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REVISTA DE LA ROAMERICANA Gonzalo Celorio El tequila: Una bebida que se fuma María Teresa de la Garza Camino Bioética y biopolítica Carlota Peón Rodríguez Vietnam: ¿Guerra o seducción? Luis Tovar Las otras 10 mejores películas mexicanas REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA ›¿CUÁL INDEPENDENCIA, CUÁL REVOLUCIÓN? AÑO II FEBRERO-MARZO DE 2010 6 Año II Número 6 Febrero-marzo de 2010 Perla Chinchilla Pawling Jesús Gómez Fregoso, S. J. Teresa Matabuena Peláez Enrique Semo ¿Hay algo qué rescatar? ¿Hay algo qué celebrar? Opinan: René Avilés Fabila, Emmanuel Carballo, Bruno Estañol, Hugo Gutiérrez Vega, Víctor Jiménez, Hernán Lara Zavala, Mauricio de Maria y Campos, Carlos Montemayor, Alberto Montoya Martín del Campo, Humberto Musacchio, Rius, Rodolfo Stavenhagen Líder Ibero Gustavo Loza, cineasta Eraclio Zepeda Los trenes de Chile Rogelio Naranjo La historia está poniendo a cada quien en su lugar Beatriz Espejo Sorpresas te da la vida Hugo Gutiérrez Vega Dos poemas inéditos Prepa Ibero, una nueva oferta educativa aniversario primer ¿CUÁL INDEPENDENCIA, CUÁL REVOLUCIÓN?

Revista Ibero 6

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Revista de la Universidad Iberoamericana: ¿Cuál Independencia, cuál Revolución? > Año II, No. 6, febrero-marzo de 2010

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REVISTA DE LA ROAMERICANA

Gonzalo Celorio El tequila: Una bebida que se fuma María Teresa de la Garza Camino

Bioética y biopolítica Carlota Peón Rodríguez Vietnam: ¿Guerra o seducción? Luis Tovar Las

otras 10 mejores películas mexicanas

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PerlaChinchillaPawlingJesús Gómez Fregoso, S. J.TeresaMatabuena PeláezEnrique Semo

¿Hay algo qué rescatar? ¿Hay algo qué celebrar?Opinan: René Avilés Fabila, Emmanuel Carballo, Bruno Estañol, Hugo Gutiérrez Vega, Víctor Jiménez, Hernán Lara Zavala, Mauricio de Maria y Campos, Carlos Montemayor, Alberto MontoyaMartín del Campo, HumbertoMusacchio, Rius,RodolfoStavenhagen

Líder IberoGustavo Loza,

cineasta

Eraclio ZepedaLos trenes de Chile

Rogelio NaranjoLa historia está

poniendo a cada quien en su lugar

Beatriz EspejoSorpresas te

da la vida

HugoGutiérrez

VegaDos poemas

inéditos

Prepa Ibero, una nueva oferta educativa

aniversario

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›¿CUÁL INDEPENDENCIA,CUÁL REVOLUCIÓN?

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Director Carlos Deveaux HomsDirector editorial Juan Domingo Argüelles Asistente de edición Beatriz Palacios Administración Áurea MaristanyInformación Angélica Cortés, Francelia Vargas Redacción Carlos Mario Castro, Ana Langner [email protected](55) 5950-4197

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Socios directores Elías González Rogel, Ricardo Rubio Martínez

Editora Gráfica Albelia Gamboa y Vázquez

Directora comercial Silvia Carranza Nieto

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UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

Dr. José Morales Orozco, S. J. Rector

Dr. Javier Prado Galán, S. J. Vicerrector Académico

IBERO, REVISTA DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANAConsejo editorial José Luis Cruz Guízar, Víctor Gavito, Miguel Ángel Granados Chapa, Vicente Leñero, José Morales Orozco, S. J., María Nieves Noriega de Autrey, Gonzalo Olivares Velázquez, Eugenio Páramo Ortega, S. J., Javier Prado Galán, S. J.

Comité de asesores Carlos Alvarado Santoyo, José Carreño Carlón, Carlos Lugo Galera, Ignacio Padilla, Carlota Peón, Gilberto Prado Galán, Alberto Ruiz Treviño, Ilán Semo, Helena Varela, Gabriela Warkentin

, Revista de la Universidad Iberoamericana es una publicación bimestral de la Universidad Iberoame-ricana Ciudad de México y de Grupo Mexicano de Me-dios, S. A. de C. V., bajo la responsabilidad de la Di-rección de Comunicación Institucional de la UIA. Editor responsable: Carlos Deveaux Homs, [email protected]. Número de Certificado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor: 04-2009-082412294600-102. Número de Certificado de Licitud de Título (en trámite). Número de Certificado de Licitud de Contenido (en trámite). Domicilio de la publicación: Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de San-ta Fe, México, D.F., C.P. 01219. Teléfono 5950-4197 y 5950-4198. Fax: 5950-4316. Imprenta: Compañía Impresora El Universal, S.A. de C.V. Allende No. 176, Col. Guerrero, México 06300, D.F. Teléfono 5117-0190. Distribución: Prestadora de Servicios Cipro, S. A. de C.V. Fresas 9 Col. del Valle. Deleg. Benito Juárez. C. P. 03100 México, D.F. La responsabilidad de los artículos publi-cados refleja, de manera exclusiva, la opinión de sus autores y no necesariamente el criterio de la institución. No se devuelven originales no solicitados ni se entablará correspondencia al respecto. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la revista, sin autorización previa y expresa, por escrito, de la Universidad Iberoamericana. Año II, nú-mero 6, febrero-marzo de 2010. Fotografías de portada: Corbis. ISSN en trámite.

Índice

5 Carta del Rector, Dr. José Morales Orozco, S. J.6 ¿Cuál Independencia, cuál Revolu-ción?/examen. A la sombra de los cente-narios, Enrique Semo8 ¿Cuál Independencia, cuál Revo-lución?/examen. Jesuitas mexicanos precursores de la Independencia, J. Jesús Gómez Fregoso, S. J.12 ¿Cuál Independencia, cuál Revo-lución?/valoraciones. ¿Hay algo qué rescatar? ¿Hay algo qué celebrar?, René Avilés Fabila/Emmanuel Carballo/Bruno Estañol/Hugo Gutiérrez Vega/Víctor Jiménez/Hernán Lara Zavala/Mauricio de Maria y Campos/Carlos Montemayor / Alberto Montoya Martín del Campo/Humberto Musacchio/Rius/Rodolfo Stavenhagen18 ¿Cuál Independencia, cuál Revolu-ción?/examen. Revolución y vida cotidi-ana, Perla Chinchilla Pawling

20 ¿Cuál Independencia, cuál Revolu-ción?/investigación. ¿Revolucionarios?, ¿revoltosos?: Primeras noticias de la Revo-lución, Teresa Matabuena Peláez24 Mirador. La historia está poniendo a cada quien en su lugar. Entrevista con Rogelio Naranjo, Juan Domingo Argüelles30 Divulgación científica. Bioética y biopolítica, María Teresa de la Garza Camino32 Líder Ibero. Entrevista con el cineasta Gustavo Loza. Poder generar y contar mis propias historias es una de mis mayores satisfacciones, Carlos Deveaux Homs36 La llama inextinguible. Hugo Gutiérrez Vega: Cantar lo que a todos pertenece

36 La llama inextinguible. Dos poemas inéditos, Hugo Gutiérrez Vega38 Trivium/cuento. Los trenes de Chile, Eraclio Zepeda40 Trivium/crónica. Sorpresas te da la vida, Beatriz Espejo42 Cine. Las otras 10 mejores películas mexicanas, Luis Tovar44 Actualidad Ibero. Prepa Ibero, una nueva oferta educativa, Raquel Druker46 El viajero ilustrado. Vietnam: ¿Guerra o seducción?, Carlota Peón Guerrero50 Saberes/Sabores. El tequila: Una be-bida que se fuma, Gonzalo Celorio52 La voz del libro/el eco de la lectura. Qué leer y por qué, Arturo Ahmed Rome-ro/Armando González Torres/Angélica de Icaza/Félix Suárez54 Música para camaleones. Qué es-cuchar y por qué, Beatriz Palacios56 Innovación tecnológica. Dispositivos e instrumentos que facilitan la vida

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carta del rector

De entre las fechas posibles, la historiografía eligió la del 16 de septiembre de 1810 para señalar el inicio de la vida independiente de México: la separación definitiva de la corona española. Cien

años más tarde, nuestra joven patria vería establecidas las pautas de su convivencia nacional mediante el violento proceso de la Revolución.

Al pensar en ambos hechos, tan distantes en el tiempo, pero fusionados entre sí por el carácter simbólico de otra cifra, 2010, lo primero que salta a la vista es que México no se hizo de un momento a otro. Como toda realidad humana, nuestro país —gracias al valor, al talento y al esfuerzo (y a veces a pesar de la mezquindad y la ineptitud) de quienes nos precedieron—, ha sido edificado poco a poco sin llegar a tener, por decirlo de algún modo, una forma acabada.

Esa perspectiva que invita a atravesar dos siglos, y más, para ver cómo nos hemos ido haciendo y lo que hemos llegado a ser, es la misma que nos permite percatarnos de que estamos siendo autores de lo que será nuestra patria en el futuro y, en consecuencia, a preguntarnos por lo que queremos que ésta sea.

El sexto número de IBERO, con el que esta publicación de la UIA inicia su segundo año, aparece en el marco de la gran discusión que la celebración de los centenarios ha suscitado en el país, y es una de las aportaciones de la Universidad Iberoamericana a este debate. Es también una invitación al discernimiento y a la voluntad de esta generación para identificar y superar los dolorosos pendientes que arrastra la construcción de México. Recientemente, por ejemplo, la sagaz mirada de don Miguel León-Portilla puso el dedo en la lacerante llaga de la situación de los pueblos indígenas.

Considero que la mejor manera de celebrar la Independencia y la Revolución es contribuyendo a hacer cada vez plenos el derecho, la justicia, la igualdad y la libertad, que nuestra patria sigue reclamando hoy.

La verdad nos hará LibresDr. José Morales Orozco, S. J.Rector

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¿Cuál IndependenCIa, Cuál RevoluCIón?/examen

El intervalo entre la decadencia de lo viejo y la formación y establecimiento de lo nuevo,…debe ser siempre, necesariamente un período de incertidumbre, confusión, y un fanatismo fiero y salvaje. John Calhoun

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¿Acaso hay algo qué celebrar en 2010? Flotan en el aire las respuestas más disímiles y contradictorias. Para algu-nos las revoluciones mexicanas son sucesos del pasado lejano que no tienen ningún mensaje claro para el pre-

sente y el futuro previsible. Forman parte de una historia de la cual podemos enorgullecernos o avergonzarnos pero que carece de voz o mensaje directo para la vida presente: como la cultura maya o la arquitectura colonial.

Vivimos una época en que las élites dominantes están ocupa-das en la deconstrucción de la obra de las revoluciones mexica-nas: ¿soberanía e independencia, nacionalismo, reforma agraria,

estado social? Categorías esenciales, ligadas indisolublemente a las dos revoluciones que son combatidas abierta u ocultamente. Las llaves al México contemporáneo y futuro serían, según esto: el libre mercado, el individuo emprendedor, la competitividad, el equilibrio macroeconómico y el compromiso del TLCAN, que nos subordina históricamente a los Estados Unidos.

Los voceros de esta oligarquía deconstruyen también la histo-riografía, y la ideología que se desprende de esas revoluciones: “No hubo revolución de independencia sino una serie de re-beliones inconexas. El impulso más loable fue criollo, hacia una autonomía dentro del imperio español, cuyo inicio fue 1808.

enrique SemoHistoriador. Fue secretario de Cultura del Gobierno del Distrito Federal. En su amplia bibliografía destacan las obras Historia del capitalismo en México, Viaje alrededor de la izquierda, Entre crisis te veas, Historia económica de México y Crónica de un derrumbe: las revoluciones inconclusas del Este

›A la sombra de los centenarios

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Las revoluciones de hoy no tienen porqué ser como las de ayer.El concepto mismo deber ser repensado. Males de las dos

revoluciones pueden evitarse.Hay sufrimientos causados por la guerra

civil que no tienen que repetirse.

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Hay quien piensa que la posibilidad de una revolución como las pasadas, se está volviendo inevitable, y que la fecha mí-tica de 2010 puede ser la señal para otra, diferente, más eficaz, pero no menos re-volucionaria. Algunos ven la perspectiva con temor y otros con una sensación de liberación. No creemos en la repetición de la historia, pero hay quien sí, y puede tomar la fecha como un llamado irresisti-ble. Las revoluciones de 1810 y 1910 tienen

para éstos, mensajes muy actuales. El primero, que en México se puede humillar y ofender repetidamente al pueblo sin que suceda nada, aun cuando las vejaciones sean brutales. Pero hay un proceso acumulativo invisible. Y después, en el momento más inesperado, por la causa más nimia, en el lugar menos previsto se produce la explosión. En 1810, nadie esperaba que los 600 vecinos que inicialmente siguieron al padre Hidalgo, cuya edad no era idónea para dirigir revoluciones, se transformaran en una multitud de 80 mil hombres y mujeres venidos de quién sabe dónde y quién sabe cómo. En septiembre de 1910, Porfirio Díaz, en la plenitud del poder y en la majestuosidad de su aureola pa-triarcal, festejaba el centenario con el propósito de establecer el paralelismo y la continuidad secular entre el “padre de la patria” y el “excelso benefactor de la patria”: de Hidalgo a Díaz, ese era el mensaje. Las misiones extranjeras con embajadores especiales y contingentes militares simbólicos, las fiestas y desfiles en todo el país proclamaban la durabilidad y solidez del régimen. Algu-nos meses después, el país estaba envuelto en la primera gran revolución latinoamericana del siglo XX.

La segunda lección es crítica. Los tiempos, decididamente, han cambiado. Las revoluciones de hoy no tienen porqué ser como las de ayer. El concepto mismo deber ser repensado. Males de las dos revoluciones pueden evitarse. Hay sufrimientos causados por la guerra civil que no tienen que repetirse. El cambio no tiene que ser traumático para uno de los actores. Los efectos catastróficos de la oposición al cambio a ultranza y de la búsqueda del cambio inmediato, es una lección ya aprendida. Muchas cosas pueden ser negociadas incluso en una revolución. Los ejemplos, esta vez, no vienen de las revoluciones mexicanas, sino de las que tienen lugar en América Latina actualmente. México no es una isla, y aún si lo fuera, sería parte del subcontinente. La tentación natural es repetir el pasado, el impulso reflexivo es corregirlo y superarlo.

El verdadero consumador de la Independencia fue Agustín de Iturbide. No hubo a partir de 1910 una revolución. En el mejor de los casos, una ‘gran rebelión’ y en el peor, una serie de movi-mientos armados locales trabados en la lucha por el poder con ideología, motivos y objetivos quizás indescifrables. Los hacen-dados sobrevivieron a la revolución mejor que los revoluciona-rios. La dictablanda priísta fue una versión sofisticada y sexenal de la de Porfirio Díaz.” Para ese sector la respuesta es diáfana y clara, pese al reconocimiento resignado político de que las revo-luciones como memoria colectiva popular tienen cierta vida, y por lo tanto deben ser festejadas, el medio siglo que siguió a la revolución de independencia fue un caos lamentable y costoso, y el siglo XX —que siguió en 1910—, un siglo de errores sin fin… Un “siglo perdido”.

Para otros, inmersos en la decadencia que vivimos, los cente-narios tienen un sentido muy diferente. Repentinamente somos conscientes de la persistencia acumulada de viejos problemas cuyo peso se vuelve insoportable porque los gobernantes, concen-trados en la lucha obtusa por espacios de poder temporales han dejado de abordarlos. La desigualdad económica, social, educati-va. La corrupción a todos los niveles. La economía que ha dejado de crecer en el último cuarto de siglo. La descomposición social. Y luego están los nuevos problemas que nos asaltan desde todos los ángulos. Crisis económica. Inseguridad y violencia creciente. Extravío de la nueva clase política. Y sin embargo no vemos quién pueda ser el sujeto de cambio, quién logre llevarnos a la otra orilla del turbulento río. Se generaliza la convicción de que no podemos seguir así, y la sensación fatalista de que no sabemos cómo salir del cul de sac. Ante el reto de un futuro público som-brío, la mayoría de la gente se refugia en la húmeda oscuridad de una vida individual sin perspectivas. Pero no todos. Muchos se preparan para la acción.

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aficionaran muy prontoa estudiar las lenguas

del Nuevo Mundo.

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J. Jesús Gómez Fregoso, S. J.Universidad de Guadalajara

›Jesuitas mexicanos precursores de la Independencia

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La Compañía de Jesús, la orden religiosa de los jesuitas, se fundó en Roma en 1542. Sólo treinta años después, en 1572, llegaron a México, conocido entonces como la Nueva España: se trataba de quince religiosos espa-

ñoles que llegaban a la ciudad de México, capital del virreinato español más próspero y querido de la Corona Española. Muy pronto, en 1573, los primeros tres nacidos en México pidieron hacerse jesuitas, entre ellos estaba Juan de Tovar, que además del castellano, que hablaba su padre, tenía como lengua materna el náhuatl o mexicano, que aprendió de su madre, una princesa de la nobleza texcocana. Tovar es el autor del códice que lle-va su nombre y que sigue siendo documento muy importante para conocer el pasado de “los antiguos mexicanos”, como diría Clavigero. Luego, ese mismo año de 1573, llegaron otros ocho “nativos”, entre ellos Antonio del Rincón, descendiente tam-bién de la nobleza de Texcoco y que luego escribiría su Arte de la lengua mexicana. Así pues, los jesuitas llegados a México desde el principio tuvieron fuerte relación con la lengua indígena y con jóvenes nacidos ya en estas tierras. Al organizarse, los jesuitas tu-vieron la preocupación de que los jóvenes que se incorporaban a la Compañía aprendieran el náhuatl, el otomí y diversas lenguas indígenas. Junto con el castellano, el latín y el griego bíblico, los jóvenes jesuitas de México debían ser expertos por lo menos en una lengua indígena. Es muy interesante que esos jesuitas, con raíces en el mundo universitario europeo, sobre todo de París y Salamanca, se aficionaran muy pronto a estudiar las lenguas del Nuevo Mundo. Apareció un tipo nuevo de sacerdotes católicos, los “padres lengua”, capaces de convivir con las diversas nacio-nes de lo que ahora es México, y tomando distancia de España. Un ejemplo paradigmático de su afición y su inmersión en las culturas indígenas se puede ver en la actitud del padre Francisco María Piccolo, siciliano y misionero de la Baja California, quien hacia 1705 viajó a la ciudad de México y con un grupo de cali-fornios, visitó al arzobispo, que era al mismo tiempo el virrey de la Nueva España, quien escuchó complacido que la gente de Piccolo sabía de memoria todo el catecismo, pero en lengua de la California. El arzobispo virrey “con mucha instancia” urgió al misionero para que en adelante catequizara a los californios en castellano y no en californio. Piccolo escribió una carta al padre General de Roma, dando cuenta de su entrevista, con el siguiente co-mentario: “Pobre Compañía de Jesús si obedeciera tales órdenes y mandamientos”. Es decir que manifestaba absoluto rechazo al arzobispo virrey que ordenaba castellanizar la enseñanza de la doctrina cristiana en lugar de preservar y conservar la lengua indígena.

La actitud de Piccolo no era una excepción: los jesuitas en to-das sus misiones defendieron las culturas indígenas: en Etiopía y Abisinia, en China y en las tierras del Malabar, y entre los huro-nes del Canadá tuvieron la preocupación de cristianizar y no de europeizar. En las misiones del Paraguay fue notable su esfuerzo,

como lo ilustra la novela histórica, llevada al cine, La Misión, por defender los valores indígenas, de suerte que a la fecha, en esa nación, casi todo el mundo es bilingüe: hablan castellano o español como lengua oficial, pero hablan también guaraní como lengua nacional.

