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Revista Sociedad Hoy (vol. 20)

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Revista Sociedad Hoy, con artículos sobre la Patagonia y Aysén. Página 145: "Represas en Aysén: ¿traba o trampolín para el desarrollo turístico regional?", por Fabien Bourlon y Patricio Segura.

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SOCIEDAD HOYISSN 0717-3512

Publicación Semestral del Departamento de Sociología y AntropologíaFacultad de Ciencias Sociales, Universidad de ConcepciónCiudad Universitaria s/n, Concepción, ChileFono (41) 2203048. Fax (41) 2215860. Sitio web: www.sociedadhoy.cl

COMITÉ EDITORIAL

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COMITÉ CIENTÍFICO INTERNACIONAL

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DIRECTORManuel Antonio Baeza R., [email protected]

SECRETARIO EJECUTIVORobinson Torres Salinas, [email protected]

Canje, distribución y ventasDepto. de Sociología y Antropología, Universidad de Concepción [email protected]

Producción editorialOscar Lermanda, [email protected]

Publicación indexada en Latindex y Redalyc

Diciembre 2011.

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SOCIEDAD HOY20/Departamento de Sociología y Antropología • Universidad de Concepción • Chile

Presentación: La Patagonia en debate

ARTÍCULOS

Aysén moderno y contemporáneo, una secuencia de desafíos. Modern and contemporary Aysén, a series of challengesMateo Martinić B.

Explorando el rol de la Escuela de Guías de la Patagonia en los medios de vida de sus participantesExploring the role of the Guide’s School of Patagonia in participants’ livelihoodsTrace Gale

El turismo científico en Aysén: un modelo de valorización territorial basado en el patrimonio y actores locales. The scientific tourism in Aysén: a territorial valuation model based on heritage and local actorsFabien Bourlon, Pascal Mao y Mauricio Osorio

Naturaleza, cultura y formas turísticas de vida en Aysén. Nature, culture and touristic forms of life in AysénRobinson Torres Salinas y Jorge Rojas Hernández

Los desastres planificados: megaproyectos y trauma socio-ambiental, el caso de HidroAysén. The planned disasters: megaprojects and socio-environmental trauma, the case of HidroAysénAlex Latta

Rentabilidad social regional del proyecto HidroAysén-Transelec. Regional and social profitability of HidroAysén-Transelec ProjectFernando Salamanca O.

Represas en Aysén: ¿traba o trampolín para el desarrollo turístico regional? Dams in Aysén: obstacle or springboard for regional tourism development?Patricio Segura Ortiz y Fabien Bourlon

RESEÑAS

Raúl Rodríguez Freire, compilador: La (re)vuelta de los estudios subalternos. Una cartografía a (des)tiempoMary Luz Estupiñán

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PRESENTACIÓN

LA PATAGONIA EN DEBATE

Durante mucho tiempo, desde la época colonial hasta los inicios de la segun-da mitad del siglo XX, el territorio y cultura que comprende la Patagonia-

Aysén permanecieron invisibles y perfectamente aislados del resto de la sociedad chilena. Este confinamiento geográfico y social encuentra su principal causa en la falta cruel de conectividad terrestre, cuestión que vino a ser contrarrestada con el inicio de las obras de construcción de la Carretera Austral desde la década de los años 70, y cuyos trabajos siguen su curso hasta el día de hoy, casi cuarenta años después. Este ingente esfuerzo vial desplegado por el Estado, el Ejército a través del Cuerpo Militar del Trabajo y el sector privado, ha generado una “apertura regional” de consecuencias importantes para la Región y sus pobladores.

Por un lado, ha permitido que sus habitantes tengan mejor acceso a servicios básicos de educación, salud y transporte para aspirar a una mejor calidad de vida. Pero, al mismo tiempo, todo esto ha generado una creciente accesibilidad hacia las maravillas naturales de su territorio, como son los lagos, los ríos, los bosques y los paisajes que capturan con fascinación las retinas del observador externo. Esta sun-tuosidad patagónica ha posibilitado el surgimiento de actividades socioeconómicas como el turismo de naturaleza, desarrollado principalmente por habitantes locales, pero también ha generado la aparición de grandes capitales que buscan generar hidroelectricidad –no sin suscitar polémicas– con las potentes corrientes de los ríos de Aysén.

Un sucinto recorrido por este proceso de desarrollo a través de una serie de desa-fíos históricos es el tema desarrollado en el primer artículo de este volumen (“Aysén moderno y contemporáneo, una secuencia de desafíos”) por el historiador Mateo Martinić, donde el autor da cuenta de los desafíos que han tenido que superar los pobladores de la región durante su devenir histórico, marcado por el sentimiento colonizador y el actuar del Estado.

Las dinámicas históricas, políticas y sociales de la Patagonia-Aysén han gene-rado un interesante fenómeno sociológico expresado en un doble proceso de de-sarrollo regional. Uno endógeno y otro venido desde afuera. Uno basado en las capacidades y esfuerzo locales, y otro impulsado por grandes capitales nacionales y transnacionales.

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Por un lado, el proceso de desarrollo endógeno caracterizado por la creciente importancia del turismo en la economía local y desarrollado principalmente por campesinos y pobladores locales, que durante la década de 1990 ha comenzado a globalizarse a través de la llegada de operadores turísticos “extra-locales” (nacionales y extranjeros), que en conjunto dieron vida a un “sistema turístico regional” que ya es una actividad de prioridad en las políticas públicas de toda la región. Dicho proceso es ilustrado por tres artículos incluidos en este volumen.

Trace Gale lo expresa a través de una iniciativa regional apoyada por capacida-des extra-locales, que dio vida a la “Escuela de Guías de la Patagonia”. La autora remarca cómo esta escuela ha ayudado a impulsar capacidades locales y regionales para suministrar servicios turísticos de calidad a los visitantes, generando al mismo tiempo una diversificación de los medios de vida para los guías y sus familias, contri-buyendo a crear fuentes de empleo pero también intercambio cultural de patagones y patagonas con visitantes nacionales y globales a través del turismo.

Asimismo, la creciente importancia adquirida por el turismo en la región ha despertado el interés científico por estudiarlo en forma interdisciplinaria. El artícu-lo de Mao, Bourlon y Osorio se propone presentar los resultados de una experien-cia piloto de “Turismo científico”, desarrollado desde el Departamento de Turismo Sustentable del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), entidad perteneciente a la Universidad de Concepción y Universidad Austral que fue creada el año 2005 con el objetivo básico de generar conocimiento de los eco-sistemas patagónicos. Como expresión de la creciente importancia del turismo en la región, éste ha sido incorporado como una de las líneas estratégicas del CIEP para su vinculación con la comunidad local e instituciones. Precisamente, el pro-yecto de Turismo Científico ha buscado impulsar esas conexiones y alianzas estra-tégicas desde una perspectiva empresarial con la comunidad e instituciones, en un esfuerzo por valorizar los abundantes ecosistemas patagónicos y crear un turismo de calidad que entregue una experiencia inolvidable a los visitantes.

Sin embargo, esa experiencia no se basa sólo en la ciencia y en las empresas. La experiencia turística de Aysén se basa principalmente en la naturaleza y cultura tradicional patagona. Ésta tiene antecedentes históricos en la región, que desde sus milenarios y primigenios primeros habitantes (indígenas originarios) hasta sus primeros pobladores que llegaron a fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, ha tenido una matriz común: la movilidad a través de su accidentada geografía territorial, ya sea por tierra (pie, caballo), por aire (avionetas) o por agua (bote, barcazas). Este aspecto de la cultura y territorio de Aysén es la temática que abre el artículo de Torres y Rojas, que, partiendo de esa base, busca establecer cómo esa movilidad tiene similitudes con la movilidad desarrollada por los turistas, y cómo los aspectos tradicionales de las formas de vida en Aysén, como la vida campesi-

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na, han permitido sentar las bases de un turismo local. Justamente, este virtuoso proceso de desarrollo endógeno del turismo ha producido la atracción de capitales turísticos nacionales y extranjeros, buscando aprovechar las nuevas oportunidades generadas por la creciente visita de visitantes que durante todos los veranos prácti-camente invaden la región, dando vida con ello toda una multitud de experiencias turísticas y subjetividades. Este proceso también ha transformado la subjetividad patagona.

Y, sin duda, todo aquello la ha transformado no solamente por el contacto con culturas foráneas a través del turismo. Las ha transformado y también politizado, por otra tentativa de desarrollo que se ha estado gestando “desde afuera” de la región, específicamente por los megaproyectos hidroeléctricos que buscan apro-vechar las aguas de la Patagonia para generar hidroelectricidad para alimentar las necesidades energéticas no de la región, sino del desarrollo industrial y minero del norte del país.

HidroAysén es la expresión de este “proyecto” de “desarrollo”. Y remarcamos “proyecto”, porque aún se está definiendo a través de un proceso de discusión lo-cal, regional, nacional e incluso internacional la posible ejecución de esta idea de centrales hidroeléctricas en las cuencas de los ríos Baker y Pascua. Asimismo, re-marcamos “desarrollo” porque la naturaleza del proyecto y su aporte al desarrollo tanto local como nacional también son objeto de discusión y visiones encontradas.

Justamente, en la idea de contribuir a este debate, los últimos tres artículos de este especial Patagonia enfocan desde diversos ángulos esta crucial temática de dis-cusión pública en el Chile actual. La pregunta básica es: ¿Qué aportaría el proyecto HidroAysén al desarrollo local y nacional? Las miradas de este volumen, expresadas en tres artículos (Latta; Salamanca; Bourlon y Segura), son eminentemente críticas al proyecto. La excepción es el artículo de Mateo Martinić, quien plantea una vi-sión pro HidroAysén. Estas investigaciones y reflexiones contrapuestas expresan la diversidad y creciente polarización de visiones que despierta el proyecto en la etapa actual de evolución política, social y cultural de Chile.

Ya no basta con evaluar las bondades y maldades de un proyecto refiriendo sólo al desarrollo social y económico de la región y del país, sino que hoy han cobrado mayor relevancia que antaño la visión de las personas, su conciencia ecológica, su ética y compromiso con valores e ideologías, ya sean de corte político, económicas y sobre todo, ambientalistas.

El debate por la Patagonia no es sólo un debate respecto a HidroAysén, es un debate más profundo del que este proyecto viene a ser una especie de catalizador de posiciones. Es un debate que viene a poner de relieve las crecientes diferencias que distintos grupos de la sociedad chilena tienen respecto al modo de desarrollo

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que ha prevalecido en el Chile de los últimos 30 años. Un modelo que prioriza mega-proyectos por encima de iniciativas de escala humana; un modelo que ha pri-vilegiado la economía por sobre la sociedad y el medioambiente. Un modelo neoli-beral que se agrieta cada vez más porque su sesgo económico no es pertinente para dar respuesta a los nuevos desafíos de la sociedad actual, que ya no se conforma sólo con el bienestar material del consumo. El informe del PNUD de 1998 “Las paradojas de la modernización” ya había alertado de esta situación. Sin embargo, se sigue por el mismo rumbo de desarrollo, que está siendo cada vez más cuestio-nado. La subjetividad chilena y patagona necesita saber que su creciente bienestar está conectado con el bienestar de los otros, tanto humanos como no-humanos. Ideas y valores cada vez más importantes para la subjetividad actual, como son la igualdad, la sustentabilidad y la reciprocidad no caben o se adecúan mal dentro del modelo neoliberal heredado de la dictadura. Una expresión fiel de este sentimiento ciudadano actual es la consigna “No al lucro” del movimiento estudiantil que ha explotado este 2011. Justamente, dentro de este movimiento se han levantado vo-ces y carteles diciendo “No a HidroAysén” a lo largo del país. La similitud crítica de las consignas, asociando el lucro en el sistema educativo con el rechazo popular al megaproyecto HidroAysén, es elocuente.

El debate está sin duda abierto y lo estará, de seguro, por un tiempo aún in-determinado. Este número de Sociedad Hoy tiene por objetivo contribuir desde las Ciencias Sociales a ese álgido debate, muy necesario en el momento actual de transformación política global y nacional, porque de ello dependerán no sólo los futuros senderos de desarrollo de la Patagonia, sino que marcará las pautas para una buena parte del futuro del país.

Dr. Manuel Antonio BaezaDirector

Robinson Torres SalinasSecretario Ejecutivo

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ARTÍCULOS

Aysén moderno y contemporáneo, una secuencia de desafíos

Modern and contemporary Aysén, a series of challenges

MATEO MARTINIĆ B.1

Resumen

Situada en la Patagonia chilena central, la actual Región de Aysén demoró en adquirir inicialmente individualidad geográfica y luego político-administrativa por razón de los formidables obstáculos impuestos por la geografía, la naturaleza abrupta y el aislamiento que significaron otros tantos de-safíos para su paulatino conocimiento y poblamiento en un proceso que comprometió a personas, empresas y al propio Estado hasta alcanzarse su actual grado de desarrollo social y económico. El artículo da cuenta de los principales desafíos que caracterizaron históricamente este proceso y valora el esfuerzo que significó su superación.

Palabras clave: Aysén, Patagonia chilena, desafíos, desarrollo.

Abstract

Located in central Chilean Patagonia, modern Aysen Region took some time to acquire an initial geographic and political-administrative individuality, mostly because of formidable obstacles im-posed by geography, nature and isolation, which meant important challenges for knowledge and its gradual settlement. This settlement process committed people, enterprises and the state itself until it reached its current level of social and economic development. The article reports on the major chal-lenges that historically characterized this process and appreciates the effort meant to overcome it.

Keywords: Aysén, Chilean Patagonia, challenges, development.

Recibido: 17.08.11. Aceptado: 18.10.11.

Introducción

Aunque formaba parte del territorio originalmente asignado a la jurisdicción de la Gobernación de Chile, su noción geográficamente individualizadora

tuvo desde un principio y por largo tiempo más de mito que de realidad en tanto cuanto se la entendía referida a las legendarias regiones de la Trapananda y de los

1 Profesor Emérito y Titular, Universidad de Magallanes, Punta Arenas. E-mail: [email protected]

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Césares, pero siempre como una noción vaga e imprecisa. Y en esa nebulosa geo-gráfica permaneció el actual Aysén durante los siglos XVI, XVII, XVIII y buena parte del XIX. Recién a contar de las exploraciones del capitán Enrique Simpson entre 1870 y 1873 comenzó a saberse algo más sobre un vasto espacio geográfico innominado, despoblado y prácticamente desconocido más allá del horizonte lito-ral, y que hasta entonces era compartido jurisdiccionalmente entre el Territorio de Colonización de Magallanes y la Provincia de Llanquihue.

Pero su revelación, si cabe el concepto, para el conocimiento común –inicial-mente reducido sólo algunos intelectuales– se tuvo con el surgimiento de la con-troversia entre Chile y Argentina respecto del curso que debía seguir el deslinde internacional en la cordillera de los Andes de acuerdo con lo establecido por el artículo primero del Tratado de Límites de 1881. En efecto, esta disposición pres-cribe que dicha línea debe pasar “por las más altas cumbres que dividen las aguas”, fórmula que el conocimiento de la realidad geográfica reveló ser ambigua al tiempo de iniciarse el establecimiento de los hitos limítrofes, pues quedó de manifiesto el divorcio que se da a partir del monte Tronador hacia el sur entre las líneas de las al-tas cumbres andinas y la divisoria continental de aguas. Así entonces la Cancillería chilena estimó que lo correcto era ceñirse a esta última circunstancia por cuanto la misma permitía ser seguida perfectamente en el terreno y por tanto era válida para la separación de jurisdicciones nacionales, en tanto que la Cancillería argentina asumió que debía aceptarse a la línea de las altas cumbres absolutas como elemento para la definición de la frontera común. Esta distinta interpretación cobró rele-vancia una vez que se comprobó que el divorcio geográfico mencionado encerraba entre sus dos líneas (orográfica e hidrográfica) un vasto espacio territorial a lo largo de una docena de grados de latitud, cuya características naturales lo hacían espe-cialmente apetecible para las partes.

Así las cosas, la fijación de los hitos devino una tarea imposible a lo largo de un extenso trayecto de la frontera entre los dos países y para encontrar una solución se llegó finalmente entre ambas cancillerías a un acuerdo que entregaba la materia a la consideración y resolución de un árbitro, función que igualmente se convino proponer a Su Majestad la reina Victoria de Gran Bretaña. Aceptado el encargo, se constituyó el Tribunal Arbitral para los efectos correspondientes (1898).

Esta circunstancia particular contribuiría a la individualidad del territorio de Aysén –nombre adoptado del propio del curso fluvial explorado por Simpson–, le daría valor geopolítico y marcaría el inicio de su historia moderna y contemporá-nea signada por una serie de desafíos.

Primer desafío: la afirmación de la soberanía territorial Establecida la instancia arbitral, las partes se avocaron a la defensa de sus respecti-

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vas tesis y que, en el caso de Chile especialmente, suponía la exploración del vasto territorio situado entre los grados 41 y 52 sur para el debido conocimiento de su geografía, necesidad que era más imperiosa para el sector central de la Patagonia occidental comprendido entre los fiordos de Reloncaví y Baker, pues en la vertiente andina oriental de ese extenso espacio se encontraba la mayor parte de los terre-nos más valorados para la ocupación colonizadora. Sobre los mismos únicamente se disponía de información parcial debida a las expediciones practicadas en 1871 por Simpson (penetración y reconocimiento de partes del valle del río Aysén) y en 1885 por el capitán Ramón Serrano Montaner, de la Armada de Chile (hoyas inferior y media del río Palena). Por ello era necesario plantear y llevar adelante un programa de exploración sistemática que permitiera disponer a su conclusión de una información suficiente para poder defender con fundamento la tesis nacional en la controversia.

El desafío que tal necesidad suponía era ciertamente formidable. De partida, por la grandísima dificultad que había entonces para acceder desde el litoral inte-rior occidental hacía las zonas intra y ultraandinas donde se daban las situaciones que debían estudiarse, definidas por lo abrupto y fragoso de los terrenos, la falta de caminos la espesura de la vegetación en áreas virtualmente vírgenes cargadas de humedad por la abundancias de precipitaciones y por la distancia en la que se hallaban esos terrenos de los posibles centros de apoyo; y luego por la escasez de gente conocedora del territorio o siquiera interesada en su conocimiento. Del lado de Argentina, en cambio, todo era diferente: acceso expedito, caminos y sendas practicables, clima moderado, bases de apoyo logístico inmediatas o cercanas y, muy especialmente, porque había un interés manifiesto por el conocimiento del área precordillerana, en la convicción de ser la misma un territorio de gran impor-tancia económica susceptible de poblamiento colonizador. Descontar esa ventaja para igualar las posibilidades de defensa implicaba un doble desafío para Chile.

Era menester, por tanto, encontrar a la persona que pudiera asumir tamaña responsabilidad, por talento, preparación técnica, interés por la causa y capacidad física para afrontar las penalidades que de suyo aseguraba la tarea. Enfrentado al problema, Diego Barros Arana, el “perito de límites” que tenía la tuición directa sobre cuanto atañía a la materia, acertó cabalmente en la elección de quien podía asumir tan trascendente responsabilidad y honrarla con un eficiente desempeño: el Dr. Hans Steffen, geógrafo que ejercía como profesor en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile y que había venido al país integrando la misión contratada en Alemania por el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda para la orga-nización de esa importante unidad académica destinada a la debida formación del elemento docente de los colegios públicos de la República.

La elección no pudo resultar mejor, pues Steffen satisfaría el encargo con tal efi-ciencia que sus resultados permitirían sostener con sólidos fundamentos técnicos y científicos la tesis nacional ante el tribunal arbitral. En efecto, en un lapso de siete

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años, entre 1893 y 1899, Hans Steffen encabezó seis expediciones por territorios andinos y preandinos comprendidos entre el lago Todos los Santos y el monte Tronador por el septentrión, y el fiordo Baker por el meridión, en lo que fue una verdadera empresa exploratoria. En su desarrollo debieron superarse no sólo las dificultades propias de una naturaleza extrema (orografía, clima, vegetación), la inexistencia de caminos y las insuficiencias logísticas, sino, además, las acciones y procedimientos de autoridades y fuerzas argentinas que perturbaron el mejor cum-plimiento de algunas de esas expediciones.

Los resultados obtenidos, como hemos escrito precedentemente (Martinić, 2004), fueron condignos del enorme y admirable esfuerzo de penetración desarro-llado en un territorio mayormente salvaje y virgen, cubriéndose un espacio geográ-fico extendido por siete grados de latitud y abarcando no menos de 100.000 kiló-metros cuadrados de la Patagonia occidental. Al cabo de esa serie de expediciones, se reitera, Chile dispuso de suficientes conocimiento de terreno como para fundar sobre bases muy sólidas su argumentación ante el real árbitro en la defensa de su mejor interés.

Tal riquísimo acervo, con todas sus particularidades y la cartografía de apoyo, no sólo fue recogido de inmediato y publicado en los Anales de la Universidad de Chile y en algunas monografías específicas, sino que también –y ello fue una preocupación especial de Steffen– en prestigiadas revistas especializadas de geogra-fía tales como la alemana Petermanns Miteilungen, Verhandlungen, de la Sociedad Geográfica de Berlín y The Scottish Geographical Magazine, para que la comunidad europea estuviera al tanto de los adelantos del conocimiento geográfico que se aportaban desde el lejano Chile, lo que, de paso, permitía también ilustrar a los entendidos acerca de los planteamientos de su gobierno en lo tocante a las materias de la controversia que se mantenía con Argentina. Si tal hizo el talentoso geógrafo alemán al tiempo de sus expediciones para la ilustración de sus contemporáneos, para la posteridad quedarían como un verdadero legado sus obras clásicas y cime-ras, Viajes de exploración y estudios en Patagonia Occidental 1892-1902 (Santiago de Chile, 1909) y Westpatagonien (Berlín, 1909), traducida y publicada en castellano con el título de Patagonia Occidental. Las cordilleras patagónicas y sus regiones circun-dantes, por la Universidad de Chile (Santiago, 1944 y 1948).

Pero hay más todavía. Con su notable contribución al conocimiento geográfico de la Patagonia occidental, este sabio ilustre hizo un aporte particular que intere-sa para la historia de Aysén: le dio un marco determinado al territorio histórico, desde el fiordo Comau al lago O’Higgins, definición indispensable que sacó de-finitivamente del anonimato a una región y le permitió asumir con el inicio del siglo XX una definida personalidad individualizadora, con raigambre nuclear en la gran hoya hidrográfica del río Aysén, del que tomaría a poco andar el nombre. La empresa exploratoria de Hans Steffen es el punto de inflexión en la historia reciente

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del territorio aysenino, pues de virtual terra incógnita devino conocida y apta para su apertura a la ocupación colonizadora.

El laudo arbitral, firmado el 20 de noviembre por S.M. Eduardo VII, rey de Gran Bretaña, no se ajustó estrictamente, como es sabido, a lo requerido por las partes y fijó una delimitación transaccional sobre el territorio disputado que en parte se ciñó a la tesis sostenida por Chile y en otros lo dividió entre las partes sobre la base de las ocupaciones hechas con antelación al compromiso arbitral por las mismas. De esa manera, de los 94.140 kilómetros cuadrados de territorio com-prendidos entre las líneas chilenas y argentinas, 54.225 se adjudicaron a Chile y 39.915 a Argentina.

La decisión arbitral significó dejar bajo dominio nacional en la Patagonia cen-tral y para los fines que interesan a este artículo, las hoyas hidrográficas media e inferior de los ríos Futaleufú y Palena, la totalidad de las cuencas de los ríos Cisnes y Aysén (exceptuada una pequeña porción en la cabecera del río Simpson), y la mayor parte de las cuencas lacustres de los actuales lagos General Carrera-Buenos Aires, Cochrane-Pueyrredón y O’Higgins-San Martín.

Así reconocido de jure el dominio soberano de Chile sobre buena parte de lo que había sido el patrimonio geográfico fundacional en la Patagonia, su sección centro-occidental pasó a asumir por obra de las circunstancias una individualidad caracterizadora como “un territorio nuevo” que paulatinamente se iría diferencian-do de sus vecinos septentrional y meridional bajo el nombre de Áysen, con reminis-cencias legendarias, dominio que debía afirmarse con la ocupación colonizadora.

Segundo desafío: poblar y explotar los recursos naturales

Al comenzar el siglo XX era evidente el exitoso desarrollo de la ganadería ovina en el Territorio de Magallanes al cabo de más de dos décadas desde que fuera intro-ducida. Tanto lo era que sobre la misma como estructura productiva de apoyo se había vertebrado y vertebraba el poblamiento y el desarrollo general de Magallanes que asombraba a todo el mundo, máxime si se consideraba que hasta los años de 1870 la antigua colonia era una tierra remota, desconocida y pobre de frontera co-lonizadora que parecía servir únicamente como lugar de presidio. En lo particular aquella crianza había permitido la prosperidad de muchos pioneros, la generación de capitales y el surgimiento de nuevos y atractivos negocios, con lo que aquel fenómeno devino un foco de interés para el centro metropolitano chileno, lo que quedó de manifiesto en los remates de tierras fiscales de Patagonia entre 1902 y 1906 cuando participaron no sólo los empresarios locales, sino y de modo especial capitalistas y especuladores de Santiago y Valparaíso. De allí que ese modelo exitoso de colonización parecía posible de replicar en otros territorios cuando se dieran las circunstancias.

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Así entonces, no bien se conoció el laudo arbitral y con él la definición jurisdic-cional, surgió de inmediato el interés por ocupar tan enorme espacio despoblado y virgen que comenzaba a ser nombrado Áysen o El Áysen, y tal se dio en el ambiente empresarial del centro del país, de Valparaíso en especial que fungía como capital económica del mismo, y de Punta Arenas, donde además de genuinos hombres de negocios con experiencia en la materia económica, no faltaban los especuladores, generalmente hombres con conexiones políticas que les permitían acceder a niveles decisorios de la administración y el gobierno de la República y podían obtener así vastas concesiones sobre la base de propuestas tan ampulosas como ilusorias por su falta de realismo, característica esta última que por lo común no estaba en situación de ser ponderada debidamente por cuantos estaban llamados a resolver o deci-dir. De esa manera autoridades y funcionarios crédulos o francamente ignorantes acerca de las características naturales de los territorios sobre los que recaían las so-licitudes, entregaron una decena de enormes concesiones fundarias que cubrieron prácticamente la totalidad de los terrenos aparentemente aptos para su ocupación y explotación económica. Y esos beneficiarios, cuál más cuál menos, se empeñaron en conquistar a los poseedores de recursos financieros con el propósito de llevar adelante los correspondientes emprendimientos que, así lo afirmaban, debían ren-dir pingües utilidades; en buenas cuentas, lo único que desea un inversionista.

De ese modo los “vendedores de ilusiones”, como los calificáramos anterior-mente, conformaron la vanguardia de la pretendida penetración colonizadora par-tiendo desde el litoral interior del territorio aisenino. Fracasaron casi todos; unos perdieron concesiones y recursos, y otros, los menos, negociando sus derechos con algunos terceros, también empresarios que en un principio se habían mantenido al margen y que más conocedores y prudentes decidieron asumir el riesgo de la ocu-pación colonizadora y, por lo tanto, el desafío de llevarla adelante. Así, al fin, de la decena de concesiones originalmente entregadas, sólo tres permitieron dar inicio a empresas de ocupación territorial: la Sociedad Industrial del Áysen, formada sobre la base de capitales magallánicos y del centro de Chile para colonizar los terrenos aptos de los valles contenidos en la cuenca del río homónimo y sus tributarios (con-cesión entregada a Luis Aguirre); la Compañía Explotadora del Baker, constituida con los aportes financieros de capitalistas de Punta Arenas para colonizar los cam-pos de la vasta hoya hidrográfica formada por el río Baker y sus corrientes afluentes (concesión entregada a Juan Tornero directamente y como cesionario de terceros); y la Sociedad Pastoril del Cisnes, formada en Valparaíso con participación de in-versionistas de ese puerto y de capitalistas británicos, para desarrollar la explotación económica del gran valle del río que daba nombre a la entidad (concesión hecha a Frank Lumley y otros).

Con estas tres concesiones comenzó la colonización empresarial del nuevo Te-rritorio del Áysen a contar de 1903, con la penetración desde el litoral interior, esfuerzo en el que sólo la primera compañía mencionada tuvo éxito al cabo de años

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de trabajo y de una importante inversión de recursos financieros que pusieron en evidencia para propios y extraños la magnitud del formidable desafío que suponía tan sólo abrirse paso a través de terrenos fragosos para alcanzar hasta lugares me-dianamente aprovechables para establecer el negocio pastoril en forma. La segunda empresa iniciada a contar de 1904 acabó en fracaso tras un lustro de esfuerzos y sólo a contar de fines de la década de 1910 se reinició el empeño colonizador sobre parte únicamente de la gran concesión original, esto es, sobre aquellos terrenos en apariencia explotables para la ganadería ovina y bajo otra forma empresarial (Hobbs Cía., después Sociedad Ganadera Valle Chacabuco). El esfuerzo poblador se hizo esta vez con un sentido geográfico opuesto al primero, vale decir, de oriente a occidente procediendo desde suelo argentino y resultó finalmente exitoso. La ter-cera entidad empresarial luego de un infructuoso esfuerzo de penetración desde el oeste (valle inferior) que le significó un elevado gasto, advirtió su inutilidad y optó por acceder a los buenos campos del oriente de la concesión (valle superior de río Cisnes) desde suelo argentino. Puso así en marcha un exitoso proyecto productivo pastoril a contar de 1905, manejándose con autarquía desde un principio, perma-neciendo virtualmente al margen del suceder territorial contemporáneo.

Las descritas someramente conformaron históricamente el conjunto de la colo-nización empresarial de Aysén por cuanto “abrieron” el territorio a la explotación económica de sus recursos naturales (especialmente las pasturas); y también porque con su esfuerzo y capitales establecieron los fundamentos de la infraestructura de comunicaciones y servicios primordiales en un territorio que los requería como pocos (sendas, transportes, correos, teléfonos). De esa manera, el tenaz empeño empresarial había permitido superar el primer gran desafío que significaba el do-minio paulatino de la naturaleza bravía y asentar vida y actividades económicas productivas estables. Todo un logro cuyo merecimiento debe serle reconocido.

Sin embargo de ello las sociedades colonizadoras no fueron –ni se propusieron serlo– agentes eficaces de poblamiento territorial, pues únicamente incorporaron habitantes por la vía del trabajo que generaron asalariados dependientes y no faci-litaron la llegada y establecimiento de colonos libres y sus familias.

Pero la fama del territorio legendario había llegado lejos entretanto, alcanzando hasta los chilenos trashumantes de la precordillera oriental en suelo argentino, al que habían comenzado a emigrar libremente a contar de la década final del siglo XIX, con el ánimo de hacerse una situación económica que les permitiera mante-nerse a sí mismos y a sus familias y, si se daba, igualmente para prosperar mirando al porvenir. Pero eran extranjeros en un país que, si se proclamaba abierto a la inmigración, no lo era para los chilenos, y así éstos se movieron por los territo-rios de Neuquén, Río Negro y Chubut buscando en vano dónde establecerse con tranquila seguridad, oportunidad que se haría más esquiva según crecía el rechazo oficial a su presencia. Para algunos ella se dio cuando supieron de la existencia de “terrenos orejanos”, es decir sin poseedor conocido, en el todavía casi desconocido

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Áysen, con más precisión en los campos situados en la proximidad de la frontera internacional.

Y así unos pocos se atrevieron y entraron a suelo nacional aisladamente con sus escasos recursos, pero portando consigo el mejor capital: sus experiencias de vida patagónica, su virtualmente inagotable capacidad de trabajo, su austeridad y fruga-lidad existencial. Ellos abrieron el camino –muchos caminos en realidad– pues ta-les fueron las rutas de penetración de una nutrida corriente espontánea de colonos libres que ingresaron individualmente o en grupos a suelo nacional en la Patagonia central occidental procediendo desde el oriente: por Futaleufú, Alto Palena y lago Verde; por los valles de los ríos Simpson, Ibáñez y Jeinemeni y campos de la costa sur del lago Buenos Aires, y por los valles del río Baker y cuenca del lago Cochrane.

Fue un proceso admirable de pionerismo que se legitimó en la disputa con las grandes sociedades arrendatarias del suelo explotable económicamente, que per-mitió a centenares de chilenos animosos establecerse finalmente como colonos y conseguir tras duro trabajo la situación de segura tranquilidad que habían anhelado en suelo extraño.

El fenómeno colonizador individual registró su mayor intensidad histórica en-tre los años de 1910 y 1940 extendiéndose paulatinamente por todos los sectores marginales orientales de la cordillera aisenina en sucesivas oleadas de esfuerzo po-blador que acabaron por ocupar literalmente todos los terrenos aptos para la crian-za, animando un proceso que con altibajos ha alcanzado hasta el presente. ¡Esa fue la exitosa epopeya colonizadora de hombres libres del Áysen primigenio! Suficiente por demás para ganarles un lugar de preeminencia en la historia.

Ellos a su modo, con constancia increíble, con laboriosidad, soportando caren-cias y penurias, con la colaboración abnegada de sus dignas mujeres y de los hijos, superaron el desafío de conquistar y dominar el territorio bravío para abrirse un espacio en donde vivir, producir y soñar días mejores.

Ello también, es claro, tuvo un costo doloroso para la naturaleza aysenina por la destrucción de parte del riquísimo patrimonio forestal original debido a la práctica de la “apertura de campos” mediante el fuego, práctica entonces aceptada y que también fue utilizada por las sociedades colonizadoras. ¡Fue el duro precio pagado por la conquista de un espacio para la vida humana y la explotación económica de los recursos naturales!

Esta actividad se realizó siguiendo el modelo magallánico de crianza lanar en forma extensiva en el caso de las sociedades arrendatarias, y de crianza mixta ovina y bovina a escala mínima o menor entre los colonos individuales, en ambos casos adaptándolas a las condiciones de la geografía aysenina, lo que vale especialmente para los campos de la precordillera que originalmente habían estado cubiertos por bosques. Así Aysén se incorporó a la economía nacional como región productora agropecuaria con un interesante potencial de desarrollo. De manera complementa-ria esta actividad devino fundamental por su significación variada pues dio origen

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a otras formas económicas como el transporte, el comercio y los servicios con lo que la estructura productiva territorial se fue consolidando y conformando el fun-damento principal para el poblamiento.

En paralelo con la forma económica de explotación, el proceso colonizador –el individual por sobre el empresarial– se caracterizó por la voluntad de arraigo defini-tivo en el territorio, que fue cobrando fuerza en la medida que el esfuerzo laborioso brindaba sus frutos económicos, a pesar de las dificultades de todo tipo que debie-ron enfrentar los pioneros. Éstos, así, al conquistar la tierra y hacerla productiva encontraron el estímulo espiritual para fundar familias, multiplicar la población y prosperar en la medida de lo posible, en la certidumbre de estar forjando una nueva patria. Surgió de esa forma el núcleo fundacional que en su interrelación con otras gentes (empleados y obreros de las sociedades pastoriles; artesanos, comerciantes y trabajadores independientes, funcionarios públicos) acabaron por dar forma a la sociedad aysenina sobre la base del compromiso con el territorio y la certidumbre de conseguir el progresivo bienestar colectivo.

De esa manera, con sus avatares y con sus luces y sombras, las empresas por el occidente y por el oriente, y los colonos libres desde el oriente, el legendario Áysen del principio fue mutando poblado y productivo en el moderno Aysén. Se había superado así un desafío que ningún otro territorio de la Republica había enfrenta-do antes, exceptuando Magallanes, en lo tocante a la generación de una forma de vida propia, con sentido y contenido identificador para su comunidad habitante.

Tercer desafío: superar la incomunicación intraterritorial La tecnología de la observación y registro satelitales de las geoformas de la Tierra, combinada con la del procesamiento digital de la información generada por la pri-mera ha permitido disponer de imágenes cada vez más precisas y detalladas que en verdad asombran, acerca de la realidad física del planeta. Ello ha resultado especial-mente revelador en lo que se refiere al territorio americano chileno y en particular a su tercio meridional conformado por la Patagonia occidental y parte de la oriental y por la continuación de ambas, la Tierra del Fuego.

En efecto, si esas imágenes ilustran e informan sobre la conformación física de esos territorios en la forma técnica más satisfactoria posible, cuanto más sirven para entender lo que es, en el caso de la Región de Aysén, su compleja fisiografía. Sólo esa visión desde lo alto da cuenta de sus características orográficas definitorias en forma de una amplia y larga cadena de montañas abruptas, elevadas y con una permanente cobertura nevada, de orientación general norte-sur, cuyos antemurales occidentales se elevan desde el borde mismo del mar interior; y de una serie de cor-dones secundarios más o menos paralelos entre sí, que se originan en aquella gran cadena y se extienden por sus flancos, principalmente hacía el oriente, o bien que

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con desarrollo aislado se mantienen como tales o se intersectan con esas ramas late-rales. El producto de ese fenómeno es un complejo de cuencas fluviales y lacustres que encauzan el desagüe continental hacía el mar interior del occidente o sirven de receptáculo a los grandes depósitos lacustres del oriente.

A su vista, más en las imágenes satelitales que brindan la dimensión de lo pro-fundo que en los mapas, es posible comprender cómo en una primera instancia resultó difícil de abordar el territorio aysenino por el oeste y luego la no menos dificultosa penetración hacia el oriente en demanda de terrenos colonizables y, una vez ocupados éstos, cuánto esfuerzo significó abrir y mantener las primeras y preca-rias vías de comunicación con la costa pacífica interior que aseguraba la vinculación con el exterior, esto es, con el resto de Chile y el mundo. En esa labor se estuvo por más de medio siglo desde el principio del asentamiento colonizador, en un esfuerzo que exigía trabajo, recursos y sacrificios (como todo lo aysenino) asumido inicialmente por las sociedades pastoriles y luego por el Estado, siguiendo en la práctica el condicionamiento impuesto por la naturaleza, esto es, aprovechándose las posibilidades que la complejidad de la fisiografía podía ofrecer de una parte, y la exigüidad y modestia de las formas de trabajos técnicos disponibles.

Ello condujo a lo que hemos dominado “la cantonización” del territorio nor-central, vale decir, a la ocupación colonizadora sectorizada según la aptitud de los terrenos y sus posibilidades de acceso y comunicación. Surgieron así núcleos de poblamiento en Futaleufú, Palena, Lago Verde, Puyuhuapi, Puerto Cisnes, valles Simpson, Mano Negra, Mañihuales y Ñirehuao; cuenca del lago General Carrera, Alto Baker, Baker medio, Cochrane, valle Mayer y lago O’Higgins que en lo tocan-te a comunicaciones las buscaron bien hacia los puertos del litoral marino interior, bien procurando el acceso a las poblaciones principales de Coyhaique y Puerto Aysén, o también la conexión con Argentina cuando no se daba posibilidad alguna por suelo nacional. La relación intersectorial era difícil, cuando podía darse, lo que hizo que algunas zonas de colonización permanecieran como verdaderas islas de las que podía salirse o a las que podía accederse únicamente por huellas practicables para cabalgaduras.

Así expuesto el problema que supuso la ocupación paulatina del territorio ay-senino sensu lato, esto es, incluyendo en su comprensión histórica los sectores de Futaleufú y Palena, quedó en claro que lo primordial debía ser establecer la co-municación de sus núcleos de poblamiento con los poblados capitales y con los puertos, que tanto permitían el abastecimiento como la salida de las producciones económicas y, por cierto, la movilidad de los habitantes, empresa ardua que en su desarrollo tomó más de medio siglo hasta quedar siquiera medianamente acepta-ble, sin embargo de continuarse en plan de progresivo mejoramiento. Era, vale reiterarlo, una empresa desarrollada con sentido latitudinal general, vale decir, de oriente a occidente y viceversa.

Pero igualmente debía intentarse y se intentó en efecto la intercomunicación

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de algunos de esos núcleos de colonización y poblamiento urbanizado, y así para 1945-50 consiguió establecerse la conexión vial, harto precaria en muchas partes entre Puerto Aysén (única puerta de entrada y salida hacía el exterior), con Balma-ceda y Puerto Ibáñez en la costa norte del lago General Carrera, hacia el sudeste; con Mañihuales, Mano Negra, Ñirehuao y Coyhaique Alto (y por esta vía con los puertos argentinos del Atlántico) por el centro y el noreste. Desde el valle Chaca-buco, entre tanto, había conseguido habilitarse un senda hasta Puerto Bertrand en el lago homónimo unido con el General Carrera, lo que franqueó la comunicación lacustre con Puerto Ibáñez y por este poblado con el núcleo central aysenino, y eso fue por años el máximo posible de realizar en lo concerniente a comunicabilidad terrestre, con un sistema vial elemental que el Estado procuraba mantener y mejo-rar, habitualmente con escasez de recursos presupuestarios.

Pasada la mitad del siglo XX pensar en una vía longitudinal más extensa que permitiera la intercomunicación del centro histórico del poblamiento aysenino con los núcleos que habían surgido hacia el norte (Cisnes, Puyuhuapi, Futaleufú, Pa-lena y Chaitén), y hacia el sur (Chile Chico, Puerto Guadal y Cochrane) era algo así como un sueño irrealizable; no se podía violentar el imperativo condicionado de la geografía.

Pero de la mano de los soñadores tal posibilidad se fue abriendo paso con la llegada de la sexta década del siglo XX. El progresivo mejor conocimiento del te-rritorio al cabo de años de exploraciones promovidas por el antiguo Departamento de Caminos del Ministerio de Obras Públicas, circunstancia que cimentaría la fama de Augusto Grosse, fue poniendo de manifiesto posibles trazados para nuevos ca-minos, hecho que se fue dando de modo coetáneo con el adelanto expansivo de la colonización por nuevos rumbos geográficos. Así, lo que alguna vez se había tenido por imposible devino finalmente una propuesta audaz, casi temeraria, al plantearse paulatinamente la construcción de sendas de penetración con sentido general norte -sur, como fase inicial de una empresa constructiva que concluyera con la planifi-cación y desarrollo de un sistema vial integral conformado fundamentalmente por una gran ruta troncal longitudinal y por caminos laterales de interconexión con áreas de poblamiento hacia el litoral y hacia el interior oriental.

Fue esa la gran iniciativa que se planteó oficialmente en 1968 por parte de la Di-rección General de Obras Públicas durante el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva con la finalidad fundamental [de] incorporar a la Nación, una gran área territorial que hoy se encuentra desvinculada físicamente y marginada del desarrollo económico y social. Esta área comprende la región de Chiloé continental y la provincia Aysén, que representa casi un sexto de la superficie continental de Chile (Martinić, 2004: 402).

Los primeros trabajos fueron desarrollados por la Dirección de Vialidad a fines de la misma década y, tras un lapso de interrupción entre 1971 y 1976, fueron retomados y replanteados por el gobierno militar de la época como una política

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de Estado y con sentido de integración vertebradora del territorio nacional en la Patagonia norte y central.

Así, kilómetro tras kilómetro en un esfuerzo colosal que comprometió a lo largo de casi tres décadas a ingenieros, técnicos y a trabajadores del Ministerio de Obras Publicas, como a soldados del Ejercito a través del Cuerpo Militar del Trabajo, se llevó adelante una obra que no tenía parangón en la historia nacional por su magnitud, por las dificultades técnicas y geográficas que debieron superarse, por la cuantía de recursos financieros que la misma exigió, y especialmente por sus conse-cuencias y proyecciones para el desarrollo del sur de la Región de Los lagos y de la Región de Aysén en diferentes aspectos.

En efecto, al darse por concluida las últimas obras complementarias hacia 2003 y encontrándose pendiente de ejecución el tramo Hornopirén-Caleta Gonzalo en la sección norte (para enterar el desarrollo total previsto Puerto Montt-Ralún-Villa O’Higgins), las bondades de la Carretera Austral podían, como pueden, resumirse en cinco distintos aspectos importantes: a) la integración efectiva de la Patagonia continental chilena (septentrional y central) al cuerpo metropolitano de la Repu-blica; b) la superación del aislamiento intraterritorial cuya realidad había retardado el desarrollo general de Aysén, con lo que sus habitantes desperdigados por el enor-me espacio geográfico obtuvieron múltiples beneficios; c) la conformación de un eje vial troncal con fuerza vertebradora territorial; d) la potenciación del desarrollo general de Aysén y de la zona norte de la Patagonia chilena (Comuna de Cochamó y Provincia de Palena de la Región de Los Lagos); y e) el afianzamiento de la sobe-ranía y la seguridad nacionales en el territorio patagónico chileno continental, área geopolíticamente sensible e importante.

La Carretera Austral, obra colosal y magnífica, ha permitido superar el máximo desafío impuesto por la geografía al desarrollo integral de la Región de Aysén, al franquear la intercomunicación de sus pueblos, ciudades y distritos habitados con efectos y consecuencias que, si ya son beneficiosos, lo serán aún más en el porvenir.

Cuarto desafío: desarrollo sustentable y crecimiento poblacional

Hacia mediados del siglo XX, cuando era visible la consolidación del proceso de la colonización sobre la vertiente oriental del territorio de Aysén, fue voz común en el país el referirse a esa entonces novísima provincia (tal condición databa del 1928) como una región de gran potencialidad económica para Chile en consideración a la magnitud y variedad de sus recursos naturales, sin embargo de que algunos de los más importantes como eran los forestales habían sido dañados seriamente por las actividades de los colonos o, en su caso, de las sociedades colonizadoras. Ese era “el Aysén promesa”, como hemos calificado con anterioridad a esa noción del ima-

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ginario popular, esto es, el territorio que debía ser una asombrosa realidad durante el transcurso de la segunda mitad del siglo, si es que se cumplían alguno requeri-mientos condicionantes que retardaban, entrababan o derechamente impedían el desarrollo completo de la rica potencialidad económica que se le atribuía.

Pero ese desiderátum colectivo –de cuantos allí habitaban y de quienes desde afuera observaban el curso histórico de la provincia– no llegaría a concretarse, no al menos en la magnitud que se había imaginado. Ello, porque no se dieron en opor-tunidad ni en forma las condiciones requeridas, por lo que aunque Aysén adelantó lo hizo con parsimonia y altibajos. No obstante su reconocida fama de ser “la tierra del porvenir”, espléndida, rica, poblada y aportando productivamente al progreso del país, no había conseguido encantar a los sucesivos gobiernos nacionales tanto como se lo merecía. De esa manera la atención, dedicación, proyectos y recursos que exigía su adelanto generalizado nunca fueron suficientes. Es que el gobierno central (en abstracto) parecía no haber comprendido a cabalidad la importancia de las regiones chilenas y en particular de ese territorio patagónico nacional en cuyo desarrollo el Estado debe ser un protagonista principal y permanente (como debiera ocurrir con Magallanes), pues está visto, como lo confirma la experiencia histórica, que la sola acción del sector privado no basta para satisfacer las necesida-des generales de adelanto y el bienestar de los habitantes.

