeminario Conciliar de Guadalajara. Prefecto de los seminariosMenor y Mayor (1902-1903). Canónigo magistral de la catedraltapatía (1908). Doctor en Teología por la Pontificia Universidad deMéxico. Nombrado obispo de Zacatecas en 1911. Trasladado a SanLuis Potosí en 1922). obispo de San Luis Potosí, asícomo el presidente general de la ACJM RenéCapistrán Garza, (1009 Capistrán Garza René (1898-1974),nació en Tampico, Tamaulipas, y murió en la ciudad de México.Periodista. Abogado por la Universidad Nacional de México. Fueuno de los fundadores de la ACJM, de la que fue presidente. Fuetambién de los fundadores y directores de la Liga Nacional Defen-sora de la Libertad Religiosa. Participó en el movimiento cristerocivil por varios años). entre otras personalidades. Deese congreso resultó con avasalladora pujanza laConfederación Nacional Católica del Trabajo,de la que el Beato fue nombrado diputado por ladiócesis de Guadalajara. Se fundó el Banco deCrédito Popular para refaccionar a los obreros yfue adoptado como órgano oficial de la confede-ración el semanario "El Obrero", fundado porMiguel Gómez Loza.

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Contrajo matrimonio y cambió su residencia aArandas (1922). Después de varios meses denoviazgo, el 2 de diciembre de 1922, MiguelGómez Loza contrajo nupcias (Cf. Summ., documentos

personales, 36 p. 505). en el oratorio de la ACJM con suprimera y única novia, María Guadalupe SánchezBarragán, hija de un respetable contador, CelestinoSánchez y de su esposa, Sara Barragán, quieneshabían cimentado en su hija firmes principioscatólicos y hábitos de piedad y de modestia.Miguel tenía 34 años y Guadalupe 20. Celebró lamisa el Pbro. Elías Gómez Loza y asistiócanónicamente a los contrayentes el director es-piritual de Miguel, Pbro. Vicente María Camacho.Fueron testigos: Celestino Sánchez y AnacletoGonzález Flores. Asistió también doña VictorianaGómez, quien después de la ceremonia partió consu hijo Elías a Acatic, donde desempeñaba suministerio sacerdotal. Los testigos declaran losiguiente:

«Mis padres se casaron en diciembre de 1922,creo que el día 2, en la capilla de la ACJM,junto al templo de San Francisco. Su viaje debodas fue a Chapala, Jalisco, trasladándoseen el antiguo tren. [...] En el mismo viaje, deacuerdo a su manera de ser, mostró susinquietudes platicando con los ferrocarrilerosde los acontecimientos sociales, económicosy de trabajo de la época». (Summ., Proc. H, Test. I,p. 367, § 980).

«Contrajo matrimonio en una capilla de laA.C.J.M, rumbo al Templo de San Francisco,no sé la fecha. Los casó Mons. Camacho.Fuimos a desayunar a casa de mi tío Guillermo.La vida matrimonial duró poco tiempo, unos 4años. Fue ejemplar su vida matrimonial. Tuvie-ron tres niñas. El Beato trataba bien a sufamilia, yo lo veía, era fiel a sus deberes deestado, nunca fue descuidado». (Summ., Proc. H,Test. V, p. 395, § 1055).

Los nuevos esposos decidieron trasladarse aArandas en Los Altos de Jalisco, donde el Beatomontó su despacho de abogado. Ahí se preocupópor promover mejoras en el municipio impulsan-do el espíritu de cooperación y muy pronto seconvirtió en regulador del ritmo social y palancapoderosa de la parroquia, a cargo del Pbro. Aman-do J. de Alba, celoso promotor de la cuestiónsocial.

Su empeño en fomentar el desarrollo humanole granjeó la simpatía de muchos y la animadver-sión de algunos, ya que tomó a su cargo lacorresponsalía de los periódicos católicos deGuadalajara, denunciando con valor las arbitra-riedades y abusos que en nombre de la ley secometían.

El 11 de enero de 1923 Miguel se sumó a lanutrida concurrencia que presenció la bendiciónde la primera piedra del monumento a Cristo Reyque se proyectaba construir en el Cerro del Cubi-lete, Guanajuato. Esa ceremonia sirvió de pretex-to al Gobierno de México para expulsar del paísal delegado apostólico, Mons. Ernesto Filippi.

El 1º de marzo de ese año José GuadalupeZuno, adversario político del Beato, fue investidocomo gobernador del Estado de Jalisco, lo quedificultó hasta lo imposible la obtención del títuloprofesional solicitado reiteradamente por GómezLoza. (Cf. Summ., Proc. H, Test. I, p. 366, ad 12; Proc. H, Test. II,

pp. 376-377, ad 12; Proc. H, Test. III, p. 384, ad 12). Aprove-chando esa circunstancia, el alcalde de Arandas,Manuel B. Ascencio enemigo acérrimo de lalabor social promovida por el Beato, decretó laarbitraria expulsión de Miguel de ese municipiosin que mediara ninguna orden judicial. A medianoche lo condujeron fuera de las fronteras delEstado y le advirtieron que bajo pena de muertequedaba expulsado. Fue abandonado en despo-blado y caminando al azar llegó a Jalpa de Cánovas,Guanajuato, donde radicaba el Pbro. PedroGonzález, impulsor entusiasta de ACJM y amigodel Beato, ahí estuvo casi tres meses trabajandocomo siempre, porque la ocasión más eventualera para él un recurso que la Providencia ponía ensus manos y lo aprovechaba en difundir la doctri-na social de la iglesia.

De regreso a Guadalajara (1923). Esa situa-ción pudo haberse prolongado indefinidamente,pero Miguel decidió romper el injusto destierro,porque prefería el riesgo de su misma vida, juga-do ya innumerables veces, a la seguridad ener-vante que atrofiaba su espíritu y paralizaba susfacultades. Además, la noticia de su próximapaternidad intensamente deseada lo hizo añorarmás el retorno, por lo que con la debida prudencia

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emprendió el regreso y en Guadalajara se reuniócon su esposa a quien logró infundirle ánimo yoptimismo para afrontar juntos el porvenir con laayuda de Dios.

Por unanimidad los testigos afirman que elBeato siempre fue fiel a su matrimonio.

«[...] Sé que era fiel a su matrimonio. El únicorival de mi mamá era la Acción Católica. Allega-ba lo necesario para la familia, la casa era de mimamá, pero él la renovó. Le tenía dos sirvientas.Yo nunca tuve noticias de que hubiera sidodescuidado. Mi mamá lo quería mucho». (Summ.,Proc. H, Test. II, p. 377, § 1008; ver también: Proc. H, Test. IV,pp. 391 -392, § 1045; Proc. H, Test. XIX, p. 425, ad 16).

«Siempre fue fiel a su matrimonio y nuncaescuché algún comentario desfavorable. Fuesiempre muy observante. Se fijaba mucho en loexterno, prestaba especial atención al pudor».(Summ., Proc. H, Test. III, p. 389, § 1040).

Al llegar a Guadalajara fue recibido con grangozo y entusiasmo por sus amigos y compañeros,de manera especial por Anacleto González Flo-res. Miguel reanudó su fiel asistencia a la Congre-gación Mariana y se inscribió como miembroactivo de la Adoración Nocturna del SantísimoSacramento. Uno de los testigos afirme lo si-guiente:

«[...] Su carisma era el amor a nuestro Señor,pertenecía a la Adoración Nocturna siendo éstauna de sus actividades distintivas, lo mismo quesu amor a la santísima Virgen». (Summ., Proc. H,Test. V, p. 395, § 1056).

El 16 de septiembre de 1923 nació su primerahija, a quien llamó María de Jesús.

En 1924, durante la justa electoral para elegirdiputados locales, el Beato apoyó incondicional-mente al candidato independiente Ángel Flores,cosa que más tarde tuvo que lamentar. Sus ami-gos le acomodaron por este motivo el remoquetede "Miguelito Buenafé". Era notable que el Beato,quien ya frisaba la cuarentena de años, preferíapadecer la desilusión antes que desconfiar de laspersonas, le era imposible aceptar de suscorreligionarios la mentira y el engaño y sabíaolvidar totalmente las ofensas. (Cf. Summ., Proc. H, Test.

I, p. 368, § 982)

En diciembre de 1924, al decretarse la clausu-ra del seminario por orden del gobernador de

Jalisco, José Guadalupe Zuno, los católicos enca-bezados por Anacleto González Flores, consa-grado ya como autoridad innegable, organizaronun comité de apoyo del que se derivó a principiosde 1925 la Unión Popular. Para conducir esteorganismo se estableció un directorio de cincomiembros, uno de ellos fue Miguel Gómez Loza,quien prodigaba desde el oscuro rincón del ano-nimato activo y fecundo, la gigantesca dádiva desu esfuerzo, trazando con su ejemplo humilde ysubordinado el camino de la disciplina, únicocapaz de llegar al éxito.

La Santa Sede, accediendo a la petición delarzobispo de Guadalajara D. Francisco Orozco yJiménez, reconoció la destacada participación deMiguel Gómez Loza en la promoción social y enel apoyo a la iglesia católica, otorgándole la CruzPro Ecclesia et Pontifice, en mayo de 1925. (Cf.

Summ., Proc. H, Test. III, p. 388, § 1036). Junto con él fueronigualmente condecorados el Lic. AnacletoGonzález Flores y los obreros Maximiano Reyese Ignacio Orozco, presidente y secretario de laConfederación Nacional Católica del Trabajo. (Serealizó una investigación en el registro de las condecoracionespontificias de aquellos años en la Secretaria de Estado Vaticano sinencontrarse una referencia explícita a esa condecoración que mencio-nan los testigos, sin embargo en el mismo libro de registros, a fines de1924, se encuentra un espacio de varios renglones que sólo dice"Messico" y es de suponerse que ahí entraría, pero por la inminenciade la persecución no fue posible completar los datos en ese tiempo.Una fotocopia de esa página se encuentra en el archivo de laPostulación).

El 1º de junio de 1925 fue clausurado el Insti-tuto de Ciencias regenteado por los religiosos dela Compañía de Jesús y las protestas de los estu-diantes del extinto plantel quisieron sofocarsemediante arrestos masivos. A la defensa de lospresos opuso el Beato numerosas solicitudes deamparo ante la autoridad federal que lograronatenuar en parte la rigurosa actitud de los manda-tarios locales.

El 25 de julio de 1925 el hogar del Beato volvióa alegrarse con el nacimiento su segunda hija,María Guadalupe.

La situación se recrudeció (1926). Conformetranscurrían las semanas, el Gobierno mexicanorecrudecía su postura en torno al problema reli-gioso. El 23 de febrero de 1926 fue clausurado

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arbitrariamente el centro de la ACJM deGuadalajara, encarcelando en la penitenciaría delEstado, entre otros, a Miguel. No habiendo delitoque perseguir,- el 1º de abril fue puesto en liber-tad, pero en las puertas mismas de la prisión, antealgunos amigos que esperaban su salida, fuecapturado nuevamente por agentes de la policíasecreta.

Los numerosos arrestos que sufrió, 59 en total,acrecentaron su temple admirable. (Cf. Summ., Proc.

H, Test. I, p. 370, § 988; Proc. H, Test. V, p. 396, § 1058). Algunosde ellos fueron especialmente crueles y vejatorios,pero él salía con la sonrisa en los labios por laalegría de haber merecido sufrir por la defensa delos intereses católicos.

El Beato tenía advertido que por ningún moti-vo o pretexto se fuera a verificar el pago de lamulta, ni aceptar que alguna persona o corpora-ción lo hiciera, pues era su deseo expreso perma-necer en la cárcel durante el tiempo fijado. Ade-más siempre se opuso abiertamente a que suesposa lo visitara en la prisión por juzgarlo indig-no para ella.

«[...] Algunas de las veces fue golpeado. Notengo noticias de que haya pretendido huir y élprohibió efectuar pago alguno para rescate yexplicaba que por sus cosas no le legaría dineroal Gobierno.

El Lic. Zuno le llegó a proponer puestos políticoscon lo que trataba de tenerlo ajeno a accionespúblicas. Lo querían corromper para que noasesorara a obreros y campesinos». (Summ.,Proc. H, Test. I, p. 370, § 989).

«[...] Lo tomaron preso porque hacia propagan-da católica. Él nunca corrió, trataban de quecambiara ofreciéndole empleo en el Gobierno,pero nunca aceptó». (Summ., Proc. H, Test. XIX, p.426, § 1135).

«[...] Él no hubiera aceptado la libertad abdican-do a su fe. [...] Si fue sujeto a presiones. Loquisieron comprar ofreciéndole puestos en elGobierno pero él nunca aceptó. Durante eltiempo que estuvo preso hizo labor de aposto-lado, haciendo a los presos amigos de Dios,rezaban el rosario, cantaban alabanzas». (Summ.,Proc. H, Test. II, p. 379, § 1013; ver también: Proc. H, Test. III,p. 388, § 1035).

Los días monótonos en la penitenciaría eranpara Miguel una oportunidad de apostolado. En-

tre los presos ganaba adeptos para la causa, pre-dicaba la Palabra, invitaba a rezar colectivamenteel rosario y cuando el caso lo ameritaba lesofrecía, para cuando recobrara su libertad, con-sultar y revisar su expediente buscando modificarla sentencia o suavizarla.

«Aprovechaba para hacer apostolado en lascárceles, casi al nivel de ejercicios espirituales.Rezaba el rosario cantando juntamente con lospresos y ellos estaban gustosos. Repartía lacomida que sus simpatizantes le llevaban, esdecir las brigadas femeninas». (Summ., Proc. H,Test. I, p. 370, § 990; ver también: Proc. H, Test. III, p. 387,§ 1032).

La fecha señalada por la autoridad federal parahacer válida la ley reglamentaria del artículo 130de la constitución y la ley que reformaba el códigopenal federal en materia de culto religioso fueelegida por la Unión Popular para iniciar unboicot económico por tiempo indefinido. (Cf. Summ.,Proc. H, Test. I, p. 369, § 985).

Miguel fue todo un carácter, su firme voluntadsurgió de austera disciplina. Dispuesto a llevar asus últimas consecuencias el boicot económico,en su calidad de autoridad moral entre los católi-cos, el Beato cumplió con rigurosa exactitud lasmedidas adoptadas por la Unión y las compartiócon su familia. Esta actitud lejos de mermar sualegría y su humor pareció acrecentarlo y solíarepetir con una sonrisa a su esposa que en ocasio-nes buscaba moderarlo un poco sobre todo enmateria de alimentos y vestido: "Cuando triunfe-mos, Lupe, pero ahora ni un alfiler".

«[...] Procuraba llevar una vida ejemplar, teníaque ser ejemplo para la gente con la que tratabapor su acción de dirigente y más por la clase degente que trataba». (Summ., Proc. H, Test. III, p.389, § 1037).

«[...] Era desprendido de lo material como ex-presión de su confianza en Dios. Se dedicó a lacausa de la iglesia y confió en que Dios protege-ría a su mujer y a sus hijas». (Summ., Proc. H, Test.V, p. 397, § 1060).

Además, como tesorero de la Unión, Miguelimpulsó a muchos jóvenes acejotaemeros a fun-dar en el interior del Estado filiales de la UniónPopular y realizar una campaña de proselitismoen favor del boicot.

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En el mes de noviembre de 1926 nació sutercera hija, María del Rosario.

En diciembre de ese mismo año, el Beatorecibió la noticia de la gravedad de su hermanoElías y tomando las debidas precauciones in-mediatamente emprendió el viaje a El Refugio.Salió el día 20, aun conociendo la seriedad delos obstáculos que le impedían acudir al lechodel moribundo. Al llegar, su hermano acababade fallecer y con ánimo entero confortó a sumadre.

Inició la resistencia armada (1926). Despuésdel sepelio de su hermano, Miguel regresó aGuadalajara y se enteró de las novedades: AnacletoGonzález Flores, reacio hasta el último momentoa aceptar la resistencia armada como vía de solu-ción al conflicto, accedió como mal menor aretirar la prohibición de tomar las armas quepesaba sobre los socios de la Unión Popular. Eraun recurso ya inaplazable. Gómez Loza advirtióinmediatamente el costo de la empresa y sus casiseguras consecuencias. Anacleto debió asumir lajefatura del movimiento en el Estado de Jaliscocon el fin de unificar y coordinar la administra-ción de los recursos y las estrategias de los cató-licos alzados, mientras que Miguel debía partir ala zona de Los Altos para transmitir y hacerefectiva la acción coordinadora.

El 5 de enero de 1927, el Beato salió deGuadalajara con rumbo a El Refugio. Poco des-pués le fue enviada la pequeña imprenta en la quese editaba Gladium, órgano de la Unión Popular,cuya edición y entrega corrió desde entonces porsu cuenta. Miguel se estableció en dos campa-mentos, uno en Cerro Gordo y otro en un lugardenominado Picachos, perteneciente al munici-pio de Tepatitlán, lugar estratégico para despla-zarse a todos los puntos de la región que requeríansu presencia.

A través de Isaac Fernández, Miguel mantuvocontacto permanente con su familia y con AnacletoGonzález Flores. Entre otros encargos pedía siem-pre escapularios, medallas y crucifijos para re-partidos entre la tropa y no dejó de enviar a sufamilia la exigua contribución que su honradezacrisolada toleraba como salario, apenas lo sufi-

ciente para atender las necesidades elementalesde su madre, esposa e hijas. Los testigos declaranlo siguiente:

«[...] Cuando se fue a la revolución tenía previs-to que mi mamá se hiciera cargo de las niñas(mis hermanas y yo). Se fue a El Refugio con sumamá, estaba recién muerto mi tío Elías, hacíaseis meses que había fallecido, de ahí mi papáse fue a la revolución. Mi abuelita era muyvaliente y determinada, ella lo alentaba. [...]Entiendo que sí era fiel a sus deberes. Estandoen la revolución mandaba a mi mamá su sueldode gobernador, íntegro». (Summ., Proc. H, Test. I, p.367, § 980).

«[...] Indudablemente que fue fiel a los deberesde esposo. Nunca supe que haya habido algoen contra. Sé que era cuidadoso y al mismotiempo estimado por la familia». (Summ., Proc. H,Test. III, p. 385, § 1028).

«[...] Nunca quiso que su esposa e hijas corrie-ran riesgos a causa de sus actividades». (Summ.,Proc. H, Test. XVIII, p. 423, § 1129).

A consecuencia del encuentro bélico de Tro-neras, ubicado entre Zapotlanejo y Tototlán, en elque los cristeros capitaneados por Lauro Rocha yel Pbro. Reyes Vega obtuvieron una sonada vic-toria sobre las fuerzas federales, hubo una ofen-siva muy dura que acabó con todas las rancherías:por orden del Gobierno todos los vecinos derancherías y pequeños poblados debían concen-trarse en las ciudades antes del 3 de mayo de1927.

La mañana del 1º de abril de 1927 la noticia delarresto del "Maistro Cleto" y otros compañeros seesparció con gran rapidez, presagiando un trágicofin. Así lo comprendió desde el primer momentoMiguel, siendo esta ausencia para él un fuertequebranto sufrido con fe firme y dispuesto acontinuar con la obra gigantesca que juntos ha-bían trazado, siendo consciente de las consecuen-cias cuyo alcance no ignoraba.

En los campos de batalla sobre el dolor intensoque les ocasionó la pérdida del guía, surgió ungrito unánime como gemido del alma hecho cán-tico de triunfo: "¡Pero nos queda Gómez Loza!".Así lo comprendió también y dictaminó la LigaNacional Defensora de la Libertad Religiosa,autoridad máxima entre los católicos de la resis-

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tencia, al otorgar a Miguel en consonancia con suprestigio moral el nombramiento de gobernadorprovisional de Jalisco, cargo que además de jus-tificar la índole de sus ocupaciones le imprimióautoridad de jurisdicción en bien de la organiza-ción administrativa de la causa, que con tantocelo y acierto desempeñó.

Días más tarde, el 19 de abril, un penosoincidente vino a empañar la causa cristera: elasalto a un tren de pasajeros proveniente de laciudad de México que costó la vida a muchosciviles inocentes. Dicho atraco, planeado y dirigi-do por el Pbro. Reyes Vega, desconcertó en gradosumo al Beato, ese día ocupado en conferenciarcon el líder cristero, Victoriano Ramírez, apoda-do "el Catorce", en El Maestranzo, del municipiode Santa María del Valle. Apenas supo lo ocurri-do reprobó totalmente el acto. Poco después,encontrándose próximo a San Juan de los Lagos,Miguel solicitó a la autoridad eclesiástica el apo-yo espiritual de capellanes castrenses para lastropas, petición atendida en parte.

A mediados de junio, el Beato se estableció enPresa de López, en el municipio de Arandas. Porsu parte, la infatigable prensa en la que se impri-mía Gladium fue instalada cerca de allí, en elcerro La Culebra, en una cueva profunda y deestrecha entrada.

Al finalizar agosto con gran gozo el Beatopudo encontrarse por unos días con su familia enLos Salados, Guanajuato.

Considerando su capacidad administrativa ysu honradez íntegra, la Liga aumentó su respon-sabilidad al conferirle la administración conjuntade la parte occidental del Estado de Guanajuato,el 3 de septiembre de 1927.

El Beato con gran eficacia dictaminó lasprioridades emanadas de su cargo: giras de ins-pección, comunicados, emisión de decretos ycirculares, así como el arbitraje en las controver-sias. Esto último le originó ciertas fricciones conel Gral. Enrique Goroztieta, (1031 Goroztieta y VelardeEnrique (1889-1929), nació en Monterrey, N.L., estudió en el Cole-gio Militar de Chapultepec, sirvió al Gobierno de Gral. Díaz y luegose afilió al régimen del Gral. Huerta. Fue nombrado Gral. Brigadieren 1914. Algún tiempo estuvo fuera del ejército. En 1926 se levantóen armas en Jalisco, llegando a ser jefe de las fuerzas cristeras. El

Gobierno le dio muerte cerca de Atotonilco, Jalisco). nombradojefe de las operaciones militares en Jalisco yZacatecas. Además, en contraste con el augelogrado, al interno del ejército nacional liberta-dor empezaron a introducirse algunas desave-nencias motivadas por indisciplina, malversa-ción, dilapidación de fondos y otros abusos; fueaquí donde la injerencia de Miguel dejó sentir subenéfica influencia. Duras reconvenciones fue-ron hechas sin rodeos por el celoso apóstol enbien de la limpieza y rectitud moral de la causa:"Piensa que el dinero que te remito es el óbolo delos pobres que con sacrificios muy grandes lojuntaron ", solía repetir. Más que gobernador,Gómez Loza ejercía las funciones de procuradoro comisario castrense, siendo grave el riesgoque corría al intentar reprimir esas anomalías.Los testigos recuerdan algunos rasgos de lapersonalidad del Beato y afirman que los enseñóa rezar:

«No tenía vicios. Casi no le gustaba fumar, leduraba días la cajetilla de cigarros. No pedíadinero. [...] El Beato exigía a su gente que fueranhombres de bien, y no gente para entretenerseo complacerse con otras mujeres. ¡Era honesto!No contaba chistes pícaros, era hombre correc-to. Yo era muy adicto a él. En algunas necesida-des he implorado su intercesión». (Summ., Proc. H,Test. VI, p. 401, § 1074).

«[...] Había misa cada semana [y] allí estaba él,un hombre muy bueno. [...] Rezábamos el rosa-rio con el Beato». (Summ., Proc. H, Test. XV, p. 414, §1103, ver también: Proc. H, Test. XII, p. 410, § 1095).

«[...] El Beato rezaba el rosario en la casa dondese encontraba. De él aprendí la oración: "En elvelo del Santísimo Sacramento seamos envuel-tos para que no seamos presos, heridos nimuertos, ni en manos de nuestros enemigospuestos. Dios con nosotros y en contra denosotros nadie, el Padre nos guarde y el Hijonos libre y el Espíritu Santo nos defienda. Amén".Esta oración se reza después del rosario».(Summ., Proc. H, Test. XIV, p. 413, § 1101).

