Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

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  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

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    INTELECTUALES Y PODER

    EN ARGENTINA.

    La dcada del sesenta

    COLECCIN HISTORIA Y POLTICA

    Dirigida por Juan Carlos Torre

    1.

    Fernando J. Devoto,

    Nacionalismo, fascism o y tradicionalismo

    en la A rgentina mod erna. Una historia.

    2.

    Silvia Sigal,

    Intelectuales y poder en A rgentina. La dcada del

    sesenta.

    Ttulos de prxima aparicin:

    Louise Doyon,

    Lo s obreros y Pern: los orgenes del sindicalismo

    peronista,

    1943-1955.

    Roy Hora,

    Lo s terratenientes de la pamp a argentina. Una historia

    social y po ltica,

    1860-1945.

    Juan C. Torre,

    El gigante invertebrado. Los sind icatos en el gobier-

    no. A rgentina

    1973-1976.

    por

    S I L V IA S I G A L

    SIGLO V INTIUNO

    DE RGENTIN EDITORES

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    siglo veintiuno de argentina editores

    siglo veintiuno de espaa editores s. a.

    Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccin

    to ta l o parc ia l de es t a obra por cualquier procedimiento (ya se a

    grfico, electrnico, ptico, qumico, mecnico, fotocopia,

    e t c . ) y e l a lmacenami en to o t r ansm i s i n de su s con t en i dos en

    sopor tes magnt icos , sonoros , visua les o de cualquier o t ro t ipo

    s in permiso expreso de l editor .

    Pr imera edic in argent ina , a br il de 2002

    SIGLO XXI DE ARGENTINA EDITORES

    Siglo XXI Editora Iberoamer icana , S.A.

    ISBN

    987-1013-08-6

    Diseo de l a cubier t a : Juanjo Barco / Al ins Ilus t rac in

    Fotocom posicin: SAFEKAT, S.L.

    Queda hecho e l depsito que marca l a Ley 11723

    Impreso en Argentina / Printed in Argentina

    iNDICE

    AGRADECIMIENTOS

    EL PROBLEMA

    INTRODUCCIN: INTELECTUALES, CULTURA Y POLTICA

    Intelectuales y

    poltica

    VII

    IX

    Una mirada retrospectiva

    2

    Intelectuales

    y

    campo cultural , dos perspectivas dis tintas

    6

    El campo cultural

    y sus ins ti tuciones

    1 0

    Un campo cultural per ifr ico

    1 4

    P RIM ERA P ARTE

    EL CUERP O UNIVERSITARIO 1918-1966)

    1.

    LAS UNIVERSIDADES: POLTICA Y CULTURA

    21

    La Reforma univers i taria

    21

    Los militares

    y

    las univers idades : 1930

    26

    La formacin de un cuerpo universitar io. Junio de 1943

    29

    Peronismo

    y cultura

    32

    1955: la Universidad posperonis ta

    40

    Inestabilidad poltica

    y

    actores culturales

    45

    2.

    UNIVERSIDAD, ESTADO Y SOCIEDAD

    49

    La Reforma

    y

    los par tidos polticos

    56

    Un lugar para los intelectuales

    61

    La auto-organizacin intelectual

    63

    Privado

    y pblico

    71

    3.

    LOS NUEVOS TIEMPOS

    73

    La ola modernizadora

    74

    La universidad reformista

    y

    la modernizacin

    76

    Fisuras en e l cuerpo universitar io

    80

    Los subsidios

    8 1

    Las nuevas c iencias socia les

    86

    Profesionales e intelectuales

    92

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    4. UNA NUEVA INTELECTUALIDAD

    Dos in terrogan tes nos han l l evado a e l eg i r c ier t as publ icaciones m s que

    otras y a seguir el itinerario de algunas persona lidades y no de otras .

    El pr imero: Cmo, por qu , s iguiendo qu cam inos, tantos inte lec tua-

    les par t ic iparon en e l proceso de poli t izac in que culmin en la t ragedia de

    los arios setenta? Las bases doctr inarias de los m ovimientos armados --el trots-

    kismo, la izquierda marxista inf luida por la revolucin cubana, la teologa de

    l a l iberacin eran l as mismas en Argen t ina que en e l res to de Amrica

    Latina , y en todas par tes los in te lec tua les se inc l inaban a l ant i in te lec tua l is-

    mo 1; tambin la decisin de tomar las armas respond a a las nuevas imge-

    nes de lo pol t ico. Deber amos, entonce s , ver en la ev oluc in de los in te -

    lec tua les a rgent inos otra manifes tac in de l espr i tu de la poca?

    La respues ta debe ser mat izada , porque s i bien es c ier to que los in te-

    lec tua les marxs tas y progresis tas se inscr iberon en un a tende nc ia in te rna-

    ci

    nat lo hicieron, y eso fue s ingular , adhir iendo, quienes ms , quienes

    menos, al

    populismo

    Esta adhesin se fundaba sobre un reordenamiento ima-

    ginar io de hechos pol t icos en una m atr iz de sent ido que creaba una f igura

    patica indita: el peronismo revolucionario. Lasnrillkiories &emergencia

    de esa f igura , que fasc inaba prec isamente a quienes

    l a engendraban, cons-

    t i tuye

    nuestro segund o inte rrogante .

    Antes de abordar los orgenes de la politizacin intelectual, quizs resul-

    te nece sar io hacer una adv er tenc ia . Dijimos inte lec tua les marxis tas y pro-

    gresistas. Es indudable que la evolucin de las corrientes catlicas produjo,

    tambin en Argentina, ve rsiones militantes de la teologa de la liberacin, movi-

    l izadoras de jvenes cuyo dest ino era probablemente permanece r a le jados

    tanto de la actividad poltica como de la suerte de las c lases populares. Estas

    corrien tes desembocaron igualmente en l a ac t ivacin genera l izada de los

    se tenta y compar ten con la radica l izac in de las izquierdas de te rminac iones

    provenientes de la poltica nacional e internacional, pero combinan de mane-

    ra especf ica ideas, prcticas y situacin. Las razones ideolgicas y ticas que

    movieron a l as f racc iones cr i s t ianas hundan sus ra ces en l a s ingu laridad

    ' Cf. Gilman, C.,

    El antiintelectualismo : tpico de los intelectuales revolucionarios

    en los 70,

    Buenos Aires, dactilo., s/d.

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    Una nueva intelectualidad

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    del ca tol ic ismo y su convergencia con quienes par t an de muy d iferentes

    convicciones no debe hac er olvidar que se trat de fenmenos de d iferente

    naturalez a. Explicar con hiptesis nicas la politizacin de

    n

    extenso arco ideologico obliga, por definicin, a buscar factores comun es:

    Cambios en la morfologa social o en las mentalidade s, influ

    -EiaSeTaco7m-

    t

    r

    a - -

    polit ica, redefinicin del lugar de la n ueva gene racin

    2

    . Tales geriali-

    zaciones, por cierto tiles, impiden sin embargo la identificacin de los meca-

    nismos de de struccin y reconstruccin de conjuntos signif ican tes que

    creemos per t inentes para Comprender e l comportamiento

    poltico

    de los

    intelectuales. Se circunscribe de esta man era el interrogante: nuestra_axplo-

    racin queda limitada a la zona declaradamente progresista de los intelec-

    tua la iFgent inos. El ras t reo de las fuente l de esa id

    -

    entidad en la RT6-

    rma

    respondi, precisamente, a ese convenc imiento acerca de la diferencia capi-

    tal entre el cam ino laico y el camino cristiano durante los aos sese nta.

    Nuestros interrogantes restringen tambin el cam po de observacin ya

    que dejan de lad o formas de expresin intelectual que no tuvieron influen-

    cia directa en el proceso de radicalizacin. Hemos tratado antes de m ostrar

    hasta qu punto son ntimas las trabazone s entre cultura y poltica; se com-

    prende quizs ahora por qu juzgamos inti l manejar definiciones de inte-

    lectuales que recortan una e sfera estrictamente c ultural: puesto que trata-

    remos de lec turas de lo socia l a t ravs d e un pr isma pol t ico, no interesa

    trazar la frontera entre militantes que ana lizan la coyuntura e intelectuales

    creativos.

    LA CUESTIN PERONISTA

    El populismo plan tea in terrogantes de orden terico que no t ienen res-

    puestas def ini t ivas , y e l peronismo no const i tuye un a excepcin. Pero en

    Argentina, las diferentes respuestas que se fueron dand o tenan un sentido

    poltico evidente debido a que el pe ronismo o, ms precisamente, la autori-

    dad d e Pern sobre las c lases populares no de sluaresjA con la ca da

    , del

    .,rgimen. Ms anil

    -

    supersistenc irue el origen de la crisis poltica,penna-

    nea tegue v ivi e l pa s

    entr1221L

    1272,

    cu ando se af i rmaba

    n 1 4 . 1 1 5 ?

    se

    poda.gokernar con el peronismo2ero tampoco sepoda gobernar sin l.

    No faltaronTos estud ios sociolgicos, econmicos, polticos e histricos

    sobre los orgenes, el discurso, la manera de hacer polt ica y la ideologa del

    peronismo, que privilegiaron a lguno de los tres a tributos del r gimen: auto-

    ritario, popular, nacionalista, pero sus explicaciones son irremediablemen-

    2

    Cabe c i t a r e l i n t e r esan t e an l i s is durkheimiano d e Pe t e r W aldmann , Anomia

    social y v iolencia, en Rouqui, A. (comp.)

    Argentina, hoy,

    Mxico, Siglo XXI, 1982.

    te parciales. A lo largo de los aos algunos criterios de interpretacin ca m-

    biaron y otros permanecieron intactos, pero azincipios de los aos seten-

    ta tuvo lugar la exgesis ms impresionante del fenmeno peronista, cuyo pro-

    ducto e peromsmo revo ucponan o. on ella emergieron y se movilizaron

    las

    juventudes peronistas de izquierda y

    se formaron grupos armados. Esa

    lectura fue tambin la razn, y el fruto, de la fascinac ini que el movimien-

    to

    Montoneros

    ejerci en la izquierda, una fascinacin, recuerda Jos Ari-

    c, de la cua llrgran may ora de

    -

    los que protagonizamos las rupturas de los

    sesenta e stuvimos presos hasta el derrumbe peronista

    3 .

    Esa exgesis resul ta incomprensible s i no se ident i f ican los desl iza-

    mientos de sent ido operados por cada una de las cons t rucciones suces ivas

    crerreSS peronis ta.

    DE LA REALIDAD DEL PERONISMO

    Tres meses de spus del derrocamiento del gene ral Pern, las fracciones mili-

    tare

    en as 32 iemo acien-

    o volar

    al i az os ITS

    -6ffs'ea

    -

    -

    r i t il ie inis laTeinla l lias ta en tonces en e l

    senodel espaciocATa;

    cac ione s que v incu laban , e l peron ismo fas c i smo europeo o con los

    caudillismos argentinos precedentes, ifit

    - rea t in ' aeVis iVina ld

    p b i c a m y

    diversa aadieron otras que, independientem ente de su calidades a nal t icas,

    podan difcilmente eludir el sentido poltico del d ilema cen tral de la socie-

    dad argen tina: peronismo/antiperonismo.

    es eso que las d iferen tes lec turas liberales, marxistas o naciona-

    l istas asignaban un lugar a los intelectuale; que las

    ForTrTufaban.7"p7osi-

    rles

    polticos a una dictadura?

