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LO RURAL. UN CAMPO INACABADO THE RURAL AREA: AN UNFINISHED “FIELD” Nelly del Carmen Suárez Restrepo 1 e Isaías Tobasura Acuña Recibido: Abril 30 de 2008; Aceptado: Noviembre 12 de 2008. Resumen. El surgimiento de nuevas lecturas de la realidad social rural latinoamericana, e incluso europea, y los efectos de las políticas internacionales sobre qué producir, cuánto, cómo y dónde, han puesto en la agenda académica el debate entorno al significado y contenido de lo rural y del desarrollo rural. En el centro de esta controversia está la superación o ruptura entre lo rural y lo agrario, dos términos otrora considerados como sinónimos. Trascender esta dicotomía reduccionista abre la posibilidad de repensar los caminos y las estrategias mediante las cuales las sociedades en general, en sus esfuerzos por autoproducirse crean condiciones de vida, proveen recursos necesarios y pertinentes y movilizan las capacidades y las libertades de los pobladores rurales. Este documento recoge los elementos más sobresalientes de la investigación “Repensando lo rural y el desarrollo rural” en la que se hizo una revisión de literatura sobre el tema y se buscó, mediante entrevistas semiestructuradas 3 , la participación de funcionarios institucionales, representantes gremiales y académicos. En términos generales se pretendía identificar los significados y los contenidos que se atribuyen a lo rural y al desarrollo rural. El texto se organiza en tres partes: En la primera parte, Reiteración o resignificación, se analizan los posibles avances y permanencias en los significados y contenidos de lo rural y del desarrollo rural. En la segunda, denominada Elementos constitutivos del desarrollo rural, se hace referencia a las dimensiones, los indicadores y los actores identificados mediante la información obtenida. En la tercera parte, se establece una relación entre el discurso y las prácticas de desarrollo en Colombia y sus implicaciones en el diseño de políticas públicas. Finalmente se concluye que el desarrollo rural ha tenido como trasfondo una orientación modernizadora de la sociedad rural en general y del sector agrario en particular. Palabras claves: Rural, desarrollo rural, sociedades rurales, agricultura, ruralidad, modelos de desarrollo. El vocablo rural se origina en “ruralis”, voz latina derivada de “rus”, “ruris” que significa campo. Desde esta perspectiva etimológica, rural comparte el mismo objeto que el vocablo agrario, el cual procede

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LO RURAL. UN CAMPO INACABADO

THE RURAL AREA: AN UNFINISHED “FIELD”

 Nelly del Carmen Suárez Restrepo1 e Isaías Tobasura Acuña

 Recibido: Abril 30 de 2008; Aceptado: Noviembre 12 de 2008.

Resumen. El surgimiento de nuevas lecturas de la realidad social rural latinoamericana, e incluso europea, y los efectos de las políticas internacionales sobre qué producir, cuánto, cómo y dónde, han puesto en la agenda académica el debate entorno al significado y contenido de lo rural y del desarrollo rural. En el centro de esta controversia está la superación o ruptura entre lo rural y lo agrario, dos términos otrora considerados como sinónimos. Trascender esta dicotomía reduccionista abre la posibilidad de repensar los caminos y las estrategias mediante las cuales las sociedades en general, en sus esfuerzos por autoproducirse crean condiciones de vida, proveen recursos necesarios y pertinentes y movilizan las capacidades y las libertades de los pobladores rurales. Este documento recoge los elementos más sobresalientes de la investigación “Repensando lo rural y el desarrollo rural” en la que se hizo una revisión de literatura sobre el tema y se buscó, mediante entrevistas semiestructuradas3, la participación de funcionarios institucionales, representantes gremiales y académicos. En términos generales se pretendía identificar los significados y los contenidos que se atribuyen a lo rural y al desarrollo rural. El texto se organiza en tres partes: En la primera parte, Reiteración o resignificación, se analizan los posibles avances y permanencias en los significados y contenidos de lo rural y del desarrollo rural. En la segunda, denominada Elementos constitutivos del desarrollo rural, se hace referencia a las dimensiones, los indicadores y los actores identificados mediante la información obtenida. En la tercera parte, se establece una relación entre el discurso y las prácticas de desarrollo en Colombia y sus implicaciones en el diseño de políticas públicas. Finalmente se concluye que el desarrollo rural ha tenido como trasfondo una orientación modernizadora de la sociedad rural en general y del sector agrario en particular.

Palabras claves: Rural, desarrollo rural, sociedades rurales, agricultura, ruralidad, modelos de desarrollo.

El vocablo rural se origina en “ruralis”, voz latina derivada de “rus”, “ruris” que significa campo. Desde esta perspectiva etimológica, rural comparte el mismo objeto que el vocablo agrario, el cual procede igualmente de una voz latina, “agrarius”, derivada de “ager”, “agri”, que se refiere a campo. El significado de lo agrario se ha construido especialmente alrededor de la tierra como suelo cultivable para el cuidado de plantas y la cría de animales y ha girado entorno a la actividad económica

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productiva. Con el avance de las sociedades, su significado se ha articulado a una diversidad de actividades cuyo alcance va mucho más allá de lo relacionado con la agricultura y la ganadería. Ahora incluye: silvicultura, pesca, turismo, servicios ambientales, artesanías, comercio, prestación de servicios, minería.

El vocablo rural, por su parte, ha estado más referido al ser humano y a su medio, a sus múltiples relaciones y al conjunto de sus actividades, es decir, ha tenido una connotación más socio-antropológica que productivista, la cual implica considerar aspectos relacionados también con la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social, la dotación de servicios básicos, el patrimonio cultural, las redes sociales y el ejercicio de la ciudadanía.

A pesar de esta evidente diferenciación entre los vocablos rural y agrario, ambos son tratados como sinónimos en los imaginarios, los discursos y las prácticas de quienes se ocupan de estos asuntos. Esta confusión ha contribuido, junto con el paradigma dominante de desarrollo, a que las políticas y las acciones de desarrollo se hayan sesgado hacia lo agrario (económico-productivo), lo cual ha limitado la comprensión de un desarrollo integral e incluyente, en términos de movilizar las capacidades y las libertades de los habitantes rurales y de asumir y promover un comportamiento ecológico en el que predominen unas relaciones armónicas y equilibradas con la naturaleza.

Particularmente, en América Latina los conceptos acerca de lo rural y del desarrollo rural han sido poco reflexionados y trabajados. De hecho, en la actualidad el desarrollo rural ha venido perdiendo importancia y pertinencia en las agendas de los organismos multilaterales y de los centros académicos. La presión para insertar a los productores en los mercados internacionales y en la dinámica globalizadora, ha llevado a que la preocupación se centre casi exclusivamente en buscar mecanismos y generar innovaciones que permitan aumentar la competitividad de los productores y la eficiencia de los sistemas productivos. Según Salgado (2004) “la revisión de la literatura académica sobre desarrollo rural deja al menos dos sorpresas. Primera, la academia colombiana ha producido poco en este ámbito. Segunda, la mayor parte de quienes se han ocupado del tema reducen el desarrollo rural a la integración del campesinado a la agricultura moderna, como si pensaran que a la estrategia de crecimiento económico en el campo sólo le hace falta la participación campesina para definir el desarrollo.

La anterior generalización no implica desconocer los esfuerzos y el compromiso académico científico de algunos Centros de Educación Superior del país. Es el caso de: la Pontificia Universidad Javeriana con la producción y difusión de conocimiento y la formación de profesionales en el nivel de postgrado sobre desarrollo rural y de la Universidad Nacional de Colombia, que durante los años 2005 y 2006 publicó seis ensayos que hacen parte del proyecto “Prospectiva del desarrollo rural y agrario para la paz en Colombia”.

En términos históricos, el desarrollo rural se vuelve objeto de discusión y análisis a finales de los años sesenta del siglo XX. Los criterios que en esos años se utilizaron para su definición y aplicación en el diseño de políticas públicas y elaboración de proyectos de desarrollo aún continúan predominando en los imaginarios de quienes diseñan y ejecutan las políticas respectivas y en las discusiones de los académicos. De estos criterios sobresalen el demográfico (número de habitantes), la producción agraria como única actividad económica y la infraestructura material y social (vías de acceso, servicios básicos, etc.). Dicha concepciones se sustentan en la predominancia

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de un discurso modernizador hegemónico que privilegia una sociedad urbanizada, industrializada y organizada empresarialmente, donde el valor que orienta las prácticas políticas y las acciones de desarrollo es el económico.

Los cambios propuestos frente a estas concepciones han tenido que ver con las presiones que el modelo neoliberal y las políticas de ajuste estructural iniciadas en los años setenta del siglo pasado, han ejercido sobre las lecturas y las prácticas que en las agendas pública y académica se han suscitado en los últimos años en torno a un espacio socio-histórico que tiene una doble connotación: en primer lugar, un espacio físico diferenciado, en cuya construcción intervienen las formas de ocupación del territorio y las formas de dominación social y de uso de los recursos naturales, y en segundo lugar, como un espacio de vida, donde se construye historia, cultura y estilos de vida.

El reconocimiento de estos cambios y de sus implicaciones en el devenir de las sociedades rurales, condujo a realizar un estudio cuyo objetivo central era identificar los conceptos de lo rural y del desarrollo rural que tienen algunas instancias institucionales, gremiales y académicas, con el fin de recabar información que permitiera responder los siguientes interrogantes: ¿Cuál es la concepción de lo rural y del Desarrollo Rural que están orientando las políticas y los programas institucionales en el país? ¿Quiénes son los actores sociales involucrados en este proceso? ¿Cuáles son las dimensiones y los indicadores del desarrollo rural?

La información se obtuvo mediante revisión documental y entrevistas semiestructuradas a personajes claves en el manejo de asuntos relacionados con el desarrollo rural. Esta información se clasificó, categorizó y analizó siguiendo criterios elaborados a partir de los objetivos planteados.

En las entrevistas participaron funcionarios de diferentes instituciones gubernamentales y no gubernamentales, que intervienen en el sector rural del país y en particular de departamento de Caldas, con quienes se indagó la forma como perciben o entienden el desarrollo, las dimensiones que abarca dicho concepto y los indicadores utilizados para medir o evaluar los programas o proyectos concernientes al desarrollo rural.

Reiteración o resignificación. A partir de la década de los cuarenta, los debates sobre el desarrollo se han centrado en los procesos mediante los cuales los estados lograrían modernizar las sociedades, es decir, conducirlas desde un estadio (agrario) premoderno, atrasado, hacia otro moderno y avanzado (industrial y urbano). En este sentido, el objeto de análisis y de debate, más que lo rural, ha sido el desarrollo rural.

A lo rural, sinónimo de atrasado, tradicional, autárquico, se le antepone el desarrollo, entendido como lo moderno, lo racional, lo abierto. A partir de ese momento se delimitan dos contextos de vida diferenciados entre sí y excluyentes: la sociedad urbana y la sociedad rural. El objetivo del desarrollo es urbanizar la sociedad. La organización y la racionalidad giran entorno a las actividades productivas: agraria e industrial, respectivamente.

Dentro de este modelo de sociedad el valor que impera es el económico y la actividad por excelencia es la industrial y la organización productiva gira entorno a la empresa. En esta perspectiva, lo rural queda subsumido en lo agrario y éste, a su vez, a industrializarse. Pese a este ideal, en la vida práctica de los seres humanos, las sociedades son una totalidad histórica en la que convergen diversos espacios,

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territorios, prácticas productivas y formas de vida.

En las indagaciones realizadas, los discursos y las prácticas construidos alrededor de lo rural y el desarrollo rural, siguen teniendo a esta forma industrializada y urbanizada de organización social como trasfondo, pese a los esfuerzos por incorporar valores más pluralistas y democráticos, a través de nuevas visiones y prácticas.

De lo rural. Los cambios que se han propuesto frente a su concepción han tenido que ver con las presiones que las políticas de ajuste estructural iniciadas en los años ochentas del siglo pasado, han ejercido sobre las lecturas y las prácticas en este espacio socio-histórico. En la revisión de literatura sobre la que se centró el estudio, se identificaron siete maneras de concebir lo rural: territorial, dualista, monista, nueva ruralidad, simbólica, continum y demográfica. En la actualidad, dichas maneras coexisten creando la necesidad de definir unos criterios mínimos que permitan poner de acuerdo a todos los actores comprometidos con lo rural.

Las maneras encontradas se plantean así:

Territorial. Lo rural se define en términos de las dinámicas territoriales, es mucho más que lo agrícola (Kay, 2005). Las dimensiones que lo constituyen son la espacial, la productiva y la sociodemográfica. Quienes han optado por esta acepción identifican los siguientes indicadores: Ingresos rurales: agrícolas y no agrícolas, Competitividad, Sostenibilidad, Diversidad de actividades, Integración de áreas rurales y urbanas, Participación de hombres y de mujeres en las actividades productivas.

