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97 Revista de Historia Indgena N”6 Departamento de Ciencias Histricas Universidad de Chile EN BUSCA DEL GRAN MENTIROSO: RELATOS ORALES, DEMARCACIONES TERRITORIALES. EL CAMINO DEL INCA EN EL DESPOBLADO DE ATACAMA 1 Cecilia Sanhueza TohÆ Magster ' en Etnohistoria Universidad de Chile Se incursiona, a travØs del anÆlisis de textos coloniales, en posibles categorizaciones espaciales que habran operado en los sistemas de demarcacin territorial incaica. Para ello, se analizan relatos hispanos referentes al Camino del Inca del despoblado de Atacama, y particularmente la narracin inter textual de discursos mticos y de procesos de sacralizacin del espacio, tanto de origen espaæol como indgena. Se intenta, a partir de ello, realizar una propuesta de relectura interpretativa, tanto de las fuentes escritas, como de los restos arqueolgicos de la regin. 1 Este artculo es producto de la investigacin desarrollada en el Proyecto: Arqueologa del siste- ma vial de los Inkas en el Alto Loa, II Regin, en el cual participo como coinvestigadora.

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    Revista de Historia Indgena N 6Departamento de Ciencias HistricasU n i v e r s i d a d d e C h i l e

    EN BUSCA DEL GRAN MENTIROSO:RELATOS ORALES, DEMARCACIONES

    TERRITORIALES. EL CAMINO DEL INCAEN EL DESPOBLADO DE ATACAMA 1

    Cecilia Sanhueza TohMagster en Etnohistoria

    Universidad de Chile

    Se incursiona, a travs del anlisis de textos coloniales, en posibles categorizacionesespaciales que habran operado en los sistemas de demarcacin territorial incaica. Paraello, se analizan relatos hispanos referentes al Camino del Inca del despoblado de Atacama,y particularmente la narracin inter textual de discursos mticos y de procesos desacralizacin del espacio, tanto de origen espaol como indgena. Se intenta, a partir deello, realizar una propuesta de relectura interpretativa, tanto de las fuentes escritas,como de los restos arqueolgicos de la regin.

    1 Este artculo es producto de la investigacin desarrollada en el Proyecto: Arqueologa del siste-ma vial de los Inkas en el Alto Loa, II Regin, en el cual participo como coinvestigadora.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    Este artculo surge a partir de la experiencia de prospeccin de un tramo delCamino del Inca en la regin del ro Loa, al interior de Antofagasta. Eltrabajo en terreno, como suele suceder, despert e introdujo nuevas perspectivas yproblemas al diseo inicial de nuestro marco de anlisis. Quizs el elemento que nosllam ms la atencin fue la presencia de posibles mecanismos de demarcacin espa-cial o territorial asociados al camino. A qu podra responder eso? Se trataba deformas de deslinde de origen colonial o posterior? O estaba dando cuenta de algu-na forma de delimitacin u organizacin del espacio ejercida por el estado incaico? Apesar de las diferencias disciplinarias, los problemas que se plantean desde la arqueo-loga y desde la etnohistoria suelen tener muchos ms ribetes comunes de lo que sepiensa. Este artculo incursiona en esa perspectiva e intenta abordar desde el anlisisetnohistrico las posibles categoras espaciales o territoriales que pudieron haberoperado en el Tawantinsuyu en su lgica de dominacin. Pero adems incursiona enun mbito particularmente sugerente. La relectura de viejos relatos espaoles quepudieran de pronto permitirnos decodificar en ellos la sobrevivencia annima de otrosrelatos sometidos. El carcter y origen de la informacin recopilada nos llev acentrar la investigacin en el Camino del Inca del despoblado de Atacama. Sin em-bargo, el tratamiento del tema, como se ver, no pretende ser local.

    Mojones y deslindes. El discurso del orden social

    En su relato mtico sobre las humanidades que antecedieron a los incas,Guamn Poma distingua aquella de los Purun Runa, a la que atribua el desarrollode ciertas tecnologas y prcticas poltico-sociales altamente valoradas por la culturaandina. Esta tercera edad, adems de haber incorporado el tejido o la arquitecturaen piedra, haba instaurado las bases necesarias para el orden social y poltico. Estoradicaba, entre otros aspectos, en su capacidad de organizar los territorios, esta-bleciendo jurisdicciones y deslindes:

    Como proseguan de buena sangre y tubieron mandamiento y ley y mojonaron suspertinencias y tierras y pastos y chcaras cada seor en cada pueblo (...) guardauan lasleys y hordenansas puesto por ellos y mura por ello y la ley de sus mojones ytrminos por el rrey y seor y capitanes que defendan en aquel tiempo 2.

    La importancia cultural que estas prcticas parecen haber tenido, particular-mente en el discurso hegemnico cuzqueo, se expresa en una gran cantidad derelatos y crnicas hispanas y mestizas que aluden al proceso de expansin como unproceso de organizacin y demarcacin del territorio. Antes de los incas, seala Mura

    2 Guamn Poma de Ayala [1614] 1980: 48. Subrayado nuestro aqu y en las prximas citas

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    en otra versin, las poblaciones vivan en constante conflicto, guerreando por au-mentar y defender sus trminos y Chcaras. Esos tiempos, estaban marcados por eldesorden

    ...ni hubo nombre de Cuzco ni otras cosas de polica, pues toda la que despustuvieron naci y procedi de los Ingas que, como gente de gran valor y entendi-miento, lo dispusieron y domesticaron ordenando el modo de vivir y trazando y limitan-do los trminos...3

    En varios de estos relatos, sin embargo, parecen fundirse, confundirse o su-perponerse categoras europeas y categoras indgenas segn o a partir de las cualesse construye un espacio social y polticamente ordenado. Por ejemplo, es fre-cuente en las crnicas describir un proceso civilizatorio que acompaa a la expan-sin y dominio incaico (y que suponemos un discurso de origen cuzqueo), en el cualse introducen elementos correspondientes a semantizaciones espaciales, polticas ysociales aparentemente no autctonas. La figura o personificacin paradigmtica delInca ordenador y civilizador4 que organiza el territorio del Tawantinsuyu, lo hacesegn algunos, reduciendo a los indios a pueblos, procurando que vivan en suspueblos juntos y ordenados; los baja de sus fortalezas a los llanos; los reduce aprovincias5.

    Por cierto, no es posible distinguir siempre los orgenes y estructuras semnticas,simblicas, ideolgicas a que estn sometidos estos relatos. Sin embargo, las insis-tentes referencias de las crnicas relativas a la imposicin cuzquea de un sistemainstitucionalizado de demarcacin espacial de los territorios sometidos, e inclusola sugerente documentacin (a que nos referiremos ms adelante) respecto a la con-tinuidad de sistemas de amojonamiento atribuidos a los incas y que por razonesfuncionales fueron reconocidas por la administracin toledana, permiten suponerque no se trata en su totalidad, de una proyeccin hispana de sus propios sistemasde organizacin y demarcacin.

    Son numerosas las descripciones coloniales de los siglos XVI y principios delXVII, que aluden a las prcticas de deslinde y amojonamiento efectuadas por los incas,y que regulaban y organizaban espacios polticos, sociales, productivos y, por supues-to, rituales. Una de las versiones que parecen recoger en forma ms completa estesistema, desde una lectura espaola, es la de Martn de Mura:

    En todo procur el Ynga que hubiese en su reino la orden y polica que le pareciconvenir, para que fuesen gobernados puntualmente, y en cosa ninguna no

    3 Mura, [1613] 1987: 47-48.4 Para algunos Inca Yupanqui (Betanzos, [1557] 1987); para otros, Topa Inca Yupanqui (Mura, op.

    cit.), entre otros.5 Sarmiento: 132; Cieza 163, 161; Guamn Poma, op. cit., 91.

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    hubiese falta ni qu notar. Entre otras fue una la divisin de las provincias y distri-tos, repartiendo las jurisdicciones y amojonando las tierras, de modo que se evitasendiferencias y disensiones entre sus vasallos sobre los trminos de cada pueblo.Aunque antiguamente lo usaron estos indios, pero sobre ello tuvieron entre sguerras, queriendo el que ms poda ampliar sus distritos y chcaras, hasta queTupa Inga Yupanqui de nuevo amojon toda la tierra, con gran orden y cuenta, conformea las corrientes de los ros, hasta los Andes, y puso lmites en las chcaras y en los montesy en todo gnero de minas, s de oro como de plata y dems metales, y en las minasde colores con que hacan sus pinturas, hasta las islas de la mar, junto a la costa,dando y repartiendo a cada provincia y a cada pueblo, y a cada ayllo familia, lastierras para chcaras de maz, papas, ocas y dems comidas suyas, como era elnmero de gente que tenan, y conforme a la fertilidad o esterilidad de la tierra,sealndoles los lmites, y poniendo gravsimas penas a los que lo quebrantaseny entrasen en las tierras y distritos de los otros, a labrar chcaras, casas, pescarni cortar lea, ni a sacar ningn gnero de color de las minas para pintar, nimetales ni en las salinas ni en otra parte ajena sin expresa licencia del Ynga. Astena cada provincia puestas sus guardas en los mojones, porque en ningunamanera se quebrantasen, y si algn indio por descuido o malicia, entraba en lostrminos de otro, era luego castigado con grandsimo rigor y segn era la cuali-dad de lo que delinqua, y hasta en los cerros y montes, y ros haba mojones, para elpasto de los ganados, sin que los de unas provincias entrasen a los pastos deotras, y los de una banda del ro no podan pescar en la otra 6.

    La prctica de demarcacin y deslinde suele sealarse como una de las estrate-gias polticas estatales que permitan el establecimiento y perdurabilidad de la llama-da Pax Incaica:

    ... y a los mojones de cada pueblo los haba mandado mojonar, y a los quequebrantaban los mojones los mandaba dar castigos, y assi dizen que ovo gran-de paz7.

    En ese contexto, se atribuye al Inca tambin la organizacin socio-productiva ypoltica dentro de supuestos territorios tnicos:

    [Guayna Cpac] dio orden cmo viniesen [viviesen] los uros en las lagunas, dndolestrminos y sealndoles lmites, por evitar las diferencias y disensiones que entreellos ordinariamente haba sobre las pescas, mandando que ninguno se entre-metiese a pescar en el trmino del otro 8.