    Vanguardia llamada a remediar

    los defec-

    tos de la concienc ia de clase peronista? Idelogos destinados a realizar la

    Patria? Por ltimo, y sobre todo: Intelectuales interpelados por el populismo

    o socilogos que lo toman como objeto?

    Comencemos por e l deba te que enf rent a t res de las persona l idades

    ms prestigiosas de la v ida intelectual argen tina: Ernesto Sabato, Ezequiel

    Martnez Estrada y Jorge Luis Borges. Esta polmica sobre la n atural l

    peronismo plante , por pr imera vez c laramente, l a a l t ernat iva que defina

    entonce s la cuestin peronista: pesadilla o realidad.

    En 1955

    Sur

    consagr al peronismo un nme ro

    Para la reconstruccin

    nacional.

    Los colaboradores celebraban el fin del rgimen, de e sos doce aos

    que para Canal Feijo, parecan un sueo de fango y, pa ra Borges, una lar-

    Y agrega: Algunos ms, otros me nos, fuimos todos montone ros. Aric, J.,

    La cola

    del diablo. Itinerario de Gramsci en Amrica Latina,

    Buenos Aires, Puntosur, 1988,

    pp.

    78 y 191.

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    ilvia Sigal

    na nueva intelectualidad

    0 1

    ga noche c uyo horror consista, adem s, en que pareca irreal: era una his-

    toria doble, una, de nd ole criminal, hecha de crceles, torturas, prostitu-

    ciones, robos, muertes e incendios y la otra de carcter escnico, hecha de

    nece dade s y fbulas para consumo de patane s. Pero Ernesto Sbato escri-

    b a a la man era de los jvenes escr i tores sar treanos de

    Contorno

    que

    somos culpables por todos; en ca da argentino existi y existe un fragmen-

    to de Pern. Debido a su complejo itinerario intelectual y poltico, Sbato

    introduca el debate tanto en el sen o de la intelectualidad l iberal como en el

    campo opuesto. Sin c eder e n su impugnacin intransigente al general Pern,

    denunci la tortura de militantes peronistas en una carta abierta al presi-

    dente del gobierno militar:

    Debemos va l i en temente r econocer que no todo lo que sucedi dur an te e s a d cada

    fue negativo y destructor , ya que las grandes multi tudes trabajadoras advinieron a

    la vida poltica de la Na cin y un fue r te e ir resis tible sentimiento d e justicia social

    se elev como un clamor que ya nad ie puede desor .

    Mario Amadeo, por su parte , haba abierto el fuego con su libro Ayer, Ho y

    y Ma Tana7donde, al t iempo que saluda el movimiento armado en e l cual

    lar7rticipado, lo pone en gua rdia afirmando que e l xito o el fracaso del

    intento de unir al pas depen de, en buena m edida, de c mo se interprete el

    hecho peronista4. As, observa que es opinin generalizada en los sectores

    socialmente con servad ores que el peronismo no ha sido otra cosa que una pesa-

    dilla [...] Consideran que el pueblo argentino ha padec ido una enferme dad

    y que es cuestin de someterlo a una en rgica cura... Y prosigue:

    Por mi par t e , no puedo acept ar que e l f enmeno peron is ta sea exc lus ivamen t e un

    signo de inferioridad o un rebrote de primit ivismo [.. .] Considero que el hec ho es

    muy complejo y que incluye elem entos positivos y negativos que resulta indispen-

    sable discr iminar 5.

    En

    El otro rostro del

    peronismo . Una respuesta a Mario Am adeo,

    Ernes-

    to Sbato admita la

    pesadi l la

    peronis ta pei

    '77Ti7nt tambin que la

    adhesin popular no haba s ido ese estado de locura colec t iva de l que

    hablaba Norberto Rodrguez Bustamante y que se trataba de multitudes que

    Porque no olvidemos que el hecho de la la revolucin de septiembre de

    1955

    no

    fue solamente un movimiento en que un Partido derrot a su rival o en que una fraccn

    de las Fuerzas Armad as venci a la contraria s ino que fue una revolucin en que una

    clase social impuso su criterio sobre otra. Amadeo, M .

    1956 ,

    op. cit. p.

    99.

    5

    Otros del mismo sector, menos simplistas aunque no menos equivocados, con-

    sideran que el peronismo ha removido a fondo la opinin popular, pero que solamente

    ha logrado ese efec to por medio de la vena lidad y la corrupcin o apelando exclus iva-

    mente a lo ms bajos instintos de la plebe. Para ellos la cuestin slo se arregla con una

    pequea dosis de reeducacin

    y

    una gran dosis de lea.

    Ibidem.,

    pp. 91

    y 93.

    haban s ido sis temticamente escarnec idas y expol iadas [ . .. ] que haban

    encon trado un cond uctor que haba sabido suscitar su amor. Una afirma-

    c in que supona un a re interpre tac in con siderable : Pern haba s ido un

    dictador, quizs un nazi, pero las masa s haban obedecdo a sus interese s y

    sentimientos legtimos. Su identidad poltica, e ntonces, rem ita a una racio-

    nalidad que la c orrupcin y la mentira del gobierno no alcanzaban a expli-

    car. Haba en ese complejo movimiento y lo sigue habiendo, escriba

    Sbato, algo mucho ms potente y profundo que un mero deseo de bienes

    materiales; la fidelidad popular a Pern no proceda nicamente d e la dema-

    gogia, dado que haba una justificada an sia de justicia y de reconocimien-

    to, frente a una soc iedad e gosta y fra, que siempre los haba tenido olvi-

    dados. No difera as esencialmente de Mario Amadeo, cuando ste conclua

    que el pueblo sabe bien o intuye que tras los abusos del rgimen a nterior,

    se estaba plasmand o una nueva realidad y que esa realidad responda, en lo

    fundam ental , a sus aspiraciones . Contrariamen te a la visin liberal domi-

    nante, el peronismo no era entonces

    uno sino

    dos, y

    si uno de los

    rostros del

    peronismo

    haba sido una pesadilla concluida para siempre, haba, en el

    otro, reali ad.

    A u n q - u e c o n c o n n o t a c io

    sta naturaleza doble d el peronismo

    se encuentra tambin e

    l au tor de

    Radiografa de la

    Pampa

    una busca d e l a s r azones e se r d e l a soc iabi l id ad a rgen t in a

    aplauda tambin

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    -

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    na nuev a intelectualidad

    03

    ca y que algo no deja d e ser at roz porque mi l lares de hombres lo hayan

    aclamado o ejecutado. Con esta frase Borges pona en evidencia lo esencial

    del hecho peronista, a la vez popular y autori tario. Caba a quien haba sido

    humillado por el rgimen' recordar ese rostro del peronismo que las nue-

    vas interpretaciones estaban borrando. No ya el popular, rescatado por Sba-

    to , s ino e l ant iburgus que Juan Jos Sebre l i descubra en un rgimen

    bastardo, dirigido por una aventurero y una mund ana.

    En este debate los participantes compartan un rechazo ca tegrico del

    autoritarismo del go-biemo peronista, rechazo c oherente con la historra-le

    dem--

    crtic'os, cre-derec ha o de izquierda. Pero existan otros

    intelectualeSTal margen-del ceni7o-cil

    tu-ra, que, combinanClo divers-amen -

    trMrxismo y

    nacionalino, l 'aVancfa-d su apoyo cr t ico al peronismo en

    los arios previos. Pueden recordarse, en tre otros, cle-s 'aeia izquierda, Jorge

    Abelardo Ramos (y el ms bien modesto Partido Socialista de la Revolucin

    Nacional 7, donde haba participado tambin Nahuel Moreno), ex comu-

    nistas como Juan Jos Real y Rodolfo Puiggrs, Juan Jos Hernnde z Arre-

    gui, y los radicales de

    FORJA,

    que haban decidido disolverse en 1945

    para

    apoyar al peronismo naciente.

    Mucho menos preocu a dos por las inst i tuciones dem ocrticas, ubicaban

    al peronismo en la gene ogapa tritica y Popular. S los naCi-onalistas lo vean

    en la tradicin iria

    gu-r-ada por Juan Manuel de Rosas, para a lgunos mar-

    xistas se trataba de un eslabn de l proceso histrico que, como el yrigoye-

    nismo, anunciaba un futuro revolucionario. Esos escri tores se queran here-

    deros cr t icos de un peronismo al que reprochaban haber carecido de una

    idolTgra-a-p7o7i27;Te-veian

    l l amados a proporcionar re las ideas cor rectas

    peronisa-cnsis iile615gica en a r

    r-IZardi-eTique

    Pern no ogrlqir-a-sii -Movimiento de un sistema de-iills-tlis>>1'67qiie

    el peronismo revela haber na cido con una ideologa na cionalista sin teora

    revolucionaria que lo dej a merced de las influencias de formantes de la-

    ideologa liberal, incluido el "marxismo liberal"9.

    En la medida en que las lec turas de lo pol tico ins t ituyen un lugar a

    los intelectuales

    an, a l a t r ibuir a l sa ler un papel c api ta l se

    es taban otorgando un_pse l d e s imilar impor tancia . s17171-71-5Ja7do

    Ramos ' :

    Recordemos que el gobierno peronista lo haba designado inspector de ave s en

    el mercado del Abasto.

    7

    Producto, en

    1952

    de una escisin del Partido Socialista.

    Ramos, J. A.,

    De octubre a septkmbre. Los ensayos poltkos de Vctor Almagro,

    Bue-

    nos Aires, Pea Lillo

    Editor,

    1959 p. 344.

    Puiggrs, R.,

    El peronismo: sus causas,

    Buenos Aires, Carlos Prez,

    p. 102.

    1Revolucin y contrarrevolucin en la Argentina. Nueva Historia de los argentinos,

    Buenos Aires, La Reja,

    julio de

    1957 p. 7 y 12.

    No habr victor ia posible s in grandes batallas intele ctuales . A la nueva gene racin

    le corresponde rearmarse ideolgicamen te, bajar a la arena y fundirse con el prole-

    tar iado para la alta em presa. A esa unin consagro es tas pginas.

    Y, pocos arios despus, He rnndez Arregui ":

    Para quienes vemos en la l i tera tura un ins trumento de la l iberacin nacional y n o una

    vanidad personal, el honor reside en que mi generacin intelqctual se vea justifica-

    da his tr icamente, comprendida y asimilada por otra generacin ms

    joven,

    dest-

    nada a recoger la antorcha, s iempre encendida , de la lucha de las masas por la eman-

    cipacin argentina e hispanoamericana.

    De

    manera mucho ms clsica, Ismael Vias presenta e n 1960 su libro

    Orden y Progreso'

    Mi intento de descr ipcin no es d esinteresado. Al contrar io, l leva un objetivo abso-

    lutamen te premeditado: acla rar y declarar lo que es t ocurr iendo para actuar sobre

    el proceso, para intervenir en l. Ya la mism descr ipcin es un intento de a ctuar .

    Las nac ientes c ienc ias socia les iban a of recer una te rcera versin de l

    peronismo, sustentada sobre un emplaza miento a distancia de su objeto

    13,

    m'Yarda

    d de c onocimiento que fundaba su legitimidad intelectual y dibu-

    jaba su manera de conce bir la posibilidad de a ccin del conocimiento sobre

    la sociedad '4. La busca de una explicacin objetiva del fenme no peronis-

    ta separaba a la Sociologa tanto de los escri tores l iberales como de los te-

    ricos del nacional-marxismo, animados por pasiones ideolgicas opuestas

    pero no por ello menos evidentes.