Así las cosas, los desafíos que enfrenta la Región Aysén en el inmediato (o me-diano) futuro para alcanzar los niveles adecuados de desarrollo económico y el grado de bienestar que su población anhela y merece, pueden resumirse en tres aspectos esenciales: 1) Completar y perfeccionar la integración física de Aysén con el territorio metropolitano chileno (construcción impostergable del tramo norte de la Carretera Austral y pavimentación progresiva del sistema vial que la misma vertebra); 2) Definir y habilitar legal y administrativamente la capacidad de gestión autonómica para los asuntos internos. Esto es, pasar de la regionalización retórica a la práctica (autoridades electas, facultades legales, incentivos de fomento, recursos propios); 3) Diversificar la producción económica para aprovechar al máximo con innovación tecnológica y creatividad la potencialidad natural de la región; hacer también del Estado un factor de apoyo permanente a través de la inversión pública elevada y sostenida (infraestructura, vivienda, otros). En suma, un Aysén efectiva y completamente integrado físicamente al resto del país y con un régimen de gestión interna de amplia autonomía, es un doble desafío que es necesario superar para conseguir las metas de progreso general que anhela su gente. Asimismo diversificar y tecnificar la producción económica en su sentido más amplio incluyendo los ser-vicios, y aprovechar experiencias ajenas (de otras regiones del mundo comparables por sus características geográficas y ambientales), es un desafío que igualmente deberá ser superado para lograr el bienestar de sus habitantes.

Pero, para que así pueda darse habrá de superarse, de hoy en más, un nuevo

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desafío, no el propio de la geografía ni el de la incomprensión gubernativa, sino el que surge de la prédica del ecologismo extremo.

En efecto, con el advenimiento del nuevo milenio y el auge en Chile y el mundo de la filosofía que proclama la preservación de la herencia natural para conseguir de esa forma evitar un mayor daño para el planeta y la población humana, han aparecido en Aysén quienes, valorando su variedad de recursos y la especificidad y relativa pristinidad de sus ecosistemas naturales, han proclamado su condición de “reserva de vida”. Tal planteamiento, que debe ser aceptado cuando es expuesto y fundado con racionalidad por todo cuanto supone la sustentabilidad en el uso eco-nómico de los recursos naturales para el bienestar de sus habitantes, es inaceptable cuando con ello se pretende lisa y llanamente la intangibilidad de la naturaleza (el llamado “desarrollo cero”).

Preocupa por eso el surgimiento y actividad del ecologismo duro y vociferante que parece haberse apropiado de Aysén y que se opone frontalmente a la realiza-ción de proyectos de generación hidroeléctrica (como es el caso emblemático de HidroAysén), olvidando el derecho que el hombre tiene para usar racionalmente y de manera sustentable los recursos naturales para su legítimo mejor beneficio.

Quienes así proclaman y difunden sus postulados dejan de lado, paradojalmen-te, situaciones que deberían merecer su atención prioritaria por sus previsibles con-secuencias perjudiciales para el ambiente y la comunidad habitante, como es el caso del preocupante consumo de recursos forestales para la calefacción y otros usos que amén de agotador de una riqueza arbórea devastada históricamente, otorga actualmente a la capital regional, Coyhaique, la lamentable primacía de ser la más contaminada ambientalmente de las ciudades chilenas. Pero en los hechos las cosas se han dado peor aún, pues ya no se trata únicamente de la difusión mediática de consignas ambientalistas, sino de acciones concretas por parte de algunos de sus inspiradores como es la adquisición de campos que otrora fueran económicamente productivos, para ser destinados a “reservas naturales privadas”, lo que ha afectado y afecta negativa y desfavorablemente a la producción agropecuaria2. En este solo aspecto de la actividad económica de Aysén la cruda realidad echa por tierra las proyecciones optimistas de otrora acerca de la posibilidad de hacer de esta región “la despensa cárnea de Chile”.

En verdad es para preocuparse.Pero hay más todavía y ello dice relación con el costo de la energía eléctrica en

Aysén, que es el más alto del país, por lejos, con lo que se afecta la economía y el

2 Caso de la ex-estancia “Valle Chacabuco” y otros predios aledaños adquiridos por Kristine McDivitt, esposa del ecologista norteamericano Douglas Tomkins. El matrimonio es dueño de casi 90.000 hectáreas sólo en lo que se refiere a la Región de Aysén. En Chiloé continental su dominio redondea las 300.000 hectáreas (El Mercurio, Santiago, edición del 17 de julio de 2011).

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bienestar familiares, y la producción económica al darse así un factor desincenti-vador.

Y haciendo pie en ambas circunstancias (consumo excesivo e irracional de leña, y costo elevado de la energía eléctrica), cabe señalar que con sólo el aprovecha-miento del potencial hidroeléctrico regional podría brindarse a sus habitantes una alternativa de calefacción económica y segura por la vía del uso de la electricidad, tal y como se hace en otras regiones del mundo, además de rebajar su costo a nivel racional y permitir la promoción de su empleo en la producción económica para beneficio general. En un planteamiento sensato respecto de la propuesta de inver-sión de que se trata, junto con exigirse el uso sustentable del recurso hidroeléctrico podría negociarse un precio base de generación eléctrica que beneficiara realmente la vida y las posibilidades de adelanto general de la gente de Aysén. Nos parece una postura más racional y útil que la del rechazo liso y llano.

Liberarse pues de esa presión propagandística que parece estar inspirada por “có-modas elites [foráneas] que han decidido que ha habido suficiente progreso [para ellas], olvidando el mejor y legítimo derecho de “aquellos que luchan por el crecimiento económico y la erradicación de la pobreza”3 en las regiones que aún no alcanzan el desarrollo pleno, es el mayor y quizá más potente desafío que enfrenta Aysén para alcanzar el nivel que se merece entre las regiones chilenas en el próximo futuro. Ese desafío debe ser enfrentado por los propios habitantes que deben procurar infor-marse y hacer oír su voz auténtica y defender su derecho a decidir por sí mismos respecto de cuanto atañe al mejor y más sustentable uso de los recursos naturales de su región, en su mejor y legítimo beneficio. Mientras ello no ocurra persistirá la ingrata sensación que corre por el país en cuanto que, por la realidad indesmentible de lo cotidiano, el acontecer reciente de Aysén es una historia de abandono.

Quizás el destino de esta tierra promisoria y de su esforzada gente deba ser el de una permanente superación de desafíos.

Referencias

Martinić, M. (2004). De la Trapananda al Aysén: una mirada reflexiva sobre el acontecer de la Región de Aysén desde la prehistoria hasta nuestros días. Santiago: Pehuén Editores.

3 The Wall Street Journal, citado por El Mercurio de Santiago, artículo “HidroAysén debate internacionaliza-do”, 17 de julio de 2011.

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Explorando el rol de la Escuela de Guías de la Patagonia en los medios de vida de sus participantes

Exploring the Role of the Guide’s School of Patagonia in Participants’ Livelihoods

TRACE GALE1

Resumen

La Patagonia chilena fue colonizada por aventureros… exploradores quienes buscaban una nueva forma de vida. Estos pioneros deseaban una vida agrícola basada en la simpleza, vivir de la tierra, la autosuficiencia y sus tradiciones ganaderas. Los colonizadores llegaron a la Región de Aysén, Chile, hace un poco más de 100 años y establecieron un patrimonio basado en sus costumbres. Sin embar-go, los recursos que una vez fueron abundantes, hoy se están haciendo escasos. El sobrepastoreo, la agricultura de corta y quema, y la variación del mercado vacuno y ovino han afectado negativamente los medios de vida locales. Para preservar la esencia de su cultura, estas personas deberán adaptarse y encontrar formas de vida más sustentables. En junio de 2003, algunas organizaciones de la Región de Aysén se unieron para realizar un proyecto innovador de construcción de capacidades locales. Los fundadores compartían la visión de que una Escuela de Guías de la Patagonia sería un agente de desarrollo equitativo y sustentable para las comunidades locales, ya que reuniría a las personas y les entregaría las herramientas necesarias para la prestación de servicios de turismo de naturaleza. En junio de 2005, 23 personas conformaron la primera generación de un programa de estudios de dos años; 14 se graduaron como Guías regionales y 9 como Guías locales. Este estudio examina el impacto del programa en los medios de vida de sus participantes. En los resultados se identificaron cinco temas principales relacionados con el impacto que tuvo la formación de la Escuela de Guías en los medios de vida de sus participantes: 1) Aportes al proceso de construcción de medios de vida, 2) Estrategias de medios de vida, 3) Identificación de riesgos, 4) Gestión de vulnerabilidades, y 5) Compresión de las escalas de la industria.

Palabras clave: Aysén, Patagonia, Chile, medios de vida, turismo sustentable, Escuela de Guías, construcción de capacidades.

Abstract

The Patagonia Region of Chile was settled by adventurers…explorers, looking for a new way of life. These pioneers were seeking an agricultural life, based on simplicity, living off the land, self reliance and cowboy traditions. Settlers came to the region of Aysén, Chile, a little more than 100 years ago,

1 MBA, PhD. Investigadora Residente, Departamento de Turismo Sustentable, Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP-Coyhaique). E-mail: [email protected]

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and established a heritage based on these customs. But today, resources once plentiful are becoming scarce. Overgrazing, slash and burn agriculture, and shifts in the markets for beef and mutton have taken their toll on local livelihoods. For people to preserve the core of their culture, they have to adapt. New and more sustainable ways of living must be found. In June of 2003, a number of orga-nizations in the region of Aysén came together to form an innovative project entitled “La Escuela de Guías de la Patagonia” (The Guide’s School of Patagonia). Founders shared a vision that the Guide’s School of Patagonia would be an agent of fair and sustainable local development for local com-munities, by bringing individuals together and providing them with the tools needed to participate in the provision of nature-based tourism services in a meaningful and sustainable manner. In July of 2005, twenty-three persons graduated from the first class of this two year program, fourteen as Regional Guides and nine more as Local Guides. This study reviewed the impact of the program on the livelihoods of participants. Results identified several components of the approach taken by the Guide’s School initiative that seemed to contribute to nature-based tourism livelihood pursuits for participants. These contributions seemed to impact livelihoods of participants in five primary areas: 1) livelihood process inputs, 2) livelihood strategies, 3) identifying risk, 4) managing vulnerability, and 5) understanding scale.

Keywords: Aysén, Patagonia, Chile, livelihoods, sustainable tourism, Guide’s School, capacity building.

Recibido: 05.11.10. Aceptado: 22.02.11.

Introducción

Durante la última década, numerosos autores han planteado la hipótesis de que el diseño e implementación efectivos de formas alternativas de turismo

puede contribuir positivamente a la conservación de áreas protegidas y salvajes a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales, a revitalizar las economías en descenso, a entregar alternativas económicas para las comunidades rurales que enfrentan un decaimiento de las prácticas agrícolas tradicionales y a la protección y revitalización del interés de las comunidades por su patrimonio cultural (Hall & Lew, 1998; Mowforth & Munt, 2003; Sharpley & Telfer, 2002; Telfer, 2002; Wells, 1997; Wells & Brandon, 1992). Las formas alternativas de turismo se centran en la sustentabilidad, el desarrollo a pequeña escala, la participación y reactivación local, la planificación de abajo hacia arriba, la distribución espacial de fondos, en los empleos tanto formales como informales, en bajos niveles de infraestructura y altos niveles de protección ambiental y cultural, y en pequeñas inversión de capital (Butler, 1999; Telfer, 2002). Debido a estas características, las comunidades rura-les a lo largo de todo el mundo han estado explorando las formas alternativas de turismo como un agente de desarrollo local (Hall & Lew; 1998; Hall & Richards, 2000; Sharpley, 2000; Sharpley & Telfer, 2002).

Sin embargo, la visión de las experiencias vividas del “turismo”, como una es-trategia de medio de vida, ha sido escasamente considerada tanto en las investi-gaciones sobre medios de vida a la fecha como en la literatura sobre desarrollo de

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formas alternativas de turismo, las que apuntan al concepto de sustentabilidad. Como resultado, a nivel institucional se conoce poco sobre cómo el desarrollo de formas alternativas de turismo ayuda a los pobladores rurales a implementar estra-tegias actuales y posibles de medios de vida. Sin esta concepción, la identificación de intervenciones y políticas de desarrollo más viables y significativas resulta una tarea difícil (Bebbington, 1999a; Bebbington, 1999b). Al cambiar la visión de la sustentabilidad, de una que mide los impactos y resultados de una iniciativa a otra que mide los “impactos en” y los “resultados en” un medio de vida, se puede gene-rar conocimientos más profundos para guiar la viabilidad y el sentido del trabajo futuro (Bebbington, 1999a; Bebbington, 1999b). En este contexto, la presente investigación busca contribuir a las bases científicas del conocimiento sobre turis-mo, explorando una iniciativa reciente en la Región de Aysén, Chile, a través de los impactos que esta iniciativa tuvo en las capacidades de los participantes para construir y desarrollar capitales que pudieran fortalecer la sustentabilidad de sus medios de vida.

Marco referencial – Teoría de los Medios de Vida Sustentables

Los conceptos, términos, definiciones, modelos y teorías de los Estudios sobre Me-dios de Vida (Livelihoods Studies) constituyen el marco teórico o referencial de este estudio. El marco heurístico de Bebbington (1999b) utilizado para analizar la viabilidad campesina, los medios de vida rurales y pobreza en los Andes, provee un concepto sensibilizador útil para documentar y trazar las guías iniciales de este estudio y para organizar la complejidad de las experiencias observadas y registra-das. Además, el Marco de Análisis de Medios de Vida Sustentables (Sustainable Livelihoods Framework, 1999) del Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID, por sus siglas en inglés) guió la etapa de análisis de datos de esta investiga-ción. Después de las etapas iniciales de desarrollo libre, este marco ayudó a organi-zar los temas que surgieron.

La investigación de los medios de vida, en su forma moderna, se remonta a los estudios del Instituto de Estudios sobre Desarrollo (IDS, por sus siglas en inglés), artículo de investigación publicado en 1991 por Chambers y Conway. En este informe, Chambers y Conway definen los medios de vida de la siguiente manera:

un medio de vida comprende las capacidades, capitales y actividades necesarias para ganarse la vida. Un medio de vida es sustentable cuando puede soportar tensiones y choques y recuperarse de los mismos, y a la vez mantener y mejorar sus capacidades y capitales, tanto en el presente como en el futuro, sin menoscabar la base de recur-sos naturales existente (Chambers & Conway, 1991: 6).

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Chambers y Conway identificaron la capacidad, equidad y sustentabilidad como los fundamentos de la Teoría de los Medios de Vida. Ellos definieron la capacidad como poder “desempeñar ciertas funciones básicas” (ibídem, p. 4), inclu-yendo enfrentar tensiones y choques, encontrar y aprovechar oportunidades, tener un nivel de nutrición adecuada, experimentar e innovar. La equidad implica un estado de distribución más igualitario de “capitales, capacidades y oportunidades” (ibídem). La sustentabilidad, desde su perspectiva, se adapta al pensamiento de la época incorporando una visión a largo plazo para conservar los capitales económi-cos, sociales y medioambientales.

El enfoque de las investigaciones sobre el desarrollo de medios de vida se ha caracterizado por centrarse en las personas y su evidente conexión con el medioam-biente y los conceptos de sustentabilidad (Sharpley & Telfer, 2002). Las investiga-ciones sobre medios de vida (Adato & Meinzen-Dick, 2002; Bebbington, 1999a, 1999b; Cahn, 2002; Carney, 2002; Chambers & Conway, 1991; de Haan & Zoo-mers, 2005; Ellis, 2000; Thomson, 2000) admiten que los capitales y el poder no están distribuidos de manera equitativa entre las personas, comunidades, regio-nes, o países. Sin embargo, la presente investigación sostiene que son las personas quienes construyen su propia historia y, por ende, está orientada hacia los actores locales: familias, redes y comunidades. Se centra en problemas como la pobreza, vulnerabilidad y marginalización. El objetivo principal de esta investigación es re-gistrar las experiencias vividas.

Cahn (2002) afirma que un concepto fundamental en las investigaciones sobre medios de vida es la noción de activos o capitales.

El planteamiento de los medios de vida está basado en la premisa que comprender el estado de los capitales de los pobres es fundamental para conocer las opciones que poseen, las estrategias que adoptan para alcanzar medios de vida, los beneficios que esperan obtener y el contexto de vulnerabilidad en el que operan (Cahn, 2002: 2).

Algunos investigadores, como Scoones (1998), Cahn, y Bebbington (1999a, 1999b), identificaron cinco formas de activos o capitales: humano, natural, finan-ciero, social y físico. Bebbington (1999a, 1999b) identifica además el capital cultu-ral como otra dimensión importante. El análisis apunta a comprender qué acceso tiene una persona a estos tipos de capitales, cómo el acceso varía a través del tiempo con los cambios medioambientales o personales, y cómo el acceso difiere entre personas, grupos y sociedades.

El acceso y sus problemas asociados han sido progresivamente identificados como otro componente clave para la comprensión de los medios de vida y los problemas de pobreza que enfrentan las poblaciones rurales y aisladas, de acuerdo a investigadores como de Haan y Zoomers (2005). Estos investigadores han conclui-do que “el acceso a las oportunidades de medios de vida está regido por las relaciones

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sociales, instituciones y organizaciones, e incluyen al poder como una variable explica-tiva” (de Haan & Zoomers, 2005: 44). Según Haan y Zoomers, comprender las relaciones entre el acceso y la toma de decisiones es un componente importante en las investigaciones sobre medios de vida. Estos autores, además, proponen que esta relación involucra un comportamiento tanto estratégico como involuntario, así como factores estructurales.

Cahn (2002) se refiere a otra dimensión clave de la Teoría de los Medios de Vida: la comprensión de las estructuras y procesos transformadores presentes en una situación y las relaciones entre los niveles micro y macro. Según Cahn, las es-tructuras transformadoras pueden entenderse como organizaciones y podrían estar incluidas las de tipo social, religioso o político. Los procesos transformadores son leyes, políticas, regulaciones sociales, normas o incentivos. Cahn sugiere que tanto las estructuras como los procesos contribuyen al acceso, control y uso de capitales. Scoones (1998) sostiene que al identificar estas estructuras y procesos es posible co-nocer más a fondo los lugares que poseen limitaciones u obstáculos, y permite de-sarrollar estrategias que puedan influir en la sustentabilidad de los medios de vida.

El estudio

Este estudio busca explorar una iniciativa reciente en la Región de Aysén, Chile, centrándose en los impactos que tuvo en la capacidad de los participantes para construir y desarrollar capitales que pudieran contribuir a la sostenibilidad de sus medios de vida. La investigación en terreno se centró en 16 participantes del pri-mer programa de formación de guías de la Escuela de Guías de la Patagonia, que duró dos años y finalizó en julio de 2005. El tema principal de investigación fue estudiar las formas en que el enfoque de la iniciativa de la Escuela de Guías im-pactó en los medios de vida, basados en el turismo de naturaleza, buscados por los participantes.

La iniciativa de la Escuela de Guías de la Patagonia

Entre septiembre y noviembre de 2003, la Escuela de Guías de la Patagonia (EGP) invitó a agricultores locales, pescadores, artesanos y residentes de la región a parti-cipar en un programa de formación de guías de turismo de naturaleza y desarrollo laboral. En total, se recibieron 60 postulaciones. Los candidatos fueron evaluados de acuerdo a las características de su postulación, entrevistas personales y expe-riencia previa. Finalmente, 38 de estos candidatos fueron seleccionados para par-ticipar en el programa. Ellos representaron una amplia variedad de comunidades, entornos, niveles de educación y condiciones socioeconómicas. Las actividades de

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introducción se realizaron en Murta, un pequeño pueblo de la región, del 11 al 13 de diciembre de 2003. Los cursos comenzaron en marzo de 2004 en la localidad de Puerto Ibáñez. Los módulos del curso incluyeron períodos cortos de trabajo gru-pal, donde los estudiantes se reunieron en Puerto Ibáñez, y además se les asignaron trabajos de manera individual y en pequeños grupos, durante los períodos en que los estudiantes regresaban a sus comunidades de origen. Esto permitió a los estu-diantes mantener sus ocupaciones de medios de vida y el contacto con sus familias durante su experiencia en la escuela.

Durante los siguientes dos años, se dictaron 22 módulos relacionados con di-versas áreas, incluyendo prácticas de impacto mínimo en áreas silvestres, técnicas de senderismo y camping, primeros auxilios en áreas silvestres, seguridad y manejo de riesgos, liderazgo y trabajo en equipo, habilidades de comunicación, psicología turística, aspectos legales y regulaciones del turismo de naturaleza, gestión de áreas salvajes protegidas, historia y cultura local, uso de mapas y orientación, conserva-ción de naturaleza y biodiversidad, geomorfología de los paisajes, interpretación medioambiental, administración general de proyectos, organización y adminis-tración de negocios turísticos y planificación empresarial. Además se ofrecieron numerosas áreas de especialización: excursionismo, escalada, rafting en rápidos, pesca con mosca, montañismo, esquí, kayak, cabalgatas, y métodos racionales de doma de caballos. Los estudiantes debieron completar dos experiencias finales para completar el curso. En primer lugar debieron realizar una práctica profesional en una empresa u organización de la región; en segundo lugar, debieron elaborar un proyecto final, en el cual debían diseñar un proyecto o plan de negocios para una empresa de turismo de naturaleza. En estos proyectos, los estudiantes pudieron optar por trabajar de manera individual o en pequeños grupos.

En julio de 2005, 23 residentes de la Región de Aysén completaron exitosa-mente el programa de estudios de la Escuela de Guías de la Patagonia. 14 de ellos se graduaron como Guías Regionales de la Escuela de Guías de la Patagonia. Esta designación significa que poseen diversas habilidades relacionadas con el turismo de naturaleza y que tienen las capacidades y aptitudes para guiar por sí mismos. Además, 9 personas se graduaron como Guías Locales de la Escuela de Guías de la Patagonia. Esta designación significa que tienen habilidades relacionadas con el turismo de naturaleza en algunas áreas y que pueden ayudar a otros guías con su trabajo; es decir, pueden comenzar como ayudantes o asistentes.

Metodología

Esta investigación estudia los medios de vida de 16 personas de la Región de Aysén quienes participaron en la iniciativa del programa de la Escuela de Guías durante los años 2003 y 2005. El objetivo principal de investigación fue explorar cómo su

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participación en la escuela influyó en su capacidad para construir y desarrollar ca-pitales que pudiesen contribuir a la sustentabilidad de sus medios de vida. La reco-lección, organización y análisis de datos se realizó de acuerdo a los casos de estudio específicos y además se presenta una interpretación sociocultural de los datos. Esto provee un producto específico de análisis: un caso de estudio etnográfico.

El estudio involucró técnicas de muestreo significativas, que incluyeron una combinación de variación máxima y métodos de muestreo de bola de nieve. Todos los casos de interés se centraron en individuos que poseían las siguientes caracte-rísticas: (a) ser ciudadanos o residentes permanentes de Chile; (b) haber vivido en la región por más de años; y (c) haber demostrado una decisión por incorporar nuevas formas de turismo como parte importante de su estrategia de medios de vida. Se exploraron 16 casos de interés que representaban una variación máxima en términos de características preexistentes de medios de vida (capitales humanos, naturales, sociales, culturales y físico), características demográficas (sexo, edad, eta-pa de vida, composición familiar) y dispersión geográfica dentro de la región y sus comunidades. Los casos representaron una variedad de resultados de la iniciativa de la Escuela de Guías. De los casos seleccionados, 11 se graduaron como Guías Regionales, 3 como Guías Locales y 2 no completaron el programa. El perfil demo-gráfico de los 16 casos se encuentra en las Tablas I y II para demostrar la variación alcanzada por este estudio.

Tabla I. Perfil demográfico de los Casos de Interés: Resumen.

Nombre Edad Género Casado Hijos Residencia Nacimiento EGPJorge Pumares 44 M S 1 Los Leones Guadal (XI) RSebastián Brisaboa 41 M N 1 Tranquilo Guadal (XI) RIsabel Freire 41 F S 2 Pto. Ibáñez Temuco (IX) RJorge Blanco 37 M S 1 Chile Chico Mallín Grande (XI) RElena Mañan 35 F S 0 Coyhaique Coyhaique (XI) RCarlos Abel 35 M S 2 Guadal Guadal (XI) RAmalia Guillén 34 F N 1 Coyhaique Coyhaique (XI) LNadia Iglesias 33 F N 1 Murta Murta (XI) LJosé Gorgozo 31 M S 1 Tortel Cochrane (XI) RAlejandro Santos 29 M S 1 Aisén Coyhaique (XI) XMiguel Quiben 28 M S 4 Balmaceda Coyhaique (XI) RJavier Cabaneiro 28 M N 0 C.Castillo Cochrane (XI) RAnna Méndez 27 F N 2 Coyhaique Angol (IX) LAlejandro Manin 27 M S 2 Bertrand Chaitén (X) RPedro Valdomar 23 M N 0 Coyhaique Tortel (XI) RAlvaro Araujo 21 M N 0 Coyhaique Guadal (XI) X

Nota: En la columna “EGP”, corto para Escuela de Guías de la Patagonia, “R” significa que el participante se graduó como “Guía Regional”; “L” que se graduó como “Guía Local”; X significa que no completó el programa.

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Para mantener prácticas consistentes con la Comisión de Revisión Institucional (Institutional Review Board, IRB)) y los compromisos realizados con los parti-cipantes de este estudio, se cambiaron los nombres reales de los casos de interés, incluyendo los de los individuos, sus familias, amigos, especialistas de la industria y compañías involucradas en la representación de la recolección de datos primaria. Las organizaciones gubernamentales se designaron con sus nombres reales; sin em-bargo, se cambió el nombre de sus especialistas entrevistados. Al citar documentos públicos, como artículos periodísticos o publicaciones de agencias, se utilizaron los nombres reales de las figuras públicas, sólo si estos proveyeron información públi-ca. Sin embargo, si los documentos públicos se referían a las personas que confor-maron los mismos casos de interés o las compañías involucradas en la recolección primaria de datos de este proyecto, se cambiaron los nombres para mantener la consistencia con las otras referencias de este informe.

Tabla II. Educación, formación y licencias profesionales de los casos de interés:

Nº de casos % de casosEducación FormalEnseñanza Básica 16 100%Enseñanza Media Incompleta 5 31%4 años Licencia de Enseñanza Media 9 56%Escuela Nocturna / Exámenes Libres 2 13%Estudios Superiores 5 31%CFT / Titulo Universitario 3 19%Formación Profesional y DesarrolloDesarrollo Personal y Cursos de Capacitación 9 56%Servicio Militar 3 19%Licencias ProfesionalesLicencia marítima de capitán 1 6%Licencia de pesca profesional artesanal 1 6%Licencia de conducir, Clase A2 3 19%Designación de Guía Regional – EGP 11 69%Designación de Guía Local – EGP 3 19%Certificación en Socorrismo para Excursionistas 14 88%

La recolección de datos incorporó tres fuentes de reconocimiento de datos de investigación cualitativa: entrevistas, observaciones y documentos. La recolección de datos involucró vivir y acompañar a cada participante en su trabajo para conocer sus productos turísticos, metas, desafíos y visiones a través de observación partici-pativa, entrevistas formales e informales, y análisis de documentos. El trabajo de campo se centró en los individuos, sus familias, amigos, clientes, competidores, co-

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munidades, especialistas e instituciones que pudieran formar parte de la estrategia de sus medios de vida basados en el turismo. Como recomienda Patton (2002), se utilizaron los principios de investigación naturalista. En el estudio no se manipuló el entorno, sino más bien se buscó “comprender y documentar la realidad cotidia-na y el entorno o entornos estudiados…” (Patton, 2002: 39), y estar preparado “a todo lo que surgiera” (ibídem, p. 40). En la tabla III se presenta un resumen de los especialistas y expertos/instituciones en turismo entrevistados, a modo de referencia.

Para cada caso de interés, los conjuntos de datos se desarrollaron como “siste-mas acotados” y fueron analizados de manera independiente; posteriormente se analizaron los casos en conjunto para extraer patrones, similitudes y diferencias. La teoría de medios de vida sustentables guió la fase de análisis de datos y la estructu-ración de temas. Los métodos utilizados para asegurar la validez, confiabilidad y los principios éticos de los resultados incluyeron: múltiples formas de triangulación, control de los miembros, revisión por pares, reflexividad, compromiso adecuado en la recolección de datos, estrategias de muestreo de variación máxima, información de control y descripción consistente. De acuerdo a las exigencias del IRB se em-plearon consentimientos informados y principios de confidencialidad. Este estudio no pretende ser generalizable. La transferibilidad, o la capacidad de transferir el co-nocimiento de este estudio, dependerá de las similitudes de los contextos entre los casos en cuestión. Tanto los investigadores como autoridades deberán determinar las similitudes entre este contexto y los otros. Una adecuación satisfactoria podría permitir que las hipótesis de trabajo desarrolladas en este estudio sean aplicadas en otros contextos (Denzin & Lincoln, 1998; Hammersley & Atkinson, 1983; Hu-berman & Miles, 2002; Lincoln & Guba, 1985; Merriam, 2002; Patton, 2002).

Tabla III. Especialistas en Turismo y Expertos en Desarrollo de Aysén.

John Brown Patagonia Voyages Coproprietario Líder de la IndustriaJonás Fernández Escuela de Guías Director CapacitadorJessica Amieiro Escuela de Guías Director CapacitadorSara Balsa Corfo Especialista Turismo Experto DesarrolloSofía Sánchez Proyecto ACCA Director de Proyectos Experto DesarrolloLázaro Soto Fosis Ruta TransPatagonia Experto DesarrolloCristina Vidal INDAP Especialista Turismo Experto DesarrolloSancho Castillo Sercotec Especialista Turismo Experto DesarrolloEva Diego Sernatur Especialista Turismo Promotor TurísticoRafael Allende CONAF Director Regional Servicios ForestalesPablo Méndez Summit Adventures Coproprietario Líder de la IndustriaJuan Castro Lakeshore ByB Propietario Líder de la IndustriaPilar Rodríguez El Luz Coproprietario Líder de la IndustriaAlberto Gallego El Luz Coproprietario Líder de la Industria

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Kris Tompkins Conservación Patagónica Fundador ConservacionistaRicardo Morono Autor / Expositor Experto Especialista CulturalManuel Dorado Casa de la Cultura Director Especialista CulturalCamilo Manin NOLS Instructor Experto de la IndustriaPaolo Salemo Gobierno Regional Abogado Experto GubernamentalSergio Vales Tres Haciendas Guía Experto de la IndustriaAlex Fachal Museo Municipal Director Especialista Cultural

Resultados

Los resultados de este estudio identificaron cinco áreas en las que la formación y desarrollo de la Escuela de Guías de la Patagonia influyó en la capacidad de los participantes para construir y desarrollar capitales que pudiesen contribuir a sus medios de vida sustentables. Primero, el programa de estudios de la Escuela de Guías ayudó a los participantes a identificar y desarrollar capitales relacionados con el turismo que pudiesen aportar a sus estrategias de medios de vida. Segundo, el método de la Escuela de Guías instruyó a los participantes sobre cómo integrar el turismo de naturaleza de manera sustentable tanto en sus estrategias de medios de vida como en las de sus familias. Tercero, el programa de la Escuela de Guías pudo ayudar a los participantes a identificar, comprender y evaluar muchos de los riesgos o vulnerabilidades que enfrentan en su búsqueda de medios de vida basados en el turismo. Cuarto, el enfoque de la escuela orientó a los participantes en las estra-tegias, procesos y herramientas con las que podían acceder a influencia, mitigar y cambiar aspectos de sus entornos externos que pudiesen aumentar sus vulnerabili-dades. Finalmente, el enfoque de la Escuela de Guías inició a los participantes en una industria que, por naturaleza, se encuentra en un contexto global. Al exponer a los participantes a diferentes escalas de la industria y entregar oportunidades para que interactúen dentro y a través de estas escalas, la escuela abrió un “portal”. Este portal permitió a los participantes comenzar a aventurarse al mundo exterior, man-teniendo sus costumbres locales, herencia y cultura.

(1) Aportes al proceso de construcción de medios de vida

Los contenidos del programa de la Escuela de Guías combinaron tanto teoría en sala de clase como aprendizaje empírico en terreno para desarrollar las habilidades relacionadas con el turismo de naturaleza de sus estudiantes. Se puso especial én-fasis en habilidades básicas, como planificación de itinerarios, liderazgo y planifi-cación de expediciones, manejo de riesgos, primeros auxilios, y servicio al cliente. Además, los participantes escogieron áreas de especialización donde obtuvieron una formación más avanzada. Éstas incluyeron actividades como escalada, sende-rismo, actividades ecuestres, pesca con mosca, kayak de mar, entre otras. Miguel

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Quiben, un antiguo guía de la región quien formó parte de la iniciativa de la Es-cuela de Guías, se refirió al valor de estas actividades del programa de la Escuela de Guías de la siguiente manera:

Siempre trabajé con un poco de miedo… de que se me olvidara algo y las herra-mientas que nos entregó la escuela fueron muy buenas y nos ayudaron a desarrollar-nos más en el trabajo profesional.

José Gorgozo, un participante que recién se estaba iniciando en un medio de vida basado en el turismo, subraya diferentes aspectos del programa que fueron importantes para él:

para mí fue muy interesante, súper bueno, y motivante. Porque, cuando llegué a la escuela, conocí a nuevas personas y comenzamos de muy buena manera; a actuar súper bien juntos, gente de toda la zona, tomando mate juntos. Lo bueno fue que algunos de ellos ya tenían un poco de experiencia en esto y estaban dispuestos a ayudar a aquellos de nosotros que no teníamos mucha experiencia. Siempre hubo buena disposición.

Para José no sólo la formación fue valiosa, sino que también las actividades de trabajo en equipo. Él se refiere a la atmósfera de participación de la escuela y a la orientación que recibió de los otros estudiantes más experimentados como una gran contribución al desarrollo de sus capacidades.

Los estudiantes también adquirieron capitales para sus medios de vida a través de la asignación de trabajos. Se pidió a los estudiantes que realizaran inventarios de-tallados del capital natural, físico y cultural existente en la región; específicamente, en el área que ellos planeaban trabajar. Sus investigaciones incluyeron bibliotecas locales, internet y entrevistas con expertos regionales y vecinos. Los participan-tes estudiaron las áreas protegidas y reservas cercanas a sus hogares y catalogaron la flora, fauna, geografía y rutas potenciales que podrían ofrecer. Posteriormente exploraron estas áreas e idearon caminatas interpretativas, cabalgatas, y otras acti-vidades donde integraban los capitales de manera significativa. Aquí, Isabel, una participante que recientemente había llegado a la Región de Aysén, describe cómo este proceso la ayudó:

Tuve que aprender cómo es la vida aquí y la flora y la fauna. Estaba muy entusiasma-da sobre la historia de las cosas aquí; pero por sobre todo, gracias a la escuela, pude conocer la zona donde vivo. Comencé a conocer todo lo que tenía.

Además de identificar y multiplicar estas variadas formas de capital, los partici-pantes cultivaron un conocimiento más profundo del uso de recursos, desarrollo, conservación y sustentabilidad a través de su experiencia en la Escuela de Guías.

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Los participantes obtuvieron y profundizaron sus conocimientos sobre la conser-vación y sustentabilidad de recursos naturales. Alejandro Santos, uno de los parti-cipantes, comentó:

… yo nací y crecí en Chaitén y nunca vi nada especial en las montañas. Para mí eran todas iguales –las montañas, los ríos– nunca las vi como las veo ahora; con la belleza que las veo ahora...

Varios de los guías expresaron opiniones similares.Gracias al enfoque de la Escuela de Guías, los participantes pudieron impulsar

sus medios de vida a través del desarrollo de “capital social”. El capital social, en el contexto de este estudio, fueron las relaciones sociales tanto formales como infor-males que pudieran proveer una oportunidad o beneficio a través del contacto e in-teracción con personas, agrupaciones, desarrollo de confianza, etc. El capital social permitió acceder a información, influencia o poder y apoyo, lo que comúnmente representó una oportunidad. La Escuela de Guías puso especial énfasis en las rela-ciones, redes y alianzas, tanto públicas como privadas; impulsó a los participantes a desarrollar redes tanto formales como informales a través de proyectos en equipo dentro del entorno de la escuela y a través de trabajos fuera del aula. La escuela fue fundada por numerosas organizaciones enfocadas en el desarrollo de la región, una fundación privada, y contó con el apoyo permanente de empresas turísticas. Estos asociados fueron invitados a participar activamente de esta iniciativa; frecuente-mente dictando clases, observando las actividades, ofreciendo talleres. Alejandro Marín, un participante, describe el impacto que tuvo el enfoque de la escuela para obtener apoyo público en sus proyectos:

Con la Escuela de Guías conocimos personas de diferentes organizaciones. La Es-cuela de Guías fue una referencia súper importante para nosotros, porque todas las instituciones ayudaban a la Escuela de Guías. Estas entidades vinieron y observaron que lo que estaba haciendo la Escuela de Guías era real. Entonces, nos conocieron, a los estudiantes, y así es como nos conocemos ahora.

(2) Estrategias de medios de vida

Para la mayoría de los participantes del estudio, convertirse en empresarios exi-tosos era su estrategia de medio de vida a largo plazo. Como paso intermedio, la estrategia que utilizaron fue subcontratar servicios de guías como contratistas independientes, o trabajar directamente para alguno de los operadores turísticos más exitosos de la región. A través del proceso de identificación y evaluación de

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capitales de la Escuela de Guías, los participantes identificaron deficiencias en sus propios portafolios de capitales. A menudo, estas carencias estaban relacionadas con el capital inicial, pero los participantes además reconocieron que necesitaban conocimiento adicional y experiencias prácticas de trabajo. La experiencia de José en la Escuela de Guías, incluyendo el proceso de identificación, comprensión y desarrollo de los capitales a su disposición, su período de práctica profesional en Patagonia Voyages, y el desarrollo de su proyecto final, lo ayudaron a darse cuenta que, por el momento, trabajar para otros era una estrategia efectiva:

Mientras estaba en la escuela, comencé [a trabajar] como prueba, en una empresa… por un mes. Creo que lo hice relativamente bien. Comencé a trabajar para “Patago-nia Voyages”. Me gradué de la escuela y continué trabajando para la misma empresa y además de lo que aprendí en la Escuela; en la empresa aprendí varias cosas impor-tantes para mí y las puse en práctica y viceversa… La experiencia aquí en la empresa me ha ayudado a crecer. Aún estoy aprendiendo cosas sobre el territorio y sobre la gestión de clientes. Cada día tengo más responsabilidades… mi idea es continuar trabajando para esta empresa y mejorar mi saber hacer en el trabajo, y también para ahorrar. Para mí es importante ahorrar el dinero que gano, porque he hablado con mi papá sobre construir a futuro cabañas o un lodge o un restaurant.

José reconoce que mejorar sus conocimientos y ahorrar dinero pueden ayudarlo a formar su propia empresa, su meta de medio de vida a largo plazo. Muchos de los participantes del estudio expresaron opiniones similares.

Otros llegaron a la conclusión de que sus portafolios de capitales y sus niveles de experiencia eran suficientes y que estaban listos para comenzar una estrategia de medios de vida empresarial después de la graduación. Para estos participantes, los trabajos fuera de clases y el proyecto final representaron una oportunidad para desarrollar una concepción sólida para progresar, construir su plan de negocios y crear sus propias agencias. Javier fue uno de los participantes que escogió una es-trategia de medio de vida asociada a la creación de su propio negocio. Él describe de la siguiente manera el valor de los trabajos asignados por la Escuela de Guías:

Antes trabajaba en Bajada Ibáñez… En la Escuela de Guías nos dieron la tarea de estudiar un poco el mercado. El mercado en Bajada Ibáñez, en comparación con el de aquí [Cerro Castillo], por ejemplo. Comencé el estudio de mercado sobre lo que faltaba aquí en Castillo. Aquí ya se está trabajando con cabalgatas, pero no había un guía especializado que haya estudiado. Había un mercado competitivo con las ca-balgatas… entonces, mi idea fue venir con mis caballos a trabajar porque aquí llegan hartos clientes… Muchos más que en Bajada Ibáñez. Entonces, en Bajada Ibáñez, estaba perdiendo mi tiempo. Estaba perdiendo y decidí tomar el riesgo.

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La Escuela de Guías orientó a los participantes durante el proceso en que éstos comenzaban a desarrollar e implementar estrategias que frecuentemente se super-ponían y combinaban con varios capitales que ellos se encontraban desarrollando. Para alcanzar sus metas de medios de vida, los participantes utilizaron técnicas como “secuenciar”, que se refiere al orden en que los capitales se acumulan, y “sus-tituir”, lo que involucra emplear el capital de un área por el capital de otra. Un buen ejemplo de este proceso y uso de estas técnicas fue Pablo Méndez, el dueño de Summit Adventures, un exitoso servicio de guías de la región.

Durante ese periodo, Javier era básicamente “desconocido” como guía, pero esperaba establecerse como empresario, instaurando un servicio cabalgatas. Co-menzó con un servicio independiente de subcontratación, lo que le permitió tra-bajar en conjunto con compañías exitosas de la región que ya tenían un nombre y reputación. Javier estableció un acuerdo exclusivo con Pablo para manejar a todos los clientes de las cabalgatas de Summit Adventures. Cuando Pablo tenía una so-licitud para realizar una cabalgata contactaba a Javier para hacer los arreglos del servicio. Tener un sistema de comunicación confiable y eficiente en el lugar fue vital. Esto puede ser un proceso difícil en una región como Aysén, debido a la baja infraestructura de comunicación física existente como líneas telefónicas, recepción celular e internet.

Pablo comenzó su descripción sobre cómo conoció y formó una relación con Javier Cabeneiro, uno de los participantes de la Escuela, de la siguiente manera:

[conocí a Javier] a través de Jonás, a través de la Escuela de Guías. Jonás me entregó una lista de las personas que ofrecían este servicio y, en cierto modo, lo convencí de que me dijera quienes él consideraba que eran los mejores en cada área de las que yo podía ofrecer.

La decisión de Pablo de entrevistar a Javier se basó principalmente en la refe-rencia y recomendación de Jonás, el Director de la Escuela de Guías. Pablo y Jonás eran amigos y colegas. Pablo dictó un curso de formación en la Escuela y creía en el contenido del programa y en sus resultados. El capital social que Javier había construido con Jonás y el que, a su vez, Jonás tenía con Pablo, tuvo un gran peso en la decisión de Pablo para trabajar con Javier, quien a su vez, era básicamente “desconocido” como guía en la región.

Pablo describe cuán valioso era que Javier comprendiera los capitales necesarios para la entregar servicios turísticos. En particular, Pablo necesitaba un buen sistema de comunicación entre la oficina y sus guías. Esto es un proceso difícil en la región de Aysén debido a las limitaciones de infraestructura causadas por el aislamiento. Sin embargo, Javier aprendió a evaluar y planear este tipo de situaciones, en sus estudios de desarrollo de productos turísticos en la Escuela de Guías. Al sustituir el capital social disponible para él, sus amigos y familia, Javier pudo crear de ma-

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nera creativa un sistema efectivo para enfrentar las limitaciones de infraestructura existentes:

Javier me entregó un documento con todos sus productos, los precios, las comisio-nes. Inmediatamente ya había resuelto el problema de la comunicación, me dio to-das las formas [que yo podría usar] para comunicarme rápidamente con él. A través de su madre, que tiene un celular aquí [con el que se puede contactar con] el señor Matías que se encuentra en Cerro Castillo y puede dejar un mensaje para él [Javier] y también estaba su tía Marie, que se encuentra allá [que tiene un teléfono rural y una radio de onda-corta en su bed & breakfast]. Entonces, él resolvió el problema por mí, lo que debería evaluar con otros proveedores de servicios.

La Escuela de Guías ayudó a los participantes a aprender que tener capitales no es suficiente para asegurar el éxito de sus medios de vida. La escuela fomentó el desarrollo de estrategias de medios de vida que secuenciaran y substituyeran los capitales de tal forma que los participantes pudiesen alcanzar sus metas tanto a corto como a largo plazo.

El apoyo de la Escuela de Guías en el área de marketing y promoción tuvo efec-tos particularmente positivos en varios de los participantes de este estudio. En la recta final del programa de dos años, la Escuela de Guías ofreció una opción espe-cial de promoción. Idearon una serie de folletos y banners para los estudiantes que planeaban trabajar como guías independientes. Estos materiales promocionales de-tallaban las características de los estudiantes, sus áreas de especialidad, información de contacto y entregaron una referencia sobre su vínculo con la Escuela de Guías de la Patagonia. Isabel Freire comentó el impacto que esto tuvo en los resultados de sus medios de vida:

Tuvimos un proyecto para realizar folletos… teníamos que pagar $38.000 pesos por persona. Para darme a conocer. Si hubiese encargado los folletos por mí misma, cuestan más de $100.000 pesos. Exactamente cuando tomé el último crucero [en mi trabajo anterior], Angelina me llamó… ella encontró estos folletos y llamó a los guías que aparecían allí. Entre ellos, me llamó y fui a presentarme, tomé la oportunidad, y comencé a trabajar con ella… En ese periodo estaba pensando en sacar a mi hijo de la Escuela porque ya no podía pagar. Y justo antes de tomar esa decisión, Angelina me llamó y finalmente pude pagar la Escuela, el año completo de una sola vez.

Como describe Isabel, los estudiantes debieron realizar una pequeña inversión para participar en este proyecto y ayudar a distribuir los folletos en la región, y en el exterior. Aquellos que realizaron esta inversión hablaron muy bien de los resul-tados y del enfoque colaborativo que se utilizó. Ellos sintieron que este método les permitió aprovechar esta oportunidad y, en especial, evitar los altos costos de realizarlos por sí mismos.

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(3) Identificación de riesgos El tercer tema principal que surgió durante esta investigación involucró las formas en que la Escuela de Guías capacitó a los participantes en la identificación, com-prensión y evaluación de las vulnerabilidades que enfrentan en sus medios de vida relacionados con el turismo de naturaleza. Algunas de las técnicas del programa que se identificaron durante la investigación fueron la gestión de riesgos teórica y práctica, enseñanza empírica de técnicas en terreno y trabajos fuera del aula que permitieron a los estudiantes evaluar otros productos turísticos. Durante el pe-riodo de formación de dos años, los estudiantes llevaron a cabo investigaciones sobre problemas ambientales de la región que contribuían al riesgo (estacionalidad, tendencias de clientes y características demográficas, competitividad, comunica-ción, presión familiar, acceso, desarrollo, entre otros). Cuando se reunían todos los alumnos, estos problemas se subdividieron y discutieron, como parte del enfoque tomado por la escuela. Finalmente, la preparación e instrucción se realizó de acuer-do a cada caso, cuando surgieron situaciones de riesgo concretas.

Los participantes afirmaron estar más conscientes de los riesgos asociados a las actividades de su trabajo, de la capacidad empresarial, y de la naturaleza del turismo en la región y el mundo. En parte, atribuyeron esta concientización a sus estudios en la Escuela de Guías. Muchos expresaron que este enfoque reunió a estudiantes de toda la región y, además, por un lado, generó instancias informales para que sociabilizaran, formaran lazos de amistad y desarrollaran confianza entre ellos; y por otro, fomentó una comprensión más clara e intuitiva de los ambientes externos a la región. La mayoría de los participantes de esta investigación fueron capaces de sistematizar de manera clara e intuitiva las influencias externas que pudiesen poner en riesgo sus medios de vida, e incluso aquellas vulnerabilidades relacionadas con problemas transnacionales a los que habían estado escasamente expuestos.

Por ejemplo, Alejandro Manin, uno de los participantes, describió las vulne-rabilidades que enfrentó debido a las barreras culturales que están surgiendo en la región. Personas que recién habían llegado a la región estaban comprando muchas tierras en el área en que ellos trabajaban. Estos “extranjeros” traían nuevos paradig-mas culturales, lo que comúnmente se reflejaba en una restricción al acceso de sus tierras. Alejandro previó esta nueva barrera para su trabajo que dependía del acceso a estos lugares:

Estamos súper limitados en términos de acceso a la tierra porque los extranjeros son dueños de muchas de las tierras aquí y ya estamos teniendo problemas con eso… Nuestro acceso ya no es el mismo que antes, está cortado. Antes podíamos llegar a cualquier parte que quisiéramos, al final del lago sin problemas, porque antes los habitantes eran chilenos, patagones… y ellos estaban más abiertos a dejar que otras personas llegaran y pasaran por sus tierras.

