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OPININ PBLICA Y MEDIO AMBIENTE

MONOGRAFAS DE EDUCACIN AMBIENTALSerie Documentacin 5

Eva Anduiza (coord.) Marina Di Masso / Sergi Pardos-Prado / David Tbara

Eva Anduiza, Marina Di Masso, Sergi Pardos-Prado, David Tbara Societat Balear dEducaci Ambiental (SBEA) Societat Catalana dEducaci Ambiental (SCEA)

Editorial GRA, de IRIF, SLwww.grao.com

Directores: Teresa Franquesa i Jaume Sureda Consell Assessor: Marina Mir, Neus Sanmart, Enric Pol, Jaume Terradas, Ramon Folch, Salvador Cards, Guillem Ramon, Albert Cataln, Miquel Ray, Pablo A. Meira, Ricardo de Castro, Susana Calvo ISBN: 84-7827-436-7 Depsito legal: B-26.101-2006 Abril / 2006 Se permite la reproduccin total o parcial de esta obra siempre y cuando no haya afn de lucro, se mencionen las fuentes autora, editorial y coeditores y se respete el contenido tal y como estas fuentes lo han editado, sin ningn tipo de tergiversacin o cambio.

OPININ PBLICA Y MEDIO AMBIENTE

MONOGRAFAS DE EDUCACIN AMBIENTALSerie Documentacin 5

ndiceINTRODUCCIN (Eva Anduiza) ............................................................................. 8 CAPTULO 1. Qu es y cmo se crea la opinin pblica? (Sergi Pardos-Prado) .............11 1. La evolucin de las esferas pblica y privada: una mirada histrica ......................... 13 2. El debate clsico sobre la opinin pblica........................................................ 18 3. El debate moderno sobre la opinin pblica ..................................................... 22 La disolucin de la opinin pblica clsica y los lmites de la racionalidad .............. 22 Los efectos de los medios de comunicacin .................................................... 27 La ciencia de la opinin pblica o la aparicin del empirismo.............................. 31 Los paradigmas tericos actuales ................................................................ 37 4. La opinin pblica como proceso .................................................................. 38 CAPTULO 2. El estudio de la percepcin social del medio ambiente (David Tbara)......43 1. Qu medir?............................................................................................ 45 La percepcin de problemas ambientales y sus interacciones sociales .................... 46 Los cambios de paradigmas culturales .......................................................... 50 2. A quin medir? ....................................................................................... 56 3. Cmo medir?.......................................................................................... 58 Metodologas cuantitativas ....................................................................... 58 Metodologas cualitativas ......................................................................... 60 De la triangularizacin a la integracin ........................................................ 60 4. Para qu medir?...................................................................................... 61 Relevancia acadmica.............................................................................. 62 Relevancia poltica ................................................................................. 63 De los resultados utilizados a los resultados tiles........................................... 64 5. Conclusin ............................................................................................. 65

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CAPTULO 3. Tcnicas de observacin de la opinin pblica en el mbito medioambiental (Sergi Pardos-Prado).................................................70 1. La integracin metodolgica: enfoques cuantitativos y cualitativos ......................... 71 2. Encuestas .............................................................................................. 74 El diseo de la investigacin...................................................................... 76 Seleccin de la muestra ........................................................................... 78 Construccin y ordenacin de las preguntas del cuestionario .............................. 82 Recogida de datos .................................................................................. 86 Interpretar y comunicar los resultados ......................................................... 88 Nuevas tendencias y nuevos riesgos ............................................................. 90 3. Anlisis de contenido................................................................................. 91 Primeros pasos: establecer los lmites del anlisis ........................................... 92 Seleccionar una muestra de documentos ....................................................... 93 Sobre la unidad de anlisis........................................................................ 94 Desarrollo sustantivo del anlisis de contenido ............................................... 96 Problemas especficos de la utilizacin del anlisis de contenido ......................... 99 El anlisis de contenido en los medios de comunicacin................................... 100 4. Metodologa Q ....................................................................................... 103 5. Grupos de discusin ................................................................................ 105 Tipos de tcnicas que se basan en grupos .................................................... 106 Caracterizacin general de los grupos de discusin: las variables de anlisis, el moderador y los participantes .............................................................. 107 Los primeros pasos: seleccin de los participantes y emplazamiento fsico............ 109 El desarrollo del grupo de discusin........................................................... 111 Ventajas y desventajas de los grupos de discusin ......................................... 112 Conexiones entre los grupos de discusin y otras tcnicas: hacia la integracin metodolgica ...................................................................................... 113 6. Tcnica Delphi ...................................................................................... 116

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CAPTULO 4. Encuestas sobre opinin pblica y medio ambiente: una aproximacin crtica (Marina Di Masso) ....................................... 119 1. Los distintos mbitos: internacional, estatal, autonmico .................................. 121 2. Las preguntas: sesgos y vaguedades ............................................................. 124 3. Apndice: Fichas de los estudios ................................................................. 131 Estudios de mbito internacional .............................................................. 131 Estudios de mbito estatal...................................................................... 142 Estudios de mbito autonmico ................................................................ 147 BIBLIOGRAFA.............................................................................................. 149

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Sobre los autoresEva Anduiza es licenciada en ciencias polticas por la Universidad de Complutense de Madrid, y diplomada en anlisis de datos por la Universidad de Essex. Ha sido investigadora en el Instituto Universitario de Florencia y profesora en las universidades de Salamanca y Murcia. Actualmente es profesora titular de ciencia poltica en la Universitat Autnoma de Barcelona. Sus mbitos de especializacin son el comportamiento poltico y la metodologa de la ciencia poltica. Marina Di Masso es licenciada en ciencias ambientales e investigadora del IGOP (Institut de Govern i Poltiques Pbliques) en la UAB. Actualmente est cursando el doctorado en Sociologa en esta misma universidad y preparando su tesina sobre gobernabilidad de transgnicos en Catalua, en el marco de la regulacin europea. Sus intereses se centran en las relaciones Norte-Sur, en el contexto concreto de los conflictos ecolgicos y particularmente en cuestiones relativas al modelo agroalimentario mundial.

Sergi Pardos-Prado es licenciado en periodismo por la Universidad Autnoma de Barcelona y doctorando de Ciencias Polticas y de la Administracin en la misma universidad. Adems de su actividad en el campo de la comunicacin, colabora en diversos proyectos de investigacin relacionados con la opinin pblica, el comportamiento poltico y, ms especficamente, el impacto de la coyuntura electoral en el voto. Ha publicado recientemente A canvi de res? Els perqus del civisme actual (Barcelona, Prtic, Premio Serra i Moret 2004).

Joan David Tbara ha sido profesor de sociologa ambiental y gestin del medio ambiente en la Universitat Autnoma de Barcelona y en la Universidad Pompeu Fabra. Actualmente es investigador en el Institut de Cincies i Tecnologia Ambiental (ICTA-UAB), donde trabaja en reas como la bioseguridad agrcola, el cambio climtico, la nueva sustainability science y las metodologas de evaluacin ambiental integrada.

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IntroduccinEva Anduiza La complejidad de lo que habitualmente denominamos opinin pblica ha dificultado la elaboracin de una definicin compartida del trmino. Todos sabemos de qu se trata, pero resulta difcil precisar un significado sobre el que haya un consenso generalizado. Algunos apuntan a la percepcin mayoritaria sobre una cuestin, otros a los medios a travs de los cuales se expresan juicios o valoraciones. Esta diversidad de significados hizo que incluso en algn momento alguien recomendara (sin mucho xito) no utilizar el trmino en absoluto (Childs 1937). Las personas interesadas en la opinin pblica vienen de mbitos profesionales muy distintos y por lo tanto dan definiciones, interpretaciones y explicaciones del fenmeno muy distintas. A pesar de no existir una definicin compartida, el estudio de la opinin pblica se ha desarrollado de manera importante a lo largo del siglo pasado, generando conceptos y teoras procedentes de tradiciones muy distintas, pero con algunos aspectos compartidos. Podemos identificar algunos puntos sobre los cuales existe, por lo tanto, un cierto acuerdo. La opinin pblica puede considerarse un fenmeno colectivo que refleja la distribucin de opiniones individuales sobre cuestiones pblicas. Ello quiere decir, en primer lugar, que la opinin pblica tiene, como mnimo, una dimensin individual y una dimensin colectiva, y que ambas deben incorporarse en el anlisis. En segundo lugar, la opinin pblica tiene que ver con el conflicto o el desacuerdo en relacin a como las distintas cuestiones pblicas deben tratarse. No todas las opiniones o expresiones verbales de actitudes sobre el mundo entraran dentro de la opinin pblica, sino slo aquellas que aparecen cuando hay un desacuerdo con respecto a cmo actuar. Nos interesa el proceso que se desarrolla, tanto individual como colectivamente cuando hay conflicto en alguna cuestin del mbito pblico. Por lo tanto podemos hablar de una dimensin poltica de la opinin pblica. En tercer lugar, la opinin pblica se entiende mejor como proceso que como un elemento esttico o una condicin. No basta por lo tanto con estudiar lo que la gente piensa en un momento determinado, sino que es necesario analizar las distintas etapas por las que atraviesa la opinin pblica con respecto a una determinada cuestin, desde la aparicin en la agenda social (marcada muchas veces por los medios) hasta la formacin de una posicin consensuada (si es que sta se da) o su desaparicin. En este sentido la cuestin medioambiental es una de las nuevas lneas de conflicto poltico ms destacables en nuestras sociedades postindustriales (Inglehart 1991). Para algunos autores se ha producido una autntica revolucin cultural en la que juegan un papel importante los nuevos valores relativos a la relacin del hombre con su entorno. Nos interesa por lo tanto analizar la opinin pblica relativa al medio ambiente teniendo en cuenta

