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112 NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA * Este artículo se deriva de la investigación “Gestión cultural y políticas de lugar: enfoques alternativos al desarrollo”, llevada a cabo por el Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, IESCO, y cofinanciada por Colciencias. ** Psicopedagogo, Especialista en Comunicación-Educación. Docente de la Universidad Pedagógica Nacional. Premio Nacional de Educación Francis- ca Radke 2007-2008, Bogotá, Colombia. E-mail: [email protected] Coinvestigación: organizaciones populares y nuevas prácticas de saber* Carlos Eduardo Valenzuela Echeverri** El presente artículo es la sistematización de una serie de reflexiones en relación con el conjunto de retos, desafíos, responsabilidades y compromisos que supone para el investigador social hoy asumir un enfoque epistemológico que propende esencialmente por aceptar al “otro” de la investigación como a un igual, lo cual conlleva hablar de procesos de “coinvestigación” en los que tienen un papel preponderante el diálogo de saberes y el campo de la Comunicación-Educación. Palabras clave: coinvestigación, diálogo de saberes, etnografía, comunicación-educación, organizaciones sociales, prácticas intelectuales. O presente artigo é a sistematização de uma série de reflexões em relação ao conjunto de retos, desafios, responsabi- lidades e compromissos que supõe para o pesquisador social hoje assumir um enfoque epistemológico que sugere essencialmente aceitar o “outro” da pesquisa como igual, no qual convém falar dos processos de “co pesquisa” nos que têm um papel preponderante no diálogo dos saberes e no campo da Comunicação-Educacional. Palavras-chaves: co pesquisa, diálogo dos saberes, etnografia, comunicação-educacional, organizações sociais, práticas intelectuais. This article gathers systematically reflections concerning the challenges, duties and commitments that social researchers face, in order to acknowledge in their epistemologically approach the “other” as a peer. This leads to talk about “co- investigation” processes in which the “dialog with others’ knowledge” and the Communication-Education field have outstanding roles. Keywords: co-investigation, knowledge dialog, ethnography, communication-education, social organizations, intellectual praxis. [email protected] PÁGS.: 112-127 ORIGINAL RECIBIDO: 11-VII-2008 – ACEPTADO:18-IX-2008

SANTIAGO MUTIS NOMADAS - nomadas.ucentral.edu.conomadas.ucentral.edu.co/nomadas/pdf/nomadas_29/29_8V_Coinvestigac... · esencialmente por aceptar al “otro” de la investigación

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112 NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA

* Este artículo se deriva de la investigación “Gestión cultural y políticas delugar: enfoques alternativos al desarrollo”, llevada a cabo por el Instituto deEstudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, IESCO, ycofinanciada por Colciencias.

** Psicopedagogo, Especialista en Comunicación-Educación. Docente de laUniversidad Pedagógica Nacional. Premio Nacional de Educación Francis-ca Radke 2007-2008, Bogotá, Colombia. E-mail: [email protected]

Coinvestigación:organizaciones populares ynuevas prácticas de saber*

Carlos Eduardo Valenzuela Echeverri**

El presente artículo es la sistematización de una serie de reflexiones en relación con el conjunto de retos, desafíos,responsabilidades y compromisos que supone para el investigador social hoy asumir un enfoque epistemológico que propendeesencialmente por aceptar al “otro” de la investigación como a un igual, lo cual conlleva hablar de procesos de “coinvestigación”en los que tienen un papel preponderante el diálogo de saberes y el campo de la Comunicación-Educación.

Palabras clave: coinvestigación, diálogo de saberes, etnografía, comunicación-educación, organizaciones sociales, prácticasintelectuales.

O presente artigo é a sistematização de uma série de reflexões em relação ao conjunto de retos, desafios, responsabi-lidades e compromissos que supõe para o pesquisador social hoje assumir um enfoque epistemológico que sugereessencialmente aceitar o “outro” da pesquisa como igual, no qual convém falar dos processos de “co pesquisa” nos que têmum papel preponderante no diálogo dos saberes e no campo da Comunicação-Educacional.

Palavras-chaves: co pesquisa, diálogo dos saberes, etnografia, comunicação-educacional, organizações sociais, práticasintelectuais.

This article gathers systematically reflections concerning the challenges, duties and commitments that social researchersface, in order to acknowledge in their epistemologically approach the “other” as a peer. This leads to talk about “co-investigation” processes in which the “dialog with others’ knowledge” and the Communication-Education field have outstandingroles.

Keywords: co-investigation, knowledge dialog, ethnography, communication-education, social organizations, intellectualpraxis.

[email protected] • PÁGS.: 112-127

ORIGINAL RECIBIDO: 11-VII-2008 – ACEPTADO:18-IX-2008

113N Ó M A D A SVALENZUELA ECHEVERRI, C. E.: COINVESTIGACIÓN: ORGANIZACIONES POPULARES Y NUEVAS PRÁCTICAS DE SABER

El primer obstáculo que tuveque zanjar para producir el presen-te artículo fue una molesta línearoja que aparecía debajo de la pa-labra “coinvestigación” cada vezque la escribía en el computador,indicando vaguedad, anomalía,error. Sabía de antemano que agre-gar la palabreja al diccionario, pesea solucionarme el fastidioso asuntode la rayita carmesí, no resolveríala ansiedad que me empezó a sus-citar el hecho. No obstante, lo hice.Terminé por convertir en indicio laausencia.

Aunque el términoen cuestión de allí enadelante apareció sinmácula, la sospechanunca cesó. Creo másbien que fue agudi-zándose. Pude haber in-corporado fácilmente lapalabra coinvestigaciónal glosario de mi orde-nador pero lejos estabayo de haberla apropiado.

Poco a poco fui advir-tiendo la magnitud deesta anécdota, pues, gra-cias a ella, no sólo obtuveun pretexto para comen-zar a escribir, cuestión nada baladí,sino que además me sirvió para intro-ducir la discusión sobre el tema de lacoinvestigación, partiendo justamentede las inquietudes que dicho conceptogenera en quienes lo escuchan porprimera vez.

Así pues, hallará el lector quelo restante no es más que un inten-to por familiarizarle con algunasconsideraciones acerca de lo quesignificó para mí coinvestigar en elmarco de un proyecto de investiga-ción social en virtud del cual co-

nocí, dialogué y trabajé con tres or-ganizaciones populares de reco-nocida trayectoria cultural enBogotá (Corporación PromotoraCultural Zuro-Riente, AsociaciónVecinos Solidarios, AVESOL y laregión de Los Montes de María enel departamento de Bolívar, Co-lect ivo de Comunicación deMontes de María Línea 21 –enadelante CCMMa–).

Si bien no es objeto de este artí-culo reseñar lo que fue el desarrollo

general de dicha investigación, sí sesirve de ella con el propósito funda-mental de ofrecer algunos elementosde juicio que contribuyan a pro-blematizar el campo de la coin-vestigación a nivel ontológico,epistemológico y metodológico. Su-mado a ello, el presente escrito deri-va también del deseo de hacerexplícita una mirada respecto de lapráctica de la investigación social queno colinda con pretensiones totaliza-doras y academicistas. Una miradaque, en vez de hurgar con anteojerasen los anaqueles del cientificismo1

para explicar su objeto, acude a otrafuente para tratar de comprender-lo:la narrativa.

Así, podríamos decir que, si-guiendo a Morin (1998), el carác-ter de algunos de los planteamientosaquí esgrimidos es, en muy buenamedida, “poético”, pues, recurroocasionalmente a la narración parahablar acerca de mi experiencia enel ámbito de la investigación social,un campo que suele describirse des-de el “prosaísmo” de la racionalidad,

cuyo lenguaje empírico-técnico tiende a obje-tivar aquello de lo cualda cuenta.

