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San Agustín de Hipona (354-430) es un santo y escritor escolástico convertido en obispo al año 395 de la Iglesia de Hipona. En los años 397 y 398 comienza a escribir libros autobiográficos que son el desarrollo de un encuentro con Dios a través del recorrido interior, suerte de modelo para quien quiera investigar su propia alma 1 . Hacia el año 430 muere San Agustín durante la invasión Genserica a África Romana. Sin lugar a dudas, Agustín es un prolífico autor y pensador cristiano, de lo mas influyente en el primer milenio, uniendo en su pensamiento una fuerte doctrina cristiana, pero fundamente en los fuertes pisos de la filosofía. Es necesario que ahora dirijamos la atención hacia los pensamientos de San Agustín, quien nos guiará en un trabajo profundo acerca de la memoria, esta facultad del alma y de suma importancia para el entendimiento cabal de su ontología, del desarrollo de su trabajo epistemológico y pie fundamental para entender la conexión esencial entre nosotros y Dios. San Agustín luego de haber hecho un vasto recorrido acerca de quien es Dios, qué es lo que es y lo que no es, acaba por hacerse una pregunta no menor, a través de la cual llega a la memoria: “ Quid ergo amo, cum Deum meum amo? Quis est ille super caput animae meae?” 2 . Es claro que San Agustín no difiere de Platón en lo siguiente, que nos comunicamos con la vida suprasensible, inmortal e inmutable a través del alma. Pero San Agustín no se queda solamente en pensar que el alma es algo tan simple, es mas bien un compuesto. El interior humano “alma” es un compuesto de tres facultades, memoria, entendimiento y voluntad, no lograríamos conocer el mundo ni nada de las cosas sin un alma completa, que tenga en sí estas tres facultades, argumento que explica con gran astucia en el libro X capitulo XI de La Trinidad 3 . Es un intento muy bien logrado de explicar el cómo conocemos, en una primera instancia cómo conocemos las cosas materiales y mundanas (los saberes al alcance de nuestros sentidos), que es lo que nuestra alma nos mueve a hacer, nuestra voluntad de hacer y saber, luego, a través de que facultad conozco, el entendimiento, lo que nos permite ver para analizar los 1 Soy yo el que recuerdo, yo el alma. No es gran maravilla si digo que está lejos de mí cuanto no soy yo; en cambio, ¿qué cosa más próxima a mí que yo mismo? Con todo, he aquí que, no siendo este «mí» cosa distinta de mi memoria, no comprendo la fuerza de ésta.” 2 ¿Qué amo, pues, cuando yo amo a mi Dios? ¿Y quién es él sino el que está sobre la cabeza de mi alma? 3 Son tres según sus relaciones reciprocas; y si no fueran iguales, no sólo cuando una dice habitud a otra, sino incluso cuando una de ellas se refiere a todas, no se comprenderían mutuamente. Se conocen una a una, y una conoce a todas ellas. Recuerdo que tengo memoria, inteligencia y voluntad; comprendo que entiendo, quiero y recuerdo; quiero querer, recordar y entender, y al mismo tiempo recuerdo toda mi memoria, inteligencia y voluntad. Lo que de mi memoria no recuerdo, no está en mi memoria. Nada en mi memoria existe tan presente como la memoria. Luego en su totalidad la recuerdo.”

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San Agustín de Hipona (354-430) es un santo y escritor escolástico convertido en obispo al año 395 de la Iglesia de Hipona. En los años 397 y 398 comienza a escribir libros autobiográficos que son el desarrollo de un encuentro con Dios a través del recorrido interior, suerte de modelo para quien quiera investigar su propia alma1. Hacia el año 430 muere San Agustín durante la invasión Genserica a África Romana. Sin lugar a dudas, Agustín es un prolífico autor y pensador cristiano, de lo mas influyente en el primer milenio, uniendo en su pensamiento una fuerte doctrina cristiana, pero fundamente en los fuertes pisos de la filosofía.

