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PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN VANGUARDIA | LUNES 10 DE SEPTIEMBRE DE 2012 | NO.339 En la mayoría de los casos de desapariciones forzadas, las familias pierden todos los derechos de seguridad social FAMILIAS A LA DERIVA

Semanario: Familias a la deriva

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En la mayoría de los casos de desapariciones forzadas, las familias pierden todos los derechos de seguridad social

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P e r i o d i s m o d e i n v e s t i g a c i ó n

VANGUARDIA | lunes 10 de septiembre de 2012 | no.339

en la mayoría de los casos de desapariciones forzadas, las familias pierden todos los derechos de seguridad social

FAMILIAS A LA DERIVA

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Con la declaración de En-rique Peña Nieto como presidente electo, emp-ieza de nuevo la más ter-rible pesadilla de AMLO: el silencio mediático. López Obrador es un producto de Televisa y sin esa caja de ruido es nadie, un es-pectro más del espectro radioeléctrico. De hecho, durante la impugnación de la elección que llevó a cabo, los medios naciona-les ya no le hicieron mucho caso. Sólo el grupo Milenio siguió el anodino proceso día tras día, así como du-rante tres meses se habían aplicado a divulgar encues-tas electorales diarias, con la misma buena fe y el pro-fesionalismo de una em-presa periodística que en este sexenio desbancó al grupo Reforma. De allí en más, sólo algún despistado periódico de provincia le concedió, de cuando en cu-

ando, un octavo de página en primera plana al delirio poselectoral del tabasque-ño. Más que en los azaro-sos votos que cosecha –la mitad de ellos comprados por el gobierno del Dis-trito Federal-, la fuerza de AMLO radica, como se ha dicho, en su habilidad para mentir, pero sobre todo en el hecho de que los medios de comunicación transmi-tan sus mentiras en el ám-bito nacional. Hace tiempo que Televisa y TV Azteca se percataron de que sus locutores de noticias esta-ban sirviendo como boci-nas de AMLO y decidieron cortarle este subsidio pub-licitario. A partir de este 16 de septiembre, pues, en el vértigo de las fiestas patri-as los #123 cargarán, ahora sí, el ataúd con el cadáver de AMLO, para depositar-lo en las aras de la Santa Muerte política a la que

ambos, el tabasqueño y los estudiantes, sirven. A ese movimiento le aguarda el porvenir que muchos le de-parábamos: convertirse al quinto mes de su creación en un fósil antisocial como los Pancho Villas, el SME, los macheteros de Atenco, la APPO, el EPR y demás entelequias que apoyaron a AMLO y que apoyarían a Fernández Noroña si este decidiera lanzarse en se-rio por la presidencia de la República. Mientras tanto, se impone reunirnos todos en torno de las enseñas nacionales: juicio político a quien arroje granadas en las plazas de armas y a quienes neciamente in-sistan en deslegitimar una elección, que fue legítima desde el momento mismo en que 50 millones de mexicanos, en sólo diez horas, congestionaron con su voto las urnas.

|| Diccionario de autores

Nadie es homogéneo, análogo, todos son una mezcla de… Una pizquita genética de fulanito, otra de menganito y una cucharadita de perenganito. Si no lo crees, ve cómo metes en una licuadora un tantito de éste, más del otro y un puñito de aquél, y luego verás quién sale:

LA LICUADORA

LA FAUNAEN UN DOS POR TRES Por Alfredo García

Ilustración: Esmirna Barrera

Bugs Bunny David ChaseCarlos Arredondo Alejandro Gutiérrez

Identidad: Es imposible que lo mismo se dé y no se dé en lo mismo a la vez y en el mismo sentido (Aristóteles).

SI YO FUERA PRESIDENTE¿Se imagina sentado en la silla que ahora ocupa Felipe Calderón?

Adriana Ruiz, ama de casa

1. Lo primero que cambiaría sería la inseguridad. Estos últimos años se ha incrementado bastante.

Más que nada hay que arreglar esto por nuestros hijos, porque Saltillo ya no es seguro para salir.

2. Mejoraría los empleos porque los muchachos no tienen donde trabajar, los recién

egresados tienen carrera, años de estudio, esfuerzo, dedicación y quieren lograr algo pero tienen muchos límites.

Los hijos de recomendados son los que tienen prioridad.

3. Servicio médico para todo el pueblo porque dicen que si te lo dan pero no lo cumplen. He visto

gente que primero se muere antes de que lo atiendan.

