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Revista cultural y literaria
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TERTULIAREVISTA
CULTURA EN FIESTA
SEPTIEMBRE/ OCTUBRE 2012AÑO 1, NÚMERO 6
TERTULIACULTURA EN FIESTA
DIRECTORIO
2 REVISTA TERTULIA
DIRECCIÓN , COORDINACIÓNY DISEÑO
TLÁLOC CORREA SÁNCHEZSUBDIRECCIÓN
NAPOLEÓN CRUZ PAZREDACCIÓN
NAPOLEÓN CRUZ PAZLINDA RODRÍGUEZ
DISEÑO WEBDIANA CERVERA
PLANEACIÓNJULIO CÉSAR JIMÉNEZ
CONSEJO EDITORIALDIANA CERVERATLÁLOC CORREANAPOLEÓN CRUZ
JULIO CÉSAR JIMÉNEZLINDA RODRÍGUEZ
ESCRIBENOS A:[email protected] EN:revtertulia.blogspot.comY SÍGUENOS EN:facebook.com/RevistaTertuliatwitter.com/tertuliarevista
Revista Tertulia es un espa-cio de libertad y respeto. Las opiniones expresadas son res-ponsabilidad de sus autores. Eres libre de citar el conteni-do, respetando al autor y la fuente.
CONTERTULIOSDAMARIS GÁMEZ MOLINAEDIVALDO GONZÁLEZFERNANDO CERVANTESJOSÉ LUIS RENDÓNMIGUEL AUGUSTO COCOMPECHNAPOLEÓN CRUZ PAZOSCAR MUCIÑOTLÁLOC CORREA SÁNCHEZYASSIR MIRANDA CAMARGOYAZMAZTRENZKY REYMUNDO
EDITORIAL
3REVISTA TERTULIA
Tertulia ha mutado y se ha
convertido en una revista
bimestral, en realidad no es
un cambio muy significativo
pero sí uno muy importante.
Lo que buscamos con este
mayor margen temporal es
recopilar una cantidad más
extensa en cuanto a textos se
refiere. Nuevas secciones se
presentarán en este número
y en los siguientes; de igual
manera a nuestro equipo de
trabajo se ha sumado una
compañera que comparte
nuestra pasión por las letras,
es Linda Rodríguez. Segui-
mos con las puertas abiertas
para conformar un proyec-
to sólido y que trascienda el
tiempo, lo importante para
nosotros, por ahora, es dar
un paso a la vez pero que
sea con firmeza. Cambian-
do el tema, este número es
un pequeño homenaje al
cine mudo, como ha sido la
tendencia cinematográfica
últimamente con películas
como Hugo y el Artista; sin
embargo, nuestro homenaje
es más pequeños y limitado
en su mayoría a imágenes de
esa época silente. Nuestras
ilustraciones hacen un reco-
rrido por alguno de los per-
sonajes más famosos como
lo son Charles Chaplin,
Buster Keaton y Harold Llo-
yd; también hacemos un
recuento histórico con al-
gunos de los filmes que se
exhibían en ese tiempo: Me-
trópolis, La caja de Pandora,
El Fantasma de la Opera,
Nosferatu y muchos otros.
Sin más que agregar los es-
peramos en nuestro siguien-
te número y les dejamos este
mientras esperan.
CONSEJO EDITORIAL
CONTENIDO
4 REVISTA TERTULIA
CONTENIDO
5REVISTA TERTULIA
6 Fandango sango sango
8 Disquisiciones lingüísticas
13 En pocas palabras
16 Aquí y allá
24 Oníricos
28 Mínimo referente27 Letras pequeñas
32 Carnaval toda la vida
10 Del amplio sueño
14 Antes de que nos olviden
22 Sonata
37 Retratos
30 FunciónCita
34 Étimos populares
41 La última y nos vamos
FANDANGO SANGO SANGO
6 REVISTA TERTULIA
Mamá es una nave,la abuela dice que lleva ya varios naufragios,que no hay océano cuyas aguas no hallan embestido los signosque componen su felicidad.
Un día viré a mi madre desde el espacio,flotaba con las piernas abiertas sobre el mar,a estribor, un argonauta sediento surcandoel vientre,a babor, algún pirata buscando a ciegas el tesoro oculto en las costas de mi madre.
Mamá nos dice que quiso ir a perdernosa cualquier isla, y luego nos sigue contando más cosas para amargarnos la vida.
Me imagino a mamá muriendo,sufriendo en tempestad desconoSIDAyo me hinco a lamer sus lágrimasdel piso,observo su semblante descompuesto,con los labios morados y su pechito frío,me imagino que la sostengo en mis brazos,que soy su amante,yo también quiero navegaral vaivén de sus olasy sumergirme en la tormenta
(mamá me canta canciones para que me duermamamá canta mientras yo toco su pielme sonríe y dice que es felizmamá ahora es más feliz que antes)
¡Mamá es una nave!
A Karen Plata
Damaris Gámez Molina
FANDANGO SANGO SANGO
7REVISTA TERTULIA
y mientras las notas reverberaban en mi nuca
como avispas infernales
cada uno de mis huesos exigían su autonomía
y amenazaban con tronar
dentro de mi cuerpo.
en algún lugar que no marcan los mapas,
tu te encontrabas en un viaje de la mano de Morfeo,
o tibia y relajada, dentro de tus cobijas,
húmeda entre las piernas,
pensando en mis labios.
yo seguía tullido
desde los talones hasta la pelvis
y mis dedos, que se comportan
como adictos en abstinencia, hormiguean sobre el teclado una
sarta de estupideces manchadas de euforia,
cuando lo que necesitan,
es atragantarse con tu cabello
y revolcarse como cerdos acalorados
sobre el salado sudor de tu piel.
El decoro ante todo. José Luis Rendón
DISQUISICIONES LINGÜÍSTICAS
8 REVISTA TERTULIA
Cuestión interesante representa el uso inadecuado de construcciones semejantes al siguiente
ejemplo: “traiga su identificación oficial y / o acta de nacimiento”. En efecto, llama la aten-
ción el uso de dos nexos conjuntivos –también llamados nexos coordinantes– en una misma
estructura coordinante –coordinación, de acuerdo con la Gramática–: y, nexo coordinante
copulativo, y o, nexo coordinante disyuntivo. Expondré dos casos sobre esta cuestión: uno
muestra claros rasgos de división; el otro no.
En el primer ejemplo hay que mencionar que ambos nexos constituyen una coordinación,
aunque con distinto matiz semántico:
a) Traiga su identificación oficial y acta de nacimiento (coordinación copulativa).
b) Traiga su identificación oficial o acta de nacimiento (coordinación disyuntiva).
y/o: un problema de “disyunción copulativa” en la comunicación
En a), la coordinación implica una suma de elementos que ejercen la misma función sintác-
tica en la oración –en este caso, el objeto directo– que se entiende como afirmativa; es decir,
que traiga tanto su identificación oficial como su acta de nacimiento. En b), por otro lado, la
coordinación supone el hecho de decidir cuál de los elementos coordinados debe ser el que
el sujeto debe llevar; en otras palabras, se lleva un elemento –la identificación– u otro –el
acta de nacimiento.
