Upload
revista-letras-raras
View
221
Download
0
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Revista Letras Raras. Literatura, música, entretenimiento y todo lo demás. Una publicación conjunta de Editorial Sad Face y Her Majesty's Entertainment. Año 3, número 3.
Citation preview
L E T R A S
RARAS
r e v i s t a ®
Dirección editorial, redacción, mercadotecnia, ventas, diseño y todo eso: Editorial Sad Face L. Letras Raras es una marca registrada. 2013. Año 3, número 3. Fecha de circulación: noviembre de 2013. Revista editada y publicada por Editorial Sad Face y Her Majesty’s Entertainment. Domicilio conocido, código postal 90210. Revista producida en México. Prohibida su reproducción. Portada: Anónimo. Todos los contenidos originales aquí verPdos son propiedad de sus respecPvos autores y están protegidos por INDAUTOR todo poderoso… ¡Así que no te fusiles nada o te arrojaremos a los Pburones mutantes con lásers!
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas por las leyes, esta publicación no puede ser reproducida total ni parcialmente, ni registrada o transmiPda por un sistema de recuperación de información o cualquier otro medio, sea éste electrónico, mecánico, fotoquímico, magnéPco, electrópPco, por fotocopia, o cualquier otro, sin permiso por escrito previo de la editorial y los Ptulares de los derechos.
CONTACTO
Facebook.com/LetrasRaras
@LetrasRaras
ÍNDICE
Editorial . . . . . . . . . . . 4 Amor de cuarto oscuro . . . . . . . . 6 Las verdaderas brujas . . . . . . . . 9 El día que Esnup Perro mató al puto de Pitvul . . . 16 Los ratones come letras . . . . . . . 21 Perro negro . . . . . . . . . . 22 Mariana, la madre de Yurian . . . . . . 27 Muere, Alfredo, muere . . . . . . . . 32 Sopa de letras . . . . . . . . . 34 Autores . . . . . . . . . . . 35
Editorial
¡Habemus Letras Raras noviembre! ¿Qué tiene de increíble esta declaración?
Bueno, que en 2012 no lo hubo, y la existencia del
—el pinche editor—
4
noviembre 2013
presente ejemplar viene a romper la “maldición”… ¿Qué ñoños, verdad?
Pues sean bienvenidos a la más reciente edición de Letras Raras, en la cuál les presentamos una selección de los mejores textos que ustedes, amablemente, nos han hecho llegar y que son el combustible de esta cada vez más leída publicación. En serio, no nos caben en la boca los agradecimientos para todos los que han creído en este proyecto durante sus ya más de tres años. ¡Ustedes rockean la Casbah!
Ya mero se nos va 2013 y no podemos sino mirar hacia 2014 con entusiasmo, contentos porque, aunque despacito, nos acercamos al cuarto año de este proyecto y le estaremos echando muchas ganas para hacer cada vez mejores ejemplares. O mínimo no dejar de hacerlos.
Mientras tanto, aquí seguimos, no nos vamos, y ¡a darle átomos!
Amor de cuarto oscuro
Gilberto Blanco
Hoy te soñé. Recuerdo que el sonido de algo cayendo en otra habitación me hizo despertar y, en ese intervalo en que estás despertando mas no puedes abrir los ojos porque parte de P sigue en el mundo de Morfeo, te contemplé: primero tus ojos, cafés no sólo en el color sino en la forma. Sí, esos ojos tuyos que me recuerdan las semillas del café; esos ojos tuyos que me roban el sueño igual que la taza de café matuPna. Después vi tu sonrisa, tus labios curvados que me marean al recorrerlos. Me despierto del todo, miro a mi alrededor y maldigo al no encontrarte en mi habitación, maldigo ese objeto que cayó y me despertó borrándote de mi
vista soñadora. Sin embargo, no desapareces de mi mente; cierro los ojos intentando dibujarte nuevamente… por fin lo consigo.
Hoy te soñé. Después de revolverme en mi cama durante un buen rato, vuelves a aparecer, vuelvo a ver tus ojos, tu sonrisa. También logro ver tu cabello cayendo en rubias cascadas sobre tu espalda, logro ver tu cuerpo tan blanco, tan sensual. Desde tus pequeños pechos —esas pequeñas montañas curvilíneas— hasta tus piernas entre-‐cruzadas.
EsPro los brazos, los cierro cuando creo que podré tomarte y te esfumas
entre mis dedos. No hay nada más; eras tú brillando en la oscuridad y sólo quedó la oscuridad. Ni siquiera logro ver mis propios brazos. Me despierto.
He decidido levantarme y salir a fumar. Desde el balcón de mi casa se alcanza a ver la plaza, en ella logro apreciar a una pareja susurrándose al oído. Los maldigo. Enciendo el cigarrillo y vuelves a aparecer: cada voluta de humo me recuerda las curvas de tus pechos, de tu cintura. Consumo el cigarrillo y me doy cuenta de que soy como ese piPllo: me estás consumiendo.
Cierro las corPnas y el cuarto se oscurece, recordándome la negrura de mi sueño; casi puedo verte desa-‐pareciendo entre mis dedos nue-‐vamente. Enciendo el estéreo y suena “Amor de cuarto oscuro”. Sonrío ante la ironía. Me ducho y salgo a buscarte.