Por lo tanto, si, comodecía Pessoa (Pessoa cit.Morin, 1998), somos ha-bitados por dos seres: ellógico y el ilógico, proba-blemente este último esquien lleva la voz cantan-te en este escrito, mien-tras el primero sólo hacelas veces de coro, un coroatravesado por muy diver-sas voces que van desde elsocio-construccionismo(Ibáñez) y la Comunica-ción-Educación (Martín-

Barbero; Huergo) hasta los estudiosculturales latinoamericanos (Mato;Castro-Gómez) y la epistemología si-tuada del feminismo (Haraway; Fox-Keller), pasando por la etnografía(Guber) y el psicoanálisis (Bustamante;Beillerot).

En ese orden de ideas, el escri-to alude, en primer lugar, a la com-plejidad que reviste todo ejercicioinvestigativo cuando de observar larealidad se trata. Asunto cuyastensiones se hacen aún más eviden-tes en un trabajo etnográfico que

Levantados en armas en el campo colombiano. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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asume al otro de la investigacióncomo igual y, en consecuencia, bus-ca definir con él lo que es la reali-dad y el conocimiento. En segundolugar, destaca los aportes hechos porel campo de la Comunicación-Edu-cación tanto a las prácticas de lasorganizaciones populares como alejercicio coinvestigativo, en lamedida en que encausó su desa-rrollo y tradujo en la práctica supotencial metodológico. Y, final-mente, como corolario de lo ante-rior, en el tercer apartado exponeuna serie de puntos de discusiónalrededor de lo que entraña la ac-ción de investigar con otro/s enclave dialógica.

Ahora bien, en la medida enque la investigación de corte etno-gráfico, como afirma AlejandroGrimson (2002: 71), “implica esta-blecer diálogos entre conceptos ysucesos”, continuaré empleando elrelato para plasmar mis reflexionessobre la coinvestigación.

Del observar, unaacción mediada por lasubjetividad

Me dirás, acaso:“¿Estás seguro de que esa leyenda

es la verdadera?” Pero, ¿qué importalo que pueda ser la realidad fuera demí, si esa leyenda me ayuda a vivir,

a sentir que existo, a sentir lo que soy?Charles Baudelaire

En los Montes de María2, unamañana de marzo del 2007, elmunicipio de El Carmen de Bolívaratestiguó un encuentro entre losinvestigadores del IESCO y elCCMMa. Rememoro dicha reuniónen primera instancia, por cuanto loconversado aquel día con las coin-vestigadoras monte-marianas Car-

men Pacheco y Soraya Bayuelo acer-ca de la realización audiovisual y suscomplejidades, me condujo a pen-sar súbitamente en las singularida-des del ejercicio investigativo.

La reflexión de aquel momentogiró alrededor del grado de objetivi-dad necesario en la producción deun audiovisual cuyo propósito estri-baba en “representar” la realidad. Finque no pocas veces, solapadamente,dicho sea de paso, se le atribuye tam-bién a la investigación social.

Pese a no hacerlas explícitas,varias preguntas me rondaron esamañana muy de cerca: ¿cómo das aconocer algo sin que en ello medietu juicio o tu prejuicio, el cual, se-gún Bufalino (1995), a veces tienemás sustancia que el juicio mismo?¿Qué garantía puedes ofrecer deobjetividad hoy, cuando sabes quedescribir una situación es práctica-mente construirla y definirla? Defi-nitivamente qué difícil es ser unomismo y no ver sino lo visible, con-cluí en medio de la agitada charlarecordando en silencio el bello poe-ma de Pessoa “Cuidador de reba-ños”, que nunca olvido incluir enmis clases sobre etnografía.

A medida que una de las coin-vestigadoras del colectivo de co-municación, Carmen Pacheco,refería al equipo del IESCO susvaliosas consideraciones sobre elasunto de la objetividad, no pudeevitar hacer una breve digresión,a partir del socio-construccionis-mo3, acerca del tortuoso sino alque nos sometemos todos los allíreunidos como investigadores.

“¡Pensar es estar enfermo de losojos, es no comprender!” dice Pessoa.En tal sentido, podríamos decir que

quien investiga es un desahuciadoque anhela en vano “ver” el mun-do. Un ser que hace de todo cuantoobserva un misterio, como el reyMidas, que convertía en oro todoaquello que tocaba. Así las cosas, elhombre sólo puede pensar el mun-do, imaginarlo. No puede más quetraducirlo a partir siempre de unainterpretación que le sirva de ceda-zo para aprehenderlo, sea ésta de lanaturaleza que sea. Aprehende dela realidad lo que sus preconceptosle permiten (Bustamante, 2007). Enconsecuencia, pensar en el sentidoúltimo de las cosas, desde esta pers-pectiva, no sería más que un agre-gado, “como pensar en la salud ollevar un vaso de agua a las fuen-tes” (Pessoa, 2000: 107).

En ese orden de ideas, el pade-cimiento de Midas ejemplifica muybien aquello a lo que el investiga-dor, y todo “sujeto”, irremediable-mente, se enfrenta cuando pretendeconocer el mundo4. Un mundo que,a pesar del dominio que sobre él ejer-cemos desde nuestra subjetividad,no nos es posible captar. Somos in-capaces, especialmente en nuestracontemporaneidad, aun con todo loque sabemos acerca de nosotros mis-mos (o quizá por ello), de “ver”, de“saber ver”, como diría Pessoa (2000:131), “sin estar pensando, saber vercuando se ve, y no pensar cuandose ve ni ver cuando se piensa”. Noses imposible abrirnos, siguiendo aTrías (1996: 133),

a la comprensión de aquello queproviene de fuera de la subjetivi-dad, de aquellos mensajes, signos,señales o portentos que procedendel fuego del cielo y que no pue-den ser anticipados, previstos, niprogramados por nuestro dominiosubjetivo del mundo.

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Perdimos aquella familiaridadcon la cual los antiguos y los orien-tales “descifraban” el mundo5. Serescuya comprensión de aquello queprovenía de “fuera” era fecunda peroinversamente proporcional a la quetenían de sí mismos:

Podría decirse que en ellos lagracia dominaba sobre la volun-tad, imponiendo su oscura ley, oel arcano de sus designios. Encambio, el sujeto no se habíaconstituido todavía como suje-to capaz de captarse a sí mismoy de fundar, a partir de esaautocaptación (como la que, deDescartes a Fichte, se instauracomo fundamento filosófico), laexpansión de esa unidad ori -ginaria del Yo consigo en laVoluntad transformadora delmundo (Trías, 1996: 134).