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diferentes niveles (Crespi 1997). En primer lugar, el nivel individual, en el que se forman las opiniones individuales: las actitudes, creencias, valores o intereses de los individuos, en contacto con su contexto y en funcin de las percepciones sobre el mundo, producen opiniones individuales. En segundo lugar, en el nivel colectivo las opiniones individuales se movilizan, convirtindose en fuerzas colectivas. En este nivel las comunicaciones son el eje central, ya que se trata de un proceso en el que aparece la conciencia de las opiniones de los dems. El lenguaje empleado en el discurso pblico y su relacin con los grupos sociales son elementos fundamentales aqu. Finalmente en el nivel poltico, esta opinin colectiva se integra (o no) en el gobierno, legitimndose (o cuestionndose). En este nivel el grado de legitimacin depender de qu concepcin normativa se tenga de la opinin pblica y de su importancia a la hora de influir en las decisiones pblicas. Queda claro pues que el proceso de la opinin pblica es mucho ms que la agregacin de un conjunto de opiniones individuales, ni se refiere a un grupo dominante o a una institucin, sino a un conjunto bastante complejo de interacciones y resultados. Estas pginas posiblemente no puedan cubrir toda la complejidad de la cuestin. Se dirigen a aquellas personas que quieren analizar la opinin pblica relativa a la cuestin medioambiental con unos objetivos ms modestos. En primer lugar se intenta clarificar (o al menos problematizar) el concepto de opinin pblica, con el fin de ofrecer una perspectiva que permita tener en cuenta toda su complejidad y riqueza. En el recorrido que se lleva a cabo en el Captulo 1 de este trabajo se observan adems algunos de los debates ms interesantes y presentes en las ciencias sociales: Qu papel debe jugar la ciudadana en la toma de decisiones? Es la opinin pblica un problema, una oportunidad, una necesidad para el poltico? Son los individuos o la comunidad los protagonistas fundamentales del fenmeno? Es la opinin pblica el resultado de un proceso fundamentalmente racional o emocional? En segundo lugar se presentan algunos aspectos relativos al estudio de la percepcin social del medio ambiente. En el Captulo 2 se traza un mapa general de las cuestiones metodolgicas y los autores ms relevantes en la investigacin de la percepcin ambiental desde la sociologa, poniendo de manifiesto las principales dificultades y debilidades con las que se encuentra actualmente el desarrollo de esta lnea de trabajo. Tambin aqu aparecen importantes debates relativos al qu y quin observar, cmo hacerlo y con qu finalidad. Dentro de los aspectos metodolgicos la tensin entre enfoques cuantitativos y cualitativos que encontramos en todas las ciencias sociales afecta tambin al estudio de la percepcin social del medio ambiente. Aunque recientemente se apunta a un resurgir de la metodologa cualitativa, la mayor parte de los estudios realizados sobre opinin pblica y medio ambiente utilizan las encuestas. El tercer objetivo del trabajo se aborda en el Captulo 3, donde se

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revisan los instrumentos metodolgicos disponibles para describir y analizar la opinin pblica relativa al medio ambiente, tanto cualitativos como cuantitativos. La encuesta requiere un tratamiento ms desarrollado, precisamente por ser el ms ampliamente utilizado, pero se incluyen tambin el anlisis del discurso, los grupos de discusin, el mtodo Delphi y la metodologa Q. No se trata de ofrecer una descripcin exhaustiva de cada una de estas tcnicas (lo que sera imposible en un solo captulo) sino de presentarlas al lector con el fin de que este pueda elegir la que le resulta ms adecuada para el tipo de cuestin que desea abordar. Finalmente el ltimo objetivo del trabajo consiste en ofrecer una visin sistemtica de los principales estudios sobre la opinin pblica y el medio ambiente a nivel internacional, estatal y autonmico. As, en el Captulo 4 se revisan desde una perspectiva metodolgica crtica algunos de los principales estudios medioambientales desarrollados en estos mbitos. Dado el predominio de las encuestas como aproximacin metodolgica al fenmeno (las metodologas cualitativas suelen ser menos frecuentes y adems los estudios suelen referirse a mbitos especficos, lo que hace difcil su ubicacin), el contenido del anlisis elaborado para este captulo se centra exclusivamente en sondeos.

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CAPTULO 1

Qu es y cmo se crea la opinin pblica?Sergi Pardos-Prado

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? La principal caracterstica comn del vasto conjunto de obras y anlisis que existe sobre opinin pblica es la constatacin de que se trata de un concepto muy difcil de definir. Davison afirmaba hace unos aos que no hay una definicin generalmente aceptada del trmino (1968:188), Noelle-Neumann sealaba ms tarde que generaciones de filsofos, juristas, historiadores, tericos de la poltica y periodistas universitarios se han estrujado el cerebro en un intento de proporcionar una definicin clara (1984:58), y Childs reuni cuatro docenas de definiciones diferentes del significado de opinin pblica (citado en Price 1994:17). A pesar de estas dificultades para el estudio terico de la opinin pblica en relacin con el medio ambiente o con cualquier otro tema, este captulo pretende realizar una sntesis de las aproximaciones ms funcionales e ilustrativas al respecto. Para llegar a una comprensin global del fenmeno de gestacin de la opinin pblica se empezar primero por abordar la nocin de opinin y de pblico a travs de una mirada histrica que refleje la evolucin hasta las sociedades actuales de un espacio de discusin colectiva diferenciado del de la esfera privada. A partir de ah se estar en disposicin de proponer una primera definicin clsica del concepto de opinin pblica. A continuacin se dar cuentas de la disolucin de esta nocin clsica de la opinin pblica que, aunque imprescindible para entender la evolucin de las formas de debate colectivo y el proceso de conformacin de opiniones compartidas de hoy en da, entr en un proceso de desnaturalizacin provocado por la eclosin de la sociedad de masas, la preponderancia de los medios de comunicacin como catalizadores y reguladores de la discusin en el espacio pblico, la aparicin de encuestas y estudios demoscpicos a gran escala y la concepcin de la opinin pblica como objeto de estudio. Finalmente, se sugerir una nueva idea de opinin pblica como proceso interactivo y multidimensional que permitir superar los habituales escollos tericos con que se ha encontrado la reflexin sobre estos temas (como por ejemplo la polarizacin entre el individuo o la sociedad como principal sujeto opinante, o la dialctica entre racionalidad e irracionalidad como principal directriz del proceso). Sin embargo, esta conceptuacin de la opinin pblica como proceso dinmico y deslocalizado, a pesar de sus virtudes tericas, implicar importantes retos metodolgicos a la hora de medir y analizar la opinin pblica que se tratarn en los Captulos 2 y 3.

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica?

1. La evolucin de las esferas pblica y privada: una mirada histrica El concepto de opinin tuvo ya originariamente dos significados distintos. El primero es de orden esencialmente epistemolgico y se refiere a una cuestin de juicio sobre un hecho, a algo incierto de algo que se sabe ser cierto, sea por demostracin o fe (Price 1994:19). Es, por tanto, un estado cognoscitivo, que adems muchas veces adquiere connotaciones peyorativas por ser una forma menor de conocimiento. De hecho, ya en los escritos de Platn se distinguen varios niveles de conocimiento en que la episteme (ciencia, el mundo elevado de las ideas segn el filsofo griego) se contrapone a la doxa (opinin, el mundo sensible, de menor rango) (Benito 1991:971). En efecto, este primer significado del concepto de opinin se refiere a un estado de conocimiento que no es ni mucho menos definitivo y que se puede refutar. La segunda acepcin originaria del trmino opinin se refiere a las maneras, morales y costumbres. Segn este sentido, la opinin implica una clase informal de presin y control social y equivale a reputacin, a consideracin y a visin general de los dems. Se trata de una dimensin semntica menos utilizada que la primera y que qued cristalizada en los trabajos de Locke, donde el autor distingua tres tipos de leyes generales que gobernaban la conducta humana: la ley divina, la ley civil y la ley de opinin o reputacin (Price 1994:20). Por otro lado, el concepto de pblico tambin tuvo dos acepciones originarias destacables. La primera se refiere a un acceso comn, como en la expresin lugar pblico, que est abierto y es accesible por toda la poblacin. El segundo sentido originario de pblico est vinculado ms bien a cuestiones de inters general y, ms especficamente, a temas relacionados con la administracin y el Estado. Este significado est unido a la idea de inters o bien comn y no tanto a la de abertura o accesibilidad. El trmino pblico, sin embargo, ha ido adoptando muchos ms sentidos. Uno de los ms reveladores ha adquirido su mxima aceptacin en el seno de las sociedades de masas, donde la nocin de pblico se suele referir a un conjunto indiferenciado y ms o menos homogneo de personas que presencian grandes acontecimientos deportivos o culturales (el pblico en un partido de baloncesto, el pblico del cine, el pblico que sigue a un determinado cantante, etc.) (Price (1994:20, 21:106). La relacin de este significado con los trminos audiencia o seguimiento implica la consideracin de un pblico poco participativo que como mucho contempla y sigue la accin de unas elites determinadas, concepcin que ha sido determinante en algunas fases de la gestacin de la idea de opinin pblica a lo largo del tiempo, tal como se ver ms adelante. Los conceptos de opinin y de pblico, sin embargo, no seran demasiado tiles por s solos si no se pusieran en relacin con la valoracin y el papel que han tenido en las esferas privada y pblica a lo largo de la historia. Si se adopta la Grecia antigua como punto de partida, se ve como la forma original de rgimen democrtico de aquella sociedad ya distingui el papel de la opinin en una esfera privada relativa al mbito exclusivo del individuo y sus ms allegados, de la dinmica colectiva y compartida de discusin en una esfera pblica. En

