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Soldados de la fe o amantes del progreso

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Joseba Louzao Villar. Soldados de la fe o amantes del progreso: catolicismo y modernidad en Vizcaya (1890-1923). 440 p. Genueve Ediciones, 2011. Colección Ciencias Sociales y Humanidades, 4. ISBN 978-84-9938557-9-6

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Soldados de la fe o amantes del progreso

Catolicismo y modernidad en Vizcaya (1890-1923)

Colección

Ciencias Sociales y

Humanidades, 4

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Soldados de la fe o amantes del progreso

Catolicismo y modernidad en Vizcaya (1890-1923)

Joseba Louzao Villar

2011

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o trasformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de Genueve Ediciones, salvo excep-ción por prevista por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos - www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

LOUZAO VILLAR, JosebaSoldados de la fe o amantes del progreso : catolicismo y modernidad en Vizcaya

(1890-1923) / Joseba Louzao Villar. – [Logroño, etc] : Genueve Ediciones, 2011.440 p.; 24 cm. – (Ciencias Sociales y Humanidades ; 4)DL LR-398-2011. -- ISBN 978-84-938557-9-61. Clericalismo. 2. Anticlericalismo. 3. Catolicismo. 4. Historia. 5. Pais Vasco. 6.

Siglos XIX-XX. 1. Título 267.7 (460.15) “18/19”316.647.3:262 (460.15) “18/19”94 (460.15) “18/19”

Director de la colección: Ciencias Sociales y Humanidades Javier Moreno Luzón

Consejo científicoAntonio Aparicio Pérez Isidoro RegueraMª Begoña Arrúe Ugarte Juan Ignacio Palacio MorenaBernat Sureda García Manuel Suárez CortinaLeonardo Romero Tovar

Diseño de la colección y de la cubierta: Genueve Ediciones por J. A. Perona

© Joseba Louzao Villar© de esta edición: Genueve Ediciones

I.S.B.N.: 978-84-938557-9-6D.L.: LR-398-2011Composición e impresión: Compobell, S.L.

Impreso en España (U.E.) - Printed in Spain

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“La memoria me ha guiado hasta ese árbolpara desenterrar allí un cadáver

y ver en él señales de mi huida”.Del poema “El desertor”,

de Julio Martínez Mesanza.

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Índice

Introducción ...................................................................................................... 13

Ni fuego, ni agua: hacia un marco teórico ....................................................... 31 1. Un breve ensayo sobre una historia continua .......................................... 31 La secularización, ¿realidad o mito? ........................................................... 33 Cuando el mito falla ................................................................................... 42 2. De recomposiciones, modernidades e identidades .................................. 51 La recomposición católica: entre el resurgimiento y la feminización ............... 56 Clericalismo y anticlericalismo: el conflicto normativo .................................. 59

Los protagonistas I: el catolicismo en Vizcaya ................................................ 69 1. Fueros y Religión: la creación de un imaginario ..................................... 69 2. Jerarquía e institución: obispos y clero diocesano ................................... 75 3. Las parroquias: entre la sociabilidad y la reconquista ............................. 86 4. La presencia regular: entre la educación y la beneficencia ...................... 94 5. Formas de ser católico: espiritualidad y vida cotidiana ........................... 104 6. Los católicos y la política ......................................................................... 120

Los protagonistas II: los anticlericales ............................................................ 139 1. Introducción ............................................................................................. 139 2. El republicanismo entre uniones y desuniones ........................................ 141 3. Un anticlericalismo obrero: los socialistas ............................................... 154 4. Ulacia o el fracaso de un nacionalismo vasco anticlerical ....................... 175

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5. La minoría evangélica .............................................................................. 180 6. La masonería ............................................................................................ 185 7. Los anarquistas ........................................................................................ 189 8. De las crisis espirituales al anticlericalismo chirene ............................... 195 9. Los heterodoxos: librepensadores, espirititas y teósofos .......................... 201

Del conflicto normativo a la guerra cultural: las cuestiones a debate ........... 207 1. La lucha por la ciudad: entre lo local y lo nacional ................................. 207 La construcción simbólica de la Virgen de Begoña ........................................ 209 Como el rosario de la aurora: 11 de octubre de 1903 .................................... 217 2. La disputa en torno a la cuestión social .................................................. 227 El obrero y el patrono: de la búsqueda de la armonía al obrerismo militante .................................................................................................... 227 La familia y el mundo rural ....................................................................... 238 3. La batalla en el papel ............................................................................... 242 La prensa anticlerical: entre la libertad de expresión y la sátira clerófoba ...... 244 En busca de la Buena Prensa: la respuesta confesional .................................. 251 4. “¡Conquistad a las mujeres!” ..................................................................... 259 La mujer y el anticlericalismo: los límites del progreso .................................. 259 La paradoja católica: el progreso de los límites .............................................. 265 5. Dirimiendo la batalla en la escuela .......................................................... 274 La fortaleza jesuita: la Universidad de Deusto ............................................ 274 Educación y anticlericalismo: de la neutralidad al laicismo .......................... 281 6. La moral y la vida moderna ..................................................................... 287 Las costumbres ajenas a la comunidad: bailes, blasfemia y alcoholismo .......... 288 El ocio moderno y la Iglesia ........................................................................ 299

Las fases del conflicto: entre la movilización y la identidad .......................... 305 1. En el papel: la tensa calma (1890-1898) .................................................. 306 2. En la calle: la guerra cultural (1898-1913) .............................................. 312 3. ¿En el olvido?: la distensión (1913-1923) ................................................. 339

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Índice

Conclusiones ...................................................................................................... 349

Fuentes y bibliografía ........................................................................................ 363

Índice onomástico ............................................................................................ 427

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El objeto central de este libro es el enfrentamiento impulsado por las desavenencias entre el clericalismo y el anticlericalismo, tal y como fue-ron caracterizados popularmente ambos fenómenos en Vizcaya entre los años 1890 y 1923. En otras palabras, este estudio pretende contemplar las condiciones sociales, culturales y políticas a partir de las cuales se fue desarrollando este combate sobre el lugar del catolicismo en la España de la época. Un conflicto que tuvo una gran trascendencia en los principales hitos políticos de la primera década del siglo xx o de la posterior etapa republicana. Por tanto, la justificación última de este trabajo es elemental, ya que hasta el momento no se había intentado explicar la confrontación entre estos dos modelos en el País Vasco contemporáneo, lo que no deja de ser insólito si tenemos en cuenta la trascendencia histórica y la riqueza analítica de los diversos problemas planteados1.

