Sabatini, Rafael - Scaramouche

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  • 8/13/2019 Sabatini, Rafael - Scaramouche

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    RAFAEL SABATINI

    SCARAMOUCHE

    DEBATE

    EDITORIAL

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    Rafael Sabatini Scaramouche

    Primera edicin: junio 1999

    Versin castellana de

    MANUEL PEREIRA

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo lassanciones establecidas por las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o

    procedimiento, comprendida la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplaresde ella, mediante alquiler o prstamo pblico.

    National Institute for the Blind, The Imperial Cancer ResearchFund, and Action Research

    De la traduccin, Manuel Pereira Quintero, 1999

    Traduccin cedida por Crculo de Lectores, S. A. (Barcelona, Espaa)

    De la presente edicin, Editorial Debate, S. A.,

    O'Donnell, 19, 28009 Madrid

    I.S.B.N.: 8483061988

    Depsito legal: B. 19.1611999

    Diseo de sobrecubierta, J. M. Garca CostosoImpreso en Limpergraf, Ripollet (Barcelona)

    Impreso en Espaa (Printed in Spain)

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    Sumario

    LIBRO PRIMERO ...................................................................................6

    La toga...................................................................................................6

    1. El republicano .........................................................................72.El aristcrata ........................................................................123.La elocuencia de Vilmorin ....................................................174. La herencia ............................................................................225. El seor de Gavrillac .............................................................246.El molino ...............................................................................277. El viento ................................................................................318. Omnes Omnibus....................................................................379.

    La secuela..............................................................................41

    LIBRO SEGUNDO................................................................................46

    El coturno............................................................................................46

    1. Los intrusos ...........................................................................472. Al servicio de Tespis.............................................................543. La musa cmica.....................................................................584. Sale el seor Parvissimus ......................................................635. CAPTULO V .......................................................................686. Entra Scaramouche................................................................687. Climne .................................................................................738. La conquista de Nantes .........................................................799.El sueo .................................................................................8410.El despertar............................................................................8711.Contricin..............................................................................9612.Ria tumultuaria en el Teatro Feydau.................................100

    LIBRO TERCERO...............................................................................108La espada ..........................................................................................108

    1. Transicin............................................................................1092. BERTRAND DES AMIS....................................................1113. Maestro de Esgrima de la Academia del Rey.....................1114. Quos deus vult perder........................................................1165. El presidente Le Chapelier ..................................................1226. Intermedio ...........................................................................1277. La seora de Plougastel.......................................................135

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    8. Los polticos ........................................................................1409. El paladn del Tercer Estado ...............................................15110.Orgullo herido .....................................................................15411.El regreso de la calesa .........................................................16012.

    Deducciones ........................................................................16513.Hacia la culminacin...........................................................168

    14.La razn ms contundente...................................................17115.El santuario..........................................................................17916.La barrera ............................................................................18317.Salvoconducto .....................................................................18818.Salida del sol .......................................................................192

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    Hommes sensibles qui pleurez sur les maux

    de la Revolution, versez donc aussi quelques

    larmes sur les maux qui Font amene.

    MICHELET

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    LIBRO PRIMERO

    La toga

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    CAPTULO PRIMERO

    El republicano

    Naci con el don de la risa y con la intuicin de que el mundo estaba loco. Y se era todo supatrimonio. Aunque su verdadera ascendencia permaneca obscura, desde haca tiempo en la aldea de

    Gavrillac todos haban despejado el misterio que la envolva. La gente de Bretaa no era tan ingenuacomo para dejarse engaar por un pretendido parentesco que ni siquiera tena la virtud de ser original.Cuando un noble apadrina a un nio que no se sabe de dnde ha salido, ocupndose de su crianza yeducacin, hasta los campesinos ms ingenuos comprenden perfectamente la situacin. De ah que loshabitantes del pueblo no dudasen acerca del verdadero parentesco que una a Andr-Louis Moreau comollamaron al muchacho con Quintn de Kercadiou, seor de Gavrillac, que habitaba la gran casa gris que,desde una elevacin, dominaba la villa situada a sus pies.

    Andr-Louis haba estudiado en la escuela del pueblo al tiempo que se hospedaba en casa del viejoRabouillet, el notario que se encargaba de los asuntos del seor de Kercadiou. Ms tarde, a la edad dequince aos, lo enviaron al Liceo de Louis Le Grand, en Pars, para que estudiara derecho, carrera que,cuando regres al pueblo, ejerci junto con el viejo Rabouillet. Por supuesto, todo esto lo sufrag su

    padrino, el seor de Kercadiou, quien, al poner nuevamente al joven bajo la tutela de Rabouillet,demostr que segua ocupndose del porvenir de su ahijado.

    Andr-Louis aprovech al mximo estas oportunidades. Al cumplir veinticuatro aos, su sabiduraera tan grande que hubiera provocado una indigestin intelectual en cualquier mente ordinaria. Susapasionados estudios acerca de la naturaleza humana, desde Tucdides hasta los Enciclopedistas, desdeSneca hasta Rousseau, no hicieron ms que confirmar su precoz intuicin de la irremediable locura que

    padece nuestra especie. En este sentido, no aparece en toda su azarosa vida ningn indicio que permitapensar que haya cambiado de opinin.

    Fsicamente era esbelto, de mediana estatura, con un rostro astuto, nariz y pmulos prominentes, yabundante cabello negro que le llegaba casi a los hombros. Tena la boca grande y en sus labios delgados

    se dibujaba un irnico mohn. Lo nico que lo redima de la fealdad era el esplendor de un par de ojosluminosos, siempre interrogantes, de un castao obscuro tirando a negro. De su singular facultad paradiscurrir, as como de su raro y gracioso don de la palabra, dan fe sus manuscritos lamentablementedemasiado escasos, entre los cuales destacan sus Confesiones. De sus magnficas dotes oratorias, porentonces l mismo apenas si era consciente, aunque ya haba alcanzado cierta fama en el Casino Literariode Rennes. Uno de aquellos cafs, ahora ubicuos en el pas, donde los jvenes intelectuales de Francia sereunan para estudiar y discutir las nuevas filosofas que influan en la vida social. Pero la fama alladquirida no poda considerarse digna de envidia. Su carcter demasiado travieso, demasiado custico, loinclinaba a ridiculizar las sublimes teoras de sus colegas sobre la regeneracin del gnero humano. Hastatal punto era as, que Andr-Louis lleg a quejarse de la inquina que todos le tenan, argumentando que lonico que haca era ponerlos ante el espejo de la verdad, y que si al reflejarse se vean ridculos, no eraculpa suya.

    Lgicamente, con eso lo nico que consigui fue exasperar a sus colegas, a tal punto queconsideraron seriamente expulsarlo del Casino, lo cual result inevitable cuando su padrino, el seor deGavrillac, lo nombr representante suyo en los Estados de Bretaa. Los miembros del Casino Literariodeclararon, por unanimidad, que en un club como aqul, dedicado a la reforma de la sociedad, no podafigurar el representante oficial de un noble, un hombre de confesados principios reaccionarios.

    Y aquellos tiempos no se prestaban para tomar medidas a medias. Una dbil esperanza habaasomado en el horizonte cuando el seor Necker logr convencer al rey de que deba convocar losEstados Generales lo que no ocurra desde haca casi doscientos aos; pero esa luz se habaensombrecido ltimamente a causa de la insolencia de la nobleza y del clero, pues ambos estamentos

    estaban decididos a asegurar que la composicin de la Asamblea General salvaguardara sus privilegios.La prspera e industriosa ciudad portuaria de Nantes la primera en expresar el sentir que ahora se

    extenda rpidamente por todo el pas, public en los primeros das de noviembre de 1788 un manifiesto

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    que oblig a la municipalidad a presentar ante el rey. El documento manifestaba su rechazo a que losEstados de Bretaa, a punto de reunirse en Rennes, fueran, como en el pasado, un mero instrumento enmanos de la nobleza y del clero. Tambin peda para el Tercer Estado el derecho a votar los impuestos.Para poner fin a la amarga anomala que supona el hecho de que el poder estuviera en manos de aquellosque no pagaban impuestos, el manifiesto exiga que el Tercer Estado estuviera representado a razn de undiputado por cada diez mil habitantes, que ste saliera estrictamente de la clase que representaba, y que no

    fuera un noble, nidelegado, ni senescal, ni procurador ni intendente de un aristcrata; que la delegacindel Tercer Estado1fuera igual en nmero a las de los otros dos estados, y que en todos los asuntos losvotos se contaran por cabeza, y no, como hasta ahora, por clases.

    Este manifiesto, que contena otras peticiones secundarias, permita vislumbrar a los elegantes yfrvolos caballeros que paseaban ociosamente por el CEil de Boeuf de Versalles algunos de losdesconcertantes cambios que el seor Necker se dispona a desencadenar. De haber podido, era fciladivinar cul hubiera sido su reaccin al documento. Pero Necker era el nico piloto capaz de llevar a

    puerto seguro la zozobrante nave del Estado. Siguiendo su consejo, Su Majestad el rey volvi a remitir elasunto a los Estados de Bretaa para que lo solucionaran, pero con la significativa promesa de intervenirsi las clases privilegiadas la nobleza y el clerose resistan al deseo del pueblo. Y por supuesto, lasclases privilegiadas, precipitndose ciegamente hacia su destruccin, se resistieron, lo que provoc que elrey suspendiera los Estados.

    Y ahora eran esas mismas clases se negaban a acatar la autoridad del soberano. La ignorabandeliberadamente, queran seguir celebrando sus sesiones y proceder a las elecciones a su manera,convencidos de que as lograran salvaguardar sus privilegios y continuar su rapia.

    Una maana de noviembre Philippe de Vilmorin lleg a Gavrillac con todas estas noticias. Eraestudiante de teologa del Seminario de Rennes y miembro del Casino Literario. Pronto encontr en aquel

    pueblo, desde tiempo atrs adormecido, el caldo de cultivo adecuado para encender su indignacin. Uncampesino de Gavrillac, llamado Mabey, haba muerto aquella maana en los bosques de Meupont, cercadel ro, a causa de los disparos del guardabosque del marqus de La Tour d'Azyr. Al infortunadocampesino lo sorprendieron robando un faisn que haba cado en una trampa y el guardabosque cumpli

    al pie de la letra las rdenes de su seor.Enfurecido ante un acto de tirana tan absoluto y despiadado, el seor de Vilmorin propuso llevar el

    caso ante el seor de Kercadiou. Mabey era vasallo de Gavrillac, y Vilmorin esperaba que el seor deaquel pueblo exigira por lo menos una indemnizacin para la viuda y los tres hurfanos, vctimas deaquella brutalidad.

    Pero como Philippe y Andr-Louis eran amigos de la infancia, casi como hermanos, el seminaristase dirigi primero a ste. Lo encontr solo, desayunando en un amplio comedor de techo bajo y blancas

    paredes: el comedor de Rabouillet, nico hogar que Andr-Louis conociera. Tras abrazarse, Philippeexpuso su airada denuncia contra el seor de La Tour d'Azyr.