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? Grecia se distinguan perfectamente las esferas de accin bsica dentro de las cuales se desarrollaba la vida humana. stas se corresponden con lo que podra llamarse esferas privada y pblica, a travs de las cuales diferenciaban el mundo de la familia, el hogar, los negocios, la educacin de los hijos, del mundo de la polis, del ejercicio de la poltica, de la guerra. Y no slo los consideraban dos mundos diferentes sino opuestos (Berrio 1990:70). Es importante destacar que ya en la antigua Grecia la actividad pblica de la polis reflejaba una esencia comunicativa incuestionable, sobre todo por el hecho que se basaba exclusivamente en la palabra, la discusin, el debate y la persuasin, conceptos todos ellos que han perdurado hasta nuestros das a la hora de conceptuar qu es exactamente la opinin pblica. Si la palabra era el epicentro de la dinmica de la esfera pblica griega, la relacin entre la discusin colectiva y la racionalidad estaba servida. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el trmino griego logos es polismico y significa entre otras cosas palabra y razn. La esfera privada, en cambio, se vinculaba al mundo de la irracionalidad y el instinto (Berrio 1990:71). Aunque la racionalidad y la discusin tuvieran ya en Grecia un papel predominante en las cuestiones pblicas, la situacin distaba mucho de aceptar la existencia de una opinin pblica que participara como actor legitimado en la toma de decisiones e integrada por la mayora de la poblacin. Por el contrario, la polis era el dominio de la libertad y la igualdad, pero no de la igualdad basada en un concepto aristotlico de justicia y en relacin a una concepcin orgnica de la sociedad como sujeto colectivo (Bobbio 1993), sino de la igualdad entre ciudadanos libres, que se haban escapado de la gran masa de personas excluidas del poder. La igualdad en la Grecia clsica, pues, se ligaba a la libertad y se basaba precisamente en la existencia de desigualdades sociales (Berrio 1990:72). En la Edad Media la clara distincin entre la esfera pblica y privada se diluy notablemente. El rey estaba encerrado en su castillo y no haba propiedad pblica en sentido estricto. Adems, el mbito privado tampoco estaba bien contorneado sobre todo a causa del inextricable laberinto de pactos, derechos y deberes entre seores y siervos, que los vinculaban unos con otros. Sin embargo, es en la Edad Media cuando aparece lo que Habermas denomin publicidad representativa. La clase dirigente de la poca estaba formada por el rey y la nobleza, que eran personajes rodeados de smbolos, que representaban su posicin social a travs de atributos de dominio como los cetros, las enseas, los escudos, la indumentaria, los gestos simblicos, los cdigos de honor, las frases rituales, los comportamientos ceremoniosos, etc. (Habermas 1981:44). A pesar de la dilucin de los lmites entre las esferas colectiva y privada, pues, la publicidad representativa signific en el medioevo un nuevo medio de naturaleza comunicativa para distinguir un cierto espacio pblico de poder. La publicidad representativa fue desapareciendo paulatinamente a travs de un largo y profundo proceso de transformaciones sociales que acab derivando en el ascenso de la burguesa, la implantacin de un sistema poltico y econmico capitalista liberal, as como el

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? fortalecimiento de un Estado moderno que necesitaba establecer sus propios medios de informacin para afianzar un sistema de impuestos racional y centralizado y con el fin de conocer todo aquello que ocurra en el mbito territorial que controlaba ahora por primera vez. La aparicin de la llamada publicidad burguesa (Habermas 1981) sent las bases de aquello que sera la primera expresin real de opinin pblica que tuvo lugar en las sociedades occidentales y a la que ms adelante nos referiremos como la nocin clsica de opinin pblica. Esta opinin pblica original estuvo muy vinculada a una clase social muy concreta (burguesa) y adquiri su mxima expresin en un perodo histrico y cultural especfico (la Ilustracin). La nueva definicin de los espacios pblico y privado en la era de la publicidad burguesa estuvo condicionada por nuevos medios de comunicacin de la poca como el correo y la prensa. Las relaciones epistolares se convirtieron en un elemento importante para la estructuracin de la esfera ntima de la burguesa y, adems, tal como recuerda Tarde, significaron el inicio de la prensa. Los mercaderes reciban letras de corresponsales (trmino que viene de correspondencia, y de ah el nombre de los periodistas que informan hoy en da desde distintos puntos del mundo) en las que reciban la informacin que necesitaban para sus negocios, adems de reportajes de acontecimientos que describan pases y situaciones (Tarde 1986:138). La aparicin de la prensa peridica en el siglo XVII y el reconocimiento de la libertad de expresin en los siglos XVII y XVIII fueron fundamentales para el devenir de la publicidad burguesa, para la formacin de grupos de debate sobre noticias de actualidad y para la aparicin, por primera vez en la historia, de una conciencia colectiva que crea compartir opiniones con otras personas ms all de las propias posiciones individuales (Berrio 1990:86). La lectura y discusin de la prensa en los cafs de Gran Bretaa, en los salones franceses o en las reuniones gastronmicas o tischgesellschaften en Alemania, adems de contribuir a la formacin de los nuevos pblicos literarios, polticos, econmicos y filosficos, pusieron de relieve el papel fundamental que tendran los medios de comunicacin en la articulacin de un espacio pblico de discusin hasta nuestros das. La dinmica de reflexin individual y de pensamiento propio que estimul la reforma protestante con su teora del libre examen de la Biblia, el efecto de la imprenta y el consiguiente proceso de alfabetizacin son otros antecedentes importantes que influyeron en la aparicin de este nuevo pblico lector y opinante (Benito 1991:972-973). La burguesa, aunque estructurada a partir de personas privadas, integr lo que se conocera como sociedad civil, que poda trascender su mbito privado y llegar a controlar un nuevo espacio social formado por la relacin comunicativa de los individuos y de las instituciones (Berrio 1990:83). Posteriormente, el advenimiento de la sociedad de masas modific igualmente las distinciones entre la esfera pblica y privada de la sociedad burguesa. Los tipos de relaciones

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? comunicativas se volvieron mucho ms complejas, sobre todo por el hecho de que con la implantacin de la democracia y del principio de un ciudadano, un voto, el supuesto sujeto opinante integrado por la sociedad civil creci exponencialmente en nmero y oblig a trascender la dinmica reducida y selecta de las discusiones en los salones burgueses que nacieron en tiempos de la Ilustracin. En las sociedades de masa creci mucho la esfera ntima de las personas, lo que se tradujo en un creciente inters por la privatizacin de la vida cotidiana, acentuado paradjicamente en parte por fenmenos como las nuevas tecnologas, el teletrabajo, etc. y que se refleja hasta en el inters de algunos medios de comunicacin por controlar la intimidad de las personas y potenciar los exitosos shows de telerrealidad. El mbito privado se ha reducido y ha perdido influencia en algunos de los campos que dominaba tradicionalmente (como por ejemplo en la educacin de las nuevas generaciones, mbito donde los medios de comunicacin de masas han ido sustituyendo paulatinamente parte de la hegemona que haban tenido instituciones como la familia o la escuela). Quiz por ello se ha dicho que la sociedad de masas precisamente se caracteriza por la existencia de individuos aislados (Berrio 1990:87), y quiz de ah tambin que la medicin de opiniones individuales a travs de grandes encuestas y sondeos se haya considerado durante dcadas como una de las mejores expresiones de la opinin pblica contempornea. Esta visin, sin embargo, como se ver ms adelante, ha entrado en contradiccin con perspectivas constructivistas posteriores que, sin negar necesariamente siempre la funcionalidad de los estudios demoscpicos, reivindican la importancia de analizar tambin las interacciones y las dimensiones ms cualitativas y comprensivas de la opinin pblica y no slo la suma de opiniones individuales. Es importante destacar que, a pesar de compartir todos estos rasgos fundamentales, no es posible hablar hoy en da de una sociedad de masas en sentido original. La estructuracin de los lmites de lo pblico y lo privado y las relaciones comunicativas entre los distintos actores sociales han ido variando a lo largo del ltimo siglo. Esta mutacin de la sociedad de masas ha seguido distintas fases pero se podra sintetizar en lo que algunos han llamado el fin de la sociedad industrial y la eclosin de la postindustrial (Inglehart 1991). La nueva contemporaneidad est marcada sobre todo por un notable crecimiento de la clase media en las sociedades avanzadas. Una clase media que habra diluido las dicotomas y las polarizaciones sociales clsicas que definan el mundo puramente industrial (entre obreros y empresarios, fundamentalmente), y que, lejos de derivar en una superior homogeneizacin y masificacin de la sociedad, ha conducido a una fragmentacin de los gustos y los estilos de vida, as como a la coronacin del individuo como nico sujeto vlido en las relaciones comunicativas. El poder de los grandes partidos y sindicatos de masas, pues, se ha ido diluyendo a favor de un individuo que es el mximo regulador de la vida social y comunicativa. En este sentido, las prioridades han pasado a estar menos relacionadas con las

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? necesidades materiales (como en la poca ms industrial, que aspiraba a objetivos como la redistribucin econmica, el pleno empleo, la creacin de grandes arquitecturas polticas de cobertura sanitaria, laboral, etc.) que con aspiraciones ms culturales y de autorrealizacin del individuo. Todo ello ha tenido tambin consecuencias de orden moral, hasta el punto que muchos recurren a trminos como posmodernidad (Lyotard 2000) o modernidad lquida (Bauman 2003) para definir un nuevo cdigo de valores contemporneo basado en la caducidad de las grandes ideologas, religiones y cosmovisiones del mundo, y centrado en el relativismo y en la consecucin del propio bienestar. Para comprender la relacin entre las esferas pblica y privada en las sociedades de masas, a parte del debilitamiento de la familia y otros grupos primarios, es necesario hablar del fortalecimiento del llamado mbito social. El mbito social se aade y a veces se superpone al privado y al pblico, y se refiere sobre todo al espacio de comunicacin a travs de los medios. La importancia del mbito social, adems, se refleja en las tensiones que surgen ms a menudo que nunca entre la sociedad y el Estado por controlarlo (Arendt 1983:76). En definitiva, tal como sintetiza Berrio, en las sociedades avanzadas de hoy se percibe un retraimiento de las personas hacia su intimidad, pero a la vez una ocupacin progresiva del espacio privado por el social. Algunos ejemplos de este proceso son el cambio en la propiedad de las empresas, que han pasado de pertenecer a una sola persona a estar repartida en una especie de dominio social difuso distribuido en accionistas integrados en sociedades annimas o en otras formas jurdicas. En este sentido tambin se encuentra la transformacin de la antigua vinculacin entre el trabajador y la empresa, que se ha convertido en una concertacin multilateral entre sindicatos, patronales y poderes pblicos. O el rol del Estado, que ha pasado a regular un mbito tan tradicionalmente privado como el mercado y hasta a ser propietario de determinados bienes o servicios (Berrio 1990:151-153). Esta reestructuracin de los lmites de las esferas pblica y privada que haban dominado en la ya caduca poca ilustrada ha convertido el pblico burgus no tanto en intrprete de la sociedad como en espectador. Segn algunos autores, los procesos de discusin colectiva de los salones burgueses (que, sin embargo, eran exclusivos y no contaban con la mayora de la poblacin) se vieron desnaturalizados con la aparicin de unas masas que no provenan de una tradicin lectora, y con la posicin de privilegio que adquirieron una serie de lderes carismticos convertidos en nicos actores legitimados para expresarse de una manera libre (Sennet 1978:329). Al margen de estas consideraciones pesimistas no compartidas por todo el mundo sobre la merma de racionalidad y transparencia en los procesos de comunicacin pblica avanzados, lo que s parece indiscutible es que el nuevo pblico de las sociedades de masa puede discutir los problemas colectivos en mbitos cerrados como el de la familia o los amigos, pero estos problemas no se pueden poner en comn sin los medios de comunicacin.