Recorro la plaza en donde la pareja se susurraba y noto que ya no están. En cambio, tu figura tentadora aparece a lo lejos, haciéndome levantar de la banca y caminar lentamente hacia P. Vamos tan lento que puedo disfrutar viéndote caminar con los árboles a tu alrededor. Por fin estamos cerca, por fin veo tus ojos sabor café y los devoro con mi mirada, por fin siento la humedad de tu cascada de cabellos y, sin más, me fusiono conPgo en un abrazo, me empapo en esa cascada. Abrazados, por fin siento tus cál idas montañas reposando sobre mi agitado pecho. Tu mano se entrelaza con la mía y en ese momento una gran nube cubre el sol, llenando todo de oscuridad. Cierro los
ojos y te aprieto fuerte. He vuelto al inicio: tengo miedo de perderte y perderme en la oscuridad; tengo miedo de nuevamente estar soñando… Comienzas a converPrte en humo, en ese humo de cigarrillo que fumé, y estás a punto de desaparecer cuando, de pronto, una música comienza a escucharse a lo lejos:
No esperes despierto, no esperes más calor, amor de cuarto oscuro como te prome5ó.
Abro los ojos y noto con sorpresa q u e n o e r e s t ú l a q u e e s t á desapareciendo; esta vez soy yo el que se esfuma, y sonrío al contemplarte, pues ahora sé que yo también formo parte de tus sueños. Logras verme una úlPma vez antes de despertar y yo logro escuchar una úlPma estrofa antes de desaparecer. Vuelvo a sonreír con la certeza de que habrá más sueños para perderme en tu aroma a café, y quizás algún día ambos despertemos y estemos juntos. Con esa sonrisa me voy cantando:
La espera degenera, ya sabes que volvió
a donde la encontraste, como te prome5ó.
FIN
La Antología Letras Raras de narrativa y
poesía reúne todos los cuentos y poemas
originales que se publicaron en la revista
durante su primer año de circulación (junio
2011-2012).
Adquiérela a un precio muy accesible en
nuestra cuenta de Twitter.
¡HEY!
Twitter.com/LetrasRaras
(y apresúrate porque se agota)
B RU JA S LAS VERDADERAS
Asceneth
Las brujas existen todavía.
Me gustaría decirlo en voz alta cuando la luz del sol impone mentiras a la conciencia y ellas aprovechan para mimetizarse con las mujeres que andan por las avenidas o los supermercados. Se trasmutan generación tras generación bajo distintas pieles, se hacen escuchar con distintas voces y cambian la realidad de diferente manera. Quizá ya andando el nuevo milenio se atrevan a mostrarse y, de pronto, amanezcas con una en la cama. Duda de todas las miradas fe-meninas porque nunca las descubrirás a simple vista: su disfraz es la pintura de labios, los zapatos de tacón alto, el tinte
del cabello y sus perfumes caros; aparentan leer Vogue y Cosmopólitan, algunas dirigen empresas y no sueltan el celular; sólo usan tarjeta de crédito para pagar sus cuentas y se mantienen actualizadas con sus redes sociales; otras andan de aquí para allá cargando un portafolios en el que llevan la oficina y el salón de belleza a todas partes.
“No la instada a ser mala, no la obligada a ser bella, no la temida y odiada pros4tuta... No la maldita bruja Que los inquisidores quemaron”.
Alaide Foppa
Yo soy una de ellas.
Me descubrí una madrugada en que la lluvia armaba tremendo escándalo y la realidad-realidad caía a chorros sobre los vidrios de la ventana... A oscuras. Otra vez la madrugada jugando allá afuera con el sonido musical de una tormenta ya por terminar en pleno verano.
Estaba deseando jugar entre las notas mojadas completamente desnuda, como si estuviera tomando la ducha por la mañana, sanar mi jaqueca con su frío, romper mi soledad chapaleando en los charcos del patio, salir a pelear con la vecina metiche que vigila con su luz mis movimientos; llorar y que nadie me escuchara entre los truenos, sus sueños, sus intrigas y el trepidar del agua contra la losa.
Estaba deseando tener otra vida que no fuera la mía, botar el trabajo, los compromisos sociales, las exigencias familiares y los cuestionamientos de los amigos.
La habitación se iba impregnando con el humo del enésimo cigarro, mi estómago ardía porque no había desayunado, comido, ni cenado, y porque ya iba por el tercer tequila.
Lloré toda esa tarde, arañé la esperanza de mi cuerpo, maldije los viajes de trabajo, los cursos empresariales, las habitaciones impersonales y las reuniones sociales.
Rompí el cable del teléfono… No había nadie a quién llamar.
Grité, grité y grité...
Mi vista se detuvo de pronto frente al espejo.
Encontré la mirada Maybeline de una mujer desconocida que lleva el cabello corto y teñido Lóréal castaño oscuro, se maquilla el rostro con Lancome y, aunque su sonrisa es amarga, luce Covergirl. Viste blusa sastre, ya arrugada por el trajín del día, muy Palacio, y a mi olfato llegó claramente su perfume Estee Lauder.
Hubiera podido creer que tiene veintiséis años si no fuera por un tic-tac, tic-tac, tic-tac acelerado en cada iris de los ojos. Una mujer resignada a ir de reunión en reunión, esforzándose por ser reconocida como profesionista, capaz, con base en los cursos de actualización, los e-mails y el lenguaje diplomático de todo buen ejecutivo.
La observé con ira; quise golpearla porque odiaba tanto buen gusto, tanto estilo, tanta perfección, tanta... rigidez.
Tardé en reconocerme en esa imagen que estaba señalándome un punto tras la ventana.
La ventana desapareció.
La pared desapareció.
La ciudad desapareció.
La ansiedad desapareció.
