32
REVISTA EUROPEA. NÚM. 3 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . AÑO I. CARTAS INÉDITAS DE DON JULIÁN SANZ DEL RIO. Entre la correspondencia de mi padre hallé hace algún tiempo diferentes cartas •del eminente filósofo D. Julián Sanz del Rio. La mayor parte versaban sobre asun- tos particulares y carecian de importancia; pero cuatro de ellas me parecieron dignas de darse al público. La primera, escrita en Heidelberg en 1844, cuando Sanz del Rio se hallaba pensionado por el Gobierno es- pañol para estudiar la filosofía novísima, con- tiene una sucinta exposición de los caracte- res del sistema de Krause. y multitud de curiosos detalles sobre la organización de la enseñanza en Alemania. La segunda, fe- chada en Illescas en 4 847, es la más im- portante por su extensión y por la copia de doctrina filosófica que la enriquece, pudien- do considerarse como un pequeño, pero profundo tratado de Educación científica y conteniendo importantes datos para la bio- grafía del autor. La tercera, escrita en Ules- cas sin indicación de fecha, es mucho me- nos extensa y más familiar que las anterio- res; pero no carece de importancia por cuanto en ella se trata de las condiciones 3 ue nuestro idioma posee para la exposición idáctica; cuestión importantísima por ser la oscuridad del lenguaje que usaba Sanz del Rio el principal fundamento de los apa- sionados ataques que se le dirigen. La úl- tima , igualmente fechada en Illescas en 1854, aunque también familiar, es notable por las apreciaciones políticas que contiene acerca de la revolución de Julio, y por ven- tilarse en ella algunos puntos relativos á la organización de la enseñanza en nuestra patria. Esta breve enumeración del contenido de estas cartas bastará para dar idea de su im- portancia y justificar su publicación en esta REVISTA. En ellas se hallarán datos inapre- ciables para conocer el desenvolvimiento del espíritu filosófico en Sanz del Rio, y para apreciar con exactitud y justicia los aspec- tos más originales de su carácter; por ellas se vendrá en conocimiento de la manera cómo se educó en las ideas de que.fue pro- pagador incansable y se afirmó en los pro- pósitos que fueron constante regla de su vida; por ellas, en suma, se adquirirá, me- jor quizá que por el resto de sus obras, el conocimiento del hombre tanto como del filósofo, y se comprenderá cuánto hubo de abnegación, de sublimidad y de verdadera grandeza en aquella vida tan ejemplar como fecunda, mal entendida por los ignorantes y los frivolos, ridiculizada por los que son incapaces de sentir lo grande ni realizar lo bueno, y calumniada indignamente por los enemigos de la ciencia y de la civilización. Al publicar estas cartas , creo por estas razones prestar un servicio á la ciencia y proporcionar un placer á los amigos y ad- miradores del ilustre pensador. MANUEL DE LA REVILLA. V* CARTA PRIMERA W. Sr. D. José de la Revilla. Mi amigo y dueño: Hace tiempo que tengo de- seos de escribir á V., y no lo he hecho antes por esperar á poder decirle algo de provecho y que merezca una carta, principalmente acerca de la materia que es el objeto de mi viaje. Por lo demás, de la salud de V. sé frecuentemente por medio de mi tio. Confieso que desde España miraba yo mi en- cargo y los deberes que me imponia con ojos más. ligeros y más por cima de lo que el asunto me- rece. Contaba á la verdad con mi buen deseo, con los tal cuales conocimientos que yo tenia en la filosofía y en la lengua alemana, y con las fuerzas que da al ánimo en las empresas difíciles la con- TOMO i. (1) Escrita en 30 de Mayo de 1844 en Heidelberg, donde se ha- llaba pensionado por el Gobierno. 5

REVISTA EUROPEA. - ateneodemadrid.com · ciencia de la omneidad absoluta (pero considerada sólo formalmente como tal, prescindiendo del contenido), contienen en sí, como ciencias

Embed Size (px)

Citation preview

REVISTA EUROPEA.NÚM. 3 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . AÑO I .

CARTAS INÉDITASDE

DON JULIÁN SANZ DEL RIO.

Entre la correspondencia de mi padrehallé hace algún tiempo diferentes cartas

•del eminente filósofo D. Julián Sanz delRio. La mayor parte versaban sobre asun-tos particulares y carecian de importancia;pero cuatro de ellas me parecieron dignasde darse al público. La primera, escrita enHeidelberg en 1844, cuando Sanz del Riose hallaba pensionado por el Gobierno es-pañol para estudiar la filosofía novísima, con-tiene una sucinta exposición de los caracte-res del sistema de Krause. y multitud decuriosos detalles sobre la organización de laenseñanza en Alemania. La segunda, fe-chada en Illescas en 4 847, es la más im-portante por su extensión y por la copia dedoctrina filosófica que la enriquece, pudien-do considerarse como un pequeño, peroprofundo tratado de Educación científica yconteniendo importantes datos para la bio-grafía del autor. La tercera, escrita en Ules-cas sin indicación de fecha, es mucho me-nos extensa y más familiar que las anterio-res; pero no carece de importancia porcuanto en ella se trata de las condiciones

3ue nuestro idioma posee para la exposiciónidáctica; cuestión importantísima por ser

la oscuridad del lenguaje que usaba Sanzdel Rio el principal fundamento de los apa-sionados ataques que se le dirigen. La úl-tima , igualmente fechada en Illescas en1854, aunque también familiar, es notablepor las apreciaciones políticas que contieneacerca de la revolución de Julio, y por ven-tilarse en ella algunos puntos relativos á laorganización de la enseñanza en nuestrapatria.

Esta breve enumeración del contenido deestas cartas bastará para dar idea de su im-portancia y justificar su publicación en esta

REVISTA. En ellas se hallarán datos inapre-ciables para conocer el desenvolvimientodel espíritu filosófico en Sanz del Rio, y paraapreciar con exactitud y justicia los aspec-tos más originales de su carácter; por ellasse vendrá en conocimiento de la maneracómo se educó en las ideas de que.fue pro-pagador incansable y se afirmó en los pro-pósitos que fueron constante regla de suvida; por ellas, en suma, se adquirirá, me-jor quizá que por el resto de sus obras, elconocimiento del hombre tanto como delfilósofo, y se comprenderá cuánto hubo deabnegación, de sublimidad y de verdaderagrandeza en aquella vida tan ejemplar comofecunda, mal entendida por los ignorantesy los frivolos, ridiculizada por los que sonincapaces de sentir lo grande ni realizar lobueno, y calumniada indignamente por losenemigos de la ciencia y de la civilización.

Al publicar estas cartas , creo por estasrazones prestar un servicio á la ciencia yproporcionar un placer á los amigos y ad-miradores del ilustre pensador.

MANUEL DE LA REVILLA.

V *

CARTA PRIMERA W.

Sr. D. José de la Revilla.

Mi amigo y dueño: Hace tiempo que tengo de-seos de escribir á V., y no lo he hecho antes poresperar á poder decirle algo de provecho y quemerezca una carta, principalmente acerca de lamateria que es el objeto de mi viaje. Por lo demás,de la salud de V. sé frecuentemente por medio demi tio.

Confieso que desde España miraba yo mi en-cargo y los deberes que me imponia con ojos más.ligeros y más por cima de lo que el asunto me-rece. Contaba á la verdad con mi buen deseo, conlos tal cuales conocimientos que yo tenia en lafilosofía y en la lengua alemana, y con las fuerzasque da al ánimo en las empresas difíciles la con-

TOMO i.

(1) Escrita en 30 de Mayo de 1844 en Heidelberg, donde se ha-

llaba pensionado por el Gobierno.

5

66 REVISTA BÜROPEA. 4 5 DE MARZO DE 4 8 7 4 . N.° 3

sideración del porvenir. Pero- una idea perfecta-mente clara, interior, de todo lo que determina-damente tenia yo que hacer para desempeñar micometido, no la tenia al salir de España. En Bru-selas, y en mis relaciones con Mr. Ahrens, conocíque las dificultades de la lengua, y muy princi-palmente el lenguaje filosófico, eran, aunque gra-ves y costosas de vencer, de mucha menor entidadque las que nacían del objeto mismo, de las ideasen sí y en la indefinida diversidad con que se hanmanifestado en la filosofía moderna alemana desdeKant hasta Schelling.

Como guia que me condujera con claridad yseguridad por el caos que se presentaba ante miespíritu, hube de escoger de preferencia un sis-tema á cuyo estudio me debia consagrar exclusi-vamente hasta hallarme en estado de juzgar concriterio los demás. Escogí aquel que, según lopoco que yo alcanzaba á conocer, encontraba másconsecuente, más completo, más conforme á loque nos dicta el sano juicio en los puntos en queéste puede juzgar, y sobre todo, más suscepti-ble de una aplicación práctica; razones todas que,si no eran rigorosamente científicas, bastaban ádejar satisfecho mi espíritu en cuanto al objetoespecial que por entonces yo me proponía; fuerade que estaba yo convencido que tales y no otrosdebían ser los caracteres de la doctrina que hu-biera de satisfacer las necesidades intelectualesde mi pais.

Dirigido por estos pensamientos me propuseestudiar el sistema de K. C. F. Krause; comencéen Bruselas mi trabajo; pero como era preciso detodos modos hacerse familiar la lengua alemanacomo preparación, me vine á esta ciudad dondehabla dos discípulos de este filósofo; el uno pu-ramente metafísico, M. Leonhardi, y el otro pu-ramente práctico y positivo, M. Roeder. A amboshe oido con toda la atención que me ha sido po-sible; y pasando en claro las dificultades de todogénero con que he luchado hasta el dia, creo, porúltimo, que hoy trabajo ya con fruto y con la es-peranza de penetrar en el fondo de este sistema,y cumplir mi objeto respecto de los demás.

Desde luego aseguro á V. que mi resolucióninvariable es consagrar todas mis fuerzas durantemi vida al estudio, explicación y propagación deesta doctrina, según sea conveniente y útil ennuestro país. Esto último admite consideracio-nes de circunstancias, sobre todo tratándose deideas que son esencialmente prácticas y aplica-bles á la vida individual y pública; pero sobretodas estas consideraciones es mi convicción ín-tima y completa acerca de la verdad de la doc-trina de Krause. Y esta convicción no nace demotivos puramente exteriores, como de la com-

paración de este sistema con los demás que yotenia conocidos, sino que es producida directa éinmediatamente por la doctrina misma que yoencuentro dentro de mí mismo, y que infalible-mente encontrará cualquiera que sin preocupa-ción, con sincera voluntad y con espíritu libre ytranquilo se estudia á sí mismo, no bajo tal ócual punto de vista aislado, parcial, sino en nues-tro ser mismo, uno, idéntico, total.

Estoy yo aún muy distante de poder recorrergradual y lógicamente todos los eslabones de lateoría de que hablo á V.; requiere esto una fuerzay constancia de atención, una identidad y regu- •'laridad de pensamiento que yo me esfuerzo poradquirir, pero que aún tardaré mucho en poseer.Sin embargo, como, aunque parcialmente, com-prendo ya varias de las verdades principales deeste sistema, puedo decir á V. algo acerca de loscaracteres principales que lo distinguen de losdemás; por lo menos en cuanto sea bastante paraque V. desde el punto de vista en que están ennuestro pais los conocimientos filosóficos, puedaformar un concepto acerca de esta doctrina engeneral.

•, Desde luego Krause sostiene y demuestra quees posible y real el conocimiento científico delSer absoluto, de Dios, y esto de tal manera, quela ciencia misma sólo es posible y real en virtudy por causa de este conocimiento anterior á ella.Esto entendido, la doctrina filosófica tiene na-turalmente dos partes: la primera puramenteanalítica, en la cual el espíritu, recogiendo suatención, elevándose de lo múltiple, diferente,parcial, á lo que es simple, idéntico, total, subegradual é inevitablemente al conocimiento in-tuitivo racional del Ser absoluto. Este conoci-miento existe en la vida común y es el supuestoinevitable y último de todo lo que pensamos: elfilósofo no se distingue en esto del que no lo es,sino en que mira con más atención, en que no sedistrae. Pero si este conocimiento supremo, ab-soluto, existe y es posible, es preciso que en laintuición del Ser veamos todo conocimiento po-sible, y sólo se trata en esta segunda parte sin-tética de componer la ciencia.en todo su orga-nismo interno bajo la luz dfe esta intuición. Yono hago á V. esta primera indicación, sino única-mente para que entienda hasta dónde alcanzan laspretensiones de esta doctrina; no para que formeusted una opinión acerca de su verdad ó falsedad.Este es punto demasiado grave* y yo espero enDios, que si consigo volver k mi país con elmismo buen ánimo con que me. encuentro ahora,podré acaso convencer á V., tro sólo dé la pasibili.dad de este conocimiento, sino lo que es más aún,que es imposible dejar de llegar á él si buscamos

N.° 3 SANZ DEL RIO. CARTAS INÉDITAS.

de buena fe y con ánimo atento la verdad, no dehoy ó ayer, sino de todos los siglos, eterna, abso-luta.

Los caracteres externos que en general resaltanmás en esta doctrina, ó por lo menos los que yohe notado hasta ahora, son estos. Su métodocientífico: aquí no se supone jamás; no se afirmamás que lo que se ve directa, inmediatamente,desde la primera verdad de intuición inmediata,Yo, hasta la última verdad, la intuición Ser, en lacual y por la cual existe y es posible la intuiciónYo. El orden de progresión es tan circunspecto,tan rigorosamente gradual, que no es posiblenegar el asentimiento á cada afirmación sucesi-va. En ningún sistema moderno alemán, y en ge-neral en ningún sistema filosófico, se halla estacondición esencial satisfecha completamente, sinoen éste. Otro carácter propio de este sistema eslo que yo me atreveré á llamar su realidad, por lacual palabra, para explicarme brevemente, en-tiendo que en él no se tiene por objeto la idea,como en todos los demás, sino el fundamento dela idea, la intuición directa del Ser, en virtud dela cual la idea existe. Así, no se espere de la doc-trina de Krause una metafísica abstracta y pura-mente formal, por consiguiente inútil en la vida;sino que el conocimiento supremo en este sis-tema es conocimiento de la suprema realidad delSer absoluto, en el cual es esta realidad parcial,individual, en la cual el hombre pierde continua-mente su atención y la identidad de su ser y desu conocimiento. Otro carácter de este sistema eslo que yo llamaré su omneidad: como nada hayque en ser, y por consiguiente en el conocimientode ello, no esté contenido y subordinado al Serprincipio, Krause demuestra cómo se realiza estecontenido y subordinación orgánica en el conocerde los seres; nada puede excluirse de esta univer-salidad de relación. Así, en cuanto al contenido,á la ciencia del Ser es interior, inferior y subor-dinada la ciencia del Ser naturaleza, Ser razón,Ser humanidad ó unión orgánica de naturaleza yrazón; en cuanto á la forma, las matemáticas,ciencia de la omneidad absoluta (pero consideradasólo formalmente como tal, prescindiendo delcontenido), contienen en sí, como ciencias mate-máticas subordinadas, la ciencia de la omneidadde espacio, la de tiempo, la de cuantidad, etc.,bajo cuyas formas reconocemos todos los seres.Así, por ejemplo, lo que se llama ciencias natu-rales, ciencias morales y políticas, ciencias fisico-matemáticas, no son-en este sistema considera-das sino eomo armónicamente unidas entre sí ysubordinadas ordenadamente á la ciencia una delSer absoluto. Siento no poder evitar ahora la

a' ó acaso extrañeza que causará á V. lo que

escribo; pero ya llegará dia_en que hablemos claroy despacio sobre la materia. No quiero, sin em-bargo, dejar de hacer á V. algunas indicaciones,aunque externas, que autorizan mi palabra y elsistema en cuestión. En cuanto á determinar elconocimiento absoluto, fundamento del conoci-miento humano, es la cuestión que desde Eant haocupado á todos los filósofos alemanes, Fichte,Hegel, Schelling y Krause: la necesidad de estadeterminación resulta de la observación sencillí-sima, pero esencial, y que puede hacer cualquierpensador un poco atento. ¿Por qué afirmo yo quelas cosas son como yo las pienso (ó que mi pen-samiento tiene valor real objetivo), si me es detodo punto imposible conocer esta relación obje-tiva de mi pensamiento á la cosa, puesto que yono tengo conciencia inmediata sino de mi pensa-miento propio, cuya verdad no puedo yo compro-bar sino por pensamientos tan subjetivos comoel primero, pero no por la cosa en sí? Luego co-nozco yo algo sobre mi pensamiento y sobre loexterior, de cuyo conocimiento resulta (aunqueen el conocimiento vulgar no pensemos en ello)la invencible afirmación de qte existe una realidadexterior á mi ser y á mi pensamiento de ella. Estacuestión fundamental de la filosofía, Fichte laresuelve imaginando un Yo absoluto; Hegel, poruna idea absoluta; pero Krause dice, que.si cono-cer no es más que una esencia ó propiedad deSer, si yo conozco los seres individuales exterio-res, y á mí mismo, siempre como tal determinadoindividual, lo cual supone inevitablemente Ser nodeterminado, no individual; todos mis conoci-mientos de los seres no son más que determina-ciones d£l conocimiento del Ser, y éste (si mira-mos conanimolibre y sincero) no es otro que loque llamamos Dios. Ante ninguna de las conse-cuencias de esta verdad retrocede Krause; treintaaños ha ocupado sin descanso en hacerse á símismo claro y hacer claro á los demás esce cono-cimiento: durante una vida llena de enfermeda-des, de persecuciones, y aun de pobreza, se mos-tró siempre en su conducta como testimonio vivode que él no enseñaba verdad ni ciencia aérea,puro formalismo, que sólo ocasiona meditacionesociosas y sin fruto ni consecuencia, sino verdadviva que al mismo tiempo que aclara el conoci-miento, aviva el sentimiento y fortalece la vo-luntad; verdad que no se conoce sólo con la cabe-za, sino que con ella deben obrar en armoníatodas las facultades del hombre. Esta doc-trina ha obtenido ya ventajas muy señaladassobre las demás. En Bélgica en un concurso so-lemne entre las cuatro universidades (una pura-mente jesuítica, la de Lovaina), sobre examina*"el origen de los conocimientos humanos, ha obtft-

68 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3nido el premio la solución que un discípulo deM. Ahrens (M. Tiberghien) ha dado con arregloal sistema de Krause; las obras de M. Ahrenssobre Derecho natural, que han obtenido cuatroediciones en Italia, y que son estimadas sobre lasdemás en España, Bélgica y Francia, no son másque una parte de lo que Krause ha escrito para re-formar en consecuencia de su doctrina la doctrinageneral del Derecho. Lo que he dicho bastará paraponer á V. en estado de mirar sin prevención estesistema: y aun si "V. teme qué un sistema que tanesencial y radicalmente trata la ciencia y la vidamisma, que puede llamársele una Religión (locual yo reconozco con pleno asentimiento), y portanto degenere de ser ciencia pura en exaltaciónde sentimiento ó de fantasía, á esto contestarépor ahora con un hecho, que aunque exterior, esconvincente, á saber: Krause es el primero queconsidera y trata las matemáticas como la formade la Filosofía, no sólo porque el objeto de las ma-temáticas, la omneidad (como forma en abstrac-ción del contenido) es la forma del objeto de laFilosofía: el Ser que es todo (omne), sino porque(como consecuencia de lo anterior) las matemá-ticas dan á la Filosofía regularidad, precisión,rigor y evidencia demostrativa. Yo estoy ya bas-tante convencido de esto para volver á mi estudiode las matemáticas, aunque en verdad de unamanera bien diferente de la común. Si lo que hedicho excita en V. el temor de que esta doctrinasea quizá demasiado buena ó demasiado elevadapara mi país, ó que hade traerconsecueneias prác-ticas demasiado graves, diré á V. en primerlugar,que aunque sé bien que hoy me falta muchísimopara poder enseñar á otros este sistema, mi con-vicción ha llegado, sin embargo, á un grado bas-tante firme para que ninguno de estos motivosme impida en lo más mínimo trabajar en cono-cerlo hasta donde alcanzan mis fuerzas; despuésque precisamente una de las perfecciones de ladoctrina de Krause es que pueda acomodarseperfectamente á los diferentes grados de culturadel espíritu humano; y yo considero ya hoymismo, como punto en que habré de meditarmuy detenidamente, qué parte enseñaré y cómola enseñaré en mi país, de suerte que se avivenatural y gradualmente entre nosotros la vida deespíritu y el amor á la verdad, para adelantarpoco á poco, pero con paso seguro, en este cami-no; por último, que estoy íntimamente conven-cido de que si una ciencia trata verdad, y si seencierra rigorosamente en su carácter de ciencia,jamás serán temibles sus consecuencias prác-ticas, porque éstas no pueden entrar sino lenta-mente en la vida, y al paso que se va formandola convicción; fuera de que ¿cree V. sinceramente

que la ciencia, como conocimiento consciente yreflexivo de la verdad, no ha adelantado bastanteen diez y ocho siglos sobre la fe, como creenciasin reflexión, para que en adelante, en los siglosvenideros, haya perdido ésta la fuerza con que •ha dirigido hasta hoy la vida humana? ¿Por quéno ha de poder estar en armonía la ciencia y la fe,puesto que si la fe nos viene de Dios, también laciencia nos viene del mismo origen, y si pormedio de ésta conocemos los seres, mirando enla ciencia misma (pensando el pensar) es imposi-ble que no reconozcamos (de un modo finito) elSer cuya vida es saber, ciencia absoluta, de la cualnosotros participamos, de un modo limitado enverdad, pero tan real y esencialmente como esesencial la ciencia mismat

Por todas estas consideraciones, amigo mío, yoestoy resuelto á seguir, aunque me cuesta no pe-queña fatiga, la senda comenzada; pues que, aunprescindiendo del motivo temporal que á ello meempeña, hallo -ya hoy en mí motivos más eleva-dos que me obligarían á ello aun sin aquel.