4. El trato a los ancianos. Es deprimente como están los ancianos, uno como familia

los tiene que ver, que cuidar, pero el

Gobierno tiene que ayudar en todos los aspectos: salud física, mental, darles un lugar, no es posible que para su pensión tengan que hacer filas en pleno solazo en la calle. Los hacen un cero a la izquierda y tenemos mucho que aprender de ellos.

aspectos: salud física,

tengan que hacer filas

la calle. Los hacen un

La patria es primero

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Súcuba. Soy un durmiente insaciable. Súcuba flota en un sueño más real que la vida. Es una planta injertada en otra planta femenina. Son quienes le pres-tan volumen: una mujer sin súcuba, sin su demonio de guardia, sería unidimen-sional como un holograma. Visible pero impalpable. Como una sombra en un país nunca visitado por el sol. Toda su decencia consiste en la súcuba, toda su inocencia. Sólo gracias a ella pue-de sonreír y fornicar. Sin ella sus rezos carecerían de sentido, así como sus ca-prichos. Súcuba posa sus talones en el tacón de aguja, la mujer se eleva en la punta de los pies. Ésta mira de frente, aquélla con el rabillo del ojo. Súcuba es insomne. Sus ojeras mora-das son una prueba de perpetua juven-tud. Es el alma carnal de las mujeres, perpetuamente sensual. Reencarna con la primavera: las generaciones de la Súcuba son como las generaciones de las hojas, absorbiendo sedientas las auras del olvido.

Súcuba es un sujeto plural, una persona abstracta. Idéntica a su idea, persona-lizarla sería condenarme a la fidelidad. Es el género femenino emboscado en los callejones del hampa. Los egipcios adoraron a Súcuba bajo la forma de un gato. Hoy en día, un dios proxeneta las subasta en las oficinas, en los sótanos, en los salones de belleza, en las coci-nas, en los casinos, en las cantinas, en los cúbicos lechos de la pequeña bur-guesía. Pozo sin fondo, Súcuba cumple cualquier deseo por una moneda, tan abstracta y redonda como ella misma.

Su divisa: “No lo digas, hazlo”. Pre-sume de tantas proezas en sus ca-

ballerías. Se despliega en todas las esquinas del harem de la noche. Susurra en el alféizar de la ventana. Se revuelve amarrada a la pata de la cama. Flota como un globo encima del lecho. Acecha detrás de cada ár-bol. Se desploma en mi rostro como una luna desinflada. Merodea por las tiendas, los talleres y los restauran-tes de la picaresca. Por los hermo-sos hospitales encendidos toda la noche, en el susurro de la luz mercu-rial, desnudándose en los metódicos elevadores, en los sofás sucios de formol y de lágrimas, en las mesas rodantes que transportan jeringas y termómetros, en las camillas empa-padas de sudores anónimos.

El deseo la posterga mientras ella desea cumplirse. La moldea en dis-tintas personas. La modula en voces dispersas. Reencarnar es el juego favorito de Súcuba. Disfrazarse mu-chas veces en el transcurso de una noche. Es el demonio de las noches sin alcohol. Se mete a la tina y juega al rigor mortis. No es muda: habla el arcaico lenguaje de los sueños. El idioma de las prostitutas sagradas de Babilonia. En su ámbito, sin em-bargo, no existe el tiempo, tampoco la historia. Súcuba habita un perpe-tuo presente. No es un ídolo de la fertilidad. No es un penate del ma-trimonio. Su genealogía es paralela a la de las mujeres más bellas, que no aparecen por sucesión sino por acu-mulación, por excepción y a saltos, bajo el régimen de la carne. Mujeres como eslabones sueltos de una ca-dena de oro, omitiendo una genera-ción, reproduciéndose por milagro.Respuestas:1) a; 2) d; 3) b; 4) c; 5) c; 6) d; 7) a; 8) b.

1.- … es el sentido etimológico de Anáhuac.

■ A) rodeado de agua; ■ B) Dueño del cerca y del junto; ■ C) lugar en que abundan las garzas; ■ D) en las siete cuevas.

2.- De los complots independentistas, el primero en ser descubierto (y abortado) fue el de …

■ A) Guadalajara; ■ B) Querétaro; ■ C) Puebla; ■ D) Valladolid.

3.- Para asegurar el éxito de la lucha insurgente, Hidalgo auspició la aparición del periódico …

■ A) La Voz de la Nación; ■ B) El Despertador Americano; ■ C) El Pensador Mexicano; ■ D) El Clarín de la Verdad.

4.- Pese al escepticismo de los historiadores “serios”, no parece haber razones válidas para dudar de la proeza del Pípila, cuyo verdadero nombre era …

■ A) Hermenegildo Galeana; ■ B) José Joaquín Herrera; ■ C) Juan José de los Reyes Martínez; ■ D) Narciso Mendoza.

5.- El 6 de diciembre de …., Miguel Hidalgo decretó, en Guadalajara, la abolición de la esclavitud.

■ A) 1808; ■ B) 1809; ■ C) 1810; ■ D) 1811.

6.- … no aceptó para sí otro título que el de Siervo de la Nación.

■ A) Miguel Hidalgo; ■ B) Ignacio Allende: ■ C) Juan Aldama; ■ D) José María Morelos.