Caminé de noche por entre los árboles de un bosque húmedo hasta sentir los pies enredados en el fango y las hojas caídas, hasta sentir en la boca el gusto de mi cabello em-papado en vez del su sabor del humo citadino, hasta moverme en completa libertad como si tocaran mil bongós alrededor y llevara dentro un ritmo extraño, milenario, reprimido; hasta ofrecer una danza a la Luna para que brillara; hasta que su brillo palpitara dentro del río rojo de mi vientre.
Caminé y encontré que venían muchas más como yo.
Rostros y cuerpos compartidos en la multitud.
11
Las identifiqué enseguida; supe que las conocía de siempre y ellas me identificaron enseguida también, con la certeza de que regresaba de un largo viaje, cansada.
Brujas.
Allí estaban, reconociéndome para siempre, alrededor de un gran caldero, cada una depositando algo de sí para inventar el mejor conjuro de la eternidad.
I Vi a Ix´Chel llorar por su amor perdido y luego recuperar la paz tras ponerse el día.
II Vi a la Gran Coyolxauhqui, ya sin juicios y sin censuras, retomar su venganza luego de ser muerta y arrojada por Huitzilopochtli desde lo alto del cerro de Coatepec.
III Vi a Malinalli Tenepal tirando su reclamo por una traición que jamás cometió. De entre sus manos alcancé a ver cómo caían un par de ojos azules.
IV Vi a Gertrudis, torturada y desnuda, abajo del fresno donde la fusilaron, con la frente altiva y la piel temblorosa, guardar silencio.
V Vi a Leona parir en una cueva, perseguida por los mismos que al morir le llamaron “madre de la patria” y le dieron un altivo funeral de estado.
VI Vi a Carmen enterrar los cuerpos de sus dos hermanos el mismo día.
VII Vi a Antonieta deshojar sus cuadernos de proyectos con una calibre 22 en la bolsa, envuelta en un abrigo elegante y negro.
12
VII Vi a la mujer de ojos de fuego regalar su cuerpo desnudo y su pensamiento, pasear su piel ajada por las calles de una ciudad indiferente.
Y vi a muchas más. Aunque no estaban ni mi madre, ni mi abuela, ni mis hermanas o mis tías (ellas descansan la angustia de la vida cotidiana entre sábanas recién lavadas).
Es un ritual que se repite todas las noches de insomnio:
El caldero humea, pongo en él miedos, lágrimas, ilusiones, sangre, desesperanza, angustia, miedos, transpiración, rebeldía... Luego bailamos mientras bebemos de él y nos aliamos con las fuerzas de la naturaleza (las volvemos cómplices y testigos).
Entonces amanece y el conjuro hace su efecto: Desaparecer. Nacer de nuevo. Ser otra, pero yo.
Y ya está. Podemos confundirnos entre la gente sin ningún peligro.
Brujas: que se burlan cuando las pintan volando en una escoba.
Mentira que seamos viejas, feas y malvadas. Mentira que comamos niños y nos convirtamos en grandes bolas de fuego. Mentira que busquemos serpientes y tarántulas
para envenenar princesas. Mentira que tengamos la nariz y las uñas como garfios.
Mentira... Mentira... Mentira...
Las verdaderas brujas no aparecemos las noches del dos de noviembre para perder a los hombres justos, nacemos el dos de noviembre para desafiar a la muerte. La muerte que es también seguir viejas costumbres que nos señalan qué hacer, qué sentir y qué pensar.
Las verdaderas brujas no huimos de la luz del día; soñamos de noche y hacemos que la realidad se trasmute con la magia de nuestras manos trabajando o para reírnos de lo absurdo de la humanidad. Reírnos del Hombre Azul que habla del “viejerío”. Reírnos del Hombre con Botas que compra toallas más caras que las de Ranieiro. Reírnos del pobre al que le asusta el erotismo de “Aura”. O reírnos del Hombre Guapo con su copete engomado que salvará al País.
Las verdaderas brujas andamos todos los días y todas las ho-
ras tratando de alejar la soledad y el desamor; viviendo hoy, en este instante, por lo que nos mueve; pretendiendo ahondar nuestra conciencia y convalecer de estar afuera, en el mundo, aquí, donde todo es pasión y choque y aniquilamiento, ofreciéndole conjuros a los hombres que quieran acompañarnos.
Las verdaderas brujas inventamos que lo somos para alejar las arrugas del rostro, el vientre marchito y el paso cansado.
Las verdaderas brujas somos una sola, siglo tras siglo, rostro tras rostro y nombre tras nombre.
Si encuentras a alguna, ya sabes lo que hacemos por las noches.
F I N
SOBRE LAS BRUJAS... Ix´Chel es la Diosa Luna maya. Cuenta la leyenda que decidió sacrificarse
al saber que Itzamná, el valiente guerrero de quién estaba enamorada, había muerto en un combate. Itzamná se convirPó en el Dios del Sol e Ix´chel en la Diosa Luna, diosa también del amor y la ferPlidad.
Cuatlicue es la Diosa de la Tierra en la mitología náhuatl. Era madre de Coyolxauhqui, la Luna, y de las cuatrocientas estrellas. Luego quedó embarazada de Huitzilopochtli, pero la Luna y sus hermanos no querían que él naciera. Desde el vientre materno, el que sería luego el Dios Sol decidió defenderse y al nacer lo hizo ataviado para la guerra. Mató a su hermana arrojándola desde lo alto del Cerro de Coatepec y murió al desmembrarse, rodando por la pendiente.
Malinalli Tenepal es considerada la mayor traidora de la historia de México por servir de interprete a Hernán Cortés durante la Conquista. Fue una princesa, hija predilecta del cacique de Paynalá. Al morir su padre, Címatl, la madre de Malinalli la vendió como esclava a un grupo de comerciantes, quienes la entregarían al rey de Tabasco y éste a su vez a Cortés.