El Secretario de Agricultura y Medio Ambiente del departamento de Caldas, reconoce que aunque no hay claridad en la concepción institucional de lo rural, ésta incluye: un espacio geográfico (las veredas), una población definida (las familias), unas actividades económicas (los procesos productivos). Todos estos elementos son tenidos en cuenta por la Secretaría, a la hora de identificar necesidades y potencialidades que soportan la realización de proyectos productivos o de conservación en las zonas rurales. Subyace a esta concepción un concepto de agricultura ampliada, la cual incluye, además de la producción agrícola y pecuaria, la piscicultura, la forestería, la producción de agua, el agroturismo, las artesanías, entre otras. En la definición de lo rural juega un papel fundamental la vocación de las regiones y las vías de acceso. Además, de la consideración de que lo rural se refiere a toda esa zona que está fuera de lo urbano, es decir, a todo el perímetro geográfico que delimita a un sector productivo o improductivo, que tiene relación directa con el medio ambiente, la fauna y la naturaleza.

Dualista. Lo rural se entiende como lo atrasado, lo tradicional, lo premoderno, en oposición a lo moderno (Lewis, 1958, Bejarano, 1998). Las dimensiones son: la Científico-Tecnológica y el Crecimiento económico. Los indicadores privilegiados en esta concepción son: la incorporación de tecnologías (Insumos, maquinarias, semillas y animales mejorados), los recursos dedicados a la investigación y el PIB agrícola.

Para el Director Regional de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria, lo rural es un sector habitado por personas que viven en condiciones de miseria y desigualdad en la distribución de la riqueza y la tenencia de la tierra. En este sentido, en el país lo rural estaría conformado por 550.000 familias cafeteras, de las cuales 90 % posee fincas de menos de 5 ha. Esta manera de concebir lo rural promueve políticas

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orientadas al desarrollo campesino como sector rural atrasado.

Monista. Lo rural es una categoría del mismo orden que la de lo urbano. Es un territorio que incorpora lo productivo agrario, lo cultural, lo social. Es la territorialización de los espacios sociales dedicados a la producción agrícola (Bejarano 1998). Las dimensiones son: la productiva, el crecimiento, el cambio y el progreso social y cultural. Los indicadores están representados por la productividad, el ingreso, las características sociodemográficas, la infraestructura social (escuelas, puestos de salud, recreación, organizaciones y redes).

Nueva ruralidad. Describe un conjunto de actividades y características que se están dando en el espacio rural (Gómez, 2002; Pérez, 2004; Pérez, 2001; Llambi, 2004; Ramos y Romero, 1993; Ceña, 1993; Echeverri Perico, 2006; citados por Kay (2005), entre éstas:

La agricultura, como fuente de ingreso de las unidades domésticas, ha declinado (Pérez 2004) y está siendo reestructurada.

Es un espacio donde surgen unidades agrícolas alternativas denominadas de pluriactividad.

Hay una revalorización de la vida y la cultura rurales La cuestión agraria pierde vigencia y se diversifica La precarización del empleo rural La orientación de la producción agropecuaria está determinada por los

mercados La articulación de los productores a complejos agroindustriales La continuas migraciones (campo–ciudad, campo-campo, ciudad–campo y

transfronterizas) La creciente importancia de los complejos agroindustriales comandados por

corporaciones trasnacionales o trasnacionalizadas. La oferta y cuidado de los recursos naturales, los espacios para el descanso y la

recreación.

Pérez (2004) presenta una síntesis de esta concepción de lo rural en los siguientes términos: conjunto de regiones o territorios en los que la población desarrolla diversas actividades, como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, lo servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de los recursos naturales y el turismo entre otros. En estas regiones hay asentamientos que se relacionan entre sí y con el exterior, e interactúan una serie de instituciones, públicas y privadas. En este sentido, lo rural trasciende lo agropecuario, y establece nexos fuertes de intercambio con lo urbano, para la provisión no solo de alimentos sino también de gran cantidad de bienes y servicios.

De acuerdo con esta concepción, los componentes básicos del medio rural son:

Territorio que funciona como fuente de recursos naturales y materias primas, receptor de residuos y soporte de actividades económicas.

Población que, con base en un cierto modelo cultural, practica actividades muy diversas de producción, consumo y relación social, formando un entramado socioeconómico complejo.

Asentamientos que se relacionan entre sí y con el exterior mediante el intercambio de personas, mercancías e información, a través de canales de relación.

Instituciones públicas y privadas que vertebran y articulan el funcionamiento

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del sistema, operando dentro de un marco jurídico determinado.

Los indicadores identificados son: Fuentes de ingreso, multiactividad, pluri, y temporalidad de empleos, multifuncionalidad del espacio y el suelo rurales, diversidad de actores, multiculturalidad y etnicidad, flujos migratorios y estilos de vida emergentes (neorurales).

Simbólica. Lo rural designa un conjunto de formas, acciones y significados de la vida en el campo y de las percepciones de quienes viven allí. Es producto del proceso histórico de reproducción y construcción material, cultural y simbólica de la sociedad. El proceso se estructura a partir de las relaciones sociales que se establecen entre la localización de la base económica y la formación de asentamientos humanos dependientes de dicha base. Lo rural y lo urbano no existen en sí mismos como realidades objetivas, sino que son construcciones sociales e históricas configuradas a partir de características que se han denominado urbanas o rurales pero que nunca se encuentran en forma pura en un solo espacio social (Franco, 2006). De acuerdo con lo anterior, cada porción del territorio, cada familia, cada elemento producido y comercializado, cada festejo, cada costumbre, cada una de las cosas enumeradas, se deben reconocer como insertas en un complejo mundo que no puede explicarse ni entenderse sin visualizar y conocer, en profundidad, su funcionamiento. En esta perspectiva las dimensiones de lo rural son: Social, material y simbólica. Y los indicadores están representados por: cosmovisiones, prácticas cotidianas, cambio cultural, estilos de vida, percepciones y significados.

La gerente de la Unidad de Integración Social de la Alcaldía de Manizales, relaciona lo rural con un contexto de vida humana, que se va construyendo a partir de relaciones que se establecen alrededor de procesos productivos, de diferentes formas de intercambio y de las maneras como los individuos se relacionan con la naturaleza. Estas relaciones e intercambios que se realizan de forma integral, exigen dimensionar lo rural, desde diversos ámbitos: económico-productivo, social, cultural, ambiental y estructural. De acuerdo con la funcionaria, este concepto de lo rural es coherente con la misión y visión de la institución que representa, razón por la cual se convierte en la referencia central a la hora de definir políticas, diseñar proyectos y acceder a los recursos para ejecutarlos.

No obstante esta comprensión aparentemente integral de lo rural, y a su intención de no establecer jerarquías entre sus componentes, las acciones de la Unidad de Integración Social de la Alcaldía de Manizales, se centran en la cualificación de los procesos agrícolas, pecuarios y ambientales, mediante la incorporación de tecnología para hacerlos competitivos.

Continuum urbano-rural. En la tradición sociológica norteamericana se conoce como teoría de las diferencias rural-urbana. Es una propuesta planteada por Zimmerman y Sorokin a partir de unas variables que diferencian lo urbano de lo rural y que se caracterizan por ser generales en el espacio y relativamente constantes en el tiempo (Sevilla 2006). Las variables son: a) ocupación, b) ambiente, c) tamaño de las comunidades, d) densidad poblacional, e) homogeneidad y heterogeneidad de las poblaciones, f) diferenciación, estratificación y complejidad social, g) movilidad social y h) sistema de interacción social. Dimensiones: Productiva, ambiental, demográfica, social y cultural. Indicadores: Naturaleza de la actividad económica, fuentes de ingreso, transformación del ambiente natural, número de personas por unidad de superficie, tamaño de los centros poblados, diferenciación ocupacional y división del trabajo, ingresos, tiempo de permanencia, cambio socio-cultural y cosmopolitismo.

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El profesor Parada, hace un planteamiento que concuerda con esta visión. Resalta entre otras variables: El número de habitantes, la densidad poblacional, la homogeneidad social y cultural, la actividad económica y el origen de los ingresos. En lo rural, la mayoría de los habitantes realizan una actividad relacionada con el trabajo de la tierra, deriva su sustento de actividades relacionadas con la agricultura. Para el académico, la actividad ocupacional es la que determina lo rural, pues el solo hecho de que alguien viva en el campo, no necesariamente lo caracteriza como rural. Hay gente que aunque viva allí deriva su sustento de actividades de otro tipo.

Demográfica. Una manera diferente de definir lo rural destaca la densidad demográfica y la distancia geográfica que separa una zona determinada de las principales ciudades dentro de un país. No obstante, en la mayoría de países de América Latina y el Caribe se utilizan diversos criterios, a menudo contradictorios, para determinar quién vive en comunidades rurales. Estos criterios abarcan desde el tamaño de la población de un asentamiento dado, independientemente de sus dimensiones territoriales, hasta la disponibilidad de servicios básicos como agua y electricidad (Banco Mundial 2005).

Colombia enfrenta un problema de definición de lo rural. Para efectos de estudios que soporten políticas, ha catalogado como urbanas a todas las cabeceras municipales sin importar el número de habitantes. Se considera rural la población asentada en territorios que se denominan el “resto”. Muchas investigaciones y programas nacionales ubican como población urbana a las localidades con más de 10 mil habitantes en su casco urbano (Pérez y Farah, 1998). La Encuesta Nacional de Hogares de 1988 define lo rural como la población dispersa más las cabeceras municipales con menos de 10 mil habitantes (Moscardi, 1994).

Ecléctica. Ante la diversidad de concepciones que pugnan por imponerse en las agendas académica y pública, cada una con sus fortalezas y debilidades, hay quienes optan por mezclar elementos de diversas concepciones, que finalmente expresan más una confusión sobre lo rural que una propuesta nueva de las que se deriven políticas y prácticas coherentes y diferenciadas, como es el caso del Instituto Colombiano Agropecuario ICA y el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural INCODER.

Para este último Instituto, de orden gubernamental, aparentemente lo rural trasciende la dimensión productiva agropecuaria y reconoce la sinergia del campo con los centros urbanos pequeños y medianos y con las áreas metropolitanas (INCODER, 2004). Sin embargo, en los discursos y en la práctica prevalece la concepción dualista (rural-urbano) en la que lo rural es reducido a lo meramente sectorial agrario.

Según la Directora Regional del INCODER en Caldas, inicialmente lo rural se entendió como el territorio donde se desarrollaban los sistemas productivos agropecuarios, es decir, como territorio físico. Ahora son los espacios o mejor los sectores rurales, donde se desarrollan las explotaciones agrícola, pecuaria, minera. No siempre es un espacio físico o territorio delimitado como rural por el Plan de Ordenamiento Territorial. En lo urbano también tenemos actividades rurales. La “galería” de Manizales, que opera como plaza de mercado, es un ejemplo de lo rural en lo urbano, en tanto trabajamos con toda la cadena agropecuaria. Además, consideramos que también en lo espacios rurales hay expresiones urbanas, como en Santágueda. Este “cambio” de concepción de lo rural lo sustenta la funcionaria en la necesidad que tienen los pobladores rurales de integrarse y articularse a la ciudad, a los planes de desarrollo, etc. En éstos deben quedar muy claras las “trazas, los rizomas que se tejen entre lo urbano y lo rural”. Porque, por ejemplo, en la ciudad “al abrir la nevera en la casa una señora encuentra

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todo lo rural manifiesto ahí, o cuando abre la llave del agua, reconoce que ésta viene de lo rural. Vemos lo rural como tejido, como espacio, no como territorio”.

Algo semejante ocurre con los planteamientos del ICA. Su enfoque también se fundamenta en una visión amplia de lo rural que considera su multidimensionalidad porque: a) cumple funciones en lo económico, lo político, lo social y lo institucional, b) ofrece recursos naturales, diversidad biofísica y cultural y c) presenta relaciones sociales, solidarias, que permiten la integración y dan coherencia a las comunidades (ICA). Dimensiones: Económica, política, social, institucional. Indicadores: Producción agropecuaria, transformación agroindustrial, comercialización de insumos y servicios, nucleación urbana.

En esta primera parte, es posible concluir que en el análisis documental se encontraron siete nociones de lo rural. Pero después del cruce de información entre la revisión de literatura y la información suministrada por funcionarios institucionales, gremiales y de la academia, se vio la posibilidad de agruparlas en tres grandes categorías: monista, dualista y ecléctica (Tabla 1).