Es necesario que ahora dirijamos la atención hacia los pensamientos de San Agustín, quien nos guiará en un trabajo profundo acerca de la memoria, esta facultad del alma y de suma importancia para el entendimiento cabal de su ontología, del desarrollo de su trabajo epistemológico y pie fundamental para entender la conexión esencial entre nosotros y Dios.

San Agustín luego de haber hecho un vasto recorrido acerca de quien es Dios, qué es lo que es y lo que no es, acaba por hacerse una pregunta no menor, a través de la cual llega a la memoria: “Quid ergo amo, cum Deum meum amo? Quis est ille super caput animae meae?” 2. Es claro que San Agustín no difiere de Platón en lo siguiente, que nos comunicamos con la vida suprasensible, inmortal e inmutable a través del alma. Pero San Agustín no se queda solamente en pensar que el alma es algo tan simple, es mas bien un compuesto. El interior humano “alma” es un compuesto de tres facultades, memoria, entendimiento y voluntad, no lograríamos conocer el mundo ni nada de las cosas sin un alma completa, que tenga en sí estas tres facultades, argumento que explica con gran astucia en el libro X capitulo XI de La Trinidad3.

Es un intento muy bien logrado de explicar el cómo conocemos, en una primera instancia cómo conocemos las cosas materiales y mundanas (los saberes al alcance de nuestros sentidos), que es lo que nuestra alma nos mueve a hacer, nuestra voluntad de hacer y saber, luego, a través de que facultad conozco, el entendimiento, lo que nos permite ver para analizar los movimientos del mundo en mi interior para luego almacenar esa gran información en la memoria “…ubi sunt thesauri innumerabilium imaginum de cuiuscemodi rebus sensis invectarum. Ibi reconditum est, quidquid etiam cogitamus,(…) quod nondum absorbuit et sepelivit oblivio .”4 San Agustín ve en el interior humano un trabajo en conjunto, no es que simplemente conozcamos por la memoria, o que el alma humana conozca sin hacer diferencias entre sus facultades, si no que, nos deja muy en claro que si ha habido conocimiento acerca de algo, este debe estar en la memoria, en ocasiones, muy clara y vívida imagen, en otros lo que sentimos al tener esa experiencia. A través del entendimiento comprendimos al mundo, pudimos ver lo simple y lo complejo, que quisiéramos comprenderlo es parte de nuestra voluntad. Ahora, cada vez que queremos ocupar estos conocimientos, nuestra alma irá hacia la memoria, recorriendo celdas y caminos, no lo hará desordenadamente, vendrán de la manera en que los sentimos y conocimos.

Ya vemos como San Agustín entiende como conocemos el mundo, su epistemología clara y con fundamentos. Pero para nada serviría esto si es que solamente se quedara aquí el razonamiento, y nuestro intelecto, alma y cuerpo estuviesen solo dirigidos a comprender las cosas mundanas y materiales, lo que siempre se transforma y muere. No habría en realidad sentido que todos nuestros elementos constitutivos y facultades se preocuparan con toda su fuerza de esto, si no que es necesario que estén dirigidos a la comprensión de una existencia por sobre nuestra alma, que hizo posible, incluso que pudiésemos llegar a comprender esto,

1 “Soy yo el que recuerdo, yo el alma. No es gran maravilla si digo que está lejos de mí cuanto no soy yo; en cambio, ¿qué cosa más próxima a mí que yo mismo? Con todo, he aquí que, no siendo este «mí» cosa distinta de mi memoria, no comprendo la fuerza de ésta.”

2 “¿Qué amo, pues, cuando yo amo a mi Dios? ¿Y quién es él sino el que está sobre la cabeza de mi alma?

3 “Son tres según sus relaciones reciprocas; y si no fueran iguales, no sólo cuando una dice habitud a otra, sino incluso cuando una de ellas se refiere a todas, no se comprenderían mutuamente. Se conocen una a una, y una conoce a todas ellas. Recuerdo que tengo memoria, inteligencia y voluntad; comprendo que entiendo, quiero y recuerdo; quiero querer, recordar y entender, y al mismo tiempo recuerdo toda mi memoria, inteligencia y voluntad. Lo que de mi memoria no recuerdo, no está en mi memoria. Nada en mi memoria existe tan presente como la memoria. Luego en su totalidad la recuerdo.”