    6 Mura, op. cit.: 370; ver tambin: Cieza de Len, 1985: 182; Betanzos, op. cit.; Guamn Poma, op.cit.; Cobo, 1956: 120, 122-123; Lpez de Velasco, [1574] 1901: 300; Sarmiento de Gamboa op.cit.; Polo de Ondegardo [1571]; Garcilaso de la Vega [1604]; Santa Cruz Pachacuti [1613].

    7 Santa Cruz Pachacuti, [1613] 1879: 256; ver tambin Cieza, 1985: 193.8 Mura, op. cit.: 110. Ver tambin Sarmiento de Gamboa, op. cit.: 142.

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    Al menos en algunos casos, estas distribuciones, segn la tradicin oral indge-na, fueron aceptadas e incorporadas por las poblaciones locales. Los habitantes deXauxa, cuenta Cieza, seguan reconociendo los lmites que el Inca haba puesto a susantepasados para conoimiento de los que lo van y despus dellos naiesen... con laqual horden se an quedado y quedarn9. En otros, el conflicto generado a partir delamojonamiento incaico resurgi en pleitos judiciales coloniales, en que los indgenasintentaron reestablecer el sistema de amojonamiento de tierras de cultivo que existaantes de los incas10.

    Al sistema de deslinde y distribucin local de recursos hdricos, agrcolas, ga-naderos, etc., las fuentes coloniales agregan una demarcacin poltico-territorial enlas llamadas provincias

    ...tambin estauan divididos los thrminos entre una prouincia y otra; y esto es lo que sellamaua y llama el da de hoy Moyas del Inga y Moyas del Sol 11.

    Guaman Poma describe toda una poltica estatal de amojonamiento y medi-cin de tierras, recursos y provincias, ejecutada por funcionarios, a quienes otor-ga una jerarqua cuzquea. Los Amojonadores deste reino (Mojonador y mededor),Sayhua checta suyoyoc, delimitaron toda la cierra y yunga:

    Los dichos amojonadores lo amojonaron por mandado de Topa Ynga Yupanquicada prouincia destos rreynos y cada pueblo de cada ayllo...12.

    No es nuestra intencin desentraar aqu el concepto de provincia a que serefieren regularmente las fuentes, y que requiere de un proceso deconstructivo queincorpore en el anlisis tanto una semntica europea de la poca, como aquella oaquellas autctonas13. Sin embargo, creemos que el trmino da cuenta de la vigenciade una o unas formas de organizar los espacios o territorios sometidos o integrados alTawantinsuyu, al menos desde una perspectiva poltico-administrativa y productiva14.

    9 Cieza, 1985: 71. Ver tambin Schramm, 1995.10 Como es el caso de ciertos valles costeos de la regin de Lima. Al llegar el Inca, al parecer de

    la mano de grupos serranos, se reorganiz y redistribuy, no sin violencia y enfrentamientos, elacceso a estos recursos y su correspondiente delimitacin y amojonamiento (Murra, 1975: 81-87).

    11 Polo de Ondegardo, op. cit.: 88. Ver tambin: Mura, op. cit.: 370; Garcilaso, op. cit.: 150-151; BlasValera, en Garcilaso, op. cit.: 282; Lpez de Velasco, op. cit.: 513.

    12 Guamn Poma, op. cit.: 325. En la traduccin hispana: Sayhua: mojn de tierras, mojn detrmino; Checta: la mitad, o una de dos partes o ms. Chectani: partir. Suyu: relativo adistrito, provincia, jurisdiccin (Gonzlez Holgun, [1608] 1952; Santo Toms, D. [1560]1951).

    13 Cisterna, 199914 Aunque no es posible manejarse con trminos desprovistos de sentido, continuaremos usan-

    do la voz provincia cada vez que ella aparezca en los textos que trabajamos.

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    El Estado incaico operaba en base a un sistema de prestacin de energa o mano deobra, que a su vez requera de la apropiacin (aunque expresada en otros trminos)del usufructo de recursos de diversa ndole, y cuya administracin exiga una organi-zacin territorial coherente. Coherencia entendida desde el punto de vista de unalgica funcional del poder, pero tambin desde una determinada concepcin y orga-nizacin categorial del espacio en sus diversas acepciones en cuanto sistemasocialmente construido15.

    A su manera, a ello parece referirse Polo de Ondegardo al sealar que con laincipiente reestructuracin territorial hispana (incluso previa a Toledo), formuladasobre una lgica de tributacin diferente, se desordenaba el sistema previo incaico16.Sistema o lgica espacial que, independientemente de sus orgenes anteriores alTawantinsuyu, se refera no solo a ordenamientos locales sino tambin aestructuraciones espaciales mucho ms amplias, que como es sabido, involucrabanterritorios ecolgicamente diferenciados. Guaman Poma se refiere a ello al pedir alRey, aparentemente dentro de una terminologa hispana, que se respetaran estostrminos y mojones puestos por los incas, para que tubiesen juridicion los indiosde la cierra con los llanos, lo que permitira incluso, hacer ms operativo el servicioa la Corona17.

    La expansin incaica y la demarcacin del espacio

    El proceso de expansin incaico, mitificado, sacralizado y profundamente car-gado de sentido en las versiones cuzqueas18, es graficado, entre otros aspectos,como un proceso de amojonamiento, una marcacin progresiva del territorio.Guamn Poma seala que los llamados capitanes o hijos de los Incas, que repre-sentaban las fuerzas de avanzada militar, iban siempre amojonando los nuevos dis-tritos que incorporaban a su dominio19. As se percibe particularmente en la narra-cin de Sarmiento de Gamboa, en que el amojonamiento va estructurando, sealizan-do los procesos expansionistas. Pachacuti Inca Yupanqui, mand expresamente a suhermano Cpac Yupanqui que, hacia el Chinchaisuyu, llegara con su gente conquis-tando hasta una provincia llamada Yanamayo, y que all pusiese sus mojones, y que porninguna cosa pase adelante, sino que, conquistando hasta all, se volviese al Cuzco...20.

    15 Durston, 1999-2000: 77- 78.16 Polo de Ondegardo, op. cit.: 76-83.17 Guamn Poma, op. cit.: 798.18 Martnez, 1995b.19 Op. cit.:125-131.20 Sarmiento de Gamboa, op. cit.: 107.

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    En el Collasuyu, luego de sofocar una sublevacin de los collas, enviaba desde elpueblo de Lampa a sus dos hijos, a que pasasen adelante conquistando hasta los Chichasy all pusiesen sus mojones y se volviesen21. En la mtica regin del Paititi, en el Antisuyu,Topa Inca Yupanqui mandaba a uno de sus capitanes a marcar el territorio:

    el cual fue la vuelta del nascimiento del sol y camin hasta el ro de que agora nueva-mente se ha tenido noticia, llamado el Paytite, adonde puso los mojones delInga Topa22.

    La demarcacin del espacio, que da cuenta de un proceso de construccincognitivo y simblico de la incorporacin de nuevos territorios al Tawantinsuyu, pare-ce ser significada o entendida tambin, segn un acto previo de diseo de la arqui-tectura del mundo.

    El diseo del Tawantinsuyu o el diseo del mundo

    Segn Betanzos, Inca Yupanqui, al reedificar el Cuzco, traz la ciudad e hizohacer una maqueta de figuras de barro bien ans como l la pensaba hacer y edifi-car. Luego, haciendo traer un cordel, seal y midi los solares e casas que ansise haban de hacer. Una vez construido, convoc a todos los principales y vecinosdel Cuzco y, con su pintura de barro ante s, les reparti las viviendas. Despus deello, puso nombres a todos los sitios e solares de la ciudad 23.

    Disear o pintar, medir, amojonar, repartir, poner nombres. Secuencia que dacuenta de un proceso simblico de construccin de un espacio social y que parecereproducirse en ste y otros relatos de la expansin incaica. Las tierras y provinciascomarcanas al Cuzco, contina Betanzos, fueron repartidas a sus caciques y princi-pales a quienes mand que todos fuesen a cierto sitio do las tales tierras estabanpintadas donde como all fuese dio e reparti las dichas tierras dando a cada unodellos las tierras que les pareci que le bastaban. Luego, les seal que pusiesensus linderos e mojones altos de tal manera hechos que nunca se perdiecen...24.

    21 Op. cit.: 113.22 Op. cit.: 130.23 Betanzos, op. cit.: 77-81. La terminologa y procedimientos parecen estar fuertemente inspira-

    das en el modelo fundacional espaol. Sin embargo, creemos, que una vez ms se funden osuperponen categoras distintas. Sobre todo en lo relativo al acto de medir y las significacio-nes que pudo tener en una y otra cultura, pero eso ser motivo de una futura publicacin.

    24 Op. cit.: 55-56.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    Poco antes de partir a buscar nuevas tierras y gentes, Inca Yupanqui sin cono-cerlas, pint y dibuj los puentes y los caminos que posteriormente habra deaderezar y construir en ellas25. Asimismo, fue instalando orejones en las provin-cias, a los que encomend que amojonaran sus lmites y territorios

    ...y que si alguna provincia comarcana a ella o pueblo tuviese necesidad de tierrapor la demasiada gente que tuviesen que le enviasen en pintura el arte y manera delas tales tierras y provincias para que el las quera igualar porque iguales partes yamojonrselas...26.

    Blas Valera parece recurrir a un modelo similar al relato fundacional del Cuzco,al referir el proceso de apropiacin de nuevos territorios.

