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    ISSN 0797-5538 - ISSN On-Line 1688-4981

     

    DEPARTAMENTODE SOCIOLOGÍA

     

    Medio Ambiente y Ciencias Sociales:vínculos imprescindibles

    DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA 26

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    Artículos indexados en:Sociological AbstractLatindex –Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de AméricaLatina, El Caribe, España y Portugal.

    La Revista de Ciencias Sociales debe su nombre a que fue la publicación oficial del ex Instituto de Ciencias

    Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, fundado en el año 1958. La Revista tiene como

    antecedentes los Cuadernos de Ciencias Sociales del Instituto, publicación que se produjo entre los años

    1971 y 1973, momento en el que cierra el Instituto, debido a la dictadura cívico militar, clausurándose

    también su publicación. A partir de la recuperación de la democracia en 1985 se reinstala el funcionamiento

    regular del Instituto de Ciencias Sociales retomando su publicación seriada bajo el título de Revista de

    Ciencias Sociales. En el año 1990 se funda la Facultad de Ciencias Sociales trasladando la estructura del ex

     Instituto de Ciencias Sociales transformada, bajo el estatus de Departamento de Sociología en la Facultad.

    La Revista presentó su primer número en el año 1986, manteniendo desde ese momento una publicación

    anual regular, varias veces en forma bianual, contando con 26 números al año 2010. La Revista cuenta con

     publicaciones de artículos del propio plantel docente del Departamento, así como de profesores del país y

    extranjeros de múltiples universidades de América Latina y Europa.También posee una sección destinada a

    las reseñas bibliográficas de libros publicados por docentes del Departamento, y obras de interés académico

    nacional o internacional. La revista se edita en versión impresa y electrónica, disponible on line: http:// 

    www.rau.edu.uy/fcs/soc.

     A partir del año 2000, se introducen cambios editoriales en dos sentidos: primero, pasa a ser una Revista

    arbitrada con evaluación externa y segundo, se introduce la estructura de presentación de dossiers temáticos

    de acuerdo a las líneas y áreas de investigación del Departamento de Sociología, manteniéndose la

     participación de profesores externos invitados. Los temas de los dossiers han sido variados, Sociología del

    Trabajo, Género; Integración Regional; Sociología Urbana; Democracia y Desigualdad; Educación y Juventud,entre otros.

    La revista se encuentra indexada en el Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de

     América Latina, el Caribe, España y Portugal - LATINDEX, Sociological Abstracts Database -EE.UU.

    Revista26R Revista de Ciencias Sociales - Departamento de Sociología - Facultad de Ciencias

    Sociales - Universidad de la República - Uruguay.

      Vol. 1 Nº 1, 1987

      ISSN 0797-5538  ISSN On Line 1688-4981

    La reproducción total o parcial de esta publicación, en forma idéntica o modificada, porcualquier medio mecánico o electrónico, escrito a máquina o por el sistema multigraph,mimeógrafo, impreso, fotocopia, escáner, grabación, o cualquier sistema de almacenamientoy recuperación de información, etc., con o sin fines de lucro, no autorizada por el autor, violaderechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

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    Revista de Ciencias SocialesAño XXIII - Nº 26 – ABRIL DE 2010Facultad de Ciencias Sociales

    Decano: Diego E. PiñeiroDepartamento de Sociología

    Director: Francisco Pucci

    César AguiarRosario AguirreFelipe ArocenaIrma Arriagada (Cepal - Chile)Marcelo Boado

    Fernando Cortés (Colegio de México)Gerónimo de SierraMaría Ángeles Durán (Csic – España)Verónica FilardoNorma Giarraca (UBA – Argentina)Horacio González (UBA – Argentina)Hilda Herzer (UBA – Argentina)Elizabeth Jelin (UBA – Argentina)Susana MalloMario Margulis (UBA – Argentina)

    Adriana MarreroEnrique MazzeiMiguel Murmis (U. Nal. Gral. Sarmiento –Argentina)

    Daniel Pécaut (Ëcole des Hautes Études enSciences Sociales – Francia)Jacqueline Peschard (Colegio de México)Diego PiñeiroFrancisco Pucci

    Alberto RiellaDomingo Rivarola (CEPES – Paraguay)Jean Ruffier (INIDET – Lyon – Francia)Francisco Sabatini (PUC de Chile)Miguel SernaPatricio Solís (Colegio de México)Marcos SupervielleJosé Vicente Tavares Dos Santos (UFRGS –Brasil)Helgio Trindade (UNILA - Brasil)

    Ana Clara Torres Riveiro (UFRJ - Brasil)Danilo VeigaJorge Walter (UBA – Argentina)Daniel García Delgado (FLACSO-Argentina)

    Departamento de SociologíaConstituyente 1502, piso 5, esq. Martínez Trueba

    C.P.: 11200 MontevideoTels.: 4103855 – 4103857 / Fax: 4103859

    Correo Electrónico: [email protected]ágina web: http://www.rau.edu.uy/fcs/soc

    Comité EditorialMiguel Serna (Coordinador y Editor Responsable)

    Felipe ArocenaAlfredo FaleroGeyser Margel 

    Secretaría de RedacciónHelvecia Pérez

    Consejo Académico

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    REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES • Departamento de Sociología • Año XXIII / Nº 26 • Abril 20106

    MEDIO AMBIENTE Y CIENCIAS SOCIALES: VÍNCULOS IMPRESCINDIBLES

    • pp. 06-07 •

    El 18 de junio de 2008 se llevó a cabo en el Salónde Actos de la Facultad de Ciencias Sociales el PrimerForo de Desarrollo Sustentable de la Zona Costera, or-ganizado por el Programa Ecoplata. En él se presenta-

    ron varias ponencias que hoy integran el actual Nú-mero 26 de la Revista de Ciencias Sociales, dedicado alestudio de la problemática ambiental en general y dela zona costera en particular, desde la perspectiva delas Ciencias Sociales.

    No fue casual la elección de la Facultad como ellugar propicio para lanzar este Primer Foro. Partió dela profunda convicción, expresada por los integrantesde la Mesa Ejecutiva de Ecoplata, del importante papelque las Ciencias Sociales están llamadas a cumplir en elestudio de la problemática ambiental y en la búsqueda

    de soluciones a los múltiples problemas que hoy aque- jan a nuestras sociedades.Las Ciencias Naturales han cumplido en los úl-

    timos treinta años un enorme papel en diagnosticar,explicar y certicar los cambios ambientales que estánocurriendo en nuestro planeta. Pocos hoy dudan acercade la profundidad e intensidad de estos cambios, perofueron menester muchos años de estudios y de activadiseminación de sus resultados para contrarrestar inte-reses creados que pretendían y pretenden no modicarel estado de situación.

    Si es correcto que muchos de los problemas am-

    bientales provienen de un modelo de desarrollo que noha reparado en agotar los recursos naturales, que haafectado profundamente el capital natural en pos dela construcción de sociedades que son profundamentedesiguales, se desprende que las Ciencias Sociales tie-nen un amplio campo para indagar acerca de las causasde este extravío y para reexionar y sugerir modelosde desarrollo alternativos.

    Este número de la Revista es entonces el productode un trabajo conjunto entre la Facultad de CienciasSociales y el Programa Ecoplata. Este es un Programa

    “orientado a fortalecer a las instituciones, a la comu-

    Medio Ambiente y Ciencias Sociales:vínculos imprescindiblesDiego E. Piñeiro*

    - D O S S I E R  -

    nidad cientíca, a los gestores y al público en general,en los aspectos vinculados con la Gestión Integrada dela Zona Costera (GIZC)1.” El Programa está localizadoen el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial

    y Medio Ambiente pero es un programa interinstitu-cional ya que de él participan otros dos Ministerios(Ganadería, Agricultura y Pesca y Defensa), la Prefec-tura, las seis Intendencias de los Departamentos coste-ros y la Universidad. En representación de esta últimase sientan en la Mesa Ejecutiva del Programa repre-sentantes de las Facultades de Ciencias y de CienciasSociales. Ecoplata ha cumplido desde su creación en1997 un activo papel de vinculación entre las numero-sas instituciones que tienen potestades sobre la zonacostera uruguaya. Pero más aún, como reza su lema, ha

    cumplido un papel vital “conectando el conocimientocon la acción”. Éste es también el sentido de que laRevista de Ciencias Sociales dedique un número a estatemática.

    No quisiéramos dejar de señalar que en la inau-guración del Primer Foro, el Ministro de Vivienda, Or-denamiento Territorial y Medio Ambiente y el Rectorde la Universidad de la República, con la presenciade otras altas autoridades, rmaron un Convenio deCooperación para la realización por parte de nuestraFacultad del “Observatorio Socio Ambiental de la ZonaCostera Uruguaya”.

    El primer artículo del Dossier es una adaptacióndel mensaje que pronuncié como Decano de la Facultadde Ciencias Sociales, intentando explicar el importantepapel que las Ciencias Sociales pueden desempeñar enla búsqueda de un modelo de desarrollo sustentable.Paso revista a las actividades que nuestra Facultad hallevado a cabo en materia de investigación y enseñanzaen este tema, señalo debilidades y algunas fortalezas ytrato de señalar un posible camino a seguir.

    *  Decano de la Facultad de Ciencias Sociales.

    1 ver www.ecoplata.org.uy

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    MEDIO AMBIENTE Y CIENCIAS SOCIALES: VÍNCULOS IMPRESCINDIBLES

    REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES • Departamento de Sociología • Año XXIII / Nº 26 • Abril 2010 7

    Presentación • Diego E. Piñeiro • pp. 06-07

    En el artículo siguiente, Arocena y Porzecanskirealizan una documentada y minuciosa discusión sobreel contenido del concepto “desarrollo sustentable”, se-ñalando que, como tiene un alto contenido normativo,su denición se ha transformado en una arena de con-icto y debate. Esto es lo que impediría llegar a unadenición consensuada.