Después de este asunto que me ocupa entera-mente ¿qué interés pueden tener los demás acce-sorios al objeto de mi viaje? Los he mirado comotales, y así he trabajado en ellos hasta hoy conpoca atención; pero aún espero hacer algo más enadelante.—Al pasar por Paris tuve apéuas tiempopara formar un juicio claro y sólido sobre el es-tado de la Filosofía en Francia; pero sin poder aúndeterminar enteramente mi pensamiento, dirésólo que, como pura ciencia, y ciencia indepen-diente, no se cultiva ni con profundidad ni consinceridad: se trabaja en filosofía, pero subordi-nándola á un fin que no es filosofía, sino, porejemplo, política, reforma social, y aun para finespoco nobles, como vanidad, etc. Visité á uno delos principales representantes de la ciencia,Mr. Cousin, y sin que como hombre pretendayo juzgarlo en lo más mínimo, diré que como filó-sofo acabó de perder el muy escaso concepto enque lo tenia.—Lamento cada dia más la influen-cia que la filosofía y la ciencia francesa (cienciade embrollo y de pura apariencia) ejerce entrenosotros hace más de medio siglo: ¿qué nos hatraído sino pereza para trabajar por nosotrosmismos, falso saber, y sobretodo, inmoralidad ypetulante egoísmo? Y es tanto más de lamentaresto, cuanto que yo pienso hoy que las cualida-des de espíritu en nuestro país son infinitamentesuperiores en profundidad y regularidad á las delos franceses, sin que por otra parte degeneren entendencia á inútil abstracción, como en Ale-mania.

No he iiecho ningún trabajo importante y se-guido sobre el estado de la instrucción pública en

N.° 3 SANZ DEL RIO. CAUTAS INÉDITAS. 6 9

este país. Sin embargo, respecto de las universi-dades he hallado de paso algunas observacionesque, aunque breve y parcialmente, no quiero de-jar de comunicar á V., porque las creo esenciales.No se debe pensar que universidad significa, y esen Alemania lo que en España. Nuestras univer-sidades son instituciones donde se enseña laciencia, antiguamente bajo la influencia y aundirección eficaz, directa, íntima, de la Iglesia, yahora del Estado; en Alemania la universidad esen su interior, en la enseñanza misma, una insti-tución totalmente independiente de la Iglesia ydel Estado; con tal que sea verdaderamente cien-cia lo que en ella se enseña, ni el Estado, ni laIglesia tienen acción ni intervención legítima enella. Acaso no se entendería cómo puede ser esto,en España, por ejemplo, donde la ciencia estáesclavizada á UD mecanismo artificial y legisla-tivo, tan injusto como violento y perjudicial áesta dirección fundamental, esencial, del espíritudel hombre, y por consiguiente de la vida social;pero precisamente esta libertad es el fundamentode la vida y prosperidad en que se halla en Ale-mania esta institución. Vea V. algunas conse-cuencias del carácter esencial de que goza launiversidad aquí. En sus relaciones con el Esta-do, éste contribuye en parte á la subsistencia deaquella, pero no como quien paga y retribuyeuna función pública, sino como quien apoya unainstitución que por lo demás es independiente.Así, la universidad tiene la administración entera-mente libre de todo lo que por este respecto ú otroentra en ella. No se puede decir que el profesorrecibe propiamente un sueldo del Estado (exceptoalguna cátedra especial); los pocos profesores or-dinarios que hay en las universidades recibensólo algunas, muy cortas, cantidades por razón desu nombramiento. Tampoco el Estado nombrapor principio general, sino que, ó la universidadnombra ó propone; por lo demás, si el Estadonombra un profesor, la universidad lo recibecomo un beneficio para la enseñanza y la concur-rencia de estudiantes. No se puede decir que elEstado da reglamentos de enseñanza universita-ria, ni hay para qué; en cuanto á la enseñanza or-dinaria que tiene relación con el servicio público,el Estado se contenta con exigir para tales ó ta-les funciones tantos años (tres á lo más) probadosde estudios (en cualquiera universidad alemana,con pocas excepciones), y principalmente un exa-men rigoroso y de muchos dias que se hace porcomisiones del Estado nombradas ad hpc; de aquíresulta naturalmente que el estudiante en estu-diar, y el profesor en enseñar, se acomodan nece-sariamente á este fin, pero libremente, sin nece-sidad dé más leyes y reglamentos. En cuanto á

las demás enseñanzas que no tienen una apli-cación á servicios públicos, el profesor procurasatisfacer y acomoda su enseñanza á las necesi-dades generales y prácticas de la opinión, esme-rándose en excitar, por la materia y por el modode tratarla, el interés y la concurrencia de estu-diantes y no estudiantes, de hombres y aun deseñoras: por ejemplo, el célebre profesor de his-toria ScMosser, me decia hace algunos dias, queen los últimos años prefiere explicar la historiadesde el siglo XVIII acá, y que de este modo laconcurrencia á su cátedra ha aumentado mucho;él mismo tiene algunas explicaciones privadas áque asiste lo que aquí se llama público mixto (hom-bres y señoras). Hace dos dias ha comenzado elprofesor de mineralogía Leonhard una serie deexplicaciones de geología, cuya retribución la des-tina para los pobres hilanderos de Sajonia.—Así,las relaciones de la universidad con el estudianteson muy simples; se reducen á enseñar la ciencia;el estudiante cuidará de adelantar ó nó; esto es desu interés; pero la universidad no prueba su apti-tud ni lo examina (excepto grados académicos yprivat-docens). Admira ver qué profundamentevaría el carácter de la universidad esta sola va-riación.—En cuanto al gobierno interior de launiversidad, depende principalmente de costum-bres y de prescripciones del Senado académico: encasos extrordinarios también el Estado tiene in-tervención (naturalmente ocurre esto pocas veces).Naturalmente es muy limitada la esfera del go-bierno interior de una universidad alemana; haymuy pocas formas exteriores aqui: la principalincumbencia del Senado es probar para los gradosacadémicos (que no dan sino honor, y por tantoson poco solicitados), para los privat-docens, ycuidar de la disciplina y orden material del esta-blecimiento, etc.; lo principal, la enseñanza, que-da enteramente (excepto abusos graves) bajo lajurisdicción del que está autorizado para enseñar.—El profesorado es, en todo el sentido de la pala-bra, profesión libre (y ciertamente la más honraday respetada en este pais) de ciencia. El profesorordinario, si recibe alguna retribución del Gobier-no, explica algunas lecciones públicas gratis (po-cas, en verdad, las menos que puede), y ademástiene colegios privados, que el estudiante pagamás ó menos, según el tiempo y modo con quequiere ser enseñado (en esto hay parte de contratoy parte de costumbres generales), y tambiénpri-vatisimos (para exámenes, ó enseñanza más ex-tensa, ó sobre un ramo especial), que son los máscaros. El profesor vive además del producto desus obras (apenas hay alguno que no tenga algu-na entre manos), y de artículos en las Revistascientíficas. Cuanto más y mejor trabaja, tanto

70 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

más aumenta su reputación, y por consiguientela venta de sus obras (y el deseo de escribir otras)y el número de sus discípulos.—El profesor ex-traordinario y el privat-docens (dos grados conmuy cortas diferencias, sino es la mayor probabi-lidad en el primero de optar al profesorado ordi-nario) son dos aspirantes permanentes al gradosupremo del profesorado. A la verdad, tienenunos y otros casi los mismos medios de subsistiry ganar opinión que el profesor ordinario; pero elorden natural de las cosas y la voz de la opinión,hacen mirar á éste como el más autorizado, elmás honorífico, y por consiguiente el mejor retri-buido (acaso con menos trabajo que los demás,como entre nosotros los abogados nuevos y vie-jos), y á esta ley que influye sobre toda la vidade los dichos aspirantes, se conforman inevita-blemente éstos, aprovechando para su fin susnuevas fuerzas, mejores métodos, y todos los re-cursos que les inspira un tan grande interés. Nohay que temer aquí la falsa ciencia, porque hayya formado un público competente de los profe-sores de más de veinte universidades, y un inte-rés también esencial en éstas (el de adquirir opi-nión y atraer mayor concurso de estudiantes) enbuscar é invitar á su seno á los profesores óprivat-docens que por sus obras ó escritos seanconocidos como mejores entre los profesores. Así,aunque se den casos raros en que ss premie elpoco mérito, el mérito verdadero está seguro deser premiado. Así por una acción gradual, recí-proca, verdaderamente orgánica y libre, que seextiende en una esfera inmensa, la vida científicaes verdaderamente un elemento fundamental dela vida social en Alemania, y de una influenciareal y bienhechora sobre la educación del pueblo(porque lo que digo ds las universidades sucede,con diferencias particulares, en los institutos desegundo orden y en las escuelas).—Cómo las uni-versidades alemanas han venido á esta constitu-ción, que no dudo en llamar modelo, y si conti-nuarán en ella, ó al contrario, degenerarán, ó sepondrán en oposición con las pretensiones al des-potismo administrativo que, respecto de algunas,afectan ya algunos Gobiernos alemanes (asuntoque va tomando aquí grande importancia, porquelas universidades y la opinión saben bien lo quevale política y socialmente la libertad de ense-ñanza), son cuestiones que ni nos interesan ahoramucho, ni yo puedo tratar á fondo.—En cuanto áqué aplicación pueda tener en España lo buenoque hay aquí, diré desde luego, que en generalninguna, ó que los resultados serian más malosque buenos. Era preciso comenzar por quitarlos innumerables obstáculos, no sólo legislativos,sino aun políticos y sociales, que en la vida pú-

blica de nuestro pais, tal como es hoy, se oponená que la ciencia se constituya entre nosotroscomo un elemento libre, independiente, de vidapública, y por consiguiente con todas las condi-ciones de tal en su ser interior y en sus relacionescon el "Estado, la Religión, etc. Pero ¡cuánto dis-tan nuestras pobres universidades de este mode-lo!—Punto muy diferente y de mayor trascenden-cia es el de si en general debe trabajar todo elque se sienta con fuerzas para ello, para que desdeel punto en que se halla nuestra enseñanza supe-rior se la mejore en vista del fin especial que heindicado; creo que sí, y aun que puede trabajarsecon fruto; pero los medios no puedo yo indicarlosahora con seguridad del acierto; acaso á nuestravista hablaremos largo sobre la materia.

Antes de acabar tengo que hacer á V. algunasobservaciones acerca del objeto de mi encargo.—1." En una especie de instrucción que recibí del Mi-nistro al salir de España (y que confieso que casidicté yo en mi poca experiencia) se me indicabaque debía tener correspondencia cada tres mesescon ese Ministerio acerca de objetos análogos ámi encargo, y aun se me indicaba que seria bienque trabajase al año alguna obra. Todo esto (bienpensado) es cosa que para hacerla en regla, nopuedo hacerla yo mientras esté aquí; mi trabajoes ahora más interior, y de meditación, de obser-vación que de producción; si aquel se interrumpecon estas exigencias, ni lo uno ni lo otro serábueno. Dígame V. sobre esto lo que piensa, ó sies preciso lo que piense el Ministro.—2." Yo tengodos años fijados para mi viaje: si se tratara deun viaje de inspección ó meras indagaciones ex-teriores, comprendo esta limitación; pero tratán-dose de inspirarse á fondo y poseer, á punto'•depoder juzgar, el espíritu filosófico en un pais,semejante límite es" más un estorbo que unaregla natural. En realidad, yo creo ahora quetengo demasiado que trabajar, para juzgar enconciencia que en dicho término conoceré mi ob-jeto á punto de poder hacer verdaderamente úti-les en mi pais mis conocimientos. Me falta aúnmucho para poseer en lo esencial la doctrina deKrause; después es preciso conocer á lo menos loesencial de SchellingyHegel, en donde se renuevandificultades de lenguaje y de ideas que sólo aquípuedo vencer (aliado del primero en Berlín y de losdiscípulos del segundo); y quiero hacer notar á V."con este motivo, que aun aquí no conoce de ordi-nario un filósofo sino un sistema; los demás muypoco, y á veces más para censurarlos que parajuzgarlos imparcialmente. No digo yo por estoque en los dos años, haciendo grandes esfuerzos,no podré concluir mi objeto; esto no lo sé ni puedosaberlo con certeza; sino que el limitarme este

F. V. RETRAIMIENTO DE LAS POTENCIAS. 74

tiempo como una prescripción no es conforme ála naturaleza del objeto, y me obliga quizá á pre-cipitar el orden de mis trabajos en daño del ob-jeto y aun de mi salud. ¿Y si el Gobierno lia teni-do confianza para enviarme aquí, por qué no lalia de tener para dejarme que sosegadamente ycon libertad cumpla el objeto de mi encargo?Tengo demasiados vivos deseos de volver á mipais para que se tema que ni un momento abuseyo de esta libertad. También deseo que me ha-ble V. de esto, y de qué y cómo podré conseguirmi deseo; advirtiéndole que D. Santiago Tejada,persona bastante autorizada con el Gobierno (so-bre todo ahora), sabe bien, por los profesores deaquí, que yo no desaprovecho mi tiempo, y puedeen caso preciso favorecer mi deseo. Por lo demás,este es punto que admite espera, y ante todo V.me hablará de ello.

Otras cosas me ocurren de qué hablar a V.;pero creo que ya he escrito demasiado para eltiempo que V. y yo tenemos.—De nuestro paissé poco, y sólo por los diarios alemanes; confiesoque prescindiendo de cambios particulares, engeneral he recibido siempre impresiones tristí-simas.

Siempre soy de "V. afectísimo y agradecidoamigo,

J. SANZ DEL RIO.

RETRAIMIENTO DE LAS POTENCIAS

CON RESPECTO AL GOBIERNO ESPAÑOL.

«Siempre que las relaciones diplomá-ticas deban ser conservadas, la reglamas segura y más lógica es la de conti-nuarlas con el Gobierno de fr/cto, re-presentante por lo menos en aquellosmomentos, de la soberanía del Estado.»(CALVO. Derecho iitiernocional leíiricoy 'practico de Europa y América, pár-rafo 212, cap. vi , tomo i.)

«On peut cependant mettre en princi-pe que quiconque exerce l'aulorité su-préme sans contestación, sous tel titreque ce soit, a le droit d'exprcer égale-ment a l'égard de 1' étranger, tous íesdroits qui y sont atlacbés, attendu queceuxci ne sont pas juges du regíme in-térieur d'une Nation.» (MACTKS Gtñdediplomatique, par. 6, cap. ti tomo i.)

(Véanse VATTEL, WHKATON, BELLOy M E R U H . )

La conducta que están observando las Potencias ex-tranjeras con el Gobierno español es tan poco conve-niente para ellas como para éste. Los Gabinetes euro-peos no han reconocido todavía, como es sabido, alGobierno de España, y sólo mantienen con él relacio-nes extraoficiales. Esto es contrario á los intereses detodos y á la marcha que, con arreglo á ellos, debe se-guirse en semejantes circunstancias.

Las misiones diplomáticas tienen por objeto prote-

ger y fomentar los intereses generales del Estado quelas envia, y los particulares de sus respectivos nacio-nales. Los Gobiernos no sólo están en el deber develar por sus gobernados cuando residen en su patria,sino que deben también extender su protección á losque se hallan establecidos ó de tránsito en el extran-jero. Esta protección es necesaria en todo tiempo;pero más, si cabe, en los momentos en que los cam-bios ó trastornos políticos hacen más perentorio librará los intereses que nos están encomendados, de lospeligros que pueden correr. Si llegasen la cultura delos pueblos y la ilustración y rectitud de sus Gobier-nos á tal grado de perfección que ofreciesen las mismasgarantías para todos indistintamente, y se pudiese con-tar con una administración celosa y una justicia rápi-da, iguales para propios y extraños, las misiones di-plomáticas perderían casi toda su importancia; peroínterin este desiderátum no se realice, esas misionesserán más indispensables allí donde el Gobierno estémás distante de dar dichas garantías, y por lo tantoen los momentos de crisis por que pasan los Estados,cuando se trasforma su organización interior y cuandolas naciones sufren las convulsiones consiguientes, esútil y hasta precisa la presencia de Agentes diplomá-ticos, revestidos de autoridad y de prestigio, quecuiden de dejar á salvo los intereses comprometidos.La intervención de Agentes subalternos de escaso in-flujo y de poca experiencia, que mantengan relacionesconfidenciales, y que no estén Jados á conocer oficial-mente, puede en parte suplir la falta de los primeros;pero ésta se hará muchas veces sentir, y acaso dema-siado tarde, cuando se noten las complicaciones sur-gidas y la poca eficacia y acierto con que han soste-nido en ocasiones los derechos que les estabanconfiadosvDistinla será además la acogida que obten-gan del Gobierno los Representantes acreditados deuna manera cortés y deferente de la que recibirán losAgentes confidenciales de Gobiernos que afecten undesden mortificante y un desconocimiento sensible delos títulos en virtud de los cuales se ejerza el mandosupremo. Es cierto que el deseo de atraer á los Go-biernos que se muestran retraídos, podrá proporcionaruna acogida benévola á sus Agentes; mas no seránunca ésta tan cordial y favorable como la que sedispense á Jos que hayan iniciado sus relaciones pormedio de un acto de urbanidad y de respeto. No bastael envió de tropas de observación á la frontera ni deescuadras á las aguas jurisdiccionales, si no se man-dan á la vez Agentes diplomáticos de gran tacto quesepan conducirse en esas difíciles circunstancias delmodo más conveniente.