4 “(…)donde están los tesoros de innumerables imágenes de toda clase de cosas acarreadas por los sentidos. Allí se halla escondido cuanto pensamos,(…) y no ha sido aún absorbido y sepultado por el olvido.”

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que conocemos, que queremos conocer y que logramos repasar nuestros conocimientos a través de la memoria. Es necesario, incluso como el inicia su argumento de la memoria, que esta tenga en vista a Dios, que en realidad, no nos estaríamos preguntando absolutamente nada de esto si es que no hubiésemos partido por la pregunta, cómo conozco a Dios.

Para esto San Agustín nos llevará a una segunda instancia del conocer, cómo conocemos a Dios. Sería ilógico para Agustín, pensar que la facultad que nos hace conocer lo Inmutable es la facultad sensitiva del alma o la facultad por “… qua haereo corpori et vitaliter compagem eius repleo. Non ea vi reperio Deum meum.”5 Esto, de no ser así, permitiría a los otros cuerpos animados pero no racionales (Agustín menciona a estos, como los que no tienen inteligencia), a alcanzar también el nexo divino, y accederían como nosotros a la vida inmaterial e imperecedera, algo imposible. Lo que nos está intentando decir con esto, es que no lograremos de ninguna manera alcanzar el conocimiento inmortal, verdadero e inmutable a través de lo corporal, del cuerpo material, que es el vinculo con la tierra, este mundo que nunca es igual a sí mismo.

Aunque las energías de este documento estén dirigidas hacia el análisis de la memoria, queda dicho que en realidad la memoria sin entendimiento y voluntad no hacen completa al alma, que sin estas tres facultades nunca llegaríamos a conocer. Ahora, es cierto que le dedicaremos menor cantidad de tiempo en este trabajo, pero no por ello están olvidadas.

Ahora, entremos en esta facultad del interior humano mas profundamente. Es clara la función que tienen acá los sentidos, acarreamos nuestras experiencias sentidas al campo de la memoria, hacia nuestro interior humano, pero hay un punto al parecer extremadamente evidente pero no menos importante para nuestro análisis, “Nec ipsa tamen intrant, sed rerum sensarum imagines illic praesto sunt cogitationi reminiscenti eas.”6 Nada de lo que guardamos en nuestra memoria, queda por motivo alguno con materia, ancho o largo, por lo que entonces lo que guardamos en nuestra memoria son imágenes, cosas a semejanza de la experiencia, es una constancia del conocimiento puesto que nunca tendremos la cosa misma y tangible en nuestra memoria, solo quedará para nosotros una imagen, que es comprendida por nosotros, no solo vista o sentida. Es evidente que San Agustín nos está queriendo advertir, lo que en el capitulo X del libro X de Confesiones ahondará, que en forma de pregunta nos dirá: (refiriendose a los sentidos) “tactus dicit: "Si corpulentum non est, non contrectavi; si non contrectavi, non indicavi". Unde et qua haec intraverunt in memoriam meam? Nescio quomodo; nam cum ea didici, non credidi alieno cordi, sed in meo recognovi et vera esse approbavi et commendavi ei tamquam reponens, unde proferrem, cum vellem.”7 Hay algo esencial aquí, que lo esta intentando trabajar desde el conocimiento de las ciencias, esto es, que hay cierta clase de conocimiento que no entra por los sentidos, que puede estar manifestado por algún factor material, pero nuestro intelecto no se queda con el material mismo, si no con lo que referido en el está, ese conocimiento intangible que solo con nuestras facultades interiores administraremos, pero no como los sentidos. Existen conocimientos en nuestra memoria que siempre han estado allí, que por mas que busque como entraron no encontrare respuesta, que por mas que sienta lo que son, no tienen imagen ni sentido asociado, son constitutivos de la memoria humana, transversal a los hombres, esto es de suyo evidente cuando pensamos que, sin estos conocimientos no llegaríamos a concebir el mismo mundo, no estaríamos mirando como humanos, mas bien, cada oveja en su rebaño, comprendiendo y construyendo el mundo a su manera. Es muy interesante como San Agustín relaciona esto también con el significado de cogito que es pensar en latín y resulta estar ligado por su raíz a cogo que es recoger, queriéndonos decir que, expresado en el lenguaje, también está la relación de un pensar el conocimiento que es recoger y ordenar, traer a nosotros. Finalmente Agustín termina esta segunda instancia del conocer diciendo que es muy diferente el sentir del pensar, expresado de la siguiente manera: Una cosa es el