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? Estos nuevos medios de comunicacin social son los encargados de convertir en comunes los problemas, los temas y las informaciones relativos a las sociedades contemporneas (Berrio 1990:163-164). Y este es el punto de partida fundamental para encarar cualquier estudio sobre opinin pblica en mbitos como podra ser el del medio ambiente. El retraimiento hacia la esfera ntima y la tendencia a considerar slo los problemas que la afectan, as como el contradictorio y creciente papel que adquiere un mbito social regulado por unos medios de comunicacin que marcan el ritmo del debate colectivo y la aparicin de las preocupaciones que se incorporan en la esfera de lo pblico, son los dos grandes rasgos tericos de partida en la conformacin de opiniones en las sociedades complejas actuales.

2. El debate clsico sobre la opinin pblica La nocin clsica de opinin pblica corresponde a un perodo histrico muy concreto, que es la democracia liberal del siglo XIX con sus respectivas races en la cosmovisin del mundo heredada de la Ilustracin, y se refiere a las relaciones comunicativas y a los procesos de discusin en los mbitos ya comentados que protagoniz una clase social especfica, que es la burguesa. Este modelo de opinin pblica se ha disuelto en la actualidad a causa sobre todo de la entrada de las masas en una terica primera lnea del proceso poltico de decisin y de la aparicin de los grandes medios de comunicacin social como el cine, la radio o la televisin. A pesar de su disolucin, sin embargo, la definicin clsica de opinin pblica, quiz por la racionalidad, la transparencia y la dimensin discursiva que implica, sigue siendo fundamental para entender buena parte de las aproximaciones al estudio de los procesos de gestacin de opiniones compartidas en la actualidad, sobre todo en su faceta ms normativa. Es decir, en las aproximaciones que no se fijan tanto en lo que es la opinin pblica hoy, sino en lo que debera ser. Berrio sintetiza los cinco factores que se han considerado necesarios para poder hablar de la existencia de una opinin pblica en sentido clsico (1990:115-118): 1- Es necesario que exista un pblico opinante para que se pueda hablar de opinin pblica. Como se ha visto en el apartado anterior, la existencia, la dinmica y el volumen del pblico han ido variando a travs de la historia. 2- Es necesario que existan temas discutidos y discutibles sobre los cuales sea posible centrar las opiniones de los pblicos. 3- Es necesario que se produzcan discusiones o, en definitiva, procesos comunicativos entorno a estos temas y que ello derive en un fenmeno colectivo que permita pasar de las opiniones individuales a las compartidas. 4- Es necesario que haya marcos sociales en los que se puedan inscribir las actividades de los grupos opinantes. Por eso la opinin pblica tena sentido en una democracia liberal, porque era funcional y significaba el marco de referencia donde se adoptaban decisiones. 5- Es

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? necesario entender la opinin pblica como instancia legitimadora del ejercicio del poder en la sociedad. A partir de estos cinco requisitos, el mismo autor se aventura a dar una definicin de la opinin pblica en sentido clsico: Opinin pblica es el conjunto de las opiniones compartidas por unos individuos, reunidos en calidad de pblico opinante, sobre cuestiones que tienen una notoriedad pblica tal que pueden provocar la articulacin de posiciones contrapuestas las cuales sern expresadas de forma explcita, especialmente a travs de los medios de comunicacin y legitimarn las decisiones que se puedan tomar al tenerlas en cuenta (Berrio 1990:118). Los atributos esencialmente burgus e ilustrado de esta forma de opinin pblica y lo concreto del perodo histrico en que tuvo lugar han inducido a algunos autores a referirse a esta poca como el rgimen de opinin. Un rgimen que estara basado en la discusin y en el valor de formas como la tertulia, en la libertad de prensa como principio fundamental, en la gnesis de la opinin pblica entendida como contrapunto del poder y en el objetivo de la consecucin del consenso (Benito 1991:973-980). Esta definicin sintetiza el fenmeno de la opinin pblica como tal en un perodo histrico concreto, pero el debate terico clsico sobre esta nocin, es decir, el estudio y la reflexin sobre la existencia y la funcionalidad de la opinin pblica, abarca un conjunto de aportaciones, concepciones y autores mucho ms amplio. El trmino opinin pblica apareci explcitamente por primera vez en 1750 en la obra de Rousseau Discurso sobre las artes y las ciencias. Sin embargo, el hecho de que Rousseau utilice la expresin sin darle ms importancia y sin detenerse a explicarla ha sugerido a algunos investigadores que podra ser un trmino utilizado comnmente (Benito 1991:971). De hecho, la idea de opinin pblica como una especie de fuerza social que emanaba del conjunto de la poblacin, con efectos potenciales (positivos o negativos, segn el caso) en la estabilidad de una sociedad y que deberan ser considerados por sus gobernantes ha estado implcita en buena parte del pensamiento poltico a lo largo de la historia. En este sentido, uno de los puntos de inflexin ms importantes en la formacin de las ideas polticas a lo largo de los siglos que detalla Sabine es, precisamente, la contraposicin entre las teoras monrquicas y antimonrquicas que apareci a partir del siglo XVI a raz de la reforma protestante. La diferencia bsica entre estas dos grandes matrices de teoras no era ms que la asuncin de los postulados del derecho divino en el caso de las teoras monrquicas y, por el contrario, la adopcin de los principios del derecho del pueblo en el caso de las antimonrquicas. El derecho divino propona que el poder del monarca provena de Dios y que el pueblo no tena otra opcin que obedecer pasivamente. La concepcin contraria, en cambio, afirmaba que la soberana emanaba de la comunidad y que exista un derecho legtimo a resistir ante lderes injustos (Sabine 1994:294-295). Parece evidente que la progresiva implantacin de las segundas teoras frente a las primeras en el proceso de formacin del pensamiento poltico ha influido en la conceptuacin y la reflexin sobre la opinin pblica del debate clsico.

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica?

Ferguson (2000:3ss) clasifica las aportaciones de lo que considera el debate clsico sobre la opinin pblica en tres grandes grupos de filsofos que de un modo u otro han tratado el tema. Segn esta clasificacin, el primer grupo de pensadores corresponde a los que han expresado serias dudas respecto al potencial del ciudadano medio a la hora de contribuir al gobierno de la sociedad. En este primer conglomerado de aportaciones pesimistas respecto al potencial de la opinin pblica se encuentra en primer lugar Platn, que crey en una sociedad gobernada por un filsofo-rey con un conocimiento superior al de la poblacin en general. En el mismo grupo se sita Hobbes, que entendi la condicin humana como perversa y agresiva por naturaleza y que consider, por tanto, que el nico papel del pblico tena que ser el de otorgar su consentimiento para llevar a cabo un contrato social que delegara el poder en un Estado fuerte y absoluto. En una lnea distinta pero igualmente pesimista se encuentran Hamilton, que no crea en el juicio de los muchos por estar basado en emociones y en motivaciones egostas; Madison, que consideraba que los intereses contrapuestos de parte de las masas limitaban los incentivos para cooperar por el bien comn, y Tocqueville, que alert en Democracy in America del peligro de la tirana de la mayora y de que sta no siempre protege el inters de las minoras. Finalmente, Ferguson incluye tambin en este grupo a Lippman, que a pesar de pertenecer al siglo XX cit a Hamilton y afirm que si el individuo slo vive y trabaja en una pequea parcela de la superficie de la tierra tendr dificultades para ver su conjunto. Ferguson sigue su clasificacin de las aportaciones que se han hecho en el debate clsico sobre la opinin pblica con un segundo grupo. En este caso, se trata de filsofos clsicos que tampoco creen que el gran pblico pueda contribuir activamente al buen proceso de discusin pblica y de toma de decisiones en una sociedad, pero que no obstante no pueden ser ignorados por sus lderes. Aqu se encuentran, por ejemplo, las contribuciones de Maquiavelo, que consider que para mantener el poder los lderes deban manipular o acomodarse a la opinin pblica, pero nunca ir directa y explcitamente en contra de ella. En una perspectiva similar se encuentran Hume, que dijo que hasta el gobierno ms autoritario y desptico no poda menospreciar la voluntad popular, y Hegel, que aseguraba que la opinin pblica es un flujo desordenado y lleno de falsedades compuesto por opiniones y deseos de la gente. Hegel reniega de la teora liberal de la separacin de poderes porque considera que pretende desgarrar al Estado. Para el filsofo alemn la verdad no puede venir del raciocinio de los individuos constituidos en pblico porque la opinin se basa en la defensa de los intereses privados, que no tienen la dimensin tica suficiente. Esta tica slo reside en el Estado, que es la nica instancia que puede sintetizar lo universal. Aunque segn Hegel la masa no puede dirigir el gobierno porque est encarcelada en sus intereses particulares, el pueblo no puede ser menospreciado porque es el portador de la libertad en su estado subjetivo (Berrio 1990:98-99).