    Luciana Méndez y Matías Piaggio presentan losresultados de un estudio realizado para Ecoplata en elque se evalúa la importancia económica de la zona cos-tera. Ésta es denida como los seis Departamentos cos-teros. Los indicadores muestran su importancia actual,tanto en términos económicos (77% del Valor AgregadoBruto del país), como en términos de empleo y pobla-ción en relación al resto del país. Los autores señalanque esta preponderancia posiblemente continúe siendo

    así en el futuro ya que la Zona Costera capta el 87% delas inversiones.

    El artículo de Filardo, Cardeillac y Vigna presentalos primeros resultados del Convenio rmado y mencio-nado más arriba por el cual la Facultad de Ciencias So-ciales se comprometía a realizar un Observatorio de laZona Costera. Este primer estudio es de corte cualitati-vo y en él se estudia a un grupo selecto de formadoresde opinión, analizando su discurso en torno a la ges-tión de la zona costera. El resultado es la identicaciónde dos perspectivas, que ellos denominan “productivis-ta” y “preservacionista”, lo cual les permite reexionarsobre las consecuencias de estas perspectivas divergen-tes para la gobernanza de la zona costera.

    Roberto Villarmarzo era Director de OrdenamientoTerritorial al momento de la realización del Primer Foroy no es de extrañar que siendo uno de los principalesautores e impulsores de la Ley de Ordenamiento Terri-

    torial, su ponencia se dirija a reexionar sobre ella,tanto conceptualmente como sobre las consecuenciasque tendrá en el ordenamiento de los espacios coste-ros.

    Cierran el Dossier dos ponencias que no fueron pre-sentadas en el Primer Foro pero que por su actualidad yla importancia del tema que tratan hemos decidido in-cluir. Se trata de dos estudios sobre el conicto por lainstalación de la planta de celulosa en Fray Bentos. Enuno de ellos Graña analiza el conicto desde la miradade la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychútratando de comprender sus razones, haciendo notarque si la única salida al conicto es algún tipo de sali-da negociada es de fundamental importancia compren-der los argumentos de los distintos actores socialesinvolucrados. En cambio en el otro, Graziano propone

    analizar las distintas miradas de los diversos actoressociales envueltos en el conicto y en particular lasrepercusiones de la instalación de la fábrica de celulosadel lado uruguayo. Sin dejar de apuntar al enorme im-pacto que la planta de celulosa tiene sobre la economíay el desarrollo regional, recoge las distintas posicionesy hace notar cómo los signicados ambientales atribui-dos por los principales actores son construidos desde lasubjetividad individual o colectiva haciendo más difícilla construcción de acuerdos.

    El Dossier que el lector tiene en sus manos es elprimer número de la Revista de Ciencias Sociales de-dicado íntegramente a analizar la cuestión ambientaldesde la perspectiva de las Ciencias Sociales. Espera-mos que este humilde aporte sirva para estimular eldebate y el estudio sobre estos temas en nuestra Facul-tad y en las Ciencias Sociales en general. Sí esto ocurreel objetivo se habrá cumplido.

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    MEDIO AMBIENTE Y CIENCIAS SOCIALES: VÍNCULOS IMPRESCINDIBLES

    • pp. 08-15 •

    Desarrollo sustentable:una perspectiva desde lasCiencias Sociales

    Diego E. Piñeiro1

     Los investigadores de las Ciencias Sociales debemos ampliar la mirada, pregun-

    tándonos siempre cuál es el vínculo entre los fenómenos sociales que estamosestudiando y la problemática ambiental. Descubriremos con sorpresa, que losvínculos son mucho más frecuentes y determinantes de lo que imaginábamos enun principio2.

    1 Profesor Titular, Departamento de Sociología, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la Repú[email protected]

    2 Este artículo es una adaptación de la ponencia que el autor presentara en su condición de Decano de la Facultad de CienciasSociales en la apertura del Foro sobre Desarrollo Sustentable co-organizado por EcoPlata y las instituciones que lo integran,

    en el Salón de Actos de la mencionada Facultad.

    capital natural, los recursos naturales, lo que se debesostener, utilizándolos de tal manera que se puedanreponer. La insustentabilidad consiste en la destruc-ción de los ecosistemas naturales como consecuenciade un uso abusivo para la producción o por la presenciade externalidades derivadas de la acción humana. Para

    otros expertos para lograr el desarrollo no basta con elmero crecimiento económico, sino que sus frutos de-ben ser distribuidos equitativamente para que en lassociedades humanas no haya pobreza y para que losbenecios de la educación, la salud, el trabajo digno,etc. alcancen a todos.

    Felipe Arocena en un artículo de esta Revista,revisa cuidadosamente el origen del concepto Desa-rrollo Sustentable, su difusión, sus fortalezas y am-bigüedades, lo cual nos exime de extendernos más eneste artículo. Coincidimos con los autores que señalan

    que existe una tensión entre los términos desarrollo ysustentable, que sólo se resuelve recorriendo el único yangosto camino que queda abierto. Por lo tanto, comoes conveniente hacer cuando se trabaja con un con-cepto polisémico, explicitaremos que entendemos porDesarrollo Sustentable: lo denimos como aquel quepromueve el crecimiento económico, acompañándolo

    El término Desarrollo Sustentable ha tenido unarápida difusión en el ámbito político, en el mundoacadémico y en los círculos técnicos. Posiblemente larapidez y amplitud de su difusión se deba a lo queconstituye su principal debilidad: la imprecisión de sudenición. Existe una profusa literatura tanto crítica

    como encomiástica del término que ha tratado de con-tribuir a su claricación (Sachs, 1997; Worster, 1997;Gligo, 2006; Rogers, Kazi and Boyd, 2007). La propiadifusión del término ha hecho que se produzca unaverdadera “lucha semántica” por la apropiación de suscontenidos.

    El principal punto de discusión proviene de la in-terpretación de lo que debe ser “sostenido”. Si lo quese debe “sostener” es el desarrollo, los “grupos exper-tos” intentarán transmitir su propia y particular visióndel desarrollo. Para los economistas neoclásicos el nú-

    cleo del desarrollo es el crecimiento económico, a talpunto que con frecuencia, lo usan indistintamente. Esel capital lo que se debe “sostener” para permitir lainversión, la producción de bienes y servicios que ali-mentan el consumo y generar ganancias que reprodu-cen el capital en un círculo siempre creciente orienta-do por el mercado. Para los expertos ambientales es el

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    Desarrollo sustentable: una perspectiva desde las Ciencias Sociales • Diego E. Piñeiro • pp. 08-15

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    con la redistribución equitativa de los benecios de di-cho crecimiento, en un contexto en que las generacio-nes presentes no abusan de los recursos naturales delplaneta que deben quedar disponibles también para lasgeneraciones futuras.

    ¿Es este desarrollo posible? Mucho se ha escrito ydebatido sobre ello y si bien hay quienes lo desechancomo una utopía irrealizable, son todavía más los quearguyen que es el único camino posible no ya para eldesarrollo y bienestar de toda la humanidad sino parala pura y simple supervivencia de la especie humana.

    Distintas voces se levantan para anunciarnos queestamos en el umbral de cambios societales que mar-carán un periodo histórico. Si bien los cambios civili-zatorios históricamente han sido muy lentos, una delas características del que se preanuncia es su rapidez,

    aquella que hace que muchos de nosotros nos sintamosdesasosegados ante la desaparición de viejas certezasen las cuales nos sentíamos cómodos: la revolución dela informática y de las telecomunicaciones que hanacelerado el movimiento y la rotación de los capitales,la globalización de los mercados de bienes y de los mer-cados nancieros, las biotecnologías con sus promesasde bienes abundantes y las estremecedoras posibilida-des de manipular la vida que abre tanto situacionestemidas, como esperanzas de longevidad y de curaciónde viejas enfermedades humanas. Todos estos cambiosno han sido sucientes para ocultar que paralelamentey en parte como una consecuencia de ellos, también seestá afectando profundamente el capital de los Recur-sos Naturales, en cuyo uso y abuso se basó la sociedadindustrial para lograr los actuales niveles de bienestar.

    Herman Daly (1997) ha expuesto la idea de quecasi insensiblemente hemos pasado de una economíade un mundo vacío a una economía de un mundo lleno.En una primera etapa del desarrollo que nos condujo almundo actual, etapa que podríamos ubicar entre nesdel siglo pasado y la primera mitad de este siglo, lapoblación mundial era escasa y el desarrollo econó-

    mico aún incipiente. El trabajo humano aplicado a losabundantes recursos naturales permitía el crecimientoeconómico y la acumulación de capital. Era este capi-tal creado por el hombre, el capital humano, el factorlimitante. Era preciso crear más capital humano parafavorecer el crecimiento. En esta empresa, poco reparose puso en la utilización, muchas veces desmedida ydevastadora, del capital natural.

