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7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
1/98
ffi
ffi'
w
Ei.
w
#
ffiffiffiffiflna
I
UAN
B.
ffiolltBRA
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
2/98
JUN.8.
COIMBRA
SIRINGA
MEMORIAS
DE
UN COLONIZDOR DEL
BENI
SEGUND
EDICION
LA PAZ
.
BOLIVI
L97
4
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
3/98
Juan
B.
Coimbra
}Jay
que
releer
"SIRINGA'
PoT
FELIX
PINTO
SAUCEDO
"Y
bajbamos
blandamente
ms
por
un
mar
de verdura
que
de agua"
(1)
Quiz
en
las nacientes
del
ro
Magdalena,
quiz
en las nacien.
tes
del
rio
Parun, se
sienta
lo
que percibe
un
beniano
al
leer
estos
versos:
el
cbaruular
cercano,
lo mata
de
patujti
y
la canoa
abriendo
gl
targpe
para que
fluya
el ro
y
los
remos
se hundan en
la
super-
ficie
lquida.
Cuando
en
1954 escrib
la letra
del
Himno
del Colesio
luan
B.
Coimbra
en
la
capital
del Itnez,
dirig
mis
palabras
m"s
aL exal.
tacin
de
la
tierra
itonama
(2).
Es
que
desde
mucho
tiempo
an-
tes,
esto es,
desde que
tuve en
mis manos
un ejemplar
de SIRIN.
GA,
empec acariciando
la
idea de un
da
tentar
la
gran
poesa
be-
niana
dentro del contexto de
la
l.rica
boliviana,
y
tentar incorporar
el
acervo
pctico
beniano,
el
poema
naturalista
que
es SIRINGA
Memorias
de
un
Colonizador
del
Beni,
el
libro
de
la
elva
ama-
'znca.
i
Yo
participo
del criterio
de
que
la
gran poesa
no
es sa
pro-
duccin suelta
lograda
al acaso
de
nuesttas
neurosis
(a
la
madruga-
da,
despus
de algn encuentro deprimente o estimulante).
La
poe-
srmaestra
es la
de
aquel
vate
que
tomando
un
asunto,
divino o
La
orma
versificada
del texto original,
es
una
licencia
del
autor,
Nombre de Ia
tibu indgena
que
sitvi de base
paru
la
fundacin
del
pueblo
de
Magdalena, capital
de
la
provincia
Itnez.
(1)
(2)
d.,
VII
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
4/98
humano,
regional
o universal,
Io
vierte
al
libro
por
un
camino
egregio
de
millares de versos.
Gregorio Reynolds
nos
brind una
obra
ambiiosa
de
este
tipo en
1948,
al cumplirse el
primer
cen-
tenario
de
la
creacin
del
Beni.
Juan
B.
Combra
habla sobre
su vocacin
potica
al
referirse
en el Canto
de
SIRINGA, a
la vida
social
en
Riberalta.
De
Nico-
ls el
nombre
que
adopt
dentro del
poema,
dice:
"
Lo
mismo era
el
trcvador
de las
serenatas
que
el bardo
inspirado
de
las
postales
de natalicio".
Es
fcil
concebir
que
de
su
pluma,
en
1897,
con
L9
afros
de
edad, salieran letrillas,
baladas, acrsticos,
para
las Brunildas,
Lau-
ras o
Eloisas,
en
un
ambiente de
vino, mujeres
y
msica. .
.
Combra escribi
SIRINGA
sin la
preocupacin
del
verso
si-
lbio,
de
la
consonancia
perfecta
o
de la mtrica
implacable.
S'
lo
verdad
y
belleza
juntas
que
son
el
supremo
atributo de
aquello
que
convencionalmente
llamamos
poesa.
"Caminos
perdidos
entre
montes
y
bajos,
camrnos
tan
extensos
que
las_
leguas
eran
marcadas
por
viejos
tajibos
o,
palmeras
solitarias'.
Es
la
distole
potica,
caracterstica
de
JBC.
El
amaba sus
descubrimientos.
Experimentaba
deslumbramiento
y
admiracin
por
las
coss
a
cuya
contemplacin
y
estudio se
consagraba.
Inte-
lectualmente
vivla
la
fiebre
y
la
embriaguez
gue
vivieron los capi-
tanes
de
la
conquista.
Escribi sin
duda muchos
versos. Su
ootica
menuda,
ispersa en
los
peridicos
de
la
regin, an' est
trt, r.r
recopilda.
^
El
mismo
inici
en vida
la
ordenacin
de
su
quehacer
potico
en
un
cuaderno
manuscrito
al
que
puso
el ttulo
de
"Selvticas".
r,
.urn,o
al
indio, su
estro
no va
avor
de
la
lnea
con'
ceptual
de Gabriel
Ren
Moreno. Combra
fue
siempre un
pane-
eiiista
del
pueblo
en
su
raz
esencial,
la
de
esas
muieres
morenas
[auu",
senos
apuntaban
como
dos
pitones", sin
ms
ropa
que
el
"siri
de
sus
Collares",
ni
ms
defensa
que
"su
gesto de
panteras
acosadas
".
Reirindose
a
la
ieyenda
de
las
amazonas,
aquellas
varonas
que
guerreaban
a
caballo,-segn
el
delirio del
capitn
Francisao
de
Orellana.
As
escribi:
'
"Estaban
con
sus hombres
en
el
secreto
de
Ia
alta
noche
y
de
sus
partos,
mataban
a
los
nifios
salvando
slo
las
muieres
a
las
que
temprno
entrenaban
en
la
titnia
luha".
"Al
ternblor de
las
hoias
crearnos
str
siendo
espiados
por
e$tas
henrbras
.,rgullomt
de
trenzados cabellos
en
la
cabeza.
desnudas.
como
mltiples
Godiva.c.
v
siempre cen
un
blanco [rara
su diestra
flecha'?.
Cmbra ampli
el
lenguaje
orriente
on
riquzo
de
bcnirr.
nismos
que
hasta
entonces
nadie
pe
animaba
a
usar,
para
dnr
purr
v
noveCad
a la
figura
potica:
"Tdo
sapir
abri
perezosamente
los oios verdes
como una boy".
Apur
nuestra
sensibilidad:
"Calles anchas
de
casas
bajas
y
sombreadas.
Todo srsiego
por
dentro.
Tctaises
superqndo
l
monte.
Al
soplar
el
viento,
un
lejanc
rumor de-mry'
'.
..
Y
al
pelar
el sol,
un
inquietante
olor afrodisaco".
'iAlL
a
lo
lejos
los
cucrpos
e
alejafuan
de su
materializacin
conYcrtidos
en
alas
abiertas,,.
Irrgrir,iclo
el vrlumen
de
la
fronda
clciincorporada,
t
r';rrrsfr:rrrribits
en ntrbe.
r\lrrrrurrtitir.lrr
por
la melodiosa
atmsfera
clc
toclas
las
le1'es de
la
gravedad.
.
.
"
Estinrr.rl
nuestr
imaginacin:
"
Nos
letuvimos
*la
milsima
vzr
nnte
unil
siringuera
ioven,
de
tronco
liso
y
alto.
i;,;;;;;';;i"'.i
barranco.
,a;*;
un cirio
crepitando
ante l'altar
del
universo',
'',
E,l
accro afilado
;;;;;o-'*
un
cristai,
Llnls
hoiaE
anchas,
en
forma
de mano
lc
brrrrrjaban
Ia
vista.
IX
III
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
5/98
En
el
pulmr.
azor^nte,
bosque
{eqso.y
vitarninoso,
rnezcl-banse
penumbras
de
catedrales
y
resonancias
de
catacumba",
Lejos
de
m
tratar de
enc-asillar
la
pcesa
de' SIRINGA
-
en
tn
"ismo".
Esto
no
tiene cabida.
La^obta
es un
poema subie-
ivo:
depende
del
"yo" lector.
Alejado de
todo
juego
alucinante
de
a
form,
alejado
d
toda
pretensin
literaria,
el libro
sita en
sus
ILII
Cantoi,
el
menudo
afn
humano,
trgico-
por
vec-es
y-
por
reces
grotesco,
de
encuentro
con el
"pthos" de
la
naturaleza
fus'
ica,
Estos
son
los dos extremos
(sujeto
y natutaleza) en
que est
rumada
la
parbola
de
SIRINGA.
Hay
que
releer
SIRINGA.
,
Por
inacabada,
la
obra
encierra
un
excitante
sentido de
mis'
erio.
El libro
no es
apenas
lo que
a
primera
vista
quisier
pensarse:
egistro del
"
arriesgado
cambalache
de
temeridades y
de
miserias
pcr
rn
pu-iado
de
oro",
como
el
propio
Combra
dice.