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Otro ejemplo de este nuevo conocimiento y profundo análisis fue expresado José Gorgozo, uno de los participantes. José se refirió a las vulnerabilidades que tenían sus medios de vida basados en el turismo, describiendo la creciente vulnera-bilidad del apoyo regional entregado para el desarrollo del turismo, especialmente en el pequeño poblado de Tortel:

Bueno… sobre los servicios del FOSIS e INDAP que están conectados con el tu-rismo y todo. Creo que ellos ayudan, eso es importante; pero con muy poco con-trol, con poco conocimiento de las cosas que financian. Ellos dicen que Tortel es una zona turística… Podría ser o no, pero sucede que las personas que viven en el sector necesitan un poco más de tiempo para cambiar esto… sólo porque vives en un sector turístico ellos comienzan a darte dinero, entonces uno puede comenzar a construir cabañas y entregar alojamiento. Y quizás uno podría hacerlo; uno puede construir una cabaña, pero también pasa por aquí [apunta su cabeza]– en tu cabeza– hay cosas que cambiar; uno tiene que adentrarse un poco en el tema del turismo.

Amalia Guillen, otra participante, entró en el programa de la Escuela de Guías

después de completar exitosamente una carrera de 4 años de administración tu-rística, en Valdivia. Esta carrera se enfocaba principalmente en la administración hotelera, un área del turismo que tiene una aplicación muy limitada en la remota región de Aysén. Su experiencia en la Escuela de Guías la ayudó en gran medida a descubrir las vulnerabilidades que enfrentan los guías de turismo de naturaleza, especialmente en el terreno:

[la Escuela de Guías] fue excelente, porque yo estudié las partes administrativas y nunca había trabajado en la otra parte, la parte en terreno. Nunca la había visto. Entonces, para poder ir al terreno, saber cómo armar una carpa, cosas básicas que son necesarias para armar la mochila, cómo cargarla, cómo no cargarla… No sa-bía cómo. Y para trabajar en el área del turismo es necesario saber de lo que estoy hablando, en realidad. Y ahora, por ejemplo, gracias a la Escuela de Guías, puedo entender el trabajo que están haciendo mis compañeros en terreno; los guías de mi propio negocio. Y al mismo tiempo puedo decir: “no… al guía se le olvidó esto y está cargando cosas no que no son importantes como esto y esto”. Ahora, en este momento, sé cuáles son las cosas más importantes, en el terreno, y cuáles son las más difíciles también.

Sin embargo, su visión se expandió más allá. Ella expresa su pensamiento sobre el futuro del turismo local en la región de Aysén. Basándose en su conocimiento y en las experiencias que vivió en el proyecto de la Escuela de Guías, Amalia afirmó:

[El crecimiento turístico] será posible si las personas de aquí comprenden el turis-mo, tratarlo como tal; suena mal decirlo, como una empresa; una empresa de la

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que te tienes que encargar. Porque hay muchas personas que trabajan, que son de la región y trabajan en turismo, pero aprovechan las ventajas de la temporada que es corta y las explotan. Y lo que pasa es que muchas de esas personas que son clientes potenciales para otros años no regresan porque el turismo en la región es demasiado caro. Las personas de aquí no se dan cuenta que están alejando a los futuros clientes que podrían tener. Al final hay que encontrar un equilibrio. Pero si las personas de aquí, de la región, piensan quizás en bajar los costos un poco permitiría que más personas lleguen a conocer nuestra Patagonia, en serio, más personas, más turistas, más clientes, más futuros clientes.

Cuando se consultó cómo realizaron los trabajos a los que se refirieron en esta investigación, Amalia, José, Alejandro, y otros participantes de la Escuela de Guías comentaron que utilizaron diversas informaciones y procesos básicos, pero infor-males. Ellos identificaron los riesgos comúnmente a través de la observación, discu-sión o investigación. A menudo mencionaron que los contenidos, las opiniones de sus profesores y pares en la Escuela de Guías los ayudaron. Muchos se refirieron a la investigación que realizaron como parte del trabajo fuera del aula y sus proyectos. Otros se refirieron a la discusión entre sus compañeros y de sus experiencias vividas como ciudadanos de la región. Una vez que identificaron los riesgos, analizaron los posibles resultados para formar una opinión sobre cómo estos riesgos podrían aumentar la vulnerabilidad de sus medios de vida. Este proceso de investigación en muy pocos casos se realizó de manera formal; frecuentemente lo realizaron mien-tras estaban trabajando, llevando su rutina diaria, y hablando con sus pares. Tener colegas con medios de vida similares en la Escuela de Guías generó un espacio de conversación, debate y análisis, mientras tomaban mate o comían.

(4) Gestión de vulnerabilidades

Como se describió en el apartado anterior, el contenido del programa de la Escuela de Guías capacitó a los estudiantes sobre el proceso de identificación y análisis de los riesgos potenciales y vulnerabilidades. De manera complementaria, la escuela introdujo a los participantes a las estrategias, procesos y herramientas a las que po-drían acceder para influenciar, mitigar, y cambiar algunos aspectos del ambiente ex-terno que aumentaran las vulnerabilidades de sus medios de vida. Frecuentemente, el enfoque de la Escuela de Guías entregó a los estudiantes las bases para progresar, incluso antes de que comprendieran las vulnerabilidades existentes.

El aspecto más importante de la gestión de vulnerabilidades del programa de estudios involucró la construcción de competencias sólidas en áreas de planifica-ción y liderazgo de expediciones, manejo de riesgo, y primeros auxilios. El trabajo en clase y la experiencia en terreno entregaron a los participantes los fundamentos

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para evaluar riesgos y gestionar las vulnerabilidades relacionadas con este tipo de turismo.

Algunas actividades adicionales, como la práctica profesional, permitieron a los estudiantes comenzar a aplicar sus conocimientos y a pulir sus habilidades. Esto aumentó el éxito de sus medios de vida. Pedro Valdomar fue un buen ejemplo de las vivencias que los participantes compartieron durante la investigación en esta área del programa y del impacto este proceso en sus medios de vidas:

Cuando recién comencé a trabajar [antes de entrar a la Escuela de Guías], trabajaba en mi bote; no gastaba más de 8 a 10 horas con un grupo de personas. Era fácil, liviano. No perdía mucho tiempo pensando si ellos tenían frío o se aburrían. Yo simplemente pensaba que me contrataban para llevarlos y para traerlos de vuelta… ese era mi “trabajo”. Pero luego aprendí que a pesar de que a uno lo contratan para prestar un servicio, uno siempre tiene que estar atento al estado de ánimo de los clientes, porque un cliente cansado, con frío o hambre, es un cliente difícil. En ese sentido, cambié mucho mi forma de pensar. Ahora mis responsabilidades ya no son tan livianas. En el trabajo que estoy realizando ahora, debo caminar con varias personas por varios días. Pasamos por sectores y lugares donde no es fácil ir de un lugar a otro, si las personas no tienen mucha experiencia, uno siempre tiene que estar atento y predecir las situaciones de riesgo.

La experiencia que Pedro representa una visión que muchos de los participantes expresaron sobre cómo la Escuela de Guías cambió sus formas pensar sobre los riesgos y vulnerabilidades de guiar y cómo este análisis se integró en sus enfoques de trabajo.

Una de las mayores vulnerabilidades manifestadas por los participantes, y que también afecta a los operadores turísticos establecidos en la región, fue que la mayo-ría de los guías locales no hablaba inglés. Esto afectó sus posibilidades para vender sus servicios a muchos de los extranjeros que llegaban a la región. Además, impactó de manera negativa en su capacidad para competir con los guías extranjeros quienes a menudo llegaban a trabajar a la región. A pesar de que el programa de estudios la Escuela de Guías no estaba centrado en la adquisición de una segunda lengua, ofrecieron un entrenamiento muy básico de inglés durante el programa de dos años y motivaron a los participantes a seguir aprendiendo a través de tareas fuera del aula y experiencias externas. Más allá de este apoyo, la estrategia empleada por el programa fue entregar esta responsabilidad a la capacidad de los estudiantes. Mi-guel Quiben, un participante de la escuela, compartió su visión sobre este enfoque:

Aprender inglés es demasiado importante; pero Jonás [el Director de la Escuela de Guías] dijo, también, que éste era nuestro trabajo. Él dijo: “esto lo pueden aprender ustedes por sí mismos. Nosotros les entregamos este saber hacer; estas herramientas.

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Ustedes comienzan con lo que les entregamos, y si desean perfeccionarse, eso de-pende ustedes”. Al final, él tenía razón.

Al preguntarle a Jonás sobre esta estrategia comentó que creía que “el inglés puede ser un obstáculo, pero no el más grande. Hay otras barreras más importan-tes”. Su programa estaba centrado en sentar bases, capacidades fundamentales y los capitales necesarios para competir y, posteriormente, empoderar a los estudiantes para que se capaciten a través de la preparación, instrucción, pasantías, cursos adi-cionales e intercambios.

El programa de la Escuela de Guías involucró a los estudiantes en la creación y desarrollo de turismo invernal y actividades relacionadas. Este es otro ejemplo sobre cómo la escuela cambió la visión de los estudiantes e impulsó sus habilidades para gestionar las vulnerabilidades de sus ambientes externos. La naturaleza esta-cional del turismo en Aysén afectó realmente las decisiones de medios de vida basa-dos en el turismo de los participantes de este estudio. Para los 16 casos de interés de esta investigación, un medio de vida basado en el turismo no bastaba como fuente principal de ingresos. Muchos consideraban estar involucrados en una carrera de turismo; sin embargo, sólo trabajaban en esta área cerca de seis meses del año. Efec-tivamente, para la mitad de los 16 casos de estudio, obtener la mayor parte de sus ingresos anuales del turismo no era una posibilidad. Anna Méndez comentó esta situación de la siguiente forma:

Es un problema que la temporada turística sea tan corta porque por ejemplo, ahora, he estado trabajando por seis meses en turismo y no hay muchas oportunidades para seguir por el resto del año. Quizás esta temporada tenga la posibilidad de trabajar por un poco más de tiempo, pero ¿quién sabe? Probablemente trabajaré en un res-taurant o buscaré un trabajo en alguna agencia de la ciudad.

Para sobrellevar la corta temporada turística, para muchos una estrategia de me-dios de vida basada en el turismo involucra tener varios trabajos, a menudo fuera de esta área. Jonás, el Director de la Escuela de Guías, considera esta vulnerabilidad de manera diferente. Él siente que el invierno en Aysén ofrece opciones turísticas que no han sido exploradas y que la rápida mejora de infraestructura de la región pronto permitirá ofrecer productos turísticos innovadores que atraerán a este mer-cado en desarrollo. Él incluyó en el programa la formación capacidades sólidas para ofrecer una variedad actividades invernales. A través de diversas actividades en la escuela, Jonás invitó a ex alumnos para que experimentaran las posibilidades directamente. A continuación se presenta un extracto de un artículo publicado por un diario regional, el Diario Aysén, el 22 agosto 2006:

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EL CICLO DE ACTIVIDADES DE LA ESCUELA DE GUÍAS CULMINÓ CON UNA EXPERIENCIA AL AIRE LIBRE PARA LOS ESTUDIANTES DE LA ZONA AUSTRAL

Coyhaique.– Aprovechando la abundante nieve y la belleza que ofrecen las áreas salvajes protegidas, la Escuela de Guías de la Patagonia, retomando una experiencia previa, invitó a un grupo de estudiantes, personas y profesores a la reserva nacional Cerro Castillo para llevar a cabo actividades invernales al aire libre. El Director Académico de la institución, Jonás Fernández, indicó que participaron estudian-tes, profesores, y otros invitados de escuelas rurales de Villa Cerro Castillo, Murta, Tranquilo y Puerto Ibáñez; 56 personas en total. Junto con algunos carabineros y acompañados por graduados en Escuela de Guías de la Patagonia, los asistentes disfrutaron y aprendieron sobre la nieve, a construir iglús y a realizar excursiones en los bosques cubiertos de nieve con raquetas para nieve. Él agregó que los jóvenes aprendieron a estar más vinculados con su medioambiente, a cuidar la naturaleza, técnicas básicas de supervivencia en climas extremos y a conocer las diferentes con-diciones de la nieve.

Este evento involucró directamente a los graduados del programa de la Escuela de Guías, incluyendo a los casos de interés de esta investigación. Esta experiencia demostró que es posible realizar actividades turísticas invernales. Además, expuso a los participantes a una variedad actividades que podrían ampliar la temporada en sus diversas comunidades y, además, ayudar a promover los principios de conserva-ción. Este tipo de intercambio permite que más personas se acerquen al turismo de naturaleza y adopten los principios de sustentabilidad, incluyendo a los miembros más jóvenes de la comunidad. Les permite descubrir nuevas habilidades, los motiva a apreciar y conservar los recursos naturales, y les entrega a estos jóvenes habitantes de la región opciones futuras de trabajo.

Este tipo de enfoque, consistente con la enseñanza del programa, abrió posibi-lidades para enfrentar la vulnerabilidad de la estacionalidad, a través del desarrollo de un turismo invernal en la región. Durante el periodo de esta investigación, muchos de los participantes de este estudio estaban planeando y preparando acti-vidades de este tipo. Elena Mañan expresó como objetivo:

Tener un grupo de gente para enseñarle a esquiar durante el invierno, porque en esa temporada la actividad turística disminuye mucho. Después, no hay muchas activi-dades. Me gustaría llevar a cabo actividades como travesías o esquí a campo traviesa.

Javier Cabaneiro comenzó a avanzar tomando un curso de desarrollo de capa-cidades:

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Tuve la idea de tomar un curso sobre refugios para avalanchas de nieve, porque es-pero que en el futuro podamos trabajar en la Patagonia durante el invierno, porque tenemos todas las condiciones para realizar un turismo invernal.

Isabel Fraire propuso un proyecto para obtener financiamiento (que luego se adjudicó) en el que describe:

[planeo] ofrecer turismo en invierno porque el invierno aquí es hermoso, con la nieve y todo eso. Estoy perfeccionando esta idea. Necesito bastones y raquetas para nieve, para realizar caminatas en invierno en la nieve. Por, sobre todo, uno puede aprovechar esto porque en Europa, durante las vacaciones de verano, es invierno aquí… la idea es aprovechar eso.

Muchos de los participantes que contribuyeron en esta investigación no estaban listos para cumplir sus objetivos de realizar actividades turísticas invernales. Sin embargo, consideran que las posibilidades y la construcción de capacidades sólidas entregadas por el programa, los posicionan bien para desarrollar estas actividades en el futuro. Con aproximaciones como ésta, el programa de la Escuela de Guías ayudó a los estudiantes a enfrentar las vulnerabilidades con soluciones innovadoras y proactivas. A pesar de que estas estrategias a menudo conllevan un conjunto de riesgos, entregan a los participantes ejemplos y herramientas que abren sus opcio-nes de medios de vida.

(5) Comprensión de escalas de la industria

Un quinto tema que surgió en esta investigación involucró las formas en que el programa inició a los participantes a una industria que por naturaleza se da en un contexto global. Al exponer a los participantes a las diferentes escalas de la industria y al entregar las oportunidades para que ellos interactuaran dentro y a través de ellas, la escuela abrió un “portal” para que los participantes comenzaran a abrirse al mundo exterior resguardando sus costumbres locales, herencia y cultura. Nu-merosos expertos en turismo que participaron en este estudio describen como una necesidad que los habitantes locales que trabajen en turismo amplíen su “visión de mundo”. Esto es importante para el desarrollo social de los individuos, las capaci-dades de liderazgo y resolución de problemas, y su habilidad global para interactuar con personas de otras culturas y medios.

Algunos estudios sobre medios de vida (Adato & Meinzen-Dick, 2002; Bebb-ington, 1999a, 1999b; Cahn, 2002; Carney, 2002; Chambers & Conway, 1991; de Haan & Zoomers, 2005; DFID, 1999; Ellis, 2000; Thomson, 2000) sugieren que tener “una visión de mundo” es un valor agregado que puede facilitar y es-

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clarecer la comprensión de los vínculos entre las tendencias y políticas globales, nacionales, y locales. Esto es especialmente importante en una industria como la del turismo, ya que ocurre en un contexto realmente global y se puede ver afectada considerablemente por los eventos del mundo, políticas de comercio, y tasas de intercambio. Tener una comprensión más clara de los vínculos entre los diferentes aspectos de la escala puede ayudar a impulsar estrategias de medios de vida y méto-dos para enfrentar las vulnerabilidades.

Jonás Fernández manifestó la importancia de esta “visión del mundo” en el éxito de los medios de vida basados en el turismo de naturaleza. Él siente que esta visión ha marcado la diferencia entre los operadores más exitosos y mejor establecidos de la región:

Los dueños de muchas de estas exitosas empresas son extranjeros, quienes llegaron con otras ideas y que saben cómo manejar mejor a los clientes extranjeros… Son personas que han estudiado, pero no en el área del turismo. Han estudiado otras áreas. La mayoría de estas personas exitosas no estudiaron turismo; son personas como John, quien es profesor y otros que son arquitectos; otros son ingenieros comerciales o abogados y decidieron hacerlo como forma de vida. Ellos tienen una extensa formación académica y un bagaje cultural mucho más extenso. Yo creo que son personas, cada una de ellas, con mucha experiencia en la vida.

Jonás contrastó esta “experiencia de mundo” con la limitada visión de muchos de los participantes de la iniciativa de la Escuela de Guías:

… muchos de los estudiantes de la Escuela de Guías poseían un mundo muy res-tringido y además no lo expandían… ellos siempre vivieron en Murta y se movían sólo alrededor esa localidad… tú piensas que Murta es tu vida, pero cuando conoces a alguien que viene de Santiago, quien puede explicar las cosas mejor… porque uno sólo los conoce por su lenguaje, tu perspectiva entonces es un obstáculo arraigado en el desarrollo de las capacidades de las personas… es importante tener experiencia en otros lugares o educación cultural.

Jonás siente que un aspecto importante para desarrollar esta “visión de mundo” es viajar fuera de la región y estar expuesto a diferentes culturas y enfoques empre-sariales. Él comenta el caso de un guía local de la región que aprovechó una de las oportunidades de viaje que ofrecen los medios de vida del turismo de naturaleza:

Guillermo es un buen ejemplo. Él es una persona de Ibáñez que trabajaba en cons-trucción y comenzó a trabajar como carpintero en NOLS construyendo una casa. Allí, comenzó a interesarse y quiso realizar un curso de escalada. Y le comenzaron a gustar los deportes al aire libre. Sin embargo trabajó mucho tiempo haciendo otras cosas, y poco a poco, entró [a NOLS]. Entonces su mundo comenzó a expandirse.

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Fue a trabajar a Estados Unidos, trabajó en Colombia, y ha trabajado en diversas partes de Chile. Es una persona que, aprovechando una pequeña oportunidad, co-menzó a crecer.

Jonás integró a Guillermo en el programa de instrucción de la Escuela de Guías como una forma de inspirar a los participantes y para presentarles miembros de su propia comunidad que han aprovechado las oportunidades de manera beneficiosa.

Jonás concluyó este tema dando otro ejemplo sobre cómo incorporó esta ob-servación y este enfoque en la iniciativa de la Escuela de Guías. La escuela invitó a Javier Cabaneiro, uno de sus participantes, a dar un curso relacionado con caballos en la región de Magallanes de Chile, en Torres de Paine. Jonás detalló que esta ex-periencia ofrecía, a través de la afiliación con la escuela, una oportunidad para que Javier comenzara a expandir su “visión del mundo”:

Yo creo que algo similar pasó con Javier. Él viajó con nosotros para dar un curso en Torres del Paine. Y así, su mundo se abrió… él nunca había viajado en avión. Posteriormente, viajó a otras regiones del país. Así se producen los cambios en las personas. Las oportunidades están para quienes se aventuran a tomarlas, pero hay muchos que no se atreven a tomarlas por sí mismos.

El fomento para expandir la “visión de mundo” se incorporó en el programa de escuela de diferentes formas. Los trabajos de los estudiantes incluyeron investi-gaciones sobre la industria del turismo de otras regiones del país y del extranjero. Además se solicitó a los estudiantes que elaboraron un plan y realizarán un viaje, relacionado con el turismo, a un lugar al que nunca hubiesen ido. Se invitó a estu-diantes a participar en iniciativas de la Escuela de Guías en otras regiones de Chile. Además, instructores de otras regiones del país y del extranjero dictaron clases en la Escuela de Guías. Así, se establecieron intercambios formales para crear y promover un aprendizaje transcultural.

Los casos de interés de este estudio describieron los impactos de este enfoque de diversas maneras. Reiteradamente, los participantes opinaron que su trabajo en la Escuela de Guías, y posteriormente en turismo, abrió una especie de portal que les permitió explorar otros mundos y experiencias. Algunos pasaron a través de este portal de manera física, como Javier, quien expandió sus horizontes a través de un pequeño viaje intercambio que le entregó oportunidades de enseñanza o perfeccio-namiento. Otros participantes aún no habían tenido la oportunidad de viajar; sin embargo, expresaron que tenían muchas ganas de conocer el mundo fuera de su región directamente y, además, que creían que los medios de vida basados en el tu-rismo los ayudarían a realizar sus sueños. Muchos manifestaron sus preocupaciones sobre los fuertes lazos que sentían con sus comunidades locales y sus familias. Fre-cuentemente mencionaron que sus familias estaban primero, antes que los viajes.

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Sin embargo, la mayoría comentó que la Escuela de Guías los ayudó a expandir sus horizontes, al menos a nivel regional, e incluso de manera más global. Por ejemplo, Nadia Iglesias, una participante de la pequeña localidad de Murta, describió cuán difícil fue para ella adentrarse en la experiencia de la Escuela de Guías:

Escuché en la radio la posibilidad de la Escuela de Guías. Pensé mucho en ello. Pos-tulé, pero no estaba muy entusiasmada. Dos días más tarde, me salí, porque nunca había dormido en una carpa y echaba mucho de menos a mi hijo. Fue una experien-cia difícil para mí. Pero luego regresé y le dije a Jonás, “ahora sí, me quedaré”– decidí continuar, finalizar y obtener mi diploma, continuar hacia adelante y trabajar con turistas– porque no quería estar en el mismo lugar.

Para Nadia, la Escuela de Guías por sí misma fue un portal, una forma de mi-rar hacia adelante, y expandir sus horizontes. En la escuela conoció a personas de toda la región y aprendió sobre lugares especiales de la región a través de sus vidas y proyectos.

Muchos pasaron por este portal para expandir su mundo interactuando con otros guías y turistas y compartiendo las perspectivas culturales que surgían. Uno de los participantes, Sebastián Brisaboa, comentó:

Lo que también me gusta es el diálogo; conversar. Siempre nos preguntan cómo vivimos, qué se siente estar aquí, sobre el clima y todo. Y uno siempre tiene la oportunidad de preguntarles a ellos cómo es en sus países. El diálogo es lo mejor del turismo.

Para Miguel Quiben, algunas de estas conversaciones llevaron a crear amistades, que trascendieron las fronteras, después de terminar el viaje, a través de correos electrónicos y fotos. Miguel explicó que espera que ocurran estos intercambios:

Que entiendan el espíritu de la Patagonia; lo que significa ser parte de la Patagonia; que conozcan a la gente. En algunos casos esto forma algunas relaciones de amistad con algunas personas, conocerlas por 4 o 5 días es algo muy bueno… generalmente, nos escribimos por correo o nos enviamos fotos.

A pesar de que este tipo de intercambio representó una exposición limitada a otras culturas, para muchos pareció importante. Amalia Guillén resumió las ideas expresadas por la mayoría de los participantes:

El turismo me dio la posibilidad de… conocer otras realidades sin tener que dejar este lugar. Me gusta conocer la región y ser capaz de explicar las cosas sobre este lugar, esta región.

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El enfoque de la Escuela de Guías promovió y apoyó estas posturas. El programa de estudios se centró en la comprensión y el aprecio de la comunidad global, de tal forma que los participantes desarrollaran de manera más efectiva estrategias de medios de vida basados en el turismo. Todo esto manteniendo un equilibrio con la identificación, desarrollo, aprecio y sustento de la rica herencia cultural y natural de la Región de Aysén.

Conclusiones

Los resultados de este estudio revelan numerosos aspectos del programa de estu-dios y pedagogía de la Escuela de Guías que coinciden con los modelos teóricos de medios de vida sustentables y con los hallazgos relacionados con la formación de medios de vida sustentables. Específicamente, la Escuela de Guías de la Patagonia ayudó a los participantes a identificar y desarrollar los capitales de sus medios de vida basados en el turismo de naturaleza. Según Cahn (2002), este resultado posee ramificaciones fundamentales para los medios de vida de los participantes, lo que incluye ayudarlos a identificar las opciones y objetivos, estrategias apropiadas y vul-nerabilidades potenciales. La Escuela de Guías también ayudó a los participantes a integrar el turismo a sus estrategias de medios de vida a través de una combinación de métodos pedagógicos tanto teóricos como prácticos, entregó orientación en la identificación y gestión de los riesgos relacionados con el turismo, y permitió que los participantes interactuaran dentro y a través de las escalas de la industria del turismo. Estos métodos ampliaron los conocimientos de los participantes sobre las estructuras transformadoras de la industria turística y las relaciones entre varios aspectos de la escala. Los conocimientos adquiridos y las relaciones que formaron durante el programa aumentaron el potencial de los participantes para acceder a las instituciones y organizaciones que conforman la cadena productiva en Aysén. Las investigaciones sobre medios de vida (Haan and Zoomers, 2005; Cahn, 2002; Scoones, 1998, Bebbington, 1999a, 1999b) coinciden en que esta comprensión y el aumento al acceso son componentes adicionales claves para producir resultados que puedan contribuir a medios de vida sustentables.

En conclusión, la siguiente lista, a pesar de no ser exhaustiva, representa los aspectos identificados más frecuentes del enfoque de la Escuela de Guías. Se pre-senta con la esperanza de que ayude a identificar e implementar intervenciones y políticas más viables y significativas.

(1) Durante el programa de estudios de dos años, el enfoque de Escuela de Guías reunió a personas de diversos lugares de la región con afinidades de medios

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de vida similares. El conjunto de participantes se reunió en numerosas ocasiones en una atmósfera de interacción personal y trabajo en equipo. Esta serie interacciones les permitió construir lazos de confianza.

(2) Los contenidos del programa entregaron una experiencia tanto teórica como práctica basada en las oportunidades aprendizaje. El programa introdujo la teoría y sus aplicaciones en un campo empírico; por ejemplo, principios de expedi-ciones de impacto mínimo, y “no dejar huellas”. Esto permitió a los participantes comprender cómo aplicar sus conocimientos en contextos del mundo real.

(3) Los participantes fueron expuestos a una amplia variedad de instructores y presentadores invitados; cada uno con su propio estilo, experiencias de vida, ex-perticia. Esta técnica expandió las redes sociales de los participantes y, a menudo, sus “visiones de mundo”. En algunos casos, estos encuentros entre instructores y estudiantes entregaron oportunidades específicas de medios de vida como trabajos, oportunidades de financiamiento y referencias.

(4) Entre las sesiones del programa, los estudiantes regresaban a sus comuni-dad de origen, frecuentemente, con sus familias y a sus trabajos. Esto les permitió integrar lo que habían aprendido en el ambiente de su hogar, especialmente a través de asignación de trabajos prácticos. También permitió equilibrar las prioridades de competitividad, incluyendo el sustento para sus familias y el cuidado de sus respec-tivos capitales (tierra, animales, casas, etc.).

(5) Los trabajos prácticos significativos construyeron un puente entre el traba-jo teórico del curso y la vida real. Específicamente, los participantes reconocieron el valor de cinco trabajos prácticos en sus objetivos de medios de vida: compilar un inventario cultural, físico y natural de los valores en sus hogares; planear y realizar un plan de vacaciones personal; un estudio de mercado y análisis del lugar; comple-tar una práctica profesional; y tener que completar finalmente, un proyecto integral al final del programa. Varios de estos proyectos incorporaron trabajos en pequeños grupos. Los participantes opinaron que esto fue de gran valor para la experiencia de construcción de redes. Muchos de ellos continuaron trabajando como colegas con la Escuela de Guías, incluso después del término del programa.

(6) El enfoque de la Escuela de Guías involucró instrucción y apoyo extensivo. Este aspecto del programa pareció empoderar a los participantes. Les entregó las herramientas y recursos necesarios para sus necesidades e intereses específicos.

(7) El enfoque de la Escuela de Guías empleó asociados, redes, auspiciadores, equipos, referentes, reconocimiento público, y otros componentes basados en las relaciones; todos estos aspectos demostraron su importancia como capital social. Este enfoque ayudó a los participantes a establecerse por sí mismos en la comuni-dad del turismo y construir sus reputaciones y relacionales profesionales.

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El turismo científico en Aysén: un modelo de valorización territorial basado en el patrimonio y actores locales

The Scientific Tourism in Aysén: a territorial valuation model based on heritage and local actors

FABIEN BOURLON 1

PASCAL MAO2

MAURICIO OSORIO3

Resumen

La presente contribución aborda el tema del desarrollo turístico en los territorios extremos, analizan-do el aporte del turismo científico como modelo innovador para un desarrollo turístico sostenible, favorable a la emergencia de dinámicas colectivas virtuosas para un territorio. En el nuevo contexto mundial del sector turístico, el turismo científico emerge como una forma pertinente de repensar la implementación del turismo en la Patagonia chilena. Se define el turismo científico y sus cuatro formas para luego revisar cómo, desde una perspectiva histórica y sociocultural, la realización de aventuras, exploraciones y estudios científicos pueden movilizar actores y emprendedores turísticos para formular un proyecto territorial coherente. Se relata la puesta en marcha del modelo en Aysén, desde la etapa de generación de redes de actores a la formulación de planes de acción, aplicación en proyectos piloto impulsados por actores locales, hasta la conformación de instancias de coordina-ción y desarrollo productivo, con una plataforma comercial, productos y estrategias de marketing coherente. Se demuestra finalmente cómo la articulación desde una entidad, en el presente caso académica y científica, permite generar un modelo de gestión local exitoso. Con la vinculación entre actores con compromisos ambientales y sociales, el turismo científico en Aysén promueve dinámicas empresariales en turismo que aseguran la puesta en valor y la conservación de los patrimonios locales para la creación de un destino turístico pertinente.

Palabras clave: Territorios extremos, turismo científico, sustentabilidad, gestión local, dinámicas empresariales responsables, conservación y valorización territorial.

1 Investigador, Departamento de Turismo Sustentable y Turismo Científico, Centro de Investigación en Ecosis-temas de la Patagonia (CIEP), Coyhaique, Región de Aysén, Chile. E-mail: [email protected] l, www.turismo cientifico.cl, www.ciep.cl

2 Institut de Géographie Alpine, Université Joseph Fourier – Grenoble I, Francia. E-mail: [email protected], [email protected]

3 Investigador Asociado y Antropólogo, Departamento de Turismo Sustentable y Turismo Científico, Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), Coyhaique, Región de Aysén, Chile. E-mail: [email protected] l, www.turismocientifico.cl, www.ciep.cl

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Abstract

This work addresses the issue of tourism development in remote territories by analyzing the contri-bution of Scientific Tourism as innovative model for sustainable tourism. Scientific Tourism appears as to be a favorable tool to support group dynamics in specific areas. In the new global context of tourism, Scientific Tourism emerges as a relevant way to rethink the implementation of tourism in Chilean Patagonia. We define scientific tourism in its four forms prior to reviewing how from a socio-cultural and historical perspective the creation of adventures, explorations and scientific stud-ies can mobilize stakeholders and tourism entrepreneurs to formulate a coherent territorial project. The model implemented in Aysén is described, including the generation of a network of organiza-tions, the formulation of action plans via pilot projects headed by local actors; the strengthening of coordinating entities for local economical development, and marketing platforms of Scientific prod-ucts. We show that by linking academic and scientific with local entrepreneurs and the community as a whole, we can generate achieve successful local environmentally friendly tourism management. By uniting actors with environmental and social commitments, the Scientific Tourism in Aysén promotes tourism business dynamics that ensure the appraisal and preservation of local heritage for the creation of a relevant tourism destination.

Keywords: Remote territories, Scientific Tourism, Sustainability, Local Management, responsible business dynamics, conservation and territorial appraisal.

Recibido: 10.09.11. Aceptado: 16.10.11.

Introducción: ¿El turismo, como eje de desarrollo económico en zonas extremas?

Territorios al margen de los destinos turísticos

El turismo en Chile aparece en muchos discursos como la alternativa so-cioeconómica ideal para territorios extremos o en situación de decadencia pro-

ductiva industrial. Sin embargo, el tipo de turismo que muchas veces se propone, denominado de manera clásica como “de masa” y que representa probablemente un 85% de las prácticas de los 800 millones de turistas estimados por la OMT (2009), no es fácil de implementar para zonas turísticas emergentes, cuyas deficiencias en infraestructura requieren de numerosas inversiones. Por otra parte, esta industria de servicios es exigente en recursos profesionales y suele ser de alto impacto para territorios con marcos socio-culturales y ambientales frágiles.

Es en este contexto que formas de desarrollo turístico “alternativo” suelen ser propuestas para resolver la doble necesidad de desarrollo y equidad social, en cuan-to a oportunidades económicas, cuando un Estado no decide invertir fuertemente para resolver las exigencias en infraestructura del turismo de masa. Estas formas alternativas de turismo buscan aprovechar atributos específicos de un territorio para construirse, como el ya famoso turismo de intereses especiales (Dewailly, 2006), pero de objeto muy difuso (Mckercher and Chan, 2005; MIT, 2002; Stock, 2003). Dichos modelos son fácilmente calificados además de “sostenibles”, cuando lo son de manera muy relativa. Cazes (1998) define algunas de estas formas como

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“palabrería” o “palabras ambiguas”, “calificativos de adorno” o incluso “vocablos superfluos”. La ausencia de niveles educativos y formativos suficientes, sumada a deficiencias en conocimientos culturales o ambientales, marcos y recursos públicos e institucionales débiles, entre otros problemas, no permite asegurar la protección y conservación de los recursos patrimoniales.

El uso del concepto “turismo sostenible”, una suerte de utopía, debe ser rela-tivizado por su difícil aplicabilidad en el tiempo y el espacio. Por ejemplo, ¿cómo definir un “turismo deportivo sostenible de montaña” cuando cada uno de sus calificativos ha dado lugar a una profusión de debates relacionados con sus ade-cuaciones y limitaciones respectivas? Diversos autores recogen estos debates, entre los que podemos mencionar a Debarbieux (2001) en el caso de la montaña, Lamic (2008) para la capacidad del turismo para ser sostenible o Bourdeau (2006) para los deportes en áreas alpinas. En efecto, para un territorio dado, con realidades so-cio-económicas específicas, es evidente que no se pueden cumplir de manera equi-librada todos los requisitos ambientales, sociales y económicos de una sola vez. Las prioridades económicas, como la generación de puestos de trabajo, están por sobre la protección del medio-ambiente, de las culturas y modos de vida tradicionales. En casos extremos vemos argumentaciones a favor de cambios culturales (cambios en los modos de vida tradicionales, cuando éstos conllevan impactos sobre los re-cursos naturales) para cuidar el medio ambiente y favorecer el turismo, cambios declarados entonces como “necesarios para un desarrollo real”, pero que en realidad alteran la autenticidad del territorio (Mantecon and Huete, 2007).

El turismo científico, una nueva propuesta turística sostenible para Aysén

Con este escenario internacional de debate, nace en 2007 en el seno del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP), la idea de impulsar el turis-mo científico en la región de Aysén, Patagonia Chilena. La reflexión de base para desarrollar conceptual y operacionalmente el turismo científico era:

Aysén es un territorio aislado, con una geografía compleja, clima adverso, grandes debilidades estructurales, viales, comunicacionales y donde el marco político admi-nistrativo nacional es poco favorable a su construcción y valorización diferencial. El Estado ha limitado sus inversiones, por considerar una ausencia de grandes opor-tunidades económicas que pueda asegurar su retorno, y por existir una población escasa.

Se plantea entonces que en lo turístico Aysén es un destino desconocido o “peri-férico” con respecto a los centros urbanos donde está concentrada la demanda. Por otro lado, si bien las encuestas indican que la mayoría de la población ve en este eje

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de desarrollo una real oportunidad socioeconómica, no existen políticas de gran es-cala para impulsarlo (formativas, empresariales y de ingeniería) orientadas a su con-solidación a mediano plazo. Se promueve el destino, sus bellezas naturales y atrac-tivos, pero se invierte poco en la construcción del sistema turístico (Cohen, 1984).

Durante 3 años se genera una reflexión de fondo y propuestas concretas sobre cómo impulsar un turismo sostenible, basado en los atributos y condiciones locales. Se propone el “Turismo Científico”, centrado en el descubrimiento del territorio, en gran parte desconocido y con ecosistemas, modos de vida y patrimonio (cultural y natural) todavía por investigar, como estrategia innovadora para especializar y diferenciar Aysén en el destino turístico de la Patagonia.

1. El turismo científico. Definiciones

En base a una extensa revisión de la literatura académica se explicitan formas, tendencias y demandas nacionales e internacionales para caracterizar 4 segmen-tos (figura 1) que dan lugar a una gama de productos turísticos: 1. El turismo de exploración y aventuras, con dimensión científica; 2. El turismo cultural de inter-pretación científica, cercano al ecoturismo o, también, al turismo industrial; 3. El eco-voluntariado científico; y 4. El turismo de investigación científica (Bourlon y Mao, 2011).

Figura 1. Las formas del turismo científico.

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Turismo de exploraciones y aventuras deportivas con contenido científico

En este segmento el turista es actor de su aventura o exploración. Diseña, construye y desarrolla un proyecto de viaje solicitando servicios locales para alcanzar sus fines. El componente científico suele ser secundario al propósito principal del viaje, que es descubrir, pero en muchos aspectos el desarrollo del viaje suele vincularse con ac-tividades de dimensión científica: registros climatológicos, geográficos, naturalistas y otros. En algunos casos la meta del viaje puede ser más científica, como medir la cumbre de una montaña, pero en general el propósito es la aventura y vivencia y no la producción de conocimiento científico, ejemplos: publicaciones, proyectos de investigación, etc.).

El turismo cultural con dimensión científica: del turismo industrial al ecoturismo

El turismo cultural tiene como objeto y motivación la adquisición de conocimien-to sobre patrimonios locales y se construye sobre la base de la interpretación y transmisión de información. Dos variantes extremas pueden ser el eco-turismo y el turismo industrial. Los viajes eco-turísticos son comúnmente considerados como viajes donde se busca conocer ambientes destacables, prístinos o culturalmente atractivos. En cuanto a productos, éstos buscan minimizar los impactos ambien-tales y sociales y maximizar beneficios económicos y sociales para los anfitriones locales. El turista compra un programa establecido, potencialmente enriquecedor en lo personal y responsable en lo social y ambiental. El turismo industrial, a su vez busca, poner en valor procesos tecnológicos que pueden ser llamativos para un viajero curioso o interesado en educarse, pero no velan en particular por los bene-ficios o impactos que genera su viaje. En esta forma de turismo científico de tipo “cultural” el viajero es más bien pasivo, consume un producto, y el componente científico es secundario, el viajero se nutre del conocimiento sin intención de gene-rar nuevos conocimientos. El público es amplio y puede incluir tanto individuos, como grupos organizados en viajes de estudio (ej. universitarios) o de empresas y ejecutivos en desplazamiento.

El eco-voluntariado científico

Esta forma de turismo científico considera la participación del viajero en un pro-yecto educativo o científico para la conservación o valorización de los patrimonios locales. El viajero no construye su viaje sino que responde a una solicitud y se inserta en un proyecto colectivo de terceros: una organización de conservación, un museo, una comunidad organizada. Estos viajes pueden tener una connotación comercial, se paga para poder participar de la experiencia y se aporta a una causa; o se ofrece a una organización sin fines de lucro, tiempo y capacidades profesio-

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nales para apoyar el desarrollo de un proyecto de interés colectivo. El componente científico puede ser más o menos importante según las finalidades del proyecto (valorización, conservación, estudio de capacidad de carga) y depender de las capa-cidades de los voluntarios para aportar en procesos investigativos o metodológicos orientados a la adquisición de conocimiento científico que pueda dar lugar a publi-caciones y nuevas investigaciones.

El turismo de investigación científica

La última forma de turismo científico, muchas veces no aceptada por los propios interesados, son los viajes de investigación cuya demanda en servicios y productos entran de lleno en la definición de la OMT para el turismo. Se viaja con un motivo profesional fuera de su lugar de residencia por lo que el investigador es asimilable a un turista, consumiendo lugares y vivencias distintas a su vida cotidiana. Esta forma se asemeja al turismo de negocio, pero con una motivación netamente cien-tífica, cuyo objeto es adquirir conocimiento y luego publicar los resultados. En esta forma se incluyen los viajes de estudio, congresos, seminarios y otros eventos similares.

2. Aysén en la Patagonia Chilena, un territorio de predilección para el turismo científico

Marco geográfico: Una “Terra Incógnita”

La Patagonia Chilena es un símbolo de la zona de Wilderness (Nash, 2001), tierra virgen de naturaleza intocada. Algunos libros de “gran audiencia” en búsqueda de títulos llamativos, no dudan en posicionarla como una de las últimas áreas silves-tres prístinas del mundo (Bos y Rivademar, 2000), inspirados principalmente en la naturaleza y el carácter de frontera geográfica de este territorio.

La región de Aysén, también conocida como la Patagonia Centro Occidental, se extiende entre los paralelos 43° y 49° de latitud sur y los meridianos 72° y 76° de longitud oeste, y cubre aproximadamente 10,9 millones de hectáreas, 83% de ellas bajo administración fiscal. Cuenta con más de 19 áreas silvestres protegidas, que representan 47,2% del territorio, de las cuales se destacan los parques nacionales Queulat, Laguna San Rafael y Bernardo O’Higgins o las Reservas Las Guaitecas, Katalixar o Cerro Castillo. Algunas cuencas hidrográficas son particularmente des-tacables, el río Baker, el más caudaloso de Chile y las cuencas de los ríos Palena, Pascua o de Los Exploradores. Esta última posee una estrecha relación funcional y ambiental con la porción oeste de la cuenca del gran lago binacional General Carrera - Buenos Aires, el segundo mayor en superficie dentro de América del Sur. El territorio se limita al oeste con la cadena montañosa andina, que incluye los

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Campos de Hielo Norte y Sur, y luego los Archipiélagos Patagónicos y el Océano Pacífico. Deslinda al sur con la región de Magallanes y Antártica Chilena y al este con las provincias de Chubut y Santa Cruz en Argentina.

Aysén puede ser considerado como el corazón de la Patagonia Chilena y una de las últimas fronteras de la colonización humana, con una densidad poblacional de 0,7 habitante/km². De acuerdo a cifras pre-censales entregadas en la Estrategia Regional de Desarrollo (MIDEPLAN, 2010), sus 104.000 habitantes se distri-buyen de manera desequilibrada en el territorio, ya que el 64% reside en los dos principales centros urbanos regionales, Coyhaique y Puerto Aysén. No existe una ruta terrestre que la una con el resto de Chile, lo que la transforma virtualmente en una “isla continental”.

Por sus características climáticas, marcadas por los vientos australes, y su con-formación topográfica, entre planicies continentales, los Andes y los fiordos del Océano Pacifico, Aysén es un territorio con una gran diversidad de ecosistemas. En algunas zonas, por ejemplo, al recorrer transversalmente poco más de 200 km el viajero puede pasar de las estepas áridas en la frontera con Argentina, por zonas de bosques de la cordillera patagónica, extensos campos de hielo y a los ambientes húmedos de los archipiélagos.

Historia y cultura

Desde la historia y cultura, Aysén es un territorio excepcional también. A la llegada de los exploradores occidentales durante el siglo XVI, el territorio era poblado por diversos grupos de cazadores recolectores. Los canoeros habitaban los canales e islas del litoral patagónico. Quienes los avistaron y colonizaron los clasificaron en dos grandes agrupamientos: Chonos, que habrían habitado entre el archipiélago de las Guaitecas al norte y la Península de Taitao al sur; y los kawésqar, poblando la zona insular situada al sur del Golfo de Penas y oeste de los Campos de Hielo Norte y Sur. En el área continental y hacia la zona oriental de la cordillera andina patagóni-ca habitaban tribus que fueron denominadas tehuelche, siguiendo la nominación dada por los grupos mapuche de más al norte a estos cazadores recolectores. Los tehuelche presentaban una amplia distribución hacia el este y sur (Casamiquela, 1991; Mc Ewan, Borrero, Prieto, 1997).

En 1861, sin mayor conocimiento del territorio, el Senado de la República de Chile crea la Provincia de Llanquihue, que incluye los departamentos de Osorno, Llanquihue y Carelmapu, cuyo deslinde sur era la ensenada y río Comau, latitud 42º 10’. Pese a que la ley que crea la provincia de Llanquihue indicaba que su límite sur era el Territorio de Magallanes, el Decreto Ley demarcatorio no consideró el te-rritorio situado al sur del río Comau, hasta el territorio de Magallanes, que en gran parte correspondía a lo que hoy es la región de Aysén. El “descuido administrativo” perdura hasta el decreto de 1894 que incorpora al departamento y provincia de

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Llanquihue el territorio continental comprendido entre los paralelos 42º y 47º de latitud sur, región conocida como “el Potrero de los Rabudos”, o también denomi-nada como “Aysen” por los aborígenes, cuyo significado sería “la tierra del estero que se interna más al oriente” (Araya, 1998).

Un territorio olvidado

Durante este período, entre fines del s. XIX y mediados del XX numerosas familias de origen chileno llegaron a instalarse a los valles superiores de las principales cuen-cas binacionales. Así comenzó el poblamiento de Futaleufú, Palena, Lago Verde, Cisnes, Huemules, Ibáñez, Chile Chico, Baker, Mayer y lago O’Higgins. Dicho poblamiento espontáneo entraría en conflicto con la ocupación empresarial de va-rios de dichos valles, respaldada por el Estado a partir de la política de concesiones ganaderas impulsada a principios del siglo XX.

Hacia fines de los años veinte, el Estado decide finalmente hacer presencia efec-tiva en el área, creando de este modo el Territorio en 1927 y la Provincia de Aysén al año siguiente con capital Puerto Aysén. Desde su creación, la provincia demostró ser una realidad diferente al resto de las provincias de Chile por su tardía incorpo-ración a la lógica económica y social nacional. En 1974 pasa a denominarse Undé-cima Región de Aysén y su capital regional fue trasladada a Coyhaique, creándose en su interior cuatro provincias y 10 comunas.

Un marco histórico de las exploraciones de Aysén

Aunque la tarea de detallar las numerosas expediciones y exploraciones del terri-torio a lo largo de toda la historia de Chile desde el siglo XVI, es un trabajo en sí mismo, el objetivo de este artículo es establecer un panorama ilustrativo de este fenónemo. Pueden determinarse tres grandes periodos que en conjunto sientan las bases de la idea de una tierra de exploraciones: el periodo colonial; las exploraciones naturalistas y geográficas de principios del siglo XX; y finalmente las exploraciones aventureras y deportivas posteriores a 1950.