Por eso, “tristes de nosotros quetraemos el alma vestida”, ataviada deconvenciones, teorías e ideas a par-tir de las cuales intentamos discernirel mundo, verlo. Pero verlo implica,según señala Pessoa (2000: 131),

un estudio profundo, un apren-dizaje de desaprender y un se-cuestro en la libertad de aquelconvento del que los poetas dicenque las estrellas son las monjaseternas y las flores las penitentesconvencidas de un sólo día, perodonde finalmente las estrellas noson sino estrellas y las flores sinoflores. Y es por eso que les llama-mos estrellas y flores.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómoenfrentarnos, en tanto investigado-res, a ese desafío que llega de “fue-ra”, del mundo sentido, y nos pone,revestidos de cuanto somos, “a tra-bajar sobre ello, a tratar de interpre-

tarlo…?” (Popper-Eccles cit. Martí-nez, sf: 23). Difícil renunciar a pen-sar, difícil entregarse a la eternanovedad del mundo cuando en ellomedia lo que somos y pensamos.Durante mucho tiempo se nos instóa prescindir de lo sensual en funciónde lo racional. A morar en el signi-ficado que le atribuíamos a las co-sas, insuflándoles personalidad.Gracias a ello nos hemos habituadoahora a “nombrar para creer”. Olvi-damos que “las cosas son el únicosentido oculto de las cosas” (Pessoa,2000: 143), en tanto no poseensignificado, sólo existencia, y, enconsecuencia, nos la pasamos bau-tizándolas para adjudicarles uno,pero, ¿cuál?, ¿en virtud de qué cri-terio?, ¿sobre la base de qué princi-pio?, de hecho, ¿quién o qué nos dijoque había que advertirlo?, ¿a cuen-ta de qué?, ¿qué nos autorizó? Estaspreguntas resultan ética, filosóficay políticamente insoslayables paraaquellos que, como nosotros, nosdisponemos a “nombrar” una reali-dad desde nuestras propias refle-xividades, es decir, a investigar.

No sé si fue a causa del intensocalor o el apetito que azuzaba ya miestómago, pero en ese momento unaextraña sensación de vacío me em-bargó. Lo expuesto para muchos,aparentemente, no produjo mayorespreocupaciones a juzgar por las idasy venidas constantes de buena par-te de los convocados. Pensar en algoasí, supuse, era “como pensar en ra-zones y fines cuando el principio dela mañana está rayando, y por loslados de los árboles un vago oro lus-troso va perdiendo la oscuridad”(Pessoa, 2000: 107). Hablar sobrequé es la realidad y qué tan objeti-vos podemos ser al acceder a ella,atraía menos que el delicioso suerocosteño dispuesto por las compañe-

ras montemarianas para el final dela reunión. Y ello sí que resultabade una contundencia pasmosa.

Durante el almuerzo, apreciépensativo la magnitud del reto al cualnos enfrentábamos como investiga-dores. Desafío que se triplicaba alconsiderar la perspectiva metodoló-gica refrendada desde un principiopor el estudio: la “coinvestigación”.Erradicada la objetividad (entendi-da en términos de suponer una reali-dad “real”, independiente de laactividad racional y ajena al lengua-je simbólico humano). Supeditados,por lo tanto, al relativismo que de elloderivaba, ¿quién podría arrogarseahora el derecho de negar o afirmaralgo acerca de lo investigado? Sufi-ciente ilustración al respecto veníaofreciendo ya lo discutido alrededordel campo de la producción audiovi-sual, terreno en el que la objetividadresulta imposible de obtener cuandose pretende “dar cuenta” de la reali-dad, dado que son múltiples y diver-sos los aspectos que intervienen endicho propósito, empezando por lospropios sujetos involucrados.

No obstante, a pesar de estar ad-vertidos del relativismo al que arrojael socio-construccionismo, optamosparadójicamente por acudir a la pro-ducción audiovisual y las nuevas tec-nologías para asumir, desde el campode la Comunicación-Educación, elreto metodológico de la coinvesti-gación y sus implicaciones.

Lectura de lasorganizaciones y la co-investigación en clavecomunicativo-educativa

Fueron esencialmente tres orga-nizaciones populares las que, como

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producto del carácter comunicati-vo-educativo que éstas le imprimena sus prácticas de gestión cultural,atrajeron poderosamente la atenciónde los investigadores del IESCO, asaber: Colectivo de ComunicacionesMontes de María Línea 21 (CCMMa),Asociación de Vecinos Solidarios(AVESOL) y Promotora CulturalZuro-Riente.

La primera organización, CCMMa,surge ya hace más de una década enmedio de una geografía de conflic-to, la región de los Montes de Ma-ría. Pese a estar rodeada de paisajesexuberantes y gente “bacana”, estazona colombiana ha sido una de lasque más ha sufrido el fragor de laguerra interna. Desde hace veinteaños, diversos grupos de terror vie-nen disputándose dicho territoriopor cuanto resulta estratégico “parala movilización desde el centro delpaís hasta su Costa Caribe” (Garzón,2008: 184).

De allí que en la actualidad, losMontes de María sean reconocidosmás, según Garzón, “por las cifras dedesplazamientos, asesinatos, secues-tros y acciones de guerra que se pro-ducen en ellos [que] por las accionesque cuestionan y retan las lógicasdel conflicto armado”, como aque-llas realizadas justamente por elCCMMa6.

En el colectivo se está conforman-do una escuela de perdón y re-conciliación porque se ha notadoque, hay una cosa tenaz que pro-voca todo esto de la guerra, quees como, échele guerra a la gue-rra, échele más violencia a la vio-lencia, que lo que se genera es unodio creciente, o sea, si a mí memataron a alguien yo tengo quebuscar a los que me mataron esealguien pa matarlos también, opues es cuestión de venganza,entonces pensando como en todoeso, lo que se hace es como, se

está pensando como en un escuelade perdón y reconciliación, y pa-ralelo como a todo el proceso pe-dagógico con ellos se está tambiéntrabajando todo eso (entrevistacon Carmen Pacheco, CCMMa,2007).

Así pues, esta organización po-pular se ha interesado fundamental-mente por “reavivar” su territorio“desde adentro”, lo cual la ha lleva-do a trabajar sistemáticamente, des-de hace doce años, en función desu comunidad, forjando tejido sociala través de proyectos de Comunica-ción-Educación diversos que vandesde el uso del tiempo libre, la al-fabetización para adultos, la parti-cipación comunitaria y los colectivosinfantiles hasta el campo de la co-municación popular y la cinemato-grafía, ámbito este del que, dicho seade paso, se ha derivado un valiosoproyecto de cine trashumante titula-do “Cineclub Itinerante La Rosa

Clase del escultor Gustavo Arcila en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, 1936.Foto cortesía de Eduardo Arcila.

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Púrpura del Cairo”, iniciativa peda-gógica que surge como fuente “deopciones lúdicas y educativas paralos jóvenes de la región de los Mon-tes de María, extendiendo sus alter-nativas de vida por un lado y porotro, recuperando la calle como es-cenario para construir lo público conla participación de toda la comuni-dad” (Vega y Bayuelo cit. Garzón,2008: 184).

De otro lado, de entre la multi-plicidad de organizaciones popularesque se concentra en San Cristóbal,localidad cuarta de la ciudad deBogotá, en favor del desarrollo cul-tural de sus habitantes, se destacandos: Promotora Cultural Zuro-Rientey AVESOL7. Estas organizacionesnacen, en compañía de otras mu-chas, hacia finales de la década delos setenta y principios de los ochen-ta. Época convulsa social y política-mente hablando, caracterizada por“el ascenso y radicalización de losmovimientos populares y de izquier-da del país, los cambios sociode-

mográficos de la población urbana yla experiencia sociocultural y políti-ca de los habitantes de los asenta-mientos populares que surgen desdemediados de los setenta” (Torres,2007: 114).

Esta atmósfera social e ideoló-gica, no sólo sirvió de telón de fon-do para el surgimiento de las dosorganizaciones mencionadas, sinoque además fue su principal acica-te en tanto configuró el espíritu desu lucha popular. AVESOL, porejemplo, obtuvo el apoyo de religio-sas partidarias de la teología de laliberación, mientras que PromotoraCultural, agenciada por artistas, seideó en el seno de un movimientode izquierda. Así, en las dos ha sidosiempre explicita “su identifica-ción, en sentido amplio, con el pro-yecto e imaginario de izquierda, eindependientemente de sus áreasde trabajo, han empleado estrate-gias provenientes de la educaciónpopular, la investigación partici-pativa, el arte comprometido y la

comunicación alternativa” (Torres,2007: 117).

