Sandro Chignola. Configuraciones de vida

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Configuraciones de vidaSandro Chignola (Italy) Universit di Padova Aunque parezca excntrica, la propuesta que nace de mi peculiar sector de investigacin es, de alguna manera, necesaria. Creo que hablar de configuraciones de la vida y proponer una discusin sobre el tema requiere algunas decisiones preliminares que ayuden a aclarar nuestro punto de partida. En otros trminos, se trata de configurar en una fase preliminar mi presencia entre ustedes, para que yo pueda comunicar con la mquina, con el hardware del congreso. El trmino tcnico debe entenderse a partir de su etimologa latina: cum-figurare, conformar, adaptar a los integrantes de la presente discusin, es decir, a los investigadores que trabajan en diferentes mbitos disciplinarios, para posibilitar la comunicacin. Como ya sabemos, el cum latn ofrece distintas interpretaciones. Puede indicar simultaneidad, concomitancia es decir, conexin ; o, ms radicalmente, correlacin, paso, intercambio. Segn esta ltima acepcin, cum-figurare significa atribuir a una cosa la imagen de otra. Plasmarla o trans-formarla. Figurare es una palabra muy cercana a fingere; ambas comparten la raz dhigh (snscrito dig.; segn los lingistas el grupo dh corresponde al th griego y a la f latina), que remite a la arcilla, a la tierra. En griego, thig-gano: yo toco. Dei-gan, en gtico antiguo: dar forma a la materia inerte, mezclar, modelar. Figurare es asignar una forma exterior a las cosas, plasmndola segn su naturaleza especfica. Segn esta acepcin, configurar no significa conectar, ni tampoco remitir o simbolizar, en el sentido ms simple de la transferencia, una forma u otra que nos ofrece la etimologa latina. Cum-figurare significa entrar en contacto con las cosas con la vida entendida como materia de la poltica y fingirlas, direccionarlas a una ficcin eficaz, capaz de extraer de ellas una forma o un artificio. Imagino que ya habrn entendido el punto de llegada de mi propuesta. O mejor dicho: el punto de partida. Quiero empezar a partir de una figura que da forma a la poltica moderna y que configura que no reproduce ni refleja, sino que plasma, modela, forja una imagen precisa de la vida (en este caso, de la vida poltica). Existe una figura, una imagen que nace de la poltica moderna; la imagen que Thomas Hobbes expone en la introduccin de su Leviathan de 1651: The Matter, Forme and Power of a Commonwealth Ecclesiasticall or Civil. Si aceptamos la referencia al smbolo teolgicopoltico del Leviatn, es decir, la confrontacin entre la potencia telrica del conflicto y la potestas incomparable del animal evocado para neutralizarlo, vemos que materia, forma y poder (los 2

elementos de la poltica) configuran literalmente la imagen de la poltica moderna, basada en el gran artificio del Estado. Leviatn y Behemot son las dos figuras monstruosas evocadas en el libro de Job como los dos polos en tensin de la experiencia moderna de la poltica. Sin embargo, en la portada del libro de Thomas Hobbes no hay monstruos. La ballena, el cocodrilo, el dragn y el pez de la demonologa hebraicocristiana a la que se refiere el Leviatn no aparecen. Tampoco aparecen el hipoptamo, el elefante y el toro, con los que se identifica la violenta potencia del desorden: Behemot. La imagen que Hobbes hace dibujar para sigilar su obra es una naturaleza muerta. Como recin mencion: materia, forma y poder. Un soberano refigurado sujetando una espada y un bculo, los dos smbolos del poder secular y religioso, extiende sus brazos sobre el territorio protegido por la ley, dando forma es decir ordenando al pueblo, la base material del Estado. Seguimos en orden. En alto, como emblema o epgrafe, se observa la citacin del libro de Job: non est potestas super terram quae comparetur ei (Job, 41-24). Abajo aparece un gigante, la personificacin artificial del Estado, cuyo cuerpo se compone de una masa indiferenciada de innumerables hombres pequeos, y que protege una ciudad pacfica, estableciendo un paralelismo entre la accin de la espada y la del bculo. Debajo de cada brazo, el temporal y el espiritual, figura una serie de cinco dibujos: debajo de la espada, un castillo, una corona, luego fusiles, lanzas, banderas y, por ltimo, una batalla; paralelamente, debajo del bculo, un templo, una mitra episcopal, los rayos de la excomunin, distinciones, silogismos y dilemas sutiles, por ltimo, un concilio. La lucha poltica, extendida tanto en mbito civil como eclesistico la paz de Westfalia que cerr las guerras de religin y dio el primer paso hacia el sistema europeo de los Estados haba sido establecida tres aos antes, en 1648. Los catlicos se haban reunido en Mnster y los protestantes en Osnabrck, demostrando la imposibilidad de conciliar la fe cristiana con el fundamento del orden , enmarca todas las acciones humanas, genera la presencia de armas en ambos lados de la figura y acrecienta el tremor volcnico en el que se impone el Stillstand, el estado de estabilidad y paz, garantizado por el soberano.

