Seguridad Ciudadana a Montbrun 1

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“SEGURIDAD CIUDADANA:

¿MENTIRAS VERDADERAS O

VERDADERAS MENTIRAS?”Por Alberto Montbrun

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SEGURIDADCIUDADANA

¿MENTIRAS VERDADERAS O

VERDADERAS MENTIRAS?

Investigación de CEGESCO (Centro de

Estudios para la investigación de

Sistemas Complejos)

Artículo publicado en la revista “La Nave”

Por el Dr. Alberto Montbrum

Alberto Montbrun es abogado, Dr. en Derecho y Ciencias sociales.Fundador de CEGESCO.

Profesor de Derecho Público Provincial y Municipal y de Derecho Político, Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cuyo y Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Rioja.

Profesor de Derecho Público del Instituto Universitario de Seguridad Pública de Mendoza y Profesor de Policía Comunitaria de la Escuela de Policía de la Provincia de La Rioja. Profesor de

Política Criminal en la Universidad Aconcagua.Profesor invitado de la materia Teoría de Complejidad y su impacto en las políticas públicas, de la

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo. Profesor de los cursos de doctorado de la Universidad de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo.

Investigadores: Julio Leonidas Aguirre, Francisco Immerso, Paula Maurano, Luciano

Citon, Liliana Porras, Alberto Montbrun y Edgardo Valenzuela.

tar con muchos más policías que los que tenemos; por otra parte, la comparación del actual número de policías con estándares internacionales muestra un número por lo menos satisfactorio, cuando no envidiable.

Cuando analizamos compa-rativamente la cantidad de poli-cías por cada 1.000 habitantes con otras partes del mundo, el resultado es asombroso. Según datos de Naciones Uni-

CRIMINOLOGÍA Y SEGURIDAD

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Primera Parte

INTRODUCCIÓNLa seguridad ciudadana se

convirtió en las últimas déca-das en la demanda política por excelencia al incrementarse significativamente los niveles de delito. En este contexto, una vez más somos testigos de los redundantes e ine-ficientes eslóganes desde los cuales nuestros líderes manifiestan que van a enfren-tar el problema. Vacíos de contenidos transformado-res concretos y de programaticidadalguna, estos eslóganes sólo están llama-dos a operar sobre la agobiada sensibilidad de un colectivo social asustado por el delito. Cabe preguntarse que tan efectivos con desde la perspectiva de la ciencia y la criminología.

Verdadera mentira Nro. 1

Necesitamos más policías. Mientras más

policías tengamos, más seguridad tendremos.

La cuestión del número de policías necesarios para atender a la problemática de la inseguridad ha motivado varias controversias. En nuestra provincia existen por lo menos dos posiciones encontradas: Por una parte, muchos oficiales de policía y dirigentes políticos señalan de manera recurrente la necesidad de con

das, Corea del Sur tiene 1,95 policías por cada mil habi-tantes; Australia, 2.28; Estados Unidos, 2,30; Miami, 2,41; Canadá 2,76; Polonia, 2,91; España 3,04; Alemania 3,28; Reino Unido, 3,42; Israel, 3,44 e Italia, 3,47. Curiosamente, Mendoza tiene 3,94 policías por cada mil habitantes, núme-ro que excede largamente los estándares internacionales y obliga a pensar que el problema es otro.

de la Policía de Mendoza, apenas 1.600 eran oficiales, 3.000 sub-oficiales y 3.400 auxiliares; es decir, el 80% del personal de la fuerza tiene un muy escaso y rudimentario nivel de capacitación, a pesar de que hoy la tendencia en el mundo es la contraria. El ejercicio profesional de la policía se torna cada vez más técnico, el nivel de exigencia y profesionalidad que se reclama para nuestros policías es cada vez mayor en atención al tipo de disfunción que debe enfrentar cotidianamente y las nuevas tecnologías que los asisten en su labor cotidiana. Una planta de personal de baja calificación profesional y técnica es lo contrario de lo que se está necesitando. Sólo como ejemplo, para ser policía en Nueva York se requiere tener como mínimo 60 créditos universitarios, que equivale a una licenciatura de cuatro años. Con las policías de España la tendencia es la misma.

Si uno compara las incor-poraciones anuales a la policía en las dos categorías básicas de ingreso, técnicos en Seguridad (dos años de capacitación universitaria) y auxiliares (ocho meses de capacitación), los resultados son igualmente preocupantes. Técnicos en Seguridad ingresan menos de cien por año, mientas que auxiliares lo hacen entre 200 y 700 por año (Montbrun y Apiolaza, 2008). Esta tendencia, mantenida a lo

Verdadera Mentira Nro. 2

Para ser policía no hay que estudiar tanto.

La reforma policial de 1998-1999 postuló la necesidad de que todos los policías tuvieran estudios terciarios o universitarios de grado y se profesionalizaran, para lo cual se creo el Instituto Univer-sitario de Seguridad Pública (IUSP).