7.- El guerrillero navarro … vino a México, en 1817, para reavivar la lucha insurgente.

■ A) Francisco Xavier Mina; ■ B) Juan Nepomuceno Almonte; ■ C) Mariano Matamoros; ■ D) Ignacio López Rayón.

8.- En su poema Suave Patria, López Velarde llama “joven abuelo” a …

■ A) Nezahualpilli; ■ B) Cuauhtémoc; ■ C) Cuitláhuac; ■ D) Nezahualcóyotl.

|||| Por Alfredo García

|| Los menesteres del ocio

SUPERMÉNDEZ El único superhéroe de Saltillo y la región (incluyendo Ramos) Por J. Latapí

|||| Por Miguel Agustín Perales

|| Claro que ud. lo sabe

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7Cuando el diablo sale a divertir-se de antro probablemente escu-cha black metal para bailar, quizá algún clásico de Sarcófago o una pieza encantadora de Bathory. Cuando sale del antro y quiere llevarle una serenata a alguien, (cuando se pone emo, como al-guien twitteó hoy), seguro escu-cha algo de Swans.

Swans se hicieron famosos (¿infames?) en los ochentas por hacer conciertos de noise rock en los que apagaban la luz por completo y no dejaban salir a na-die mientras hacían un ruido es-peluznante en el escenario, bajo la oscuridad total. En su carrera de 30 años, esta banda liderada por Michael Gira sigue sonando

igual de claustrofóbica, y ha per-feccionado un sonido tan denso como melaza, sin caer en las ob-viedades del heavy metal. Esta es música pesada, sin baterías trepidantes y llena de elementos acústicos, pero igual de devasta-dora, y este su último disco po-dría ser su obra maestra.

De repente suenan a piratas borrachos haciendo música experimental (la titular The Seer) o a locos que acaban de aprender a tocar la guitarra (la apropiadamente bien bautizada “Lunacy”), y con la ayuda de in-vitados como Karen O de Yeah Yeah Yeahs hacen unas baladas dulcísimas, como la sensacio-nal Song for A Warrior.

Por Esteban Cárdenas

Amigos (Les Intouchables, en francés) fue votada como El Evento Cul-tural del año en

Francia. Ha roto todos los récords, convirtiéndose en la segunda más taquillera de la historia en aquel país, y estoy seguro que habrá algún pro-yecto hollywoodense desarrollándo-se con Will Smith en el protagónico.

Yo no escuchaba a tanta gente aplaudir el final de una película desde que iba al Gemelos Alame-da en las épocas cuando la gente insultaba a los malos de la cinta, y todo eso es por que la premisa de esta película es suficiente como para conmoverse un poco.

Amigos nos cuenta la historia verídica de Phillip (François Clu-zet), un millonario quien recien-temente quedó cuadripléjico, y su improbable amistad con Driss (Omar Sy), su enfermero “Street Smart”.

Driss es un inmigrante africano.

Saliendo del cine, escuché a una señora decir algo así como: “¡ay qué bueno es ese negrito!”, así que ya tendrá una idea usted de la trama de la película.

Es maleducado, usa panta-lones baggy, es un ex convicto quien sólo está en casa de Phi-llip para que le firmen un papel que compruebe que fue a buscar trabajo. Sin embargo, el millona-rio –un poco deprimido por su si-tuación- tiene otros planes y ter-mina contratándolo, para deleite de todo el público, quien ya para esas horas debería de estar pre-parando los kleenex.

Choque cultural, contrastes de clase y las situaciones alegre-mente absurdas que todo esto contiene. ¡Mira al millonarito fu-mando mota y escuchando rap con el “negrito”! Lo que viene es una comedia de amigos bastante formuláica que se vale de estas situaciones, pero con suficiente corazón como para convencer.

¿A quién no le gusta una come-dia dramática “feel-good”? A mi me gustan, sobre todo si están bien hechas, como es el caso de

esta. Aunque trata el tema de manera bastante previsible, la química entre sus protagónicos hace maravillas, y acabamos perdonándole sus obviedades y lugares comunes en la trama. Omar Sy es un descubrimiento. Aunque está interpretando un papel totalmente cliché, logra darle un matiz complejo a un per-sonaje que pudo haberse conver-tido, en manos de otro director, en una mofa racista.

Porque eso si, el guión si es bastante simplista, y le da un

tratamiento de cuento de hadas a una situación bastante más compleja. Sin embargo no creo que haya nadie que no se rinda ante un par de actores tan caris-máticos. Su relación de amistad funciona tan bien que aún ahora me los imagino platicando y pa-sándola increíble, manejando el Masserati del millonario por los bulevares parisinos o algo por el estilo. Este es el tipo de película optimista que a todos nos va a gustar, aunque queramos que no sea así.

