4
Sobran viviendas y personas sin ellas La vivienda; elemento esencial para el asentamiento en la vida, y la aspiración de todos en cierto momento de la misma. Esto quiere decir que todos los hombres y mujeres manejan esa inclinación por conseguir esa base, además de asumir riesgos y obligaciones; por ello, en tiempos favorables, de emergencia de empleo y de crecimiento económico del que todos son parte, la mayoría se plantea esta necesidad esencial para sus vidas. Necesidad que no desaparece pero que deja de ser tratada de la manera correcta por y para la sociedad. ¿Pero en qué punto se rompió esta coherencia entre necesidad y solución? Ocurre que en los últimos años, se perdió la importancia de la ideología. Las ideologías terminan mal, ya no sirven(Jorge Mario Bergoglio, 2015) Las ideologías piensan por la sociedad en lugar de dejarla pensar. Hace siglos, los hombres que construían una catedral, tenían una idea del futuro para el que creían construirla. Hoy en día, nosotros ya no tenemos ese fin común. Hemos empezado a vivir en tiempos de urbanización masiva, en donde el enfoque pasó de la necesidad, al beneficio económico propio de los más grandes. Esto inicia con el sobre aprovechamiento de la estabilidad económica, en donde los bancos y sus créditos son abundantes para entrar en una economía expansiva. Por consiguiente, el país se ve aptopara recibir cuantiosos fondos que hicieron posibles grandes volúmenes de obra civil, y una gran expansión constructiva. Es ahí cuando las entidades financieras, que notan sus ganancias muy reducidas, buscan aumentar su cantidad de operaciones. Con este fin, logra influenciar en las sociedades tasadoras, para elevar el valor del suelo y la edificación; lo cual, les permitirá elevar los créditos otorgados y aumentar sus cifras de negocio. Hasta aquí, para el aspirante a dueño de su sueño, nada de esto es perceptible, es así que la demanda aumenta en cantidades desmesuradas, por lo tanto, la oferta inmobiliaria, lo hace de la misma manera. A nivel urbano, la demanda, sumada al crecimiento demográfico que se manifestó como el más veloz de los tiempos, en el siglo pasado, hizo que la urbe pase a tomar parte de lo no establecido. La oferta se encontraba en un descomunal incremento. Los

Sobran Viviendas y Personas Sin Ellas

Embed Size (px)

Citation preview

Sobran viviendas y personas sin ellas

La vivienda; elemento esencial para el asentamiento en la vida, y la aspiración

de todos en cierto momento de la misma. Esto quiere decir que todos los

hombres y mujeres manejan esa inclinación por conseguir esa base, además de

asumir riesgos y obligaciones; por ello, en tiempos favorables, de emergencia de

empleo y de crecimiento económico del que todos son parte, la mayoría se

plantea esta necesidad esencial para sus vidas. Necesidad que no desaparece

pero que deja de ser tratada de la manera correcta por y para la sociedad.

¿Pero en qué punto se rompió esta coherencia entre necesidad y solución?

Ocurre que en los últimos años, se perdió la importancia de la ideología. “Las

ideologías terminan mal, ya no sirven” (Jorge Mario Bergoglio, 2015) Las

ideologías piensan por la sociedad en lugar de dejarla pensar. Hace siglos, los

hombres que construían una catedral, tenían una idea del futuro para el que

creían construirla. Hoy en día, nosotros ya no tenemos ese fin común. Hemos

empezado a vivir en tiempos de urbanización masiva, en donde el enfoque pasó

de la necesidad, al beneficio económico propio de los más grandes.

Esto inicia con el sobre aprovechamiento de la estabilidad económica, en donde

los bancos y sus créditos son abundantes para entrar en una economía

expansiva. Por consiguiente, el país se ve “apto” para recibir cuantiosos fondos

que hicieron posibles grandes volúmenes de obra civil, y una gran expansión

constructiva. Es ahí cuando las entidades financieras, que notan sus ganancias

muy reducidas, buscan aumentar su cantidad de operaciones. Con este fin, logra

influenciar en las sociedades tasadoras, para elevar el valor del suelo y la

edificación; lo cual, les permitirá elevar los créditos otorgados y aumentar sus

cifras de negocio.