    Habiendo ganado el Inca la provincia y mandado empadronar los naturales deella ... procuraba componer y dar orden en las cosas de aquella regin. Para lo cualmandaba que se asentasen y pusiesen en sus nudos y cuentas las dehesas, losmontes altos y bajos, las tierras de labor, las heredades, las minas de los metales,las salinas, fuentes, lagos y ros... Todas estas cosas y otras muchas- mandabaque se contasen y midiesen y se asentasen por memoria cada una de por s:primeramente las de toda la provincia, luego las de cada pueblo y a lo ltimo lasde cada vecino.Adems de esto, mandaba que conforme a la cuenta y medida que se haba hecho dela provincia, le pusiesen sus mojoneras y linderos para que estuviese dividida de suscomarcanas. Y para que en los tiempos venideros no se causase alguna confusinpona nombres propios y nuevos a los montes y collados, campos, prados y fuentes y a losdems lugares, cada uno de por s. Y si de antes tena nombres se los confirmaba, aa-dindoles alguna cosa nueva que significase la distincin de las otras regiones. Lo cual esmuy mucho de notar, para que adelante veamos de donde naci la veneracin y respetoque an hoy da tienen los indios a aquellos semejantes lugares...27

    Se trata de un espacio que, al menos en el discurso incaico se encuentra dise-ado, ordenado, medido, deslindado y repartido. De una topografa resemantizada,de una nueva toponimia, que da cuenta de la presencia distintiva del poder cuzqueo.As tambin, la construccin y organizacin de los caminos del Tawantinsuyu seenmarca en este modelo discursivo:

    Lo cual hecho, al cabo de dos aos que tardaron en sus visitas, vinieron al cuzcolos visitadores, y trayendo en unas mantas descriptas las provincias que haban visitado,dieron razn al inga de lo que haban hecho y de lo que hallaron. Y tras estoluego despach el inca otros orejones proveedores, para que hiciesen caminos y

    25 Op. cit.: 88-90.26 Op. cit.: 115-116.27 En Garcilaso, op. cit.: 282.

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    hostelajes y casas principales por los caminos para el Inga, cuando caminase ypara la gente de guerra. Y as se partieron los proveedores y hicieron caminos, queagora llaman del inga, por la sierra y por los llanos del mar del sur 28.

    Los caminos. Aproximaciones categoriales

    Como se ha planteado desde la perspectiva arqueolgica, el Camino del Inca,su trazado y su infraestructura asociada, son una de las manifestaciones materialesde las lgicas polticas, militares, econmicas, sociales y culturales desplegadas porel estado cuzqueo. En ese sentido, el sistema vial incaico refleja una determinadacategorizacin del espacio y la sociedad, un medio de concebir y expresar su con-cepto de una geografa cultural29. Desde una lectura etnohistrica este diseoconceptual se manifiesta tambin en sus propios relatos sobre la ubicacin y orienta-cin de los caminos.

    Los cuatro caminos que nacen del Cuzco, nos remiten a una cuatriparticindel mundo y, en ese contexto, los caminos del Inca en cuanto trazado simbli-co, constituyen los ejes en torno a los cuales se ordenan y se organizan espacial oterritorialmente las provincias, territorios y poblaciones que conforman elTawantinsuyu. Como seala Cieza:

    Y la horden que los orejones del Cuzco y los ms seores naturales de la tierradizen que se tena en el tributar era esta: que desde la ibdad del Cuzco el quereynava enbiava algunos de los preniples criados de su casa a visitar por el unode los quatro reales caminos que salen de aquella ibdad, que ya tengo escritollamarse Chinchasuyo el uno, en el cual entran las provinias que hay hasta Qui-to, con todos los llanos de Quito para abaxo hazia el norte; y el segundo se llamaCondesuyo, ques donde se yncluyen las regiones y provinias questn hazia lamar del Sur y muchas de la serrana; al terero llaman Collasuyo, ques por dondecontaron todas las provinias que hay hazia la parte del sur hasta Chile; el ltimocamino llaman Andesuyo, por ste van todas las tierras que estn en las monta-as de los Andes, que se entiende en las faldas y vertientes dellas30.

    De manera que, concluye, como en Espaa los antiguos hacan divisin detoda ella por las provincias, as estos indios, para contar las que haba en tierra tangrande, lo entendan por sus caminos31.

    28 Sarmiento de Gamboa, op. cit.:121. Ver tambin Cieza, op. cit.: 41-42.29 Hyslop, 1992: 19.30 Cieza, 1985: 49-50.31 Cieza, 1973: 214; ver tambin Hyslop, op. cit.: 257.

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    Al relato de los cuatro caminos se agrega otro sobre los dos grandes cami-nos del Inca: el de la Sierra y el de los Llanos. En las referencias de las crnicassobre el diseo, disposicin y orientacin espacial de las principales rutas incaicas,destacan aquellas versiones sobre dos grandes caminos que recorranlongitudinalmente el territorio del Tawantinsuyu, y respecto a los cuales algunas se-alan una jerarqua superior del de la sierra sobre el de los Llanos o Costa32. Sinembargo, arqueolgicamente, la situacin parece bastante ms compleja, adquirien-do ms bien el carcter de una red de caminos de variada importancia, funcionalidady jerarqua33. Por otra parte, en el caso del norte chileno, la investigacin arqueolgi-ca ha ido comprobando que el llamado camino de la Costa o de los Llanos, no solono parece haber sido un camino litoral, sino que una parte importante de sus tra-mos reconocidos, por ejemplo en el Despoblado de Atacama, cubra territoriosubicados prcticamente en los bordes de la cordillera andina y a bastante altura34. Apesar de ello, los testimonios de los espaoles que lo recorrieron en el siglo XVIsuelen referirse a ese trayecto que una desde Arequipa a Chile como un caminocostero o de los llanos 35. Esto, que parece un contrasentido o un error, pudoresponder a una conceptualizacin territorial y espacial previa, posiblemente de ori-gen cuzqueo o altiplnico36.

    Las rutas del siglo XVI. El Camino del despoblado

    Durante el siglo XVI, la estructura del sistema vial incaico, en especial el cami-no de la Sierra del Collasuyu, constituy un importante referente y un medio indis-pensable para el desplazamiento, acceso e incorporacin de nuevos territorios y po-blaciones al emergente aparato administrativo hispano. Por su parte, el camino realque pasaba por las cercanas de San Pedro de Atacama y que se introduca por eldespoblado, adquiri un relativo protagonismo, sobre todo en las primeras expedi-ciones hacia o desde Copiap y Chile37. De all que abunden en la documentacinburocrtica y en las crnicas de la poca breves reseas de esas incursiones espaolasen sta y sus regiones vecinas durante el proceso de expansin y conquista hacia elsur38. Se trata de elaboraciones genricas que suelen integrar a todas estas regio-nes bajo categoras comunes, y que adquieren en ciertos casos (particularmente en el

    32 Lpez de Velasco, op. cit.: 300; Maurta, 1907, Tomo I: 15-16; Herrera, 1901: 465.33 Hyslop, 1992.34 Nuez, 1981; Niemeyer y Rivera, 1983.35 Lizrraga, 1909 [1607]: 524-525; Medina, 1895, T. VII: 192, 273.36 Sanhueza, 2002 Ms.37 Ver Documentacin del Archivo General de Indias publicada en Estudios Atacameos N10, 1992.38 Medina, 1888-1902, Vols. VI, X, XII, XIV.

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    del despoblado de Atacama), connotaciones epopyicas o mticas, que nos aproxi-man a toda una construccin categorial hispana sobre estos espacios y territorios39.

    Y, sin embargo, parecen tambin introducirse en los relatos espaoles, otrosque podran tener un origen muy distinto.

    El camino al infierno

    Con la orden e proveimiento ques dicho intentaron el despoblado e infernalcamino de Atacama, en cuyo discurso hallaron tantas diversidades de agua ycalidades de tierra que si los trabajos pasados no los tuvieran convertidos ehabituados a diversas fatigas y fueran estos espaoles gente nuevamente llega-da de Castilla, dificultoso fuera no se corromper o inficionar con muertes o di-versas enfermedades40.

    La ruta que van siguiendo las escasas aguadas o manantiales naturales, o lospozos cavados para hacerlos brotar, va sealando en el relato hispano un itinerarioparticularmente hostil. Una ruta ferozmente desrtica, salpicada de jagueyes deagua gruesa, o de jagueyes salados, o cenagosos, hediondos, viscosos esucios. Un castigo, una condena de la Providencia divina segn el cronista Oviedo,tanto para los pecadores espaoles como para tan brbara e daada e idlatragenerascin e infiel gente que habitaba aquellas tierras por descubrir41.

    Frecuentemente nos encontramos con narraciones de este tipo sobre esta tra-vesa y sobre los grandes desafos que present el despoblado y sus territorios veci-nos a la conquista de Chile, objetivo final del avance espaol. La expedicin deAlmagro, que sufri sus experiencias ms despiadadas al atravesar la cordillera haciaCopiap, y posteriormente al regresar por el despoblado, y luego, la de Valdiviaque, desde Atacama, haba cruzado el desierto hacia Chile, dieron origen desde lasprimeras crnicas a un modelo descriptivo de estas regiones que destaca ciertosepisodios, situaciones, lugares o gentes como elementos paradigmticos del entor-no.

    Vamos a detenernos en un aspecto, entre los muchos que componen las rela-ciones sobre estas tierras, incluso tan genricamente construidos que muchas vecesno es posible situarlos en un territorio o lugar en particular, y que sin embargo,

    39 Ver Martnez, 1992.40 Oviedo, [1550] 1901: 246.41 Op. cit.: 247.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    aunque constituyen un referente aparentemente secundario o accidental, son indis-pensables en el contexto descriptivo de estos paisajes. Refirindose a las hazaasdel Adelantado, los cronistas Lpez de Gmara y Agustn de Zrate, sealan:

    De los Charcas al Chile pas Almagro mucho trabajo, hambre y fro, ca (sic)pele con grandes hombres de cuerpo y diestros flecheros. Helronse muchoshombres y caballos, pasando una grandes sierras nevadas, donde tambin per-di su fardaje. Hall ros que corren de da y no de noche, a causa que las nieves sederriten con el sol y se hielan con la luna...42.

    Tambin hay por aquella costa muchos ros que corren de da y de noche no traenagua, lo cual causa grande admiracin a los que no entienden que aquello proce-de de que se derrite de da la nieve de las sierras con el calor del sol, y entoncescorre el agua, la cual de noche, con la frialdad se reprime y no corre43.