5 “…la que estoy unido al cuerpo y llena (mi) organismo de vida, pues no encuentro en ella a mi Dios.”

6 “Ni son las mismas cosas las que entran, sino las imágenes de las cosas sentidas, las cuales quedan allí a disposición del pensamiento que las recuerda”

7 “El tacto (los sentidos) dice(n): «Si no es cosa corpulenta, yo no la he tocado (sentido), y si no la he tocado (sentido), no he dado noticia de ella».

¿Por dónde, pues, y por qué parte han entrado en mi memoria? No lo sé. Porque cuando las aprendí, ni fue dando crédito a otros, sino que las reconocí en mi alma y las aprobé por verdaderas y se las encomendé a ésta, como en depósito, para sacarlas cuando quisiera.”

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entendimiento por los sentidos, los cuales traemos nosotros como imágenes a nuestra memoria, pero otro entendimiento que se refiere directamente a esto es la significación que tiene esa imagen, que sería el verdadero conocimiento, ya no expresado en lenguaje de los sentidos, no material, no tangible, no perceptible sensorialmente si no que solamente intelectualmente.8

Hemos alcanzado entonces, una vasta parte del desarrollo epistemológico del autor, atravesando las áreas del conocimiento desde la experiencia a la percepción, a través de las facultades voluntad, entendimiento y memoria, pasando del conocimiento simple al compuesto, pero de sobremanera, el paso del conocimiento como imagen, reino de los sentidos, bóveda de todas las percepciones sensoriales al mundo de las abstracciones, del conocimiento de las significaciones como él expone. Teniendo todo este camino recorrido, Agustín hace un salto importantísimo para su objeto de estudio, que es básicamente el estudio de cómo conocemos a Dios.

Agustín se pregunta acerca de las cosas que no están aquí, quiere referirse al uso voluntario de hacer memoria, “Nomino memoriam et agnosco quod nomino. Et ubi agnosco nisi in ipsa memoria? Num et ipsa per imaginem suam sibi adest ac non per se ipsam?”9 Esta refiriendose al recordar, al traer a si mismo este conocimiento que esta guardado, cada vez que pensamos estamos haciendo uso de memoria, esta ante la experiencia, quiere sacar conclusiones o mediar con ella (por experiencia me refiero no solo al mediar con la naturaleza material, si no tambien con la mental), para lograr esto debe recorrer lo que sabe y juntarlo con su experiencia actual, nuestro interior humano comienza su busqueda y trae a nosotros lo que no está presente. Pero he aquí una diferencia que logra hacer el alma, entre la imagen del recuerdo, el sentimiento de este, y la significación de este, que es netamente intelectual. Nos está tratando de explicar de nuevo, que hay una diferencia entre lo que media el cuerpo con el entendimiento y lo media la razón, medio por el cual conoceriamos las cosas inmateriales (los animales tambien tienen un tipo de memoria).

Es necesario entonces que apartemos de nuestra concepción este tipo de memoria, cualquiera que nos pueda hacer perder el camino hacia la verdad, para esto San Agustín piensa que es claro que a través del alma conoceremos a dios, que es nuestro interior humano el que se acercará a esta gloria, pero es necesario que nos alejemos de la memoria, esto el lo hace solo como pensamiento, puesto que nuevamente estamos pensando a Dios, llegar a conocerlo es saber cómo lo conocimos. Interesante es lo que dice luego, que acordarse de algo es recordar, conocer es reconocer, intentando llevarnos al argumento de la Reminiscencia. Nunca olvidamos del todo, siempre tendremos por lo menos el olvido, el recuerdo del olvido, que es, en un tiempo pasado tuve el conocimiento, lo se por el rastro del olvido10, y así siempre estaré buscando el saber por uniones de ideas. Todo lo que sé ahora, es porque lo aprendí o conocí en un tiempo pasado, lo único que debo hacer es saber unir la parte que me comunica con el olvido con la parte olvidada, si es que puedo hacerlo, por lo cual tendré una de dos: recordaré uniendo las partes, o me quedaré con el olvido, hasta que mi mente por no estar en paz consigo misma encuentre lo que busca. Esto es la reminiscencia para San Agustín.