A manera de conceptualización, la coordinación copulativa prefigura a un sujeto que lleva
tanto su identificación oficial como su acta de nacimiento –dos elementos sumados en la
acción–; ambos objetos directos de traer. Por su parte, la coordinación disyuntiva representa
a un sujeto que puede llevar sólo uno de los objetos en cuestión; de ahí que deba decidir si
lleva la identificación o el acta –un elemento por elección; un solo objeto directo de traer–.
Se trata, pues, de situaciones distintas que no aceptan la unión de los dos nexos.
En el segundo caso, al contrario, la estructura “disyuntiva copulativa” se refuerza. Conside-
remos el siguiente ejemplo: “se solicita hombres y / o mujeres”. Como en el caso anterior, se
puede dividir la estructura en dos; cada una con un nexo: “se solicitan hombres y mujeres” /
“se solicitan hombres o mujeres”. Aunque en el primer caso hay suma –hombres y mujeres– y
DISQUISICIONES LINGÚÍSTICAS
9REVISTA TERTULIA
en el segundo una disyunción
–hombres o mujeres–, existe
un rasgo semántico que vuelve
efectivo el sentido: la suma de
las posibilidades. Lo anterior
implica que alguien contrata
personas, y que dichas perso-
nas pueden ser de un mismo
sexo o de los dos.
A pesar de que la construcción
sea efectiva en el acto comu-
nicativo, es recomendable no
usarla, ya que se trata de un an-
glicismo –and / or– que no es
compatible con los rasgos mor-
fosintácticos del español. El
problema de su uso puede tener
una solución tentativa: refor-
mular la predicación. Con base
en el ejemplo anterior, en lugar
de decir “se solicitan hombres y
/o mujeres” podría hacerse una
paráfrasis: “se solicita personal
de cualquier sexo”, “se solicita
gente”, “se solicitan empleados”,
entre otras variantes.
Napoleón Cruz
DEL AMPLIO SUEÑO
10 REVISTA TERTULIA
Entre todos, yo los entendí. Habían crecido con una libertad y un poder que no pueden
pertenecer a ser humano alguno; estaban asegurándose de que nadie pudiera tenerlo. Sentí
lástima por ellos, al verlos tan torpes y envejecidos, sin saber qué hacer con el poder que les
parecía tan deficiente y del cual ya no podían experimentar cualquier placer. Sus orgías fan-
tásticas ya no les servían de nada. Estaban fríos, hacía tiempo que los habíamos asesinado.
Uno de ellos se había emasculado por no encontrar alivio a la presión que le crecía sin con-
trol y sin mesura bajo el vientre. Ya ni siquiera la ambición o el poder tenían importancia. Lo
habían tendido todo, toda la vida. Ni siquiera podían temer a la muerte; estaban esperando
para vivirla.
Las personas los odiaban, pues muchos de ellos manejaban el tráfico de mujeres y habían,
con razón, legalizado las drogas. Se decía que sacrificaban niños para robar sus años de vida.
Alguna vez llegué a pensar que ellos eran eternos, pues nunca se sabía en qué momento un
nombre único e irrepetible era legado de padre a hijo. Antes, los dioses habían buscado con
ahínco encontrar la cura contra la muerte, porque deseaban que la vida les alcanzara para
conquistar los lugares donde su poder aún no era completo.
La historia de Occidente puede resumirse como la perpetua agonía y el eterno fin del mundo.
Ellos, como dijo Jean Jacques, comprendieron que el mundo esperaba el fin de los tiempos
porque nadie se percataba de que hacía milenios se vivía en él. Como en cada cataclismo
final siempre había existido hambre, miseria, enfermedades, guerras y muertes; ellos se con-
cebían como los cuatro jinetes del Apocalipsis, pues aunque la Biblia era tan sólo un bello
recuerdo en nuestras sociedades, los más cultos aún podían hablar de ella. Y quemaron el
mundo. Habían perdido la noción de bondad. No sentían nada.
Entonces salí de mi oficina, recorrí calles sin rumbo y vi cientos de hombres tratando de
restablecer la paz, frente a un caos insospechado que amenazaba con destrozarlo todo. La re-
belión de Marx no surgió de los proletariados, sino de los burgueses; pensé cuando vi cómo
se derribaban las grandes maravillas del mundo moderno, cómo nuestras universidades eran
calcinadas con estudiantes y catedráticos dentro. Manuel me llamó esa misma tarde y me
dijo que se disponía a ir a Medio Oriente, pues ese lugar era el único al que la razón de Occi-
III Profecias
DEL AMPLIO SUEÑO
11REVISTA TERTULIA
Occidente tardaría en llegar. Quise acompañarlo, pero creí, que con las repentinas muertes,
muchos cambios harían posible que yo alcanzara el éxito con el que soñara desde que era
niño. Me escondí entre mi propia podredumbre, silencioso entre sábanas que habían perte-
necido a otros. Escuché los disturbios en las calles y miré cómo se enfrentaban los últimos
rayos de sol a los que se desprendían de los edificios contiguos. Todos abandonaron sus
hogares. Yo me detuve, seguro de que la lucha posicionaría a unos sobre otros, con los cua-
les, una nueva sociedad se alzaría con el control del pequeño mundo, pero por suerte o por
desgracia estaba equivocado. Los jóvenes, los obreros y los hombres que lo habían perdido
todo tomaron las armas y apoyaron a los dementes que se entretenían con el caos. Todo se
destruyó en aquellas luchas. Todos los centros de poder quedaron reducidos a nada; ni si-
quiera la ciudad Luz pudo conservar la belleza por la que Hitler les perdonó el olvido. Al final
fueron ellos, los siete, ¿o tengo que decir el pueblo? quienes resultaron victoriosos. Sea quien
sea, el nuevo César venció en una ciudad destruida. Por eso hoy salgo entre estructuras de
acero y de concreto. A veces quiero detenerme pero no lo hago; si no avanzo otro será el que
suplante a los dioses enloquecidos que nos crearon. Llego al único lugar donde pueden re-
unirse los ancianos. Querrán construir una nueva ciudad, reformular las órganos judiciales
y mejorar la impartición de justicia. Para eso se necesitará mucha más gente que la que ellos
cuentan; allí es donde entro yo; no será difícil, el mundo está en llamas y lo que no se quema
será lo que sustente el nuevo estado. Abro la puerta del estadio de futbol; ni siquiera tengo
que caminar mucho para escuchar sus voces. Antes, cuando jugaban aquí los Gigantes, todo
el mundo alababa a los hombres que construyeron semejantes monumentos al desenfreno,
ahora el silencio me impedía reconocer el papel que estos edificios tendrían en una sociedad
donde los deportes no existirían, pues todos seremos herramientas. La luz me sega un ins-
tante. Apenas mis ojos se acostumbran, los veo sentados alrededor de una mesa repleta de
carne podrida y de agua contaminada, ya ni siquiera distinguen los sabores. Me ofrecen un
poco, lo rechazo categóricamente. Martín Hofhaster me dice que me acerque, que recuerda
mi trabajo en Toshiba, que mis diseños fueron efectivos para la defensa. Recuerda la entre-
vista que tuvimos antes de que todo comenzara. Expongo mis ideas, pero ellos apenas me
escuchan; sordos, se comunican en un lenguaje al que no tengo acceso. Dialogan, discuten,
Profecias Edivaldo González
DEL AMPLIO SUEÑO
12 REVISTA TERTULIA
al final concluyen algo que no termina por agradar a muchos. Como siempre, en el Olimpo
discuten el destino del hombre. Me levanto de la silla y les expongo mis argumentos sobre
una sociedad nueva basada en los últimos adelantos que se hicieron en el siglo XX. El calor
me asfixia, sudo, bebo un poco del agua contaminada. Una sed terrible me quema los labios.