«Yo creo que Miguel Gómez Loza fue mártir, notraicionó su fe. Era un hombre correcto, nuncale oí una mala palabra. Me gustaría que laiglesia lo canonizara. Yo le rezo para [pedir por]todos. De él aprendí la siguiente oración: "Ángelde mi guarda, mi dulce compañía, no me des-ampares ni de noche ni de día, suplícale aJesucristo cuando en la gloria lo viereis [por]

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una triste alma afligida, no le digas que es la míaque le ha ofendido mil veces, pide que de mí seacuerde y suplica muchas mercedes. [...]. Milgracias te doy Señor y alabo tu gran poder, conel alma en el cuerpo me dejaste amanecer (oanochecer) con gran gracia y servicio tuyo sinllegarte a ofender, alabando el dulce nombre deJesús, María y José [...]. Amén"». (Summ., Proc. H,Test. XII, p. 410, § 1097).

A pesar del tiempo transcurrido entre loscatólicos de la resistencia, la actuación del Bea-to siempre fue clara: él nunca fue un beligerantesino un cooperador de la causa en el ordenmoral, espiritual y de finanzas dentro del cargoadministrativo que desempeñó con gran acierto.(Summ., Proc. H, Test. I, p. 371, § 994; Proc. H, Test. III, p. 387, §1033). No le correspondía a él, como autoridadcivil, participar en el fuego cruzado de los com-batientes y aunque poseía pistola, una que fue desu hermano el sacerdote y otra obsequio perso-nal de un colaborador, jamás la usó en contra denadie. Rafael Martínez Camarena, secretario deGómez Loza, (Cf. Jean Meyer, "La Cristiada", Ed. Clío,

México, 1997, primera edición, volumen III, p. 35). recuerdados anécdotas que hemos querido consignaraquí completas, porque su misma sencillez acu-sa absoluta veracidad:

«Caminábamos la noche del viernes santo co-rrespondiente a 1927, Miguel y su servidor,acompañados de Andrés Sáinz que nos servíacomo guía de Cerro Gordo a Presa de López.Como hacía una luna espléndida y en la nece-sidad de tener informes de si hubiera o nopeligro, hicimos un alto mientras nuestro guíatomaba datos en una casita, ocultándonos Mi-guel y yo a la sombra de unos eucaliptos. En unmomento dado vimos un hombre que por unavereda se encaminaba casi en dirección denosotros y Miguel rápidamente sacó su pistolay picó su caballo en dirección al individuo y lemarcó el alto, diciéndole: "¡Alto ahí!, ¿quiénvive?, ¿quién es usted?, ¿dónde vive?, ¿dedónde viene y a dónde va?, ¿quién lo conoce?",a lo que el interpelado contestó: "Me llamo JoséBarba, vivo aquí en San Ignacio, vengo delrancho La Providencia y son gente pacífica". Enese momento nos alcanzó Andrés que conocíaperfectamente a José y estuvo platicando con élo más bien dicho pidiéndole los informes quenecesitábamos y continuamos nuestro camino.Cuando estuvimos a buena distancia del sujeto,le dije a Miguel: "¡No seas bárbaro!, no se marca

así el alto con tanta pregunta". Él me contestó:"¡Cállate, que he llevado el susto del siglo!,como soy tan cegatón me descontrolé y lo quehice fue soltarle ese chorro de preguntas". Se-guimos corriendo la broma hasta que me dice:"¡Pobre hombre!, ya debe estar entregandocuentas a Dios". "No, -le contesté- la cosa no espara tanto", pero él me replicó siguiendo labroma: "Si yo que llevaba la pistola en la manome asusté tanto, es de esperarse que él, que notenía nada, ya esté bien muerto [del puro sus-to]". Y con alguna frecuencia decía a sus ami-gos: "Para que sepan si me sirve de algo estapistola, vayan ustedes a San Ignacio CerroGordo y pregunten al encargado del panteóndónde está sepultado José Barba y que lesinforme a consecuencia de qué murió, para quese convenzan de qué es capaz esta pistola"».(Summ., documento XXXI, p. 698)

«En cierta ocasión, cuando estábamos en Pre-sa de López, desmontados y con los caballoslejos de nosotros, nos informaron que se aproxi-maba una partida de sardos (1039 Sardo: en el calócarcelario mexicano, soldado de vigilancia, el centinela. Cf.:Francisco J. Santamaría, "Diccionario de mejicanismos",Editorial Porrúa, S.A., México, 1992, 5ª edición). y nosaconsejaron ocultarnos en un bosquecilloacompañándonos uno de los vecinos, quiennos aconsejó que escondiéramos las pistolaspara que si nos encontraba el enemigo, no nostomaran por rebeldes, a lo que Miguel contes-tó: "Eso no debe ser. Las armas son para elúltimo caso que lo quieran aprehender a uno,cambiarlas, por lo menos"». (Summ., documentoXXXI, p. 702).

El 30 de octubre de 1927 Miguel organizó lacelebración solemne de la fiesta de Cristo Rey enun lugar llamado Palmitos perteneciente a SanJulián, Jalisco, con la asistencia de más de 1,200cristeros. Celebró la misa el P. Durán y asistieroncomo auxiliares en la confesión y comunión detanta gente los PP. Aristeo Pedroza y SalvadorCasas.

Casi a partir de esa fecha, Gómez Loza seestableció en Palmitos, (Cf. Summ., Proc. H, Test. VI, p. 399,

§ 1067). donde trabó amistad con el Pbro. SalvadorCasas, asistente eclesiástico de esa comunidad.Ahí la topografía del terreno le favorecía y teníauna decidida y franca ayuda de los vecinos, máxi-me que para esas fechas era indispensable tenerun lugar fijo para atender los asuntos que se ledebían consultar y que habían aumentado. Los

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testigos describen la actividad cotidiana del Bea-to en ese tiempo:

«[...] Escribía cuando tenía que contestar unacarta. No le faltaba gente que venía a visitarlo oa hablar con él. De un regimiento de Jalpa, deSan Diego o de otro que venía a recibir órdenesde los mandos: Toribio y Miguel Hernández. Nolos dejaba ir hasta que rezaran el rosario. Dia-riamente celebraba misa el P. Casas. Miguelquería ocultarse lo más que pudiera, quienquería verlo primero se presentaba con el dearriba (vigilante que estaba en las piezas) yluego bajaban con él donde estaban las pie-dras, la máquina y su asiento. Las pláticas eran:¡consejos de catolicismo! Les encomendaba:"Infórmense donde hay algún chiquillo sin bau-tizar para que el padre lo bautice"». (Summ., Proc.H, Test. VI, p. 400, § 1070).

«Gómez Loza se dedicaba a hacer cartas, alte-ro de éstas yo llevé a Rancho Guadalupe a casade Jesús Rubio». (Summ., Proc. H, Test. XIV, p. 413, §1100).

Las últimas semanas de 1927 transcurrieronsin incidentes notorios. La resistencia de los cató-licos se iba consolidado, las acciones beligeran-tes se planeaban de acuerdo a estrategias oportu-nas, los recursos siempre escasos se administra-ban con tino y el adiestramiento de las tropashabía mejorado notablemente. En el mes de mar-zo de 1928, por algún asunto de vital importancia,el Beato decidió emprender un viaje a Guadalajara.(Cf. Summ., Proc. H, Test. III, p. 387, § 1033; Proc. H, Test. VI, pp.399-400, § 1069).

Último día de su vida. Gómez Loza salió dePalmitos (1045 Hasta aquí todas las versiones concuerdan en logeneral y las pequeñas diferencias circunstanciales no modifican elfondo del tema, pero conviene señalar que a partir de este puntoexisten varias opiniones en cuanto al lugar y a la forma del martiriosufrido por el Beato Miguel Gómez Loza, las cuales fueron analizadasampliamente y con toda seriedad por el Sr. Vicente Camberos Vizcaí-no, amigo y testigo del Beato, (Summ., documento XXXI, pp. 685-711), quien además tuvo acceso a información testimonial y docu-mental directa e inmediata. Por considerarlo de suma importancia ypara no desviar la atención del objetivo de esta biografía, hemosoptado por seguir aquí el resultado final de dicha investigación,reservando el análisis de las otras corrientes para el siguiente capítuloque tratará concretamente del martirio material). en compañíade uno de sus asistentes, Macario Hernández, ycerca de Atotonilco se detuvieron con el propósi-to de conferenciar con el jefe civil de ese lugar ydescansar un poco, ya que la cotidiana fatiga y lapésima alimentación iban minando a gran prisaaquella naturaleza que en un tiempo fue muy

recia. Era el 21 de marzo de 1928. Se hallabantranquilos en una casa abandonada con motivo delas reconcentraciones ordenadas por el Gobierno,en compañía de dos hombres de los suyos que seles habían reunido, cuando sorpresivamente sepercataron de que una avanzada militar se encon-traba ya a muy poca distancia de la finca que ellosocupaban y se dirigía hacía ellos. Sin tiempo parahacerse de sus caballos y ante la imposibilidad dealguna medida de conjunto, echaron a correr endistintas direcciones, siguiendo cada quien susuerte.

En ese momento, el primer impulso de GómezLoza fue intentar poner a salvo la documentaciónrelativa a la resistencia activa de los católicos, dela cual era portador; (Cf. Summ., Proc. H, Test. XII, p. 410,

§ 1095). especialmente la que pudiera considerarsedelatora de personas y lugares para no compro-meter más la causa.

Al ser capturado el Beato fue golpeado y comono se defendía lo lazaron del cuello amarrándoloa la cabeza de la silla y lo arrastraron con elcaballo buen tramo hasta que lo creyeron muerto,(Cf. Summ., Proc. H, Test. Test XVIII, p. 422, § 16; Proc. H, Test. IV,pp. 392393, § 1048). rematándolo luego con un balazopor la espalda, ya que quedó de bruces cuandohicieron alto después de haberlo arrastrado.

Los compañeros que estaban con el Beato,uno falleció, otro escapó con vida pero quedóloco y el último, Macario Hernández, afirma quese pudo dar cuenta de que los federales habíanido a recoger costales de maíz a una casa cercanaa la que ellos ocuparon para descansar, por esollevaban los burros para regresar con la carga.(1048 El Gobierno había declarado zona militar la región de LosAltos, quedando aprisionados todos esos pueblos dentro de un cercode soldados adiestrados en el crimen y en el hurto, con órdenesterminantes del Gral. Ferreira para recoger las escasas cosechas delos campesinos, no importándoles que fueran leales al Gobierno o delos que jugaban su carta del lado de los cristeros. Cf. Summ.,documento XXI, p. 596). Él desde su escondite sólopudo oír los balazos y que el jefe de los federalesdio la siguiente orden:

«Échense por ahí un burro muy fuerte parallevar a un cristero que matamos, pero que seabueno porque está muy panzón y de seguro queera el jefe porque traía todos estos papeles».(Summ., documento XXXI, p. 702).

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Años más tarde algunos militares a quienesconfidencialmente se les preguntó del casoconfirmaron con su declaración lo antes ex-puesto:

«Como no se defendía, pudieron pegarle hastaecharle un lazo y lo arrastraron hasta que locreyeron muerto, rematándolo luego a tiros,cosa que les pesó mucho cuando en AtotoniIcose dieron cuenta de quién se trataba, puesdecían que bien lo hubieran podido coger vivo»,(Summ., ibíd., p. 710).

De la misma manera quedó consignado en laobra "El clamor de la sangre", que por la identidadde su autor y por la mayor proximidad de suorigen con la fecha del suceso narrado, ofrecemás visos de verosimilitud y al respecto afirma:

«Fue sorprendido en El Lindero, lazado y arras-trado buen tramo a cabeza de silla y asesinado,vaciándole la carga de una pistola». (1051 Barquíny Ruiz Andrés, bajo el seudónimo Joaquín Blanco Gil, "Elclamor de la sangre", colección México Heroico, EditorialJus, México, 1967, segunda edición, 480 pp.; cf. Summ.,documento XXXI, p. 701).

Como ya se dijo, una vez consumada la muer-te, por orden del jefe de los federales, el cadáverde Miguel en ropas menores fue cargado debruces sobre un asno y así fue trasladado aAtotonilco el Alto en cuya plaza quedó expuestodurante varias horas a la expectación pública paraescarmiento de los vecinos. (Cf. Summ., Proc. H, Test. X,p. 407, § 1089; Proc. H, Test. XI, pp. 408-409, § (1093; Proc. H, Test.XII, p. 410, § 1096; Proc. H, Test. XIV, p. 412, § 1099).

Por orden de las mismas autoridades militares,el Dr. Martín del Campo se encargó de embalsa-mar los restos mortales del Beato para ser trans-portados al día siguiente, 22 de marzo de 1928, aGuadalajara haciendo así más amplia la constata-ción del descalabro sufrido por los cristeros.(Summ., Proc. H, Test. I, p. 371, § 993; ver también: Proc. F, Test. VIII,p. 262, ad 21). La constancia civil de defunción con-signa que Miguel Gómez Loza falleció a conse-cuencia de heridas de proyectil de arma de fuego,según certificado médico. (Cf. Summ., documentos perso-nales 37, p. 505).

Sepelio en Guadalajara. En la capital del Es-tado el cadáver fue depositado en el HospitalMilitar y hasta el día siguiente, mediante muchasgestiones, fueron entregados a sus familiares parasu velación y cristiana sepultura.

Parecía un golpe rotundo a la organizacióncristera, sin embargo el pueblo católico lo inter-pretó como un triunfo manifestando con valentíasu dolor y su esperanza. Miles de católicos acu-dieron a honrar al fallecido tocando con venera-ción sus restos. Los muchachos de la ACJM y losobreros tan queridos por Miguel hicieron la guar-dia, formando a la vez el cordón de vigilancia quese hizo necesario por la numerosa la afluencia.Muchas personas aproximaron a las heridas pe-queños algodones o tomaron partículas del cabe-llo y de las ropas para conservarlos como reli-quias.

«Creo que se le consideró como mártir porquesu ropa ensangrentada fue hecha pedazos porla gente para guardar recuerdos como reli-quias». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 387, § 1034).

«[...] La gente lo ha tenido como mártir, pruebade esto es que mojaban algodones en su sangrepara conservarlos como reliquia». (Summ., Proc. H,Test. V, p. 398, § 1066).

El día 24 por la tarde, recibió Miguel el últimohomenaje popular con una gran apoteosis seme-jante a la tributada al "Maistro Cleto" un añoantes. Las calles parecían ríos de gente acompa-ñando sus restos mortales y sobraron espontáneospara cargar en hombros el féretro hasta el panteónde Mezquitán.

Fue colocado en la misma cripta de su amigoAnacleto, propiedad de la familia Ocampo quegenerosamente la ofreció.

«[...] Se sepultó en el panteón de Mezquitán.Una familia de cierta prominencia social prestóel sepulcro, lo ofreció porque se sentían muyhonrados en que fuera sepultado en su propie-dad». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 388, ad 28).

El 1º de abril de 1947 los restos mortales delBeato Miguel Gómez Loza fueron trasladados alSantuario de Ntra. Señora de Guadalupe enGuadalajara y colocados en el muro norte delcrucero poniente, junto a los del Beato AnacletoGonzález Flores.

«A los cuarenta años fueron exhumados losrestos del panteón de Mezquitán. Fueronexhumados personalmente por mi esposo, Sr.José Jiménez. [...] De ahí se trasladaron altemplo parroquial del Santuario de Guadalupe,por iniciativa de la Unión de Católicos Mexica-

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nos, comité de señores de la Acción Católica.Esto se hizo con la debida autorización tantoeclesiástica como civil». (Summ., Proc. H, Test. I, p.372, § 995).

«[...] Los restos que se encontraron se deposi-taron en una caja chica (urna), fueron llevadosal Santuario de Guadalupe donde se encuen-tran. Están en la parte izquierda del presbiterio,en el muro del crucero viendo hacia el altar».(Summ., Proc. H, Test. II, p. 380, § 1015).

* * * * * * *

FUNDAMENTO DE LA FAMADE MARTIRIO DEL BEATO

MIGUEL GÓMEZ LOZAEn el año de 1926, con el cierre del culto

público, la situación socio-política-religiosa enMéxico había llegado a tal punto que el pueblocatólico ya no resistía más y comenzaron a darselos levantamientos armados contra el Gobiernoen distintos lugares, especialmente en los Estadosde Jalisco, Colima, Zacatecas, Guanajuato yMichoacán.

«El origen de la persecución fue debido a lainconformidad a la constitución de 1917. [...] Lainquina del Gobierno se concentraba en laspartes que practicaban más su religiosidad yque los católicos estaban más bien organiza-dos, como en Jalisco que se distinguió la reciapersonalidad del Arzobispo Orozco y Jiménez».(Summ., Proc. H, Test. III, p. 386, § 1030).

«[...] Cuando tomó Calles el poder quiso aplicaral pie de la letra la constitución. Aquí enGuadalajara la situación civil de 1914 a 1925 sedistinguió por el combate a los Gobiernos».(Summ., Proc. H, Test. II, p. 378, § 1012; ver también: Proc.H, Test. XVII, p. 418, ad 22).

«La ACJM Capacitó muchachos. [...] Se cerra-ron los templos, la catedral de Guadalajaraquedó convertida en hotel, un verdadero desas-tre. El templo de San Antonio fue convertido encaballeriza, quemaron reclinatorios, confesio-narios e imágenes de los santos. Los cristerosse levantaron en armas». (Summ., Proc. H, Test. IV,p. 392, § 1047).

La ACJM En Guadalajara, de la cual fue sociofundador el Beato, afrontó tal situación formandoy organizando a los jóvenes para defender losderechos de su fe por medios pacíficos y legales.Así lo afirman los testigos:

«La ACJM Fue la que dio respuesta a todo loque implementó el Gobierno para presionar alos católicos. El episcopado mexicano con elcierre del culto en los templos causó una graninconformidad en el pueblo. La iglesia enGuadalajara ni autorizó ni reprimió. Yo iba conel grupo de acejotaemeros a la casa del Sr. Arz.Francisco Orozco y Jiménez a las guardias».(Summ., Proc. H, Test. XVII, p. 418, § 1115).

«La ACJM actuó concientizando a la gentesobre la misma persecución, sobre todo en losambientes de obreros, jóvenes, campesinos,empleados, en las clases productoras y losmedios usados fueron los citados círculos deestudio sobre la doctrina social católica, sobrereligión, con cursos y semanas sociales y cam-pesinas. El episcopado a nivel nacional hacíallamados con orientaciones pastorales y en susprotestas a las exigencias del Gobierno. ElExcmo. Sr. Arz. D. Francisco Orozco y Jiménezconminaba a los jóvenes de la ACJM a la acciónen su sede de Angulo y Pedro Loza». (Summ.,Proc. H, Test. I, p. 369, § 986; ver también: Proc. H, Test. III,p. 386, § 1030).

El Beato Miguel Gómez Loza siempre actuóen primera línea trabajando con gran celo pordespertar la consciencia del pueblo y animando alos demás especialmente por su ejemplo, por locual fue perseguido constantemente.

«[...] El Beato no se conformó con ese ambien-te, al contrario, siguió trabajando en la causa dela defensa de la religión, afrontando los riesgosque esto traía consigo». (Summ., Proc. H, Test. XVII,p. 419, § 1115).

«En Guadalajara el Arzobispo Orozco y Jiménezfue muy valiente. La UP y el boicot económicofueron organizados por Anacleto González Flo-res. [...] Anacleto y sus compañeros, entre ellosMiguel, creyeron que de esta manera se llegaríaa una solución pacífica. Miguel Gómez Lozaactuó en primera línea. Era consciente del peli-gro que corría su vida, pero él no corrió, si élhubiera corrido habrían corrido todos». (Summ.,Proc. H, Test. XIX, p. 426, § 1134).

«[Defendía] a la iglesia, eso está claro. Si nohubiera sido por Miguel la gente hubiera entre-gado todo y así entregaban la vida antes quenada». (Summ., Proc. H, Test. XV, p. 414, § 1104).

En más de 50 ocasiones estuvo Miguel en lacárcel y sufrió muchas veces injusticias y veja-ciones por defender a la iglesia, pero nunca desis-tió de sus convicciones, al contrario, eso mismo

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lo impulsaba a redoblar su esfuerzo sabiendo quearriesgaba su vida en una lucha desigual.

«[...] Estuvo más de 50 veces en prisión, comohe dicho, por faltas administrativas y otras pordesobediencia a la autoridad civil. […] La reac-ción de él fue afianzarse más en sus conviccio-nes, jamás se doblegó». (Summ., Proc. H, Test. III, p.386, § 1031).

«Tomaron preso muchas veces al Beato, seportaba valiente, de ahí su actuación en laCatedral bajando la bandera comunista y sucercanía con los obreros para ayudarlos y pre-pararlos. Lo tomaron preso porque hacía propa-ganda católica. Él nunca corrió, trataban de quecambiara ofreciéndole empleo en el Gobierno,pero nunca aceptó». (Summ., Proc. H, Test. XIX, p.426, § 1135).

El Beato sabía perfectamente bien que lasarmas no eran la mejor solución del conflicto.Tanto Miguel como Anacleto siempre propusie-ron una resistencia firme pero pacífica, ejemplode esto fue el boicot económico.

«Al principio, el Sr. Orozco y Jiménez trató deconservar la autonomía de sus organizacionesreligiosas, las más numerosas de México, y sefundó la Unión Popular. Sus líderes recibieronsugerencias del Sr. Arzobispo. La Unión Popu-lar apoyó el boicot económico. Con el boicot setrataba de bloquear al Gobierno no pagandoimpuestos. La gente no gastaba más que loestrictamente necesario. [...]

En los primeros enfrentamientos en Jalisco, elArzobispo y los líderes propugnaban la resisten-cia civil y fueron rebasados por los que pedían elenfrentamiento con las armas instigados por laLiga». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 386, § 1030).

Al precipitarse los ánimos juveniles instiga-dos por la Liga hacia una opción armada, el Beatono abandonó la causa. Él era consciente de queése era el momento preciso para huir y salvar suvida, sin embargo, tanto él como Anacleto acep-taron el reto de coordinar y organizar todo aquelloque se venía encima, porque ¿cómo abandonar ala deriva a ese pueblo que ilusionado deseabadefender su fe con la propia vida, pero carecía deuna preparación adecuada y de los medios mate-riales para realizarlo?

«En México, D.F., surgió la Liga y aquí enGuadalajara la UP iniciada por Anacleto

González Flores que empezó independiente dela Liga y que por presiones obedeció a la Liga encuanto a los levantamientos, ya que eran es-pontáneos y esa obediencia se impuso dadoque por ser tantos los levantamientos no lospodían controlar. La gente así presionaba alGobierno para retirar las leyes injustas quecondicionaban a la iglesia». (Summ., Proc. H, Test. II,pp. 378-379, § 1012).

«Al inicio del movimiento cristero en Jalisco, laUnión Popular se oponía al recurso del uso delas armas, ésta era la postura del Beato

Cuando vieron que había levantamientos envarias regiones y en respuesta al llamado de laLiga Defensora de la Libertad Religiosa, enton-ces entre los jefes cristeros se eligió democrá-ticamente al Lic. Miguel Gómez Loza comogobernador civil de la región Jalisco (no lagubernativa del Estado de Jalisco), título admi-nistrativo por lo que no tomaba parte directa-mente en la lucha armada». (Summ., Proc. H, Test. I,p. 371, § 994).

A los tres meses de iniciada la carrera, el 1º deabril de 1927, la muerte de Anacleto fue paraMiguel un golpe terrible que afrontó con fe,sabiéndose continuador de la gran empresa quejuntos habían levantado. Por ese motivo la Liga leconfirió el nombramiento de gobernador provi-sional de Jalisco y cinco meses después tambiénla administración conjunta de la parte occidentaldel Estado de Guanajuato.

Gómez Loza había salido de Guadalajara eldía 5 de enero de 1927 y estuvo viviendo envarios campamentos. Las funciones que ejercíaeran semejantes a las de procurador o comisariocastrense, cuidando la pureza del ideal y seña-lando los errores y las anomalías que detectaba.Sus actitudes siempre fueron claras y rectas,como autoridad civil no le correspondía usar lasarmas.