El 11 de octubre de 1817, Gertrudis Bocanegra fue fusilada en la plaza principal de Pátzcuaro, Michoacán, acusada de traición a la patria por apoyar la Guerra de Independencia. Su esposo y su hijo murieron en batalla.
Leona Vicario es considerada “la mujer fuerte de la independencia”. A su muerte, el gobierno le dio funerales de Estado, únicamente concedidos a altos funcionarios o beneméritos de la Patria. Sin embargo, durante su vida fue perseguida y acosada por ayudar a los insurgentes. Fue esposa de Andrés Quintana Roo y ambos dedicaron su vida a la lucha. Leona tuvo dos hijas; una de ellas nació en una cueva debido a sus constantes persecuciones.
El día que Esnup Perro mató al puto de Pitvul
Francisco Javier Velázquez Muñíz
El humo del porro que sujeta con su mano izquierda se desvanece formando un par de espirales gruesos; uno de ellos se filtra en el interior del automóvil que conduce, el otro se manPene de forma intacta en el aire hasta que se descompone.
Como siente algo parPcular cuando se aleja del volante, Esnup Perro maneja con flou lento en el circuito callejero de carreras de Long Bitch, Kalifornia, para acariciar la cabeza y el pelo rubio de la Grupi que le hace sexo oral.
La Grupi suspira con fuerza. Él termina. Ella se traga el semen manteniendo los ojos cerrados, pero la alerta que recibe el radio de Esnup la sorprende bruscamente. Tiene que abrirlos.
Aunque Esnup se sinPó incómodo al recibir la llamada, cerró la bragueta de su pantalón, que se pegó en los asientos de piel del lujoso converPble. Arrojó la bacha del churro sobre la carpeta asfálPca del circuito.
La tranquilidad y el silencio al interior del carro permiPeron escuchar el sonido que se originó cuando Esnup oprimió el botón del radio para iniciar la conversación.
Mientras la Grupi contemplaba por la ventanilla el paisaje sórdido que ofrecía el lugar, una rasposa voz masculina dijo a Esnup que debía cumplir unas órdenes en ese momento.
Sin hacer preguntas, Esnup abandonó de forma imprevista el circuito de carreras. Se dirigió a la dirección que le dio el bato.
Cuando pasó por una avenida donde había varios clubs de música, se detuvo para que la Grupi bajara. Tras conducir en línea recta algo así como tres minutos, estacionó el auto unos treinta metros antes del lugar que le habían dicho.
Luego de bajarse, echó un vistazo a los perímetros del inmueble. Alrededor había varios grupos de morros. También vehículos y camionetas estacionadas en doble y triple fila, con el estéreo y las luces encendidas.
Numerosos elementos de seguridad rodeaban el lugar. Cuando Esnup se acercó a la entrada del teatro, se dio cuenta de que los guardias pertenecían a una empresa propiedad de quien había dado la orden. Pudo disPnguirlos por la leyenda “Dr. Dri”, discretamente bordada en la camisa negra que traían puesta.
Uno de los escoltas lo idenPficó cuando inspeccionaba el lugar. Lo condujo sin problemas hasta el interior del Musical Teater Güest, donde el puto de Pitvul ofrecía un concierto para presentar su nuevo material discográfico.
La ligera capa de humo sobre el escenario contrastaba con el aparatoso juego de luces azules y rojas que habían instalado. Una pantalla gigante mostraba el rostro del puto de Pitvul en Hache De a más de siete mil personas.
Algunos de los presentes se prcataron de la presencia de Esnup Perro en el escenario, pero como desconocían quién era ese sujeto alto y delgado, de Dickis gris y jersey de los Acereros de Pipsburgh, el concierto conPnuó.
Cuando el puto de Pitvul terminó de dizque cantar su rola número cinco, ésa que sale en Hombres de Negro 3, se quedó parado frente al escenario esperando que las luces volvieran a encender, pero esto no sucedió. El productor se inquietó al no haber
17
iluminación. Comenzó a hacer llamadas al staff. Nadie le contestó.
La música que sonaba a un nivel más bajo se dejó de oír. Entre la confusión se escucharon tres disparos: un Pro a la cabeza y dos al pecho. En menos de un segundo el puto de Pitvul se desplomó.
Las detonaciones confundieron y atemorizaron a los asistentes. Algunos comenzaron a empujarse, otros se levantaron de sus asientos y corrieron hacia los pasillos.
Asustadas y desconcertadas, las bailarinas interrumpieron su coreograra y huyeron, corriendo torpemente sobre el escenario. Los músicos dejaron los instrumentos que simulaban tocar y también abandonaron el lugar.
Aunque el teatro seguía sin luz, los paramédicos arribaron al escenario. Su presencia era en vano: en la duela yacía sin vida el puto de Pitvul con tres Pros de una Mossberg Maverick que Esnup Perro sacó de su pantalón de gabardina al apagarse las luces.
Para escapar, Esnup aprovechó la oscuridad que prevalecía en el auditorio. En medio de gritos, se rePró, custodiado por dos guardias de seguridad que lo acompañaron hasta la salida de emergencia del teatro. Luego caminó hasta el lugar donde tenía estacionado su Lamborghini Diablo VT Roadster.
Durante la fuga, Pró una alerta al Doctor Dri; le informó que el asunto había sido finiquitado. Sin embargo, Esnup cuesPonó el hecho de que haya sido él quien asesinara al cantante.
Esnup Perro conocía al puto de Pitvul. A pesar de que no mantenían una relación de amistad, los dos arPstas comparPeron escenario en varios lugares durante el inicio de sus trayectorias. Dispararle a quemarropa fue algo dircil para Esnup; ambos se guardaban respeto porque comenzaron desde abajo. Fueron escalando posiciones como todos los raperos.