Sentíamos que era necesario pro-vocar el encuentro entre la gen-te, que la gente viera cosasestéticas y como no las había en-tonces nos pusimos a hacerlas ynos pusimos a hacer teatro y ahacer poesía y surgió la idea dehacer El Tizón. En ese deseo dehacer cosas, de leer, de escribir,de hablar, nació también un dis-curso que nos permitía una formadiferente de ver el mundo. Habíauna necesidad de encontrarnos,pero era de encontrarnos a noso-tros mismos. Todas las actividadesque ha desarrollado la Promotoranunca surgieron por un motivoexterno a nosotros. Ese procesoiniciativo de la Promotora es comocuando uno tiene la posibilidadde estarse inventando el mundoy esa gestación empieza a tenervida y uno empieza a inventarselas cosas que quiere hacer paraacercarse a la gente (Entrevista

Museo de Arte de la Universidad Nacional. En primer plano: obras de Edgar Negret y Marta Combariza.147 maestros - Exposición conmemorativa - 120 años - Escuela de Artes Plásticas (curador: David Lozano).

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con Vicente Bernal Galvis, Pro-motora Cultural, realizada porAnadelina Amado, 2007).

Así pues, al dialogar durantemucho tiempo con estas tres orga-nizaciones sobre su quehacer cultu-ral en general, siempre causó en míun gran interés el arduo trabajo co-municativo-educativo que vienenrealizando año tras año con sus co-munidades, destinado esencialmen-te a, por una parte, recuperar elderecho a la movilización, “a ocu-par y vivir los espacios públicos, acompartir con el otro yla otra en un mismo es-cenario” (Carmen Pa-checo cit. Garzón, 2008:189) y, por otra, a“transformar las condi-ciones de exclusión ur-bana, propias del modode dominación del pro-ceso globalizador […] ylas condiciones de priva-tización del espacio ur-bano, en beneficio de losintereses que constitu-yen la estructura de va-lores de quienes habitanel espacio local” (Cubi-des, Durán, Valderramay Valenzuela, 2006: 251),posibilitando formas re-novadas de interacción, de acciónpolítica tendientes a acrecentar lasdinámicas de resistencia y partici-pación colectiva de la comunidad.

Movidos por la necesidad degenerar espacios para el encuentro,la integración y el diálogo, de cons-truir una apuesta permanente en de-fensa de la vida ante tanta violenciaen sus territorios, estas organizacio-nes un día eligen “tomarse” las ca-lles del barrio y el municipio con unmegáfono debajo del brazo, invitan-

do a la gente a re-conocerse entresí y a sí mismos, a través del arte y lacultura. Por supuesto, más allá delinterés por aculturizar territorios conarreglo a criterios hegemónicos, fuemás bien claro que en estas organi-zaciones se imponía el deseo de “ac-tivar lo que en el público hay depueblo” (Martín-Barbero, 2003:309), de suerte que el encuentro porel cual empezaron a propender susmúltiples acciones se convertía enun “lugar” que posibilitaba “la ex-perimentación cultural, la experien-cia de apropiación y de invención,

el movimiento de recreación perma-nente de su identidad”. (Martín-Barbero, 2003: 309)

Nosotros nacimos como un grupoque buscaba la integración de lacomunidad, la integración a tra-vés de lo artístico, a través de locultural, que buscábamos gene-rar espacios de encuentro entrelos vecinos para que nos encon-tráramos, para que nos conocié-ramos, por eso nace el Festival delas Cometas, por eso nace la Fies-

ta de los Niños, por eso está la bi-blioteca, por eso la revista, por esomuchas cosas (La Promotora cit.Torres, 2007: 145).

Su iniciativa finalmente dio fru-tos y posibilitó la emergencia demuchos proyectos comunicativo-educativos que hoy configuran surazón de ser como organizacionespopulares que propenden por el bien-estar de sus comunidades.

La presentación de los espectá-culos infantiles tenía dos propó-

sitos. De una parte,llevar recreación a losniños carentes de estosespacios; de otra parte,buscaba despertar unsentido cultural y peda-gógico, en la medidaque la observación delas distintas manifesta-ciones artísticas dejanun aprendizaje implíci-to que se memoriza ytiene un impacto quedifícilmente se olvida.(AVESOL cit. Torres,2007: 145).

El objetivo fue entoncesconstruir identidad en-tre los vecinos a partir de

la recuperación de la historia lo-cal y de la memoria de los abuelosy de las abuelas, pasando por lareconstrucción escrita de las his-torias de los barrios, de los mitos yde las leyendas que a lo largo dela vida en la ciudad ha producidonuestra gente alrededor del frío,el viento y las borrascas, o de unalaguna encantada en medio dela montaña (Promotora).

Al principio era sólo con mujeres,porque el colectivo inicia un

Manifestación gaitanista en Bogotá. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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proceso de…, se conforma uncolectivo de mujeres, en uno delos barrios […] donde tenemoscolectivo infantil, entonces lasmadres al ver que se estaba traba-jando como con los niños y todoeso entonces dijeron: “ay porquétodo eso tan bacano que hacencon los niños no lo hacen con no-sotras” entonces se conforma uncolectivo de comunicación conmujeres, resulta que se empieza atrabajar radio con ellas, pero nosabían leer ni escribir, entonces lasmujeres venían, cómo una perso-na hace radio, cómo hacen losguiones sin saber leer ni escribir,pues se los aprendían de memo-ria, y salían ahí y echaban toda suparla de memoria, pero aprendie-ron a hacer radio (entrevista conCarmen Pacheco, 2007).

De este modo, la incursión deAVESOL, Promotora y CCMMa enla Comunicación-Educación, no haresultado gratuita, aunque quizás nodel todo consciente, pues se hanservido del campo para consolidar suaccionar en favor de sus prácticasde gestión cultural. En ese orden deideas, como afirma Martín-Barbero(2003: 310-311):

Nos es extraño entonces que losnuevos movimientos socialesasuman como una dimensiónfundamental de su lucha lacuestión cultural, y que ésta sehalle formulada en términos decomunicación: a una comuni-cación hecha de meros flujos in-formativos y a una cultura sinformas espaciales los movimien-tos sociales oponen “la localiza-ción de redes de comunicaciónbasadas en comunidades cultu-rales y redes sociales enraizadasen el territorio”.

Es decir, a un modelo de comu-nicación, denominado por Martín-Barbero “paradigma informacional”,favorecedor del flujo, “entendidocomo el tráfico in-interrumpido, lainterconexión transparente y la cir-culación constante de vehículos,personas e informaciones” estas or-ganizaciones oponen uno dialógico,proclive al “‘lugar’, comprendidocomo la experiencia de la localidadespecífica con algún grado deenraizamiento, linderos y conexióncon la vida” (Escobar cit. Cubideset al., 2006: 253).

Así, el sentido de aquello por locual se hace resistencia desde órde-nes diversos: desde salir a la calle oa la vereda, interrumpiendo la flui-da circulación en la que se mate-rializa la concepción hegemónicaque asume la comunicación comomera transmisión, hasta la creaciónde espacios de formación artística,radial o audiovisual donde es posi-ble nombrar-se y, en consecuencia,transformar-se a la luz de nuevosprocesos de subjetivación enlazadoscon el redescubrimiento del territo-rio y su apropiación, presenta uncarácter eminentemente comunica-tivo-educativo, en tanto interpela loque comúnmente se entiende por“cultura” y, en esa vía, posibilitamaneras de comprender el mundodistintas, posibles y próximas.