«Por las circunstancias que había en México encuestión religiosa, circunstancias sabidas por lahistoria, el Beato por defender los derechos dela iglesia trabajó y luchó con denuedo, pero noen el frente de batalla, él no tomó las armas paraluchar en el frente, él coordinaba la defensa dela fe como gobernador civil del Estado de Jalis-co». (Summ., Proc. H, Test. XX, p. 429, § 1146).

«[...] Miguel Gómez Loza era como inspector,no andaba en las armas y nunca lo anduvo».(Summ., Proc. H, Test. XI, p. 409, § 1093).

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«[...] Su carácter era sosegado como para darconsejos. Venían a conversar con él jefes mili-tares de los cristeros». (Summ., Proc. H, Test. VI, p.400, § 1071).

Palmitos, Jalisco, fue el último lugar fijo de suresidencia, ahí tenía una decidida y franca ayudade los vecinos que eran de arraigada fe católica,además de que la topografía del terreno le favore-cía para el servicio que prestaba a la causa. Sinembargo, en marzo de 1928 por algún asunto desuma urgencia Miguel decidió viajar a Guadalajaray salió de Palmitos acompañado de uno de susasistentes llamado Macario Hernández. (1076 Así lotestifica en su obra el Sr. Camberos Vizcaíno, quien tuvo como fuentedirecta al Sr. Rafael Martínez Camarena, estrecho colaborador ysecretario de Gómez Loza, quien revisó y aprobó lo ahí mencionado,contra otra versión que señala al mismo Martínez Camarena comoacompañante del Beato en ese viaje).

«[...] Ellos iban a viajar a Guadalajara con pape-les muy importantes». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 371,§ 991). «[...] Miguel Gómez Loza venía aGuadalajara a arreglar ciertas diferencias con laLiga». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 387, § 1033).

«Un día fui con el Lic. Miguel y me dijo: "Voy aretirarme, voy con rumbo a Guadalajara a firmarunos papeles con unos compañeros. Te digoesto para que las cartas que vengan para mí melas guardes"». (Summ., Proc. H, Test. VI, pp. 399-400, §1069).

El día 21, a su paso por un lugar cercano aAtotonilco, (1080 Aunque todos los lugares señalados por lasdiversas fuentes son próximos a Atotonilco, una indica: "un ranchocercano a Cerro Gordo", otra designa: "La Tinaja, cerca de Capillade Milpillas", la tercera menciona: "el rancho de Coronillas", lacuarta: "La Raya, cercano a San Francisco de Asís", que indiscu-tiblemente es la más probable, y la quinta: "El Lindero" a orillas deAtotonilco). se detuvieron para descansar un poco,dar reposo a sus cabalgaduras y conferenciarcon el jefe civil de ese lugar, quien se les reunióacompañado de otro colega. (1081 Con referencia a laspersonas que se encontraban en ese momento con el Beato, laprimera fuente menciona: "un grupo en cuya compañía se hallabael Lic. Gómez Loza"; la segunda: "Gómez Loza y algunos acom-pañantes"; la tercera únicamente cita: "Miguel y su asistente, quiense quedó esperando cerca del lugar de la emboscada", coincidiendocon la quinta sólo en cuanto a las personas; mientras que la cuartamenciona, además de Gómez Loza, a "Macario Hernández y otrosdos vecinos de San Francisco de Asís que eran los jefes civiles".Ésta última es la más probable). Se encontraban tranqui-los en una casa abandonada con motivo de lasreconcentraciones ordenadas por el Gobierno,(1082 En cuanto al carácter de la estancia, cuatro de las fuentescoinciden en que los protagonistas estaban en una casa abandona-da. Sólo la tercera supone la casa de un hacendado y una emboscadaurdida con todo cálculo mediante una invitación a comer. Ésta

última es la menos verosímil). cuando de formasorpresiva (1083 En lo que atañe a la forma del acontecimien-to, se identifican cuatro de las versiones al asegurar que fuesorpresiva. Sólo la tercera hace suponer la premeditación de uncomplot que según todas las probabilidades investigadas no llegóa existir, sin embargo, algunos de los testigos en el procesodiocesano la mencionan en su declaración. Cf. Summ., Proc. H,Test. V, p. 396, § 1059; Proc. H, Test. VII, p. 403, § 1080; Proc. H,Test. XII, p. 410, § 1095). se percataron de que avanza-ba hacia ellos a muy poca distancia un escua-drón federal de caballería. (1084 Según puede deducirsepor las mismas informaciones, se trata de un regimiento o escua-drón de soldados montados que debió contar como mínimo conveinte hombres. Por unanimidad los testigos afirman que lo matóel Gobierno). Sin pensarlo dos veces emprendieronla fuga corriendo cada uno en distintas direc-ciones.

Por el testimonio de Macario Hernández, pre-sentado por el Sr. Camberos Vizcaíno, se sabeque los federales llevaban burros porque iban arecoger los costales de maíz que se encontrabanen una casa vecina a la que ocupaban el Beato ysus acompañantes y como todo estaba abandona-do les fue fácil detectar el movimiento de perso-nas y cabalgaduras y rápido sitiaron el lugar.Además, se cree que en ese momento Miguel seentretuvo un poco por querer salvar la documen-tación que portaba referente a la causa, ya quecuando lo capturaron traía su bolsa de cuero conlos documentos:

«[Macario Hernández] Fue a ocultarse en unascasitas que estaban solas, porque se aproxima-ban los federales y se ocultó en una yerba quele llaman plúmbago, pero como fuera esa lacasa de donde tomaron el maíz, don Macariopudo observar desde su escondite cómo des-pués de que llegaron con algunos burros para lacarga, llegó el jefe de los federales y dijo pocomás o menos esto: "Échense por ahí un burromuy fuerte para llevar a un cristero que mata-mos, pero que sea bueno porque está muypanzón y de seguro que era jefe, porque traíatodos estos papeles", al mismo tiempo quemostraba una bolsa de cuero que don Macarioreconoció como la que Miguel usaba». (Summ.,documento XXXI, p. 702).

Son varios los testigos que mencionan en sudeclaración esa bolsa que usaba Gómez Lozapara sus documentos:

«[...] Cargaba una bolsa con papeles que lequitaron cuando lo mataron, ahí traía todo el

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negocio. Era jefe civil, encargado del Gobiernode los cristeros. Era el jefe grande, él no erarevolucionario, era jefe civil». (Summ., Proc. H, Test.XII, p. 410, § 1095).

Y más adelante continúa diciendo el Sr.Camberos Vizcaíno lo siguiente:

«De los otros dos compañeros que estaban conMiguel, no pude tener noticias, porque unomurió y el otro que escapó con vida quedó loco;de suerte que no me fue posible tener otrainformación». (Summ., documento XXXI, p. 702).

Por otro lado, todas las informaciones conver-gen, explícita o implícitamente en que el cadáverdel Beato presentaba por la espalda un orificio deentrada de proyectil, dato corroborado por eltestimonio de la Sra. Guadalupe Sánchez, esposade Miguel, además de excoriaciones en la cara yprolongada equimosis longitudinal al derredordel cuello, como si hubiera sido estrangulado.

El Beato pudo morir mientras huyendo pre-sentaba la espalda a sus perseguidores, (1088 Alcarecer de testigos de visu, esta hipótesis fue la que más se propagódado que el balazo tuvo entrada por la espalda del Beato y son varioslos testigos de auditu que la mencionan en su declaración. «El hechode haber corrido no quiere decir que traicionó su fe. ¡Jamás renegó!»Cf. Summ., Proc. H, Test. XIV, p. 413, § 1102; Proc. H, Test. XVII,p. 419, § 1117; Proc. H, Test. XX, p. 430, § 1147; Proc. H, Test. I, pp.370-371, § 991; Proc. H, Test. IX, p. 406, § 1086). pero nadaimpide que el impacto del balazo se haya verifi-cado después de haber sido aprehendido y arras-trado atado del cuello a la cabeza de la silla de uncaballo y después recibir el balazo por la espalda,habiendo quedado de bruces cuando hicieron altodespués de haberlo arrastrado, como lo asientaAndrés Barquín y Ruiz en "El clamor de lasangre" al declarar lo siguiente:

«Fue sorprendido en "El Lindero", lazado yarrastrado buen tramo a cabeza de silla y ase-sinado, vaciándole la carga de una pistola».(Summ., documento XXXI, p. 701 [Cf. Barquín y RuizAndrés, bajo el seudónimo Joaquín Blanco Gil, "El clamor dela sangre", colección México Heroico, Editorial Jus, México,1967, segunda edición, 480 pp. 1).

También algunos testigos declaran sobre estepunto lo siguiente:

«[...] Mi tío Estanislao Lara, hermano de mimadre, era soldado raso y lo iban a ascender ungrado militar. Él fue buscando al gobernador delos cristeros Miguel Gómez Loza, casualmentelo divisó cuando lo emboscaban y mi tío se

escondió en un cerro cercano. Salieron losfederales y lazaron al Beato y amarraron la sogaa la cabeza de la silla y lo arrastraron subiendoy bajando el cerro. Mi tío dijo que no habíarecibido ningún balazo. Esto sucedió porAtotonilco el Alto, Jalisco». (Summ., Proc. H, Test.XVIII, p. 422, § 1126).

«[...] Lo lazaron y lo arrastraron por todo unpotrero, amarrado del caballo; lo llevaron atender en una casa del Gobierno, sobre unatabla». (Summ., Proc. H, Test. IV, p. 393, § 1048).

«[...] El día que lo mataron yo estaba al pie delcerro, por la mesa. Vi que se fueron para allá,traían burros, vi cuando mataron a NichoVázquez. Al rato vi cuando sacaron a MiguelGómez Loza que físicamente era de buen tama-ño, blanco, de cara delgada. Platicaba igual quenosotros, un poco gachupín. Platicábamos de larevolución. Vi cuando traían el cuerpo ya muer-to, atravesado en un burro. Lo mataron en ElLindero. Nosotros peleábamos para que nomataran a los sacerdotes». (Summ., Proc. H, Test. XI,p. 409, § 1093).

En vista al conocimiento moral y espiritual delactuar cotidiano del Beato durante toda su vida,no creemos necesaria una concienzuda prepara-ción en psicología para deducir y presentar concerteza evidente cual sería su última actitud anteel peligro de muerte. Miguel fue un hombre deuna sola pieza que supo conservar toda la vidaalto su ideal y por conseguirlo no hubo peligroque lo arredrase, ni amenaza que pudiera cohibirsu coherencia de vida católica y sabía lo quearriesgaba. Los testigos lo describen de la si-guiente manera:

«De joven y de adulto nunca se detuvo ante lasvicisitudes, inspirado en la fe en Dios paraconseguir el triunfo de los valores cristianos. [...]Toda su actividad estaba en conseguir esalibertad, poniendo por delante la esperanza enDios. Su riesgo lo corría, porque veía que habíaotros bienes superiores». (Summ., Proc. H, Test. II, p.380, § 1017).

«Tenía una fe acendrada y confiada, exponien-do y dando su vida por Cristo en todo momento,en circunstancias buenas, difíciles y malas.Frecuentaba los sacramentos y hacía oracióndiariamente. [...] Vivió un amor exagerado porDios, en grado supremo. Siempre dispuesto arealizar la voluntad de Dios, por el amor quesiempre le profesó a través de los sacramen-tos». (Summ., Proc. H, Test. XIX, p. 427, § 1137).

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Además, podemos afirmar con toda la fuerzade la lógica y la persuasión que Miguel no muriópeleando, como lo llega a tomar por probable lacuarta versión. El impacto o impactos recibidospor la espalda descartan toda posibilidad de lu-cha, pues de haberse verificado, los proyectileshubieran horadado el cuerpo por el frente.

Existe además otra hipótesis que nace de infor-mes orales y parte del momento en que el cadáverde Miguel fue cargado de bruces sobre el asnosolicitado por el jefe de los federales, asienta quehabiendo sido identificado por los documentosque portaba en la bolsa de cuero como goberna-dor de los cristeros, fue echado de nuevo al sueloy arrastrado hasta Atotonilco, atado del cuello a lacabeza de la silla. Como lo declaran algunostestigos:

«[...] Lo arrastraron a cabeza de silla, en esaforma hasta Atotonilco, Jalisco, hasta la plazapública». (Summ., Proc. H, Test. II p. 379, § 1014).

Otros testigos, sin embargo, aseguran que lollevaron a Atotonilco ya muerto, atravesado en unburro:

«[...] Gómez Loza físicamente era grande, gor-do, alto, de buen carácter. Le decíamos "Pedro"como sobrenombre. Supe que lo mataron abalazos en El Lindero. Nosotros estábamosreconcentrados en Atotonilco. Me paré en lapuerta, vi pasar la tropa del Gobierno y llevabana un señor atravesado en un burro, sin pantalo-nes. "Es Pedro y lo llevan muerto", le dije a mipapá y él se puso muy pálido. "Vaya a verlo, lovan a dejar en la presidencia", pero mi papá medijo: "Al Gobierno no me acerco, trabajo en losdos lados".

Yo fui y vi el cadáver de Gómez Loza en el pisotirado, estaba morado pues lo traían con lacabeza colgando. No me fijé si tenía heridasporque había tumulto de gente, ya que éramosmuchos los que fuimos a verlo. Al poco ratollegó mi papá. Estábamos de luto». (Summ., Proc.H, Test. X, p. 407, § 1089)

Providencialmente, el Sr. Rafael MartínezCamarena aclarando este punto presentó en octu-bre de 1952 al Sr. Camberos Vizcaíno para suobra que estaba a punto de editar, valiosos testi-monios recabados por él mismo en los siguientestérminos:

«...Encontré testimonios en Arandas, en el sen-tido de que a Miguel lo llevaron a Atotonilcoatravesado en un burro y en ropas menoresúnicamente. Este testimonio lo dan: RafaelMagaña, Manuel Gómez y Cecilio Camarenaque dicen haberlo visto: uno de la esquina del"Hotel de la Marina" y los otros en el jardín oplaza principal. Mucho temo que esta noticia letrastorne un poco su escrito y más que todoporque veo que usted se inclina a consignar quelo llevaron arrastrando desde donde se dieroncuenta de que se trataba de Miguel, pero CecilioCamarena es uno de los testigos que primero loidentificaron a petición de los mismos federales,pues no se dieron cuenta de quién era sinohasta que en Atotonilco lo identificaron los quelo conocían, y como seguramente su obra sal-drá a la publicidad cuando todavía existan algu-nos testigos, no quiero que encuentren ningunafalsedad, pues en mi concepto desvirtuaría todala narración. Por otra parte me encontré en ésta(México, D.F). con el doctor Luis Márquez queestá escribiendo algo y ha tomado personal-mente informes con algunos militares y mepermití preguntarle sobre lo que tanto nos inte-resa de nuestro amigo (Gómez Loza) y mecontestó lo siguiente: "Como no se defendía,pudieron pegarle hasta echarle un lazo y loarrastraron hasta que lo creyeron muerto, re-matándolo luego a tiros, cosa que les pesómucho cuando en Atotonilco se dieron cuentade quién se trataba, pues decían que bien lohubieran podido coger vivo"». (Summ., documentoXXXI, p. 710).

Estos testimonios encajan perfectamente biencon el estilo personal y el temperamento delBeato y, al redondear la información, presentancon certeza evidente la realidad histórica de sumartirio. Además ante estas declaraciones, cual-quier otra hipótesis resulta carente de significadoy su valor es meramente circunstancial, no esen-cial: si fue en un rancho o en otro, si estabaacompañado de dos o de tres colegas, si se encon-traba descansando en una casa abandonada o fuedeliberadamente invitado a comer para tenderleuna trampa, si sucedió de manera sorpresiva o setrató de una traición. Lo cierto es que cuando elGobierno lo mató, Miguel traía su bolsa de cuerocon la documentación, esto demuestra que en elmomento del peligro pensó primero en salvar losdocumentos que podían comprometer a la causaque defendía y no en su propia vida.

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Sus restos mortales fueron embalsamados enAtotonilco por orden de las mismas autoridadesmilitares.

«En el curato de Atotonilco estaba acuarteladoel Gobierno. Desde la banca del cuadro de laplaza mirábamos por la puerta que era ancha.Gómez Loza estaba tendido en una mesa. Leaventaban baldes de agua para lavar el cuerpo.Le entregaron las vísceras a Feliciano Lozapara que las enterrara. Estaba un poco retiradopero eso fue lo que vi. Había mucho Gobiernoen la puerta, en la calle y adentro del curato».(Summ., Proc. H, Test. IX, p. 406, § 1087).

«[...] El cuerpo de Gómez Loza fue sacado porSabino Serrano en un burro al pueblo deAtotonilco el Alto, Jalisco, lo dejaron en el cuar-tel, en la esquina de la iglesia. Ese cuartel eraparte de la iglesia, al lado oriente del jardín. Sedijo que lo iban a llevar a México, no supimos alfin». (Summ., Proc. H, Test. XII, p. 410, § 1095).

«[...] El Dr. Ocampo [Martín del Campo] loembalsamó por mandato del Gobierno, hacien-do un trabajo muy especial con él, haciéndolode una forma muy respetuosa y con veneración.Le entregaron su overol a mi mamá». (Summ.,Proc. H, Test. II, p. 380, § 1014).

El 22 de marzo fue trasladado el cadáver aGuadalajara y al día siguiente, mediante muchasgestiones, fue entregado a sus familiares. Unamuchedumbre ingente asistió a rendirle el últimotributo. El 24 de marzo de 1928 se celebró elsepelio en el panteón de Mezquitán en medio deuna inmensa multitud que asistió a pesar de losriesgos y las amenazas del Gobierno. (Cf. Summ.,Proc. H, Test. I, p. 374, § 1003; Proc. H, Test. II, p. 383, § 1025; Proc.H, Test. III, p. 388, ad 28).

Cuarenta años después, sus restos mortalesfueron trasladados al templo parroquial del San-tuario de Guadalupe y colocados a la izquierdadel presbiterio, en el muro del crucero viendohacia el altar, donde se encuentran actualmente.(Cf. Summ., Proc. H, Test. I, p. 372, § 995; Proc. H, Test. II, p. 380, §1015).

Aquí sólo nos resta puntualizar que, con elobjeto de una mayor claridad en cuanto a labúsqueda de la verdad histórica, hemos queridocitar en su lugar correspondiente todas las hipóte-sis circunstanciales que existen, ya que es desuma importancia al finalizar este capítulo elhecho de no dejar dudas bajo el perfil cronológico

ni en lo referente a la comprobación del asesinatodel Lic. Miguel Gómez Loza.

3. MARTIRIO FORMAL DEL SIERVO DE DIOS3. MARTIRIO FORMAL DEL SIERVO DE DIOS3. MARTIRIO FORMAL DEL SIERVO DE DIOS3. MARTIRIO FORMAL DEL SIERVO DE DIOS3. MARTIRIO FORMAL DEL SIERVO DE DIOSMIGUEL GÓMEZ LOZA.MIGUEL GÓMEZ LOZA.MIGUEL GÓMEZ LOZA.MIGUEL GÓMEZ LOZA.MIGUEL GÓMEZ LOZA.

Como se ha venido viendo en los capítulosanteriores, por la historia consta claramente elodio con que se persiguió a la iglesia católica enMéxico durante las primeras décadas del sigloXX y la reacción del pueblo que, como últimorecurso, se levantó en armas para defender su fe.Aquí nos concretaremos a presentar los testimo-nios que manifiestan los motivos que tenía elGobierno para perseguir a muerte a Gómez Lozay la disposición cotidiana del Beato para acoger elmartirio.a) Odio a la fe por parte del perseguidor.

El Gobierno intentaba por todos los mediosimponer un ambiente general de tendencia clara-mente liberal y anticlerical, atropellando los de-rechos del pueblo que en su gran mayoría eracatólico. Por la religiosidad de su gente, el Estadode Jalisco fue uno de los que más luchó pordefender su fe.

«[...] Moralmente se vivía un estado de libertina-je. Ése era el ambiente de la nación. En Jaliscose agudizó este orden de cosas por la religiosi-dad acendrada. La perspectiva era diferente ala generalidad de la nación por la gran morali-dad que se vivía en Guadalajara y las regionescircundantes, trascendiendo una basta región.Tanta parte tomaba mi papá en la defensa de laiglesia católica que fue encarcelado 59 veces».(Summ., Proc. H, Test. I, p. 369, § 985).

«Gómez Loza defendía la libertad de culto. Lesdecíamos "tíos" a los sacerdotes. La gente sereunía y los sacerdotes les iban a celebrar misa.El solo hecho de celebrar misa era motivo paramatar a los sacerdotes». (Summ., Proc. H, Test. X, p.408, § 1090).

La coherencia de vida cristiana de MiguelGómez Loza no tiene discusión ni duda, sudinamismo por luchar en favor de la verdad yde la vida lo llevaron a un compromiso radicalen la promoción de los valores de la doctrinasocial de la iglesia católica, especialmenteentre los obreros y la juventud, sufriendo poreste motivo persecución constante por partedel Gobierno.

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«[...] Sus actividades causaban molestia al Go-bierno. Constantemente cateaban su casa yrevolvían papeles. Todas estas acciones lo afian-zaban en sus principios y lo hacían tenaz, per-sistente y convencido». (Summ., Proc. H, Test. III, p.387, § 1032).

En efecto, muchas veces Miguel fue hechoprisionero por defender los derechos de la igle-sia y siempre lo vivió con paz y hasta conalegría. Nunca pretendió huir y al salir de laprisión continuaba su apostolado sin intimidarsepor las agresiones o los peligros y jamás renegóde su fe.

«[...] Fue hecho prisionero 59 veces por defen-der a la iglesia, lo llevaban a la cárcel deEscobedo. Para intimidarlo una vez lo llevarona Atotonilco para simular su ejecución, le quita-ron el calzado para fusilarlo y le formaron cua-dro; esto sucedió cuando vivía en Arandas,Jalisco.

Tan no se intimidó que continuó en la causa.Siempre que fue tomado preso su reacción fuepositiva. Dado que era un buen licenciado conhabilidad profesional era vigilado». (Summ., Proc.H, Test. Y, p. 396, § 1058).

«[...] Fue un hombre tranquilo que no sedesesperaba. Volvía sonriente de las cárce-les. Tengo la impresión de que no pensómucho en lo material. En ninguna circunstan-cia abdicó de sus ideas». (Summ., Proc. H, Test. III,p. 388, § 1035).

«A cada rato estuvo preso, muchas veces. [...]La orden de aprehensión era girada por elEstado, pero también las hubo de la federación.Era un revoltijo horrible. Él tenía una serenidadtremenda. Sabía que lo que hacía, lo hacía porDios y cuando salía libre lo seguía haciendo conmayor fuerza. La causa de sus prisiones fue porhacer propaganda a favor de la religión». (Summ.,Proc. H, Test. XVII, p. 419, § 1116).

«En una ocasión izaron en la Catedral deGuadalajara la bandera rojinegra y Miguel labajó, motivo por el cual fue hecho prisionero enla cárcel de Escobedo, quinciado lo dejabanlibre y lo volvían a meter a la cárcel de Escobedo».(Summ., Proc. H, Test. IV, p. 392, ad 24).

El Gobierno intentó comprar al Beato ofre-ciéndole empleos y cargos para ganarlo a sufavor, pero él siempre los rechazó. Esto contribu-yó en gran parte a obstaculizar la obtención de sutítulo profesional de abogado.

«[...] El Lic. Zuno le llegó a proponer puestospolíticos con lo que trataba de tenerlo ajeno aacciones públicas. Lo querían corromper paraque no asesorara a obreros y campesinos».(Summ., Proc. H, Test. I, p. 370, § 989).

«[...] El gobernador a él y a Anacleto les negófirmar el título. El gobernador Zuno tenía piquecon ellos por considerarlos líderes católicos ylos veía como enemigos del Gobierno». (Summ.,Proc. H, Test. III, p. 384, ad 12; ver también: Proc. H, Test. I,p. 373, § 998).