     Sin embargo, argumenta Daly, estamos llegandorápidamente al límite de la capacidad de carga quepuede soportar la biosfera. “Si tomamos, por ejemplo,el porcentaje de apropiación por parte de los seres hu-

    manos del producto neto de la fotosíntesis con baseterrestre como índice de hasta qué punto los sereshumanos y sus accesorios llenan el mundo, podremosdecir, que éste está lleno en un 40% porque de maneradirecta o indirecta, utilizamos el 40% de la producciónprimaria neta de la fotosíntesis con base terrestre.”(Daly, 1997:38). Como el período de duplicación de lapoblación es de sólo 35 años, eso quiere decir que hacedos períodos, es decir hace solo 70 años, la proporciónde utilización del producto neto de la fotosíntesis erade sólo el 10%. Es decir que en el período de una vidahumana hemos pasado de una utilización del 10% (re-lativamente vacío) a utilizar el 40% (relativamente lle-no). Pero en una nueva duplicación, esto es en otros 35años estaremos al 80% de la capacidad de utilizacióndel producto de la fotosíntesis, lo cual es ya “un grado

    de plenitud excesivo” (Daly, 1997).La total ocupación del territorio y la total utili-

    zación de la mayoría de los ecosistemas del planetaproduce una situación nueva, diferente, que de algunamanera ya había sido adelantada por la tesis malthu-siana: que llegaría un momento en que la capacidadde carga de los ecosistemas no sería suciente parasostener la vida humana. Malthus lo previó y lo propu-so para los alimentos: según él mientras los alimentoscrecían en proporción aritmética la población lo haciaen proporción geométrica (en mayor proporción) y porlo tanto llegaría el momento en que los alimentos noalcanzarían para los habitantes del planeta [Malthus(1798), 1966]. Si bien esta predicción no se cumplióporque la tecnología aplicada a la agricultura fue capazde aumentar enormemente la producción de alimentos,no queda tan claro que la predicción no fuese correctaen un sentido más amplio: la capacidad de los ecosiste-mas para soportar las demandas combinadas de mayorproductividad y mayor intensidad de uso. En todo casoya no puede quedar duda de que el crecimiento de lapoblación no puede ser ilimitado en un planeta cuyosrecursos no lo son.

    Es cierto también que el modelo de desarrollo oc-cidental, que es el que gradualmente y no sin dicul-tades se ha impuesto, está basado en el consumo omejor dicho en estimular la propensión al consumo,mucho mas allá de las necesidades elementales para lasobrevivencia, que se transforma así en el motor delcrecimiento económico.

    Este tipo de crecimiento o de desarrollo económicoluego de dos siglos de aplicación ha provocado una se-rie de desequilibrios en la relación entre las sociedadeshumanas y los recursos del planeta, que recién en los úl-timos treinta años han comenzado a hacerse evidentes.

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    Recordemos someramente algunos de los problemas quehan sido desatados por nuestra ilimitada e incontroladacapacidad de consumo: la deforestación de los bosquestropicales, la deserticación, el agotamiento de los re-cursos pesqueros, el cambio climático, la lluvia ácida,la pérdida de biodiversidad, los serios problemas de lamatriz energética con el agotamiento de los combusti-bles fósiles, el manejo de los desechos de todo tipo queproduce la actividad humana, la minería incontrolada,la perforación de la capa de ozono, los problemas deri-vados de las grandes represas, etc., etc.

    No los hemos enunciado en un orden de importan-cia porque dicho orden puede ser distinto según los paí-ses o las regiones del planeta en que se esté haciendoel análisis. Por ejemplo, la pérdida de la capa de ozonoes un problema serio para los países del sur americano,

    pero es casi inexistente en los países del norte. Tambiénes posible enumerar problemas tales como la pobreza ex-trema o la deuda externa como problemas que al menostienen serias derivaciones ambientales. Así lo hizo porejemplo el Informe Bruntland y esta fue una de las ma-yores innovaciones en la comprensión de los problemasambientales que llevan a un desarrollo no sustentable(CMMAD,1987). Las poblaciones expuestas a severas si-tuaciones de pobreza son las que terminan agotando losrecursos naturales de la región en que viven en un des-esperado intento por sobrevivir. Los países fuertementeendeudados se ven empujados a esquilmar sus recursosnaturales (con frecuencia el único capital que tienen)para pagar, no la deuda externa, sino sólo los interesesde la deuda que les permite seguir endeudándose paraobtener recursos frescos (PNUD-BID,1990).

    Si se recorre la bibliografía referida a la problemáti-ca ambiental durante las décadas del 80 y del 90 sobre-salen con toda claridad los esfuerzos hechos desde lasCiencias Naturales para diagnosticar y comprender lascaracterísticas de los fenómenos que estaban ocurrien-do. No olvidemos que las primeras advertencias cientí-cas sobre el calentamiento global fueron recibidas con

    escepticismo e incredulidad no sólo por los gobiernos delas naciones más adelantadas, que eran las que se supo-nía que tenían mayor responsabilidad en haber creadoesta situación, sino también por la propia comunidadcientíca de estas naciones. Recuérdese el rechazo quegeneró el Informe Meadows preparado para el Club deRoma en 1972, que luego de diagnosticar la situación dedeterioro ambiental global recomendaba el crecimientoeconómico cero (Meadows et al,1972); o el Informe dela Fundación Bariloche de 1977 que proponía un modelode desarrollo con tasas más moderadas de crecimientopara el mundo desarrollado para que toda la humanidad

    pudiese alcanzar niveles adecuados de bienestar en elplazo de una generación [Herrera (1977), 2004]. Fueronnecesarios muchos estudios, muchos debates y muchatinta para que recién con el Informe Bruntland el temadel deterioro ambiental y sus causas humanas comenza-ra a gozar de cierta credibilidad.

    Una forma de comprender el largo camino reali-zado en la aceptación de las causas antrópicas de loscambios que están ocurriendo en el medio ambiente esrecorrer los Acuerdos Internacionales que gradualmen-te se han ido alcanzando para intentar poner freno aldeterioro ambiental (Speth y Haas, 2006). Además delos Informes citados más arriba, en 1972 se realiza laprimera conferencia organizada por Naciones Unidasen Estocolmo, que entre otras cosas crea al año si-guiente el Programa de Naciones Unidas para el Medio

    Ambiente (PNUMA) como organismo especializado. Lesiguen varias convenciones en los años siguientes peroel próximo hito es la publicación del Informe de laComisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo o In-forme Bruntland por el nombre de la Primera Ministrade Noruega que lo presidió. Este Informe tuvo un pro-fundo impacto y es el que creó el concepto de Desa-rrollo Sustentable sobre el principio de la solidaridadintergeneracional. A su inujo se llevó a cabo en 1992la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro que produjola Agenda 21, uno de los mas amplios compendios delas políticas que los gobiernos deberían observar paralograr un desarrollo sustentable. Sin embargo la nefas-ta década de los 90 con sus gobiernos conservadores,signicaron el enlentecimiento (que en la práctica fueun retroceso) de las medidas que había que tomar. En1997 se rmó el Tratado de Kyoto imponiendo restric-ciones a la emisión de gases de efecto invernadero apartir de 2005 pero que no fue raticado (hasta recien-temente) por EE.UU. y otros países. Esto llevó a quela Cumbre de Johannesburgo también conocida comoRío+10 mostrase los escasos avances de la década y elescaso compromiso de las potencias industrializadas,

    renuentes a tomar medidas que signicasen amenazarsu poderío industrial (Guimaraes, 2006).

    Es por ello que en el Informe sobre el DesarrolloHumano 2007/2008 elaborado por el Programa de lasNaciones Unidas para el Desarrollo, subtitulado “La Lu-cha contra el cambio climático; solidaridad frente a unmundo dividido”, se concluye sombríamente: “...los go-biernos deben reconocer que enfrentan lo que podríaconstituir la amenaza más grave que haya sufrido lahumanidad en toda su historia”.

    “Hacer frente a esa amenaza creará desafíos enmuchos niveles y, quizás lo más importante, pondrá a

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    Desarrollo sustentable: una perspectiva desde las Ciencias Sociales • Diego E. Piñeiro • pp. 08-15

    REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES • Departamento de Sociología • Año XXIII / Nº 26 • Abril 2010 11

    prueba la forma en que percibimos el progreso. Nadaejemplica de manera tan clara como el clima que lacreación de riquezas económicas no es sinónimo deprogreso humano. Con las políticas energéticas vigen-tes, la creciente prosperidad económica irá de la manocon mayores amenazas al desarrollo humano hoy y albienestar de las futuras generaciones. Sin embargo, eldesarrollo económico con altas emisiones de dióxidode carbono es síntoma de un problema más profun-do. Una de las enseñanzas más difíciles de aceptar delcambio climático es que el modelo económico que im-pulsa el crecimiento y el concomitante consumo des-medido en las naciones desarrolladas no es sostenibleen términos ecológicos. Nuestros supuestos sobre elprogreso no podrían enfrentar un desafío mayor que elde armonizar las actividades económicas y el consumo

    con las realidades ecológicas.” [PNUD, 2008:15(a)]Es comprensible entonces que durante las déca-

    das del 80 y del 90 el esfuerzo estuviese puesto en eldiagnóstico de los problemas. Hoy, el esfuerzo está ydebe estar puesto más bien en responder otras pregun-tas: ¿Cómo y por qué llegamos a esta situación? ¿Quédebemos hacer para revertirla? ¿Cómo modicaremosla organización social para lograr la armonización quese propone en el texto del PNUD? Es en esta etapa dela comprensión de los problemas de un desarrollo nosustentable que las Ciencias Sociales tienen posibilidadde hacer una aporte sustantivo (Lander, 2007).

    Pongamos como ejemplo el tema que está actual-mente en el centro del debate: el cambio climático.Como es sabido distintos tipos de gases producidos porla actividad humana (anhídrido carbónico y metanoprincipalmente) se han acumulado en la parte superiorde la atmósfera impidiendo que parte de la radiaciónterrestre se pierda en el espacio exterior. Esto está pro-duciendo la elevación de las temperaturas medias delplaneta y está produciendo alteraciones climáticas quemodican los patrones de lluvias, desencadenan hura-canes, derriten los hielos polares que a su vez elevarán

    la altura de los mares, etc. La forma de hacer frente alcambio climático se ha dividido en dos subconjuntos,que al menos analíticamente son útiles para compren-der la forma como las sociedades deberían proceder:una es la mitigación del cambio climático (es decir laspolíticas y las medidas que es necesario tomar para quese produzcan menos gases de efecto invernadero) y laotra es la adaptación al cambio climático (las medidasde política y las acciones que es preciso tomar para quelas poblaciones puedan soportar en mejores condicio-nes los cambios que se consideran inevitables).