Hasta aquí, para el aspirante a dueño de su sueño, nada de esto es perceptible,

es así que la demanda aumenta en cantidades desmesuradas, por lo tanto, la

oferta inmobiliaria, lo hace de la misma manera. A nivel urbano, la demanda,

sumada al crecimiento demográfico que se manifestó como el más veloz de los

tiempos, en el siglo pasado, hizo que la urbe pase a tomar parte de lo no

establecido. La oferta se encontraba en un descomunal incremento. Los

espacios rurales quedan cada vez más reducidos por la expansión constructiva.

Dicho crecimiento constructivo, va acompañado del crecimiento de los precios,

pero siguen siendo adquiridos ahora con fines de inversión, por los “más ricos”.

De pronto, se da la escasez del suelo disponible, esto por falta de planificación

urbana, por lo mismo, los valores del suelo siguen elevándose, y ahora incluso

más que antes. La sobrepoblación alcanzada en este tiempo, genera grandes

problemas sociales, de entre los más fuertes, el desempleo y la remuneración

injusta por el trabajo. Es aquí cuando el dueño del sueño, despierta.

Las entidades financieras no cesan en cobrar lo que siempre les fue suyo y le

mostraron como propio al poblador. Pero al ser parte de la sociedad que enfrenta

los problemas sociales que trajo la sobrepoblación, se originan deudas difíciles

de resolver, haciendo que estas entidades, obtengan su pago, a través del

inmobiliario. Todo vuelve al punto de partida. Las construcciones vuelven a ser

de quién las hizo, y el poblador perdió lo que soñaba. La única diferencia es que,

en esta instancia, el poblador, además de perder su “objetivo vital”, perdió

también lo que había alcanzado obtener hasta antes de llegar al objetivo. El

poblador ya no tiene nada.

Y así hemos llegado, desde la inconsciencia y la avaricia de unos pocos miles

de individuos en el mundo y la falta de regulación del sistema bancario, a la crisis

del sistema bancario mundial y el temor a un regreso muy severo y duradero en

la economía real. Y como único fin, el obtener dinero, naturalmente.

En el siglo actual, existe una sobreabundancia de inmobiliarios y de masas de

suelo a las que no se les vaticina ningún destino favorable; mientras que el deseo

de adquirir un inmobiliario, ha caído completamente. La construcción masiva

cesó, pero nos trajo consigo la dispersión de la mancha urbana, pues el

crecimiento escapó de la planificación urbana que no estaba prevista para este

tipo de situaciones, y a su vez, la mayoría de la población que había crecido de

manera desmesurada hasta ese tiempo, se ha quedado a la deriva. Sobran

viviendas y también miles de personas sin ellas.

Hoy en día, se evidencia una desaceleración del crecimiento demográfico,

alcanzando el porcentaje de crecimiento urbano natural (2%), porcentaje que nos

ubicaría en un nuevo ciclo de transición urbana, lo cual, nos permitiría enfocarnos

en resolver los demás problemas sociales tan grandes como son, la inequidad,

el subdesarrollo y la insostenibilidad. Pero esto sólo se daría si se logra resolver

lo expuesto. Mientras no se absorban los excedentes, la promoción de “nueva”

construcción no parece muy prudente. En todo caso, se necesitaría un enfoque

en la puesta en valor pertinente de la inmobiliaria adquirida por las entidades

financieras, relacionada no sólo al apoyo a la masiva comunidad en desamparo,

evidentemente con los beneficios pertinentes para ambos casos; sino también a

la mejora de la calidad de vida de la sociedad, en cuanto a espacios de armonía

e integración social.

Esto, no es garantía de que se pueda mantener en desarrollo, o de que los

beneficios se extiendan de manera equitativa. Si bien es cierto, los cambios son

posibles, pero se necesita una profunda reflexión sobre los modelos de

crecimiento urbano dados hasta ahora. Sin un análisis pertinente al desarrollo

social, existe un gran riesgo de mantener los demonios del pasado, ya que los

desafíos que persisten, son de grandes proporciones.

Referencia Bibliográfica:

Gaspar Ariño Ortiz, “La crisis inmobiliaria” (Madrid: Tenerife, 2008)

Fernando Gaja Díaz, “Urbanismo ecológico, sueño o pesadilla” (España:

Catalunya, 2008)