Las naciones tienen, como queda dicho, no sólo in-tereses individuales, sino otros generales y permanen-tes que constituyen su política tradieional y sus aspi-raciones nacionales, y para realizarlas deben estarsiempre preparadas á aprovechar cuantas ocasiones

REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 4 8 7 4 . N.° 3

propicias se presenten. Ahora bien: pocas lo son tantopara lograr lo que se desea en beneficio mutuo, comoaquellas en que un Gobierno nuevo y ansioso de me-joras se suele mostrar más asequible y dispuesto áconceder las reformas pedidas inútilmente á sus ante-cesores, más tenaces y prevenidos, ó tal vez menosilustrados y transigentes. Si las relaciones diplomáti-cas se conservan bajo un pié confidencial, no es posi-ble ultimar las negociaciones de tratados pendientesni entablar las que la recíproca utilidad aconseja llevará cabo; y esa importantísima tarea de !a legislacióninternacional, elaborada diariamente por los Gobiernosque se hallan en relaciones oficiales, se paraliza conmutuo perjuicio durante el período de la interrupciónde relaciones diplomáticas. Algo puede suplirse esafalta por medio de medidas de índole interior simultá-neamente adoptadas; pero éstas se toman rara vez,son fácilmente revocables y carecen por consiguientede la importancia y solidez de los pactos internacio-nales.

De las ligeras indicaciones precedentes se infierecuan desventajosa es esa política de alejamiento yde tibieza para los mismos Estados que la observan,guiados por escrúpulos y miras que no bastan á jus-tificarla.

Los motivos que tienen los Gobiernos para no re-conocer á los que se crean de resultas de una revo-lución, son el de no alentar ni sancionar esos sacudi-mientos populares, y el de dar pruebas de respeto yconsecuencia al Gobierno caido, no reconociendo alque le sustituye hasta que se halle sólidamente esta-blecido y confirmado en debida forma, y rehusandotratar con los que parecen efímeros. Si esta con-ducta no dejase desatendidos, á veces por largotiempo, los intereses generales y particulares que cadaGobierno tiene el deber do proteger en el extranjero,bien podría considerarse delicada y procedente; perocuando el Gobierno nuevo ó de hecho, cualquieraque sea su origen, es el únieo á que pueden acudirlos Gobiernos extranjeros para poner á salvo esossagrados intereses, porque es el sólo que se hace obe-decer de las autoridades locales, lo más lógico y lomás urgente es reconocerlo y apelar á él siempre quesea necesario, reservándose las simpatías á favor delcaido ó del que está en pugna con el nuevo, ó del quese halle próximo á sucederle. Reconociendo comoregla general á todo Gobierno de hecho se acepta loexistente sin hacer agravio á lo pasado ni á lo veni-dero, y se cumple con el deber de pedir cortesmenteal único que se halla en situación de conceder ó ne-gar, y al que tienen que recurrir en último resultadocuando se presenta algún caso especial, los mismosque le son más hostiles. Hay que tener además muyen cuenta que cada Estado independiente tiene dere-cho á que se le acoja y atienda al igual de los demás,cualquiera que sea su organización interior, porque

los Gobiernos extranjeros no están facultados paraponer en tela de juicio los títulos con que se ejerce elpoder supremo en las otras naciones, y deben respe-tar la forma que éstas adopten para gobernarse, nodebiendo aparecer preferencias, atendido el pió deigualdad en que se hallan colocados todos los Estadosindependientes, hacia una forma de Gobierno deter-minada, puesto que todas deben ser consideradas delmismo modo, con tal de que acaten las bases funda-mentales de la sociedad y las reglas del derecho degentes y estén cimentadas en e) consentimiento ex-preso ó tácito de la Nación, que con su aquiescenciapuede decirse que legaliza su autoridad. Los Gobier-nos provisionales deben ser siempre mirados comodefinitivos por los extranjeros ínterin gobiernen. Porotra parte, si se fueran á analizar escrupulosamentelos títulos heterogéneos, en virtud do los cuales man-dan los Gobiernos, ¡cuántos abusos de fuerza ycuántasilegalidades se descubrirían, y nos harían desconocerlos derechos de algunos de los que se muestran des-deñosos!

La reina Isabel salió espontáneamente de España yabdicó en París, declarando que educaría á su hijo entérminos que pudiesen hacerle capaz de labrar la feli-cidad del pueblo español, si éste le llamase algún diapara regir sus destinos. El Gobierno provisional trajolas Cortes constituyentes, que llamaron al trono á ladinastía de Saboya.

La abdicación de D. Amadeo I dio lugar á laproclamación de la República federal. Los trastornosque ésta ocasionó y conque en mayor escala amena-zaba á la Nación, hicieron necesario el advenimientode la República unitaria y la dictadura del Gobiernopresidido por el general Serrano. La Nación ha san-cionado con su aprobación expresa ó tácita estas di-versas trasformaciones que ha experimentado el Go-bierno español, y que sólo afectan á un orden interior,pues en todas ellas el jefe del Estado se ha hechoobedecer por las autoridades locales, ha hecho admi-nistrar la justicia en su nombre, y ha mantenido uudepartamento ministerial encargado de ¡as relacionesexteriores. Por todos estos motivos, los Gobiernosextranjeros deberían considerar al actual de Españacomo el único depositario del poder supremo, y el sóloque se halla actualmente en estado de acceder á susreclamaciones fundadas y á sus aspiraciones legíti-mas. Reconociéndolo, pues, obrarían cuerdamente; ysi Francia, que se halla en situación parecida, y laGran Bretaña, que es la potencia práctica y liberalpor excelencia, tomasen la iniciativa, las demás lasseguirían sin dificultad y favorecerían sus propios in-tereses y los de la Nación española.

F. V.

N." 3 GISBERT. ELENA, IDILIO DE TENNYSON. 73

ELENA,IDILIO DE A. TENNYSON,

PUESTO ER TBRSO CASTELLANO

POR

LOPE GISBERT.(Conclusión.)

XIX.

Cuando repuesto de su grave heridaEstuvo Lanzarote, cabalgandoJuntos los tres volvieron al castillo.Y una mañana Elena, con las ropasQue más realzan su gentil belleza,Primorosa se adorna, y sale en buscaDe Lanzarote, y piensa:—«Si me ama,Estas serán las galas de mi fiesta;Y si nó mi mortaja.»

Lanzarote,Que siempre le decia que pidieraAlguna gracia para sí ó los suyos,Así le habló:—«No vaciléis; decidmeVuestro mayor deseo: el que"más fuerteSintáis en vuestro pecho. Tal servicio

-Me hicisteis y obligado os soy á tanto,Que el don que me pidáis he de otorgaros.Y soy Príncipe y Lord, y en mis dominiosCuanto quiero, eso puedo.»

Alzó la frenteComo una sombra la doncella, y mudaQuedó como una sombra. LanzaroteComprendió que ocultaba su deseo,Y demoró su viaje para darleOcasión de decirle.

LLa mañanaLa encontró por acaso entre los tejosDel rústico jardín, y así le dijo:—«No tardéis más, decid vuestro deseo,Pues hoy debo partir.»—«¡Partir! exclamaElla... ¿y no veros más?... ¡y yo por faltaDe una palabra he de morir!»—«Decidla,Replicó Lanzarote; ya os escucho.»Entonces ella apasionada, dice:—«¡Yo estoy loca: yo os amo: yo deseoMorir!»—Y Lanzarote:—«Hermana mia,¿Qué eslo que decís?»—Y ella tendiendoLos inocentes brazos, repetia:—«¡Vuestroamor, vuestro amor... servues-

[tra esposa!»Y Lanzarote respondió:—«Si esposa

Debiera yo tomar, ha largo tiempoLa tuviera en verdad.»—«No, no, replicaElla; no vuestra esposa; á vuestro ladoEstar á todas horas; vuestro rostroVer y serviros: ir con vos do quieraQue vos vayáis por todo el mundo.»—«¡El

[mundo!¡Elmundo, exclama Lanzarote, el mundo!...Ojos todo y oidos, y un perversoJuicio para juzgar, y una aceradaLengua para contar su juicio. IngratoFuera, si hiciera tal, al generosoAmor de vuestro hermano, y al afectoDe vuestro noble padre.» Y ella dijo:—«¡No veros más! ¡No veros más! ¡EntoncesMis buenos dias para siempre huyeron!»—«No, no mil veces, él replica: ¡oh nobleDoncella! no es amor; es el primero \ ^Relámpago de amor eso que ahoraSentís, y pasará: por experienciaPropia lo sé, y vos al recordarloUn día os sonreiréis, cuando dichosaDel juvenil amor con las fragantesFlores á otro hombre coronéis, más dignoY no de triple vuestra edad: y entonces,Yo que sincera y dulce como nuncaHallé á mujer, os hallo, si no fueraRico vuestro elegido, grandes camposY vastos territorios, aunque seaLa mitad de mi reino, el que poseoAllende el mar, os donaré; y dichosaSeréis y rica. Y si verter mi sanereFuera por vos preciso, gota á gotaLa verteré gustoso. Es todo cuantoPuedo por vos hacer: y más... ¡no puedo!»

Mientras hablaba él, no mostró ellaNi temblor ni rubor: como la muertePálida fue parándose, y asidaPara poder tenerse, al más cercanoÁrbol con débil voz:—«Y yo de todoEso no quiero nada» dijo y vinoAl suelo sin sentido; y á su torreLa llevaron.

XX.El Padre entre los tejos

Todo lo oyó, y saliendo á LanzaroteDice:—«Es verdad; relámpago dijisteis,Y lo será; pero de muerte heridaTal vez deje á mi Elena. Vos, ¡oh noble

REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

Gallardo Lord! cortés en demasíaEstado habéis. Para curar su locaPasión os ruego que os mostréis adustoY aun agriamente descortés.»

— « ContrarioMe es lo que pedís: pero yo puedoCuanto quiero, y lo haré», responde el hués-

[ped.Y se quedó aquel dia, y á la tardeEnvió por su escudo. La doncellaLe dio sin la cubierta, y cuando á pocoOyó en las piedras el caballo, abriendoLa ventana, se asoma y mira el cascoY le ve sin la banda.

LanzaroteOyó el leve erugido. Ella comprendeCon la sutil penetración de amanteQue él sabe que ella mira: y sin embargoÉl no la dice adiós, ni la saluda,Ni aun vuelve el rostro.

A lento paso y tristeSe va alejando. Así cumplió su ofertaDe ser con ella descortés.

XXI.

La virgenEn su torre se asienta solitaria.Ya se fue el caballero: hasta su escudoSe fue con él también: le resta sóloLa ya inútil cubierta, la que ellaBordó con dulce afán: pero le oyeY le vé todavía: levantarse vVe su figura entre ella y las ornadasParedes de su estancia.

En esto llegaSu padre, y tiernamente:—«Ten, le dice,Buen ánimo, hija mía.» Y le saludaElla con dulce aspecto. Sus hermanosVienen después, y dicen:—«Sea contigoLa paz ¡oh tierna hermana!»: y les respondeElla con faz tranquila. Mas apenasLa dejan sola, como voz amigaQue de lejos se acerca entre las sombras,Así la muerte la llamó. Las avesNocturnas graznan y la asustan: y ellaConfunde los delirios de su menteCon los vagos fantasmas de la noche,Que va avanzando, y el gemir del viento.

Y por aquellos días hizo un cantoY le llamó «Canto de amor y muerte,»

Que así triste y suavísimo decia:

«Dulce es amor, aunque se tenga en vano:Dulce es la muerte, fin del padecer:Yo no sé si es más dulce amor ó muerte,

No, no lo sé.»

«Si es dulce amor, es el morir amargo:Si amargo amor, es dulce el no vivir.¡Oh amor! Si es en verdad dulce la muerte

¡Quiero morir!»

«Dulce amor que debieras arder siempre:Dulce muerte que extingues el amor:No sé cuál de vosotros es más dulce,

No lo sé, no.»

«Amar quisiera, y el amor me huye:Huyo la muerte y viene en pos de mí:Y me llama, y me llama, y yo, mezquina,

¡Quiero morir!»

XXII.

Agudas y dolientes las postrerasNotas fueron del canto, y confundidasCon el sordo gemir del viento duroQue azotaba su torre, interrumpiendoEl silencio del alba, á sus hermanosLlegaron, y ellos se dijeron:—«¿Oyes?Es el fantasma familiar que siempreQue gime anuncia muerte.» Y á su padreBuscan; y llenos de ansiedad acudenA su Elena, y la ven en el instanteEn que el pálido rayo de la auroraAlumbraba su rostro.

Y ella al verlosClamó:—« ¡Quiero morir!»

Como sucedeQue repitiendo una palabra llegaSu sentido á perder, y nos pareceSonido incomprensible, así mirandoEl rostro de su Elena, quedó el padre.—«¿Es mi Elena?» pensaba.

LevantóseElla y á sus hermanos una y otraLánguida mano daba, y con los ojosLos saludaba, y luego les decia:—«¡Tiernos hermanos mios! ayer nocheSoñé que aún era la curiosa niñaDe aquel tiempo dichoso que en los bosques

N.° 3 GISBERT. ELENA, IDILIO DE TENNYSON. 75Vivimos junto al rio; y del barqueroEn la barca, subiendo la mareaMe solíais llevar; sólo que nuncaPasar quisisteis de la punta aquellaQue tiene un olmo: desde allí volviaisCon la corriente abajo; y yo lloraba,Queriendo proseguir con la brillanteMarea rio arriba, y nunca pudeLograrlo. Pero anoche me vi ensueñosSola en la barca, y dije: mi caprichoAgora cumpliré; y ese caprichoAún despierta le tengo, y así os ruegoQue me dejéis subir con la mareaHasta el Palacio. No temáis que nadieOse ofender á la inocente niña:¿Quién fuera tan ruin? Antes al vermeAllí, Gawein se quedará asombradoY Lanzarote pensativo y mudo:Gawein que veces mil adiós me dijo:Lanzarote que frió ni una solaVez me miró. Y el Rey, el amor mióSabrá, y la Reina atenderá piadosaMi desventura, y plácida la corteLa bienvenida me dará: y sosiegoAl fin del viaje encontraré.»

— «¿Deliras?¡Pobre hija mia! ¡tan enferma y débilTal jornada emprender! le dice el padre:¿Ni á qué fin has de ver á aquel soberbioQue nos desprecia á todos?»

El violentoSir Torr, lleno de ira, con ahogadaVoz exclamó:—«Nunca le quise, nunca:Y ahora le odio; y aunque sea tan grande,Le he de buscar, y le he de herir; ¡de muerteHe de herirle, por Dios!»

—«Hermano mió,La doncella interrumpe: tu cariñoNo encienda así tu enojo. Culpa suyaNo es su desamor, cual no lo es miaAmar al hombre que encontré tan grande. »—«|Tan grande! sí, ¡tan grande! así le

[llamasTú, yo no sé por qué, replica el padre:Lo que yo sé y el pueblo todo sabeEs ¡oh baldón! que ama á la Reina y ellaLe ama ¡oh baldón! también. Y si eso es

[grande¿Qué es lo vil y lo bajo?» Así deciaPara herir su pasión con tan acerboDesengaño.

La candida doncella—«Enferma estoy, enferma, padre mió;Pero es de indignación, exclama: todo,Todo eso es impostura: siempre al noblePersigue innoble la vulgar censura, ..Y el ganar un amigo, cuesta siempreHacerse un enemigo. Mas ¿qué importa?Antes y ahora le creí y le creoSin par ni tacha y en amarle cifroMi gloria: y no penséis que aun desdeñadaTan infelice soy. Amando al hombreMejor de los mejores ¿qué me importaSor ó no ser correspondida? ¡Ah padre!¡Ah mi buen padre! gratitud mereceVuestra amante intención: queréis sanarme;Queréis que viva; pero erráis el medio.Si algo de cuanto me decís creyera,Más pronto habria de morir. Dejadme,Dejadme, pues, con mi ilusión, ¡oh padre!Y haced llamar al de las almas: quieroPara morir purificar la mia.»

XXIII.

Y el sacerdote vino y se fue; y ellaCon faz resplandeciente, claro espejoDe su alma sin mancilla, al bondadosoLavein, que escriba á su dictado ruega.Y cuando él le pregunta:—«¿Es una carta?¿Es para él: para mi Lord querido?Yo seré el portador.»—Ella responde:—«ftfra él, para la Reina y para el mundoTodo la carta es: pero yo mismaLa he de llevar.» Y dicta, y él escribe,Y cuando acaba, cierra el pliego; y ellaDice á su padre.—«Tengo, padre mío,Un extraño capricho, y aunque extrañoNo me lo negareis: siempre indulgenteFuisteis con mis caprichos y el postreroEste va á ser. Cuando veáis cercanaMi muerte, tomareis aquesta cartaY pondreisla en mi mano, y sobre ellaMi mano cerrareis, para que asida ^La conserve después. Y cuando frióSintáis mi corazón, ese pequeñoLecho donde habré muerto, cual si fueraEl de una reina, adornareis, poniendoMi cadáver en él, de mis mejoresGalas engalanado, cual si fueraEl de una reina. Y á la orilla luegoMe bajareis del rio, y preparada

76 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

Una barca tendréis toda cubiertaDe negros paños. Navegando en ella,Quiero á la corte ir: de ceremoniaVoy á ver á la Reina y voy á hablarle;Nadie por mí, como yo misma, puedeHablarle. Y quiero que conmigo vayaSólo nuestro fiel mudo, que remandoLleve la barca hasta palacio.»

El padreTodo se lo promete, y tan risueñaElla se ostenta, que creyeron todos

_, Que aquella idea de morir seriaFantástica aprensión. Mas trascurrieronDiez lentos dias, y al siguiente el padreLlorando vino, y en la mano de ellaPuso la carta y le cerró la mano:Y ella murió.

Y en Astolat gran dueloHubo aquel dia.

XXIV.

Al otro, á las primerasLuces del alba, como vagas sombras,Los dos hermanos, con la frente baja,En pos del carro fúnebre cruzabanLos campos esplendentes que lucianLas galas del verano. Ya en el rioDe luengos terciopelos enlutadaEsperaba la barca, y en su puenteSentado el leal mudo, el más antiguoServidor de la casa, sus sollozosQueriendo en vano reprimir. LlegadoEl fúnebre cortejo, entre ambos ponenEl exánime cuerpo en su pequeñoLecho sobre la barca, y en su manoLe colocan blanquísima azucena,Y extienden á sus pies la primorosaCubierta que labró con los blasonesDe aquel escudo, y su serena frente

' Besan diciendo:—¡«Hermana, para siempreAdiós!» Y vuelven á besarla, y vuelven—«Adiós, adiós! á repetir: ¡oh dulceHermana, adiós!» Y por el llanto ahogadosSe separaron de ella.

El mudo entoncesSe levantó y remó.

Ya la brillanteMarea iba subiendo y empujabaLa barca rio arriba.

¡Oh! cuan hermosa

Iba la muerta niña! En la derecha \Llevaba la azucena, y en la otraMano la carta: los copiosos rizosComo dorado velo á un lado y otroCaian esparcidos: blanca sedaRecamada de oro la vestía;Y de oro y blanca seda eran las ricasCubiertas de su lecho. Y su celesteFaz virginal no semejaba muerta,Sino dormida y dulce sonriendo.

XXV.

Lanzarote aquel dia, de GinebraSolicitaba audiencia para hacerleAl fin la ofrenda, la preciosa ofrendaValor de medio reino, la ganadaEn recia lid, á costa de la muerteDe otros y aun casi de él; los celebrados ^Nueve diamantes premio de las nueveJustas en nueve años. A una damaVio de la Reina, y le encargó el mensaje.Y la Reina accedió; pero guardandoToda su majestad, como si fueraSu propia estatua, se quedó impasible.Y él que de lejos, inclinado el rostroCon profundo respeto, la mirabaDisimuladamente, vio en su sombraDibujada en el suelo estremecerseLas puntas de un encaje, y sonriendoSe fue.