En el siglo XVIII en México fue notable su esfuerzo por exal-tar los valores autóctonos. Dice Luis González: “Hacia 1760 los jesuitas jóvenes de la Nueva España le perdieron el cariño y el respeto a la vieja España y le cobraron amor e interés a México. Dejan de sentirse vástagos de una raza y comienzan a consi-derarse hijos de una tierra… Les niegan el título de padres y hermanos a los descoloridos españoles y se lo dan a los oscuros nahuas. Se dicen descendientes del imperio azteca y proclaman con orgullo su parentesco con los indios. Éstos, hasta entonces despreciados, empiezan a ser vistos como iguales”. El jesuita criollo Pedro José Márquez defiende la tesis de que “la verdadera filosofía no reconoce incapacidad en hombre alguno, o porque haya nacido blanco o negro, o porque haya sido educado en los polos o en la zona tórrida. El padre Francisco Xavier Clavigero asegura que los indios son tan capaces como los europeos.

Además de indigenistas, el incipiente patriotismo de aquellos hombres fue telúrico. Les brotó un amor desmesurado por la geografía de México” (“El periodo formativo”, en Historia míni-ma de México, El Colegio de México). Ese “amor desmesurado” no fue solamente por la geografía de México, sino por todo lo que existía en esa tierra, incluyendo lo que luego sería el sím-bolo y la bandera de México: la Virgen de Guadalupe. De ser una devoción popular, los jesuitas de los siglos XVII y XVIII la convirtieron en devoción que arraigó también en las clases cul-tas y pensantes de la Nueva España. El incipiente nacionalismo se reforzaba con el liberalismo intelectual de los jóvenes jesuitas de mediados del siglo XVIII, que se preocupaban por buscar la verdad y que fomentaban las ideas sociales de dos jesuitas anteriores: Juan de Mariana y Francisco Suárez, cuyas teorías desembocaban en aquello de que la soberanía radicaba en el pueblo, que los monarcas recibían su autoridad no directamente de Dios, sino a través del pueblo; que si un tirano se aferraba al poder, el pueblo podía derrocarlo. Esas teorías, y otras variadas circunstancias, propiciaron que Carlos III los expulsara no sólo de la Nueva España, de México, sino de todos los dominios de la Corona española: de la península y todas las colonias, incluidas las Filipinas.

Para esas fechas, 1767, los jesuitas habían incluido una palabra en el diccionario: el adjetivo mexicano, porque debe recordar-se que en los registros de nacimiento, es decir en los libros de bautizos de las parroquias, junto al nombre del recién nacido, se añadía su “nacionalidad”: español, criollo, mestizo, mulato, negro, indio… En adelante eso debería suprimirse y todos los nacidos en el territorio de la Nueva España serían mexicanos sin distin-ción. Esos jesuitas de 1767 en su enorme mayoría eran criollos,

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pero ellos mismos insistían en autonom-brarse “mexicanos”, y los aztecas serían los “antiguos mexicanos”.

Expulsados de su patria, los jesuitas fueron confinados a los territorios del Papa, al norte de Italia a los rumbos de Módena, Ferrara, Bolonia. La lejanía y nostalgia de su patria lejana a la que nunca volverían, se vio agravada por el hecho de que se encontraron con la desagradable sorpresa de que varios autores de moda, como Raynal, de Paw, Bufón, Robertson, esparcían en el mun-do culto europeo una visión tremenda-mente negativa del Nuevo Mundo y en especial de México. Su legítimo orgullo y su enojo los hizo dedicarse a escribir en defensa de su tierra bienamada. Fran-cisco Xavier Clavigero, el más brillante y famoso del grupo, al comenzar su es-pléndida Historia antigua de México, de-claró: “la historia antigua de México que he emprendido para… servir del mejor modo posible a mi patria y nación y para restituir a su esplendor la verdad ofuscada por una turba increíble de modernos escritores”. Y ahí mismo declara que aquélla es: “una historia de México escrita por un mexicano”.

No es este el lugar para analizar la obra de Clavigero, sobre la calidad de su historia y sólo hacemos resaltar que nunca antes alguien se había autonombrado mexicano, y que, si bien Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora, que murió como jesuita, en el siglo XVII ocasionalmente habían empleado la palabra patria, al referirse a la Nueva España, Clavigero y su grupo emplean repetidamente esa palabra e insisten en auto-nombrarse mexicanos.

Pedro José Márquez, desterrado en Roma, y a quien Napo-león Bonaparte, en 1808, lo nombra con algo equivalente a Se-cretario de Cultura, no tiene empacho en decir que así como se admira a Grecia no por los griegos del siglo XVIII, vencidos y empobrecidos, sino por los del Siglo de Pericles, así debería hablarse de “los mexicanos” en su siglo de oro, cuando “eran los amos” y no de los de 1750, cuando era un pueblo sojuzgado y empobrecido. Y para dar una muy clara prueba de la cultura

mexicana, en aquella Italia que admiraba a los autores clásicos grecolatinos, los jesui-tas mexicanos escriben maravillas en latín: Francisco Javier Alegre traduce en ver-sos latinos, en hexámetros virgilianos, la Ilíada de Homero, y Rafael Landívar, en hexámetros también, escribe su Rustica-tio mexicana (Por los campos de México, o Paseo por México), en que trata temas exóticos como los voladores de Papantla, las corridas de toros, las cacerías en los lagos, las bellezas del paisaje mexicano. Juan Luis Maneiro escribe su De vitis aliquot mexicanorum, sobre la vida de al-gunos mexicanos, en un latín digno de Cicerón, César o Tácito.

Ese grupo de exiliados mexicanos, muy lejos de su amada patria, en un des-tierro injusto, sobreviviendo casi mila-grosamente en condiciones de extrema pobreza, hizo lo que estaba en sus manos para poner en alto el nombre de Méxi-co, insistiendo en que sus habitantes ya no eran ni hispanos ni novohispanos, ni

mestizos o criollos o indios, sino mexicanos sin distinción. Cla-vigero fue tal vez el primero que tuvo la audacia de preguntar “hasta qué grado ha de llegar la dependencia que ha de tener la Nueva España de la antigua” (Proyectos útiles para adelan-tar el comercio de la Nueva España). No fue decisión arbitraria el homenaje que el gobierno de la República, el 6 de agosto de 1970, dedicara a Clavigero y a sus compañeros, al depositar los restos mortales del historiador en la Rotonda de los Hombres Ilustres; y el Secretario de Educación Pública, Agustín Yánez, en nombre del presidente de la República, terminó así su discurso: “Sean estos actos de homenaje a la grandeza de México, en la persona de uno de sus hijos ilustres, poderoso estímulo, fecunda cátedra y decisivo ejemplo para la formación cívica de las nuevas generaciones llamadas al relevo de fuerzas en servicio —crecien-temente fervoroso— de la República, o sea: la conscripción de conocimientos, emociones y resoluciones inspiradas por veraz patriotismo, a imagen y semejanza de la vida y la obra de Fran-cisco Xavier Clavigero, gran mexicano, constructor eminente de nuestra nacionalidad”.

Los jesuitas habían incluido una palabra en el diccionario: el adjetivo mexicano, porque debe

recordarse que en los registros de nacimiento, es decir en los libros de bautizos de las parroquias, junto al

nombre del recién nacido, se añadía su “nacionalidad”: español, criollo, mestizo, mulato, negro, indio…

Francisco Xavier Clavigero.

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›¿Hay algo qué rescatar?

¿Hay algo qué celebrar?

IBERO ha buscado a algunas destacadas personalidades del medio intelectual, académico y literario a fin de saber sus opiniones sobre lo

más rescatable de los movimientos independentista y revolucionario de México; los saldos de ambas guerras, lo que aún permanece en la historia

patria, más allá de discursos y celebraciones. ¿Hay algo qué rescatar? ¿Hay algo qué celebrar? Éstas son las respuestas de quienes atendieron,

verbalmente o por escrito, nuestra solicitud, y a quienes les expresamos nuestro agradecimiento y el de los lectores. (Juan Domingo Argüelles)

morar el Bicentenario creando un sistema político racional, más acabado, quizá un nuevo congreso constituyente, pensar en el famoso Estado de bienestar y cómo podríamos tener uno?

Para la revolución me gustaría ver actos concretos que nos permitan salir del atraso económico, político y social en que, igual que en 1910, padecemos. Para esta pregunta (¿Qué hay de rescatable de la Independencia y la Revolución?) sólo tengo más preguntas. Puras interrogaciones. Cuando en Francia celebraron la Revolución que por fortuna casi acabó con la nobleza, todo era algarabía y hasta parecía un país gobernado por el PRD: allí estaban cenas “revolucionarias”, vino “revolucionario”, re-corridos “revolucionarios”, filmes “revolucionarios”... Era una curiosa caricatura de un movimiento intenso y trágico. Eso sí, a la menor provocación los franceses cantaban La Marsellesa, como nosotros lo hacemos con el Himno Nacional. Estoy segu-ro que en México no faltarán, ya lo estamos viendo, calles que cambian de nombre y en lugar de un héroe o un país, reciben el de Bicentenario, la que hace esquina con Centenario, no faltarán puentes o presas que lleven esa misma denominación. ¿Todo en México necesita ser parodia o ridiculez? ¿En tiempos de crisis es indispensable hacer pistas de hielo, disfrazar al DF de ciudad alpina o crear el árbol más grande del mundo? Se me ocurre hacer un teletón y reunir dinero para llevar a cabo al menos una nueva revolución más justa y razonable, con resultados óptimos. Ah y no permitir más que la famosa columna de la Independen-

Hemos pasado el tiempo en festejos y lamentacionesRené Avilés FabilaEscritor y periodista. Sus Obras completas (a la fecha once volúmenes) han aparecido en la editorial Nueva Imagen. Director de la revista cultural Universo de El Búho

Pregunta inocua en apariencia, muy compleja en realidad. ¿Qué rescatar de la Independencia y la Revolución so pena de no quedar como un apátrida o un mal mexi-

cano? ¿Conmemoraciones? Razones las hay, figuras también. Respecto a estas últimas ninguna es impoluta, a veces son mez-clas confusas de sentimientos y pasiones, pero hay algunas que hasta heroicas resultan al menos para la versión oficial hecha por los liberales y más adelante por los vencedores o sobrevivientes de la Revolución. Ideas son las que faltan.

Tanto un movimiento como el otro carecen de un soporte ideológico que impresione. Estados Unidos solicita su indepen-dencia pidiendo libertad, democracia y una república. Noso-tros casi forzados por hechos ajenos al país. Madero es el más acabado caso de ingenuidad. Fue afortunado, pudo recibir pro-yectos y planes del más allá, su espiritismo fue, pues, benéfico: su actuación pudo haber sido determinada por seres malignos como Atila. Sus sucesores son poco románticos y sí brutales, especialmente los que convierten al movimiento armado en sistema político burocrático. Yo no entraría en la competencia nacional para hacer recuerdos de ensoñación, lo que haría es ver hacia el futuro: ¿Cómo vamos a ser los mexicanos dentro de algunos años? ¿Seguiremos siendo parte de una lamentable partidocracia carente de ideología real (de derecha o izquierda) o simplemente la historia nos seguirá llevando como dicen las canciones mexicanas cual hoja al viento? ¿Por qué no conme-

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—¿Qué rescataría, si hay acaso algo qué rescatar, de la Independencia y la

Revolución mexicanas?—A su pregunta, le comento lo siguiente:

1. Rescataría el proyecto de hacer de México un país independiente.

2. Rescataría el proyecto de hacer de México un país más justo.

Carlos Montemayor. Escritor, académico y periodista. Premio Nacional de Literatura y Lingüística 2009.

Autor del libro Guerra en el Paraíso.

cia, donde están los restos de los héroes nacionales, siga siendo un punto clave para festejar el triunfo de la selección mexicana. Para eso hay estadios.

Más que festejos o conmemoraciones, hay que ver el futuro. Hemos pasado el tiempo en festejos y lamentaciones y así el país se ha ido deteriorando más y más. ¿O es el mismo que recibimos de manos de los forzados autores de la Independencia? Al menos hemos logrado conservar la mitad del territorio original, escasa democracia, mucha corrupción, una religión fatal y eso sí, una larga cadena de caudillos de toda índole a ritmo de la música de Michael Jackson en lugar de la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz.

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¿CUÁL INDEPENDENCIA, CUÁL REVOLUCIÓN?/valoraciones

Dos de los más grandesengaños de nuestra historiaEmmanuel CarballoEscritor y editor. Medalla de Oro del Instituto Nacional de Bellas Artes en 2009, en reconocimiento a su trayectoria literaria. Autor del libro Protagonistas de la literatura mexicana

De niño no entendía por qué cada año, en septiembre, se celebraba el 16 como aniversario de la Independencia y no el 27 del mismo mes. Ese día, del año 1821, México

dejó de ser colonia de España. El 16 únicamente se conmemora el grito de Dolores, el inicio de la guerra. Al llegar a la primera juventud me di cuenta del por qué de esa operación quirúrgica. Como pueblo amamos a los héroes diáfanos como Hidalgo y sentimos desprecio por políticos pragmáticos como Iturbide. Se fue España como nación y se quedaron como dueños del país los criollos y sus aliados desde el siglo XVI, la Iglesia, el ejército y los terratenientes.

Con la Revolución de 1910 el combate se dio entre mexica-nos desposeídos y poseedores. Los primeros contribuyeron con la entrega a la patria del único bien que era suyo, su vida. Los poseedores sufrieron únicamente cambios casi imperceptibles, pasaron de porfiristas a ser revolucionarios: unos desde el primer momento, los más comprometidos con el dictador tardaron va-rias décadas en aproximarse al erario.

El bicentenario y el centenario conmemoran dos “momentos gloriosos” de la historia nacional. Yo los miro desde otro punto de vista: constituyen dos de los más grandes engaños de nuestra historia. Los caudillos de ambas gestas murieron (o los mataron) pronto; ocuparon su lugar gente menor complaciente y corrupta.

El país perdió el caminoHugo Gutiérrez VegaPoeta, ensayista y periodista. Medalla de Oro del Instituto Nacional de Bellas Artes en 2009. Director de La Jornada Semanal, suplemento cultural del diario La Jornada

En México hubo Independencia a partir de un movimiento popular encabezado por uno de nuestros principales cau-dillos, Miguel Hidalgo, y por el más inteligente de los in-

dependentistas, José María Morelos, que de inmediato hizo una Constitución, la de Apatzingán. Pero la Independencia nos duró poco. Muy pronto dejamos de ser soberanos y ya estábamos dependiendo de alguna manera, como seguimos dependiendo ahora, de la política y la economía de los Estados Unidos. En este episodio el nombre fatal es el de Antonio López de Santa Anna, con sus derrotas, sus tonterías y sus entregas.

La Independencia vuelve de alguna manera a establecerse con la Reforma, que es el mejor momento de México en el siglo XIX. El mejor grupo intelectual de este periodo es el de la Re-forma, con Ocampo, Juárez, Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, El Nigromante, etcétera. Juárez es nuestro primer estadista. Des-pués, la Independencia fue menoscabada y sigue menoscabada. En cuanto a la Revolución, ésta significó la caída del régimen de Porfirio Díaz. El intenso movimiento campesino hizo que se movilizara la sociedad, y produjo una clase media que aho-ra, desgraciadamente, está desapareciendo por la depauperación. Fue una revolución burguesa en el sentido clásico, con la va-riante de la participación campesina. La Revolución nos dio un estadista, Lázaro Cárdenas, que tenía una idea de Estado y que, al igual que Juárez, sabía lo que quería para la República.

Pero después el país perdió el camino. Nos hundimos en el caos, la indefinición y la falta de ideas claras sobre lo que que-ríamos para la República. En estos momentos, la Revolución es sólo un recuerdo que hay que leer en los libros de Martín Luis Guzmán y Rafael F. Muñoz; la clase media es una memoria per-dida, y la depauperación del país es cada vez mayor.

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Existe un elementoatávico que urge superarHernán Lara ZavalaEscritor, académico y editor. Autor del libro Península, Península (Alfaguara, 2008), Premio Iberoamericano de Novela “Elena Poniatowska” 2009

Tanto la Independencia como la Revolución fueron dos mo-mentos históricos importantes y significativos para afianzar la identidad nacional y para fomentar una mejor distribu-

ción de la riqueza y de la justicia social en el país durante los siglos XIX y XX. Sin embargo, me parece que en ambos casos, Independencia y Revolución mexicanas, existe un elemento atávico que urge superar.

Logrados la independencia y el concepto de nación debemos pugnar ahora por aceptar tanto nuestro pasado hispánico como el indígena. Debe erradicarse del sentir popular el rencor histó-rico en contra de la conquista porque además de ser un hecho irreversible nuestra cultura, nuestra lengua y nuestra concepción del mundo son fundamentalmente occidentales y en tanto no aceptemos nuestra herencia hispánica como parte de nuestra identidad, como mexicanos estaremos condenados a ser y a vivir como un pueblo resentido.

Lo mismo sucede con la Revolución que incluso logró insti-tucionalizarse como parte de la visión del mundo del país du-rante un largo siglo. Sin embargo, ha llegado el momento de que en lugar de rendirle pleitesía a la violencia y a la sacrosanta palabra “revolución”, en cuyo nombre se han cometido tantí-simas injusticias y crímenes en todo el orbe, pugnemos ahora por nuevos derroteros más institucionales, más democráticos y jurídicamente más rigurosos para superar las diferencias de clase, para tener una legislación más justa y para permitir que todo mexicano tenga derecho a una vida digna. No olvidemos que el rencor y la violencia generan mayor rencor y mayor violencia.

Nos está faltandoun proyecto nacionalMauricio de Maria y CamposDirector del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Sustentable y Equidad Social (IIDSES) de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Ha sido Embajador de México en Sudáfrica, Embajador para Proyectos Especiales y Asesor de la ONU en África y Medio Oriente. Coeditor del libro ¿Estamos Unidos Mexicanos?: Los límites de la cohesión social en México, Informe de la Sección Mexicana del Club de Roma

México está viviendo una gran crisis multidimensional: en lo político, lo económico, lo social, la educación, la salud y la seguridad. Por ello, creo que, si queremos mi-

rar hacia adelante, la mejor manera de celebrar estos dos cente-narios es reflexionando sobre lo que pretendimos ser con ambos movimientos. Éste es el momento clave y la oportunidad para reflexionar, justamente cuando estamos viviendo la más grande crisis nacional que yo recuerde, porque ésta es una crisis de iden-tidad como nación. Por ello, en estos momentos, vale la pena asomarse al pasado para ver cómo éramos antes y cómo somos hoy y qué entendemos por independencia no nada más en lo político, sino también en lo económico, en lo cultural, etcétera.

Mantener nuestra identidad como nación es algo muy comple-jo en esta época globalizadora y de interdependencia internacio-nal. Creo que no hemos logrado cabalmente nuestros propósitos de independencia nacional, pues en muchos aspectos seguimos demasiado ligados a visiones externas y faltos de una verdadera reflexión de lo que hoy somos. Los países exitosos son los que tie-nen su propio proyecto nacional, que es lo que nos está faltando.

En el caso de la Revolución es necesario examinar qué preten-dimos con ella y qué conseguimos verdaderamente cuando nos propusimos reducir los privilegios sociales y tener un México más grande y justo para todos los mexicanos y no nada más para una élite. En este sentido, creo que lamentablemente muchos de los problemas del pasado (inequidad, mala distribución del ingreso y de la riqueza, etcétera) siguen vigentes, y la tarea pendiente es enorme. Lo que tendríamos que hacer es aprovechar el momen-to actual para pensar cómo podemos construir y reconstruir un México independiente y un México más justo y más próspero.

Hace muy poco viajé a Morelia y a Guanajuato. A partir de lo que observé, deploro decir que no sé si ganamos algo con la

Independencia y con la Revolución, pues a mi parecer seguimos igual que antes de la Independencia y antes de la Revolución, y el copete de Peña Nieto se yergue ominoso sobre todos nosotros. Ya

ni la literatura nos puede salvar.Bruno Estañol. Narrador y ensayista. Premio Nacional de Cuento. Entre sus libros más

recientes está la novela La conjetura de Euler (Cal y Arena, 2005).