El Doctor Dri le explicó que el asesinato había sido ordenado por los Rollin 20's, una pandilla de Los Ángeles perteneciente a los Crips. El moPvo fue que Esnup Perro abandonó ese críu luego de que su primo, Nat Perro, fue asesinado en una pelea interna entre pandillas de los Crips.
Para olvidarse del golpe emocional que sinPó luego de matar al puto de Pitvul, Esnup se trasladó a Jamaica para converPrse en rasta. Allí le dijeron que Esnup Perro había muerto y reencarnado en Esnup Laion.
Sin embargo, al regresar de la isla, le sorprendió descubrir que la historia de su homicidio número tres había sido uPlizada para grabar el video musical de su úlPmo sencillo como rapero gangsta: “El día que Esnup Perro mató al puto de Pitvul”.
El video resultó todo un éxito para los canales que transmiPeron en vivo el amor, el arte, la sangre, cuerpo y alma de una vícPma para el mundo que había perdido todo eso y ahora está pagando por verlo desde la comodidad de su sillón.
f i n
19
Aven
ida Juárez s/
n, fren
te a la Prepa
1, P
achu
ca, H
idalgo
.
los ratones come letras
Es bien sabido que los ratones, al igual que los moshmos y las chihualas, son engendros muy peligrosos, pero hace años, cuando apenas eran del tamaño de un nabo poco desarrollado, a la gente no le importaban.
Juan José de Xémina
Cierto día, un ratón entró a un periódico y se comió una letra. Sorprendido, descubrió que eso le llenaba la panza más que cualquier cacahuate por grande y dulce que éste fuera, así que se comió otra, y otra, y otra hasta que quedo panzón. Entonces se fue.
Cuando encontraron aquel periódico mutilado,
Aquel ratón fue a su nido y le dijo a los demás roedores que fueran a comer letras. Así, cada nueve días, sin que los imprentistas se dieran cuenta, los ratones atacaban los periódicos que ya estaban listos para repartir. Después, cuando la gente leía el periódico, pasaba por alto la falta de una letra en una palabra o el punto !nal en un artículo. Pronto la terrible plaga empezó a crecer: los ratones ya eran del tamaño de enormes sandías y cada uno era capaz de comerse una página completa.
Era muy tarde para contener una nueva y desconocida plaga. Entonces Mehmet, un columnista, tuvo una idea: escribió "el ratón que coma esto morirá" y cuando un glotón ratón se comió la frase éste murió. Los demás colaboradores siguieron su ejemplo: entre las noticias, las recetas y los chismes del periódico escondieron cautelosamente palabras asesinas. La plaga se contuvo pero no se erradicó. Desde entonces la gente suele divertirse buscando en los periódicos las venenosas palabras y recortándolas para tenderle trampas a los roedores caseros.
los imprentistas pensaron que tal vez la tinta se había secado y las letras se habían desprendido del papel, de modo que lo restauraron sin prestar atención al peligro que se avecinaba.
FIN 21
Armando Loreto
En las calles de San Juan Tlilhuaca, en Azcapotzalco, aún persisten las historias de los grandes brujos que alguna vez vivieron en el pueblo. De noche aún puedes sentir la presencia de los espectros que, hace muchos años, invocaban para realizar sus negros trabajos. Ésta es la historia del perro negro, el espectro más famoso de San Juan y de cómo, por escéptico, me tocó toparme con él cara a cara.
La noche en que le oí pasar rasguñado el pavimento con sus garras, perdí completamente el sueño, pues un enorme terror inundó mi alma. Aún no puedo sacar de mi mente su aullido gélido, casi espectral, y nunca olvidaré aquella víspera en que lo escuché pasar por mi calle, jalando con sus cadenas a las almas que había ido a recoger.
22
Temblaba mientras mi mente se afligía recordando, palabra por palabra, lo que mi abuela decía sobre aquel perro espectral:
—Esta noche, una luna amarilla aparece en el cielo como un aviso para las desafortunadas almas que al dormir no tendrán paz en sus sueños… ¡Ay de quienes sufrirán el tormento traído por aquel espectro salido del infierno! ¡Ay de quienes esta noche escucharán aullar al perro negro!
Eran las dos de la mañana y, recostado en mi cama, rezaba con gran fervor a mi dios para que espantara a aquel espectro, pero esto parecía no funcionar pues, a lo lejos, aún escuchaba arrastrar sus cadenas. No fue sino hasta que llegó a la calleja del panteón que desapareció aquel infernal sonido y los perros volvían a llenar la noche con sus aullidos temerosos.
A la mañana siguiente, ojeroso, decidí acudir con la señora Cecilia, la habitante más vieja del pueblo y, sin duda, descendiente de los antiguos brujos de San Juan. Estando en su casa le conté que había oído pasar al perro negro jalando sus cadenas, lamentándose con un aullido fantasmagórico. Ella, para tranquilizarme (pues parecía un temblereque), me dio una taza de té de tila a la vez que me decía:
—El perro negro… Recuerdo su leyenda: dicen que el brujo más grande de San Juan lo conjuró una noche para poder burlar al diablo, pero el burlado fue él, pues jamás logró controlar aquel espíritu infernal —hizo una pausa mientras cerraba sus ojos, reflexiva—. Sin embargo, los justos no tienen que temerle, pues el Señor San Juan está de su lado.