No parece necesario ahondar en la importancia del catolicismo en todos los planos sociales y culturales del período de entresiglos. Sin em-bargo, debe remarcarse que la evolución del hecho religioso ha sido uno de los grandes temas olvidados por la historiografía vasca. Conocemos es-casamente, comparativamente hablando, cómo fue la evolución de la his-

1 Pueden destacarse para el período republicano, Christian, William A. (1997): Las vi-siones de Ezkioga. La Segunda República y el Reino de Cristo, Ariel, Barcelona y Ugarte, Javier (1998): La nueva Covadonga insurgente. Orígenes sociales y culturales de la sublevación de 1936 en Navarra y el País Vasco, Biblioteca Nueva, Madrid e Íd. (2004): «Gibraltar vaticanista y Nueva Covadonga», Cuadernos de Alzate, 31, pp. 215-258.

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toria religiosa vasca durante la edad Contemporánea, por lo que este libro pretende paliar algunas de las carencias historiográficas potenciadas por acercamientos que soslayan a la religión2. Con todo, la decisiva influencia de la religiosidad y la Iglesia Católica en el País Vasco contemporáneo se ha convertido para la reciente historiografía en un lugar común, como lo había sido también para el imaginario tradicional vasco a través de la co-nocida identificación euskaldun fededun, literalmente «el que tiene euskera tiene fe»3. De este modo, carecemos de múltiples análisis monográficos de cierta envergadura sobre el catolicismo vasco, aunque se le siga valorando como una pieza básica y central del rompecabezas pasado vasco. Por ello, consideramos correcto y pertinente nuestro afán explicativo.

2 Una de las más interesantes excepciones Ostolaza, Maitane (2000): Entre religión y mo-dernidad. Los colegios de las congregaciones religiosas en la construcción de la sociedad guipuzcoana contemporánea, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, que tiene como precedente los trabajos de Lannon, Frances (1975): Catholic Bilbao from Restoration to Re-public: a selective study of educational institutions, 1876-1931, Tesis doctoral inédita, Oxford o Íd. (1986): «Un desafío vasco a la Iglesia española de pre-Guerra Civil», Revista Interna-cional de Estudios Vascos, 31, pp. 77-96. Más tinta ha hecho correr la relación entre el nacio-nalismo vasco y el catolicismo donde destacan aportaciones como las de Itçaina, Xabier (2007): Les virtuoses de l’identité: religion et politique en Pays Basque, Presses Universitaires de Rennes, Rennes; García de Cortázar, Fernando (1988): «Iglesia vasca, religión y na-cionalismo en el siglo xx», en Fernando García de Cortázar y Juan Pablo Fusi, Política, nacionalidad e Iglesia en el País Vasco, Txertoa, San Sebastián, 1988; o trabajos críticos con la postura anteriormente defendida como los de Aizpuru, Mikel y Donato Unanue (1991): «El clero diocesano guipuzcoano y el nacionalismo vasco: un análisis sociológico», en Justo G. Beramendi y Ramón Máiz (comps.), Los nacionalismos en la España de la II República, Siglo XXI/ Consello de Cultura Galega, Madrid, pp. 287-304 o Delgado, Ander (2007): «El nacionalismo vasco y el clero durante la Restauración: ¿una relación tan estrecha?», en Luis Castells, Arturo Cajal y Fernando Molina (coords.), El País Vasco y España: iden-tidades, nacionalismos y Estado (siglos xix y xx), Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, pp. 185-214. Además, caben destacar Enríquez, José Carlos (1996): «La religión de las clases populares rurales vizcaínas en los albores de la insurrección carlista: entre el anticlericalismo espontáneo y el catolicismo riguroso», Brocar, 20, pp. 303-325 y Aizpuru, Mikel (1999): «Un ejemplo de anticlericalismo, irreligiosidad y práctica religiosa en la Margen izquierda, 1900-1937», en Luis Castells (coord.), El rumor de lo cotidiano: estudios sobre el País Vasco contemporáneo, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, pp. 259-282. Un estado de la cuestión en Pablo, Santiago de (2002): «La Iglesia», en José Luis de la Granja y Santiago de Pablo (coords.), Historia del País Vasco y Navarra en el siglo xx, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 115-141.

3 Altuna, Belén (2003): Euskaldun fededun. Euskaldun ona izateko modu baten historia, Alberdania, Irún.

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Este descuido historiográfico es, en parte, comprensible por dos facto-res que perfilaron y determinaron el desarrollo de la historiografía vasca en el último cuarto del siglo pasado. A un nivel exógeno a la disciplina, la historiografía vasca ha intentado dar respuesta, otra cuestión es lo li-mitado de la audiencia, a las inquietudes históricas surgidas de lo que se conoce como el «problema vasco» derivado precisamente de la coyuntura política. Se optó por adentrarse en los meandros de la también llama-da «cuestión vasca», tanto en lo concerniente a la transformación de la foralidad y el proceso de construcción del estado liberal en el siglo xix como a la evolución de la(s) identidad(es) nacional(es) en el País Vasco. Asimismo, el radical proceso de secularización vivido durante las décadas de los sesenta y setenta convirtió a la religión en un objeto relegado e incomprensible para toda una generación de vascos. La clase o la nación obliteraron cualquier recorrido historiográfico, y cuando éste se comenzó a elaborar estuvo muy mediatizado por la cuestión nacional. Por otro lado, endógenamente los historiadores vascos, siempre dentro de los parámetros historiográficos españoles, optaron mayoritariamente por desarrollar una historia social, con presupuestos metodológicos y teóricos diversos, que se centraba predominantemente en el mundo obrero, el estudio demográfico y las investigaciones sobre el nacionalismo4.

Ninguna de las preocupaciones que transmitían estos dos factores en-focaban el hecho religioso de tal forma que se convirtiera en un elemento central de las investigaciones elaboradas en el último tercio del siglo xx5. La historiografía dejó en la mayoría de los casos el estudio de la religiosidad

4 Por supuesto, estas afirmaciones no dejan de ser simplistas, obviando muchas e impor-tantes aportaciones que se escapan de lo aquí analizado. Sin embargo, no deja de ser una pintura de brocha gorda bastante cercana a la realidad, como puede verse en los estados de la cuestión citados en la siguiente nota.