    Algo he odo ya dijo Andr-Louis.

    Y lo dices as, como si no te causara la menor sorpresa? le reproch su amigo.No puede sorprender ninguna bestialidad viniendo de una bestia. Y el seor de La Tour d'Azyr lo

    es; todo el mundo lo sabe. Fue una locura que Mabey intentara robarle sus faisanes. Debi robar los deotro.

    Eso es todo lo que se te ocurre decir acerca del caso?

    Qu ms puede decirse? Soy un hombre prctico, al menos eso espero.

    Lo que puede decirse es lo que me propongo decirle a tu padrino, el seor de Kercadiou. Voy aapelar a l en demanda de justicia.

    Contra el seor de La Tour? pregunt Andr-Louis arqueando las cejas.

    1La sociedad francesa en el Antiguo Rgimen se divida en tres estamentos: el eclesistico, el nobiliario y el TercerEstado que, bajo la denominacin general de pueblo, agrupaba a la burguesa, a los artesanos y a los campesinos. (N. del T.)

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    Por qu no?

    No seas ingenuo, querido Philippe. Los perros no se comen a los perros.

    Eres injusto con tu padrino. Es una persona humanitaria.

    Todo lo humanitario que quieras, pero aqu no es cuestin de humanidad, sino de leyes de caza.

    Disgustado, Philippe de Vilmorin levant los brazos al cielo. Era un mozo alto, de aspecto

    distinguido, un par de aos ms joven que Andr-Louis. Vesta sobriamente de negro, como correspondaa un seminarista, con blancos vuelillos en las mangas y hebillas de plata en los zapatos. Su caballera eranegra, pulcramente peinada y sin empolvar.

    Hablas como un abogado estall.

    Naturalmente. Pero no malgastes conmigo tu furia. Dime qu puedo hacer.

    Quiero que vengas conmigo a ver al seor de Kercadiou y que uses tu influencia para obtenerjusticia. Supongo que no ser mucho pedir.

    Mi querido Philippe, estoy para servirte. Pero te advierto que ser intil. Djame terminar midesayuno, y estar a tus rdenes.

    Philippe de Vilmorin se dej caer en una butaca, al lado de la chimenea, donde ardan varios

    troncos de pino. Mientras aguardaba le comentaba a su amigo los ltimos acontecimientos que habantenido lugar en Rennes. Joven, ardiente, entusiasta e inspirado en los utpicos ideales, denunciabaapasionadamente la rebelde actitud de los privilegiados.

    A Andr-Louis, que estaba al tanto de los sentimientos de una clase a la que como representante deun noble casi perteneca, no le sorprendieron las noticias de su amigo. Philippe de Vilmorin se exasperal ver que su amigo aparentemente no participaba de su indignacin.

    Pero es que no lo entiendes? exclam. Los nobles, desobedeciendo al rey, socavan loscimientos del trono. No advierten que su existencia depende de ese trono, que si se derrumba, ellos sernlos primeros en caer. Es que no lo ven?

    Evidentemente no. Son las clases gobernantes, y nunca se ha visto que esas clases tengan ojos para

    otra cosa que no sea su propio beneficio.Pues de eso nos quejamos. Eso es lo que queremos cambiar.

    Queris abolir las clases gobernantes? Es un experimento interesante. Creo que se fue el planoriginal de la creacin, pero fracas por culpa de Can.

    Lo que vamos a hacer replic Vilmorin reprimiendo su furia es poner el gobierno en otrasmanos.

    Y crees que con eso va a cambiar algo?

    Estoy seguro.

    Ah! Probablemente estudiando teologa has llegado a hacerte dueo de la confianza delTodopoderoso. Sin duda l te habr confiado su intencin de hacer un nuevo gnero humano.

    El asctico rostro de Vilmorin se cubri con una nube de reproche:

    Blasfemas, Andr censur a su amigo.

    Te juro que hablo absolutamente en serio. Para lograr lo que quieres, necesitars nada menos quela intervencin divina. Habra que cambiar al hombre, no al sistema. Podras t o nuestros fanfarronesamigos del Casino Literario de Rennes, podran los de ninguna sociedad cultural de Francia, esbozar unsistema de gobierno que an no se haya probado? Seguro que no. Puede acaso mencionarse algnsistema, que no haya acabado en el fracaso? Mi querido Philippe, el futuro slo puede leerse con certezaen el pasado. Ab actu ad posse valet consecutio. El hombre nunca cambiar. Siempre ser avaro,codicioso, vil. Hablo del hombre en sentido general.

    Pretendes decir que no puede mejorarse la suerte del pueblo? le desafi Vilmorin.Al decir pueblo, te refieres, naturalmente, al populacho. Lo abolirs? se sera el nico modo demejorar su suerte, pues mientras exista el populacho, estar condenado a la miseria.

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    Por supuesto, hablas a favor de los que te dan de comer. Supongo que es natural afirm Vilmorinentre triste e indignado.

    Al contrario, trato de hablar con absoluta imparcialidad. Volvamos a esas ideas tuyas. A quforma de gobierno aspiras? Por lo que dices, infiero que te refieres a una repblica. Bien, pues ya latienes. En realidad, Francia es hoy una repblica.

    Philippe le contempl de hito en hito.

    Lo que dices es paradjico. Dnde dejas al rey?

    El rey? Todo el mundo sabe que en Francia no hay rey desde los tiempos de Luis XIV. EnVersalles hay un obeso caballero que lleva la corona, pero las mismas noticias que me traes demuestran lo

    poco que cuenta. Son los nobles y el clero los que ocupan las ms elevadas posiciones, con el pueblo deFrancia a sus pies. Ellos son los verdaderos gobernantes. Por eso digo que Francia es una repblica hechade acuerdo con el mejor patrn: el de Roma. Entonces, como ahora, las grandes familias patricias vivanen el lujo, reservndose el poder y la riqueza y cuanto vala la pena poseer. Y el populacho, aplastado porlos poderosos, gema, sudaba, se mora de hambre y pereca en las covachas romanas. Y eso era unarepblica, la ms opulenta que ha existido.

    Philippe se impacientaba.

    Por lo menos admitirs arguy que no podemos estar peor gobernados.se no es el problema. El problema es saber si estaremos mejor gobernados sustituyendo la actual

    clase gobernante por otra. Sin ninguna garanta, no pienso mover un dedo para que nada cambie. Y qugaranta podis dar? Cul es la clase que tomar el poder? Yo te lo dir: la burguesa.

    Qu?

    Te sorprende, eh? La verdad suele ser desconcertante. No habas pensado en eso? Pues bien,ahora puedes meditar en el asunto. Examina bien el manifiesto de Nantes. Quines son sus autores?

    Yo puedo decirte quines obligaron al municipio de Nantes a envirselo al rey. Fueron unos diezmil obreros: tejedores, carpinteros de ribera y artesanos de todos los oficios.

    S, pero estimulados, forzados por sus amos, los ricos comerciantes y armadores de esa ciudad replic Andr-Louis. Tengo la costumbre de observar las cosas de cerca, y por ello nuestros compaerosno me soportan en los debates del Casino Literario. Yo profundizo, mientras que ellos se quedan en lasuperficie. Detrs de los obreros y artesanos de Nantes, aconsejndolos, apremiando a esos pobres,estpidos e ignorantes trabajadores para que derramen su sangre en pos del fantasma de la libertad, estnlos fabricantes de velamen, los de tejidos, los armadores y hasta los traficantes de esclavos. Losnegreros! Los mismos hombres que viven y se enriquecen traficando con sangre y carne humana en lascolonias, dirigen aqu una campaa en nombre del sagrado nombre de la libertad! No ves que todo estoes un movimiento de mercaderes y traficantes, envidiosos de un poder que slo se deriva del nacimiento?Los bolsistas de Pars, que poseen los ttulos de la Deuda nacional, viendo la ruinosa situacin financieradel Estado, tiemblan ante la idea de que pueda residir en un solo hombre el poder de cancelar la deuda

    declarando la bancarrota. Para salvaguardar sus intereses, tratan de socavar el actual estado social yedificar sobre sus ruinas uno nuevo en el que ellos sean los amos. Y para conseguirlo, inflaman al pueblo.Ya en Dauphin hemos visto correr la sangre, la sangre del pueblo, pues siempre es su sangre la que sederrama. Ahora estamos viendo otro tanto en Bretaa. Y qu pasar si prevalecen las nuevas ideas?Qu pasar si desaparece el poder seorial? Habremos cambiado la aristocracia por la plutocracia. Valeeso la pena? Crees que bajo el yugo de los bolsistas, los negreros y los hombres enriquecidos por elinnoble arte de comprar y vender, la suerte del pueblo ser mejor que bajo el de la nobleza y el clero? Sete ha ocurrido pensar alguna vez, Philippe, qu es lo que hace el gobierno de los nobles tan intolerable?Es la ambicin. La ambicin es la maldicin de la humanidad. Y esperas menos ambicin por parte deunos hombres que se han crecido precisamente en la ambicin? Estoy dispuesto a admitir que el actualgobierno es execrable, injusto, tirnico, todo lo que quieras. Pero abre bien los ojos y vers que el

    gobierno con el que se pretende sustituir al actual puede ser infinitamente peor.Philippe permaneci un momento pensativo; despus volvi al ataque:

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    Pero t no hablas de los abusos, de los horribles e intolerables abusos del poder gobernante quehoy nos tiranizan.

    Donde haya poder, siempre habr abusos.

    No si la posesin del poder depende de una administracin justa.

    La posesin del poder es el poder mismo. No podemos dictar nuestro deseo a quienes lo sustentan.

    El pueblo s podr. Cuando tenga el poder.Otra vez te pregunto: al hablar del pueblo, te refieres al populacho? Claro! Y qu poder puedeejercer el populacho? Puede gobernar salvajemente. Puede matar e incendiar por un tiempo. Pero no

    puede ejercer un gobierno duradero, porque el poder exige unas cualidades que el populacho no tiene, y silas posee deja de ser populacho. El inevitable y trgico corolario de la civilizacin es el populacho. Por lodems, los abusos pueden corregirse, s, con la equidad, pero la equidad, si no se encuentra en algunos

    privilegiados de la inteligencia, no se puede encontrar en ninguna parte. El seor Necker est empeadoen corregir abusos y limitar privilegios. Eso est claro. Para ello se ha de reunir a la Asamblea General.

    Y gracias al cielo, en Bretaa hemos comenzado ya de un modo prometedor exclam Philippe.

    Bah! Eso no es nada. Los nobles no cedern sin luchar. Una lucha ftil y ridcula si quieres, pero

    supongo que tambin la futilidad y la ridiculez son atributos de la naturaleza humana.Philippe de Vilmorin sonri con sarcasmo:

    Probablemente tambin calificars la muerte de Mabey de ftil y ridcula, no? No mesorprendera orte argumentar, en defensa del marqus de La Tour d'Azyr, que su guardabosque fue muy

    piadoso al matar a Mabey, puesto que la alternativa era que ste hubiese sido condenado a galeras de porvida.