    Pero a pesar de esa s, y otras, profundas diferenc ias polticas y tericas,

    las ciencias sociales y los intelectuales na cionalistas o marxistas comrtan

    ideas centrales: que ,

    como-crirn7s7Wire7272-7-

    mento al -- s t i i r r a r la

    realidad nacional,

    que lllIbili-eric'eYEITUPaTg7in-mo-JVerave 2'11

    Imperialismo y Cultura.

    Se

    trata de la presentacin a la edicin de

    1964

    Buenos

    Aires, Hachea, pp.

    12

    Orden y Progreso (La era del frondizismo). Claves de la

    poltica

    argentina.

    Buenos

    Aires, Palestra,

    1960 p. 40.

    "

    En fin, las nuevas ciencias sociales instituan una relacin con su objeto en la cual

    el observador no tena razones para dud ar de su mirada. Desde muy temprano, comien-

    za en Argentina la corrosiva e interminable polmica en torno a la neutralidad valora-

    tiva, que era, tambin, una forma de contestac in a la elite sociolgica por parte de las

    nuevas generaciones. La cuestin estuvo ligada desde el vamos al anlisis marxista, y as

    la aborda uno d e los primeros trabajos sobre el tema: Ve rn, E., Sociologa, ideologa,k-

    Y

    subdlitto110,.

    Cuestiones de F ilosofa

    ao 1, nm. 2, 1962.

    14" Las ciencias sociales haban atrado jvenes intelectuales universitarios Miguel

    Murmis y Plise Vern en tre otros y esto fue visto por algunos, Ramn Alcalde por ejem-

    plo, como una prdida y, m s, como una especie de traicin.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    7/17

    104

    ilvia Sigal

    na

    nueva intelectualidad

    05

    presente y que ellos, y slo ellos, estaban en con diciones de aprehen derla.

    Tanto para los socilogos como para los idelogos marxistas y los historia-

    ores nacionalistas la razn de ser del peronismo deba buscarse en su inser-

    c l

    in en una sec uencia histrica dotada de un sen tido preestablecido. El fun-

    dador de la sociologa argentina, Gino Germani, y, ms tarde, Torcuato Di

    Tella, lo interpretaron como una etapa de l desarrollo poltico latinoame-

    ricano: despus de una primera, las revoluciones y las guerras de indepen-

    dencia, una segunda, la anarqua, el caudillismo y las guerras civiles,

    una tercera , las dic taduras unif icadoras, una cuar ta , la democ racia

    representativa con participacin limitada y una quinta la d emocracia repre-

    sentativa c on participacin ampliada , la sexta, por fin, abra dos posibili-

    dades, una democracia representativa con participacin total o revolu-

    ciones "nac ional-populares" 1 5

    . El peronismo corresponda por lo tanto a la

    segunda posibi lidad de l sexto es tadio de la evolucin pol t ica la t inoame-

    ricana.

    Dos autores ya citados, Rodolfo Puiggrs y Abelardo Ramos, no hac en

    en realidad a lgo muy diferente. El primero aplica una lgica an loga cuan-

    do ubica a los de scamisados, los cabecitas negras peronistas como el cuar-

    to estadio de la historia argentina, despus de l estadio de las montoneras,

    el de la pol tica criol la y el de la plebe yrigoyenista. En esta evolucin,

    afirma Puiggrs, el yrigoyenismo y el peronismo no han sido sino fenme-

    nos anun ciadores de una fase tota lmente n ueva de l proceso his tr ico

    nacional. Abelardo Ramos e laboraba periodizaciones similares, siguiendo

    la evolucin de las simpatas polticas de las masas. Su secuencia iba de Rosas

    a Alsina

    1 6

    , luego hasta el roquismo, para reaparec er con el yrigoyenismo y

    volcarse luego en el torrente peronista de 1945.

    Los tres tipos de interpretaciones que presentamos tienen muy distintos pun-

    fJS

    -

    c T J V -

    i : iTd y l l egan a c oncTus iones cons l e ra e r ren e iveres - . La

    intelectualidad liberal rechazaba la e xperiencia peronista o",

    -Tnjoticho,

    la suprima simblicam ente a l p

    ensaria como una pesadi l la . losnaciona-

    l i s tas y buena par te de los marxis tas se af i rmaban mi l itan tes in telectuales

    crticos y herederos d el peronismo. Los socilgos, por ltimo, se

    propo

    nan explicarlo ms que juzgarlo. Todo parece separar estas tres miradas:

    sus conten idos, sus supuestos polticos, el lugar que fijaban pa ra los-inte-

    lectuales.

    15 German i, G., et Silvert, K., Politics, social structure an d military interve ntion in

    Latin America,

    Archives Europennes de Sociologie, 1961, nm. 1 y Germa ni, G., Dmo-

    crat ie reprsentat ive et classe s populaires en Amrique Lat ine,

    S ociologie du travail,

    nm. 4, Paris, 1961, p. 98.

    J. A. Ramos busca en la segunda m itad del siglo XIX los nombres d e Adolfo Alsi-

    na, en tan to caud i l lo urbano, y de J . A. Roca como represe ntan te de los in tereses pro-

    vinciales.

    Las preguntas planteada s por la joven gen eracin permiten, sin embar-

    go, Ident if icar un e lemento comn: e l peronismo no era para ninguno de

    estos bes grupos intelectuales un fenmeno misterioso o secreto. De una

    mane ra u otralos tres lo incorporaban a identidade s intelectuales o ideol-

    gicas ya constituidas. La nesis de la nue va inteligzcia, en cambio, es indi-

    sociable de los Interrogantes susci

    a os por la experiencia peronista. Para los

    jovenes in telectuales el peronismo no era un d ato s ino una fuente de in te-

    rrOgances que ponan 61'c

    u

    e s

    ta

    su identidad. El peronismo est al l como

    una

    -esfinge>5, escriba

    -

    Sebreli en

    Contorno, y

    debemos desc ifrar su enigma

    para saber quienes sonnos,

    LOS ORGENES DE UNA NUEVA INTELECTUALIDAD

    Estos intelectuales, naturalme nte, no son los primeros con vocac in polti-

    ca y tam poco los primeros ni los nicos decididos a volver a pe nsar la

    sociedad argen tina. Ni siquiera t ienen el monopolio de lo que sern sus pre-

    ocupaciones cas i obsesivas: la relacin entre izquierda y peronismo, entre inte-

    lectuales y pueblo, entre nacionalismo y marxismo. Los singulariza, en el

    lustro posterior a 1955, la problematizacin d e su papel

    qua

    intelectuales

    ef iTasociedaci y en la o l t ica. La u. a , paraopcamente trans orma a en

    cern um re, consol idaba la nueva generacin enfrentada a las decepciones

    del posperonismo y a la ausencia de alternativas polticas. Al descubrir la

    dimensin popular del peronismo, su oposicin pasad a al rgimen fue vivi-

    da com o un error y, peor an, como un fracaso. Cul era su intervencin

    posible en la esc ena poltica? Exista siquiera e sa posibilidad?

    Intelectuales, de clase media, marginalmenteinsertados,en partidos, esta

    in telectual idad seplantea en

    Contorno,

    en 1958, las II

    ji...11Judas4ue.a.sal

    t an a

    asa # o y resen e

    en y que

    uev

    os Aires

    reproduce en 1972.

    ayontana mente exter iores a as rus uciones c ur es y po

    sta

    nueva

    intelligentsia

    asuma el pape l que Frangois Bourricaud pien sa tpico

    intelectuales lat inoamericanos: pusieron en cuestin la

    misin social

    del

    Inrjruatkiteg

    que

    la

    funcin crtica de la inteligencia

    1 7

    .

    (Rodolfo Kush

    lo expresaba, a su mane ra, cuando afirmaba que e l intelectual argentino es

    un desarraigado porque carece de misin. Esto lo torna hondamente tr i-

    co...Quiere dec ir es to que como inte lec tua les es tamos fa ta lmente ivor-

    - , - -

    ciados con la vida, que somos unos de sarraigados, y que nuestra intelectua-

    l idad es un a paradoja? ") . Esta misin es ca pi ta l porque , como esc r ibe

    Luciano Martins, a travs de e lla buscan su propia identidad '

    9

    . De esta suer-

    17

    Bourricaud, E, The Adventures of Ariel ,

    Daedalus,

    Veran o del 72, p. 113.

    18

    Intel igencia y barbarie ,

    Contorno,

    nm. 3, 1954.

    19

    Martins, L.,

    La gense d'une intelligentsia (Les intellectuels et le

    politique

    au Br-

    sil,

    1920

    1940),

    EHESS,

    Paris, 1986, p. 55.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    8/17

    106 ilvia Sigal

    Una

    nueva intelectualidad

    07

    t e , quedaban por el momento indem nes fracciones impor tantes del

    alismo, convencidas de la misin de los idneos, y los universitarios refor-

    mistas que la buscaban a travs d e la misin de la Universidad

    44.1 fru 1

    on Lirt

    Ci

    IV\ 1-41 )

    t r 1 . 4 1 1

    LAS REVISTAS ?1,.."4-t.,Z, ckc

    enc.wenlc.,-)

    1 - 1 4 .

    ezt ,

    Para seguir la evolucin de es ta nueva inte lec tua l idad ut i l izaremos esen-

    cialmente peridicos poltico-literarios. Estos sem anaros son importantes,

    en primer lugar, porque, ms que los libros, deliinitri un rnbitosle dispu-

    tas-Ce-HM-6a l-cOyuntura, permitiendo as un exame n detal lado de l pero-

    do; en segund o lugar porque fuefon otros tantos puntos de en cuentroeriuna

    red^c lade

    l anueva

    intelectualidad dqUiri forrnl-deldentidd.-

    AfteMpo lento de la ex.presin poltico-intelectual de los a rios pero-

    nistas le sigue un florecimiento de publicaciones, casi siempre efmeras, no

    fcilmente distinguibles de partidos o movimientos polticos igualmente ef-

    meros. Se suman pronto las edi tor ia les y l ibrer as que reemplazarn las

    l ecturas a menudo

    cat i cas

    Teio cierrariit-iYarrartadrmfruits

    -

    izr-

    ta

    enton ces por Ias 'Iihreris- de la calle Corrientes, me dio de interco-

    municacin entre circuitos ideolgicos separados tanto person2 c o-insa ins-

    t i tucionalmente. Tendr lugar , en pocos aos, un- doble m -ovinrin to ,

    caracter s t ico de los procesos de cambio acelerado: de a per tura, ya que la

    ofer ta de l ibros es inmensam ente ms n utr ida , y de c lausura , en la medi-

    . da que e l a rco cubierto por mercados segmentad os se hace ms es t recho

    y homogneo.