XXVI.

La Reina le citó á un vistosoMirador, sombreado de frondosasVides que daba al sol y sobre el rio.Y cuando allí estuvieron, Lanzarote,Puesto de hinojos, dice:—'«¡Oh vos, SeñoraY Reina mía, á quien venero y sirvo!Tomad estos diamantes: por vos solaLos gané; por vos sola en nueve luchasPude triunfar. Tomadlos y la dichaConcededme de verlos, rodeandoCual brazalete el brazo más hermosoDe lodo el mundo, ó cual collar el cuelloQue los cisnes envidian. Pero vanasPalabras estas son: vuestra hermosuraNo ha menester loores, y así os ruegoQue á mi rendida adoración la audaciaDe hablarlas toleréis, cual se toleran

G1SBERT. ELENA, IDILIO DE TENNYSON. 77

Lágrimas al dolor; ó perdonadlasSi á ofensa las tomáis. Tal vez tengamosAlgo los dos que perdonar, pues oigoCierto rumor que por la corte vuela...Y. . . ¡oh mi Señora! nuestro oculto lazoQue no es lazo de esposos, la más firme,La más perfecta confianza exigePara suplir su falta. Esos rumoresPor tanto despreciad, y en mí fiandoComo yo fio en vos, cual no los creoYo, vos tampoco los creáis.»

Le oíaDistraída la Reina, medio vueltaA otro lado la faz, de la enredadaVid, que sombrea el mirador, las hojas

z Una á una arrancando y en el sueloDejándolas caer, tantas que hacianVerde alfombra á sus pies. Luego una manoAlargó friamente, y los diamantesRecibió sin mirarlos, y en la mesa,Que cerca estaba, los dejó, diciendo:—«¿Y quién sabe?; tal vez más inclinada

/Soy á creer de lo que vos creisteis,Sir Lanzarote. Nuestro oculto lazoNo es el lazo de esposos: eso tieneDe mejor: así puede, conocidoEl mal romperse, y yo lo reconozco:He obrado mal por vos un año, y muchosCon el que siempre allá en el pecho mióContemplo noble y grande. ¿Y qué son esosDiamantes ya? De vuestra mano siendoLa ofrenda, un tiempo para mí valieran

' Cien veces su valor, si no perdieraisEl vuestro vos. Ahora á ella... al nuevoCapricho dadlos, y no á mí. . . Tan sóloOs ruego que allá lejos, donde nuncaPueda yo veros, os gocéis... RespetosHay que guardar y deberéis guardarlos,Porque sois caballero y yo soy damaY además vuestra Reina... Y basta; acabeNuestro secreto aquí: de extraño modoAcaba...; pero acabe... Y vos ahoraId y á sus perlas los diamantes miosJuntad, y engalanadla, y con su brilloDecidle que me eclipsa; y para el brazoAquel de nieve á cuya vista oscuroParece el mió, haced un brazaleteÓ un collar para el cuello aquel hermoso,Sí, tan hermoso, como fue algún diaHermosa vuestra fe, muy más preciadaQue esos diamantes... de ella... no ya mios.

Pero mios ó suyos... en mis manosEstán en este instante... y por la MadreSanta de nuestro Dios, nunca á las suyasIrán.»

Y así diciendo, los diamantes ^,Rápida coge y al través los lanzaDe la ventana al rio. Las preciosasPiedras brillan al sol; dan en la tersaCorriente, y cual si en ella rebotaran.Hacen saltar en torno, relucientesGotas: los traga el rio y la corrienteSigue su curso y lo confunde todo.

Y calló Lanzarote, y apoyadoEn el dintel del mirador sentiaA la vida, al amor, al mundo, á todoDesden, y horror, y tedio.

De repenteSubiendo el rio y por el sitio mismoDo las piedras se hundieron, apareceUna enlutada barca y una hermosaMujer en ella, cuya faz celesteSobre los negros paños parecíaEstrella sonriendo en el oscuroCielo de negra noche.

Por su enojoCiega la Reina, nada vio: á su estanciaSe fue á llorar á solas.

XXVII.

Y la barcaSuave deslizándose á la puertaSe paró del Palacio. CustodiabanLa puerta dos soldados: pero en breveLa escalera de mármol, que hasta el rioDesciende, llena multitud curiosaPreguntando:—«¿Qué esesto?» Y como nadaLa inmóvil faz responde del remeroQue parece de piedra, exclama uno:— «¿Lo veis? ¡no puede hablar! está en -

[cantadoY ella dormida.» Y otro.—«¡Cuanhermosa,Pero á la vez cuan pálida! PareceLa Reina de las Hadas.» Y un tercero:—«¿Son de hueso y de carne, ó son acasoGenios que vienen á llevarse á ArturoAl país de las Hadas? Porque dicenMuchos que Arturo, en premio á sus virtudesNo ha de morir, sino pasar en vidaAl país de las Hadas.»

Rodeado

78 REVISTA EUROPEA. 4 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

De caballeros aparece en estoEl Rey, y al verle, respetuoso el mudoSe levanta, y señala con la vista,Primero á la doncella, y á la puertaDespués. Y Arturo lo comprende y mandaAl buen Sir Percival y al virtuosoSir Galahad que aquel hermoso cuerpoLevanten de la barca. Y le levantanMuy reverentes ellos, y en el atrioEn un sitial le asientan.

Allí al verlaGawein quedó asombrado, y Lanzarote,Que á poco llega, pensativo y mudo,Y la Reina piadosa se enternece,Y se conmueven todos. Mas de prontoRepara el Rey la carta que en la mano

,Trae asida; y la toma, y rompe el sello,Y en voz alta la lee, y así decia:«A vos, ¡oh noble Lord, Sir Laazarote!Yo, la azucena de Astolat llamada,Mientras viví en el mundo, vengo á darosMi postrimer adiós, ya que sin darmeVos vuestro adiós partisteis. Os he amadoSin ser de vos correspondida, y mueroPor vuestro amor... A nuestra Reina, á todasLas nobles damas mi lamento envío;Orad todas por mí; dad á mi cuerpoHumilde sepultura... Y tú que eresCaballero sin par, ¡oh Lanzarote!¡Ora también por mí!».. .

Nadie podiaA tal lectura contener el llanto:Todos enternecidos contemplabanLa examine doncella; y su semblanteTan apacible estaba, que los labiosQue dictaron la carta pareciaQue iban de nuevo á abrirse y repetirla.Y Lanzarote sobrehumano esfuerzoHaciendo se adelanta, y con turbadaVoz así dice:—«Oh Rey y Señor mío,Lores y damas que me ois: profundoPesar siente mi alma por la muerteDe esta doncella. Era inocente y noble,Y sincera y gentil: mas por desdichaMe amó con un amor que igual no tuvoNunca en mujer alguna; y por desdichaYo no la amé: no siempre el ser amadoObliga á amar. Pero en verdad os juroA fe de caballero, que el más leveMotivo á tal amor no di: é invocoComo testigos á los dos hermanos

De ella, y aun á su padre, que anhelandoQuebrantar su pasión, adusto y duroMe hizo con ella ser; y á pesar mióLo fui, y dejé el castillo sin decirleSiquiera adiós: aunque temí que fueraTal proceder su muerte.»

—«Bien pudierais,Dijo entonces la Reina (cuyo enojoEra soberbio mar que sordo rugeDespués de la tormenta), haberle al menosOtorgado tal gracia, que bastaraA prevenir su muerte.»

LanzaroteAlzó los ojos y encontró los de ella,Y ella bajó ios suyos, y pausadoAsí añadió:—«Queria ser mi esposa,Y esto, Señora, era imposible: quiso —-Después seguirme por el mundo; y eraImposible también... Y yo le dijeQue aquel su amor, primera llamaradaDe un alma tierna y juvenil, habría -v_De extinguirse fugaz; y que más tardeCon más tranquilo amor á otro más dignoPodría bendecir; y que si entoncesNo era rico su esposo, vastos camposY extensos territorios, aunque fueraLa mitad de mi reino, el que poseoAllende el mar, gustoso le daríaPara hacerla feliz; y si mi sangreEn su defensa menester hubiese,Me pidiera mi sangre. Que era cuantoPodia hacer por ella; y ella nadaDe esto quiso... y murió.»

Quedaron todosEn profundo silencio el lastimeroSuceso contemplando, y el Rey hablaA Lanzarote:—«A vos cual caballeroY á mí cual Rey, le dice, y como JefeDe la Tabla redonda, dar nos cumpleA esta doncella honrosa sepultura.»

XXVII.

Ya en lenta procesión al sacro temploDe mayor fama, presidiendo Arturo,En orden van los caballeros todosDe la Tabla redonda, y LanzaroteTriste cual nunca estuvo, acompañandoEl féretro.

. Ya empiezan las solemnes

N.° 3 G1SBERT. ELENA, IDILIO DE TENNYSON. 79

Exequias; ya la música y los cantosResuenan en las bóvedas: pareceEl funeral de una gran Reina.

Y cuandoLos caballeros el precioso cuerpoSobre el antiguo polvo de olvidadosReyes depositaron, así ArturoHabló:—«Levantaremos á su nombreCostoso mausoleo, con su estatuaDe mármol, que á sus pies el noble escudoTendrá de Lanzarote y en la manoLa azucena. Y la historia dolorosaDe su amor y su viaje, en letras de oroHaremos esculpir, como memoriaPara dulces, sinceros corazones.»Y así se hizo después.

XXIX.

Cuando del temploFueron todos, los lores y las damasY el pueblo dispersándose, la ReinaYió á Lanzarote solo y pasó cerca,Y suspiró, y le dijo:—«Perdonadme:Fueron celos de amor aquellos míos.»Y él respondió sin levantar los ojos:—«¡Fue maldición de amor... y yo os per-

[dono!»Pero Arturo que vio su faz sombría

Se le acercó, y al cuello de él su brazoCon familiar cariño rodeando,Le habló, y así le dijo:—«Lanzarote,¡Oh mi buen Lanzarote! tú que gozasMi cariño mayor, mi confianzaMás grande; tú, el sin par en las batallas;Tú, el siempre vencedor en los torneos,Donde te he visto derribar briosoLos fuertes aguerridos caballeros,Dejando á los mancebos que ganaranRenombre y prez; tú ilustre, tú colmadoDe cuanto puede haceramableáun hombre...¡Cuánto me duele tu dolor, y cuántoOír al pueblo murmurar! ¡Y cuántoMe hubiera en cambio holgado, si á esa nobleDoncella que hizo Dios tan pura, y tierna,Y hermosa, y delicada, cual si adredeLa hiciera para tí, con casto lazoHubieras á ti unido! En ella habrías,Tú, que en el mundo solitario vives;Tú, sin esposa, ni heredero, hallado

Para tu hogar amante compañera:Y ella te habria dado generosoLinaje que tu nombre y tu memoriaPerpetuara y tu fama; el nombre y famaDe mi gran caballero, de mi egregio ^Lanzarote el del Lago.»

SuspirandoRespondió Lanzarote:—«Hermosa y puraY noble era en verdad; Señor, tan puraComo queréis los caballeros vuestros.Dudar de su hermosura hubiera sidoNo ver: dudar de su pureza fueraNo tener corazón. Y mereciaSer amada en verdad: mas ¡ay! es libreAmor y no se manda... ¡y se resisteA todo lazo!»

Y dijo el Rey:—«Con talesLazos ligado amor queda más libre.Libre el amor á lo mejor aspira.¿Y qué hay mejor aquí, después del cielo,Que aquel amor tan puro en tan hermosoCuerpo encarnado?... Y vos, á quien conozcoTan tierno y tan gentil... ¡lo rechazasteis...Siendo libre!...

XXX.

No pudo LanzaroteResponder... y se fue. Con inseguroRumbo siguiendo un arroyuelo al rioLlegó, y en su ribera tristementeSe sentó contemplando las serenasOlas correr: y levantó los ojos,Y vio á lo lejos la enlutada barcaQue iba ya descendiendo y pareciaUn punto negro en las azules aguas.Y así pensaba:—«¡Ah corazón sencillo!¡Ah! ¡tú me amaste con amor más tiernoMil veces que la Reina!... Por tu almaQuieres que ore... ¡y yo lo haré!.. y ahora...¡Adiós... adiós, castísima azucena!

«¡Celos!... la Reina dice; no son celos,Sino celoso orgullo, el herederoRuin del muerto amor... Y si concedoQue eran celos de amor ¿no me anunciabaSu temor repentino y su crecienteCuidado por su fama que espirandoIba ese amor?

80 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.°3

Y el Rey ¿por qué mi nombreRepitió tantas veces?... Un reprocheMe parece mi nombre... ¡Lanzarote!...¡Lanzarote el del Lago!... Sí; del LagoLa Dama niño me robó á mi madre:Y cuentan que besándome, decía:¡Cuan hermoso, hijo mió! ¡eres hermosoComo el hijo de un Rey! y misteriosasEstrofas me cantaba que se oianEntre el rumor del viento y de las aguasAl alba y por la tarde; y en sus brazos,Del lago por las ásperas orillas,Solía pasearme ¡Ojala entoncesMe hubiera ahogado en él!... Porque la vida¿Qué es para mí?... ¿Y yo quién soy? ¿Qué

[frutoGozo de ser el grande de los grandes?¿Qué me sirve mi nombre? Por lograrlo —-Lidié, y le obtuve... y ¿qué placer me causa?Ninguno... ¿Yel perderlo?... Inmensa pena.¿Y mi ejemplo? mi ejemplo entre los hombres

' Influye en mal, pues saben mi pecado.¿O es menor el pecado si es más grandeEl pecador?... Y soy el caballeroMayor de los de Arturo... ¡y no soy hombreSegún su corazón!

¡Ah! ¡romper deboMis fatales cadenas!... ¿Y si ella¡Ella! no quiere?... ¡Entonces no!... ¿Y si

[quiere?¿Querréyo acaso?... ¡Noquerré!... ¡Diosmio!Un ángel enviad que me arrebate;Y robándome al mundo y á mí mismo,En lo más hondo de mi turbio lagoComo piedra me arroje, sumergiendoCon mi cuerpo mi nombre en el olvido.»

XXXI.

Herido de cruel remordimientoAsí gemía Lanzarote. NuncaPudo ya ser feliz: pero fue al caboRueño, y murió como los buenos mueren.

LOPE GISBERT.

LA REPRESENTACIÓN DE LAS MINORÍAS.

I. Examen de los principales sistemas de representación de las minoríasconocidos hasta el dia.— II. Sistema nuevo de coeficientes de preferen-cia,—III. Comparación de este sistema con los anteriores.

i.

El mayor número de las resoluciones importantesque interesan á colectividades compuestas de asocia-dos libres, se toman en nuestras modernas socieda-des por mayoría de votos.

Los estatutos de todas las asociaciones, compañíasde ferro-carriles, sociedades de crédito, etc., expre-samente reconocen la competencia de la mayoríapara resolver ciertas cuestiones previstas, y cuandollega el caso, la minoría se somete á lo que la mayo-ría decide.

Es esta una aplicación incontestable del principiode libertad, porque, ejecutando el contrato librementeconsentido, el contrayente sólo obedece á sí mismo.

Pero la ley del número no se aplica únicamente ilas sociedades comerciales, industriales, literarias, etc.En donde la soberanía del pueblo está oficialmentereconocida, las cuestiones de interés común se re-suelven por el voto de los ciudadanos, y el número essoberano. Poder soberano del número no quiere de-cir poder despótico, ilimitado, indiscutible, no; quieredecir que la mayoría es superior (supra) á la minoriaen todas aquellas cuestiones que por unánime y pre-vio consentimiento quedan sometidas al voto.

Esta ley del número se practica directamente enalgunos pequeños cantones suizos, donde la asambbadel pueblo (landesgemaine) vota por sí misma las le-yes en la plaza pública; pero el gobierno directo delforum es evidentemente imposible cuando el númerode votantes traspasa la cifra de diez ó doce mil.

No pudiendo los habitantes de naciones populosasvotar directamente ni discutir por sí mismos las leyesgenerales, conflan á mandatarios este cuidado. Hóaquí el origen del régimen representativo.

Sin detenernos en más detalles, y supuesta la exis-tencia de varios partidos políticos en cada circuns-cripción electoral, se vé en seguida que las minorías nopueden estar representadas con el sistema de un dipu-tado por circunscripción ó distrito. Si un solo partidodominara en toiios ios distritos, los demás no tendríanrepresentante alguno en la Asamblea legislativa; peroafortunadamente no sucede así en la realidad de lascosas, predominando diferentes opiniones en las dis-tintas localidades. Sin embargo, la repartición de loscargos de diputado entre las diversas opiniones polí-ticas obedece á la casualidad, y puede asegurarse queningún partido tiene el número de representantes pro-porcionado al número de afiliados, que es la verda-dera expresión de la justicia, porque siendo la propor-

N.° 3 -LA REPRESENTACIÓN DE LAS MINORÍAS.

cion de los partidos entre sí igual en la nación y enla Asamblea representativa, los acuerdos de esta se-rian idénticos á los que los electores tomaran si pu-diesen legislar directamente.

¿Se puede realizar en la práctica este ideal? Elproblema es objeto desde hace años de las meditacio-nes de los escritores de derecho constitucional. Losseñores Emilio de Laveleye y J. Clamageran (1) hanpresentado el estado actual de la cuestión. Resumire-mos sus soluciones y expondremos una que en nues-tro concepto es nueva.

Cuanto digamos se refiero al escrutinio por papele-tas, y secreto, que suponemos adoptado, pues M. deLaveleye demuestra que el escrutinio por papeleta esel único compatible con la representación de las mi-norías.

M. Clamageran cree conveniente limitar á seis úocho, á lo más, los nombres de candidatos que cadaelector debe poner en su papeleta, y estamos confor-mes con esta opinión, siendo inadmisible pedir al elec-tor que escriba cuarenta y tres nombres en la pape-leta, como se ha hecho en Paris en el mes de Febrerode 1871.

El voto limitado, propuesto por M. G. L. Craik,profesor en Belfast, se ha adoptado en las eleccionesen algunas ciudades de Inglaterra que nombran va-rios diputados. Cuando se eligen tres, cada electorsólo puede escribir en su papeleta dos nombres decandidatos, y la minoría, á menos que no sea insig-nifleante, tendrá un representante de cada tres. Estesistema no produce en cada partido la proporciónexacta del número de elegidos con el de afiliados, per-mitiendo la representación de las minorías sólo cuandoson suficientemente numerosas.

El voto acumulado es preferible. Hó aquí en quéconsiste. Si, por ejemplo, se van á nombrar siete di-putados, cada elector tiene derecho á escribir sietenombres en la papeleta; pero estos siete nombres noson necesariamente distintos, sino que el elector pue-de escribir dos, tres, y hasta siete veces el mismonombre; es decir, puede dar á un solo candidato hastasiete votos.

Esta forma electoral se practicó en Inglaterra enlas elecciones escolares (school Boards) en 1870, yya se habia practicado en 1856,, en algunas coloniasinglesas.

Puede hacerse del voto acumulado la misma cen-sura que del precedente sistema. ¿Cómo se dará ácada partido el número de representantes proporcio-nado al número de afiliados? El éxito en la lucha elec-toral dependerá de la mayor ó menor exactitud con

(1) Emilio de Laveleye. Essni sur lea formes de gouvernemcnl dalialetneiótét moderna, 1872, iri 12; Paris, editor Gcrraer-Baiiliere.—J. J. Clamageran. La Franee repuUkaine, in 12, 1873. El mismoeditor.