VIDEÓDROMO

Eric Toledano y Olivier Nakache2011

AMIGOSESTE ES EL TIPO DE PELÍCULA QUE A TODOS ATRAPA Y CONMUEVE

Varios ArtistasNo New York1978

Akron/FamilyLove is Simple2007

Suena a…

SwansThe Seer2012

Angels of LightEverything is Good Here, Please Come Home

RADARPor Esteban Cá[email protected]

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8 VANGUARDIA Lunes 10 de septiembre de 2012

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En la mayoría de los casos, las empresas cierran las puertas a las familias, negando sueldo, ahorro y toda prestación.Con el país en contra y sin recursos,esposas, padres e hijos, sostienen una búsqueda interminable

P O R C É S A R G A Y T Á N

F O T O S : H E C T O R G A R C Í A

SEMANARIOSIN SEGURIDADSOCIAL

QUEDAN FAMILIAS

Lunes 10 de septiembre de 2012 VANGUARDIA 9

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Platica que cada nuevo día parece interminable para ella y sus dos hijos. “¿Qué se siente?”, se pregunta a sí misma, “es como si cada segundo todo tu ser lo estu-viera esperando, en cualquier lado, a cualquier hora. Es una espera desgarradora, porque te consume y tú no puedes escapar de eso. Jamás termina”.

A Ernesto se lo llevaron en unas camionetas lue-go que salía de su trabajo, en la ciudad de Ramos Arizpe. Cuentan que eran varios los que iban a su lado, pero sólo a él lo agarraron, y fue el guardia de seguridad quien le contó esta versión a su esposa, que es la única verdad que tiene por aceptar.

Más adelante, su esposa contará cómo fue que la empresa donde trabajó por casi 10 años le dio la espalda, negó lo sucedido, y alegando simplemente que como dejó de ir al trabajo, le suspendieron el sueldo, le quitaron las prestaciones, perdió el segu-ro, sus ahorros, todo.

Según Blanca Martínez, directora del Centro Diocesano para los Derechos Humanos “Fray Juan Larios”, esta es una problemática a la que se enfren-tan la mayoría de las familias con personas desapa-recidas. Y es que no sólo se trata de la desaparición forzada, sino de una cadena de violaciones a sus derechos, que no alcanzan a la fecha una solución.

“Se tienen que enfrentar a que si estaban ase-gurados, o tenían algún tipo de prevención social o contrato laboral, los patrones niegan responsa-bilidad, incluso cuando quienes desaparecieron estaban en cumplimiento de su trabajo. Por eso acusamos a las empresas de ser copartícipes y co-rresponsales de violaciones a derechos humanos de la familias”, se pronuncia.

Este problema se encuentra enraizado principalmen-te en la falta de un marco jurídico a nivel nacional, aun-que no es razón ni pretexto para actuar de tal forma.

Mientras este lamento pasa de la boca de Car-men otra vez al silencio que lleva hondo en el pe-cho, ahí exactamente donde tiene el corazón, cuen-ta que aquella mañana Ernesto se despidió como siempre. Tomó las llaves de la casa, se puso los lentes, a ella le plantó un beso y prometió volver lo más temprano posible para jugar con los niños, quienes todavía dormían en su habitación.

“Lo último que me dijo fue ‘te amo, gorda, al rato vengo’, porque así me decía él de cariño. Yo le de-cía gordo. Luego se salió porque tenía que esperar el camión en la parada que está aquí como a cinco cuadras”, platica mientras suelta la risa, como si lo estuviera viendo partir.

Carmen sabe que él siempre iba corriendo, porque si no alcanzaba el transporte temprano, luego se tar-daba mucho en pasar y podía no llegar a tiempo.

Más o menos a las seis con treinta tomó el auto-bús que lo llevó hacia Ramos Arizpe. Su turno em-pezaba a las 8:00 horas y todavía a las 14:00 horas le llamó para preguntarle si ya había recogido a sus hijos de la escuela.

Con una voz que lleva entrelazada la nostalgia –ese dolor por el pasado que no desaparece de su ser–, cuenta que siempre le llamaba a esa hora para preguntar si estaban bien, si necesitaban algo.

El resto de la tarde transcurrió lenta, como sue-le recordar la mujer. Aunque Ernesto terminaba la jornada a las 18:00, casi siempre llegaba a eso de las 19:30. Sin embargo, esta vez los minutos se fueron, cada vez más inquietantes, hasta que cerca de las 21:00, no le pareció un simple retraso.

“Neto no era de los que llegaba tarde, al contra-rio. Siempre se esforzaba por estar puntual para llegar y jugar un rato con los niños, después cená-bamos todos juntos, y al fi nal él los ayudaba con la tarea, narra ahora con una voz más bien dolorida.