    Estos dos fragmentos, que se insertan en narraciones generales sobre los pro-cesos de descubrimiento y conquista, mencionan ciertos ros de caractersticaspeculiares, y que a primera vista solo tienen relevancia en cuanto sealan uno entretantos elementos que identifican estos territorios. Sin embargo, y volviendo esta vezespecficamente al despoblado de Atacama, encontramos que entre las numerosasy generalmente escuetas descripciones de su ruta, surgen algunas versiones que par-ticularizan ciertas aguadas o ros como hitos caractersticos del camino. La prime-ra versin algo ms pormenorizada que conocemos, es la de Gernimo de Bibar,quien seala y describe detalladamente varios de estos puntos y, en especial, algunosque sern una referencia recurrente en crnicas posteriores.

    La ruta del despoblado de Atacama

    Segn Bibar, Pedro de Valdivia, haba iniciado su travesa por el despobladodesde Atacama, en cuya ruta haba debido aderezar algunos malos pasos, cavar enjagueyes y pozuelos, y detenerse a descansar en manantiales de aguas salobresdonde creca algo de pasto. As, luego de varias jornadas de camino:

    Allegaron a un ro chico que corre poca agua, tanta que de un salto se pasara.Comienza correr a las nueve de la maana cuando el sol calienta la nieve queest en una rehoya. Corre con grande furia y hace mucho ruido a causa del sitiopor donde corre. Dura el correr de este ro hasta hora de nona. Cuando el sol

    42 Lpez de Gmara [1552], 1901: 291.43 Zrate, [1555] 1901: 258.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    baja hace sombra una alta sierra a la nieve que est en una rehoya dicha, y comole falta el calor del sol, no se derrite la nieve, a cuya causa deja de correr. Scaseeste ro de tal manera y suerte que dicen los indios, que mal lo entienden, que se vuelve elagua arriba a la contra de cmo ha corrido. Por tanto le llaman los indios Anchallulla,que quiere decir gran mentiroso44.

    Continuando su travesa, el ejrcito de Valdivia llegaba a otro ro, tambin decaractersticas excepcionales:

    Caminando por sus jornadas allegaron ms adelante a otro ro pequeo, aunquelas bajadas tiene agrias y el valle de media legua de ancho... Es el agua clarsima,procede de las nieves. Corre por tierra de grandes metales y veneros de plata ycobre, lo cual yo vi. Es tierra muy esteril, sequsima y salada. Es cosa admirable queen tanto que esta agua corre, es clara como he dicho, y tomada en vaso de plata o debarro sacndola de su corriente, se cuaja y se hace tan blanca como el papel, luego enaquel momento que la sacan.

    Y viendo los espaoles que el agua que les traan para beber se les cuajaba en eljarro de la mano a la boca, receban pena por la falta que haba trado y que lasjornadas pasadas y en las que esperaban caminar. Las piezas de servicio [losindgenas] recibieron desmayo y desconsuelo en ver lo mesmo, y de enojados deaqul ro y de aquella agua lo llamaron Suncaemayo, quiere decir ro burlador 45.

    El ltimo hito descrito por Bibar antes de Copiap, era un valle que dicen elChaar donde creca yerba, algarrobos y chaares:

    Al fin de este despoblado, diez y ocho leguas por andar de l, estaba un valle chicocon poca agua clara y dulce que Dios fue servido de darla all. Parece cosa milagrosa,porque no tiene sitio para manar ni venir de parte alguna (...) Aqu reposamos dosdas y parecinos que estbamos ribera del Guadalquivir (...) De este valle quedicen el Chaar hasta el valle de Copiap hay dieciocho leguas, buen caminollano y sin cinagas ni agua...46

    Un ro que corre solo de da y luego se seca, otro cuya agua se cuaja en sal dela mano a la boca, un valle que parece milagroso porque su agua clara y dulceparece no venir de parte alguna... Hitos del camino que van configurando un espa-cio donde lo extraordinario es, sin embargo, verosmil47.

    44 Bibar [1558] 1988: 68.45 Op. cit.: 68-69. El texto de Bibar sobre este ro es ms extenso, pero por razones de espacio no lo

    reproducimos completo.46 Op. cit.: 71-72. En este vallecito, agrega Bibar tenan poblados los ingas, y los que estaban aqu

    registraban el tributo de oro y turquesas y otras cosas que traan de estas provincias de Chile,y vivan aqu slo para este efecto.

    47 Ver anlisis de Martnez respecto a esta categora en el contexto del discurso espaol del sigloXVI (1992: 141).

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    Otros relatos, contemporneos y posteriores sobre esta ruta marcan tambinun itinerario jalonado por acontecimientos o situaciones excepcionales y por ciertasaguadas o ros que adquieren ribetes a veces milagrosos. Particularmente el de Mariode Lobera nos sumerge en un espacio y una atmsfera de estas caractersticas:

    Son tan speros y fros los vientos de los mas lugares deste despoblado, queacontece arrimarse el caminante a una pea y quedarse helado y yerto en pi pormuchos aos, que parece estar vivo, y as se saca de aqu carne momia en abun-dancia. De estos cuerpos iban topando en mucho nmero a cada paso arrimadosa riscos y barrancas, tanto que sirven de seales del camino, para no poderperderse, estando todos tan frescos que parecen recien muertos siendo de ms de tres-cientos aos, segn la relacin que dan los indios, de entre los cuales salieron los queas se helaron en el camino.

    Las pocas aguas que fuera de la lluvia hai en estos desiertos, son tan intiles queo estn en Jahueyes a 12 i 13 leguas, o en algunos pocos manantiales dondecorren clarsimas acequias de agua que convidan tanto con su transparencia, quese abalanzan a ella los que llegan sedientos, conociendo por esperiencia cuantaverdad sea que el deleite tiene la apariencia amena, dejando al gusto amargoms que acibar. Ni es menos intil el agua de un hermozo rio deste despoblado, quesiendo tan grata al aspecto como la pasada, apenas se ha tomado en la mano, cuandoest vuelta en sal cuajada; de la cual solo son sus riberas sin otra cosa.

    Solo un rio hai para consuelo de los pasajeros de tal condicion, que a ciertashoras del dia viene de monte a monte; y cuando se le antoja se seca de repente al mejortiempo; por lo cual le llaman los indios ancha llulla, que quiere decir rio mentiroso.Algunos dicen que este rio se orijina de un grande lago que est en lo ms altode la cordillera, el cual crece y mengua, como la mar a las mismas horas que ella, yas redundan en el arroyo las variedades de su principio48.

    Un ro que se cuaja en sal, un ro mentiroso pero que esta vez parece crecersegn los movimientos de la luna... Y luego, un manantial que brota milagrosamente:

    No dejar de decir, como estando el ejrcito en cierto paraje a punto de perecerpor falta de agua, congojndose una seora que iba con el jeneral llamada doaInes Juarez, natural de Placencia y casada en Mlaga, mujer de mucha cristiandady edificacin de nuestros soldados, mand a un indio cabar la tierra en el asientodonde ella estaba, y habiendo ahondado cosa de una vara, sali al punto aguatan en abundancia, que todo el ejrcito se satisfizo, dando gracias a Dios por talmisericordia. Y no par en esto su magnificencia porque hasta hoy conserva elmanantial para toda jente la cual testifica ser el agua de la mejor que han bebido la delJaguey de doa Ins, que as se le qued por nombre49.

    48 Mario de Lobera [1595] 1867: 38-39.49 Op. cit.: 39. Es especialmente interesante este relato, ya que no solo da cuenta del origen mila-

    groso de un riachuelo que corre hasta hoy por la regin, sino tambin, porque adjudica un papel

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    Nos encontramos, en las primeras relaciones sobre la ruta del despoblado, conla expresin de un proceso de semantizacin e incluso de sacralizacin de ese espa-cio, que va manifestando, en estos y en los relatos posteriores, la creacin y repro-duccin de toda una tradicin oral construida desde una percepcin espaola. Siintentamos ubicar e identificar aquellos lugares, valles, ros o hitos de los que senos habla, descubrimos que todos ellos, salvo uno, figuran en nuestros mapas ytoponimia actual. Aunque parece haber varios riachuelos o aguadas extremadamentesalados, destaca el tempranamente llamado por los espaoles Ro de la Sal, cuyonombre mantiene hasta hoy, afluente cordillerano del ro Salado de Chaaral 50. Lasquebradas de Doa Ins y Doa Ins Chica se ubican al norte del Ro de la Sal, y alsur del mismo, el valle u oasis de El Chaar, hoy llamado Finca de Chaaral, queresponde a la detallada descripcin de Bibar. Todos estos lugares constituyen hitosdel transecto meridional del Camino del Inca que una Atacama con Copiap a tra-vs del despoblado51. Pero dnde est el ro Anchallullac o el Gran Mentiroso?

    El Gran Mentiroso

    A los relatos y descripciones de Bibar y de Lobera se suman otros, algo poste-riores, que sin embargo sealan a este ro como uno de los hitos ms caractersticosde la ruta del despoblado. Segn Reginaldo de Lizrraga (1607):

    ...camnanse estas 120 leguas de Atacama a Copiap en 20 das, dos ms o me-nos, si las nieves no lo impiden, porque en algunas partes se mete el caminohacia la cordillera, donde por junio, julio y agosto suele nevar ... Este caminopocas veces se anda, porque si no es algun desesperado o fugitivo homicianono se pone a tanto trabajo. Caminando por aqu se llega a un ro que en la lenguade los indios se llama Anchallullac, que quiere decir rio gran mentiroso, porque vermoslecorrer particularmente a la tarde y parte de la noche, y si luego no se toma el agua

    protagnico en el evento a un arquetipo particularmente contradictorio en nuestra memoriaepopyica nacional. Ins de Suarez, la amante, la mujer ilegtima, se constituye no solo enherona, sino en la intermediaria del acto divino. Sin duda, el espacio simblico en el cual se leotorga esta condicin es el adecuado para un acontecimiento de esta naturaleza.

    50 Herrera, en una descripcin muy similar a la de Bibar, lo llama ro de la Sal y lo ubicageogrficamente en 23 y tres cuartos, y a una distancia de 22 leguas de la primera provincia deChile... ([16011615] 1901: 330). Philippi, en el siglo XIX, lo describe como un riachuelotrasparente y cristalino, de 2 pies de ancho, cuyas aguas, compuestas de una disolucin saturadade sal comn, depositan en ambas orillas costras de sal, que dibujan diversas figuras blancascomo la nieve (1860: 86).