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Somos el hazmerreír en el concierto internacionalHumberto MusacchioEscritor y periodista. Autor del diccionario enciclopédico Milenios de México. Su más reciente libro es El Taller de Gráfica Popular (México, Fondo de Cultura Económica, 2007)

Lo más valioso de la Independencia es que permitió que ce-sara la transferencia de riqueza mexicana a España (ahora se transfiere a Estados Unidos). Lo más valioso de la Revolu-

ción es que después de la fase armada se desplegó un prolongado proceso que nos dio educación primaria obligatoria, laica y gra-tuita y una buena educación media y superior igualmente laica y gratuita; un respetable sistema de salud (vacunación masiva, IMSS, ISSSTE, etc.); que hubo una intensa movilidad social con la que se abrieron oportunidades de mejoramiento para el grueso de la población; que el mundo del trabajo tuvo derechos laborales y un crecimiento de varias décadas; que México, gracias a su digna política exterior y pese a los inevitables zarpazos del vecino del norte, se ganó un respetable lugar en el mundo... En fin, supongo que hubo más, pero eso me parece lo más importante.

Lamentablemente, el sistema de educación pública está en pro-ceso de extinción, la salud se privatiza a paso acelerado, hace varias décadas cesó la movilidad social ascendente, desde hace más de un cuarto de siglo la economía crece menos de uno por ciento anual y la distribución de la riqueza es cada vez más lesiva a los de abajo, que de ser los abanderados de la no intervención y la autodeter-minación hoy somos el hazmerreír en el concierto internacional.

La Independencia y la Revolución nos dieron el legítimo or-gullo de ser mexicanos, lo que también se está perdiendo, pues millones de paisanos quieren ser gringos y muchos ya lo están consiguiendo: uno de cada nueve nacidos en México radica per-manentemente en el país vecino, lo que no incluye a hijos y nie-tos nacidos de aquel lado ni a los migrantes que van y vienen.

Un gigantesco fracaso históricoAlberto Montoya Martín del CampoAcadémico de tiempo completo de la Dirección de Investigación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y miembro del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales. Autor del libro Neoliberalismo y sociedad

Me parece muy grave que, en esta oportunidad, ni el Po-der Ejecutivo ni el Legislativo hayan convocado a una verdadera reflexión nacional sobre nuestra identidad

e intereses. Más allá de los discursos de celebración, no se ve en absoluto un esfuerzo real de reflexión sobre lo que signifi-can los movimientos de Independencia y Revolución mexica-nas. México ha cedido poder como Estado-Nación frente a los procesos de acumulación de las empresas globales, lo cual nos está llevando a una involución histórica con consecuencias que, seguramente, serán cada vez más graves, no sólo por la mayor desigualdad social, el aumento de la pobreza y la pérdida de cohesión nacional, sino también por los claros procesos de des-composición que se traducen en una violencia descontrolada del crimen organizado, que ha vulnerado a toda la sociedad.

En este contexto histórico globalizador, padecemos una pér-dida creciente de identidad y de reconocimiento de nuestros intereses nacionales. La Independencia refleja la voluntad de au-tonomía, de libertad, y ese espíritu que animó este movimiento hace doscientos años hoy está francamente en un proceso de di-solución. Nuestro país se ha rendido de manera pasiva a poderes externos y ha abandonado ese proyecto histórico de construc-ción de una soberanía, la que no solamente es política, sino que también requiere una base económica, social, cultural, educativa, jurídica, resultado del trabajo de muchas generaciones.

Por otra parte, es evidente que México dejó de guiarse y go-bernarse por la Constitución de 1917, y en cambio adoptó de facto la mayor prelación y jerarquía de los tratados de libre co-mercio sobre nuestro proceso de desarrollo, y ahí están clara-mente los resultados de este gigantesco fracaso histórico en el cual estamos instalados.

¿CUÁL INDEPENDENCIA, CUÁL REVOLUCIÓN?/valoraciones

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La pregunta me parece muy pertinente, y creo, para empezar, que los dos movimientos, Independencia y Revolución, son

absolutamente rescatables. En cuanto a la primera, porque no somos aún, ni remotamente, una nación independiente (cada vez

menos, y no está de más recordarlo); la segunda, porque no somos aún, ni remotamente, un país en el que exista el sufragio efectivo

(cada vez menos, y no está de más recordarlo).Víctor Jiménez. Arquitecto e investigador. Director de la Fundación Juan Rulfo. Coautor

del libro Inquisición y arquitectura (México, Editorial RM, 2009).

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Sólo se salvan las ideas de libertad y justiciaEduardo del Río, RiusCaricaturista, historietista y escritor. Pronto aparecerá su libro Ni independencia ni revolución, en Editorial Planeta

Pienso que lo único rescatable de la Independencia son las ideas de libertad (sobre todo para los pobres y los indios) que manejaron Hidalgo y Morelos, y que finalmente no

se pusieron en práctica por el fracaso de la guerra. Igualmente en el caso de la supuesta Revolución, sólo se salvan las ideas de libertad y justicia que manejaron Flores Magón, Pancho Villa y Zapata a favor de los pobres. Fracasados los tres, el único que trató de llevarlas a cabo fue Lázaro Cárdenas y ya sabemos lo que pasó después de su sexenio. Parece que los pobres y los indios tendrán todavía que esperar un rato para que se les haga justicia.

Los pueblos indígenas no tienen nada que celebrarRodolfo StavenhagenEx Relator Especial sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Premio Nacional de Ciencias y Artes. Autor del libro Conflictos étnicos y Estado nacional (ONU/Siglo XXI, 2000)

Para los pueblos indígenas, la Independencia y la Revolu-ción tienen muy poco significado. ¿Qué pueden celebrar ellos? Para empezar, en los primeros cien años fueron víc-

timas de explotación, despojos y discriminación por parte del Estado Nacional, Independiente, Soberano y Republicano. Por lo que toca a la Revolución de 1910, ésta les prometió sobre todo reparto de tierras y educación, pero los gobiernos surgidos de esa revolución les han cumplido muy poco o casi nada. A cien años de esa guerra, la situación de los pueblos indígenas sigue siendo, en general, realmente desastrosa. Lo único que podemos desear es que para el tricentenario las cosas hayan cambiado.

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¿Cuál IndependenCIa, Cuál RevoluCIón?/examenFo

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Como historiadora, aunque no como especialista del tema, y al tener la encomienda por parte de la UIA de coordinar la conmemoración de lo que hemos llamado “los Centenarios”, me per-mito hacer algunas reflexiones que relacionan

estas celebraciones con la producción de conocimiento históri-co hoy. En concreto, el peso cada vez mayor que ha adquirido la recuperación histórica de la vida cotidiana.

Si bien la narración de costumbres de pueblos, regiones y gru-pos, así como la de anécdotas de la vida de los grandes personajes ha sido una práctica recurrente en la “historia de la cultura” o en el género biográfico, es hasta hace sólo algunas décadas que el estudio de lo cotidiano ha adquirido carta de naturaleza en la disciplina de la historia.

En este ámbito sitúo la reflexión sobre el vínculo entre “vida cotidiana y revolución”, ya que el curso de una revolución es un espacio privilegiado para apreciar el problema de la casi incon-mensurabilidad entre el punto de vista del actor social como ha-

cedor del día a día de la historia y el historiador como hacedor de “acontecimientos históricos”, pues el tiempo vivido y la perspec-tiva presentista del primero se enfrentan al tiempo histórico y la visión de conjunto que requiere el historiador para trabajar con un fenómeno social como el de las revoluciones, las cuales en especial fracturan las rutinas y costumbres diarias y colocan a los actores en un peculiar estado de falta de perspectiva y continuidad, a la vez que algunos perciben que están en un momento excepcional.

Las revolucionesEn un texto ya clásico, Theda Skocpol, al referirse a “las cau-sas” de las “revoluciones sociales de Francia, Rusia y China”, afirmaba que éstas “fueron lanzadas por crisis centradas en las estructuras y situaciones de los Estados de los antiguos regíme-nes”.1 Controvertidas o superadas, descripciones de este tipo son las que se han ocupado de presentar una revolución como un proceso social complejo, datable y en el que el tiempo histórico se condensa y acelera. Este tipo de concepción de una revolu-ción es el que hemos elaborado los historiadores y científicos sociales, pero los contemporáneos de esos movimientos sociales no pueden percibir en su momento esto es, el proceso completo y logrado, incluso cuando ya le es posible tener en mente la or-ganización de un movimiento social revolucionario.2

›Revolucióny vida cotidiana

perla Chinchilla pawlingCoordinadora de la Conmemoración de los Centenarios,de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

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El curso de una revolución es un espacio privilegiado para apreciar el problema de la casi inconmensurabilidad entre el punto de vista del actor social como hacedor del día a día de la historia y el historiador como

hacedor de “acontecimientos históricos”.

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Las revoluciones y lo cotidianoAl referirse a la visión del “hombre ordinario” el que todos so-mos en nuestra vida cotidiana, De Certeau describe a éste como caminante “cuyo cuerpo obedece a los trazos gruesos y a los más finos [de la caligrafía] de un “texto” urbano [él se refiere al habitante de la ciudad] que escriben sin poder leerlo. Estos practicantes manejan espacios que no se ven; […] Las redes de estas escrituras que avanzan y se cruzan componen una historia múltiple, sin autor ni espectador, formada de fragmentos de tra-yectorias y alteraciones de espacios: en relación con las represen-taciones, esta historia sigue siendo diferente, cada día, sin fin.”3

Así ha surgido otra perspectiva historiográfica, que trabaja a partir de ese presente fragmentado, unidimensional y sufriente del que experimentó y al mismo tiempo llevó a cabo una revo-lución ya “fraguada” como la francesa, rusa, china o mexicana, o fracasada como las Revoluciones de 1948.

Ver desde ahí a los habitantes de la Nueva España de 1810 y de 1910, incluso a sus líderes e ideólogos, es comprender es-tos movimientos sociales desde otro ángulo, y nos permite ver cómo se movían en el espacio de lo co-tidiano, en el que percibían en forma fragmentada, confusa y dubitativa lo que les rodeaba, al tiempo que por pertenecer a grupos sociales muy diversos, tanto los canales de información a los que tenían acceso como sus intereses, descontentos y agravios eran distintos aunque no nece-sariamente antagónicos, al mismo tiem-po que locales, o en todo caso regionales en el mejor de los casos. Pero incluso en muchos casos la violencia y las luchas ni siquiera fueron experimentadas en carne propia, como fue el caso de la ciudad de México, en la que escasamente se sufrió la guerra como tal. Ellos ciertamente participaron de un modo u otro en esas “revolucio-nes”, pero fue hasta muchas décadas después cuando los histo-riadores las convertimos en gestas heroicas, con finalidades claras y metas unívocas: conseguir la independencia de México en el primer caso, y liberar al pueblo oprimido en el segundo.

No quisiera concluir sin presentar un par de ejemplos de estas vivencias, en el tono y límites que he tratado de explicitar en este breve espacio:

Durante la guerra de Independencia, el comandante realista de Ometepec escribió en 1811: “Poca confianza [en] unos y otros [compañía patriota y voluntarios] por ser gente sin instrucción, burda e ignorante, que no conciben ni saben formar ideas de [las] ventajas que les resultaran defendiendo sus patrias y familias; y así

los pocos que se alisten jamás tomarán empeño en una acción o ataque en que se necesite de sus brazos; yo los conozco”.4

Entre 1914 y 1916 en la zona zapatista, durante la Revolu-ción, “la tragedia rondaba cotidianamente y la mortalidad infan-til, elevada de por sí en la época y en la región posiblemente se incrementó como consecuencia de la guerra. A Gregorio García sus niños se le murieron. Por lo tanto susto… como entraron los carrancistas salimos y nos correteaban, un llano pasamos y nos seguían los carrancistas y ya nos tiraban… para matar… y como llegamos a un pueblito y como tanto ciruela y guayaba comió el niño, comió harto guayaba y luego tomó el agua en ayunas… luego otro día ya se murieron”.5

Por último mencionaré el trágico ejemplo del revolucionario ruso Fedoséyev, quien antes de suicidarse, víctima de la presión nerviosa y su incapacidad para trabajar dejó a Lenin un mensaje en el que escribía que no cometía este acto “por estar desilusionado”, y que continuaba con una “fe en la vida, inquebrantable y total”.6

Cada uno de estos ejemplos nos muestra los presentes de los “caminantes” de tres revoluciones.

1 Theda Skocpol, “Causas de las revoluciones sociales en Francia, Rusia y China”, en Perla Chinchilla, Historia e interdisciplinariedad, México, Departamento de Historia UIA, 1994 (Antologías Universitarias, 3), p. 167.

2 Esto sólo fue posible con posterioridad a la Revolución Francesa, ya que a partir de allí empezó a surgir el propio “concepto de revolución” como un momento de cambio inaugural que se proyecta hacia el futuro, en tanto que antes significaba incluso lo contario: el regreso a los orígenes. En este sentido, Francisco Rivero Rubio comenta que incluso “en 1789 pocos hablaban de abolir todo para emprender una reconstrucción total” sobre terrenos eternamente nuevos […]. De esta forma, el espiral que retorna a lo antiguo, pero abriéndose en círculos concéntricos cada vez más distantes fue adquiriendo una dimensión del tiempo irrepetible […] Podríamos decir que aproximadamente dura de 1780 a 1820”. Texto manuscrito, 2009.

3 Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano. 1. Artes de Hacer, México, UIA, 1996, p. 105.

4 Citado en Eric van Young, La otra rebelión. La lucha por la independencia de Méxi-co, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 596.

5 Citado en Felipe Arturo Ávila Espinosa, “La vida campesina durante la Revolución: el caso zapatista”, en Pilar Gonzalbo Aizpuru (dir.), Historia de la vida cotidiana en Méxi-co, México, El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2006, tomo V, p. 78.

6 Edmund Wilson, Hacia la estación de Finlandia, Madrid, Alianza Editorial, 1972, p. 107.

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Día a día, a lo largo de todo su mandato, el presiden-te Porfirio Díaz recibió un gran número de cartas enviadas por todos los grupos sociales, provenientes de todas partes de la República y del extranjero. Por medio de estas misivas, gobernadores, jefes po-

líticos, presidentes municipales, autoridades locales, jefes milita-res y ciudadanos le enviaban informes, lo enteraban de eventos importantes en sus estados y comunidades, le comunicaban sus opiniones sobre diversos asuntos y le pedían instrucciones y consejos. Le llegaban felicitaciones por diversas celebraciones, como su cumpleaños, el triunfo en las elecciones, tomas de po-sesión, la conmemoración de la batalla del 2 de abril, la del 5 de mayo o las Fiestas del Centenario.

Los ciudadanos utilizaban este medio para comunicarse con el Presidente y hacerle llegar sus inquietudes, saludos, peticio-nes, solicitud de favores y audiencias, le enviaban muestras de admiración y respeto y en algunas ocasiones estas misivas acom-

pañaban a algún regalo o fotografía. Una parte importante de esta correspondencia, un poco más del 40% de las cartas, está formada por peticiones. A lo largo de sus años como presidente de México, Díaz recibió infinidad de solicitudes enviadas por personas de diversos grupos sociales, de diferentes sexos y eda-des. Becas, audiencias, ascensos, ayudas económicas, préstamos, solicitudes de indulto, pensiones e incluso empleos le fueron pedidos por los mexicanos que veían al Presidente como el To-dopoderoso que, si quería, podía otorgar cualquier cosa.1

Varios acontecimientos importantes marcan la temática par-ticular de la correspondencia recibida por Porfirio Díaz desde mediados y hasta finales de 1910, como lo fueron las elecciones presidenciales, llevadas a cabo en julio, la última reelección de Porfirio Díaz, las Fiestas del Centenario, la toma de posesión como presidente en diciembre y los inicios del movimiento ma-derista. La temática de la correspondencia de estos meses, en ras-gos generales es la misma que en años y meses anteriores, pero

Teresa Matabuena peláezCoordinadora de Acervos Históricos de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

›¿Revolucionarios?, ¿revoltosos?: Primeras noticias de la Revolución

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algo, se encuentra preparado y la zona militar a su mando siem-pre le será incondicional.

El gobernador de Yucatán, en una carta fechada el 7 de di-ciembre, informa al presidente Díaz: “Rumórase aquí que los maderistas tratan de verificar en Yucatán un movimiento revo-lucionario a mediados o fines del mes en curso. [A] Todos los enemigos del orden los tengo bien vigilados”.7

Los informes quizá más interesantes de estos meses relacio-nados con el movimiento maderista son aquellos enviados por los gobernadores de Chihuahua y de Coahuila, los triunfos o derrotas en las batallas, el número de prisioneros, las actividades de la familia Madero, la participación de Venustiano Carranza en el movimiento o las actividades de Madero en San Antonio8 son algunos de los eventos que marcan la correspondencia prove-niente de estos estados.

Desde Chihuahua donde, al parecer, por la correspondencia revisada el movimiento y la lucha armada son más serios, Díaz es informado de los combates y refriegas en el Cañón de Malpaso y en Guerrero, así como en otros puntos del estado. Se le hace saber los problemas que se tuvieron para mover las tropas por tren, ya que los ferrocarrileros se negaron a transportarlas por estar amenazados ellos y sus familias.9

En general, los gobernadores informan que sus estados están en paz y sin novedad, pero se encuentran preparados para afrontar a los “revoltosos” y tienen bien vigiladas a personas sospechosas.10

Ya fuera por informes de su embajador en los Estados Unidos o por diferentes agentes contratados para tal fin, las actividades de los revolucionarios en general, y de Madero y los Flores Magón en particular, en ciudades estadounidenses como San Antonio, Laredo o Houston, fueron conocidas por Díaz por medio de car-tas y telegramas que le llegaban con frecuencia. Planes políticos, movimientos, reuniones y publicaciones de los revolucionarios en el extranjero fueron conocidos por Díaz. En una carta fechada en Washington, el 1 de diciembre de 1910, Francisco León de la Barra después de felicitarlo por su toma de posesión e informar-le sobre cómo se encuentran las relaciones de ambos países le comenta: “Uno de los asuntos que más me han preocupado en estos últimos tiempos, ha sido el de la aprehensión de Madero, así como la de Flores Magón y sus socios”.11 El presidente conoce los actividades realizadas por su embajador ante las autoridades norteamericanas para hacer valer las leyes de neutralidad; le in-forma también de las actividades de Madero, y de los esfuer-zos realizados para desmentir las noticias aparecidas en Estados

los primeros pasos de los movimientos revolucionarios, cartas y telegramas de México, así como del extranjero, le llegaron al presidente Díaz informándole del avance del maderismo en los diferentes estados de la República. Menos del 10% de los documentos de estos meses mencionan de alguna manera el le-vantamiento armado, dentro de éstos se pueden encontrar varias vertientes de información.3

Existe correspondencia de aquellos que ofrecen su voto de confianza y apoyo contra los “revoltosos” y lo felicitan por la manera como ha ido acabando con el movimiento. Algunas de estas cartas vienen firmadas por particulares, mientras que otras fueron enviadas por ayuntamientos y presidencias municipales. Así, por ejemplo, el 9 de diciembre de 1910 Juan de la Torre, a nombre del ayuntamiento de Mezoquite, en Jalisco, le informa que en la sesión extraordinaria del ayuntamiento del 8 de di-ciembre se acordó darle el “más sincero voto de gracias por la energía y patriotismo sin límites que ha desplegado V. E. en sofo-car los conatos de revolución que se iniciaron o registraron últi-mamente en la República, asimismo que se protesta por parte de esta corporación, contra los intentos revolucionarios dichos”.4

El Ayuntamiento Constitucional de Tarimoro en Guanajuato en su sesión extraordinaria del 7 de diciembre aprobó por unanimidad la invitación del Ayuntamiento de Irapuato para “protestar contra las perturbaciones que desgraciadamente han tenido lugar en algu-nas poblaciones del norte de la República, promovidas por grupos de criminales antipatrióticos y también dar un voto de confianza, adhesión y agradecimiento al invicto General Porfirio Díaz”.5

Otro grupo de cartas son aquéllas en las cuales los gobernado-res, jefes políticos o militares e inclusive particulares le informan de la situación en sus estados, la mayoría de ellas son en tono po-sitivo: no hay novedad en el estado, los maderistas no se han le-vantado en armas, o si es el caso contrario: hubo levantamientos, pero éstos se encuentran controlados. También le informan que tienen noticias sobre posibles alzamientos. Así, por ejemplo, el 14 de noviembre de 1910 Clemente Villaseñor jefe de la cuarta zona militar le escribe desde Guadalajara: “Un amigo mío bajo toda reserva me ha comunicado que tiene conocimiento por otra persona que vio un plan revolucionario firmado por Made-ro y otros para que el día 20 del actual, se levantarán en armas en varios estados de la República, entre ellos Jalisco […] También se dice que el citado día 20 [de noviembre] estará Madero en una de las poblaciones fronterizas y que tiene 8,000 carabinas”.6 Le agrega que no cree que el rumor sea cierto pero, si acaso sucede

Los mexicanos veían al Presidente Porfirio Díaz como el Todopoderoso que, si quería, podía otorgar cualquier cosa.

entre las cartas de los dos últimos meses de este año destacan dos temas especiales: la toma de posesión del presidente, por la cual recibe felicitaciones y votos de con-fianza, y los informes que le enviaban so-bre las actividades de los “revoltosos”.