No
es apenas el
egiitro
de ese
forcejeo de
sudores,
ambiciones
y
crmenes
que
rmontona
aquello
que
rotulamos de
Historia.
'Es
el
hallazgo
de
la
rclleza
de
cda
ia,
por
entre
los abrojos
de
la
vida.
Es
la
tentativa bien lograda
de
presentar
un
equilibrio entre
as decisiones
y
los
xtasis
del ser
elemental
y
las
acciones
y
los
errores
de
los
capitanes
de
empresa.
El libto es
la
apiehensin
y
seleccin de
asuntos
en sucesin
:intica
que
coinciden
con nuestra
preferencia
literaria,
y
deter-
ninan
que
la
aceptacin
de
la obra sea
as
grande y positiva.
Esos
cuadros
y
la
querella
de
los
hombres
que
en ellos
se
nueven,
no valen
por
lo
que
ellos son en
s:
valen'por
la
jerat-
1ua
que
el
ingenio les
dio.
Juan
B.
Combra estimulado
por el
nundo de
cosas
que
descubra,
en
las
que
l
detectaba su inspira-
:in, arrib
sin esfuerzo a la
tesis
de los
valores.
Compuso
la
axio-
oga
del
mur:do
siringuero. Del
mundo
camba,
para usar
un
tr-
nino
ms amplio
y
de
actual
circulacin.
"
Al brillar
la
primera estrella,
h,
;;il;;
,il
;;
;;in'..r.,t.,.
Nada
hay en
los
grandes
ros
ms
sugestivo
que
esta hora:
Hasta
las
gaviotas,
en
nostlgica fuga,
tocando
las
olas
con
las
alas,
parece
que
se
persignaran".
Y
as,
religiosamente,
muy
modestamente,
)'o
he
tenti'-lo colll-
pletar
la
letra
del
himno
al Cclegio
"Juan
B.
Ccmbra"'
Solmente
el
arte
ofrece
la
posibilidad
cle
qtre
nuestrr
norlr-
bre o
nuestra
memoria
no
sea
apagada
por
la
muerte. Trcinta
aflos.despus de
su
paftida,jBC.comienza
a
scr discuticlo;
cs clccir'
comienza a vivir
paru
la
posteridad.
Sepultado
en
suelo
beniano,
quiso
l
pulverizar
sus huesos
en-remolinos
de
fuerza
germinal.
Para
renacer
con
la
yerba,
para
subir-coR
la savia
y
estallar
en el aroma
de
los
rutos.
para
ser
la
salud
y
el bien
de nuestros
hiics,
y
para
filtrar,
por siempre,
con
recndita
ternura.
la
sangre
de
nuestro
pueblo.
LaPaz,1972.
x
XI
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
6/98
rRrNG/r
es el
ro*hc
qu los
loblcdorcs
dc
h
boya
amaztica dat
al
,fubol
del ca*clto.
Darante
medio
siglo este
uocablo
fae
anc
aoz
mgica
que sonaba o
libtas
esteilittas
y saba a
derocbe,
a
fiodno,
a fastuosidad, a
inflaencia
poltica
y
social.
La siringa
doniuba
carozot es
y
cutciencias,
Era
h
imfinilld,
el libertiruie
y
k
ulacia.
Ante
ella
enm*dcclar los
digos
y se
dobhban
hs
autoridtdes,
como
dominadas
fior
*n
soilegio. Er
esc
faranst
de
Boliaia
4ae
ru
d
inperio
de
le
gome
mcenado
en el
caadriht*o
de aq*ellas
gretdes
aeria
llauiales
del
Bmi,
el Madrc de
Dios, el Ane y el Madna,
se ba
dicbo
rs
de
uu
aez
qte
ilo
regia el afiatlo
44,
o sec
el
calibte dc
la carabina
'Vhtcbcstet''.
Pobkciones
ntlerus summetor
trugadcs
io,
h
uonighte
de
h
selua
gumfna.
Prlmno Molos,
desfus
Cbq*itos y Coililleru,
pot
l-
timo
Saa
Ct*z de
h
Sirzra,
Pogdrol
sa tuibato a este
Moloc
merno
que
fao
el
tbol de la
gomc.
Numetosas e
htcesantes
cdraaoflos
de
aam-
tureros awcee
crnzdton el
ancbo
tnritorio
de
Mojos,
runbo
a la
re-
gin
dcl
"oto
ttegro",
m la
qae,
segn
la
conseja
lopuhr,
se
improuisabut
fortaaas
de h
ttocbe
a
le
mtiana
El diano de
los
grandes
poteados
de
la
siringa
cona
a rasdales
pm
las
calles ilc S&ta
Cruz
ile
la Sieno, en
forma
de
anticipos
y hah-
iitaciones,
faru
sustituir
a
los
obr*os desaparccidos.
Las
bardas,
tle
mthica
tn
cesaban de
sonar
en
las
casas
de
erganclx, m
tanto
que,
en
ks cartinas
de
toda
cspecie
se
consuma
la
cerueza y los licores
con
qu.
lat
fastuosos
agentes se
ettregaban
a la
caza
ile
Peones,
la
mayoria
de
1t
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
7/98
los
cuales
no
aolui
a uer el
suelo
natiuo,
Hasta
bace
rtoco
se
lea
atin
efi and de las
casas
ile los
extramuros
de
Santa
Cruz
este
letrero:
"Calle
del
Bmi,
por
donde
se
aa
y
,ro
se
uuelue."
El
xodo
aquL, qae
tanto
preocupara
a
las autoridades
ctucefras,
confrenda
no slo
al
elemmto
trabajador,
sino a toilas las
clases so-
ciales
de
Santa
Cruz:
Abogados,
comerciantes,
agrictltores,
nniaeni-
tarios, todos
corrani
bacia
la
siringa, como atrailos
for
una
fuerua
irresistible.
Muchos
iumes
abandonaran
sus estudios,
decididos
a
ltobar
fortana
en
las
seluas
del
Norceste, conuertidas
en
un
pas
de
leyenda.
Enhe
estos
lthnos
parti
al Beni,
en
1t96,
Juan
B.
Coimbta,
tpmas
obtenido
el
ttulo de
bacbiller.
Coimbra recorri
y
conoci de este
modo
el
pais
de
la
goma.
Eatr
por
Guarayos
a
la
frouincia
de
ltnez,
qae
eflt
como la antesala del
impnio
del
cau.cbo,
e hizo,
en
batelones
a re?ila, la
trauesa
d.e
las
ca-
cbuelas del
Mamor
y
del
Madera,
la
mts grande
de las
ptoezas.
Llegado
a
Nbnalta, la capital
surgida
conto
,t, milagro
del caucbq,
basc
oct.pacin.
l mismo relata
la
escefla.
-aCwl
es su
oficio?
-le
preganta
un industrial.
--Soy
tipografo
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
8/98
consume
eren de
lo
ms calificado
que poda
conocere'
y en
lo
que
a
su persona
se refera,
no
habi quien
llevara lo
que
l usaba
ni
quien
pisara donde
l
pisaba;
era
nico
"-tn
u
propio
con-
ceptr
en
la seleccia
de
las cosas.
Haca
confcccionar
us
traies
de diario
con
telas
que
eacargaba
de
ultramar,
insimos
linos lexi-
bles
y
claros
casimires iagleses.
'Pra
diferenciarse
de
"los
otros",
no
llevaba
el
reloj
con
la
cd"o" de
oro
pendiente
de bolsillo
a
bolsillo,
sobre el
chaleco:
lo
ejustaba en
el ojal
de
la
solapa
y
lo
introduca
en
el bolsillo
izquierdo del
vestn.
En
su mano
derecha,
un regio
topacio
solitario.
Durante
las ceremonias
oficiales
o reli-
giosas
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
9/98
rrnesolaba
al lomo
viscoso
de
los saurios,
cuyos
ojos
sin
prpados
nos miraban
fijos
y
vidriosos. LJn
siniestro
ruido
de
crtalos
les
haca
cortejo..."
Los
peligros
da la selua. .
.
Coimbra
rehta
*w
de tuttas escerr'tt
y
lo
boce
con
el anismo
nico
e*
su
phnnaz
"Fresca
estaba
la
historia
de doa
delaida
Pedreza.
Su
metdo,
don Isidro Flurtado,
dueo
del Tacuaral,
empresdi
viaje
al
cre,
llevando
vveres
en cuetro
monteras.
Y,
como estaba
recin
casado,
.
en'Fluacaraje,
no se
anim
a deitr a
la
mujer
tan sole,,
durante
un tiempo
que
seria
bien-l-rgo..Era
bonita
doa
deaida. un-
qrre
--decan
las
gentes- un
poq{o acopaibada".
camparon
por
una
de esas mrgenes
del Itnez,
lia&s
por
las arboledas
de
tajibos.