    51 Philippi, op. cit.; Iribarren y Bergholz, 1971.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    necesaria y da de beber a los caballos, dende a poco rato no hay gota de agua, y no es riopequeo.

    La causa es que con el calor del sol se derriten las nieves de la cordillera nevada,y corre el agua a la tarde y parte de la noche, y cuando resfra a la noche cesa lacorriente; por lo cual los que piensan a la maana hallar agua, hllanse burladosy la madre del rio seca.

    Luego seala escuetamente: Hay otro ro que como viene corriendo el agua seva cuajando en sal52.

    Dcadas ms tarde, el cronista Vsquez de Espinoza (1628) hace nuevamentemencin a este lugar como paso obligado del camino, despus de la localidad de ElPajonal, primer hito del despoblado. Describe al Gran Mentiroso como un valle,agregando nuevos y curiosos detalles:

    A 6 leguas del pajonal est un vallesito pequeo muy verde, lleno de grama elqual conuida con su frescor y buena vista a los que calurosos an caminado ypasado seis leguas de arenales inhabitables, a que se queden a descansar en el,por ser dormida forosa, para poder Caminar despues lo restante de los arena-les, los quales estan lastrados de sal, como en la tierra de Arica y aunque mas,como ay en otros llanos secos de la Costa del Piru.

    Este valle se llama Hatunllulla, que quiere decir gran mentiroso, porque suele hacermuchas burlas a los Chapetones, o visoos, que pasan por alli, por no saber la tierra,sino es que lleuan algun indio de guia, u otra persona que sepa lo que pasa, y los talesduermen, despues de auer comido, y descansado las mulas en la grama obra de4 oras las sacan fuera a una varranca alta donde las atan, hasta que ayan decaminar; porque no les suceda alguna desgracia, como a sucedido a muchos, que noan lleuado guia, quedandose a dormir en la frescura del valle, y las mulas maneadas, queunos, y otros se an ahogado.

    El caso es que 6 leguas de aquel parage al oriente ay unas altas sierras neuados,que estn en 26. grados australes, las quales con la gran fuera, y calor del sol, sederriten, y vienen corriendo las aguas de la nieue con grande auenida, y furia en grandeabundancia, y como despues que refresca la tarde, y corre viento, viene sola elagua que se a deretido, llega despues de media noche una grande auenida , que durade dos a tres oras, la qual se lleua quanto halla por delante, esta es cierta, y ordinariatodas las madrugadas, y dura por el tiempo referido, y como a los que no sabenla tierra les a sucedido desgracias, le an puesto a este valle por nombre Hatunllulla,que quiere decir gran mentiroso, y engaador.

    Continuando la ruta hacia Copiap, solo seala el Algarrobal, respecto al cualno hace ninguna mencin particular53.

    52 Lizrraga, op. cit.: 524-525.53 Vsquez de Espinosa [1628] 1948: 620.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    Es necesario detenerse un poco en estas y las anteriores versiones sobre elGran Mentiroso. Por una parte, tienen varios elementos comunes. Desde el punto devista de la estructura del relato, todas ellas pretenden ser prolijas, describiendo lamagnitud del ro y detallando las horas o los momentos del da o la noche en queste crece o aparece. Todas ofrecen, adems, una explicacin del fenmeno, quelo hace verosmil. Se refieren a un ro en particular, ubicado en un lugar determina-do y cuya crecida es sealada como un suceso regular, no como un acontecimientoeventual o estacional. Todas ubican este hito dentro de una secuencia de aguadaso ros, situndolo siempre en pleno despoblado.

    Y sin embargo, estas versiones son notablemente diferentes. El ro comienza acorrer a las nueve de la maana; o en la tarde y parte de la noche. Dura de dos atres horas, o cuando se le antoja se seca de repente. Si para Bibar es un ro chico,que corre poca agua y se cruza de un salto; segn Lobera viene de monte a mon-te; Lizrraga seala que no es ro pequeo, y segn Vsquez de Espinoza correcon grande avenida y furia, tanto as que los desprevenidos pueden morir ahogados.Pareciera que a travs del tiempo, el ro Mentiroso fuera aumentando considerable-mente su tamao...

    Las explicaciones sobre su origen, aunque algo ms coincidentes, son tambindiversas. Para algunos tiene que ver con el movimiento del sol, para otros, con el dela luna.

    Por ltimo, un elemento sugerente: su nombre, incluso con el paso del tiempo,nunca es castellanizado, como ocurre con todas las otras aguadas.

    Lo visto y lo odo

    Se hace indispensable un breve anlisis textual de las fuentes utilizadas. Comoes sabido, Bibar no viaj a Chile con el ejrcito de Valdivia, sino que lleg a este reinoen 1548. Sin embargo, su descripcin pormenorizada de las regiones y habitantes delnorte chileno y del camino del despoblado, permiten suponer que efectivamenterealiz este viaje por tierra 54. Como los cronistas de su poca, Bibar sostiene, quetanto lo visto por s mismo, como lo odo de personas de crdito y por relacincierta componen su relato y constituyen pruebas confiables de su veracidad 55.Incluso parece haber ciertas seales de ello en la forma como est construida sunarracin. Cuando describe la travesa y acontecimientos vividos por Valdivia y sugente, siempre lo hace en tercera persona. Sin embargo, parecen introducirse en el

    54 Orellana, 1996.55 Martnez, 1995: 36.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    texto sus propias experiencias en el recorrido por el despoblado, especialmente cuandodescribe lugares o accidentes geogrficos 56. En estos casos habla en primera perso-na. Ello, para el narrador de su poca, no parece ser un contrasentido, como tampocoel hecho de no mencionar su fuente de informacin incorporando o superponiendoun texto sobre otro 57. Bibar suele sealar explcitamente cuando est refiriendoalgo que vio por sus propios ojos o que experiment personalmente. As sucede consu descripcin del Ro de la Sal y la del valle del chaar 58. Sin embargo, el roAnchallullac no es descrito en estos trminos. Solo deja caer, en el texto citado,estas expresiones: dicen los indios, que mal lo entienden..., y por tanto le llamanlos indios Anchallulla...

    Respecto a Mario de Lobera, no sabemos si recorri esta zona. Pero su ver-sin bastante breve, en la que no alude a su condicin de testigo, pone en duda supaso por all. Su exposicin desordenada en cuanto a los hitos que describe, denotasu intencin de no reproducir un itinerario, sino ms bien de destacar ciertos hechossobrenaturales producidos por la intervencin divina. Recurso, por lo dems, queaparece constantemente en su obra59. Y sin embargo, al mencionar el estado de con-servacin de aquellos que haban muerto en el camino del despoblado, dice hacerlosegn la relacin que dan los indios... 60.

    Lizrraga tampoco parece haber recorrido el despoblado. De su lectura sedesprende que no conoci Copiap, por lo que sus referencias parecen provenirde terceros 61. Por ltimo, Vsquez de Espinoza, que nos ofrece la versin mspormenorizada del Gran Mentiroso, jams estuvo all.

    Aparentemente, ninguno de nuestros narradores vio este ro. El nico de ellosque sabemos que recorri el despoblado, nos presenta dudas. Independientementede ello, el texto de Bibar pudo haber sido la fuente de inspiracin de los escritos

    56 Orellana, op. cit.57 Procedimiento regular y comn de registro de acontecimientos que da cuenta de la predominancia

    en el siglo XVI, de una cultura eminentemente oral (Martnez, 1995).58 Respecto al primero, dice: ... allegaron ms adelante [Valdivia y su gente] a otro ro

    pequeo...[que] corre por tierras de grandes metales y veneros de plata y cobre, lo cual yo v.Agregando un poco ms abajo, en un prrafo que no hemos citado, Cuando llegamos a stero...y vimos aquel ro correr. Respecto al Chaar, tambin hace hincapi en que estuvo all:Aqu reposamos dos das y parecinos que estbamos ribera del Guadalquivir (Op. cit.: 68-69;71).

    59 Orellana, op. cit.; La crnica de Lobera, como es sabido, fue retocada por el jesuita Bartolomde Escobar, el que a su vez parece haber hecho varios cambios al texto original, lo que frustracualquier intento de anlisis desde la perspectiva que nos interesa.

    60 Lobera, op. cit., 38.61 Este fraile camin parte importante de la ruta incaica del Collasuyu por la Sierra, lo que descri-

    be con gran meticulosidad. A Chile entr, la primera vez, por el camino de Mendoza y la segundapor mar. Parece haber estado en las costas de Atacama en alguno de esos viajes de ida o regreso.Lizrraga, op. cit.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    posteriores, pero de ser as, por qu son todos distintos, a diferencia, por ejemplo,del Ro de la Sal que es siempre descrito de la misma manera? Fue una experienciaparticular vivida por el cronista Bibar, que al plasmarla en un texto, la constituy enrealidad permanente? Eso es posible. Sin embargo, las versiones de Lpez de Gmaray de Zrate, que mencionbamos ms arriba y que parecen integrar en un enuncia-do comn todas estas regiones remotas y entre cuyas particularidades estn losros que corren slo de da fueron escritas antes que la crnica de Bibar. Esta es, alparecer, una realidad instalada en los relatos espaoles con anterioridad al texto deGernimo de Bibar.

    En busca del Gran Mentiroso

    La posibilidad de manantiales o fuentes de agua que crecieran o decrecieran adeterminadas horas del da o en el perodo de la estacin lluviosa pudo o puede seruna caracterstica de esta regin62. Si correspondi a un fenmeno hdrico regular,como lo sealan las fuentes del siglo XVI, pudo tratarse de una vertiente que ya noexiste o de una eventual crecida que qued registrada en la memoria de los narrado-res o de sus informantes, quienes le otorgaron el carcter de permanente. Pero ningu-na de las descripciones de aquellos que efectivamente cruzaron el despoblado conAlmagro, Valdivia u otras expediciones, menciona un evento de este tipo63. Las expe-diciones del siglo XIX por esta regin, tampoco refieren nada parecido64. Incluso, laprospeccin arqueolgica por el Camino del Inca, efectuada en 1981, y que tena lasreferencias del relato de Bibar, no se encontr con el mentado ro65.