5 Un repaso a la producción historiográfica vasca puede verse en Luengo, Félix (1999): «Algunas reflexiones sobre la historiografía vasca contemporánea», Huarte de San Juan. Geografía e Historia, 6, pp. 109-123; Granja, José Luis de la (1999): «La nueva histo-riografía vasca», en José Luis de la Granja, Alberto Reig Tapia y Ricardo Miralles, Tuñón de Lara y la historiografía española, Siglo XXI, Madrid, pp. 287-304; o los diversos trabajos recogidos en la revista Vasconia. Cuadernos de Historia - Geografía en su número del año 2005.

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en manos de eclesiásticos fuera del ámbito profesional; y con este comen-tario no se está intentando desdeñar sus trabajos, algunos muy notables a nivel empírico, sino constatar simplemente un hecho innegable6. Por tanto, era necesario atenuar este vacío historiográfico desde nuevos presupuestos metodológicos e interdisciplinares, como la sociología o la antropología, trascendiendo la historia eclesiástica tradicional y analizando la dimensión sociocultural del hecho religioso dentro de una sociedad en la que cualquier actividad social o política estaba ligada a la actitud del individuo hacia la religión7. En nuestro caso, prestar atención a estos cambios puede provocar un importante avance en el modo de entender el País Vasco de entresiglos. Aunque a veces parezca olvidarse, el posicionamiento en cuanto a la religión era un ingrediente constituyente, nada trivial, de cualquier identidad indivi-dual o colectiva. Por ello, es tarea ineludible para la historiografía española restablecer el reconocimiento de «la pluralidad de actores en la historia», como recordaba Carlos Forcadell a través de Reinhart Koselleck, que nos impida «privilegiar epistemológicamente» a ningún protagonista colectivo8.

Asimismo, este estudio se soporta sobre inquietudes e interrogantes generales que superan la problemática local. La investigación historio-gráfica no puede ensimismarse en su propia elaboración, por lo que se ha intentado romper la «penuria teórica y metodológica» a la que se refería José Luis de la Granja en un resumen sobre la situación de la historiografía vasca a fines del siglo pasado9. Como escribió Carl E. Schorske, «la histo-

6 Por ejemplo, para el caso vasco puede destacarse el esfuerzo de Perea, Joaquín (1991): El modelo de Iglesia subyacente en la pastoral del clero vasco (1918-1936) (4 vols.), Desclée de Brouwer/ Instituto Diocesano de Teología y Pastoral, Bilbao.

7 Véanse, por ejemplo, las propuestas de Ford, Caroline (1993): «Religion and Popular Culture in Modern Europe», Journal of Modern History, 65, pp. 152-175.

8 Forcadell, Carlos (2005): «La historia social, de la clase a la identidad», en Elena Her-nández Sandoica y Alicia Langa (eds.), Sobre la historia actual. Entre política y cultura, Abada, Madrid, p. 34.

9 J. L. de la Granja, «La nueva historiografía», p. 297, no solo se refiere a la historiografía vasca, sino también a la española. También pueden ser enriquecedoras las reflexiones del sugerente texto Ugarte, Javier (2005): «Sobre la nueva historia cultural», en Elena Hernández Sandoica y Alicia Langa, Sobre la historia actual. Entre política y cultura, Abada, Madrid, pp. 229-283.

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ria solamente puede existir en relación simbiótica con otras disciplinas»10. El uso de herramientas de la sociología o de la antropología pueden ayudarnos a comprender y narrar mejor el pasado. Aunque estas preocu-paciones tampoco deben llevarnos a sobrevalorar la teoría y desdeñar los datos empíricos. En el territorio de lo religioso encontramos un magnífico campo para investigar el complejo entramado entre lo individual y lo co-lectivo y la interrelación de las diversas autoidentificaciones. Como des-tacó el sociólogo norteamericano Rodney Stark, la ciencia puede estudiar todos los aspectos relacionados con la vivencia religiosa y espiritual de las personas, salvo su autenticidad11. De ahí que en numerosas ocasiones surja una inadecuación entre las preguntas que se formulan y las respuestas que se obtienen, ya que el estudioso de la religión debe ser agnóstico metodo-lógicamente hablando12.

Igualmente, mientras que los historiadores dedicados al nacionalismo, al género o al movimiento obrero se reconocen como tales, no deja de ser llamativo cómo se escapa de la definición de la historia religiosa en-mascarándola en otras conceptualizaciones. Con todo, y por suerte para muchos, la historia religiosa siempre ha tenido que formar parte de un binomio entrelazado13. Al menos en el X Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea se desarrolló una mesa sobre los contenidos de la historia  religiosa, y los propios relatores no dudaron en referirse a la misma14. Este evento, además, ofreció una idea lúcida de los avances

10 Schorske, Carl E. (2001): Pensar con la historia, Taurus, Madrid, p. 39.

11 Stark, Rodney y Roger Finke (2000): Acts of Faith. Explaining the Human Side, Univer-sity of California Press, Berkeley, p. 59.

12 Willaime, Jean-Paul (2003): «La religion: un lien social articulé aun don», Recherches. Revue du Mauss, 22, pp. 248-269.

13 Yetano, Ana (1998): «La historia religiosa contemporánea en la universidad española», en Profesor Nazario González: una historia abierta, Universitat Autónoma, Barcelona, p. 564.

14 Cueva Merino, Julio de la y Feliciano Montero (2009): «Catolicismo y laicismo en la España del siglo xx», en María Encarna Nicolás Marín y González Martínez, Carmen González Martínez (coords.), Mundos de ayer: investigaciones históricas con-temporáneas del IX Congreso de la AHC, Editum, Murcia, pp. 191-216.

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derivados de esta forma de hacer historia durante las últimas décadas15. La historia religiosa, tal y como la entendemos, tiene que hacer referencia tanto a la historia del catolicismo y de la religiosidad, definida siempre en un sentido amplio, como también a los diversos aspectos conectados con la laicidad o la irreligiosidad, ya que se complementan e interrelacionan estrechamente. De este modo, se favorecerá «el salto cualitativo desde la historia eclesiástica a la historia religiosa», que exigía Feliciano Montero hace unos años y que aún no se ha producido completamente. ¿Cuándo se provocará esta transformación? Según la opinión del profesor Montero, en el momento en el que se promuevan algunos de los siguientes cambios: que la historia religiosa fuera más social que política; que el estudio fuese más allá de las instituciones religiosas y su jerarquía; a partir de la secula-rización de los historiadores y de los centros de investigación; y logrando que la historia religiosa fuera una parcela más de los planes de estudio y de las líneas de investigación de las universidades civiles no eclesiásticas16.