Tabla 1. Concepciones de lo rural 

Es innegable que las sociedades actuales están siendo objeto de grandes transformaciones, algunas de las cuales están promoviendo cambios en la estructura

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agraria, en la demografía, en la economía, en el manejo de los recursos, en las formas de vida, entre otros. Eso se traduce en una urgencia histórica de formular teorías plurales que den cuenta de realidades que emergen en un momento que muchos han considerado representa más un cambio de época, que una época de grandes cambios. Este pluralismo permite evadir modelos únicos cuya pretensión es erigirse como paradigmas que definen, mediante un recetario, nuevos valores, creencias, objetivos, supuestos, categorías retóricas y prioridades. De manera acrítica, estos contenidos son asumidos como políticamente correctos, por esta razón no se articulan a un proyecto sociopolítico construido democráticamente y en concordancia con características propias de cada sociedad.

Del desarrollo rural. Los contenidos del desarrollo rural han girado entorno a los modelos económicos, unas veces para promover el crecimiento y otras para mitigar en las sociedades los efectos de las imperfecciones del modelo, por ejemplo la pobreza y el deterioro del medio ambiente.

En términos generales, se identificaron enfoques centrados en lo económico, las personas y la sosteniblidad.

Económico. Desde este enfoque, el desarrollo rural se entiende como desarrollo agrario. Siguiendo los planteamientos de Theodore Schultz (1956), se busca la modernización de las zonas rurales, atrasadas, mediante soluciones tecnológicas que les permita a los campesinos convertirse en empresarios del campo y ser competitivos en los mercados internacionales.

Aunque el eje económico se ha mantenido en el tiempo, sus manifestaciones y aplicaciones varían de acuerdo con el modelo económico del momento. Por ejemplo, en el modelo de industrialización por sustitución de importaciones, este eje se manifestó en programas promovidos por el Estado, orientados hacia el mejoramiento de la producción y la productividad, mediante la introducción de variedades y razas de alto potencial genético (Revolución Verde). En Colombia, esta concepción se puso en práctica como Desarrollo Rural Integrado DRI. (Vargas, 1994; Schejtman y Berdegué, 2004). Al respecto, Salgado (2004), plantea: “luego del desmonte de la reforma agraria como eje de la política campesina, el DRI se orientó a mejorar la productividad de los pequeños agricultores […]. El objetivo del DRI era transformar a las sociedades rurales atrasadas en sociedades orientadas al mercado, y para ello dio énfasis a la adaptación de paquetes tecnológicos tipo Revolución Verde, especializó la producción en algunos productos alimenticios, reemplazó los asocios por monocultivos y adecuó la asistencia técnica, énfasis que proyectó una imagen del campesinado articulado a la imagen del productor moderno”.

En la actualidad, el enfoque económico busca lograr eficiencia y maximizar el crecimiento mediante un escenario macroeconómico uniforme y estable, con reglas de juego válidas para todo el mundo, es decir, sin crear preferencias ni discriminaciones sectoriales (Kay 2005). El Desarrollo Territorial Rural DTR, lanzado, promovido y sostenido por organismos internacionales y agencias de cooperación, es una de las estrategias de este enfoque, que pretende ser nuevo e innovador. Introduce la dimensión territorial como eje central de las políticas públicas pero encubre el hecho de que las lógicas y las dinámicas productivas están cada vez más sometidas a decisiones exógenas de carácter macroeconómico que limitan su desenvolvimiento (Romero, 2006; Ramírez 2006; Echeverri; 2006; Schejtman y Berdegué, 2004; Chiriboga, 1999).

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En Colombia el DTR fue incorporado como política de Estado, promovida y ejecutada por el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural INCODER. Este enfoque se orienta por tres principios: Multifuncionalidad, multisectorialidad e integralidad. Señala que la agricultura, en su sentido más amplio, no constituye la única actividad para la construcción de una subsistencia sostenible en el medio rural, dado que las comunidades rurales no cumplen únicamente funciones de transformación de los recursos naturales, sino que desarrollan una compleja red de relaciones productivas y sociales.

Según el funcionario de la Secretaria de Agricultura y Medio Ambiente del departamento de Caldas, la dependencia a su cargo tiene la responsabilidad de coordinar las políticas de desarrollo que trazan las diferentes instituciones del estado y de organizarlas en pro de sacar adelante un sector: el agrario. En consonancia con la descentralización político administrativa, los contenidos del desarrollo deben ser propuestos por la base poblacional a través de las juntas de acción comunal, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil, coordinados por los Consejos Municipales de Desarrollo Rural CMDR, quienes finalmente trazan la línea base de lo que el municipio puede hacer en materia de desarrollo. Es un proceso participativo que va de lo micro a lo macro. Se trata de definir las zonas óptimas para la producción específica de un producto, el mecanismo es agrupar familias, que de manera mancomunada lleven a cabo actividades productivas especializadas, es decir, constituir Clusters. Una vez constituido este tipo de organización de los productores, es incentivada por el Estado mediante recursos, subsidios y asistencia técnica. Según el entrevistado, todo lo anterior representa un verdadero impulso al desarrollo.

De acuerdo con el funcionario, esta concepción operativa del desarrollo rural está limitada porque los CMDR, aunque ya son una realidad en el contexto nacional, no están funcionando ni el Estado ha apropiado los recursos para la ejecución de los programas ni existe la información que permita tomar decisiones entorno a las posibles rutas de desarrollo. En consecuencia, plantea la necesidad de vincular a las universidades e institutos de investigación a los procesos de desarrollo rural.

En esta misma vía, la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria, asume el desarrollo rural como una política tendiente a que los que viven en el campo, de los diferentes productos tengan unas garantías mínimas de producción, de la que deriven recursos e ingresos que les permita tener una vida digna, acceso a la alimentación, educación para sus hijos. Cuestiona el abandono en que se encuentran los productores del campo: Sin acceso a desarrollo científico-tecnológico, crédito, subsidios, infraestructura. En consecuencia, propone la modernización del sector agropecuario.

A diferencia de la concepción dominante, esta asociación retoma la propuesta de la soberanía alimentaria como un componente importante del desarrollo rural, que le va a permitir al país independencia y autodeterminación. Esta concepción de desarrollo rural cuyos ejes son la soberanía alimentaria y la dignidad de los productores, aunque propugna por el crecimiento y la modernización como los objetivos de sus acciones, el propósito fundamental está dirigido a fortalecer el sector agropecuario, incrementar la producción nacional y satisfacer la demanda interna de alimentos.

Desarrollo centrado en las personas. Este enfoque podría entenderse de dos maneras:

Centrado en el “bienestar”. Es una respuesta a los malestares sociales generados por la aplicación del modelo economicista. Considera que el desarrollo no es solo un

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problema económico, sino que involucra también elementos culturales, sociales, políticos e institucionales. En ese sentido el Desarrollo Rural (DR) es un proceso gradual de transformación positiva (progreso) en el nivel de vida de los habitantes de las zonas rurales (Acosta, 2006). Se manifiesta a través de programas que tienen como objetivo promover la participación local y movilizar los recursos propios de la población rural, con el fin de mejorar su nivel de vida. (Forero, 2002; Guzmán Casado, G., M. González y E. Sevilla, 2000)

Los planteamientos que tiene la funcionaria del INCODER en Manizales concuerdan con este enfoque. Entiende el desarrollo rural como el mejoramiento de la calidad de vida de la población rural. En este sentido, ni el rendimiento de los sistemas productivos, ni la cantidad de hectáreas serían indicadores para dar cuenta de él. No obstante este ideal, las prácticas de desarrollo promovidas por el INCODER se orientan hacia la creación de áreas competitivas de desarrollo rural. Lo importante para este organismo, es la identificación de potenciales áreas de desarrollo rural que le permitan adelantar procesos competitivos y sostenibles, a partir de las relaciones funcionales en lo económico-productivo, en lo ambiental y entre sectores diferentes al primario (INCODER, 2004).

Al igual que la institución anterior, la Unidad de Integración Social de la Alcaldía de Manizales manifiesta en el discurso la coexistencia de concepciones contradictorias propias de discursos que se construyen sumando conceptos de moda y no a partir de proyectos de país y de sociedad que responden a propuestas construidas de manera endógena. La funcionaria entrevistada entiende el desarrollo rural como una práctica que articula las dimensiones económica, cultural, social, ambiental y lo individual con lo colectivo ya que una de las prioridades es el desarrollo del ser humano. Este planteamiento aparentemente humanista pierde sentido cuando afirma que: “el desarrollo debe verse de una manera amplia e integral que involucre además del café otros productos que son promisorios dentro de la región y que están planteados como promisorios en la parte económica. La visión actual pretende que los campesinos tomen conciencia del potencial productivo del que son dueños y de que pueden tener una economía muy rentable y productiva, con el apoyo de la tecnología y el manejo empresarial. Esta visión supera el modelo tradicional según el cual el desarrollo dependía de la producción de café”.

Centrado en la dignidad humana. Es una propuesta de La Vía Campesina construida a partir del reconocimiento del derecho que tienen las personas que viven en las zonas rurales a una alimentación adecuada y a su capacidad para acceder con dignidad a los recursos productivos. Es un nuevo pensamiento sobre el desarrollo rural que pone a las personas en primer lugar, es decir, como su razón de ser. Se centra en el rechazo a la Revolución Verde, en la tierra, no como factor económico, sino “como un territorio que incluye semillas, agua, bosques, océanos, minerales y fauna”, por lo tanto, está vinculada con el ejercicio del derecho a una alimentación adecuada. Cuestionan el mercado global como único mecanismo para resolver la pobreza, el hambre y el deterioro del medio ambiente. En este sentido, propenden por una agricultura ecológica sostenible.

De acuerdo con lo anterior, el desarrollo rural debería orientarse por los siguientes principios: Equidad y justicia, soberanía alimentaria, autodeterminación de los pueblos, sostenibilidad social y medio ambiental, reconocimiento y respecto a la diversidad cultural y biológica y a la condición política de los pobladores rurales.

Desarrollo sostenible. Su surgimiento tiene que ver con dos situaciones que se

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presentaron a finales de los años sesenta: por un lado, la irrupción en el escenario público de nuevos movimientos sociales, que reivindican, entre otras cosas, la paz, el libre desarrollo de la personalidad, la defensa de los recursos naturales y del medio ambiente. Por el otro, los aportes de la comunidad científica ponen en evidencia la finitud de los recursos y por ende los límites del crecimiento. Estos planteamientos llevaron a los organismos internacionales, en cabeza de las Naciones Unidas, a incluir en la agenda pública internacional los problemas sociales, éticos y ambientales derivados del modelo económico que estaban afectando las posibilidades de consecución de las metas del desarrollo.

A raíz de lo anterior, la sostenibilidad del modelo se constituyó en un imperativo, que orientó la elaboración de “nuevos” enfoques. Entre ellos, el ecodesarrollo en los años setenta, que tuvo poca aceptación. En 1987, en la conferencia Nuestro Futuro Común, celebrada en Estocolmo, se institucionalizó el concepto de “desarrollo sostenible”. A partir de este momento, la sostenibilidad se volvió un punto de referencia obligatorio para todas las propuestas teóricas y metodológicas.

Desde este enfoque, el desarrollo rural debe orientarse hacia niveles aceptables de producción y productividad y hacia el bienestar de la población rural. Incluye, imprescindiblemente, la conservación de los recursos naturales, el manejo adecuado de la ecología y el respeto por la diversidad cultural (Plaza, 1998 y Altieri, 1999).

Se manifiesta a través de un conjunto de acciones destinadas a lograr el crecimiento sostenido de todas las formas de actividad económica en el medio rural, a promover la participación y el empoderamiento de los grupos rurales, particularmente de los más pobres y excluidos, y a consolidar sus organizaciones; así como a mejorar las condiciones y calidad de vida de dicha población. Dichas acciones deben realizarse tanto para lograr el desarrollo incluyente de todos los grupos rurales, como para las generaciones futuras. (Chiriboga, 1999).

En esta parte, hay evidencias suficientes para concluir que, en el transcurso de los últimos sesenta años, las discusiones entorno a teorías, políticas, programas y proyectos de desarrollo, se pueden agrupar en dos grandes tendencias de desarrollo:

La predominante, en la cual las personas y los recursos naturales se ponen al servicio de un logro eminentemente económico. Dicha lógica se impone, incluso, a propuestas como la del desarrollo sostenible que propende por la aplicación de un concepto de racionalidad ambiental, en el cual los recursos naturales son mucho más que un medio para la producción.

La emergente, surgida en el seno de la sociedad civil, que asume a los seres humanos como la razón de ser de todos los esfuerzos que las sociedades hacen en materia de desarrollo.