    Aparecen entonc es nuevos per idicos donde a l te rnan anl is is de la

    cul tura y de la s i tuacin pol t ica, con una audiencia creciente en fraccio-

    nes cult ivadas de las clases medias:

    Contorno, Centro o C uestiones de Filo-

    sofa,

    dirigidos a crculos universitarios,

    Situacin, S oluciones, El Popular

    o

    C h e

    cuyo pblico es ms va riado; duraiitreTlegundo lustro de lOs cin-

    cuenta, se hac e visible la hegemona del Partido Comunista en_e l, espacio

    cultural de la izquierda y a eTprogresismo: su portavoz oficia-1,

    d l t'al

    se-hice rnerte sobre todo a pa rtir de

    1958

    y se le suman, en

    1 una zona no s iempre b ien d i s c r iminab le de l par t ido ,

    Mar Dulce,

    en e l

    mbito universitario, y publicaciones sobre todo literarias

    coo Gaceta Lite-

    raria, Pltica, Nuela

    ..E resin y Hownla Cultura' . El Grillo-nrapel

    (77linpTalclo por

    El Escarbjo de Oro)

    y, arios ms tarde,

    La Rosa B l in-

    " Lucas Rubinich en

    Gaceta literaria:

    el ocaso del frente racionalista y Relacio-

    nes en t re el campo l i terar io y el cam po pol ti co

    CEDES,

    (mimeo.) lleva a c abo un exce-

    lente anlisis de

    Gaceta Literaria

    y de

    Hoy en la cultura.

    Refiere all la intervencin direc-

    t a del Par t ido Comunista en

    Hoy en la Cultura,

    en 1963, que haba intervenido tambin,

    con hombres

    y

    recursos, en Che,

    hacia la misma poca.

    21

    Una de las razon es principales que explican el itinerario de no pocas de las publi-

    caciones duran te esos arios y los comienzos de los sese nta fue la d isidencia o el alza-miento expl ici to contra la or todoxia c omunista.

    22 Orvieto Pinto, D., op. cit.,

    p. 54.

    23

    Poggioli, R., The theory of the A vant Garde,

    Massachusetts, 1968, pp. 22-23.

    ' Debray, R. ,

    Le pouvoir intellectuel en France,

    Paris, Ramsay, 1979, p. 68.

    25

    Qu es la izquierda?, op. cit.,

    que reproduce art culos aparecidos en el nm. 50

    de

    Cuadernos de Cultura, nov.-dic., 1960.

    26

    Poltica. Semanario de economa, poltica, historia, artes y letras,

    que haba reapa-

    recido en 1961 bajo la di reccin de Abelardo Ramos, reacciona, na turalmente, reivindi -

    cando su papel en la forja de la izquierda nacional: . ..explayan sus asombros ante la

    ex i s t en c i a d e una " i zquierd a" que se l e s an to ja "nueva" y que no lo es , aunque no lo

    dicen. Ao I , nm. 2, 7 de ma rzo de 1961.

    Poltica

    hab a s i do preced id a por

    Inicial,

    Frente Obrero, Octubre e

    Izquierda.

    27

    Fueron invi tados Si lvio Frondizi , Rodolfo Ghioldi, A. M. Hurtado d e Me ndoza,

    A. A. Latendo rf, N. Moreno, R. Puiggrs, Quebrac ho (Liborio Justo), J. A. Ramos, E.

    dada,

    fueron, entre tantas otras, expresiones de intelectuales de una izquier-

    independiente2 ' .

    Que las publicaciones peridicas hayan sido base de operaciones de los

    primeros reordenam ientos de la poca n o es una singularidad argentina. En

    el perodo

    1950

    1955,

    la cultura francesa y la i tal iana e stuvieron definidas

    esencialmente por una serie de revistas poltico-culturales que actuaron como

    foro para todos los debates ntelec tuales22. Generalizan do, R. Poggioli"

    observa que los peridicos de van guardia funcionan com o unidades mili-

    ta res a is ladas , independientes y s iempre l is tas para ac tuar porque , para

    decirlo con Rgis Debray, sin editores no hay revistas, pero sin revistas no

    hay escue las. Sin par t idos pa l i tos- no tay

    e~.2es_sinperidicos

    rin-hay-m~enthi.Toril>747

    Durante los anos inmediatamente posteriores a la cada del peronismo se

    trata de un conjunto muy limitado: un puado d e grupos polticos, de un i-

    versitarios, de intelectuales sin partido o frgilinente en cuadrados por los par-

    tidos Comunista y Socialista, trotskistas o el-trotskistas, miembros contesta-

    t ar ios de la Reforma; quienes d esde pos turas nacional i s tas se abr an a las

    izquierdas tanto como quienes rec orran el camino exactame nte inverso. No

    constituyen de m odo alguno una iglesia sino un conjunto de capillas, a menu-

    do r iv .Zis,Te-delb i. uri espr itu com n.

    ETWO

    aPrticrdrobitirlista

    no

    se -ecliv

    wZiab tanto en 1960, cuando consagr un volumen" a enfrentar a sus

    ya serios competidores en un mercad o de opositores al gobierno en rpida

    expansin. Ha ba denunciad o anteriormente, por supuesto, a los traidores;

    en ese a rio, sin embargo, se vio obligado a efectuar el balance y la crtica de nue-

    vos adv ersarios, para los cuales no alcanzaba el repertorio usual de etiquetas,

    y que bautiz entonces como ne oizquierda". La mesa redond a organizada

    por Carlos Strasser en 1959 sobre Las izquierdas en el proces o poltico argen-

    t inoJTue sin duda el de tonante de la rea ccin del Partido Comunista.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    9/17

    108

    ilvia Siga

    na nueva intelectualidad

    09

    [ . .. ] en el mismo volume n se reproduce, al la do de la palabra del Par tido Comunis-

    ta , l a de ind iv iduos que , ev iden temente , no r epr esen tan a n adie . Hay que obse rva r

    que el t tulo del l ibro presenta ya la tes is segn la cual habra diferentes izquierdas ,

    colocadas en pie de igua l dad".

    En los c inco

    art culos donde el Partido condena, cri t ica o bien salva par-

    c ia lmente a esos individuos , se menciona un nmero a l f in de cuen tas

    l imitado". Ese conjunto recorta bien e l ncleo originario de la intelectuali-

    dad c rtica que n os interesa aqu, conjunto que Juan Jos Sebreli caracteri-

    z, no sin razn, como enumera cin catica:

    [ . . . ]

    se encuen tran quienes ms han contr ibuido a la renovacin del marxismo entre

    nosotros: Carlos Astrada [. .. ] y una nueva ge neracin de in telec tuales Ma sot ta

    entre otros que comienzan a escr ibir alrededor de las revis tas

    Contorno, Centro

    o

    E l G r i l l o d e P a p e l ,

    bajo el influjo del mejor pensamiento europeo con temporneo [...]

    dir ige cr ticas generales y abstractas a grupos imprecisos y v agos: la nueva izquier-

    da, la heterodoxia, la izquierda nac ional, el marxismo abier to, el revis ionismo, los

    escr itores "comprometidos", los intelectua les s in par tido, etc. ".

    Estas

    izquierdas englobaban los nc leos de la nueva

    intelligentsia:

    miembros de la joven generacin e ide logos que ya haban escrito bajo y sobre

    el rgimen peronis ta , cuyas in teracciones se incrementaban. Pero el con-

    junto como tal se encontraba todava relativame nte aislado de otros circui-

    tos intelectuales, entre el los las ciencias sociales emergentes, y era casi ine-

    xistente para los medios de comunicac in.

    C O N T O R N O

    El grupo Contorno,

    aunque no e l n i co , e s

    un buen punto de partida. No por

    cierto a causa de su repercusin inmediata, escassima, sino porque sus miem-

    bros animaron luego la formacin de un n uevo medio intelectual y porque en

    su revista fueron emergiendo, particularmente e n los dos ltimos nmeros,

    Rey e I . Vias . Tambin e s taban en l a l i s t a in ic ia l , pe ro dec l ina ron la inv i tac in ,

    V. Codovilla, Jos y Marisa Liceaga , L. Sommi, J. J. Hernnd ez Arregui y M. Wilkinson.

    28

    Gidice, E., Neocapitalismo, neosocialismo, neomarxismo, en

    Qu es la izquier-

    da?, op. cit . ,

    p. 45.

    29

    La l ista completa de publicaciones y de n ombres ci tados en los cinco art culos

    del libro es la siguiente:

    Publicaciones:

    Contorno, El Popular, El Grillo de Papel, Situa-

    cin , Soluciones, Estrategia, Gaceta Li teraria.

    Individuos:

    S. Frondizi , J . A. Ramos,

    A. A. Latendorf, Ca rdoso, N. Jitrik, O. Masotta, J. R. Laforgue, E Rome ro,

    R. Mondolfo,

    I.Vias,

    E. Mart nez Estrada, J . W. Cooke, O. Seiguerman, D. Tieffenberg, J . J . Her-

    nndez Arregui.

    30 En

    El Escarabajo de Oro,

    Ao 2, nm. 4, nov-d ic 1961, p. 31.

    temas esenciales de las polmicas de los aos sesenta". Puente entre dos gene-

    raciones,

    Contorno

    enca rna la busca de una misin para los intelectuales

    ~rendida 157

    Trri

    t r i g e n r s i

    -

    l"gITir T

    --

    nf rer

    717s

    TE& sario rbacer

    -

    aquTa brtria2e la revisa

    -

    761'sta recordar que

    los antecedentes de

    Contorno

    se encuent ran en un grupo de es tudiantes de

    la Fac ultad de F ilosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El Cen-

    tro de Estudiantes y tam bin egresados de las carreras se expres a tra-

    vs de la revista

    V e rb u m

    hasta 1948, a la cual sucedieron los cuatro nme-

    ros de la revista

    C e n i z o

    (1951-1960) y, luego, el nmero 1 y nico de

    Las

    Ciento y Una,

    dirigida por Muren a ". Cread a por y para un crculo univer-

    sitario,

    Contorno,

    deudora de los debates y publicaciones franceses d e pos-

    guerra, public seis primeros nme ros sobre toso li teraMn in entrai- en un

    exame n de s u autodefinicin como grupo literario se puede, s , reci-Pr7

    u

    -e-

    n tanto cle escrito

    res l ibera les -

    1

    la generacin

    (ler 2'5

    y

    sus

    sucesores como Te &reir

    -

    hatizbii eriln trffia'rdsrrigaretries

    qiie

    esbari sobre el destino del pas: la inmensidad de la painpi erpeca

    o ong

    etp-

    t tit trtsolseprCin certif icaba

    Stirialihiento mismo como grupo, la cr t ica a Murena y,

    a fortiori,

    a Mar t -

    n e z

    -

    Estrada, Tiie un Proceso lento y M atizado.

    Contorno

    denunci sobre

    `f5alzltura

    liberal hegerrinilad por la revista

    Sur

    y el suplemen to l i te-

    ramo

    "TrTa 5ii; st

    argun -de

    -stis-

    ntiembros

    -

    Sebreli

    Mero,

    haban

    pub icad previameniZen.5ii . ,Tel ,sno esc ribir para

    11

    - -

    Nacan7ruiai-dffin-

    sajr

    aci

    n

    de la cultura , tradicional, fue convertido en signo d distitrdn

    militante.

    Desde el pr imer nmero de la revis ta , en noviembre de

    1953,

    hacen el

    proceso a sus padres intelectuales:

    La mayora de e sos hombres pareci aceptar con sus personas la hora que vivimos.

    Sin embargo, a l os hombres de l espr it u es especia lmen t e en sus obras donde l os

    sentimos obligados. Y en esas obras los veam os permanec er alejado o s ilenciosos.

    Como siempre [. . . ] No encontramos ejemplos: los que tenan in tel igencia se han

    burlado, han fracasado, se han entregado o han huido. Los que tenan buena fe y cora-

    je han carecido d e inteligencia ".