“Este “perro” está acostumbrado a recorrer las calles del pueblo, buscando almas pequeñas y débiles, almas malignas y seres de oscuridad sueltos por la negligencia de los viejos brujos —prosiguió Doña Cecilia con voz solemne—. Mis abuelos hace muchos años intentaron sellarlo dentro de la gran cruz de la iglesia, pero el perro era más fuerte
que ellos… Lo único que lograron fue confinarlo a una ruta dentro del pueblo para que así no pudiera dañar a nadie; en aquellos años no había casas allí por donde obligaron a pasar al perro, pero la modernidad es la modernidad y ahora hay muchas casas por todo el pueblo.
—¿Y por qué el perro se pierde antes de llegar al panteón? —pregunté
curioso, pues si alguna noche el perro se me atravezaba, y no moría de un infarto, sin duda correría hasta el panteón para salvarme.
—El panteón es tierra bendita. Allí sólo hay paz. El perro negro no puede acercarse —me explicó Doña Cecilia—. Tampoco puede acercarse a la iglesia, pues está protegida por el Señor San Juan y por Dios mismo; por eso mis abuelos querían encerrarlo allí.
Las palabras de la señora Cecilia me tranquilizaron un poco. Me dio un amuleto para conjurar al perro y me echó su bendición.
—Este amuleto —dijo— está hecho de madera de tamariz, un árbol que solía distinguir a los brujos buenos de los malos aquí en el pueblo. Úsalo bajo tu ropa, no te separes de él y el espíritu de mis abuelos te protegerá, sólo tienes que tener mucha fe en Dios, y quédate tranquilo, que el perro no podrá hacerte nada.
Varias noches después volví a escuchar al perro negro cruzar por las calles del pueblo y detenerse frente a mi casa. Yo estaba muerto de miedo, pero sabía lo que tenía que hacer, así que salí al portón para toparme con el espectro.
Caminaba con mucho temor, con el amuleto entre mis manos y con un arma, herencia de mi tio: una botella de agua bendita con cloro. Cuando abrí el portón, allí estaba el enorme perro negro, su pelo opaco y grasiento, repugnante. Estaba esperándome, mirándome con esos ojos rojos que centellaban con el fuego del infierno, listo para arrastrarme con sus cadenas.
Por unos segundos me quedé petrificado de miedo, pero recordé lo que tenía que hacer y comencé a recitar el conjuro de los abuelos de Doña Cecilia:
¡Pásale a la siguiente página para descubrir en qué termina!
24
En la tierra de los brujos la maldad y la bondad conviven,
¡pero ay de quienes piensen que la maldad ganará!
Porque de ellos será el infierno. Porque el bien siempre triunfa. En el nombre de aktan bakan,
el gran brujo bueno de San Juan, te ordeno irte. Te ordeno desaparecer.
Mientras recitaba esto, el perro negro se puso a gruñir; parecía que la cólera lo consumiera. Los gruesos y grasosos pelos en su espalda se erizaron; quería atacarme. El fuego de sus ojos crecía y crecía con cada frase que recitaba.
Al finalizar el conjuro, el perro se tranquilizó y, aún con fuego en sus ojos, se me quedó viendo por un segundo que me parecieron mil años. Entonces el perro comenzó a andar lentamente, siguiendo su ruta de siempre hasta perderse antes de la calleja del panteón. Muerto de miedo, completamente exhausto, regresé a la cama.
Han pasado casi seis meses desde aquella noche y aún no consigo dormir bien, abrumado por el posible regreso de mi enemigo, el perro negro.
FIN
La banda radica en Gales y se llama Los Campesinos! (así, con
exclamación). Suena divertido, ¿no? Bueno, pues escucharlos es
todavía más divertido.
Los Campesinos! comenzaron su carrera musical en la
ciudad de Cardiff en 2006 y se ha convertido en uno de los actos
de rock contemporáneo más notables de este país con una
discografía que apenas hace unas semanas alcanzó los cinco
títulos con el estreno de su material más reciente: No Blues, que
ya puedes adquirir a través de iTunes y otros sitios de descargas
(si encuentras una copia física tendrás mucha suerte). Échale un
ojo a los dos primeros sencillos: “What Death Leaves Behind” y
“Avocado, Baby” (divertidísima); te apostamos una cerveza a que
querrás descubrir más de ellos.
“A heart of stone, rind so tough it’s crazy, that’s why they call
me the avocado, baby”
MARIANA L A M A D R E D E Y U R I A N
Jéssica Tirado
Era casi imposible pensar que Mariana pudiera dejar de recordar a Yurian en aquel momento, si tan sólo tenía seis años y su cumpleaños había pasado no menos de un mes atrás. No podía pasarle una desgracia así en ese momento, y sin embargo, ahí estaba ella, desangrándose mientras la luz verde del semáforo dejaba de par-‐padear y pasaba de la intermitente a la roja.
Le habían dicho que, cuando mueres, toda, toditita tu vida, pasa por tus ojos. Pero o ella no iba a morir, o ésa era una mentira, lo que cierto era que sólo recordaba que a los veintitrés años había conocido al que fuera su esposo durante ocho largos años; un hombre apuesto de cabellera negra, inteligente pero clasemediero como todos los hombres brillantes de este país. Ella se había enamorado de él después de casi
un año de conocerlo, de hecho, se casó aún sin amarlo y todo porque no se habían aguantado las ganas y un embarazo fue el justo pretexto para irse a vivir juntos. El problema fue que se deseaban tanto y a cada rato, que el castigo a su gula no tardó en llegar: su hijo nació sano sólo en apariencia porque a los cinco meses dejó de respirar. Sin embargo, lejos de deprimirse, como buenos hijos únicos su cultura egoísta y su completa sangre fría (o muy caliente, como quiera verse) no esperaron al novenario para intentar remplazarlo.
