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EL REGRESO DE LA ENERGÍA NUCLEAR ARGENTINA $ 32.- RECARGO ENVÍO AL INTERIOR $1.- EN ASOCIACIÓN CON EN EL INTERIOR DE ATUCHA I & II NA-SA SPECIAL ISSUE

Revista NationalGeographic NA-SA

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Entrevista a la central nuclear de Atucha

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el regreso de la

energía nuclear

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argentina $ 32.- recargo envío al interior $1.- en asoc iac ión con

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na-Sa Special iSSue

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La piedra fundamental PREFACIO 4

La llama invisible IntROduCCIón 6

Los reactores En El CORAzón dE AtuChA 1 y 2 16

Pueblos atómicos lImA y záRAtE 40

El pasado lA COnstRuCCIón dE lAs CEntRAlEs 52

Fisión nuclear CómO FunCIOnA lA EnERgíA AtómICA 60

Convergencia energética 82

Biodiversidad bEllEzAs nAtuRAlEs 96

Fotografías de este Suplemento Especial, Nicolás Pérez

AtuchA 3

a solas Vista nocturna de la planta desde el edificio de la tur-bina de Atucha II. El pro-yecto del reactor, cuya construcción se anunció en 1980, permaneció en el limbo por décadas, hasta su culminación, impulsada desde 2006 y completada en 2014.

en tapa Los dos edificios de madrugada. En primer plano, Atucha II (Néstor Kirchner). De fondo, Atucha I (Juan Domingo Perón). Ambos son el corazón de la energía nucluear en Argentina.

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El uranio es un elemento químico de número atómico 92 (es decir, con 92 protones en el núcleo). Su símbolo es U. Es una sustancia radiactiva que se presenta de manera natural y se en-cuentra en las rocas, en la tierra, en el aire y en el agua y se halla en la naturaleza en forma de minerales. Hasta ahí lo que siem-pre supimos.

Todo cambió cuando el químico alemán Martín Klaproth, que en 1789 trabajaba sobre muestras de una variedad impura de uranita llamada pechblenda (Pech = brea; blenden = lucir, brillar, cegar) en las minas de plata de Joachimsthal, en Bohe-mia, aisló un óxido de uranio. Hasta entonces y por cien años la única aplicación que se le dio fue como colorante en esmaltes cerámicos y como tinte para fotografía. El uranio era extraído de Bohemia, Cornwall (Gran Bretaña), Portugal y Colorado (Estados Unidos).

Recién con la fisión nuclear, en 1939, la industria del uranio entró en una nueva era: el 2 de diciembre de 1942 se produjo la primera reacción nuclear controlada en cadena en Chicago, y tres años después las explosiones nucleares demostrarían el enorme potencial de la fisión nuclear.

Durante el siglo XX, el paradigma bélico que se construyó a partir de esta roca mutó en un paradigma energético: los be-neficios de la energía nuclear en la puesta en marcha de toda Nación ahora resultan ser fundamentales.

En esta edición especial nos adentramos en el día a día de las centrales nucleares Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner, para así comprender su complejidad, sofisticación e innovación.

la piedra fundamental

trozo de roca de uranio En su estado natural, el uranio contiene el 99,3% del isótopo 238 y el 0,7% del 235; este último es el que puede fisionarse mediante el bombar-deo de neutrones en un reactor. Para esto, la roca es reducida a polvo –el dióxido de uranio– y luego “co-cinada” en pastillas cerámicas de aproxi-madamente un centí-metro de largo.

prólogo

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lque visitado, Atucha es en nuestro imaginario la representación de los sue-ños de una época en que nuclear signifi-caba futuro, una mezcla de utopía y estremecimiento. De cuando nos ense-ñaban que en 1945 había comenzado la “era atómica”, y se ligaba inexorable-mente la fisión del átomo al complejo militar-industrial que impulsaba la pro-ducción de armamento en el primer país que pudo controlarla, Estados Unidos. A más de veinte años del fin de la Guerra Fría, algo de esa sombra sofisticadamen-te aterradora subsiste en muchos de no-sotros, fruto, probablemente, del atraso y de la casi paralización del plan nuclear argentino durante décadas. A pesar de que se encontraba en estado latente, el sector aportaba por sí solo entre el 7 y el 8 por ciento de la energía eléctrica con-sumida en el país. La puesta en marcha del reactor de la Central Nuclear Néstor

Kirchner, que en junio pasado alcanzó su primera criticidad, aproximará esa contribución al 10 por ciento a fin de año, cuando llegue a operar al cien por cien de su capacidad. El turbogrupo de esta central nuclear será la máquina de mayor potencia unitaria del sistema eléctrico argentino.

Así nuestro país pasará a tener de un 3,8% a un 7% de su potencia eléctrica basada en la energía nuclear. De este modo se transitará una estrategia inte-gral de desarrollo energético; así como también continuará la búsqueda de de-terminar su mapa productivo. Atucha II (Néstor Kirchner) generará 745 mega-vatios, de los cuales 45 serán para con-sumo propio y 700 se inyectará al sistema eléctrico. Abastecerá el consu-mo equivalente a 1 millón de hogares.

Estos objetivos de largo plazo sólo pueden cubrirse con tiempo y tranquili-

a energía atómica conserva en la Argentina, para el gran público, algo del aura especial que tenía hace cuarenta años, cuando se inauguró en Atucha la primera central de este tipo en América Latina para la ge-neración de electricidad. Nombre que remite a un lugar más conocido

la llamainvisible

AtuchA 76

introducciónedificio del reactor de la central nuclear néstor Kirchner Al frente, un pasillo elevado une el edifi-cio desde donde se controla la fisión con uno adyacente, que contiene la turbina conectada a un ge-nerador eléctrico. A ella llega vapor de agua desmineraliza-da, producido por contacto con el calor que genera la fisión en el circuito prima-rio. El vapor mueve los álabes (paletas curvas) de la turbina, y el generador con-vierte el movimiento mecánico en energía eléctrica.

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dad, hoy destinados a cuestiones más urgentes. La riqueza en combustibles fósiles contribuyó

a postergar la diversificación de nuestra balanza energética, en especial en lo que hace al abasteci-miento de electricidad. Mientras en el mundo se debaten las maneras de producir energía limpia para evitar el exceso de emisiones de dióxido de carbono, cuya proliferación en la atmósfera con-tribuiría al calentamiento global, la Argentina continúa quemando parte de sus hidrocarburos en las centrales térmicas para abastecer a las grandes ciudades. Es cierto que desde los años 70 el gas natural ha ido reemplazando al gasoil y fuel oil en la alimentación de esas centrales, y que hoy repre-sas hidroeléctricas como El Chocón o Yaciretá pueden generar sin combustión el 40% de la elec-tricidad que consumimos. Pero el aumento cons-tante del consumo –fruto también, en parte, del impulso productivo de un país en desarrollo– obliga a recurrir a las centrales térmicas para cu-brir los picos de demanda en el sistema.

De hecho, en años de mucha demanda la con-tribución de las centrales que queman gas y com-bustibles líquidos –tanto comunes como de ciclo combinado– puede llegar a un 70% del total. La provisión de electricidad requiere de un servicio permanente y estable, sujeto a las fluctuaciones de la demanda. Como la energía eléctrica no es acumulable, para hacer frente a imprevistos hay que acopiar los recursos primarios que le dan ori-gen (por ejemplo, un embalse conserva cierto caudal de agua que puede utilizarse para compen-sar la bajante del río que alimenta una represa hidroeléctrica). El recurso más abundante y fácil de acumular es el combustible fósil (gas, gasoil, fuel oil, carbón): de ahí que sea el más constante para la generación, a pesar de su déficit ambiental, especialmente en el caso del carbón.

Fruto de un impulso surgido en un momento geopolítico totalmente diferente –una época en que la producción de energía era sólo uno de los intereses de los países que recurrían a la división del átomo–, el desarrollo nuclear argentino se vol-vió un genuino recurso para la generación eléctri-ca sin liberación de dióxido de carbono a la atmósfera. Pero los vaivenes económicos y polí-ticos del país demoraron su evolución, por lo que

sólo se activó un gran reactor por década. Llega-dos los 90, tras el fracaso del gobierno de enton-ces en privatizar la operatoria, se estancó el avance de todo este potencial.

Para entonces, los reparos internacionales ya pasaban por la posibilidad de un accidente en la operación de los reactores. El mundo conoce per-cances en este sentido desde los comienzos, pero 1986 fue con seguridad el annus horribilis en que dos accidentes afectaron para siempre sendos de-sarrollos que habían crecido en paralelo: Cher-nobyl tuvo a largo plazo el efecto de frenar la utopía progresista de la energía atómica, a la vez que el estallido del Challenger reducía considera-blemente los sueños de exploración espacial. A partir de allí, nuestra noción del futuro cambiaría drásticamente, volviéndose hacia la informática y lo virtual. En 1990 el número de reactores en ope-ración en el mundo disminuyó por primera vez, y desde entonces su aumento ha sido mucho más gradual, hasta llegar a los 450 reactores de hoy.

Así, la Argentina se encontró con la decadencia del sueño nuclear antes de terminar de desarrollar el suyo propio. Los grandes medios comenzaron a hablar de energías limpias, el calentamiento glo-bal se impuso como tema de fondo y decisiones políticas llevaron a un país como Alemania a sa-lirse del sector, comenzando un plan de cierre paulatino de sus 17 plantas que culminará hacia 2022; una experiencia piloto en el canje por ener-gías renovables que aún es vista con escepticismo. Su vecina Francia es el ejemplo contrario: care-ciente de combustibles fósiles –lo que le permitió oponerse a la fractura hidráulica de rocas madre cuando el tema se trató en la Unión Europea– de-cidió correrse a la generación nuclear en los años 70 y hoy cuenta con casi 60 reactores que le apor-tan el 80% de su electricidad. EEUU tenía más de 100 reactores, pero paralizó la construcción de nuevas centrales y anunció en 2010 un nuevo plan nuclear, demorado por el impacto del accidente japonés de Fukushima al año siguiente.

En la Argentina, todas las centrales nucleares fueron adecuadas a los nuevos requerimientos internacionales post-Fukushima.

En tanto, la construcción de nuevos reactores está en ascenso en la India, en Rusia y sobre todo

en China, donde ya tienen 17 unidades en opera-ción y preparan otras 26; su meta es dejar de de-pender del carbón, fuente altamente contaminante de la que es el principal consumidor.

A partir del relanzamiento del "Plan Nuclear Argentino", en agosto de 2006, y de la promulga-ción de la Ley 26.566, que le dio un marco insti-tucional, el Ministerio de Planificación Federal tomó la responsabilidad de dar un nuevo impulso a esta industria con la simple y gran idea de ter-minar lo ya comenzado. Esto nos pone hoy en una situación peculiar: la Central Nuclear Néstor Kir-chner, obra que había comenzado en 1981 y lle-vaba más de una década en suspenso, se terminó en seis años con el aporte de una nueva genera-ción de técnicos, en base al diseño original de una firma alemana que para entonces ya se había reti-rado del mercado. Fue el primer reactor del mun-

do que fue terminado por el propio cliente, ante la desaparición del proveedor. En el ínterin se formó una nueva generación de técnicos que hoy traba-jan en la operación de la planta. Mientras que en el 2003 el sector nuclear en la Argentina compren-día 3.000 puestos de trabajo directos e indirectos, hoy ocupa 8.220 trabajadores, lo que implica que se formaron 5.220 nuevos especialistas. Esto sig-nifica que hay un 174% más de personal especia-lizado. De los 5.220 nuevos especialistas, 1.780 son científicos y expertos, 1.100 son profesionales adultos, 390 son jóvenes profesionales, 620 son técnicos formados en la Central Nuclear Néstor Kirchner y 1.300 son soldadores nucleares.

Ya se anunció un crédito del gobierno de China que posibilitará la construcción de un tercer reac-

tor en Atucha, lo cual llevaría a cuatro el número de reactores dedicados a generación eléctrica.

Pero en los años en que Atucha esperaba su renacimiento, la industria nuclear no dejó de cam-biar. La intensificación de los controles interna-cionales para evitar accidentes fue acompañada por el desarrollo de reactores de nuevo tipo.

Pese a que hoy 32 países se sirven de la fisión para generar alrededor del 15% de la electricidad consumida en el globo, y de las otras aplicaciones de la industria (médicas, terapéuticas), el gran público siente aprensión o prejuicio. Así como viajar en avión es percibido como más peligroso que hacerlo en auto, pese a que la tasa de acciden-tes indica lo contrario, la actividad de un reactor y el movimiento de sus fuentes y residuos des-piertan más preocupación ambiental que la circu-lación de grandes volúmenes de hidrocarburos

por rutas y océanos. Incluso se tiende a identificar los efectos de un accidente grave como la fusión parcial de un reactor (Fukushima) con los de la detonación de la bomba atómica de 1945. La lon-gevidad e invisibilidad de las partículas radiacti-vas contribuye a la construcción paranoica, lo que afecta el interés científico. La complejidad del tema hace imposible su simplificación. .

Sólo dos países del continente han desarrollado esta tecnología: la Argentina, con tres reactores, y Brasil, con dos funcionando y uno en construc-ción en su planta de Angra dos Reis. ¿Lo nuclear representa una alternativa de generación de ener-gía más limpia para el desarrollo de estos países? Esta es sólo una de las preguntas que se respon-derán en un futuro no muy lejano.

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A partir del relanzamiento del Plan Nuclear Argentino, en agosto de 2006, el Ministerio de Planificación Federal tomó la responsabilidad

de dar un nuevo impulso a esta industria y terminar lo ya comenzado..

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puerta segura Un operario entra al edi-ficio del reactor dentro del área controlada. El in-greso tiene un sistema de doble puerta, lo que le otorga un amplio nivel de seguridad. La segunda puerta no se abre hasta que se cierre la primera. Los operarios portan dos dosímetros diferentes para medir la radiación del lugar.

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otra fuente de energía Ovejas de raza Suffolk delante del domo de la planta nuclear Unterwe-ser, en Stadland, sobre las costas del Báltico. Construida por la misma sub-sidiaria de Siemens que diseñó las plantas de Atucha, Unterweser tenía el reactor de recipiente de presión más grande del mundo al momento de su inauguración, en 1979. Hoy está comprendido en el plan de cierre progresivo de plantas orquestado por el gobierno alemán, que enfrenta el difícil objetivo de suplirlas con energías renovables.

de los 5.220 nuevos especialistas del complejo atucha, 1.780 son científicos y expertos, 1.100 son profesionales adultos, 390 jóvenes profesionales, 620 son técnicos formados en la central nuclear néstor Kirchner, mientras que 1.300 son soldadores nuclares.

“Ya comenzamos a trabajar con una empresa china en lo que será el diseño y financiamiento de una tercera planta en Atucha. Además de capital, China aportará materiales y equipos. Ellos participarán del circuito secundario, cuyos componentes la Argentina debe importar”. JORgE sIdElnIk, gEREntE dE nuClEOEléCtRICA ARgEntInA

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escaneo Registro exhaustivo al salir del área controla-da. De pie dentro de la máquina, el operario o visitante es escaneado de cuerpo entero, prin-cipalmente cara y ma-nos, que se introducen en ranuras especiales. En el bolsillo del panta-lón puede verse el do-símetro electrónico.

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Atucha I & Atucha II

En el interior de los reactores

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En lA nochE Vista nocturna de la planta desde la Cen-tral Nuclear Néstor Kirchner. En primer plano, el edificio del nuevo reactor; al fon-do, la Central Juan D. Perón. Dentro de cada uno, una esfera de contención que continúa varios me-tros bajo el nivel del suelo. Otros reacto-res tienen edificios cilíndricos con un domo en la parte su-perior, como el de la Central Nuclear Embalse.

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cEntrAl nuclEAr néstor kIrchnEr En la terraza del edifi-cio de la turbina. Tiene la altura de un edificio de cuatro pisos, pero un solo gran recinto donde se acomodan la turbina y el correspon-diente generador. La lí-nea de alta tensión sale de la puerta opuesta al reactor y lleva electri-cidad al sistema inter-conectado para dar energía a 3 millones de personas.

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vIstA AérEA El Complejo Nuclear Atu-cha toma agua del río Para-ná de Las Palmas. En el centro de la imagen, los edificios de los reactores Atucha II (izquierda) y I (de-recha), cada uno flanquea-do por su respectiva turbi-na. Atucha I fue inaugurada en 1974 por el entonces presidente Juan Domingo Perón; hoy lleva su nombre. En primer plano, las tomas de agua del río y la defensa contra accidentes fluviales.

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por donde cruzaron todas las piezas que venían hacia Atucha cuando estaba en construcción. El camino es pelado y atraviesa el campo, a veces arbolado. Al fondo se ven las construcciones. Son dos domos, uno levemente más achatado que el otro (en realidad más grande), rodeados de edificios cúbicos y un amontonamiento de torres de alta tensión y transformadores. Una tira de esas torres se aleja a campo traviesa; imposible no pensar en cierta escena ominosa de la película Pecados capitales. Esa hilera se lleva la elec-tricidad que nace ahí, al lado del Paraná de las Palmas. Pero el río todavía no se ve; Atucha está ubicada sobre un barranco de leve declive, y la vía fluvial no se aprecia desde la ruta.