    Andr-Louis acab de beber el resto de su chocolate, dej la taza en la mesa y ech su silla haciaatrs:

    Confieso que no participo de tu misericordia, mi querido Philippe. Me conmueve la muerte deMabey. Pero, una vez dominada la impresin que la noticia me caus, no puedo olvidar que, despus de

    todo, Mabey estaba robando cuando lo mataron.La indignacin de Vilmorin estall:

    se es el punto de vista que cabe esperar del asistente fiscal de un noble, del representante de unnoble en los Estados de Bretaa!

    Philippe, no eres justo. Por qu te enfadas conmigo? grit Andr-Louis conmovido.

    Me ofenden tus palabras confes Vilmorin. Estoy profundamente ofendido por tu actitud. Y nosoy el nico que est resentido por tus tendencias reaccionarias. Sabas que el Casino Literario estconsiderando seriamente tu expulsin? Andr-Louis se encogi de hombros: Eso ni me sorprende ni me

    preocupa. Vilmorin continu apasionadamente:

    A veces pienso que no tienes corazn. Siempre hablas en nombre de la Ley, nunca en el de la

    Justicia. Creo que me equivoqu al venir a verte. No es posible que me ayudes en mi entrevista con elseor de Kercadiou.

    Philippe cogi su sombrero con la clara intencin de marcharse. Andr-Louis se puso en pie de unsalto y retuvo a su amigo por un brazo:

    Te juro le dijo que sta es la ltima vez que hablar contigo de leyes o de poltica. Te quierodemasiado para enfadarme contigo por los asuntos de los dems.

    Es que yo hago mos esos asuntos insisti Philippe con vehemencia.

    Por supuesto... y por eso te quiero. Est muy bien que seas as. Vas a ser sacerdote y los asuntos delos dems son tambin los del sacerdote. Yo, en cambio, soy un hombre de leyes, el representante de unnoble, como has dicho, y en las cuestiones legales lo nico que importa es el cliente. sa es la diferencia

    entre nosotros dos. Sin embargo, no logrars librarte de m.Pero te digo francamente que prefiero que no vengas conmigo a ver al seor de Kercadiou. Tu

    deber para con tu cliente te impide ayudarme.

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    El enojo de Philippe haba pasado, pero su determinacin, basada en las razones expuestas,permaneca firme.

    Muy bien dijo Andr-Louis. Ser como quieres. Pero nada podr impedirme pasear contigohasta el castillo y esperarte mientras apelas ante el seor de Kercadiou.

    As las cosas, salieron de la casa como excelentes amigos, pues el carcter dulce de Philippe deVilmorin no conoca el rencor. Y juntos subieron por la calle principal de Gavrillac.

    CAPTULO II

    El aristcrata

    La soolienta aldea de Gavrillac, a media legua del camino principal de Rennes, permaneca almargen del ajetreo del trnsito de la carretera principal. Situada en una curva del ro Meu, se extenda alos pies de la colina coronada por la casa seorial. Gavrillac no slo pagaba tributos a su seor parte endinero y parte en servicios, sino tambin diezmos a la iglesia e impuestos al rey, lo que la dejaba en unasituacin bastante precaria. Sin embargo, a pesar de todo, all la vida no era tan dura como en otroslugares. Por ejemplo, all no se sufra tanta crueldad como la que padecan los desdichados vasallos del

    poderoso seor de La Tour d'Azyr, cuyas vastas posesiones slo estaban separadas de la aldea por lasaguas del Meu.

    El castillo de Gavrillac tena un aire seorial que se deba ms a estar situado en aquella elevacindel terreno que a cualquier otra caracterstica especial. Hecho de granito, como todas las casas deGavrillac, y patinado por tres siglos de existencia, su fachada era lisa y slo tena dos pisos con cuatroventanas en cada uno. Estaba flanqueado, a ambos lados, por unos torreones cuadrados. Situado al fondode un jardn, ahora mustio, pero muy agradable en verano, y con su fachada con terraza de balaustrada de

    piedra, tena el aspecto de lo que en realidad era y haba sido siempre: la residencia de personas pocopresuntuosas, ms interesadas en la agricultura que en la aventura.

    Quintn de Kercadiou, seor de Gavrillac pues ste era el vago ttulo que ostentaba, al igual quesus antepasados, aunque en verdad nadie saba de dnde provena, confirmaba la impresin causada porsu casa. Rudo como el granito, jams haba aspirado a pertenecer a la corte, ni siquiera haba servido en elejrcito del rey. Eso de representar a la familia en las altas esferas se lo dejaba a su hermano menor,tienne. Desde joven, Quintn de Kercadiou se haba interesado en los bosques y prados que rodeaban sucastillo. Cazaba y cultivaba sus tierras, aparentemente no se distingua mucho de cualquiera de susrsticos aparceros. No haca ostentacin de su posicin, como tanto le hubiera gustado a su sobrina, Alinede Kercadiou. Aline haba pasado dos aos en el ambiente de la corte de Versalles, junto a su to tienne,y, por tanto, tena ideas muy distintas a las de su to Quintn acerca de lo que convena a la dignidad

    seorial. A pesar de que esta nica hija de un tercer Kercadiou, salida del orfanato a la edad de cuatroaos, haba ejercido un tirnico dominio sobre el seor de Gavrillac, quien haca las veces de padre y demadre, jams logr convencerle para que renunciara a aquella vida sencilla.

    La joven, cuyo rasgo dominante de carcter era la persistencia, segua luchando asidua e intilmentedesde que regres del gran mundo de Versalles, unos tres meses atrs.

    Aline estaba paseando por la terraza cuando llegaron Andr-Louis y Philippe de Vilmorin. Paraprotegerse del aire fro, envolva su esbelto cuerpo en un abrigo de piel blanca e iba tocada con una cofia,tambin blanca, que apenas sujetaba sus rubios rizos. El aire fro avivaba sus mejillas y pareca aadir undestello a sus ojos, que eran de un azul obscuro.

    La doncella conoca a Andr-Louis y a Philippe de Vilmorin desde la infancia. Los tres haban

    jugado juntos, y Andr-Louis gracias al parentesco espiritual que le una a su to la llamaba prima.Estas relaciones, casi de familia, haban continuado entre ella y Andr-Louis mucho despus de que

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    Philippe, al crecer, se alejara de la intimidad infantil para convertirse, a los ojos de Aline, en el seor deVilmorin.

    La muchacha salud con la mano a los recin llegados y permaneci consciente de su encantadoraimagen aguardndoles al final de la terraza, cerca de la corta avenida por la cual ellos se acercaban.

    Si vens a ver a mi to, llegis en un momento poco oportuno les dijo algo nerviosa. Estreunido a puertas cerradas. Oh, est muy ocupado!

    Esperaremos, seorita dijo Vilmorin inclinndose galantemente sobre la mano que ella leofreca. Quin no esperara con gusto al to pudiendo estar un momento con la sobrina?

    Seor abate dijo ella con sorna, cuando hayis recibido las rdenes, os tomar como confesor.Sois tan perspicaz como comprensivo.

    Pero ninguna curiosidad dijo Andr-Louis. No has pensado en eso.

    No logro entender lo que quieres decir, primo Andr.

    No te preocupes, pues nadie lo entiende sonri Philippe y entonces vio un vehculo detenido antela puerta del castillo. Era uno de esos carruajes que solan verse en las grandes ciudades, pero rara vez enel campo: una esplndida carroza de nogal, con dos caballos y escenas pastoriles exquisitamente pintadas

    en los paneles de las portezuelas. Tena capacidad para llevar a dos personas, adems del pescante para elcochero, y detrs, un estribo para el lacayo. Pero ahora el estribo estaba vaco, pues el lacayo se paseabapor delante de la puerta luciendo la resplandeciente librea azul y oro del marqus de La Tour d'Azyr.

    Cmo? exclam Philippe. Es el marqus de La Tour d'Azyr quien est con tu to?

    En efecto contest la joven poniendo cierto misterio en su voz y en su mirada, en lo cual Philippede Vilmorin no repar.

    Oh, perdn! Servidor de usted dijo Philippe inclinndose ante ella y, sin ms ni ms, seencamin hacia el castillo.

    Quieres que te acompae, Philippe? le pregunt Andr-Louis.

    No sera galante presumir que lo prefieras dijo Vilmorin mirando a Aline. Ni creo que sirva para

    nada; si quieres, puedes esperarme...Philippe de Vilmorin se alej a toda prisa. Tras un momento de sorpresa, Aline se ech a rer de un

    modo encantador:

    Adonde va con tanta prisa? pregunt.

    A ver al seor de La Tour d'Azyr y tambin a tu to.

    Pero no puede hacer eso. No pueden recibirle. No le dije que estaban muy ocupados? Y t,Andr, no me preguntas por qu estn tan ocupados?

    La joven pronunci estas palabras con un redoblado misterio que trasluca alegra o burla, o quizsambas cosas a la vez. Andr-Louis no pudo adivinarlo.

    Ya que es obvio que ardes en deseos de contrmelo, para qu te lo voy a preguntar? dijo.

    Si empiezas con tus ironas, no te lo dir aunque me lo preguntes. Oh, no! Te ensear a tratarmecon el debido respeto.

    Espero no faltarte jams el respeto.

    Y mucho menos cuando sepas que la visita del seor de La Tour d'Azyr tiene relacin conmigo.Yo soy el objeto de esa visita concluy mirando al joven con ojos brillantes y unos risueos labiosentreabiertos.

    Segn veo, a ti te parece obvio lo que eso implica... Pero debo confesarte que para m no es tanobvio.

    Sers tonto! Ha venido a pedir mi mano.

    Dios mo! exclam Andr-Louis mirndola fijamente, desconcertado.Ella frunci el ceo y dio un paso atrs alzando la barbilla:

    Te sorprende?

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    Me disgusta replic l. De hecho, no lo creo; te ests burlando de m.

    Para sacarlo de dudas, ella dijo:

    Estoy hablando en serio. Esta maana mi to recibi una carta oficial del seor de La Tour d'Azyranuncindole que vena con ese propsito. No te negar que eso nos sorprendi un poco...

    Oh, ya veo! exclam Andr-Louis aliviado. Comprendo. Por un momento, casi tem...

    Se interrumpi, mir a la joven y se encogi de hombros.Por qu te quedas callado? Temiste acaso que mi estancia en Versalles no me hubiese servido denada? Crees que iba a permitir que me cortejaran como a una cualquiera? Pues fuiste un tonto. Conmigohay que hacerlo de la forma adecuada; contando en primer lugar con mi to.

    Entonces, segn las costumbres de Versalles, su consentimiento es lo ms importante?

    Y qu otra cosa pudiera serlo?

    Tu consentimiento, por ejemplo.

    Ella se ech a rer.

    Yo soy una sobrina muy sumisa... cuando me conviene.

    Y te convendra ser sumisa si tu to aceptase esa monstruosa proposicin?

    Monstruosa? repiti ella. Puede saberse por qu te parece monstruosa?

    Por muchas razones replic l, irritado.

    Dime una por lo menos dijo ella con ademn retador.