    Se ha sugerido ms arriba que la nica fuente de informacin indirectamentemencionada, es indgena. Incluso creemos que la insistencia permanente de los espa-oles en explicar el fenmeno, es en cierta medida un intento de someter a unmarco de verosimilitud europea, lo que parece haber sido un relato autctono. Comodeca Zrate, hay por aquella costa muchos ros que corren de da y de noche notraen agua, lo cual causa grande admiracin a los que no entienden que aquello procede

    62 Como sealaba una de las Probanzas de los compaeros de Almagro: ... dijo queste testigofue al dicho viage con el dicho adelantado... en el cual se pasaron muy grandes despoblados dea cien leguas y a ciento y quince, y que en todos ellos no haba comida ni lea ni yerba enalgunos dellos y que de quince a quince leguas haba aguajes de muy poca agua en que podranbeber obra de diez hombres con sus caballos e guardaban que manasen los aguajes hasta medianoche e beban por orden e medida el agua hedionda e cenagosa... (Medina, 1889, T. V: 251-252).

    63 Op. cit., Tomos: V, VII, X, XII,XIV, XV, XXI.64 Philippi, 1860; San Romn, 1896-1902; Bertrand, 1885.65 Nuez, op. cit.: 26.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    de que se derrite de da la nieve. Y posteriormente Bibar: Scase este ro de talmanera y suerte que dicen los indios que mal lo entienden, que se vuelve el aguaarriba a la contra de como ha corrido 66. El Ancha Llullac es un ro que se devuelvesobre su curso.

    Como se ha sugerido tambin, el ro Ancha Llullac nunca fue castellanizado.Los espaoles ponan nombres a los lugares que descubran. Si el Ro de la Salalguna vez se llam Suncaemayo, como sostiene Bibar, esta denominacin fue rpi-damente reemplazada por otra castellana. El nombrar, se deca ms arriba, es unacto fundacional que instaura simblicamente la presencia de un determinado podersobre un espacio o territorio. El acto de nombrar era tambin especialmente relevan-te en el proceso de expansin incaica. Quizs por este motivo, los nombres quellegan a nosotros, y particularmente el de Ancha Llullac, no correspondan a lenguaslocales o de regiones vecinas, sino que provengan del quechua.

    El Gran Mentiroso El relato de un hito incaico?

    A las versiones que hemos reproducido aqu sobre el ro Mentiroso, se sumaotra, que por su particularidad permite una nueva mirada o una lectura diferente delAncha Llullac. Esta corresponde a la recopilacin efectuada por el cosmgrafo y cro-nista del Consejo de Indias, Juan Lpez de Velasco entre 1571 y 1574, quien reunigran cantidad de documentacin disponible en Espaa sobre la geografa e historiadel Nuevo Mundo 67.

    Aunque se trata de un texto que pretende ser hilado y continuo en su estruc-tura narrativa, una lectura atenta denota que est elaborado a partir de fuentes, docu-mentos o testimonios muy diversos. De hecho, son constantes las diferencias y, aveces contradicciones, respecto a la descripcin, ubicacin o caractersticas de deter-minadas localidades, regiones o circunscripciones administrativas, lo que manifiestala diversidad de las fuentes utilizadas. Sin embargo, justamente su carcter de reco-pilacin geogrfica e histrica permite acceder a fragmentos de manuscritos, hoydesaparecidos. Es posible, incluso, identificar ciertos pasajes en que parecenintroducirse relatos y categorizaciones que marcan diferencias notables en el texto.

    Entre los elementos recurrentes de la recopilacin estn las delimitaciones dejurisdicciones administrativas que, hasta ese momento, se haban establecido. Res-pecto a la regin que nos interesa, hay dos alusiones particularmente interesantes,que se refieren a un sistema de deslinde previo al espaol.

    66 Bibar, op. cit.; Zrate, op. cit.67 Lpez de Velasco, J. 1571-1574; En Zaragoza (Ed.), 1894.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    Las provincias de Chile, que es lo ms apartado y lejos de Espaa en lo descu-bierto de las indias occidentales, viene a estar entre el meridiano 63 y el de 77de longitud del meridiano de Toledo, y desde 27 de altura hasta 52; de maneraque de largo norte-sur tendr como quinientas leguas, que ponen de viaje desdelos mojones que los Ingas tenan puestos en medio de Copiap, por donde se parta ycomenzaban estas provincias hasta el Estrecho de Magallanes...68

    Son escasas las referencias puntuales que conocemos respecto a un posiblesistema de amojonamiento incaico de provincias, lo que otorga a este fragmento unvalor especial. Sin embargo, nos encontramos con otro, que parece ms sugerentean, referido al camino del despoblado de Atacama o camino de los llanos:

    El otro camino es el que va por los llanos del Pir... y para entrar en la provincia[de Chile] se pasa un despoblado de ms de 100 leguas, sin agua ni yerba, y en elinvierno peligroso por la mucha nieve que cae en el camino, el cual est marcadocon los huesos y calaveras de los indios que han muerto por seguir a los espao-les. Estn en este valle los mojones altos y grandes que dividan las provincias de Chile delas del Pir en tiempo de los Ingas, y en medio del un arroyo pequeo que se dice Auchillulca,que quiere decir muy mentiroso, porque a ciertas horas del da llega el agua dl alcamino real del Inga, a causa de que se hiela en su nacimiento y slo corre cuandohay sol. Pasado este despoblado se juntan en el valle de Copiap los dos cami-nos...69

    Este fragmento parece romper lo que ha sido el modelo general para refe-rirse a este lugar70 . Parecieran operar aqu categoras diferentes a las descritas ante-riormente. Por una parte, el ro ya no solo constituye un referente anecdtico de laruta, sino que se asocia a un deslinde territorial, deslinde establecido en relacin alcamino (llega el agua dl al camino real del Inga). Los mojones del inca, a diferen-cia del fragmento anterior, se ubican en pleno despoblado, pasado el cual, est elvalle de Copiap donde se juntan los caminos de los Llanos y de la Sierra. Ade-ms, hay una notoria contradiccin entre este relato y el resto de los que operan en eltexto general de la recopilacin, donde se sostiene reiteradamente que el caminode los llanos no es el camino del inca, sino solo aquel que va por la sierra71. A quinpertenece esta versin?

    68 Op. cit.: 513.69 Op. cit.: 518-519.70 El texto, sin embargo, parece estar incompleto por insertar de pronto un este valle cuando

    est describiendo los arenales del desierto.71 Op. cit.: 402-403, 511-512, 518-519. Esto no es exclusivo de la recopilacin de Lpez de Velasco.

    En general, aquellos cronistas que mencionan el camino del despoblado nunca lo denominancamino del Inca. Herrera habla de dos caminos: el de Atacama y el de la sierra. Solo a esteltimo llama camino real (Op. cit.: 465. Ver tambin Maurta, 1907, T. I: 15-16). Incluso Bibarnunca denomina este camino como del Inca.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    El Volcn Mentiroso. Una Huaca Estatal

    Por cierto, un punto de partida indispensable para intentar comprender losposibles significados que encierran estos relatos, est en la lingstica. Segn eldiccionario quechua de Gonzlez Holgun, Ancha quiere decir Muy o Mucho, y Llulla:Mentira, engao72. Ro Muy Mentiroso, as lo traduca Lpez de Velasco en el textoarriba citado. Sin embargo, todas las otras referencias lo traducen como Gran Menti-roso (incluso Vsquez de Espinoza lo llama Hatun Llulla, que efectivamente signifi-ca Gran Mentiroso). Estas sutilezas nos sugieren algunas claves y asociaciones posi-bles con la toponimia actual.

    El volcn ms imponente de todo ese territorio, que con sus 6.700 metros dealtura es, adems, el ms alto de Sudamrica, se conoce en la actualidad comoLlullaillaco, nombre quechua que significa Agua Mentirosa o Aguas Mentirosas73.Ubicado en pleno despoblado, y por cuyas faldas pasa el Camino del Inca, el volcn(al igual que el ro Ancha Llullac) es un hito que se encuentra ms al norte de losotros que hemos descrito y situado. El Llullaillaco contiene en su cumbre uno de losllamados santuarios de altura incaicos ms espectaculares que se conocen, tantopor la magnitud de sus ofrendas y la cantidad de cuerpos all enterrados, como por laaltura en que se encuentran, siendo el entierro incaico y el sitio arqueolgico conoci-do como el ms alto del mundo. A distintas alturas se encuentran en l construccio-nes, centros ceremoniales y enterramientos, y se ha podido establecer que, al me-nos dos caminos incaicos lo recorren y alcanzan su cumbre74.

    Nos preguntamos, entonces, si lo que hemos estado buscando es realmente unro. Se trata de un espacio cognitiva, e incluso topogrficamente mucho ms signi-ficativo, revestido de una importancia ritual y poltica de envergadura. Incluso, nospreguntamos si el relato indgena del Gran Mentiroso se construy en torno al o losposibles ros o vertientes intermitentes que all se originaban, o ms bien aluda alvolcn. Como es sabido, los nombres de ros en quechua se acompaan del sustantivomayo (como parece haber sido el caso del nombre original del Rio de la Sal).Creemos que en este caso, el depositario del nombre, aqul que otorgaba el senti-do o la significacin pudo ser, en realidad, esta imponente montaa. Es posible,adems, que el Ro Mentiroso evoque la actividad volcnica de derrame de lava.Bibar, que como creemos, recogi este relato de los indgenas, seala en su descrip-cin algo que pudiera referirse a una eventual o permanente actvidad subterrnea:Corre con grande furia y hace mucho ruido a causa del sitio por donde corre75. Por

    72 Gonzlez Holgun [1608] 1952.73 Llulla (quechua y aymara) Mentira, Engao; Yaco (quechua) Agua. Gonzalez Holgun, op.

    cit.; Bertonio [1612] 1984.74 Vitry, C. Llullaillaco: El Volcn... www elruna.com75 Op. cit.: 68.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    otra parte, una de las caractersticas del Llullaillaco, al menos en la actualidad, es suexcepcional carencia total de vertientes de agua permanentes, lo que ha hecho suge-rir a algunos investigadores, que la falta de agua pudo ser justamente el origen delnombre Aguas Mentirosas76.