TOMO I.

que los directores de la elección calculen previamenteel número de votos de que disponen, para aconsejar álos electores el número de veces que han de escribirel nombre de cada candidato en la papeleta; el triunfoseria así de los más hábiles, quedando muy poca ini-ciativa al elector. La práctica, sin embargo, ha sidofavorable á este sistema; los votos se han contado enreuniones electorales preparatorias, dando, cosa rara,resultados que han satisfecho á todo el mundo. Im-porta consignar este hecho.

Llegamos á los sistemas cuyo objeto es realizarexactamente la representación proporcionada á lasfuerzas relativas de los partidos. Estos sistemas tie-nen por base la noción llamada de el cociente elec-toral.

Veamos un ejemplo:Supónganse setecientos electores que van á elegir

siete diputados. El cociente del número de votantesdividido por el de electos (en este caso es el de sete-cientos dividido por siete, ó sea ciento) se llama co-ciente electoral.

En una representación equitativa cada partido de-beria tener tantos representantes como veces contasecien afiliados. Un partido que reuniese trescientos, ósea tres veces el cociente electoral, debería nombrartres delegados.

Para alcanzar este resultado, propone M. Haré con-servar el sistema de escrutinio por papeletas, tal ycomo hoy se emplea, con la innovación de que cadapapeleta se cuente en el escrutinio por un solo voto.Cada elector debe escribir en su papeleta siete nom-bres distintos por el orden de su preferencia. El pri-mer nombre resultaría elegido tan pronto como re-uniese el cociente electoral, no teniéndose en cuentaen el escri^inio el nombre escrito en segunda líneahasta que no estuviese elegido el primero. Cuando losdos primeros lo fuesen, las papeletas se empezarían ácontar para el tercero, y así sucesivamente. En teoría,si las papeletas estuviesen completamente conformesá dos ó tres modelos, representando las listas de I03partidos en lucha, la representación seria proporcio-nal; pero 110 sucede asi en la práctica, porque no sa-biéndose á cuál de los siete nombres inscritos en lapapeleta corresponderá el voto, es evidente que el re-sultado del escrutinio podrá cambiar según el ordencon que las papeletas se saquen de la urna. ¿Cómo sedeterminará este orden? No cabe más medio que el deun escrutinio previo. Además, y esta es la principalobjeción, el escrutinio no podría hacerse á presenciade loa electores en sus respectivos colegios, sino enla capital del distrito, y por una comisión administra-tiva especial. En un departamento como los nuestros,¿cómo podría una sola comisión escrutar sesenta mil,y hasta ochenta mil papeletas? Creemos, pues, estesistema inaplicable á causa de su complicación, y so-bre todo porque haciendo el escrutinio, no los eleeto-

6

REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

res, sino los agentes de la administración, podria pre-sumirse la posibilidad de fraudes en la distribución delos sufragios á los nombres de los distintos candi-datos.

El sistema del voto uninominal de M. Baily, sefunda, como el de M. Haré, en el principio del co-ciente electoral.

El inventor supone varios partidos presentándoseá los electores con sus respectivos programas. Elnombre de cada candidato está íntimamente ligado ácada programa, y éste será ordinariamente el nombredel hombre más popular del partido. Cada elector nopondrá más que un nombre en la papeleta, y todoslos afiliados á un partido votarán el mismo nombre yse contarán al votarle. Si un candidato reúne tres ve-ces el cociente electoral, por ejemplo, no sólo seráelegido, sino que tendrá derecho á nombrar dos per-sonas designadas de antemano en una lista de nom-bres unida al programa, considerándose los tres ele-gidos. Es una especie de voto de segundo grado parados candidatos adjuntos.

Este sistema es muy sencillo, muy racional y muypráctico; el escrutinio ele votos puede hacerse en elmismo colegio electoral; pero si la representación re-sulta proporcional, no es seguramente personal, por-que los diputados adjuntos no son directa y personal-mente nombrados por los electores. Para nosotros laobjeción no es deimportancia, pero debe temerse que,si se adoptara este procedimiento en un pueblo tan di-vidido como el nuestro, todos los candidatos quisie-ran ser jefes de partido, y ninguno de ellos reunierael cociente electoral (l).

II.

Expongamos ahora detalladamente el nuevo sistemaque sometemos á discusión.

Para fijar bien las ideas, seguiremos el ejemplo desetecientos electores y siete elegibles.

Cada elector tendrá derecho á escribir siete nom-bres distintos en la papeleta, y para que cuide de es-cribirlos en el •irden de sus preferencias, la ley pres-cribirá que al primer nombre en el escrutinio se leaplique un voto entero; al segundo medio voto; al ter-cero la tercera parte de un voto, y así sucesivamentehasta el sétimo nombre, que sólo tendrá la sétimaparte de un voto.

De este modo la representación será efectivamente

(1) Para facilitar sus investigaciones á las personas que deseen estu-

diar las obras originales de los inventores de procedimientos para la re-

presentación de las minorías, recomendamos el libro antes citado de

M. Emilio de Laveleye, el titulado Devoirs du suffrage universel, in

12, por M. Eugenio Delatre, 1863, editor Pagnerre, y Les justes elec-

tioMy folleto del mismo autor, 1866, editor A. Teissier, en el cual se

expone un procedimiento sencillísimo de escrutinio pitblico por voto

uninominal y conforme al sistema del cociente electoral.

personal, porque el elector pondrá en primera líneael candidato que prefiera, y los sufragios que éste ob-tenga valdrán siete veces más que los del colocado enúltimo lugar.

Además, si los partidos votan con disciplina, la re-presentación proporcional será rigurosamante exacta.

Supongamos, en efecto, en una circunscripción cua-tro partidos que reúnan respectivamente trescientos,doscientos, ciento, y cien afiliados. Cada partido ten-drá siete candidatos en las papeletas do los electoresde sus opiniones.

En el primer partido, el tercer candidato de la pa-peleta obtendrá trescientos sufragios equivalentes ácien votos (la tercera parte de trescientos), ó sea pre-cisamente el cociente electoral. El primero y el se-gundo candidato tendrán una votación mayor que elcociente, y el cuarto, quinto, sexto y sétimo no lle-garán á él. Este partido dará el triunfo á tres candi-datos.

Fácil es deducir, en vista del anterior razonamiento,que el segundo partido tendrá dos diputados, y unorespectivamente el tercero y el cuarto.

A continuación publicamos las tablas que demues-tran este resultado. Los nombres de los candidatosdel primer partido van designados con las letras A,B, C, D, E, F, G, y los de los demás partidos con lasmismas letras acentuadas.

Primera lista de candidatos con 300 sufragios.

A 300 sufragios 300 votos.B . . . . — id 180 —C . . . — id 100 —D . . . . — id 75 -E . . . . — id 60 —F . . . . — id 80 —G. . . . — id 42 6[7 —

Segunda lista de candidatos con 200 sufragios.

A ' . . . 200 sufragios 200 votos.B ' . . . — id 100 —C . . . — id 66 2i3 —D ' . . . - - id 80 —E ' . . . — id 40 —F ' . . . — id 33 113 —G' . . . — id. 28 4r7 —

Tercera lista de candidatos con 100 sufragios.

A". . . 100 Sufragios 100 votos.B " . . . — id 80 -C" . . . — id 33 Ii3 —I)" . . . — id 28 —E " . . . — id 20 —F " . . . — id 16 2i3 —G".. . —* id 142r7 —

N.° 3 -LA REPRESENTACIÓN DE LAS MINORÍAS. 8 3

Cuarta lista de candidatos con 100 sufragios.

A"'.B'".C " .D"'.E'".¥'".G"\

100 sufragios.— id. ,— id.— id.— id. ,— id.— id.

100 votos.SO —33 Ij3 —2S —20 —16 2[3 —14 2[7 —

El escrutinio puede hacerse sin dificultad alguna enel mismo Ayuntamiento.

Es costumbre encargar á cuatro escrutadores decada trescientas ó cuatrocientas papeletas, y la mesaelectoral de la sección (ó de la municipalidad) centra-liza los resultados del escrutinio hecho por cadagrupo de escrutadores.

La forma del escrutinio seríala siguiente: El primerescrutador leería en alta voz la papeleta, pasándoladespués al segundo para que fiscalizara la lectura, ylos otros dos escrutadores escribirían cada cual por suparte el resultado del voto en las hojas, que se con-frontarían después.

Estas hojas deberían contener un número suficiente(40 ó 80) de cuadrados impresos, de cien casillas cadauno, conforme al siguiente modelo (núm. 1.°) y de untamaño de B8 milímetros por lado.

El Sr. A... (Nombre del candidato.)

Modelo núm. 1 sin llenar.

Los escrutadores dedican un cuadro especial á cadauno de los candidatos, y cuando se llena uno se em-pieza otro.

El primer escrutador lee la papeleta en alta voz.Primero A, segundo B, tercero C, cuarto D, quinto E,sexto F, sétimo G.

Al mismo tiempo, el tercero y el cuarto escrutadorescriben cada cual en su hoja en una casilla del cua-drado A el guarismo 1; en una casilla del cuadrado

B el guarismo 2, y así sucesivamente hasta el guaris-mo 7 en una casilla del cuadrado G.

EtSr.A

1

1

1

1

1

1

1

1

i

\

i

i

1

1

i

1

1

1

1

1

1

^

i

6

<;

i

2

1

1

6

3

1

\

6

1

1

1

1

1

3

1

1

1

1

i

1

1

3

1

1

1

1

1

1

K

1

\

i

1

1

^

i

i

\

\

i

i

i

i

i

\

i

\

i

i

\

6

1

i

1

\

1

\

1

\

l o

1

3

1

1

1

1

1

1

1

1

1

1

Modelo núm. i , lleno.

Cuando los cuadrados están llenos como el prece-dente, el tercero y cuarto escrutador los confrontanpara ver si resultan iguales. Esta confrontación lapueden hacer también en cualquier momento anterior,como por ejemplo, si terminar cada línea horizontal.

Leídas todas las papeletas, el tercer y cuarto escru-tadores hacen la recapitulación de los votos obtenidospor cada candidato en un impreso, conforme al si-guiente modelo (núm. 2.)

Nombre

de los

candidatos.

El Sr. A.

El Sr

ElSr

nea.

«s

NÚMERO DE SUFRAGIOS C

En 2."]

»

1

En 3." 1

«

BJ

nea.

i

a

9

En 6

. a)nea.

BTEN1DOS

wa

ínea.

En 8. a 1

-3

100

Modelo núm. 2.

Los estados délos escrutadores se centralizan en lamesa electoral de la sección, que hace el cómputo enel mismo impreso (modelo núm. 2.)

Reunidos en la cabeza de la circunscripción los esta-dos núm. 2 de las secciones electorales, allí se haceel cálculo del número de votos obtenidos por los dife-rentes candidalos.

Supongamos que un candidato X... ha obtenido los

84 REVISTA EUROPEA. \ 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N." 3

sufragios siguientes en un número total de ochentamil electores:

En 1.a línea 4S.931En 2." 812En 3." 47En 4.a 97En 8." 840En 6.a 1.896En 7." 2.130

Siendo indispensable dividir estas cifras respectiva-mente por los números 1, 2, 3, 4, 8, 6, 7, se obten-drá el siguiente resultado.

48.931 sufragios valen. 48.931 votos.812 40d —

47 18,666 —97 24, 28 —

840 108 —1896 316 —2130 304,288 —

TOTAL.. 81.483 sufragios, valen.. 47.105 votos.

Si la parte fraccionaria que arroja el total generales superior a medio voto, se aumentará la suma en unvoto, y si inferior se despreciará.

Los cálculos hechos no ofrecen dificultad alguna ypudieran hacerse on cada sección electoral, pero escompletamente inútil; basta ejecutarlos en la cabezadel distrito por delegados de los electores de la cir-cunscripción, ó á su presencia..

Puede redactarse del siguiente modo, en proyectode ley inmediatamente aplicable, el procedimientoelectoral que hemos descrito y que llamamos de loscoeficientes de preferencia.

ARTÍCULO 4.° El número de diputados se calcularácon arreglo á la población.

Las elecciones se harán por papeletas, y las circuns-cripciones electorales se determinarán de modo quecada una de ellas tenga derecho á elegir seis diputadospor lo monos, y ocho á lo más. Estas circunscripeio-nes se dividirán en secciones, conteniendo cada unade ellas un máximum de dos mil electores.

El elector escribirá en la papeleta y por el ordenque prefiera, tantos nombres distintos como diputadosdeban ser elegidos en la circunscripción.

ART. 2.° El escrutinio se hará en las secciones.Los candidatos inscritos en las papeletas obten-

drán por cada una de ellas un sufragio, que valdrá: siel candidato está en primera línea, un voto entero; ensegunda, medio voto; en tercera, la tercera parte deun voto; en cuarta, la cuarta parte de un voto; enquinta, la quinta parte de un voto; en sexta, la sextaparte de un voto; en sétima, la sétima parte de unvoto, y en octava, la octava parte de un voto.

En cada sección se contará el número de sufragios

obtenidos en primera línea, en segunda, y así sucesi-vamente por los diferentes candidatos.

El número de votos correspondientes á los sufra-gios obtenidos por los candidatos en todas las seccio-nes, se calculará en la capital de la circunscripciónelectoral en sesión pública, por una comisión com-puesta de...

ART. 3.° No habrá más que un escrutinio. Loscandidatos que hayan obtenido el mayor número devotos, serán proclamados diputados.

La facilidad de las operaciones electorales que pro-ponemos queda demostrada, y bien se comprende laventaja de este sistema comparado con los anteriores.

III.

Dijimos que nuestro sistema realizaba la represen-tación personal, y hemos hecho ver que al mismotiempo realizaba también la representación proporcio-nal, suponiendo que en los partidos hubiese perfectadisciplina.

La disciplina será tanto más completa á proporciónque las costumbres de la libertad se infiltren en lasmasas. Debe suponerse, sin embargo, que haya siem-pre algunos eclécticos, hombres sin opinión, indiscipli-nados en el cuerpo electoral; además, el elector libretiene derecho á ser rebelde, si lo estima oportuno, átoda clase de consigna, y seria tiránico que la ley leobligara á afiliarse á cualquiera bandera política, comoproponen algunos innovadores, sosteniendo que ¡aspapeletas, bajo pena de nulidad, llevasen epígrafescomo los siguientes: Candidatura republicana, mode-rada, radical, conservadora, progresista, etc. No pue-de exigirse á ningún ciudadano que califique con elnombre de un partido ó fracción política á los hom-bres que elige para hacerlos sus delegados, y seriainjusto anular las papeletas que no llevasen mencionesde esta clase.

Esta es la dificultad, en nuestro concepto, del sis-tema de M. Haré. ¿Qué hacer con la papeleta de unelector que contuviera una lista de conciliación connombres de monárquicos y republicanos, de libre-cambistas y proleccionislas? ¿En qué categoría deberíaclasificarse esta papeleta? Evidentemente en ninguna,y habria que anularla, y anulándola se violaba un de-recho y se tropezaba con una imposibildad que la leyno puede consagrar desde el momento en que el prin-cipio legal del voto consiste en la libre elección decandidatos, y no en la elección de determinado pro-grama.

Nuestro objeto, que creemos realizado, consiste endar á los partidos que cuentan con la opinión públicafacilidades para que elijan un número de representan-tes proporcionado al de sus afiliados, sin reconoceroficialmente la existencia de dichos partidos, porque

N.° 3 ALCOK. EL PERIODISMO EN CHINA. 85

para el legislador no hay más que electores con igual-dad de derechos.

Nosotros aplicamos un principio ajeno á toda con-sideración de categorías políticas: cada candidato debeobtener un número de votos directamente proporcio-nal al de electores que por él votan, ó inversamenteproporcional al orden en que los electores ponen sunombre en la lista.

No puede negarse que con nuestro sistema, si unpartido poco numeroso no vota con disciplina care-cerá de representante; pero conviene advertir quecuando entran muchos partidos en lucha, ningunoconoce, al ir á votar, sus fuerzas relativas. El que socrea más fuerte acaso sea más débil, y si se desparra-man sus votos (lo que puede ser ventajoso para unpartido numéricamente grande, y perjudicial á los poconumerosos), este partido no llegará á elegir el númerode representantes á que tiene derecho. De aquí laconveniencia de que todos los partidos voten con dis-ciplina.

Debe advertirse que calculando el máximum devotos iniliscipliaados en una décima parte, este resul-tado no moditica sensiblemente el general de la elec-ción.

El sistema electoral de coeficientes de preferenciano puede tacharse, como el de M. Baily, de una espe-cie de sufragio de segundo grado, ni considerarse im-practicable como el de M. Haré. Basado en el principiodel cociente electoral, los encargados del escrutiniono tienen que fijarse en este principio para hacer loscálculos del resultado de la elección, consistiendoésta en una operación mecánica , que, sin la voluntadde los electores, da el resultado proporcional á cadapartido.

No habrá más que un escrutinio, resultando elegi-dos los candidatos que obtengan mayoría. Sabido esque con los sistemas que ahora se practican, las ma-yorías, aunque sean poco numerosas, vencen á lasminorías, expulsándolas de las asambleas representa-tivas.

Este abuso (porque el progreso se encarna enla minoría) seria imposible con nuestro sistema, ypor tanto, si se adoptara, desaparecerían los retrai-mientos y las abstenciones originadas por la certi-dumbre que tienen las minorías, reaccionarias ó pro-gresistas, de no estar representadas; certidumbre quealeja de las urnas gran número de electores poco afi-cionados á depositar en ellas un voto completamenteinútil. Además, no habría necesidad de segundas elec-ciones, como sucede en el caso de que el número devotantes, comparado con el número de inscritos, nollegue á cierto número, porque todos los electoresque no estén materialmente impedidos, probablementetomarían parteen la lucha.

El sistema de los coeficientes de preferencia nodifiere en el fondo del voto acumulado. Sus resultados

son análogos si los partidos votan con disciplina y sinnecesidad de que los comités hagan de antemanocálculos de probabilidad para dirigir la elección. Reco-nocemos, sin embargo, que el voto acumulado, conuna elección previa para contar los partidos, es lamejor garantía encontrada hasta ahora para poner ásalvo, con seguridad, los derechos de las fequeñasminorías; pero como la ley no puede prescribir laelección previa, resulta el grave inconveniente dequeésta sea voluntaria, porque, no haciéndola cualquierpartido, corre el riesgo con este sistema de dar másó menos votos de los necesarios á sus candidatos.

Conviene advertir, finalmente, que el sistema de loscoeficientes de preferencia sirve para que las minoríasestén representadas, no sólo en las asambleas políti-cas, sino lambien en los consistorios, en los sínodosprotestantes, y generalmente en todas las asambleaselectivas. En nuestro concepto, este sistema es prefe-rible al del voto acumulado con un sólo escrutinio, ylo sometemos confiadamente al juicio del público y ála apreciación de los legistas que estudian la cuestiónimportantísima de la representación de las minorías.

AGUSTÍN GIGOÜ.

(Journal desEconomistes.)

EL PERIODISMO EN CHINA.

(Conclusión.)

II.

Mucho se ha hablado en estos últimos añosacerca del mérito de los exámenes y concursospara ohjsiner los empleos públicos en China,siendo objeto de grandes elogios, sin otro funda-mento que su pretendido buen éxito; pero ya seconoce perfectamente la utilidad de este sistema.

Mr. Meadows, admirador entusiasta de lasteorías chinas de gobierno y administración, con-sidera uno de los principales elementos de la esta-bilidad del imperio chino, el estar al alcance delas personas de talento, cualquiera que sea su po-sición social, los primeros cargos de la adminis-tración pública. Con más razón se ha dicho lomismo de la Iglesia católica romana, donde losmás humildes pueden llegar á los primeros pueá-tos; pero adviértase que de la misma suerte queen la Iglesia católica existe el celibato, y existiael acrecentamiento continuo de la propiedad ter-ritorial, para crear lazos é intereses de común con-servación, en China existe la extremada divisiónde la propiedad del suelo, formando una clase

Véase el número anterior.