    Que es dos veces mayor que t.

    No tanto, no tanto replic ella.

    Como mnimo tiene cuarenta y cinco aos.

    Pero no aparenta ms de treinta. Es realmente muy guapo... no me lo negars. Ni tampoco que esrico y poderoso; es el noble ms ilustre de Bretaa. Har de m una gran seora.

    Ya lo eres por la gracia de Dios, Aline.

    Vaya, eso est mejor. A veces puedes llegar a ser casi corts dijo y empez a pasear arriba yabajo por la terraza. Andr-Louis la segua.

    Algo ms podra ser para demostrarte las razones por las cuales no debes permitir que esa bestiamanche la belleza que Dios te ha dado.

    Ella frunci el entrecejo y apret los labios.

    Ests hablando de mi futuro esposo le dijo en tono de reprobacin.

    Es cierto? Ya es un hecho consumado? Consentir tu to? De modo que vas a ser vendida sinamor a un hombre que no conoces! Yo haba soado algo mejor para ti, Aline.

    Mejor que ser la marquesa de La Tour d'Azyr?

    El joven hizo un gesto de exasperacin.Acaso los hombres y las mujeres no son ms que meros ttulos? Sus almas no cuentan para

    nada? No hay en la vida alegra ni felicidad aparte del poder y del placer de los ttulos rimbombantes queambicionan las personas como l? Yo te haba colocado tan alto, tan alto, Aline, mucho ms que a ningnotro ser, como algo que no era terrenal. Hay alegra en tu corazn, inteligencia en tu mente, y, tal como

    pensaba, una visin que te permite traspasar la falsa cscara y llegar al corazn de las cosas. Y ahora veoque vas a entregar todo eso, vas a vender tu cuerpo y tu alma por el ttulo de marquesa de La Tour d'Azyr.

    Eres poco delicado replic ella ceuda, aunque sus ojos rean. Y te precipitas en tusconclusiones. Mi to no dar otro consentimiento que el necesario para que ese caballero trate de obtenerel mo. Mi to y yo estamos muy compenetrados. No voy a venderme como si fuera un saco de patatas.

    El permaneci inmvil, mirndola fijamente, con las plidas mejillas cubiertas de rubor.Te has divertido torturndome exclam. Pero voy a olvidarme porque me has aliviado.

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    Vuelves a precipitarte, primo Andr. He permitido a mi to que consienta en que el seor marqusme haga la corte. Me gusta mucho el aspecto de ese caballero. Considerando que es una personaeminente, me halaga ser su preferida. La suya es una posicin que compartira gustosa. El seor marqusno tiene tampoco nada de tonto. Ser interesante que me corteje. Y quiz lo sea ms casarse con l. Asque, tras considerar todo esto, es probable, incluso muy probable, que al final me case con l.

    l contempl el dulce rostro infantil, aquel valo de blanca pureza, y qued desconcertado.

    Qu Dios se apiade de ti, Aline! dijo con voz ahogada.Aline tacone el suelo. Pens que Andr-Louis era desesperante y bastante presumido.

    Te muestras insolente.

    Implorarle a Dios no puede ser una insolencia, Aline. Y yo no he hecho otra cosa, y lo seguirhaciendo, porque pienso que seguramente vas a necesitar mis oraciones.

    Eres insoportable!

    El rubor que invada sus mejillas mostraba claramente la clera que ahora dominaba a la joven.

    Es que sufro, Aline. Oh, primita ma, piensa bien lo que vas a hacer! fjate en las realidades quevas a cambiar por esas falsedades. Realidades que jams conocers, porque la falsedad te lo impedir.

    Cuando el seor marqus de La Tour d'Azyr venga a hacerte la corte, estdialo bien, consulta tu delicadoinstinto; deja que tu noble naturaleza juzgue libremente a ese animal. Considera que...

    Considero, seor, que estis abusando de la bondad y la confianza que siempre os he demostrado.Quin sois? Quin os ha dado permiso para emplear conmigo ese tono insolente?

    l se inclin y volvi a ser el hombre fro e indiferente de siempre y, tras recuperar su habitual tonozumbn, dijo:

    Os felicito, seorita, por la rapidez con que comenzis a adaptaros al gran papel que vais ainterpretar. Adaptaos vos tambin, seor mo replic ella volvindole la espalda.

    Adaptarme a ser polvo vil bajo el altivo pie de la seora marquesa? pregunt. Espero que sabrocupar mi lugar en el futuro.

    Esa frase detuvo a Aline. Al volverse de nuevo, Andr-Louis percibi en sus ojos un brillosospechoso. Y por un momento la burla del joven se tradujo en arrepentimiento.

    Oh, Dios, he sido un necio, Aline! exclam avanzando hacia ella. Te pido que olvides lo que hedicho.

    Al volverse, ella casi tena la intencin de pedirle perdn tambin. Pero la contricin de l hizo queno fuera necesario.

    Tratar de olvidarlo dijo ella, siempre y cuando prometas no ofenderme de nuevo.

    No, no lo har contest l. Pero yo soy as. Luchar por salvarte hasta el fin; luchar contra timisma si es necesario, me perdones o no.

    As estaban los dos, frente a frente, un poco como retndose, cuando otras personas salieron alporche.

    El primero en salir fue el seor marqus de La Tour d'Azyr, conde de Solz, caballero de las rdenesdel Espritu Santo y de Saint Louis, y general de brigada del ejrcito del rey. Era un caballero alto, detalante gentil, marcial, y expresin desdeosa. Iba magnficamente ataviado con casaca de terciopelomorado adornada de oro. Su chaleco, tambin de terciopelo, tena el tono dorado del albaricoque. Elcalzn y sus medias eran de seda negra, y los zapatos de raso tenan tacones de laca roja y hebillas condiamantes. Sus cabellos empolvados se recogan en la nuca con una ancha cinta de seda; debajo del brazollevaba un tricornio y de su cinto colgaba una espada con empuadura de oro.

    Ahora que estudiaba al caballero con absoluta imparcialidad, al ver la magnificencia de su porte, laelegancia de sus movimientos, su gentil y desdeosa expresin, Andr-Louis tembl por Aline. Ante sus

    ojos tena al irresistible conquistador cuyos galanteos le haban convertido en la comidilla de todos, en ladesesperacin de las viudas con hijas en edad de merecer y en la desolacin de los maridos con esposasatractivas.

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    Contrastando con l, le segua de cerca el seor de Kercadiou. Las cortas piernas del seor deGavrillac soportaban a duras penas un cuerpo que a los cuarenta y cinco aos empezaba a inclinarse haciala obesidad y una enorme cabeza llena de indiferencia hacia todo. Su rostro era sonrosado y estabalevemente marcado por las huellas de la viruela, que de joven estuvo a punto de acabar con su vida. Suatavo mostraba un descuido rayano en el desaseo, y a esto, sumado el hecho de no haberse casado nunca

    despreciando el primer deber de un caballero, que es tener un heredero, deba la fama de misgino que

    le atribuan en la comarca.Detrs del seor de Kercadiou iba Philippe de Vilmorin, muy plido y controlndose, con los labios

    apretados y el ceo fruncido.

    En eso, un elegante joven descendi del carruaje y sali a encontrarse con ellos. Era el caballero deChabrillanne, primo del seor de La Tour d'Azyr, quien, en tanto que aguardaba el regreso de su pariente,haba observado con creciente inters, y sin que nadie notara su presencia, el paseo de Andr-Louis conAline por la terraza.

    Al ver a Aline, el seor de La Tour d'Azyr se apart de sus acompaantes y se dirigi hacia ella. Elmarqus inclin la cabeza para saludar a Andr-Louis, con aquella mezcla de cortesa y condescendenciaque le era habitual. Socialmente, el joven abogado estaba en una extraa situacin. Por su origen, no

    poda clasificarse entre los nobles ni entre los plebeyos, y mientras ninguna de las dos clases le reclamabacomo suyo, ambas lo trataban con idntica familiaridad. Devolvi framente al marqus su saludo y, condiscrecin, se apart de l y de Aline para ir a reunirse con su amigo.

    El marqus tom la mano que la joven le tenda y la llev a sus labios.

    Seorita dijo mirando el azul profundo de sus ojos que a su vez le sonrean. Vuestro seor tome ha permitido el honor de cortejaros. Queris hacerme el honor de recibirme maana? Tengo algo degran importancia que comunicaros.

    De gran importancia, seor marqus? Casi me asustis...

    Pero el sereno rostro de la joven no denotaba temor alguno. No en balde Aline se haba graduado enla versallesca escuela del artificio.

    Nada ms lejos de mi intencin dijo l.Pero, seor, es un asunto de gran importancia para vos o para m?

    Espero que para los dos respondi l, lanzndole una ardiente mirada.

    Despertis mi curiosidad, seor. Y, por supuesto, como soy una sobrina muy sumisa, me sentirhonrada recibiendo vuestra visita.

    Soy yo quien se sentir honrado. Que sea maana a esta hora, pues.

    l volvi a inclinarse y se llev los dedos de ella hasta sus labios. A su vez, ella hizo una reverenciapara romper el hielo. Despus, sin otra cosa que esta mera formalidad se separaron.

    La joven estaba un poco aturdida ante la innegable belleza de aquel hombre, ante su aire

    principesco y la seguridad que pareca emanar de su podero. Casi involuntariamente, lo compar con elhombre que acababa de criticarla el delgado e imprudente Andr-Louis, con su casaca pardusca yaquellos zapatos sencillos con hebillas de acero y se sinti culpable de una imperdonable ofensa porhaberle permitido que criticara al marqus. Al da siguiente el seor de La Tour d'Azyr se presentara anteella para ofrecerle una gran posicin, un encumbrado ttulo. Y ella ya haba menoscabado la dignidad deaquel ttulo prestndose a or palabras insolentes. Nunca ms volvera a tolerarlo; no cometera otra vez la

    puerilidad de permitirle a Andr-Louis que se expresara en trminos denigrantes al hablar de un hombreen comparacin con el cual no era ms que un lacayo.

    Estos argumentos, surgidos espontneamente de su vanidad, de su ambicin, y de su enormedisgusto, no eran del todo convincentes.

    Mientras tanto, el seor de La Tour d'Azyr subi a su carruaje, no sin antes despedirse brevemente

    del seor de Kercadiou y de Philippe de Vilmorin, quien, en respuesta a sus palabras, se haba inclinadoen seal de silencioso asentimiento.

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    La carroza parti. Detrs, muy derecho en su puesto, iba el lacayo de peluca empolvada con sucasaca azul y oro, mientras el seor de La Tour d'Azyr, desde la ventana, le deca adis a Aline, quienresponda a su vez con un ademn de la mano.

    Philippe de Vilmorin tom del brazo a su amigo, y le dijo:

    Vamos, Andr.

    Pero por qu no os quedis los dos a comer? exclam el hospitalario seor de Gavrillac.Beberemos brindando por... aadi haciendo un guio dirigido a la joven que se acercaba. El bueno delseor de Gavrillac careca de astucia.