Ellos me miran como si fuera un niño; faltaría que alguno de ellos se acercara, me tocara la
cabeza y dijera que todo saldrá bien. No lo hacen. Fuman cigarros sucios, duermen con los
brazos cruzados. ¿Crees que uno sienta cuando está muriendo? Entonces lo entiendo. Esta-
mos solos, los últimos líderes descansan en un estadio que fácilmente podría ser atacado. Me
aterra pensar lo que resulta evidente. Salgo de la sala. El calor se vuelve insoportable. Atra-
vieso pasillos sin ningún orden, salgo al campo, corro hasta la yarda 47, entonces observo el
dulce sonido de la nada viajando ante mí como un cometa ingente que devorará los miedos
que me impiden correr. No hay lugar alguno donde pueda esconderme. Ni siquiera cerrar los
ojos cura el olvido en el que me voy apagando. El sonido de materia dispersándose me toca,
siento en el pecho cómo lentamente muero. Tan sólo es cuestión de abrir los ojos y ver cómo
se destruye gramo a gramo el universo.
EN POCAS PALABRAS
13REVISTA TERTULIA
El cielo es tan fértil como la tierra porque en él se puede apreciar
a las aves pastando su celeste suelo para desprender los pétalos de
incienso que se deshojan a través del oleaje del viento.
"La luz: la piel del mundo" JOSÉ EMILIO PACHECO
MutabilidadMiguel Augusto Cocompech
ANTES DE QUE NOS OLVIDEN
14 REVISTA TERTULIA
SeptiembreNacimientos Fallecimientos
51914 Nicanor Parra Sando-val, escritor chileno conoci-do como el creador de la co-rriente literaria “antipoesía”, premio Cervantes 2011.
1828 Leon Tolstoi, novelista ruso, profundo pensador so-cial y moral. Autor de obras tan importantes como “Gue-rra y Paz”o “Ana Karenina”.
9
1321 Dante Alighieri, poeta italiano. Su gran obra, “La Divina Comedia”, es una de las novelas fundamentales de la transición del medioevo al renacimiento y está conside-rada la obra maestra de la li-teratura italiana y una de las más importantes de la litera-tura mundial
14
1890 Agatha Christie, escri-tora británica de novelas po-licíacas de suspense y miste-rio.
15
1866 Herbert George Wells, narrador, periodista y en-sayista británico, de gran capacidad creadora y origi-nalidad temática. Entre sus obras más populares figuran “El hombre invisible”, “La isla del Dr Moreau” y “La máqui-na del tiempo”.
21
1939 Sigmund Freud, médico y ensayista austríaco creador del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Su obra más co-nocida es “La interpretación de los sueños”.
23
1891 Herman Melville, escri-tor estadounidense, autor de la novela “Moby Dick”.
28
ANTES DE QUE NOS OLVIDEN
15REVISTA TERTULIA
OctubreNacimientosFallecimientos Fallecimientos
1924 José Donoso, escritor chileno miembro de la Aca-demia Chilena de la Lengua. Uno de los autores más bri-llantes de la literatura chilena de la segunda mitad del siglo XX, que dominó todos los re-gistros literarios
5
1887 Martín Luis Guzmán, escritor mexicano, pionero de la novela revolucionaria que tenía como protagonis-tas a Pancho Villa y sus tro-pas, a quienes conoció de cerca pues se unió a ellas. Fue fundador y director editorial, hasta su muerte, de la revista Tiempo de México, presiden-te vitalicio de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y, en su faceta po-lítica, embajador de México ante las Naciones Unidas y Se-nador de la República. Es autor de “Memorias de Pancho Villa”, y “Muertes Históricas”, Premio Na-cional de Ciencias y Artes en Lite-ratura y Lingüística de México
6
1849 Edgar Allan Poe, escri-tor norteamericano creador de “El cuervo (The Raven)”, su poema más célebre.
7
1745 Jonathan Swift, escri-tor satírico irlandés. Su obra principal es “Los viajes de Gulliver”, que constituye una de las críticas más amargas que se han escrito contra la sociedad y la condición hu-mana.
19
1886 José Hernández, poeta y político argentino autor de “Martín Fierro”.
21
AQUÍ Y ALLÁ
16 REVISTA TERTULIA
He de confesar que el cine siempre ha sido uno de mis grandes vicios; sin embargo, es poco
el tiempo que he invertido en conocer la historia existente detrás de sus pantallas. Por eso
hoy me he aventurado ha dar un breve recorrido por una de las primeras etapas del también
conocido “Séptimo arte”: el cine mudo.
Se sabe que la primera película muda fue creada por Louis Le Prince en 1888. Era un filme
de dos segundos que mostraba a dos personas caminando alrededor del jardín Roundhay
Garden, intitulado : La escena del jardín de Roundhay. Pero ¿Qué es el cine mudo? Es el cine
que no posee sonido grabado ni sincronizado, referido especialmente al diálogo hablado,
consistiendo solo en imágenes. Existió en el periodo anterior a la introducción del sonido y
se conoce como "era muda" o el "período silente"; también a esta era se le conoce como "La
Edad de la Pantalla de Plata"
Dado que el cine mudo no podía servirse de audio sincronizado con la imagen para presen-
tar los diálogos, se añadían cuadros de texto para aclarar la situación a la audiencia o para
mostrar conversaciones importantes en donde se le daba una narrativa real del diálogo. El
escritor de títulos se convirtió en un profesional del cine mudo, hasta el punto que a menudo
se le mencionaba en los créditos al igual que al guionista. Los intertítulos se convirtieron en
elementos gráficos por si mismos, ya que ofrecían ilustraciones con decoraciones abstractas
que hablaban sobre lo que podíamos ver en pantalla.
Cuando eran proyectadas estas películas normalmente no transcurrían en completo silencio:
solían estar acompañadas por música en vivo, habitualmente improvisada por un pianista u
organista. Desde el comienzo de la industria cinematográfica se reconocía a la música como
parte esencial de cualquier película, necesaria para ambientar la acción que transcurría en la
pantalla. Las ciudades pequeñas normalmente tenían un pianista para acompañar la proyec-
ción; en las grandes podían tener incluso orquestas completas, que añadían efectos de soni-
do. Algunos órganos de teatro tales como la famosa Rudolph Wurlitzer Company (conocida
en ese entonces como la poderosa Wurlitzer); podía simular algunos sonidos de orquesta
junto con un gran número de efectos sonoros. También en ocasiones había un narrador que,
con voz en off, relataba los intertítulos o describía las acciones transcurridas.
Imágenes en silencio: El cine mudo Tláloc Correa
AQUÍ Y ALLÁ
17REVISTA TERTULIA
AQUÍ Y ALLÁ
18 REVISTA TERTULIA
En los comienzos del cine mudo, las partituras utilizadas fueron
a menudo improvisadas o se utilizaba música clásica o reperto-
rio teatral. Una vez los largometrajes se hicieron habituales, la
música fue recopilada en la llamada Música de Photoplay-que
estaba específicamente realizada para acompañar los “films”-.