No obstante, a poco de iniciarse en el año 2000, es decir, apenas un año después de la reforma, el Gobierno de la provincia comentó a apelar a una figura contemplada como de carácter excepcional en la ley policial: los llamados “auxiliares”. Los auxiliares no forman parte del escalafón po-licial, al que sólo se puede acceder con la formación mínima de técnico en Segu-ridad, que es de dos años. Pero, en nombre de las urgencias y del siempre vigen-te cortoplacismo, el infreso de auxiliares se ha acelerado en detrimento del ingreso de personal más calificado.

A comienzos de 2009, de los alrededor de 8.000 integrantes

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En este sentido, se puede advertir que la Policía de Mendoza no ha cambiado operativamente de manera significativa en los últimos treinta años. Sigue respon-diendo a un modelo reactivo de vigilancia al azar (policías parados en una esquina, caminando lentamente por la calle o dando vueltas en auto) hasta que se produce un delito y son llamados a intervenir. Este modelo pasivo y reactivo está agotado, habiéndose remplazado en el mundo por los modelos llamados de “policía proactiva”, los cuales, lamentablemente, no han sido incorporados por nuestras autoridades.

Mientras el incremento de la planta de personal policial aumenta año tras año, se reduce permanentemente los requisitos para ingresar. Se suprimieron los exámenes y tests porque “eran muy difíciles” y se suprimió el requisito de tener secundaria completa para ingresar a la Policía, que era un de los logros de la reforma de 1998. Este problema se mezcla en sus efectos con la próxima verdadera mentira.

SEGURIDAD CIUDADANA:¿Mentiras Verdaderas o

Verdaderas Mentiras?

lítica criminal. Actualmente, la doctrina coincide en que no existe entre ambos fenómenos una relación causal directa y determinista aunque resulta sencillo constatar que la inmensa mayoría de los delitos son cometidos por personas que provienen de entornos so-ciales donde prima la margi-nalidad y la exclusión.

Es por ello que hace alrededor de veinticinco años, el Banco Mundial comenzó a estudiar en profundidad la relación entre la delincuencia y la inequidad en el ingreso, habiéndose llegado a la conclusión de que existe una robusta relación entre ambos fenómenos, lo cual también es receptado por estudiosos locales aún provenientes de vertientes ideológicas particu-larmente dispares, como Eugenio Burzaco, actual jefe de Policía de Mauricio Macri (Burzaco, 2000) o Mariano Ciafardini (Ciafardini, 2006), actual Director Nacional de Política Criminal.

Que se entienda bien. No se trata de estigmatizar la pobre-za ni e ligar de forma simplista pobreza a delito. Realidades sociales con más desempleo y pobreza pero menos desigual-


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de muchos factores.

Si analizamos la evolución de las denuncias de delitos en el ámbito de la Primera Circunscripción Judicial de Mendoza en el período 1994-2009, se advierte que las denunciar pasaron de 62.497 a 131.085, con un piso en 2008 de 134.208. Debe tenerse en cuenta que sólo se denuncia un porcentaje reducido del total de delitos que se cometen, y este porcentaje, según las estadísticas de laDirecciónNacional de Política Criminal, varía entre alrededor del 90% en robo de automóviles hasta menos de 5% en delitos de corrupción o de tipo sexual. Los tobos y hurtos, que con-figuran el delito más típico y recurrente en nuestra realidad, se denuncia en alrededor de 35% de los casos.


La pobreza no tiene nada que ver con la

delincuencia.

La cuestión de la relación de la pobreza con la delincuencia es un tema históricamente muy controvertido en materia de po-

largo de la última década, define un panorama aún más preocupante en relación a la capacitación policial.

Verdadera Mentira Nro. 3

Los delitos no suben, lo que sube es la sensación de

inseguridad culpa de los medios.

La evidencia desmiente una parte de este argumento. Más allá de la existencia o no de una mayor “sensación de inseguridad”, lo cierto es que los delitos han aumentado de manera pareja a lo largo de las últimas dos décadas. Los investigadores de Cegesco, en base a un convenio con la Corte Suprema de Justicia de la provincia para hacer un seguimiento periódico del perfil del delito a partir de las denuncias efectivamente radi-cadas ante las autoridades policiales o judiciales, han logrado constatar empírica-mente que, sobre la base del registro de hechos delictuales efectivamente denunciados que dan origen a una cauda judicial, las causas ingresadas al Fuero Penal en la Primera Circunscripción Judicial de Mendoza, los hechos delic-tuales se han incrementado notablemente en los últimos años, y este fenómeno es independiente de la mayor o menos propensión a denun-ciar, que es algo que depende


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SEGURIDAD CIUDADANA:¿Mentiras Verdaderas o

Verdaderas Mentiras?

desigualdad en al ingreso que Argentina tienen mejores nive-les de seguridad. También hay que reconocer que la diferen-ciación entre pobreza y marginalidad ha dado lugar a una abundante literatura y, en general, aparece como muy interrelacionadas, lo que ha llevado a la doctrina crimina-lista a identificar seis factores críticos como causales de incremento de la delincuencia (Arriagada y Godoy, 1999): 1) desigualdad de ingreso, 2) pobreza urbana, 3) desempleo abierto urbano, 4) jóvenes que no estudian ni trabajan, 5) deserción escolar y 6) jóvenes menores de 16 años que trabajan.