Al llegar se observan cercas perimetrales, guardias de seguridad y una serie de buses esta-cionados, con las mismas marcas de las empre-sas que pueden verse en la estación de Retiro, en Buenos Aires. Nucleoeléctrica Argentina S.A.-dependiente del Ministerio de Planifica-ción-, la empresa responsable de operar la Cen-tral Nuclear y Técnica Néstor Kirchner, los contrata para llevar y traer a sus empleados, procedentes de toda la región. En 2010, cuando Atucha II estaba en el tramo final de la construc-ción, llegaron a ser más de siete mil trabajadores. También hay colectivos que dan una vuelta pe-riódica por el perímetro, moviendo gente entre el obrador y la planta propiamente dicha. Es raro tomar un colectivo de larga distancia para dar la vuelta al perro. El perro es el predio de Transe-ner, la transportadora eléctrica que se lleva la energía de la planta y que tiene ahí un amasijo

El EdIfIcIo La planta del reactor Néstor Kirchner es de hormigón. Dentro del domo un reci-piente esférico de acero, de 56 metros de diámetro, dis-tribuye uniformemente las presiones del interior del reactor. La esfera continúa en el subsuelo y contiene la vasija del reactor, el circuito primario y los generadores de vapor del circuito secundario.

de lejos puede parecer una fábrica más de las que asoman cada tanto en el cordón industrial que acompaña la autopista que une Buenos Aires con rosario. Pero ya no estamos en la ruta, sino en un camino especialmente construido para ingresar a la planta, sin pasar por lima, la ciudad

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AtuchA Por dEntro

Fotografías de Nicolás Pérez

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llamado KKS, que identifica el componen-te: así AA es una válvula, EA una bomba, etc.”. Hubo que respetar la nomenclatu-ra alemana para evitar confusiones en la interpretación de los planos, así que toda Atucha II (Néstor Kirchner) está construi-da con un código casi criptográfico: al día de hoy, cada pieza de maquinaria y cada componente de los edificios lleva una eti-queta que parece de película de ciencia fic-ción. Hasta los edificios tienen placas con siglas extrañas como UJB, UYA o UKB. El trabajo de conservación de las piezas, que llegaron a estar en carpas inflables mien-tras se terminaban los edificios, terminó siendo tomado como caso testigo para una nueva guía de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) que orienta a los clientes de proyectos similarmente empantanados.

de torres y enchufes de alta tensión, como un Rasti gigante y zumbante.

El obrador, nuestra primera parada, está entre los enchufes y la ruta; la planta ope-rativa, del otro lado, antes del río.

Es pleno invierno y a las ocho de la mañana todavía está amaneciendo, pero la central ya está en pleno movimiento. Gente sola o en grupos camina hacia un lado o el otro, toma un bus, muestra su bolso a la gente de seguridad an-tes de pasar unos molinetes. Tarjetas magnéticas, planillas. Llegar a la planta es también cumplir la ru-tina de chequeos para cruzar esa membrana de seguridad que ro-dea al predio, aunque a su alrededor sólo haya campo traviesa.

Los que trabajan all í están acostum-brados a esperar. La Asociación Mundial de Operadores de Re-actores (WANO, su sigla en inglés) publi-ca todos los años un mapamundi con todas las plantas nucleares productoras de electricidad, ordena-das por país. Están identificadas por figuras geométricas diferentes según su tipo: las de recipiente de presión y agua pesada, como las tres argenti-nas, son triángulos. Si la figura es verde, indica una planta en funcionamiento; ce-leste, que se anunció su construcción; na-ranja, que está en construcción, un período que suele rondar los 48 meses.

Se podría decir que en el mapa de la WANO, Atucha II (Néstor Kirchner) fue un triángulo naranja por 34 años.

En realidad, cuando se anunció el pro-

yecto Atucha II la WANO aún no exis-tía; fue fundada después del accidente de Chernobyl. El anuncio inicial del tercer reactor argentino fue en 1980, y la piedra fundamental se colocó en 1982. Durante el resto de la década, la obra avanzó a los tirones en la medida que había fondos. El impulso a lo nuclear en la Argentina siem-pre vino de parte del Estado. Después de

una serie de reactores pequeños para investigación, Atucha I (Juan D. Pe-rón) fue la primera planta eléctrica

en operación desde 1974. Diez años después se sumaría la Central Nuclear Embalse. La cons-trucción y entrega “llave en mano” se encarga a grandes empresas de inge-niería: en el caso de Atucha fue la ale-mana Siemens, que se asoció a la CNEA para el emprendi-miento vía un ente l l a m a d o E N A S E (Empresa Nuclear Argentina de Centra-les Eléctricas). Bajo

su égida se hizo todo el diseño, la fabricación de componentes y parte de la obra civil. La crisis económica frenó el proyecto hasta 1992, en que se retomó la parte civil y electrome-

cánica. Pero el país había entrado en una ola privatizadora. El gobierno de entonces disolvió la ENASE y creó una sociedad anónima, Nucleoeléctrica Argentina S. A., con la intención de ofrecerla al capital privado. Pero nadie quiso hacerse cargo de la construcción del tercer reactor. Sin fondos, de 3.500 empleados el proyecto Atucha II pasó a tener 170.

Uno de los que quedaron fue Roberto Quaranta, ingeniero mecánico especialis-ta en soldaduras, que había llegado para la construcción de Atucha I y asistido, con intermitencias, al armado del segundo reactor. “Se cancelaron muchos contratos, se trajeron todos los componentes que estaban terminados –explica– y fuimos haciendo la conservación –ya no manteni-miento– mientras esperábamos a ver qué pasaba. Se dejó de comprar repuestos… Cuando me hice cargo de la gerencia de obra, por el año 2000, hicimos un plan de mantenimiento de todos los componen-tes, sin importar el tamaño”. Eran unas 80 mil piezas diseminadas por todos los rincones de la planta; desde máquinas de varias toneladas de peso al más pequeño instrumento de medición. “Cada pieza tiene un número inequívoco en un sistema

24 AtuchA 25

En un momento pico hubo 6.200

personas trabajando en

forma simultánea.

ceNtrales Nucleares eN la argeNtiNaPRIMERAS CRITICIDADES

InfogRAfíA: ESTuDIoAnTEnA.woRlDPRESS.CoM

BUENOS AIRES

CÓRDOBA

EMBALSE(1983)

ATUCHA I(1974)

ATUCHA II(2014)

CENTRALES NUCLEARES ARGENTINAS

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Atucha III tendrá una fuerte participación de tecnología, conocimiento y recursos humanos argentinos. utilizará un reactor de tipo cAndu, de uranio natural y agua pesada, similar al de la central nuclear Embalse. tendrá una potencia de aproximadamente 800 megavatios y se construirá en el complejo nuclear Atucha, adyacente a la central néstor kirchner.

Además de la Central Nuclear Néstor Kirchner, los logros y avances en energía nuclear en la Argentina son importantes: la planta de Pilcaniyeu, la Planta Ensi, el CAREM, la extensión de vida de Embalse, la exportación del reactor a Australia, el Centro de Diagnóstico Nuclear y la Producción de Radioisótopos.

voluntAd La decisión política de terminar Atucha II se tomó durante el go-bierno del presidente Néstor Kirch-ner (derecha), como parte del re-lanzamiento del Plan Nuclear Argentino; luego de su muerte en 2010, el nuevo reactor sería bautiza-do con su nombre. La obra se ter-minó durante el gobierno de Cristi-na Kirchner (centro), siempre con el control del ministro de Planifica-ción, Julio De Vido (izquierda).

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cotIdIAnIdAd El personal del com-plejo pasa un triple control –metales, identificación y nivel de radiación– en la entrada del predio (arriba izquierda). Dentro, es obligato-rio usar casco y bo-tas especiales (arri-ba derecha). La planta eléctrica de Transener vista des-de el tragaluz de uno de los edificios (debajo).

Hubo que llenar con capacitación es-pecífica el hueco que había dejado una generación anterior, muchos de cuyos profesionales habían viajado al exterior o simplemente se habían dedicado a otra

cosa. “Faltan muchos ingenieros, de cualquier rama: costó mucho trabajo conseguirlos” dice este ro-sarino que estudió en la Universidad del Litoral y fue uno de los prime-ros ocupantes del Barrio Atucha, en

Lima, allá por 1969. Hace pocos meses que vio funcionar por primera vez el “nuevo” r eac to r. Cuando se le pre-gunta reconoce, sin levantar la voz: “Y, sí… Es el trabajo de una vida”.

Para entrar a la planta propiamente dicha hay que po-nerse botas y casco y tomarse el óm-nibus de circunva-lación: un viaje de cinco minutos bor-deando la zona de alta tensión. El bus

se detiene a la entrada de un edificio moderno, con algo de aeropuerto. El visitante recibe una nueva cre-dencial y luego pasa un triple con-trol sucesivo: primero un detector de metales, luego un molinete que lee

su identificación, y por último un detector de radiación como los que verá más tarde dentro de la llamada “zona controlada”. “Párese en el centro”, dice una voz feme-nina al cruzar la cabina. “Limpio”, indica un momento después. A las tres de la tar-de, cuando se retira el turno principal, una cola de operarios hace trabajar la hilera de cabinas sin pausa: “Párese, párese en

En 2006, cuando volvió la iniciativa política para terminar la obra, se encon-traron con una dificultad adicional, im-pensada: por motivos políticos, Siemens había cerrado la subempresa que construía sus reactores y transferido sus con-tratos a una firma francesa, Frama-tome. El gobierno argentino negoció que el contrato de Atucha II quedara fuera de esa transferencia y se abo-có a terminar la obra por su cuenta. Quaranta quedó a car-go de la nueva unidad de gestión, ubicada al lado de la planta, des-de donde se armó toda la logística: desde las cuestiones específicas de la construcción y el armado de las piezas faltantes, hasta la con-tención física de los nuevos empleados: molinetes, catering, transporte, capacita-ción… “En un mo-mento hubo 6 .200 personas trabajando en forma simultánea” recuerda Quaranta. Hoy son unas 2.200.

“Los que empezamos jóvenes en esto teníamos nuestro corazón en el proyec-to, y muchos de los que fueron cesan-teados en los 90 después volvieron. Eso ayudó muchísimo porque otra cosa que se tomó en cuenta, mientras esperába-mos una posible orden de ‘no va más, tiren todo’, fue dejar todas las oficinas como esta-ban; hubo gente que volvió después de 10 o 15 años y tenía el escritorio tal cual lo había dejado” cuenta el ingeniero con voz apocada, casi hosca. “Imaginate que en esa época no había Autocad ni nada parecido, las plantas nacieron de planos, pilas de rollos en blanco y negro… Fue titánico”.

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“En los 90, mientras esperábamos una posible orden de ‘no va más, tiren todo’ dejamos las oficinas en el estado en que estaban. A partir de 2006, hubo gente que volvió después de diez o quince años y encontró su escritorio igual que cuando se había ido”. Roberto Quaranta, gerente del proyecto Atucha II (Néstor Kirchner).

Con la Central Nuclear Néstor

Kirchner, Argentina pasará a tener de un

3,8 % a 7 % de su potencia eléctrica en base a energía

nuclear.

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PotEncIA Atucha I (J. D. Perón) tie-ne una potencia máxima de 357 MW; Atucha II (Néstor Kirchner) tiene una potencia de 500 KV que operará al cien por cien de su capacidad a fi-nes de este año. Juntas aportarán el 7 por ciento del abastecimiento eléc-trico argentino.

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control totAl Monitoreo de rutina en la sala de la Central Nuclear Néstor Kirchner. Cuatro sistemas redundantes son probados paso a paso en forma periódica; al menos dos están funcionando mientras se prueba un tercero. Respecto de esto, el diseño original fue modificado para introducir nuevos estándares de seguridad. El sistema informático es la modernización más evidente.

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que es la más grande del mundo, tiene boquillas en su tapa por donde se pueden cambiar las barras de combustible sin ne-cesidad de parar el reactor.

El 3 de junio pasado, a las 9:02 de la mañana, el reactor entró en criticidad, es decir una reacción en cadena autososteni-da. Desde entonces se vienen repitiendo y complejizando las pruebas, a medida

que se le va dando potencia, para asegurar la continuidad de todos los sistemas. De hecho, el trabajo

de sala de control consiste básicamen-te en esas pruebas, que además del re-gistro informático se anotan ¡a mano! en un libro de bitá-cora para que todos los turnos estén al tanto.

Finalmente va-mos a entrar a la zona controlada, lo más que uno puede acercarse al recinto del reactor. Aunque ya estamos dentro de la planta, hay más controles: unos

rodillos nos limpian las botas antes de continuar camino hacia el domo. Hay un nuevo molinete, que no deja pasar a los operarios del sector si no tienen puestos sus dosímetros, uno

termoluminiscente, de lectura indirecta, y el otro electrónico. Este último, ade-más de marcar la cercanía de radiactivi-dad (como un contador Geiger) permite al sistema informático tener información acumulada de la dosis que recibe cada operario habitual. La radiación ionizante en el cuerpo humano se mide en sieverts; lo común es que cada operario comience su trabajo con un “crédito” de 100 mi-

el centro”, se enciman las grabaciones, a la manera de los remixes primitivos de antaño.

Una rampa desemboca en la calle prin-cipal del predio, frente al edificio princi-pal de Atucha I (Juan D. Perón). De cerca, el domo de hormigón se diferencia de su hermana mayor (la I tira 357 MW, la II llega a 745 MW) apenas en la forma cua-drada de las losas del damero; en el otro son más alargadas. Frente a la puerta del edificio, un cantero exhibe un manzano que se supone réplica de aquel que inspiró a Isaac Newton: éste, como otro idéntico plantado en el Centro Atómico Bariloche, son retoños de un árbol proveniente de los jardines ingleses de Woolsthorpe Manor, donde el físico desarrolló su teoría de la gravedad.

Sobre una alta torre de iluminación se percibe un nido de cotorras. Lo que más se ve son palomas: algunas se posan con aire circunspecto en los garfios de la zona eléctrica, detrás de la cerca, sin sentir cos-quillas por lo que se ve. El lugar preferido parece ser el edificio del nuevo reactor; al atardecer, cuando el sol dibuja un trián-gulo anaranjado sobre la superficie, las palomas se reúnen allí para disfrutar los últimos rayos, casi en formación.

Cada uno de los reactores se compo-ne del domo del edificio de contención; la turbina, contenida en otro edificio con el aspecto de una gran caja de zapatos, con frente de ladrillo; y una serie de edi-ficios auxiliares donde hay una fábrica de agua desmineralizada, las piletas donde se guardan los combustibles gastados, los motores diésel del sistema auxiliar en caso de fallar la electricidad, oficinas, etcéte-ra. Lo que no se ve son las típicas chime-neas gigantes que uno asocia a una planta nuclear, como las famosas de Three Mile Island, parecidas a tubos de probeta. Esas chimeneas liberan vapor de agua en cen-trales de otro tipo, con circuito secundario abierto. “No, no tenemos las chimeneas de

la planta de Springfield”; nos dicen que el uranio no es verde ni fosforescente, que no es posible que un trozo caiga en el bolsillo de un operario o que éste vuelque café en el tablero… Homero Simpson, más que el maligno Sr. Burns, es la bes-tia negra que se busca conjurar. Existen complejos protocolos de eficiencia para evitar la torpeza de un Homero, o cir-cunscribirla a un ámbito milimétrico. Las centrales tienen un cuádruple sistema de seguridades redundantes, nos dicen, que son probadas en forma periódica: siem-pre hay al menos dos funcionando mien-tras se prueba una tercera. Si se corta la luz, hay equipos diésel capaces de pro-veer energía a la planta sin interrumpir el funcionamiento; si se apaga la turbi-na, unas válvulas dejarán salir el vapor contenido en el sistema secundario; todo lo que es automático puede operarse ma-nualmente; y así.

Un equipo de ingenieros se adelanta a pensar posibles escenarios, un poco al estilo de la industria aeronáutica. La manera de estar preparado para una emergencia es planificar antes todo lo que allí pasaría y cómo y en qué orden contrarrestarlo.

Algunos reactores llamados BWR (Boiling Water Reactor) tienen un solo circuito interno y el agua en contacto con las barras de combustible hierve para alimentar con vapor la turbina; al haber menos intercambios de calor estos reactores suelen ganar en potencia, pero no puede evitarse que la circulación del agua contamine todo el sistema interno. Los argentinos, en cambio, son del mo-delo PHWR (Pressurized Heavy Water Reactor). Tanto el agua pesada como los combustibles para la central son produci-dos en el país. El agua pesada se produce en la planta ENSI ubicada en la provincia de Neuquén y circula a alta presión para evitar su evaporación: entra al canal a

unos 230 grados y sale a 300ºC. Cuando hay que bajar la temperatura del reactor se suman barras de control –con boro o cad-mio, que absorben neutrones bajando el ritmo de la fisión– y para subirla se hace a la inversa.