Elementos constitutivos. El concepto de desarrollo rural se materializa en aspectos de carácter fáctico identificables a partir de dimensiones, indicadores y actores. El eje sobre el cual se construye la concepción determina estos elementos constitutivos. Por ejemplo:

Caso 1: El eje es el crecimiento económico, la producción su dimensión fundamental, la cual se hace visible a través del PIB agropecuario nacional y sus acciones privilegian

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a los empresarios agropecuarios.

Caso2: Si el eje son las personas, lo social y lo político son sus dimensiones centrales, observables a través de la equidad, los índices de desarrollo humano y calidad de vida. Los actores y fines del desarrollo son las personas particularizadas por el género, la generación, la etnicidad, la actividad económica y las características geográficas de su contexto de vida inmediato.

Caso 3: Cuando el eje es la sostenibilidad se privilegian las dimensiones: Ambiental y ecosistémica, visibles a través de la diversidad biológica, la calidad de los recursos y la resiliencia de los sistemas, lo cual es posible gracias al compromiso y a la intervención responsable de toda la sociedad.

Tabla 2. Elementos constitutivos del desarrollo rural. 

La ejemplificación anterior responde a una lectura del desarrollo a partir de la identificación de tres tipos ideales con sus respectivos atributos, más que a una realidad (empírica) que emerge desde la información obtenida en el estudio.

En los discursos sobre lo rural y el desarrollo rural que fueron objeto de este trabajo, prevalece de manera estructural el enfoque económico de desarrollo (tipo ideal). A sus dimensiones (crecimiento y productividad) se le van agregando otras derivadas de propuestas emergentes. Esta lógica sumatoria que responde a la intencionalidad política de intentar saldar la deuda social causada por las imperfecciones del modelo dominante, es promovida por los organismos internacionales, los gobiernos nacionales, las organizaciones de la sociedad civil y los gremios. En este sentido, en los programas y proyectos intervienen dimensiones y actores cuya inclusión es más el resultado de una sumatoria de retazos que del esfuerzo por construir un nuevo paradigma de desarrollo rural. De hecho, en la literatura y en los planteamientos de los entrevistados se encuentra una gama de indicadores difícil de adscribir a uno u otro enfoque. Por ejemplo, las dimensiones social y ambiental son un denominador común en todos los discursos y prácticas, porque mediante ellas se está dando cumplimiento a un imperativo formal que debe hacerse explícito, al menos, en la definición de las políticas y en la justificación de los programas, como condición sine qua non para acceder a recursos para el desarrollo y para estar a tono con las tendencias de los organismos internacionales.

Vale la pena reflexionar en este momento acerca del papel que está cumpliendo la

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academia en los procesos que alimentan el debate y hacen posible la elaboración de propuestas alternativas que respondan más a las características y realidades del medio rural en la articulación con un nuevo ordenamiento social donde lo rural sea valorado y ocupe una posición determinante en la construcción de un proyecto de sociedad. Se observa con preocupación la ausencia de la mayoría de las universidades colombianas en los escenarios donde se debaten las realidades sociales, en este caso las rurales, y se construyen las propuestas de desarrollo[4]. En este orden de ideas, muchos centros de educación superior se han dedicado a absorber, a manera de esponja, y a legitimar enfoques, concepciones y políticas construidas a partir de información y miradas que reflejan los intereses del capital transnacional y de los centros de poder. Por ejemplo, el DTR o Enfoque Territorial del Desarrollo Rural, otorga una elevada importancia a la diversificación multisectorial como elemento imprescindible para aumentar los ingresos, el empleo y la competitividad económica de los territorios. Presta atención a la incorporación de actividades artesanales, Pymes, valorización de los activos territoriales y del patrimonio cultural, fomento del turismo rural y el agro-turismo, y a la búsqueda de acciones innovadoras y de sinergias entre todas las actividades del territorio. Reconoce que en América Latina la agricultura todavía tiene un papel predominante; sin embargo, la diversificación multisectorial puede jugar un papel creciente en el aumento de la competitividad económica de muchas zonas rurales.

Este enfoque, promovido hoy como paradigma de desarrollo rural por el BID (2007) y otros organismos internacionales, es asumido por los países de América Latina y la academia, la mayoría de las veces, de manera acrítica, ahistórica y monolítica. Lo anterior significa que en el afán de buscar mecanismos que permitan a la sociedad colombiana alcanzar estándares de desarrollo ya logrados por otros países, los administradores públicos y los académicos traslapan enfoques y políticas sin tener en cuenta los legados históricos y las características geofísicas y socioculturales de los territorios nacionales. La asunción pasiva de este enfoque se acompaña de un proceso de difusión y de capacitación, a nivel nacional e internacional, mediante la formación de profesionales y de funcionarios que se desempeñan en esta área (cursos, seminarios, talleres, pregrados, postgrados, entre otros).

Implicaciones en las políticas. Uno de los principales objetivos de la política de desarrollo rural del gobierno de Álvaro Uribe Vélez es la construcción de Unidades Territoriales Competitivas, que estarían soportadas en Centros Provinciales de Gestión Agroempresarial CPGA

Estos centros forman parte de los programas del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y permiten la transformación del agro colombiano en un horizonte de competitividad, institucionalidad y gobernabilidad. Responden a una política programática orientada a fortalecer la economía rural, estimulando la transformación de los campesinos en verdaderos empresarios del campo e incrementando la capacidad tecnológica del país. Todo esto con el fin de enfrentar las exigencias del mercado nacional e internacional (Arias, 2004).

En efecto, el INCODER zonificó el país en áreas de desarrollo agropecuario y rural; por su parte, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural definió desde el 2004 la “apuesta exportadora” hacia el año 2020. Esta estrategia privilegia productos con un potencial de mercado internacional y, en consecuencia, propone la ampliación de las áreas sembradas en los siguientes grupos de productos agropecuarios:

Cultivos de tardío rendimiento: palma, cacao, caucho

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Frutas de ciclo largo: Pitahaya, feijoa, mango Frutas de ciclo corto: Piña, uchuva, lulo Hortalizas: Ají, alcachofa, brócoli, coliflor, cebolla de bulbo, espárrago y lechuga Forestales: Cadena forestal Carne bovina y lácteos: Ganadería de carne, ganadería de leche y doble

propósito Acuicultura: Camarón de cultivo

Como se observa en la Tabla 3, los productos en los que hay una ampliación significativa son: Los cultivos de tardío rendimiento, los forestales y los cultivos para producción de agrocombustibles (etanol y diesel) como la yuca, la caña de azúcar y la palma africana. Mientras los productos que constituyen la dieta básica de los colombianos están excluidos de esta propuesta.

Tabla 3. Apuesta Exportadora - Metas en área sembrada (Hectáreas) establecidas para Colombia en el período 2006-2020 

Esta política, aunque se autodenomina de desarrollo rural, tiene una orientación sectorial y en la práctica promueve solamente el desarrollo agropecuario, dejando de lado otros sectores y dimensiones que hacen parte del mundo rural. Además, pone en peligro la soberanía alimentaria en la medida en que la producción de alimentos no está contemplada como un área estratégica de intervención e inversión estatal.

Esta orientación del desarrollo rural viene desde finales de los 80 y comienzos de los 90, momento en el que se impone en América Latina un paquete de políticas denominado como de ajuste estructural global (Consenso de Washington) en correspondencia con los postulados del modelo aperturista. En este escenario, los productos hacia los que el Estado dirige su atención y regula su intervención son, en orden descendente: los cultivos tropicales de exportación, el sector forestal, la venta de servicios ambientales y los productos articulados a la producción de energías renovables. Decae el interés en los cultivos de sustitución de importaciones y en los productos no transables. Esta desprotección estatal incrementó el desempleo en el campo, redujo los ingresos de los campesinos, cambió la participación de los bienes agropecuarios en el producto interno, modificó la arquitectura institucional rural y agraria e invisibilizó a los campesinos en términos económicos, sociales y políticos. Con todo lo anterior, se produjo una caída de los Índices de Calidad de Vida ICV en la

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población rural colombiana.

En el 2002, el desempleo rural se situó en 11.5% cifra casi 3 veces superior a la registrada en 1991. La pérdida de la actividad económica, reflejada en una disminución de 800 hectáreas sembradas en la última década, redujo las oportunidades de empleo y provocó la migración hacia zonas de cultivos ilícitos, centros urbanos e incluso hacia las filas de los grupos armados ilegales” (DNP 2003). “Entre 1991 y 1998 disminuyeron en más de 875.000 ha las áreas dedicadas a cultivos transitorios como maíz, sorgo, cebada, trigo y oleaginosas de ciclo corto. Mientras aumentaban en 293.000 ha las dedicadas a cultivos permanentes, sin incluir el café” (Pérez, Farah y Rojas, 2000).

Lo anterior, se constituye en razones que justifican que en las dos últimas décadas, más que en otros momentos históricos, el desarrollo rural se haya reducido a la estructuración de programas cuyo objetivo central es la mitigación de la pobreza y de la miseria. Es el caso, por ejemplo, de la Red de Solidaridad Social, Familias en Acción, Familias Guardabosques, Red de Seguridad Alimentaria RESA, Apoyo Integral a la Población Desplazada.

En este nuevo rumbo del desarrollo rural se identifican dos tipos de políticas:

a. Una política social dirigida a promover acciones de carácter asistencialista que cobija a la mayoría de la población rural (campesinos, desplazados, desempleados rurales, indígenas y afrodescendientes, hogares femeninos) que sufren en su cotidianidad los efectos de la política agropecuaria de las dos últimas décadas cuyo denominador común ha sido el desestímulo de la pequeña agricultura y la promoción de la gran plantación y la ganadería extensiva. Durante el último gobierno se ha promovido el despeje de tierras para realizar grandes plantaciones de palma y caña, dirigidas a producir etanol o agrocombustible, en cambio se ha reducido en 400.000 hectáreas el espacio dedicado a los cultivos transitorios y a los frutales dispersos, característicos del cultivador tradicional (Bonilla, 2007).

b. Una política económica orientada a crear territorios competitivos que incluyen una mínima parte de esta población (empresarios rurales, agroindustrias, empresas agropecuarias).

A pesar de lo anterior, en este proceso no se puede desconocer que durante un período de la historia del país (décadas del 70 y el 80 del siglo pasado), se fomentaron programas de desarrollo rural con características integrales en tanto su objetivo principal que era la producción de alimentos, se apoyaba en componentes relacionados con desarrollo y transferencia de tecnología, comercialización, organización capacitación e infraestructura, entre otros. La economía campesina, por el hecho de ser un sector que proveía un porcentaje significativo de los alimentos de los colombianos y mano de obra para los otros sectores económicos era funcional a los propósitos desarrollistas.

En este período sobresale el Desarrollo Rural Integrado (DRI), que en un principio surge como programa del Departamento Nacional de Planeación (DNP) y luego se consolida como parte de la estructura institucional rural, encargada de crear condiciones que permitieran el crecimiento económico y la modernización de este sector. Los cultivos de sustitución de importaciones eran objeto, por parte del Estado colombiano, de mayor atención e intervención que los cultivos de exportación y la ganadería. En esta

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dinámica agrícola, las universidades, el SENA y el ICA juegan un papel primordial en el desarrollo de la investigación y la formación del recurso humano. Apenas se empezaba a incursionar en modelos de gestión agroempresarial.

A manera de conclusión. En términos generales, los enfoques de desarrollo rural anteriormente señalados, han sido inspirados en un modelo de desarrollo centrado en el progreso y la modernización de la sociedad. Este planteamiento corresponde al desarrollo por etapas elaborado por Rostow. En esta perspectiva, lo rural es una realidad social, parte de la historia de la humanidad que, por su connotación de atraso y de premodernidad, ha sido política y socialmente condenada a ser superada.

Esta consideración de lo rural ha signado el carácter y las orientaciones de las políticas, programas y proyectos mediante los cuales se pretende “desarrollar” las sociedades, cuya organización y estructura giran principalmente en torno a una actividad productiva realizada con una racionalidad y una lógica que no se ajustan a los principios de la empresa capitalista. A esto se añade la decisión política de dejar el crecimiento económico en manos de renglones productivos de demanda internacional sobre los que se considera que el país podría construir y mantener ventajas competitivas.

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Sociología de Sergio gomez

Estudos Sociedade e Agriculturaautores | sumário

 

Sergio Gómez E.

¿Nueva Ruralidad? Un aporte al debate

Estudos Sociedade e Agricultura, 17, outubro 2001: 5-32.