Este proceso está siendo pausado y, como hemos defendido más arriba, aún estamos en una fase de transición. Por una parte, los historiadores civiles han chocado con cierta cerrazón eclesiástica. Algunos archivos e instituciones religiosas siguen entorpeciendo la labor investigadora con múltiples y variopintos impedimentos. Además, los historiadores eclesiás-ticos suelen elaborar textos para consumo interno por lo que sus aporta-ciones difícilmente pueden ser integradas en la historiografía civil, aunque en muchos casos estas obras han sido una extensa y documentada labor de recuperación de datos empíricos, que no se pueden calificar con pincela-

15 Berzal de la Rosa, Enrique (1997): «La historia de la Iglesia española contemporánea. Evolución historiográfica», Antologica Annua, 44, pp. 633-674; Cuenca Toribio, José Manuel (1999): «La historiografía eclesiástica española contemporánea. Balance provi-sional a fines de siglo (1976-1999)», Hispania Sacra, 103, pp. 355-383; Montero, Feli-ciano (2003): «La historia de la Iglesia y del catolicismo español en el siglo xx. Apunte historiográfico», Ayer, 51, pp. 265-282; Íd. (2004): «La historiografía española entre la historia eclesiástica y la religiosa», en René Rémond (ed.), Hacer la historia del siglo xx, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 266-281. Sobre la historiografía francesa, en el mismo volumen, Sorrel, Christian (2004): «La historia religiosa en Francia», en René Rémond (ed.), Hacer la historia del siglo xx, Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 251-265.

16 Feliciano Montero, «La historia», p. 267.

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das gruesas y negativas. Por el otro lado, los historiadores españoles han formado parte de la industria de la identidad, que ha desatendido aque-llos aspectos que les resultaban ajenos cultural e ideológicamente17. Estos posicionamientos han llevado a la incomprensión hacia el hecho religioso cuando tanta compresión se ha dedicado a otras realidades políticas y culturales18. Solamente desde esta coyuntura se pueden entender afirma-ciones anti- académicas como las de Paul Preston calificando de «troglo-ditas» (¡sic!) a los carlistas19. Tampoco es del todo extraño este prejuicio, ya que la autonomía secular del conocimiento de la que goza actualmente la comunidad científica se alcanzó a partir del enfrentamiento con la reli-gión20. Asimismo, desde finales del franquismo, la historiografía española se conformó generalmente a partir de individuos que se habían enfrentado políticamente a un régimen caracterizado por su confesionalidad. Como consecuencia, esto favoreció que durante décadas los investigadores civiles dedicados a la religión fueran unos «historiadores solitarios»21.

Pese a todo, el cultivo de la historia religiosa ha tenido sus propios cla-roscuros. De hecho, el período de la Restauración ha ocupado numerosos esfuerzos historiográficos, siendo una de las etapas más conocidas de la historia religiosa contemporánea gracias a los adelantos de las décadas de los ochenta y noventa que se han visto enriquecidos por las aportacio-nes de una generación posterior de historiadores22. Sin ningún ánimo

17 Acton, Edward (2005): «La biografía y el estudio de la identidad», en Isabel Burdiel y J. C. Davis (eds.), El otro, el mismo. Biografía y autobiografía en Europa (siglos xvii-xx), Publicacions Universitat de València, València, p. 184.

18 Pese a todo, alguno de los pioneros de la historiografía española dedicó amplios esfuerzos en intentar explicarse la religión, como Tuñón de Lara, Manuel (1968): El hecho religioso en España, Éditions de la Librairie du Globe, Paris.

19 Preston, Paul (1995): The politics of revenge. Fascism and the military in 20th century Spain, Routledge, London/ New York, p. 10.

20 Hervieu-Léger, Danièle (2005): La religión, hilo de memoria, Herder, Barcelona, p. 34.

21 A. Yetano, «La historia religiosa», p. 568.

22 Se pueden comparar estos avances a partir de la comparación de dos obras manuales fun-damentales para el conocimiento de la historia de la Iglesia y del catolicismo en España Lannon, Frances (1990): Privilegio, persecución y profecía. La Iglesia en España, 1875-1975,

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de exhaustividad podemos referirnos a los diferentes ámbitos donde el conocimiento historiográfico es más profundo, como el análisis del con-flicto entre clericales y anticlericales, donde se han conseguido elaborar auténticos clásicos que han iluminado aspectos centrales de la evolución política española, tanto a nivel nacional como local23. Paralelamente, y como consecuencia de este progreso, varias personas se han interesado en conocer al detalle lo que significó el movimiento católico, así como la acción católica, el catolicismo social o el factor católico en la política es-pañola, en especial, a través de la conformación del nacionalcatolicismo24. Asimismo, y en paralelo, el anticlericalismo se convirtió en la década de los noventa en un protagonista de la renovación historiográfica, en parte por sus implicaciones violentas durante la guerra civil, tanto a nivel polí-

Alianza, Madrid, y Callahan, William J. (2002): La Iglesia Católica en España (1875-2002), Crítica, Barcelona.

23 Entre los que cabe destacar trabajos como los de Reig, Ramiro (1986): Blasquistas y clericales: la lucha por la ciudad en la Valencia de 1900, Institució Alfons el Magnàmin, Va-lencia; Cueva Merino, Julio de la (1994): Clericales y anticlericales. El conflicto entre confe-sionalidad y secularización en Cantabria (1875-1923), Universidad de Cantabria/ Asamblea Regional de Cantabria, Santander; Íd. (1997): «La democracia frailófoba. Democracia liberal y anticlericalismo durante la Restauración», en Manuel Suárez Cortina (ed.), La Restauración entre el liberalismo y la democracia, Alianza, Madrid, pp. 229-271; o Cueva Merino, Julio de la y Feliciano Montero (2007): La secularización conflictiva. España (1898-1931), Biblioteca Nueva, Madrid.