Toda esta operación es automática; la sala de control está en un edificio adjunto al del reactor. Aquí es donde más se notan algunos cambios al diseño original de Siemens para acordar con los pará-metros tecnológicos actuales. Moni-tores de PC del siglo XXI conviven con palancas y tableros de luces parpadeantes, como los de una serie de TV de los 70. Pero las cuatro o cinco per-sonas que trabajan allí no parecen tener más de treinta años. Ale-jandro Arillo, jefe del turno noche, es inge-niero electricista y rionegrino; llegó en 2007. “Cuando ponés en marcha una plan-ta –explica– primero se arrancan los siste-mas individualmente, probando por separado cada cosa, y después los vas haciendo interactuar, que es lo que tienen que hacer habi-tualmente; después se les da soporte de otros sistemas, todo va entrando casi en paralelo”. Al principio los com-bustibles se probaron con agua liviana, ya que ésta no llega a generar una reacción en cadena por la baja concentración del isótopo 235 en el uranio natural (0,7%); después se vació la vasija, se secó y se cargó el núcleo con agua pesada, que vie-ne de una planta en Arroyito, Neuquén. Todo esto con el recipiente de presión o vasija ya montado y cerrado; la vasija,

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Las centrales tienen un

cuádruple sistema de seguridad redundante.

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lisieverts para 5 años, de los cuales no puede usar más de 50 en un mismo año calendario. Pero en Atucha esto se res-tringe a 18 msv al año y 90 msv en total.

A continuación hay que cubrirse con una ropa amarilla especial: guardapolvo, cofia y cubrezapatos, o bien mameluco con capucha y polainas, según las tareas. A la salida habrá que quitársela con especial cuidado, dejándola en ca-nastos especiales que irán a una lavandería en el mismo piso. Y volver a pasar por los detectores, más sofis-ticados que los que estaban a la entrada de la planta.

Ahora, con paso de astronauta, nos diri-gimos a las escaleras dentro del edificio del reactor. Hay varios niveles por encima y por debajo del suelo, que al ojo no entrena-do resultan idénticos: se repiten las paredes grises y los destaques amarillos para pasa-manos y picaportes. Todo luce muy lim-pio, pero se recomienda no trope-zar. Los pasillos rodean el recinto del reactor, que no puede verse ya que está en operación permanente; por otro lado, todo lo que “pasa” en el reac-tor está dentro de la vasija a presión. Y aun si pudiéramos corporizarnos allí de alguna manera mágica, dentro de una bur-buja indemne al implacable bombardeo de neutrones, sólo percibiríamos un flujo de agua alrededor de las varillas; no vería-mos el uranio encerrado en ellas, ni llama alguna, porque no la hay. La combustión

es que el vidrio, traído de Japón, que se-para la habitación del eventual operador, tiene un espesor de medio metro. Pero la habitación tiene, como otras, un umbral abierto que permite entrar; como la planta recién comenzó a operar, los tachos todavía están vacíos. Ahí entran en juego unas pilas de bloques color crema que están disemi-nadas por los pasillos. Los bloques están hechos con un hormigón especial y plomo, y son muy pesados. Su función es aislar habitaciones o zonas cuando la radiación ambiente lo hace necesario; se apilan como una pared de ladrillos hasta tapar la abertu-ra. Los rayos gamma, como los agudos de un parlante, tienden a desplazarse en línea

del uranio es invisible.La única manera de “ver” el recinto

por dentro es consultar –en una zona más segura– una maqueta que reproduce a es-cala 1/25 todos los componentes del edi-ficio del reactor, con un margen de error de 1 mm (1 pulgada, en la realidad). Para lo demás, está el monitoreo en sala de

control. De hecho, la maqueta es tenida en cuenta a la hora de pla-

nificar el manteni-miento, para evitar desplazamientos in-necesarios por áreas restringidas.

No hay sillas, y tanto un laborato-rio con incubadoras como la habitación del subsuelo pre-parada para recibir r es iduos de ba ja intensidad están va-cíos. No obstante, hay mucha activi-dad en la máquina, como puede consta-tarse por el aumento del calor en el am-biente. Los opera-rios suelen estar en remera debajo del

mameluco. El reactor está trabajan-do al 30% ese día, y a medida que aumente su potencia el calor aumen-

tará un poco más.La habitación de los residuos es otro

ejemplo de automatismo; unos caños que vienen de la vasija del reactor descienden desde el techo hacia unos tachos sosteni-dos con garfios mecánicos. Otro garfio, suspendido del techo, levantará cosas y las pondrá en el tacho correspondiente de la misma manera que se atrapa un osito de peluche con un joystick. La diferencia

recta y rebotar contra superficies aislantes, como las de estos bloques, que se mantie-nen allí hasta que la radiación baje a un nivel normal… para lo que pueden pasar meses, o años. La energía nuclear no es para impacientes.

En ese clima ascético, casi monástico, donde sólo se escucha el zumbido sordo de los compresores, le pregunto a un operario si en algún momento, aquí dentro, piensa en Dios. Sonríe: “La verdad que me tomás de sorpresa. Soy católico... Pero cuando entro acá no me acuerdo de Dios porque confío en las medidas de seguridad”. Busca algo más para decir, pero es eso. Sonríe una vez más, se da vuelta y nos guía hacia la salida.

36 AtuchA 37

Soy católico. Pero cuando entro acá no me acuerdo de Dios, porque

confío en las medidas de seguridad.

reservas muNdiales de uraNioIncluye países con reactores de investigación que nunca utilizaron uranio altamente enriquecido

InfogRAfíA: ESTuDIoAnTEnA.woRlDPRESS.CoM fuEnTE: InTERnATIonAl PAnEl on fISSIlE MATERIAlS

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cIudAd AtomIcA Calle interior que sepa-ra los edificios de la planta. A la izquierda, edificios auxiliares con sistemas de energía al-ternativos para alimen-tar la central en caso de corte. En el centro, un puente elevado une el edificio de maniobras con el de la turbina de Atucha II. Detrás el domo del reactor. Du-rante los más de 20 años en que la obra estuvo parada, los edificios en pie albergaron unas 80 mil piezas, cada una con su nomenclatura y con-servadas, en el peor mo-mento, por apenas 170 operarios.

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Comunidadesatómicas

El sendero de las

Conexión El puente de Zára-te-Brazo Largo cruza el Paraná de Las Pal-mas a la altura de Zá-rate, cerca de Lima. Es el principal corre-dor terrestre de car-gas rumbo a Brasil. Por debajo, barcazas y barcos de porte pasan llevando y tra-yendo cargas por la hidrovía, dragada a 34 pies, que permite la circulación de bu-ques de gran calado. Es la principal salida del complejo sojero argentino.

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en blanCo Soledad en la neblina matinal al borde de la ciudad de Lima, sobre la ruta que lleva a Atu-cha. Algunas de sus ca-sas son centenarias. Lindante con esta ruta está el Barrio Atucha, que recibió a los pri-meros trabajadores de la planta en 1968.

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con la Central Nuclear Atucha, aunque tiene una historia bastante más antigua. De hecho, que la planta de energía se llame Atucha tiene mucho que ver con Lima.

Las tierras de la zona tuvieron dueño casi desde la época de la conquista española (Sebastián Gabo-to pasó por allí en 1527 y subió por el Paraná de las Palmas); las adjudicaciones arrancan con otro con-quistador ilustre, Juan de Garay, y beneficiaron a familias ricas de la recién fundada Buenos Aires. Los jesuitas, que fueron comprando parcelas, serían los primeros en dedicarse a la explotación agrícola y ganadera, antes de su expulsión en 1767; poco después, Don José Antonio de Otálora se quedaba con los terrenos en subasta pública, fundando una estancia de gran extensión llamada Las Palmas. Su hija vendió una fracción de la propiedad a Toribio Lima en 1821; y la hija de éste, Justa Lima, se casó con José Máximo Atucha, otro terrateniente de la zona. Terrenos linderos fueron comprados a des-cendientes de la familia de Cornelio Saavedra, y para fines del siglo XIX Justa Lima de Atucha era propietaria de diversas estancias en la zona. De esa época queda el casco de una casona de estilo italia-no que el esposo le hizo construir cerca del Paraná como regalo de casamiento; así como una bóveda familiar –ornada de símbolos masones– en el ce-menterio porteño de Recoleta. La explotación ga-nadera de las tierras del matrimonio derivó en la delimitación de los animales de tipo ideal (95 ra-zas), que la Sociedad Rural Argentina estableció en base a ejemplares de las tierras de los Atucha.

El pueblo de Lima, como muchos otros, no tiene una fundación formal. A la hora de establecer una fecha para conmemoraciones y actos, se eligió el 24 de junio de 1888, que fue el día que se vendie-ron en remate público los solares del pueblo recién trazado. Los terrenos pertenecían a la herencia de Toribio Lima y habían sido vendidos por su hija a unos inmigrantes europeos establecidos en Barade-ro, para fundar allí una colonia agrícola. Faustino Alsina, que compró a su vez a los colonos pocos años después, tenía interés en desarrollar una po-blación alrededor de una estación del ferrocarril que unía a Zárate con Baradero. Estación y poblado llevaron el nombre de Lima. La escritura original de Alsina consignaba casi más galpones que casas; eran veinte, contra catorce viviendas de material y otras 11 de madera. En seguida las obras llevaron los números a 300 casas de material, más colegio, iglesia y plaza. El pueblo existía.

En 2006, fruto del relanzamiento del plan nu-clear argentino, Lima llegó por primera vez a los 10 mil habitantes. Su población es joven y en crecimiento: hay más chicos y menos viejos que el promedio provincial. En los ocho años que llevó terminar Atucha II (Néstor Kirchner) desde el relanzamiento, llegó a haber unos 7.200 traba-jadores y algunos que no eran de Lima se queda-ron a vivir allí.

Esto provocó, en lo urbanístico, la unión de dos zonas de Lima históricamente separadas. La ciudad propiamente dicha, con los tradicionales damero de casas bajas y veredas con árboles que abundan en

Son justo 100 kilómetros desde la Capital Federal, tomando Panamericana y la ruta 9 camino a Rosario. Pasando Zárate, a mitad de camino entre Buenos Aires y el límite con la provincia de Santa Fe, está la entrada de Lima, un pueblo directamente relacionado

VeCinos Walter, vecino de Lima, tiene un criadero inten-sivo de gallinas en las inmediaciones de la central nuclear (arriba). Su granja produce 8 mil huevos diarios. Un pica-do callejero (abajo) de-safía la hora de la siesta, no muy lejos del centro de Lima, en uno de los nuevos barrios que acompañaron la explo-sión demográfica.

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el puebloque crece

zárate & lima

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la llanura bonaerense, se corta en una ancha avenida diagonal detrás de la cual, a unas tres cuadras de distancia, comienza el Barrio Atucha, construido específicamente para que vivieran allí los trabaja-dores más calificados. Son unas seis manzanas ar-boladas de casas iguales, con una combinación de fachadas blancas, ladrillo a la vista y entretechos de madera, propia de los años setenta en que fueron construidas. Esas viviendas fueron erigidas cuando se hizo Atucha I (Juan Domindo Perón); detrás hay tres manzanas más pequeñas, con casas diferentes y más nuevas, pintadas de marrón claro. Son las de Atucha II (Néstor Kirchner). Cada una cuenta con amplio estar y cocina, un primer piso con dormito-rios, lavadero y una parrillita en el jardín trasero. En algunas, todavía no hay medianeras; unas media-sombras verdes colgadas de los alambrados aportan la necesaria privacidad. Cada una tiene letra y nú-mero de identificación en el mismo lugar: A2, B3, y así, según la manzana. Delante de esas últimas casas, un descampado neblinoso donde pastan algu-nos caballos. Al fondo de la calle, una suerte de clubhouse con pileta para los vecinos. Originalmen-te el barrio era cerrado, un poco a la manera de los que se diseminaron al norte del conurbano para cla-ses más pudientes; hace unos años, por pedido de los limeños, se eliminó la cerca perimetral.

El espacio que separaba al Barrio Atucha de la ciudad propiamente dicha se fue ocupando con casas más modestas y autogestionadas, algunas incluso precarias. Allí todavía no llegó el asfalto, pero están mucho más pobladas. De cada casa sale un perro a ladrar u olfatear al caminante. Un almacén improvi-sado en la habitación delantera de una casa ofrece un poco de todo al que no quiera ir hasta el centro (el Barrio Atucha es residencial). Allí, todo tiene su ver-sión en pequeño, para el que está de paso o sencilla-mente anda con lo justo.

Entre la avenida diagonal y las calles numeradas del centro, otro grupo de viviendas sin revocar, más nuevo y abundante, hace una cuña; son tierras fisca-les ocupadas por los nuevos pobladores. De ahí viene la pequeña explosión demográfica y la fuente de pre-ocupación para algunos vecinos tradicionales. Lima depende del municipio de Zárate, pero una parte de los vecinos pide la autonomía gubernamental para ocuparse de sus problemáticas.

Para Nucleoeléctrica Argentina la responsabilidad

social empresaria es un tema prioritario e inherente a todos sus proyectos, igual que para el Ministerio de Planificación Federal. Ambos ayudaron con un am-bicioso Plan de Obras para la comunidad, tanto en Lima como en Zárate. Este plan se puede apreciar en la restauración de la estación Lima del ferrocarril, en el Parque Urbano, en la conexión pluvial entre calles; la ampliación tercer carril de la Ruta Nacional N° 9 entre Zárate y Campana; la ampliación de escuelas, la limpieza de basurales, la reconstrucción de la Plaza Barrio Cervecero y en el Hogar de Ancianos. Además fueron construidos núcleos sanitarios acondiciona-dos para discapacitados. También se amplió el ce-menterio y se reconstruyeron las Unidades Sanitarias en los barrios carenciados.

Se destaca también la edificación de salones y la-boratorios en escuelas, monumentos, el mejoramien-to edilicio de edificios públicos y centros deportivos, y la repavimentación de calles, entre otras obras de infraestructura y vialidad.

La educación es un tema prioritario para Nu-cleoeléctrica Argentina. Una de las primeras iniciati-vas fue el desarrollo del Centro de Capacitación Dr. Melillo en el inicio de la operación de la Central Nu-clear Atucha I (Juan D. Perón), para realizar activi-dades educativas y culturales. En los últimos años se le dio un nuevo impulso al Centro, que se manifiesta por ejemplo en la creación en 2009 de la primera escuela técnica de Lima. Además sigue funcionando allí el Centro de Formación Profesional orientado a los adultos que quieran aprender un oficio.

En abril de 2011 también comenzó a dictarse allí la Tecnicatura Superior en Reactores Nucleares. El objetivo de la carrera es formar Técnicos Superiores con capacidad para desempeñarse en las centrales nucleares. El Instituto Superior de Educación Téc-nica sumado a la Escuela Técnica N°5 y al Centro de Formación Profesional, constituyen una Unidad In-tegral de Educación Técnico Profesional que permite contar con una innovadora oferta educativa vinculada a los proyectos de expansión electronuclear del país.

Por otra parte, desde Atucha II (Néstor Kirchner)se desarrolló el Programa Escuela Fábrica. Se trata de un proyecto que tuvo como meta capacitar a jó-venes de entre 18 y 24 años que aún no habían ter-minado con la educación secundaria básica en las zonas aledañas a la central, con el fin de favorecer la inserción laboral.

Hoy es feriado, 9 de Julio, y la neblina que volvía todo opaco se despejó justo al mediodía, como para dejar paso al desfile “cívico-militar” que congrega a buena parte de los vecinos en la plaza principal. Allí, unos paraavalanchas limitan la circulación y marcan el camino de los que darán la vuelta mostrándose al público, pasando por un pequeño palco instalado en la vereda donde están las autoridades. A su lado, una banda militar repasa hits tradicionales de la música marcial. Este es el único lugar de Lima donde se ve gente; alrededor, las calles están vacías de paseantes y automóviles. De hecho, el operativo de seguridad –con calles cortadas y móviles en cada extremo–, si bien cortés, parece un poco exagerado. La única ca-lle con tráfico es aquella donde hacen cola los que van a desembocar en la plaza y desfilar frente al palco y el público. Allí esperan unos jinetes vestidos con ropas tradicionales; fieles de una iglesia evan-gélica con pancartas “No a las drogas y sí a Cristo”; pequeñas jugadoras de hóckey, o los integrantes de una batucada. Y alumnos, muchos alumnos: todos desfilan, desde preescolares hasta los secundarios de la escuela técnica que se abrió en 2009, para luego dispersarse en la plaza y ver desfilar a amigos y fa-miliares. Un locutor engolado improvisa las presen-taciones, agradece a cada agrupación y, sobre el final, recuerda al público –como si hiciera falta– que

esa misma tarde el seleccionado argentino jugará su chance a la final del Mundial de fútbol. En ese mo-mento, ocurrente, la banda militar se saldrá un mo-mento del protocolo para atacar, siempre en su ritmo marcial, el cantito “Brasil, decime qué se siente”, tan popular en esos días. Termina el desfile y la gente se retira con la misma tranquilidad y parsimonia que había llegado. Los niños se reencuentran con sus madres, los jinetes siguen de largo y algunos titula-res de las asociaciones locales se retiran a pie por las calles del centro, con las banderas al hombro. Una rutina, se siente, repetida en cada fecha patria con igual mezcla de formalidad y candidez.

