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Vivimos hoy los efectos del viento huracanado de cambios acelerados que afectan desde la misma geofí- sica del planeta, hasta la cultura humana, incluyendo todas las ex- presiones de las relaciones entre la ciencia, la religión, la economía y la política. En sólo sesenta años, a partir de la postguerra, hemos asistido a trans- formaciones planetarias que supe- ran todos los cambios sucedidos en centenares de millones de años en la tierra. Para sostener el ritmo de consumo actual del llamado mun- do desarrollado necesitaríamos los recursos de cuatro planetas como la Tierra. Podríamos producir alimentos para doce mil millones de seres humanos. Sin embargo, de los siete mil millo- nes actuales mil millones no alcan- zan a comer el mínimo suficiente para sostener la vida dignamente. S i pudiéramos tradu- cir el sentido de los descubrimientos de las ciencias emergentes en una metáfora cultural co- rrespondiente, tendríamos los mejores argumentos para cambiar nuestra con- ciencia, y convertirnos en el cambio que el mundo necesita. !NTESYDESPUマSDE LAVIDA,AVIDA SALUD Y BIENESTAR

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Page 1: revista vivo sano4 - sintergetica.org

Vivimos hoy los efectos del viento

huracanado de cambios acelerados

que afectan desde la misma geofí-

sica del planeta, hasta la cultura

humana, incluyendo todas las ex-

presiones de las relaciones entre la

ciencia, la religión, la economía y

la política.

En sólo sesenta años, a partir de la

postguerra, hemos asistido a trans-

formaciones planetarias que supe-

ran todos los cambios sucedidos en

centenares de millones de años en

la tierra. Para sostener el ritmo de

consumo actual del llamado mun-

do desarrollado necesitaríamos los

recursos de cuatro planetas como

la Tierra.

Podríamos producir alimentos para

doce mil millones de seres humanos.

Sin embargo, de los siete mil millo-

nes actuales mil millones no alcan-

zan a comer el mínimo suficiente

para sostener la vida dignamente.

Si pudiéramos tradu-

cir el sentido de los

descubrimientos de

las ciencias emergentes en

una metáfora cultural co-

rrespondiente, tendríamos

los mejores argumentos

para cambiar nuestra con-

ciencia, y convertirnos en

el cambio que el mundo

necesita.

SALUD Y BIENESTAR

Page 2: revista vivo sano4 - sintergetica.org

Nuestros sistemas de salud están

en quiebra, los tratamientos mé-

dicos hospitalarios son una de las

primeras causas de mortalidad, la

economía está en cuidados inten-

sivos, el miedo es endémico, el

clima se ha vuelto impredecible.

Todos los signos nos revelan que

estamos en un vórtice caótico, en

un punto crucial que precede a la

catástrofe o a la emergencia a una

nueva realidad. En la cresta de la

ola de la evolución, en un punto de

bifurcación y de equilibrio inesta-

ble, no podremos ya nunca ser ja-

más lo que hemos sido. Estamos

ante el desafío mayor de elegir en

presente nuestro camino y, con él,

nuestro destino. No se trata tanto

de cuántos somos, sino de cómo vi-

vimos, como nos relacionamos con

los otros y con nosotros mismos.

¿Habría alguna relación entre los

recientes terremotos del Japón,

Chile, la catástrofe nuclear de

Fukushima? ¿Están relaciona-

dos la fusión de los glaciares, las

grandes erupciones volcánicas

que en el Norte y el Sur han pues-

to en jaque la aeronavegación,

el cambio climático global y la

fusión de antiguos separatismos

y fronteras artificiosas? ¿Se rela-

ciona todo esto con la emergencia

de nuevas culturas, economías y

países, con el tsunami que trans-

muta la geopolítica al sur del Me-

diterráneo, con las burbujas que

revientan la economía americana

o española, con la crisis del dólar

y el euro y la oscura gestación de

nuevas hegemonías que no dudan

en sacrificar todo atisbo de dere-

chos humanos?

¿O será que simplemente sólo so-

mos naves al garete a merced de

corrientes sin sentido?

Si nos miráramos con la visión

reduccionista que proyecta una

progresiva emergencia de átomos

y moléculas que se han ido encon-

trando al azar, podríamos pensar

que no venimos de ninguna parte

y no nos dirigimos a ningún lugar.