    Pensemos ahora en el papel que le cabe a las Cien-cias Sociales en estas dos formas de lucha contra losefectos del cambio climático. Desde el punto de vis-ta de las medidas que llevan a mitigarlo, las CienciasSociales podrían intervenir explorando posibles cam-bios en los hábitos de consumo energético, en la mo-dicación de la sociedad del automóvil, en cambiosarquitectónicos y urbanísticos que lleven a disminuirel consumo de energía, colaborar en la modicaciónde las pautas de alimentación o en la modicación delas pautas reproductivas para disminuir el crecimientopoblacional, etc. Desde el punto de vista de las medi-das que lleven a la adaptación al cambio climático, esposible colaborar en la reubicación de las poblacionesque estén debajo de la nueva cota marítima o (másprobablemente en nuestro país) colaborar en la reubi-

    cación de poblaciones que están debajo de las cotas deinundación de nuestros ríos interiores que afectadospor la modicación de los regímenes de lluvia se des-bordarán con mayor frecuencia, desarrollar relacionessociales diferentes a las actuales en la producción dealimentos y bras que impidan el abuso de los recur-sos naturales, colaborar en la preparación de nuestrassociedades para hacer frente a nuevas enfermedades oa la reaparición de otras que estaban extintas o con-troladas, tomar medidas para hacer frente a las nuevascondiciones creadas por una mayor frecuencia de hu-racanes y otros riesgos climáticos, etc. En todos estosaspectos que se mencionan solo a título de ejemplo, lasCiencias Sociales tienen aportes para hacer.

    Uno de los campos privilegiados en el que las Cien-cias Sociales podrían colaborar es en el asesoramientoa los gobernantes (el ámbito de la política) para laelaboración de políticas ( policies) dirigidas a impulsarla mitigación y la adaptación al cambio climático (y engeneral a paliar el deterioro ambiental). Como lo hanhecho notar otros autores (Gligo, 2006) los gobiernoslatinoamericanos y de los países subdesarrollados engeneral, están mucho más preocupados por luchar con-

    tra la pobreza, proveer fuentes de empleo, proteger lasalud de la población, etc. Con frecuencia se piensaque las políticas ambientales son un lujo que sólo pue-den darse los países desarrollados y no son vistas comouna prioridad. Pocas veces se ve la relación existenteentre el deterioro ambiental y la pobreza, el desempleoo los problemas sanitarios. Hacerla evidente es otratarea para las ciemcias sociales.

    En el Uruguay la expansión de la forestación y lainstalación de las plantas de procesamiento de maderapara producir celulosa han dejado al descubierto losconictivos vínculos entre desarrollo y medio ambien-

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    te. La expansión de la forestación con sólo dos especiesha destruido la biodiversidad existente en las praderasnaturales sobre las cuales se implantaron. Más aun, yano caben dudas de que las plantaciones de eucaliptusalteran los ciclos hidrológicos, afectando no sólo loscampos vecinos sino posiblemente también el caudalde ríos y arroyos. Puede que la forestación esté dandoalgo más de empleo que la ganadería pero ¿a qué costopara los recursos naturales? Las mega inversiones enlas plantas de celulosa sin duda que han dinamizado laeconomía y proporcionado empleo industrial pero ¿nosería más conveniente para el país un modelo menoscentrado en la producción de celulosa y más enfocadoal aprovechamiento y la transformación de la maderapara múltiples usos? El litigio con Argentina por lasconsecuencias ambientales de este modelo sobre los

    recursos compartidos (sean éstas reales o no) ¿que im-pacto económico y social ha dejado y aún dejará? ¿seha valorado este aspecto del conicto? Como hemosaprendido dolorosamente, el desarrollo para ser sus-tentable no es sólo una cuestión técnica sino princi-palmente, una materia de la política (Reboratti, 2007;Alvarado, 2007).

    Es cierto también que desde las Ciencias Sociales noson muchos los cientícos que han tratado de aportara la comprensión de estos temas. ¿Cómo explicar lo quenos está sucediendo sin caer en visiones apocalípticas?A mi juicio uno de los que mejor ha teorizado sobre elvínculo entre la sociedad y el ambiente ha sido UlrichBeck (1998), quien ha acuñado el concepto de la “socie-dad del riesgo”. Para él la sociedad humana, en especialla sociedad occidental, se encuentra en un cambio decarácter civilizatorio de la misma magnitud que la quedisolvió las relaciones sociales de la sociedades agrariasen el siglo dieciocho para dar paso a la sociedad indus-trial. Esta última ha crecido de tal manera que ha ge-nerado riesgos que ponen en cuestión no solo la calidadde vida de los habitantes de este planeta sino incluso supropia existencia. Así como la sociedad industrial pro-

    duce bienes que se reparten desigualmente, la sociedaddel riesgo produce riesgos que se distribuyen contradic-toriamente en el sentido que nadie puede escapar a ellospero cuyos efectos llegan en forma desigual. Los deshe-chos tóxicos de las industrias, la contaminación de losalimentos que se distribuyen globalmente a través de lascomplejas cadenas alimentarias, los efectos de la lluviaácida que afecta a los bosques de países productores yno productores de estas sustancias, el efecto invernade-ro, la destrucción de la capa de ozono y el mayor riesgode todos, el de la guerra atómica tienen la particulari-dad de que nadie puede escapar a ellos. Por otro lado

    los riesgos afectan desigualmente: son mayores paralas poblaciones pobres de los distritos industriales, lasindustrias contaminantes se ubican cada vez con masfrecuencia en los países del tercer mundo, los plagui-cidas afectan a los agricultores que no toman las medi-das preventivas necesarias, etc. Los ricos (económica oculturalmente poderosos), pueden minimizar muchos delos riesgos civilizatorios viviendo en lugares exclusivos,aislándose de los peligros más evidentes, comprando ali-mentos menos contaminados, llevando vidas más equili-bradas. Pero “en paralelo a las situaciones de riesgo, loscaminos privados de huida y las posibilidades de com-pensación se angostan …” (Beck, 1998:42). El aanza-miento de estas diferencias sitúa las viejas desigualda-des de clase en un nivel nuevo. Ya no es el reparto pocoequitativo de la riqueza en el cual unos tienen porque

    otros no tienen, sino que en este reparto todos ligan,independientemente de cuánto le tocó a los otros. Eneste sentido, según Beck, los riesgos despliegan, dentrode la sociedad en que actúan, un efecto igualador y deallí resulta su novedosa fuerza política.

    Estamos, por lo tanto, en una transición, segúnBeck. De una sociedad industrial en la cual la luchaprincipal estaba dada por el reparto de los excedentessociales a una sociedad en la cual la lucha será por elreparto de los riesgos surgidos de esta misma sociedadindustrial. Pero ambas contradicciones coexisten en lamedida en que toda sociedad contiene en sí resabios dela vieja sociedad que fue y al mismo tiempo contiene elgermen de la sociedad que será.

    Permítaseme ahora algunas reexiones sobre lasituación en nuestro país y en nuestra Universidad.Creo que existen serios obstáculos para que CienciasSociales y Ciencias Naturales se vinculen en un esfuer-zo mancomunado tratando de aportar tanto a la mi-tigación como a la adaptación frente a los problemasambientales.

    Un primer obstáculo es el descreimiento, ya queentre nosotros, tanto en la clase política como en la

    gente común, todavía hay una comprensión limitadade la intensidad de los cambios que están ocurriendo.Una primera coartada es pensar que en realidad estoscambios ocurrirán dentro de muchos años y que noserá esta generación la que los sufrirá. Cuestión quepuede hasta cierto punto ser cierta pero no deja deser poco considerada hacia el mundo que le dejaremosa las generaciones futuras. Si bien es posible que lasconsecuencias de estos fenómenos ambientales esténaún lejos en el tiempo, no así la posibilidad de miti-garlos que es un deber de esta generación, ya que porejemplo los gases que provocan el efecto invernadero,

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    lo hacen muchas décadas después de haber sido pro-ducidos.

    La otra cuestión que se piensa habitualmente esde tamaño: Uruguay es un país pequeño, pocas son susemisiones y menor su huella ecológica porque tenemospocos habitantes. Si bien esto puede ser cierto, estáclaro que los efectos los sufriremos independientemen-te de nuestro tamaño físico o de nuestra población.Pero además, es sólo en parte cierto porque por ejem-plo, como consecuencia de que somos un país gana-dero, las emisiones de gas metano por habitante sonaltas y como se sabe este gas es cuatro veces más efec-tivo en producir el efecto invernadero que el dióxidode carbono (PNUD,2008(b)).

    Pero aun si fuésemos capaces de vencer las dicul-tades arriba reseñadas, quedan todavía otras cuando

    miramos dentro de nuestra Universidad. Creo que lamayor de todas está en la dicultad para dialogar entrelas Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales. Por unlado hay paradigmas distintos: mientras los objetos delas Ciencias Naturales son generalmente evidentes, elhecho social no lo es y debe ser construido. Por otrolado tenemos diferencias metodológicas: mientras lasCiencias Naturales descansan sobre el método experi-mental, el método de las Ciencias Sociales a veces esexperimental pero muchas otras veces no lo es y éstehecho no siempre es comprendido ni aceptado desdelas Ciencias Naturales.