Esta labor fue realizada por los pianistas, organistas o directo-
res de orquesta, incluso por el estudio mismo, Enviaban una
"partitura" de la música que debía acompañar la película. Jo-
seph Carl Breil realizó una partitura original para la épica pe-
lícula de David W. Griffith El nacimiento de una nación, con
lo cual se volvió relativamente común para las películas mudas
llegar a las salas de exhibición con partituras originales.
Debido al tamaño de la producción el cine mudo se convirtió
en la principal fuente de empleo para los músicos (en Estados
Unidos). Pero la introducción de "películas habladas", la cual
sucedió en el mismo momento que la Gran depresión, fue de-
vastadora para los ellos.
AQUÍ Y ALLÁ
19REVISTA TERTULIA
Algunos países idearon otras maneras de ofrecer el sonido a las películas mudas. El cine tem-
prano de Brasil ofreció cantatas de fitas: operetas con los cantantes detrás de la pantalla. En
Japón, las películas tenían no sólo la música en vivo, sino también contaban con un benshi,
narrador en vivo. El benshi se convirtió en un elemento central en las películas japonesas,
porque proveía la traducción para las películas extranjeras (sobre todo norteamericanas). Su
popularidad fue una de las razones por la que los filmes mudos persistieron hasta los años
30 en Japón.
Otro aspecto a resaltar en las películas mudas es la actuación la cual requería un mayor énfa-
sis en el lenguaje corporal y en la expresión facial, para que la audiencia pudiera comprender
mejor lo que estaba representando en la pantalla. Retrospectivamente, algunas películas de
la era muda pueden resultar extrañas, ya que dan la impresión de que están sobreactuadas.
No obstante, en algunas películas mudas las actuaciones son más sutiles, dependiendo del
director y la habilidad del actor. Esa exageración en el lenguaje corporal era un hábito que
los actores arrastraban de la escena teatral, y los directores más familiarizados con el nuevo
medio la desalentaban.
En los años previos a la introducción del sonido se filmaron literalmente miles de películas
mudas, pero un número considerable de ellas (algunos historiadores estiman que entre el
80 y el 90 por ciento) se perdieron para siempre. Las películas de la primera mitad del Siglo
XX se grabaron en rollos de película de nitrato, que era inestable, altamente inflamable, y
requería de una conservación cuidadosa para evitar que se descompusiera con el tiempo. La
mayoría de estas películas no fueron conservadas; con los años, las filmaciones se convirtie-
ron en polvo, otras fueron recicladas; además, un número importante fueron destruidas en
incendios. Por este motivo su conservación es un motivo de preocupación para los historia-
dores del cine.
Las películas en la etapa del cine mudo entre 1895 y 1927 estaban rodadas en blanco y negro;
sin embargo, muchos cineastas se esforzaron por intentar dotar de color a las filmaciones.
Uno de ellos fue Georges Melies quien tenía un equipo de obreras que pintaban a mano los
fotogramas de sus películas, logrando así que en la filmación se vieran en color. Lo más ha-
bitual era otro estilo de color en esta etapa, por el cual se sumergían segmentos completos de
película en tinte de un determinado color, lo que daba a la película en la filmación un tono
AQUÍ Y ALLÁ
20 REVISTA TERTULIA
de color, sin perder la monocromía. Para mediados de los años veinte, se había desarrollado
en la industria del cine todo un código de colores según el tipo de escenas que se estuvieran
mostrando. Así, las escenas nocturnas solían teñirse de azul oscuro o verde, por ejemplo. La
elección de estos colores era tan importante, que en el rodaje solía identificarse en la claqueta
además del número de toma, el color con el que debía teñirse en postproducción lo que se es-
taba rodando. Además de estas formas de coloración artificial, la compañía Technicolor co-
menzó a dar sus primeros pasos en el rodaje en color natural en la etapa del cine mudo, y así
estrenó su primer rudimentario proceso de color en 1917, para la película The Gulf Between,
la primera película filmada en color en Estados Unidos, de la cual no se conservan más que
algunos fotogramas. El resultado no fue satisfactorio y habría que esperar a 1922 para que el
proceso se perfeccionara y continuaran realizándose películas o fragmentos de películas en
color, utilizando el proceso de Technicolor "de dos tiras", que utilizaba dos colores básicos en
lugar de tres como el Technicolor moderno, y que por tanto no podía reproducir el 100% del
espectro de color. Clásicos del cine mudo como Los diez mandamientos (1923), The Phan-
tom of the Opera (1925) o Ben-Hur (1925) contenían escenas rodadas en color. El proceso
de Technicolor continuó utilizándose más allá del cine mudo durante los primeros años del
cine sonoro hasta que la Gran Depresión redujo el número de rodajes al mínimo y volvió a
estandarizarse durante algunos años más el blanco y negro.
El cine mudo fue el primer paso para llevar las fantasías al mundo de lo real. El cine continuó
evolucionando hasta llegar a ser lo que actualmente conocemos y seguirá cambiando, adop-
tando nuevas técnicas de producción y realización para lograr conquistar nuevos mundos y
emociones. Existen cientos de tendencias, géneros y subgéneros que tratar de mencionarlos
en este pequeño espacio sería imposible; sin embargo, se retomarán uno a uno a su debido
tiempo. El FIN.
AQUÍ Y ALLÁ
21REVISTA TERTULIA
SONATA
22 REVISTA TERTULIA
A veces. Óscar Múciño
a veces césar, a veces bruto
a veces tom, a veces jerry,
a veces groucho, a veces harpo
a veces lolek, a veces bolek
a veces beavis, a veces butthead
a veces yo, a veces otro
SONATA
23REVISTA TERTULIA
Desde las arenas orientales,te extiendes hasta remotos lares,con una inefable apariencïa,ostentando incólume grandeza.
¡Tú, que sustento le das a todoy siempre permaneces en vilo,permíteme indagar en tu fondopara así descubrir el sentido!
Eres el sustento de un gran toro,del albo mensajero tesoro,del carbunclo peñasco consorte,de la tierra máximo soporte.
Pero a ti, cansado, ¿qué te ostenta?¿la necesidad de una causa primera?¿acaso esa bruma somnolienta?Sé que cuidas, como centinela,los fundamentos de nuestra viday los secretos de la existencia misma.
He anhelado mirar tu efigiepara compartir tu soledad,mas ¿cómo la pretendo conocersi el ungido profeta, humano,tu simulacro no aguantó? Vanointento de un dios que, cual mortal ser,sucumbió ante tal magnanimidadtres días tendido en la planicie.
Ahora busco bajo tu aguael viento sofocante de arena;empresa por decreto tan vacuaque todas mis esperanzas frena.
Tan desconsolado, sólo anheloque te percates de tu eternidad;si asumes pronto tu inmortalidad,habré conseguido mi consuelo.
Bahamut Napoleón Cruz
ONÍRICOS
24 REVISTA TERTULIA
Interminables son los relatos en el mundo como cervezas en
mi refrigerador. O al menos eso pensé hasta que descubrí que
la chela que sostenía en la mano era la última. Urgentemente
tomé mi cartera, tan llena de billetes, y me lancé a la tienda
del vecino. ¿Me puede vender una cerveza? Lo siento, joven,
aquí ya no vendemos eso. ¿Cómo se atreve a decir eso enfren-
te de mí? Acaso no ve que sólo soy un niño. Y en ese momen-
to le solté una cachetada. Él comenzó a reír y destapó una
botella de whisky escoses; se la bebió de un trago sin siquiera
parpadear. Por Dios, está usted enfermo. Me da asco. Y me
miró con lascivia, como de quién acaba de violar a su bebé.