Resume: (¿Nueva Ruralidad? Un aporte al debate). El artículo plantea que se discuta sobre la “nueva ruralidad“ comenzando por definir cuales eran las características de la “vieja ruralidad“. Para ello se señalan los rasgos fundamentales de la ruralidad tradicional. Luego se idenfican los principales aspectos que alteraron esta situación y que dan lugar a nueva ruralidad. Finalmente, propone un marco conceptual para fijar los límites que deberia considerar la investigación sobre comunidades rurales.

Palabras-claves: ruralidad; desarrollo rural; modernización; América Latina.

Abstract: (New rurality: is it new?). This article suggests that we ought to discuss the “new rurality “ beginning with a definition of the characteristics of the “old rurality“. The author presents some aspects which have changed and created the new rurality. Finally the article

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proposes a conceptual scheme to identify a framework which might be used to orient research on  rural communities.

Key words: rurality; rural development; modernization; Latin America.

Trabajo presentado en el Panel “Construyendo una Nueva Ruralidad “ en las Semanas Sociales de la Diócesis de Talca (Chile) “Soñando una Nueva Ruralidad “, 13 al 19 de agosto 2001. Síntesis de un trabajo mayor que se encuentra en el informe de investigación: La “Nueva Ruralidad “: ¿Qué tan Nueva? que contó con el patrocinio de la Fundación Ford, Santiago de Chile, Julio de 2000.

Sergio Gómez E. é professor das Universidades Alberto Hurtado e Austral (Chile)

Antecedentes

El debate sobre una nueva conceptualización de la ruralidad se encuentra en pleno desarrollo y ha generado una extensa bibliografía en los últimos años. Para intervenir en él, se buscará responder a dos preguntas.

¿Si se plantea la emergencia de una nueva ruralidad, cuál era la antigua? y

¿Cuál es el contorno y los elementos que se deben incluir al momento de abordar una investigación social que considere esta “nueva ruralidad”?

Es importante aclarar el sentido de la segunda pregunta para acotar el área de interés. Más que una preocupación filosófica sobre el sentido y fundamentos de la ruralidad, persigue un afán instrumental: como definir el ámbito en el cuál debe comenzar y terminar una investigación social sobre comunidades rurales. Así de simple. Así de complejo. Además, la concepción que se tenga sobre el alcance de lo rural tiene importantes consecuencias a la hora de definir políticas públicas.

La presentación se divide en cinco partes. En la primera, se presenta la versión tradicional de lo rural y su relativo debilitamiento en la medida que no es capaz de hacerse cargo de realidades emergentes. En la segunda se busca los fundamentos que sirvieron de soporte a esta concepción a través de predominio de los enfoques dicotómicos. En la tercera parte, se presentan distintas formulaciones sobre la nueva ruralidad en América Latina. En la cuarta parte, se hace una presentación sobre una forma para definir la nueva ruralidad, con

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especial referencia al caso de Chile. El texto termina, con algunas reflexiones sobre la necesidad de continuar este debate.*

Para comenzar se puede afirmar que la ruralidad en la forma como fue definida en términos tradicionales ha perdido vigencia. La industrialización de la agricultura y la urbanización de las comunidades rurales acabó con la versión tradicional de la ruralidad, pero no con la ruralidad. Esta nueva ruralidad que ha emergido tiene ya varias décadas de existencia, por lo que no se le puede considerar tan nueva. Lo nuevo es que ahora se observa una realidad que antes se ignoraba.

Diversos hechos muestran que el tema de la nueva ruralidad se encuentra actualmente vigente. Por una parte, la última reunión regional académica dedicada a temas rurales y agrarios sociales de importancia, realizada en Colombia a mediados del año 2000, estuvo dedicado a este tema en particular [1] . Por otra parte, el último libro editado en el año 2001 por la Comisión de Estudios Rurales de la Clacso, en Buenos Aires, bajo el titulo “¿Una Nueva Ruralidad en América Latina?“ (Giarracca, 2001) tiene contribuciones sobre la mayoría de los países de la Región. A su vez, recientes trabajos de organismos internacionales especializados en la agricultura, como los elaborados por la FAO y el IICA, tratan a su manera el mismo tema: la nueva ruralidad (Gordillo de Anda e Guendelman, 2000).

 

Ruralidad tradicional

El concepto mismo de desarrollo asociaba la noción de progreso “con una dirección de cambios que iban desde “lo rural“ hacia “lo urbano“, de la agricultura a la industria, de lo tradicional a lo moderno, de lo atrasado a lo próspero. De tal manera que, bajo esta concepción, el proceso de transformación estructural significó tanto el crecimiento de sectores industriales como la urbanización de la vida moderna. Y, concomitantemente, la desvalorización de lo rural que pasó a ocupar un papel residual en el desarrollo “ (Wilches, 2000).

Más aún, se llegó a considerar que un país podía ser considerado como más desarrollado mientras más mayor fuera el grado de urbanización de su población. En el caso de Chile, en la actualidad, este tipo de planteamientos tiene plena vigencia en algunos sectores.

A continuación se entrega una visión de conjunto sobre las principales características de la ruralidad en su versión tradicional.

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La población se ocupa en actividades agropecuarias. A su vez, esta actividad agrícola se encuentra regida por fenómenos naturales que difícilmente pueden ser controlables por el hombre. Los tiempos de la ruralidad están marcados por los ciclos de los procesos naturales. También se menciona que existe una cierta homogeneidad entre los componentes de la sociedad rural tradicional.

A su vez, la población se ubica en espacios de baja densidad. Como consecuencia de la dispersión y el aislamiento de la población rural, se caracteriza por tener bajas condiciones de bienestar (ausencia de servicios, de infraestructura básica, etc.) y comparte condiciones culturales atrasadas (analfabetismo, etc.). En otras palabras, la forma como se desarrolla la actividad agropecuaria crea la condición de exigir una baja densidad poblacional, lo que, a su vez, determina condiciones de atraso material y de tradicionalismo cultural.

Esta concepción lleva a una valorización de lo urbano. Como se ha dicho, el concepto mismo de desarrollo, asociado al progreso, llevaba una dirección unívoca: desde lo rural hacia lo urbano; de la agricultura hacia la industria; del campo a la ciudad; que en definitiva significaba pasar desde una situación definida como de atraso hacia una considerada de bienestar.

Se suponía que solamente la ciudad era capaz de entregar bienestar a sus habitantes. El bienestar en el campo resultaba prácticamente imposible para la mayoría de los habitantes rurales. En consecuencia, las migraciones hacia las ciudades eran una respuesta lógica, despoblando de paso al campo de sus mejores elementos.

Este concepto de ruralidad, se expresaba a través de la existencia de un “sector “ rural, que viene a ser una construcción social residual sobre lo que se define positivamente como lo urbano y lo moderno.

Esta concepción de la ruralidad tradicional no daba cuenta de fenómenos contemporáneos, tales como los que se señalan a continuación.

Una diversidad de ocupaciones y de situaciones. Esta visión tradicional no se encuentra interesada en indagar heterogeneidad que se observa en el conjunto de ocupaciones que se desarrollan en el medio rural. Esta heterogeneidad se expresa en fenómenos tales como: condiciones ecológicas, diferentes escalas de producción, nivel de uso de los factores de producción, encadenamiento de los eslabones, pluriactividad y relaciones sociales internas. En el medio

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rural se desarrollan una serie de actividades productivas y de servicios, sólo algunos de ellos ligados a la agricultura, que decrecen en importancia con el transcurso del tiempo.

Tal concepción tampoco daba cuenta de los efectos de la globalización en los espacios rurales. Del surgimiento de una agropecuaria moderna, surgen otras actividades que rescatan las particularidades regionales y locales, ligadas a la residencia, el ocio, al deporte, pequeñas actividades industriales, prestación de servicios, agroindustrias, etc.

Las relaciones de lo rural con el entorno urbano también eran ignoradas. Por ejemplo, la importancia de la interacción de los pueblos y aldeas con la ruralidad. La conservación del patrimonio en recursos naturales como reflejo de la creciente preocupación por la protección del medio ambiente y la forma como los pueblos intermedios pasan a ser un componente de la ruralidad.

Esta concepción tradicional tampoco daba cuenta de la revalorización de lo rural. Por un lado, crecientemente se percibe el deterioro de la vida cotidiana de los habitantes de ciudades grandes y de las metrópolis; por el otro, un factor de atracción hacia formas menos artificiales de vida donde el turismo, el deporte, la artesanía, son actividades que pasan a jugar un papel preponderante. Esta situación lleva a que, en algunos lugares de Europa, se inviertan los flujos migratorios y que personas mayores migren hacia pueblos y que los jóvenes no tengan como primera prioridad migrar a las grandes ciudades.

Sin embargo, más allá de nuestras fronteras, este paradigma del desarrollo ha cambiado en los últimos tiempos y se puede observar “una revalorización de lo rural, entendida no como una “vuelta a lo rural “ sino como un cambio de visión sobre lo rural “ (Wilches, 2000).

El origen de la ruralidad tradicional: el enfoque dicotómico

Cuál es el origen de esta concepción tradicional de la sociedad rural?

La verdad es que si se examina los principales temas abordados por los autores clásicos de la sociología no se encuentra una preocupación específica por el tema, sino más bien se inclinan a observar las consecuencias que tienen la industrialización y la urbanización sobre la sociedad, con todos los fenómenos asociados en esta nueva situación, más que preocuparse de los efectos de estos fenómenos en la realidad que la antecedía: el campo.

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Ferdinand Töennies en su obra más importante “Comunidad y Sociedad“, publicada por primera vez en 1887, plantea un conjunto de ideas que dan sustento a este enfoque (Töennies, 1973). A continuación se plantean tres de sus ideas centrales:

 

1) Las relaciones sociales son una creación de la voluntad humana

2) Se distinguen dos tipos de voluntades:

a) Un tipo es la voluntad esencial, que resulta de la tendencia básica, instintiva y natural de los hombres basada en hechos y situaciones que lo anteceden. Esa es la voluntad propia de la vida de los campesinos y de los artesanos.

b) Otro tipo de voluntad es la arbitraria, deliberada y con fines precisos. Esta es la voluntad propia de los hombres de negocios, de los científicos, de las personas investidas de autoridad.

3) Estos dos tipos de voluntad dan origen a la existencia de dos tipos sociales:

a) Al tipo de voluntad esencial lo llama “comunidad “. En ella predominan las tradiciones y la autosuficiencia. Se trata de voluntades en un estado primitivo y natural. La relación más clara de este tipo social puede ser la relación de una madre con sus hijos.

b) Al tipo de voluntad arbitraria lo llama “sociedad“. En ella surge la especialización de las personas y de los servicios, sobre todo cuando esto se expresa en el acto de comprar y vender en un mercado libre. En este caso la voluntad común de cada intercambio, considerado como un acto social, recibe el nombre de contrato. Este es el resultado de voluntades divergentes que se cruzan en un punto.

El aporte de Töennies en la elaboración de la teoría sociológica es sig-nificativo y marcó a muchos autores que lo sucedieron. [2]

De hecho, esta tipología original ha servido de base posteriormente en los fundamentos del continuo rural urbano elaborado por Sorokin y Zimmerman (Principles of Rural-Urban Sociology de 1929). [3]

Por su parte, Robert. A. Nisbet hace un análisis de conjunto a través de las ideas fuerzas que caracterizan el pensamiento sociológico de Europa en el período 1830-1900, cuando los autores clásicos se encontraban en la fase de la constitución de la disciplina (Nisbet, 1981).

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Nisbet considera que las ideas fuerzas o “ideas unidades esenciales “ de la sociología son las bases del pensamiento y deben cumplir con ciertas condiciones: (i) deben ser generalizables, o sea deben ser encontradas en un número importante de autores; (ii) deben tener continuidad, vale decir ellas se deben encontrar tanto al inicio como al termino del período de tiempo que analiza; (iii) deben ser distintivas, lo que significa que se deben referir a lo más propio de cada disciplina y (iv) deben ser ideas, en el sentido pleno de la palabra. Luego de una revisión de los autores europeos del Siglo XIX, él propone el siguiente cuadro resumen:

 

Conservadurismo RacionalismoComunidadAutoridadStatusSagradoAlienación

SociedadPoderClaseProfanoProgreso

 

Dentro de la columna “conservadurismo“ se presentan las principales ideas fuerzas más allá de la comunidad local y engloba la religión, el trabajo, la familia y la cultura y se refiere a los vínculos sociales caracterizados por la cohesión emocional. La autoridad es la estructura o el orden interno de una asociación y su legitimidad está dada por la tradición o la lealtad en una causa. El status se refiere a la posición del individuo en la jerarquía de prestigio o influencia que caracteriza a toda comunidad. Lo sagrado incluye las costumbres, lo no racional y el comportamiento religioso ritual. La alienación significa ver al hombre ajeno, anómico y desarraigado.