    3

    ' Quizs esto explique que en los ltimos aos

    Contorno

    haya sido objeto de un inte-

    rs que los intelectuales argentinos estuvieron lejos de manifestarle en las dcad as ante-

    riores.

    32

    El

    Prlogo

    de Mangone , C., y Warley, J. A., incluye una excelen te resea del origen

    de la revista, en

    Contorno. Seleccin,

    Buenos Aires, Captulo, Centro Editor, 1981, pp. 1-IX.

    " Los p r imero s nmero s de

    Contorno

    fueron dirigidos por los hermanos Vias,

    David e Ismael ; en sept iembre de 1955 se incorporaron a la d ireccin No J i t r ik, A.

    Gigli, R. Alcalde y L. Rozitchner. En los dos ltimos nmeros colaboraron tambin O.

    Troiani, T. Halpe rn Donghi, R. Pandolfi, A. Prieto (quien entr en la red accin e n julio

    de 195 6), O. Masotta, J. J. Sebreli , E. Vern.

    34

    Vias, I . , La traicin de los hombres honestos, nm. 1, n oviembre 1953.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    10/17

    110

    Silvia Sigal

    Una nueva intelectualidad

    ouw

    'r

    c71:=1--,01

    p-ob-

    1 1 1

    Y el mismo Ismael Vias resume, en 1954: Somos los herederos de la

    nada . En 1956 Osiris Troiani evoca dramticame nte, con una frmula que`

    har fortuna en la Argentina", la generacin ausen te:

    No

    hablo

    en nombre de una gener ac in. En todo caso , e s una gener ac in ausen te .

    Somos los que: a) no pudimos acepta r la mistificacin peronista; ni b) la restauracin

    oligrquica, su n ica alternativa; y que, c) fuimos incapaces d e organizar una oposi-

    cin revolucionaria . Vivimos diez arios suspendidos entre c ie lo y t ierra . Hemos per-

    dido nuest ra juventud y somos un peso muerto sobre la de quienes vienen a t rs".

    Si

    vivieron diez arios suspendidos entre el cielo y la tierra trataban

    ahora de ec har races y no se rn por cierto un peso muer to sobre la nueva

    generacin.

    La razn de ser del grupo, los parricidas segn el calificativo popula-

    rizado por E. Rodrguez Monegal", responde sin duda en muc ho a una lgi-

    ca estrictamente cultural de revuelta l i teraria contra los agentes d ominantes

    del cam po. Pero esto sera insuficiente para dar cuenta de su i t inerario pol-

    tico-ideolgico. Los escritores de

    Contorno

    son ejemplares porque llevaron

    a cabo una doble ruptura so nme a,--d6Ta

    en lite-

    rFio,-se-oponlan tanto a la gene racin-Eininanfe, pa seista, como

    a rea

    1 1

    : c r i l a s - e

    gundat-de-o-r-deli76111TC-63-ileyfbritteltitserlis-

    -MQ--Mailtrmemente'aritiperonista pero tamSirnWkis-partrao-sjelalzqui

    erda

    tradicional, particularmente de un Partido Comunista que segua ejer-cien-

    do u n a i n f tu e nd a n a d a

    desp_

    edable en los med ios intelectuales. Al fin 'd cuen-

    tas , y como consecuend a dla y a- anotacra l igazn entre valores culturales y

    orientaciones ideolgicas,

    Contorno

    terminaba rechazand o bloques intelec-

    tuales bastante homogne os. No quiere de cir esto que haya habido proyec-

    cin de un eje sobre e l otro sino que su conjuncin les otorg arma zn como

    grupo intelectua l y les permiti elaborar un proyecto de interven cin en la

    escena poltica.

    los intel-ectuales en Argentina,

    Contorno

    fue probablemente el primero en plan-

    tearla, a su man era. 13urante el primer perodo de la revista la insistencia en

    esta .zfandad, en la necesidad de em pezar todo desde cero, -ZrZ7Z7ntra

    un ara le lo en la re i te rac in obsesiva de

    su

    culp_ablidad. TodaTnajo e l

    peronismo, Rozi tc ner e scr i l a , me anc icamente:

    Acaso no s abemos que

    nuest ra t ranquil idad actua l es el precio de nuest ra margi-

    na l id ad , d e nues t r a inoperancia e in ef icac ia , d e l miedo que se hace nar r ac iones y

    cosas fa l tas de inters , que no se refieren c laramente a nues tros problemas ni s iquie-

    ra en el orden subjetivo en el cual el escr itor se complace en perma necer , porque lo

    in te re s an te conduce

    al pel igro? Acaso no vivimos soslayand o el pel igro por medio

    d e u n a

    " inef icac ia buscada" por l a huida en l o genera l , y en l a c r eac in de mi tos

    que esbozan para la mala fe una salvacin futura?".

    Y David Vias aseguraba que

    (H)oy la culpa es de todos. Y es necesario escribir y v iv ir como culpables. Sin ven-

    tajas, porque los otros son todos, que se repi ten 'en los d iarios, en las revistas, en el

    comit, en la t r ibuna, en las cal les, en las reuniones sec retas. Los otros somos noso-

    tros mismos ".

    Aunque eco evidente de las lecturas sar treanas , en Ar

    sa sul-

    pa4 tena un referen te histrico muy concreto en la situacin de los inte-

    1 a o e eromsmo ue a ada erente e a experimentada por

    la

    intelli gentsia

    rusa ante un pue lo que para ella representaba e l ncleo de

    la nacionalidad41. Esos otros que somos nosotros mismos colocaba en el

    mismo plano a los diaros y al comit, a las cal les y a las reuniones

    secretas, enumeracin que, en 1954, estaba nombrando en forma apenas vela-

    da al r gimen y a la oposicin, a las manifestaciones populares y a polt icos

    e intelectuales antiperonistas.

    Rebelda, rechazo, desconcierto. Eso

    es lo que sentimos. El mundo, este mundo

    inmedia to , nues tro pas , nues tra c iudad, nos aprie tan com o algo de que somos res-

    En un registro anlogo al que dijimos presente en el nuevo tea tro, en li tera-

    tura y en e l cine de los arios sesenta, el sentimiento de c ulpabil idad se enla-

    1-...bryNC) za a l a

    toma de

    condenciasiglnacacia y

    a margmalidad de

    esos

    , r ) c . : L D

    -,,,....rjvenes

    -

    intelectuales bajo el rgimen peronista, toma de conciencia-CUya

    enunciacin anunciaba la bsqueda de una al ternativa. Cuestin capital para

    " R Piglia dir de los intelectuales de izquierda, en 196 5, que son inofens ivos,

    que

    es t an suspend idos en

    e l va c o Li t e ra tu ra y Soc iedad ,

    Literatura y Sociedad,

    Ao I,-ct.-dic., 1965, p.1, y asfveinte aos despus Lucas Rubinich volver a hablar de

    . ,. , l a suya como de una generacin ausente.

    36

    Examen de conciencia,

    Contorno,

    nm. 6- 7, p. 9.

    37 Originar iamente en c uat ro ar t culos publicados en

    Marcha,

    del 30 de d ic iembre

    ( \ de

    1955, 13 de enero, 27 de enero y 10 de febrero de 1956, o sea inmediatamente des-

    pus del derrocamiento de Pern.

    Citado por Rodrguez Mone gal, E.,

    El juicio de los parricidas. La generacin ,argen-

    -.

    t ina y sus maestros,

    Buenos Aires, Deucalin, 1956 , p. 26.

    Vias, D., La historia excluida: ubicacin de M artnez Estrada , nm. 4, dicem-

    bre, 1954.

    ' La cuestin reaparece r quince arios de spus: un debate a propsito del 1

    aso Pach- '

    11.>> l leva por t tu lo Inte lec tuales y revolucin. Concien cia cr t ica o concienp-

    ble? Organizado por la revista

    Nuevos Aires,

    participaban dos antiguos miembros de

    Con-

    torno,

    N. Jitrik y L. Rozitchner as como O. Landi, J. Vazeilles, R. Piglia,

    M. Kaplan, M. Meinares y J. C. Portantiero.

    , /

    41

    En Iberoamrica no exis t a el

    narodnichestvo,

    l a fe en los campesinos y peones

    /agrcolas que compartan en Rusia

    narodniki

    religiosos y

    narodniki

    socialistas Morse, R.,

    op. cit. ,

    p.

    129.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    11/17

    112

    ilvia Sigal

    ponsables. No gozamos de una frmula para s indicar males , ni para defen der solu-

    ciones profticamente satisfactor ias . Ni disfrutamos de la fe suficiente ni somos tan

    felices como para no ver en qu terminan las promesas me sinicas [ .. .] No estamos

    seguros de nuest ra verda d. Ni sabemos la solucin, ni gozamos de una cla ve' .

    Los

    escr i tores de

    Contorno

    carec an e fe t ivamente de nuev as propues-

    tas

    43

    pero se afirmaban dispuestos a asumir la

    responsabilidad

    que haba

    fa l tado a sus m ayores , a le jados o s i lenc iosos . Si no son los nicos c ulpa-

    bles son , s , qu ienes es tn en cond iciones de enunc iar l a res o i

    2.221

    2.idad

    qolect iva.

    Aseveran do que la culpa es de todos, rgimen y oposicin, se insta lan

    en una posicin de exterioridad, fuera y por encima de las oposiciones domi-

    nantes. Desde ese v r t ice emprenden la ta rea de e laborar una nueva l i te ra -

    tura y una nueva poltica. Ahora bien, y all reside el problema, la tarea habr

    de rea l izarse recorriendo v as d i feren tes que no es t aban en m odo a lguno

    claras.

    Contorno,

    en

    1954,

    hace una f lexin que la lleva a c onvergir con pre-

    ocupaciones de la historiografa reciente , d esde los autores de la editorial Rai-

    gal hasta el ms militante Silvio Frondizi; salir de la rebelda, el rechazo y

    e l desconcier to los l leva a mirar hac ia e l o tro campo inte lec tua l y pol t ico

    argentino: los nacionalistas. Halielec a52-57-2-T

    cias exico sartrea-

    n, la s

    div i s ione s

    pol t icas exisrr

    te s , e s tos in te lec tua les zodian asumir los

    pr o-T m a s

    d l a - t t

    a acin.

    Somos los otros. De ah que no se pued a escr ibir de cualquier cosa, s ino de es to, de

    todo es to, porque a nadie se le puede transfer ir esa tarea que hasta hace poco pare-

    ca pr ivativa de los na cionalis tas , que eran los nicos que saban de la his toria y de l

    gran problema que aquejaba a t odos , y que absurdamen t e de t en t aban e l monopo-

    l io absurdo de

    nuestro proceso".

    Dudas y reproches de mala fe encubren la conv iccin de estar en lo cier-

    to. Porque si

    Contorno

    rechaza los principales sistemas de accin y d e inter-

    pretacin ex i s ten tes , p lan teados com o lo es t aban en forma an tagonis t a

    y

    exc luyente , carecer de respuestas e ra su ma nera de n o equivocarse . No po-

    seer verda des cons tituye la nica certeza vlida. A partir de esta parad jica

    certidumbre

    Contorno

    puede afirmar su voluntad de sntesi pfi-

    niendo posi t ivamente lo que eran c onvicc iones por la nega t iva . A ese pro-

    yec to ideolgico y pol t ico puede apl icarse lo que Bea tr iz Sar lo a f irma en

    cuan to a la l i teratura: [ ...] lo importante para

    Contorno

    son los c ruces , los

    " Vias, I. ,

    op. cit.