No había de otra; tendría que ir a la tienda del centro a buscar
mi vellocino líquido. El lugar siempre ha estado bien surtido
y nunca he tenido ningún problema al comprar ahí. Pero fue
grande mi sorpresa cuando hallé el local cerrado. Toqué y to-
qué, toqué y toqué, pero nadie me contestó. Sin embargo, el
silencio no sería la última respuesta. Detrás de mí había un
sujeto alto, como de dos metros, vestido todo de negro, que
me dijo: “¿Ya vio qué horas son estas? Debería de vestir de ne-
gro como yo para poder deambular por estas zonas. No sabe
que la delincuencia ahora sólo ataca a las personas que vis-
ten de verde. No, joven, usted sí que está equivocado; debería
de comportarse como todo un señor. Y su esposa, ¿cómo ha
estado? Mire que el otro día me la encontré en el mercado y
me contó grandes cosas acerca de usted. Quesque según ya
se había bebido todos los relatos del mundo”. Y fue en este
momento cuando el hombre alto comenzó a crecer y hacerse
más y más alto. Se hizo tan inmenso que conforme crecía su
ropa se iba desgarrando. Podía ver su piel sumamente blanca
Prefiero la muerte.
ONÍRICOS
25REVISTA TERTULIA
a través de esas rendijas. Me imaginé que, llegado un punto
extraño, podría ver más de lo debido. Sin embargo, el hom-
bre se hizo tan grande que se convirtió en la Noche.
Un frío comenzó a recorrer las calles. Por poco y me hace
olvidar lo que estaba buscando. Bien, iré a la cantina de mi
tío Nacho. Igual y él me pueda suministrar un poco de aguar-
diente. Caminé doscientos cincuenta pasos y me encontré
ahí. Oh, con que aquí estás, pensé nunca encontrarme a mí
mismo. Sí, desde hace tiempo que te espero. Pero vamos, no
te sientas incómodo, siéntate y bébete esto. Y yo me sirvo
en un vaso de Kreshle para que no se me acabara nunca el
trago. Panza de abeja, qué buen gusto tengo. Oh, sí siempre
lo he dicho, no hay nada mejor para quitarse el frío como un
buen vaso de flama líquida. Pero vamos, bebe, que pronto me
dejaré aquí solo. Y traté de beber pero pronto descubrí que
el vaso no estaba hecho para poder beber de él. Entonces lo
dejé caer al piso, como por error, creyendo que me darían un
vaso normal. Pero fue todo lo contrario. No me dieron nada.
Eh, usted, ¿con quién viene? Conmigo mismo, por supuesto.
Esas son malas influencias; no queremos vagos aquí. Y no
importando los lazos de sangre fui arrojado a las tinieblas.
Ya daba por perdido el día, o la noche, si es que en realidad el
hombre negro era la Noche. Pero sucedió algo, una minucia.
Señor, ¿me puede vender otro refrigerador sin fondo? Mire
que el que me vendió estaba defectuoso. Descubrí el fondo y
no me gustó. Muy bien, ¿conserva aún su ticket?, debemos
de constatar la garantía. Sí, aquí lo traigo en la mano. A ver,
démelo. Y cuando lo sostuvo en sus manos me dio su con-
sentimiento. Está bien, me casaré con usted. Y comenzó a
Prefiero la muerte. Fernando Cervantes Radzekov
ONÍRICOS
26 REVISTA TERTULIA
acariciarme poco a poco. Sentía su barba picosa en mi
cuello, en mi espalda, y en donde sólo los vendedores de
refrigeradores pueden llegar. Luego comencé a besarlo
yo también y justo cuando disfrutaba más de su bigote
azul-dulcorado, él se transformó en un refrigerador gi-
gante, de nueva generación, el inigualable Haladilnik
3000, con capacidad de hasta diez eternidades.
Fue una tortura llevarlo a casa. Pero mi motivación era
más grande. Un nuevo refri. De seguro mamá se va a po-
ner contenta. Oh, gracias mijito, por fin podré tener a tu
padre bien helado. Oh, mi nuevo refri, oh mi grandioso
hijo. El refri, el refri, mi refri con cervezas. Y al llegar a
casa lo acomodé junto al otro refrigerador pero éste se
enojó por el nuevo rey de la línea blanca. Comenzó a la-
drarle mostrando su enorme dentadura que precedía a un
abismo con fondo (recuerden que yo mismo se lo encon-
tré). Traté de clamarlo. No; mira, el problema no eres tú,
soy yo. Pero no me escuchó y se terminó comiendo el se-
gundo refrigerador.
Cansado, sin cervezas y sin Haladilnik 3000. Mamá me
dio una tunda tremenda. Pensé que todo había acabado.
Y así fue, pues el refrigerador me comió a mí también,
a mamá, a la casa, al vecino, al pobre hombre de negro
con sus ropas agujeradas y a varios vendedores de refri-
geradores. Y aunque se comió el universo entero, mi muy
desgraciado refri evitó el alcohol porque según él le hacía
daño y podría chocar manejando.
Dios, porqué me has abandonado en este triperío eléctri-
co ausente de licor. Prefiero la muerte. Prefiero ser tú para
beber otra cerveza.
LETRAS PEQUEÑAS
27REVISTA TERTULIA
Lo que hay…
Lo que hay entre tú y yo va mucho más allá de lo carnal… tanto que (espero), cuando
seamos viejos, después de que enviudes por tercera vez, iré a tu casa, te tomare de la mano
suavemente mientras la beso; preguntaré si deseas ir al cine (si es que aún le llaman de esa
manera). Tú, por tu parte, me tomarás del brazo, así como acostumbras ahora, con la certeza
del brazo protector del que daría la vida por ti.
Mientras miremos la película, te abrazaré como siempre lo deseé, con tu cabeza apo-
yada en mi pecho… Quedarás dormida antes del fin del filme, pero yo no seré el que te des-
pierte, sino el sonido y la sensación que provoca la iluminación. Despertarás aún domeñada
y apenada por quedarte dormida, pero feliz.
Regresaremos a tu casa bajo una llovizna que invitará a que te abrace…
En la entrada de tu casa, a tus ochenta años, te diré: “mañana pediré tu mano”. Esboza-
rás una sonrisa y dirás que pase y tomemos chocolate hasta tarde; y quedaremos prendidos
en un beso.
Dormiremos un gran sueño, consientes de que no nos falta nada sino la muerte.
Entre tú y yo Yazmaztrenzky Reymundo (Yamaz R.)
MÍNIMO REFERENTE
28 REVISTA TERTULIA
La búsqueda de un tema nos condujo a la silente época del
cine. Encontré, sin mucha dificultad, varias películas mudas
protagonizadas por Charles Chaplin, Buster Keaton y mu-
chos otros actores y directores. Después de varias horas ob-
servando largometrajes, que en esta época no parecen tan
largos, me decidí a hablar sobre The kid, de 1921.