Con la oscuridad sobre ellos, y el sobresalto re-corriendo sus cuerpos, Carmen y Alberto, su cu-ñado, salieron a buscarlo. Siguieron en auto el tra-yecto que hace de regreso el camión, hasta llegar a la fábrica, donde confi rmaron algo que ya temían.

Luego de preguntar por Ernesto en la caseta de vigilancia, el guardia le explicó con un semblante nervioso que cuando caminaba por la calle hacia la parada del transporte público, tres camionetas de esas que inspiran desconfi anza le cerraron el paso, y aunque varios caminaban con él, sólo a Ernesto lo pescaron y lo subieron.

“Yo quería pensar que era una broma. No sé. No podía creerlo. Él no andaba en malos pasos ni nada, su tiempo libre lo pasaba con nosotros”, dice. “Cuando te dicen eso, sientes que todo tiembla y te quieres desmayar, quieres llorar, quieres que se trate de una pesadilla y despertar, pero no se acaba por más que lo pides. Tu mundo se viene abajo”.

Tan rápido como pudieron, regresaron a su casa para llevar a sus hijos a casa de la mamá de Car-men, para que los cuidara, mientras ella y Alberto buscaron toda la noche una pista: cualquiera les hubiera devuelto la esperanza, pero no llegó.

De acuerdo con Blanca, ante la falta de resulta-dos por parte del Estado mexicano, de los gobier-nos, de las autoridades, es que las mismas familias, entre la desesperación y la valentía, emprenden sus propias búsquedas e investigaciones, y se las arre-glan para salir adelante.

Así es precisamente como esta mujer, que ha quedado temporalmente sola, entiende el caso: como la búsqueda de ella por su esposo; una mi-sión que se lleva en solitario, pero que necesita de todos para llevarse a cabo.

Los efectos colaterales de este evento estarían apenas por cimbrar a la familia Mendoza Herrera,

Hace dos años, cuatro meses y diecinueve días, Ernesto Mendoza Ro-dríguez debió

regresar a su casa después del trabajo, pero sólo las os-curas horas de la noche sa-ben lo que le sucedió aquel 22 de abril de 2010.Desde entonces hasta el día de hoy, su esposa Carmen He-rrera había mantenido la his-toria de su desaparición for-

zada al interior de su familia y con los amigos más cercanosPor miedo es que guardó si-lencio y no se acercó a nin-guna asociación ni ha puesto la denuncia ante las autorida-des. Dice que porque no les tiene confianza, porque no sabe si puedan tomar repre-salias contra ella o sus dos hijos. Lo que más le preocu-pa y le roba el aliento es que si alguien sabe donde está su esposo y se enteran de la de-nuncia, puedan hacerle daño.

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3meses conservan los

derechos laborales, en el mejor de los casos

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pues al ser Ernesto el pilar económico –que en estos casos se vuelve primordial–, sería cuestión de tiempo para que comenzara el colapso.

Tal y como sucede en la mayoría de los casos, cuando Carmen intentó acercarse a la compañía, los directivos le explicaron que no podían hacer mucho. Que evaluarían la situación, y determina-rían lo más conveniente.

De manera provisional, acordaron que por tiempo indefinido, el sueldo que era de 5 mil 400 pesos mensuales le seguiría llegando. Apenas un mes y medio después de que su esposo desapare-ciera, para principios de junio, aquel ingreso cesó por completo.

“Teníamos que estirar mucho el dinero, porque no nos alcanzaba. Ahora que no estaba él, sentí que era todavía más difícil. La verdad ni siquie-ra quería pensar en gastos, yo lo que quería era encontrarlo, pero los niños siguen en la escuela, seguimos pagando luz, agua, gas. El mundo no se detiene por ti”, platica.

Al no poder encontrar un remedio inmediato, Carmen pensó que podría reclamar la liquidación de su esposo, pero en la empresa le dijeron que como no había sido despedido, no podían hacerlo. ¿Utilidades? ¿Aguinaldo? Ya ni siquiera pensó en ello. De hecho, el seguro que ella tenía gracias a Ernesto, también le fue retirado.

Al menos la casa donde vivían no era problema, ya que su suegra se las había “prestado” y ya estaba pagada, pero en la mayoría de los casos, se pierden los créditos de vivienda o los renteros son desaloja-dos de los inmuebles.

Uno de los mecanismos mediante los cuales se puede lograr algún avance, es la declaración de ausencia o presunción de muerte. Sin embargo, para ello deben haber transcurrido al menos 5 años de que la persona se encuentre desapareci-da, y significa también asumir que las personas se encuentran sin vida.

“No. Mi esposo no puede estar muerto, no po-

demos darnos por vencidos sin haber luchado. Es decir, lo vamos a encontrar, así tengamos que pasar el resto de nuestros días en las calles, y todos los días en desvelo, no vamos a descansar hasta que lo encontremos”, suelta Carmen con una convicción entendible sólo para quienes han vivido algo así.