«Lo tomaron preso porque hacía propagandacatólica. Él nunca corrió, trataban de que cam-biara ofreciéndole empleo en el Gobierno, peronunca aceptó». (Summ., Proc. H, Test. XIX, p. 426, §1135).

«Se recibió de abogado sin obtener la firma desu título porque José Guadalupe Zuno, gober-nador del Estado de Jalisco, no quiso firmar eltítulo por la negativa que el Beato le dio algobernador para ocupar un puesto que le ofre-cía». (Summ., Proc. H, Test. II, p. 376, § 1007; ver también:Proc. H, Test. I, p. 366, ad 12).

«[...] Hizo promesa de no aceptar cargo en elGobierno porque en la rutina del Gobierno losinducen a cambios de idea». (Summ., Proc. H, Test.III, p. 388, § 1035).

«No aspiró a tener riquezas. Rechazó los pues-tos públicos que le ofrecían para doblegar susconvicciones». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 374, § 1000;ver también: Proc. H, Test. II, p. 379, § 1013).

Cuando Miguel se fue a vivir a Arandas, en1922, fue muy bien acogido por el pueblo, no asípor el Gobierno que lo miraba como a un enemigoporque promovía la doctrina social cristiana.

En la primera oportunidad, lo tomaron preso ylo desterraron del municipio bajo amenaza demuerte, sin que mediara ninguna orden judicial.

«[...] En Arandas, Jalisco, recuerdo que prác-ticamente fue secuestrado en Cerro Gordodesterrándolo del pueblo, ya no volvió y cam-bió su residencia a Guadalajara». (Summ., Proc.H, Test. III, p. 386, § 1031; ver también: Proc. H, Test. I, p.367, § 980).

En cuanto al boicot económico, los testigosdeclaran en qué consistió, cómo se organizó, conqué fin y cuál fue la participación de Beato:

«[...] Como una presión en contra del Gobiernopara que quitara las leyes antirreligiosas y nocristianas se organizó el boicot económico queconsistió en abstenerse de comprar cosas que

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no fueran estrictamente necesarias». (Summ.,Prac. H, Test. II, p. 379, § 1012).

«[...] Como ya se habían agotado todos losmedios legales para exigir la defensa religiosa,se hizo el boicot como medio económico paralograr mediante ese bloqueo la defensa de laiglesia católica». (Summ., Prac. H, Test. I, p. 370, § 987).

«[...] El boicot lo hicieron para que el Gobiernoaccediera a cambiar la situación persecutoria.Ni el boicot ni las súplicas sirvieron. Nosotros,gente de aquí y de otros ranchos, en papelesgrandes firmábamos pidiendo respeto a la igle-sia». (Summ., Prac. H, Test. VI, p. 401, § 1076).

«La Unión Popular fue fundada y organizadapor el Maestro Cleto y Miguel Gómez Loza.Tenían jefes de manzana y de cuadra, cuatropersonas en cada una y luego en sectores.Fue una organización muy buena. El boicoteconómico consistió en comprar sólo lo indis-pensable, nada de lujos, ni cine, ni nada, estotrajo como consecuencia la quiebra de nego-cios y cines. También se dejó de pagar im-puestos. Ésta fue la forma de protesta a lasexigencias del Gobierno del registro y controldel número de sacerdotes que autorizaba aejercer el culto». (Summ., Prac. H, Test. XVII, pp.418-419, § 1115).

«[...] Defendió la religión ayudando a los sacer-dotes, promoviendo y moviendo a los compañe-ros a defenderla. Cuando el boicot recabó fir-mas y siempre implementando medios pacífi-cos, pero despertando la conciencia. ¡Muchaoración! No le arredraba la muerte, sabía que seexponía». (Summ., Prac. H, Test. II, p. 380, § 1016).

El cierre del culto público fue la chispa queencendió el ánimo del pueblo y dio inicio a loslevantamientos armados. Para el Gobierno,Gómez Loza siempre fue un gran líder católicoque en ese tiempo además desempeñaba el cargode gobernador provisional de Jalisco, por lo quecapturarlo era un objetivo medular.

«Gómez Loza era una gran persona, bajo labandera de católico defendía la religión y porese motivo Calles quería acabar con él. Eraconsciente del peligro que corría su vida, por-que defendía a la iglesia [y] cuando un hombrese levanta a defender una causa, pone su vidade por medio». (Summ., Proc. H, Test. VII, p. 404, §1083).

«[...] El Gral. Calles decía que cuando matarana un cabezota grande él daba dinero». (Summ.,Proc. H, Test. IX, p. 406, § 1087).

. «[...] Se dijo luego entre los compañeroscristeros que murió por Palmitos, por allí lomataron, pero no estoy seguro. No lo traiciona-ron. Lo mató el Gobierno». (Summ., Proc. H, Test.XV, p. 414, § 1104; ver también: Proc. H, Test. XIII, p. 411,§ 1098).

«[...] Lo ejecutaron fuerzas del Gobierno. Losmataron porque eran cristeros y cuando lo reco-nocieron, identificándolo por los documentosque llevaba se ensañaron con él». (Summ., Proc. H,Test. II, p. 380, § 1014).

«[...] Lo ejecutó el Gobierno. No sé cómo murió,lo trajeron muerto lleno de sangre, así llegó alHospital Militar de Guadalajara. Lo mataron porser jefe de los cristeros. No supe de sus senti-mientos al morir. Desde el principio fue conside-rado como mártir». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 396, §1059).

Cuando el cadáver del Beato fue reconocidoen Atotonilco, el Gobierno ordenó embalsamarlocon el propósito de exhibirlo y que fuera unescarmiento para los cristeros.

Así lo declaran los testigos:«[...] El cuerpo fue embalsamado en Atotonilcopor orden del Gobierno para pasear su cuerpopor todo el país para que sirviera de escarmien-to a los cristeros». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 371, §993).

«[...] Después de la muerte del Lic. GómezLoza, casi toda Guadalajara fue a verlo. Loexpusieron para escarmiento de todos en elHospital Militar y ahí acudió muchísima gente.Hacíamos filas de dos en dos, cada quien pasa-ba por un lado de su caja, estaba todo moreteadode los golpes que le dieron, las gentes lo toca-ban, ponían sus cristos en sus ropas, era unadevoción impresionante el ver aquel cuerpo quehabía muerto por defender a su Cristo». (Summ.,Proc. F, Test. VIII, p. 262, ad 21).

Sobre este argumento los testigos por unani-midad declararon con toda seguridad que el Lic.Miguel Gómez Loza fue muy perseguido y asesi-nado por odio a la fe.

b) Disposición de ánimo de la víctima.Gómez Loza era plenamente consciente del

peligro que representaba defender los valorescristianos y luchar por la justicia de un puebloultrajado en sus legítimos derechos por sus pro-pios gobernantes.

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«[...] El Beato sí sabía del peligro que corría suvida. Todo el que hace una cosa contra elGobierno sabe a lo que se atiene». (Summ., Proc.H, Test. XVIII, p. 422, 1125).

«Mi papá sabía que iba a perder la vida porandar de cristero y supongo que estaba dis-puesto, dada su intención y deseo de seguirtrabajando por Cristo y la causa de la religiónhasta la muerte». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 371, § 992;ver también: Proc. H, Test. XIX, p. 426, § 1134).

«Los cristeros se escondieron en las barrancas.Anacleto daba órdenes en Guadalajara y dabaaviso a Miguel. Miguel participaba conscientede que estaba en peligro su vida». (Summ., Proc. H,Test. V, p. 396, § 1058).

«[…] El Beato era consciente del peligro quecorría su vida pero "el valor no consiste en notener miedo, sino en dominarlo", eran palabrasde él». (Summ., Proc. H, Test. H, p. 379, § 1012).

«Ejerció la fortaleza en un grado superlativo.Aunque no haya manifestado expresamente eldeseo del martirio, sin embargo sabía a lo quese arriesgaba. Yo juzgo que era equilibrado».(Summ., Proc. H, Test. XVIII, p. 423, § 1129).

Miguel luchó por la dignidad de las personas ydefendió la fe arriesgando su propia vida. Unagran cualidad del Beato es que nunca se desanimóni perdió la esperanza en el triunfo de la iglesia,tenía una fe a toda prueba.

Veamos algunos testimonios:«[...] Se dedicó más bien a obras sociales fun-dando sindicatos católicos con los obreros. Conlos campesinos trabajó en las semanas socia-les, con los estudiantes organizó entre elloscírculos de estudio y en la organización deACJM militó con todos los demás jóvenes».(Summ., Proc. H, Test. I, p. 366, § 979).

«[...] Toda su actividad estaba en conseguir esalibertad, poniendo por delante la esperanza enDios. Su riesgo lo corría, porque veía que habíaotros bienes superiores. Tan tenía esperanzaque luchaba por las cosas de la fe en tiemposdifíciles, ¡de persecución! Se entregaba a lalucha a pesar de las contrariedades, ponía suconfianza en Dios. No supe que hubiera habidoalgo contra la virtud de la esperanza». (Summ.,Proc. H, Test. II, pp. 380-381, § 1017).

«Era muy valiente, se enfrentaba a lo que fueray con quien fuera en un impulso inmediato."Llévense las ánforas y yo detengo a la gente"fue lo que dijo e hizo en una situación electoralen que se enfrentó, junto con sus compañeros,

a los contrarios que pretendían alterar los votos,hecho que le valió recibir una fuerte golpiza,como cuando cambió en la escuela parroquial elretrato de Juárez por el de la Virgen deGuadalupe, en Paredones, Jalisco». (Summ., Proc.H, Test. I, p. 368, § 982).

«Tenía una fe ciega en el Sagrado Corazón y laejerció heroicamente. [...] Él no pensaba másque en Dios y en él tenía puesta su esperanzaque manifestó en su conducta». (Summ., Proc. H,Test. XVII, pp. 419-420, § 1119).

Todas las veces que estuvo en prisión aprove-chó el tiempo para hacer apostolado, catequizabaa los presos, les enseñaba a rezar y les hablaba delamor de Dios ganándolos para la causa.

«Durante el tiempo que estuvo preso hizo laborde apostolado, haciendo a los presos amigos deDios, rezaban el rosario, cantaban alabanzas».(Summ., Proc. H, Test. II, p. 379, § 1013; ver también: Proc.H, Test. III, p. 387, § 1032; Proc. H, Test. I, p. 370, § 990).

«[...] Sufrió con paciencia las penalidades, mos-traba buen humor cuando estuvo en la cárcel,estaba pronto a actuar, estaba dispuesto aderramar su sangre por Cristo. De joven en sucasa dijo: "¡Qué hermoso seria morir por elSeñor, envuelto en la bandera nacional!"».(Summ., Proc. H, Test. V, p. 397, § 1063).

El Beato soportó con gran fortaleza las perse-cuciones y siempre conservó la alegría y la firme-za de ánimo, su ideal nunca se empañó. Lostestigos aseguran que en varias ocasiones expre-só su deseo de dar la vida por la libertad de laiglesia católica en México.

«[...] Su ideal era defender a la iglesia hasta darla vida». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 367, § 981).

«[...] Soportó la persecución, conservó siempreel buen ánimo y estaba dispuesto a luchar hastadar su vida en defensa de la causa de la iglesia.Estaba dispuesto a morir por Cristo Rey. Muyseguido invocaba a Cristo Rey». (Summ., Proc. H,Test. VI, p. 401, § 1075).

«En cuanto a la fortaleza. Practicó esta virtudya que de lo contrario no hubiera podido aguan-tar todas las penalidades a las que lo sujeta-ron: molestias pequeñas pero de manera siste-mática y él no las rehuyó. Aguantó hasta morir.Aguantó todas las penalidades que le infirie-ron. Yo nunca le vi flaquear sino más biensoportar todo con ánimo dando testimonio alos que convivían con él. Actuó voluntariamen-te, nadie lo obligaba». (Summ Proe. H, Test. III, p.389, § 1038).

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«Tuvo la fortaleza física y espiritual para sopor-tar cuantas injusticias le fueron cometidas. Tuvofortaleza en las persecuciones que soportó. Sufortaleza estaba fundada en la confianza enDios, ya que siempre se abandonó en susmanos. Su fortaleza abarcó todos los aspectosde su vida, su recurso era ser sostenido por sufe en Dios. [...] Con respecto a las persecucio-nes, las soportó con alegría y entereza. [...]Manifestó deseo de martirio, quería brindar suvida por la -causa. No mostró desaliento enestas circunstancias». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 373,§ 999).

Por las declaraciones de algunos testigos po-demos descubrir el motivo que impulsaba a GómezLoza a perseverar firme en la lucha, no obstanteel gran sacrificio que representaba renunciar a lacomodidad de su casa, la cercanía de su familia,al prestigio de su profesión de abogado, etc.

«[...] En los momentos críticos manifestaba sufe anteponiendo siempre los intereses de lareligión y de la iglesia católica a sus interesesparticulares. "Siempre estuvo dispuesto a dar lavida por Cristo y su iglesia que defendió hasta elfinal». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 372, § 996).

«[...] Era jefe civil de un movimiento. Él hablabaque teníamos que defender a la iglesia. ¿Enqué iban a quedar nuestros hijos? ¿Quién ibaa confesar a los que morían de viejos o deenfermedad? ¡Se necesitaban los sacerdotes!¿Quién iba a cuidar de la educación cristianade los jóvenes y quién iba a casarlos? Escribíacuando tenía que contestar una carta. No lefaltaba gente que venía a visitarlo o a hablarcon él. [...] Las pláticas eran: ¡consejos decatolicismo! Les encomendaba: "¡infórmensedonde hay algún chiquillo sin bautizar para queel padre lo bautice"». (Summ., Proc. H, Test. VI, p.400, § 1070).

«El correo platicó que Miguel había reprendidoa los cristeros: "Acuérdense que nosotros nadamás estamos por Dios y no por buscar otrascosas". Después de esto lo mataron». (Summ.,Proc. H, Test. V, p. 396, § 1059)

«Deseo que sea declarado santo, quería defen-der la causa de la religión. Quería que tuviéra-mos libertad de fe». (Summ., Proc. H, Test. X, p. 408, §1092; ver también: Proc. H, Test. IX, p. 406, § 1088).

Otra cualidad del Beato es que nunca guardórencor a nadie, a pesar de todo lo que pasó y tuvoque sufrir injustamente, siempre vivió reconcilia-do, sabía perdonar de corazón y era muy humilde.

Repetía mucho estas palabras: "Perdónalos, Se-ñor" y nunca utilizó las armas ni participó enbatallas bélicas.

«En cuanto al miedo, no conocía la palabra. Unafrase que repetía mucho era: "Perdónalos, Se-ñor". Él deseaba morir por Dios. Entonces todomundo deseábamos hacerlo. Él decía y lo oímuchas veces: "Deseo morir por esta causa".Siempre fue optimista y entusiasta, nunca se levio derrotado. Lo tomábamos como ejemplo. Mipapá me decía: "Éste sí es ejemplo"». (Summ.,Proc. H, Test. XVII, p. 420, § 1120).

«[...] Era humilde en su trato con los demás,respondiendo prontamente. Nunca tuvo nadade que avergonzarse, no buscó relevancia enhonores y era sencillo en su trato». (Summ., Proc.H, Test. I, p. 374, § 1000).

«Era humilde, le gustaba pasar desapercibido.Visitaba a obreros pobres. Ayudaba a su espo-sa en el trabajo de la casa, barría la calle. No eraprepotente, era muy natural en su vida». (Summ.,Proc. H, Test. XIX, p. 428, § 1141).

«[...] El Beato por defender los derechos de laiglesia trabajó y luchó con denuedo, pero no enel frente de batalla, él no tomó las armas paraluchar en el frente, él coordinaba la defensa dela fe como gobernador civil del Estado de Jalis-co». (Summ., Proc. H, Test. XX, p. 429, § 1146; ver también:Proc. H, Test. VI, p. 121, § 1072).

En vista al desarrollo de los acontecimientoscitados y a la manera como el Beato afrontó cadamomento, se puede afirmar que toda su vida fueuna búsqueda constante de la voluntad de Dios,un sí continuado y sostenido día a día por lafirmeza de su fe y la consecuencia lógica es quesu último sí haya sido como fueron los cotidianos.La gracia del martirio no se improvisa.

Es de señalarse que los únicos testigos ocula-res del momento preciso de la muerte del Beatofueron los mismos soldados que lo mataron y deellos se obtuvo años más tarde el siguiente testi-monio confidencial:

«"Como no se defendía, pudieron pegarle hastaecharle un lazo y lo arrastraron hasta que locreyeron muerto, rematándolo luego a tiros..."».(Summ., documento XXXI, p. 710).

Esta declaración nos parece la más digna decrédito, contra cualquier otra hipótesis, porquecorresponde a la personalidad del Beato, ésa fueprecisamente la forma como él actuó durante su

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vida en las ocasiones de riesgo y de peligro,basten recordar las 59 aprehensiones, las innume-rables amenazas, el destierro, las humillaciones ylos golpes sufridos tantas veces sin defenderse ycon una serenidad admirable, ya que nada ninadie pudo doblegar su esperanza en el triunfo dela iglesia, esto por mencionar algo, pero en reali-dad toda su vida fue así Él solía repetir: "Deseomorir por esta causa" y "Perdónalos, Señor".

Miguel Gómez Loza fue un hombre completoque fundamentó en su fe y en su amor a Dios elmotivo de su existir y sólo desde ese punto sepuede comprender su trayectoria humana y espi-ritual y valorar en su justa dimensión la calidad desu martirio, pues "Como no se defendía, pudieronpegarle hasta echarle un lazo...", acción que im-plica la entrega espontánea y total de la víctima enmanos de sus perseguidores, mientras intentabaponer a salvo la documentación que pudiera com-prometer a la causa por la cual padecía persecu-ción.

Por último citaremos una declaración que ilus-tra gráficamente el sentir general de la gente antela muerte del Beato:

«Todos lo consideraron mártir, aun los solda-dos. Es muy difícil juzgar con los criterios actua-les lo que sucedió. Tan fue considerado mártirque la gente llevó rosarios y pedían recuerdosde sus pertenencias como reliquias». (Summ.,Proc. H, Test. XVII, p. 419, § 1118).

Como conclusión a este capítulo emerge unarealidad simple y concreta que no deja lugar azonas oscuras: la vida del Lic. Miguel GómezLoza fue sacrificada por odio a la religión, por nohaber renunciado a su propia fe y por defender ladignidad y los derechos del pueblo católico.

4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO MIGUEL GÓMEZ4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO MIGUEL GÓMEZ4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO MIGUEL GÓMEZ4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO MIGUEL GÓMEZ4. FAMA DE MARTIRIO DEL BEATO MIGUEL GÓMEZLOZA.LOZA.LOZA.LOZA.LOZA.

Es sumamente positiva la opinión general quese tenía del Beato en vida, los testigos afirmanque era muy virtuoso y lo señalaban como unhombre de Dios y modelo a seguir.

«La opinión que durante en vida se tenía de éles de fama de virtud, de hombre de bien, dehombre de Dios. [...] Era solicitado para darconsejos. Lo encontraban como un modelo aseguir. En el pueblo que vivían, las señoras les

decían a sus hijos: "Fíjate en Miguelito y sécomo él"». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 374, § 1002).

«Practicó las virtudes cristianas en grado heroi-co. Era equilibrado. Siempre estaba de buenhumor, con alegría. Era un hombre extraordina-rio, se distinguió por su fe. Los muchachos de laACJM lo procuraban y le hacían muchas pre-guntas. Él los recibía muy bien, nunca trató mala nadie, fue un hombre de Dios». (Summ., Proc. H,Test. XIX, p. 428, § 1142; ver también: Proc. H, Test. XVIII,p. 423, ad 41; Proc. H, Test. IV, p. 393, ad 41).

Además afirman que Miguel sobresalía por sufe, su fortaleza y su alegría y siempre se distin-guió por su amor a Dios y su celo por difundir ladoctrina social de la iglesia.

«Fue equilibrado, presto y alegre en el amor aDios. Su preocupación era buscar el bien co-mún, el bien de la iglesia, alegre y de buenánimo. Todo lo practicó de esta manera y conconstancia, toda su vida fue perseverante yfirme. Estaba convencido de sus ideales». (Summ.,Proc. H, Test. III, p. 398, § 1065; ver también: Proc. H, Test.XVII, p. 420, § 1122).

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«Sí practicó todas las virtudes cristianas. Eraconstante y alegre. De buen ánimo, era muyespecial, se distinguía entre los demás. [...] Lagente decía de él que era muy valiente, pordefender las cosas de Dios no se detenía ennada y nadie lo detenía». (Summ., Proc. H, Test. II, p.383, § 1024).

«[…] Se distinguió en su fe, en su amor a Dios.Su amor al prójimo en grado heroico, lo mismoque en su fortaleza ante las penalidades ypersecuciones. Su alegría en medio de lasdificultades. Era equilibrado en sus actos, ecuá-nime. Se distinguió por su fortaleza y confianzaen la Providencia, su amor a la iglesia y alprójimo». (Summ., Proc. H, Test. I, p. 374, § 1001).

Su muerte fue considerada como un triunfopara la causa y no obstante las restricciones ylas amenazas del Gobierno el pueblo se volcóen masa a rendir el póstumo homenaje a sulíder.

«Lo trajeron a Guadalajara al Hospital Militar,allí lo reconocieron, le avisaron a mi abuelita, lorecogieron y lo trasladaron a la casa, Liceo No.514. Hubo mucha gente en la casa. [...] Sí fuemucha la concurrencia de fieles en las callesaledañas, ¡Había mucha gente! Fue sepultadoen el panteón de Mezquitán, asistiendo muchí-sima gente, Guadalajara se volcó en el entie-rro!». (Summ., Proc. H, Test. II, p. 380, § 1015).

«Desde que su cadáver fue expuesto y durantedos días, pasaron multitudes y mojaban algodo-nes de la sangre que brotaba. En su entierro yal sepelio asistieron unas cinco mil personasacompañándolo a pesar de la situación de per-secución que estaba en apogeo». (Summ., Proc. H,Test. I, p. 374, § 1003).

«Hubo mucha concurrencia de fieles al sepelio.Se sepultó en. El panteón de Mezquitán. Unafamilia de cierta prominencia social prestó elsepulcro, lo ofreció porque se sentían muyhonrados en que fuera sepultado en su propie-dad». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 388, ad 28).

Desde el primer momento el pueblo reconociócomo martirial la muerte del Beato y de manerainmediata y espontánea lo comenzaron a llamarcon el calificativo de mártir.

«Todos los que lo conocieron les llamaban"mártir" y se encomendaban a él. He visto genteque se arrodilla en el lugar en donde estándepositados sus restos y esto desde que murió.El Sr. Arzobispo Orozco y Jiménez lo conside-raba como mártir. En una visita que le hicimos

cuando yo era niña, me dijo sentándome en suspiernas: "Tu padre fue mártir"». (Summ., Proc. H,Test. I, p. 374, § 1003).

«El pueblo siempre consideró que había [sido]muerto por el Gobierno. Siempre consideró quehabía dado su vida por Cristo, ya que estuvosiempre dispuesto a morir por Cristo y dar suvida por la causa. [...] Para mí fue un granhombre. Para mí fue mártir». (Summ., Proc. H, Test.XVII, p. 421, § 11 23).

«Murió mártir porque murió por sus conviccio-nes y de una manera violenta. yo juzgo quemurió dando testimonio de la fe católica y de"Sus convicciones». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 387,§ 1033).

«Tuvo que haberle gustado andar en lo queandaba y no se podía esperar otra cosa encuanto al desenlace de su vida. Tuvo que haberestado unido a Cristo día y noche. Todo mundopiensa que fue mártir y lo es, yo nunca lo hepuesto en duda». (Summ., Proc. H, Test. XVIII, p. 423,§ 1127).