Tal concepto de cultura, resigni-ficado en el marco del campo Co-municación-Educación a la luz delos postulados de las escuelas antro-pológicas de los sesenta, adquierepues múltiples connotaciones quedan apertura a la diferencia, loscontrastes, las relativizaciones, lasdistinciones, aspectos que en su con-junto, permiten, más que prefigurar,una “cultura”, reconocer el flujo de

identidades culturales que bullen enel presente. Elemento a partir delcual, se empieza a subrayar el esta-tuto de la subjetividad, la cual noslleva a interpretar el mundo comouniverso de sentidos. He allí uno delos principales aportes del campo enrelación con la dimensión de lo cul-tural que pone en movimiento.

Afirmar dicho ámbito de lo cul-tural como escenario de lucha porel significado en sintonía con lasnuevas rutas e incertezas políticas ysociales que impone el cambio deparadigmas epistemológicos en lasociedad contemporánea, constitu-ye una directriz decisiva en el mo-mento de asumir la empresa detrabajar por un sujeto político, conjuicio crítico y al tanto de las trans-formaciones por las que atraviesalocal y globalmente, lo que requie-re dinamizar e interrogar, no sólo elconcepto de cultura , sino todosaquellos que insospechadamente,como en el caso de Barbero, desdela comunicación, inciden en su con-figuración.

Desde esta perspectiva, se leecómo la Comunicación-Educaciónha constituido para las tres organi-zaciones populares, quizás de formamás implícita que lo contrario, unimportante dispositivo de reconoci-miento social y cultural (Martín-Barbero, 2003), por cuanto hacontribuido a reconceptualizar y en-riquecer el sentido que éstas le hanatribuido a sus prácticas comuni-cativas, educativas y de gestión cul-tural, lo que, en relación con laco-investigación, dada la experien-cia de las organizaciones, facilitó larealización de un proyecto comuni-cativo-educativo conjunto, en elmarco de la investigación general,gracias al cual fue posible establecer

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un proceso de negociación culturalno sub-alternizado, complejo y nun-ca exento de conflictos y tensiones.

Dicho proyecto, que posibilitómaterializar metodológicamente elenfoque co-investigativo en tantonos abocó a un diálogo de saberes,más parecido, pensándolo bien, a unencuentro de icebergs (Rey, 2000)que a otro asunto (pues permitió lainterlocución de las temporalidadeslargas y los meta-discursos ilustra-dos, con énfasis en lo ra-cional; de la academia,con la celeridad tempo-ral y fragmentaria, conénfasis en los sentidos ylo emocional; de la co-municación y las organi-zaciones populares), seorientó a la elaboraciónde un artefacto hiper-textual a través del cualfuese posible no sólo in-tegrar multiplicidad detextos, sonidos, imágenesy videos en un solo am-biente virtual (Rueda yMartínez, 2000), sino,además, y quizás enmayor medida, nuestraspropias subjetividades,nuestros pensamientos,deseos y visiones respecto de la rea-lidad en un mismo escenario dialó-gico, rompiendo con la linealidaddel discurso lógico-reflexivo quecongela lo que intenta describir(Pérgolis cit. Arcila, 1995) y adop-tando la polifonía de la narrativa quehace estallar lo que le es legado,pues, mientras el discurso afirma:“van a oír”, la narración, en cam-bio, señala: “he oído decir”.

De manera que, a través delhipertexto, convertido en apuestaco-investigativa, las organizaciones

capitalinas y el Colectivo de Comu-nicación Montes de María Línea 21,no sólo dieron a conocer sus prácti-cas, sino que además, fueron progre-sivamente advirtiendo el poder quela construcción de dicho dispositivoentrañaba tanto para potenciar la co-investigación, como para visibilizarampliamente el trabajo cultural querealizan por sus comunidades.

De esta forma, dichas organiza-ciones toman conciencia y terminan

por redescubrir de nuevo la riquezacomunicativo/educativa de sus prác-ticas de gestión cultural, en la me-dida en que saben de la importanciaque reviste el medio en virtud, nosolamente del nivel tecnológico queéste supone, sino además, del gradode representatividad social de quie-nes hacen uso de él.

Fue así como el campo de la Co-municación-Educación, además de susistemática contribución a las apues-tas culturales de las organizacionespopulares durante años, permitió una

vez más tramitar múltiples expectati-vas y zanjar diversas tensiones alrede-dor del papel de la co-investigacióndentro del proyecto. Sin embargo, elrelativismo del que venía hablando enel primer apartado, derivado deldesdibujamiento de la objetividad yel elemento de la reflexividad, no ha-llaba precisamente consuelo en estosparajes. Todo lo contrario, pues, re-cordemos, fue precisamente el campode la producción audiovisual el deto-nante de mis reflexiones sobre la di-

ficultad del ejerciciocoinvestigativo.

De este modo, lospuntos de tensión queme atribularon en ElCarmen de Bolívar noaminoraron en San Cris-tóbal. A medida que losactores sociales de las or-ganizaciones popularesdiscutían con nosotros yentre ellos mismos, sobrequé mostrar en el hiper-texto, cómo mostrarlo ypara qué mostrarlo, nopodía evitar formularmelas mismas preguntas enrelación con qué deciren la investigación sobreellos y su quehacer. Sa-

bía que a pesar de contar con sus his-torias de vida y discutir ampliamentecon ellos y ellas durante algunos añosacerca de su accionar, no veía lasmismas cosas. No podía. Menos comoinvestigador8.

Pero, ¿habría de verlas así? ¿Ha-bría de plegarme a su perspectiva? Elhecho de asumir la coinvestigacióncomo método, ¿obligaba acaso a nocontrovertir el saber proferido por el“otro” de la investigación? ¿Obliga-ba a asumirlo como propio? Además,¿desde qué lugar se controvierte?

9 de abril de 1948 en Bogotá. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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¿Desde la “academia”? ¿Qué rela-ciones de poder podría suscitar talestado de cosas? ¿También de sub-al-ternancia quizás? ¿En qué medida ladeclaración inicial de una perspec-tiva de coinvestigación puede cons-treñir el desarrollo del trabajoinvestigativo mismo, tornándolo, perse, funcional a tal principio?

La naturaleza de las anteriorespreguntas conllevaba un cuestio-namiento respecto de la opciónepistemológica, y los posi-cionamientos éticos y po-líticos adoptados por lainvestigación que no po-día eludir. De hacerlo,estaría incurriendo en lamiopía atribuida por Matoa las concepciones acade-micistas que no han lo-grado comprender que

tanto las propias pre-guntas de investiga-ción, como los modosde producción de lasinvestigaciones (lo queusualmente se llamamétodos), dependenen última instancia deopciones epistemoló-gicas, las cuales están asociadasa posiciones éticas y políticasque dependen entre otros fac-tores del tipo de relaciones quese sostiene o se aspira sostenercon actores sociales extra aca-démicos. Las posiciones éticas ypolíticas son constitutivas delpiso epistemológico y de las pers-pectivas teóricas de nuestras in-vestigaciones; y así también delas preguntas y de los métodos.(Mato, 2002: 23).