¿Cómo ha salido adelante en estos años? Dice que no ha sido fácil, porque tiene que buscar un trabajo que le permita pasar tiempo –el mayor po-sible– con sus hijos, pero que también le resulte bien remunerado.

Siete empleos distintos ha tenido en este tiempo, para lograr superarse. Desde vendedora por catalo-go, mesera, en una librería, y hasta ahí le deja, por-que siente que ese no es el punto.

Cuando el dinero falta, su hermano, cuñados y por su puesto sus padres no han dudado en tenderle la mano. Sin embargo, lo que más le apura en este momento es que sus hijos no pierdan la escuela.

Y es que el Gobierno tampoco ofrece becas o apoyos específicos para este rubro. Blanca Martí-nez explica que al menos en los casos que atiende el Fuundec, son casi inexistentes las ocasiones en que las autoridades han otorgado algún beneficio. “A veces dan unos 2 mil o 3 mil pesos. Pero eso no es un beneficio, es más bien una limosna, y hasta resulta ofensivo”, pronuncia.

La verdad, cuenta Carmen, se siente igual de desconectada que el primer día. Sin la certeza del paradero de Ernesto, pero con la esperanza de que regrese pronto, en cualquier momento, y que esté sano.

¿Cuántos casos hay como este? Por la natura-leza de estos crímenes, resulta imposible cuan-tificar a los afectados y lo único que restan son aproximaciones:

Fuerzas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec) reporta a 252 personas des-aparecidas al primer semestre de 2012; la Comi-sión de Derechos Humanos del Estado (CDHEC) atiende actualmente 29 expedientes, equivalentes

a 56 personas. Amnistía Internacional (AI), según cifras de la ONU, reporta 3 mil desaparecidos en el país. Para este año, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) contempla más de 5 mil, mientras según reportes de las fuerzas arma-das, existen más de 18 mil casos en México.

A ellos se deben sumar los casos, incontables por cierto, de las desapariciones que como ésta, no se denuncian.

En vista de lo anterior, los diferentes cuerpos civiles y defensores de derechos humanos han de-jado claro que “no son números, tienen nombre”, y así fuera una sola persona desaparecida, debe-ría brindarse la atención requerida. Les preocupa, empero, que de cara a este escenario “no exista voluntad política para resolverlo, o bien no se quiera aceptar que está sucediendo”.

No existen aún respuestas para saber dónde es-tán, si se encuentran con vida, quiénes son los res-ponsables, qué hace falta para que se creen leyes integrales al respecto, ni hasta cuándo cesará este capitulo de la historia.

Cuando las puertas se cierran

El jueves 3 de marzo de 2011, don José Luis Vázquez Contreras fue subido por extraños a una camioneta enfrente de su trabajo, y desde entonces nadie ha vuelto a saber de él.

Una de sus nueve hermanas lo vio todo. Desde que él se encontraba platicando con sus amigos, hasta el momento en que lo llamaron por su nom-bre, y después por su apodo, el “Carni”. Cuando se identificó, lo agarraron, a eso de las 20:00 horas.

Era taxista, y todo sucedió frente a la base. Ape-nas ocurrido, su hermana avisó a su madre, doña María del Refugio Vázquez Contreras, quien des-cribe la noticia como una agonía interminable.

Las llamadas al celular fueron inútiles, pues mandaba directo al buzón de voz, e incluso unos

Teníamos que estirar mucho el dinero, no nos alcanzaba. Ahora que no estaba él, sentí que era todavía más difícil, los niños siguen en la escuela, seguimos pagando luz, agua, gas. El mundo no se detiene”

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minutos después los sujetos de las mismas camio-netas llegaron por el auto, el cual se llevaron luego de quitarle la alarma.

“Muchos dicen que a quienes les pasa eso an-dan en malos pasos, pero no es cierto. Éramos una familia muy humilde, y no teníamos lujos. Además una madre conoce a sus hijos, y puedo decir que él no era malintencionado”, platica mientras un cielo negro deja caer las primeras gotas de lo que será una lluvia torrencial.

Aunque dependía de un sindicato, como casi to-dos los taxistas, la prestación eran un sueño que más bien le correspondía volver realidad a otras personas. Es decir que para él no había seguro, ni aguinaldo, y las vacaciones eran un lujo que corre-rían por cuenta propia.

Su caso es uno de los muchos que al no estar contratado en nómina, la crisis de sobrevivencia es mayor, obligando a que los familiares trabajen o busquen otras opciones de sustento.

“En el mejor de los casos, en tres meses pierden todos sus derechos, si no es que inmediatamente. Se le considera ausencia laboral, y como sólo la persona interesada puede reclamar sus derechos, entonces éstos ya no aplican, se sobreseen y así se pierden”, explicó Blanca Martínez, de Fuundec.