Exploraciones del periodo colonial a los deslindes territoriales, siglos: XVI - XIX

A partir de 1520, cuando Hernando de Magallanes descubre “las tierras de Diciem-bre” en el sector del Golfo de Penas, muchos navegantes europeos recorren el litoral por motivos más bien comerciales, bélicos y de piratería: Drake 1577, Cavendish 1586, de Noort 1598, Spilberg 1614, Lemaire y Schouten 1615 y l’Hermitte y Schapnham en 1623. En 1629 se hace la primera mención del archipiélago de los Chonos (Martinić, 2005) a los mares de sur del Taitao y “pedazos de cordillera muy agra”, los campos de hielo (Cartas anuales Compañía de Jesús, M. Martinić, 2005).

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Uno de los acontecimientos más relevantes del siglo XVIII por lo que significó y por las consecuencias geopolíticas que trajo para el área de nuestro interés, ocurrió en 1741, cuando la flota del almirante Anson, en un viaje bélico, pierde la nave Wager que naufraga sobre las costas sur del Golfo de Penas. Algunos de los sobre-vivientes ayudados por diversos grupos de canoeros, navegan hasta Chiloé donde serán apresados antes de poder volver a Inglaterra. Este dramático hecho movilizó a los representantes de la corona española en Chiloé para financiar varias expedi-ciones a la Patagonia occidental insular, con el objetivo de conocerla y resguardar el territorio ante la amenaza de nuevas incursiones hostiles de otros imperios (Urbina, 2010).

En 1767 navega Bougainville, en misión para la Real Academia de Ciencias de Francia, realizando una vuelta al mundo donde pasa por los fiordos Patagónicos. En su libro Viaje alrededor del mundo en la fragata La Boudeuse afirma que, de las expediciones anteriores a los mares del sur, “sólo seis fueron realizadas con espíritu de descubrimiento, las de Magallanes, Drake, Lemaire, Roggewin, Byron y Wallas. Los demás navegantes tenían como único objetivo el enriquecerse y no han hecho ningún aporte a la geografía”. Casi simultáneamente, en 1768, Cook, a bordo del “Endea-vour” y acompañado de los “sabios” Blacks y Solanderemprende, viaja alrededor del mundo con enfoque científico y geográfico.

En Aysén y desde Chiloé, entre 1766 y 1767, el padre jesuita José García Alsué recorre el litoral situado al sur del río Palena tratando de ubicar la Ciudad de los Césares. Descubre el fiordo Aysén y recorre parte de dicho río al cual llamó “Río de los Desamparados”.

Hacia el final del periodo colonial se realizan las primeras exploraciones geográ-ficas y científicas, entre las que destacan la de José de Moraleda y Montero en 1793 (al servicio de la corona española) quien dibujó la primera carta geográfica de la región y exploró el río Aysén y el Archipiélago de los Chonos; la corona británica por su parte financiará la expedición de Robert Fitz Roy (1832-34), en la que par-ticipa el naturalista Charles Darwin.

Durante los primeros años de la república chilena destacan las expediciones del teniente Hudson (1857) y Enrique Simpson (1870-72), quienes recorrieron con distintas intenciones los canales y fiordos de Aysén y finalmente avistaron la Pata-gonia interior remontando el río Aysén, cruzando por primera vez las cordilleras patagónicas.

Por la parte oriental, diversas expediciones geográficas y naturalistas recorren la Patagonia, desde Río Negro y Carmen de Patagones, hasta el río Santa Cruz y el Estrecho de Magallanes, internándose hacia los grandes lagos (muchos de ellos hoy bi-nacionales) y las cordilleras patagónicas. Se destacan las exploraciones de Alcides D’Orbigny a Río Negro y Carmen de Patagones (1829), Francisco Pasca-sio Moreno por toda la Patagonia (1872-1897), Musters por las sendas tehuelches (1870), los argentinos Moyano (1881) y Lista (1884), el naturalista Burmeister

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(1888-1889), el colono gales Ap Iwan (1893-97), el conde francés Enrique de la Vaulx (1896) y sus coterráneos Moreteau (1896) y Mercerat (1897). Sobresale finalmente, para Aysén y en el plano científico y geográfico las exploraciones del doctor Hans Steffen y sus colaboradores entre 1894 y 1899, que aportarán valiosa información para dilucidar la cuestión de límites con la República Argentina. Des-tacable en ellas es que continúan la tradición de explorar el territorio internándose desde la desmembrada geografía del litoral hacia las zonas transcordilleranas, re-montando las principales cuencas hidrográficas del territorio.

Las exploraciones geográficas y naturalistas de la primera mitad del siglo XX

En este periodo destacan las exploraciones geográficas, naturalistas y alpínisticas que buscan descubrir y describir un territorio todavía en gran medida “Terra in-cognita”. El naturalista Rodolfo Hauthal (1899), el botánico C. Skotsberg y el geó-logo P. Quensel (1907-1908), el antropólogo G. Bonarreli y J. Nagera (1917) y C. Caldenius con sus estudios en geomorfología glaciar (1929) sobresalen por estudiar aspectos geográficos y naturales de la Patagonia chilena. Las expediciones de Paillin y Nordenskjold al Glaciar San Quintín (1920) así como de Federico Reichert y sus compañeros (1914 al Glaciar Moreno, 1920 a la Laguna San Rafael y 1939 hacia el San Valentin), del padre salesiano Alberto de Agostini (a partir de 1922 y con su destacado ascenso al Monte San Lorenzo 1941), del geólogo Egidio Feruglio 1930-1931, el explorador alemán Augusto Grosse y Max Junge (1932-1945), del geólogo y andinista Arnold Heim (por el lago General Carrera y hacia el Campo de Hielo Norte, 1939-1947) o de Luis Liboutry a los Campos de Hielo Sur (1952), destacan por sus hazañas alpinisticas y recopilación de información científica continental.

Las expediciones de Anette Laming y José Emperaire (1949-1954) en los archi-piélagos del Sur o de Keller en Puyuhuapi (1952) también son expediciones cientí-ficas destacadas para el litoral patagónico, dando lugar a libros de corte científico-cultural relevantes.

Las exploraciones aventureras y deportivas del siglo XX

En el tercer periodo, de 1950 a 2000, destacamos exploraciones de tipo aventuras-deportivas. Algunas de las más emblemáticas se orientaron a alcanzar las cumbres más elevadas de la región: La del Club Andino de Bariloche de Argentina (CABA), con el primer asenso al Monte San Valentin (1952), las de los franceses Terray, Magnone y otros al Cerro FitzRoy (1952), el CABA a la cumbre del San Lorenzo (1954), Eric Shipton y la primera Cruzada Campos de Hielos Este-Oeste (1963 -1964), la venida de Douglas Tompkins e Yvon Chouinard, quienes escalan con otros en el Cerro FitzRoy (1968), las andanzas andinísticas de Gino Buscaini y Silvia Metzletin (1970 y hasta 1998) por toda la Patagonia, el CABA que regresa

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al San Lorenzo (1983), la expediciones de Casassa, Mujica y otros con una nueva travesía del Campo de Hielo Norte (1985), la escalada del San Lorenzo por un grupo de sudafricanos (1986), de Previtali y compañeros al San Valentín con el Cruce Norte-Sur del Campo de Hielo Norte (1993), las expedición chilena Sven Bruchfeld y su equipo quienes cruzan dicho Campo de Hielos de Este a Oeste (1995) y una expedición italo-inglesa que sube la pared norte del San Valentín y cruza el Campo de Hielo hasta el glaciar y fiordo Steffen (en 1998-1999).

Existen muchas otras expediciones, con enfoques científicos diversos, tales como las protagonizadas por los arqueólogos Felipe Bate a partir de 1965 o Fran-cisco Mena (a partir de 1989), los geólogos Suárez y Rita de La Cruz (a partir de 1980) o recientemente Kemel Sade (2005) y otros. Sin embargo, podemos afirmar que durante este periodo se observa una tendencia fuerte hacia la exploración más bien deportiva de Aysén.

A partir de los años noventa del siglo pasado surgen nuevas formas de recorrer el territorio; viajes de tipo exploratorio y con contenido educativo que lideran la Fundación Raleigh y la Escuela NOLS. Hoy más de 10 instituciones y empresas ofrecen viajes de esta naturaleza, turísticos, educativos y deportivos. Los casos de la Escuela de Guías de la Patagonia o la empresa Extremely Patagonia son emblemá-ticos de este fenómeno.

El surgimiento del turismo científico en Aysén en los últimos 10 años

A partir de la década del 2000 podemos apreciar el surgimiento de lo que se po-dría desde ya categorizar más precisamente como turismo científico. Observamos varios casos en los últimos años de exploraciones que suelen diversificarse en sus motivaciones, medios y mediatización. Éstas son de corte “exploratorio-deportivo”, comunicacionales y a la vez más profesionales. Las expediciones, proyectos depor-tivos, científicos y turísticos son a la vez más importantes en cuanto a recursos financieros, número de participantes y equipos utilizados. A raíz de ellas se observa la generación de más materiales de difusión posteriores a las expediciones para el público en general (sitios web, revistas, etc.) y para la creación de productos turís-ticos (generación de contenido para viajes comerciales).

En cuanto al turismo aventura de dimensión científica en Aysén el caso de la ex-ploración aventurera deportiva de la Scientific Exploration Society a la isla Wager en 2006, liderado por ex-buzos de la armada británica para identificar posibles restos del naufragio famoso relatado posteriormente por John Byron y otros sobre-vivientes. En este caso no los acompañaban arqueólogos ni se trabaja en base a me-todologías científicas, y la motivación principal fue de corte cultural o deportivo. Sin embargo, nuevamente, dio pie, posteriormente, a investigaciones propiamente científicas por arqueólogos chilenos (Carabias, 2009).

En cuanto al turismo científico cultural el viaje de aprendizaje realizado por la

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Universidad de Montana en enero 2011 es relevante. Se basa en el estudio de los impactos medio-ambientales de posibles represas hidroeléctricas, un tema constru-ye un viaje universitario pero que no da lugar a publicaciones o aportes científicos nuevos, pero participa de la educación de los alumnos.

En el ámbito del eco-voluntariado científico un primer ejemplo que explicita bien el concepto es el viaje de estudio de la Universidad de Michigan realizado en 2008 (Michigan University, 2009) en relación al tema de los impactos ambientales de las posibles represas hidroeléctricas. Estudiantes y profesores producen desde el trabajo en terreno, encuestas y entrevistas, un análisis prospectivo del tema, realizando así un aporte a la comunidad y a la academia. Otro caso es el viaje de investigaciones Arqueológicas en el Valle Chacabuco dirigido por los científicos Francisco Mena (CIEP) y Ana Prentiss (Universidad de Montana) en 2011 (Mena, 2009; 2011), voluntarios pagan para ser parte del grupo de trabajo de investigación, cubriendo así los gastos asociados a su visita y contribuyendo con su pago en un 40% del costo total de la expedición científica.

En cuanto al turismo científico vinculado expresamente a las investigaciones académicas, donde los investigadores requieren de logística y servicios turísticos para producir datos de terreno, un buen ejemplo es el trabajo vinculado a estudios acústicos y fotográficos de cetáceos en el litoral Norte de la región. Esta investi-gación liderada por Heike Vester, de Ocean Sounds, y el Max Planck Institute en colaboración con el CIEP en 2010, produce innovadores datos sobre presencia de cetáceos y registros de niveles de ruido en los fiordos (Vester, 2009). Este trabajo da lugar a un producto de turismo científico, ofrecido por la empresa Exploraysen S.A., un “spin off” del proyecto Centro de Turismo Científico del CIEP, el cual permitirá recibir voluntarios y co-financiar la continuidad del trabajo.

En conclusión, observamos que las investigaciones científicas, las exploraciones de territorios desconocidos y las nuevas formas de hacer turismo que se desarro-llan en Aysén tienen plena pertinencia y coincidencia con el concepto de turismo científico. Sin embargo, se aprecia que todavía no existe coherencia territorial o puesta en valor “turístico” para el beneficio socio-económico local. Son iniciativas en general “exógenas”, llevadas por instituciones internacionales con un grado se-cundario de participación chilena o regional. Para aproximar plenamente el terri-torio y para construir un destino turístico con productos comerciales hace falta una estructuración de la propuesta, mediante actores profesionales especializados con una real vinculación con el mundo de las ciencias.

Una respuesta para aprovechar y consolidar este naciente turismo científico en Aysén es el proyecto “Las Ciencias Aportando al Desarrollo Turístico de Aysén, creando un centro de turismo científico de la Patagonia”, liderado por el CIEP y financiado por Innova Chile de la CORFO.

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3. Ingenieria turistica para el turismo científico

Surgimiento del concepto. Oportunidades para Aysén

Consciente de las oportunidades pero también de las dificultades que supone el desarrollo de este innovador segmento del turismo de intereses especiales, el CIEP inicia un proceso de articulación paulatina de acciones regionales para el desarrollo sostenible de productos turísticos con contenido científico. Su principal objetivo inicial es el fortalecimiento de investigaciones científicas en el ámbito de la valori-zación y conservación del patrimonio natural y cultural como una apuesta de largo plazo para fortalecer el desarrollo socio-productivo de Aysén a través del ecoturis-mo de intereses especiales.

Se plantea que la misión del Proyecto Centro de Turismo Científico de la Pata-gonia (CTCP), es ser un articulador (figura 2) entre científicos, actores públicos, actores privados del ámbito de la conservación, de la comunicación y de la divul-gación, para fortalecer el sector productivo en torno a proyectos de turismo de intereses especiales ligado a la generación de conocimientos.

Figura 2. El Centro CIEP, articulador de redes de actores para el turismo científico.

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El establecimiento del Centro supone la voluntad y visión de contar con un espacio de excelencia internacional en la temática del turismo en Aysén, que logre impulsar investigaciones y proyectos empresariales de turismo asociados, entrenan-do e implementando sistemáticamente innovaciones tecnológicas, con una clara orientación hacia la comercialización de productos que aporten a las ciencias, el desarrollo turístico y la educación de los actores locales.

Desde el punto de vista sectorial, un polo de “turismo científico” debiera forta-lecer la formación de profesionales y jóvenes guías en temáticas científicas para el turismo, aportando por consiguiente a la sensibilización de actores en el cuidado del patrimonio regional, y aumentando las oportunidades de negocios entre opera-dores y prestadores de servicios, para productos altamente valorados. Asimismo, la capitalización de investigaciones realizadas a nivel regional fomenta las iniciativas públicas de desarrollo y la toma de decisión acertada en el territorio.

Un proyecto que se desarrolla de 2009 a 2012 en tres grandes etapas

–El diseño del modelo, a través de estudios de mercados y la realización de expedi-ciones de exploración científica que asocian actores regionales del turismo.

–La implementación del modelo, con la generación de ensayos con los actores identificados y capacitados.

–La difusión y la transferencia del modelo, con un fuerte énfasis en el posiciona-miento del destino a través de productos piloto.

El CTCP logra paulatinamente coordinar acciones para estrechar la relación ciencias-turismo y canalizar el conocimiento adquirido para luego difundirlo a la comunidad de actores regionales. Adicionalmente, y en una perspectiva de desa-rrollo de capacidades locales, se apoya el proceso de fortalecimiento tecnológico y de capacidades empresariales necesarias a la operación de productos turísticos científicos, vinculando socios universitarios académicos y sus redes con operadores especializados.

Proyectos pilotos para el turismo científico

La metodología de trabajo se basa en el desarrollo proyectos piloto de turismo científico, generando por etapas en cada uno de ellos, en temáticas variadas propias de cada territorio (figura 3), exploraciones científicas, diseños de proyectos que vin-culan ciencias y turismo y ensayos de actividades y productos de turismo científico. Los proyectos reflejan la diversidad de las intervenciones y oportunidades que ha generado el CTCP.

Así es como por ejemplo exploraciones e investigaciones arqueológicas en los

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fiordos en la comuna de Tortel realizadas hasta la fecha permiten plantear a futuro navegaciones turísticas para explorar los canales y visitar los sitios de naufragio. Se plantea aquí la generación de una suerte de Museo al Aire Libre sobre los ecosis-temas y las comunidades locales. Otro caso es cuando posteriormente a una fase científica exploratoria, en el ámbito de la arqueología, la geología y la ecología de río en Valle Chacabuco, se prioriza la implementación de proyectos de investiga-ción de largo plazo asociado a la creación de programas de estudios universitarios y de voluntarios. También se diseñan circuitos temáticos para seguir las huellas indígenas y observar con guías naturalistas la fauna y flora y la geología de esta zona de estepa patagónica. El desarrollo turístico, cultural y educativo se plantea desde la fundación CP y con operadores “aprobados” para operar en el Parque minimizan-do impactos y asegurando la calidad de la experiencia del visitante.

Otro caso son las exploraciones e investigaciones asociadas al tema del calen-tamiento global en los Campos de Hielo Norte; éstas han dado lugar ya a di-versas nuevas investigaciones, modelización de glaciares, estudios meteorológicos en montaña, estudios limnológicos, entre otros, pero el turismo científico además propone la generación de circuitos ecoturísticos acompañados por guías especialis-tas (geólogos, ecólogos o meteorólogos) o con guías locales formados a las temáticas priorizadas.

Por fin, como último ejemplo, la investigación en el litoral norte de Aysén sobre la fauna marina ha permitido por su parte aumentar el conocimiento científico de esta zona pero, a la vez, crear programas de monitoreo con voluntarios para apoyar su continuidad. Se ofrece hoy productos turísticos de navegación para observar la fauna y flora marina del litoral oceánico con la meta de observar ballenas y generar nuevos registros acústicos bajo la supervisión de un investigador senior y el apoyo de guías y asistentes especializados.

El ciclo de creación y desarrollo de programas de turismo científico

La creación y desarrollo de programas de turismo científico se puede resumir en etapas y un ciclo donde desde la necesidad de generar nuevos conocimiento cien-tíficos se producen oportunidades para vivencias turísticas. Las más de 70 acciones realizadas desde 2009 en el seno de cada proyecto abarcan tanto “exploraciones científicas y deportivas” como finalmente programas y productos de turismo cien-tífico “comercializables”, esto en un lapso de 2 años. Podemos así ver cómo la gene-ración de viajes de turismo científico puede, en Aysén por lo menos, resumirse en un ciclo de exploraciones de carácter más bien deportivo que científico, expedicio-nes y proyectos más científicos, con la posibilidad de programas de voluntariado y, finalmente, a la interpretación y divulgación científica, relevante para generar viajes turísticos con mayor contenido cultural.

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Figura 3. Localización de los proyectos piloto para el turismo científico en Aysén.

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En cuanto a la experiencia que puede conocer un turista, podemos destacar que ésta varía en cada etapa del ciclo de los programas de turismo científico. Durante las “exploraciones” el visitante descubre de manera más bien deportiva y aventurera un nuevo territorio y temas nuevos en compañía de científicos y especialistas, par-ticipando activamente en conseguir datos que permiten estructurar nuevos plan-teamientos. Al participar de una investigación en curso, el “turista” es protagonista y participante de todas las actividades de campo, es un voluntario y colaborador de un científico o líder de un programa temático. Además de su tiempo y conocimien-to, puede aportar recursos económicos para apoyar el desarrollo del proyecto inves-tigativo, permite en una cierta medida asegurar su perennidad. Finalmente, cuando el conocimiento científico y cultural ha sido sistematizado y que se elaboran pro-gramas turísticos en base a ellos el turista llega a ser más bien un “consumidor” de experiencias y vivencias elaborados y que está dispuesto a comprar. El científico debe para esto tomar parte activa en la interpretación, divulgación y transferencia del conocimiento para el público en general.

Una plataforma comercial para la sustentabilidad económica de la propuesta

Habiendo establecido las bases para una oferta coherente con la demanda inter-nacional observada, gracias a los estudios de mercado en Europa, Estados Unidos, Brasil y Chile (Bourlon 2010; Mao et al., 2010; Sutton et al., 2010; Olivera y Olivera, 2010), surge la necesidad de una estrategia basada en una plataforma em-presarial para el turismo científico, Exploraysen S.A.

Exploraysen se plantea como la estructura que permite asegurar la sustenta-bilidad económica del modelo, tiene por objetivo primero promover el turismo científico uniendo actores especialistas en el turismo en Aysén.

Los asociados a esta plataforma de negocio “sostenible” buscan generar una di-námica diferenciadora en el mercado turístico de la Patagonia. Nueve fundadores, asociados cercanamente al proyecto mismo de creación del “CTCP” (Andes Pa-tagónicos Ltda., Histórico Ricer Restaurante, Terra Luna Lodge Ltda., Cóndor Explorer Ltda., El Puesto Expediciones, Estancia Punta del Monte, Patagonia Lear-ning Adventures (Chile) Ltda., Consult Patagonia EIRL y Pura Patagonia Ltda.) así como nuevos integrantes (Patagonia Base Camp, Sailing Patagonia, Terra Maga y Entre Hielos Hotel) se unen apostando a las oportunidades comerciales futuras de la iniciativa. Exploraysen viene a ser un socio y co-financiador en las investiga-ciones propuestas por científicos de todos los horizontes.

El centro de investigación CIEP da el sustento científico y las pautas para la viabilidad del desarrollo de los productos turísticos. Los investigadores buscan por su lado fondos propios para su investigación pero apuestan a que parte de los costos asociados a sus trabajos puedan ser financiados por los turistas, becas entregadas

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por empresas o por voluntarios que ven necesario la conservación del patrimonio cultural, social y natural de Aysén.

La sostenibilidad del modelo gracias al sello de turismo científico

La sostenibilidad del modelo de gestión propuesto por el CIEP se basa en la vin-culación de agentes públicos, privados, empresariales y universitarios (figura 4). Inicialmente reunidos en un “Consejo Asesor para las Ciencias y el Turismo” del proyecto CTCP, algunos servicios públicos como el SERNATUR, la CONAF, la Dirección General de Aguas, el Servicio Agrícola Ganadero, han tomado parte en determinar las áreas de interés para la investigación y sugerido el desarrollo de acciones tendientes a fortalecer la temática de la conservación o del turismo en la región. Junto a ellos, organizaciones civiles han aportado con conocimientos espe-cíficos, experiencia práctica para que se fortalezca la formación de capacidades lo-cales y se busque cumplir con el interés público de cuidar el patrimonio y difundir la ciencia a través de actividades turísticas.

Figura 4. Sustentabilidad de los productos de turismo científico.

Se formula el protocolo para la certificación (figura 5) de los productos de tu-rismo científico (Mao y Bourlon, 2011) con el objetivo de asegurar la coherencia

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y sostenibilidad del modelo de gestión. El CIEP desea resguardar la validez del concepto a través de la certificación con el objeto de asegurar para cada proyecto y producto el tenor científico y los protocolos de cuidado de los recursos naturales y culturales, claves para fortalecer el desarrollo turístico regional. Los centros de in-vestigación buscan generar nuevos conocimientos, las ONG’s asegurar la conserva-ción de patrimonios naturales y culturales, los servicios públicos el interés colectivo y los operadores la sustentabilidad de sus recursos para su sector de actividad. Es así como un consejo para las ciencias y el turismo que reúne a estos actores propone hacer un seguimiento de las iniciativas aportando sus visiones y recomendaciones para la puesta en valor del conocimiento científico y el resguardo de la información obtenida. Finalmente es un comité científico y técnico, integrado por miembros de las redes de investigadores y profesionales vinculados al consejo coordinado por el CIEP, quien valida la seriedad de los proyectos y productos de turismo científico, velando que éstos tengan como enfoque la generación de nuevos conocimientos científicos. Cada proyecto debe considerar un plan de trabajo científico, actores asociados pertinentes y velar por la sustentabilidad económica de las actividades, así como la adecuada transferencia de conocimientos.

El sello busca asegurar que el turismo se pone a disposición de las ciencias, o sea a la generación de conocimientos, y no al revés. Con este enfoque se busca resguardar la autenticidad del concepto y asegurar la calidad de la experiencia del “turista-científico”.

Figura 5. Proceso para la obtención del sello, 8 etapas claves.

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4. Sostenibilidad y transferibilidad del modelo

Históricamente, los mundos del turismo y de las ciencias han estado fuertemente vinculados. Por consiguiente, la noción de turismo científico que movilizan nu-merosos autores y operadores a partir de mediados de los años 90, tiene diversos derivados tanto en términos de prácticas como de productos. Este dinamismo ilus-tra una innovación permanente y una gran creatividad (Corneloup y Mao, 2010) en cuanto a las formas de turismo denominadas alternativas o de nichos. Desde muchos puntos de vista, estas formas se inscriben en un trans-turismo (Corneloup, 2009) que apunta a liberarse de los marcos clásicos del turismo moderno e indus-trial. El desarrollo del turismo científico se apoya, como otros nichos turísticos, en la renovación de las motivaciones turísticas. Se confirma el desarrollo de nichos basados en la “ecologización” de las prácticas, un aumento de los intermediarios culturales y medioambientales, una aproximación más existencial y vivencial que da un nuevo sentido o justificación al viaje.

Podemos observar en su implementación sistematizada en la región de Aysén cómo el turismo científico en sus cuatro formas permite innovar y fortalecer un desarrollo turístico diferenciador. Vemos cómo en este territorio las investigaciones impulsan el turismo y cómo el turismo puede apoyar el trabajo científico. Observa-mos en Aysén exploraciones que dan pie para investigaciones académicas, progra-mas de eco-voluntariado que permiten sostener procesos en el tiempo y la creación de una nueva oferta turística más cultural y formativa basada en la interpretación científica.

Se observa que, gracias a un buen diagnóstico de oportunidades, una correcta ingeniería turística y una plataforma multidisciplinar, la propuesta es pertinente para Aysén, como aporte para un desarrollo turístico más sostenible. Se requiere de un conjunto de elementos, actores y mecanismos impulsores para cambiar las percepciones y generar nuevos emprendimientos: un equipo multidisciplinario en una institucionalidad público-privada (con representantes públicos, actores priva-dos de turismo, de conservación y de la educación) en un territorio específico, una red de actores socios, una propuesta con un presupuesto plurianual y acciones de exploración, diseño y ensayos pilotos.

Es interesante finalmente preguntarse si el concepto y modelo es replicable en otros territorios. Es probable que sí para territorios turísticamente al margen de los destinos tradicionales. La clave es si que se deben crear dinámicas y voluntades comunes en un proyecto de desarrollo turístico territorial. Para Aysén con esta di-námica ya consolidada se puede afirmar que “venir a descubrir Aysén es algo total-mente distinto”, a otros destinos turísticos. Tal como lo ha expresado Thuy Doan, participante de un proyecto de turismo científico en 2011: “después de la Patagonia fui a la Isla de Pascua y quedé decepcionada porque en Aysén tuve la real sensación de haber vivido algo único”.

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Naturaleza, cultura y formas turísticas de vida en Aysén1

Nature, culture and touristic forms of life in Aysén

ROBINSON TORRES SALINAS2

JORGE ROJAS HERNÁNDEZ3

Resumen

Este trabajo busca comprender el surgimiento y desarrollo de las formas turísticas de vida en la Patagonia-Aysén desde una perspectiva sociológica que considera líneas de movimiento de sujetos a través del territorio patagón. Se parte de la base que las formas turísticas de vida en Aysén tienen un sustrato histórico basado en un pasado indígena milenario y una identidad pionera surgida desde el (re)poblamiento de la Región a principios del siglo XX. El trabajo expone resultados de expediciones de investigación en terreno realizadas en la Región de Aysén (2006-2011), que mediante diseños multi-método (entrevistas semi-estructuradas, encuestas, talleres participativos, observación partici-pante), muestran a Aysén como un espacio de naturaleza y expresividad ecológica excepcional, que ha albergado históricamente formas de vida móviles que se nutren del legado indígena y también de las formas de vida tradicionales basadas en la identidad pionera patagona. Se observa que, a partir de la construcción de la Carretera Austral a mediados de la década de 1970, estos elementos han contribuido a sedimentar y articular las formas turísticas de vida, que comienzan a formar y desa-rrollar una oferta de servicios turísticos locales, que durante la década de 1990 devienen globales, generando así nuevas dinámicas de desarrollo regional basado el turismo de naturaleza y la cultura tradicional patagona, que se ven eventualmente amenazados por la depreciación de íconos naturales como ríos y paisajes a causa del proyecto HidroAysén.

Palabras clave: Movilidad territorial, formas turísticas de vida, desarrollo regional, Aysén.

1 El presente trabajo fue posible de realizar gracias a la ayuda financiera de los siguientes proyectos: a) Proyecto DIUC-Patagonia Nº 205.173.029-ISP “El desarrollo sustentable de las actividades turísticas, de las comunidades y agencias locales de la región de Aysén. Un estudio basado en nuevos conceptos de gestión, responsabilidad social em-presarial y formación basada en competencias”, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción, ejecutado en colaboración con el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP) de Coyhaique (2005-2007); b) Proyecto “Turismo de naturaleza, desarrollo local sustentable y conflictos de intereses en torno a los megaproyectos hidroeléctricos en la Patagonia (Región de Aysén, Chile)”, financiado por la Dirección de Investigación de la Universidad de Concepción y ejecutado por el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Concepción (2006-2008); c) Proyecto “Potencialidades de desarrollo del turismo de naturaleza en la Región de Aysén. Los agentes locales y sus perspectivas de clusterizacion”, financiado por CONICYT a través del Fondo de Fortalecimiento Institucional del CIEP (SS-2008-06), ejecutado por el Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Concepción (2009-2010).

2 Sociólogo, Magíster en Investigación Social y Desarrollo, Académico e Investigador Colaborador del De-partamento de Sociología y Antropología y del Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile, Universidad de Concepción, Chile. E-mail: [email protected]

3 Doctor en Sociología, profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología, Decano de la Facul-tad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción, Chile. E-mail: [email protected]

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Abstract

This paper seeks to understand the emergence and development of touristic forms of life in Pata-gonia-Aysen from a sociological perspective that considers mobility lines of subjects through the Patagonian territory. It assumes that the touristic forms of life in Aysén have a historical background based on ancient indigenous past and a pioneer identity arising from the (re) settlement of the region in the early twentieth century. The paper presents results of field research expeditions con-ducted in the Aysen Region (2006-2011), which through a multi-method design (semi-structured interviews, surveys, participatory workshops, participant observation), highlight to Aysén as an space of both nature and ecological expressiveness, which historically has hosted mobile forms of life that feed the indigenous heritage and the traditional lifestyles based on Patagonian pioneer identity. It is noted that after the construction of the Carretera Austral in the mid-1970s, these elements have contributed to sediment and joint the touristic forms of life, which begin to create and develop local tourism services, which at the end of the 1990s become global, generating new dynamics of regional tourism development based on nature and traditional Patagonian culture, which are possibly threat-ened by the depreciation of natural icons such as rivers and landscapes because HidroAysén project.

Keywords: Territorial mobility, touristic forms of life, regional development, Aysén.

Recibido: 10.07.11. Aceptado: 15.09.11.

Introducción

La noción de forma de vida, en su sentido socio-antropológico, refiere a un modo de vida contexto-específico, una modalidad o manera de hacer las cosas

que involucra la vida tanto en términos biológicos u orgánicos así como también en términos de la vida cultural y social, con toda su fenomenología de experiencia y saberes contextuales surgidos a través de la experiencia práctica de los sujetos socia-les en el mundo de la vida (Lash, 2001). En esta línea, la noción derivada de formas turísticas de vida vendría a representar aquellos modos de vida locales organizados en constelaciones de sentidos, personas y estructuras (Herpburn, 2002) que en es-pacios geográficos regionales y locales construyen las relaciones sociales del “sistema turístico” (Cohen, 1984), que surge elementalmente a partir de la valorización de ciertos atractivos turísticos (íconos naturales y culturales) a través de la mirada de visitantes, así como la provisión de servicios de hospitalidad por los nativos, que pasan a transformarse en un nuevo grupo microempresarial que da vida y articula los intercambios socio-económicos y culturales con turistas y atractivos dentro del sistema turístico local y regional (MacCannell, 2003).

En términos históricos y desde su poblamiento originario y fundacional (Martinić, 2005), este trabajo busca poner de relieve que las formas de vida pata-gonas de Aysén han estado históricamente caracterizadas por la movilidad territo-rial y la lucha adaptativa a ambientes biofísicos y climáticos fríos y hostiles para la vida humana, que incluso durante gran parte del siglo XX permaneció sin plena conectividad terrestre interna regional. Con la construcción de la Carretera Austral

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(década de 1970 hasta hoy) surge la posibilidad de entrada de visitantes externos y turistas, con lo cual puede afirmarse que la accesibilidad terrestre creó las posibili-dades de sedimentación y formación del turismo en la Región, iniciándose así un proceso de hibridación de estas formas tradicionales de vida, móviles y rurales, con una nueva forma turística de vida basada en el intercambio cultural y económico entre locales y visitantes (Torres, 2008).

El trabajo se divide en dos partes. En la primera se trata de resaltar la movilidad territorial que ha caracterizado la vida humana en Aysén desde su poblamiento indígena originario hasta el poblamiento fundacional que comenzó a principios del siglo XX. Se resaltan aspectos como los desplazamientos en búsqueda de alimen-tación y los medios de transporte utilizados, que tienen similitud con los procesos y fenómenos sociales que aparecieron en la Región con el turismo una vez que se comenzaron a habilitar los diversos tramos de la Carretera Austral. Se parte del supuesto basado en evidencia empírica que el turismo surgió a consecuencia de la construcción de la Carretera (Torres, 2008; Muñoz y Torres, 2010). Justamente, la segunda parte del trabajo busca describir el proceso de formación y desarrollo de las formas turísticas de vida como consecuencia de esta obra vial. A través de una serie de entrevistas semi-estructuradas, encuestas y talleres participativos desarro-llados primero en la cuenca del río Baker (2007-2008) y posteriormente en toda la Región (2009-2010), se describe el proceso a partir de la experiencia de algunos patagones y patagonas, que hacen visible cómo el turismo ha transformado radi-calmente el paisaje natural y cultural de Aysén, así como también el modo de vida de sus habitantes. Con base en el legado indígena e identidad pionera, inscritos vigorosamente en el imaginario social de la sociedad aisenina, se postula que las formas turísticas de vida surgen con la Carretera Austral pero se nutren de este legado histórico, probablemente amenazado por el eventual proyecto HidroAysén.

Formas de vida patagonas

Las formas de vida patagonas han sido históricamente formas de vida en movi-miento, con constantes des-territorializaciones y re-territorializaciones (Deleuze y Guattari, 1997), caracterizadas por desplazamientos de personas desde un lugar a otro, principalmente para buscar el sustento alimenticio y estar en contacto con otros grupos humanos del territorio. Ocurrió con las primeras poblaciones indí-genas que habitaron la Región desde hace unos doce mil años antes del presente (Martinić, 2005: 21-22). Ocurrió también con las primeras familias y capitalistas estancieros que llegaron a principios del siglo XX y que prosiguieron arribando a la región durante dicha centuria, quienes debían viajar hacia Argentina para abas-tecerse de víveres para el invierno durante los meses de verano. Ocurre hoy con los viajeros de la región (nacionales y extranjeros) que viajan año a año hacien-

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do turismo motivados por conocer lugares y personas. Evidentemente, no puede compararse el primigenio movimiento motivado por conseguir alimentos para la supervivencia que aquel posmoderno motivado por ocio, recreación y turismo. Sin embargo e independiente de las motivaciones para hacerlo, todos implican el desplazamiento y movilidad territorial de sujetos y comunidades humanas a través del ambiente natural de Aysén.

Así, un punto de partida es que la Región de Aysén ha cobijado históricamente en su interior a individuos y grupos humanos móviles, tanto en forma de bandas nómadas en busca de comida y hábitats para dormir, como estancieros y nuevos co-lonos en busca de tierras habitables y fértiles, así como trabajadores de empresas de carreteras y como turistas que llegan a conocer la naturaleza y cultura de su gente. Estos colectivos de sujetos móviles que han habitado y visitado Aysén han estado recorriendo el territorio regional por diversas circunstancias, ya sea a pie, a caballo, en automóvil, embarcaciones acuáticas y en avionetas anfibias. Si hay algo común en las formas de vida de los distintos grupos humanos que han habitado la Región, es el ser sujetos móviles, viajeros, personas que por una u otra razón se movilizan de un lugar a otro con objetivos específicos.

El historiador de Punta Arenas y Premio Nacional de Historia Mateo Martinić (2005), sabio conocedor de la Patagonia chilena y argentina, acuña los conceptos de “poblamiento originario” ó “primigenio” y “poblamiento fundacional” para nom-brar los dos grandes momentos de la vida humana en Aysén. El poblamiento origi-nario o primigenio sería aquel cuando arribaron los primeros habitantes indígenas, unos 12 mil años antes del presente, al sitio arqueológico conocido como “El Baño Nuevo 1”, unos 80 kilómetros al noreste de Coyhaique. El segundo relataría la llegada de los primeros pobladores y estancias ganaderas a principios del siglo XX, cuando se inicia la colonización y establecimiento de asentamientos humanos en la Región fomentada por el Estado de Chile. Ambos tipos de poblamiento tuvie-ron momentos e hitos relevantes durante la exploración y adaptación al ambiente natural del territorio. A continuación se revisan sucintamente ambos momentos, resaltando su importancia para la formas turísticas de vida actuales que, como se intentará ilustrar, son formas de vida móviles, en constantes movimientos de deste-rritorialización y reterritorialización en sectores específicos de la región.

Movilidad indígena originaria

A través de los grandes ecosistemas de cuencas que conforman el conjunto de la Patagonia-Aysén (cuencas de los ríos Palena y Cisnes por el norte; río Aysén por el centro; Baker y Pascua por el sur), la parte oriental pampeana del territorio de Aysén se fue poblando por bandas nómadas que buscaban lugares con vida vegetal y animal que fueran aptos para la supervivencia. Basándose en investigaciones ar-

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queológicas desarrollada en Aysén, para el historiador Martinić (2005), este pobla-miento originario tuvo sub-períodos específicos, en los cuales se fueron instalando diversos asentamientos humanos, que dejaron su huella en diversos sitios arqueo-lógicos descubiertos en la zona de pampa andina, abarcando desde las cercanías de Lago Verde en la cuenca del río Palena, hasta el valle del río Chacabuco, en la cuenca del río Baker. En los más de 500 kilómetros que hay entre estos dos puntos andinos –que coinciden con los actuales límites entre Chile y Argentina– se han descubierto una serie de sitios arqueológicos que dan cuenta del poblamiento ori-ginario de la Región por su parte oriental4. No interesa aquí explicar en detalle la historia de cada uno de estos sitios. Lo que sí importa rescatar es que todos ellos, según Martinić, hacen visible la forma de vida nómada que tenían los primeros habitantes de la Región, arribados posiblemente desde Argentina desde aproxima-damente 12 mil años antes del presente (Martinić, 2005: 20-21). Eran grupos muy reducidos en número de individuos, pero que tenían desplazamientos de amplia extensión para cazar el animal base de su alimentación: el guanaco. Estos grupos nómadas cazadores-recolectores tenían campamentos base a partir de los cuales rea-lizaban excursiones al territorio en busca de alimento, para lo cual contaban con una vivienda funcional liviana, “diseñada para ser armada y desarmada con facilidad y ser transportada sin mayor embarazo” (Martinić, 2005: 27). Estos desplazamientos mi-lenarios de los indígenas –principalmente de la etnia tehuelche– tienen similitudes de forma con los actuales desplazamientos de turistas y mochileros que recorren la región acampando con equipamiento de fácil transporte todos los veranos. En sus viajes de norte a sur y viceversa a través de la zona pampeana y también en dirección este-oeste desde la pampa hacia el bosque siempre verde de los valles centrales5, estas bandas de cazadores y recolectores se desplazaban ocupando cuevas y paredones, especialmente en el Valle del río Ibáñez, como “lugares de alojamiento ocasional”, gracias a la disponibilidad de agua y leña con que el entorno boscoso de estos lugares frecuentemente contaban. No obstante, la diferencia entre estos primeros habitantes de Aysén y los actuales turistas era el medio de transporte. Las bandas nómadas de la etnia tehuelche (téushenkenk) se desplazaban a pie. Posterior-mente, la introducción del caballo como medio de transporte en el siglo XVII ven-dría a transformar completamente la amplitud de desplazamiento de los indígenas.

El dominio del caballo cambió poco a poco, pero de manera irreversible, la vida y costumbres de los hasta entonces cazadores recolectores pedestres, y de tantos aspec-

4 De norte a sur: Sitio Lago Verde en las cercanías de lago del mismo nombre, Sitio Alero del Toro en el valle del río Cisnes, Sitio Baño Nuevo cerca de Ñirehuao, Sitio Las Guanacas y otros Sitios en el valle del río Ibáñez, Cueva Río Pedregoso cerca del valle del río Jeinimeni y Sitio Entrada Baker en el valle del río Chacabuco. Cfr. Martinić (2005: 36).

5 Y, lo más probable, hacia la costa, como sugieren autores como Bate y Sade, así como también Francisco Mena (2011).

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tos en los que influyó de manera determinante quizás el más importante fue el de permitir la extensión de su movilidad, vale decir, de su capacidad de desplazamiento de mayor distancia que la habitual antes de la incorporación equina (…) Con el tiempo debió originarse inclusive un verdadero “corredor centropatagónico”, por el que se movieron de manera recurrente los diferentes grupos aborígenes en sus desplazamientos de sur a norte y viceversa, con ramales o interconexiones hacia el interior subandino (Martinić, 2005: 28).

El caballo, que hoy en día se sigue utilizando en los predios productivos agrí-colas de Aysén y con fines turísticos, fue una revolución para la movilidad y forma de vida de los indígenas que habitaron originalmente el territorio regional. De nómadas pedestres se transformaron en nómadas a caballo. La movilidad territorial sufrió así una primera innovación.

Una segunda innovación en el transporte por el territorio regional de Aysén la habrían de introducir los grupos indígenas chonos y kaweskar en la zona archipie-lágica del litoral aisenino. Estos grupos aborígenes, que poblaron la zona de islas y fiordos del litoral de Aysén hacen unos cinco a seis mil años antes del presente (Martinić, 2005: 45), eran nómadas cazadores-pescadores-recolectores que se en-contraban emparentados por algún lazo con los primeros habitantes de la isla de Chiloé. A diferencia de los tehuelches, nómadas terrestres, su forma de vida estaba estrechamente asociada al mar:

eran nómadas marinos, que se movilizaban en una embarcación sorprendentemente simple, construida con tres tablas unidas entre sí por costuras vegetales y bien calafa-teadas, que no era otra cosa que la bien conocida dalca; en tierra se cobijaban en unos ranchos hechos con ramas y se cubrían con vestidos tejidos en lana que preparaban ellos mismos; no obstante de ser pescadores y cazadores sabían cultivar la tierra y tenían siembras de papas y de maíz (…) el conocimiento del arte del tejido, como la crianza de animales y una práctica agrícola elemental ponen de manifiesto el influjo cultural veliche-chilote sobre los aborígenes del sur del Corcovado, fruto evidente de una interrelación prolongada en el tiempo que sugiere una movilidad periódica de grupos tanto hacia el sur como hacia el norte de este golfo (Martinić, 2005: 38).

La forma de vida marina de chonos y kaweskar, complementada con la forma de vida en tierra que compartían en parte con los tehuelches, tienen en común haberse adaptado a las condiciones ambientales extremas del territorio con lo mínimo. Las fuentes de alimentación de estos grupos –como guanacos, pumas, huemules, gatos, zorrillos, hurones, piches, peces, mariscos, avestruces, aves menores, hongos, bayas, raíces comestibles entre otros vegetales (Martinić, 2005)– fueron las principales motivaciones de su movilidad, que contaba con medios de transporte como el caballo y embarcaciones como la dalca que, en la oferta turística local, hoy en día han tomado forma de cabalgatas de montaña y lanchas para paseos con motores

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fuera de borda, que aún mantienen una importancia gravitante para las formas de vida móviles que se desarrollan en Aysén. Asimismo, ambos grupos contaban con viviendas móviles que eran fáciles de armar y desarmar en sus desplazamientos.

Movilidad fundacional

A fines del siglo XIX ya no quedaban indígenas en la Región, esto por diversas razones que no serán revisadas en este trabajo. Lo que sí interesa colocar bajo ob-servación es que, a pesar del vaciamiento humano que sufrió la Región, los nuevos habitantes que habrían de llegar en expediciones exploratorias y de colonización, tuvieron que adaptarse a las mismas condiciones climáticas y geográficas hostiles que los antiguos indígenas nómadas, manteniendo ciertos elementos legados por las antiguas formas de vida, como la movilidad para conseguir alimentos, además de prácticas agrícolas y de tejido, así como el transporte a través del caballo y em-barcaciones acuáticas, tanto marinas como lacustres e incluso para la navegación en ríos, como fue el caso de Baker, Aysén y Palena. Todos elementos que se asocian al turismo contemporáneo que se desarrolla en la Región.

Como es sabido, el proceso de colonización de las tierras interiores de la Región de Aysén tuvo como preámbulo una serie de exploraciones realizadas principal-mente por el marino de la armada chilena Enrique Simpson (1870-1873) y el geógrafo Hans Steffens (1893-1899), para hacer reconocimiento del territorio y elaborar cartografía que serviría para comenzar a zanjar los problemas de límites con Argentina. Estas exploraciones se realizaron por barco y a caballo. Posterior-mente, en 1901, el Estado chileno realiza las primeras concesiones de tierras a grandes capitalistas que tenían por misión introducir actividades productivas y po-blar la región con familias europeas empobrecidas que desearan una mejor vida, y trabajadores. Además, paralelamente se fue generando un proceso de poblamiento espontáneo de parte de migrantes de la isla de Chiloé y grupos indígenas que en-traron desde Argentina, probablemente escapando de los procesos de “Pacificación de la Araucanía” y de la “Campaña del Desierto”, que se dieron en forma paralela en Chile y Argentina, respectivamente, desde mediados del siglo XIX para ocupar territorios indígenas. También fue importante la migración de grupos humanos no indígenas provenientes de la zona centro sur de Chile que buscaban mejores posibilidades para trabajar y conseguir tierras. En todo este proceso, un aspecto ca-racterístico sigue siendo la movilidad al interior del territorio de Aysén. Colonizar y asentarse significaba un esfuerzo enorme, que implicaba desplazamientos a pie, a caballo y en embarcaciones menores a través de los lagos y ríos de la zona interior de bosque siempre verde, así como también en la zona costera.

La movilidad del desplazamiento inicial fue poco a poco reduciendo su inten-sidad cuando los primeros pobladores fueron construyendo sus casas, para lo cual

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debían talar con hacha los árboles para fabricar la madera, además de todas las ac-tividades cotidianas del campo como cortar bosques para generar pradera, quemar estos bosques, posteriormente introducir el ganado y de ahí introducir otros ani-males y asentarse definitivamente con sus familias. No obstante este asentamiento sedentario, que reduce la movilidad al interior del territorio en contraste con el no-madismo indígena milenario, ésta se activaba cada verano a causa que las familias debían abastecerse de víveres básicos para el año (harina, mate, azúcar, arroz…), los cuales previo a la construcción de la Carretera Austral se compraban en Argentina, porque había un muy escaso comercio de víveres al interior de la región. Esta com-pra implicaba planificar y ejecutar un viaje anual con una tropa de caballos de carga (pilcheros). Este viaje lo hacía en general el jefe de hogar junto con otros familiares. De esta manera, la densidad de población fue paulatinamente creciendo. Según estimaciones, ya en 1907 había 197 personas viviendo en la Región, las que para 1930 alcanzaba los 9.715 habitantes, alcanzando las 48.858 personas para 1970 (Ortega y Brüning, 2004).