    Tenemos también dicultades de tipo institucio-nal: nuestra Universidad está estructurada en torno adisciplinas y son pocas las posibilidades de que inves-tigación y enseñanza se ejerzan con una mirada trans-versal que es necesaria para comprender los fenómenosen que interactúa sociedad y ambiente. Esto no debeser interpretado como una crítica a las disciplinas: almenos no es una crítica para las disciplinas de las Cien-cias Sociales que son las que conozco. La historia delas Ciencias Sociales en nuestro país, es muy particu-lar: de desarrollo muy tardío en nuestra Universidad

    en comparación con el resto del mundo, recién comen-zaban a desarrollarse cuando la dictadura militar deci-dió suprimirlas. Cuando reaparecen, a partir de 1985,deben hacer un enorme esfuerzo de legitimación querecién ahora está dando sus frutos. La pretensión deque se cultive la interdisciplinariedad en un contextoen que había que asentar y legitimar a las disciplinases (cuando menos) un esfuerzo con pocas posibilidadesde prosperar. Recién ahora es posible plantearse estaposibilidad.

    También hay problemas prácticos para atraer oseducir a los investigadores a que se involucren en el

    estudio de los problemas ambientales contribuyendodesde sus disciplinas. Todo el sistema de evaluación delos investigadores es disciplinario: se premia la publi-cación en Revistas que están fuertemente orientadaspor la propia disciplina: ¿qué incentivo entonces parapublicar enfoques no disciplinarios? ¿Cómo se evalúa alos que lo tienen, en los concursos de méritos? ¿Cómose tiene en cuenta este aspecto, por ejemplo, en laevaluación de todos los investigadores del país que rea-liza la ANII? También está la cuestión generacional: losinvestigadores más asentados, de más prestigio, lo hanadquirido en el ejercicio de su disciplina y la mayoríade las veces cultivando una restrictiva y especializadamirada sobre ciertos aspectos de la disciplina. Legíti-mamente pueden plantearse: ¿por qué cambiar?

    ¿Qué hacer entonces frente a estas dicultades?

    Por un lado debemos reconocer que no partimos decero. Enumeremos algunas iniciativas sin pretensiónde exhaustividad y para sólo nombrar aquellas más co-nocidas. En primer lugar, creo que tenemos que apo-yar y potenciar a la Red Temática de Medio Ambiente(RETEMA) de la UdelaR, espacio en el cual cientícosde las más diversas disciplinas vienen haciendo un es-fuerzo desde hace varios años para construir una mi-rada por lo menos multidisciplinaria. En otro nivel, enla Asociación de Universidades del Grupo Montevideo(AUGM) también hay un Comité de Medio Ambienteque suele realizar un congreso anual que reúne a cien-tícos de las más diversas disciplinas de la treintenade Universidades de la región que la componen. Estáprevisto que este Comité lance una Revista Ambientalde carácter interdisciplinario. Allí tenemos tambiénotra palanca para impulsar estos vínculos.

    En las distintas Facultades se desarrollan cursosde grado y postgrado vinculados a la temática ambien-tal. Sin embargo, ni siquiera existe un listado de losmismos que unique la oferta, ni posibilidad de que

    estudiantes de una disciplina se aventuren a tomar uncurso de otra Facultad y se lo reconozcan automáti-camente. La posibilidad de hacer estos “cruces” entredisciplinas con reconocimiento académico de los cursossería un gran avance, no cuesta absolutamente nadaen términos monetarios y por el contrario, signicaríaun mejor aprovechamiento de los recursos existentes.

    En la Facultad de Ciencias Sociales el desarrollode la temática ambiental es todavía muy incipiente.Quiero dejar claro que no creo que sea un buen caminoque haya docentes que dejen su disciplina por una aúnno bien denida interdisciplina: a mi juicio, lo que se

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    debe hacer es, desde cada disciplina, tener una miraday una reexión sobre cómo pueden aportar las cienciassociales a una mejor comprensión, corrección y modi-cación de la problemática ambiental. Desde esta pers-pectiva entonces, creo que es posible decir que algu-nos investigadores de esta Facultad trabajan en equi-pos multidisciplinarios en proyectos de investigacióncon EcoPlata, con la Dirección Nacional de RecursosAcuáticos (DINARA), con la Dirección Nacional de Me-dio Ambiente (DINAMA), con la Dirección Nacional deAguas y Saneamiento (DINASA), y en varios proyectosde investigación con otras Universidades de la región.

    En materia de docencia, el nuevo Plan de Estudiosaprobado y vigente a partir del año 2009, permite queun estudiante tome hasta 30% de sus créditos en cur-sos que no son de su disciplina. Esto abre un campo

    nuevo para la docencia que se debería aprovechar. Enel Departamento de Economía se ha dictado un Diplo-ma en Economía Ambiental, y tenemos algún curso degrado en Desarrollo Sustentable. Tal vez lo más inno-vador es nuestra participación junto con otras cuatroFacultades en la Maestría de Gestión Integrada de laZona Costera, apoyada académicamente por la Univer-sidad de Dalhousie de Canadá, y nancieramente por lacooperación canadiense (CIID) y por nuestro Ministeriode Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambien-te. Esta Maestría está nalizando su primera edición ypronto hará el llamado convocando a la segunda edi-ción.

    ¿Qué más se podría hacer? El Espacio Interdisci-plinario que la UdelaR creó recientemente y al cualdotó con algunos recursos es un ámbito en el cual laRETEMA podrá crecer y denirse con mayor claridad.Es necesario que la RETEMA encare actividades de do-cencia, que empiece a crear un espacio de enseñanzaen el que los estudiantes encuentren una reexióntransversal a las disciplinas, con una oferta de cursosabiertos, optativos para estudiantes de diversas Facul-tades. Asimismo desde la CSIC debería haber llamados

    especícos que apunten a fortalecer la investigaciónmultidisciplinaria en Medio Ambiente.

    Es claro que esto no se hace sin recursos. Duranteel mes de junio de 2008, con el apoyo de la AgenciaCanadiense para el Desarrollo hice una recorrida porvarias Universidades de dicho país, estableciendo vín-culos y haciendo una pregunta sustantiva: ¿cuál habíasido la experiencia en vincular las Ciencias Sociales ylas Ciencias Naturales en los estudios ambientales? Lasrespuestas fueron variadas pero se pueden resumir endos modelos. En uno de ellos la Universidad creó un De-partamento Interdisciplinario de Ciencias Ambientales

    que era un espacio físico e intelectual que coordinabala docencia y la investigación realizada por docentesque pertenecían a sus Facultades y Departamentos,quienes los autorizaban a trabajar parte de su tiempoen dicho espacio interdisciplinario. La ventaja de estemodelo era su relativamente bajo costo y más sencillainstrumentación. Pero en las Universidades que lo ha-bían seguido se lamentaban de que dicho Departamen-to, al casi no contar con recursos propios, tenía severasdicultades para instrumentar sus planes de trabajo.El otro modelo es mucho más radical y tal vez máspotente: la Universidad había creado una Facultad deEstudios de Medio Ambiente con sus propios recursosedilicios, docentes y estudiantes. Pero cualquiera delos dos modelos mostraban una constante: la voluntadpolítica de las autoridades universitarias de asignarle

    recursos sucientes para concretar la iniciativa.En los inicios del siglo XXI se percibe un cambio

    en el tratamiento de la temática ambiental. Con mayorclaridad en algunos países que en otros, el tema ya seha instalado en la agenda política. Tal vez, este cambiotenga que ver tanto con las advertencias de los cientí-cos, como con los avisos que la propia naturaleza nosestá enviando. La posibilidad, casi una certeza, de uncambio climático en el transcurso de este siglo ha in-ducido a muchos políticos a comprender que es precisopensar en el largo plazo, más allá de sus períodos degobierno, reexionando críticamente sobre el modelode desarrollo actual. Los sucesivos informes de los or-ganismos del sistema de Naciones Unidas han insistidoen la vinculación entre economía, sociedad y ambientepara explicar los problemas del siglo XXI. En nuestropaís, los dos principales polos del sistema nacionalde Ciencia y Técnica, la Universidad de la Repúblicay la Agencia Nacional de Investigación e Innovacióndeberían redirigir esfuerzos y recursos para contribuira pensar un modelo de desarrollo sustentable, forta-leciendo para ello la investigación y la formación de

     jóvenes investigadores en esta temática. Los investiga-

    dores de las Ciencias Sociales debemos ampliar la mi-rada, preguntándonos siempre cuál es el vínculo entrelos fenómenos sociales que estamos estudiando y laproblemática ambiental. Descubriremos con sorpresa,que los vínculos son mucho más frecuentes y determi-nantes de lo que imaginábamos en un principio.

    Referencias

    ALVARADO, Raquel, 2007. Política Forestal, plantas de celu-losa y debate ambiental. Uruguay tras un nuevo mode-lo de desarrollo. In: Vicente Palermo y Carlos Reboratti

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    Resumen

    Las sociedades humanas se han expandido de tal manera que muchos ecosistemas están hoy en el límite de su capa-cidad de carga. El paradigma del desarrollo del mundo occidental basado en el crecimiento económico y el consumodesmedido debe ser revisado. El concepto de Desarrollo Sustentable ofrece una mirada distinta en la búsqueda deun desarrollo equilibrado entre economía, sociedad y ambiente. La reconsideración del modelo de desarrollo es unacuestión política, pero la ciencia tiene mucho que aportar para comprender el pasado y re-diseñar el futuro. LasCiencias Sociales están llamadas a realizar una importante contribución, analizando críticamente nuestras socieda-des, buscando modicaciones en los hábitos, relaciones sociales y formas de vida.

    Palabras clave: Desarrollo sustentable / Ciencias sociales / EcoPlata.