Definitivamente debía hacermeresponsable ética y políticamente

respecto de la elección epistémicahecha. Lo cual, sin embargo, no meimpedía deconstruir la propia expe-riencia de co-investigación y, enconsecuencia, capitalizarla en bene-ficio del proceso, las organizacionesy los actores involucrados.

Tensiones de lacoinvestigación:balances, debates yperspectivas

Al principio de las charlas conlas organizaciones populares, recuer-do, me sentí sumamente tentado pordesignar, amparado en la academia,la realidad que me describían losactores sociales a través de unameta-narrativa cuidadosamente ela-borada. No obstante, mi pretensiónco-investigativa, cuyas implicacio-nes me hicieron recordar la impor-tancia de no ejercer una “ofensiva”epistémica sobre el otro, con el finde construir un diálogo experiencial(Huergo, 2002) y fomentar así unproceso de negociación tendiente afacilitar, sin arreglo a un sistema for-

mal de conocimientos, la investiga-ción de las formas de saber en jue-go, me detuvo.

De tal decisión derivaron irreme-diablemente tres preguntas: ¿por qué,para qué y para quiénes investigar?Sabía que las respuestas a dichasinterrogantes, como afirma Mato(2002), determinan en gran medidaqué investigar, cómo hacerlo, conquiénes, con qué objetivos y en elmarco de qué tipo de relaciones, as-

pectos que, no obstante,se hallaban epistémica-mente condicionadospor la perspectiva de laco-investigación, puesésta, de entrada, al me-nos discursivamente,hacía del objeto de in-vestigación simultánea-mente un sujeto deinvestigación (Fox-Ke -ller, 1994), es decir,avalaba el paradigmasujeto-sujeto. En pocaspalabras, tenía claroque, de acuerdo con loanterior, difícilmentepodría llegar a conjugarel verbo “investigar” enprimera persona del sin-

gular, al menos, exclusivamente.

Pero bien, en tanto comprendíaque el sentido de la investigaciónno auspiciaba una tendencia a des-cribir, en el sentido de “hablar ennombre de”, las prácticas de los ac-tores sociales de modo que se co-rriese el riesgo de distorsionar “elconocimiento acerca de los modosen que ellos han surgido de las con-diciones materiales de vida de lassociedades depredadoras” (Huergo,2002: 37). Y entendía igualmenteque no nos obsesionaba comoequipo investigador promover una

9 de abril de 1948 en Bogotá. Foto Universidad Nacional de Colombia,Fondo Jorge Eliécer Gaitán, Archivo Central e Histórico.

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“comunicación prístina” entre ellosy nosotros con el fin de contribuirdesinteresadamente con su “tomade decisiones”, acepté la alternati-va esgrimida desde un principio porel proyecto de investigar “con”ellos, de modo que pudieran seguir-se, no sólo agendas teóricas, sinotambién, agendas locales y particu-lares dirigidas a producir funda-mentalmente saberes útiles tantopara los actores involucrados comopara los investigadores. Opté porhacer co-investigación.

La co-investigación:una preguntapor resolver

Co-investigar o inves-tigar “con”. Proposiciónque supone un posicio-namiento singular deaquel que investiga enrelación con su objeto deestudio, el cual es for-malmente concebidodentro del proceso de in-vestigación como un in-terlocutor más. En otraspalabras, más que inves-tigar en nombre del “otro”, lo quese hace es investigar con él, desuerte que se posibilite un diálogode saberes no subordinado a camposde significación rígidos y episté-micamente jerarquizados. No obs-tante, la emergencia de dicho“diálogo” se encuentra mediada porcuestionamientos epistemológicosde gran envergadura que quisieradestacar, pues hablamos de una in-vestigación en la que se pretendeque el “otro” sea, ante todo, un igual.

En primer lugar, vale la penapreguntarse respecto de la posición

que ocupan los interlocutores en di-cho diálogo, con el objetivo de po-der establecer sus posibles lugaresde enunciación. Es decir, es distin-to conversar con los actores de lasorganizaciones culturales sobre sutrabajo comunitario, incluso, ates-tiguar sus prácticas y contribuir enun pequeño porcentaje con suoperacionalización, que pertenecera sus filas.

De hecho, recuerdo cuan difícilfue para mí, pese a la confianza que

reinaba entre los sujetos de las or-ganizaciones y nosotros –“los inves-tigadores”–, escuchar y comprenderlas duras vivencias que dieron ori-gen paradójicamente a experienciastan ricas como las generadas por susprácticas. De igual modo, tampocofue fácil poner de relieve a las orga-nizaciones mis intenciones, mis mo-tivaciones y propósitos al respecto dela investigación, pues temía que, alhacer demasiado evidentes mis pre-juicios y reticencias sobre el proce-so, terminara enrareciéndolo alpunto de causar su disolución. Pero,de otra parte, bien sabía que dichaa-“puesta” en común constituía un

paso importante para lograr una co-investigación ética. En este sentido,considero que el método de lacoinvestigación

implica una investigación quegarantice poner en diálogo expe-riencial (y no sólo “mental”) lassignificaciones de los otros con lasnuestras (lo que debería ponerseen acto mediante prácticas departicipación o militancia conmovimientos sociales transforma-dores). Cuestión que permite

problematizar “con” losactores y organizacionesla situación de crisis, in-certidumbre y conflicto,abriendo instancias deproducción social de co-nocimientos vinculadascon la transformación(Huergo, 2002: 43, cur-sivas mías).

Por lo tanto, “habi-tar” un mundo comúncon quienes se investiga,contribuyendo con sutransformación, es nece-sario para hacer del in-vestigador otro actorsocial con maneras de

representar el mundo y actuar en él,distintas y particulares, permeadaspor su idiosincrasia y su cultura, loque permitiría compartirlas con losdemás actores sociales haciendo po-sible una identidad colectiva.

La identidad colectiva tiene treselementos constitutivos. En pri-mer lugar, supone la presencia deaspectos cognitivos que se refie-ren a una definición sobre los fi-nes, medios y el ámbito de laacción colectiva. En segundo lu-gar, hace referencia a una red derelaciones entre actores que

Guerrilleros comandados por Juan de la Cruz Varela, formados en la plaza de Cabrera, Cundi-namarca, momentos antes de deponer las armas el 31 de octubre de 1953. Archivo familia Varela.

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comunican, influencian, interac-túan, negocian entre sí y adoptandecisiones. En tercer lugar, re-quiere cierto grado de implicaciónemocional, posibilitando a los ac-tores sentirse parte de un “noso-tros” (Tejerina cit. Cubides yDurán, 2002: 17).

En segundo lugar, me parecenecesario preguntarse sobre el es-tatuto de saber que le otorga el inves-tigador, considerando el poder de losdiscursos modernizadores9, al “sujetode estudio” con quien dia-loga. Dado que, tradi-cionalmente, se creeque el investigador,quien suele asociarsecon intelectualismo, esel que conoce y poseela responsabilidad deinformar al “otro” queno sabe.

Claramente dichapregunta está mediadapor la posición de saberdesde la cual se sitúa al“otro” en relación con elproblema de estudio pro-puesto por el investiga-dor, en tanto, por ejemplo, dichaposición puede devenir en deman-da de saber, en la medida en que esel investigador, sin pretenderlo,quien viene ofertando un saber noexplícito, al hablar de entrada de lanecesidad de problematizar un “fe-nómeno” que, según premisa de par-tida, es experimentado por el “otro”como esencialmente a-problemático,lo que conllevaría justamente a otor-garle un lugar de saber a quien pre-gunta por el problema.