El inconveniente fue que con Said y su trabajo de doctor, y ella con los múltiples trámites de tesis, la cosa se quedó en esporádicos intentos de ain de semana. Fue hasta el tercer verano de casados cuando llegó el segundo hijo: un niño sano que incluso fue a la primaria, pero como buen niño revolucionario la fatalidad le llegó un 20 de noviembre; ambos salieron de viaje, y para cuando se reunieron en
Puebla lo único que les quedaba de su hijo era un acta de defunción.
—Soñé contigo —susurró Said. La oscuridad le impedía ver otra cosa que no fueran los números rojos del reloj en la mesita de noche, pero estaba seguro que ella también lo había visto. En el sueño platicaron de su futuro: Mariana se iría a Los Cabos y él a la India.
No había nada más qué decir. Era la oportunidad de dormir en otras camas y probar otros sabores.
Años después se reencontraron una tarde de Día de Muertos (para variar) en una aiesta donde lo único que valía la pena era el pozole, el café de olla y una terraza que daba al jardín de la casa vecina.
—Me acostumbré a mirar las estrellas porque sé que te gusta soñar con ellas más que conmigo. ¿Me olvidaste hace mucho?
—No fue culpa mía, Mariana, he estado brincando de lugar en lugar. Cuando tus cartas dejaron de encon-‐
trarme, me perdí en una ciudad de la que no recuerdo ni el nombre.
—¿Cómo crees que esté nuestra vieja casa?
Como si el tiempo no hubiera pasado, su matrimonio estaba más vivo que nunca: tenían nuevos temas en su plática, una experiencia en ámbitos que para ellos eran importantes y unas ganas de placer que se concretaron en la espera de un nuevo hijo. Pero todo fue tan sólo “una llamarada de petate”, como dicen por ahí, puesto que las perspectivas y las necesidades eran muy distintas a las que los habían unido en el pasado. A pesar de volver a vivir juntos, ni sus mentes ni sus cuerpos pertenecían al matrimonio.
Said se fue, tramitó el divorcio y Mariana, sin reclamar ni decir alguna objeción, lo airmó. Las cosas que tienen que pasar pasarán, independiente-‐ mente si se habla de unos próximos padres o de unos genios en potencia. Mariana no desperdiciaba los momen-‐ tos de soledad y los rincones oscuros para desmoronarse y llorar; su ex marido siguió con la vida errante.
Yurian nació una tarde soleada de agosto, lejos de conocer la tragedia familiar que viviría unos años más adelante. Su vida fue muy normal. Mariana se casó con un viejo amigo de la preparatoria: un hombre inteligente, sensato, muy rico e indiscutiblemente interesado. Sabía perfectamente que el
hijo que Mariana tuvo con aquel cobarde genio sería una futura proeza. Le dio su apellido con la esperanza de apoderarse de la inmortalidad a través de lo que él jamás tendría.
Said persiguió el espejismo con el que había soñado de joven pero nunca lo encontró. Entonces regresó a perturbar la paz de Mariana. Pre-‐guntaba por su hijo en cada opor-‐tunidad que tenía, y ella, aturdida por el profundo lazo que los unía, le infor-‐ maba cada detalle del niño, a pesar de haberle prometido a su segundo marido que no lo haría. Con el tiempo, Mariana cayó en la cuenta que la única manera de ser feliz en su nueva familia era matando (no literalmente) a ese hom-‐ bre que la había abandonado. Así lo hizo: llamó a un psíquico que limpió su casa y echó fuera todo espíritu malo que rondará por ahí.
Esa tarde Mariana y Aldo habían peleado. Las cosas estaban mal y ella buscó refugio con su madre.
—Lo que pasa es que Aldo dice que ve a Said en mis ojos y que a veces escucha cuando platicamos…
—No. Él confunde las voces de la calle. Se está volviendo loco.
—No está loco: está celoso. Tiene miedo que un fantasma le arrebate a su familia.
Mariana manejaba a las tres de la mañana por las calles vacias del centro histórico, rumbo a su hogar feliz, cuando vio un rayo partir el cielo un par de segundos y el sonido del trueno le enchinó la piel; un día después de su divorcio cayó una tromba tremenda, hubo una gran inundación y caos. Por eso Yurian le tenía tanto miedo a las tormentas: por el miedo y la tristeza que ella le había heredado ese día.
29
Fue entonces, en esa calle solitaria con el semáforo en rojo, cuando recordó que una constante y fatal visita ya se había tardado.
Empezó la lluvia con gotas grandes y ruidosas; el agua se metía al coche por el parabrisas roto y la sangre se mezclaba con ella. Mariana comprobó que la maldición no era de sus hijos sino de ellos, porque en el otro coche estaba Said, su ex marido, tal vez pensando que a esa hora las calles del centro están completamente vacías y con más de una botella de tequila en la sangre. Seguramente había creido que podía pasar todos los verdes de Reforma… Un pestañeo menos, un segundo más o el simple hecho de que esa no fuera una madrugada del lluvioso septiembre y el rayo no les hubiera recordado a Yurian. Se habrían pasado de largo, pero no: las cosas que tienen que pasar pasan, independientemente si se trata de un par de pecadores empeder-‐nidos o de unos amantes que sólo tienen sentido si están juntos.