    El volcn Llullaillaco es, sin duda, el hito o el referente ms importante de laruta del despoblado, su presencia domina el paisaje77. Sin embargo, los relatosespaoles no lo particularizan, no lo nombran, solo aluden a aquella o aquellasaltas sierras que originaran el ro. El volcn para los espaoles, a diferencia de losindgenas, no era relevante. Obviamente su condicin de Huaca les fue ocultada porlos indgenas, y sin embargo su importancia y su connotacin cultural y religiosa seintrodujo en los propios discursos hispanos, que resignificaron o resemantizaronun relato mtico para ellos desprovisto de sentido. Un relato, sin embargo, que seincorpora a sus propios procesos de construccin y sacralizacin de un espaciotambin cargado de contenidos religiosos y mticos.

    Espacios sagrados y amojonamiento

    Si las provincias o territorialidades estaban deslindadas segn reiteran cons-tantemente las fuentes hispanas, en qu consistan estos deslindes? De qu se esthablando cuando se habla de trminos, mojones, linderos, etc? Se trata deaccidentes geogrficos a los que se otorga esa condicin? Es conocida la relevancia yveneracin que en el mundo andino y entre los incas tenan todos aquellos elementosde la topografa que de alguna manera destacaran en el paisaje. En las palabras dePolo de Ondegardo, adoraban qualquier cosa de naturaleza que paresca notable ydiferenciada de las dems78. Manantiales, ros, cerros, incluso planicies o llanospodan ser objeto de culto. Especialmente en la medida en que constituyeran o estu-vieran ubicados en puntos de transicin (p. e. portezuelos) desde un espacio visuala otro (Durston, op. cit.: 87). Es muy probable que estos elementos distintivos delentorno, que adquiran un carcter sagrado, pudieran operar adems como referen-tes y elementos ordenadores o delimitadores del espacio poltico-social-territorial.

    Las quebradas, por ejemplo, parecen haber representado sitios de rupturaque, segn los relatos de la expansin incaica, como seala Martnez, iban demarcan-do simblicamente determinadas jurisdicciones. Ello est dando cuenta de una con-ceptualizacin del espacio particularmente cargada de significados, donde la nocin

    76 Vitry, op. cit.77 Niemeyer y Rivera, op. cit.: 110 - 111.78 Op. cit.: 189.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    de lmite se va estructurando en torno a estas situaciones de quiebre de la continui-dad territorial79.

    Se trata, como propone Martnez, de discursos mticos y simblicos verbal-mente construidos sobre el espacio poltico y social. Sin embargo, y sin desmedro deque as sea, el amojonamiento parece remitir tambin a un acto de intervencinmaterial en el paisaje. Intervencin que, por cierto, no pudo haber sido arbitraria conrespecto a las categoras andinas de construccin de territorialidades. En los mitosfundacionales del Cuzco, se menciona la instalacin de mojones de piedra comomojones de posesin80. Segn Betanzos, luego de repartir las tierras a los caciquesy principales de las provincias comarcanas del Cuzco, el Inca les mand

    que pusiesen sus linderos e mojones altos de tal manera hechos que nunca seperdiecen debajo de los cuales mojones y de cada uno dellos mand que fuesepuesta cierda carga de carbn, diciendo que si en algn tiempo se cayese elmojn que por el carbn que all se hallase se conoceran los linderos de las talestierras...81.

    Guamn Poma denomina sayhuas a los mojones que los incas ponan paradeslindar los territorios. Segn los diccionarios quechua y aymara del siglo XVII,Sayhua significa mojn de tierras o el montn de piedras puesto por mojn82.De hecho, los deslindes preexistentes, sobre todo aquellos de carcter ms local, enla medida en que resultaran funcionales a la administracin colonial, fueron manteni-dos por las autoridades espaolas. En la regin de Cochabamba, por ejemplo, ante elconflicto generado por ciertas tierras, los curacas de Tapacar acudan a la justiciapara proteger sus linderos y mojones establecidos desde el tiempo de los incas, loque haba sido ratificado por Toledo:

    ...y ansi an tenido siempre sus mojones ciertos y sealados y hasta el dia de oyestan en los lugares donde siempre an estado desde el tiempo de los dichosyngas y desde que la visita general el virrey don Francisco de Toledo83.

    Esto permite suponer que, independientemente de los contextos y contenidosque se hubieran otorgado a estos hitos o demarcaciones, el sistema de amojonamien-to incaico era, al menos en ciertos casos, inteligible para los espaoles, y aunque

    79 Martnez, 1995b: 39-40. El Inca, segn Santa Cruz Pachacuti, enviaba a sus capitanes a queconstruyeran ushnus (que son unas piedras puestas como estrado) en cada quebrada. Ushnu,est asociado con la aplicacin de justicia y es a la vez es definido como mojn.

    80 Sarmiento, op. cit.: 57.81 Op. cit.: 56.82 Guaman Poma, op. cit.: 325, 847; Gonzalez Holgun, op. cit.; Bertonio, op. cit.83 En Schram, 1995: 165. Esta regin presenta una situacin particularmente compleja puesto que

    se trata de territorios adjudicados por el estado incaico a poblaciones de mitimaes (Op. cit.:166).

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    pudiese estar referido a determinados elementos sacralizados del paisaje, los espa-oles no siempre repararon en ello.

    La Raya de Vilcanota

    Entre los relatos de la expansin territorial como proceso demarcatorio, fi-guran algunos que sealan ciertos detalles distintivos. Segn Sarmiento de Gamboa,Topa Inca Yupanqui, fue conquistando hacia el sur, hasta los lmites del collasuyo:

    ...y lleg al ro de Maule, adonde puso sus colunas, o , otros dicen, una muralla portrminos y mojones de su conquista.

    Posteriormente, Guayna Cpac, lleg hasta el ro Angasmayo, entre Pasto yQuito, adonde puso los mojones como fin e trminos de la tierra que haba conquis-tado, y en los mojones puso ciertas estacas de oro por grandeza y memoria 84.

    Columnas, estacas, murallas; seguimos hablando en un plano exclusivamentesimblico?

    Segn Porras Barrenechea, Guayna Cpac, mand colocar dos porras de oro yplata en la raya de Vilcanota, como reto y defensa mgica contra los Collas85. La lagunao la regin de Vilcanota tuvo una inmensa importancia religiosa para los incas. All seconstruy el hoy llamado templo de Viracocha, y se considera en las fuentes comouna regin de lmite con el Collao. Polo de Ondegardo, refirindose a la tradicinoral, seala que no hay memoria bastante quando seorearon por este mismo cami-no hasta la laguna de Vilcanota, que es adonde empieza el Collao y salen de aquellalagunilla dos poderosos rros que uno vierte a la mano del Norte y otro a la del Sur,que fue adoratorio de estos naturales, y guaca sealada unyversal y mucho tiempopas que los yngas no conquistaron ms de hasta all...86.

    Lizrraga, que recorri a fines del siglo XVI el camino del Collasuyu, describeeste lugar como un espacio situado entre dos cordilleras nevadas. Caminando medialegua ms delante de la laguna,

    ...vemos una pared de piedra de mampuesto que corre desde la nieve del un cerro al otroatravesando el camino Real. Esta pared dicen los viejos se hizo por orden y concierto de

    84 Op. cit.: 131, 149.85 Porras Barrenechea, Indagaciones peruanas. www.sisbib.Bib.virtual.pe86 Polo de Ondegardo, 1916: 50 - 51.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    paz entre los Ingas y los indios del Callao [Collao], los cuales trayendo guerras muyreidas entre s, vinieron en este medio: que se hiciese esta pared en el lugardicho, de un estado de un hombre, no muy ancha, la cual sirviese como de mura-lla para que ni los Ingas pasasen a conquistar el Collao ni los Collas al Cuzco;rompieron por su mal los Collas las paces y quisieron conquistar a los Ingas, maslos Ingas revolviendo sobre ellos los conquistaron y no pararon hasta Chile. Estapared se ve el da de hoy descender desde la nieve del un cerro, y atravesando el valle ycamino Real sube hasta la nieve del otro87.

    Sin pretender, una vez ms, desprender de este relato una verdad histrica88,nos parece sugerente la presencia de este muro divisorio. Se ubica de tal maneraque une en sus extremos los dos cerros o cordilleras, y est trazado perpendicular-mente respecto al camino. El muro atravieza el Camino del Inca. El Abra donde seencuentra este deslinde es conocida hoy como La Raya, y corresponde a la zona deldivortio aquarum de las hoyas del Amazonas y del lago Titicaca89. Se trata de unespacio fuertemente sacralizado y, que a su vez constitua un lugar o un espacio dedeslinde territorial. Deslinde que no slo operaba a nivel del discurso, sino que sematerializaba o redundaba en una intervencin directa sobre la topografa local.

    Es posible ubicar algn tipo de deslinde en el despoblado de Atacama? Por elmomento no estamos en condiciones de asegurarlo. Y, sin embargo, existen algunasreferencias que nos parecen de considerable inters. Por lo que daremos rienda suel-ta a una pequea dosis de especulacin.

    La construccin del camino en el relato incaico

    Desde Atacama envi el Inca corredores y espas que fuesen por aquel despobla-do y descubriesen paso para Chili y notasen las dificultades del camino, parallevarlas prevenidas. Los descubridores fueron Incas -porque las cosas de tanta impor-tancia no las fiaban aquellos reyes sino de los de su linaje- a los cuales dieron indiosde los de Atacama y de los de Tucma... para que los guiasen... Con esta preven-cin fueron los descubridores, y en su camino pasaron grandes trabajos y dificul-tades por aquellos desiertos, dejando seales por donde pasaban para no perder elcamino cuando volviesen. Y tambin porque los que los siguiesen supiesen por dndeiban... Con esta diligencia y trabajo horadaron ochenta leguas de despoblado, quehay desde Atacama a Copayapu...90.

    87 Lizrraga 211.88 Parece estar construido en base a ciertos moldes o cnones ya reconocidos en otros testimonios

    sobre la expansin del inca y, que una vez ms la justifica, dado que los collas habran traiciona-do su compromiso.