Encontraron
varios
"mutunes"
y un "ig"hi",
carne
rica
para
el "pa-
cumuto".
A
la orilla del
uego,
charhfdo
y bostezaodo,
se
queda-
ron
hasta
bien
entrada
la
aoche.
s
qrie --+n
medio
del
sueo a
la
madrugada-
aprovecharon
los brbaros
para
asaltarlos,
lanzando
gritos
tremendos.
Sin
atinr
a
taide-
t-1ni
siquiera
e
tomar
los
ri-
fles -
mozos,
ptronos
y
todos
/ttreron
despavoridos,
empujaron
los batelonesr
/
con
ms
barull
que tiempo,
se
lanzaron ro
aden-
tro.
l
cabo, el
peligro
qued atrs.
Comenzeron
entonce
e
Pre-
guntr por doa
delaida.
;Nadat
La
buena
mujer
haba desapare-
cido.
. , Durante
muchos
aios
todos
estuvieron
seguros
de
que
viva
la
sefrora. Y
ms seguros
todava
de
que,
algn
da, uno
de esos
jefes
de
tribu
aparecera heredando
sus
oios celestes
y
su cera blanca
y
rma...
Coimbra
tiene
su
lxico,
cono
tieme
tanbi,n s*
tcnica
y
s*
rcrica.
"Al
alba
del da
siguiente
Partimos.
Siempre
rio arriba,
pecheando
la
corriente..."
:
"Por
ah
viboreaba
una
senda que
procedia de
Guayaramerin
y
llegaba
a
Riberalta..."
Estirpe
de
grandes outodidactas,
el
autor
/a
Siringa
"o
taao
maestros
ni ambiente
propicio,
igual
que
Gil,
su
biio,
-el
pintor- que
sali
le
la tinru
natal,
sin
escaeh
ri modelosr'a
cqrrer
tnando,
armailo
.de
los
piaceles.
,s
Ete
ano
y otro
fioseer
h
s*frema
esfontaneidad
de
Ja selaa.
16
laan
B.
Coimbta
ba
tmido el
Priailegio
de asistir
al apogn y
al
occso
de
una
poca.
Del
Beni
y
el Noroeste
que
l
conoci
ya
ao
quedt
sfuo el rcmerdo.
Permanece irtacto
el
faisaje,
perc
el
ahna
que
h
di
aila
ba
safrido
una
ftofunda
transformtcin.
Sc
acabo
el mistetio de
la
tierra
gumtna.
Esfamse h
poesla
dc
Baares, donde
Coimbta
encor
todaua
los rcstos
de
h antigua
orga-
aiztcin
de
las
Misiones.
Han umido
a
,rreflos
el espletdor
y
la actiaillad
y
el
eio mcanto de
los
faeblos
itth.omas,
arya
caPital
-Magdaletu
l*,
h
auu
de
la
mts rancia
aristoctacfu
mojea. tJno a
ano
aan des-
rfirrccietdo los lttulalgos
uecinos
que
hbtaron la
prospntulad
de
la
fro-
ukcia..
.
Cor
el ruido
de
las libas estnlinas
y
las carauanas de
in*igrcntes
y
hs ajes o temo
por
hs rcnfiees del Mcnor y
del
Mderu
y
los
nulores
de
los saluajes y hs graades
partidas
de
iu.ego
y hs
fiestas
y
hs
bxracas rurnbosas, se
Petdi
el
mito
de
h
siringa.
Mas,
qaedn
cslc
libro,
qae
es crno h odisea
de aquella
poca.
A
faerza
de sircefidad
y
de rcalismo,
luan
B.
Coimbta,
acaso sht
sosPecbailo,
modestammte, silerciosamtttte,
nos
ba
deiado las
fuglnas
aus
itttcrsas de
h
litnatuta
boliaiana.
FAMN VACA CHVBZ.
It Ptz,
dlcicnbtc 1942.
HOJAT
Y EUOS
DE LA
AIEIXOA
17
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
10/98
De
roo zo
EscRIro
PoR
EL HIMBRE,
AMo
IO
ESCRIIO
coN
sU PRoPI
SNGRE:
ESCRIDB
T
TAMBIN
COJV
SNGRE
Y ?RENDERS
QU8
L
slGRE
Es
EsPRIru'
NrETzscI{,.
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
11/98
PRIMER
PRTE
SUGESflN
DE LA
SELVA
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
12/98
REENGNCTTES
EN
SNT
CRAZ
r,
descubrimiento
de
la
hevea
elstica
o
"hevea
bnsiensis",
que
mejor
sera
llamar
"hevea
boliviana",
heclo
Por
esforzados
ex-
ploradores crucefios
all por
las
regiones
del
rio
yn:.y
:s
"f**
slo fu
realidad
en el
,ltimo tercio
del
siglo
pasedo.
Llegedo
el
aio
60
la
industria
extractiva
de
este
producto
ye se
precticaba
en
confines.
Los hombres
haban
locizzdo
ya
definitiveocnte
lo
que
durante
le
conquista,
fu
la
fascinacia
de
la
aveotura
castellana:
la Tierra
del
Grri
Mo*o
o
del Gran
Paytiti.
Pero
las riquezas
de
"oro
y
pedrerie"
ao
se
vean
en forma
precisamente
minerel'
'
'
El heo
de haberse
organizado
loe
primeros
centro
de
trabajo
en
los
ros
Beni,
Madre
de
Dios,
Orton
y
cu
rePcctivos
afluentes'
tuvo
profuoda
repercusin
eo
tdes
les
poblacioace
del
pas, ePecialmente
1",
*rg*.,
del
rio Madera
por
colonies
de brasileos
y
bolivienos
ell
ertable"id"s,
pues
la
p'reciosa
resine
se
habe
colocado
Proto
a
la- cr-
beza
de
los
mejores
artculos
de
exportacin
alcanzando
halagadoras
cotizaciones
en los
mercados
de mrica
del Nortc
y dc ultramar'
Este
trabajq
di
por
consecuencia
un
progresivo
comercio
estimulando
la
poblacin
d.
.r*
tierras
cubiertas
rcr
itrmesos
bosques
milenerios
y
nutridas
por
le
linfa de
loa
grandes rios
amaznicoo'
Los
mirajes
que
surgreron
de
estas
perspectivas,
revelaron
la
necesidrd
y la importaoci"
de
todes
aquellas
accioaes
creadoras
de
fuentes
de
ri-
qro:a
y
rePresentativ",
de
L
soberena
nacional
eo
los
ms
remoto
{
23
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
13/98
en
sent cruz,
cuyos
hijos
haban
coronado
las
hazaas
ms
loables.
cuantos
cruceos
retornaban
del
Norte,
de
las
selvas
---er
ntisuyo
para
loe Incas-
todos
eran portado:es
de
la
buena
nueva,
encareciendo
Ia
urgencia
de
elemento
humano,
cuyo
concurso
era necesario
para
el xito
de
la naciente
iadustria.
Estos
hombres
referan
las
maravillas
qu
haban
visro
en
aquellas
regiones
de
riqueza incalculable,
aparejando sus
relatos
"o' l"
"irio
itolgica
de
sufrimientos
y
trabajos
que
conronraba
el viaje
a la
siringa,
por largos
recorridos
a
rravs
de caminos
en
que
no
se
hallabe
un alrna
cristiana;
pmpas
infrnitas
y
bosques
infestados
de
tribus
salva-
jes
enemigas
de los
civilizados
y pronras
ai
asalto
por
traicin,
heHaban
de
las
panreras
y
los
cocodrilos,
animales
feroces
y
porentes;
hablabaa
de
las
vboras y
de
toda suerte
de
alimafias
venenoss
que
forman
Ia
fauna tropical,
aparte
de enjambres
de
insectos
trasmisores
de
enfer-
medades
repugnnres
y
mortales.
sc
pintaba
Ia imponencia
de los
ros
de
brava
corriente
y
oleajes
formidables
en
cuyo
mbito
desaparecan
las
frgiles
embarceciones;
o
bien,
el
misterio
de los
arroyos
-*ola*,
en
donde
acechaban
enormes
caimanes
o
pururabr
rt
sican,
serpientc
que
se
engulla los
animales
despus
de
triturades
los
huesos
po,
",a'"o-
ulacin.
se
descubra
el poder
mortal
de
ras
raycs,
que
hieren
con
flecha
ponzoiosa,
y
de
millares
de otros
bichos
mortificanres,
reares,
aunque
las
ms
de
las
veces
creados
por
la
fntasa,
esa
fantasa
que
seoreaba
entre
las
pocas
ideas
de
la
enorme
masa
ignorante
d.