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? Finalmente, Ferguson engloba en un tercer grupo los pensadores que apostaron por un rol decisivo de la opinin pblica en las sociedades democrticas. Esa es la perspectiva de Aristteles, por ejemplo, que se distanci de Platn al reconocer en el tercer libro de su obra Poltica la existencia de una suerte de inteligencia colectiva que puede superar a la de la lite, y al sugerir implcitamente una naturaleza organicista y colectiva, como un todo, de esta inteligencia. Adems, Aristteles se mostr optimista respecto al debate pblico y a la discusin como vehculos para la toma de decisiones. Por otro lado, Locke apost como Hobbes por la utilidad de un contrato social entre las personas con el fin de formar gobierno, pero se distanci de l al afirmar que este gobierno deba proteger los derechos de los gobernados por encima de todo. A pesar de ser el padre terico del liberalismo clsico, Locke hablaba de la comunidad como el valor supremo, y de la opinin pblica, que l denominaba acuerdo de la mayora o voluntad general (Berrio 1990:92), como una entidad con la misma importancia que la ley civil y divina. De hecho, a pesar tambin de ser un firme defensor de la propiedad privada, el autor ingls consideraba que un hombre puede apropiarse de algo en la medida en que deje suficiente y de igual calidad para los dems y que su trabajo lo justifique, en el sentido de que la cantidad de tierra que un hombre sea capaz de cultivar coincidir con la que pueda considerar como propia (Pastor 1994:84). En lo que respecta a Rousseau, tal como ya se ha citado, el filsofo francs fue el primero de los grandes filsofos que utiliz el trmino opinin pblica. Rousseau habl de la necesidad de tenerla en cuenta y, como Aristteles, vio la voluntad general u orgnica de la comunidad como algo ms que la suma de opiniones individuales. El utilitarista Bentham tambin apost por la potencialidad positiva de la opinin pblica y crey que los legisladores deban reconocer e incrementar la fuerza moral de la misma. En el mismo sentido se posicion Jefferson, que en la Declaracin de Independencia de los Estados Unidos de Amrica mostr su fe en la habilidad de la poblacin para participar en el gobierno. Aunque no son citados explcitamente en esta clasificacin de Ferguson, no est de ms recordar la contribucin de otros pensadores a la nocin clsica de opinin pblica que se viene articulando en estas lneas y que podran ser incluidos en el tercer grupo de tericos optimistas. Berrio (1990:92ss) se refiere a Stuart Mill, que plasm de forma clara el espritu racionalista y discursivo de la definicin clsica de opinin pblica burguesa comentado al principio de este subapartado. Stuart Mill reconoce el valor de la voluntad mayoritaria del pueblo aunque sin perjuicio de las minoras, y concibe el pblico como un agrupamiento humano con capacidad racional para buscar la mejor opinin a travs de la discusin. Por otro lado, la dimensin racional que constituye uno de los fundamentos del sentido clsico y liberal del concepto de opinin pblica aparece reflejada en su mxima expresin en los trabajos de Kant. El pensador que posiblemente encarna de forma ms clara el espritu de la Ilustracin establece las relaciones entre la razn y la moral y pone el acento en la primera para conseguir la plena autonoma del individuo. Adems, Kant vincula explcitamente racionalidad y comunicabilidad al considerar que para el desarrollo de la razn individual y

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? colectiva es necesaria la existencia de una publicidad entendida como espacio comunicativo y de intercambio de ideas (Berrio 1990:96). En definitiva, el debate terico clsico sobre la opinin pblica, ya sea utilizando esta expresin de forma ms explcita o considerando el concepto de forma ms latente, ha generado un importante volumen de aportaciones a lo largo del proceso histrico de conformacin de las ideas sobre poltica y comunicacin. La existencia y la naturaleza de la opinin pblica han sido tratadas tanto por autores que han puesto ms nfasis en el individuo a la hora de proponer una buena organizacin de la sociedad, como por los que lo han puesto en el pueblo, o por los que lo han hecho sobre el Estado. La dialctica entre individuo y colectividad, precisamente, es uno de los ejes conceptuales que ms directamente han influido en el estudio de la opinin pblica. Como se ir viendo tambin ms adelante, la concepcin de la sociedad como un conjunto de individuos o, por el contrario, como un colectivo total, tiene una repercusin directa en la definicin de las caractersticas de la opinin pblica y en el mtodo para estudiar este fenmeno. La distincin entre una y otra en el debate clsico acostumbraba a coincidir con la diferenciacin entre la tradicin anglosajona y la continental. La tradicin anglosajona proviene de la Revolucin Inglesa del siglo XVII, que realz la figura del sujeto individual porque se trat precisamente de un movimiento de ciudadanos, de propietarios, que llegaron a una especie de pacto mercantil entre las distintas fuerzas encontradas (Sabine 1994:338353). La tradicin continental, en cambio, vino marcada por la Revolucin Francesa en el siglo XVIII, que se bas ms bien en una alianza entre la burguesa y las clases populares (aunque stas pronto perderan este rol protagonista en la organizacin de la nueva sociedad que surgi), lo que deriv en un cdigo cultural no tan basado en el individuo sino en una comunidad de intereses bajo la forma de voluntad general. Sin embargo, como demuestran los casos paradigmticos de Locke y de Rousseau respectivamente, tanto las concepciones clsicas que se basan en el individuo como las que se basan en la colectividad pueden llegar a defender igualmente la funcionalidad y lo positivo de un espacio de comunicacin pblica en el proceso de toma de decisiones y de organizacin de una sociedad.

3. El debate moderno sobre la opinin pblica

La disolucin de la opinin pblica clsica y los lmites de la racionalidad La definicin clsica de opinin pblica trazada en el anterior apartado se fue diluyendo a medida que avanzaba el primer tercio del siglo XX. El tipo de relaciones comunicativas entre una clase social concreta, la burguesa, articuladas entorno a la lectura de la prensa y basadas en una dimensin terica racional, discursiva e ilustrada, perdieron sentido en una

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? nueva sociedad marcada por acontecimientos que minaban algunos presupuestos bsicos del liberalismo clsico. La extensin del sufragio, la aparicin de corrientes de pensamiento que enfatizaban el rol de la irracionalidad y de la emotividad en el proceso de conformacin de opiniones, y la eclosin de la psicologa y la sociologa como disciplinas autnomas, son algunos de los hitos que reflejaron la caducidad de la opinin pblica clsica como fenmeno real durante el siglo anterior y la necesidad de replantear las maneras de abordar este concepto (Benito 1991:981). El principio de un ciudadano un voto puso en primera lnea de la dinmica poltica a unas masas que no provenan de una tradicin lectora, que haban sido relegadas hasta entonces de los procesos pblicos de discusin y de toma de decisiones y que obviamente no podan reunirse colectivamente en los cafs y salones de la Europa ilustrada. Los lmites fsicos del debate clsico se fueron supliendo con la aparicin de un nuevo epicentro de la dinmica de la opinin pblica, que no es otro que la implantacin de los grandes medios de comunicacin social de masas como el cine, la radio y posteriormente la televisin. Sin embargo, el papel de estos medios como nueva palestra pblica, como foro moderno donde aparecen y se discuten los temas de inters colectivo, ha generado hasta hoy mismo numerosas dudas sobre la transparencia, la bondad y hasta la existencia de una nocin como la de opinin pblica. Desde las advertencias de Allport sobre la conocida falacia periodstica, es decir, el peligro de confundir la opinin pblica con la opinin publicada o de creer que lo que uno oye y ve en las emisiones de radio o televisin es realmente un sentimiento de carcter pblico con amplios apoyos en la ciudadana, pasando por el misterio de la opinin pblica difcil de conocer pero fcil de manipular que propona Lippman (Benito 1991:981-982), hasta propuestas contundentes como la de que la opinin pblica no existe de Bordieu (1980 y 1997), son muchos los autores que han dudado de que el proceso de creacin de opiniones compartidas sea posible como tal. El principal supuesto del liberalismo clsico que se vino abajo con la sociedad de masas fue la tesis de la armona preestablecida y de la racionalidad de la nocin de opinin pblica (Benito 1991:981). As como la dialctica entre el individuo y la comunidad haba sido uno de los ejes del debate clsico sobre la opinin pblica, al debate moderno se le aade una nueva polarizacin conceptual entre la racionalidad y la irracionalidad. Desde entonces y hasta hoy en da, pues, una determinada concepcin sobre el rol que juega el individuo o la comunidad a la hora de definir la sociedad por un lado, y una determinada apuesta por la predominancia de la racionalidad o la irracionalidad como principal directriz del comportamiento humano por otro, ha derivado en una u otra forma de pensar sobre la opinin pblica. El cuestionamiento de la racionalidad y del contraste real de argumentos vino dado sobre todo a travs de corrientes de pensamiento con una notable influencia en el siglo XX que provenan del romanticismo, del existencialismo, del nihilismo, del psicoanlisis, de determinadas

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? revisiones politolgicas conservadoras protofascistas as como de determinadas posturas crticas como el marxismo. El bagaje cultural de los inicios del siglo pasado tena sus races en las postrimeras del romanticismo, un movimiento que exaltaba la expresividad emocional y la sensibilidad en todos los mbitos de la vida y que contradeca as la lgica y las formas preestablecidas del mundo neoclsico, ilustrado y positivista. Grandes filsofos profundizaron en la subjetividad para encontrar la autntica esencia constitutiva del individuo. Es el caso de Kierkegaard y otros existencialistas, que reflexionan sobre la angustia de vivir, o el de Bergson y su lan vital. Desde un prisma vitalista Nietzsche tambin cuestion los postulados culturales, morales e histricos que haba heredado la civilizacin occidental desde los tiempos de la antigua Grecia y apost por un superhombre capaz de superar las constricciones de esa falsa racionalidad y con una esencia ms bien pasional e instintiva (Berrio 1990:120). Quien mejor y con mayor influencia desarroll el concepto de instinto como verdadera fuerza motriz del comportamiento e inaprensible por la racionalidad, sin embargo, fue Freud a travs de sus teoras psicoanalticas. Para Freud, la conducta humana estara guiada por una vida psquica escondida y subconsciente regida por el principio del placer, mientras que la racionalidad sera slo una superposicin relativamente artificial justificadora de esos instintos y esas pulsiones. La influencia de las tesis de Freud en el pensamiento sobre los medios de comunicacin y su influencia en la conformacin de la opinin pblica adquiri su mximo apogeo en el periodo de entreguerras, cuando los procesos de propaganda demostraron tener una influencia de persuasin y manipulacin tan grande como inquietante, entre otras cosas por haber arrastrado a buena parte de una de las sociedades ms instruidas de la poca ni ms ni menos que hacia el apoyo del nazismo. En este sentido, el freudismo fue una de las grandes influencias del paradigma conductista primigenio a la hora de estudiar la formacin de la opinin pblica. Se trataba de un paradigma que entenda el cerebro y la racionalidad de las personas como una especie de caja negra imposible de escrutar, y que postulaba que los individuos se comportaban en base a respuestas (en teora incontrolables) a estmulos determinados. Adems de influir en la reflexin sobre la creacin de la opinin pblica, la obra de Freud contribuy tambin a juzgar el papel que esta opinin pblica deba tener en la organizacin de la sociedad. Determinados pensadores conservadores como Mosca y Pareto coincidieron en algunos aspectos con la teora del psicoanlisis a la hora de negar parcialmente la racionalidad de las personas, lo que les llev a cuestionar muchos de los principios sobre los que se basa la democracia. En concreto, Pareto afirm que las actuaciones humanas no estn motivadas en la lgica y que si se elimina aquello que es superfluo quedan los denominados residuos, que son los instintos humanos. Lo que cambia a lo largo del tiempo y de la cultura son las justificaciones racionales que se hacen de estas actuaciones, que l denomin