    89 Valcrcel, 1964.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    Como se ha planteado, el Camino del Inca y su trazado, constituye la materia-lizacin de un determinado discurso hegemnico. La prctica incaica de apropia-cin del espacio se expresa en sus propios relatos sobre el proceso de construccinde sus caminos. Los descubridores fueron Incas, y su sello o sus seales distin-tivas, quedan registradas en la constitucin misma de ste. Sus guas (los construc-tores?) fueron los de Atacama y de Tucumn. En la versin de Betanzos, son los deCopayapo los que actan como intermediarios y facilitadores de la penetracin incahacia Atacama91.

    Quines construyeron este camino? Probablemente, distintos grupos socialeso provincias participaron en la construccin del camino del despoblado.

    ...[los veedores del Inca] yban por las provincias marcando la tierra y los indiosque haba de una a otra, a los quales mandaba que hiziesen los tales caminos: yas se hazan desta manera que una provinia haca hasta otra a su costa y consus yndios y en breve tiempo lo dexaban como se lo pintavan... Y si allegavan alos despoblados, los yndios de la tierra dentro que estavan ms ircanos venancon vituallas y herramientas a lo hazer...92

    El trazado del camino en el relato arqueolgico

    El camino del despoblado es un camino trazado en lnea recta, jalonado poralgunos tambos o chasquihuasis y otro tipo de construcciones pequeas, ubicadosen las aguadas y escasos lugares de abastecimiento. Segn Miemeyer y Rivera93, queprospectaron el camino en 1981, ste se encuentra sealizado por hitos o topusde estructura cilndrica o tronco piramidal, construidos por superposicin de pie-dras, y destinados a servir de guas o indicadores de la ruta94. Estos hitos caracterizanel camino por lo menos desde la localidad de Peine hacia el sur, aunque hay algunostramos largos con ausencia de ellos. Generalmente se encuentran en pareja, entre loscuales y en forma equidistante pasa el Camino del Inca. Otras veces se trata de hitossolitarios. Aunque sus dimetros y alturas son variables de una pareja a otra, se tratade estructuras homogneas en su diseo, y poseen, segn los autores una apariencia

    90 Garcilaso, op. cit.: 462.91 Betanzos, op. cit.: 163-164.92 Cieza, 1985: 41-42.93 Op. cit.: 139-143.94 En otro trabajo analizaremos y discutiremos esta posicin, puesto que consideramos que estas

    seales o topus, efectivamente pudieron haber operado, como relatan las crnicas, comoindicadores de distancias.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    inconfundible95. Finalmente, al sur de la mina de Vaquillas, prcticamente desapa-recen o estn desarmados al punto de no reconocerse96.

    Anque los hitos de la ruta respondan a pautas estandarizadas, en una oportu-nidad y como un hecho excepcional, la expedicin arqueolgica se encontr en elllamado Llano de Vaquillas Altas, con tres topus dispuestos en lnea, por medio dedos de los cuales pasaba el camino. Su estructura corresponda al formato estableci-do y caracterstico, y sus dimensiones, irregulares entre s, iban desde 1 a 1,80 metrosde dimetro de su base, y de altura de 0,80 a 1,10 metros. De acuerdo con la ubica-cin que los arquelogos dieron respecto a estas estructuras, situadas en el camino alsur del tambo de Ro Fro y al norte del Portezuelo de Vaquillas, se tratara sinduda de las pirmides o columnas del despoblado de Atacama, as llamadas en ladocumentacin colonial y republicana.

    Las pirmides o columnas del despoblado

    La ruta del despoblado, y dentro de ella, tramos importantes del Camino delInca continu siendo utilizada durante el perodo colonial, aunque la mayora de losdesplazamientos de los espaoles desde y hacia Chile se haca por mar o por el no-roeste argentino97. Al menos hasta mediados del siglo XVIII, esta ruta fue utilizadapor el sistema colonial de correos entre Lima y Chile, a travs de postas indgenas,pero ya en 1778 estaba prcticamente en desuso a causa de los muchos obstculos ydificultades que presenta en su trnsito el grande Despoblado de Atacama98. En elitinerario del sistema de correos, publicado en esa fecha, se detallan los hitos o loca-lidades del trayecto, cuyos nombres en su gran mayora estn castellanizados. Laruta, aunque contiene algunos errores, menciona a partir del sur de Peine, los si-guientes hitos: Tilo, Agua de Pajaritos, Guanaquero Grande, Zorras, San Juanito, LaEncantada, Aguas Blancas, Ro fro, Baquillas, Pasto Cerrado, Puquios, el Chaaral,Copiap. El documento agrega:

    A las dos, o tres leguas de Riofrio siguiendo para baquillas, se hallan los piramides, quedividen las jurisdicciones del Reyno del Per, con el de Chile 99.

    95 Niemeyer y Rivera, op. cit.: 140.96 Op. cit.: 143.97 Lizrraga, op. cit.: 524-525; Reales Ordenanzas..., 1778: 163.98 Reales Ordenanzas..., op. cit.99 Op. cit.: 161-162. En realidad, las localidades de San Juanito y La Encantada se encuentran al sur

    de Vaquillas (Bertrand, op. cit.: 288; Philippi, op. cit.). Las quebradas de Doa Ins y el ro de laSal, no mencionados en este documento, se ubican entre Pasto Cerrado y el Chaaral.

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    C. Sanhueza En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales

    Esta referencia limtrofe, al parecer la nica que se conoce al respecto, entrabaen contradiccin con otras de la misma poca, emanadas desde las autoridades dePotos, que establecan los lmites en el ro Salado o en Copiap100. Posteriormente,luego de la independencia republicana, los pases involucrados comenzaron un largoproceso de negociaciones y confrontaciones diplomticas para establecer sus respec-tivos lmites en esta regin. Mientras Chile pretenda establecer sus fronteras a laaltura de Mejillones, Bolivia incorpor entre otros alegatos el lmite establecido poreste documento colonial101.

    En 1853, estas pirmides son descritas por Philippi, quien se encontraba enla regin oficialmente encomendado por el gobierno chileno:

    El camino es casi siempre la antigua ruta del Inca. Despus de haber andadocomo 4 leguas, desde Ro Fro, llegamos a las llamadas columnas, que no soncolumnas como lo indica el nombre sino montones de piedras de unos diez piesde dimetro y 4 pies de alto. Estn poco ms poco menos de este a oeste,pero no en una lnea exacta. Los dos del medio estn a distancia de 37 pasos, yel camino pasa entre ellos, los otros distan 200 pasos de ellos. En las inmediacio-nes hay muchas pircas evidentemente muy antiguas, que han servido quizs dehabitacin a los indios que hicieron el camino, y que levantaron estos montonesde piedras. Observo espresamente que las columnas no se hallan en el portezuelo,el que se encuentra por lo menos dos leguas ms al sur, como he odo decir amuchas personas, ni hay aqu alguna divisin natural en la naturaleza del terre-no102.

    Varios aspectos destacan en esta descripcin. Philippi, que conoce bien puesha descrito previamente varios tramos del Camino del Inca, considera este amojo-namiento como indgena y antiguo. Agrega que ste no se encuentra en elportezuelo, como lugar ms convencional para establecer deslindes y que no hayen el terreno nada que indique que ese sera el lugar adecuado para hacerlo. Endefinitiva, con todo ello est diciendo, ante el argumento jurisdiccional boliviano,que se trata de una demarcacin no susceptible de ser reconocida oficialmente. Sinembargo, este detallista y prolijo cientfico, no menciona cuntas son las pirmides.De su lectura se desprende que, por lo menos, son ms de tres.

    Poco despus, el jurista boliviano J. M. Santibaez, refirindose a esta descrip-cin de las columnas de Vaquillas, seala airado:

    El seor Philippi no nos dice el nmero de columnas que encontr. De su des-cripcin, solo aparecen cuatro, mientras que nosotros tenemos datos para afir-mar que son numerosas i que forman una larga serie que puede perseguirse con la vista

    100 Caete y Domnguez [1787] 1974. Ver tambin notas del editor.101 Eyzaguirre, 1968; Bertrand, op. cit.; Santibaez, 1863.102 Op. cit.: 39.

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    En busca del Gran Mentiroso: Relatos orales, demarcaciones territoriales C. Sanhueza

    hasta una considerable distancia. La omisin del Sr. Philippi a este respecto es cier-tamente muy estraa: la existencia de las pirmides no pudo dejar de llamar suatencin, como se la llam en efecto (...) i debi haberse tomado el trabajo deseguir las pirmides en la estensin al menos de algunas millas103.

    Se desprende de este ltimo relato algo que nos resulta familiar. Los mojonesque se extienden a una considerable distancia, parecen dibujar una lnea perpendicu-lar al camino. El que los arquelogos hayan encontrado solo tres de estos hitos en1981, no es de extraar. Las columnas del Camino del Inca se haban visto involucradasen un lamentable litigio internacional...

    Corresponden estas columnas o hitos a un sistema de amojonamiento de ori-gen colonial hispano? Por qu, si as fuera, seguiran un formato estructural, unalgica y una esttica identificada como correspondiente al patrn estatal incaico deconstruccin de caminos? Si efectivamente se trataba de una demarcacin cuzquea,qu estaba sealando? Existe alguna relacin entre este aparente deslinde territo-rial y el volcn Llullaillaco, ubicado ms al norte? Aunque no tenemos los suficientesdetalles sobre la disposicin topogrfica del entorno, recogemos del relato de nues-tros viajeros contemporneos que estos mojones se encuentran en un extenso lla-no de altura, un gran plano que se eleva poco a poco en direccin norte-sur, hastael portezuelo de Vaquillas, que ofrece una magnfica vista tanto hacia el norte comohacia el sur. A partir de all el camino comenzara a descender por la falda occidentalde la cordillera de Domeyko hacia sus quebradas y pequeos valles tributarios. Alparecer, es desde lo alto del portezuelo desde donde se divisa, por ltima vez, elLlullaillaco dominando la regin104.

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    103 Santibaez, op. cit.: 27.104 Philippi, op. cit.; Niemeyer y Rivera, op. cit.

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