Si la niebla matinal y el feriado daban la impresión de una ciudad desierta, en horas de la tarde el vacío es apenas alterado por un murmullo sordo de sobre-mesas y encierro pre-partido. Frente a la plaza, el Club Social Lima es una institución casi centenaria –1915, dice una placa– que recibe por igual a parro-quianos y desangelados varios; ellos colman el exiguo

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brazo largo El complejo ferrovial que une Zárate (provincia de Bue-nos Aires) con el paraje Brazo Largo (Entre Ríos) cruza los ríos Paraná de Las Palmas y Paraná Guazú. Los dos puen-tes están integrados en un corredor de 30 kilómetros de extensión entre ambas provincias.

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salón como de cantina, pero con ventanas a la calle que de lejos parecen las de una casa más. Allí verá el partido el equipo de National Geographic, amontonado frente a la puerta que todo el tiempo se abre para dejar pasar algo de frío y a un espectador más. El bar está repleto.

El partido comienza mientras empieza a caer, rápido, el sol; hace frío y muchos piden cerveza, otros comen como si todavía fuera mediodía. Será una larga espera: dos tiempos reglamentarios y uno suplementario, ciento veinte minutos sin goles que

nadie puede adivinar. Pero la tensión se ve en todos los rostros, disimulada con chistes pavos, cargadas de mesa a mesa, mientras las migas se distribuyen sobre la fórmica. De pronto alguien señala a un mochilero de barba que, sentado en el centro del salón, es el único que sigue el partido sin hablar. “¡Es brasileño!” grita alguien. Él no contesta, pero la mi-rada pasiva y sufriente lo dice todo. Brasil perdió por goleada el día anterior y las cargadas no tardan en aparecer. Pero él aguanta en su mesa, sin contes-tar ni agitarse. El cero a cero prosigue y llegan los penales; algunos se paran y caminan alrededor del bar, saludando, estirando las piernas como si tuvieran que patear ellos mismos. Cuando nues-tro guardameta contiene dos pelotazos, todos gritamos; es el momento de des-carga que estuvimos esperando toda la tarde. Todo termina enseguida y el gri-terío es unánime: estamos en la final del Mundial. Abrazos, más charla técnica pero con una sonrisa incontenible, satis-fecha, en todas las caras; el alivio.

Todos están en la vereda y ven venir la caravana. Cuando son casi las ocho de la noche, envueltos en bufandas, y circulan-do entre los mismos caballetes que conte-nían las calles alrededor de la plaza, se produce el otro desfile: este es espontá-neo, bullicioso y catártico. Familias ente-ras gritan y saludan desde las ventanillas de autos y camionetas.

Todos agitan banderas argentinas, re-volean camisetas y gorros. Tienen el grito en la boca, la sonrisa. El cronista no sabe

dónde estaban, pero una cosa quedó clara: Lima está vivo, y sus habitantes encuentran, en la bulla del fes-tejo deportivo, un auténtico sentido de pertenencia, de patria. Donde no hay débiles ni excluidos, ni rece-los: todos son ganadores, todos están animados. Hasta el brasileño, que ahora acepta las palmadas y los chis-tes sin sacarse la mochila de la espalda. Está experi-mentando, como todos nosotros, uno de esos raros momentos de comunión donde se contagia algo pa-recido a la esperanza.

Vaca Muerta 49

el Viaje Lima está sobre la ruta nacional 9, prin-cipal vía de trans-porte terrestre entre Buenos Aires y Rosa-rio. Es una de las ru-tas más transitadas del país y atraviesa la pampa húmeda norte, principal zona de cultivos de soja para su exportación desde el puerto de Rosario.

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momentos Los parroquianos del Club Social Lima se preparan para ver un partido de la selección argentina de fútbol (arriba). Operaciones de carga y descarga en la terminal portuaria de Lima, sobre el Paraná de las Palmas, especializada en automotores (abajo).

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en la última década, lima llegó por primera vez a los 10 mil habitantes, fruto del relanzamiento del plan nuclear argentino en 2006. julio De Vido, al frente del ministerio de Planificación, le dio gran impulso a este emprendimiento. en los 8 años que llevó terminar la Central nuclear néstor Kirchner, llegó a haber ocupación para unos 7.200 trabajadores.

La ciudad propiamente dicha, con el tradicional damero de casas bajas y veredas arboladas, se corta en una ancha avenida diagonal detrás de la cual, a unas tres cuadras de distancia, comienza el Barrio Atucha, construido especialmente para que vivan allí los trabajadores más calificados.

en fila Automóviles en el playón de la ter-minal portuaria de Zárate, la primera en Latinoamérica diseñada para car-ga de vehículos. Se inauguró en 1996, y cinco años más tarde se agre-gó otra para contenedores y grane-les sólidos. Tiene un calado natural de 35 pies, que permite el acceso de buques de gran porte.

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el comienzo En junio de 1974 co-menzó a operar la Cen-tral Nuclear Atucha I (Juan D. Perón). Fue construida y diseñada por la firma KWU (Kra-fwerk Union).

Un sueño nuclear

La construcción de

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Cuando la Argentina inauguró Atucha I (Juan D. Perón), el 13 de enero de 1974, se convirtió en el primer país latinoamericano en contar con una central nuclear. Caro que este hito no se logró de un día para el otro sino que fue consecuencia de un largo proceso de marchas y contramarchas.

Durante su primer gobierno, Juan Domingo Perón impulsó la investigación y el desarrollo de la tecnología nuclear y para ese fin creó en 1950 la Comisión Nacional de Energía Atómica. Pero fue recién durante la gestión de Arturo Illia que el Eje-cutivo Nacional le encomendó a este organismo la posibilidad de construir una central nucleoeléctri-ca. Un año después, la CNEA llegó a la conclusión de que lo más conveniente era instalar una central que pudiera abastecer a la región metropolitana de Buenos Aires y el litoral del Paraná, ya que la de-manda creciente de esta zona llevaría a que en el mediano plazo fueran insuficientes las fuentes de energía con las que se contaba hasta ese momento. Bajo el gobierno militar de Juan Carlos Onganía, en junio de 1968, comenzaron las obras de cons-trucción de Atucha I (Juan D. Perón). El proyecto estuvo a cargo de la firma alemana Kraftwerk Union, subsidiaria de Siemens, y se llevó adelante bajo el esquema “llave en mano”. La empresa insta-ló un reactor del PHWR (reactor de agua pesada presurizada), basado en el prototipo alemán MZFR, con una potencia de 300 megavatios. Ape-nas pasó un lustro para que dicho reactor ingresara en criticidad. En efecto, el 13 de enero de 1974 la central fue conectada al sistema eléctrico, justa-mente durante el tercer gobierno de Perón. Tres meses después, Atucha comenzaba su producción

comercial de electricidad. En mayo de 1977, repo-tenció su producción al trepar a los 357 megavatios y desde mayo de 2012 genera 362 megavatios. A los pocos años de la puesta en marcha de Atucha, a partir de una serie de estudios propios, la CNEA alertó acerca del agotamiento de los recursos fósiles como principal fuente de la energía argentina y por lo tanto propuso la construcción de una nueva cen-tral nuclear. Surgió así en 1977 el proyecto de Atu-cha II (Néstor Kirchner), que se completaba con la construcción de la Central Embalse, cuyas obras se habían iniciado tres años antes. En esta ocasión, la construcción de la Central Nuclear Néstor Kirch-ner estuvo a cargo de manera conjunta entre Siem-mens y la CNEA, a partir del conocimiento que había adquirido el organismo con las otras dos centrales. Se creó entonces en 1981 la Empresa Nu-clear Argentina de Centrales Eléctricas, en la que el Estado sería el propietario del 75% y la empresa alemana del 25% restante. La previsión era que para junio de 1987 la central estuviera en funcio-namiento. Pero una serie de factores atentaron contra el desarrollo del proyecto. Por un lado, Sie-mens decidió a nivel mundial retirarse del sector atómico. A su vez, el descubrimiento del yacimien-to Loma La Lata, en Neuquén, revalorizó a los hi-drocarburos como principal matriz energética. Además, la crisis económica que atravesaba el país llevó a los diferentes gobiernos a postergar la inver-sión que requería una obra de este tipo. El momen-to más crítico se dio en el 1995, cuando el gobierno de Carlos Menem decidió suspender las obras y al año siguiente disolvió ENACE, lo que originó el despido del 75% del personal. Durante más de diez años, el proyecto Atucha II estuvo totalmente pa-ralizado hasta que en 2006, el presidente Néstor Kirchner decidió reactivar la construcción de la central que finalizó en 2014. Se encuentra en cons-trucción el Laboratorio de Caracterización de Re-siduos Radiactivos en el Área de Gestión Ezeiza, de clase mundial, estimándose su terminación el pre-sente año.

Por ley se informa anualmente al Honorable Congreso de la Nación todo lo que se realiza en

Durante más de diez años, el proyecto Atucha ii estuvo paralizado hasta que en 2006, el presidente néstor Kirchner decidió reactivar la construcción de la central.

historiA

AtuchA 5554 fotos: gentileza nucleoeléctrica argentina s. a.

plAnificAción La construcción de Atu-cha I (Juan D. Perón)permitió un importante ahorro de recursos na-turales con menor im-pacto ambiental, cola-borando con el cuidado de la capa de ozono y evitando el calenta-miento de la atmósfera y la lluvia ácida.

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llegADA Del recipiente De presión Del reActor néstor Kirchner El cuerpo del recipiente del reactor es el compo-nente más grande y está diseñado para contener las estructuras de soporte del combustible, el refri-gerante, y las tuberías que apoyan el flujo de refrige-rante y las estructuras de apoyo para todo lo ante-rior. Usualmente es de for-ma cilíndrica y está abier-to en la parte superior para permitir que el com-bustible sea cargado.

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pioneros El 1 de junio de 1968, comenzó la construc-ción de la Central Nuclear Atucha I (Juan D. Perón), la primera instalada en Latinoamérica. Para ello se utilizó un re-actor del tipo PHWR (reactor de agua pe-sada presurizada), con un diseño basa-do en el prototipo alemán MZFR y una potencia neta de 300 MW. La construcción de la central fue rea-lizada por la subsi-diaria Kraftwerk Union (KWU) de Sie-mens, mediante el esquema "llave en mano".

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Con 40 años de desarrollo, la Argentina cuenta hoy con un sistema científico tecnológico de soporte, y una industria que puede dar respuesta a las necesidades de excelencia.

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Fisión nuclear

En busca de la

La piLeta Operarios de zona con-trolada mueven barras de combustible usado en una de las piletas de Atucha I (Juan Domingo Perón). Cada barra contiene pastillas cerá-micas de uranio natural, que con la fisión ha ido trasmutando en pluto-nio y otros elementos transuránicos hasta per-der su capacidad fisi-ble. Pero continúan siendo reactivos, por lo que permanecerán en la pileta durante al me-nos 50 años.

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protones, ocupa una porción ínfima. Los elementos muy pesados (esto es, con ma-

yor Z) tienden a ser más inestables ya que se hace más difícil para los neutrones contener la repulsión eléctrica entre los protones. Esto ocu-rre con todos los elementos más pesados que el bismuto (Z 83), que tienden a separarse en ele-mentos más ligeros. En el proceso liberan ener-gía calórica en forma de rayos alfa (núcleos de helio), beta (electrones) o gamma (una versión concentrada de la radiación electromagnética). Por eso son llamados elementos radiactivos.

Al absorber neutrones, el uranio 238 va libe-rando energía y mutando en torio (Z 90); éste vira a radio (Z 88), y así sucesivamente pasa por elementos contiguos, como polonio y bismuto, hasta llegar al plomo (Z 82), que es estable. Pero

el isótopo 235 del uranio se divide en elementos mucho más ligeros, como el lantano o el bario, porque emite un mayor número de partículas, entre ellas neutrones que a su vez bombardean otros átomos que también se dividen. El proceso, que libera una cantidad mucho mayor de energía, es lo que llamamos fisión nuclear.

El calor producido por la fisión puede activar una central térmica para producir electricidad, de la misma manera que lo hace la quema de car-bón, gas natural o fuel oil en una central conven-cional. El calor es transmitido a un circuito cerrado de agua, convirtiéndola en vapor, el cual moverá las aspas de una turbina, cuyo movi-miento será trasladado a un generador que lo

convertirá en energía eléctrica. El sistema de la turbina, de hecho, es el mismo que usaba Edison para producir electricidad hace más de cien años.

¿Cómo contener la reacción en cadena, cómo-controlarla? La fisión se realiza en un recipiente cerrado, el uranio es procesado y dividido en pequeñas cápsulas que se ubican a intervalos re-gulares en barras de combustible, cambiadas periódicamente a medida que el uranio va mu-tando en otros elementos no fisibles (pero sí ra-diactivos, por lo que deberán ser conservados en forma aislada una vez extraídos del reactor). El recipiente está a su vez encerrado en un edificio de contención cuyos materiales estables impiden la fuga de radiación al exterior.

Como la radiación atraviesa otros elementos y puede hacerlos mutar, es necesario protegerse,

ya que una exposición por encima de cierto lími-te podría, por ejemplo, modificar el ADN de al-g u n a s c é l u l a s y p r o v o c a r d a ñ o s o malformaciones. El cáncer, enemigo invisible, es el más temido, aunque la incidencia de la ac-tividad nuclear pacífica en la proporción de ca-sos diagnosticados todavía se discute.

Por debajo de ese límite, el efecto de la radia-ción en nuestras células puede controlarse hasta cierto punto, e incluso resultar beneficioso, como en la radioterapia de los tratamientos oncológi-cos. En realidad, la radiación está presente no sólo en invenciones incorporadas a la vida coti-diana –por ejemplo en tomógrafos o detectores de humo– sino también en la naturaleza: el prin-

desde Henry Becquerel –quien en 1896 testificó por primera vez el fenómeno radiactivo–, pasan-do por Pierre y Marie Curie –que aislaron nue-vos elementos químicos producto de ese proceso–, Lise Meitner –quien describió por primera vez la fisión del uranio– y Enrico Fermi, el primero en provocar y controlar una reacción en cadena, en 1942. A partir de allí, un grupo de científicos liderado por Albert Einstein generaría los experimentos del Proyecto Manhattan, que incluyeron la fabricación de un reactor donde producir la reacción en cadena de uranio a pe-queña escala, dentro de un edificio de contención de la radiación consiguiente. Sería el comienzo de la fisión nuclear como generación de energía para fines pacíficos.

Para entender la fisión hay que describir las fuerzas que gobiernan al átomo, concebido como la partícula más pequeña de materia, la base de todos los elementos químicos de la tabla periódi-ca. El átomo se compone a grandes rasgos de un núcleo, que integra protones y neutrones, y elec-trones que giran a su alrededor y carecen de masa. Cada uno de estos elementos, así como otros aun más pequeños, surgieron de teorías que explica-ban las reacciones del átomo en diversas situacio-nes que estudia la física molecular o de partículas; muchas de ellas fueron probadas de forma indi-recta. El átomo en su conjunto es eléctricamente neutro, fruto de que los electrones –de carga eléc-trica negativa– y los protones –de carga positiva– están presentes en igual número. Como dos elementos con la misma carga tienden a repelerse

entre sí, la unidad de los protones en el núcleo es mantenida con el agregado de neutrones, que no tienen carga eléctrica y amortiguan la tendencia de aquéllos a separarse mediante la llamada fuer-za nuclear o fuerte, que une a protones y neutro-nes y es unas cien veces mayor que la repulsión eléctrica entre protones. La fuerza nuclear se des-vanece fuera del átomo.

A grandes rasgos, las propiedades químicas de un elemento, lo que hace de él que sea ese elemento y no otro, dependen del número atómi-co o Z (que cuantifica electrones y protones), según el cual son ordenados en la tabla periódi-ca. Así, el hidrógeno tiene número atómico 1; 2 el helio, 3 el litio, 4 el berilio y así sucesivamen-te. Pero el número de neutrones dentro de un mismo elemento químico puede variar. Por ejemplo, el núcleo del átomo de hidrógeno tiene un electrón y un protón; pero existen dos varian-tes: una, el deuterio, cuyo núcleo tiene un neu-trón acompañando al protón, y otra, el tritio, con dos neutrones junto al protón. Cada variante del átomo de hidrógeno –incluyendo el “original”, simplemente la más abundante– es llamada isótopo y las tres tienen el mismo número ató-mico; se identifican entre sí por el número de masa, que suma protones y neutrones. Es decir: los isótopos de un mismo elemento son quími-camente iguales, pero tienen propiedades físicas diferentes y reaccionan de distinta manera ante ciertos estímulos.