«[...] Solamente puedo decir que defendió su fe,defendió los derechos de la iglesia y, por elsentir general, murió por amor a Cristo su Reyy a santa Mana de Guadalupe su amada ma-dre». (Summ., Proc. H, Test. XX, p. 430, § 1148. 1)

Son muchos los testigos que declaran que lagente tocaba al cadáver del Beato rosarios, moja-ban algodones en su sangre y recortaban pedazosde su ropa para conservarlos como reliquias. Asílo declaran los testigos:

«[...] A su entierro fue mucha gente. Cuando seestuvo velando, la gente estuvo recortandopedazos de su ropa, sobre todo los que teníansangre, conservándolas como reliquias. Hubomucha concurrencia de fieles». (Summ., Proc. H,Test. III, p. 390, § 1042).

«Al saberse la noticia de su muerte acudió lagente a casa de mi hermana. A todo mundo lepudo. La gente lo tuvo como mártir. Hubomuchas personas que mostraron su afecto ycariño y rezaban por él, fue mucha la concu-rrencia. Mojaban algodones en la sangre quemanaba de su cuerpo. Yo lo vi, querían unrecuerdo, pedazos de su ropa, del traje demezclilla. [...] Sé de algunos que se enco-miendan a su intercesión». (Summ., Proc. H, Test.V, p. 398, § 1066).

«De Atotonilco fue trasladado a Guadalajara.Después de cuatro días de haber sido embalsa-mado todavía le brotaba sangre fresa de las

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heridas que fue recogida por los que lo velaronen la casa, conservando esos algodones im-pregnados con sangre como reliquia». (Summ.,Proc. H, Test. I, p. 371, § 993).

«[...] Por lo que yo sé, el pueblo lo consideró unmártir de la fe, de hecho recogieron reliquias delBeato». (Summ., Proc. H, Test. XX, p. 430, § 1147).

«[...] La gente sí pedía objetos como reliquias ytocaban sus rosarios a la caja mortuoria». (Summ.,Proc. H, Test. II, p. 383, § 1025).

Esta fama se ha mantenido viva y en la actua-lidad mucha gente visita el Santuario donde seencuentra su tumba para pedir la intercesión delBeato en las diferentes necesidades que padece.Además son varios los testigos que aseguranhaber obtenido la gracia que solicitaron, animan-do más la difusión de su fama.

«[...] Hay personas que constantemente visitanel lugar donde están sus restos en el temploparroquial del Santuario de Guadalupe. Sé deun abogado conocido que dice: "Algunas perso-nas que son abogados asisten a su sepulcropidiendo ayuda para los casos más complica-dos". Esto él me lo platicó». (Summ., Proc. H, Test. I,p. 375, § 1003).

«[...] Su fama de martirio se va incrementando.Algunos visitan su sepulcro.

En el aniversario de su muerte participa muchoel pueblo». (Summ., Proc. H, Test. XIX, p. 428, § 1143).

«[...] En 1952, año en que nació mi primera hija,Rosario Jiménez Gómez Loza, le diagnostica-ron hidrocefalia poco después de nacida. Yo leencomendé mi problema, ya que se trataba dela salud de mi hija y la acerqué al lugar dondeestaban los restos del Beato y le pedí con todaconfianza su ayuda e intercesión. Recibí esefavor que había pedido ya que en la mismasemana mi hija se alivió totalmente» (Summ., Proc.H, Test. I, p. 375, § 1004).

«[...] Yo creo que Miguel Gómez Loza fuemártir, no, traicionó su fe. Era un hombrecorrecto, nunca le oí una mala palabra. Megustaría que la iglesia lo canonizara. Yo lerezo para [pedir por] todos». (Summ., Proc. H,Test. XII, p. 410, § 1097).

En su honor se han organizado varias cele-braciones, como homenajes literarios, dondese ha puesto de relieve la obra social querealizó el Lic. Miguel Gómez Loza. La AcciónCatólica ha conservado viva esta memoria

celebrando cada año con gran entusiasmo suaniversario con la participación de muchísi-mas personas.

«[...] Ha habido manifestaciones de veneración,aunque no veneración de culto público. Home-najes literarios donde se realza su obra socialpor la cual el pueblo le tiene una grata memoria.Desde [que éramos] niñas, la gente nos decía yahora nos sigue diciendo que mi papá fue unmártir». (Summ., Prac. H, Test. II, p. 383, § 1025).

«En cuanto al aumento de la fama de martirio.Antes era más generalizado el conocimiento, esnatural que los contemporáneos hayan sentidomás la fama de martirio que ahora. En la AcciónCatólica se ha conservado esta fama, la tienentan en cuenta que hasta están promoviendo sucanonización». (Summ., Proc. H, Test. III, p. 390, §1042).

«[...] Cuando se murió, la gente decía que erasanto. La reacción del pueblo cuando murió eradecir que era bueno. Yo he estado en algunascelebraciones tenidas en el templo parroquialdel Santuario de Guadalupe en Guadalajara,había mucha participación de pueblo». (Summ.,Proc. H, Test. IV, p. 393, § 1051).

«{...] Lo tenían por santo: había dejado sufamilia para defender los derechos de la gente;esto mismo se decía por la forma en que lomataron. Decían que era un santo. Consideroque esta fama de martirio no ha ido en aumento.Que hemos ido olvidando estos grandes testi-monios de fidelidad a Cristo y a su iglesia. Hesabido que hay quienes se han encomendado asu intercesión». (Summ., Proc. H, Test. XVIII, pp. 423-424, § 1130).

Sólo nos resta evidenciar que esta fama deninguna manera ha quedado circunscrita sólo a laregión en donde tuvo lugar el asesinato, ya queson muchos los libros editados y las publicacio-nes que lo comentan, (Cf. Summ., pp. 843-847 y 810-817).

trascendiendo la fama de martirio más allá de lasfronteras de México.

Los testigos llamados a declarar ante el Tribu-nal por unanimidad expresaron de diversas for-mas su vivo deseo de ver pronto en los altares alBeato Miguel Gómez Loza. (Cf. Summ., Proc. H, Test. V,p. 394, § 1052; Proc. H, Test. VI, p. 401, § 1075; Proc. H; Test. VII,p. 404, § 1083; Proc. H, Test. X, p. 408, § 1092; Proc. H, Test. XI, p.409, § 1094; Proc. H, Test. XII, p. 410, § 1097; Proc. H, Test. XV, p.414, § 1104; Proc. H, Test. XVI, p. 415, § 1108; Proc. H, Test. XVII,p. 417, § 1111; Proc. H, Test. XVIII, p. 421, *. 1124; Proc. H, Test.XIX, p. 424, § 1131).

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3. BEATO LEONARDOPÉREZ LARIOS, Laico

La santidad es un don. Por el bautismo essembrada gratuitamente como una pequeña se-milla en cada bautizado, con la esperanza de quehabrá de dar fruto a su tiempo. Entonces la santi-dad también es una voca-ción, un llamado de Dios,de ninguna manera una ca-sualidad. En este orden decosas, el ambiente familiary eclesial es ordinariamen-te el terreno fértil que favo-rece el éxito de la semillasembrada.

El martirio (el rostro mássublime, más heroico, más“gratuito” y más conmove-dor de la santidad) tampocoes un caso fortuito o acci-dental, sino el coronamien-to que Dios concede a todauna vida de ofrenda libre yconsciente al Señor.

Teniendo presente cuan-to hemos dicho, acerqué-monos a la vida de un laicomártir de Cristo Rey, elBeato Leonardo PérezLarios. Al lado de sus compañeros en el martirio,los padres Andrés Solá y Trinidad Rangel, la vidade Leonardo Pérez ciertamente “brilla con luzpropia y personal” , como ha dicho uno de losbiógrafos de los mártires de San Joaquín. No setrata de una luz espectacular, sino modesta, sen-cilla, pero real y constante, fervorosa e intensa; yes en lo ordinario de su resplandor y en la constan-cia de su brillo, donde radica el atractivo quegenera ante quien da un vistazo a su personalidad,

y es entonces también que se escucha como uneco de aquellas palabras de Jesús a sus discípulos:“Ustedes son la luz del mundo” (Mt 5, 14).

La familia Pérez LariosLa familia Pérez LariosLa familia Pérez LariosLa familia Pérez LariosLa familia Pérez Larios

El año de 1867, el 30 de abril, la iglesiaparroquial de Lagos de Moreno, adornada para

matrimonio, fue el recin-to donde unieron sus vi-das con la bendición deDios dos jóvenes: IsaacPérez, de 27 años, y Te-cla Larios, de 17. Él lle-gó acompañado de suspadres: Leonardo Pérezy Wenceslao Romo; elladel brazo de su madreFilomena López, pues supapá, Vicente Larios, yahabía muerto. La cere-monia fue presidida porel padre DonacianoLarios.

Los Pérez Larios pro-crearon once hijos, cua-tro de los cuales murie-ron chicos; los nombresde los once son los si-guientes: María Virginia(nacida el 24 de julio de

1868 y bautizada el 27 del mismo); Enrique(nacido el 19 de enero y bautizado el 2 de febrerode 1870); María del Refugio (21 de septiembre de1871, bautizada el día 27); Antonio (del 24 dejulio de 1873 y bautizado cuatro días después);Francisco Javier (3 de diciembre de 1875, hechohijo de Dios el 9 del mismo); Agustín (28 defebrero de 1878, bautismo el 2 de marzo); Manuel(nacido el 19 y bautizado el 26 de noviembre de1880); nuestro beato Leonardo (nacido el 28 de

Mártiresde San Joaquín:

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noviembre y bautizado el 9 de diciembre de 1883,sus padrinos fueron Toribio Azuela y Protasia G.de Azuela); el futuro hermano Alfonso (nacido el13 de diciembre de 1886, bautizado el 25 dediciembre del mismo año); Rafaela, y MaríaGuadalupe (27 de diciembre de 1889, 28 de enerode 1890).

En aquella familia se forjaron auténticos cris-tianos, prueba de ello es que uno, Leonardo, fuemartirizado después de una vida ejemplar; otro,Alfonso, ingresó como hermano coadjutor conlos Misionero del Espíritu Santo y murió en olorde santidad; su causa de canonización, va muyavanzada.

Los Pérez Larios eran de clase media, teníanalgunas propiedades y les permitía cierta holgura,al menos en relación a la enorme masa de pobresen los tiempos del porfiriato; sin embargo, laeconomía familiar se fue deteriorando; cuandomurieron padre y madre de familia, los hermanosvivían ya del trabajo de Leonardo, al punto quedebieron sufrir grandes penurias cuan éste fuemartirizado.

De Lagos, los Pérez Larios se trasladaron atrabajar un rancho de su propiedad conocidocomo El Saucillo, ubicado entre Lagos y Encar-nación de Díaz, a 10 km. de ésta última ciudad. Eneste lugar continuaron los niños su formaciónacadémica y cristiana, y recibieron Leonardo y suhermano Alfonso el sacramento de la confirma-ción el 22 de abril de 1891, durante una visitapastoral del Fray Buenaventura Portillo, obispode Zacatecas.

Leonardo y sus hermanos participaban condevoción y constancia en la santa misa, se acerca-ban a la confesión y rezaban el rosario en casa.Desde su adolescencia y juventud Leonardo des-tacó por su piedad, como lo atestiguó su hermanaGuadalupe: “En el rancho teníamos oratorio yrecuerdo que en sus 19 años su gusto era celebrarlas fiestas principalmente la de la Purísima Con-cepción y el mes de María”. La familia habíaadquirido una imagen de la Inmaculada Concep-ción por petición de Leonardo, quien gustaba deguiar el rosario y animarlo con cantos que apren-dió en Encarnación.

La vida en León GuanajuatoLa vida en León GuanajuatoLa vida en León GuanajuatoLa vida en León GuanajuatoLa vida en León Guanajuato

Poco después la familia regresó a Lagos deMoreno. Ya desde 1904 Manuel vivía y trabajabaen León, Gto., próspera ciudad en los inicios delsiglo XX; cuando falleció don Isaac en 1907, conél se fue el resto de la familia, al menos los quehabían llegado a edad adulta (María del Refugio,Francisco Javier, Agustín, Leonardo, Alfonso yGuadalupe), teniendo presente que María delRefugio se casó, pero luego de enviudar sin habertenido hijos, regresó al seno familiar; FranciscoJavier, el único que dejó descendencia, formó suvida aparte.

Se ubicaron en una calle céntrica llamadaIndio Triste (hoy Donato Guerra); a los ojos de losvecinos la familia parecía acomodada, con unacasa amplia, casi señorial. Los hermanos Manuel,Leonardo y Alfonso trabajaban en los almacenesde ropa La Primavera, donde se ganaron la con-fianza de sus patrones. Leonardo pensó inclusoen independizarse y estableció su propia tienda,pero no pudo prosperar y lo readmitieron en LaPrimavera, lo cual prueba la estima que le teníansus patrones, coso que él correspondió velando ensus enfermedades y hasta su muerte a don JuanSilbert, uno de sus patrones.

Pero no sólo se preocuparon por el aspectoeconómico; potenciaron con especial fervor suespiritualidad y nunca descuidaron la práctica delas virtudes cristianas; “era una familia excepcio-nal por su piedad y buenas costumbres [...] Eranmuy modestos y ejemplares, dedicados a su tra-bajo, a su familia y a la piedad. Una familiachapada a la antigua”.

Leonardo era un joven muy responsable ensu trabajado, hombre muy limpio en su tratocon las mujeres, nunca tomaba vino ni fumaba,se le veía siempre sonriente y amable contodos; era sencillo como un niño, nunca habla-ba mal de nadie, para él todo era bueno. Veíacon naturalidad las cuestiones del matrimonio,y pensó primeramente en casarse, pero lospapás de su novia se opusieron terminantemen-te; él, reconociendo en esto un signo del Cielo,pensó en la vida religiosa, en concreto ingresarcon los Misioneros del Espíritu Santo; pero

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luego, recapacitando, creyó más oportuno ani-mar a su hermano Alfonso, y él dedicarse alsustento de sus hermanas.

La piedad de Leonardo no conocía altibajos.Se apoyaba en retiros, horas santas y diversasprácticas; sobre todo se ayudó con una asociaciónpiadosa, la Congregación de María Inmaculada,fundada por Roberto Ornelas y Francisco ZúñigaVargas en 1904 con motivo del cincuenta aniver-sario del dogma de la Inmaculada Concepción; enella se hacía un voto privado y temporal decastidad, una hora semanal de adoración al San-tísimo, se rezaban vísperas, se cultivaban lasvocaciones y se solemnizaban las festividadesreligiosas, sus miembros tomaban disciplina encomún los viernes y salían juntos de paseo losdomingos para conversar de temas formativos ymerendaban en común; además, se hacía adora-ción nocturna cada dos o tres meses, y los díassantos se vivían como retiro en común.

Leonardo era amigo cercano de dos buenossacerdotes de la diócesis de León, el padre Oláezy el padre Miguel Enríquez, párroco de la Santí-sima, quien testificó de él que “en cuatro o cincoaños anteriores a su muerte se había dedicadoenteramente a las devociones de mi templo, sien-do el alma de muchas cosas, pues yo me descar-gaba en él”. Además, ayudaba a seminaristas yvarias congregaciones religiosas: Capuchinas,Siervas del Sagrado Corazón y de los pobres y alas Mínimas.

De él testificó su hermano Alfonso PérezLarios: era “franco, sin malicia en cosa alguna[...] Nada de imprudencias, murmuraciones; eracumplido en todo, sin quejarse de las dificultadesde la vida”. Y esto dijo María Ezquerra: “era unseñor angelical, sin enojarse nunca por más que loreprendiera su amo, por sus descuidos en el cajónde ropa ‘La Primavera’, siempre con la sonrisa enlos labios. Su amo, Don Adolfo Fabre, descreído,dijo: ‘Si hay cielo, Leonardo lo tiene’”. Y así seexpresó el señor J. Lozano: “Al señor LeonardoPérez lo conocí como por tres o cuatro años, porrazón de comercio, y durante 3 ó 4 meses antes desu aprehensión porque iba diariamente a mi casaa visitar al Santísimo”.

La persecución religiosaLa persecución religiosaLa persecución religiosaLa persecución religiosaLa persecución religiosa

Podríamos decir que en Leonardo no aparecen“actos heroicos en el ejercicio de las virtudes”;realizaba bien su trabajo de encargado de la ventaal público, del control de las prendas que seentregaban a las costureras para la confección ydel adorno de los escaparates; una personalidadagradable y limpia; un espíritu piadoso; un cuida-do generoso de sus hermanos. Y se puede abundardiciendo que manifestaba su fe en la adoraciónnocturna al Santísimo Sacramento y en su suavedevoción a la Virgen María; que ejercitó la espe-ranza en sus muchas y prolongadas oraciones;que practicó la caridad con Dios en sus devocio-nes sinceras y continuas, y con el prójimo en loespiritual, cooperando con los sacerdotes en lasobras del apostolado.

Pero lo que más impacta de la vida de LeonardoPérez es su fidelidad en los momentos de perse-cución, cuando confesarse católico era un delito;justo entonces, el amor que profesaba a la Euca-ristía y a la Virgen María aparecen en él como unanecesidad, como una urgencia.

Los canónigos Manuel y J. Trinidad Albatenían una hermana en León, Josefa, y con ellauna sobrina, Jovita; vivían en la Avenida 20 deenero, número 7. Allí se escondía el padre AndrésSolá desde febrero de 1926, cuando Elías Callesdecretó la expulsión de todos los sacerdotes ex-tranjeros; el padre Solá era religioso claretiano denacionalidad española. Allí tenía el padre suoratorio y en él organizaba una hora santa, conexposición letanías a los santos y rosario; tam-bién iba a los ranchos antes de la suspensión deculto; celebraba la santa misa dos veces porsemana, y el resto en otros sitios; desde allírepartía las comuniones, allí bautizaba y casaba.Leonardo era de los que diariamente acudían aloratorio; “donde sabía que estuviera, eran tiem-pos de persecución, él procuraba visitar al Santí-simo”.

La situación del oratorio sobre la 20 deEnero se agravó con la suspensión de culto, el31 de julio de 1926. Así describía el padre Soláel cierre de cultos, en carta enviada a España alP. Rivera:

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El día último de julio pasado comenzó a regirel decreto de referencia [la suspensión de cultopúblico], y hubiera visto la semana última unamultitud de gentes de toda clase y condiciónacercarse a recibir los auxilios de nuestra Madrela Iglesia... Hubo muchísimas conversiones; cam-bio de la moda, bastante inmodesta...; luto entodas las casas, como si hubiera muertos; lascalles desiertas, el comercio paralizado...; pere-grinaciones de niños, de rodillas, a los templos dela ciudad...; llorando a gritos: sobre todo el díaúltimo en que se dio la bendición al pueblo fiel,como despedida de Jesús a Méjico, fue una cosaque no puede contarse, sino que es para vista.

En esas penosas circunstancias para la Iglesiacatólica, algunos comenzaron a organizar el le-vantamiento cristero. El 3 de enero de 1927 fueuna fecha que marcó profundamente a los católi-cos de León; ese día fueron ejecutados los que elpueblo llamó espontáneamente “mártires deLeón”: Ezequiel Gómez, José Valencia, Salva-dor Vargas y Nicolás Navarro, jóvenes de laACJM. Leonardo, que era un pacifista convenci-do, aunque admiraba los soldados del ejércitolibertador, expresó que envidiaba a esos mártires,que hubiera querido ser uno de ellos.

El MARTIRIO DEL BEATO LEONARDO PEREZ LARIOS.El MARTIRIO DEL BEATO LEONARDO PEREZ LARIOS.El MARTIRIO DEL BEATO LEONARDO PEREZ LARIOS.El MARTIRIO DEL BEATO LEONARDO PEREZ LARIOS.El MARTIRIO DEL BEATO LEONARDO PEREZ LARIOS.

Un principio clásico para probar la existenciadel martirio es el siguiente: martyrem non facitpoena, sed causa, es decir, que no se es mártir porla calidad o cantidad de sufrimientos, sino por lacausa de los mismos; por lo que es necesarioprobar que la muerte fue infligida por el tirano inodium fidei, esto es, que el autor intelectual omaterial de la muerte se haya dejado llevar por suodio o rechazo de la fe o de las costumbresnacidas de la fe. Finalmente, es necesario que elmártir haya aceptado el martirio, lo que implicaperdonar a su verdugo.

En el caso de los mártires de San Joaquín, lasdiferentes investigaciones han permitido com-probar el odio de los enemigos hacia la fe católicay hacia los beatos por su condición sacerdotal(real en el caso de los padres Andrés Solá yTrinidad Rangel, supuesta por los militares en elcaso de Leonardo Pérez). La aceptación del mar-

tirio por parte de los tres –humilde, llena de fe yesperanza–, aparece claramente en el relato.

El 7 de febrero de 1927 había llegado a la casade las señoritas Alba un sacerdote santo, muyhumilde y en extremo callado: el padre TrinidadRangel. Convivía y compartía los trabajos con elpadre Solá hasta que el Vicario General lo envióa San Francisco del Rincón para atender duranteuna semana santa el lugar; después de esta fecha,permaneció algunos días en la misma poblaciónhasta que fue denunciado, e identificado por suactitud humilde; él no lo negó, y fue detenido el 22de abril junto con el licenciado Diódoro G.Valdivia, Julio Orozco Muñoz y José QuesadaVélez, quienes posteriormente fueron traslada-dos a León.

Dos días más tarde, el 24 de abril, cuando elpadre Andrés Solá fue informado de lo ocurrido,organizó una hora santa de 10:15 a 11:15 de lamañana por la liberación del compañero sacerdo-te. Leonardo continuó en adoración ante el San-tísimo por una hora más. Por su parte, dos seño-ras, Encarnación Esquivel y Refugio Martín, leconsultaron al padre Solá si veía conveniente quefueran a la Comandancia militar a interceder porla liberación del padre Rangel, y habiéndolesdicho que sí, ellas salieron a encontrarse con elgeneral Daniel Sánchez; éste las maltrató y lasdespidió con amenazas, autorizando únicamenteque le llevaran al preso lo necesario para comer ydormir.

Como el general mandó seguirlas, y ellas fue-ron a la casa de las Alba, a las doce del díallegaron unos 10 soldados, que detuvieron a losque se encontraban en el lugar y a todos los queiban llegando, unos 50 en total, entre los cuales seencontraban los tres jóvenes que luego presencia-ron la muerte de los mártires: José SantiagoRomo Placencia (originario del El Tecuán, La-gos), Leodegario Marín y Salvador OñateRodríguez. Además, la casa fue incautado y lasautoridades requerían rescate.

María Encarnación Esquivel, una de las seño-ras cuya imprudencia condujo a la detención delos mártires, dijo: “Lo primero que hicieron fuellevarnos al oratorio, y todavía estaba allí el señor

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Leonardo. Luego le dijeron que era cura que ibaa celebrar la misa. Lo esculcaron y le sacaron nomás que su rosario, y luego nos sentaron en la salaa los tres y empezaron a recorrer todo”. Al llegarlo tomaron del brazo, él abrió los ojos, y comovestía de negro y estaba en recogimiento, creye-ron que era sacerdote. Luego llegaron con elpadre Solá, que tenía un baúl preparado por si loexpulsaban del país, “le volcaron el baúl, le revol-vieron los papeles y entre ellos le hallaron unafotografía dando una primera comunión. Ya nimodo de ocultar que era sacerdote”.

Los soldados siguieron revisando; sacaron or-namentos, vasos sagrados, sacras, manteles, li-bros, dinero de los sacramentos; el padre Solá,intuyendo lo que vendría, dijo: “Que avisen a micasa... ¡Y el Santísimo...!”. Un día había escrito alpadre Collell: “No recuerdo si le diría alguna veza V.R. en el colegio que tenía gran deseo de sermártir. ¡Quién sabe si ahora el Señor me concede-rá esta gracia! Si así fuera, que acepte mi sangrepor el triunfo de la Iglesia Católica en Méjico”.Había llegado el momento.