    Summary

    Human societies have expanded so much that many ecosystems are now beyond their supporting capacity. Thedevelopment paradigm of the Western World based on economic growth and consumerism has to be reshaped.Sustainable Development offers a different conceptual framework to promote a development based in economicgrowth, social redistribution of incomes and care for the environment. Sustainable development is a matter ofpolitics but social sciences have much to contribute in order to understand our past and think our future. SocialSciences are due to make an important critical contribution, searching for changes in our habits, social relationsand ways of life.

    Keywords: Sustainable development / Social sciences / EcoPlata.

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    MEDIO AMBIENTE Y CIENCIAS SOCIALES: VÍNCULOS IMPRESCINDIBLES

    • pp. 16-29 •

    El desarrollo sustentableReflexiones sobre su alcanceconceptual y medición

    Felipe Arocena -Rafael Porzecanski1

     Los principales objetivos de este trabajo son ilustrar las ambigüedades y exten-sos debates en torno a las definiciones conceptuales y operativas de desarrollosustentable. Nuestro análisis concluye que la fuerte vinculación del concepto dedesarrollo sustentable a la arena política y normativa lleva a la natural conse-cuencia de que a la hora de precisar qué significa y cómo debe medirse dichoconcepto existan más disensos que consensos. Pese a la existencia de fuertes de-bates, creemos posible (y concluimos sugiriendo) la generación de una definiciónmínima de desarrollo sustentable a fin de favorecer una mayor acumulación enesta área multi-disciplinaria de investigación científica2.

    1 Felipe Arocena: Profesor Agregado, Departamento de Sociología, Universidad de la República-Uruguay. [email protected]

      Rafael Porzecanski: candidato a Doctor en Sociología de la Universidad de California, Los Ángeles. [email protected] Este trabajo constituye una versión revisada de un informe realizado en el marco del Programa ECOPLATA con nanciación

    de Naciones Unidas para el Proyecto “Conectando el Conocimiento con la Acción. La Gestión Integrada de la Zona Costera

    del Río de la Plata, diciembre de 2007

    Los buenos manuales de metodología de la inves-tigación en ciencias sociales consideran imprescindible

    trabajar con conceptos claramente denidos y delimi-tados, así como explicitar y fundamentar sólidamentelas decisiones tomadas durante el proceso de operacio-nalización de tales conceptos (es decir, en el procesode transformación de tales conceptos en indicadorescuyos valores puedan registrarse a través de diversastécnicas de recolección de datos). Estas recomendacio-nes metodológicas no siempre son igualmente observa-das en las distintas áreas del saber cientíco social.

    Desafortunadamente, en el campo relativamentereciente de investigaciones vinculadas al desarrollosustentable (iniciadas a raíz de la emergencia y con-solidación de movimientos y preocupaciones ambien-talistas), nos hallamos aún ante el desafío de generarconsensos mucho mayores tanto en torno a los alcan-ces y signicados de dicho concepto como a los indi-cadores que procuran medir los niveles de desarrollo

    sustentable de las unidades de análisis consideradas(generalmente naciones o regiones).

    Los principales objetivos de este trabajo son ilus-trar las múltiples ambigüedades y extensos debates entorno a las deniciones conceptuales y operativas dedesarrollo sustentable así como analizar la diversidadde factores que contribuyen a explicar tal estado delarte en dicho campo de investigación cientíco-social.Para ello, dividimos nuestro trabajo en cuatro seccio-nes. En la primera sección, repasaremos brevemente lagénesis del concepto de desarrollo sustentable, fuerte-mente ligada al ámbito de la política y los organismosinternacionales, realizando especial hincapié en la im-portancia del llamado “Informe Bruntland” de las Na-ciones Unidas para la difusión y uso de dicho concepto.El segundo apartado analiza algunos de los motivosfundamentales por los cuales el concepto de desarrollosustentable no recoge deniciones unívocas ni es uná-nimemente aceptado por la academia cientíca como

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    El desarrollo sustentable. Reexiones sobre su alcance conceptual y medición • Felipe Arocena - Rafael Porzecanski • pp. 16-29

    REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES • Departamento de Sociología • Año XXIII / Nº 26 • Abril 2010 17

    una herramienta válida y útil. Entre otros aspectos,mencionaremos las discusiones en torno a la relaciónentre crecimiento y desarrollo así como repasaremos eldebate en torno a si estos dos fenómenos son compa-tibles con la preservación del medio ambiente (debateilustrado por tres posiciones: la del astronauta “la dela casa” y “la cornucopiana”). En la tercera sección serepasan lo que entendemos son los cinco tipos prin-cipales de movimientos ambientalistas existentes, enel entendido de que la mayor o menor inuencia queejercerán en el futuro dichos tipos de movimientos,seguramente impactará en las investigaciones realiza-das sobre desarrollo sustentable así como en sus de-niciones predominantes, conceptuales y operativas.Finalmente, la cuarta sección analiza el estado del arteen torno a los esfuerzos de medición sobre el desarro-

    llo sustentable, exhibiendo que, en congruencia a losfuertes debates en torno a los signicados de dichoconcepto, nos encontramos lejos de construir un sis-tema de indicadores (y menos aún un índice) de desa-rrollo sustentable de amplia aprobación, anclado en unmarco teórico coherente, de fuerte inuencia políticay cuya medición se realice a través de procedimientosde recolección rigurosos y estables

    Del Informe Brundtland al Premio Nobel de la Paz(1987-2007)

    En 1987 la Comisión Mundial del Medio Ambientey Desarrollo de las Naciones Unidas presentó el informesobre el trabajo que había encargado cuatro años antesa Gro Harlem Brundtland, primer ministro de Noruega.Sus objetivos, según el mandato de la Asamblea Generalde las Naciones Unidas, eran el diseño de estrategiasmedioambientales de largo plazo para alcanzar el desa-rrollo sustentable en el año 2000; recomendar de quéforma la preocupación por el medio ambiente podríaplasmarse en relaciones de cooperación entre los paísesen proceso de desarrollo, así como entre aquellos con

    distintos niveles de desarrollo económico y social paraalcanzar objetivos comunes que tuvieran en cuenta lasinterrelaciones entre la gente, los recursos, el medioambiente y el desarrollo; y elaborar una agenda de ac-ción para proteger el medio ambiente.  Nuestro futurocomún (1988) tal como se tituló el reporte, tambiénconocido como el Informe Brundtland, es un volumi-noso compendio de cuatrocientas cincuenta páginas enel que se pasa detallada revista sobre casi todos losproblemas asociados a los límites del medio ambiente,desde el agotamiento de los recursos naturales hasta susaturación por las diferentes modalidades de polución.

    Hay bastante consenso de que la denición canónicay más aceptada de desarrollo sustentable es la que sepresenta en dicho trabajo: “asegurar que satisfaga lasnecesidades del presente sin comprometer la capacidadde las futuras generaciones para satisfacer las propias,con seguridad la oración más citada del trabajo. Perola denición continúa, y lo que sigue ya es materia dediscusión y disputa: “El concepto de desarrollo sus-tentable implica límites   no límites absolutos, sinolimitaciones que imponen a los recursos del medio am-biente el estado actual de la tecnología y de la organi-zación social y la capacidad de la biosfera de absorberlos efectos de las actividades humanas  , pero tantola tecnología como la organización social pueden serordenadas y mejoradas de manera que abran el caminoa una nueva era de crecimiento económico” (p. 29).

    Antes de discutir más en profundidad esta denicióny sus consecuencias, señalaremos el camino recorridopara llegar a este mojón en la historia del desarrollo.

    Hay muchos antecedentes en el siglo XIX que de-nuncian la degradación del medio ambiente europeopor los efectos de la revolución industrial. Uno de losmás grácos, es la descripción que hace el francés deToqueville, quien, luego de una visita a la ciudad deManchester en Inglaterra, escribió: “De esta sucia cloa-ca parte la mayor corriente de industria humana parafertilizar el mundo entero. De este albañal inmundouye oro puro. Aquí alcanza la humanidad el desa-rrollo más completo y brutal” (citado en Nisbet 1977:47). Podrían alinearse en gran número observacionesde este tenor acerca del impacto de la revolución in-dustrial sobre el medio ambiente, reclamando mayorresponsabilidad sobre la explotación indiscriminada dela naturaleza.

    Ya en la segunda mitad del siglo XX, se sucedena partir de la década del 70 varios acontecimientos degran repercusión para entender la relación entre desa-rrollo económico y la naturaleza que deben ser consi-derados como los antecedentes más inmediatos de la

    génesis y consolidación del desarrollo sustentable enel imaginario social (Sevilla y Woodgate 1997:87; Pa-rris et al 2005, p.10). A continuación se mencionaránalgunos hechos signicativos que demuestran cabal-mente el ascenso triunfal de este concepto desde unpequeño círculo inicial de “eco-guerreros agrupados enel movimiento verde” (Castells 1997, p.112), hasta lacima de su popularidad mundial. ¿O es que su triunfoes precisamente su derrota?

    1972 Se realiza la Conferencia de Estocolmo sobre Me-dio Ambiente, donde por primera vez se arma

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    y reconoce ocialmente el proceso de deterioromedioambiental en un contexto global, asumien-do que “el mundo es uno solo”.

    4-4 Se conocen los primeros trabajos del Club de Roma: Límites al crecimiento, en los que se sostiene queel crecimiento innito es imposible porque los re-cursos naturales son nitos.

    1980 Se publica Global 2000, una investigación enco-mendada por el entonces presidente de los EstadosUnidos Jimmy Carter, que presenta un diagnósti-co sosticado de las causas del deterioro global ydonde se establece que si el nivel de vida de lospaíses ricos del norte se reprodujera en todo elplaneta el medioambiente no lo soportaría.

    1981 Se difunden los resultados de la World Conserva-tion Strategy of the Internacional Union for the

    Conservation of Nature y se introduce por primeravez la idea de desarrollo sustentable.