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? derivaciones. Por otro lado, Mosca sostuvo tambin que el comportamiento de las personas se basa en unas pautas psicolgicas permanentes, y adems neg los principios de igualdad, voto popular y gobierno de la opinin pblica sobre el que se basan normalmente las teoras democrticas (Pastor 1994:91-94, y Berrio 1990:122-124). Desde una perspectiva muy distinta a la de estos pensadores conservadores, Marx y la tradicin comunista en general tambin cuestion la existencia de opinin pblica de acuerdo con sus caractersticas clsicas. No es que Marx negara las ideas de opinin pblica y de democracia de los liberales. Lo que s afirm es que la realidad econmica hace de los ideales de la libertad y la independencia algo inexistente en realidad, porque al poseer unos el capital y otros el trabajo desaparece cualquier posibilidad de igualdad y se funda una nueva organizacin de clases. Para el padre del comunismo cientfico, la opinin pblica no es sino una falsa conciencia con la que el burgus enmascara su inters particular y de clase. La verdadera opinin pblica no puede surgir sino de la participacin libre de los ciudadanos y no slo de los propietarios. Es importante remarcar, sin embargo, de que a pesar de contribuir a la disolucin del concepto clsico de opinin pblica, el marxismo, a diferencia de los postulados conservadores del siglo XX, no niega la racionalidad del pueblo sino que denuncia la imposibilidad del desarrollo de las potencialidades humanas en un sistema basado en la desigualdad (Berrio 1990:125-126). El proceso de disolucin de la nocin clsica de opinin pblica, pues, estuvo marcado entre otras cosas por la crisis de la racionalidad en los mecanismos de conformacin de opiniones colectivas considerados como vlidos, as como por la aparicin de los medios de comunicacin de masas como nicos mecanismos que posibilitan un espacio pblico a gran escala. Precisamente una de las tesis revisionistas con ms influencia hasta la actualidad sobre la creacin de la opinin pblica que sintetiza este poder de los medios de comunicacin y esta aceptacin de la emotividad y la no racionalidad como base del comportamiento de los ciudadanos es la teora de la espiral del silencio de Noelle-Neumann. Esta investigadora alemana parte de la existencia de una naturaleza social de las personas que les implicara un miedo innato y natural al aislamiento. A causa de este temor instintivo que segn la autora ya se ha localizado en una seccin especfica del cerebro y que se asemeja al miedo al aislamiento que tienen muchas especies animales, las personas haran un esfuerzo para ser aceptadas y bien vistas dentro de la sociedad y para evitar las enemistades y el encerramiento. En este proceso de aceptacin de los valores de una sociedad para evitar el aislamiento se pone en marcha la llamada espiral del silencio, segn la cual aquellos que tienen la impresin de que sus opiniones se estn convirtiendo en importantes y aceptadas las expresan cmodamente y con autoconfianza, mientras que los que piensan que sus puntos de vista pierden terreno se vuelven ms cuidadosos y caen en el silencio, especialmente en las situaciones difciles donde no estn familiarizados con la forma de pensar de la gente. De esta forma, el silencio provoca que parezca que el primer grupo de personas que expresan

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? libre y profusamente sus opiniones tenga ms apoyo del que realmente tiene, y que en cambio las opiniones del segundo grupo tenga menos apoyos de los que dispone en verdad. El proceso de la espiral empuja a las personas que mantienen opciones minoritarias o no aceptadas a cambiarlas y a asumir los valores predominantes para evitar el aislamiento y el castigo social. A partir de todo ello, para Noelle-Neumann la opinin pblica corresponde al conjunto de opiniones y comportamiento en reas de valoracin, en las cuales el individuo puede expresarse en pblico con la expectativa de encontrar aprobacin (Noelle-Neumann 1992:1-4, y 1984). Esta teora de la espiral del silencio sobre el ostracismo a que se ven conducidos los que mantienen opciones minoritarias tiene numerosos precedentes en la historia del pensamiento poltico. Maquiavelo escribi en El prncipe que todos ven lo que pareces, pocos tocan lo que eres, y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinin de los muchos, que disponen de la majestad del Estado para que les defienda. Por otro lado, Locke afirm en Un ensayo sobre el entendimiento humano que no hay uno entre diez mil lo bastante terco e insensible como para enfrentarse al disgusto y la condena constantes de su propio club. Madison, en El federalista asegur que la fuerza de la opinin de cada individuo y su influencia prctica en su conducta dependen mucho del nmero de personas que l supone mantienen la misma opinin. Tocqueville, por su parte, no pudo ser ms explcito en Democracy in America al decir que mientras la mayora se muestra dudosa, se habla; pero tan pronto como se pronuncia de manera irrevocable, todos se callan, y amigos y enemigos se unen a su carro (citados en Benito 1991:990). A partir de este proceso de espiral del silencio, Noelle Neumann afirma que los medios de comunicacin son un vehculo fundamental para reflejar estas opiniones mayoritarias y comnmente aceptadas por la sociedad. Por ello, no deberan ser considerados como simples mediadores neutrales del proceso de creacin de la opinin pblica sino que seran actores poderosos que a travs de los mecanismos de la acumulacin (derivada de la publicacin continuada en el tiempo de los medios) y la consonancia (es decir, la tendencia de todos los medios y periodistas a insistir en los mismos temas y a adoptar las mismas posiciones) representaran las opciones socialmente valoradas y conduciran as a su aceptacin (Benito 1991:988 y Noelle-Neumann 1984). Segn la propia autora, la teora de la espiral del silencio est basada en el supuesto de que los medios masivos representan la fuente ms importante para las observaciones de los individuos en su ambiente con el fin de determinar cules opiniones encuentran aprobacin y cules opiniones llevan al aislamiento (Noelle-Neumann 1992:12). La crisis de la racionalidad y la aceptacin de las emociones y los instintos como motores de las opiniones y acciones humanas, pues, tuvieron un papel determinante en la disolucin del concepto clsico de opinin pblica. Sin embargo, la consideracin de la irracionalidad como

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? directriz exclusiva y absoluta del proceso de creacin de las opiniones compartidas no ha dominado siempre el estudio sobre este tema a lo largo del siglo XX hasta nuestros das. Ms bien la racionalidad y la irracionalidad han sido dos polos sobre los que ha ido basculado alternativamente el clima de opinin a lo largo de las dcadas, llegando hasta a convivir al mismo tiempo. Como seala la propia Noelle-Neumann, todas las definiciones sobre opinin pblica que se han propuesto podran clasificarse en dos conceptos: la opinin pblica como racionalidad y la opinin pblica como control social. El primero se refiere a la funcin de creacin de opinin y de toma de decisiones en una democracia (con claras races en la opinin pblica de tipo clsico, ilustrado y burgus que existi durante el siglo XIX, y de ah que se haya insistido en su anlisis en las pginas precedentes), presente en los estudios de autores como Habermas, Foucault o Bourdieu y que a menudo se ha referido a la vertiente ms normativa de la opinin pblica, es decir, al estudio de lo que sta debera ser ms que de lo que es realmente. El segundo concepto se refiere al papel de la opinin pblica como mecanismo de integracin social y bsqueda de un nivel suficiente de consenso sobre el cual se basan las acciones y decisiones. En este segundo grupo de miradas sobre la opinin pblica es donde se incluye precisamente la teora de la espiral del silencio (Noelle-Neumann 1992:6). Donde no ha habido ningn tipo de ambigedad en el debate moderno sobre la opinin pblica, en cambio, es en la aceptacin del papel catalizador y estructurador del fenmeno de creacin de opiniones compartidas que han pasado a tener hasta hoy los medios de comunicacin de masas. A partir de ah, se han propuesto numerosas teoras sobre la magnitud de la incidencia real de estos medios en la configuracin de las opiniones del gran pblico que se resumen a continuacin.

Los efectos de los medios de comunicacin Cualquier reflexin sobre la opinin pblica es hoy inseparable del estudio de los efectos de los medios. De hecho, este tema ha sido considerado tan importante en el debate moderno sobre la opinin pblica que ha generado un muy extenso volumen de investigaciones al respecto, aunque nunca se ha llegado a un consenso definitivo. Se suele afirmar que las teoras que se han ido sugiriendo sobre este complejo tema han recorrido tres etapas distintas. La primera corresponde a una concepcin de los medios de comunicacin como extremadamente poderosos. La teora que mejor sintetiz el clima de opinin durante esta etapa es la teora de la aguja hipodrmica, que denotaba esta gran influencia de unos medios que se dedicaban a inyectar directamente actitudes y disposiciones en una audiencia formada por individuos atomizados, pasivos e incapaces de presentar resistencia. Esta fase de la investigacin se inici en la dcada de 1930 y es contempornea a la extensin de la radio