Buscar una sola causa para el delito es una actitud reduccionista y absurda, pero más absurda aún resulta la conducta de gobiernos que,

bién que los factores “estructurales” del delito nunca operan espontáneamente, sino que son acelerados por ele-mento disruptivos, como la disponibilidad de drogas, armas o alcohol o la corrupción institucional y la impunidad. Si todo esto se mantiene igual, el delito no baja.

La situación de Argentina y Mendoza en materia de equidad en el ingreso es par-ticularmente alarmante. Según la DEIE (para datos del primer semestre de 2010), la desi-gualdad de ingresos en los hogares mendocinos arroja los siguientes datos: el decil más pobre en Mendoza se lleva tan solo 2% del total de los ingresos, en tanto que el decil más tico se lleva el 28% del total de los ingresos.

Los datos indican que, en la última década, la situación de inequidad en el ingreso se ha mantenido sin variantes (Jardel, 2008), a la vez que parece existir una relación entre la pobreza y la falta de educación y entre estas y el desempleo (Bustelo y Luchetti, 2004). Todos los factores sociales están relacionados y con factores causales del delito

mientras postulan que el problema es “multicausal y complejo”, gastan recursos en patrulleros, motos y otras estrategias simplistas en vez de preocuparse vigorosamente por incrementar la calidad de vida de nuestro agobiado colectivo social. Pero esto último reclama políticas de Estado de mediano y largo plazo que difícilmente generen el efecto mediático que movi-liza a muchas de las acciones en materia de seguridad de los últimos años.

Hay que tener en cuenta tam-



Suscríbase gratis: [email protected] Pág. 55

aunque no sea políticamente correcto afirmarlo. Si no empe-zamos a operar estructu-ralmente sobre ellos, debe-remos resignarnos a un futuro aún peor. En ese caso, sería mucho mejor que nos dedi-quemos exclusivamente a construir más cárceles y empecemos a discutir seria-mente sobre la imputabilidad, en todo caso, de nuestros políticos.


Los homicidios han bajado gracias a la

eficiencia de la policía.

Esta es bien simpática. Ya se vio en el punto anterior que el incremento de delitos, al menos en Mendoza y en Argentina en general, es persistente y sostenido a lo largo de las últimas dos déca-

das. Siempre aclarando que la medición es por número de denuncias, única base con-fiable disponible.

Ahora bien, hay un dato que surge con evidencia de las tendencias delictuales: los homicidios, que son un delito que se registra casi en 100%, viene bajando persistentemen-te desde hace varios años.

En Mendoza, el récord de homicidios se produjo en los años 2002 y 2003, con más de 160 homicidios dolosos regis-trados en cada año. A partir de 2005, la cifra comenzó a bajar sistemáticamente, en un fenó-meno que se repite en el resto del país y que dio como resultado alrededor de 110 homicidios el último año.

La razón de la baja del número de homicidios, cuando el resto de los delitos aumento o se mantiene en altas tasas, no tiene nada que ver con la

mejora de los servicios o las políticas de prevención. Si asífuera, bajarían todos los delitos. La realidad es que los avances en el sistema de salud a lo largo de los años aumen-tan notablemente su eficiencia, y si una persona resulta herida en un hecho delictivo, no fallece en el instante y tiene chances de llegar viva a un hospital o centro de atención, sus posibilidades de sobrevivir aumentan significativamente (Killias, 23006)

En la segunda parte: “Con más jueces y códigos de

procedimiento más ágiles la justicia va a mejorar y van a bajar los delitos”, “¡Hay que

bajar la edad de imputabilidad de los

menores!”, “Esto no cierra sin mano dura” y “Hay que hacer como hicieron en la

Conchinchina”. Notas bibliográficas.

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Año INro. 02

Publicación Mensual

DESTACADOS

�Al Acecho de los Malhechores: El IdentiKit del sospechoso en la investigación policial.

�Los Niños Víctimas de Homicidio

�Delincuentes: ¿Quiénes son?

�Crisis de Alto Riesgo: El Aislamiento.

�Accidentología Vial: El celular y la atención al conducir.

�Seguridad Ciudadana: ¿Mentiras Verdaderas o Verdaderas Mentiras?

Delincuentes

¿Quiénes son?

Los Niños

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