Los setenta años de poblamiento “fundacional” de la Región de Aysén que van enre 1900 y 1970 significaron el asentamiento definitivo de personas de diferen-tes culturas –chilotes, indígenas y chilenos del centro-sur del país, argentinos y europeos– a través del territorio regional, quienes vivieron aislados, sin caminos ni carreteras interconectados unos con otros, dedicando sus vidas principalmente a las actividades de ganadería y agricultura de subsistencia, sedimentando poco a poco una forma de vida eminentemente rural asociada a las actividades del campo. En este sentido, se movilizaban cada año con sus tropas de animales para poder llevarlos al puerto o pueblo más cercano y así venderlos en las ferias ganaderas. Esto implicaba desplazamientos de extensión variada por el territorio regional, depen-diendo de la proximidad de los campos productivos con el lugar de venta del gana-do, que en general eran puertos y principales pueblos de la Región, como Puerto Puyuhuapi por el norte, donde llegaban campesinos de la zona de Lago Verde y Palena a vender sus animales a compradores quienes los embarcaban hacia Puerto Montt y Osorno, donde eran sujetos al sistema de “engorda” en los campos para luego ser comercializados como carne, leche y derivados.

Al igual que los viajes de compra de víveres hacia Argentina, los desplazamientos para transportar la tropa de ganado bovino y ovino se hacía a través de los bosques y quebradas de las montañas patagónicas. Estos viajes se realizaban a caballo en compañía de perros “ovejeros” e implicaban que muchas veces se tenía que “acam-par” en el lugar donde los tomara la noche. Nótese las similitudes con los nómadas indígenas precedentes. La diferencia está en que con frecuencia estos esforzados ganaderos se encontraban con alguna casa en el camino, en la cual sus moradores les brindaban un techo y comida para pasar la noche, una práctica bastante común presente en la memoria patagónica, a partir de la cual puede encontrarse el origen de la hospitalidad de los habitantes de Aysén, determinada por factores como las

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bajas temperaturas y la soledad de vivir aislados. Esta hospitalidad es un importante valor agregado en la industria del turismo, porque ella se basa precisamente en la provisión de servicios especializados de ocio, aventura y experiencias únicas del vi-sitante con los atractivos turísticos, como la fiestas costumbristas desarrolladas des-de hace un tiempo en los pueblos de la región, así como también la serie de Áreas Silvestres Protegidas presentes en la región, que suman un total de 20 unidades en la región, entre las cuales se encuentra el Parque Nacional Queulat, la Reserva Coyhaique, el Parque Nacional Laguna San Rafael, e incluso el futuro Parque Na-cional Patagonia, el único parque privado de casi 80 mil hectáreas de propiedad de Kristine Tomkins, esposa del ecologista norteamericano Douglas Tomkins, donde se desarrollan algunos proyectos de conservación (ver artículo de Mao, Bourlon y Osorio en este mismo número especial de Sociedad Hoy).

Carretera Austral y surgimiento del turismo de naturaleza

A pesar que los primeros colonos tenían como misión construir caminos para lograr la conectividad interna de Aysén, la región vivió prácticamente en el aislamiento geográfico hasta la década de 1970, cuando por cuestiones de geopolítica con Ar-gentina Pinochet decide dar el impulso definitivo a la construcción de la Carretera Austral, que permitió que la serie de pueblos que se fueron creando durante la colonización y poblamiento fundacional pudieran conectarse por tierra sin salir de la región ni el país. No obstante, previamente los pueblos de todas formas se encon-traban conectados entre sí, de diversas maneras. Los pioneros de la región viajaban a caballo por huellas, por ejemplo para trasladar a sus enfermos; en embarcaciones por lagos, como es el caso de los diversos pueblos del Lago General Carrera (Puerto Bertrand, Puerto Guadal, Puerto Tranquilo, Bahía Murta, Chile Chico), así como embarcaciones por ríos (especialmente desde la costa litoral hacia el interior por los ríos Palena, Baker y Aysén), así como también desde cierta época en avioneta, por ejemplo desde Cochrane a Coyhaique o desde Lago Verde a Puerto Aysén. Este medio aéreo de transporte fue desarrollado por personalidades como Eduardo Si-mon Bernheim, uno de los fundadores de Lago Verde, que era usado, por ejemplo, en situaciones de emergencia para transportar enfermos y mujeres embarazadas hacia los hospitales ubicados en Coyhaique y Puerto Aysén. Estos desplazamientos ilustran cabalmente que uno de los rasgos distintivos de las formas de vida de los colonos de la Región fue ser sujetos móviles que se encontraban en permanente desplazamiento territorial, lo que fue sedimentando una fuerte identidad patago-na con su territorio físico, su geografía accidentada y la abundante flora y fauna de bosques y especies animales como el huemul, el zorro y el cóndor. Asimismo, la patagona es una identidad marcada por el esfuerzo de tener que desplazarse de un lugar a otro por razones de supervivencia básica (alimentación, medicina, y

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posteriormente, educación secundaria de los hijos). El año 1976 comenzaron los trabajos de construcción de la Carretera Austral en la zona comprendida entre los pueblos de Puyuhuapi y La Junta (Martinić, 2005: 403-404). Actualmente, la Ca-rretera Austral tiene una longitud de 1.150 kilómetros de norte a sur, y se ramifica otros 229 kilómetros por caminos transversales desde la pampa andina a la zona litoral. No obstante, aún faltan aproximadamente 800 kilómetros para conectar con Puerto Natales por el sur. Se ha previsto finalizar su construcción durante la década de 2020 (Muñoz y Torres, 2010: 448).

Las obras básicas de la carretera son ejecutadas por el Cuerpo Militar del Tra-bajo (CMT) del Ejército de Chile, que labora en la “línea de avance” socavando montañas, talando bosques y cruzando profundas quebradas para construir la obra gruesa de la ruta, que es terminada por empresas privadas contratadas para per-filar el camino, instalar las señales y hacer los mejoramientos complementarios y obras de arte a la obra gruesa. La llegada de empresas a una zona aislada y casi deshabitada tuvo un fuerte impacto en la economía local, porque frecuentemente éstas demandaban para sus trabajadores servicios de alojamiento y comidas. Esto generó una oferta espontánea por parte de algunos pobladores de las comunida-des locales de la región y sus cuencas, quienes aprovecharon la oportunidad de crear pequeños negocios para satisfacer la súbita demanda de servicios de comida y cama. Asimismo, la habilitación de los primeros tramos de la carretera, además de permitir el desplazamiento terrestre de vehículos y personas, dejó en evidencia la belleza natural y paisajística de Aysén a los ojos del observador externo. En este sentido, una expresión de la voluptuosidad y belleza de la naturaleza en Aysén es que actualmente cerca del 50% de la superficie regional pertenece al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) (Figura 1). De esta manera, al quedar en evidencia la belleza escénica de la región con la construcción de la Carretera Austral se produjo con el avance de los años una llegada progresiva de turistas. Las estadísticas oficiales de ingresos de turistas a la región puede graficar este proceso paralelo, por un lado de avance de la Carretera Austral y por otro de aumento del número de visitantes y turistas a la región. Según el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR), en 1990 entraron 49.795 turistas a la región de Aysén, cantidad que el año 2008 se incrementó a 159.948; con un crecimiento sostenido que ronda el 6,8% anual en un período de 18 años (Muñoz y Torres, 2010). Ese crecimiento ha sido paralelo al avance de la Carretera. Gradualmente, los servicios de hospedaje y alimentación creados para atender a los trabajadores de las empresas constructoras de caminos, fueron mostrando su adaptabilidad a los nuevos visitantes y se fueron adecuando para los turistas (Muñoz y Torres, 2010). A continuación se describirá cómo la Carretera Austral, una obra vial que tuvo por objetivo inicial la integración y conectividad regional, trajo como consecuencia inesperada el desarro-llo del turismo regional y de paso, una transformación de las formas de vida tradi-cionales de los habitantes de la región. Nacen las formas turísticas de vida en Aysén.

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Figura 1. Áreas Protegidas de la Patagonia-Aysén.

Fuente: Centro EULA-Chile, Universidad de Concepción.

Formación y desarrollo de formas turísticas de vida en la Patagonia- Aysén

Sedimentación de las nuevas formas turísticas de vida

Durante el año 2007 se realizaron una serie de entrevistas semi-estructuradas a prestadores de servicios turísticos en la cuenca del río Baker (Torres, 2008; Muñoz y Torres, 2010). Ante la pregunta ¿Por qué decidió crear su negocio?, respondieron refiriéndose a dos causas principales: necesidades internas a su grupo familiar y nece-sidades externas a la familia.

Las necesidades internas se refieren principalmente a las necesidades materiales de los sujetos entrevistados. Antes de ser operadores de servicios turísticos, varios de ellos y ellas tenían en general problemas económicos para sostener el hogar, edu-car a los hijos y salir adelante; y en un contexto de aislamiento geográfico y hostili-dad climática, aparte de las actividades del campo, no eran muchas las alternativas de empleo que podían vislumbrar en sus localidades de origen. En ese escenario, comienzan a ver que el entorno en transformación en que viven les comienza a mostrar alternativas de empleo de forma independiente.

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Necesidades externas a la familia: ese entorno dice relación con la llegada de visi-tantes y sus necesidades de alojamiento, transporte y comida. Por ejemplo, en la cuenca del río Baker y en el período previo a la Carretera Austral, cuando el lago General Carrera era navegado por diversas embarcaciones que conectaban los dis-tintos puertos y centros poblados, era característica la movilidad interna de viaje-ros: los visitantes eran los mismos pobladores de la cuenca, quienes, por ejemplo, desde Cochrane viajaban a caballo hasta la localidad de Puerto Guadal, para desde ahí tomar el barco que los llevaría hasta Chile Chico y de ahí hacia Argentina, don-de se abastecían con víveres y provisiones para todo el año. Este viaje de búsqueda de víveres era una verdadera odisea que realizaban todos los años. En esos viajes, cuando arribaban a la localidad de Guadal, debían aguardar la llegada del barco. De vuelta, a veces tenían que permanecer en Guadal porque las condiciones climáticas de lluvia y nieve no permitían seguir con el viaje. Ahí es cuando Quemel, uno de los entrevistados en la localidad de Puerto Guadal, dice que creó su negocio, al ver la necesidad de aquellos pobladores, que a veces no tenían dónde dormir por la noche.

Quemel, Puerto Guadal:

el pasajero que venía, la población era tan humilde que a gatas tenían sus camitas para ellos, entonces a veces imagínese cuando llegaban en la noche en la barcaza, y la gente no tenía dónde dormir, ni en las casas ni nada. Entonces yo dije: la gran necesidad es hacer esto.

Ante esa necesidad, Quemel fundó su “hostería” en el año 1980. En la misma localidad de Puerto Guadal, justo al frente de la hostería de Quemel y arriba del muelle donde atracaba la barcaza, María fundó su negocio de hospedaje y comidas el año 1975. Al igual que Quemel, vio las necesidades que apremiaban a los po-bladores que viajaban en la barcaza y decide crear su negocio, que hasta hoy tiene instalado en la lomita que está justo arriba del antiguo muelle de Puerto Guadal. De hecho, el hospedaje familiar de María se llama “La Lomita”. Tanto el negocio de Quemel como el de María combinaron desde un comienzo alojamiento y comidas para los visitantes. Varias actividades. Incluso, el negocio de Quemel tenía previa-mente actividades de almacén y artesanía en cuero de oveja, esta última la actividad principal de su actual negocio. Por la misma época que Quemel y María, en la ri-bera norte de lago General Carrera, en Puerto Bahía Murta, en el año 1979 Jacinta también creó su negocio, primero de comidas, y posteriormente de alojamiento. Esta pobladora patagona también hizo surgir su negocio con los pasajeros de la bar-caza, que llegaban al antiguo Muelle de Bahía Murta (hoy clausurado, como gran parte de los puertos del lago) ya fuera embarcando para ir a comprar víveres a Chile Chico, o bien embarcando hacia el poblado de Puerto Cristal, que durante 60 años (1936-1997) fue una próspera localidad que surgió y evolucionó gracias a la mine-

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ría (plata, zinc, plomo). De esta manera, se fueron formando pequeños negocios de servicios de alojamiento y comidas que respondían a la demanda originada por los desplazamientos de pobladores que iban en busca de víveres a Chile Chico y Argentina. Paralelamente, además, comenzaron a llegar trabajadores de las empre-sas de caminos y también funcionarios públicos que se desplazaban por los nuevos caminos de la Patagonia-Aysén. Viajeros a los que vinieron a sumarse los turistas:

Nibaldo, Villa Cerro Castillo:

cuando se abrió la Carretera, en Cerro Castillo no habían hospedajes, era un pueblo muy pequeño, después yo tuve la suerte de salir un poco hacia Licanray, con mi jefe fuimos a construir una cabañas por allá, y eso me abrió, no cierto, la ventanita de por qué yo eso no lo podía transformar aquí en Cerro Castillo, y por ahí nació la idea. Y también nació, no cierto, un poquito por el mismo turista, porque yo como trabajo en un colegio, en el verano cuando no habían hospedaje, entonces siempre venían a consultar a ver si se les podía recibir, si se podían duchar…

De forma similar a la experiencia de Quemel, la experiencia de Nibaldo mues-tra que la demanda por servicios de los viajeros que se desplazaban por la Región, ahora turistas, comenzó a cruzarse con las vidas de los pobladores de las localidades como Villa Cerro Castillo en la cuenca del Baker. Y ellos, atendiendo a las señales de esa “potencia turística”, comenzaron a utilizar sus saberes tradicionales y de for-mación previa en sus respectivos trabajos para hacer frente a esta nueva realidad. El saber turístico comienza a formase en el territorio patagón, combinando saberes tradicionales con nuevos aprendizajes sobre la marcha (learning by doing). El caso de Nibaldo derivó en que gracias a sus habilidades y experiencia en las faenas de la construcción, y además como auxiliar de la escuela rural de Cerro Castillo, donde comenzaban a llegar turistas solicitando servicios básicos, pudo comenzar en la construcción de su alojamiento y cabaña, para ofrecerlo directamente a los turistas que visitaban por esos primeros años de Carretera Austral la localidad y Reserva Cerro Castillo. A estos servicios de alojamiento y comidas hay que sumar la expe-riencia de caminatas y excursiones en busca de pinturas rupestres que desde 1980 Nibaldo había acumulado con el arqueólogo chileno Francisco Mena. Eso lo fue convirtiendo en un guía especializado para los turistas que desearan conocer las artes rupestres legadas por los primeros habitantes de la zona del valle del río Ibá-ñez, especialmente la guanaca con cría y el paredón de las manos. Así, la Carretera Austral también fue una condición de posibilidad para que historias humanas de la cuenca del río Baker comenzaran su aventura como prestadores de una variedad de servicios turísticos para los visitantes.

Con el avance de las obras de la Carretera Austral, diferentes centros poblados de la región y de la cuenca del Baker fueron experimentando este nuevo ambiente turístico en formación. En Puerto Ibáñez, el matrimonio compuesto por Armando,

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un trabajador multifacético (mecánico, carpintero, albañil, entre otras habilida-des), y Zulema, una mujer indígena y trabajadora, que en la entrevista nos relató su fascinación por todo lo que tenga que ver con “negocios”, también experimentaron esta nueva realidad de la apertura territorial con la Carretera Austral:

Armando, Puerto Ibáñez:

bueno todo el tema de la cocinería nació porque había necesidad en ese tiempo, nosotros sufrimos aquí como Puerto Ibáñez un cambio brusco de pronto con la apertura de la Carretera Austral; venía la gente y no tenía dónde comer, entonces nosotros visualizamos eso, obviamente teníamos un poco de herramientas para ha-cerlo y la más motivada siempre era Zulema, porque yo trabajaba en construcción y me iba bien, o sea no me iba mal, pero después igual vino un bajón y le dimos duro a esto y nos ha estado yendo bien.

Cuando los entrevistamos por primera vez, en enero de 2007, Zulema y Arman-do eran los concesionarios del Camping Municipal de Puerto Ibáñez, ubicado en dicha localidad emplazada en la ribera norte del Lago General Carrera. Allí, además del servicio de camping para los turistas, tenían instalado un restaurante, donde ofrecían servicios de comidas a los visitantes, pero también servicios de banquetería para todo tipo de eventos, tanto reuniones de servicios públicos como casamientos, bautizos, etc. Esto porque, según este matrimonio, el turismo funciona sólo du-rante la época de verano, y la verdad “es que hay que trabajar todo el año para poder subsistir”.

Esto pone de relieve, además de las varias actividades realizadas por estos pa-tagones (camping, comidas), el carácter estacionario del turismo en la Región de Aysén y cuenca del río Baker. Las causas de la estacionalidad del turismo son de carácter socio-económicas, ya que los turistas visitan Aysén principalmente en sus períodos de vacaciones estrechamente ligados a su actividad laboral o de estudios; y de carácter climático, ya que los turistas prefieren el clima caluroso del verano para realizar sus visitas. Y la Patagonia es una zona de clima extremo que en el invierno muestra temperaturas que a veces superan los 25 grados en las zonas más frías de la Región, como Balmaceda, Coyhaique y Cochrane. Esta “estacionalidad” de la demanda por servicios turísticos es una cuestión que los entrevistados señalaron se dio desde el comienzo del negocio y experiencia cultural del turismo. Y con la que deben lidiar hasta hoy.

De esta manera, con el avance de los años, mientras en el Chile central se ce-lebraba la vuelta a la democracia y se comenzaba con un nuevo período socio-político en el país, en la Región de Aysén estos cambios tenían que ver más con las nuevas formas turísticas de vida surgidas con la apertura territorial y posibilidad de desplazamientos en vehículos por tierra, que con una nueva democracia. Las formas de vida tradicionales, asociadas a la vida móvil a caballo del mundo rural, se

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veían fuertemente impactadas, tanto económica como culturalmente, con las nue-vas movilidades y desplazamientos terrestres que trajo consigo la Carretera Austral al interior de la Región.

Intercambio cultural y aprendizaje social en el naciente turismo regional

Cabe señalar que la llegada de turistas generó una interacción cara a cara entre patagones y patagonas y los nuevos turistas visitantes, fenómeno sociológico donde se comienzan a transmitir los rasgos característicos de la cultura y personalidad pa-tagona a los visitantes. Y asimismo, los visitantes también comienzan a transmitir sus culturas, personalidades y conocimientos a los patagones. El idioma (inglés, francés, italiano, árabe-israelí) muchas veces ni siquiera era un problema, ya que de una u otra manera, incluyendo los signos no verbales, se lograba la comunicación. Interesa resaltar que esta interacción social también jugó un rol en la creación de negocios de servicios turísticos de Aysén, ya que para algunas patagonas, de dichos encuentros surgió la idea de crear negocios de servicios turísticos. Asimismo, estos encuentros son una buena ilustración del nuevo paisaje turístico y de intercambio cultural que trajo consigo la Carretera Austral.

María, Chile Chico:

resulta que yo me fui a Coyhaique a vender mis manzanas en el mes de enero y me encontré con una señorita de Estados Unidos que se llama Lisa. Conversándole del viaje la invité a mi casa. Eso fue el año noventa, entonces, estuvo dos días en mi casa porque le agradó el lugar y yo le dije que podía estar los días que quisiera. Pero ella iba pa’ las Torres del Paine y bueno, se quedó y me dice ‘yo ando anotando direccio-nes’. Me preguntó ella si yo quería anotarme y yo le dije que no estaba segura, por qué razón, que yo no sabía idioma, entonces yo le digo ya, a la insistencia de ella le digo yo ‘bueno Lisa anótame pero ponle a los turistas que se pueden cocinar’, por-que yo apenas sé cocinar para tres personas que es mi marido, mi hijo y yo. Enton-ces ella me anotó en el libro American Agenda Up en el 91; pasaron dos años y me empezaron a llegar de uno y dos turistas, tres, después empezó de a cuatro. Después nos íbamos con mi hijo al barco a buscar turistas porque nos dimos cuenta que era una fuente laboral que a nosotros nos convenía y se prestaba la casa. Y nos íbamos al muelle, en aquellos años no habían taxis, los traíamos a carro en caballo y entonces los turistas se reían y nos decían ‘es típico’, ‘si, típico’ y cosas como ésas nos pasa-ban. Y así he estado todos estos años trabajando con los turistas. Estoy anotada en todos los restos de los libros después porque solo del American Agenda Up sacaron la dirección para todos los otros países; que estoy en los alemanes, en los australia-nos, últimamente los italianos, etc., etc., estoy en el Turistel, estoy vía camping, vía hospedaje hasta los días de hoy. Esa es mi historia resumiéndola en pocas cosas, pero es muy bonito, he aprendido muchas cosas y también me gustó porque trataba con

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otras personas, ya no éramos las mismas caras, porque en esos años el pueblo tenía 700 personas. La otra gente no se atrevía a recibir los turistas, así que incluso habían veranos que yo no hallaba qué hacer, porque yo me preguntaba ‘¿a dónde me metí?, pero sacaba fuerzas de flaqueza y voluntad y atendía a la gente igual, así que mi casa llena tanto dentro como en el camping.

En esta historia se hace visible el rol que han jugado los desplazamientos de los locales y sus encuentros con turistas en la creación de algunas unidades de servicios turísticos. La experiencia partió con un encuentro fortuito de esta patagona con una turista inglesa que estaba de paso por la Región, ya que su destino eran las To-rres del Paine (turistas en ruta). María tiene una pequeña “chacra” entre el pueblo de Chile Chico y el camino internacional que lleva a la frontera con Argentina y de ahí al pueblo de Los Antiguos. En su pequeña chacra, María cultiva sus manzanas, cría abejas y produce miel, y además, después de su encuentro con Lisa, ha des-tinado parte de los dormitorios de su vivienda para recibir turistas, equipándolos con camas e implementos básicos para producir “hospitalidad”. El turismo que desarrolla María tiene ese sabor rural, ya que es agricultora y por esas casualidades de la vida, a causa de los desplazamientos de turistas por la región, prestadora de servicios turísticos. Ella relató que su vida en el campo no la cambia por nada. Aun así, las experiencias de esta patagona, al igual que las de muchas y muchos otros prestadores de servicios turísticos, desde el puerto de Raúl Marín Balmaceda por el norte hasta Villa O’Higgins por el sur, tienen una matriz común: sus negocios surgieron por una demanda externa gatillada por la apertura territorial que trajo la Carretera Austral. Ellas y ellos respondieron adaptándose a esa demanda. Otra característica es que nunca se especializan en una sola actividad, sino que ofrecen varios servicios a la vez, es decir, son multi-actividad. Los servicios básicos siempre son alojamiento, comida y transporte. Éstos se complementan, en variadas combi-naciones, con servicios turísticos especializados como la pesca deportiva, activida-des de turismo aventura como rafting y kayak, cabalgatas y caminatas en montañas, hielos y bosques, así como observación de sitios arqueológicos y actividades asocia-das al turismo cultural, como la fiesta costumbrista realizada todos los veranos en Villa Cerro Castillo.

Desarrollo y especialización de los servicios turísticos en Aysén

El surgimiento y desarrollo de los servicios de hospitalidad a través de los distintos pueblos de Aysén nacieron entonces bajo el influjo directo de las obras de la Carre-tera Austral. A continuación se hará una breve descripción de los servicios de aloja-miento, que lejos son el grupo mayoritario de servicios que se ofertan actualmente en la región, donde duermen los viajeros, y que además son importantes porque en su interior se desarrolla una serie de relaciones sociales entre los habitantes re-

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ceptores y sus visitantes, sean éstos amigos, familiares, trabajadores de empresas, funcionarios públicos o turistas. Este sector representa el 52,6% de los servicios de hospitalidad ofrecidos a los visitantes y viajeros que se desplazan por el territorio aisenino, según una encuesta aplicada en febrero de 2010 a una muestra total de 77 operadores turísticos de la Región (Tabla I).

Tabla I. Servicios de hospitalidad en la Región de Aysén.

Los servicios de alojamiento incluyen campings, cabañas, hospedajes familia-res (cama y desayuno), hosterías (cama, desayuno y comidas), así como también hoteles, hostales y ecolodges. El alojamiento más común es el hospedaje familiar de cama y desayuno, que en su mayoría surgieron por las razones antes expuestas: necesidades de ingresos para sustento del hogar y necesidades de visitantes que de-mandaban hospitalidad. A diferencia de los hoteles y principalmente los ecolodges, que son en su mayoría propiedad de empresarios extra-locales6 (nacionales y extran-jeros), los hospedajes familiares son propiedad de gente patagona, hija y nieta de los colonos que llegaron desde principios de 1900 a asentarse a la región. El perfil del turista y visitante que aloja en estos hospedajes de cama y desayuno familiar es muy distinto al que aloja en hoteles y ecolodges. La principal diferencia es el motivo del

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Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz y Hansen-Rojas (2010).

6 El concepto está tomado de Artesi (2007).

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viaje y las tarifas. Si en el hospedaje familiar el perfil del visitante es principalmen-te el turista joven mochilero, grupos de familias chilenas de vacaciones y turistas europeos, en los ecolodges predominan los pescadores con mosca. No obstante, la principal diferencia es la tarifa, asociada a un producto específico. Los ecolodges ofrecen paquetes de alojamiento, transporte, comidas y excursiones a lagos y ríos para pescar. Todos los servicios juntos. En cambio los hospedajes familiares ofrecen cama, desayuno y hasta comidas en el caso de las hosterías, pero en general no ofrecen excursiones. Éstas son ofrecidas por otros operadores o bien por empre-sas de la competencia. Sin embargo, sí ofrecen hospitalidad patagona, recepción personalizada al turista, atención directa a sus necesidades, conversación gratuita, intercambio cultural e interiorización del turista en las formas de vida locales.

Es decir, los hospedajes familiares de los pueblos de Aysén son una especie de transmisores directos de la cultura e identidad patagona hacia los visitantes y tu-ristas, impronta cultural que se inscribe en el imaginario social patagón a través del sentimiento pionero que existe en casi todos los hogares y sectores de la región, un sentimiento intenso que abraza el esfuerzo cuasi heroico de vivir y hacer patria en la brava diversidad geográfica, natural y climática del territorio aisenino.

La cocina de hospedaje familiar como espacio de hospitalidad y autenticidad patagona

Un espacio clave dentro de los hospedajes familiares, donde suceden las conver-saciones entre el local y su visita, es la cocina. Como se ha venido insinuando, frecuentemente los servicios de alojamientos y especialmente los hospedajes fami-liares tienen servicios de comidas incluidos, ya sea como un restaurante aparte del alojamiento o bien como servicios de comidas al interior de éstos. Como en el caso de María, de Chile Chico, algunos operadores prestan sus cocinas a visitantes y turistas para que ellos mismos cocinen sus comidas, mientras que otros operadores simplemente se niegan a hacerlo, argumentando que eso les perjudica su negocio de comidas.

Especialmente importante en este grupo de turistas que “solicitan cocina” se encuentran los israelitas, el principal grupo de turistas extranjeros de la región, quienes, por particularidades culturales, cocinan casi todo lo que comen –mayori-tariamente, no consumen en restaurantes. De acuerdo a la visión de los propieta-rios y propietarias de alojamientos, lugares de comida, los israelitas son un tipo de “turista ahorrativo”, que según una encuesta aplicada a una muestra de 330 turistas que visitaron la región en 2007, son los más jóvenes (su edad promedio no supera los 25 años), y durante el viaje hacen exhibición de comportamientos ahorrativos a los ojos de microempresarias/os del turismo regional, lo cual los convierte quizás en el grupo de turistas que busca maximizar la relación gasto-consumo, incremen-tando el consumo y minimizando los gastos. Es el típico turista joven “mochilero”.

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Algunos patagones los llaman “apretados”, otros incluso señalan que los turistas israelitas llegan a ser indeseables por esa condición, ya que además de solicitar re-bajas de precio en cada uno de los servicios que consumen (alojamiento, comida, transporte), con frecuencia tienen comportamientos desafortunados, ya que algu-nos operadores turísticos expresaron durante entrevistas que sufrieron de parte de este grupo el robo de elementos de los alojamientos (toallas, frazadas, confort), o bien estos mochileros israelitas se dedican a “cocinar en los dormitorios” cuando el o la propietaria del alojamiento les ha negado la cocina. Debemos precisar que estas son narrativas comunes en operadores/as turísticos a través de todos los centros poblados de la región, y no tiene nada que ver con racismo ni anti-semitismo de nuestra parte, asuntos que se encuentran fuera de nuestros valores y actitudes fren-te a personas de otras culturas, y pensamos que fuera de los valores y actitudes de patagones/as y chilenos/as en general. Es sólo que el comportamiento de algunos, y por cierto no todos los turistas israelitas les ha hecho ganar “mala fama” entre algu-nos de los operadores de servicios turísticos y las comunidades de Aysén en general.

Quemel, Puerto Guadal:

El que se porta bien es el gringo, el suizo, el alemán, el inglés, el francés, el nor-teamericano y el argentino también, pero los parroquianos nuestros son muy apre-taos. Y el israelita, ese ya me cabreó. Porque es sucio, no quiere pagar, llega a las cinco de la tarde, enciende luz del baño, pasillo y dormitorio... todo encendido. Las llaves, anda hediondo, empieza a lavar su ropa con el gas del baño, se demora en el baño. En la noche yo tengo turistas, a veces de otros países, al lado colindante de los dormitorios, se ponen a reír, a gritar, a charlar, ¡se ubican en tres dormitorios y en la noche se juntan en uno! Y empieza el ‘jajaja’… traen trago, fuman… ¡puta! Parece bar, cabaret, no sé qué ponerle.

Más aún, al ser el principal grupo de turistas que visitan la Región (17% del total)7, su comportamiento adquiere mayor visibilidad que otros grupos de viaje-ros. Aun así, como se lee en el discurso de Quemel, los operadores indicaron que el segundo grupo de turistas “ahorrativos” son los chilenos, que también muchas veces solicitan la cocina para preparar sus alimentos, lo que puede estar asociado a los ingresos de los turistas, donde los chilenos en comparación con turistas euro-peos tienen menores ingresos8. En este sentido, los turistas “más pobres” (chilenos) y “más jóvenes” (israelitas) serían aquellos más proclives al ahorro. Pero la hospita-

7 Los turistas nacionales representan el 48,5% del total, los alemanes el 8,4%, ingleses y franceses representan el 4% cada uno, españoles 2,7%, suizos, italianos y argentinos el 2,3% cada uno (Muñoz y Torres, 2010: 457-458).

8 Por ejemplo, la encuesta a turistas realizada en 2007 arrojó que en promedio, los ingresos mensuales de los turistas suizos era de USD$3.372, los alemanes USD$2.357, los estadounidenses USD$3.667, mientras que el promedio de ingresos de los israelitas fue de USD$1.735, y el de los turistas chilenos de USD$1.482 (Torres, 2008: 41).

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lidad patagona es comprensiva, y si bien muchas veces les resulta desagradable y poco rentable prestar sus cocinas a los turistas, algunos finalmente acceden y dejan que los turistas entren a esa “región trasera” de sus negocios.

La cocina, esa zona donde el operador y operadora, muchas veces con sus fami-liares y empleados, viven su vida cotidiana, conversan compartiendo un mate y tie-nen un tipo de comportamiento “natural”, diferente del comportamiento y actitud que tienen en la “región frontal o delantera” del living y comedor donde reciben a los turistas, es un espacio del intercambio.

La distinción “regiones traseras/frontales” fue formulada por el maestro de la so-ciología norteamericana Erving Goffman, donde la “región frontal” viene a expre-sar la forma en que los individuos “teatralizan” y “adornan” su comportamiento en situaciones sociales para satisfacer las expectativas de rol o “mostrar un compor-tamiento adecuado con las expectativas socio-culturales”. La “región trasera” es la zona donde se expresan los ‘verdaderos’ comportamientos cotidianos, donde no hay teatro ni búsqueda de quedar bien con las expectativas del otro: los individuos actúan tal cuales son (Goffman, 1989).

Esta distinción fue retomada por otro sociólogo estadounidense Dean McCan-nell (2003: 122), para aplicarla al mundo del turismo:

el frente es un lugar de reunión de anfitriones y huéspedes o de clientes y personal de servicio, y la región trasera es el sitio adonde se retiran los miembros del equipo local entre una actuación y otra, con el fin de relajarse y prepararse. Ejemplos de regiones traseras son las cocinas, las salas de calderas, los lavabos de ejecutivos; y como ejemplos de regiones frontales pueden mencionarse las oficinas de recepción y los salones.

El espacio de “relajación” donde se reúnen los empleados y operadores “fuera de la vista de los turistas”, en el caso de los hospedajes familiares de Aysén, es precisa-mente la solicitada cocina; la región frontal sería el espacio donde los operadores y algunos de sus empleados entran en interacción con los turistas, ya sea para esta-blecer el intercambio comercial (pago por el servicio, entrega de llaves, etc.), o bien para establecer un intercambio cultural. Es decir, la “región frontal” de los servicios turísticos es donde se ponen en escena las expectativas de operadores y turistas, uno con deseos de vender sus productos y otros con deseos de pagar por servicios que satisfagan sus expectativas. Y entre estas expectativas, además del servicio y pro-ducto específico (comida, cama, excursión), también hay un deseo del turista por conocer a la persona, conocer la cultura patagona. Y la personalidad especialmente hospitalaria de los patagones y patagonas se adecua de buena forma a este deseo de conocimiento, porque precisamente ellos también tienen deseos de conocer a los turistas. Ahí es cuando el turista intenta penetrar en las regiones traseras de la vida cotidiana patagona.

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En efecto, con base en la observación de campo directa del comportamiento de pobladores y propietarios de hospedajes familiares de la región, puede señalarse la siguiente hipótesis: mientras mayor sea el aislamiento geográfico en que se encuen-tre el hospedaje familiar y la vida cotidiana de sus propietarios, mayor será la hospi-talidad y autenticidad de su comportamiento ante visitantes y turistas. Como se ha venido esbozando, esta hospitalidad se remonta a la época inicial del poblamiento fundacional (1900-1970), caracterizada por largos viajes en busca de alimentos. En base a esto, una hipótesis puede enunciarse de la siguiente manera: a mayor aisla-miento geográfico, mayor confianza y hospitalidad, y a mayor confianza y hospitalidad, mayor autenticidad, menor necesidad de escenificaciones y rituales de comportamiento ante el turista. Las formas de vida patagonas, con su aire rural y sabor a tierra local, no necesitan ser teatralizadas ante el turista. Justamente, éstos valoran esa forma de vida, la convierten en su objeto de contemplación, y rescatan mediante una mirada turística rasgos culturales e identitarios de Aysén. Así como los primeros exploradores españoles e ingleses quedaron impresionados con los indígenas que avistaron en sus incursiones por la zona litoral (Martinić, 2005), así los actuales turistas cuyo origen es principalmente el centro de Chile, Europa, Norteamérica e Israel quedan fascinados con los hijos y nietos de colonos que llegaron a principios del siglo XX a repoblar la región después de vaciamiento humano que sufrió con la extinción de los pueblos aborígenes, quienes sin embargo dejaron un importante patrimonio cultural, especialmente los tehuelches y sus pinturas rupestres. He ahí el importante valor de la cultura patagona, tanto la milenaria originaria como la reciente fundadora de pueblos e identidades, en el desarrollo del turismo regional.

Estacionalidad y globalización de las formas turísticas de vida aiseninas

No obstante todo el desarrollo turístico en movilidad e integración territorial que vino con la Carretera Austral, no deja de ser cierto que en Aysén las actividades turísticas están determinadas por factores climáticos naturales. Las formas turísti-cas de vida son formas de vida “fragmentadas” en dos momentos durante el año: durante la visita de turistas entre noviembre y abril (aproximadamente), y durante el resto del año (mayo-octubre). Durante la época del verano es cuando entran en contacto de forma más intensa con los flujos de turistas provenientes del exterior, en tanto durante la época invernal experimentan una especie de “recogida” hacia sus espacios de cotidianeidad e identidad patagona. Por ello, la estacionalidad del turismo tiene al menos dos lecturas.

Una puede ser la siguiente: la temporalidad permite mantener la identidad y la cultura local. Al ser sólo un par de meses de contacto intenso con los turistas, eso reduce el riesgo de perder valores tradicionales y costumbres y da tiempo para que se autorreproduzcan libremente sin la presencia de culturas foráneas. Estos factores

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culturales y de identidad local son claves desde el punto de vista de los turistas, ya que, huelga repetirlo, para los visitantes la hospitalaria personalidad patagona, su cultura y sus formas de vida tradicionales son parte de los atractivos turísticos del territorio (Torres, 2008).

Sin embargo, lo que es claro para los operadores de servicios turísticos locales y extra-locales es que la temporalidad significa una caída de los ingresos provenientes del turismo. No obstante, hay diferencias en los impactos que tiene la estacionalidad del turismo en distintos segmentos de las empresas que ofertan servicios de hospi-talidad a visitantes y turistas.

A grandes rasgos, existen dos grandes segmentos de empresas dedicadas a los servicios turísticos en Aysén: aquellas de propiedad local, y aquellas de propiedad extra-local.

Servicios locales residentes: turismo como forma de vida. Se refiere a aquellos que son propiedad de personas nacidas y criadas en Aysén, usualmente hijos y nietos de pioneros, que residen todo el año en la región. Son principalmente servicios bási-cos, como alojamiento, comida y transporte, no obstante también existen casos con servicios especializados, como cabalgatas, pesca con mosca y caminatas por sende-ros de bosques, a los cuales deben sumarse actividades genéricas como el comercio y servicios básicos (gasolina, agua mineral…). Como dentro de este segmento la mayoría son servicios de alojamiento familiar, cuyos primeros clientes fueron, y aún siguen siendo, trabajadores de empresas de caminos, y hoy en día trabajado-res de empresas hidroeléctricas, son servicios que no dependen completamente de los turistas para poder subsistir. Se trata de microempresas flexibles, que adaptan sus servicios en función del tipo de clientes y de acuerdo a la estación del año. Si durante la estación veraniega sus clientes son principalmente turistas, durante la época invernal sus clientes son funcionarios públicos, trabajadores de empresas, así como también estudiantes de liceos de enseñanza media en pueblos como Puerto Cisnes, Chile Chico, Coyhaique y Puerto Aysén. Y uno que otro turista que llega durante la época invernal.

No obstante, lo que caracteriza a este segmento de empresas es que las ganancias que obtienen de sus negocios tienen impactos locales, ya que se trata de servicios que se encadenan de diversas formas con las otras actividades productivas de las localidades. Por ejemplo, los servicios de hospedaje familiar en general ofrecen comidas, que se encadenan hacia atrás con las actividades ganaderas (por ejemplo: “asado al palo patagón”) y de agricultura que se desarrolla en invernaderos. Asimis-mo, se encadenan hacia delante con los servicios de transporte terrestre y acuático, especialmente para transportar turistas que se movilizan a pie, así como también para transportarlos en sus visitas hacia los atractivos turísticos, por ejemplo, los servicios de navegación lacustre del Lago General Carrera, que desplazan turistas

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desde Puerto Tranquilo hacia las Capillas de Mármol, o los servicios de navegación marina que zarpan desde Tortel hacia los ventisqueros de Campo de Hielo Norte y Sur. En suma, los encadenamientos entre estos servicios de hospitalidad para visi-tantes, sean turistas o no, permiten que los beneficios obtenidos se redistribuyan en la población local, aspecto fundamental si se desea que el turismo sea una fuente de desarrollo para la región. En consecuencia, puede afirmarse que para empresarios/as y trabajadores/as de este segmento de servicios locales, el turismo es una forma de vida, que se caracteriza por ser estacionaria, flexible, cambiante y, como siempre, en constante movilidad territorial.

Servicios extra-locales no residentes: turismo como negocio. La creciente movilidad terrestre que trajo la Carretera Austral, y con ella la valorización cada vez mayor del naciente “destino turístico Aysén” (Torres, 2008), trajo como consecuencia una “globalización” de los servicios de hospitalidad de la región, especialmente desde finales de la década de 1990. Como consecuencia, han arribado empresarios desde otras regiones de Chile y el mundo para hacer inversiones, lo cual ha significado una creciente especialización de la oferta, destinada a segmentos de turistas de ma-yor gasto, como los pescadores con mosca norteamericanos que consumen los ser-vicios de los ecolodges. De esta manera, los servicios turísticos extra-locales pueden definirse como aquellos que son propiedad de personas nacidas y criadas fuera de la región, que residen en ella sólo para la temporada alta de turismo. Incluyen los diversos servicios de turismo especializados cuya oferta se restringe, sin embargo, a la estación veraniega o temporada alta de turismo, después de la cual cierran sus actividades, vuelven a sus lugares de origen y regresan para la siguiente temporada.

Esta es una de las diferencias esenciales que tienen las empresas de este segmento con las empresas de servicios locales, las cuales operan durante todo el año en el territorio y se adaptan a otros tipos de mercados de clientes (empresas, funcionarios públicos, gente de paso, comunidad local), generando así una cadena ininterrum-pida de actividad socio-económica en las localidades. Mientras las empresas locales residentes “diseminan” durante todo el año estos beneficios en la comunidad local, las empresas extra-locales no-residentes tienen una marcada temporalidad en los aportes de sus beneficios a las comunidades locales9. En consecuencia, puede de-cirse que para este segmento de empresas, principalmente ecolodges de propiedad preferentemente extranjera, el turismo en la región no es una forma de vida, ya que no residen en ella, sino que se trata de un negocio flexible, estacionario, cambian-

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9 “El turismo debe ser sustentable desde un punto de vista económico, social y medioambiental en el mismo momento/contemporáneamente. Desde lo económico, hay que hacer hincapié en la distribución de los beneficios generados por el desarrollo turístico” (Morani, Carlini, Uccelli y Brisacani, 2007, pp. 73-74).

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te y también móvil. Pero en definitiva, un negocio que busca aumentar tasas de ganancia, no alimentar una forma turística de vida que interconecta los servicios turísticos con la vida laboral y cotidiana de las familias de Aysén.

Servicios extra-locales residentes: turismo como forma “principal” de vida. Entre ambos tipos de servicios, existe un segmento intermedio de empresas, propiedad de per-sonas nacidas fuera de Aysén (en Chile o el extranjero), pero que viven todo el año en la región. Para ellos, el turismo es también una forma de vida. Esa es su principal diferencia de los servicios extra-locales no residentes. Su principal diferencia con los servicios locales residentes es que no atienden trabajadores de empresas (por razones de tarifa y de perfil de clientes), y se dedican casi exclusivamente a los turistas. El turismo es su forma principal de vida, o mejor dicho, su principal sustento de vida.

Gráfico 1. Impactos de la estacionalidad en los servicios turísticos de la Región de Aysén, según localidades.

Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

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Los servicios de hospitalidad locales y extra-locales residentes representan aproximadamente el 80% de la oferta regional (Torres, 2008), por lo que puede afirmarse que los beneficios del turismo quedan mayoritariamente en la región. No obstante, el proceso de globalización de los servicios turísticos no está exento de conflictos, ya que existe una percepción local que el turismo regional, cada vez más, está en “manos extranjeras”, lo que dice relación con otros procesos en marcha, como la creciente compra de tierras (con pago al contado) de parte de inversionistas extranjeros con objetivos de conservación, turismo o espacio de descanso. Según los resultados de una encuesta aplicada en febrero de 2010 a diferentes actores del turismo regional10, un 43,8% piensa que el futuro de la industria del turismo regio-nal “será impulsada por empresarios extranjeros, pero los operadores locales crecerán”. Lo relevante de los resultados para el tema de discusión es que un segundo grupo mayoritario de la muestra, un 22,3% del total, piensa que en el futuro la industria del turismo de Aysén “será impulsada principalmente por empresarios extranjeros y los operadores locales permanecerán relegados a un lugar secundario”. Otro 5,8% cree directamente que “será impulsada principalmente por empresarios extranjeros”. Vale decir, un 71,9% de los actores relevantes del turismo regional cree que el futuro de la industria de la hospitalidad regional estará liderada por empresas extranjeras, lo cual no hace sino reflejar los temores de los actores locales ante esta creciente globalización (¡vaya movilidad!) de la oferta de servicios turísticos de la región. No obstante, si bien hay una tendencia que determina esta percepción, todo depen-derá que cómo los actores locales participen e influyan en la planificación regional del turismo. Hay todo un proceso en construcción donde la participación de los actores locales en los beneficios de programas y proyectos de desarrollo del turismo regional será fundamental para hacerlos sentir parte del proceso. Por lo demás, son ellos la base cultural del territorio, son ellos los herederos del legado indígena y pio-nero de la Región. Las formas turísticas de vida, herederas de una serie de formas de vida rurales y movilidad milenaria aborigen, son su patrimonio intangible más importante.

10 La muestra incluyó 77 operadores turísticos, 28 funcionarios públicos vinculados al turismo (INDAP, Mu-nicipios, CONAF, SERNATUR, entre otras), 8 agrupaciones sociales (empresariales, culturales y ambientalistas) y 9 personas residentes de la comunidad local. n=121.

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Gráfico 2. “¿Qué piensa sobre el futuro de la industria del turismo?”. Será impulsada…

HidroAysén: una amenaza a las formas (turísticas) de vida en Aysén

Podría especularse que este patrimonio cultural se verá seriamente amenazado por el Proyecto HidroAysén. Justamente, este mega-proyecto hidroeléctrico, que hoy en día se encuentra seriamente opacado y deslegitimado en la opinión pública nacional e internacional11, eventualmente generaría un daño ecológico y social enorme al destino turístico Aysén, a las formas de vida tradicionales y a las nacientes formas turísticas de vida regionales. El año 2007, cuando se aplicó la encuesta a los operadores turísticos de la cuenca del río Baker (n=88), un 38,6% señaló que el proyecto HidroAysén “será un aporte para el desarrollo de la región (a favor)”, prin-

11 El día lunes 9 de mayo de 2011, la Comisión de Evaluación Ambiental de Aysén aprobó por 11 votos a favor y 1 abstención el Proyecto HidroAysén. Inmediatamente, se produjeron protestas ciudadanas contra esta decisión en todo el país, protestas que prosiguen al momento de escribir estas líneas, 9 de junio de 2011.

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Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

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cipalmente porque los operadores turísticos veían en esta iniciativa transnacional una oportunidad para prestar sus servicios de alojamiento y comidas a la empresa, y por ello creen que el Proyecto HidroAysén sería un aporte para el desarrollo de la región. Lo cual si bien puede ser un error y no esté en los planes de la empresa solicitar sus servicios, ellos lo perciben de esa manera basándose en su experiencia pasada con las empresas que construyeron la Carretera Austral. Otra expectativa de las comunidades locales y turísticas es que el Proyecto HidroAysén consiga una re-baja en las cuentas de luz eléctrica, ya que para los habitantes patagones, “en Aysén se paga la energía más cara de Chile”, lo cual corroboran las cifras de la Encuesta CA-SEN 2006, que indican que los hogares de la Región de Aysén pagan las cuentas de energía eléctrica más cara del país, con un promedio de $20.189 pesos mensuales12. Para el caso de la cuenca del río Baker, los valores son aún más altos. Los hogares de Cochrane pagan en promedio $31.199 pesos mensuales de energía eléctrica, cifra que sube a $34.491 pesos en Chile Chico, más del doble que Santiago. Estos altos costos de la energía eléctrica hacen pensar a los habitantes patagones que el Proyecto HidroAysén podría traer consigo rebajas en sus cuentas eléctricas. Tam-bién piensan que podría traer una eventual pavimentación de la Carretera Austral, que en más de un 90% es de ripio. Asimismo, las comunidades veían HidroAysén como un potencial beneficio para la mejora general de los servicios sociales desti-nados a la comunidad, como infraestructura de escuelas y hospitales, becas para estudios universitarios, etc. (Torres y García, 2009: 703).