Algunos elementos tienen un solo isótopo en-contrable en la naturaleza, la mayoría tiene va-rios; el que más tiene (diez) es el estaño o Z 50. Del uranio (Z 92) hay tres isótopos: el más co-mún tiene masa 238 (92 protones más 146 neu-trones) y abarca el 99,3% del mineral en la Tierra. El uranio 235 (143 neutrones) incluye casi todo el 0,7% restante; y el 234, con 142

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El efecto de la radiación en nuestras celulas incluso resultar

beneficioso, como en la radioterapia de los tratamientos oncológicos.

cómo Funciona La enegía nucLear

el proceso de fisión nuclear, o descomposición de un átomo mediante su desintegración por medio de neutrones, fue un descubrimiento con muchos padres,

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eL puente Vista trasera del edifi-cio de Atucha II (Néstor Kirchner). Pueden ver-se las cañerías que transfieren vapor de agua desmineralizada a presión hacia el edifi-cio de la turbina. El va-por mueve los álabes de la turbina convir-tiendo energía calórica en mecánica, la cual será transferida al ge-nerador de electricidad.

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Pileta del reactorAllí está inmerso el uranio, elcombustible nuclear y el agua pesadaque permite la reacción de fisión.

Barras de cadmio y boroAbsorben parte de los neutrones que se liberandel uranio, estabilizandola reacción.

IntercambiadorLa energía de la reacciónhace hervir el agua que setransforma en vapor.

Bóveda de concretoy aceroSirve para evitar fugasradiactivas.

Pileta de almacenamientoAquí almacenan losresiduos de la reacción de fisión.

TransformadorAdapta la energía eléctrica a los parámetrosde la red eléctrica.

CondensadorEnfría el vapor transformándolo en agua reutilizable.

TurbinaEl vapor hace girar una turbina conectada a un generador que produce energía eléctrica.

cómo funciona la central nuclearAsí funciona una instalación industrial construida para generar electricidad mediante la fisión del núcleo de los átomos.

AtuchA 6766 infogrAfíA: estudioAntenA.worldpress.com

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cipal emisor de radiación son las estrellas como nuestro Sol. En ellas el intercambio de elemen-tos químicos es masivo y en gran escala, fruto de otra alteración atómica, la fusión nuclear, por la que dos elementos se unen para dar nacimien-to a un tercero de masa mayor. El perpetuo fuego solar es fruto de esa fusión continua, que va a acumulando metales pesados en su interior. Nuestro sistema solar se compone de elementos despedidos en la explosión de una supernova anterior, agobiada por el peso de los elementos surgidos de infinitas fusiones sucesivas a lo lar-go de miles de millones de años; sol y planetas contienen los mismos elementos, que en el cen-tro de cada planeta, y sometidos a presiones ini-maginables, continúan en ebullición.

Dada la intensidad del calor producido en la fusión de dos átomos, controlarlo a un nivel que pueda convertirse en energía para consumo hu-

mano es aún una utopía; desde el comienzo de la era atómica se anuncia ese salto tecnológico para “dentro de treinta años”, un futuro mediato que ha ido corriéndose a medida que pasaban las décadas. La triste verdad es que fabricar una bomba sí resulta fácil, ya que se trata de liberar una enorme cantidad de energía en el momento y no de regularla a un mínimo nivel constante, como en la provisión de electricidad, lo que re-quiere un desarrollo mucho mayor. Lo mismo había ocurrido con la fisión, nueve años antes del desarrollo del primer reactor comercial. Para hacer una bomba se degradaron toneladas de uranio natural hasta conseguir suficiente canti-dad del isótopo 235 para fabricar dos bloques de distinta densidad del isótopo (en promedio, 80% de pureza) que sumaban 64 kilogramos. Al ha-cerlos chocar entre sí, la fisión resultante liberó de golpe una cantidad de calor abrasadora.

La separación del uranio 235 para incrementar la proporción del mismo respecto del 238 en un bloque dado se realiza en una planta especial; el proceso se dio en llamar “enriquecimiento” del uranio y generó suspicacias geopolíticas durante años: como ocurre hoy con Irán, cada vez que un país persiguió dominar el ciclo de enriquecimien-to del uranio dio pie a acusaciones de tener una agenda bélica bajo cuerda. Hoy, terminada la Guerra Fría, buena parte de las centrales atómicas en funcionamiento también utilizan uranio enri-quecido, pero en un grado mínimo, que nunca supera un 3% del total. El resto es isótopo 238, que no es físil y de hecho absorbe neutrones, in-hibiendo la reacción en cadena. Para hacerlo fi-sionar, ese uranio 235 necesita otro elemento que modere la velocidad de los neutrones, de manera que éstos tengan más posibilidades en su recorri-do de encontrar un átomo del isótopo 235 antes de ser absorbidos por otro del 238. Este elemento, ajeno al uranio, es llamado moderador, nombre algo engañoso ya que en realidad es el que posi-bilita la reacción del mineral. El grado de presen-cia del moderador en el recipiente es lo que permite controlar la fisión. También se necesita un refrigerante, para bajar la temperatura en el recipiente cuando es necesario y evitar así la acu-mulación de calor.

Los reactores se clasifican por el tipo de uranio que utilizan como combustible, así como por sus moderadores y refrigerantes; la Agencia Interna-cional de Energía Atómica (IAEA, su sigla en inglés) reconoce una docena de tipos diferentes. El proyecto nuclear argentino se decantó, en los años sesenta, por el uso de uranio natural para disponer del ciclo completo y no depender de ter-ceros países: la idea era obtener el mineral en minas nacionales, y en los primeros años así se hizo (hoy, para evitar la polémica que rodea la actividad minera en el país, se lo importa). Como moderador y refrigerante se utiliza agua pesada, que es una molécula similar a la del agua común pero en la que el hidrógeno es reemplazado por uno de sus isótopos, el deuterio (de esta forma está presente, en proporciones pequeñas, en el agua común). El agua pesada entorpece el despla-

zamiento de los neutrones sueltos, facilitando la fisión. Los hoy más comunes reactores de uranio enriquecido tienen una mayor masa disponible del isótopo 235 para fisionar, por lo que pueden ser moderados con agua liviana. La mayoría de las plantas nucleares del mundo tienen reactores de este tipo, llamado PWR (Pressurized Water Reactor). Los argentinos, en cambio, son de tipo PHWR (Pressurized Heavy Water Reactor), lo que significa que utilizan agua pesada y recipien-te de presión.

En un reactor comercial, el uranio está divi-dido en pastillas cerámicas de aproximadamente un centímetro de largo, compuestas de una pasta de dióxido de uranio. Hoy, la mayoría de los reactores utilizan agua como moderador y refri-gerante (agua pesada en el caso de los PHWR), la cual circula entre las pastillas distribuidas a

intervalos regulares en el interior del recipiente, demorando los neutrones que se mueven entre ellas y permitiendo la reacción en cadena. Las pastillas son introducidas en el reactor dentro de bastones o varillas –las barras de combustible– que se cambian periódicamente a medida que el uranio que contienen va mutando, por fisión u otros procesos radioactivos, en otros elementos. Entre estas varillas hay otras que contienen ele-mentos neutros como boro o cadmio, que no son reactivos y absorben neutrones. Estas varillas, llamadas barras de control, permanecen fuera del recipiente cuando la reacción en cadena está en su máxima potencia, y se van introduciendo cuando se la quiere disminuir, ya que bajan el nivel de la fisión, “durmiendo” el reactor en caso de menor demanda, o la detienen por completo de ser necesario. Pero un reactor detenido nunca

volverá a su posición inicial, ya que el combus-tible, aunque no fisione, continúa emitiendo ra-diación y cambiando sus propiedades físicas, así como las del recipiente.

Otro elemento usado como moderador (posi-bilitador) de la fisión es el carbono, en especial el grafito dada su pureza. Fue muy utilizado por Gran Bretaña, en los reactores GCR (Gas Coo-led Reactor), refrigerados con dióxido de carbo-no o helio; y también por la Unión Soviética en los LWGR (Light Water Graphite Reactor), re-frigerados con agua liviana. Estos reactores pue-den ser usados con uranio natural y datan de una época en que los países estaban interesados en producir plutonio para la fabricación de bombas; como no usaban agua pesada, había una mayor velocidad neutrónica que facilitaba la reacción del uranio 238, convirtiéndolo en plutonio. Los

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El plutonio es uno de los residuos que deja la fisión de uranio en las barras

de combustible de un reactor.

de punta La Presidenta de la Nación de la Argentina, Cristina Fer-nández de Kirchner, en una de sus vistitas al complejo Atu-cha señaló: “Antes de ingresar estuve viendo todo el traba-jo que ustedes hacen y lo que nos valió ser reconocidos a los argentinos como de avanzada en materia de genera-ción de energía nuclear con fines pacíficos y científicos”.

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70 astronauts space 71 AtuchA 7170 infogrAfíA: estudioAntenA.worldpress.com

porcentaje de energía nuclear en la producción de electricidadentre los factores que deciden las diferentes canastas energéticas están los recursos naturales propios, la ecuación económica y la decisión política.

reactores de Chernobyl eran de tipo LWGR. En este tipo de instalación, si el agua se evapora como producto de un sobrecalentamiento –efec-to de una reacción en cadena fuera de control– la fisión continúa e incluso se acelera, ya que el grafito continúa actuando como moderador. Fue lo que ocurrió en 1986.

En los reactores que usan agua como mode-rador, en cambio, un accidente así no podría ocu-rrir, ya que al evaporarse ésta los neutrones acelerados irían todos a parar al isótopo 238 y la fisión se interrumpiría. Este tipo de protección pasiva, dicen en el Complejo Nuclear de Atucha, constituye una seguridad adicional y por eso el agua (ya sea liviana o pesada) es hoy el modera-dor preferido.

El plutonio es uno de los residuos que deja la fisión de uranio en las barras de combustible de un reactor, el más famoso y peligroso. Es tam-bién el metal más pesado (Z 94) que puede en-contrarse –en muy pequeñas cantidades– en forma natural en el planeta Tierra; su isótopo más estable, el 244, tiene 150 neutrones y una vida promedio de 80 millones de años. Pero la actividad nuclear produjo mayores cantidades del isótopo 239, el cual se forma –durante el pro-ceso de fisión– cuando un átomo de uranio 238 absorbe un neutrón. El plutonio 239 es tan físil como el uranio 235 y, a diferencia de éste, por su concentración puede dividirse sin necesidad de demorar el tránsito de neutrones, por lo que pue-de usarse agua liviana como moderador. Fue el preferido por la industria armamentística de la Guerra Fría –la bomba que había caído en Naga-saki era de plutonio– y a su término comenzó a ser recuperado de las cabezas de misiles para ser reciclado como combustible en unos reactores de nueva generación llamados FBR (Fast Bree-der Reactor), cuya factibilidad está en estudio.

Si en el futuro se hiciera en la Argentina un reactor de tipo FBR o similar (llamados también de neutrones rápidos), podría aprovecharse el plutonio depositado en las barras de combustible usado de los reactores actuales. Mediante un proceso llamado PUREX (Plutonioum Uranium Extraction) se separan el uranio y el plutonio de los demás residuos, que quedan disueltos en áci-

do nítrico. El uranio puede reutilizarse en un reactor común, y el plutonio es la base de un óxido combustible llamado MOX, mezcla 20% plutonio y 80% uranio.

La decisión última sobre disposición de los residuos la tiene la Comisión Nacional de Ener-gía Atómica (CNEA). Por ahora, los de Atucha continúan en las piletas –se estima que pueden permanecer allí unos 50 años, la vida estimada de la planta– y los de Embalse están en silos secos junto a la central. En el mundo, la disposi-ción final del combustible –sin reprocesar o bien extraído el plutonio– todavía es materia de dis-cusiones. El consenso académico se decanta por el depósito en seco en sitios geológicamente es-tables y deshabitados, aunque en la práctica na-die lo quiere tener cerca por más certificados que se exhiban (un fenómeno que se extiende: como pasa con la “zona roja”, nadie quiere un basurero nuclear en el barrio).

La CNEA lo vivió en carne propia: en los años 80, cuando el proyecto nuclear argentino aún tenía el impulso inicial y se pensaba tener seis centrales operando en el mediano plazo, se realizó un estudio de factibilidad para la cons-trucción un repositorio definitivo. Se eligió la sierra del Medio, en el departamento de Gastre (provincia de Chubut), por su constitución gra-nítica cristalina, relativo aislamiento y condicio-nes propias de la roca, que no presenta fracturas ni actividad sísmica de ningún tipo. Algo pare-cido ocurrió en los EE. UU. con el depósito de Yucca Mountain, una cueva abierta por el hom-bre en una elevación del desierto de Nevada, a 160 kilómetros de Las Vegas. La iniciativa, tam-bién motorizada en los años 80, llevó a invertir unos 90 mil millones de dólares en la conforma-ción de las facilidades para depositar allí buena parte de los residuos nucleares del gran país del Norte. A pesar de la resistencia de grupos am-bientalistas y vecinos de la ciudad del juego, el ongreso estadounidense aprobó el proyecto en 2002. En 2011, una enmienda legislativa cortó los fondos, cumpliendo con una promesa de campaña de Barack Obama, cuando ya se había horadado en la roca un túnel de 8 km de exten-sión. Desde entonces, su departamento de ener-

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La turbina Interior del edificio de la turbina, similar a la de una central térmica con-vencional. Los álabes ro-tan en el interior del ci-lindro más grande, que continúa en un nivel in-ferior al suelo. La ener-gía mecánica se trans-fiere al generador (delante), donde un pro-ceso electromagnético la convierte en electrici-dad de alto voltaje, la cual sale del edificio (el tendido está bajo el piso) y conecta con to-rres de alta tensión.

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gía busca otra ubicación para el repositorio y una forma de que su concreción financiera no esté sujeta a vaivenes políticos.

Hoy Finlandia va camino a ser el primer país del mundo en tener su repositorio definitivo: Onkalo, un depósito subterráneo en roca graní-tica de la isla de Okiluoto, sobre la costa sudoes-te del país escandinavo. El terreno es propiedad de uno de los operadores del sector y allí se pla-nea disponer de 9 mil toneladas de residuos sin procesar, en barriles especiales dispuestos en cuatro niveles que se comunicarán entre sí por suaves rampas. La excavación comenzó en 2004 y el repositorio empezaría a construirse el año próximo, previo permiso gubernamental; espe-ran dejarlo listo para su uso hacia 2020. Se esti-ma que tardarán entre cien y doscientos años en producir con sus cuatro reactores el suficiente residuo para llenarlo; luego será sellado para siempre. ¿Cuánto es “siempre”? Se calcula un promedio de 10 mil años hasta que los elemen-tos transuránicos disminuyan su potencial ra-dioactivo al nivel del uranio natural; en el caso del plutonio 239, son 24.100 años. Ningún rastro de civilizaciones antiguas llega tan lejos, así que estas cifras bien pueden estimarse como “eterni-dad” para la modesta escala humana. Lo que dispara a su vez otro interrogante: ¿cómo avisar de la peligrosidad del repositorio a quien pase por allí dentro de cinco o diez mil años? ¿Qué idioma hablará ese ser futuro? Y ¿cómo asegu-rarse que respetará la advertencia y no será ga-nado por la curiosidad? El mayor riesgo para la tranquilidad del lugar, explican, sería la presen-cia del hombre.

Créase o no, el mundo ya tiene un repositorio natural de residuos nucleares. Lo descubrió el fí-sico francés Francis Perrin en 1972, cuando pro-cesaba uranio extraído de la mina de Oklo, en Gabón. Oklo es el único lugar del mundo donde la proporción del isótopo 235 en el uranio natural es algo menor que el 0,7% habitual. Posteriores análisis del lugar descubrieron también isótopos desconocidos de otros elementos, como el neodi-mio y el rutenio. En total, y considerando la pro-porción del habitual isótopo 238 en las existencias de la mina, faltaban unos 200 kilos de uranio 235

en 16 sitios diferentes de la excavación.Veinte años antes del descubrimiento, los físicos

norteamericanos George W. Wetherill y Mark G. Inghram habían propuesto como hipótesis la posi-bilidad de que algunos depósitos de uranio en la Tierra hubieran fisionado naturalmente en otras eras geológicas. Es lo que parece haber ocurrido en Oklo. Cálculos matemáticos hacen coincidir las alteraciones isotópicas con los productos de una fisión en cadena. De hecho, permiten estimar la duración y características de ese fenómeno. Dado que el uranio 235 tiene una vida media de 700 mi-llones de años, y teniendo en cuenta que hacía falta al menos una concentración del 3% del isótopo para producir la fisión con agua natural, se estima que esto ocurrió en la era precámbrica, más preci-samente hace unos 1.700 millones de años, y que el uranio –en cantidad de 5 toneladas– fue activado por una filtración de agua en la mina (hoy eso no sería posible, dado que el uranio natural no tiene la concentración suficiente del isótopo 235 para fisio-nar de esta manera). No había en el lugar minerales que hubieran absorbido neutrones e impedido la fisión, como los que se usan en las barras de con-trol de los reactores actuales. La roca fue sometida a presiones de mil bar y temperaturas entre 300 y 450 centígrados, por lo que la fisión debe haber tenido innúmeras marchas y contramarchas a me-dida que el agua se evaporaba y dejaba de actuar como moderador, para luego volver a filtrarse y recomenzar el proceso.