Si a eso se le agrega que era él único sustento eco-nómico en la familia, el panorama no mejora mucho.

Mientras tanto, la mujer cuya edad se oculta entre las arrugas de su rostro y manos, explica que no había elementos para advertir esta tragedia. Un día antes todavía estuvo con ella, le llevó pan, fueron juntos por la tortillas, y pasó un momento con ella. Le alcanzó a dar el beso diario, aunque no sabe si ello sea suficien-te para resistir la tristeza que siente.

Si de algo está orgullosa, es de la unión entre her-manos, de los cuales José Luis era el segundo más grande. “Verlo otra vez, es recuperar la vida”, dice. El recuerdo, al parecer, le pesa mucho, y con lágrimas en los ojos decide guardar silencio, y alejarse despacio.

Una de sus hijas, Ana María, no se explica to-davía cómo fue que sucedió, si apenas unas horas antes almorzó con él.

“Luego de que terminamos, me dio raid en su carro hasta mi casa, y me dijo que a la noche me fuera a dormir con él y mi mamá en su casa. Así le hacíamos. Me dijo que cuando llegara cuidara a mi mamá hasta que él llegara, pero no pudo ser así, porque nunca lo volví a ver”, dice mientras escapa de una lluvia impiadosa que cae sobre la plaza de armas de Saltillo.

Su mamá se enteró cuando su abuela le habló por teléfono, y fue ella también la primera que le marcó al celular, para enterarse que no respondería de nuevo.

Para ella, este evento ha significado la pérdida de todo, dice mientras las manos le tiemblan en parte por el frío, pero más por el dolor que le causa re-cordarlo.

Dice que “estamos muertos en vida, todo se aca-bó. Ayer hubo una balacera, nos quedamos atrave-sados, y decíamos, ya da igual, ya no importa. Sin mi papá la vida no tiene sentido. Siento que esta-mos aquí porque Dios nos quiere, pero si por noso-tros fuera, ya le pondríamos un hasta aquí”

Recientemente se han acercado a Fuerzas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (Fuundec), ya que dicen haber sentido la necesidad de superarse. “Nos sumamos a esta marcha, a esta intención. No podemos seguir con la venda del miedo, ahora es más la desesperación”.

Aunque ya ha pasado más de un año seis me-ses desde la desaparición de don José Luis, aún no interponen la denuncia ante autoridad alguna, y el motivo es el mismo que a todos alguna vez los do-mina: el miedo.

Este, creen, es un primer paso para superarlo. Quieren compartir su experiencia con el resto de las familias del colectivo, sentir el apoyo que se ge-nera, y ayudar a quien pueda necesitarlo.

El cambio más drástico, quizá, fue para la esposa de José, Ninfa Flores. Y es que al verse sin una en-trada de dinero, tuvieron que pensar en algo rápido.

“Nosotros fuimos a su trabajo, pero ahí nega-ron todo, y nos dijeron que no querían problemas, que mejor nos fuéramos, nos cerraron las puertas”, dice. “Por eso juntamos el dinerito que teníamos, vendimos algunas cositas y compramos un carrito para vender hamburguesas y burritos”.

Este es el primer empleo que la señora tiene, aunque informal. De ahí, con lo poco que se vende, se sostienen ella y su hija.

“Hace como ocho meses que lo compramos, aunque estamos muy escondidos por el miedo, no siempre salimos, y cuando salimos es un ratito nada más”.

Lo que hace falta, señalan el centro Fray Juan Larios y Fuundec, son estrategias nacionales y no esfuerzos aislados . Que se exprese la voluntad de aceptar la responsabilidad y remediación del daño, no mediante discursos, sino con hechos. “También están vinculadas las instituciones financieras, pero se hacen de la vista gorda, y dejan a las personas en el olvido”.

Lo único que piden por ahora es que don José regrese. No culpan ni le desean el mal a nadie, y esperan eso lo entiendan quienes tiene su vida en sus manos.

252personas busca FUUNDEC

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Hoy hace tres años y trece días que no sabe de su hijo, su esposo, ni sus dos cuñados: Brandon, Esteban, Gualberto y Gerardo Acosta. Por todos ora, por todos pide, pero el que más le duele es su pequeño de ocho años, apenas.

Con una voz ronca, sin embargo, cuenta por teléfono que ella no tie-ne derecho a perderse en el camino, tampoco a quejarse, ni a claudicar. Siente que esa es la responsabilidad de una mujer en su posición.

Le pesa recordar ese sábado 29 de agosto de 2009, la última vez que los vio. Como sus cuñados vi-vían en Estados Unidos, y Gualberto debía regresar inmediatamente por cuestiones de trabajo, su esposo y su hijo quedaron en llevarlo al ae-ropuerto de Monterrey para que to-mara su vuelo.