    Philippe de Vilmorin deplor que una cita contrada anteriormente le impidiera aceptar tal honor. Semostraba muy grave.

    Y t, Andr? le pregunt a su ahijado.

    Yo? No puedo quedarme; tambin he sido citado, padrino minti Y tengo mi supersticincontra los brindis...

    En realidad Andr-Louis no quera quedarse all. Estaba enojado con Aline por el risueorecibimiento que le haba dispensado al marqus de La Tour d'Azyr y por el srdido negocio que la

    converta en mercanca. Sufra una terrible desilusin.

    CAPTULO III

    La elocuencia de Vilmorin

    Mientras bajaban la colina, Vilmorin permaneca callado mientras Andr-Louis hablaba. El tema desu peroracin era la mujer en sentido general. Pretenda haberla descubierto aquella maana, y las frases

    que se le ocurran sobre las mujeres eran poco halageas y, en ocasiones, casi groseras. Philippe deVilmorin apenas le escuchaba; aunque pueda parecer extrao en un joven francs de su tiempo, no leinteresaban las mujeres. El pobre Philippe era una excepcin en muchos aspectos.

    Frente a El Bretn Armado posada y casa de postas situada a la entrada del pueblo de Gavrillac,Philippe interrumpi a su compaero justo cuando llegaba a la culminacin de su diatriba contra lasmujeres, devolvindolo sbitamente a la realidad, pues entonces advirti la carroza del marqus de LaTour d'Azyr parada ante la puerta del mesn.

    No puedo creer que no me hayas estado escuchando dijo Andr a su amigo.

    De haber estado menos absorto en tu propio discurso, lo hubieras notado antes y te habrasahorrado la saliva. La verdad es que me das pena, Andr. Parece que has olvidado por completo a quhemos venido. Sabes muy bien que estoy citado aqu con el marqus, quien desea que le explique mejorel asunto. All arriba, en Gavrillac, no poda resolverse nada. No era el momento oportuno. Pero confoen el marqus.

    Confas... en qu?

    En que har cuanto est en sus manos para reparar el dao. Se encargar de la viuda y de loshurfanos. Si no fuera as. Por qu habra de querer orme de nuevo?

    Me extraa tanta condescendencia en l! exclam Andr-Louis, y aadi: Timeo Danaos etdona ferentes.

    Por qu lo dices? pregunt Philippe.

    Entremos y lo sabremos... a no ser que mi presencia sea un estorbo.

    Los jvenes entraron en una habitacin que siempre estaba reservada para el marqus. Un fuego delea arda al fondo de la estancia, y all estaban sentados el seor de La Tour d'Azyr y su primo, el

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    caballero de Chabrillanne. Al entrar Vilmorin, ambos se levantaron. Andr-Louis permaneci en lapuerta.

    Os estoy muy agradecido por vuestra cortesa, seor de Vilmorin dijo el marqus en tono tandesdeoso que desmenta la educacin de sus palabras. Sentaos, os lo ruego. Ah! El seor Moreau nosacompaa? pregunt con frialdad.

    Si no tenis inconveniente, seor marqus...

    Por qu habra de tenerlo? Sentaos, Moreau.

    Hablaba despectivamente, mirando a Andr por encima del hombro, como a un lacayo.

    Sois muy amable dijo Philippe al darme la oportunidad de explicaros el asunto que taninoportunamente me llev a Gavrillac.

    El marqus se arrellan cmodamente cruzando las piernas, y tendi una de sus finas manos hacialas llamas, para calentarse. Sin molestarse siquiera en volverse hacia el joven que estaba detrs de l,replic:

    Dejemos a un lado lo amable de mi concesin dijo en tono sombro y Chabrillanne se ri. Andr-Louis consider la facilidad con que rea el primo del marqus y casi, casi, le envidi tal capacidad.

    De todos modos os estoy agradecido insisti Philippepor condescender a orme abogar por lacausa de esa pobre gente.

    El marqus abri desmesuradamente los ojos.

    Qu causa? exclam mirndole por encima del hombro.

    Cmo que qu causa? Me refiero a la causa de la viuda y los hurfanos del infortunado Mabey.

    El marqus dej vagar la mirada de Vilmorin a su primo, quien de nuevo se ech a rer, dndoseesta vez una palmada en la rodilla.

    Me parece dijo lentamente el marqus que ha habido un malentendido. Yo os ped que vinieraisaqu porque el castillo de Gavrillac no era el sitio ms adecuado para tener una discusin, y porque vacilen haceros recorrer el largo camino que hay hasta mi castillo. Pero a m solamente me interesan ciertas

    frases pronunciadas por vos en el castillo de Gavrillac. Es a causa de esas frases por lo que estis aqu ypor lo que quiero or vuestras explicaciones... si queris honrarme con ellas.

    Andr-Louis empez a notar algo siniestro en el aire. Su intuicin era ms rpida que la deVilmorin, quien nicamente se senta un poco sorprendido.

    No comprendo, caballero dijo el joven seminarista. A qu frases os refers?

    Parece, seor mo, que debo refrescaros la memoria dijo el marqus ladendose en su cmodoasiento de modo que, al fin, qued frente a Philippe de Vilmorin. Os referisteis, muy elocuentemente a

    pesar de estar completamente errado, a la infamia del hecho de sumaria justicia realizado por un criadomo sobre ese tal Mabey, o como se llame ese ladrn. Infamia fue precisamente la palabra empleada

    por vos. Y no os retractasteis de ella ni siquiera cuando tuve el honor de informaros que mi guardabosque

    actu as cumpliendo una orden ma.Si fue un acto infame dijo Vilmorin, eso es algo que no puede cambiarlo la alcurnia de la

    persona responsable. Lejos de ser un atenuante, la altura de esa alcurnia es un agravante.

    Ah! dijo el marqus sacando una tabaquera de oro de su bolsillo. Un acto infame, decs... Hede entender que ya no estis tan convencido de esa infamia como, al parecer, lo estabais antes?

    Philippe de Vilmorin estaba perplejo. No acababa de comprender adonde pretenda ir a parar contodo aquello.

    Se me ocurre pensar, seor marqus, en vista de vuestro deseo de asumir tal responsabilidad, quetal vez estis convencido de tener alguna justificacin que escapa a mi entendimiento.

    As est mejor, mucho mejor.

    El marqus tom un poco de rap y luego sacudi el polvo que haba cado sobre el encaje de suchorrera. Entonces prosigui:

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    Me alegra que por fin comprendis que, no siendo vos propietario, no tenais clara idea del caso ypodais haberos lanzado a una conclusin precipitada e injustificable. Que esto sea un aviso para vos, deahora en adelante. Cuando os diga que desde hace meses me vienen molestando con parecidos saqueos,comprenderis tal vez que era necesario imponer un correctivo lo bastante enrgico para acabar con ellos.Ahora que esa gentuza sabe el riesgo que corre, creo que al fin mis cotos de caza quedarn protegidos. Yan hay algo ms, seor de Vilmorin. No me enoja tanto el robo en s como el desprecio hacia mi

    absoluto e inviolable derecho. Hay, seor mo, como no habris dejado de observar, un diablico espritude rebelda en el ambiente, y slo existe un modo de hacerle frente. La tolerancia, incluso la ms leve, laindulgencia ms insignificante que practiquemos hoy, nos obligar maana a tener que tomar medidasms duras. Estoy seguro de que me comprendis y de que tambin apreciaris mi condescendencia alexplicaros cosas que en modo alguno tengo que explicarle a nadie. Si algo de lo que acabo de decir no os

    parece suficientemente claro, os ruego acudis a las leyes de caza, de las que vuestro amigo el abogadopuede daros una idea.

    Y dicho esto, el caballero se volvi de nuevo hacia el fuego. Era como si hubiera dado porterminada la entrevista. Y, sin embargo, el perplejo y vagamente inquieto Andr-Louis no tena la mismaimpresin. El joven abogado pensaba que aquella disertacin era tan extraa como sospechosa.Sospechaba que el aristcrata finga dar explicaciones con palabras corteses mientras que, en realidad, nohaca sino estimular y aguijonear con su tono calculadamente insolente la impaciencia de un hombre conlas ideas de Philippe de Vilmorin. Y esto fue precisamente lo que sucedi.

    Philippe se puso en pie.

    Pero es que no hay en el mundo otras leyes que las de caza? pregunt enrgicamente. Nohabis odo hablar jams de las leyes que no estn escritas, las leyes de la humanidad?

    El marqus suspir fastidiado de tener que continuar la conversacin:

    Y qu tengo yo que ver con las leyes de la humanidad? dijo extraado.

    Vilmorin le mir un instante sin saber, en medio de su estupor, cmo contestarle.

    Nada, seor marqus; lo veo claramente. Pero ojal no tengis que recordarlo cuando os veis

    precisado de apelar a esas leyes de las que ahora os burlis.El seor de La Tour d'Azyr ech atrs la cabeza con gesto altanero.

    Qu significan esas palabras? No es la primera vez que hoy os expresis en trminos ambiguosque acaso pudieran contener una velada amenaza.

    No es una amenaza, seor marqus, es... una advertencia. Una advertencia de que actos como esteque se ha cometido contra un ser humano, una criatura de Dios... Oh, podis burlaros, seor, pero esasgentes tambin son criaturas de Dios, ni ms ni menos como vos y como yo... aunque esa idea pueda herirvuestro orgullo! A los ojos de Aquel que todo lo ve...

    Por favor, no me echis ahora un sermn, futuro seor abate.

    Os burlis, seor marqus. Os res. Os reiris acaso cuando Dios os pida cuenta de la sangre y del

    saqueo que manchan vuestras manos?Seor! grit el caballero de Chabrillanne haciendo restallar esa palabra como un ltigo y

    ponindose en pie de un salto. Pero el marqus lo contuvo.

    Sentaos, caballero. Habis interrumpido al seor abate y me gustara seguir oyndole. Meinteresan mucho sus raras teoras.

    Un poco apartado de los dems, Andr tambin se haba puesto en pie, realmente alarmado ante laexpresin que ley en el hermoso rostro del seor de La Tour d'Azyr. Entonces se acerc a la chimenea ytom del brazo a su amigo:

    Ser mejor que nos vayamos le dijo.

    Pero Philippe de Vilmorin, dando rienda suelta a la pasin largo tiempo reprimida, se precipit sinreflexionar:

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    Oh, seor! dijo, pensad en lo que sois y lo que seris. Deteneos a pensar cmo vos y losvuestros vivs exclusivamente de abusos que, a la larga, slo pueden acarrear otros abusos.

    Revolucionario! espet el marqus con desprecio. Tenis el descaro de presentaros ante mpara soltarme esa ftida jerga de los que ahora os hacis llamar intelectuales?