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? como medio autnticamente de masas. La concepcin de unos medios poderosos vino condicionada en parte por el auge de los procesos de propaganda y el importante efecto que se consider que tuvieron en el crecimiento de los fascismos en la poca de entreguerras. Tambin estuvo influida por la instauracin de un paradigma conductista cuya esencia era una lgica de comportamiento basada en la respuesta automtica a un determinado estmulo, donde el cerebro humano tena un papel secundario. En una lnea muy similar, la conceptuacin de unos medios poderosos vino marcada tambin por los trabajos sobre el reflejo condicionado de Pavlov y por el ya citado psicoanlisis de Freud. Tambin fue destacable la influencia de acontecimientos tales como la dramatizacin radiofnica de la novela La guerra de los mundos de H.G. Wells, en la que Orson Wells simulaba una invasin de la Tierra por parte de marcianos creando as un masivo efecto de credulidad y de histeria colectiva entre amplias capas de su audiencia (Benito 1991:985). La segunda etapa que sigui el estudio sobre el efecto de los medios en la configuracin de opiniones colectivas deriv en el llamado paradigma de los efectos mnimos. El clima de opinin refut las tesis de la etapa anterior y, a travs de la teora del two-step-flow (o teora de la influencia personal o de los lderes de opinin), lleg a la conclusin de que los mensajes de los medios no llegan directamente a los individuos sino que lo hacen a travs de intermediarios y lderes de opinin que filtran y adaptan los contenidos. La tesis fundamental es que los medios de comunicacin slo producen cambios menores en las opiniones de la gente y que su mayor influencia, en cambio, es la de reforzar las tendencias ya existentes. Una de las principales causas que explican este efecto son los procesos de atencin, percepcin y retencin selectivas, segn los cuales las personas slo se expondran a los medios y a las informaciones con sus mismas orientaciones ideolgicas. Estos conceptos de atencin, percepcin y retencin selectivas arrancan de la teora de la disonancia cognitiva de Festinger. Esta propuesta es la ms importante de las llamadas teoras de la consistencia, que sostienen que los individuos tratan de mantener sus actitudes, creencias y comportamientos de acuerdo entre s. Cuando la persona se da cuenta de que alguno de estos tres elementos no es consistente con los dems, experimenta un estado de incomodidad y por tanto trata de eliminar esa inconsistencia (Crespo 2002:24). Kappler analiz cules eran los orgenes reales de estas actitudes, creencias y comportamientos. En su clsico The Effects of Mass Communication, este autor sostuvo que las influencias ms importantes para la conformacin de opiniones vienen de la familia, la religin, los amigos y la educacin, y que los medios no hacen sino reforzar estas disposiciones preexistentes. En definitiva, Kappler propuso una vuelta a la concepcin del individuo como un sujeto en relacin con su entorno social, y siempre con el paradigma de los efectos mnimos de fondo. (Kappler 1960). Detrs de la nueva teora lata tambin una visin de la sociedad renovada. Partiendo de la idea del reencuentro del ciudadano con el grupo

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? primario al que pertenece, se puso fin a la tesis de la sociedad atomizada y del individuo sumido en la masa y carente de vnculos (Benito 1991:986-987). Pero la figura ms representativa de esta corriente de investigacin fue Lazarsfeld. Tanto l como una serie de autores integrados en la denominada mass communication research de los Estados Unidos, que es como se conoce comnmente a este conjunto de investigadores que se formaron entorno a la revista especializada The Public Opinion Quarterly, a la School of Public Opinion Affaires de la Universidad de Princeton y a la American Association for Public Opinion Research, desarrollaron hasta tal punto el paradigma de los efectos mnimos que se lleg a conocer durante varias dcadas como el paradigma dominante (Benito 1991:982; ver tambin Lazarsfeld 1979, y Mattelart 1999). El paradigma de los efectos mnimos, sin embargo, entr en crisis a finales de los aos 70 del siglo pasado. Se inici as una tercera fase del estudio de los efectos de los medios hasta nuestros das que se podra resumir en las aportaciones sobre los efectos cognitivos, el agenda-setting y la persuasin poltica. Es en este conglomerado de teoras revisionistas donde se enmarca la teora de la espiral del silencio de Noelle-Neumann explicada anteriormente. La investigadora alemana parte de la imposibilidad de la existencia de los procesos de exposicin selectiva postulados por los tericos de los efectos mnimos, esgrimiendo que las investigaciones citadas en la fase anterior se hicieron con anterioridad al predominio de la televisin en el panorama de la comunicacin de masas. La tremenda ubicuidad del nuevo medio hace que sea imposible escaparse de l y, por tanto, a travs de los procesos de acumulacin y consonancia de mensajes emitidos (Crespo 2002:29) contribuye a la ya citada activacin de la espiral del silencio. Una de las teoras ms influyentes hasta la actualidad ha sido la de la funcin de agendasetting o establecimiento de la agenda pblica de los medios de comunicacin. McCombs y Shaw, los padres de esta novedosa va terica, afirmaron que los medios de comunicacin no influyen en cmo pensamos sino que condicionan los temas sobre los cuales pensamos. Estos dos investigadores detectaron una alta correlacin entre los temas que haban sido tratados con ms insistencia en los medios y los temas que luego eran considerados como ms importantes por los ciudadanos en los sondeos de opinin (McCombs y Shaw 1972). Desde este punto de vista, pues, cuantas ms noticias haya y cuanto ms importante sea el tratamiento que reciben (ya sea en trminos de cantidad de espacio o tiempo, segn el medio) sobre un determinado tema como por ejemplo el terrorismo, la vivienda, la inmigracin, el medio ambiente, etc., ms importantes sern percibidos por la opinin pblica. Con el tiempo, sin embargo, el propio McCombs (1997) dio un paso ms all y reconoci que adems de determinar los temas sobre los cuales pensamos, los medios podran tener tambin una cierta influencia sobre cmo los pensamos. De hecho, las investigaciones ms recientes apuntan de nuevo y cada vez ms a unos efectos poderosos y directos de los medios de comunicacin a la

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? hora de definir la configuracin de la opinin pblica. Un ejemplo ilustrativo es la investigacin que llevaron a cabo los hermanos Kline en la Universidad Simon Frazier de Vancouver, en Canad, donde sugirieron que la exposicin continuada de individuos a distintos tipos de imgenes produca innumerables reacciones sensibles en el metabolismo de los mismos pero slo una parte de estas respuestas era captada por su mente. Las conclusiones de esta investigacin apuntaban a un tipo de efecto meditico cercano a los paradigmas conductistas primigenios de la era de la propaganda citada ms arriba y hasta a inquietantes modelos de comunicacin subliminal (Kerkhove 1999:35-36). No parece oportuno, sin embargo, anunciar una vuelta generalizada a este tipo de paradigmas. A pesar de ejemplos como el descrito, el clima de opinin global actual del estudio sobre el efecto de los medios en la conformacin de la opinin pblica no necesariamente apuesta por un proceso tan crptico y oculto de adopcin de posturas compartidas, sino que ms bien suele partir de las asunciones del agenda-setting adaptando las dems caractersticas del proceso comunicativo segn el contexto estudiado. Lo que s parece claro es que se ha llegado a la aceptacin generalizada de la caducidad del paradigma de los efectos mnimos y de la existencia de un papel muy importante de los medios de comunicacin a la hora de marcar el ritmo del debate pblico, los temas que definen este debate y hasta a veces las formas con que se encara este debate. A pesar de que no haya un consenso claro sobre el alcance real y concreto de estos efectos y ni mucho menos sobre la mejor manera de operacionalizarlos para su estudio emprico, s se acepta que estos efectos son determinantes. Lo demuestra el creciente inters por una serie de teoras ms nuevas que resaltan el papel de la comunicacin estratgica, destacando la importancia de la construccin de la imagen del candidato o partido poltico (image-building), del manejo de las noticias (news-management) y del marketing poltico (Crespo 2002:27-28). Por todo ello, los medios de comunicacin han pasado de ser considerados como meros vehculos que permiten poner en contacto los miembros del pblico con ellos mismos y con sus elites a ser concebidos como actores activos en el proceso de creacin de la opinin pblica. Tal como apunta Price, los medios de comunicacin son algo ms que los portadores del debate pblico. Adems de proporcionar los canales a travs de los que los actores cruzan sus mensajes, los medios de elite promulgan sus propios puntos de vista a travs de anlisis polticos partidistas y a travs de apoyos editoriales a polticas y candidatos (1994:109). El debate sobre quin es exactamente el actor y quin el espectador en el proceso contemporneo de conformacin de juicios compartidos es, precisamente, uno de los puntos de discusin importantes que apareci con la eclosin de la opinin pblica como ciencia emprica.

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica?

La ciencia de la opinin pblica o la aparicin del empirismo En la poca moderna, el estudio sobre qu es y cmo se forman los juicios compartidos ha venido condicionado en gran medida por la aparicin de la opinin pblica como ciencia emprica. Mientras que el debate clsico sobre esta nocin se basaba en generalizaciones y en aproximaciones de tipo filosfico, el debate moderno apuesta por seguir una base emprica experimental. En la poca moderna el pueblo se fue convirtiendo progresivamente en un sujeto poltico cada vez ms importante. Desde la implantacin del sufragio universal e igual, el voto de todos los ciudadanos empez a valer lo mismo, y de ah que surgiera la necesidad de controlar fenmenos como el consumo, las creencias, las opiniones y las ulteriores conductas polticas de la gente. En este contexto surge una demanda dirigida a la sociologa, a la psicologa, a la psicologa social y a la nueva reflexin sobre los medios de comunicacin para que sean capaces de predecir y actuar sobre la realidad. Se trataba, en definitiva, de que el voto de los ciudadanos no se le escapara a la clase poltica y de que las empresas estuvieran en condiciones de estimular y controlar el consumo, entre otras cosas (Berrio 1990:126-128, y 2000:145-147). Al establecerse como ciencias, estas disciplinas aplicaron los modelos de las ciencias naturales y se basaron en el positivismo y en la experiencia emprica para estudiar las opiniones colectivas. Este paso de la filosofa poltica a la ciencia social emprica implic redefinir los conceptos que estaban en juego. En este sentido, Berrio afirma que el pblico debe entenderse ahora como formado por individuos concretos que pueden mantener unas relaciones determinadas y que pueden influirse los unos con los otros. Dewey, siguiendo los criterios de la filosofa operacionalista, propone que la opinin pblica es el juicio formado y sostenido por los que constituyen el pblico y tratan los problemas pblicos (Berrio 1990:129). Por otro lado, Stoetzel generaliza un poco ms y afirma que la opinin pblica es el sentimiento dominante en el s de una cierta comunidad social acompaado de la impresin ms o menos clara de que este sentimiento es comn (1978:20). En una lnea similar, Young (1969) propone una idea de opinin pblica como juicio social de una comunidad consciente de ella misma, respecto a un problema de inters general y que fue objeto de una discusin pblica nacional. Este nuevo sustrato terico y esta nueva pretensin cientfica experimental allanaron el camino a las grandes tcnicas de encuesta demoscpicas y a los medios estadsticos como herramienta fundamental para el estudio de la opinin pblica. El xito de las encuestas y los sondeos de opinin fue inmediato. Adems de contribuir enormemente a la operacionalizacin y al estudio de un concepto como el de la opinin pblica que durante siglos se haba presentado como extremadamente proceloso y difcil de definir, las tcnicas