86 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 4 8 7 4 . N.° 3

considerable de pequeños propietarios, lo cual esen todos los pueblos la prenda más segura de es-tabilidad. Se ve, pues, que en ambos casos existeun poderoro elemento democrático, que dejaabierto el camino á todas las aspiraciones.

Como medio práctico de extender la instruccióny de excluir á los ignorantes de los cargos públi-cos, difícilmente se encuentra otro mejor que elconcurso; pero ni los exámenes ni los concursosexcluyen el derecho de elección, pues ni teórica-mente puede admitirse que cuantos adquieren elprimer grado, ó sea el deseu-tsat, tengan igual ca-pacidad para los caragos públicos, aunque todossean en principio elegibles. Hay, en efecto, mu-chos de estos graduados que ni tienen jamás em-pleos, ni adquieren grados superiores. Esto noevita que en la Gacela de Pekín se lean curiosísi-simos ejemplos de perseverancia y de tenacidadpara obtener un empleo, hasta de personas deavanzada edad.

En una de las informaciones oficiales que pu-blica el citado periódico, leemos los siguientesdatos:

La provincia de El Kuang-si figura al frentede la información con un seii-sía'i ó graduado deciento dos años, demostrando su vigor intelec-tual por la brillantez con que ha salido de las pe-nosas pruebas del examen, y el vigor físico porla celeridad y firmeza de sus movimientos. Laancianidad de este pretendiente le hace objeto deun informe especial, y probablemente recibiríaalguna prueba de consideración del Emperador.El Kuang-si tiene además un candidato de no-venta y un años, y diez entre ochenta y ochentay seis. El Shantung cuenta diez y siete de másde noventa años, y cincuenta y tres entre ochen-ta y noventa. En el Che-Kuang, cuatro tenianmás de noventa años, y quince de ochenta á no-venta. El Széchuen enviaba un seu-stai de no-venta y un años, y noventa cuya edad no bajabade setenta años. Finalmente, el Hunan tenia diezy seis candidatos de más de ochenta años, y demenos de noventa. "Véase, pues, que ninguno deestos doscientos ocho ancianos de más de se-tenta años, habian podido pasar del primer gra-do no obteniendo empleo de ninguna clase. Parajustificar la antigua máxima de que el éxito co-rona siempre á la perseverancia, la clemenciaimperial concede á algunos de los más ancianosgrados ó empleos honorarios.

—Ting-jih-Chang, gobernador general de unaprovincia, y por tanto uno de los primeros em-pleados del imperio, no llegó á tener jamás el se-gundo grado. Este personaje opinaba sin dudaque la sagacidad práctica era preferible á la sa-biduría adquirida por el estudio.

La teoría de los concursos en China se reduceá la necesidad de probar la aptitud para los em-pleos; pero la prueba consiste en saber leer yescribir, y de memoria lo que enseñan algunosautores clásicos. El mérito principal de este sis-tema consiste en excluir á los ignorantes de laadministración pública , abriendo la puerta deadmisión de los destinos, aunque no del ascenso,á toda clase de candidatos, excluyendo el favori-tismo.

Las noticias que tenemos de los empleadoschinos no prueban que este sistema sea garantíade capacidad de la administración, donde han en-trado en los últimos tiempos muchos intrusoscomprando los empleos que desempeñan. Entrelos taontaes, por ejemplo, que tienen amplia ju-risdicción, hay muchos comerciantes enriqueci-dos de Cantón y de Shanghai, incapaces de ha-blar y escribir correctamente el idioma de losmandarines.

El principio observado por todas las dinastíaschinas de conceder los cargos públicos al mérito,tiene un valor incontestable. Los chinos de todasépocas han creído sin duda, como Platón, que laprincipal causa de la decadencia política es lafalta de instrucción pública; pero su instrucciónse limita al estudio de los clásicos indígenas, yaprender un poco de estilo, cosa que sólo pue-den alcanzar á costa de muchos años de tra-bajo y de conocer millares de signos alfabéticos-Tan penosos son los estudios previos al exa-men, que en cada período trienal de concursosmueren muchos candidatos fatigados por el tra-bajo, y no son pocos los que se suicidan pordesesperación á causa de no aprobárseles los ejer-cicios, ó por temor á fracasar en el examen.

Los grados conferidos crean una clase de lite-ratos que constituyen la única aristocracia enChina, y cuyos miembros gozan grande influenciaen las localidades donde se establecen, tengan óno fortuna ó empleos. A quien posee un grado li-terario, aun cuando sea el inferior, no puede im-ponérsele ningún castigo corporal, ni ser citadopor los tribunales inferiores como los demás sub-ditos, gozando otros muchos privilegios que cons-tituyen una distinción personal. De esta aristo-cracia deben ser elegidos, al menos en teoría,todos los empleados públicos. El sistema no sóloagrada mucho al pueblo chino, sino que estimulaala nación entera. El más pobre campesino ótrabajador se impone los mayores sacrificios áfin de dar á uno de sus hijos la educación necesa-ria para concurrir á los honores literarios, y le sa-tisface la idea de que su hijo pueda aspirar, comoel primer ministro, á los más elevados cargos delimperio.

N.° 3 ALCOK. EL PERIODISMO EN CHINA. 87

Difícil es comprender la influencia que tieneesta noble aspiración en China, y lo que obliga átodos los subditos á mantener las institucionesvigentes. En cada familia existe este interés,pues son pocas las que no puedea citar entre susantecesores algunos personajes que hayan obte-nido empleos ó distinciones, y son también pocaslas que no tienen hermanos, hijos ú otros pa-rientes que intenten probar fortuna en la via delos concursos, y á quienes ilusiona la esperanzadel éxito. Ejemplo notable de lo poco dispuestaque está la sociedad china á un cambio funda-mental en el orden de cosas vigente, es el deque cuando la insurrección taeping, que devastódurante muchos años las más ricas provinciasdel imperio, apenas puede citarse una personainstruida que se uniera á la causa de los insur-rectos. Por centenares de miles se contaban lostaepings, pero sólo reclutaban partidarios en lasclases más pobres, y sobre todo entre las perso-nas de malos antecedentes, que abundan en lasciudades, y que en China, como en los demáspueblos, son hostiles al orden social.

El principio de elección, fundado en una basetan profundamente popular y demojrática, y cuyoprincipal objeto es probar la instrucción de losservidores del Estado, excluyendo por completo álos ignorantes, merece respecto, después de re-sistir á una prueba como la de la insurreccióntaeping. Desde hace doce siglos la acepta con en-tusiasmo la nación más populosa del mundo, queobedece á un solo jefe, tiene un solo idioma, unorigen y una sola religión. Este resultado es tantomás notable, cuanto que en los doce siglos hanocurrido numerosos cambios de dinastía, formida-bles insurrecciones y largas guerras civiles; y sucrédito ha resistido á la perniciosa influencia degrandes y manifiestos abusos en la administra-ción general del imperio, como la venta de em-pleos y distinciones, violando el principio funda-mental y corrompiendo todos los resortes de laadministración. En vista de ello, y á pesar de lasmuchas predicciones de extranjeros sobre la ter-minación del sistema imperial chino, creo que,sin mezclarse elementos extraños de desorgani-zación, China vivirá infinitamente más que las so-ciedades y naciones de Occidente, del mismomodo que las ha precedido en muchos siglos.

No diremos que la única causa, ni acaso la prin-cipal de esta vitalidad, sea el sistema establecidopara la provisión de cargos públicos; puede tam-bién influir mucho la natural tendencia de todaslas razas asiáticas á la inmovilidad, y su repug-nancia á todo cambio. La afición á toda clase deempresas, la inquieta actividad y el amor á nove-dades que caracterizan las razas europeas, inspi-

ran por regla general al asiático profunda antipatía, lo mismo á los turcos del Bosforo que á los in-dios del Ganges y que á los hijos de Han en lasorillas del Yangtzé. El continuo trato con los pue-blos de Occidente y la fuerza de impulsión que es-tos pueblos comunican desde sus fronteras, con-mueven al Oriente; y del mismo modo que ciertoselementos químicos, propios para descomponer,producen una efervescencia ó un efecto disolvente,la raza eternamente inquieta de los occidentalesimpulsa y agita los imperios orientales más iner-tes; pero no puede vaticinarse el resultado defini-tivo de esta agitación. Los propagandistas y loscivilizadores, llevando de avanzadas á los comer-ciantes y á los misioneros, esperan una asimila-ción de caracteres, de costumbres y de ideas reli-giosas; pero dudo mucho del buen éxito de los es-fuerzos que en la actualidad se hacen con tal ob-jeto. Se llegará á un. modits vivendi; se suavizaránlas mayores asperezas; se borrarán las líneas dedemarcación más salientes; pero tocante á laChina, ni ahora ni en muchas generaciones creoprobable que se consiga otra cosa por los métodospuestos en práctica.

La Gaceta de Pekin nunca publica datos esta-dísticos ó financieros; y seria inútil buscarlos enella sobre la cobranza de impuestos y la aplicaciónde sus productos á las necesidades públicas,ni acerca del presupuesto provincial y de loque cada provincia envia á Pekin para los gastosde la corte, ni á los fondos de reserva para laseventualidades. Si algún que otro decreto se re-fiere á la hacienda ó á la administración del fiscoen las provincias, es para dar cuenta del vacíoalarmante de las arcas públicas, ó para demos-trar la completa falta de fiscalización en el sis-tema financiero del imperio.

La Hacienda está su manos de los gobiernosprovinciales, independientes entre sí, y sin res-ponsabilidad directa con el gobierno central. Losimpuestos, las rentas y los gastos, elementos pri-mordiales de todo gobierno sistemático, care-cen déla dirección suprema de la corona ó de losseis ministros que residen en Pekin, y que parecedebían tener conocimiento de cuanto atañe á losintereses generales del imperio. De aquí la faltade unidad y de todo poder de concentración ó decombinación, cuando se trata de algún interésnacional, como por ejemplo, el encauzamientodel Rio Amarillo, las reparaciones del Gran Canal,la represión de un alzamiento, ó la defensa del ter-ritorio contra un enemigo extranjero.

Cada una de las diez y ocho provincias queconstituyen la China propiamente dicha, tiene suadministración propia, y cada cual de ellas atien-de á remediar los desastres que le ocurren ó las

88 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

dificultades en que se encuentra con sus propiosrecursos, aunque los desastres ó las dificultadespuedan comprometer los intereses nacionales óimperiales. Así sucedió cuando la gran insurrec-ción taeping, que estuvo á punto de derribar ladinastía, y que durante más de veinte años deso-ló las provincias más bellas y ricas del imperio.Pasó entonces largo tiempo antes de que la in-mensidad del peligro decidiera al gobierno centralá prescindir de la teoría de independencia de losgobiernos provinciales, y sólo en el último ex-tremo tomó algunas medidas parciales é imper-fectas para concentrar los recursos del Estado.

Esto demuestra lo débil que es el engranaje dela máquina gubernativa en China, y la falta de unverdadero poder central que la dirija. El Empera-dor envia sus órdenes á las provincias, y los vi-reyes ó gobernadores están obligadps á obedecer-las; pero al tratarse de concentración ó de combi-naciones para un objeto común, los celos y lasrivalidades entre los vireyes, los generales tárta-ros, los gobernadores y los altos empleados, quetienen con frecuencia conflictos de autoridad, ani-quilan todos los esfuerzos. Habiendo falta comple-ta de solidaridad entre las distintas provincias,cada una de ellas tiene su tesoro y su ejército, queno sale del territorio donde es reclutado, que pagala provincia, y que más bien parece milicia localque parte del ejército regular de la nación.

El imperio chino puede considerarse, pues,como una confederación de ocho grandes Estados,sin lazos muy estrechos que les unan, teórica-mente sometidos á la autoridad central del Empe-rador, pero en la práctica bastante independien-tes para paralizar toda acción combinada. Intere-ses y aspiraciones distintas, populares y admi-nistrativas aislan á unos Estados de otros y átodos de la capital, y el sistema general de go-bierno tiende á favorecer esta falta de cohesión yde solidaridad, de modo que para crear una ver-dadera centralización y una dirección y fiscali-zación directa del gobierno central, seria indis-pensable cambiar por completo la máquina admi-nistrativa. No sólo se explotan y aplican mal losrecursos de la nación, sino que se derrochan,gracias á un vicioso sistema de contribuciones yá otro sistema más vicioso aún de cobranza. Launiversal corrupción, en provecho de los altos em-pleados avarientos", entrega al pillaje las localida-des arruinando alpais. Los ejércitos están paga-dos mal y con atraso, y los empleados civilestienen sueldos que sólo son nominales; de aquíque las sublevaciones, el peculado y la negligenciaen los servicios públicos imposibiliten cualquieracción enérgica para remediar estos males.

En muchos distritos, y entre ellos algunos de

los que tienen abiertos al comercio exterior va-rios puertos, como Pormosa, Chaou-Chow-Fou ySwatow, las asociaciones de administrados de-safian literalmente á las autoridades, y no hayorden ó mandato que en estos poblados territoriosse cumpla, ni cobrador de contribuciones que seatreva á entrar en ellos. Si el virey envia tropas,la corrupción y la traición se combinan para bur-lar ala autoridad; el ejército hace algunos prisio-neros, sorprende acaso alguna aldea, y vuelve alpunto de partida, asegurando haber restablecidola obediencia en el distrito.

En esta localidad fue donde en 1869 ocurrió elconflicto de las embarcaciones del Cokehafer, quetanto alarmó en Inglaterra. El comandante de laestación naval británica en la China determinóobrar por su cuenta, y al cabo de algunas horashizo comprender á aquellas poblaciones semi-piráticas el peligro de molestar á los extranjeros,aun cuando las autoridades chinas sean impoten-tes. Desde entonces los extranjeros son respeta-dos. Natural es que donde el poder central tienetan escasa fuerza, la observación de los tratadosinternacionales no sea muy estricta, y de aquí lanecesidad de que tengan los representantes euro-peos en Pekin, y en general en todo el Oriente,algunas facultades discrecionales.

Acerca de la probidad con que es administradoel ejército, pueden verse los siguientes datos dela Gaceta de Pekín.

«Li'ho-nien, gobernador de Honan, denuncia ypide el retiro para un general, que debiendo man-dar cinco mil hombres contra los rebeldes, man-daba sólo tres mil, y se guardaba el sueldo de losdos mil restantes.»

Hechos de esta clase son frecuentes; pero, ádecir verdad, no ocurren sólo en la China.

En el mismo periódico encontramos un informede Tseng-Kwo-Pan, gobernador general de dosprovincias, y autor de una Memoria importantesobre la revisión de los tratados con el extranjero.Esta autoridad declara que, faltando dinero en elHuman para pagar á las tropas regulares, éstasse sublevaron, matando á sus oficiales. Los cul-pables habían sido condenados á muerte, pagan-do muchos de ellos con su cabeza el crimen come-tido; pero el autor del informe cuida de decir quepor su actividad se averiguó quiénes eran loscriminales, y calla los motivos de la falta de fon-dos que, impidiendo pagar alas tropas, fue causade la sublevación; porque esto hubiera exigidodenuncias de abusos, no sin peligro para el em-pleado que debiese averiguar la verdad, quien sehubiera granjeado la enemistad de los muchos ácuyos bolsillos habia ido á parar el dinero de lacaja milita;.

N.° 3 ALCOK. EL PERIODISMO EN CHINA. 89

El robo de los jefes y la cobardía é incapacidadde los oficiales no fueron los únicos obstáculoscon que tuvo que luchar el gobierno chino paravencer á los Nien-Fei, nombre de los rebeldes óladrones de la última insurrección del Norte delimperio. El informe de otro censor demuestraque los personajes que mandaban las tropas im-periales estaban con frecuencia en tan buenas re-laciones con el enemigo, que ni las tropas nilos rebeldes cuidaban de hacerse daño. Mientraslos recursos del país no estaban completamenteagotados, cada ejército hacia su negocio, y nin-guno deseaba que se acabase la guerra. Esto re-cuerda las campañas de Italia en la Edad Media,cuando los ejércitos se formaban en gran parte demercenarios y extranjeros, y la táctica consistíaen prolongar y no terminar las campañas.

Es regla constante que el general chino saque delos tesoros provinciales el sueldo correspondienteá doble número de hombres de los que tienen ásus órdenes; y como los soldadus viven en tiempode guerra sobre el país, éste no sabe qué escogerentre los soldados y los rebeldes. Con los desdi-chados habitantes tan poco escrupulosos son losunos como los otros, imponiendo contribuciones álas ciudades, robando las aldeas é incendiándolasdespués, para destruir la pruebas de sus latro-cinios. En el siguiente informe de un censor pu-blicado en la Gaceta, se ve cómo los ejércitos be-ligerantes arreglan con frecuencia las cosas.

«En Chiá-Hsing-Fu, en el Chekiang, un generalha estado constantemente en buenas relacionescon los rebeldes, y tan buenas, que su hijo casócon una hija del insurrecto, y su hija con un jeferebelde. Además, cuando amenazaba algún pe-ligro á los sublevados, el referido general se losanunciaba previamente.»

El censor añade que generales de esta especieno son convenientes, y ruega al gobierno queCompruebe los pormenores de su denuncia.

Así se comprende que las guerras civiles, comolas de los Taepings, los Nien-Fei y los mahometa-nos sean interminables.

Los detalles que en la Gaceta se encuentransobre la administración general del imperio noson más satisfactorios. De continuo se ven enella numerosos ejemplos de malversación, de cor-rupción; de absoluta carencia de probidad; y heaquí und:

Un censor anuncia á Su Majestad Imperial elresultado del informe mandado hacer sobre elaprovisionamiento del arroz. Se demuestra en élla falta de 25.000 fanegas. Los empleados subal-ternos quedan sometidos al consejo de penas,que además juzgará la conducta del intendente,y todos ellos serán responsables del déficit.

La corrupción y el fraude que existe en todaslas administraciones, y especialmente en los gra-neros donde se almacenan los acopios de arrozpara aprovisionar la capital, es considerable é in-cesante. Se exige, es verdad, la responsabilidadá los empleados; pero cuando todos los de uncentro administrativo no han tomado parte enalguna defraudación, es muy fácil que la justiciacondene algún inocente. Acaso el gobierno sepademasiado que en la burocracia china no hayinocentes; pero de todos modos, admitiendo quela corrupción administrativa sea la regla gene-ral y la honradez en los empleados la excepción,el sistema de enjuiciarlos en masa no es el másá propósito para alentar á los honrados. No hamucho tiempo se demostró que en el tesoro delpalacio imperial existia un déficit considerable,por haber sido robada una cantidad muy impor-tante de barras de oro y plata.

Puede juzgarse además del orden que en la ad-ministración existe, viendo que en la Gaceta dePehin, al dia siguiente de pedir los empleadosdel fisco que se suprimiera la prohibición paratrasportar el arroz de un puerto á otro por mediode juncos, porque estaba barato en el Sur y caroen el Norte, se publicaba el informe de los em-pleados que tenían á su cargo el averiguarlas di-lapidaciones en los graneros públicos, haciendoconstar la queja del ministro de la casa imperial,por ser insuficiente el aprovisionamiento para lafamilia del Emperador.

En Pekin tiene inmensa importancia esteasunto; porque no cultivándose en las vastas lla-nuras que rodean la capital más que el mijo y elmaiz, hay necesidad de trasportar el arroz de lasprovincias meridionales: pero como no se hacenobras de reparación en el Gran Canal, la flota dejuncos, empleada anteriormente en el trasporte,es hoy inútil, y se ha tenido que recurrir á bu-ques de vapor, por ser el medio más rápido, se-guro y barato. Los robos durante el trasporte yel almacenaje del arroz, y después de estar alma-cenado, pueden fácilmente ocasionar un déficit enlas provisiones de la familia imperial; es decir, detoda la corte y de la guarnición tártara, la cualrecibe su paga en arroz.