Casi se puede lograr ver lo que el autor está intentando hace con todos estos argumentos, nos está llevando a lo mas profundo y por muchos caminos al conocer a Dios, “utrum per recordationem, tamquam eam oblitus sim oblitumque me esse adhuc teneam, an per appetitum discendi incognitam, sive quam numquam scierim sive quam sic oblitus fuerim, ut me nec oblitum

8 “Y, sin embargo, ciertamente no podríamos nombrar estas cosas si no encontrásemos en nuestra memoria no sólo los sonidos de los nombres según las imágenes impresas en ella por los sentidos del cuerpo, sino también las nociones de las cosas mismas, las cuales no hemos recibido por ninguna puerta de la carne, sino que la misma alma, sintiéndolas por la experiencia de sus pasiones, las encomendó a la memoria, o bien ésta misma, sin haberle sido encomendadas, las retuvo para sí.”

9 Nombro la memoria y conozco lo que nombro; pero ¿dónde lo conozco, si no es en la memoria misma? ¿Acaso también ella está presente a sí misma por medio de su imagen y no por sí misma?

10 “No se puede, pues, decir que nos olvidamos totalmente, puesto que nos acordamos al menos de habernos olvidado y de ningún modo podríamos buscar lo perdido que absolutamente hemos olvidado.”

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esse meminerim.”11 ¿Qué es este olvido del olvido? ¿qué es lo que he olvidado y ansío recordar tan fuertemente? La cosa ignorada es el bienestar, la felicidad, Agustín afirma que sin lugar a dudas, la busqueda del hombre está en la busqueda de la felicidad, no hay hombre que no la quiera para si mismo, puede confundirse, puede intentar de confundir a los demás, puede obstruir la realidad para que otros no la encuentren, o solo quererla para sí mismo. También puede ser una busqueda en conjunto, a través de diferentes medios, de diferentes facultades, por diferentes razones, con diferentes fines, el puntode comunión de todas estas ideas es sin lugar a dudas y transversal a todos los hombres, la busqueda de la felicidad. ¿Será esta (la felicidad) el olvido del olvido, lo que dejamos de preguntarnos y ya no vemos? “Nonne ipsa est beata vita, quam omnes volunt et omnino qui nolit nemo est?”12 Es una pregunta compleja, sin duda, es claro que surgen mas preguntas que respuestas, al pensar que si no la conocimos nunca, entonces que es lo buscamos recordar, por qué será que estamos en busqueda de la felicidad, o sea, del recuerdo de ella, si es que nunca la hemos tenido. Puede ser un intento de comprender una naturaleza humana instintiva, como el instinto de conservación y pensar que esto se comunica con una naturaleza de perseguir el bienestar, el vivir bien, que el humano sienta predilección por la sensación de bienestar. No es del todo incorrecto esto, Agustín nos dirá lo siguiente, que el humano en su experiencia de vida, tuvo gozo en algún momento, esto quedo grabado en su memoria y luego quedo plasmado en su voluntad. Desea el gozo, lo ansía y los busca, pero por caminos sinuosos es probablemente perderse. El gozo es la conexión mas grande que tenemos con la felicidad, no son lo mismo, pero no estan separados. “Nota est igitur omnibus, qui una voce, si interrogari possent, utrum beati esse vellent, sine ulla dubitatione velle responderent. Quod non fieret, nisi res ipsa, cuius hoc nomen est, eorum memoria teneretur.”13 Pero no es todo, sin embargo. Simplemente, para agustín, no podemos encontrar la felicidad en todas las cosas, en todos los caminos y de todas las formas, sería ridiculo, puesto que por unos nos acercariamos a Dios, que es la verdad y la felicidad, pero por otros caeríamos en laberintos oscuros, nos alejaríamos de Él y alejarse de dios no puede ser encontrar la felicidad, la verdad, lo imperecedero, es mentirse y perderse, autocontentarse. “Est enim gaudium, quod non datur impiis, sed eis, qui te gratis colunt, quorum gaudium tu ipse es. Et ipsa est beata vita, gaudere ad te, de te, propter te.”14 Es necesario por esto, conocer este importante argumento de San Agustín: “Nam quaero ab omnibus, utrum malint de veritate quam de falsitate gaudere; tam non dubitant dicere de veritate se malle, quam non dubitant dicere beatos esse se velle. Beata quippe vita est gaudium de veritate. Hoc est enim gaudium de te, qui Veritas es.”15 Lo que nos está tratando de decir, es que no existe gozo sin verdad, y a esto recalca, verdadera felicidad, verdadero gozo. El verdadero gozo es el conocimiento de la verdad, que no es mas que Dios en su gloria.