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? demoscpicas participaron en el movimiento de racionalizacin de las decisiones, de reduccin de la incertidumbre y de generacin de un nuevo apoyo a la legitimidad de las decisiones (Benito 1991:983-984). Sin embargo, a pesar de la funcionalidad y de la aceptacin que han tenido este tipo de mtodos en buena parte de la comunidad cientfica durante dcadas y hasta hoy mismo, no han sido pocas las voces crticas que en un momento u otro han cuestionado su utilidad o el concepto de opinin pblica que implican. El primer revs que recibi la ciencia de la opinin pblica data ya de 1948, cuando las encuestas dieron como ganador a Thomas Dewey en la eleccin presidencial frente a un Harry Truman que apareca como derrotado, y que finalmente, en cambio, fue quien se llev el triunfo. El Social Science Research Council realiz un estudio sobre este fracaso que apunt como causas principales de la errnea prediccin a unos errores de muestreo, que lo habran sesgado hacia las clases ms altas. El futuro de las encuestas de opinin pblica, sin embargo, dej de ser incierto a medida que su uso y sus aciertos fueron aumentando de nuevo, gracias en parte a pioneros que por aquel entonces reivindicaron la bondad del mtodo como George Gallup (Benito 1991:982-983). El reconocimiento social y cientfico de estos enfoques de la opinin pblica emprica siguen en boga, aunque contina habiendo sectores crticos que los cuestionan. Una de las crticas ms habituales que reciben las encuestas se basa en el hecho de que esta tradicin emprica se limita a la suma de opiniones individuales y no permite generalizar ninguna teora sobre el comportamiento y la opinin social que no supere al individuo y que contemple los procesos y las interacciones que conducen a esa opinin (Berrio 1990:129 y Yankelovich 1991:38-40). Desde este punto de vista, pues, se podra interpretar que las encuestas no son un mal mtodo per se, sino que al no ir ms all de la suma de individuos necesitan ser complementadas por otros tipos de aproximaciones. Otras voces han alertado de que los enfoques de la opinin pblica experimental han supuesto el abandono de la preocupacin por el concepto de opinin pblica propiamente, llegando a lo que Habermas considera un sucedneo psicolgico del concepto clsico de opinin pblica, que implica, de hecho, su disolucin positivista y behaviorista. Lo paradjico, sin embargo, es que si por un lado el concepto de opinin pblica que connotan los sondeos es contradictorio con el concepto clsico elaborado por la tradicin liberal explicado ms arriba, de otro el sondeo se fundamenta precisamente en la mitificacin de un ciudadano racional, bien informado, preocupado por los asuntos pblicos y capaz de emitir un juicio fundamentado sobre todos los temas, lo que no deja de remitir a la dimensin racional y discursiva propia de la nocin clsica de este concepto (Benito 1991:984). La relacin de los enfoques de la opinin pblica emprica con el concepto de la misma que implican, pues, no est del todo resuelto. Los aspectos ms propiamente metodolgicos de este asunto se tratan ms adelante, en el Captulo 3.

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? En general, las dificultades tericas con que ha debido hacer frente la ciencia emprica de la opinin pblica han sido denunciadas por las aportaciones del anlisis filosfico normativo. Aunque, en cierta medida, los enfoques empricos y la teora normativa de la opinin pblica han seguido caminos separados desde principios del siglo XX, an hay una importante conexin entre ambos. Como sugiere Price (1994:30), los descubrimientos empricos que tratan sobre cmo se desarrolla y opera la opinin pblica en la sociedad no pueden por menos que interpretarse a la luz de cmo consideramos que debera funcionar la opinin pblica. Precisamente este mismo autor sintetiza en cinco los problemas tericos que han ido acosando al estudio emprico de las opiniones compartidas (1994:30-37). El primero es la supuesta falta de competencia del pblico para intervenir en los asuntos colectivos. Como se ha comentado anteriormente, son muchos los autores que desde Platn han cuestionado la capacidad de los ciudadanos para desarrollar un rol de sujetos polticos legitimados y funcionales. Uno de los pensadores modernos que ms insisti en esta crtica fue Lippman. Su argumento es que la teora democrtica pide demasiado a los ciudadanos ordinarios, a causa sobre todo de su desatencin general y falta de inters en las cuestiones polticas. Segn esta primera crtica, pues, los ciudadanos forman sus ideas a partir de informaciones muy sesgadas manteniendo poco contacto con los hechos reales, que son filtrados a travs de los propios prejuicios y temores. En consecuencia, medir sus opiniones no tendra mucho sentido. El segundo problema es la falta de recursos para que tenga lugar un proceso de debate real y en condiciones entre los ciudadanos. En este caso, las crticas no se centran tanto en la falta de competencia de la gente para intervenir en las cosas pblicas como en una falta de mecanismos suficientes para la comunicacin colectiva. Dewey, por ejemplo, es uno de los autores que mejor sintetiza esta postura. Su planteamiento no exige que los ciudadanos tengan un elevado grado de conocimiento y de habilidad y que ste sea imprescindible para tratar cada asunto pblico, sino que slo es necesario que haya una cierta competencia a la hora de juzgar el conocimiento proporcionado por expertos en tales asuntos. El verdadero objetivo, pues, segn Dewey, es la mejora de los mtodos y condiciones de debate, discusin y persuasin. ste es el problema del pblico (citado en Price 1994:33). El tercer problema es la potencial tirana de la mayora que implicara silenciar opiniones minoritarias pero igualmente vlidas. Segn este planteamiento, el peligro es que al medir individualmente los juicios, los resultados reflejen una mediocridad en la opinin alentada por la presin de la mayora. Como se ha comentado, Tocqueville es uno de los primeros autores que elabor sus preocupaciones en este sentido (en su caso, segn se ha dicho en alguna ocasin, no tanto para defender al pueblo de la tirana de las elites, sino para proteger a las clases que ya gozaban de un papel poltico predominante del peso de la nueva mayora de ciudadanos antes silenciados). Algunas perspectivas crticas y otras mucho ms

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? cercanas en el tiempo como la de la espiral del silencio de Noelle-Neumann, son las que ms se han centrado en este potencial retraimiento de la minora frente a la presin de la mayora. Segn otros autores, la respuesta a este problema pasa por una apropiada socializacin democrtica y por la educacin. No est de ms resaltar que este tipo de propuestas acaban abogando por una fuerte individualidad de los ciudadanos para que los asuntos minoritarios tengan el papel que merecen. En cuarto lugar, otro escollo terico que se ha sugerido para dudar de la medicin de la opinin pblica a travs de mtodos empricos es la excesiva susceptibilidad a la persuasin por parte de un pblico que podra responder a llamamientos altamente irracionales. En este caso, la experiencia traumtica de los procesos de propaganda y el consiguiente ascenso de regmenes fascistas en el perodo de entreguerras del siglo XX fue fundamental para dar sentido a esta crtica. Adems, como ya se ha comentado, la eclosin de nuevos paradigmas de investigacin conductistas y de teoras que basaron su visin del comportamiento humano en una lgica de estmulo y respuesta automtica contribuyeron a cimentar la sospecha de que las opiniones de los individuos, por emocionales e irracionales, no seran un buen reflejo de la opinin pblica. Finalmente, el quinto problema es el eventual dominio excesivo de las elites sobre un pblico demasiado pasivo. Mientras que antes se destacaban los autores que teman un posible sometimiento de minoras cualificadas a los dictados de la mayora, otros investigadores vinculados sobre todo a corriente crticas de pensamiento han manifestado la crtica contraria. Ginsberg, Herman, Chomsky y Habermas son algunos de estos tericos que han centrado su atencin en los distintos mecanismos de control de la elite. Estos mecanismos podran ser muy variados y van desde una dependencia de los ciudadanos respecto a los servicios de un Estado que se ven obligados a apoyar a travs de las elecciones, hasta unos procesos de comunicacin pblica que suprimen toda posibilidad de discusin y raciocinio en sentido clsico. Por otro lado, esta concepcin de la opinin pblica como reflejo de lo que aparece en los sondeos ha contribuido a edificar buena parte de la literatura sobre comunicacin poltica en general. Basndose en las contribuciones bsicas de autores como Wolton y Ferry, Oliet recuerda que la comunicacin poltica se desenvuelve en un espacio en que se intercambian los discursos contradictorios de los tres actores que tienen legitimidad para expresarse pblicamente en poltica, y que son los polticos, los periodistas y la opinin pblica a travs de los sondeos (1997:84). La opinin pblica emprica, pues, contribuye a poner de manifiesto el debate sobre quines son los actores que intervienen en el proceso de comunicacin poltica y de toma de decisiones en una sociedad democrtica. Los polticos o elites interactan con una opinin pblica que se manifiesta a travs de canales como las encuestas, todo ello a travs de unos medios de comunicacin que en lugar de ser meros

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Qu es y cmo se crea la opinin pblica? vehculos, como se comentaba anteriormente, son tambin actores legitimados que intervienen en el proceso con sus mensajes propios y con la construccin de los mensajes que han emitido los dems. El debate sobre quines son los actores del proceso de discusin pblica se ha basado tradicionalmente y tambin en el debate moderno en una distincin entre los lderes y sus seguidores, es decir, entre los actores polticos y la opinin pblica. Como apunta Price, el debate pblico se ha referido normalmente a un debate entre actores de la poltica contendientes, que se retransmite por los medios de comunicacin para que las personas del pblico atento lo observen y mediten (y mucho menos frecuentemente, participen) (1994:105). Este concepto de pblico pasivo como receptor de un tipo de comunicacin de corte ms bien unidireccional proviene de la tradicin liberal de pensamiento sobre la opinin pblica comentada anteriormente, y que como se ha venido argumentando es la base del desarrollo del debate moderno sobre esta nocin. En la sociedad de masas, precisamente, el trmino pblico se suele utilizar para referir un conjunto indiferenciado y ms o menos homogneo de personas que asisten (y no participan) a un espectculo de tipo deportivo, cultural, etc. En ocasiones, algunas propuestas de caracterizacin de la opinin pblica enmarcadas en esta misma tradicin no se fija