24 Montero, Feliciano (1983): El primer catolicismo social y la Rerum novarum en Espa-na, 1889-1902, CSIC, Madrid; Íd. (1993): El Movimiento Católico en España, Eudema, Madrid; Fullana, Pere (1994): El moviment catòlic a Mallorca, (1875-1912), Abadia de Monserrat, Barcelona; Ruiz Sánchez, José-Leonardo (1994): Política e iglesia durante la Restauración: la Liga Católica de Sevilla (1901-1923), Diputación de Sevilla, Sevilla; Cuenca Toribio, José Manuel (2001): Sindicatos y partidos católicos españoles: ¿fracaso o frustración? 1870-1977, Unión Editorial, Madrid e Íd. (2003): Catolicismo social y político en la España contemporánea (1870-2000), Unión Editorial, Madrid; Cueva Merino, Julio de la y Ángel Luis López Villaverde (eds.) (2005): Clericalismo y asociacionismo católico en España: de la Restauración a la Transición, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuen-ca; Aurell, Jaume y Pablo Pérez López (eds.) (2006): Católicos entre dos guerras. La historia religiosa de España en los años 20 y 30, Biblioteca Nueva, Madrid; Boyd, Carolyn P. (2007): Religión y política en la España contemporánea, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid; García Checa, Amalia (2007): Ideología y práctica de la acción social católica femenina (Cataluña, 1900-1930), Universidad de Málaga, Málaga; o Botti, Alfonso (2008): Cielo y dinero: el nacionalcatolicismo en España (1881-1975), Alianza, Madrid.

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Introducción

tico como cultural, sin desdeñar la atención prestada a sus relaciones con la masonería y el librepensamiento25. Por otro lado, conocemos bien las relaciones institucionales entre el Estado y la Iglesia, así como la compleja diplomacia con la Santa Sede26. Otro de los terrenos ampliamente abona-dos son la educación, donde los trabajos sobre la enseñanza confesional y la laica han alcanzado un alto grado de profundidad, y los estudios sobre la interrelación entre mujer y religiosidad27.

25 Destacan el número monográfico de la revista Ayer dedicado a «El anticlericalismo» en 1997; Delgado, Manuel (1992): La ira sagrada. Anticlericalismo, iconoclastia y antirritua-lismo en la España contemporánea, Humanidades, Barcelona e Íd. (2002): Luces iconoclastas. Anticlericalismo, blasfemia y martirio de imágenes, Ariel, Barcelona; La Parra, Emilio y Manuel Suárez Cortina (eds.) (1998): El anticlericalismo español contemporáneo, Biblio-teca Nueva, Madrid; Revuelta González, Manuel (1999): El anticlericalismo español en sus documentos, Ariel, Barcelona; Magenti, Silvia (2001): L’anticlericalisme blasquista. València: 1898-1913, La Xara Edicions, Simat de la Valldigna; o Salomón Chéliz, Ma-ría Pilar (2002): Anticlericalismo en Aragón. Protesta popular y movilización política, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.

26 Sanz de Diego, Rafael (1979): Medio siglo de relaciones Iglesia-Estado: el cardenal Antolín Monescillo y Viso (1811-1897), Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas, Ma-drid; Robles Muñoz, Cristóbal (1988): Insurrección o legalidad: los católicos y la Restaura-ción, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid; Díaz de Cerio, Franco y María F. Núñez y Muñoz (eds.) (1989): Instrucciones secretas a los nuncios de España en el siglo xix, 1847-1907, Università Gregoriana, Roma; Rubio, Javier (1998): El reinado de Alfonso XII. Problemas iniciales y relaciones con la Santa Sede, Ministerio de Asuntos Exte-riores, Madrid; Ortiz de Orruño, José María (2005): «Relaciones Iglesia-Estado en la Europa Contemporánea», en José María Guibert y José Luis Orella (eds.), Preguntas éticas en cuestiones disputadas hoy. In memoriam de Juan Plazaola Artola, S.J., Universidad de Deusto, San Sebastián, pp. 81-108; o Martínez Esteban, Andrés (2006): Aceptar el poder constituido. Los católicos y la Santa Sede en la Restauración (1890-1914), Publicaciones de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid.

27 Sobre la educación Bernad Royo, Enrique (1985): Catolicismo y laicismo a principios de siglo (escuelas laicas y católicas en Zaragoza), Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza; Ostolaza, Maitane y Pere Fullana (2007): «Escuela católica y modernización. Las nuevas congregaciones religiosas en España (1900-1930)», en Julio de la Cueva Merino y Feliciano Montero (eds.), La secularización conflictiva. España (1898-1931), Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 187-213; Fullana, Pere y Feliciano Montero (2003/2004): «Los modelos educativos juveniles del movimiento católico en España (1868-1968)», Historia de la educación, 22-23, pp. 33-51. Sobre la mujer Salomón Chéliz, María Pilar (2004): «¿Espejos invertidos? Mujeres clericales, mujeres anticlericales», Arenal, 11/2, pp. 87-111; Íd. (2005): «Las mujeres en la cultura política republicana: religión y anticlericalismo», Historia Social, 53, pp. 103-118; Íd. (2003): «Beatas sojuzgadas por el clero: la imagen de las mujeres en el discurso anticlerical del primer tercio del siglo xx», Feminismo/s, 2,

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Sin embargo, estos avances no pueden ocultar vacíos y lagunas que siguen mostrando un relativo retraso con respecto a otras historiografías cercanas. A pesar de las dificultades, faltan por obtener más trabajos orientados hacia la historia social, que nos permitan recomponer el impac-to de la restauración social del catolicismo en la España de la época y de las implicaciones concretas de la secularización28. Conocemos demasiado poco la historia cultural del catolicismo español, ya que son escasas las aportaciones que han pretendido acercarse a esta realidad desde el llama-do giro cultural, y este tipo de análisis podría iluminar la evolución de la espiritualidad y de las devociones contemporáneas29. Tampoco sabemos cuál fue el recorrido de aquellos que abandonaron el catolicismo para co-menzar una búsqueda espiritual heterodoxa30. De igual forma, apenas se

pp.  41-58; Blasco, Inmaculada (2003): Paradojas de la ortodoxia. Política de masas y militancia católica femenina en España (1919-1939), Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza; Moreno Seco, Mónica (2005): «Mujeres, clericalismo y asociacionismo ca-tólico», en Julio de la Cueva Merino y Ángel Luis López Villaverde (eds.), Cleri-calismo y asociacionismo católico en España: de la Restauración a la Transición, Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, pp. 107-131; García Checa, Amalia (2007): «Acción social católica y promoción de la mujer: el feminismo cristiano», en Julio de la Cueva Merino y Feliciano Montero (eds.), La secularización conflictiva. España (1898-1931), Biblioteca Nueva, Madrid, pp. 237-258.

28 Cueva Merino, Julio de la (2000): «Católicos en la calle: la movilización de los ca-tólicos españolas, 1899-1923», Historia y Política, 3, pp. 55-80; Íd. (1999): «Cultura y movilización en el movimiento católico de la Restauración (1899-1913)», en Manuel Suárez Cortina (ed.), La cultura española en la Restauración, Sociedad Menéndez Pela-yo, Santander, pp. 169-192; o Íd. (2005): «Clericalismo y movilización católica durante la restauración», en Julio de la Cueva Merino y Ángel Luis López Villaverde (eds.), Clericalismo y asociacionismo católico en España: de la Restauración a la Transición, Univer-sidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, pp. 27-50.