    Jerga? Lo pensis as de veras? Os parece una jerga recordarle al seor feudal cmo oprime ensu provecho todo lo que encuentra a su paso? No ejerce sus derechos sobre las aguas del ro, sobre el

    fuego devorador, sobre el pan, la hierba o la cebada del pobre, en fin, sobre el viento que hace girar lasaspas del molino? La verdad de mi jerga os dice que el pobre campesino no puede dar un paso en elsendero, cruzar un puente sobre el ro ni comprar una vara de tela sin tropezarse con la rapacidad feudal ysin que lo carguen con impuestos feudales. No os parece ya bastante, seor marqus? Debe exigirsetambin la msera vida de cada uno en pago del menor delito contra vuestros sacrosantos privilegios, sinque os importe que queden viudas y hurfanos desvalidos? No estis contentos si vuestra sombra nosobrevuela el pas como una maldicin? Acaso vuestro orgullo os hace creer que Francia, este pacienteJob de las naciones, ha de sufrir eternamente?

    Philippe se detuvo como aguardando una respuesta. Pero no hubo rplica. El marqus lecontemplaba extraamente, con ojos siniestros y sonriendo a medias, desdeosamente.

    Vamonos, Philippe dijo Andr-Louis tirando de la manga de su amigo.Pero el joven seminarista se libr de su mano, y sigui hablando exaltado:

    No veis cmo se amontonan las nubes anunciando tormenta? Imaginis quiz que la AsambleaNacional convocada por Necker y prometida para el ao que viene slo os dar nuevos medios paracontribuir a la bancarrota del Estado? Os engais. En esa reunin, el Tercer Estado, al que tantodespreciis, ser la fuerza preponderante y hallar la forma de poner fin a la llaga gangrenosa de los

    privilegios que devora a nuestro desgraciado pas.

    El marqus se movi en su silln y al fin contest:

    Tenis, caballero, el peligroso don de la elocuencia. Es un don que no emana tanto de vuestracausa como de vos mismo. Porque, despus de todo, qu es lo que me ofrecis? Los platos recalentados

    de los efusivos discursos pronunciados en vuestros salones literarios e inspirados en mserosemborronadores de papel como Voltaire, JeanJacques y otros. Entre vuestros jvenes filsofos no hay niuno slo con suficiente talento para comprender que somos una clase consagrada por derecho deantigedad y que, al defender nuestros derechos y privilegios, nos asiste la autoridad de los siglos.

    La humanidad replic Philippe es ms antigua que la aristocracia. Los derechos del hombreempezaron cuando el hombre fue creado.

    El marqus se ech a rer, encogindose de hombros.

    He ah una respuesta que deba haberme esperado. Es la misma cantinela de todos los filsofos.

    Entonces terci el caballero de Chabrillanne:

    Para qu tantos rodeos? dijo a su primo con impaciencia.

    Para llegar hasta este punto respondi el marqus. Primero quera estar bien seguro.

    A fe ma que ahora no podis tener ninguna duda.

    Ahora no.

    El marqus se levant y se volvi a Vilmorin, quien no haba comprendido el sentido del brevedilogo entre La Tour d'Azyr y su primo.

    Seor abate dijo el aristcrata, realmente tenis el peligroso don de la elocuencia. Ese don puedearrastrar a otros hombres a su ruina. De haber nacido caballero, no hubierais adquirido con tanta facilidadesos falsos puntos de vista que proclamis.

    El seor de Vilmorin le mir fijamente sin comprender.

    De haber nacido yo caballero? repiti lentamente y confundido. Pero he nacido caballero,seor. Mi familia es tan antigua y mi sangre tan pura como la vuestra.

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    El marqus enarc las cejas y pestae con indulgente sonrisa. Sus ojos obscuros y lquidos seclavaron en el rostro de Philippe de Vilmorin.

    Temo que en ese punto os han engaado.

    Engaado...?

    Vuestros sentimientos delatan la indiscrecin en la que, sin duda, incurri vuestra seora madre.

    Despus de aquel insulto brutal en son de burla, dicho con total frialdad, sobrevino un silenciosepulcral. Andr-Louis permaneca mudo, aterrado, mientras su amigo escudriaba el rostro del seor deLa Tour d'Azyr como buscando un significado que se le escapaba. Sbitamente entendi la vil afrenta. Lasangre le subi a las mejillas y la indignacin ardi en sus ojos. Un convulsivo estremecimiento losacudi. Entonces, tras lanzar un grito inarticulado, alz la mano y le propin una bofetada al marqus ensu cara burlona.

    Como un relmpago, el caballero de Chabrillanne se levant ponindose entre los dos hombres.

    Andr-Louis haba visto la trampa demasiado tarde. Las palabras del seor de La Tour d'Azyr erancomo una jugada en una especie de ajedrez verbal, calculada para exasperar al contrario impulsndole areaccionar de un modo que le dejara enteramente a su merced.

    El marqus estaba muy plido, excepto en la mejilla, donde se vea la huella de los dedos deVilmorin. Pero no dijo una palabra. En su lugar, fue el caballero de Chabrillanne quien habl, asumiendoel papel que previamente le haban asignado en aquel juego vil.

    Caballero, os dais cuenta de la gravedad de lo que acabis de hacer? le pregunt framente aPhilippe. Y por supuesto, comprenderis tambin lo que inevitablemente trae consigo.

    Philippe de Vilmorin no comprenda nada. El pobre hombre haba actuado impulsivamente, por unsentimiento de decencia y de honor, sin tomar en cuenta las consecuencias. Pero al intuir la siniestrainvitacin del caballero de Chabrillanne, si dese evitar tales consecuencias, fue por respeto a su vocacinsacerdotal que rigurosamente le prohiba prestarse al combate de honor que obviamente le impona elseor de Chabrillanne.

    Retrocedi.

    Dejemos que una afrenta borre la otra dijo con voz apagada. El balance sigue estando a favordel seor marqus. Con eso debe bastarle.

    Imposible! dijo el caballero crispando los labios. Despus habl suavemente, pero con firmeza:Habis dado una bofetada, seor. No creo equivocarme si digo que al seor marqus nunca antes le habasucedido algo as. Si os sentais ofendido, no tenais ms que exigir la satisfaccin que merece vuestrohonor, de caballero a caballero. Vuestra accin no parece sino confirmar la sospecha que tan ofensiva os

    pareci. En cualquier caso, una accin de esta naturaleza no puede quedar inmune.

    Como puede verse, el papel del caballero de Chabrillanne era echarle lea al fuego, para asegurarque la vctima no escapase.

    No quiero que quede inmune dijo el joven seminarista. Despus de todo, haba nacido noble, y latradicin de su clase renaca en l con ms fuerza que la escuela de humildad en la que se preparaba parasacerdote. De modo que pens que su nombre y su honor le exigan pagar con la muerte antes que evitarlas consecuencias de su accin.

    Pero si ni siquiera lleva espada, seores! exclam Andr-Louis, aterrado.

    Eso se arregla fcilmente. Puede coger la ma.

    Quiero decir insisti Andr-Louis entre indignado y asustado por la suerte de su amigo, que noacostumbra a llevar espada, que jams la ha llevado ni sabe manejarla. Es un seminarista, casi ya mediosacerdote, y, por tanto, le est prohibido aceptar el compromiso en que vos le ponis.

    Todo eso debi recordarlo antes de dar la bofetada dijo diplomticamente el caballero de

    Chabrillanne.Esa bofetada fue provocada deliberadamente dijo con rabia Andr-Louis. Despus se calm,aunque no fue gracias a la altanera mirada de su interlocutor, por cierto. Oh, Dios mo! Estoy hablando

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    en vano! Cmo van a desistir de un plan ya trazado? Vamonos, Philippe! No ves la trampa en la quehas cado...?

    Echndolo a un lado, Philippe de Vilmorin le cort secamente:

    Silencio, Andr! El seor marqus est en todo su derecho.

    Que est en su derecho? dijo Andr-Louis dejando caer los brazos desalentado.

    El hombre a quien ms amaba en el mundo haba cado en la misma locura que pareca dominar alresto de los mortales. Un distorsionado sentido del honor haca que descubriera su pecho ante el cuchilloque lo iba a matar. No era que no viera la trampa, sino que aquel sentido del honor le impulsaba adesdear cualquier otra consideracin. En ese momento, Andr-Louis vio en su amigo una figurasingularmente trgica. Quiz noble, pero no por ello menos lastimera.

    CAPTULO IV

    La herencia

    Philippe de Vilmorin quiso zanjar el asunto inmediatamente. En esto era a un tiempo objetivo ysubjetivo. Presa de emociones encontradas, y en conflicto con su vocacin sacerdotal, estaba impaciente

    por acabar con aquello cuanto antes. Tambin se tema un poco a s mismo. Las circunstancias de sueducacin, y la vocacin que haba sentido en los ltimos aos, le haban quitado mucho del bro que esnatural en los hombres. En cierto modo, se haba tornado tmido y delicado como una mujer. Como losaba, tema que, si pasaba el ardor del momento, pudiera sobrevenirle una deshonrosa debilidad.

    El marqus, por su parte, tambin deseaba un inmediato ajuste de cuentas, y puesto que estabanpresentes el caballero de Chabrillanne y Andr-Louis para servir de padrinos, no haba ninguna raznpara retrasar el duelo.

    As las cosas, en pocos minutos todo estuvo arreglado, y por la tarde el siniestro grupo de cuatrohombres se dirigi hacia la pista para bochas que haba detrs de la posada. Estaban completamente solos;nadie poda verles, ni siquiera a travs de las ventanas del mesn que estaban detrs del tupido follaje delos rboles.

    No hubo formalidad alguna a la hora de elegir el campo de honor, ni tampoco se midieron lasespadas. El marqus se despoj de su cinturn y desenvain la espada, pero se neg a quitarse los zapatosy la casaca, pues consider que no mereca la pena tomando en cuenta lo insignificante que era sucontrincante. Alto, flexible y atltico, tena ante s a un rival no menos alto, pero delgado y enclenque.Tambin Vilmorin desde hacer ninguno de los usuales preparativos. Reconociendo que de nada podaaprovecharle quitarse la ropa, se puso en guardia completamente vestido. Sus pmulos salientes parecan

    arder.El caballero de Chabrillanne, apoyndose en un bastn, pues haba cedido su espada a Vilmorin,

    contemplaba el duelo con silencioso inters. Frente a l, al otro lado de los combatientes, estaba Andr-Louis, el ms plido de los cuatro, con ojos febriles y retorcindose las manos sudorosas.

    Su instinto le impulsaba a interponerse entre los contrincantes para evitar el encuentro. Sinembargo, ese generoso impulso quedaba anulado por la plena conciencia de su inutilidad. Para calmarse,se aferr a la conviccin de que aquel duelo no poda tener consecuencias realmente serias. Si el honor dePhilippe le obligaba a cruzar la espada con el hombre a quien haba abofeteado, la noble cuna del seor deLa Tour d'Azyr tambin le obligaba a procurar no herir gravemente al joven inexperto a quien haba

    provocado de modo tan evidente y ofensivo. Despus de todo, el marqus era un hombre de honor. Slo

    se propona dar una leccin, dura tal vez, pero que el contrario pudiera aprovechar en vida. Paraconsolarse, Andr-Louis se aferr obstinadamente a esta idea.