Cada una de estas ideas fuerzas es asociada a otra opuesta. Lo que interesa llamar la atención es que la evolución natural de la sociedad, en la medida que se avanza en el desarrollo, es llegar a hacer predominantes las ideas fuerzas que se encuentran en la columna del “racionalismo “, que implica el crecimiento urbano y las ocupaciones industriales. En esa misma medida, el campo pasa a ser un sector residual.

Si uno toma en cuenta esta visión de conjunto que ofrece Nisbet sobre las ideas unidades esenciales marcadas por los fundadores de la

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sociología, señalar otro grupo de ideas opuestas, como las que se mencionan a continuación, resulta solo un paso fácil y natural.

 

Tradicional ModernoCampoAgriculturaRural

CiudadIndustriaUrbano

 

Ello marcará un tipo de construcción social de lo que será considerado como el campo y, por lo tanto, lo “rural “ en su versión tradicional.

La sociología rural tradicional

El sociólogo ruso, avecindado en los Estado Unidos, Pitirim A. Sorokin junto a Carlo Zimmerman y Charles J. Galpin, sistematizaron en 1930 las diferencias entre el mundo rural y el urbano (Sorokin, Zimmerman e Galpin, 1930). [4] Este estudio es considerado como “una síntesis de la literatura mundial sobre sociedades rurales, que es incomparable en relación con cualquier otra de las ramas de la sociología“ (Anderson, 1981).

Ellos destacan las características diferenciales y las definiciones “compuestas“ del mundo rural y del mundo urbano, mostrando, al menos, nueve diferencias.

A continuación se señalan tales diferencias.

1. Diferencias ocupacionales

La sociedad rural se encuentra compuesta por una totalidad de individuos dedicados a la ocupación agrícola. Más aún “El principal criterio de definición de la población o de la sociedad rural es ocupacional. La cosecha y el cultivo de las plantas y animales. A través de ello la sociedad rural se diferencia de otras poblaciones, particularmente de la urbana, que e dedica a actividades ocupacionales diferentes” (idem). En este sentido el criterio fundamental para definir la población de la sociedad rural es su ocupación agrícola. De esta diferencia entre comunidades rurales y urbanas siguen todas las otras diferencias, la mayoría de las cuales se encuentra ligada de manera causal por esta diferencia en la ocupación.

2. Diferencias ambientales

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La ocupación agrícola hace que los agricultores trabajen al aire libre, en un contacto directo con la naturaleza y se encuentran más expuestos a los cambios en las condiciones climáticas. El habitante urbano por su parte, se encuentra separado de esta realidad por el ambiente artificial de la ciudad de piedra y de fierro.

Estas diferencias ambientales, que resultan obvias para las sociedades del pasado (Egipto, Babilonia, China, etc.), son válidas para el universo urbano y rural contemporáneos ya que la ciudad moderna se encuentra constituida en gran escala por acero, fierro y papel, elementos poco usados en las ciudades antiguas.

3. Diferencias en el tamaño de las comunidades

El carácter de la actividad agrícola dificulta la agrupación de los agricultores en grandes concentraciones y determina que el trabajador habite permanen-temente cerca de la tierra que cultiva. Estos hechos determinan que, a pesar de los medios de transportes, los agricultores no puedan vivir en grandes aglomeraciones.

En virtud de ello existe una correlación negativa entre el tamaño de la comunidad y el porcentaje de la población ocupada en la agricultura. Como se puede apreciar, tiene sentido la advertencia que se hizo en el primer punto sobre la importancia que se le otorga a la variable ocupacional.

4. Diferencia en la densidad poblacional

Como una regla general, las comunidades de agricultores tienen una densidad de población más baja que las comunidades urbanas. En palabras de los autores, “se encuentra una correlación negativa entre la densidad poblacional y el carácter rural y una relación positiva entre la densidad y la urbanización “.

Esta diferencia se explica en forma causal con las características que exige la producción de los cultivos.

5. Diferencias en la homogeneidad / heterogeneidad de la población

La quinta diferencia permanente entre las comunidades urbanas y las rurales se refiere a que la población de las comunidades rurales tiende a ser más homogénea en sus características psico-sociales (lenguaje, creencias, opiniones, tradiciones, etc.) que la población de comunidades urbanas. La homogeneidad rural se explica porque la base de reclutamiento de la población rural se realiza en su propio sector (hijos de agricultores y de trabajadores agrícolas) mientras que en las ciudades las poblaciones tienen los más diferentes orígenes.

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6. Diferencias en la diferenciación, estratificación y complejidad social

La sexta diferencia relativamente constante plantea que en las aglomeraciones urbanas existe una complejidad mayor, que se manifiesta en una mayor diferenciación y estratificación social. La ciudad por definición es una sociedad compleja formada por una multiplicidad de grupos secundarios. La división del trabajo es un criterio de diferenciación válido y ésta es mayor en las ciudades que en los conglomerados agrícolas. Una de las razones que explica la menor estratificación en el campo que en las ciudades radica en que las comunidades rurales expulsan hacia las ciudades tanto a los indi-viduos que se han vuelto excesivamente ricos como los que se han vuelto excesivamente pobres.

En consecuencia, la permanente eliminación de los grupos extremos hace que las comunidades rurales sean más homogéneas

7. Diferencias en la movilidad social

La población urbana se moviliza de un lugar a otro, cambia de ocupación, de posición social por lo que tiene más movilidad horizontal y vertical que la que se observa en las comunidades rurales. La movilidad territorial es mayor en las poblaciones urbanas por el mayor cambio en los domicilios, los mayores desplazamientos dentro de las ciudades. A su vez en las poblaciones rurales, los agricultores permanecen más tiempo en su condición de tales o en media cambian de empleo menos frecuentemente que las poblaciones urbanas. El porcentaje de hijos que heredan la ocupación de sus padres agricultores es de las más altas, entre las categorías ocupacionales.

8. Diferencias en la dirección de las migraciones

La dirección predominante de las migraciones es desde el campo hacia las ciudades y de las ocupaciones agrícolas hacia las ocupaciones urbanas. Por lo tanto, la migración poblacional es unidireccional. La excepción a este proceso se puede encontrar en períodos de catástrofes, períodos de decadencia, etc., donde se producen interrupciones a este éxodo desde el campo a la ciudad.

9. Diferencias en los sistemas de integración social

Toda vez que las comunidades rurales son menos voluminosas y densamente pobladas y que en su población es menos móvil, es de esperar que el número de personas distintas de un agricultor se encuentra con quien establece un contacto intencional o no intencional, largo o breve, intensivo o extensivo y el número de

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contactos por individuo debe ser muy inferior al de un habitante urbano.

En otras palabras un agricultor, por su condición de tal, se encuentra con un número muy reducido de personas. También hay que mencionar diferencias cualitativas. El área de contacto de un miembro de una comunidad rural es espacialmente más estrecha y limitada que el área de un miembro de una comunidad urbana. Además, las relaciones cara a cara son más frecuentes en habitantes de comunidades rurales, mientras las relaciones indirectas o secundarias son más habituales entre los habitantes urbanos. También se puede afirmar que la totalidad de las relaciones que componen la red del sistema de interacción de un individuo urbano está compuesta por relaciones casuales, superficiales y de corta duración, en contraste con la interacción de los miembros de una comunidad rural. El sistema de interacción rural, sus líneas y cadenas tienen un “toque personal “, “intimidad “ y solidez.

Se ha presentado con relativo detalle las diferencias que establecen estos autores entre lo rural y lo urbano, por la importancia que estas formulaciones tuvieron en el desarrollo de la sociología rural, en su versión más tradicional.

En resumen, el desarrollo de la sociología, tal como fue formulada por los teóricos fundadores de la disciplina, le imprimió un fuerte enfoque dicotómico en sus sistemas de clasificación de la realidad, la que pasó naturalmente a expresarse en la dicotomía entre la realidad que se observaba en el sector rural y aquella que emergía en el sector urbano.

No se debe perder de vista que la preocupación por lo nuevo se situaba en el sector urbano-industrial, mientras lo que se consideraba como residual permanecía en el campo.

Predominio del enfoque tipológico en América Latina

Conviene recordar las formulaciones que utilizaron los sociólogos clásicos de la región para analizar el enfoque con que ellos abordaron la sociología rural. Además, hay que tomar en cuenta que los más importantes de ellos, tanto Germani como Solari, aplicaron los esquemas dicotómicos propuestos por los clásicos europeos, que luego son desmenuzados por los funcionalistas norteamericanos y que ellos luego adaptan a la realidad de América Latina.

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Revisando la obra clásica de Germani, uno de los sociólogos más importantes de América Latina, dedica 10 páginas de su principal obra para señalar las dicotomías que utiliza para diferenciar entre la sociedad tradicional y la sociedad industrial, sobre la base de tipos ideales contrapuestos.

En el siguiente cuadro, resumido y, por cierto, muy simplificado, Germani nos muestra el proceso de transición, desde un punto de “origen“ a uno de “destino“, desde la sociedad tradicional hacia la sociedad moderna.

 

Variable Sociedad Tradicional

Sociedad Industrial

1. Estructura social

Acción prescriptivaInstitucionalización de la tradiciónInstituciones indiferenciadas

Acción efectivaInstitucionalización del cambioInstituciones específicas

2. Relaciones sociales

AdscripciónParticularismoDifusasAfectivas

DesempeñoUniversalismoEspecíficasNeutrales

3. Organización social

Predominio de lo primario

Predominio de lo secundario

4. Status Adscrito Adquirido5. Familia Extensa Nuclear6. Valores Tradición

TierraDivinidad

RacionalProgresoVida Terrenal

7. Tecnología Energía HumanaTipo de producciónartesanal

MaquinariaProducción en serie

8. Economía Subsistencia Mercado

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Fuente: Versión simplificada de Gino Germani. Política y Sociedad en una Época de Transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1962, págs. 117-126.

 

Lo que más se conoce de su obra es el enfoque dicotómico de la modernización que hemos reseñado, que es uno de los temas centrales de su obra con una fuerte influencia de Parsons, con quién trabajó cuando estuvo en la Universidad de Harvard. Sin embargo, la obra de este sociólogo italiano, exiliado por el fascismo en la Argentina, trasciende con mucho este aspecto.

Por una parte, hay que aclarar que sus tres grandes preocupaciones teóricas son, junto con la modernización, los temas de la movilización y la marginalidad. Por la otra, Germani esboza la estructura social del sector agropecuario caracterizando diferentes clases sociales en el campo (Jorrat y Sautu, 1992:20).

Sin embargo, Germani no oculta que sus principales preocupaciones tienen que ver con las principales transformaciones que experimentaban las sociedades latinoamericanas, que tenían que ver más con la modernidad que con la realidad residual que representaba el campo. Cuando plantea la necesidad de renovar los estudios sociológicos, dice este autor, que los temas son: “la urbanización, la industrialización, la incorporación de las masas humanas al tipo de vida de las sociedades industriales, integración política de grandes sectores de la población, los que han creado una multiplicidad de problemas y cambiado la estructura de clases, el origen social de los estudiantes universitarios, sus profesores y el de las elites intelectuales “ (idem).

Como se puede apreciar, no hay referencias a la realidad rural, situación que también se observó en los fundadores de la disciplina.

Una primera aproximación a otro autor clásico en la región, Aldo Solari, es a través de su obra Sociología Rural Latinoamericana, donde él muestra una preocupación específica con lo rural.

Solari, con una fuerte influencia de Sorokin, desarrolla la idea del continuum rural – urbano. Una característica básica es la ocupación donde la población rural trabaja en la agricultura en un sentido amplio, vale decir en el cultivo de las plantas y en la crianza de los animales. También utiliza otros de los rasgos distintivos propuestos por Sorikin

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como son las características ambientales, el volumen de las comunidades, etc.

Solari plantea que el desarrollo de la sociología se encuentra vinculada a cambios sociales y a situaciones de crisis. La sociología rural se desarrolla por la existencia de una doble crisis:

a) Las migraciones desde el campo hacia las ciudades que han tenido un crecimiento sustantivo con las que se podían observar en el pasado, y

b) La invasión del campo por las ciudades, lo que lleva a una urbanización del medio rural.

Lo anterior lo lleva a concluir que: “una vez completado el proceso de urbanización rural, la sociología rural debería desaparecer, al menos en su sentido tradicional “ (Solari, 1971).

Aproximaciones hacia una nueva ruralidad

Luego de una revisión bibliográfica, se analizan las propuestas de tres autores Latinoamericanos que proponen una definición formal sobre lo que entienden por nueva ruralidad. También hay que considerar los planteamientos que se han elaborado en el contexto del Proyecto Rurbano que se desarrolla en la Universidad de Campinas, Brasil.