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Segn Carl Schmitt, para Hobbes el Estado moderno es una guerra civil continuamente impedida por una gran potencia. El Leviatn, eficaz citacin bblica, encarna la ms fuerte potencia terrena en la figura de un animal cuya potencia avasalladora aniquila todo poder inferior. Sin embargo, es un animal, un ser viviente y por lo tanto mortal. No existe orden terreno que valga eternamente. Evocado como mero poder de intimidacin a participar en una guerra de todos contra todos, el Leviatn dios mortal deber volver al abismo de la nada, derribado por la guerra civil y la rebelin que ya no podr retener. Alles was entsteht ist werth / da es zu Grunde geht, afirma la diablica sabidura negadora de Mefistfeles (Faust I Erster Teil, Studierzimmer). Antes les hablaba de naturaleza muerta, pero no slo porque la muerte del Leviatn es implcita en la precariedad y en la contingencia de su evocacin. Debemos observar con atencin la imagen de la configuracin de la vida pacfica de la ciudad, garantizada por la llegada del soberano. El cuerpo poltico, es decir, la materia formada por el derecho, est constituido por innumerables individuos sin cara. Son individuos abstractos, que se dirigen hacia la firme mirada del rey. Cul es la vida que se representa (es decir, que se presenta a s misma reflejndose en la imagen del poder) a travs de la 4

mediacin del soberano? sta es la cuestin que considero particularmente importante. Ante todo, debemos recordar cmo se determina la evocacin del poder intimidatorio. En primer lugar, el estado de naturaleza, es decir, la guerra de todos contra todos, no constituye un momento preciso en el tiempo, ni su segmento interno. Es ms bien una amenaza constante y silenciosa, una disposicin, la difidencia de todos hacia todos que define la constancia de un ambiente. No se trata del time, sino del weather, precisa el autor del Leviathan. La disposicin a la guerra es lo que surge de la igualdad del deseo, categora de la poltica que Thomas Hobbes piensa desde un punto de vista poltico. Se trata a su vez de la igualdad en el deseo, es decir, la indisponibilidad de ceder al deseo ajeno, lo que predispone al hombre a una radical enemistad recproca: from this equality in ability ariseth the quality of hope in the attaining of our Ends. And therefore if any two men desire the same thing, which nevertheless they cannot both enjoy, they become enemies; and in the way to their End (which is principally their own conservation []), endeavour to destroy or subdue one another. Cuando hace fro, hay mucho viento o nieva, en Italia se habla de tiempo de lobos. El ambiente descripto por la predisposicin apropiadora del deseo suelta manadas de lobos unos contra otros. An peor, este mismo ambiente imposibilita hasta la mnima cooperacin entre los grupos de predadores, que estn ellos cazando o defendindose. Cada hombre encarna la pulsacin del deseo de la nada, porque no puede conseguir nada en un tiempo desprotegido por la ley, garante de lo mo y lo tuyo. Por lo tanto, cada hombre es un lobo para el hombre. Esta animalizacin generada por la igualdad y por la consecuente enemistad define una configuracin precisa de la vida. No hay industria, ni comercio, ni cultura, ni artes, es decir, ninguna forma social posible. Existe slo un miedo perpetuo y el peligro de una muerte violenta como posibilidad para cada uno y para todos. De ah, las palabras oscuras de Hobbes: the life of man, solitary, poore, nasty, brutish, and short. Observamos cmo esta configuracin el hombre convertido en animal antisocial, la vida como recorrido solitario expuesto al peligro, a la infelicidad y a una agonizing death, la relacin con los otros como relacin de rivalidad y competencia feroces mezcla literalmente la materia de la poltica (vida, relacin, potencia) para extraer la imagen del soberano como nico e irresistible poder capaz de domar los instintos animales que describen el estado de naturaleza. En cada palabra, el captulo XIII del Leviathan invierte y tie de negro las definiciones del primer libro de la Poltica de Aristteles: el hombre como animal poltico (politikn zoon) est dotado de palabra y tiende naturalmente a relacionarse. Se halla desde el nacimiento en medio de relaciones polticas ordenadas y demuestra su poder de socializacin viviendo una vida feliz (eu zen), que es, a su vez, impensable fuera del conjunto de las libres relaciones gobernadas de la polis. Se entiende la poltica como mxima 5