    1987 Aparece el informe Nuestro futuro común, reco-nocido como el momento de la primera deniciónde desarrollo sustentable aceptada ocialmente.

    1992 En la Conferencia sobre Medio Ambiente y de-sarrollo de la ONU en Río de Janeiro, la llamada“Cumbre de la Tierra”, se presentó el desarrollosustentable como el nuevo término para deno-minar el progreso. En la conferencia se acordó laAgenda 21, una declaración de principios y con-ductas para el siglo XXI; una convención para con-trolar el cambio climático debido a la polución dela atmósfera; y acuerdos para proteger la biodiver-sidad y los bosques. Este programa incluye cercade 800 páginas detallando acciones y principiospara compatibilizar la economía con la salud am-biental.

    1997 Los países industrializados acuerdan en la ciudadde Kyoto (Protocolo de Kyoto) reducir la emisiónde gases que contribuyen al calentamiento global.Este comenzó a regir recién en 2005 luego de queRusia lo rmara y se llegara al compromiso de 55

    países que emiten el 55% de los gases tóxicos.Estados Unidos no raticó este protocolo porquediscrepó con el principio que obligaba a los paísesindustrializados y no a los países en vías de desa-rrollo a disminuir sus emisiones, entre ellos Chinae India.

    2000 189 países suscriben la Declaración del Milenio.Allí se jan las Metas del Desarrollo del Milenioen base a diversos acuerdos preexistentes logra-dos por las Naciones Unidas. Se aceptan 8 grandesobjetivos a alcanzar para el año 2015 y especí-camente la Meta 7 incluye integrar los principios

    de desarrollo sustentable en las políticas públicasde los países para revertir la pérdida de recursosnaturales.

    2002 Se movilizan miles de ONGs en el mundo parapreparar la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sus-tentable de Johannesburgo donde se emite unadeclaración cuyo primer párrafo señala: “Nosotros,los representantes de los pueblos del mundo, re-unidos en la Cumbre Mundial sobre el DesarrolloSustentable en Johannesburgo (Sudáfrica) del 2al 4 de septiembre de 2002 rearmamos nuestrocompromiso en pos del desarrollo sustentable”.(http://www.un.org/jsummit/).

    2004 Wangari Maathai recibe el Premio Nobel de la Paz“por su contribución al desarrollo sustentable, ala democracia y a la paz”. Maathai nació en Kenya

    y en su discurso al recibir el galardón manifestó:“En el premio otorgado este año, el Comité Norue-go Nobel ha expresado ante el mundo la situacióncrítica del medioambiente y su relación con la de-mocracia y la paz ( ) Reconocer que el desarrollosustentable, la democracia y la paz son indivisibleses una idea a la que le ha llegado su tiempo. Nues-tro trabajo de los últimos treinta años siempre hareconocido y defendido esas conexiones”. (http://nobelprize.org).

    2007 En esta edición el Premio Nobel de la Paz le esconcedido en forma compartida al Panel Intergu-bernamental del Cambio Climático (IPCC) y al excandidato presidencial de Estados Unidos Al Gore“por sus esfuerzos para generar y difundir más co-nocimiento sobre el cambio climático producidopor mano del hombre, y por haber establecido losfundamentos para las medidas a tomar para con-trarrestar ese cambio”. (http://nobelprize.org).

    Un tercio de siglo ha pasado desde Estocolmo,treinta y cinco años puede ser mucho o poco tiempodependiendo de la perspectiva, pero lo cierto es que

    la preocupación medioambiental entendida desde unadimensión global está logrando nalmente la atenciónpública necesaria. En los Estados Unidos, por ejemplo,el impacto de los trabajos recientes de divulgación deeste problema ha sido impresionante. En los últimoscuatro años la proporción de población que maniestaque está “muy preocupada” por el calentamiento glo-bal saltó del 28% al 41%; y quienes sostienen que hayque tomar acciones “drásticas e inmediatas” pasarondel 23% al 38% (The Economist  2007). Este nuevo es-tado de la opinión pública estadounidense ya redundóen que el país aceptó recientemente en Bali (diciembre

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    2007) sumarse a un nuevo compromiso que avance enel protocolo de Kyoto. Existen motivos para sentirseoptimistas, se arma en el último Informe sobre De-sarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas en2007: “Hace cinco años, el mundo seguía entrampadoen la discusión sobre si había o no cambio climáticoy si éste era o no inducido por los seres humanos ( ).Hoy, la controversia ya es cosa del pasado y las po-siciones escépticas son cada vez más marginales ( ).Casi todos los gobiernos del mundo comparten esteconsenso ( ). El impulso político también cobra ritmo”(p. 12). Según esta percepción, que va en el mismosentido de una corriente de opinión tanto cientícacomo del público en general, nos estaríamos acercandomucho al punto de consenso en que el crecimiento eco-nómico no puede dejar de pensarse en su relación con

    el medioambiente y ambos con la distribución de lariqueza, o sea la aceptación generalizada del conceptode desarrollo sustentable. Es cierto, ésta es una miradatal vez demasiado optimista.

    ¿Oxímoron o solución?

    Por eso vale la pena recordar un estado de ánimobastante diferente al que dejamos en el apartado ante-rior, expresado en un breve artículo escrito unos añosatrás, que llevaba como título: “Sustainable Develop-ment: A New World Deception” (Willers 1994). Allí sesostenía que “el concepto de desarrollo sustentable hasido impuesto a la comunidad mundial por la corpora-ción global político-mediática que está preparando elcamino hacia un Nuevo Orden Mundial. Nos llega portodos los medios de la prensa escrita y electrónica. Nosllega diariamente, tan dulcemente embalado que refu-tarlo parece cosa de antipatriotas, especialmente cuan-do el crecimiento y el desarrollo se presentan como sifueran compatibles con el respeto a los constreñimien-tos ambientales”. Según esta perspectiva, medianteel subterfugio del desarrollo sustentable, se continúa

    defendiendo la idea de que el crecimiento económicoes posible y que el medio ambiente todavía lo resiste.Dicho de otra manera: la máxima del desarrollo sus-tentable no sería “limitar el crecimiento”, sino “ha-cer crecer los límites” y es por eso que las grandesmultinacionales han acogido con beneplácito la idea.AMOCO, Monsanto, Chevron, y muchas otras integran ynancian el Business Council for Sustainable Develop-ment, que ha contratado a uno de los mayores estudiosde relaciones públicas en el mundo, Burson-Marsteller,para que expanda y divulgue el concepto de desarrollosustentable.

    La posición de Willers, en cambio, separa clara-mente el crecimiento   producir más  , del desarro-llo   ser más eciente sin aumentar el tamaño, y seinclina por lo último. Aunque de manera diferente,la distinción entre crecimiento y desarrollo ya habíasido marcada también por Daly (1990) que propusodistinguir entre crecimiento sustentable y desarrollosustentable. Mientras que el crecimiento reere a la“expansión física del sistema económico”, lo segun-do reere a un “cambio cualitativo en un sistemaeconómico que no crece pero que se mantiene en unequilibrio dinámico con el ambiente”. De acuerdo conesta diferenciación lo que puede ser sustentable es eldesarrollo, pero no el crecimiento. “Mucha confusiónpodría evitarse si pudiéramos acordar utilizar la pala-bra ‘crecimiento’ para referirnos solamente a la escala

    cuantitativa de las dimensiones físicas de la economía,mientras que a las mejoras cualitativas las llamamos‘desarrollo”. Entonces podríamos hablar de un estadoconstante de la economía como uno que se desarro-lla sin crecer” exactamente como el planeta Tierra, delcual la economía es un subsistema abierto, que se de-sarrolla sin crecer, “límites al crecimiento no signicalímites al desarrollo” (p. 26-7). Según este punto devista lo que puede ser sustentable no es el crecimiento,porque los recursos naturales son nitos, sino la mane-ra como procesamos esos recursos limitados de maneramás eciente para satisfacer las necesidades humanasy mantener un estado de equilibrio dinámico con elambiente. Ese equilibrio es el que está ahora amenaza-do por el crecimiento, porque “cuando el crecimientova más allá del óptimo de la escala, experimentamosexternalidades perversas, como el efecto invernadero,el agotamiento de la capa de ozono, y la lluvia áci-da” (p. 29). Estas armaciones, naturalmente, partende una premisa completamente diferente a las de laeconomía neoclásica para la cual el medio ambienteera considerado como un recurso ilimitado, tanto paraextraer materiales como para verter deshechos.

    Los intentos por precisar y distinguir los conceptosde desarrollo y crecimiento tienen mucho que ver conlas propias ambigüedades de la denición de desarrollosustentable, con las distintas interpretaciones que sehicieron del mismo, e incluso con lo que algunos con-sideran como un oxímoron (Sachs 1997; Rist 2000; Pa-rris et al 2003). El signicado de la palabra oxímoron,según la Real Academia, es la “combinación en unamisma estructura sintáctica de dos palabras o expre-siones de signicado opuesto, que originan un nuevosentido; por ejemplo ‘un silencio atronador’.” Oxímorontambién sería llevar adelante “una guerra limpia”, o

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    hablar del “sol negro de la melancolía”. Para los queefectivamente consideran que el desarrollo sustentablees un concepto contradictorio en sí mismo el proble-ma es que habría incompatibilidades entre desarrolloy sustentabilidad, y entre el desarrollo y la redistribu-ción de la riqueza. El problema aquí es el propio desa-rrollo. “Acompañado del adjetivo ‘sostenible’, el ‘desa-rrollo’ aparece como milagrosamente reconciliado conel medio ambiente cuya destrucción ha acelerado desdehace dos siglos. Transformado de pronto en ‘cultural’,se deduce que será compatible con todas esas culturasexóticas que antes consideraba como obstáculos paraseguir avanzando” (Rist 2000, p.135-6).