La revisión de la correspondencia re-cibida por Díaz en noviembre y diciem-bre de 19102 nos permite acercarnos al conocimiento que tuvo el presidente de

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1 Cerca de 800,000 documentos de la corresponden-cia de Porfirio Díaz han llegado hasta nosotros. Estos documentos integran la Colección Porfirio Díaz (CPD) formada por la correspondencia recibida por el pre-sidente de México entre 1876 y 1916. Este importante fondo documental está en custodia de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Ibero-americana Ciudad de México.

2 Para este artículo se revisaron los últimos de 4,000 documentos de los 21,000 que integran el año de 1910.

3 En estos documentos revisados se encontró un número limitado que hablan francamente en contra de Porfirio Díaz. Destaca el documento 19816 titulado: Al Tirano de México.

4 CPD Legajo 35 Documento 21083.

Unidos en donde presentan la revuelta como generalizada y no como es en realidad: una serie de levantamientos aislados.12

Desde Europa, Díaz recibe cartas de apoyo e información de cómo se veía el movimiento en aquellas latitudes. Según Limantour, que se encontraba en París, las noticias sobre los levantamientos eran exageradas y se notaba una campaña contra México difundida por la agencia Reuter de la que hicieron eco las agencias europeas.13 Enrique de Angeli desde Roma le informa que está enterado de los acontecimientos, mismos que lo tienen muy disgustado.14

Otro grupo de cartas son aquellas en donde personas infor-madas del levantamiento le ofrecen sus servicios, como soldados, informantes, médicos, espías, ferrocarrileros, etcétera. También se ofrecen para capturar a Madero ya que conocen sus movimien-tos y propiedades. Personas sin empleo, militares en retiro, ade-más de oportunistas, encuentran en el movimiento una fuente para obtener ingresos.15

Llaman la atención las misivas de Evaristo Madero el cual trata de convencer a Díaz a través de sus cartas y de una audiencia que le solicitó su hijo Ernesto para comprobarle: nuestra abso-luta abstención en los desgraciados movimientos políticos que últimamente han sacudido al país.16 Evaristo Madero insiste en su correspondencia en hacer notar la adhesión que él y sus hi-jos tienen a Díaz y afirman no haber simpatizado ni financiado nunca los trabajos políticos de su nieto Francisco. En una familia numerosa, afirmaba: “es cosa común que alguno se sus miem-bros tengan ideas extravagantes o alguna otra lacra de las que no faltan en la humana naturaleza […] como ha sucedido con mi nieto Francisco que se le ha metido en la cabeza meterse en la alta política, aconsejado por los espíritus, pues es espiritista”.17

Desde el inicio del movimiento las víctimas del mismo le pi-den ayuda a Díaz y así, personas encarceladas por maderistas, que aseguran no serlo, como por ejemplo Francisco Herrera, le escriben desde la Penitenciaría de San Luis Potosí solicitando su ayuda para salir de la cárcel: “Nunca había sido preso; y hoy, por equívoco o no sé por qué, se me confunde con los infames y traidores maderistas, siendo yo con toda forma contrarios a ellos”.18 O ciudadanos que fueron asaltados por los “revoltosos”, piden su ayuda. Así por ejemplo Vicente Granados le informa desde Chihuahua que es un cura y que le fueron robados qui-nientos pesos y dos caballos que tenía destinados para la cons-

trucción de la iglesia.19 En otras ocasiones los familiares de los encarcelados piden su ayuda e intervención; éste es el caso de B. M. Alatriste, hermana y tía de la esposa e hija de Aquiles Ser-dán, las cuales fueron apresadas el día 18 de noviembre después del tiroteo en su casa. “Mi hermana y sobrina están para ser trasladadas a esta capital con el objeto que siga el proceso el Sr. Juez de Distrito. Sin ningunos méritos ante usted le ruego con encarecimiento que teniendo en cuenta la inocencia y enfer-medad de ellas y demás circunstancias que las favorecen, tenga la bondad de hacerme la gracia de señalarles para su detención un local que no sea la cárcel pública ni la penitenciaría sino mi casa u otra, comprometiéndome, empeñando hasta mi vida, a mantenerlas incomunicadas y a responder por su seguridad”.20 Acompaña la solicitud con un memorándum con los principales puntos de proceso. Afirma no tomaron parte en el tiroteo ni en el movimiento, sino que sólo fueron testigos y víctimas ya que la refriega fue en su casa, las tienen incomunicadas, se encuentran en mal estado de salud y una de ellas está embarazada.

A través de la correspondencia revisada vemos que el pre-sidente Díaz estuvo informado del desarrollo del movimiento revolucionario desde sus primeros días. Gobernadores, militares, autoridades locales, amigos y ciudadanos le informan del avance del movimiento en los estados, le ofrecen sus servicios, le piden ayuda y le dan consejos para terminar con los “revoltosos”. Esta información está mezclada con la correspondencia cotidiana de estos meses en donde empleos, ayudas, audiencias, becas, ascen-sos, entre otros, le son solicitadas, las felicitaciones las muestras de admiración y respeto incluso los últimos comentarios de las Fiestas del Centenario le fueron enviados como si la situación del país fuera la misma que en años anteriores.

Pocos indicios podemos encontrar en las cartas recibidas por Porfirio Díaz entre noviembre y diciembre de 1910, que su re-cién tomada presidencia tan solo duraría unos meses más. Ami-gos, gobernadores, embajadores y ciudadanos lo felicitan por su nuevo periodo de gobierno: las riendas de la patria, le dicen, se encuentran en buenas manos y la paz y progreso conseguidos a lo largo de sus 30 años de gobierno continuarían. La Revolu-ción no se ve como un movimiento importante, se percibe en las cartas recibidas por Díaz en estos primeros días del movimiento, que el fracaso del mismo es inminente.

5 CPD Legajo 35 Documento 21099.

6 CPD Legajo 35 Documento 17631.

7 CPD Legajo 35 Documento 20834. Fechado en Méri-da el 7 de diciembre 1910.

8 CPD Legajo 35 Documento 18862.

9 Se encuentran en los documentos revisados algunas sugerencias para solucionar estos problemas entre ellos militarizar al personal de ferrocarriles o contratar gente que le sea fiel en puestos claves de ferrocarriles para lo cual algunos ciudadanos ofrecen sus servicios. Documentos: 19574 y 19903.

10 CPD Legajo 35 Documentos: 18812, 19040, 19239,19623, 19760, 19816, entre otros.

11 CPD Legajo 35 Documento 19401-19402.

12 CPD Legajo 35 Documento 19401-19402.

13 CPD Legajo 35 Documento 19888. Fechada el 23 de noviembre de 1910.

14 CPD Legajo 35 Documento 19512. Fechado el 26 de noviembre de 1910.

15 CPD Legajo 35 Documentos: 19508, 19512, 19574, 19739, 20547, 20572, 20621, 20658.

16 CPD Legajo 35 Documento 20711. Carta de Ernesto Madero a Porfirio Díaz. Fechado en México D.F. , el

26 de diciembre de 1910.

17 CPD Legajo 35 Documento 20770.

18 CPD Legajo 35 Documento 20668.

19 CPD Legajo 35 Documento 19034. Fechado el 22 de diciembre.

20 CPD Legajo 35 Documento 19515.

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24 IBERO

mirador

Nacido en Peribán, Michoacán, en 1937, Rogelio Naranjo es uno de los mejores caricaturistas mexi-canos y uno de los más importantes cartonistas políticos de la prensa nacional. A lo largo de más de cuatro décadas ha sabido combinar su maestría

en el dibujo con su profunda conciencia social, constituyéndose en uno de los periodistas gráficos más críticos de nuestro país. Para muchos especialistas es uno de los grandes dibujantes mexicanos y, quizá, el mayor caricaturista político con el que contamos. Es, también, un retratista ejemplar. Manuel Buendía lo definió como “un artista y un luchador social invencible” y añadió que “pocos son los caricaturistas que, como Naranjo, muestran pare-jamente un dominio de la técnica, y menos aún los que son ca-paces de ennoblecerla como instrumento en la creación de rango artístico. Y hay algo más que definitivamente hace de Naranjo el caricaturista político non: su insobornable y permanente com-promiso social”.

A decir de su colega Magú, a la maestría del trazo y el detalle que consigue Rogelio Naranjo hay que agregar “el preciosismo de su elegante y fina línea, y su serio, descarnado, ácido, mórbi-do, feroz y contundente modo de hacer humor”. Por su parte, Carlos Monsiváis celebra y reivindica “la ferocidad y la lucidez de sus dibujos”. Con 72 años de edad a cuestas, Naranjo ha

›Entrevistacon Rogelio Naranjo

colaborado en las más importantes publicaciones periódicas y ha recogido algunos de sus más de veinte mil cartones en libros como Alarmas y distracciones, La escena política, Me vale madre, Elo-gio de la cordura, Los presidentes en su tinta, Los reyes de la baraja, Qué caso tiene y La rueda del infortunio. Entre otros reconocimientos ha merecido el Premio Nacional de Periodismo, la Bienal In-ternacional del Humorismo Gráfico, el Premio de Periodismo Manuel Buendía y el Premio de Caricatura La Catrina de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Este gran perio-dista gráfico realizó estudios de artes plásticas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y comenzó su carrera de caricaturista profesional en el periódico El Día y la revista Sucesos en 1965. Al cumplirse 45 años de esos inicios, conversamos con él para los lectores de IBERO.

¿Cómo define su profesión de caricaturista?Es una profesión que me apasiona. Desde mis inicios, me adapté inmediatamente a lo que deseaba hacer: la caricatura. Después de los primeros quince o veinte años de trabajo práctico, constante, me gané muchos espacios en los periódicos y en las revistas. Nunca he padecido el desempleo como caricaturista, y me ha tocado estar en algunos de los mejores medios: Excélsior, Siempre!, El Universal y, por supuesto, Proceso.

Juan Domingo ArgüellesDirector Editorial de IBERO

La historia está poniendo a cada quien en su lugar

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Además de una crítica social, ¿qué es, para usted, la caricatura?Es, sobre todo una búsqueda de la verdad. Sería muy poco hu-milde si creyera que todo lo que hago le está abriendo los ojos a mucha gente. A lo largo de 45 años de trabajo y con alrededor de 20 mil dibujos en toda mi carrera, no creo, ni nunca he pre-tendido, que todos mis cartones sean excelentes, pero doy mi mayor esfuerzo en cada uno de ellos y si consigo que de cada diez salga uno bueno, con ello cumplo mi cometido. Ha habido épocas que, por las circunstancias políticas del país, se hilan suce-sos que impactan o que llaman la atención de un gran público, y entonces he conseguido cartones muy buenos, sobre esos temas, casi de manera consecutiva. Es imposible que sea siempre así. Hay épocas de sequía o intrascendencia que corresponden, por supuesto, a la misma realidad del país.

¿Tiene influencia la caricatura política en la conciencia social de los lectores?En algunos medios, sí. Digamos que en los medios en los que todavía prevalece el decoro y no son meros negocios a los que no les preocupa en absoluto favorecer la conciencia social en la gente. Por fortuna, el siglo XX fue rico en aportaciones perio-dísticas de gran relieve intelectual y moral. He sido testigo de la honestidad de medios y periodistas a los que quiero y admiro, y confío en que lo que sembraron no se quedará sin frutos. Creo que el periodismo mexicano se está renovando: han surgido jó-venes, tanto reporteros como caricaturistas, que prolongan una tradición crítica muy necesaria en México.

¿Podemos decir, entonces, que hay una conciencia social que perdura en el periodismo mexicano?Sí, definitivamente. Lo he palpado, y he visto cómo se han suce-dido los cambios. Cuando yo empecé era imposible simplemen-te hacer las críticas que hoy se hacen por medio de la caricatura. Lo del 68 fue un momento de claridad para mucha gente, y algunos seguimos necios en que deben cumplirse las deman-das sociales de entonces. Por esas demandas murieron muchos compañeros, y los que les sobrevivimos tratamos de ser dignos de la lucha por la que ellos perdieron la vida. Por lo demás, esta

Hay obras de grandes caricaturistas muy

comprometidos, y muchos de ellos sufrieron represión, cárcel

y persecución, que era lo menos grave que podían sufrir

entonces.

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conciencia social del periodismo nos viene desde fines del siglo XIX. Hay obras de grandes caricaturistas muy comprometidos, y muchos de ellos sufrieron represión, cárcel y persecución, que era lo menos grave que podían sufrir entonces. Y yo creo que esta tradición crítica continuará, porque en estos momentos el caldo de cultivo es ideal para ello. En esto sí soy optimista.

¿Cómo juzga el presente y el futuro del país, a la luz de la realidad social?Pues debería decir, como algunos, que ¡mejor me voy para Yu-catán! A veces me encuentro muy decepcionado. Desde que empecé a participar activamente en la política, con mi modesta tribuna en los periódicos, abrigaba bastantes esperanzas. Me ha tocado conocer a gente muy valiosa y estar cerca de ella y com-partir ideas. Por poner dos ejemplos: Heberto Castillo y Julio

Scherer García. Las próximas generaciones tendrán que luchar por lo mismo que luchamos nosotros. Yo ya me siento viejo, muy desencantado de algunas cosas y triste de que mi condición física ya no me ayude demasiado. La caricatura misma me cuesta mucho trabajo, por el temblor de mis manos. Dibujo con mu-chas dificultades, y ya estoy viendo muy cerca mi jubilación.

¿Qué le dicen las palabras Independencia y Revolución, referidas a México?Tuvimos una guerra de Independencia respecto del reino espa-ñol. Los muchos muertos que hubo no pueden indicar lo con-trario. Además, el objetivo de echar a los gachupines se cumplió. Pero esto sólo se refiere a una guerra, pues en términos econó-micos y políticos, la independencia hoy no es para nada palpable. Sabemos que México depende mucho, en su política exterior, de Estados Unidos. Lo que es evidente es que los españoles se fue-ron, y los que se quedaron no lo hicieron en plan de dominio. La guerra independentista de México contó con una gran cantidad de patriotas y formó una conciencia social de gran importancia; a partir de ella se acabó la intervención de España en todos los asuntos de México, y se buscó forjar una nación soberana y nue-va. En cuanto a la Revolución, ésta dejó mucho más que desear,

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Tanto la Independencia como la Revolución tenían

postulados que eran muy valiosos de haberse

conservado, y ahora de todo aquello no queda nada.

¿Qué podemos celebrar?

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porque se caracterizó por una enorme cantidad de traiciones, que las hubo también, aunque en menor medida, en la guerra de Independencia. A la fecha no se ven resultados muy halagadores en relación con las demandas que enarboló dicha Revolución.

¿Se han vuelto mitos la Independencia y la Revolución?Insisto en que la Independencia era un paso que se tenía que dar para conseguir una nación. En esa lucha murieron muchos de nuestros héroes más limpios y honestos. Habría que separar eso de lo que vino después. Y en el caso de la Revolución, la principal bandera que era el reparto de la tierra a los campesinos, ya sabemos que fue un fraude. Las figuras más limpias fueron asesinadas y los caudillos que quedaron eran casi todos unos traidores a la patria. No aportaron más que puras penas para el pueblo mexicano.

¿Qué figuras limpias sobresalen en estas luchas?Antes que nadie, Morelos, a quien le debemos la primera cons-titución, donde se plantearon por escrito muchas de las mejores aspiraciones del pueblo mexicano. Y junto con Morelos otros visionarios que irremediablemente fueron muertos, del mismo modo que fueron traicionados y asesinados, en la Revolución,

Villa y Zapata. Hay que tomar en cuenta que estas figuras lim-pias no tuvieron nunca realmente el poder, y los que sí lo tuvie-ron fueron precisamente quienes los traicionaron y asesinaron.

¿Cómo ha visto Rogelio Naranjo estos episodios en sus cartones?Como caricaturista he tratado de hacer una semblanza de estos acontecimientos a la luz de la realidad, pues muchos de los moti-vos de la Revolución y aun de la Independencia siguen vigentes. En México hay muchísimas cosas por corregir.

¿De modo que han pasado cien años de la guerra revolucionaria y aún continúan las mismas demandas sociales, necesidades e injusticias?Pues yo diría que incluso muchas más. Con excepción del pe-ríodo de Lázaro Cárdenas, a quien debemos el reparto de la tie-rra a los campesinos, la expropiación petrolera y la instauración de una educación laica, además de otras cosas positivas, los demás regímenes electos después de la Revolución, lo único que han mostrado son los intereses personales de cada gobernante. Hay muchos que incluso ignoran la historia y, con ello, el valor de las pocas conquistas revolucionarias que se hicieron realidad. Lo que

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persiguen es enriquecerse. La no reelección se ha mantenido más o menos, pero no así el sufragio efectivo, casi siempre burlado.

¿Y en el caso de la Independencia, qué pasó?Hay cosas que son más bien episódicas. En realidad, España no tenía posibilidades de darle a México los satisfactores necesarios; de tal forma que la dependencia había llegado a su fin casi de modo lógico. Para decirlo pronto, España ya no tenía nada que hacer aquí, y México tenía el apoyo de potencias como Estados Unidos y otros países que tenían interés en que España perdiera sus colonias.

¿Qué celebramos, entonces?En México, los gobiernos hacen mucho escándalo de todo aque-llo que les conviene. Las fechas finalmente para mí no significan nada, y sobre todo cuando parten de algo hueco, sin sustancia. Tanto la Independencia como la Revolución tenían postulados que eran muy valiosos de haberse conservado, y ahora de todo aquello no queda nada. ¿Qué podemos celebrar? La realidad en el campo mexicano es terrible y todas nuestras riquezas se ven-den o malbaratan al extranjero cuando no se las roban los gober-nantes. Insisto en que fuera del sexenio de Lázaro Cárdenas, todo lo demás es mediocre o definitivamente nulo.

¿Cómo define estas conmemoraciones?Son rituales vacíos. En México, la realidad está todo el tiempo contradiciendo los actos celebratorios de la oficialidad. No hay realmente nada que celebrar. ¿Es, entonces, un contrasentido?¡Por supuesto! Los actos corren a cargo de un gobierno panista, es decir de los herederos de los conservadores. Si los ancestros de los que gobiernan hoy, tomaron parte en la Revolución, sin duda fue en contra. Incluso en contra de la Independencia. To-dos los sectores pensantes de México saben esto perfectamente. No nos engañemos o, más bien, no nos dejemos engañar: para lo único que sirven hoy los postulados de la Independencia y la Revolución es para pronunciar discursos vacíos de sentido, pre-cisamente por quienes, de manera sistemática, han combatido esos postulados y se han alineado en las filas de la dependencia y la contrarrevolución.

¿Y qué se puede recuperar de los últimos doscientos años?Ya lo dije: el gobierno de Lázaro Cárdenas. Y de los últimos treinta o cuarenta años, mencionaría el fortalecimiento de la conciencia crítica de la gente. Hubo épocas que podríamos de-

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A lo largo de doscientos años de vida independiente,

los políticos mexicanos no han aprendido de la gente; creen que sólo ellos saben

lo que hay que hacer.

nominar luminosas, como la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de su declive. También, las luchas sindicales de Demetrio Vallejo y los ferrocarrileros; la limpia lucha de los estudiantes en el 68, y otras cosas más que resulta muy difícil abarcar en unas cuantas palabras. Una cosa importante que se dio en el siglo XX fue la participación política que acabó con el unipartidismo en un país donde resultaba inimaginable que un candidato que no fuera del PRI ganase siquiera un gobierno municipal. Ahora esto es algo normal en México, aunque, por otra parte, los pre-sidentes de la República emanados del PAN para maldita cosa que han servido, porque los dos, tanto Fox como Calderón, han resultado verdaderos fiascos.