explicitacin de la naturaleza humana y la naturaleza humana como naturaleza social, cooperativa, como nexo de relaciones fundadas en la amistad, la reciprocidad, la phila. En contra de esta antropologa de la relacin, surge la imagen del hombre como bestia, afsica pulsin animal, predador solitario aislado en una landa desolada e insegura que recorre su mirada miedosa y glida (dominus non est in definitione patris, haba escrito Hobbes en el De cive (1641), para destituir el valor poltico del patriarcado y quitar hasta en el oikos aristotlico la posibilidad de una naturaleza social del hombre), la imagen de una vida constantemente alejada de la muerte y continuamente expuesta a la amenaza de la muerte. Hegel es el primero en notar que esta configuracin de la naturaleza humana, es decir, de la vida, est de alguna manera pre-orientada por el final deseado. Se trata de la necesidad de un poder irresistible evocado por los lobos como el nico poder capaz de apaciguar los animal spirits de la apropiacin y de posibilitar la propiedad como forma inclusiva, garantizando jurdicamente el ttulo. En la sombra del soberano, ah donde se extiende el derecho de su espada, existir la posibilidad de distinguir lo mo y lo tuyo y asignar una forma de propiedad a los sujetos. Los lobos se convierten en sujetos (sujetos recprocamente funcionales e indiferentes el uno hacia el otro; iguales en la universalidad jurdica en la que se renen) slo porque estn atados al dispositivo que promulga y ejecuta la ley. Por ello, en la figura que estoy describiendo, los que componen el cuerpo del soberano estn todos dirigindose y entregndose a su mirada: dirigindose al soberano en bsqueda de proteccin; entregndose al soberano y a la pena inexorable por la infraccin cometida, lo cual permite la existencia de un horizonte general del derecho. Estos sujetos sin cara confan su propia necesidad de seguridad al soberano, que a su vez representa el deseo de una competencia ordenada, el pacfico Ersatz de una hostilidad armada que podra imponerse como el entramado natural (aunque desviado) de las relaciones. Dichos sujetos se unen en un cuerpo poseen un cuerpo slo despus de que el gran Leviatn ha sido evocado. Por lo tanto, no es el pueblo que crea al soberano, sino el soberano que crea al pueblo. Por ello, lo que aqu se representa es la escena de una naturaleza muerta. No slo porque la muerte (la muerte como riesgo concreto en el estado de naturaleza y como gran ecualizador: segn Hobbes somos iguales frente a la muerte; la muerte se interpreta como una tendencial cada entrpica, a la que la relacin poltica debe constantemente sustraerse; la muerte a la que el gran animal, es decir, el cuerpo poltico sucumbe en el momento del retorno del conflicto y de la revolucin) teje el entramado de la tela en la que Hobbes pinta el artificio del pacto, sino tambin porque la vida que se representa es una vida pasiva, rgida. El cuerpo poltico no es un cuerpo viviente, sino el producto de una organizacin mecnica: un automaton. La referencia a Hobbes puede resultar pretenciosa o forzada, pero yo la considero particularmente importante y ya explicar por qu. A pesar de lo que nos ensearon, Hobbes no es el monstruo de 6