29 Jiménez Duque, Baldomero (1979): «Espiritualidad y apostolado», en Ricardo García-Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España. Vol. 5: La Iglesia en la España Contem-poránea, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, pp. 395-474 o Requena, Federico M. (2008): Católicos, devociones y sociedad durante la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. La Obra del Amor Misericordioso en España (1922-1936), Biblioteca Nueva, Madrid.

30 Ramos, Mª Dolores (2005): «Heterodoxias religiosas, familias espiritistas y apóstolas laicas a finales del s. xix: Amalia Domingo Soler y Belén de Sárraga Hernández», His-toria Social, 53, pp. 65-83; Abend, Lisa (2004): «Specters of the Secular: Spiritism in Nineteenth-century Spain», European History Quaterly, 34/4, pp. 507-534; o Louzao,

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ha desarrollado una comparación con otras realidades próximas geográfica o culturalmente para contraponer diversas experiencias e integrarlas en el ámbito de las relaciones transnacionales31. También habrá que profundi-zar en los análisis de los agentes eclesiásticos, desde la jerarquía hasta los sacerdotes diocesanos y los religiosos regulares, sin olvidar la elaboración de biografías de destacados seglares que participaron y tuvieron un peso importante en la movilización del catolicismo hispano32. Dicho esto, se deberían alumbrar esfuerzos conjuntos entre historiadores eclesiásticos y civiles para no dejar caer en saco roto las múltiples investigaciones realiza-das internamente sobre las órdenes y congregaciones religiosas y sumarlas al general conocimiento académico.

En definitiva, y aunque sea una drástica conclusión, hasta que no se produzca el despegue definitivo de la historia religiosa, la historiografía española no se habrá normalizado y equiparado a la realidad interna-cional. Y llegados a este punto es oportuno referirse a la historiografía francesa, ya que un amplio grupo de historiadores —entre los que se encuentran Jean Delumeau, Alain Corbin o Philippe Boutry—, han con-seguido renovar adecuadamente nuestra forma de entender lo religioso33.

Joseba (2008): «Los idealistas de la Fraternidad Universal. Una aproximación a la his-toria del movimiento teosófico español (c. 1890-1939)», Historia Contemporánea, 37, pp. 501-529.

31 Andrés-Gallego, José (2004): «L’influence française sur le catholicisme espagnol des xixe et xxe siècles», Revue d’histoire de l ’ église de France, 224, pp. 239-246; Íd. (1978/1979): «La III República francesa, la Restauración española y la Iglesia: notas para una historia comparada», Hispania Sacra, 61-64, pp. 323-339; o Cuenca Toribio, José Manuel (1999): Catolicismo contemporáneo de España y Europa. Encuentros y divergencias, Ediciones Encuentro, Madrid.

32 Pazos, Antón (1990): El clero navarro (1900-1936). Origen social, procedencia geográfica y formación sacerdotal, EUNSA, Pamplona o Cuenca Toribio, José Manuel (1986): So-ciología del episcopado español e hispanoamericano (1789-1985), Pegaso, Madrid. Entre los seglares, por ejemplo, Robles, Cristóbal (1997): José María de Urquijo e Ybarra, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid o Faes, Enrique (2009): Claudio López Bru, Marqués de Comillas, Marcial Pons, Madrid.

33 Se pueden comparar el estado de ambas historiografías en la recopilación Pellistrandi, Benoît (éd.) (2002): La historiografía francesa del siglo xx y su acogida en España, Casa de Velázquez, Madrid.

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En gran medida, este indiferencia ante sus aportaciones se debe a que, como señalaba Jordi Canal, «la influencia francesa en la historiografía contemporánea española a fines del siglo xx ha sido, si descartamos algunas excepciones individuales o sectoriales, bastante escasa»34. Ade-más, la historiografía española sociológicamente conservadora, siempre ha mantenido «a raya cualquier contagio estrambótico» que pudiera des-embocar en otro tipo de alternativas, como destacó sugerentemente Enric Ucelay-Da Cal35.

Al menos, debe quedar patente que la historia religiosa no puede ser una nota al pie de página de los estudios sobre los siglos xix y xx. Y no debemos olvidar que en la historia religiosa convergen la mayoría de actitudes y comportamientos, individuales o colectivos, que en épocas pasadas alcanzaron una influencia trascendental en la movilización y actividad de amplios sectores de población. Asimismo, la religión es un fenómeno bastante elusivo por lo que el acercamiento debe ser caleidos-cópico. Sandrine Kott establecía un significativo estado de la cuestión al asegurar que

el estudio del fenómeno religioso es parte de una historia de las men-talidades como la de los entornos de vida (Lebenswelt), que está en la encrucijada de la historia cultural (Kulturgeschichte), la historia social (Gesellschaftsgeschichte) y la historia de la vida cotidiana o antropológica (Alltagsgeschichte)36.

34 Canal, Jordi (2002): «Admoniciones, mitos y crisis. Reflexiones sobre la influencia francesa en la historiografía contemporánea española a finales del siglo xx», en Benoît Pellistrandi (éd.): La historiografía francesa del siglo xx y su acogida en España, Casa de Velázquez, Madrid, pp. 337 y 340.

35 Ucelay-Da Cal, Enric (2005): «Descriure el que hauria d’haver existit, o com histo-riografiar el fracàs particuarista català al llarg del segle xx», en Josep Maria Fradera y Enric Ucelay-Da Cal (eds.), Notícia nova de Catalunya: consideracions crítiques sobre la historiografia catalana als cinquanta anys de «Notícia de Catalunya» de Jaume Vicens i Vives, Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, Barcelona, p. 205.

36 Kott, Sandrine (2001): «Éléments pour une histoire sociale et culturelle de la religion en Allemagne au xixe siècle», Bulletin de la Societé d’Histoire Moderne et Contemporaine, 48/ 4 bis, p. 92.

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Además, hay que destacar que en la gran mayoría de las ocasiones las referencias a la historia de las religiones se reducen a investigaciones sobre la antigüedad o el período medieval. Como ejemplo se podría evaluar la presencia que tiene la historia contemporánea en los tomos editados por Bandue, la revista de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones. La conclusión es desalentadora, ya que apenas hay textos que se refieran a nuestro período, y eso que los contemporaneístas tenemos la fortuna, en palabras de un profesor suizo emérito de Ciencias de las Religiones, de encontrarnos con

un campo singular para las investigaciones en historia de las religiones. Con la revolución francesa, la independencia de los Estados Unidos y la industrialización el cristianismo occidental así como el judaísmo occiden-tal padecen profundas transformaciones. Bajo la influencia de la coloniza-ción y de los procesos de modernización, se pueden observar desarrollos análogos a partir del siglo xix, en muchas de las religiones37.