"rrtoo-
es-.
ffash
la
falta
de
alimento.era
mentada
como
un
castigo.
pues
todavia
no
se
acepreba
como
buenos,
ciertos
comestibres
descoaocidoc,
como los
huevos
de tortuga
(tracay),
las plantas
acuticas,
algunas
races
o
tubrculos,
una
de
ellas,
la
yuca,
de
donde
proveni"
d
Jt.o_
cante
y
nutritivo
chiv.
Como
est
visro,
con
respecto
al
Antisuyo
nada
haba
^u^n,^do
l
criterio
que
de
l
se tena
en
los tiempos
de
Guamn
poma
de
Ayale.
Y
no
es
de extraiarse.
Medio
siglo
atrs,
en
Ias
gentes crucefies,
sencinas
y
crdulas,
todos
los
recelos
florecan
y
se
daba
pbulo
"
iodo,
Io,
fantasmas.
Especialmenre
al fantasma
del
"monte",
del fondo
del cuar,
como rodeado
de siniestra
aureola,
vena surgiendo
el
mito
pnico
de
la
Siringa.
t;.
,v:--r*-
24
El
antiguo
barriq
de
Srn
Roque,
en
Srnte
Cruz'
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
14/98
lencia
y
con aire de manirrotos,
propiciaban
interminables
convites
y
estines,
accionando muy sueltos
para
hacer
tintinear
en los
puos
lrr
esterlinas
de
sus tibies.
Despus,
hartos
ya
de
francachelas, se
dabrn
a
la contratacin
de
trabajadores,
con
los cuales
deban
incrementar
cl
desarrollo
de
la industria gomera.
Estos
personajes traan,
en
realidad, abundante
oro,
de aquel buen
oro del
Banco de Londres. su
influjo,
surgieron
los
reenganches
de
peonada;
primero
en forma franca;
pero ms tarde,
cuando entrron
en accin los especuladores, viciada
y
claadestinar
yr
por
ltimo, en
pleno
imperio
de
la mala
fe
que
lo
suma
todo
en uno
como comercio
de negrera,
con
la
intervencin
de funcionarios armados que
imponian
el cumplimiento
de
las
leyes
creadas
a raz precisamente
de tan
cspcci.l
situacin.
LANZAS
Y GUITA]IRS
r.
pueblo
crucefio,
alegre
y
crisriano,
hecho
a Ia
molicie,
de
pronto
se
encontr
abocado
a
un
problema
que
puso
a prueba
,r.r
a.*_
peramenro.
Era
la
encrucijada
de
la
vida
y
de
i"
muerre.
Una.
gran mayoa,
aenada
al
terruo
y
a
Ia tradicin, no
encontr
entonce
causa
ni
poder
suficienres
para
cambiar
ea vide
regarada
y
colorida,
por
aquella
otra
que
significaba
pegro
y
coraje.
Saata
Cruz
de
la
Sierra,
ciudad
undada
po"
lo,
ms
temerarios
conqstadores,
alimentados
de
carne
como
los
-pastores
de si"",
rvro_
rena,
fu
un
pueblo
de lanzas
y
arcabuces,
un
pueblo
guerrero
,
**
qstador'
El transcurso
de rres
,y
medio sigros
de pazi
re
hizo
vor"".
Ios
ojos
a
la
tierra,
tornndolo
ajricultor.
i
"li*.it.do
y"
d.
f*t"r,
se
coavirti
en pueblo
nocturno,
en
el
pueblo
de
las
guitarr",
y
d.
1",
coplas,
Pero lanzas
y guitarras,
siempre
han
podido
enrrar
en
el
mismo
cuadro.
Fombres dotados
de
coraje
y
penetracin,
y
sobre
todo, de
ambi_
ciones:
hombres
en
cuys
venas
si
se
haba
doimido,
"o
p.raia
;"_a,
su
impulso
Ia
sangre
celtibera,
reaccionaron
como
era
d"
erper.".
y
estimulados
por
los
nuevos
ricos,
por
esos
gomeros
que
andaban
con
la
fbula
a
flor
de
labio
y
su fama
1i.o
gro""d"
de
..iombres,,,
se
apres_
,taron
lo
mejor
posible
para
marcha,
**bo
a
lo
desconocido.
-Los
contratistas
paseaban
por el
pueblo
su
arrogante
esrampa.
Gruesa
cadena
de
oro
les
cruzaba
el
chaleco
floreado
y
^rro.
lardeando
opu-
26
?7
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
15/98
IOS
CONQUISLz{I)OR/,S
I
NoaNoo
los
meses
y al ejemplo
de
algunos
expedicionarios
a
quie-
la
nes
acompafi
Ia
suerte,
la gente
moza
se conrraraba
resuelta-
L
Imente,
LJnos, calculando
reE,lizar
a
corto
plazo
una
ortuna
que
les
permitiera
volver a
comprrirla con los
suyos,
en
medio de las
co-
modidades
y
del
placer burgus.
Orros,
en la
simple
confiania
de s
mismos,
crean
llegada
la oportunidad
para
probarse.
Los
ms,
llevados
casi
instintivmente
de
lo
misterioso
y
romntico
de
la
fbula.
si,
en cada
pelotn
se
destacaban
no
pocos
muchachos
encandilados
con el
espiritu
de la
poca
creyndose
conquisradores
de
"El
Dorado-Fantas-
ma" como
Ia
llam
a esas
tierras
el
padre
Constantino
Bayle.
Los
hombres
se echaban
a, gozar
por
anticipado,
derrochando
en
msica,
bebida
y
mujeres
-sin
pensar
en lo que pudiera
ysri1_
lsds
el
dinero
que
reciban
de sus
contratantes
como
anticipo.
Las
esposas
o las
novias
se
encargaban
de la
buena
alforja.
No
decimos
ras mJr.r,
que
ninguna
madre
del mundo manda
a sus
hijos
a
una
de
estas em_
presas
tan
arriesgadas
como
la
misma
guerra.
No
hay
para
qu
detenerse
en
patentizar
el
desenvolvimiento
de los
recnganches
que
por
los mtodos
raudulentos
e ignominiosos
que
em_
plearon
algunos
agenrs,
llegaron
a
la
ms
tenebrosa
cerebridad.
se re-
clutaba
hasta
entre
los prvulos
y
se robaba
los
sirvientes.
pero
esto
no
era
lo
malo,
sino
la forma
violenta
y arenratoria
con que
despus
se
proceda
a conducirlos.
y
no
queremos
describir
tales
cuadros,
pues
comprendemos
que
semejantes
enmenos
sociales
se
han
repetido
.i-_
28
{zuELA,
{
\
F
t
rt
c
t
3ln
llctBt
DOLtVtAll0
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
16/98
pre,
donde
quiera
que habindose
descubierto
riquezas
extraordinarias,
ee haya
requerido
imperiosamente
el
aporte
del
btazo humano
para
su
explotacin.
Cabe
hacer
constar
que
-como
lo
veremos
despus-
este
moi_
miento
convergente
a la
regin gomera,
interes
tambin
a
muchos
paceos
que
pronto
rompieron
lanzas
poniendo
en alto su
espritu
valeroso,
con
ms
fortuna
que
los
emisarios
del
Inca. Transpusieion
la
sierra
escarpada,
vencieron
las
terribles
quebradas
de
los
ios,
hasta
llegar
a
la
tierra
deseada.
y
tambin
-
c.rando
er
auge
de
la
siringa
fu
pregonado
dentro
y
f.aera
del'pas-,
concurrieron
al
Beni
sabios
y
eventureros
oriundos
de
otros
pueblos
del
mundo.
MAURO
T\or
vas
se
hallaban
habilimdas
para
viajar
de
Santa
Cruz hacia
L
el Beni.
La
ms recuentada
tomaba
rumbo
al
Norte pasando
I
-
por
la
poblacin
de
Portachuelo
(capital
de
la
provincia
del
Sara),
el
cantn
Palometas
y
varios establecimientos
agropecuarios
im-
portantes,
hasta
dar
con
Cuatro Ojos,
puerto
oicial en
el ro
pira,
en
un
recorrido
de
treinta
leguas.
ll
empezaba
la
navegacin
que,
en
ciertas
esraciones
del
ario,
dependa
de las crecientes
de
dicho
ro,
tal
como
ocurre
en
todas
las
precipitadas
corrientes
que
no
se
detienen
hasta
estar encauzadas
en
las
grandes
cuencas
fluviales.