Se calcula que la fisión duró al menos medio millón de años y liberó, según algunos cálculos de especialistas, energía en forma de calor equi-valente a unos 100 millones de MW/hora. El uranio 235 fue consumiéndose, y cuando su pro-porción respecto del otro isótopo bajó a un nivel que ya no permitía la fisión, este reactor fósil se apagó naturalmente, enterrando sus residuos –incluyendo plutonio– bajo granito y tierra, don-de permanecieron inmóvi les durante aproximadamente 1.700 millones de años, a pe-sar de la presencia de agua en la zona.

El basurero de ayer es la fuente de hoy: existen en el mundo reactores que fisionan, en condicio-nes muy diferentes creadas por el hombre, el ura-nio de esa mina de Gabón. El fin es el principio.

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La entrada Ingreso al edificio de contención del reactor en Atucha I (Juan Do-mingo Perón). Dentro, tramos de escalera co-munican los distintos ni-veles; el recipiente de presión del reactor se encuentra a ras del sue-lo. La operación del re-actor es automática y re-mota; el protocolo se organiza para reducir al mínimo el tiempo de permanencia del perso-nal en el sector.

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José Luis Antúnez, presidente de Nucleoeléctrica Argentina, es inge-niero electromecánico recibido en la Universidad de Buenos Aires –“de los orgullosamente UBA”, dice– y se acercó al proyecto de Atu-cha II (Néstor Kirchner) por primera vez en los años 80, desde el ám-bito privado, trabajando en el diseño de la esfera de contención del reactor. NUCLAR, empresa especializada en ingeniería y construccio-nes nucleares, fue una de las firmas que lo tuvo como gerente; otra fue Transener, transportista de energía de alta tensión, y también dirigió CAMMESA, la empresa mixta que administra el mercado mayorista eléctrico. Todo esto lo hizo idóneo para dirigir la empresa estatal que se ocupa de la generación nuclear de energía eléctrica a partir de 2006, año del relanzamiento del plan nuclear argentino.

¿Podría describir a grandes ras-gos el estado en que hoy se en-cuentran las plantas que opera Nucleoeléctrica?Bueno, la gran noticia es que después de un lar-go proceso se logró la puesta en marcha de Cen-tral Nuclear Néstor Kirchner y el proyecto en sí se terminó el día que se llegó a la criticidad, el pasado 3 de junio. Hay un proceso de etapas su-cesivas en las que se va incrementando la activi-dad del reactor; calculamos que para noviembre va a estar funcionando al cien por cien. Lo cual nos permitirá alcanzar los 745 megavatios de potencia para alimentar la red. Esto significará un aumento considerable de la provisión de electricidad generada a partir de usinas nuclea-res, lo cual se verá en su plenitud una vez que completemos la extensión del ciclo de vida de la central cordobesa de Embalse. Este es un reac-tor de otras características, del tipo CANDU, y su obsolescencia es diferente respecto de los de Atucha. En vez de un recipiente de presión utili-za tubos de presión, que serán cambiados, así como los generadores de vapor. Esa cañería debe renovarse ya que los materiales, después de un cierto número de años, empiezan a sufrir corrosión y alteraciones. Cuando se creó la cen-tral todavía no estaba contemplada la posibili-dad de cambiar esos circuitos; hoy sí se puede y proyectamos hacerlo pronto. Eso estirará la vida de Embalse otros 30 años. ¿Qué clase de permisos maneja el país para realizar la extensión de vida? ¿Hace falta que inter-venga la empresa responsable del diseño original?Ese reactor fue diseñado con tecnología cana-diense y, efectivamente, las licencias en este tipo de operaciones son importantes. En el caso de Embalse, las licencias contempladas en el contrato original nos permiten fabricar noso-tros mismos los repuestos para su uso, siempre

que sean utilizados dentro de los límites del país. Por lo cual este proceso se hará con pie-zas nacionales, como siempre bajo la supervi-sión de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) que es nuestro ente regulador. Por lo demás, en 2009 se votó por ley nacional la ex-tensión, así como la construcción de una cuar-ta central una vez terminada Atucha II (Néstor Kirchner).En el caso de Atucha I (Juan Domingo Perón), como hay paradas periódicas para manteni-miento, la extensión de vida es continua. En general, este tipo de reactor, de recipiente de presión, supera en mucho la estimación de vida original, que para Atucha I (Juan Domin-go Perón) era de 25 años y ya está pasando los 40. Otro tanto ocurrirá con la Central Nuclear Néstor Kirchner.

En 2012 se dio el caso de un reac-tor belga, de características si-milares al de Atucha y provisto por la misma compañía, cuya va-sija presentó fisuras después de años de operación. ¿Esto supone algún cambio en las previsiones para el reactor argentino?Usted se refiere a un reactor de la empresa

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La gran noticia es que después

de un largo proceso se logró la puesta en marcha

de Atucha II (Néstor Kirchner).

El presidente de Nucleoeléctrica Ar-gentina nos detalla los beneficios que supondrá la puesta en funcionamiento de la tercera central nuclear en la Ar-gentina, gracias al impulso dado por el Ministerio dePlanificación.

ENtrEvistA josé ANtúNEz

Cuestionario respuestas &

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diante un sistema de inspecciones mutuas para estar cubiertas ante cualquier eventualidad. Son las principales interesadas en que las plantas funcionen como deben.En Atucha, el enfriamiento del agua mineralizada convertida en vapor se hace con un tercer cir-cuito que aprovecha agua del Pa-raná de las Palmas. ¿Esa agua vuelve al río más caliente de lo que salió?La diferencia entre la entrada y la salida al río es de 8 grados centígrados. Hemos hecho me-diciones al respecto y comprobamos que el caudal del río Paraná, que es muy grande, fa-vorece el rápido enfriamiento del agua: a 200 metros aguas abajo ya no se nota la diferencia. Tenga en cuenta que el Paraná es el tercer río del mundo en términos de caudal; vienen el Amazonas, el Congo y después el Paraná.

¿Qué se aprendió de Fukushima?Lecciones para la prevención: fíjense que Fukushima tuvo que hacer frente a dos averías simultáneas. Primero, el terremoto la dejó sin suministro eléctrico, y después el tsunami la dejó sin agua; por eso no podía apagarse. Las centrales atómicas trabajan con sistemas redun-dantes de seguridad, para que en caso de que fa-lle uno, trabajen los otros; en Central Nuclear Néstor Kirchner, por ejemplo, hay cuatro. Esta-mos preparados para un apagón, nuestro terreno es llano y no hay peligro de tsunami…

Entiendo que la finalización de un reactor después de más de 30 años, como es el caso de Atucha ii (Néstor Kirchner), es un hecho inusual. Además, la obra no fue terminada por el contratista ori-ginal sino por ustedes mismos. ¿Cómo se llegó a tal decisión?La empresa original, Kraftwerk Union, desa-pareció en el año 2000. En un principio, cuan-do se retomó el proyecto, se consultó a dos o tres diseñadores centrales nucleares, de los más prestigiosos, pero la respuesta era siempre negativa. Ocurre que el único otro diseñador de reactores de uranio natural como los nues-

Doel, que es de las mismas características del de Atucha I (Juan Domingo Perón). En el momen-to de su construcción, ese reactor pasó como to-dos los otros una serie de pruebas auditadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), una comisión formada por representan-tes de todos los países que tienen esta tecnolo-gía. La fisura que ahora se encontró no hubiera sido detectable con la tecnología de monitoreo de esa época; se utilizó una nueva técnica de ul-trasonido. Ocurre que con los años, y después de accidentes como los de Three Mile Island y Chernobyl, las precauciones se redoblaron y también se fue actualizando la tecnología, lo que permitió apreciar ese detalle. La misma comi-sión que mencioné llegó a la conclusión, des-pués de un estudio, de que la fisura no afectaba el funcionamiento del reactor teniendo en cuenta su capacidad de generación y demás especifica-ciones. Por lo que se le permitió seguir funcio-nando; y hoy todavía lo hace.Además de los controles de IAEA, Nucleoeléc-trica es miembro de la Asociación Mundial de Operadores Nuclares (WANO, su sigla en in-glés), que reúne a todas las empresas del mundo que operan reactores para producción de electri-cidad. Estas empresas cooperan entre sí me-

tros, que es canadiense, se decantó por una lí-nea diferente, que es la CANDU. Y los otros no querían asumir semejante desafío por un solo reactor. El único caso similar que conozco es el de una planta iraní que también era clien-te de la Kraftwerk, pero ellos transfirieron el desarrollo a otro proveedor, la corporación rusa Rosatom. En nuestro caso, la central fue termi-nada por el cliente, es decir nosotros mismos, de acuerdo con las especificaciones del diseño original. Para lo cual creamos una Unidad de Gestión, buscamos recuperar a profesionales que hubieran estado involucrados en etapas an-teriores del proyecto, y capacitamos a profesio-nales más jóvenes para transferir ese conocimiento y estar de nuevo en condiciones para atacar futuros proyectos. Cuando se termi-nó Embalse ese talento existía, pero en la pará-lisis posterior lógicamente se fue desperdigando. Hoy tenemos cuatro empresas con calificación nuclear argentina en montaje, y otras veinte calificadas para obra civil y montaje en centrales nucleares por fuera del área nuclear, que hizo Nucleoeléctrica con re-cursos propios.

¿Qué ocurrirá cuando Atucha haya llegado al fin de su ciclo de vida útil?Durante la actividad del reactor se van produ-ciendo una serie de residuos, en cantidades muy pequeñas, que por lo general son lo que más preocupan a la gente. En los comienzos de la instalación de reactores todos funcionaban con agua pesada y uranio natural, como es el caso de Atucha. El uranio natural tiene una cantidad muy pequeña del isótopo físil, que es el 235; pero hoy día el isótopo mayoritario, el 238, pue-de enriquecerse para poder ser utilizado como combustible, lo que ha dejado de lado la preocu-pación por el abastecimiento del mineral. Pero además, el combustible usado contiene otros isótopos, como el plutonio, que hoy también pueden reprocesarse y volverse a activar. Esto llevó a la construcción de centrales más peque-ñas y de agua liviana, que pueden utilizar estos combustibles reprocesados, y volver a procesar-los, creando un circuito cerrado que reduce drásticamente la producción de residuos. Nues-

tras centrales usan agua pesada y uranio natural, así que por ahora no podemos reprocesar esos residuos y debemos conservarlos, pero dado los relativamente pocos años que llevamos en ope-ración, esa disposición todavía no es final. Por ahora son conservados en piletas para su enfria-miento, ya que despiden un calor considerable que se va reduciendo con el tiempo, a medida que dejan de activarse, lo cual va reduciendo la radiación al mínimo. Una vez que pasan unos 50 años, ese residuo ya frío se saca de la pileta y se lo entierra en un depósito natural de una zona segura: depósitos de sal es lo que se estila. En los Estados Unidos. la disposición es dife-rente, ellos vitrifican el residuo y lo depositan en tambores especiales que se conservan de pie en superficie, en un terreno adjunto a la central. Respecto del recipiente en sí, que es de hierro, no puede ser reutilizado ya que conserva activi-dad neutrónica por muchos años; se lo sella y

78 AtuchA 79

Desde el 2006 desarrollamos industrias con

calidad nuclearpara montaje.

PuEstA EN MArCHA El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, visitó la Central Nuclear Néstor Kirchner luego de que el reactor entrara en situa-ción de "criticidad". Allí saludó al presidente de Nucleoeléctrica Argentina, José Luis Antúnez, y a los ingenieros, técnicos y trabaja-dores de la central presentes en el momento histórico.

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economía que les produce generar electricidad de esa manera. Sin embargo, los Emiratos Ara-bes Unidos se interesan por la tecnología y ya tienen planeado construir cuatro reactores. Por supuesto, es una decisión política que toman los gobiernos. Hoy el 45% del mundo usa energía eléctrica y esos números van a crecer. La media de generación nuclear de esa electricidad es del 15% por país. Nuestro país está en el 6% y con el desarrollo de Atucha II (Néstor Kirchner) y la continuidad del ciclo de Embalse esperamos lle-gar al 9%. El mayor problema hoy, en términos ecológicos, es la supervivencia del carbón como combustible para generar electricidad, ya que es el más contaminante. Países como los Estados Unidos y China siguen generándola de esa ma-nera en grandes cantidades.

No obstante, la explotación de sha-le gas en los Estados unidos redun-dará en una reducción del consumo de carbón.A China no le interesa el shale y el 40% de su electricidad se genera por la combustión de car-bón. Pero tiene instaladas más de 15 centrales atómicas. Ellos también quieren cambiar.

también se lo entierra.En nuestro caso, los residuos de Atucha I (Juan Domingo Perón) están todavía en piletas y tene-mos en cuenta la posibilidad de reutilizar parte de ellos en un reactor de nueva generación, por lo que no tenemos apuro en enterrarlos. Ocupan muy poco lugar y la tecnología para el reproce-samiento ya existe, sólo falta el reactor. Es una decisión que deberá tomar en su momento la Co-misión Nacional de Energía Atómica.

¿Cuál debería ser nuestra matriz energética y qué papel puede cumplir la generación nuclear de electricidad? ¿Cuál es su techo?Es un tema complejo y que varía de país en país. Francia, por ejemplo, tiene el 75% de electrici-dad generada por reactores; pero es un país que no tiene reservas de hidrocarburos, su capacidad hidroeléctrica es pequeña… Nuestro país sí tiene hidrocarburos y el 50% de su electricidad es hi-dro, de manera que bien puede apoyarse en eso. Algunos países de Medio Oriente están sentados sobre una gigantesca fuente de petróleo y prefie-ren soportar la emisión de CO2 quemándolo en centrales térmicas, a cambio de la comodidad y

Los proyectos de Atucha y Embal-se nacieron con un mapa energé-tico muy diferente al actual. ¿Cómo cambió el desarrollo nu-clear para ponerse al día con el cambio de escenario?La actividad nuclear en la Argentina atravesó a partir de 1987 un período bastante penoso, en el que intervinieron a mi parecer dos factores: uno, el descubrimiento de un gigantesco yacimiento de gas en Loma La Lata, que triplicó las reser-vas de gas natural del país. En ese momento pa-samos a ser Arabia Saudita en términos de consumo en relación a reservas de gas. Eso fue una revolución que cambió todo el sector ener-gético; ahí se cambió la matriz de la generación eléctrica a gas natural, desarrollando la red de gas más madura de la región. Fíjese que incluso se fue masificando el consumo de GNC para el transporte, algo que no es usual en otros países. Ahí hubo una buena gestión de Gas del Estado. El precio de todo eso fue que hoy la generación eléctrica consume casi el 50% del gas, el consu-mo crece y las reservas no: pasamos de tener re-servas de gas para 90 años, a tener para menos de 15. El segundo factor fue que la generación nucleoeléctrica había sido una iniciativa más del sector nuclear, de la CNEA, que del sector eléc-trico en sí. En los 80 explota la generación a gas, crecía el sector hidráulico con Salto Grande ya en plena operación y otros proyectos en marcha. El barril de petróleo estaba a menos de 3 dóla-res, Atucha y Embalse habían requerido una gran inversión inicial y en el mejor momento, cuando se terminó Embalse, la generación nu-clear llegó al 12%; todo el resto eran plantas tér-micas convencionales y el aporte hidráulico. Entonces la Argentina se fue decantando por esas fuentes. En esa época no había interco-nexión con una red de alta tensión, la generación eléctrica era local y el plan de la CNEA era construir seis centrales repartidas por el interior, de las cuales sólo se terminó Embalse. Era muy diferente. Ahora, en cambio, el precio de los hi-drocarburos es mucho más alto, y hay más con-ciencia del calentamiento global; teníamos una central empezada, Atucha II (Néstor Kirchner), cuya terminación iba a ser más barata y conve-

niente que echar a fondo perdido lo invertido en años anteriores. Fue un gran trabajo, que la de-cisión política hizo posible.

¿Cuáles son los proyectos inmediatos?Por ahora hay dos proyectos grandes, que son la construcción de una tercera Atucha, que se-ría nuestra cuarta central, en un predio adjunto a los de Atucha I (Juan D: Perón) y II (Néstor Kirchner); y el estiramiento del ciclo de vida de Embalse. Por ahora es difícil hablar de pla-zos, habida cuenta de lo que tomó terminar la Central Nuclear Néstor Kirchner, pero espera-mos comenzar pronto. Por otro lado, está el proyecto CAREM, un reactor mucho más pe-queño y de tecnología íntegramente nacional. Es capaz de generar 25 MW y, con algunos ajustes, llegar hasta unos 120 MW. La idea es que sirva para solucionar el problema energéti-co a nivel regional, en una provincia por ejem-plo, o atendiendo una ciudad de 100 mil habitantes. Estamos desarrollando una primera versión de prueba aquí mismo.