Teniendo presente todo lo anterior, la historia religiosa debe hacerse sociocultural, entendiendo como cultura «la vida cotidiana de la gente en común, los objetos materiales de los que ésta se rodea, y las diversas formas de percibir e imaginar el mundo»38. De hecho, como ha expli-cado Peter Burke, esta renovación historiográfica ha producido un re-torno a la narrativa, al individuo y a la historia «desde abajo». Además, es innegable la estrecha relación entre la historia cultural y la historia religiosa porque, en palabras del especialista Michel Lagrée, son «una casi pareja»39. Con el paso del tiempo, se han ido debilitando las porosas fronteras entre lo social, lo político y lo cultural y se ha pasado de la sociología religiosa a la historia social y cultural de lo religioso, como ha

37 Waardenburg, Jacques (2001): Significados religiosos. Introducción sistemática a la ciencia de las religiones, Descleé de Brouwer, Bilbao, pp. 77-78.

38 Burke, Peter (1993): «La nueva historia sociocultural», Historia Social, 11, pp. 105-114.

39 Lagreé, Michel (1999): «Historia religiosa, historia cultural», en Jean-Pierre Rioux y Jean-François Sirinelli (dirs.), Para una historia cultural, Taurus, México D.F., p. 407.

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sucedido en la modélica historiografía francesa40. Tanto es así que este tipo de historia se ha convertido en una especie de «historia total», pero no en el sentido original annaliste. Al contrario, a pesar de la voluntad de recoger la complejidad de la vida humana, existe una amplia conciencia de las limitaciones que se encuentran en el camino para materializar estos trabajos41.

Por su parte, la elección de Vizcaya durante la Restauración nos per-mite adentrarnos en múltiples y complejos problemas historiográficos42. Bilbao había pasado en el último cuarto del siglo xix, y en menos de medio siglo, de ser una pequeña villa comercial de 20 000 habitantes es-trangulada por dos guerras civiles, a convertirse en un importante centro industrial y financiero desbordado demográficamente. El intenso desarro-llo industrial y minero de la región estuvo acompañado por una moder-nización social, económica y política sin precedente alguno en la historia vizcaína. Un mundo pequeño había acabado en la capital y la emergente modernidad pedía paso. Las masas estuvieron presentes en esta evolución que facilitó la participación de amplios sectores populares, que en momen-tos puntuales se convirtieron en los principales protagonistas. Algunas formaciones políticas no desaprovecharon esta oportunidad abierta para convertirse en auténticos partidos modernos, en una transformación que comenzó en aquellos partidos que se encontraban en la periferia del siste-ma restauracionista (carlismo, socialismo, republicanismo o nacionalismo). Se desarrollaron así nuevos hábitos cívicos en relación con una novedosa participación pública, a través de la expansión del asociacionismo político, social y cultural. Paralelamente se asistió a la profusión de la sociabilidad

40 Boutry, Philippe (2006): «De la sociologie religieuse à l’histoire sociale et culturelle du religieux», Le Mouvement Social, 215, pp. 3-8.

41 Burke, Peter (1996): «Historia cultural e historia total», en Ignacio Olábarri y Fran-cisco Javier Caspistegui (coords.), La nueva historia cultural, la influencia del postestructu-ralismo y el auge de la interdisciplinariedad, Editorial Complutense, Madrid, pp. 115-122.

42 En cuanto a la nomenclatura, hemos decidido utilizar la denominación española de los nombres de la localidad, salvo cuando la persona los cite expresamente en euskera. Por una sencilla razón, en la mayoría de los casos se nombran en la prensa y los folletos de la época a la manera española.

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formal política, en algunos casos con extensas redes de locales, y a la movilización social con actividades diversificadas para un amplio número de participantes. Sin embargo, esto no puede hacernos olvidar que, a pe-sar de lo profundo del cambio, tradición y modernidad convivieron aún durante décadas en un proceso insuficiente y obstaculizado por diversas resistencias43.

En cuanto a las fuentes, se ha intentado hacer un acopio de lecturas y documentación lo más amplio posible para poder dar respuestas convin-centes a la multitud de problemas a los que nos hemos enfrentado44. La información utilizada ha sido tanta y tan diversa que muchas veces la sen-sación ha sido abrumadora. Con todo, la fragmentación, la diversidad y la dispersión de la indagación se ha intentado vehicular a partir de la lectura de la prensa. En nuestro caso, el vaciado completo de los dos prestigiosos diarios locales El Liberal y La Gaceta del Norte, que fueron fundados en 1901, se ha convertido en la columna vertebral de este trabajo. Sin embar-go, para paliar el problema del vacío de la década de los noventa decidimos contraponer la lectura del independiente El Noticiero Bilbaíno y el carlista El Basco, por ser las series más completas obtenidas. Asimismo, se ha de-sarrollado una búsqueda atenta en otras cabeceras destacadas de la época, como El Nervión, El Pueblo Vasco o Euzkadi. De la misma manera, las múltiples revistas religiosas coetáneas, entre las que destacan Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús, Ecos Religiosos, La Hormiga de Oro o La Lectura Dominical, han facilitado la exploración sobre el ámbito católico. Tampoco

43 La bibliografía sobre estos aspectos es inmensa por lo que remitimos a dos sugerentes introducciones Castells, Luis y Rivera, Antonio (1995): «Vida cotidiana y nuevos comportamientos sociales. (El País Vasco, 1876-1923)», Ayer, 19, pp. 135-163; Íd. (199): «Una inmensa fábrica, una inmensa fonda, una inmensa sacristía. (El espacio urbano vasco en el paso de los siglos xix al xx», en Luis Castells (coord.) (1999), El rumor de lo cotidiano: estudios sobre el País Vasco contemporáneo, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, pp. 13-53; González Portilla, Manuel (dir.) (1995): Bilbao en la formación del País Vasco Contemporáneo (economía, población y ciudad), Fundación BBV, Bilbao; e Íd. (ed.) (2001): Los orígenes de una metrópoli industrial: la Ría de Bilbao, Fun-dación BBVA-Nerea, Bilbao.