Malmesbury, el terico del absolutismo que, para justificar el poder irresistible del soberano, asume una visin radicalmente pesimista del hombre, considerndolo una bestia despiadada y malvada. Mi primera propuesta de discusin es que Hobbes da el primer paso hacia el agencement, la concatenacin lgica de premisas y consecuencias, que explica la entera teora poltica moderna del Estado, incluyendo las teoras democrticas y liberales. Alexis de Tocqueville, autor extraordinario perteneciente al canon del liberalismo occidental, argumentar la tesis de la perfecta continuidad entre absolutismo y Revolucin francesa. En Hobbes, el concepto de representacin desarrollado en el captulo XVI del Leviathan es central. Pero prefiero no hablar de ello en esta ocasin. Sin embargo, dicho concepto me parece importante porque est relacionado con algunas de las cosas que estoy tratando de decir en este encuentro. Para Hobbes, el poder del soberano es irresistible y absoluto porque asume la tarea de personificar (me refiero al trmino del lxico teatral) la unidad del cuerpo poltico, unidad que se vuelve visible slo a travs de l. Por lo tanto, la unidad no est garantizada por la vaca muchedumbre de los individuos que se asocian a travs del pacto (es decir, despus de l), sino por el soberano que crea al pueblo (people). It is the Unity of the Representer, not the Unity of the Represented, that make the Person One, escribe Hobbes. No hay sociedad sin poder. Decae entonces la posibilidad de pensar sujetos dotados de personalidad y derechos externos al poder, constituidos por as decir, frente al soberano, que puedan de alguna manera resistir a su dominio. Se trata de un paso decisivo para la historia constitucional del Estado moderno. Pero no quiero concentrarme en esto ahora. Lo que me interesa es el efecto retrospectivo que esta ficcin (del latn fingere, relacionado con la semntica de configurar) produce respecto de la imagen de la vida en el estado de naturaleza. Los que establecen el pacto son los hombres sin cara incorporados en la figura del soberano, que ellos mismos autorizan como el representante de la unidad que habla para todos y hace la ley para todos. El soberano asigna una forma al flujo amorfo de pulsiones asociales que imponen el caos y el conflicto como origen de lo Poltico. Los hombres sin cara son sujetos puramente abstractos. Ellos no tienen vida, aunque su sustraccin a la muerte (una sustraccin que procede como una inmunizacin: el soberano monopoliza y gestiona el miedo con la intimidacin de su espada; este mismo miedo que en el estado de naturaleza representa una constante vibracin ambiental) es lo que legitima la evocacin del Leviathan. Como les deca, ellos no tienen vida. Son individuos en serie, desconectados (es decir: alejados del sistema de vnculos y de relaciones a travs de las cuales se crea la vida de la sociedad), compuestos (es decir: juntos ms all de la guerra de todos contra todos) por la fuerza meramente mecnica del derecho, los individuos sin cara representados como cuerpo del Estado son una rgida y abstracta ficcin: la configuracin de la vida que la forma jurdica vuelve operativa y visible. Son personae iuris: sujetos igualados por la universal subordinacin al imperativo del derecho. Son meras formas. 7

Se trata de un proceso de abstraccin que corresponde a otros procesos fundamentales. Este dispositivo formal que vuelve abstracta la materialidad de la vida, ordenando y uniendo las trayectorias de identificacin y sumisin que la cruzan y la valoran polticamente, es el mismo dispositivo que trabaja en los mecanismos de intercambio. El jurista sovitico Evgeny Pashukanis, junto con Lenin, pensaba en la cuestin fundamental de la extincin del Estado despus de la revolucin bolchevique, evidenciando cmo el proceso formal del derecho se une genticamente al proceso que selecciona e impone la forma-mercadera. Se trata de un dispositivo de representacin que despolitiza las relaciones sociales monopolizando su fuerza expresiva. La figura que abre el Leviathan es la figura del Partido y del Estado: el cono de un poder indisponible y soberano y de una vida dirigida a una representacin cerrada que engloba en sus esquemas la suma de sus propios factores polticos. Los individuos son abstractos y el territorio es parte de un espacio sometido al derecho emanado por el soberano. Se trata de una decisin que garantiza la existencia de un singular colectivo, el pueblo, en el que se vuelve abstracto el sistema de relaciones materiales entre los individuos concretos y que considera poltico slo lo que concierne y expresa este nivel de abstraccin. El movimiento del cuadro se traduce en trminos puramente cuantitativos, conforme con la definicin hobbesiana de la libertad como ausencia de impedimento: lo que el poder organiza y congela, rompiendo el vnculo perverso de la guerra de todos contra todos, es la distancia entre los individuos que asignar a cada uno de ellos una trayectoria privada. Sin embargo, como afirmaba Heidegger en el ensayo de 1938, Die Zeit des Weltbildes, este movimiento no define un ser viviente. En la naturaleza muerta de la soberana, el sujeto jurdico es un punto abstracto, una trayectoria, un quantum en movimiento proyectado en la superficie lisa delimitada por las normas. Los indicadores que Kant definira como signos de la Auszeichnung de una poca nos dicen que la configuracin de la vida que Hobbes utiliza para inaugurar la mquina del Estado se ha vuelto completamente obsoleta. Esto ha sucedido no slo porque dicha configuracin ha sido abandonada en las pginas polvorientas del Leviathan, sino sobre todo porque los procesos materiales que caracterizan la poca contempornea desbordan la imagen. Por un lado, las instituciones; por otro lado, la subjetividad. Otras configuraciones se presentan como transformadoras del nexo entre materia, forma y poder. Aunque provisorias, dichas configuraciones marcan una direccin decisiva que determina nuestra posicin sobre otro aspecto del problema poltico. Podra citar algunas: la desarticulacin y la sucesiva rearticulacin del nexo entre orden, territorio y derechos, inducida por la globalizacin y la reconfiguracin de los espacios polticos (ya no se trata del sistema de derecho internacional generado por el ius publicum europaeum, sino de estructuras imperiales, reas de 8