Edelmira Pérez, avanza una proposición donde plantea que la nueva ruralidad abarca un conjunto de regiones y de zonas (un territorio) cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en diversos sectores como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de los recursos naturales y el turismo, entre otros. Los asentamientos que hay en estas zonas se relacionan entre sí y con el exterior y en ellos interactúan una serie de instituciones públicas y privadas. También sugiere analizar la interdependencia entre el mundo rural y el medio urbano en general (Perez, 2001).

Por su parte, María Nazareth Wanderley plantea que el mundo rural tiene particularidades históricas, sociales, culturales y ecológicas, que tienen una realidad propia, inclusive en las formas en que se relaciona con la sociedad. Propone dos elementos diferenciadores: la ocupación de un territorio con formas de dominación que tiene su base en la el uso y tenencia de la tierra y de otros recursos naturales, y como lugar de vida, lo que otorga una identidad (Baudel Wanderley, 2001).

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Finalmente, Luis Llambí avanza en el origen, en la definición y en los efectos de la nueva ruralidad. Sobre el origen plantea que los procesos que ocurren en el mundo y que se conocen bajo el termino de globalización y el surgimiento de la nueva ruralidad, no sólo son coetáneos, sino que además se encuentran interrelacionados. “Ambos forman parte de un conjunto de reestructuraciones geoeconómicas y reacomodos geopolíticos que tienen lugar en diferentes niveles (global, nacional, local), pero que en cada país asume sus propias peculiaridades“ (Llambí, 1995). También señala que su planteamiento no tiene evidencia en la literatura debido a los enfoques disciplinarios con que abordan el tema. De cualquier manera, la observación parece interesante como hipótesis de trabajo.

En cuanto a la definición, señala que esta nueva ruralidad debe dar cuenta de tres aspectos:

a) Un acelerado proceso de “contraurbanización“ a partir de una mayor demanda por el consumo de espacios rurales tradicionales;

b) La transformación de la estructura tradicional de los poblados hacia actividades secundarias y terciarias, y

c) Los estilos de vida propiamente rurales están siendo transformados por los valores de la modernidad.

La situación así conceptualizada como nueva ruralidad tiene impacto en tres dimensiones:

a) Territoriales, a través del cambio en la valoración de los espacios rurales;

b) Ocupacionales, mediante el cambio en el peso relativo de las actividades primarias, secundarias y terciarias; y

c) Culturales, en el cambio de los patrones del conocimiento y de los valores de las poblaciones rurales.

Los profesores del Instituto de Economía de la Universidad Estadual de Campinas vienen desarrollando un ambicioso Proyecto denominado Rurbano Unicamp. Este Proyecto da cuenta de la emergencia de una nueva conformación en el campo brasileño, que ya ocurrió hace tiempo en los países desarrollados (Da Silva e Del Grossi, 1998).

Esta “nueva ruralidad“ [5] se compone de tres grandes grupos de actividades:

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a) Una agropecuaria moderna, basada en commodities, la que se encuentra íntimamente ligada a la agroindustria,

b) Un conjunto de actividades no agrícolas ligadas a la residencia (fabricación de conservas, muebles flores.), al ocio y a la entretención (caza y pesca), a actividades industriales y a la prestación de servicios (turismo rural, agro turismo), y

c) Un conjunto de “nuevas“ actividades agropecuarias, localizadas en nichos especiales de mercado.

El término nuevo se ocupa entre comillas, ya que estas actividades no son propiamente nuevas, pero no tenían la importancia económica que han adquirido en la actualidad. Estas últimas dos actividades siempre se realizaron, pero antes iban al autoconsumo mientras en esta situación se destinan al mercado.

Se trata, por lo tanto, de un espacio rural penetrado por el mundo urbano, con nuevos y viejos personajes: los neo rurales (profesionales liberales y otros ex habitantes que pasan a vivir en el campo), asentados (ex sin tierras) y los sin – sin (sin tierra, sin empleo, sin salud, etc.).

Esta situación lleva a que el ingreso no agrícola pase a tener una gran importancia en las familias rurales. Este tema es ampliamente tratado por Sergio Schneider desde una amplia perspectiva. Las razones de un aumento de este tipo de empleo se debe a tres factores: el aumento de productividad del trabajo agrícola, la disminución de población residente en áreas rurales, y el crecimiento extraordinario en los volúmenes de producción. El trabajo analiza el impacto de las formas de ocupación del trabajo en áreas rurales, diferenciando las agrícolas de las no agrícolas (Schneider, 2000) .

La ocupación de la mayoría de los habitantes rurales no se encuentra ligada a la agricultura. Este fenómeno no es algo transitorio, sino que tiende a crecer y a consolidarse.

Las razones que explican este cambio son:

a) El proceso de modernización tecnológica lleva a que la agricultura pase a ser una actividad individual, volviendo innecesaria la necesidad de ocupar la fuerza de trabajo familiar, como ocurría con anterioridad.

b) El crecimiento de la productividad que lleva a un incremento substancial del ingreso de los agricultores.

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c) El apoyo y estímulo de políticas públicas para actividades no agrícolas como una manera de desincentivar la producción agropecuaria para evitar situaciones de sobreproducción.

d) El trabajo a tiempo parcial y la pluriactividad que no se debe sólo a transformaciones internas de la agricultura sino que es la forma normal del funcionamiento de las unidades de trabajo de la familia.

e) La expansión de la pluriactividad y de las actividades no agrícolas en el medio rural puede ser atribuible a las dinámicas propias del mercado de trabajo no agrícola.

Como se puede ver, hay grados importantes de coincidencia entre estas propuestas.

Una crítica reiterativa que se puede encontrar en la literatura revisada es la falta de un concepto que tenga un alcance más allá de la mirada geográfica de lo rural que se limita a la densidad poblacional y que en términos ocupacionales se limita a la actividad agrícola. Las proposiciones reseñadas salvan bien la última crítica, al abrir el espectro de actividades que se desarrollan desde lo rural. Ello no quiere decir que la dimensión territorial no sea importante, sino más bien como a partir de lo territorial, se le agrega una connotación conceptual, que en el caso de Nazareth Wanderley plantea como lugar de vida, un lugar donde se dan particularidades de un modo de vida y referencia de identidad.

Propuesta sobre la nueva ruralidad

La proposición de ruralidad que se formula abarca tiene tres dimensiones que son acumulativas en cuanto a:

a) El tipo de espacio y las actividades que se realizan.

b) La especificidad que la distingue de otras situaciones, y

c) El alcance que abarca lo rural.

De partida se observa en la actualidad una alta valoración hacia el espacio rural y la ruralidad y que ya no se la considera como una categoría residual frente a lo moderno y urbano.

1. En cuanto a espacio y actividades.

En este punto hay una coincidencia con lo señalado por diversos autores.

En otras palabras, se trata de espacios con una densidad relativamente baja, donde se realizan actividades tales como: la agricultura, forestal, ganadería, artesanía, establecimientos dedicados

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a reparaciones, las industrias pequeñas y medianas, pesca, la minería, extracción de los recursos naturales y turismo rural. A su vez, se realizan servicios y otras actividades como la educación, salud, gobierno local, transporte, comercio y deporte. Estas listas sólo tienen el carácter de ilustrativas sobre tipo de actividades a que se hace referencia y no son exhaustivas.

2. En cuanto a su especificidad

Esta es la parte fundamental del argumento. Lo rural comprende un tipo de relaciones sociales con un componente personal que predominan en territorios con una baja densidad de población relativa. Esta relación personal tiene una fuerte base en las relaciones vecinales, con una prolongada presencia y de parentesco entre una parte significativa de los habitantes.

Diversos autores exploran en esta línea cuando se menciona el tema de la confianza/desconfianza, se alude a relaciones personales (Hernanderz, 1984 e Lehmann, 1970), o la importancia de la familia, las relaciones afectivas y la importancia de la figura del padre en el medio rural (Diáz, 1992). Ello genera condiciones para que las relaciones personales resulten naturales, otorgan sentido a la identidad con el espacio a que las personas pertenecen y adquiere importancia la memoria rural como expresión de la historia local.

Este tipo particular de relaciones sociales genera a su vez, un fuerte control social por parte de las comunidades sobre las relaciones entre las personas. El control social lo estamos entendiendo de acuerdo a Homans (1963), y se refiere a los mecanismos que favorecen la obediencia de las normas y la sanción de las conductas desviadas. Si bien el libro se dedica al análisis de los grupos pequeños, en el análisis que hace del Pueblo Hilltown se plantea que en las comunidades campesinas efectivamente hay un mayor control social.

Localidades estudiadas en la Región de Valparaíso en Chile, como El Encón, Coimas, Rinconada de Silva, Rinconada de Guzmanes y otras en el Valle de Putaendo (Barahona, Aranda e Santana, 1961) son un fiel reflejo de localidades rurales con intensas relaciones de parentesco y de vecindad prolongada. Ello no quiere decir que las relaciones personales sean siempre relaciones de colaboración y de amistad. Pueden ser de conflicto y de odiosidad, pero son personales.

El hecho de otorgar tanta importancia a las relaciones sociales de tipo personal implica revalorar la noción de “comunidad “y de “sociedad“ de

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Ferdinand Töennies, ya analizada, como tipos ideales (Töennies, 1973). La primera se basa en relaciones esenciales, de parentesco y de interdependencia y en una economía basada en correspondencia de intereses. Por su parte, su concepto de sociedad se refiere a relaciones voluntarias, arbitrarias y contractuales.

Esta combinación de relaciones sociales determinadas con una base territorial dada se la puede expresar a través de la combinación de períodos de tiempo y dimensiones de espacio.

Se considera como característico de lo rural aquellos espacios relativamente pequeños, con largos períodos de tiempo. Por el contrario se aleja de lo rural aquellos espacios más amplios que consideran períodos de tiempo breves. Ello explica que lo rural significa considerar grupos relativamente pequeños, dentro del ámbito donde las relaciones personales se puedan desarrollar y donde la micro historia tiene un peso importante en la vida de las comunidades en la actualidad. Lo urbano es sinónimo de relaciones sociales pura-mente secundarias e instrumentales, donde predomina lo caduco y lo fútil (Sennet, 2001).

Esta situación explica el profundo impacto que tuvo en las comunidades rurales de Chile el funcionamiento de los servicios de inteligencia durante la dictadura militar que se tradujo, en una medida importante, en la profunda quiebra en los lazos de solidaridad de esos grupos.

Lo rural, en definitiva, a pesar del proceso de globalización en marcha, es una de las condiciones que permite mantener algunos rasgos de identidad frente a las fuerzas globales y homogéneas que se expresan a través de los medios de comunicación, del consumo, etc.

3. En cuanto a su alcance.

Esta proposición incluye determinados espacios normalmente considerados como urbanos como parte de la ruralidad.

Como señala A. Schejtman (1999), normalmente en la literatura se ha destacado el papel de la agricultura en el desarrollo desde el ángulo de lo urbano – industrial y se refiere a la transferencia de recursos del campo a la ciudad (fuerza de trabajo, alimentos, etc.). Pero también se puede plantear la pregunta al revés ¿cual es el papel que podría tener el núcleo urbano en el desarrollo de su entorno rural? Mejor todavía resulta plantear la necesidad de analizar las articulaciones que se

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establecen entre lo urbano y lo rural, como condición para entender el funcionamiento de la economía y la política local.

Este mismo tema ha sido tratado cuando se señala que se debe “reexaminar la problemática del desarrollo rural (para) insertarla en el marco del desarrollo de las economías locales, es decir enfatizar las articulaciones entre el núcleo urbano y su hiterland agrícola, analizando como se entrelazan los distintos mercados y como inciden sobre su funcionamiento los determinantes externos. En este marco pueden crearse espacios de participación sustantiva y plantearse tanto los temas de transformación productiva, como los de pobreza y medio ambiente“ (FAO, 2000) 

El hecho que en esta figura el mundo rural se sitúa al centro y no en la periferia como hubiera sido lo habitual, tiene una explicación. Lo que se quiere resaltar, es que el foco de las relaciones sociales propias de la ruralidad, se encuentran en el centro del esquema de interpretación.

En cuanto al alcance, es necesario considerar dos dimensiones.

a) El alcance que tiene este tipo de relaciones en concentraciones urbanas, y

b) El grado de integración a los servicios, mercados, etc.

Con respecto a lo primero, el tipo de relaciones sociales que se desarrolló en el punto anterior, desde un eje que puede ser considerado como su punto focal, se extiende hacia espacios más densamente poblados, hasta que se extingue la relación personal y pasan a primar las relaciones funcionales.