En tal caso, ¿cómo elude el in-vestigador, en el escenario metodo-lógico y epistémico, el lugar de

“saber” que le endilga el “otro”? Pro-bablemente, deviniendo en pregun-ta. Es decir, contribuyendo, no desdela respuesta, a que el “otro” se cons-tituya en pregunta para sí, a partirde su hacer mismo, a partir de supropia cotidianidad, universo delcual empieza a tomar “distancia”con el fin de acercarse a él por pri-mera vez, con ojos foráneos.

Mirada crítica que deviene enpostura reflexiva frente a lo visto ydicho en el pasado. Mirada que dia-

loga con otras miradas, igual de in-quietas, constituyendo relaciones deinterlocución cuyas voces pregun-tan, no sólo por aquello que la in-vestigación busca, sino también, porla forma en que lo hace, pues allíreside toda una dimensión ético-po-lítica, por cuanto es, justamente lainterlocución, la que dinamiza elproceso investigativo, encausándo-lo desde la diferencia y el disenso.

Ante el interrogante de cómopuede ser apoyado el cambiosocial desde la investigación, pue-de afirmarse que siempre y cuan-do se disponga de medios fiables

de argumentación en los que exis-ta la oportunidad para los diver-sos actores de utilizar recursosacordes a sus propios valores, sinque se impida su uso por parte deotros, la investigación puede con-vertirse en un factor importantede transformación (Cubides yDurán, 2002: 16).

De acuerdo con lo anterior, el“otro”, en virtud del punto de vistareflexivo que asume en relación conla investigación, deja por momen-

tos de ser su objeto y setorna su protagonista,definiendo los cauces deindagación y analizandoaquello a lo cual condu-cen. Lo cual subvierteen términos políticosaquel discurso positivis-ta de investigación quesuele sobre-estimar elsaber experto y sus mé-todos científicos a-polí-ticos y neutrales enperjuicio del sentido co-mún que esgrimen losactores sociales y que nopuede ser consideradorígido e inamovible, sino

en continua transformación “enri-queciéndose con las ideas científi-cas y con las opiniones filosóficasque han entrado en la vida ordina-ria” (Gramsci cit. Cubides et al. ,2002: 17).

De allí la importancia de adver-tir cómo el “conocimiento” ya no essólo privativo de los académicos ocientíficos sociales, pues su produc-ción ahora también se juega en losmárgenes y la periferia, posibilitan-do que las sociedades se apresten alos cambios generados por los nue-vos contextos históricos y se adap-ten. Por supuesto, consentir tal

Juan de la Cruz Varela, en Cabrera, Cundinamarca. 1953. Archivo familia Varela.

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estado de cosas desde lógicas de in-vestigación partidarias de la disyun-ción sujeto/objeto:

implica abandonar la posición deque sean superiores los objetivosdel investigador externo frente alos objetivos internos y de admi-tir un diálogo entre los dos. Taldiálogo de objetivos significatransformar una investigaciónunidireccional en una investiga-ción/interlocución mediante laproducción de documentos detrabajo que crucen fronteras, tan-to la frontera externo/internocomo las fronteras internas queexisten tangiblemente. (Rappa-port, 2005: 49).

Así pues, ese imaginario subal-ternizante de la investigación cadavez más hegemónico, según Mato,en las universidades latinoameri-canas, induce de entrada a des-legitimar la producción intelectualde los actores sociales con quienesse investiga. Reduciendo su saber asimple doxa de la cual hay que ex-purgarlos con el objeto de mejorarsu práctica.

Por lo tanto, en el marco de lainvestigación “con” actores sociales,considero que el saber no puede serreductible a lo estipulado por la aca-demia como tal, más aún cuando elsaber del “otro”, según mi perspec-tiva, “se halla próximo al saber ha-cer porque sólo existe a través de laacción que él hace posible” (Bei-llerot, 1989: 58), por consiguiente,lo esencial para las organizacionesno es almacenar conocimiento sinodesplegarlo en la práctica.

De ahí que muchos de lossaberes producidos en el desarrollode esta investigación, no sólo fue-

ron expuestos a través de artículosacadémicos. Fueron parte constitu-tiva de procesos sociales y formati-vos, como el vivenciado a través delproducto hipertextual10, cuya reali-zación involucró diversos talleres deformación audiovisual, radial y decartografía social. Talleres tendien-tes en su mayoría a la reapropiacióndel territorio donde tuvieron y aúntienen lugar las prácticas de las or-ganizaciones populares. Esta moda-lidad comunicativo-educativa dedifusión de saber fue además unaestrategia de resistencia política quebuscó oponerse a aquellos discursosa-valorativos, objetivistas y acade-micistas de la ciencia y las universi-dades que, de acuerdo con Mato,procuran reglar y fiscalizar las prác-ticas intelectuales a través exclusi-vamente de indicadores asociadoscon números de revistas indexadasy eventos científicos formales.

En tercer y último lugar, no quie-ro cerrar sin referirme, en lo queresta del artículo, a las complejida-des que comprende asumir una in-vestigación donde investigadores einvestigado/as dialogan como “sujetos”.Planteamiento que inevitablemen-te nos transporta a la discusión so-bre la realidad y la manera quetenemos de conocerla, dada líneasatrás, y cuyo saldo fue el advenimien-to del relativismo en la investigaciónsocial.

Si bien es cierto que, de acuer-do con el socioconstruccionismo, larealidad es una construcción socialmediada por nuestra subjetividad,razón por la cual cada quien puede“verla” desde múltiples ángulos(Ibáñez, 1996), aunque anclados, loque conlleva consecuentemente eldescenso de la objetividad en bene-ficio de miradas intersubjetivas que

se traducen en una perspectivarelativista desde donde se anula ra-dicalmente la frontera moderna queseparaba al sujeto cognoscente delobjeto conocido, también es cierto,de acuerdo con la perspectiva de laepistemología situada (Haraway,1992), que dicha construcción estásituada en un lugar específico, unatemporalidad concreta y un espacioparticular, lo que limita no sólo nues-tra comprensión sino además, nues-tro accionar.

Efectivamente, según la episte-mología situada del feminismo, parano caer (Haraway, 1992; Castro-Gómez, s/f) en la desmesura de ob-servar las cosas desde un únicopunto inobservado (el del positivis-mo) no resulta suficiente acudir ala propuesta socio-construccionistaen virtud de la cual se hace plausi-ble observar desde cualquier lugar.Pues, justamente, lo que Harawayadvierte es que no existe un “lugarcualquiera”, indistinto o anónimodesde donde observar neutralmentela realidad. Por consiguiente, la des-cripción que de ésta realicemos serásiempre localizada, circunscrita pornuestras reflexividades, limitada pornosotros. De ahí que no sea posibleobservar las cosas sin ponerles nom-bre primero.