localizacin de los flujos de inversin global, metrpolis globales, reas de influencia transnacionales y subcontinentales); los procesos de juridizacin no estatal que derriban las jerarquas de las normativas y que ordenan las relaciones a nivel planetario (derecho de patentes, nueva lex mercatoria, rol semi-constituyente del derecho internacional privado); la creciente relevancia de poderes no representativos en las democracias maduras; el quiebre de la relacin entre territorio, mercado nacional y Estado respecto de la desconstitucionalizacin de los derechos sociales; la creciente impotencia de las migraciones globales como lneas de fuga y de desterritorializacin de la subjetividad Sin embargo, lo que ahora nos interesa no es el listado de las configuraciones. En este encuentro, no me interesa describir la fenomenologa de una progresiva marginalizacin del Estado, ni la cada del agencement entre territorio, ciudadana, representacin y soberana, sino centrarme en la transicin focalizada en el concepto de vida, concepto que la describe y la impone. Tras la publicacin de los Cursos en el Collge de France de Michel Foucault, el trmino biopoltica se difundi a nivel global. Entre 1976 y 1979, Foucault utiliza este concepto con distintos objetivos. Considerando su valoracin del trabajo filosfico como ontologa de la actualidad, lo utiliza particularmente para encontrar una referencia conceptual al establecimiento de las polticas neoliberales: las que originan la restructuracin de la poltica global, cuya fenomenologa mencion anteriormente. La thanatopolitica soberana, la naturaleza muerta de Hobbes, rene el sistema de relaciones entre sujetos abstractos bajo la espada del soberano, smbolo del poder intimidatorio de la ley sobre un territorio. Por otro lado, la biopoltica representa un dispositivo que valora polticamente una funcin de gobierno, un biopoder vinculado con las relaciones existentes, con procesos que estn ordenados por la soberana y que evolucionan autnomamente, siguiendo trayectorias que resultan opacas a la mirada panptica del soberano hobbesiano. Se trata de lo que Foucault llama proceso de gubernamentalidad de lo Poltico. Un proceso que obliga a redibujar la genealoga del lado derecho de la imagen de Hobbes, es decir, el lado religioso. El soberano sujeta la espada como el cetro del suceder (para retomar la citacin de Walter Benjamin), es decir: el soberano prefigura las condiciones posibles del orden poltico y lo anticipa, mientras que la funcin de gobierno se presenta despus, acompaando lo que debe ser gobernado, y determinndose como funcin mvil y adaptativa o, mejor dicho, como funcin oblativa: ella no debe parar, limitar o comprimir, sino favorecer el crecimiento de los procesos a los que est vinculada. De ah sus caractersticas fundamentales: la funcin de gobierno el proceso que orienta la gubernamentalidad del poder alejndolo de la ficcin hobbesiana es una forma de regulacin contingente; se considera precaria porque, como vemos en la semntica marinera de gubernare (el 9