80 AtuchA 81

Hay dos proyectos grandes: la

construcción de una tercera Atucha (que sería nuestra cuarta

central) y el estiramiento del ciclo de vida de Embalse.

EL Futuro Es Hoy "Ya está el marcha el proyecto del CAREM, un reactor nuclear mucho más pequeño y de tecnología nacional, que aportará ener-gía a ciudades de 100 mil habitantes"

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Convivencia energética

y el cambio de paradigma nuclear

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Controles Uno de los operarios de la Central Nuclear Néstor Kirchner se reti-ra de la zona controla-da, no sin antes pasar por el control de radiactividad.

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Al tratarse de un tipo de energía que no emite gases de efecto in-vernadero, como sucede con los de origen fósil, los reactores nu-cleares comenzaron a propagarse por todo el mundo de posguerra. Luego de sesenta años de desarrollo de energía atómica, existen actualmente 450 reactores nucleares en todo el planeta, la mitad de ellos se encuentran en Francia, los EE.UU. y Japón.

Esta capacidad de producción nuclear a gran escala abrió la posibilidad de contar con material radiactivo a bajo costo y esta circunstancia habilitó la expansión en el empleo pacífico de distin-tos tipos de isótopos radiactivos, que han hecho un invalorable aporte en otros campos de la investigación tan importantes para el bienestar humano como la medicina, el medio ambiente, la hidro-logía y la agricultura.

Sin embargo, la confianza pública que logró recuperar la energía nuclear tras aquel pecado original sufrió tres grandes golpes que pusieron en duda su seguridad: En 1979, se produjo un accidente nuclear en la central nuclear Three Mile Island; en 1986 ocurrió la tragedia de Chernboyl, a partir de la liberación de material radiac-tivo que produjo la muerte de 31 personas y en 2011 la central nuclear de Fukushima fue destrozada por el maremoto de magni-tud 9 en la escala de Ritcher que azotó las costas japonesas. Nin-guna de las víctimas fatales fue producto del accidente nuclear sino que murieron ahogados por los efectos del tsunami.

El accidente que se produjo el 28 de marzo de 1979 en la central nuclear de Three Mile Island, en el estado de Pensilvania, Estados Unidos, constituyó la primera alarma acerca de los peligros que podía generar la falta de medidas de seguridad adecuadas en la utilización de la energía nuclear. Según la Escala Internacional de Accidentes Nucleares, tuvo una categoría 5 (7 es la más alta), por lo que fue considerado como “accidente con consecuencias am-plias”. Sin embargo, no hubo víctimas mortales e incluso los estu-dios que se realizaron posteriormente demostraron que las personas que residían en un radio de 8 kilómetros de la central no sufrieron daños a largo plazo.

El accidente se originó como consecuencia de la obstrucción de una tubería del circuito de depuración del condensado, ya que se había generado un exceso de aglomeración de las resinas que se utilizaban en el sistema. Esta falla técnica fue acompañada por una serie de errores de interpretación por parte de los técnicos de la planta, que dio lugar a decisiones equivocadas y ampliaron las consecuencias de un desperfecto que no había sido tan grave. La obstrucción generó un sobrecalentamiento y para neutralizarlo, los

radiaCión eleCtromagnétiCa La Máquina Z es el mayor generador de rayos X en el mundo y está diseñado para poner a prueba materiales en condiciones extremas de temperatura y presión. Está operado por los Laboratorios Nacionales Sandia (EE.UU.).

técnicos responsables decidieron bombear agua suplementaria a través de un circuito de refrigera-ción de emergencia. Pero cometieron el error de dejar cerradas las válvulas de aislamiento del sis-tema de alimentación de emergencia. Esto originó que el agua contaminada inundara el edificio de contención que rodeaba al reactor. Se liberaron así gases radiactivo a la atmósfera y grandes cantida-des de agua con un nivel bajo de contaminación radiactiva que desembocaron en el río.

Los estudios posteriores –recién 6 años después se pudo ingresar al recinto donde se produjo la falla– demostraron que una parte del combustible nuclear se había fundido.

Respecto de los efectos contaminantes que pro-dujo el accidente, según el informe realizado por la Comisión Reguladora Nuclear (NRC), del De-partamento de Salud, Educación y Bienestar y de la Agencia de Protección Ambiental, la dosis equi-

valente recibida por la población representó un riesgo mínimo.

El accidente de Three Mile Island le permitió a la comunidad científica arribar a importantes conclusiones en lo relacionado con la seguridad y la prevención de accidentes radiactivos. Se elabo-ró un nuevo protocolo de medidas correctoras que fue adoptado por todos los países que desarrollan la energía nuclear.

Indudablemente Chernobyl se convirtió en la mayor tragedia vinculada con la energía nuclear. El accidente se produjo el 26 de abril de 1986, en te-rritorio de lo que por aquellos tiempos de Guerra Fría era la República Socialista Soviética de Ucra-nia. A veintiocho años del suceso, quedó claro que fue consecuencia de una serie de desaciertos: la instalación de un reactor en una central de muy du-dosa calidad y sin las garantías suficientes de segu-ridad, la impericia de los operadores a cargo del

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la nucleo- electricidad, que comenzó a desarrollarse a partir de la segunda mitad del siglo pasado, demostró que la actividad atómica podía ayudar al bienestar de la humanidad.

Cambio de paradigma

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proyecto y la falta de un plan de contingencia efi-ciente. Lo concreto es que la explosión que se pro-dujo en el reactor número cuatro de la central generó la emisión de una nube radiactiva que con-taminó zonas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia y aún hoy existe un área de 30 kilómetros de exclusión en la que se prohíbe la presencia humana. Para situar-nos en el contexto de aquel accidente, hay que se-ñalar que a la par de su carrera espacial, la Unión Soviética se había convertido en una de las poten-cias pioneras en lo relacionado con el desarrollo nucleoeléctrico, como una forma de proveer de energía a su extensísimo territorio. Fue así que en 1954 puso en funcionamiento el primer reactor nu-clear, en Obninsk, constituida como la primera ciu-dad científica del mundo. A partir del desarrollo de

los programas de investigación, a los pocos años sorprendió al mundo con la creación de un reactor de tipo de canal refrigerado por agua ligera y mo-derado por grafito, denominado Reactor de Tipo Soviético (RBMK). Las ventajas de este generador tenían que ver con la facilidad y sencillez que pre-sentaban su fabricación, instalación y operabilidad. Con este tipo de reactores de bajo presupuesto y rápida construcción, que además eran capaces de trabajar de manera constante, los soviéticos apun-taban a inundar su extenso territorio y solucionar definitivamente el abastecimiento energético.

Pero las supuestas facultades de estos reactores escondían graves falencias que quedaron dramáti-camente expuestas en Chernobyl. De acuerdo con las investigaciones, el origen del accidente tuvo que

ver con la búsqueda de bajar abruptamente la poten-cia del reactor para que trabaje al ciento por ciento y así maximizar su producción energética. Pero esto derivó en una descompensación del reactor, a partir de la combinación de una burbuja de hidrógeno con el oxígeno que generó agua en una reacción explo-siva. El RBMK no contaba con un sistema de pro-tección adecuado para soportar presiones elevadas y en consecuencia el techo del reactor voló por los aires y salieron expulsadas infinidad de partículas radioactivas. Durante la prueba, se había utilizado como elemento moderador el grafito, un material altamente inflamable y que inmediatamente se pren-dió fuego. El humo del incendio ayudó a que los radionucleidos expulsados por la explosión de la planta se esparcieran por una amplia región de la Unión Soviética y Europa.

Para detener la expansión de la radioactividad se cubrió el reactor con un “sarcófago” de hormigón que llevó seis meses de construcción. Pero se trató de una solución parcial, ya que está estipulado que la vida útil de esta estructura no superará los treinta años.

Fue por eso que a partir de 1992 un equipo de ingenieros ingleses comenzó a diseñar una enorme cúpula metálica para cubrir el material radiactivo que puede llegar a escaparse entre las filtraciones que comienzan a producirse en la mole de hormi-gón. Al igual que sucedió con el accidente en Pen-silvania, la catástrofe de Chernobyl sirvió para impulsar normativas internacionales que sirvieron enormemente para mejorar la seguridad nuclear. El 11 de marzo de 2011 la tierra tembló bajo el mar frente a la costa nororiental de Japón con una mag-nitud 9 en la escala Ritcher, lo que generó un tsuna-mi de características inéditas. Como consecuencia del maremoto, los reactores de la central nuclear de Fukushima se fundieron, sufrieron explosiones y generaron fugas radiactivas que contaminaron el medio ambiente.

Los grupos antinucleares y algunas organizacio-nes ecologistas quisieron instalar la idea de que lo sucedido en Fukushima era una reedición de Cher-

CANADÁ18

MÉXICO2

BRASIL2

ARGENTINA3

ESTADOSUNIDOS104

INDIA18

ESPAÑA8

FRANCIA58

BÉLGICA7

SUECIA10 FINLANDIA

4HOLANDA1

ESLOVAQUIA4

HUNGRÍA 4ESLOVENIA 1

RUMANIA 1

BULGARIA 2

REINO UNIDO19

ALEMANIA17

UCRANIA 15CHINA

11JAPÓN54

TAIWÁN6

RUSIA31

COREADEL SUR

20

REACTORES EN FUNCIONAMIENTO

REP. CHECA6

SUDÁFRICA2

PAKISTÁN2

ARMENIA 1

AtuchA 8988 infografía: estudioantena.worldpress.com

reactores en funcionamiento el país que más tiene es estados unidos, seguido por francia y Japón.

trabajo diario Una planta nuclear requiere un gran número de personal técnico en ingeniería y diversos puestos de especialistas. Los técnicos mecánicos reparan y mantienen las estructuras mecánicas de la planta, tales como válvulas, bombas y controles, mante-niéndolos en buen estado de funcionamiento.

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atraCCión turístiCa Mientras se mantiene fuera de los circuitos turísticos más habi-tuales, Chernobyl es actualmente un des-tino para el "turismo extremo". Durante años, operadores tu-rísticos en Kiev han ofrecido excursiones a la zona, por unos 160-500 dólares. El servicio es bastante básico: un micro re-coge al grupo en un punto de encuentro, y se detiene frente a la planta nuclear.

van a ser puestos en funcionamiento nuevamente, una vez que cumplan con las normas de seguridad que se trazaron tras la tragedia de 2011. Pero como señalábamos, la tecnología nuclear no se limita a la generación de energía eléctrica. En la medicina, por ejemplo, su aplicación resulta de suma utilidad. En la Argentina, sólo en medicina nuclear se invirtieron 2.900 millones de dólares, mientras que en todo el

sector nuclear se invirtieron 11.000 millones de dólares.

La cantidad de radiación a la que un pa-ciente se expone en las exploraciones de medicina nuclear es comparable, o a veces inferior, a la recibida en exploraciones radio-

lógicas de rutina.El diagnóstico nuclear

no es un tratamiento inva-sivo porque, a diferencia de otras técnicas de diag-nóstico que exigen ciru-gía o introducción de aparatos en el cuerpo, en medicina nuclear, en la mayoría de los casos bas-ta con una inyección en-dovenosa. Otra forma de administrar los radiofár-macos es por vía oral, in-halatoria o intracavitaria.

Hoy en día, existen casi cien evaluaciones di-ferentes que se realizan mediante la medicina nu-

clear y no hay órgano que no pueda ser ex-plorado por esta técnica. Unos 60.000 pacientes por año se atienden en los consul-torios oncológicos del Instituto Ángel Roffo. Y cien pacientes por día reciben tratamiento

por radioterapia en la institución.El equipo MAMMI PET, recientemente inaugu-

rado por la presidenta Cristina Kirchner en el Ins-tituto Roffo para detección temprana del cáncer de mama utilizando tecnología nuclear es el primer equipo de Latinoamérica instalado, y además en un hospital público. El equipo MAMMI PET obtiene imágenes muy detalladas de tejido anormal de re-ducido tamaño y logra detectar lesiones del orden

nobyl. Pero lo cierto es que el caso japonés muestra características totalmente diferentes a lo sucedido en aquel viejo mundo soviético. El accidente en la cen-tral nuclear de Fukushima se produjo como conse-cuencia del accidente geológico y no por deficiencias propias de la central, que incluso resistió intacta el terrible sismo pero no soportó el inédito maremoto que se originó con posterioridad. Por lo pronto, de las 15.845 muertes que produjo el tsunami, el 92 por ciento murieron ahogadas y ningún caso se debió al accidente nuclear.

El maremoto alcanzó una altura de 15 me-tros en la zona en la que se encontraba la central y provocó explosiones en los tres reactores que se encontraban en ese mo-mento en funcionamiento –la central cuenta con seis, los tres restantes se encontraban bajo supervisón periódica–. Ante el intento fallido de ba-jar la temperatura de los re-actores comprometidos, no quedó otra alternativa que liberar el vapor radiactivo ya que la presión que este ejer-cía era dos veces superior al permitido y podía ocasionar consecuencias aun más trági-cas. Además, se produjo una fuga de agua radiactiva al mar. Ante la posibilidad de que se produjeran filtracio-nes de radiación, las autori-dades japonesas decidieron evacuar a toda la población que se encontraba en un radio de 40 kilómetros. A más de tres años del accidente, unos tres mil operarios se encuentran abocados a las tareas de descontaminación. Todos los días se inyecta cuatrocientas toneladas de agua para luego recogerla, filtrarla y depositarla en tanques de almacenamiento. Japón es un ejemplo paradigmáti-co. Pese a que los técnicos siguen trabajando para contener las fugas de agua radiactiva de Fukushima y en el proceso de desmantelamiento de la planta, el gobierno japonés anunció que no piensa renunciar a la energía nuclear. Adelantó que los 48 reactores ató-micos que actualmente se encuentran paralizados

AtuchA 9190

Fue un maremoto que alcanzó los 15 metros de altura en

la zona que se encontraba la

central de Fukushima.

Chernobyl ayudó para impulsar normativas internacionales que sirvieron enormemente para mejorar la seguridad nuclear.

fotos: agencia efe

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mameluCos radiaCtiVos Una vez utilizados los mamelucos an-tirradiación en la zona controlada del reactor, son depositados en contene-dores para su posterior limpieza de radiactividad.

“Hay mucha evidencia de que bajas dosis de radiación no sólo no causan daño sino que pueden ser benéficas”, dice el dr. norman C. rasmussen, ingeniero nuclear de instituto de tecnología de massachusetts.

La medicina nuclear diagnostica y trata enfermedades empleando pequeñísimas cantidades de radiofármacos que la Argentina produce. Son sustancias que se implantan en los órganos, los huesos, o los tejidos específicos y que permiten detectar precozmente alteraciones o enfermedades, lo que ayuda a realizar tratamientos tempranos más efectivos y obtener pronósticos más favorables.

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de 1 mm que hoy en día no se obtienen con los sistemas actuales. Además, obtiene imágenes muy definidas en zonas torácicas de difícil acceso con las mamografías tradicionales.

En la Argentina se producen 18.000 casos por año de cáncer de mama y es el de mayor incidencia en la mortalidad de las mujeres. El equipo SPECT/CT, de última tecnología instalado en el Instituto Roffo uti-liza el radioisótopo molibdeno 99, que se pro-duce en la Comisión Nacional de Energía Atómica, permite localizar y diagnosticar con mayor rapidez y precisión tumores neuroendo-crinos, de cabeza y cuello, melanomas, estudios miocár-dicos, diagnosticar infeccio-nes, localizar el ganglio centinela y linfo-gammagra-fía en cáncer de mama, ade-nomas de paratiroides, detección de mucosa gástrica ectópica, localización de he-morragias digestivas, entre otros estudios.

Los equipos de acelerado-res lineales, como el instala-do en el Instituto Roffo, permiten una notable mejora en el tratamiento por radiote-rapia porque acortan los tiempos de espera para el inicio de tratamiento, la du-ración de la sesión diaria de radioterapia y perfecciona la posición del paciente, lo que mejora la preci-sión del tratamiento. Además, al contar de imágenes portales digitales de alta definición, aumenta la precisión acotando los márgenes alrededor de la lesión, lo que reduce la toxici-dad en órganos vecinos, mejorando el método ac-tual de colocación de referencias en la piel del paciente. Instituciones como el Hospital Alemán, Hospital Italiano, Centro de Diagnóstico Rossi, Fle-ni, Diagnóstico Maipú, IMAT, IMAXE, Tomografía Computada Buenos Aires, Hospital Militar, IAMA, Fundación del Sur (Lomas de Zamora), Instituto Gamma (Rosario), Instituto de Tomografía Com-putada (Rosario) y el Centro de Tomografía Com-

putada Córdoba adoptaron la tecnología nuclear impulsada desde el año 2006 por el Estado Nacio-nal para el tratamiento oncológico.