Fueron llevado a prisión en coche, al Semina-rio leonés convertido en cárcel. Allí el generalSánchez se los dijo: “Los voy a fusilar por mo-chos, por fanáticos, para poner un escarmiento”.Con este objetivo en mente, acusó vía telegráficaa los tres futuros mártires ante el general Amaro,Ministro de Guerra, de ser los responsables deldescarrilamiento del tren del general Amarillasen el kilómetro 492 dela vía ferroviaria Méxi-co-Ciudad Juárez, ocu-rrido la noche anterior.Le informaba de tres“cabecillas” y tres “cu-riosos”. El generalAmaro, por su parte,respondió con otro te-legrama ordenando elfusilamiento de “lostres frailes” en el lugarde los hechos, y de es-carmentar y liberar alos curiosos. Quedaba

claro, serían victimados por odio a la fe.

Mientras Manuel Pérez, el hermano deLeonardo, en vano intentaba liberarlo aclarándo-le al general que no era sacerdote, algunas muje-res llevaron algo de comer a los presos (el padreRangel tenía dos días sin tomar alimento). Mien-tras comían llegó el general Daniel Sánchez;“¿Usted gusta?” le dijo el padre Solá; “No le pidonada, los aborrezco, codiciosos; no es usted dignode darle de comer a mi perro”, le respondió elmilitar.

Luego de un juicio tan informal como injusto,entre ocho y nueve de la noche los padres Solá yRangel y el señor Leonardo Pérez, junto conSantiago Romo, Leodegario Marín y SalvadorOñate, fueron llevados a la estación de ferrocarrilde León en un camión de la basura. De ahípartieron en un tren, rumbo a Lagos, custodiadospor cinco soldados, y acompañados por unos 50más que habían llegado de fuera. En el trayectofueron tratados correctamente; los presos tuvie-ron oportunidad de platicar entre ellos, de rezarcada uno, y se confesaron todos.

El tren se detuvo en Lagos de Moreno pocoantes de la media noche, y reanudó su marchahacia las cuatro de la mañana con rumbo a Encar-nación de Díaz, donde se hallaba el general Ama-rillas. En el camino, según José Santiago Romo:“Leonardo me dijo, cuando íbamos a llegar a laestación de Santa María: ‘Si nos sueltan aquí,¿vamos a visitar a Nuestra Señora de San Juan?’

a lo que yo respondíque sí. Después al lle-gar a Encarnación mehizo la misma invita-ción para visitar al Se-ñor de la Misericor-dia”. El padre Solá lepidió a LeodegarioMarín que, si lo libera-ban, trabajara en Leóncon el cónsul para suliberación.

A Encarnación deDíaz llegaron alrede-dor de las seis de la

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mañana. Aunque los presos nosabían qué destino les esperaba,convinieron en gritar “¡VivaCristo Rey!” en caso de que losfueran a matar. Ya en la esta-ción de “La Chona”, los trasla-daron al tren del general JoséAmarillas, sentados en un va-gón de carga, tres de un lado –los mártires– y tres del otro,frente a frente y con dos ame-tralladoras de por medio, era suúltimo viaje antes de empren-der el definitivo hacia el cielo.Iban en dirección a Lagos.

El tren, que aparentementelos regresaba en dirección aLagos, se detuvo entre las esta-ciones de Los Salas y Mira, enel kilómetro 491, en el lugar donde había ocurridoel descarrilamiento. Apenas paró el tren, descen-dieron del mismo un oficial y diez soldados.

Bajaron primero a los dos sacerdotes y luego aLeonardo Pérez, quien preguntó al mayor quemandaba la escolta: “¿A mí también?”, se le con-testó afirmativamente; “Yo no soy sacerdote” dijoLeonardo mientras temblaba; entonces el padreSolá lo animó: “Pero qué es eso hijo, sólo es unmomento”, según Rita Arce, que lo escuchó de losferrocarrileros. Era le miedo natural, espontáneoante la proximidad de la muerte, que no significarehusar el ofrecimiento de la propia vida.

Y entonces bajó con la sonrisa asomando ensus labios; el padre Rangel en absoluto silenciodescendía. Los soldados condujeron a los tresbeatos hacia el fondo de la hondonada, como acincuenta metros, en diagonal, al lado delchapopote derramado por el descarrilamiento.Mientras caminaban, Leonardo se giró y le hizouna seña a Santiago Romo, que en ese instante seasomaba por la ventanilla; dentro del carro, lostres jóvenes prisioneros se pusieron a rogar inten-samente por los que estaban siendo sacrificados.

Fue cosa de seis o siete minutos; al momentolos soldados formaron cuadro y les dispararon porla espalda; el padre Solá y Leonardo cayeron en

el chapopote; en cambio, el pa-dre Rangel se desplomó sobre latierra y dio una vuelta poniéndo-se una mano sobre la cara; elpadre Solá rodó hacia abajo, pordos veces hizo esfuerzo por le-vantarse, sin lograrlo; luego seoyeron los tres tiros de gracia.Antes de subir al tren, los solda-dos los despojaron del reloj, deldinero, del sombrero, y hasta delos zapatos y sacos de alguno;mientras subían al tren, “ponién-doselos se reían y se mofabanprofiriendo palabras indeco-rosas”. El fusilamiento ocurrióel lunes 25 de abril de 1927hacia las 9:05 de la mañana.

NOTA: En la diócesis de San Juan de losLagos se ha tenido como santos y beatos deespecial veneración para nosotros los quenacieron o fueron martirizados en este terri-torio, por eso aparecen los sacerdotes: AndresSolá y José Trinidad Rangel.

La agonía del padre Andrés SoláLa agonía del padre Andrés SoláLa agonía del padre Andrés SoláLa agonía del padre Andrés SoláLa agonía del padre Andrés Solá

Leonardo Pérez y el padre Trinidad murieroninmediatamente, no así el padre Andrés. PetroniloFlores González, originario de Trujillos (SanJuan), un trabajador ferroviario que junto con unacuadrilla andaba reparando la vía, contó que elpadre Solá sobrevivió unas tres horas, y querepetía “Jesús mío, Jesús mío, por ti muero”.

Se les había ordenado a los siete que sepultarana los ejecutados; cuando llegaron al lugar, oyeronhablar; Petronilo así lo contó:

fuí alugar donde ablavan y eran los 3 señoresque avían afucilado que traían en el explorador yyo encontré 2 Señores Muertos y uno todavía nose moría y me abla a mí y medice olle tu que vasacer conmigo y le dije nada Señor y medice ves tua esos 2 muertos que estan a un lado de mi uno esacerdote de Silao de la yglesia del perdon y yo soySacerdote Español de lion semos Sacerdotes 2 ymuremos por Jesus y muremos por dios y en

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seguida por que nos an entregado y Soy SacerdoteEspañol y estoy muy herido y muero por Jesus yen seguida me fuí y vino otro hombre y lasmismas palabras que a mí me dio le dijo a lotrohombre y luego se fue el hombre y vino otro ylomismo le dijo y luego le dijo que tenia muchased que le trajera agua al llegar con la agua ymuriendo luego.

El plato lo conservaron como reliquia. El pa-dre Solá también pidió que los enterraran porseparado; y que le avisaran a su familia (tenía, porcierto, otro hermano sacerdote, de nombreEudaldo): “Díganle a mi madre que tiene un hijomártir”, coinciden varios testigos. Otro de lostrabajadores, originario de Lagos, el señor Fran-cisco Reyes Huerta, ayudó a salir del chapopoteal padre Solá, quien se aferraba a una ramita dehuizache, arrastrándose para lograrlo; así murió.

Finalmente los sepultaron a medio día; sinzapatos, sin caja, sinnada, sobre la tierradel campo; y se reti-raron, con el respetodebido a los márti-res. Al saber de estesacrificio triple, elseñor obispo deLeón, EmeterioValverde Téllez, es-cribió desde Roma:

En ese campo defe, el Señor está reco-giendo flores y frutosde vida eterna. Rosasde martirio. Está po-dando su viña. Triunfará el Divino Rey. Enseguidade las ignominias del calvario, vendrán los esplen-dores de la resurrección. La veremos. A mí me loha dicho el Papa (Pío XI) y es un santo.

Y cuentan que la mamá del padre Rangel, alenterarse de los acontecimientos, dijo: “Dios melo dio, Dios me lo quitó; estoy muy conforme conla voluntad de Dios”.Los días y años sucesivosLos días y años sucesivosLos días y años sucesivosLos días y años sucesivosLos días y años sucesivos

Por intercesión de Juvenal Hernández quehablaba con el general mientras el tren llevaba los

presos, se habían liberado los tres jóvenes. Cuan-do éstos llegaron a León, conocido el martirio, sehizo en la ciudad una colecta para los gastos derecuperar cadáveres y trasladarlos a mejor lugar;lo de Leonardo lo pagó Manuel su hermano;

el domingo 1 de mayo, al mediodía, pudierondejarlos ya en el panteón [...] estaban los cuerpossuaves no olían mal, y sí (estaban) algo desfigu-rados en las caras por los balazos que recibieron.Fue una inmensa romería al panteón; llevabanmultitud de flores y objetos para tocarlos a loscuerpos.

Manuel Pérez, el hermano de Leonardo, ges-tionó para sepultarlos en Lagos; por coinciden-cia, cuando se dirigían a San Joaquín, iba tambiénel general Amarillas, quien era conocido de Ma-nuel y les dijo a él y a Rita Arce que le habríasalvado la vida a Leonardo si hubiera sabido queno era cura, a los otros no porque eran curas y

quebrantaban las leyesde culto. Luego les diopermiso para desente-rrar, pero sólo aLeonardo, a los sacerdo-tes no, aunque sí los sa-caron, con la ayuda deAurelia Segovián y Be-nigno Jiménez, y otros(dos cristeros, entreellos), y los llevaron aLagos.

Contó Benigno Jimé-nez que aquel 1 de mayo,seis días después de se-pultados, los encontra-

ron descompuestos, pero los regaron con desin-fectante, los envolvieron en sábanas y los pusie-ron en cajas; en la estación de Lagos los subierona un carro de mulas; conforme avanzaban por laciudad, la gente se les iba sumando, al punto queen el cementerio ya no cabía la multitud que losacompañaba:

unos llevaban flores, otros velas encendidas,otros rezaban y otros lloraban de amor y devo-ción. Fue esta la ocasión de descubrir las cajaspara que los pudieran ver y tocar, como así lo

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verificaron tocando en sus sagrados despojosrosarios y escapularios, cuando no varios de ellosse hicieron con sus reliquias de los vestidos de losmártires.

Los tres quedaron en la sección nueva delcementerio: Leonardo en la fosa 5247 (lo anotaroncomo “Manuel Pérez”); como a unos 15 metrosquedaron juntos los dos sacerdotes: el padre An-drés Solá en la 5243, y el padre Trinidad Rangel enla 5248. Por desgracia, arbitrariamente anotaronmal los datos en los registros municipales.

La señora María Moreno de Ramírez, en La-gos cuidaba los sepulcros y recogía los exvotos.Los fieles acudían todos los lunes a rezar a lastumbas. En la casa de esta señora tenían un jarrocon agua, en el que introducían un trocito deltronco con manchas negras, del que se asió elpadre Solá para salir del chapopote.

Unos cuantos días después, el lugar del marti-rio fue fotografiado por Isidoro E. Chávez el 22 dejulio de 1927, acompañando al padre claretianoJulián Collell; Chávez dibujó un esquema delsitio, luego pusieron piedras en los lugares de lastumbas “arrodillados, húmedos nuestros ojos,elevamos nuestras oraciones a Dios por las almasde aquellos tres dichosos hombres y procedimosa rodear aquellas fosas con piedras para evitar sefueran a borrar con el tiempos sus huellas”. Esemismo año se escribió la primera historia delmartirio, y comenzaron a juntarse datos para unproceso de canonización. Mientras tanto, en elpaís se seguían “fabricando” mártires, como elsindicalista y acejotaemero Florentino Álvarez,fusilado la madrugada del 10 de agosto de 1927por el mismo que condenó a los mártires de SanJoaquín, el general Daniel Sánchez.

En los años sucesivos circuló una novena com-puesta por el padre Collell, en la que se lee:

Señor y Rey mío, Cristo Jesús [...] me propon-go honraros a Vos [...] suplicándoos que despuésde haber aprendido a imitar las virtudes de quenos dieron tan vivos ejemplos aquí en la tierra,logre obtener, por su poderosa intercesión de quegozan ahí en el cielo, las gracias que necesito yvengo ahora mismo a pediros con toda fe, con-fianza y fervor.

Y una de las estrofas de la alabanza:Y una de las estrofas de la alabanza:Y una de las estrofas de la alabanza:Y una de las estrofas de la alabanza:Y una de las estrofas de la alabanza:

De la familia cristiana / unidos en una fe, / Atodos tres os hermana / palma que agitarse ve [...]Ruge airada la tormenta, / doquier se persigue aCristo; / mas nadie temblar ha visto / vuestro amorque se acrecienta. / Y es que semilla de grana /sembrada en vosotros fue. / A todos tres os her-mana / palma que agitarse ve.

Algunos años después, los restos de cada unofueron trasladados: los de Leonardo Pérez a laSantísima en León; los del padre Trinidad Rangela Silao (28 de abril de 1932); los del padreAndrés Solá al Inmaculado, en León (26 deenero de 1943). A Leonardo lo llevaron a Leóncasi sin el consentimiento del obispo (mayo de1931); cuando lo sacaron de Lagos despedía unsuave olor, su cuerpo estaba momificado, segúnatestiguó el padre Miguel Enríquez; lo pusieronen pedazos en una caja y se lo llevaron, pero nocuidaron recoger todos los huesitos ni la caja enque estaba. Cuando fueron trasladados sus res-tos, en la tumba del padre Solá había más de 300exvotos y seis retablillos; muchos otros habíansido robados.

Con el tiempo, fue posible construir una capi-lla, entre 1953 y 1955, en el lugar donde fueronmartirizados, y se comenzó a celebrar una misa eldomingo más cercano al 25 de abril, fecha de sumartirio. Así narra el periódico El Sol de León del27 de abril de 1953 lo que había ocurrido el díaanterior en San Joaquín:

Mientras la concurrencia a que nos hemosreferido llegaba penosamente bajo los calcinantesrayos del sol del medio día, por la vía férreallegaban vecinos de Salas y de Mira, familias deferrocarrileros que presenciaron los hechos haceveintiséis años y que conservan una veneraciónmuy grande por los católicos que regaron con susangre aquellos lugares.

Luego añade que celebró el padre VicenteNegrete, que cuando era minorista fue a recogerlos cuerpos de los fusilados; y que ayudó la misael señor J. Santiago Romo, uno de los capturadosy que presenció el sacrificio.

Ahora, después de varios años de espera, losvemos en los altares.

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4. BEATO JOSÉ TRINIDADRANGEL, presbítero

Nació en el rancho El Durazno en DoloresHidalgo (Gto.) el 4 de junio de 1887, donde fuebautizado el 9 del mismo mes con el nombre deJosé Trinidad Manuel y confirmado el 25 dediciembre de 1888 por el obispo de Tulancingo,Agustín de Jesús Torres. Sus padres fueron JoséEduvigis Rangel y María Higinia Montaño; erancampesinos de humilde condición, pero con cier-ta cultura; eran celadores del Sangrado Corazón;ellos mismos le impartieron asus hijos la educación prima-ria, que despertó en José Trini-dad una especial afición por lalectura y la plegaria.

Hizo su primera comunión alos 7 años; comulgaba con fre-cuencia, y cuando ya pudo irsolo a la población, iba a misatodos los domingos y se confe-saba cada semana. Sintió la vo-cación sacerdotal a los 14 años,pero sus padres no pudieronapoyarlo porque eran pobres.Seis años más tarde, en mayode 1907, se presentó junto consus papás y con Rafael Rangel,también aspirante alsacerdocio, ante el obispo donLeopoldo Ruiz y Flores parapedirle que los admitiera decaridad en el Seminario o en elcolegio de San Francisco del Rincón.

Cuando realizaron su examen, no fueron acep-tados, pero después de algunos meses de prepa-rarse, fueron admitidos en el ya dicho colegio,que poco después debió cerrar por falta de medioseconómicos. En febrero de 1909, con apoyo de unsacerdote, fue admitido como alumno gratuito yexterno, y posteriormente interno, en el Semina-rio de León, para realizar los estudioshumanísticos, de 1909 a 1911.

Allí mismo estudió filosofía y teología de1912 a 1918. Cuando las fuerzas militares de

Carranza ocuparon el Seminario en 1914, el beatoTrinidad Rangel marchó a San Antonio (Texas,EU) para continuar sus estudios. Volvió al añosiguiente, una vez reabierto el Seminario.

Fue ordenado subdiácono el 16 de febrero de1919, diácono el 23 del mismo mes, y presbíteroel 13 de abril del mismo año de 1919, todo en laciudad de León, por ministerio del obispodiocesano Emeterio Valverde.

Adscrito a la parroquia del Sagrario de León el2 de mayo de 1919, pasó como vicario a Silao un

mes más tarde, el 3 de junio.Fue vicario parroquial en ElZangarro de Marfil (Gto.) demayo a diciembre de 1920,fecha en que pasó a Ibarra(Gto.), parroquia donde estu-vo del 31 de diciembre de1920 al 13 de febrero de 1922,cuando fue nombradoecónomo de Jaripitío (Gto.).Siempre en su estado natal,pasó de la parroquia deJaripitío a San Felipe (2 deabril de 1923), de nuevo aIbarra (1 de junio de 1923) ya Silao (diciembre de 1924),para pasar al templo del Per-dón en Silao en vísperas de lapersecución religiosa, el 5 demarzo de 1926, cuando fue-ron expulsados los religiososcarmelitas que atendían esetemplo.

El padre Rangel vivió pobremente, su ropa erasencilla pero muy limpia; deseaba tener siempreun sacerdote cerca para confesarse cada semana,aunque algunos de los testigos suponen que nun-ca perdió la inocencia bautismal; no le gustabamandar, y prefería que lo pusieran bajo las órde-nes de otro sacerdote. Era muy piadoso, celebra-ba la misa con fervor y pasaba largos momentosde oración ante el Santísimo, donde era comúnque se encontrara si disponía de tiempo.

El 7 de febrero de 1927 se refugió en la casa delas señoritas Alba, en León. “Para mí los deseos

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de mis superiores son órdenes”, lodijo cuando el Vicario General lehabló de la conveniencia de ir a SanFrancisco del Rincón a renovar elSantísimo y celebrar la semana san-ta con las religiosas, para posterior-mente permanecer indefinidamen-te en el lugar. El 11 de abril yaestaba en San Francisco del Rincón(Gto.); allí fue detenido el 22 deabril y trasladado a León. Dos díasmás tarde sería acusado, junto conel padre Solá y Leonardo Pérez, dehaber descarrilado el tren del gene-ral Amarillas la noche del 23 al 24.

Fusilado y sepultado en el ran-cho San Joaquín el 25 de abril de1927, al lado de la vía del ferrocarrilMéxico-Ciudad Juárez; sus restosfueron trasladados cinco días des-pués a Lagos de Moreno el 1 de mayo, y a Silaoel 28 de abril de 1932. Habiendo permanecidocon sus fieles y poniéndose a disposición de sussuperiores, mostró el amor a su vocación de servira los fieles para gloria de Dios.

5. BEATO ANDRÉS SOLÁMOLIST, presbítero

Tercero de once hermanos, el beato AndrésLuis José Solá, hijo de Buenaventura Solá y

Antonia Molist, nació en CanVilarrasa (municipio deTaradell, Barcelona, España)el 7 de octubre de 1895 y bau-tizado allí mismo al día si-guiente. Sus padre se fueron avivir cerca de la sede episcopalde Vich, también en Barcelo-na, y allí fue confirmado elbeato Andrés Solá el 10 demayo de 1896; en esta mismalocalidad recibió la primeracomunión a los doce años, el21 de abril de 1907.

Estudió la primaria enSentforas, a donde se habíantrasladado sus padres. Allí semostró piadoso, su madre losllevaba a confesarse y a misacada semana. Un misionero

claretiano fue a predicar a Sentforas, y Andrés ysu hermano Santiago sintieron la vocación sacer-dotal; en 1908 Santiago entró con los claretianosde Vich; por su parte, Andrés lo siguió, iniciandosus estudios humanísticos el 27 de octubre de

1909; recibió el hábito en Cervera (Lérida)en 1913, donde hizo el noviciado; allí mismohizo profesión religiosa el 15 de agosto de1914. Sus estudios filosóficos los realizó enCervera (1914-1917), y los teológicos enCervera y Alagón (Zaragoza), donde losconcluyó en 1922.

En Zaragoza recibió el subdiaconado (24de septiembre de 1921) y el diaconado (10de junio de 1922); este último año fue orde-nado presbítero el 23 de septiembre enSegovia por ministerio del obispo diocesano,Manuel de Castro Alonso. Habiéndose pre-parado para el ministerio durante un año,juntó con cinco compañeros de su congrega-ción se embarcó en el buque de vapor “An-tonio López” y desembarcó en el puerto de

Veracruz (Ver.) el 20 de agosto de 1923; habien-do llegado a la Ciudad de México, visitó el san-tuario de la Virgen de Guadalupe y puso suministerio bajo su protección; inició su apostola-do en Toluca el 31 del mismo, como profesor del

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Seminario menor, y predicó dos misiones ensendos pueblos. Desde el 18 de diciembre de1924 trabajó en León (Gto.) como encargado delculto en la iglesia del Cora-zón de María y del catecis-mo; también estuvo comoencargado de la parroquiade Axtla en San Luis Poto-sí; el ambiente político ysocial era difícil y hostil:“Para todo hay libertad me-nos para el bien”, escribirá.

Cuando el presidente dela República mexicana,Plutarco Elías Calles orde-nó la expulsión de los sa-cerdotes extranjeros, juntocon el padre FernandoSantesteban, el padre Soláprefirió confiar en la Pro-videncia y quedarse con losfieles para celebrar la eu-caristía y los demás sacramentos, catequizar yvisitar a los pobres; así que en febrero de 1926 serefugió con las señoritas Josefina y Jovita Alba,en León; allí confesaba y llevaba hasta 300 comu-niones a los enfermos; trabajaba con jurisdicciónde vicario en toda la ciudad, pero debía entregara los párrocos la mitad de los honorariospercibidos, por lo que en alguna ocasión fueacusado de avaro.

A fines de marzo de 1927 viajó a Méxi-co, donde obtuvo el permiso expreso de susuperior para volver a León; allí, un díaantes de su detención, se le entregó unacarta en la que se le avisaba que tenía ordende aprehensión: “¡Qué tanto miedo! A míno me ha de pasar nada”; confiaba queúnicamente lo expulsarían del país, puestoque en su calidad de extranjero no lo po-dían fusilar las autoridades mexicanas; decualquier manera, estaba dispuesto al mar-tirio, por eso dijo en la casa de JosefinaLeal, cuando le pedían que se escondiera:“Si me apresan, que me apresen; y si mefusilan, que me fusilen”.

Habiéndose enterado de la detención del padreRangel, el padre Solá organizó una hora santa;luego las señoras Encarnación Esquivel y Refu-

gio Martín, fueron a pedir suliberación al general Sánchez,quien las maltrató y amenazó;sin percatarse de que eran se-guidas por la policía secreta,imprudentemente volvieron ainformar al padre Andrés delo ocurrido, ocasionando ladetención del sacerdote, deLeonardo Pérez y de las mu-jeres. Era el 24 de abril de1927; fue fusilado al día si-guiente en San Joaquín (mu-nicipio de Lagos de Moreno,Jal.); testificó durante su ago-nía que moría por Jesús. Se-pultado provisionalmente enel lugar de su martirio, fuetrasladado al cementerio de La-gos de Moreno el 1 de mayo de

1927, y trasladado a León el 26 de enero de 1943al templo del Inmaculado Corazón de María.

El padre Solá desde niño fue hombre activo ysin miedos, tenía un buen carácter y no le costabaobedecer; en sus conversaciones gustaba hablarde su vocación misionera; tenía un carácter fuertey adusto, pero tenía un corazón muy noble yagradecido.