Las
embarcaciones,
impulsadas
a remo, navegaban
dos
o
tres
das
para
llegar al ro
Grande
o
Guapay,
y
orros tanros
hasra
Ia confluen-
cia del
mismo
con el
Chapare,
desde
donde
surge
imponente
el
ro
Mamor,
uyas agu.s tumultuosas
cantan
un salmo
de
vida, haciendo
lorecer estanciis
industriales,
pequefios
rancheros
y poblaciones.
Quiz
sta
u
la
ruta
seguida
por
los
remoros
intenros
de
con-
quista inca,
como por
las
empresas
de espaoles
que
se
alistaron
en
Charcas,
desde
139 hasta
l20
(Pedro
de Candia,
pedro
de
nzures,
Gmez
de
Tordoya,
Juan
Nieto, Lujn
lvarez
Maldonado,
enue
los
pocos que
recordamos).
La
otra
rute se orientaba
al
Noroeste,
por
el
camino
que
conduce
a
las poblaciones
de
Chiquitos,
misma rura que
desde
el
siglo
XVI,
vino
tragndose
vidrs
no
solamente
de crucefios
sino
de
mercenarios
cortra-
10
3t
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
17/98
tados
en
Lima,
Potos
o
Buenos Aires.
Recurdesc
al
Gobernador
Surez
de Figueroa
(1180),
a
Torres Palomino
(lr9t)
y
sobre
rodo,
recur-
dese
aquella
aciaga
expedicin
del
Gob,ernador
don
Juan
de
Mendozr,
cuya
gente
amotinada
cay
bajo
el
fusilamiento
o
pereci
en la
fugr,
a
Ia desbandada.
Por
Chiquitos
entr Aguilera,
cuando Mojos
ya
eri
una
Gober-
nacin.
f,rv
enero
de
1896,
se
alistaron
en
Srntr
Cruz
de
Ia Sierra,
tres
em-
IJ
p..t.t de conquista
conducidas
por
patrones
felizmente ya cxperi-
mentados,
patrones que
gozaban
de
confianza
por
el
buen
trato
que
dr-
ban a su
personal.
Comandaba
una
de estts
empresas
el
Dr.
Feliciano
n-
telo,
abogado
que llevaba
el
propsito
de
ejercer
su
profesin
en los
distritos
judiciales
recin
establecidos,
q
la vez
que realizar negocios
ayu-
dado
por
la
gente de su
dependencia.
La
orra, don
Ramiro
Jusriniano,
es-
tudiante de Medicina,
distinguido
por
su capacidad
intelectual
y
apre-
ciado
por
sus cualidades de
nobleza
y
generosidad.
La
rercera,
orro
joven,
don
Jos
Iurtado
Justiniano,
que, como
los
anteriores,
er
un espritu
inquieto
y
emprendedor;
haba
renunciado
a
los
libros
y
aprendizajes
de oro
gnero,
enrolndose
en las
primeras
expediciones
que
respon-
dieron
al descubrimiento
de
la
hevea.
compaaba
a este
ltimo
su
hermano
Maurp, de
2l
aios, tallu-
do, de
espesas
cejas
negres
y
una
temprana
voz
grave.
Carcter
impul-
sivo.
Testarudo
y
temerario.
Bueno para
los
puos.
Sus
compafieros
requeran de su sociedad,
pare gozer
de
su
buen humor
al par que
por Ia
secreta
admiracin
que
despertaba
su uerza siempre
al servicio
-
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
18/98
-Pasaba
rechinando
por
nuesrre
puerr
quc
mi
mrd*
crrnbr
todr
azoreda.
unas
banderolas
rojas
sealaban
las
numcronr
crltr
blc.
tadas por
la
peste.
su
sensibilidad
esruvo
as
ejercitada
desde
tempreno.
En
lor
ruh.
siguientes
afios
de la
viruela,
oy las quejas
de los
vecinor
conridrrlndo
Ias
calamidades
que
los
afliga.
Esa gente
estaba
ciertr
de
qur
atrn
sil.
tigos
del
Cielo
por
los
vicios
y
la
corrupin
reinrntc.
sc
rpoyrbt
en que
el
padre
Cabot,
un
ranciscano
vagabundo,
heba
parado
prt
diciendo
mayores
desgracias,
para
ro
que
eortaba
el
rrrcpurtimliato
y
la
irmeza
de la fe.
como todas
estas cosas
de
tono
fabuloso
se
presteben
r rrr pullrr,
Mauro
que
quera
entraablemente
al
mucha"ho
y
.a
,eorrbr
r
u
Iado para
orle, siempre
sacaba
era
por
l
gritando:
-iSosiguense
ustedes,
carajo
lNo
hacen pizca
de
graciat
ICOLS
CUTI,R
a*rntN
vena
con nosotros
un
adolescente
de
diecisis
afios
que
se
incorpor
a
nuestre
cuadrilla de
puro
mosquetero.
Era
un
pecoz.
Haba ya
vencido
la instruccin
secundaria
pero
viva
sin
consejos
ni
orientacin
saludables.
se
llamaba
Nicols Cuflar.
e
Ias
dos
puertas,
sobre
la
misma
cuadra
de
nuestra
csa
en Ia
calle
Velazco
del
barrio
de
San
Roque,
vivia
su amilia.
Nico,
como
se
le
deca,
no
conoci
a
su
padre
de
cuya lejana
as-
cendencia
hidalga
tena referencias
y
documentos
que
le
haca saber
su
abuela,
une
vereran
dada
a
las lecturas
y
a
los
f"peles.
Su
madre,
brava
criolla
garrida
y
valiente,
con
slo
su
trabajo
habia
sostenido
su educacin
y
la
de
sus
hermanos.
cuando
Nico estaba
en
tren
de
hablar,
nos revelaba
sus
impresiones
de
infancia.
Recordaba
difusa-
mente
-y
slo tena
tres
afios
de
edad-
cmo
sus familiares
lo
sacaban
por
las
madrugadas
para
enseiarle
el
cometa,
visible
a esa
hora,
en
Ios
primeros
meses
de 1882.
-Yo
no poda
abrir
los
ojos.
pero
cuando
me
pregunraban
si
Io
haba
yisto,
contestaba
que
s,
a
fin
de
que
me
volvieran
e la
cam.
Tambin conservaba
el
recuerdo
de
angustia
colectiva
que
produjo
la
epidemia
de
viruela.
Llna carreta,
con
aires
de
"carreta
d.i
otro
-r.-
do",
precedida
de
gritos
que lanzaban
los camilleros
previniendo
a las
gentes,
recorra
las
calles trnsportando
enfermos
al
lazareto
y cadveres
al
cementerio.
34
r:iri
As
tres
caravanas
citadas,
tomaron
la
ruta
de Chiquitos.
l-t La
primera
impresin
fuerte
que
recibimos
los
viajeros,
fu la
quc
nos
caus
el
ro
Grande,
a
quince
leguas
de
la
ciudad,
que
por
estrr
dc
avenida
con las
torrenciales
lluvias,
ostentaba
una anchura
mnime
dc
media
legua.
Pareca
una
gigantesca
lombriz
viscosa
que
se
moviese
pot
la
llanura.
su
corriente,
entre
malvones
y
atronedoras
oles,
arrasttrba
r
lo
largo
de
su recorrido,
una tupicin
de rboles
arrancadog
de
cuejo.
semejante
especrculo,
apavoraba
el
oimo an
de los
individuos
con
l
familiarizados.
Nosorros
-genre
bisoa
y rimorat-
no
podamos
imaginar
Ie
or-
ma
de
cmo
habramos
de
pasar
sin
peligro
de
nuesrra
vida
tan
cstupcndo
obstculo.
Pero
ahi
esraban
los
vaderos,
domadores
del
vrtice
bravo.
Ellos,
asistidos
por sus
hercleas
fuerzas
y
confiados
en
su
habilidrd
para'nadar
horas
y
an
das
enteros,
.rop.r"roo
a
trensportar
de
orillr
a
otilla,
personas, animales
y
catg
,
imperturbabl.,
y
*g,rror,
entrc
cl
bufar
de las
bestias
y
el desasosiego
de
los
viajeros.
Nos encomendbrmor
a todos
los
santos,
tocndonos
el pecho
para
,,er
si
tenamos
aun
lor
"detenres"
y las
medallas
benditas
de las
despedidas.
y
permanecirmor
mudos,
con
ambas
manos
romadas
del
duro
borde
de
las'pelotas,
Estas
"pelotas"
eran
cajas
de
cuero
vecuno
dispuesas
de
tal
euerte,
que
hacan
las
veces de
chalana,
sostenidas
por livianoo
troncoc
utilizr-
dos como
flotadores.
Afuera
de
cada
pelota,
en
medio
del ro,
nrdando
,t
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
19/98
con
una
mano
y
asidos
con
la
otra, precavidos,
vigilantes,
remaban
los
vaderos.