En el año 2007 se exportó a Australia un reactor de investigación para medicina nuclear que consti-tuyó la mayor exportación tecnológica argentina bajo modalidad llave en mano. Se exportaron reac-tores de investigación también a Perú, Argelia y

Egipto. En el año 2007 se finalizó la construc-ción del Centro de Diagnóstico Nuclear en la Ciudad de Buenos Aires, que es de Clase Mundial para diagnóstico cardiológico, onco-

lógico y neurológico.La Argentina es el tercer

productor de cobalto 60, radioisótopo clave para ra-dioterapia y uso industrial, y produce actualmente el 5% del Radioisótopo Mo-libdeno 99 para radiofár-macos que se consumen en el mundo satisfaciendo la demanda local y gran parte del mercado latinoamerica-no. Se exportan placas y plantas para la obtención de radioisótopos a Egipto, Australia, Argelia e India.

La elaboración de ra-diovacunas ayuda para combatir enfermedades parasitarias. En los diag-nósticos, se utilizan radio-

fármacos para estudios de tiroides, hígado, riñón, corazón y la circulación sanguínea. Las técnicas nucleares son utilizadas en terapia médica para combatir ciertos tipos de cáncer a través de irradiaciones con rayos gamma o

agujas e hilos de cobalto radiactivo. Desde el cam-po médico también se ha desarrollado el radioinmu-noanálisis, en donde a las muestras de sangre del paciente se le añade algún radioisótopo específico, lo que permite tomar mediciones de hormonas, en-zimas o virus de hepatitis. En la agricultura, la tec-nología nuclear se utiliza para combatir a las plagas de insectos que puede atacar a los cultivos. En lugar de pesticidas químicos que pueden generar efectos

nocivos en el organismo humano, la aplicación de radiación ionizante en cierto grupo de insectos ma-chos permite reducir la población en una determi-nada región geográfica. A su vez, la radiación aplicada a semillas permite modificar la informa-ción genética de ciertas plantas o vegetales para lograr una mayor resistencia y productividad. La utilización de radiación en alimentos permite redu-cir en forma considerable el número de organismos y microorganismos patógenos, lo que ayuda a pro-longar su tiempo de conservación. La hidrología también se ha visto beneficiada por el uso de la técnica nuclear. Se la aplica para medir las corrien-tes de agua de lluvia y de nieve, los caudales de ríos, las fugas en los embalses y la dinámica de la-gos y canales. En las aguas subterráneas, contribuye a medir los caudales de las napas, la relación con las aguas superficiales o identificar su origen. En la industria, la elaboración de sustancias radiactivas establece variables relacionadas con caudales de fluidos, filtraciones, velocidad en tuberías, dinámica del transporte de materiales o cambios de fase de líquido a gas. También se han creado instrumentos radioisotópicos que permiten realizar mediciones

sin contacto físico directo y que aportan indicadores de nivel, espesor o de densidad. Más de seis déca-das de desarrollo han dejado en claro que el debate “tecnología nuclear sí” o tecnología nuclear no” es un anacronismo al que sólo pueden apelar los sec-tores fundamentalistas de un ecologismo inviable. La energía nuclear constituye actualmente la única fuente que puede garantizar grandes cantidades de electricidad sin contaminar la atmósfera y que corta la dependencia con los recursos naturales. Se pre-senta, en consecuencia, como parte de la solución al cambio climático. Indudablemente, los acciden-tes producidos en centrales energéticas y las con-secuencias que han generado marcan la necesidad de establecer normas de seguridad que prevengan los efectos no deseados de su aplicación. Pero se trata de un desafío necesario por el aporte de esta tecnología al bienestar de la humanidad.

AtuchA 9594

La tecnología nuclear no se

limita a la generación de

energía eléctrica: en medicina su

aplicación es de suma utilidad.

benefiCios adiCionales La radiación aplicada en salud permitió descubrir una nueva molécula artificial capaz de detectar tumores de hasta 4 milímetros y encontrar el lugar exacto en el que se esconde el cáncer de próstata.

foto: agencia efe

Page 49: Revista NationalGeographic NA-SA

La biodiversidad

Y del otro lado...

AtArdecer en el río Paraná de las Palmas, a la altura de la planta nuclear de Atucha. En la orilla opues-ta comienza la vasta exten-sión de humedales e islas se-miinundables que separan este río del Paraná Guazú. Ambas ramas se dividen el mayor caudal del Paraná a la altura de Baradero, para tras-ladarlo hacia el Río de la Plata unos 150 km al sur.

96 AtuchA 97

Page 50: Revista NationalGeographic NA-SA

hacia la costa en ese lugar, están las tomas de agua de la cen-tral. Se trata de un circuito que pasa por debajo del edificio de la turbina y, por contacto, baja la temperatura del vapor a presión que corre por la cañería que va a la turbina, conden-sándolo. Tras el intercambio de temperaturas, el agua vuelve al río sin mezclarse con los fluidos de la planta, previo paso por una pileta que evapora algo de su contenido. La boca de salida al río es el lugar donde se da una curiosidad ecológica observada por los trabajadores de la planta. El calor del agua en esa desembocadura, dicen, atrae a los pejerreyes, que se arriman al lugar durante la época de desove. La costumbre no ha pasado inadvertida para un ave –quizá una gallineta, de acuerdo con la descripción–, que en varios momentos del día se para sobre la boca del desagüe para zamparse cómodamen-te un menú de pescado a la carta. Durante nuestra visita a la planta se hizo rogar y no pudimos verla.

A escasos metros de ese canal hay un embarcadero desde donde Prefectura patrulla la zona en pequeñas lanchas que re-corren los alrededores. En este punto, el Paraná de las Palmas tiene 300 metros de ancho y un color entre amarronado y ver-doso, según haya o no sol. El río es una de las principales vías de arrastre de sedimentos que el Paraná trae desde el norte del país y aun desde Brasil; el principal aportante es el río Berme-jo, que los arrastra desde la baja Puna, obteniendo así su color y su nombre. Al sur de Diamante (provincia de Entre Ríos) los sedimentos comienzan a depositarse y dividir el cauce del Pa-raná, formando el Delta, una zona de 300 kilómetros que cons-tituye la desembocadura del río en el estuario del Río de la Plata, el cual fue modificando con el correr de los siglos, agre-

Vaca Muerta 99

Al pie de la barranca que protege la cen-tral Nuclear de Atucha de las crecidas del río, tras la defensa que im-pide la deriva de embarcaciones

reservA otAmeNdi

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meANdros del río Arrecifes en las cer-canías de Baradero. Su cau-dal, proveniente del oeste bonaerense, entra en el Del-ta formando su propio cur-so, atravesando bajíos y áreas inundables, entre pa-jonales de cortaderas, toto-ras, juncales y otras diversas hierbas acuáticas.

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gando islas y espacios de vegetación. Es la culminación del corredor de humedales más grande del mundo, y desembocadura del úni-co río –el Paraná– que se traslada de una zona tropical a una templada.

Lima está frente a la zona inferior de esta planicie de inundación, formada en el holoce-no medio (hace 5 mil años) y que recubre unos 17.500 kilómetros cuadrados con una con-fluencia de especies de linaje subtropical –chaqueño y paranaense– más otras propias de la pampa bonaerense. Todo esto hace de la zona uno de los reservorios biológicos más importantes del continente, con más de 600 tipos vegetales –77 de ellas autóctonos– y algo más de 400 especies animales catalogadas. El

cambio entre la llanura bonaerense y el Delta empieza justamente en el Paraná de las Pal-mas: de un lado, la pampa inmóvil con sus explotaciones agrícolas, ocasionales plantas fabriles y puertos de carga; en la otra orilla, un grupo de planicies semiinundadas, donde casi no se ve la huella del hombre, e incluso cuesta distinguir entre la tierra y el agua.

La descarga media anual del Paraná es de 16 mil metros cúbicos por segundo, con pi-cos de 60 mil. Ese caudal incluye más de 100 millones de toneladas de sedimentos en suspensión, que se depositan año a año en el estuario del Río de la Plata. Vienen del gran pantanal brasileño, los humedales asociados al curso de los ríos Pilcomayo y Bermejo, los Esteros del Iberá, bajos submeridionales y la propia planicie de inundación que abun-

da a lo largo del tramo medio del Paraná. El barro trae especies de linaje subtropical, tanto chaqueño como paranense, que trae también el río Uruguay al juntarse con el Paraná en su gran estuario final. Entre los factores que influyeron en la formación del Delta como hoy lo conocemos los hay cli-máticos –el efecto modulador de las grandes masas de agua que lo recorren–, geomorfo-lógicos del pasado reciente –depósitos lito-rales provenientes de ingresos y retiradas del mar al momento de su formación– y también hidrológicos, más actuales. El re-sultado es una superposición de paisajes. Hay una antigua planicie costera con playas, lagunas y cordones litorales; hay deltas más

antiguos; y zonas llamadas de “modelado estuárico”, donde el sedimento se deposita y forma con el tiempo nuevos terrenos don-de hacer pie. El Delta inferior crece sobre el Río de la Plata, que cada tanto se adentra en tormentosas sudestadas. El Paraná, a su vez, sufre grandes cambios en su caudal a través de las estaciones, con ocasionales crecidas que superan la media y provocan inundacio-nes “endémicas”, como le gusta poner al periodismo en sus titulares.

La principal vía que cruza el Bajo Delta es el ahora llamado Complejo Unión Nacio-nal, aún conocido por todos por su antiguo nombre de Zárate-Brazo Largo. En Zárate, el puente Bartolomé Mitre cruza el Paraná de las Palmas, llevando trenes y camiones hacia y desde la provincia de Entre Ríos,

eN vueLo Una lechucita vizca-chera o athene cuni-cularia emprende el vuelo al encontrarse con nuestro fotógrafo (arriba). En uno de los humedales de la zona, un hocó colora-do se dispone a de-sayunar una ranita criolla recién captu-rada. Esta ave peli-caniforme abunda en regiones neotropica-les; su aparición en el Delta, menos habi-tual, puede tener que ver con el cam-bio climático.

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Todo esto hace de la zona uno de los reservorios biológicos más importantes del continente, con más de 600 tipos de vegetales y 400 especies catalogadas.

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HABITANTES DE LA RESERVALa Reserva Natural Otamendi es la única de la región con estatus nacional. Ocupa unas 3 mil hectáreas de humedales en el partido bonaerense de Campana. Se compone de tierras bajas e inundables, por lo que la zona que puede recorrerse es limitada. Allí hay especies que no sobrevivirían a la invasión urbana, como la pajonalera de pico recto, un ave pequeña que construye su nido a menos de medio metro del suelo, o el pirincho o güira güira, de cola vistosa (derecha). La estrella de la Reserva quizá sea el cier-vo de los pantanos (arriba), el mayor cérvido autóctono de Sudamérica. Estas especies dependen de la preservación de los ambientes de "embalsa-do", como se denomina a las masas de vegetación flotante que dan refugio y alimento a estos y otros animales durante épocas de inundación.

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cuyo límite formal está en la otra gran vía en que se divide el río, el Paraná Guazú. Allí otro puente, el Justo José de Urquiza, completa la ligazón entre ambas provincias sobre ríos y tie-rras bajas. El Paraná Guazú está dragado hasta el kilómetro 180, a la altura del Pasaje Talavera, y tanto este tramo como el Paraná de las Palmas son el nudo de la hidrovía, el corredor fluvial por donde circulan las cargas de los puertos de Rosario y Zárate, además de embarcaciones más pequeñas. El tráfico es silencioso y no entorpece el paisaje. Se ven barcazas, en su mayoría de bandera paraguaya, y también algunos buques de contenedores. El 70% de los buques de porte que entran al país lo hacen por estos ríos.

Un estudio del Departamento de Ecología,

Genética y Evolución de la UBA destaca la in-troducción de especies invasoras en los hume-dales. Destacan la aparición, en los años 70, de dos especies de almejas de agua dulce, así como de llamado mejillón dorado en los 90, que vino en el agua que se usaba como lastre en los tan-ques de los buques transoceánicos. Estas espe-cies se han dispersado a un ritmo de más de doscientos kilómetros anuales, produciendo desplazamientos en las especies de moluscos nativos y funcionando como un potente filtro del plancton existente.

Para Nucleoeléctrica Argentina contribuir a me-jorar la calidad de vida de las personas y promover el desarrollo sostenible, cuidando el medio am-biente, es prioritario. Por eso las políticas activas de protección del ecosistema son importantes: por

tercer año consecutivo presentaron el programa “La Basura Sirve” con acciones muy positivas ta-les como, alumnos concientizados, familias que han incorporado el hábito de reciclar.

Si bien en la zona del Bajo Delta la pesca que se practica es sólo deportiva, la actividad está muy extendida. Lima posee su propio club y es común encontrar paradores en las islas. Algo parecido ocurre con especies vegetales no nativas que pasaron a ser parte de la dieta habi-tual de aves de la región como la pava de monte, las cuales dispersan sus semillas. Mezcladas con la vegetación natural del lugar hay unas cien variedades de otras latitudes, de las cuales dos tercios son europeas. No obstante, se considera que sólo las que crecen en los albardones coste-

ros son invasoras, entre ellas la acacia negra, la zarzamora y el arce, así como el ligustro y la ligustrina. Las que el hombre implantó en el in-terior de las islas suelen ser “copadas” por bos-ques espontáneos de especies nativas si el sitio –por ejemplo, una cabaña turística como hay muchas en la zona– es abandonado.

Un poco más al sur de Zárate, a unos 66 km de Capital Federal, la Reserva Natural Otamendi es la única de la región con estatus nacional. Con-siderada una reserva estricta dado el interés cien-tífico en la preservación de sus especies, en ella la interferencia humana se reduce a un mínimo. Ocupa unas 3 mil hectáreas de humedales en el partido bonaerense de Campana, cubiertas de cei-bos, juncales y sauces criollos. Casi toda su su-perficie se compone de tierras bajas e inundables,

por lo que la zona que puede recorrerse es limitada: hay un puente peatonal de un kiló-metro de extensión. Allí pueden atisbarse especies que no sobrevivirían a la invasión urbana, como la pajonalera de pico recto, un ave pequeña que construye su nido a menos de medio metro del suelo. El lobito de río, hoy amenazado, es otra especie habitual. Quizá la estrella del lugar sea el ciervo de los pantanos, amenazado de extinción y que como indica su nombre es característico de planicies de inundación como el Iberá o el Delta. Es el mayor cérvido autóctono de Sud-américa y depende, para su supervivencia en la zona, de la preservación de los ambientes

de “embalsado”, como llaman por acá a las masas de vegetación flotante que dan refugio y alimento a estos y otros animales durante épocas de sudestada o inundación, cuando las islas quedan bajo el agua casi por completo. Las principales explotaciones comerciales en la región son agrícolas, ganaderas y también de apicultura y forestación. Antiguamente la zona estaba cubierta en el 80% por juncales

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Si bien la variedad es enorme, sólo el 4 por ciento de los bosques son nativos; en la

zona de islas predominan las especies más higrófilas conocidas como ‘monte blanco’.

bAñAdos El mirador de la Reserva Natural Otamendi atraviesa zo-nas semiinundadas. Ubicada en la zona de Campana, la reserva es la única de la región con status nacional y ocupa unas 3 mil hectáreas de humedales.

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y pajonales; hoy ocupan menos del 30% de la superficie, siendo desplazados por la acti-vidad del hombre, lo que se estima ha ido cambiando el balance de emisión-absorción de dióxido de carbono en la zona. Si bien la variedad es enorme, sólo el 4% de los bos-ques son nativos; en la zona de las islas pre-dominan las especies más higrófilas, conocidas como “monte blanco”, y que in-cluyen la palmera pindó, el ingá, el anacahui-ta y el saúco. A la hora de destacar un fenómeno causante de los mayores desplaza-mientos, las voces son unánimes: “la soja”. La explosión de la vertiente transgénica de este cultivo en los años 90 y el auge de su exportación llevó a muchos terratenientes a cambiar de rubro. El sur de la provincia de Entre Ríos, tradicionalmente ganadero, fue copado por la producción sojera, y los anima-les que habitaban esos suelos fueron despla-zados a las islas del Delta, para lo cual se intensificó el desmonte y quema de pastiza-les. Además de la lógica reducción de los

pajonales por la mano del hombre, a menudo la quema se descontrola provocando incen-dios. Los más recordados tuvieron lugar en-tre marzo y abril de 2008, porque el humo llegó hasta Buenos Aires, instalándolos como tema nacional y agregando tensión al enton-ces vigente conflicto agropecuario. Mientras avanzaba la quema, aumentaba el número de cabezas. Entre 2002 y 2009, sólo en las islas del departamento Victoria (frente a Rosario) el ganado se cuadruplicó, pasando de algo menos de 50 mil animales a más de 230 mil. El régimen de crecida del Paraná no hace más que complicar la logística de los produc-tores, que periódicamente deben trasladar cientos de miles de cabezas para evitar la pérdida del ganado.

Un factor más para la densidad de una región que es sinónimo de mezcla, acumu-lación, mejunje orgánico y de intereses a pocos kilómetros de Buenos Aires. Una di-versidad cercana, imposible de imaginar desde el cemento de la capital.

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LECCIO

NA ESTA REVISTA RECICLELA

La Reserva Natural Otamendi es la única en la región con estatus nacional. Y es considerada un área natural protegida estricta dado el interés científico en la

preservación de las especies.