Pero la experiencia cotidiana nos

revela que cada cosa en la vida,

como la vida misma, está llena

de sentido. Miro ahora los ojos de

mis nietas y me parece imposible

que hayan llegado hasta nosotros

desde ninguna parte y por ningún

camino. Adivino en su mirada

la aventura de la luz que recrea

la vida en el fondo mismo de su

campo neuronal. Veo mi pasado y

mi futuro fundidos en este segun-

do de ternura y descubro más allá

del pensamiento y la emoción la

alquimia sagrada de un presente

lleno de sentido. Ni la razón, ni la

emoción separadas, dan razón del

sentimiento. Pero en la fusión de

emoción y de razón surge el senti-

miento, espacio-tiempo profundo

e intenso, como un agujero negro

VIVO SANO 29

Page 3: revista vivo sano4 - sintergetica.org

en el que morimos y estamos na-

ciendo, instante a instante, para ser

de nuevo.

Es simplemente increíble que al-

guien juegue a los dados con noso-

tros en el universo y que ninguno

de nosotros tengamos nada que ver

con todo esto. Buscando respues-

tas, podríamos jugar al juego anti-

guo de los verdugos y las víctimas,

para decirnos que han sido los

otros, que la situación actual nada

tiene que ver con nosotros, que he-

mos estado allí inocentemente, a

lo mejor mirándonos el ombligo.

Pero, ¿si fueran los gobernantes los

responsables? Nosotros los hemos

elegido. ¿Si fueran los banqueros?

En sus bancos hemos depositado

nuestros ahorros, nuestra confian-

za, a ellos les pagamos intereses,

y de ellos reclamamos los mejores

intereses, sin saber que la bonanza

posiblemente vendrá de la financia-

ción de la deforestación o el tráfico

de armas. A lo mejor nos podemos

ahora decir que el caos se deriva

de tantas injusticias cometidas por

intereses oscuros. Nada más oscu-

ro, anónimo e invisible que nuestra

indiferencia, la mayor causa de in-

justicia y de violencia.

En un mundo interconectado, cuya

esencia misma es la relación, no

podemos esperar cambios en la

economía, sin cambios en las re-

laciones entre individuos, culturas

y países. Pero estos cambios es-

tán simultáneamente relacionados

con grandes transformaciones en

el campo de las ciencias. Lo que

creíamos de la materia y la ener-

gía, de la vida, del cerebro y las

moléculas, se ha ido derrumbando

de tal manera, que estamos asis-

tiendo a un nuevo renacimiento.

Partimos de una concepción de

la Tierra como centro sometido

al determinismo de leyes incom-

prensibles e inmutables, hasta que

descubrimos que la Tierra no era

el centro, y humanizamos la vida

para que surgiera en el siglo de

las luces la fecunda relación de

ciencia y arte. Dejamos de ser el

ombligo del mundo y, en la humil-

dad de no ser el centro, descubri-

mos nuestro potencial humano en

un renacimiento que nos liberaría

de las cadenas de una visión tras-

cendente que niega la inmanencia

del ser. Descubrimos que, más allá

de la fe, existía también la magia

de la razón. Continuamos nuestro

periplo descubriendo, en las leyes

de la evolución, que no estábamos

separados de la gran cadena de la

vida y miramos con gratitud las

huellas de la luz en la radiactivi-

dad y la transparencia mineral y el

programa de las semillas florecien-

do en nuestra propia humanidad.

Page 4: revista vivo sano4 - sintergetica.org

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Recopilación extraída de

un estudio etnobotánico

en Navarra

Sabiduría populary plantas curativas

Silvia Akerreta

Mª Isabel Calvo

Rita Yolanda Cavero

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Y, con todo ello, vislumbramos el

ascenso del hombre desde la entro-

pía y la gravedad a la levedad de

una consciencia ascendente.

Henos aquí hoy en un vórtice cru-

cial, un cruce de caminos cósmicos

que confluyen en la mota del polvo

cósmico que es la Tierra, para con-

vertirnos en un agujero negro, una

singularidad de la que emerge un

nuevo mundo.

Estamos en el ojo del huracán.

Pero podemos elegir estar en la pe-

riferia, en la que los veloces vien-

tos nos impedirán vivir y ver con

claridad. Todo depende de nuestra

actitud. ¿Podremos mantener la

solidaridad, la cohesión, la unión

céntrica más allá de los intereses

periféricos para permanecer en ese

centro humano donde podemos

vivir según una escala de valores

que recree la presencia participati-

va que da fuerza a la vida?