    " La primera referencia a una manera de intervencin intelectual di s tinta aparece en

    la cr t ica de Ramn Alcalde a Jorge Abelardo Ramos: Consolidar nuestra conciencia

    nacional no es un problema de la l i teratura ni , en l t imo trmino, del pensamiento s ino

    de la acc in. Imperialismo, cultura y literatura nacional, nm . 5/6, septiembre, 1955.

    " Subr. en el original. Vias, D., La historia excluida...

    op. cit.

    Una nueva intelectualidad

    13

    encuen tros , la s t ramas. . ." . La fuerza de las ant inomias que c arac te r izaron

    tanto la vida pol tica como las lec turas de la his toria en Argentina no hac a

    ciertamente se ncilla la tarea; para David Vias:

    El drama his tr ico absurdamente resuelto en tre un supuesto celes tial y otro rpro-

    bo. Pero l a Argen t ina Angl ica y l a Argen t ina Demon aca per s is t en ina l t e r ab l es ,

    enfrentad as [ . .. ] Y llega 1945 para la nueva generacin [ . . .] y todos se aliaban con-

    tra El Candidato Imposible es tableciendo por cen tsima vez e l reino de los Santos

    frente al de los Abyectos , s in adve r tir que la Imposibilidad e ra par te de la realidad,

    era la Realidad misma

    [...]

    46.

    Los intelectuales

    de

    Contorno no aceptaban ni la

    ve.rdad.permiltatai

    la verdad ant i e ronis ta , rechazando as tanto e l an t iperonismo de los uni-

    ve- is- i ta rios como as es tra tegias entr is tas emprendidas e spordicamente

    por grupos marxis tas 47. En e se m undo inmedia to , nues t ro pa s , nues t ra

    c iudad , dividido por e l enf rentamiento entre peronismo y a nt iperonismo,

    la rea l idad, dec a

    Contorno

    a lus ivamente en

    1954 y

    explc itamente en

    1956,

    reside en que la

    Argen t i na e s lo s dos . No hayque elegir , entonce s, una par-

    te la ms cm oda o la ms pura sino la totalida d. El objetivo era crear

    un puente de pasa je entre nosotros y e l los , de manera de no quedar solos ,

    como Ma rt nez Es t rada , cuya locura es l a d imen s in que adquiere l a

    impotenc ia cuando quiere se r escuchada .

    En la busca de un nuevo lugar para los

    i n t e l e c tua l e s ,a t rav s de un a rede -

    f inici

    i co , fue ron

    de o s , i

    Hrm-fiTs-en presusitars,Iparkuwikijn

    es ecfica de los intelecta-e-s 5 Wo-t-o-m

    a eronismo/antiperonis-

    mo. Fueron asi731-are-rro ' mo-do, los precursores de esa fascinacinjae los

    intelectuales por el peronismo revaTerial7a7e-C-Mrs-Js tarde.

    Diversos grupos de intelectuales se encontrarn tambin, sin haberlo decidido

    previamente , en un si t io que no era ni e l pe ronismo ni e l ant iperonismo. Y

    Contorno

    fue el nico que lo enunc i claramente , escasos mese s despus del

    derrocamiento de Pern, cuando ded araba que nos hemos propuesto enfren-

    ta r e l r iesgo de dec ir : e s to de l peronismo, s , e s to de l peronismo, no".

    El

    proyecto sin respuestas

    de Contorno

    era e l s ntoma de una

    crisis ideo-

    lo.

    Cado el rgimen, el an t iperonismo ya no era un organiza-C=7ns

    entidades progresistas; se desar ticulaban entonce s principios de se ntido pol-

    t icos y , con e l los , moda lidades de acc in precedentes. All puede verse , de

    a lgn modo, e l ac ta de nac imiento de la nueva

    intelligentsia.

    " Sarlo, B., Los dos ojos d e

    Contorno

    en

    Revista Iberoamericana,

    nm. 125,

    oct.-dic., 1983, p. 805.

    Vias, D., La historia exc luida...,

    op. cit.

    " Ni con la de un Jorge Abelardo Ramos promoviendo ya las combinaciones en tre

    marxismo y peronismo que f lorecern al f in de los sesenta.

    Ibid.,

    Vias, D., Arlt y los

    comunistas , nm. 2, mayo 1954.

    " Peronismo...

    y

    lo otro?, Editorial del nm. 7-8, julio de 1956.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

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    1 1 4

    Silvia Sigal

    Una nueva intelectualidad

    NI PERONISTAS NI ANTIPERONISTAS

    No era sencillo rechazar, en esos aos, la dicotoma peronismo-antiperonis-

    mo. Juan Jos Real comentaba as el proyecto de la revista Qu,

    donde las

    intenciones de

    Contorno tomaban muy concretas formas polticas:

    En una s ituacin como la que atravesaba el pas en 1956-7, es ta prdica de la doc-

    tr ina de la integracin nacional suscit las ms enconada s reservas de par te de unos

    y las ms aguda s cr ticas de par te de otros. Unos exigan una ad hesin incondicio-

    nal a la revolucin liber tadora, otros la adhesin incondicional al peronismo. Ele-

    varse por encima d e la contiend a para hallar lo que haba de comn e ntre las fuer-

    zas en l ucha era , en a quel momen to , a l go ms que una audacia , e r a un cr imen

    4 9 .

    En realidad, ese sitio para los intelectuales, que

    Contorno intenta dibu-

    jar tempranamente menos de un ao despus de la Revolucin Liberta-

    dora, es el mi~uscaban, confusamente, numerosos militantes uni-

    versitarios. Decimos confusamente ya que lo que recrliBili

    -evalidez

    de la dicotoma cuando era utilizada para clasificar las clases populares.

    Mientras la Juventud Comunista, y era la posicin oficial de su partido,

    denun c ia l a ac t i tud reacc ionar i a de dividi r a l a c l a s e obrera en "peroni s t a s"

    y antiperonistas , los estudiantes verificaban, reflejada en una imaginaria

    mirada obrera, la inconsistencia de su propio antiperonismo:

    Pos ib lemen t e para l os t r abajadores , y con t oda r azn , r esul t e un t an to d i f c i l d e

    en t ender que s iendo nues t r as pos ic iones an t io l igrquicas y an t i imper ia li s t as , no

    hayam os expresado o actuado en los ltimos aos en concordanc ia o por lo menos

    con la en erga que dichas posiciones nos obligaban a hacer lo ".

    La coyun tura , por otra parte , pareca just i f icar esta posicin, desde e l pun-

    to de v i s t a que e ra e l de Mar Dulce:

    en noviembre de 1957,

    l a reorganizac in

    de las centrales obreras la primera fue la

    CGT de Crdoba, el 1. de julio

    de ese ao, con una direccin frentista se haca todava con peronistas y

    comunistas unidos en las 62 Organizaciones .

    Y la proscripcin del peronismo permita a

    Contorno

    un enunciado

    capi ta l :

    Tanto por el hecho de ser escr itores como de no haber s ido peronis tas , no podemos

    dar tes timonios especficos. Para tes timonios es tn los de otros [ . .. ] Los de los a nti-

    peronistas llena n los diarios de todos los das, ms o me nos sinceros o hipcritas. Los

    de los peronis tas de aye r l lenaron los diar ios de es tos diez aos.

    Damos entonces el

    de un

    peronista d e ho y (subr. nuestro) ".

    Buena parte de la intelectualidad progresista eligi, tambin, ese otro ---,-

    rostro del

    .

    eronismo que era elieronismo roscripto. La oposicin al

    go emo m itar permita dibujr una idetad circunscripta por la doble

    negac in de l pasado peroni s t a y de l presente an t iperoni s t a , que e ra t an dec i -

    dida como ambigua. Ambigua porque se mtentba

    bor'rar

    la distancia entre

    intelectuales y pueblo impugnando un gobierno antipopular.

    En_ve rdac laasa ron, y con e l los buena par t e de l a c l a s e med ia progres i s -

    ta, de una unidad ngttinra terrettrtireolnaii it

    -

    Igtrreira l-gerbierne pero -

    ni s t a

    -

    rechazo del antiperonismo gubernamental. Y este fedi

    ..male dan

    -

    do

    ligar,`niprCePriblemente

    - -

    a rechazo de l an t iperoni smo

    tout court.

    LA CRISIS DE LA UNIDAD ANTIPERONISTA

    La poltica del gobierno militar haba dislocado la unidad negativa de frac-

    ciones polticamente divergentes, desintegrando la imagen de la evolucin

    del posperonismo que haban compartido. En efecto, Pern haba ejercido

    su au to r idad sob re l a s i ns t i t uc iones cu l tu ra l e s y , s imul t neamente , hab a sus-

    trado la clase obrera a las izquierdas. Se conclua en consecuencia que, as

    como las clases medias cultas iban a recuperar la libertad~lin_per-

    dida desdT34

    6,Ia-- Clase

    -s 1.

    6PuTaresrecobrarin

    -

    ui; autonoma promiso-

    ria pata las

    -

    formaciones poli

    -cal

    -

    t:cit.astas. La primera csmduliolase

    r eve l e)-

    acra; trsgn-

    da no , quebrndose_

    lo_ que

    hab s d Japp9sicin a

    una dic dura ocular.

    Al desaparecer la antigua censura en la radio, el cine y la prensa, los

    intelectuales antiperonistas reconquistaban el control de las instituciones

    cu l tu ra l e s y su luga r en e l e spac io pb l i co ; g rac i a s a s u a l i anza pa rad j i c a con

    los jefes del golpe mil i tar, los universi tarios procedan a una depuracin pol-

    t ica minuciosa de los c laustros. Pero si e l espacio cul tural , l iberado de las res-

    tricciones autoritarias, se abra a ritirds

    _j=/m

    ar

    -trcss_na_muy

    distintas en el plano poltico.

    Dos series de acontecimientos iban a hacer mentir hiptesis como la de

    Hurtado de Mendoza, cuando afirmaba que

    el dominio de la

    "direccin

    peronista

    es

    acatado e nobjetado por las grandes masas

    populares que consti tuyen las

    Fuerzas Internas,

    en la med ida y t i empo que dur an la

    confus in y e l

    engao, 1943

    -

    1950 5 3

    .

    " Real, J. J.,

    Treinta aos de historia argentina,

    Buenos Aires, Crisol,

    1962, p.

    180.

    Mar Dulce,

    noviem bre de 1957, p. 5.

    51

    La un in no t a rd ar en d eshace r se , d ando lugar a l Grupo d e los 19 y luego a l

    MUCS de filiacin comunista.

    52

    Contorno,

    julio de 1956.

    " Hurtado de Me ndoza, ngel M., El 23 de febrero en la real idad argent ina,

    Mar

    Dulce,

    nm. 10, veran o 1959-196 0, p. 13. (Subr. en

    el

    orig.)

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

    13/17

    116

    ilvia Sigal

    Una nueva intelectuallad

    17

    o la del joven lder socialista David Tieffenberg:

    La observacin superf icial y l igera de los hechos objet ivos hace suponer a no pocos

    que el proletariado argentino contina an peronizado. [ ...] El conocimiento por

    parte de los t rabajadores sinceramente engaados por la venenosa prdica peronista,

    de los asesinatos, masacres y torturas a sus hermanos de c lase , de los robos, esta-

    fas, y m anejo deshonesto de los fondos sindicales [. ..] las han desperonizado defi-

    nitivamente ".