The kid es protagonizada por Charles Chaplin, un joven actor
llamado Jackie Coogan y la actriz Edna Purviance. La histo-
ria nos relata como una madre abandona a su hijo en el inte-
rior de un automóvil perteneciente a una familia adinerada,
junto a una nota que decía: “ cuide a este niño huérfano”; sin
embargo, todo cambia cuando un par de ladrones roban el
coche y huyes hacia un barrio pobre donde se percatan de la
presencia del infante y lo dejan a su suerte en la calle. Afor-
tunadamente un hombre humilde en su paseo matutino lo
encuentra, su primer impulso es dejarlo donde lo encontró
pero es sorprendido por un policía lo cual lo obliga a llevarse
con él al bebe. Tras varios intentos por deshacerse de la cria-
tura, la fortuna, el destino y finalmente la compasión hacen
que el hombre decida adoptarlo en su seno.
Al pasar cinco años, el niño ha crecido y junto con el hombre
realizan una ingeniosa estafa para hacerse de algunos centa-
vos, dicha estafa consistía en que el niño armado con rocas
destrozaba los cristales de las ventanas vecinas mientras el
hombre(Chaplin) oportunamente aparecía con cristales en
su lomo y las personas afectadas le solicitaban sus servicios
para remplazar los cristales caídos. La vida es simple y una
enfermedad hace que el niño se postre en su lecho por un
para de días; el médico acude a revisarlo y al preguntarle al
The Kid Tláloc Correa
MÍNIMO REFERENTE
29REVISTA TERTULIA
al hombre si es el padre del infante, este le muestra la nota
que encontró en el cuerpo del niño cuando era apenas un
bebe. El orfanato al ser avisado de esto va en busca del po-
bre niño el cual es rescatado por personaje de Chaplin. Los
dos huyen y se esconden. La madre biológica ahora es ya una
famosa cantante que reparte juguetes a los niños pobres, se
entera de la nota y se da cuenta que uno de esos niños es el
hijo que había abandonado hace cinco años. Una recompen-
sa motiva a que el niño sea apartado de las manos de Chaplin
y regresado a su madre; sin embargo, ahora es el niño y su
madre quien acogen al pobre hombre. Así se desenvuelve la
historia, a grandes rasgos, con secuencias muy divertidas tras
el drama que la situación presenta.
La duración de la película es aproximadamente de una hora,
y el acompañamiento musical hace que las escenas obtengan
un mayor énfasis sumado esto a las grandes actuaciones que
nos presenta el lenguaje corporal de los protagonistas.
Esta película estadounidense de 1921 aún puede encontrarse
en videoclubs, en la red (youtube); aunque esta catalogada
en el género de la comedia, secuencias como la pelea de los
niños lo confirma, la historia es triste en principio pero con
final feliz.
La filmografía de Chaplin como director, actor, productor, et-
cétera , es muy extensa y solo mencionaremos algunos como:
Luces en la ciudad, 1931; Tiempos Modernos, 1936; El gran
dictador, 1940. Títulos que si el tiempo permite compartire-
mos con ustedes.
The Kid Tláloc Correa
FUNCIÓNcita
30 REVISTA TERTULIA
“El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final per-
fecto”.
Charles Chaplin
FUNCIÓNcita
31REVISTA TERTULIA
CARNAVAL TODA LA VIDA
32 REVISTA TERTULIA
¿ Que tanto guardas cuando callas?profundo mar en calma,somnífero desierto,vuelo de águila solitaria.¿Que tanto guardas cuando callas?¿Acaso tus manoscomo enardecidas multitudesvienen a demolerla vergonzosa murallaque se yergue ante mis manos?¿Que tanto guardas?labios de almíbar,dulces como la aurora,estampando en la noche de mi bocasilencios llenos de emoción.¿Que demonios guardas?¿Los vestigios de tu peloque avanzan como avalanchasobre el inerme pecho mío?¿O el incisivo corte de tu mirada? que me deja expuestocomo diseccionado cadáverdesnudo y enfermo,deseándote.No,seguramente guardastodo eso que,tus labios,tus manos,tus ojosy tu pielme gritan cuando callas.
Silentium pulchrum.José Luis Rendón
CARNAVAL TODA LA VIDA
33REVISTA TERTULIA
Tláloc Correa
Afuera anochecía.
La mano izquierda una lámpara encendía
mientras la diestra, abandonada de la pluma,
una copa en su seno acogía.
Afuera anochecía.
Las últimas palabras en esa nota hablarían
de nosotros y la trágica partida.
La mano aún la copa sostenía.
Afuera anochecía.
La mirada pronto a nublarse comenzaría,
el alma poco a poco al cuerpo abandonaría.
La copa en la mano, vacía.
Afuera anochecía.
La lámpara ante mis ojos apagarse parecía;
mi ser en un instante con la Muerte partiría.
.La copa, lentamente, caía.
Afuera la noche nos cubría.
Una pareja, inmóvil, sobre el suelo yacía.
La copa que antes la tibia mano sostenía;
ahora como matinal rocío, sobre el suelo se extendía.
La última copa
ÉTIMOS POPULARES
34 REVISTA TERTULIA
Probablemente la palabra contemporáneo sea de un dominio mucho más amplio que su casi
equivalente coetáneo. Tal vez se deba a su parecido con la palabra “tiempo”, que se emplea en
la actualidad. Debo decir que es cierto. Caso contrario es el de coetáneo, palabra de uso casi
exclusivo en contextos cultos y de muy poca disponibilidad en el habla cotidiana.
Podría parecer un poco extraño el análisis y rastreo etimológico de dos palabras que, en
primera instancia, guardan solamente semejanza con su segmento inicial co-. No obstante,
hay más coincidencias de lo que cualquiera pudiese sospechar. En este sentido, la decisión
de analizar en conjunto estas dos palabras clasificadas como adjetivos estriba, precisamen-
te, en señalar tanto los elementos morfológicos como semánticos que emparentan a dichos
adjetivos.
En efecto, el DRAE (2002) define contemporáneo como:
1. adj. Existente en el mismo tiempo que otra persona o cosa.
2. adj. Perteneciente o relativo al tiempo o época en que se vive.
3. adj. Perteneciente o relativo a la Edad Contemporánea.
En el caso de coetáneo, tenemos las siguientes acepciones:
1. adj. De la misma edad.
2. adj. Contemporáneo.
Algunas personas emplean ambos adjetivos como sinónimos por cuestiones de elegancia –o
pedantería, dependiendo– o por influencia. A pesar de que son palabras distintas en parte de
su morfología, la cuestión semántica se mantiene –como señalé anteriormente–, situación
por la que la conmutación de los dos adjetivos en cuestión es válida. Las razones por las que
se origina esta alternancia provienen de su etimología. Veamos.
“Contemporáneo” es una palabra compuesta, de origen latino. Su proceso evolutivo es el
siguiente: (L. cum [con]+ tempus, -oris [tiempo]> com + temporem> contemporaneus). Por
razones fonológicas y de evolución, la preposición latina cum originó el actual con; “tiempo”
procede del acusativo –término que se refiere al objeto directo de una oración– de su origi-
nal latino tempus; -aneus –áneo– es marca adjetival; finalmente, por composición, los tres
segmentos se unieron para generar el actual contemporáneo.