Parecan
vikingos
hacindose
a
la
mar. Bien
ceido
el cinro
que
agarcaba
el machete
cruzado
por
detrs
de
los
rif,ones,
peleando
con las
olas y
la
empalizada,
ganaban
la
orilla
opuesra
despus
de haber
bajado
con
la corriente
varios tornos
desde
el
punto
de
partida.
Los puertos
de
llegada,
por
eso, siemi,re
quedaban
muy
distantes.
Pero benfica reaccin produjo
en
nuesrro
espiritu
est
primera x-
periencia.
dmiramos
la
valenta
de aquellos
hombres
y
nos
convenci-
mos,
una
vez
ms,
del
poder
de la
voluntad.
otras
quince
leguas
a
travs
del bosque
cada
vez
ms crecido,
for-
maban
el
resro
del camino.
Prevenidos
contra los
salvejes
cuyas
huellas
se
descubrian
de
ranto
en renro,
llevbamos
los
rifles
bala
en
boca.
eue
Ios brbaros,
si
vencen,
no
es
por
el
poder
venenoso
de
sus flechas
ni
por Ia
rapidez
de
sus
ataques,
sino
porque
jams
muestran
care,
seguros
de
la eficacia
de
la traicin.
Los
salvajes
que poblaban
esta
zone (Sirionoses,
yanaguas
y
Cha-
pacuras)
constituan
agrupaciones
primitivas,
tribus
nmadas
de
vi-
da vagabunde
cuya
nica
preocupacin
era
la
de
srtisfacer
por
cual-
quier
medio
su
subsistencia, buscndose
arriba
y
ebajo
los
elementos
de
su
nutricin.
Por
eso
ern
peligrosos.
cuando
llegaba
pare
ellos la
estacin
de los
peces,
infestaban
la
orilla
de
los
ros
poblando
las
um-
bras
de
espinas
de pescado
y esqueletos
de
caimn.
gotado
esre
recurso,
dirigan las
lechas
hacia
los
animales
del monte
o
la cacera
de
aves,
que
abundaban
en
tales
o
cuales
sitios.
Luego
gustaban
de
nurrirse
de
rutas
y
enronces
se
trasladaban
a la regin
de ros
rboles
frutales.
por
cste
imperativo,
tales
brbaros
llevaban
una
vida errnre.
No cultivaban
la
tierra como
los
mojos.
Eran
belicosos
y sanguinarios.
l atardecer
de
un
da
caluroso,
los caravaneros
nos
mostrron,
orillas del ro
san
Miguel,
Ia
barraca
de san
Julin.
cuando
llegamos
al
puerto,
ya
la noche
haba
cado; pero
el dia,
an
pareca
temblar
all
cn los confines
de
la
pampa.
.
.
RATA
sorpresa
caus
a los
virjeros
Ia
vista
del
puerto
baudzrdo
,
con
el
nombre
de
San
Julin,
no sabemos
si
por
el Condc
do
^y -
Andalucia
que
pele
contre
el
Rey Rodrigo,
o
por
cl
rmto
obispo
de
cuenca.
En
la
margen
derecha
der io,
hinado,
ie dectrcrbr
CR
ABELAS
la
casa
de
hacienda,
perteneciente
entonces
al
Dr.
Guillermo
velrrco.
.
Para
vincular
los
pueblos
de
la
provincia
velasco
con ros
dc Nufro
de
Chvez
y
las
Misiones
de
Guarayos,
haba
desde
esre puerto
un
crmi-
tto
terresrre,
muho
ms
socorrido
que
el
que
acabbamos
de
dcjtr.
Los
viajeros
nos
senramos
ferices
de
ra travesa.
Nos
igurirmor
haber
llegado
al
trmino
de nuesrra
peregrinacin
y
sin
exftrimcnc*
myores
cambios;
es decir,
no vislumbrbamos
siquier"
,emotamontc
lor
brutales_
trabajos
que
nos
esperaban.
Coincidiendo
con
nosotror,
ttogr*
los
batelones
tripulados
uertemente
por
nefitos
guerayor.
_
I-a
sola
contemplacin
de
esas
cscaras
de
nuez,
cn
que
nuno.
no
habriamos
atrevido
a
embarcarnos
y
que
tenan
quc
soportlr
e
mr
dd
equipaje,
el
crecido
nmero
de
los
viajeros,
produjo
en
nucstro
orpiritu
el.pavor
de
lo
ignoto.
vino
a
nuesrre
imaginacin
rr.csccnl
dcl
rdict
all
en
Santa
Cruz,
cuando
nuestras
madres
con
su
ilanto,
nor
drbm
la
medida
del
sacrificio
que
hacan;
los
unos
quc prrtan
y
ror
otrur
que
quedaban
en
espera.
-
.
Sin
embargo,
igual
quc
cn
crr dolorom
dtq.
pedida,
serenados
los
espritus
tras
el primer
p.ro,
,ortrnidor
por
h
r
en
Dios
que
da
cmpo
a
la
esperanz
a,
cl
corazn
se
roreg,
mciclrndo
r
los
temores,
un
imperceptible
escozor
de
curiocidrd.
,6
,l
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
20/98
En
el fondo
del
rio, las
barcazas
tiraban de
sus
amaras guebrando
el
reflejo
del
cielo.
Los
indios
preparaban
sobre ellas
anchos
cemerorlt
de palla.
Pero
no
todos
estaban resignados.
No
todos
miraban
la corriente
dcl
ro San
Miguel
con
los ojos
redondos
de quien
mira Io
inexorable,
do
quien
asiste
a
la hora
del
destino.
Haba
pechos
d'entro
de los
cuales,
lr
opresin se les
suba
a la
garga;ntl.
y
les
manaba
por
los ojos,
renegabrn
del
atolondramiento
que haba primado
en
su resolucin.
por
volver al
Iado
de
los suyos,
all en
la dulce
casona
familiar, hubieran
querido
que
se
operase un milagro.
Tal
vez
por
esras
reacciones
inacallables
en
el
hombre,
fu que
loc
petrones
cambiaron
de conducta
con la
peonada,
distinguiendo
y
lla-
mando cerc
de
s
a los
ms
resueltos
y
acabando
la amiganza
que hastr
entonces haba
reinado
entre
nosotros.
IJna
mafiana de
color
muy malva,
la
Naturaleza
se despert
como
intocada.
Las cosas
del orbe presentaban
la
virginidad
de
los recin
na-
cidos. .
.
Nos
sentimos
como
empequef,ecidos
e inocenres.
.
.
Tras
dc
hincar
los
remos,
el
gua
comenz
a rebullir.
. .
Nuestros caicaroneg
eran
carabelas
sin
mstiles
ni lona.
Al
fin,
partimos.
. .
Partimos como
los
argonauts
tras el vellocino.
"Trar
de Lincar los
remol,
cl agur
corncnz
r rcbullir.,."
,9
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
21/98
EL
RO
SN MI6T/EI.
s el de
ms largo
curso
cn h
hidrogrrfir nncion.rl
y prrr.r,le
dccirsc
que
es
la
arreria
ms
substrncial
del
suelo
holivirno.
N.rcr. en
el
Departamento
de Chuquisirc.,
recorre lr
Provinciir
de
Cordillcn
en
el
Deparrmento
de santa
cruz
insumindose
cn lor
lrcnrles
de
lzozog.
De
all
reaprece
con
el
nombre
de
pr.pcti
y rumbo
al Norte.
ofrece
su
linfa
a
muchos
pueblos
llaneros,
cxtendindosc
cntre
los
pr.-
lelos
que
abarca
la planicie
oriental
hrsta
llegrr
rl
lrgo
dc concepcin,
en chiquiros.
vuelve
a
form*se
y
sale
dc rtli
con
el
nombre
dc
srn
Miguel y
ms
tarde
con el
de
Sen
Julin,
y,
finalmentc, sirviendo
los
intereses
de las
Misiones
de Guarryos,
cl dc
srn
prblq
confundiendo
sus
agus
con el
gran
lago
de.san
Luis
o
ltonrmru.
Ro histrico.
Brind su
corricnre
r
los
colonizrdorcs
erprf,olcc.
Di
recurso
a los
guerilleros
de
la Indepcndencie.
prcocnci
les
luches de
los
indomables
chiriguanos
(sirions
y
orroe
trupo)
contn lr
dominacin
de
los
blancos.
Y por
ltimo,
hr
pocos
rfioo,
se
tii
con lr sangre
de los
defensores
del
Chaco.
La
ruta
que
emprendimos
era
de
reciente
practicabilidad.