Una cifra un poco menor, un 33% señaló en dicha encuesta que las represas serían “negativas para el turismo y el medioambiente”, y por ende se declararon en contra de las represas, en tanto que el 21,6% señaló “no está seguro/a, falta informa-ción” sobre el proyecto, ya que la información que manejaban era muy superficial. Finalmente, un 4,5% se abstuvo de responder la pregunta, en tanto que un 2,3% dijo no saber absolutamente nada respecto al tema.

La visión de quienes rechazaban HidroAysén en 2007 se fundamentaba en que éste provocaría un daño irreparable para los ecosistemas patagónicos, especialmen-te a las especies animales y vegetales nativas que habitan en las eventuales áreas de inundación. También destruirá la imagen cultural de “Aysén, Reserva de Vida”, levantada por una serie de ONG’s y grupos ambientalistas (http://www.aisenreser-vadevida.cl) así como también instituciones públicas de Aysén (CONAMA, 1998). Si se concretara HidroAysén, esta imagen quedaría irreversiblemente dañada. En lo relacionado con los aspectos sociales, los operadores turísticos y también las comu-

12 El segundo lugar lo ocupa la Región de Tarapacá, en el extremo norte de Chile, cuyos hogares pagan en promedio $18.368 pesos mensuales por consumo de energía eléctrica. Los hogares de la Región Metropolitana de Santiago, pagan en promedio 16.621 pesos mensuales (MIDEPLAN, 2007).

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nidades de la cuenca del río Baker13 consideraban que la llegada masiva de trabaja-dores del norte de Chile durante la etapa de construcción del proyecto provocaría cambios negativos en la cultura local, basada en la confianza, hospitalidad y respeto por el otro. Piensan que todos esos valores comunitarios, surgidos durante el pro-ceso de poblamiento fundacional, se verían dañados por la llegada de trabajadores con otras costumbres y formas de vida. Temen por el surgimiento de prostíbulos, y una vez terminada las obras de construcción, temen por un brote de delincuencia a causa de la masa flotante de trabajadores desempleados que dejará el proyecto. “Nadie asegura que estos trabajadores volverán a sus lugares de origen”, señalaron algu-nos actores en los talleres participativos. Por último, los opositores de HidroAysén también señalaron que dañaría irreversiblemente el turismo basado en la naturaleza que se desarrolla en la Región de Aysén. Principalmente, se depreciarían los paisa-jes naturales a causa de la instalación del trazado de líneas de alta tensión a través de la Región y el país, cuyas torres irían instaladas junto a la Carretera Austral, la principal ruta regional por la que arriban y viajan los turistas en Aysén (Torres y García, 2009: 704).

En resumen, a) un poco más de un tercio de los operadores turísticos de la cuenca del río Baker apoyaba el Proyecto HidroAysén en 2007; b) había otro gru-po dudoso, que si bien muchas veces declaró indiferencia, durante las entrevistas señalaron que en realidad no les gustaría “una cosa así” en la Patagonia; y c) un tercio rechazaba tajantemente las represas. El desplazamiento desde las primeras percepciones a las últimas pone de relieve el cambio desde necesidades materiales hacia la creciente conciencia ecológica y ambiental de las formas (turísticas) de vida en Aysén.

Durante la encuesta aplicada el año 2010 a los actores del turismo, ahora a ni-vel regional, se quiso ahondar en estos factores que gatillan opiniones favorables y desfavorables a HidroAysén. Se elaboró un inventario de ítemes que resumen los principales puntos arriba expuestos, y se les pidió a los encuestados que señalaran si estaban “Muy de acuerdo”, “De acuerdo”, eran “Neutral”, estaban “En desacuerdo” o “Muy en desacuerdo” con los contenidos de los distintos ítemes. Los resultados se presentan en la Tabla II. Sintéticamente, ésta muestra que la percepción general que genera HidroAysén en los actores relevantes del turismo regional de Aysén es altamente negativa. Ya casi nadie cree que HidroAysén “Traerá una rebaja en las cuentas de la luz”, de hecho este ítem obtuvo el promedio de puntaje más bajo (2,07), que equivale a un “En desacuerdo”.

13 Durante los años 2007 y 2008 se realizaron, en el contexto del Proyecto TWINLATIN, una serie de talle-res participativos en los 4 Municipios de la cuenca del río Baker (Tortel, Cochrane, Río Ibáñez y Chile Chico), destinados a informar y consultar a las comunidades locales sobre los aspectos naturales y sociales de los recursos hídricos de la cuenca. HidroAysén se transformó en tema principal de aquellos talleres (Torres, 2009).

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Tabla II. “¿Qué impactos tendrán los eventuales proyectos hidroeléctricos en la Región de Ay-sén?”.

Fuente: Rojas, Torres, Breüste, Bourlon, Scholz & Hansen-Rojas (2010).

Si se lee la primera columna de la Tabla II, los primeros 6 ítemes resumen los eventuales impactos negativos que tendría HidroAysén en el territorio regional. Entre ellos, interesa destacar el ítem “Afectarán negativamente las formas de vida tradicionales y pioneras”, que obtuvo un puntaje promedio de 3,90, que equivale a decir que si se llegase a concretar HidroAysén, los actores relevantes del turismo

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regional concuerdan en que éste destruirá los valores comunitarios y formas de vida tradicionales y pioneras basadas en la confianza y solidaridad, que han venido sedimentando durante más de un siglo de poblamiento pionero fundacional y de adaptación a las condiciones ambientales extremas de la Región. En consecuencia, HidroAysén representa, para los actores relevantes del turismo regional, una seria amenaza a las formas turísticas de vida en Aysén, unas formas de vida basadas en la convicción que es mejor apostar por un desarrollo local y regional basado en el turismo de pequeña escala (con bajo impacto ambiental y alto impacto económico y social) que ‘destruir’ la Patagonia con un mega-proyecto que tendrá serios impac-tos ambientales y paisajísticos a causa del largo tendido de alta tensión, y un bajo impacto económico y social, ya que sus empleos serán temporales y no aseguran sostenerse en el tiempo, dejando de paso una huella negativa imborrable en el sentido de comunidad enraizado en la cultura aisenina. El daño no sería sólo a la vida natural y paisajes prístinos de Aysén, sería especialmente al carácter prístino y auténtico de las formas de vida patagonas. Quizás de ahí proviene la desconfianza ante capitales extranjeros que han invertido en servicios turísticos extra-locales en Aysén, porque HidroAysén también representa ese capital extra-local, pero en un sentido mayor: mega-capital móvil y global, sin fronteras políticas ni económicas. Y aunque uno de los últimos slogans de HidroAysén señale lo contrario (“Energía para Chile, desarrollo para Aysén”), la historia reciente de vulneración de derechos y daños irreparables a las formas de vida milenarias de los pehuenches del Alto Bío-Bío a causa de la construcción de las represas Ralco y Pangue (Johnston and Turner, 1999), son un antecedente que muestra evidencia empírica respecto de la falta cuidado de ENDESA en relación a los impactos de proyectos hidroeléctricos en las formas de vida y tradiciones culturales que se desarrollan en los territorios. El objetivo innegable de la empresa es asegurar el incremento de su tasa de ganan-cia con la venta de la energía generada por las eventuales represas en Aysén. ¿Qué implicaría esto para las formas de vida y los ecosistemas de cuencas? Quizás un deterioro paulatino del valor agregado que tiene Aysén en términos turísticos (ver artículo de Salamanca en este volumen especial), tanto por su alto valor ambiental y depreciación de belleza paisajística a causa del tendido eléctrico, como por la hos-pitalidad y autenticidad de la cultura Patagona, que según la percepción patagona se vería negativamente afectada en la eventualidad de la ejecución de HidroAysén. Por otra parte, gran parte de la narrativa ambientalista contra HidroAysén señala que la energía no es para uso doméstico de los hogares de Chile, sino que para alimentar el hambre de energía del boom minero del norte de Chile (Vince, 2010). En ese contexto ¿qué desarrollo ofrece HidroAysén?

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Conclusión

Las formas turísticas de vida de Aysén tienen como sustrato y fundamentos a las formas de vida indígenas originarias y las formas de vida fundacionales sustentadas en la identidad pionera surgida desde el poblamiento de la Región desde principios del siglo XX, donde arribaron a la región culturas diversas como la chilota, la in-dígena mapuche y la chilena de la zona centro sur, además de la europea. Hoy en día, todas estas formas patagonas de vida interactúan con otras formas tecnológicas de vida (Lash, 2001) relacionadas con la sociedad informatizada (telefonía fija y móvil, internet, GPS…) que complementan las antiguas formas de comunicación que aún se mantienen en el territorio (mensajes escritos y verbales, radio rural…). Las formas turísticas de vida de Aysén se basan en el imaginario pionero patagón, imaginario del esfuerzo de haberse adaptado a uno de los ambiente biofísicos más extremos para la vida humana que puede haber en el planeta. Asimismo, las for-mas turísticas de vida fueron tomando forma y contorno con las consecuencias inesperadas que trajo la Carretera Austral, que amplió el antiguo flujo de sujetos móviles al interior del territorio patagón, gracias a la posibilidad de desplazamien-to en automóvil por tierra, que vino a complementar las antiguas tradiciones de movimiento a pie, a caballo, en embarcación acuática y avioneta de los pobladores de la región, ahora con nuevos visitantes y turistas. No obstante y a pesar de toda esta nueva influencia externa, las formas de vida patagonas en general, y las for-mas turísticas de vida en particular, mantienen una cierta impermeabilidad a las influencias externas, justamente gracias a este clima extremo que determina que el turismo regional se despliegue sólo durante la temporada veraniega, dejando la temporada invernal para una especie de repliegue de las comunidades en sus ho-gares y familias, donde autorreproducen y fortalecen sus tradiciones y costumbres. Ni siquiera la competencia de servicios turísticos extra-locales podría afectar este modo de vida patagón.

En síntesis, las formas turísticas de vida en Aysén se basan en las milenarias formas de vida móviles desarrolladas por los indígenas, que si bien tienen objetivos distintos (alimentación versus ocio y recreación), nada cambia ya que ambas im-plican desplazamientos por tierra y agua principalmente (cabalgatas, treking, mon-tañismo, kayak, rafting, pesca con mosca, etc.). Asimismo, las formas turísticas de vida de Aysén se basan en las formas de vida pioneras, también móviles y basadas en la vida rural, pero que tienen algo más de certidumbre respecto a la alimenta-ción, de la cual han heredado productos típicos que se venden como productos turísticos (asado patagón, fiestas costumbristas que reconstruyen la memoria del pasado pionero, etc.).

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No obstante, la acumulación neoliberal basada en megaproyectos del gran ca-pital se está instalando en Aysén, un territorio donde los valores que han predomi-nado hasta hoy han sido la confianza, la generosidad y la hospitalidad. HidroAysén constituye una seria amenaza para las formas turísticas de vida que sustentan el destino turístico Aysén. Surgen preguntas: ¿Por qué dejar que la lógica depredadora de los recursos naturales y culturales que ha estado operando en el Chile central contamine y subsuma al destino turístico Aysén? ¿Por qué la tasa de ganancia del gran capital tiene que afectar negativamente las formas de vida patagonas, basadas en parte en un desarrollo turístico a escala local, con otros valores además del valor de cambio, es decir en otras visiones del mundo? ¿Por qué no conservar la Patago-nia de Aysén como una reserva de vida, una conciencia ecológica y moral ante un mundo subsumido ante la lógica no sustentable del gran capital, depredadora de ecosistemas y culturas? Las formas de vida patagonas, y sus formas turísticas de vida en particular, ofrecen alternativas a este modelo neoliberal, cada vez más cuestiona-do por la ciudadanía chilena y mundial. En suma, este trabajo ha hecho un intento por comprender las formas turísticas de vida en Aysén desde una perspectiva socio-histórica, en el convencimiento que la comprensión del pasado ayuda a entender el presente y proyectarse hacia el futuro. Las formas turísticas de vida en Aysén tienen la particularidad que reúnen todas las formas sociales del pasado del territorio y se proyectan de manera virtuosa hacia el futuro, ofreciendo con el turismo una real alternativa para el desarrollo sustentable de Aysén.

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Los desastres planificados: megaproyectos y trauma socio-ambiental, el caso de HidroAysén

The planned disasters: megaprojects and socio-environmental trauma, the case of HidroAysén

ALEX LATTA1

Resumen

Aunque las centrales hidroeléctricas no han figurado mayormente en los procesos de planificación para el futuro desarrollo socio-económico de Aysén, es imposible abarcar el tema de la sustentabi-lidad en la región sin considerar y discutir los impactos de las grandes represas. El análisis pretende elaborar un marco teórico holístico para entender los impactos de estos y otros megaproyectos, tomando como caso comparativo los desastres tecnológicos, notables por una serie de impactos psicosociales relacionados indirectamente con la vulneración del medioambiente. Si bien los mega-proyectos no son eventos inesperados, ponen en marcha procesos socio-ecológicos semejantes a los observados en la literatura sobre los desastres tecnológicos. De tal modo, el artículo propone que po-demos entender los megaproyectos como una especie de “desastre planificado”, en que los impactos psicosociales comienzan antes de la concretización de los cambios medioambientales. Para desarro-llar este argumento se considera el caso de HidroAysén, basándose en datos etnográficos recogidos en 2009 y 2010. Se puede concluir que el conflicto sobre este proyecto ha implicado repercusiones significativas en el tejido social de las comunidades de la región, lo que representa un retroceso con respecto a la meta de alcanzar un desarrollo sustentable.

Palabras clave: Megaproyectos, HidroAysén, desastres tecnológicos, trauma socio-ambiental.

Abstract

Although hydroelectric plants have not figured significantly in the planning of future socio-eco-nomic development of Aysén, it is impossible to grapple with the topic of sustainability in the re-gion without considering and debating the impacts of large dams. The analysis seeks to elaborate of a holistic theoretical framework to understand the impacts of these and other megaprojects, taking as a comparison the case of technological disasters, notable for a series of psychosocial impacts re-lated indirectly to the violation of the environment. While megaprojects are not unexpected events, they set in train socio-ecological processes similar to those observed in the literature on technologi-cal disasters. As such, the article proposes that we can understand megaprojects as a kind of “planned disaster”, in which the psychosocial impacts begin before the actual concretization of environmental changes. To develop this argument it considers the case of HidroAysén, based on ethnographic data gathered in 2009 and 2010. It can be concluded that the conflict over this project has implied significant repercussions in the social fabric of the communities in the region, representing a step backwards with respect to the goal of sustainable development.

Keywords: Megaprojects, HidroAysén, technological disasters, socio-ecological trauma.Recibido: 10.10.11. Aceptado: 28.11.11.

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1 Profesor Asociado en Estudios Globales, Wilfried Laurier University, Canadá. E-mail: [email protected]

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Introducción: Sustentabilidad y mega-centrales

Durante la última década los conflictos sobre las centrales hidroeléctricas han redefinido la identidad de la región de Aysén, tanto para sus habitantes

como en la imaginación geográfica del país. A pesar del hecho de que el plan de ordenamiento territorial vigente (Plan Regional de Ordenamiento, 2005) y la Estra-tegia de Desarrollo 2009-2030 (Estrategia Regional, 2009) hacen poca mención de las centrales hidroeléctricas en el proceso de definir una visión para el desarrollo de la región, los debates sobre el futuro de los ríos de Aysén serán claves en determinar el carácter de su futura evolución social, cultural y ecológica. Hasta ahora la Patago-nia chilena, especialmente la Región de Aysén, se ha mantenido mayormente lejos de los efectos socio-ambientales del desarrollo económico asociado con el modelo neoliberal que ha transformado el centro y norte del país (Altieri & Rojas, 1998; Carruthers, 2001). De tal modo, la Patagonia presenta una realidad única dentro de Chile, captada en el slogan de una red de organizaciones que promueve una visión alternativa para el futuro desarrollo de la región de Aysén: Aysén Reserva de Vida. Sin embargo, gracias a su tremenda potencia hídrica, Aysén se ha transforma-do en un blanco para inversionistas que ven la posibilidad de transformar los flujos de aguas glaciales en flujos de electricidad y capital.

En 2003 el movimiento ecológico logró poner alto a las ambiciones de la em-presa Noranda, que proponía una refinería de aluminio basada en la generación de electricidad en la cuenca del Río Cuervo. Actualmente, otra versión de este pro-yecto ha sido propuesta y está siendo promovida por la transnacional Xstrata. Sin embargo, es otro megaproyecto que en este momento define el debate sobre el fu-turo de la región: las centrales de HidroAysén. En 2011 el debate nacional sobre el proyecto de HidroAysén, un consorcio compuesto de las empresas ENDESA (ac-tualmente de Enel Italia) y Colbún, alcanzó un nuevo auge a raíz de la aprobación de sus cinco centrales por la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de Aysén. De este modo, para definir una política de desarrollo sustentable para la región es imprescindible y urgente identificar y discutir los impactos socio-ecológicos de la construcción de grandes centrales hidroeléctricas.

El siguiente análisis abarca este tema como parte de la problemática más am-plia de los llamados “megaproyectos”. Muchos procesos de cambio y conflicto am-biental provocados por la globalización económica tienen un carácter incremen-tal, como por ejemplo la deforestación, el agotamiento de los recursos marinos, la concentración de tierras y el crecimiento de la agro-industria. En cambio, las convulsiones socio-ecológicas asociadas con los megaproyectos suelen ser marcadas y agudas. Los proyectos de gran envergadura, como las represas, la extracción mi-nera o petrolera, y las plantas de celulosa, provocan cambios drásticos y conflictos radicales que irrumpen en el escenario político de tal manera que frecuentemente ejercen una influencia determinante sobre las políticas ambientales y sociales de re-

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giones y países enteros. Los casos de la Central Hidroeléctrica Ralco construida por Endesa, la contaminación del río Cruces por la Planta Valdivia de Celulosa Arauco y el proyecto minero Pascua Lama realizado por Barrick Gold, son ejemplos muy claros de esta dinámica en el contexto chileno.

Este trabajo pretende explorar solamente una dimensión de la dinámica social y política de los megaproyectos: sus impactos socio-ecológicos a nivel de las comu-nidades directamente e indirectamente afectadas. Si bien existe un vasto campo de literatura sobre los numerosos impactos de las grandes represas (véase el reporte de la Comisión Mundial de Presas (World Commission on Dams, 2000) para un resumen), es notable la carencia de un marco analítico holístico que nos permita identificar los megaproyectos como un fenómeno en sí, que por su tamaño y ca-racterísticas sociales, políticas y ecológicas tienden a provocar la misma cadena de reacciones e impactos independientemente del lugar en que se realicen. En busca de tal marco teórico, este artículo propone comparar los impactos de las megacen-trales con la serie de trastornos asociados con los desastres ambientales provocados por los fallos de la tecnología –conocidos como “desastres tecnológicos”– como por ejemplo el derrame petrolífero del Exxon Valdez en los EE.UU. o el accidente catastrófico de la fábrica de Union Carbide, en Bhopal, India. A raíz de tales de-sastres surgen no solamente problemas directamente relacionados con los impactos en el ambiente y la salud de la población afectada, sino también una serie de per-turbaciones psicosociales a nivel comunitario que derivan de los vínculos entre la ecología, la economía, la identidad, las instituciones y las relaciones interpersonales (Kroll-Smith & Couch, 1993; Picou & Gill, 2000). Como veremos, los afectados sufren de un alto nivel de inseguridad e incertidumbre sobre su futuro, junto con una pérdida de confianza en los actores institucionales (Edelstein, 1988; Ritchie & Gill, 2007). A nivel comunitario se puede identificar una especie de trauma colec-tivo (Erikson, 1994), que empuja a una comunidad hacia diversos conflictos in-ternos que, a su vez, generan una descomposición de las relaciones de reciprocidad que son indispensables para el equilibrio y bienestar social e interpersonal (Picou, Marshal, & Gill, 2004; Ritchie & Gill, 2007).

Con algunas adaptaciones, el marco analítico que se ha desarrollado en la litera-tura sobre desastres tecnológicos nos promete una novedosa forma de entender los conflictos socio-ambientales asociados con los megaproyectos. Del mismo modo, lo aprendido de los desastres tecnológicos nos permite arrojar nueva luz sobre las implicaciones de las centrales hidroeléctricas para los procesos de desarrollo sus-tentable en Aysén y dar respuesta a la ideología del capital transnacional, que nos hace presumir que el desarrollo y el bienestar colectivo dependen de sus mega-emprendimientos. A través de esta comparación con los desastres tecnológicos, se plantea que de cierto modo hay que entender los megaproyectos como desastres planificados. A diferencia de los eventos que normalmente calificamos como desas-tres, los impactos de los desastres planificados comienzan durante su elaboración,

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debido al debate y conflicto previo a la masiva y permanente modificación biofísica del entorno natural.

El presente análisis comienza con una exploración de la literatura sobre los pro-cesos socio-ecológicos puestos en marcha por los desastres tecnológicos, con el fin de desarrollar un marco analítico que pueda ser aplicado a los megaproyectos. La segunda fase del argumento consiste en un resumen de evidencia etnográfica que demuestra la utilidad de este marco para caracterizar los impactos psicosociales provocados por el conflicto socio-ambiental asociado con HidroAysén. Finalmen-te, se concluye con una consideración de las expectativas para el desarrollo susten-table de la región de Aysén, considerando las implicaciones de tales impactos.

El análisis presenta un estudio exploratorio y no una investigación cuantitativa con el propósito de documentar la frecuencia o severidad de los fenómenos que identifica; se basa en entrevistas y en observación participativa realizada por el in-vestigador durante dos visitas a Aysén, una en 2009 y otra en 2010, por un total de cuatro semanas. Durante este tiempo fueron visitadas las comunidades de Co-yhaique, Cochrane, Chile Chico, Caleta Tortel, Puerto Guadal, Puerto Tranquilo, Bahía Murta y Cerro Castillo. En total se realizaron más de cincuenta entrevistas con actores de diferentes sectores, incluyendo representantes de servicios públicos, líderes dentro de las organizaciones ambientalistas, alcaldes y concejales, dirigentes comunitarios y sindicales, y gente de las comunidades de la zona. Las entrevistas eran de un carácter etnográfico, cada una dirigida por el investigador según el perfil del entrevistado, con las preguntas enfocadas en los siguientes objetivos: (a) indagar en las dinámicas del conflicto y la interactuación entre diferentes actores públicos, privados y de la sociedad civil, (b) conocer las visiones y experiencias del conflicto desde diferentes sectores dentro de la sociedad aysenina y desde diferentes localidades en la región, y (c) documentar los impactos del conflicto a nivel de las relaciones de convivencia dentro de cada comunidad. Dado el alto nivel de descon-fianza evidente alrededor del tema del conflicto, y para proteger a los participantes de los riesgos percibidos con el acto de compartir opiniones con un investigador académico, las entrevistas no fueron grabadas en la mayoría de los casos. Por la mis-ma razón, los nombres de los participantes y otros detalles que podrían delatar sus identidades (lo que en muchos casos incluye el nombre de las comunidades cuando son asociados con observaciones específicas) han sido omitidos.

El marco analítico: de los desastres tecnológicos a los megaproyectos

Es fundamental entender los desastres no solamente a través de sus impactos en la salud de las personas o de la economía, sino también como acontecimientos media-dos por filtros y procesos socioculturales. Como lo articulan Picou et al., “la historia sociocultural local que establece las concepciones de cultura y organización social

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también vincula las comunidades a su medio biofísico” (Picou et al., 2009: 282). Esta mirada está informada por la perspectiva ecológica-simbólica de Kroll-Smith y Couch (1991), que enfatiza la relación de interdependencia entre la experiencia de los cambios en el entorno natural y la construcción social del mismo en la dimen-sión cultural. Desde esta perspectiva, como argumentan Picou y Gill (2000), “hay que mirar el deterioro físico del ambiente natural, la construcción social de este daño, y las consecuencias subsecuentes para la comunidad humana dentro de un contexto socio-cultural dinámico” (Picou y Gill, 2000: 145, véase también Picou et al., 2004; Picou et al., 2009). En este contexto es importante subrayar no sola-mente la influencia de la cultura en la interpretación de los desastres, sino a su vez los trastornos en la esfera simbólica provocados por graves cambios ambientales –véase también Ritchie & Gill (2007) y Edelstein (2000). Para aumentar este marco sociológico con un punto de vista antropológico, Oliver-Smith (2002) afirma que “los desastres revelan en su desplego los enlaces y las interpenetraciones de fuerzas o agentes naturales, estructuras de poder y compromisos sociales, y valores culturales y sistemas de creencia” (Oliver-Smith, 2002: 26).

En suma, los desastres son fenómenos simultáneamente biofísicos y sociocul-turales. De este modo, es posible concluir que el carácter de cualquier desastre necesariamente varía conforme a sus propiedades materiales –sus impactos ecológi-cos– y según las relaciones socio-culturales que interactúan con tales propiedades. Bajo ese rubro, los investigadores que estudian los desastres tecnológicos ofrecen razonamientos convincentes para distinguirlos de los desastres naturales. Aunque reconozcan que no se puede hacer una distinción absoluta entre los dos tipos de fenómenos, sostienen que los desastres tecnológicos ponen en marcha una sucesión de procesos que producen impactos de largo plazo –“perjuicio psicosocial crónico” como lo expresan Kroll-Smith y Couch (1993: 79).

Por una parte, las características del daño provocado por los desastres tecno-lógicos son vinculadas a la naturaleza y la duración de sus efectos ecológicos. A diferencia de los desastres naturales, los desastres tecnológicos frecuentemente in-cluyen o consisten en la contaminación del medioambiente (Gill & Picou, 1998; Kroll-Smith & Couch, 1993). El daño arquitectónico causado por un terremoto, un derrumbe o un huracán normalmente puede ser revertido –a través de la re-construcción y la restauración–, pero es mucho más complejo (y a veces imposible) sanear por completo un medio que ha sido contaminado con químicos tóxicos, metales pesados o radiación. De tal modo, un desastre como el reciente accidente nuclear en Japón, o la catástrofe de British Petroleum en el Golfo de México en el 2010, constituyen un daño ecológico cuyos efectos perduran por años o incluso décadas, así presentando un riesgo de trasfondo a la salud humana difícil de cuan-tificar y mitigar.

Por otra parte, más allá de sus características ecológicas, los desastres tecnoló-gicos también se distinguen por sus consecuencias en la dimensión psicosocial.

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Como señala Erikson (1994), “es la forma en que la gente reacciona en vez de lo que son que da a los acontecimientos cualquier calidad traumática que se puede decir que poseen” (Erikson, 1994: 229). Esta aseveración podría aplicarse a cualquier tipo de catástrofe, pero hay un elemento clave en el carácter de los desastres tecno-lógicos que condiciona las relaciones sociales que los rodean: el hecho de que son claramente vinculados a la agencia (y negligencia) humana. Como se explora más adelante, este elemento hace que las heridas ecológicas produzcan fuertes réplicas en el ámbito social.

Antes de elaborar una comparación con los impactos de los megaproyectos, los efectos psicosociales de los desastres tecnológicos merecen ser explorados en más detalle. Podemos dividirlos en efectos a nivel personal y efectos comunitarios. A nivel personal, los estudios realizados demuestran que la gente expuesta a un desastre tecnológico suele sufrir una pérdida de confianza, tanto en su entorno natural como en el gobierno y las otras instituciones y organizaciones de su ámbi-to socioeconómico (Edelstein, 1988: 49, 71; Ritchie & Gill, 2007: 112-113). Su relación con el medioambiente sufre un trastorno que se manifiesta en una forma simultáneamente material y simbólica: un entorno que una vez sustentaba la vida ahora se muestra débil o incluso peligroso. Si una persona no puede confiar en su entorno natural, menos aún puede descansar en la fiabilidad de los actores huma-nos. A raíz de la negligencia humana que dio lugar al desastre, los actores empre-sariales y políticos vuelven a ser percibidos como parciales a sus propios intereses, incompetentes o incluso corruptos. Esta desconfianza frecuentemente es acom-pañada con la percepción de que el actor responsable por el desastre, o las agen-cias del Estado que supuestamente velan por el interés público, han desvalorado o deshumanizado las víctimas del desastre –sobre todo cuando intentan esquivar su responsabilidad (Brown & Mikkelsen, 1990: 111; Erikson, 1994: 239). Este escenario produce alienación, vulnerabilidad e incertidumbre –una colección de emociones que ha sido abarcada usando el concepto de seguridad ontológica desa-rrollada por Anthony Giddens (Ritchie & Gill, 2007). La seguridad ontológica es una forma de caracterizar la confianza que tiene la gente en la estabilidad de su per-sona (identidad, bien estar) y su entorno (relaciones sociales y alrededor biofísico). Como indican Ritchie & Gill (2007), los cambios negativos en el entorno de vida (“lifescape” en inglés) pueden disminuir el nivel de la seguridad ontológica en las personas (Ritchie & Gill, 2007: 115; ver también Gill and Picou, 1998). Erikson (1994) captura el mismo sentido de un daño invasivo hacia el tejido del mundo ecológico, simbólico y psicosocial:

Los seres humanos son rodeados de capas de confianza, que radian en círculos concéntricos como las ondulaciones en un estanque. La experiencia de trauma…puede significar no solamente una pérdida de confianza en la persona, sino una pérdida de confianza en el andamiaje de la familia y la comunidad, en las estruc-

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turas del gobierno humano, en las lógicas más amplias de la vida humana, y en los procesos de la naturaleza (Erikson, 1994: 242).

Basándose en esta visión, se puede afirmar que la confianza es inmanente en las relaciones que vinculan a las personas con su entorno socio-ecológico. Por ende, la desconfianza también puede ser entendida como el elemento clave en los impactos colectivos asociados con los desastres tecnológicos, actuando como otra especie de toxina para desarticular las relaciones que unen los miembros de una comunidad. De nuevo Erikson ayuda a conceptualizar lo que él denomina trauma colectivo: “Con trauma colectivo… quiero decir un golpe a los tejidos básicos de la vida so-cial que daña los vínculos que une la gente y perjudica el sentido predominante de convivencia” (Erikson, 1994: 223). Picou et al. (2004) observan que, a diferencia de las comunidades afectadas por los desastres naturales, aquellas impactadas por los desastres tecnológicos tienen una alta tendencia hacia conflicto intra-comunita-rio. De este modo, Kroll-Smith y Couch (1993) argumentan que la respuesta social a la contaminación biosférica llega a constituir su propia fuente de estrés para las comunidades afectadas –un fenómeno frecuentemente denominado “comunidad corrosiva” o “desastre secundario” (Gill & Picou, 1998; Picou et al., 2009; Picou et al., 2004; Ritchie & Gill, 2007). En muchos casos la respuesta conflictiva a los desastres tecnológicos se encarna en batallas legales, que agudizan las divisiones comunitarias (Picou et al., 2004; Ritchie & Gill, 2007).

Hay varios procesos relacionados con los desastres tecnológicos que influyen en la producción de estrés y conflicto intra-comunitario. Al explorar uno de los casos más estudiados –el derrame de petrolero del Exxon Valdez en 1989, que afectó la costa de Alaska alrededor del Estrecho de Prince William– podemos enu-merar los factores en la comunidad corrosiva a través de ejemplos más concretos. El primer factor se presenta como las diferentes interpretaciones de los eventos y los impactos, según la experiencia y visión del mundo de cada persona y grupo afectado. Tales interpretaciones también son afectadas por las diferentes relaciones con actores externos. En el caso del derrame de petróleo del Exxon Valdez, Gill y Picou (1998) documentan las tensiones que surgieron en las comunidades por el hecho de que los impactos económicos se distribuyeron de una manera muy des-equilibrada. Algunos se beneficiaron de la alza en la población durante los meses de limpieza, mientras otros (como los pescadores) sufrieron una pérdida total de su modo de ganarse la vida. Esta tensión se vio agravada cuando algunos comuneros aceptaron trabajos lucrativos con la empresa en las obras de saneamiento, abriendo así profundas divisiones en la comunidad. Las relaciones contenciosas alrededor de aquellas diferencias fueron agudizadas por los procesos de litigación, que duraron hasta una década después del desastre (Picou et al., 2004). Para volver donde em-pezamos, el efecto neto de tales procesos para las comunidades fue el crecimiento de desconfianza entre los habitantes; Ritchie & Gill (2007) destacan el vínculo

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entre tal desconfianza y la disminución de relaciones de reciprocidad que son fun-damentales para mantener el tejido comunitario. Proponen que podemos entender este efecto de los desastres tecnológicos como una crisis de “capital social”, que deja a las comunidades sin las herramientas y vías de comunicación para abordar sus problemas y surgir como colectividad.

La próxima sección del análisis explora el caso de HidroAysén para identificar un conjunto de impactos asociados con los megaproyecto que semejan el complejo de trastornos individuales y colectivos enumerados aquí en relación a los desastres tecnológicos. Las similitudes son verdaderamente sorprendentes, pero hay una di-ferencia fundamental que existe entre los dos fenómenos: los desastres son eventos marcados e intrínsecamente impredecibles, mientras que los megaproyectos son planeados y pueden tardar años en materializarse. No obstante, ambos fenómenos poseen una característica temporal que nos permite deducir una dinámica psico-social común. Hemos visto que si bien los desastres tecnológicos pueden tener sus raíces en eventos catastróficos, los impactos psicosociales que generan tienen dinámicas casi independientes. En caracterizar el trauma asociado con los desastres tecnológicos Erikson (1994) asevera que “‘el trauma’ tiene que ser entendido como el resulto tanto de una constelación de experiencias de vida como de un evento pun-tual, tanto de una condición persistente como de un evento agudo” (Erikson, 1994: 229). Si consideramos que el “desastre secundario” del deterioro en las relaciones sociales no es separable del mismo evento biofísico de una catástrofe ambiental, se vuelve imprescindible entender cada etapa de los impactos socio-ecológicos en relación con las etapas anteriores. El trauma del evento es revivido y reinterpretado como el punto de referencia y el elemento integrador para las experiencias del tras-torno psicosocial que lo siguen como impactos secundarios.

De este modo, planteo la posibilidad de invertir la lógica de los desastres tec-nológicos e identificar los megaproyectos como una especie de catástrofe socio-ecológica que se desarrolla al revés. Tal como la contaminación ambiental, un me-gaproyecto trae cambios al entorno natural que perduran en el tiempo. Pero en este caso es la amenaza de estos cambios lo que sirve como el elemento integrador para provocar un estrés psicosocial generado por un desastre “secundario” (el desarrollo de relaciones comunitarias corrosivas) desatado por el conflicto que prefigura la modificación del medio ambiente. Tal como los desastres tecnológicos, los mega-proyectos son productos de la agencia humana, pero a diferencia de los desastres hay una intencionalidad inherente en la planeación, anticipación y desenlace de los megaproyectos. Son desastres planificados, y lejos de compensar por los factores asociados a los impactos de los desastres tecnológicos, la intencionalidad que los impulsa apunta precisamente hacia el agravamiento de la dinámica de contención y desconfianza que produce el proceso de corrosión social en una comunidad.

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El proyecto HidroAysén: un desastre en marcha aunque los ríos todavía fluyen

Es plenamente evidente que el proyecto HidroAysén promete cambios dramáticos para la XI región de Chile. La propuesta comprende la instalación de cinco repre-sas, dos en el río Baker y tres en el río Pascua, que inundarían en total unos 5.910 hectáreas (HidroAysén, 2011). También implica la construcción de un tendido eléctrico de más de dos mil kilómetros para transportar la electricidad a su punto de inyección en el sistema interconectado central. Para algunos, los impactos de tal infraestructura serían directos. En el caso más extremo, la comunidad de Los Ñadis, cerca de Cochrane, sería inundada por uno de los embalses en el río Baker. Durante 2010 y 2011 los habitantes de Los Ñadis fueron presionados por representantes de HidroAysén para considerar sus opciones para relocalización y la mayoría tuvo que optar por negociar sin apoyo alguno de las autoridades para velar por sus derechos. A su vez, otros habitantes de la región verán afectados sus campos o alterados sus paisajes por las torres de alta tensión. Muchos otros sufrirían impactos que son más difíciles de identificar o cuantificar, en algunos casos porque el estudio de impacto ambiental (EIA) realizado por HidroAysén no considera ciertos tipos de impactos “no-directos” del proyecto y en otros casos porque el EIA carece de líneas de base suficientemente detalladas para poder pronosticar las eventuales consecuencias de las modificaciones masivas a la ecología de los ríos y sus alrededores que traerían la construcción de las represas2. A pesar de la incertidumbre sobre la magnitud de los impactos de las represas, es posible enumerar las preocupaciones expresadas por la gente de la zona, y por las organizaciones comunitarias y no-gubernamentales que han influido en los debates sobre el proyecto.

Según las observaciones recolectadas durante el proceso de investigación etno-gráfica, estas preocupaciones pueden ser clasificadas en cinco categorías:

1. Existe un temor –compartido por muchos habitantes de la región– de que el proyecto implicaría una modificación fundamental en los ecosistemas de Ay-sén. Por ejemplo, es frecuentemente mencionado el estado sumamente frágil de la población de huemules, una especie de ciervo en peligro de extinción. Del mismo modo, los habitantes cerca de las desembocaduras expresan temor y preocupación con la alteración del río y los impactos que puede tener en los recursos marinos –un riesgo que han conocido a través de la actividad de cien-

2 El estudio de impacto ambiental elaborado por HidroAysén no abarca impactos sociales, culturales y psico-lógicos. En general hay mucho debate también con respecto a los impactos ambientales generados por el proyecto. Los oponentes al proyecto indican que hay una serie de carencias con respecto a la dimensión ambiental, inclu-yendo la escasez de información adecuada para determinar los impactos en flora y fauna, en producción agrícola, en el flujo de sedimentos y nutrientes en los ecosistemas lóticos y marítimos y en la actividad sísmica de la región (Hartmann, 2010; IRN, 2009).

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tíficos en la zona, cuyos estudios han comenzado a indagar los vínculos entre ríos, sedimentos y productividad en las ecosistemas marítimas de los fiordos de Aysén (Silva, Vargas & Prego, 2011; Vargas et al., 2011).

2. Para otros habitantes de la región, el proyecto concretiza una amenaza asociada a la privatización del agua. En una parte del mundo donde el agua siempre ha estado presente en abundancia, los pequeños agricultores temen la pérdida de sus derechos. Los agricultores locales, cuyo emprendimiento ha sido la base de la economía de la región, han usado el agua en su entorno como un bien común por varias generaciones. No obstante, la construcción de las represas hace nece-sario la concretización de los derechos legales al agua pertenecientes a Endesa en el tramo del río donde se pretende construir las represas3. La protección de estos derechos implica la pérdida del uso de tal agua por comuneros que viven en partes superiores de las cuencas de los ríos Baker y Pascua. Queda en duda la viabilidad de la producción agrícola y ganadera bajo estas condiciones.

3. La tercera preocupación fuertemente registrada durante el proceso de investiga-ción, estrechamente ligada a la anterior, es la pérdida del modo de vida y cultura tradicional de la región. Existe una veneración por la generación de pioneros que abrieron Aysén a la colonización. No obstante, las presiones asociadas a la precariedad de la economía ganadera frente a la fragilidad de los suelos, la mi-gración de la juventud a las ciudades y a otras regiones de Chile, y la compra de tierras por fines de conservación y turismo, han generado la desaparición pau-latina del gaucho y de la familia tradicional patagona, junto con sus vestimen-tas, música y otras costumbres. También se percibe como amenazados los otros aspectos más genéricos de la vida rural: la tranquilidad, el ritmo del tiempo en el campo, las relaciones de convivencia con los vecinos. Si bien los entrevistados dan bienvenida al “progreso”, los que expresaron preocupación por las represas decían que la forma de progreso traído por las represas promete acelerar la pér-dida de la vida auténticamente aysenina.

4. Para algunas personas entrevistadas, esta inquietud sobre cambios rápidos al modo de vida resulta especialmente aguda debido a su vulnerabilidad a los im-pactos asociados a la llegada de varios miles de trabajadores durante la etapa de construcción (10-15 años), lo que produciría un trastorno en la economía local (sobre todo en el pueblo de Cochrane), provocando incrementos en el costo de propiedad e insumos de todo tipo. Aquellos en contra del proyecto aseguran, además, que el ingreso de una población de trabajadores cambiaría profundamente la sociedad de la zona, atrayendo valores urbanos e instalando

3 Los derechos de agua en los ríos Baker y Pascua fueron inscritos por Endesa mientras todavía era una empresa estatal, bajo el Código de Aguas de 1981, luego siendo incluidos con los otros bienes de la corporación cuando fue privatizada durante los últimos años de la dictadura. Actualmente, los derechos de agua en todos los grandes ríos de la región están en manos de empresas transnacionales.

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el consumo de las drogas y la prostitución como nuevos problemas sociales. Estos miedos han sido parcialmente confirmados por efectos socio-económicos experimentados durante el crecimiento súbito de población durante el período de EIA.

5. Finalmente, muchas personas entrevistadas declaran que el proyecto de Hi-droAysén amenaza la fuerte relación existente entre la gente de la región y su entorno natural, un fenómeno nunca valorado en el EIA. Esta preocupación demuestra los potenciales impactos en el orden simbólico, donde la misma pre-sencia de represas, embalses y torres de alta tensión dejaría una huella psicológi-ca que constituye un impacto emocional y espiritual.

En muchos casos estas preocupaciones apuntan a factores que no fueron com-prendidos en el EIA para HidroAysén. Sin embargo, el propósito en mencionarlas aquí no es discutir el real alcance de impactos eventuales. Al contrario, se propone que las sensaciones de vulnerabilidad e incertidumbre frente a estos riesgos perci-bidos constituyen la base para un ciclo de estrés y trauma que ya repercute por las comunidades de la región a pesar de que los muros y los embalses todavía no son nada más que una colección de planos, presupuestos y permisos.

Para entender mejor las características de estos efectos psicosociales provocados por el proyecto HidroAysén durante la fase de planificación y debate político, es necesario examinar en más detalle los síntomas de desastre que se manifiestan en las comunidades de la región. Como plantea Barkin (Barkin, 2009), la construc-ción de los megaproyectos implica nada más que la “reconstrucción del mundo”. Si bien este impacto en la dimensión ecológica-simbólica alcanza su punto culmi-nante con el levantamiento del muro de una represa, la misma amenaza del cambio dramático en el entorno de vida, experimentada durante un período significativo, tiene que ser reconocida como un impacto en sí. Kroll-Smith y Couch hablan del “estado crónico de pérdida contingente” (Kroll-Smith y Couch, 1993: 84) que experimenta la gente expuesta al riesgo de contaminación tóxica. No debería ser sorprendente que los megaproyectos en fase de propuesta y aprobación generen un estado psicológico semejante, tanto por el largo período de planificación y decisión como por el desconocimiento general entre el público sobre la precisa naturaleza de los impactos eventuales. En el curso de la investigación fue posible no sólo entrevistar a personas con opiniones marcadas sobre el conflicto sino también con-versar de manera informal con los pobladores de la zona. En estas conversaciones informales el estrés provocado por el conflicto se evidenciaba por un lado en una renuencia general de expresarse con respecto al debate sobre las represas, como si fuera un tema tabú. Cuando la gente opinaba sobre el proyecto era común escuchar expresiones explícitas de ansiedad e impotencia frente al poder e influencia de las corporaciones detrás de HidroAysén. En otros casos, como una manifestación de lo mismo, la gente mostraba una resignación hacia el proyecto y un rechazo vehemen-

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te a la posibilidad de esperanza de que no se construyera. Es de especial relevancia aquí el argumento de Erikson, que el trauma psicosocial puede surgir tanto de una “condición persistente” como de un evento agudo. Bajo ese rubro, las sensaciones de incertidumbre y vulnerabilidad asociadas con las amenazas percibidas frente a la propuesta de HidroAysén pueden ser consideradas como generadores de un estrés que se acumula a través del tiempo hasta potencialmente constituir una experiencia de trauma vinculado al futuro evento de la construcción del megaproyecto.

El manejo del tema de HidroAysén por las autoridades ha contribuido, sin duda, a esta experiencia de estrés y trauma. En lugar de crear las condiciones para un debate informado y transparente, el gobierno ha generado una dinámica de des-confianza, producto de una disonancia política-institucional en el proceso de EIA. Por un lado, ministros y otros funcionarios estatales con cargos políticos han insis-tido que la aprobación del proyecto depende de consideraciones legales y técnicas. Como aseveró Ricardo Raineri antes de asumir su cargo de Ministro de Energía en 2010, en su opinión las centrales de HidroAysén podrían ser una opción favorable “en la medida que se ajusten a la normativa vigente y respeten los aspectos ambien-tales” (Hoy Día, 2010). Por otro lado, ha sido manifestado que el proyecto disfruta de un alto nivel de apoyo político, tanto de los ministros Marcelo Tokman (Ener-gía) y Sergio Bitar (Obras Públicas) durante el gobierno de Michel Bachelet como del mismo Ricardo Raineri y el ministro Rodrigo Hinzpeter durante la presidencia de Sebastián Piñera4. Ese apoyo se transforma en presión sobre los funcionarios de las agencias públicas responsables por evaluar el proyecto, y también en los Seremi que participan en las decisiones de la CEA –algo denunciado por los mismos fun-cionarios en los días después de la decisión de aprobación para el proyecto emitido por el CEA en mayo del 2011 (Chávez, 2011; Confirman presiones, 2011).

Estas y otras irregularidades dentro del proceso de la EIA –lo que duró casi tres años– han producido un cinismo penetrante entre gran parte de la población; en vez de velar por sus intereses y preocupaciones, las autoridades mostraron su complicidad con las ambiciones de la empresa. Durante conversaciones informales con comuneros de la región, la respuesta más común expresada en torno al debate sobre HidroAysén es una de resignación; afirman que, a pesar de las inquietudes y opiniones expresadas por la gente de la región, “lo van a construir no más”. Mien-tras tanto, los que se pronuncian fuertemente en contra del proyecto expresan una frustración y desconfianza profunda hacia las autoridades, e incluso la percepción de que sus intereses y preocupaciones han sido desvalorados y descartados. Por

4 Unos ejemplos de los pronunciamientos de estos ministros se encuentran en los siguientes reportes mediá-ticos: Tokman (Ministro de Energía, 2008), Bitar (HidroAysén Recibe Observaciones, 2008), Raineri (Esturillo, 2010). La declaración a favor del proyecto por Rodrigo Hinzpeter, ministro del Interior, que fue expresado tan solo unas horas antes de la decisión de la CEA, es quizás el ejemplo más descarado de apoyo oficial al proyecto (Diputados PS Acusan “Presiones Indebidas” de Hinzpeter a Favor de HidroAysén, 2011).