¿Podemos sostenernos en ese centro

de inclusividad, donde con el fuego

céntrico del amor incondicional de-

rritamos los intereses mezquinos y

exclusivistas, para ser simplemente

lo que somos: humanos, hermanos,

partícipes de esa quintaesencia del

alma colectiva, a la que vamos sur-

giendo sin tener que renunciar a lo

sagrado de nuestra individualidad,

nuestra unicidad?

¿Podremos, a fin de cuentas, tener-

nos en cuenta y ser partícipes de

una contabilidad humana en la que

todos cuentan, para que entre todos

generemos la verdadera economía

de la abundancia: la libertad?

¿Será posible conservar la paz del

centro, en medio del cambio verti-

ginoso de los eventos, y sentir que

somos nosotros mismos los que

emergemos a un nuevo nivel de la

conciencia?

Somos únicos, sí, pero no podemos

ser humanos si no consagramos

nuestra unicidad irrepetible al con-

cierto de la humanidad. Que cada

uno dé la nota. Que cada uno sea,

como decía Gandhi, el cambio que

quiere para el mundo. Que cada

uno se rebele contra toda forma

de dependencia para alcanzar en

la interdependencia responsable la

genuina expresión de una libertad

con responsabilidad, esencia crea-

dora de la nueva Tierra.

Si pudiéramos traducir el sentido de

los descubrimientos de las ciencias

emergentes en una metáfora cultu-

ral correspondiente, tendríamos los

mejores argumentos para cambiar

nuestra conciencia. En los últimos

20 años la neurociencia y la epige-

nética han barrido todos nuestros

viejos conceptos del ser humano

que somos. La física nos habla de

múltiples universos, de la plenitud

del vacío, de la no localidad, de

la superposición de estados y el

profundo misterio del observador

que, no sólo cambia lo observado,

sino que también lo puede recrear.

La biología nos conduce al poema

de la autopoiesis, una vida que se

auto-recrea, desde patrones de in-

formación y de conciencia que diri-

gen cascadas ordenadas de molécu-

las, participando en un concierto de

cooperatividad.

Nos inventamos la vida, el cerebro

mimetiza el mundo externo y lo

reconstruye adentro: el mundo que

vemos se refleja y se inventa al in-

terior. Es ese mundo que proyecta-

mos en nuestro modo de consumir,

de ser, de vivir. Lo que sentimos de

los otros es lo que en el fondo sen-

timos de nosotros. La emoción y el

pensamiento integrados producen

el mundo del sentir, la fuerza más

poderosa para transformar nuestro

modo de vivir. Ser en el mundo es

un asunto de sentimientos.

¿Cómo nos sentimos? ¿Qué senti-

mos acerca del otro y de nosotros?

¿Nos sentimos queridos? ¿Ama-

mos de verdad? ¿Podemos sentir

el árbol, la mirada, el hambre, la

necesidad? Cuando de veras sen-

timos, somos, nos removemos por

dentro y, así, conmovidos, rena-

cemos a un mundo que ahora es

también interior. El universo, to-

dos los universos interpenetrados

como un multiverso, se convierten

en la singularidad del presente en

uno mismo. El lugar donde al ser

únicos damos nuestra nota, para

que la sinfonía del cosmos resuene

al interior. Si más allá del conocer,

sintiéramos en vivo hoy que el ce-

rebro se reconstruye a sí mismo,

que la vida es un invento de la vida

que se va renovando permanente-

mente, y que además del cuerpo y

las moléculas vivimos en nuestra

cultura, ya seríamos el cambio que

el mundo necesita hoy.

Emergemos de la materia, sí, pero

al mismo tiempo la fuerza del es-

píritu desciende y su interacción

es esta corriente de conciencia

que somos. Estamos naciendo en

cada momento. En cada instante

morimos. Entre el nacimiento y la

muerte como dos orillas, la gran

corriente de la vida. No tendríamos

por qué temer la muerte. No ten-

dríamos por qué temer el renacer.

Morir y renacer son las dos riberas

de la vida. Y la vida es la corriente

que nos conecta a la creación.

Antes y después de la vida, ni más

ni menos que la vida.

JORGE CARVAJAL POSADA

VIVO SANO 65