Pero tal vez recuerde otros peores.Bueno, hay mucho de donde escoger. Díaz Ordaz es el ejemplo más nefasto, porque era un salvaje represor. Cualquier político con dos dedos de frente hubiera aprovechado la coyuntura del descontento social, a partir de un movimiento estudiantil muy limpio, para encauzar políticamente esa efervescencia, en lugar de aplastarlo de la forma tan brutal como lo hizo. A lo largo de doscientos años de vida independiente, los políticos mexicanos no han aprendido de la gente; creen que sólo ellos saben lo que hay que hacer. El PRI tuvo un período nefasto en el poder. De

Díaz Ordaz pasó a Echeverría, luego a López Portillo y después a De la Madrid, para terminar con un Salinas y un Zedillo, algo de lo más terrible y decadente, de lo peor y más corrupto que le ha sucedido a México. Y me consta que incluso a muchos priístas eso les daba vergüenza. El PRI hiló una serie de presidentes que parecía que los seleccionaba por ineptos y discapacitados para gobernar. Y después de ese desastre, acabamos en dos sexenios del PAN que están oscureciendo las ineptitudes del PRI. Fox y Calderón se creen poseedores de la verdad única, y así nos ha ido. Lo que sí ha cambiado, para bien, es que la historia los juzga ahora con una rapidez impresionante. Ya no tenemos que esperar mucho tiempo para poner a cada quien en su sitio. Gracias a la educación política de la gente, que ya no se cree los cuentos de antes, la historia está poniendo a cada quien en su lugar.

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María Teresa de la Garza CaminoProfesora e investigadora del Departamento de Filosofía de la Universidad

Iberoamericana Ciudad de México

›Bioética y biopolítica

En los últimos años se han multiplicado las publica-ciones y los encuentros académicos que tienen como tema central la biopolítica. Asimismo van surgiendo diversas organizaciones nacionales e internacionales de biopolítica, lo que muestra la relevancia que ha ad-

quirido este tema en pocos años. Sin embargo, no todos están de acuerdo en el contenido propio de ésta o en el carácter positivo o negativo que debemos darle.

Para algunos autores, la bioética se ocupa de una dimensión amplia y rica de lo humano: el cuidado y promoción de la vida en general y, por tanto, de la vida humana. En este escenario ha surgido la biopolítica o política del bios. En su acepción más positiva se refiere a las políticas de salubridad y medio ambiente que atienden, no sólo a la vida humana, sino a la vida de otras es-pecies y del planeta entero. Se definiría así por su preocupación por la vida en general y por las acciones y compromisos que la política puede asumir para garantizar el cuidado y la promoción de la vida; en este sentido, la biopolítica está estrechamente liga-da con la bioética en la finalidad de salvaguardar la dignidad de la vida. Otros autores señalan que se refiere a las políticas públicas respecto a las tecnologías reproductivas y a la ingeniería genéti-ca. Existen organizaciones internacionales que la definen como la disciplina académica o campo de estudio en el que se encuentran la política y las ciencias de la vida. Tal es el caso, por ejemplo, del Global Biopolitics Research Group que se ocupa de cuestiones polí-

ticas que surgen a partir del rápido desarrollo de las ciencias de la vida y de las nuevas tecnologías de la salud en el contexto de una economía global.

En este sentido podríamos decir que en la actualidad el para-digma interpretativo del cruce entre política y vida está signado por las posibilidades de transformación técnica. Esto apunta a un proceso de tecnificación de la vida en el que el mundo creado por el hombre se proyecta sobre el cuerpo mismo instalando a la técnica en el centro mismo de la vida. Este proceso se puede encontrar ya expresado en la literatura a través de anticipaciones como la clásica de Frankenstein, la robótica, el cyborg y otras metáforas. Pero las nuevas tecnologías con sus procesos de modi-ficación del cuerpo nos enfrentan a la necesidad de repensar su definición. El sujeto no sería ya algo dado, sino algo construido con el propósito de mejorar sus funciones y prolongar la vida.

El relampagueante desarrollo de las tecnociencias nos presenta la imagen del ser humano como reconstruible, modificable y no como una esencia humana fija y constante. Estas posibilidades de modificación van desde la concepción, hasta el proceso de envejecimiento y muerte, pasando por la posibilidad de modifi-caciones en el propio cuerpo cuyas partes son reemplazables por las prótesis; en la experiencia externa, mediante la manipulación de los procesos nerviosos y la mutación de los sentidos; en la interna, mediante la neuroquímica, capaz de modificar la me-moria, las emociones, etcétera.

La bioética puede y debe ser biopolítica en su aspecto más positivo: la construcción de una política orientada por la ética que

permita la constitución de sociedades guiadas por la equidad y el respeto de la

vida biológica humana y no humana.

divulgación científica

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nazismo representa una forma extrema de su realización histórica. Sin embargo, el nexo destructivo entre política y vida que se dio en el totalitarismo aún está vigente en nuestras sociedades y pare-ce ir en aumento. Este hecho nos obliga a pensar cómo lograr que el lazo entre política y vida deje de ser destructivo o selectivo.

A partir de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y de la consecuente “guerra contra el te-rrorismo” que se desata por parte del gobierno de los Estados Unidos, podemos apreciar cómo la seguridad de la vida se con-vierte en el centro de la política. Paradójicamente, para asegurar la seguridad de la vida se establecen políticas de muerte, como la “guerra preventiva”, los bloqueos a países considerados “peli-grosos”, las medidas contra la inmigración que se van reforzando cada vez más, los dispositivos de control de fronteras, y otras más que, en muchos casos violan las garantías individuales e incluso los derechos humanos de muchas personas. Un ejemplo espe-cialmente grave de estas políticas de muerte lo constituyen las prisiones como Abu Ghraib y Guantánamo, así como otras pri-siones clandestinas en Europa, cuya existencia ha sido revelada recientemente y en las que la práctica de la tortura es cotidiana.

La guerra preventiva constituye también un caso claro que lleva a la superposición de paz y guerra, vida y muerte. En este caso vemos claramente la paradoja inmunitaria de hacer la gue-rra para evitar la guerra. Para justificarla se hizo uso de la teoría de la “guerra preventiva” que aparece en los siglos XVI y XVII, avalando que el ejército de los Estados Unidos desatara un ata-que preventivo ante un supuesto enemigo para evitar ser atacado por éste. Otro de los argumentos utilizados fue la existencia de un llamado “eje del mal” que amenazaba a las sociedades demo-cráticas, lo que justificó el derecho “de injerencia humanitaria”: defender la vida destruyéndola.

También podemos mencionar al terrorismo y a las correspon-dientes medidas antiterroristas que se vuelven contra las víctimas y que cuestionan la esencia misma del sistema democrático a favor de una hegemonía de la fuerza. Esta actitud, como hemos visto, lejos de desalentar el terrorismo, lo ha exacerbado, propor-cionando una apariencia de legitimación a los actos terroristas contra el imperio de la fuerza.

La bioética, en su aspecto político debería dirigirse al ideal que rige el diálogo político, la reflexión conjunta a fin de descu-brir líneas de acción generalizables que sirvan de orientación al enfrentar los problemas políticos que surgen de la centralidad de los procesos de la vida en nuestras sociedades y, particularmente, de los avances de las tecnociencias.

Ella puede ser el camino para revertir la tendencia de la biopolí-tica hacia la tanatopolítica, construyendo una política de la vida, de promoción y conservación de la vida, restituyendo la dignidad de la misma. La bioética puede y debe ser biopolítica en su aspecto más positivo: la construcción de una política orientada por la ética que permita la constitución de sociedades guiadas por la equidad y el respeto de la vida biológica humana y no humana.

Pero de todas estas manipulaciones, la que causa más debate es la manipulación genética, pues concierne a la especie como tal y a la posibilidad de trascenderla. Así, las tecnociencias de la vida, del viviente y, especialmente, del viviente humano tienen como efecto un replanteamiento de lo que significa ser humano y ponen en jaque las fundamentaciones tradicionales de la ética. Esto representa un reto para la bioética y nos obliga a hablar de la biopolítica.

En esta línea es importante la obra del pensador italiano Ro-berto Esposito quien plantea la posibilidad de vincular bioética y biopolítica para lograr una política de la vida. Él sigue las huellas de Foucault en sus reflexiones sobre la relación entre política y vida y trata de encontrar respuesta a la pregunta de por qué la política es tanatopolítica y no política de la vida. Se pregunta por las contra-dicciones de nuestro tiempo en el que las “guerras humanitarias” acaban devastando a las poblaciones que deberían defender. Otra contradicción consiste en nuestra capacidad de combinar la idea de guerra preventiva con los ideales de paz que decimos compartir.

Ya desde el siglo XVIII, como lo había señalado Foucault, em-piezan a adquirir importancia las políticas sanitarias, demográfi-cas y urbanas. A partir de entonces el mantenimiento, desarrollo y expansión de la vida asumen relevancia política y, por otro lado, la misma política tiende a configurarse siguiendo modelos biológicos, particularmente, médicos. Se da una politización de la vida y una biologización de la política. El interés central es conservar o mejorar la especie humana mediante una gran polí-tica que se entiende como “saludable”.

Para Roberto Esposito (Bios, biopolítica y filosofía, Amorrortu, Madrid, 2006), el totalitarismo nazi representa un punto crucial en el desarrollo de la biopolítica en su forma de tanatopolítica. Desde ahí emprende su reflexión. La categoría del nazismo es la vida entendida desde la perspectiva de la biología comparada en-tre razas humanas y animales. El nazismo es la biología realizada y se asumen sus parámetros como criterio intrínseco de acción, por eso nos habla de biocracia.

En el régimen nazi, los antropólogos, zoólogos y médicos parti-ciparon directamente en la elaboración de la política racial y en las diversas etapas del genocidio. Los médicos, en especial, interpreta-ron su tarea como: “curar el cuerpo de Alemania afectado por una grave enfermedad, eliminando la parte infectada y los gérmenes invasores en forma definitiva” (Esposito 2006). En el nazismo, la vida se protege ampliando el círculo de muerte y no sólo el sobe-rano tiene derecho de vida y muerte sobre sus súbditos, sino que ese derecho pertenece a todos los ciudadanos del Reich.

La propuesta de Esposito no consiste en proponer acciones políticas o convertir a la biopolítica en una nueva revolución. La propuesta de Esposito no es “pensar la vida en función de la política, sino pensar la política en la forma misma de la vida” (Esposito 2006), a fin de invertir el signo negativo que, con el paradigma inmunitario, acompañó hasta ahora a la biopolítica.

Pero la biopolítica no es producto del nazismo, más bien el

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32 IBERO

LÍDER IBERO

Entrevista con

el cineasta

Carlos Deveaux HomsDirector de Comunicación Institucional de la

Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Poder generar y contar mis propias

historias es una de mis mayores

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Licenciado en Comunicación por la Universidad Ibe-roamericana, donde se formó como cineasta, Gustavo Loza (ciudad de México, 1970) estudió guión cine-matográfico en la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) y realizó una especialización en di-

rección de niños para cine y televisión, en las ciudades de Áms-terdam, Estocolmo y Toronto.

En el ámbito de la televisión destaca su labor en OnceTV como productor de la barra infantil, donde creó, dirigió y pro-dujo la serie de televisión Bizbirije, que obtuvo el tercer lugar en el Prix Jeunesse Internacional 1998 (Munich, Alemania) en la categoría Up to 7 Non Fiction, una nominación al Emmy y el Premio Nacional de Periodismo como mejor programa infantil de la televisión mexicana. Para esta misma televisora creó y produjo el programa preescolar Mi gran amigo con el que obtuvo por segundo año consecutivo el Premio Nacional de Periodismo en la misma categoría, y la serie Camino a casa, que se convirtió en la primera serie de ficción para niños filmada en cine y que obtuvo la Bronze world medal como mejor serie familiar de televisión en el The New York Festival.

Es fundador de Matatena Films, empresa dedicada a la pro-ducción de cine y spots publicitarios y ha escrito y dirigido seis cortometrajes de manera independiente, entre ellos Silencio profundo (2003), que ha participado en más de 80 festivales in-ternacionales como Sundance 2004, y recibido 22 reconoci-mientos internacionales.

Gustavo Loza

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IBERO 33

Gracias a la Ibero tengo una carrera, la de Comunicación, que ha sido una base muy importante, y ahí realicé mis primeros trabajos

de cortometraje.

En 2001 coescribió y dirigió su pri-mer largometraje, Atlético San Pancho, y con su segunda cinta titulada Al otro lado (2004), representó a México en la 78 entrega de los premios Oscar y obtuvo 25 premios internacionales. Su película más reciente es Paradas continuas (2009), y hace muy poco concluyó su largome-traje La otra familia.

¿Qué fue lo más importante que te dejó la Ibero para el desempeño de tu profesión?Gracias a la Ibero tengo una carrera, la de Comunicación, que ha sido una base muy importante, y ahí realicé mis primeros traba-jos de cortometraje. Lo que encontré en esta universidad fue una gran libertad y un apoyo total, desde los profesores hasta del rec-tor. Para mí fue una experiencia única que valoro mucho y parte de lo que soy se lo debo al apoyo que se me dio, porque me deja-ron filmar mis historias. A lo largo de cinco años me permitieron llevar mi carrera de comunicólogo a la par con la de cineasta. El maestro Jaime Ponce también fue fundamental porque confió en mí desde el primer semestre, él fue el primero que puso una cámara de cine en mis manos. Por otro lado, cuando concluí mi educación universitaria me percaté de mis carencias y de mi sed de más, por lo que me inscribí en la Escuela de Escritores de la Sogem y de ahí busqué otras especializaciones.

¿Cómo valoras el cine mexicano en la actualidad, crees que está en un momento importante?En cuanto al contenido, a los autores y creadores lo veo sano, diverso, me agrada mucho. Hay distintas generaciones trabajan-do, y ese es uno de los aspectos maravillosos del cine porque, si tienes la energía y las ganas, te da la posibilidad de seguir tra-bajando a los 80 años, y también un joven de veintitantos años puede estar filmando películas. Este diálogo generacional al final enriquece mucho. Hoy en día el cine mexicano está de moda; no hay festival que no tenga dentro de su selección oficial una

¿Qué aspecto de tu quehacer profesional te ha dado más satisfacción?Definitivamente lo mío es el cine, y lo que más satisfacción me da es poder generar y contar mis propias historias; tengo claridad en cuanto a lo que quiero proponer y no siempre lo he podido hacer, porque de las cuatro películas que he realizado, sólo dos han sido proyectos personales: Al otro lado, en 2004, y ahora La otra familia.

Sobre esta última, sabemos que aún no concluyes el proyecto, ¿en qué proceso se encuentra?Actualmente estamos editando. La película tiene un elenco di-verso, con figuras de primer nivel; es una fusión entre actores de cine y de televisión. Algunos ya tenían experiencia en cine y para otros es su primera incursión y esta mezcla creo que puede ser interesante para la gente. Participan Luis Roberto Guzmán, co-nocido como “El Pantera”; Jorge Salinas, que tiene dos películas y ha hecho mucha televisión, y Ana Serradilla, que ha tenido una presencia constante en cine, pero en películas más comerciales, además de Mario Zaragoza, Silverio Palacios, Alejandro Calva, Carmen Salinas, el actor de teatro Juan Ríos, Dominika Paleta, Nailea Norvind y Bruno Loza. En cuanto a la fotografía, estoy muy sorprendido con el trabajo de Carlos Marcovich, que me parece que es un fotógrafo muy talentoso.

¿Consideras que debe existir un compromiso social por parte de los cineastas?En cuanto a mi obra, yo siempre lo he asumido, pero creo que no es una exigencia para todos los creadores, ya que al final el cine es un entretenimiento masivo. No obstante, me parece que dada la situación de nuestro país y de Latinoamérica en general, los cineastas, quienes tenemos la posibilidad de contar historias, tendríamos que asumir un compromiso con nuestros temas. En mi caso, antes de escribir una historia elijo el tema a tratar, sin dejar de lado la forma, que también me importa mucho. Hace poco en una entrevista me preguntaron si haría algún proyecto a propósito del centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia, y contesté que no, pero gente muy importante del cine nacional regresa a hacer películas con esta temática, lo cual me alegra; mientras, yo me ocupo de temas actuales que repercuten en la sociedad. Generalmente hablo de temas univer-sales que es lo que me interesa abordar, más que ser localista.

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LÍDER IBERO

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Dada la situación de nuestro país y de Latinoamérica en general, los cineastas, quienes tenemos

la posibilidad de contar historias, tendríamos que asumir un

compromiso con nuestros temas.

película mexicana, aunque hay muchas de baja calidad, pero lo que importa es que se filmen y en general el balance es positivo. Actualmente se realizan alrededor de 70 películas al año y eso me alegra, pero lo lamentable es que si el cine como industria no es negocio no basta con filmar esta cantidad de cintas. El Artículo 226 de la Ley del Impuesto sobre la Renta sólo es un paliativo; ayuda para que podamos filmar pero no para generar una industria. No se puede invitar a un empresario a invertir en nuestro trabajo si sabemos que ni siquiera va a recuperar su di-nero, porque el mecanismo está estructurado de tal manera que las ganancias sólo llegan a los distribuidores. Es una pena porque hasta ahora los cineastas no podemos vivir de nuestro trabajo. Si no se combate este cáncer, el cine no va a avanzar por más que se filmen pe-lículas. Estamos caminando en una línea muy delgada que en el momento en que se rompa, de las 70 películas que ahora se están haciendo gracias al Artículo 226, podemos regresar a hacer 15, por falta de apoyo a la industria y de las condiciones para que se genere un negocio.

Para ti ¿cuál es la mejor película mexicana de todos los tiempos y cuál de épocas recientes?Los olvidados me parece la mejor película, y recientes definitivamente Amores perros porque llegó a marcar un antes y un después en el cine nacional.

¿Crees que haya un referente obligado en el cine nacional?No, pero en cuanto al cine mexicano estoy muy atento al trabajo de Alejandro González Iñárritu a quien conocí hace poco, y me parece alguien muy maduro y distinto, lo que se refleja en lo que hace, y también del cine de Guillermo del Toro que, a pesar de

¿Cuál consideras que es tu mejor película?Mi mejor película es la que acabo de filmar, La otra familia, pues es la más madura. A pesar de que llevo cuatro, sólo Al otro lado y La otra familia son las que considero proyectos propios. Al otro lado fue una película muy sufrida, ya que las condiciones no es-taban dadas para que filmara una película como se debe, y La otra familia espero que sea la película que me proyecte, pues tuvo un proceso de maduración mayor, se dieron las condiciones adecua-das y siento que es muy superior a toda mi obra.

tener un estilo totalmente distinto al mío, reconozco su trabajo. Trato de ver todo el cine mexicano que va saliendo y tam-bién lo que se presenta en la mayoría de los festivales, que muestran lo que se está haciendo en el mundo, y dentro de ese universo tener un parámetro para saber dónde estoy y hacia dónde voy.

¿Hay alguna película que por falta de productor o de las condiciones adecuadas te hayas quedado con deseos de realizar?

Sí, siempre he dicho que si tuviera un mecenas filmaría tres o cuatro películas seguidas, pero como eso no sucede hay que te-ner paciencia. El proceso que más disfruto es el de la creación de la historia, y tengo un par de películas a las que no he renuncia-do; espero que en algún momento se puedan concretar. Una de ellas se basa en una investigación sobre la frontera sur de México, en concreto de la Mara Salvatrucha y el tren de la muerte, de la terrible realidad que ahí se vive. Desarrollé el guión y estuve a punto de filmarla pero no llegamos a un buen acuerdo; aunque sobre este tema ya salió una película, afortunadamente buena, que se llama Sin nombre, del japonés Cary Fukunaga, no tiene nada que ver con mi historia.