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ejemplo, varias veces personas que habían expuesto sus opiniones durante la fase de participación ciudadana del EIA me han comentado que sus opiniones han sido excluidas. Un concejal me expresó sentimientos semejantes, diciendo que los habi-tantes de la zona no tienen “ni voz ni voto” en la decisión de aprobar el proyecto. Y un comunero me comentó que tanto el Estado como la empresa han mostrado “una falta de respeto para los ciudadanos”, y que el proceso de evaluación no era nada más que “un atropello de los derechos humanos”. En esta experiencia de ser ignorado y hasta vulnerado, junto con la inseguridad sobre el futuro y los poten-ciales impactos del proyecto, podemos ver un conjunto de factores muy similares a los que generan la inseguridad ontológica tan notable como parte del trauma psico-social de los desastres tecnológicos. En tal circunstancia, es difícil que las personas se proyecten hacia el futuro dentro del entorno que habitan –una realidad revelada en la confesión de la operadora de un negocio de turismo en la zona, quien me confesó que algunos días se levanta sin la energía de seguir luchando y esperando. Se pregunta si no sería mejor comenzar de nuevo en otro lugar.

Estos impactos individuales del proyecto también influyen y son reflejados en altos niveles de estrés colectivo observados en las comunidades de la región. Quizás más difícil de distinguir en el centro urbano de Coyhaique, la tensión generada en el tejido social se ve acumulada apenas debajo de la superficie de las relaciones cotidianas en las comunidades más pequeñas como Cochrane, Chile Chico, Cerro Castillo, Puerto Tranquilo o Caleta Tortel. Se manifiesta particularmente como una atmósfera de desacuerdo y repudio entre comuneros con opiniones contrarias con respecto a las represas. Aunque los ayseninos han registrado un alto nivel de consenso en su oposición a las represas5, la opinión pública no es unánime y está fuertemente dividida. En parte esa división se basa en los distintos intereses econó-micos de los comuneros; como en el caso del Exxon Valdez, algunos ven la construc-ción de las represas como una posible fuente de trabajo o de beneficios económicos indirectos. Sin embargo, más allá de diferentes intereses concretos hay también divergencias en creencias personales, tendencias políticas y relaciones simbólicas con el entorno, que influyen de igual manera en la orientación de la gente hacia las represas. En el contexto de los desastres tecnológicos, Kroll-Smith y Couch (1993) han calificado las diferencias marcadas entre interpretaciones de eventos, impactos y riesgos futuros como una “disyuntura de realidad” (Kroll-Smith y Couch, 1993: 87), que tiene el efecto de generar o acentuar tensiones en comunidades afectadas por los desastres, poniendo en marcha procesos contenciosos y divisivos.

5 Una encuesta realizada por Fundación Aysén Futuro en julio de 2011(Nueva encuesta, 2011) demostraba que en la región los niveles de desaprobación para los proyectos eran similares a los registrados a nivel nacional des-pués de la aprobación del proyecto por la CEA en mayo de 2011 (74% rechaza HidroAysén, 2011). Alrededor de tres cuartos de las personas encuestadas en cada caso manifestaron su desacuerdo con la decisión de la Comisión.

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Si existe tal disyuntiva en las comunidades de Aysén, tendría el efecto de erosio-nar las relaciones de convivencia y reciprocidad dentro de las comunidades. Esto transformaría la desconfianza e inseguridad experimentada a nivel personal en una dinámica insertada en los procesos sociales. Como evidencia de esta tendencia, en las entrevistas con comuneros se hizo evidente que existe una tendencia de in-hibición de hablar en público sobre el tema de HidroAysén, y que este silencio termina generando una suma de rumores sobre el posicionamiento de las figuras importantes dentro de la comunidad: los alcaldes y los concejales, los directores y profesores de las escuelas, los dirigentes de los sindicatos, las asociaciones comercia-les y las juntas de vecinos. En cada comunidad visitada durante la investigación se registraron tales rumores, alimentados por la fuerte sospecha, frecuentemente ex-presada, de que ciertas personas usaban su posición o influencia para la obtención de beneficio personal como resultado de sus contactos con la empresa, agencias del Estado, políticos o ambientalistas. En parte estos rumores reflejan la realidad: efectivamente, ciertas personas en las comunidades habían decidido trabajar con la empresa o aceptar los beneficios que se les ofrecía; otras habían adoptado posicio-nes consonantes a las de su alcalde para así mejorar sus probabilidades de recibir proyectos de la municipalidad; todavía otras se habían aliado con las organizacio-nes ambientalistas como una forma de defender sus intereses como emprendedores turísticos en la región. Al mismo tiempo, en una situación donde la gente mani-fiesta una impotencia frente a grandes poderes económicos y políticos fuera de su control, los diversos rumores escuchados durante el curso de la investigación tam-bién parecen como un modo de adaptación psicosocial para sobrellevar la tensión y hacer entendible el conflicto a una escala familiar. Desgraciadamente, a través de esta estrategia de adaptación la gente llega a ver a sus propios vecinos como la fuente de su inseguridad y desasosiego.

Habiendo escuchado numerosos rumores y acusaciones durante las entrevistas, se puede aseverar que las condiciones en Aysén han producido algo similar a la “co-munidad corrosiva” que caracteriza los impactos secundarios de los desastres tecno-lógicos. Si comparamos con el caso del Exxon Valdez, existe la misma división entre los que buscan trabajar con la empresa y los que se niegan a aceptar la presencia de HidroAysén en su comunidad. El programa de “responsabilidad empresarial” de HidroAysén ha logrado entrar en casi todas las comunidades de alguna manera. En los diarios de la región se publican incansablemente reportes sobre los programas de HidroAysén para beneficiar a la gente: las becas para estudio, los dineros para equipamiento deportivo, los espacios verdes auspiciados por la empresa, las capa-citaciones en herramientas digitales, etcétera. El programa ha generado debates en toda la región, tanto a nivel político como popular. Hasta marzo de 2010, cuando la Contraloría dictó que existía un conflicto de interés (Contraloría Regional Prohí-be, 2010), unas municipalidades se aprovecharon del flujo de beneficios mientras otras se negaron a aceptar el dinero de la empresa. Después de la sentencia de la

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Contraloría la empresa adaptó su estrategia para destinar dineros directamente a organizaciones comunales, incluso canalizando fondos a individuos a través de aso-ciaciones de turismo o cámaras de comercio.

Según las opiniones expresadas en las entrevistas y observadas generalmente durante la investigación, podemos aseverar que al nivel de las relaciones entre co-muneros la decisión de aceptar o no la ayuda de HidroAysén marca una distinción ético-moral. Entre ciertos grupos o asociaciones comunales la presión de trabajar con los aportes de la empresa ha provocado acrimonia, en algunos casos dividiendo los miembros en bandas, aislando ciertos miembros y provocando cambios de lide-razgo. Varios entrevistados expresaron la opinión de que la empresa usa sus fondos de “responsabilidad empresarial” de una manera calculada para sembrar divisiones y aislar líderes comunitarios de esta manera. Es una táctica especialmente efectiva para dividir el movimiento contra las represas. Entre los opositores a HidroAysén la decisión de aceptar fondos de la empresa es percibida como una especie de traición, y varias personas relataron historias de individuos que en un principio tenían una postura firme en contra de las represas pero que, frente a la presión persistente de la empresa, terminaron por aceptar un trabajo o un fondo de HidroAysén. A este hecho se le atribuye un fuerte peso moral: se dice que la gente “se vendió”. Incluso durante el corto tramo de la investigación fue posible observar directamente dos ca-sos en que esta dinámica se había acabado con el liderazgo de personas que anterior-mente fueron destacadas por su oposición al proyecto dentro de sus comunidades.

Al mismo tiempo que la intervención de la empresa ha producido divisiones en las comunidades de la región, en el curso de las entrevistas y las comunicaciones informales con pobladores se registró también un nivel de tensión asociado con el accionar de las organizaciones ambientalistas basadas en Coyhaique o Santiago que dirigen la campaña nacional contra HidroAysén. A pesar de la opinión pública mayormente en contra de las represas, durante la investigación se registraron co-mentarios indicando que la influencia de tales organizaciones en las comunidades de la región no ha sido siempre bienvenida. Esto se debe en parte a la tendencia en comunidades rurales de guardar una postura conservadora hacia personas e in-fluencias externas, pero podemos plantear como hipótesis que es por otra parte una reacción relacionada a las sensaciones de vulnerabilidad e impotencia que brotan frente a la gran escala del megaproyecto y el debate político asociado. En este con-texto ha florecido la creencia de que las organizaciones ambientalistas, tal como la empresa, han utilizado a la gente de las comunidades para avanzar sus propios intereses6. Debido a esta dinámica los comuneros que vocalizan públicamente su

6 La alianza entre la campaña Patagonia Sin Represas y el ecologista estadounidense Douglas Tompkins ha influido especialmente en la percepción de la población hacia las organizaciones ambientalistas. La fundación de Tompkins compró la estancia Chacabuco (uno de los valles más productivos de Aysén) para devolverlo a su estado

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resistencia a HidroAysén también arriesgan la reprobación de sus vecinos, sobre todo si han colaborado con las organizaciones ambientalistas y/o si no son nacidos y criados en la zona.

Conclusiones: Heridas profundas

Para el investigador, este es el segundo caso en que ha sido testigo de los impactos secundarios de un “desastre planificado”. La misma “corrosión de comunidad” fue observada en un estudio llevado a cabo en el Alto Bío-Bío durante y después de la construcción de la Central Ralco, inaugurada en el año 2004 (A. Latta, 2006; P.A. Latta, 2007). El nudo de relaciones entre las comunidades pewenches y los actores externos (la empresa, el gobierno, los carabineros, las ONGs), junto con el nivel de contención generado por el proyecto adentro y afuera de la zona, ha dejado las comunidades con heridas profundas que siguen reflejadas en su lucha para seguir adelante en los años subsecuentes a la inauguración de la central (A. Latta, 2009). La desarticulación de sus lazos comunitarios y el trastorno de su cultura se ven reflejadas en reportes recientes que delatan un alza preocupante en el índice de suicidio en el Alto Bío-Bío (Suicidios, 2010).

Durante la elaboración de este artículo, en el caso de Aysén, continúan otras etapas en la batalla para los ríos Baker y Pascua: la contienda legal y la EIA de la línea de transmisión. Para la gente de Aysén significa que su futuro queda en jaque por unos años más; su “estado crónico de pérdida contingente” se prolonga. Lo que nos entrega un análisis informado por las experiencias de los desastres tecnoló-gicos es una forma de entender precisamente qué está en juego para los ayseninos mientras otros deciden el destino de su región. Solemos hablar de los megaproyec-tos suponiendo que los impactos y consecuencias comienzan cuando se ponen en marcha las faenas. Sin embargo, los impactos sentidos previos a las fases de cons-trucción y funcionamiento de una mega-central también merecen nuestra consi-deración, siendo quizás tan significativos a nivel psicosocial como los eventuales cambios ecológicos y socioeconómicos. Para resumir, en el caso de Aysén se puede observar sentimientos de vulnerabilidad e incertidumbre frente a la amenaza de cambios socioambientales significativos, lo que contribuye a altos niveles de estrés y ansiedad. La experiencia de este estrés, prolongada por años, y alimentada por la sensación de haber sido ignorado, desvalorado o vulnerado por la empresa y/o

natural. Entre los entrevistados, especialmente aquellos nacidos y criados en la región, surgió un comentario desta-cado que identificó este proyecto de conservación como otra amenaza contra la cultura y modo de vida de Aysén. Es así que los rumores de flujos de dinero extranjero detrás de la campaña contra las represas han alimentado el nivel de desconfianza hacia las organizaciones ambientales.

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las autoridades del gobierno, genera cinismo, desconfianza y una incapacidad de expresar esperanza para el futuro. Al mismo tiempo, hemos visto que tal experien-cia a nivel individual es vinculada a la generación de una situación colectiva que podríamos calificar como un ejemplo de “comunidad corrosiva”, caracterizada por la prevalencia de rumores y acusaciones, creando una atmósfera de desconfianza, división y repudio. Además, se puede afirmar que las acciones e intervenciones de actores externos, especialmente el programa de responsabilidad empresarial de la empresa, ha incidido fuertemente en el deterioro de las relaciones de convivencia en las comunidades.

De algún modo, tal como un megaproyecto tiene impactos extensivos a través del espacio, es importante reconocer que su envergadura se siente además a través del tiempo, empezando con su ideación y el conflicto socioambiental que desarro-lla en anticipación de su construcción. Asimismo, no es suficiente concebir los im-pactos de un megaproyecto –sea una central hidroeléctrica, una planta de celulosa o una mina a cielo abierto– como un listado de eventualidades. Dichos impactos son mejor caracterizados como un proceso o un síndrome, en que una serie de cambios ecológicos, psicológicos y sociales se entremezclan en una interdependen-cia perniciosa de duración indefinida.

Para concluir, si la sustentabilidad depende de comunidades capaces de parti-cipar en la planificación de su desarrollo, comunidades con “capital social” para proponer, discutir y realizar políticas sociales y ambientales a nivel local, es difícil imaginar cómo los megaproyectos pueden figurar en un desarrollo sustentable para Aysén. Dichos megaproyectos encarnan una política socioambiental notable por su lejanía del alcance de la creatividad y opinión de la población local, mientras abren paso a procesos de contención aguda que dañan al mismo tejido social necesario para la buena gobernanza de la comunidad y el bienestar del individuo.

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Rentabilidad social regional del proyecto HidroAysén-Transelec

Regional and social profitability of HidroAysén-Transelec Project

FERNANDO SALAMANCA O.1

Resumen

El proyecto HidroAysén-Transelec consiste en cinco represas en los ríos Pascua y Baker, y 1.200 km de torres de transmisión a lo largo de la Patagonia chilena. Este estudio cuantifica el aporte regional de este proyecto en empleo e ingresos y lo compara con las pérdidas que se generan en la actividad turística, inmobiliaria y activos forestales. Se estima que las pérdidas netas, descontando los aportes valorizados de HidroAysén, alcanza a los 10 millones de dólares anuales para la región, Además se estiman las pérdidas potenciales por pérdida de competitividad en turismo de naturaleza, las cuales alcanzan –desde un escenario conservador a optimista– de 126 a 1.126 millones de dólares. Se con-cluye que el proyecto HidroAysén-Transelec es una desinversión para la Región de Aysén y se apela a un mayor desarrollo de métodos más válidos de evaluación ambiental y territorial.

Palabras clave: HidroAysén, rentabilidad, desarrollo regional, evaluación ambiental, rentabilidad social, turismo.

Abstract

HidroAysén-Transelec Project consists of five dams on the Pascua and Baker rivers and 1200 km of transmission towers along the Chilean Patagonia. This study quantifies the contribution of this project on regional employment and income and compares it with the losses generated in the tour-ism, real estate and forestry assets. An estimated net loss, excluding the valued contributions of HidroAysén reaches the 10 million dollars annually for the Aysen Region. Also there are estimated potential losses due to loss of competitiveness in nature tourism, which reach –from conservative to optimistic scenario– from 126 to 1,126,000 billion dollars. The study concludes that the project-Transelec HidroAysén is a disinvestment in the Region of Aysen and calls for further development of valid environmental and territorial evaluation methods.

Keywords: HidroAysén, profitability, regional development, environmental assessment, social cost, tourism.

Recibido: 13.09.11. Aceptado: 16.11.11.

1 Sociólogo, El Agua Consultores. E-mail: [email protected]

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1. Introducción

Un proyecto de inversión, sea público o privado, debe compararse con otras actividades productivas que existan o sean potencialmente factibles en un

territorio, con la intención de determinar su contribución o desmedro de la renta-bilidad social agregada, o sea su contribución neta al desarrollo regional y nacional. Esta función per se de índole comparativa, debe poner en balance diferentes pro-puestas en un mismo territorio y es privativa del Estado, el que debe actuar como ente evaluador de las actividades productivas que pueden tener eventuales efectos de contradicción o excluyentes y atentar contra el desarrollo armónico y sostenible en una región. Al Estado se le atribuye una función de garante del bien común, en el caso del presente estudio la Región de Aysén.

La tarea de comparar los beneficios o costos de las diferentes actividades que tienen una relación de contradicción en un mismo territorio no es tarea fácil, ya que los generadores de iniciativas de inversión, por razones obvias, las conside-ran válidas y necesarias por sí mismas. Más aún, desarrollan una intensa acción de cabildeo en los servicios sectoriales pertinentes, presentando la inversión como equivalente al bien común, del país y de la región. En principio , el Estado posee los instrumentos indicativos para dirimir en una fase ex ante estas situaciones de conflicto, particularmente si tales inversiones distorsionan o afectan negativamen-te vocaciones territoriales establecidas en las Estrategias Regionales de Desarrollo, Planes de Ordenamiento Territorial, Zonas de Interés Turístico o de Desarrollo Indígena, entre los instrumentos estratégicos territoriales más importantes.

En la práctica, este análisis de pertinencia no se realiza y es una tarea pendien-te en la planificación estratégica territorial (Francke, 2002). Como aporte a esta discusión, este artículo ofrece una forma objetiva de dirimir este conflicto que es realizar una comparación que podría hacerse en función de criterios similares de generación de empleo e ingresos y otros costos sociales. Esta modalidad es factible de aplicar al caso particular del proyecto HidroAysén-Transelec2, en sus efectos negativos sobre la actividad turística en la Región de Aysén.

Este procedimiento de usar criterios comunes y comparables es necesario para evitar la comparación –que de hecho corresponde a un estereotipo– de presumir que una inversión productiva (como la generación de energía) es por esencia supe-rior a la mantencion de una naturaleza virgen, en la medida que la primera es una inversión productiva versus una belleza escénica improductiva. Este estereotipo se ha tratado de instalar en la opinión pública y ha sido asumido por válido incluso por autoridades gubernamentales en los últimos cinco años.

2 Para la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) los proyectos HidroAysén, básicamente represas y torres internas y Transelec, torres desde el río Baker a Puerto Montt se presentan, por conveniencia, por separado. En el futuro se mencionaran ambos proyectos como HidroAysén, por ser por lógica un mismo proyecto.

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En un sentido estricto, si un proyecto de inversión se comparase con una situa-ción inerte, de conservación pasiva, es evidente que la opción debe ser la ejecución del proyecto de inversión. Sin embargo, el supuesto de este estudio es que HidroAy-sén compite y anula otras actividades productivas en la misma área de influencia del proyecto, actividades basadas en el uso sustentable de la naturaleza, actividades generadoras de empleo e ingreso, por lo tanto la oposición inversión-naturaleza pa-siva está mal planteada, posiblemente para desviar el debate de su verdadero foco, cual es la situación de mutua contradicción entre estas dos actividades productivas.

2. Metodología del estudio

Como se ha explicado anteriormente, la base de este estudio es establecer una comparación de los beneficios y costos del Proyecto HidroAysén con los benefi-cios comparativos de la actividad de turismo de naturaleza en la Región de Aysén. Como supuesto importante se considera la actividad turística potencial de Aysén y no sólo la magnitud de la actividad actual, en el supuesto que el ente evaluador –el Estado– debe sopesar la inversión sujeta a evaluación también en relación a las otras potencialidades efectivas del territorio. Del mismo modo como en otras regiones del país se considera como parte de la riqueza regional y ejes de su desarrollo estra-tégico los usos potenciales o reservas de recursos marinos o yacimientos mineros. Limitar la comparación de los beneficios regionales de HidroAysén a la actividad turística actual de Aysén, resultaría una elección sesgada, negando la existencia de un efectivo escenario estratégico de desarrollo regional en turismo de naturaleza.

Hipótesis del estudio

La hipótesis del estudio es que el turismo de naturaleza, con base en belleza escéni-ca, es un bien económico real y potencial de alto valor (Ponce et al., 2011), superior en rentabilidad social a la inversión representada por HidroAysén en la Región de Aysén.

3. Estimación de los beneficios del proyecto HidroAysén

El proyecto HidroAysén tiene básicamente, para la Región de Aysén, dos grandes beneficios, los ingresos por salarios3 y el efecto en el empleo regional.

3 HidroAysén excluye como beneficios la compra de insumos, locales ya que serán externalizados a proveedo-res externos de la Región. Ver ICSARA.

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3.1. Ingresos generados por empleo

Como se desconoce la escala de salarios para los trabajadores de HidroAysén, se usó como variable de proximidad, la media de ingresos de los trabajos del sector eléctrico, presentes en una comuna con presencia hidroeléctrica significativa como es Colbún, del acuerdo a datos de la CASEN 2006, ajustados a 2011, los que alcan-zan a $ 400.520 mensuales. A este ingreso por trabajador, se agrega la estimación de empleos proveídas por HidroAysén, tanto en fase de inversión como de operación. Se ha prorrateado el empleo directo considerando los empleos en fase de inversión que alcanzaría a 4.400 trabajadores y los 40 trabajadores en fase operación4, en un lapso de 10 años, lo que entrega una media anual de 480 trabajadores.

También se ha considerado un coeficiente 0,8 de empleo indirecto, estimado en base a la relación empleo directo e indirecto en faenas mineras. Por lo tanto, si al empleo directo se agrega el empleo indirecto, estimándose en un coeficiente 0.8, se estarían generando 384 empleos adicionales, en un año. Luego consideran-do este monto de empleo indirecto, los ingresos alcanzarían a un ingreso de US$ 3.926.800, equivalente a 1.846 millones de pesos aproximadamente. Ambas esti-maciones se presentan en el Cuadro siguiente:

Cuadro 1. Estimación empleo e ingresos por proyecto HidroAysén.

1 año Ingreso por empleo 1 año US$

Ingreso por empleo 1 año moneda

nacional

Empleo directo anual equivalente

480 4.908.500 2.306.995.200

Empleo indirecto 384 3.926.800 1.845.596.160

Empleo total 846 8.835.300 4.152.591.360

Fuente: Elaboración propia en base a datos del EIA de HidroAysén.

Se puede apreciar de este cuadro que el empleo equivalente anual generado por HidroAysén alcanza a US$ 4.908.500 anuales, en moneda nacional unos 2.306 millones de pesos aproximadamente, una cifra escasamente significativa incluso para una región de reducida población como Aysén. En total, el empleo directo

4 Esta cifra que puede parecer aparentemente baja, se debe al alto grado de automatización de las plantas generadoras.

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e indirecto alcanzaría a 846 puestos de trabajo con una generación de ingresos de US$ 8.835.300, equivalente a 4.152 millones de pesos aproximadamente. Cabe hacer la precisión que la estimación de empleos es promediando el empleo en fase de inversión a lo largo de 10 años, estando de hecho concentrada en los primeros dos años, con mano de obra foránea, por su alto nivel de especialización.

Debe agregarse que HidroAysén ha insistido que su capacidad de generar em-pleo indirecto es reducida, por la especialización requerida en la mano de obra y la externalización de servicios y provisión de insumos a empresas foráneas a la Región de Aysén.

3.2. Efectos agregados de empleo e ingresos de HidroAysén

En base a las estimaciones anteriores, debería a continuación establecerse cuál es la magnitud de este empleo e ingresos en la economía regional, para dimensionar el aporte efectivo de esta inversión en la región.

En relación a la fuerza de trabajo regional sería un 1,06% de la fuerza de traba-jo5 y como aporte al PIB Regional un 1,2%. Es evidente que habrán otros ingresos por patentes o derechos municipales o compensaciones a erradicados, pero aun es-timando los ingresos por estas acciones, ellas no incrementaran significativamente este 1,2% de aporte regional al PIB, tanto en empleo como ingreso del proyecto HidroAysén.

4. Costos sociales proyecto HidroAysén

En comparación a la escasa significación de los beneficios económicos regionales de HidroAysén, se deben agregar los costos sociales de este proyecto. En general en la literatura sobre evaluacion ambiental se considera un conjunto de costos sociales, bajo el concepto de externalidades, para que sirvan de base para eventuales mitiga-ciones y compensaciones.

En este estudio se han considerado los costos sociales no mitigados por el pro-yecto HidroAysén, estimando estos costos tanto en la construcción de represas como en torres de transmisión, que afectan longitudinalmente toda la Región de Aysén en particular el hinteland de la Carretera Austral. Debe destacarse que sólo se consideran factores de pérdidas que pueden ser traducidos en forma directa a valorizaciones económicas, sin incorporar las pérdidas significativas en destrucción de biodiversidad, patrimonio, cultura local, desarraigo y otras variables sociales.

5 Estimaciones en base a datos INE (http://www.ineaysen.cl/archivos/files/pdf/IER/2011/05/IER%20AYSEN _31_05_2011.pdf )

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4.1. Factores de pérdidas relacionados con la actividad turística

Para estimar las pérdidas por actividades turísticas disminuidas se debe en primer lu-gar estimar la condición de generación de empleo e ingreso ex ante en esta actividad.

Empleo generado actividad turística real en la región de Aysén: 4.371 puestos de trabajo (incluye parte de comercio, transporte y servicios privados; INE, 2002).

Ingreso efectivo por turismo: US$ 56.811.268 (SERNATUR, 2002)6.Estos datos se presentan para establecer una condición ex ante o línea base, fren-

te a lo cual contrastar los efectos que podría tener sobre esta actividad el proyecto HidroAysén.

Disminución de flujo turístico Carretera Austral

El proyecto HidroAysén tiene un periodo casi ininterrumpido de cinco años de obstrucción escalonada a lo largo de la Carretera Austral Sur, producto de la cons-trucción de las represas. La interrupción o molestias viales continuas, que son un componente importante de las objeciones ciudadanas, servicios sectoriales y go-biernos locales apunta al hecho que produce una limitación importante del flu-jo turístico por la Carretera Austral Sur, afectando en particular a las localidades aledañas y al sur de la zona de construcción, en particular Bertrand, Cochrane, Caleta Tortel y Villa O’Higgins. Las consecuencias inmediatas previsibles son las siguientes:

Disminución estadía en hostales y lodges a lo largo de la Carretera Austral

La reducción de visitantes afecta el gasto turístico, que se verá disminuido por la menor estadía o simplemente la ausencia de clientes a los emprendimientos que se encuentran en la Carretera Austral Sur. La encuesta realizada por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile (Jaramillo y Sapians, 2008)estima el no retorno de turistas en fase de inversión del 71% del flujo turístico anual y el no retorno en fase de operación del 40% del flujo turístico anual, con consecuentes efectos en el empleo e ingreso regional.

Disminución de ingresos y empleo

La disminución de visitantes tendrá inevitablemente consecuencias en la disminu-

6 Existen datos más actualizados no oficializados por SERNATUR, que estiman el ingreso actual por turismo en Aysén en aproximadamente US$ 80 millones.

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ción del empleo, actividades comerciales y de rubros asociados al turismo. Ambas perdidas (visitantes e ingresos) se presentan en el siguiente Cuadro:

Cuadro 2. Pérdidas anuales por disminución de visitantes.

Total No retorno en fase de inversión (71% del flujo turístico anual)

No retorno en fase de operación (40% del flujo turístico anual)

Visitantes Carretera Austral

60.000 42.600 24.000

Visitantes Región

220.700 156.697 88.280

Fuente: Elaboración en base a Encuesta Depto. Psicología Fac. Ciencias Sociales Univeridad de Chile (Jaramillo y Sa-piains, 2008).

Estas disminuciones de visitantes, muy agudas en la fase de inversión, y aunque menor, sigue siendo significativa en la fase de operación, se traduciría en ingentes pérdidas económicas. En concreto las pérdidas de aporte en divisas por no retorno (en base a US$ 56.811.268 de ingresos por turismo en la Región y 220.700 visi-tantes anuales) en la fase de inversión alcanzarían a los US$ 40.336.001 de pérdida anual y en la fase de operación US$ 22.724.507 de pérdida anual.

En un escenario más circunscrito a la Carretera Austral Sur (sector Lago Ca-rrera-Villa O’Higgins) y en una estimación más conservadora de una disminución del 30% de este flujo turístico7, o sea 18.000 visitantes menos, se produciría una pérdida de US$ 9.089.803 anuales.

Ambas estimaciones de pérdidas de visitantes e ingresos se traducirían en des-empleo regional, pérdida de emprendimientos turísticos, comercio, transporte y servicios.

4.2. Disminución de volumen y precio de ventas inmobiliarios

Uno de los efectos más conocidos de la construcción de represas y torres de trans-misión es la depreciación del suelo aledaño a estas inversiones (Kroll and Priestley, 1992; Navrud et al., 2008) por perder valor estético, patrimonial y sólo tener, con limitaciones, un uso agropecuario.

7 Al carecer de estadísticas de tráfico medio diario anual para la sección sur de la Carretera Austral, se utiliza este porcentaje del 30%, dado que parte del flujo de la Carretera Austral norte tiene como destino final Coyhaique.

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La Carretera Austral es considerada uno de los cinco caminos escénicos más bellos del mundo (The Guardian, 2008) y esta atracción es debida a las bellezas naturales de su entorno. Este atractivo ha generado un mercado inmobiliario de creciente desarrollo para compra de propiedades tanto por nacionales como por ex-tranjeros, lo que ha aumentando significativamente el precio del suelo en una zona que será afectada por las represas como las instalación de torres de transmisión.

Para la estimación de ingresos por ventas inmobiliarias en la Región de Ay-sén se consideraron predios en venta en la franja cubierta por represas y torres de HidroAysén, sólo en el sector de la Región de Aysén. Se excluyen las ventas de predios fuera del hinterland inmediato de la Carretera Austral. Para determinar la oferta se revisaron cuatro sitios de corretaje de propiedad en el mercado europeo y norteamericano de corretaje8, en que se encontraban en oferta terrenos en el área descrita, con predios por un valor de US$ 118 millones de venta inmobiliaria. El supuesto de una rotación de stock en cuatro años (agotamiento de la oferta de bienes raíces), los beneficios por venta de propiedades alcanzarían a 29,5 millones de dólares por año.

Como referencia, se ilustran precios al azar en sitios mencionados de corredoras internacionales con terrenos en venta en la Carretera Austral.

Cuadro 3. Precio por hectárea en sitios en venta aledaños Carretera Austral.

US$ por hectárea

http://www.mondinion.com/Real_Estate_Listings 3.000http://www.fusedworld.com/Real_Estate/ 1.214http://www.patagonias.net/cisne-medio/Venta.htm 2.962http://www.viviun.com/Real_Estate/Chile/Lots-Land/ 3.311Precio medio por hectárea 2.622

Fuente: Sitios mencionados en el Cuadro.

Este precio medio de aproximadamente más de un millón doscientos mil pesos, debe contrastarse con la situación de algunos años atrás, donde un precio oneroso por hectárea en el mismo sector bordeaba los 100.000 pesos. Todo para graficar la pérdida inmobiliaria que experimentarían estos predios en la condición de cons-trucción de represas o torres.

8 http://www.mondinion.com/Real_Estate_Listingshttp://www.fusedworld.com/Real_Estate/http://www.patagonias.net/cisne-medio/Venta.htmhttp://www.viviun.com/Real_Estate/Chile/Lots-Land/

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Si se estima una disminución del 50% de los predios a vender en la faja escénica de la Carretera Austral, en zonas aledañas a las líneas de transmisión y represas, la pérdida potencial anual alcanzaría a US$ 6.213.7139.

4.3. Pérdida de activos forestales

El represamiento y en particular la construcción de torres significa un movimiento de tierras y caminos de acceso y de servicios de las torres que implicaría la destruc-ción de una superficie significativa de bosque nativo. Sólo para dimensionar la magnitud de esta destrucción considérese la extensión de 1.200 km de torres desde la zona de represas hasta Puerto Montt10.

Estimar la pérdida en un activo valorizable como es el bosque austral, no es tarea sencilla por la escasez de estudios de voluntad de pago por bosque nativo en Chile. Sin embargo, utilizando como criterios aproximados la voluntad de pago bosque húmedo por hectárea (EE.UU. US$ 21 una sola vez) y en Chile, en relación a bos-que nativo en la zona central (US$ 10 anuales), se tienen dos estimadores aproxi-mados (Ávila, 2005). El área afectada por destrucción de bosque y flora nativa es de magnitud, ya que la faja de seguridad de torres y los consiguientes caminos de acceso a torres desde los ríos Bravo y Baker hasta Puerto Montt alcanzaría a las 90.000 has, a lo que cabría agregar las hectáreas por área inundada que alcanzan a 2.300 ha. Esta cantidad, 92.300 has en relación a los estimadores de voluntad de pago (US$ 21 o US$ 10), hacen afirmar que la valorización de estos bosques por la metodología de voluntad de pago alcanzaría a US$ 1.938.300 en el primer criterio y US$ 923.000 en el segundo.

4.4. Generación de ingresos por otras fuentes: Pesca recreativa en Aysén

Los ingresos actuales en Aysén por pesca recreativa son de US$ 5,9 millones de dólares y buena parte de la oferta se concentra en la zona lago Bertrand-río Baker, área principal de inundación y líneas de transmisión. Al ser el área de pesca direc-tamente afectada por el proyecto, se podría estimar una pérdida por desaparición parcial de pesca recreativa del 50% en el sector Baker-Bertrand, estimándose en una pérdida de US$ 2.950.000.

9 La localización de las represas en el río Baker y el trazado de las torres de transmisión sigue en general las cotas y valles en que se sitúa la Carretera Austral, por ser el trazado óptimo (altura de cotas, por ejemplo) para las colocación de torres. El trazado sólo se aleja en el Parque Nacional Queulat y en la zona de trazado submarino frente a Chaitén.

10 Cabe recalcar que la construcción de torres no se detiene en Puerto Montt sino alcanza a Alto Jahuel y en última instancia los grandes centros mineros del norte del país.

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Cuadro 4. Síntesis de pérdidas.

Menor visitación (gasto turístico) 22.724.507 (escenario Aysén)9.089.803 (escenario Carretera Austral sur)

Depreciación inmobiliaria 6.213.713Pérdida de bosque nativo 1.938.300 (primer criterio de voluntad de pago)

923.000 (segundo criterio de voluntad de pago)Disminución pesca recreativa 2.950.000

Total 33.826.520 (escenario mayor)19.176.516 (escenario restringido)

Fuente: Elaboración propia.

Si asumimos el escenario restringido, referido a acotar las pérdidas a la zona di-rectamente afectada por el proyecto, las pérdidas efectivas serían para la Región de Aysén de más de 19 millones de dólares, que no se compararan con las mitigaciones ofrecidas por la empresa, que en el ámbito turístico se centran en construcción de miradores, senderos de trekking y cursos de microempresas que, en su valorización más amplia, están muy lejanas de estas pérdidas cuantificadas.

5. Pérdida de desarrollo potencial en Aysén por proyecto HidroAysén

Hasta ahora nos hemos referido a las pérdidas generadas por HidroAysén en forma directa a actividades actuales en la Región. Se puede concluir que sólo en pérdidas a tales actividades, ellas son de magnitud. Sin embargo es importante añadir a este análisis las pérdidas por limitaciones o destrucciones de un desarrollo potencial regional.

La actividad turística en Aysén aún debe considerarse como un sector en desa-rrollo (Silva, 2002), con un aporte reducido al PIB regional, pero ya sea estimando la evolución reciente, por la cantidad de visitantes como por el volumen de in-gresos, es un sector en desarrollo promisorio. Su incremento se debe al exclusivo atractivo de ser un área extensa de paisaje en selva fría, aún prístino, lo que expresa una ventaja absoluta en atractivo turístico, al no tener réplica en otros lugares del mundo (CORFO, 2007).

Para establecer la magnitud del potencial productivo del turismo de naturaleza, en este estudio se establecen dos escenarios, ambos plausibles como escenarios de desarrollo para Aysén, ellos son los focos de desarrollo turístico de la Patagonia andina argentina y en especial el espectacular desarrollo del turismo de naturaleza en Nueva Zelanda.

Para la estimación del escenario de la Patagonia argentina, se han estimado las

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entradas por turismo de naturaleza de las zonas andinas de la provincia de Chubut y Santa Cruz, en particular los ingresos provenientes de El Chalten y Calafate-Perito Moreno, por la cantidad de visitantes y los días de estadía promedio en tales lugares. Este volumen de visitantes (y su gasto promedio) se ha aplicado tanto a la Región de Aysén como a las zonas afectadas directamente por el proyecto HidroAysén.

5.1. Escenario con parámetros Patagonia argentina

En este escenario, la estimación es aplicar el gasto promedio de los visitantes a la zona andina patagónica argentina, por un coeficiente de relación de visitante/resi-dente en dicha zona 1.56 turistas por cada habitante11. Si este gasto medio se apli-cara, con el mismo coeficiente, a la población de Aysén o a la zona de influencia del proyecto12, daría dos escenarios de ingresos potenciales, que serían los siguientes:

–Ingreso potencial para la Región de Aysén US$ 128 millones.–Ingreso potencial para zona del proyecto (provincia Capitán Prat) US$ 106 mi-

llones.

5.2. Escenario con parámetros Nueva Zelanda

Más sustantivas serían las pérdidas de ingreso potencial en el escenario con pará-metros de Nueva Zelanda. El procedimiento fue estimar el gasto promedio de los visitantes al turismo de naturaleza en Nueva Zelanda13 aplicado a la cantidad de vi-sitantes a la Región de Aysén. El ingreso potencial alcanzaría a US$ 1.146 millones de dólares para la Región. Debe agregarse que el turismo de naturaleza en Nueva Zelanda es en base a microemprendimientos, tal como es vigente en la Región de Aysén, la diferencia reside en su foco: un segmento de mercado de muy altos ingre-sos, proveniente principalmente de Asia Sud Oriental.

5.3. Otras pérdidas no cuantificadas

En este estudio no se ha estimado otras pérdidas generadas por el proyecto Hi-droAysén. Entre las importantes está la pesca deportiva que en la zona tiene alto desarrollo potencial. Antecedentes reportados por Fundación Chile (2001) indican

11 Antecedentes extraídos de http://www.chubut.gov.ar12 De hecho el coeficiente visitante/residente es superior en Aysén, alcanza a 2,1. 13 http://www.stats.govt.nz/browse_for_stats/industry_sectors/Tourism/TourismSatelliteAccount_MR07.aspx

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que la participación de Chile en el mercado de la pesca recreativa mundial sería de un 7%, nivel bajo si se compara con la participación de Nueva Zelanda y Argenti-na con un 61% y 32%, respectivamente. La cuenca del Baker y potencialmente la del Pascua podrían ser una fuente de desarrollo de una actividad muy promisoria, además de ser realizada por visitantes de alto nivel de ingreso y capacidad de gasto (Nuñez y Niklitschek, 2010).

Además cabe mencionar el deterioro de la imagen país, que ya se ha visto re-flejada en las negativas implicancias de HidroAysén para el país comentadas por prestigiosas diarios internacionales. El país ha invertido ingentes cantidades de di-nero en posicionar una imagen de país de naturaleza espectacular, “naturaleza que conmueve” (SERNATUR, 2002). Los diversos encargados de la institucionalidad referida a imagen país han destacado el negativo impacto a la imagen país que ge-nera este proyecto14.

Otro factor a agregar es la pérdida definitiva de la biodiversidad por la interven-ción de los ecosistemas río Baker y Pascua, precisamente cuando a nivel interna-cional se avanza con la cuantificación económica de los aportes de los ecosistemas a la biodiversidad15.

6. A modo de conclusión

Una estimación derivada de las pérdidas sectoriales (turísticas, pesqueras, patri-moniales) hacen factible afirmar que HidroAysén generaría pérdidas regionales anuales desde US$ 19.176.516 con estimaciones conservadoras, las que deben compararse con los beneficios probables de HidroAysén por ingresos derivados del empleo directo e indirecto, que alcanzarían a US$ 8.835.300. En síntesis, una pérdida neta anual para la Región de Aysén sería en un escenario conservador de US$ 10.341.216.

Es posible que los supuestos y datos presentados en este estudio para fundamen-tar las pérdidas sean limitados o hipotéticos. Sin embargo, la afirmación contraria a la hipótesis del estudio es insostenible empíricamente, en el sentido que los predios comprados con fines escénicos aumenten su precio por instalación de torres, que la pesca recreativa aumente por efecto de las represas o que el turismo de naturaleza se incremente por el atractivo superior de las represas y torres, o que el bosque nativo

14 Como la crítica del ex director de Fundación Imagen País, Juan Gabriel Valdes. http://www.biobiochile.cl/2011/05/16/hidroaysen-juan-gabriel-valdes-senala-que-dano-ambiental-perjudicaria-a-chile-a-nivel-interna-cional.shtml

15 Como el desarrollo de una metodología para el cálculo de valor de Bienes y Servicios Ecosistémicos del Programa Domeyko de la Universidad de Chile. http://www.uchile.cl/domeykoBiodiversidad

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aumente su superficie debido a las construcciones de este proyecto. Más que las precisiones metodológicas, sólo en base al sentido común, se puede concluir que el proyecto HidroAysén es una desinversión para la Región de Aysén.

Más aún, al desaparecer la ventaja absoluta de un paisaje casi virgen, en un paisaje mínimamente intervenido, se expone a la Región de Aysén a perder un de-sarrollo potencial turístico de naturaleza de US$ 128 a 1.146 millones de dólares, en un marco de desarrollo endógeno, sustentable, a escala local y con sustantivas externalidades positivas.

El estudio es un llamando de atención para una modernización de las meto-dologías de evaluación ambiental y de la aplicabilidad real de los instrumentos de ordenamiento territorial. Las metodologías de evaluación ambiental vigentes no se basan en estimación de rentabilidad social, ni son adecuadas para dirimir en base a una metodología estándar proyectos que tienen efectos contradictorios u opuestos en un mismo territorio. Los instrumentos de planificación estratégica territorial no tienen un carácter jurídicamente vinculantes y de jerarquía superior sobre decisio-nes de inversión de privados. Esta doble orfandad, metodológica y jurídica, viabi-liza proyectos como HidroAysén, que, tal como es sabido por la opinión pública, es el primero de una serie de intervenciones en los ecosistemas patagónicos, con las consecuencias ya descritas –parcialmente– en este estudio, las que afectarían negativamente el desarrollo de la Patagonia.

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Represas en Aysén: ¿traba o trampolín para el desarrollo turístico regional?

Dams in Aysén: obstacle or springboard for regional tourism development?

PATRICIO SEGURA ORTIZ1

FABIEN BOURLON2

Resumen

Diversos estudios y evaluaciones independientes apuntan a que no se han evaluado los reales impac-tos de las posibles represas y tendidos eléctricos sobre el desarrollo turístico de la Patagonia chilena. Estudios más focalizados y precisos señalan incluso un impacto potencial fuerte, real y duradero a este sector –eje del desarrollo socioeconómico sostenible de Aysén– si se construyeran estas mega infraestructuras, según ha sido manifestado en diversas estrategias de desarrollo regional. En este contexto es relevante observar cómo los actores sociales se han movilizado y cuáles han sido sus posturas, obviamente diversas pero en gran mayoría preocupadas por los impactos ambientales, sociales y económicos del proyecto HidroAysén. Tal ha sido la dinámica, que Aysén ha llegado a estar en la mira mundial y, al parecer, contrariamente a los que opinan que la campaña “Patagonia sin Represas”, afecta la imagen de Aysén, ha puesto este territorio en el mapamundi de los destinos prístinos del planeta y “hot spot” turístico mundial. Lo anterior significa que si no se construyen las represas, Aysén y su modelo de “reserva de vida” seguirá atrayendo a visitantes y emprendedores con ganas de conocer un destino preservado y alejado del desarrollo industrial a gran escala. Aysén seguirá siendo un lugar para instalarse y vivir en un lugar seguro y amigable, donde los modos de vida tradicionales y modernos aseguran una calidad de vida difícilmente igualable en otra zona del mundo. El debate generado pone en perspectiva los desafíos que enfrenta Chile en cuanto a gestión sostenible y gobernanza local para sus regiones. A todas luces un manejo integrado de sus territorios es una necesidad para ser plenamente un país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD). Esto, más aún considerando que en el último informe de este organismo Chile quedó en el último lugar en preocupación e institucionalidad medioambiental –área altamente vinculada al desarrollo turístico en Chile y particularmente en Aysén– de los 40 países evaluados.

Palabras clave: HidroAysén, turismo, Patagonia, represas, desarrollo sostenible.

1 Periodista, Presidente Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén CODESA, Consejero Nacional Colegio de Periodistas de Chile. E-mail: [email protected]

2 Coordinador Centro de Turismo Científico de la Patagonia, Investigador Centro de Investigación en Ecosis-temas de la Patagonia (CIEP). E-mail: [email protected]

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Abstract

Several independent studies and evaluations indicate that until now there are no reliable assess-ment on the real impact of possible dams and power lines to the tourism development of Chilean Patagonia. Focused studies even indicate a strong negative and long-term impact, to this sector –an essential socioeconomic development option for Aysén as has been manifested in various regional development strategies, if these mega structures were built. In this context we wish to show how social actors have been mobilized according to their viewpoints. These are obviously manifold but mostly concerned about the environmental, social and economic impacts of the so called “HidroAy-sén” project. Such has been the dynamic of the opposition movements that Aysén has appeared to the world gaze as one of the last virgin places on earth. Apparently contrary to those who think that the campaign “Patagonia sin Represas” affects the image of Aysén, it seems to have placed this region on the world map of the planet pristine places and a “hot spot” for world tour travelers. It appears that while the dams are not built, Aysén as a “reserve of life” will continue to attract visitors and entrepreneurs wanting to know and offer a preserved, remote and unspoiled from industrial development territory. As it is Aysén could continue to appear as a place to settle to live in a safe and friendly manner. Here both traditional and modern-alternative forms of life are possible and could ensure a quality of life unlikely to be matched by that of other parts of the world. The debate puts into perspective the challenges that Chile faces in terms of sustainable management and local governance in the regional provinces. Clearly an integrated management of the regional territories is needed to achieve criteria of expected from members of the Organization for Economic Coopera-tion and Development (OECD). This is relevant considering that in its last report the organism ranked Chile last of the 40 countries assessed, in terms of environmental preoccupations –an area highly linked to tourism development in Chile and particularly in Aysén.

Keywords: HidroAysén, tourism, Patagonia, dams, sustainable development.

Recibido: 13.10.11. Aceptado: 18.11.11.

Introducción

Una intensa discusión se dio durante las últimas semanas de agosto a través de los medios de comunicación como resultado de las declaraciones del vice-

presidente de la Federación de Empresas de Turismo (Fedetur), Eugenio Yunis, en el marco del XXXIII Congreso de la Asociación Chilena de Empresas de Turismo (Achet) realizado previamente en Arica. El dirigente nacional expresó, luego de una presentacion que el vicepresidente ejeuctivo de HidroAysén, Daniel Fernández, hiciera en tal encuentro, que las 5 represas en los ríos Baker y Pascua en Aysén “agregarán valor turístico a la Patagonia” y que el principal temor de los empresarios era “el impacto ambiental que pueda tener la construcción de la red de transmisión”3.

Como era lógico, la respuesta no se hizo esperar. Y vino desde la propia Pata-gonia. Las cámaras de turismo de Chaitén, Futaleufú, Coyhaique, Puyuhuapi y La Junta, la Agrupación Cultural, Turística y Ambiental de Puerto Río Tranquilo, y

3 “Fedetur cree que HidroAysén no alejará a los turistas a la Patagonia”, Radio Cooperativa, 30 de agosto de 2011. Ver en http://www.cooperativa.cl/prontus_nots/site/artic/20110830/pags/20110830171652.html

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las asociaciones gremiales de Turismo Rural y de Operadores de Pesca Recreativa de Aysén respondieron duramente a las palabras de Yunis.

Su sentir, más allá de los aspectos técnicos involucrados, incluyó una declara-ción de principios que es el quid de la discusión sobre la compatibilidad o incom-patibilidad de grandes infraestructuras (en este caso energéticas) en territorios ex-cepcionales –y de gran proeycción turística– como la Patagonia, y particularmente Aysén. “La integridad de la Patagonia se ve amenazada de dejar de ser un territorio ex-cepcional y testimonio de una naturaleza única en el mundo, que nuestros hijos tienen derecho a conocer y nosotros el deber de defender” fue la conclusión a la que llegaron los empresarios regionales en un documento enviado a la prensa4.