44 En este sentido, se citará la referencia completa cada vez que aparezca por primera vez en cada uno de los capítulos y para posteriores referencias en nota se utilizará el formato abreviado.

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se ha desdeñado la prensa anticlerical gracias a las pesquisas sobre sema-narios nacionales, como El Motín o Las Dominicales. A su vez, también se ha buceado en diversas publicaciones más fraccionarias y partidistas para describir a los diversos grupos políticos del período, como La Lucha de Clases, La Guerrilla, Aberri, Patria, El Látigo o El Norte.

Por otro lado, se han intentado subsanar los problemas ofrecidos por la prensa a través de la consulta de múltiples archivos, desde los municipales al Centro Documental de la Memoria Histórica, pasando por el Archivo del Nacionalismo Vasco o la Fundación Antonio Maura. Menos suerte hemos corrido en el trabajo dentro de los archivos eclesiásticos, donde solamente hemos podido acceder a la documentación parroquial albergada en el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia. Una substancial deficien-cia que se ha visto atenuada con el trabajo sobre la serie completa de bo-letines publicados periódicamente por el obispado de Vitoria. A todo ello se ha sumado la utilización de diversas fuentes impresas de la época, como la literatura, folletos y opúsculos, así como libros de memorias de impor-tantes personajes de la época, entre las que podemos señalar las memorias de José de Orueta, Dolores Ibárruri o Indalecio Prieto, o los sermones, que hemos conseguido reconstruir a partir de las crónicas periodísticas y la publicación de alguno de ellos en libros.

Y se hace necesaria una última explicación antes concluir esta in-troducción, aunque no renunciemos a ellos, conviene avisar que los conceptos y los sintagmas usados en este trabajo forman parte de toda una amplia espesura historiográfica, por ello, su uso debe ser comedido y tomando las máximas precauciones posibles. El territorio es inmenso y el mapa no puede señalar todos los accidentes, como nos enseñó Jorge Luis Borges. Quizá no deberíamos reconocer este pecado o, según se mire, mal vicio, pero disfrutamos con la imprecisión y la imperfección de las  lecturas de los propios protagonistas. Hemos intentado alejar-nos de los experimentos de laboratorio historiográfico que terminan por arruinar la narración con una explicación en préterito pluscuamperfecto. Que lo hayamos conseguido es otra cuestión. Lo reconocía un maes-tro de muchos de nuestros maestros, la historia se conjuga con verbos

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irregulares (E. P. Thompson)45. Y ya lo había repetido hasta la saciedad un siglo antes el pensador ruso Alexander Herzen: «la historia no tiene libreto»46. Ojalá haya sido posible transmitir esa sensación.

Por ello, quisiéramos terminar recogiendo la invitación de Reinhart Koselleck, uno de los más sabios y atentos historiadores del siglo xx, de romper con los privilegios epistemológicos que ciertos sujetos históricos han ostentado a lo largo de las últimas décadas. Esta actitud nos ayudará a elaborar nuevas reflexiones sobre las líneas interpretativas principales de la historia contemporánea vasca y española, no tanto a la luz de los conflictos relacionados con la religiosidad, sino de la efectiva problema-tización del hecho religioso en la modernidad. No se pueden jerarquizar las identidades, entendiendo que somos seres polidentitarios, por lo que la construcción de la identidad individual y de las identidades sociales se desarrollaron (y desarrollan) dentro de un proceso mucho más concéntrico y menos estático de lo que a veces los ensayos historiográficos de labora-torio parecen ofrecer. Hemos intentado elaborar este trabajo con la mayor honestidad y objetividad, pero sin perder la pasión, con la esperanza de que la adecuación de los esfuerzos haya corrido paralela a la alta exigencia de la temática.

•Por último, pero no por ello menos importante, hay que destacar el

capítulo de agradecimientos tras un largo recorrido enriquecido por las experiencias y contribuciones de multitud de personas. Este apartado, en definitiva, es una gustosa obligación de todo autor porque una tesis nunca es un trabajo individual. Con todo, la lista completa sería prolija y ocuparía una ingente cantidad de espacio. En primer y destacado lugar, como no podía ser de otra forma, se encuentran mi familia y mis amigos, ya que ellos han sabido soportar estoicamente cada uno de los problemas derivados de la elaboración de este trabajo doctoral. Algunos incluso

45 Palmer, Bryan D. (2004): E. P. Thompson: objeciones y oposiciones, Publicacions de la Universitat de València, València.

46 Krauze, Enrique (2003): Travesía liberal: del fin de la historia a la historia sin fin, Tusquets, Barcelona.

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pusieron interés en escucharme divagar sobre los más diversos aspectos relacionados con la misma y, en este sentido, se merece un capítulo es-pecial Lydia, que ha acompañado las sucesivas reelaboraciones del texto original.

Asimismo, estas páginas no hubiesen podido ser una realidad sin la ayuda económica prestada por el Gobierno Vasco, a través de la concesión de una beca predoctoral. También me gustaría recordar a todo el personal que ha facilitado mis consultas en los diferentes archivos y bibliotecas. En ocasiones sus esfuerzos fueron más allá de lo estrictamente obligado por su posición. Por otro lado, trabajar durante estos años dentro del Depar-tamento de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco ha sido una experiencia placentera por el interés demostrado y el apoyo incondicional de muchos de sus integrantes, en especial, los miembros del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y del grupo de investiga-ción sobre «Identidades históricas vascas». No quisiera dejar de mencionar a varias personas que desde diversos espacios, no solo académicos, han colaborado y facilitado considerablemente mi labor: Fernando Molina, Guillermo Marín, Egoitz Alfaro, Jon Penche, Raúl López, Barbara van der Leeuw, Alejandra Ibarra, Rafael Ruzafa, Juan Carlos Pérez, Javier Ugarte, Mikel Aizpuru, Ander Delgado, Oskar González, Carlos Car-nicero, Santi de Pablo, Ferran Archilés, Julio de la Cueva, Ignacio Arana (+), Andrés Gil, Alfonso Armada y Daniel Capó. Sin olvidar a José María Ortiz de Orruño, director del proyecto de tesis original, que depositó su total confianza desde el primer momento, y a los miembros del tribunal que juzgaron con bondad este trabajo y colaboraron en su mejora con los pertinentes comentarios críticos: Feliciano Montero, Manuel Suárez Cor-tina, Luis Castells, Félix Luengo y Pilar Salomón.

Gracias a todos; porque la mayoría de los aciertos les pertenencen, mientras los fallos solamente pueden ser míos.