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Hugo Gutiérrez Vega nació en Guadalajara, Jalisco, el 11 de febrero de 1934. En 2009, con motivo de sus 75 años de edad, el INBA le hizo entrega de la Medalla de Oro Bellas Artes, en reconocimiento a su brillante

trayectoria literaria. Entre otros reconocimientos, ha merecido también el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde y el Premio de Literatura Xavier Villaurrutia. Al igual que Alfonso Reyes, Jai-me Torres Bodet y Octavio Paz, entre otros destacados hombres de letras, con una gran vocación humanística y cultural, Gutiérrez

Vega representó honrosamente a nuestro país en el servicio ex-terior, dando así continuidad a una noble tradición en la diplo-macia mexicana.

A lo largo de nueve lustros, Hugo Gutiérrez Vega ha dotado de frescura y bienestar a la poesía, el teatro, la prosa memorialista y el periodismo. Como poeta, está entre las figuras más destaca-das en el panorama lírico de México. Desde la aparición de su primer libro, Buscado amor, en 1965, ha erigido una obra amplia y gozosa que incluye por lo menos otros doce títulos y varias an-tologías: Desde Inglaterra (1971), Resistencia de particulares (1974),

›Hugo Gutiérrez

Vega: Cantar lo que

a todos pertenece

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Dos poemas inéditosHugo Gutiérrez Vega

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Pavana parauna flautista muerta

Cuando llegaba la mañanase te oía trajinarentre tus flores, jugar con el colorpara que en el díay en la nochecrecieran los matices, los aromas.

Eran tres hermanas.Una fue arrebatadapor el viento innombrado.No pude ver sus últimos días,el estruendo y la furiame cerraron las puertas.Me quedé con su última sonrisay sigo viendo cómo su cuerpooscilaba al ritmo de la flauta(en ese momento era toda música)

Eran tres hermanassiempre lo serán;eran tres hermanasen el tiempo real,las veo caminandopor el Rock Creek Park.Serán tres hermanasen el tiempo irreal.

Basora

En esta nueva rigidez del airese detienen los cuerpos y las horas.Nada transita y en la madrugadanada se escucha. Está desierto el díay no hay risas ni pájaros ni cantos.

A lo lejos, las torres de un Bizancioque era y no era la ciudad de siempre,borraban sus perfilesen la niebla rojiza y enemiga.

Pero nada se mueve, no se escuchanlos gritos de soldados vencedoresni el estertor del afligido vientoni el lamento sin fin de la derrota.

Las llamas arden pero no iluminan.La noche es turbia y en silencio pasanlos hijos de un verano sin sonidos,de un principio de otoño acogotado.

De lo que nos dijeron poco es cierto:una aurora del mar, la luz violácea,los besos en la tardey las caricias que otorgó la vida.

El fuego va acabando y no sentimosel prudente calor de su rescoldo.No agita el aire las banderas rotas.En el silencio de la nueva aurorasabemos que la apuesta está perdida.

Copilco el Bajo, primavera de 2006

Cantos de Plasencia (1977), Cuando el placer termine (1977) —con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, en 1976—, Poemas para el perro de la carnicería y algunos homena-jes (1979), Cantos de Tomelloso y otros poemas (1984), Georgetown blues (1987), Andar en Brasil (1988), Los soles griegos (1989), Cantos del despotado de Morea (1993), Nuevas peregrinaciones (1994) y Una estación en Amorgós (1996).

En 1993 publicó Las peregrinaciones del deseo, su poesía reunida de 1965 a

poesía que comunica, que comparte la experiencia de vivir. Sabe rimar amor con humor y conjuga todos los estados de ánimo del poeta y de los lectores. Sabe que el verso engolado no es el me-jor alimento para la poesía ni para el lector de poesía, y pregona sin modestia pero asimismo sin soberbia que “lo único que hace la poesía es cantar lo que a todos pertenece”.

Poeta humilde en su actitud, y grande en sus consecuciones, Hugo Gutiérrez Vega hizo la siguiente declaración en vísperas de su cumpleaños 75: “Salvo uno que otro best seller, los poetas estamos un poquito en las sombras y eso nos hace inseguros. Para algunos esa inseguridad se convierte en vanidad, por eso hay muchos poetas prepotentes que se creen la sal de la tierra”.Ajeno a la vanidad y a la arrogancia, poeta dialogante por exce-lencia, Hugo Gutiérrez Vega entrega a los lectores de IBERO un par de espléndidos poemas inéditos, con los cuales nos honra en este número de aniversario.

1986; en 1998, llevó a cabo una disfrutable y rigurosa Antología personal, y en 2002 reunió toda su obra poética en el volumen Peregrinaciones, que abarca su producción lírica de 1965 a 2001.

En los primeros versos de su libro inaugural, celebrado ni más ni menos que por Rafael Alberti, Gutiérrez Vega nombra las cosas; entre esas cosas el amor y la emoción: “Decir esta mañana/ un nombre femenino/ y ver cómo la niebla/ va cu-briendo/ los espejos del día./ Decir un nombre, lentamente,/ sin prisa,/ dejarlo entre los labios/ y madurarlo/ para que per-dure”. Al final de su poema-prólogo, Alberti le desea a nues-tro poeta algo que ha tenido afortunadamente cumplimiento: “Que el buen amor, amigo, y la esperanza/ nunca jamás te dejen de su mano”.

Desde 1965, la poesía de Gutiérrez Vega revela la necesidad de comunicación con los lectores, pues su poesía es una poesía vital que ha evolucionado siempre hacia el coloquio lírico, hacia la

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En el mapa de América del Sur, el país llamado Chile es largo y delgado. Limita al este con la cordillera de los Andes y al oeste con el océano Pacífico. Su tierra abarca desde el norte desértico, con arenas ardientes, hasta el sur Antártico y sus glaciares eternos. Un país

bello de grandes poetas, excelentes viñedos y buenos amigos.He sido un amante de la geografía desde niño. A veces dedico

varias horas al estudio de las cartas. Cuando viajo a una región particularmente interesante, puedo quedarme ante sus mapas noches enteras. Pasé mi infancia cerca de una pequeña estación de ferrocarril. El tren de pasajeros pasaba dos veces al día: muy temprano en la mañana hacia la frontera con Guatemala y en las primeras horas de la noche, rumbo al centro de la República Mexicana. Nunca me cansé de presenciar el paso majestuoso de los vagones, sus pasajeros asomados a las ventanillas vién-donos con curiosidad a nosotros, los lugareños, y al edificio de la estación bajo cuyo alero presenciábamos diariamente el paso matutino y el casi nocturno del tren. Para premiar mi fidelidad y compañía, el jefe de la estación me obsequió un mapa de vías. Yo lo recorría imaginando las estaciones al paso de la locomotora conducida por mí.

Hace algún tiempo viajé en avión a Chile para cumplir un compromiso profesional. Desembarqué en Antofagasta, ciudad situada al norte del país, donde empezaban mis obligaciones. Debía continuar por tren el recorrido a que me obligaba el pro-grama de conferencias sobre antropología mesoamericana que debía impartir, según señalaba mi contrato.

Eraclio ZepedaCuentista, novelista y poeta. Autor de los libros Benzulul, Asalto nocturno y Andando el tiempo, Premio de Literatura Xavier Villaurrutia. Sus libros más recientes son las novelas Tocar el fuego y Las grandes lluvias (Fondo de Cultura Económica)

›Los trenes de Chile

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Una vez cumplido mi trabajo en Antofagasta, me dirigí a la estación, consulté el mapa exhibido junto a la ventanilla de los bo-letos y vi que el último destino en el sur era Puerto Mont, cercano a la Isla de Chiloé donde dictaría la conferencia final. Ahí mi plan era navegar hasta los glaciares rumbo al estrecho de Magallanes en un recorrido de interés personal geográfico y turístico. Pregunté por el precio del recorrido con las cinco escalas necesarias para cumplir mi compromiso. Me desconcertó el precio del viaje. Me pareció muy caro. Dudé un instante pero mi entusiasmo por co-nocer el tren chileno hizo a un lado mis cálculos económicos y mis dudas. Compré el billete.

El tren llegaría en una hora. Me senté en una banca de la sala de espera, dejé mi maleta en el piso, entre las piernas como todo viajero atento a un robo típico de cualquier estación. Disfrutaba del calor del desierto cuando en la banca de enfrente se instaló un caballero, sin duda chileno. Se había formado detrás de mí en la fila para la compra de boletos. Un sombrero de carrete tocaba su cabeza.

Desde el principio sentí su mirada. Como no tenía un perió-dico a la mano para protegerme con su lectura, miraba al techo, a la puerta de entrada, a las vías, hasta que finalmente saqué de mi maleta el libro que traía como lectura para el avión y me su-mergí en él buscando refugio. Fue inútil. El caballero se levantó de su banca y vino a instalarse a mi lado.

—¿Es usted mexicano? —preguntó.—¿Cómo lo sabe? —contesté con otra pregunta.—Está escrito en su valija, Mé-xi-co —respondió pronun-

ciando el nombre de mi país deteniéndose en cada sílaba.

TRIVIUM /cuento

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distinto al de su país que conocí de joven cuando fui marinero, como tantos y tantos chilenos. El mar de ustedes es de aguas tibias, parece que uno se bañara en un consomé. Nuestras aguas son frías, con alto contenido de yodo y aquí verdaderamente tiene sentido llamar a su color azul marino. Las playas de ustedes son de arenas a veces negras, otras grises y hasta blancas deslumbran-tes en el mar Caribe. Las nuestras vienen de montañas y rocas, se desprenden en piedras de diversos tamaños y cantos rodados que se internan al mar como animales vivos.

Había sacado de la maleta mi carta geográfica de Chile para seguir las indicaciones de aquel caballero.

—Qué oportuno —me dijo—, al desplegar su mapa puede ver con claridad cómo se va estrechando el mundo. Los Andes están cada vez más cerca del océano y la planicie se reduce. ¡Véalo!

Y marcaba con su índice el punto en que debía culminar mi viaje en tren.

—Ahí reside el gran problema nacional en asuntos ferrovia-rios. Al llegar a Puerto Mont nuestros trenes carecen de espacio para la maniobra de dar la vuelta al convoy y dirigirlo hacia

el norte para su regreso. Las máquinas quedan ahí detenidas para siempre. Los trenes permanecen arrumbados al final del país, inútiles, en una muerte costo-sísima para el erario. A tren por viaje. Por eso las tarifas son caras. Hay que recuperar la inversión perdida.

Lo vi a los ojos. Estaba serio, preocu-pado, sin la menor sonrisa.

—Pero no terminan ahí nuestros problemas. Los trenes arrumbados tras-tocan las brújulas, éstas enloquecen por tanto acero acumulado de los convoyes muertos. Sus agujas pierden la orien-tación y en lugar de apuntar al Norte señalan al Sur. Con el descontrol de las brújulas, los grandes barcos pierden el rumbo. Y ya extraviados, van a encallar en las rocas de Puerto Mont, acrecen-tando el desorden. Tenemos tanto acero en chatarra que la atracción magnética ha virado definitivamente y pronto el Polo Norte, en una maroma, quedará

en el Polo Sur. Y nadie podrá orientarse en el mundo.El tren que debía abordar llegó pitando. El ca-

ballero chileno se descubrió nuevamente y con el sombrero de carrete en la mano me hizo una reve-rencia, me deseó buen viaje y se retiró calándose el tocado.

Otros presuntos pasajeros voltearon curiosos a verme, aumen-tando mi incomodidad.

—Yo estaba formado después de usted en la fila para la com-pra de boletos y advertí su reacción ante el precio del pasaje...

—Efectivamente, me parece un precio muy elevado. Pero mi interés por el viaje en tren es grande y voy a recorrer lo más que pueda en este medio. ¿Usted viaja en el mismo tren?

—No, caballero. Yo voy por otro rumbo, haré un espectacular recorrido por los Andes, voy a La Paz.

Descubrió su cabeza y se abanicó largamente la cara con el sombrero de carrete mirándome con atención.

—Si me permite, caballero, quisiera darle unos informes que para un extranjero como usted pueden ser reveladores. Algunos, diríamos, secretos del tren chileno que le servirán para entender mejor a mi país.

—País al que amo y donde tengo muy buenos amigos...—Lo celebro... Mire usted, el problema de los altos costos se

origina por la naturaleza misma de nuestra geografía larga y es-trecha. Durante el viaje de norte a sur no existe ningún problema. El ferrocarril se desliza con eficacia y puntualidad. La atención del personal a bordo es conocida por su efectividad. Verá usted paisajes inol-vidables. Al abandonar el desierto en-trará a una serie sucesiva de valles, cada uno tan bello como el siguiente. Más allá de Santiago, nuestra capital, usted alcanzará los trigales dorados, las viñas y los grandes bosques.

Tenía ya en las manos una pequeña libreta de apuntes por si me diera algún dato interesante. Él volvió a cubrirse la cabeza. Su cara lucía fresca.

—En el país de los viñedos conocerá su rica variedad de caldos celosamente cuidados por sus propietarios, siguien-do tradiciones familiares. Le aconsejo degustar esos vinos tan diversos que nos han dado tanta fama en el mundo: tintos, blancos, rosados excelentes, cada uno tan bueno o más que el anterior. Le recomiendo también probar, con medida, el pisco y la chicha. Pasará por Talca, bella ciudad, luego por Chillán donde un ilustre paisano suyo, David Alfaro Siqueiros, pintó un mural en el Colegio de México. Llegará usted a la gran región de los lagos, empezando por Los Ángeles y Temuco. Y prepárese para admirar Osorno con el volcán que lleva su nombre y la ciudad de Valdivia con sus aires europeos. Por momentos la vía lo acercará al océano Pacífico y usted podrá ver un mar muy

Nunca me cansé de presenciar el paso majestuoso de los

vagones, sus pasajeros asomados a las

ventanillas viéndonos con curiosidad a

nosotros, los lugareños, y al edificio de la

estación bajo cuyo alero presenciábamos

diariamente el paso matutino y el casi nocturno del tren.

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Unidos forman, o formaban en aquel tiempo, grupo. Expliqué asuntos nacidos de su entorno, su conciencia de pertenecer a minorías, la forma como trataban problemas peculiares y otras características. Apenas puedo acordarme, el texto permanece inédito. Creo vagamente haber establecido comparaciones con nuestras autoras y que mientras leía pensé que hubiera sido mejor ocuparme de asuntos más cercanos a la sensibilidad reinante. La literatura chicana me hacía guiños desde un rincón; sin embargo nunca he sido buena para promoverme, me faltó olfato y me había metido con un tema a mi juicio original relegado siempre al pie de página. Obama no era todavía presidente de los Estados Unidos. Obtuve aplausos y la aprobación risueña de Emilio Car-ballido que se hallaba en primera fila. Agradecí la buena voluntad inconforme conmigo misma, luego volví a mi segunda misión y le supliqué a Laura que participara según le correspondía si atendíamos los méritos de la maestra allí presente. Imposible. Con aspecto angustiado alegó terror escénico o algo por el estilo. Luisa lo escuchó y en voz bastante audible me dijo que dejara por la paz a una tipa tan banal empeñada en quedarse al último. Le cedí el micrófono procurando retribuirle un poco de lo mucho que me había dado durante sus clases en la Facultad de Filosofía y Le-tras. Exalté sus logros académicos, las becas obtenidas, su nombra-miento de emérita, su generosidad en la formación de numerosos discípulos, su larga trayectoria novelística, sus contribuciones a la dramaturgia mexicana y hasta la elegancia con que fumaba siguiendo el humo de sus cigarrillos rumbo al techo mientras traducía de primera intención obras de Yeats, O’Neil, Miller o de algún otro autor preferido ante alumnos arrobados por su belleza y su inteligencia tan dotada. El auditorio aplaudió conmovido. Luisa debió enfocar las dificultades que enfrentamos las mujeres escritoras o cosas por el estilo. Procuro traerlo a la memoria inú-tilmente. Cuando terminó, ya no hubo más remedio y le dije a Laura que si quería hacerlo, tomara parte o de una vez por todas se excusara frente a los asistentes. Entonces mis ojos asombrados descubrieron su verdadero don. La vieron poner toda la carne en el asador. Pareció salir con los brazos en alto desde las entrañas de un gigantesco pastel de cumpleaños, movió esta vez su melena alborotada diciendo sí, se la alisó enderezándose en la silla, abrió su bolsa, sacó un papel mecanografiado con letras de dieciséis

Antes de empezar la mesa redonda sobre literatura femenina, teníamos que enfrentarnos a un grupo de periodistas interrogándonos sobre el tema. Laura Esquivel, vestida como el personaje de su novela con una falda de olanes y botines abotonados hasta

el tobillo como para bailar una polca, sistemáticamente se nega-ba a intervenir. Por más que la instigábamos, inclinaba la cabeza con su cabello alborotado rehusándose con todas sus fuerzas. La situación había quedado en nuestras manos. Para enfrentarla, Luisa Josefina Hernández y yo hurgábamos en los ejemplos. Decíamos que Marguerite Duras había encontrado en El amante un estilo personal e irrepetible violentando los tiempos, cambiando arbitra-riamente la puntuación y los sujetos; un estilo apoyado en las re-peticiones. Le servía a las mil maravillas para retomar el recuerdo que nos llega desordenado y en tropel, un estilo con el cual ganó el Premio Goncourt. Argumentábamos que Teresa de Ávila expli-caba sus raptos místicos con un español llano quizás imitando a Jesús seguido por multitudes en la Galilea, que Woolf y Mansfield revolucionaron la novela y el cuento modernos, que Jean Austen reconstruyó la historia de Cenicienta casando a su protagonista con el príncipe Darcy, que las Brönte resultaban verdaderas maes-tras sosteniendo la tensión narrativa. Para nosotras, ellas eran parte integrante de nuestras vidas. Representaban la senda de la libera-ción y la libertad. Y, atentas a ser corteses, dejábamos turno a Lau-ra; pero sin mayores explicaciones evadía cualquier pregunta de la prensa. No y no y de ahí no la sacamos. Simone de Beauvoir, Eu-dora Welty, Hortense Calisher, Clarice Lispector escucharon sus nombres cómodamente sentadas en tronos destinados a los clá-sicos. Mientras tanto, Laura las oía mencionar como si oyera una granizada que duraría apenas algunos minutos. Seguía moviendo la cabeza diciendo no y haciendo gala de una obstinación incon-movible. Finalmente agradecimos el interés y sin perder tiempo, porque la Feria Internacional del Libro de Guadalajara tiene ho-rarios exactos, pasamos a un salón atestado por mil personas.

De pronto se me acercó una muchacha mandada por los orga-nizadores. Explicaba que la moderadora se había enfermado y me rogaban que hiciera un doble papel. Acepté de mala gana. Eso le quitaría brillo a mi participación y además no podría presentar-me sola encareciendo mis escasos méritos; pero resignada le pedí a Laura que siguiendo el orden del programa tomara la palabra. Bajó la cabeza, otra vez la movió de un lado a otro y arguyó que necesitaba tranquilizarse porque estaba muy nerviosa. Tuve que lanzarme hablando de las escritoras negras que en Estados

›Sorpresas te da la vida

TRIVIUM /crónica

Beatriz EspejoEscritora e investigadora. Premio Nacional de Narrativa para Obra Publicada por su libro El cantar del pecador. En septiembre de 2009 le fue entregada la Medalla de Oro del Instituto Nacional de Bellas Artes, en reconocimiento a su trayectoria literaria.

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en letras ganado con tanto esfuerzo regurgitó

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puntos, para evitar equivocaciones y prescindir de los lentes, y con un dominio admirable leyó su ponencia. Afirmaba que la literatura femenina universal había nacido en el momento que escribió Como agua para chocolate, argumento de una película diri-gida por su marido. A continuación escogió su capítulo favorito, mecanografiado con las mismas letrotas, donde una de las prota-gonistas muere de flatulencias como justo castigo por desposarse con el galán y gracias a esa muerte infamante deja el campo libre a su hermana pequeña para unirse al amor de su vida. El público enloqueció. Mil individuos olvidaron la existencia de Sor Juana para arriba y para abajo y vitorearon de pie a la partera literaria.