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    Se cruzaron los aceros: comenzaba el combate. El marqus presentaba a su adversario apenas elperfil de su esbelta figura, con las rodillas ligeramente dobladas como resortes, mientras que Vilmorinpermaneca cuadrado presentando un blanco perfecto y con las rodillas rgidas como si fuesen de madera.El honor y el espritu de lealtad competitiva clamaban a un tiempo contra semejante encuentro.

    Como era de suponer, todo acab enseguida. De joven, casi en su infancia, Philippe haba recibidonociones de esgrima como cualquier adolescente de su clase. As que conoca los rudimentos del arte de

    manejar la espada. Pero de qu podan servirle en aquel momento? Hubo tres quites, y entonces, sinninguna prisa, el marqus desliz su pie a lo largo del hmedo csped, y su elstico cuerpo se tendi enuna estocada a fondo hasta romper la frgil guardia de Vilmorin. Deliberadamente, la hoja del marqusatraves al joven seminarista... Andr-Louis salt con el tiempo justo para coger el cuerpo de su amigo

    por debajo de los brazos. Entonces se le doblaron tambin a l las piernas por el peso y cayeron juntos enla hmeda hierba. Andr-Louis apoy en su hombro izquierdo la cabeza inerte de Philippe. Los brazos lecolgaban flcidos y la sangre que manaba de la herida le haba empapado las ropas.

    Con el rostro plido y los labios temblorosos, Andr-Louis levant los ojos hasta los del marqus,quien contemplaba su obra con expresin grave. Pero en su cara no se lea ni sombra de remordimiento.

    Le habis matado! grit Andr-Louis.

    Por supuesto.El marqus limpi la hoja del acero con su pauelo de encajes. Cuando concluy tan delicada tarea,

    manifest:

    Ya le dije que tena el peligroso don de la elocuencia.

    Y se volvi para irse, dejando a Andr-Louis en libertad de interpretar su frase como quisiera. Sinsoltar el cuerpo de su amigo que se desangraba, Andr-Louis llam al aristcrata:

    Vuelve, cobarde asesino, y remata tu obra asesinndome a m tambin!

    El marqus volvi el rostro, lleno de ira. Pero el seor de Chabrillanne le detuvo cogindolo por elbrazo. Aunque haba tomado parte activa en los hechos, ahora estaba un poco plido. No tena el valor delseor de La Tour d'Azyr y era mucho ms joven.

    Vamonos dijo, su furia es natural. Eran amigos.

    Has odo lo que me ha dicho? pregunt el marqus.

    Nadie podr negarlo, ni vos ni ningn otro hombre replic Andr-Louis. Vos mismo acabis deconfesarlo al explicarme el motivo por el cual lo habis matado. Porque le tenais miedo.

    Y si as fuera, qu? contest el caballero.

    Y lo preguntis? Nada sabis de la vida ni de la humanidad como no sea el modo de llevarelegantemente una casaca y de peinar vuestro cabello. Oh, s, y tambin blandir vuestras armas contranios y sacerdotes! Es que no tenis sensibilidad, ni alma? No comprendis que es una cobarda matar aquien se teme, y doble cobarda matar de esta forma? Si le hubierais clavado un pual por la espalda, por

    lo menos estara a salvo el valor de vuestra vileza. Hubiera sido una vileza sin disfraz. Pero temiendo lasconsecuencias de un acto como ste, escondisteis vuestra cobarda bajo el pretexto de un duelo.

    El marqus se libr de la mano de su primo y dio un paso hacia Andr-Louis, alzando ahora suespada como un ltigo. Pero otra vez el caballero le detuvo.

    No, no, Gervais! Djalo, por el amor de Dios!

    Dejadle que venga, caballero! grit Andr-Louis con voz ronca. Dejadle que remate en m sucobarda.

    El caballero de Chabrillanne solt a su primo. El marqus avanz con los labios lvidos y los ojosfebriles hasta el jovenzuelo que tan abiertamente le insultaba. Y entonces se contuvo. Quiz de pronto seacord del parentesco que el pueblo atribua al seor de Gavrillac con aquel joven, as como del afecto

    que el noble le profesaba. Probablemente pens que no le convena tener problemas con el seor deGavrillac, sobre todo ahora que la amistad de este caballero era para l tan importante. Sin embargo, ledola retirarse despus de haber sido ofendido en su dignidad.

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    Fuese lo que fuere, lo cierto es que el caballero se detuvo en seco, lanz una incoherenteinterjeccin que era mezcla de ira y de desprecio, dio media vuelta y se alej apretando el paso con su

    primo.

    Cuando el posadero y su gente acudieron, encontraron a Andr-Louis abrazado al cuerpo de suamigo, murmurando apasionadamente al sordo odo del que yaca en sus brazos:

    Philippe! Hblame, Philippe! No me oyes? Oh, Dios mo! Philippe!

    Una mirada bast para que todos comprendieran que ya no eran necesarios ni un mdico ni unsacerdote. La mejilla que descansaba contra la de Andr-Louis tena un color plomizo, los ojos aparecanvidriosos y un poco de espuma sanguinolenta asomaba en los labios entreabiertos.

    Medio cegado por las lgrimas, Andr-Louis sigui, dando traspis, el cuerpo de su amigo, que losotros llevaron a la posada. Ya arriba, en la habitacin donde lo acostaron, se arrodill junto al lecho y conla mano del muerto entre las suyas, jur con rabia impotente que el seor de La Tour d'Azyr pagara muycaro lo que haba hecho.

    Le tema a tu elocuencia, Philippe dijo. Si no obtengo la justicia que exijo por este asesinato,juro que me tomar la justicia por mi mano, y lo que l tema de ti, tendr que temerlo de m. Tema quearrastraras a los hombres con tu verbo y que destruyeran el orden que a l le sostiene. Pues los hombres

    sern arrastrados, y tu elocuencia, y tus argumentos, y tus ideas sern la herencia que yo recibir de ti.Har mos todos tus pensamientos. Poco importa que yo crea o no en tu evangelio de la libertad. Loconozco, palabra por palabra, y esto es lo que importa para nuestro propsito, el tuyo y el mo. Y si todofallara, tus ideas hallarn expresin en mi lengua. As al menos habremos frustrado su vil intento deacallar la voz que tema. No sacar ningn provecho de la sangre que mancha su alma. Mi voz le

    perseguir ms implacablemente de lo que hubiera hecho la tuya.

    Este pensamiento le regocij, calmndolo y atenuando su dolor, lo que le permiti orar muy bajito.Despus su corazn tembl al pensar cmo Philippe, un hombre de paz, casi un sacerdote, un apstol delcristianismo, iba a presentarse ante su Creador con el pecado de la ira en su alma. Era horrible! Pero Diosvera lo justo de su clera. En cualquier caso, aquel pecado no poda ensombrecer el amor que Philippe

    siempre haba practicado, ni la noble pureza de su gran corazn. Despus de todo, pensaba Andr-Louis,Dios no era un aristcrata.

    CAPTULO V

    El seor de Gavrillac

    Por segunda vez en aquel da, Andr-Louis fue al castillo, con presteza y sin preocuparse por los

    curiosos que le vean atravesar el pueblo ni por los murmullos de las gentes excitadas por el suceso delque haba formado parte activa.

    Bnoit el viejo criado a quien grandilocuentemente llamaban senescal lo condujo a lahabitacin de la planta baja que, tambin con grandilocuencia, reciba el nombre de biblioteca.Ciertamente la sala tena algunos estantes donde dorman el sueo eterno algunos volmenes maltratados,

    pero los tiles de caza escopetas, reclamos, cuernos y cuchillosaparecan all ms profusamente que loslibros. Los muebles eran macizos, de roble intrincadamente tallado, y eran muy antiguos. Grandes vigasde madera cruzaban el alto techo pintado de blanco.

    All estaba el robusto seor de Gavrillac pasendose inquieto cuando entr Andr-Louis. Ya estabaenterado de todo lo ocurrido en la posada El Bretn Armado. El seor de Chabrillanne acababa de salir deall despus de informarle debidamente, y el seor de Kercadiou confes estar profundamente afligido y

    perplejo.Qu pena me da! exclam. Qu pena! repiti bajando la enorme cabeza. Un joven tan

    estimable y con un futuro tan prometedor! Ah, ese La Tour d'Azyr es un hombre muy resentido en estas

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    cuestiones! Quiz tenga razn. No lo s. Jams he matado a un hombre por una discrepancia de opinin.De hecho, nunca he matado a nadie. No est en mi naturaleza. Si lo hiciera, ya nunca ms podra dormirtranquilo. Pero no todos los hombres somos iguales.

    La cuestin, querido padrino, consiste en qu debemos hacer ahora coment Andr-Louis conaplomo, pero intensamente plido.

    El seor de Kercadiou le mir de hito en hito:

    Qu diablos quieres que hagamos? Segn he odo, Vilmorin abofete al marqus.

    Despus de haber sido groseramente provocado por l.

    Igual que tu amigo lo provoc con su lenguaje revolucionario. El pobre tena la cabeza llena deesas tonteras de los enciclopedistas. Eso les pasa a los que leen demasiado. Yo nunca me he preocupadomucho por los libros, Andr, ni he visto que del estudio salga otra cosa que problemas. Inquieta a loshombres, les complica la existencia, y destruye la sencillez, que es la nica fuente posible de la paz y lafelicidad. Ojal este desdichado asunto te sirva de aviso, querido Andr! Tambin t te has idoaficionando a esas especulaciones filosficas que quieren trastornar el orden social. Ya ves lo que sale deah. Un joven fino, estimable, hijo nico, y adems de una viuda, se olvida de s mismo, de su posicin,de su deber para con su madre. Se olvida de todo, y se deja matar de esa manera. Es muy triste. Te juro

    por mi alma que es muy triste.Sac un gran pauelo y se son la nariz con vehemencia.

    Andr-Louis tena el corazn en un puo y sinti que la esperanza no muy grande por cierto quetena en el apoyo de su padrino se desvaneca.

    Veo dijo que todas vuestras crticas van contra el muerto y ninguna contra el asesino. Y, noobstante, no puedo creer que estis de acuerdo con semejante crimen.

    Crimen! exclam el seor de Kercadiou. Por Dios, muchacho, ests hablando del seor de LaTour d'Azyr!

    S, y del abominable asesinato que ha perpetrado...

    Basta! exclam el seor de Kercadiou con nfasis. No puedo permitir que hables de l ensemejantes trminos. El seor marqus es mi amigo y es muy posible que estrechemos ms an nuestrasrelaciones.

    A pesar de esto? pregunt Andr-Louis.

    El seor de Kercadiou empezaba a perder los estribos:

    Qu tiene que ver una cosa con otra? Lamento lo sucedido, pero no tengo derecho a condenarlo.Es una regla establecida para ajustar diferencias entre caballeros.

    Realmente creis eso?

    Qu demonios quieres dar a entender? Dira yo algo en lo que no creo? Estoy empezando aenfadarme contigo.

    No matars, dice tanto la ley de Dios como la del rey.Veo que ests dispuesto a sacarme de mis casillas. Fue un duelo...