Dos
ros
entes'
en
1894,
haba
sido
explorade
y
utilizade
por
cl
Dr.
velasc.-cl
propietario
de
San
Julin-
e quien
siguieron
otroe
bucrneros
dc
tr
selva, que
hallaban
estmulo
en
el
ejcmplo
de
los
padres
conversorer
dc
las reducciones
gurnyas
que
quedaban
ms dentro.
Crbcceaban
loo
rboles sobre
las
mrgencs
del
ro
Su
pocr
lnchun,
trrjo
confianza
a
los
novicios.
Las
cuabeles
bejabrn
blandrmcnrc.
mfu
40
por
un
mar
de
verdura
que de
agua. La
corficnto
x monbl
ttllillr
Pero
de pronto
vinieron
las sorpresas del
rnncchl.
Y
r lor pocol
dlrll
la
sorpresa
de
las cachuelas.
Cuatro
grandes pedrones
sordos
y
enhietos, rcprcmbrn
h
OOffhatl
dejando
slo
espacios
breves por entre
sus redondrr
crbot. Dr
ul
selto violento,
el agua
se
converta
en
polvo que cubr
m arpht
a
confundirse
con
las
nubes. Haba
un bullicio
engordccodor y
atnor
como de antros
rotos
y
pjaros
siniestros.
El
sol
-e
intct?rlor-
an
hincaba
sus
doradas
espinas castigndo
nuestros
nervios
tcntot.
Pero
no hubo
desmayos.
Gobernados
a gritos
por
los
sudorosos
pilotgs, encostrmot
con
mo.
vimiento
rpido,
y maniobrando
con
uns
sogas desde tierm,
hicirnot
pasar
las
bateleras con
ielativa
facilidad. En
todos
los rostror lcnacl
lt
ilegra.
Y
los
nuevos
cuatro
s1h9s
-u69s
ms fieros
quc
otrto,-
que
embarazaban
al
viajero,
/
no requirieron
de
tanto cuidaCo
psn rl
superedos.
Pero en cada
uno
los
baqueaaos,
entre bocanadar
dc
humo
y
salivazos,
tornaban
a
comentr Io
"begatelas"
que
eran
teles
corrcatlolr
comparados
con
las grandes y
temibles
cachuelas
del
Mamor.
Por
la
encorvada espalda
de.los
guarayos,
caa
a
chorros
el
mdor
que
iba
a reunirse en los rifiones.
Accionaban
los renos
con
sus
ltlticoa
msculos
y
slo
dejaban
de
hacerlo
un
instante pera espenter
elgn
tbano
o simplemente
para
ensalivar
las
manos.
Empleamos
ocho
das
en el
treyecto
de Sen
Julin
e
Srn
Prblo,
hallndonos
ya
en
la
jurisdiccin
de
las
Misiones. Por
este ltimo
pucblo
crucefio, que
impone su
nombre
al rio San
Miguel
segua ctmino dc
tierra
que conduca
a
los pueblos
mojefios
del Mamor,
frecuentrdo
en
tiempo
seco
-de
junio
a diciembre
-por
numerosos
comcriantcs
trct.
catadores de
ganado para
Santa
Cruz.
San Pablo,
por
esos,dias, se
hdlrbr
en
el
proceso
de su organiztcin.
Los
padres
franciscanos,
Domnico
-i361i11s,
como su nombrc
lo
anticipe-
Volfgang,
austraco, y
otros ms, tenan
a
su
carg
el
go.
bierno
de
pequeos centro
de aborgenes diseminados
sr
la
zonr. Gozr-
ban
del
respeto
y
el
recuerdo agradecido
de
todos
los
viaieros,
por
cl
socorro
que
tributaban con
diligencia sin
medida
a
quien
guierr
quc r
aventurar
por ten
recnditos parajes.
Por
esos
tiempos estabr
en
todo
su
vigor la
hidalga costumbre de hospedar
al
peregrino,
propdcionn
dole todo
lo
mejor
que
pudiera
tenerse
para
rehacer
su
cuerpo
/
con-
fortar
su
espritu,
y
los franciscenos eren err verdad
un
brazo
dcl
Srnto
Pobrecito de ss.
,01
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
22/98
IOS
BRBROS
N semana
esruyimos
en
Ia
Misin
de
San
pablo.
AI
cabo,
arreando
alforjas,
capachos
nuevamente
r"pl.to,
y
calafateadas
ya
las
barcazas
harro
resenridas
po,
.l
,rJ,
Lrr"r_o,
nuestros
puestos
en Ios
batelones.
y
de
,r,r.rro
.rrrr
cielo
y
;r"r.
E;;;:
;;',
orilla,.
cada
vez
ms
poblados
de
ronos
y
gucamayos.
Cierta
,tarde
baja
y
nulosa,
a
don
frpaiAn
Ortiz,
piloto
de
nues-
ta naye,
Ie
vino
la
idea
de
que
,o
"o.rpo-
rr.cesitaba
"lg
.rti_rlr"r..
Lo
senta
"quebreo,,.
De entre
el
aptejo
d,e
cargas,
sac
una
botella
de
,^o y
rransparenre
resacado,
^
"iy"
ou
uir..
todos
sintieron
q;
;,
Ies
haba
secado
la
gargante...
y
soplaba
un
vientecillo
delgado
que
escarrnenaba
Ia
copa
de
los
rboles.
l
ritmo
de
los
remos
fu.
circulando
el
jutnecbi.
Los
mozos
lirnpia-
ban
con
Ia
mano
el
pico
de
la
botella
y
"hr.rp.b.o
.ro
ar.go,
,u-gt'h
costumbre'
Pronro,
en
bu,iciosa
aregii,
desbord
er
ninio
de
ia
tri
pulacrotL
Lleg
Ia
noche
-
Elegida
la
pascana
par4
pernoctar,
encallados
los
batelones,
encen-
didos-Ios
uegos
y
atadas
las
hamacas,'alguien
_como
tena
que
ser_
sac
la guitama.
su
conjuro
se allegarJn
b
caja
y
las
mandolinas.
y
cohenz
una
media
jaraua
que
dur
hasta
muy adentro
d
Ia
madru-
gada.
Fu la
primera
noche
de
disipacin
de
nuestros
hombres,
que
harro
Ia
necesitaban
pare
amodorrar
rrr"lo,
lo,
cuerpos
tan
castigados
por
Ia
intemperie.
42
7.,,
Jopa
Cnrmaa$=o
Los
Chorls
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
23/98
Ia
mafiana
siguiente
y
al
alba,
como
es cosrumbre,
y por
entn
una
baja
neblina
que
suba
der
roco,
cadr
cual
tom
su
embarcacin
llevando
e
cuesres
su
bolsa,
crsi
sin
,i._po
para
saborear
en
paz
el
pocillo
de
ca
que
nos
alcanzaban
las
muyeres.
-ilistos
-grit
el
iefe
desde
el tin:on.
Dos
peones
metidos
en
el
agua
empujaron
el
barcln
a la
corriente,
y
prontq
a favor
del
viento,
"r,o"i_*'ro
abajo.
Dejamos
.i-*oo."
on
su
olor
a
brea
y
a pescado
frito.
No
habamos bajado
ni
uo
torno
y
en
ec
vea
cl humillo
dc
nucs_
tro
campamento,
cuando
una
[uvir
dc
flcchac
comenz
a rasger
el
aire.
-ilos
choris
;Los
choris.
. .
El
piloto
y
los
rerneros
eran
el
blanco.
Nos
sunch
Mauro:
-1gchense
En
su
expresin,
nosorros
vimos
el
peligro.
Tratemos
de
refugiarnos,
pero
"o_o'
i
fondo
.de
Ia
embarcacia
estaba
ran
lleno
y
el
atolondrlmi.rrro
o,.
-t"r,
gr"odu,
slo
el
instinto
nos
gui
en
medio
del
pnico
a
replegarnos
dellado
opr.rro
"
i"r-ff._
chazos.
La
embarcacin
se
inclina
i.i"i
_oao
que
esruvo
a
punto
de
zozobrar.
.
.
La
gritera
de
los
viajerci*-se mezclaba
ar .,jrpapeo,,
ensordecedor
de
Ios
salvajes.
Nos
pareca
que
los
brbaros,-mientras
unos
estiraban
sus
arcos,
otros
tocaban
tambores
y
se
lenzeban
a
nado
sobre
nosotros.
..
r.ra.
colmo
de
males,
-no
se
vea
el
encmigo
y
el
viento,
meciendo
loc
rboles'
muldplicaba
Ia
impresin
.sis."i'."ao
faatsticameoru
"i
p.-
ligro.
Los
del
bateln
trasero,
dando
grandes
voces
pedan
auxilio
a
los
compaeros
que
-por
mejor
tripurados-
nos
llevaban
Ia
derantera.