J u s t o en med io de l c o che destrozado, sin sentir su cuerpo, Mariana comprendió por qué Said la había dejado unos meses antes de que Yurian naciera. Y lo perdonó. Ella había tenido ese oscuro presentimiento de que su hijo iba a morir a temprana edad, por eso no le importó que en ese momento tuvieran que ofrecer sus propias vidas con tal de salvar la del hijo de Aldo.
fin 30
E.J. Valdés
Cargando toda su ropa, huyó Alfredo de Europa. Voló sobre el Atlántico entonando cánticos, y así llegó al buen México, cansado y disléxico. Abandonó el aeropuerto y se lanzó al desierto, luego para las montañas, tierras bastante extrañas. Viajaba, pero sin risa: llevaba mucha prisa. Y es que huía, temeroso, de algo bien escabroso: lo buscaba la Huesuda, no le cabía duda. Llegó por fin a Pachuca, ciudad horrible y ruca, y se refugió en su hospital, ya saben ustedes cuál. “No me encontrará nunca aquí”, decía Alfredo para sí, pero estaba equivocado: ¡ya le habían ganado!
Fue a parar a un cementerio, de los de este hemisferio. Hoy le lloran en Jonkopín y quizá un poco en Berlín.
¡Muere, Alfredo, muere!
32
Ya hem
os hablado
anteriorm
ente de Astoria
n SL
gmata, una
band
a de
rock orig
inaria del pue
blo de
Wilkes-‐Barre,
Penn
sylvania. Tras e
strenar á
lbum
el pasado abril, este mes
sorprend
en con
un nu
evo sencillo Ptulado “D
ramaP
c Ro
manPcs”, el cual pue
des c
hecar tanto en su página de
Facebo
ok com
o su canal de Yo
uTub
e. ¡E
stá chidísimo!
[xx] STAY DEAD [xx]
Facebo
ok.com
/AstorianSLg
mata
Luego de mucho “sí vienen, no vienen, sí vienen, no vienen” en años anteriores, el mes pasado el propio Dave Grohl confirmó la visita de los Foo Fighters al Foro Sol de la Ciudad de México el 13 de diciembre. Los boletos volaron tan pronto salieron a la venta, dando pie al anuncio de una segunda fecha que también está casi agotada.
Para los seguidores más veteranos, ésta será la oportunidad de ver a dos ex-integrantes de Nirvana en un escenario mexicano: Dave Grohl y Pat Smear.
S E S O L I C I T A MUSA DE DROGA PELIGROSA
• Experiencia en caso severo de falta de entusiasmo, decepción intelectual y arPstas con síndrome de autodestrucción. Manejo de drogas “suaves” como: azúcar, cafeína, leche y chocolate. Enfermera para heridas del alma y del corazón. Capaz de escuchar la mediocridad de su escritor en turno y de dar un buen consejo… por dircil que parezca.
• Capaz de entender que su escritor dice “hablemos” cuando en realidad no quiere hablar.
• TIEMPO COMPLETO. • Informes: Calle del Ferrocarril #279,
Puebla, Puebla. Jéssica
Tirado
Del 30 de noviembre al 8 de diciembre
Expo Guadalajara www.fil.com.mx
Llega el encuentro literario más grande del año, amado por unos, odiado por políPcos que no han leído ni tres libros en su vida.
O O M A H S U R A
T P L A E O E A A
H R I M S A T A M
B T U G C N H N M
X S O N R C N W G
C M V M K R C M C
T O X E D T O A E
O O R S C O I L E
S A I S G H O L K
C R U A D L L N M
W I L X Y N E V A
H N A E O T Z L Y
I U L E R R A M L
K C O R E M O C K
L Y R P R O T O M
MEGAMAN – ROLL – WILY – PROTOMAN – RUSH — ROCK
RESUELVE ESTA SOPA DE LETRAS
Carmen Asceneth Castañeda Licenciada en psicología por la UNAM, maestra en psicoterapia por el IIPCS.
Formación teatral y literaria. Primer lugar en el concurso nacional de cuento INEGI en 1995 y en el concurso de poesía “Palabra en el Viento” en 2012.
Francisco Javier Velázquez Muñíz Estudió ciencias de la comunicación en la UASLP. Cuentos suyos y textos de
microficción han aparecido en revistas y siPos electrónicos. Ejerce el periodismo independiente. Ganador del Premio Estatal de Periodismo en 2011 y 2012.
Juan José de Xémina Estudiante de literatura en la BUAP, aprendiz de guionista. Dedica su Pempo a
mirar películas y sus pensamientos a un reino ficPcio llamado Xémina, porque es un solitario que en 23 años sólo ha hecho 3 amigos. Lector de fantasía y ciencia ficción.
Armando Loreto Estudiante de derecho en la UNAM FES Acatlán. Traductor del español al
otomí. Pelotari semi profesional y aprendiz de escritor. Lleva el blog Vida y Color Otomí.
Jéssica Tirado Lectora de 23 años. Siempre escucha soundtracks. Siempre quiso estudiar
cine pero se quedó en la escuela de literatura. Tiene el don de rodearse de gente creaPva, desequilibrada y loca.
E.J. Valdés Tu amigable escritor de vecindario. Escribe la columna “Libros y Otros Viajes”
para la revista Effetá. Locutor del programa Códex en Radio Plaza Juárez. Seis veces ganador de premios de creación literaria del ITESM.
Gilberto Blanco Estudiante de historia en la FFyL de la UNAM. Amante de los amaneceres y
del café. Lector y escritor empedernido desde que era más joven de lo que aún es. Escribe por las noches aunque tenga más ojeras y menos horas para dormir.
H e r M a j e s t y ’ s -‐ E n t e r t a i n m e t -‐
Todos los derechos reservados Editorial Sad Face
Her Majesty’s Entertainment noviembre de 2013
L E T R A S
RARAS
r e v i s t a
S A D F A C E!E D I T O R I A L
®