trmino deriva del snscrito kubara, el timn y, en la mayora de las lenguas europeas, est vinculado al campo metafrico de la navegacin, determinando de Platn a Cicern y a pocas ms recientes, la imagen de la gubernatio navis reipublicae), aunque exprese una funcin de orientacin y dominio, se enfrenta al riesgo de la insubordinacin o del naufragio; no puede considerarse independiente de la suma de los factores ambientales en los que su accin se ve circunscrita y delimitada. Lejos de expresar un poder absoluto e implcito en las caractersticas fundamentales de la soberana, el gobierno ejerce una funcin que repercute en todos los procesos administrativos de la poca contempornea. En dichos procesos las tcnicas de governance reemplazan la participacin democrtica. El gobierno se inserta tambin en aquellas relaciones ajenas e independientes de l y que resisten materialmente a la normalizacin. Pensemos por ejemplo en la imposibilidad de describir los flujos de intercambio de la economa global. Segn Foucault, la genealoga de la funcin de gobierno est estrictamente vinculada a la genealoga de lo econmico y, en particular, al establecimiento, el desarrollo y la implementacin del mercado. Por un lado, se habla de biopoltica en relacin con las tecnologas del Welfare State del siglo XX, de las tareas de asistencia y del bienestar que el Estado, en Europa y en Estados Unidos, garantiza a sus propios ciudadanos. Dichos ciudadanos ya no se consideran simples sujetos jurdicos privados, reunidos colectivamente bajo una representacin poltica encargada de administrar el derecho. Ellos se reconocen ms bien como parte de la poblacin existente, cuyas relaciones estn en constante evolucin (ancianos, nios, viudas, madres, desempleados, etc.). Se trata de una reclasificacin que exige la valoracin poltica de otros saberes y su adquisicin en el campo de los proyectos sociales (demografa, estadstica, saberes mdicos y asistenciales, etc.). Por otro lado, cuando hablamos de biopoltica, lo hacemos refirindonos a una funcin de gobierno que no puede exorcizar el fenmeno de riesgo slo porque su accin de regulacin se encuentra en un ambiente que expresa una dinmica propia que le resiste. El poltico no es el pastor, nos deca Platn en el mito del Poltico. Sin embargo, en la genealoga de la biopoltica del siglo XX, Foucault se refiere al pastor, insertando en la oikonomia cristiana el modelo de una poltica de asistencia atrasada en su funcin de gobierno y expuesta a las variables (ontolgicamente incontrolables) que la libertad humana, componente esencial de la historia de la salvacin y matriz del desorden y del pecado, incluye en el dibujo providencial de Dios. En la teologa de la Trinidad, Dios no slo reina, sino que gobierna lo creado considerando la libertad una cualidad ontolgica del mismo, dirigida al mantenimiento del orden. Hablamos de libertad. Y creo que ste es el centro del pensamiento de Foucault. Y tambin la razn del inters que sus Cursos de biopoltica poseen en relacin con las transformaciones contemporneas del poder. Michel Foucault deca que el poder no es una cosa. Y lo deca contra los que haban ledo 10

sus libros como contribuciones a la crtica del poder. El poder es una instancia de circulacin que ordena relaciones binarias en el mbito social y se interpreta como los juegos lingsticos de Wittgenstein: el poder, as como el lenguaje, existe y no podemos negarlo, afirmaba Foucault. Sin embargo, su existencia est comprobada por aquello que lo hace visible, como un catalizador qumico. Segn Foucault, la existencia del poder est comprobada por aquello que le resiste. Cul es el objetivo de las transformaciones del poder que lo desterritorializan y lo flexibilizan, que usan el derecho como una mquina semi-constituyente fuera de los canales tradicionales representativos de la democracia y que tienden a reconfigurarlo en sentido administrativo? Cul es el objetivo de los procesos de restructuracin de la governance global que empiezan en los aos en los que Foucault comenzaba a trazar al acecho (para retomar un trmino de Gilles Deleuze) la genealoga del neoliberalismo? La libertad se aleja de las formas clsicas de la representacin y resiste a los dispositivos de soberana, porque reconoce sus lmites y su compatibilidad con los productos y el consumo. Se trata de una libertad que ya no posee el perfil abstracto y formal del dispositivo hobbesiano de soberana. Es una libertad que, como motor de subjetivacin poltica puesto en marcha entre los aos 60 y los aos 70, con-figura otras necesidades y otros deseos, tratando de establecer otras formas de vida. Las nuevas tecnologas del poder se organizan en vista de la apropiacin de una libertad que ya no se refiere al Estado como potencia expresiva, sino constantemente excedente y centrfuga. Segn Foucault, el cono de la poca de la gubernamentalidad no es el ciudadano que dirige su propio deseo de seguridad y orden al soberano, sino el disidente perpetuo que pretende ser gobernado lo menos posible. Quiere ser libre, alcanzar una libertad que anule la lnea de separacin entre lo pblico y lo privado, en la que se organiza el circuito de la obligacin poltica clsica y que fija en la esfera de lo econmico o de la moral todo lo que no amerita un tratamiento poltico. Muchos criticaron a Foucault por esta manera de leer las transformaciones polticas de los aos 70: los aos de la revolucin neoliberal de Thatcher y Reagan; los aos gloriosos de la Escuela de Chicago que an representa el mainstream de la teora econmica global. Es como si no hubiera sido capaz de pensar una poltica que no adhiera a una hiptesis de simple problematizacin interna del liberalismo. Es como si se limitara a alejarse de las hiptesis de transformacin radical vinculadas a la idea de un contrapoder revolucionario. Ya en el Curso de 1976, Michel Foucault pareca sostener que desde un punto de vista terico era necesario cortar la cabeza del rey, dejando de lado el lxico y las prcticas de la soberana para salir definitivamente de la jaula de acero de las categoras modernas del Poltico. Sin embargo, yo creo que Foucault tena otra idea. A diferencia de otros que trataban de hacerlo siguiendo el situacionismo de Debord o la teora crtica de Frankfurt (perspectivas segn l atrasadas), creo que Foucault quera valorar la crtica material de la poltica expuesta por los 11