Pero
sus
jefes
no nos
hacan
"r-,-
p,r.,
_como
en
Ia vieja
fbula_
a
costa
de
tanto
simurar
estos
asartos
con
argazaras
emeiantes,
habamos
perdido
el
crdiso.
*
n..:
una
de
las
tripulaciones
di
media
vuelta
y
rres
de
ella,
la otra.
Repartian riros
por
el
aire. Las
rnujeres
.r,
.l
""*.rote,
dban chillidos
desconcerranres.
El
viejo
Ortiz
orden
aodo
,.*o
para
salir
de
la
zona
dc.
peligro
y
por
fin,
torcida
la
punra
del
torno
y
tras
de
avistado
un
sitio
propicio,
encostamos
para
reprar
ros
desperfectos.
Meuro
sec
dos
flechas
del
tabin
del
leme
y
.o *g.ri",
a los
lloros
lastimeros
de
Asunra
Languidey
y una
sirvienra,
todos
abrimos
,"mafios
los
ojos:
otra
flecha,
a..rp.rrrro
el
camarore,
haba
herido
con
milagro_
44
.
ptcisir
I h
drvicnto
en h nriz
y
r h
otm
cn
el
odo,
dojrndo
I
rmbas
ct
modio
dr
un temblor entrccortrdo.
Leoncio
Sog
comcnz
a
lrvu
I
ru mujcr recogindole la cangrc
a
F**
u
tuturne.
El rsto
de
le rnozndlr
pulotomdo
con descnfrdo, ec
dodic
rcthycr
srcrs,
cdrfltear los
rgujeror,
rjurtrr lrr guarcr
y
lucgo, r
brlrse le crm
y
los
brezos
sudoroldt.
-El"y
lo
quc
sacs
vtls por mercrt
I fitor.
.
,
-lVos
hombre, que
hrs
uado la
guituml
Unos a
otrolr
se
recriminrban.
Y en los
comcttrriog, ao
fdt
quicn
le
adjudicrm serenidrd
y
vrlor, y
un,
guien airmera
haber
virto r
lol
sdvajes
por
la orilla,
saltando
entre los
pajares.
Lo cierto
es
que,
hrt0l
los que pelaron
las
armas,
lo hicieron
a
la
buena
de
Dios, sin
punter.i
como
se hacen
lrs
cosas
cuando
s est atufado.
Curtro
dlrc dccpur,
Lconcio qucd
viudo.
4'
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
24/98
SUR Y
CHILCHI
UANDo
entramos
en rierras
vecinas
a
la
jurisdiccin
del Beni,
co-
menzaron
a
menudear
los
encuentros
con pequeas
canoas
que
pasaban
arribando. Otras
que haban
salido de San
Julin
des-
pus
de nosorros,
nos
dieron
alcance
y nos
pasaron.
Eran ras
amoss
"co-
misiones"
o "propios",
Ios
chasquis
del
agua
que
empleaban,
ya
sean las
autoridades
para
comunicarse
con los
lejanos
pueblos de
abajo
o
ya ros
estancieros
ptra
ir
a
las predios
vecinos.
l
divisarnos
desde
el
exrremo
del
torno,
tocaban
-y
nosotros
tambin-
una
trompe
de
cuerno
y
enarbolaban
una
banderola
hecha
de cualquier
camisa. Era
la
consigna.
En una
de
estas
canoas
fu
reconocido
un seffor
serrate,
vecino
de
Mag-
dalena,
y
don
Francisco
Landivar
que,
segn
se
dijo, era
el
nuevo
sub-
prefecto
del
(nez.
Por
cuenta
de los
naveganres
y
con
la
colaboracin
de algunos
cen-
tros
ms prximos,
se
efectuaba
la
limpieza
de
los
ros, cortando
los
puentes
de
los
brbaros
y canalizando
los
camalores
y
las
empalizadas
rcumulados
por
la
corriente.
l
entrar
en
el
lago
de
San
Luis,
el
ro
se haca
dificil.
para
aho-
rrar
tiempo
se
haba
hecho
por terreno
bajo,
una
zanja,
que lo ligaba
sin
mayores
vuelras
con
el
lago.
con este
auxilio y
mediante un
corte
practicado
en
la parte
ms angosta
de
este
ltimo,
en
medio
de
un
yomomal
extraordinario,
se salvaba
en seis
horas
-si
haba
.tiempo
pro-
picio--
lo
que
de
otro
modo
se hacia
en
una
semana.
Este lago
es
tan
grande
como
el
Rogoaguado.
,16
Sobre
el
yomomo del
San Luis,
como
jams
volvimos
e
Yer
cn
otras
partes bajas
y
cenegoss
de
la regin,
se
habia formado
por
acumulr'
cin
del
fofadal,
un denso
pelmazo
que
se afirmaba
en
un trama
dc
nces acuticas.
Habia verdaderas
islas
lotantes en cuya
pequefrr
ve'
getacin se
albergaba toda
especie de piaros
salvajes.
Solo
altaba
seres
humanos
pera
precerse
a
las
playas
de
totora
de
los Urus
eE
el
Titicaca.
nsiosos
de contemplar
la
parte
limpia
del lago en tod
su
vastedad,
entrmos
en
l
durante la
maiana
de
un
da
sofocante,
despus
de
sor-
teai
los
ribazos de
la zrnja.
Por entre
el
latui
algunos
troncos
toma-
ban
la
forma
y
el
color
de
los
reptiles
y
estaban
ah,
como adormila-
dos.
. . Tocados
con
,ruestras
yers,
se
hundan
removiendo le
lama del
fondo
para
volver
a flote
poco
ms
all.
En el
cielo
se atropellaban uns
aubes redondas,
mecidas
Por
ua
soplo ligero
y alto.
Un
olor denso
proveniente
de
la disgregacin
de toda
clase
de des-
pojos
vegetales,
inundaba
el
ambiente caliginoso
y
hmedo.
Tbanos,
hormigas
coloradas,
bejucos,
races
de isip,
tejan ea el
aire
y
en el
.gua
un arabesco
desesperante...
Ni
siquiera
se
poda
beber
ese
l-
quido bullente
y
viscoso.
Pronto
se nubl por
completo
el
cielo
y
el viento
parci
resuelto a
soplar
seriamente. Salimos una
enseada. Sobre
las aguas
bajaron
nu-
barrones
grises y
blancos que se
perseguan,
y
toda
la
superficie empez
moverse
en una forma
amenazete. ..
nocheci.
El pilago agitado acentu
un
rumor
de
tromba.
Impelidos
por
fu-
rioso
vendaval,
empezaron a moverse
velozmente
los
islotes
en urr
espectculo
grandioso
y complejo de
ceguera csmica.
.
.
Luces
y
rui-
dos.
.
.
Por
momento rreciaba el
retumbo del
chubasco, alarmndonos
el
fuerte
y
seguido
gotear
por
dentro
de
los
toldos.
Resbalando
por los
cueros
y
iltrndose en los
batelones, el
agua
henchia
la
madera
y la
estoPa.
Los relmpagos
tornaban a encorvrnos
por'la
verza, sobre
el
bam-
boleante
bateln
a
la
deriva.
.
.
Todo
eterredos,
oamos
cmo
las olas
golpeaban
los
tablones
con
sus manoplas,
parecindonos
que
las
islas
con
nuestres
barcazas, eran el centro
de
un
gigantesco
torbellino...
Pjaros
atoreros
con
graznidos
lejanos y lgubres, comenzeror su so-
netr
malta.
. .
Sobre
aquel
ocano-fantasma,
ausentes
de
todo
paisaje,
yrcmos
como
agobiados
por
algo
oscuro
y terrible
que
se
cernia
en
47
7/21/2019 Siringa: Memorias de un colonizador del Beni (Edicin de 1974), de Juan B. Coimbra.
25/98
nuesrrs
vidas...
iE:
.
urazo.en
plenot
;El
azote
gue
aplasta
y
que
disgrega
las
eelvas
su
paso.
.
.
t
Vimos
gue
los
guarayos
tenan
el
coraje,
ertimndo
Ia
cabeza,
d
irar
el
firmamento
con
aires
de
estrcrcros
iu
b,
tio*pus
de Garileo.
.
,
Ia
luz
de
los
rermpago,
tornaoraba
cr
lomo
viscoso
de
loc saurior,
uyos
ojos
sin
prpados,,nos
mireban
fij";
;
vidriosog.,.
Un siniesrro
uido
de
crtalos
les
haca
cortejo.
.
.
'
t
La
tempestad haba.deshecho en
poco tiempo,
cl rngosto
paoo
rbier_
to