Contemporáneo y coetáneo
ÉTIMOS POPULARES
35REVISTA TERTULIA
En cuanto a “coetáneo”, hay que decir que igualmente es una
palabra latina compuesta que experimentó cambios semejan-
tes a los de contemporáneo, aunque su origen se remonta al
latín tardío, no al culto, como contemporáneo. Su proceso de
evolución se describe así: (LT co- [con] + aetas, -atis [eda-
d]>coetaneus). Debido a que procede de la etapa tardía del
latín, la preposición cum –con– ya no presentó /m/ final –eli-
dida por los hablantes del latín tardío. De igual manera que el
caso de contemporáneo, coetáneo obtuvo su núcleo de aeta-
tem, caso acusativo latino. El diptongo -ae- del latín se redujo,
por evolución, a una sola vocal /e/ y, ya por composición, la
preposición apocopada co-, el núcleo -eta- más la desinen-
cia -aneo –del latín aneus–, se formó la palabra coetáneo, que
quedó casi como su forma primitiva latina coetaneus.
Gracias a que tanto “tiempo” como “edad” comparten rasgos
semánticos de temporalidad, la equivalencia en varios contex-
tos es permitida. Sin embargo hay que tener en cuenta siem-
pre las primeras acepciones de cada vocablo. Así, “contempo-
ráneo” puede aplicarse a alguien o algo que vive o aconteció
en un mismo periodo –v. gr. Zapata y Villa fueron contempo-
ráneos–, aunque no fueran de la misma edad. Por otro lado,
“coetáneo” es preferible si se habla de que dos personas u ob-
jetos nacieron, surgieron o aparecieron en una misma fecha
o año; de esta manera se puede decir que dos personas que
tienen veinte años –por poner un ejemplo– son coetáneos; es
decir, que tienen la misma edad. Cabe hacer un señalamiento:
el hecho de que dos o más personas u objetos tengan la mis-
ma edad supone, en muchos casos, que vivieron o existieron
en una misma época, independientemente de si alguno desa-
Napoleón Cruz
ÉTIMOS POPULARES
36 REVISTA TERTULIA
parece antes que el otro. Esta ubicación temporal puede ser el factor que influya en el hablan-
te al momento de volver equivalentes ambos términos.
Reitero la cuestión de la relación semántica como justificación para la alternancia de los ad-
jetivos analizados en este breve artículo. Ciertamente, en algunos contextos podrán usarse
sin que se modifique la idea central del argumento; en otras ocasiones no pasará lo mismo,
aunque no signifique que se incurra en un error; más bien se trataría de hacer precisiones
en cuanto a la información expresada. Contemporáneo es mucho más flexible que coetáneo,
además de que es más usado y socorrido. Pero a veces hay que indicar, plenamente, que son
de la misma edad más que de la misma época.
RETRATOS
37REVISTA TERTULIA
(1895-1966).Director, actor y guionista de cine estadounidense, nacido en Pickway (Kansas) el 4 de octu-
bre de 1895 y fallecido en Hollywood (California) el 1 de febrero de 1966.
Joseph Francis Keaton dio sus primeros pasos en la escena a la temprana edad de tres años,
junto a sus padres formaba el grupo de vodevil “The three Keatons”. Con ellos aprendió du-
rante años a contener sus emociones y, sobre todo, a realizar las proezas acrobáticas que ca-
racterizaron a su personaje cinematográfico. Tras una primera experiencia seria en el teatro,
a los once años, con The little Lord Fauntleroy, firmó un contrato con el Winter Garden de
Nueva York. Un año después, en 1917, conoció a un personaje que cambiaría su vida: Roscoe
“Fatty” Arbuckle. A petición de Fatty, Buster visitó su estudio y participó en algunas escenas.
Ya nunca dejaría los platós de cine. Abandonó el teatro con un sueldo de 250 dólares sema-
nales para enrolarse en las películas de Fatty por tan sólo 40.
Trabajó hasta 1920 en los cortos de la estrella Fatty. Así fue moldeando su personaje de “cara
de palo” y aprendiendo los rudimentos de la técnica de dirección. En ese mismo año, Keaton
tuvo la oportunidad de rodar su primer corto como director. Arbuckle había aceptado una
oferta de la Paramount y había dejado a su productor, Joseph M. Schenk, sin cómico estrella.
Schenk vio en Keaton un valor seguro y decidió cederle el estudio de Fatty para que dirigiera
sus propias actuaciones en historias inventadas por él mismo.
Dirigió un buen número de cortometrajes hasta que en 1923 dio comienzo a su serie de pe-
lículas de larga duración con Las tres edades, un largometraje sólo en su aspecto formal, ya
que en realidad nos encontramos todavía ante tres cortos de dos rollos cada uno, unidos por
Tláloc Correa
RETRATOS
38 REVISTA TERTULIA
un tema y unos protagonistas comunes. A Keaton, acostum-
brado a contar historias de dos bobinas, le resultó más fami-
liar así entrar en proyectos de más envergadura.
Tras rodar La ley de la hospitalidad, en la que el papel feme-
nino corría a cargo de su mujer Natalie Talmadge, realizó su
primera obra maestra, El moderno Sherlock Holmes. . Aquí
no sólo inventa acrobacias imposibles sino que maneja con
sutileza algunos recursos
muy originales en la direc-
ción. Se puede decir que Kea-
ton ya había desarrollado su
personalidad cinematográ-
fica y había creado un estilo
propio, estilo que se aprecia-
rá en sus siguientes películas
como El navegante, en el que
la acción transcurre, casi en-
teramente, dentro de un gran
barco de pasajeros vacío y a la
deriva. Eso le daba la oportu-
nidad de exprimir al máximo
las posibilidades cómicas de
una situación, como también
hacía Harold Lloyd. El esce-
nario casi único se repetiría
después con su obra defini-
tiva, El maquinista de la Ge-
neral. En este caso, la acción
transcurre a bordo de una
RETRATOS
39REVISTA TERTULIA
locomotora, con la que atraviesa el frente en la Guerra de Secesión. Es ésta una película de
persecución, cuya narrativa fílmica alterna algunos de los gags más recordados de todos los
tiempos, con auténticos frescos de la guerra civil americana. Destaca una vez más la movi-
lidad de la cámara, con larguísimos travelling de acompañamiento y una increíble variedad
de encuadres en una misma secuencia. Tras El maquinista de la General, obra maestra no
excesivamente valorada en la taquilla, no volvió a dirigir hasta Life in sometown, USA, que
inauguró una serie de tres largometrajes en los que sólo participó como director.
A finales de los años veinte, Buster Keaton había derrochado creatividad como director, guio-
nista y actor en más de treinta películas, entre cortos y largos, y había obtenido el recono-
cimiento del público, aunque nunca en la medida de Chaplin y Lloyd. Sin embargo, Keaton
era un individualista que no se preocupaba por su fortuna, dejaba el aspecto financiero en
manos de su cuñado, a la sazón productor de sus películas, Joseph M. Schenk. Éste manejó
su carrera con poco acierto: llevó a Keaton hasta la Metro Goldwyn Mayer donde perdió
completamente el control de sus películas. La última película que Buster Keaton consideró
auténticamente suya fue El cameraman, que no dirigió pero sí produjo. Contaba en ella con
la colaboración de su inseparable coguionista Clyde Bruckman. Todavía podía hablarse de
un producto "típicamente Keaton" aunque el resultado no llegó a igualar a su película ante-
rior, El héroe del río. En ésta, donde tampoco aparece como director en los créditos, Keaton
desplegó su creatividad más espectacular. La famosa escena en la que le cae encima la facha-
da de una casa, pasando milagrosamente por el hueco de una ventana, demuestra que, por
una carcajada, Keaton estaba dispuesto a todo.