El miserable aspecto de los buques que sirvende graneros refleja bien las dilapidaciones queen el interior se cometen; y á poco que se viva enChina, se comprende bien que la honradez nuncaestaría allí bien pagada por mucho que costase.Lo cierto es que sin dar sueldos convenientes álos empleados no hay sistema de administraciónbueno, y los recursos de un Estado son objeto detoda clase de fraudes.

Ya hemos dicho que el aprovisionamiento de

90 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

arroz para alimentar á la guarnición tártara y álos habitantes de Pekín es objeto de continuosconflictos, no tanto por las malas cosechas y porlas dificultades de trasporte, como por la faltade probidad en los empleados que tienen el en-cargo de trasportarlo y almacenarlo. Como ladisminución del arroz se nota en el peso, lo mojanpara que éste aumente, y además se convienencon los cosecheros para sustituir calidades infe-riores á las superiores que deben almacenar.Como es natural, el arroz mojado fermenta y sedeteriora. En tal caso, se hace una informaciónatribuyendo á causas accidentales este suceso, yasí se cubre la responsabilidad de los defraudado-res; de tal suerte, si el arroz almacenado se pier-de, los empleados altos y bajos se enriquecen.

Cuando el fraude es de tanta importancia queno puede disimularse por estos medios, ocurre unincendio oportuno que devora dos ó tres manza-nas de almacenes en las orillas del Gran Canal enPekin, y así se arreglan las cosas en beneficio delos albañiles, los contratistas del trasporte, etc.

Y son estos los menores daños que producen eluniversal desorden y la completa falta de probi-dad en todas las administraciones civü es y mili-tares del Estado. Cuando la fidelidad y el patrio-tismo brillan por su ausencia en la opinión pú-blica; cuando el Estado no da á los empleados me-dios de subsistencia, relacionados con la posiciónsocial en que les coloca, la corrupción y el fraudeson consecuencias invariables, y la honradez dejade ser título para obtenerlos cargos públicos.

Poco puede esperarse en tal situación de lasvirtudes civiles y militares. En la antigua Romay en los imperios guerreros del Oriente, como lesdélos asirios, medas y persas, las virtudes mili-tares sobrevivieron algún tiempo á las civiles yproporcionaron al Estado una corta aureola degloria; pero más ó menos pronto, careciendo debases sólidas, el edificio se vino á tierra.

La cuestión de lo que vivirá el vasto imperiochino, con uia población tan enorme, y en talescondiciones de desorganización, es realmente im-portante. Los abusos constituyen un ejemplo de-plorable, y tan convencidos están los chinos deque es imposible tener buenos empleados consueldos insuficientes á sus necesidades, que no esdeshonra entre ellos recibir precio de los particu-lares por sus servicios. Allí no se censura al ma-gistrado porque venda la justicia, y sólo se pro-testa cuando vende la injusticia y dicta una sen-tencia sincera. De tal suerte se infiltra en elánimo público una tolerancia por la corrupción yel fraude en sentido abstracto, que socavando losfundamentos de la moral, pervierte á la vez á ad-ministradores y administrados.

La Gaceta de Pekin demuestra en nuestro con-cepto la corrupción de los primeros; en ella se leecomo la cosa más natural que un tal Chiang-yi-li,ex-gobernador de Cantón, era nombrado juez su-premo en el Shansi, y todo el mundo sabia queChiang-yi-li habia sido degradado por malver-sador; de modo que el fraude no es en Chinacausa de incapacidad para desempeñar cargospúblicos, ni impide al defraudador administrarjusticia en una vasta extensión de territorio quecuenta millones de habitantes. Cuando un em-pleado de este rango, y casi irresponsable, cometeescandalosos abusos, no queda contra él más re-curso que el de la insurrección de los oprimidos.Los insurrectos saquean y destruyen el palaciodel magistrado, y si éste no tiene tiempo parahuir, le matan. El despotismo, limitado tan sólopor la insurrección, no es ciertamente el mejorsistema de gobierno ni aun para las razas asiá-ticas; y sin embargo es el sistema dominante deun extremo á otro de Asia, desde el origen deaquellos pueblos hasta la actualidad.

El Rio Amarillo es otra fuente de constante in-quietud y de conflictos para el gobierno y los sub-ditos chinos. Sus frecuentes desbordamientos ylas devastaciones que ocasiona han sido causade que el pueblo le dé el poético y desgraciada-mente exacto nombre de Rio del pesar. En pa-sados tiempos, algunos Emperadores enérgicostomaron las medidas necesarias para encauzarsus aguas; pero hoy están arruinadas las obras.Hay contribuciones especiales para mantenerlasen buen estado, y empleados que deben dedicarla recaudación á este objeto; pero, como se deciaen Roma, quis custodiet cwstodes, y es poquísimoel dinero qne se invierte en las obras. En cambio,cuando ocurre un gran desastre, aparece un de-creto en la Gaceta de Pekin castigando á losempleados de la provincia en la siguiente forma:

«Su-Tuig-Kwei, gobernador general é inten-dente del Rio Amarillo, dispone: que todos los em-pleados civiles y militares de Shanguan, en elHonan, sean procesados por permitir al rio rom-per sus diques é inundar la comarca.»

Las últimas noticias de China dan cuenta degrandes desastres en Petcheli,la provincia dondeestá situado Pekin, á causa del desbordamientodel Rio Yung-ting-ho, cuyas aguas han arrui-nado muchas poblaciones. No es probable queahora haya mayor actividad que antes para apre-ciar el origen y la extensión de la calamidad. Estaapatía del gobierno central en presencia de tanterribles desastres periódicos, hace más daño ala dinastía que cualquiera otra prueba de inca-pacidad en la administración, á pesar de la ten-dencia fatalista de los asiáticos, y de la dulzura

N.° 3 ALCOK. EL PERIODISMO EN CHINA.

y paciencia del carácter chino, el pueblo más fácilde gobernar que hay en el mundo, y que mejorsufre los abusos y los malos gobiernos, con talque den alguna garantía de seguridad á la viday hacienda de los subditos.

Mientras que en cada número de la Gaceta dePekín hay multitud de anuncios estúpidos de me-didas absurdas, los grandes desastres que cues-tan la vida ó la fortuna á millares de subditos,apenas se refieren en unas cuantas líneas paradestituir á los empleados de la provincia de-vastada; destituciones que, aun cuando en mu-chos casos sean merecidas, no se apoyan en nin-guna base sólida de justicia ó de convicción de lanegligencia ó incapacidad los destituidos.

En vano ansia el pueblo chino un soberano in-dígena como Yu, el gran príncipe ingeniero queencauzó el Rio Amarillo; pero á falta de un se-gundo Yu ¿por qué no apela el gobierno á la cien-cia de los occidentales? La completa ineptitud delos hombres que aconsejan al joven soberano ac-tual de China, se demuestra, más que en otracosa, en su indolente pereza ante calamidades tandesastrosas, y en el desden con que miran el sen-cillísimo remedio; advirtíendo que no pueden ale-gar ignorancia ni afectar increducidad de los re-cursos que pueden proporcionarles la nacionesoccidentales: la presteza con que se han aprove-chado de la ciencia y de la habilidad de los euro-peos para construir arsenales, docks y buquesblindados, destruye los argumentos que en aquelsentido pudieran alegarse. Además, la mejor res-puesta seria la inspección extranjera en las adua-nas marítimas imperiales.

El origen y desarrollo de esta institución espor demás curioso é instructivo. Hará cosa deveinte años hubo un momento en que las autori-dades chinas fueron desobedecidas en Cantón,arrasada la aduana, é imposibilitados los emplea-dos de cobrar los derechos al comercio extranjeroy de darle la protección que necesitaba. Ocurrióentonces la idea al cónsul inglés de poner remedioá estos males. Empezóse por formar un gobiernomunicipal á costa de la colonia extranjera, paraque atendiese á las necesidades de la defensa, dela salud pública y de la policía. En seguida secreó una administración de aduanas para percibirlos derechos del comercio extranjero, inspeccio-nada pOr un extranjero, bajo la garantía de laspotencias armantes de los tratados, y con la auto-rización necesaria del gobierno imperial. Estasdos medidas, improvisadas en un momentode confusión y de desorden, produjeron tanbuenos resultados, que echaron raices en el suelochino, convirtiéndose en instituciones de carácterpermanente de inestimable valor, no sólo para la

colonia europea que se renueva sin cesar en aquelcentro de negocios, el má3 importante de Oriente,después de Calcuta, sino para la misma China.

El inspector general hoy dia es M. Hart, inglés,como su predecesor; y todos los cargos principalesestán desempeñados por extranjeros de diversasnacionalidades; pero todos ellos, incluso el inspec-tor, dependen del gobierno chino, que les nombraó separa, y paga los sueldos. Estos empleadosllevan á la administración elementos de honradezy actividad, que en vano se encontrarían entre losindígenas; y el mejor elogio que de esta institu-ción puede hacerse, es decir que produce tantasventajas al tesoro chino como al comercio extran-jero.

Los beneficios de esta organización de las adua-nas inspeccionadas por extranjeros, son todavíamás importantes. Gracias á la enérgica é inteli-gente dirección del actual jefe, todos los puertosabiertos al comercio en virtud de los tratados, ytoda la costa, desde Newchwang hasta Hainan,que tiene más de 2.400 kilómetros de extensión,están provistos en gran parte de cuantos aparatosha inventado la ciencia moderna para la seguri-dad de la navegación, boyas, faros, etc., cuyonúmero aumenta cada año.

Queda mucho por hacer en China. El corazóndel país está enfermo, y la cabeza también. Hay,sin embargo, gran vitalidad y mucha fuerza decoesion en el imperio. Desde luego es vicioso sis-tema el de colocar al frente de los grandes traba-jos públicos, empleados cuya única instrucción selimita á saber lo que dicen los cuatro libros deConfucio, ó la metafísica de Mencio; y la verdades que los famosos exámenes y concursos paralos cargo^públicosno exigen más conocimientos.Con empleados mal pagados, con el fraude y lacorrupción administrativa, umversalmente exten-dida como consecuencia de los mezquinos sueldos;con la falta de educación racional, á nadie admi-rará que las obras públicas se arruinen, que losfondos públicos se malversen, sirviendo para en-riquecer á los encargados de recaudarlos y admi-nistrarlos, y que todo el imperio sea presa de in-surrecciones crónicas y de general desorden.

Durante el otoño de 1868, y gracias á una seriede victorias, debidas principalmente á Li-Hung-Chang, que después de haber acorralado al prin-cipal ejército de los Nien-Fei, varió el curso de unrio y ahogó al enemigo, inundando el territoriodonde podían guarecerse, se abrigó la esperanzade largo período de paz y tranquildad. Pero desdeentonces han trascurrido cinco años sin advertirningún progreso apreciable en el Lrobierno.

Cuando Li-Hung-Chang anunció en la Gacetaque Chang-Tsung-Pyle, el célebre jefe de los

REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

Nien-Fei, habia perecido ahogado, el Emperadorañadió en el mismo periódico, que quedaba ex-traordinariamente satisfecho; y podía estarlo, enefecto, porque los Nien-Fei, según anadia La Oa-ceta, habian perturbado el Petchelí y las provin-cias inmediatas durante diez y siete años, y oca-sionado inmensas pérdidas á los habitantes.

Posteriormente han ocurrido otras sublevacio-nes en el Oeste y en el Norte del imperio, y ocur-rirán en lo porvenir, porque esta es la forma es-teoreotipada de una incesante protesta contra laincapacidad del gobierno.

Lo único en que se advierte alguna actividad yenergía es en la creación de arsenales y astilleros,y de una marina blindada provista de excelentesmáquinas y artillería. La organización de unafuerza naval que pueda resistir formalmente á lasescuadras de las de una nación occidental, laaplicación de las máquinas y de las armas másmodernas y la admisión de marinos europeos, sonhechos importantes.

El Times de Nueva-York decía recientementeen un artículo humorístico, que la única razón deEuropa para no contar á la China entre los pue-blos civilazados, consistía en que en sus guerrascon los pueblos occidentales, los chinos no se ha-bían mostrado mucho más temibles que los tími-dos indígenas de Australia ó Polinesia. «Si loa»chinos, anadia el escritor yankee, hubiesen bati-do á las tropas francesas é inglesas, no se califi-caría la civilización china de civilización rudi-mentaria. La creación de una poderosa escuadrachina de buques de vapor blindados, armada conla mejor artillería de Europa, y tripulada pormarinos instruidos á la europea, no es sólo unprogreso que convencerá á los europeos de quelos chinos tienen algunas nociones de civiliza-ción, sino un suceso de inmensa importancia parael mundo civilizado. La debilidad de los chinosen la guerra la han causado la falta de ejércitos yde buques equipados é instruidos como los de susadversarios. Desde el momento que la China com-prende la necesidad de cambiar sus juncos de guer-ra por buques blindados, debe esperarse que elarco y el mosquete serán sustituidos en el ejército,por el cañón rayado y el fusil moderno. Los triun-fos alcanzados contra los taeping por las brigadasde tropas chinas, organizadas á la europea ymandadas por Ward, Burgenvine y Gordon, de-muestran el valor del soldado chino cuando estábien armado y bien dirigido.

»A la reorganización de la marina seguirá la delejército, y cuando ambas se completen será laChina el imperio militar más poderoso del globo.Con su inmensa población podrá poner en pié deguerra diez hombres por cada uno que pone Ale-

mania; y mantenidos con raciones de arroz, sussoldados les costarán diez veces menos de lo quecuesta el soldado europeo.

«Son los chinos tan esencialmente agricultoresy comerciantes, que no debe suponérseles proyec-tos de conquista; pero si la China llega á estar ensituación de defender la integridad de sus pose-siones , de imponer su autoridad, hoy nominal, álas tribus tártaras, y de fijar un dique á la con-quista rusa, todo lo cual podrá hacer muy biencuando tenga un ejército equipado y armado,como pretende estarlo muy pronto su escuadra,no oiremos hablar de la semi-civilizacion china, ydel mayor ó menor desarrollo del cerebro chino.

«Hasta ahora hemos desdeñado la cultura delpueblo que primero estableció el examen y e*concurso para los cargos públicos, que primeroinventó la pólvora y la brújula, que vistió á Eu-ropa de seda y la aprovisionó de porcelana y deté; pero el dia en que ese pueblo demuestre suhabilidad para matar hombres con arreglo á losprocedimientos científicos, reconoceremos la jus-ticia de sus pretensiones á que se le considerecivilizado. Tan cierto es que el moderno criteriode la civilización nace de la habilidad que cadapueblo demuestra en el arte de emplear las armasque se cargan por la recámara.»

El Times tiene razón en algunas de sus aprecia-ciones; pero pasará tiempo antes de que el go-bierno chino pueda organizar un ejército como haorganizado una escuadra, sin negar que algún dialo verifique. Es probable que la política del impe-rio se encamine principalmente á crear una fuerzaque asegure su independencia y arroje á los ex-tranjeros del territorio chino, ó permita imponersu voluntad á las potencias que hasta ahora se lahan impuesto al gobierno de Pekin, y determinaren qué condiciones de reciprocidad han de conti-nuar las relaciones internacionales. Esto contrar-restaría los proyectos rusos de conquista territo-rial y los de propaganda católica. Es probableque en tal caso los comerciantes ingleses tenganque someterse á condiciones, impuestos y gravá-menes nuevos en sus operaciones mercantiles conla China; pero todo ello tiene su compensación.Si el gobierno chino se viera obligado á poner unmillón de hombres sobre las armas organizados ála europea, no sólo necesitaría disponer de muchosmillones de duros, sino también crear un sistemasólido de ingresos, que hasta ahora no ha tenido.

Para adquirir los millones de duros tendría quereorganizar todo el sistema administrativo polí-tico y financiero, y esta reorganización no podríahacerla sin acudir, como lo ha hecho para lasaduanas marítimas, al auxilio de los extranjeros,y sin una considerable importación del elemento

N.° 3 BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES. 93

europeo en personas y cosas; es decir, que lasideas, el sistema y los administradores tendríanque sacarlos en gran parte de Occident3, amal-gamándolos más ó menos con lo que es esencial- imente chino. La necesidad de esta fusión borra- jria en el ánimo délos chinos toda idea de emplear ;sus recursos militares en perjuicio de los intere- |ses de los pueblos de Occidente.

FEASER'S MAGAZINE.

(Extracto analítico de los artículos desir Rutherford Alcok acerca del gobiernochino.)

BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES.

Galería de retratos del Ateneo eientíñcoy literario.

La galería de retratos de personas ilustres con-temporáneas, que actualmente se está formandoen el Ateneo científico y literario de Madrid, pro-mete ser una de las más curiosas é importantesde esta época en nuestra patria, y donde en loporvenir se encuentre la imagen auténtica depersonajes que pasarán á la historia como repre-sentación de todo lo más ilustre que en política,ciencias y artes ha producido Ja España del si-glo XIX.

Tiene además esta galería otra importanciapuramente artística, y es la de reunir obras detodos ó casi todos los jóvenes á quienes nuestrapatria debe el brillante renacimiento del artepictórico. Conviene, pues, consignar cómo haempezado esta galería, que ha de tener, sin dudaalguna, grandísima importancia.

En la Memoria leida por el Secretario primerodel Ateneo Sr. D. Gregorio Gómez Molinero á lajunta general de socios en31 de Diciembre de 1868,encontramos el siguiente párrafo, donde se con-signa la forma en que nació el proyecto de la ga-lería de retratos:

«Hace tiempo que se notaba en esta sociedad laausencia completa de un recuerdo dedicado á lamemoria de las distinguidas personas que en di-ferentes ocasiones la presidieron, y de un testi-monio de aprecio á los que, vivos aun, la honrancon su asistencia, y que merecieron vuestros vo-tos para un puesto tan apreciado. Sometido á lajunta de gobierno el proyecto de hacer los retra-tos de todos los que han sido presidentes de estacorporación, valiéndome de relaciones particula-res que me unian y me unen con muchos de losdistinguidos artistas que honran hoy nuestra pa-tria, se prestaron gustosos, desde la primera in-dicación, á cooperar por su parte á la realizaciónde este pensamiento. Bien hubiera querido lajunta de gobierno retribuir estas obras artísticas,y prestar así una protección indirecta á los quelas realizaran, pero el noble deseo manifestadopor todos ellos espontáneamente de no recibirretribución de ningún genero, y contribuir deeste modo á la importancia de la corporación,hizo pensará la junta de gobierno que estabaen la obligación de significar su gratitud, no

sólo considerándolos como socios del Ateneo,sino dando cuenta en junta general extraor-dinaria del laudable proceder de los artistas quetan alta prueba de aprecio otorgaban á nues-tra sociedad. Esta creo que se encuentra en eldeber de acordar en este momento que se dirijauna comunicación á los señores Mendoza, Gisbert,Suarez Llanos, Germán Hernández, Palmaroli,Fierros, Mélida, Lozano, Maureta, Dióscoro Pue-bla, y Espalter, manifestándoles la gratitud conque el Ateneo ha visto tan noble proceder, y queeste acuerdo conste en el acta de esta junta ex-traordinaria.