En consecuencia, sólo hemos deaspirar a obtener un conocimientosituado (Haraway, 1992). “Un saberque, aún asumiendo la naturalezasocialmente construida de la reali-dad, entiende que sólo puede mirardesde un lugar particular” (Florez,2007: 93). En ese orden de ideas, laacción de emitir juicios al respectode lo que se pretende conocer, en-traña consecuentemente la acciónde hacerse responsable de aquelloque se dice. Ello, en el marco de un

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diálogo de saberes, supone induda-blemente un ejercicio político y éti-co, en la medida en que se reconocelo limitado del punto de vista profe-rido. Máxime cuando en investiga-ción muchas veces se tiende aconsiderar que el sujeto contaminael “conocimiento”, lo que acarrea suarrasamiento en pos de una visiónobjetiva. En tal sentido, investigar“con” es una invitación a dialogar11

con el otro, desde las limitacionesde sus/nuestras diferencias, lo queimplica el reconocimiento del saberdel otro y del propio como constitu-tivo de sí. Por lo tanto,

asumir el paradigma S-S que…(propone)… Evelyn Fox Kellerno equivale a desdibujar las re-laciones de poder entre quieninvestiga y es investigado/a. Másbien, es una apuesta por su con-tinua desestabilización. Esto es,aceptar que nuestro conoci-miento está instalado en la pa-radoja, en las zonas grises delsaber (Nidza Correa, 2001) y,que en ese sentido, la posibili-dad de imprimirle un carácterrelacional al saber (S-S) siem-pre será temporal. Es una con-dic ión que se a lcanza enmomentos puntuales de las in-vestigaciones. Algunas veces,éstas son instrumentalizadaspara el beneficio de la acade-mia. […] Otras veces, son losmovimientos los que instru -mentalizan a la academia(Flórez, 2007: 108).

Si bien es cierto que los textosproducidos en el marco de investi-gaciones como la referida en esteartículo, suelen privilegiar la subje-tividad del autor, soslayando a ve-ces en demasía la del “otro” de lainvestigación, también es verdad

que ello obedece al interés del in-vestigador de “someter el mundopropio al mismo análisis que el mun-do ajeno” (Guber, 2001: 126), desuerte que lo nombrado por él, nosólo sea leído por el “otro” en claveinformativa, sino, y quizás en mayormedida, en clave crítica y propo-sitiva. Esto es algo que constituyóuna constante en este proyecto gra-cias a la co-investigación.

Por supuesto, vale la pena decir-lo, ésta no fue fácil, reportó más pre-guntas y problemas que respuestas ysoluciones, lo que no dejó de indu-cir, sin embargo, a la reflexión.Muchas veces el diálogo que enta-blamos con los actores sociales nosupo dar cuenta de nuestras diferen-cias, siendo imposible llegar a con-sensos. Lo que dio lugar a diversosprocesos de confrontación, cuyo sal-do político y epistémico muchasveces favoreció a la “academiareificada” y no a los “sujetos de car-ne y hueso”, quienes asumíamos lainvestigación desde coordenadas depensamiento muy distintas. Ponernosde acuerdo pues, siempre supuso unplegamiento, una economía, unarenuncia al significado privilegiadopor cada quien. Éramos, siguiendoa Pessoa, como recelosos cuidadoresde rebaños, siendo los rebaños nues-tros pensamientos.

Probablemente, ahora que lopienso en retrospectiva, varias detales tensiones metodológicas de-rivaron de una idea implícita de in-vestigación de acuerdo con la cual,inconscientemente, se creía posible“conocer” la realidad. Por tanto, laidea de que la “realidad” resulta-ba cognoscible mediante refinadí-simos razonamientos, presupusopara algunos que, en tanto existíaun saber independiente de lo que

decíamos, de lo que hacíamos e,incluso, de nosotros mismos, eraposible llegar al consenso. De allíque el prurito de querer hallar la“verdad” a través del lenguaje ra-cional, asumido como espejo de larealidad, caracterizará el desarro-llo a veces infructuoso de muchosde nuestros diálogos.

Advertir dichas lógicas cuandose está haciendo co-investigación,es importante, no obstante, no haygarantía de que éstas no operen enlos procesos metodológicos. Por tan-to, ¿cómo decirle al otro y a noso-tros mismos que la investigación noes posible, que el misterio de las co-sas reside en que haya quienes pien-sen en el misterio de las cosas, queinvestigar, aunque imposible, resul-ta necesario para crear un significa-do, un sentido? Ese es, parafraseandoa Bustamante (2007: 20), el espaciodel investigador, del hombre: “inmer-so en lo real, no frente a él; despren-dido de los mandatos naturales; deespaldas a la objetividad para tenerque crear el sentido inexistente: lacultura; y girando alrededor de esanada, convencido de que hay algo”.

Citas

1 Referido, de acuerdo con la “idea deque la ciencia es desinteresada yextrasocial, que sus enunciados de ver-dad se sostienen por sí mismos sin apo-yarse en afirmaciones filosóficas másgenerales y que la ciencia representa laúnica forma legítima del saber” (Wa-llerstein, 2005:19).

2 Región ubicada entre los departamentosde Bolívar y Sucre, Colombia.

3 Perspectiva que nace en los años ochen-ta, producto de la confluencia de distin-tas tradiciones teóricas, como una de lassalidas a la crisis de los paradigmaspositivistas de las ciencias sociales de los

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años setenta. Su presupuesto básico par-te de que la realidad, al igual que el suje-to, son construcciones sociales.

4 Es lo que podríamos denominar, siguiendoa Guber (2001), “reflexividad”, una pro-piedad de toda descripción de la realidad.

5 Fenómeno que Castro-Gómez denomi-na “colonialidad del ser”, teoría de acuer-do con la cual, dicha comprensión orgá-nica del mundo empezaría su ocaso conla instauración, después de 1492, del sis-tema mundo capitalista y la expansióncolonial de Europa. Es en ese momentojustamente que empieza progresivamen-te a inocularse la idea según la cual, “lanaturaleza y el hombre son ámbitosontológicamente separados (pues) la fun-ción del conocimiento es ejercer un con-trol racional sobre el mundo.” (Castro-Gómez, s.f.: 73)

6 Entre sus reconocimientos se destacan:Quinto Premio Nacional de Paz (2003)por sus aportes a la reconciliación y laconvivencia pacífica.

7 Con el fin de conocer más ampliamenteel origen y consolidación del trabajo cul-tural de estas organizaciones, recomien-do consultar Alfonso Torres (2007).

8 “En las Humanidades y Ciencias Socialesque se practican en las universidades lati-noamericanas cada vez parecen hacersemás hegemónicas las representaciones dela idea de “intelectual” que asocian ésta ala idea de “investigación”, y que en mu-chos casos “imaginan” a esta última comoalgo que sólo se hace en la “academia”(Mato, 2002: 22).

9 De acuerdo con Mato (2002: 22), lossistemas en los que se encarnan los dis-cursos modernizadores por él señalados,“tienden a deslegitimar las prácticas in-telectuales que no estén orientadas a laproducción de publicaciones arbitradas;es decir, que no se estructuren desde unacierta lógica de una ‘supuesta excelenciaacadémica’ que se construye a imagen ysemejanza de la de las llamadas ‘cienciasfísico-naturales’, y así pretendidamente‘neutral’, ‘objetiva’, etc. Así, estos dis-cursos ‘modernizadores’ tienden adeslegitimar ideas tales como las de sos-tener algún tipo de relaciones con acto-res sociales extraacadémicos, y a desvin-cular el trabajo intelectual de la re-flexión ética y política”.

10 Ver Marianna Jerez, 2007, “Del productoal proceso. Del instrumento a los lengua-jes. Una aproximación a lo multimedial

desde el campo de la Comunicación-Edu-cación”. Tesis de grado para optar al títu-lo de Comunicadora Social, Facultad deComunicación Social – Universidad Cen-tral, Bogotá (tesis de grado realizada en elmarco de esta investigación).

11 En el entendido de “instituir cada vez ellugar del otro, el lugar propio e instituirel código, las reglas según las cuales sevan a organizar las significaciones. Y estetrabajo obliga a pensar, ya que el que crealas condiciones se está constituyendo enlas reglas de la situación. Esto es consti-tuirse en una situación de diálogo” (Coreay Lewkowicz, 2005: 54).

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