movimientos sociales de los aos 60 y 70: el movimiento de los derechos civiles, el movimiento contra la guerra del Vietnam en EEUU, los movimientos antagonistas italianos y franceses despus de 1968 o la disidencia en los pases del Este. Lo que Foucault relevaba de aquellas experiencias era una idea y una prctica de la libertad que, lejos de la articulacin de las categoras de la representacin y la direccin hacia el Estado como lugar natural del reconocimiento poltico, expresaban conscientemente un rechazo de aquellas mismas categoras y, ms generalmente, de las instituciones como terreno poltico. Ellas expresaban una radical tendencia militante Deleuze habra dicho que trazaban autnticas lneas de fuga y una radical tendencia de subjetivacin poltica alrededor de los claims no procesables mediante el filtro de la representacin. Reorganizar los dispositivos de poder como funciones de gobierno era la nica manera que quedaba para cautivar estos procesos y volver gobernable la democracia. sta es mi segunda propuesta de debate. Sin embargo, el centro del debate de hoy es la vida. Lo que acabo de describir podra parecer intil o accesorio, pero yo no lo creo. Lo que me interesa del pensamiento de Foucault an ms de la manera en la que l llegaba a definir los conceptos de biopoder y biopoltica, modificando la idea segn la cual la poltica es thanatopoltica de la soberana junto con su serie imaginativa y figurativa de la subjetividad es la relacin que en el razonamiento de Foucault se pone entre la libertad y los dispositivos que tratan de volverla gobernable. Uno de los aspectos principales del nexo que antes trataba de ilustrar, retoma una de las ideas tericas del marxismo italiano: la relacin entre luchas, crisis y desarrollo. La reorganizacin gubernamental de los dispositivos de poder concierne la vida. Y no slo aunque se trate de una lnea de investigacin decisiva para el pensamiento crtico contemporneo por las enclosures neoliberales a travs de las cuales hoy se trabaja el establecimiento de cdigos propietarios en los bienes comunes y se va hacia la apropiacin y privatizacin del genoma o del ADN. Sino por la necesidad de promover el desarrollo ms all del ciclo de luchas que, entre los aos 60 y los aos 70, haban puesto definitivamente en crisis la idea de que la vida de un hombre o de una mujer pudiera transcurrir en cadenas de produccin cerradas entre las paredes de una fbrica. Antes les hablaba de una libertad entendida como xodo o fuga. Una libertad que se expresaba como salvaje rechazo del trabajo y como evasin colectiva de la cadena perpetua de la fbrica a la que haban sido condenadas las generaciones inmediatamente precedentes. La transicin entre la estructura poltica y productiva del fordismo (verticalidad del poder en la cadena productiva, representacin sindical para las negociaciones con el management de empresa, reformas y sueldos, trabajo vitalicio como primer derecho social) y lo que se decidi llamar postfordismo (sistemas de proteccin difundida, captacin del producto de la cooperacin social productiva, anulacin de la distincin entre tiempo de vida y tiempo de trabajo, centralidad del trabajo 12

cognitivo, economa del endeudamiento) se ve empujada por la necesidad de considerar la libertad adquirida en el ciclo de luchas de los aos 60 y 70 como autonoma y deseo de movilidad. El proceso de valoracin de la libertad constituye la base del proceso social: los individuos son libres de cooperar (pensemos en los mecanismos de desarrollo colectivo de los software en red o en la elaboracin de nuevos cdigos sociales y nuevas tendencias musicales) y lo que producen, el fruto de su libertad de cooperacin, se valora. Para concluir, sta es la configuracin de la vida que me interesa. Los individuos que en Hobbes constituyen la figura del soberano, se recomponen colectivamente alrededor del deseo de seguridad que personifica la colectividad. Se convierten en un pueblo slo porque un soberano es decir, un miedo infinito los une. Los otros son individuos entregados a su propia privacidad. Se trata de personae iuris cuya libertad ha sido canalizada por unas leyes que les otorga derechos porque organiza su separacin y su no-interferencia recproca. Se trata de sujetos que poseen una unidad slo gracias a quien la representa. Qu son las redes cooperativas del general intellect del capitalismo cognitivo, la forma de acumulacin en la que produccin y control de los conocimientos se convierten en el objetivo fundamental de la valoracin del capital? Cmo se agregan los tiempos sociales necesarios para la constitucin de los saberes a los procesos de organizacin de la produccin, que tienden a cruzar cada vez ms las fronteras de las empresas? Cmo se organizan aquellas relaciones, vitales, autnomas e irreductibles al mando de empresas y que no se refieren a la proyeccin de su management? Me doy perfectamente cuenta que estos interrogantes se exponen a una doble objecin posible. La primera: estas formas de valoracin no reemplazan los sistemas de fbrica fordista. O seguramente no lo hacen en todo el mundo. Obviamente es as. Sin embargo, lo que me interesa es la punta aguda de la tendencia que incita a la reorganizacin del comando. El hecho de que el control pase por el endeudamiento forzoso es una forma que corresponde a este tipo de reapropiacin del emprendedurismo de masa y al problema de su control. La segunda: es verdad que en algunos sectores productivos el deseo de autonoma y libertad de los sujetos impuso la salida de la sociedad de fbrica, pero tambin es verdad que ahora este mismo deseo produjo un efecto contrario: un da laboral que expresa la diferencia entre tiempo de vida y tiempo de trabajo (ejemplo banal: trabajamos mientras viajamos en tren, constantemente conectados, el fin de semana, la noche; tambin trabaja quien chatea con los amigos en facebook, dejando libremente huellas de preferencias, elecciones, opciones, que otros valorarn vendiendo este espacio privado a las empresas de marketing; trabajamos en los foros de autoayuda que muchas compaas telefnicas utilizan para reemplazar la 13