    Andr-Louis interrumpi a su padrino:

    No se puede llamar duelo a un encuentro con dos pistolas donde la nica que est cargada es la delmarqus. l invit a Philippe a visitarle con la deliberada intencin de arrastrarlo a una discusin, y trasexaltarle con sus insultos, matarle. Un poco de paciencia, mi querido padrino. No estoy hablando de algoque yo haya inventado, sino de lo que el mismo marqus me ha dicho.

    Un poco dominado por la gravedad del joven, el seor de Kercadiou mir a otra parte, se encogi dehombros y se dirigi a la ventana.

    Slo un tribunal de honor podra decidir en este asunto; y aqu no tenemos tribunales de honor dijo.

    Pero s los tenemos de justicia.

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    Muy irritado, el seor se volvi rpidamente y clav los ojos en su ahijado.

    Y qu tribunal de justicia crees que escuchara la querella que tienes en mente?

    En Rennes est el tribunal del procurador del rey.

    Y crees que el procurador del rey va a escucharte?

    A m, quiz no. Pero si vos presentarais la querella...

    Poner yo la querella? salt el seor de Kercadiou mostrndose horrorizado ante tal sugerencia.El hecho ha ocurrido aqu, en vuestros dominios...

    Quieres que yo acuse al seor de La Tour d'Azyr? Me parece que no ests en tus cabales. Estsloco, tan loco como ese pobre amigo tuyo que mira cmo ha acabado por meterse en lo que no leimportaba. El lenguaje que emple aqu al hablarle al marqus de la muerte de Mabey era muy ofensivo.Tal vez t no lo sabas. Por eso no me sorprende que el marqus haya buscado la satisfaccin que exigasu honor.

    Ya veo... dijo Andr-Louis.

    Ya ves? Qu diablos es lo que ves? le interrumpi su padrino.

    Que tendr que hacerlo todo yo solo.

    Y puedes hacerme el favor de decirme qu diablos piensas hacer? Ir a Rennes y expondr loshechos ante el procurador del rey.

    Estar demasiado ocupado para escucharte.

    La mente del seor de Kercadiou estaba un poquito aturullada, pero continu:

    Bastantes problemas hay ya en Rennes con esa locura de la Asamblea General con la cual elmaravilloso Necker cree que va a sanear las finanzas del reino. Como si un insignificante suizo empleadode banco, que adems es un condenado protestante, pudiera tener xito all donde hombres como Calonney Brienne han fracasado!

    Buenas tardes, padrino dijo Andr-Louis.

    Adonde vas?Ahora a casa. Maana a Rennes.

    Espera, muchacho, espera dijo el achaparrado caballero y le puso una mano en el hombro.Ahora escchame, Andr, lo que piensas hacer es cosa de caballeros andantes, propia de lunticos. Nada

    bueno sacars si persistes en esa actitud. T has ledo Don Quijote y sabes lo que le sucedi cuando seenfrento con los molinos de viento. Eso mismo, ni ms ni menos, te pasar a ti. Deja las cosas comoestn, hijo mo. No quisiera que algo malo te ocurriera.

    Andr-Louis le miraba, sonriendo tristemente.

    Hoy hice un juramento y condenara mi alma si lo rompiera.

    Quieres decir que te irs, a pesar de todo lo que te he dicho? tan impetuoso como inconsecuente,

    el seor de Kercadiou volva a montar en clera: Pues bien, entonces... vete al diablo!Empezar por visitar al procurador del rey.

    Y si te metes en problemas, luego no vengas aqu a suplicar mi ayuda estall el seor deKercadiou. Realmente estaba muy disgustado, y sigui tronando: Puesto que has escogidodesobedecerme, puedes romperte esa cabeza vaca que tienes contra el molino de viento e ir a la

    perdicin.

    Andr-Louis inclin la cabeza con gesto irnico y se dirigi a la puerta.

    Si el molino fuera demasiado grande dijo desde el umbral, ya ver qu hago con el viento que lomueve. Adis, padrino.

    Y sali dejando solo al seor de Kercadiou que, con el rostro rojo de ira, trataba de descifrar laltima frase de su ahijado. En realidad, su mente no era lo bastante aguda para comprender ni a Andr-Louis ni al seor de La Tour d'Azyr. Por eso ahora estaba igualmente enojado con los dos. Considerabaque esos hombres testarudos, que siguen obstinadamente sus impulsos, son realmente muy problemticos

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    e irritantes. l amaba la vida tranquila y quera estar en paz con sus vecinos. Y le pareca tan obvio quese era el mejor estilo de vida, que slo los locos podan empearse en vivir de otra manera.

    CAPTULO VIEl molino

    Entre Nantes y Rennes haba un servicio de tres diligencias por semana que, por una suma deveinticuatro libras ms o menos equivalentes a guineas inglesas, cubra ese recorrido en unas catorcehoras de viaje. Una vez por semana, una de esas diligencias se apartaba de la carretera para pasar porGavrillac llevando y recogiendo cartas, peridicos y, algunas veces, pasajeros. Generalmente, Andr-Louis utilizaba estos coches en sus viajes de ida y vuelta a la ciudad. Pero ahora tena demasiada prisa

    para perder un da esperando el paso de la diligencia. Por eso alquil un caballo en El Bretn Armado y alda siguiente se puso en camino. Tras una hora de veloz galope, bajo el cielo gris, y recorriendo diez

    millas a travs de tediosas comarcas, lleg a la ciudad de Rennes.Cruz a caballo el puente sobre el Vilaine, y entr por la parte principal de la importante ciudad,

    cuyos treinta mil habitantes parecan haberse dado cita al mismo tiempo en las calles. La aglomeracin degente era tan grande que obstrua el paso. Estaba claro que el desdichado Philippe no haba exageradocuando hablaba de la conmocin que sacuda aquella ciudad.

    Se abri paso lo mejor que pudo hasta llegar a la Plaza Real, donde el gento era mucho mscompacto. Encaramado en el pedestal de la estatua ecuestre de Luis XV, un joven de plido rostroarengaba a la multitud. Por su edad y por su ropa evidentemente se trataba de un estudiante, y un grupo decompaeros, ataviados igual que l, hacan las veces de guardia de honor en torno a la estatua.

    Por encima de las cabezas de la muchedumbre, Andr-Louis pudo coger al vuelo unas cuantas

    frases gritadas a viva voz: ... Era la promesa del rey... Se oponen a la misma voluntad del rey enBretaa... El rey los ha disuelto... Los insolentes nobles desafan al pueblo y a su soberano....

    De no haberlo sabido ya por Philippe, esas frases le hubieran bastado a Andr-Louis paracomprender que el Tercer Estado estaba al borde de la rebelda. El joven pens que aquella demostracinde furor popular le vena como anillo al dedo para sus planes. As, con la esperanza de que la situacin

    predispondra al procurador del rey en su favor, se abri paso atravesando la amplia Plaza Real, donde elgento empezaba ahora a dispersarse. Dej su caballo en una posada llamada La Cuerna del Ciervo y sedirigi a pie al Palacio de Justicia.

    En las obras de lo que ms tarde sera la catedral, tambin se agolpaba el populacho. Pero Andr-Louis no se detuvo para averiguar el motivo de aquella concentracin. Sigui andando y lleg al bello

    palacio italiano, uno de los pocos edificios que sobrevivi al incendio que haba tenido lugar haca sesentaaos.

    No sin dificultad, lleg al gran vestbulo llamado Sala de los Pasos Perdidos, donde esper mediahora hasta que un ujier se dign informar al dios que presida aquel santuario de la justicia que unabogado de Gavrillac peda humildemente audiencia para tratar un asunto importante.

    Probablemente el dios se dign recibirlo debido a la gravedad de lo que estaba ocurriendo en lacalle. Tras ser acompaado por la ancha escalinata de piedra, Andr-Louis pas a una sala de espera muyespaciosa, pero escasamente amueblada. All haba otras personas esperando, hombres en su mayora.

    As transcurri otra media hora, durante la cual Andr-Louis se dedic a pensar lo que iba a decir enla entrevista. Mientras meditaba, comprendi que sus probabilidades de xito eran pocas ante un hombreque vea las leyes y la moral a travs del prisma de su clase social.

    Al fin le dejaron pasar por la maciza puerta de roble hasta elegante y bien iluminado saln dondebrillaba tanto el oro y haba tanto raso que ms bien pareca la alcoba de una damisela a la ltima moda.

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    Era un ambiente bastante frvolo para un procurador del rey, pero, al menos a los ojos del comn dela gente, aquel personaje no tena nada de frvolo. Estaba sentado al final de la estancia, al lado de una delas ventanas que daban a uno de los patios interiores, detrs de una mesa Luis XV adornada con pinturasde Watteau y taraceada de oro y ncar. Vesta una casaca escarlata, luca en el pecho una condecoracin,y una chorrera salpicada de diamantes como gotas de roco caa sobre su pecho. Arrogantemente, el seorde Lesdiguires ech hacia atrs su imponente peluca empolvada, mientras Andr-Louis haca una

    genuflexin.Al ver aparecer a aquel joven flaco, de lacio pelo negro, ataviado con casaca obscura y calzn de

    montar, con aquellas botas de jinete enfangadas, el augusto rostro del procurador del rey se arrugjuntando sus negras cejas sobre su enorme nariz ganchuda.

    Sois vos el que se anuncia como abogado de Gavrillac para comunicarme una importanteinformacin? refunfu.

    El tono perentorio invitaba a hablar sin hacerle perder su precioso tiempo al procurador del rey. Elseor de Lesdiguires estaba acostumbrado a imponer su personalidad, y no le faltaban motivos, pueshaba visto a ms de un pobre diablo asustarse ante el trueno de su voz.

    Ahora esperaba hacer lo mismo con aquel joven abogado de Gavrillac. Pero esper en vano.

    Andr-Louis encontr ridculo a aquel hombre. Saba que la presuncin no es ms que la mscarade la debilidad y de la mediocridad. Y ante l tena a la presuncin en carne y hueso. Eso era lo que lvea en la arrogancia de la cabeza, en el ceo fruncido, en la inflexin de su voz engolada. Es ms fcil

    para un hombre drselas de hroe ante su ayudante de cmara, que ha visto dispersas las diferentes partesque componen el todo imponente, que serlo ante un estudioso de la humanidad dedicado a examinar algnero humano sobre una mesa de diseccin.

    Andr-Louis avanz decidido, imprudentemente segn pens el seor de Lesdiguires:

    Y vos sois sin duda el procurador de Su Majestad en Bretaa dijo tratando al augusto seor comoa un mortal cualquiera. Vos sois el que administra la justicia de nuestro rey en esta provincia?

    La sorpresa se reflej en el orondo rostro, bajo la gran peluca profusamente empolvada.

    Por casualidad vuestra visita tiene algo que ver con esa infernal insubordinacin del populacho? pregunt.

    No, seor.

    El procurador volvi a fruncir el ceo:

    Entonces, por qu demonios vens a robarme el tiempo cuando ese barullo en las calles reclamatoda mi atencin?

    El asunto que me trae aqu es igual