    Volvamos ahora al Informe Brundtland para re-cordar qué es lo que allí se dice sobre este problema,fundamentalmente analizando los capítulos 2 y 3. El

    Informe no deja muchas dudas en este aspecto: el cre-cimiento económico es necesario para pensar el desa-rrollo sostenible, por lo tanto quien piense de maneraopuesta deberá reconocer que tiene una concepción di-ferente a la formulada por la Comisión. Para que quedeexplícito: “entre los objetivos decisivos que para la po-lítica sobre el medio ambiente y el desarrollo se siguendel concepto de desarrollo sostenible cabe señalar: re-vitalizar el crecimiento económico; cambiar la calidaddel crecimiento; satisfacer las necesidades esencialesde trabajo, alimentos, energía, agua, higiene; asegurarun nivel de población sostenible; conservar y acrecen-tar la base de recursos; reorientar la tecnología y con-trolar los riesgos; y tener en cuenta el medio ambientey la economía en la adopción de decisiones” (p.74).El crecimiento es necesario porque no habrá desarro-llo sostenible con los niveles de pobreza existentes enel tercer mundo y en este punto el Informe es tam-bién muy claro: “el crecimiento debe revitalizarse enlos países en desarrollo porque es en ellos donde losvínculos entre el crecimiento económico, el alivio dela pobreza y las condiciones ambientales actúan másdirectamente.” Si bien el énfasis está muy claramen-

    te colocado en el crecimiento de las economías de lospaíses pobres, también se arma que es “indispensableque se revitalice el crecimiento económico mundial.En la práctica, esto signica crecimiento económicomás rápido en los países industriales y en los países endesarrollo…” (p.118).

    Nos hemos detenido tal vez demasiado tiempo enesta discusión, que no es el tema central de este tra-bajo, porque en América Latina y en el Uruguay enparticular, existen posiciones muy fuertes, y a nuestro

     juicio equivocadas, que reducen el problema de la po-breza apenas a una mejor distribución de la riqueza

    y a cambios en las pautas de consumo, sin reconocerque el crecimiento sea necesario. Debe quedar claro,sin embargo, que lo opuesto tampoco es verdad. Creci-miento por sí solo no es suciente, y por eso el informeexplicita que éste debe ser cualitativamente distinto:medioambientalmente responsable, redistributivo paradisminuir la desigualdad, con pautas de consumo dife-rentes, en un contexto democrático, que satisfaga lasnecesidades básicas de las generaciones actuales y fu-turas. Es por eso que dentro del concepto de desarrollosustentable están incorporadas “variables no económi-cas” de desarrollo social, tales como la educación y lasalud, el derecho básico al trabajo, a tener agua limpiae infraestructura sanitaria, vivienda y, en los lugaresdonde el crecimiento poblacional no es compatible conlos recursos existentes, con el control de las tasas de

    natalidad. En síntesis: “El desarrollo económico y eldesarrollo social pueden y deben fortalecerse mutua-mente” (p.78). Aquí se abre todo otro capítulo sobre eldesarrollo sustentable, que está referido a la pregun-ta de cuáles son, entonces, los aspectos que quedancomprendidos dentro de este concepto. Por esto hansurgido varios intentos, literalmente cientos de ellos,de denir el concepto a través de la operacionalizaciónde indicadores de sustentabilidad, tema que se trata-rá un poco más adelante. Antes es necesario todavíadiscutir un poco más las implicancias del desarrollosustentable, pero desde un punto de vista de las rela-ciones norte-sur.

    Hay sucientes datos conables que demuestrancabalmente que los países del norte consumen la ma-yor parte de la energía del planeta, vierten la mayorcantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, hansobre utilizado sus propios recursos naturales de unamanera no renovable, y su estilo de vida, que inclu-ye todo lo anterior, no es absorbible por el planeta sifuera replicado en los países más pobres. A pesar deesto, los países del norte reclaman a los países del surque cuiden su medio ambiente, que protejan sus reser-

    vas naturales, porque de ellas depende el bienestar detodo el planeta, que debe ser visto como un sistemaúnico y no dividido en dos parcelas. Caso típico: laselva amazónica y el calentamiento global. Desde elsur la réplica es conocida: nosotros también tenemosderecho al desarrollo y para eso debemos explotar másrecursos naturales. Dados los niveles de pobreza, sureducción debe ser el objetivo prioritario, por encimade la protección del medio ambiente. Esta posición fuela adoptada por la llamada Fundación Bariloche en res-puesta a los límites del crecimiento promovidos por ElClub de Roma (Pierri 2001, p.48) y una de las razones

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    por las cuales los movimientos ecologistas en AméricaLatina fueron tan tardía y débilmente desarrollados.El problema crítico del medio ambiente era visto comouna cuestión provocada por el hiper desarrollo de lospaíses ricos y ellos, por ser los principales responsa-bles, debían pagar los costos para arreglarlo. Desdela perspectiva de la Fundación Bariloche el equilibrioambiental en América Latina debería esperar a que sesolucionasen primero las demandas económicas y so-ciales a través del crecimiento económico. La agendaecológica, además, fue interpretada como una nuevaforma de neo colonialismo para restringir las posibi-lidades de desarrollo y el derecho a la industrializa-ción de los países periféricos, por lo tanto un nuevoropaje para mantener la vieja dependencia económicadel tercer mundo (Allmark 1999). No obstante, nuevos

    estudios mostraron que, si bien la degradación ambien-tal está asociada a la riqueza de los países del norte,también la pobreza genera situaciones irreversibles, enun círculo nuevo que se retroalimenta y uno de cuyosejemplos más conspicuos es Haití. Además, el rápidocrecimiento poblacional es un problema que atañe alos países pobres del sur, y por ese motivo muchas mi-radas del norte lo responsabilizan.

    La única forma de acercar estas posiciones es ce-diendo un poco de cada lado, reconociendo por un ladoque los países más ricos deben asumir los costos nosólo por su altísimo consumo de los recursos naturales,sino también por la enorme cantidad de desechos quegeneran. Del sur, reconociendo que ha llegado la horade producir más limpiamente, explotando los recursosnaturales de forma responsable para el presente y parael futuro. Atendiendo a estos dilemas es que el informeBrundtland apuesta correctamente al multilateralismocomo única vía para avanzar en el desarrollo susten-table. Esta manera de ver el problema es muy similara la “perspectiva del astronauta” (Sachs 1997), segúnla cual el planeta es visto como un sistema único, consus propias reglas físicas, biológicas y químicas, bajo

    las cuales las divisiones políticas, culturales o nacio-nales aparecen absolutamente irrelevantes. Quienesven el problema desde esta perspectiva, más que unenfrentamiento entre norte y sur, asumen que “la res-ponsabilidad del norte debería incluir el globo entero.Como consecuencia, la Tierra es considerada la arenaadecuada para el ajuste ambiental, y no apenas elsur.” Incluso se ha considerado, como lo propuso ensu momento Al Gore, una suerte de nuevo Plan Mars-hall que incluya a los países más pobres para delinearuna estrategia mundial y tal vez llegar a ciertos modosde organización y scalización mundial. Ya existe par-

    te de esto con la enorme cantidad de recursos que seestán distribuyendo a escala global para alcanzar lasmetas del milenio, y con los llamados “bonos de carbo-no”, uno de los mecanismos internacionales aprobadosen el Protocolo de Kyoto, bonos que se comercializanglobalmente y se adjudican a las empresas según sucontribución a la descontaminación reconvirtiéndosehacia nuevas energías renovables o disminuyendo susdeshechos tóxicos.

    La contra cara de la perspectiva del astronauta se-ría la “perspectiva de la casa”, bajo la cual justamenteel desarrollo sustentable vuelve “a ser sospechoso de unoxímoron” (Sachs 1997, p.78). El desarrollo pasa aquí aser el acusado de destrozar la vida de las comunidadeslocales, sean sus integrantes indígenas, campesinos, ohabitantes de pequeños pueblos en el sur. La compra

    de tierras, la extracción de recursos naturales, la llega-da de grandes capitales e inversiones que explotan losrecursos del sur son percibidos como el problema, a suvez identicado con el propio desarrollo. Existen múl-tiples ejemplos en que esto puede verse claramente,pero baste mencionar uno emblemático como es el casode la venta y privatización de los servicios de aguaen la ciudad de Cochabamba, Bolivia. En esta regióndel país el agua se mantenía bajo un uso comunitarioque seguía las costumbres indígenas de la región, peroel proceso de privatización de este recurso natural nosolo excluía de las decisiones a los locales, sino queles dicultaba el acceso. El resultado fue en este casouna gran movilización social para revertir el procesoy para muchas comunidades, sustentabilidad signicóresistencia al desarrollo. La perspectiva de la casa, parael sur, signica resistirse a que los recursos natura-les continúen siendo explotados por las empresas delos países del norte, pero hay quienes adoptan estaperspectiva también desde el norte, promoviendo uncambio de conciencia, actitud y conducta en sintoníacon el ajuste ecológico, que comience “en casa”. Mien-tras que la perspectiva de la casa es la que predomina

    en las pequeñas organizaciones no gubernamentales,en intelectuales radicales de izquierda, y en los movi-mientos sociales anti globalización, la perspectiva delastronauta es cada vez más frecuente en la comunidadcientíca internacional.

    Una tercera perspectiva puede identicarse como“la perspectiva cornucopiana” (Chang 2001). Los au-todenominados cornucopianos adoptan este nombreutilizando el poder simbólico asociado con la cornu-copia, que signica etimológicamente el cuerno de laabundancia (y en la mitología clásica es el cuerno de lacabra Amalthea que mágicamente es capaz de producir

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    alimentos sin n). Según