Pero, ¿dónde encontramos a Dios? Puesto que Dios habita en nuestra memoria, es nuestro lugar de encuentro, nuestra alma y mas precisamente, nuestra memoria, acompañada por la voluntad y el entendimiento, nos comunica con Dios, puesto que Él está en nuestra alma, habita en ella, no como si estuviese repartido solo en un lugar o muchos, respuesta ilógica, “Habitas certe in ea, quoniam tui memini, ex quo te didici, et in ea te invenio, cum recordor te.”16 Ciertamente está habitando una complitud, no es en un alma donde habita, y no unas cuantas, si no que todas las posibles, existentes y por existir. Lo encontraremos, después de conocerlo, en todas partes de nuestra memoria, si es que vemos con los ojos de la verdad, buscando la felicidad y el gozo de la verdad. “Et nusquam locus, et recedimus et accedimus, et nusquam locus. Veritas,

11 “¿Acaso por medio de la reminiscencia, como si la hubiera olvidado, pero conservado el recuerdo del olvido? ¿O tal vez por el deseo de saber una cosa ignorada, sea por no haberla conocido, sea por haberla olvidado hasta el punto de olvidarme de haberme olvidado?”

12 “¿Pero acaso no es la vida feliz la que todos apetecen, sin que haya ninguno que no la desee?”

13 “Luego es de todos conocida aquélla; y si pudiesen ser interrogados «si querían ser felices», todos a una responderían sin vacilaciones que querían serlo. Lo cual no podría ser si la cosa misma, cuyo nombre es felicidad, no estuviese en su memoria.”

14 “Porque hay gozo que no se da a los impíos, sino a los que generosamente te sirven, cuyo gozo eres tú mismo. Y la misma vida bienaventurada es —y no otra cosa— que gozar de ti, para ti y por ti”

15 “Porque, si yo pregunto a todos si por ventura querrían gozarse más de la verdad que de la falsedad, tan no dudarían en decir que prefieren gozar más de la verdad cuanto no dudan en decir que quieren ser felices. La vida feliz es, pues, gozo de la verdad, porque éste es gozo de ti, que eres la verdad”

16 “Ciertamente habitas en ella, porque me acuerdo de ti desde que te conocí, y en ella te encuentro cuando te recuerdo.”

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ubique praesides omnibus consulentibus te simulque respondes omnibus etiam diversa consulentibus”17

Agustín claramente nos está abriendo una puerta clara de la metafísica, un suelo firme al cual llego por un camino epistemológico, el cual revisa con cuidado, postulando que nuestros conocimientos innatos y previos al conocer mismo, nos habilitan una puerta al conocimiento trascendental.

17 “No hay absolutamente lugar, y nos apartamos y nos acercamos, y, no obstante, no hay absolutamente lugar. ¡Oh Verdad!, tú presides en todas partes a todos los que te consultan, y a un tiempo respondes a todos los que te consultan, aunque sean cosas diversas”