asistencia a los clientes), la erosin de los tiempos y de los espacios sustrados al mercado, un incremento exponencial del control mediante las figuras de la precarizacin general de la sociedad, de la universalizacin de la inseguridad con la deconstruccin del Welfare residual. As que, como en todos los procesos sociales, yo creo que aqu no proponemos una alternativa, sino una ambivalencia. Una ambivalencia que dibuja el nuevo campo de batalla entre libertad y poder. Existen entonces dos configuraciones de la vida posibles. Por un lado, aquella gobernada o en la que tratan de insertarse las nuevas tecnologas del gobierno. Mediante las reformas de la escuela y de la universidad que hoy atraviesan a todo el mundo, desde Europa a Latinoamrica, asistimos a la produccin de perfiles de auto-emprendimiento forzado en los procesos de deconstruccin de los dispositivos residuales de seguridad social (en la teora poltica neoliberal hay quien piensa en el trabajador migrante como en un emprendedor que apuesta a su propio futuro dibujando libremente su propio proyecto migratorio, y es muy fcil recordar que las cosas no son exactamente as). Existen formas de control sobre el endeudamiento vitalicio de los individuos que agilizan los circuitos de la economa global y obligan a los primeros a trabajar (un proyecto disciplinario, moral, cuya genealoga podra entenderse leyendo la Segunda disertacin de la Genealoga de la moral de Nietzsche). Se establecen sistemas de smbolos orientados al consumo para vincular la libertad a un ejercicio controlado y funcional para el crecimiento econmico. Por otro lado, el rechazo de la poltica clsica, capaz de expresar formas solidarias y cooperativas de vida, capaces a su vez de sostener procesos sociales autnomos y usos desconstituyentes de la libertad respecto del orden restringido del derecho privado y de la legalidad formal. Muchas batallas por la libertad de la red reivindican exactamente esta dimensin (free downloading, file sharing, creative commons), as como lo hacen muchas prcticas de democracia absoluta contra los diktat de la dictadura de los saberes expertos de la governance global (FMI, BCE, OMC). Creo que en este espacio se inserta el juego de las alternativas que estamos discutiendo aqu. Por supuesto, los procesos de subjetivacin que se producen en el marco de la transicin que mencion la transicin entre Estado y governance, entre un pasado europeo soberanista y un futuro global, entre nociones formales y jurdicamente abstractas de la individualidad y singularidades vivientes creadoras de necesidades y deseos no invertidos en formas polticas representativas, sino en libres proyectos cooperativos no podrn comprobarse en territorios atrasados. Los fundamentalismos y los credos culturalistas, aunque problemticos, son simples sntomas de defensa frente a las tendencias irresistibles que desarraigan certidumbres y formas tradicionales de vida. Lo que nos espera, si queremos tomar el desafo del futuro y asumirnos la responsabilidad de la libertad que encarnamos, es 14

inventar formas de vida capaces de forzar la jaula de acero que durante siglos ha encerrado el concepto de poltica, entregndolo en monopolio al Estado. Slo as no seremos solos. No seremos tomos sin cara unidos mecnicamente por el miedo a un soberano, sin el cual estaramos perdidos. Slo as seremos nuevamente capaces de inventarnos un futuro.

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