Fue increíble. Me puse blanca de rabia, el doctorado en letras ganado con tanto esfuerzo regurgitó en mi estómago anuncian-do un magno cataclismo. Con violencia me levanté al baño para vomitar la burla. Luisa se dio cuenta y tocaba en la puerta exi-giéndome que abriera, diciéndome que nadie salvo yo tomaría seriamente argucias baratas e invitándome a bebernos unas copas acompañadas por Carballido. Mi estómago revuelto no estaba para copas y como soy dada a rumiar acontecimientos infelices, decidí irme al hotel, bañarme, ponerme un pijama y prender la televisión buscando antídotos en mi propia compañía. En eso sonó el teléfono. Raúl Padilla, rector de la Universidad y funda-dor de la Feria, preguntaba por mi salud ya perfectamente bien. Me invitó a cenar. No lo convencieron disculpas de ninguna

especie y mandó un coche para buscarme. En la mesa principal a la que me condujeron estaba Alfonso Arau muy sonriente y Laura Esquivel muy callada que de nuevo quedó a mi derecha. Un rato después llegó Eraclio Zepeda. Con su tono cantarino y chiapaneco me dijo: ¿Doñita, dónde dejaste al don? Saludó a todos y apenas se fue, Laura preguntó: ¿Quién es? ¿Cómo, no conoces a este cuentista excelente? No lo conocía. Tampoco a Gustavo Sáinz ni a José Agustín, padre de la Onda, que también vinieron y también fueron ignorados. Es el colmo, le espeté con un coraje nacido del alma, en tu vida has abierto un libro. Estoy convencida de que ni siquiera sabes hacer chiles en nogada. Eso sí, argumentó presurosa con una ingenuidad digna de mejor causa. Y haciéndole un examen, añadí, ¿a ver, les pones peras y duraznos? Y además plátano y manzana, contestó. Con lo cual cayeron al suelo mis sospechas y nuevamente perdí el lance.

Cuando regresé a mi casa aún seguía procesando los inci-dentes. Encontré a mi hijo Francisco, en plena adolescencia, retorciendo su tenedor según costumbre ante un majestuoso plato de tallarines. Siempre ha sido mi confesor y le conté pun-to por punto los detalles de la experiencia. Él, con cara de con-miseración me dijo sin mucho esfuerzo: ¿Pero, mamá, cuándo has visto a los publicistas promover las ventajas de un celular, alguna marca de hamburguesas o una pasta de dientes sin pro-clamar que son las primeras y mejores del mercado?

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›Las otras mejores

Al ser inevitablemente subjetiva, parcial e incluso arbitraria, cual-quier lista de diez mejores —libros, películas, discos, canciones, ete-

cé— comporta la ejecución de un acto pro-fundamente injusto, cuya primera víctima es el propio perpetrador del enlistado, sin em-bargo de lo cual, y sin paradoja, es punto me-nos que imposible sustraerse a la fascinación producida por la oportunidad de decirle a los demás cuáles son nuestras diez mejores, a veces coincidentes, a veces otras, muy otras.

En materia de cine mexicano, la lista que la memoria de este juntapalabras pergeñó de inmediato incluía más de veinticinco filmes, y aun así quedaban fuera otros que Másdeuno consideraría insoslayables. Empero, puesto que el juego de la isla desierta es poco dado a la benevolencia, en la parte final de este texto se apuntan unas, otras diez mejores películas mexicanas de todos los tiempos, no sin an-tes consignar el sentimiento de autotraición experimentado al dejar fuera, por ejemplo y mencionadas sin un orden particular, Janitzio, de Carlos Navarro; Ensayo de un crimen, La ilu-sión viaja en tranvía y El ángel exterminador, de Buñuel —mejor dicho, prácticamente todo lo que el aragonés filmara en México—; ¡Esqui-na bajan! y Campeón sin corona, de Alejandro Galindo; Tlayucan y En la trampa, de Alcoriza; Bajo California, el límite del tiempo, de Carlos Bolado; Historia de un gran amor, de Julio Bra-cho; El grito, de Leobardo López Aretche; ¡Vá-monos con Pancho Villa!, de Fernando de Fuen-tes; Segundo siglo, de Jorge Bolado; Cobrador, de Paul Leduc; varias del Indio Fernández, no po-cas de Ismael Rodríguez, algunas de Miguel Zacarías, más un etcétera tan grande como el deseo de seguir consignando títulos.

La otra lista sería, pues, como sigue, nue-vamente sin que el orden asignado implique nada más que una jerarquía cronológica:

Luis TovarNarrador, ensayista y crítico de cine. Jefe de Redacción de La Jornada Semanal. Autor de los libros Diccionario del mar (Universidad Veracruzana, 2008) y Una jornada en el otro tiempo (Ediciones sin Nombre, 2009)

cine

La mujer del puerto (1933), de Arcady Boytler. Aquí nació la nu-merosa estirpe fílmica de mujeres adorables-buenas-desgracia-das-hermosas-señaladas-vilipendiadas que ha poblado la mitad o más del cine mexicano.

Dos monjes (1934), de Juan Bustillo Oro. Este filme fundó en Méxi-co el cine de suspenso y terror, y tiene el plus de ser el mejor —y casi único— ejemplo de cómo se ejecutaba en nuestras tierras el estilo cinematográfico impresionista.

Ahí está el detalle (1940), también de Bustillo Oro. Además de ser quizá el mejor trabajo histriónico de Cantinflas, esta comedia es paradigma de un género que nutrió medio cuerpo de la llama-da época de oro de nuestro cine.

La perla (1945), de Emilio Indio Fernández. Basada en, y adapta-da por John Steinbeck, fotografiada por Gabriel Figueroa y con un Pedro Armendáriz en plenitud, esta cinta sobre los sinos de la ambición, la pobreza y un triste destino manifiesto del individuo, debería formar parte de una lista no nacional, sino internacional de diez mejores.

Los olvidados (1950), de Luis Buñuel. Poco puede decirse, sin re-dundar, acerca de esta obra maestra de la cinematografía mun-dial. Surrealismo, hiperrealismo, denuncia social, ternura cruel; los inmortales Roberto Cobo y Miguel Inclán...

La fórmula secreta (1965), de Rubén Gámez. También conocida como Coca Cola en la sangre y con la colaboración entre otros de Juan Rulfo y Jaime Sabines, esta es la muestra más alta que México ha dado de un cine auténticamente experimental, osa-do y lúdico.

Mecánica nacional (1971), de Luis Alcoriza. Monumental coro de idiosincrasia social y decadencia espiritual, así como retrato fidelísimo de una época cuyos claroscuros todavía nos alcanzan y, en buena medida, nos explican.

Rojo amanecer (1989), de Jorge Fons. Mítico y polémico como pocos, desde la manera en que tuvo que filmarse y lo que pudo/no pudo/debió incluirse en ella, este sigue siendo el mejor ejer-cicio de ficción en torno a la matanza del 2 de octubre del 68, uno de los capítulos más sangrientos y dolorosos en la historia de este país.

Japón (2002), de Carlos Reygadas. Por su temática —la soledad, el aislamiento, el suicidio—, pero sobre todo por el tono, la mirada y el ritmo elegidos, este filme abrió una veta formal poco explo-rada en México, al tiempo que contribuyó mucho a desatar una polémica, aún vigente, en torno a la estética y la conceptualiza-ción mismas del cine contemporáneo.

El violín (2005), de Francisco Vargas. Mitad alegórico, mitad fin-cado en claros referentes de nuestra historia actual, esta ficción acerca de la guerrilla indígena, que para algunos peca de in-exactitud o escamoteos, tiene la virtud de amalgamar lo apa-rentemente inasociable, como el horror y la dignidad, o la belle-za y el dolor.

10películas mexicanas

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Hace poco más de un año, un grupo de profesores de la Ibero fuimos invitados a participar en un proyec-to que de inmediato captó

nuestro interés. La consigna fue sugerente, clara, pero a la vez abierta: soñar con una escuela de educación media superior que respondiera a las demandas del presente y al anhelo interno de ser mejores seres humanos; con esa Prepa que a cada uno de nosotros nos hubiese gustado cursar.

Nada se interponía entre nosotros y el sueño, sólo era cosa de dejar volar la ima-ginación y empezar a plasmar en papel ese sueño que, poco a poco, se fue enri-queciendo y se compartió.

Es importante destacar que, desde la conformación del equipo, éste ya tenía su riqueza propia, puesto que se trataba de académicos de diversas áreas de competencia, interés y disciplinas, lo que hacía que cada uno imprimiera en el sueño su enfoque personal, su formación profesional y su experiencia docente.

El trabajo del equipo consistió también (además de soñar) en revisar diversos modelos educativos, analizar programas, vi-sitar instituciones, empaparse de lo que sucede hoy en materia de educación media superior en nuestro país en general, y en la ciudad de México en particular, en conocer las tendencias, las vanguardias educativas. Sin duda, también, en escuchar a los compañeros que trabajan en la Universidad y analizar lo que señalan como deficiencias de los jóvenes que llegan a nuestras aulas. Leer y tratar de comprender la Reforma Integral de la Educación Media Superior que se anunció por parte de las au-toridades de Educación en 2008 y que entró en vigencia en el ciclo escolar 2009-2010.

Todo eso se sumaba a la conciencia de los retos que la sociedad contemporánea le plantea a los educandos y a los educadores, y al claro entendido de que sería una Preparatoria que —como la Universidad Iberoamericana lo hace— partiera de una visión humanista de inspiración cristiana.

Nos queda claro que los cambios se están dando en forma vertiginosa, y ellos se presentan en todos los ámbitos de la vida humana, encabezados primordialmente por avances en la ciencia y en la tecnología, por lo que la educación debe ser dinámica y expuesta a modificaciones, pero a la vez debe trasmitir valores éti-cos y universales. Esta combinación sutil y delicada fue una de las constantes de nuestro trabajo. Comprendimos que el incremento exponencial de la información, la facilidad en su acceso y distri-bución, el desvanecimiento de fronteras entre países requieren de los diferentes actores sociales el replanteamiento de estructuras, objetivos y formas de transmitir la educación y, por consiguiente

ACTUALIDAD IBERO

›Prepa Ibero,una nueva oferta

educativaRaquel Druker

Directora de Prepa Ibero

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La Prepa Ibero cuenta con todo el respaldo y el prestigio de la

Universidad Iberoamericana, de su larga y conocida trayectoria,

lo que le ha valido reconocimiento nacional e internacional, y

recientemente el de la ANUIESy la SEP como la mejor universidad

privada de México.

debíamos pensar en alternativas que res-pondieran a dichas demandas.

Tomamos en consideración que los jó-venes que llegarían a esa Prepa en el 2010 se toparían con un mundo más compe-titivo en el 2013, al terminar su bachi-llerato e insertarse en el mundo laboral, y aún más en el 2017, para aquellos que quisieran cursar una licenciatura, lo que los obliga a ser más eficaces y eficientes.

Nos preguntamos: ¿Cómo se logra? La respuesta que nos dimos fue: con una sólida preparación, con bases científicas y tecnológicas. Se consigue a través de una educación de mejor calidad que esté a la altura de estándares internacionales, para que esos jóvenes puedan insertarse en el mercado laboral y profesional que les tocará enfrentar en el fu-turo próximo, sin olvidar que la competitividad, la excelencia académica, los conocimientos y las habilidades no son suficientes si no vienen acompañadas de actitudes, de una conciencia de responsabilidad social, de pensar en los demás, de tal forma que propongan alternativas dirigidas a alcanzar el bien común, que participen en la tarea de solucionar el rezago social, político y económico de nuestro país, que sean capaces de generar estruc-turas que contribuyan a una sociedad más equitativa y a una ciudadanía más solidaria y justa.

La Prepa Ibero, nos dijimos, debe responder a una necesidad muy clara: la de ayudar a formar a los jóvenes que están en una edad cronológica en la que pueden apropiarse de valores y re-forzar los ya adquiridos, asunto tan importante en nuestros días y en una sociedad que se torna cada vez más violenta e indiferente hacia los demás.

Así, poco a poco, con un trabajo intenso y apasionante, el equipo fue delineando la propuesta de una escuela de educación media superior que guíe a sus alumnos en un marco de exce-lencia académica y humana, que promueva una educación de calidad y que forme ciudadanos, personas comprometidas, que desarrollen sensibilidad artística y estética, que adquieran com-petencias laborales, y compromisos sociales.

Hoy, el equipo multidisciplinario que inició sus reuniones hace un año, sigue soñando, pero a la vez ha dado pasos para la consecución del sueño. Se ha diseñado un programa y un plan de estudios que responde a la modalidad del Bachillerato Gene-ral de la SEP, y con el sello específico de la institución que le da inspiración, la Ibero. Los documentos ya están en manos de las autoridades competentes para obtener la Revalidación Oficial de Estudios (RVOE).

A la pregunta que muchos se hacen de qué distingue a la Prepa Ibero, digamos, de inicio, que cuenta con todo el respaldo y el prestigio de la Universidad Iberoamericana, de su larga y conocida trayectoria, lo que le ha valido reconocimiento nacio-nal e internacional, y recientemente el de la ANUIES y la SEP como la mejor universidad privada de México. Sumado a ello, el equipo de trabajo responde que la distinguen, cuando menos, siete aspectos:

a) La preocupación por lograr excelencia académica y humanab) La formación social y en valoresc) Una filosofía humanista de inspiración cristianad) La formación en competenciase) Las materias Iberof ) Los proyectos transversalesg) El servicio social

¿De qué se trata todo esto? Poco a poco iremos detallando cada aspecto; baste decir, por ahora, que confiamos en que lo que la distingue, la hará a un mismo tiempo una Prepa en la que se enfa-ticen el trabajo en equipo, la solución de problemas, la apertura a la diversidad, el pensamiento crítico, la solidaridad, el cuidado de sí mismo, del entorno y de los demás, la conciencia ecológica.

En virtud de que la Prepa Ibero iniciará labores en agosto del 2010, se ha acondicionado un espacio dentro de la Universidad misma para alojarla en tanto las instalaciones propias de la Prepa están listas. Ello quiere decir que los alumnos dispondrán de instalaciones de primer nivel, pero que tendrán, a un mismo tiempo, su espacio propio, acorde a las necesidades de un bachi-llerato. Una vez que el edificio nuevo esté terminado, responde-rá, no sólo a demandas arquitectónicas, ecológicas, ambientales y estéticas sino también, al propio proyecto y modelo educativo que se ha planteado.

Por todas estas razones es que podemos sostener que: ¡La ex-celencia ya tiene Prepa!

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EL VIAJERO ILUSTRADO

Texto y fotos:Carlota Peón Guerrero

Directora Jurídica de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

Vietnam. ¿Guerra o seducción? Estas eran las dos ideas en mi mente antes del viaje. Por un lado, las innumerables referencias a la guerra; por otro, el lado seductor de este

país oriental que me venía del cine (El perfume de la papaya verde, El amante o Indochina). Al no interesarme el lado bélico, opté por sumergirme en las aguas seductoras de este fascinante país.

El recorrido empezó en la capital, Hanoi. La ebullición de esta ciudad empieza temprano. Salí a recorrer sus calles de madruga-da, todavía con los efectos del cambio de horario. Me impresio-nó ver la cantidad de gente a estas horas de la mañana en todos los espacios públicos: personas que hacían tai chi en los parques con sus abanicos rojos, mercados ambulantes en plena actividad, y calles repletas de motocicletas y bicicletas. Hanoi o “ciudad rodeada de ríos”, ofrece al visitante una amplia gama de parques y templos, casi todos budistas. En el lago más famoso de Hanoi,

›Vietnam: ¿Guerra o seducción?

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Vietnam es un país maravilloso, aún no abrumado por el

turismo. Su gente es cálida y sonriente, su naturaleza exuberante, sus templos y

costumbres interesantes, su comida exquisita.

destaca el templo de Hoan Kiem con su precioso puente de laca roja. El templo de Van Mieu o templo de la literatura es una visita obligada en Hanoi. Este templo era lugar de estudio y medita-ción de los mandarines que aprendían las ideas de Confucio.

En el barrio más exclusivo de Hanoi, en donde se encuentra gran parte de las embajadas, respiré un aire de la colonia fran-cesa: Grandes bulevares con palmeras y casonas color ocre con balcones de madera. Ahí se ubican algunos de los hoteles más famosos de la capital, como el Hotel Metropole. Este barrio es un remanso del caos que reina en el barrio antiguo, en donde me perdí en un enorme mercado de comida. Era el mediodía. Después del impacto de ver una pila de perros rostizados con su cola enroscada, una imagen que nunca olvidaré, observé algu-nos otras curiosidades entre los puestos: licores con víboras que funcionan como afrodisiacos según los locales y los durianes, enormes frutas con picos y olor penetrante. Minutos más tarde el olfato me guió a unos puestos de comida de donde emanaba un exquisito vapor: pequeñas ollas de peltre con caldos en plena ebullición (Pho, caldo de res con pasta de arroz y hierbas frescas), Nems fritos o fríos (versión vietnamita de los rollos primavera elaborados con hoja de arroz, carne o mariscos, fideos de arroz y cilantro), los banh bao (bollos de pasta rellenos de carne de puer-co y huevo) y la clásica ensalada de papaya verde.

Al salir del mercado me percaté de un problema que enfrentan los peatones extranjeros: ¿Cómo cruzar el río de motos y bici-cletas frente a mí? Más tarde aprendí que no se puede esperar a que el flujo se detenga, sino que hay que caminar lentamente y

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EL VIAJERO ILUSTRADO

esperar a que los demás vehículos te esquiven. Grupos de estu-diantes salían de clases con su uniforme azul marino y moño rojo al cuello, así como muchachas con el tradicional vestido blanco Au sai en sus bicicletas. En las banquetas se instalan mesas y sillas diminutas en donde se sirve comida. Por las tardes, esas banquetas se vuelven salones de té, pasatiempo reservado a los hombres. En la noche fui a un teatro de marionetas acuáticas en el que se cuentan historias y leyendas locales, con música tradicional vietnamita que combina influencias provenientes de la China y la India. Es impresionante cómo los artistas manejan estas mario-netas tradicionales de madera, sostenidas por unos largos palos, invisibles para el espectador.

Al norte, casi en la frontera con China, se encuentra la emble-mática bahía de Ha Long, confluencia de casi dos mil islas con

la principal ciudad comercial de Vietnam, se encuentran grandes tiendas, hoteles y restaurantes para satisfacer los gustos del visitante más exigente.

Vietnam es un país maravilloso, aún no abrumado por el turismo. Su gente es cá-lida y sonriente, su naturaleza exuberante, sus templos y costumbres interesantes, su comida exquisita. Es también importante resaltar su profundo orgullo nacionalista, resultado de interminables sacrificios.

Quedé con ganas de volver después de esta deliciosa probada. Vietnam, definiti-vamente seductor.

En las banquetas se instalan mesas y sillas diminutas en donde se

sirve comida. Por las tardes, esas banquetas se vuelven salones de té,

pasatiempo reservado a los hombres.

diversas formaciones de roca. Según una leyenda, los pináculos son el lomo de un dragón que se hundió en el mar. Visité las grutas en algunas de estas islas pero lo más espectacular fue sin duda el paseo en barco en donde aún se pueden admirar los antiguos veleros chinos, juncos, como los de la película Indochina. En medio de este archipiélago el barco apagó el mo-tor y disfruté de una deliciosa comida de mariscos y pescado fresco al vapor con salsa agridulce.

Al sur, casi al centro del país, se loca-liza Hue, antigua ciudad imperial de la

dinastía Nguyen. La visita de la ciudadela me llevó de patio en patio, a la manera de las muñecas rusas, hasta la ciudad prohi-bida. También visité los mausoleos de los emperadores Minh Mang y Tuc Duc. La mayoría de los templos no han sido res-taurados recientemente, lo cual le da un atractivo muy especial, y se encuentran rodeados por bosques, lagos o ríos.

Recorrí el pintoresco pueblo de Hoi An con sus estrechas calles de piedra y

casas de influencia china, con balcones de madera y patios in-teriores con altares para honrar a sus muertos, que las familias muestran a cambio de una módica entrada. Hoi An es el paraíso de las compras, sobre todo de la seda, incluyendo las típicas lam-paritas de seda que se exportan a todo el mundo.