    Por una par te , f racasan los

    intentos

    sucesivos de reor anizac in sindi-

    cal sobre bases no peronisBZ17-rel CongresonIaZia- or e a

    CGT

    e 957

    1-elecciones controlada s por interventores militares no consiguieron modi-

    ficar la adhesin obrera al peronismo y, si no se con sigui normalizacin

    alguna, e l Congreso es recordable por cuanto culmina en la formacin de las

    62 Organizac iones peronis tas . Por la otra , los resul tados

    de la

    primera con-

    voca tor ia e lec tora l

    ista. El obiern o pi

    sr-visional

    haba decid ido

    convocar una onvencin Constituye , encargada de rever las normas

    modf icadas por Pert

    i r ir i419 y-ck mir e l rg imen e lec tora l en v speras de

    la s e lecc iones prometidas , una vez ms, por un gobierno mil i ta r . Bautizada

    no sin agudeza por el d irigente socialista Amrico Ghioldi como un recuen -

    to globular, se trataba, segn Lenida s Barletta publicista y organizador

    cul tural de la izquierda de un c enso que pe rmit i ra saber cuntos

    somos y quines somos".

    El electorado se encontraba frente a nuevas opciones despus de la esci-

    sin del viejo Partido Radical. Por la

    UCRP, di r igida por Ricardo Balbn ,

    deba pasar la opcin lega l is ta dentro de las Fuerzas Armadas (enf renta -

    das ya a los sec tores quedan t i s t as); a l a cabeza de l a uou se encon t raba

    Arturo Frondiz i, candida to a vicepresidente de rrotado en las e lecc iones de

    1952, que buscaba la integracin de las masas peronista s.

    Frondizi tena a su favor una oposicin. a l

    peronismo menos rec ia que la

    de otros polticos, sobre todo en las post rimeras del rgimen , y haba sabi-

    do tomar tempranam ente sus distanc ias respecto del gobierno provisorio: en

    junio de 1955 decla raba que no es posible seguir como ahora ni volver a la

    situacin an terior al 4 de junio de 1943

    56

    y haca circular, en octubre de 1955,

    un proyec to en favor de una centra l obrera nica" . Anclado en la l nea yr i-

    goyenis ta de l vie jo par t ido radica l , contaba por otra par te , aun despus d e

    la divis in par t idar ia , con una porc in importante de l apara to e lec tora l t ra -

    dic iona l . Sus dec la rac iones de t in te nac iona l is ta en con tra de las concesio-

    54 En Vazeilles,

    op. cit. ,

    pp. 282-283.

    Barletta, L.,

    Propsitos,

    ario V, nm. 191, 31 d e julio, 1957.

    " Babini , N., 1984,

    op. cit.,

    pp. 157 y ss.

    " El 30 de noviembre, en un m ensaje radial , consagrado a cri t icar el

    Informe preli-

    minar sobre la situacin econmica

    de Ral Prebisch, insiste en que slo debe haber un

    sindicato por rama de produccin y una sola cen t ral de t rabajadores.

    nes petroleras y a favor de la reactivacin de

    YPF

    seguan, punto por punto,

    la te s is que desarrol la ra en su nica y famosa obra ,

    Petrleo y Poltica,

    fun-

    damento de su perfil poltico.

    De es te m odo, Ar turo Frondizi apareca frente a la opinin pbl ica

    como un c and ida to que ma l pod a cumpl i r e l p ape l d e her edero que l a

    Revolucin buscaba. Frond izi mismo se ocup de dejar lo c l aro a l des ig-

    narse , e l

    24

    de septiembre, alternativa de gobierno: cuando todava los jefes

    mil i ta res no haban f i jado fecha de e lecc iones , y cuando, a los t ropiezos, e l

    radica l ismo se haba puesto de acuerdo para c i ta r la conven c in que e legi-

    r a l a frmula , l a l nea

    Intransigencia y Renovacin

    anunc i , sorpres iva-

    mente , su ca ndidatura " .

    Pero sus esfuerzos por ganar e l apoyo de la Iglesia y de las direcc iones

    sindicales no tuv ieron la ef icacia suficiente para impedr que la

    UCR1

    ocupara

    e l te rcer lugar , despus de los

    votos en blancp

    y de l a

    UCRP.

    A pesa r de la s

    in s i s ten tes exhor tac iones

    de F rondiz i y de la rev is ta

    Qu ,

    ms de dos

    millones de votantes obede cieron a las consignas peronistas de voto en blan-

    co. Las informacione s ofrecidas por el censo fueron decisivas . Con cerca

    de 25% de sufragios en blanco, superando a todos los partidos enliza , e l pero-

    nis-mo aparec a com ollPil l iara fuerza pol t ica d e l pa s . Retirndose de la

    Asamblea Cons t i tuyen te , como lo haba anunciado , F rondizi daba e l p ri -

    mer paso en su e s tra tegia de captac in de los votos peronis tas .

    El gobierno man tena la interdiccin simblica (decreto 416 1) y la pros-

    cr ipc in polt ica de l peronismo, dest inad as a borrar , ms ta rde o m s tem-

    prano, los restos de una dictadura. Ni la oposicin ni la intelectualidad se

    levantaron de m anera notor ia contra esas dec is iones; e ran par te , de a lguna

    mane ra, del orden de las cosas '. (Aun el Partido Socialista Argentino recha-

    zar, en diciembre de 1960, una crtica "oportunista" de las proscripciones,

    ofrecindose c omo la nica expresin legal del proletariado.) Las satisfe-

    chas dec la rac iones de Bar le t ta despus de las e lecc iones de Const i tuyentes

    muestran que la proscripcin del peronismo era vista como un fenmeno nor-

    mal: Las cosas han ocurr ido como lo preve an los que creen en e l pueblo.

    Cada uno v ot por su par t ido. Los votos en b lanco siguen siendo v otos en

    blanco , agregando:

    58 La Convencin de la

    UCR

    reunida en Tucumn alcanz a proclamar el tndem Fron-

    dizi -Gmez pero dos meses de spus el radical i smo se divida.

    '9 La revis ta vuelve a aparecer despus de 1955, integrando en su redaccin a nume-

    rosos intelectuales; con una t i rada de a proximadame nte 200.000 ejemplares ent re 1957

    y 1958, el semana rio competa con los d iarios t radicionales en la formacin de la opi-

    nin.

    No lo mencionan expl ici tamente tampoco los miembros de

    APU,

    grupo universi-

    tar io de apoyo a Frondizi , cuando enumeran lo que debe hacerse por las clases popula-

    res; los dos puntos que les son dedicados d ice n: d) un efect ivo mejoramiento social ,

    que garantice a las clases laboriosas condiciones dignas de vida y de trabajo; e) abolicin

    de la legislacin y de los organ ismos represivos.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

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    1 1 8

    ilvia Sigal

    Una nueva intelectualidad

    1 9

    El pas se ha pues to , a l f in , en mov imien to y e s t en ru t a . Es t e cen so devuel ve l a

    confianza al pas . El pas es t en orden y no subordinado. No estamos en ma nos de

    nadie . Si aplaudimos a l gobierno es porque las e lecciones del domingo son la virtual

    defensa d e nues tro patrimonio materia l y moral 6 1.

    Naturalmente, esta ma nera de concebir lo poltico era propia de la izquier-

    da tradicional; otros, en cambio, llegaban a conclusiones muy distintas:

    La Argentina no fue "peronizada" por la voluntad de na die; y nadie podr "despe-

    ronizar la" por su voluntad. [ . .. ] Vano intento ser el de aqullos que quieran reha-

    cer a su capr icho l as grandes cor r ien t es his t r icas na c idas de f ac tores obje t ivos

    Vano intento ser el de los ingenuos o los perversos que quieran barrer la marea con

    una escoba

    Y el buen se nt ido de M ario Amadeo lo l levaba a e scr ibir que s i e l pue-

    blo oye dec ir que los l t imos diez a r ios slo han tra do miser ia , deshonor

    y vergen za , no lo creer, porque es af i rmarle una cosa que, para l , es t

    desmentida por los hechos .

    Si se observan tensiones en importantes sec tores de la cul tura no cabr a

    deducir una cr is is genera l de la in te lec tua l idad a rgent ina . En todo caso no

    en la e l i te universita r ia , que pudo emprender una modernizac in de la ense-

    anza sin verse se riamente tocad a por el tortuoso proceso poltico. Las con-

    vicciones del nacionalismo no se vieron tampoco quebrantadas y comienzan

    a gozar de un pblico ms amplio. Desde m uy temprano

    El Lder' sa le de

    la oscuridad denundan do al gobiemo y al Plan Prebisch con la pluma de Artu-

    ro Jauretche, e l Estatuto Legal del Coloniaje

    segn Ra l Scalabrini Ortiz. El

    nacionalismo de derecha haba sacado rpidamen te sus conclusiones despus

    del 13 de noviembre y , bajo l a d i reccin de Snchez Sorondo , publica , a

    par t ir de l 6 de junio de 1956, Az ul y Blanco; su estilo, la difusin de infor-

    maciones ms o menos reservadas y , sobre todo, un tenaz enf rentamiento a l

    gobierno , le aseguraron una d i fus in que exced a en mucho la que a cos-

    tumbraban las hojas nadonalistasm. Tambn en 1956

    Rogelio Frigerio se hace

    61 Barletta, L.,

    Propsitos, loc cit .

    62

    Jorge Abelardo Ramos en

    El Lder,

    2 de dic iembre de

    1955, cit . en Ram os, J. A.,

    1959, op. cit., p. 344.

    63

    Aunque las cifras parecen un tanto optimistas, anotemos que,

    segn Jauretche, l le-

    g a tirar doscientos

    mil ejemplares. Fue cerrado a fines de

    1955. Entre el 10 de noviem-

    bre de 1955 y e l 25 de

    enero

    de 1956, bajo la direccin

    de Esteban Rey se publica

    Lucha

    Obrera,

    que, segn Norberto Galasso, lleg a tirar 140.000 ejemplares. En ene ro de 1956

    el seman ario fue clausurado y Re y de tenido. Cf . Galasso, N.,

    La izquierda nacional y el

    FIP,

    Buenos Aires, Cen tro Editor, 1983, p. 86.

    " Lleg a t i rar 100.000 ejemplares, se gn Dav id Rock,

    La Argentina autoritaria.

    Los n acionalistas, su historia y su influencia en la vida pblica,

    Buenos Aires, Ariel , 1993,

    p. 191, quien cita

    Azul y B lanco

    del 25 de may o y del 15 de agosto de 1957.

    cargo de la direccin de la revista

    Que',

    donde brega por el frente nacional;

    la revista obtiene gracias a la colaboracin de c onocidas f iguras un xito que

    justifica el apodo la Biblia dado por crculos intelectuales universitarios.