“Ellos estaban aquí porque mi suegra estaba enferma en el hospi-tal. Así que ese día saldrían como a las 6:30 de la casa, pasaron por Ge-rardo al hospital y se fueron para el aeropuerto”, platica.

Si pudiera detener el tiempo, lo haría antes de que salieran de la casa, pero ni siquiera puede hacer eso en sus sueños, que se convier-ten en pesadillas.

Sabría a qué hora regresarían, porque Brandon le dijo que le lla-marían para que supiera en dónde andaban. Pero eso nunca pasó.

Aunque debían regresar a eso de las 12:00 horas, pasaron dos más hasta que la espera le pareció de-masiada. Fue hasta que la esposa de Gualberto llamó para decirle que él no venía en el vuelo, y que tam-poco contestaba su celular.

Al pedir información en el aero-puerto, aunque según el protocolo

no pudieron entregarle nombres, le confirmaron que sólo 81 de los 82 pasajeros que habían confirmado el viaje abordaron.

Tampoco Esteban ni Gerardo con-testaban sus teléfonos, y eso sólo incrementó las sospechas de Lulú.

“Que sea un accidente de auto”, pensaba al principio. “Que sea sólo eso”. Pero los buenos deseos tam-poco surtieron efecto.

Movida por la preocupación y la insistencia de sus cuñadas, decidió acudir a la delegación sureste de la Fiscalía para preguntar si sabían algo. Como era sábado, recuerda que era poco el personal, y que por eso fue el guardia de la caseta de vigilancia quien le recibió la queja: le pidió los nombres, descripción fí-sica, ropa, talla, color.

Para entonces ella ya estaba llo-rando, suelta con una voz a punto de romperse también. Le pidieron que esperara, y fue la primera vez que sintió que los minutos avanzaban mucho más lento de lo usual, como si no quisieran realmente moverse, y se desesperó aún más cuando le volvieron a pedir los datos.

Hasta entonces, cuando el reloj marcaba las 17:00 de la tarde, toda-vía creía que se trataba de un acci-dente: “Por qué me haces esto, por qué, tú conoces bien la carretera, manejas bien”, le reclama en silen-cio a Esteban..

Minutos más tarde, un oficial se acercó y le dijo que por su des-cripción lo único que coincidía era un reporte de alerta en el sistema se emergencia, que se recibió a las 7:30 horas y señalaban como lugar un espacio cercano al Aeropuerto Internacional Plan de Guadalupe, en Ramos Arizpe, Coahuila.

Aunque no le dijeron de qué se trataba específicamente, sospecha-ban que era algo no muy común, pues los oficiales comenzaron a ha-blarse en claves y la miraban de una forma no muy alentadora.

Poco después le dijeron que en la carretera hubo algunos testigos, pero no alcanzaron a determinar de qué situación se trataba, por lo que la turnaron a antisecuestros. Al es-cuchar la palabra, todo perdió sen-tido.

Ahí, en ese colapso, se fueron los ojos cafés de Brandon, que hoy debe tener 11 años, la sonrisa gran-de de Esteban, que hoy debería te-ner 37, y los dos cuñados apenas menores que él.

Con una pausa toma aire, y apro-vecha para recordar cómo venían vestidos: Gualberto de mezclilla, playera negra con estampados blancos, con converse negros de bota, en ese tiempo cabello largo; Gerardo con mezclilla azul, playera deportiva casual color gris, tenis grises; Esteban, de mezclilla azul, playera azul de cuello redondo, te-nis verde militar; Brandon de mez-clilla, camisa tipo Polo a rayas azul fuerte, cielo y blancas.

Aunque no sabe si fue una mala o buena idea, puso las denuncias ante la Procuraduría General del Estado y la Procuraduría General de la Re-pública delegación estatal. De los resultados no hay mucho que de-cir. Existen los mismos avances que en otros casos: nada. No hay ni una sola pista.

Mientras, su hijo estaría por termi-nar la educación primaria, su espo-so quizá seguiría laborando como jefe de seguridad y custodio del Cereso Varonil en Saltillo.

A diferencia de muchos otros ca-sos, y pese a los años, ella sigue re-cibiendo el sueldo sin problemas, tiene seguro, le dan las utilidades, pagan las vacaciones y al final del año recibe el aguinaldo.

“Sé que hay mucha gente que tie-ne esos problemas. Y lo entiendo, las empresas no siempre se hacen responsables, pero en mi caso no fue así, quizá por el lugar donde tra-bajaba”, platica. Cabe decir que el suyo, fue uno de los cuatro primeros casos con los que inició Fuundec en 2009, cuan-do apenas se buscaba a 19 perso-nas,: hoy sus registros contemplan a 252.

Contadas excepciones

Las empresas no siempre se hacen responsables, pero en mi caso no fue así, quizá por el lugar donde trabajaba (cereso)

14 VANGUARDIA Lunes 10 de septiembre de 2012

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