Para tratar el segundo parece conveniente una calificación más fina de lo que se entiende tradicionalmente por centros urbanos. El análisis de los datos de la Región del Maule en Chile puede ayudar a entender mejor la complejidad del fenómeno. En primer lugar, se presenta la información ordenando las comunas por tamaño de población y luego se avanza en la distribución de la población entre entidades urbanas y rurales. El hecho que el análisis se efectúe para el caso de esta Región tiene solo un alcance ilustrativo, a modo de ejemplo de la realidad que se puede encontrar en otras Regiones del país.

Comunas de Acuerdo a Número de Habitantes. VII Región del Maule.

 

Número de Comunas

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habitantesMenos de 9.999 Licantén, Vichuquén, Rauco,

Empedrado, Pencahue y Pelluhue (6)

10.000 – 24.999 Romeral, Sagrada Familia, Hualañé , Pelarco, Río Claro, Maule, Curepto, Yerbas Buenas, Colbún, Retiro, Villa Alegre y Chanco (12)

25.000 – 49.999 Teno, Molina, San Clemente, Constitución, Longaví, Parral, San Javier y Cauquenes (8)

50.000 – 74.999 No figura ninguna75.000 – 99.999 Linares (1)Mas de 100.000 Curicó y Talca (2)

Fuente: Censo de Población 1992.

 

Un segundo paso consiste en ordenar esta información de acuerdo a las categorías censales. Para el Censo de Población de 1992 no se consideró la infraestructura urbanística como criterio de distinción entre lo urbano y lo rural [6] , sino más bien la concentración de viviendas y el predominio de población económicamente activa. Así, los asentamientos concentrados o dispersos con 1.000 o menos habitantes o entre 1.001 y 2.000 con una predominio de población económicamente activa en actividades primarias fueron definidos como rural.

En el caso de las 6 comunas que tienen menos de 10.000 habitantes, todas tienen una población rural importante, llegando en un caso a no registrar población urbana (Comuna de Vichuquén).

En las 12 comunas medianas (entre 10.000 y 25.000) las diferencias porcentuales en favor de la población rural son aún mayores y su variación va desde el doble de población rural con respecto a la urbana hasta convertirse en 5 veces.

En las 8 comunas medianas - grandes se puede observar que en una mayoría de ellas la población se ubica en asentamientos urbanos (5, que son Constitución, Parral, San Javier, Cauquenes y Molina), mientras las tres comunas restantes tienen un predominio de población rural (San Clemente, Longaví y Teno).

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Finalmente, en las comunas grandes, que corresponden todas a las capitales provinciales, la población rural es claramente minoritaria. En estos casos cabe la observación de Isabel Hurtado quién reflexionando para el caso del Perú, ubica los “espacios regionales “ como un nivel intermedio entre lo nacional y lo local, donde a través de éste, lo rural se encuentra presente (Hurtado, 2000).

En consecuencia, es necesario revisar las cifras. De acuerdo al Censo de Población en el año 1992 el país tenía un 16,5% de población rural con una proyección para el año 2001 del 14,2%. Para el caso de la Región del Maule, el año 1992 tenía un 40,2 de población rural con una estimación de un 36,4% para en el año 2001. La nueva mirada sobre la ruralidad que se sugiere significa un aumento sustantivo de la ruralidad, al menos desde la Región del Maule al sur.

A esta misma realidad se refiere un agudo columnista de la realidad nacional cuando escribe: “El sector agrícola esta subrepresentado en las cifras macroeconómicas y poblacionales. Temuco, Osorno y San Fernando dependen de la actividad agropecuaria (lo rural, sería más preciso) más que de la industria o servicios. Aunque sus habitantes, según las estadísticas, aparecen como urbanos... son rurales y dependen del campo. Como buena parte de los transportistas y comerciantes desde la Región Metropolitana al sur “(Barros, 2001).

El tipo de relación social que caracteriza la ruralidad depende, en un grado importante, del grado de articulación entre los habitantes rurales tradicionalmente considerados como tales y los habitantes de concen-traciones urbanas, depende de los grados de integración que exista entre estas concentraciones urbanas y su entorno rural.

Estos grados de integración tienen que ver con el acceso a servicios (educación y salud), a los mercados, etc. Hay evidencia de estudios que señalan que los habitantes rurales que tienen sus hogares más cercanos a los municipios son los que concentran los beneficios sociales (Bello B., 2000). A su vez, el grado de integración que existe entre los centros urbanos y la periferia rural crea las condiciones para que el tipo de relaciones personales predominen.

En cuanto al funcionamiento de los mercados, interesa destacar los fenómenos que ocurren en el ámbito del mercado laboral. Hay que destacar que los mercados de trabajo urbano y rural tienden a integrarse y a terminar con la segmentación que se observó en el pasado. Por un lado, se observa el hecho de que trabajadores y sus familias que viven en ciudades y trabajan en el campo, sea en forma

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permanente o temporal. Por el otro, se da el hecho que trabajadores y familiares que tienen residencia en lo rural trabajan en las ciudades.

En el caso de las comunas chicas, menores de 25.000 habitantes, se puede esperar un alto grado de integración. En las comunas medias, con menos de 75.000 habitantes, se puede esperar un grado de integración parcial, mientras que en las comunas grandes (corresponden a las cabeceras provinciales, con la excepción de Cauquenes), una parte de ellas tiene algún grado de integración.

Como señala María Nazareth Wanderley, el espacio local es por excelencia el lugar de convergencia entre lo rural y lo urbano (Baudel Wanderley, 2001). En esta línea de argumentación, la autora sostiene que el municipio pequeño es parte integrante del mundo rural y se extiende hacia los municipios más grandes, en la medida que las relaciones sociales personales predominan.

En consecuencia, la noción de lo local parece adecuado como concepto para dar cuenta de lo rural como la integración del entorno rural en centros urbanos, donde se observa un predominio de población rural.

Por este conjunto de razones, se excluye el uso de “sector rural“ y más bien se plantea “el mundo rural“ o “lo rural“, como lo hacen los autores que han trabajado el tema de la nueva ruralidad.

Es necesario hacer dos alcances. Uno en cuanto a la gradualidad; otro sobre el tránsito que realizan los mismos individuos entre los dos mundos.

La gradualidad significa que se deben considerar toda una gama de situaciones intermedias entre un predominio de lo rural y la ausencia de ello. No se trata de una situación dicotómica o de negro y blanco, sino de grados, de tonalidades.

En cuanto a lo segundo, se pueden dar condiciones donde los diferentes contextos condicionan el tipo de relaciones sociales que se establecen. Una joven que vive con su familia en una vivienda rural y que trabaja como dependiente de una tienda ubicada en la ciudad, dependiente de una cadena comercial nacional, establecerá diferentes tipos de relaciones sociales, dependiendo de si se encuentra en la vecindad rural o en la tienda. A su vez, un ejecutivo tendrá diferente tipo de relaciones sociales durante la semana en la empresa en que trabaja de las que establecerá en el entorno de la parcela de agrado que tiene cerca de la ciudad.

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Este propuesta se inserta en la perspectiva teórica de la microsociología, definida inicialmente por George Gurvitch. [7] Esta se propone “explicar fenómenos y procesos sociales analizando unidades más pequeñas de la sociedad, comprendidos en la interacción directa de individuos y en su dependencia respecto de las estructuras sociales que componen su entorno” (Robles, 1999). A su vez, también se inserta en la etnometodología, un importante paradigma de la sociología formulado inicialmente en la década del 60 del siglo pasado, que plantea el estudio de los métodos, las operaciones y los procedimientos que emplean los individuos para construir sus vidas cotidianas. La etnometodología ha sido definida como una suerte de viaje desde las explicaciones preestablecidas al “mundo del sentido común“.

 

Reflexiones finales

Dentro de esta concepción, se evita el uso del término“sector rural“ y más bien se plantea “el mundo rural“ o “lo rural“, como lo hace la mayoría de los autores que han trabajado el tema de la nueva ruralidad.

Esta combinación de relaciones sociales determinadas con una base territorial dada, se la puede expresar a través de la combinación de períodos de tiempo y dimensiones de espacio. Se considera como característico de lo rural aquellos espacios relativamente pequeños, con largos períodos de tiempo. Por el contrario se aleja de lo rural aquellos espacios más amplios que consideran períodos de tiempo breves. Ello explica que lo rural significa considerar grupos relativamente pequeños, dentro del ámbito donde las relaciones personales se puedan desarrollar y donde los antecedentes pro-venientes de la micro historia tienen un peso importante en la vida de las comunidades en la actualidad. Lo urbano es sinónimo de relaciones sociales puramente secundarias e instrumentales, donde predomina lo caduco y lo fútil. De allí la pertinencia de la microsociología y del enfoque etnometodológico para abordar el estudio de la ruralidad.

Además, si se considera el enfoque propuesto, se debería discutir el tema de las dimensiones que tiene la ruralidad en el país.

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El debate sobre la nueva ruralidad debe llevar a que los diferentes interesados en el destino de las poblaciones rurales desarrollen miradas renovadas sobre esta realidad.

Para el mundo académico, significa redefinir el objeto de estudio sobre lo que tradicionalmente se consideró como lo rural, muy vinculado estrictamente al ámbito de la producción agropecuaria. Una nueva visión debe abarcar un espectro mayor de actividades y desde el punto de vista de la sociología, privilegiar el tema de las relaciones sociales como una perspectiva profesional muy propia de la disciplina.

Los dirigentes sociales rurales, sean empresariales, por cuenta propia, de asalariados, de entidades sociales, culturales etc., deberán ampliar el espectro de sus potenciales bases y tener una mirada hacia la diversidad que incluye esta nueva ruralidad.

Por su parte, los políticos encargados de definición de programas de desarrollo rural deberán asumir que los problemas de la ruralidad no pueden ser tratados mediante miradas sectoriales y con un exclusivo énfasis productivista. Solo mediante programas que consideren la multiactividad que se desarrolla en la ruralidad y la integralidad de las acciones podrán tener un impacto para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los habitantes rurales.

Para terminar, interesa destacar dos ideas fuerzas que fueron recientemente destacadas en una reunión que se desarrolló hace unas semanas en la Cepal en Santiago (Berdegué, 2001).

La primera fue la entrega de evidencia empírica que demuestra que la pobreza rural en Chile está siendo derrotada. Antecedentes entregados en la reunión muestran, de una manera irrefutable que los pobres rurales hoy son menos pobres que en el pasado reciente. Este es un hecho fundamental que debe ser valorado, aunque es mucho lo que se debe avanzar.

La segunda se refiere a una evaluación sobre la concepción que sirve de fundamento a las políticas aplicadas a los programas que pretenden revertir la situación de carencia de las poblaciones rurales. Estas, de acuerdo a Julio Berdegué, com el qual concuerdo, tienen su base en concepciones válidas en los años 60 del Siglo pasado, pero que no tienen pertinencia en la actualidad.

La importancia de estas dos ideas presentadas, entre otras razones, justifican que la polémica sobre la nueva ruralidad deba continuar.

 

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Notas

[1] Seminario Internacional: La Nueva Ruralidad en América Latina. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Estudios Ambientales y Rurales. Maestría en Desarrollo Rural. Bogotá, 22 – 24 de Agosto 2000.

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[2] Así lo afirma el clásico de la historia de la sociología: Nicolás S. Timasheff. La Teoría Sociológica. Fondo de Cultura Económica. México, 1963.

[3] Ver Norma Giarracca y Paula Gutiérrez. Una Aproximación a los Estudios Agrarios en Europa y los EE.UU. en este siglo. En: Estudios Rurales. Teorías, problemas y estrategias metodológicas. Norma Giarracca, Coordinadora. Editorial La Colmena, Buenos Aires, 1999.

[4] A Systematic Source Book in Rural Sociology. The University of Minnesota Press, Mineapolis, 1930. En José de Souza Martins. Introdução Crítica a Sociología Rural. Editorial Hucitec, São Paulo, 1981.

[5] Se ha traducido “novo rural “ por “nueva ruralidad “.

[6] Para tener una idea sobre los cambios se pueden mencionar los diferentes criterios que se han usado. En 1960 el censo definió como áreas urbanas aquellas agrupaciones de viviendas, en torno a un servicio, que tienen un nombre común y más de 200 habitantes. En 1970, se privilegió el número de viviendas y el criterio mínimo para ser clasificado como urbano fue 40 viviendas agrupadas. En 1982 se subió el número de viviendas a 60 con un mínimo de 300 habitantes.

[7] Sociólogo ruso nacido en 1896, vivió en Alemania, Checoslovaquia, Estados Unidos y se estableció en Francia. Fue quién estableció la distinción entre la microsociología y la macrosociología y dio origen a la sociología fenomenológica.