»Mas no se han limitado algunos de los artis-tas citados á la realización del pensamiento de queacabo de daros cuenta, sino que, viendo que ánuestra sociedad han pertenecido y pertenecenmuchos de los hombres que han honrado y hon-ran á España con sus virtudes, sus talentos y sushechos, se han ofrecido á ir formando una galeríade socios ilustres; siendo el primero de ellos el ge-neral D. Casto Méndez Nuñez, á quien hemos de-bido la muy estimada atención de haberle vistoentre nosotros á las pocas horas de su llegada áMadrid. Creo que el Ateneo al honrar con estetestimonio á saypresidentejy á algunos desússocios, se honra á sí mismo, y que veréis por lotanto con aprecio estas muestras públicas derespeto y de distinción.»

El segundo párrafo que hemos transcrito se ex-plica bien, sabiendo que en junta de gobierno del3 de Marzo de dicho mes se acordó que sólo fueranretratados los que habian sido presidentes delAteneo, como también aceptar el ofrecimiento delpintor Sr. Puebla de regalar el retrato del generalCastaños, duque de Bailen, priraer presidente delAtenee.

La galería de retratos, cuyo origen ha visto ellector, consta hoy de 24 obras de arte; 12 retra-tos de presidentes del Ateneo, y otros tantos desocios notables.

Los de presidentes, son:El del general Castaños, duque de Bailen, pin-

tado por D. Dióscoro Puebla.El delv«eñor duque de Rivas, por D. Manuel

Benso.El de D. Francisco Martínez de la Rosa, por

D. Gabriel Maureta.El del señor duque de Gor, por D. Francisco

Mendoza.El de D. Joaquín Francisco Pacheco, por don

Enrique Mélida.El del señor marqués de Pidal, por D. Dionisio

Fierros.El del señor marqués de Valdegamas, por don

Germán Hernández.El de D. Antonio Alcalá Galiado, por D. Vi-

cente Esquível.El de D. José Posada Herrera, por D. Ignacio

Suarez Llanos.El de D. Laureano Figuerola, por D. Joaquín

Espalter.El de D. Antonio Cánovas del Castillo, por don

José Vallejo._Y el del señor marqués de Molins, por D. José

Casado.El único presidente que falta retratar es don

Salustiano de Olózaga. De su retrato se encargóhace tiempo el pintor D. Antonio Gisbert; perohabiendo trasladado este artista su domicilio al

94 REVISTA EUROPEA 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

extranjero, lo está haciendo en la actualidad donCeferino Araujo, y dentro de pocos días figuraráen la galería.

Los retratos de socios notables que se encuen-tran ya en ella, son los de los señores:

D. Ramón de Mesonero Romanos, pintado porD. José Casado.

D. Casto Méndez Nuñez, por D. Ignacio SuarezLlanos.

D. Nicomedes Pastor Diaz, por D. Cosme Al-garra.

D. Severo Catalina, por D. Ricardo Balaca.D. Antonio Remon Zarco del Valle, por D. Ce-

ferino Araujo.D. Manuel García Gallardo, por D. Ignacio

Suarez Llanos.D. Antonio de los Rios y Rosas, por D. Eduardo

Rosales.D. Alberto Lista, por D. Domingo Valdivieso.D.Manuel Bretón de los Herreros, porD. Fran-

cisco Diaz Carreño.D. Juan Eugenio Hartzembusch, por I). Vicente

Palmaroli.D. Segismundo Moret, por D. Federico de Ma-

drazo.D. Emilio Castelar, por D. Ignacio Suarez

Llanos.En los momentos en que escribimos estas líneas

se están haciendo los retratos siguientes:Del Sr. marqués de la Vega de Armijo, por

D. Ricardo Navarrete.De D. Antonio Benavides, por D. Eduardo

Balaca.De D. Juan Nicasio Gallego, por el Sr. Laveron.De D. Ramón Llórente y Lázaro, por D. Luis

Taverner.Además han ofrecido hacer:El del malogrado é ilustre pintor D. Eduardo

Rosales, D. Francisco Sanz.El de D. José de Espronceda, D. Manuel Cas-

tellanos.El de D. Ramón de Campoamor, D. Joaquín de

Espalter.El de D. Cirilo Alvarez, D. Enrique Mélida.El de D. Ventura de la Vega, D. Francisco

Aznar.El de D. Claudio Moyano, D. Juan García Mar-

tínez.El de D. Lorenzo Arrazola, el Sr. Lozano.El de D. Luis González Bravo, el Sr. Monleon.

'•• El Sr. Ojeda y el Sr. Balaca (D. Ricardo) sehabian ofrecido á pintar los retratos del señorvizconde del Pontón y de D. Santiago Masarnau;pero estos señores, por motivos de modestia, quelos amigos de las letras y de las artes desean quedesaparezcan, no han accedido aún á que sus re-tratos figuren en la galería del Ateneo, á pesar deque el primero es uno de los jóvenes que ilus-tran la cátedra célebre del Ateneo, y el segundouna gloria de la música española contemporánea.

Sin pretender formar juicio crítico de las obrasde arte citadas, ni siendo oportuno compararretratos hechos del natural con otros que han te-nido que hacerse en presencia de fotografías, ócopiando los que anteriormente hicieron otros ar-tistas, puede asegurarse que hasta ahora figuranen primera línea los que han pintado los señoresRosales, Palmaroli, Madrazo, Suarez Llanos, yCasado.

Hay en esta galería algunos retratos de espe-

cial mérito. El del vencedor del Callao, Sr. Mén-dez Nuñez, es el único que queda al óleo del ilus-tre marino. Del Sr. Posada Herrera, tampoco seha hecho más retrato al óleo, según nuestros in-formes, que el que figura en la galería del Ateneo,que, repetimos, promete ser para dentro de algu-nos años la más notable de España.

* *Por iniciativa del Sr. D. Aureliano Maestre de

San Juan, catedrático de histología de la univer-sidad de Madrid, se ha formado y constituido yauna sociedad histológica española, que puede pres-tar muy buenos servicios á la ciencia.

** *

En la universidad de Madrid se han establecido,independientemente de la enseñanza oficial, variasconferencias y cursos libres sobre diversos ramosdel saber, que honran á los catedráticos y perso-nas que los han tomado ásu cargo, y que son degran utilidad para los estudios científicos.

El Sr. García Blanco celebra todos los domin-gos sus conferencias sobre Exégesis bíblica, ha-biendo empezado por la explicación de los pasajesdifíciles del Pentateuco.

El Sr. Giner de los Rios continúa también losdomingos sus conferencias sobre Elementos dedoctrina de la ciencia.

El Sr. Caso y Blanco explica todos los días fes-tivos un curso de Lengua hebrea.

El Sr. Pérez de Vargas ha establecido losmiércoles y viernes uu curso elemental y públicode Filosofía del Derecho.

El doctor Reguera explica en los mismos díasun curso libre d.1 Geometría superior.

La Academia de profesores recientemente fun-dada se reúne los dias 7 y 21 de cada mes. Ac-tualmente se discute el tema siguiente: ¿La cien-cia ha alcanzado la noción verdadera de los fenó-,menos de la vida, y de sus causas?

*#- *Según el Printing Times, de Londres, hay en

Inglaterra más de dos mil establecimientos lito-gráficos, en los cuales están empleados de veinteá veinticinco mil obreros. La litografía se encuen-tra en aquel país en un estado muy próspero, yno hay ejemplo de huelga alguna entre los traba-jadores, ni el menor disgusto entre los dueños ylos operarios.

** *-

El Ateneo de Valencia ha acordado celebrareste año un certamen científico, literario y artís-tico sobre los temas siguientes:

Sección de ciencias exactas, físicas y naturales:1." Ensayo de una topografía genera! de la pro-vincia de Valencia. 2." ¿Puede admitirse la unidadde fuerzas en la producción de los fenómenosfísico-químico-orgánicos?

Sección de ciencias sociales: 1." ¿Es más con-veniente la aglomeración ó diseminación de lasindustrias, bajo el triple aspecto económico, po-lítico y moral? 2.° ¿Conviene dar á la mujer ins-trucción sólida, ó elemental? Para uno y otro caso,programa razonado de los conocimientos quedeba enseñársela.

Sección de letras y bellas artes: Poesía: Odasobre asunto heroico ó filosófico. Prosa: Estudiosacerca de los origines de la poesía castellana enValencia,,y juicio crítico de los poetas valen-

N.° 3 CRÓNICA DE LA SEMANA. 95

cíanos que escribieron en el idioma nacionalhasta fines del siglo xvi. Premio extraordinariode la sección: Poesía sobre asunto histórico ó le-gendario de Valencia. Pintura: Es libre el asunto.

Los trabajos científicos y literarios han de en-tregarse en la Secretaría del Ateneo antes de 1 ° deSetiembre próximo.

* * •

El Gobierno español ha recibido una invitacióndel italiano, para si nuestro país quiere concurrircon sus productos á la exposición general de hor-ticultura y botánica, que ha de verificarse esteaño en Florencia.

* *En Maguncia se han encontrado los restos de

una prensa, de la cual se dice que se sirvió Gut-tenbergpara sus primeras pruebas en 1413. Peroesta noticia debe contener alguna equivocación,porque los primeros ensayos de Guttenberg se ve-rificaron en Strasburgo en 1444.

** #

Acaba de hacerse un descubrimiento que inte-resa mucho á la fabricación de tejidos. Un in-ventor ha encontrado el medio de hacer paño conel plumón de las uves: 700 ó 750 gramos de plu-món dan un metro cuadrado de paño, mucho másligero y de más abrigo que el de lana. Kste pañoes muy flexible; se tiñe de todos colores, y esimpermeable á la lluvia. Los experimentos he-chos han producido excelente resultado.

* - • *

En Suiza se ha establecido un concurso para lainvención de espoletas de doble efecto destinadasá los proyectiles huecos. El que invente la másútil recibirá un premio de 10.000 francos.

* *Se está construyendo en Inglaterra el primer

vapor con salón suspendido para pasajeros; me-dio por el cual Mr. Bessemer cree haber resueltoel problema de evitar el mareo. La base principalde este descubrimiento consiste en la suspensiónespecial del salón de viajeros por medio de dosejes centrales en forma de cruz, que le permitenconservar siempre una posición horizontal, cual-quiera que sea la inclinación con que marche elbuque.

* *Ha fallecido hace pocos dias el verdadero in-

ventor de la hélice, como sistema de impulsión,tan ventajoso en la práctica como perfecto enteoría. Llamábase Francisco Petitt Smith. Suscompatriotas los ingleses le habían concedido,como recompensa de su invento, una pensiónmezquina y una condecoración insignificante.

* - -X-

En Ginebra se está organizando una empresapara trasmitir telegráficamente la hora exactadel dia, en cualquier momento que se pida, á losrelojeros, establecimientos públicos y sociedadesparticulares. Parte del capital necesario está yareunido.

La Academia de Medicina de Madrid está dis-cutiendo en la actualidad un tema propuesto porD. Francisco Alonso, que se refiere al empleo delos anestésicos en el parto.

En la misma Academia ha presentado el señorLlórente un curioso ejemplar de anatomía pato-

lógica, correspondiente al arte veterinario: el hú-mero de una muía con una fractura perfecta-mente consolidada en la mitad de su cuerpo, yque acredita un recurso curativo natural, extraño,si se atiende á que en estos solípedos se consideracomo muy difícil, si no imposible, la formaciónde un callo definitivo.

* *Un telegrama del Cairo anuncia que el doc-

tor Beke ha logrado descubrir el verdadero monteSinaí. Dícese que está situado á una jornada dedistancia al Oeste de Acaba. Los árabes le llamanmontaña de la luz. Su elevación es de 1.524 metrossobre el nivel del mar. En la cúspide se han en-contrado restos de animales sacrificados.

CRÓNICA DE LA SEMANA.

Por demás escasa en novedades políticas hasido la semana que acaba de trascurrir.

El principal problema que ha de resolverse pormedio de las armas continúa en el mismo es-tado; y tanto las fuerzas del ejército como loscarlistas, ocupan las mismas posiciones en queestaban durante la semana anterior en las alturasinmediatas á Somorrostro.

En estos últimos dias, sin embargo, el ejércitoha recibido refuerzos, elevando su cifra á cerca de30.000 soldados con 70 piezas de artillería.

Sacadas las guarniciones de Tolosa y Oyárzun,y concentradas en San Sebastian todas las tropasque manda el general Loma, créese que se em-barquen en dicho punto para aumentar las quetiene á sus órdenes el generai Serrano.

Los fuertes atrincheramientos que han hecholos carlistas en posiciones que por la naturalezason ya caui inexpugnables, y la mucha sangreque habria de derramarse para arrojarles de ellassi se las ataca de frente, han hecho suponer quelas fuerzas del jército se dividirán en dos cuerpos,uno para tener en jaque á los carlistas donde hoyse encuentran, y otro para avanzar sob e Bilbaopor distinto camino.

Sea este ú otro el plan de ataque adoptado porel duque de la Torre, se cree que hasta fines dela semana próxima no empiecen las operacionesactivas.

En el centro se ha librado un combate honrosopara el ejército en las inmediaciones de Minglani-Ua. Las facciones reunidas de Santés, Cucala yPalacios, formando una fuerza de ocho á nuevemil hombres, han intentado copar la columna almando del brigadier Calleja, que apenas contabatres mil; pero advertido este jefe á tiempo de losmovimientos del enemigo, tomó disposiciones tanacertadas, que pudo rechazar el ataque, ocasio-nando á los absolutistas gran número de bajas, yobligándoles á retirarse en desorden.

Este hecho de armas ha contribuido á evitarque caiga en poder de los carlistas una suma deveintitrés millones, que por la línea férrea de Va-lencia era conducida á Madrid con destino alBanco de España; suma que hubiese dado sinduda mucho aliento á las facciones valencianas.

En Cataluña la guerra no ha ofrecido peripeciasnotables en los últimos siete dias, y hasta que nose aumenten las columnas que operan en aquel

96 REVISTA EUROPEA. 1 5 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 3

territorio, será difícil perseguir las facciones conla actividad conveniente.

La necesidad de formar un ejército tan nume-roso como la situación difícil que atravesamosexige, acuso obligue á llamar á las armas nuevasreservas; pues sólo acosando á las facciones confuerzas muy superiores es como podrá acabarsepronto la guerra civil.

Como es natural que suceda, todas las cues-tiones de política interior, supeditadas á los re-sultados de la guerra, están hoy en suspenso, ysi se exceptúa un conflicto de autoridad entre lassuperiores militar y civil de Barcelona, por habersuspendido la primera sin conocimiento de la se-gunda la publicación del Diario de Barcelona,conflicto que el Gobierno ha resuelto admitiendola dimisión al general Izquierdo, y negándose áadmitir la del gobernader civil Sr. Gómez Diez,apenas se ha ocupado la prensa de otra cosa quede las obras de caridad proyectadas y realizadaspara aliviar la suerte de los heridos y enfermospor causa de la guerra.

Algunas determinaciones de grande importan-cia ha tomado el Gobierno en lo que concierne alrégimen político y administrativo de la isla deCuba. Admitida la dimisión del cargo de capitángeneral de dicha isla al Sr. Jovellar, le sustituyeel general D. José de la Concha, marqués de laHabana, con la denominación de gobernador ge-neral de la isla.

El gobierno superior político de la Habana hasido suprimido; sus atribuciones de carácter po-lítico pasan al gobernador general, y las pura-mente municipales ó locales á un corregimientoque se crea.

También se ha suprimido la Intendencia, y encambio habrá dos Direcciones generales, una deAdministración y otra de Hacienda, para cuyoscargos se designan á dos antiguos é inteligentesempleados, elSr. Alba y D. Bonifacio Cortés. Dí-cese que el plan del marqués de la Habana con-siste en activar la guerra contra los separatistas,aprovechando los recursos propios de la isla enhombres y dinero; si lo consigue y acaba con lainsurrección filibustera, habrá prestado á su pa-tria un inmenso servicio, digno del agradeci-miento de todos los buenos españoles.

BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.

OBRAS DE SHAKSPEARE, versión castellana de don,Jaime Clarek. LA TEMPESTAD. LA BOCHE DE RE-YES. Un tomo en 8.° de lujo, Medina y Navarro,editores. Madrid 1874. (Véase la cuarta planade la cubierta de este número).

La primera versión castellana de las obrasdel inmortal dramaturgo ingles, no podia menosde obtener un gran éxito en España, y así estásucediendo con esta importante publicación, dela cual van dados á luz tres tomos y el que oca-siona las presentes Jíneas. El Sr. Clark, inglés denacimiento y español por sus estudios y aficio-nes, tan conocedor de la literatura de su paíscomo de la nuestra, era el llamado á dotar á Es-paña de una colección tan notable, y lo está reali-zando con aplauso de todos. Su traducción, hechaen verso castellano lo que Shakspeare escribió en

verso inglés, y en prosap ira y correcta españolalo que en prosa dio á conocer el gran poeta, tieneel inmenso vaior de la fidelidad más exquisita,única manera de que no se perdieran en la versiónmuchos de los detalles admirables de forma y delenguaje que distinguen al gran poeta. Al empe-zar á dar cuenta en nuestro Boletín de la apari-ción de los tomos de esta colección, no hemospodido dispensarnos de estos ligeros apuntes, quevemos con placer están conformes con la opiniónde todos los literatos que se han ocupado del tra-bajo del Sr. Clark.

Los tres tomos publicados anteriormente, con-tienen las obras: Ótelo, Mucho ruido para nada,Romeo y Julieta, Como gustéis, El mercader deVenecia y Medida por Medida. El tomo 5.°, queestá en prensa, contendrá el Hamlety Las alegrescomadres de Windsor.

** #

ESTUDIO HISTÓRICO-CRÍTICO SOBRE LOS POETAS VALEN-CIANOS DE LOS SIGLOS xiii, xiv Y xv, por D. RafaelFerrer y Bigné. Obra premiada por la Sociedadeconómica de Valencia.

Es un notable trabajo, que su autor ha ter-minado hace poco, y sin embargo ya se ha dadoá luz en tres distintas ediciones. Primero vio laluz en el Boletín de la Sociedad económica de Va- ¡.lencia; después fue reproducido en otra forma por *el Boletín-revista del Ateneo de la misma ciudad; ; ;y aun antes de terminar esta inserción, acaba de ipublicarse en una magnífica edición en 4." espa- ,ñoi prolongado, de la cual hemos recibido dosejemplares, pero que no se ha puesto á la venta. :

Hecha por amor á Valencia, como dice la por- •tada, la obra á que nos referimos, bien revelaesta idea primordial de su autor, el cual empiezaestableciendo los que para su objeto considerapoetas valencianos, que son los que introdujerony cultivaron en la ciudad del Cid la lengua gene-ralmente llamada lemosina. Ausias March, JaimeRoig. Corella y todos los demás clásicos valen-cianos de la edad de oro de la literatura, se en-cuentran juzgados en esta obra con un criteriotan claro, que verdaderamente honra al Sr. Fer-rer. Bajo el punto de vista histórico es tambiénde gran valor este libro, que en nuestro conceptodebería darse al público después de cumplido elobjeto académico que su autor se propuso.

» *LECCIONES SUMARIAS DE PSICOLOGÍA, explicadas en

la Escuela de Institutrices de Madrid, por Fran-cisco Giner, profesor de la universidad, y ex-puestos por Eduardo Soler y Alfredo Calderón.Madrid, 1874.

No de propias investigaciones, sino de la doc-trina más sana y autorizada expuesta principal-mente en las obras de Krause y Sanz del Rio,

i Ahrens y Tiberghien, es un compendio esta obra,extracto del curso de Psicología que hace tresaños viene explicando el Sr. Giner en la Escuelade Institutrices de Madrid. Así lo consignan congran modestia el autor y expositores en un pe-qaeño prólogo impreso al frente de la obra. Perono por eso el libro deja de tener importancia, y,sobre todo, grande utilidad para la juventud queasiste á los Institutos de segunda enseñanza.

Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo, Rubio, 25 .