Danang, conocido por su famosa playa (China beach) merece un desvío, sobre todo la visita del museo nacional de antropología con piezas monumentales de la cultura Champa, antigua civilización del territorio en el que ahora se asientan Vietnam y Cambodia.

Ho Chi Minh (que algunos occidentales siguen llamando Saigón) me regresó a la modernidad. La visita al palacio de la reunifi-cación bien merece la pena por razones históricas y arquitec-tónicas, al igual que el barrio antiguo con casas estilo colonial, el museo nacional de arte y algunos edificios de gobierno. En

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Gonzalo CelorioNarrador, ensayista e investigador. Secretario

de la Academia Mexicana de la Lengua. Ha sido Académico Distinguido del

Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana. Su más reciente libro es Cánones subversivos (Tusquets, 2009)

›El tequila:Una bebida que se fuma

SABERES/saboresFo

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El tequila debe su nombre a una población de origen prehispáni-co, ubicada a poco más de 1200 metros sobre el nivel del mar y a poco menos de 60 kilómetros

al noroeste de Guadalajara, capital del Esta-do de Jalisco. Es cabecera de un municipio que lleva el mismo nombre y en el que se asientan más de 170 poblados peque-ños. En esta región crece, desde tiempos precolombinos, un maguey mezcalero de color menos verde que azul, que ha sido bautizado científicamente con el nombre de agave azul tequilana Weber del cual pro-cede el tequila.

Esta planta se da en suelos arcillosos y en un clima semiseco, pues el exceso de agua le es dañino y acaba por pudrirla. De ahí que se siembre en las laderas de los cerros por donde el agua res-bala sin que pueda estancarse y de que la orografía de la región parezca peinada de magueyes.

La planta tarda en madurar alrededor de diez años y no es sino hasta entonces cuando se practica “la jima”, que es la acción de deshojarla, sacrificándola, para obtener “la piña” o corazón de la planta del cual nacen las hojas y cuyo peso aproximado es de 30 kilos. Las piñas son tatemadas en horno y de ellas se extrae un mosto que es depositado en tinajas para su fermentación. Una vez fermentado pasa a los alambiques, donde se destila. Así se produce el tequila blanco, que es el de más alta graduación alcohólica. Pero hay otras variantes, que alargan el proceso: el tequila “joven abocado”, que es más suave; el “reposado”, que permanece un par de meses en grandes pipones, y el “añejo”, que se conserva en barricas de encino entre uno y tres años. Los buenos tequilas ostentan en su etiqueta la leyenda “100% agave” para diferenciarse de aquellos que utilizan en su produc-ción otros azúcares hasta en un 49%, que es lo permitido por

la ley. Recientemente, el tequila cuenta ya con denominación de origen, circunscrita a diversos municipios de cinco estados de la República, a saber: Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Nayarit y Tamaulipas.

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Como el tabaco, el tequila se disfruta más de regreso que de ida. No se paladea debajo de la lengua, no se entretiene en la boca, sino que se ingiere de un solo gol-pe, hasta adentro, y es después, al exhalarse, cuando su espíritu se manifiesta. El tequila es una bebida que se fuma.

Suele acompañarse de tres diminutivos y sus correspondientes posesivos: su sangrita,

su limoncito y su salecita. No voy a hablar de la sangrita, que es secundaria y, cuando tiene marca, puede ser tan calamitosa como las viudas que le prestan el nombre de sus difuntos maridos. Se dice que el limón y la sal, según consta en un poema de Efraín Huerta, han de colocarse en la hondonada que se forma, por la parte del dorso de la mano, entre el índice y el pulgar. Semejante ritual, bastante pegosteoso por cierto, hoy día sólo lo practican quienes no toman tequila habitualmente pero giran instruccio-nes a los extranjeros que, para sentirse mexicanos en una noche de Garibaldi, optan por cambiar el margarita por un tequila de veras. Hay quienes dicen que el limón debe chuparse antes del trago, para preparar la garganta. Pienso lo contrario. El limón, ya espolvoreado de sal, viene a matizar esa exhalación, ese eructo suave y silencioso, apenas susurrado, que sucede a la ingestión decidida. Para mí, la mejor compañera del tequila, empero, es la cerveza. No hablo de mezclas, Dios me libre, sino de alternancias. La cerveza, con sus levaduras, su efervescencia, sus blanquísimas espumas, teje una red sutil en la que cae el tequila, que siempre da saltos mortales. Además, la cerveza quita la sed. Y la sed es cosa seria. Ay de aquel que sacie con tequila su sed. Recientemente se

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El tequila es un aperitivo y como tal se toma a mediodía, antes de comer, a menos de que la tarde, como dicen, esté tequilera. Es una bebida que debe contarse con rigor notarial. Nunca hay que tomarse

más de tres tequilas.

ha instaurado la práctica lamentable de combinar el tequila con refresco de toronja o de cola. Las mezclas de tequila me parecen abominables pero no se puede desconocer el prestigio del coctel llamado margarita, elaborado con tequila, jugo de limón y unas gotas de cointreau sobre hielo frappé y servido en una copa cham-pañera escarchada de sal.

El tequila es un aperitivo y como tal se toma a mediodía, antes de comer, a menos de que la tarde, como dicen, esté tequilera. Es una bebida que debe contarse con rigor notarial. Nunca hay que tomarse más de tres tequilas (se entiende que dobles, en caballito grande) porque sus efectos son muy rápidos e intensos. El pri-mero serena y tranquiliza; el segundo exalta; el tercero conduce

natural y de perderme en los serpentines de sus alambiques has-ta que el tequila se rompe —qué verbo maravilloso— a los 46 grados.

Las propiedades del tequila son muchas y magníficas. El his-toriador José María Muriá, que ha dedicado buena parte de sus trabajos de investigación precisamente al tequila, cita en un pe-queño y muy recomendable libro de divulgación a don Lázaro Pérez, quien destaca en su Estudio sobre el maguey llamado mezcal en el estado de Jalisco, publicado en 1887, las “virtudes de esta be-bida que la experiencia tiene confirmadas”:

“Despertar el natural apetito de los alimentos, en las personas que por alguna causa lo han perdido; favorecer las digestiones

a la frontera de la nostalgia. El cuarto rebasa esa frontera y puede provocar la depresión o recuperar los atributos del segundo, el de la exaltación, y provocar la disputa peleona.

La cruda del tequila es espantosa, como todas las crudas, pero ésta en particular genera una aversión a la bebida misma. Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo, dice el refrán. Ni manera: si se rebasó la dosis, no hay más que volver al tequila, con la alca-huetería maravillosa de una cerveza: un clavo saca a otro clavo.

Últimamente, sobre todo en Guadalajara, suele servirse el te-quila en copa coñaquera. Tal actitud seguramente responde al deseo de proporcionarle el prestigio del coñac. No está mal por-que el tequila lo merece, pero a mí me gusta servido en caballito. Para que galope.

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De un tiempo a esta parte, han proliferado las marcas de tequila y sus coleccionistas. Algunas marcas son muy afortunadas y acaso tengan más valor literario que etílico, como el Suave patria, que ostenta en su etiqueta tricolor, realzada en oros heráldicos, un águila porfiriana. Lástima de la omisión del artículo, aunque, aun sin él, puede beberse con “una épica sordina”. El Caballito cerrero, que, por ser del cerro, no usa Herradura —fábrica de la que pro-cedió y de la cual acabó por independizarse. El Centinela imperial —que cuida el sueño del emperador. Pero yo sólo bebo Herra-dura blanco de 46°. Conozco el proceso de su elaboración, desde la siembra del hijuelo hasta el alambique. He tenido el privilegio, gracias a la generosidad de mis amigos Marieta y Javier Portilla, de jimar el agave en el rancho de San José del Refugio en Amatitán, de presenciar la horneada de las piñas, de ver su desgarramiento, de oler el mosto, que huele a cruda, y advertir su fermentación

difíciles; tonificar las funciones gástricas; tener una acción real en aquellas enfermedades en que la atonía hace el principal pa-pel y en las dispepsias que, a menudo son rebeldes a todos los agentes conocidos de la Terapéutica; [...] vigorizar las funciones de la economía debilitadas por la edad; calmar la sed ocasionada por la insolación, propiedad que aprovechan con el mejor éxi-to muchos caminantes, evitándose así, las enfermedades, a veces de terminación fatal, que sobrevienen cuando para satisfacer aquella imperiosa necesidad, usan del agua natural; atenuar no-tablemente los efectos que sobre la economía produce en ciertas ocasiones, una extraordinaria baja de temperatura del ambiente; calmar la ingrata sensación del hambre, por espacio de muchas horas, por ser un alimento de los llamados respiratorios; levantar las fuerzas agotadas por un trabajo excesivo; avivar la inteligen-cia, ahuyentar el fastidio y procurar ilusiones agradables.”

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El tequila ha sido más filmado que escrito. O por lo menos es más conocido por la época de oro del cine nacional que por sus alusiones literarias. Todo mundo tiene presentes las imágenes de Pedro Infante, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, apurando el caballito hasta el final o si no, bebiéndolo a pico de botella para animar la confidencia, para amarrar el llanto ocasionado por la mujer perdida, para envalentonar el duelo.

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—¿Qué quieres tomar? —le pregunté a un amigo que llegó a casa un sábado al mediodía.

Me respondió con un plural espléndido y peligroso, que anun-ciaba lluvias y tormentas:

—Tequilas —me dijo.

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LA VOZ DEL LIBRO/el eco de la lectura

Qué leer y por Qué

Arturo Ahmed Romero recomienda La hipótesis de la felicidad, de Jonathan Hai-dt e ¿Y después de la crisis qué...?, de Jacques Attali [Gedisa, Barcelona, 2006 y 2009]el libro que yo recomendaría es La hipóte-sis de la felicidad (Gedisa, Barcelona, 2006), de Jonathan Haidt. Mi incursión en la psicología positiva se basa en la necesi-dad de tener herramientas necesarias para compartir con mis alumnos experiencias viejas sobre la felicidad. en este libro Hai-dt demuestra que la felicidad existe en la mente de los individuos, y para referen-ciarla acude a pensadores como platón, Buda, Aristóteles, y otros. Asimismo, bus-ca en diferentes científicos como Freud las bases necesarias sobre la felicidad. esta hipótesis sobre la felicidad encuentra una manera diferente sobre la vida y lo senci-llo que es encontrarla. otro libro que leí casi a fin de año es ¿Y después de la crisis, qué...? Propuesta para una nueva democra-cia mundial (Gedisa, Barcelona, 2009), de

Jacques Attali Jacques. Ante los agoreros de la crisis mundial, este libro presenta un claro panorama de la economía y hacia dónde va. Nos da un escenario real de la economía y nos invita a la reflexión. Nos da lecciones sobre las diferentes crisis pa-sadas y nos pone en las manos la solución aparente como respuesta a una visión di-ferente de la vida y la democracia. el libro no es un decálogo de soluciones; es tam-bién un estudio sobre las amenazas que se avecinan en nuestra actualidad.ARTURO AHMED ROMERO. Director General del Instituto de Desarrollo profesional para libreros, Sociedad Civil.

Armando González Torres reco-mienda ¿Qué son las revoluciones? y otros ensayos, de Guy Davenport [Magenta, México, 2009]recomendaría especialmente ¿Qué son la revoluciones? y otros ensayos sobre arte y lite-ratura (Magenta, México, 2009), de Guy Davenport (1927-2005), un escritor y pintor norteamericano de reputación un

tanto secreta. este libro contiene una se-lección de ensayos de muy diversos temas y épocas, que van desde el tópico histo-riográfico de la revolución hasta perfiles de autores de lengua inglesa como rus-kin o pound. en general, en sus ensayos de arte y literatura, Davenport defiende una idea fuerte de tradición y piensa que la innovación más genuina parte de una conciencia del pasado. Sin embargo, lo más importante no son sus tesis, sino la rigurosa y elocuente exaltación con que transmite estas ideas, susceptibles de des-pertar en el lector una sensación de fer-vor y descubrimiento estético.ARMANDO GONZÁLEZ TORRES. poeta, ensayis-ta y crítico literario. premio Nacional de ensayo “José revueltas” 2008. Autor de los libros ¡Que se mueran los intelectuales! (Joaquín Mortiz, 2005) y Del crepúsculo de los clérigos (Terracota, 2008).

Angélica de Icaza recomienda la tri-logía Millennium, de Stieg larsson [Desti-no, Barcelona, 2009]Soy una lectora tardía. Descubrí la litera-tura al mismo tiempo que el amor: en la adolescencia. No tengo prejuicios en lo que se refiere a temas o autores, y si es-tos últimos están “de moda”, no por ello siento un rechazo instantáneo. por eso me di el lujo de leer la trilogía Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina, y La reina en el palacio de las corrientes de aire, del escritor sueco Stieg larsson, y puedo decir que mi vocación de lectora voraz y agradecida se vio su-mamente satisfecha. el personaje central, lizbeth Salander, me cautivó casi tanto

esta sección de IBERO acude a los lectores expertos, a los apasionados en la lectura, y son ellos los que recomiendan los siguientes libros que podrían entregar a otros lectores experiencias imborrables y transformadoras. Agradecemos a Arturo Ahmed romero, Armando González Torres, Angélica de Icaza y Félix Suárez la disposición a responder nuestra encuesta y compartir así su interés con nuestros lectores.Arturo Ahmed Romero /

Armando González Torres / Angélica de Icaza / Félix Suárez

52 IBero

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como la Maga de Cortázar. ¡Qué horror!, dirán algunos lectores que le tienen fobia a los best sellers (despreciando así el gusto de cientos o miles de lectores que se inclinan por algún título de gran venta). yo me pregunto: ¿Qué hace a un lector? ¿la canti-dad o la complejidad de los libros leídos? No, me respondo, lo que hace a un lector es la voracidad con la que aborda los libros y, en ocasiones, el agradecimiento con los que los deja.ANGÉLICA DE ICAZA. poeta, editora y promotora de la lectura. Co-ordina el área de Formación de Mediadores de la Asociación Civil A leer/IBBy México.

Félix Suárez recomienda Poema de Gilgamesh [Tecnos, Madrid, 2005, 4ª edición, Colección Clásicos del pensamiento]Curiosamente, no es un libro de las listas de los más vendidos ni de los que uno lee por obligación en la universidad. es un libro antiguo, el más antiguo de la tradición literaria occidental. Se trata del Poema de Gilgamesh. y uno se pregunta por qué a esta edad viruelas si es un libro que uno debería haber leído cuando mucho allá en la preparatoria. pues no: lo he venido a leer por completo a esta edad, hace apenas unos meses. y he descubierto en él uno de los poemas más gloriosos con los que he tenido la fortuna (y la gracia) de toparme. Hay en este largo poema una suerte de treno que entona Gilgamesh por la muerte de enkidu. Tal vez mi experiencia como lector monolingüe no es vasta ni tampoco especializa-da, pero podría decir, sin temor a equivocarme, que se trata de uno de los más hermosos responsos funerarios que nos ha dejado la tradición literaria y religiosa de occidente.FÉLIX SUÁREZ. poeta, ensayista y edi-tor. premio Internacional de poe-sía Jaime Sabines. Su más reciente libro es También la noche es clari-dad: Antología poética 1984-2009 (praxis, 2009). Cursa el Doctora-do en letras Modernas en la uni-versidad Iberoamericana Ciudad de México.

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MÚsica para caMaleones

Música para camaleones está dedicada a la recomendación de obras musicales, para lo cual se ha invitado a melómanos, investigadores, expertos, editores, musicólogos y denodados amantes de la música. En esta ocasión agradecemos a Jaime López, Betsy Pecanins y Valentín Rincón, el que con tanta gentileza y generosidad hayan accedido a compartir con los lectores de IBERO su experiencia y su pasión.

QuéEscuchaRy POR Qué

JAIME LÓPEZ. compositor, guitarrista y cantan-te. autor, entre muchos otros temas, de “chilanga banda”, cuenta con una veintena de discos y recien-temente presentó con Óscar chávez el espectáculo Dos tipos descuidados.

Beatriz palaciosAsistente de edición de Ibero

Betsy Pecanins recomienda: Huapangueando, de Ernesto anaya [2009]; Lo esencial de Cecilia Toussaint, de cecilia Toussaint [2009], y Sones, de Betsy Pecanins [2009]

Huapangueando de Ernesto anaya es un disco excelente, de un músico muy fino y muy ge-neroso con su trabajo, que brinda un amplio panorama de la música tradicional mexica-na. En Lo esencial, cecilia Toussaint recopila en cuatro discos buena parte de su música; es un disco realmente muy recomendable por la importancia y la trayectoria de esta cantante. y aunque no debería recomendar un disco mío, me gustaría mucho que pudieran escuchar So-nes; es un trabajo hecho con muchísimo amor en el que el son tiene un tratamiento muy a mi manera, y aunque no es propiamente de blues, hay un par de canciones bluseadas con fusiones interesantes.

BETSY PECANINS. cantante original, propositiva e innovadora, es una presencia fundamental en el ám-bito musical mexicano. Destaca su trabajo de fusión de la canción ranchera, mexicana y el bolero con el blues y el jazz, de lo que da cuenta en más de 15 discos grabados.

Valentín Rincón recomienda: Los que son y no son, de Ñico saquito [1999]; Encuentros y despedidas, de carmina cannavino y Lucho González [1999]; Cosas de niños, de ana Belén, Mocedades, Miguel Bosé y Victor Manuel [1980] y Ensamble Rincón, canciones para niños con sólo voces, de Los hermanos Rincón [2008]

Ñico saquito fue un cantautor representativo de la vieja trova cubana y logró, con sus com-posiciones y con sus notables interpretaciones festivas, una fama bien lograda, y este disco es prueba de ello. La cantante carmina canna-vino tiene una bella y cálida voz que refleja el sentimiento sincero de sus interpretaciones, y el guitarrista que la acompaña en este disco lo hace de manera impecable. Cosas de niños es un disco muy original con canciones de com-positores mexicanos ampliamente reconoci-dos, cantadas por artistas españoles con una consolidada trayectoria. En Ensamble Rincón... están incluidas canciones clásicas y nuevas de los hermanos Rincón interpretadas a capella. En eso consiste la originalidad de este disco cuyo contenido es conveniente que sea co-nocido por los niños, quienes apreciarán una nueva manera de interpretar canciones.

VALENTÍN RINCÓN. compositor, músico y cantan-te. Fundador del grupo Los hermanos Rincón con casi cuatro décadas de existencia, y conductor del programa Trovando para los niños, de Radio univer-sidad.

Jaime López recomienda: Highway 61, de Bob Dylan [1965]; Transformer, de Lou Reed [1972], y Live in London, de Leonard cohen [2009]

highway 61 de Bob Dylan es un disco muy importante por la experimentación, muy al natural, que este músico logró en él. De manera personal, hay muchos sonidos en este disco que me mueven y forman parte de mi infancia, de hecho recuerdo una canción que comienza diciendo: “cuando estés perdido bajo la lluvia en Juárez”. Transformer, donde viene incluida la célebre canción “Walk on the wild side”, es un disco extraordinario por los sonidos que Lou Reed logra en sus com-posiciones y por la tremenda voz expresiva de este cantante. con Transformer me pare-ce que Reed logra su mejor momento, por la forma en la que narra las historias, cómo están ambientadas sonoramente y sobre todo la colaboración de David Bowie como pro-ductor. En algún momento todos pasamos por el conflicto de creer que el rock ha muerto, pero el Transformer de Lou Reed me demostró desde entonces que nada se crea ni se destru-ye, sólo se transforma. Live in London es un álbum muy recomendable; en realidad todos los discos del músico canadiense Leonard co-hen (exceptuando Death of a Ladies’ Man, que en lo personal no me gusta mucho), son unas verdaderas joyas que vale la pena escuchar.

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lular a través de Bluetooth al BlackBerry Presenter, y éste a su vez, por medio de conexiones VGA o S-video, a proyectores o pantallas. Soporta videos en formatos NTSC y PAL y permite resoluciones VGA, SVGA y XGA de hasta 1024 x 768 pixeles.

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