Es esta última frase la que llama a realizar un análisis profundo respecto del posi-ble impacto en el desarrollo turístico que generaría la eventual implementación de iniciativas que contemplan la construcción de, por lo bajo, 9 represas (HidroAysén: 2 en Baker, 3 en Pascua; Energía Austral: Cuervo, Cóndor, Blanco y Blanquito), miles de hectáreas de inundación, 180 kilómetros de interconexión eléctrica al-terna con torres de 75 metros de altura y unos 2.000 kilómetros de transmisión entre Aysén con Santiago, además de un alto impacto demográfico y escombreras, rellenos sanitarios y campamentos, entre otras obras asociadas a los embalses. Esto, vinculado además con la forma en que la ciudadanía de la región de Aysén ha ido respondiendo al intento (mediante actividades de responsabilidad social empresa-rial y tramitación ambiental) de instalar el proyecto en la zona.

El dilema para el sector turismo

Según la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), el Servicio de Coo-peración Técnica (SERCOTEC) y la Universidad de Chile, el turismo es la segunda actividad productiva de la región de Aysén después de la salmonicultura, siendo su aporte a la micro, pequeña y mediana empresa de US$ 74 millones durante el año 2007. Es decir, el 9% del PIB regional (SERNATUR 2009, Bourlon, 2009).

En este contexto es que se dan numerosas opiniones de organizaciones del sec-tor y actores de la sociedad, que muestran que existen posturas muy opuestas frente a lo positivo o negativo del desarrollo hidroeléctrico (Hartmann, 2006; Cámaras de Turismo, 2008; Pasalacqua, 2008; Max Neef, 2008).

Por una parte existen distintos trabajos, y en particular una encuesta de la Uni-versidad de Concepción (Rojas y Torres, 2008), que consigna que un segmento de los empresarios turísticos considera que el desarrollo de grandes proyectos sería un aporte, ya que a su juicio las obras planificadas aumentarían significativamente el

4 “Apoyo de Fedetur a HidroAysén tensiona al gremio turístico del sur”, Portal Terra, 9 de septiembre de 2011. Ver en http://economia.terra.cl/noticias/noticia.aspx?idNoticia=201109092242_INV_80168150

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flujo de personas que, por extensión, beneficiarían a la economía al contratar servi-cios de transporte, alojamiento y alimentación.

Al contrario, otros trabajos junto a la mayoría de los grupos empresariales del sector (Cámara de Turismo de Coyhaique, 2008; Cámara de Turismo y Comercio de la Junta, 2008; Cámara de Turismo y Comercio de Puyuhuapi, 2008) conside-ran que el desarrollo hidroeléctrico sería perjudicial para la zona, pues impediría que Aysén se desarrolle como destino de clase mundial. Para ellos, la campaña “Patagonia Sin Represas” ha permitido poner en valor la pristinidad de la Patagonia de Chile y salvarla de una destrucción segura (Cámara de Turismo de Coyhaique, 2007).

El tema central es que, si bien es posible considerar que cualquier nueva acti-vidad económica puede generar retornos positivos para Aysén –aunque sea sólo durante su etapa de construcción–, el desarrollo de un territorio está relacionado siempre con una escala de tiempo mayor. En el fondo, es necesario anticiparse a lo que ocurra cuando decaiga tal actividad inicial. Y en ese momento responder a la siguiente pregunta: ¿Se ha ganado en términos de desarrollo regional sostenible y con amplios beneficios locales?

Para la Organización Mundial de Turismo (World Tourism Organization, 2004) las actividades turísticas son “aquellas que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares distintos de su entorno habitual, por un período consecutivo inferior a un año, con fines de ocio, negocios u otros motivos”. Tal definición permite establecer que los trabajadores de proyectos hidroeléctricos no pueden ser conside-rados como turistas, al contrario de lo que algunos han dado a entender. Porque, aunque es posible considerar al turismo como una actividad económica cuyo fin es ofrecer servicios a los viajeros independiente de sus motivaciones, no son las mismas infraestructuras las que se proveen para trabajadores de la construcción que para los turistas.

Más aún, el turista es el que busca conocer “destinos” de reconocida calidad, generando en su proceso descansos o experiencias emocionales y educativas enri-quecedoras. En este contexto, el aumento en el flujo de personas “desplazadas” por obligaciones laborales a la región no sería beneficioso si afecta la calidad destino turístico.

A pesar de lo antes mencionado, hay quienes aún consideran que es compati-ble un desarrollo industrial con el turismo (Pasalacqua, 2008; Hidroaysén, 2008), algunos de quienes comparan con la realidad de naciones más industrializadas. En esto es preciso aclarar que en ellas la demanda y la oferta turística poseen otras características y, por ejemplo, existen centros poblacionales cercanos con viajeros que se acomodan a una naturaleza intervenida para su descanso (Bourlon, 2009; Duffield, 2009). Es más, por tratarse la Patagonia de un destino turístico de lar-ga distancia y de difícil acceso, no tiene la posibilidad de desarrollar este tipo de “turismo clásico”. Irreal sería pensar que Aysén pueda competir con toda la oferta

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mundial de naturaleza ya intervenida, estando a más de 500 kilómetros de cual-quier centro urbano desarrollado.

Cualquier estrategia de mediano plazo contempla intentar posicionar a la región como un lugar del mundo que los viajeros “no se pueden perder”. Si bien es cierto la oferta de servicios hoteleros, de alimentación y de transporte no requiere necesa-riamente de un sello diferenciador, el “destino Aysén necesita, para ser atractivo, de un entorno natural y cultural de calidad indiscutida (SERNATUR, 2008; Irvine y Stringer, 2008; CEGESTUR, 2007). Por otra parte, se hace imprescindible de una gama de servicios y recursos humanos especializados (para el agroturismo, la pesca con mosca, de navegación, de aventura, etc.). La naturaleza es el gran activo reconocido de la región de Aysén y fortalecerlo se condice con el posicionamiento de Chile y la campaña “Naturaleza que conmueve” propuestos por Sernatur (SER-NATUR, 2006), así como con la imagen país que promueve el gobierno actual.

La experiencia de operadores nacionales que ofrecen circuitos patagónicos “in-tegrados” (desde Puerto Montt hasta Punta Arenas, pasando por Argentina) indica que lo que más valora el turista en su paso por Aysén es la naturaleza en estado puro, además de su gente y su modo de vida rural. No destacan las ciudades, la infraestructura o algún complejo hotelero ni solicitan infraestructura de un altísi-mo nivel. Basta con ver otros destinos de calidad, en regiones rurales y naturales “subdesarrolladas” como Perú, Nepal, Alaska, para comprobar que un destino con pocas comodidades, “totalmente natural”, tiene hoy un valor alto y competitivo en el mercado turístico. Algunos dicen que Aysén es un destino en construcción, pero cabe recordar que desde la perspectiva del desarrollo de la infraestructura y concre-ción de un destino, todos se materializan en el tiempo: el Desierto de Atacama y las Torres del Paine no existían hace 15 años (CORFO, 2007).

La clave es evaluar si el destino “Patagonia-Aysén” se mantendrá con un desarro-llo hidroeléctrico de gran escala. El turismo ha sido definido como uno de los ejes fundamentales de la Estrategia de Desarrollo Regional (Gobierno Regional de Ay-sén, 2009) y para competir en el mundo con países como Nueva Zelanda, Canadá y Noruega, donde se gestionan en forma óptima la infraestructura y los recursos naturales, Chile requiere impulsar rápidamente modelos y leyes ambientales o de planificación y de zonificación de vanguardia.

Pérdidas y ganancias para el turismo

En cuanto a las evaluaciones sobre la pérdida y ganancias para la región, asociada a la construcción de represas, las visiones positivas de las empresas HidroAysén y Energía Austral han sido muy criticadas en términos científicos a nivel público (Pa-bich, 2009; Ponce, 2008; Rojas y Torres, 2008). En sus estudios, el Departamento de Sociología de la Universidad de Concepción (Rojas y Torres, 2008) y la Facul-

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tad de Ciencias Sociales y el Instituto de Estudios Urbanos Universidad de Chile (Jaramillo y Sapiains, 2008; Salamanca, 2008) indican a que, si bien puede haber algunos beneficios económicos de corto plazo, éstos no compensarían los impactos negativos a la industria regional del turismo. Prevén grandes impactos sociales y de alto costo para la región y para el Estado chileno. Se estima una pérdida de entre 30 y 40 millones de dólares anuales durante la construcción, en tanto que el Departa-mento de Turismo y Planificación Regional del CIEP considera que en un período de 10 podría haber una pérdida del orden de 7.000 empleos potenciales, estimados en base al crecimiento actual del turismo regional (Bourlon, 2009).

En el contexto planteado, es relevante mencionar que las últimas encuestas de opinión han señalado que a nivel regional y nacional el rechazo a la aprobación de HidroAysén en mayo de 2011 es superior al 70%5. Y la encuesta de agosto del Centro de Estudios Públicos, uno de los think thank más respetado en Chile, de-terminó que un 51% de los chilenos cuestiona el manejo del gobierno en torno a la tramitación de la iniciativa, aprobada a nivel gubernamental regional en mayo de 2011.

Con todo, es posible señalar que existe hoy un acuerdo colectivo en que no es imprescindible “sacrificar Aysén” para generar energía.

Más allá del turismo, las rutas ciudadanas en busca de un desarrollo sostenible del territorio

Es el turismo uno de los sectores productivos regionales que se ve mayormente amenazado por el desarrollo de los proyectos de represas y tendido eléctrico, lo cual ha sido reconocido desde el inicio del conflicto en 2005 por los habitantes de Aysén6.

Sin embargo, a pesar de existir una suerte de unanimidad del potencial turístico de Aysén, el involucramiento de la ciudadanía en la región de Aysén en torno a la posible construcción de represas por parte de HidroAysén y Energía Austral se ha canalizado por diversas vías. Más allá de la participación ciudadana formal que establece el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, para muchos un corsé demasiado estrecho para la magnitud de ambos proyectos, los ayseninos y sus agru-

5 “Encuesta revela que el 60% de los aiseninos se opone a centrales hidroeléctricas”. El Mercurio Online, 14 de mayo 2011.

“Encuesta Cooperativa Imaginacción: Dilemas de la Política Energética Nacional”. Universidad Técnica Fe-redico Santa María, Radio Cooperativa e Imaginacción, 21 de marzo 2011 (http://www.imaginaccion.cl/encues-tas2011/220311.pdf )

6 “Desarrollo territorial y construcción de represas hidroeléctricas en Aysén”. Investigación de Ximena To-ledo O., Hugo Romero A. y Hugo Romero T., de 2006. Ver en http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/ap/arquitectura_y_urbanismo/r20067111445ayseneure.doc

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paciones han tenido variadas formas para responder al escenario que se comenzó conformar a partir de 20057.

Fue en ese año, más específicamente en abril, cuando un medio nacional infor-mó que Endesa retomaba los proyectos de represas en Aysén por 500 millones de dólares8. La primera respuesta provino de 4 organizaciones con asiento en la región (la Corporación Privada para el Desarrollo de Aysén, la filial Aysén del Comité Pro Defensa de la Flora y Fauna, la Escuela de Guías de la Patagonia y la Corporación Costa Carrera) que con fondos estatales iniciaron a fines de ese año un serie de talleres tendientes a informarse –e informar– sobre los múltiples aspectos involu-crados en la iniciativa de la eléctrica, en ese tiempo, española.

Tales talleres de llamaron “Por Chile y Aysén… aprendamos de la energía” y tuvieron como resultado la conformación de la Coalición Ciudadana por Aysén Reserva de Vida (CCARV) el 2 de enero de 2006 y una declaración pública de la misma fecha en que manifestaban su “visión crítica” del proyecto de Endesa por su incoherencia con el “desarrollo sustentable” de la región de Aysén. Se sumaron luego a la CCARV la Escuela NOLS, la Cámara de Comercio y Turismo de Puerto Río Tranquilo y la Agrupación de Defensores del Espíritu de la Patagonia (ADEP) de Cochrane.

El caso de ADEP es especial. También por 2005 dos jóvenes de Cochrane re-conocieron en el proyecto de Endesa una amenaza a los ecosistemas pero también a la cultura, identidad y calidad de vida de la zona sur de Aysén, por lo cual se abocaron a reunir firmas para formar una agrupación comunitaria. Fue en los ta-lleres de CCARV donde conocieron a una persona que se entusiasmó con la idea y comprometió su respaldo económico.

Establecida la alianza Coyhaique-Cochrane, faltaba un nexo con Santiago, don-de a fin de cuentas, en un país centralizado como Chile, se toman las principales o últimas decisiones. La ONG Ecosistemas venía desarrollando desde unos años atrás un trabajo vinculado con la Patagonia, por lo cual se vio que era el aliado estratégico que se necesitaba para conformar el eje Cochrane-Coyhaique-Santiago que permitiría realizar un trabajo coordinado de defensa de la Patagonia. Porque tal era su objetivo, defender a la región de Aysén y sus comunidades de la amenaza de estos megaproyectos energéticos.

La labor en esa época fue más bien de difusión mediante prensa y talleres infor-mativos9, con algunas acciones de participación ciudadanas con marchas y mani-

7 “Un botín llamado Aysén”, Revista Ecología Política, febrero de 2007. Ver en http://bibliotecaverde.wikieco.org/?file_id=992

8 “Proyecto Hidroeléctico Aysén-Endesa”, presentación original anteproyecto Ver en www.endesa.cl/endesa_chile/aysen/ProyectoAysen.pdf

9 “Discusiones sobre la energía se trasladan al sur de la región”, Revista Electricidad Interamericana, noviembre de 2006. Ver en http://www.revistaei.cl/noticias/?id=3287

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festaciones, legales con oposiciones a la solicitud de concesión eléctrica y solicitu-des de derechos de agua y técnica con estudios sobre impactos en el turismo y las actividades productivas.

Poner el tema en la mesa permitió que nacieran otras organizaciones especial-mente dedicadas a la defensa de territorio y que se sumaran otras ya existentes. La más emblemática, por representar un trabajo de resignificación del ser aysenino y un fuerte rescate identitario, fue la Agrupación Nacional Jóvenes Tehuelches, integradas por jóvenes que debieron dejar la Patagonia para proseguir sus estudios universitarios en “Chile”, para los ayseninos, en los centros de educación superior de Puerto Montt al norte. Esta organización nació de la fusión de los santiagui-nos Jóvenes por el Baker y los porteños Jóvenes Tehuelches, que el 21 de mayo de 2006 hicieron su entrada en escena en la primera gran manifestación en contra de Michelle Bachelet, cuando la Presidenta daba su Mensaje ante el Congreso pleno. La imagen de dos gigantescos lienzos instalados en la cabecera de la gran marcha, con las consignas “No a Endesa” y “Aysén sin represas”, retornó a Aysén y llamó la atención de quienes desde el hogar común veían cómo los jóvenes se organizaban. A partir de ese momento ser aysenino estudiando en el norte ya no sería un estigma entre sus compañeros sino más bien sinónimo de orgullo, relevando tradiciones como el uso de gorra de vasco, el asado al palo, el mate y el truco, además de la infaltable interjección “che” al concluir cada frase. Incluso, muchos adolescentes en la enseñanza media comenzaron a escoger carreras que les permitieran regresar a ejercer a su región, en áreas relacionadas con la sustentabilidad ambiental.

Junto a ello, fueron germinando múltiples organizaciones para la batalla en ciernes: desde el norte la Agrupación de Defensa de la Cuenca del Palena, En-tre Mañíos y Baguales de Mañiguales, Entre Ríos y Cordillera de Villa Ortega, Wall Mapu de Puerto Aysén, Agrupación Herederos de la Patagonia de Villa Cerro Castillo, Antukulef de Chile Chico, Defensores de la Cuenca del Murta de Bahía Murta, Agrupación Cultural y Ambiental de Puerto Río Tranquilo, Chonkes de Caleta Tortel, Agrupación Cultural y Ambiental Río Pascua de Villa O’Higgins. Y, con claras declaraciones contrarias a HidroAysén y Energía Austral, la Cáma-ra de Turismo de Coyhaique, el Sindicato de Trabajadores de la Construcción de Coyhaique, la Central Unitaria de Trabajadores, comités campesinos de El Claro y Valle Simpson, entre muchos otros.

Estas organizaciones son sólo las que tienen una visión crítica de los proyectos. Pero ¿qué ocurre con las otras, con los otros ciudadanos?

Posturas de la comunidad aysenina

Para entender la respuesta de los ayseninos es preciso dividir, con fines metodológi-

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cos, los tipo de acercamientos a estos proyectos. Se puede decir que existen hoy en Aysén 4 posturas frente a HidroAysén y Energía Austral.

Por una parte están quienes rechazan estas iniciativas de raíz, entendiendo que no existe compensación, mitigación ni reparación alguna que revierta el grave im-pacto cultural, ecosistémico, social e incluso económico que generarían en la zona. En ellas se insertan todas las organizaciones antes mencionadas. Y que existen otras alternativas de desarrollo para Aysén realmente sustentables, lo mismo que para el país en términos de generación eléctrica. Éstos son los “opositores”10.

Luego están quienes consideran que el proyecto es necesario para Chile y Aysén. Y que aquella sola razón hace necesaria su materialización, la que consecuente-mente será beneficiosa y que incluso potenciará lo que otros dicen que destruirá: el turismo mediante la incorporación de nuevos territorios mediante caminos y el aumento en el flujo de visitantes (trabajadores incluidos), los ecosistemas a través de la generación de nuevo conocimiento y áreas de conservación, la calidad de vida mediante fondos concursables, empleo y becas de estudio. Aquí hablamos de los “pro represas”, los cuales en estado puro no son muchos, o por lo menos no lo expresan públicamente11.

Luego están quienes, previendo los impactos negativos del proyecto en la zona, sienten que el poder económico que hay detrás de estas iniciativas es tal que es in-fructuoso e, incluso, casi ridículo oponerse. La frase que mejor define tal condición es “a mí no me gustan las represas pero las van a hacer igual”12.

Por último, están quienes han sido calificados por los “opositores” como los “negociadores”. También entienden que el nivel de intervención planteado por las hidroeléctricas es muy alto, pero confían en que el interés de la empresa y el Estado (asumiendo a éste como el gobierno) es tal que se convierte en una oportunidad para obtener beneficios (esencialmente económicos) para la región. Reflejo de esta postura es esencialmente la Corporación Aysén por Aysén13, nacida luego de la presentación del proyecto de HidroAysén y que ha recibido aportes directos de la empresa para su funcionamiento.

Lo que en circunstancias normales se podría entender como posturas diversas ante un tema complejo en Aysén, por los sentimientos que generan estas iniciativas (para algunos una amenaza, para otros una oportunidad), se han convertido en

10 Portal sitio web Patagonia sin Represas. Ver en http://www.patagoniasinrepresas.cl/final/11 “Agua que no has de beber”, El Diario de Aysén, julio de 2010. Ver en http://www.diarioaysen.cl/columnas.

php?id=228712 “Ojala no hicieran las represas en la región, pero no quiero ser pesimista ni nada pero las represas las van a

hacer igual”. Comentario en portal Youtube. Ver en http://www.youtube.com/all_comments?v=7qQhjOGKOIs13 Portal sitio web Corporación Aysén por Aysén. Ver en http://www.aysenporaysen.cl/

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bandos. La tensión se aprecia en las paredes de las principales ciudades, con ame-nazas directas a las autoridades que aprobaron el estudio el 9 de mayo de 201114, las “funas” a todos quienes demuestren su apoyo a la iniciativa. Lo mismo ocurre en el caso contrario con profesionales que han sido “vetados” al postular a funciones públicas por sus posturas críticas a las iniciativas, las sanciones a quienes hicieron denuncias sobre la tramitación de HidroAysén15 y la tendencia de las autoridades gubernamentales a privilegiar su trabajo con organizaciones que se han mostrado proclives a los proyectos o con una actitud de “negociación”.

Pero lo que hoy ocurre en Aysén no es algo que debiera sorprender. Uno de los efectos que las grandes corporaciones han tenido en gran parte de los territorios donde ponen sus ojos (y sus manos) ha sido socavar la cohesión social basada en la confianza16. Algo que en Aysén, desde que Endesa llegó para usar sus recursos naturales, cada día escasea con mayor notoriedad.

Conclusiones: Hacia una mejor gobernanza regional y una gestión integral

La encrucijada de Aysén es continuar sus esfuerzos de planificación regional, con-frontando la definición de zonas de usos preferenciales con vocaciones productivas, acordadas colectivamente. Para salir de una situación de conflictos de intereses (en-tre empresas beneficiadas por las obras de construcción y los que invierten para un turismo de naturaleza) y avanzar hacia un uso racional de los recursos, es urgente que a la hora de evaluar los grandes proyectos industriales en el Sistema de Evalua-ción de Impacto Ambiental se pueda implementar una Estrategia de Manejo Inte-grado de Cuencas, hacer que las indicaciones del Plan Regional de Ordenamiento Territorial (SERPLAC 2005) sean plenamente vinculantes, e incorporar metodo-logías de nivel internacional para la evaluación de calidad paisajística (Muñoz-Pe-dreros, 2000 y 2004; Silva, 2002), tal como lo inició la Secretaría de Planificación Regional en 2008 para todos los proyectos ingresados al SEIA.

De igual modo, es importante buscar compatibilizar el desarrollo de la región y evaluar los proyectos industriales en su globalidad sin presión empresarial o po-lítica, generando consenso regional sobre sus oportunidades sociales, ambientales y productivas. La generación hidroeléctrica debe ser parte de la matriz energética de Chile, pero ésta no es la solución única ni la del corto plazo, pues los proyectos

14 “Intendencia Aysén llamará a una mesa de diálogo”, El Patagón, Domingo, 9 de julio de 2011.Ver en http://www.elpatagondomingo.cl/?p=10140

15 “Funcionaria que denunció adulteración en informe para aprobar Hidroaysén fue sancionada”, The Clinic, septiembre de 2011. Ver en http://www.theclinic.cl/2011/09/28/funcionaria-que-denuncio-adulteracion-en-in-forme-del-minvu-para-aprobar-hidroaysen-fue-sancionada-por-seremi-inhabilitado/

16 “Ríos Silenciados”. Ver en http://www.pronaturaleza.org/archivos/pdf/Rios_Silenciados.pdf

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de Aysén no aportarían al sistema energético nacional antes del año 2020. Y en este proceso evaluar los impactos sinérgicos de 10 años de faenas y construcciones asociadas a los proyectos hidroeléctricos, tales como la saturación del tránsito re-gional, de los establecimientos de salud, de educación o la probable evolución de toda la oferta de servicios para el proyecto y su incidencia sobre el sector. Aspectos tales como los probables conflictos sociales, entre trabajadores foráneos, empleados y desempleados con la comunidad actual, y por lo tanto la inseguridad para la co-munidad y el visitante son cruciales para el buen desarrollo turístico. La necesidad de buscar las mejores opciones para limitar o mitigar los impactos al paisaje y a los recursos naturales es otra arista clave (Ponce, 2008; Muñoz, 2006 y 2008) y pendiente del proceso.

Alternativas tales como reducir el número de proyectos de represas hidroeléctri-cas, proponiendo, por ejemplo, centrales de paso que ocasionen menores impactos ambientales y visuales no han sido planteadas. Opciones de trazados submarinos, bajo tierra o vía Argentina, que no afecten corredores turísticos, quedan por ser evaluados.

La polarización del conflicto a favor o en contra de las represas afecta la imagen de Chile a nivel internacional e influencia las inversiones en turismo y el flujo de vi-sitantes si se aprueban los proyectos sin un consenso regional. Lo que pasa en Chile tiene ya relevancia internacional, pues éste es un país abierto y dependiente del mercado y las demandas mundiales. El debate del sector turismo en Aysén ha dejado en evidencia que el país en su totalidad se puede ver afectado por proyectos locales, de-cisiones nacionales y conflictos sociales de distintas escalas. Generar amplios espa-cios de debate y negociación, agrupando entidades de investigación y planificación para generar un verdadero estudio sobre las perspectivas de desarrollo regional en el contexto nacional, en base a escenarios con y sin proyectos hidroeléctricos, es una necesidad de buena gobernanza que nos permitirá seguir atrayendo inversiones de todo tipo (Comisión Mundial de Represas, 2000; Duffield, 2009).

Referencias

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Cámara de Turismo y Comercio de Puyuhuapi (2008). “Observaciones Ciudadanas, Pro-yecto Hidroeléctrico Aysén, Asociación Gremial Camara de Turismo y Comercio de

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Puyuhuapi”. Sistema de Evaluación de Impactos Ambientales. Coyhaique: CONAMA. http://seia.sea.gob.cl

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Raúl Rodríguez Freire, compilador. La (re)vuelta de los estudios subalternos. Una cartografía a (des)tiempo

Santiago/San Pedro: Ocho Libros/ Editorial IIAM, 2011

Hacia fines de los años setenta, un erudito marxista llamado Ranajit Guha (1922) mantuvo un par de reuniones con jóvenes académicos que, al igual

que el maestro, sentían la urgencia de rescribir la historia de la India, pero a partir de una mirada que le devolviera a las masas silenciadas el lugar del cual se las había excluido. El proyecto al que tales reuniones dio lugar se conoce hoy como Estudios de la Subalternidad o Estudios Subalternos, y el impacto que han tenido tanto en la historiografía como en las ciencias sociales cobra cada vez mayor relevancia, y ya se nos empiezan a ser conocidos nombres como los de Dipesh Chakrabarty, Partha Chatterjee, Gayatri Spivak, entre otros. El Grupo de Estudios Subalternos del Sur de la India comenzó su actividad en 1982, a través de una publicación que en in-glés se conoce como Subaltern Studies: Writings on South Asian History and Society, y que actualmente va en su doceavo número. Esta perspectiva de análisis inspiró a un grupo de latinoamericanos, provenientes principalmente del espacio literario, a fundar un grupo similar en este lado del globo, el cual operó entre 1992 y 2002. Su objetivo era repensar la práctica teórica, una vez que los modelos teóricos y políti-cos dominantes en América Latina habían llegado a un claro agotamiento. La (re)vuelta de los estudios subalternos. Una cartografía a (des)tiempo es un libro que tiene por objetivo poner en circulación un conjunto de textos y de debates que la co-rriente subalternista ha generado, tanto en su versión india como latinoamericana, lo que debiera permitir una rica discusión no sólo con la dominante historia social chilena, sino también con todas las formas discursivas que colocan en su centro cuestiones como la representación y la agencia.

El libro se estructura a partir de cuatro ejes más una erudita presentación del compilador, la que le permite comprender a quienes no estén familiarizados con esta corriente, sus condiciones de emergencia y sus potencialidades para otros luga-res como América Latina y Chile en particular. El primer eje se titula “Emergencia de la subalternidad” y nos presenta los textos centrales de Ranajit Guha y Gayatri Spivak. Del primero podemos encontrar sus ensayos ya clásicos, como “Aspectos elementales de la insurgencia campesina de la India”, donde devela el eurocentris-mo de un historiador como Eric Hobsbawm, quien apela a la distinción entre polí-tica y prepolítica, como forma de considerar la agencia, lo que nos sumerge en una mirada teleológica que termina colocando al centro de la historia una razón estatal.

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También se incluye en esta sección “La muerte de Chandra”, un bellísimo ensayo donde Guha pone en práctica su estrategia de lectura, aquella que llama “lectura en reversa”, y cuyo objetivo es relevar la resistencia de un grupo de mujeres de las castas inferiores, no sólo ante el dominio del Raj sino también frente al patriarcado. En otras palabras, este texto es un manifiesto metodológico que lucha contra el modelo de historiador que ve en la fuente una verdad oficial que, en nombre de la objetividad, deja sin cuestionar, uniéndose así a lo que Guha llamó en otra parte “la prosa de la contrainsurgencia”. En cuanto a Spivak, se ha incluido una sección de un capítulo de su libro Crítica de la razón postcolonial, precisamente aquella donde rescribió su famosa polémica: ¿Puede hablar el subalterno? La respuesta negativa que entregó nos obliga a tomar con sumo cuidado toda representación, incluso la que se hace desde el mundo académico, dado que la academia reproduce la sub-alternidad en el mismo acto de nombrarla. Ello no implica que se deba suspender toda articulación, sino más bien problematizar cada invocación a la subalternidad, toda vez que se habla de la democracia en nombre del pueblo, ese que historiado-res, antropólogos y cientistas sociales en general dicen estar representando.

La siguiente sección se titula “Hacia una historiografía radical”, y contiene un texto de Dipesh Chakrabarty y otro de Guha, los que en conjunto tienen por objetivo develar las implicaciones que la disciplina tiene con el capital y su acu-mulación, a la vez que marcan la distancia con la historia desde abajo made in britain. El libro continúa con “La cuestión de la nación”, donde Partha Chattejee y Gyanendra Pandey señalan la violencia que conlleva aquella comunidad imaginada por Europa y exportada al resto del globo, pues la nación, lejos de ser una idea compartida por todo un pueblo, muchas veces se transforma en una unidad que para existir debe negar su hetegeneidad interna. De ahí que los autores apelen aquí a una defensa del fragmento, como diría Pandey.

El libro cierra con el apartado “Debates en torno a la subalternidad”, donde se recogen las reflexiones de la historiadora Florencia Mallon, autora por lo demás de un libro fundamental para comprender la historia mapuche a lo largo del siglo XX, La sangre del copihue, trabajo abordado desde una perspectiva subalternista ejemplar. También están aquí Chakrabarty y Spivak, quienes ponen en discusión los aportes tanto del grupo en general como de la noción de subalternidad en par-ticular. En cuanto al texto de Mallon, si bien fue escrito hace más de quince años, todavía ofrece perspectivas de análisis y reflexiones que afectan el trabajo académi-co, pues aún no están saldados lo que ella llamó “la promesa y el dilema” de los estudios subalternos.

En conjunto, este libro se muestra como un aporte más que significativo para el debate sobre saber, poder y representación que se viene generando en América Latina en los últimos años, lo que por supuesto no es exclusivo de una disciplina, sino que afecta todo el ámbito de la política de la academia. En otras palabras, este libro es un aporte a la política de la teoría y a la teoría política, que permitirá

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poner en discusión el sesgo elitista que todavía podemos reconocer en la historia social chilena, toda vez que asume una mirada eurocéntrica y etapista del devenir humano, pero, como queda claro en la presentación de Rodríguez Freire, también le permitirá a todo aquel interesado en los debates intelectuales llevar la discusión entre academia y política más allá de los pequeños departamentos disciplinares de los que no sale.

Mary Luz EstupiñánUniversidad Diego Portales, [email protected]

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SOCIEDAD HOY

INFORMACION A LOS AUTORES

SOCIEDAD HOY es una publicación del Departamento de Sociología y Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Concepción, Chile. Se editó en forma anual entre los años 1997 y 2005, y desde el año 2006 se edita en forma semestral.

Su objetivo es difundir e incentivar la investigación y la reflexión en las ciencias sociales en el ámbito nacional e internacional, especialmente a nivel iberoamericano.

Incluye temas de interés científico de diferentes áreas de investigación de las Ciencias Sociales, tales como epistemología, teoría sociológica y antropológica, medioambiente, género, educación, movimientos sociales, metodologías de investigación, políticas so-ciales, cultura e imaginarios sociales, etnias, problemas de la globalización, territorios y sistemas productivos, participación ciudadana, pobreza, desarrollo regional y sustenta-bilidad, entre otras áreas afines.

Es una publicación dirigida a académicos, investigadores, estudiantes y público en ge-neral. SOCIEDAD HOY considera para su publicación artículos inéditos, los que serán sometidos a evaluación de acuerdo a criterios de originalidad, pertinencia, rigurosidad y calidad científica.

Se acogen trabajos posibles de ser incluidos en las siguientes secciones de la revista: Artículos, Documentos, Reseñas. Los trabajos se publican en español, inglés o portugués.

Artículos: Deben tener 20 páginas como máximo, incluyendo referencias bibliográficas, títulos y resúmenes en español e inglés.

Documentos: Deben tener 10 páginas como máximo.

Reseñas: Deben tener 4 páginas como máximo y referirse a publicaciones recientes en algún ámbito de interés para las ciencias sociales. Su estructura debe ser la siguiente:

–Información del autor del libro: Nombre y apellido (año), Título del libro. Lugar de publicación: editora, número de páginas, ISBN.

–Datos del autor de la reseña: Nombre, institución, e-mail.–Desarrollo de la reseña: máximo 4 páginas.–La reseñas pueden ser en español, inglés y portugués.

NORMAS DE PUBLICACIÓN

–Artículos originales. Las contribuciones a la revista deben ser escritas a doble espacio, en hoja tamaño carta, con márgenes de derecha e izquierda y superior e inferior de 3 cm, en caracteres Times New Roman, tamaño 12. Debe consignarse:

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a) Título del trabajo, en español e inglés. b) Nombre de autor(es).c) Especialidad, institución a que pertenece y correo electrónico. d) Resumen y palabras claves. e) Abstract y keywords. f ) Introducción. g) Desarrollo, dividido en títulos y subtítulos si fuese pertinente. h) Reflexiones finales o conclusiones. i) Referencias bibliográficas: debe contener sólo aquellas citadas en el texto.

–Citas y referencias bibliográficas. Las citas en el texto y la lista final de referencias se deben presentar según formato de American Psychological Association (A.P.A.):

–Cuando el apellido del autor forma parte de la narrativa se incluye solamente el año de publicación del artículo entre paréntesis.

Ejemplo: Foucault (2000) estudió las relaciones de saber-poder entre...

–Cuando el apellido y la fecha de publicación no forman parte de la narrativa del tex-to, se incluyen entre paréntesis ambos elementos, separados por una coma.

Ejemplo: El estudio de las relaciones entre política y lenguaje (Habermas, 2000) abrió una nueva perspectiva...

–Cuando tanto la fecha como el apellido forman parte de la oración no se usa parén-tesis.

Ejemplo: En 1867 Marx publicó el primer tomo de El capital…

–Si hay más de una obra/artículo de un solo autor aparecido el mismo año, se citará con una letra en secuencia seguida al año.

Ejemplo: (Bauman, 2000a, Bauman, 2000b,…)

–Las referencias de la lista final deben disponerse en orden alfabético y año de publi-cación. Referencias múltiples de un mismo autor se ordenan por año desde la más antigua a la más nueva.

–Artículos de revistas: Apellido(s), nombre(s) (año de publicación) Título del artículo. Nombre de la revista, volumen, número, página inicial-página final.

Ejemplo: Salazar, G. (1990). Ser niño “huacho” en la historia de Chile (Siglo XIX). Proposiciones, Vol. 19, pp. 55-83.

–Libros: Apellido(s), nombre(s) (año de publicación) Título del libro. Ciudad donde fue publicado: nombre de la editorial.

Ej.: Beck, Ulrich (2008). La sociedad del riesgo mundial. Barcelona: Editorial Paidós.

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–Capítulos de libros: Apellido, nombre (año) Titulo capítulo. En Apellido, nombre: Tí-tulo del libro (página inicial-pagina final). Ciudad: editorial.

Ejemplo: Goffman, Erving (2001) On fieldwork. En Emerson, Robert Contemporary field research (pp. 153-158). Illinois: Waveland Press Inc.

Todas las citas deben aparecer en la lista final de referencias bibliográficas, y viceversa, dichas referencias deben estar citadas en el texto.

–Sistema de arbitraje y selección de artículos. Los artículos recibidos se someten a re-visión “doble ciego” a través del Comité Editorial, el Comité Científico Internacional y un Comité Científico de Colaboradores nacionales e Internacionales, quienes evalúan los trabajos en base a una pauta de calificación basada en criterios de originalidad, pertinencia, rigurosidad y calidad científica, focalizando en las fortalezas teóricas, me-todológicas, y la contribución de nuevos conocimientos, así como también en el ajuste del artículo, documento o reseña a las normas de publicación de Sociedad Hoy

–Notificación a los autores/as. Se notificará la recepción del trabajo al autor principal y, posteriormente, se notificará el resultado de la evaluación doble ciego.

–Orden de publicación de trabajos. El orden de publicación de los artículos quedará a criterio del Director.

–Envío de trabajos. Interesados e interesadas en publicar enviarán sus trabajos de for-ma electrónica al correo de la Revista Sociedad Hoy: [email protected], o por correo certificado a:

Revista SOCIEDAD HOYDepartamento de Sociología y Antropología

Facultad de Ciencias Sociales, 4° Piso,Universidad de ConcepciónCampus Universitario s/n

Fono (56-41) 2203063 - Fax (56-41) 2215860Casilla 160-C, Correo 3, Concepción, Chile

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SOCIEDAD HOY

INFORMATION FOR AUTHORS

SOCIEDAD HOY is a journal published by the Department of Sociology and Anthro-pology, Faculty of Social Sciences, University of Concepción, Chile. It was published annually from 1997 to 2005, and since 2006 is published every six months.

Its objective is to disseminate and encourage research and reflection on social sciences at national and international levels, especially at the Ibero-American level.

SOCIEDAD HOY includes topics of scientific interest on different areas of social science research, such as epistemology, sociological and anthropological theory, environment, gen-der, education, social movements, research methodologies, social policies, culture and so-cial imaginaries, ethnic problems, globalization, territories and productive systems, public participation, poverty, regional development and sustainability, among other related areas.

It’s a publication directed to academics, researchers, students and the general public. SOCIEDAD HOY considers for its publication original articles, which will be subject-ed to evaluation according to originality, relevance, rigor and scientific quality criteria.

Possible papers are welcomed to be included in the following sections of the Journal: Articles, Documents, and Book-Reviews. Papers can be written in Spanish, English or Portuguese. Articles: Must be 20 pages maximum, including references, titles and abstracts in Eng-lish and Spanish.

Documents: Must be 10 pages maximum.

Book-Reviews: must be 4 pages maximum and refer to recent publications in an area of interest for the social sciences. Its structure must be the following:

–Book author information: Name and last name (year). Book title. Place of publication: publisher, number of pages.

–Reviewer information: Name and last name, institution, e-mail.–Development of the book review: Maximum 4 pages.–Book reviews can be in Spanish, English and Portuguese.

FORMATTING GUIDE

Original Articles. Contributions to the journal should be typed double-spaced on letter size paper, with margins of left and right top and bottom of 3 cms, Times New Roman characters size 12. Should include:

a) Title of the paper, in English and Spanish.

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b) Name of author (s). c) Speciality, institution to which s/he belongs and e-mail.d) Abstract and keywords.e) Resumen y palabras clave.f ) Introduction.g) Development, divided into titles and subtitles, if applicable.h) Final thoughts and conclusions.i) References: should contain only those quoted in the text.

–Quotations and bibliographic references. Quotations at the text and at the final list of references must be submitted according to the format of American Psychological Association (APA):

–When the author’s name is part of the narrative, only the year of publication of the article in parentheses.

Example: Foucault (2000) studied the relationship between knowledge and power ...

–When the name and date (year) of publication are not part of the narrative of the text, put both parenthetically, separated by a comma.

Example: The study of the relationship between politics and language (Habermas, 2000) opened a new perspective...

–When both the date and the name are part of the sentence a parenthesis is not used.

Example: In 1867 Marx published the first volume of Das Kapital ...

–If more than one book / article by one author appeared the same year, the quote will be done with a letter in sequence following the year.

Example: (Bauman, 2000a, Bauman, 2000b)

–The references in the final list should be in alphabetical order and year of publication. Multiple references by the same author are sorted by year from the oldest to the new-est.

–Journal articles: Last name, name (year of publication) Title of the article. Journal name, volume number, initial page-final page.

Example: Salazar, G. (1990). Ser niño huacho en la historia de Chile (Siglo XIX). Proposiciones, Vol. 19, pp. 55-83.

–Books: Last name, name (year of publication) Book title. City where was published: Name of the publisher.

Example: Beck, U. (2008). La sociedad del riesgo mundial. Barcelona: Editorial Paidós.

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–Book chapters: Last name, name (year) Chapter title. In: Last Name, First Name: Book title (initial page-final page). City: publisher.

Example: Goffman, E. (2001). On fieldwork. In Emerson, Robert Contemporary field research (pp. 153-158). Illinois: Waveland Press Inc.

–All quotations must appear in the final list of references and vice versa, such references must be quoted in the text.

–Arbitration system and selection of paper. The contributions received are subject to ‘double blind’ review through the Editorial Committee, the International Scientific Committee and Scientific Committee of national and international partners which evaluate the work based on a norm of qualification based on originality, relevance, sci-entific rigor and quality criteria, focused on theoretical, methodological strengths, and the contribution for new knowledge, as well as the adjustment of the article, document or book-review to the rules for publication of Sociedad Hoy.

–Notification to the authors. The authors will be notified about the receipt of the contribution, and subsequently they will be notified about the outcome of the double-blind evaluation.

–Order of publication of papers. The order of publication of the articles will be sub-jected to the Director’s criterion.

–Paper Submission. Authors interested in publishing their work must send the original paper to the following e-mail of Sociedad Hoy: [email protected] , or by regis-tered mail to:

Revista SOCIEDAD HOYDepartment of Sociology and Anthropology

Faculty of Social Sciences, 4th Floor,Universidad de Concepción Campus Universitario s / n

Telephone (56-41) 2203063 - Fax (56-41) 2215860Casilla 160-C, Correo 3, Concepción, Chile

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SOCIEDAD HOY

INFORMAÇÃO AOS AUTORES

SOCIEDAD HOY é uma publicação do Departamento de Sociologia e Antropologia, Faculdade de Ciências Sociais, Universidade de Concepción, Chile. A edição era de forma anual entre os anos de 1997 e 2005, a partir do ano de 2006 a edição é feita de forma semestral.

Seu objetivo é difundir e incentivar a investigação e a reflexão nas ciências sociais no âmbito nacional e internacional, especialmente a nível iberoamericano.

Inclui temas de interesse científico de diferentes áreas de investigação das Ciências Sociais, tais como epistemologia, teoria sociológica e antropológica, meio ambiente, gênero, educação, movimentos sociais, metodologias de investigação, políticas sociais, cultura e imaginários sociais, etnias, problemas da globalização, territórios e sistemas produtivos, participação cidadana, pobreza, desenvolvimento regional e sustentabilida-de, entre outras áreas afins.

É uma publicação dirigida á acadêmicos, pesquisadores, estudantes e público em geral. SO-CIEDAD HOY considera para sua publicação artigos inédito, que serão submetidos à ava-liação de acordo a critérios de originalidade, pertinência, rigorosidade e qualidade científica.

Admitem-se trabalhos possíveis de serem incluídos nas seguintes seções da revista: Ar-tigos, Documentos, Resenhas. Os trabalhos podem ser em espanhol, inglês e português

Artigos: Devem ter no máximo 20 páginas, incluindo referências bibliográficas, títulos e resumos em espanhol e inglês.

Documentos: Devem ter no máximo 10 páginas.

Resenhas: Devem ter no máximo 4 páginas e referir-se a publicações recentes em algum âmbito de interesse para as ciências sociais. Sua estrutura deve ser a seguinte:

–Informação do autor do livro: Nome e sobrenome (ano), Título do livro. Lugar de publicação: editora, número de páginas.

–Dados do autor da resenha: Nome, instituição, e-mail.–Desenvolvimento da resenha: máximo 4 páginas.–As resenhas podem ser em espanhol, inglês e português.

NORMAS DE PUBLICAÇÃO

–Artigos Originais. As contribuições á revista devem ser escritas com espaço duplo, em folha tamanho carta, com margens de direita e esquerda e superior e inferior de 3 cm, em caracteres Times New Roman, tamanho 12. Deve ser inserido:

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a) Título do trabalho, em espanhol e inglês b) Nome do autor (es) c) Especialidade, instituição a que pertence e correio eletrônico. d) Resumos e palavras chaves. e) Abstract e keywordsf ) Introdução g) Desenvolvimento, dividido em títulos e subtítulos se for relevante. h) Reflexões finais ou conclusões i) Referencias bibliográficas: deve conter só aquelas citadas no texto.

–Citações e referências bibliográficas. As citações no texto e a lista final de referên-cias devem ser apresentadas segundo formato da American Psychological Association (A.P.A.):

–Quando o sobrenome do autor faz parte da narrativa inclui-se somente o ano da publi-cação do artigo entre parêntesis.

Exemplo: Foucault (2000) estudou as relações de saber-poder entre...

–Quando o sobrenome e o ano da publicação não formam parte da narrativa do texto, se incluem entre parêntesis ambos os elementos, separados por uma vírgula.

Exemplo: O estudo das relações entre política e linguagem (Habermas, 2000) abriu uma nova perspectiva...

–Quando o sobrenome e o ano da publicação formam parte da oração não se usa pa-rêntesis.

Exemplo: Em 1867 Marx publicou o primeiro volume do O Capital…

–Se existe mais de uma obra/artigo de um só autor apresentado com mesmo ano, se citará com uma letra seguida do ano.

Exemplo: (Bauman, 2000a, Bauman, 2000b,…)

–As referências da lista final devem ser dispostas em ordem alfabética e ano de publica-ção. Referencias múltiplas de um mesmo autor se ordenam por ano da mais antiga a mais nova.

–Artigos de Revistas: Sobrenome(s), nome(s) (ano de publicação) Título do artigo. Nome da revista, volume, número, página inicial-página final.

Exemplo: Salazar, G. (1990). Ser menino “huacho” na historia de Chile (Siglo XIX). Proposições, Vol.19, pp. 55-83.

–Livros: Sobrenome(s), nome(s) (ano de publicação) Título do livro. Cidade onde foi publicado: nome do editorial.

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Exemplo: Beck, U. (2008) A sociedade do risco mundial. Barcelona: Editorial Paidós.

–Capítulos de livros: Sobrenome nome (ano) Título capítulo. Em sobrenome, nome: Título do livro (página inicial-pagina final). Cidade: editorial.

Exemplo: Goffman, E. (2001). On fieldwork. Em Emerson, Robert Contemporary field research (pp. 153-158). Illinois: Waveland Press Inc.

–Todas as citações devem aparecer na lista final de referências bibliográficas, e vice versa, tais referências devem estar citadas no texto.

–Sistema de avaliação e seleção de artigos. Os artigos recebidos são submetidos à re-visão “anônima” através do Comitê Editorial, Comitê Científico Internacional e um Comitê Científico de Colaboradores nacionais e Internacionais, que avaliam os traba-lhos em base a uma pauta de qualificação baseada em critérios de originalidade, perti-nência, rigorosidade e qualidade científica, focando na solidez teóricas, metodológicas, e na contribuição de novos conhecimentos, assim como também no ajuste do artigo, documento ou resenha ás normas de publicação de Sociedad Hoy.

–Notificação aos autores/as. Notificar-se-á a recepção do trabalho ao autor principal e, posteriormente, se notificará o resultado da avaliação anônima.

–Ordem de publicação de trabalhos. A ordem de publicação dos artigos ficará a crité-rio do Diretor.

–Envio de trabalhos. Interessados e interessadas em publicar enviaram seus trabalhos de forma eletrônica ao correio da Revista Sociedad Hoy: [email protected], ou por correio certificado a:

Revista SOCIEDAD HOYDepartamento de Sociología y Antropología

Facultad de Ciencias Sociales, 4° Piso,Universidad de ConcepciónCampus Universitario s/n

Fono (56-41) 2203063 - Fax (56-41) 2215860Casilla 160-C, Correo 3, Concepción, Chile

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Sociedad Hoy Nº 20

se terminó de imprimiren el mes de diciembre de 2011

en Ril Editores(que actúa sólo como impresor),

SantiagoChile

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