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1. Saludo, especialmente, a los eminentísimosseñores cardenales, a los excelentísimos señoresobispos, a las respetables autoridades, a los sacerdo-tes y fieles que son de las diócesis en donde estosmártires nacieron o derramaron su sangre. Además,dirijo mi saludo también a los familiares de estosnuevos beatos, y me uno asu acción de gracias.

«El Señor es mi pastor,nada me faltará» (Sal 22,1). La Iglesia en este díaproclama a Jesucristocomo Rey del Universo.La imagen de rey-pastorque recoge el profetaEzequiel, se identifica ple-namente con Jesucristo, elbuen Pastor que da la vidapor sus ovejas (Jn 10, 11),quien consumada su mi-sión, entregará el Reino asu Padre para que Dios seatodo en todas las cosas (Cf.1 Cor 15, 24-28). Él es elPastor y Rey de la humani-dad que conduce a su reba-ño hacia fuentes tranqui-las, mostrando especial solicitud por aquellasovejas heridas y extraviadas.

Además, Cristo es Rey, pues Él es el «primo-génito de toda la creación, porque en Él fueroncreadas todas las cosas... Él es el principio... puesDios tuvo a bien hacer residir en Él toda la

plenitud y reconciliar por Él y para Él todas lascosas» (Col 1, 15.17-20), tal como lo afirma elapóstol San Pablo.

2. Esta Solemnidad de Cristo Rey tiene unsignificado muy especial para el pueblo mexica-

no. El Papa Pío XI, al fina-lizar el Año santo de 1925,proclamó esta fiesta para laIglesia Universal. Pocosmeses después, iniciaría enestas tierras la persecucióncontra la fe católica, y bajoel grito de ¡Viva Cristo Rey!morirían muchos hijos de laIglesia, reconocidos comomártires, de los cuales 13hoy han sido beatificados.

Los mártires son los tes-tigos privilegiados de la rea-leza de Cristo. En ellos ha-bía una conciencia clara deque el reinado de amor deCristo debía ser instaurado,aun a costa de su propiavida. Igualmente, la fe delos mártires es una fe pro-bada, como atestigua la san-

gre que por ella han derramado (San Agustín,Sermón 329). Ellos, junto con todos los santos,son los benditos que han de tomar posesión delReino preparado para ellos, desde la creación delmundo (Cf. Mt 25, 34), como escuchamos en elEvangelio apenas proclamado.

Homiliadel Emmo. Sr. Cardenal Saraiva

EN LEN LEN LEN LEN LA MISA DE BEAA MISA DE BEAA MISA DE BEAA MISA DE BEAA MISA DE BEATIFITIFITIFITIFITIFICACACACACACIÓN DE ANCIÓN DE ANCIÓN DE ANCIÓN DE ANCIÓN DE ANAAAAACLETCLETCLETCLETCLETOOOOOGOGOGOGOGONZÁLEZ FLNZÁLEZ FLNZÁLEZ FLNZÁLEZ FLNZÁLEZ FLORES Y CORES Y CORES Y CORES Y CORES Y COMPOMPOMPOMPOMPAÑERAÑERAÑERAÑERAÑEROS MÁROS MÁROS MÁROS MÁROS MÁRTIRESTIRESTIRESTIRESTIRES

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3. Además, esta fiesta adquiere en este día unsignificado particular. Hoy la Iglesia de Méxicocontempla, con singular alegría, la fe y la fortale-za de estos 13 varones, quienes en el reconoci-miento del reinado de Cristo ofrecieron sus vidasde una manera heroica entre los años de 1927 y1928. En situaciones adversas y en diferentesIglesias particulares, estos hijos fieles de la Igle-sia dieron un testimonio loable de los compromi-sos adquiridos el día de su bautismo, logrando sercapaces de derramar su sangre por amor a Cristoy a su Iglesia, que era injustamente perseguida.

De entre estos 13 nuevos beatos, es significa-tivo que diez fueron laicos, originarios de losestados de Jalisco, Michoacán y Guanajuato. Lamayor parte de estos laicos eran casados y forma-ron familias cristianas; los demás, si bien nofueron casados, eran miembros de familias cris-tianas piadosas y de recias costumbres.

Asimismo, este nuevo grupo de mártires cuen-ta con tres sacerdotes, que murieron por desem-peñar heroicamente su ministerio sacerdotal ymisional, como fue el caso del misionero claretianoespañol, Andrés Solá Molist, C.M.F., quien mu-rió, después de una larga y penosa agonía, juntocon el Padre José Trinidad Rangel y el laicoLeonardo Pérez Larios, en las tierras del estadode Guanajuato. De igual manera y en circunstan-cias similares, el sacerdote veracruzano, ÁngelDaría Acosta, quien no escatimó sus mejoresesfuerzos para ejercer su ministerio sacerdotal enun clima adverso y de persecución, y recibió elmartirio. A ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor,estos sacerdotes, junto con los 22 sacerdotesmexicanos diocesanos canonizados en Romadurante el Gran Jubileo de la Encarnación delAño 2000, por el Papa Juan Pablo II, son unmodelo y ejemplo de caridad y celo pastoralheroicos, principalmente para todos los sacerdo-tes mexicanos.

4. La lista de estos beatos está encabezada porAnacleto González Flores, quien derramó su san-gre junto con los hermanos Jorge y Ramón VargasGonzález, al igual con Luis Padilla Gómez, enesta ciudad. Bajo el grito «¡Yo muero, pero Diosno muere!». «¡Viva Cristo Rey!».

Anacleto González Flores entregaba su vida alCreador después de una vida de intensa piedad yde un fecundo y audaz apostolado. Durante suvida, después de recibir una sólida formaciónhumana y cristiana, se dedicó a luchar por losderechos de los más desprotegidos. Conocedorfiel de la Doctrina Social de la Iglesia buscó, a laluz del Evangelio, defender los derechos elemen-tales de los cristianos, en una época de persecu-ción.

Dentro de los derechos que más defendióAnacleto González y sus compañeros mártires,se encontraba el de la libertad religiosa; derechoque se desprende de la misma dignidad umana.Como señala el Concilio Vaticano II, «esta liber-tad consiste en que todos los hombres han de estarinmunes de coacción, tanto por parte de indivi-duos como de grupos sociales y de cualquierpotestad humana, y esto de tal manera que, enmateria religiosa, ni se obligue a nadie a obrarcontra su conciencia, ni se le impida que actúeconforme a ella en privado y en público, solo oasociado con otros, dentro de los límites debidos»(Dignitatis Humanae, 2).

Movidos por un profundo amor a Jesucristo yal prójimo, estos nuevos beatos defendieron pací-ficamente este derecho, aun con su propia sangre.Ellos, lejos de avivar los enfrentamientos san-grientos, buscaron la vía pacífica y conciliadoraque les reconociera este y otros derechos funda-mentales, que habían sido negados a los católicosmexicanos.

Por el contrario, Anacleto González y compa-ñeros mártires, buscaron ser, en la medida de susposibilidades, agentes de perdón y factores deunidad en una época en que el pueblo se encontra-ba dividido.

5. Convencidos de que «la vida es Cristo, y lamuerte una ganancia» (Flp 1, 21) nuestros márti-res alimentaron ese deseo por la frecuente parti-cipación y adoración de la Sagrada Eucaristía.Efectivamente, la profunda devoción eucarísticaes uno de los rasgos comunes de estos 13 márti-res. Todos ellos, sacerdotes y laicos, mostraronun singular amor a Jesucristo en la Eucaristía. Esde especial mención que tres de los nuevos bea-

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tos, los hermanos Ezequiel y Salvador HuertaGutiérrez, al igual que Luis Magaña Servén,fueron miembros de la Asociación Nocturna delSantísimo Sacramento; Asociación de larga tra-dición en el pueblo mexicano. De la oraciónfrecuente y ferviente delante del Santísimo Sa-cramento, estos hermanos nuestros obtuvieron lafortaleza sobrenatural de soportar cristianamenteel martirio, llegando, incluso, a perdonar a susmismos verdugos.

La intensa vida eucarística de estos beatosdebe ser para nosotros un ejemplo y aliento paraacrecentar, cada vez más nuestra propia vidaeucarística. A pocos días de haber concluido elAño de la Eucaristía, y a un año de la gozosacelebración del XLVIII Congreso EucarísticoInternacional, llevado a cabo en esta queridaciudad de Guadalajara, pedimos la intercesión deestos fieles hijos de la Iglesia para que nos ayudena acrecentar el respeto, la activa participación y ladigna recepción de Jesucristo presente en la Eu-caristía. A ellos les pedimos, además, la gracia deser humildes adoradores del Santísimo Sacra-mento, tal ellos lo fueron. Que el ejemplo de suvida de entrega hasta el martirio, sea para noso-tros un modelo privilegiado de auténtica espiri-tualidad y de profunda vida eucarística.

6. Por su valentía y corta edad, merece unaespecial mención el adolescente José Sánchez delRío, originario de Sahuayo, Michoacán, quien ala edad de 14 años, supo dar un testimonio vale-roso de Jesucristo. Fue un ejemplar hijo de fami-lia, que se distinguió por su obediencia, piedad yespíritu de servicio. Desde los comienzos de lapersecución en él se despertó el deseo de sermártir de Cristo. Era tal su convicción de quererderramar su sangre por Cristo, que admiraba aquienes lo conocían. Pudo recibir la palma delmartirio, después de ser torturado y de dirigir asus padres estas últimas palabras: «nos veremosen el cielo. «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen deGuadalupe!».

El joven beato José Sánchez del Río nos debeanimar a todos, principalmente a ustedes jóvenes,para ser capaces de dar testimonio de Cristo ennuestra vida diaria. Queridos jóvenes, probable-

mente Cristo no les pida el derramamiento de susangre, pero sí les pide, desde ahora, dar testimo-nio de la verdad en sus vidas (Cf. Jn 18, 37); enmedio de un ambiente de indiferencia a los valo-res trascendentales y de un materialismo y hedo-nismo que busca sofocar las conciencias. Cristoespera, además, su apertura para poder recibir yacoger un proyecto vocacional por Él preparado.Sólo Él tiene, para cada uno de ustedes, lasrespuestas a los interrogantes de sus vidas; y losinvita a seguirlo en la vida matrimonial, sacerdo-tal o religiosa.

7. «Vengan benditos de mi Padre, tomen pose-sión del Reino preparado para ustedes desde lacreación del mundo» (Mt 25, 34).

Nuestros mártires deben ser también para no-sotros un modelo de amor incondicional a Dios yal prójimo. El ejemplo de su vida e intercesióndeben ayudarnos a vivir generosamente nuestravida, de cara a los demás, recordándonos siemprede las palabras de Jesús: «Cuando lo hicieron conel más insignificante de mis hermanos, conmigolo hicieron» (Mt 25, 50).

La caridad que estamos llamados a vivir, elmandamiento nuevo (Jn 13, 34), supera todolímite impuesto por una lógica humana y egoísta.Se trata de una caridad que se traduce en unidad,respeto, servicio, ayuda eficaz y efectiva al nece-sitado; de una caridad vivida, muchas veces, demanera heroica, dentro de la misma familia yfuera de ella; de una caridad que, a ejemplo deCristo y de sus mártires, está siempre dispuesta aperdonar.

Asimismo, nuestros nuevos beatos tambiénmerecen el reconocimiento de haber sido hijosfidelísimos de la Iglesia Católica y de la personadel Romano Pontífice. Les pedimos, tambiénpara nosotros, una fidelidad heroica a la Iglesia ya la persona y enseñanzas del Romano Pontífice,pues ellos son para nosotros Una legítima expre-sión de la frase que tanto gustaba repetir al PapaJuan Pablo II: «¡México, siempre fiel!».

«Todos los tiempos son de martirio» —advier-te San Agustín de Hipona (Sermón 6)— pues,«todos los que quieren vivir piadosamente en

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El 28 de octubre de 2007 fueron beatificados498 mártires que dieron su vida por Cristo duran-te la persecución religiosa delos años treinta del siglo XXen España; entre ellos se en-cuentran dos mexicanos: frayReginaldo HernándezRamírez, dominico nacido enSan Miguel el Alto el 7 deenero de 1909, y martirizadoen Madrid el 13 de agosto de1936; y José María EscotoRuiz, carmelita calzado, na-cido en la comunidad deAguacaliente, municipio deAtotonilco el Alto, 10 deagosto de 1878, y asesinadoen Cervera el 29 de julio de1936.

La persecución religiosaen España y la guerra civil española son realida-des entrelazadas, pero diversas. En el periodoentre las dos guerras mundiales, países como

España, Italia y Francia estaban interiormentepolarizados en dos ideologías predominantes,

una liberal (demócratas) y otracomunista (izquierdas o po-pulares); buena parte de losintelectuales, fascinados porel «socialismo científico» dela Unión Soviética, y las ma-sas obreras y campesinas, de-seosos de justicia social, veíanen el comunismo la alternati-va de un mejor futuro. De ahíque el Partido Comunista lo-grara una fuerte presencia enesos países. Por su parte, elcatolicismo tradicional lucha-ba por abrirse un sitio entreliberalismo y comunismo.

En 1931, estas dos corrien-tes se unieron en España, sin

jamás fundirse, y desataron la persecución reli-giosa desde el gobierno y desde sus grupos deapoyo. Ese año Manuel Azaña, jefe del gobierno

Mártires de EspañaLA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN ESPAÑA

Cristo Jesús, padecerán persecución» (2 Tim 3,12). Queridos hermanos: vivir plenamente nues-tra entrega fiel y de todos los días a Cristo, y poramor Él a todos los hombres, implica muchossacrificios y renuncias. No obstante, Cristo estarásiempre dispuesto a darnos la fortaleza necesariapara poder servirlo y amarlo en nuestros herma-nos, principalmente en los más desvalidos y nece-sitados de nuestro amor, comprensión y perdón.

8. Finalmente, estos 13 hijos fieles de la Igle-sia, tenían otro rasgo en común. Además de suintensa vida eucarística, se distinguieron por sufilial devoción a la Madre de Dios, en suadvocación de Santa María de Guadalupe. La

mayoría de ellos, como los otros santos mártiresmexicanos ya canonizados, murieron con su nom-bre en los labios. A ella le pedimos su maternalprotección, muy especialmente por todo el pue-blo mexicano, al igual que por todo el continente,para que el entusiasmo se conserve y acreciente.

Junto a ella, la Madre de la Nueva Evangeliza-ción, damos gracias al Padre por estos nuevosbeatos. De la misma manera, demos gracias por laIglesia de México, que no deja de dar frutos desantidad. Que Cristo Rey, el buen Pastor, reine encada uno y en todos nuestros corazones. ¡VivaCristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe!Amén.

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republicano, declaraba: «España ha dejado de sercatólica»; en consecuencia separó la Iglesia delEstado, retiró el subsidio estatal a las obras delclero, introdujo la educación laica, el matrimoniocivil y el divorcio, disolvió la Compañía de Jesúse incautó sus bienes; simultáneamente la Iglesiafue impunemente atacada; así, en 1934 cayeronlos primeros «mártires de Turón», ya canoniza-dos, y las víctimas de la Revolución comunista deAsturias. Cuando el Frente Popular venció porestrecho margen en las elecciones del 16 defebrero de 1936, fueron incendiadas más de tres-cientas iglesias, hubo ataques con bombas y sa-queos; la oleada de disturbios callejeros trajerondecenas de muertos y asaltos a iglesias, unacreciente tensión social y un anticlericalismopermitidos y alentados por el gobierno republica-no.

Esta fuerte tensión contra la Iglesia se mani-festó con mayor fuerza cuando el 17 de julio de1936 estalló la guerra civil entre el gobiernorepublicano y las fuerzas nacionales; entonceslo previsible ocurrió: los católicosmayoritariamente tomaron partido con las fuer-zas franquistas. Y grupos marxistas bien arma-dos se lanzaron contra los templos y monaste-rios, para detener sacerdotes, religiosos o reli-giosas y luego asesinarlos, principalmente en laszonas controladas por los republicanos (sobretodo en el país vasco, Cataluña, Madrid, Valen-cia, Aragón). Al final de la guerra 12 obispos yun administrador apostólico habían sido asesi-nados, al igual que 4,184 sacerdotes, 2,365 reli-giosos, 263 monjas y unos tres mil católicospracticantes (sobre todo de la Acción CatólicaEspañola y de la Adoración Nocturna); se ha-bían quemado miles de conventos y unas 20 miliglesias habían sido destruidas, incluidas variascatedrales y numerosos archivos.

Cataluña fue quizá la provincia más castigadade España; allí fueron martirizados los obisposIrurita, Barcelona; Huix, Lérida y al auxiliar deTarragona. En Lérida mataron al 65,8% del clerodiocesano (270 sacerdotes de 410); en Tortosa el61,9% (316 de 510); en Tarragona el 32,4% (131de 404); en Vich el 27,1% (177 de 652); en

Barcelona el 22,3% (279 de 1.251); en Gerona el20% (194 de 932); en Urgel el 20,1% (109 de 540)y en Solsona el 13,4% (60 de 445). El CardenalVidal, arzobispo de Tarragona, salvó la vida demilagro y salió del país. El total de asesinatos deministros ordenados y de religiosos cometidospor el Frente Popular en Madrid fue de 1,158(incluidas 11 religiosas); en Barcelona 1,215; enValencia 75; en Lérida 366; en Tarragona, 259.

Nada extraño, pues, que en su carta pastoralcolectiva del 11 de julio de 1937 los obisposespañoles explicaran su apoyo a los nacionales:«La Iglesia, a pesar de su espíritu de paz [...], nopodía ser indiferente en la lucha [...] No había enEspaña ningún otro medio para reconquistar lajusticia y la paz y los bienes que de ella derivanque el Movimiento Nacional». El cardenal Goma,arzobispo de Toledo, sostenía que era una «luchade los sin Dios contra la verdadera España, contrala religión católica»; y la llamaba «cruzada nacio-nal», lucha compartida por el ejército, el movi-miento nacional y la Iglesia. La guerra era vistacomo la pugna apocalíptica entre comunismoateo y civilización cristiana, o bien entre tiranía ylibertad popular. Sin embargo, para entonces yahabían sido asesinados hasta 6,500 sacerdotes,religiosos y laicos.

Tres cuartas partes del total de mártires de todala historia de la Iglesia son mártires del siglo XX;nunca la Iglesia ha sido tan perseguida como en laépoca contemporánea; en el mundo católico sinduda alguna España es el país de los mártires, allíse dio la mayor de las persecuciones que hayasufrido jamás la Iglesia Católica en dos mil añosde historia.

Estos hombres y mujeres, tan pobres como suspropios asesinos, no tenían nada que ver con laguerra ni empuñaron las armas; a pesar de tortu-ras o promesas de liberación, de sus bocas sólopudieron sacar un «¡Viva Cristo Rey!», nunca un«¡Viva Franco!». Eran hombres buscados por sersacerdotes, frailes, monjas, o seglares cristianos.Murieron porque los milicianos y brigadistasrepublicanos pretendían borrar la fe y toda huellareligiosa. Ellos son la prueba de lo que en el 2004dijera el cardenal Joseph Ratzinger: «El laicismo

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está poniendo en peligro la libertad religiosa [encambio] la laicidad justa es la libertad de religión,el Estado no impone una religión, sino que dejaespacio libre a las religiones con una responsabi-lidad hacia la sociedad civil, y por tanto, permitea estas religiones que sean factores en la construc-ción de la vida social.

Pero volvamos a los rasgos de la gran persecu-ción. En ella participaron los milicianos, gruposciviles que se organizaron en un ejército quellevaba entre sus combatientes a grupos de distin-tas edades, ocupaciones e incluso diferentes ideo-logías; entre los perseguidores estaban tambiénlos brigadistas, cuerpos de voluntarios prove-nientes de 54 países, sobre todo de Francia, Ingla-terra, Italia y Estados Unidos. Sus prácticaspersecutorias eran diversas. Dado que religiososy sacerdotes habían dejado sus hábitos y vestidu-ras talares para disimular su personalidad, losmilicianos escrutaban el aspecto eclesiástico paradetenerlos y asesinarlos.

Los perseguidores cometieron sacrilegios yprofanaciones de diversa índole: los milicianosse revestían con ornamentos sagrados, remedabanactos litúrgicos (misas, bodas, funerales), vestíanimágenes de Señor como miliciano armado, piso-teaban hostias consagradas o las comían entreburlas y blasfemias, profanaban tumbas, usabanvasos sagrados para afeitarse o beber. Las igle-sias y conventos fueron destinados como«checas», cárceles, casas de vicio, cuadras, bode-gas, garages, almacenes, cinematógrafos, salo-nes para mítines.

Destruyeron altares, retablos e imágenes; enlos altares colocaban imágenes de Stalin o Ma-nuel Azaña; dinamitaron el monumento al Sagra-do Corazón de Jesús (7 agosto 1936), quemabanimágenes, objetos sagrados y documentos de losarchivos de iglesias y abadías, colecciones depinturas, murales de la catedral de San Isidro enMadrid, al igual que el Palacio episcopal. Obrasde El Escorial fueron robadas (Van der Veyden,el Greco, Velázquez, Tiziano, Tintoretto y Ribe-ra, dos mil quinientos manuscritos preciadísimospor su significado y valor. La iglesia de Jaén, lacatedral de Sigüenza; Toledo fue despojada de su

tesoro artístico; todo el patrimonio artístico-reli-gioso de Ciudad Real fue destrozado; la catedralde Vich fue incendiada y saqueada, una custodiadel siglo XV fue fundida y convertida en chatarra.

En el país vasco, todos los altares, imágenes yobjetos de culto fueron destruidos, el culto abso-lutamente suspendido, templos incendiados, cam-panas y candelabros fundidos para la guerra,hubo prohibición absoluta de poseer imágenes yobjetos de culto entre los particulares, y redadaspara incautarlas.

Prácticamente no había opositores o sospe-chosos de serlo que se libraran de la represión;grupos armados iban a buscar a la gente a suscasas o cárceles, y los llevaban a cualquier carre-tera o cementerio para ejecutarlos; al menos 50,000personas fueron víctimas de este método llamado«paseo». Al final, España perdió en la guerra másde medio millón de personas, entre soldados,civiles muertos en los bombardeos, sin contar lasvíctimas del hambre. Cuando vencieron los na-cionales el 1 de abril de 1939, el país quedabaprofundamente herido, empobrecido material eintelectualmente y aislado del mundo, que por suparte, se preparaba para repetir la historia macabrade la guerra mundial. ¿Hasta cuándo incluiremosen el idioma del corazón humano la palabra paz yreconciliación?

6. BEATO REGINALDOHERNÁNDEZ, Op PresbiteroReginaldo Hernández entró como uno de los

42 compañeros de la causa de BuenaventuraGarcía Paredes, de la arquidiócesis de Madrid. Sunombre de pila era Luciano, que cambió por el deReginaldo al entrar en la vida religiosa.

Luciano nació a las 7 de la mañana del 7 deenero de 1909 en Calle de la Esperanza 57, en SanMiguel. Fue bautizado al día siguiente y confir-mado en julio del mismo año por el señor obispoJ. Jesús Ortiz. El padre de Luciano era AnicetoHernández Gutiérrez, quien contrajo matrimonioprimero con Paula Muñoz Reinoso en 1894; conella procreó cuatro hijos: Rosendo HernándezMuñoz, José de Jesús, Rafaela y Juana. Habiendomuerto Paula en 1903, Aniceto contrajo segundas

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nupcias con Vicenta Ramírez Centeno; con ellaprocreó once hijos; ella murió de fiebre el 6 dejulio de 1919, y Aniceto en 1933. Los hijos fueronJ. Jesús, Ma. Beatriz, J. Guadalupe, M. Wenceslao,Luciano, Antonia, Margarito, Cristina, Petra,Aristeo y de nuevo Petra; de estos once hijos, sóloseis llegaron a edad adulta. Cuando murió lamadre de Luciano, éste conta-ba con 10 años; por eso laseñora Chuy Gómez Guzmánse dedicó a criarlos.