    Fracciones polticas de izquierda y los estudiantes reformistas, en cam-

    bio, se encontraron con un presente sustaricilinen-te distante del futuro ima-

    ginado. El imponen te porcentaje de votos en blan co mostr, a las primeras,

    que las c las 'es populares no se encauzaban por cauces m s clsicos, fisuran-

    dos rep-r 'esentaciones previas en cuan to a su papel en la sociedad argenti-

    na . Al perder sol idez la idea de una sumisin popular - a fa Voluntad omn-

    moda d e un j e f e y d e un ap a ra t o , e s c a s amen t e d i s cu ti d a h a s t a en t on ce s ,

    r e l lt aba a f ec t ada l a i d en t idad mi sma de l p rog r es ismo que depend a en

    mat- d t -1 comportamien to de l as c l ases populares . Si se s pn salp

    nads- , - t rnbrujados por l a d ic t adura del pan y de l c i rco , ahora , en

    1957 ,

    se

    verifica la aparicin de esa misteriosa lealtad que nunc a habra existido:

    En

    t iempos de Pern no haba peronism o; pero

    lo hay en la ac tualidad. Los desa-

    ciertos de los

    hombres que provisoriamente nos gobiernan han e xtrado de la entra-

    a misma de

    un vas to sec tor la convicc in peronis ta : le han

    dado l o que no t en a ,

    estructura

    y razn

    de ser

    65.

    En cuanto al movimiento estudianti l reformista, su simpata hacia los

    revolucionarios de

    1955 pe r t enec a ya a

    un pasado que la ace le rac in de los

    t i empos po l ti cos haca l e jano . La rup tura del en te nd imien to parad jico

    entre militares y universitarios fue provocada por el decreto-ley

    6403

    del 23

    de d ic iembre de 1955 , que e l iminaba l as modi f icaciones aportadas por e l

    gobierno peronis ta , res tablec iendo as la Ley Avel laned a , la ica ; pero intro-

    dujo al mismo tiempo un artculo que permita la creacin de universidad es

    privada s, cuya cifra se hizo clebre: el artculo 28 '. La

    FUBA,

    que persista

    en sus convicc iones todava en noviembre de

    1955, comienza a inquietarse

    poco despus y se in te rroga pblicamente en jul io de 1956:

    Si las cosas es tn

    desordenadas

    no es so l amen t e porque e l t i rano l as haya sacad o d e

    quicio [ .. .] . Cuando en la asa mblea de es tudiante s de Derec ho a lguien propuso, a l

    mismo t i empo que e l r echazo d e l a mocin d e cen sura a l d ecre to - l ey 6403 , un vo to

    de pleno a poyo a la Revolucin Libertadora, no pudimos menos que alarmarnos, por-

    que e s a p ropos i c in e s t aba mos t rando e l pun to ha s t a donde s e puede l l ega r po r e l

    camino irrazonad o " .

    M rtires o Libres (La conf erencia que no pudo darse),

    Bolet n ext ra d e

    Propsitos,

    23 de mayo d e 1957, p. 9.

    ' El decreto-ley 477 de octubre de 1955 restableca la Ley Avellan eda, pero sta, pro-

    mulgada en 18 85 , dejaba al gobierno la designacin de los profesores. Fue corregida

    entonces por el decreto 6403, que daba a la universidad el poder de se leccin de profe-

    sores y autoridades.

    67

    En

    Mar

    Dulce,

    afo II, nm. 4, julio 1956, p. 1.

  • 7/26/2019 Sigal_Una Nueva Intelectualidad_1 (1)

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    Una nuev a intelectualidad

    Tambin en julio de 1956, para Ismae l Vias,

    / e l t iempo pasado desde e l 16 de se t iembre ha desvanecido muchas esperanzas . El tono

    general de la revolucin y la mayora de las medidas toma das en ma ter ia econmi-

    ca , obrera y educacional parece responder a los intereses ms reac cionarios [ .. .] jun-

    / to con la evidencia de que las clases populares formaron la base la parte since ra

    por lo dems d el peronismo y de que hoy son quienes ms sufren realmente con

    el cam bio poltico

    y la situacin engendra una cada v ez ms aguda neurosis en todos los gru-

    pos progresis tas , ya que , obligados a mantener su apoyo a l gobierno por

    un sen t ido de responsabi l idad hacia e l pa s y t emerosos de que caiga en

    manos determinadam ente reaccionarias y permanen temente insa t i s fechos

    con la may ora de los ac tos de ese gobierno".

    Meses m s t arde , l a d i reccin f i rmeme nte an t iperonist a (y an t i comu-

    nista) de la Federacin fue desplazada , y a partir de

    1957

    los nuevos d ir igentes

    in t en taban hacer t r unfar l a cons igna reformis ta de "a l i anza obrero-es tu -

    diant i l" ; pero los dir igentes s indica les ten an dema siado f resco e l recuerdo

    del antiperonismo estudiantil, y los estudiantes, en los hechos, deban hacer

    abstraccin de la ad hesin mayoritaria de la clase obrera al peronismo ima-

    ginand o, como lo afirmaba la Fede racin Juvenil Comunista, lo falso de la

    divisin entre peronistas y antiperonistas. Como puede suponerse, la tarea

    no era fc i l y sus logros fueron magros. Tambin e l mov imiento es tudiant i l

    j qued conf inado en l a poco confortable pos ic in de no se r n i peronis t a n i

    ant iperonis ta , que slo su f ranca oposic in a l ant iperonismo gubernamen-

    , tal haca viable.

    El antiperonismo de los intelectuales progresistas se d escompon a rpi-

    dameTiteTp-a7dta-merit-al-rulitura

    del frei i re

    que-haba apqyado a 161' mili-

    ta res en

    1955 , y Bar l e t t a

    se arZa duram-ente con tra e l gobierno P-rbvisional:

    Los liber tadores de la vspera se han con ver tido en los dominadores del d a s iguien-

    te [ . . .] Antes se tor turaba, ahora se confina; an tes no se permita hablar , ahora tam-

    poco [. .. ] Se dijo que no se d ar a ni un paso atrs en las venta jas obtenidas pero los

    tanques en la calle hicieron retroceder a los que peleaban por e l pan d e sT hijos [ . .. ]

    Los pocos que dimos la cara y alzamos la v oz repudiando la dominac in ilimitada,

    podramos hoy volver a se alar los cr menes de la tirana? ' .

    Ya

    los fes te jos de la Revoluc in Libertadora haban of rec ido a inte lec -

    tuales progresistas la desagradable sorpresa, recordada por tantos, de en con-

    t ra rse con quienes todo, o casi , los opona . En es te sent ido pued e leerse e l

    recuerdo de Ernesto Sba to:

    " Vias, I., Miedos, complejos y

    malos entendidos,

    Contorno,

    julio de 1956, p. 12.

    Boletn extra de Propsitos, 23 de mayo de

    1957,

    p. 9.

    Aquel l a noche de se t iembre de

    1955, mientras

    l os doc tores , hacendados y e scr i -

    t o re s f e s t e jbamos ru idosamente en l a sa l a l a c a da de l t i rano , en un r i ncn de

    l a an t ecocina v i como l as dos ind ias que a l l t r abajaban t en an l os ojos empapa-

    dos de lgrimas. [. . . ] Grandes mul t itudes de compatriotas humildes estaban sim-

    bo l iz ados en aque l l a s dos muchachas i nd genas que l lo raban en una coc ina d e

    Salta.

    [El otro rostro del

    peronismo,

    Buenos

    Aires , 1956] .

    Ligadas a o t ras el recuerdo de l as e l i t es l ibera les y los in te l ec tuales

    progresistas unidos celebrando la liberacin de Pars esas ref lexiones eran

    la metfora de su oposic in a l rgimen. Imgenes puestas en para le lo para

    f igurar l a d i s t ancia h i s trica en t re pueblo e in te l ec tuales , d ram t icamen te

    enunciada por Rozitchner en 1-956:

    Por eso la l iberacin del prole tariado s igue otro camino cun

    dist in to

    el que

    pregonamos los

    intelectuales burgueses, vlido tal vez para nuestra situacin concreta

    pero absolutamente incom prensible para ellos. Entre el proletar iado y n osotros hay

    un abismo, ab ismo t an apas ionan t e y t an profundo como aqul de l cua l hab l aba

    Pascal ".

    Las fracciones progres is tas que af i rmaban haberse equivocado de

    f i es t cons t ru an s imbl icamente l a Fies t a perd ida por e xcelencia : e l 17

    de octubre de 1945. Da del en cuen t ro en t re e l pueblo y e l genera l Pern ,

    e l peronismo lo haba e legido como fecha d e nac imiento de l m ovimiento.

    Y Ernes to Sba to pod a en tonces conc lu i r, como lo hac an l o s jvenes

    escr i tores , que en

    1945

    volv imos a equivocarnos , noso t ros, p reci samen-

    te el sector ms i lustrado d el pas. Ahora bien, adoptar el 17 de octubre,

    inscrip to en l a imaginera peronis t a como la e xpres in pura y espontnea

    de las masa s , permi t a eludir el problema de la naturaleza d el rgimen.

    Sobre es t e mi to de los orgenes y sobre esa d i s t ancia fundan te , esos in te-

    lectualestdifIcaron antperonismo como un verdadero tab para la

    izqfe-ca7'.

    --Prn si la

    intelligentsia

    estaba ya conven c ida que exis t an peronis tas en

    Argentina , e l peronismo, en cam bio, no era vis to como una fuerza pol t ica

    viable-. Esta manera de ver ampliaba, en los hechos, la posibilidad de ca na-

    lizar a las masas por los partidos, existente s o por crear.

    Esto planteaba sin embargo una pregunta capita l: quin deba adaptarse ,

    las masas peronistas o las formaciones polticas e intelectuales?

    Rozitchner, L.,

    Experiencia prole taria y experiencia burguesa,

    Contorno,

    nm. 7-8, p. 4.

    71 Segn la feliz expresin de Oscar Tern,

    Nuestros arios sesentas,

    Buenos Aires, Pun-

    tosur,

    1991.

    1 2

    ilvia Sigal

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    ilvia Sigal

    LA DISPONIBILIDAD IDEOLGICA

    Recapitulemos. Las c lases populares exhiban su adhesin intac ta a l pero-

    psa lo , desmintiendo lo que era , a l f in de

    -

    entas , l aTOd7ird7Te

    -

    futu-

    ro poltico sin escollos para los inte lectuales y los partidos de clase s med ias;

    desva nec a , por otra par te , la unidad que e l an t iperonismo haba dado a

    laslu7

    ---

    xzasprogresistas. Esta desa"

    --

    regacro

    d-

    eTm

    -

    geneque ro la capaci-

    dad de produc cin de identidad es Polticas que haba tenido el progresismo.

    A h

    .

    ora bien , observar t a l cr i s is y a lgunas de sus m

    nifsi

    -

    cirie

    -s

    no es

    suficiente. La nocin de movilizacin, segn la definiera Karl Deutsch y la

    ut i l izara Gino Germani pa ra ana l izar la a dhesin obrera inic ia l a l peronis-

    mo, permite comprend er, en parte, las modalidade s de solucin a esa crisis.

    Para Deutsch la movilizacin social es e l proceso por el cual se quiebran los

    principales conjuntos de lealtades y

    commitments

    de un grupo social deter-

    minado, de jando una

    disponibilidad

    para la aceptac in de nuevas formas de

    comportamiento " . Se a f irma as la re lac in entre la c r is is de un sis tema de

    ideas o creencias , y una m ayor recep t iv idad a o t ros , nuevos . Mutaciones

    soc iolgicas como ca mbios de residenc ia , de ocupac in, de inserc in, de

    asociaciones

    face to face,

    de instituciones, roles y maneras de actuar, modi-

    f ican las expec ta t ivas , la memoria , la s costumbre y las necesidades