La llegada del sonoro supuso para él, como para muchas otras estrellas del cine mudo, un
replanteamiento de su trabajo. Pero al contrario que para otros, no fue la voz la que acabó
con la estrella, sino el nuevo sistema de producción. Los gags de Keaton eran demasiado ela-
borados y se tardaba muchísimo en rodarlos; una industria en evolución no podía hacerse
cargo de su elevado coste. Por otra parte, Louis B. Mayer e Irving Thalberg habían impuesto
un férreo control de toda la producción de la MGM, lo que acababa con la necesaria inde-
pendencia de Keaton. Éste podía contar con todo el departamento de guiones de la compa-
ñía, que agrupaba casi a 300 escritores, pero no contaba ya con las interminables jornadas de
ensayos para la puesta en escena de sus chistes visuales.
RETRATOS
40 REVISTA TERTULIA
Su declive como creador le lle-
vó a participar en gran número
de comedias con otros artistas
como Jimmy Durante que, sin
embargo, fueron éxitos de taqui-
lla como El amante improvisado
o Queremos cerveza. El dete-
rioro de su matrimonio, unido
a la paulatina separación de su
productor y hombre de confian-
za Joseph M. Schenk, le llevó a
una profunda crisis personal. El
tratamiento psiquiátrico y el al-
cohol le mantuvieron apartado
un tiempo de la actividad cine-
matográfica. Durante los años
siguientes trabajó en Europa e
intervino en gran número de
cortometrajes. También fue el
anónimo "gagman" de cómi-
cos como Red Skelton y Danny
Kaye. En los años cincuenta hizo
apariciones estelares en filmes de
la altura de El crepúsculo de los
dioses, Candilejas y La vuelta al
mundo en 80 días. En esta últi-
ma, en un guiño a El maquinista
de la General, interpretó al revi-
sor de un ferrocarril de vapor en
el Oeste americano.
El olvido en el que había
caído su importantísima fil-
mografía fue quebrado por
el Oscar especial que reci-
bió en 1959 por "su talen-
to único con que encarnó
comedias inmortales en la
pantalla y por su contribu-
ción al arte cinematográ-
fico". A partir de entonces,
una labor de recuperación
ha puesto a Buster Keaton
en el lugar más alto de los
cómicos de todos los tiem-
pos. “El hombre que nun-
ca ríe", frase que figuraba
como cláusula en todos sus
contratos, fue un creador
moderno que ha soporta-
do el paso del tiempo mejor
que sus dos rivales cinema-
tográficos, Chaplin y Lloyd.
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS
41REVISTA TERTULIA
Toda la tarde ha llovido; el cielo no para de llorar por tu parti-
da. Desde que te fuiste, nada es igual, todo ha perdido sentido,
los días pasan lentos y las noches son eternas; no encuentro
sentido a la rutina diaria de vivir, esta rutina que acaba poco a
poco con mi cordura…
En la oficina, el reloj marca la hora de salir. Me da igual estar
fuera o dentro, el vacío que tengo en el corazón nada lo llena,
no tiene caso seguir con esta ilusión. Salgo por mi bicicleta. El
tiempo inclemente ha llenado de agua todas las calles de la ciu-
dad. La lluvia sigue cayendo, pero no la siento, no la veo; siento
que no existo; mi alma avanza sintiendo el final cada vez más
cerca…
Me pongo los audífonos y avanzo por las calles, la lluvia nubla
mi visión, o tal vez son mis ojos los que no dejan de llorar por
ti. ¿Realmente importa? Todas las canciones me recuerdan a ti,
no hago más que apretar los puños, tratando de aguantar el do-
lor que tengo en el corazón, luchando contra mí, en una batalla
que he perdido desde antes de comenzar…
Pedaleo cada vez más rápido sin darme cuenta, no presto aten-
ción al camino o a los autos que comienzan a disminuir la
velocidad. Comienza el caos en la ciudad; toda la gente corre
tratando de resguardarse de la lluvia que comienza a caer más
fuerte…
Ya no hay gente en las calles, todos tratan de resguardarse de la
lluvia en los aparadores o debajo de las cornisas de los edificios.
La lluvia detiene el tráfico, pero mi corazón late cada vez con
más fuerza, presa de esta ansiedad de verte en cada esquina.
Avanzo cada vez más rápido, tratando de vencer a la lluvia que
engaña mis sentidos, reviviendo los momentos que pasamos
De camino a casaYassir Miranda Camargo
(Yass)
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS
42 REVISTA TERTULIA
LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS
43REVISTA TERTULIA
juntos. Dejo de vivir en esta realidad en la que no estás para vivir en un mis recuerdos, an-
dando por las calles contigo de la mano…
De pronto, un silbato trata de regresarme a la realidad. Cuando despierto de esta ilusión, veo
en el cielo las luces rojas de un semáforo que me ordena detenerme; trato de frenar tanto
como mis fuerzas lo permiten, pero después de haber perdido el apetito durante tanto tiem-
po, no me quedan fuerzas para detenerme, ni el golpe de adrenalina es capaz de salvarme de
este destino, ya es tarde…
Se escucha el rechinar de las llantas. Por más que lo intento no puedo frenar; las llantas están
muy mojadas y no se detienen. E terror hace presa de mi mente, no sé qué hacer. No tengo la
entereza para pensar qué hacer, sólo para pensar en ti; grito tu nombre como si eso me diera
el poder de detener el mundo, pero solo siento un golpe en el costado izquierdo y la ciudad
se calla…
Al abrir los ojos, el dolor invade cada parte de mi cuerpo, siento cada gota caer sobre mí,
pero no me puedo mover. Un par de manchas amarillas llama mi atención; son policías que
tratan de resguardar lo poco que queda de mí en lo que llegan los servicios de emergencia.
Las luces de sus patrullas iluminan las calles, detienen el tráfico y un tumulto de personas
mira con atención lo que pasó. Se escuchan muchas, pero una sobresale; grita horrorizada…
Uno de los policías me habla, pero no tengo fuerza para responder, me pide que no me mue-
va mientras toca con la yema de los dedos mi cuello, buscando alguna señal de vida. Grita
desesperado; el pulso es débil. Yo comienzo a perder el conocimiento y esa voz grita deses-
perada, corre; sólo la escucho a ella. Mi respiración es cada vez más débil, pero sigue esa voz
gritando mi nombre. No tengo fuerzas para responder, sostengo el aliento y obtengo la fuer-
za para voltear y ahí estas, gritando. Los policías tratan de detenerte, tú gritas mi nombre; te
veo llorar pero no tengo fuerzas para levantarme y correr a tu lado; digo tu nombre con mi
último aliento y mi corazón se detiene…
Me escuchas y te abres paso, caes de rodillas junto a mí, pero mi corazón ya no late. Comien-
zo a caer en un túnel en donde la última imagen que veo es tu rostro empapad. Tus labios me
besan por última vez y, después de eso, todo acaba…
TERTULIA