Luciano estudió en la es-cuela parroquial y en la escue-la oficial de San Miguel. Deahí pasó a San Juan de losLagos, al llamado «ColegioApostólico», equivalente a se-minario auxiliar; dos años des-pués pasó a Guadalajara. Peroa finales de 1924, el goberna-dor de Jalisco J. GuadalupeZuno confiscó el seminario deGuadalajara; los seminaristas,por órdenes de sus superiores,se retiraron a sus casas.

Para ese tiempo, Luciano ya había conocido algran predicador y misionero, el padre MarianoNavarro, que había pasado del clero diocesano ala Orden de Santo Domingo. Así, cuando volvióa su casa, decidió hacerse dominico. Como losdominicos no tenían noviciado en México,Luciano debía salir a España; dado que su familiano tenía los recursos suficientes para costear elviaje, Luciano se dio a la tarea de reunirlos conrifas de imágenes que él elaboraba. Él debióvencer la resistencia natural de su familia, y lasuya propia, pues le ofrecieron costearle el estu-dio de Leyes, y más de alguna joven lo pretendía.

Justo en el momento en que podía ingresar enla orden dominicana, el presidente Calles decre-taba la expulsión de los sacerdotes extranjeros, enlos primeros meses de 1926. Se embarcó rumboa España junto con los religiosos expulsados, yllegó a estudiar en el convento de San JuanBautista de Corias, en Asturias. Por fin, el 16 deagosto de ese mismo año de 1926, vestía el hábito

dominicano, adoptando el nombre de Reginaldo.Mientras en México se desataba la persecucióncallista, hasta España llegaban las noticias deheroicos martirios, y Reginaldo continuamenteexpresaba su deseo de morir por Cristo Rey.

En el convento de San Esteban, en Salamanca,estudió la teología. Fue ordenado sacerdote en

Ávila, por el obispo local, donEnrique Pla y Daniel, el 10 dejunio de 1933. Era un sacerdoteverdaderamente ejemplar, afa-ble, cariñoso, caritativo, dedi-cado al estudio y al apostoladocon los jóvenes; cumplía confacilidad las reglas, a todo ledaba un aire sobrenatural

Escribía con entusiasmo endiversas revistas de los estu-diantes, gustaba de los idiomas,dibujaba y pintaba cuadros muyestimables. Así que sus supe-riores lo enviaron a Santo Do-mingo del Real, en Madrid, paraestudiar Derecho en la Univer-sidad Central. Al mismo tiem-

po publicaba el La Familia (editorial Dédalo,1935) y preparaba La guerra y la paz.

El 18 de julio de 1936 hubo un levantamientorojo en Madrid; los objetivos principales eran losreligiosos y los militares. Los religiosos compa-ñeros de Reginaldo se dispersaron y escondieroncon los particulares; Reginaldo, por su condiciónde estudiante mexicano, creía estar a salvo; aúnasí, comentó que estaba dispuesto a morir comolos sacerdotes en México. Dado que no lo recibie-ron en la embajada de México, se refugió en lacasa de la familia Reyna.

El 13 de agosto se presentó en la casa de losReyna un grupo de unos veinte milicianos gritan-do «¡Mueran los curas y frailes!»; Reginaldoordenó que abrieran la puerta y dijo «Yo soy elreligioso mexicano a quien buscáis»; entonces,entre insultos y golpes, se lo llevaron en un coche,mientras que en otro secuestraban a un miembrode la familia Reyna, que era capitán de infantería.Esa noche se corrió el rumor que habían asesina-

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do a Reginaldo, como con todo religioso, sacer-dote o católico militante que caía en sus manos.Por algo España conoció en cuatro años, alrede-dor de diez mil mártires.

7. BEATO JOSÉ MARÍAESCOTO RUIZ, O.Carm. Religioso

José María Escoto Ruiz nació en la comunidadde Aguacaliente, municipio de Atotonilco el Alto,10 de agosto de 1878; fue asesinado en Cervera el29 de julio de 1936. Su nombre de pira eraGabriel; así fue asentado en el libro de bautismosal día siguiente, y en el del regis-tro civil. Sus padrinos de bautis-mo fueron Ignacio Ruiz y MaríaIsabel Ruiz. Sus papás eranAniceto Escoto Herrera y MaríaRuiz Pérez.

Los papás de Gabriel eranAnastacio Escoto Herrera y Ma-ría Ruiz Pérez. Tuvieron doce hi-jos. Los dos primeros nacieron enAguacaliente, y todos los demásen Atotonilco, con excepción deloctavo (Gabriel), que tambiénnació en Aguacaliente. Los nom-bres de los hijos de AnastacioEscoto y María Ruiz son los si-guientes: María, María Beatrizdel Carmen, Ramón, María Celia,Miguel, José María, Pascual, Gabriel (el beato,no confundir con su hermano mayor), Manuel,Federico y Ramón (homónimo del tercer hijo).

Los padrinos de bautismo de Gabriel fueronIgnacio Ruiz y María Isabel Ruiz; fue bautizadoa los dos días de nacido. Fue confirmado juntocon su hermano Pascual el 8 de febrero de 1882.Su madre María Ruiz murió del parto de Ramón,el 16 de febrero de 1884; así que Gabriel quedóhuérfano a los cinco años y medio; su padreAnastacio murió el 31 de julio de 1900.

Gabriel hizo sus estudios en Atotonilco, dondesu padre tenía un comercio. Gabriel trabajó conél, y cuando su padre murió, vivió sucesivamente

con tres hermanas casadas. En el año 1900 se fuea vivir a la Ciudad de México, y luego a otrospuntos del país. Poco después estuvo trabajandoen San Louis Missouri, e incluso vivió cinco añosen Argentina. Regresó a los Estados Unidos, aChicago; allá se estableció y estudió inglés, mien-tras trabajaba en la casa comercial Montgomery.Fue la Montgomery quien lo envió como suagente comercial a Guadalajara; vivía con una desus hermanas. Luego partió hacia México con suhermana Beatriz; Gabriel daba clases de inglés yescribía en el periódico «El Demócrata».

Regresó a Guadalajara, donde conoció a laseñorita Rosa Orozco, y se ena-moró de ella. Rosa no quisocasarse antes de que él hicieraejercicios espirituales con losjesuitas. Gabriel asistió con elpadre Castro, la gracia de Diostocó en el fondo de un hombreque, a sus 48 años había dejadode frecuentar los sacramentosen sus largas estancias fueradel país, si bien nunca perdió lafe en Cristo ni la devoción a laVirgen María.

Contrajo matrimonio el 30de julio de 1926, justo un díaantes de la suspensión de cul-tos en todo el país. Precisa-mente cuando la persecuciónreligiosa estaba llegando a su

apogeo, Gabriel se fue acercando cada vez mása Cristo; poco a poco fue intensificando su vidade piedad, hasta llegar a ser hombre de comu-nión diaria; a los dos esposos se les veía rezandolargas horas en el templo, y practicando otrosactos de piedad. Seguramente Gabriel se estre-meció con el boicot tapatío, con el levantamien-to armado en Los Altos, con los martiriosAnacleto y compañeros en abril de 1927, con loscrímenes de guerra de los federales y los enor-mes sufrimientos de la población civil en eloccidente del país; fue testigo también de lareapertura de cultos y de los posteriores ataquesoficiales a la libertad religiosa.

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En 1934, ocho años después de casados y noteniendo hijos, decidieron los esposos EscotoOrozco abrazar la vida religiosa; él quería hacer-se jesuita y ella religiosa de la Visitación (salesas),ya que en Durango (España) tenía tres hermanasen esa congregación. Informados de que necesi-taban el indulto apostólico (un privilegio conce-dido por el Santo Padre), decidieron viajar aRoma para obtenerlo. En la ciudad eterna Gabrielexpuso su situación en la Curia generaliciajesuítica; desconsolado por lo que él interpretócomo una negativa, se dirigió a la Curiacarmelitana, donde habló con un sacerdote espa-ñol, el P. Xiberta. Aconsejados por él, se dirigie-ron a Barcelona (España); allí los atendieron y el4 de marzo de 1935 se abría en la Curia diocesanael proceso del indulto apostólico. Rosa entró conlas salesas, y el 19 de marzo de 1935, a sus casi 57años, Gabriel, como postulante carmelitano, to-maba el hábito y el nombre de José María.

De Tárrega (provincia de Lérida) pasó a Olotel mismo mes de marzo; allí José María,que continuaba siendo muy piadoso ypuntual, pidió permiso al padre priorpara hacer una hora extra de adoraciónante el sagrario. Siete meses despuésregresó a Tárrega, donde vistió el 14 deoctubre el hábito de novicio; José Maríaestaba contento, se le miraba siempreamable y sonriente, colaborando conhumildad en los servicios de la casa,como lavar platos o barrer; su paz sólo laturbó el saber que Rosa Orozco no seencontraba a gusto con las salesas; elladecidió pasar al monasterio carmelita deVic, en Barcelona a principios de enerode 1936; así los dos fueron del Carmelo.

Se proyectaba la profesión religiosa de JoséMaría para el 15 de octubre del mismo año de1936, pero la persecución y la muerte le pidieronsu máxima profesión apenas un año y cuatromeses después de entrar en la comunidad carme-lita. El 21 de julio de 1936 todos los religiosos,ante el peligro de sus vidas, debieron dejar elconvento de Tárrega. Junto con fray Pedro-To-más María Colldecarrera se refugió en la casa de

Cecilia Suria en la calle de San José; al díasiguiente se reunieron con fray Juan MaríaPuigmitjá y fray Eliseo María Fondecava, en lacasa de los Secanell-Gendre, por San José 20.Uno de esos días regresaron por algunas de suspertenencias al convento. Finalmente, el 28 dejulio por la tarde, cuando se dirigían por separadoy disfrazados al tren para huir, fueron uno a unodetenidos y llevados a Cervera, una poblacióncercana que actualmente cuenta con unos ochomil habitantes y que entonces tenía 4,500; cercade esa población fue fusilado junto con sus com-pañeros de comunidad el 29 de julio, mientrasgritaba «¡Viva Cristo Rey!», como los mártiresmexicanos durante la cristiada.

José María Escoto Ruiz murió junto con otros 16compañeros; su causa fue encabezada por el padreÁngel María Prat Hostench. El 26 de junio de 2006fueron declarados venerables, y fueron beatificadosel 28 de octubre de 2007 en Roma, haciendo un totalde 498 mártires de 23 causas distintas.

El pasado 28 de octubre, alrededor de cincuen-ta mil personas participaron en San Pedro enRoma en la beatificación más numerosa de lahistoria, ya que 498 mártires de la persecuciónreligiosa de los años treinta del siglo XX enEspaña eran elevados al honor de los altares;entre ellos se encuentra un cubano, dos mexica-nos y dos franceses. Se celebrará anualmente sufiesta el 6 de noviembre, por mandato papal.

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Agradecimiento a Diospor la Beatificacion

A LA FAMILIA DIOCESANA

Como es del conocimiento de una parte considerable de ustedes, el día 28 de Octubredel año en curso, serán beatificados en Roma 498 siervos de Dios que dieron su vida porCristo, durante la persecución religiosa ocurrida en España en los años treinta del sigloXX. Entre ellos, se encuentran dos mexicanos, ambos originarios de nuestra Diócesis deSan Juan de los Lagos: JOSE MARIA ESCOTO RUIZ, carmelita de la antiguaobservancia, nacido en la comunidad de Aguacaliente, municipio de Atotoni1co el Alto,actual parroquia de Margaritas, el 10 de Agosto de 1878, y asesinado en Cervera el 28de Julio de 1936, y REGINALDO HERNANDEZ RAMIREZ, dominico nacido en SanMiguel el Alto, Jal., el 07 de Enero de 1909, y martirizado en Madrid, España, el 13 deAgosto de 1936.

José María Escoto Ruiz vivió su infancia y juventud en Atotonilco el Alto, suparroquia madre; luego, emigró a trabajar a los Estados Unidos de América y, posterior-mente, a Argentina, para regresar, después, a su patria y fungir en calidad de maestro yperiodista en la ciudad de México, D.F. y, también, en Guadalajara, Jal. Contrajomatrimonio con Rosa Orozco el día inmediato anterior a la suspensión de cultos, o sea,el 30 de Julio de 1926. Hombre devoto y dedicado a la oración, junto con su esposa, optópor abrazar la vida religiosa, motivo por el cual, se embarcaron los dos hacia el viejocontinente para solicitar del Papa el indulto apostólico en orden a poder ingresar en algúninstituto religioso. Él fue recibido en el convento de Tárraga, el día 19 de Marzo de 1935.

OBISPADO DESAN JUAN DE LOS LAGOS

APARTADO NUM. 1SAN JUAN DE LOS LAGOS, JAL. 47000

ASUNTO: SE INVITA AL AGRADECIMIENTO A DIOSY AL FERVOR CRISTIANO CON OCASIONDE UNA GRATA NOTICIA.

(Circular No. 6/07)

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Se proyectaba su profesión religiosa para el 13 de Octubre del año 1936, pero lapersecución y la muerte le pidieron su máxima profesión, apenas un año y cuatro mesesdespués de ingresar en la comunidad carmelita. Cuando se disponía, junto con sushermanos, a buscar un lugar más seguro en medio de la persecución, fue capturado enCervera y fusilado con sus 16 compañeros de comunidad, el día 29 de Julio, mientrasgritaba: «¡Viva Cristo Rey!».

Reginaldo Hernández Ramírez, por su parte, estudió en el llamado «ColegioApostólico» de San Juan de los Lagos, de donde pasó al Seminario Conciliar deGuadalajara, mismo que se vió él precisado a abandonar, a finales de 1924, cuando elgobierno de Jalisco confiscó el edificio. Admirador del Pbro. Mariano Navarro quienhabía pasado del clero diocesano a la Orden de Santo Domingo, decidió ingresar en laOrden del Rosario y salió para España en 1926; allá estudió en Asturias, Salamanca yMadrid y fue ordenado sacerdote en Avila, el día 10 de Junio de 1933. Dejó siempre unejemplo de dedicación al estudio y de trato afable y caritativo. Mientras se encontrabaoculto en una casa particular, llegaron los milicianos a buscado y él les salió al encuentrocon esta frase: «yo soy el religioso mexicano a quien ustedes están buscando». Muriójunto con otros 37 dominicos y 4 religiosos de la Compañía de María.

Que la intercesión y el testimonio de amor a Cristo y a sus carismas de los siervosde Dios arriba nombrados, aviven en todos nosotros la fe, y nos impulsen a comprome-temos en un itinerario de conversión que nos ayude a ser discípulos-misioneros de laverdad, de la caridad fraterna y de la esperanza cristiana, y que el compromiso de ellosen el radicalismo evangélico, invite a todos a asumir, de acuerdo con la vocación de cadauno, las exigencias propias de los seguidores de Jesucristo.

Invito a todos a orar para que el evento de gracia que estamos para celebrar, seaaprovechado por todos, y muy especialmente, por los fieles de las poblaciones de origende los siervos de Dios que nos ocupan y por los religiosos y órdenes terceras residentesen nuestra Diócesis.

San Juan de los Lagos, Jal. 01 de Octubre de 2007

Pbro. Felipe SALAZAR VILLAGRANAAdministrador diocesano

Mons. Jorge Elías CHAVEZ G.,Secretario Canciller.

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La Beatificación más grandede la historia

Ciudad del Vaticano.- Cincuenta mil peregrinosparticiparon, el pasado domingo en la Plaza deSan Pedro de El Vaticano, en la Beatificación másnumerosa de la historia, protagonizada por 498mártires asesinados durante la persecuciónreligiosa que tuvo lugar en España, durante ladécada de los años treinta del siglo pasado. «Elmensaje de los mártires es un mensaje de fe y deamor», afirmó en la homilía el Cardenal JoséSaraiva Martins, prefecto de la Congregaciónpara las Causas de los Santos, representante delPapa, en una radiante mañana de sol.

A diferencia de la nueva práctica introducidapor Benedicto XVI, que subraya el carácter localde la beatificación, esta ceremonia tuvo lugar enEl Vaticano como lugar de encuentro de lasquince diócesis implicadas en el proceso, sedes

de las 23 causas. Por otra parte, los mártiresproceden de casi todo el territorio español, asícomo de Cuba, Francia y México (en la Plaza deSan Pedro había varios centenares de peregrinosmexicanos).

Varios centenares de los peregrinos presenteseran familiares de los mártires. La delegaciónoficial española estaba encabezada por el ministrode Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos,acompañado, entre otros, por representantes desiete comunidades autónomas. Después de que elCardenal Antonio María Rouco Valera, Arzobispode Madrid, arquidiócesis a la que pertenece elmayor número de mártires, pidiera al Papa suinscripción en el número de los beatos, el CardenalSaraiva Martins dio lectura a la Carta Apostólicade Beatificación dada por Benedicto XVI. (Zenit)

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El 27 de octubre de 1957fue ordenado sacerdote el ac-tual arzobispo de Guadalajara,el cardenal Juan SandovalÍñiguez. Por tal motivo, laarquidiócesis tapatía organi-zó el año jubilar sacerdotal,en el que se inscribieron di-versos eventos como la Jor-nada anual para la Vida Con-sagrada (3 de febrero), su 74ºcumpleaños (28 de marzo), laRenovación de las promesassacerdotales en la misacrismal (5 abril), las ordena-ciones sacerdotales (10 de junio), IX CongresoNacional Juvenil Misionero (26-29 julio), Cele-bración especial de Procesión de los cristos, Eu-caristía y concierto (14 octubre), y Eucaristía yfestejo (27 de octubre).

Juan Sandoval Íñiguez nació en Yahualica, enlos altos de Jalisco, territorio de la diócesis de SanJuan de los Lagos, el 28 de marzo de 1933. Entróa los 12 años al seminario de Guadalajara el 11 denoviembre de 1945; en 1952 partió a Roma,donde concluyó sus estudios y obtuvo licenciatu-ra en Filosofía y doctorado en Teología Dogmá-tica en la Pontificia Universidad Gregoriana en1961; cuatro años antes había sido ordenadosacerdote.

A su regreso a México fungió como directorespiritual y profesor en el seminario menor deGuadalajara, de 1961 a 1965. Fue también pre-fecto de filósofos y profesor en las facultades defilosofía y teología. Desde el curso 1971-1972fue nombrado Vicerrector con oficio de Rectordel Seminario Conciliar de Guadalajara.

El 8 de marzo de 1988 el Santo Padre JuanPablo II lo nombró obispo coadjutor de CiudadJuárez; allá fue consagrado el 30 de abril del

mismo año; 1992, el 11 de ju-nio asumió la función de obis-po diocesano de la misma dió-cesis. Tras la muerte del carde-nal Juan Jesús PosadasOcampo, fue nombrado arzo-bispo de Guadalajara el 21 deabril de 1994, tomando pose-sión el 19 de mayo del mismoaño. Cinco meses después, el30 de octubre, fue creado car-denal; la ceremonia tuvo lugarel 26 de noviembre.

Participó en el VIII Asam-blea del Sínodo sobre La for-

mación de los sacerdotes en las circunstanciasactuales en 1990 y en la IV CONGELAC (SantoDomingo, 1992); fue Relator General del Sínodode América (Roma , 1997); fue presidente delXLVIII Congreso Eucarístico Internacional(Guadalajara, 2004); participó en el Sínodo de losobispos sobre la Eucaristía (Roma, 2005); parti-cipó en la V CONGELAC (Aparecida, 2006).Forma parte del Consejo de Administración delos bienes de la Santa Sede, de la FundaciónPopulorum Progressio, del Pontificio Consejopara la Cultura, en la Pontificia Comisión paraAmérica Latina, en el Consejo Post sinodal delSínodo de América, y de las congregaciones parala Vida Consagrada y de la Educación Católica.

A lo largo de su ministerio ha ordenado más de400 presbíteros, algo que jamás imaginó cuandodecidió, apoyado en la vida cristiana de su familiay en el ejemplo de su párroco, el señor curaÍñiguez. Pero antes debió pasar la dura crisis delSeminario de Guadalajara de 1965 a 1975; enesos años de cuestionamiento y desorientación, elSeminario llegó a tener 646 seminaristas en 1975;diez años después, eran 1433 los seminaristasdiocesanos de Guadalajara.

Bodas de Oro delCardenal Juan Sandoval

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VARIOS

Mons. FranciscoRobles Ortega

En el consistorio del 24 de noviembre, fuecreado cardenal el arzobispo de Monterrey, Mons.Francisco Robles Ortega, quien nació en Masco-ta, Jalisco el 2 de marzo de 1949. Fue el tercero delos 16 hijos nacidos en el hogar cristiano, forma-do por los señores Francisco Robles Arreola yTeresa Ortega de Robles.Realizó sus estudios de Hu-manidades en el SeminarioMenor de Autlán; de Filoso-fía en el Seminario deGuadalajara y de Teologíaen el Seminario de Zamora.

Fue ordenado presbíteroel 20 de julio de 1976 para laDiócesis de Autlán.

Después de su ordenaciónsacerdotal, en Roma dondeobtuvo la Licenciatura enTeología Dogmática en laPontificia UniversidadGregoriana (1976-1979).Fue vicario parroquial,formador en el Seminario deAutlán (profesor, prefecto deestudios y de disciplina, di-rector espiritual y finalmen-te Rector. También partici-pó en diversas comisionesdiocesanas, como el Colegiode Consultores, ConsejoPresbiteral, formación per-manente del clero, y final-mente fue Vicario General de su diócesis (1985-1991).

El 30 de abril de 1991 fue nombrado obispoauxiliar de Toluca, y consagrado el 5 de junio delmismo año. Posteriormente fue obispo titular dela misma diócesis. Participó en el Sínodo de los

Obispos para América, cele-brada en el Vaticano del 16 denoviembre al 12 de diciembrede 1997. El 25 de enero del2003 S. S. Juan Pablo II lonombró XI Arzobispo deMonterrey, al aceptar la re-nuncia del Eminentísimo Se-ñor Cardenal Don Adolfo A.Suárez Rivera.

SaludoEnvío un saludo a toda la

Iglesia de México, a la vezque les invito a que en estenombramiento que recae so-bre mi humilde persona vea-

mos un regalo de Dios para los Católicos, paralos creyentes, los que son miembros de la Igle-sia y que a la vez es una distinción del PapaBenedicto XVI y un llamado a vivir con máscompromiso, con más responsabilidad nuestravocación cristiana.

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LOS MARTIRESLOS MARTIRESLOS MARTIRESLOS MARTIRESLOS MARTIRES

EN EL DOCUMENTO DE APEN EL DOCUMENTO DE APEN EL DOCUMENTO DE APEN EL DOCUMENTO DE APEN EL DOCUMENTO DE APARECIDAARECIDAARECIDAARECIDAARECIDA

140. Identificarse con Jesucristo es también compartir su destino:«Donde yo esté estará también el que me sirve» (Jn 12, 26).El cristiano corre la misma suerte del Señor, incluso hasta lacruz: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a símismo, que cargue con su cruz y que me siga» (Mc 8,34). Nosalienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayery de hoy en nuestros Pueblos que han llegado a compartir lacruz de Cristo hasta la entrega de su vida.

275. Nuestras comunidades llevan el sello de los apóstoles y,además, reconocen el testimonio cristiano de tantos hombresy mujeres que esparcieron en nuestra geografía las semillasdel Evangelio, viviendo valientemente su fe, inclusoderramando su sangre como mártires. Su ejemplo de vida ysantidad constituye un regalo precioso para el camino creyentede los latinoamericanos y, a la vez, un estímulo para imitar susvirtudes en las nuevas expresiones culturales de la historia.Con la pasión de su amor a Jesucristo, han sido miembrosactivos y misioneros en su comunidad eclesial. Con valentía,han perseverado en la promoción de los derechos de laspersonas, fueron agudos en el discernimiento crítico de larealidad a la luz de la enseñanza social de la Iglesia y creíblespor el testimonio coherente de sus vidas. Los cristianos de hoyrecogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuarcon renovado ardor apostólico y misionero el estilo evangélicode vida que nos han trasmitido.